10 Textos Basicos De Ciencia Politica

  • Uploaded by: OphirBarrios
  • 0
  • 0
  • February 2021
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View 10 Textos Basicos De Ciencia Politica as PDF for free.

More details

  • Words: 173,027
  • Pages: 277
Loading documents preview...
GAETANO MOSCA

LA CLASE POLITCA Selecci6n e introdncci6n NoRBERTa

Bonmo

~'

I..

~

1.:··

1• ]!!

FONDO DE CULTURA ECONOMICA

INTRODUCCION

A

L FINAL DE LA uADVERTENCIA" PARA LA TERCERA EDICI6N DE

los Elementi di scienza politica publicada en 1939, Gaetano Mosca, par entonces octogenario, hablaba de esta obra como de "su trabajo mayor" y "su testamento cientifico". En efecto, le habfa dedicado sus mejores energias durante cuarenta afios, recogiendo y perfeccionando en ella algunas ideas maestras, a las que fue esencialmente fie! por mas de media siglo. La primera edici6n apareci6, sin una linea de prefacio, en 1896 impresa por los editores Bocca (la indicaci6n tipografica !leva Ia fecha de 1895), pero era la reelaboraci6n y la conclusiOn, aunque provisoria, de dos obras precedentes: del desbordante trabajo juvenil Sulla te01·ica dei governi e sul governo rappresentativo. Studi storici e sociali (Turin, Loescher, 1884), con el cual el autor, de apenas veintiseis afios, entraba en el debate politico italiano con agresividad y autoridad, animado de sincera pasi6n civil y nutrido de buenos estudios, despues del advenimiento de la Izquierda al poder; y del ensayo, posterior en pocos afios, sabre Le costituzioni moderne (Palern1o, Amenta, 1887), que, criticaba la Teorica, se presentaba como una obra de transici6n, al mismo tielnpo integraci6n de lo anterior, y embri6n de lo nuevo (en parte no muy desarrollado ). La Teorica era ya, en el senti do mis mosquiano de la palabra, una obra de ciencia politica, tendiente a "exponer las grandes leyes que regulan la organizaci6n de los gobiernos", y a extraer de una

9

10

GAETANO MOSCA

desprejuiciada observaci6n de los hechos, la refutaci6n de los errores que j 1npedian prosperar a los Estados y provocaban su decadencia: el enemigo por derrotar era el regin1en parlamentario. En-cambia, Le costituzioni moderne era una obra de politica constitucional, donde, limadas algunas asperezas polemicas contra el regimen parlamentario, se proponian reforn1as moderadas con el principal prop6sito de contraponer al privilegio de la riqueza el mfrito de la cultura, y hacer surgir la clase intelectual como nueva protagonista entre las dos fuerzas antag6nicas de Ia riqueza y del trabajo. Tras la primera edici6n de los Elementi, y coincidiendo en parte con el period a de su actividad politica ( diputado en 1909, senador en 1919, subsecretario de las Colonias entre 1914 y 1916), Mosca publico en los aiios siguientes varios escritos 1nenores, casi todos ocasionales, sabre problemas econ6micos, politicos y constitucionales de actualidad. El lmico ensayo te6rico de cierto relieve fue la introducci6n turinesa de 1902, titulada El principia aristocratico ed il democratico nel passato e nell'avvenire, que replantea y desarrolla un ten1a central de la obra mayor. Pero la reflexi6n sabre los problemas de la "nueva doctrina" no disminuy6, aunque prosigui6 en forma subterr;inea; y asi, cuando en 1923 sali6 la segunda edici6n de los Elementi, esta aparece enriquecida par una segunda parte completan1ente nueva, que cmnprendia, junto a una especie de examen de conciencia al comienzo, y un juicio sabre el espiritu de la epoca al final, ulteriores esclarecimientos sabre la doctrina, una formulaci6n mas precisa de algunos principios, correcciones de enfoques precedentes, impugnaciones, polemicas, criticas de teorfas pasadas. Esta segunda edici6n, dividida en dos partes bien diferentes, constituye el texto definitive de la obra: en la tercera edici6n, que aparecer;i dos aiios antes de su n1uerte, Mosca se limit6 a agregar escasas notas al final de cada capitulo, con el fin de seilalar cam bios ocurridos en el desarrollo de sus ideas, dar noticia de alglln nuevo texto, aportar confirmaciones de sus tesis propias, con evidente complacencia, a raiz de acontecimientos ocurridos entretanto, especialmente el desarrollo de la Revoluci6n rusa y la instauraci6n del Estado sovietico, al que se n1ostr6 desde el comienzo fuertemente hostil. 1 ' Para un examen crftico e hist6rico de la obra de Mosca, remito a las dos monografias fundamentales: M. Delle Piane, Gaetano Mosca. Classe politica e libemlismo, Niipo-

LA CLASE POLiTICA

2 . Ya desde las primeras p no aparece, quedan ya claramente delineados eltnftodo y el objetivo de un estudio cientifico de Ia polftica. El metoda es el de Ia comparaci6n hist6rica; Ia finalidad, extraer de Ia confrontaci6n de los hechos hist6ricos en epocas y regiones diferentes, las "leyes constantes" que regulan el nacimiento y la decadencia de los Estados. La norma principal en Ia que debe inspirarse quien pretenda internarse por esta nueva via, consiste en acumular el mayor nllmero posible de datos hist6ricos. En el proe1nio de la Teorica relata que, habiendose dedicado desde nifio a Ia lectura asidua delibros hist6ricos, estaba en posesi6n de un capital que le habia sido de suma utilidad para efectuar sus estudios. En un ensayo alga posterior, Studi ausiliari del diritto costituzionale (1886), Mosca atribuye a! derecho constitucionalla tarea de Ia ciencia politica, entendiendolo, no ya como "un con1entario del estatuto italiano ode la carta francesa", sino en un sentido mas am plio y mas riguroso, cmno "ciencia que escruta las leyes reguladoras del ordenamiento politico de las distintas sociedades humanas". 2 Entre las

les, Edizioni Scientifiche Italiane, 1952; y J. H. Meisel, The Myth of the Ruling Class. Gaetano Mosca and the Elite, Ann Arbor, The University of Michigan Press, 1958. Cf tambien los siguientes ensayos: P. Rossi, "Liberalismo e regime parlamentare in Gaetano Mosca", en Giornale degli Economisti e Annali di Economia, VIII, 1949, pp. 621-635; G. Pepe, "Gaetano Mosca", en Belfagor, v, 1950, pp. 42-67; P. Piovani, "II liberalism a di Gaetano Mosca", en Rassegna di Diritto Pubblico, v, 1950, pp. 265-305, despuCs reimpreso en Momenti della filosofia giuridico-politica italiana, Milan, Giuffre, 1951, pp. 97-143; V. de Caprariis, "Profilo di Gaetano Mosca", en Il Mulino, III, 1954, pp. 343-364; A. Passerin D'Entreves, "Gaetano Mosca e la liberta", en Jl Politico, XXIV, 1959, pp. 570-593. 2 Cito de la recopilaci6n de ensayos mosquianos, CiO chela storia potrebbe insegnare. Scritti di scienza politica, Milan, Giuffre, 1958, p. 594.

11

12

GAETANO MOSCA

disciplinas auxiliares, la mas importante sin duda es la historia, dida como sociologia cmnparada, a Ia manera de Spencer. Aun tiendo que el estudio cientifico de Ia historia y de !a politica esta todavia en formaci6n, y que las leyes propuestas basta ahara son pocas e inciertas, Mosca le reconoce igualmente una importante funciOn negativa, consistente en Eberar la 111ente de concepciones aprioristicas. A! problema del metoda esta dedicado e! primer capitulo de los Elementi. Mosca pennanece fiel a su vocaciOn inicial de cientifico nato para combatir prejuicios y errores que aquejan de modo particularmente desastroso el estudio de la politica. Pero por primera vez seiiala con particular insistencia que la condiciOn misma de la posibilidad de una ciencia politica se funda sabre Ia cmnprobaci6n de que hay "tendencias psicoJOgicas constantes, que determinan la acciOn de las masas humanas" (p. 3). Esta observaci6n abre e! camino a !a formulaci6n -que debe ser rodeada de la mas prudente cautela, maxime cuando se dan los prirneros pasos- de algunas tendencias o leyes que regulan la vida de los organisrnos politicos. Si el punta de vista es esencialrnente psicolOgico, el material de construcci6n, aunque resulte tosco e informe, debe ser suministrado por la historia: cuando Mosca declara que ala ciencia politica se adecua el1netodo histOrico, quiere decir que Ia ciencia politica debe Hegar a conclusiones propias, partiendo del estudio de los hechos comprobados. De este modo, adopta una posicion 1nuy definida; par un lado, contra las doctrinas politicas distorsionadoras, que buscan s6lo justificar, despreciando los resultados de Ia investigaci6n histOrica, a ciertos regimenes con rnenoscabo de otros (entre estos, Ia teoria dernocratica es para Mosca particularmente funesta y fa!sa); y por el otro, las doctrinas seudocientificas, que aun partiendo del examen de los hechos llegan a conclusiones inaceptables porIa pobreza y escasez de los materiales utilizados (por ejemplo, !a celebre clasificaci6n aristotelica de las formas de gobierno Y. Con esta postura frente al fenOn1eno politico, Mosca se inscribe en Ia linea de los escritores realistas. Pero en el concepto de realismo politico deben distinguirse dos aspectos diferentes, segtin que "real" sea contrapuesto a "ideal" o a "aparente". En las antitesis real-ideal, concepciOn realista significa dirigir Ia atenci6n, no a lo que los hombres piensan de si mismos, o se irnaginan que son, sino a su comportarniento efectivo. En cambia, Ia antitesis real-aparente significa atender ala

LA CLASE POLfTICA

sociales que se esconden detras d dera naturaleza de las relaciones vera . . . · .. 1 c mas exteriores de las inst1tuoones. La CienCia po 11t1ca a can1 ~u= .. . zara• para Mosca su obJetivo, cuando logre sobrepasar Ia cortma de las formulas politicas (hoy dirfamos de las ideologias) y romper la costura' de las instituciones; en suma, cuando queda descubnr lo que hay dentro y lo que hay debajo.

En cuanto al modo de concebir el1netodo y Ia funci6n de Ia ciencia, ~osca fue un positivista. En diversas ocasiones cit6 varias fuentes de su pensamiento, y entre los autores a los que rinde mayor homenaje se cuentan, primero Taine, y despues Saint-Simon.3 En el proemio de la Teorica dice que se "apropiO de hecho" de muchos enfoques y juicios de Taine, recogidos de los "estupendos voh.ilnenes" sabre los origenes de la Francia contemporanea. En Ia segunda parte de los Elementi atribuye a Saint-Simon el merito de haber trazado "las lineas fundamentales" de la doctrina de la clase politica "de un modo bastante preciso y evidente", mas de cien aiios antes. Entre los autores que ampliaron su horizonte cultural, aquellos con los que se intern6 en severas pero no hostiles discusiones criticas fueron Comte y Spencer. Sirviendose de sus propias teorias, les reproch6, par lo dern3s con raz6n, un excesivo simplismo. Par un lado, el prolongado coloquio con los escritores de historia lo rnantuvo alejado de las apresuradas generalizaciones de los fil6sofos de la historia; y repiti6 a menudo que "el simplismo no se adapta bien a las ciencias que se ocupan de la psicologia del hombre, animal muy complejo, plena de contradicciones y que no siempre se preocupa de ser IOgico y coherente". 4 Por otro lado, su positivismo fue solameute metodol6gico y no lo indujo nunca ala tentaci6n de aceptar la concepciOn naturalista de Ia sociedad, propia de algunos positivistas. Cuando se habla de positivismo en las ciencias sociales, no se distingue nunca suficientemente, sabre todo por parte de sus detractores, 3 Sabre csta y otras fuentes han llamado la atenci6n los estudios de Mosca. Pero Ultimamente de manera particular sabre el influjo de Taine, C. Mongardini, "Mosca, Pareto e Taine': en Cahiers \Tilfredo Pareto, 1965, nUm. 5, pp. 175-186. Mongardini es au tor de una monografia reciente, Storia e sociologia nell'opera di H. Taine, Milin, Giuffre, 1964. 4 Elementi di scienza politica, en un capitulo omitido en la prescnte edici6n, I, p. 221 (cito por la quinta cdici6n, 1953).

13

14

LA CLASE POLfTICA

GAETANO MOSCA

el trasplante de los mCtodos mis rigurosos y aceptados de la investiga~ ci6n, propios de las ciencias de la naturaleza, al dominio de las ciencias sociales -que es una operaci6n legitima y que se demostr6 fecunda-, de la acritica extensiOn de teorias concebidas para explicar fen6n1enos del mundo natural al mundo de la sociedad, como ocurri6 en los tiempos del darwinisn1o social. Mosca fue positivista en el primer sentido, no en el segundo: desde el primer capitulo de los Elementi dedicO largo espacio ala refutaciOn de las teorias naturalistas mis acreditadas, cmno la que busca explicar la variedad de los fenOn1enos politicos par Ia diversidad del clima yen general del ambiente fisico, a la que se atribuye valor determinante para la diversidad de las razas humanas, con lo que despej6 el campo de teorias, mis que tendenciosas, socialmente peligrosas, como las de Ia raza superior o el genio de las razas. En cuanto al darwinismo social, que tuvo su momenta de celebridad en las ultimas decadas del siglo pasado, tanto que confundi6 sus aguas, en una direcci6n con el marxis1no vulgar, y en la direcci6n opuesta con el nietzscheanisrno no menos vulgar, Mosca se resisti6 a aceptarlo en su aspecto mis groseramente naturalista, contraponiendo ala lucha por la existencia la lucha por el predominio, y considerando solamente a esta Ultin1a como un ele1nento caracteristico del movimiento histOrico. Es necesario todavia agregar que, aun contribuyendo ala formaciOn de la ciencia politica, Mosca no se dej6 atraer nunca por la ilusiOn o la presunci6n de que el camino fuese ficil y estuviese ya en gran parte recorrido. Se dio cuenta perfectamente de que las ciencias sociales habian dado muy pocos pasos desde el punta de partida; reconoci6, acaso con un deja de amargura, que la ciencia politica en particular se encontraba todavia en un estadio precientifico, porque no habia logrado establecer aun un complejo de "verdades indiscutibles". Creia firmemente en el progreso de la ciencia politica, que se desarrollaria parejamente con la ampliaci6n de los conocimientos hist6ricos en el tien1po yen el espacio; pero no fue ni tan impaciente ni tan infatuado como para confundir sus deseos con la realidad.

tiva de la politica acompafi6 constantemente en su obra ala idea de una palitica cientifica: la funciOn prictica de la ciencia politica debia consistir en hacer menos genial el arte del gobierno, a la vez que 1nis respetuoso de la realidad; en ensefiar a los gobernantes y a sus opositores a respetar las "leyes constantes" descubiertas a traves de la aplicaci6n del metoda positivo al estudio de la politica. Ya en Ia Teorica, este ideal habia dado fuerza ala polemica contra los diletantes y los demagogos, que sera un ele1nento com lin a todas las obras siguientes; esto es, contra aquellos que, o no se preocuparon jamas de conocer dichas Ieyes, o las violan a conciencia. En las Costituzioni moderne, Mosca previno a los estudiosos de probletnas constitucionales de que nose dejaran sobrepasar por la evoluci6n de la sociedad, que no permitieran que "tuvieran Iugar importantisimas alteraciones sin que la ciencia politica supiera dirigirlas y moderarlas". 5 Al final de la primera parte de los Elementi, despues de haber condenado al n1aterialisn1o hist6rico como teoria no cientifica, afirm6 que el Unico n1odo de combatirlo y extirparlo era contraponer "a un sistema metafisico", "un sistema totalmente positivo". 6 La tarea de elaborar ese nuevo sistema positivo le correspondia a la ciencia politica. En un ensayo alga posterior (Il programma dei liberali in materia di politica ecclesiastica, 1897), se alegr6 al comprobar que la "verdadera ciencia" habia logrado "i1nponerse co~ mo fuerza social en si misma y formar parte del complejo de influencias politicas que constituyen la contextura del Estado".' En fin, le dedic6 expresamente al problema nn paragrafo de la segunda parte de los Elementi, titulado "Si los progresos de Ia ciencia politica podran en el futuro evitar las grandes crisis sociales": puesto que en el pasado, mis de una crisis fue evitada mediante el sin1ple empirismo politico, una obra mucho mas eficaz podra desarrollar en la Cpoca presente "el conocin1iento exacto de las leyes que regulan la naturaleza social del hon1bre; cuyo conocimiento ensefiad a distinguir lo que puede acontecer, de lo que no puede ni podra ocurrir en el futuro ... y hari ademas posible aplicar ala vida politica el mismo metoda que Ia mente 5

+ Respecto al problema de la fnnci6n practica de la ciencia, Mosca estuvo ani1nado por el ideal netamente positivista de la potencia reformadora inherente al saber cientifico. El concepto de una ciencia posi-

CiO chela storia, cit., p. 496 Elementi, cit., en un capitulo omitido en la presentc edici6n, 1, p. 472. 7 Cito de la recopilaci6n de ensayos mosquianos, Partiti e sindacati nella crisis del regime parlamentare, Bari, Laterza, 1949, p. 86. 0

15

16

LA CLASE POLfTICA

GAETANO MOSCA

humana pone en prictica cuando quiere dominar a las fuerzas naturales".8 El positivismo habia sustituido el viejo suefio del gobierno de los filosofos par el de gobierno de los cientificos. Saint-Simon, al combatir a metafisicos y juristas, habia sido su primer anunciador y afirmador. Mosca, en el momenta tnismo en que exaltaba la funci6n prictica de la ciencia politica, auspiciaba una mayor intervenci6n de la clase culta -hoy diriarnos de los intelectuales- en Ia vida politica activa. Una politica n1is cientifica presuponia una clase politica culturaln1ente mis preparada. S6lo una clase politica en esas condiciones podria renunciar a los n1itos ficiles de la redenci6n total y a las soluciones estrictamente "al dia". Esos mitos son buenos para destruir un arden, pe- ro no para reconstruir otro mejor; y esas soluciones pueden retardar Ia declinacion de una sociedad, pero no irnpedirla definitivarnente. En un periodo de grandes transformaciones sociales, "politica cientifica" significaba, para un conservador impenitente como Mosca, la resistencia contra el espejismo de la revoluci6n redentora, y a la vez el consejo de introducir retoques 1noderados y ponderados en el sistema para impedir su disoluci6n interna y era cientifica, no solan1ente porque se servia de los resultados de la ciencia politica, sino tam bien porque extraia sn inspiraci6n del ideal cientifico del procedimiento gradual, segtin el metoda de "la prueba y el error", dando un paso por vez y siempre con pie de plorno. Una politica cientifica era a los ojos de Mosca un ejercicio del poder, al cualla ciencia politica le debia ensefiar a evitar los dos extremos de Ia inercia y del cambia dernasiado brusco. En uno de sus Pensieri postumi, destinados probablemente a no publicarse, Mosca expuso claramente su pensamiento secreta y constante: "Ofinalmente, el siglo xx y quizis tan1bien el XXI, podrin hacer progresar de tal manera a las ciencias sociales, que se encontrad. la manera de transformar lentamente una sociedad, sin que decline, y evitando las crisis violentas que con frecuencia acompafian ala decadencia".9

s. El comienzo de un estudio cientifico de la politica reside para Mosca en un descubrimiento fundan1ental: cualquier gobierno esti regido 8 Elementi, cit., en un capitulo omitido en la presente edici6n, II, pp. 195-196. 9

CiO chela storia, cit., p. 733.

par una minoria organizada. A esta la llam6 Mosca, con un nombre que debia convertirse en el ernblema de su doctrina, "dase politica". El ideal de Ia ciencia politica y el descubrimiento de Ia dase politica est:in estrechamente conectados: esta "verdad indiscutible", finalmente alcanzada constituia un momenta decisive en el pasaje de la politica de Ia rnetafisica a Ia ciencia. Se habia creido basta entonces que habia cuando menos tres forrnas de gobierno: el de uno, el de pocos y el de muchos. En el siglo xvm, por obra sabre todo de Rousseau, se habia creido Ia fabula de que podia existir el gobierno de todos, y que este era e1 gobierno mejor. Pero el descubrimiento de la existencia de una dase politica en toda forma de gobierno, hacia justicia sumaria a todas las teorias precedentes, que habian pecado, o bien de un conocimiento demasiado restringido del fen6meno politico, o bien de una deplorable confusion entre lo que es y lo que debiera ser; y abria al estudio de la politica el camino de Ia investigaci6n cientifica, rico en aventuras pero tambien en promesas. La teoria de Ia clase politica fue enunciada en Ia prirnera pagina de Ia Tearica: "en todo tiernpo y Iugar, todo lo que en el gobierno no es parte dispositiva, ejercicio de autoridad, e implica comando y responsabilidad, es siempre la atribuci6n de una clase especial, cuyos elementos de formaci6n, segtin Ia epoca y el pais, pueden variar muchisimo ciertamente> pero de cualquier modo que este compuesta, siempre constituye una escasa minoria ante la masa de los gobernados a los cuales se irnpone'~w Con Ia definicion de Ia clase politica, se abre el capitulo segundo de Ia prirnera parte de los Elementi: "en toda sociedad, comenzando por las mas rnediocrernente desarrolladas y que han liegada apenas a los principios de la civilizaci6n, hasta las m:is cultas y fuertes, existen dos clases de personas: Ia de los gobernantes y Ia de los gobernados. La primera, que es siempre la menos numerosa, desernpefia todas las funciones politicas, rnonopoliza el poder y disfruta de las ventajas que a el van unidas; mientras que la segunda, mas numerosa, es dirigida y regulada por Ia primera ... y a ella le proporciona, a! menos aparentemente, los medias materiales de subsistencia y los que son necesarios para Ia vitalidad del organismo politico" (p. 61). La Sto10

Reimpreso en la recopilaci6n CiO chela storia, cit., pp. 17-328; el pasaje citado se encuentra en la p. 35.

17

18

GAETANO MOSCA

ria delle dottrine politiche, ultima obra de Mosca (1932), termina con

un capitulo titulado "La teoria de Ia clase politica", en el cualla teoria es presentada con1o el termino final de una historia bimilenaria y a la vez como comienzo de una nueva fase del pensamiento politico: "las epocas se renuevan". Aunque Mosca reconoce qUe la teoria de la dase politica no naci6 con ely esta dispuesto a admitir cierto mirnero de precursores, cuando rnenos estaba convencido de haber sido un innovador en lo relative a una mejor formulaci6n y a un desarrollo organico de la doctrina. Lament6, como es sabido, que Pareto, que comenz6 a hablar de elites y de su circulaci6n en los Systemes socialistes (1902), no hnbiese hecho menci6n de su obra. 11 Yen un Pensiero postumi, comentando la frase de Croce de que "el precursor es necesarimnente un personaje anacr6nico y por lo tanto ineficaz en Ia politica del presente", agrega sin ocultar un pequefio toque de orgullo: "Esto es lo que explica en parte Ia escasa eficacia de la Teorica dei governi y de los Elementi di scienza politica cuando fueron publicados par prim era vez en 1884 y 1896"." 6. Es un hecho que gran parte de Ia obra de Mosca constituye una tentativa muchas veces renovada de demostrar hist6ricamente la existencia de una clase politica en los n1
LA CLASE POLfTICA

nor credibilidad de los viajeros con respecto a los historiadores y Ia diversidad radical entre las sociedades primitivas y las sociedades hist6ricas: "no se debe en tender por sociedad una aglomeraci6n de pocas familias, sino lo que comlinmente se llama una naci6n, un pueblo, un Estado" (p. 58). El mundo hist6rico en el que se mueve Mosca con mayor seguridad es el de Ia antigiiedad clasica y el de !a historia europea; pero no faltan referencias, cada vez mas frecuentes con el pasar de los anos, a los antiguos Imperios orientales, a la India antigua y moderna, a la civilizaci6n del Islam, a la historia de las civilizaciones precolombinas o del Jap6n, de Mganistan o de Abisinia. Los mementos hist6ricos esenciales para el estudio del desarrollo de las instituciones en una historia ideal, que va desde el Estado-ciudad de los griegos hasta el Estado representative moderno, son la democracia ateniense, el Imperio romano, el regin1en feudal, las grandes monarquias de la Europa continental, la fonnaci6n de las instituciones representativas de Inglaterra, la democracia norteamericana. Todo regimen tiene su clase politica. En la transici6n de una epoca ala otra no can1bia el hecho de que exista una clase politica, pero si cambia su calidad, su modo de composici6n y de formaci6n, su organizaci6n. Partiendo, pues, del concepto central de clase politica, la ciencia politica se resuelve en el estudio, hist6ricamente documentado, de los diversos tipos de clases politicas y de Ia relaci6n que toda clase politica establece con el resto de Ia poblaci6n. Mosca no olvid6 jam
19

20

GAETANO MOSCA

dotal. Menos preeminente, al menos en las sociedades hist6ricas, es la posesi6n de la cultura; pero como se ha vista, Mosca ambicionaba un Estado en el cualla cultura pudiese constituir el caracter distintivo de la clase politica del futuro. A las tres formas de aristocracia, es precise agregar, pues, para completar el cuadro, a la aristocracia intelectual, a condici6n de no olvidar que las tres primeras fueron formas hist6ricas, y la Ultima, una forma meramente ideal, una prefiguraci6n de "Ia ciudad" futura. Frente a estos nuevas criterios de clasificaci6n de las formas de gobierno ofrecidos porIa teoria de Ia clase politica, caian las clasificaciones tradicionales, de entre las cuales las dos 1nis celebres eran Ia de Arist6teles (monarquia, aristocracia, democracia) y la de Montesquieu (monarquia, republica, despotism a). Am bas habian cometido el doble error de mezclar caracteres s6lo relevantes hist6ricamente con caracteres esenciales, y de extraer el criteria, considerado sin raz6n como fundamental, exclusivamente del examen de Ia sociedad de su tiempo. Desde el punto de vista de Ia teoria de Ia clase politica, todos los gobiernos estJ.n regidos por una aristocracia: pero hay minorias y minorias. La teoria de las formas de gobierno debia comenzar porIa doble comprobaci6n de que todos los regimenes son aristocraticos y de que no todas las aristocracias son del mismo tipo. 7· Los dos problemas a los que Mosca dedic6 mayor atenci6n fueron los de Ia formaci6n y Ia organizaci6n de Ia clase politica. Respecto a Ia formaci6n, puso de relieve dos tendencias constantes, una bacia la clausura y cristalizaciOn, otra hacia la apertura y Ia renovaci6n. En Ia segunda parte de los Elementi, retomando el preambulo de 1902, llamO ala primera "aristocritica" y a Ia segunda "democritica": ala tendencia de todas las clases politicas a hacerse hereditarias de hecho, cuando no de derecho, y par lo tanto a impedir un cambia aunque sea parcial del personal politico, corresponde Ia tendencia contraria de las fuerzas nuevas a sustituir, por las buenas o por las malas, total o parcialmente, a los grupos que estan en el poder. La primera tendencia encuentra su principia de actuaciOn en la instituciOn de la herencia; Ia segunda, en Ia de Ia elecci6n (con muchos limites, porque las elecciones pueden ser un canal para la renovaciOn de la clase politica solo en el caso de que el cuerpo electoral no este constituido por

LA CLASE POLiTICA

los mismos componentes de la clase politica y las elecciones no sean manipuladas). Para quien quiera tener una nociOn exacta del transcurrir hist6rico, Ia mis importante de las dos tendencias es, seglin Mosca, la primera: la otra ha sido siempre solamente un corrective (Util, pero que debe adoptarse con cautela). Desde el momenta en que Mosca llamaba a Ia clase politica una "minoria organizada", el problema de fonda para una teoria de Ia clase politica se convertia en el de las formas y los modos de esa organizaciOn, donde por "organizaciOn" se entiende el complejo de los procedimientos en1pleados por los que pertenecen a la clase superior, para mantener la propia cohesiOn y ejercer su dominio. A las dos tendencias que presiden Ia formaci6n (y el recambio) de Ia clase politica, Mosca hace corresponder dos principios diferentes y opuestos de organizaci6n, que llam6 respectivamente «autocritico" y "liberal". El principia autocritico es aquel en el que se inspiran las clases politicas en las que el poder se trasmite de arriba hacia abajo. El principia liberal (que seria mas exacto Hamar "democritico" si no fuese por la confusiOn con la tendencia opuesta a la aristocritica) es el principia opuesto, que practican las clases politicas en las que el poder se trasmite de abajo bacia arriba. Puesto que las dos tendencias relativas a Ia formaci6n y los dos principios relatives a la organizaciOn no se superponen necesarimnente, su combinaciOn puede dar Iugar a cuatro formas de gobierno: 1) aristocritico-autocratico; 2) aristocratico-liberal; 3) de1nocr
21

22

GAETANO MOSCA

Estado feudal y Estado burocratico, Mosca desarrollo especialmente los otros dos temas, el del Estado helenico (cap. 11) y el del Estado representativo (cap. m). A estos dos temas dedico tambien su preambulo romano de 1924, el Ultimo escrito te6rico de cierto aliento, donde busc6 mostrar que los principios organizativos e ideales del primero, no habian dejado de tener influencia sabre la actuaci6n del segundo, en especial el principia de Ia libertad politica, segun el cualla ley debe en1anar de la conciencia del pueblo al cual se aplica, o cuando menos de Ia parte mejor del mismo. Pensaba (y lo repitio en muchas ocasiones) que Ia ciudad-Estado antigua y el moderno Estado representativo expresaron dos epocas hist6ricas en las cuales la humanidad produjo sus mejores frutos, alcanzando un grado de n1adurez superior al de otras epocas. 8. La teoria de la clase politica de Mosca fue ciertamente una teoria realista; pero realismo no significa identificar groseramente el poder con la fuerza. Una cosa es afirmar que el poder pertenece siempre a una n1inoria; otra, extraer la conclusiOn de que el dominic de la minoria sabre la mayoria se resuelve en una relaci6n de brutal sometimiento. Entre los procedimientos mediante los cuales la clase politica organiza el propio poder (en efecto, se trata siempre de una minoria organizada, conviene recorda do), Mosca otorga el maximo relieve a las que hoy se lla1narian las tecnicas del consenso. En efecto, concentra su atenci6n, desde la primera obra, sabre el hecho de que toda clase politica no puede menos que justificar su propio poder, apelando a valores supremos (Mosca habla de "principios abstractos") compartidos por el grupo. Mosca designa a este principia de justificaci6n, que se encuentra en todo regimen, con una expresi6n poco clara, a decir verdad: "formula politica". La "formula politica" es el conjunto de creencias aceptadas que le otorga a una clase politica un fundamento de legitimidad, y que hace -y aqui empleo un termino no rnosquianode un poder de hecho un poder legitime; esto es, de un poder que pueda haber tenido origen Unicamente en la fuerza, un poder que sera obedecido no par el solo tern or sino tambien par intima respeto. Mosca habla en la Teorica de "justificaci6n" del poder a traves de un principia abstracto; yen Ia primera parte de los Elementi alude a Ia "base moral y legal" que una clase politica Je otorga a Ia posesion del poder,

LA CLASE POLfTICA

haciendolo surgir "como consecuencia necesaria de las doctrinas y creencias generaln1ente reconocidas y aceptadas en la sociedad que ella dirige" (p. 85). En Ia Storia delle dottrine politiche escribe que "uno de los primeros resultados del nuevo metoda" fue la nocion de lo que hacia 1883 se denomin6 "f6rn1ula politica", y explica que "en todos los paises Jlegados a un grado aunque sea mediocre de cultura, Ia clase politica justifica su poder apoyandolo en una creencia o en un sentimiento generalmente aceptados en esa epoca y en ese pueblo". 13 Con la teoria de la f6nnula politica, Mosca abriO un camino que pudo Jlevarlo lejos; pero solo dio en ellos primeros pasos. Mientras los problemas de la formaci on y de la organizacion de la clase politica fueron continuamente retomados y profundizados por Mosca, la feliz indicaci6n de la fOrmula politica qued6 en sus varias obras en estado de una intuicion no desarrollada. Se diria que Ia formula politica es un aspecto del proceso general de racionalizaci6n de los elementos no racionales de la vida social que Pareto estudi6 sutilmente con el non1bre de "derivaciones" en el Trattato di sociologia generale; y, por su parte, Max Weber Jes dedico a los diversos criterios de legitimacion del poder y a los diversos tipos de poder legitimo una de las partes mas celebres de su sociologia politica. Mosca, en cambia, no fue mucho mas alla de la enunciaci6n del problen1a y se limit6 a recordar, cada vez que volvia sobre el punta, las dos formulas politicas mas usuales y tambien mas obvias (aunque no las unicas): Ia que justifica el poder haciendolo derivar de la voluntad de Dios y la que lo justifica considerandolo como nna emanacion de Ia voluntad popular. Aparte del interes cientifico de Mosca por el problema, es por demas evidente, en las pocas paginas que le dedico, el intento declaradamente eticopolitico o ideologico (pero la palabra "ideologia" no pertenece allexico de Mosca) de mostrar que la soberania popular es una formula politica, esto es, un principia de jnstificacion del poder, y que por lo tanto la teoria de la democracia no tiene base cientifica alguna: "... si nadie ha vista jamas el acto autentico par el cual el Sefior le otorgo facultades a ciertas personas o familias privilegiadas para regir por su cuenta al pueblo, un observador concienzudo puede tambien coinprobar f3.cilmente que una elecci6n popular, aun cuando el sufragio '3 Storia delle dottrine politiche, Sa. ed., Bari, Laterza, p. 297-

23

24

GAETANO MOSCA

sea amplio, no es por lo comlln la expresi6n de la voluntad de las mayorfas" (p. 86). El que uua formula politica no tuviese ninguna base cientifica queria decir que era un principia de justificaci6n, no un procedimiento de explicaci6n del poder: lo que no significaba que fuese tam bien una "mistificaci6n" (esto es, una falsificaci6n intencional) o una "vulgar charlatanerfa". Correspondia a una necesidad real de Ia naturaleza social del hombre; al menos mientras no fuese instaurado -pero esta acotaci6n es mia- el reino de la politica cientifica. 9. De Ia tesis de que toda clase politica expresa su principia de legiti· maci6n, no es licito extraer la conclusiOn de que todos los regimenes son igualmente buenos. El realistno de Mosca no coincide con el criteria de reducir la politica a mera fuerza; pero tampoco con una actitud de indiferencia etica frente a las diversas formas de organizaci6n politica, ni tiene nada que ver con el disgusto paretiano frente a Ia incorregible locura de los hombres. Se entiende que hay modos y modos de tmnar posiciOn: esti el modo del que asume criterios abstractos que prescinden completamente del estudio de Ia historia y ambiciona regi· menes 6ptimos, si, o sea irrealizables, o acaso realizables, si, pero destinados a ser pesimos una vez realizados; y esti el modo del que, habiendo aprendido Ia lecci6n de Ia historia, que es una lecci6n de modestia, de sabiduria y de desapacible verdad, ha llegado a encontrar un criteria, no ya para distinguir el regim·en 6ptin1o del pesimo, sino apenas para individualizar el mejor, o acaso solamente el menos malo. En este punta, Mosca introduce otro de sus principios cardinales: el de Ia protecci6n juridica. A !raves del priucipio de Ia protecci6n juridi· ca, entra en la ciencia politica un criteria para distinguir las formas de gobierno buenas de las malas. Conforme al espiritu del sistema, es un criteria realista, porque esti o presume estar fundado sobre la observaci6n hist6rica y se remite, no a valoraciones ideales de transformaciones radicales de Ia sociedad, incompatibles con Ia naturaleza del hombre, sino a valores medias y comunes, como el del maximo de orden compatible con el maximo de libertad. Con una expresi6n muy lejos de ser feliz, que par lo demas aban· dou6 en seguida, Mosca entiende par "protecci6n juridica" aquellos "mecanismos sociales que regulan Ia disciplina del sentido moral" (p. 130 ): se !rata del am plio lema que las ciencias sociales tratan hoy bajo

LA CLASE POLfTICA

e1 r6tulo de "control social". Si se entiende par "sentido moral" el frena espontineo o provocado de los sentimientos egoistas, no hay ninguna sociedad que pueda sobrevivir sin preocuparse de forrnar, alimentar, conservar, el sentido moral en la 1nayor parte de sus componentes. A Ia busqueda de esta finalidad concurren Ia religion y la organizaci6n politica, separada o conjuntamente ~egUn las diferentes sociedades, pero con mayor eficacia, al juicio de Mosca, Ia segunda. Ahora bien, asi como no todas las formas de organizaci6n politica consiguen instituir una eficaz protecci6n juridica, las formas 1nejores o menos malas son aquellas en las cuales el sistema de la defensa juridica alcanza con tnayor aproxin1aci6n el propio fin, que consiste en proteger al grupo social de los efectos destructivos de los comportamien· tos extraviados. El mejor sistema de protecci6n juridica es, segUn Mosca, el que se funda sabre la presencia del mayor nUmero de fuerzas sociales contrapuestas. Donde predomina una sola fuerza politica, las inclinaciones egoistas de la clase politica terminan por predominar y dar origen a una de las tantas formas de regimenes desp6ticos. La disciplina del sen· tido moral en la que consiste la protecci6n juridica, cmno habfamos vista, es posible solamente donde los apetitos particulares se frenan redprocamente, confrontindose y oponiendose. Es innecesario recordar que Ia idea inspiradora de este modo de caracterizar el buen gobierno es Ia teoria de Ia separaci6n de poderes, formulada par Man· tesquieu. Pero puesto que las diversas fuerzas que deben tener campo libre para actuar, deben ser las representantes de las diversas fuerzas sociales que componen una determinada sociedad, la teoria mosquiana del buen gobierno evoca tambien Ia teoria clasica del gobierno mixto. En efecto, Mosca se refiere explicitamente a Ia teoria del gobier· no mixto en Ia primera y segunda parte de los Elementi; en Ia segunda parte, especialmente, despues de haber descrito las dos tendencias (autocratica y liberal) y los dos principios (aristocritico y democratico ), afirma que "Ia solidez de las instituciones politicas dependen de una oportuna fusiOn y contemporizaci6n de principios y tendencias diversas" (p. 279). En fin, en Ia Storia delle dottrine politiche concluye elli· bro, y a Ia vez el curso de su pensamiento, afirmando que "del estudio objetivo de la historia" se puede deducir que "los regimenes n1ejores", esto es, los que han tenido mayor duraci6n y evitado las crisis violen-

25

26

LA CLASE POLfTICA

GAETANO MOSCA

tas, "son los mixtos", o bien aquellos "en los cuales no prevaleciO de 1nodo absolute ni el sistema autocrcitico, ni elliberal, y la tendencia aristocrcitica se via atemperada par una renovaciOn lenta pero continua de Ia clase dirigente". 14 Resun1iendo los caracteres principales del buen gobierno, Mosca se remite en este pasaje al capitulo v de la primera parte de los Elementi, donde habia considerado como condiciones fundan1entales para obtener una protecci6n juridica cada vez mayor la separaci6n del poder laico del eclesicistico, asi como Ia separaci6n del poder politico, tanto del econ6mico como del militar. Con el reconocitniento de Ia bondad del gobierno n1ixto, interpretado con1o regimen de equilibria entre las diversas fuerzas sociales. Mosca se encamin6 poco a poco hacia un juicio cada vez menos severo del gobierno parlamentario. La evoluci6n del pensamiento deMosca estci estrechamente ligada a las distintas actitudes asun1idas frente al regimen parlamentario en las diversas epocas de su vida. En Ia Teorica, la critica feroz al gobierno parlamentario terminaba con la profeda de que semejante forma de gobierno no podia durar "de ninglln modo". Pero en Ia conclusiOn de la prim era parte de los Elementi, donde individualizaba en el estado mixto la antftesis de toda forma de gobierno desp6tico, aquella profecfa apareda trastocada: ahora, de la caida del gobierno parlamentario se derivaria una irreparable "ruina moral". Era, pues, clara que el gobierno parlamentario habia venido identificindose a sus ojos con la Unica fonna posible de gobierno mixto en la sociedad moderna. Y en efecto, poco despues se lee: "Resulta innegable que el sistema representative da a las n1Ultiples fuerzas sociales la manera de participar en el regimen politico, controlando y limitado la acci6n de otras fuerzas sociales, esto es, de la burocracia".15 Una verdadera palinodia entona Mosca en la segunda parte de los Elementi, donde, a prop6sito de un explicito reconocimiento de Ia adecuaci6n del sistema representative a las <
'4 15

Storia delle dottrine politiche, cit., p. 307. Elementi, cit., en un capitulo omitido en la presente edici6n,

I,

p. 379-

nacimiento de la historia y una mayor experiencia de Ia vida" lo habian vuelto mas indulgente con un sistema que no podia quedar incontan1inado "por las infaltables debilidades morales e intelectuales de la naturaleza humana". 16 En el1nmnento final, cuando expone una conclusiOn llena de sombrias previsiones de futuro (nose olvide que esta segunda arte aparece en 1923), habla categ6ricamente de la ~'gran superioridad ~e los regfmenes representatives", que ha permitido Ia constituci6n de una «forma de Estado muy fuerte", la cual ha canalizado inmensas energias hacia fines de in teres colectivo, sin dafiarlo ni suprimirlo, yen cambia imprimiendole una vitalidad que le permiti6 obtener grandes resultados en las ciencias, en las artes y en la producci6n de Ia riqueza. Y concluye: «Se puede, pues, afinnar casi con seguridad que, si durante la epoca europea que ahora entre en su ocaso, los pueblos de la civilizaci6n europea han podido mantener su pri1nacia en el mundo, ella se debe en maxima medida a los beneficiosos efectos de su regimen politico". I7 De esta conclusiOn te6rica extrae las consecuencias politicas dos afios despues, en el Senado, cuando pronuncia «con una cierta vacilaci6n, que encuentra su justificaci6n en Ia gravedad del argumento", el discurso de oposici6n al proyecto de ley sobre las prerrogativa del jefe de gobierno. En este discurso dice solemnemente que, frente a las ((exequias de una forma de gobierno", no habria pensado jam
27

28

LA CLASE POLfTICA

GAETANO MOSCA

execrar el sistema que habia sido "un titulo de honor y de gloria para el siglo diecinueve", sino en corregirlo tomando en cuenta la experiencia hist0rica. 19 n. Si Mosca terminO por aceptar el regimen parlamentario, en cambia continuO refutando energica y obstinadamente la democracia, tanto formal como sustancial. Los reconocimientos cada vez mas calurosos , como hemos vista, a las ventajas de las instituciones representativas, no obstaron a una insistida critica al sufragio universal, acusado de ser el principal responsable del descenso del nivel cultnral e intelectual media de los diputados. El voto era para Mosca no un derecho, mucho menos un derecho natural o innato, sino una funciOn: como tal, debia ser atribuido sOlo a quienes tuviesen capacidad para ejercerlo. Se opuso a la reforma electoral de 1912, que extendia el derecho al voto tam bien a los analfabetos que hubiesen cumplido treinta afios, por entender que ella habria terminado por estimular, junto con la ignorancia y la incompetencia en el cuerpo electoral el predominio de las corrientes extremistas sabre las mas moderadas. CondenO por anticipado la misma extensiOn en las elecciones administrativas, donde el dafio habria sido todavia mas grave. AceptO en 1919 Ia introducciOn de la representaciOn proporcional, pero sOlo por razones de moralizaci6n inlerna del sistema. Se rindio ante la institucion del voto popular solo cuando no era ya posible dar marcha atr3s; pero siempre lo consider6 un error fatal, hasta en sus Ultimos escritos, porque implantaba las preInisas para la inestabilidad del regimen, que todos latnentarian. TeOricamente, la culpa se la adjudicaba a Rousseau, que habia elevado a !a categoria de "verdad indiscutible"el false mito de !a soberania popular. Habia dos modos de condenar ala democracia: proclamar su injusticia o demostrar su falsedad. Mosca utiliz6 ambos, seglln las circunstancias. Pero como buen cientifico politico prefiri6 el segundo, que le permitia dar una prueba de la facultad del metoda cientifico: la democracia, ademas de ser un desastre, era tambien un error. La mayor culpa de la democracia formal era lade haber franqueado el acceso a la democracia sustancial, que no solamente rnodificaria 19

115.

"Crisi e rimedi della crisi del regimen parlamentare", en Partiti e sindacati, cit., p.

el sistetna, sino que lo trastornaria por completo. Baja el nombre de "democracia social", Mosca combati6 las diversas forrnas de socialismo, desde el reformista hasta el revolucionario, en especial el sindicalismo, ortador de un nuevo feudalismo y, por lo tanto, de la disgregacion de ia unidad del Estado. Vio en el triunfo del colectivismo el peligro de una nueva tirania todavia mas dura que la concentraci~n del poder econ6mico y politico en una clase restringida de gobernantes. La polemica contra la democracia social se desenvuelve paralelamente a la critica del materialismo histOrico, que cree en una justicia absoluta que no es de este mundo, y presume que !a reforma de las instituciones puede modificar radicalmente la naturaleza humana; en otras palabras, que la reforma econ6mica traera como consecuencia una reforma moral, cuando nada de esto aconteci6 en el Unico regimen en el cual esa teoria tuvo un comienzo de aplicaciOn. En la conocida entrevista concedida a Mario Calderoni para el Regno, en 1904, Mosca declarO que era antidemocr
12.

20 "Aristocrazie e democrazie", en Partiti e sindacati, cit., pp. 331-337. La opiniOn referida se encuentra en lap. 335.

29

30

GAETANO MOSCA

tema que hizo prospero y feliz al "glorioso" siglo xrx. Pero no quedo totalmente enceguecido por el terror de aceptar la restauraci6n mediante Ia violencia. AI igual que Croce, con el que tuvo muchos rasgos comunes, fue a la vez un conservador y un liberal: creia que la libertad habia alcanzado su momenta de esplendor en Ia sociedad europea que habia tenido su epilogo Wigico con el estallido de Ia primera Guerra Mundial; y que desde entonces habia comenzado un periodo de decadencia de Ia vida civil, para el cual no habia otro retnedio que un humilde y paciente retorno a los origenes. Evit6 las previsiones catastr6ficas sobre la decadencia de la civilizaci6n, a las que sucumbieron en los afios veinte los profetas de la crisis, s6lo porque se sentla tan arraigado en el mundo de ayer, que no podia creer que no se prolongara, pasada Ia tempestad, en el mundo de manana. Por haber repetido, a n1enudo, especialmente en las introducciones a sus diversos libros, que habia buscado dmninar la pasi6n politica para escrutar las casas en su nuda y cruda realidad, sus obras estan impregnadas de una fuerte concepciOn personal de la historia y en general del destine humano. La teoria de la clase poHtica no es en si misma una teoria conservadora: que las minorias guian y las mayorias son guiadas, maniobradas, manipuladas (aun en los mas perfectos sistemas democniticos) es un hecho: y los hechos no son ni conservadores ni progresistas. Pero si es una expresi6n de n1entalidad conservadora el modo como Mosca toma posicion frente a los problemas de Ia formaci6n, la composici6n y la organizaci6n de las clases politicas, vale decir frente a los problemas en los cuales se hace relevante Ia diferencia entre mentalidad de1nocratica y mentalidad aristocratica: su ideal no fue por cierto una aristocracia hereditaria, pero no crey6 en las ventajas de su cmnpleta abolici6n; no rechaz6 el recambio de la clase en el poder, pero Ia quiso Iento, gradual y acaso controlado desde lo alto. Acept6 el n1etodo electoral, pero exigi6 que estuviese Iimitado a una clase restringida. Por lo demas, es cierto que la teoria de la clase politica no es por s:i misma una ideologia, par el hecho de que parece concordar tanto con una ideologia democratica como con una ideologia revolucionaria, y acaso con esta en medida mayor; pero es necesario no olvidar que se sirvieron de ella escritores conservadores y que fue utilizada en su nacimiento con intentos declaradamente antidemocraticos (empezando por el propio Mosca).

LA CLASE POLfTICA

He aqui algunos, rasgos caracteristicos del conservador Mosca: antes que nada, un no encubierto, sino abiertamente profesado pesimis1110 antropologico, que le hacia ver en el hombre una mezcla de bien y de mal con un predominio del mal sabre el bien, y lo llevaba a juzgar con mal reprimida irritaci6n las teorias iluministas (una vez mas el gran antagonista, jRousseau!), que creian, en la bo1_1dad natural del hombre; una concepciOn estatica de la historia, que ponia el acento mas sobre lo pennanente que sobre lo mutable, y que lo hada ser incredulo frente a los proclamados carnbios (uno de sus dichos preferidos era "desde que el rnundo es mundo .. !'), desconfiado hacia los reformadores, hobbesianarnente hostil a las "crisis violentas" (otra de sus expresiones caracteristicas) que harlan ala sociedad presa de la anarquia; un sentigo augusta de la validez de las tradiciones, de las prescripciones hist6ricas, de las costumbres entendidas pascalianamente como una segunda natnraleza, donde el pasado es buena par el solo hecho de ser pasado, par Jo tanto consolidado, certificado, inmodificable, y de ese 1nodo cierto, en contraposici6n con el futuro incierto y tempestuoso; en fin, un sentido profunda de Ia complejidad de Ia historia, de ese nudo acaso inextricable de pasiones y rnovimientos humanos que es Ia lucha politica, que hace no solo condenable sino peligrosa y criminal a toda teo ria que, proponiendo explicaciones unitarias y unilaterales, y en definitiva demasiado sirnplistas, favorece el espiritu de rebeldia veleidosa, el utopismo superficial, provoca desastres irreparables, destruye sin colocar luego las bases para construir. 13. Conservadurismo y realisn1o politico sedan Ia mana con frecuencia: no debe sorprender, pues, que Mosca hay sido a la vez conservadory realista. Si bien en este Iugar in teresa el segundo y no el primero, esto es, el cientifico y no el politico, no es descaminado recordar que los estudios politicos siempre han extraido su alimento mas de la observaci6n, a veces despiadada, de los conservadores, los cuales tienen ojos s6lo para el pasado, que no de las construcciones de los reformadores, que teniendo la mirada fija en el porvenir, no advierten a n1enudo donde ponen los pies. Los reformadores se atribuyen Ia tarea de denunciar los males de la historia presente y pasada, pero el gran tribunal que sera despues la historia futura, se encarga a menudo de dernostrar su error: la historia ha sido mas frecuentetnente un cemente-

31

32

GAETANO MOSCA

rio de ilusiones que una cosecha de buenos prop6sitos. Mosca lo sabia bien, y pens6 y actu6 en consecuencia. Nos interesa mas el Mosca realista que el Mosca conservador, porque su pasi6n dorninante, como hemos vista en las prirneras lineas de esta introducci6n, fue el estudio cientffico de Ia politica. Cuando se haga un balance del activo y del pasivo se reconocera que Mosca le dedic6 a este estudio una contribuci6n que es todavia hoy un patrimonio no del todo extinguido: no es una exageraci6n decir que el desarrollo de Ia ciencia politica conternponlnea comenz6 con Ia teoria de Ia clase politica. Utilizada par Michels para sus investigaciones sabre los partidos politicos, biisqueda que goza de reuovada fortuna, dicha teoria se sum6 a los estudios sabre el poder de Harold D. Lasswell y a Ia denuncia de las elites en el poder de Wright Mills, a traves de Ia traducci6n norteamericana de los Elementi, completada por Arthur Livingston (1939). Con esto nose quiere decir que Ia teoria de Ia clase politica pueda ser todavia hoy aceptada tal como Mosca Ia formul6: fue un ernbri6n, no un cuerpo totalrnente forrnado, con esqueleto, mlisculos, sangre. Pero aun en esa forma rudimentaria, represent6 una ruptura cou el pasado, ayud6 a que los estudios politicos realizaran la transici6n desde el doctrinario abstracto al an
DATOS BIOGRAFICOS

AETANO MOSCA NACI6 EN PALERMO EL 1° DE ABRIL DE 1858. SE

G

gradu6 en jurisprudencia en Palenno en 1883, con una tesis de Ia cual extrajo su primer escrito ("! fattori della nazionalita", en Rivista Europea, xm, 1882, pp. 703-720). Se traslad6 aRoma para perfeccionarse en los estudios politicoadministrativos, y alii escribi6 de una tirada una de sus a bras fundamentales, Sulla teorica dei governi e sui governo parlamentare. Studi storici e sociali (1884), con Ia cual se gan6 precozmente un nombre en el campo de los estudios, consigui6 la docencia libre en derecho constitucional en 1885 en la Universidad de Palermo, donde obtuvo Ia prelusion hablando de los Studi ausiliari del diritto costituzionale (1886). En 1887 escribi6 su segunda obra de peso, Le costituzioni moderne, pero al no haber obtenido, como esperaba, la citedra universitaria, desempefi6 durante una decena de afios el oficio de revisor en Ia Camara de Diputados. Alcanzada Ia catedra con Ia obra fundamental Elementi di scienza politica (1896), fue llamado a Ia Universidad de Turin, donde permaneci6 hasta 1923. Ensefi6 tambien (desde 1902) derecho constitucional y administrativo e historia de las doctrinas politicas en Ia Universidad Bocconi de Milan (sabre la cual escribi6 un ensayo: "Dopa il prima anna dell'universita commerciale Luigi Bocconi'~ 1903). Realiz6 su primera intervenci6n en el debate politico italiano con el articulo "II programma dei liberali in materia di politica ecclesiastica" (1897): ligado a! marques di Rudini, 33

90

GAETANO MOSCA

la circulaci6n de la sangre y se entendie ron . 1as f uncwnes · del . del .cerebra y de los pulmones en e1 ho m b re Yen 1os otros anllllale penores. s y ahara no queda sino un argumento m.as, pero es e1 mas • d !ante e todos, para probar labondad del me"todo 11. t .. t £ · 1s onco que 1" o ros pre enmos. Este argumento consiste en Ia b d' h , uena ap ICaci' IC o metoda; en demostrar, con un ejemplo pd.ctr"co . on m d t d 1 . , que sr nos os e o os os ~atenales hist6ricos que la ciencia de est . 1 puesto a nuestra disposici6n este metod d d e srg o daderamente cientificos. Es ~~ que tratar:::o~ed: h ar r~sultlados rnos capitulos. acer en os

II. LA CLASE POLITICA

Predominio de una dase dirigente en todas las sociedades. 2. Importancia polltica de este hecho. 3· Predominio de la minorias organizadas sabre las mayorias. 4· Fuerzas politicas. El valor militar. 5· La riqueza. 6. Las creencias religiosas y la cultura cientifica. 7· Influencia de la herencia en la clase politica. 8. Periodos de estabilidad y de renovaci6n de la

1.

clase politica. 1. ENTRE LAS TENDENCIA y LOS HECHOS CONSTANTES QUE SEEN-

cuentran en todos los organismos politicos, aparece uno cuya evidencia se le impone ficilrnente a todo observador: en todas las sociedades, empezando por las medianamente desarrolladas, que apenas han llegado a los preambulos de la civilizaci6n, hasta las mas cultas y fuertes, existen dos clases de personas: Ia de los gobernantes y Ia de los gobernados. La primera, que es siempre la rnenos numerosa, desen1pefia todas las funciones politicas, monopoliza el poder y disfruta de las ventajas que van unidas a el. En tanto, la segunda, mis numerosa, es dirigida y regulada por la primera de una rnanera mas o menos legal, o bien de un modo rnis o menos arbitrario y violento, y a ella le suministra, cuando menos aparenternente, los medias materiales de subsistencia y los indispensables para la vitalidad del organismo politico. En la prictica de la vida, todos reconocemos la existencia de esta da1 se dirigente o clase politica, como otras veces la hemos definido. Sabemos, en efecto, que en nuestro pais hay una minoria de personas inftuyentes en la direcci6n de la cosa pUblica, ala que la mayo ria le entrega, de buen o mal grado, la direcci6n, y que lo mismo ocurre en los paises vecinos; y no podriamos imaginar en la realidad un mundo organizado de otra manera, en el que todos fuesen sometidos a uno solo, en pie de 1 Mosca,

Teorica dei governi e governo parlamentare, cap.

91

I,

Turin, Loescher, 1884.

92

GAETANO MOSCA

igualdad y sin ninguna jerarquia entre ellos, o que todos dirigiesen iguallos asuntos politicos. Si en teoria razonamos de otra rnanera, en parte por efecto de habitos inveterados de nuestro pensamiento en parte debido a la excesiva importancia que les asignamos a los ' chos politicos, cuya apariencia se sitlla muy por encima de la u:.1uata
2.

LA CLASE POLiTICA

,,,]itJLCO, y tambien del grado de civilizaci6n de los diferentes pueblos. En efecto, ateniendonos a !a manera de clasificar las formas de gobierue esta todavia en boga, Turquia y Rusia eran hasta hace pocas denoq . . . das monarquias absolutas, Ing1aterra e Ita11a monarqu1as constituc:' ales mientras que Francia y los Estados Unidos se incluyen en Ia cwn , categoria de republicas. Esta clasificaci6n esta basada en el hecho de e en los dos prim eros paises, el Jefe de Estado era heredrtano y noqu, ' doh dItano, ' ' teminalmente omnipotente; en 1os segun d os, aun s1en ere nia facultades y atribuciones limitadas; y en los Ultimos era electivo. Pero Ia clasificacion resulta evidentemente superficial. En efecto, surge claramente que muy poco tiene de com lin lamanera como estaban regidas politicamente Rusia y Turquia, dado que era tan diferente el grado de civilizacion de estos paises y el ordenamiento de sus clases politicas. Y, siguiendo el mismo criteria, en contramos que el regimen monarquico de Bdgica es mas parecido al de Ia Francia republicana que a! de Inglaterra, igualmente monarquica; y que existen diferencias importantisimas entre el ordenamiento politico de los Estados Unidos y el de Francia misma a pesar de que ambos paises se han erigido en republica. Como hemos seftalado antes, son viejos hibitos del pensar los que se opusieron y se oponen en este punta al progreso cientffico. La clasificaci6n sefialada por nosotros, que divide a los gobiernos en monarquias absolutas, moderadas y republicas, es obra de Montesquieu, !a cual sustituyo a !a clasica, propuesta por Aristoteles, que los dividia en monarquia, aristocracia y democracia. 2 Desde Polibio a Montesquieu, muchos autores perfeccionaron la clasificaci6n aristotelica, desarroll
93

94

GAETANO MOSCA

do organismo politico del principia democritico, del mortarqut1ct> del aristocritico. 3 Nosotros nola refutaren1os directan1ente aqui, que a esta tarea hemos dedicado todo el conjunto de nuestro y porque es muy dificil destruir en pocas piginas todo un sistema ideas arraigado en una mente humana; ya que, como bien escribi6 Casas en su vida de CristObal ColOn, desacostumbrarse es en wucno, casos mis dificil que acostumbrarse. 3· Pero creemos Util responder ahara a una objeci6n que pareceria facil dirigirle a nuestro modo de ver. Si es claramente admisible uno solo no puede comandar a una masa sin que exista una mimoria que lo sostenga, es mas dificil postular en cambia, con1o un hecho tante y natural, que las minorias co mandan a las mayorias mis bien estas a aquellas. Pero este es uno de los puntas, como tantos que se en las demis ciencias, en el que la apariencia de las casas ~s contraria su verdadera realidad. En el caso, es fatal el predominio de una minoria organizada, que obedece a un (mica impulso, sabre la mayoria desorganizada. La fuerza de cualquier minoria es irresistible frente a cada · dividuo de Ia mayoria, que se encuentra solo ante la totalidad de la minoria organizada, Y al rnismo tiempo se puede decir que esta se organizada precisamente porque es minoria. Cien que actUen siempre concertadamente yen inteligencia los unos con los otros, triunfaran sabre mil tornados uno a uno y que no tengan acuerdo entre si; y al mismo tiempo les sera mucho mas facil a los prirneros actuar concertadatnente y tener de esta manera un entendirniento, si son cien y no mil. De este hecho se deduce facilmente la consecuencia de que, cuanto mas vasta es una cmnunidad politica, tanto menor puede ser la proporci6n de la minoria gobernante con respecto ala mayoria gobernada, y tanto mas dificille resultara a esta organizarse para actuar contra aquella. Pero ademis de la enorrne ventaja que proviene de la organizaci6n, las minorias gobernantes estan constituidas por lo comUn de una rnanera tal, que los individuos que las cornponen se distinguen de Ia masa de los gobernados por ciertas cualidades que Ies otorgan cierta superioridad material e intelectual, y hasta moral; o bien son los here3

Entre los autores que admiten esta coexistencia basta citar a Spencer.

LA CLASE POLfTICA

de los que poseian estas cualidades. En otras palabras, deben poalglin requisito, verdadero o aparente, que sea altamente apreciay se valore mucho en Ia sociedad donde viven.

, _ En las sociedades pritnitivas, que estan todavia en el primer estadio 4 " su constituci6n, la calidad que mas faciln1ente abre el acceso ala dase politica o dirigente es el valor tnilitar. La guerra, qUe en la sociedad de civilizaci6n avanzada puede considerarse como un estado excepcional, en cambia se puede ver casi cmn~ n?r.mal en las que ~stan al comienzo de su desarrollo; y entonces los mdivtduos que despbegan en ella mejores aptitudes, adquieren facilmente la suprema cia sabre los otros: los mas valiente seran los jefes. El hecho es constante, pero las modalidades que puede asumir difieren segun los casas. Por lo con1Un, el dominio de una clase guerrera sabre una multitud pacifica se suele atribuir a Ia suprema cia de las razas, ala conquista que un pueblo belicoso hace de otro relativamente debil. En efecto, algunas veces la cosa ocurre precismnente asi; y hemos tenido ejen1plos de ella en la India despues de las invasiones de los arias, en ellmperio romano despues de las de los pueblos germ
95

96

GAETANO MOSCA

ci6n alguna entre guerreros y agricultores, o sea nobles y caJm!>es:in,os, Pero despues de que se establecieron en las grandes llanuras donde rren al Vistula y el Niemen, comenz6 a desarrollarse entre elias la cultura y al mismo tiempo se mantuvo Ia necesidad de guerrear tra vecinos belicosos; y ella hizo que los jefes de las tribus o wote»•odi se rodearan de cierto ntimero de individuos seleccionados, que ron como ocupaci6n especializada la de las armas. Estes estaban dis-.: tribuidos en las diversas comunidades rurales y quedaban exentos de los trabajos agricolas, aunque recibian su porci6n de los productos de · la tierra, a la que tenian derecho como los dem
LA CLASE POLfTICA

descendientes del Riirick, obtuvieron tambien, para vivir, una parte del producto de los mir, o cmnunas rurales de los campesinos. Poco a poco esta parte creci6, y como Ia tierra abundaba y los brazos faltaban y los campesinos pretendian emigrar, el zar Boris Godunov, a fines del siglo XVI, les otorg6 a los nobles el derecho a retener por Ia fuerza a los campesinos en sus tierras, dando origen asi a 1~ servidurnbre de Ia gleba. Pero en Rusia jamis Ia fuerza armada estuvo constitnida exclusivamente por los nobles: los mujiks iban a Ia guerra como agregados a los miembros de Ia droujina, en el siglo xvi, Ivan IV el Terrible constituy6 mediante los strelitzi, un cuerpo de tropas casi permanente, que duro basta que Pedro el Grande Jo sustituy6 por regimientos orgauizados seglin el tipo europeoccidental, en los cuales los antiguos miembros de la droujina, unidos a los extranjeros, fonnaron el cuerpo de oficiales, y los mujiks aportaron el total de contingentes de soldados. 5 En general, pues, en todos los pueblos que han entrada recientemente en el estadio agricola y relativamente civilizado, encontramos el hecho constante de que la clase militar por excelencia corresponde a Ia clase politica y dominante. En cualquier parte, el uso de las armas quedaba reservado exclusivamente a esta clase, como ocurri6 en la India y en Polonia; pero mas comllnmente sucedi6 que tambien los mie1nbros de la clase gobernada pudieron ser eventualmente enrolados, pero siempre como agregados y en los cuerpos menos estimados. Asi, en Grecia, en la epoca de las guerras medicas, los ciudadanos pertenecientes a las clases acomodadas e influyentes constituian los cuerpos seleccionados de los caballeros y los hoplitas, mientras que los pobres combatian como lanceros u honderos, y los esclavos, o sea la n1asa de trabajadores, estaba casi completamente excluida del manejo de las annas. Un ordenamiento perfectamente amilogo encontramos en la Roma republicana basta Ia primera guerra pUnica y aun hasta Cayo Marino, asi como entre los galas de Ia epoca de Julio Cesar, 6 en Ia Europa latina y germinica del Medievo, en la Rusia antes citada yen muchos otros pueblos. 5 Anatole Leroy-Beaulieu, L'Empire des tzars et les Rtmes, I, pp. 338 ss, Paris, Hachette, 1881-1882. 6 cesar haec notar repetidamente que el nervi a de los ej€rcitos galas cstaba constituido par los caballeros reclutados entre la nobleza. Los eduos, por ejemplo, no pudieron resistir mas a Ariovisto cuando la mayor parte de sus caballeros fue muerta combatiendo.

97

98

GAETANO MOSCA

5· Cmno en Rusia y en Polonia, como en la India y en la Europa dieval, las clases guerreras y dominantes acapararon la propiedad exclusiva de las tierras, que en los pafses no muy civilizados son la te principal de Ia producci6n de riqueza. Pero a medida que Ia ciOn progresa, el rendimiento de estas tierras aumenta,7 y entonces, otras circunstancias concuerdan, puede ocurrir una tr;m,;forrrtacinc:ralm<ente diferente, que denominare1nos "Estado burocratico". Pero ahara podemos decir que la evoluciOn ala que nos he1nos referido suele verse muy facilitada por el progreso de las costumbres pacifica,;> y de ciertas pnkticas morales que la sociedad adquiere con el progreso de Ia civilizaciOn. Una vez consumada dicha transformaciOn ocurrira que, asf como el poder politico produjo Ia riqueza, ahara Ia riqueza producira ei poder. En una sociedad ya bastante madura, en la que la fuerza individual esta limitada porIa colectiva, si bien los poderosos son por Io general los ricos, por otra parte basta ser rico para convertirse en poderoso. Y en verdad es inevitable que, cuando esta prohibida Ia Iucha a mana armada, y s6lo se permite la que se hace a fuerza de billetes, los 7

Con el crecimiento de la pobiaci6n suele crecer, al menos en ciertas epocas, la ren· ta ricardiana, especialmente porque se crean los grandes centros de consumo que foeron siempre las metrOpolis y las gran des ciudades antiguas y modernas. Sin duda una poblaci6n establecida y la creaci6n de gran des ciudades son condiciones casi necesarias para una civilizaci6n avanzada.

LA CLASE POLfTICA

puestos mejores sean conquistados par los que estan n1
99

GAETANO MOSCA

no habia aceptado el principia de Ia elecci6n popular, estaba fur1dado sabre una base esencialmente igualitaria: los grados academicos e1 acceso a los cargos publicos y estos se obtenian mediante exarrten, sin que aparentemente se atendiera al nacilniento o ala riqueza. 10 Pe-ro quiz
10 Segtin algunos auto res, s6lo los barberos y ciertas categorias de barqueros habrian quedado excluidos, junto con sus hijos, del derecho a aspirar a los varios grados del mandarinato (Rousset,A travers laChine, Paris, Hachette, 1878). n Sinibaldo de Mas, Chine et puissances chrCtiennes, pp. 332-334; HUC, L'Empire chinois.

LA CLASE POLfTICA

frecuencia en las jerarquias sacerdotales la tendencia a monopolizar los conocimientos alcanzados y a obstaculizar la difusiOn de los rnetodos y procedimientos que hadan posible y facil aprenderlos. En verdad se puede sospechar que a esta tendencia se haya debido, a! menos en parte, Ia lentfsima difusi6n que tuvo en el Egipto antiguo el alfabeto demOtico, i11finitamente mas sin1ple y ficil que la escritll:ra jeroglifica. En Galia los druidas, si bien tenian conocimiento del alfabeto griego, no permitian que la copiosa cosecha de su literatura sagrada fuese escrita, y obligaban a sus alumnos a fijarla con mucha fatiga valiendose de la memoria. A la misma finalidad debe atribuirse el usa tenaz y frecuente de las lenguas muertas, que encontran1os en la antigua Caldea, en la India yen la Europa medieval. Algunas veces, por Ultimo, como precisamente ocurriO en la India, se prohibiO formalmente a las clases inferiores tener conocirniento de los libros sagrados. Las nociones especializadas y la verdadera cultura cientifica, despojada de todo carJ.cter sagrado y religiose, se convirtieron en una fuerza politica importante sOlo en un estadio muy avanzado de la civilizaci6n; y fue entonces cuando elias franquearon el acceso ala clase gobernante para quienes poseian esos conocimientos. Pero aun en este caso, hay que tener presente que lo que tenia un valor politico no era tanto Ia ciencia en si misma, sino las aplicaciones prJ.cticas que podian beneficiar al publico o a! Estado. A veces no se requiere mas que Ia posesi6n de los procedin1ientos mecinicos indispensables para adquirir una cultura superior, quizis porque es mas facil comprobar y medir la pericia que el candidato haya podido conquistar en ellos. Asf, en ciertas epocas del antiguo Egipto Ia profesi6n de escriba conducia a los cargos publicos y a! poder, quizas tambien porque aprender la escritura jeroglifica requeria largos y pacientes estudios; del rnismo 1nodo, en la China moderna, el conocin1iento de los numerosos caracteres de la escritura china ha formado la base de la cultura de los mandarinesY En Ia Europa de hoy y en America, Ia clase que aplica a la guerra, a Ia administraci6n publica, a las obras y a Ia sanidad publicas los hallazgos de la ciencia moderna, ocupa una posiciOn social y politican1ente 2 ' AI menos asf era hasta hace algunos deccnios, cuando los ex8menes de los mandarines versaban Unicamente sobre las disciplinas hterarias e hist6ricas, tal como estas disciplinas eran entendidas por los chinos.

101

102

GAETANO MOSCA

destacable; y en los mismos paises -al igual que en la Roma ant!guaes absolutamente privilegiada la condici6n del jurista, del que cor1orce la complicada legislaci6n comun a todos los pueblos de antigua civili-. zaciOn, maxime si a sus nociones juridicas agrega el tipo de elocuencia que tn
LA CLASE POLfTICA

Sabre este punta queremos forn1ular dos observaciones. La primera es que todas las clases tienen las tendencia a volverse hereditarias, si no de derecho, al menos de hecho. 14 Asi, todas las fuerzas politicas poseen esa cualidad que en fisica se llmna fuerza de inercia; esto es, la tendencia a permanecer en el punto yen el estado en el que se encuentran. Elvalor militar y la riqueza se conservan fJcilmente en ciertas familias por tradici6n moral y por efecto de la herencia. Y la practica de los grandes cargos, el hJ.bito y casi todas las aptitudes para tratar los negocios de importancia, se adquieren tnucho mas fJ.cilmente cuando se ha tenido con e!los cierta familiaridad desde pequefio. Aun cuando los grados academicos, la cultura cientifica, las aptitudes especiales probadas por media de ex
Viarengo, 1903. 15 El principia democr
103

104

LA CLASE POLfTICA

GAETANO MOSCA

guro en sus n1anos el bastOn de mando, debieron monopolizar lutamente todas las fuerzas politicas de la epoca y del pueblo en el se afinnaron. De otro modo, una pretensiOn de este genera habria citado protestas y luchas muy enconadas. Sefialemos tambien que con frecuencia las aristocracias se han vanecido de un origen sobrenatural o al menos diferente y superior: de la clase gobernada. Tal pretension se explica por un hecho importantisimo, del cual tendremos que hablar largamente en el ximo capitulo, y que hace que toda clase gobernante tienda a · car su poder de hecho, apoyandose en un principia moral de general. Pero, recientemente, la misma pretensiOn se presentO con apoyo de un equipo cientifico: algunos escritores, desarrollando ampliando las teorias de Darwin, creen que las clases superiores presentan un grado mas elevado de la evolucion social, y que por tanto elias son mejores que las inferiores por constituciOn org3:nica, De Gobineau, Gumplowicz y otros van tn3.s lejos, y sostienen tamente el concepto de que la division de los pueblos en clases sionales esta fundada, en los paises de civilizaciOn n1oderna, en heterogeneidad etnica. 16 Pero son muy conocidas en la historia las cualidades, como bien los defectos especiales, unos y otros muy acentuados, que mostrado aquellas aristocracias que permanecieron perfectamente rradas, o que hicieron muy dificil el acceso a su clase. Las noblezas glesa y alemana, hasta hace mas de media siglo, nos proporcionan claramente Ia idea del tipo de fenomeno que sefialamos. Solo que, frente a este hecho y a las teorias que tienden a exagerar su alcance, se puede oponer siempre la misma objeciOn: que los individuos pertenecientes a estas aristocracias debian sus cualidades especiales, no tanto a Ia sangre que corria par sus venas, como ala particularisima educaciOn que habian recibido y que habia desarrollado en ellos ciertas tendencias intelectuales y morales con preferencia a otras. 17 6

VCase Gumplowicz, Der Rassenkampf, cit. Este concepto se extrae del espiritu mismo de su obra, pero aparece afirmado mas n(tidamente en ellibro II, cap. xxxm. 7 ' Los hijos de personas de mentalidad muy elevada, a menudo posecn un intelecto mediocre; pero si el genio no es casi nunca hereditario, se puede comprobar un grado mas elevado del promedio intelectual en los descendientes de las clases mas cultas. En '

dice que esto puede ser suficiente para explicar la superioridad de titudes puramente intelectuales, pero no las diferencias de car
:o.

conclusiOn, las aristocracias hereditarias no se fun dan casi nunca en la superioridad intelectual, sino en la del caracter y la riqueza. En cuanto al canicter, es dificil afirmar si influye m
105

106

LA CLASE POLiTICA

GAETANO MOSCA

El coraje guerrero, la energia en el ataque, el estoicisn1o en la tencia, son cualidades que por mucho tiempo se han creido rn•onopo. lio de las clases superiores. Ciertamente, con respecto a esta cu•owlad puede ser grande la diferencia natural y, por decirlo asi, innata un individuo y otro; pero para que ella se presente en alta o baja dida en una categoria numerosa de hmnbres, influyen sobre todo tradiciones y las costumbres del ambiente. Generahnente, ven1os quienes se fatniliarizan con el peligro, y mejor todavia con un pellgro determinado, hablan de el con indiferencia y permanecen cahnos e perturbables en su presencia. Por ejemplo, los montafteses, aunque muchos puedan ser timidos por naturaleza, afrontan impavidos abismos; y los marineros, los peligros del mar, y de igual modo las blaciones y clases habituadas a Ia guerra mantienen en alto grado virtudes militares. Y esto es tan verdad que, aun poblaciones y clases sociales cornentemente ajenas al uso de las armas, adquieren rapidamente dichas vir- , tudes no bien los individuos provenientes de elias se incorporan a tos nucleos donde el valor y el arrojo son tradicionales; y ello porque son -valga Ia metafora- fun didos en crisoles humanos fwert<ernente .' embebidos de aquellos sentimientos que se les quiere trasmitir. Mahomet II reclutaba sus terribles jenizaros entre niftos robados principalmente a los apocados griegos de Bizancio. El tan despreciado fellah egipcio, desacostumbrado desde hacia siglos a las armas y habituado a recibir hurnilde y sumisamente los azotes de todos los opresores, cuando se incorpor6 a los turcos y albaneses de Moharned-Ali se convirti6 en buen soldado. La nobleza francesa goz6 siempre de gran fama por su brillante valor, pero hasta fines del siglo xvm esta cualidad no se le atribuia de igual modo a Ia burguesia del mismo pais. Sin embargo, las guerras de Ia Republica y del Imperio demostraron ampliamente que Ia naturaleza habia sido igualmente pr6diga en otorgarle valor a todos los habitantes de Francia, y que Ia plebe y Ia burguesia podian aportar no s6lo buenos soldados, sino tambien excelentes oficiales, lo que se creia privilegio exclusivo de los nobles. 19 ' 9 Por lo dem
En fin, si nos atenetnos ala idea de quienes sostienen la fuerza exdel principia hereditario en la clase politica, arribaremos a una coJ1c1u,.,uu similar ala que ya seftalamos en el capitulo anterior de uestro trabajo: Ia historia politica de Ia humanidad tendria que ser 0 ucho mas simple de lo que ha sido. Si verdaderamente Ia clase polim tlCa perteneciese a una raza diferente, o si sus cualidades . dominantes e trasmitiesen principalmente por media de la herencia organica, no comprenderia por que, una vez constituida esta clase, ella tendria que declinar y perder el poder. Esta comunmente admitido que las cualidades propias de una raza son muy terraces y, s1 nos atenemos ala teoria de Ia evoluci6n, las aptitudes adquiridas por los padres son innatas en los hijos y, con la sucesi6n de las generaciones, se van afinando cada vez mas. De tal modo, los descendientes de los dominadores deberian volverse cada vez mas aptos para la dominaci6n, y las otras clases deberian ver cada vez mas alejada Ia posibilidad de medirse con ellos y de sustituirlos. Sin embargo, lamas vulgar experiencia basta pa20 ra asegurarnos que las casas no ocurren precisan1ente asL Lo que vemos es que, no bien cambian las fuerzas politicas, se hace sentir la necesidad de que otras actitudes diferentes de las antiguas se afirmen en la direcci6n del Estado; y si las antiguas no conservan su importancia, o se producen cambios en su distribuci6n, cambia tambien la con1posici6n de la clase politica. Si en una sociedad aparece una nueva fuente de riqueza, si aumenta la importancia practica del saber, si la antigua religiOn declina o nace una nueva, si se difunde una nueva corriente de ideas, tienen lugar al mismo tiempo fuertes cambios en Ia clase dirigente. Se puede decir que toda Ia historia de Ia lmmanidad civilizada se resume en la lucha entre la tendencia que tienen los elementos dominantes a monopolizar en forma estable las fuerzas

:e

est a aserci6n, entre ellos el muy obvio de que con gran frecuencia distintas ramas de una misma familia pertenecen a clases sociales muy diferentes. 20 En vcrdad, segUn De Gobineau y otros escritores, la clasc dominante perderia sus aptitudes para el comando a causa de los entrecruzamientos y mescolanzas que sc producirian entre sus miembros y los de las clases dominadas. Pero en este caso, esta decadencia de la clase dominante deberia ser mas lenta y menos acentuada; y alli donde el sistema de las castas cerradas impide la mezcla entre las distintas razas, mientras que esto no acontcce, mas bien sucedc lo contrario, como ha ocurrido en la India. [Nota a la tercera edici6n.]

107

108

LA CLASE POLfTICA

GAETANO MOSCA

politicas y a trasmitirle su posesi6n a sus hijos en forma hc:rec:!itari; Ia tendencia no n1enos fuerte hacia el relevo y cambia de estas y la afirmaci6n de fuerzas nuevas, lo que produce un continuo de endosmosis y exosmosis entre Ia clase alta y algunas tratcciiones, las bajas. Las clases politicas declinan inexorablemente cuando pueden ejercer las cualidades mediante las que llegaron a] cuando no pueden prestar mas el servicio social que prestaban, 0 do sus cualidades y los servicios que prestaban pierden i"mr1m·t"'" en el ambiente social donde viven. Asi, la aristocracia romana cuando ya no suministra en exclusividad los altos oficiales del los administradores de Ia republica, los gobernadores de las cias. Asi tambien, la aristocracia veneciana decae cuando sus p21triici() ya no con1andan las galeras y no pasan ya gran parte de su vida gando, comerciando y cmnbatiendo. En !a naturaleza inorganica podemos encontrar el ejemplo del cuya tendencia a Ia inmovilidad, producida par Ia fuerza de Ia es combatida continuamente por Ia tendencia al cambio, conseC1Jer1c;, de las desigualdades en !a distribucion del calor. Las dos terld<,nc:ias prevaleciendo redprocamente en las diversas partes de nuestro ta, produce a veces la calma, a veces el viento y la tempestad. Sin rer buscar ninguna analogia sustancial entre este ejemplo y los menos sociales, y citandolo Unicamente porque resulta c6modo paralelo puran1ente formal, observamos que en las sociedades nas predomina a veces la tendencia que produce la dausura, Ia vilidad, la cristalizaci6n de la clase politica, y otras veces la que por consecuencia su mas o menos rapida renovaci6n. Las sociedades del Oriente, que nosotros consideramos inm6viles en realidad no lo han sido siempre, porque de otro modo, como ya se~ fialamos, no habrian podido hacer los progresos de los que han quedado irrecusables testimonios. Es mucho 1nas exacto decir que nosotros las conocimos cuando estaban en un periodo de cristalizaci6n de sus fuerzas y clases politicas. Lo mismo ocurre en aquellas sociedades que cornlin1nente llamamos envejecidas, en las que las creencias religiosas, la cultura cientifica, los modos_ de producir y distribuir Ia riqueza, no han sufrido en largos siglos ningUn cambio radical, y que no han sido perturbadas en su marcha por los influjos materiales o intelectuales de los elen1entos extranjeros. En esas sociedades, al ser siem-

las mismas las fuerzas politicas, la clase que posee el poder lomande un modo indisputado, par lo cual el poder se perpetua en cierfamilias, y Ia inclinacion hacia !a inmovilidad se generaliza igualen todos los estratos sociales. en la India vemos estabilizarse n1as rigurosamente el regimen castas despues de que fue sofocado el budismo. Asi vemos tambien en e1 antiguo I;,gipto los griegos encontraron cast3.s hereditarias, sabemos que en los periodos de esplendor y renovaci6n de Ia ci.viJiZ"tCiiin egipcia Ia herencia de los oficios y de las condiciones socia110 existia. 21 Pero el ejemplo mas notable y quizas mas importante, una sociedad que tiende a cristalizarse, lo tenemos en aquel periode ]a historia romana que se llamo el bajo Imperio, en el cual, des-> ues de algunos siglos de inmovilidad social casi completa, vemos hap cada vez mas nitida la diferencia entre dos clases: una, de grandes propietarios y funcionarios hnportantes; la otra, de siervos, de colonos, de plebe; y, cosa aUn mas notable, Ia herencia de los oficios y de las condiciones sociales, establecida antes par !a costumbre que par !a ley, se fue generalizando rapidamente. 22 Pero puede suceder, por el contrario -y ocurre a veces en la historia de las naciones-, que el cornercio con extranjeros, la necesidad de emigrar, los descubrimientos, las guerras, creen nuevas pobrezas y riqueza nuevas, difundan conocimientos hasta entonces ignorados, promuevan el influjo de nuevas corrientes mm·ales, intelectuales y religiosas. Entonces, puede suceder que, por lenta elaboraci6n interna o por efecto de estos influjos, o por arnbas causas, surja una ciencia nueva, o se vuelvan a valorizar los resultados de la antigua, que habia sido olvidada, y que las nuevas ideas y creencias remuevan los habitos intelectuales sabre los que se fundaba la obediencia de las masas. La clase politica puede tam bien ser vencida y destruida en todo o en parte par " 1 Cf las obras, ya citadas, de Lenormant, Maspero, Brugsh. Durante el periodo de la expulsiOn de los hicsos tuvimos el relato de la carrera de un alto oficial que habia comenzado su trayectoria como simple soldado. Eran frccuentes tam bien los casos en que e1 mismo individuo servia sucesivamente en la milicia, en la administraci6n civil y

en el sacerdocio. 22 Mommsen y Marquardt, Manuel des antiquitis romaines, trad. Humbert, Pads, Thorin, 1887; Fustel de Coulanges, Nouvelles recherches sur quelques problCmes d'histoire, Parfs, Hachette, 1891.

109

110

LA CLASE POLfTICA

GAETANO MOSCA

invasiones extranjeras, y cuando se producen las circunstancias das, puede tambien ser derribada de su sitial por los nuevas sociales expresados en nuevas fuerzas politicas. Es natural que venga un periodo de renovaci6n o, si se prefiere definirlo asi, de luci6n, durante el cuallas energias individuales tienen inmo"rf·o. participaci6n y algunos de entre los individuos mas apasionados, activos, tn
0

vive menos atribulada cuando se encuentra en un periodo de

y cristalizaci6n social, en el que cada uno debe permanecer casi 'faltalrne 111te en el grado de Ia jerarquia social en el que naci6, o cuando ,,,,a,nesa el periodo perfectamente opuesto de renovaci6n y revoluque les permite a todos aspirar a los grados mis excelsos y a mas uno !legar a ellos. Tal indagaci6n seria dificil, y en sus resultados
111

2.

INFLUENCIA DE LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA por

MAURICE DUVERGER

La influencia de los sistemas electorales en la vida politica es evidente. Para apreciarla en toda su importancia basta comprobar como trastomaron la estructura de los Estados la adopcion del sufragio universal o los mecanismos de elecciones directas. Pese a esta evidencia, el analisis cientifico ofrece grandes dificultades. En efecto, los factores que condicionan la vida politica de un pais dependen intimamente los unos de los otros: de manera que un estudio de las consecuencias de uno de ellos, considerado aisladamente, conlleva necesariamente una gran dosis de artificio. Solo se pueden definir las tendencias que determinan el juego de los otros factores. En otras palabras: no se puede decir que tal sistema electoral determina tal forma de vida politica, sino que, simplemente, la estimula; o sea, que refuerza los otros factores que acruan en el mismo sentido o que debilita los que actuan en sentido contrario. En consecuencia, las leyes sociologicas que se pueden formular nunca tienen un caracter absoluto: solo son aplicables con rigor en condiciones ideales de «temperatura o de presion» que nunca se realizan integramente. En consecuencia, solo tienen valor en la medida en que se tenga en cuenta su caracter relativo. Todavia es imposible definir, aun con este alcance limitado, las verdaderas leyes sociologicas que rigen este campo; es muy escaso el numero de estudios serios y profundos sobre el tema. Aqui, como en todas partes, la ciencia politica permanece en el estado de las hipotesis y no ha alcanzado el de las leyes. El objeto de este articulo es, precisamente, definir algunas de las primeras, que solo investigaciones monograficas posteriores ele1 varan al rango de las segundas, ya sea verificandolas o invalidandolas. 1. Este informe se limita a! analisis de las elecciones pluralistas; se excluyen las elecciones plebiscitarias de las democracias populares, porque responden a una realidad sociol6gica diferente, que requeriria un estudio especial. Asimismo, por Ia naturaleza de este trabajo se ha limitado a una descripci6n muy esquematica. Para un analisis mas profundo, nos permitimos remitir a nuestra Introduction a Ia Science des Partis Politiques. Debemos expresar nuestro vivo agradecimiento a todos los que nos han ayudado a reunir Ia documentaci6n necesaria para este trabajo, y en particular a los senores de Jong (Holanda), Nilson (Noruega) y Heuse (Belgica), asf como a Jean Meynard, que tan rapidamente puso a nuestra disposici6n los servicios de Ia Asociaci6n Intemacional de Ciencia Politi ca.

38 I.

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

Sistemas electorales y partidos politicos

Por mediacion de los partidos politicos los sistemas electorates ejercen una influencia esencial sobre la vida politica de un pafs. Casi se podrfa distinguir una influencia directa (tal sistema electoral impulsa tal organizacion de los partidos) y una indirecta (la organizacion de los partidos engendrada particularmente por el sistema electoral, trae aparejada una determinada forma de vida politica). Este articulo solo abarca ala primera. Para esquematizar, podemos tomar como punto de partida las tres formulas siguientes: 1) Ia representaci6n proporcional tiende a un sistema de partidos multiples, r{gidos e independientes; 2) el sistema mayoritario con dos vueltas, tiende a un sistema multipartidista, con partidos flexibles e interdependientes; 3) el sistema mayoritario con una sola vuelta, al bipartidismo. Pero apenas son toscas aproximaciones como veremos examinando la influencia inmediata del regimen electoral sobre el m1mero, la estructura y la dependencia recfproca de los partidos.

1.

INFLUENCIA SOBRE EL NUMERO DE PARTIDOS

El sistema mayoritario a una vuelta

A primera vista, la tendencia del regimen mayoritario en una vuelta hacia el twoparty system parece ser la mejor establecida. El ejemplo de los pafses anglosajones lo demuestra claramente, porque en los Estados Unidos es una barrera que se opone al nacimiento de terceros partidos y, en Inglaterra y algunos dominios, a su eliminacion. En este aspecto, el sistema electoral parece actuar de dos maneras diferentes: podemos distinguir, en el impulso que ejerce hacia el dualismo, un factor mecanico y un factor psicologico. El primero consiste en la «subrepresentacion» del tercer partido (es decir, el mas debil): su porcentaje de escafios es inferior a su porcentaje de votos. Es verdad que en un regimen mayoritario de dos partidos, el vencido se encuentra siempre subrepresentado en comparacion con el vencedor, como veremos mas adelante: pero, en la hipotesis de la presencia de un tercer partido, la subrepresentacion de este es aun mas acentuada que la del menos favorecido de los otros dos, como muy bien lo demuestra el ejemplo britanico. Antes de 1922, el partido laborista estaba subrepresentado en relacion con el partido liberal; despues de esta fecha, se reproduce regularmente la circunstancia inversa (salvo la excepcion de 1931, debida ala grave crisis que atravesaba entonces el laborismo, y el aplastante triunfo de los conservadores). Asf, mecanicamente, el sistema electoral desfavorece al tercer partido. Entonces, cualquier partido nuevo que intente competir con los dos antiguos es demasiado debil, el sistema actua en su contra y levanta una barrera que se opone a su aparicion. Pero si el partido naciente supera a uno de sus predecesores, este ultimo queda en la tercera posicion y el proceso de eliminacion se invierte (vease fig. 2.1, y cf. figs. 2.8 y 2.9). El factor psicologico presenta la misma ambigtiedad. En el caso de tres partidos que participan en un sistema electoral de mayorfa con una sola vuelta, los electores advierten

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

39

47,74 45

Porcentaje de sufragios

40

Porcentaje de escanos (sin incluir a los nacionalistas irlandeses en 1910 y 1918)

35

30

25

20 16,55

15

10

5

1910

1918

1922

FIG. 2.1.

1923

1924

1929

1931

1935

1945

1950

La eliminaci6n del partido liberal en Gran Bretafia.

muy pronto que sus votos se pierden si contim1an entregandolos al tercer partido: de ahf su tendencia natural a votar al menos malo de sus adversarios para evitar el exito del peor. Este fenomeno de «polarizacion» actua en perjuicio del nuevo partido en tanto es el mas debil, pero se vuelve contra el menos favorecido de los antiguos cuando el nuevo lo ha superado, como en el fenomeno de «subrepresentacion». Pero la inversion de ambos mecanismos no ocurre siempre al mismo tiempo; la «subrepresentacion» precede generalmente a la «polarizacion» (porque el ciudadano necesita comprobar cierto retroceso para tomar conciencia del descenso de un partido y aportar sus votos al otro). Esto significa, naturalmente, un perfodo bastante largo de incertidumbre, en el que la duda de los electores se combina con las inversiones de «subrepresentacion» para cambiar totalmente la relacion de fuerzas entre los partidos: Inglaterra ha sufrido inconvenientes parecidos desde 1923 hasta 1935. En consecuencia, el impulso del sistema electoral hacia el dualismo solo triunfa a largo plazo (vease fig. 2.2). Sin embargo, frecuentemente, las perturbaciones del perfodo de transicion llevan a los partidos a buscar por sf mismos el bipartidismo a traves de la fusion del partido principal con uno de sus dos rivales (acompaiiada generalmente por una division: algunos miembros del ex partido principal prefieren unirse al otro rival). Es asf como, en Austra-

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLiTI:CA

40

511

Conservadores Uberales

=

Laboristas

\. \

• 275



\• \• \_.

30 1906

40

42

1910 (J.) 1910 (D.)

40

1918

1922

1923

1924

22 --1929

1931

1935

11

1945

9 1950

FIG. 2.2. El restablecimiento del dualismo en Gran Bretafia. Los nacionalistas irlandeses han sido omitidos entre 1906 y 1918.

lia, los liberales y los conservadores se fusionaron, en 1909, frente al empuje laborista. En Nueva Zelanda se demoraron basta 1936: de 1913 a 1928, el partido liberal babia seguido una curva decreciente regular, que lo conducia a su desaparicion natural; en 1928, una una reaccion repentina lo puso en pie de igualdad con los conservadores; pero, desde 1931, reinicio el declive y retorno la posicion de tercer partido; ante el peligro laborista, agravado por la crisis economica, finalmente decidio la fusion para las elecciones de 1935. En Sudafrica, la escision de los nacionalistas en 1913, unida al desarrollo dellaborismo, babia originado, en 1918, cuatro partidos mas o menos iguales; frente a una situacion tan peligrosa, con un sistema mayoritario a una vuelta, el viejo partido unionista se fundio con el Partido Sudafricano del general Smuts, mientras que el partido nacionalista del general Hertzog firmo un pacto electoral con los laboristas que fue fatal para este ultimo: el dualismo quedo restablecido a la vez por fusion y eliminacion. Sin embargo, debemos tener en cuenta las excepciones a esta tendencia general bacia el bipartidismo del sistema mayoritario a una vuelta. Las mas llamativas son lade Dinamarca (antes de la adopcion de la representacion proporcional) y la del Canada. El caso de Canada es particularmente interesante porque permite fijar los limites de la tendencia dualista del sistema mayoritario. En 1950 tenemos cuatro grandes partidos: los unionistas (68 escaiios), los liberales (125) los laboristas (32) y un partido agrario

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

41

(14). Pero los dos ultimos tienen un canicter netamente local: el partido agrario fue fundado en Alberta en 1925, con el nombre «Granjeros Unidos de Alberta», y en 1935 se transformo en el partido del «Credito Social» sin perder sus estrechas bases territoriales. En cuanto al laborismo, recluta a sus seguidores esencialmente en Saskatchewan, Manitoba, la Columbia britanica y Ontario. Pero el bipartidismo, destruido a escala nacional desde 1921, permanece en la escala local: hay cuatro partidos en el pais, pero, generalmente, solo dos se enfrentan en cada circunscripcion. Se notani, en efecto, que los mecanismos anteriormente descritos acruan solamente en el marco local: el sistema electoral tiende al dualismo de candidatos en cada circunscripci6n. Asi, hace posible la creacion de partidos locales, o el retroceso a posiciones locales de los partidos nacionales. i,NO existio acaso, en la misma Gran Bretafia, de 1874 a 1918, un partido irlandes con una destacada estabilidad? l. Y el partido liberal, no tiende a convertirse en un partido gales? Este fenomeno explica, en alguna medida, el multipartidismo danes anterior al sistema proporcional. Pese a los cuatro partidos existentes en todo el pais --derecha, liberales (izquierda), radicales y socialistas-, en numerosos distritos solo encontramos dos candidatos frente a frente: en 1910, sobre 114 circunscripciones, 89 se encontraban en esta situacion, contra 24 con tres candidatos y una con cuatro, Y el fenomeno de reduccion del numero de candidatos era sensible en relacion con los afios anteriores (296 en 1909; 303 en 1906). Es verdad que en 1913 se elevo bruscamente a 314 candidatos, con solo 41 circunscripciones con enfrentamiento dual, 55 con tres rivales, 15 con cuatro y una con uno; pero este aumento se explica, esencialmente, por un intento desesperado de la derecha para detener su decadencia: contra 47 candidatos en 1910, alineo 88 en 19p; pese a ello su numero de escafios cayo de 13 a 7 (aunque el total de sufragios se elevo de 64.904 a 81.404, y que los 17.000 votos de diferencia provenian principalmente de las filas liberales, que perdieron 13 escafios). Por otra parte comprobamos que, en 1910, un acuerdo electoralligaba estrechamente a los radicales y a los socialistas, puesto que nunca presentaron candidatos, uno contra otro, en ninguna circunscripcion (este acuerdo parece haberse roto en 1913, puesto que 17 socialistas se pesentaron contra los radicales y 7 radicales contra los socialistas). Si comparamos estos hechos debemos reconocer que, en visperas de Ia aparicion de Ia representacion proporcional, el sistema mayoritario a una sola vuelta tendia a establecer lazos de dependencia entre los cuatro partidos daneses, agrupandolos claramente en dos sectores: por un lado, liberales y derecha; por el otro, radicales y socialistas. En el primer sector se percibia nitidamente un proceso de eliminacion de Ia derecha en beneficia de los liberales (que ya habian absorbido a los «moderados» a partir de 1910); en el segundo, una tendencia a la union, si no a Ia fusion. La voluntad de los jefes de los partidos y Ia inexperiencia politica de los electores (que atenuatian Ia velocidad de Ia polarizacion) frenatian el empuje dualista del sistema electoral; sin embargo, este existia. La representaci6n proporcional

Es opinion corriente que la representacion proporcional tiende a multiplicar el numero de partidos politicos. Esta opinion ha sido objeto de algunas criticas que encoqtra-

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

42

mos agudamente formuladas por el profesor H. Tingsten en su articulo: «Majoritetsval och proportionalism» (Riksdagens protokoll bihang, Estocolmo, 1932). De hecho, si observamos a los partidos franceses antes de 1939 (sistema mayoritario ados vueltas) y los partidos franceses despues de 1945 (representaci6n proporcional), no advertimos un aumento de su numero. Podemos tambien notar cierta disminuci6n en 1945-1946; pero, desde entonces, la derecha se ha fraccionado nuevamente, el partido radical ha retomado importancia y ha nacido la Union del Pueblo Frances, lo que restablece aproximadamente la situaci6n anterior. Mas sorprendente seria, entonces, lo ocurrido en Belgica: tras cincuenta afios de funcionamiento de la proporcionalidad encontramos el mismo tripartidismo del comienzo, apenas modificado por la presencia de un debil partido comunista. Asf pues, a primera vista, la tendencia multiplicadora de la representaci6n proporcional es, entonces, mucho menos clara que la tendencia dualista del sistema mayoritario; sin embargo, no es menos real. Pero presenta diferentes aspectos que deben ser cuidadosamente distinguidos. El primer efecto de la proporcionalidad es mantener una multiplicidad ya existente. Comparemos, en este aspecto a Belgica con Inglaterra. Una y otra habfan conocido en el 2 siglo XIX un regimen bipartidista riguroso bajo un sistema mayoritario. En ambas, la aparici6n, a comienzos del siglo xx, de un partido socialista habfa destruido el two-party system. Cincuenta afios mas tarde, Inglaterra, que conserv6 su sistema mayoritario, ha regresado al dualismo; en cambio, el tripartidismo de 1900 se ha mantenido en Belgica gracias a la adopci6n de la representaci6n proporcional. Las elecciones belgas, de 1890 a 1914, son muy interesantes para estudiar las consecuencias de la proporcionalidad. En 1890, el sufragio restringido no permiti6 a los socialistas alcanzar representaci6n parlamentaria: funcion6 el bipartidismo. En 1894, la adopci6n del sufragio universal da 28 escafios a los socialistas, mientras el partido liberal baja de 60 a 20 (pese a que tenfa un numero de electores dos veces superior al de los socialistas: es perjudicado por la «subrepresentaci6n» ). En 1898, nueva cafda del partido liberal, que desciende a 12 escafios; esta vez, la «polarizaci6n» se ha sumado a la «subrepresentaci6n»: un gran numero de antiguos electores liberales vot6 a los cat6licos. El proceso de eliminaci6n del partido liberal esta ya muy avanzado: se puede pensar legftimamente que bastaran dos o tres elecciones para terminarlo. Pero, en 1900, se adopta la representaci6n proporcional precisamente porque los cat6licos desean detener la destrucci6n del partido liberal y evitar asf un enfrentamiento directo con los socialistas: inmediatamente, el numero de escafios del partido liberal sube a 33. Se elevara a 42 despues de los escrutinios de 1902-1904 (probablemente por un fen6meno de «despolarizaci6n»: los antiguos electores liberales, que habfan abandonado el partido despues de 1894 para concentrarse en el partido cat6lico, regresan a sus viejos amores, una vez que han comprendido el mecanismo de la proporcionalidad), para estabilizarse finalmente entre 44 y 45 escafios (vease fig. 2.3). Podriamos comparar esta «salvaci6n» del partido liberal belga, gracias a la representaci6n proporcional, con el de la derecha danesa. Hemos visto que habfa sido afectado por un proceso de eliminaci6n en las ultimas elecciones bajo el sistema mayoritario 2.

Mas adelante examinaremos c6mo el sistema mayoritario helga implica una segunda vuelta.

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

43

0

"C

'E ~

C:.. a; c:

80

Q)

"'

t::-

"'"' >,c:

·- 0

c: "' Oo

IJ)

0

'"'"' "'co

l

i:5 Q)

"C


-

OlC\J

60 r-

~

"' "".!!!

E

(.)

1ij

60

~

~

c: Q) IJ)

,g 40 r-

·g

(ij

(/)

c:

0

-~

0

"C

'E ~

8. e

1\

a_

c:

~c:

~

"'~ (/)

e

(ij

E

·c:"'>:::>

•:::>

z

a:"'

!:'!

Cll

20

0

·c;, ~

'5

(/)

18901892 FIG.

20

~2v 1894

1898

44

45

19061908

19081910

44

33/

v v 0.

Q)

"C

42

•0

1900

19021904

1912

2.3. La salvaci6n del partido liberal helga gracias a Ia representaci6n proporcional.

(13 escafios en 1910, 7 en 1913, pese al esfuerzo desesperado por multiplicar el m1mero de candidatos). En 1918, la representaci6n proporcional aument6 sus escafios a 16: lleg6 a 28 en 1920, estabilizandose seguidamente en tomo a esta cifra hasta 1947. Notaremos que el rescate se hizo en dos tiempos, por las mismas razones que en Belgica. En la primera elecci6n proporcional, el crecimiento resulta, principalmente, de factores mecanicos: la ausencia de subrepresentaci6n y la multiplicaci6n de candidatos; a partir de la segunda elecci6n, se duplica por un factor psicol6gico: la despolarizaci6n. El segundo efecto de la polarizaci6n es favorecer la division de los partidos existentes. Es verdad que los cismas y las divisiones no son raros con un regimen electoral mayoritario; el partido liberal ingles ha conocido muchas, antes y despues de la aparici6n del laborismo. Pero en este regimen conservan un caracter provisional y limitado: o bien ambas fracciones se reunen despues de cierto tiempo, o bien una de elias se integra en el partido rival (por ejemplo, los liberales-nacionales, practicamente integrados en el partido conservador). Al contrario, en el regimen proporcional, las escisiones son generalmente durables, porque el escrutinio impide que las fracciones divergentes sean aplastadas por los rivales. Asi se comprende que el establecimiento de la representaci6n pro-

44

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLiTICA

porcional haya coincidido, casi siempre, con cismas en los antiguos partidos, ya se trate de cismas reconocidos (un partido antiguo se escinde en dos mitades nuevas, que continuan invocando su nombre) o de cismas ocultos (un partido, que se anuncia nuevo, se constituye con una porcion de los dirigentes y los cuadros de un antiguo partido que, pese a todo, continua). Asf, en Suiza, la adopcion de la representacion proporcional hizo nacer, en 1919, el partido de los «campesinos y burgueses», surgido pnicticamente de una escision radical. En Suecia fueron necesarios varios afios de retroceso (1911-1920) para que se creara un partido agrario, proveniente, de hecho, de una escision del partido conservador, mientras que en 1924 el partido liberal se separo en dos ramas (reunidas, es verdad, en 1936, pero debido a la desaparicion de una de ellas mas que a una verdadera fusion). En Noruega, la proporcionalidad provoco a la vez una division entre los socialistas, separados en socialistas de derecha y socialistas de izquierda (no se reuniran basta 1927), y dos escisiones en izquierda liberal, con la creacion de los «democratas radicales», que obtuvieron dos escafios, y el crecimiento experimentado por el pequeiio partido agrario, creado durante las elecciones precedentes, y que basta entonces era muy debil (paso de 33.493 sufragios a 118.657 y de tres escafios a diecisiete). Sin embargo, este segundo efecto de la proporcionalidad es bastante limitado. Globalmente, la representacion proporcional mantiene casi intacta la estructura de los partidos existentes en el momento de su aparicion. Nunca tiene el poder «atomizador» que algunos le adjudican: en la mayor parte de los casos, los cismas que hemos citado se han traducido en la division de un partido en otros dos, que luego han conservado sus posiciones en las siguientes elecciones. La tendencia multiplicadora se manifiesta menos en la division de los antiguos partidos que en la creacion de partidos nuevos: es necesario precisar que este tercer efecto de la representacion proporcional afecta sobre todo a los pequeiios partidos, lo que ademas es natural, porque los principales sectores de la opinion continuan siendo interpretados por los partidos tradicionales. Al olvidar este detalle algunos han negado, con una apariencia de verdad, el caracter multiplicador de la representacion proporcional. Tambien porque la mayor parte de los regimenes proporcionales aplicados efectivamente han tornado precauciones para evitar la aparicion de pequeiios partidos como fruto natural del sistema: sabemos que, por ejemplo, el metodo d 'Hondt y el de la media mas alta, que funcionan en gran numero de Estados con regimen proporcional, perjudican claramente a los pequeiios partidos y tienden a compensar, asi, las consecuencias de la representacion proporcional. Lo mismo podemos decir del sistema holandes, que elimina el reparto de los votos sobrantes entre todas las listas que no han obtenido, al menos, el 75% del cociente. En el fondo, la autentica representacion proporcional no existe en ninguna parte, no a causa de las dificultades tecnicas de su aplicacion (que son relativamente faciles de veneer), sino por sus consecuencias politicas y, particularmente, por su tendencia a multiplicar grupos mas o menos minusculos y mas o menos inestables. Pese a todo, esta tendencia triunfa siempre a pesar de los obstaculos que se le oponen. Seiialemos aquf algunos ejemplos tipicos. En Noruega, en las primeras elecciones proporcionales de 1921, aparecen dos pequeiios partidos nuevos, los democratas-radicales, con dos escafios, y los socialistas de derecha, con ocho; en 1924, se les suma un tercero; el partido comunista, con seis escafios; en 1927, un cuarto, los liberales, con un representante; en

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

45

1933, un quinto, el partido social, con un escafio, y un sexto, los dem6cratas cristianos, tambien con uno; los otros paises escandinavos han seguido una evoluci6n analoga. Pero el fen6meno es mas sensible en Rolanda: en las primeras elecciones proporcionales de 1918 diez partidos obtienen un escafio cada uno a pesar del limite del 75 % (liga econ6mica, partido socialista independiente, partido comunista, partido neutro, social-cristianos, cristianodem6cratas, cristiano-socialistas, liga de defensa nacional, partido rural, partido de las clases medias); en 1922, aparece un decimoprimer partido (partido cat6lico disidente ); en 1925 se agregan un decimosegundo y un decimotercero (partido de los reformados politicos y partido de los reformados calvinistas); en 1929 se les suma un decimocuarto (partido independiente); en 1933, un decimoquinto y un decimosexto (social-revolucionarios y fascistas); finalmente, la entrada en escena del partido nacional-socialista, en 1937, lleva a 17 el numero total de grupusculos engendrados por la proporcionalidad entre 1918 y 1939. Sefialemos, ademas, que no se trata de partidos propiamente locales, que se expliquen por el individualismo de tal o cual candidato: como lo ha demostrado Frederick S. A. Ruart en su articulo de la Encyclopedia of Social Sciences, el sistema proporcional aplicado en Rolanda, que convierte practicamente al pais en un solo distrito electoral, ha engendrado pequefios partidos de alcance nacional y no local (vease cuadro 2.1). CUADRO 2.1. Multiplicaci6n de pequeiios partidos a causa de Ia representaci6n proporcional en Rolanda (numero de escaiios en Ia Camara de Diputados) Partidos

Cat6licos Antirrevolucionarios Cristianos hist6ricos Socialistas Uni6n Liberal(+ lib. indep.) Radicales Comunistas Partido neutro Social cristianos Cristiano-dem6cratas Socialistas independientes Cristiano-socialistas Liga econ6mica Liga de defensa nat. Rural de izquierdas Clases medias Cat6licos disidentes Reformados politicos Reformados calvinistas lndependientes Fascistas Socialrevolucionarios Nacional-socialistas a)

1913(a)

1918

1922

1925

1929

1933

1937

25

30 13 7 22 10 5 1 1 1 1 2 1 3 1 1 l

32 16

30 13 ll 24

30 12 ll 24 8 7 2

28 14 10 22 7 6 4

31 17 8 23 4 6 3

1

1 l

2

11

10 15 31

9

11

20 10 5 2

9 7 1

2 l 1 2 1

Ultima elecci6n antes de Ia aplicaci6n de Ia representaci6n proporcional.

3 1 1

2 3 1 1

2

4

46

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

Las cifras no reflejan bien la realidad: seria necesario completarlas trazando un cuadro del numero de partidos que han presentado candidatos a las elecciones. En Rolanda, por ejemplo, se ha pasado de 37 a 53 de una eleccion a otra. En Suiza, 67 partidos han presentado listas en los diversos cantones entre 1919 y 1929, de los cuales 26 han logrado, en un momento u otro, representantes en el Consejo Nacional. Compararemos estos ejemplos con los de la Republica de Weimar y Checoslovaquia entre 1919 y 1939, que se han vuelto chisicos en este tema. La segunda vuelta

Las consecuencias exactas de la segunda vuelta en un sistema mayoritario son mucho mas diffciles de determinar que las de una sola vuelta o la representacion proporcional. Que nosotros sepamos, no existe ningun estudio global en este campo, que, ademas, es muy delicado de explorar porque las estadfsticas electorales estan generalmente mal concebidas y descuidan este aspecto. Deberemos limitarnos, entonces, a algunas breves aclaraciones y algunas sugerencias particularmente fragiles. Teoricamente, la segunda vuelta debe favorecer la multiplicacion de partidos y el fraccionamiento de tendencias proximas que no alcanzaran una representacion global, pero, en todo caso, pueden reagruparse en el ballotage (segunda vuelta). Aquf no actuan los fenomenos de «polarizacion» y de «subrepresentacion» descritos anteriormente, o solo lo hacen en la segunda vuelta, conservando cada partido todas sus posibilidades en la primera. En la practica, la observacion de los pafses que han practicado la segunda vuelta parece confirmar ampliamente este analisis racional. En Francia, Suiza, Alemania y Rolanda, la segunda vuelta ha derivado una multiplicacion de los partidos con formas, por lo demas, muy diferentes: en Alemania y en Francia se nota una tendencia muy clara a la dispersion, sobre todo en la derecha, mientras que en Suiza y en Rolanda la opinion permanece generalmente dividida entre mas de dos partidos grandes. Pero, l,hay que ver en estos casos la influencia de los diferentes temperamentos nacionales? No obstante, quedan algunos casos particulares anormales. Antes de hi adopcion de la representacion proporcional~ existfa segunda vuelta en Noruega, pero no en Dinamarca; ahora bien, la cantidad de partidos era menor en la primera (tres) que en la segunda (cuatro). Sin duda, seria un error considerar el estado de los partidos en relacion con el sistema electoral en un momento dado de la vida polftica. Para ser aceptable, la observacion debe abarcar un periodo de tiempo muy largo y definir el sentido general de una evolucion: quien describiera, por ejemplo, el sistema de partidos britanico apoyandose solamente en la eleccion de 1931, dana una nocion absolutamente falsa del mismo. Desde este angulo, hemos comprobado que el multipartidismo danes parece tender al bipartidismo bajo la influencia del sistema electoral a una vuelta. En cambio, constatamos que el tripartidismo noruego tiende, mas bien, a transformarse en un sistema de cuatro partidos como consecuencia de la aparicion de los partidos agrarios en 1918; hay que aiiadir tambien que, tanto la derecha como la izquierda, contienen muchas fracciones que no siempre colaboran, lo que es un fndice muy claro de una tendencia multipartidista. Es diffcil sacar conclusiones mas precisas porque la observacion abarca un periodo de tiempo muy

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

47

breve: las unicas elecciones noruegas que se pueden estudiar en este aspecto son las de 1906, 1909, 1912 y 1918. Ahora bien, la estadfstica oficial indica que en 1906 los lfmites de los partidos no eran muy claros y que, aquel afio, fue casi imposible distribuir los votos entre ellos, de manera que el amilisis debe limitarse a cuatro elecciones generales, lo que es notoriamente insuficiente. En cambio, para estudiar el caso de Belgica, que es, de todos modos, una excepci6n a la tendencia general, no existen las mismas dificultades. Es sabido que hasta 1894 funcion6 un bipartidismo riguroso y que, en ese afio, la aparici6n del socialismo provoc6 inmediatamente un proceso de eliminaci6n del partido liberal, pero que fue detenido por la proporcionalidad: hasta entonces existfa la segunda vuelta. Sin duda, se trataba de una segunda vuelta limitada, a diferencia del sistema frances: s6lo podfan competir los candidatos mas votados, doblando el numero de escafios a ocupar. Pero esto no parece influir: en Alemania, Rolanda e Italia, la segunda vuelta tambien es limitada, sin que se pueda descubrir una tendencia al bipartidismo. La distinci6n entre hecho y derecho es muy interesante: si bien la segunda vuelta estaba prevista en la ley electoral belga, en la practica casi no se aplicaba porque s6lo se enfrentaban dos partidos. Aprovechamos para subrayar la dependencia redproca de los fen6menos politicos: si el sistema electoral influye sobre la organizaci6n de los partidos, estos reaccionan sobre aquel. El bipartidismo de Belgica se oponfa asf a la aplicaci6n de la segunda vuelta. Sin embargo, el problema sigue vigente: se trata, precisamente, de saber por que la posibilidad de una segunda vuelta no ha provocado la ruptura de los grandes partidos tradicionales. La estructura intema de estos partidos nos da la soluci6n. Todos los observadores se han asombrado del caracter, tan original, de los partidos belgas en la segunda mitad del siglo XIX: todos han mencionado su cohesion y su disciplina, la compleja y jerarquizada red de comites que mantenfan activos en todo el territorio. Ningun pafs europeo posefa en esos tiempos un sistema de partidos tan perfecto, ni siquiera lnglaterra o Alemania. Este rfgido armaz6n intemo permiti6 a los partidos belgas resistir con exito la tendencia disociadora de la segunda vuelta, impidiendo las divisiones que hubiera perpetuado. Este encuadramientocompulsivo de los electores entorpeci6, por otra parte, la aparici6n de partidos nuevos, que diffcilmente podfan organizar un «aparato» rival; tanto mas, cuanto el escrutinio de lista cerrada impedfa practicamente la participaci6n de personalidades independientes. Asf, la potente organizaci6n de los partidos belgas, combinandose con su dualismo, convirti6 en letra muerta las disposiciones legislativas que contemplaban una segunda vuelta, lo que explica la semejanza de la vida polftica belga con la de los pafses anglosajones, basada en el sistema mayoritario a una vuelta.

2.

INFLUENCIA SOBRE LA ESTRUCTURA INTERNA DE LOS PARTIDOS Y SU DEPENDENCIA RECIPROCA

El caso de Belgica ha permitido comprobar las relaciones entre la estructura interna de los partidos y el sistema electoral. Por otra parte, el de Dinamarca habfa llamado la

48

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

atencion sobre el papel de este ultimo en la formacion de alianzas y lazos de dependencia entre algunos partidos. Cada uno de estos puntos merece un examen particular. Desgraciadamente, no se dispone de datos precisos sobre la organizacion intema de los partidos, ni de las coaliciones entre ellos, puesto que han sido muy poco estudiados basta ahora y no han dejado huellas en las estadisticas electorates. Seni necesario, entonces, limitarse a algunas observaciones fragmentarias y a trazar marco& que puedan servir para investigaciones posteriores. La estructura interna de los partidos

Con el nombre generico de «partidos» se designan realidades sociologicas muy diferentes. Hay una profunda diferencia de estructura entre los partidos ingleses del siglo XIX y los actuales; lo mismo sucede entre los partidos norteamericanos y franceses de hoy; igualmente, en la Francia de 1950, entre el Partido Republicano de la Libertad, los radicales y los partidos socialista y comunista. Numerosos factores -historicos, geognificos, economicos, sociales, religiosos, etc.- explican estas diferencias. Entre todos ellos, el factor electoral es uno de los menos estudiados, pero no de los menos importantes. Parece que la diferencia esencial no esta entre el sistema proporcional y el sistema mayoritario, sino entre el escrutinio con listas cerradas y el escrutinio uninominal. La existencia de una segunda vuelta juega, ademas, un papel muy importante. A) En primer lugar se podria decir que el escrutinio con lista cerrada significa un refuerzo de la estructura de los partidos y el uninominal, un debilitamiento. Sin embargo, esta tendencia general tiene muchas excepciones. Racionalmente, esto tiene una explicacion. En el escrutinio uninominal que se efecrua en una circunscripcion pequefia, la persona del candidato cumple un papel esencial: un diputado puede fortalecer su posicion en su distrito de tal manera que lo convierta en una especie de feudo del que no se le pueda expulsar. Su reeleccion depende de el y no del partido al que pertenece (en Francia, durante la Tercera Republica, muchos parlamentarios cambiaron de partido frecuentemente sin dejar de ser reelegidos), y se comprende entonces que este no pueda tener una estructura muy fuerte. Cada diputado podni disponer localmente de un comite electoral bien organizado que apenas aceptara las directivas de una direccion central porque esta totalmente dominado por su diputado. Por otra parte, los grupos parlamentarios tampoco seran muy disciplinados, ya que cada uno de sus miembros se preocupara mas por las posibles repercusiones de su voto en su feudo particular que de las instrucciones de la direccion del partido. En definitiva, el escrutinio uninominal tiende, de esta manera, a imponer grupos parlamentarios sin cohesion y una organizacion electoral muy descentralizada, de manera que los partidos terminan por representar solo tendencias de opinion y disponen de un aparato administrativo muy debil y lazos sociales muy relajados. Al contrario, el escrutinio con lista cerrada tiene, en si mismo, un caracter colectivo que desdibuja el papel de las personalidades en beneficia de la agrupacion que las une,

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

49

es decir, del partido. Es cierto que la pnictica de los «cabezas de lista» incorpora siempre un elemento de prestigio individual, pero, igualmente, supone cierta disciplina del resto de la lista frente a su conductor. La circunstancia de que la elecci6n se haga en una circunscripci6n mas extensa actua en el mismo sentido: disminuye el conocimiento del candidato que tiene el elector, lo que da preponderancia a la etiqueta polftica de la lista, es decir, al partido. Finalmente, se llega al sistema de listas cerradas con la presentaci6n de candidatos en un orden invariable que determina su elecci6n (y que no se aplica, practicamente, mas que en el regimen proporcional). Entonces, el dominio del partido sobre el candidato es muy grande. La reelecci6n de este depende de su reinscripci6n en la lista, en una posicion conveniente, y esta ultima la decide el partido. La disciplina parlamentaria es rigurosa. El exito de las listas esta asegurado, por otra parte, por la propaganda general del partido, mucho mas que por consideraciones locales: la centralizaci6n crece. Se llega, entonces, a un sistema de partidos rigidos, monolfticos. Sin embargo, si se admite la mezcla de estos elementos -lo que es normal en un sistema mayoritario y excepcional en un sistema proporcional-, la rigidez disminuye mientras reaparece el factor personal. Pese a todo, la experiencia muestra que la mezcla es relativamente poco utilizada y el partido permanece fuerte. La observaci6n de la practica confirma en lfneas generales este razonamiento. El ejemplo de Francia es particularmente soprendente en este aspecto. La adopci6n, en 1945, de un escrutinio con listas, practicamente sin mezclas y con la presentaci6n de los candidatos en un orden riguroso, transform6 completamente las estructuras de los partidos polfticos: las formaciones flexibles e indisciplinadas de la Tercera Republica cedieron ante los partidos rigidos y disciplinados de la Cuarta. El breve periodo entre dos Asambleas Constituyentes (siete meses) los enfrent6 ala preocupaci6n permanente de la reelecci6n que, ademas, hizo mas sensible la influencia del regimen electoral. Igualmente, los escrutinios con listas cerradas que funcionaron en 1919-1924, parecen haber ejercido una influencia semejante en 1871 y en 1848 (aunque la posibilidad de la mezcla haya atenuado su tendencia a reforzar la estructura de los partidos): en las elecciones de 1919, por ejemplo, el Bloque Nacional se logr6 por el acuerdo de los comites que dirigian agrupaciones moderadas, cuya influencia, minima en los escrutinios uninominales de la preguerra se volvi6 repentinamente grande. Se puede tambien invocar el ejemplo de Belgica, donde el escrutinio con listas habia conducido a la implantaci6n de partidos con estructuras muy fuertes mucho antes de la adopci6n del sistema proporcional. B) Tambien parece cumplir un papel muy importante la presencia o ausencia de la segunda vuelta. En el sistema mayoritario puro y simple, los candidatos disidentes son peligrosos porque pueden hacerle el juego a sus peores adversarios: entonces seran necesariamente raros, ya sea a causa de la astucia polftica de los candidatos o a causa de la de los electores (que usaran la tecnica de la «polarizaci6n» ). Cuando ambos factores discurren en un mismo sentido, es natural pensar que su influencia se hace mas sensible. Asi se explica la tendencia general de la proporcionalidad (sistema de lista cerrada y a una sola vuelta) al refuerzo de las estructuras de los partidos; la particular debilidad de las estructuras partidarias en la Francia anterior a 1939, a

50

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

causa de la coincidencia del escrutinio uninominal con el de segunda vuelta; y su refuerzo, en 1919-1928, por la combinacion de la lista y la unica vuelta, aunque la mezcla haya atenuado el efecto de ambos factores. Finalmente, asf se podria explicar tambien la fuerza de los partidos belgas antes de 1900, porque la segunda vuelta prevista por la ley casi no funcionaba en la pnictica. Sin embargo, no son raros los casos anormales. El mas caracteristico es el de Inglaterra. Allf, pese al caracter uninominal del escrutinio, la disciplina de los grupos parlamentarios es elevada, y es grande la centralizacion general de los partidos. Sin duda, la ausencia de una segunda vuelta permite explicar parcialmente estas caracteristicas, pero es muy insuficiente. Ademas, en general, se comprueba que dentro de un mismo pais, en una misma epoca, la disparidad de las estructuras de los partidos es muy grande, pese a la uniformidad del escrutinio: se sabe, por ejemplo, que los partidos de izquierdas tienen una estructura mas rfgida que los de derechas. Igualmente, hay que sefialar la identidad casi completa de la estructura de los partidos comunistas en todos los pafses a pesar de la variedad de regfmenes electorates. Estos ejemplos muestran los limites de la influencia de los regfmenes electorates. Parece que los limites son mas estrechos en este campo que en el precedente, y que el papel del sistema electoral es mas significativo para el numero de partidos que en su estructura intema. La dependencia recfproca de los partidos

El problema de la dependencia reciproca de los partidos y de las alianzas que pueden establecer entre ellos casi no ha sido objeto de estudios sistematicos. En un regimen multipartidista, sin embargo, presenta un caracter fundamental: generalmente solo las alianzas permiten obtener una mayoria gubemamental. Pero, en este tema, hay que distinguir dos tipos de alianzas entre partidos: las alianzas gubemamentales y las alianzas electorates. Generalmente, estas tienden a perpetuarse en aquellas, pero la situacion inversa no es verdad. En los regfmenes proporcionales, especialmente, se encuentran alianzas gubemamentales puras, sin las alianzas electorates correspondientes, que son, naturalmente, mucho mas fragiles. Evidentemente, en este campo, la influencia del sistema electoral es preponderante. Ademas, aparece con la suficiente claridad para permitir sintetizarla en formulas precisas. En principio, el sistema mayoritario a dos vueltas tiende al establecimiento de alianzas estrechas; al contrario, la representacion proporcional conduce a una independencia completa. En lo que atafie al sistema mayoritario a una vuelta, sus consecuencias son muy diferentes segun el numero de partidos que actuan: en un regimen bipartidista, origina una independencia completa; en un regimen multipartidista tiende, al contrario, a formar alianzas muy fuertes. Evidentemente, estas reglas solo atafien a las alianzas electorates; en cuanto a las alianzas gubemamentales en estado puro, parecen estar ligadas a la existencia del multipartidismo y, en consecuencia, en principio existen en un regimen de representacion proporcional (donde el multipartidismo coincide con la ausencia de alianzas electorates). Sin embargo, estas tendencias, muy generales, sufren frecuentes deformaciones en la practica.

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

51

A) No hay dudas sobre la tendencia del sistema mayoritario a dos vueltas a generar un sistema de alianzas estrechas. En efecto, el propio mecanismo de este sistema electoral supone que, ante la segunda vuelta, los partidos menos favorecidos se replieguen, dentro de cada gran «familia espiritual», en provecho del mas favorecido. En Francia se distingue entre la retirada pura y simple y el «desistimiento», en el que el candidato que abandona la lucha invita a sus electores a volcar sus votos hacia uno de los participantes que el designa especialmente. Entre ambos se encuentran miles de matices mas o menos sutiles: hay muchas formas de retirarse y muchos grados de entusiasmo en el desistimiento. Pero, evidentemente, es natural que los candidatos mas proximos se pongan de acuerdo antes del escrutinio para prever sus desistimientos o sus retiradas reciprocas en la segunda vuelta. El estudio confirma estas observaciones racionales: en todos los pafses donde se ha practicado la segunda vuelta, se encuentran huellas mas o menos claras de alianzas electorates. Citemos el famoso «cartel» organizado en Alemania por Bismark para las elecciones de 1887, una alianza formal y precisa; otras menos celebres y menos espectaculares la han precedido y seguido. En Francia, la larga vigencia del sistema a dos vueltas ha permitido cosechar todos sus frutos. Todos recuerdan el cartel de izquierdas de 1924 y 1932, y el Frente Popular de 1936, igual que a su antecedente, e1 Bloque de Izquierdas de 1902. En Noruega, despues de 1906, la derecha y la izquierda se aliaron generalmente contra los socialistas; en las elecciones de 1915 colaboraron tan estrechamente que es diffcil separar sus votos en las estadfsticas electorates. En Holanda, la practica de las alianzas ha sido constante hasta la instauracion de la proporcionalidad: la coalicion catolico-liberal de 1848 a 1868, a la que se opone una coalicion (menos fuerte) de los conservadores y los calvinistas; en 1869, una inversion de las alianzas (los catolicos colaboran con los calvinistas y los conservadores tienden a desaparecer), y, a partir de 1905, e1 acuerdo electoral entre los liberales y los radicales. Es diflcil precisar la influencia exacta de las modalidades especiales del sistema electoral sobre la formacion de alianzas. La limitacion de la segunda vuelta a los dos candidatos mas votados (existente en Alemania y Holanda) no parece haber cumplido un gran papel comparada con la segunda vuelta integral (sistema frances y noruego). En teoria, por una parte, este tipo de sistema electoral parece hacer imitiles las alianzas formales, obligando al retiro de los candidatos menos aventajados; pero, por otra, tiende a reforzarlas, al obligar a los partidos de la tendencia mas debil a acordar un candidato unico desde la primera vuelta para poder participar en la segunda. Solo un estudio muy profundo de cada caso particular podria descubrir las consecuencias respectivas de estos dos factores. Tampoco es claramente perceptible al observador la diferencia entre un sistema a dos vueltas con un escrutinio con listas cerradas o con uno uninominal. En la medicta en que la presencia de las listas refuerza la centralizacion y la disciplina de los partidos, parece probable que, al mismo tiempo, haga mas solidas las alianzas entre partidos: porque el ejemplo frances muestra que la extrema descentralizacion de estos y la gran debilidad de su estructura interna ha sido uno de los principales factores de la rapida descomposicion de las alianzas electorales. En la mayoria de los casos, una alianza electoral tiende a prolongarse en el plano parlamentario, sea en alianzas gubernamentales, sea en alianzas de oposicion (estas ulti-

52

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

mas son, ademas, mas raras). Asi se puede llegar a un sistema politico estable y regular que recuerda un poco al bipartidismo: en lugar de dos grandes partidos unificados, se encuentran, frente a frente, dos «federaciones de partidos», cuya fuerza depende en gran medida del grado de disciplina y de organizacion de los partidos adherentes (vease fig. 2.6). En el caso de partidos debiles e indisciplinados, las coaliciones parlamentarias se disuelven rapidamente: sin embargo, pueden renacer inmediatamente en el plano electoral. Precisamente Francia ha ofrecido muchas veces, especialmente de 1928 a 1940, el extrafio espectaculo de alianzas para una segunda vuelta disueltas rapidamente en el gobiemo, pero que reaparecen mas o menos intactas en las elecciones siguientes. B) El escrutinio mayoritario a una sola vuelta parece tener una curiosa influencia en materia de alianzas electorates: su accion es totalmente diferente segun coincida con un regimen bipartidista o con uno multipartidista. En el primer caso, es racionalmente impensable la idea de una alianza electoral: si se unieran los dos unicos partidos no habria mas que un solo candidato, y la eleccion tendria un caracter plebiscitario que cambiaria completamente la naturaleza del regimen. Sin embargo, en ciencias politicas hay que cuidarse siempre de las conclusiones definitivas: lo sucedido en Sudafrica, entre 1931 y 1940, muestra que las alianzas electorales son posibles en un regimen mayoritario con dos partidos sin que se trastome totalmente la estructura politica; sin embargo, se trata de un caso muy excepcional. Si, por el contrario, el sistema a una sola vuelta coincide con un sistema multipartidista, tendera a establecer alianzas muy solidas, incomparablemente mas estrechas que las alianzas de la segunda vuelta: porque se hace necesario repartir las circunscripciones antes de la eleccion para permitir a sus electores reunir sus votos en el candidato unico de la coalicion. Evidentemente, esto supone un acuerdo mucho mas completo que si la existencia de una segunda vuelta permitiese la libertad de candidaturas en la primera; en este caso es el elector quien asegura, en suma, el reparto de los escafios entre los aliados; en el otro, las direcciones de los partidos deben hacerlo elias mismas. La alianza es, entonces, muy dificil de concretar, pero, una vez acordada, conlleva una colaboracion mas profunda. Por otra parte, la presion del sistema electoral es mucho mas fuerte: sin acuerdo, el escrutinio eliminara sin piedad a los partidos en desventaja, basta el restablecimiento final del dualismo. Se podrian dar muchos ejemplos de este tipo de alianzas electorates. Ya hemos citado el acuerdo de los radicales y los socialistas daneses para las elecciones de 1910 (y sefialado, ademas, su ruptura en 1913). Mas proximo a nosotros, podriamos recordar las coaliciones inglesas para las elecciones de 1918, 1931 y 1935; el pacto firmado en 1924 en Sudafrica entre el partido nacionalista (Hertzog) y el laborismo, etc. Por otra parte, es muy interesante seguir la evolucion de estas alianzas. Parece que, por regia general, llegan a una fusion, que se produce en detrimento del mas debil de los coaligados. En este aspecto, es tipico el ejemplo ingles. El partido liberal-nacional conservo una apariencia de personalidad, pero de hecho se fundio integramente en el seno del partido conservador. Por otra parte, su representacion no cesa de disminuir; no hay duda que la alianza solo beneficia a los Tories. El caso dellaborismo sudafricano es aun mas notable. En ple-

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

53

no ascenso, despues de las elecciones de 1918, su pacto electoral con los nacionalistas le fue fatal, pese a la victoria compartida. Dividido en dos grupos, humillado en las elecciones de 1929, desde entonces ha perdido toda influencia. Por lo tanto, parece que las coaliciones engendradas por el sistema mayoritario a una sola vuelta son absolutamente desiguales: tienden a crear satelites, no aliados. Entonces, la altemativa que este regimen electoral ofrece a los «terceros partidos» es cruel: ser eliminados por el escrutinio o absorbidos por las coaliciones. Se comprende que estas ultimas sean, en definitiva, mas raras que las fusiones directas. En principia, la representaci6n proporcional no presenta ningun problema en materia de alianzas electorales: por su naturaleza, tiende a suprimirlas quitandoles toda raz6n de ser. Sin embargo, como rara vez da la mayoria absoluta a un solo partido implica, pese a todo, alianzas gubemamentales. Noes uno de los menores defectos del sistema esta contradicci6n entre el plano electoral y el plano gubemamental, que independiza totalmente a los partidos en el primero y los obliga a colaborar en el segundo. Normalmente, esto hace mas dificil la formaci6n de coaliciones parlamentarias y mas inestable el destino de las mayorias gubemamentales. Acerca de este problema se puede recordar el ejemplo de Rolanda, donde las coaliciones de gobiemo parecen haber sido menos s61idas y durables en el regimen de representaci6n proporcional que en el de sistema mayoritario a dos vueltas. El ejemplo de Francia seria menos convincente porque la debil estructura de los partidos en el regimen de dos vueltas va contra la tendencia al refuerzo de las alianzas, mientras que su rigida organizaci6n desde la adopci6n de la proporcionalidad va contra su tendencia a la descomposici6n; pese a todo, el agravamiento de la inestabilidad ministerial es muy claro desde 1946. Pero no siempre la experiencia confirma estas conclusiones racionales sabre la rigurosa independencia de los partidos en el regimen de representaci6n proporcional. En efecto, es raro que la proporcionalidad sea aplicada de manera integral, y su envilecimiento mas frecuente tiende, precisamente, a favorecer a los grandes partidos y a perjudicar a los pequefios. De manera que las coaliciones para formar listas comunes, donde se producen «arreglos» para el reparto de los votos residuales, pueden llegar a ser muy fructiferas. Ademas, ciertas leyes electorales los favorecen deliberadamente. Por ejemplo, el sistema frances de 1919-1924 tenia una evidente tendencia coaligante: en 1919, Ia alianza de los partidos de derechas les permit6 triunfar sabre una izquierda desunida; en 1924, al contrario, la izquierda coaligada pudo derrotar a una derecha fragmentada, sin que el reparto de los votos fuera tan sensible como los resultados electorales. Se notara, a pesar de todo, que las alianzas originadas por un regimen proporcional nacen, precisamente, de sus alteraciones: en la medida en que se aplica integralmente, la representaci6n proporcional tiende a la independencia completa de los partidos. C)

II.

Sistemas electorates y representacion

La teoria democratka considera que el elegido es el representante del elector, en el sentido juridico del termino; la elecci6n es un mandata dado por el primero al segundo

54

DIEZ TEXTOS BAsiCOS DE CIENCIA POLITICA

para hablar y actuar en su nombre en la direcci6n de los asuntos publicos. La palabra «representaci6n» no esta tomada aqui en su sentido tradicional: no se aplica a una situaci6n de derecho, sino a un estado de hecho. Para nosotros, el elegido representa al elector, no como un mandatario representa a su mandante, sino como un cuadro representa un paisaje; la representaci6n no es otra cosa que la semejanza entre las opiniones politicas de la naci6n y la de los diputados que ella ha elegido. En el tema de la representaci6n, el sistema electoral cumple un papel importante, aunque mal definido. Los hombres politicos lo saben desde hace mucho tiempo y, generalmente, consideran el sistema electoral menos en sus posibles consecuencias sobre el numero y la estructura de los partidos politicos que en sus efectos sobre el reparto de los escaiios disponibles. Cada mayoria gubemarnental intenta siempre adoptar la combinaci6n mas conveniente para continuar en el poder. Lo que los norteamericanos Haman gerry-mandering (modificaciones en el establecimiento de las circunscripciones) es la forma mas prirnitiva de esta tendencia, a la que la actual variedad de sistemas electorales ofrece una gama de procedimientos muy numerosa y flexible. El presente trabajo, evidentemente, adopta un punto de vista menos utilitario. Se propone centrar las investigaciones en el problema de la exactitud de la representaci6n politica, midiendo el grado de semejanza entre la opini6n publica y la opini6n parlamentaria segun los diferentes sistemas electorales. Despues de haber examinado la cuesti6n en sus lineas generales, desde un angulo estatico, nos esforzaremos igualmente en determinar el grado de sensibilidad de cada sistema frente a las variaciones de opini6n en el tiempo.

1.

LA EXACTITUD DE LA REPRESENTACION

La representaci6n de los partidos

A primera vista, parece posible adoptar un metodo muy simple para medir la exactitud de la representaci6n: la comparaci6n entre el porcentaje de escaiios y el porcentaje de votos obtenidos por cada partido. Si ambos coinciden, la representaci6n sera exacta; si el primero es superior al segundo habra «sobrerrepresentaci6n», si es inferior, «subrepresentaci6n». Tal investigaci6n no es despreciable, pero aun es muy incompleta: mostraremos que la representaci6n numerica de los partidos es totalrnente distinta de la representaci6n real de la opini6n publica. Si nos limitamos, sin embargo, a la primera (como se hace generalmente), se pueden formular relaciones muy precisas entre los sistemas electorales y el grado de exactitud de la representaci6n. A) Por definici6n, la representaci6n proporcional es, evidentemente, el regimen mas exacto; precisarnente ha sido concebido para este fin. Sin embargo, las alteraciones practicas aportadas a su funcionarniento atenuan a menudo esta exactitud. Para que fuera perfecta seria necesario, o bien que el pais forme una unica circunscripci6n electoral, o bien que los votos residuales se repartan a escala nacional. Diferentes razones politicas llevan generalmente a descartar uno y otro metodo y a preferir tecnicas menos puras. En-

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

55

tonces, aparece una diferencia entre la proporci6n de escaftos y la proporci6n de votos, que varia segun el sistema adoptado para el reparto de votos residuales, el marco electoral, la posibilidad de mezclas o agrupaciones, etc. La diferencia es bastante debil en ciertos paises y bastante grande en otros. A titulo de ejemplo de una distribuci6n pobre citaremos a Suiza, segun el cuadro publicado por la estadistica oficial, que muestra la distribuci6n de escaftos en el consejo nacional en las elecciones de 1947, de acuerdo con diversas variedades de representaci6n proporcional (vease cuadro 2.2). Diferencias entre las diversas modalidades de representaci6n proporcional en las elecciones suizas de 1947 (tornado de Nationalrats ahlen, 1947, Estadfstica suiza, fasc. 22. Berna, 1949)

CUADRO

2.2.

Partidos Radicales Socialistas Cat6licos-conservadores Campesinos, artesanos, burgueses Independientes Liberal-dem6cratas Partido del trabajo (comunistas) Dem6cratas Econ6mico de izquierda Evangelicos Uni6n Campesina de Schwys

Total

A

B

c

D

E

F

G

52 48

50 50

44

44

44

20 8

45 52 42 24 9

51 48

21 8

44 51 41 24 9

50 50

44

45 51 41 23 9

20 8

22 8

7 7

6 10

6

6 10

6 10

7 7

5 I I 0

5 0 1 0

6 10 6 I

5 0 1 0

5 0 I 0

5 1 1 0

194

194

194

194

194

2 0

10 5 1 2 1

194

194

Escafios obtenidos con Ia ley electoral en vigor. Escafios que hubieran obtenido con Ia ley en vigor, pero sin unificaci6n de las listas. B. c. Escafios que hubieran obtenido segun Ia proporci6n de electores para el conjunto de Suiza. D. Escafios que hubieran obtenido segun el porcentaje de papeletas de partidos (sin mezclas). E. Escafios que hubieran obtenido seglln Ia ley en vigor, si toda Suiza fuera una sola circunscripci6n, de acuerdo con el total de papeletas de partidos y sin mezcla. F. !d. a Ia hip6tesis anterior, pero con una circunscripci6n por cant6n. G. id. a Ia anterior pero con unificaci6n de Iistas. A.

Como se ve en el cuadro 2.3, la exactitud de la representaci6n parece menos grande en el sistema proporcional noruego: figuran, allado de los escaftos efectivamente atribuidos a los partidos, las cifras de aquellos a los que la representaci6n proporcional perfecta les habria dado derecho (segun los informes de las comisiones de encuesta del Storting del 6 de diciembre de 1935 y del 10 de junio de 1938). En Francia, la inexactitudes aun mas sensible y ciertos partidos --como los radicales y la agrupaci6n de izquierda- resultan muy perjudicados por el sistema electoral (vease cuadro 2.4, relativo a las elecciones para la Asamblea Nacional del 8 de diciembre de 1946). B) A pesar de todo, las diferencias son infinitamente menos grandes en el siste-

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

56 CUADRO

Partidos Escafws

Derecha Agrarios Izquierda Socialistas Soc. derecha Radicales Comunistas Liberates Partido social Union nacional Democratacristianos

2.3. Inexactitud de la representaci6n proporcional en Noruega 1921

1924

Con R.P. integral

Ob-

tenidos

57 17 37 29 8 2

51 20 30 32 14 3

54 22 34 24 8 2 6

Ob-

tem-

dos

1927

1930

1933

1936

Con R.P. integral

Ob-

Con R.P integral

Ob-

tenidos

Con R.P integral

Ob-

tenidos

Con R.P integral

Ob-

tenidos

tenidos

Con R.P. integral

50 20 28 28

30 26 30 59

36 22 26 56

41 25 33 47

42 24 30 48

30 23 24 69

31 21 26 62

36 18 23 70

33 17 24 66

1 3 1

2 6 2

1 0 3

1 2 3

1 0 1 1 0 1

0 2 2 2 3 1

0 0 0 1 0 2

0 0 2 4 2 2

13

2 9

rna proporcional que en el regimen mayoritario a una sola vuelta, que alcanza en este aspecto el maximo de inexactitud en la representacion numerica. Si solo hay dos partidos, podemos destacar aqui una tendencia constante: el partido mayoritario esta sobrerrepresentado y el partido minoritario esta subrepresentado. El fenomeno no es muy grave: acentua simplemente las variaciones de opinion del cuerpo electoral, como lo mostraremos mas adelante. Pero si el sistema mayoritario coexiste con un multipartidismo, se puede llegar a una representacion mas fantasiosa, aunque no se aleje mucho de la linea general: un partido que tiene mas votos que su rival mas proximo esta, en principio, sobrerrepresentado en relacion con el (es decir, o mas sobrerrepresentado o menos subrepresentado que este ultimo). Sin embargo, si la diferencia de votos es muy debil se puede excepcionalmente llegar a una representacion totalmente falseada: el partido que tuvo menos numero de votos puede obtener mas escafi.os y viceversa. Este caso se produjo, por ejemplo, en Inglaterra en enero de 1910 cuando los liberales obuvieron 275 escafi.os con el43,1 % de los sufragios y los conservadores 273 escafi.os con el47% de los votos. Se renovo en 1929 cuando los laboristas consiguieron 289 escafi.os con el 37,5% de los votos y los conservadores 262 con el 37,97 %. Tal hipotesis puede suceder tambien en un regimen bipartidista. Los adversarios del sistema mayoritario a una sola vuelta no dejan de poner de manifiesto estos ejemplos para destacar lo absurdo del sistema, pero casi siempre olvidan subrayar que son muy excepcionales. Con un sistema multipartidista, sin embargo, la inexactitud de representacion del regimen mayoritario es evidentemente muy grave. Pero no hay que olvidar que por naturaleza tiende a reabsorberse, porque los fenomenos de sobrerrepresentacion o subrepresentacion que implica constituyen precisamente el motor principal del retorno al dualismo. La figura 2.4 muestra claramente como el sistema ha perjudicado a los liberales a partir

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

57

CUADRO 2.4. Inexactitud de Ia representaci6n proporcional en Francia. Elecciones de/10 de noviembre de /946, para Ia Asamblea Nacional (segun E:Zections et rejerendums, Ediciones Le Monde, Paris, 1947, p. 253) Sufragios no representados Votos obtenidos en% de los votos obtenidos por el partido

en miles

Escaiios

Comunistas

5.489

28,6

166

107

0,6

6,2

1,9

S.F.I.O.

3.432

17,9

90

368

1,9

21,4

10,7

Radicales y R.G.R.

2.381

12,4

55

647

3,4

37,6

27,2

313

1,6

5

148

0,8

8,6

47,2

5.058

26,4

158

162

0,8

9,4

3,2

229

1,2

8

17

0,1

1,0

7,4

2.237

11,6

62

209

1,1

12,1

9,3

164

0,3

0

64

0,3

3,7

9.203

100,0

544

1.722

9,0

100,0

Partidos

Union Gaullista M.R.P. Partido campesino y predominio campesino Derecha, independ. y P.R.L. Otras listas Total

en miles

en% de los votos expresados

en% del total de los votos no representados

en% de los votos expresados

100 9,0

del momento en que quedaron como tercer partido en Inglaterra. Esta figura no expresa otra cosa que la separaci6n bruta entre el porcentaje de los sufragios y el de los escafios obtenidos por cada partido. Un cuadro rectificado en el que esta separaci6n esta calculada en funci6n de los sufragios de cada partido seria todavia mas significativo (vease fig. 2.5). C) A causa del cambio de opinion que se produce en los votantes entre las dos vueltas, es practicamente imposible establecer las consecuencias exactas de la segunda vuelta sobre la representaci6n de los partidos. Este cambio lleva a los electores a desplazar sus votos en provecho del participante mas favorecido. Se dice, generalmente, que la segunda vuelta atenua las diferencias del sistema mayoritario a una vuelta. Desde un punto de vista puramente numerico no es seguro que sea asi; si se compara el numero de votos obtenidos por los partidos en la primera vuelta, y el numero total de escafios que les corresponde despues de la segunda, se comprueban considerables desproporciones. Es verdad que generalmente estas son inferiores a las anomalias excepcionales que causa, a

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

58 26 Conservadores

20

-

Laboristas

9,43

10

0

10

20

..,......,,

....~

+ 1918

1922

1923

1924

..,......,,

·-~

1929

\,

1931

1935

1945

1950

FIG. 2.4. Diferencias entre el porcentaje de votos y de escanos obtenidos por los partidro en lnglaterra (cifras brutas).

veces, el sistema mayoritario simple: pero parecen poco mas o menos equivalentes a las anomalias medias. Tambien se las puede juzgar mas graves a causa de su orientaci6n, porque la amplitud de una diferencia es mas importante que el sentido en el que se produce. En un sistema a una sola vuelta, combinado con el bipartidismo, sea cual sea la sobrerrepresentaci6n del partido mayoritario y la subrepresentaci6n del minoritario, ni la una ni la otra alteran normalmente el esquema general de la diferencia de opiniones. Con la segunda vuelta, por el contrario, el disefio de conjunto se falsea totalmente; no es el m1mero de sufragios obtenido por cada partido lo que determina el sentido de la diferencia de representaci6n, sino sus posiciones politicas y sus alianzas. Generalmente, la segunda vuelta favorece al centro y perjudica a los extremos; es decir, el primero esta sobrerrepresentado y los segundos subrepresentados. La historia polftica de la Tercera Republica francesa muestra muy bien este principio, del que encontramos, ademas, huellas en todos los regimenes a dos vueltas: Holanda, Noruega, Alemania, etc. Es interesante reproducir el cuadro preparado por M. Georges Lachapelle para las elecciones francesas de 1932 que muestra claramente la orientaci6n general del sistema (vease cuadro 2.5). Evidentemente, si se compara el porcentaje defmitivo de escafios con el de los votos obtenidos en la segunda vuelta, la diferencia se atenua notablemente: esa es, precisamente, la raz6n de ser del sistema. Entonces, se puede pretender que este mejora la exactitud de la representaci6n en relaci6n con el sistema mayoritario a una vuelta, pero al ha-

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

59

cerlo se comete un grave error de metodo porque la primera vuelta proporciona un cuadro de la representacion de los votos entre los partidos que es comparable al que proporcionan el sistema mayoritario a una vuelta o la representacion proporcional. La segunda vuelta supone un reagrupamiento necesario de los votos que ya no permite distinguir su verdadero color politico. Contar como votos radicales, en 1936, en Francia, los votos comunistas aportados en la segunda vuelta al candidato «valoisien», porque estaba ala cabeza del Frente Popular, no corresponde a la realidad. Los sufragios de la segunda vuelta se agrupan por tendencias, y no por partidos: se abandona entonces la nocion de representacion partidaria para adoptar la que podriamos Hamar -a falta de mejor expresion- la representacion de la opinion. La representaci6n de fa opinion

El reparto de votos entre los partidos politicos noes mas que un medio para Ia expresion de la opinion publica: no es esta opinion en sf misma, como se entiende corrientemente. Con frecuencia se dice, por ejemplo, que la representacion proporcional asegura una «fotograffa», tan precisa como es posible, de la opinion publica; en realidad, se li80 70

18888888

60

Conservadores

-

~

Liberales

Laboristas

50 40 30 20 10 0 10 20 30 40 50 60 70 80 \,

1918

1922

1923

+

1924

\,

1929

y

1931

#

1935

1945

FIG. 2.5. Diferencias entre el porcentaje de votos y de escm'ios obtenidos por los partidos en lnglaterra ( cifras rectificadas, relacionadas con el porcentaje de votos).

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

60 CUADRO

2.5.

lnexactitud del sistema mayoritario ados vueltas (eleccionesfrancesas de 1932) (segtin G. Lachapelle, Regimes electoraux, p. 163)

Partidos

Conservador y U.R.D. (derecha) Independientes Dem6cratas populares Republicanos de izquierda Radicales independientes Radicales socialistas Republicanos socialistas Socialistas Socialistas comunistas Comunistas

Votos obtenidos

Escaiios obtenidos

1.316.219 499.236 309.336 1.299.936 955.990 836.991 515.176 1.964.384 78.472 796.630

81 28 16 72 62 157 37 129 11 12

Representacion proporcional integral

86 32 20 82 60

115 33 122 5 50

Diferencia

+5 +4 +4 + 10 -2 -42 -4 -7 -6 + 38

mita a traducir exactamente en el plano parlamentario el reparto de los sufragios entre los partidos politicos. Pero queda sin solucion el problema de si este reparto es, en sf mismo, la imagen fiel de la opinion publica propiamente dicha. Asf, la representacion polftica supone dos actos sucesivos que es importante distinguir: a) la expresion de la opinion publica en la distribucion de votos entre los candidatos de las elecciones (que llamamos «representacion de la opinion» en sentido estricto), b) la traduccion de la distribucion de los votos en la distribucion de los escaiios (que llamamos «representacion de los partidos»). Si la influencia de los sistemas electorales sobre la exactitud de la «representacion de los partidos» ha sido ya objeto de algunas investigaciones, sus consecuencias sobre la «representacion de la opinion» casi nunca ha sido examinada de manera sistematica; sin embargo, la importancia de una es, al menos, igual a la de la otra. Pero la dificultad del analisis es infinitamente mas grande porque no se dispone de bases estadfsticas: es necesario utilizar los metodos de sondeo directo (sistema Gallup) en estrecha correlacion con las elecciones, no para predecir su resultado (como se hace comunmente) sino para comparar las posiciones polfticas de los electores y de sus votos por tal o cual partido: se podrfa, entonces, medir con relativa precision la deformacion que estos aportan a la expresion de aquellas. Comparando los resultados en diversos pafses clasificados segun sus sistemas de escrutinio, serfa posible analizar numericamente la accion del sistema electoral sobre la representacion de la opinion, como se ha hecho sobre la representacion de los partidos. Desgraciadamente, la insuficiencia actual de los estudios emprendidos en este campo no permite su aplicacion en el presente trabajo, que debera, en consecuencia, utilizar metodos de observacion mas empfricos y, por lo tanto, menos precisos: o sea, que las conclusiones formuladas seran muy conjeturales. A) Para comenzar, seiialemos el problema de la localizacion geografica de la opinion, que, ademas, tiene muchos aspectos. Ya hemos aludido a uno de ellos al estudiar la existencia de partidos locales en el sistema mayoritario a una sola vuelta. La tendencia al

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

61

bipartidismo originada por este sistema electoral se manifiesta, sobre todo, dentro de las circunscripciones, puesto que en el ambito del pais pueden coexistir varios partidos con tal que solo se enfrenten de dos en dos en cada una de ellas. En consecuencia, los pequefios partidos pueden subsistir a escala nacional porque son grandes partidos en determinadas regiones, ya se trate de partidos autonomicos o regionales (nacionalistas irlandeses, partidos eslovacos en Checoslovaquia, etc.), o de futuros grandes partidos nacionales que comienzan a desarrollarse en las regiones donde la poblacion les es especialmente favorable (partidos socialistas en las ciudades obreras ), o de antiguos grandes partidos nacionales reducidos a la escala local por el despiadado proceso de eliminacion que hemos descrito (actualmente, el partido liberal en Gran Bretafia). Pero estos resultados se pueden generalizar, porque la propia tecnica del sistema mayoritario alcanza a confiar la representacion total de una region al candidato que esta a la cabeza de sus rivales, sin tener en cuenta los sufragios recogidos por los otros; entonces, las minorias solo pueden estar representadas a escala nacional porque son mayorias en ciertos distritos. De lo que resulta que el sistema mayoritario acentua la localizacion geografica de las opiniones; de la misma manera se podria decir que tiende a convertir una opinion nacional (es decir, repartida en el conjunto del pais) en una opinion regional, que solo le permite estar representada en las porciones del territorio donde es la mas poderosa. En este aspecto, el caso de los Estados Unidos es particularmente llamativo: es demasiado conocido para que sea necesario insistir en el. Por el contrario, la representacion proporcional acrua en el sentido opuesto: las opiniones fuertemente arraigadas localmente tienden a extenderse al ambito nacional por la posibilidad de ser representadas aun en las regiones donde son muy minoritarias. La tendencia es tanto mas marcada cuanto mas perfecta es la proporcionalidad: el reparto de los votos residuales en el marco nacional la favorece de manera particular, igual que todos los sistemas que tienen como consecuencia practica hacer una sola circunscripcion de todo el pais. Asi se puede percibir, en los pafses que han adoptado la representacion proporcional despues de haber conocido un sistema mayoritario, una especie de «nacionalizacion» progresiva de las opiniones. Ya lo hemos sefialado en Rolanda, pero es igualmente relevante en Suiza, en Belgica, etc. Es dificil decir cual de estas dos tendencias -nacionalizacion originada por la representacion proporcional y localizacion por el impulso del sistema mayoritari
62

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

transformar a ambos en partidos auton6micos. En los Estados Unidos, el sistema mayoritario refuerza la oposici6n del norte y el sur y la particular organizaci6n de este ultimo. La comparaci6n de los dos mapas elaborados por Fran9ois Goguel para la Encyclopedie politique de Ia France et du monde, 2." ed., 1950 (uno representa las elecciones proporcionales para la Asamblea Nacional, y el otro las elecciones para el Consejo de la Republica, pnicticamente mayoritarias), muestra claramente las diferencias desde el punto de vista de la localizaci6n de las opiniones; la oposici6n del norte y del mediodia es notable en el segundo, pero pnicticamente desaparece en el primero. El problema de la localizaci6n geognlfica de las opiniones tiene otro aspecto que es importante no confundir con el precedente. Dos categorias de factores intervienen siempre en la orientaci6n politica de los ciudadanos: los factores particulares y locales, y los factores generales (podriamos decir igualmente: los factores personates y los factores ideol6gicos, aunque ambas distinciones esten lejos de coincidir exactamente). Ademas, la distinci6n entre unos y otros es delicada porque, muy a menudo estan estrechamente mezclados de manera inconsciente; se necesitaria un verdadero metodo de psicoanalisis social para conseguirlo. La cuesti6n esta en definir la influencia de los sistemas electorates en cada uno de ellos: ciertas modalidades de escrutinio desarrollan los factores locales de la opini6n en perjuicio de los factores nacionales y viceversa. Ahora vemos toda la importancia practica del problema: la politica de un parlamento es profundamente diferente segun sus miembros hayan sido elegidos sobre todo por razones locales o por sus posiciones ante los grandes intereses nacionales. Aqui, la diferencia no esta entre la proporcionalidad y el regimen mayoritario, sino entre el escrutinio uninominal y el de lista; el primero puede adecuarse al sistema mayoritario (sistema de voto transferible), y el segundo funciona segun la representaci6n proporcional. En efecto, el escrutinio uninominal supone una pequefia circunscripci6n, donde, naturalmente, predominan las consideraciones localistas; al contrario, el escrutinio con listas funciona en un marco mas extenso, donde los puntos de vista locales se limitan unos a otros permitiendo adquirir mucha importancia a las consideraciones generales. Tambien es necesario afiadir que el sistema uninominal, dado su caracter personal, permite mas facilmente las promesas individuales y da gran importancia a las relaciones locales del candidato que, naturalmente, sera conducido a limitar sus miras al estrecho marco del que ha surgido; en cambio, el escrutinio por listas atenua esta influencia personal (que desaparece casi completamente en el caso de las listas cerradas) y obliga al elector a votar por un partido mas que por los hombres, es decir, por una ideologia y una organizaci6n nacional, mas que por los defensores de intereses locales. La observaci6n confirma los resultados de este analisis. Sin duda, el escrutinio con listas en el marco departamental (que, desde 1945, ha reemplazado al escrutinio uninominal de distritos en Francia) ha contribuido mucho a ampliar los horizontes politicos de los parlamentarios y los gobernantes; veremos que el merito no corresponde al sistema proporcional en si mismo, como se cree comunmente. Por el contrario, el caracter profundamente local de las preocupaciones del Congreso norteamericano -muy frecuentemente alejadas de las responsabilidades mundiales a las que deben hacer frente los Estados Unidos- provienen, en gran medida, de la pequefiez de los distritos electorates y del

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

63

sistema uninominal en que se basa. Sin embargo, intervienen otros factores que pueden modificar profundamente los resultados globales, especialmente el grado de centralizacion de los partidos; podemos comprobar, en efecto, que Inglaterra, a pesar de sus ataduras con el escrutinio uninominal y con las circunscripciones pequeiias, no muestra los defectos habituates del sistema. Sin duda, esta particularidad se explica por la conjuncion del sistema de dos partidos y por la centralizacion de cada uno de ellos. A causa del primer factor es extremadamente diffcil para un candidato afrontar el combate como un francotirador, fuera de las grandes formaciones tradicionales; a causa del segundo, la designacion de dicho candidato esta fuertemente sometida a la accion de la direccion central del partido, que quita a este mucho de su vision local. El segundo factor es, ademas, mas importante que el primero, como lo prueba el ejemplo norteamericano, donde la centralizacion de los partidos no impide su orientacion local, pese al bipartidismo. B) Noes menos importante la influencia del sistema electoral sobre las divisiones de la opinion publica. En este campo intervienen, por cierto, muchos otros factores (psicologicos, religiosos, ideologicos, economicos, etc.); sin embargo, el factor electoral no es nada desdeiiable, porque puede acentuar o frenar la accion de los primeros. Conviene aquf recordar nuestras conclusiones relativas a Ia influencia del sistema electoral sobre el numero de partidos politicos. El sistema mayoritario a una vuelta, con su tendencia al bipartidismo, suprime las divisiones secundarias de la opinion y las reune en tomo a dos grandes tendencias rivales; por el contrario, Ia representacion proporcional favorece Ia multiplicacion de las tendencias de la opinion, permitiendo a cada una de ellas formar un partido separado. Generalmente se supone que la representacion proporcional asegura una representacion mas fiel de Ia opinion y que, opuestamente, el sistema mayoritario a una vuelta la deforma seriamente. Tal vez las cosas sean menos simples. Noes seguro que Ia acentuacion de las divergencias de opinion que resulta de Ia proporcionalidad, a Ia vez por su efecto multiplicador y por la independencia recfproca que da a los partidos, corresponda mejor a Ia realidad que la simplificacion generada por el sistema mayoritario. Uno se puede preguntar si la opinion publica no tiene una tendencia profunda a dividirse en dos grandes fracciones rivales, dentro de las cuales se encuentran ciertamente multiples matices, pero cuyos lfmites exteriores son muy claros. Es curioso comprobar en este aspecto como estudios muy diferentes llegan a las mismas conclusiones. Algunos sociologos proponen distinguir dos temperamentos politicos fundamentales (el «radical» y el «conservador» ); los marxistas conciben Ia dinamica social como una lucha entre dos grandes clases rivales; los fundadores franceses de la geograffa electoral reconocen, a traves de la aparente multiplicidad de las opiniones polfticas de su pafs, Ia permanencia de una oposicion de base entre la derecha y la izquierda, el orden y el movimiento. Asf pues, Ia culpa del sistema mayoritario consistiria en desdibujar las divergencias secundarias que existen dentro de cada «familia espiritual»; tendria, igualmente, el merito esencial de traducir correctamente su antagonismo general; por el contrario, la proporcionalidad tendria el grave defecto de eliminar completamente esta «divergencia fundamental» de Ia opinion y, por otra parte, acentuar exageradamente las oposiciones de de-

64

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

talle. En conclusion, contrariamente a la creencia habitual, esta representaria a la opinion mucho mas inexactamente que aquella. El sistema a dos vueltas tendria cierta ventaja en este campo, permitiendo, a la vez -por el juego de alianzas de la segunda vuelta- traducir el dualismo de base al mismo tiempo que las oposiciones secundarias que existen dentro de cada grupo de opiniones. Notemos, ademas, que un sistema bipartidista lograria el mismo resultado, en la medida en que cada partido conservara una estructura flexible, permitiendo el nacimiento y la cohabitacion de diversas fracciones. Otro aspecto del problema atafie a la amplitud de las discrepancias de la opinion: aqui, la misma confusion precedente entre la representacion de los partidos y la representacion de la opinion engendra errores semejantes. Se dice corrientemente, en efecto, que la representacion proporcional tiene el merito de reducir esta amplitud, disolviendo los grandes antagonismos en varias fracciones, mientras el sistema mayoritario puro y simple, conduce al sistema de los dos «bloques», es decir, a la oposicion maxima: pero esto es confundir las diferencias numericas de las representaciones en el seno del parlamento con la profundidad de las divergencias politicas. En realidad, los efectos respectivos de la representacion proporcional y de los sistemas mayoritarios son diametralmente opuestos a esta creencia habitual. Holcombe ha sefialado justamente, en su articulo de la Encyclopedia of Social Sciences, que los partidos tienden a reunirse en un regimen bipartidista (surgido normalmente de un sistema electoral a una sola vuelta), sin extenderse, ademas, sobre los factores de esta aproximacion. Estos son muy faciles de definir. Razonemos sobre un ejemplo preciso, el de la Inglaterra actual, y olvidemos al partido liberal, que ya no tiene importancia. £,Quien decidira la victoria de los conservadores o los laboristas en las elecciones? No seran sus partidarios fanaticos, que seguramente votaran por ellos, aunque sea por no poder apoyar a un partido situado mas a la derecha o mas a la izquierda; sino los dos o tres millones de ingleses moderados, situados politicamente en el centro, que votan tanto a los conservadores como a los laboristas. Para conquistar sus votos, el partido conservador sera forzado a atenuar su conservadurismo y el laborista su socialismo, para tomar ambos un tono de calma, un vuelo rasante. Uno u otro deberan hacer politicas claramente orientadas hacia el centro, o sea, profundamente parecidas: se llega a la paradoja de que el centro influye en toda la vida parlamentaria en este pais donde, precisamente, el sistema electoral impide la formacion de un partido de centro. El resultado es la reduccion evidente de la amplitud de las opiniones politicas. El mito de los «dos bloques», tan vigente en Francia, en Inglaterra no corresponde a la realidad. Comparemos este ejemplo con el del sistema proporcional frances. Normalmente, cada partido no puede aumentar su representacion si no lo hace a costa de sus vecinos inmediatos: los comunistas a costa de los socialistas; los republicanos populares a costa de los moderados, radicales o el R.P.F., etc. Lo que quiere decir que cada uno se esforzara en marcar las diferencias de detalle que lo separan del mas proximo de sus rivales, en lugar de mostrar sus semejanzas profundas: como resultado se profundizaran las divisiones politicas y creceran las oposiciones. Se podria intentar un analisis completo demostrando que la segunda vuelta, que favorece a los partidos de centro desde el punto de vista de la representacion numerica de

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

65

los partidos, les es menos ventajosa desde el angulo de la representacion de la opinion propiamente dicha. La mayoria de los candidatos de centro electos han triunfado en la segunda vuelta, unos gracias al apoyo de la derecha, otros gracias al de la izquierda. Asi, los partidos centristas tienden constantemente a repartirse entre dos atracciones contrarias. Se ven obligados a hacer tan pronto una politica de derechas, tan pronto una de izquierdas, tratando de frenar una a la otra. El ejemplo del partido radical en la Tercera Republica ilustraria muy bien este mecanismo. Sin embargo, a falta de verificaciones mas precisas y mas numerosas, deberemos considerar solamente estas observaciones como hipotesis provisionales que siempre pueden ser revisadas. Pero el problema esencial continua siendo el de Ia coincidencia entre Ia opinion publica y la mayoria gubemamental, coincidencia que, en suma, define al regimen democratico. En este aspecto debe establecerse una distincion fundamental entre las mayorias «impuestas» y las mayorias «libres». Cuando Ia distribucion de escafios entre los partidos es tal que no puede subsistir ningun equivoco acerca de Ia mayorfa, de manera que esta escapa a Ia accion de los diputados y a las intrigas parlamentarias, hay una «mayoria impuesta». Por el contrario, hay «mayoria libre» cuando varios partidos tienen un numero de votos mas o menos equivalentes, sin que ninguno de ellos sea capaz de gobemar solo con sus propias fuerzas, Ia formacion de Ia mayoria depende mucho de Ia voluntad de los diputados y de las direcciones partidarias, sin que Ia opinion publica intervenga directamente en Ia cuestion. Solo el primer sistema corresponde a Ia nocion tradicional de democracia; el segundo llega, de hecho, a una mezcla de democracia y oligarqufa, en la que solo se consulta al pueblo para determinar los respectivos porcentajes de influencia de las cupulas partidarias. En este campo, el sistema electoral cumple un papel importantfsimo que se puede describir en Ia formula siguiente: el sistema mayoritario a una vuelta tiende a una mayoria impuesta por Ia opinion; Ia representacion proporcional, a una mayorfa libre; el sistema a dos vueltas, a una mayoria semilibre. Observemos una eleccion inglesa: el dfa siguiente del escrutinio se sabe quien asumira el poder, se conoce Ia mayorfa sin ninguna duda posible: un partido forma el gobiemo, el otro Ia oposicion. El sistema electoral britanico solo ha sido falseado excepcionalmente durante el periodo 1918-1935, a causa de un provisorio tripartidismo, que el regimen electoral ha destruido, y durante las guerras, a causa de los gobiemos de union nacional: se trata de hipotesis excepcionales. En tiempos normales, en todos los pafses donde el sistema mayoriatario ha generado el bipartidismo, la opinion publica ha impuesto al parlamento la mayoria gobemante. Es cierto que el escrutinio deforma ligeramente esta mayoria, aumentandola de manera artificial, pero no la falsea. El sistema electoral cumple un papel de «cristal de aumento» que permite aclarar la separacion entre la mayoria y la oposicion. Comparemoslo con un sistema de representacion proporcional como el de Francia: todas las mayorias son posibles o casi. Podemos concebir, en la actual asamblea: a) una mayoria del centro (SFIO, MRP, radicales y algunos moderados) que gobiema de hecho desde el 6 de mayo de 1947 con diversos nombres; b) una mayoria «tripartidista» analoga a Ia que existfa entre las dos Constituyentes (comunistas, SFIO, C)

66

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

MRP) que ha gobernado hasta el6 de mayo de 1947; c) una mayoria del Frente Popular, a 1a moda de 1936 (comunistas, SFIO, y algunos radicales «progresistas»); d) una mayoria moderada que va desde Ia extrema derecha hasta el partido SFIO, incluyendo tambien algunos socialistas de Ia vertiente Ramadier). La opci6n entre estas cuatro combinaciones (tambien otras son posibles) no depende del cuerpo electoral, sino s6lo del juego parlamentario: el papel del pueblo es solamente modificar el mimero de combinaciones y el canicter mas o menos probable de algunas de elias segun el porcentaje que atribuya a cada partido. Fen6menos semejantes se observan en Ia mayor parte de los Estados con representaci6n proporcional, salvo los casos excepcionales en que un partido obtiene la mayoria absoluta de los escafios. Si solamente se aproxima a Ia mayoria absoluta, sin alcanzarla, Ia observaci6n muestra que el parlamento conserva una gran libertad (el reciente ejemplo belga), a menos que el partido en cuesti6n no ocupe una posici6n dominante en Ia vida polftica del pafs (ejemplo de los partidos socialistas escandinavos). De todas maneras, hip6tesis semejantes son raras y no corresponden a Ia tendencia normal del sistema proporcional. En un sistema a dos vueltas, Ia determinaci6n de Ia mayoria es menos libre a causa de Ia dependencia recfproca de los partidos y de las alianzas electorales que estan obligados a contraer. El ejemplo frances, entre 1928 y 1939, muestra, a pesar de todo, que Ia posibilidad de combinaciones parlamentarias es todavfa grande: en muchas legislaturas, una mayoria de izquierda ha abierto el camino, despues de dos afios de poder, a una mayoria Hamada de Uni6n Nacional, mucho mas orientada hacia Ia derecha. Sin embargo, Ia perspectiva de nuevas alianzas en Ia segunda vuelta tendfa, nuevamente, a inclinar al gobierno hacia Ia izquierda, en vfsperas de las elecciones. Ademas, en Ia mayoria de los pafses que han practicado el sistema a dos vueltas --como Francia, antes de Ia guerra de 1914--, las mayorias fueron generalmente mas estables y mas conformes con las indicaciones del escrutinio. Lo que no quiere decir que este no se encontrara poderosamente influido por el juego de las alianzas, y que estuviera muy lejos de las mayorias impuestas por el regimen a una vuelta.

2.

LA SENSIBILIDAD A LAS VARIAClONES DE OPINI6N

El problema se plantea asf: t,un sistema electoral, tiende a acentuar las variaciones de Ia opini6n publica o a atenuarlas? En el primer caso se dira que es un sistema sensible (e inestable); en el segundo, que es un sistema insensible (y estable ). La principal dificultad de Ia soluci6n es que hay varias categorias de variaciones de opini6n y que el grado de sensibilidad de los regfmenes electorates varia segun cada una de elias. Hay que distinguir esencialmente entre las variaciones que se producen dentro de las opiniones tradicionales y las expresiones de nuevas corrientes, mas o menos durables. Podriamos resumir asf la influencia de los sistemas electorates: I.") Ia representacion proporcional es insensible a las variaciones de las opiniones tradicionales v muy sensible a Ia aparicion de nuevas corrientes, aunque sean provisionales y dehiles: 2.) PI sistema mayoritario a una sola vuelta es muy sensible a las variaciones de las opiniones tradicionales, pero es insensible a las nuevas corrientes, a menos que sean poderosas y

CD Sistema mayoritario (2 vueltas) 50

40

30

20

............. ................

15

9

10

6

4 ~-

--

.... 7

7

7

3

1894

1897

1901

1905

1909

@

1913

Representaci6n proporcional

37

3ro----------l32-----------r30~--------23r0----------~~~ -

30

24

22

24

~=======1~----_j~22~====~~

20

20

...



•••••

. ........... -

.... ....

14 -----·· ---·

-··

17

13 12 11 ••••••·•••··•• ~-----·· -~ - - - - -~.- - - - .-: - 10 10 ~---~-~.-__,.__ 9 11 8 --- -10 -·-·--~~. 7 ---- 8 6 7 ~ · - · - · - ·5 7 7 6 • 4 5

13 10

.... .. ---··

16 ----·~·-.. 11

-·-

1918

1922

1925

1929

-

· - liberales; - - - - cat61icos;

-

-



radicales;

1933

1937

anti-revolucionarios;

cristianos hist6ricos; = = = socialistas;

FIG. 2.6. La representaci6n proporcional y el <
DIEZ TEXTOS Bfi.SICOS DE CIENCIA POLfnCA

68 0

duraderas; 3. el sistema mayoritario a dos vueltas es relativamente poco sensible tanto a las variaciones de opiniones tradicionales como a Ia manifestacion de nuevas corrientes. Como siempre, estas formulas solo expresan las tendencias generales de base, suceptibles de ser modificadas profundamente por la accion de otros factores; tienen, entonces, numerosas excepciones. )

Variaciones de las opiniones tradicionales Son los cambios en el reparto de los sufragios, en cada eleccion sucesiva, entre los partidos habituales, excepto la brusca mutacion de alguno de ellos, solo explicable por un movimiento verdaderamente nuevo de la opinion (vease mas adelante). Se llamara insensible a un sistema electoral en la medida en que tienda a atenuar estos cambios, es decir, a debilitar la diferencia entre la cantidad de escaiios y la cantidad de votos. Al contrario, un sistema sensible, aumentara esta diferencia. A) En este tema es evidente el caracter estabilizador de la proporcionalidad. En principio debe contentarse con expresar exactamente la diferencia de los votos y el reparto de escaiios entre dos elecciones. En la practica, la imperfeccion con que se aplican los principios proporcionales significa una atenuacion de esta diferencia. Ademas, aun cuando la representacion proporcional se aplicara integralmente, conservarfa su insensibilidad. Porque, al lado del efecto mecanico resultante de la imposibilidad practica de traducir al reparto de escaiios una diferencia de votos muy pequeiia, la estabilidad descansa en un factor sociologico; en un regimen polftico bien establecido en un pais que practica la democracia desde hace mucho tiempo, las opiniones tradicionales varian poco y el reparto de sufragios entre los partidos habituales permanece siempre casi constante. Uno de los resultados mas interesantes de las investigaciones realizadas en el campo de la geografia electoral es el descubrimiento de esta «cristalizacion» de las posiciones polfticas. Por naturaleza, los movimientos de opinion son, entonces, muy debiles, y solo aumentando su amplitud permiten que los capten los instrumentos de medicion; como los sismografos que perciben las oscilaciones de la corteza terrestre imperceptibles a nuestros sentidos. Traduciendo fielmente el reparto de votos en el de los escaiios sin acentuar sus variaciones, la representacion proporcional llega a cristalizar el regimen polftico. Nada es mas instructivo, en este aspecto, que la lectura de las curvas que representan las posiciones respectivas de los partidos de una eleccion a otra. En un regimen proporcional, las curvas son practicamente horizontales, con diferencias extremadamente debiles. El ejemplo de Rolanda, de 1919 a 1939, es particularmente tipico (fig. 2.6): en este pais, estable por naturaleza, un escrutinio estabilizador llevo a un inmovilismo polftico casi total. Muy parecidos serfan los casos de Belgica y Suiza. No obstante, a veces son claramente perceptibles los movimientos a largo plazo, en la medida en que son muy amplios: por ejemplo, la tendencia ascendente de los partidos socialistas escandinavos que los ha colocado en una posicion dominante (vease fig. 2.7); el ejemplo sueco es particularmente caracterfstico. Es diffcil decir aqui si la modalidad

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

134

Socialistas 130

69

Conservadores

120

Liberales (+ indep. del Pueblo 1924-1932)

110

Agrarios

100

Comunistas

90 80 70 60

57

50 40 33 30

--

23

20 12

10

1911

32

1914

1914

1917

7

1920

1921

... •••

5

1924

8

1928

1932

1936

1940

1944

1948

2.7. Ascenso del partido socialista hacia una posicion dominante en Suecia, de 1911 a 1948, bajo el sistema de representaci6n proporcional.

FIG.

del escrutinio ha ampliado o limitado este ascenso; parece que, por un lado, lo ha frenado, retrasando el momenta en que los laboristas escandinavos lograron la mayoria absoluta (que hubieran alcanzado muy n1pidamente con un sistema mayoritario a una vuelta, como veremos mas adelante); pero, por otro, podemos pensar que lo ha fortalecido, por el caracter durable que ha dado a la debilidad de los otros partidos (debilidad que hubiera sido menos importante con un sistema mayoritario ). Vemos que es necesario atenuar el rigor de las formulas precedentes sobre el caracter estabilizador de la representacion proporcional; muy a largo plazo, se puede decir que amplia, en lugar de atenuar, los movimientos profundos en la opinion tradicional. Pero, igualmente, los frena, tanto en la fase de ascenso como en su declive. B) Los efectos naturales del escrutinio mayoritario a una vuelta son muy diferentes. Las curvas de las variaciones de escafios obtenidos por los partidos adquieren el aspecto dentado caracteristico del sistema (fig. 2.8, A). Si se le afiaden las curvas de porcentajes de votos, se comprueba que la amplitud de las diferencias es muy clara: la comparacion de los porcentajes de votos y los porcentajes de escafios en Inglaterra, entre 1918 y 1950, es muy sugestiva, aunque la presencia del partido liberal haya alterado pro-

80

@

Porcentaje de escailos

70

60

50

40

30

20

10



9,4 6,59

60

@

·-·-. 9,4

5,9 - - - .

3,6

·-.

59,83

Porcentaje de votos

50

40

30

23,4

20

/·/\

22,2

1~

\

- - - Conservadore

10 -

· - Liberates

'

\

'

\'

7,7

=== Laboristas

1918

1922

1923

1924

1929

1931

·-.

---9

9,1 -·-·

6,7

1935

1945

1950

2.8. Ampliaci6n de las variaciones de opiniones tradicionales debida al sistema mayoritario a una vuelta (ejemp/o ingtes).

FIG.

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

71

fundamente el sistema (vease fig. 2.8, A y B). El mecanismo general de la amplificacion es simple; nace de la combinacion de las dos tendencias antes analizadas: la tendencia a la sobrerrepresentacion del partido mayoritario y la tendencia a la subrepresentacion de las minorias. Cuando funciona normalmente --es decir, cuando el sistema mayoritario a una vuelta coincide con el bipartidismo, de acuerdo con su pendiente natural- se comporta como un sismografo politico, capaz de registrar las variaciones de opinion que, sin el, pasarian desapercibidas. Desde un punto de vista puramente teorico, se puede hablar de una deformacion de la representacion, como hemos visto. Desde un punto de vista pnictico, hay que reconocer que el sistema tiene el merito de impedir el inmovilismo natural de la opinion publica sin falsear el sentido general de sus variaciones. Se le puede criticar que le baste pnicticamente el desplazamiento de una decima parte de los sufragios para cambiar toda la orientacion politica de Gran Bretafia, pero seria interesante investigar la composicion social e intelectual de esta decima parte en relacion con las nueve restantes. Posiblemente comprobariamos que representa la parte mas viva y la mas evolucionada de la poblacion, la que, en definitiva, es mas capaz polfticamente porque sabe aprovechar las lecciones de la experiencia y determinar, segun ella, su comportamiento electoral; y que da su confianza a un partido de acuerdo con su actividad anterior y bajo reserva de su comportamiento futuro; mientras que los nueve restantes son impermeables a los resultados positivos y votan por sus lazos tradicionales con un partido, al que se entregan incondicionalmente. De manera que el merito del sistema seria, en resumen, reintroducir las nociones cualitativas en una democracia que rapidamente tiende a ser dominada por lo cuantitativo. Cuando el sistema mayoritario a una vuelta coincide con el multipartidismo, los resultados del sistema son mucho menos satisfactorios: el sismografo esta falseado y deforma las variaciones de opinion en Iugar de amplificarlas. Pese a todo, no olvidemos que esta deformacion se produce, muy a menudo, en un sentido bien determinado (en perjuicio del tercer partido) y que, asf, tiende, por su propio movimiento, a reconstituir el bipartidismo fundamental del regimen. C) No es facil determinar la sensibilidad de la segunda vuelta a las variaciones de opinion. No parece dudosa su tendencia estabilizadora. El ejemplo de Francia es muy claro: estudiando cada eleccion comprobamos que Ia segunda vuelta siempre ha atenuado los cambios de opinion manifestados por la primera. Comparando el perfodo de 1919 a 1924 con el de 1928 a 1936, vemos que las variaciones del cuerpo electoral no han sido mucho mas importantes en el primero que en el segundo, pero que se han traducido en el plano parlamentario con cambios de mayoria muy claros en el primer caso, a causa de Ia vuelta unica, y mucho menos precisos en el segundo, a causa de Ia segunda vuelta. En un modelo asf de escrutinio, el mecanismo de estabilizacion parece descansar sobre Ia accion preponderante de los partidos centrales. Por una parte, dentro de cada gran tendencia, el sistema provoca una polarizacion de los sufragios hacia el partido menos extremo en Ia segunda vuelta: porque generalmente se encuentra en mejor posicion que sus congeneres extremistas, y porque los electores moderados son generalmente mas numerosos que los entusiastas. Por otra parte, ciertos partidos centrales estan a caballo

72

DIEZ TEXTOS BASI COS DE CIENCIA POLITICA

entre ambas tendencias, pese a los acuerdos electorates nacionales: ciertos radicales franceses han sido elegidos siempre con el apoyo de la derecha, mientras que los otros se han beneficiado con el desistimiento de las izquierdas. El partido «a caballo» constituye, de esta manera, un lugar geometrico en el que se disuelven las variaciones de opinion: cumpie un papel de amortiguador importante en relacion con estas. Muy perfeccionada en Francia, esta tecnica de la estabilizacion por medio del partido del centro tambien se ha manifestado en otros paises; los partidos liberales la han empleado a fines del siglo XIX frente al avance del socialismo. En la mayoria de los casos, sin embargo, ha sido menos desarrollada y alianzas electorates mas estrictas han entorpecido el «encabalgamiento». Entonces, la segunda vuelta ha perdido mucho en su accion estabilizadora. En efecto, en la medida en que los multiples partidos que genera cristalizan en dos grandes coaliciones, cuya disciplina es fuerte y la separacion entre elias bien tajante, se aproxima claramente al sistema bipartidista: si la atenuacion de las variaciones de opinion puede continuar manifestandose dentro de cada tendencia, el sistema electoral amplia la diferencia de votos entre las dos coaliciones, como en un regimen bipartidista. La figura 2.9, ala que hemos agregado los votos de los partidos holandeses de cada coalicion electoral, es interesante en este tema: l,SU aspecto dentado no nos hace creer que estamos ante un sistema dualista? Vemos que las consecuencias de la segunda vuelta son muy ambivalentes en este campo, y que la formula general empleada anteriormente solo puede ser aceptada con fuertes reservas. Sensibilidad a las nuevas corrientes de opinion A veces es dificil distinguir entre las nuevas corrientes de opinion y las variaciones de las opiniones tradicionales. Es claro que, para las corrientes transitorias y nipidas -boulangismo en Francia en el siglo XIX, rexismo en Belgica antes de la guerra de 1939, por ejemplo-- la confusion casi es imposible. Pero, si se trata de un movimiento profundo y constante, l,Como precisar el momento en que deja de ser nuevo para convertirse en tradicional? Hemos analizado el desarrollo del socialismo escandinavo de 1914 a 1939: £,era la aparicion de una nueva corriente de opinion o la evolucion de una opinion tradicional? Al comienzo, sobre todo lo primero; al final, claramente lo segundo. Hay que cuidarse de creer en el canicter rigido de los cuadros, que no tienen otro valor que el de facilitar la investigacion. Entre otras cosas, no hay coincidencia absoluta entre la nocion de nuevo movimiento de opinion y la de partido nuevo. Un partido como el PRL en Francia no corresponde a ninguna novedad de la opinion publica; por el contrario, el brusco crecimiento de un antiguo partido a menudo traduce la irrupcion de una corriente nueva en la opinion publica: el ascenso de los partidos comunistas en Europa occidental al final de la segunda guerra mundial es muy sintomatico de esto. A) Por lo expuesto, no parece dudoso el canicter estabilizador del sistema mayoritario a dos vueltas. Todo nuevo partido que quiera afrontar a los electores esta envuel-

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

60

60

73

60

55

50

45

40

1888

1891

1894

1897

1901

1905

1909

1913

Cat61icos + Anti-revo/ucionarios (+ Cristianos Hist6ricos a partir de 1897) Liberates (+ Radica/es a partir de 1891, + Socialistas a partir de 189 7) FIG. 2.9. Las alianzas de partidos en los Pafses Bajos (1888-1913 ). En 1894, Ia colaboraci6n de dos partidos radicales y de los liberales no fue regular. Hubo, igualmente, secesiones liberales. La mayorfa fue pues variable. En 1908, los socialistas retiraron su apoyo a! gobiemo liberal, que no tenia mas que 45 votos contra 48. Un gobiemo cristiano fue constituido antes de las elecciones de 1909. Los socialistas rehusaron siempre participar en el; pero mantuvieron en general su alianza con los liberales y les apoyaron con sus votos.

to en el siguiente dilema: o luchar solo, es decir, ser aplastado entre las coaliciones rivales, o participar en una de elias, es decir, perder gran parte de su autonomfa y de su novedad, no ser favorecido en el reparto de escaiios -porque un nuevo candidato obtiene, generalmente, menos votos que los antiguos-, y no tener casi posibilidades de permanecer en liza en el ballotage (segunda vuelta). Si la segunda vuelta coincide con un escrutinio uninominal, es decir, con circunscripciones pequefias favorables a la constituci6n de feudos electorales personates, la insensibilidad del sistema alcanza su punto culminante: el nuevo partido debe aceptar presentarse a las elecciones con candidatos veteranos para tener serias posibilidades de exito; pero tambien pierde toda su novedad. Lo sucedido en Francia ilustra muy bien el caracter profundamente conservador de la segunda vuelta. Estudiemos, por ejemplo, la evoluci6n del partido comunista frances

74

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

entre 1928 y 1939. En una primera fase (1928-1936) marcha solo al combate, rehusando incluso a retirar sus candidatos de la segunda vuelta: asi conserva toda su pureza y su originalidad, pero es aplastado (en 1928, con 1.063.943 votos en la primera vuelta, obtiene un total de 14 escafios, mientras que los socialistas obtuvieron 99 con 1.698.084 votos); en 1936, ingresa en la coalicion del Frente Popular, que le permitini ganar 72 escafios, pero correspondeni a una fase muy clara de «aburguesamiento» y de semejanza -al menos exterior- con los partidos tradicionales. Por otra parte, comprobamos la absoluta falta de empuje de movimientos dinamicos, como Accion Francesa, Cruz de Fuego o el Partido Social Frances para obtener una representacion parlamentaria. El destino del Partido Socialista SFIO ofrece, igualmente un util motivo de meditacion sobre las consecuencias de la segunda vuelta en los nuevos movimientos de opinion. La permanente necesidad de colaborar con los partidos «burgueses» en el plano electoral tiende constantemente a debilitar sus caracteristicas propias y a aproximarlas a las de estos por su espiritu y sus preocupaciones; sin duda, el sistema electoral tiene gran parte de la responsabilidad de la insipidez del socialismo frances. En defmitiva, la segunda vuelta es esencialmente conservadora. Elimina automaticamente a las nuevas corrientes de opinion cuando son superficiales y transitorias; cuando son profundas y duraderas, frena su expresion parlamentaria al mismo tiempo que desgasta regularmente su originalidad tendiendo a alinearlas con los partidos tradicionales. Ciertamente, la degradacion progresiva del dinamismo de los partidos es un fenomeno general; pero el sistema de la segunda vuelta tiende a acelerarla. B) Tambien son dificiles de precisar los efectos del sistema mayoritario en este campo. Por un lado, aparece como un sistema conservador -aun mas conservador que el sistema a dos vueltas- que opone una barrera infranqueable a todas las nuevas comentes, con la consecuencia de reforzar el poder de los dos grandes bloques que ha constituido. Podemos invocar el ejemplo de los Estados Unidos y la imposibilidad, siempre comprobada, de que alli se forme un «tercer partido». Por otra, comprobamos que favorecio claramente el desarrollo de los partidos socialistas a comienzos del siglo xx, y que los primeros paises en el que estos pudieron ejercer el poder son, precisamente, los que aplicaban el sistema mayoritario a una sola vuelta: Australia y Nueva Zelanda. l,Como resolver esta contradiccion? En gran medida, proviene de circunstancias locales, sin relacion con el regimen electoral y que escapan a toda definicion general. Sin embargo, tambien se explica por la naturaleza y la fuerza de los nuevos movimientos de opinion. En tanto estos se muestran debiles y poco seguros, el sistema los aparta sin piedad de la representacion parlamentaria; los eventuales electores, en efecto, evitan apoyarlos porque sus votos, dispersos, podrian permitir el triunfo de sus peores adversarios. Una barrera absoluta se levanta entonces ante todos los arranques de humor bruscos y superficiales que a veces atraviesan a una nacion. Pero, supongamos que un nuevo partido -el partido laborista, por ejemplo- adquiere cierta fuerza en una circunscripcion: en el escrutinio siguiente, los mas moderados de los electores liberales se concentraran en el candidato conservador, por temor al so-

LOS SISTEMAS ELECTORALES EN LA VIDA POLITICA

75

cialismo, mientras que los mas radicales se reuniran en el laborismo. Esta doble «polarizacion» comienza un proceso de eliminacion del partido liberal que los exitos de los laboristas no hacen mas que acelerar porque acentuara una «subrepresentacion», con la que los candidatos liberales pasaran a la tercera posicion. La situacion es totalmente diferente en un regimen condos vueltas: en una circunscripcion francesa, antes de 1939, un numero sustancial de votos obtenido par los socialistas no alejo de los radicales a sus electores mas moderados, a/ contrario, porque cierto numero de electores de derecha comenzaron a ver menos peligro en los radicales, en Ia medida en que los podian proteger de los socialistas: la «polarizacion» actuaba a favor del centro y retardaba el acceso al poder del nuevo partido, al mismo tiempo que la obligacion de aliarse con los antiguos debilitaba su originalidad. Asi, el sistema a una vuelta es mucho menos conservador de lo que a menudo se dice; por el contrario, puede acelerar el desarrollo de un nuevo partido desde el momenta en que alcanza cierta solidez, y darle rapidamente Ia posicion de «segundo partido>>. Pero, a partir de este momenta, las consecuencias se aproximan a las del sistema a dos vueltas: acelera, como este, el envejecimiento natural del nuevo partido y tiende a hacerlo parecido a aquel de los antiguos que quede como principal rival. Ya hemos descrito este impulso profunda que conduce a los dos grandes partidos a asemejarse como consecuencia de Ia orientacion centrista de Ia lucha electoral. En cuanto a Ia representacion proporcional, su sensibilidad a los movimientos nuevos es extrema, ya se trate de estremecimientos pasionales pasajeros o de corrientes profundas y durables: es curiosa el contraste en este aspecto con su insensibilidad a las variaciones de opiniones tradicionales y la cristalizacion de antiguos partidos que resulta de ella. Belgica, en donde el numero de escafios de los grandes partidos ha variado mucho entre 1919 y 1939, proporciona un ejemplo muy notable de Ia sensibilidad del regimen proporcional a los entusiasmos pasajeros: -el exito extraordinario del rexismo en 1936, cuando obtuvo 21 escafios (sabre 202), seguido de su estrepitosa caida en 1939 (4 escafios) habria sido inconcebible bajo un regimen electoral mayoritario, a una o dos vueltas. Es interesante comprobar en este aspecto que el impulso fascista que se produjo en toda Europa en la misma epoca solo se manifesto electoralmente en las pacificas democracias nordicas (Belgica, Rolanda y las naciones escandinavas) donde su fuerza parecia, sin embargo, menos grande que en Francia: en aquellas reinaba Ia representacion proporcional, en esta un regimen mayoritario. Si con~ideramos ahara los nuevas movimientos mas profundos y duraderos, los resultados tambien son ilustrativos. Entre 1919 y 1933, el desarrollo del comunismo es favorecido en Alemania por el sistema proporcional, mientras que es claramente detenido en Francia par el regimen mayoritario. Inmediatamente despues de Ia segunda guerra mundial, fue paralizado en la Inglaterra mayoritaria, mientras que se manifestaba en toda Ia Europa continental, con sistemas proporcionales. Es igualmente muy probable que el ascenso del nazismo hubiera sido mucho mas Iento y mucho menos importante en Alemania si el sistema mayoritario hubiera continuado funcionando; la relativa insensibiliC)

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

76

288 Dos partidos tradicionales

250

~

Dos movimientos nuevas

~

{ {------

~

200

Centro Cat61ico

I

Socialdem6crata Partido Nacional-socialista Comunistas

I

~

I

~

I

153 150

~

143

/

13

/

102 100 ~64

62,

50 40 30 20 10 ~ '4

,,

1920

,,

,,

.. .. .. .. ..

62

-- -s:/ .. r---. 45



I





133 121

120

-- -- --. .... .. .. .. .. 100

89

---- --

77

I



196



107

t' ... ... ....

............



75

70

68

81 73

I

14

1924 (M)

I

69

65

/

I

/ ~- ..........

/

I •

100

I

230



I •

~----

1924 (D)

I12

1928

1930

1932 (J)

1932 (N)

1933

Flo. 2.10. Estabilidad de Ia representaci6n proporcional frente a los partidos tradicionales. lnestabilidad frente a los nuevas movimientos (ejemplo de Alemania, 1920-1933 ).

dad del Imperio a los nuevos movimientos de opinion contrasta claramente con la extrema sensibilidad de la Republica de Weimar (vease la sugestiva comparaci6n establecida en la fig. 2.10). Asimismo, los partidos agrarios solo pudieron manifestarse en Suecia, Noruega y Suiza a partir del establecimiento de la proporcionalidad. Tambien es muy sintomatico el desarrollo del MRP en Francia en 1945-1946: con un sistema mayoritario jamas hubiera alcanzado una importancia semejante. Si el sistema proporcional se mantiene, la Union del Pueblo Frances puede beneficiarse de la misma manera. La realidad del fenomeno no es discutible. Su explicaci6n parece encontrarse en el caracter «pasivo» de la representaci6n proporcional: registra los cambios del cuerpo electoral sin acentuarlos ni reducirlos. De ahf su insensibilidad a las diferencias entre los partidos tradicionales, pequeiias por naturaleza (o sea, la estabilidad de la representacion proporcional refleja la estabilidad natural de la opinion publica), al mismo tiempo que su gran sensibilidad a los nuevos movimientos, que su caracter apasionado hace generalmente mas fuertes. Le opondremos el caracter «activo» del sistema mayoritario a una vuelta, que amplfa las primeras, atenuando la fuerza de los segundos.

3.

LA POLIARQUIA* por ROBERT A. DAHL

Democracia poliarquica

I. El amllisis de la teorfa madisoniana y populista sugiere al menos dos metodos posibles que podrfan utilizarse para estructurar una teorfa de la democracia. Por una parte, el metodo de maximizaci6n, que consiste en especificar una serie de objetivos que se deben maximizar. Asi, la democracia puede definirse en funci6n de los procesos gubernamentales especificos necesarios para maximizar todos o algunos de esos objetivos. Ambas teorfas son esencialmente de este tipo: la teorfa madisoniana postula una republica no tininica como objetivo a maximizar; la teorfa populista postula la soberania popular y la igualdad politica. Una segunda via (que podrfa denominarse metodo descriptivo) consiste en considerar como una sola clase de fen6menos a todos los Estados-naci6n y a las organizaciones sociales que, en general, los polit6logos Haman democniticos y, examinando los miembros de esta clase, descubrir: primero, las caracterfsticas comunes que los distinguen y, segundo, las condiciones necesarias y suficientes para que las organizaciones sociales posean esas caracterfsticas. Pero no se trata de metodos excluyentes, y veremos que si empezamos utilizando el primer metodo, pronto sera necesario utilizar tambien algo bastante parecido al segundo. II. Los objetivos de Ia democracia populista y Ia regia que se deduce de esos objetivos no proporcionan nada parecido a una teorfa completa. Un defecto basico de Ia teorfa es que s6lo aporta una redefinici6n formal de una norma de procedimiento necesaria para el logro perfecto o ideal de Ia igualdad politica y Ia soberania popular; pero Ia teorfa, como no es mas que un ejercicio axiomatico, no explica nada del mundo real. Sin embargo, plantearemos ahora Ia cuesti6n clave de una manera ligeramente distinta: L,Cuales son las condiciones necesarias y suficientes para maximizar Ia democracia en el mundo real? Demostrare que Ia expresi6n «en el mundo real» altera fundamentalmente el problema.

*

Ed. original: R. A. Dahl, A Preface to Democratic Theory, cap. 3, The University of Chicago Press, 1956.

78

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

Empecemos, sin embargo, con una meticulosa tarea de precision de significados. En primer lugar, [,que entendemos por «maximizar la democracia»? Es evidente que en este caso, como en el de la teorfa populista, hemos de proceder considerando la democracia como un estado de cosas que constituye un limite, y todas las acciones que se acerquen a este lfmite senin maximizadoras. Pero, [,Como describiremos el estado de cosas que constituye ellfmite? El modelo de democracia populista sugiere tres caracterfsticas posibles que podrfan hacerse operativamente significativas: 1) Siempre que se aprecie que existen posibilidades polfticas a elegir, la alternativa elegida y aplicada como polftica gubernamental es la alternativa preferida por los individuos. 2) Siempre que se aprecie que existen alternativas polfticas, en el proceso de elegir la que ha de imponerse como polftica del gobierno se asigna un valor igual ala preferencia de cada individuo. 3) La regia de decision: al elegir entre alternativas, se elegini la preferida por el mayor numero de individuos. Para que la primera sea operativa debemos ignorar el problema de las diferentes intensidades de preferencias entre los individuos o entraremos en un laberinto tan lleno de obstaculos a la observacion y la comparacion que serfa poco menos que imposible saber si se da o no la caracterfstica. Pero si ignoramos las intensidades, en realidad adoptamos como criteria la segunda caracterfstica: se asigna igual valor a la preferencia de cada miembro. A primera vista podrfa parecer que la cuestion de basta que punta se puede apreciar si se asigna igual valor a la preferencia de cada miembro de una organizacion es susceptible de observacion. Del mismo modo deberfa ser apreciable la tercera caracterfstica, la regia. Pero dado que la regla puede deducirse de las dos primeras caracterfsticas, [,no bastarfa simplemente con examinar una organizacion social para determinar en que medida se sigue o nola regia? Es decir, l,Constituye la regla una definicion adecuada del limite de la democracia? Supongamos que se comprueba que una mayorfa prefiere x a y, y que se elige x como polftica del gobierno. Sin embargo, puede ser que entre la mayoria haya un dictador; si el dictador estuviera en la minorfa, se elegirfa y. Evidentemente, la condicion de igualdad polftica exige «intercambiabilidad», es decir, que el intercambio de un numero igual de indjviduos de un lado al otro no afecte el resultado de la decision. Pero, [,Como podemos comprobar si se da la intercambiabilidad? Esta clara que no hay ninguna decision unica que nos proporcione informacion suficiente, porque una unica decision solo puede revelar, en el mejor de los casos, que no se sigue la regia y que, par ello, no existe igualdad polftica en esa decision. Solo podemos comprobar la intercambiabilidad examinando un gran numero de casas. [,Que podemos apreciar, incluso en un gran numero de decisiones? Supongamos que se comprueba que cuando A esta con una mayorfa, la eleccion de la mayorfa se convierte en polftica de la organizacion; y que cuando A esta con una minorfa, se convierte en polftica de la organizacion lo que elige esa minorfa. Es evidente que se viola la intercambiabilidad. Pero lo 6.nico que hemos comprobado es en que medida se utiliza la regla en mas de un caso. Hasta ahara, pues, el concepto de «igualdad polftica» no indica una serie de observaciones diferentes a las necesarias para determinar si se sigue o no la regia. Supongamos ahora que A esta siempre con la mayorfa y se aplica siempre como po-

LA POLIARQUIA

79

litica lo que elige la mayoria. Sospechamos, sin embargo, que si A estuviese con una minoria, se aplicaria lo que eligiese la minoria. L,Que debemos examinar entonces para comprobar si nuestta suposicion es correcta? Llegamos aquf a una conclusion importante: si elegimos una accion concreta, por ejemplo el resultado de la votacion, como indice satisfactorio de las preferencias, entonces no existen pruebas operativas para comprobar Ia existencia de la igualdad politica, aparte de las necesarias para comprobar si se sigue o no la regla. Es decir, si se considera adecuada Ia expresion de preferencias, la unica prueba operativa de igualdad polftica es en que medida se sigue la regia en una serie de casos. Por lo tanto, suponiendo que las preferencias expresadas sean validas, nunca podemos calificar una decision concreta de «democratica», sino solo una serie de decisiones. (Se puede, claro, calificar adecuadamente una decision particular como no democnitica.) Por lo tanto, nuestra cuestion clave pasa a ser Ia siguiente: l, Que acontecimientos debemos examinar en el mundo real para apreciar en que medida una organizacion utiliza la regla? Por desgracia, la frase «dada la expresion de preferencias» encierra algunos problemas graves. L,Que tipos de actividad consideraremos como fndices de preferencia? Por un lado, podriamos basarnos en algun acto manifiesto de eleccion, como depositar un 1 voto o hacer una declaracion. Por el otto, podriamos buscar pruebas psicologicas indagando meticulosa y profundamente. Si lo primero resulta con frecuencia ingenuo, lo segundo es imposible a una escala suficiente. La mayoria adoptamos en la pnictica una posicion intermedia y tomamos otras claves del entorno imperante en que se expresan las preferencias concretas. En un entorno aceptamos la accion manifiesta de votar como fndice adecuado aunque imperfecto. En otto, lo rechazamos totalmente. Por lo tanto, es de importancia crucial especificar en que etapa concreta del proceso de decision consideraremos efectuada la expresion de preferencia. Es perfectamente valido decir que la regla se utiliza en una etapa y, en consecuencia que, en ese nivel la decision es, por definicion, «democnitica»; y decir, al mismo tiempo, que en otta etapa 2 no se emplea la regla y que la decision en esa etapa no es democnitica. En el mundo actual de la polftica gubernativa de los Estados Unidos, la unica etapa en que hay una gran aproximacion a la regla parece ser durante el recuento de votos de las elecciones y en los organos legislativos. En la etapa previa a la votacion, diversas influencias, que incluyen las derivadas de una riqueza superior y un control superior de los recursos organizativos, exageran tan espectacularmente el poder de los pocos frente a los muchos que los procesos sociales que conducen al proceso de votacion pueden cali-

1. Seamos mas precisos, a! utilizar votos y encuestas de opini6n nos apoyamos en general en ciertas afmnaciones explfcitas de los individuos que recogen los resultados. 2. Es posible que pudiese darse lo contrario, es decir, una dictadura que rechazase Ia regia en Ia votaci6n, pero que organizase Ia sociedad de modo que las etapas previas a Ia toma de decisiones fuesen altamente democraticas. Pero no tengo noticia de que exista tal sociedad. Interpretes occidentales favorables a! comunismo sovietico han dicho, a veces, que alii existe esa relaci6n, pero parece haber pruebas abrumadoras de que tanto Ia estructura social como los procesos decisorios en polftica son sumamente antiigualitarios. Sin embargo, algo asi parece transparentar el curioso cuadro de Ia Uni6n Sovietica de Webbs en Soviet Comunism: A new Civilization?

80

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

ficarse con toda justicia como sumamente antiigualitarios y antidemocniticos, aunque menos que en una dictadura. Existe asf en la teoria democnitica la posibilidad de un tipo de regresion finita a etapas diferentes en el proceso de decision; pero mientras uno tenga claridad absoluta en cuanto a que etapa esta describiendo, se pueden evitar algunas de las ambigiiedades mas comunes. III. La consecuencia de la argumentacion seguida hasta ahora es dividir en dos la cuestion clave: 1) (,Que actos consideraremos suficientes para constituir una expresion de preferencias individuales en una etapa determinada del proceso de decision? 2) Considerando esos actos como expresion de preferencias, (,que hechos debemos comprobar para saber en que medida se utiliza la regia en la organizacion que examinamos? No olvidemos que todavfa buscamos una serie de condiciones limitadoras para abordar. 3 Es preciso distinguir, como mfnimo, dos etapas: la etapa de eleccion y la etapa interelectoral. La etapa electoral, por su parte, se compone de un mfnimo de tres periodos que es conveniente diferenciar. El periodo de votacion, el periodo previo a la votacion y el periodo posterior a Ia votacion (en casos concretos se podria determinar la duracion de estos periodos con mas exactitud, pero no es probable que una definicion general fuese de mucha utilidad. En consecuencia, en lo que sigue, no se especifica la duracion de cada uno). Durante el periodo de votacion tendriamos que comprobar en que medida se dan, al menos, tres condiciones: I. Cada miembro de la organizacion efectua los actos que consideramos una expresion de preferencia entre las altemativas previstas. Por ejemplo, votar. 2. AI tabular estas expresiones (votos), el peso asignado ala eleccion de cada individuo es identico. 3. La altemativa con mayor numero de votos se proclama eleccion ganadora.

La conexion entre estas tres condiciones y la regia es evidente por sf misma. Si el acto de expresar preferencias se considera dado, estas condiciones parecen condiciones 4 necesarias y suficientes para que la regia opere durante el periodo de votacion. Pero es 3. «Eiecci6n>> se utiliza aquf en un sentido amplio. Para aplicar el analisis al funcionamiento intemo de una organizaci6n que se constituye a traves de unas elecciones, por ejemplo, un cuerpo legislativo, habrfa que considerar quiza los votos sobre medidas como <>. 4. La condici6n I debe interpretarse con cuidado pues Ia expresi6n < I, entonces a,/b,>l, y si a/b> conocemos Ia proporci6n a/b, si no es por Ia votaci6n o algo equivalente a ella? Asf pues, si los que nos interesan son observables y no se exige Ia condici6n I para el propio proceso de votaci6n, hemos de exigirla para algiin acto previo que <<supongamos que constituye una expresi6n de preferencia entre las altemativas previstas>> y del que dependa en parte el resultado de Ia propia votaci6n.

LA POLIARQUIA

81

tambien evidente por sf mismo que hemos incurrido asf en una peticion de principia respecto a la primera de nuestras preguntas. Un plebiscita totalitario podria cumplir (y sin duda lo ha hecho con frecuencia en la pnictica) estas tres condiciones mejor que unas elecciones nacionales o una decision de un organo legislativo en pafses que la mayoria de los politologos occidentales llamarian democniticos. La esencia del problema esta en nuestra primera pregunta: j,Que consideramos una expresion de preferencia individual? j,No es posible decir verazmente que el campesino sovietico que deposita su voto favorable a la dictadura expresa sus preferencias entre las altemativas previstas, tal como el las ve? Porque las altemativas que ve quiza sean votar en favor de la dictadura o hacer un viaje a Siberia. Es decir, en cierto sentido, toda decision humana puede considerarse una _eleccion consciente o inconsciente de la altemativa preferida entre las que el agente percibe. Las maquinarias polfticas urbanas mas corruptas de este pafs a menudo cumplen tambien estos requisitos cuando los gestores electorales no se dedican realmente a llenar las umas o a falsear los resultados; pues proporcionan a un numero suficiente de parasitos sin escrupulos una altemativa simple: unos cuantos dolares si votas a los nuestros y nada si votas a los otros. La esencia de toda polftica competitiva es, aproximadamente, el sobomo del electorado por parte de los polfticos. j,Como diferenciar, pues, entre el voto del campesino sovietico y el del vagabundo sobomado, del voto del campesino que apoya a un candidato comprometido con elevados precios de apoyo a los productos agrarios, del hombre de negocios que apoya a quien promete impuestos mas bajos para las empresas o el del consumidor que vota candidatos contrarios a un impuesto sobre las ventas? Doy por supuesto que queremos excluir expresiones de preferencia del primer genero e incluir las del segundo. Porque si no excluimos las primeras, es vana toda distincion entre sistemas totalitarios y sistemas democraticos. Pero si excluyesemos las del segundo genero es indudable que no se podria demostrar la existencia en ninguna parte de ejemplos ni siquiera de las formas democraticas mas aproximadas. No podemos permitimos ellujo de expulsar a la especie humana de la polftica democratica. Este es un problema que exige distinciones sutiles, pero, que yo sepa, no ha sido muy estudiado por la literatura cientffica. La distincion que buscamos no ha de hallarse, evidentemente, en la magnitud de las recompensas o carencias que resulten de la eleccion; lo que gana el parasito que se deja sobomar es en realidad muy poco, y si se compara con lo que gana el gran accionista de una empresa, microscopico. Si solo adoptamos 5 como criteria la magnitud de las posibles carencias para efectuar una mala eleccion, entonces no hay duda de que una de las altemativas que percibe el campesino ruso puede ser mas de lo que puede soportar un ser humano; pero, comparativamente, el votante occidental para quien las altemativas entre candidatos son la guerra fria nuclear o la guerra no se halla muy lejos del dilema del campesino ruso. Lo que alegamos para no aceptar el voto del ciudadano sovietico como expresion de preferencias es que no se le permite elegir entre todas las altemativas que nosotros, 5. Alguien podrfa proponer que Ia prueba se basara en el caracter publico o privado, o social o egofsta, de Ia elecci6n. Pero el ana!isis mostraria que esta distinci6n es intrascendente o que existen pocos casos de lo primero, si es que existe alguno, es decir, que Ia distinci6n, aunque no absurda, es intrascendente para el problema que nos ocupa.

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

82

como observadores extemos, consideramos que, en cierto modo, estan potencialmente a su disposicion. Si se enfrenta a las altemativas: x, votar a favor de la opcion que gobierna o y, votar contra la opcion que gobiema con la consecuencia de muerte en vida en un campo de concentracion, su preferencia por x frente a y es tan autentica como cualquiera que pueda probablemente hallarse en cualquier eleccion en cualquier parte. Pero si pudieramos programar las altemativas incluyendo z, votar contra la opcion en el poder sin que eso acarreara ningun castigo previsible, serfa mas probable que aceptasemos el resultado de su eleccion entre esta serie de altemativas aunque, desde nuestro punto de vista, la serie no sea perfecta ni mucho menos. Podrfamos suponer entonces que preferirfa z a x y x a y; pero si prefiriese obstinadamente x a z no tendremos ya una base firme para rechazar los resultados del plebiscito, si se ajustan, por lo demas, a las tres condiciones antes indicadas. Lo que hemos hecho, pues, es enunciar una cuarta condicion limitadora, una condici6n que debe cumplirse en el perfodo previo a la votacion y que debe regir la inclusion de altemativas para el perfodo de votacion. 4. Cualquier miembro que perciba un conjunto de altemativas, y considere al menos una de elias preferible a las demas, puede afiadir su altemativa preferida, o sus alternativas, entre las seleccionadas para la votacion. Aun asf, no queda resuelto del todo nuestro problema. Supongamos que se sabe que un grupo de votantes prefiere x a y e y a z. Pero A, que prefiere y a z y z a x, posee un monopolio de la informacion y convence a los otros votantes de que x no es una altemativa factible o pertinente. En consecuencia, nadie propone x y los votantes eligen y. Se cumplen nuestras cuatro condiciones. Sin embargo, la mayorfa no aceptarfamos un perfodo previo a la votacion regido por este tipo de control monop6lico de la informacion. Hemos de agregar, por lo tanto, una quinta condici6n que opere en el perfodo previo a la votacion: 5.

Todos los individuos poseen identica informacion sobre las altemativas.

Tal vez haya que hacer tres comentarios. Si a alguien le decepciona el caracter utopico de las dos ultimas exigencias, conviene recordar que buscamos condiciones que puedan utilizarse como lfmites con los que poder medir, concretamente, lo logrado en el mundo real. Ademas, aunque se cumpliese plenamente la quinta condicion los votantes podrfan elegir una altemativa que habrfan rechazado de haber tenido mas informacion. Por ejemplo, la quinta condicion no es, evidentemente, ninguna garantfa de racionalidad cosmica. Nos permite decir, como maximo, que la eleccion no ha sido manipulada mediante el control de la informacion por parte de un individuo o un grupo determinado. Hay que admitir, por ultimo, que las condiciones cuarta y quinta no son tan facilmente comprobables como las tres primeras; en la practica, el observador se verfa obligado a aceptar ciertos Indices toscos respecto a la existencia de estas dos ultimas condiciones y, debido a ello, la serie de condiciones limitadoras que nos proponfamos establecer como

LA POLIARQUIA

83

observables deben interpretarse tambien a traves de otros fen6menos no especificados pero susceptibles de observaci6n. A primera vista podria pensarse que estas cinco condiciones son suficientes para garantizar la aplicaci6n de la regia; pero seria posible, al menos en principio, que un regimen permitiese que se diesen esas condiciones durante el periodo previo a la votaci6n y durante el periodo de la votaci6n y luego se limitase a ignorar los resultados. En consecuencia, hemos de postular al menos dos condiciones mas para el periodo posterior a la votaci6n, ambas lo bastante evidentes como para que no necesiten analisis: 6. Las altemativas (polfticas o dirigentes) con mayor numero de votos desplazan a todas las altemativas (politicas o dirigentes) con menos votos. 7.

Las 6rdenes de los cargos electos se cumplen.

Estas condiciones constituyen, pues, nuestro conjunto de condiciones limitadoras mas o menos observables y que, si se cumplen durante la etapa de la elecci6n, se consideraran prueba de la maxima aplicaci6n de la regia, que se considera prueba, a su vez, del maximo nivel de igualdad politica y de soberanfa popular. (,Que decir de la etapa interelectoral? Si basta ahora nuestra argumentaci6n es correcta, la maximizaci6n de la igualdad politica y de la soberania popular en esa etapa interelectoral exigiria: 8.1. Que todas las decisiones interelectorales esten subordinadas a las establecidas durante la etapa de elecci6n o que sean aplicaci6n de estas, es decir, las elecciones con, troJan en cierto modo; 8.2. o que las nuevas decisiones del periodo interelectoral esten regidas por las siete condiciones precedentes, actuando, sin embargo, en circunstancias institucionales bastante distintas; 8.3. o ambas cosas. IV. Creo que puede sostenerse dogmaticamente que ninguna organizaci6n humana (desde luego, ninguna con un cierto numero de miembros) ha cumplido jamas, ni es probable que cumpla, esas ocho condiciones. Es cierto que las condiciones segunda, tercera y sexta las cumplen con bastante exactitud algunas organizaciones, aunque en los Estados Unidos hay practicas corruptas que a veces las anulan. En cuanto a las otras, en el mejor de los casos, s6lo se aproximan muy toscamente a elias. En cuanto a la primera condici6n, en todas las organizaciones humanas hay claramente variaciones significativas en la participaci6n en las decisiones polfticas; variaciones que, en los Estados Unidos, parecen funcionalmente relacionadas con variables como el grado de interes o participaci6n, capacidad, acceso, estatus socioecon6mico, educaci6n, residencia, edad, identificaciones etnicas y religiosas y ciertas caracteristicas de la personalidad poco comprendidas. Como es bien sabido, en las elecciones nacionales concurren a las umas, como media, la mitad de todos los adultos de los Estados Unidos; s6lo una cuarta parte hacen algo mas que votar: escriben a sus representantes en el Congreso, por

84

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

ejemplo, o aportan dinero para las campaiias, o intentan convencer a otros para que acep6 ten sus puntos de vista polfticos. En las elecciones de 1952, solo el 11 % de una muestra de ambito nacional ayudaron financieramente a los partidos politicos, asistieron a reuniones del partido o trabajaron para uno de los partidos o de los candidatos; solo el 27 % hablaron con otras personas ~ara intentar explicarles por que deberian votar a uno de los partidos o de los candidatos. Las elites politicas operan, pues, con unos lfmites que son frecuentemente vagos y ambiguos, aunque a veces sean estrechos y bien definidos, establecidos por las expectativas que tienen de las reacciones del grupo de ciudadanos polfticamente activos que acuden a las umas. Otras organizaciones, como los sindicatos, en las que la igualdad polftica esta prescrita en los estatutos oficiales, operan mas o menos del mismo modo, aunque las elites y los miembros politicamente activos sean a menudo 8 una proporcion min mas pequefia del total. En ninguna organizacion que yo conozca se da la cuarta condicion. Quizas haya una aproximacion mucho mayor a ella en grupos muy pequefios. Desde luego, en todos los grupos grandes de los que tenemos datos, el control sobre la comunicacion esta tan desigualmente distribuido que algunos individuos disponen de una influencia considerablemente mayor que otros en la definicion de las altemativas programadas para la votacion. No se como cuantificar este control, pero si pudiera cuantificarse supongo que no seria exagerado decir que Henry Luce tiene un control sobre las altemativas programadas para el debate y la decision provisional en unas elecciones nacionales mil o diez mil veces mayor al que tengo yo. Aunque hay aquf un problema importante que nunca ha sido analizado adecuadamente: es una hipotesis preliminar razonable que el numero de individuos que ejercen un control significativo sobre las altemativas programadas, es, en la mayoria de las organizaciones, una pequefia fraccion del total de sus miembros. Esto sucede, al parecer, basta en las organizaciones mas democraticas, si tienen un considerable numero de miembros. En gran medida son aplicables los mismos comentarios a la quinta condicion. Es indudable que la diferencia de informacion entre las elites polfticas y los miembros activos (no digamos ya los inactivos) ~s casi siempre grande. En epocas recientes ha crecido aun mas en los gobiemos nacionales, por la mayor complejidad tecnica y por la rapida difusion de normas de seguridad. Como sabe todo el que haya estudiado la burocracia, la septima condicion origina graves dificultades; pero quiza lo mas diffcil de cuantificar objetivamente sea en que medida se da esta condicion. Si las elecciones, como el mercado, fueran continuas, no seria necesaria la octava condicion. Pero, como sabemos, las elecciones son solo periodicas. Se dice, a veces, que 6. Por ejemplo, vease Julian L. Woodward y Elmo Roper, <>, en Freedom and Control in Modern Society, eds., M. Berger, T. Abel y C. H. Page, D. Van Nostrand Co., Inc., Nueva York, 1954. Joseph Goldstein, The Government of British Trade Unions: A Study of Apathy and the Democratic Process in the Transport and General Workers Union, Allen & Unwin, Londres, 1952. Bernard Barber, <<Participation and Mass Apathy in Associations>>, Studies in Leadership, ed. A. W. Gouldner, Harper & Bross, Nueva York, 1950.

LA POLIARQUIA

85

las presiones que se ejercen sobre los procesos decisorios entre eleccion y eleccion son una especie de eleccion, pero en el mejor de los casos, esto es nada mas que una metafora engafiosa. Si las elecciones, con su complicada maquinaria, sus codigos legales y sus oportunidades, que tienen un respaldo judicial, no maximizan de hecho Ia igualdad polftica y la soberania popular por las razones que acabamos de esbozar (y por algunas mas), entonces no creo que pueda argumentarse seriamente que el proceso interelectoral maximice esos objetivos en el mismo grado. Como las organizaciones humanas raras veces, quiza nunca, llegan al lfmite establecido por estas ocho condiciones, es preciso considerar cada una de ellas como el fin de un continuo o escala con el que podria medirse cualquier organizacion. Por desgracia, no existe actualmente ningun medio conocido para asignar valores significativos a las ocho condiciones. Sin embargo, aun sin ellos, si pudieran medirse cada una de las ocho escalas, seria posible y quiza conveniente establecer clases arbitrarias, pero no absurdas, cuyo sector superior podria denominarse «poliarquias». Sin embargo, es claro y evidente que lo que se acaba de describir no es mas que un proyecto, pues creo que nunca se ha intentado nada parecido. En consecuencia, me limitare a exponer aqui los siguientes comentarios. Las organizaciones difieren marcadamente en Ia medida en que se acercan a los lfmites establecidos por las ocho condiciones. Ademas, las «poliarquias» incluyen una variedad de organizaciones a las que los politologos occidentales llamarian normalmente democraticas, incluyendo ciertos aspectos de los gobiemos de Estados-nacion como los Estados Unidos, Gran Bretafia, los dominios britanicos (tal vez, exceptuando Sudafrica), los paises escandinavos, Mexico, Italia y Francia; estados y provincias, como los estados norteamericanos y las provincias de Canada; numerosas ciudades y pueblos; algunos sindicatos; numerosas asociaciones, como por ejemplo las asociaciones de padres y profesores, la liga de votantes femeninas, algunos grupos religiosos, y tambien algunas sociedades primitivas. El numero de poliarquias es, por lo tanto, grande. (Es probable que el numero de poliarquias igualitarias sea relativamente pequefio o puede que no exista absolutamente ninguna.) El numero de poliarquias debe superar sobradamente el centenar y probablemente supere el millar. Pero los politologos solo han estudiado exhaustivamente un reducido numero de ellas, y han sido las mas complicadas, los gobiemos de los Estados-nacion y, en algunos casos, unidades gubemamentales mas pequefias. Algunos se apresuraran a decir que las diferencias entre tipos concretos de poliarquias, por ejemplo, entre Estados-nacion y sindicatos, son tan grandes que probablemente no merezca la pena incluirlas en la misma clase. Yo no creo que tengamos pruebas suficientes para sacar esa conclusion. De todos modos, considerando que hay un numero tan grande de casos a estudiar, deberia ser posible, en principio, resolver el problema de cuales son las condiciones necesarias y suficientes para que existan poliarquias. Vemos asi que el primer metodo para elaborar una teoria de la democracia, el metodo de maximizacion, se funde en este punto con el que he denominado metodo descriptivo. Lo primero que hicimos fue buscar las condiciones que serian necesarias y suficientes en el mundo real para maximizar, en la medida de lo posible, la soberanfa popular y la igualdad polftica. Descubrimos que podriamos resolver este problema

86

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLfTICA

determinando en que medida se utilizaba la regia en una organizaci6n. Pero para determinar en que medida se utiliza la regia, tuvimos que establecer ocho condiciones mas o menos observables. Las interpretamos primero como lfmites, y vimos que no se alcanzaban en el mundo real y que era muy probable que fueran inalcanzables; y luego las reinterpretamos como el fin de ocho continuos o escalas que podrfan utilizarse en las mediciones. Ahora podemos reformular el problemma del modo siguiente: 1., Cuales son las condiciones necesarias y suficientes en el mundo real para que existan estas ocho condiciones, por lo menos basta el grado minimo que hemos acordado Hamar poliarquia? Para responder a esta pregunta, serfa necesario clasificar y estudiar un numero considerable de organizaciones del mundo real. Cerramos asi el circulo entre el metodo de maximizaci6n y el metodo descriptivo. V. Desarrollar rigurosamente este programa es una tarea que sobrepasa con mucho los limites de este trabajo y es muy posible que tambien supere los de la ciencia polftica actual. Pero podemos formular algunas hip6tesis con pruebas considerables a su favor. Para empezar, cada una de las ocho condiciones puede formularse como una regia o, si se prefiere, una norma. Por ejemplo, de la primera condici6n podemos deducir la norma de que cada miembro deber tener una oportunidad para expresar sus preferencias. No cabe duda de que si todos los miembros de una organizaci6n rechazasen las normas que prescriben las ocho condiciones, esas condiciones no existirfan; o, dicho de otro modo, el nivel de poliarquia existente dependera de la medida en que se consideren deseables las normas. Si estamos dispuestos a aceptar que la magnitud del acuerdo (consenso) sobre las ocho normas basicas es mensurable, podemos formular las siguientes hip6tesis, que han sido un lugar comun en la literatura de la ciencia polftica:

1. Cada una de las condiciones de poliarquia aumenta al aumentar la amplitud del acuerdo (o consenso) sobre la norma correspondiente. 2. La poliarquia es una funci6n del consenso sobre las ocho normas, si todas las demas condiciones permanecen invariables. Por desgracia para la simplificaci6n de las hip6tesis, el consenso posee tres dimensiones como mfnimo: el numero de individuos que concuerdan, la intensidad o profundidad de su convicci6n y el grado en que su actividad manifiesta se ajusta a la convicci6n. Sin embargo, merece la pena exponer explfcitamente lo que a primera vista puede parecer trivial e incluso puramente definitorio, pues es un hecho curioso y posiblemente significativo que a pesar del antiguo respeto que los polit6logos sienten por las hip6tesis nadie, que yo sepa, ha reunido los datos empiricos necesarios, ni siquiera para una confirmaci6n preliminar de su validez. Tenemos una cantidad tranquilizadora de pruebas muy indirectas de que el consenso en la aceptaci6n de las ocho normas es menor, por ejemplo, en Alemania que en Inglaterra, pero me parece sumamente arbitrario dejar nuestras hip6tesis cruciales en semejante estado de imprecision. La magnitud de la coincidencia de criterios debe, a su vez, depender funcional-

LA POLIARQUfA

87

mente de Ia medida en que Ia familia, los centros de ensefianza, Iglesias, clubes, Ia literatura, Ia prensa, etc., utilizan los diversos procesos de socializaci6n en favor de las normas. Igualmente, si fuese posible determinar en que medida se utilizan esos procesos, podriamos formular nuestras hip6tesis del siguiente modo: 3. La amplitud del acuerdo (consenso) sobre cada una de las ocho normas aumenta con el grado de instrucci6n social en Ia norma. 4. El consenso es pues una funci6n de Ia instrucci6n social total en todas las normas. De las hip6tesis precedentes se deduce tambien que: 5.

La poliarquia es una funci6n de Ia instrucci6n social total en todas las normas.

La variable «instrucci6n» es sumamente compleja. Seria preciso diferenciar, como minimo, entre Ia instrucci6n favorable (ode refuerzo), Ia compatible (o neutral) y Ia negativa. Cabe suponer que estos tres tipos de instrucci6n actuan sobre los miembros de Ia mayoria de las organizaciones poliarquicas, e incluso de todas, y quiza tambien sobre los miembros de diversas organizaciones jerarquicas. Pero, al parecer, hay muy pocos datos 9 fidedignos sobre esta cuesti6n. En principio, no tenemos por que dar por terminada Ia cadena de relaciones con Ia instrucci6n. l,Por que -podriamos preguntar- algunas organizaciones sociales se dedican a difundir una instrucci6n general sobre las normas y otras realizan poca o ninguna? La respuesta se pierde en las complejidades del accidente hist6rico, pero hay una hip6tesis subsidiaria util que parece proponerse sola, a saber, que Ia cantidad de instrucci6n que se da en estas normas no es independiente del nivel de acuerdo que existe sobre las po10 sibles elecciones entre altemativas politicas. Es razonable suponer que cuanto menos acuerdo haya sobre las elecciones politicas altemativas, mas dificil sera para cualquier organizaci6n instruir a sus miembros en las ocho normas; porque entonces, aunque Ia practica de las reglas pueda beneficiar a algunos miembros, impondra graves limitaciones a otros. Silos resultados son graves para un numero relativamente grande de individuos, es razonable suponer que quienes sufren por Ia aplicaci6n de las reglas se opondran a elias y por lo tanto se resistiran a que se les instruya en elias. Asi: 6. La instrucci6n social en las ocho normas aumenta con el nivel del consenso o acuerdo sobre las elecciones posibles entre las altemativas politicas. 9. La obra pionera aquf es sin duda La Republica de Plat6n. La tentativa mas ambiciosa de analizar este problema en Ia epoca modema parece haber sido Ia inspirada por Charles Merrian, incluyendo su propio The Making of Citizens, University of Chicago Press, Chicago, 1941; vease tambien Elizabeth A. Weber, The Duk-Duks, Primitive and Historic Types of Citizenship, University of Chicago Press, Chicago, 1929. 10. Hay un analisis factico y especulativo sumamente interesante del consenso sobre temas en Elmira, Nueva York, en ellibro de B. R. Berelson, Paul F. Lazarsfeld y William N. McPhee, Voting, University of Chicago Press, Chicago, 1954, capitulo IX. En realidad, todo el volumen tiene interes para el estudio empfrico de Ia poliarqufa.

88

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

De la 5 y la 6 se deduce que: 7. Con el consenso sobre las altemativas politicas aumenta una, o mas de una, de las condiciones de la poliarqufa. La hipotesis 6 indica, ademas, que tambien es valido lo contrario de la hipotesis 4. Podria esperarse que la amplitud con que se permite la instruccion social en las normas dependiese del nivel de acuerdo ya existente respecto a ellas. Cuanto mas desacuerdo haya respecto a las normas, mas probable es que alguno de los medios de instruccion social (la familia y la escuela sobre todo) instruyan a algunos individuos en normas opuestas. La relacion entre instruccion social y consenso es, por lo tanto, un ejemplo perfecto del problema del huevo y la gallina. Asf pues: 8. El nivel de instruccion social en una de las ocho normas aumenta tambien con el grado de acuerdo existente sobre ella. Esporadicamente, la relacion que existe entre poliarquia y diversidad social origina confusion. Se oye decir a menudo que «la democracia exige diversidad de opiniones». No cabe duda que la diversidad de opiniones es un hecho de la sociedad humana; no hay ninguna sociedad conocida en la que todos los miembros esten siempre de acuerdo con todas las politicas, y esto hace imprescindible que todas las organizaciones"sociales posean algunos medios, aunque sean primitivos, para resolver los conflictos sobre objetivos. Podria sostenerse incluso la proposicion de que debido a que es inevitable cierto conflicto sobre objetivos en las organizaciones humanas, son necesarias poliarquias para maximizar el bienestar humano... si pudiese definirse apropiadamente este termino. Muchas personas opinan que la diversidad, un concepto hasta cierto punto mal definido, tiene otros valores: esteticos, sentimentales e intelectuales. Puede ser cierto tambien, como sostenia Mill, que cierta diversidad de opinion sea una condicion necesaria para el calculo racional sobre politicas altei:nativas. Pero todas estas proposiciones son muy distintas de la afirmacion de que la diversidad de opinion, o el conflicto sobre objetivos, es una condicion necesaria para la poliarquia.'' Porque si nuestra argumentacion es valida hasta aqui, no puede ser del todo cierto que la poliarqufa exija discrepancia, ni respecto a la validez de las ocho normas basicas, ni sobre politicas publicas concretas. No se trata, al menos, de una relacion simple. En los Estados Unidos hemos glorificado como virtud un inevitable destino historico. (Albergo la esperanza de que continuemos haciendolo.) Pero no deberiamos permitir que la glorificacion de la diversidad nos confundiese sobre las relaciones sociales importantes. l, Que queda, pues, de nuestro punto de vista tradicional? l, Y la hipotesis, tan repetida, de Madison en The Federalist, numero 10? 11. Por supuesto, la proposici6n es valida en el sentido trivial siguiente: La sociedad humana es necesaria para Ia poliarqufa. Una caracteristica fundamental de las sociedades humanas es el conflicto respecto a objetivos. Ergo ...

LA POLIARQUfA

89

«Amplia la esfera e incluinis mayor variedad de partidos e intereses; hanis que sea menos probable que una mayoria tenga un motivo comun para no respetar los derechos de otros ciudadanos; o, si existe ese motivo comun, sera mas diffcil para todos los que lo tienen descubrir su propia fuerza y actuar todos al unfsono.» Para abordar, si existe, esta cuestion de la relacion entre diversidad y democracia, necesitamos diferenciar cuidadosamente dos categorias (o continuos, que es como prefiero considerarlos) bastante distintas: a) Uno es el continuo que va desde la coincidencia de pareceres sabre objetivos hasta la discrepancia. Debemos distinguir aquf, ademas, entre coincidencia sabre objetivos politicos y sabre objetivos no politicos. Es politico cualquier objetivo que los indivi12 duos pretendan propugnar o rechazar por media de la accion del gobiemo. En las hipotesis 1 a 5 hemos diferenciado, en concreto, dos tipos de objetivos politicos: los plasmados en las ocho normas basicas y los referidos a politicas publicas. El argumento es, hasta ahara, que la poliarqufa exige una coincidencia de pareceres relativamente amplia sabre ambos tipos de objetivos politicos. b) El otro es un continuo que vade la autonomfa al control. Un grupo es autonomo en la medida en que su politica no esta controlada por individuos exteriores al grupo. El argumento de Madison sostiene, en concreto, que un grado relativamente elevado de autonomfa de grupo, unido a un grado relativamente alto de discrepancia sabre los objetivos politicos, constituira un frena importante a la capacidad de cualquier mayoria para controlar la politica gubemamental. Pero si lo que interesa, como sucede en este ensayo, es saber que condiciones permiten maximizar la existencia de la regia, no parece una respuesta muy feliz. Asf que necesitamos reconstruir el argumento de Madison; y aunque el habria formulado la reconstrucci6n siguiente con una elegancia, un vigor y una precision que superan mi capacidad, no creo que hubiese discrepado del analisis. Imaginemos dos grupos de individuos. El grupo A prefiere la politica x ala y, y los otros prefieren la y a la x. Ahqra bien, recordando que la autonomfa social completa de un grupo es (por definicion) identica a la ausencia completa de control por individuos o grupos extemos de cualquier genera, si el grupo A y el grupo B son completamente autonomos entre sf en todas las politicas, no se da entre ellos ninguna relaci6n gubemamental y no pueden ser, por lo tanto, miembros de la misma poliarqufa. En estas condi13 ciones extremas, no surgira ningun conflicto politico porque discrepen. Por el contrario, si los miembros de los grupos A y B no pueden ser autonomos en ninguna eleccion, incluyendo lade x e y, entonces, en principia, la poliarqufa es posible entre ellos, es decir, puede aplicarse la regia para resolver el problema de x o y. Al margen de las dificultades que puedan imaginarse, si no hay ninguna autonomfa, y si la discrepancia sabre x e y es 12. No quiero entregarme a una regresi6n inacabable de definiciones. En estos ensayos el significado de <
DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

90

muy fuerte (como, por ejemplo, en una cuestion como la esclavitud, que llega a la esencia misma de la ideologfa y la estructura social), entonces, como se ha propuesto en relacion con la hipotesis 4, probablemente se reduzca, quiza drasticamente, el acuerdo sobre las ocho normas basicas y la instruccion en ellas, factores necesarios para la poliarqufa. Es decir, la discrepancia y la falta absoluta de autonomfa minan la poliarqufa. Sin embargo, si los dos grupos son autonomos entre sf, al menos en la eleccion entre x e y, la decision noes ya una decision polftica en la que haya de utilizarse la maquinaria de la poliarqufa. Se convierte, como la tolerancia religiosa, en una cuestion no polftica, y elecciones distintas pueden ser compatibles con un alto grado de acuerdo acerca de las normas basicas necesarias para la poliarqufa y de la instruccion en ellas. Formulamos. por lo tanto, la siguiente hipotesis: Pasado cierto punto, cuanto mas agudo es el desacuerdo sobre polfticas dentro de una organizacion social y cuanto mayor es la proporcion de individuos que se incluyen en el desacuerdo, mayor es el nivel de autonomfa social que hace falta para que exista un cierto nivel de poliarqufa. Pero el nivel de acuerdo no puede considerarse absolutamente independiente de la cuantfa de actividad polftica de una organizacion. El grado con que se cumplen algunas de las condiciones de la poliarqufa ( 1, 4 y 5) dependera tambien de la actividad polftica de sus miembros, es decir, de la medida en que votan en las elecciones generales y primarias, participan en las campafias y buscan y propagan informacion y propaganda. Asf por definicion: 9.

La poliarqufa es una funcion de la actividad polftica de los miembros.

Se sabe bastante sobre las variables con las que se asocia la actividad polftica; de hecho, la proxima decada deberfa proporcionar un conjunto bastante preciso de proposiciones sobre estas relaciones. Sabemos ya que la actividad polftica, al menos en los Estados Unidos, esta positiva y significativamente relacionada con variables como ingreso, estatus socioeconomico y educacion, y que se relaciona tambien de forma compleja con sistemas de creencias, expectativas y estructuras de la personalidad. Sabemos ya que los miembros de las masas ignorantes y sin propiedades, a los que tanto temfan Madison y colaboradores, son considerablemente menos activos polfticamente que las personas acomodadas y que han estudiado. Los pobres e incultos se privan ellos mismos del derecho 14 a votar por su tendencia a la pasividad polftica. Como, ademas, tienen menos acceso que los ricos a los recursos organizativos, financieros y de propaganda que tanto influyen en las campafias, las elecciones y las decisiones legislativas y ejecutivas, cualquier cosa parecida a un control igual sobre la polftica gubernamental esta triplemente vedado a los 14. Vease, especialmente, B. R. Berelson, P. F. Lazarsfekld, y W. N. McPhee, op. cit.; S.M. Lipset et al., <
LA POLIARQUIA

91

miembros de la masa sin propiedades de Madison. Les esta vedado por su inactividad relativamente mayor, por su acceso relativamente limitado a los recursos y por el propio sistema madisoniano de controles constitucionales. VI. Estas son, pues, algunas de las relaciones que los politologos necesitamos investigar con la ayuda de nuestros colegas de otras ciencias sociales. Dificilmente se puede rebatir que solo hay unas cuantas relaciones cruciales. Por ejemplo, existe indudablemente una relacion, aunque se trate de una relacion compleja, entre el grado de igualdad polftica posible en una sociedad y la distribucion de ingreso, riqueza, estatus y control sobre los recursos organizativos. Ademas, es cada vez mas probable que exista cierta relacion entre el grado de poliarquia y las estructuras de personalidad de los miembros de una organizacion; hablamos ahora de los tipos de personalidad autoritario y democratico, aunque nuestro conocimiento de estos tipos hipoteticos y de su distribucion concreta en las diferentes sociedades sea, todavia sumamente fragmentario. Opino que es demasiado pronto para decir que se ha establecido una correlacion elevada entre poliarquia y ausencia o presencia relativa de ciertos tipos de personalidad; pero, desde luego, la eficacia de la instruccion social en las normas basicas antes mencionadas, debe basarse en parte en las predisposiciones mas profundas del individuo. Como el interes por los requisitos sociales previos de los distintos sistemas politicos es tan viejo como la especulacion polftica, no puede alegarse que la hipotesis de este capitulo sea original. Me he limitado a exponer, a veces con mayor rigor del que es habitual, un cuerpo de proposiciones insinuadas, sugeridas, deducidas y con frecuencia expuestas con suficiente claridad por varios politologos, desde Socrates basta el presente. Sin embargo, puede que merezca la pena diferenciar este punto de vista del madisoniano y del populista, aunque solo sea una diferenciacion de grado. El compromiso de Madison entre el poder de las mayorfas y el poder de las minorfas se apoyaba en gran parte, aunque no por completo, en la existencia de frenos constitucionales a la actuacion de la mayorfa. La teorfa de la poliarquia, a diferencia del madisonianismo, se centra primariamente no en los requisitos previos de tipo constitucional para un orden democratico sino en los requisitos sociales. La diferencia es de grado: Madison, como vimos, no se mostraba indiferente a las condiciones sociales necesarias para su republica no tiranica. Pero seguramente no es injusto decir que lo que le interesaba ante todo eran los controles constitucionales prescritos mas que los controles sociales que operaban, los pesos y contrapesos constitucionales mas que los sociales. Despues de todo, la convencion constitucional tenia que elaborar una constitucion; no podia elaborar una sociedad. La naturaleza humana y la estructura social eran cuestiones que los hombres de la convencion daban por supuestas en gran medida; su tarea, tal como la concebian ellos, era elaborar una constitucion que estuviese lo mas plenamente en consonancia con la estructura social y con la naturaleza humana, y con el objetivo de una republica que respetase los derechos naturales, en especial, los de los selectos y de buena familia. Pero la tendencia que imprimio la convencion constitucional al pensamiento estadounidense en la apoteosis que siguio a su promulgacion de la constitucion ha obstaculizado, a mi modo de ver, que se pensase con rigor y con realismo en las condiciones ne-

92

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

cesarias para la democracia. Es significativo que, hasta que cayo Fort Sumter, la disputa entre el Norte y el Sur se formulase, salvo unas cuantas excepciones importantes, casi en ellenguaje del derecho constitucional. Lo tnigico de la decision de Dred Scott no fue tanto su consecuencia como la disposicion mental que reflejaba. Como se nos ensefia a creer en la necesidad de los pesos y contrapesos constitucionales, depositamos muy poca fe en los sociales. Admiramos la eficacia de la separacion constitucional de poderes para controlar a mayorias y minorias, pero a menudo olvidamos la importancia que tienen las limitaciones impuestas por la separacion social de poderes. Sin embargo, si la teoria de la poliarqufa es mas o menos solida, se deduce de ella que, en ausencia de ciertos requisitos previos de caracter social, ninguna estructura constitucional puede producir una republica no tiranica. Creo que es suficiente prueba la historia de numerosos Estados latinoamericanos. Por el contrario, un aumento de la presencia de uno de los requisitos sociales previos puede ser mucho mas importante para el fortalecimiento de la democracia que ningun esquema constitucional concreto. La teoria de la poliarqufa, tanto si lo que nos preocupa es la tiranfa de una minoria como si es la de una mayoria, indica que las variables primarias y cruciales a las que los politologos deben prestar atencion son sociales y no constitucionales. Se considero que la teorfa populista era formal y axiomatica, pero que le faltaba informacion sobre el mundo real. Decir que solo es posible alcanzar la igualdad polftica y la soberanfa popular perfectas, por definicion de terminos, con el principia de la mayoria, no es enunciar una proposicion absolutamente inutil, pero tampoco es algo de gran utilidad. Porque lo que desesperadamente queremos saber (si nos interesa la igualdad polftica) es que debemos hacer para maximizarla en una situacion concreta, en determinadas condiciones existentes. Si queremos volver la atencion hacia el caos del mundo real, sin perdemos totalmente en hechos sin sentido y en un empirismo trivial, necesitamos que la teoria nos ayude a ordenar el increfble y desconcertante despliegue de acontecimientos. La teoria de la poliarqufa, una ordenacion inadecuada, incompleta y primitiva de la reserva comun de conocimientos sobre la democracia, se formula con la conviccion de que, en algun punto situado entre el caos y la tautologfa, algun dfa seremos capaces de elaborar una teoria satisfactoria sobre la igualdad polftica.

Ariel Cienda Politica

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

Textos de GABRIEL

A.

ALMOND

SEYMOUR MARTIN LIPSET

RoBERT A. DAHL

GAETANO MoscA

ANTHONY DOWNS

MANCUR OLSON

MAURICE DUVERGER

WILLIAM

DAVID EASTON

STEIN ROKKAN

y SIDNEY VERBA

Edici6n a cargo de ALBERT BATLLE

Ariel

H.

RIKER

SUMARIO lntroduccion

Diseno cubierta: Vicente Morales I." edici6n: noviembre 1992 2.' edici6n: noviembre 200 I © Je Ia recopilaci6n. 1992 y 200 I: Albert llatlle Dcrechos exclusivos de edicl6n en espailol rcservados p!tra todo cl mundo: © 1992 y 200 I· Editori:tl Ariel. S. A.

l'rovcn<;a. 260 - 08008 Barcelona ISBN: 84-344-1685-9 Dep6sito legal: B. 46.835 - 200 I I mpreso en Esp:liia Ninguua parte de cstu public;,ci6n, induido cl discno de Ia cuhicrtu. pucdc scr reproUucid;,. ahuaccunda o tr;msmitidn en maneru ulgunu ui por uingliu U!cdio, yu sea c!Cctrico. qui111ico, nw<.~:iuico, 6ptico, de gmbaci6n o Ue fmocopia, siu pcnuiso prcvio tiel editor.

I.

La clase politica. por GAETANO MOSCA

2.

lntluencia de los sistemas electorales en Ia vida politica. por MAURICE Duv!;RGER

3.

La poliarquia, por ROBERT A. DAHL

4.

Teoria econ(Jmica de Ia accion politica en una democracia. por ANTHONY DowNs

5.

Algunos requisitos sociales de Ia democracia: desarrollo economico y Iegitimidad poli· tica. por SEYMOUR MARTIN LIPSET

6.

Teoria de juegos y de las coaliciones politicas. por WILLIAM H. RIKER

7.

La cultura politica. por GABRIEL A. ALMOND y SIDNEY VERBA

8.

La Iogica de Ia accion colectiva. por MANCUR OLSON

9.

Categorias para el amllisis sistemico de Ia poHtica. por DAVID EASTON

10.

Estructuras de division, sistemas de partidos y alineamientos electorates. por SEYMOUR MARTIN LlPSET y STEIN ROKKAN

92

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

cesarias para Ia democrada. Es significativo que, hasta que cay6 Fort Sumter, Ia disputa entre el Norte y el Sur se formulase, salvo unas cuanta~ excepc10nes rmportantes, cas r en el lenguaje del derecho constitucional. Lo tragico de Ia decision de Dred Scott no fue tanto su consecuencia como Ia disposici6n mental que retlejaba. Como se nos ensefia a creer en Ia necesidad de los pesos y contrapesos constitucionales, depositamos muy poca fe en los sociales. Admiramos Ia eficacia de Ia separaci6n constitucional de poderes para controlar a mayorfas y minorfas, pero a menudo olvidamos Ia importancia que tienen las limitaciones impuestas por Ia separaci6n social de poderes. Sin embargo, si Ia teoria de Ia poliarqufa es mas o menos s6lida, se deduce de ella que, en ausencia de ciertos requisitos previos de canicter socral, mnguna estructura constitucional puede producir una republica no tininica Creo que es suficrente prueba Ia historia de numerosos Estados latinoamericanos. Por el contrario, un aumento de Ia presencia de uno de los requisitos sociales prev ios puede ser mucho mas importante para el fortalecimiento de Ia democracia que ningun esquema constitucional concreto. La teorfa de Ia poliarquia, tanto si lo que nos preocupa es Ia tiranfade una minorfa comos~ es Ia de una mayorfa, indica que las variables primarias y crucrales a las que los pohtologos deben prestar atenci6n son sociales y no constitucionales. . Se consider6 que Ia teoria populista era formal y axiomatica, pero que le faltaba mformaci6n sobre el mundo real. Decir que s6lo es posible alcanzar Ia igualdad politica Y Ia soberanfa popular perfectas, por definicion de terminos, con el principio de Ia mayoria no es enunciar una proposici6n absolutamente inutil, pero tampoco es algo de gran utiiidad. Porque lo que desesperadamente queremos saber (si nos interesa Ia igualdad politica) es que debemos hacer para maximizarla en una situaci6n concreta, en determmadas condiciones existentes. Si queremos volver Ia atenci6n hacia el caos del mundo real, sin perde_mos totalmente en hechos sin sentido y en un empirismo trivial, necesitamos que Ia leona nos ayude a ordenar el increible y desconcertante despliegue de acontecimientos. La teoria de Ia poliarqufa, una ordenaci6n inadecuada, incompleta y primitiva de Ia reserva co~un de conocimientos sobre Ia democracia, se fonnula con Ia convrcc16n de que, en algun punto situado entre el caos y Ia tautologfa, algun dia seremos capaces de elaborar una teoria satisfactoria sobre Ia igualdad polftica.

4.

TEORfA ECONOMICA DE LA ACCION POLITICA EN UNA DEMOCRACIA' por ANTHONY DOWNS

I. A pesar de Ia enorme importancia de las decisiones gubemamentales en cada fase de Ia vida econ6mica, los economistas te6ricos nunca han conseguido integrar adecuadamente el gobiemo con los agentes econ6micos privados en una teoria unica del eq uilibria general. En cambio, han tratado Ia acci6n gubemamental como una variable ex6gena, determinada por consideraciones politicas que son ajenas al campo de Ia economfa. Este punto de vista es, en realidad, una secuela del supuesto clasico de que el sector privado es un mecanismo autorregulado, y que cualquier acci6n gubemamental que avance mas alia del mantenimiento de Ia ley y el orden es una << interferencia» sobre aquel mas que una parte intrinseca del mismo.' Sin embargo, al menos en dos campos de Ia teoria econ6mica, el centralismo de Ia acci6n gubemamental ha llevado a los economistas a formular reglas que indican c6mo <<deberia» tomar sus decisiones el gobiemo. Asi, en el campo del gusto publico, Hugh Dalton afirma: <> ' Un intento similar de diferenciar las actuaciones <<propias» del gobiemo de las que son «propias» de los agentes privados ha sido realizado por Harvey W. Peck, que escribe: «Si Ia gesti6n publica de una empresa produce una utilidad social neta mayor, los servicios proporcionados por esta empresa deberian pertenecer a Ia categorfa de bienes publicos.»' Ademas, varios economistas estudiosos de Ia economfa del bienestar han planteado principios generales para guiar Ia acci6n gubemamental en el terreno econ6mico. I. La argumemaci6n presentada en este anfculo {cd. ori gi nal: «An Economic Theory of Political Action in ~• De~ rnocracy». en Journal of Political Economy. 1957) sera dcsarrollada mas extensamente en mi pr6ximo libro. An Economic Theory of Democrm:y. que seni publicado pur Harper y Bros. ( Versi6n espanola de Luis Adolfo M;.mln Merino. Editorial Aguilar. 19H)

pp. 6-8.

2.

Vease Gerhard Colm. Essays in puh/it ·jhuuwe and Fiscal Po/i<·y, Oxford Un iversi1y Press, Nueva Yorl<. 1955.

3. Hugh Dalton, The principies of puhhc jhumce, George Routledge & Sons, Ltd. Londres. 1932. pp. 9-10. 4. Harvey W. Peck:. Taxation and We(f'are, Mac .'Aillan. Nueva York. 1955. pp. 30-36. Citado en Hamid M. Groves (ed.): Viewpoints in Public Dinance, Henry Holt and Co., Nue \'a York. 194K. p. 55 I.

D!EZ TEXTOS BAS!COS DE C!ENC!A POLITIC A

94

TEORiA ECON6M!CA DE LA ACC!6N POLiTIC A

Por ejemplo, Abba P. Lerner establece indirectamente una regia cuando dice: «Si se desea maximizar Ia satisfacci6n total de una sociedad, el procedmuento rac10nal es d!Vidlr Ia renta sobre una base igualitaria>>.' Esta lista de ejemplos no es muy larga, principalmente porque las afirmaciones claras sobre reglas de decision que sirvan de gufa a !a acci6n gubemamental son muy raras en Ia teoria econ6mica. Sin embargo, no seria una distorsion aventurada de Ia rcahdad afirmar que Ia mayoria de los economistas que se ocupan de !a teorfa del bienestar y muchos te6ricos del gasto publico suponen tacitamente que Ia funci6n «propia>> del goblerno es maximizar el bienestar social. Casi todos se adhieren a algun enfoque de esta regia normativa cuando enfrentan el problema de las decisiones del gobierno. El uso de esta regia ha originado dos problemas principales. En primer Iugar, no estli claro que signitica el termino «bienestar social>>, ni hay algun acuerdo sobre como «maximizarlo>>. De hecho, la larga controversia sobre Ia naturaleza del b1enestar SOCial en el contexto de Ia «nueva economfa del bienestar>> llev6 a Kenneth Arrow a Ia conclusion de que no existe metodo racional para maximizar el bienestarso~ial, a menos que se im~ pongan fuertes restricciones a! orden de preferenc1as de los md1V1duos en Ia soc1edad. La complejidad de esta cuestion ha desviado Ia atencion del segundo problema, que aparece cuando se considera que la funcion del gobierno es maximizar el bienestar soc1a_L Aunque se pudiese definir el bienestar social, y nos pusiesemos de acuerdo sobre los metodos para maximizarlo, z.cual es Ia razon para creer que los hombres q.ue dmgen el gobierno tendrian motivaciones suticientes para intentar maxlmlzarlo? Afmnar que «debenan>> hacerlo no significa que lo haran. Como sefial6 Schumpeter, uno de los pocos eco, nomistas que han abordado el problema: . . . «No parece que el significado social de cierto tlpo de ac.tlvl~ad provocar.a ~ecesa: riamente el impulso motivacional y, por consiguiente, Ia exphcac1on de este ult1mo. S1 esto no es asf, una teorfa que se limita a! analisis de las finalidades sociales, o de las necesidades que se deben satisfacer, no puede aceptarse como una descripcion adecuada de las actividades que abarca.>>' . Schumpeter sefiala aquf una objecion crucial a Ia mayoria. de los intentos por mtroducir el gobierno en Ia teoria economica: en realidad, no lo cons1deran como una parte del proceso de division del trabajo, en el que cada agente tiene tanto un mot1v~ pnvado como una funcion social. Por ejemplo, Ia funcion social de un mmero del carbon es extraer el mismo de Ia tierra, puesto que esta actividad proporciona una utilidad para otros. Pero.esta motivado para cumplir esta funcion por su deseo de ganar un sueldo, y no de beneficmr a otros. De Ia misma manera, en Ia division del trabajo, cualquier otro agente reahza su funcion social en primer Iugar como medio para lograr sus propios fines privados: Ia obtenci6n de una renta, de prestigio o de poder. Gran parte de Ia teoria economica consiste, en esencia, en probar que los hombres que persiguen sus propios fines p~eden, tam bien, realizar su funci6n social con gran eficiencia, a! menos en c1ertas condiCIOnes. 5. 6. 7.

Abba P. Lerner, The Economics o{Control, Mac Millan Co., Nueva York, 1944, p. 32. Kenneth Arrow, Social choice and tndividz:nt Values, Willey y Sons., Nueva York, l95L _, Joseph A. Sci1Umpeter, Capitalism, Socialism and Democracy, Harper y Bros, Nueva York, 1950, p. -82.

95

A Ia luz de este razonamiento, cualquier pretension de formular una teorfa de la accion gubemamental que no discuta los motivos de quienes dirigen el gobiemo debe ser considerada incoherente con el cuerpo princi.pal del analisis econ6mico. Bstos intentos no logran enfrentar el hecho de que los gobiemos son instituciones concretas, dirigidas por hombres, ya que trata de los motivos en un nivel puramente normativo. Como consecuencia, estas tentativas nunca pueden llegar a integrar el gobiemo con otros agentes decisores en una teorfa del equilibrio general. Bsta integracion exigiria un enfoque positivo que explique c6mo se estimula a los gobernantes a actuar por sus propios motivos egofstas. En las secc10nes que s1guen presentare un modelo de toma de decisiones gubemamentales basado en este enfoque. II.

Para construir este modelo utilizare las siguientes definiciones:

I. En la division del trabajo, el gobierno es el agente que tiene el poder de coercion ~obre todos los, otros agentes de ,Ia sociedad; es el pun to en que se concentra el poder «UltimO>> en un area determinada.

2. Una democracia es un sistema politico que tiene las siguientes caracteristicas: a) Dos o mas partidos compiten por el control del aparato gubernamental en elecciones peri6dicas. b) El partido (o coalicion de partidos) que obtiene la mayorfa de los votos gana el control del aparato gubernamental hasta Ia siguiente eleccion. c) Los partidos perdedores nunca intentan impedir que los ganadores tomen el poder, ni los ganadores utilizan el poder adquirido para impedir que los perdedores compitan en Ia eleccion siguiente. d) Son ciudadanos todos los adultos sanos y cumplidores de Ia ley que son gobernados, y cada ciudadano tiene un voto, y solo uno, en cada elecci6n.

Aunque estas def]niciones son algo ambiguas, bastru·an para nuestros prop6sitos actuates. Bstablecere, a continuaci6n, los siguientes axiomas: I. Cada partido politico es un equipo de hombres que solo desean sus cargos para gozar d,e Ia renta, el prestigio y el poder que supone Ia direcci6n del aparato gubemamental. 2.

El partido (o Ia coalici6n) ganador tiene el control total de Ia acci6n guberna-

K. Esta definici6n proviene de Robert A. Dahl y Charles E. Lindblom, Politics Economics and Welfare. Sin em~ar~o, ~ traves de la mayor parte de mi ana!isis de Ia palabra «gobiemm), se refiere al partido en el gobierno mas que a la mstttuCJ6n, tal como aqui se ha defmido.

9. Un •), en R. M. Thrall, C. H. Coombs yR. L Davis (eds.), D<'cision proasses, John "":ill~y & Sons, Nueva York, 1954, pp. 188-UN. Utilizo Ia palabra «equipo» en vez de
DIP.Z TEXTOS BAS!COS DE CIENCIA POLfTICA

TEORiA ECONOMIC A DE LA ACCI(JN POLiTJCA

mental hasta Ia eleccion siguiente. No existen votos de confianza entre elec<.:iones. ni por parte de Ia legislatura ni por parte del electorado. por lo que el partido gobemante no pucde ser sustituido antes de Ia eleccion siguiente. Tampoco es desobedecida ninguna de sus ordcnes, ni es saboteada por una burocracia intransigente. 3. El poder economico de los gobiemos es ilimitado. Pueden nacionalizar cualquier cosa. pasar cualquier cosa a manos privadas o adoptar cualquier medida intermedia entre estos dos extremos. 4. El unico limite al poder gubemamental es que el partido que lo ejerce no pucde restringir de ningtin modo Ia libertad politica de los partidos de Ia oposicion ode cada uno de los ciudadanos. a menos que busque ser derrocado por Ia fuerza. 5. En el modelo, cada agente (sea un individuo. un partido, o una coalici6n privada) se comporta racionalmente en todo momenta; es decir, persigue sus fines con el minima empleo de recursos escasos y solo emprende acciones en las que el ingreso margi. nal excede el coste marginal. '"

I. Las acciones de gobiemo son una funci6n de Ia forma en que espera que voten los ciudadanos y de las estrategias de sus opositores. 2. El gobiemo conffa en que los ciudadanos voten de acuerdo con: a) las variaciones que Ia actividad gubemamental provoque en su utilidad o renta, y b) las estrategias de los partidos de la oposici6n. 3. Los ciutladanos votan de acuerdo con: a) las variaciones que cause Ia actividad gubemamental en su utilidad o renta, y h) las altemativas ofrecidas por Ia opo-

96

A partir de estas definiciones y axiomas puede obtenerse una hip6tesis central: En una democracia los partidos politicos formulan su polftica estrictamente como medio para obtener votos. No pretenden conseguir sus cargos para realizar determinadas polfticas preconcebidas o de servir a los intereses de cualquier grupo particular. sino que ejecutan politicas y sirven a grupos de intereses para conservar sus puestos. Por lo tanto, su funcion social (que consiste en elaborar y realizar politicas mientra~ se encuentran en el poder) es un subproducto de sus motivaciones privadas (que buscan obtener Ia rema. el poder y el prestigio que supone gobemar). En una democracia, esta hipotesis supone que el gobiemo siempre actua para maximizar su caudal de votos; es un empresario que vende polftica a carnbio de votos en Iugar de productos a cambio de dinero. Adema.~. debe competir con otros partidos para obtener esos votos, igual que dos o mas oligopolios que compiten para vender en un mercado. Que el gobiemo maximice o no el bienestar social (suponiendo que este proceso sea definible) depende de como la competencia influye sobre su comportamiento. No podemos suponer a priori que este comportamiento es socialmente 6ptimo, ni que una empresa determinada producini bienes socialmente optimos. Examinare Ia natumleza de las decisiones gubemamentales en dos contextos: I) en un mundo en el que existe el conocimiento perfecto y Ia informacion no es costosa, y 2) en un mundo en el que el conocimiento es imperfecto y Ia infonnaci6n es costosa. III. Solo intento el analisis del proceso de las decisiones gubemamentales en un mundo con informacion perfecta para ilustrar las relaciones basicas entre un gobiemo democratico y sus ciudadanos. Esta~ relaciones pueden resumirse en el siguiente conjunto de proposiciones:

.

.,.

97

II

S!C!On.

4. La utilitlad o renta que los votantes reciben de Ia actividad gubemamental depende de las acciones tomadas por el gobiemo durante su mandato. 5. Las estrategias de los partitlos de Ia oposicion dependen de su punto de vista sobre Ia utilidad o renta que los votantes obtienen de Ia actividad gubemamental y de las acciones realizadas por el part ido en el poder. Estas proposiciones fonnan un conjunto de cinco ecuaciones con cinco incognitas: los votos esperados, los votos reales, Ia~ estrategias de Ia oposicion, Ia acci6n gubemamental y las utilidades o rentas individuates que produce. En consecuencia, Ia estructura politica de una democracia puede ser considerada como si fuera un conjunto de ecuaciones simultaneas similar a los utilizados para analizar Ia estructura economica. Puesto que los ciudadanos de nuestro modelo de democracia son racionales. cada uno de ellos considera las elecciones estrictamente como medio para seleccionar el gobiemo que mas los beneficia. Cada ciudadano estima Ia utilidad o renta que obtendrfa de las acciones que espera de cada partido si estuviera en el poder en el siguiente periodo electivo, es decir. primero evalua Ia utilidad-renta que le proporcionaria el partido A. despues Ia que le proporcionan'a el partido 8 y asi suc esivamente. Votara por el que considere que le proporcionara Ia mayor utilidad con su accion gubemamental. El primer factor que intluye en Ia estimacion del comportamiento efectivo de cada partido no son las promesas sobre el futuro expresadas en su campaiia, sino su comportamiento durante el pen'odo inmediatamente anterior. Por lo tanto. su decision de voto se basa en una com- / paracion entre Ia utilidad realment~ recl-bida -durante este periodo a causa de las acciones del partido gobemante y Ia que cree que hubiese recibido si los partidos de Ia oposicion hubiesen estado en el poder (supongo que cada partido de oposicion ha tornado una posicion verbal sobre cada cueslion tratada concretamente por el partido gobemante). Este procedimiento le permite apoyar en hechos su .P.9..:ill:i6n. no en conjeturas. Evidentemente, puesto que se trata de ele!i'lr-uii goblemot"Uturo. modificara su analisis del comportamiento pasado de cada partido. ~e acuerdo con las probables variaciones que-~~tim._e.que se _prQduci.nin en ese comportamieiito. Detodos mbdos;ra. -cori'Q~ara:erpartido en el poder sigue siendo el punto central de su evaluacion. El gobiemo tambien toma sus decisiones racionalmente, pero su actuaci6n no es faII .

6n un mundo perfecrarnente informado, los votantes siempre votan exw.:tamente en Ia tOnna que et gobiem o

El u~nn ino «mcionah' en este a11iculo cs sin6nimo de «eficiente),. Esta definiciOn econ6mica no debe con~ fundirse con Ia detinici6n 16gica (es decir, referenle a Ia~ proposiciones 16gica'\) ni con Ia de finici 6n psicol6gica (c.s decir,

cspcra que lo hagan .
calc uladora o no emocional).

den difcrir.

10.

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

TEORIA ECON6MICA DE LA ACC16N POLfTICA

cil de analizar porque esta comprometido en una guerra polftica con sus oponentes. Cada partido se parece a un jugador que participa en un juego de n personas o a un oligopolio que emprende una competencia agresiva. Sin embargo, el problema de las variaciones conjeturales se simplifica en alguna medida porque el partido gobemante siempre debe comprometerse en cada cuesti6n antes de que lo hagan los partidos de Ia oposici6n. Puesto que esta en el poder, debe actuar cada vez que se presente Ia ocasion; no hacerlo tambien se considera una forma de acci6n. Pero Ia oposicion, que no es responsable del gobiemo, puede esperar hasta que Ia presion de los acontecimientos ha forzado el compromiso del partido en el poder. En consecuencia, los partidos de Ia oposicion tienen una ventaja estrategica (que, incidentalmente, hace mas simple el analisis de Ia guerra entre partidos de lo que serfa si revelasen simultaneamente sus estrategias). No analizare las estrategias de partido en un mundo perfectamente informado, porque casi todas las conclusiones a las que llegariamos serfan aplicables al mundo imperfec tamente informado en el que estamos principalmente interesados. Solo subrayare un punto: en un mundo en el que prevalece Ia informacion perfecta, el gobiemo concede a las preferencias de cada ciudadano exactamente Ia misma ponderacion que a las de cualquier otro ciudadano. Esto no significa que sus politicas favorezcan igualmente a todos los votantes, puesto que consideraciones estrategicas le pueden llevar a ignorar a algunos y beneficiar a otros, o a favorecer a unos con una polftica y a otros con otra. Pero nunca perdera deliberadamente el voto del ciudadano A para obtener el del ciudadano B. Puesto que cada ciudadano tiene un voto y solo uno, no puede ganar intercambiando el voto de A por el de B. En resumen, Ia igualdad de derechos de los ciudadanos es un mecanismo adecuado para distribuir igualitariamente el poder politico entre los ciudadanos. La falta de informacion completa que fundarnente las decisiones es una condici6n tan basica de Ia vida humana que intluye en Ia estructura de casi todas las instituciones sociales. Sus efectos son profundos especialmente en Ia politica. Por esa razon dedicare el resto de mi analisis al impacto del conocimiento imperfecto sobre Ia accion polftica en una democracia. En este modelo el conocimiento imperfec to significa: l) que los partidos no siempre saben exactamente lo que los ciudadanos desean; 2) que los ciudadanos no siempre saben lo que el gobiemo o su oposici6n ha hecho, esta haciendo o deberia estar haciendo para servir a sus intereses, y 3) que Ia informacion necesaria para superar Ia ignorancia de los partidos y de los ciudadanos es costosa; en otras palabras, que deben utilizarse recursos escasos para obtenerla y asimilarla. Aun cuando estas condiciones tienen muchos efectos sobre el funcionamiento del gobiemo, en el modelo me concentrare tan solo en tres de ellos: persuasion, ideologfa e ignorancia rac ional.

Pero, en cuanto aparece Ia ignorancia, el claro camino que conduce de Ia estructura de preferencias a Ia decision de voto se oscurece por falta de conocimiento. Aunque algunos votantes desean que un partido especffico gane, porque sus politicas son claramente las mas beneficiosas para ellos, otros se sienten muy indecisos acerca de que partido prefieren. No estan seguros de lo que les ocurre o de lo que les ocurriria si otro partido estuviese en el poder. Necesitan mas hechos para aclarar sus preferencias. Los persuasores pueden ser efectivos al proporcionar estos hechos. Los persuasores no estan interesados en ayudar a los indecisos a ser menos indecisos; lo que desean es obtener una decision que ayude a su causa. Por lo tanto, s6lo sefialanin los hechos favorables al grupo que apoyan. Entonces, aun si suponemos que no existen datos falsos o erroneos, unos hombres son capaces de influir sobre otros present
98

I

IV. Mientras mantengamos el supuesto del conocimiento perfecto ningun ciudadano puede intluir en el voto de otro. Cada uno sabe lo que mas le beneficiaria, lo que el gobiemo esta haciendo y lo que otros partidos harlan si estuvieran en el poder; por lo tanto, Ia estructura de preferencias politicas del ciudadano, que supongo fijas, le conduce directamente a una decision no ambigua sobre como deberia votar. Si se comporta racionalmente, ningun tipo de persuasion puede hacerle cambiar de opinion.

99

12. La descentralizaci6n puede ser geogrtifica o por grupos sociales. dependiendo de la forma en que Ia sociedad esta dividida en partes homngeneas.

100

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

tos especialistas senin mas representativos y ejerceran mas poder que el organismo planificador central cuanto menos eficientes sean los canales de comunicaci6n en Ia sociedad. La tercera consecuencia del conocimiento imperfecto, y Ia necesidad de persuasion resultante, es una combinacion de las dos primeras. Puesto que algunos votantes pueden ser intluidos, aparecen los especialistas en influirlos. Y puesto que el gobiemo necesita intermediarios entre el y Ia gente, algunos de estos intermediarios se presentan como <> de los ciudadanos. Por un !ado, intentan convencer al gobiemo de que las poHticas que defienden (y que los benefician directamente) son buenas y deseables para un amplio sector del electorado. Por otro !ado, buscan convencer al electorado de que estas politicas son deseables. Uno de sus metodos para conseguir que el gobiemo crea que Ia opinion publica les apoya es crear una opini6n favorable por medio de Ia persuasion. Aunque un gobiemo racional no acepte sus pretensiones, tampoco puede ignorarlas por completo. AI plantear su politica debe dar a estos inf1uyentes intermediarios una ponderaci6n mas que proporcional, porque ellos pueden haber conseguido una opini6n favorable en las masas silenciosas de votantes y porque su clamor indica una elevada intensidad de deseo. Claramente, es mas probable que basen sus votos en cierto tipo de polftica quienes tienen un fuerte interes en ella, que lo hagan quienes Ia consider.m simplemente como una cuestion cualquiera; por consiguiente, el gobiemo debe prestar mayor atenci6n a los primeros que a los segundos. Hacerlo de otro modo seria irracional. Finalmente, el conocimiento imperfecto hace que el partido gobemante pueda ser sobomado. Para persuadir a los votantes de que sus polfticas son buenas para ellos, necesita pocos recursos, tales como tiempo de television, dinero para propaganda, etc. Una forma de obtener esos recursos es vender favores politicos a quienes pueden pagarlos, sea por medio de contribuciones a Ia campaiia, sea por medio de polfticas editoriales favorables o por influencia directa sobre otros. Los compradores de favores ni siquiera necesitan aparecer como representativos de Ia gente. Simplemente intercambian su ayuda polftica por favores politicos (una transaccion eminentemente racional, tanto para ellos como para el gobiemo). En esencia, dada Ia distribuci6n desigual de Ia riqueza y Ia renta en Ia sociedad, Ia desigualdad de intluencia politica es una consecuencia necesaria de Ia informacion imperfecta. Cuando el conocimiento es imperfecto, Ia accion polftica efectiva exige los recursos economicos necesarios para hacer frente a los costes de informaci6n. Por lo tanto, quienes poseen esos recursos pueden tener un peso mayor que su peso politico proporcionaL Este resultado no es consecuencia de Ia irracionalidad o Ia deshonestidad. Por el contrario, a falta de una informacion perfecta, es una respuesta bastante racional en una democracia, como lo es tam bien Ia sumisi6n de los gobiernos a las exigencias de los grupos de presion. Suponer otra cosa es ignorar Ia existencia de costes de informacion (es decir es teorizar acerca de un mundo mftico en vez de un mundo real). El conocimiento imperlecto permite que, en un mundo donde se supone que reina Ia distribucion igual de los votos, Ia distribuci6n desigual de Ia renta, de Ia posici6n y de Ia inf1uencia (todas elias inevitables en una economfa caracterizada por una extensa division del trabajo) tengan una participaci6n en Ia soberanfa.

TEORiA ECON6MICA DE LA ACCI6N POLfTICA

101

. V. . Puesto que_en este modelo los partidos no tienen interes per se en crear ningtin tlpo particular de soctedad, el predominio universal de ideologfas en Ia polftica democnitica parece contradecir mi hip6tesis. Pero es una falsa apariencia; de hecho no solo Ia existencia de ideologfas, sino tambien muchas de sus particulares caracteristicas, pueden deductrse de Ia premtsa de que los partidos buscan el poder solamente por Ia renta, Ia influencia Y el prestigio que lo acompaiian. " De nuevo, el conocimiento imperfecto es el factor clave. En una sociedad compleja es abrumador el coste del tiempo que !leva comparar solamen~e todas las formas en las que difieren las polfticas de los partidos en competencia. Ademas, los cmdadanos no s1empre poseen informacion suficiente para valorar las diferencias de las que son conscientes. Ni tampoco conocen de antemano con que problemas se enfrentara probablemente el gobiemo en el periodo electivo siguiente. En estas condiciones, muchos votantes encuentran utiles las ideologfas de partido, porque evnan Ia necesidad de relacionar cada cuesti6n con su propia opinion del «bien social>>. Las ideologfas le ayudan a centrar Ia atenci6n sobre las diferencias entre partidos; por lo tanto, pueden utilizarse como muestra de todos los rasgos diferenciadores. Ad~mas, si el votante de~cubre una correlaci6n entre las ideologfas de cada partido y sus pohllcas, puede votar racwnalment.e comparando ideologfas en vez de comparar politicas. En ambos casos puede reducir drasticamente su gasto en informaci6n politica, informandose solamente acerca de las ideologfas en Iugar de un amplio conjunto de cuestiones. De esta manera, Ia falta de informaci6n crea una demanda de ideologias en el electorado. Puesto que los partidos politicos estan dispuestos a utilizar cualquier metodo viable para ganar votos, responderan creando una oferta. Cada partido inventa una ideologia para atraer los votos de aquellos ciudadanos que desean reducir sus costes votando ideologicamente. " .

Este razonamiento no significa que los partidos puedan variar sus ideologfas como fuesen d1sfraces, pomendose cualquier vestido adecuado a Ia situaci6n. Una vez que un partido ha colocado su ideologfa en el «mercado>> no puede abandonarla repentinamente o alterarla radicalmente sin provocar desconfianza en los votantes. Puesto que los votantes son racionales, rehusan apoyar a partidos que no son de fiar; por consiguiente, ningun partido ~~ede ~rm111rse una reputaci6n de deshonestidad. Ademas, debe existir alguna correlacwn pers1stente entre Ia 1deologia de cada partido y sus actuaciones consiguientes; de otro modo, los vorantes considerarfan eventualmente que el voto ideol6gico es irracional . . Pinal":'ente, los partidos no pueden adoptar ideologfas identicas, porque deben crear d•fe~nc1as sufic1entes para que su producto (Ia ideologfa) se distinga del de sus rivales Y as1 atraer votantes a sus umas. Sin embargo, igual que en un producto del mercado, cualquier ideologfa que tenga un exito considerable es imitada muy pronto, y las d1ferenc•as se producen a niveles mas sutiles. Sl

. 13. Defino las «ideologfas)it como im8genes verbales de Ia «sociedad deseable» y de Las principales polfticas llzables para crearla. .

14.

uti~

En rea lidad. las ideologias de partido surgen , probablemente. en sus or(genes, de los intereses de aquellas per-

sonas que fundaron c~a parttdo. Pero, una vez que un partido polftico ha sido creado. adquiere una existencia propia y t~ ventual~ent~ se c~~vterte en. relativamente independiente de cualquier grupo de interes panicu lar. Cuando prevalece tal

autonomm.. nu aml hsts de las Jdeologfas es plenamente aplicable.

102

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLfTICA

TEORlA ECON6MICA DE LA ACCI6N POLITICA

El amilisis de las ideologias politicas puede realizarse con mas detalle con una analogia espacial de Ia accion polftica. Para construir esta analogia utilizare un aparato empleado inicialmente por Harold Hotelling en su famoso artfculo «Stability in Competition>>. " Mi version del mercado espacial de Hotelling consiste en una escala lineal que va de cero a cien en Ia forma habitual de izquierda a derecha. Para hacerla politicamente significativa, hare los siguientes supuestos:

0

25

103

50

A

1. En una sociedad, los partidos polfticos pueden ordenarse de izquierda a derecha en fom1a reconocida por todos los votantes. 2. Las preferencias de cada votante tienen su punto maximo en algun punto de Ia escala y una pendiente decreciente constante a cada !ado del punto maximo (a menos que este se encuentre en un extremo de Ia escala). 3. La distribucion de Ia cantidad de votantes a lo largo de Ia escala es variable de una sociedad a otra, pero fija en cualquier sociedad concreta.'• 4. Una vez colocado en Ia escala politica, un partido puede moverse ideol6gicamente bien a Ia izquierda o bien a Ia derecha. pero no puede ir mas alia del partido mas cercano hacia el cual se esta moviendo." 5. En un sistema de dos partidos, si cualquiera de ellos se aleja del extremo mas cercano hacia el otro partido, los votantes extremistas del final de Ia escala ~uede~ abstenerse porque no ven diferencias significativas en Ia altemativa que se les ofrece. Seglin estas condiciones Ia conclusi6n de Hotelling -en un sistema de dos partidos ambos convergeran inevitablemente hacia el centro-- no se mantiene necesariamente. Si los votantes se distribuyen a lo largo de Ia escala, como muestra Ia figura 4. I, entonces Hotelling tiene raz6n. Suponiendo que el partido A empiece en Ia posicion 25 y el partido 8 en Ia posici6n 75 , ambos se mueven hacia el 50. puesto que cada uno gana mas votos en el centro de los que pierde en los extremos a causa de Ia abstencion. Pero, si Ia distribuci6n es como Ia que muestra Ia figura 4.2, los partidos se alejaran hacia los extremos en vez de converger hacia el centro. Cada uno obtiene mas votos moviendose hacia una posicion radical de los que pierde en el centro. Este razonamiento supone que un gobiemo estable, en una democracia de dos partidos, requiere una distribuci6n de votantes en forma aproxinlada a Ia curva normal. Cuando existe tal distribuci6n, los dos partidos llegan a parecerse estrechamente el uno al otro. Asi. cuando uno reemplaza al otro en el gobiemo, no son previsibles variaciones drasticas de polftica y Ia mayoria de los votantes se colocaran relativamente cerca de Ia

15 . Ecanomi,. Jmmwl. XXXIX. 1929, pp. 4 1·57. 16. En realidad, esta di stribuci6n puede variar en cualquier sociedad incluso a corto plazo, peru supondre que es ftja para evitar Ia discusi6n sobre factores muy complejos. his16ricos, sociol6gicos, psico16gicos, y otros, que Ia hacen variar. 17. No puede ir mas aliA de los panidos adyacente.s porque tal «Saito ~' indicaria carencia de fiabiJidad ideol6gica y genera.ria rechazo en el electorado. . . . 18. Esto es equivalente a su poner una demanda ehistica a lo largo de Ia escaia. como htzo Smtthtes en su elabo~ raci6n del modelo de Hotel ling (vease Smithies, Oprimum Location ami Spatial Competition, J.P.E .. XLIX. 194 1).

FIG. 4. I.

75

100

B

FIG. 4.2.

posicion que tenfan. independientemente de que partido esta en el poder. Pero, cuando el electorado esta polarizado, como en Ia figura 4.2, un cambio de partidos produce un cambio radical de Ia politica. E. independientemente de que partido gobieme, Ia mitad del electorado siente siempre que Ia otra mitad le esta imponiendo su polftica, una polftica que le desagrada profundamente. En esta situaci6n si un partido es reelegido continuamente, probablemente los partidarios del otro partido se rebelaran; mientras que si los dos partidos gobieman altemativamente, se producira el caos social porque las polfticas gubemamentales cambiaran una y otra vez de un extremo a otro. Asi pues, Ia democracia no llega a generar un gobiemo efectivo o estable cuando el electorado esta polarizado. 0 bien Ia distribuci6n debe cambiar o Ia democracia sera reemplazada por Ia tiranfa, en Ia que un extremo impone sus deseos al otro. El modelo original de Hotelling se limitaba al caso de dos empresas (o dos partidos) porque. cuando existian tres empresas, las dos de los extremos convergian sobre Ia del medio forzandola a saltar fuera para evitar Ia estrangulaci6n. Puesto que este proceso se repetia una y otra vez, no aparecia un equilibrio estable. Pero en mi modelo este salto es imposible. porque cada partido ha de mantener Ia continuidad de su ideologfa. Por consiguiente, este modelo puede aplicarse a los s istema~ multipartidistas sin que se produzca un desequilibrio. Los sistemas multipartidistas existiran con mayor probabilidad cuando Ia distribucion de votantes es multimodal, como en Ia figura 4.3. Cada partido independiente forma una modalidad y esra motivado para permanecer en ella y diferenciarse lo mas posible de los partidos mas cercanos. Si se mueve hacia Ia izquierda para ganar votos, pierde los mismos votos en favor del partido a su derecha (o los pierde por la abstenci6n si es un partido extremista al final del extremo derecho) y viceversa. Asi puts. su comportamiento 6ptimo es permanecer donde esta e impedir que otros partidos se le aproximen. En un sistema multipartidista, por tanto, encontramos las condiciones exactamente opuestas a las que hacen viable un sistema bipartidista. Mientras que en el primero cada partido se

0

75

50

25

p

Q

R

FKL 4.3.

s

100

DIEZ TEXTOS BASICOS DE ClENCIA POLfTICA

TEORfA ECON6MIC A DE LA ACCI6N POLiTICA

ligaba a una posicion ideologica definida y subrayaba sus diferencias respecto de los demas partidos, en el ultimo ambos partidos se mueven hacia el centro politico de forma que se asemejen el uno al otro tan estrechamente como sea posible. Esta conclusion supone que, en los sistemas multipartidistas, los votantes se enfrentan a una gama mas amplia de posibilidades de elecci6n que los votantes de los sistemas bipartidistas, y que cada elecci6n dentro de Ia gama esta mas decididamente ligada a alguna posicion ideol6gica. Pareciera que el electorado ejerce una funci6n mas significativa en un sistema multipartidista que en un sistema bipartidista, porque solamente en el primero tiene importancia que partido resulta elegido. Sin embargo, en politica, las apariencias engaiian porque, de hecho, es probable que en un sistema multipartidista el gobiemo tenga un programa menos definido, menos coherente y menos integrado que en un sistema bipartidista. Esta paradojica consecuencia surge de Ia necesidad, en Ia mayoria de los sistemas multipartidistas, de formar gobiernos de coalicion. Puesto que los votantes estan repartidos en distintas modalidades, solamente en raras ocasiones un partido obtiene el apoyo de Ia mayoria de los votantes. Sin embargo, en Ia generalidad de las democracias, el gobiemo no puede funcionar sin el apoyo, al menos indirecto, de Ia mayoria de los votantes. lncluso en los sistemas en los que el parlamento elige el gobiemo, una mayoria de sus miembros debe apoyar Ia coalicion elegida para gobemar antes de que esta pueda tomar posesion de sus puestos. Si suponemos que Ia representacion en el parlamento es <<justa» (que cada miembro representa el mismo numero de ciudadanos) entonces incluso un gobiemo de coalicion debe recibir el apoyo indirecto de Ia mayoria para gobemar. Ese apoyo s6lo puede mantenerse si el gobiemo cumple aJ menos algunas politica~ <
tema se enfrenten solo ados altemativas relativamente poco integradas y que sin embargo se a~emejan mucho. No es raro que Ia politica parezca a menudo confusa. El que un sistema politico tenga dos o mas partidos depende de Ia distribucion de votantes en Ia escala y de Ia~ norma~ electorales que rigen el sistema. Para demostrar esta dependencia dual utilizare e1 concepto <<equilibrio politico>>. Decimos que existe un estado de equilibrio politico cuando no pueden formarse con exito nuevos partidos y cuando ningun partido esta motivado para cambiar su posicion. El numero de nuevos partidos que pueden formarse con exito varia segun su capa. Cidad de obtener Ia renta, el poder y el prestigio inherentes a los cargos del gobiemo; es decir, Ia capacidad de ser elegido (que es mi definici6n del exito). Si Ia constitucion exige Ia eleccion de un parlamento con representacion proporcional y Ia posterior formacion del gobiemo por este, entonces pueden formarse muchos partidos porque cualquiera de ellos puede conseguu, con el apoyo de una pequefia proporcion de los ciudadanos, que al menos algunos de sus m1embros sean elegidos. Una vez designados, estos miembros tienen Ia posibilidad de participar en los ritos del poder uniendose al gobiemo de coalicion. Por consiguiente, de mi hip6tesis respecto de las motivaciones de partido, se deduce que es pr?bable que ex1stan muchos partidos en un sistema de representacion proporcional. Su numero esta hmnado solamente por Ia cantidad de escafios en el parlamento y por Ia necesidad de formular ideologfas suficientemente diferentes de las de los otros partidos 9 para restarles votos.' Seguiran formandose nuevos partidos hasta que Ia distribucion de ~otantes_ este <<saturada», hasta que no haya suficiente «espacio» ideologico entre los parlidos ex1stentes para permitir Ia aparicion de otros significativamente diferentes de ellos. En un sistema electoral en el que es necesaria una pluralidad para obtener Ia victoria,_el li~ite para Ia formaci6n de nuevos partidos es mucho mas restringido. Puesto que Ia umca forma de 1mponerse a todos los oponentes es conseguir Ia mayoria de los votos, los partidos pequefios tienden a combinarse hasta que quedan dos gigantes, cada uno de los cuales tiene posibilidades razonables de obtener Ia mayoria en cualquier elecci6n. Como explicamos anteriormente, dependera de Ia distribucion de votantes el Iugar donde se encuentren estos dos partidos en Ia escala ideologica. En realidad, Ia posicion polftica y Ia estabilidad de los gobiemos en una democracia son relativamente inde~~dientes del ntimero de partidos; dependen princ!Palmente de Ia naturaleza de Ia d1stnbuc1on de votantes o de Ia escala izquierda-derecha. Si una mayorfa de votant~s se concentra en un estrecho espacio de Ia escala, es probable que un gob1emo democratlco sea estable y efectivo, independientemente del numero de partidos que ex.1sta. Como hemos seiialado anteriormente, el gobiemo puede formular un conjunto de polfticas qu~ atraiga a Ia mayoria de los votantes y, sin embargo, no incluyan punlos de v1sta amphamente d1spares. Pero si el gobiemo puede obtener el apoyo de ·Ia mayorfa adoptando solamente un conjunto de polfticas elegidas entre una amplia gama de puntos de VISta, estas politicas tienden a anularse, y Ia capacidad neta del gobiemo para

104

105

19. El nUmero de panidos sufidcntemente diferentes que eJ sis rema puede soponar depende de La fo nna de distribuc i6n de los vntantes en Ia cscaJa. ?O. Sin e~hargo, pues t? que la'i preferencias de las nuevas gcneraciones estAn intluidas por las altemativas ue 4 se les ofrecen. el numero de pamdos es uno de los facwres que dcrenninan Ia forma de di stribuci6n de los votantes.

106

DIEZ TEXTOS BASICOS DE C!ENC!A POLITICA

resolver problemas sociales seni baja. Asi pues, Ia distribucion de votantes (que es, en si misma, una variable a largo plaza) determina si Ia democracia lleva o no a un gobiemo efectivo. VI. Cuando Ia informacion es costosa. ningun agente con capacidad de decision esta en condiciones de conocer todo lo que puede afectar a su decision antes de tomarla. Debe seleccionar solo unos pocos datos de Ia amplia oferta existente y basar su decision solo en elias. Esto no es seguro aun si puede obtener datos sin pagarlos, puesto que asimilarlos exige tiempo y es, por lo tanto, costoso. . La cantidad de informacion racional que adquiera un agente con capacidad decisoria esta determinada por el siguiente axioma economico: cualquier acto es racional siempre que su ingreso marginal sea mayor que su coste marginal. El coste marginal de un <<poquito>> de informacion es el aumento de utilidad que se obtiene porque Ia informacion permite al agente decisor mejorar su decision. Normalmente, en un mundo imperfectamente informado no se conoce de antemano con precision ni el coste ni el ingreso; pero los agentes capaces de decidir pueden, de todos modos, emplear Ia norma enunciada considerando los costes esperados y los ingresos esperados. Este razonamiento es tan aplicable a Ia polltica como a Ia economfa. En lo que se refiere al ciudadano medio, existen dos decisiones polfticas que exigen informacion. La primera es decidir a que partido va a votar; Ia segunda es decidir en que asuntos ejercer Ia int1uencia directa sobre Ia formacion de las polfticas del gobiemo (es decir, como formar grupos de presion). Examinemos primero Ia decision de voto. Antes de hacerlo, es necesario reconocer que en cada sociedad se esta diseminando constantemente entre los ciudadanos un flujo de informacion «gratuita>>. Aunque estos datos «gratuitos>> necesitan tiempo para ser asimilados, este tiempo no es directamente atribuible a ningun tipo particular de toma de decision, puesto que es un coste necesario de vi vir en sociedad. Por ejemplo, las conversaciones con los colegas en los negocios. las charlas con amigos, Ia lectura de los periodicos en Ia barberfa y Ia escucha de Ia radio mientras se conduce hacia el trabajo son todas elias fuentes de informacion que el hombre media encuentra sin realizar ningun esfuerzo particular. Por lo tanto, podemos considerarlas como parte del flujo de informacion <>, y excluirlas del problema de cuanta informacion deberfa obtener un agente con capacidad decisoria, con el proposito especffico de mejorar sus decisiones. . El ingreso marginal de Ia informacion adquirida en el terreno de los votos se m1de par Ia ganancia esperada de votar «correctamente>>en vez de hacerlo « incorrec~amente>>. En otras palabras, es Ia ganancia en utilidad que un votante cree que obtendn1 Sl apoya al partido que realmente le proporciona mayor utilidad, en Iugar de apoyar a otro partido. Sin embargo, a menos que su voto realmente sea decisorio en Ia eleccion, no tendra el efecto de que el partido «correcto» sea elegido en vez de serlo el partido <<erroneo>>; el que el partido «correctO>> gane no depende de como vota cada votante. Par lo tanto, el votar «correctamente>> no produce ninguna ganancia ni utilidad; igual pudiera haber votado «incorrectamente>>. Esta situacion proviene de Ia insignificancia de cualquier votante particular entre un

TEORfA ECON6MICA DE LA ACCI6N POLITICA

107

amplio electorado. Puesto que el coste de votar es muy bajo, cientos, miles e incluso millones de ciudadanos pueden permitirse votar. Par lo tanto, Ia probabilidad de que el voto de cualquier ciudadano sea decisivo es rea\mente muy pequefia. No es cero, y puede incluso ser significativa si el cree que las elecciones estaran muy igualadas. Pero, en Ia mayorfa de los casas, es tan infima que hace infinitesimal el ingreso proveniente de votar <>. Y si esta perdida es, en si misma, pequefia (como puede ocurrir cuando los partidos se parecen estrechamente unos a otros. o tambien en las elecciones locales), entonces el incentivo para informarse bien es practicamente inexistente. Por lo tanto, alcanzamos Ia sorprendente conclusion de que es irraciona\ que Ia mayorfa de los ciudadanos adquieran informacion polftica con propositos de voto. En Ia medicta en Ia que cada persona considera como dado el comportamiento de los demas, no vale Ia pena para el el adquirir informaci6n que su voto sea «correcto>>. La probabilidad de que su voto determine que partido va a gobemar es tan baja que incluso un coste trivial de procurarse informacion sobrepasara su ingreso. Par consiguiente, Ia ignorancia en polftica no es consecuencia de una actitud apatica y poco patriotica; es, mas bien, una respuesta completamente racional a los hechos de Ia vida polftica en una democracia amplia. Esta conclusi6n no significa que los ciudadanos que estan bien informados en poHtica sean irracionales. Un hombre racional puede informarse bien por cuatro razones: I) puede disfrutar con Ia buena informacion en si misma, de forma que Ia informacion como tal le proporciona una utilidad; 2) puede creer que Ia eleccion va a ser tan igualada que Ia probabilidad de que el suyo sea un voto decisivo es relativamente alta; 3) puede necesitar informacion para influir sobre los votos de los otros, de forma que pueda alterar el resultado de Ia eleccion o persuadir a\ gobiemo de que atribuya a sus preferencias una ponderaci6n mayor que a las de los otros; o bien 4) puede necesitar informacion para influir en Ia formacion de Ia polftica del gobiemo como miembro de un grupo de presion. De todos modos, puesto que lo mas probable es que ninguna e)eccion sea tan igua\ada como para hacer decisivo el voto de cualquier persona o los votos de todos aquellos a los que puede persuadir para que esten de acuerdo con el, el comportamiento racional para Ia mayorfa de los ciudadanos es seguir estando polfticamente poco informados. En lo que se refiere a Ia votaci6n, cualquier intento de adquirir informacion, mas alla del que proporciona el flujo de datos << gratuitoS>>, es para el votante un simple despilfarro de recursos. La disparidad entre esta conclusion y el concepto tradiciona\ de buen ciudadano en una democracia es realmente sorprendente. t,Como podemos explicarla? La respuesta es que los beneficios que Ia mayorfa de los ciudadanos obtendrfa si viviesen en una sociedad con un electorado bien informado son, por naturaleza. indivisibles. Cuando Ia mayoria de los miembros del electorado conocen que politicas son las mejores para sus intereses, el gobiemo se ve forzado a seguir aquellas polfticas para evitar su fracaso (suponiendo que exista un consenso entre los bien informados). Esto explica por que los defensores de Ia democracia piensan que los ciudadanos deberfan estar bien informados.

DJE'Z TEXTOS BASICOS DE CIENC!A POLlTICA

TEORIA ECON(>MICA DE LA ACCI6N POLITJCA

Pero los beneficios de estas pollticas recaen sobre cada uno de los miembros de Ia mayorfa a Ia que sirven, independientemente de si han contribuido o no a ponerla~ en practica. En otras palabras, el individuo recibe estos beneficios, tanto si esta bien informado como si no, siempre que Ia mayoria de Ia gente este bien informada y que sus intereses sean similares a los de esa mayoria. Por otro lado, cuando nadie esta bien informado, el individuo no puede generar estos beneficios informandose bien el mismo, puesto que para lograrlo es necesario un esfuerzo colectivo. Asi pues, cuando los beneficios son indivisibles, cada individuo tiene siempre motivos para evadir su participacion en el coste de obtenerlos. Si supone que el comportamiento de los dema.s esta dado, el que reciba o no beneficios no dependeni de su propio esfuerzo, pero el coste con que contribuye sl que depende de su esfuerzo; por consiguiente, el comportamiento mas racional para el es minimizar este coste, es decir, permanecer politicamente desinformado. Puesto que todos los individuos razonan del mismo modo, ninguno contribuye al coste, y no se generan benficios. La forma usual de escapar a este dilema es que todos los individuos se pongan de acuerdo para obedecer a un agente central. Entonces, cada uno se ve forzado a pagar su parte de los costes, pero sabe que todos los demas estan tambien obligados a pagar. Asl, todos estan mejor de lo que estarian si no hubiesen incurrido en costes, porque todos recibcn lo~ beneficios que (supondre aqul) compensan con creces su part.icipacion en los costes. Esta es Ia razon basica para utilizar Ia coerci6n en Ia recaudacion de ingresos para Ia defensa nacional y para muchas otras actividades gubemamentales que producen beneficios indivisibles." Pero esta solucion noes factible en el ca~o de Ia informacion politica. El gobiemo no puede obligar a los ciudadanos a estar bien informados, porque Ia buena informacion es dificil de medir, porque no existe ninguna regia sobre Ia que se este de acuerdo para decidir cuanta informaci6n y de que tipo «debcria» tener cada ciudadano, y porque Ia interferencia resultante en Ia~ vidas personales produciria una perdida de utilidad que sobrepasaria probablcmente los beneficios a obtener de un electorado bien informado. Lo mas que ha hecho un gobiemo democratico para remediar esta situacion ha sido obligar a los jovenes en las escuela~ a tener cursos de civismo, gobiemo e historia. En consecuencia, es racional, desde el punto de vista de cada individuo, el minimizar su inversion en informacion polltica, a pesar de que Ia mayoria de los ciudadanos podrian beneficiarse sustancialmente si todo el electorado estuviese bien informado. Como consecuencia, los sistemas politicos democraticos se ven abocados a operar a una eficiencia menor que Ia maxima. El gobiemo no sirve a los intereses de Ia mayoria tan bien como lo haria si esta estuviese bien informada. Pero nunca se informara bien, puesto que el hacerlo es colectivamente racional, pero individualmente irracional; y, en ausencia de cualquier mecanismo que asegure una accion colectiva, prevalece Ia rdcionalidad individual.

YO. Cuando aplicamos el concepto economico de racionalidad al segundo empleo politico de Ia informacion, el origen de los grupos de presion, los resultados tambien son incompatibles con Ia imagen tradicional de Ia democracia. Para ser miembro efectivo de un grupo de presion, un ciudadano debe persuadir al partido gobemante de que las politicas que desea, o bien ya son deseadas por gran numero de votantes o bien son tan beneficiosas para el resto del electorado como para que este, en el peor de los casos, no las rechace. Para ser persuasivo, el miembro potencial de un grupo de presi6n debe estar muy bien informado acerca de cada area polltica en Ia que desee ejercer influencia. Debe ser capaz. de disei'iar una politica que le beneficie mas que otras, de contrarrestar los argumentos esg.rimidos por los miembros de otros grupos de presi6n opuestos, de formular o reconocer compromisos aceptables para el. Por lo tanto, para ser miembro de un grupo de presi6n se requiere mucha mas informacion que para votar, puesto que los votantes, incluso los que estan bien informados, s61o necesitan comparar altemativas formuladas por otros. Por esta raz6n, el coste de adquirir informacion suficiente pam ejercer una presi6n efectiva es realmente elevado. El miembro de un grupo de presion debe ser un experto en las areas politicas en las que trata de influir. Puesto que pocos ciudadanos pueden gastar el tiempo o el dinero necesarios para convertirse en expertos en m:i.s de una o dos areas de Ia politica (o contratar expertos), Ia mayoria de los ciudadanos han de especializarse en una~ pocas areas. Este comportamicnto es racional, aun cuando las pollticas que les afectan pertenezcan a mucha~ area~. lnversamente, s61o unos pocos especialistas ejercenin presi6n activa sobre el gobiemo en cualquier area politica. En consecuencia, no es necesario que cada uno compare el impacto de su presi6n individual con el gran numero de personas que influyen en Ia decisi6n, como lo hace cuando piensa en Ia fuerza de su voto. Por el contrdrio, para los pocos miembros de un grupo de presion que se especializan en cualquier area determinada, los ingresos potenciales provenientes de Ia informaci6n polftica pueden ser muy elevados precisamente porque son tan pocos. Los que mejor pueden permitirse participar en un grupo de presi6n en cualquier area de Ia politica son quienes reciben sus rentas de esa area. Esto es verdad porque casi todos los ciudadanos obtienen su renta de una o dos fuentes; por consiguiente, cualquier polltica gubemamental que afecte a dichas fuentes es de vital interes para ellos. Por el contrario, cada persona ga~ta su renta en gran variedad de area~ de Ia polltica, de manera que una variacion en cualquiera de elias no le resulta demasiado significativa. Por lo tanto, es mucho mas probable que los individuos ejerzan influencia directa sobre Ia formacion de Ia poHtica gubemamental en su papel de productores, que en su papel de consumidores. En consecuencia, un gobiemo democratico se inclina normal mente a favor de los intereses de los productores y en contra de los intereses de los consumidores, aun cuando los consumidores de un producto cualquiera son normalmente mucho mas numerosos que sus productores. La legislacion sobre derechos de aduanas proporciona un notorio ejemplo de esta inclinaci6n. Hay que subrayar que esa explotacion sistematica de los consumidores por parte de los productores, que actuan a traves de las politicas gubeniamentales, no es consecuencia de una insensata apatla por parte de los consumidores. De hecho, ocurre justamente lo

108

21. VCa.'iC Paul A. Samuelson. «The pure Theory of Public Expenditures,., Review of Economics and XXXVI, noviembre 1954, pp. 387-389.

Stari.~rics.

109

110

DIEZ TEXTOS BASICOS DE ClENCIA POLiTICA

contrario. El sesgo <> del gobiemo se produce porque estos buscan racionalmente adquirir s6lo Ia informacion que les proporciona un ingreso mayor que su coste. Lo que el consumidor podria ahorrar informandose de c6mo afecta Ia polftica gubemamental a cualquier producto que adquiere, no le compensa del coste de informarse (especialmente cuando su intluencia personal sobre Ia polftica del gobiemo es probablemente muy pequefia). Como esto atafie a casi todos los productos que adquiere, adoptani un comportamiento de ignorancia racional, exponiendose asf a una explotaci6n extensiva. Sin em~argo, para el.seria irracional actuar de otro modo. En otras palabras, los grupos de prest6n son efecttvos en una democracia porque todos los agentes afectados (los explotadores, los explotados y el gobiemo) se comportan racionalmente. VITI. Claramente, el comportamiento racional en una democracia no es lo que sopone Ia mayoria de los te6ricos normativos. Los polit6logos, en particular, han creado con frecuencia modelos de c6mo deberian comportarse los ciudadanos en una democracia sin tener en cuenta Ia economfa de Ia acci6n polftica. En consecuencia, gran parte de las p~ebas citadas frecuentemente para demostrar que en una democracia Ia polftica esta dommada por fuerzas irracionales (no 16gicas) demuestra, de hecho, que los ciudadanos responden racionalmente (eficientemente) a las exigencias de Ia vida en un mundo imper1: do. 22 La apatfa de los ciudadanos respecto de las elecciones, su ignof.ect~ente .m.~rrna rancm de los pnnctpales problemas, Ia tendencia de los partidos en un sistema bipartidista a p~ecerse u~o al otro y el caracter anticonsumidor de Ia acci6n gubemamental pueden exphcarse 16gtcamente como reacciones eficientes a Ia informacion imperfecta en una democracia amplia. Cualquier teoria normativa que las considere signos de comportamiento no inteligente en polftica, muestra su incapacidad para afrontar que Ia informacion es costosa en el mundo real. Asi, Ia teoria polftica se ha perjudicado porque no ha tenido en cuenta ciertas realidades econ6micas. Por otro lado, Ia teoria econ6mica ha sido afectada porque no ha tenido en c~enta las realidades polfticas de Ia toma de decisiones gubemamentales. Los economistas se han contentado con discutir Ia acci6n gubemamental como si los gobiemos estuviesen dirigidos por altruistas perfectos cuya unica motivaci6n fuese maximizar el bienestar social. En consecuencia, los economistas han sido incapaces de incorporar el gobiemo al resto de teoria econ6mica, que se basa en Ia premisa de que todos los hombres actuan primariament:e .en funci6n de sus propios intereses. Ademas, han concluido err6neamente que las dectsJOnes gubemamentales siguen los mismos principios en todas las sociedades porque su finalidad es siempre Ia maximizaci6n del bienestar social. Si mi hip6tesis e~ cierta, la finalidad del gobiemo es conseguir Ia renta. el poder y el prestigio que supone

TEOR!A ECON6M ICA DE LA ACCI6N POLITICA

Ill

gobemar. Puesto que los metodos para alcanzar este fin son muy diferentes en los Estados democraticos, en los totalitarios y los aristocraticos, no puede formularse una sola teorfa para explicar Ia toma de decisiones gubemamentales en todas las sociedades. Tampoco puede separarse de Ia polftica Ia teoria de Ia toma de decisiones gubemamentales. La forma en que cada gobiemo decide en Ia reaJidad depende de Ia naturaleza de las relaciones fundamentales de poder entre los gobemantes y los gobemados en Ia sociedad en cuesti6n; es decir, dependen de Ia constituci6n polftica de Ia sociedad. Por lo tanto, a cada tipo distinto de constituci6n correspondera una teoria distinta de Ia actuaci6n polftica. Concluyo, pues, que una teoria realmente uti! de Ia actuaci6n gubemamental en una democracia (o en cualquier otro tipo de sociedad) debe ser econ6mica y polftica. En este capitulo he tratado de esbozar esa teoria. El intento demuestra, al menos, hasta que punto los cientificos economistas y polfticos dependen unos de otros para analizar Ia toma de decisiones gubemamentales, que constituye Ia fuerza econ6mica y politica mas importante en el mundo de hoy.

22. En esta frase la paJabra uirraciona!Jt no es ant6nimn de Ia palabra «raCional», como muestra e l sin6nimo en· tre partntesi~. Por supuesto, este uso dual puedc causar confusi6n. Sin embargo, a lo largo de. este, art.fculo he empleado Ia palabra ~rac1onal.,. e~ vez de su sin_6 nirno «eficient"e» porque deseo subrayar el hecho de que un ciudadano inteligente siem~ p~ reahzan\ c~lq~ter acto cuyo mgreso marginal exceda su coste marginal. En otras palabras. a veces es racional (efi~ c1en~e) actu~. trractonalmente (en forma no 16g ica). en cuyo caso un hombre inteligente conrradice Ia racionalidad, en el senndo tradtctonal. con tal de alcanzarla en el sentido econ6mico. E:no es lo que realmente quiere decir Ia fra!ie del texto a Ia que se refiere esta nota.

-

\ l



C!ENCIAS SOC!ALES ENSAYO

BERNARD MANIN

LOS PRINCIPIOS DEL

GOBIERNO REPRESENTATIVO Versi6n de

Fernando Vallespln

EL LIBRO UNIVERSITAR!O

Alianza Editorial

______ --~ ___ __llEllNARD_l
'J.

f.stablecer las elecciones como un procedimiento aristocratico hubiera exigido demostrar que cuando Ia gente vota determinados criterios objecivos preexistentes limitan sus opciones y1 de hecho, evitan que otorguen sus favores a quienes buenamente deseen. Arist6teles tampoco proporciona esa prueba, ni explica por que las magistraturas electivas recalan con mayor frecuencia en las clases sociales mas altas. Por tanto su afirmaci6n sobre Ia naturaleza oligarquica o aristocratica de Ia elecci6n no era mas que una imuici6n, plausible y profunda, aunque nunca explicada. Surgen dos conclusiones principales. Primera, en el ejemplo primero de democracia «directa>> el pueblo reunido en asamblea no ejerda todos los poderes. Poderes substanciales, a veces mas gran des que los de Ia asamblea, eran asignados a 6rganos diferentes y mas pequeftos. No obstante, sus miembros eran designados principalmente por sorreo. El hecho de que los gobiernos represenrativos nunca hayan empleado el sorreo para asignar poderes politicos muestra que Ia diferencia entre el sistema represenrativo y los sistemas «directOS» tiene mas que ver con el metodo de selecci6n que con el numero limirado de los seleccionados, Lo que haec representativo a un sistema no es el hecho de que unos pocos gobiernen en Iugar del pueblo, sino que unicamenre son seleccio·' nados mediante Ia elecci6n. Segunda, Ia selecci6n por sorreo (en contra de lo que todav{a se afirma) no era una instiruci6n periferica en Ia democracia ateniense. Daba expresi6n a una serie de valores democraticos fundamentales: encajaba sin problemas con el imperativo de Ia rotaci6n en los cargos; reflejaba Ia profunda desconfianza de los dem6cratas hacia el profesionalismo politico; y, sobre rodo, produda un efecto similar al principio democratico supremo de Ia isegoria, el derecho igualitario a hablar en Ia asamblea. Esro daba a quien lo deseaba una porci6n igual del poder ejercido por el pueblo en asamblea. El sorreo garantizaba que cualquiera que buscase un cargo tuviera Ia oportunidad de ejercer una funci6n que desarrollaba tm pequefio numero de ciudadanos. lncluso sin' poder explicar por que, los dem6cratas ten{an Ia inruicion de que las elecciones no garanrizaban Ia misma igualdad.

CAPITUL02

EL TRIUNFO DE LA ELECCI6N

En contra de Ia extendida creencia actual, eluso politico del sorteo no fue exclusivo de Ia democracia ateniense. Antes de Ia invenci6n del gobierno representativo, en Ia mayor parte de los sistemas politicos en los que el poder era ejercido por los ciudadanos, mas que por monarcas hereditarios, se utiliz6 el sorteo en diversos grados y IOrmas. El sorteo tuvo su parte (aunque limitada) en las asambleas (comitia) del pueblo romano. Las republicas italianas de Ia Edad Media y del Renacimiento eleg{an a menudo sus magistrados por sorteo. En Florencia, centro inrelectual del humanismo dvico y de Ia renovaci6n republicana, Ia seleccion de magistrados por sorteo era una instituci6n clave del sistema republicano. Finalmente, Venecia, Ia Serenlsima Republica cuya estabilidad y longevidad ha fascinado a los observadores, continu6 practicando una forma de sorteo hasta su calda en 1797 1• Los nuevos gobiernos representativos podlan presentarse como republicas (como hicieron los Estados Unidos desde el inicio de Ia Revoluci6n o Francia a partir de 1792); pero estaban, no obstante, rompiendo con Ia tradici6n republicana al no encontrar un Iugar para el sorteo. 1

El primer dogo fue nombrado en el697.

59

58

klt:Uik

:UUU!It- 3 51&4 tMlfi£@&!411&. !QJIJU!IMI& _tJ 2 L!JK?ii&J.Jt&iii&M

I

_ _ _-;LoS fRINC!PIOS R_f.!. GOBIERNO REPRE.SENTAT!VO

Aun asl, Ia tradici6n republicana todav{a pcrmaneda viva en Ia cultura politica de los siglos xvu y XVIII. Como mlnimo, era objeto de debate 2 • La republica veneciana aun no se habfa hundido. Asf que, cuando fue inventado el gobierno representativo, no se ignoraba que el sorteo habfa sido empleado en mas lugares que en Atenas y que segufa, en realidad, en uso. Los te6ricos politicos reflexionaron sobre los experimentos republicanos pasados y presentes. Harrington, ferviente admirador de Venecia y asiduo lector de Maquiavelo, busc6 e11 Ia tradici6n republicana modelos que pudiesen servir de gufa a los futuros gobiernos libres. Montesquieu concluy6 que el gobierno republicano era cosa del pasado \:: que el futuro era de las monarqufas o de los sistemas simila~es al ingles. ·· Pero lleg6 a esta conclusi6n con cierta nostalgia -veneraba a Roma en particular- y tras un atento estudio de los sistemas republicanos. A Rousseau, por su parte, le gustaba recordar que habla nacido ciudadano de una republica y, pese a sus disputas con las autoridades ginebrinas, mvo apego y mantuvo un interes bien informado en las instituciones de su ciudad natal. Tambien conoci6 Venecia, ya que paso alii una temporada como secretario del embajador frances 3• Por ultimo, era un entusiasta de Roma y proclam6 que «todo gobierno legftimo es 4 \ republicano>> • Los tres estaban familiarizados con Ia tradici6n republicana y ninguno consideraba que _el ·wrteo fuese una extravagancia s6lo explicable por las caracterlsticas distintivas de

desde septiembre de 1743 basta agosro de 1744. En calidad de tal escribi6 una serie de despachos diplom:lticos. V, en Omv· m Compl<w, vol.lll, Paris, Gallimard, pp. 1045-1234. .f J.~J. Rousseau, Dtl C011tnltO social libro n. capftulo 6 [ed. cast.: Madrid, Alianza Edi~ torial, 1990.]

Ia cultura griega. Era, para ellos, una instituci6n susceptible de ser analizada de modo general y relacionada con otras culturas y sistemas de gobierno. El sorteo, a sus ojos, era uno de los metodds intentados y probados para conferir el poder de un modo no liereditario. Perteneda a Ia misma categorfa que Ia elecci6n y compararon ·las caractedsticas y efectos de am bas institu" ciones. En general, los modelos republicanos habfan combinado los dos procedimientos u oscilado entre ellos. En Ia antigua Roma, predomin6 Ia elecci6n, al igual que en Venecia. La republica veneciana siempre _fue considerada por los observadores del XVII y del XVUI~~~o et arquetipo de Ia republica electiva. Los republicanos'!\o~entinos oscilaron durante un tiempo entre e1 sorteo y Ia elecci6n, produciendo un debate explfcito sobre los respectivos meritos de ambos metodos de designaci6n. Al comparar y contrastar am bas practicas, Harrington, Montesquieu y Rousseau estaban, por tanto, manteniendose en Ia) tradici6n republicana. Sus reflexiones sobre el sorteo y Ia elecci6n son vistos hoy como una mera curiosidad. Los comentaris- I tas ll}Odernos les prestan poca o ninguna atenci6n. Sin embargo, s6lo.una acrltica retroproyecci6n de nuestro punto de vista nos da motivos para suponer que Harrington, Montesquieu o Rousseau considerasen secundarios sus pensamientos sobre e1 sorteo y Ia elecci6n. Y lo que es mas importante, Ia presencia de tales consideraciones en las obras de autores cuya influencia esta mas alia de toda duda muestra que el contraste entre los dos metodos de a~ignaci6n conservaba cierta importancia en Ia cultura polftica de los siglos XVII y xvm. Las autoridades intelectuales de esa epoca propusieron teorfas de caracter general sobre las propiedades de uno ll otro procedimiento. Las cultivadas elites que crearon el gobierno representativo eran, desde luego, conscientes de elias, lo que sin duda arroja alguna luz sobre las creencias y aspiraciones que motivaron a esas elites cuando se tom6 Ia decisi6n de que Ia representaci6n politica moderna debe basarse s6lo en Ia elecci6n.

60

61

2

En una obra que desde entonces se ha convertido en disica, John Pocock muestra

los vfnculos entre Ia tradici6n rcpublicana revita1izada en dempos del Renaciiniento italiano y los debates politicos ingleses y estadounidenses en el XVII y XVIII. Vbse J. G. A. Pocock (1975): T/Jt Machitlvelliall Mommt, Princewn. Princeton University Press. 3

Rousseau fue secretario del conde Montaigu, el embajador de Francia en Veneda,

5

nidi: LJ!Wist£.&1L a££L&&L&i

£i&U .E:SS:ZJLi££££&2il£&

"-"~~~~-__ilERNARD~Nili_~-----"-----~-"

Sorteo y eleccio1t m Ia tradicio11 repub/ica11a: las lecciotJes de Ia historia

La influencia de Polibio puede observarse tambien en el modo en que Ia constiruci6n de Roma se presentaba en Ia tradici6n republicana, particularmente entre los escritores politicos del Renacimiento italiano. Es sorprendente, por ejemplo, c6mo Maquiavelo en los Discursos ~obre Tito Livio, Ia obra que tanto hizo por el renacimiento del in teres porIa republica romana, se hace eco casi palabra por palabra de Ia interpretaci6n de Polibio de Ia estabilidad de Roma 7 • Para Maquiavelo, como para Polibio, el exito de Ia republica mas ilustre se debi6 en gran pane al hecho de que fuese una constiruci6n mixta. La noci6n de gobiemo mixto se ha olvidado hace tiempo, aunque ruvo un papel importante en Ia formaci6n del pensamiento politico occidental. Bodin y Hobbes desarrollaron Ia moderna teorla de Ia soberanla indivisible en oposici6n a ella 8 • En cualquier caso, seguramente no deja de tener importancia que, en Ia teorla constitucional, Ia constituci6n romana pasase a Ia historia bajo el encabezarniento de gobierno mixro o republica mixta en vez del de democracia. Los hisroriadores actuates caracterizan el sistema politico roma-1 no como una timocracia, o sea, un sistema construido a partir en cualificaciones en funci6n de Ia propiedad. Los ciudadanos romanos eran clasificados de acuerdo con jerarqulas de 6rdenes y clases que eran revisadas regularmente en el momento del censtts. La riqueza individual no era el unico criterio que los censores empleaban para asignar un Iugar en Ia jerarqula. En el censtts se tenlan tambien en cuenta Ia cualidades flsicas (por motivos militares), las morales y las sociales. Pero Ia riqueza tenia un papel clave, Ia canti- 1 dad de riqueza de una persona determinaba el alcance de su \,, influencia polltica. Uno de los modos en que Ia propiedad determinaba el poder ' • , aparece en Ia organizaci6n del voto popular. Aunque, en Ia ultima !-":-

Rom a Roma no fue una democracia ni nadie pens6 jamas que lo fuese. Ningun observador familiarizado con el pensamiento poHtico griego que describiese el sistema de gobierno romano afirma que Roma fuese una democracia. El escritor griego Polibio, que vivi6 en Roma en el siglo U a. C., no presenta el sistema poHtico romano como una democracia sino como una constituci6n mixta (memigmme politeia). El gobierno de Roma, argumenta Polibio, era una combinaci6n de caracterlsticas monarquicas, aristocraticas y democdticas. Los c6nsules y los magisrrados en general constirulan el elemenro monarquico; el senado, el aristocratico; y las asambleas populares (comitia), el democdtico. Segun Polibio, fue el equilibrio entre esas tres instiruciones lo que dio a Roma su excepcional estabilidad. Los tres poderes se comrolaban y equilibraban mutuarnente, evitando con ello los abusos de poder que afliglan a todas las constituciones puras (monarqula,aristocracia o democracia) y que las condenaban a degenerar y d~r paso posteriormente a otro ciclo peri6dico (a11akuklosis toll politeioll) 5• Polibio sigue siendo una de nuestras principales fuentes de informaci6n sobre Ia constituci6n romana. Pero el hecho de que Ia obra de Polibio ruviese gran exito en Roma y ejerciese una enorme influencia sobre el pensamiento politico romano esllo mas importante para nuestros prop6siros inmediatos. Los romanos se reconocieron en el cuadro que el griego pintara de sus instiruciones. De hecho, las obras pollticas dal(es df Cicer6n, De Republica, De Legibm y De Oratore, llevan el sello de Ia conceptualizaci6n propuesta por Polibio 6 •

I

7

5

Polibio, HistorittJ, VI, capitulo 10, l-14 y caphulos ll·l8 [ed. cast.: Madrid, Gre-

Nicolis Maquiavelo, Discurso sobrt Ia primera dlcttda de 'lito Livio, libro I, 2 [ed.

"""'·' Madrid, Alianza Editorial, 1987].

Sobre Ia historia de Ia idea de Ia consdtuci6n mixta, la mejor obra actual es W. Nip-

dos,l983].

8

Vbsc Claude Nicolet (1978): Lt mltitr de citoym dtws Ia Romt a111ique, Parfs, Gallimard, pp. 282-8.

pel (1980): Mischvtrfammgstluorit und Vtrfas.sungsrtalitiit in Antilu unJ fiiiber Neuuit,

6

62

Stuttgart, Klett-Cotta.

t l }\

63

.

2 SUS . Utu£iiftil £3 tMIJ M!Udtb!L&Stil. & ... tk£W. lWtsiiiJkb$l£Mi.U.:SlLA !dill&

__ _l.OS_RI
----------~ ----~---_llERt
republicana, los ciudadanos mas pobres tcnlaJj. dcrecho a vorar, sus voros no tenlan el mismo peso en las comitia que los de los ricos debido al sistema de votaci611 por grupos. La unidad de voro que se contaba en el recuento final no era de individuos sino de grupos. El modo en el que los individuos votaban en cada grupo detenninaba el voto del grupo, pero. el voto de cada grupo tenia el mismo peso, independientemente de su taJnafi.o. Los grupos de voto se componlan de centurias (divisiones militares y fiscales), en el caso de las asaJnbleas centuriales (comitia cenNtria) 9 , y de rribus (divisiones terriroriales), en el caso de las asambleas tribales (comitia tributa). La ventaja que tenlan las clases propietarias queda particularmente clara en las primeras, ya que las centurias de las clases mas bajas comprendlan mayor mimero de ciudadanos que las de las clases superiores. Las comitia N'ibuta, en cambio, tenlan un cad.cter mas popular. El papel preponderance de Ia riqueza quedaba tambien reflejado en Ia reserva por ley de las magistraruras para las clases situadas en los lugares mas altos de Ia piramidc censal. Para ocupar una magistratura (salvo posiblemente el cargo de tribuno del pueblo), habla que ser miembi'O de una orden ecuestre y, dado que los senadores tenlan que ser ex magisrrados, el scnado era tambien el coto de las 6rdenes ecuestres. La mayorla de las magisrraturas erau electivas (salvo el cargo de dictator). Ninguna era asignada por sorteo. El pueblo, reunido en tribus, elegla a los magisrrados mas bajos y a los rribunos de Ia plebe. El pueblo, reunido en centurias, tau1bien nombraba a los magistrados mas altos (c6nsules, pretores, censores}. Es posible afirmar, por tanto, por simplificar un complejo sistema que fue cambiando y e.volucionando durante el periodo republicano, que

en Roma el pueblo elegla a los magistrados pero que no podia incorporarse a las magistraturas. Como el cemus era revisado regularmente, era posible Ia movilidad social y polltica entre generaciones. Los descendientes de ciudadauos pertenecienres a las categorlas mas bajas del censo podlan acceder a las magistraturas si su riqueza y posici6n habla aumentado lo suficiente. No obstaJlte, en . un momento dado, el unico poder de que gozaban las clases mas ·V::) bajas era el de elegir candidates entre las clases superiorcs. (;_" Las asambleas populares no se limiraban a elegir magistrados. Tambien aprobabau !eyes y juzgaban determinados casos. La mayor parte de las !eyes eran aprobadas por las comitia tri buta, <:_Ofls!cl_erada por los hi~toriadores acruales como el6rgano esencial delpoder popular. Debe ser sefi.alado, no obstante, que Ia iniciativa s6lo perteneda a los magistrados. S6lo un magistrado con tal capacidad podia convocar asaJnbleas del pueblo romano. Sicmpre era un magistrado el que convocaba Ia asamblea y el que formulaba las cuestiones a plantear all!. «Todas las decisiones del pueblo ----escribe Claude Nicolet- eran una respuesta.» 10 La constituci6n romana, por tanto, inclula un elemento de democracia directa, pero Ia iniciativa no era, como en Arenas, de «cualquiera», Aunque los magistrados s6lo erau nombrados por elecci6n, el sorteo tenia, sin embargo, su parte en las asambleas populaces. As{ que, (Cual podia ser Ia naturaleza y significado del soneo en un sistema politico en gran medida oligarquico, y en el que Ia riqueza otorgaba el poder? El soneo sc empleaba para determinar quien debla votar primero en las asambleas centuriales y para establecer que voros sc deb{an contar primero en las asambleas tribales 11 • En las primeras, se sorteaba Ia centuria que dcbla votar primero. La 10

C. Nicolet, Lt mltitr dt dtoym dmu Lt Rome antiqur, p. 345; en Ia edici6n inglesa,

pp. 254-5.

') Se consideraba que cada centuria debfa efectuar Ia misma aponad6n a Ia vida de Ia dudad: cada una tenfa que proporcionar

I

el mismo nUmero de hombres wando se

redutaba un ejCrcito, pagar Ia misma cantidad de impuestos y contribuir con Ia misma cantidad a las asambleas polhicas (cada una ten{a un \'OlO). VC.a.se C. Nicolet (1979): Rome et Ia conquite d,.mondt midittrranlm, 264~227 a. C., volumen I, Us strtuttms dt 11talit romaint, Pads, Presses Universitaires de France, p. 342.

64

11 Sabre la organiza.ci6n y procedimiento de Ia comitia del pueblo rOmano en general, vCase L Ross Taylor {1966): Roma1J Votiug kumblits from tlu Hmmibalic \Vttr to tht Dictatorship of Catjar, Ann Arbor, University of Michigan Press. Vease igualmeme E. S. Staveley (1972): Gruk a11d Roman Votil1g, Ithaca, Cornell University Press; C. Nicolet, U mltitr dt dtoym dam ld Romt muiqllt, capfmlo 7, y Romt tt Ia conqultt du mondt mtdiummltn, capitulo 9.

65

a ·22 -LtJA-t Zi~J£} .,.J.JK.Mii..t1&t.tldt3.ktfid... :USiiL4!lt4Vt4&JhW9&4QA_~&Urtd

!,()~ I'_RINCIPLOS_!)_I'_io<:;_OIII!iRl:lQ_Ilicl'itESEN_l~TIV_o_

____ BICRt;A_It[)_M~N_IN__

centuria pasaba a llamarse «Centuria con prerrogativa». Es sobre Ia importancia y efecros del sorreo de Ia centuria con prerrogativa sobre Ia que la hisroria ofrece mayor informacion. Las asambleas de centurias comprendlan 193 centurias procedentes de las cinco dases establecidas en el censo. Dos factores hadan que predominaran las dases propietarias. De un lado, Ia primera dase, formada por las 18 centurias ecuestres y las 80 de Ia infiuueda de primera dase, dispon{a ella sola de Ia mayoria de los voros (98 de 193). De otro, como hemos visro, las centurias no pose{an el mismo tamafio: las centurias estaban formadas pot menos ciudadanos a medida que se ascendia en Ia jerarqu{a del censo. Las cenrurias voraban por orden jerirquico y los voros eran contados a medida que se iban emitiendo. En cuanro se obten{a Ia mayoria, se dejaba de contar voros. Asl que, si en las centurias de las dases altas todos votaban lo mismo, se llegaba a Ia mayorla y se dausuraba Ia votacion antes induso de que fueran convocadas las dases mas bajas del censo. Estas ultimas no participaban en Ia toma de decisiones, salvo cuando habla desacuerdo y voros divergentes ~nrre las categorlas superiores. Se puede, por tanto, afmnar que los ordenes inferiores tenlan el poder de arbitrar en caso de conflicro y .../ \ division entre Ia elite terrateniente. Esra daro que el sistema alentaba a las dases superiores a mantener cierta cohesion poHtica. Hacia finales del siglo Ill a.C., las asambleas de centurias se sometieron a una importante reforma. El numero de centurias de infimrerla de primera dase paso de 80 a 70. Como elnumero de centurias ecuestres siguio siendo de 18, necesitaban los voros de ocho centurias de la segunda dase del censo para llegar a Ia mayoria. Tambien se adopto enronces Ia cosrumbre de Ia eleccion por sorreo de Ia centuria con prerrogativa. Puede que fuesen conocidas colectivamenre como las primo vocatae, las primeras convocadas. Tras Ia reforma, solo se invitaba a votar primero a una centuria 12 • La centuria con prerrogativa era determinada por sorteo entre las

cemurias de infunterla de primera dase. El resulrado de su voro era anunciado inmediatamente ames de que las orras cenrurias empezasen a votar (lo que segulan hacienda por orden jerarquico: las centurias ecuestres .. primero, luego las de infanreria de primera dase, etc.). Se consideraba que el resultado de Ia loterla en Ia seleccion de Ia centuria con prerrogativa era una sefial de los dioses (omen), y el modo en que votaba Ia centuria asum{a un significado religioso. Esc voro inaugural, por decirlo asl, era considerado no solamente como una descripci6n por adelantado de como iba a ser el resultado definitivo, sino como prescripcion de como debla ser votado 13, Por lo tanto, Ia decision de Ia centuria con prerrogativa tenia el efecro de determinar los voros subsiguiemes. Los hisroriadores acruales coinciden en considerar que Ia centuria ~on prerrogativa y su selecci6n por sorteo era una institucion que fomentaba Ia unidad y el acuerdo en las comitia. Algunos hacen hincapie en el modo en que contribula a mamener Ia cohesion poHtica entre las centurias en Ia cuspide de las jerarquias del censo 14 ; otros subrayan su efecro unificador en roda Ia asamblea I5. Dado el orden en el que se efectuaba Ia votacion y el numero respectivo de votos de las diferenres dases del censo, es probable que el efecto unificador funcionase en dos sentidos distintos y sucesivos. En primer Iugar, para las cenrurias de primera dase, el voro de 13 Christian Meier da un considerable Cnfasis a este punto en su estudio timlado «Pracrogativa Centuria .. , en Paulys Rea/mcyclopiidit tier k!llJsischm Alttrttmnwisssmschtifi, suplemento Vlll, MUnich, Alfred DruckenmUIIer Verlag, 1980, pp. 568-98; sobre este punto concreto, v&l}~e las pp. 595-6. Parece ser que Ia calidad religiosa del voto de Ia centuria con prerrogativa es con6rmado con seguridad por las fuentes y reconocido por todos los historiadores modernos. VCase, por ejemplo, Taylor, Roman Voting Asstmblirs, pp. 70-4i Nicolet, U mltitr dr dtoym dam /11 Rome amique, pp. 348, 355. 14 Son ejemplos Meier en su .. Praerogativa Centuria», pp. 583-4, y Sta,vele)•, Gruk and

Roman W rel="nofollow">ting, p.l55.

De ahi su nombre «centuria cot1 prerrogativa.. , delladn praerogart, llamar prlmero. Este es, por supuesto, d orige11 de la noci6n y palabra prerrogativa en espafiol yen ouas lenguas.

Un ejemplo es Nicolet, quien sefiala que Ia centuria con prerrogativa era objeto de ligeras diferencias de imerpretaci6n entre los propios amores romanos. Estas ioterprctaciooes, sin embargo, coinciden en una cosa, en que el voto ioicial etnitido porIa centuria con prerrogativa tenfa efecto unificador en Ia asamblea. Vb.se Nicolet, Lt mltier dt citoym tLws Ia Romr tmtiqut, p. 355.

66

67

IS

12

I

it.! 2iKSJI MCG@@Q.i.ii .. i ,..!.! :;;; 41!; t.~i:Yi9! 1#[email protected] M ._ t; kl.i- ;"iii IPM

;gz 4.4Ulk4PJM

_, ___________ LoS PRINCIPIOS DEL_ GOBI~I\NO llliPRES__)ONTATIVO________ _

. _ -----~- _____ jlJOI
",,

',l

aprobando !eyes o juzgando casos, por un lado, o eligiendo a los magistrados de rango inferior, por cl otro. En las reuniones legislativas o judiciales de las comitia tributa, las tribus votaban una despues, de otra. Era, por tanto, necesario determinar cual habrla de votar primero. En las otras se votaba siguiendo un orden preestablecido (ordo tribtmm) sobre lo que no se sabe mucho, s,alvo que no era jerarquico. El sorteo, en realidad, determinaba en que momento tenla que comenzar el ordo tribttttm. La tribu que votaba primero era identificada con un termino particular (principium) y era en cierto modo el equivalente de Ia centuria con prerrogativa en las asambleas de centuria 18 • El resultado del voto de cada tribu se anunciaba poco despues de que acabase de votar, pero mientras las otras depositaban sus votos. Lq votaci6n se detenla en cuanto se hubiese decidido el proyecto o cl veredicto por Ia mayorla de las tribus (por ejemplo, por 18 votos, ya que habla 35 tribus). Consecuentemente, en las votaciones legislativas o judiciales en las asambleas tribales, el empleo del sorteo habrla producido el mismo efecto que en las asambleas de centurias: Ia calidad religiosa y Ia neutralidad del sorteo alentaba que el voto se cristalizase alrededor del primer voto, a Ia vez que facilitaba a las tribus que no hablan emitido su voto el aceptar el resultado. No obstante, al contratio que el resultado de las asambleas de centurias, en este caso el efecto cohesivo no redundaba en beneficio de ninguna clase en patticular. Cuando, por otro !ado, las comitia tributa cleglan magistrados, todas las tribus votaban simultaneamente, as! que no habla necesidad de determinar cual debla votar primero. Sin embargo, se empleaba el sorteo para determinar el voto de que tribu debla ser contado en primer Iugar. Se daba por elegidos a los candidates en cuanto llegasen a los 18 votos: luego se detenla Ia votaci6n. A medida que sucedla, ciertas peculiaridades del procedimiento de votaci6n haclan que el orden de recuento no careciese de importancia: podia llevar a declarar electo a un candidato que, si se

Ia centuria con prerrogativa constituia un punto focal que les permitla coordinat c6mo organizar Ia votaci6n. La existencia de un punto de concentraci6n realzado por Ia religi6n, reforzaba el predominio de las clases propierarias en Ia asamblea de centurias: si las centurias de Ia primera clase (y ocho de Ia segunda) hablan seguido Ia vla de Ia centuria con prerrogativa, Ia decisi6n final segula en manos de las clases mas altas, ya que las centurias siguientes en Ia jerarqula no serlan convocadas por haber ya un voto mayoritario. Por otro lado, el voto disperso de las primeras cenmrias hubiese hecho descender el voto decisivo por Ia escala del censo. Por tanto, el uso del sorteo, junto con el valor religioso que se conferla a Ia centuria con prerrogativa, evitaba o mitigaba cualquier disensi6n o rivalidad que las elecciones pudieran haber provocado entre las clases hacendadas, no llegando a debilitarlas 16• La neutralidad del sorteo (ademas de su significado religioso) resaltaba mas Ia eficacia del punto de congregaci6n: las primeras cemurias eran menos reacias a seguir Ia senda matcada por el voto inicial, puesto que parecla trazado, al menos en parte, por algo externo, neutral e imparcial. 17 El sorteo contribuia a Ia cohesi6n de las asambleas de centuria en un segundo sentido, con un efecto en cierto modo diferente sobre las clases mas bajas. Si las centurias de las clases mas altas hablan seguido elliderazgo ofrecido por los dioses con el voto de Ia centuria con prerrogativa, como sucedla habitualmfnte, las unidades situadas mas abajo en Ia jerarqula del censo novotaban; sin embargo, el hecho de que el resultado final pareciese fluir de un fen6meno externo y como una senal sobrenatural debi6 haber hecho mas facil de aceptar el resultado para los que no hubiesen depositado su voto. El sorteo tambien tenia su parte en las comitia tributa, pero se sabe menos sobre c6mo operaba aliL En ese tipo de asambleas, el sorteo era empleado de manera diferente segun se estuviesen Vbse Meier, ~Praerogativa Centuria>~, p. 584. En Staveley, Grttk and Roman Voth1g, p. 155, se resaha en particular el efecto unificador de la neutralidad de\ sorteo. lb 17

68

18

i

a M4U!ti

C. Nicolet, Lt mllitr de citoym dam Ia Ronu antiqru, pp. 383-4.

69

W~Lt¥£i&ili. Jt4E4Jit2ZLJJ&JJ. t ..Jt .ttJJt .JJi .tttSttta_: s QWXt.«&mG•

_______ --~_!pj1'Rlf'i91~0S ~JiL_GO_B!_E_!_t!_Q !~!W_~~E-~".fA11~Q __

hubiese efectuado el recuento de todos los votos, hubi~se podido haber obtenido menos votos que otro. Tenemos de nuevo que la cualidad religiosa del sorteo, as{ como su neutralidad, tenlan su parte, contribuyendo a hacer el resultado aceptable para aquellos cuyos vows no fueron contados. Al contrario que los atenienses, los romanos no empleaban el ) voto por sus propiedades igualitarias. En Ia republica romana, I basada en el censo, el sorteo ten{a ame todo el efecto de aunar los votos y promover las cohesi6n pol!tica, primero entre las clas';" · '-t hacendadas y luego entre el pueblo como un todo por su neutraltdad y por la interpretaci6n religiosa que se le daba.

politicos. Los ciudadanos estaban obsesionados por alcanzar los «honores y beneficios» de los cargos, y los conflictos entre las facciones giraban sobre todo en torno a Ia consecuci6n de cargos. El deseo de un cargo puede verse como un modo idealizado de Ia expresi6n de cierta idea de excelencia humana: los hombres satisfacen su naturalez.~ de animal poHtico ocupando un cargo 21 • En terminos mas mundanos, no obstante, el deseo obsesivo de cargos alimentaba los conflictos entre facciones. Se puede tambien leer Ia historia de las ciudades-republica italianas como Ia amarga experiencia de las divisiones generadas por e1 deseo de cargos publicos. Para superar los efectos distorsionantes de las facciones, a principios del siglo Xlll Ia mayoda de los municipios crearon una podestli, un unico magistrado ejecutivo, mas espedficamente dota· do de poderes judiciales y poHticos. Un cronista genoves escribi6 en 1190: «Las discordias civiles y las conspiraciones y divisiones odiosas habfan surgido en Ia ciudad debido a Ia mutua envidia y a que fuesen tantos los que deseaban tallto tener el cargo de c6nsules de la ciudad. As!, los sapientes y los conciliadores de Ia ciudad se rennieron y decidieron que a partir del siguiente afio se pondda fin a los consu!ados del municipio y que debfa haber una podestll>> 22 • La caractedstica mas notable de Ia podesta era que deb{a proceder de fuera de Ia ciudad, preferiblemente no de un municipio vecino, con el fin de que fuese «neutral en sus desacuerdos y conspiraciones» 23 • Bajo esta luz es como antes de nada hay que ver el uso del sorteo en los municipios italianos. Hay una chocante analogfa entre Ia instituci6n de Ia podesteria y Ia practica del sorteo, induso aunque la podestil era elegida, no seleccionada por sorteo. El elemento comun a ambos casos es que se recurre a algo extremo y neutral para superar las disensiones &ccionales. En las ciudades italianas, la propiedad decisiva del sorteo parece haber sido Ia de centrar Ia ocupaci6n de cargos en un proce·

:,I

Las ciudades-reptibliCII italianas

>\

En los primeros municipios italianos fundados en los siglos XI . dos 19. magtst~a En el perlodo inicial, los metodos para selecctonar a los mte':'bros del consejo y a otros cargos eran objeto de constames expenmentos. Parece ser que se empleaban tres procedimientos con mayor frecuencia: elecci6n indirecta, un sistema en el que una primera selecci6n determinaba quienes iban a ser los electores que tomasen la decisi6n fmal; designaci6n por los concejales o funcionarios salientes; y, por ultimo, SorteO propiamente dicllOJ llamado fre· cuentemente as{: «elecci6n por sorteo». «Con Ia votaci6n indirecta \ y con el sorteo -escribe Daniel Waley- se pretend Ia el i control de la poHtica de la ciudad por parte de camartllas que f ', / pudiesen prolongar su control asegurandose la elec?i6n .de mie~l·"' bros de sus propias filas.» 20 A lo largo de toda su htstona, CI.U· clades-republica italianas estuvieron domiriadas por el faccwnahsmo. No obstante, el fen6meno de las facciones no puede disociarse del gran valor que los ciudadanos daban a los cargos

. •'i' !I y XII, se empleaba e1 sorteo para se1eccwnar .a sus

i~pedir

!as

21

E.sta es Ia interpretaci6n general que presenta Pocock en su libro, The Machiavtl/ia, Momrlll, passim. 22 Waley, Tlu ltaliatJ City &publics, p. 41. (La cursiva es m{a.) " Ibid

Sobre los municipios italianos en general, vease Daniel Waley (1988): Tlu lMlian City Rtpub/ia, tercera edici6n, Londres, Longman. " Ibid, p. 37. t9

70

i

I

71

f

Zl£!1bi£JCM4i!l4MI§.4MJ 2I

tl& QJ .k4 UUICR. MUIIJiU: U&I&J !21!2!

BERNARD MANIN

I

I

\;

!'

Los PRINC!PIOS DEL GOBIERNO REI'RESENTATIVO

____ L _____ _

eso~ momentos ten(a el gran consejo florentino). El contenido concreto de Ia pwpuesta de Guicciardini y su justificaci6n merece una resefia especial. Propone, de hecho, ampliar Ia pertenencia al Gran Consejo a ciudadanos no elegibles para cargos: estos ciudadanos, razona, se constituir(an en arbitros imparciales cuyo juicio no podda verse influido por sus ambiciones personales 2S. Segun Guicciardini, las elecciones producen divisiones y cuando los electores pueden ser tambien elegidos, prevalece el interes de las facciones, ya que los jueces son tambien partes interesadas. Con el fin de promover el bien comun, Guicciardini aduce, los ciudadanos, o al menos una parte de ellos, no deben tener intereses personales ni directos en los resultados de las contiendas electorales; deben s6lo juzgar, desde el exterior, los meritos comparativos de los hombres que se presenten como candidatos. Como Bruni, Guicciardini no estaba a favor del sorteo; tambien prefeda las elecciones. Su propuesta se dirige precisamente a combinar los efectos beneficos de las elecciones con Ia imparcialidad de un 6rgano externo y, por ello, neutral. La propuesta de Guicciardini es notable par su mas bien inesperada (pero con gran alcance potencial) justificaci6n de Ia extensi6n del derecho de voto, pero, y esto es mas importante, por su busqueda de instituciones neutrales que pudiesen mitigar los efectos de Ia divisi6n de Ia competici6n por el cargo. En esta problematica central de Ia poHtica cultural de las ciudades-republica italianas, el sorteo aparece como l un aparato externa y neutral.

dimiento no sujeto a Ia influencia humana. De un lado, porque su evidente imparcialidad hada que un determinado resultado por sorteo fuera mas aceptable para las facciones en conflicto. De otro, porque dejar Ia decisi6n fuera de su alcance e;itaba los efec~os divisorios de Ia 1<0ompetici6n abierta entre las facc10nes. La pracuca del sorteo propiarnente dicho y de Ia instimci6n de Ia podestil pucden ser vistas, por lo tanto, como variaciones de un mismo tema: el potencial pacificador de lo extemo. En cualquier caso, el que Ia utilizaci6n del sorteo comenzase a ser considerada como una soluci6n al problei~a de las facciones (fuese o no introducido por ese motivo) queda corroborado por el siguiente comentario de Leonardo Bruni sobre Ia introducci6n del sorteo en el siglo XIV en Floren cia: «La experiencia nos ha ensefiado que esta practica [Ia de seleccionar magistrados por sorteo] es util para eliminar las luchas que con tanta frecuencia estallan entre los ciudadanos que campiten en las elecciones ... » 24 • Bruni prosigue, en el mismo pasaje de su His to ria del pueblo florentino (1415-21 ), criticando el uso del sorteo, ya que los ciudadanos cuando tienen que competir en las elecciones y «ponen su reputaci6n abiertamente en juego», tienen un incentivo para portarse bien. Por supuesto, el incentivo ya no existe cuando se elige por sorteo a quienes ocupen los cargos, y Bruni larnenta Ia ausencia de dicho esdmulo. Pero su oposici6n definitiva al empleo del sorteo sirve para subrayar el principal merito que reconoce en su practica. En el pensamiento republicano italiano, Ia busqueda de mecanismos neutrales y extemos para Ia designaci6n de los titulares de cargos parece una caracterlstica constante. Otra insistencia en esa busqueda puede hallarse en el Discorso di Logrogno de Francesco Guicciardini (1512). En esta reflexi6n sabre el gobiemo de Florencia, Guicciardini propane ampliar el numero de miembros del Gran Consejo (6rgano elector de los magistrados) a un mayor numero de ciudadanos (en comparaci6n con el numero de miembros que en

Flormcia La his to ria constitucional florentina revela con mayor precisi6n las diferentes dimensiones del uso del sorteo 26• Los florentinos 25

·Del modo dl ordinare el governo popolare• (e.o.1512) (esc texto es comllnmente

ll~mado «f!iscors? di ~ogrogtJ{)It), en F. Guicciardini, Dialogo r discorsi dtl Rrggimmto di F~rtnu, baJO

Citado en john M. Najemy (1982): Corponuism and Gmsmms in Flormtitlf Eftcto~ r1t/ Politics 1280~1400, Chapel Hill, University of North Carolina Press, PP· 308~9.

24

72

Ia dtrece~6n de R. Palmarocchi, Bari, Laten.a, 1931, pp. 224-S. Sobre Florencia, vCase N. Rubinstein, "I primi anni del Consiglio Maggiori di Fuenzc (1494-1499)•, en dos partes en el Archivio Storico ltaliano, 1954, nUmero

26 •

I

.

,__jz=aa;a: iiki&AIMIAJ:~

w:m=::o oo a a

a

_ _ _ _ _ _ _ _ _l\ERNARD

'

. I

fv1Allil'l ______ -·-.

cmplearon el sorteo para selcccionar a divcrsos magistrados y a los miembros de Ia signoria durante los pedodos republicanos. E11 realidad, las instituciones floreminas atravesaron entre los siglo XIV y XVI por divcrsas circunstancias y cambios. Asl que, puede ser necesario un breve esbozo cronol6gico. Para simplificar, se pueden distinguir dos perlodos republicanos. El primero se extendi6 de 1328 a 1434. La republica florentina llevaba existiendo desde el siglo Xlll, pero en el 1328 se llevaron a cabo cierras reformas de importancia, y surgi6 un sistema institucional relativarnente estable (aunque no tranquilo) basta que los Medici llegaron por primera vez al poder en 1434. Desde entonces basta 1494, los Medici mantuvieron nna apariencia de esuuctura republicana, pero controlando de becho el gobierno con Ia ayuda de sus clientes y de varios otros subterfugios. Consecuentemente, cl regimen que funcion6 durante ese per!odo de sesenta aiios no es con.siderado en general como republicano. La republica resucit6 con Ia revoluci6n de 1494, en Ia que tuvo un papel clave Savonarola, y dur6 basta 1512. En ese aiio, los Medici regresaron al poder y dominaron Ia ciudad de nuevo durante otros quince aiios. La republica resurgi6 brevemente una ultima VC"L entre 1527 y 1530 antes de SU derrumbamientO definitivo para dar paso a una forma bereditaria de gobierno, el ducado de Toscana, bajo control de los Medicis. Para simplificrar el analisis, consideraremos aqul las instituciones que funcionaron entre 1494 y 1512 y de 1527 a 1530 como si fuese un unico perlodo, al que podemos !lamar segundo sistema republicano 27 •

Tanto en el primero como en el segundo sistema republicano, los ciudadanos deblan ser autorizados mediante un escrutinio (squittir~io). Los nombres de los que bubiesen recibido mas de un numero determinado de votos fu.vorables eran imr9ducidos en bolsas (bone/lint) de las que se extrala al azar los nombres de los que accederlan a una magistratura (en particular, los nuevc magistrados de Ia signoria, doce buoni huomini y los dieciseis gonfolonieri, los magistrados de los diferentes distritos florentinos). El escrutinio de los votos era secreto. Los nombres que eran sometidos al sqttittinio bablan sido elegidos previameme por un comite cuyos miembros eran conocidos como los nomir~atori. Las instituciones del primer y segundo perlodo republicano diferlan en los merodos empleados para Ia nominaci6n y para el escrutinio. Otra caracterlstica de ambos perlodos republicanos fue Ia existencia de disposiciones para garantizar Ia rotaci6n en el cargo, los divieti. Se trataba de probibiciones que evitaban que el mismo cargo fuese asignado a Ia misma persona o a miembros de Ia misma familia varias y sucesivas veces durante un determinado periodo. Los miembros de Ia signoria eran reemplazados cada dos meses; los mandatos de otras magistraturas duraban un poco mas. La republica florenrina, por consiguiente, se bizo eco del tipo de combinaci6n entre sorteo y rotaci6n que caracteriz6 a Ia democracia ateniense. En el siglo XIV, el acceso a las magisrraruras estaba controlado parcialmente, por Ia ottimati, Ia aristocracia de las gran des familias de mercaderes y los llderes de las mas importantes corporaciones. Quienes no pertenedan a Ia aristocracia (por ejemplo, mercadercs medios y artesanos) podlan acceder al poder, pero s6lo si bablan sido aprobados por las elites de riquezay cuna, que dominaban el co mite que decidla sobre quien dcbla ser «escrutinizado" 28 • En

403, pp. 151 y ss. yen el numero 404, pp. 321 y ss. N. Rubinmin (1960): •Politics and constitudon in Florence at the end of the fifteenth century». en Ernest F. Jacob (ed.), ltalia,J R111aisumct Studits, Londres, Faber & Faber; Gene A. Brucker (1962): FlormlitJt Politics and Sodtty 1342-1378, Princeton, Princeton University Press; Nicolai Rubinstein (1968): ,.florentine constitutionalism and Medici ascendancy in the fifteenth centur~, en N. Rubinstein (ed.), Flormtint Studiu: Politics and Sodtty ;, RmaiJumce Flormct, Evanston, Northwestern University Press; Gene A. Brucker (1977): Tlu Civic- World oftlu Early Rtnaissanct Flormct, Princeton, Princeton Univer~ sity Press; Najemy, Orporatism and Commsus. 27 La mejor fueme de informaci6n sobre ene segundo sistema republicano es Donato Giannotti, «oliticlu t Ltttmtrit, 2 vols., florencia, Le Monnier, 1850, vohunen I, pp. 17-29.

74

La' composici6n de este comitC de presdecci6n en d siglo XIV es analiz.ada al detalle por Najemy, Corporatism11nd Ommsus, p. 122. En el siglo XIV, los fJOminatori pod fan escoger los nombres presentados al squittim'o sin restricdones entre los ciudadanos de Florencia, o sea, entre los varones conuibuyentes mayores de edad (que eran considerados los Unicos dttadim· de pleno derecho, siendo d resto simplemente .-habitantes de

18

i

75

Iatt :StilUIU#k44#t4 &A Mit U.UM tJ¢¢.itQ.R&LJQUI¥t; 114tJ&: .a e;r;suwz;;

J

__________ _1os PRINCIPIOS DEL GOBIER!>lO_REPRl'SENT,\'JWO_

BERNARD MANIN

cambio, elorgano que a traves de squittiuio, aprobaba o rechazaba los nombres presentados era mas abierto. Estaba forniado por varios cientos de miembros (arrottt) elegidos por ciudadanos seleccionados a su vez por sorteo 19 • Por lo tanto, los nombres que eran introducidos finalmente en la bolsa tras el squittiuio hablan sido aprobados dos veces: una porIa aristocracia y otra por un drculo mas amplio. A fmales del siglo XIV, este complejo sistema se consideraba una garantla de imparcialidad en la seleccion de magisrrad~s y de salvaguardia freme a las facciones. Su pura complejidad pareda proregerlo de la manipulaci6n por parte de individuos o clancs: nadie podia comrolar rodas y cada fase del proceso o dirigirlo a un resultado de su gusto 30 • La parte que desempenaba en la fuse final el mecanismo, neutral y no manipulable, del sorteo era en gran parte rcsponsable de generar esa sensaci6n de imparcialidad. Florencia no era diferente, en cuanto a esro, de otras republicas italianas. No obstante, el experimento floremino revela aun otra dimension del uso del sorteo. El procedimiemo se introdujo en Florencia por vez primera en 1291, pero esre experimemo inicial resulto breve. La combinaci6n de escrutinio y sorteo que se converrirla en una de las piedras angulares del republicanismo florentino qued6 realmente esrablecido por las ordenanzas de 1328. En la introduccion de las nuevas ordenanzas se describia el objeto de la reforma

Ii

l

t,

lI ·j

tt·\ ~·'

I, '

~

'

t' '·

'

I \I

(y, por lo tanto, del uso del sorreo) como sigue: «Los ciudadanos de Florencia, cuyas vidas sean aprobadas como honestas y desahogadas por consenso favorable entre los buenos ciudadanos respetuosos de las leyes, pueden de man era justa lograr y ascender a los honores [de un cargo publico]n 31 • Los florentinos no deseaban mas que los atenienses ser gobernados por ciudadanos incompetentes o indignos. El squittinio servia para eliminarlos (aunque rambien se prestase a fines partidistas). En Florencia, por lo tanto, era el juicio de los orros, no, como en Arenas, el voluntariado combinado con las perspectivas de sanciones, lo que se suponfa aseguraba la eliminaci6n de los incompetentes. Sin embargo, entre los que se consideraban dignos y capaces de ocupar un cargo (por ejemplo, los que hablan obtenido elm\mero requerido de voros en el escrutinio), se crefa que el sorreo lograba una disrribucion mas equirativa. Por eso, las ordenanzas de 1328 lo presentaban como garamla de mayor igualdad en el acceso a cargos publicos y asl serla recordado32. Pero la creencia en el caracter igualirario y democratico del sorteo no se estableci6 de golpe, y rampoco era tan incuestionable en Florencia como lo habfa sido en Arenas. Durante algun tiempo, de hecho hasta los ultimos afios del siglo XV, segula habiendo dudas acerca de las verdaderas propiedades del sorreo (y de las elecciones}. Se perciben titubeos, fluctuaciones y marchas arras en los debates politicos florentinos. Aunque el sorreo se asociaba expllcitamente ala igualdad polltica en 1328, cuando el sorteo fue introducido por primera vez en 1291, no se esrablecio tal vinculacion 33 • El comentario de Bruni citado anteriormeme sugiere que emonces el sorteo era visro sobre to do como un mecanismo neutral y exrerno que evitaba las luchas entre fucciones. Despues de 1328 y para el resto del siglo XIV, las corporacioncs, que constirulan el elememo popular

Florenda»), La poblaci6n total de Florencia fluctuaba entre 50.000 y 90.000 personas (induyendo mujeres y nifios), vease Najemy, Corporatism tWd CoiJStiJJIIS, p. 177. Durante los afios cincuenta del siglo, fueron preselttados alrededor de 3.500 nombres para e1 squittiuio. En 1382, e1 nUmero habfa llegado a 5.350 y, en 1433, un afio antes de que los Medici se hiciesen con d poder, fueron 6.354 (vCase Najemy, Corporatism and C.nmuus, pp. 177, 273 y 275). 29 E1 procedimiento consistfa en seh.>cdonar por sorteo doce c6nsules de los doce gre· mios mis importantes y dncuenta y cinco ciudadanos cuyos nombres hab{an sido aprobados en e.scrutinios anteriores para cargos diversos (el priorato, los doce buoni lmomini, los gonfalo11im). Esas sesema y siete personas designadas por sorteo subsi· guientemente eleg(an a los cleo eleaores (arrottt) que votaban en el escrutinio. Sobre Ia composid6n del 6rgano que llevaba a cabo el squittinio en d siglo XIV, v6tse Najemy, UJrporaJism and Consmms, p. 122. JO

31

Citado en ibid., p. 102. (La cursiva es m.fa.) Sobre este punto, v6.tse tambien Rt1binstein, •Horentine constitucionalism and Medici ascendancy in the fifteenth century.. , en N. Rubinstein (ed.), Flormtint Studies,

32

p. 451. 33

Ibid

76

! ~

Najemy, CorpomtismandCommms, pp. 31·2.

77

sztsa:aa.t&.,.._£4d&hk4ZJE&QJ &a&.WQ4¥Q&.:umww:: a axxe_a

PRINCIPIOS DEL GOBIERNO REPRESENTATIVO ---"- __ ..los --~-----"-----~-------· - - - - - - - .

fiave) en

del sistema social y politico de Florencia, mostraron una particular adhesi6n al soneo 34 . Un siglo despues, sin embargo, cuando se restableci6 Ia republica tras el primer perlodo Medici (1434-94), hubo un nuevo pedodo de dudas e indecisiones sabre los efecros del sorteo. La mayor innovaci6n de Ia revoluci6n de 1494 fue Ia creaci6n del gran consejo siguiendo el modelo de Venecia. Se decidi6 entonces que todos los miembros del consejo deblan participar en Ia selecci6n de magistrados y ser elegibles para cargos 35 • Se mantuvo Ia preselecci6n de los nombres a presentar a Ia elecci6n, pero Ia arisrocracia perdi6 su control: los nominatori se seleccionaban a partir de entonces par sorteo entre los miembros del gran consejo36. La gran cuesti6n, empero, era decidir que procedimiento de selecci6n debla usar el gratl consejo. (Debla mantener Ia combinaci6n de squittinioy sorteo que habla funcionado durante el primer pedodo republicano (con todos los nombres de los que hubiesen recibido un nttmero detenninado de voros metidos en balsas para ser sacados al azar), o debla adoptarse un nuevo sistema en el que no se emplease el sorteo, pero que asignase las magistraturas a los que hubiesen obtenido el mayor mlmero de votos a fovor (le piu 3

~ Tras Ia dcrrota de Ia revucha de Ciampi, algunos Hdercs del movimiemo popular sugirieron Ia abolici6n de Ia prictica de extraer sorteos para evitar que arist6cratas hos· tiles al pueblo fuesen nombrados para Ia signoria. Cuando los gremios fueron consultados, resulr6 que su base no les segufa en esc punto. VCase Najemy, Corpomtism and Conmmu, pp. 257-9. J<; La refonna de 1495 decidi6 dos cosas: 1) el Gran Conscjo debra en· adelame incluir a todos aquellos cuyos nombres hubiesen sido aprobados por el squittinio para las magisuaturas ejecutivas de mayor prestigio (Ia siguoria, los doce bou11i huomini, los diecisCis gonfolouim) o cuyos padres y abuelos hubiesen sido aprobados por el squittinio para esos mismos cargos; 2) por otro lado, cada tres afios, el Gran Consejo debla seleccionar scsenta ciudadanos entre los que habfatl. pagado impuestos y pertenedan a familias coo miembros que hubiesen ejcrcido cargos en e\ pasado. Esos 60 dudadanos se convertirfan tambiCn en miembros del Consejo. Alrededor dd 1500, el Gran Consejo ten{a algo mas de 3.000 miembros en una poblad6n de aproximadamente 70.000 habitantes (induyendo mujeres y nifios); vCase Felix Gilbert {1965): Machiavelli tmd Guicciardini: Politics and History in Sixumth Cmwry F/ormu, Princeton, Princeton University Press, p. 20. . 36 VCase Donato Giannotti, «Discorso intorno alia forma della repubblica di Firenz.oo (1549), en Giannotti, Opeu Politic he e Lmemrie, volumcn I, p. 20.

78

"l·.ii. " .

f .

. . · ·-' 37 El segun d o ststema . · el sqmtt1111cr. constttuia una clara elecci6n. Par lo tanto, se abri6 un debate sabre los meritos rdativos de Ia elecci6n y del soneo. La revoluci6n de 1494, que derroc6 a los Medici, se logr6 mediante una alianza entre un sector de los ottimati y los popolani (las clases mas bajas, formadas par artesanos, pequefios mercaderes y tenderos). El problema clave durante el ultimo afio del siglo "A'V fue el de saber cual de esos dos grupos tendrla el control del nuevo regimen republicano. Los involucrados crelan que Ia respuesta a Ia cuesti6n dependla de que procedimiemo fuese a emplear el gran consejo. Notablemente, durante algunos afios, los principales protagonistas paredan no tener ninguna ceneza sabre los respectivos efectos del soneo y Ia elecci6n. Cada uno de los bandos se preguntaba que metoda de selecci6n iba a resultarles mas ventajoso. En sus fascinantes ankulos, Nicolai Rubinstein ha docutnentado al detalle las oscilaciones e iucertidumbres de los panicipantes en el debate 38• Este crucial episodio de Ia historia constitucional de Florencia puede ser dividido a grandes rasgos en tres breves episodios. En el primero -del 9 de noviembre al 2 de diciembre de 1494-, se tom6 Ia decisi6n de restaurar las instituciones del primer sistema republicano. En otras palabras, tras un corto perlodo de transici6n, se decidi6 volver a Ia selecci6n par soneo. Parece que los ottimati en ese momenta pensaron que Ia combinaci6n de escrutinio y sorteo podda devolverles Ia influencia de que hab!an gozado en el siglo XIV. Su preferencia par el sorteo pudo ser tambien reflejo de su afici6n a los procedimientos establecidos y tradicionales. Por ultimo, los ottimati temfan que las elecciotleS pudiesen devolver el poder a los partidarios de los Medici. En un segundo perlodo (9-23 de diciembre de 1494), en respuesta a Ia insatislitcci6n de los popolani con Ia primera reforma, se avanz6 hacia un gobierno 37

I ,;.

Lts votaciones se reali1.aban con habas blancas y ncgras; de ahl b exprcsi6n le piU fotl(, 38 Rubinstein, .. 1 primi anni del Consiglio Maggiori di Firenz.c (1494-1499)>t, partes I y II, y Rubinstein, «Politics and constitution in Florence».

-

.sru:a _4J£.ZWtit.Jiii.AAlMMi114Mi (AUt.U &E&iR!iA

~ Ell

a

1i

Los PRINCIPIOS DEL GODIERNO REPRESENTATIV,.o~-

I

mas popular. En este segundo perlodo la influencia de Savonarola lleg6 a su maximo para culminar en la reforma radical del 22-3 de diciembre, cuando se cre6 el gran consejo. Otro aspecto de la !, reforma fue, no obstante, la sustituc.i6n del sorteo por la elecci6n ' en la designaci6n de la signoria. Al parecer, Savonarola tuvo una papel clave en esa segunda decisi6n. Era firme partidario de las elecciones, que consideraba parte integrame del gobierno popular39. En ese momento, por tanto, el movimiento popular aparentemente creia que las elecciones iban a operar a su favor. Abora bien, los ottimati variaron su posici6n. Aceptaron el metodo electivo en la creencia de que sus conexiones, prestigio y talentos les capacitada para triunfar en cualquier competici6n electoral. Un observador simpatizante de los ottimati lleg6 a decir que el nuevo sistema (elecci6n en vez de sorteo) <<110 ten(a otro fin que el de devolver el estado a la nobleza>> 40 • En diciembre de 1494, todav(a quedaba algo de incertidumbre sobre los probables efectos de Ia elecci6n en comparaci6n con los del sorteo. Fue esa incertidumbre lo que permiti6 que la reforma se impusiese: cada bando erda que el cambio ida en beneficio propio. En principio, Ia experiencia pareda justificar las expectativas del movimiento popular. En el entusiasmo popular con el gran consejo, <
l ~

I

i

'I

l

39

Ibid., p. 178.

. . .

I 1

I

I

I

. .

El observador en cuesti6n era Parenti. Sabre este punta, vCase Rubmstetn, ~~1 pnmt anni
a creer que el sorteo les favoreda mas. Los ottimati, por su pane, en vista de su exito electoral, estaban cada Ve'L mas satisfechos con el sistema de elecciones. Finalmente, durante un tercer pedodo (1495-7), las presiones del movimiento popular lograron que se abandonase gradualmente Ia clecci6n en favor del soneo. Los acontecimientos que ocurrieron durante el segundo pedodo (las elecciones de 1494- 5) constitnyen, como es obvio, el momento crucial. Ese episodio decisivo parece haber estabilizado de una vez por todas el sistema de creencias en torno a los respectivos efectos de la elecci6n y el sorteo. A partir de entonces las eleccio11es quedaron asociadas sistematicamente con governo ·;irettQ (gobierno «estrecho» o aristocratico) y el sorteo con governo largo (gobierno «abierto» o popular). Estas creencias halladan su mas brillante y autorizada expresi6n en los escritos de Guicciardini. Miembro de una de las grandes farnilias ottimati y uno de los mas influyentes defensores del republicanismo aristocratico, Guicciardini fue autor de dos discursos sobre los meritos respectivos de la elecci6n y el sorteo 42• -·En el primer discurso se argumenta a favor de la elecci6n (el sistema piu fove), mientras que en el segundo se aboga por la combinaci6n de escrutinio (squittinio) y sorteo. Aunque Guicciardini, siguiendo las reglas de un genero ret6rico establecido, defiende primero un procedimiento y luego el otro, una serie de discretas pero nada arnbiguas sefiales revelan su propia preferencia por la elecci6n. El abogado de la elecci6n razona que en la formaci6n de una republica hay que mantener ala vista dos fines: «El primero, y ' mas importante, que tienen que estar constituidas de tal modo I que todo cuidadano sea igual ante la ley, y que no se debe hacer \ , . distinciones entre pobres y ricos, poderosos e impotentes, de tal · \J modo que nose perjudique ni a su persona ni a su propiedad o posici6n». El otro fin poHtico a tener en cuenta es que los cargos publicos de ben ser ajustados de tal modo que «sean lo mas accesibles

40

!

1

•Dd modo di eleggere gli uffici nd Consiglio Grande•, en Guicdardini, Dia/ogo t disconi dtl &ggimmto di Firtnu, pp. 175·85.

t

80

I

\

42

iZ

·l

ag;Lii£».1%

81

..--... _____Los PRIN(;!PIOS DEL GOBIERNOR£1'Rf1ig.l!ATIVQ_ _ _..____ _

/l ., .l

posiblc para todos, de modo que participen en elias el ~n~yor . numero posible de ciudadanos» 43 • La igualdad an~e Ia ley y elltb~e acceso a los cargos publicos eran los valores escnc1ales del republt1 . :'\canismo florentino, yen el discurso de Guicciardini se formulan ; .l ' 'como tema comun del pensamiento republicano. Un siglo ames, ll. ' en su uOracion paneg(rico de Nanni degli Sttozzi», Bruni hab(a definido Ia igualdad republicana en los siguientes terminos: «Esto es, por tanto, Ia verdadera libertad, esto es. igual~ad en u~a republica [res publica]: no tener que temer Ia vwlenc1a o Ia maldad de nadie y gozar de Ia igualdad ent~e los ciuda~a~os ~~te ~a ley YIa participacion en los cargos publtcos» , Gulcclar~llll, Sl~ embar\, go, jerarquiza los dos objetivos. Mientras que el pnmero (1~u~lda~ j ante Ia ley) debe procurarse sin limitaciones, prosigue GUlcCiardl·~ ni, el segundo (igual acceso a cargos ptlblicos) debe perseguirse dentro de determinados Hmites, ya que el destino de Ia ciudad no "' debe dejarse en manos de los que son meramente elegibles, Aqu! es donde se considera superior Ia elecci6n que el sorteo. La->. La respuesta a tal objecion consiste en una pregunta: (Si el pueblo prefiere que las funciones oficiales se mantengan

demro de un drculo de elegidos, que hay de incorrecto en ella? Y si el objetor insiste, indicando que, en un sistema electivo, los ciudadanos meritorios pueden seguir excluidos de los cargos pt\blicos porque Ia geme rechaza constantemente a las mismas personas, se puede dar una respuesta diferente: «EI que una persona sea meriroria no es una cuestion a decidir par un individuo privado, sino por el pueblo, que tiene mejor juicio, ya que es el pr!ncipe y carece de pasion. [EI pueblo] nos conoce mejor que nosotros mismos y no ticne otro fin que distribuir las cosas entre los que cree que se lo merecen• 47 , La nocion de que el pueblo es capaz de juzgar lo que le pongan dclante, sean personas o decisiones, pero incapaz de gobernarse a s( mlsmo es recurrente en el pensamiento de Guicciardini. Aparte de este juicio de valor, el modo en que Guicciardini describe las propiedades respectivas de Ia eleccion y del sorteo parece reflejar con bastame exactimd Ia vision comun de ambos modelos que quedo establecida tras 1495-7. As{, despues de haber introducido el sorteo para evitar los enfremamientos entre facciones, los florentinos terminaron redescubriendo, a traves de Ia experiencia, Ia enigmatica idea de los democratas griegos de que el sorteo es mas democratico que Ia eleccion, Aunque Guicciardini no explica, como tampoco hiciera Aristoteles, por qtte las elecciones tienden a convertir los cargos p\1blicos en cotos de las elites, no ten(a duda de que as( era, y los florentinos pensaban en general de igual modo. El republicanismo florentino ejercer(a, a su vez, una considerable influencia sobre Ia evolucion posterior del pensamiento republicano, en particular en Inglaterra yen los Estados Unidos 48 , Hay, pues, rawnes para creer que los teoricos y los protagonistas poll- . · ticos de los siglos XVII y XVIII, que estaban familiarizados con e1 1 \ . experimento florentino, sab(an que Ia creencia en Ia naturaleza ' .! aristocratica de las elecciones no era exclusiva de Ia cultura poHtica griega.

· ):

. 1l

44

l

I \

.-]

I

" JbiJ, pp. 175-5.

.

.

.

,

Leonardo Bruni, tcPaneglrico de Nannt degh Strout" (1~28), cttad.o por Hat~s Baron Tbt Crisis oftht &r/y Italian &naissance {e.o. 1955) Pnnceton, Prmcewn Um· versi~ Press, 1966, p. 419 {Baron reproduc~ e1 texto lat~no en laP· ~56). 45 La palabra italiana scelti alude tanto ala tdea de ~~e1egtr" o ~selecctona~" ~on~o ala de (!Oselectoll 0 ~<escogido». Aquf Guicciardini juega daramente con_este doble s1gmfi~do. . 46 Guicciardini vudve a emplear aquf las mUltiples connotaclO\les de la expresl6n st fort grande para abarcar no s6lo a los que se presentan a sf mismo~ como importantes, sino tam bien a los que desempeflan dicho papel y a los que fingen unportanCla.

H

82

I

47

•Dd modo di eleggere gli uffici nel Consiglio Grande», pp. 178*9. Esta influencia del pc:nsamiento poHtico florentino ha sido s6lidamente documenta· da por Hans Baron, .Fdix Gilbert y John Pocock. 48

l

I 1j i

ELM£&®&

83

2

BERNARD MAN IN

los PRINCIPIOS DEL GOBIERNO REPRESENTATIVO

ve1zecia

pordl?dtantofu, basado aalnte todo en.lda elecci6n ,Gno s6lo porque los can 1 atos eran 6Ill mente e1eg1 os por e1 ran Consejo, sino tam bien porque los nombres de los candidatos propuestos eran los de aquellos que mds votos habfan obtenido en el comite de preselecci6n.

En Venecia tambien se empleaba el sorteo, pero de un modo bastante diferente 49 • Los venecianos perfeccionaron un sutil y extraordinariamente complicado sistema para Ia designaci6n de magistrados que se hiw famoso entre los autores politicos de toda Europa so. Harrington recomend6 su adopci6n en su republica ideal Oceana 51. El sorteo intervenfa en el sistema v~neciano unicamente en Ia selecci6n de los miembros de los comites que nominaban a los candidatos a ser considerados por el Gran Consejo (los nominatort). Los comites eran nombrados mediante un procedimiento de varias fases que requerfa una combinaci6n de sorteo y electiones52 , Por consiguiente, el sorteo nose empleaba, como en Florencia, para Ia selecci6n de los propios magistrados. Los nominatori venecianos proponfan varios nombres para los cargos a cubrir. Los nombres propuestos eran sometidos a inmediata votaci6n en el Gran Consejo 53 . Para cada magistratura era nombrado el candidato que m:ls votos habfa obtenido 54 • El sistema estaba,

La utilizaci6n del sorteo en Ia selecci6n de los nominadores impedfa que las camarillas pudieran influir sobre el proceso de nominaci6n: los miembros del Gran Consejo sencillamente no sabfan de antemano quien se encargarfa de proponer a los candidatos. Como precauci6n afiadida, Ia votaci6n se emprendfa en cuanto los candidatos eran anunciados, por lo que no habla tiempo para realizar campafias en el Consejo. «La selecci6n del comite nominador por sorteo y lo inmediato de Ia votaci6n estaban expresammte concebidos para evitar que los candidatos hiciesen campafia para conseguir los cargos con llamamientos que pudieran incitar a Ia lucha entre facciones.» 55 Otra caracterfstica del sistema, que intrigaba a los observadores, iba en el mismo sentido: Ia votaci6n secreta en el Gran Consejo. Los venecianos llegaron extraordinariamente lejos para asegurar que Ia votaci6n en ese 6rgano fuese completamente secreta: hasta las bolas que empleaban para votar iban envueltas en tela para silenciar su calda al ser depositadas en las urnas. El objeto era nuevamente impedir Ia formaci6n de grupos organizados: cuando votaban, todo miembro del Consejo debfa estar lo m:ls aislado posible de las presiones de grupos y facciones. Incluso si el prop6sito esencial del sorteo era el de liberar a las elecciones de las intrigas y campafias divisorias que habitualmeme las acompafiaban, algunos autores (sobre todo Gasparo Contarini, el te6rico m:ls famoso de Ia constituci6n veneciana) tambien le reconocfan un aspecto «populan>, ya que daba mayor protagonismo al pueblo 56 . No obstante, esta dimensi6n igualitaria s61o suponfa que todos los miembros del Gran Consejo tenfan una igual

Sobre Veneda, v&se William}. Bouwsma (1968): ~11iu and tlu Deftnu of&publiran Liberty: Rmaissana Values ;, tha Age oftlu Coumu-Refomullion, Berkeley, University of California Press; Frederic Lane (1973): Wniu: A Maritime Republic, Baltimore, Johns Hopkins University Press. La principal obra de referenda sohre Ia constituci6n veneciana es Giuseppe Maranini (1974): lA Costituziont di Vt-mzia, 2 vols., Florencia, La Nouva ltalia (primera edici6n de 1927). . , .. 50 El sisrema venedano de nombramientos es descnto completamente en Maran1n1, Lt Costituziomdi ~nezia, volumen II, pp. 106-24. . 51 J. Harrington, cThe manner and use of the ballot», en J. G. A. Pocock, (ed.) (1977): TJu Political Works of jamts Harrington, Cambridge, Cambridge Univcrsicy Press, pp. 361-7. s2 La combinad6n de sorteo y elecd6n en Ia designaci6n de los nominatori se aplicaba s61o en Ia decd6n del dogo. Para las otr-as magistraturas, el comit~ de nominatori se nombraba simplememe por sotteo. Sobre d procedimiento espedfko para Ia decd6n dd dogo, v6tse Mar-anini, La Costituziotudi *nnia, vol.l, pp. 187~90 . . S3 Este procedimiento, sin embargo, nose empleaba para todas las magtstraturas. Para algunos de los cargos mcis importantes,los del Senado (Consiglio fki Prtgad,), que eran nominados y elegidos sin que tuviera parte el Gran Consejo. Y para los magistrados gidos pot el Gran Consejo, los candidatos eran propuestos en algunos casos desde arn· ba, porIa Sigtwriao poe el Senado. Vbse Lane, Vmict, pp. 258·9. ~ V6se Maranini,LA Costituziontdi \fntzia, volumen II. p. 118. O

el:·

s5 Lane, Vt-nkt, p, f 10. (La cursiva es mla.) Gaspato Contarini, Dt Magistratibus tt &publictt Vt-mtorum. Paris, 1543.

56

84

85

J



BERNARD MANIN_~-~~--~ _____ _

oponunidad de ser «imponantes»: Ia misma posibilidad, es decir, de ser nominador, pero no de alcanzar cargos 57 • Se mantiene el hecho de que en Venecia tambien se asociaba el soneo con Ia . -.. ( dimensi6n popular del gobierno y con Ia noci6n de igual acceso, \ aun cuando estuvieran relacionadas par una funci6n limitada y \:!.) sumamente especializada. A observadores mas perspicaces, sabre todo a Harrington y a Rousseau, no se les escapa que, en realidad, las maximas magistraturas permanedan habitualmente en manos de unas cuant~ familias eminentes que formaban un grupo mucho mas reductdo que el gran consejo. Rousseau, por ejemplo, en el capltulo de su Contrato social dedicado a las elecciones, escribe: «Es un error to mar a! gobierno de Venecia por una verdadera aristocracia. Si el pueblo no tiene pane alguna en el gobierno, Ia nobleza misma es alll pueblo. Una infinidad de pobres Barnabotes [los miembros pobres de Ia nobleza veneciana que habitaban el barrio de San Bernabe] jarnas se acerc6 a ninguna magistratura, ni tuvo de su nobleza mas que el tltulo de "excelencia" y el derecho a asistir a! Gran Consejo» 58 • Para Rousseau Ia nobleza veneciana era el equivalente de Ia burguesla que se integraba en el Consejo General de Ginebra, y ':'enecia «no era mas aristocratica» que su republica natal. Ambas cmdades constitulan a sus ojos «gobiernos mixtos» 59 • Es cierto que el Gran Consejo veneciano inclula s6lo a una pequefia fracci6n de Ia poblaci6n. Su penenencia era heredit~~ia y sus miembros eran descendientes de los que fueron admtttdos cuando Ia reforma de 1297 (Ia serrata o «cierre» del Consejo). A mediados del siglo XVI, el Consejo constaba de 2.500 miembros. El Gran Consejo, por lo tanto, constitula Ia nobleza veneciana. Y s6lo esos nobles gozaban de derechos pollticos: s6lo ellos formaban I

57

Lane, Yeniu, p. 259. I • Rousseau, Dtl comrato social (1762), libro IV, capltulo 3 led. cast.: Madnd. Alianza Editorial, 1980). Sobre los oomentarios de Harrington acerca del mismo tema, vffie Tht Prtrogativt of Popular Gowmmmt, en Pocock (ed.), Tlu Political WOrkt of

" J.-J.

jmnts Harrington, p. 458. S9 J.-J. Rousseau, Dtl contrato soda/, libro IV, 3.

86

~

___ , ____ los PRINCIPIOS DEL GOBIERNO REPRESENTATIVO - - - ---------~~--------------~

el cuerpo ciudadano. No fue, sin embargo, Ia herenda o cl exdusivo caracter del Gran Consejo veneciano lo que atrajera Ia atenci6n de R?usseau o Harri?gt?n• sino el hecho de que s6lo una pequefia fracct6n de tan restrtngtdo grupo pudiese llegar a ser magistrado . Habla esa restricci6n adicional, pero Ia libenad de elecci6n no estaba limitada de ningun modo. En un pasaje algo crlptico, Harrington, que era un cuidadoso observador y un admirador entusiasta de Venecia, presenta esa caracterlstica como el gran enigma del gobierno veneciano: A ver si resuelve este acertijo: Las magistraturas en Venecia (excepto las que son mas ornamenro que poder) son anuales o, como mucho bienales. Aquellos cuyo mandata haya expirado pueden seguir conservando Ia magistratura, pero han de sec 11uevamente elegidos. La mayo~ parte de las elecciones se realizan en el Gran Consejo y por votacJ6n, que es el modo mas igualitario e imparcial de sufragio. Ahora bien, las magistraturas mas importantes ruedan perpetuamente entre pocas manos. Si fuese digno de dar consejo a un hombre que vaya a emprender el estudio de Ia polltica, le dirla que tratase de comprender Venecia: aquel que enrienda Venecia estanl mas cerca de juzgar correctamellte (a pesar de las difere11cias que hay en toda polltica) cualquier gobierno del mundo 60 •

Harrington no da una respuesta expllcita a Ia adivinanza, pero el lector puede descubrirla sin dificultad: induso cuando las elcccioc n~ SOn lib~:' ~ Ji~p~~' l()S eJec~.()feS tiendenaVO-;,~; ;~pe~id~c~!l­ le a ~os mtsmos mdtvt~uos e.mmentes o a f.unilias distinguidas. -Harnngton sugiere tambien que el impacto de esta misteriosa regia de Ia polltica se extiende mas alia de Venecia. AI limita~ las intrigas entre los miembros del Gran Consejo, el soneo conmbula a mantener una notable cohesi6n en el seno de Ia nobleza veneciana. Y no hay duda de que Ia cohesi6n fue una de las causas de Ia asombrosa estabilidad de Ia republica. Mientras que otras chldades-republica italianas tuvieri:m rebeliones populaces en 60

Harrington, T/u Prtrogativt ofPopt~lar Guvtrmnmt, p. 486.

87

Los !'RlNCIPIOS DEL GOBlERNO REPRESENTATIVO

BERNARD MANll'i_ _____________ _

----~------

constituido por una aristocracia natural, ni celebraba el suficiente numero de sesiones para comprender 0 perfeccionar sus funciones, ni tenia suficiente autoridad para refrenar al pueblo de Ia perpetua turbulencia, de modo que acab6 en Ia ruina» 62 • La misma teo ria se repite en La prerrogativa del gobierno popular: el hecho de que el Consejo (o Senado) fuese elegido por sorteo priv6 a Atenas del «Uso natural y necesario de una aristocracia» 63, La mente de Harring~ll- no albcrgaba ninguna duda de que Ia ele~_ci6n, contrari~~:_n!:__a! SOrt(!O! selecci()ll~~~- eJitt:S_j>_r(!exis~entes. C~aii'do "Se" i' aejaa 1os ~ombres en libertad, espontanealneilie-reconocen a los t' '--:_ ' _Jnejores de entre ellos: - · ·

las que sectores de los estratos superiorcs de Ia poblaci6n se aliaban con los inferiores, Ia poderosa unidad interna de Ia nobleza veneciana Ia capacitaba para excluir eficazmente del poder a las otras clases del poder evitando los alborotos que pudiesen socavar el statu quo. La estabilidad de Venecia, las victorias de antafio contra los curcos, Ia riqueza y el florecimiento de las artes le daba un estatus casi mitico (if mito di Thnezia) 61 • La ciudad ten fa tambie11 una reputaci6n como paradigma de gobierno elegible. Esto fue lo que debi6 de suscitar que en cierto modo habia una relaci6n entre el exito republicano y el empleo de Ia elecci6n, impresi6n que quedarla reforzada ademas por el caso de Ia Roma antigua, orca republica electiva y de duraci6n. Entre tanto, Ia experiencia de Florencia mantenia viva Ia vieja idea ateniense de que efectuar sorteos era mas igualitario que votar. La fracci6n de Ia poblaci6n que gozaba de derechos polfticos era casi tan reducida en Florencia como en Venecia, pero los republicanos florentinos percibian que, dentro de esos llmites, el sorteo podia promover Ia igualdad en Ia distribuci6n de cargos. Fueron las experiencias de estas republicas antiguas y contemporaneas lo que tenfan en mente los pensadores politicos de los siglos XVII y XVIII cuando reflexionaron sobre Ia elecci6n y el sorteo.

Veinte hombres, si no son todos idiotas -y tal vez aunque lo sean-

nunca pueden ponerse de acuerdo, pero habra tal diferencia entre ellos que aproximadamente un tercio sera mas sabio

Harrington •.. j Harrington, el gran paladin del republicanismo bajo Ia protecci6n · ). de Cromwell, intuy6 que Atenas fue llevada a Ia ruina porque, con rJ su Consejo (boule) nombrado por sorteo, Ia ciudad «careda de \. aristocracia natural>>, Atenas fue imperfecta, escribe Harrington, nporque el Senado, elegido de una vez por sorteo, no ·por sufragio, cambiaba cada afio en su totalidad, no en parte, y no estaba

J. Harrington (1656): Octana, en Pocock (ed.), Tlu Political Works of janm Harrington, p. 184. 63 Harrington, Tlu furogative ofPopular Govemmmt, p. 477. 64 Harrington, Duana, p. 172. 62

Sabre el •mito de Venecia» visto por observadores, v(ase Pocock, Tlu frftUhiavtllian pp. 100-2, 112-13, 284-5,319-20,324-5,327-8.

Momm~

88

menos tonto

El comentario aparece en un pasaje de Ia introducci6n a Oceana, en el que Harrington discute Ia elecci6n de su senado ideal, pero se presenta como una caracterlstica general de Ia naturaleza humana. Presumiblemente, por tanto, Harrington lo consideraba aplicable a cualquier tipo de elecci6n. El autor de Oceana aboga por el \ empleo de Ia elecci6n porque permite ellibre reconocimiento de Ia aristocracia natural. Harrington rechazaba, pues, eluso del sorteo en Ia selecci6n de los que ocupan los cargos, Ahora bien, su nombre permanece asociado a Ia alabanza de Ia rotaci6n en el cargo. Pocock, en particular,

La teo ria polltica de Ia elecciotJ y el sorteo en los siglos XVII y XVIII

61

0

que el resto. [... ] Una vez conocidos estos, aunque sea superficialmente, seran elegidos llderes del grupo (a! igual que los ciervos con mayores cornamentas); mientras los seis, discutiendo y argumentando entre sf, muestran Ia eminenda de su talento, los catorce restantes descu~ bren cosas en las que nunca hablan pensado o se les aclaran diversas verdades que antes los dejaban perplejos.64

I '

89

Los I'RINCIPIOS DEL GOBIE~J'IO~ REI~RESENH.lJYO

\i

. I

f

.

I

resalta Ia importancia de Ia idea de rotacion en cl pcnsamiento de Harrington, mostrando c6mo refleja su atraccion por el principio ) , cardinal del humanismo dvico: el hombre logra el pleno floreci.I miento de su naturaleza a traves de su participacion en Ia pol!ti1ca 65 • Tradicionalmente, sin embargo, el principio de rotaci6n estaba asociado a Ia practica del sorteo. iComo pudo Harrington abogar por Ia eleccion y Ia rotaci6n en los cargos si, como hemos visto, Ia libertad de elegir es tambien libertad de reelegir y, por ende, el principio electivo y el ideal de rotacion esnln potencialmente en conflicto? Hemos de examinar mas en profundidad los arreglos institucionales u «6rdenes•• en Oceana 66 • A nivel de parroquia (Ia menor de las subdivisiones del sistema de Harrington), los «anciaJlOS» eligen cada alio a una quinta parte de su numero: «Las personas asf elegidas son diputados de Ia parroquia por el perfodo de un alio a partir de su elecci6n. No pueden estar en el cargo mas de un alio ni ser elegidos dos aflos consecutivoS>> 67 • Todo anciano, supone Harrington, Jlega a ser, por tanto, diputado de su parroquia cada cinco alios. En ese nivel, entonces, Ia rotacion es completa, ya que todos los ancianos seran diputados por turno 68 • No obstante, los diputados parroquiales 65 Sabre rodo en Tlu Machiat 1ellian Monum, yen Ia dcrall.tda «lntrodu~ci6n hist6rica~ a su edid6n de Th~ Political \\'forks ofjamts Harrington, pp. 1-152. Pocock !!ega a considerar Ia rotaciOn, ral y como Ia dcHende Harrington, como una instituci6n que trasciende Ia distinci6n entre represemames y representados.•Todo el cuerpo ciudadano ----escribe- en sus diversas calidadcs de a caballo)' a pie [las dos clases propietarias que Harrington propone crear] se "introducen,. constantemente en el gobierno [...] En cfccto, si se pudiera hacer rotar a todo el pueblo, se trascenderfa al propio parlamento, y el pueblo, como libre elector, formarfa constantemente gobiernos sucesivos; incluso Ia "tribu con prerrogativa" [Ia asamblea popular elegida porIa clasc propieraria baja] o Ia asamblea representativa serfa renovada con tal frccuencia que desapareccria toda distin· ciOn entre representantes y representados-. (ibid, p. 69). 66 NOtese que el uso idiomatico de •Ordenes . . para referirse a instituciOnes es una peculiaridad de Harrington. Esc neologismo es una de las innumerables manifestaciones de Ia deuda que tiene Harrington con Maquiavelo. El autor de los Diwmos sob" Ia primt· ra dlcada d~ Tito Livioemplea el tCrmino ordini para referirse a las institucioncs. 67 Harrington, Octa1111, .. Quinta ordcnanz.a,., p. 21 S. (La cursiva es mfa.) 68 En realidad, de las regulaciones mendonadas no se conduye que haya necesariamente rotaci6n completa de los diputados de las parroquias. SegUn las reglas esripula-

-~~

eran meros electores de las asambleas superiores de Oceana (el Scnado y Ia Tribu de prerrogativa). Los diputados de las diversas parroquias se reunfan en una asamblea, que Harrington llama Ia «galaxia», para elegir caballeros (miembros del Senado) y diputados (miembros de Ia Tribu de prerrogativa). A ese nivel,las regulaciones eran diferentes: «Un caballero, un diputado de Ia galaxia que hubiese cumplido su mandato de tres alios, no debe ser reelegido para esa u otra tribu basta no haber cumplido una vacancia de tres afipS>> 69 , E~ otras palabras, nada evita que los miembros del Scnado y los diputados sean elegidos una serie de veces; solo se les prohfbe sucederse a sf mismos. Han de esperar basta el fin del siguiente mandato legislativo para ser elegibles de nuevo. Dada Ia cantidad de diputados parroquiales y el tamalio de las asambleas que gobiernan Oceana, Ia rotaci6n no era, pues, necesariameme completa en el segundo nivel. Ciertos electores, delegados por las parroquias, podfan no ser elegidos nunca para el Senado o Ia Tribu de prerrogativa. No habfa en Oceana arreglo comparable a Ia regia griega que prohibfa a los ciudadanos ser miembros del bou/J mas de dos veces en su vida. Harrington aclara aun mas esta cuestion en un pasaje de Prerrogativa del gobierno popular (que escribio como defensa de Oceana). Establece una clara distincion entre dos tipos de rotacion, Ia de los elcctores y Ia de las personas elegidas: Esra roraci6n [de electores en las asambleas nacionales], con su caracrer anual, resulra quinquenal en relaci6n al conjunro del pueblo, o como tal todo hombre tiene su turno en el poder de elecci6n en un plazo de cinco alios. Pero, aunque todo hombre pucda ser capaz de ser elector y tener su rurno, no todos tendran Ia capacidad de ser elegidos para las das, el 60 por dento de los votantes podfa formar coalicioncs para asegurar que trcs suhgrupos del 20 por den to cada uno rotasen en el cargo. Harrington, al parecer, ca1cul6 mal los efectos de las provisiones que recomendaba, ya que afirma explfcitamente, en La prrrrogativa dtl gobitmo pop111flr, que aseguraban una rotaci6n completa de los diputados a nivd de parroquia (vease el pasaje dtado en Ia nora 70). Estoy en deuda con Jon Elster pot esta observaci6n. 69 Harrington, Octtmtl, «Ordenanza decimosegunda .. , p. 227. (La cursiva es mfa.)

91

90

,..,.·

..- .

~-~~-~ ~-~~----~~BERNARD_MANIN·~----·-~---- ~-~ ~

magistraturas que son soberanas o desempefian un papel principal en

el conjunto de Ia comunidad, de modo que pueda ser seguro imponer Ia necesidad de que cualquier hombre acceda tambien a estas por turno; pero basta con que cualquier hombre que sea capaz, a juido y concienda de su pais, tome Ia oportunidad. Por lo cual, dependera de Ia condenda de los electores [constituidos segun lo dicho]la determinaci6n de qui en hade panicipar en Ia magistratura soberana o ser elegido, en Ia asamblea de una tribu, como miembro del Senado o de Ia Tribu de prerrogativa .'0

Las instituciones de Oceana sin duda garamizan una cierta rotaci?n en el Senado y en Ia Tribu de prerrogativa, puesto que sus mtembros no podfan cumplir dos mandatos consecutivos. Sin embargo, Ia rotaci6n puede quedar limitada al restringido drculo de aquellos cuyo «juicio y conciencia» considerenlos electores dignos para ocupar cargos. En otro pasaje, Harrington escribe que «los parlamentarios de Oceana pueden ocupar seis veces su magistratura en doce alios a pesar de sus vacancias obligatorias» 71 • El pasaje de La prerrogativa del gobiemo popularcitado ameriormeme muestra que Harrington incluso deseaba explfcitameme que asf fuera. La rotaci6n de Harrington es, pues, de dos tipos: rotaci6n plena ,; absolutaentre los electores (todo ciudadano es elector cada cinco alios) y rotaci6n limitada entre los elegidos, o sea, entre Ia aristocracia natural asf reconocida por los electores. «El Senado y Ia Tribu de prerrogativa, o asamblea representativa del pueblo, siendo ambas de Ia misma constituci6n, suman cuatro mil lfderes experimentados, prepal'tldos tras nuevas elecciones a asumir su /ide rata.» 72 No hay, por tanto, en Harrington conflicto entre el principio de rotaci6n y el electivo, ya que Ia rotaci6n se aplica en terminos abs0 lutos (micamente a los electores, no a los elegidos 73 •

!

~. - ·~

1._,

l l

l I

-~-

.

montesquteu

j J

loS PRINCIPIOS DEL GOBIERNO R£PRF.SENTATIVO

------~--~---~·~--~~-~~~---~

Montesquieu, lector de Maquiavelo, Harrington y probablemente tambien de Guicciardini, establece un estrecho vinculo entre, de unlado, sorteo y democracia y elecci6n y aristocracia, de otro. «La elecci6n por sorteo [le suffrage par le sort]-escribe-- es propia de Ia democracia, Ia designaci6n por elecci6n [le suffrage par choix] corresponde a Ia aristocracia. El sorteo es una forma de elecci6n 1 [une foron delir~] que no ofende a nadie; permite a cada ciudada- l no una expectattva rawnable de poder servir a su patria.» 74 Lo primero a notar es Ia fortaleza del vinculo establecido entre los procedimientos de selecci6n y los tipos de gobierno republicanos 7 5, El cientffico social en su busqueda de «las relaciones necesarias que se ~erivan de Ia naturaleza de las cosas» postula como regia constante,l)~iversal, que a l.a democracia corresponde el sorteo y a Ia 1\ri$- ,, ·rocrada Ia elecci6n 76 • No describe ambos metodos como parte de -determinadas· culmras o como resultado del «espfritu general>>; proceden de Ia propia naturaleza de Ia democrada y de Ia aristocracia. Aun mas, Momesquieu los ve como parte de las «leyes fundamehtales» de Ia republica (del mismo modo que Ia ampliaci6n del derecho de voto, el caracter secreto o publico del voto o hasta el reparto de los poderes legislativos) 77 • Hay que admitir que Montesquieu considera que el sorteo «aislado es incompleto» 78 , prosigue, sin embargo, afirmando que su defecto mas obvio (Ia posibilidad de elecd6n de individuos incompetentes) puede ser corregido y que eso es lo que se disponen a

J

,. Mohtesquieu, Dd <Splritu d< las ky(J (1748) libro II, capitulo 2 (ed. cast.: Madrid, Tecnos, 1985]. JS Sc rCcuerda aJ lector que, en Ia obra de Montesquieu, democracia y aristocracia son

las dos formas que puede adoptar Ia democracia. ecGobierno republicano ---escribees aqud en que d pueblo entero, o parte del pueblo, tieoe d poder sobc:rano.» (Dtf <Sp/rihr d< las ky<S, li~ro II capitulo I.)

70

16

71

n "lgual que Ia separaci6n de los que tienen derecho al sufragio constituye en una RepUblica una ley fundamental, Ia manera de votar tambien lo es.• (Dtl tsplritu dt Ia ley" libro II, capitulo 2.) 78 Dd tspiritu dt las ltytS. libro II, capitulo 2.

Harrington, Tlu PrtrogativtofPopu!dr Govtmmmt, p. 487. Harrington, Tht Pruogativt ofPopular Gowmmmt, p. 493. " Ibid, p. 494. (La cursiva es mla.) 73 Asf que no podemos coincidir con Pocock cuando afuma que en Oceana todo el pueblo -se introduce constantememe" en e1 gobierno,

92

Momesquieu, Dd tspln"tu tk las ltyts,libro I, capitulo I.

93

·-

Los PRJNCIPIOS DEL GOBIERNO REI'RESENTATIVO -----·---·--·----------------------·-----

:on lo que lo de!ll6cratas dcsean por encima de todo, Ia igualdad, _ porque da a t()~()_ciu_dadano una posibilidad «razonable» de ejercer una funci6n p!tblica 81 , - (Significa esto que para Montesquieu la elecci6n no da a todos una oportunidad «razonable» de ocupar un cargo? No es ran expllcito sobre Ia naturaleza aristocratica de Ia elecci6n como sobre las propiedadcs democnhicas del sorteo. Tampoco parece conseguir explicar por qu_e las eleccioncs son aristocr:iticas. Ahora bien, algunas de sus observaciones referentes a Ia «dcsignaci6n por elecci6n» sugieren claramenre que las elecciones realmenre elevan a las magisrraruras a un dererminado ripo de genre. La alabanza de Monresquieu de Ia «habilidad natural de Ia genre para disringuir los meriros» muesrra, primero, c6mo, al igual que Harrington, erda que el pueblo elige esponraneamenre al verdaderamenre 82 superior • Ademas, los ejemplos cirados en apoyo de esra reorfa conducen a Ia conclusi6n de que Monrcsquieu no elabora una firme disrinci6n entre Ia arisrocracia natural basada exclusivarnenre en Ia apritud y los estraros superiores de Ia sociedad definidos por nacimiento, riqueza y prcsrigio. Sabemos que en Roma, pese a que el pueblo se habla concedido el derecho a que los plebeyos ocuparan cargos, no consigui6llegar a elegirlos; y si bien esto era posible en Arenas gracias a las !eyes de Arfstides, que autorizaban que los magistrados pudieran provenir de cualquier clase, Jenofonte nos recuerda que el pueblo nunca solicir6 para sf las magisrraturas que pudieran afectar a su seguridad o gloria, 8 ' 81

•EI amor a Ia RepUblica en Ia democracia es el amor a Ia democracia, y Cste es amor a Ia igualdad.» (Dr/ tsplritu dt las kyts, libro V, cap(tulo 3.) •Si se dudara de Ia capacidad natural del pueblo para discernir el mCrho, bastarfa

82

c?~ echar una o~eada por Ia sucesi6n ininterrumpida de elecdones asombrosas que htc1eron los atemenses y los romanos, y que nose podrran atribuir a Ia casualidad." (Dtl rsplrihl dt las ltyts, libro II, capitulo 2.) 83 Dtl tspfrittl d~ 1m kjrJ. libro II, capftulo 2. Esa fra.se debe compararse con el siguien· tc pasaje del Di.scurso sobr~ 1ito Livio, en cuyo final Maquiavelo dta al historiador romano: "Encomr:indose el pueblo romano, como decfamos, molest~ con el titulo c~ns~lar, y deseando ~ue pudieran ser nombrados c6nsules hombres plebeyos, o que se d1smmuyera su autondad, Ia noblez.a, para no mancillar Ia autoridad consular acce-

95

!_.os l'lUNCIPIOS DEL GOBIERNO REP~~t-/l~"f!VO

BERNARD MANIN

.El pueblo -habla escrito Montesquieu en un pasaje ~nteriores admirable cuando realiza Ia elecci6n de aquellos a qutenes ~e.be confiar parte de su autoridad, porque· no tiene que t~mar deCistones mas que a prop6sito de cosas que no puede tgnorar Y de hechos evidentes.>> 84 Pero, echemos un vistazo a los ejemplos que cita para ilustrar Ia proposici6n: el soldado elegido general por sus exitos en el campo de batalla; el jucz que ha sido hon~sto y elev~do a pretor por sus conciudadanos; el ciudadano eleg~do c~nsejero por su «generosidadn o «riqucza>>, De nuevo estamos ante eJemplos de cualidades que llevan a elegir a una persona, que van desde meritos puramente personales (exito en Ia guerra), p~ando por una combinaci6n de virtudes morales y de rango soCial (el c~lo, honestidad y autoridad de un juez justo), hasta. algo q~e sene~lla- , )nente puede ser heredado (riqueza). ~on~esquteu sosnene qu~ ',} /pueblo elige lo mejor, pero que lo meJor bten puede estar localtza' .. ' do en las clases superiores.

e!Jl \

----··· Roussea11

J

En Del contrato social Rousseau relaciona tambien sorteo con democracia y elecci6n con aristocracia. El sorteo y Ia elecci6~ son los dos procedimientos que pueden ser utilizados para selecctonar e1 «Gobiernon. Recordemos que en el vocabulario de Rousseau, \ '.Gobierno>> (tambien calificado como «prlncipen) equivalen a poder ejecutivo. La legislaci6n siempre permanece en manos del diendo a cualquiera de esos dos deseos, tomO un camino intermedio, y aprob6 que ~ nombrasen cuauo uibunos con poresrad consular, que podlan ser plebeyos o nobles. Se content6 con esto Ia plebe, parecifndole que as( se libraba del consulado Ypod(a poner a sus hijos en cllugar mas alto. Sucedi6 aqu( un caso notable, yes que, Uegado el dfa de Ia elecci6n de esos tribunos, y pudiendose eleg~r todos p.le~yos, fl pueblo ~omano los cligi6 a todos nobles. A prop6sito de lo cual, du:e Ttto LIVlO estas palabras:. El resultado de esas asambleas muestra que Ia actimd adoptada en Ia lucha por Ia hben~d. Y. d honor era diferente a Ia adoptada cuando Ia lucha habfa finalizado y .d~ba paso a JUICIOS impardalesn», Maquiavelo•. Discuno sobrt ~ prinura dlcadd dr Tito Livto, volumen I, 47. 84 Montesquieu, Dtl tspfr~m tk las /tyn.ltbro II, capitulo 2.

96

pueblo (el «Soberano>>). En consccuencia, en ese nivel no hay selecci6n. Sin embargo, para Ia selecci6n de magistrados ejecuti~os, hay que optar por un metodo de sclecci6n u otro. En un pasaJe en el que aborda esta cuesti6n, Rousseau comienza citando a Montesquieu y manifiesta su acuerdo con Ia idea de que «Ia sclecci6n por sorteo es natural de Ia democracia>>. Afiade, no obstante, que l<:>s motivos por los que es as! no son los presentados por Montesquieu (prevenci6n de Ia envidia, distribuci6n igualitaria de los cargos). Es,o no son rawnes. Si se atiende a que Ia elecci6n de los jefes [/election des chefil es una funci6n del gobierno y no de Ia soberanla, se vera por que Ia via del sorteo esta mas en Ia naturaleza de Ia democracia, donde Ia administraci6n es tanto mejor cuanto menos se nmltiplican los aetas. En toda verdadcra dcmocracia, Ia magistratura no es una ventaja, sino una carga onerosa que no puedc imponerse en justicia

mas a un particular que a otro. S6lo Ia ley puede imponer esta carga a aquel sobre quien caiga el sorteo. Porque siendo entonces Ia condici6n igual para todos, y no dependiendo Ia elecci6n de ninguna voluntad humana, no hay aplicaci6n particular que altere Ia universalidad de Ia ley". Este complicado razonamiento s6lo deviene inteligible si se tiene en cuenta que toda Ia argumentaci6n descansa sobre una noci6n clave que nose menciona expllcitamente en el pasaje. Para Rousseau, Ia asignaci6n de magistraturas («Ia elecci6n de jefes>>), sea por elecci6n o sorteo, es una medida panict~lar. La distribuci6n de cargos atafie a individuos identificados por su nombre mas que a Ia totalidad de los ciudadanos. No puede, por eso, ser algo que haga el pueblo en tanto que Soberano. En efecto, uno de los principios claves del Contrato social es que el Soberano s6lo puede actuar mediante !eyes, o sea, mediante reglas generales que afecten-a todos los ciudadanos por igual. Las medidas particulares son comss Rousseau, Del contra to social, libro IV, capftulo 3. La cita de Montesquieu referida en el pasaje arriba citado es de Del tspfritll dr las lryts, libro II, capitulo 2.

97

- · - _____ Los PRINCIPlOS DEL GOBIERNO REPRESENTAT!\!_() __

_______________ BEI~AR_ll_Mi\N_ll'L ---~--- ______ _

petencia del Gobierno. En consecuencia, si el pueblo nombra magistrados s6lo lo puede realizar en su calidad de Gobicrno («Ia selecci6n de dirigentes es una funci6n del Gobierno, no de Ia Soberanla») 86 • Pero aqul se plantean dos problemas. Primero, de acuerdo con Rousseau, Ia democracia queda definida precisamente por el hecho de que el pueblo es tamo el Soberano (como en cualquier sistema politico leg{timo) como el Gobierno: en democracia el pueblo elabora las !eyes y las ejecuta. Rousseau supone tambien que, aun ejerciendo el pueblo colectivameme el poder ejecutivo, las distintas magistraturas deben ser asignadas a individuos diferentes. Dada esa definici6n de democracia, puede parecer que Ia elecci6n («elecci6n por opci6n») esta especialmente indicada para los reg{menes democr:l.ticos, ya que en tales sistemas el pueblo tambit!n puede actuar qua Gobierno. No ese eso, sin embargo, lo que concluye Rousseau; en este punto introduce una argumentaci6n diferente en su razonamiento. El ejercicio popular de las funciones legislativas y ejecutivas acarrea un riesgo mayor: las decisiones del pueblo en tanto que Soberano (las !eyes) pueden quedar contaminadas por las visiones particulares que debe adoptar cuando act(ta como Gobierno. «No es bueno que quien haec las !eyes las ejecute -escribe Rousseau en su capitulo sobre Ia democracia- ni que el cuerpo del pueblo desvie su atenci6n de las miras generales a los objetos particulares.>> 87 Siendo el hombre menos que perfecto, ese peligro constituye un defecto mayor de Ia democracia. Es uno de los motivos por los que Rousseau concluye su capitulo sobre Ia democracia con sus palabras tan frecuentemente citadas: «Si hubiera un pueblo de dioses, se gobernarla democr:l.ticamente. Un gobierno tan perfecto no conviene a los hombres». Los dioses tendrlan Ia capacidad de separar en sus mentes las visiones generales que han de mantener cuando actuan como Soberano de las paniculares que de ben adoptar como ejecutores de las !eyes, y evitar Ia adulteraci6n de las primeras

1.,

I 4

Rousseau, Dtlcontmtosocia~ libra lV, capitulo 3. " Ibid., libro lll, capitulo 4.

86

'l

98

por las segundas. Pero eso va mas alia de Ia capacidad humana. Por l lbol tanto, un gobiernod democrbatico funciona mejor cuando el pueo, que es, ante to o, e1 So erano, tiene las menores ocasiones l posibles de tomar decisiones particulates en tanto que Gobiernq. / Por tal raz6n, Rousseau afirma en el pasaje antes citado que en democracia «las administraciones son mejores cuanto menores sean sus actos» 88 • El sorteo resuelve entonces el primer problema. Cuando los magistrados son elegidos por soneo, el pueblo s6lo tiene que tomar una decisi6n: ha de limitarse a establecer que los magistrados sean elegidos por sorteo. Claramente esa decisi6n es una regia general o ley, que, por tanto, puede aprobar en su calidad de Soberano. No se requieren mas intervenciones particulates como Gobierno. Si, por otro lado, Ia democracia es electiva, el pueblo hade intervenir dos veces: primero, para aprobar Ia ley que institucionaliza las elecciones y c6mo han de llevarse a cabo y, luego, como Gobierno, con el fin de elegir a los magistrados. Puede aducirse, siguiendo las Hneas rousseaunianas, que en este caso, su primera decisi6n correrla el riesgo de verse influida por Ia perspectiva de Ia segunda: pueden, por ejemplo, disei\ar Ia ley general electoral con el fin de hacer Ia elecci6n de determinados individuos mas o menos probable. Pero hay tambien un segundo problema. lncluso suponiendo que en una democracia el pueblo !ogre no dejar que sus decisiones como Soberano se vean afectadas por las visiones particulares nccesarias para gobernar, subsiste el hecho de que en Ia clecci6n de magistrados influyan detetminadas consideraciones de personalidad. Cuando los miembros del Gobierno (en este caso, todos los ciudadanos) se reparten entre ellos los cargos del gobierno, atribuyen cada cargo a un individuo concreto en vez de a otro (cada magistratura hade ser «asignada a un individuo en vez de a otro»). Incluso si tal distribuci6n de magistraturas se realiza segun los dictados de una ley general, invariablemcme imervendran cuestiones de personalidad entre Ia ley y Ia asignaci6n de una funci6n a una " Ibid., libro IV, capitulo 3.

99

i !L&Ji.

&Uii . .&OOAt&S:::.L&i£3&1Miii i & U&!tl£ tuM

JWS

_____ --·-----~--JlERNARD MANit-!__ ___________ -~ _

persona, hacicndo surgir el riesgo de Ia parcialidad 89 • A este res\ \ pecto, el sorteo presema una segunda ventaja: es una regia de dis") \ tribuci6n que no requiere ninguna otra decisi6n pata ser aplicada ,_ en casos particulares. Si el reparto de cargos se realiza por sorteo, no hay margen para cualquier voluntad particular (<mo hay aplicaci6n particular que altere Ia universalidad de Ia ley»). i
:;. \'

l ,\

I

Rousseau encucmra necesario afiadir que, en una democracia uverdadera», el ejerdcio de una magistratura es considerado escnciahnente como una ~
89

91

;

Ibid.

I

!

II I i

{ I

l

''

100

Cuando un Gobierno elige magistrados entre sus numeros, puede recurrir a las elecciones, que neccsariatnente implican visiones e intenciones particulares. Aqul no hay riesgo de que esas visiones particulates afecten a Ia creaci6n de leyes -en especial, Ia electoral- ya que en cualquier caso, Ia legislaci6n esra en otras manos. Una nota a pie de pagina de Rousseau confirma esta ime_rpretaci6n .. Ef1 una aristocracia, sefiala, es vit_> 92 Si los que tienen el poder de elegir magisrrados tienen tambien el de decidir c6mo se han de elegir, optaran por el metodo mas favorable para sus intereses, en este caso, cl hereditario. Por otro lado, Ia aristocracia es el sistema en el que las diferencias y distinciones entre ciudadanos se pueden manifestar libremente. Y esas diferencias pueden ser urilizadas con fines pollticos. Ademas de Ia ventaja de Ia distinci6n de los dos poderes [<>Sobcrano .. y «Gobiernm•], [Ia aristocracia] tiene Ia de Ia elecci6n de sus miembros; pues en el gobierno popular todos los ciudadanos nacen magistrados, pero este [Ia arisrocracia] los limita a un pequcfio numero, y no se convierten en clio sino por eltcciom medio por el cualla probidad, las luces,la experiencia y todas las demas rawnes de preferencia y de esti-

\

I

'i

{

----~-l.Q~ PRINCIPI()S DEL GO~IERNO REPRE5ENTATIVO_ -.....

ma pUblica, son otras tantas nuevas garandas de que uno sera sabiamente gobernado. 93

La aristocracia electiva es Ia mejor forma de gobierno porque en ,-~ ella es posible hacer un uso polltico de las diferencias de talentos y ~ V meritos 94 • 92

IbiN.,Iibro Ill, capftulo ). (Nota de Rousseau, Ia cursiva es mfa.) Del contrato social. libro III, cap!tulo ). {La cursiva es del autor, el tc!"rmino ocelecci6n• significa aquf elecci6n en su sentido moderno,lo que en otros contextos Rousseau llama ... elecci6n. por selecci6n• [1'1/tction par choix].)

93

"' Ibid.

101

;

S!d

: a ;.awns ;; n:s&a:n m.421M!&LS£.i&&U:J®U&&ii41t. tt.JtMJ.f!!tlk.l awat mu11n :.UJGIII!ttt•

Mientras que Ia discusi6n de Montesquieu en torno al sorteo en Del esplritu de las /eyes es notable por su perspicacia hist6rica, lo que destaca en Del coutrato social de Rousseau es el rigor en Ia argumentaci6n. En realidad, Rousseau consideraba que Ia exposi, ci6n de Montesquieu de las propiedades democraticas del sorteo, aunque fundamentalmente acertada, estaba mal argumentada, Su propia relaci6n, sin embargo, pese a toda su sutil e impecable l6gica, se debe mas a las definiciones y principios idiosincraticos establecidos en Del coutrato social que al analisis hist6rico. Cabe sefialar que, dada su complejidad, el raronamiento preciso mediante el cual Rousseau relacionaba el sorteo con Ia democracia, probablemente ejerciera una influencia limitada sabre los agentes politicos. Puede que as( sea, pero Ia importancia radica en otro sitio, Lo primero que hay que indicar es que, al menos en 1762, cualquier pensador que se dispusiese a presentar «Los principios del derecho politico» (como estaba subtitulado Del contrato socia4 buscada algun espacio para referirse al sorteo en su teoda politica. Tanto Montesquieu como Rousseau eran plenamente conscientes de que el sorteo puede seleccionar a incompetentes, que es lo que hoy nos choca yes lo que explica que ni siquiera pensemos en atribuir funciones publicas por sorteo, Ambos auto res percibieron, sin embargo, que el sorteo goza tambien de otras propiedades o meritos que, como m(nimo, hacen que sea una alternativa merecedora de serias consideraciones y quiza justificase intentar remediar sus obvios defectos mediante otras instituciones. El otro hecho notable es que autores politicos del calibre de Harrington, Montesquieu y Rousseau presentasen, cada uno a su modo y manera, Ia misma proposici6n; a saber, que Ia elecci6n es arisrocratica por naturaleza, miemras que el sorteo es el procedimiemo de elecci6n democdtica par excellence. Cuando se disefi6 el sistema representativo, el sorteo no s6lo no desapareci6 del horizonte tc6rico, sino que exisda tambien una doctrina comunmente aceptada entre las autoridades intelectuales respecto a las propiedades comparativas de sorteo y elecci6n,

102

I" 1 I'

'

' Pero apenas una generaci6n despues del Espiritu de las /eyes y Del comrato social, Ia idea de atribuir funciones publicas por sorteo hab(a desaparecido casi sin dejar huella. Durante las revoluciones americana y francesa, nunca fue objeto de seria consider~ci6n. A Ia vez que los padres fundadores declaraban Ia igualdad entre todos los ciudadanos, optaban, sin Ia minima vacilaci6n, en ambos !ados del Atlantica por el dominio sin reservas de un metoda de seleccl~J__ consideJadQ sl_tlral}!.:. Nuestro estudio en profundidad de Ia historia y teoda del republicanismo revela, por tanto, Ia repentina pero silenciosa desaparici6n de una vieja idea y una paradoja que hasta ahara hab(a pasado inadvertida,

El trimifo de Ia eleccion: comemir el poder en lugm· de ompar cargos Es en efectd asombrosa, a Ia luz de Ia tradici6n republicana y de todas las teodas que ha generado, Ia ausencia absoluta de debate durante los primeros afios del gobierno representativo en torno al uso del sorteo para atribuir el poder. Los fundadores del sistema repfesentativo no intentaron averiguar que otras instituciones se podlan emplear en combinaci6n con el sorteo para tratar de corregir sus claros efectos indeseables. Jamas se llego a considerar tam poco una criba preliminar, siguiendo el modelo del squitinio floremino, destinada a obviar Ia selecci6n de los individuos notoriameme ineptos. Se puede aducir tambien que el sorteo no da por s( mismo control a los ciudadanos sabre lo que hacen los magistrados una vez en el cargo. Aunque una combinaci6n de un procedimiento de rendici6n de cuentas con sanciones hubiese proporcionado alguna forma de control popular sabre las decisiones de los magistrados, semejame soluci6n tampoco fue discutida nunca. No es, desde luego, sorprendente que los fundadores del gobierno representativo no considerasen elegir gobernantes dotados de libertad de acci6n sorteando entre toda Ia poblaci6n. Lo que sl sorprende es que el uso

103

&AWWtDMltLL..&Ji&ii ·YIJ. &9!4-it IJ. Q..t!£& ilJC&iZW~&D&<~M ..._,UIJ9UAI§iJ!MQJ2 li

___________________ !l_ERNARD

~f:llN __ __

loS PRINCIPJQS DEL GOBI ERN()_ REPRESENTATIVO ~~-----~-

del sorteo, aun en combinaci6n con otras instituciones, no recibiese ninguna atenci6n scria. El sorteo no estaba, sin embargo, olvidado del todo. Podemos hallar menciones ocasionales del sorteo en los escritos y discursos de cienos personajes politicos. Durante los debates para dar forma a Ia Constituci6n de los Estados Unidos 1~·~~ Wjb_?_n, por ejemplo, S\Jgi!i6 que el presidente de los Estados Un~dos fuese elegido por 1111. col.:gio de (!lecrores, que a su vez fuese_ seleccionado por sorteo entre los miernbros del Congreso. La propuesta de Wilson se basaba expllcitamente en el modelo veneciano y estaba destinada a _';'!'!tar intrigas en Ia elecci6n del presidente 95 , pero no suscit6 ninguna discusi6n y fue rechazada casi de inmediato. En Francia, unos pocos revolucionarios (~ieyes, antes de Ia revoluci6n, y Lamhenas en 1792) pens~r()n en una_ combinaci6n de sorteo y elec~;.!6_!1. Yen 1793, miembro de Ia Convenci6n france~a, Montgilbert, sugiri6 reemplazar Ia elecci6n por el sorteo con el argumento de que este es mas igualitario 96 • No obstante, ninguna de las sugerencias fue objero de debates de importancia en las asambleas de Ia Francia revolucionaria. En 1795, lo termidorianos decidieron que Ia distribuci6n de los asientos en las asambleas representativas (los Cinq Cents y los Anciens) fuese determinada par sorteo 97 • Con Ia medida se pretendfa evitar Ia formaci6n de bloques, en su sentido mas flsico. El sorteo se asociaba todavfa a Ia formaci6n de facciones, pero, obviamente,, en men or grado. En cualquier caso, Ia regia nunca fue observada. Los revolucionarios invocaron Ia autoridad de Harrington, Montesquieu y Rousseau y meditaron acerca de Ia historia de las republicas anteriores. Sin embargo, parece ser que, ni en Inglaterra, ni

iin

.,,. I

!

" V
'

I I I

l

I l

en America ni en Francia, nadie lleg6 a considerar seriamente Ia posibilidad de asignar alguna funci6n publica par sorteo 98 • Cabe sefialar que John Adan1s, par ejemplo, uno de los padres fundadores con mas lecturas hist6ricas, no consider6 nunca Ia posibilidad de Ia selecci6n par sorteo, ni siquiera con el fin de rechazarla 99 • En los largos capftulos descriptivos dedicados a Arenas y Florencia en su Defonsa de las comtituciones de gobierno de los Estados Unidos de America, Adams indica brevemente que en esas ciudades se elegfa par sorteo a los magistrados, pero no reflexiona sabre Ia materia. Cuando se crearon los sistemas representativos, este merodo de elegir gobernantes no entraba en el abanico de las posibilidades concebibles. Simplemente, no se le ocurri6 a nadie. LO acontecido durante los dos ultimos siglos, al menos hasta Ia fecha, viene a sugerir que ha desaparecido para siempre. Para explicar tan notable, aunque raramente advertido fen6meno, Ia idea que primero viene a Ia cabeza es que Ia elecci6n de gobernantes par sorteo se ha vuelto «impracticable» en los grandes estados modernos ioo, Se puede aducir tambien que el sorteo «presupone rel="nofollow">> condiciones de posibilidad que ya no se obtienen en los estados en los que se invent6 el gobierno representativo. Patrice 98 Ena afirmad6n debe ir acompafiada de una adveuencia. Por supuesto, no he con· suhado todas las obras hist6ricas disponibles, por no hablar de las fuemes originates sobre las tres grandes revoludones modernas. Ademis, el uso polltico del sorteo ha reci· bido hasta ahora una muy limitada atenci6n academica; nose puede descartar que, por lo tanto, futuras investigaciones puedan revdar casos adicionales a los que se estin dis· cutiendo. Aun asf, parece razonable, por lo que~ hasta ahora, sostener que las selecci6n de gobernantes por sorteo nose contempiO en ninguno de los debates polfticos de importanda durante las revoluciones inglesa, americana y francesa. 99 Es cierto en al menos tees de sus prindpales obras polfticas, Pmsamimtos sobrr tl gobitrno (1776), U11a dtftnsa tk 1m comtitudonts dt gobitmo dt los Estados Unidos dt Amlrica (1787-8) y Disctmos sob.-. Davila (1790). Vease C. F. Adams (ed.) (1850-6): ThtLift a11d \Vorlts of]olm Adams, 10 vols., Boston, Little Brown, vols. IV, V y VI. 1oo Es extrafio que Carl Schmitt, uno de los pocos autores modernos que ha dedicado algo de atend6n a Ia eiccci6n por sorteo, adopte ese punto de vista. Schmitt comenta que el sortco es el metoda que mejor garantiza una identificad6n entre gobernantes y gobernados, pero atiade inmediatameme: .:Este metodo se ha vuelto impracticable: en Ia actualidad•. C. Schmitt (1928): Vtrfammgslthrt, § 19, MUnich, Duncker & Humblot, p. 257 [ed. cast.: Tiorla dr Ia ConstiNtci6n, Madrid, Alianza Editorial, 1982].

105

. !IERNARD IYIANIN ..

.I

'l

I

I I I I

't

'

'I

::

Gueniffcy, por ejemplo, reconoce que el soneo puede crear una sensaci6n de deber polltico en pequefias comunidades en las que los miembros se conozcan cmrc sl, que, argumenta, es «un prerrequisito indispensable para aceptar una decisi6n en Ia que no se ha tenido parte o s6lo parte indirecta>> 101 • La elecci6n tambien requiere, prosigue el autor citado, que las funciones pollticas sean simples y no necesiten especial competencia. Por ultimo, Gueniffey sostiene que para que sea posible elcgir gobernantes al azar, debe «preexistin> igualdad de circunstancias y cultura <«:ntre los miembros del cuerpo politico para que el seleccionado pueda ser cualquiera de ellos indistintamente» 102 • Esros comentarios contienen algo de verdad, pero son incompletos por oscurecer el elemento de coiuingencia y opci6n presente en todo acontecimiento hist6rico y que, cicrtamente, tuvieron su parte en el triunfo de Ia elecci6n sobre el sorteo. En primer Iugar -y este argumento ya se ha presentado antes, pero merece ser repetido-, el sorteo no era del rodo impracticable. En algunos casos, como en Inglaterra, el tamafio del elecrorado no era tan grande como algunos pueden pensar. Se ha calculado, por ejemplo, que en 1754, el electorado complero de Inglaterra y Gales era .de 280.000 personas (de una poblaci6n de unos ocho millones de habitantes) 103 • No habfa ningun obscaculo practico para establecer un procedimiento de pasos sucesivos: los sorteos se podlan efectuar primero en pequefios distriros y luego entre los seleccionados en Ia primera fase. Es aun mas notable que nadie pensase en Ia utilizaci6n del sorteo con fines locales. Las ciudades e incluso los condados de los siglos XVII y XVlll no podian ser mucho mas grandes y populosos que Ia antigua Atica o Ia Florencia renacemista. Las funciones politicas locales, cabe presumir, no presentaban un alto grado de complejidad; ahora bien, ni los revolucionarios americanos ni los franceses contemplaron siquiera asignar cargos locales 101

GuCniiTey, Le Nombren Ia Raison, p. 122. Gueniffey, U Nombrt tt Lr Raison, p. 123. 103 VCase j. Cannon (1973): Rtrliammtmy RefOrm 1640-1832, Cambridge, Cambridge University Press, p. 31. 102

106 I

i

por sorteo. AI parecer, ni en las ciudades de Nueva lnglaterra {que luego sedan presentadas por Tocqueville como modelo de democracia directa), nunca se eligi6 a los funcionarios municipales por sorteo; siempre eran escogidos por elecci6n 104 • En esas pequefias ciudades con poblaciones homogeneas· y funciones limitadas, donde los asuntos comunes eran discutidos por rodos los ciudadanos en reuniones ciudadanas anuales, las condiciones deblan de ser muy similares a las que ahora se presentan como necesarias para el uso del sorteo. La diferencia entre las ciudades-republica de Ia Italia del Renacimiento y las de Ia Nueva Inglaterra colonial y revolucionaria no estaba en las circunstancias externas, sino en Ia creencia sobre lo que daba legitimidad a una autoridad colectiva. Es bien cierto que los politicos de los siglos XVII y XVIII no consideraron Ia posibilidad de elegir gobernantes por sorteo. El unico medio pareda su elecci6n, como lo muestra Ia total ausencia de dudas sobre cual de los dos metodos se debla emplear. Pero ello no se debe e;actamente a circunstancias externas. El sorteo se consider6 manifiestamente inapropiado, dados los objetivos que los agemes trataban de lograr y las creencias dominantes sobre Ia legitimidad politica. As£ que, cualquiera que fuese el papel desempefiado por las circunstancias en el eclipse del sorteo y el triunfo de Ia elecci6n, hemos de inquirir acerca de que creencias y valores imervinieron en ello. Como no hubo debate explicito alguno entre los fundadores del gobierno representativo sobre las virtudes relativas de los dos procedimientos, nuestra argumentaci6n inevitablemente se apoyani en ciertas conjeturas. El unico planteamiento posible lll4 De nuevo, Ia afirmaci6n ha de ser efectuada con cautela. No he consultado todm los esmdios hist6ricos sobre e1 sistema de gobierno local en Nueva lnglaterra durant( los periodos colonial y revolucionario. Puede scr, adenuis, que a Ia atend6n de los histo· riadores se les escapasen los casos de urilizaci6n del soneo. Parcce, sin embargo, qm aun existiendo Ia prktica aquf o alia, denameme no estaba generaliz.ada ni se destaca ba. Sobre Ia cuesti6n, vease J. T. Adams (1921, 1949):7/u Founding ofNnv Eng/ana Boston, Little Brown, capftulo ll; Carl Brindenbaugh (1955): Citits in Rtvolt. Urb{u Lift ill Amtrica 1743-1776. Nueva York, A. A. Knopf. E. M. Cook Jr., (1976): Tb Fathm of tht Town.s: Leadtrship and Community Structurt in Eightttlltb·cmtmy Ntz. England, Baltimore, Johns Hopkins University Press. El anilisis referido de Tocquevill se puede hallar en Democmda m Amlrica, volumen l, parte I, cap{tulo S.

107

_ _ _ _._B.,EI,_,tN,..A=RD MANIN

I \

( !

; ·'

I

; .I

l

''

es comparar ambos metodos con ideas de cuya fonaleza da testimonio Ia cultura polftica de los siglos xvn y xvm. Esto nos permitir:l determinar que tipo de motivaciones pudieron haber llevado a los protagonistas a adoptar Ia elecci6n como el rumbo cvidente. Habfa, en efecto, una idea a cuya luz los respectivos meritos de sorteo y elecci6n tuvieron que parecer bastante diferentes y desiguales; a saber, el prin~i!>iQ.de que toda autoridadlegftima procede del cons~nti~ieluo general de aquellos sobre losque va a ejercerse;- en otras palabras, que los individuos s61o estan obligactos poi lo que han consentido. Lastres revoluciones modernas se realizaron en el nombre de este principia. El hecho esta suficientemente demostrado, por lo que noes preciso enumerar las pruebas con detalle 105 • Veamos algunos ejemplos ilustrativos. En los debates de Putney (octubre de 1647) entre el ala radical y conservadora del ejercito de Cromwell, que constituye uno de los documentos mas notables sobre las creencias de los revolucionarios ingleses, el ponavoz de los Levellers, Rainsborough, declara: «Todo hombre que vaya a vivir bajo un gobierno debe primero consentir en someterse a tal gobierno; no pienso que el hombre mas pobre de Inglaterra este atado en el sentido estricto a ese gobierno que el no ha elegido>>. En respuesta, Ireton, principal orador del grupo mas conservador, no discuri6 el principia del consentimiento, pero argument6 que el derecho de consentir lo tenfan s6lo «quienes estableciesen sus intereses de modo permanence en este reino>> H>6. Ciento treinta afios despues, Ia Declaraci6h de Independencia Americana comen'zaba con las palabras: «Consideramos verdades evidentes que todos los hombres han sido creados iguales, que estan dotados por el Creador de determinados derechos inalienables y que entre estos estan el derecho a Ia vida, Ia libertad y a Ia

{l

lO} Suhre el papel de Ia idea del consemi.miemo en Ia cultura polhica angloamerkana en d XVIII, v6.se, entre otros, J. P. Reid (1989): Tbt Conctpt ofReprtuntation in tht Agt of tbt Amtrican Rtvolutiou, Chicago, University of Chicago Press, espedalmente d capftulo 1, .. EI concepto del consentimiento>~. 106 ttlos debates de Putne~. en G. E. Aymler (ed.) (1975): Tlu Ltvtlltrs in tht English Rtvolution,lthaca, Cornell Universicy Press, p. 100.

______ lo_i PRINCIPIOS D~_(;giJIE!
busqueda de Ia felicidad; que para asegurar esos derechos, se instituyen gobiernos entre los hombres, derivando sus poderes del consentimiento de los gobernados» 107 • Por ultimo, en Francia, un personaje clave de los primeros mese_s de Ia Revoluci6n, Thouret, publica, a principios de agosto de 1789, el borrador de una declaraci6n de derechos que incluye el articulo siguiente: «Todos los ciudadanos tienen el derecho a participar, individualmente o a traves de sus representantes, en Ia formaci6n de las !eyes y someterse s6lo a aquellas en las que hayan consentido libremente» 108 • Esta creencia de que el consentimiento constituye Ia unica fuente de autoridad legftima y Ia base de Ia obligaci6n polftica fue compartida por todos los te6ricos del derecho natural, desde Grocio a Rousseau, incluyendo a Hobbes, Pufendorf y Locke. Tambien esto esta suficientemente establecido y podemos limitarnos a un unico ejemplo. Est:l tomado de Locke, Ia autoridad intelectual que goz6 del mayor ascendiente en Inglaterra, America y Francia 109 • En su SeguntkJ tratado sobre el gobiemo, Locke escribe: <>. Afiade: <> 110• .:Oeclaraci6n de independcncia,. (4 de julio de 1776), en P. B. K.urland y R Lerner (eds.) (1987}: Thr Fomukrs' Constiwtiou, 5 vols., Chicago, University of Chicago Press, volumen I, p. 9. 108 Thouret (1789}: •Projet de declaration des droits de l'homme en sociCtt•, enS. Rials (ed.) (1988): La dlclaratio11 ,U, droituk i'lJOinmut du citoym, Paris, Hachel!e, p. 639. 109 Vffie R. Derathe (1950): ].-]. Romwm tt Ia stcimct politiqllt dt son ttmps, Parfs, Vrin, 1970, passim, especial mente las pp. 33 y ss. y Ia 180 y ss., para una excdeme pre~ sentaci6n de las ideas de Ia Escuela del Derecho Natural. 110 J. Locke, El ugundo tmtado sobrt tlgobitmo capftulo VIII§ 95, 99, en Locke, Two Trtatim ofGovanmmt, editor P. Laslett (1960), Cambridge, Cambridge University Press, pp. 330, 333 (cursivas originales) [ed. cast.: Stgundo trattJdo sobrt tlgobitmo civil Madrid, Alianza Editorial, 1990]. 107

!

' l '

108 ; ,I

109

i '

I

l

Il

Una vez que_la fuente del poder y Ia fundaci6n de Ia oblig~ci6n polltica se ha ubicado as{ en el consemimicnto o voluntad ddos [<2\)efn_ad()~:-sorteo y elecci6n- aparecen bajo u~a luz completamente diferente. Se interprete como se interprete el sorteo o sean cuales sean sus otras propiedades, no es posible percibirlo como una expresi6n del consemimiento. Se _puede, por supuesto, establecer un sistema en el que el pueblo consiente en que sus dirigentes sean designados por sortco. Con un arreglo asl, el poder de los elegidos para los cargos en un determinado momento se basarla finalmente en el consentimiento de los gobernados. En este caso, sin embargo, Ia legitimaci6n por consentimiemo s6lo serla indirecta: Ia legitimidad de cualquier resultado particul~r derivarla exdusivamente del consentimiento en el procedimiento de selecci6n. En un sistema basado en el sorteo, induso en el que el pueblo haya acordado emplear este metodo, las personas que puedan ser seleccionadas no son elevados al poder por Ia voluntad de aquellos sobre los que ejerceran su autoridad; no son elevados a! poder por nadie. En los sistemas electivos, por el contrario, el consentimiento del pueblo es reitenido constantemente. No s6lo acuerda el pueblo el metodo de selecci6n -cuando decide hacer uso de las elecciones-, sino que tam bien otorga su consentimiento en cada resultado particular -cuando elige. Si el objetivo es constituir el poder y Ia obligaci6n polltica sobre el consentimiento, entonces obviamente las elecciones son un metodo mucho mas scguro que el sorteo. Seleccionan a las personas que ocuparan cargos (igual que lo hafla el sortco), pero a Ia vez legitiman su poder y crean en los votantes una sensaci6n de obligaci6n y compromiso hacia quienes han designado. Hay motivos para creer que esta visi6n del fundamento de Ia lcgitimidad y Ia obligaci6n polltica fue lo que condujo a! eclipse del sorteo y a! triunfo de Ia elecci6n. El vlncuJo entre elecci6n y consentimiento no fue, en realidad, una novedad absoluta cuando se estableci6 el gobierno representativo. Tam poco fue intenci6n de los te6ricos modernos del derecho natural mantener que lo que obliga a todos dcbla ser consentido por todos. La expresi6n del consentimiento mediante Ia elecci6n

110

'' '

I' t

ya se habla manifestado como modo efectivo de gencrar una sensaci6n de deber entre Ia poblaci6n. La convocatoria .de representantes electos con el prop6sito de fomentar esa sensaci6n, sobre todo en lo relativo a los impuestos, se emple6 con exito durante varios siglos. Las «asambleas de los estados» y los «estados generales» de Ia Edad Media (y de Ia epoca moderna) se basaban en este principia. Algunos historiadores hacen hincapie en las diferencias entre las <>asambleas de los estados» medievales y las asambleas representativas que se convirtieron ~n ellocm del poder tras las tres grandes revoluciones. Las diferencias son realmente sustancialcs. Pero no deben oscurecer los elementos de continuidad. El hecho · es que el parlamento ingles posterior a las rcvoluciones de 1641 y de 1688 era tambien descendiente del parlan1ento de Ia «antigua constituci6n>>, y asl era considerado. Las colonias americanas, asimismo, habl~n tenido experiencia con asambleas representativas elegidas y el'lema de Ia revoluci6n de 1776 («ninguna tributaci6n sin representaci6n») da testimonio de Ia persistencia de Ia antigua creencia de que Ia convocatoria de representantes electos era Ia {mica vla legltirna de imponer impuestos. Puede que en Francia Ia ruptura fuese mas abrupta, aunque fue una crisis financiera lo que llev6 a Ia monarqufa a convocar los estados generales, reviviendo una instituci6n de Ia que se sabla que era eficaz para crear sensaci6n de obligaci6n. Hay ademas buenas razones para creer que las tecnicas electorales empleadas por los gobiernos representativos tuvieron sus orlgenes en las elecciones medievales, tanto las de las «asambleas de los estados•• como las practicadas porIa Iglesia (mas que, por ejemplo, las elecciones en Ia republica de Roma) 111 • Ill

vease especialmcme Uo Moulin, ..-Les origenes religieuses des techniques electora-

le.s modernes et dc!libCratives moderncs,., en Rtvut lmtrnationalt d'Histoirt Politiqut tt CoiWiiUtionrllr, abril- junio de 1953, pp. 143-8; G. de Lagarde (1956): La Naiuancr dt /'t;prit /afqut ll Ia fin du Moym Agt, Lovaina, E. Nauvelaens; L. Moulin, ecSanior et Major pars"• Etude sur l'Cvolution des techniques Clcctorales et deliberatives dans les ordres religieux du Vl 11 "'~ au XIWme siedcs~, en Rtvut HiJton'qut dt Droit Fmufaif tl Emmgrr, 3-4, 1958, pp. 368, 397, 491-529; Anhur P. Monahan (1987): Co11smt, Cotrcion,md Limit, rlu Jorftditl'dl Origins ofParlimnmtary Democracy. Kingston, Ontario, McGill·Qucens University Press; Brian M. Downing {1992): T/}( Military Rtvolu-

Ill

-~---- _ _LoS PRINCIPIOS DEL GOBIERNO REPRESENT,\lWO -~~-~

En Ia Edad Media, el uso de Ia elecci6n iba acompafiado de Ia invocaci6n de un principia que, segun todas las pruebas, afect6 crucialmente a Ia historia de las instituciones occidentales. Se trataba del princJpJo. de ()~gen ron1at10;' Quod omnes tangit, ab omnibus tl'tlctari et approbari debet (<.!o que a todos _afe.fl'!t.4c~e ser twado y aprobado p!)r todos»). Tras el resurgimiento del derecho romano en el siglo XII, tanto los legisladores civiles como los canonistas difundieron este principia, aunque reinterpretandolo y aplidndolo a cuestiones publicas, mientras que en Roma era aplicado en derecho privado 112 • Eduardo I invoc6 el principia QOT en su orden de convocatoria del parlamento ingles en 1295, pero investigaciones recientes han demostrado que a finales del siglo xm Ia frase ya estaba muy extendida. Tambien el rey frances Felipe IV emple6 Ia expresi6n cuando convoc6 los estados generales en 1302, como el emperador Federico II cuando invit6 a las ciudades de Ia Toscana a enviar delegados plenipotenciarios (nuntil) 11 3, Los papas Honoria III e Inocencio III hicieron asimismo bastante frecuente uso de ella. Se debe mencionar que las autoridades que asf convocaban las elecciones de representantes insistfan habitualmente en que fueran invesridos de plenos poderes (plenipotentiarit), a! objeto de que los electores se considerasen obligados con las decisiones de los elcgidos, independientemente tion and Political Chan%!· Origim ofDemocracy and Autocmry in &rly Modan Europe, Princeton, Princeton University Press. 112 La formulad6n del principia {habirualmente conocido por Ia abreviatura QOT), que se encuentra en el Codus de Justiniano del 531 (Cod, 5, 59, 5, 2}, se convirti6 en una fuente para los comentaristas medievales, como Graciano, que los menciona en el Drcrrttml (hacia 1140: Drcrrtrun, 63, pon c. 25). Sobre el signiAcido original de ..QOT», vCase G. Post, ..A Roman legal theory of consent, quod omurs tangit in medieval representation», en Ia Wisconsin lAw Rwitw, enero de 1950, pp. 66-78i Y. Congar (1982): Droit ancim rt structurrs ecclhi,lltr; Londres, Variorum, pp. 210-59. Sobre otros desarrollos de este principia legal, v~ase A. Marongiu (1961): .. QOT, principe fundamental de Ia dCmocratie et du consentement au XlV1 ~ siCcle .. , en Album Hrlrn Afaud Cam, 2 vols., Lovaina, Presses Universitaires de Louvain, volumen II, pp. 10115; G. Post (1964): •A Romano-canonical maxim, "Quod omnes tangir" in Bracton and early parliamemS>I, en G. Post, Studirs in Mrdir11al Lrgal Thought, Princeton, Princeton University Press, pp. 163-238. IIJ vease Monahan, Cousmt, Coucion and Limil, pp. 100 y ss.

112

de que decisiones fuesen. La implicaci6n de Ia voluntad y el consentimiento de los gobernados en Ia selecci6n de los delegados daba a las resoluciones de las asambleas representativas una fuerza vinculante de Ia que carecerlan los individuos seleccionados por sorteo. Una vez que los delegados otorgaban su consentimiento a medidas o impuestos particulares, el rey, papa o emperador podia dirigirse a! pueblo y decir: «Habeis consentido en que los representantes hablen en vuestro nombre; ahara debeis cumplir con lo aprobado». \tla~JL'!JgJ._g!,!e !(lg!~~!~ ~£t®.i!-d6n.d~~:>l'!!f!l.. convenirse en una directiva legitim~ qu~ g~ller.ara_.9..b!ig~g§.!t114 • TalnpocoacompinabaaJ prinCipia ninguna idea de elecci6n entre candidatos por parte del pueblo o de propuestas de Ia asamblea. Se trataba mas bien de pedir al pueblo que pusiese el sella de aprobaci6n a lo propuesto por las autoridades (civiles o eclesiasticas). A menudo Ia aprobaci6n adoptaba Ia forma de mera «aclamaci6n» 115 • Pero aun asf, e1 principia, a! menos en teorfa, implicaba que Ia aprobaci6n podia ser negada. El repetido uso de Ia formula QOT contribuy6 indudablemente a propagar y est'ablecer Ia creencia de que el consentimiento de los gobernados era Fuente de lcgitimidad y aprobaci6n polftica. En este punta, debemos abrir un breve parentesis. En ocasiones se ha sostcnido que Ia Iglesia tom6 Ia iniciativa de poner fin a Ia

' 114

Sobre Ia combinaci6n de concepciones •ascendentcs» y descendentes» de Ia autoridad en el pensamiemo yen Ia pr;ictica ntedieval, las obras bisicas siguen siendo las de Walter Ullmann; v6tse en particular sus Prinriplrs of Gowrnmtnt at1d Politics in thr Middlt Ages, Londres, Methuen, 1961. m Sobre Ia naturaleza esendalmeme adaratoria de tales clecciones representativas en Ia lnglacerra prerrevoludonaria, vease M. Kishlansky (1986): Parlammlllry &kction: Social and Political Choicr in Early Modrm England, Cambridge, Cambridge University Press, especial mente el capftulo 2.

113

.

':_...,_~_

_. .,_____

,._.,_

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _B_ERNARD MANI!i_ ______ ----·--------

_lps PRINCIPIOS DEL GOBIERNO ~PRESENTATIVO

·~----

pnictica del sorteo al prohibirlo en el nombramient~ de obispo~ Y abades cuando el procedimiento todavla segula en v1gor en las cmdades-republica italianas 116. Es cierto que H~n_o~io Ill, en .un decreto promulgado en 1223 (Ecclesia ll,stra, dmg1da a Ia ~aptlla de Lucca), prohibi6 el empleo del sorteo en los no~br~m1entos eclesiasticos 11 7, El sorteo se habla empleado con antertondad para cubrir cargos episcopates 118• Sin embargo, se entendla como manifestaci6n de Ia voluntad divina. Y fue el uso del sorteo como apelaci6n a Ia Divina Providencia lo ~ue prohibi~ Ia Ecclesia ll,stra. El decreto se puede hallar en el Ltber Extra, baJo el encab~­ zamiento De sortilegiis (de sortilegios) (titulo XXI) entre las pr.o?lbiciones de otras practicas adivinatorias consideradas supersrtclosas. La Iglesia no manifest6, por tanto, objeciones a Ia utilizaci6n puramente secular del sorteo o cuando no se le daba significado sobrenatural. En Ia St~mma Theologiae 119 , en una detallada argumentaci6n (que no merece ser explicitada aqul), Tomas de Aq~n.o distingue entre una serie de posibles usos del sorteo: sorteo d1stn-

b\ltivo (sors divisoria), sorteo consultivo (sors co11Stlltoria) y sorteo adivinatorio (sors divinatoria). Lo importante, de acuerdo con Aquino, es que el uso distributivo del sorteo para asignar •posesiones, honores o dignidades» no constituye pecado. Si el resultado del sorteo es considerado como mero producto de Ia suerte !fortuna), no hay mal en recurrir a el «a no ser que sea por vicio de vanidad [nisi forte viti11m vanitatis]. Asl que no cabe duda de que Ia Iglesia no se oponla al empleo del sorteo para asignar cargos, siempre y cuando no se diese ningun significado religioso al procedimiento. Esto explica, de hecho, por que las tan cat61icas republicas italianas siguieron empleando el sorteo tras Ia Eccksia ~stra sin que Ia practica provocase ninguna controversia con las autoridades eclesiasticas. Si Ia Iglesia medieval contribuy6 al declive del uso politico del sorteo fue porque propagaba el principio del consentimiento, no porque prohibiera Ia asignaci6n de •dignidades» por sorteo.

'

Los autores de los siglos XVII y XVIIl familiarizados con Ia historia de las republicas eran conscientes de que el nombramiento de represemantes por elecci6n se debla mas a Ia tradici6n feudal que a Ia republicana. En esto coinciden tambien Harrington, Montesquieu y Rousseau. Comentando el uso del soneo para Ia elecci6n de;la centuria con prerrogativa en Roma, Harrington escribe: «Sin enibargo, Ia prudencia germanica, en su polltica del tercer estadio [fa~e hist6rica], conduce toda ella hacia Ia selecci6n de un representante por sufragio del pueblo [elecci6n)» 120 • Harrington, pese a todo su republicanismo, preferla Ia elecci6n al sorteo (como hemos visto). Por tanto, Ia elecci6n era probablemente el unico principio de Ia «pruden cia germanica» que debla ser conservado en un esquema totalmente orientado a! renacimiento de los principios de Ia «antigua prudencia>>, La celebre frase de Montesquieu sobre los orlgenes del gobierno ingles apuritan en Ia misma direcci6n: «Este maravilloso sistema fue inventado en los bosques», los bosques de Gem1ania, donde tambien nacieron las costumbres «godas» y eJ

116 Moulin, •les origines religieuses des techniques c!lcctora.les modernes et delibbati~ ves modernes•, p. 114. . tt7 Corpus juris Canonici. edici6n de E. Friedberg, 2 vols., Tauschnttt. ~879~81, volu~ men ll, p. 823 (libtr Extra, tftulo XXI, capitulo III). Debo esra refere?cta a Steve H?rwitt de California, un experto en derecho can6nico y en libros a.nuguos, con qmen estoy en eontacto a travis del correo elecn6nico de Internet y a qmen. desearfa ~grade­ cer aquf. Uo Moulin (en cl ardculo re:ererid? en .Ia no.t~ 116 antenor). menct?na Ia ex.istencia del decreto, pero sin referenCia prec1sa n1 aniiiSls de su co.ntem~o .. M1s ~re­ gumas a una serie de especialistas en derecho can6nico, as( como mt prop1a mvesugad6n en el Corpus juris Gmonki, resuharon infructuosas. Entonces, Paul Bullen, a quien tambiCn me gustarfa agradecCrselo, me sugiri6 que planteas.e_ el problema a un grupo de expertos en derecho medieval y suscri~os a ln~ernet: De esc modo llcguC a podcr consultar el texto del decreto, cuyo comcmdo prec1so es tmportante, com? vcremos. Posiblemente debo rendir homenaje tambiCn a Ia tecnologfa que ha amphado Ia repUblica de las letras basta cubrir todo el planeta. . 11s vease jean Gaudemct (1980): .La participation de Ia communaure a~ chotx ~e s~ pasteurs dans l'Eglise Iarine: esquisse historique-, en J, Gaudemet, La soct.ltl ~ccllstasn. que daiiS /'Occident mldilva~ Londres, Variorum, caplrulo 8. Gaude~et md1ca que en e1 599 el Consejo de Barcelona ..:decidi6 que entre los ~os o tres cand1datos que habfan propuesto el dcro y d pueblo,., e1 obispo pod(a ser des1gnado por sorteo (pp. 319-20~. 119 Tomds de Aquino, Summa Tluologiae, Ila Hac, cit. 95, ardculo 8 [ed. cast.: Madnd, Biblioteca deAutores Cristianos, 1975]. Mis gracias, de nuevo a Paul Bullen por llamar mi atend6n sobre este pasaje.

120

Harrington, Tlu Prerogalive ofPopular Govtmmmt, p. 477. (Cursiva original.)

114

115

~

.a•

•.,

,_:,.~

·.: · .•-.

. ..-•. '

l BERNARD

MANJI< ____________ -

121

I

I

sistema feudal , Finalmente, serla err6neo leer s6lo invectivas en el bien conocido pasaje del Comrato social: «La idea de los represcntanres es moderna: nos viene del poder feudal, de ese inicuo y absurdo gobierno en el que Ia especie humana queda degradada, y en el que el nombre de hombre es un deshonor. En las antiguas republicas, e incluso en las monarqufas, jamas ruvo el pueblo representantes~> 122, La expresi6n <<nombre de hombre,, hace referencia, con impresionante, aunque impHcita, exactirud hist6rica, al juramemo feudal por el que el vasallo se convertfa en «hombre>< del senor al prometerle lealtad. Segun Rousseau, era un deshonor para Ia raza humana asociar su nombre con un acto de subordinaci6n. Cuando se estableci6 el gobierno represcntativo, Ia tradici6n medieval y las teorlas modernas del derecho natural convergicron para hacer del consentimienro y Ia volunrad de los gobernados Ia unica fuente de legitimidad y obligaci6n poHtica. En una siruaci6n asf, Ia elecci6n se presenta como el metodo obvio para conferir el poder. A Ia par, sin embargo, Ia~es~i~11_de Ia legitilllidad oscureda (o al menos relegaba a un segundo plano) el problelll:l4.C l:i justicia distributiva en Ia asignaci6n de las fun~iones p()l~ticas~ ~ De ahf que dejase de imporrar si los cargos publicos eran disrribuidos en pie de igualdad entre los ciudadanos. Era mucho mas importance que los que tuvieran cargos lo hicieran COil el consenrimiento del resto. Lo que hada aceptable el resultado, cualquiera que este fuese, era elmodo de distribuir el poder. Evidentemet~te, Ia preocupaci6n porIa justicia distributiva nunca ha desaparectdo del to do. Pero Ia elecci6n como merodo para conferir el poder era considerada notablemenre mas justa y mas igualitaria que el Ill Montcsquicu, Dr! tsplritu tk las lryts, libro XI, capitulo 6. Un pasaje en los Pms!ts con firma que Montesquieu ve{a una estrccha rdaci6n emre las ley~ de lngl~terra y el sistema godo: «Respecto a lo que dijo Mr. Yo.rke so~re que los e~_tranJeros son mcapaces de entender ni una palabra de lord Cook 01 de LtUicton, le diJC que habfa observado que, en cuamo a las leyes feudales y las antiguas leyes _de Inglaterra, no me serfa muy difldl emenderlas, no mis que las del resto de Ia nac1ones, ya que todas las !eyes de Europa son germinkas, todas tiene el mismo origen y son de Ia misma namralez.a,. (Penste 1645, en las O(uvrtscompllw, 3vols., Pads, Nagel, 1950, volumen II, p. 481).

122

Dd contra to sociallibro III, capftulo 15.

-·· ..____ !oc>Ji PRI!
I

i I

116

117

I

{ "'"'·

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ BERNARD MANlr-1_ _____________ _

No es, por ejemplo, algo irrelevante que en una asamblea gobername haya mas agricultores que abogados, aunque sea una cuesti6n de relativa indiferencia para cada agricultor individual que un abogado tenga mas posibilidades que el de ingresar en Ia asamblea. Cualquiera que fuese el papel respectivo desempefiado por las circunstancias y creencias, cuando se cre6 el gobierno representativo, Ia preocupaci6n por Ia igualdad en Ia distribuci6n de cargos fue relegada al fondo. Aqu{ se encuemra Ia soluci6n a Ia paradoja ya mencionada de que un metodo, del que se sabia que distribuia los cargos de forma menos igualitaria que el sorteo (Ia elecci6n), prevaleciese sin debates o reservas, en el momenta preciso en el que se declar6 Ia igualdad politica entre los ciudadanos. Cuando surgi6 e1 gobierno representativo, el tipo de igualdad poHtica que estaba en el candelero era e1 de Ia igualdad de derechos a consentir el poder, no --<> en mucha menor medida- Ia igualdad de oportunidades de obtener un cargo. Ello supone que habia emergido una nueva concepci6n de Ia ciudadan{a: ahora los ciudadanos se consideraban ante todo fuente de legitimidad poHtica, mas que petSonas deseosas de ocupar un cargo. Percibir este cambio abre una nueva perspectiva acerca de Ia naturaleza del gobierno representativo. Doscientos afios despues de que se crease Ia representaci6n polltica moderna, considerar a los ciudadanos fuente del poder y susceptibles de ocupar cargos nos parece una forma natural de contemplar Ia ciudadania. No s6lo compartimos el pumo de vista que prevaleda a finales del siglo XVI!l, sino que ya no somos conscientes de que estamos dando preferencia a una concepci6n particular de Ia ciudadania sobre otra. Hemos olvidado casi por completo que, incluso en unas circunstancias en las que no es posible para wdos Ia participaci6n en el gobierno, los ciudadanos pueden verse tambien como deseoso de alcanzar un cargo. No nos planteamos siquiera, por lo tanto, el examen relativo a c6mo las instituciones representativas distribuyen los cargos, considerados como bienes escasos, entre los ciudadanos. La historia del triunfo de Ia elecci6n sugiere que, si asi lo hicieramos, profundizariamos en nuestra comprensi6n del gobierno representativo.

118

CAP!TUL03

EL PRINCIPIO DE DISTINCI6N

Como hemos visro, a los fundadores del gobierno represemativo no les preocupaba que las elecciones pudieran tener como resultado una distribuci6n no igualitaria de cargos; su atenci6n se centraba en el Jg_llal derecho a conse~, favorecido por este metodo. Deliberadamente y teas muchas discusiones se introdujo, sin embargo, otra caracteristica no igualitaria del gobierno representativo: que los representantes fuesen socialmente superiores a quie~ nes lescligteran.~ Secre:la-finnem§{3li_eJ_Qs-repre5entantesdectos (@)la!LSi)lln:sali!__~pecto d~la~:l}'
-lances

119

BERNARD MANIN

----------~=

No es, pot ejemplo, algo irrelevance que en una asamblea gobername haya mas agricultores que abogad~s, aun~ue. s~a una cuesti6n de relativa indiferencia para cada agncuhor mdtvtdual que un abogado tenga mas posibilidades que el d? ingresar en la asamblea. Cualquiera que fuese el papel respecuvo des~mpefiado por l:s circunstancias y creencias, cuando se cre6 el gobterno represemauvo la preocupaci6n por la igualdad en la distribuci6n de cargos fu~ relegada al fondo. Aquf se encuemra la soluci6n ala ~ar:doja ya mencionada de que un metodo, del que se sabfa que dtstn.bufa los cargos de forma me nos igualitaria que el sorteo (la e!ecct6n), prevaleciese sin debates o reser;as, en el mo~emo prectso en el que se declar6 la igualdad po~fnca en.tre los .cmdadanos. C:uando surgi6 el gobierno representauvo, el upo de tgualdad polfnca q~e estaba en el candelero era el de la igualdad de derechos a consenur el poder no --() en mucha menor medida-la igualdad de oportunidad~s de obtener un cargo. Ello supone que habfa emergido una nueva concepci6n de la ciudadanfa: ahora los ciudadanos se consideraban ante todo fu.eme de legitimidad polftica, mas que personas deseosas de ocupar un cargo. . Percibir este cambio abre una nueva perspecuva acerca de la naturaleza del gobierno representativo. Doscientos afios. despues de que se crease la represemacion poHtica moderna, constderar a los ciudadanos fueme del poder y susceptibles de ocupar cargos nos parece una forma natural de comemplar la ciudadanfa .. No s6lo compartimos el pumo de vista que prevaleda a finales del stglo XVI~!, sino que ya no somos conscientes de que estamos dando preferencta a una concepci6n particular de la ciudadanfa sob.re orra. ~emos olvidado casi por completo que, incluso en unas ctrcunsranctas en las que no es posible para todos la panicipaci6n en el gobierno, los ciudadanos pueden verse tambien como deseoso de alcan~ un cargo. No nos planteamos siquiera: por l? t:mo, el exarnen relauvo .a c6mo las instituciones representauvas dtstnbuyen los cargos, constderados como bienes escasos, entre los ciudadanos. La historia del triunfo de la elecci6n sugiere que, si asf lo hici
118

CAPfTUL03

EL PRINCIPIO DE DISTINCI6N

. ! ';

Como hemos visto, a los fundadores del gobierno representativo no les preocupaba que las elecciones pudieran tener como resulrado una distribuci6n no igualitaria de cargos; su atenci6n se centraba ?n el _i~~__derecho a consemir, favorecido por este metodo. Dehberadamente y tras muchas discusiones se introdujo, sin e.mbargo, otra caracrerlstica no igualitaria del gobierno representatiVo: 'l':'~ l?s rei>resent_a~lt~-~:Sen s~~ialmente superiores a quienes les ehgteran; &!;refa firmeme~!_e.ar~. asegUf!![_!}~.,m1.tC,S~!~!_~ estUVies~~- C~ent(!_ e_o_r encima e.l. Lo que contaba no era s6lo el rango social qe los represefi:. t~tes definid? en terminos absolutos, sino rambien (y lo que qutza sea mas tmportante) su rango en relaci6n al de sus electores. El gobierno representativo fue instituido con plena conciencia de

!e

119

---~~-------BERNARD MANIN_~----~ ..--- ____ _

que los representantes electos sedan y deblan ser ciudadanos distinguidos, socialmente diferentes de quienes les eligieran. A esto lo calificaremos como «principia de distinci6n>>, Se suele considerar que Ia naturaJeia-no democratica del gobierno represent~t~;;en~us fise5iriicia!es-estriliaoa enctcaracter ~~}!JilgiqQ. -f{el derech{)- ~-e voio: En Ia Inglaierraae~Ciespues de Ia guerra civil, e1 derecho de voto estaba, en efecto, reservado a una pequefia fracci6n de Ia poblaci6n. La asamblea constituyente francesa tambien establecla una distinci6n entre ciudadanos «activos» y «pasivos», teniendo s6lo los primeros deredio arvoto. EnNortCa:m:erica;-la Constituci6n · delegaba ·en los·estadosla adopci6n de esas decisiones: estipulaba que las restricciones para vot.ar en las elecciones federales sedan las mismas que las que reglan en cada estado en las elecciones a Ia cimara baja. Ya que en 1787 Ia mayor parte de los estados hablan establecido cualificaciones patrimoniales o fiscales a los electores, Ia decisi6n de Ia Convenci6n de Filadelfia supuso en Ia practica un dcrecho de voto algo restringido en las elecciones federales 1• Los Hmites al derecho de sufragio en los primeros gobiernos representativos son bien conocidos y Ia atenci6n de los historiadores se ha centrado habitualmente en Ia desaparici6n gradual de estos llmites durante los siglos XIX y XX. Lo que se ha advenido y estudiado menos, sin embargo, es que, independientemente de esas restricciones, existlan tan1bien una serie de disposiciones, arreglos y circunstancias para asegurar que los elegidos fuesen de mejor posici6n social que el electorado. Esto se consigui6 recurriendo a medios distintos en Inglaterra, Francia y Norteamerica. Se puede afirmar en general que, en Inglaterra, Ia posici6n social superior estaba garantizada por una mezcla de disposiciones legales, normas culturales y factores practicos; en Francia, mediante provisiones puramente legales. El caso americana es mas complejo, aunquc, como veremos, mas revelador.

_ _ _ _ _ _I.Q~~-R.!tl!=}!'IQS Df.L GOBIERNO REPRESENTATIVO

'

I '

''

Es un Iugar comun decir que en los siglos XVII y XVIII ser miembro de Ia Camara de los Comunes estaba reservado a un reducido drculo social. Desde comienzos del XX numerosos estudios han documentado este hecho por lo que es innecesario volverlo a subrayar 2 • La primera revoluci6n abri6 hasta cierto punto el juego polltico, en el sentido que, durante el perlodo revolucionario, fucron mas frecuentes las elecciones disputadas. Un estudio reciente ha demostrado c6mo antes de Ia guerra civil Ia selecci6n parlamcntaria era parte de una pauta de autoridad global e integrada. Designarle miembro del parlamento era un modo de honrar al «llder natural» de Ia comunidad local. Las elecciones rara vez eran disputadas. Que otra persona compitiera por dicho honor era considerado como una afrenta al sujeto que acostumbraba a ocupar el escafio o a su familia. Las disputas electorales eran, por lo tanto, temidas y evitadas en Ia medida de lo posible. Las elecciones eran habitualmente unanimes y rara vez se contaban los votos 3 , La guerra civil profundiz61as divisiones pollticas y religiosas entre las elites y, por ende, se hicieron mas frecuentes las elecciones disputadas. ~lecciones adquiri_er.!iab'!lllos gru.p~s~.?~~."~_
VCase J. R. Pole {1966): Political Rtprumtation in £1Jgland and tlu Origins of tht Amtrican &publiC, Ikrkdey, University of California Press, p. 365.

Para una visi6n general de este campo, con referendas bibliograficas, vease j. Cannon (1973): ParliammtaryRtfomt 1640-1832, Cambridge, Cambridge University Press. ' V<= M. Kishlansky (1986): Parliammtary <ction: S.cial and Political Choiu in Early lvlodtm England. Cambridge, Cambridge University Press, en especial los capftulos 1-4. 4 Vease M. Kishlansky (1986}: Par/iammtary Stltction: Social and Political Choia in Early Mo
120

121

1

1 l

-

.

BERNARD MANIN ---~-----------

-~-----~~

""

~~----------

-------

mediados del siglo XVJll, cuando el numcro de elecciones disputadas disminuy6 apreciablcmente 6 • Dos factores claves explican Ia naturaleza aristocnltica u oligarquica de Ia representaci6n en lnglatcrra. Primero, habla un ambiente cultural en el que Ia posici6n y el prestigio social eran excepcionalmente influyentes. ~ re§p_~Q-~!E lerarg_llf:i_~~ estaba profundamente imbuido e!lJ~JA~Jlt'!Jjqad .
_ _ _ _ _ _ _LQS PRINC!~IOS DEL GOBIERNO REPRESEN"Il.TIVO

dad, o sea, requisitos patrimoniales diferentes y superiores a los de los electores. Sei~pu~ P.9!J~ (9 Anne, c.5)_quelos caballeros de los condados debJan posee~ terrenqs por valor 4e 600 IJbr:iS ~ntja­ l§iloj~u~~~_'lllq~ (burgesses) de 300 8 • La medida fue aprobada por un mil)isterio toryy estaba destinada a favorecer los «intercses terratenientes». Sin embargo, a los «intereses adinerados» (fabricantes, comerciantes y financieros) les quedaba el recurso de adquirir tierras, y asl lo hicieron. Los wbigs, tras su victoria en 1715, no intentaron revocar Ia ley 9 • En realidad, tambien ellos llevaban tiempo considerando introducir un requisito especlfico de propiedad para poder ser elegible. En 1679, Shaftesbury, el dirigente wbig que descmpel\6 un destacado papel en Ia crisis de Ia Exclusi6n, present6 un proyecto de reforma de las eleccioncs. El proyecto contenla varias disposiciones para asegurar Ia independencia del parlamento respecto de Ia corona. La mas famosa de estas disposiciones afectaba al derecho de voto: Shaftesbury propuso que en los condados s6lo pudiesen votar los cabezas de familia y los residentes con emolumentos superiorcs a 200 Iibras (en Iugar del derecho de voto de cuarenta chelines, cuyo valor se habla reducido drasticamente desdc su establecimiento en 1429). EJ objetlv!Ld~ta_pr_~visi~!!!~~-?.:ors:~ ~!. ~recho d~ ~?.!.~~!~ hombres con «fondos» suficientes para poder s"ei;"illdl:"pe•!~iept:s. d§liiCi!Jlina_:y.~J:on:ello~-me.titlrYYIJ1@hll'.t~!!l~!ll.o-L!k.~o.rrup­ ci6a-U'. El proyecto, no obstante, tam bien inclula una disposici6n que establecla requisitos patrimoniales especlficos (y de edad) para los representantes y que eran diferentes a los de los electores. En un opusculo no publicado (fuc hallado entre sus papeles tras su muerte), Shaftesbury escribi6lo siguiente en defensa de su proyecto:

Cannon, Parliammtary Rrfonn, pp. 33-40. Sobre el papel de Ia t~deferencia .. en las elecciones del XIX, v6ase David C. Moore (1976): The Politics ofDrfirmu. A Study oftiJt Afid-nimtumh Cmtury English Political System, Nueva York, Barnes & Noble.

Por ..valo[)O se emiende Ia cantidad de renta que era capaz de gcnerar una propiedad, segUn lo evaluado por las autoridades fiscales. 9 V6ase Cannon, Parliamtntary &form, p. 36; Pole, Po/ih'cal Rrprumtation, pp. 83, 397. Pole cementa que si Ia medida fue aprobada y man ten ida ello pudo deberse a que las esperadas diferencias •naturales• entre elcctores y clegidos ya no eran tan obvias. 10 Sobre d proyecto de 1679, vease J. R. Jones (1961): Tlu First Whig•. Th< Politia of tiJf Exchtshm Crisis 1678-1683. Londres, Oxford University Press, pp. 52-5.

122

123

6

7

8

.f

I

______ --~~------ BERNA~~ANI!'l _______________ _

-----

Shaftesbury propuso que los representantes fuesen elegidos s6lo entre los miembros de Ia pequelia nobleza (gentry) que fueran «propietarios de tierras y muebles por valor de aim enos I 0.000 Iibras y con todas sus deudas saldadas» (y mayo res de. cuarenta alios) 12 • Incluso en Inglaterra, pues, en donde el derecho de voto ya estaba severamente limitado, se aplicaron restricciones adicionales a los representantes electos. Wbigs y tories coincidfan, si bien por diferentes razones, en que los el~gidos debfan ocupar un rango social mas alto que los electores.

Francia En Francia, Ia Asamblea Constituyente estableci6 pronto un derecho de voto acusadamente mas amplio, aunque segun los criterios actuales, parece, por supuesto, restringido. Para cumplir los !:equisitouieJh b;ll>Ja..q!!~_pagar__
I

124

REPRESENl:.\TIVO

-----~---·-·--·-----·--

--

tresj~rnales en_ il_llPll_~t~_!'. ~i~e_ct~.S:_Ademas, las muj~res, los sirvicnte5;los-pobres de solemnidad, los carentes de domicilio fijo y los monjes no tenfan derecho al voto dado que su posici6n los hada demasiado dependientes de otros para tener voluntad polftica propia. La exclusi6n de esos «ciudadanos pasivos>> del derecho de voto anajo mucho Ia atenci6n de los historiadores de los siglos XIX y comienzos del XX. Ciertamente no dejaba de tener su importancia, ya que implicaba, que a los ojos de los votantes, .LQ.t. de!echos polftk2s_ pod~.r:_~isociarse legftimamente de los civiles, sie_n~ll_~tos,los u11icos gozadoSii1disiintamenc.iforl>, efectivamente ampliaron el electorado, pero ello se debi6 sobre todo a Ia reducci6n de Ia edad de voto de 25 a 21 alios. (Las mujeres, los sirvientes y quie1ies no tenfan domicilio permanente segulan excluidos.) 14 Aunque Ia proclamaci6n del sufragio universal para los varones fue percibido como un acontecimiento hist6rico, el cambio real fue limitado. Tras 1794, los termidorianos, sin resucitar los polfticamente desafortunados terminos de ciudadanos «activos» y «pasivos», regresaron a un sistema electoral que no diferfa del de 1789, pero C2_ndjcionando.!Q4!\Yia_d_lloto-a-la.qtpacidad d.!:J~~I-~.escribir. (La raz6n era que el secreto de Ia votaci6n-e;dgf;

Del mismo modo que las personas que cligcn deben scr hombres con fondos, tambienlo han de ser en gmdo proporcionallos parlamentarios electos. No es seguro confiar las propiedades del pueblo a hombres que no tienen nada par s( mismos, par miedo a que su indigencia domestica en combinaci6n con una tentaci6n externa [el rey y Ia corte] los perviertan a favor de intereses contrarios, alga que, a nuestro pesar, hemos comprobado en anteriores Parlamentos 11 •

Antony AsWey Cooper, primer conde de Shaftcsbury, ..:Some observations concerning the regulating of elections for Parliament>~ (probablemente, 1679), en J. Somers (ed.), A Colltcrion ofScar(( and Vttluabk Tracts, 1748, primera colecci6n, volumen I, p. 69. (La cursiva es mfa.) · 12 Shaftesbury, •Some observations concerning the regulating of elections for Parliament>~, p. 71. La suma de 10.000 Iibras parece enorme y casi inveroslmil. Es, sin embargo, lo que encontrC en el ejemplar de Ia edici6n de 1748 que he visto, pero podrfa ser una errata (1.000 Iibras parece m3.s canvincente) Hasta ahara he sido incapaz. de comprabar mis este punta. la cuesdOn escncial es que Ia cantidad exacta noes crucial en mi argumentaci6n. Lo esencial es que Shaftesbury propane un superior requisito de propiedad para los dcgibles que para los elecwres, enla que el amares perfectamente clara.

los PIUNCIPIOS DEL GOOIERNO - ---------·---· ·-----------------·

I )

l

i

13 P. Gueniffey (1933}: U Nomb« tt Itt Raison. Lt rb,olution .franraist tt Its 1/utiom, Pads, Editions de I'Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sodales, pp. 44~5. La cifra suponfa aproximadamcnte ellS,? par ciento de Ia poblaciOn total y el61,5 par den to de Ia poblaci6n de varanes adultos (Gueniffey, Lt Nombrt tt!d Raison, pp. 96-7).

" Ibid, p. 70.

125

_____1,()2 PRINCIPIOS DEL GOBIERNO REPRESEN_TATIVO

_ _ _ _ _ _ _ _ _ BERNARDMANIN_______ _

poder emitir papeletas de voro escritas). Tras el giro termidoriano, el electorado aun era extenso, probablemente de 5,5 millones de ciudadanos 15 • En Francia, entonces, el debate sobre 'Ia popularidad del gobierno representativo n~ c_entr6 en q\li~n !l9>ll~ Y()ffif, _si!!Q J.!l:ls__!Jj~!) ~n4uien P., declar6 un diputado (Prieur) 17 ; y Sieyes, normalmente opuesto a Ia democracia, estuvo de acuerdo. Pero estas voces fueron ignoradas. En 1791, ante

Ia amenaza de una radicalizaci6n de Ia revoluci6n y de Ia imparable marea de oposici6n, Ia Asamblea fue obligada finalmente a abandonar Ia norma del marc d'argent. El arreglo que ocup6 su Iugar fue disefiado para alcanzar elmismo fin por otros medias. En 1789,' Ia Asamblea Constituyente habla establecido un sistema ,de elecci6n indirecta concebido expllcitamente como un mecanismo de filtraci6n que asegurarla Ia selecci6n de ciudadanos eminentes. Se ll_!!\>l 21 • I.,a medida equivali6 en Ia practica a cambiar Ia barrera de entrada desde un peldafio de Ia jerarquia electoral a otro. La asuncion tacira era que los electores terratenientes de Ia segunda fase elegirlan habitualmente a representantes entre sus filas, a Ia vez que se podia replicar al movimiento popular 18 N6tese que e1 reducido tamafio de los cantom (64 kil6metros cuadrados) y su gran nUmero (4.660} fueron ideados explfcitamente para limitar las distancias que debfan rccorrer los votantes para llegar a sus colegios electorales (en las ciudades mis irnportantes de los cantoncs}; vC:ase ibid., p. 276. A este respecto, lnglaterra probablemente constitufa el modelo contrario.

" Ibid., p. 61. 15

Ibid, p. 289.

20

GuCniffey calcula que s6lo alrededor del 1 por dento de Ia poblaci6n cumplla Ia condici6n (U Nombrt ttla Raison, p. 100). 16

17

Citado en ibid, p. 59.

126

Sabre los efectos cstadfsticos del requisito del sa1ario de cuarenta dfas, vCase ibid.,

pp. lOl-2. La expresi6n fue urilizada por Brissot en su diario, Le Patriot Frat~raiJ. Vease Gueniffey, U Nombrtn Ia Raison, p. 61.

21

127

I _ _ _ BERNARD !\IAN II'! ______________ _ i- .•

que esos elccrores eran libres de elegir a personas de mcriro sin consideraci6n de su clase. La nueva regulaci6n tuvo un exito efectivo al reducir significantemente el numero de personas elegibles en Ia segunda fase (aunque no en «poner fin a Ia revoluci6n>>, como confiaban sus promotores). En 1792 se abolieron todo tipo de requisiros patrimoniales y fiscales, pero se conserv6 el principio de elecci6n indirecta 22 • Los termidorianos volvieron al sistema de 1791: ningun requisiro patrimonial ni fiscal para los diputados, pero uno restrictivo para los electores de Ia segunda fase. Aun asf, estudios estadfsticos confirman que a lo largo de Ia revoluci6n, 1792 incluido, las asambleas elecrorales de Ia segunda fase estuvieron dominadas por las clases hacendadasn. Esro se reflej6 en Ia composici6n de Ia asamblea representativa nacional. La propia Convenci6n era «Una asamblea de juristas (el 52 por ciento de sus miembros) elegida por campesinos» 24 • El efecro socialmente selectivo de las elecciones, aunque sin duda menos marcado que en lnglaterra, estuvo igual de presente. Tambien en Francia los fundadores del gobierno representativo tenfan intenci6n de establecer un sistema en el que los elegidos fueran generalmente mas ricos y preeminentes que los electores. Pero mientras que en lnglaterra ese resultado se logr6 parcialmente mediante Ia operaci6n silenciosa de normas y limitaciones sociales, en Francia, se consigui6 un resultado similar mediante arreglos institucionales rotalmente explkitos: el requisito fiscal para los electores en Ia segunda fase y el principio de Ia elecci6n indirecta. El sistema de elecci6n indirecta, que fue visto como un «filtro de Ia democracia» 2 S, merece especial atenci6n porque se mantuvo durante roda Ia revoluci6n.

Ibid., P· 70. Ibid., pp. 411-13. " Ibid., p. 414. 1S P. GuenitTey, L~ Nombrt et Ia Raison, p. 41. H

H

128

I

los PRlNCIPIOS DEL GOBIERNQJ!f:~~:_-SENl~\TIVO ____

_

Estados Unidos Fikuielfia En lo relativo al derecho de voro, Ia Convenci6n de Filadclfia adopt6 una posici6n similar a Ia francesa al pronunciarse a favor de las soluciones mas abiertas de entre las que fueron analizadas. La chlusula de Ia Constituci6n antes aludida, que estipulaba que «los electores de cada estado tendran las cualificaciones requeridas para ser electores de Ia Rama de Ia Legislatura Estatal mas numerosa» (articulo I, secci6n 2, clausula 1), s6lo era aplicable a las elecciones para Ia Camara de Representantes. Segun el borrador de Ia Constituci6n de 1787, los senadores deb fan ser elegidos por las legislaturas de los diferentes estados (articulo I, secci6n 3, chiusula I) y el presidente debfa ser elegido por un «colegio electoral» nombrado por las legislaturas de los estados. La Presidencia y el Senado, por lo tanto, no exigfan mas decisiones sobre el derecho de voto. Los debates mas importantes sobre las elecciones y sobre c6mo afectaban a Ia naturaleza de Ia representaci6n se centraron sobre las elecciones a Ia clmara baja. Debe tenerse en cuenta tambien que los requisitos de los estados para los derechos de voto se establecieron en las diferentes comtituciones estatales. La clausula federal, por lo tanto, no afiadi6 nada a Ia regulaci6n del derecho de voto por las legislaturas de los estados individuales. Los miembros de Ia Convenci6n de Filadelfia eran plenamente conscientes de que en algunos estados habfa importances restricciones del derecho de voro, lo que significaba a su vez restricciones en Ia elecci6n de los representantes federales. No obstante, debemos situar en su contexto Ia decisi6n que lucgo se adoptarfa en Ia Convenci6n: fue de hecho Ia mas abierta o, como dijo James Wilson en el debate de ratificaci6n de Pennsylvania, Ia mas «generosa» de las opciones discutidas en Filadelfia. Entre los delegados habla una corriente a favor de un requisiro federal de propiedad para los electores del Congreso, que podfa limitar el derecho de voto en algunos estados (como Pennsylvania), donde s6lo estaba en vigor un

129

___________________ _l!ER!:~~RI> /viAN_I_N_ __________________ _

!hlj~su!isiro fiscall'ara_L"E clc.c_"!9J~~s. eg~!~!-'2.26 • El gobernador

parece que al cabo abogaba por un requisito patrimonial, pero no en forma de propiedad inmobiliaria. En cualquier caso, ni Morris ni Madison se salieron con Ia suya y el tenor general de los discursos pronunciados en Ia ocasi6n muestra que Ia mayorla de los delegados se oponlan a cualquier restricci6n que no fueran las aplicadas por los estados. El argumento principal parece haber sido que el pueblo estaba fuertemente apegado al derecho de sufragio y que no «estarla dispuesto a suscribir Ia constituci6n nacional si se le privase del.derecho de voto» 29 • No obstante, en Filadelfia nadie propuso que el derecho federal de voto fuese mds amplio que el de los estados. Esta claro entonces, que Ia Convenci6n opt6 por Ia mas amplia versi6n del derecho de voto de las que por entonces entraban en consideraci6n. Volviendo a los requisitos para los representantes, que son mas importantes para nuestro prop6sito, encontramos Ia siguiente daltsula en Ia Constituci6n: «Nadie que no haya 5'"'111Rli® los vein~'!£Q afio$ _p_()dr:l.ser-represenfantey--t'ehdra -que habe< sido ciudadano estadounidense durante masde_~iete afi()sy, ~_uando sea efegid~,_
Morris, por ejemplo, solicit6 una cualificaci6n de propiedad que hubiese restringido los derechos elecrorales de las personas carentes de la misma. Su razonamiento era que Ia gente carente de propiedades era particularmente vulnerable a Ia corrupci6n por parte de los ricos y se convertirfan en instrumentos en sus manos. Presem6 Ia moci6n como una salvaguarda frente a la.«aristocracia>> 27 , y.en este razonamiento se gan6 el respaldo de Madison. «Contemplando el asunto s6lo por sus meriros -razon6 Madison-los propietarios de este pais sedan los mas scguros depositarios de las liberrades republicanas.>> Como cuesti6n de principio, por lo tamo, Madison estuvo a favor de Ia imroducci6n de un requisito patrimonial, pero a Ia vez temla Ia oposici6n popular a esa medida. «El que el requisito constituciona) vaya a ser una propiedad, dependera mucho de c6mo sea recibido tal cambio en los estados en los que el derecho es ahora ejercido por todo tipo de personas.» 28 El discurso de Madison revela cierta vacilaci6n y, sobre Ia base ,de los Records, La progresista Constituci6n de Pennsylvania de 1776 babfa abolido el anterior requi· sito de propiedad en las elecciones estatales y habla extendido el derecho de sufragio a todos los hombres libres adultos que pag3ran impuestos y hubieran rcsidido durante un afio en su circunscripd6n. Ello equivalfa a un am plio elector-ado (pequefios comerciantcs, artesanos independientes y meclnicos podfan votar). En Virginia, por el contrario, el derecho de sufragio se reserveS a los propietarios, que evidentememe cxdufan a meclnicos y anesanos independientes. La constituci6n de Massachuseus, por mencionar otro ejemplo, habfa establccido toda una jcrarqufa de cualificacioncs en razOn de Ia propicdad, pero su efecto real fue un elecwrado bastante amplio (dos de cada tres, o tres de cada cuatro varones adultos estaban induidos). A este respecto, v
I ti I

~

130

·-

...

~-

-.·~-•-;-···

~-'

{

La formulaci6n es de Oliver Ellswonlt (&cords, volumen II, p. 201), pero resume el rono general de una serie de discursos.

29

--~-

-

,,_

.,_

'

'

131

-

.

·····--------~-.. BE!
· - - - - l o S PRINCIPIOS DEL GOBIERNO REPRESENTATIVO _ _ _ ___ __

concibicse una chiusula «exigiendo algunas cualificaciones de bienes rakes y ciudadanfa a los miembros de Ia legislatura y que descalificase a las personas que no tuviesen sus cuentas en orden o estuviesen en deuda con los Estados Unidos» 30 • Durante el debate, Mason cito el ejemplo que hemos discutido anteriormente (vease p. 123) de los requisitos parlamentarios adoptados en Inglaterra durante el reinado de Ia reina Ana, «que [dijo] recibieronla aprobacion universal>> 31 • Morris respondi6 que preferfa cualificaciones para ejercer el derecho de sufragio. Madison sugirio que habla que suprimir las palabras «bienes rakes» de Ia mocion de Mason, setialando que «Ia posesi6n de tierras no era prueba segura de verdadera riqueza», aduciendo ademas que los intereses comerciales e industriales tambien tenfan que disponer de Ia «oportunidad de hacer ofr sus derechos y que esros se comprendieran en los consejos publicos»; que no habfa que conceder ningun tratamiento especial a Ia propiedad de tierras 32 • La mocion de Madison fue adoptada por Ia abrumadora mayorfa de diez a uno En consecuencia, se solicito al Comite de Seleccion que redactase una clausula sobre llll requisito patrimonial sin especificar para los repre-

f.

sentantes.

Las discusiones en Ia Convencion se centraron despues solamente en el tipo de propiedad que se debfa requerir a los representantes. Aparte de este titubeo, parece ser que rodos los delegados coincidieron que lo conveniente era un requisito patrimonial de Ia especie que fuera. La Convencion habfa optado por el rumbo mas liberal respecro a los elecrores, pero se inclino claramente en Ia direccion contraria en cuanto a los clegidos. Se presentaron dos argumentos principales. Primero, pareda de Ia mayor importancia !\i!!:
\. l

30

Raords, volumen II, p. 121. &cords, volumen II, p. 122. 31 &cords, volumen II, pp. 123-4. .H En los Rtcords, los votos se contaban por estados. Dicz. "sics" y un que diez delegaciones habfa votado a favor y una en comra.

corruptoras, en especial a las del ejecutivo. El peso de esra preocupaci6n (Ia de protegee Ia independencia dellegislativo frente al ejecutivo) se refleja asimismo en Ia clausula que prohfbe a los senadores y a los representantes ocupar cargos federales durante su mandato (artfculo 1, seccion 6, clausula 2). Obviamente, se concibio esta tiltima clausula para un «sistema de puestos» segun el modelo ingles, tan odioso para los republicanos del siglo XVIII. En un marco mas general, Ia idea de que Ia independencia economica ofreda una de las.mejQte£.garandauQUtfa laq>rrupcion era uno de los__llE~gpjQ~Jundamentaleuicl p_~m_amiei!to rel'ublicano y, por eso, las opiniones de los delegados en Filadelfia siguieron las lfneas de una tendencia ideol6gica mas amplia 34. En segundo Iugar, pareda justificado un requisito patrimonial para los representantes porque el derecho a Ia propiedad era considerado por todos los delegados como uno de los derechos mas importantes y su proteccion uno de los objetivos principales del gobierno. Consecuenremente, pareda necesario adoptar precauciones concretas para asegurar que los representantes tuviesen especial cuidado con los derechos e intereses de Ia propiedad. En cualquier caso, ya fuese Ia propiedad considerada como un baluarte de Ia libertad republicana o un derecho fundamental, Ia Convenci6n federal considero que los representantes tenlan que ser propietarios y en consecuencia de mayor rango social que los que los elegfan, dado que no se exigfa ese requisito para obtener el derecho de sufragio. Parece, entonces, que el principia de distincion tambien estuvo presenre en Filadelfia. La pregunta es: ;poe que no fue plasmado en una disposicion constitucional? Volvamos a los debates en busca de respuesta. Pocas semanas despues, el Comite de Seleccion present6 Ia siguiente chiusula ante Ia asamblea plenaria: «El legislativo de los Estados Unidos debe disponer de autoridad para establecer requisitos uniformes de propiedad a los miembros de ambas camaras, y el Legislativo

31

«llO»

~ Vfue J. G. A. Pocok (1975): 7/u Afachiavtl/ian ~lomwt, Princeton, Princeton University Press, pmsim.

significaba

(

132

133

·' '

i

-: 1' (' i

'I

l'

r L

!·I"

________ !Q!; PRINCIPIOS DEL GO~IERNO ~(!pRE!;ENTAT!VO

,_, ____ , BERNA__RJ)Jy\,\N_IIi_ _______________ ,_

%

1l

1 j

j

r

tf ~

t t

!'

f-

r;

I I

'

''

'(

,, •

,,

hade cooperar en ello» 35 • El Comite (como explicaron dos de sus miembros, Rutledge y Ellsworth) habia sido incapaz de ponerse de acuerdo sobre un requisito patrimonial preciso y, en consecuencia, decidi6 dejar que Ia cuesti6n Ia resolviesen legislaturas futuras. Dos obstaculos impidieron llegar al Comite a un acuerdo. El primero, como afirm6 Rutledge, fue que a los miembros del Comite «les desconcert6, por un lado, el riesgo de disgustar al pueblo estableciendolo (el requisito) demasiado alto y, por otro, el de hacerlo ineficaz de puro bajo». Segundo, de acuerdo con Ellswotth, «las diferentes circunstancias de las diversas parte de los Estados Unidos y Ia probable diferencia entre las actuales y futuras circunstancias de Ia totalidad hacen inadecuados los requisitos uniformesy los fijos. Establecerlos tan altos para que puedan ser utiles en los estados surefios los harlan inaplicables en los estados del este. Adaptarlos a estos, los hara carente de prop6sitos para aquellos•• 36 • Puede que Ia clausula propuesta solucionase los problemas en el seno del Comite de Selecci6n, pero en Ia sesi6n plenaria encontr6 una objeci6n mayor: dejar Ia cuesti6n a Ia discrecionalidad legislativa era peligroso en extremo, ya que Ia misma naturaleza del sistema politico podrla quedar alterada radicalmente por Ia simple manipulaci6n de esas condiciones 37 • Wilson, aunque miembro del Comite, tambien indic6 que «era probable que Ia legislatura nunca fijase una regia uniforme>> y pas6 entonces a decir «terminemos Ia sesi6n» 38 • Tras Ia intervenci6n de Wilson se procedi6 a votar de inmediato y Ia propuesta de Ia comisi6n fue rechazada por siete a tres. En Ia Constituci6n no se incluirian requisitos patrimoniales para los representantes. Ruords, volumenll, lnforme del Contite de Selecd6n, p. 165. El Camire de Selecci6n estaba compuesw por Gorham, Ellswonh, Wilson, Randolph y Rutledge: v6Lse J. H. Hutson (1987): Supplrmmt to MflX Fa"and's Th~ &cords oftlu Frdrral Com•mtion of1787, New Haven, Yale University Press, pp. 195-6. )6 &cords, volumen II, p. 2-49. (Cursiva original.) 37 La objeci6n fue presentada por Madison, &cords, volumen II, pp. 249-50. 38 &cords, volumen II, p. 251. (La cursiva es mfa.) JS

134

!

I j

I

l

! II

I

I f~ t~ I l

I ~

'~

_ ,

El episodio muestra que Ia ausencia de requisitos patrimoniales en Ia Constituci6n de 1787 no se debi6 a razones de principia, sino de expeditividad. Los delegados estaban a favor del principio de requisitos patrimoniales, pero sencillameme no pudieron ponerse de acuerdo sobre un umbra! uniforme que lograse el mismo resultado en los estados del norte y en los del sur, en los estados agr!col:~$_ subdesarrollados del oeste y en los mas ricos y mercantilistas del este. Por lo tanto, Ia ausencia en Ia Constituci6n de rl:quisitos patrimoniales para los representames, lo que se aparta notablemente de las pautas inglesa y francesa, debe ser considerada en gran medida como un resultado involuntario. Hay que admitir que cuando emitieron sus votos, los delegados eran consdentes con toda probabilidad de que cstaban abandonando el principia mismo de requisito patrimonial y que, por lo tanto, el resultado no fue estrictamente involuntario. Esra claro, sin embargo, que los delegados habian sido dirigidos por circunstancias externas en Ia emisi6n de su voto definitivo, que era difcreme (contrario, en realidad) a su explfcita intenci6n inicial. Ademas, no hay indicios de que, emre tanto, hubiesen cambiado de opini6n sobre Ia cuesti6n de principia. Es tentador afirmar que el cadcter excepcionalmente igualitario de Ia representaci6n en los Estados Unidos se debe mas a Ia geografia que a Ia filosofia. Los miembros de Ia Convenci6n de Filadelfia tomaron otras dos decisiones referentes a las elecciones. La Camara de Representantes debia ser elegida cada dos afios, un mandato lo suficiente- t / mente corto para asegurar Ia adecuada dependencia de sus electo- \ / res. El temor a las legislaturas largas era extrema, ya que, sobre Ia base de Ia experiencia inglesa, fue visto como el sello de Ia tirania. Algunos delegados presentaron argumentos a favor de elecciones anuales, pero se lleg6, en general sin muchas dificultades, al acuerdo de los dos afios. En Ia Convenci6n tambien se decidi6 que el numero de representantes no debla exceder el de uno por cada treillta mil habitantes, pero que cada estado tendria al menos un representante>> (articulo I, secci6n 2, clausula 3). Se decidi6 que Ia camara tuviese sesenta y cinco miembros hasta que se efectuase el

135

/ZiiiiBi

loS PRINCIPJOS DEL GODIEI
BERNARD MANIN

primer censo. Se estableci6 Ia proporci6n entre electores y elegidos con vistas a mantener el tamaf\o de Ia clmara dentro de !£mites manejables, incluso si, como se esperaba (y confiaba), aumentase Ia poblaci6n. La propuesta inicial del Comite de Seleccion habfa sido un representante par cada 40.000 votantes efectivos 39 , Algunos delegados, entre los que destacan Mason, Gerry y Randolph, pusieron objeciones al reducido tamafio de Ia asamblea de representantes40. Pero parece ser que en general Ia cuesti6n no provoc6 un debate mayor en Ia Convenci6n, como el propio Gerry iba a reconocer en su correspondencia 41 . AI parecer, los delegados estaban mas preocupados por el peso relativo de los estados que por Ia proporci6n entre electores y elegidos 42 . i

.j I

I

·I

:I·I

El debate de ratiftcacidn Aunque Ia cuesti6n del tamafi.o de Ia C:!mara de Representantes no dio pie a significativos razonamientos en Ia Convenci6n de Filadelfia, llego a ser un importance punta de controversia en los debates de ratificaci6n. Efectivamente, como selialan Kurland y Lerner, en. Ia

·!

·; ,,



39 Records, volumen I, p. 526. "' /Ycords, volumen I, p. 569 (Mason y Gerry); volumen II, p. 563 (Randolph) . 41 Elbridge Gerry al vicepresidentc: d.e Ia ConvcndOn de Massachusens {21 de enero de 1788), en !Ycords, volumen IJ, p. 265, 1 " Abandono aqu{ del todo d debate sobrc: Ia bmt de Ia representad6n y Ia designad6n de escafios, aunque ambos asuntos destacaron en los debates de Ja Convend6n. FJ debate sobre Ia base de Ia represencaci6n mvo repercusiones de largo .Ucance, ya que componaha una decisiOn sobre qui se iba a rtpresentar. La cuesti6n mis importante a este re:specto fue: ~se debe basar Ia designad6n de esc.afios (y por t~nto de Ia represema~

ci6n) en lapropitMtfo en las ptrs(JIJtts? Como]. R. Pole ha mostradoen detalle, laded~ si6n deflnitlva de basar Ia designacl6n de escafios sabre todo en ndmcros (incluso permicicndo Ia •propord6n federal•, por Ia que un esdavo, considerado una propiedad, deb'a sec comado como tees quintas partes de una persona} ·dieta un posiblernente involuntario pero aun asf inconfundible impulso a Ia idea de democrada polltica• (Political Repreuntdtion, p. 365). Por lo tanto, los que abogaban por una represemaci6n de Ia propiedad concreta o separada fueron finalmente derrotados. Este aspecto del debate, no obstante~ ha sido estudiado par Pole con toda Ia daridad y el convendmienw deseables. Sus condusiones se presuponen en este caphulo.

'

l

cuesti6n de Ia representaci6n, «edipsando todas [las otras polemicas] estuvo e1 tema de una representaci6n id6nea expresada en el tamafi.o de Ia Camara de Representantes propuesta» 43 • La cuesti6n del tamalio de Ia asamblea de representantes (que en cierto modo fue un problema tecnico sabre el numero 6ptimo para unas deliberaciones adecuadas) adquiri6 enorme importancia polftica; concerni6 a Ia relaci6n entre los representantes y los representados, al mismo nucleo de Ia nodon de representacion. El raronamiento gir6 casi exdusivamente alrededor de las consecuencias de Ia proporci6n entre elegidos y electores. No se cuestionaron ni Ia extensi6n del derecho de voto ni los requisitos legales de los representantes, p1.1esto que los antifederalistas (los que rechazaban el plan preparado en Filadelfia) caredan de objeciones contra aquello y Ia Constituci6n no contenfa nada sabre esto. Merece Ia pena resaltar otro punta: en el debate se \ opusieron dos concepciones de representaci6n. Los antifederalistas · aceptaban Ia necesidad de representaci6n: no eran «dem6cratas» en el sentido del tc!rmino en el siglo XVIII, ya que no abogaban por el gobierno directo del pueblo en asamblea. Esto ha sido enfatizado correctamente por Terence Ball, en un reciente ensayo 44 • La principal objeci6n que los antifederalistas presentaron a Ia Constituci6n era que Ia proporci6n propuesta entre elegidos y electores era demasiado reducida para permitir una semejanza correcta. Los conceptos de «semejanza», «parecido>>, «fidelidad» y Ia idea de que Ia representacion debfa ser un «Cuadra real» del pueblo son repetidos constantemente en los escritos y discursos de los federalistas •s. El analisis de Terence Ball del conflicto entre las dos concepciones de representaci6n en los debates de ratifrcacion no es del todo satisfactorio. Empleando las categorfas desarrolladas por Hanna

i

" P. B. Kurland yR. L
137

136

Uh(

Mb._b!JJII6 lftll1JI)t:M

2

t

---~-~~los PllJNCIPIO_S DEL~081.ERN9 REI'RESENTATIVO _

t,• •l

+•

..••

Pitkin, Ball caracteriza Ia visi6n 'de Ia representaci6n de los antifcderalistas como Ia «teoda del mandato», por Ia qu~ Ia tarea de los represemantes es Ia de «reflejar las opiniones de los que representan» y Ia «de compartir sus actimdes y sentimiemos». Ball sostiene que, en cambio, los federalistas velan Ia representaci6n como Ia actividad «independiente» de «un fideicomisario que debe hacerse sus propios juicios sobre los imereses de su circunscripci6n y sobre 46 c6mo servirlos mejon> • Clarameme, los antifcderalistas pensaban que los representantes deblan compartir las circunstancias, actitudes y sentimientos de sus rcpresentados. Tambien es cierto que esto no preocup6 pnicticamente al pensamiento federalista. Sin embargo, el centro del debate no era exactameme, como implica el contraste entre «independencia» y «mandato», Ia libercad de acci6n de los representantes respecto a los deseos de los representados. La acusaci6n que los antifederalistas diriglan constantemente no era que, con Ia Constituci6n propuesta, los represemames no fuesen a actuar segun sus instrucciones, sino que no sedan pareci®s a· quienes les eligieron. Obviameme, ambas cuestiones no dejan de estar relacionadas, pero no son Ia misma. El debate de ratificaci6n no gir6 sobre el problema de los mandatos y de las instrucciones, sino sobre la cuesti6n de Ia similimd entre elecrores y elegidos. Brutus, por ejerriplo, escribi6:

)

. j

El mismo termino reprcscntante, implica que Ia persona u 6rgano elegido para ese fin debe parecem a los que lo designan: para que una representaci6n del pueblo de America sea verdadera, debe ser como el pueblo [... ] Son el signo; y el pueblo Ia cosa significado [...] Debe, por tanto, intentarse que los que esnln situados en Iugar del pueblo posean sus sentimientos y sensaciones y se rijan por sus intereses, con o'tras paJabras, que.tengan el maximo parecido con los que sustiruyen cspacialmeme. Es obvto que para que una asamblea tenga verdadero parecido con el pueblo de cualquier pals, debe ser considerablemente numerosa." 46

Ball, -A Republic-If you can keep it>J, p. 145. La obra de Ia referencia de Balles H. Pitkin (1967): Tlu Conupt of&pmmtatiou, Berkeley, Universicy of California Press, 47 Brutus, ensayo Ill, en Storing (ed.), Tht Compku Anti-Ftdt-ralist, volumcn II, 9, 42, (La cursiva es mfa.) A partir de aqu(, las refcrencias a los escritos y discursos de los anti-

138

Por su parte, Melancton Smith, principal adversario de Hamilton en Ia convenci6n de ratificaci6n de Nueva York, declar6 en un discurso sobre Ia Camara de Representames propuesta: «La idea que naturalmente nos viene a Ia mente al hablar de representames es que se parezcan a los que representan; que sean Ia verdadera imagm del pueblo: que conozcan sus circunstancias y sus deseos y necesidades; que se conmuevan coh sus aflicciones y que esten dispuestos a procurar sus intereses» 48 • La incansable insistencia en Ia necesidad del pareddo entre electores y elegidos es una de las mas notables ca{acterlsticas de los panfleros y discursos antifederalistas 49 • Desde luego, los antifederalistas no formaban una corriente imelectualmente homogenea, pero, aunque algunos fuesen conservadores, radicales otros, practicameme coincidlan con unanimidad en su demanda de que los representantes se pareciesen a los que representaban. La idea de que Ia representaci6n polltica debla ser concebida como reflejo o imagen, siendo su principal virtud Ia de parecerse al original, encontr6 en los primeros afios de Ia independencia su expresi6n mas influyente en Las reflexiones sobre e/ gobierno de John Adams. Y aunque Adams no parcicip6 en el debate constitucional de 1776, apenas se puede poner en duda su influencia sobre el pensamiento federalista. «La principal dificultad estriba en Ia asamblea represemativa, por lo que hay que poner el maximo cuidado en su constituci6n-habla escrito Adams en 1776-[en el pasaje precedente, Adams habla manifestado Ia necesidad de represemaci6n en los grandes estados]. Debe ser un cuadro en miniatura exacro del pueblo en su totalidad. Debe pensar, semir, razonar y acmar como el.» 50 Empleando las categorlas de Hanna federa1istas secln sefialados como: Storing, seguidos de los tres nUmeros que em plea el editor y e1 nUmero romano del volumen. 48 Melancton Smith, ..Speech at the New York ratification convention~> (20 de junio de 1788), Storit~gVI, 12, 15. 4'1 V~ase Tlu Ftdua{ Famur, carta II, Storing, ii, 8, 15; Minority of the Convention of

Penhsylvania, Storing, Ill, 11, 35; "Samuel Chase•, fragmento 5, $toring. V, 3, 20; .. Impartial Examine[)t, III, Storing. V. 14, 28·30. w J, Adams, Thoughts oiJ Gowrnmtllt (e.o.l776), en C. F. Adams, (ed.), Tlu Lift and \\'1>rks ofjolm Adams, 10 vols., Boston, Little Brown, (1850-6), vol. IV, p. 195.

139

Pitkin, se puede decir que los amifederalisras estaban defendiendo una concepci6n «descriptiva>> de Ia represemaci6n. Desde esc pumo de vista, el prop6sito es que Ia asamblea, como pueblo en miniatura, actue como lo haria el propio pueblo reunido:en asamblea. En este sentido, los objetivos de Ia visi6n «dcscriptiva» y de Ia «teorfa del mandato» son los mismos. No obstante, en el segundo caso, Ia identidad entre Ia voluntad de los representantes y Ia del pueblo queda asegurada mediante disposiciones legales formales (instrucciones o mandatos imperativos); mientras que Ia concepci6n «descriptiva» presupone que los representantes hanin espontdneamente lo que el pueblo haria, puesto que son reflejos del pueblo, comparten las circunstancias de sus votantes y estan pr6ximos a ellos, en los dos sentidos del termino, el metaf6rico y el ffsico. Cuando los antifederalistas hablaban de «similitud» o «proximidad», se referlan ante todo al sentido social. Los que se oponlan a Ia Constiruci6n sostenlan que algunas clases del pueblo no estarfan representadas de forma adecuada, pues nadie de su gmpo se sentarla en Ia asamblea. Samuel Chase escribi6:

I ! I I

Es imposible que unos cuantos hombres esten al corriente de los sentimientos y los intereses de los Estados Unidos, que contienen muchas y diversas dases u 6rdcnes de personas --comerciantes, agri~ cultores, colonos, mednicos y personas opulentas y bien situadas. Para formar una representaci6n id6nea y verdadera, cada orden deberia de disponer de Ia oportunidad de elegir a una persona como su representante [... ] S6lo que [... ] pocos de los comerciantes o s6lo los opulentos y ambiciosos tendrfan alguna oportunidad. El gr\m colectivo de colonos y agricultores no puede esperar ninguno de su orden -el puesto es demasiado elevado para aspirar a el-la distancia entre el pueblo y sus representantes sera tan grande que no hay probabilidad de que un agricultor o colo no sea elegido. Los meclnicos de todos los ripos seran excluidos de los escaiios por una voz general. S6lo seran elegidos pequefios arist6cratas, ricos y personas de alta cuna. 51

Dada Ia diversidad de Ia poblaci6n de America, s6lo una amplia asamblea podrfa cumplir los requisitos necesarios para una representaci6n «adecuada». En una asamblea verdaderamente represcntativa, indica Brutus, «los agricultores, los comerciantes, los mecanicos y las diversas clases de personas deberfan cstar reprcsentadas de acuerdo con s.t,ts respcctivos pesos y cantidades; y los representantes deberfan estar lntimamente identificados con sus deseos, entender los intereses de las diversas clases de Ia sociedad, tener un adecuado senrimienro y asumir con celo Ia promoci6n de su prosperidad»52. Los anrifederalistas no exiglan, sin embargo, que todas las clases sin excepci6n ruviesen miembros con escaiios en Ia asamblea. S6lo pretendlan que csruvieran representados los principales componentes de Ia sociedad, haciendo hincapie en los estamentos medios (propietarios, artesanos independientes y pequenos comerciantes). No tenfan, empero, dudas de que Ia representaci6n prevista por Ia Constiruci6n se inclinarla a favor de Ia clases mas pr6speras y prominentes. Ese fue uno de los motivos por los que denunciaron Ia tendencia «aristocratica» de Ia Constiruci6n (los sustanciales poderes concedidos al Senado tambien eran temidos por «aristocraticos»). Por supuesto, cuando los antifederalistas hablaban de «arisrocracia», no se referlan a Ia nobleza hereditaria. Nadie cuestionaba que en America no habla y no debla haber nobleza, ya que Ia Constituci6n prohibi6 explfcitamente Ia concesi6n de tftulos nobiliarios (articulo I, secci6n 9, clausula 9). Lo que imaginaban los antifederalistas no eran privilcgios legalmente definidos, sino Ia superioridad social debida a Ia riqueza, al rango o incluso al talento. Quienes gozaban de esa superioridad formaban lo que calificaban como «Ia aristocracia natural», oponiendo en esc sentido «natural>> a legal o instirucional. Como lo expres6 Melancton Smith en el debate de ratificaci6n de Nueva York:

:<

'H

Samuel Chase, fr.tgmento 5, Storing. V, 3, 20.

140

"> 2

Brutus, ensayo III, Storing, II, 9, 42.

141

__ BERN_,\R[) lv!~i'Jlti_

Los P!UNCIPIOS DEL GOBIERNO REPI\ESENTATIYO - - - - - - - -------------- --- . ----

Estoy convenddo de que este gobierno cst.l. constituido de tal modo que los representantes pertenecer:in en general a Ia primera clasc de la comunidad, lo que distinguire con el nombre de aristocracia natural

de Ia naci6n [... ] Me pregumadn que prerendo dccir con aristocracia natural y me dir:ln que entre nosotros no existc csd. distinci6n de personas por clases. Es verdad que, para nuestra singular felicidad, carecemos de distinciones legales o hercditarias de este tipo, pero, aun as£, hay diferencias reales. Toda sociedad se divide de forma natural en clases. El Creador de Ia naturaleza ha dorado a unos con mas aptitudes que a otros: nacimiento, educaci6n, taltmo, y riqueza crean diferencias entre los hombres tan visibles y tan inlluyentes como los dtulos, los galones y las medallas. En toda sociedad, los hombres de esa clase dispondran de mayor grado de respeto. Y si el gobierno se constituye de tal modo que admita solo a unos pocos en el ejercicio del podcr, Cste, siguiendo el curso nattmzl de las cosas, estar:i en sus manos.s3

~

•'•

Brutus, por su parte, observa:

'

~.,



D~ ttcuet~o con el del,enir comzht d-e los ttszmtos lnmltlnos, sed. clegida Ia anstocracla natural del pa!s. La riqucza siempre crea influencia y esra, ~n general, sc vc incrementada por las conexioncs de las grandes famihas [... ] Es probable que pocos comerciantes, salvo los mas opulentos y amhiciosos, tengan rcprescmaci6n en estc Organa: pocos son personajcs lo suficientemente llamativos para atraer Ia atenci6n de los dectares de un estado con tan limitada representaci6n. 54

~ I'

••"• ! (

•V

Como resalt6 Ia minorfa de Pennsylvania: «Solo resultaran clegi-

\ das las personas de mas elevada condici6n en Ia vida» ss. Los anti-

federalisras no eran igualitarisras radicales, que denunciaran las desigualdades sociales, economicas o personales. En su opinion, esas desigualdades formaban parte del arden natural de las cosas. Tampoco presenraban objeciones a que Ia aristocracia natural desempei\ase un papcl poUtico espedfico, pero no querian que monopolizaril el poder. Los antifederalistas no desarrollaron una explicaci6n detallada -y mucho menos clara y simple- que pudiera ser empleada en los debates publicos sobre las razones por las que solo los ricos y prominentes serlan elegidos. Sus ideas tenlan mas bien Ia forma de intuiciones profundas, pero no estaban completamente articuladas. Sostenlan que cuanto mas grandes fuesen los distritos clectorales, mayor serla Ia influencia de los ricos. En los marcos reducidos, podlan ser elegidas personas corrientes, en los grandes, sin embargo, los candidatos venturosos tendrlan que ser especialmente notables y prominentes. Ninguna de las proposiciones era evidenre, pero los detractores de Ia Constitucion fueron incapaces de explicarlo mas. Esta falta de aniculaci6n ex plica en parte Ia debilidad de su punto de vista cuando se confrontaba con el mas claro y firme de los federalistas. Los anrifederalistas eran plenamente conscientes de Ia fuerza dialectica del argumento de sus adversarios. Y al final recurrieron a Ia simple y bastante debil afirmaci6n de que los federalistas estaban engai\ando al pueblo. En cl Fedeml Farmer se public61a siguiente declaracion que capta tanto el nucleo de Ia posicion antifederalista como su debilidad dialectica:

\ i

El pueblo puede ser el elector, pero si Ia representaciOn se constimyc de tal modo que de a una o m;\s de las clases naturales del hombre en la sociedid un indebido ascendicme sobre los otros, sed. impcrfecta; los primeros se convcrtir:in gradualmente en amos y los segundos en esclavos [... ] Decir al pueblo que son electores y pueden elegir a sus legisladores es engafiarlo si no pueden elegir en Ia naturaleza d,· f,zs costtsentre ellos mismos y genuinamente co:mo ellos mismos. 56

'~

1vlebncton Smith, discurso del20 Je junio de 1788, Storing, VI, 12, 16. (La cursiva y riqueza en el miSino saco. No es Iugar para cmbarcarse en los debates fl!osOficos que pueda susdtar tal categorizad6n, pero conviene destacarlo. H Br~tus, e1~sayo III, Storing. II, 9, 42. (La cursiva es mia.) Sobre Ia nod6n de que sOlo Ia_ «amtocracJa natural,. seria clegida, vt!ase tambiCn 7/u Fedtral Farmer, carta IX, Sto~ rmg,ll, 8, 113. s~ «The Address and Reasons of Dissenc of the lvlinority of the Convetion ofPennsyl~ \'ani a to Their Constituents~, Storing, lll, ll, 35. SJ

cs. mfa.) Merece Ia pena scfiaJar que Smidt mere talento, nacimiento

142

"'>6

Tlu Ftderal Farmtr, cana Vll, Storing. II, 8, 97. (La cursi\'J. es mia.)

143

,.

los PRINCIPIOS DEl GODIERNO REI'RESENTATIVO'

El tono acusador y Ia exageracion retorica no puede enmascarar Ia falta de argumentos consistentes. Los antifederalistas tenfan el profunda convencimiento de que los representantd no sedan como los electores, pero eran incapaces de explicar en terminos sencillos Ia enigmarica «naturaleza de las casas» o el «cnrso comun de los asuntos humanos» que conducirla a un resulrado asf. Dicha posicion era complerameme vulnerable a las fulminantes replicas de Madison. Nos han dicho, declara Madison en un pasaje igualmente retorico, que Ia Cimara de RJpresentantes va a convertirse en una oligarqufa, pero:

'

~:

;Quienes van a ser los electores de los representantes federates? No los ricos mas que los pobres; no los instruidos m:i.s que los ignorantes; no los altivos herederos de distinguidos apellidos mas que los humildes hijos de suertes oscuras y poco propicias. Los electores seran el gran cuerpo ciudadano de los Estados Unidos [... ] ;Quienes senln objeto de elecci6n popular? lodos los ciudadanos cuyos meritos les recomienden ante Ia estima y confianza de este pals. No esta permitida ninguna cualificaci6n par riqueza, par nacimiento, credo o profcsi6n que ponga trabas al juicio o engafie Ia inclinaci6n del pue~lo. 57

Los antifederalistas no tenlan objeciones al derecho de voto federal y reconocieron que no habfa requisiros patrimoniales ni fiscales para los representantes en Ia Constitucion. Por lo tanto, no tenfan comraargumentos efecrivos. Tras esta primera defensa, Ia esencia del razonan1iemo de Madison en «El Federalista 57>> consiste en afirmar que Ia C,onstituci6n 51 Madison, •Federalist 57 .. , en A. Hamihon, j. Madison y J. Jay, Tlu F~dmzliJt Papm ( 1787~8) en Ia edici6n de C. Rossiter, Nueva York, Penguin, 1961, p. 351. Sobre los requisites para Ia elecci6n como representante, vtase tambien ~<Ei Feder.tlista .S2•. Allf Madison recuerda los tres requisitos estableddos en Ia Constimci6n (veinticinco afios, siete afios de dudadanfa estadounidense y Ia residencia en el estado por el que d candidato se presema al Congreso) ames de aiiadir: .. Con estas razonables limitaciones, estin abienas las puertas de esta pane del gobierno federal a los mCriros de toda descripci6n, sean nativos o adoptivos, j6venes o viejos y sin consideraci6n de riqueza o pobreza, de ninguna ptofesi6n en particular ni de fe religiosa~ (p. 326). En adelame, las referencias a Tht Ftdualisl Papm scr-.in indicadas sOlo con el ni1mero del ensayo y Ia pigina en Ia edici6n Rossiter.

144

proporciona todas las garantfas para que los representantes no trai- \ cionen Ia confianza del pueblo. Como los representantes «estaran ' distinguidos con Ia preferencia de sus conciudadanos», aduce i 1 Madison, hay razones de peso para creer que tendran realmente las cualidades por las que fueron elegidos y que estaran a Ia altura de lo esperado. Ademas, sabran que solo deben al pueblo su ascenso al cargo publico; y eso «no puede producir una simulacion temporal, al menos en sus circunscripciones». Debiendo su honor y distincion a! favor popular, es improbable que subviertan el caracter popular de un sistema que es Ia base de su poder. Y mas importance es que las elecciones frecuenres les recordaran su dependencia de los electores. Por Ultimo, las !eyes que aprueben seran aplicables tanto a ellos mismos como a sus amigos y a Ia sociedad en general 5 8• Dadas todas esas garantfas, Madison vuelve las tornas y arroja indirectamente sospechas hacia los antifederalistas por su preferencia por el gobierno republicano o popular al preguntar: ;Que podemos decir a los hombres que profesan su mas apasionado celo par el gobierno republicano y, sin embargo, cuestionan con descaro su principia fundamental [el derecho del pueblo a elegir a sus gobernantes]?; quienes pretenden sec adalides del derecho y Ia capacidad del pueblo para elegir sus propios gobernantes, pero sosteniendo que el pueblo preferira a los que inmediata e in&liblemente traicionaran Ia confianza en elias depositada. 59

Madison insinua que estos republicanos declarados albergan en realidad dudas sobre el derecho del pueblo a elegir a los gobernanres que quiera, asf como de su capacidad para juzgar a los candidatos. Aunque !Vfadison resalta con gran efecto Ia dimension popular o republicana de Ia representaci6n segun el esquema propuesto, en ninguno de sus razonamientos afirma que Ia Constituci6n vaya a asegurar el parecido o proximidad entre representantes y representados. El sabla tambien que no era asf. 58

Madison, ..:Federalist 57•, pp. 3.S 1-2.

" Ibid., p. 353.

145

jlERNAR!>_MANtN~---·------~ __ _

loSJ'l!J)'ICIPlOS DEt GOBIERNO ~EPRESENTATIVO

Madison desarrolla, por su parte, una concepci6n totalmeme : distima de lo que Ia representaci6n puede y debe ser:

~

'•'

.. ·'

'

republica de un democracia no es Ia mera existencia de un 6rgano de represemames, sino tambien el hecho de que esos representantes form en un «6rgarto electo». Como Guicciardini antes que el, Madison esra cl>. Asl pues, Ia caracterlzaci6n completa del modo republicano d.e elegir gobernantes \( ; es que deja al pueblo seleccionar mediante Ia elecci6n a los mas \('"" sabios y virtuosos. ' \ ·;EJ republicanismo de Madison, no obstante, nose conforma con !!:}, Ia selecci6n de los mas inteligemes y virtuosos; no hay fe ciega en las ' elites inteligentes y virtuosas. Hay que mant~ner a los representan-~ · ,. tes ~n Ia senda de Ia virtud con un sistema de lmperativos, sanciones \' i y recompensas. «La ~recauci6n mas. efectiva para mamenerlos vir- ~j tuosos» son las eleccrones y reelecc10nes freclientes. La constante perspectiva de unas elecciones pr6ximas combinada con el deseo de seguir en el cargo garantizara una conveniente dedicaci6n a los interests del pueblo. Si, en un gobierno republicano, los seleccionados y los'pocos escogidos sirven albien comun en v
'

El prop6sito de toda constituci6n polltica es, o debe ser, primero, obtener como gobernantes a los hombres de mayor sabidurla o discernimiento y mayor virrud para perseguir el bien comt\n en Ia sodedad, Yen segundo Iugar, que tome las m~s eficaces_precaucioncs para man·tenerlos virtuosos mientras sigan conservando Ia confianza publica. La polltica caracterlstica del gobierno republicano es lograr gobernantes mediante elecciones; Esta forma de gobierno dispone de numerosos y diversos medios para evitar su degenerad6n. El mas eficaz es Ia limitad6n del mandata, as( como el de mantener una conveniente responsabilidad frente al pueblo 60 •

f']) .

\~

''

En esta caracterizaci6n del gobiemo tepublicano, conviene sefialarlo, no hayla minima menci6n a Ia semejanza entre representan~ tes y representados. En realidad, los reptesentantes deben ser diferentes de sus electotes, porque el gobierno republicano requiere, como otros, que el poder sea confiado a quienes posean «mayor sabidurla y mayorvirtud rel="nofollow">>, a personas superiores y diferentes de sus conciudadanos. Esta es una de las _mas claras expresiones del principia de distind6n en el pensamlent~ federalista, pero Madison presenta Ia misma idea en numerosas ocasiones. En el famoso pasaje de «EI Federalista 10» en el que MadiSOI\ exrone Sll concepci6n de las diferericias entre democracia y republica, indica, pri- \ mero 1 que las caracterlsticas definltorias de una republica son «Ia ,,,I' delegaci6ndel gob.ierno en (....] un reducido grupo de d.udadanos ((Vi):· elegidos por e1 resto J... ) Siendo su efecto, por un lado, refinar y "V : 'extender las opiniones del pueblo pasandolas a traves de un tlrgano i electo de ciuda.·danos, c!lya sabidur.la mejor pueda discernirlosver~ t \ : daderos intereses de Ia naci6n y cuyo patrioti.smo y amor a Ia justih . _. _./ .cia tenga menos probabilidades de scr sacrificado por considera( ').'-, .,_\clones tempo_rale5 o parciales» 61 • Emonces,lo que distingue a una

V \1

~.•· Jj\r· t1

60 61

Ibid, pp. 350· L . . Madison, -Federalist l011, p. 82. (La curSiva es mla.)

,

I

;~ u

146

147

'

''

l

Los PRINCII'IOS DEL GOBIERNO REPRE.SENTATIVO

BERNARD MANIN - - --~-----

A Ia objeci6n de que Ia Constituci6n era aristocnhict Ia replica federalista consistla en realzar Ia diferencia entre aristocracia pura y •aristocracia natural», aduciendo ademas que en Ia segunda no habla nada objetable. En los discursos de James Wilson durante el debate de ratificad6n de Pennsylvania, se puede hallar un ejemplo de esta linea de argumentaci6n. De particular significaci6n es su defensa de Ia Constitucion en este punto, ya que, de todos los llderes federalisras, era cierramente el de mentalidad mas democnitica. Por ejemplo, alaba Ia Constituci6n por su cankter •democnltico», algo que Madison (y mucho menos Hamilton} no hubiesen hecho. Aun asl, ante Ia objeci6n de que Ia Constituci6n propuesta se inclinaba hacia Ia aristocracia, Wilson estaba dispuesto a justificar el gobiemo de Ia aristocracia natural: Me pregunto ahora que signi!lca arisrocracia natural. No descono~­ co .Ia definicion etimol6gica del termino, ya que si I~ rastreamos hasra el idioma del que se dedva, ima aristocracia no significa ni mas ni menos que el gobierilo de los mejores hombres de Ia comunidad y aquellos que son recomendados por Ia constituci6n de Pennsylvania, donde se estipula que los representantes !feben sec los que mas dc:Staquen poe su sabidurla y vlrtud. [Debe tenerse en cuenca que Ia constituci6n de Pennsylvania de 1776 era considerada en general como una de las constiruciones estarales mas «democraticas•; y que siempre constitu(a una referenda para las audiencias de Wilson.] ;Hay algun riesgo en una representaci6n as(? Nunca considerate equivocado que se emplee a tales individuos [...] Si esto se llama aristocracia natural, y yo no reconozco otra: ;puede sec objetable que deban ser empleados los hombres qile mas destaquen por sus virrudes y talentos ?62

I

I

argumento sea algo mas comun, pero sin llegar a Ia trivialidad. Y es que el razonamiento ha de ser considerado en el contexto de todo el debatj! y a Ia lu:z, de las acusaciones de las otras partes. D4sde esta perspectiva, Ia argumcntaci6n de Wilson es importante po~ admitir dos puntos presentados por los antifederalisras. Primeco,: que los representantes no seran como sus electores y tampoco depen serlo. Es verdaderamente deseable que tengan mas talento y sean mas virtuosos. Segundo, Ia asamblea representativa esranl formada sobre todo, por no decir exclusivamente, por Ia naturaleza aristocr:ltica. ,Tras su deferisa de Ia aristocracia natural, Wilson resalta basta · que punto difiere de Ia aristocracia propiamente dicha. Un «gbbierno aristocr:ltico», prosigue, es un gobierno

i

~en

el que el poder supremo no es del pueblo, sino que reside e11 u11 selecto 6rgano de hombres que, o bien ocupan las vacanres que se pro•ducen por voluntad propia y elecci6n, o bien lo consiguen en virtud del principio de herencia, o por sus posesio11es territoriales, o por 'alguna otra raron que noes el resultado de sus caracterlsticas personaJes. Cuando hablo de caracterlsticas personates me refiero a las cuali' dades de su meme y a Ia disposlci6n de su coraron ,63

I

l

i

I !

Cuando se vio ante Ia misma objeci6n sobre el caracter aristocratico:4e Ia Constituci6n, Ia primera respuesta de Hamilton fue ridicutlzar Ia concepci6n de aristocracia de sus advetsarios. (Por que!, entonces, nos hablan tan a menudo de aristocracia? Pot mi parte, ape11as reconozco el significado de esta palabra tal y como se .aplica [... ] Pero, (qUienes son los arist6cratas entre nosotros? (D6nde 'encontramos hombres elevados a un rango perpetuo y por encima 'del de sus conciudadanos y con poderes independientes de ellos? Los Jargumentos del caballero [el antifederalista] no van m~s alia de pro. bar que hay hombres que son ricos, hombres que son pobres, algu',nos que son inreligentes y otros que no; que en verdad toda persona eminence es un arist6crata [... ] Me arrevo a decir que esra descrip-

En su defi~ici6n de arisrocracia natural, Wllson ~o menciona Ia riqueza, lo que hace mas. defendible sus posici6n y hace que su J, Wilso~, discutso dd 4 de diciembte de 1787, en John Elliot (ed.), T!Je Debatts in tht Several State Omwmiom on tlu Adoption ofthe Fttkral Cotutiwtion as rmmmwukd by t/Jt Gmtral O:m.vmtion Itt Philadtlp!Jia, 5 vols., Nueva York, Burt Franklin, 1888, vol. 11, pp. 473-4.

61

;

.'

il,. i!

148

;, .

' 63

Ibid, p. 474.

149

·~-----··

BERNARD MANIN

----~--------

-------~

--

--

loS PIUNCIPIOS DEl, GOBIERND_.IlJOPRESEI'J:fATIVO

ciOn es ridkula. Esa imagen es ilusoria. tConsidera el nuevo gobierno mas elegible a un hom.bre rico que a uno pobrc? No, no requiere tal cualificaci6n .64

dirigido el pals por cometciantes pr6spcros, osados y emprendedores. En Fil~dclfia, en su discurso contra el plan presemado por Ia delegaci6n de New Jersey, habfa subrayado Ia necesidad de atraer a! nuevo gobierno a «verdaderos hombres de peso e 67 influencia, • En El Federalista replic6 a los antifederalistas que «Ia idea de una representaci6n real de todas las clases de personas y de cada clase» era «ut6pica en su conjunto», afiadiendo: <

Hamilton vuelve una y otra vez al argumento favoriro de los federalistas: que el pueblo tiene el derecho de elegir como gobernantes a quien le plazca. No obstante, va incluso mas alia al reconocer que Ia riqueza estaba destinada a desempefiar una parte cada vez mas impottante en las elecciones: «A medida que aumente Ia riqueza y se acumule en pocas manos, a medida que ellujo prevalezca en Ia sociedad, Ia vinud sera considerada en mayor grado s61o como gracioso accesorio de Ia riqueza y las cosas tenderan a apartarse del modelo republicano. Es una disposici6n real de Ia naturaleza humana: es algo que ni el honorable miembro [Melancron Smith]ni yo podemos corregir» 65 • Y aunque Hamilton lamcnta tan ineludible evoluci6n, los comentarios siguientes suenan algo mas que resignados: Fijaos en los ricos y pobres de Ia comunidad, en los instruidos yen los ignorantes. ;Entre quienes p:edo~ina Ia virt~d? La d_i~ere~cia no consiste, desde luego, en Ia canudad smo en el upo de vtctos mherentes a las diversas clases, y a este respecto Ia ventaja de cadcter pertenece a los ricos. Sus vicios son probablememe mas favorables a Ia prosperidad del estado que los de los indigentes y patticipan menos en Ia depravaci6nmoral. 66

Hamilton estaba, mas que ningun otro federalista, dispuesto a abogar abiertamente por conceder a Ia riqueza cierto papel en Ia selecci6n de los representantes. Roma le fascinaba y su objetivo maximo era que Ia joven naci6n se convirtiese en una gra_n potencia, en un imperio tal vez. Considcraba el poder econ6mtco Ia mcjor vfa hacia Ia grandeza hist6rica y, por ello, querfa ver

Los meclnicos y los fabricanres, salvo escasas excepciones, siernpre

· estaran indinados a dar su voto a comerciantes mas que a personas de sus propios oficios o gremios. Estos distinguidos ciudadanos son bien consciences de que las artesanfas meclnicas y manufactureras proporcionan los materiales de Ia industria y empresa comercial [... ] Saben que el comerciante cs su patr6n y amigo natural.· y son consciences de que par mucha confianza que, en justicia, puedan tener en su propio buen juicio, los comerciantes pueden promover sus intereses mas eficazmente que elias mismos ,69

)

;

'

La diferencia era que Hamilton, al contrario que los antifederalis-

tas, admitfa este estado «natural» de las casas. No todos llos federalistas companfan el pun to de vista de Hamilton sobre el papel del comercio y de Ia riqueza, como lo mostrarfan los debates y conflicros de Ia decada sigtiieme. En los alios noventa del siglo XVlil, Madison y Hamilton se hallaron en bandos opuestos: Hamilton, entonces en el cargo, segufa siendo partidario de los intereses comerciales y financieros y defendiendo

64

Hamilton, discurso del21 de junio de 1788, en Elliot (ed.}, Tlu D(btiW... , vol. II, p. 256. " Ibid, p. 256. 60 Ibid, p. 257.

150 .l

-~ ___ _

67 68

69

Raords, vol. I p. 299. Hamilton, .,federalist35», p. 2l4. ibid. (La curs iva es mfa.)

151

Los PRINCIPIOS DEL ~ODIERNO R~I'RF.SENTATIVO

.~_ _ _ _ _ _ _ _ !\F.RNARD MAN IN I

l

I

un fuerte poder central; mientras, Madison se sumaba a Jefferson en las denuncias de lo que consideraban Ia corrupci6n asociada a las finanzas y al comercio, as! como de las intrusiones del gobierno federal. Todos los federalistas coincidlan, sin embargo, en que los representantes no deblan ser como sus electorados. Ya fuesen las diferencias expresadas en terminos de sabidurla, virtud, talento o riqueza y pobreza absolutas, todos esperaban y deseaban que los elegidos destacasen entre los que los eleglan. AI final, no obstante, los federalistas compartlan Ia intuici6n antifederalista de que este tipo de diferencias resultarlan del mero tamail.o de los distritos electorales (o sea, por Ia proporci6n entre electores y elegido). Los partidarios de Ia Constituci6n propuesta no ofrecfan mas explicaci6n del fen6meno que sus adversarios. Pero como los federalistas no solfan presentarlo publicamente como uno de los principales meritos de Ia Constituci6n, su incapacidad para explicarlo en los debates era menos problematica para ellos que para los antifederalistas. Aun asf, Ia idea aparecfa ocasionalmente en los discursos federalistas. Wilson, por ejemplo, declar6: Y creo que Ia experiencia de quienes ruvieron experiencia demuestra que cuanto mayor sea el distrito electoral, mcjor es Ia representad6n. Los pequefios demagogos s6lo surgcn en rincones remotos. S6lo una verdadera fonaleza de caracter puede dar a un hombre influencia en grandes distritos. Esto se muestra notablemente en el estado de Massachusetts. Los miembros de Ia Clmara de Representantes son elegidos en distritos muy pequefios; y tal ha sido Ia influencia de Ia camarilla del partido y las pocas intrigas habidas en el, que Ia gran mayorla parece inclinada a mostrar poca desaprobaci6n de Ia conducta de los insurgentes en esc estado [los partidarios de Shays]. 70

I . j I

I

lI '

clara que, prosigue Wilson, cuando se lleg6 a Ia elecci6n del gobernadpr, los votantes de Massachusetts «s6lo oscilaron entre las personalidades mas eminentes rel="nofollow">> 71 • La alusi6n a Ia rebeli6n de Shays de 1786 dej6 bastante clara Ia dimensi6n socioecon6mica de lo que Wilson querfa decir con «personalidades eminentes~> o «Verdadero peso de cankten> 72 • En su discurso del 11 de diciembre de· 1787, Wilson repite el mismo razonamiento (con s6lo ligeras diferencias de enfasis), antes de aducir que los distritos electorates grandes eran una protecci6n frente a los demagogos de tres a! cuarto y Ia mentalidad pueblerina 73. Escribiendo en el «El Federalista 10~>, Madison esrablece tambien una conexi6n entre el tamafio del electorado y Ia selecci6n de candidatos prominentes. Aunque el pasaje no aborda Ia proporci6n electoral y el tamail.o de Ia clmara, sino Ia ventaja de las grandes republicas frente a las pequefias, emplea un razonamiento similar al de Wilson: cuanto mas numeroso sea el electorado, mas probable es Ia selecci6n de personajes respetables: Como cada representante sera elegido por un mayor numero de ciudadanos en las republicas mas grandes que en las pequefias, sed. mas difrcil para los candidatos indignos practicar con exito el pervertido arte con el que con frecuencia se llevan a cabo las elecciones; y al ser sufragios del pueblo mas libres, sera mas probable que se centren en los individuos que posean los meritos mas atractivos y Ia mas completa y formada personalidad. 74 71

72

Ibid La rebeti6n

de Shays, que estall6 en Massachusetts en 1786, tuvo cierta influencia

J. Wilson, discurso del 4 de diciembre de 1787, en Elliot (ed.), T!Jt Dtbatts... , vol. II, p. 474.

en Ia elaboraci6n de Ia Constituci6n. Comribuy6 a formar el animo contrario a Ia "«democracia» que qued6 expresado en Filadelfia. Los pequefioS agricultores de Ia parte occidental del estado se rebelaron comra los intereses rnercantiles dellitoral, favorecidos poe ellegislativo de Boston. El legislativo habfa adoptado una poHtica de rigidez monetaria y habfa de:cidido acabar con el endeudamiento pUblico, Ia que condujo a un aumento de Ia presiOn fiscal. En las elecciones legislativas cdebradas uas Ia rebeli6n,las fuerzas que representaban el descontento tuvieron mucho Cx.ito. Sobre Ia rebeliOn de Shays, vCase Pole, Politit·al &pmmllltion, pp. 227-41. 13 J. Wilson, discurso del 11 de: didembre de 1787, en]. B. McMaster y F. Stone (eds.), Pmmylvania and tlu Ftdtral Co11stitution (Filadelfia, 1888), p. 395. 74 Madison, «Federalist 10», p. 82-3.

152

153

Por el contrario, el gobernador de Massachusetts fue elegido por todo e1 electorado, una circunscripci6n mas bien grande. Esta 70

los PRI!-lCIPIOS DEL GOBIERNO ll£PRfSEN_TATIVO

- - - - - - - - - - -BEIINARQ MANIN

I I !

En su «Nota sobre el discurso sobre el derecho de sufragio» (una explicaci6n del discurso que pronunci6 en Ia Convenci6n el 7 de agosto de 1787) 75 , Madison es mas expHcito en cuanto a los beneficios que espera de los grandes electorados. En Ia nota se reflexiona sobre las posibles soluciones a lo que describe al comienzo como el mayor problema suscitado por el derecho de sufragio. «Si se concede el derecho exdusivamente a los propietarios, se pueden oprimir los derechos de las personas. Basta con el feudalismo para probarlo. Si se extiende a todos por igual, los derechos de los propietarios o las exigencias de justicia pueden ser rechazados por una mayorla sin propiedades o interesada en ciertas · cotas de injusticia.>> 76 El objetivo principal en cuestiones de sufragio, por lo tanto, es garantizar los derechos de las personas y de Ia propiedad por igual. Madison considera cinco posibles soluciones. Las dos primeras son rechazadas por no equitativas: una cualificaci6n patrimonial para los electores, ya sea en forma de alguna propiedad espedfica o de cualquier propiedad; y Ia elecci6n de una rama del legislativo por los propietarios y otra por los carentes de propiedad. Madison se extiende mas en una tercera posibilidad: reservar el derecho de elecci6n de una rama dellegislativo a los propietarios y reconocer a todos los ciudadanos, induyendo a los propietarios, el derecho de elegir a Ia otra rama (lo que darla voto doble a los propietarios). Madison indica, no obstante, que no ten{a deltodo claro los efectos de esta tercera soluci6n y crela que podfa ser probada. Luego pasa a una cuarra soluci6n, sobre Ia cual, al parecer, ten{a opiniones mas definidas:

dellegislativo y en Ia extensi6n de su perlodo de servicio. Los distritos

mds grandts son lfutnifi~stamtnte mds fovorabks a Ia elecciOn de personas de mpetnbilidad genrral y de probable adhesiOn a los derechos de propiedad que a Ia de qttimrs dependm de prdir pmonalmmtt el voto en comunidades reducidas.n

Finalmente, de hallarse tam bien inaceptable esta soluci6n, Madison ve el basti6f) final de los derechos de propiedad en una combinaci6n de diversos elementos: «La influencia ordinaria de Ia propiedad y Ia infonnaci6n superior inherente a sus titulares>> 78 , «el sentido popular de Ia justicia ilustrado y ampliado por una pr?funda educaci6n» y «Ia dificultad de combinar y efectuar prop6siros injustos en una naci6n grande». Las soluciones cuarta y quinta estan obviamente incorporadas en Ia Constituci6n 79 • Respecto a los efectos de los distritos electorales de mayor tamafio, Madison ya no habla (como lo hiciera en el «El Federalista I 0») con ellenguaje de Ia virrud y Ia sabidurla; afirma con mayor n &cords, volumen IJI, p. 454. (La cursiva es mla.) En El Ftd~ralista, Madison alude a Ia deferenda que ins pi ran los propietarios. En un rawnamiento end que se jusdflca Ia distribuci6n de escafios basada en gran medida en

18

Madison ~>Note to the speech on the right of suffrage» (probablemcnte Je 1821) en Raords, volumen Ill, p. 450. ·

Ia propiedad de esdavos (Ia "proporci6n federal• de 3/5), Madison explica que Ia riqu~~ de los estados debe ser ten ida en cuenta kgalmwtt. ya que los estados ricos no goz.an tlpontdntamtllft' de los benefidos de Ia superior inHuencia que confiere Ia riquez.a. La situad6n de los estados, arguye, es diferente de Ia de los ciudadanos individuates. ~si Ia ley permite a un dudadano opulemo sOlo un voto en Ia elecd6n de su represemante, el respeto y Ia importancia que se derivan de tan afortunada situad6n gufa con mucha frecuencia el voto de otros hacia los objetos de su elecci6n; y a travb de este imprrupti~ bk canal los derechos de propiedad se trasladan a Ia represemaci6n pUblica» («Federa~ list 54,., p. 339; Ia cursiva es mfa.) 79 Las drcunstandas y fecha de esta nota no est
154

155

Si Ia experiencia o Ia opini6n publica requieren un sufragio igual y universal para cada poder del gobierno, como prevalece en general en los Estados Unidos, se puede encontrar un recurso favorable para los hacendados u otros propietarios, cuando sus poscsiones estan en minor(a, en Ia ampliaci6n de los distritos electorales para una rama ]S

vease Ia nota 28.

76

Zll

?

I

---~~---~-----~BERNARD MANIN

l

franqueza que el superior tamafio actuarla en favor de Ia propiedad y de Ia riqueza. Serfa superficial, sin embargo, presentar a Madison y a los didgentes federalistas en general como poHticos hip6critas y astutos, que incluyeron en Ia Constituci6n requisitos patrimoniales subrepticios (gran des distritos electorales) y que abogaban publicamente, buscando Ia aprobaci6n popular, por que Ia asamblea estuviese abierta a cualquier persona de merito. A Ia inversa, serla ingenuo centrarnos exclusivamente en el aspecto legal de Ia situaci6n y afirmar que, como no habla requisitos patrimoniales para los representantes en Ia Constituci6n, los federalistas eran adalides de Ia igualdad poHtica 80 • La extraordinaria fortaleza de Ia posici6n federalista procedla del hecho de que cuando Madison o Wilson declaraban que el pueblo podia elegir a quien quisiera, estaban expresando una posici6n indiscutible. Acusar por ello a los federalistas de «enganar al pueblo» era sencillamente increible. Los defensores de Ia Constituci6n estaban, desde luego, afirmando una verdad, pero tambien habla otra, o para ser mas exacros otra idea que ambos partidos consideraban verdadera (aun sin entender exactamente por que): que el pueblo, como regia, opta librememe por elegir a candidatos con patrimonio o «respetables». Ambas proposiciones (y este es el punto esencial) podlan ser verdades objetivas a Ia vez. La primera, por lo ramo, no puede ni pudo considerarse como un mero pretexto ideol6gico de Ia segunda. No puede sostenerse tampoco que el camano de los distciros electorates fuese un medio para compensar en Ia practica los efecros de Ia falta de cualificaciones formales. Los federalisras no se apoyaron en dos elementos de Ia Constiruci6n que fuesen igualmente ciertos (o que se considerasen ciertos) en Ia creencia de que el elemenro restrictivo (Ia venraja concedida a Ia aristocracia natural por el camano de los distritos elecrorales) anularla el efecro mas abierto (Ia falta de cualquier cualifica:ci6n patrimonial para los represen-

I

I

~~ Jps PRJNCIPIOS DEL GODIERNO RJ;~~~~Il_I·:m\TIV'-'0"----­

I

tantes). Tal pretensi6n presupone que los resultados concretos de unos requisitos formales equivaldrlan estrictamente a los de los grandes distritos electorales (o percibidos asl poe los afectados). Por inruici6n se percibe que las dos disposiciones no eran equivalenres. El principia general de que las !eyes y las instituciones inrroducen una diferencia y no son meros fen6menos superficiales ha ganado amplia aceptaci6n en Ia actualidad. Ahora bien, ni Ia inruici6n ni el principia general de que Ia ley no es mera «formalidad» son del todo aplicables aqul. Tambien es preciso explicar poe que precisamente en el caso particular de las cualificaciones parlamenrarias, los requerimienros no hubiesen producido iguales efectos electorales a los que los federalisras y los antifederalistas esperaban del camano de los disrritos electorates. Los grandes distriros electorates no eran el equivalence estricto de un requisito patrimonial formal por dos razones principales. Primero, Ia idea de. que beneficiarlan a Ia aristocracia natural se basaba sobre Ia premisa de un fen6meno que Ia experiencia parece generalmente confirmar: «La experiencia demuestra» (como dijo Wilson) que por lo general en grandes circunscripciones electorates s6lo resulran elegidas «personalidades respetables» o (en terminos de Brutus) que esre efecro se produce «segun el curso comtin de los asunros humanos» 81 • En consecuencia, parecla que Ia relaci6n entre grandes distritos y Ia elecci6n de Ia arisrocracia se daba casi todas las veces. Un requisito patrimonial formal, poe el contrario, hubiese sido efectivo siempre. Si las ventajas de las clases propietarias se aseguran poe una constance estadlsticamente demostrada del comportamiento electoral, el sistema ofrece una medida de flexibilidad: pueden surgir circunstancias en las que no se obtiene el efecro porque una preocupaci6n excepcional anula Ia inclinaci6n habitual de los votanres hacia los candidaros «insignes». La situaci6n es diferente si se reservan poe ley los cargos

I '

I \

La interpretaci6n j(ingenua>~ se contradice manifie5tamcnte con Ia documentaci6n hist6rica, por lo que no hay raz6n para discutirla.

Se puede tambiCn recordar e1 comentario de Hamilton, citado con anrerioridad: •Los artesanos y los trabajadores estarin sitmprt mas indinados, con pocas o:upcio1w, a dar sus votos preferentemente a comerdantes sobre las personas de sm mismos ofidos y gremios• (Ia cursiva es mfa). Vtase Ia nO[a 69.

156

157

81

80

...... ·

-.. '

.~

...

-

.

~

__________

I t

BERN~ItD MANJN_ ----·------ ________ _

lcgislarivos a las clase sociales mas altas, ya que Ia Icy cs, por dcfinici6n, dgida. Obviamente, Ia Icy puedc ser cambiada, por medios pacfficos o violentos, pero el proceso es mas complicado. No hay jusrificaci6n para considerar desdeiiable Ia diferencia entre lo que siempre sucede y lo que ocurre Ia mayor parte de las veces. La distinci6n (desarrollada por Arist6tcles) entre esras dos categorlas tiene especial relevancia en polltica. Es un error, una falacia, de hecho, considerar, como a menudo se haec, que Ia verdad fundamental de un fen6meno politico estriba en Ia forma que asume Ia mayor parte del tiempo. En realidad, tambien son importantes los casos excepcionales, ya que lo que esta en juego en Ia pollrica varia segun las circunstancias y el caso estadlsricamente excepcional puede tener importances consecuencias hist6ricas. Por otro !ado, es igual de falaz otorgar un privilegio epistemol6gico a los casos extremos, a los que son raros y de incierta probabilidad. En pollrica, Ia verdad ultima se revela tanto por Ia excepci6n como porIa regla 82 • Las crisis y las revoluciones tienen, naturalmente, importancia; se puede afirmar que definen lo habitual al determinar los llmites dentro de los que opera lo habitual. Pero nose concluye que sean Ia verdad de Ia politica ordinaria ni que proporcionen Ia clave para su comprensi6n. En las revoluciones o en las crisis entran en juego algunos factores y mecanismos que no estan presentes en situaciones normales, por lo que no nos pueden sen•ir para entender Ia pollrica ordinaria. Las teorlas pollticas mas convincentes son las que dejan espacio para lo ordinario y lo extraordinaria, manteniendo a Ia par una disrinci6n entre ambos y

II

I

I

82 El pensamiento de Carl Schmin es una de las mas brillantes, sistem:hicas y cons· dentes exposiciones del falaz principia de que los casos excepcionales revdan Ia esencia [

de un fen6meno, Los anal isis de Schmit£ de casos extremos son casi siempre penetran·

tes, pero Schmitt, indebidamente (aunq~le consciente) extieude las condusiones que

pueden sacarse de los casos excepcionales al car
158

__________ lp_s__PJUNCJPI(lS DEL GOJJ_JERNO RE_I'!\_IlSENTATI\'0________ _

explicandolos por separado. El pensamiento de Locke ofrece una perfccta ilustraci6n. La mayor parte del tiempo, comenta Locke, el pueblo confla en cl gobierno establecido, sobre todo si lo ha elegido; no es facil que «abandonen sus viejas formas». El pueblo se rebela s6lo cuando «Una larga seric de abusos, prevaricaciones y trampas» manifiestan inequlvocamente una intenci6n de traicionar su confianza, «invoca al Cielo» y somete su suerte (con bastante raz6n) al veredicto de Ia batalla 83 • Uno de los mas notables puntos fuertes del Segundo tratado es que ni Ia confianza de los gobernados en el gobierno ni Ia posibilidad de revoluci6n es presentada como Ia verdad de Ia polltica. Volviendo al debate americano, Ia conclusi6n debe ser que, aunque los grandes distritos electorales y los requisitos legales para ser representante favorezcan a los candidatos de clases sociales superiores, ambos fen6menos no pueden equipararse. No puede dejarse de !ado por insignificante el mayor grado de flexibilidad que ofrecen las circunscripciones extensas en casos excepcionales: es Ia primera raz6n porIa que el tamaiio de los distritos electorales no cancel6 los efectos de Ia clausula electoral no restrictiva de Ia Constituci6n. Segundo, si las ventajas de determinadas clases en cuestiones de representaci6n quedan plasmadas enleyes, abolirlas (o concederselas a otras clases) requiere enmendar Ia ley. Esto supone que el cambio en las normas debe ser aprobado por los mismos que se benefician de elias, ya que fueron elegidos segun las normas antiguas. Tal sistema, en consecuencia, equivale a someter Ia muerte de una determinada elite a su pro pia aprobaci6n y consentimiento. Si, por contra, Ia ventaja de una determinada clase social resul- ,., ta s6lo del comportamiento electoral de los ciudadanos (como es 1 el caso de Ia ventaja de Ia aristocracia natural resultante de los 1 grandes distritos electorales), un simple cambio en el electorado j, Locke, Stcond Tmuiu o/Got'tnmullf, caphulo XIX, 66,221, 223, 242, en J. Locke 7iM Trtatim ofGot'trnment, P. laslett (ed.), Cambridge, Cambridge University Press, 1960, pp. 414, 415, 427 [ed. ctSt.: StgJtndo tratado sobr< tl gobiemo civi~ Madrid, Alianza Editorial, 1980].

83

159

y \

l

,.

I

Los PRINCIPIOS DEL GOBIERNO REPRESENl;\TIVO

BERNARD MANIN

.\• bastarfa para derrocar a Ia elite 0 para alterar su composici6n. En j tal caso, se puede lograr Ia salida de una elite del poder sin su aprodbaci6n. Esto no equivale a decir, sin embargo, que basta Ia simple !\y libre decisi6n del electorado para conseguir ese resultado, ya que •1 ila ventaja de las dases sociales superiores en .los distritos electorales . ; 1extensos, aunque resultado del ,comportamlento electoral, depen• ': ide en realidad de una serie de factores de los que s6lo unos pocos ;son modificables deliberadamente por los votantes. Por ejemplo, el exito electoral de los hacendados en los grandes ~istritos sin duda se debe en parte a los imperativos de los gastos de las campafias. Tambien tenia algo que ver con las normas sociales (por ejemplo, Ia deferencia). Estos factores estan daramente fuera del alcance de las decisiones conscientes y deliberadas de los votantes; Ia mera voluntad del electorado no basta por sl misma para acabar con las ventajas de Ia riqueza. Se requieren tambien cambios mas profundos en las circunstancias socioecon6micas y en Ia cultura polltica. Por muy diflcil que sea, esos cambios no precisan de Ia aprobaci6n de quienes estan en el poder, mientras que sf se requerirfa su aprobaci6n en un sistema de cualificaciones legales. Y apenas hay nada mas diflcil que inducir a una elite a asentir en su propia disminuci6n del poder. Normalmente requiere una presi6n externa desmesurada y, de hecho, violenta. Se puede objetar que, en un sistema con requisitos legales, Ia ley que ha de cambiarse para poner fin a las ventajas de las dases privilegiadas no suele ser ordinaria sino constitucional. Este era, desde luego, el caso en los Estados Unidos. Asl, cambiar los requisitos legales no hubiese dependido unicamente de los representantes elegidos segun dichas cualificaciones. El argumento aqul expuesto conserva, no obstante, su validez, ya que el legislativo hubiese tenido voz en el proceso de revisi6n constitucional. Por ende, en este segundo caso tampoco los requisitos legales de los representantes y los grandes distritos electorales hubieran tenido efectos estrictamente identicos. La diferencia radica en que, con un sistema de grandes distritos clectorales, Ia ventaja de Ia rique-La podia ser alterada o induso abolida sin el consentimiento

I

i

I

!

I

160

de las elites propietarias. Esto facilitaba Ia apertura al cambio politico de una manera mucho mas eficaz de lo que permitlan las condiciones legales que los fundadores ingleses y franceses de las instituciones representativas establecieron en sus palses. La diversidad geografica de los estados americanos, que evit6 que los delegados de Filadelfia llegasen a un acuerdo sobre el requisito de Ia riqueza para los representantes, llev6 a inventar un sistema en el que Ia designaci6n de Ia elite representativa se aseguraba de modo mas flexible y adaptable que a! otro !ado del Atlantico. En America, corriendo Ia historia y los cam bios en Ia estructu-. ra social de Ia naci6n, diferentes elites fueron capaces de sucederse en el poder sin mayores trastornos. Y ocasionalmente, en momentos excepcionales, los votantes basta pudieron ser capaces de elegir a ciudadanos cor!ientes. Ahoia.esia.mos en condiciones de ver por que el debate constitucional americano arroja luz sobre las instituciones representativas en general y no s6lo sobre las americanas. Esta mayor trascendencia resulta, en primer Iugar, de Ia posici6n defendida por los antifederalistas. Sus opiniones no han sido muy estudiadas, pero Ia historia de las ideas y Ia teorfa polltica en general cometieton un error descuidando esta corriente de pensamiento. Con su infatigable insistencia en Ia «similitud» y en Ia •proximidad» que debe vincular a representantes y representados, los antifederalistas hicieron una contribuci6n realmente importante al pensamiento politico. Los antifederalistas expresaron con gran daridad una concepci6n plausible, coherente y convincente de Ia representaci6n. Aceptaron sin reservas Ia necesidad de una diferenciaci6n funcional entre gobernantes y gobernados, pero mantuvieron que para que el gobierno representativo fuese genuinamente popular, los representantes habrlan de estar lo mas cerca posible de sus electorados: vivir con ellos y compartir sus circunstancias. Si se cumpllan estas condiciones, argumentaban, los representantes sentirfan, pensarlan y actuarlan como el pueblo al que representan. Esta visi6n de Ia representaci6n fue daramente derrotada en 1787. Por lo tanto, el debate americano pone de relieve lo que nose querla que fuese el gobierno

161

·'

BERNARD ~ANJt-1_ ___ .

_________ L()~ PRINClPlQS

representativo. Desde el mismo comienzo estaba claro ~ue el gobierno representativo americana no se basarfa en Ia semepnza y proximidad entre representantes y representad?~· El. debate de 1787 ilnmina tambien por comraste Ia concepcton munfante de representacion. Los representantes iban a ser diferentes de l.os representados y a estar por encima de ellos en cuanto a talento, vtrtud y riqueza. Ahora bien, el gobierno serfa republicano (o popular) porque el pueblo elegirfa a los representantes y, ante todo, poeque Ia frecuencia de las elecciones les obligarfa a ser r_esponsables ante el pueblo. Mas que en Francia o en lnglaterra, donde en el siglo xvm ninguna fuerza imponame defendio Ia represen~acion basada en Ia semejanza o proximidad social, fue en Amenca en ' donde surgio de modo paradigmatico Ia combinacion de un principia de distinci6n y de gobierno popular representativo. Ademas, trascendieudo el problema constitucional de Ia representacion, el ideal de Ia similitud entre el liderazgo y el pu~blo resulto ser una poderosa fuerza movilizadora durante el stglo siguiente. Pero fueron los antifed<;ralistas los q.ue Ia fo.rmu!aron por vez primera. Vista desde una cterta perspecnva, Ia htstona ?el mundo occidental puede ser considerada como el avance del pnncipio de Ia division del trabajo, pero. c_ada vez que el pri~cipio se extendfa a organizaciones que parnctpaban en Ia polfnca (por ejemplo, partidos de masas, sindicatos y asociaciones ciudadanas), el ideal de Ia similitud y proximidad se manifestaba como una fuerza atractiva. En coda organizaci6n con dimension polftica es posible movilizar energlas sustanciales ~pelando a Ia ide~ de q~e los dirigentes se han de parecer a los mtembros, comparnr su ctrcunstancias y estar lo mas cerca posible de ellos, incluso aunque las ecesidades pdcticas impongan una diferenciacion de papeles. El oder del ideal de Ia similitud deriva de s1~ ?".pacidad para .lograr una reconciliacion casi perfecta entre Ia dlVlston del trabaJo y el principia democratico de Ia igualdad. . Hay otro elemento de importancia getieral en el <,lebate amencano. En este !ado del Atlantico, se asumi6 en seguida que Ia superioridad de los elcgidos sobre los electores se podia conscguir habi-

~

162

i

aaau:uaau

I

I I i

I

i

DEI. GOBlERNO REPRf-SENTAl}YO

tualmente, incluso sin ningun requisito legal, mediante Ia mera operacion del metoda electivo. Llevo casi otros den afios el que los europeos llegasen aver esta propiedad de las elecciones o, al menos, que recurrieran a ella para asegurar Ia distincion de los representantes. Hay que reconocer que los protagonistas del debate americana consideraban el tamafio de los distritos electorales como el factor principal en Ia seleccion de candidatos prominentes, pero los antifederalistas se percataron de que, incluso en los pequefios distritos, l~s- vot'!ntes_el~gi_r_~!1-~sp~ntaneam.ei1te a las persona~ que considerasen de un modo u otro superiores a ellos. Cuando el Federal Far"~ei'i por'ejemplo, solicito un m~yor nu-~er~ de representantes, lo• htzo «con el firi de permitir a los profesionales, comerciantes, ten{ deros, agricultores, artesanos, etc., llevar al legislativo a una pro porcion justa de sus respectivos hombres de mejor formacioJP> 84 , '. En el pensamiento antifederalista habfa una tension no resuelta (que los federalistas no dejaron de explotar) entre el ideal de Ia similitud y Ia adhesi6n al principia electivo. En el debate de ratificaci6n, sin embargo, Ia posici6n antifederalista no fue simplemente incoherente. Aunque los antifederalistas aceptaron ciertas diferencias entre los representantes y sus electores, temfan que, en enormes distritos electorales, Ia diferencia se agrandarfa demasiado. Les asustaba que ciertas categorfas de ciudadanos fuesen privadas de cualquier representante propio y que, al cabo, Ia riqueza se convirtiese en el unico criteria de distinci6n. En cualquier caso, eran conscientes de que el principia electivo conducirfa por sf mismo a Ia selecci6n de lo que consideraron como una aristocracia. Los federalistas, sin duda, i v ' compartfan esa creencia. El desacuerdo era una cuestion de grados: ambas partes tenfan opiniones diferentes sabre lo que era Ia distancia correcta entre representantes y representados. Diferfan ademas en lo relativo a las caracterfsticas espedficas que habrfa de tener Ia • «aristocracia» que era deseable elegir. Restableciendo, sin referenda explfcita a ella, una amigua idea, ambas partes crefan que Ia eleccion por sf misma posee un efecto aristocratico.

l

114

1/u Ftdtm/ Famur, Carta II, Storing, II, 8, 15. (La cursiva es mfa.)

163

£ ..iliM&&D&iMt 62££&4 JL4tW Ji&Ot£ k!l&J&&t.t& tifdkt A.&JKJAt!thAt

'

I

CAPfTUL04

UNA ARISTOCRACIA DEMOCRATICA

I

I

I

I

I

Durante el siglo XIX y comicnzos del XX, una tendencia domin6 el desat-r<Jl_lcuidadu~ritu<;ione§_ !eRre§~llJ;J,tiva~: la_~exrensi6n_ del derecho de voto, que, con el tiempo, culminarla en ei sufragio univ~jC'l1.iv!du[l;\r ram bien orra rrarisfor~aci6n; desapareci6- d requisito de Ia riqueza para ser representante. Esros dos cambios orTgiliaron fa-creericfa -de q-ue ·Ia ~~E!s.s~~t~~ic$n avanzaba hacia el gobier~_popu_bl!- Se lleg6, en efecto, a identificar a Ia libre elecCi6nae representantes por todos los adultos casi completamente con Ia democracia. En este contexto, Ia hip6tesis de que las elecciones pudieran contcncr una dimensi6n no igualitaria o aristocdtica ni siquicra parecla digna de estudio te6rico. En terminos mas generales, el movimiento favorable al sufragio universal, sin limites legales sobre el origen social de los candidatos, constituy6 un avance tan evidence de Ia igualdad polltica que Ia posible persistencia de efeqos no igualitarios o aristocraticos parecla simplemente irrelevante. Parece que desde comienzos del siglo XIX, Ia naturaleza aristocratica de las elecciones no ha incitado ni investigaciones conceptuales ni debates politicos 1• 1 Debemos sefialar ,una excepci6n. Carl Schmitt es probablementc el i'mko autor con· tempoclneo end q'ue ha11amos una consideraci6n de Ia naturaleza aristocritica de las

165

I

II f

,.

·:

)'

Bl HN.-\ItD MAM:--.

LOS i'Rit-\CIPIO~ Dl-.L COIIIUl~t) IH:I'RL:-.LN 1/\ ri\'U

El deban:· .unrricathl lie l 7t)7 li1- t:lltoth.::cs, tt· tiltima o~..·.t~iOn en b que sc con~ilh:n) Ia pusible pr~;:~t:nd~l de rasgus ari:-,tocdtk:os en sistemas .tpoy~1Jos .._•n ek·ccioncs librt:s. El de:ba[e marcO de lwcho un giro y cierto progrl'so en Ia comprcnsiOn de lo que los

nobi?:·l c~dlniJ~t legalmenle u hen..:dit.uia. Si bien L'~ cicno qw.: l. 1 ~leccwn favorecc a los grandcs, no cs a lm. gr,mdc:-, dL Ia ~ocieLI.ld feudal. sino a los que guzan de un.t po~iciUn superior en Ia sut.:iedaJ, itll.l~.:pendienren1cnte de los tCnninus cn que estC ddlnida esa

tcoricos politicos lb·ab;m alirmando dcsdc haci.t ticmpo. En primer Iugar, aunquc algunos Hlosofos, dcsdc Arist6teb hasta Rousse.m, h
supcrioridad. Finalmente, d dcb.ue de 1787 pudo Iuber contribuido a Ia l(>rm;.h..·iOn de IJ ltoria de los dl-ctos aristocr:.itico~ dL· Ia~ eh:cciones. Al resaltar reperidamente que los dectorcs optarian por los inJi,·iduos m.is ••nororios•) o t•promineiHCS», o seJ., por los mtis desLlGldos }' visibles de todos, los antiledcralistas abrieron una nueva pcrspectiva.para Ia explicdci6n de los dtnos ari.sron.lticos dd prucediiniento dectivo. Si la docuina secular dt> la naruraleLa ari~rocr
t}Hl'

los

eli gen. Vit:ron en (.;:-.e fc:nOmeno L1 dimensiOn aristocd.tica

del nlt.\odo dectivo. La deo.,·iOn les parl.'da aristocrJtlca, no por refen.:ncia al sonen, ~ino en y pur :-.i mistna. Los reOricos anteriores sc limitaban a aducir, adcm~is, de modo gener.tl que un ~istem.l d-:ctivo no da J rodos las rnismas pusibili(bdes de ocupar carg~Js. No LOll(Tetaron a quifnt:s favoreceria d tnttudo dn:tivo t.h.· disrribucit.ln. En d ~istema americano, en cambio, se iduuifico .1 los bendiciarios Jd siswna dcctivo. Hay que rcconoccr que b natmaleza de Ia superiorid;~d t:worecida por d metodo dectivo no fue ddinid.t de modo d.tro c inequlvoco. La elecci6n, era d r.tzonamit.'IHO dl.' Ins protagonistas, benef1ciaria a ciudadanos nutorius o eminente~. a aqudlos ..:on las profcsiones mcb prt:~tigiosas e intluyentes, a lo~ mrnir, quC categorias concretas de Ia pnbhtciOn se VL'rian pri\'ik:giaJas en b compericiOn electoral par;t l.t ucup.tcion de cugos. Y fuernn Ia posicion soci.tl y

la riqut:za lu

tlllc'

percibieron Lomn atriburos destin<.ldos a dcsem-

pellar d papd principal. El debate americ.tno rambien e'pl'<'><) lo que Guicci.trdini o i\luntest.p.tieu, por ejemplo, st1lv habi.m insinuJ.do) que d tipo de aristLKr.Ki~t asociada a

I.L

ck·c~..."it)n no [eni,l n.td.t que Ycr con

pr,Jd:~u

dn.ti\L).

nus .l~pb:lv~. nn .uro1.1lul ~,llHt"

~u

.::onuibu..:iLlll,

~.:on

hJJ.I

b n.nut.lkl.l Jl' l.t~ dtL"lillH'-'~·

166

~u

impon.HKJ.t en

que les cligicron, aun cuando todos los ciudad.uws ntviescn Ia n1iSina oponunidad de cjcrcer el podcr politico, aunque n.tdic luviese rrab.ts !~gales para presemarse a cargos. Ahora hcmos de pregunt;trnos Sl las elecctones posccn, en realidad, t;.tles caracreristicls no iuua0 litarias )' arisrocd.ticas. dcrl'cho de voto. Adem;is, no [odos tcndrian

£1 cardcter tlristocrdtico de lt1s clecciunl's.' 111/fl tcorltt punt

Ia

,·\n.:...:iullt':, j\t.._ltlb~t.llltt: \ o,_dl\lU \tlll\hl~. ~~-htuitl .Hrihll}t• e ..;{._t <.lfJ.('It.:fl~liL·;I ~lt:t..:hHCS

t•:...tcmm .II pmpin

sociales tn
.tlgu~

Debemos plan[earnos aqui si luy cil'rtus dt:mciuus iutrillst'CO.>" .tl tnftodo electivo que tcngan consecuencias no igualiraria.s }' llevan a que los elegidos scan de algl1n ml>do supcriofes a los dccwres.

167

i •'• .•-~-__J

b

I&

m

JI

!Miiit.'!\JQ;AJi&&ili&IMtJ9t-W._ t.Aibi'§J!!t M. JAC!WZLJL&& 2

.zstw uz zua:am:au

sa

______ l\ERN_<\ItiJl\:f_ANlN

-

I

I

' . ·.!'

! I

j

I r

oi. l

,.t t t

I

-·~-.

I I

..I

''

Este modo de enmarcar Ia pregunta siguc Ia linea de Ia tradicion de Ia lllosofla politica. Aristoteles, Montesquieu y Rousseau afirmaron que las elecciones son intrfnsecamente aristocraticas. No pensaban que el efecto aristocr;\tico derivase de las circunstancias y condiciones en las que se emplea el metodo electivo; crcfan que era el resultado de Ia naturaleza misma de las elecciones. Emprendamos, entonces, un analisis puramente teorico del mecanismo electivo. Es includable que Ia hipotesis de Ia naturaleza aristocnitica de las elecciones se puede probar empiricamente. Por ejemplo, comparando Ia com posicion de las asamblcas electas con Ia de sus respectivos electorados para determinar si puede encontrarse alguna pauta de superioridad en los rcpresentantes. Un examen asf exigiria una ingente cantidad de datos para ser verdaderamente importante y generaria muchos problemas tecnicos, pero el resultado no seria convinceme. Aun cuando los datos respaldaran Ia hipotesis, se podria objetar que tal desigualdad se debe en realidad a las circunstancias de las elecciones. Y como los paises en los que el gobierno representativo lleva un par de siglos funcionando siempre se han caracterizado por persistentes desigualdadcs sociales, Ia objecion tendrfa mucho peso. Emprenderemos, pues, otra ruta. Trataremos de deducir los efectos no igualitarios y arisrocraticos desde un analisis abstracto de Ia eleccion. ldealmente, Ia deduccion procederfa en terminos puramente apriorfsticos con el fin de desvelar que comporta logicamente el acto de elegir. Pero tal deduccion trascendcnral de las propiedades de Ia eleccion es probablemente imposible. Puede que no haya modo de evitar hacer algunas suposiciones basadas en Ia experiencia, pero deben ser tan pocas, simples y no controvertidas como sea posible. Los efectos no igualitarios y aristocniticos de Ia eleccion se deben a cuatro tactorcs, que examinaremos uno a uno: el tratamiento desigual de los candidatos por parte de los votantes, Ia distincion de los candidaros requcrida por una situacion selectiva, Ia ventaja cognoscitiva que otorga una situacion de prominencia y el coste de diseminar informacion.

I

Eltratamiento desigual de los ctwdidatos por parte de los votantes Para comprender el cankter no igualitario de Ia eleccion, primero debemos cambiar de perspectiva. A los gobiernos electivos se les considera generalmente como sistemas politicos en los que los ciudadanos pueden elegir a los lideres que deseen. Tal caracterizacion es, desde luego, correcta, pero no agora todos los aspectos de Ia situacion; para ser mas precisos, usualmente no se suelen apreciar algunas de sus implicaciones. Imaginemonos un sistema en el que no todos los ciudadanos pucdan gobernar a Ia vez, pero tengan igual derecho a elegir a quien gobierna y todos sean susceptibles de ser elegidos para ocupar cargos publicos. En sistemas asl, los ciudadanos son pollticamente iguales como elecrores. Esta es Ia parte democratica del regimen bajo consideracion, pero elegir es solo uno de los aspectos de Ia ciudadania. Los ciudadanos tambien pueden desear ejercer cargos publicus y, en consecuencia, ser tambien elegidos. La posibilidad de ocupar un c.~rgo publico, que (como hemos visto) era lo que los prerepublicanos sobre rodo valoraban, sigue siendo uno de los componentes de Ia ciudadania. Yen nuestra situaci6n imaginada, todos los ciudadanos son electorcs y potencialmeme elegidos. As! que es preciso fijarse en como afecta a los ciudadanos en su calidad de posibles objeros de elecci6n, o sea, como candidatos, el sistema que estamos considerando. Si contemplamos nuestra situacion hipotetica desde este :ingulo, se ve un aspecto diferente del sistema. No esta restringida Ia presentaci6n a cargos, pero el procedimiento de distribucion comporta que los candidatos puetian ser tratados de manera desigual. Entre los candidatos a funciones publicas, los que alcanzan su objetivo son los individuos identificados por sus nombres que son preferidos al resro. Los cargos no son distribuidos de acuerdo con atributos o acciones definidas abstractamente, a cuya luz todos son iguales, sino de acuerdo con las preferencias del pueblo soberano a favor de tal o cual individuo en particular. Generalmeme pcnsamos que Ia igualdad ante Ia ley queda asegurada si una regia vincula Ia obtencion de un beneficia (o una pena) a Ia posesi6n de cualidades o a Ia ejecu-

\

168

j

----- ____ !

169

...:ll)il d~ .h.Lion~.) Lldinii..las Lk moJo .ib:.u.t~..·tu u .wonimu. Sin ~.:mb.trgu, l.t~ ek.... ciuJH::.-. cunsill,.:r.ld.!~ como un muJu Jc Ji~trihuir L.trgu'> nn ororgan cargos publico'> a (ll.tlyuier.t, J. quienquiera que pn:.)I..'IHC las carannlstiL
•.!

'

De hccho, 1.! posible inllucn.:ia de hl p.lrci,llidad cs Ia Oll't.mk· d \·otantc e::. soltt'I..utu, Ul d \·icjo) rcsuingiJo senriJ.o dd r~rminu. Podria luw:-. y dt·t:ir: ~.Sic \·ulu. sic jub~o. stat pro t.UilH1C .volunras., (as! 'luiero, obi ordeno, mi \ulunt.lJ vcup.l d Iugar de !.1. raLUn). El uso Jt: la de(Cil)n !:.ttponc otrrtiY;r:>, d pn.Kcdimiento dl'l:tih) no 6 tH:ces.uiatnente mcriwcdtico y no gar.mtiz.l L'Stricr.unctuc lo que hoy !->e considera comu isu.dd,!d ,Ie uponunid,1dcs. No cs lug.lr p.lrJ cntr,lr en las LtHnplcj.ls ~..li~qui::.~t.:ionl'~ l.)UL' l.1 mctito..::rcllso .h.:~.:rc.J dt: que un proceJin1iento es mcrilot:r.irico )' a:>t.·gura b igu.dJ...t~..l dt: upununid.tllcs si bs Jesigu.dd.tdes que gl'lh:ra t.'B Ll disrrihuci0n d~: un bien soci.-1! son, al

IlH.'nos p.trcialmentc (Jiria que •·Lompleramenh.~ .. ), d n:sult.tJo de l.-1s acciont:s y opciones de quienes descan d bit:n!. No se con~iJc­ r.ln merito...:r!itica en China). Junto con d sorteo, Ia deccic1n, !.1 herencia )' Ia cuoptaci6n, d cxamcn e~ otro mCwdo de sdcccionar gobcrnantes. Consideren1os d sisren1a de cxatnen en su ti.Hma pura, dejando aparte tod,ls las inlluendas exrernas que lubitualllll'IHC lo vici.tn en Ia pr.ictiGL Si los gob~rnantes son degido~ mediante oposici6n, los c.u1didato~ lkbcn cumplir criterios que se pre~cnran de tnodo abstracto y general. Adt.·m;h, Jus criterius st.: anuncian con anticipad6n )' pltblicunente, r todus los GllH.IiJaws los wnocen. Los candidaros deben <'ntonces aplicar sus enerbias y recursos (,!lgunos de estos, por supuesto, son dotes narmales) p.ua cumplir esos criterios, y deben juzgar cui! es d mejor mt'todo par
tlllnut"i.\ de l.J jusrici,t, \"1!.1~~ \X'_ l\.ymlitl,,l ( }•)')()); ((Hth"ll•jltll•ll)' { 1ofilit",lf Oxli.l£d, Oxfurd l 1nin·hity Prt'~s. pp. )') }" s~. [t-J. c.l'>t.: Fi/11i4i,t poliliaz.-onumpor.inc',J. B.m:don.t. Ariel, 19')5.1

Cll

l.t

fUOLkrll.l

/ 1hilowph)~ Au lunwfuaion,

171

_!-aS PRINCIPIOS DFJ.~_QBIEilNO REPRESEN'Il\TIV()_ ___ _

' •

lo que los votantes puedan requerir, pero, incluso suponiendo que fitese posible reconstituir sobre Ia base de los votos una definici6n general y abstracta de las cualidades deseadas, es algo que s6lo puede saberse ex post focto. No hay ademas garantfa de que, cuando depositen sus votos, los electores lleguen a tener en cuenta siquiera parcialmente los esfuerzos, acciones y opciones de los candidatos. ~n.c:ll!!-~!itdu. electivg no }1ay nada que requier,...H\1£ [()s vorantes sean justos con los ca_n_dig'!t_os. Nada puede evitarque e1 electoiado prefiera a uri eandidato s6lo por el color de su piel 0 por ser bien parecido. A este respecto, hemos de volver a sefialar que puede que los votantes no empleen criterios tan tontos. Pueden tambien aprender que Ia necedad de seguir esos patrones va en su contra. Y como las elecciones vuelven a celebrarse, puede que, con el riempo, adopten pautas de juicio menos irracionales desde el punto de vista de sus intereses, pero no hay nada que impida a los votantes decidir en un momenta dado sobre Ia pura base de las dotes naturales de los candidatos, desconsiderando sus acciones y opciones. Este es, de nuevo, el corolario de Ia libertad de elecci6n. Se puede objetar que los candidatos como mfnimo necesitan darse a conocer y que, a este respecto, Ia elecci6n recompensa los esfuerzos y juicios hechos durante Ia campafia, pero tampoco es estrictarnente necesario. Una persona puede ser conocida antes de cualquier campafia electoral, simplemente por su nombre o posici6n social, y los votantes pueden llegar a decidir que bastan estas razones para preferirla a otras. En algunos aspectos, es obvio (aunque el hecho tenga consecuencias) que las elecciones no aseguran que todos los que desean cargos tengan las mismas posibilidades. Tal vez sea menos trivial indicar que tampoco garantizan Ia igualdad de oportunidades entre los que aspiran a una funci6n publica. . El razonamienro anterior establece que las elecciones abren . intrfnsecamente Ia posibilidad de un rratamiento desigual de los : candidatos a cargos publicus, pero no muestra por que tiende a producir representantes que en cierto modo son considerados superiores a los que los eligen.

Elegir es optar. Aunque las elecciones no siemprc fueron organizadas como una selecci6n (hemos visto, por ejemplo, que en Inglaterra antes de Ia guerra civil, habfa a menudo un solo candidato) y, pese al hecho de que muchos regfmenes auroritarios organicen elecciones sin oposici6n, el elemento de Ia opci6n es inherente al concepto de elecci6n en los sistemas modernos de representaci6n. En una situaci6n selectiva, los votantes necesitan un motivo al menos · para preferir un candida to a los otros. Si los candidatos son indistinguibles, a los votantes les resultara indiferente y, por lo tanto, seran incapaces de optar por uno u otro. Consecuentemente, los candidatos deber:in desplegar para ser elegidos al menos una caracterfstica que sea valorada positivamente por sus conciudadanos y que los otros candidatos no posean, o no en Ia misma medida. Entre los ciudadanos aspirantes a cargos, los mas capaces de cumplir el requisito son los que posean una cualidad que este valorada positivamente o sea escasa, unica incluso, en una determinada poblaci6n: es menos probable que, cuando todos los candidatos potenciales hayan decidido presentarse o no, se enfrenten a competidores que ofrezcan el mismo perfil electoral u otto superior. Un persona cuya cualidad o combinaci6n de cualidades sea compartida ampliamente por Ia poblaci6n probablemenre tenga que enfrentarse a competidores que tam bien poseen esa cualidad; entonces, sera indistinguible de ellos. Tambien es probable que se enfrente a oponentes que posean, ademas de sus mismos rasgos, otra cualidad positiva, y en ese caso sera derrotado. Por afiadidura, los candidatos potenciales o las organizaciones que los eligen y respaldan son conscientes de esto. Como presentarse supone gastos, o al menos energfas, los candidatos patendales o los partidos que seleccionan candidatos tienen un incentivo para evaluar que es lo que sucedera cuando se enfrenten a oponentes verdaderos. Antes de decidir seguir adelante como candidato, Ia persona que aspi'ra a un cargo se pregunta si posee algunas de las caracterfsticas que son valoradas positivamenre por sus conciudadanos y sea excepcional o unica entre Ia poblaci6n.

172

173

La distincion de candidatos requerida por una situacion selettiva

-------------------

• l

...... ....•

BERNAIW MANIN ----··-----------·-

-------

----

Sin embargo, una cualidad que::.,s juzgada favorablemente en una cultura o ambientes dados y no es poseida por otros otorga una superioridad: los que Ia poscen son diferentes y superiores a los que no Ia tienen. Por lo tanto, los sistemas electivos conducen a Ia autoselecci6n y selecci6n de candidatos que son considerados superiores, en una dimensi6n u otra, al resto de Ia poblaci6n y, por tanto, por parte de los votantes. No es una coincidencia que los tcrminos «elecci6n» y «elite» tengan Ia misma raJz etimol6gica y que en una serie de idiomas el mismo adjetivo denote a una persona de distinci6n y a una elegida. Hay que tener en cuenta que el requisito de Ia distinci6n inherente a los sistemas electivos es enteramente estructural: deriva de Ia situaci6n de opci6n ante Ia que se coloca a los votantes y no de su psicologla o actitudes. Los vorantes pueden denamente desear elegir a alguien que compacta algunas caracterlsticas con ellos y lo haec con frecuencia. Cabrla, entonces, pensar que el candidato con mayores posibilidades de ~er elegido sea Ia persona que compacta Ia misma cualidad que Ia mayorla de los votantes y que por tanto prescnte Ia cualidad mas comun en una poblaci6n dada. No es, sin embargo, asl, ya que entre el gran numero de los que poseen una cualidad extendida, hay tambien un numero probablemente significante de candidatos potenciales. Aun reconociendo que no es probable que los que compartan una cualidad dada aspiren a cargos, no hay raz6n para suponer que s6lo lo haga uno de ellos. Si los votantes basan su decisi6n en Ia similitud entre ellos y los candidatos, seran incapaces de elegir entre un numero de personas que compacta Ia cualidad generalizada. La situaci6n de opci6n limita a los candidatos a elegir a candidatos que posean caracterlsticas poco comunes (y valoradas positivamente), independientemente de sus preferencias concretas.

Se puede objetar que los votantes podrian optar por el candidato que encuentren mas parecido a sf mismos en cierta dimensi6n o en un conjunto de dimensiones. Esta es una caracterlstica distimiva, pero no parece que implique Ia idea de superioridad.

174

--··- ... ___LQS PRINCIPIOS DEL G_OBIERNO RE_PilF.S~~TAT!VO _ .... -··

No obstante, si los votantes optan por el candidato que mas se parezca a ellos en algo, Ia cualidad que valoran no es Ia que se mida en esa dimensi6n, sino el parecido con ellos respecto a un rasgo dado. Si eligen, por ejemplo, al candida to cuya competencia sea mas parecida a Ia suya, Ia cualidad que juzgan favorablemente no es Ia competencia, sino Ia distancia minima entre su propia (y estimada) competencia y Ia del candidato. Para que opere con exito un determinado estandar como criteria de selecci6n, Ia distribuci6n estadlstica de rasgos entre Ia poblaci6n debe presentar un perfil particular: s6lo debe haber unas cuintas personas, preferiblemente una sola, cuya posici6n en una determinada dimensi6~ este mas cercana a Ia de los otros miembros de Ia poblaci6n. Si Ia condici6n no sc cumple, probablemente habra muchos candidatos indiferentes para los votantcs. Por lo tanto, incluso en este caso, los votantes se ven conducidos a seleccionar a un candidato superior a ellos por poseer una cualidad que valoran en especial y que Ia mayorla no posee: proximidad a! resto por un determinado rasgo. Por supuesto, todo individuo P'?See un rasgo a! menos que lo distinglle de rodos los dem:is 3 • Asl que cabe pensarque quien quiera· c:icupar un cargo puede presentarse con Ia esperanza de poder convencer a los votantes de que juzguen favorablemente Ia cualidad que le diferencia. Y sin embargo, los candidatos potenciales son tambien conscientes de que, en definitiva, Ia opci6n electo· ral es discrecional. Asl que lo racional es que los candidatos poten· dales consideren los valores de los votantes como algo dado, qu< intenten identificarlos en vez de modificarlos y que su decisi6n d< presentarse o no se apoye sabre lo as{ identificado. Puede objetarse que, dada Ia naturaleza discrecional de 1: opci6n electoral, los candidatos potenciales no est:in en condicio nes de predecir que sera juzgado positivamente por el electorado En este caso, los que aspiran a un cargo pt'tblico se presentarlru 3

SegUn el .. principia de indiscernibilidad», formulado par primera va por Leibni

doS seres no pueden ser estrictamente idC:micos en todos los aspectos. .

175

.. ~

I

\

t

t;

,.,.., "

..... .. .,

~

con Ia (bien fundada) certeza de que poseen una caracterlstica distintiva, pero con absoluta incenidnmbre acerca de c6mo juzganin los votantes dicha caracterlstica. En Ia practica, sin embargo, l_os ~-":l!ores de los votantes estan muy determinados par las circunstancias socioi:ulturales y estas son fen6menos ~ objet1vos conocidg~p~rioseandidatos potenciiJ.l~; En ·una·sociedad habituad~ a estar en guerra, par ejemplo, es razonable pensar que el electorado juzgani favorablemente cualidades tales como Ia fortaleza ffsica, las dotes estrategicas y las habilidades marciales. Los candidatos potenciales saben, par tanto, dentro de una determinada cultura o comexto, que rasgo distintivo sera juzgado favorablemelJ.te. Se debe tener en cuenta que los requisitos de distinci6n no establecen llmites al programa ofrecido par los candidatos ni a sus posiciones pollticas, unicamente afectan a Ia selecci6n de personas. Los candidatos pueden ofrecer los programas que quieran, pero estan limitados par sus rasgos personales. Unf posici6n polltica puede ser de Ia preferencia de Ia mayorfa de los votantes y, par eso, adoptada par los candidatos que quieran veneer, pero no todos los que adopten esa posici6n tienen Ia misma oportunidad de resultar elegidos. La elecci6n es, en efecto (y resaltemoslo otra vez), una selecci6n entre personas. Aunque los votantes comparen lo que dicen los candidatos, inevitablemente interviene Ia personalidad de los contendientes. Adem:ls, ~j?r_ogramas y las promesas tienen una condici6n parti.cll.l~r en los gobier11os represemativos: no son vinculantes legalmente.4 • Par el contrario, una vez elegida una persona, es ella quien decide Ia polrtica publica. · Dado que Ia elecci6n compacta una selecci6n, incluye tan1bien un mecanismo intern a que dificulta Ia selecci6n de individuos que se asemejan al resto. En el nucleo del procedimiento electivo hay una fuerza que empuja en el sentido contrario al deseo de similitud entre gobernantes y gobernados. 4

Volveremos a este pun to en el Capftulo 5.

176

Venttljas que confiere Ia preeminencia a Ia bora de /lamar Ia atmcion

'

Elegir consiste en seleccionar individuos conocidos. Para ser elegidos, los candidatos deben atraer Ia atenci6n del electorado. La psicologfa cognoscitiva muestra, sin embargo, que Ia atenci6n se centra en primer Iugar en objetos o personas sobresa/ientes. Se ha establecido tambien que los estfmulos sobresalientes tienen impacto sabre las percepciones evaluadoras: los estfmulos sobresalientes provocan fuertes juicios de valor 5• Si se aplican estos resultados a las elecciones, parece que con el fin de atraer Ia atenci6n y provocar firmes juicios positivos, los candidatos han de destacar por una caracterfstica valorada positivamente. El candidato que no sobresalga pasan\ desapercibido y tendra pocas oportunidades de ser elegido. Y sera rechazado el candidato que destaque por sus poco comunes caracterfsticas negativas. Las limitadones cognoscitivas producen un efecto parecido a! producido par las limitaciones a Ia situaci6n de selecci6n. Par sf mismas, las elecciones favorecen a individuos que destacan (y sean, par lo tanto, distintos y diferentes) mediante un aspecto que el pueblo juzga favorablememe, en otras palabras, . que benefician a individuos considerados superiores al resto. La preeminencia no deriva, desde luego, de Ia posesi6n de rasgos universalmente determinados. Es una propiedad puramente cot\textual. Considerados universalmente, cualquier rasgo hace sobresalir a una persona. La preeminencia depende del ambiente en el que viva una persona y en el que su imagen necesite destacar. 5

Los primeros estudios sabre los efectos de Ia preeminenda establederon que inOufan elementos causales (las personas escln mas indinadas a imputar Ia causa del fen6meno X a1 fen6meno A, mas que a B, CoD, si A, por cualquier motivo es mi.s destacado --de mayor relieve, mob conocido, etc.- que B, C o D). Sin embargo, posteriormente ha quedado demostrado que los efectos de Ia preeminencia van bastante mas alia de Ia atribuci6n de causas. Vl:ase S. E. Taylor y S. T. Fiske (1978): •Salience, attention, and attribution: top of the head phenomena•, en L. Berkowitz (ed.), Adtwicts hz Exptrimmtal Spdal Psychology, vol. ll, Nueva York, Academic Press; vease tambien S. E. Taylor, ). Crocker, S. T. Fiske, M. Sprintun y ). D. Winkler (1979): •The generalisarion of sa1ience effects•, en journal ofPtrsonality and Sqdal Psy
177

____l.<)~_Pltlt-l_CII'IOS DEL _G_981ERI<_Q R£PRESEN1)\TIV()______ _

________ ______ ___ _ ll~RNARD MANik!_ _ _ _ · - ______ _

·. ,f

·~• 1

'I

-.. ~

·~

·~

~

:~

~

~

••.,

"

\

"

Consecuentememe, esta en funci6n de Ia disuibuci6n de determinados rasgos en Ia poblaci6n de Ia que forma parte el individuo: un individuo sobresale en proporci6n a que tan escasos sean estadfsticamente sus rasgos en dicha poblaci6n. Dado que tal distribuci6n varfa temporal y espacialmeme, las caracterfsticas que otorgan Ia preeminencia dependen\n tambien del tiempo y el espacio. Pero esto no significa que en un contexto concreto, todos puedan sobresalir. La preeminencia es una propiedad relativa y variable, y en una determinada situaci6n actl1a como lfmite tanto para los votantes como para los candidatos potenciales. Adem:is, en una situaci6n concrera (y si Ia distribuci6n de rasgos en Ia poblaci6n en cuesti6n esta considerada como dada), los votantes no estan en condiciones de comparar meticulosamente todas las caracterfsticas de cada individuo con todas las del resto. La camidad de informaci6n que necesitarfan procesar para llegar a un resultado asf serfa enorme y exigirfa grandes castes de tiempo y energfa. Es improbable que los votantes esten dispuestos a aceptar estos castes, ya que son consciemes del ridfculo peso relativo de su voto. Los votames no proceden, pues, a una detallada comparaci6n de todos sus conciudadanos uno a uno. Operan, muy al contrario, sabre Ia base de una percepci6n general y su atenci6n se dirige hacia aquellos individuos cuya imagen destaca sabre Ia del res to. Las campafias electorales indudablemente tienen el efecto 4e atraer Ia atenci6n de los votantes sabre las caracterfsticas distintivas de los eandidatos que de otro modo nose hubiesen percibido. y todo individuo que desea ser candidaro necesariameme posee al menos un rasgo distintivo que sea destacable. De hecho, las campafias electorates se instituyeron (entre otras razones) para contrarrestar Ia ventaja que el procedimiento electivo, considerado por sf mismo, confiere a una forma particular de eminencia representada en Ia notabilidad, pero nunca podran llegar a suprimir del todo dicha diferencia. Los individuos que sobresalen en el curso de las relaciones sociales cotidianas estan involucrados en una especie de campafia electoral permanente, aunq ue el foco no se dirige hacia los rasgos distintivos de los otros candidatos hasta que nose abra Ia verdadera campafia.

178

El coste de diseminar informacion

La menci6n de las campafias elecrorales nos conduce a Ia ultima de las caracterlsticas no igualitarias del procedimiento electoral. La diseminaci6n deliberada de informaci6n sabre los candidatos atenua en cierta medida las limiraciones derivadas de Ia preeminencia anterior, en particular aquella de que gozaban los notables. Pero su _co~~_!t~c~Hlle s~ f~vor\'ZC'l ;1aquellos que pueden movilizar-mayo-~. rec)!!.~_os. Los candidatos (o aquellos al menos que no forman · / parte de los notables) necesitan darse a conocer. Y hay todas las razones para suponer que el coste de tal empresa no es insignifi-

carrte-:---- - -- -- - - · -

;. ·'

Si los candidatos tienen qne financiar sus campafias electorales de sus propios bolsillos, Ia ventaja de las clases opulemas de Ia sociedad adopta su forma mas obvia e inmediata: se refleja directamente en Ia composici6n de Ia asamblea electa. Esta ventaja, empero, no desaparece aunque los candidatos soliciten contribuciones para Ia financiaci6n de sus campafias. Las organizaciones financiadas por las cuotas de sus miembros ayudan a mitigar los efectos de Ia riqueza en las selecci6n de representames. Y este fue, . (' en efecto, uno de los objetivos explfcitos de Ia creaci6n de los partidos de masas en Ia segunda mitad del XIX. No obstante, tales organizaciones no eliminan del todo Ia ventaja de Ia riqueza: req uiere mas esfuerzo, organizaci6n y activismo recolectar un suma concreta a traves de las contribuciones de los ciudadanos pobres que entre los ciudadanos mas ricos. Es razonable suponer que las aportaciones polfticas efectuadas por ciudadanos (o empresas) son mas o menos proporcionales a sus ingresos. Aunque el numero de esas contribuciones pueda compensar su escasez, es mas facil recolectar un numero menor de aportaciones substanciosas. Los candidatos est:in por ello mas inclinados a pedir a los ricos que a los pobres con elfin de financiar sus gastos electo-~ rales. Y es razonable imaginar que, una vez elegido, un candidato prestara una mayor atenci6n a los intereses de los que contribuye- 1 ron financieramente a Ia elecci6n.

179

--~-------loS PRJNCIPIOS DEL GOB!ERNO REPRF.SENTATIVO

BERNARD MANIN

---.-~~----~------~----·--------------

i

I!

I

l ·'

i\

El proccdimiento electivo favorece, pues, inherentemente, a los estratos mas ricos de Ia poblaci6n. Sin embargo, y en oposici6n a lo que ocurre en los tres primeros rasgos no igualitarios de Ia elecci6n (el posible trato desigual de los candidatos, Ia dinamica de Ia selecci6n y las limitaciones cognoscitivas), este puede ser eliminado del todo mediante Ia financiaci6n publica de las campaiias y Ia regulaci6n estricta de los gastos electorales. La experiencia parece indicar que las regulaciones de este tipo suelen acarrear dificultades tecnicas, pero, en principia, no es imposible. Aun as(, no deja de ser extraiio que los gobiernos representativos tuviesen que esperar hasta las ultimas decadas de siglo XX para abordar el problema. Probablemente, se deba (al menos en parte) a que los propios votantes tienden a subestimar los costes de las campaiias electorales y no estan dispuestos a dedicar recursos publicos substanciales a dicho prop6sito. Elegir gobiernos, es, no obstante, una empresa onerosa, aunque el pueblo sea reacio a admitir las consecuencias de este hecho. Mas cxtraordinario es todav(a que Ia teoda poUtica haya descuidado tanto Ia cuesti6n de los gastos electorales. John Stuart Mill fue una de las pocas excepciones y su obra apenas ha tenido continuidad 6 • Con tanta atenci6n centrada sobre Ia ampliaci6n del derecho de voto (o en Ia cdtica marxista del caracter «formal» de Ia «democracia burguesa>•), el pensamiento poHtico fracas6 al estudiar los aspectos complejos de Ia elecci6n, esa instituci6n aparentemente tan sencilia.

pensamiento va mas alii de Ia oorrupd6n y las peculiaridades del sistema britinico. Escribi6, por ejemplo: •No s6lo se debe requerir del candidato que gaste poco y lim ita~ damente en Ia elecd6n, sino que nose le debe permitir-. Comideratiom on Rtpmmta~ rive Govemment (1861), en H. B. Acton (ed.), Utililtlriani.Jm, Liberty. Rtpromtative Govemmml, Londres, Dent & Sons, 1972, p. 308 {ed. cast.: Del Gobiemo rtpmentatioo, Madrid, Tecnos, 1994). Mill tambien abogaba par Ia finandaci6n pUblica de los g.utos electorales.

Podemos comprobar ahora c6mo Ia gn_()SCitivas SUelen Conducir_ ~ la elecci(ln du~presen{ tantes percibidos como superiores a los qu~ !~_eligen. Pero el con-' ·cepto de superioridad aqul empleado un concepto particular de Ia superioridad y hade ser definido cuidadosamente. En primer Iugar, cuando decimos que un candidato debe ser considerado superior para ser elegido, no nos referimos a un juicio global de su personalidad. Para elegir a una persona, los votantes no tienen que creer que Ia persona sea mejor en todos los aspectos; pueden detestar uno o incluso Ia mayor parte de sus rasgos de caracter. Los rawnamientos anteriores se limitan a mostrar que los votantes, si de elegir a un can3idato~debe_n -considerario superior a Ia luz de alguna cualidad o conjunto~ de cualidades que -,onMeren de relevancia politica. . -·En segundo Iugar, las limitaciones cognosdtivas y de Ia selecci6n unicamente tienen relad6n con Ia superioridad percibida (Ia situad6n es diferente, por supuesto, en lo que concierne a Ia riqueza). Los candidatos deben destacar, pero eso no supone que deban sobresalir por criterios racionales o universales. Deben ser percibidos como superiores de acuerdo a los valores dominantes de Ia cui· tura. Medidos segun criterios racionales, universales, Ia percepci6u (culturalmente condicionada) de lo que constituye lo mejor bier puede ser err6nea o inadecuada. Pero esto es una digresi6n. La afir. maci6n que se presenta aqul no es que las elecciones tiendan ; seleccionar a los werdaderos» aristoi. Los representantes electo s6lo han de ser percibidos como superiores, es decir, han de mostra un atributo (o un conjunto de ellos) que, por un lado, sea valorad• positivamente en un determinado contexto, y que, por el otro, n lo tengan el resto de los ciudadanos, o no en el mismo grado. · De aqul se desprenden dos consecuencias. En primer Iugar, ' principia electivo no garantiza que Ia verdadera excelencia polftli sdeccionada (una va mas, sY por- «verdadera>> eritendem< COiiforn,e·acritedos racionales y U!liversalesL4~ e.lecciones OP! ran- sobre Ia base de una percepci6n cultural relativa acerca de :

180

181

Ante las peculiares caractedsticas de Ia poHtica brit
6

I

'I '

i

I

Definicion de aristocracia electiva

espedalmente alerta respecto al fen6meno

de

los gastos electoWes. No obstante, su

es

'

I i

han

quede

I

l

que constituye un buen gobernante. Si, por ejemplo, los ciudadarios creen que las habilidades oratorias ofrecen un buen criteria de excelencia poUtica, efectuaran su opcion poUtica siguiendo tal criteria. Esta clara que no hay garantla de que las dotes del discurso publico sean un buen indicia de capacidad para gobernar. La naturaleza repetitiva de las elecciones introduce, desde luego, una medida de objetividad: los votantes pueden llegar a descubrir a traves de Ia experiencia que los criterios que emplearon en las elecciones anteriores condujeron a un gobierno que resulto ser extraordinariamente malo o incompetente, y pueden cambiar esos criterios en las proximas elecciones. La r~l'"!icj.Qo ha~e qe_ !ll~_elec;­ ciones un proceso de aprendizaje tnediante el cual los votantes pueden aprender el valor poUtico de sus criterios de selecci~n. Aun as(, el hecho sigue siendo que en cada nueva ocasion optan P!l~ lo que perciben como superioridad poHtica relevante~ y basan tam-. bien su percepcion ;!Ctu~l sabre Ia experiencia previa. · En segundo Iugar, no hay nada en Ia naturaleza del metoda electivo que garantice Ia seleccion de elites en el sentido general (en oposicion al politico) que le diera Pareto. Aunque las formulaciones de Pareto no dejan de ser ambiguas en este punta, su concepto de elites parece implicar criterios universales. En su Tratado de sociowgia genmt4 el termino «elite» se aplica a los que tienen el mayor grado de «capacidad» en su esfera de actividad: Supongamos, entonces, que en toda esfera de actividad humana cada individuo tiene asignado un fndlce que constituye una sefial de su

capacidad, de un modo muy similar al que se otorgan las notas en los examenes escolares de las diferenres asignaturas [... ] AI hombre que haya logrado amasar millones -honesta o deshonesramente, cualquiera sea el caso--le asignaremos un 10. AI que gane miles, un 6 [... ] Formemos entonces una clase con los que tengan (ndices m:is altos en

su esfera de actividad y daremos a esa clase el nombre de elite .1

I

I '

1

I '

El caricrcr puramente objeti\'O o universal de lo que define a una Clite no esti completa~ mente daro en el conjunto de Ia obra de Pareto. Parece deducirse, en lo principal, de Ia definid6n comenida en cl TrataJq tk sociolcgla gtturaL En una obr-a anterior, sin em bar~

8

go, Pareto habra definido las Clites como sigue: .. E.sas dases representalt una elite, una aris· tocracia (en d sentido etimol6gico de aristos::: el mejor). Mientras el equilibria social es

Compltm, 16 vols., publkadas bajo Ia direcci6n de G. Busino, Ginebra, Droz, 1968, vol. XII, pp. 1296-7.

estable, Ia mayoda de los individuos que componen esas dases aparecen muy dotados de detcrminadas cualidades -indcpendientememe de que sean positiva.s o negativas--, que garandzan el poder-, V. Parc:to, Us Systfmts Soda/ist<s (1902-3}, en Omvrts Compltus, vol. V, p. 8. Si las f1ites son definidas por las cualidades que ~~.garantizan el poder» en una sociedad particular, desaparece el caclcter objedvo o universal de Ia definiciOn.

182

183

7

L

I

Pareto es muy cauteloso a Ia hora de despojar a su concepto de elite de cualquier dimension moral. Explica, por ejemplo, que un habil ladron que sea venturoso en lo que emprende recibira un lndice alto y, en consecuencia, pertenecera a nna elite, mientras que un ladron insignificante, incapaz de eludir a Ia polida, obtendra una calificacion baja. Pero dejando de !ado las consideraciones eticas, las elites de Pareto estan aparentemente definidas por criterios universales. La jerarquizacion o gradacion que define quien pertenece) . a una elite Ia haec, en el pasaje citado, el propio sociolof , go («al hombre que haya hecho millones [... ]nosotros le asignaremot ' un 10. AI hombre que haya ganado miles /easignaremos 6»), que es par definicion un observador exterior. Po.,r:~ tanto, lo que defi~e a·, una elite no es lo que una sociedad percibc C()mo Ia encarnacton 1 dereXitci ode Ia excelenda eri cada campo. de actividad, sino loque \ e)so.ciologo contempla como tal 8 • Si se toma el termino «elite» en el sentido de Pareto, las limitaciones al conocimiento y a Ia seleccion ya mencionadas no prueban entonces que el metoda electivo favorezca necesariamente a las elites. Los votantes eligen lo que perciben como ejemplo de preeminencia, pero, en cualquier ambito, sus criterios determinados culturalmente pueden ser crroneos si los comparamos con criterios del tipo empleado par Pareto. Volviendo al ejemplo de Ia habilidad para hablar en publico, los votames no solo pueden estar equivocados al pensar que tal caracterlstica indica talento politico; puede ocurrir tambien que considercn buen oradar a alguien que no serla considerado como tal par un sociologo o par un experto en ret6rica. La clave en el rawnamiento aqul

Vilfredo Pareto {1916): Trait!dtSociologir Glnlmlt, cap. XI§ 2027·31, en Omvm

&WJ.;JQitAWUAitA~t.£.1MA4.GM&ZNJ.AGM.&t£t&ZU&& 2!

a.tta&:&..s:

sa

BERNARD MANIN --~

li

l

'

I '

l

~~

'

lOS PRINCIPIOS DEL GqBIERNO REPRESENTATIVO

presentado no reside en distinguir entre el valor moral o el exito en actividades, aunque sea inmoral (en realidad, hay todas las rawnes para creer que los votantes emplean criterios eticos); C'1!1Siste en diferenciar entre Ia superioridad percibida y Ia superioridad defini·da por criterios universales. El principia electivo conduce naturalmente a Ia selecci6n d~ 10 s p_rimeros, no de los segundos. - Debe menelonarse, por ultimo, que los atributos que en un determinado contexto dan Ia impresi6n de superioridad con toda probabilidad tienen existencia objetiva. Como el problema de los votantes es encontrar criterios que les capacite para distinguir entre candidatos, lo mas probable es que empleen rasgos facilmente discernibles para llegar a su opci6n. Si Ia presencia o ausencia de esos rasgos fuese dudosa, los rasgos sedan inutiles en el proceso de selecci6n y, de entrada, no habrlan sido adoptados. En otras palabras, aunque los votantes puedan muy bien estar equivocados en su creencia de que las dotes oratorias son un buen indicia de habilidad polltica y puedan tambien errar en su concepci6n de lo que signifique ser un buen orador, es improbable que yerren en Ia percepci6n de que, en lo relativo a hablar en publico, el candidato X posea una caracterlstica que otros no tienen. Este ultimo elemento es de gran importancia, ya que significa que, para ser elegidos, los candidatos han de poseer rea/mente algun atributo que los distinga de sus conciudadanos. La superioridad de los candidatos (Ia evaluaci6n positiva de sus atributos distintivos) es meramente percibida o subjetiva, pero las diferencias entre elias han de ser objetivas. En otras palabras, las elecciones seleccionan superioridades percibidas y diferencias reales. Dada esta definici6n particular de superioridad, cabe preguntarse si sigue estando justificado hablar de Ia naturaleza «aristocratica» de Ia elecci6n. El termino es desde luego convencional y podrfa ser sustituido por cualquier otro («elitista», por ejemplo) siempre y cuando tengamos en cuenta el proceso exacto que denota: Ia selecci6n de representantes diferentes y percibidos como superiores a quienes los eligen. El adjetivo «aristocratico>> se emplea aquf sobre todo por razones hist6ricas.

Los razonamientos expuestos ofrecen, al menos en parte, una explicaci6n del fen6meno que los dem6cratas atenienses, Arist6teles, Guicciardini, Harrington, Montesquieu y Rousseau tenfan en mente cuando sostenfan que Ia elecci6n es inherentemente aristocratica. Los antifederalistas americanos tambien emplearon el termino «aristocratico» para indicar Ia falta de similitud entre los electorcs y los elegidos, por lo que es otra raz6n para mantenerlo. El unico punto esencial del rawnamiento desarrollado aquf es, sin embargo, que, por rawnes que pueden ser descubiertas y comprendidas, Ia elecci6n por su pro pia naturaleza no puede tener como resultado Ia selecci6n de representantes que se parezcan a sus electores.

r



h.

Las dns caras de Ia ekcciot1: los beneficios de Ia ambigiiedad No obstant}, del mismo modo que las elecciones tienen indudables '\ aspectos no igualitarios y no democraticos, contienen tambien \ innegables aspectos igualitarios y democraticos, siempre y cuando todos los ciudadanos tengan derecho de voto y todos sean elegibles legalmente para cargos. En un sistema con sufragio universal, las elecciones dan a todo ciudadano igual voz en Ia elecci6n de representantes. En esto, los mas humildes y pobres tienen el mismo peso que los mas ricos y distinguidos. y lo que es mas importante, todos tienen Ia misma porci6n de poder para despachar a los que gobiernan al final de sus mandatos. Nadie puede negar Ia existencia de este doble poder de selecci6n y rechaw y serfa un absoluto sofisma el intentar reducirlos a mera insignificancia. El hecho fundamental sobre las elecciones es que son simultdnea e indisolublemente igualitarias y no igualitarias, aristocraticas y democraticas. La dimensi6n aristocratica merece en verdad una particular atenci6n, ya que se tiende a olvidar o se atribuye a causas err6neas. Esta es Ia raz6n por Ia que en lo que antecede se ha resaltado dicho aspecto. Esto no supone, en absoluto, que Ia parte igualitaria o democratica de Ia elecci6n tenga una importancia menor o sea menos real que Ia no

185

184

!#.t& JJ Mlilttt.Q.tlr&:.M.bii!.ii.·,..

hPMI§tL.d&l!J .!2&.2JJLJML#J..§4.4tW .. XK~JM&imt.;a 4A4&C

~-----'-95 PRINCIPIQS DEL GOBIERNO_Il.EPI'£SE"!TATIVO ~-- __ _

igualitaria o no dcmocratica. Espontancamente tcndemos a buscar Ia verdad ultima de un fen6mcno polltico en un s6lo rasgo o propicdad. Sin embargo, no hay raz6n para suponer que una instituci6n presente una sola propicdad decisiva. Por el contrario, Ia mayorla de las instituciones pollticas generan simultaneamente una serie de efectos a mcnudo muy diferentes entre sf. Tales el caso de Ia elecci6n. Como Jano, Ia elecci6n ticne dos caras. Entre los te6ricos polfticos modernos, Carl Schmitt parece ser el unico autor en percibir Ia doble naturaleza de Ia elecci6n. Schmitt escribe:

I

el sorteo, como dicen, con raz6n, Arist6teles y Plat6n, Ia designaci6n por elecci6n es un metodo aristocratico. Pero en comparaci6n con el nombramicnto por una instancia superior, o 1 con una determinaci6n en vfas hereditarias, puede aparecer como algo democratico. En Ia elecci6n se encuentran las dos posibilidades [!11 der Wahlliegen beide Moglichkeiten]; puede tener el sentido aristocratico de una elevaci6n del mejor y del jefe, o el semi do democratico de Ia designaci6n de un agente, comisario o servidor; el elector puede aparece,r frente al elegido como subordinado o como supraordinado; Ia elecci6n puede ser un medio, tanto del principio de representaci6n como del de Ia identidad [... ] Es preciso discernir que scntido tiene Ia elecci6n en Ia realidad [in der Wirklichkeit]. Si hade dar base a una representad6n auH~ntica, entonces es Ull medio para el principia aristocratico; si significa tan s6lo Ia designaci6n de un comisario dependicnte [eilus abhiingi11gen Beaujiragte11], entonces puede considerarsela como llll merodo especfftcamente democr:itico. 9 En comparaci6n con

l ! l.

i~ i

\

i '\ t \

Este pasaje s6lo puede ser comprendido a la luz de la distinci6n de Schmitt entre identidad y represemaci6n, los dos principios que pueden constituir el contenido polftico de una constituci6n («Ia elecci6n puede servir al principia de representaci6n, al igual que al de idemidad•>). Schmitt describe los principios como dos polos conceptuales opuestos dentro de los cuales entran todas las consti9

C. Schmitt (1928): Vtifassul/gslehrt, § 19, Munich, Dunker & Humblot, p. 257.

186

I

f

l

tuciones actuates. Toda constituci6n, argumenta Schmitt, presupone cierta concepci6n de Ia unidad del pueblo. Para poder actuar, un pueblo debe scr considerado unificado en un sentido u otro. Identidad x.rcprese:}t~(iQil.S!l~ la£dos.concepciQUS.~.~~rei!'!is ~-!'Jg, ~~e-~!:.£1!!M~.u_nilge_~t~.YnifkadQ. El principi;;(le idemi-A dad descansa sobre Ia idea de que el pueblo «pueda ser capaz de J actuaci6n polltica, ya en su realidad -por vinud de una homogeneidad [ Gleicbartigkeit] fuerte y consciente a consecucncia de firmes fronteras naturales, o por cualesquiera otras rawnes- y entonces es una unidad polltica como magnitud real -actual en su identidad inmediata- consigo misma» 10 • Cuando un grupo de ~ individuos tiene Ia fuerte sensaci6n de ser similar de un modo particularmeme importante, el grupo se convierte en una comunidad _ capaz de acci6n polltica. Su unidad es espontanea; no se impone ' sobre ellos desde fuera. En tal caso, dado que los miembros de Ia comunidad se perciben a sl mismos como similares en lo fundamental, establecen instituciones que tratan de igual modo a todos los miembros. Pero, sobre todo, como se consideran compartiendo esencialmente Ia misma naturaleza, tienden a abolir, tanto como sea posible, roda diferencia entre gobernantes y gobernados. En este semido, segun Schmitt, el principia de ide-ntidad constituye Ia.\ base de Ia democracia y ha hallado sumas profunda expresi6"t enj Rousseau. «D~g'!fia..=crik Schmit.t::::: ~§ la_i!!_entid~c_l_~_t!e \ gobe_I'!la_l!t_e_iy_ggbe!!).ados [Herrsc!Jer und Be!Jerrscbten], ~ntre !2s~ que-mandan -y -los -que _p_bc;_d~cen.» 11 En su forma mas pura, Ia . de_lllocracia !'_(l~tllf'atible con Ia r~p_l'_e_S~_!:t.ci6n. No obstante, Ia democracia no excluye necesariamente una diferenciaci6n fundonal entre gobernantes y gobernados. Lo que sl excluye es que en un Estado democratico Ia distinci6n entre dominar y ser dominado, gobernar y ser gobernado este basada en diferencias cualitativas ode Iugar a elias. En democracia, la dominaci6n y el go bierno no pueden basarse en Ia desigualdad y, por lo tamo, tampoco en

i

' l\

10

Schmitt, VufassungJ/(brt, § 16, p. 205. " Ibid,§ 17, p. 235.

~

187

l \

ttttPJJ&.&.MILZ2lii1G.t&l4UM¥&

!!£ LXUAU£2 m;

l!C

a

l\

'

____ lf!S_l'~INCIPIOS DEL GOBIERN(l_IUO_PRE,SENTATIYQ__ ____ _

f I l

ninguna superioridad de los que dominan o gobiernan, ni en el hccho de que los gobernamcs sean de algun modo cualirarivamente mejorcs que los go bern ados. 12

I

l l.

l

l:f ~

J

f

! I

,,

~

1) <:

1

:t

:: 'i

I'

\j

Los gobernantes pueden tener un papel especial o posici6n diferente de Ia ocupada por los gobernados, pero Ia posici6n no puede ser nunca reflejo de su naturaleza superior. Si estan aurorizados para gobernar, se debe tinicamente a que expresan Ia voluntad del pueblo y han recibido su mandaro. «El principio contrapuesto [el de representaci6n] parte de Ia idea de que Ia unidad poHtica del pueblo como tal nunca puede hallarse presente en identidad real, y por eso tiene que estar siempre representada personal mente por hombres.» 13 La persona del representante en cierto sentido sirve para hacer presente algo que no esti realmeme presente (a Ia unidad poHtica del pueblo, en este caso). El 6rgano del pueblo tinicamente se unifica mediante una persona o instituci6n externa a el. Puede pensarse aqul en el Leviatin de Hobbes, que confiere (desde arriba) Ia unidad poHtica y Ia mediaci6n a lo que en principio no es mas que una multitud dispersa. Entendido de este modo, el principio de representaci6n tiene, segtin Schmitt, una variedad de implicaciones, Basta con indicar aqul c6mo el representante, que por definici6n es externo al pueblo, es independiente de ely no puede atarse a su voluntad 14 • Schmitt supo percibir, por lo tanto, Ia naturaleza dual de las elecciones. Por extrafto que parezca, no lleg6 a ser consciente, sin embargo, de que, segtin su propia definici6n de democracia -un sistema basado en Ia identidad entre gobernantes y gobernados-, las elecciones inherentemente comportan un elemento no democratico: que no pueden producir semejanza o parecido entre gobernantes y gobernados. Su discurso relaciona mas bien Ia dualidad de las elecciones con Ia forma legal y consrirucional de Ia relaci6n entre electores y elegidos. La elecci6n, razona, puetk ser

I

" Ibid. " Ibid,§ 16, p. 205. " Ibid. p. 212.

un merodo democratico si los elegidos son considerados «agentes, procuradores o sirvientes», o sea, si son tratados como «delegado~ dependientes». Esto implica, sin embargo, que las clecciones sori arisrocraticas si los reprcsentantes son independientes en el sentido que le da Ia teorla constitucional al termino, que no estan obliga, dos por instrucciones o mandatos imperativos. El termino emplea1 do en el pasaje (abhiingigen Beauftmgten) pertenece al vocabulariq convencional de Ia teorla constirucional. Para Schmitt, Ia elecci6q potencialmente o es democratica o es aristocratica (in tk Wahl /ie 1 gen· beide Miig/ichkeiten). Una o Ia otra se realizan por Ia disposici6n constirucional que regula Ia relaci6n entre electorado y representantes en Ia realidad (in tkr Wirk/ichkeit). En otras palabras, ScJ:t!Uitt _!!_()__ co~i_q~~~ .'l\l.C..~¥- (!_le.c_cio11es _tengan rea/mente ambos. componemes, sin tener en cuenta Ia relaci6n i:onstitucionar entre eiegidos y electores. Incluso si los representantes no estan obligados por mandaro~, las elecciones son democraticas en el sentido de que dan a todos los ciudadanos Ia misma voz en Ia selecci6n y cese de los representantes. En el caso contrario, aunque los representantes esten obligados por mandatos o instrucciones, las elecciones tienen caricter arisrocratico, ya que los represent~tes no pueden ser similares a sus elecrorados. No pueden ser el p eblo en miniarura, sintiendo, pensando y acruando espontan amente como todo el pueblo. Y probablemente sea esto lo que llev6 a abogar a los panidarios del gobierno representativo con m:js tendencia democratica por Ia prictica de mandatos e instrucciones. Querlan que los representantes estuvieran limitados por disp6siciones legales para contrarrestar los efectos de su inevitable falta de semejanza. Aun asl, Ia teorla de Schmitt sigue siendo crucial para Ia comprensi6n de las elecciones en Ia medida en que ubica el principio fundamental de Ia democracia en Ia semejanza o parecido entre gobernantes y gobernados. Schmitt percibe con gran perspicacia que uno de los mas poderosos atractivos de Ia democracia esta en Ia idea de similitud entre gobernantes y gobernados, incluso aunque no sea consciente de que Ia propia naturaleza de Ia elecci6n , impide tal semejanza. , ~----------,--...---- "' -... ~-~-------

188

II I ~

.

-

.

.

189

__ ---~----~_ll~RNA!!.D MANI!i_ __ ~~~~-~--- --~-------

I

I !

~ j

t l I

I ! I

!

Es probable que Ia forma especlfica del componente aristocratico de Ia elecci6n tenga que ver con el excepcional exito de esta forma de designar gobernantes. En Ia distribuci6n de cargos publicos, Ia elecci6n favorece a individuos o grupos dotados de rasgos distintivos valorados positivamente. Pero las elecciones presentan primero Ia notable propiedad de que, excepci6n hecha de Ia influencia de Ia riqueza, el metodo no predetermina que rasgos otorgan una ventaja en Ia competici6n por los cargos. Aun presuponiendo que el pueblo fuese consciente del efecto aristocnltico, cualquier ciudadano puede esperar beneficiarse algun dfa de dicho efecto como resultado de las transformaciones sociales, ya sean estas en Ia distribuci6n de rasgos entre Ia poblaci6n, en los juicios culturales o de valores, o en ambos. , Ademas, en un contexto particular (por ejemplo, considerando como algo fijo Ia distribuci6n de rasgos entre Ia poblaci6n y los juicios de valor allf presentes), Ia presencia simultanea de componentes elitistas e igualitarios contribuye a asegurar un amplio y estable consenso a favor de Ia utilizaci6n del metodo electivo. En cualquier sociedad o cultura, hay habitualmente grupos que se distinguen por su riqueza o por algun rasgo de valor que no poseen otros grupos. Tales elites generalmente ejercen una influencia desproporcionada en relaci6n con su m1mero. Su apoyo, consecuentemente, es de particular importancia para el sistema y Ia estabilidad de las instituciones. Como el metodo electivo tiende de focto a reservar funciones representativas para esas elites, es bastame probable que reciba su apoyo y aprobaci6n una vez que dichas elites hayan captado Ia naturaleza aristocratica del procedimiento. Como hemos visto, las ventajas de Ia riqueza pueden ser mitigadas o incluso abolidas, pero aun cuando el efecto de Ia riqueza queda anulado completamente, el procedimiento electivo seguira favoreciendo a los grupos que posean una caractedstica distintiva juzgada de modo favorable. Inevitablemente, una u otra caractedstica repercutini sobre Ia opci6n polftica, ya que no se pueden eliminar las limitaciones cognoscitivas ni las de las selecdones.

La inevitable limitaci6n de Ia distinci6n tambien pennite cierta flexibilidad y deja un margen de incertidumbre, aun dentro de los lfmites de una cultura concreta. En un contexto cultural especlfico, no todos pueden esperar que su cualidad distintiva sea juzgada favorablemente, pero Ia cultura no determina tampoco inequfvocamente una unica cualidad que el pueblo considere como positiva. Por lo tanto, diversas elites pueden confiar en que se juzgue favorable su rasgo distintivo o al menos intentar conseguir ese resultado. El metodo electivo es capaz, por ende, de atraer simuldneamente el apoyo de una serie de elites diferentes. Por ultimo, hasta quienes, en un contexto determinado, no se ven como poseedores de ninguna caracterfstica favorable, no dejan de ser conscientes (o al menos siempre pueden ser inducidos a ello) de que su voz es igual que Ia de los demas en Ia selecci6n y cese de los gobernantes. Pueden llegar a tomar consciencia tambien de que tien·en el poder de arbitrar entre diversas elites en Ia competici6n por cargos publicos. En consecuencia, y debido a su naturaleza dual, Ia elecci6n otorga a tan comunes ciudadanos poderosas razones para respaldar su uso. La combinaci6n de elecci6n y sufragio universal constituye incluso lo que puede calificarse como un punto de equilibria argumentativo. Imagine una situaci6n en Ia que ciudadanos comunes (como los definidos con anterioridad), sabedores de que las elecciones reservan los cargos polfticos a personas superiores a ellos, demandan un nuevo metodo de selecci6n, uno que asegure mayor igualdad en Ia distribuci6n de cargos, o un mayor grado de semejanza entre gobernantes y gobernados. Los partidarios del metodo existentc pueden aducir que si, en condiciones de sufragio universal y sin requisitos legales especlficos, el electorado decide elegir predominantemente a elites, Ia responsabilidad recae sobre los votantes, incluyendo a los ciudadanos corrientes. Es improbable que los ciudadanos comunes insistan en que el poder de elegir ciudadanos se otorgue a una autoridad distinta del pueblo. De modo similar, si una determinada elite reclama un procedimiento distributivo que le otorgue una mayor porci6n de cargos de Ia que

190

191

a ;

um21 Aa.un;;; &mnMu

J! t&Z_L kif JSiSi&iT&iW

••

:'

I :I

I

1I

I

BERNARD MAN IN_

· · - · · . __ _l.02_PRINCIPIOS t;JEL GOBIERNORJil'RESEN1:.1lVO

obtiene por el sistema electivo, el contraargumento es facil. Se puede replicar que tener una autoridad externa arbitrando Ia competici6n por los cargos entre varias elites es el arreglo ll)is prudente, ya que ninguna podra concederse a sl misma un mayor porcentaje de cargos (a a imponer un procedimiento que conduzca a tal resultado) sin arriesgarse a provocar Ia oposici6n de los otros. Como dice Guicciardini, que probablemente fue de los primeros en sefialarlo, dejar que los que no tienen acceso a cargos arbitren entre elites en competencia es una soluci6n aceptable, ya que evita el conflicto abierto entre elias. Asl que en ambos casas de protesta contra el sistema electivo, se pueden movilizar poderosos argumentos para restaurar Ia situaci6n inicial. Esto nos lleva de nuevo a Ia idea de Ia constituci6n mixta. La constituci6n mixta fue definida como una mezcla de elementos momlrquicos, aristocraticos (u oligirquicos) y democraticos, cuya combinaci6n fue considerada causa de asombrosa estabilidad 15. ·' Dejando de lado Ia dimensi6n monarquica, Ia elecci6n puede cali- /\ ficarse, por analogla, como una instituci6n mixta. _ ·--"" Hay que resaltar que las dos dimensiones de Ia elecci6n (Ia 1 \ aristocratica y Ia democratica) son objetivamente verdaderas y · ambas acarrean consecuencias significativas. Dem6cratas bienintencionados, pero quiza cindidos, cuando no sencillamente ignorantes del aspecto aristocratico, siempre estan buscando nuevas argumentos para probar que s6lo cuenta Ia dimensi6n igualitaria. Pero siempre habra un estudio emplrico que demuestre que los representantes pertenecen, sabre todo, a determinados y distinguidos estratos de Ia poblaci6n y que esto influye en sus decisiones, mostrando con ella Ia falsedad de cualquier nuevo argumento presentado par los piadosos dem6cratas. A Ia inversa, los partidarios del realismo y Ia desmitificaci6n, ya saluden o deploren el hecho, tampoco lograran nunca probar convincentemente que el aspecto igualitario es pura ilusi6n. No cabe duda de que el debate seguira produciendose. 15

VWe el Capltulo 2.

En Ia constituci6n bien mezdada, debe parecer que ,existen ambos reglmencs (el democratico y el oligarquico) y ningun~ de los dos en particular [dei d'en te polireia te memigmme kalos amphotera dokein tinai kai medeteron], y que basa su salvaci6n en sf misma, y no fuera; en sf misma, no porque sean mayoda los que Ia quicren (pues esto puede ocurrir tambien en un regimen malo), sino porque en absolmo querda otro sistema ninguno de los partidos de la ciudad .'7

Una de las posibles interpretaciones de este complejo pasaje es que una constituci6n esta "bien mezclada>> si puede ser percibida simultaneamente como democritica y oligarquica, o ni de un modo ni del otro, porque entonces, dem6cratas y oligarcas seran capaces de encontrar en ella lo que buscan y por lo tanto apoyar Ia constituci6n par igual. 16 Recordemos que, en los modelos de constituci6n mixta, cada una de las ucs dimensiones cstaba encarnada en un 6rgano distinto: el cOnsul (o el rey, en el sistema inglls, que tambiCn ha sido considerado modelo de gobierno mixto) encarnaba el clemento monirquico; el Senado (o Cimara de los Lores) el aristocritico; y Ia asamblea {o C·hnara de los Comunes) e1 democnhico.

:j

' t

192

!

L

Ambas dimensiones no s61o son igual de rcales; son inseparables. Contrariamente a Ia constituci6n mixta, que era una estructura compleja que abarcaba una serie de elementos, Ia eleccj6n por.el pue_blo es una operaci6n sir~_zp.fe.CJ.U(! flO £.Ue_d(! dividirse en sus componentes16. Susdos propledades estan tan fcrrealnenreenlrCfazadas que posiblemente no puedan escindirse una de Ia otra. Ni las elites ni los ciudadanos corrientes estan en posici6n de retener Ia propiedad que les es favorable, ni de deshacerse de Ia otra, ya que ninguna de las dimensiones esta encarnada en una instituci6n distinta. Ademas, ~ P!Opi~_igu.Uit~rias 'i__ll() _igualjtadas_al_constituid~s ~()S_C,.ra§ de Una unica..e indisal~_!>le _<1J~racl_6n, pern~ite_!lj>_er~ibir_el procedimiento electivo como CQffipJe\~mente democdtico o como completamenKads_t()Cratico dependiendo dC c6tno se mire. Enun pasaje de Ia Pollilca,"qtiepl.ledeserinte.rpretado de varias maneras, Arist6teles escribe:

a sea: u

a.:

1

i

11

Arist6teles, Polltica, IV, 9, l294b 35-40.

193

' &31 Z!JiiiS&U.i!£Ji!IAI!ii210.1tdil&JJU:¥.4U.¥#.J.M .ilki ou:;gaa; t ... Utt4 ,

La eleccion es tal vez una de esas instituciones en las que Ia mezcla es tan completa que tanto las elites como los ciudadanos comunes pueden hallar lo que quieren. Puede que Ia ambigliedad de Ia eleccion sea Ia clave de su excepcional estabilidad.

los seres humanos, el derecho a gobernar solo puede proceder del

,[ibre_.comenti(rliento de aquellos sabre quienes se vaya a ejercer el

La elecciou y !JJs priucipios del derecbo uaturalmodemo

I ~

J

lj

1

Como hemos vista, el triunfo de Ia eleccion como metoda de seleccion de gobernantes debe mucho, historicamente, a Ia concepcion moderna del derecho natural, que se desarrollo a partir de autores como Grocio, Hobbes, Pufendorf, Locke y Rousseau. Sin embargo, cuando se com para con los principios del derecho natural moderno, Ia naturaleza arisrocratica de Ia eleccion, tal y como se define y se expone aqul, parece suscitar dos problemas relacionados entre sf. La concepcion moderna del derecho natural se basa en Ia idea de que rodos los seres humanos comparten un elemento esencial de igualdad, ya se denomine voluntad, razon o conciencia. La teoria del derecho natural moderno reconoce que muchas desigualdades en cuanto a fuerza, habilidad, virtud o riqueza diferencian a los seres humanos, pero sostiene que ninguna de esas desigualdades da por slmisma a los que son superiores en un aspecto ~ otro el derecho a gobernar a los demas 18 • Dada Ia igualdad fundamental entre 1~:~ Aqul es donde radica Ia diferencia crucial emre Ia concepci6n antigua de Ia justicia (como, por ejemplo, en AristOtdes) y Ia concepciOn moderna del derecho natural. Para Arist6tdes, dertas caracterfsticas, alcanz.adas por uno mismo u otorgadas porIa naturaleza, conceden a los que las poseen un dtulo para gobernar e imponer su voluntad sabre los demis, aunque en una ciudad no sea prudente ni.este justificado por c~mpleto rese~ar los cargos exdusivamente a quienes estt~n en pos~16n d~ tales caracterfsuc.as. Determm~­ das personas ticncn derccho a gobernar a otras, d~ee Anst6teles, porque acceden? constguen acercarse mas a Ia excelencia y florecimiemo de Ia naruralez.a humana. La diVergencia fundamemal que separa a Arist6reles de Grocio, Hobbes, Pufendorf o Locke atafie a Ia cuestiOn acerca de que es lo que ororga esc derecho a gobernar e imponcr su voluntad sobre los demis. Los teOricos del derecho naturalmoderno manrienen que ninguna cualidad particular da a una persona el derccho a gobcrnar sobre los dem3.s. E1 derecho necesariamente debe ser otorgado externamente, mediante cl consemimiemo de los otros.

194

poder. Sin embargo, cuando las propicdades intrlnsecas de Ia. elecci6n son tales que los gobernados solo pueden sel~cciot\af. a sus gobernames entre ciertas categorlas de Ia poblacion ipuede .s~guir h~blandose de libre consentimiemo? Ademas, si es cierto que Ia eleccion conduce necesariamente a Ia seleccion de individuos que son de algun modo superiores, ino se colige que en llll sistema electivo son esas cualidades superiores lo que otorgan parte del poder sobre los demis? En respuesta al primer problema, hay que indicae que las limitaciones de distinci6n y relieve no acaban con Ia libertad de los votantes. Supone meramente que los votantes son capaces de elegir a individuos que I) poseen un rasgo distintivo, 2) que este es juzgado favorablemente y 3) que proporciona un criteria de selecci6n polltica. No obstante como se acaba de sefialar, solo el primer elemento (Ia existencia de un rasgo distintivo) es un hecho objetivo, determinado por distribucion estadlstica de cualidades en una poblacion determinada. Los otros dos elementos (valoracion positiva del rasgo en cuestion y su empleo como criteria de seleccion) son decisiones del elecrorado. Asl que los votantes son libres de elegir entre personas que presenten cualidades lo suficientemente escasas como para ser perceptibles. Su libertad esti limitada, pero no abolida. No solo cualquiera puede ser elegido en un contexto particular (al contrario que con el sorteo), sino que, dentro de los llmites traz;ldos por tal contexto objetivo, cualquiera puede parecer superior a los demas en un aspecto u otro. Podra ser elegido entonces en un sistema electivo, mienrras los den1as juzguen Ia caracterlstica distintiva de Ia persona positivamenre y Ia conviertan en su criteria de seleccion propio. Como el metoda clectivo no e~tablece llmi~es ?bje tivos a lo que va ser juzbgado fav obrabledmente y ,\ suva como crtteno, 1os votames conservan astanre 1i erta . La respuesta al segundo problema tiene que ver con consideraciones diferentes. Decir que en un sistema electivo solo los que son objetivamente diferentes y percibidos como superiores puedenlle-

l

•'

~

t

11

195

"

·~·

~',

Z:&¥£2&11&®1££ li 2 JJ.SZ_£_@.¢.12&2111&2LiU.>&it&JZJPQii&4&J&4!&£Mi!.ir-..JhS I

__ ll);ltNAI~lvl,\l-JIN __

i'

___loS I'RINCIPIO_S DEL GOIJ_IERNO REI'RI'.SENTATIVO

I

gar a posiciones de podcr, noes lo mismo que decir que solo individuos objetivamellte superiores pucden llegar al poder. En el segundo caso, los individuos debcrfan su posicion de poder a su superioridad; en el primero, lo que les conduce a ella es Ia percepcion de su superioridad o, dicho de otro modo, el juicio que las otras personas hacen de su caracterlstica distintiva. En un sistema electivo, aunque un individuo pucda resaltar en todos los aspectos, no sera elegido si sus cualidades no son percibidas como superiores por sus conciudadanos. Por lo tanto, el poder no se confiere por 1 los propios rasg~s distintivos, si~o por el acuerdo de orros sobre que rasgos consntuyen una supenondad. · En consecuencia, Ia naturaleza aristocratica de Ia eleccion puede ser compatible con los principios fundamentales del derecho poHtico moderno. Esta compatibilidad, sin embargo, solo se con1 sigue realmente si se cumple una condicion esencial:-los votant~s i han de tener Ia libertad de determinar que cualidades valoran post1 . • \ tivamente y elegir entre esas cualidades Ia que consideren como criteria adecuado para Ia seleccion poHtica. Es preciso distinguir, de un lado, entre las limitaciones puramente formales de Ia diferencia objetiva y Ia superioridad percibida, de otro, los contenidos de los rasgos distintivos y de los criterios del juicio. Las limitaciones formales son compatibles con los principios del derecho moderno a condicion de que el comenido particular de Ia superioridad sea una cuestion de libre eleccion. No va en contra de los principios del derecho natural moderno que los representantes pertcnezcan predominantemente a determinadas categorlas de Ia poblacion, mientras (y esta es Ia condicion esen~ial) esas catego.rlas •., ; no esten predeterminadas objetivamente, sino hbremente elegtdas \ par el electorado. ., . Esra clara que esta libertad de opcton respecto al colltCilldo de Ia preeminencia solo se logra de modo im~erfecto en los gobiern~s represcntativos contemporaneos. En reahdad, tampoco se constguio nunca en el pas ado. A este respecto, el argumento aqul defet~­ dido no se suma a las justificaciones en defensa del estatus; mas bien apunta en direccion a los cam bios requeridos en los gobiernos

I

196

I

t t

I

I

t

I I i f>-

1

representativos con el fin de alinear Ia eleccion con los principios normativos,que presidieron su establecimiento. El primero y el mas importante de los cambios atafie al papel de los recursos economicos en las elecciones. Aunq11e los imperativos de distincion y relieve no comravienen las normas del derecho politico moderno, no hay duda de que silo haec el imperativo de Ia riqueza. El motivo, sin embargo, no es que haya algo en Ia riqueza que Ia haga especialmente indigna para su uso como criterio de selecci6n de gobernantes. Se trata mas bien de que, si Ia ventaja de que gozan los candidatos mas ricos (o las clases pudientes a las que esten inclinados a dirigirse los candidatos en sus peticiones de fondos) deriva del coste de difundir informacion, entonces, Ia superioridad de Ia riqueza otorga el poder por sf misma, y no porque los votantes opten par ella como su criterio de selecci6n. Podemos imaginarnos una situaci6n en Ia que los votantes valoren Ia riqueza en particular y decidan libremcnte adoptarla como criterio de selecci6n. Pueden creer que es probable que los ricos sean mejores gobernantes que los pobres porque, por ejemplo, hay a menudo una correlaci6n entre riqueza y educaci6n. En tal caso, si Ia riqueza es elegida libremente como Ia superioridad apropiada, no se violan los principios del derecho moderno. Asl que el primer cambio requerido es Ia eliminaci6n del efecto de Ia riqueza sobre Ia elecci6n. Los modos mas obvios para avanzar hacia ese objetivo son limitar los gastos electorales, una aplicaci6n estricta de los llmites y Ia financiaci6n publica de las campafias electorales. No obstame,. experiencias recientes parecen mostrar que tales arreglos son insuficientes. Presentan tambien una serie de dificultades tecnicas y parece que ningun gobierno represent,ativo, ni siquiera entre los actuales, ha solucionado el problema de modo satisfactorio. Aun cuando si el efecto distorsionante de Ia riqueza nose presta a una facil eliminaci6n completa, Ia direcci6n general de los cambios requeridos esta bastante mas clara. Serfa preciso un segundo cambia, pero sus consecuencias pdcticas son menos evidemes. El metodo electivo, como hemos visto, esta abierto por sf mismo a cambios en los rasgos distintivos que

~'

> f:

f

197

t

u:n:a fa

UlliL&.Lik!&J&&.CIMtl&iJYLU .2~£ &&ttM&itMA

I pueden servir de criterios selectivos. La historia muestra que efectivamente en los dos tiltimos siglos ha habido cambios. Diferentes tipos de elites se han sucedido en el poder 19 • A la.luz de las exigencias del derecho natural Ia apertura a los camb10s es uno de los meritos de Ia elecci6n. Es condici6n necesaria para que los ciuda' danos sean capaces de elegir libremente el tipo de superioridad que quieren seleccionar. No obstante, Ia apertura a los cambios no es en este caso suficiente para asegurar Ia liberrad de elecci6n. Las variaciones, como hemos visto en los tipos de elites seleccionadas durante los· doscientos tiltimos afios, parecen ser sobre rodo el resultado de los avances sociales, econ6micos y tecnol6gicos. Sin embargo, Ia libertad de elecci6n no est:l asegurada si el contenido espedfico de Ia superioridad est:l tinicamente determinado por factores y circunstancias externos. Los rasgos distintivos de quienes son elegidos deben ser el resultado, en Ia medida de lo posible, de una opci6n consciente y deliberada del electorado. Hay que indicar, no obstante, que aun efectu:lndose esos cambios, el procedimiento electivo descartarla algo: a saber, que los representantes sean similares a sus electorados. Los representantes electos han de tener necesariamente una caracterlstica valorada positivamente y que les distinga de quienes les eligen y que les haga superiores a ellos. La idea democr:ltica de similitud entre J gobernantes y gobernados ha demostrado tan poderoso atractivo desde finales del siglo XVlll, que puede no carecer de importancia demostrar que es incompatible en principio con el procedimiento electivo, aunque se transforme de Ia forma que sea. En un sistema clectivo, Ia tinica cuesti6n posible concierne al tipo de superioridad que ha de regir, pero si se pregunta: «(Quienes son los aristoi que deben gobernar?», el dcm6crata se dirige al pueblo y que este decida.

'I

i

t-

1 I

l !

l

l

CAPITULO 5

l

EL VEREDICTO DEL PUEBLO

l

l I

l

\; \

lI I

I l

I1 1 i

i .\'

Una serie de autores del siglo XX han presentado teorlas sobre Ia democracia que han sido clasificadas (generalmente por sus crlticos) como elitistas I. La primeta y Ia mas influyente de estas fue Ia expuesta por Joseph Schumpeter. Tales teorlas emplean el termino democracia para calificar sistemas politicos del tipo de los existentes en Gran Bretafia, los Estados Unidos o Francia, es decir, gobiernos a los que aqul nos referimos como tepresentativos. Estas teorlas han sido calificadas de elitistas no porque recalquen Ia superioridad cualitativa de los representantes sobre los representados (en el sentido definido en el capitulo anterior), sino porque subrayan otra diferencia, expuesta como esencial, entre el gobierno representativo y el gobierno del pueblo. Se ha sefialado, no sin fundamento, que el eplteto «elitista» no e~ adecuado para 1 V6.se, por ejemplo, P. Bachrach (1973): Thr Throry of Democratic Elitism: A Critiqur, Boston, Little Brown, 1967 {ed. cast.: Buenos Aires, Amorrortu, 1973]. Bachrach

reUne bajo

el

dtulo "Eiitismo democr3.tico)t las teor(as sobre Ia democrada propuestas

por Joseph Schumpeter en CapitaliJm, Socialism, and Dm10mtcy (1942), tercera edid6n, Nueva York, Harper & Row, 1957 {ed. cast.: Czpitalismo, sodalismo y d~mocracia, Barcelona, Edidones Folio, 1984]; Robert Dahl (1956), en A Prifac~ to D(lnocratic Tluory. Chicago, University of Chicago Press; o Giovanni Sartori (1962), en Dtmocratic Tluory. Detroit, Wayne State University Press[ed. cast.: Ttorla dt Ia dnuocmcitJ, 19

Volvercmos a este punto en el Capftulo 6.

198

Madrid, Alianza Editorial, 1994].

199

7.

LA CULTURA POLITICA * por

GABRIEL

A.

ALMOND

y SIDNEY VERBA

Un enfoque sobre Ia cultura politica

Este es un estudio sobre la cultura polftica de la democracia y las estructuras y procesos sociales que la sostienen. La fe de la Ilustracion en el inevitable triunfo de la razon y de la libertad del hombre ha sido sacudida dos veces en las ultimas decadas. El desarrollo del fascismo y del comunismo, despues de la primera guerra mundial, suscito serias dudas acerca de la inevitabilidad de la democracia en Occidente; y aun no podemos estar seguros de que las naciones del continente europeo lleguen a descubrir una forma estable de proceso democnitico que se acomode a sus instituciones sociales y a su cultura particular, solo podemos confiar en que conjuntamente descubrinin una democracia europea. Sin haber resuelto primero estas dudas, los sucesos que siguieron a la segunda guerra mundial han hecho surgir problemas de alcance mundial acerca del futuro de la democracia. Las «estallidos nacionales» en Asia y Africa, asf como la presion casi universal de pueblos anteriormente sometidos y aislados para ser admitidos en el mundo modemo, han planteado esta cuesti6n, de caracter particularmente polftico, en el contexto mas amplio del futuro caracter de la cultura mundial. El cambio de cultura ha adquirido un nuevo significado en la historia del mundo. El progreso en el conocimiento y control de la naturaleza, que tuvo su momento importante en Occidente hace tres o cuatro siglos, se ha transformado en un proceso mundial, y su ritmo se ha acelerado, pasando de siglos a decadas. El problema central de la ciencia polftica consiste en saber cual sera el contenido de esta nueva cultura mundial. Ya tenemos una respuesta parcial a esta pregunta, y podfamos haberla adelantado, partiendo de nuestro conocimiento de los procesos de difu1 si6n cultural. Los bienes ffsicos y sus modos de producci6n parecen ofrecer menos dificultades para su difusi6n. Es evidente que estas facetas de la cultura occidental se difunden rapidamente, junto con la tecnologfa de la que dependen. Ya que la modemizaci6n * Ed. original: G. A. Almond y S. Verba, The Civic Culture, cap. 1, <
172

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

economica y la unificacion nacional exigen una gran inversion social, en el mas alto nivel, en concepto de transportes, comunicaciones y educacion que, a su vez, requieren control, regulacion y administracion, se difunde tambien con relativa facilidad la pauta de una burocracia racional. El concepto de la burocracia eficaz tiene muchos puntos comunes con la idea de tecnologia racional. Lucien Pye habla de una organizacion social mo2 dema basada en una tecnologia organizada. Posee, en comun con la ingenieria y la tecnologia, una mezcla de racionalidad y autoridad. La ingenieria es la aplicacion de racionalidad y autoridad a las cosas materiales; la organizacion social modema consiste en su aplicacion a los seres humanos y grupos sociales. Aunque el mundo no occidental esta lejos de haber desarrollado con exito una tecnologia industrial y una burocracia eficiente, no hay duda que desea tales instituciones y las comprende en parte. Lo problematico en el contenido de la cultura mundial naciente es su caracter politico. Mientras que el movimiento, en el sentido tecnologico y de racionalidad organizadora, presenta gran uniformidad en todo el mundo, la direccion del cambio politico es menos clara. Pero es posible discemir un aspecto en esta nueva cultura politica mundial: sera una cultura politica de participacion. En todas las naciones jovenes del mundo esta ampliamente difundida la creencia de que el individuo corriente es politicamente importante; que debe ser un miembro activo del sistema politico. Grandes grupos de personas, que han permanecido apartadas de la politica, solicitan su ingreso en la misma. Y son raros los dirigentes politicos que no se declaran solidarios con esta meta. Aunque esta proxima cultura politica mundial aparece dominada por el impulso de la participacion, no se sabe cual sera el modo de dicha participacion. Las naciones nuevas se enfrentan a dos modelos diferentes de Estado modemo de participacion: el democratico y el totalitario. El primero ofrece al hombre medio la oportunidad de participar en el proceso de las decisiones politicas en calidad de ciudadano influyente; el segundo le 3 brinda el papel de «subdito participante». Ambos modelos tienen sus atractivos para las naciones jovenes, y no puede decirse cual vencera; si es que no surge una nueva combinaci6n de los dos. Si el modelo democratico del Estado de participacion ha de desarrollarse en estas naciones, se requerira algo mas que las instituciones formales de una democracia: el sufragio universal, los partidos politicos, la legislatura electiva. Estas, de hecho, se incluyen tambien en el modelo totalitario de participacion, en un sentido formal ya que no funcional. Una forma democratica del sistema politico de participacion requiere igualmente una cultura politica coordinada con ella. Ahora bien, la aplicacion de la cultura politica de los paises democraticos occidentales a las naciones jovenes enfrenta serias dificultades. Hay dos razones principales. La primera de ellas afecta a la naturaleza misma de la cultura democratica. Las grandes ideas de la democracia -libertad y dignidad del individuo, principio de gobiemo con el consentimiento de los gobemados- son conceptos 2. Committee on Comparative Politics, Social Science Research Council, <<Memorandum on the Concept of Modernization», noviembre 1961. 3. Vease Frederick C. Barghoom, «Soviet Political Culture rel="nofollow">>, documento preparado para el Summer Institute on Political Culture, bajo el patrocinio del Committee on Comparative Politics, Social Science Research Council, verano de 1962.

LA CULTURA POLITICA

173

elevados y fecundos. Atraen a mucbos de los lideres de los nuevos Estados y de otras naciones mas antiguas en periodo de renovaci6n. Pero los principios impulsores de la politica democratica y de su cultura cfvica -Ia manera como los dirigentes politicos toman sus decisiones, sus normas y actitudes, asf como las normas y actitudes del ciudadano corriente, sus relaciones con el gobierno y con los demas conciudadanos- son componentes culturales mas sutiles. Tienen las caracteristicas mas difusas del sistema de creencias o de c6digos de relaciones personales que, como nos dicen los antrop6logos, se difunden s6lo con grandes dificultades, experimentando cambios sustanciales durante el proceso. Realmente, la ciencia social de Occidente s6lo ba iniciado Ia codificaci6n de las caracteristicas operativas de la politica democratica. La doctrina y la practica de una burocracia racional como instrumento de los poderes politicos democraticos tienen menos de un siglo de existencia. S6lo en 1930 se expresaron por primera vez en Inglaterra dudas acerca de la posibilidad de una burocracia neutral, y estas dudas continuan muy extendidas actualmente en el continente europeo. La compleja infraestructura de la politica democratica -partidos politicos, intereses de grupo y medios de comunicaci6n masiva-, asf como Ia comprensi6n de sus m6viles internos, normas operativas y precondiciones psicosociales penetran actualmente en Ia conciencia occidental. De este modo, se proporciona a los dirigentes de las naciones j6venes una imagen oscura e incompleta de una politica democratica, deformando gravemente Ia ideologfa y las normas legales. Lo que debe aprenderse de una democracia es cuesti6n de actitudes y sentimientos, y esto es mas diffcil de aprender. La segunda raz6n de las dificultades que encuentra la difusi6n de una democracia entre las nuevas naciones radica en los problemas objetivos con que se enfrentan dicbas naciones. Entran en la bistoria con sistemas tecnol6gicos y sociales arcaicos, atrafdas por el brillo y el poder de las revoluciones tecnol6gicas y cientfficas. No es diffcil darse cuenta de las razones que las empujan bacia una imagen tecnocratica de la politica: una politica en la que predomina la burocracia autoritaria y en que Ia organizaci6n politica se transforma en divisa para Ia ingenieria bumana y social. Pero en mucbos casos, tal vez en todos, aunque en diferente medida, los lideres de las naciones en vias de modernizaci6n advierten las deformaciones y los peligros que se presentan al adoptar una forma autoritaria de sistema politico. Aunque no puedan captar plenamente los equilibrios sutiles del sistema politico democratico y las facetas mas finas de la cultura cfvica, tienden a interpretar su legitimidad como la expresi6n de un movimiento bacia el sistema politico bumano. Al caracterizar su situaci6n no bemos consignado un elemento significativo. Porque, aunque es cierto que estas naciones estan fascinadas por la ciencia y la tecnologfa y atrafdas bacia un sistema politico tecnocratico como medio para alcanzar las cosas nuevas de este mundo, son tambien bijos de sus propias culturas tradicionales y preferirian respetar esas culturas, si les dejaran Ia opci6n.

La cultura clvica La cultura cfvica es una respuesta a dicba ambivalencia pues no es una cultura moderna, sino una mezcla de Ia modernizaci6n con Ia tradici6n. C. P. Snow, con su peculiar

174

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

prosa acerada, nos ha presentado una dicotomia exagerada entre las culturas humanistica y cientifico-tecnica. Shils toma su punto de partida en Snow, arguyendo que ha notado la falta de una tercera cultura -la cultura dvica- que, al contener las otras dos culturas, la cientifica y la humanistica-tradicional, las capacita para la mutua influencia e inter4 cambio sin que se destruyan ni polaricen entre s£. Herring, apoyandose de modo parecido en la dicotomia de Snow, afirma que la cultura occidental es pluralista, y que la tesis de Snow de un grado de conflicto entre la ciencia y el humanismo, de caracter mas tradicional, pasa por alto la diversidad cultural de la sociedad occidental y, en particular, la cualidad comun a las culturas cientifica y democratica: su actitud experimental. Herring opina que ciencia y democracia tienen un origen comun en la cultura humanistica de Occidente. Pero, al tener funciones distintas, difieren en aspectos importantes. La ciencia es racional, avanza en linea recta, «... aborrece medias soluciones». La cultura democratica o civica surgi6 como una forma de cambio cul5 tural «econ6mico» y humano. Sigue un ritmo lento y «busca el comun denominador». El desarrollo de la cultura civica en Inglaterra puede entenderse como resultado de una serie de choques entre modemizaci6n y tradicionalismo, choques con la suficiente violencia como para realizar cambios significativos, pero, sin embargo, no tan fuertes o concentrados en el tiempo para causar desintegraci6n o polarizaci6n. Debido en parte a su seguridad insular, lnglaterra lleg6 a la era del absolutismo y unificaci6n nacional con capacidad para tolerar mayor autonomia aristocratica, local y corporativa de la que pudo ser admitida por la Europa continental. Un primer paso en el camino de la secularizaci6n fueron la separaci6n de la Iglesia de Roma y los comienzos de tolerancia para diversos credos religiosos. Un segundo paso fue el nacimiento de una clase comerciante pr6spera y consciente de su valia, asi como la participaci6n de la monarquia y la nobleza en los riesgos y calculos del comercio y de los negocios. Arist6cratas independientes con un poder local seguro en el campo, valerosos inconformistas, mercaderes ricos y conscientes de su poder: he aqui las fuerzas que transformaron la tradici6n de los territorios feudales en tradici6n parlamentaria y capacitaron a lnglaterra para atravesar la era del absolutismo sin sufrir merma en su pluralismo. Gran Bretafia inici6 asi la revoluci6n industrial con una cultura politica en sus clases rectoras que le permiti6 absorber sin profundas discontinuidades los grandes y rapidos cambios en la estructura social de los siglos xvm y XIX. El partido aristocratico de los Whigs logr6 formar una coalici6n con los mercaderes e industriales inconformistas, y establecer firmemente los principios de la supremacia y representaci6n parlamentarias. Las fuerzas tradicionales aristocraticas y monarquicas asimilaron esta cultura civica en una medida suficiente para competir con las tendencias secularizadoras en favor del apoyo popular y, 4. C. P. Snow, The Two Cultures and the Scientific Revolution, Nueva York, 1961, y Edward A. Shils, Demagogues and Cadres in the Political Development of the New States, memorandum preparado para el Committee on Comparative Politics, Social Science Research Center, septiembre 1961, pp. 20-21. Hemos tornado el titulo de este apartado del trabajo de Shils, y del empleo del concepto <> en otros escritos suyos. Para un excelente amilisis de las relaciones entre las culturas cientffica y humanfstica, vease Shils, <>, en T. Parsons; E. Shils; K. Naegele, y J. Pitts, Theories of Society, Nueva York, 1961, vol. II, pp. 1414 y ss. 5. E. P. Herring, <>, Items, Consejo de Investigaciones de Ciencias Sociales, vol. XV, mim. 1, tomo 2, mltrzo 1961, p. I.

LA CULTURA POLITICA

175

ciertamente, para mitigar su racionalismo y trasmitirles el amor y el respeto bacia el canicter sagrado de la nacion y sus antiguas instituciones. Nacio asf una tercera cultura, ni tradicional ni modema pero que participaba de ambas, una cultura pluralista basada en la comunicacion y la persuasion, una cultura de consensa y diversidad, una cultura que permitfa el cambia, pero tambien lo moderaba. Fue la cultura cfvica. Una vez consolidada, las clases trabajadoras podfan entrar en el juego politico y, a traves de un proceso de tanteos, encontrar ellenguaje adecuado para presentar sus demandas y los medias para hacerlas efectivas. En esta cultura de diversidad y consenso, racionalismo y tradicionalismo, pudo desarrollarse la estructura de la democracia inglesa: parlamentarismo y representacion, el partido politico colectivo y la burocracia responsable y neutral, los grupos de intereses asociativos y contractuales y los medias de comunicacion autonomos y neutrales. El parlamentarismo ingles inclufa las fuerzas tradicionales y modemas; el sistema de partidos las reunfa y combinaba; la burocracia era responsable ante las nuevas fuerzas politicas; y los partidos politicos, grupos de intereses y medias neutrales de comunicacion se mezclaban continuamente con las agrupaciones difusas de la comunidad y con sus redes primarias de comunicacion. Nos hemos concentrado en la experiencia inglesa porque toda la historia del nacimiento de la cultura cfvica esta recogida en la historia inglesa, mientras que su desarrollo en los Estados Unidos y en los pafses del antiguo Imperio britanico se inicio cuando ya se habfan ganado algunas de las batallas mas importantes. En realidad, en el transcurso del siglo XIX, el desarrollo de la cultura democratica y de la infraestructura fue mas rapido y menos equfvoco en los Estados Unidos que en Inglaterra, puesto que los Estados Unidos constitufan una sociedad nueva que se extendfa rapidamente sin que, basta cierto grado, la obstaculizaran instituciones tradicionales. Aunque sus modelos basicos son semejantes, las culturas cfvicas de Inglaterra y de los Estados Unidos tienen un contenido algo diferente, y reflejan tales diferencias en sus historias nacionales y estructuras sociales. En el continente europeo, el panorama es mas variado. Aunque sus modelos difieren en muchos aspectos de los de Inglaterra y Norteamerica, los pafses escandinavos, Rolanda y Suiza han elaborado su propia version de una cultura politica y de una practica de adaptacion y compromiso. En Francia, Alemania e Italia, los choques entre las tendencias modemizadoras y los poderes tradicionales parecen haber sido demasiado masivos y poco dispuestos al compromiso para que permitieran el nacimiento de una cultura comparada de adaptacion politica. La cultura cfvica esta presente en la forma de una aspiracion o deseo, y la infraestructura democratica todavfa no se ha conseguido. Por consiguiente, la cultura cfvica y el sistema politico abierto son los grandes y problematicos dones del mundo occidental. La tecnologfa y la ciencia occidentales han dejado de ser patrimonio unico de Occidente y, por todas partes, estan destruyendo y transformando sociedades y culturas tradicionales. t,Podran difundirse con la misma amplitud el sistema politico abierto y la cultura cfvica, que constituyen el descubrimiento del hombre para tratar, de una manera humana y razonable, el cambia y la participacion sodales? Al considerar el origen del sistema politico abierto y de la cultura cfvica -en realidad, al considerar las zonas del mundo occidental en que su nacimiento todavia se pone

176

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

en duda-, podemos ser victimas de uno o de ambos de los estados de animo siguientes. El primero es de intriga o temor reverencial ante un proceso por el que la humanidad, en solo una pequeiia parte de la superficie terrestre, ha avanzado trabajosa y confusamente para domar la violencia de un modo razonable y humano, y se ha movido casi a ciegas hacia su transforrnaci6n en un instrumento constructivo, capaz de servir a todos los intereses. En cuanto intriga o misterio, resulta ser una herencia cultural unica, inasequible para los extraiios. El segundo estado de animo es el pesimismo, y este parece haber reemplazado al optimismo democnltico que existfa antes de la primera guerra mundial. j,C6mo puede trasplantarse fuera de su contexto hist6rico y cultural un conjunto de acuerdos y actitudes tan fnigiles, complicados y sutiles? 0 bien, l,C6mo pueden sobrevivir estas sutilezas y etiquetas humanas, incluso entre nosotros mismos, en un mundo aprisionado por una ciencia y tecnica desenfrenadas, que destruyen la tradici6n, la comunidad humana y posiblemente incluso la vida misma? Nadie puede dar respuestas definitivas a tales preguntas. Pero, como soci6logos, podemos plantear las preguntas de tal manera que obtengamos respuestas utiles. Mientras participamos, tal vez, de ese estado de animo de respetuosa admiraci6n ante lo complicado del mecanismo democnitico y la experiencia hist6rica unica de la que ha surgido, nos enfrentamos a un reto hist6rico contemporaneo, para el que un estado de animo, en sf mismo, resulta respuesta inadecuada. Si queremos comprender mejor los problemas de la difusi6n de la cultura democnitica, debemos ser capaces de especificar el contenido de lo que ha de ser difundido, desarrollar medidas apropiadas para ello y descubrir sus incidencias cuantitativas y su distribuci6n demognifica en pafses con un ancho margen de experiencia democnitica. Provistos de estos conocimientos, podremos especular racionalmente sobre «cuanto de que cosa» debe encontrarse en un pais antes de que las instituciones democniticas echen raices en actitudes y expectativas congruentes. Los esfuerzos realizados para resolver estos problemas se han basado, por lo general, en impresiones y deducciones obtenidas de la historia, en consecuencias extrafdas de ideologfas democniticas, en deterrninados tipos de an
LA CULTURA POLITICA

177

poder de un modo inteligente para no alterar el sistema politico. Teoricos de la democracia, desde Aristoteles a Bryce, han insistido en que las democracias se mantienen gracias a la participacion activa de los ciudadanos en los asuntos publicos, a un elevado nivel de informacion sobre estos mismos asuntos y a un sentido muy difundido de responsabilidad civica. Estas teorias nos dicen como debe ser un ciudadano democnitico, si quiere comportarse de acuerdo con los presupuestos del sistema. Un tercer tipo de investigacion sobre las condiciones que favorecen el desarrollo de una democracia estable son los estudios de las condiciones economicas y sociales asociadas a sistemas democniticos. Se continua asi una vieja tradicion aristotelica. Lipset clasifico las naciones de Europa (incluyendo la antigua Commonwealth) e Hispanoame6 rica en «democracias estables» y «democracias inestables y dictaduras». La inclusion en uno u otro grupo se basaba en la trayectoria historica de estos paises. Reunio luego toda la informacion estadistica asequible de las condiciones economicas y sociales en dichos paises, el grado de industrializacion y urbanizacion, el nivel de alfabetizacion y las pautas de educacion. Sus resultados presentan un paralelismo relativamente convincente entre estos indices de «modemizacion» y una democratizacion estable. James Coleman, en un analisis semejante, que incluia Asia sudoriental, Asia meridional, Oriente Medio, Africa y Latinoamerica, hallo tambien una estrecha correlacion entre los indices de modemi7 zacion y democratizacion. El principal problema que presentan estos estudios es que se abandonan al campo inductivo las consecuencias culturales y psicologicas de tecnologias y procesos «modemos». Sabemos que las democracias, comparadas con otros sistemas politicos, tienden a poseer personas mas educadas e instruidas, que sus ingresos per capita y sus riquezas son mayores, y que disfrutan en mayor proporcion de las comodidades de la civilizacion modema. Pero este tipo de analisis no solo omite la base psicologica de la democratizacion, sino que tampoco puede explicar los casos significativos que no se amoldan a la norma. Asi, Alemania y Francia, que ocupan un puesto elevado en la escala de modemizacion, son clasificadas por Lipset entre las democracias inestables. Cuba y Venezuela, que se hallan entre las primeras en el desarrollo economico de America Latina, poseen un largo historial de dictadura e inestabilidad. Esta clase de analisis sugiere hipotesis, pero no nos dice directamente que conjunto de actitudes se asocia con la democracia. Otro tipo de enfoque sobre la cultura y la psicologia de una democracia se basa en las introspecciones del psicoanalisis. Harold Lasswell es quien mas ha avanzado al deta8 llar las caracteristicas de la personalidad de un «democrata». En su lista de cualidades democraticas incluye: 1) un «ego abierto», es decir, una postura calida y acogedora en relacion con el projimo; 2) aptitud para compartir con otros valores comunes; 3) una orientacion plurivalorizada antes que monovalorizada; 4) fe y confianza en los demas hombres, y 5) relativa ausencia de ansiedad. Si bien la relacion entre estas caracteristicas y una conducta democratica parece ser clara, las cualidades democraticas de Lasswell no 6. Lipset, Seymour M., Political Man, Nueva York, 1960, pp. 15 y ss. 7. Gabriel A. Almond y James Coleman, The Politics of the Developing Areas, Princeton, N.J., 1960, pp. 538 y ss. 8. The Political Writings of Harold D. Lasswell, Glencoe, Ill., 1951, pp. 195 y ss.; Laswell, Power and Personality, Nueva York, 1946, pp. 148 y ss.

178

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

constituyen actitudes y sentimientos especfficamente politicos y, en realidad, pueden encontrarse con mucha frecuencia en sociedades que no son democniticas en su estructura. Nuestro estudio surge de este cuerpo te6rico acerca de las caracteristicas y condiciones previas de la cultura de la democracia. Hemos hecho una serie de experimentos, para probar algunas de estas hip6tesis. Mas que inferir las caracteristicas de una cultura democratica de instituciones polfticas o condiciones sociales, hemos intentado especificar su contenido, examinando actitudes en un numero determinado de sistemas democraticos en funcionamiento. Y mas que derivar las precondiciones sociales y psicol6gicas de una democracia partiendo de teorias psicol6gicas, hemos buscado determinar si tales relaciones se encuentran realmente en sistemas democraticos en funcionamiento, y hasta que punto. No afirmamos que nuestro estudio acabara con la especulaci6n y ofrecera las proposiciones exactas y comprobadas de una teoria completa de la democracia; sostenemos, mas bien, que algunas de estas proposiciones sobreviviran a la comprobaci6n mediante un analisis empirico-cuantitativo, y que algunas otras no lo haran. Esta fase experimental ha de enfocar y dirigir la investigaci6n, ofreciendo algunas respuestas a antiguos problemas y sugiriendo algunas nuevas preguntas. En otro sentido, confiamos contribuir tambien al desarrollo de una teoria cientifica de la democracia. La inmensa mayoria de las investigaciones empiricas sobre actitudes democraticas se ha realizado en los Estados Unidos. Ademas de nuestro propio pais, hemos incluido en nuestro trabajo a Gran Bretafia, Alemania, ltalia y Mexico. Mas adelante explicamos por que hemos elegido estos paises en concreto. Nuestro estudio de cinco paises nos ofrece la oportunidad de escapar al particularismo norteamericano y descubrir si las relaciones basadas en datos norteamericanos se encuentran tambien en otros paises democraticos, cuyas experiencias hist6ricas y estructuras polfticas y sociales son diferentes en cada caso.

Tipos de cultura politica En nuestro estudio comparativo de las culturas politicas de cinco democracias contemporaneas empleamos una serie de conceptos y clasificaciones que sera conveniente determinar y definir. Hablamos de «cultura polftica» de una naci6n antes que de «canicter nacional» o «personalidad formal», y de «socializaci6n polftica», antes que del desarrollo o educaci6n infantil en terminos generales. No elegimos estos terminos porque i'echacemos las teorias psicol6gicas y antropol6gicas que relacionan las actitudes politicas con otros componentes de la personalidad, o porque no admitamos las teorias que subrayan la relaci6n existente entre el desarrollo del niiio en terminos generales y la inducci6n del niiio hacia sus roles y actitudes polfticas de adulto. En realidad este trabajo no hubiera podido ser realizado sin las investigaciones precedentes de dichos historiadores, fil6sofos sociales, antrop6logos, soci6logos, psic6logos y psiquiatras, que se han ocupado de estudiar las relaciones entre las caracteristicas psicol6gicas y polfticas de las naciones. El presente trabajo ha sido influenciado, concretamente, por la «cultura-personalidad» o «enfo-

LA CULTURA POLITICA

179

que psicocultural» con relaci6n al estudio de los fen6menos politicos. Este enfoque ha causado, en los ultimos veinticinco aftos, una bibliografia te6rica y monognifica muy im9 portante. Empleamos el termino cultura politica por dos razones. En primer lugar, si queremos descubrir las relaciones entre actitudes politicas y no polfticas y modelos de desarrollo, debemos separar las primeras de los ultimos, aunque la separaci6n entre ellos no sea tan marcada como pudiera sugerir nuestra terminologfa. Asf, el termino cultura polftica se refiere a orientaciones especfficamente politicas, posturas relativas al sistema politico y sus diferentes elementos, asf como actitudes relacionadas con la funci6n de uno mismo dentro de dicho sistema. Hablamos de una cultura polftica del mismo modo que podrfamos hablar de una cultura econ6mica o religiosa. Es un conjunto de orientaciones relacionadas con un sistema especial de objetos y procesos sociales. Pero tambien escogemos la palabra cultura polftica, antes que cualquier otro concepto especial, porque nos brinda la posibilidad de utilizar el marco conceptual y los enfoques de la antropologfa, la sociologfa y la psicologfa. Nuestro pensamiento se enriquece cuando empleamos, por ejemplo, categorias antropol6gicas y psicol6gicas, tales como socializaci6n, conflicto cultural y aculturaci6n. De modo parecido, nuestra capacidad para entender el nacimiento y transformaci6n de los sistemas politicos crece al fijamos en las teorias y especulaciones que se ocupan de los fen6menos generales de estructura y proceso sociales. Reconocemos que los antrop6logos utilizan el termino cultura en muchos sentidos y que, al introducirlo en el vocabulario conceptual de las ciencias politicas, corremos pe9. Entre otros, pueden hallarse trabajos te6ricos de tipo general con este enfoque en Ruth Benedict, Patterns of Culture, Nueva York, 1934; Alex Inkeles y Daniel Levinson, <>, en Gardner Linzey, ed., Handbook of Social Psychology. Cambridge, Mass., 1954, vol. II; Bert Kaplan, ed., Studying Personality Cross-Culturally, Evanston, Ill., 1961; Abram Kardiner, The Psychological Frontiers of Society, Nueva York, 1939; Kardiner, The Individual and His Society, Nueva York, 1945; Clyde Kluckhohn, Henry Murray y David Schneider, Personality in Nature, Society and Culture, Nueva York, 1955; Harold D. Lasswell, <>, en Daniel Lerner y Harold D. Lasswell, The Policy Sciences, Stanford, 1951. Particularmente importante para nuestro trabajo es Alex Inkeles, <>, Human Relations, vol. V, 1952; Geoffrey Gorer y John Rickman, The People of Great Russia, Londres, 1949; Nathan Lenes, A Study of Bolshevism, Glencoe, Ill., 1953; Margaret Mead, Soviet Attitudes Toward Authority, Nueva York, 1951, y Dinko Tomasic, The Impact od Russian Culture on Soviet Communism, Glencoe, Ill., 1953. Para Inglaterra, vease Geoffrey Gorer, Exploring English Character, Nueva York, 1955. Para Francia, vease Nathan Lettes, On the Games of Politics in France, Stanford, 1959; Rhoda Metraux y Margaret Mead, Themes in French Culture, Stanford, 1954; y Lawrence Wylie, Village in The Vaucluse, Cambridge, Mass., 1957. Y para Jap6n, vease Ruth F. Benedict, The Chrisanthemum and The Sword, Boston, 1946.

180

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

ligro de introducir sus ambigiiedades lo mismo que sus ventajas. Aqui unicamente podemos subrayar que empleamos el concepto de cultura en uno solo de sus mucbos significados: en el de orientaci6n psicol6gica hacia objetos sociales. Cuando bablamos de la cultura politica de una sociedad, nos referimos al sistema politico que informa los conocimientos, sentimientos y valoraciones de su poblacion. Las personas son inducidas a dicbo sistema, lo mismo que son socializadas bacia papeles y sistemas sociales no politicos. Los conflictos de culturas politicas tienen mucbo en comun con otros conflictos culturales, y los procesos politicos de aculturacion se entienden mejor si los contemplamos en los terminos de las resistencias y tendencias a la fusion y a la incorporacion del cambio cultural en general. De este modo, el concepto de cultura politica nos ayuda a evitar la ambigiiedad de terminos antropologicos tan generales como el de etica cultural, y a evitar igualmente el supuesto de bomogeneidad que el concepto implica. Nos da la posibilidad de formular bipotesis acerca de las relaciones entre los diferentes componentes de una cultura y a comprobar empfricamente dicbas bipotesis. Con el concepto de socializacion politica podemos trascender los supuestos, mas bien simples, de la escuela psicocultural respecto a las relaciones entre las pautas generales de desarrollo infantil y las actitudes politicas del adulto. Podemos relacionar actitudes politicas especificas del adulto y tendencias bebavioristas del mismo con experiencias socializantes politicas, manifiestas y latentes, de la infancia. La cultura politica de una nacion consiste en la particular distribucion entre sus miembros de las pautas de orientacion bacia los objetos politicos. Antes de que podamos llegar a tal distribucion, necesitamos disponer de algun medio para comprobar sistematicamente las orientaciones individuales bacia objetos politicos. En otras palabras, es necesario que definamos y especifiquemos los modos de orientacion politica y las clases de objetos politicos. Nuestra definicion y clasificacion de tipos de orientacion politica sigue 10 a Parsons y Sbils, como bemos indicado en otro lugar. La orientacion se refiere a los aspectos internalizados de objetos y relaciones. lncluye: 1) «orientacion cognitiva», es decir, conocimientos y creencias acerca del sistema politico, de sus papeles y de los incumbentes de dicbos papeles en sus aspectos politicos (inputs) y administrativos (outputs); 2) «orientacion afectiva», o sentimientos acerca del sistema politico, sus funciones, personal y logros; y 3) «orientacion evaluativa», los juicios y opiniones sobre objetos politicos que involucran tipicamente la combinacion de criterios de valor con la informacion y los sentimientos. Al clasificar los objetos de orientacion politica, empezamos con el sistema politico «generado». Tratamos aqui del sistema en conjunto, e incluimos sentimientos tales como el patriotismo o el desprecio por lo propio, los conocimientos y valoraciones de una nacion, tales como «grande» o «pequefia», «fuerte» o «debil» y de un sistema politico, como «democratico», «constitucional» o «socialista». En el otro extremo distinguimos orientaciones bacia «uno mismo» como elemento politico activo, y el contenido y la cualidad del sentido de competencia personal confrontado con el sistema politico. Al tratar los elementos com10. Gabriel A. Almond, <
LA CULTURA POLITICA

181

ponentes de un sistema politico, distinguimos, en primer lugar, tres amplias categorias de objetos: 1) roles o estructuras especificas, tales como cuerpos legislativos, ejecutivos o burocniticos; 2) titulares de dicbos roles, como lo son monarcas, legisladores y funcionarios, y 3) principios de gobierno, decisiones o imposiciones de decisiones publicas y especificas. Estas estructuras, titulares de roles y decisiones, pueden clasificarse a su vez de modo amplio, teniendo en cuenta si estan conectadas al proceso politico (input) o al proceso administrativo (output). Por proceso politico entendemos la corriente de demandas que vade la sociedad al sistema politico y la conversion de dicbas demandas en principios gubernativos de autoridad. Algunas de las estructuras incluidas de un modo predominante en el proceso politico son los partidos politicos, los grupos de intereses y los medios de comunicacion. Por proceso administrativo u output entendemos aquel mediante el cual son aplicados o impuestos los principios de autoridad del gobierno. Las estructuras predominantemente implicadas en este proceso incluirian las burocracias y los tribunates de justicia. Nos damos cuenta de que cualquiera de estas distinciones violenta la continuidad efectiva del proceso politico y la plurifuncionalidad de las estructuras politicas. Gran parte del trabajo politico lo realizan las burocracias y los tribunates de justicia; y estructuras, que nosotros calificamos de politicas, como los grupos de intereses y los partidos politicos, se encargan mucbas veces de detalles administrativos e impositivos. Nos referimos aqui a una diferencia de acento que resulta, ademas, de gran importancia para la clasificacion de las culturas politicas. La distincion que bacemos entre culturas de participacion e imposicion o de subdito se basa, en parte, en la presencia o ausencia de orientacion bacia estructuras input o politicas especializadas. Para nuestra clasificacion de las culturas politicas no es de gran importancia que dicbas estructuras politicas especializadas se encuentren tambien implicadas en la realizacion de funciones impositivas y que las estructuras administrativas u outputs especializadas se ocupen igualmente de funciones politicas. El punto importante para nuestra clasificacion estci en saber bacia que objetos politicos se orientan los individuos, como se orientan bacia los mismos y si tales objetos estan encuadrados predominantemente en la corriente «superior» de la accion politica o en la «inferior» de la imposicion politica. Trataremos de este problema con mas detalle cuando definamos las principales clases de cultura politica.

CUADRO

1 Sistema como objeto general

Cognici6n

Afecto Evaluaci6n

7.1.

Dimensiones de orientaci6n politica 2

3

4

Objetos politicos

Objetos Administrativos

(inputs)

(outputs)

Uno mismo como objeto

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

182

Podemos confirmar lo dicho hasta aquf sobre orientaciones individuates hacia los sistemas politicos mediante una simple matriz de 3 por 4. El cuadro 7.1 nos indica que la orientaci6n politica de un individuo puede ser comprobada sistematicamente si analizamas los siguientes extremos: 1. 1., Que conocimientos posee de su naci6n y de su sistema politico en terminos generales, de su historia, situaci6n, potencia, caracteristicas «constitucionales» y otros temas semejantes? 1.,Cuales son sus sentimientos hacia estas caracteristicas? 1.,Cuales son sus opiniones y juicios, mas o menos meditados, sobre ellas? 2. 1.,Que conocimientos posee de las estructuras y roles de las diferentes elites polfticas y de los principios de gobiemo implicados en la corriente superior de la funci6n polftica activa? 1.,Cuales son sus sentimientos y opiniones sobre estas estructuras, los dirigentes politicos y los programas de gobiemo? 3. 1.,Que conocimientos tiene de la corriente inferior de la imposici6n polftica, de las estructuras, individuos y decisiones implicados en estos procesos? 1.,Cuales son sus sentimientos y opiniones sabre ellos? 4. 1.,C6mo se considera a sf mismo en cuanto miembro de su sistema politico? 1., Que conocimiento tiene de sus derechos, facultades, obligaciones y de la estrategia a seguir para tener acceso a la influencia polftica? 1.,Que piensa acerca de sus posibilidades? 1.,Que normas de participaci6n ode ejecuci6n reconoce y emplea al formular juicios politicos u opiniones? Caracterizar la cultura politica de una naci6n significa, en efecto, rellenar una matriz semejante mediante una muestra valida de su poblaci6n. La cultura politica se constituye por la frecuencia de difer:entes especies de orientaciones cognitivas, afectivas y evaluativas hacia el sistema politico en general, sus aspectos politicos y administrativos y la propia persona como miembro activo de la politica.

LA CULTURA POLITICA PARROQUIAL

Cuando la frecuencia de orientaci6n hacia objetos politicos especializados de los cuatro tipos detallados en el cuadro 7.1 se acerca a cera, podemos hablar de una cultura polftica parroquial. Las culturas politicas de las sociedades tribales africanas y de las co11 munidades locales aut6nomas a las que se refiere Coleman entrarian en esta categoria. En estas sociedades no hay roles politicos especializados: elliderazgo, la jefatura del clan o de la tribu, el «chamanismo» son roles difusos de tipo politico-econ6mico-religioso y, para los miembros de estas sociedades, las orientaciones politicas hacia dichos roles no estan separadas de sus orientaciones religiosas o sociales. Una orientaci6n parroquial supone tambien la ausencia relativa de previsiones de evoluci6n iniciadas par el sistema politico. El individuo, en este caso, no espera nada del sistema politico. De modo parecido, en las jefaturas y reinos africanos centralizados a los que hace referenda Coleman, las 11.

Almond y Coleman, Politics of the Developing Areas, p. 254.

LA CULTURA POLITICA

183

culturas politicas serian predominantemente parroquiales, aunque el desarrollo de roles algo mas especializados podria suponer el comienzo de orientaciones politicas mas diferenciadas. Incluso programas de gobiemo de mayor escala y mas diferenciados pueden poseer, sin embargo, culturas predominantemente parroquiales. La caracterizaci6n de Rustow del Imperio otomano nos proporciona un ejemplo: «La autoridad del gobiemo, basada casi enteramente en los impuestos, en el mantenimiento de un ejercito y en una antigua tradici6n de gobiemo dinastico, era percibida casi inmediatamente en las ciudades, menos directamente en los pueblos, y apenas entre las tribus. Las provincias eran regidas por gobemadores militares o senores feudales latifundistas, solo con interferencias ocasionales de la capital. Las tribus n6mades vivian en lo que un acertado dicho arabe calificaba de "tierra de insolencia", donde no se respetaba ninguna autoridad extrafia. El sistema econ6mico de las ciudades era regulado, en su mayoria, por las asociaciones aut6nomas de los artesanos. En la mayor parte del pais, cada pueblo constituia una unidad aut6noma, tanto econ6mica como politicamente. El principal representante de la autoridad en el pueblo, el recaudador de impuestos, era, antes que un funcionario gubemativo, un contratista o subcontratista privado que se recompensaba a sf mismo con la maxima liberalidad por las cantidades que habia pagado ya a sus superiores. Con frecuencia, el pueblo respondia colectivamente por el pago de los impuestos; circunstancia que reducia todavia mas el control de la autoridad sobre cada campesino individual. La misma ley quedaba muy lejos de las intenciones de la autoridad; sus decretos suplantaron o modificaron en pocos puntos una estructura universal de 12 leyes religiosas y costumbres locales.» En esta clase de sistema politico, los emisarios especializados del gobiemo central apenas rozan la conciencia de los habitantes de ciudades y pueblos y de los componentes de la tribu. Sus orientaciones tenderian a ser indiscriminadamente de tipo politico-econ6mico-religioso, de acuerdo con las estructuras y operaciones, igualmente indiscriminadas, de sus comunidades tribales, religiosas, profesionales y locales. Lo que hemos venido describiendo representa un parroquialismo. extremo o puro, que existe en los sistemas tradicionales mas simples, con una especializaci6n politica minima. Este parroquialismo, en sistemas politicos mas diferenciados, tiende a ser afectivo o normativo antes que cognitivo. Es decir, los miembros de tribus alejadas en Nigeria o Ghana pueden tener conciencia, de un modo confuso y oscuro, de la existencia de un regimen politico central; pero sus sentimientos hacia el mismo son inciertos o negativos y no se ha asimilado norma alguna para regular sus relaciones con dicho sistema central.

LA CULTURA POLITICA DE SUBDITO

El segundo tipo de cultura politica, anotado en el cuadro 7 .2, es el de la cultura de subdito. Hay aqui gran frecuencia de orientaciones hacia un sistema politico diferencia12.

Ibid., pp. 378-379.

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

184

CUADRO

Parroquial Subdito Participante

7.2.

Tipos de cultura polftica

Sistema como objeto general

Objetos politicos (inputs)

Objetos administrativos (outputs)

Uno mismo como participante activo

0

0 0

0

0

I

do y hacia aspectos administrativos del sistema, pero las orientaciones respecto de objetos especificamente polfticos y hacia uno mismo como participante activo se aproximan a cero. El subdito tiene conciencia de Ia existencia de una autoridad gubemativa especializada: esta afectivamente orientado hacia ella, tal vez se siente orgulloso de ella, tal vez le desagrada; y Ia evalua como legitima o ilegftima. Pero Ia relaci6n con el sistema se da en un nivel general y respecto al elemento administrativo, o «corriente inferior» del sistema politico; consiste, esencialmente, en una relaci6n pasiva, aunque se de, como veremos mas adelante, una forma limitada de competencia que es id6nea para esta cultura de subdito. Estamos hablando de nuevo de una orientaci6n puramente subjetiva que se dara de un modo preferente en una sociedad donde no existe estructura polftica diferenciada. La orientaci6n del subdito en sistemas polfticos que han desarrollado instituciones democniticas sera afectiva y normativa antes que cognitiva.

LA CULTURA POLITICA DE PARTICIPACION

La tercera clase principal de cultura politica, Ia cultura de participaci6n, es aquella en que los miembros de Ia sociedad tienden a estar explicitamente orientados hacia el sistema como un todo y hacia sus estructuras y procesos politicos y administrativos: en otras palabras, hacia los dos aspectos, input y output, del sistema politico. Los diversos individuos de este sistema politico de participaci6n pueden estar orientados favorable o desfavorablemente hacia las diversas clases de objetos politicos. Tienden a orientarse hacia un rol activo de su persona en Ia politica, aunque sus sentimientos y evaluaciones de semejante rol pueden variar desde Ia aceptaci6n hasta el rechazo total, como veremos mas adelante. Esta triple clasificaci6n de culturas politicas no supone que una orientaci6n sustituya a Ia otra. La cultura del subdito no elimina orientaciones difusas hacia las estructuras primarias e intimas de Ia comunidad. Afiade a las orientaciones difusas respecto a grupos familiares, comunidades religiosas y rurales, una orientaci6n subjetiva especializada relacionada con las instituciones gubemamentales. De igual manera, Ia cultura de participaci6n es un estrato adicional que puede ser aiiadido y combinado con las otras dos cultu-

LA CULTURA POLITICA

185

ras. Asf, el ciudadano de un sistema politico de participaci6n esta orientado no solamente bacia Ia participaci6n activa en los asuntos politicos, sino que esta tambien sujeto a Ia ley y a Ia autoridad, y es miembro de grupos primarios mas difusos. Ciertamente, Ia adici6n de orientaciones de participaci6n a otras orientaciones de subdito o de parroquialismo no deja inalteradas a estas orientaciones «mas primitivas». Las orientaciones parroquiales deben readaptarse cuando entran en Ia liza orientaciones nuevas y mas especializadas y, del mismo modo, cuando se adquieren orientaciones de participaci6n cambian las orientaciones de parroquialismo y de subdito. En realidad, algunas de las diferencias mas caracterfsticas en las culturas politicas de las cinco democracias incluidas en nuestro estudio resultan de Ia amplitud y del modo como se han combinado, fundido o mezclado dentro de los individuos de un sistema politico las orientaciones parroquiales, de subdito y de participaci6n. Es necesaria otra advertencia. Nuestra clasificaci6n no supone homogeneidad o uniformidad de las culturas politicas. Asf, los sistemas politicos con culturas predominantemente de participaci6n, incluiran, aun en los casos concretos, culturas de subdito y parroquialismo. Las imperfecciones de los procesos de socializaci6n politica, las preferencias personales y las limitaciones de Ia inteligencia o de las oportunidades para aprender continuaran dando paso a elementos subditos o parroquiales, incluso en democracias bien aseguradas y estables. Y de modo parecido, los elementos parroquiales continuaran existiendo tambien en las culturas «elevadas» de subdito. Hay asf dos aspectos de heterogeneidad o «mezcla» cultural. El ciudadano es una mezcla particular de orientaciones de participaci6n, subdito y parroquialismo, y Ia cultura cfvica es una mezcla particular de ciudadanos, subditos y elementos parroquiales. Para el ciudadano, necesitamos conceptos de proporci6n, principios y congruencia para tratar los modos en que su conjunto de actitudes de participaci6n, de subdito y parroquiales estan orientadas bacia un resultado efectivo. Para Ia cultura cfvica necesitamos los mismos conceptos de proporci6n, principios y congruencia para tratar el problema de conocer que «mezcla» de ciudadanos, subditos y elementos parroquiales esta relacionada con el logro efectivo de un sistema democratico. Nuestra triple clasificaci6n de elementos participantes, subditos y parroquiales es s6lo el comienzo de una clasificaci6n de culturas politicas. Cada una de estas clases principales tiene sus subclases, y nuestra clasificaci6n ha omitido totalmente Ia dimension del desarrollo politico y de Ia evoluci6n cultural. Analicemos, en primer Iugar, esta ultima cuesti6n, puesto que nos permitira tratar el problema de Ia subclasificaci6n con un conjunto mejor de instrumentos conceptuales. Las culturas politicas pueden ser congruentes o no con las estructuras del sistema politico. Una estructura politica congruente serfa apropiada para la cultura; en otras palabras, aquella en que el conocimiento politico de Ia poblaci6n tiende a ser exacto y preciso, y el afecto y la elevaci6n tienden a ser favorables. En general, una cultura parroquial, de subdito o participante, serfan, respectivamente, mas congruentes con una estructura politica tradicional, una estructura autoritaria centralizada y una estructura politica democratica. Una cultura politica parroquial, que fuera congruente con su estructura, tendna un elevado nivel de orientaciones cognitivas y altos indices de orientaciones afecti-

186

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

CUADRO

7.3.

Congruencia!incongruencia entre cultura y estructura polfticas*

Orientaci6n congitiva Orientaci6n afectiva Orientaci6n valorativa

Lea/tad

Apatia

Alienacion

+ + +

+

+

0 0

* El signo (+) supone una elevada frecuencia de conciencia, de sentimiento positivo, o de evaluaci6n hacia objetos politicos. El signo (0) significa una gran frecuencia de indiferencia.

vas y evaluativas positivas con respecto a las estructuras difusas de una comunidad tribal o rural; una cultura politica de subdito congruente con su sistema tendrfa un elevado nivel de cognici6n y altos indices positivos de los otros dos tipos de orientaci6n relacionadas con el sistema politico especializado en su conjunto y sus aspectos administrativos, u outputs; mientras que una cultura de participaci6n congruente estarfa caracterizada por indices elevados y positivos de orientaci6n hacia las cuatro clases de objetos politicos. Los sistemas politicos evolucionan, y estamos en lo cierto al asumir que la cultura y la estructura no concuerdan con frecuencia. Especialmente en estas decadas de nipida evoluci6n cultural, la mayor parte de los sistemas politicos no ha llegado a conseguir dicha congruencia o a cambiar de un sistema politico a otro. Para representar esquematicamente estas relaciones de congruencia e incongruencia entre la estructura y la cultura politica puede servimos el cuadro 7.3. Cualquiera de los tres tipos de culturas politicas puede ser encuadrado en la matriz 13 del cuadro 7.3. Podemos hablar asf de culturas «leales», parroquiales, de subdito y de participaci6n cuando las orientaciones cognitivas, afectivas y evaluativas hacia los objetos apropiados del sistema politico se acercan a la unidad o a una perfecta congruencia entre cultura y estructura. Sin embargo, puede representarse mejor la congruencia entre estos dos datos en forma de escala. Los lfmites de congruencia entre cultura y estructura quedan establecidos en las columnas 1 y 2 del cuadro 7.3. La congruencia es fuerte silas frecuencias de orientaciones positivas se acercan a la unidad (+); es debil cuando se percibe la estructura politica pero se aproxima a cero, a la indiferencia. La frecuencia entre cultura y estructura politicas comienza cuando se ha sobrepasado el punto de indiferencia y aumentan en frecuencia el efecto y la evaluaci6n negativos (-). Podemos considerar tambien dicha escala como de estabilidad-inestabilidad. Si nos aproximamos hacia la primera columna del cuadro, nos movemos en direcci6n a una situaci6n de lealtad: una situaci6n en que se equilibran las actitudes y las instituciones; cuando nos movemos bacia la tercera columna, nos aproximamos a una situaci6n de alineaci6n en que las actitudes tienden a rechazar las instituciones o estructuras politicas. Ahora bien, esta escala constituye s6lo un comienzo, puesto que la incongruencia puede tomar la forma de un simple rechazo de un conjunto particular de incumbentes de roles (por ejemplo, de una dinastfa concreta y de su burocracia); o bien puede represen13. Hemos tornado el concepto de <deal>> (Allegiant) dellibro de Robert E. Lane Political Ideology, Nueva York, 1962, pp. 170 y ss.

LA CULTURA POLfTICA

187

tar un aspecto de un cambio sistematico, es decir, el traslado de una pauta mas sencilla de cultura politica bacia otra mas compleja. Ya hemos indicado que todas las culturas politicas (exceptuando las que son sencillamente parroquiales) son mixtas. Y asf, una cultura de participaci6n contiene individuos orientados como subditos y parroquiales; y una cultura de subditos albergara tambien algunos parroquiales. Utilizamos el termino culturas politicas «sistematicamente mixtas» para referimos a aquellas en que hay proporciones importantes de ambas pautas, mas simples y mas complejas, de orientaci6n. Cuando decimos que estas culturas son sistematicamente mixtas, no pretendemos indicar que hay una tendencia inevitable en el desarrollo para llegar a su punto final. El proceso evolutivo de una cultura politica puede estabilizarse en un punto concreto antes de llegar a la congruencia, con una estructura autoritaria centralizada u otra democratica; o bien el desarrollo puede tomar una direcci6n parecida a la de Inglaterra, donde una pauta continua y lenta de evoluci6n cultural fue acompafiada por continuos cambios correspondientes en la estructura. Las culturas politicas pueden permanecer sistematicamente mixtas durante mucho tiempo, como lo testimonia la experiencia de Francia, Alemania e Italia en el presente siglo y en el anterior. Sin embargo, cuando permanecen mixtas, existen roces inevitables entre cultura politica y estructura, y una tendencia caracteristica a la inestabilidad estructural. Si los tres tipos de cultura politica representados en el cuadro 7.2 son las formas puras de cultura politica, podemos distinguir tres tipos de culturas politicas sistematicamente mixtas: 1) Ia cultura parroquial-subdita; 2) Ia cultura subdita-participante, y 3) Ia cultura parroquial-participante.

LA CULTURA PARROQUIAL DE SUBDITO

Se trata de un tipo de cultura politica en que una parte sustancial de Ia poblaci6n ha rechazado las pretensiones exclusivas de una difusa autoridad tribal, rural o feudal y ha desarrollado una lealtad bacia un sistema politico mas complejo, con estructuras de gobiemos centrales especializadas. Es el caso clasico del nacimiento de los reinos a partir de unidades relativamente indiferenciadas. Las cr6nicas e historias de la mayor parte de las naciones incluyen este estadio primitivo en Ia tendencia del parroquialismo local bacia una autoridad centralizada. Pero este impulso puede estabilizarse mucho antes de transformarse en una cultura de subdito totalmente desarrollada. Los reinos africanos, debilmente articulados, e incluso el Imperio turco, son ejemplos de culturas estables, mezcla de parroquial y subdito, en las que predominan las caracteristicas parroquiales y Ia autoridad central adopta Ia forma de un conjunto primario, confusamente reconocido, de objetos politicos. La evoluci6n cultural de las pautas parroquiales a otras de subditos es un problema diffcil, y son corrientes los movimientos inestables de avance y retrace14 so en Ia primitiva historia de las naciones. 14. El caso chisico es el de Ia sucesi6n del rey Salom6n en el reino de Israel. Cuando muri6 Salom6n, los jefes parroquiales de tribus y familias de Israel fueron a su hijo Roboam diciendo: «Tu padre agrav6 nuestro yugo, mas ahora

188

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

Lo que queremos indicar es que la composici6n de esta clase puede ser considerada como variedades subaltemas, situadas cobre un continuo. En un extremo podemos situar la cultura polftica bajo el absolutismo prusiano, que mas bien se sobrepas6 suprimiendo las orientaciones parroquiales; y en el otro extremo, la cultura polftica del Imperio turco, que nunca paso mas alla de una sucinta relaci6n extema con sus unidades constituyentes, mas o menos parroquiales. Es interesante, desde este punto de vista, el contraste entre el absolutismo prusiano y el britanico. Ya hemos advertido que incluso las culturas polfticas «elevadas» son mixtas, y que las orientaciones individuates que las constituyen tambien lo son. En Prusia, en el caso individual tipico, podemos suponer que la intensidad de la orientaci6n de subdito fue mucho mas fuerte que la parroquial, mientras que en Inglaterra advertimos mayor equilibria y, ademas, los estratos parroquial y de subdito eran mas congruentes. Estas mezclas psicol6gicas pueden explicar el contraste entre los rasgos de la autoridad de Prusia y de Inglaterra en el siglo xvm; en el primer caso, el Kadavergehorsam (obediencia de cadaver); en el segundo caso, la actitud consciente de su propia dignidad, aunque respetuosa, del noble, del mercader y del hidalgo. De modo parecido, la cultura mixta en Prusia comprendia probablemente una mayor polarizaci6n entre una persistente subcultura parroquial --ejemplificada en el caso extremo de los colonos en las tierras de Alemania oriental- y una subcultura de subdito entre los grupos mas afectados por el impacto del absolutismo prusiano: la burocracia hasta sus mas infimos niveles y la gran proporci6n, en constante aumento, del material humano de Prusia, que pasaba por la experiencia del ejercito prusiano. De este modo, la evoluci6n de una cultura polftica parroquial a otra de subdito puede detenerse en toda una serie de puntos del continuo y producir configuraciones polfticas, psicol6gicas y culturales diferentes. lgualmente opinamos que el tipo de confinaci6n resultante tiene gran significado para la estabilidad y realidad del sistema politico.

LA CULTURA DE SUBDITO-PARTICIPANTE

El modo como se raliza el paso de una cultura parroquial a otra de subdito, afecta, en gran medida, a la manera como se pasa de una cultura de subdito a otra de participaci6n. Como sefiala Pye, inculcar un sentido de lealtad e identificaci6n con la naci6n asi como fomentar la inclinaci6n a obedecer las regulaciones de la autoridad central consti15 tuyen el primero y principal problema en una naci6n incipiente. En el paso de una culdisminuye tu algo de Ia dura servidumbre de tu padre, y del yugo pesado que puso sobre nosotros, y te serviremos.>> Los consejeros mas ancianos de Roboam le aconsejaron que aliviara el yugo y respetara mas Ia autonomia de los persistentes grupos parroquiales de tribus y linajes. Sus consejeros mas j6venes -renovadores fanaticos- le dieron el aplaudido consejo de advertir a los lfderes tradicionalistas del pueblo: «El menor dedo de los mios es mas grueso que los lomos de mi padre. Ahora, pues, mi padre os carg6 de pesado yugo, mas yo aiiadire a vuestro yugo; mi padre os castig6 con azotes, mas yo os castigare con escorpiones.>> (1, Reyes, 12: 4 y 10-11). El consejo de los j6venes, aceptado por Roboam, tuvo consecuencias que demuestran, como se narra en Ia continuaci6n de Reyes, que un ataque demasiado violento al parroquialismo puede llevar a que las orientaciones parroquiales y de subdito caigan en Ia apatia y Ia aversi6n. Los resultados son Ia fragmentaci6n polftica y Ia destrucci6n de Ia naci6n. IS. Pye, Politics, Personality, and Nation Building, pp. 3 y ss.

LA CULTURA POLITICA

189

tura de subdito a otra de participaci6ri, las autonomfas parroquiales y locales, si sobreviven, pueden contribuir al desarrollo de una infraestructura democnitica. Esto es lo que sucedi6 en el caso de Inglaterra. Autoridades locales, corporaciones municipales, comunidades religiosas y grupos de mercaderes, en los que persistfa todavfa la tradici6n de las libertades gremiales, fueron los primeros grupos de intereses en la democracia incipiente inglesa. La lecci6n es muy significativa. Precisamente porque el desarrollo de una cultura de subdito en Inglaterra evit6 la destrucci6n de estructuras y culturas locales y parroquiales, estas pudieron transformarse, en epoca posterior y en forma modificada, en una red de influencias que fue capaz de relacionar a los ingleses, en calidad de ciudadanos competentes, con su gobiemo. El impacto mas masivo de la autoridad estatal prusiana releg6 a las instituciones parroquiales a la esfera privada, o las asimil6 a la esfera de la autoridad. De esta manera, la epoca de democratizaci6n de Alemania se inici6 con un profundo corte entre las esferas privada y publica, y la infraestructura surgida fall6 en su intento de tender un puente entre los individuos, la familia y la comunidad, por un lado, y las instituciones de la autoridad gubemativa, por el otro. En la cultura mixta de subdito y participaci6n, una parte sustancial de la poblaci6n ha adquirido orientaciones polfticas (inputs) especializadas y un conjunto activo de autoorientaciones, mientras que la mayor parte del resto de la poblaci6n continua orientada bacia una estructura gubemamental autoritaria y posee un conjunto relativamente pasivo de autoorientaciones. En los ejemplos de la Europa occidental con este tipo de cultura polftica -Francia, Alemania e Italia en el siglo XIX y en el presente- bubo una pauta caracterfstica de inestabilidad estructural con perfodos altemos de gobiemos autoritarios y democraticos. Pero de esta clase de cultura mixta resulta algo mas que una inestabilidad estructural. Las mismas pautas culturales acusan la influencia de la inestabilidad estructural y de la inacci6n cultural. Debido a que las orientaciones de participaci6n se han difundido solamente entre una parte de la poblaci6n (ya que su legitimidad es puesta en tela de juicio por la subcultura de subdito, que sigue persistiendo) y se ve suspendida durante los intervalos autoritarios, el estrato de la poblaci6n orientado a la participaci6n no puede constituirse en un cuerpo competente de ciudadanos, fiados en sus propias fuerzas y con experiencia. Tienden a permanecer como aspirantes a la democracia. Es decir, aceptan las normas de una cultura de participaci6n, pero su sentido de la competencia se basa en la experiencia o en un sentimiento confiado de legitimidad. Ademas, las inestabilidades estructurales que acompafian a menudo a una cultura mixta de subdito y participaci6n y la frecuente ineficacia de la infraestructura democratica y del sistema gubemamental inclinan a producir tendencias a la alienaci6n entre los elementos de la poblaci6n orientados en sentido democratico. Considerado en su conjunto, este tipo de inacci6n cultural polftica puede producir un sfndrome con componentes de aspiraci6n ideal y alienaci6n bacia el sistema politico, incluyendo la infraestructura de los partidos, grupos de intereses y la prensa. Si la cultura mixta de subdito y participaci6n persiste durante un largo perfodo de tiempo, transforma tambien el caracter de la subcultura de subdito. Durante los intervalos democraticos, los grupos de orientaci6n autoritaria deben competir con los democra-

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

190

ticos dentro de un marco formalmente democnitico. En otras palabras, deben desarrollar una infraestructura defensiva propia. Si bien esto no transforma la subcultura de subdito en otra democnitica, la cambia ciertamente, y muchas veces hasta un pundo significativo. Noes accidental el hecho de que regimenes autoritarios que surgen en sistemas politicos con culturas mixtas de subdito y participaci6n tiendan a desarrollar un tono populista, y, en los periodos mas recientes de totalitarismo, estos regimenes han adoptado incluso la infraestructura democratica alterandola toscamente.

LA CULTURA PARROQUIAL-PARTICIPANTE

En la cultura parroquial-participante nos encontramos con el problema contemporaneo de desarrollo cultural en muchas naciones incipientes. En la mayor parte de estos paises, la cultura poHtica es predominantemente parroquial. Las normas estructurales que se han introducido suelen ser de participaci6n; para que haya congruencia, por lo tanto, exigen una cultura de participaci6n. De este modo, el problema consiste en desarrollar simultaneamente orientaciones especializadas, pollticas (inputs) y administrativas (outputs). Noes sorprendente que la mayoria de estos sistemas politicos, siempre amenazados por la fragmentaci6n parroquial, se balanceen como acr6batas en la cuerda floja, inclinandose precariamente unas veces hacia el autoritarismo y otras hacia la democracia. En ninguna de las dos partes existe una estructura en que apoyarse, ni una burocracia basada en subditos leales, ni una infraestructura que nazca de un cuerpo de ciudadanos responsables y competentes. El problema del desarrollo de una cultura parroquial a otra de participaci6n, no parece, a primera vista, abrigar esperanzas de soluci6n; pero si recordamas que la mayor parte de las autonomfas y lealtades parroquiales sobrevive, podemos afirmar por lo menos que el desenvolvimiento de las culturas de participaci6n en algunas de las naciones j6venes todavfa no se ha desechado totalmente. Los problemas se concretan en saber penetrar en los sistemas parroquiales sin destruirlos en su aspecto administrativo y en transformarlos en grupos de interes en su parte polltica.

Subcultura politica y cultura de rol

Ya hemos advertido que la mayoria de las culturas pollticas son heterogeneas. Incluso las culturas de participaci6n mejor desarrolladas contienen estratos supervivientes de subditos y parroquiales. E incluso dentro de esa parte de la cultura que se halla orientada hacia la participaci6n, habra diferencias persistentes y significativas en la orientaci6n polltica. Acomodando la terminologia de Ralph Linton a nuestros prop6sitos, empleamos el termino «subcultura» al referimos a estos elementos componentes de las culturas poll16 ticas. Pero hemos de distinguir al menos dos tipos de escisi6n subcultural. En primer lugar, el termino puede ser utilizado para referirse a los estratos de poblaci6n que estan 16.

Ralph Linton, The Cultural Background of Personality

LA CULTURA POLITICA

191

constantemente orientados en una sola direcci6n respecto de los aspectos politicos y administrativos de gobiemo, pero que se hallan «lealmente» orientados con relaci6n a la estructura politica. Asf, en los Estados Unidos, el ala izquierda del partido dem6crata y el ala derecha del partido republicano aceptan dan por legftimas las estructuras de la politica y del regimen norteamericano, pero difieren constantemente entre sf en toda una serie de decisiones politicas intemas e intemacionales. Nos referimos a elias como subculturas politicas. Pero la division que mas nos interesa es la que se presenta en las culturas sistematicamente mixtas. Asf, en una cultura mixta parroquial y de subdito, una parte de la poblaci6n se orientara bacia autoridades tradicionales difusas y otra bacia la estructura especializada del sistema autoritario central. Una cultura mixta de subdito y parroquial puede caracterizarse realmente por una escisi6n verticallo mismo que por una horizontal. De esta manera, si el sistema politico incluye dos o mas componentes tradicionales, tendra, ademas de la incipiente subcultura de subdito, las persistentes culturas divorciadas de las unidades tradicionales formalmente absorbidas. La cultura mixta de subdito y participaci6n es el problema mas conocido, e incluso mas actual, en Occidente. El paso positivo de una cultura de subdito a otra de participaci6n abarca la difusi6n de orientaciones positivas bacia una infraestructura democratica, la aceptaci6n de normas de obligaci6n cfvica y el desarrollo de un sentido de competencia cfvica en una proporci6n sustancial de la poblaci6n. Estas orientaciones pueden combinarse con otras de subdito y parroquiales, o pueden entrar en conflicto con elias. Inglaterra, durante los siglos XIX y xx, se movi6 bacia una cultura politica que combinaba dichas orientaciones, y la alcanz6. Es cierto, por supuesto, que los radicales, en la primera mitad del siglo XIX, y los grupos del ala izquierda de los socialistas, y los laboristas mas adelante, eran opuestos a la monarqufa y a la Camara de los Lores. Pero tales tendencias derivaron en la transformaci6n, y no en la eliminaci6n, de dichas instituciones. Las subculturas politicas en Inglaterra son ejemplos, por consiguiente, de nuestro primer tipo de escisi6n, el que se basa en diferencias persistentes de gobiemo mas que en orientaciones fundamentalmente diferentes bacia la estructura politica. Francia es el caso clasico del segundo tipo de heterogeneidad cultural politica. La Revoluci6n francesa no desemboc6 en una orientaci6n homogenea bacia la estructura politica republicana; en su lugar polariz6 a la poblaci6n francesa en tomo a dos subculturas, una con aspiraciones de participaci6n y otra dominada por orientaciones parroquiales y de subdito. La estructura del sistema politico frances ha sido siempre, desde entonces, objeto de discusiones, y lo que al principio fue una bipolarizaci6n de la cultura polftica, fue afectada por posteriores fragmentaciones: los socialistas siguieron a los jacobinos, los comunistas a los socialistas, y el ala derecha se dividi6 en un grupo «integrado» y otro «no integrado». Los fen6menos subculturales verticales de esta clase pueden hallarse en culturas de subdito y participaci6n o pueden constituir la fragmentaci6n cultural de culturas mixtas de subdito-participante. Nos referimos a las pautas de orientaci6n en Estados plurinacionales, como los Imperios ruso y austrohungaro. En estos, miembros de ciertos grupos etnico-lingiifstico-nacionales rechazaron la legitimidad del sistema politico que los incorpor6 y persistieron en su lealtad bacia sus primitivos siste-

192

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

mas politicos. De este modo, una fragmentaci6n vertical se ali6 con otra fragmentaci6n de subdito-participaci6n para producir inestabilidades estructurales y tendencias disgregadoras muy importantes. Por otra parte, las subculturas politicas pueden transformarse en estructurales, como, por ejemplo, en el caso de la Confederaci6n durante la guerra civil norteamericana. En este caso, la altemativa pareci6 consistir en la formaci6n de un Estado independiente. En muchos paises europeos, el fracaso de las elites dominantes para satisfacer las demandas moderadas de cambios estructurales y politicos presentadas por la izquierda en la primera mitad del siglo XIX llev6 al desarrollo de una izquierda estructuralmente adversa, revolucionariamente socialista, sindicalista y anarquista en la segunda mitad del siglo XIX. En Inglaterra, en la antigua Commonwealth, en los Estados Unidos y en los paises escandinavos, las emergencias de estructura politica se resolvieron en el transcurso del siglo XIX y principios de nuestro siglo: el resultado fue culturas politicas homogeneas, en el sentido de la orientaci6n estructural. Los fen6menos subculturales en estos pafses se presentan como diferencias persistentes de acci6n politica. Ambas, a derecha e izquierda, tienden a aceptar la estructura politica existente y difieren solamente en la sustancia de la acci6n politica yen el personal id6neo para la misma. Lomas interesante es que en este grupo de paises, durante las ultimas decadas, las diferencias de acci6n politica han tendido a ser menos agudas y existe un mayor ambito de consenso. En otras palabras, la escisi6n subcultural se ha atenuado y la homogeneidad cultural se ha extendido de la orientaci6n estructural a la orientaci6n de acci6n politica. Esta breve exposici6n acerca de la subcultura politica sirve solamente para introducir el concepto. Pero induciriamos al lector a un error si sugiriesemos que nuestro estudio trata proporcionalmente todos los aspectos de la cultura politica. Nuestro trabajo destaca la orientaci6n bacia la estructura y el proceso politicos y no la orientaci6n bacia la sustancia de las demandas politicas y administrativas. Noes necesario argumentar a favor de esta insistencia, pero si es preciso sefialar que nuestra elecci6n puede dar lugar a un oscurecimiento significativo de la cultura politica y de las relaciones caracterfsticas entre las pautas generales psicoculturales y la sustancia de los asuntos politicos y de la acci6n politica publica. Un estudio que insistiera en la orientaci6n bacia la acci6n politica requeriria al menos un esfuerzo tan grande como el presente. Tendria que relacionar sistematicamente tipos de orientaciones de acci6n politica con tipos de estructura social y valores culturales, lo mismo que con los procesos de socializaci6n, con los cuales estan relacionados. Seria tambien necesaria una separaci6n de igual rigor entre orientaci6n de la acci6n politica, orientaci6n de la cultura general y las pautas de socializaci6n, con el fin de descubrir el caracter real y la direcci6n de las relaciones entre estos fen6menos. Hemos de introducir todavfa otro elemento, el de la «cultura de rol». Los sistemas politicos mas complejos se caracterizan por estructuras especializadas de roles burocraticos, militares, politicos ejecutivos, partidos, grupos de intereses, medios de comunicaci6n. Estos centros de iniciativa e influencia en el sistema politico producen tambien una heterogeneidad cultural. Dicha heterogeneidad nace de dos fuentes. En primer lugar, las elites que cumplen dichos roles pueden haber sido reclutadas en subculturas politicas particulares; y en segundo lugar, el proceso de inducci6n y socializaci6n en esos roles pro-

LA CULTURA POLITICA

193

duce diferentes valores, capacidades, lealtades y cuadros de conocimientos. Como estas elites son de importancia crucial para la formulaci6n y ejecuci6n de la polftica, las diferencias culturales que existen entre elias pueden afectar seriamente a los resultados de los sistemas politicos. Asf, por ejemplo, tanto en Alemania como en Francia se reclutaban tradicionalmente las elites burocniticas y militares entre las subculturas aristocnitica y autoritaria. Por afiadidura, la socializaci6n del rol de estas elites reforzaba las tendencias antidemocniticas y presentaba obstaculos serios para el nacimiento de culturas homogeneas de participaci6n. Pero una cultura de rol puede ser tanto «progresiva» como «regresiva», desde el punto de vista del desarrollo. En muchas de las naciones j6venes contemporaneas el impulso bacia la modemizaci6n polftica se concentra en la burocracia civil y militar y entre las elites de los partidos politicos. Estas elites pueden aspirar al desarrollo de poderosos sistemas politicos autoritarios, a otros democraticos o a alguna combinaci6n de los dos, sin apreciar plenamente toda la complejidad de esta pauta de evoluci6n cultural. En sistemas politicos estables y legitimados las culturas de rol varian en su contenido simplemente porque las tareas realizadas por los incumbentes de los roles y el espiritu corporativo al que estan expuestos producen diferencias en los conocimientos, afectos y evaluaciones. Pero de nuevo podemos diferenciar modelos de escisi6n de rol segun comprendan diferencias en la orientaci6n estructural o simplemente en la orientaci6n de la acci6n politica. En un sistema politico estable las diferencias en la cultura de rol tienden a quedar limitadas al contenido o sustancia de la acci6n polftica. Es aceptada Ia legitimidad de la estructura del sistema. En los sistemas inestables las diferencias de acci6n polftica se combinan con las de Ia orientaci6n estructural y pueden ser el resultado de una fragmentaci6n cultural al nivel de elite. De este modo, la fragmentaci6n de Ia cultura polftica general en Francia ocurri6 por la fragmentaci6n de las culturas de rol: los funcionarios civiles superiores y el cuerpo de oficiales orientados bacia una estructura autoritaria, y una gran parte de los partidos politicos, grupos de intereses y elites de comunicaci6n orientados bacia una estructura democratica. Ciertamente, una fragmentaci6n en las elites polfticas puede persistir simultaneamente con una tendencia de la masa bacia la homogeneidad cultural. La experiencia del partido laborista britanico es un buen ejemplo. Fuertes diferencias con el partido conservador sobre cuestiones de polftica interior y exterior se concentran en el grupo de los militantes. En el partido laborista estas cuestiones tienen poco contraste para el votante medio. Sus vfnculos, tanto con la clase social como con el partido politico propios, se han relajado a medida que sus oportunidades sociales y econ6micas han mejorado.

La cultura civica: una cultura politica mixta Hemos tratado anteriormente los orfgenes hist6ricos de la cultura cfvica y sus funciones en el proceso de evoluci6n social. Serfa conveniente detallar, aunque sea brevemente, algunas de sus principales caracterfsticas.

194

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

La cultura civica noes la cultura politica, cuya descripci6n se encuentra en los textos cfvicos correspondientes y que prescriben el modo como debieran actuar los ciudadanos en una democracia. Las normas para la conducta del ciudadano que se encuentran en esos textos insisten en los aspectos de participaci6n de la cultura politica. Se espera que el ciudadano democnitico sea parte activa de la politica y se sienta implicado en ella. Ademas, se supone que, al enfrentarse con la politica, obra racionalmente, guiandose por razones y no por emociones. Tambien se entiende que esta bien informado y que tomara sus decisiones -por ejemplo, sobre el modo de votar- segun un cuidadoso calculo de los intereses y principios que desea ver favorecidos. Podemos calificar esta cultura, con su insistencia en la participaci6n racional dentro de las estructuras de la politica input, como el modelo «activo-racional» de la cultura politica. La cultura cfvica tiene muchos elementos en comun con este modelo; en realidad, consiste en esta cultura con alguna cosa mas. Efectivamente, subraya la participaci6n de los individuos en el proceso politico input. Pero hay a/go mas. En primer lugar, la cultura civica es una cultura leal de participaci6n. Los individuos no s6lo estan orientados hacia los asuntos input, sino que se orientan positivamente hacia las estructuras y procesos input. En otras palabras, y para emplear los terminos usados anteriormente, la cultura civica es una cultura politica de participaci6n en la que la cultura y la estructura politicas son congruentes. Mas importante aun: en la cultura cfvica se combinan las orientaciones politicas de participaci6n con las de subdito y las parroquiales, sin ocupar su Iugar. Los individuos se convierten en participantes del proceso politico, pero sin abandonar sus orientaciones de subdito y parroquiales. Ademas, no s6lo mantienen las tres orientaciones al mismo tiempo, sino que las parroquiales y de subdito son congruentes con las de participaci6n. Las orientaciones politicas no participantes, mas tradicionales, tienden a limitar y a aminorar la entrega del individuo a los asuntos politicos. En cierto sentido, las orientaciones parroquiales y de subdito «manejan», o mantienen en su Iugar, las orientaciones politicas de participaci6n. De este modo, las actitudes favorables a la participaci6n dentro del sistema politico desempefian un papel mas importante en la cultura civica, pero igualmente influyen otras actitudes no politicas, como la confianza en otras personas y la participaci6n social en general. El mantenimiento de estas actitudes mas tradicionales y su fusion con las orientaciones de participaci6n conducen a una cultura politica equilibrada en que la actividad politica, la implicaci6n y la racionalidad existen, pero compensadas por la pasividad, el tradicionalismo y la entrega a los valores parroquiales.

Micro y macropolitica LA CULTURA POLiTICA COMO NEXO DE UNION

El desarrollo de los metodos de las ciencias sociales durante las ultimas decadas ha permitido penetrar mas profundamente en la base motivacional de las actitudes polfticas y de la conducta de individuos y grupos. Se ha reunido una bibliografia importante que

LA CULTURA POLfTICA

195

incluye estudios sobre las actitudes y conductas electorales, amilisis de las relaciones entre tendencias ideol6gicas y politicas con una actitud mas profunda o con caracteristicas personales, biograffas psicopoliticas de lideres politicos, estudios de actitudes politicas en agrupaciones sociales peculiares y otros temas parecidos. Rokkan y Campbell se refieren a este enfoque sobre el individuo, sus actitudes y motivaciones politicas, sea como individuo o como miembro caracteristico de un grupo mayor, calificandolo de «micropolitica», y distinguiendolo en cuanto enfoque de investigaci6n, de la «macropolitica», o estudio mas tradicional del interesado en los asuntos politicos, con la estructura y funci6n de 17 los sistemas politicos, las instituciones y sus efectos sobre la acci6n politica publica. Mientras la relaci6n entre la psicologia politica individual y la conducta de sistemas y subsistemas politicos aparece clara en principia, gran parte de la bibliografia micropolitica se limita a presentar dicba relaci6n en terminos generales. Se da por sentado que, puesto que los sistemas politicos estan constituidos por individuos, puede admitirse como cierto que las tendencias psicol6gicas particulares de los individuos o de los grupos sodales son un elemento importante para el funcionamiento de los sistemas politicos y sus elementos administrativos (outputs). Esto puede ser realmente asi cuando el investigador se interesa por las condiciones psicol6gicas que afectan a la conducta de uno o varios incumbentes particulares de roles, como puede ser un individuo que tome decisiones por un lado, o un grupo electoral par el otro. Ademas, gran parte de esta bibliografia no bace la conexi6n entre las tendencias psicol6gicas de los individuos y los grupos, y la estructura y el proceso politicos. En otras palabras, la moneda de la psicologia politica, aun teniendo indudable valor, no se puede cambiar en los terminos del proceso y de la realizaci6n 18 '. po11t1cas. Afirmariamos que esta relaci6n entre las actitudes y motivaciones de los diferentes individuos que realizan los sistemas politicos y el caracter y la realizaci6n misma de dicbos sistemas no puede ser descubierta sistematicamente con los conceptos de cultura poHtica que antes bemos esbozado. En otras palabras, el lazo que une la micro y la macropolitica es la cultura politica. Anteriormente subrayamos que las orientaciones politicas individuales deben ser separadas analiticamente de otras clases de orientaciones psico16gicas para realizar tests con las bip6tesis sabre la relaci6n que existe entre las actitudes politicas y otras diferentes. Definimos tambien la cultura politica como la incidencia particular de pautas de orientaci6n politica sabre la poblaci6n de un sistema politico. Abora, mediante los conceptos de subcultura politica y cultura de rol, podemos localizar las actitudes e inclinaciones especiales bacia una conducta politica en determinados sectores de la poblaci6n, o en roles particulares, estructuras o subsistemas del sistema politico. Estos conceptos de cultura politica nos permiten determinar que inclinaciones bacia la conducta politica existen, en el conjunto del sistema politico o en sus diferentes partes, entre agrupaciones de orientaci6n especial (es decir, subculturas), o en puntos claves de iniciativa o decision en la estructura politica (es decir, culturas de rol). En otras palabras, po17. Stein Rokkan y Angus Campbell, <>, en International Social Science Journal, vol. XIII, num. 1, 1960, pp. 69 y ss. 18. Para un valioso amilisis sobre el problema del <> entre Ia opini6n publica y Ia acci6n gubemamental, vease V. 0. Key, Public Opinion and American Democracy, Nueva York, 1961, caps. 16 y ss.

196

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

demos relacionar la psicologia politica con la realizaci6n del sistema politico, localizando inclinaciones de actitudes y conductas en la estructura politica del sistema. De este modo, cualquier cuerpo politico puede ser descrito y comparado con otros en terminos de: 1) sus caracteristicas estructural-funcionales, y 2) sus caracteristicas culturales, subculturales y de cultura de rol. Nuestro ana.lisis sobre los tipos de cultura politica es un primer intento de tratar los fen6menos de la orientaci6n politica individual de manera que se los relacione sistematicamente con los fen6menos de la estructura politica. Nos permite evitar de dos maneras significativas las exageradas simplificaciones de la literatura psicocultural. AI separar la orientaci6n politica de la orientaci6n psicol6gica general, podemos evitar la suposici6n de la homogeneidad de orientaci6n y considerarla, en cambio, como una relaci6n que puede ser investigada. Y al examinar la relaci6n entre las tendencias politicas culturales y las pautas politicas estructurales podemos evitar la suposici6n de que la cultura y la estructura politicas son congruentes. La relaci6n entre la cultura y la estructura politicas se transforma en uno de los aspectos significativos mas investigables del problema de la estabilidad y la evoluci6n politicas. Mas que asumir la congruencia, debemos discernir la extension y el caracter de esta congruencia, o incongruencia, y las tendencias del desarrollo politico cultural y estructural que pueden afectar al «acoplamiento» entre cultura y estructura. Esta estrategia de investigaci6n nos permitira hacer realidad todo el potencial creador de las grandes introspecciones del enfoque psicocultural en relaci6n con el estudio de los fen6menos politicos. Creemos que tal investigaci6n demostrara que se ha subestimado seriamente Ia importancia del estudio especifico de las orientaciones hacia los asuntos poUticos y de Ia experiencia con el sistema politico. Este estudio no es solamente apropiado en cuanto a su conocimiento, sino que comprende tambien sentimientos politicos, expectativas y evaluaciones que son, en gran parte, el resultado de experiencias politicas, mas que de la simple proyecci6n de necesidades y actitudes basicas sobre la orientaci6n politica, y que son producto de una socializaci6n de la infancia. En otro aspecto, nuestra teoria de la cultura politica puede servir tambien para reforzar la importancia del enfoque psicocultural en el estudio del sistema politico. AI estudiar los tipos de cultura politica y el problema de la congruencia entre cultura y estructura, hemos seiialado que la congruencia consiste en una relaci6n de lealtad afectiva y evaluativa entre cultura y estructura. Cada tipo de cuerpo politico -tradicional, autoritario y democratico-- tiene una forma de cultura que es congruente con su propia estructura. Partiendo de la orientaci6n y de las necesidades psicol6gicas de los diferentes tipos de estructura politica, nos hallamos en mejor situaci6n para formular hip6tesis acerca de las clases de tendencias personales y practicas de socializaci6n que son capaces de producir culturas politicas congruentes y cuerpos politicos estables. Y asi, en el caso de la cultura civica, podemos afirmar que una pauta de socializaci6n que ofrezca posibilidades al individuo para controlar las inevitables disonancias entre sus roles primarios difusos, sus roles obedientes administrativos (output) y sus roles activos politicos (input) es el fundamento de un cuerpo politico democratico. Podemos luego examinar los modelos de socializaci6n y las tendencias de personalidad, y preguntarnos cuales de estas cualidades son cruciales, basta que punto deben hallarse presentes y que clase de experiencias

LA CULTURA POLITICA

197

son las mas adecuadas para producir esa capacidad de control de roles politicos disonantes. Nuestros resultados demostraran que Ia orientaci6n cfvica esta muy extendida en Inglaterra y en los Estados Unidos y es relativamente poco frecuente en los otros tres pafses, pero dudarfamos mucho en atribuir estas marcadas diferencias en Ia cultura polftica a las diferencias, relativamente ligeras, en Ia socializaci6n de Ia infancia descubiertas en nuestro estudio. Parecen estar mucho mas relacionadas con aspectos tfpicos del medio social y de las pautas de interacci6n social, con recuerdos especfficamente politicos y con diferencias en Ia experiencia de estructura y realizaciones politicas. La investigaci6n mas prometedora sobre psicologfa politica tratara en el futuro Ia socializaci6n de Ia infancia, las tendencias modales de Ia personalidad, Ia orientaci6n politica y Ia estructura y proceso politicos como variables separadas dentro de un sistema de causalidad complejo y multidireccional. En una clase de contexto politico, sin embargo, son relativamente claras y dramaticas las relaciones entre Ia estructura y Ia cultura polfticas, por una parte, y el caracter y Ia personalidad por Ia otra. Resulta asf nuestra categorfa de culturas politicas mixtas. En las culturas parroquial-subdito, subdito-participante y parroquial-participante tratamos con sociedades que, o bien estan experimentando una rapida evoluci6n sistematica cultural-estructural, o bien se han estabilizado en un estado de fragmentaci6n subcultural e inestabilidad estructural. La fragmentaci6n en Ia cultura politica se asocia tambien con una fragmentaci6n cultural general (por ejemplo, Ia marcada escisi6n entre sociedad urbana modemizadora y Ia tradicional rural; entre Ia economfa industrial y Ia economfa agraria tradicional). Podemos suponer que, en estas sociedades fragmentadas yen rapida evoluci6n, Ia heterogeneidad cultural y Ia elevada incidencia de discontinuidad en Ia socializaci6n producen una elevada incidencia de inestabilidad y confusion psicol6gica. En ninguna parte se notarfa esto mas que en las culturas parroquial-participantes de las naciones j6venes de Asia y Africa. Lucian Pye nos ha presentado un estudio dramatico de esta clase de discontinuidad en cultura y socializaci6n, y de sus consecuencias para el desarrollo de Ia personalidad y para las caracterfsticas y realizaciones del sistema politico 19 de Birmania.

Los sistemas politicos incluidos en nuestro estudio La prueba de esta teorfa de cultura polftica se encuentra en su utilidad para explicar las propiedades y logros de diferentes clases de sistemas polfticos. Hasta aquf hemos trabajado con un simple esquema tripartito de cultura polftica y con tres variedades de culturas mixtas. Pero, en verdad, nuestro esquema es suceptible de tratar discriminaciones mas sutiles. La introducci6n de los conceptos de subcultura y de cultura de rol ha complicado el esquema y nos ha llevado mas alia de nuestras simples matrices. Ademas, estas matrices estaban compuestas de «conjuntos», mas que de «elementos»; y asf, para hacer discriminaciones precisas, serfa necesario subdividir cada una de las categorfas de 19.

Ob. cit., pp. 52-53 y 287 y ss.

198

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

orientaciones bacia objetos politicos. De este modo, el conocimiento no incluiria solamente la cantidad de informacion, sino tambien su especificidad y precision, asf como tambien su capacidad para organizar y procesar informacion. El afecto incluiria diferentes intensidades y diferentes cualidades, como el enfado, la alegria, el desprecio y otros conceptos parecidos. La orientaci6n evaluativa es la mas compleja de todas, ya que incluiria el uso de diferentes criterios de valor para la formulaci6n de opiniones y juicios. De modo parecido, las categorias de los objetos politicos pueden ser reducidas a sus elementos componentes. Asi, el sistema politico en general podria ser clasificado, a1 menos, en «naci6n» y «sistema politico». Los objetos input incluirian los medios de comunicacion, los grupos de intereses, partidos politicos, poderes legislativos y el ejecutivo en su aspecto politico. Y los objetos output podrian ser clasificados de muy diferentes maneras. Subcategorias obvias incluirian el ejercito, la policia y las numerosas variedades funcionales de los roles civiles, como las autoridades fiscales, de beneficencia, de educaci6n y otras parecidas. La clasificaci6n que hemos desarrollado nos proporciona, simplemente, un instrumento 16gico para reunir sumariamente los aspectos culturales de los sistemas politicos. Nuestro estudio comparativo de la cultura politica incluye cinco democracias -Estados Unidos, lnglaterra, Alemania, ltalia y Mexico--, seleccionadas porque representan una amplia escala de experimentos relativamente positivos de un gobiemo democratico. El analisis de estos casos nos dini que clases de actitudes se asocian con sistemas democraticos de funcionamiento estable, la incidencia cuantitativa de dichas actitudes y su distribuci6n entre los diferentes grupos de la poblaci6n. Al mismo tiempo, una comparaci6n entre lnglaterra y los Estados Unidos podrfa ser util como comprobaci6n de algunas de las especulaciones sobre las diferencias entre estos dos paises, tantas veces comparados. Dos escritores de temas politicos britanicos han comentado la persistencia en ese pais de actitudes tradicionales bacia la autoridad. Brogan seiiala que en el desarrollo historico de Gran Bretaiia la cultura de la ciudadanfa democratica, con su acentuaci6n de la iniciativa y de la participaci6n, fue amalgamada con otra cultura politica mas antigua, que insistfa en las obligaciones y derechos de los subditos.20 Eckstein advierte que la cultura politica inglesa combina la deferencia bacia la 21 autoridad con un sentido vivo de los derechos de iniciativa de los ciudadanos. En los Estados Unidos, por otra parte, el gobiemo independiente se inici6 con instituciones republicanas, en un estado de animo que rechazaba la majestad y el caracter sagrado de las instituciones tradicionales, y sin una clase aristocratica privilegiada. Las funciones de gobiemo tendfan bacia una limitaci6n relativa, y la autoridad burocratica era objeto de desconfianza. La ideologfa popular norteamericana rechazaba el concepto de un servicio gubemamental profesional y autoritario y el rol correspondiente de subdito obediente. El spoils system y la corrupci6n politica socavaban tambien el prestigio de la autoridad gubemativa. En un sentido mas amplio todavfa, y por razones que no podemos discutir aquf, la pauta general de la autoridad en los sistemas sociales norteamericanos, 20. D. W. Brogan, Citicenship Today, Chapel Hill, N.C., 1960, pp. 9 y ss. 21. Harry Eckstein, <>, en S. Beery A. Ulam, The Major Political Systems of Europe, Nueva York, 1958, pp. 59 y ss.

LA CULTURA POLfTICA

199

incluyendo la familia, tendfa a destacar la competencia politica y la participacion mas que la obediencia a la autoridad legftima. Por consiguiente, en nuestra comparacion entre las culturas politicas inglesa y norteamericana, l,podremos establecer que los ingleses parecen haber incorporado mejor que los norteamericanos, tanto las orientaciones leales de subdito como las de participacion? l, Y que estan mas capacitados que los norteamericanos para resolver las disonancias entre un activismo democratico y «una obediencia de subdito»? Diversas consideraciones nos llevaron a escoger a Alemania en nuestro estudio comparativo. Prusia, al igual que Gran Bretaiia, paso de un periodo relativamente largo de gobiemo efectivo y legitimo, antes de ser introducidas las instituciones democraticas. Durante la unificacion alemana en el siglo XIX, la pauta burocnitica autoritaria de Prusia fue impuesta, con mayor o menor exito, en otros Estados alemanes. Se ha dicho que Alemania desarrollo no solo un Rechstaat (Estado de Derecho), sino tambien una cultura politica de subdito; los experimentos con la participacion democratica a fines del siglo XIX y durante el periodo de Weimar jamas dieron lugar a una cultura politica de participacion, imprescindible para mantener esas instituciones democraticas y proporcionarles fuerza y legitimidad. Muchas de las especulaciones sobre la estabilidad de las instituciones democraticas contemporaneas en Alemania se reducen a tratar de saber basta que punto ha arraigado realmente en el pueblo aleman el sentido de las responsabilidades y oportunidades de la ciudadania, asi como la mutua confianza entre los diversos grupos politicos. Se podria concluir, examinando sus respectivos procesos historicos, que Gran Bretaiia y Alemania tienen en comun actitudes de respeto bacia la autoridad, nacidas de su larga experiencia predemocratica con un control autoritario. Pero el estudio de la historia nos descubre una diferencia muy significativa. El control gubemamental ingles, durante su periodo predemocratico, nunca fue tan completo o tan acaparador de toda iniciativa como el aleman. Brogan sefiala que, incluso durante los siglos en que los ingleses eran «subditos», bubo un amplio espacio de autonomfa y libertad para constituir asociaciones 22 y ocuparse de un gobiemo propio limitado. En otras palabras, incluso durante los largos siglos de gobiemo autoritario britanico, bubo un limitado elemento de participacion en la cultura politica inglesa. De este modo, la amalgama de las actitudes del ciudadano con las del subdito es un proceso de siglos, iniciado mucho antes de las reformas parlamentaria y electorates de los siglos xvn, xvm y XIX. Estas reformas no se establecieron sobre una cultura de subdito, dura y cerrada, sino que lograron echar raices en una cultura ya antigua de pluralismo e inciativas. Como sefiala Krieger en su agudo analisis sobre el desarrollo de las ideas y movimientos politicos en Alemania, el concepto germano de la libertad --desde los dfas de la lucha de los principes contra la autoridad imperial basta la creacion de la nacion en el siglo XIX- se identificaba mas con la liberacion del Estado de limitaciones extemas que 23 con la inciativa y participacion de los individuos. Sin embargo, han existido y existen en la sociedad actual alemana tendencias de cultura politica democratica. Estuvieron pre22. 23.

Brogan, op. cit., pp. 14 y ss. Leonard Krieger, The German Ideo of Freedom, Boston, 1957, en diversos pasajes y pp. 458 y ss.

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

200

sentes en el siglo XIX, durante el periodo de Weimar, y tambien pueden observarse hoy en dia. Hemos incluido a Italia y Mexico en nuestro estudio como ejemplo de sociedades menos desarrolladas, con sistemas politicos de transicion. Italia, al menos en el Sur y en las islas, posee una estructura social y politica premodema. Si analizamos la historia politica italiana, resulta evidente que ltalia jamas desarrollo realmente una cultura politica nacional de lealtad en los tiempos modemos. La Iglesia nego la legitimidad a la monarquia italiana durante el periodo anterior a la primera guerra mundial. La norma non expedit exigia que los fieles rehusasen conceder legitimidad al nuevo Estado, y se negaran 24 a participar en sus procesos. Durante el periodo fascista se desarrollo un aparato estatal efectivo, pero se trataba mas del control extemo de la sociedad por una autoridad coercitiva que un asentimiento relativamente libre de legitimidad a un sistema politico establecido. En este aspecto, ltalia es diferente de Gran Bretafia y Alemania, pues las dos ultimas tenian sistemas autoritarios integrados y legitimados antes de que fuesen introducidas las instituciones democraticas. En su analisis de un poblado de la provincia meridional italiana de Lucania, Banfield caracteriza Ia cultura politica de dicha area como «familiarismo amoral», que no concede legitimidad ni a los organos burocraticos autoritarios del Estado, ni a los orga25 nos civico-politicos del partido, grupos de intereses o comunidad local. Seria inexacto abarcar a toda Italia con estos terminos, pero nuestros propios datos tenderan a confirmar el aserto de Banfield de que la cultura politica italiana contiene componentes parroquiales y otros adversos, tanto de subdito como de participacion, en un grado excepcionalmente elevado. Tambien existen tendencias de aspiracion democratica, concentradas principalmente en el ala izquierda, pero estas son relativamente debiles comparadas con el extendido sentimiento de repulsa que afecta las actitudes de la gran mayoria de los italianos hacia todos los aspectos de su sistema politico. Escogimos Mexico como quinto pais para tener al menos una democracia no integrada «en Ia comunidad atlantica». Dificilmente puede considerarse a Mexico un representante de las naciones jovenes de Asia y Africa, aunque probablemente ningun pais podria representar en solitario Ia variedad de estructuras sociopoliticas y de experiencias historicas de estas naciones jovenes. Mexico tiene en comun con muchas de estas naciones un elevado indice de industrializacion y urbanizacion, asi como un aumento en el nivel educativo y regresion del analfabetismo. Antes de Ia revolucion, los organos politicos y gubemamentales de Mexico eran estructuras esencialmente ajenas, extractivas y explotadoras, que descansaban, inestables, sobre una sociedad constituida fundamentalmente por grupos familiares, locales, etnicos y estamentales. En los ultimos treinta o cuarenta afios, sin embargo, Ia revolucion mexicana ha afectado profundamente Ia estructura 26 social y politica y ha estimulado aspiraciones y expectativas modemas y democraticas. En contraste con Italia, donde gran parte de Ia poblacion tiende a considerar que el sistema politico es una fuerza ajena y explotadora, muchos mexicanos se inclinan a con24. 25. 26.

D. A. Binchy, Church and State in Fascist Italy, Londres, 1941. Edward C. Banfield, The Moral Basis of a Backward Society, Glencoe, Ill., 1958, pp. 7 y ss. Robert E. Scott, Mexican Government in Transition, Urbana, Ill., 1959, pp. 56 y ss.

LA CULTURA POLfTICA

201

siderar su revoluci6n como un instrumento de democratizaci6n definitiva y modemizaci6n econ6mica y social. Al mismo tiempo, la infraestructura democnitica mexicana es relativamente nueva. La libertad de organizaci6n polftica es mas formal que real, y la corrupci6n esta muy extendida en todo el sistema politico. Estas condiciones pueden explicar la interesante ambivalencia de la cultura politica mexicana: muchos mexicanos careceo de habilidad y experiencia politicas, pero no obstante su esperanza y confianza son elevadas; ademas, combinadas con estas tendencias aspirantes ala participaci6n, tan extendidas, se da tambien el cinismo de la burocracia e infraestructura politicas. Mexico es el menos «modemo» de nuestros cinco pafses: es decir, existe todavfa una poblaci6n campesina relativamente grande con orientaci6n tradicional y un elevado fndice de analfabetismo. Tal vez el caso de Mexico pueda ofrecer datos utiles sobre las caracteristicas de la cultura politica en pafses no occidentales, que pasan por experiencias semejantes en la modemizaci6n y democratizaci6n. En esta breve comparaci6n de la experiencia politico-hist6rica de estos cinco pafses hemos formulado hip6tesis acerca de las diferencias que podemos encontrar en su cultura politica. Sin embargo, las conclusiones acerca de la cultura politica, extrafdas de la historia, dejan sin contestar la pregunta de hasta que punto continua viviendo la experiencia hist6rica de un pais en los recuerdos, sentimientos y expectativas de su poblaci6n, en que forma puede decirse que continua viviendo, que elementos de la poblaci6n son los portadores de que recuerdos hist6ricos, y con que intensidad lo son. En este caso pueden combinarse los metodos cientfficos mas modemos con los enfoques mas tradicionales en nuestra busqueda de la historia viva en las culturas politicas de los pueblos.

8.

LA LOGICA DE LA ACCION COLECTIVA* por MANCUR

OLSON

I. El argumento aqui defendido comienza con una paradoja que se manifiesta en la conducta de los grupos. A menudo se da por supuesto que si todos los miembros de un grupo de individuos ode empresas tienen determinado interes en comlin, el grupo manifestani una tendencia a satisfacerlo. Asi, muchos estudiosos de las ciencias politicas en los Estados Unidos han supuesto durante mucho tiempo que los ciudadanos que tienen un interes politico comun se organizaran y lucharan a favor del mismo. Cada individuo de la poblaci6n estaria en uno o en varios grupos, y el vector de las presiones de estos grupos en competencia explicaria los resultados del proceso politico. De igual modo, a menudo se ha supuesto que si los trabajadores, los productores agricolas o los consumidores tuviesen que enfrentarse con monopolios perjudiciales para sus intereses, acabarian por obtener un poder compensador a traves de organizaciones como los sindicatos laborales o las organizaciones agricolas, que han conseguido determinado poder dentro del mercado y una acci6n protectora por parte del gobierno. A mayor escala, las clases sociales dan pie a pensar con frecuencia que van a actuar en interes de sus miembros. La forma mas tipica de esta creencia esta encarnada, por supuesto, en la afirmaci6n marxista segun la cual en las sociedades capitalistas la clase burguesa hace que el gobierno sirva a sus propios intereses. Una vez que la explotaci6n del proletariado ha llegado a determinado nivel, y ha desaparecido la «falsa conciencia», la clase obrera se rebelara en su propio beneficio y establecera una dictadura del proletariado. De modo general, si los individuos de determinada categoria o clase social tuviesen un grado suficiente de interes propio, y si todos ellos coincidiesen en un interes compartido, el grupo actuaria tambien en favor de sus propios intereses. Si examinamos con cuidado la l6gica de la frecuente- suposici6n que se recoge en el parrafo anterior, cabe apreciar que es basica e indiscutiblemente err6nea. Pensemos en los consumidores que reconocen que pagan un precio mas elevado por un producto, debido a un monopolio o un arancel discutible, o en los trabajadores que reconocen que su calificaci6n merece i1'n salario mas alto. Preguntemonos cuai seria la acci6n mas id6nea para un consumidor individual que desease cornbatir un monopolio apelando a un boicot,

*

Tornado de M. Olson, Auge y decadencia de las naciones, Ariel. Barcelona, 1985, pp. 32-55.

~--------------------

204

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLfTICA

o que un grupo de presion se opusiera al arancel. lmaginemos que tendria que hacer un trabajador que pensase que una amenaza de huelga o una ley de salario mfnimo elevaria su jomal. Si el consumidor o el trabajador dedica unos cuantos dfas y un poco de dinero a organizar un boicot o un sindicato, o a ejercer presiones para lograr una legislacion que proteja sus intereses, habra sacrificado tiempo y dinero. z,Que obtendra con este sacrificio? En el mejor de los casos, el individuo lograra que la causa avance algo (a veces, imperceptiblemente). Sea como fuere, habra conseguido una mimiscula participacion en la ganancia que obtenga de la accion. El hecho mismo de que el objetivo o el interes sea algo comun al grupo y compartido por este, lleva a que las ganancias conseguidas mediante el sacrificio que realice un individuo para servir a esta meta comun sean compartidas por todos los miembros del grupo. Si el boicot, la huelga o las presiones tienen exito, mejoraran los precios o los salarios para todos los miembros de la categoria correspondiente, de manera que al individuo que forma parte de un gran grupo con un interes comun solo le tocara una participacion diminuta en los beneficios logrados a traves de los sacrificios que lleve a cabo el individuo, con objeto de lograr este interes comun. Dado que cualquier ganancia se aplica a todos los miembros del grupo, los que no contribuyen para nada al esfuerzo conseguiran tanto como los que hicieron su aporte personal. Vale la pena «dejar que lo haga otro», pero el otro tampoco tiene demasiados incentivos -si es que tiene alguno-- para actuar en favor del grupo. Por lo tanto, en ausencia de factores que ignoren por completo las concepciones mencionadas en el primer parrafo de este articulo, habra una accion de grupo muy debil, en el hipotetico caso de que la haya. En tal eventualidad, la paradoja consiste en que -si no se dan combinaciones o circunstancias especiales, sobre las que volveremos mas adelante- los grandes grupos, por lo menos si estan compuestos por individuos racionales, no actuaran en favor de sus intereses de grupo. Esta paradoja se elabora y se expone de una forma que permite al lector comprobar cada paso del razonamiento, en mi libro The Logic of Collective Action.' Este libro tambien muestra que los datos empiricos correspondientes a los Estados Unidos -unico pais en el que se estudiaron todos los poderosos grupos de intereses- confmnan de manera sistematica este razonamiento, y que los datos dispersos de otros pafses que tenia en mi poder tambien eran coherente& con ello. Dado que este trabajo es un resultado de The Logic of Collective Action y, en gran parte, una aplicacion del argumento que allf se expone, los criticos o estudiosos mas serios de este trabajo deberian leer tambien aquel. Para los numerosos lectores que, como es natural, no quieran invertir el tiempo necesario para hacerlo sin saber que ganarian con ello, y para quienes tengan un interes mas informal, en la primera parte de este trabajo se explicaran unos [email protected] rasgos del razonamiento ~que aparece en The Logic.

I. Harvard University Press, Cambridge, 1971. La version de 1971 solo difiere de Ia de !965 en el afiadido de un apendice. Algunos lectores quiza puedan manejar Ia primera edici6n en n\stica publicada por Schocken Books, Nueva York, 1968, que es identica a Ia version de Harvard de 1965. Es posible que los lectores cuya primera lengua no sea el ingh!s prefieran Die Logik des Kollektiven Handelns, J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), Tubinga, 1968; o Logique de /'Action· Collective, Presses Universitaires de France, Paris, 1978; y, en italiano, Ia edici6n de Feltrinelli.

LA L6GICA DE LA ACCI6N COLECfiVA

a que hacer un linimo elevaria poco de dinero legislacion que ln este sacrifio (a veces, imicipacion en Ia 1 el inten!s sea nseguidas mesean comparlles tienen exitegoria correscon un interes a traves de los comun. Dado 10 contribuyen rsonal. Vale Ia ntivos -si es :ia de factores tfo de este ara haya. En tal circunstancias >r lo menos si ; intereses de t

or comprobar ste libro tam' -unico pafs an de manera e tenfa en mi lode The Loallf se expon aquel. Para ecesario para m'is informal, razonamiento

1 el

afiadido de un en Books, Nueva ngua no sea el in'!Iique de /'Action ·

205

II. Uno de los descubrimientos de The Logic es que los servicios que prestan colectivos como los sindicatos, las asociaciones profesionales, las organizaciones agrarias, los carteles, los grupos de presion, e incluso los grupos de colusion carentes de organizacion formal, se parecen a los servicios basicos del Estado desde un punto de vista claramente decisivo. Los servicios de dichas asociaciones, a! igual que los servicios basicos o «bienes publicos» brindados por los gobiemos, si son proporcionados a alguien, llegan a todos los miembros de un determinado grupo o categoria. Del rnismo modo que la ley y el orden, Ia defensa o Ia Iucha contra Ia contaminacion, tal como los ponga en practica el gobiemo, favorecen a todos los habitantes de un pafs o de un area geografica, Ia tarifa obtenida gracias a! esfuerzo reivindicador de una organizacion agraria sirve para que suban los precios en beneficio de todos los productores del articulo en cuestion. lgualmente, como sostenfamos anteriormente, el aumento salarial conseguido por un sindicato se aplica a todos los trabajadores de la categoria correspondiente. Con caracter mas general, cada grupo de presion que obtiene un cambio global de Ia legislacion o de las reglamentaciones, consigue con ello un bien publico o colectivo para todos los que se ven beneficiados por ese cambio. Cualquier combinacion --es decir, cualquier «cartel»- que utilice Ia accion en el mercado o en Ia industria para lograr un precio o un salario mas elevado, cuando restringe la cantidad suministrada eleva el precio para cada vendedor, creando asf un bien colectivo para todos los vendedores. Si los gobiemos -por un lado-- y los acuerdos que aprovechan su poder politico o su poder comercial -por el otro-- producen bienes publicos o colectivos que benefician inevitablemente a todos los miembros de determinado grupo o categoria, ambos factores estaran sometidos a Ia paradojica logica expuesta antes. Los individuos y las empresas que se ven beneficiados por su accion, en un sentido general, carecen de incenti2 vos para colaborar voluntariamente en esa accion. Por consiguiente, si solo se diese una 3 conducta individual voluntaria y racional, en Ia mayoria de los casos, no existirian go2. Esta afirmaci6n tiene una posible excepci6n desde el punto de vista 16gico, aunque no tiene gran importancia pnictica, que se explica en Ia nota 68 del capitulo 1 de The Logic, pp. 48-49. 3. Raciona/ no significa necesariamente en interes propio. Este principia sigue siendo vAlido incluso en los casos de conducta altruista, aunque .no se dani cuando determinados tipos de conducta altruista sean lo bastante vigomsos. Pensemos primero en las actitudes altruistas a prop6sito de resultados observables. Supongamos que un individuo esre dispuesto a sacrificar parte de su tiempo libre, o de otro consumo personal, para obtener cierta cantidad de un bien colectivo, debido a una preocupaci6n altruista por que otros obtengan ese bien colectivo. En otras palabras, el orden de preferencia del individuo toma en cuenta el bien colectivo del que disfrutan los demAs, asi como su propio consumo personal. Esta hip6tesis altruista no implica irracionalidad ni tendencia alguna a opciones incoherentes con la maxima satisfacci6n de los valores o preferencias del individuo. El altruismo 1am_J>9CO pone en cuesti6n las tasas marginales de sustituci6n -nonnalmente decrecientes- entre un par cualquiera de bienes u objetivos. A medida que se logra mayor porcentaje de determinado bien u objetivo (egoista o altruista), en igualdad de circunstancias, disminuira el grado en que se renuncie a otros bienes u objetivos (egofstas o altruistas) para lograr mas cantidad de ese bien u objetivo. Un individuo altruista y racional como el que hemos descrito no hara ninguna contribuci6n voluntaria importante para lograr un bien colectivo en beneficia de un grupo numeroso. El motivo es que, dentru de un grupo lo bastante numeroso. Ia aportaci6n del indivi):juo solo representa una pequefia y casi imperceptible diferencia en Ia suma del bien colectivo que el grupo obtiene. Al mismo tiempo, ademas, cada aportaci6n reduce d6lar a d6lar el volumen de consumo personal y de beneficencia privada, y las tasas marginales de sustituci6n que van disminuyendo convierten estos sacrificios en algo cada vez m:is oneroso. Como mecanismo de compensaci6n, en los grupos numerosos el altruista racional aporta voluntariamente poco o nada a Ia obtenci6n de un bien colectivo. Por contrario que sea a Ia noci6n de racionalidad caracterfstica del sentido comiin, fonnularemos ahora el supues-

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

206

biernos, grupos de presion o carteles, a no ser que los individuos los apoyen por alguna razon distinta de los beneficios colectivos que proporcionan. Por supuesto, los gobiernos existen en casi todas partes, y con frecuencia tambien hay grupos de presion o carteles. Si el razonamiento es correcto hasta ahora, de ello se sigue que la existencia de los gobiernos y de las otras organizaciones se justifica por algo distinto a los bienes colectivos 4 que proporc10nan. En el caso de los gobiernos, la respuesta fue explicada antes de que se escribiese The Logic of Collective Action: los gobiernos estan obviamente respaldados por la obligatoriedad de los impuestos. A veces la oposici6n a dicha obligatoriedad es escasa, acaso porque mucha gente comprende de manera intuitiva que los bienes publicos no podrian venderse en el mercado, ni financiarse por un mecanismo voluntario. Como ya hernos dicho, cada individuo obtiene solo una minima participacion en los servicios gubernamentales que ha pagado, y, en cualquier caso, conseguira el nivel de servicio que haya sido proporcionado por los dernas. En el caso de las organizaciones que brindan bienes colectivos a sus grupos a traves de una accion polftica o comercial, la respuesta no ha sido obvia, pero no es menos tajante. Las organizaciones de este tipo -por lo menos cuando representan grandes grupos- tampoco reciben apoyo debido a los bienes colectivos que proveen, sino porque han tenido la suerte de encontrar lo que he llamado incentivos selectivos. Un incentivo selectivo es el que se aplica selectivamente a los individuos segun contribuyan o no a procurar el bien colectivo. Los incentivos selectivos pueden ser negativos o positivos. Puede tratarse, por ejemplo, de una perdida o de un castigo impuesto unicamente a quienes no ayudan a proporcionar el bien colectivo. Como es natural, el pago de los impuestos se consigue con la ayuda de incentivos selectivos negativos, dado que quienes no pagan sus impuestos deben someterse al mismo tiempo a la exaccion fiscal y a una penalizacion. El tipo de grupo organizado de intereses mejor conocido en las sociedades democraticas modemas --el sindicato-- tambien suele ser respaldado en parte a traves de incentivos selectivos negativos. La mayorfa de las cuotas que perciben los sindicatos mas fuertes se obtienen a traves de convenios de sindicacion obligatoria, que convierten el pago de cuotas en algo mas o menos coactivo y automatico. A menudo existen tambien acuerdos informales que producen el mismo efecto. David McDonald, ex presidente del sindicato metalurgico 0

United Steel McDonald. una practica Funcionaba dos por el se colocllbaD I

tiva de llco~sJ:::I pos de p provechoso reuniones de

to concreto segun el cual el altruism no obtiene satisfacci6n en que los demas consigan mejores resultados observables, sino de los sacrificios que el realice en beneficio de los otros. Basandonos~ este supuesto, podemos garantizar un suministro voluntario de bienes colectivos, incluso en los grupos mas numerosos. ED.-tal caso, cada d6lar de consumo personal que se sacrifica puede conllevar una significativa contrapartida en satisfacci6n moral, y pierde toda relevancia el hecho de que los sacrificios personales considerables provoquen un cambia escaso o incluso imperceptible en el nivel del bien pUblico conseguido. Aunque este ultimo altruismo, participativo o «kantiano», no suele ser Ia forma acostumbrada de altruismo, creo que se da en Ia realidad, y ayuda a explicar algunas observaciones de aportaci6n voluntaria a grupos numerosos. (Otra posibilidad adicional es que el altruista este orientado bacia los resultados, pero descuide los niveles observables de bien publico, limitandose a suponer que los s'acrificios en su consumo personal aumentan Ia utilidad que obtienen los demas de un modo que justifica su sacrificio personal.) La lectura de Howard Margolis, Selfishness, Altruism and Rationality, Cambridge: At the University Press, 1982, ha servido para aclarar lo que pienso a este respecto. 4. Esta tesis no se puede aplicar a los pequefios grupos, sobre los cuales hablaremos mas tarde, en este mismo trabajo.

por el personal res similares se po, las redes de trabajo, pueden tacita o abierta se produzca tal

LA LOG!CA DE LA A CCION COLECTIVA

en por alguna los gobiemos ion o carteles. cia de los gones colectivos : se escribiese >S por la obli:s escasa, acaiblicos no poComo ya hervicios guberricio que haya grupos a tra~ noes menos t grandes grot, sino porque Un incentivo an o no a protratarse, por ayudan a proconsigue con impuestos derr tipo de gru~as modemas ros selectivos s se obtienen :uotas en algo tformales que • metalurgico !ados observables, arantizar un sumiconsumo personal •ancia el hecho de nivel del bien pullStumbrada de al-

ia a grupos numes niveles observaidad que obtienen Altruism and Ra0.

le, en este mismo

2(J7

United Steel Workers of America, explica uno de estos acuerdos. Se trataba, afmna McDonald, de una tecnica «que llamabamos ... educacion visual, un titulo altisonante para una practica que se podria designar con mucha mayor precision como piquetes de cuotas. Funcionaba con gran sencillez. Un grupo de miembros que pagaban la cuota, seleccionados por el director del distrito (generalmente, mas por su corpulencia que por su tacto), se colocaban a la puerta de la fabrica, con una palanca de hierro o un bate de beisbol en 5 las manos, y se encaraban con cada trabajador que se incorporaba a su tumo». Como nos muestra el ejemplo de los «piquetes de cuotas» de McDonald, Ia accion de piquetes durante las huelgas es otro incentivo selectivo negativo que a veces necesitan los sindicatos. Si bien en las industrias que tienen sindicatos consolidados y estables la accion de los piquetes suele ser pacifica, es evidente para todos que ello se debe a Ia capacidad del sindicato para cerrar una empresa contra la cual ha convocado una huelga. La fase inicial de la sindicalizacion supone, a menudo, el empleo de Ia violencia por parte de los sindicatos y de los patronos y trabajadores que se oponen a la sindicalizacion! Algunos opositores de los sindicatos aducen que, como muchos de sus miembros solo se agremian por los metodos que describe McDonald, o por los acuerdos de sindicaci6n obligatoria desde el punto de vista legal, la mayoria de los trabajadores no quieren ingresar en un sindicato. La ley Taft-Hartley dispuso que debian celebrarse elecciones imparciales y supervisadas por el gobiemo para determinar si los trabajadores deseaban, de hecho, pertenecer a un sindicato. Como indica Ia logica del bien colectivo que hemos expuesto antes, los mismos trabajadores, que debian ser coaccionados para que pagasen las cuotas sindicales, votaron a favor de los sindicatos con cuotas obligatorias (y generalmente constituian una mayoria abrumadora), de manera que esta disposi7 ci6n de la ley Taft-Hartley pronto fue abandonada por ineficaz. Los trabajadores que -en tanto que individuos- trataban de evitar el pago de las cuotas sindicales al mismo tiempo que votaban a favor de obligarse a sf mismos a pagarlas, no se diferencian de los 5. David J. McDonald, Union Man, Dutton, Nueva York, !969, p. 121, citado por William A. Gamson, The Strategy of Social Protest, Dorsey Press, Homewood, Ill., 1975, p. 68. 6. Las referencias a Ia frecuentemente violenta interacci6n que se produjo entre patronos y empleados en las fases iniciales del sindicalismo no deben ocultar la «sindicalizaci6n» consensual· e informal que, a veces, sucede por iniciativa de los patronos. Esta clase lie organizaci6n del factor trabajo, o de acuerdo entre las partes, surge porque algunos tipos de producci6n exigen que los trabajadores colaboren de una manera efectiva. En tal caso, quiza el patrono considere provechoso estimular el espiritu de equipo y Ia interacci6n social de los empleados. Los seminarios para el personal y las reuniones de grupos de trabajo, las publicaciones informativas dirigidas a los empleados, los equipos deporrivos formados por el personal y apoyados por Ia empresa, las fiestas entre compafieros de oficina pagadas por Ia empresa y otros factores similares se explican en parte gracias a esto. En las empresas que mantengan una misma plantilla durante cierto tiempo, las redes de.i\'teracci6n entre los empleados, que el patrono haya creado para estimular una cooperaci6n efectiva en el trabajo, pueden transformarse en acuerdos informales -o incluso sindicatos- entre los trabajadores, y obligar de manera tacita o abierta a que el patrono trate a sus empleados como si Cstos formasen un grupo «cartelizado». No es probable que se produzca tal evoluci6n cuando los empleados son, por ejemplo, jornaleros que trabajan por dfas o bien colaboradores externos, pero, cuando es importante que haya pautas estables de cooperaci6n activa para Ia producci6n, el patrono -gracias a Ia producci6n adicional que provoca esta cooperaci6n- puede ganar mas de lo que pierde debido a Ia cartelizaci6n informal o formal que haya' contribuido a crear. La evoluci6n de este tipo de sindicalizaci6n informal implica que existe una organizaci6n de Ia fuerza !aboral con mayores dimensiones de lo que indican las estadfsticas, y que las diferencias entre algunas empresas ostensiblemente desprovistas de organizaci6n y las empresas sindicalizadas no son tan notables como podria creerse superficialmente. 7. The Logic, p. 85.

208

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CJENCIA POLITICA

contribuyentes que votan por un alto nivel de imposicion fiscal, pero tratan de eludir sus impuestos personales. De acuerdo con Ia misma logica, numerosas asociaciones profesionales tambien consiguen miembros apelando a una coaccion encubierta o explicita (por ejemplo, los abogados en los estados norteamericanos que exigen colegiacion obligatoria). Muy diversos tipos de grupos de presion y de carteles actuan de igual forma. Por ejemplo, algunas de las aportaciones que efectuan los directivos de una empresa a los politicos Utiles para dicha corporacion, tambien son consecuencia de una forma sutil de • ' 8 coacc10n. Los incentivos selectivos positivos, aunque se olvidan con facilidad, tambien son frecuentes, como lo demuestran diversos ejemplos que aparecen en The Logic." Las organizaciones agrarias norteamericanas brindan un ejemplo arquetfpico. Muchos miembros de las organizaciones agrarias mas poderosas forman parte de elias porque sus cuotas se deducen automaticamente de los «dividendos de patronato>> de las cooperativas rurales, o estan incluidas en las primas que pagan a las compailias de seguros mutuos vinculadas a sus organizaciones. Existen muchas asociaciones con clientes urbanos que brindan incentivos selectivos del mismo tipo, en forma de politicas de seguros, publicaciones, tarifas aereas para viajes en grupo y otros bienes privados que solo estan a disposicion de sus miembros. Las reivindicaciones sindicales suelen ofrecer tambien incentivos selectivos, dado que las peticiones planteadas por los miembros activos son las que a menudo atraen el maximo de atenci6n. La simbiosis entre el poder politico de una organizaci6n que ejerce su influjo sobre las instituciones y las organizaciones empresariales vinculadas a ella logra con frecuencia beneficios fiscales o de otras clases para Ia entidad empresarial. Por otro !ado, Ia publicidad y el resto de Ia informacion que fluye del sector politico de un movimiento a menudo dan origen a pautas de preferencia o de confianza que hacen mas remuneradoras las actividades empresariales del movimiento. Los excedentes que se consiguen de este modo brindan a su vez incentivos selectivos positivos, que ayudan a reclutar participantes en los esfuerzos del grupo de presion. III. Los pequefios grupos, y en alguna ocasi6n los grandes grupos «federales>> --constituidos por muchos pequefios grupos de miembros socialmente interactivos-, poseen una fuente adicion~:~l de incentivos selectivos, tanto negativos como positivos. Sin Ia menor duda, Ia mayoria de Ia gente aprecia el compafierismo y el respeto de aquellos con quienes trata. En las sociedades modemas, el confinamiento en soledad es, despues de Ia infrecuente pena de muerte, el castigo legal mas grave. La censura, o incluso el ostracismo, aplicados a quienes no comparten las obligaciones de Ia accion colectiva, pueden convertirse a veces en un incentivo selectivo de importancia. Nos dan un ejemplo extremo de e!Jo los sindicalistas britanicos cuando se niegan a hablar con sus colegas poco cooperativos, «enviandolos a paseo>>. De igual modo, los miembros de un grupo social8. Esto, a su vez, si,gnifica que a veces las grandes empresas pueden constituir por sf solas toda una combinaci6n politica con un notable poder de presion. Acerca de las aportaciones empresariales que no son del todo gratuitas, vease J. Patrick Wright, On a Clear Day You Can See General Motors, Wright Enterprise, Grosse Point, Mich., 1979, pp. 69-70. 9. The Logic, pp. 132-167.

LA LOGICA DE LA A CCION COLECTIVA

, _ de eludir sus pciaciooes profe!Jiena o explicita p;:olegiaci6n obliigual forma. Por mpresa a los po• forma sutil de 1

ad, tambien son 9 'Logic. Las orMuchos miemporque sus cuo:ooperativas ru;eguros mutuos es urbanos que guros, publica,lo es tan a distam bien incenros son las que tico de una ores empresariases para Ia enque fluye del 11cia o de convimiento. Los :ctivos positi~6n.

~

«federales» ctivos-, po·,itivos. Sin Ia aquellos con lespues de Ia >el ostracistiva, pueden ~mplo extreolegas poco rupo socialna combinaci6n

todo gratuitas, Mich., 1979,

11,

209

mente interactivo que busca un bien colectivo pueden conceder distinciones u honores especiales a quienes sobresalgan por sus sacrificios en favor del grupo, brindandoles asi un incentivo selectivo positivo. Puesto que, aparentemente, la mayoria de las personas prefieren estar en compafiia de alguien que piense de manera mas o menos parecida, y que sea agradable y respetable, y con frecuencia prefieren vincularse con aquellos a quienes admiran, les parecera muy facil desdeiiar a los que se evaden de la acci6n colectiva, y apoyar a quienes se empeiian en ella. Los incentivos selectivos sociales pueden ser poderosos y nada claros, pero solo se pueden aplicar en determinadas situaciones. Como ya hemos indicado, no pueden usarse demasiado en los grupos numerosos, excepto en los casos en que grandes grupos forman federaciones de otros mas pequeiios capaces de mantener una interacci6n sociaL No es viable organizar ala mayoria de los grupos numerosos que necesitan un bien colectivo de manera que constituyan pequeiios subgrupos interactivos, ya que la mayoria de las personas carece del tiempo necesario para relacionarse con gran numero de amigos y conocidos. La disponibilidad de los incentivos selectivos sociales tambien esta limitada por la heterogeneidad social de algunos de los grupos o categorias que se beneficiaran de un bien colectivo. La observaci6n cotidiana nos revela que la mayoria de los grupos socialmente interactivos son bastante homogeneos, y que muchas personas rehusan entablar una interacci6n social amplia con los sujetos a quienes atribuyen un estatus inferior o unos gustos muy diferentes. lncluso los intelectuales bohemios y otros grupos no conformistas a menudo estan constituidos por individuos semejantes entre si, por mucho que difieran del resto de la sociedad. Puesto que algunas de las categorias de individuos que se beneficiarian de un bien colectivo son socialmente heterogeneas, a veces no puede ponerse en practica la interacci6n social necesaria para que existan los incentivos selectivos, aunque el numero de individuos implicados sea reducido. Otro problema que se plantea para organi;~:ar y mantener grupos socialmente heterogeneos es que parece menos probable que estos se pongan de acuerdo acerca de la naturaleza exacta del bien colectivo del cual se trate, o sobre que cantidad vale la pena adquirir. Todos los argumeqtos que muestran la dificultad de la acci6n colectiva, y que hemos enumerado hasta ahora en este trabajo, continuan teniendo validez aunque haya una perfecta coincidencia sabre el bien colectivo que se desea, la cantidad de el que se quiere y la mejor manera de conseguirlo. Si alglin factor, como por ejemplo la heterogeneidad social, reduce el consenso, la acci6n colectiva se vuelve cada vez menos probable. Y si, pese a todo existe una acci6n colectiva, tiene el costo adicional de conciliar y arbitrar Yfs diferentes opiniones, sobre todo para los dirigentes de la organizaci6n o de la asociaci6n de intereses en cuesti6n. La situaci6n se muestra ligeramente distinta en los grupos muy pequeiios, de los cuales nos ocuparemos brevemente. En estos grupos,Jas diferencias de opinion pueden brindar a veces una especie de incentivo para unirse a una organizaci6n que busque un bien colectivo, ya que unirse a ella quiza permita al individuo ejercer un influjo significativo sobre Ia politica de Ia organizaci6n y sobre la naturaleza del bien colectivo que obtenga. Esta consideraci6n, em-

210

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLfTICA

pero, no se aplica a grupos lo bastante amplios como para que un unico individuo no pueda aspirar a influir sobre el resultado del conjunto. La coincidencia de criterios es especialmente diffcil cuando estan en juego bienes colectivos debido a las peculiares caracteristicas de tales bienes. Estos, si existen, benefician a todos los miembros de un grupo o de una categoria. Ademas, todos los que integren el grupo en cuestion lograran juntos mas o menos el mismo porcentaje del bien colectivo, y todos tendran que aceptar el nivel y el tipo de bien publico que se ofrezca. Un pais solo puede tener una politica exterior y una politica de defensa, por diversas que sean las preferencias y las rentas de sus ciudadanos, y (salvo en el caso tan dificil de lograr un 10 «equilibrio Lindahl») dentro de un pais no habra acuerdo sobre cuanto se debe gastar para llevar a cabo la politica exterior y de defensa. Esto nos recuerda los argumentos a 12 11 favor de la «equivalencia fiscal», y los rigurosos modelos de la «segregacion optirna» y el «federalismo fiscal»." Una elientela heterogenea, que manifieste diferentes demandas de bienes colectivos, puede plantear un problema ailn mayor a las asociaciones privadas, que no solo deben hacer frente a los desacuerdos, sino tambien encontrar incentivos selectivos tan fuertes como para retener a los clientes insatisfechos. En pocas palabras: los animadores politicos que tratan de organizar la accion colectiva tendran mas posibilidades de exito si se esfuerzan por reunir grupos relativamente homogeneos. Los dirigentes politicos cuya tarea consista en conservar la accion organizada o concertada tambien habran de apelar al adoctrinamiento y a reclutar con criterio selectivo para aumentar la homogeneidad de sus grupos clientes. Esto es asf, en parte, porque los incentivos selectivos sociales suelen estar mas disponibles en los grupos que disfrutan de una mayor homogeneidad, y en parte, porque la homogeneidad ayudara a lograr la coincidencia de opiniones. IV. Considerados en sf mismos, la informacion y los calculos acerca de un bien colectivo a menudo representan un bien colectivo. Pensemos en un miembro tfpico de una gran organizacion, que esta tratando de decidir cuanto tiempo va a dedicar a estudiar la politica o el liderazgo caracteristicos de la organizacion. Cuanto mas tiempo dedique al asunto, mas probable sera que respalde y defienda una politica y un liderazgo eficaces 10. Erik Lindahl. «Just Taxation-A Positive Solution>>, en Richard Musgrave y Alan T. Peacock, eds., Classics in the Theory of Public Finance, Macmillan, Londres, 1958, pp. 168-177 y 214-233. En un equilibrio, segun Lindahl, a cada una de las partes en cuesti6n se le carga un valor impositivo, en las unidades marginales del bien publico, igual al valor que cada una atribuye a una unidad marginal de dicho bien. Al aplicarse esto, incluso aquellas partes que efectlien una va-

loraci6n muy diferente del bien colectivo quem\n Ia misma cantidad. Nos llevaria muy lejos examinar ahora Ia voluminosa bibliograffa que se ha dedicado a esta cuesti6n, pero quiza resulte de utilidad para los no especialistas sefialar que, en Ia mayoria de las situaciones en que las partes en cuesti6n preven un gravamen como el de Lindahl, se venin estimuladas a oculrar su autentica valoraci6n del bien colectivo, ya que obtendrfan cualquier volumen de este siempre que su valor fiscal fuese reducido. Hay una interesante bibliograffa que se refiere a m6todos relativamente sutiles que podrfan estimular a los individuos para que revelasen su verdadera valoraci6n de los bienes publicos, con lo que se lograrian equilibrios Lindahl. Sin embargo, Ia mayoria de estos metodos estan muy lejos de ser aplicables en Ia pnictica. 11. V6ase mi artfcul~ «The Principle of "Fiscal Equivalence"», American Economic Review, Papers and Proceedings, 59, mayo 1969, pp. 479-487. 12. Vease un ejemplo importante en Martin C. McGuire, <
LA L6GICA DE LA ACCI6N COLECTIVA

[) individuo no pue-

an en juego

bienes s, si existen, benetodos los que inte:entaje del bien coque se ofrezca. Un r diversas que sean diffcil de lograr un into se debe gastar l los argumentos a •" ... • 12 regac10n optima» diferentes demans asociaciones pri1 encontrar incenti-

s. lizar la accion corupos relativamenfar la accion orga:clutar con criterio o es asf, en parte, en los grupos que ~idad ayudara a lo-

acerca de un bien niembro tfpico de dedicar a estudiar is tiempo dedique Iiderazgo eficaces 'eacock, eds., Classics in io, segun Lindahl, a cacta 11 publico, igual al valor rtes que efectllen una vallinar ahora Ia voluminoialistas sefialar que, en Ia ~ se venin estimuladas a 3empre que su valor fis; que podrian estimular a ograrian equilibrios Lin'eview, Papers and Pro-

211

para la organizacion. Sin embargo, el miembro tipico solo conseguira una pequefia participacion en los beneficios resultantes de esas politicas y ese liderazgo mas efectivos. En conjunto, los demas miembros conseguiran casi todas las ventajas, de manera que el rniembro individual carece de incentivo para dedicar demasiado tiempo a investigar los hechos y a pensar sobre la organizacion, actividades que redundarian en interes del grupo. A todos los miembros del grupo les convendria ser obligados a invertir mas tiempo en averiguar a favor de que habria que votar para que la organizacion defendiese mejor sus intereses. Esto se hace especialmente evidente en el caso del votante tfpico en las elecciones nacionales de un gran pais. El beneficio que representara para ese votante estudiar los programas y los candidatos hasta que tenga claro cum es el voto que verdaderamente le favorecera, esta dado por la diferencia de valor que represente para el individuo un resultado electoral «correcto», comparado con un resultado «equivocado», multiplicado por Ia probabilidad de que un cambia en el voto de dicho individuo modifique el resultado de Ia elecci6n. Dado que la probabilidad de que el votante tfpico cambie el resultado de la eleccion es enormemente pequefia, ese ciudadano suele mostrarse «racio14 nalmente ignorante» sobre los asuntos publicos. Con frecuencia, empero, la informacion acerca de los asuntos publicos resulta tan interesante o entretenida que vale la pena recibirla unicamente por eso. Esto parece ser la fuente mas importante de excepciones a la generalizacion seglin la cual los ciudadanos tfpicos son racionalmente ignorantes de los asuntos publicos. Los individuos que ejercen ciertas actividades especfficas pueden recibir una recompensa muy considerable en bienes privados, si adquieren un conocimiento excepcional de los bienes publicos. Los politicos, los integrantes de los grupos de presion, los periodistas y los cientfficos sociales, por ejemplo, pueden ganar mas dinero, poder 0 prestigio gracias a su conocimiento de tal o cual asunto publico. En alguna ocasion, un conocimiento excepcional de la politica de la administracion publica genera cuantiosos beneficios a traves de las bolsas de valores o de otros mercados. Al mismo tiempo, el ciudadano tfpico se encontrara con que su renta y sus posibilidades vitales no mejoraran debido a un meticuloso estudio de las cuestiones publicas o de alglin bien colectivo en particular. A su vez, el limitado conocimiento de los asuntos publicos es un factor necesario para explicar la eficaCia de los grupos de presion. Si todos los ciudadanos hubiesen obtenido y asimilado la informacion pertinente, no los influiria la publicidad u otros medios de persuasion. Con ciudadanos perfectamente informados, los cargos gubernamentales electivos no estarian sometidos a los halagos de los integrantes de los grupos de presion, ya que los votantes sabrian cuando se traicionan sus intereses y, en la eleccion siguiente, el representante infiel resultaria derrotado. Asf como los grupos de presion proporcionan bienes colectivos a los grupos de intereses especiales, el conocimiento imperfecto que poseen los ciudadanos explica su eficacia. Y este ultimo fenomeno se justifica, basicamente, porque la informacion y el debate sobre los bienes colectivos es tambien un bien co., lectivo.

nal Jurisdictions», Jour-

De., Nueva York, 1972.

14. Acerca de Ia limitada informacion que cabe esperar que posean los votantes, vease Ia obra clasica de Anthony Downs, An Economic Theory of Democracy, Harper, Nueva York, 1957.



212

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

Este hecho --que los bienes de la instruccion individual acerca de los bienes publicos suelen estar dispersos por todo un grupo o una nacion, y no concentrados en el individuo que asume los costos de instruirse- explica tambien muchos otros fenomenos. Por ejemplo, el criteria «hombre muerde a perro» acerca de lo que se convierte en noticia. Si se vieran los informativos de la television o se leyesen los periodicos unicamente para obtener la informacion mas importante sobre las cuestiones publicas, se ignorarian acontecimientos aberrantes de escasa trascendencia, y se destacarian las pautas tfpicas de importancia cuantitativa. En cambio, cuando para la mayorfa de las personas las noticias son fundamentalmente una altemativa a otras formas de diversion o entretenimiento, hay una demanda de rarezas sorprendentes y de temas de interes humano. Igualmente, los medios de comunicacion cubren de manera completa los acontecimientos que se desarrollan de una forma impredecible o los escandalos amatorios de los personajes publicos, pero las complejidades de la polftica economica o los analisis cuantitativos de los problemas publicos reciben una atencion minima. Los funcionarios publicos, que a menudo se muestran capaces de medrar sin dar a los ciudadanos la justa contrapartida por sus impuestos, pueden cometer un error excepcional si llevan a cabo una huelga lo suficientemente secundada como para convertirse en noticia. Las declaraciones extravagantes, las protestas pintorescas y las manifestaciones salvajes que ofenden a la mayor parte de la opinion publica -sobre la cual pretenden influir-, tambien se explican de este modo: constituyen noticias divertidas, y asf Haman la atencion sobre intereses y asuntos que, de otro modo, serian ignorados. Incluso ciertos actos aislados de terrorismo, calificados de «carentes de sentido>>, podrian explicarse desde esta perspectiva como un medio eficaz para lograr que se fije en ellos la atencion de un publico que, de otro modo, permanecerfa racionalmente ignorante al respecto. Este argumento nos ayuda tambien a comprender algunas incoherencias aparentes en la conducta de las modemas democracias. En las grandes democracias desarrolladas, los diversos tipos de impuesto sobre la renta son progresivos, mientras que es muy frecuente que las deducciones maximas se apliquen a la minorfa de contribuyentes mas acaudalados. Puesto que ambos fenomenos son consecuencia de las mismas instituciones democraticas, z.por que no poseen identica incidencia? Opino que la progresion del impuesto sobre la renta es un 'asunto muy relevante y provoca tal controversia polftica que buena parte del electorado lo conoce, y por lo tanto, consideraciones de caracter populista y mayoritario dictan un grado apreciable de progresividad. En cambio, los detalles de las leyes fiscales son conocidos por bastante menos gente, y reflejan a menudo los intereses de un pequefio numero de contribuyentes, organizados y -por lo general- mas - prosperos. Diversas democracias desarrolladas han adoptado de manera semejante programas del tipo Medicare y Medicaid, obviamente inspirados en la preocupacion por el costo de la asistencia medica para quienes reciben rentas bajas o medias. No obstante, estos programas se han llevado a la practica o se han administrado de una forma que ha provocado grandes incre'mentos en los ingresos de los medicos mas conocidos y de otros profesionales de la sanidad. Una vez mas, estas consecuencias contradictorias parecen explicarse porque las opciones mas notables y controvertidas de las polfticas globales llegan a ser conocidas por las mayorfas que consumen atencion sanitaria, mientras que las

LA LOGICA DE LA A CCION COLECTIVA

llcerca de los bienes pu., concentrados en el inlucbos otros fen6menos. pie se convierte en noti11 peri6dicos Unicamente I publicas, se ignorarian fan las pautas tfpicas de las personas las noticias 1o entretenimiento, hay no. lgualmente, los me:otos que se desarrollan rsonajes publicos, pero livos de los problemas lflle a menudo se muestida por sus impuestos, lo suficientemente se!Vagantes, las protestas parte de Ia opinion pu'ste modo: constituyen os que, de otro modo, l:ados de «carentes de eficaz para lograr que meceria racionalmen:oherencias aparentes cracias desarrolladas, ttras que es muy fre~ contribuyentes mas mismas instituciones a progresi6n del imroversia polftica que ' de caracter populisnbio, los detalles de 1 a menudo los inte)r lo general- mas nera semejante pro!Jfeocupaci6n por el 'tas. No obstante, es: una forma que ha onocidos y de otros ictorias parecen exliticas globales Hea, mientras que las

213

numerosas elecciones mas pequefias -necesarias para llevar a la practica estos programas asistenciales- estan bajo el influjo basico de una minoria de proveedores organizados de cuidados sanitarios. ' El hecho de que el individuo tfpico no tenga un incentivo para invertir demasiado tiempo en estudiar muchas de las elecciones relacionadas con los bienes colectivos explica asimismo otras aportaciones individuales (inexplicables, si no se tiene en cuenta esto) dirigidas ala consecuci6n de bienes colectivos. La l6gica de la acci6n colectiva que se ha descrito en este trabajo no es algo que resulte inmediatamente evidente a quienes nunca la hayan estudiado. Si fuese algo evidente a primera vista, el argumento con que se inici6 este trabajo no resultaria en absoluto parad6jico, y los estudiosos a los que se 15 explica dicho argumento no reaccionarian al principio con escepticismo. Sin ninguna duda, las consecuencias pnicticas que tiene esta l6gica para las opciones que realice el individuo a menudo fueron detectadas antes de que tal l6gica quedase plasmada por escrito, pero ello no significa que siempre hayan sido comprendidas, ni siquiera a nivel intuitivo y practico. En especial, cuando los costos de las aportaciones individuales a la acci6n colectiva son muy reducidos, el individuo tiene escasos incentivos para investigar si vale Ia pena o no efectuar dicha aportaci6n, o incluso ejercerla intuici6n. Si el individuo sabe que el costo de su aportaci6n a la acci6n colectiva en interes de un grupo del cual el forma parte es pnicticarnente inapreciable, desde un punto de vista racional cabe que no se tome Ia molestia de considerar si lo que gana es aun mas inapreciable. Esto sucede, especialmente, cuando Ia cuantfa de las ganancias y las polfticas que las maximizarian son cuestiones acerca de las cuales no se justificaria una investigaci6n. Este exarnen de los costos y las ventajas de efectuar un calculo acerca de los bienes publicos lleva a la comprobable predicci6n de que las aportaciones voluntarias a Ia obtenci6n de bienes colectivos para grupos numerosos sin incentivos selectivos se producira a menudo cuando los costos de las contribuciones individuales resultan de escasa importancia, pero por lo general no se produciran cuando esos costos sean elevados. En otras palabras, cuando los costos de la acci6n individual para obtener un bien colectivo deseado son muy reducidos, la consecuencia es indefinida: unas veces se produce un resultado, y otras el contrario. Sin embargo, cuando los costos crecen, desaparece dicha indefinicion. Por lo tanfo, debemos establecer que hay bastantes personas dispuestas a dedicar un momento de su tiempo a firmar peticiones en favor de determinadas causas, a expresar sus opiniones a lo largo de una discusi6n o a votar por el candidato o el partido que prefieran. De igual modo, si Ia tesis que aquf defendemos es correcta, no ·encontrariarnos demasiados casos en los que los individuos aporten voluntariamente grandes recursos, afio tras afio, para obtener un bien colectivo que beneficie al grupo numeroso del cual forman parte. Antes de invertir una gran cantidad de dinero o de tiempo y, en especial, antes de hacerlo repetidamente, el individuo racional reflexionara acerca de que va a lograr mediante ese considerable sacrificio. Si se trata de un tipico individuo miembro <)

15. Le debo a Russell Hardin el haberme llarnado Ia atenci6n sobre este punto. Vease un magnifico y riguroso amilisis de todo el tema de Ia acci6n colectiva en Ia obra de Hardin, Collective Action, Johns Hopkins University Press for Resources of the Future, Baltimore, 1982.

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

214

de un grupo numeroso que se beneficiara de un bien colectivo, su contribuci6n no representara una diferencia perceptible en la cantidad de recursos aportados. La teoria que aquf sostenemos es que dichas contribuciones se vuelven menos probables a medida que es 16 mas elevada la contribuci6n global en cuesti6n. V. lncluso en el caso de que las aportaciones sean lo bastante costosas como para provocar un calculo racional, sigue habiendo un conjunto de circunstancias en el cualla acci6n colectiva puede producirse sin que existan incentivos selectivos. Este conjunto de circunstancias resulta evidente cuando pensamos en situaciones en las que s6lo unos cuantos individuos o empresas se benefician de una acci6n colectiva. Supongamos que dos empresas del mismo tamafi.o cubren un sector industrial determinado sin que pueda sumarseles otra. Un precio mas elevado del producto que fabrican beneficiara a ambas empresas y, asimismo, la legislaci6n favorable al sector industrial en cuesti6n ayudara a las dos empresas. Un precio mayor y una legislaci6n favorable, en consecuencia, son bienes colectivos para este sector en situaci6n de oligopolio, aunque en el grupo s6lo haya dos miembros que se beneficien de esos bienes. Como es obvio, cada una de las empresas oligop6licas -si restringe la producci6n para elevar el precio de sus artfculos, o si presiona para conseguir una legislaci6n favorable al sector-lograra aproximadamente la mitad del beneficia. Y la proporci6n costo-beneficio de la acci6n en interes comun resultara a menudo tan favorable que, aunque una de las empresas asuma el costo total de la acci6n y logre s6lo la mitad de sus beneficios, seguira siendole provechoso actuar en interes comun. Si el grupo que aprovechara la acci6n colectiva es lo suficientemente pequefio y la proporci6n costo-beneficio de esa acci6n es lo bastante favorable, puede darse una acci6n calculada en interes colectivo, aunque no existan incentivos selectivos. Cuando s6lo unos cuantos miembros componen el grupo, tambien es posible que negocien entre sf y acuerden una determinada acci6n colectiva. En tal caso, la acci6n de cada uno de ellos ejerce un efecto perceptible sobre los intereses y el curso de acci6n que sigan los demas, de manera que todos tienen un incentivo para actuar estrategicamente, es decir, de que tomen en cuenta el efecto de las opciones individuales sobre las opciones de los demas. Esta interdependencia entre las distintas empresas o personas que constituyen el grupo puede darles un incentivo para negociar mutuamente en beneficia recfproco. En realidad, si los costos de la negociaci6n son escasos, para continuar negociando entre sf sera necesario maximizar las ganancias del grupo hasta lograr lo que llamaremos un resultado 6ptimo de grupo (o lo que los economistas denominan a veces un «6ptimo de Pareto»). Una manera en que las dos empresas antes mencionadas pueden obtener ese resultado es acordando que cada una de elias se encargue de la mitad de los costos de la acci6n colectiva. En consecuencia, cada empresa soportara la mitad del cos16.

Existe otra perspectiva que avanza en Ia misma direcci6n. Piensese en los individuos que obtienen placer a!

participar en esfuerzos para la obtenci6n de un bien colectivo como si se tratase de un consume ordinaria, cosa que suce-

de en el caso de los altruistas'participativos (descritos en la nota 3 de este articulo). Silos costas de Ia acci6n colectiva son de escasa importancia para el individuo, no es posible que los costas de consumir el placer de Ia participaci6n o de satis-

facer el impulso moral de ser un participante impidan la acci6n colectiva. Sin embargo, debido a las tasas marginales de sustituci6n decrecientes, el grado de acci6n colectiva causado por estas motivaciones ira disminuyendo a medida que

aumente su precio.

:i6n no repre:oria que aquf 1edida que es

as como para 1en el cual la e conjunto de ue s6lo unos ongamos que 1in que pueda :iani a ambas l6n ayudara a ncia, son bietpo s6lo haya ie las emprerrtfculos, o si nadamente la es comun rewsto total de [)SO actuar en :ntemente pee, puede dar~electivos.

; posible que , la acci6n de le acci6n que ttegicamente, •re las opcioms que cons~neficio recflar negocian>grar lo que linan a veces tadas pueden mitad de los ritad del cos-

obtienen placer a! io, cosa que suceci6n colectiva son paci6n o de satissas marginates de do a medida que

LA LOGICA DE LA A CCION COLECTIVA

215

to de dicha acci6n en interes comun, y recibira la mitad de los beneficios. Por lo tarlto, habra un incentive para continuar la acci6n en interes colectivo hasta que se maxirnicen las ganancias globales de la acci6n colectiva. En toda negociaci6n, sin embargo, cada una de las partes tiene el incentive de buscar para sf misma el maximo porcentaje de las ganancias del grupo, y tambien suele darse un incentive para amenazar con el bloqueo o sabotaje la acci6n colectiva --es decir, «endurecerse>>- si no se consigue el porcentaje deseado de esas ganancias. Por lo tanto, es muy posible que la negociaci6n no logre un resultado 6ptimo de grupo, y quiza tampoco permita alcanzar un mfnimo acuerdo sobre una 17 acci6n colectiva determinada. Como explico en otro sitio, la consecuencia de todo esto es que a menudo los «pequefios» grupos se dedican a una acci6n colectiva sin que existan incentives selectivos. En determinados grupos pequefios («grupos privilegiados») se se presume, de hecho, que se conseguira parte del bien colectivo. A pesar de ello, la acci6n colectiva resulta problematica, incluso en las circunstancias mas favorables, y en cada caso particular los resultados son imposibles de determinar. Aunque algunos aspectos de la cuesti6n resulten complejos e indeterminados, la esencia de la relaci6n entre el tamafio del grupo que se beneficiara con la acci6n colectiva y el grado de dicha acci6n es algo sumamente sencillo, pero no siempre se entiende con suficiente precision. Examinemos una vez mas a nuestras dos empresas, y supongamos que no han alcanzado ningun acuerdo para maximizar sus ganancias globales o para coordinar de algun modo sus acciones. Cada empresa continuara obteniendo la mitad de las ganancias de cualquier acci6n que se efectue en interes del grupo, y asf poseera un incentive considerable para actuar, aunque sea de manera unilateral. Por supuesto, tambien existe una economfa externa de grupo, o beneficia para el grupo --que se eleva al 50%-, por el cualla empresa que actua unilateralmente nose ve compensada, de modo 18 que la conducta unilateral no logra un resultado 6ptimo de grupo. Supongamos ahora 17. The Logic, pp. 5-65. 18. El supuesto de que hay dos empresas que conceden igual valor a! bien colectivo es uti! para Ia exposici6n, pero a menudo no constituira una descripci6n realista. En el caso, milcho mas corriente, en que las partes atribuyen a! bien publico una valoraci6n distinta, Ia que otorgue a este bien un valor absoluto superior se hallara en clara desventaja. Cuando suministre Ia cantidad de bien colectivo que considera 6ptima para sf misma, las otras partes se veran estimuladas a aprovecharse de esta cantidad y no dar nada por elias. Lo contrario, no obstante, no es cierto. La parte mas arnplia carga con todo el peso del bien colectivo. (La parte que atribuye mas valor a! bien colectivo tiene Ia opci6n de tratar de obligar a los demas a compartir su costo negandose a compartirlo, pero esto tambien representa una desventaja en Ia negociaci6n, porque con esta acci6n perdera mas que aquellos con los cuales esta negociando.) Por lo tanto, un analisis completo de Ia probabilidad de Ia acci6n colectiva debe tener en cuenta los tamafios o valoraciones relativos del bien colectivo para las partes implicadas, asi como el tamafio del grupo. Vease en Ia nota siguiente las referencias a «

los supuestos de Cournot, ambas manifestaran entonces una tendencia a ser exactamente del mismo tamaiio,

como en ~l ejemplo que figura en el texto. Supongamos que cada empresa tiene que pagar el mismo precio por cada unidad del bien colectivo, y que poseen identicas funciones productivas para cualquier bien privado que produzcan. De acuerdo con Ia defmici6n de un bien puramente colectivo, arnbas deben recibir el mismo volumen de este, y, por lo tanto, s6lo pueden hallarse en equilibria de acuerdo con los supuestos Cournot, en el caso de que las curvas correspondientes a cada una de elias posean Ia misma irtelinaci6n en el punto relevante. En otras palabras, las curvas que describen Ia producci6n resultante de cada combinaci6n de inputs de bien privado y de bien publico, para cada una de las empresas, deben tener Ia misma inclinaci6n si las dos empresas que disfrutan del mismo volumen de bien colectivo estan adquiriendo parte de el al mismo tiempo. De acuerdo con mis supuestos de identica funci6n productiva e identico precio de los factores de producci6n, arnbas empresas deben tener exactamente el mismo tarnafio o producci6n.

216

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

que compitiese en el sector una tercera empresa del mismo tamafio: la econornia extema de grupo se elevaria a dos tercios, y la empresa individual solo obtendria un tercio del beneficia provocado por Ia acci6n independiente que llevase a cabo en interes del grupo. Por supuesto, si hubiese un centenar de empresas en tales condiciones, la economfa extema del grupo seria del 99 %, y la empresa individual no conseguiria mas que el 1 % de las ganancias correspondientes a su acci6n en favor del grupo. Obviamente, cuando llegamos a grandes grupos que se cuentan por miles o millones de miembros, el incentivo para una conducta orientada hacia el beneficio del grupo --con ausencia de incentivos selectivos- se vuelve muy insignificante. Por atfpico que pueda parecer este ejemplo de empresas de igual tamafio, permite que se manifieste de modo intuitivo un principio general: en igualdad de circunstancias, cuanto mayor sea Ia cantidad de individuos o empresas que se beneficien de un bien colectivo, menor sera el porcentaje de ganancias obtenidas a traves de la acci6n a favor del grupo que le va a corresponder al individuo o empresa que lleva a cabo Ia acci6n. As£, en caso de no existir incentivos selectivos, el incentivo de la acci6n de grupo disminuye a medida que aumenta el tamafio del grupo, de modo que los grandes grupos estdn me nos capacitados que los pequefios para actuar en favor del interes comun. Si entra en escena otro individuo o empresa que concede valor al bien colectivo en cuesti6n, habra de disminuir el porcentaje de ganancias que pueda recibir cada uno de los que ya estan en el grupo. Esto es asf independientemente de los tamafios relativos del bien colectivo para el grupo, o del aprecio que este manifieste por ese bien. En The Logic of Collective Action se demuestra con claridad este principia." El arEn el caso de consumidores que compartan un bien colectivo los resultados son igualmente notables. El consumidor que otorga al bien publico el maximo valor absoluto soportara el costo total, o bien acabaran por tener los dos igual renta. Cuando ambos consumidores obtienen la misma cantidad de un bien colectivo, ambos pueden continuar adquiri6ndolo, cifi6ndose a un comportamiento Coumot s6lo en el caso de que los dos tengan la misma tasa marginal de sustituci6n entre el bien publico y el privado, y, por lo tanto (con funciones de rendimiento y precios identicos), rentas ictenticas. A menos que desde un principia los dos consumidores tengan rentas id6nticas, se da una inevitable explotaci6n del grande por el pequefio. Una posibilidad es que el consumidor mas rico se haga cargo del costo completo del bien colectivo. La otra posibilidad con ajuste independiente es que el bien pUblico sea tan valioso que las adquisiciones iniciales del consumidor mas rico tengan un efecto tan grande sabre la renta como el inicialmente mas acaudalado, de manera que ambos compren equilibradarnente determinada cantidad del bien colectivo. Con respecto a este punto he aprovechado un intercambia de puntas de vista con mi colega Martin C. McGuire. vease un razonamiento que sigue lineas afmes, y que resulta estimulante y valioso, aunque parcialmente incorrecto, en Ronald Jeremias y Asghar Zardkoohi, «Disnibutional Implications of Independent Adjustment in an Economy with Public Goods rel="nofollow">>, Economic Inquiry, 14, junio 1976, pp. 305-308. 19. El costo C de un bien colectivo es una funci6n del nivel Tal cual se suministra. es decir, C =f(,D. El valor del bien para el grupo, v,, no depende solo de T sino tambien del <>, s,, del grupo, el cual depende a su vez de la cantidad de miembros del grupo y del valor que anibuyen al bien en cuestion; V, =TS,. El valor del bien para el individuo i es v,, _y Ia «fracci6n», F;, del valor del grupo que posee dicho individuo es V;fVg, que debe ser igual asimismo a F;Sf:T. La ventaja neta, A·, que el individuo i consigue al adquirir determinado volumen del bien colectivo esta representada por el valor de este menos su costo, es decir, A• = V•- C, que cambia junto con el nivel de T que obtiene su inversion, de manera que dA•/
Esto nos da la cantidad de bien colectivo que comprara un maximizador unilateral. A este factor se le puede conceder un significado desde el punta de vista del sentido comUn. Puesto que Ia cantidad Optima se encuentra cuando dA•!
LA LOGICA DE LA ACCION COLECTIVA

mornia extema n tercio del be~s del grupo. 1 economfa ex' que ell% de tte, cuando lieIS, el incentivo !lcia de incenmaiio, permite circunstancias, de un bien coacci6n a favor abo la acci6n. e grupo dismis grupos estim un. Si entra en ;uestion, habra s que ya estan bien colectivo •



OC!p!O.

19

El ar-

llables. El consumi. tener los dos igual :ontinuar adquirien'ginal de sustituci6n rentas identicas. A rotaci6n del grande I bien colectivo. La iniciales del consumanera que ambos rovechado un intera!mes, y que resulijgtributional Impli1976, pp. 305-308. ; C =f(D. EI valor ende a su vez de Ia bien para el indivi11 asimismo a FS~:T. lli representada por u inversi6n, de rna-

or se le puede conentra cuando

217

gumento en su version completa pondra de manifiesto que la suposicion de los parrafos precedentes sobre empresas de igual tamaiio es innecesaria para la conclusion (aunque ayude, segun creo, para obtener una rapida vision intuitiva del problema). Las diferencias de tamaiio o, con mas precision, de cantidad que los diferentes individuos o empresas esten dispuestos a pagar para conseguir porcentajes marginales del bien colectivo son de gran importancia y explican fenomenos paradojicos como la «explotacion de los grandes 20 por los pequefios>>, pero resultan esenciales para la tesis de este trabajo. La cantidad de personas que deben negociar para obtener una cantidad optima de grupo de un bien colectivo -y, por lo tanto, los costos de la negociacion- tiene que aumentar junto con el tamaiio del grupo. Esta consideracion refuerza el principio que acabamos de formular. En realidad, tanto la observacion cotidiana como la logica de la cuestion indican que --en grupos realmente numerosos- es imposible llevar a cabo una negociacion entre todos los miembros para lograr un acuerdo sobre la obtencion de un bien 21 colectivo. Un factor que hemos mencionado antes en este trabajo --que los incentivos selectivos de caracter social solo estfu a disposici6n de los pequefios grupos y (de forma muy relativa) de los grupos numerosos constituidos por la federacion de pequefios grupos- tambien indica que los pequefios son mas faciles de organizar que los numerosos. La importancia de la argumentacion logica que acabamos de formular puede comprobarse a la perfecci6n si comparamos grupos que obtendran el mismo beneficio neto gracias a una eventual acci6n colectiva, en caso de que la lleven a cabo, pero que son de distinto tamafio. Supongamos que un millon de individuos ganaran mil d6lares cada uno, o mil millones de d6lares en conjunto, si se organizan de manera eficaz y emprenden una accion colectiva que tiene un costo total de cien millones. Si el razonamiento expuesto con anterioridad es correcto, no podran organizarse ni emprender una acci6n colectiva

y dado que

dV;fdT =F;(d\f,fdT) F,(dlf,fdT)- dC!dT = 0, F·(dV,fdT) = dC/dT.

Asf, Ia cantidad optima que obtiene un individuo con respecto al bien colectivo se da cuando Ia tasa de beneficia para el grupo (dV,fdT) es mayor que Ia tasa de incremento de costo (dC/dT) en el mismo porcentaje que el beneficia de grupo supera el beneficia del individuo (1/F, =V,fV•). En otras palabras: cuanto menor sea F,, menos le tocani al individuo, y (en igualdad de condiciones) F' tiene que disminuir a medida que el grupo se va hacienda mas numeroso. 20. The Logic, pp. 29-3!; y Mancur Olson y Richard Zeckhauser, <
218

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITrCA

eficaz sin incentivos colectivos. Supongamos ahora que, aunque se siga manteniendo el beneficio total de mil millones de dolares mediante Ia accion colectiva, asf como el costo global de cien millones, el grupo se componga de cinco grandes empresas o de cinco municipios organizados, cada uno de los cuales ganara doscientos millones. Ni siquiera en un caso como este la accion colectiva brindarfa una certidumbre absoluta, ya que cada uno de los cinco podria aspirar a que los demas aportasen los cien millones, y a ganar el bien colectivo que vale doscientos millones sin que le cueste nada. Sin embargo, es muy probable que se produzca Ia accion colectiva una vez realizadas determinadas negociaciones. En este caso, cualquiera de los cinco miembros del grupo ganarfa cien millones gracias a la obtencion del bien colectivo, aunque tuviese que pagar el costo total el solo. Asimismo, los costos de Ia negociacion entre los cinco no seran demasiado grandes, de manera que, tarde o temprano, se llegarfa a un acuerdo acerca de la accion colectiva. Las cifras que aparecen en este ejemplo son arbitrarias, pero situaciones semejantes en lo esencial ocurren a menudo en Ia realidad, y las diferencias entre grupos «pequefios» y <> pueden ilustrarse mediante una cantidad enorme de ejemplos distintos. La importancia de este argumento tambien se manifiesta si se comparan las maneras de funcionar de los grupos de presion 0 los carteles dentro de ambitos de dimensiones muy distintas; por ejemplo, un municipio modesto y un gran pais. Dentro de una poblacion, el alcalde o Ia junta de concejales pueden ser influidos, por ejemplo, por un grupo de peticionarios o por un presupuesto de mil dolares dedicados a ejercer presion. Un sector empresarial determinado puede estar en manos de unas cuantas empresas unicamente, y si Ia poblacion se encuentra lejos de otros mercados, esas pocas empresas estaran en condiciones de acordar Ia creacion de un cartel. En un gran pais, es probable que los recursos necesarios para influir sobre el gobiemo de la nacion tengan que ser mucho mas considerables, y, a menos que las empresas sean gigantescas (cosa que a veces ocurre), tendran que colaborar muchas de elias para crear un cartel efectivo. Supongamos ahora que el millon de individuos miembros del grupo numeroso mencionado en el parrafo anterior este disperso en cien mil poblaciones o ambitos, de manera que en cada ambito haya diez, junto con Ia misma proporcion de ciudadanos pertenecientes a las demas categorias que existfa con anterioridad. Supongamos tambien que las proporciones costobeneficio siguen siendo las mismas, de manera que pueden ganarse mil millones de dolares en el conjunto de los diversos ambitos, o bien diez mil en cada uno de ellos, y sigue costando cien millones de dolares el conseguirlo en todos los ambitos, o mil dolares en cada uno de ellos. Ya no parece tan disparatado que en muchos ambitos haya grupos de diez --o subconjuntos de grupos de esta clase- que aporten los mil dolares necesarios para conseguir que cada individuo gane mil dolares. Comprobamos asf que, si todos los demas factOtes permanecen iguales, los ambitos pequefios tendnin una accion colectiva per capita mayor que los grandes. Las diferencias en Ia intensidad de preferencia dan pie a un tercer tipo de ilustracion del argumento en cuesti6n. Un reducido numero de sujetos muy ansiosos por obtener determinado bien colectivo actuaran con mas frecuencia de manera colectiva para conseguirlo que una cantidad mayor de sujetos que tengan la misma voluntad de conjunto. Supongamos que en un caso existen veinticinco individuos, cada uno de los cuales

LA LOGICA DE LA ACCION COLECfiVA

rnanteniendo el ;i como el cos:sas o de cinco es. Ni siquiera ta, ya que cada ~s, y a ganar el tbargo, es muy nadas negocia1 cien millones to total el solo. do grandes, de 1 colectiva. Las rnejantes en lo «pequeiios» y s distintos. aran las manes de dimensiottro de una polo, por un gruer presion. Un npresas unicaempresas estas probable que que ser mucho e a veces ocu'· Supongamos nado en el pale en cada ames a las demas )rciones costorillones de dode ellos, y si• o mil dolares IS haya grupos olares necesa:i que, si todos 1 accion colecipo de ilustraosos por obtecolectiva para tad de conjunde los cuales

219

considera que determinado bien colectivo vale mil dolares, mientras que en otro caso hay cinco mil personas, cada una de las cuales considera que el bien colectivo vale cinco dOlares. Como es obvio, la logica del argumento indica que la accion colectiva sera mas probable en el primer caso que en el segundo, aunque la demanda conjunta del bien colectivo sea la misma en ambos casos. Sin la menor duda, la gran importancia historica de los pequeiios grupos de fanaticos se explica en parte por esta razon. VI. La tesis expuesta en este trabajo predice que los grupos que tengan acceso a incentivos selectivos probablemente actuaran con mayor frecuencia de manera colectiva para obtener bienes colectivos que los grupos que no disponen de tales incentivos. Ademas, es mas probable que los grupos mas reducidos emprendan una accion colectiva, en comparacion con los grupos mas numerosos. Las partes empfricas de The Logic muestran que en los Estados Unidos esta prediccion se ha cumplido. Se necesita efectuar un estudio mas profunda antes de afirmar con certeza absoluta que la tesis tambien se aplica a otros paises, pero los rasgos mas destacados del panorama organizativo de las demas naciones se ajustan sin duda a dicha teoria. En ningun pais importante existen grupos organizados y numerosos que carezcan de incentivos selectivos. Las masas de consumidores no estan integradas en organizaciones de consumidores, los millones de contribuyentes, la enorme mayoria de los que poseen rentas relativamente bajas no pertenecen a organizaciones que defiendan a los pobres, y las cantidades a veces muy notables de desempleados carecen de una voz organizada. Estos grupos estan tan dispersos, que ninguna organizacion gubemamental puede imponerse a ellos. En esto se distinguen radicalmente de quienes -por ejemplo, los trabajadores de grandes fabricas o explotaciones minerasson suceptibles a la coaccion mediante piquetes de huelga. Tampoco parece haber ninguna fuente de incentivos selectivos que conceda a los individuos pertenecientes a dichas categorias un incentivo para cooperar con las numerosas personas con las que comparten 22 intereses. En cambio, en casi todas partes, el prestigio social de las profesiones intelectuales y la limitada cantidad de personas que las ejercen en cada comunidad ha ayudado a que se organicen. Este proceso de organizacion de las profesiones tambien se ha favo22. Incluso aquellos grupos o causas que tienen una amplitud y una popularidad tan grandes como para abarcar a casi todos los miembros de la sociedad no estan en condiciones de dar Iugar a organizaciones demasiado amplias. Piensese en los grupos que se preocupan por la calidad del medio ambiente. Aunque los ecologistas extremistas son una pequefia minorfa, casi todo el mundo esta interesado en que haya un medio ambiente saludable. En los Estados Unidos. por ejemplo, los resultados de las encuestas indican que decenas de millones de ciudadanos piensan que deberfan adoptarse m:is medidas para proteger el entomo. A finales de los afios sesenta y principios de los setenta, no era m:is que una moda caprichosa. A pesar de ello, y de que las organizaciones no lucrativas disfrutan de una reducci6n de las tarifas postales, y si bien la~ormatizaci6n ha permitido reducir el costo de las peticiones de ayuda por correspondencia, hay relativamente pocas persollas que paguen sus cuotas anuales a las organizaciones defensoras del medio ambiente. En los Estados Unidos, las principales Organizaciones de esta clase poseen decenas o centenares de miles de asociados, y al menos la mas numerosa (Ia Audubon Society, con sus productos para observadores de aves) debe sin duda Ia mayor parte de sus miembros a los incentives selectivos que ofrece. Con toda seguridad, hay mas de 50 millones de estadounidenses que conceden gran valor a Ia existencia de un mJdio ambiente saludable, pero en un afio normal no es probable que mas del I % pague CUO· tas a alguna organizaci6n cuya actividad principal consista en presionar a favor de un medio ambiente mejor protegido. Resulta incomparablemente mayor Ia proporci6n de medicos integrantes de Ia American Medical Association, Ia de trabajadores del sector automovilistico que son miembros del sindicato United Automobile Workers, Ia de productores rurales afiliados al Farm Bureau, o Ia de industriales que forman parte de las respectivas asociaciones empresariales.

220

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

recido por Ia creencia caracteristica de la opinion publica de que una organizaci6n profesional, con el respaldo del gobiemo, debe determinar quien esta «calificado» para ejercer Ia profesi6n, y de este modo, controlar un incentivo selectivo de caracter decisivo. De manera semejante, los pequefios grupos de (a menudo grandes) empresas de todos los sectores industriales y todos los paises con frecuencia estan vinculados a traves de asociaciones empresariales, organizaciones o acuerdos de una u otra clase. Lo mismo sucede muchas veces con los pequefios grupos de (por lo general, mas pequefias) empres as en ciudades o poblaciones especificas. Si bien los grupos que segun esta teoria no pueden estar organizados no lo estan en ninguna parte, sigue habiendo grandes diferencias entre las sociedades y los periodos hist6ricos con respecto al grado en que estan realmente organizados los grupos que pueden organizarse de acuerdo con nuestra tesis.

La 16gica de Ia acci6n colectiva: tres modelos de analisis de Ia participaci6n politica no institucional J. F.

VALENCIA

Universidad del Pais Vasco

Resumen En el presente estudio se sometieron a prueba tres Mode/as explicativos de Ia Participacion Politica No lnstitucional, el Mode/a Actitudinal (que incluia Actitud y Norma Social -Fishbein y Ajzen), el Mode/a Motivacional de Recursos (que incluia Motivo Selectivo, Social, y Colectivo -Kiandermans) y el Mode/a Psicosocial (que incluia recursos a di{erentes niveles de ami/isis). Tomando el Porcentaje de Varianza Explicada como un indice de poder exp/icativo, el Mode/a Psicosocial fue el que mayor peso obtuvo. Tambien se demostro un mayor peso explicativo del Mode/a Motivacional de recursos sabre el Actitudinal. Finalmente, de cara a Ia Explicacion de Ia Logica de Ia Acci6n Colectiva, se asume Ia importancia de Ia intencionalidad de los actores colectivos, pues Ia explicacion causal no es sujiciente. En otras palabras, se asume Ia necesidad de tamar en cuenta que las razones pueden ser causas del comportamiento.

Palabras clave: participaci6n politica

The logic of Collective Action: Three Models on Political Non Institutional Participation

Abstract In the present study were tested three dzfferent Models on Political Non Institutional Participation, The Attitudinal Model (including Attitude and Social Norms -Fishbein & Ajzen), The Motivational Model (including Selective, Social and Collective Motives -Kiandermans) and The Psychosocial Model (including resources at the individual, social, and structural-ideological level). Taking the Explained Variace as an index of Explanatory Power, The Psichosocial Model had the most predictive weight in order to take a decision to participate. It was also showed that The Motivational Model had more explanatory weight than the Attitudinal Model. Finally, we assume the importance of taking into account the intentionality of collective actors in order to explain The Logic of Collective Action, because causal explanation is not sufficient. We assume the neccesity to take into account that reasons can also be causes of behavior.

Key words: Political Participation Direcci6n del autor: Departamento de Psicologia Social

Facultad de Filosofia y CC Educaci6n, 20014 San Sebastian

©

1990 by Aprendizaje, Revista de Psicologia Social, 1990,5 (2-3), 185-214. ISSN: 0213-4748.

186 INTRODUCCION El significado de Ia participaci6n politica, tanto para el individuo como para el sistema politico, proviene de Ia interacci6n entre autoridades politicas y ciudadanos, que se da a traves de Ia mediaci6n de las instituciones politicas. En esta interacci6n un elemento fundamental, en un marco democratico, sera el intento por parte de los ciudadanos de influir en las decisiones politicas (Verba y Nie 1972). Si bien tradicionalmente el estudio de esta relaci6n se habia reducido al comportamiento electoral (Kinder y Sears 1985, Sears, 1987), hoy en dia se viene aceptando Ia existencia de diferentes comportamientos en los sistemas democraticos (Milbrath 1981, Barnes y Kaase 1979, Seliktar 1986, Lederer 1986) los cuales abarcan des de los Comportamientos Convencionales, hasta el recurso a tecnicas de <> (Kaase y March 1979a, 41 ). De cara a una definicion operacional del termino, pensamos que el termino Participaci6n No Convencional, como seiiala Sabucedo (1984, Sabucedo y Sobral 1986 ), esta sujeto a Ia oscilaci6n de las condiciones sociales, de manera que lo que resulta no convencional en un momento puede resultar habitual y aceptado poco despues. Parece pues, mas adecuado hablar de Participaci6n Politica No lnstitucional (PPNI); que hari referencia al conjunto de comportamientos dirigidos a influir en las decisiones politicas del poder establecido que utilizan ~auces no institucionales. Teorias Explicativas de Ia Participacion Politica No Institucional Tradicionalmente Ia explicaci6n de Ia PPNI se centro en el analisis de factores de corte individual, tales como rasgos de personalidad (Adorno et al. 1950), Ia marginalidad, anomia, alienaci6n y ansiedad (Lebon 1961, Freud 1923, Kornhauser 1959, Arendt 1963 ), el descontento o privaci6n relativa (Davis 1959, Davies 1963, Gurr 1970), como factores unicos explicativos de dicha participaci6n. Sin embargo, Ia investigaci6n empirica no ha aportado evidencia en este sentido (Klandermans 1983, Obershall 1973, Moore 1975, Barnes y Kaase 1979, Klandermans et al. 1987, Dube y Guimond 1986, Gurney y Tierner 1982, McAdam et al. 1988).

187 Las teorias dominantes hasta los anos 70 (Collective Behaviour, Sociedad de Masas, Privacion Relativa, Escuela Institucional) hacian hincapie en aspectos puramente individuates y en tensiones estructuralcs de los cambios sociales rapidos, generadores de actores politicos anomicos 0 descontentos. El impacto producido por Ia «explosion de participacion>> (Almond y Verba 1965, 1980) de los anos 60/70 ha modificado Ia vision que proyectan tanto los practicos como los teoricos de Ia participacion. Asi Ia participacion en acciones colectivas era vista como a) participacion escasa de genre, donde b) los descontentos eran transitorios, c) los comportamientos institucionales y no institucionales eran considerados como diferentes, d) los actores sociales eran a-racionales cuando no i-racionales. Los movimientos politicos de los anos 70 cuestionaron las perspectivas anteriores, provocando con ello un relevo en las corrientes teoricas al uso, de modo que cristalizo de una manera formal Ia Teoria de los Recursos para Ia Movilizacion (TRM) (Obershall 1973, McCarthy y Zald 1973, 1977, Gamson 1975, Tilly 1978). Esta nueva perspectiva, a diferencia de Ia anterior, va a centrar su atencion en los siguientes aspectos: a) el continuum entre los comportamientos institucionales y no institucionales, b) Ia racionalidad de los acto res en dichos movimientos, c) el rol de los movimientos sociales como agentes de cambio social. La TRM propone Ia participacion en movimientos colectivos como un proceso de toma de decision racional, por medio del cual Ia gente sopesa los costos y beneficios de su participacion. Igualmente, esta teorfa propone <
La Logica de Ia Acci6n Colectiva Una polemica basica que ha aparecido en este modelo de actor racional (sopesador de costos y beneficios) ha sido Ia contraposicion entre Ia Ra-

188 cionalidad Colectiva vs Racionalidad Individual, de modo que Ia presencia de Ia una incluye Ia ausencia de Ia otra, o dicho en otras palabras Ia oposici6n dada entre los Incentivos Selectivos frente a los Incentivos Colectivos que tienden a lograr algun tipo de Bien Comun a traves de Ia participaci6n en movimientos colectivos. A esto es a lo que algunos autores (Hardin 1982a, 1982b, Dawes 1980) se refieren con el concepto de ,,Oilema Social>>. Esta polemica se ha puesto de relieve a partir del trabajo de Man cur Olson (1965, 1986) cuando en su aplicaci6n a movimientos colectivos afirma Ia oposicion que se da entre Ia racionalidad del objetivo colectivo, y el autointeres del actor (utilitarista) individual. Para este autor Ia participaci6n en acciones colectivas no sera una consecuencia logica de Ia tarea racional dirigida a Ia maximizacion de Ia utilidad individual, sino que Ia racionalidad grupal est
Por una parte mas que de los Incentivos Selectivos, vendra dada de Ia asuncion de Incentivos Colectivos, siendo estos los que vinculan Ia fusion de intereses colectivos y grupales Oenkins 1983, 537). As! se puede entender Ia importancia de los Incentivos de Solidaridad y Prop6sito Moral, basados en relaciones grupales pre-existentes (Gamson et a!. 1979, Moe 1980, Zurker y Snow 1981) y las representaciones sociales compartidas por dicho grupos (Villarreal y Valencia 1987). b) Igualmente habran de tomarse en cuenta los Incentivos psicosociales, tales como Ia probabilidad de exito, Ia importancia de Ia propia participacion y Ia expectativa de alta participacion (Gamson 1975, Schwartz 1976, Klandermans 1984 ). Este ultimo elemento ha sido criticado porIa complejidad que conlleva (Olivier 1984), por lo que el umbra! de participacion (Grannovetter 1978, Paez 1984) puede ser considerado elemento psicosocial a tener en cuenta. c) Finalmente pensamos interesante Ia asuncion de Incentivos Selectivos mas psicologicos como el entretenimiento (Tullock 1971 ), «in-

189 greso psiquico•• (Silver 1974), o incemivos ,,bJandos» (Muller y Opp 1986 ). En terminos generales, esta «vision dominante» (Schrager 1985) sobre los movimientos sociales, ha sido sujeta a diferentes criticas: a) su olvido de elementos dinamicos como Ia privacion relativa grupal (Snow, Rochford et al. 1986, Guimond et al. 1983, Tajfel 1984), b) su olvido de aspectos Ideologicos como el radicalismo ante el cambio social (Barnes y Kaase 1979), Ia alineacion politica (Muller y Opp 1986 ). Por otra parte, debido a que fundamentalmente ha sido desarrollada por sociologos, la critica mas importante, desde Ia Psicologia Social, pueda basarse en su olvido de elementos micro sociales (Snow et al. 1980, Klandermans 1985, Schrager 1985 ), en especial de Ia falta de integraci6n de recursos individuales y macro sociales. Recordemos, que en el plano meta-teorico se ha dado un cambio de cara a Ia explicaci6n de los fenomenos sociales. A diferencia de Ia «Vision estandar de Ia Ciencia», el <
190 Fishbein 1980), el modelo Microsocial de Ia T.' de Recursos para Ia Movilizaci6n (Klandermans 1984) y el Modelo Psicosocial propuesto. Hemos utilizado para ello una muestra azarosa (fundamentalmente compuesta por estudiantes y trabajadores). El estudio lo realizamos en 2 fases, una primera de fiabilidad del pretest, realizado entre febrero y marzo de 1986, con estudiantes, y Ia segunda fase entre octubre y diciembre de 1986, con estudiantes y trabajadores, habiendo obtenido los resultados que se expondran a continuaci6n.

METODOLOGIA Hip6tesis Principales De los tn!s modelos sometidos a prueba, el de actitudes, el de recursos microsociales, y el modelo psicosociol6gico, este ultimo, al articular los diferentes niveles de analisis e incluir variables de corte no solo individual, habria de proporcionar el mayor nivel de varianza explicada, permitiendo una mejor explicaci6n de Ia L6gica de Ia Acci6n Colectiva. Igualmente, el modelo de Klandermans habria de obtener mayores niveles explicativos que el actitudinal de Fishbein y Ajzen. Esperabamos encontrar un campo representacional diferenciado para los sujetos politicamente radicales. Hip6tesis relativas a cada uno de los Modelos

Hipotesis relativas al Modelo de Fishbein y Ajzen La introducci6n del factor Experiencia Anterior aumentaria Ia Varianza Explicada, y reduciria Ia varianza de error. Con respecto al factor Creencias Normativas Personales o lntenci6n Comportamental Ideal, se esperaba a) por una parte no seria una medida similar a Ia lntenci6n de participacion real, b) que explicarfa mas que Ia Norma Subjetiva, y que su introducci6n en el Modelo aiiadiria varianza explicada y c) finalmente, que su introducci6n en el modelo como variable mediadora entre Ia norma subjetiva y Ia actitud y Ia intenci6n de participaci6n real aumentaria el efecto de Ia Norma Subjetiva y Ia Actitud en la l?tenci6? comportamental, no enconmindose influenciada por la experien~ c1a antenor.

H ipotesis relativas al Modelo de Klandermans El Motivo Colectivo explicaria mas que el Motivo Social y especialmente que el de Recompensa en contraposici6n a la hip6tesis de Olson. La introducci6 del Umbra! de Participaci6n en el factor <<Expectativas de que la participaci6n ayudara al logro del bien colectivo,,, explicari un mayor porcentaje de varianza, y menor varianza de error.

Hip6tesis relativas al Modelo Psicosociol6gico En el Nivel Macro-ideol6gico se ha encontrado evidencia te6rica y empirica apoyando un·a relaci6n entre Ia PPNI y el sexo, la edad, el origen,

191 Ia lengua, Ia clase social, el radicalismo frente al cambio social y Ia anomia politica. As!, con respecto a las hip6tesis de este nivel Macro-ideol6gico, ademas de las aportaciones de las Teorfas de los Recursos para Ia Movilizaci6n, se han encontrado investigaciones sociol6gicas (Linz, 1981 ), y psicosociales (Villarreal, 1987), confirmando estas relaciones. Tambien se han encontrado aportaciones te6rico-practicas confirmando relaciones entre participaci6n politica no institucional y origen, sexo, edad, clase social, lengua, radicalismo politico, radicalismo lingiifstico, aunque a un nivel mas parcial (Lambert, 1979, Williams, 1979, Giles y Johnson, 1982, Garmendia et al., 1982, Kourevatis y Dobratz, 1982, Rees et al., 1985, Alzate, 1985, Grenshaw, 1986 ). En funci6n de ello proponemos las siguientes hip6tesis: • Un mayor nivel de participaci6n no institucional se clara en sujetos de sexo masculino. • Teniendo en cuenta que Ia mayorfa de los sujetos (80 %) oscilaban entre 20-40 aiios, el mayor nivel de participaci6n lo encontrarfamos en sujetos de edad media. • Un mayor nivel de participaci6n no institucionallo encontrarfamos en sujetos con origen del Pals Vasco. • Un mayor nivel de participaci6n se encontrarfa entre sujetos que conocen euskera, aunque mayor peso obtendrfa Ia lntenci6n de Cambio Radical Lingiifstico. • Los sujetos de Clase Social baja adoptarfan mayores niveles de participaci6n no institucional. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n entre los sujetos con lntenci6n Radical de Cambio Social. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n entre sujetos con mayores puntuaciones en Anomia Politica. En el Nivel intergrupal, se ha encontrado evidencia te6rica y empfrica apoyando una relaci6n entre Ia PPNI y Ia Identidad Social [Vasca], Identidad Nacionalista, Identidad Basica, Privaci6n Grupal, Norma Social y Creencias Normativas Personales. As!, con respecto a las variables intergrupales, ademas de las aportaciones te6rico-practicas de Gurr, Tajfel y colaboradores, sobre privaci6n relativa, se ha encontrado evidencia te6ricoempfrica confirmando estas relaciones como en identidad social (Giles, Bourish y Taylor, 1977, Garmendia et al., 1982), en identidad nacionalista (Garmendia et al., 1982, Nielsen, 1980, 1985, Alzate, 1985), en identidad basica (Maravall, 1978), Garmendia et al., 1982, Rees et al., 1985); en norma social (Etxebarrfa, Paez y Valencia, 1988a), en creencias normativas (Schwartz, 1976, W etsby, 1976 ). En este sentido se proponen las siguientes hip6tesis: • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con Identidad Social Vasca alta. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con Identidad Nacionalista alta. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con Identidad Basica alta. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con un nivel de Privaci6n Relativa Grupal alto.

192 • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con un nivel de Norma Subjetiva alto. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con Creencias Normativas Personales altas. En un Nivel Inter e lntraindividual se ha encontrado evidencia te6rica y empirica sobre la relaci6n entre PPNI y el Valor de los comportamientos colectivos, la lnstrumentalidad de estos, el Valor del Motivo Colectivo (independencia y socialismo ), la Expectativa de participaci6n positiva, el Valor y la percepci6n de los costos de participar, el Umbral de Participaci6n, la creencia en un Mundo Injusto, la Atribuci6n de Causalidad, la Organizaci6n politica, la Participaci6n Politica lnstitucional. Asi, con respecto a las variables de nivel inter e intraindividual apuntar las aportaciones de la teoria de actitudes y de los modelos de utilidad y valor esperados, en especial el valor del motivo colectivo y expectativas de participaci6n, el valor de movimientos colectivos e instrumentalidad de ellos, el valor y expectativa de los costos de participaci6n, la experiencia anterior, el umbral de participaci6n y la organizaci6n politica. Ademas se ha encontrado evidencia de la relaci6n entre Participaci6n Politica No lnstitucional y Atribuci6n de Causalidad externa (Dumont, 1982, Paez y Echebarria, 1986), asi como con Mundo lnjusto (Gunter y Wober, 1983, Villarreal, 1987), y con la Participaci6n Politica lnstitucional (Barnes y Kaase, 1979, Muller, 1979, 1982, Milba~th, 1981, Lederer, 1986). En este sentido se proponen las siguientes hip6tesis: • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con alta valoraci6n de la participaci6n no institucional. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con lnstrumentalidad alta. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con valoraci6n alta de la Independencia y el Socialismo. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con alta Expectativa de que la participaci6n ayudara allogro del bien colectivo. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con un valor bajo de los costos de la participaci6n. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con una percepci6n de los costos de la participaci6n baja. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con Umbral bajo. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con una vision del Mundo Injusto. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con una Atribuci6n de Causalidad Externa. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con mayor Experiencia Anterior. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n en sujetos con mayor nivel de organizaci6n politica. • Se esperaba un mayor nivel de participaci6n no institucional en sujetos con mayor nivel de Participaci6n Politica lnstitucional.

193 Medida de Ia Variable Dependiente Basandonos en Ia literatura sobre el tema de relatos biograficos con militantes politicos de mediados d.e los 70, bemos construido una Escala de Parti~ipacion No Institucional, que incluye desde no bacer nada, firmar escritos de presion, participar en manifestaciones, participar en boicots, participar en buelgas, participar en ocupacion de edificios, participar en bloqueo de trafico, basta participar en enfrentamientos «duros rel="nofollow">> con Ia policia. Se pregunto a los sujetos por el grado de acuerdo con realizar cada uno de los comportamientos en el futuro de cara a! cambio sociopolitico que tendiera bacia Ia Autodeterminacion y Ia Independencia (npgind) por una parte, y tambien bacia una sociedad Socialista e Igualitaria (npgsoc). El nivel de Participacion No Institucional fue considerado el sumatorio de las puntuaciones en ambas (npgtot). En el pretest encontramos un coeficiente Alfa de 0,78 para Ia primera y 0,85 para Ia segunda, observandose una correlacion alta entre ambas (r = .80, p = .001). De cara a! analisis de correspondencias calculamos un Potencial de Partipacion No Institucional con el sumatorio de Ia multiplicacion de Ia puntuacion en cada uno de los comportamientos por 1 si no babia realizado dicho comportamiento en el pasado, y por 2 si lo babia realizado. Medidas de las Variables !ndependientes 1. Se pregunto a los sujetos el SEXO (1 = masc, 2 =fern), EDAD, PROVINCIA DE NACIMIENTO Propio y de los Padres (1 =Pais Vasco, 2 = Estado, 3 = Extranjero ). 2. Se pregunto a los sujetos, de cara a Ia CLASE SOCIAL, Ia profesion Propia y de su Padre, computando con las normas de FOESSA, y adscribiendo a los estudiantes Ia de su padre. La categorizacion de las diversas profesiones se bizo de Ia forma siguiente: 1 = peonaje y clase baja; 2 = clase media baja, 3 = clase media-media; no encontrandose en Ia muestra sujetos de categorias superiores. 3. El Conocimiento del EUSKERA; se evaluo con un item de 4 respuestas, nulo-bueno. 4. El RADICALISMO LINGUISTICO; preguntamos que lengua le gustaria que se bablase en el futuro en el Pais Vasco, Castellano/Euskera, COn 5 respuestas de solo en Castellano a solo en euskera. 5. La ANOMIA POLITICA; se utilizaron los 3 items que centrados en una vision distante de las instituciones sociopoliticas, babian sido validados y fiabilizados por Paez y Ecbebarria (1986 ). En el pretest se obtuvo un coeficiente alfa de 0,70. En Ia investigacion produjeron un solo factor que saturo el69,1 % de Ia varianza, observando una fiabilidad de 0,75 por el metodo de las dos mitades. 6. El RADICALISMO SOCIOPOLITICO; tomamos Ia pregunta sobre Orientacion de protesta y cambio social de lnglebart (1984) con 3 respuestas: cambio revolucionario, reformista, conservador. 7. IDENTIDAD SOCIAL VASCA; siguiendo a Garmendia et al (1982) utilizamos el sumatorio de <> y <
194 usted personalmente se considera vasco, con tres respuestas, si, mas o menos, no. 8. IDENTIDAD NACIONALISTA; tomamos la pregunta de FOESSA sobre si usted se considera partidario del centralismo o la independencia, con 4 respuestas eliminando la relativa al federalismo pues en el pretest solo obtuvo un 2 %. 9. IDENTIDAD BASICA; se utilizo la pregunta clasica de con cual de los siguientes grupos politicos se identifica, extrema derecha-extrema izquierda, con cinco posibilidades de respuesta. 10. PRIVACION RELATIVA; basandonos en los trabajos de Guimond et al (1983) utilizamos para la escala, los items de privaci6n econ6mica («los vascos somos discriminados economicamente por los dirigentes del Estado Espaiioh> ), privaci6n politica (<> ), privaci6n politico-emocional («con la autonomia han desaparecido mis posibles sentimientos de opresi6n>> ), y privacion lingiiistica («nos encontramos frente al peligro que desaparezca la lengua vasca>> ). Fueron medidas por items de formato Likert de 6 puntos (muy de acuerdo-muy en desacuerdo ). La escala obtuvo en el pretest un coeficiente alfa de 0,79, obteniendo en el trabajo una fiabilidad de .80 por el metodo de dos mitades, y en el analisis factorial, un solo factor que explic6 el 70 % de la varianza. 11. NORMA SOCIAL; tomando como referente saliente la familia y los amigos preguntamos como ve su familia su participacion y no participaci6n en movimientos colectivos, con formato Likert de 6 pumos, muy de acuerdo-muy en desacuerdo. 12. La MOTIVACION A CONFORMARSE A LA NORMA; se pregunt6 por la importancia que concede ala reaccion de las personas que son importantes para usted, de cara a su participaci6n, con item de respuesta formato Likert, 6 puntos, muy de acuerdo-muy en desacuerdo. La NORMA SUBJETIVA la obtuvimos de la multiplicaci6n de Norma Social y Motivad6n a Conformarse a la norma. 13. CREENCIAS NORMATIVAS PERSONALES; siguiendo a Ajzen y Fishbein (1973) y a Budd et al (1984) se pregunto a los sujetos si «personalmente pienso que deberia participar en movimientos colectivos>>, con formato Likert de 6 puntos. 14. VALOR DEL CAMBIO SOCIAL; se pregunto a los sujetos en relacion al derecho de Autodeterminacion e Independencia/una sociedad Socialista e igualitaria, los dos items con formato Likert. 15. EXPECTATIVA DE QUE LA PARTICIPACION AYUDARA AL LOGRO DEL BIEN COLECTIVO; siguiendo a Klandermans (1984) utilizamos 3 preguntas: importancia de la propia participaci6n, si mucha gente participase obligaria al Gobierno Central a acceder a los cambios, cuanta gente espera que participe en manifestaciones radicales e ilegales. El MOTIVO COLECTIVO lo obtuvimos por medio de la multiplicacion de Valor del Cambio Social y Expectativa. 16. VALOR DE LOS MOVIMIENTOS COLECTIVOS; preguntamos si esti a favor o en contra en relacion a la participacion en Movimientos colectivos (esto es, tomar parte en manifestaciones, etc.), formato Likert, 6 puntos, a favor --en contra. 17. INSTRUMENTALIDAD; se pregunt6 si usted cree que los Mo-

195 vimientos Colectivos son un elemento facilitador para Ia consecucion de a) Ia Autodeterminacion y Ia Idependencia, y b) una sociedad Socialista e Igualitaria. Formato Likert. LA ACTITUD se obtuvo de"la multiplicacion del valor y Ia instrumentalidad. 18. VALOR DE LOS COSTOS; se pregunto «que valor da usted a los Costos (como tiempo, dinero, molestias, represalias, etc.), de participar en manifestaciones radicales e ilegales>>. COSTOS PERCIBIDOS; se pregunto por <<cuales serlan los costos (en tiempo, dinero, molestias, represalias, etc.), si participase en manifestaciones radicales e ilegales>>. Si bien en Ia literatura observamos medidas de beneficios, beneficios y costos, y de costos solamente para operacionalizar el <<motivo de recompensa>> nosotros nos hemos adherido a Ia ultima por ser Ia utilizada por Klandermans (1984, 509). El MOTIVO DE RECOMPENSA se obtuvo multiplicando los costos percibidos por el valor. · 19. ATRIBUCION DE CAUSALIDAD; tomamos los 3 Items mas significativos de Ia version revisada por Dumont (1982) de los Items de atribucion sobre problemas sociales de Portes (1971 ). El pretest observo un coeficiente alfa de 0,72. En el trabajo se obtuvo una fiabilidad de 0,59 por dos mitades, y un solo factor que saturaba el 57% de Ia varianza. · 20. MUNDO JUSTO-INJUSTO; basandonos en Ia Creencia de Mundo Jus to-lnjusto de Lerner (1970) y Lerner y Miller (1978), que si bien ha sido utilizada como rasgo de personalidad por Rubin y Peplau (1973) -con 16 Items- y por Rubin y Peplau (1975) -20 Items-, siguiendo a Dumont (1982) nosotros Ia hemos considerado como variable motivacional que no puede deslindarse del contexto sociopolftico, mas que como rasgo. Hemos tornado los 5 Items polfticos de Ia 2.' version. Obtuvieron un coeficiente alfa de 0,65 en el pretest. En el trabajo obtuvieron una fiabilidad de 0,44 por el metodo de dos mitades, y 2 factores que saturaban el 49 % de Ia varianza. La problematica de Ia no unidimensionalidad coincide con recientes trabajos sobre Ia escala (Hyland y Lann, 1987). 21. EXPERIENCIA ANTERIOR; utilizamos Ia escala de Inglehart (1979) mejorandola con Items de participacion no institucional, Ia escala utilizo 11 preguntas con 4 respuestas, de muy a menudo-nunca. 22. INTENCION DEVOTO; se pregunto a que partido votarla en las proximas elecciones. 23. UMBRAL; preguntamos por el porcentaje minimo de participantes que necesitaba para incorporarse a una movilizacion colectiva en una situacion general. 24. ORGANIZACION POLITICA; preguntamos si participa como militante o simpatizante con algun partido polftico, con 4 respuestas de muy amenudo-nunca. 25. INTENCION DE PARTICIPACION INSTITUCIONAL; en funcion de Ia literatura y relatos biograficos construimos una escala con: no hacer nada, votar, votary asistir a actos electorales, hacer campanas, participar en listas electorales, ser representante polftico en las instituciones vascas, ser representante polftico en las instituciones del Estado. Se pregunto a los sujetos por el grado de acuerdo con realizar cada uno de los comportamientos en el futuro de cara a! cambio sociopolftico que

196 tendiera bacia Ia Autodeterminacion y Ia lndependencia (indppi) por una parte, y bacia una sociedad Socialista e lgualitaria (socppi) por otra. El nivel de Participacion lnstitucional fue considerado el sumatorio de las puntuaciones en ambas (ppitot). En el pretest encontramos una fiabilidad Alfa de 0,81 para Ia primera y 0,83 para Ia segunda, observandose una correlacion alta entre ambas (r = .70, p:::; .001 ).

RESULTADOS Modelo de Fishbein y Ajzen Para probar las hipotesis correspondientes a este modelo realizamos, inicialmente, un analisis de Regresion Multiple por el metodo stepwise, ordenando que introdujera jerarquicamente, en primer Iugar Ia actitud y Ia norma social, y que en segundo Iugar aiiadiera el factor experiencia anterior (tabla 1). Posteriormente realizamos otro analisis de regresion a fin de encontrar los efectos y Ia significatividad de cada factor (tabla II). Tomamos como Variable Dependiente Ia lntenci6n de Participaci6n No lnstitucional. Los resultados fueron los siguientes: TABLA

I

V.D. Participaci6n no institucional (npgtot)

R Norma soc. y actitud ....................... . Norma soc., act. y experiencia ......... .

.69 .70

TABLA

g.l.

e

(residuales)

.19,21 .18,7

.47 .50

267

II

V.D. Participaci6n no institucional

Actitud ........................................... Experiencia .................................... Normasubj ....................................

R

r

b

.69 .70 .71

.48 .49 .51

.58 .14 .13

FIGURA 1

ACTITUD ...............

12.08 2.76 2.74

ACTITUD-NORMA

.58

SUB-~ INT. PART

.16

NORMA SUB,;

.0000 .0004 .0064

FIGURA 2

.64 ..............

/INT. PART

p

.14

EXPERIEN CIA"'"'

Se observa, con respecto al modelo de Fishbein que Ia actitud tiene un efecto mayor que Ia norma subjetiva (Fig. 1), y que Ia introduccion de la experiencia anterior aii.ade 3 % de varianza explicada y reduce 1 % de error (tabla 1). El efecto de Ia experiencia anterior fue mayor que la norma social

197 (tabla II, Fig. 2) debido a que el analisis introdujo en segundo Iugar Ia experiencia, con b y p ligeramente mayores. Realizada Ia Prueba de Ia Variable Anadida de V.l (Tabachnick & Fidell, 1984), encontramos una F (1, 267) = 15.97 p:::::; .001, confirmando por tanto el incremento de Ia varianza explicada al introducir Ia experiencia anterior. Por lo que respecta a Ia problemitica en torno a si Ia Creencia Normativa Personal (CNP) y Ia lntencion de Comportamiento son dos indicadores del mismo constructo, o por el contrario, pueden considerarse dos variables independientes entre sf, sometimos ambas al procedimiento senalado por Zeller y Carmines (1984), encontrando significativa la diferencia (p = .05). Este resultado sugiere que Ia Creencia Normativa Personal y Ia lntencion de Participacion No lnstitucional, en contra de lo que defienden Fishbein y Ajzen (1973 ), son dos indicadores diferentes, como sostenfan Bentler y Spec kart (1979, 1981 ), y Budd et al (1984b ). Segun Budd et al (1984b, 1985 ), las Creencias Normativas Personales, o utilizando su terminologfa, las lntenciones Comportamentales Ideales (ICI) se formarfan como resultado de Ia evaluacion de Ia accion y su percepcion de las expectativas de los otros (actitud y norma subjetiva); Ia lntencion comportamental real, en cambio, se basarfa en las ICI y en el comportamiento anterior. Estos autores se basan en el hecho de que Ia gente recuerda su pasado cuando debe tomar una determinacion comportamental. Por ello se espera que existan efectos significativos directos e indirectos a traves de ICI en la lntencion real, mientras Ia experiencia solo mostrara efectos directos, sin incidir, en Ia ICI (Fig. 3). Con el fin de contrastar dicha hipotesis sometimos los datos a analisis de Regresion multiple con los siguientes resultados: TABLA

III

R Norma soc., act. y experiencia ......... . Norma soc., act., experiencia e ICI ..

g.l.

e

.50 .52

.70 .72

(residuales)

.18,7 .18

266

TABLA IV

b

R Actitud .......................................... . ICI ................................................ .

~%%i:~~~j . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

.68

.47

.44

.71 .72

.51 .52 no emra

.26 .13 .08

p 7.5 4.33 2.91 1.79

.0000 .0000 .0043

.0756

Los resultados que se aprecian en Ia tabla III sugieren, en primer Iugar, que Ia inclusion en el modelo reformulado por Bentler y colaboradores de Ia ICI incrementa significativamente Ia varianza explicada por el Modelo (r 2 = 2 %, f(1,266) = 11.11, p~ .001). En segundo Iugar el hecho que Ia norma subjetiva no entre en Ia ecuacion, si bien es tendencialmente significativa (tabla IV), puede interpretarse en el sentido que su influencia es fun-

198 damentalmente indirecta, actuando a traves de Ia intenci6n, mas que directamente. De cara a Ia hip6tesis de Ia lntenci6n Comportamental Ideal como variable mediadora realizamos un diagrama de senderos (ver Fig. 3) despues de haber realizado una regresi6n multiple con ICI como variable dependiente con los siguientes resultados: TABLA

v b

R

Actitud...........................................

.70

.49

.62

Norma subj.................................... Experiencia V.D. I.C.J...................

.73

.53 no entra

.23

TABLA

p 14.71 5.32

.0000 .0000 (ns)

VI

Efecto directo

Efecto indirecto

Efecto total .60 .14

Actitud .......................................... .

.44

.16

Norma subj ................................... . ICI ................................................ . Expcriencia ................................... .

.08

.06

.26

.26

.13

.13

FIGURA

3

ACTITUD~

.62~~ NORMA SUB.-- .23 --

~-

--

-~CI .26

INT. COMP.

----.08

EXPERIENCIA

~

.13

Los resultados sugieren (tabla V) que no es a traves de ICI como Ia experiencia tiene incidencia en Ia intenci6n de participaci6n, confirmando las hip6tesis de Bentler y Spec kart (1979) y Budd et al. (1984b ). Por otra parte se observa que (tabla VI) por medio de los caminos indirectos se aumenta el efecto tanto de Ia Actitud como de Ia Norma Subjetiva sobre Ia intenci6n comportamental. Resumiendo, estos resultados sugieren, por una parte, que con Ia muestra utilizada se verifican las hip6tesis de Ia experiencia anterior, pues tiene peso beta ligeramente mas alto que Ia norma subjetiva, el analisis Ia introduce en segundo Iugar antes que Ia Norma Subjetiva (tabla IV), y agrega significativamente varianza explicada (tabla 1). Por otra parte, los resultados sugieren que Ia ICI puede ser utilizado como factor suplantador de Ia

199 norma social por una parte, o como variable intermedia entre Ia norma y Ia actitud y Ia intencion de comportamiento real por otra (tabla V y Fig. 3).

El Modelo de Klandermans Recordemos las similutudes senaladas entre el Modelo de Klandermans y el Modelo de Fishbein y Ajzen. El Modelo de Klandermans por una par-

te, retoma Ia operacionalicion del concepto de Actitud de Ia Teo ria del Valor Esperado al definir el Motivo Colectivo, y por otra, el concepto de Norma Subjetiva (expectativas sobre las respuestas de los otros significativos a Ia participacion y no participacion) al operacionalizar el Motivo Social. Una diferencia entre ambos modelos radica en Ia introduccion del Motivo de Recompensa, es decir, el concepto de <> de Olson (1965). Otra de las diferencias entre estos dos modelos radicara en el factor «expectativa de participacion>>, en el que Klandermans introducira elementos de solidaridad grupal como el numero esperado de participantes, expectativa de exito si mucha gente participa, e importancia de Ia propia participacion. De cara a contrastar las hipotesis relativas al modelo, realizamos un analisis de regresion multiple stepwise, introduciendo en primer Iugar el Motivo Colectivo, y anadiendole sucesivamente el Motivo Social y el Motivo de Recompensa (tabla VII). Los resultados fueron los siguientes: TABLA

VII b

R Motivo colectivo ............................ Motivo Social................................. Motivo de recompensa...................

.70 .71

.49 .51 no entra

.65 .14 .07

p 14.36 3.16 -1.75

.0000 .0020 .0814

Se observa que el Motivo de Recompensa no juega un papel significativo, siendo su peso beta solo tendencial, y no aiiadiendo varianza explicada (tabla VII). La varianza explicada por el modelo (51 %) es ligeramente superior a Ia explicada por el. modelo original de Ajzen y Fishbein (4 7 %) (comparar tabla VII y tabla 1), y ligeramente superior al modelo reformulado al introducir Ia experiencia anterior (tabla 1). Globalmente, de cara a Ia racionalidad de Ia Accion Colectiva, los resultados sugieren en contra de Ia hipotesis de Olson que no son los «beneficios selectivos>> los importantes para que el «beneficiario franco>> participe, sino que en este caso el Valor de un «beneficio colectivo>> es mucho mas importante de cara a Ia participaci6n. Con respecto a Ia segunda hip6tesis, es decir, que Ia introducci6n del Umbra! en el factor «Expectativa>>, como elemento que a traves del proceso de socializaci6n y Ia practica anterior era una base de sentimiento de Solidaridad de cara al comportamiento colectivo, los resultados fueron los de Ia tabla VIII. En conclusion podemos extraer a) Ia introducci6n del Umbra! en el factor Expectativa aumenta Ia varianza explicada del factor en un 3 % (ta-

200 TABLA

VIII

V.D. PPNI (npgtot)

R Expect. si muchos part .................. . Import. propia part ....................... . Umbra! ......................................... . Numero esperado de par .............. .

.51 .56 .59

r .26 .32 .35 no entra

b .37 .22 -.21 .05

p 6.7 4.22 -4.66 1.01

.0000 .0000 .0001 .3100''"

bla VIII), b) que podria ser utilizado como factor de solidaridad en Iugar del numero esperado de sujetos. A modo de resumen, los resultados sugieren: 1. de cara a Ia comparacion de ambos modelos que Ia diferencia entre el modelo de actitudes y el microsocial estriba en Ia aportacion del factor motivo de recompensa, pero especialmente en el factor Expectativa que Ia participacion ayudara allogro del bien Colectivo. Sera este factor el que aumente Ia varianza del modelo de Klandermans. 2. Por otra parte, y de cara a Ia racionalidad colectiva frente a Ia tesis de Olson, es conveniente apuntar que Ia asuncion de factores de solidaridad (expectativa con sus 3 facto res) sera uno de los elementos que incidan en el individuo a Ia bora de dejar de hacer el <> y de tomar Ia decision de participar. Sera este el elemento diferenciador entre los modelos de racionalidad publica frente a los modelos de racionalidad privada (basados en Utilidad Esperada).

El Modelo Psicosocial Con el fin de verificar las hipotesis realizamos un analisis discriminante con Ia Intencion de Participacion no Institucional y las Variables sometidas a prueba. Dicho analisis se realizo en funcion de 3 grupos de Ia variable dependiente (bajos, medios, altos) tomando para ello las puntuaciones terciles. Presentamos a continuacion Ia tabla de medias y significaciones (tabla IX), Ia tabla de correlaciones de cada variable en Ia primera funcion (tabla X), y Ia posicion de los tres grupos en el eje de coordenadas (Fig. 4). El analisis clasifico correctamente el 98,08 % de los sujetos, e imponiendo al analisis una funcion, esta obtuvo una X 2 = 508.975, p :::::; .0000, con 56 gl., explicando el 98,46 % de Ia varianza. Respecto a las variables macrosociol6gicas los resultados sugieren (tabla IX) que nose verifican las hipotesis correspondientes a sexo, edad y origen. Sf en cambio las relativas a Ia clase social, y euskera. Las hipotesis relativas a las variables ideol6gicas quedan confirmadas en el sentido que hay diferencia significativa entre los niveles de participacion y una vision distante del sistema politico (anomia), radicalismo ideologico, y radicalismo linguistico. Las hipotesis relativas a las variables intergrupales, igualmente quedan confirmadas, en el sentido que son los sujetos con alta Identidad Social Vasca, alta Identidad Nacionalista, alta Identidad Basica radical, alta privacion relativa grupal, yalta norma social familiar (si bien en esta ultima tanto los sujetos de participacion media como alta, puntuan parecido (7,73/7,70) siendo ligeramente inferior Ia de los ultimos (x = 7.50).

201 TABLA

IX

Variable Sexo .............................................. . Edad ............................................. . Origen .......................................... . Clase Euskera ......................................... . Radicalismo ................................... . Radic. lingiiis ................................ . Anomia polit ................................. . Idem. soc. ···················'·················· Idem. nac ..................: ................... . !dent. b:isica .................................. .

~~~~;:~\:;::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Mundo injusto .............................. . Creen. nor. per ............................. . Valor m.c ...................................... . Instrume"n t .................................... . Valor b.c ....................................... . Expect. b.c .................................... . Ex pee. costas ................................ . Valor costas .................................. . Atrib. caus .................................... .

?~ ?~ :~ ~ .:·: : : : ·:·:·: : : ·: : : :·: ·: : : :

1.37 27.32 2.07 1.78 2.35 1.96 3.58 9.47 6.58 2.90 3.72 15.32 7.28 22.42 3.47 3.48 6.47 8.32 8.71 6.46 6.82 12.67 18.48 1.77 14.37

2

3

1.46 27.95 2.23 1.53 2.63 2.15 3.94 10.24 7.01 3.36 3.97 16.97 7.73 23.84 4.31 4.42 8.13 9.47 10.23 5.88 6.33 14.47 21.21 2.05 25.05

1.46 29.55 1.75 1.46 2.95 2.53 4.33 13.49 7.62 3.72 4.50 19.97 7.70 26.55 5.17 5.33 9.89 11.20 12.09 5.78 6.65 16.28 24.63 2.55 30.43

.80 1.81 1.81 4.32 8.33 35.51 18.79 41.45 13.33 32.91 35.82 28.55 4.75 20.66 60.36 62.16 51.30 47.15 37.76 2.29 1.19 38.07 18.56 10.27 12.38

Tabla XIII. Var. Dep. lntencion de Part. No lnst. (npgtot). '' no significativo; ** tendencial.

TABLA

X Funcion I

Valor mov. colectivos ......................................................... . Creencias norm. pers .......................................................... . Instrumemalidad ................................................................. . Valor bien colectivo ............................................................ . Expectativa ......................................................................... . Anomia ............................................................................... . Atribuci6n .......................................................................... . Idemidad b:isica .................................................................. . Idemidad nacionalista ......................................................... . Privaci6n relativa ................................................................ .

~:~:~:::~~~ l?:;cifs~l~~ ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Mundo injusta .................................................................... . Experiencia anterior ............................................................ . Idemidad social .................................................................. . Norma social ...................................................................... .

~;~~~f;;ci~~~;~~~~7~;·::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Euskera ............................................................................... . Clase social ......................................................................... . Costas percibidos ............................................................... . Valor de los costas ............................................................. . Origen ................................................................................ . Sexo .................................................................................... . Edad ................................................................................... .

.53 .53 .52 .52 .48 .47 .45 .45 .45 .43 .40 .34 .34 .31 .31 .27 .26 .23 .22 -.05 -.03 -.10 -.04 .04 .06

.45"" .16''" .16"" .0144 .0003 .0000 .0000 .0000 .0000 .0000 .0000 .0000 .0094 .0000 .0000 .0000 .0000 .0000 .0000 .0920''""" .3000''" .0000 .0000 .0001 .0000

202 FIGURA 4

3

2

- IF===U==ll==9l==9F===9l===il==9r==ll==U==ll + 150 120

90

60

30

0

30

60

90

120 150

En relacion con las variables inter-intraindividuales se verifican las hipotesis propuestas. No se confirmo Ia hipotesis referida a los costos de Ia participacion; si bien se observa una tendencia en el sentido de que son los que manifiestan una intencion de participacion radical los que tienen expectativas de costos mas bajas, las diferencias no son significativas. No se observan diferencias en el valor atribuido a los costos. Todo ello indica que Ia percepcion y valoracion de los costos de Ia accion polltica son similares entre los grupos, no siendo un factor decisivo en Ia determinacion de participacion en acciones colectivas. Similares resultados fueron encontrados anteriormente por Klandermans (1984) y Etxebarria, Paez y Valencia (1988b). Tratamos igualmente de determinar si se encontraban diferencias entre las intenciones de comportamiento bacia un cambio social radical (socialismo) e independentista (independencia) (ambas escalas observaron una alta correlacion [ r = .80, p :::::; .0001 ]). Esto nos llevo a concluir, por tanto, que las variables independientes consideradas tendrian un comportamiento similar, lo que quedo confirmado. Dada Ia similitud con los resultados de Ia tabla anterior no se presentaran estos ultimos por ser redundantes (ver Valencia 1987). Sin embargo, encontramos que al adoptar como Variable Dependiente Ia lntencion de participar en acciones colectivas dirigidas a Ia consecucion del socialismo, Ia clase social diferencio entre los tres grupos, siendo los sujetos de clase mas baja los que manifestaron una intencion de accion mas <> para su consecucion (F = 4.63, p:::::; .0107). Por el contrario, no se encontraron diferencias significativas al tomar Ia intencion de acciones colectivas cara a Ia consecucion de Ia independencia (F = 1.28, p :::::; .2803). Sin embargo, al considerar Ia pertenencia a Ia comunidad lingiilstica <<euskaldun>>, si bien en ambos casos diferencio entre los tres grupos, fue en el caso de Ia independencia donde Ia diferencia fue mas importante (F = 9.66, p :::::; .0001, frente a F = 6.43, p:::::; .0020). Esto es logico a Ia luz de las teorlas de Ia categorizacion social (Tajfel, 1978, Turnery Brown 1978, Turner 1985), ya que ante Ia independencia como objeto de analisis Ia <> ocupara una dimension especialmente relevante de comparacion intergrupal, mientras que en el socialismo, Ia dimension clase social sera mas saliente. A modo de resumen podemos apuntar que los resultados sugieren que hay factores Macro-ideologicos <> creadores de redes de responsabilidad y solidaridad grupal, que al igual que factores individuales y provenientes de las relaciones interindividuales, indican fuertes relaciones con Ia participacion poHtica no institucional. En relacion con el analisis de Ia influencia de las variables tomadas en cuenta a los 3 niveles, realizamos un analisis de regresion stepwise con introduccion jerarquica de las variables correspondientes a cada nivel. Encontramos (ver tabla XI) que Ia introduccion sucesiva de las varia-

203 TABLA

XI

lntroduccion sucesiva de los diferentes niveles con npgtot

Nivel individual ............................... . N ivel psicosocial .............................. . Nivel macroideol6gico ..................... .

e

R

20 16 IS

.80

.81 .84

g.l. (residuales) .64 .66 .70

198 194 187

bles de nivel psicosocial y macroideologico aumentan significativamente Ia varianza explicada y disminuyen el error, siendo las ratios de F incluidas significativas. Realizamos tambien regresiones de cada uno de los niveles separada:mente sobre Ia variable dependiente, encontrando que si bien es el nivel individual quien mayor porcentaje de varianza explica (.64 %, F = 39.38, S = .00), los niveles psicosocial y macroideologico explican cada uno de ellos por separado entre un 43 % (F = 38.37, S = .0000) y 44 % (F = 22.79, S = .00). Un ultimo punto de nuestro trabajo constituia Ia hipotesis de un campo representacional diferenciado para los sujetos politicamente radicales. En otros terminos, no solo las variables discriminarian entre los diferentes niveles de participacion, o predecerian Ia intencion de conducta, sino que tambien estarian articuladas entre elias, constituyendo una estructura representacional unificada. Con el fin de verificar Ia hipotesis del campo representacional diferenciado de los sujetos radicales, en Iugar de utilizar niveles de participacion, definimos los sujetos en funcion del voto y realizamos un analisis de correspondencias (SPAD) con todas las variables utilizando sus puntuaciones terciles. Con el fin de contrarrestar los resultados del analisis de correspondencias, sometimos las variables tricotomizadas (excepto Sexo (SEX), Creencias Normativas Personales (CRN) y Militancia (MIL) a Ia prueba de X 2 (ver tabla XII) con voto definido de Ia siguiente manera: VOTt = RADICALES (EMK, AUZOLAN, HB), VOT2 = EUSKADIKO EZKERRA, VOT3 =PARTIDO COMUNISTA, VOT4 = PSOE, VOTS = PNV y EA, VOT6 = AP, VOT7 = CDS, VOT8 = OTROS, VOT9 = NOVOTO. Posteriormente sometimos los datos a un analisis de correspondencias multiples (SPAD). El analisis creo 6 factores que explicaban el 34 % de Ia varianza. El primer factor explico un 14,19%, el segundo 5,47 %. El primer factor en su polo negativo estaba definido por las siguientes contribuciones: baja participacion no institucional (PMS1), baja valoracion del motivo colectivo (MOTt), y baja privacion relativa (PRil), vision del mundo justa (MUD1), identidad social baja (GRP1). El polo positivo, en cambio estaba definido por alta participacion tanto institucional como no institucional (PMS3, PMI3, PIS3, PII3), como alta privacion (PRI3), alta anomia politica (AN03), vision del mundo injusta (MUD3). El segundo factor tanto en su polo positivo como negativo estaba definido por Ia contribucion de las categorias medias de participacion diferenciandose en Ia experiencia anterior.

204 TAHI.A

XII

Variable

SEX

(scxo) ............................................... .

EDA (edad) ............................................... . MOT (motivo colectivo) ............................ .

NOR (norma subjetiva) ............................. . PAR (ir~ponancia de Ia propia panicipacion) ................................................. .

gl.

p

5.05 22.92 45.28 5.82

6 12 12 12

.SY

27.20

12

.0073

51.37 20.83 48.55 32.58 26.34 90.29 46.77 37.01 35.03 26.90 54.89 48.97 36.85 18.96 25.74 8.60 7.39 38.82 39.63 43.48 86.48 96.25 81.30

12 12 12 12 12 12 30 12

.0000 .28''' .0000 .0011 .0000 .0000 .0264 .0002 .0000 .0002 .0000 .0000 .0002 .0892'''''' .0117 .3774''' .0832''' .0000 .0000 .0000 .0000 .0000 .0000

.0021 .0000 .92"'

MOV (actitud hacia movimientos colectivos) .................................................. . (clasc social) ..................................... . PRJ (privacion grupal) ............................. . MUD (mundo injusto) ............................... . ATR (atribucion de caus.) ......................... . ANO (anomia politica) .............................. . (origen) ............................................ . SUJ GRP (identidad social) .............................. . MIL (organizacion polit.) ......................... . CRE (creencias normat.) ........................... . EXP (experiencia ante.) ............................ . PMS (PNI hacia socialismo) .................... .. PMJ (PNI hacia independen.) .................. . UMB (umbra!) ........................................... . ESK (euskera) .......................................... . (costos percibidos) .......................... .. VAC (valor de costos) .............................. .. PIS (PPI hacia socialismo) ..................... .. PIJ (PPI hacia independen.) .................. .. ACS (radicalismo social) ........................... . JOB (identidad basica) ............................. . JON (identidad nacionalis.) ...................... . JOL (radicalismo linguisti ........................ .

CLA

cos

6 6 12 12 12 12 12 6 6 12 12 12 12 12 12

En Ia figura 5 se observa Ia proyecci6n de los puntos de las contribuciones de las diferentes variables sobre los ejes 1 y 2. Los resultados indican que encontramos un nucleo representacional de significado diferenciado de los radicales vascos, que incluye elementos estructurales ideol6gicos, recursos intergrupales articuladores, y recursos mas individuales relacionados con elementos comportamentales tanto institucionales como no institucionales. Con el fin de corregir los resultados del analisis de correspondencias mediante el procedimiento Tri-Dos, se calcul6 Ia correlaci6n entre las diversas variables (ver Valencia, 1987). Encontramos que los votantes RADICALES (VOT1) observan una actitud radical ante el cambio social (ACT3), una vision distante del sistema politico oficial (AN03), una fuerte identidad nacionalista vasca (IDN4), alto radicalismo lingi.iistico (ID L4 ), una identidad politica de extrema izquierda (IDBS), realizan atribuciones de causalidad externa (ATR3), una fuerte valoraci6n de Ia independencia y del socialismo (MOT3), una creencia normativa personal de que deben participar en movimientos colectivos (CRN2), una actitud positiva hacia los movimientos colectivos (MOV3), una alta intenci6n de participaci6n no institucional tanto de cara a Ia consecuci6n de Ia independencia como del socialismo (PMS3, PMI3 ), asi como una alta intenci6n de participaci6n institucional (PII3 PIS3 ), esran organizados politicamente (MIL2), un umbra! de participaci6n bajo (UMB 1), asi como una experiencia anterior alta (EXP3). Igualmente, aunque con corre-

205 ftGURA

5

•:IJTGIOLI--------IiOrt. ... ---·-··-··---··--· -------------------------------------------------------------------------· Vtll3

l.Z5 • I I

1.00 • I

ACT!

0.75 • QU>I

1083PRII 0.50 1!0\11 l l M(Jf!PMII!Dl2

EXP3

HID!

PIS3

SEXl

VOTS

AHO! 0.25 • I

Hll2

Pill

Ult!lltOR3 PIIS3 "1

EDA2 PMSI PAA3

VAC2

ESKI

PMI3ACT311115 I

CR£21114 von ATRI COS2 0.00 •-----------PAR!--------------------·-----CLA!---------KJV3PRI3ATR3-----• I

CRE!

ClA3

1

UHB2 ATR2 -

-0.25 • I

·0.50 •

PIS! ACT2 1084- NORZ • IONJNORI Pll2 • PIIIUII!3MILIAH02 EX PI CLA2!«lT2 • 1!0\12 SEX2VACI EDAIEXP2 • HU02

GRP2

ESk3

IIJ03

A!«l31t0T3

ION4

ESK2

IOU .

VOT8. VOT9

PHI2 PRI2 •

-0.75 •

-1.00 • I

·1.15. ---- • ~ • -------------- • • -------- -VOT 7- •- -------------- .. ---------------• ------------- •. •--- -- ----------• -------· ------- ....

laciones mas bajas, los radicales vascos observan una vision del mundo politico injusto (MUD3), una alta privacion grupal (PRI3), una identidad social vasca (GRP3), tienen una alta competencia de participacion (PAR3 ). Finalmente, con correlaciones bajas, pero cercanos en el campo representacional, encontramos Ia clase social baja (CLA 1), y un conocimiento del euskera alto (ESK3). A modo de conclusion los resultados sugieren que se confirma una representaci6n social de Ia participacion politica no institucional diferenciada por parte de los sujetos radicales, apareciendo las variables antes definidas en los diversos niveles de analisis macro, microsocial y psicologico asociadas a niveles elevados de participacion no institucional. Ademas, los suje-

206 tos implicados en acciones radicales no institucionales aparecen claramente diferenciados del resto, que aparecen compartiendo un nucleo poco diferenciado de caracteristicas. Estos resultados hacen incidencia en Ia Teoria formulada por Tajfel ( 1978) y Turner (1978, 1987) sobre Ia Identidad Social. Recordemos que segun dicha formulacion, cuando un grupo en Ia comparacion social esta en una situacion de desventaja o inferioridad (en nuestro caso puede traducirse en acceso al poder y posibilidades de desarrollo de Ia propia identidad), para que dicha situacion conduzca a un Movimiento por el Cambio Social deben ocurrir diversos elementos: Ia dimension de comparacion desfavorable debe ser percibida como ilegitima, existiendo simultaneamente dificultades para Ia movilidad social. En nuestro caso, las variables consideradas (Privacion Grupal, e Identidades Social, Nacionalista y Basica a nivel intergrupal, y atribucion de Causalidad y percepcion injusta del mundo a niveles mas individuales) reflejan Ia percepcion de injusticia percibida por parte de los grupos nacionalistas radicales (HB, AUZOLAN, EMK). As! mismo, como lo refleja claramente el analisis de correspondencias, existe una clara definicion del endo y exo grupo de funcion de factores lingiiisticos y etnicos etc ... Esta situacion explicaria en una parte importante Ia disposicion de dichos grupos para movilizarse por el cambio social, as! como fenomenos de discriminacion grupal (favoritismo intragrupal y discriminacion hacia los exogrupos caracteristicos de Ia situacion social analizada) (Reicher, 1987, Moscovici y Pacheler, 1978, Turnery Brown, 1978, Van Knippenberg, 1978, McKie 1986, Richardson & Cialdini, 1981 ). DISCUSION A Ia vista de los resultados obtenidos se pueden alcanzar conclusiones de dos tipos diferentes. En primer Iugar, relativas a los modelos de los que partimos para formular nuestras hipotesis. Son estos el de Actitudes, el de Klandermans, el de Olson y el Psicosocial. En segundo Iugar, relativas a las hipotesis en si mismas consideradas, es decir, a Ia utilidad de las actitudes y las normas subjetivas, a Ia necesidad de considerar Ia existencia de recursos psicologicos, ideologicos y de factores estructurales, a Ia importancia de aceptar una racionalidad de corte culturalista y, finalmente, a Ia conveniencia de tomar en cuenta explicaciones no exclusivamente causales. Modelo de Actitudes Hemos visto como los dos factores tradicionales del Modelo (Actitud

y Norma Subjetiva), son elementos validos para Ia explicacion de Ia Participacion Politica No lnstitucional. Los resultados de este trabajo sugieren que con medidas correctas se puede superar Ia inconsistencia encontrada entre las actitudes de los sujetos y su intencion comportamental (o su comportamiento posterior). Hemos visto tambien como Ia introduccion de Ia Experiencia Anterior en el modelo, aumenta Ia varianza explicada de este, debido al papel que juega en Ia intencion comportamental. Encontramos tambien el rol de Ia Creencia Normativa Personal, como elemento normativo «moral» de los actores politicos radicales (<
207 cion en el modelo aumenta Ia varianza explicada de este, pudiendo jugar un papel de sustituto de Ia Norma Subjetiva. Este hecho nos puede hacer reflexionar con respecto a Ia PPNI, en el sentido de que fines moralmente relevantes para los actores sociales como pueden ser el logro de una sociedad socialista e independiente, junto con medios ,<Jegitimados>> para el logro de aquellos, sean factores a tener en cuenta, incluso a veces mas que factores puramente situacionales. Por otra parte, hemos visto tambien, por medio de un diagrama de senderos, como puede cumplir un papel mediador entre Ia actitud y Ia norma social, y Ia intencion de participacion, no teniendo Ia experiencia anterior un efecto, sino en Ia intencion de participacion, en el sentido que Ia gente recuerda su pasado a Ia hora de tomar una decision comportamental. Esta problematica, sin embargo, no esta resuelta, y sigue abierta, tanto a nivel teorico como emplrico, pues si bien en este trabajo no hay evidencia, tambien es cierto que Ia gente a veces revisa su pasado para hacerlo consistente con su lntencion Ideal Comportamental, con su Creencia Normativa Personal. Quiza, en este sentido, el Modelo de Proceso de Fazio y cols., con su analisis de Ia <> son necesarios para un comportamiento colectivo, podemos observar que Ia PPNI no sera un subproducto de aquellos. El Valor del Bien Colectivo (valor de Ia Independencia y del Socialismo), junto con los elementos facilitadores de sentimientos de solidaridad grupal de Ia <<Expectativa de participacion exitosa,,, son los que obtienen mayor peso facilitador de Ia participacion, as! como el Motivo Social. En este mismo sentido, se ve relevante Ia introduccion del Umbra! de

208 Participacion, como elemento de Solidaridad Grupal facilitador de Ia PPNI, hacienda que el <> y complejos, estando estratificados a diferentes niveles. Nosotros, basandonos en las aportaciones psicosociales de W. Doise, consideramos que de cara a Ia explicacion del comportamiento colectivo como Ia PPNI, no podemos asumir solamente elementos de corte individual, ni puramente colectivos, sino que sera Ia integracion de ambos por medio del nivel intergrupal, Ia que ayude a dar, desde Ia Psicologia Social, una respuesta a Ia PPNI. Recordemos que como dice S. Moscovici Ia Psicologia Social es Ia ciencia del conflicto entre el individuo y Ia sociedad. En este sentido, si bien no integrado en el Modelo Psicosocial por falta de medidas adecuadas, el papel integrador que realiza Ia Representacion Social puede ser relevante. En el campo representacional, el esquema tematico figurativo juega un papel estructurante del resto de los contenidos, clando estabilidad a Ia Representacion Social. Asi, se observa que Ia estructura del campo representacional de los participantes radicales vascos, compuesta por alta anomia politica, cambio social radical, privacion grupal alta, vision del mundo injusto, atribucion de causalidad externa, asi como por experiencia anterior e intencion de participacion radical altas, confirman los resultados de Villarreal (1987), que encontr6 estos factores asociadas a una Representacion Social (inferida por asociaci6n libre de palabras) de caracter fuertemente politico, con elementos de intensidad emocional, y asociadas a intenciones de comportamiento radical. Por lo que respecta a las hipotesis formuladas y aun siendo conscientes de las limitaciones de este trabajo (muestra -clase social, y edad-, instrumentos -bajas fiabilidades en las escalas de mundo justo-, metodologicas -utilizaci6n de regresion multiple en Iugar de modelos de ecuaciones estructurales, problemas de multicolinealidad-, excesivo numero de variables, medicion de variables dependientes como lntencion de participacion o Potencial de participacion, en Iugar de comportamiento real), consideramos que podemos llegar a las conclusiones siguientes: I.

2.

En Ia explicaci6n de Ia Participaci6n Politica No Institucional, el empleo de las Actitudes y las Normas Subjetivas nos pueden ayudar en Ia tarea, pero no son suficientes. AI tomar en consideracion un Modelo <
209

3.

4.

del Mundo Injusto, asl como el Umbra! de Participacion y Ia Experiencia Anterior, los elementos facilitadores de Ia Participacion a un nivel mas individual. Igualmente, sera necesaria Ia asuncion de recursos facilitadores de SENTIMIENTOS DE SOLIDARIDAD GRUPAL como Ia Identidad Social Vasca, Ia Identidad Nacionalista, Ia Identidad Basica, Ia Privacion Grupal, y las Representaciones Sociales. Finalmente, sera necesaria tambien Ia asuncion de RECURSOS MAS IDEOLQGICOS como Ia Anomia Polltica, el Radicalismo Lingiilstico, asl como FACTORES £STRUCTURALES como el Origen, Ia Edad, Ia Clase Social y Ia Lengua. En este sentido, y pensando en posteriores profundizaciones de los «Beneficios Selectivos>>, serla interesante hacer hincapie en variables de <> como el «gusto por ir a manifestaciones>>, «conocer a nuevas amigos>>, etc., o incentivos negativos como el ser etiquetado como «rojo>>, «separatista>>, «violentO>>, etc ... Refiriendonos a Ia Racionalidad de Ia Accion Colectiva, cabe apuntar que una racionalidad puramente utilitarista, que busque maximizar sus intereses, no sera suficiente. Sera necesaria tambien una recionalidad de corte mas culturalista, que tenga en cuenta las «buenas razones>> de tipo sociocultural, como las actitudes, identidades sociales, representaciones sociales, aspectos ideologicos y culturales, si bien no podra ser olvidado el papel «constreiiidor>> de las estructuras sociales. Finalmente, en cuanto a Ia Explicacion de Ia PPNI en particular, y de los comportamientos colectivos en general, apuntar que si bien Ia explicacion causal ocupa un Iugar relevante, Ia existencia de Ia mente y Ia intencionalidad en los actores colectivos, nos lleva a sugerir que las Razones pueden ser Causas. El conjunto de creencias y opiniones (por utilizar terminos mas descritivos) que los sujetos radicales tenlan sobre el mundo social, estaban asociadas, y permitlan «predecir>> sus intenciones de conductas. En este sentido, las razones de los radicales vascos eran «causas>> potenciales de su conducta. Estas razones tenlan ademas una estructura de significado -segun vimos en el analisis de correspondencias- articuladora de elementos afectivos, cognitivos y comportamentales.

Bibliografia ADORNO, T. W., et al. (1950). Tbe Autoritarian Personality, NY: Harper. AJZEN, 1., y FISHBEIN, M. (1973). «Attitudinal and normative variables as predictors of specific behaviors». ]PS Psy., 27: 41-57. AJZEN, 1., y FISHBEIN, M. (1980). Understanding Attitudes and Predictiong Social Behavior. NJ: Prentice Hall. ALMOND, G. A., y VERBA, S. (1965). The Civic Culture: Political attitudes and democracy in five nations, Boston: Little Brown. ALMOND, G. A., y VERBA, S. (1980). The Civic Culture Revisated, Boston: Little Brown. ALZATE, R. (1980). La relaci6n actitud conducta: un estudio aplicado a Ia conciencia nacional. Tesis Doctoral no Publicada. Univ. Pais Vasco. ARENDT, H. (1972). Le systeme totalitaire. France: Seuil. . BANDURA, A. (1973). Agression: A social/earning analysis. N]: Prenuce Hall. BARNES, 5. H., y KAASE, M. (1979). Political Action. Beverly Hills: Sage.

210 BENTLER, P.M., y SPECHART, G. (1979). ·Models of attitude-behavior relations•. Psy. Rev., 86: 452-464. BENTLER, P.M., y SPECHART, G. (1981). ·Attitudes "cause" behaviours: a structural analysis•. ]PS Psy., 40: 226-238. · BHASKAR, R. (1978a). A Realist Theory of Science, Brighton, Sussex: Harvester. BHASKAR, R. A. (1983). •Emergence, expfanation and emancipation• in Secord, P. F. (ed.) Explaining human behavior: CC?nciousness, human action and social structure. Beverly Hills: Sage. BOWMAN, L. H., y FISHBEIN, M. (1978). •Understanding public reaction to energy proposals: An application to the Fishbein Model•. f. Appl. S. Psy., 8: 319-340. BUDD, R.J.; NORTH, D., y SPENCER, C. P. (1984a). •Understanding seat belt use: A test of Bentler and Speckart's extension of the theory of reasoned action•. Eur. ]S Psy., 14: 69-78. BUDD, R. J ., y SPENCER, C. P. (1984b). •Predicting undergraduates• intentions to drink.]. Stud. Alcohol, 45: 179-183. BUDD, R.J., y SPENCER, C. P. (1985). •Exploring the role of personal normative beliefs in the theory of reasoned action: The problem of discriminating between alternative path models•. Eur. ]S Psy., 15: 299-313. DAVIES, J. C. (1962). •Toward a theory of revolution•. Am. Soc. Rev., 27: 5-19. DAWES, R. M. (1980). •Social Dilemmas•. Ann. Rev. Psy., 31: 169-193. DELLA PoRTA, D., y MATTINA, L. (1986). ·Ciclos politicos y movilizaci6n etnica: el caso vasco•. REIS, 35: 123-148. DOISE, W. (1976). L 'articulation psychosociologique et les relations entre groupes. Bruselas: De Boek. DOISE, W. (1979). Psicologia Social y Relaciones entre Grupos (vol. I) Barna: Rol. DOISE, W. (1980). •Levels of explanation in the European Journal of Social Psychology.•. Eur. ]S Psy., 10: 213-231. DOISE, W. (1983). •Tensiones y Explicaciones en Psicologia Social Experimental». Revista Mexicana de Sociologia, 45: 659-685. DUBE, L., y GUIMOND, S. (1986). •Relative deprivation and social protest: the personal-group issue•, en Olson, J.; Herman, P ., y Zanna, M. ( eds.) Relative Deprivation and Social Comparison. NJ: Erlbaum: 201-216. DUMONT, P. (1982). Facteurs Psychosociaux et Ideologiques du militantisme pacifiste. Tesis Doctoral no publicada. Facultad de Psicologia. UC Lovaina. ELSTER, _1. (1984). •Funcionalismo y T.• de juegos. Alegato en favor del individualismo metodofogico•. Zona Abierta, 33: 21-62. ETXEBARRiA, A.; PAEZ, D., y VALENCIA, J. F. (1988a). •Testing Ajzen and Fishbein' Attitudes Model •. E]S Psy., 18: 181-190. ETXEBARRiA, A.; PAEZ, D., y VALENCIA, J. F. (1988b). • Toma de decision estrategica y Participaci6n en Comportamientos Colectivos: el caso del nacionalismo vasco•. Revista Vasca de Psicologia, 4: 26-37. FISHBEIN, M., y AJZEN, I. (1975). Belief, Attitude, Intention, and Behavior. N.Y.: AddisonWesley. FISHBEIN, M., y COOMBS, F. S. (1974). •Basis for decision: an attitudinal analysis of voting behavior•. f. Appl. S. Psy., 4: 95-124. FISHBEIN, M.; THOMAS, K., y jACCARD, J. J. (1976). •Voting behavior in Britain: An attitudinal analysis•. Occasional Papers in Suruey Research, 7. Survey Unit. Londres. FREUD, S. (1976). Psicologia de las masas y amilisis del Yo. Madrid: Biblioteca Nueva. (Original 1923). GAMSON, W. (1975). The Strategy of Social Protest. Illinois: Dorsey. GAMSON, W.; FIREMAN, B., y R YTINA, S. (1982). Encounters with Unjust Authority. Illinois: Dorsey. GARMENDIA, J. A., et a!. (1982). Abertzales y Vascos. Madrid: Aka!. GILES, H.; BOURISH, R., y-TAILOR, D. M. •Towards a Theory of Language in Ethnic Group Relations• en Giles, H. (ed.): Language, Ethnicity, y Intergroup Relations. Londres: Academic Press. GILES, H., y jOHNSON, P. (1984). •The role of lenguage in ethnic group relations. in Turner, ]., y Giles, H. (eds.): Intergroup Behaviour. Londres: Blackwell. GORUSCH, R. L., y 0RTBERG, J. (1983). •Moral obligation and attitudes•. }PS Psy., 44: 1025-1028. GRANOVETTER, M. (1978). ·Threshold models of collective behavior•. Am. ]. Soc., 83: 1420-1443. GROH, D. (1986). •Collective behavior from the 17th to the 20th century: change of phenomena, change of percel?tion, or no change at all? Some preliminary reflections•, en Graumann, C. y Moscovic1, S. (eds.): Changing conceptions of Crowd Mind and Behavior. NY: Springer. . . . . GUIMOND, S., y DUBE-SIMARD, L. (1983). ·Relauve depnvauon theory and Quebec nauonalist movement: the cognition-emotion distinction and the personal-group deprivation issue•. ]PS Psy., 44: 526-535.

211 GUNTER, B., y WOBER, M. (1983). ·Television viewing and public trust». BRJS Psy., 22: 174-176. GURNEY, D. N., y TIERNER, K. T. (1982). ·Relative deprivation and social movements». Soc. Quar., 22: 33-47. GURR, T. R. (1970). Why Men Rebel. NJ: Princeton Univ. Press. HARDIN, R. (1982). Rational Man and Irrational Society. Beverly Hills: Sage. HARDIN, R. (1982). Collective Action. Baltimore: John's Hopkins. HECHTER, M. (1975). Internal colonialism: the celtic fringe in British National Development. Berkeley: U niv. Cal. Press. HERMANN, M.G. (1986). Political Psychology. Londres: Jossey-Bass. HYLAND, M. E., y DANN, P. L. (1987). ·Exploratory factor analysis of the Just World Scale using British undergraduates». Br. JS Psy., 26: 76-77. jASPARS,]., y HEWSTONE, M. (1984). •La theorie de !'attribution», en Moscovici, S. (ed.): Psychologie Sociale. Paris: PUF. jENKINS,]. C. (1982). • The transformation of a constituency into a movement», en Freeman, ]. (ed.). The Social Movements of the 1960's and 1970's. NY: Longmans. jENKINS,]. C. (1983). ·Resource mobilization theory and the study of social movements». Ann. Rev. Soc., 9: 527-553. KAASE, M., y MARSH, A. (1979a). ·Distribution of political action», en Barnes, S. H. y Kaase, M. (eds.). Political Action. Beverly Hills: Sage. KAASE, M., y MARSH, A. (1979b). •Political action repertory: changes over time and a new tipology», en Barnes, S. H., y Kaase, M. (eds.) Political Action. Beverly Hills: Sage. KINDER, D. R., y SEARS, D. 0. (1985). •Public Opinion and Political Action», en Lindsey, E., y Aronson, G. (eds.): Handbook of Social Psychology (Vol. 2). NY: Rendon House. KLANDERMANS, B. (1984 ). ·Movilization and participation: social psychological expansions of resource movilization theory». Am. Soc. Rev., 49: 583-600. KLANDERMANS, B. (1985). •Individuals and collective action». Am. Soc. Rev., 50: 860-861. KLANDERMANS, B., y OEGEMA, D. (1987). •Potentials, Networks, motivations and Barriers». Am. Soc: Rev., 52: 519-531. KORNHAUSER, W. (1978). •La societe de masses», en Birnbaum, P., y Chazel, F. (eds.). Sociologie Politique. Paris: Colin. KOUREVATIS, y DOBRATZ, R. (1982). ·Political power and Conventional political participation». Am. Soc. Rev. 8: 269-317. LAMBERT, W. E. (1979). •Language as a Factor in Intergroup Relations», en Giles, H., y St. Clair, R. (eds.): Language and Social Psychology. Londres: Blackwell. LEBON, G. (1961). Psicologia de las Multitudes. La Habana: Cuba (original 1895). LEDERER, G. (1986). •Protest movements as a form of political action», en Herman, M. G. (ed.): Political Psychology. Londres: Jossey-Bass. LERNER, M. ]., (1970). ·The desire for justice and reactions to victims», en Macaulay,]. y Berkowitz, L. (eds.): Altruism and helping behavior. NY: Ac. Press. LERNER, M. J ., MILLER, D. T. (1978). •J ust world research and the attribution proceSS». Psycho/. Bul., 85: 1030-1051. LINZ, J., et al. (1981 ). Informe Sociologico sabre el cambia politico en Espana. Madrid: Foessa. MANICAS, P. T., y SECORD, P. F. (1983). •Implications for psychology of the new philosophy of science». American Psychologist., 35: 399-413. MARA VALL,]. M. (1978). Dictadura y Disentimiento Politico. Madrid: Alfaguara. MATTEI, F. (1986). ·Olson e Ia "Legge Ferrea" della partecipazione». Rivista !taliana Di Scienza Politica, 16: 123-148. McADAM, D. (1982). Political Process and the Development of Black Insurgency. Chicago: Chicago Univ. Press. McADAM, D.; McCARTHY,]., y ZALD, M. (1988). •Social Movements», en Smelser (ed.): Handbook of Sociology. Beverly Hills: Sage. McCARTHY, J., y ZALD, M. N. (1977). ·Resource movilization and social movements». Am. f. Social., 82: 1212-1241. McKIE, D. M. (1986). •Social Identification effects in group polarization». f. P. S. Psy., 50: 720-728. MILBRATH, L. W. (1981). ·Political Participation», en Long, S. L. (ed.): The Handbook of Political Behavior. NY: Plenum Press. MoE, T. (1980). ·A calculus of group membership». Am. f. Pol. Science, 24: 1-29. MoscoviCI, S. (1981). L'age des Foules. Paris: Fayard. . .. MOSCOVICI, S. (1986) .• The discovery of the masses», en Graumann,!·., y MoscoviCI, S. (eds.): Changing Conceptions of Crowd Mind and Behavior. NY: Springer. MOSCOVICI, S., y PACHELER, G. (1978). •Social comparison and social recognition: Two complementary processes of identification», en Tajfel, H. (ed.): Differentiation between social groups. Londres: Academic Press. MULLER, E. N., (1979). Aggresive Political Participation. NY: Princenton Univ. Press. MULLER, E. N. (1982). ·An explanatory model for differring types of participation». European Journal of Political Research, 10: 1-16.

r

212 MULLER, E. N., v Orr, K. D. (1986). ·Rational choice and rebellious collective action». Am. Pol. Sc. Re'L'., 80: 471-487. NE\\'CO~IB, T. (1951 ). ·Social rsychological Theorv. Integrating individual and social approaches .. , en Roherer, J., eta. (eds.): Social Psychology at the crossroads. NY: Harper. NIE, N. H., y VERBA, S. (1975). •Political participation•, en Greenstein, F., v Polsbv, M. (eds.): Handbook of Political Science. USA: Addison-Wesley (vol. 4). NIELSEN, F. (1980). «The flemish movement in Belgium after World War II: a dvnamic analisis». Am. Soc. Rev., 45: 76-94. · NIELSEN, F. (1985). «Toward a theorv of ethnic solidarity in modern societies». Am. Soc. Rev., 50: 133-149. OBERSCHALL, A. (1973). Social Conflict and Social Movements. NJ: Prentice Hall. OLIVIER, P., et al. (1984). «
213 VALENCIA, J. F., (1987). R,zcion,z/id,ul!ndividu,zl y Colectiv,z de la f',zrricip,zcitin l'olitic,z No lnstituciot~
9.

CATEGORIAS PARA EL ANALISIS SISTEMICO DE LA POLITICA' por DAVID EASTON

La pregunta que confiere coherencia y finalidad a un amilisis riguroso de la vida polftica como sistema de conducta es: (.Como logran persistir los sistemas politicos en un mundo donde coexisten la estabilidad y el cambio? En definitiva, la bllsqueda de larespuesta revelani lo que podemos denominar los procesos vitales de los sistemas politicos -las funciones fundamentales sin las cuales ningun sistema politico podria perdurarjunto con los modos corrientes de respuesta mediante los cuales los sistemas logran mantenerlos. El analisis de estos procesos y de la naturaleza y condiciones de las respuestas constituye, a mi entender, el problema central de la teoria politica.

La vida politica como sistema abierto y adaptable Aunque la conclusion que extraeremos de este trabajo es la conveniencia de interpretar la vida polftica como una serie compleja de procesos mediante los cuales ciertos tipos de inputs se convierten en el tipo de outputs que podemos denominar politicas autoritarias, decisiones y acciones ejecutivas, sera util comenzar por un enfoque algo mas simple. Asi, consideraremos que la vida politica es un sistema de conducta incorporado a un ambiente a cuyas influencias esta expuesto el sistema politico mismo, que a su turno reacciona frente a elias. Estan implicitas en esta interpretacion varias nociones cruciales, de las que debemos ser conscientes. En primer Iugar, tomando lo anterior como punto de partida para el analisis teorico, se da por supuesto, sin mayor indagacion, que las interacciones politicas de una soI. Este ensayo (ed. original: D. Easton, <<Some Fundamental Categories of Analysis>>, pp. 17-33 de A Framework for Political Analysis, University of Chicago Press, 1965) es una versi6n ligeramente modificada del capitulo II de mi obra A Systems Analysis of Political Life, John Wiley & Sons, Inc., Nueva York, 1965. Se reproduce en este volumen con autorizaci6n de los editores. En realidad, se trata de un resumen de mi libro Esquema para el ami/isis politico, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1969, que apunta a una elaboraci6n mas detallada de las opiniones que pueden encontratse en A Systems Analysis of Political Life. Si lo incluyo en este volumen noes solamente porque ofrece una visi6n sin6ptica de Ia estructura analftica desarrollada en los dos libros mencionados, sino ademas porque expone una estrategia para llegat a una teorfa general que es sustancialmente diferente de las presentadas en los demas ensayos.

222

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

ciedad constituyen un sistema de conducta. Esta proposici6n es engaiiosa en su simplicidad. Lo cierto es que si la idea de sistema se emplea con el rigor que requiere y con todas sus implicaciones inherentes comunes, proporciona un punto de partida que esta ya fuertemente cargado de consecuencias para toda una pauta de analisis. En segundo lugar, en la medida en que logramos aislar analiticamente la vida politica como sistema, es notoria la inutilidad de interpretar ese sistema como existente en el vacio. Es preciso verlo rodeado de ambientes ffsicos, biol6gicos, sociales y psicol6gicos. Una vez mas, la transparencia empirica del enunciado no debe distraemos de su significaci6n te6rica capital. Si hicieramos caso omiso de lo que parece tan obvio una vez afirmado, nos resultaria imposible echar los cimientos de un analisis sobre la forma en que un sistema politico logra persistir en un mundo de estabilidad o cambio. Esto nos lleva a un tercer punto. Lo que vuelve util y necesaria la identificaci6n de los ambientes es otro supuesto: el de que la vida politica forma un sistema abierto. Por su misma naturaleza de sistema social separado analiticamente de otros sistemas sociales, un sistema de esta indole debe considerarse expuesto a influencias procedentes de los demas sistemas a los que esta incorporado. De ellos fluye una corriente constante de acontecimientos e influencias que conforman las condiciones en que han de actuar los miembros del sistema. Por ultimo, el hecho de que algunos sistemas sobrevivan, cualesquiera que sean los golpes recibidos de sus ambientes, nos advierte que necesitan poseer capacidad de responder a las perturbaciones y, en consecuencia, de adaptarse a las circunstancias en que se hallan. Una vez que aceptemos la suposici6n de que los sistemas politicos pueden ser adaptables, y no necesitan reaccionar de modo pasivo a las influencias de sus ambientes, estaremos en condiciones de abrir un nuevo camino a traves de las complejidades del analisis te6rico. Una de las propiedades esenciales de la organizaci6n intema de un sistema politico (compartida con todos los demas sistemas sociales) es su capacidad extraordinariamente variable para responder a las circunstancias en que funciona. En verdad, los sistemas politicos poseen gran cantidad de mecanismos mediante los cuales pueden tratar de enfrentarse con sus ambientes. Gracias ellos son capaces de regular su propia conducta, transformar su estructura intema y hasta llegar a remodelar sus metas fundamentales. Pocos sistemas, aparte de los sociales, gozan de esta posibilidad. En la practica, los estudiosos de la vida politica no deben olvidarse de ello; ningun analisis podria apelar siquiera al sentido comun sino lo hiciera asi. No obstante, rara vez se incluye esta posibilidad como componente central de una estructura te6rica; y nunca se han expuesto ni explorado sus 2 consecuencias para la conducta intema de los sistemas politicos.

a

2. K. W. Deutsch, en The Nerves ofGouvernment, Free Press of Glencoe, Inc., Nueva York, 1963, estudi6las consecuencias de Ia capacidad de respuesta de sistemas politicos en asuntos intemacionales, aunque en terminos muy generales. Algo se ha hecho para estudiar organizaciones formales. Vease J. W. Forrester, Industrial Dynamics, MIT Press and John Wiley & Sons, Inc., Nueva York, 1961; y W. R. Dill, <
CATEGORfAS PARA EL ANALISIS SISTEMICO DE LA POLITICA

223

El analisis del equilibrio y sus deficiencias Uno de los principales defectos de la unica forma de indagaci6n latente pero prevalente en la investigaci6n polftica -el amllisis del equilibrio- es que prescinde de esas capacidades variables de los sistemas para hacer frente a influencias ambientales. Aunque es raro que lo elabore explicitamente, el enfoque del equilibria ha invadido buena 3 parte de la investigaci6n polftica, especialmente la politica de grupos y las relaciones intemacionales. Por necesidad, un amilisis que conciba a un sistema politico tratando de mantener un estado de equilibria tiene que suponer la presencia de influencias ambientales, ya que son estas las que alejan de su presunta situaci6n de estabilidad a las relaciones de poder del sistema. Es habitual, pues, examinar el sistema, aunque solo sea implicitamente, en funci6n de su tendencia a volver a un presunto punto previo de estabilidad. Si el sistema no procediera asf, ello se interpretarfa como que se desplaza bacia un nuevo estado de equilibria, que serfa preciso identificar y describir. Un esmerado escrutinio del lenguaje empleado revela que de ordinaria se usan como sin6nimos equilibrio y es4 tabilidad. Son numerosas las dificultades conceptuales y empfricas ~ue se oponen al empleo eficaz de la idea de equilibria para el amilisis de la vida polftica. Entre elias hay dos particularmente relevantes para nuestros fines actuales. En primer termino, el enfoque del equilibria deja la impresi6n de que los miembros de un sistema tienen solamente una meta basica cuando tratan de hacer frente a un cambia o perturbaciones: restablecer el antiguo punto de equilibria o encaminarse a otro nuevo. Es lo que suele denominarse, por lo menos tacitamente, bllsqueda de estabilidad, como si lo que se persiguiera fuera la estabilidad por encima de todo. En segundo termino, poca o ninguna atenci6n explfcita se presta a los problemas relacionados con el camino que sigue el sistema en esos desplazamientos, como si las sendas escogidas representaran una consideraci6n te6rica incidental mas que central. Pero, si se dan como sobreentendidos los objetivos de las respuestas o la forma, es imposible comprender los procesos subyacentes a la capacidad de algun tipo de vida poHtica para sostenerse en una sociedad. Un sistema puede muy bien tener otras metas que la de alcanzar uno u otro punto de equilibria. Aunque la idea de estado de equilibria se 6 empleara solamente como norma te6rica (y como tal no fuera nunca alcanzable), esa concepcion ofrecerfa, desde el punto de vista te6rico, una aproximaci6n ala realidad menos util que otra que tuviera en cuenta posibilidades distintas. Nosotros juzgamos mas util idear un enfoque que reconociera que los miembros de un sistema pueden desear a veces destruir mediante acciones positivas, un equilibria anterior e incluso alcanzar algun nue3. David Easton, The Political System, Alfred A. Knopf, Inc., Nueva York, 1953, cap. XI. 4. En <>. 6. J. A. Schumpeter estudia Ia idea de equilibrio como norma te6rica en Business Cycles, McGraw-Hill Book Company, Nueva York, 1939, especialmente el cap. II.

224

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLfTICA

vo punto de desequilibrio continuo. Es lo que suele ocurrir cuando las autoridades tratan de mantenerse en el poder fomentando tumultos intemos o peligros extemos. Por otra parte, con respecto a estas metas variables, es caracteristica primordial de todos los sistemas su capacidad de adoptar una amplia serie de acciones positivas, constructivas e innovadoras para desviar o absorber cualquier fuerza de desplazamiento del equilibrio. No es forzoso que un sistema reaccione ante una perturbacion oscilando en tomo a un punto de equilibrio anterior o pasando a otro nuevo. Puede hacerle frente tratando de modificar su ambiente, de modo que los intercambios con el ya no provoquen tirantez; puede tratar de aislarse contra cualquier otra influencia del ambiente; o bien sus miembros pueden incluso transformar fundamentalmente sus propias relaciones y modificar sus propias metas y pnkticas de modo que mejoren sus perspectivas de manejar los inputs del ambiente. De todos estos recursos y aun algunos mas dispone un sistema para regular de manera creativa y constructiva las perturbaciones. Es notorio que la adopcion del analisis del equilibrio, por latente que sea, oculta la presencia de aquellas metas del sistema que no pueden describirse como estado de equilibrio. Tambien oculta, de hecho, la existencia de sendas variables para alcanzar esos fines optativos. En cualquier sistema social, politico inclusive, la adaptacion representa mas que un simple ajuste a los acontecimientos de la historia. Consta de los esfuerzos -limitados solamente por la diversidad de los talentos, recursos e ingenio humanostendentes a controlar, modificar o alterar en forma fundamental ya sea el ambiente o el sistema mismo, o ambos a la vez. A la postre, el sistema puede lograr protegerse contra las influencias perturbadoras 0 incorporarlas con exito.

Conceptos minimos para un amllisis sistemico

El analisis sistemico promete ofrecer una estructura teorica mas expansiva, completa y flexible de la que puede proporcionar incluso un enfoque de equilibrio formulado con cabal conciencia y bien desauollado. Pero para lograr exito en ese sentido, debe establecer sus propios imperativos teoricos. Para comenzar podemos definir un sistema como cualquier conjunto de variables, independientemente del grado de relacion existente entre elias. Si preferimos esta definicion es porque nos exime de la necesidad de dirimir si un sistema politico es realmente un sistema. La unica cuestion importante sobre una serie seleccionada como sistema para el analisis es saber si constituye un sistema interesante. [,Nos ayuda a comprender y explicar algun aspecto de la conducta humana que nos preocupa? Como sostuve en The Political System, puede denominarse sistema politico a aquellas interacciones por medio de las cuales se asignan autoritariamente valores en una sociedad; esto es lo que lo distingue de otros sistemas de su medio. El ambiente mismo puede dividirse en dos partes: la intrasocial y la extrasocial. La primera consta de todos aquellos sistemas que pertenecen a la misma sociedad que el sistema polftico pero que no son sistemas politicos, en virtud de nuestra definicion de la naturaleza de las interacciones politicas. Los sistemas intrasociales comprenden series de conducta, actitudes e ideas tales

CATEGORIAS PARA EL ANALISIS SISTEMICO DE LA POLITICA

225

como la economia, la cultura, la estructura social y las personalidades individuales; son segmentos funcionales de la sociedad, uno de cuyos componentes es el propio sistema polftico. Los demas sistemas constituyen la fuente de muchas influencias que crean y dan forma a las circunstancias en que tiene que operar aquel. En un mundo de sistemas polfticos de reciente aparicion, no necesitamos ilustrar el impacto que pueden producir en la vida politica una economia, cultura o estructura social en proceso de cambio. La segunda parte del ambiente, la extrasocial, comprende todos los sistemas que estan fuera de la sociedad dada. Son componentes funcionales de una sociedad intemacional, suprasistema del que forma parte toda sociedad individual. El sistema cultural internacional es una muestra de sistema extrasocial. Tomadas conjuntamente, estas dos clases de sistemas -los intrasociales y los extrasociales-, que nosotros entendemos ajenos al sistema politico, comprenden el am7 biente total de este ultimo; las influencias que con ellos se originan son una posible fuente de tension. Podemos emplear el concepto de perturbaci6n para designar aquellas influencias del ambiente total de un sistema que acttian sobre este y lo modifican. No todas las perturbaciones crean necesariamente tension: hay algunas favorables a la persistencia del sistema y otras por completo neutrales en esa materia. Pero en muchos casos, es previsible que contribuyan a aumentar la tension. (.Cuando podemos decir que existe tension? Esta pregunta nos envuelve en una idea bastante compleja, que comprende varias nociones subsidiarias. Todos los sistemas politicos se caracterizan por el hecho de que para describirlos como persistentes, tenemos que atribuirles el cumplimiento exitoso de dos funciones: asignar valores para una sociedad, y lograr que la mayoria de sus miembros acepten estas asignaciones como obligatorias, al menos la mayor parte del tiempo. Estas dos propiedades distinguen a los sistemas politicos de otras clases de sistemas sociales. Estas dos propiedades -la asignacion de valores para una sociedad y la frecuencia relativa con que se los acepte- constituyen, pues, las variables esenciales de la vida politica. Si no fuera por su presencia no podriamos decir que una sociedad tiene vida politica alguna. Yaqui podemos dar por sentado que ninguna sociedad podria existir sinal8 guna clase de sistema politico; en otra obra intente demostrarlo en detalle. Una de las razones importantes en pro de la identificacion de estas variables esenciales es que nos permiten establecer si y como causan tension en un sistema las perturbaciones que acttian sobre el. Podemos decir que se produce tension cuando existe peligro de que dichas variables sean impulsadas mas alla de lo que cabe denominar su margen crftico. Esto significa que algo puede estar ocurriendo en el ambiente: el sistema sufre una derrota total a manos de un enemigo, o bien una grave crisis economica provoca una vasta desorganizacion y gran descontento. Supongamos que, como consecuencia de ello, las autoridades se muestran incapaces de tomar decisiones, o bien las decisiones que adoptan no son aceptadas regularmente como obligatorias. En estas circunstancias, 7. El ambiente total se presenta en el cuadro I, cap. V, de Esquerrw para el ami/isis politico, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1969, donde hacemos tambien un estudio completo de los diversos componentes del ambiente. 8. David Easton, A Theoretical Approach to Authority, Office of Naval Research, Technical Report num. 17, Stanford, California, Department of Economics, 1955.

226

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

ya no resulta posible la asignacion autoritaria de valores, y la sociedad se hunde por carecer de un sistema de conducta que le permita desempefi.ar una de sus funciones vitales. En este caso no podemos menos que aceptar la interpretacion de que el sistema politico esta sometido a una tension tan grave que todas las posibilidades de persistencia de un sistema para esa sociedad desaparecen. Pero con frecuencia la interrupcion de un sistema politico no es tan completa; aunque exista tension, sigue persistiendo, de alguna manera. Por grave que sea una crisis, las autoridades pueden tomar quiza ciertas decisiones y lograr que sean aceptadas al menos con una frecuencia minima, de modo que sea posible abordar algunos de los problemas sujetos de ordinario a arreglos politicos. Dicho de otro modo: no siempre se trata de que operen o no las variables esenciales. Tal vez esten solo algo desplazadas, como cuando las autoridades son parcialmente incapaces de tomar decisiones o de lograr que se acepten con absoluta regularidad. En tales circunstancias, las variables esenciales permanecen dentro de un margen de funcionamiento normal: la tension a que estan sujetas no es suficiente para desplazarlas mas alla de un punto critico, puede decirse que persiste alguna clase de sistema. Como hemos visto, todo sistema tiene capacidad de hacer frente a la tension ejercida sobre sus variables esenciales, aunque no siempre lo logra: puede desmoronarse, precisamente, por no adoptar las medidas apropiadas para manejar la tension inminente. Pero lo primordial es su capacidad de responder a la tension. La clase de respuesta realmente adoptada (si se produce alguna) servira para evaluar la probabilidad de que el sistema sea capaz de alejar el peligro. El hecho de interrogarse sobre la naturaleza de la respuesta a la tension destaca los objetivos y meritos particulares de un anruisis sistemico de la vida politica. Este analisis es especialmente indicado para interpretar la conducta de los miembros de un sistema segun la forma en que atenua o intensifica la tension ejercida sobre las variables esenciales.

Variables de enlace entre sistemas Pero queda por resolver un problema fundamental: l,Como se comunican a un sistema politico las posibles condiciones de tension del ambiente? Al fin y a la postre, el sentido comun nos dice que sobre un sistema actua una amplia diversidad de influencias ambientales. i, Tendremos que tratar cada cambio del ambiente como perturbacion aparte y singular, cuyos efectos especificos deben ser elaborados independientemente? Si asf fuera, los problemas del analisis sistemico serian de hecho insuperables. Pero, si podemos generalizar de algun modo nuestro metodo a fin de tratar el impacto del ambiente sobre el sistema, tendremos alguna esperanza de reducir a un numero manipulable de indicadores la enorme diversidad de influencias. Esto es precisamente lo que me propongo con el empleo de los conceptos de input y output. i, Como hemos de describir estos inputs y outputs? Debido a la distincion analitica que hemos venido haciendo entre un sistema politico y sus sistemas parametricos o ambientales, nos sera util interpretar las influencias asociadas a la conducta de las personas del ambiente como intercambios o transacciones capaces de atravesar los limites del sis-

CATEGORIAS PARA EL ANALISIS SISTEMICO DE LA POLITICA

227

tema politico. Emplearemos el tennino intercambio para designar Ia reciprocidad de las relaciones entre el sistema politico y los demas sistemas del ambiente, y transacciones para destacar que un efecto acrua en cierta direccion (ya sea desde un sistema ambiental politico, o al reves), sin preocupamos, por el momento de Ia conducta reactiva del otro sistema. Hasta este punto, hay poco campo para Ia discusion. Si los sistemas no estuvieran acoplados de algun modo, todos los aspectos de Ia conducta en una sociedad, identificables mediante el analisis, serfan independientes entre sf, situacion a todas luces improbable. No obstante, lo que convierte a este acoplamiento en algo mas que una mera perogrullada es que sugiere un modo de averiguar los complejos intercambios a fin de reducir su diversidad a proporciones teorica y empfricamente manipulables. Para lograrlo, he propuesto sintetizar en unos pocos indicadores las influencias ambientales mas significativas. Su examen nos habilitara para apreciar y seguir en todos sus alcances el posible efecto de los acontecimientos ambientales sobre el sistema. Teniendo presente este objetivo, he denominado «outputs del primer sistema», yen consecuencia, simetricamente, «inputs del segundo sistema», a los efectos que se trasmiten a traves de los limites de un sistema bacia algun otro. Una transaccion o intercambio entre sistemas sera considerado, pues, como un enlace que adopta Ia forma de relacion input-output.

Demandas y apoyos como indicadores de inputs

El valor del concepto inputs reside en que gracias a el nos sera posible aprehender el efecto de Ia gran variedad de acontecimientos y circunstancias ambientales, en tanto se vinculan con Ia persistencia de un sistema politico. Sin el nos serfa diffcil bosquejar el modo preciso en que Ia conducta de los diversos sectores de Ia sociedad afecta lo que ocurre en Ia esfera politica. Los inputs serviran de variables resumenes que concentran y reflejan todo cuanto es relevante en el ambiente para Ia tension politica. Se trata, pues, de un poderoso instrumento analitico. La medida en que puedan emplearse como variables sinteticas dependera, sin embargo, del modo como los definamos. Podrfamos concebirlos en su sentido mas amplio, comprendiendo todo acontecimiento extemo al sistema que lo altere, modifique o afecte, 9 de una u otra manera. Pero, si emplearamos el concepto con esa amplitud, nunca agotarfamos Ia lista de inputs actuantes. De hecho, todo acontecimiento parametrico y toda situacion tendrfa alguna importancia para el funcionamiento de un sistema politico en el que hemos centrado nuestra atencion; un concepto tan amplio, incapaz de ayudamos a organizar y simplificar Ia realidad, estarfa en contradiccion con sus propios fines. Pero como ya he insinuado, la tarea se simplifica mucho si nos limitamos a ciertas clases de inputs, que pueden servir de indicadores sinteticos de los efectos mas importantes --en tenninos de su contribucion a Ia tension- que atraviesan Ia frontera existente entre los sistemas parametricos y los politicos. Ello nos exime de tratar y rastrear por 9. Limito mis comentarios sobre el particular a las fuentes externas de input. Sobre Ia posibilidad de que los inputs procedan de fuentes internas y constituyan, por consiguiente, «co-inputs>>, vease Esquema para el ami/isis po/ftico, cap. VII.

228

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

separado las consecuencias de cada tipo de suceso ambiental. Como instrumento te6rico es util considerar, a tal efecto, que las influencias ambientales mas destacadas se centran en dos inputs principales: demandas y apoyo. A traves de ellos se encauza, refleja, resume e influye en la vida politica una amplia serie de actividades. De ahf que sirvan como indicadores claves del modo en que las influencias y circunstancias ambientales modifican y modelan el funcionamiento del sistema politico. Podemos decir, si nos place, que es en las fluctuaciones de los inputs de demandas y apoyo donde habremos de encontrar los efectos de los sistemas ambientales que se transmiten al sistema politico.

Outputs y retroalimentacion De modo analogo, la idea de output nos ayuda a organizar las consecuencias resultantes, no de las acciones del ambiente, sino de la conducta de los miembros del sistema. Lo que mas nos preocupa es, sin la menor duda, el funcionamiento del sistema politico. Para comprender los fen6menos politicos no necesitariamos ocuparnos de las consecuencias que de ellos y en ellos tienen las acciones polfticas en los sistemas ambientales. Este problema puede ser mejor abordado por las teorfas que tratan el funcionamiento de la economfa, la cultura o cualquiera de los restantes sistemas parametricos. Pero las actividades de los miembros del sistema pueden muy bien tener importancia por las acciones o circunstancias subsiguientes. En la medida en que ello es asf, no cabe menospreciar por completo las acciones que fluyen desde un sistema hacia su ambiente. Ahora bien, como ocurre con los inputs, dentro de un sistema politico se lleva a cabo una extensa actividad. l Como aislar la parte que resulte relevante para comprender la persistencia de los sistemas? Un modo util de simplificar y organizar nuestras percepciones de la conducta de los miembros del sistema (tal como se refleja en sus demandas o apoyo) consiste en averiguar los efectos de estos outputs sobre lo que podrfamos denominar outputs poUticos, las decisiones y acciones de las autoridades. Esto quiere decir que juzguemos irrelevantes los complejos procesos politicos intemos de un sistema que durante muchos decenios fueron temas de indagaci6n de la ciencia polftica. Saber quien controla a quien en los diversos procesos de toma de decisiones, seguira siendo una preocupaci6n vital, puesto que la pauta de las relaciones de poder ayuda a determinar la indole de los outputs. Pero la formulaci6n de una estructura conceptual para este aspecto nos llevaria a otro nivel de analisis. Lo que intento ahora es resumir -no investigarlos resultados de estos procesos politicos internos que, segun creo, puede ser util conceptualizar como outputs de las autoridades. Por su intermedio podemos averiguar los efectos de la conducta que tiene Iugar dentro de un sistema politico sobre su ambiente. Ademas de influir en los sucesos de la sociedad mas amplia de la que forma parte el sistema, los outputs ayudan, por ello mismo, a determinar cada tanda sucesiva de outputs que penetran en el sistema politico. Existe un circuito de retroalimentaci6n (feedback loop) cuya identificaci6n contribuye a explicar los procesos mediante los cuales el sistema puede hacer frente a Ia tension. Gracias a el, se aprovecha lo sucedido procurando modificar en consecuencia la conducta futura.

CATEGORfAS PARA EL ANALISIS SISTEMICO DE LA POLfTICA

229

Cuando hablamos de la accion del sistema, tenemos que poner cuidado en evitar reificarlo. Debemos tener presente que todo sistema, para el que sea posible la accion colectiva, tiene personas que suelen hablar en nombre o por cuenta de el. Podemos denominarlas autoridades. Si han de tomarse decisiones para satisfacer demandas o crear las condiciones que las satisfagan, es preciso retroalimentar, por lo menos a estas autoridades, con informacion relativa a los efectos de cada tanda de outputs. De lo·contrario las autoridades tendrian que actuar a ciegas. Si tomamos como punto de partida de nuestro analisis la capacidad de persistencia de un sistema, y consideramos que una de las fuentes importantes de tension puede ser la disminucion del apoyo por debajo de algun minimo especificable, apreciaremos la trascendencia que tiene para las autoridades tal retroalimentacion de informacion. No es forzoso que las autoridades procuren alentar el input de apoyo para ellas mismas o para el sistema en su conjunto, pero si asi lo desean -y su propia supervivencia puede obligarlas a ello--, se torna indispensable contar con informacion sobre los efectos de cada tanda de ouputs y sobre las cambiantes circunstancias en que se encuentren los miembros. Esto les permite tomar cualquier resolucion que estimen oportuna para mantener el apoyo en cierto nivel minimo. Por tal razon, un modelo de esta indole induce a suponer que es de vital importancia explorar la forma en que operan los procesos de retroalimentacion. Cualquier cosa que contribuya a diferir, distorsionar o cortar el flujo de informacion que llega a las autoridades, redunda en detrimento de su capacidad para adoptar -si asi lo desean- medidas tendentes a mantener el apoyo en un nivel que garantice la persistencia del sistema. El propio circuito de retroalimentacion se divide en varias partes, que merecen ser investigadas con detenimiento. Consta de la elaboracion de outputs por parte de las autoridades, de una respuesta de los miembros de la sociedad a estos outputs, de la comunicacion a las autoridades de la informacion relativa a esta reacci6n, y, por ultimo, de las posibles resoluciones posteriores de las autoridades. De esta manera, una nueva tandade outputs, respuesta, retroalimentacion de informacion y reaccion de las autoridades se pone en movimiento y forma la trama inconsutil de actividades. Lo que ocurra en esta retroalimentaci6n tiene, pues, profunda influencia sobre la capacidad del sistema para enfrentar la tension y persistir.

Un modelo de flujo del sistema politico Por lo expuesto se ve que este tipo de analisis nos permite (y de hecho nos obliga a) analizar un sistema politico en terminos dinamicos. No solo advertimos que un sistema politico logra realizar algo por medio de sus outputs, sino tambien que el que lo realice el sistema puede influir en cada fase sucesiva de conducta. Apreciamos la urgente necesidad de interpretar los procesos politicos como un flujo continuo y entrelazado de conductas. Si nos contentaramos con este cuadro fundamentalmente estatico de un sistema politico, podriamos sentir la tentacion de detenernos en este punto. En realidad, esto es lo

230

DIEZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLITICA

que sucede con la mayor parte de las investigaciones politicas actuales, abocadas a explorar todos aquellos intrincados procesos subsidiarios mediante los que se toman y ejecutan decisiones. Por consiguiente, en la medida en que nos interesara averiguar como se emplea la influencia para formular y poner en pnictica varias clases de politicas o decisiones, el modelo hasta aqui desarrollado seria una primera aproximacion, aunque minima, suficiente. Pero el problema critico que enfrenta la teoria politica no consiste exactamente en crear un aparato conceptual para comprender los factores intervinientes en las decisiones que toma un sistema, es decir, enunciar una teoria de las asignaciones politicas. Como ya hemos sefialado, la teoria debe averiguar como logra persistir un sistema cualquiera el tiempo suficiente para seguir tomando decisiones de esta indole, y como actua frente a la tension a que puede estar expuesto en cualquier momento. Por ese motivo, no podemos aceptar que los procesos politicos (o nuestro interes por ellos) acaben en los outputs. En consecuencia, es importante hacer constar, como parte caracteristica de este modelo, que los outputs de los procesos de conversion retroalimentan el sistema y, de esta forma, conforman su conducta posterior. Es este rasgo, junto con la capacidad del sistema de emprender acciones constructivas, lo que permite que intente adaptarse a una posible tension o hacerle frente. El analisis sistemico de la vida politica se apoya, pues, en la idea de que los sistemas estan insertos en un ambiente y sujetos a posibles influencias ambientales, que amenazan con llevar sus variables esenciales mas alla de su margen critico. Ello induce a suponer que el sistema, para persistir, debe ser capaz de reaccionar con medidas que atenuen la tension. Las acciones emprendidas por las autoridades son particularmente criticas en este aspecto; para que puedan llevarlas a cabo, necesitan obtener informacion sobre lo que ocurre, a fin de reaccionar en la medida que lo deseen o se vean obligados a ello. Contando con informacion, estaran en condiciones de mantener un nivel minimo de apoyo para el sistema. Un analisis sistemico plantea ciertos interrogantes fundamentales, cuya respuesta contribuira a dotar de sustancia y vida al esquema presentado en este trabajo: l,Cual es la verdadera indole de las influencias que pesan sobre un sistema politico? £,Como operan sobre el? l,De que modo trataron habitualmente los sistemas de hacer frente a esa tension, cuando lo hicieron? £,Que tipo de procesos de retroalimentaci6n deben existir en un sistema a fin de que este pueda adquirir y explotar la capacidad necesaria para reducir esas condiciones de tension? £,Que diferencias existen entre diversos tipos de sistemas -modemos o en desarrollo, democraticos o autoritarios- en lo que respecta a los inputs, outputs, procesos de conversion intema y retroalimentacion? £,Que efectos tienen estas diferencias sobre la capacidad del sistema para persistir frente ala tension? Naturalmente, la tarea de construcci6n de la teoria no consiste en dar respuestas sustantivas a estas preguntas desde el comienzo, sino mas bien en enunciar las preguntas 10 apropiadas, asi como en idear el mejor modo de buscar tales respuestas. 10. Tales son los objetivos que persiguen mis obras Esquema para el anti/isis politico y A Systems Analysis of Political Life.

·'':,

10.

ESTRUCTURAS DE DfV1SI6N. SISTEMAS DE PARTIDOS Y ALINEA.I\1IEN"TOS ELECfORALES por SET.>lOUR lviA.RTIN LrrsET y STEIN RoKJ
Fonnu!aciooe:s iniciale:s TEMAS PARA EL ANAuS!S C0,\1PARA.DO

Los an:ilisis reunidos en este trabajo abordnn una serie de cuestiones fund:J.mcmnles de Ia sociologia pol.it.ica comparad.a.. El primer grupO de temas sc relacioO.ll con la genesis del sistema de comrasres y visiones en una comunidad nacioruu: lQue conilicws se presem.a.<"'"l primero y cu:iles despues? (. Cuates resultaron ser temporales y se.....41Ildarios? (.Cuates obsti.nados y omilipre· semes? i,Cu:iles se mezclaron entre sf y produjeron coincidencias entre al.iados y enewj- . gos, y cu:iles se reforzaron muruamenre y polaru.:uvn a la ciudadania nacional? . El segundo g1U!JSJ de tcmas se centra en las condiciones para el desarrolio de sistema esrable de divisiones y oposiciones en la vida polftica nacional: {,i'or que algunos confllcws tempranos esublecieron oposiciones de partidos y ot:ros no? (.Que visu e intereses contrapuestos de la comunidad naciona! produjeron oposicion tre partidos y curues se agruparon dentro de los amp!ios fremes de los partidos? condiciones favorecieron agrupaciones amp!ias de grupos de oposicion, y cuales ·ron mayor incentive para ·!a articulaci6n frngmemada de intereses Un.icos o de causas estricta.rilente defin.idas? LEn que medida afectaron a estos procesos los cambios en las diciones legales y adn:tinistrativ:is de Ia acrlvidad poHtica. !a ampuaci6n de los derechos de panicipacion. la ado.pci6n del voto secrete y ia creaci6n de cont:roles riE:urosos de corrupci6n electoral. y Ia conservaci6n de Ia pluralidad de decisiones o la · de alg1.in tipo de .representaci6n proporciona!? El tercer y ultimo grupo de temas se refiere a1 comporramiemo de Ia mrua de ciu·· ."dadanos corrientes en los sistemas de pa.t""tidos result:unes: t.Con que rapidez los panidos fueron capaces de obtener apoyo entre las nuevas masas de ciudad:inos con derecho a voro y cuales eran las carncterfsticas basi= de los grupos de votantes movilizados por cada partido? [.Que condiciones favorecieron y que condiciones obsuculizaron las tareas de movi!izaci6n de cada partido en los diferentes grupos deb masa ciudadana? LCon que

(;

~- :':~ rel="nofollow">

:?33 232 los :am bios en ~as. condiciones sociales 'I culruralc:s. produddos por ' VO!::tlltt5 que est:in detr.is de las altemarivas hlst6ricameme dadas, F.n las democr::u::ias OC· d esrancam1emo o ·crecmmenm ·en c;ambios en las fuer:z.as y en •. · •cidentales rams veces se convoca ·a los · que matlifiesten su sabre Ins de los partidos'/ int1uy6 el exito polftico en los indices de movilitemas sueltos. Lo habirual es que se enfremen a deedones entre ~paqueres» hist6rica· zacio~ yen Ia obrenci.on de nuevos apoyos a cat:!a partido? ;,Los pan:idos red~mron nile· • mente datfos de programas, compronlisos, ar::rirudes y, a veces. Welraruchauungen; Ysu vas cl!emelas Y c::tmbJaron de seguidorcs al demostrar su viabilidad como canales de in· componamiemo actual no puede entenderse sin ciexto conocinliento de Ia~ series de aeon· tluenci.a en los procesos de elaboraci6n de decisiones? , recinlienros y las combinaciones de fm:r:ias que produjeron esos «paquetes». Nuesrra. taEsms son algunos de los temas que esperamos aclarar. Hemos reunido anilisis· de rea es e!.aborar mode los re:ilistaS que pued::tll explicar Ia. formaci on de los diferentes sis· datos so~re l.as condiciones ~:::conomi=: sociales y cultura!es de oposiciones pan:idist:JS y . , temas de «paquetes» de este tipo bajo diferentes condiciones de desarrollo sc-:ioeconO.. de reacct~nes del el~:wrat:!o e? doce SJSte:nas politicos competitivos en Ia acrualidad J · mice '! de politica nacionaJ, y ajustar Ia informacion sobre esms. variaciones del ca.cicter u~o que rue. compeunvo amenormeme. Dtez de los doce sistemas competitivos son ocde las aitemativas a nuestros planes para el an:iiisis de Ia conducw. electoral acrual. Te· c~denta.les: c~o anglop~anres, tres europeos continentales y dos n6rdicos. Espaiia es el nemos !a esperanz:l de aclarar los origenes y Ia «solidificacion» de diferentes tipos de sisstste~a que rue compeunvo y luego autor:itario. Los dos casos que no pextenecen a Ocmnas de parridos, y preten&emos reunir materia\es para el anilisis comparative de los alineamiemns acruales de vorames que est.ln detr"JS de los «paquetes» de altemativas his· cideiue .son Brasil y JapCS occidentales y, por e.n cuema esta hlstoria a!an:iliz.:lr a.line:mriemos comempor:ineos: que los partiltimo. seii:Uaremos Ia imporuncia de las diferendas entre los sistemas de pan:idos en los udos son •heehos dados» e igua.lmeme visibl~ par::t todos los ciudadanos de Ia n:tci 6n. a!ine:unientos de los votanres segtin las altemativas entre las que se !es pide que elijan. Pero, cumdo entramos en milisis compara.tivos. es neces:uio aiiadir una dimensi6n his.. En esra Ultima sccci6n prcst:lremos arenci6n a alinc:unientos basados en criterios sociot6ric::t. No podemos simple y Uanamente explicar e1 sentidci de las variaciones en los alicu!tunles. t:ln. evidentes como regi6n. clase y credo rdigioso, pero tambien a ilincaneamicntos' acruale:l sin datos deta.llados de las diferenci:t.S en los procesos de formacio micntos basat:!os en crir.erios estrictamenre politicos de: perrenencia a g:rupos de «nos.ode !os partidos ~ e~ e! ca.cict:" d~ l:S altemativas ofrecidas a los electorados antes y·des~ troS» frente a los «ellos». Coo.siderareroos !a posibilidad. de que los propios panidos se pue.s de Ia ampfi~c:16n del sU!r.lgiO. De~os efecru.:tr nuestros milisis compar::ttivos e:l constiruyan en poles de :u:racci6n signilicarivos y prod=n sus propios :iline:unientos et:lpas: ;nmcro que los procesos iniciales para llegnr a Ia poindcp<:Ddienteroente de soportes geogclficos, sociales y cultl.lra!es. ' !fuca compeunva y a Ia tnsorucronal=t6n de las elecciones·masivas,luego debemos deseru:cta:" Ia mar.riia de divisiones ~ oposiciones que produjeron el sistema n:tcional de orEL PARTIDO POUTICO: AGENTE DE CONFUCJ'O E INSTRUMENTO DE INTEGR.A06N g:UUzacJOnes .de masas par::t .~~ acc16n electoral y emonces y solo entonces podremos aprodar.

po~ ciudadm~s

c:~da

politic:J.e~o:

supo~emos

v~as

~ne~os.

.co~tderar

nmamos a Clert:l comprens10n de las fuerus que producen los aline:unientos acruale.~ de

.. p;mido» ha significado, a lo largo de la hlstoria de Ia polftic:J. de Occidenre. division. c:on.tl.ictO. oposicion dentro de un cuerpo politico.' «Partido• deriva erimol6gicamenre de «parte,. y desde que apareci6 por prim era vez .en el discurso polftico, al fin:il de :.. !Uy un ,U.Uo de in=roo n:cientcS de el.obOror ·~ emdllticos de cvo11>0()(1d poUOc2> lll!O~ en S. Rol:±!a. .a=n.1 Mobiliution. !'my Compeution .00 Naaoo>l lno:vwoo-, de J. !..U"::lombon Y ¥)'TOO Wcine:'. ""'- forincal Parnes .aM. Poliria:>l D<>:tctpd de Ia """" de los puodoo "" !a lli>roru. del ~to politico o E.....,..· Vcr1\:nrnung. Duldun; und ~~ do ~wc:ucm in der ~ de1 pati~ Da>b:ru>.l.ol. \r.uulj..u:hr, .'l(l), m=o 1964. pp. 604!0. '

"'' lmlo

f=L •

D!VIS!ON, S!STI'.MAS DE I'ARTIOOS Y ALINEAMlENTOS ar:ttoll.ALES

los y los de Ia estrucrura social existente, y fuerzan a los i::iudadinos a entre por entima de las !fneas de division estrucrurnles asi como a establecer prioridades entre sus fidelidades hacia los papeles establecidos o eventuales del sistema. Los partidos tienen una. funci6n expresiva; elaboran una ret6rica para Ia trnlucci6n de los eom:rastes de Ia estruciurn social y cultural en y ,.,r~·•;n,.,~• para Ia acci6n o Ia no acd6n. Pero tiem:n tambien fum:iones insrrumentales y repre:.ren·· · ·tativas: fuenan a los porta voces de los diversos pumos de vista e inrereses conrrapuesms a llegar a acuerdos, a escalonar peticiones y a agregar presiones. Los partidos pequenos pueden comentarSe con funciones expresivas, pero ning11n partido puede ·tener !a esperanza de llegar a. ejercer una influencia decisiva en los asuntos de una comunidad sin cierta voluntad de superar las divisiones existentes para establecer frentes comunes con adversaries y enemigos potenciales. Esto sucedi6 en Ia primera etapa de las formaciones partidistas embrionarias en tomo a agrupaciones y ctubes de JWtables y legisladores, pero la necesidad de alianz.as mas amplias se agudiz6 a! ampliarse los derechos de partidpaci6n a nuevos esrratos de !a ciudadania. : • . . Los partidos que aspiran a posiciones mayoritarias en Occideme son conglq!J1ern~ dos de grupos que discrepan en amplias gamas de cuestiones, pero, sin embargo, unidos por su mayor hostilidad hacia sus competidores de los otros campos. Pueden sur~ gir conflic:tos y conrroversias de una gran varit:dad de relaciones en Ia esQ1Jctura social. pero solo unos pocos tienden a polari= Ia po!ftica de un sistema determinado. Hay una jerarquia d_e bases de division en cada sistema y estos 6rdenes de primacia polftica no . ,., s61o varian enm:: Estados, sirio que ticnden l:lmbien a experimentar cam bios con d tiem. ·· po. Estas diferericias y cambios del peso politico de las divisiones socioculrurales planlean problemaS fundamentales en Ia investigaci6n comparada: t:Cuando es mas probable que rcsulle plllari7.:Jdora Ia penencncia a una region. una lcngua o una raza? i,Cu:indo alc~nzasa pn::emim;ncia Ia clase social? (.Cu:indo ser:in bases de divisi6n igua!mente importantes las fidelidades de credo y las idenridades religiosas? [.Que circunstancias es mas probable que iavorezcan cl acuerdo de esas oposiciones dentro de lO's pDitidos y en que circunstancias cs mas probable que constiruyan problemas entre los partidos? <,Que tipos de alianzas tienden a maximizar Ia tensi6n sobre e! Estado y cuales ayudan a integrarlo? Cuestiones como est.1S estaf:in en el programa de Ia sociologia ~l!tica comp:1r.1da durante los aiios fururos. No .es que fa! ten hip6tesis •. pero se ha hecho muy pO<;o basta c1 momento en relaci6n con el an:ilisis sistematico de varios sistemas. Se ha dicho a menudo. que lo~ ~i~temas es~ sometidos a una tensi6n mucbo mayor si las principa!es lineas de dtvtst6n se relactonan con Ia mora! y Ia narura!eza del destino bumano .que si se refieren a cuestiones negociables y mundanas como los precios de los art:fculos. los derechos de deudores y acreedores. los salaries y beneficios y el control de Ia propiedad. Sin embargo. esto no nos Jleva dema.Siado lejos; lo que queremos saber es cuando un tipo de division desracar.i mas que orro, que clases de a!ianzas han producido y que consecuencias ha tenido este conjunto de fuerzas en la elaooraci6n del consenso en el Esrado nacional. No.pretendemos cnconrrar soluciqnes clararnente dcfinidas. pero hemos imenrado empujar ei an.ilisis un paso mas all:l Empeznremos rcvisando una serie de fuentes /6gicamenre posibles de tensiones y oposiciones en estrucruras sociales j' pasaremos luego a

est:in

237

eJaborat un IDVi:iJtlifiO df:dos··ejefnpfos emp{ficamente existente.r de 'expresiones polft!COS de coda tipo de conflictos. En este contexto no hemos intenmdo ofrecer un esquema global de amilisis, pero nos gustaria senalar una posible via de aprox.imaci6n. ·

DIMF~S!ONES DE DIVISI6N: UN MODELO POSIDLE

El tan debatido esquema cmidruple de Talcott Parsons para la elasificaci6n de las funciones de un sistema social. aporta un punto de partida uti! para un inventario de las bases potencia!es de division. · · EJ esquema cu:idruple apared6 por primern vez en Working Papers in the Theory of Action" y partfa de una clasificaci6n cruz.ada de cuarro altemativas basicas de orientacion en los papeles adoptados por agemes en los sistemas sociales: Acrirudes

Caugori:acion

de

hacia objuor

siruacionales

L Univers:llismo

m.

frente a

Calidad

Adaprncion

freme :n

freme a Panicul:uismo

II. Acruaci6n

E$.pecificidad

Fundones correspondientes para el sistell'UJ

rv.

Dispersion

lnte.g:raci6n

Afectividad frenrea Neutralidnd

Logro de Objetivos Lau:ncia:

pauta m:mtenimicmo y :tlivio tensi6n

Este csque~Ja abstracto sirvi6 como paradigma baslco en una serie de intemos sucesivos'' de.cartogr.iliar los flujos y Ios medios de intercarnbio entre los agcntes y las co-

lectividades dentro de sistemas sociales o de sociedades tenitoria!es totales. El paradigma ptanteaba cuarro subsistemas funcionale.:r de cada sociedad y seis lineas de inrercambio entre cada par (fig. 10.1). Tres de estas series de intercambios tienen interes crocial para e! soci61ogo po!ftico: Este desea saber c6mo las colectividades solidarias, las comunidadeS latentes de intcreses y perspectivas, y las asociaciones y movimiemos manillestos denrro de una so-

l 1L T. f'=<:"""""""' en T. Pmoos y N.J. Sruel>er. EconDfffJ ON! Six:ier;r. Roulkd!;<. Lood=. 1956. Uoa n:formut:.ci6n •implifJOd& en T. l'ano] Theo~ SocioiJ[J Today. B:I>ic Boob.Nuev• Yorl:. 1959. Se ~xnque;.ron mpLW ro:vuior\c$ del esquema en T. P=<>n.<. .i'i!neni~.,..,,lifes~RC:vl.iii:d•.,\;n.Sociol: kiv. i:5 (i960l. pp. ~74:i. ylun side expuow con mis dewle en .On !h<: (O<>C:<:pt of Poli1ic::ll Powa». Prrx:. Amtr. Phi/ox. Soc~ 107 (1963). pp. ::!32·:<62. Hzy una inlt= tam· bien s.:.,..,ciotical .\na/ysis and Politic:: The Theories ofTalrotf Por>o
234

Aunque Ia riifen:nciaci6n ttng:t una cvideme

Y A!JN£A.M!ENTOS

m11~rw·'""'r'"

unicbd b.tente de uso.

wralitario no opera a sino que es urw. pane de un y esd en oposici6n :t otras iiJcn::lS dentro de ese forrnado pot lit parte ~cdva, movili:t:ldora dd sistema naciooal: no ridos por cargos y favores pero. :mn :1SL pwcura movill:z.1r a! fuerz:as coospindoras denav de Ia comunidad nacional o contra las r:J.s de Desde una occidenr:.u. tal tempn mucho scrmrlo ea los sisrtrn:L> tOtJlitarios. pcro curnplen. ·sin son «rituaJes de conlinnaci naci6nales, los federalisW$ y los democriti~ naciona.les, y reali:z.:~mn los rneros esfuerzos positives pru01 sac:tr l los '"i·•~·•m•"r;,.""'"< de su comunid:ld local. y de su Estado y :tsign:trles papeles en la ;:olltica, nacional.' Los esrudios de p:m:idos en !:L> ~uev:L> nacioqes del siglo XX llegan J. condtL;iones similares. Rmh.. Schacbter ha demostr:!do como !:L> org-mi.zac:iones unioarticiisrulafric:mas han sido utilizadas oor los diri .. 1 gemes polfticos pan •<despert:lr un. se:Jtido d. comunidad riacional m:is a.mptio» y pru-a 4. H:xy 1.111 envdio gcncr.U de ]0$ t.ls.O.i :lCnl.ltk.'J de:! t~nnioo "'P:!tftldo"' en ct trutrCO de un 1n~.lisU cornparut.o de poUticru monoliticoo frcnrc :~ piu.r.UUru e::t GKJ:mni .Souton. Pamt.s an4 ?.l!Tf Syxttm..f. fu..rt,cr & Row. !'iueva Yon:.. !%7. · S. •~'~= one f':u= eine geschlo= Ctttt:!l die Verl>and.!oo:!nung =I> u:ntlwn Ct: tr.tducoOO en tn.e: ThC'Or! a{~~ and £cof'IOff1rc Ory'aru-..:ulo~ The f.tt Pn:::n. NUEYlt York.. t91.t. pp.. !.09-SIO. -·. 6. W. Cumix:n~ lcme.s'm a tiC"# NaitOO... Ox:iOtti U~iver.my Pre::u.. NueY1 York. 1%3. p. 30~ 1. Rum Scll>ct>tet. •Single·i'=y Sysu:ms "'We:~<-AfriC>o>, Am. 301. Sl$f.e.I1UI..S

de modo que los d poder tendr.in. :1l menos si cuent:m con de d c:rrgo, der· to imt:rcs en mamener esm vinculacion de todos los ciud.adanos a! sisren:m Y relcvo. r;"1 uu sistema monolftico no se estimn!a a los ciud:adanos a eli~ ferenci:tr entre e! sistema y los ftmc:ionarios que ocupan los c:u-:gos_ L1 dud:ldania ricnde idemificar La eon !3. politic:a de Y los que ntmnaJ.meme l~.s iealtadl:'~1 uacionales asentadas par:J_ obtcner '~'r"""'"'~'- En est.:JS sociedades cu:tlquier :u::~que l los o :1l tiende :t converti.rse en un amque a! propio sistema L:r.s concret:JS o tim\:u-idades concret:t1 hlillediammeme problern:ts fuorlamem:1les de del sistema. En mt sistema cmnpetitivo de dos muy que se acme a los que detem:m d poder de debllitar :U Eswdo o de tr:~idonar las rr.ldic:iones de la nacion. pero la e;cistenci'l continuada del sr.srema no corn-: Un sistema comr;etitivo de partidos prntege a !a n~cion contra d des-· comcmo de sus c:iud:ld:mos: los · y los amquc:s se desvi~m del, sistema global 'I dirigen hacia e! ghlpo de los que detentan el poder en ese momemo. . como EA. Ross' y George han ruJa!.iz;tdo d los comlictos instimdonalizw:los en los sistema.s P?lfticos. LJ. creadon de paa [a de conilictos de inte:reseo-~ ha ayucbdo a estabiliz~'lr la esll1lctura de uu gran otimcu de Estados-rocion.. L1 eft:J:..'tiva der estams de diferentes credos lw. ayudado a mruizar los anterior::s com:Ucms sob!~ cue.Sdones La dd SU·· ; y de L1. llbeitad de e;cpresion polftic:1 ayudaron tam~i~ a . . la . rnidad de !os E.'it:Jdos-Mcion. L1 aoerrura de c::males para la expreswn de mmllctos marnfiesros o !atcnu:s entre !as c!ases ~ntad:JS y l:L> subprivilegiadas puede haber desequilibrado algunos sistemas 6:1 su primern fase pero. a !a larga, fort:tleci6 el cuerpo politic?. . ; Est::t dialectio cont1icurimegraci6n tiene uu interes b:isico eu la invesugacwn acmal soore !a sociologia comparativa de los parti\ios politicos. Lo que _P:C:e:nde_mo~ en este :milisis es aboni:l.r los panidos como aliam:as en corqiic:w sabre: polmcas YJldelu:lades ~ valores denrro de wi cuerpo politico rntis amplio. Los partidos ejercen una doble f:L>Clnacion en d sociologo. Ayudan a crist.aliz:u: y a hacer explicitos los intrT..ses comrapues· 3. Hay un ::I!Ufui> genen! de esw procero enS. M. lips<:< Y"""'- Union Dcmoo-oey. The !'t-ee Pr=.l'!uev• Yort. 19~. pp. ZM-269. .. <S • .......oi c:MIUCtdS tfi. · . ~- E. A. R<m. Tht Princtples ofSooolofJ, Cenrury,l'!ueva Yon:. !!nO. W· 16-I-1UJ ( "-'!""~" :trrl01 rox:n 1 Ia $0Cle¢t.d manteru:CmioiA. urud.:t.>i _ · • C 1' t'.I..Rll 10. G. Simme!. Sorwloflt. Dun<:kcr Jr. Humblot. Berlfn. 1913 y 195&. op.IV: :ndut:::t:::6n "'Y"'"'- 0 "1 tcr :ht w,.; oiGroun Ajji/ialU)n. The free Pr=. Nuev• Yon:. 1964.

Dtv!S16N,

DE l'ARTIDOS

Pero no prete;1demos abordax rodas lo~ intercambios entre l y 0, entre 1 y L. o en~ tre [. y 0. Solo nos interesan los intercambios J..Q en cuanto fomema.n el desarrollo de sisremo.s de parridos competirivos, y los intercambios 1-L en Ia medida en que ayudan a establecer vfnculos c/aros de penenencia, idedrificaci6n y disposid6n a fa nwvili;:aci6n entre ciertos partidos y derras categorias de sujetos y de . Y no nos imere..~a.n en absoluro los interc::unbios L·.O, sino solo los que elecciones y zaciones para la acuerdo

F10. 10. L

El parcuii~rrw parsoniano de imerr:amhio.r socioles.

ciednd territorial dcterminada limir_;:m Ins altemarivns c influyen en las decisiones de los dirigentes del gobiemo y de sus organismos ejecutivos: todos e!los son proccsos de intercambio entre los subsistcmas 1 y 0.' 1 T~bien quicn:_ saber lo ~ispucstos_ ~ lo reacios que son los sujetos individuaJes y las famrlias de Ia socredad a depne movth:vtr para la acci6n por los diversos movimicntos Y :L)OCbciones, Y c6mo deciden en casos de rivaJidad y conflicto entre difen:ntcs agemes moviliz4dorcs: todas estas son cuestioncs sobre intercambios entre los subsiste.mns L e !.

. . _Por ultimo, 1e .inten:sa locali:vtr regularidades en Ia conducta de familias y sujetos mdr:ndualcs en sus mtercambios din::ctos (L a 0, 0 a L) con los 6rganos territoriales de gobt_emo, ya sea en el cump!imiento de nonnas legales, como contribuyemes y como potencral humano reclutado, o como votamcs en elecciones y consult.as instirucionaliz.adns. 13. 1'>r:roni ha especifi=Jo l:u •entr.>da:<» y •salid.as•

del inu:rc:>rnbio 1.0 e:n "'"" tbrninos:

Apoyo gem:raJiodo

O:ESVJXl

1. Primc:ro debemos examinar hr e.muctura inrem'1 del cuadr:mte l en tina serie de sociedades ter.dtoriales: £Que divisiones se habfao manifestado en Ia comunidad nacional en las primeras fases de con.solid2ci6n y que divisiones surgieron en las fases sulJ.. siguientes de centraliz.'1ci6n y crecimiento econ6mico? Abordaremos cuestiones de este tipo en la secd.6n siguiente. ' 2. A continuaci6n, nuesmi. tarea cs comparar series de iJUercllmbios 1-0 para loc~Jizar rcgularidades en el proceso de forma don de parridos. ~C6rrio encontraron er.presion polftica las divisiones hen:dadas y como Ia organizaci6n territorial del Estado-naci6n. la division de entre gobiernos y p~rlamentos y \a ampliacion de los dere:chos de panicipaci6n y consulta influyeron en Ia formaci6n de :!li1·.uzas y oposiciones entre tendc:ncias polftkas y movimiemos y acabaron producicndo un sistema de partidos diferenciado? En \as dos secdones siguientes nos ocuparemos de cucstiones rclacionadas con cstos problemas. 3. Nuestra tercera tan:a es esrudiar las consecuencins de estos fen6menos para los imercambios f-L. 1,Que idcntidadcs, que solidaridades, que exp-::riencias comunes pudie· ron refo= y utilizar los panidos emergentes y cua!es ruvieron que suavi7.ar o ignorar? (.En que sector de la estructura social les fue mas f:lcil a los panidos encomrar apoyo es~ table y d6nde hallaron las barreras mas impenetrables de rece!o ..y rer.llazo? Abordaremos esta.s cuestiones en !a secci6n final. · 4. Y nuestra tarea fmal es aplicar todos cstos datos a! aoili.sis de los inrerc?mbios L·O en el funcionamic:mo de las elecciones y el reclutamiento de n:pn:senranres: ;.Hasta que punto ·las distribuciones elector~es reflej~ divisiones estrucrurales en la s9<;iedad concreta de que se trata? ;.C6mo influye en Ia conducta electoral Ia disminuci6n de alter· nativas que trae consigo el sistema de panidos? c:Hasta d6ndc: son obstaculizada.s ~as ten· tativas de adoctrinamiento y movilizacion. debido .a Ia forrnaci6n de una ml!Cjuinar}a electoral polidcamc:nte neutral. !a formali.zaci6n y regularizacion de procedirnientos y Ia im· 14 plnntaci6n del Voto secreto? :

PUBLICO:/ Deief1S.3 de polfric::u

14. T>kon !'mons. en una comunio:i6n privodA. ~~>.~una ,;e de difi<:ult>d:3 en:Jo> >ingularil:>do lru otribu= tunclonoleo domin>n"" de un& , . ; , de """" politicos"""""""' sin cxnUdenr sus di-= fun.. done! =d>ri..._ C.. evidente que un vonerett> (L·ll o a un gmpo coocn:to de dirigtnto (/.Q) :ui como UlU ficho int.er><:ci6n din:cu enm: f:uru!Wr ~ trnitorlale:s cons-. tiruid.as (L.()). Nuestn. ideo e:s que. en el esruruo de politic. eloc10<111 de nw.u en lex~ '""""" •:orn?y que e>oblecer una difen:ncillci6n bMio entre el voto como una fC11llU .nomul de kJ!itim:>::>6a (ll! rcpre1<11ou1le elcgido te h:g.itiman los YOtOS efectivos. incluso los de :sus advcnarios) y e1 voto come e:tpresi~ de b.iud a.1 pamdo. L3 regu.!.ari-

"''I.<

V<=:: •Voting :>nd ~ Equilibrium o( the AmenCUI f'olitic:ll Sy<<em>-. en

nn_r Bchavwr, The rree Press. Nueva York. 1959. ?P· 80-120.

E. Burdick y A. Brodbeck. eds .. American v.,. .

de un modelo Bajo esta del esquema nru::sornru:to ses del proceso de.formaci6n de Ia naci6n: En fa prim era los de penett;~ci6n y regularizaci6n que p:men. del centro nacional aumenL.m las territoriales y plamean problemas de 1denudad culturaL La frase ·o norteamericano?» de Robert E. Lee una e:.~pn~sicln tfpica de las tensiones que se de formaci6n de !a nact6n. En Ia fase cstas a Ia centrali:zacion producen una va· riedad de alianzas entre las de Ia naci6n: los destino~ comunes de las familias de la casilla L generan asociaciones y organi:r.aciones en Ia casilla En algunos casas esw alianzl!S pondnlli a una pane del temtorio nacional c'!ntra otra. Esre es el ~aso tfpico de pafses donde convergen una serie de Jealtades contrarias al orden establCCldo: emicas. re!igiosas y de clase, en Irlanda bajo el dorninio britanico; de lengua Y clase en Belgica, Finlandia, Espana: y Canadi. En otros casos las alianzas renderiu a extenderse porIa naci6n y aenfi:entar a adversarios;en todas las locali~es. En Ia tercera fase, las aJianz:JS de Ia casilla I entrar.in en Ia castlla 0 y lograran c1ert0 control, no s6lo del uso de recursos ruicionales centrales (inrercambios 0-A), sino tambiensobre Ia canalizaci6n de los flujos de legitimad6n deL a 0. Esto puede materiali.zarse en reformas electorales, en can1bios en los procedimientos de registro y votaci6n, en nuevas normas de agregad6n electoral, y en ampliaciones de las esferas de intervenci6n legislativa. · Este modelo puede desarrollarse en varias direcciones. Hemos decidido centrar Ia atenci6n en las posibles diferenciaciones deni:ro de Ia casilla I: d Iugar donde se forman ·los partidos i:>oliticos en las democmcias de masas.

~!:,,.,

·~oo;ima··· 1&6Ut•~~



DlMENSIONES DE D!VIS!6N Y AUANZAS

Dos dimensiones de divisi&n: Ia' cultwal~ter~torial y lajimcional Hasta cl momenta, Talco« Par.:.0ns ha prestado una atcnci6n sorprendemcmente esc= a las posibi!idades de difcrenciaci6n inret\ia dentro de la casillaJ. Entre sus cola~r.l­ don:s. Smelser ha_ d~icado muc~lO i~~enio a claborar u~ :squema abs~cto para_ ~xpl~c:u· n:Jccionr.s y movmuentos colccuvos, !JCTO esre procedimienro compl,ejo de anili.SIS ruvel por nivcl se centra bfisicamente en !a aparici?n de m:uurestaciones ~sl~das y no _a porta claves direct.1S oara Ia clasifi~ci6n y compmc16n de srstemas de;. movuruentos soaales 'I partidos polftic~s en sociedades hist6ricame~te determinadas •. No podemos tener Ia espe~ de llenar est:! laguna de !a literarura te6nca. pero nos sentimos tent:ldos a proponer una linea de elaboraci6n concq>tual a partir del pmdigma bnsico A-0-l·L. Nuestra propuesta :S que las divisiones cruciales y sus expr:siones ~!Ideas puede? ordenarse dentro del espac10 bidimensional gc:nerado por las dos d1agonales. de Ia doble dicotomfa (fig. !0.2).

F1o. 10.2. U1t11 posible imerpreraci6n tk Ia esrructurn murna dd cuadranie L

En este modelo las dicotornfas parsonianas se han tr.in.sformado en coordenadas continuas: Ia lfnea 1-a n:presenta una dimension rerrirorial de Ia esrrucrura de divisi6n na· cional y la linea a-i una dimension jUncional.''' En el extrema I del eje territorial hallarfamos oposiciones estrictameme locales a abusos de las elites nacionales dorninantes (o que aspiran a! dorninio) y de sus burocracias: las re:teciones lfpicas de regiones perifericas, minorias lingillsticas y poblaciones culturalmente amen:izadas debido a las preSiones de !a xnaquinaria de ccntralli::lci6n, rcgulariz:lci6n y «racionalizaci6n» del Estado nacional. En ei extn:mo g del eje hallarfamos conflictos, ya no entre unidades esrructurales dmrro dd sistema, sino en romo al contrOl, Ia organizaci6n, los objetivos y las. opciones po!Iticas del sistema en su conjunto. Podrian no scr mas que !uchas direcw entre elites que com pi ten por el poder central. pcro t:lmbien podr!an rcflejar difercncias mas profundas en tomo a concepciones de nacionalidad, a prioridades domesticas y a estraregias extemas. Los conflictos a lo largo del eje a-i recom:n las unidades territoriales de Ia naci6n. Producen a!ianz:JS de familias y slibditos situados u orientados similarmente en amplios runbitos de poblaciones y tienden a socavar Ia solidaridad tradicional de las comunidades temtorialmente establecidas. En el extremo a de esta dimension hallariamos el conilicto caracteristico sobn: n:parto a corto o a largo plazo de recursos, productos y beneficios de Ia econornia: conflictos entre productores y compradores. entre obreros y patronos, entre pn:stam.i.sw y prest:ltarios. entre ·am:ndatarios y propietarios, entre contribuyentes y beneficiarios. En este extrema los a!ineamientos son especificos y los conflictos tienden a 16. De >CUado coo lat convendones pmoni>nu utilil::!mos sfmboloo en minW<:ul.l ma y mt)"\b1:ul..u pan ta.s pan.e.1 de :sisremu IOIOICS. .

ron las pv= de s.W.iSre-

242

llAS!COS DE

POLiTIC\

resol~crse metliante negodacion rationaL estableciendo natmas de distribuci6n univetSa" e!t:ctorales son pequefht~, diferenciadas y f:k"i1mente comrolablc.~, y lo que puede g;mar tiende a ser y concreto co!ecrivo y gem:.Tal. lcs. Cmmro avam:arnos hacin d cxtrcmo i del mis difusos son los criterios de , o perder en la vida l~>s puramente terrir.ori:lles raras ··veces 11 las nJI!lf'll"''-""'"'" la identificacion con l:t gmpo «no>otros» y mas e! ·dci mncho de Ia coordinaci6n de la.s extremo la dimension hallarnos

sino

tino ~mmmo; Ia pencnem:ia no ya c:ucstion de: ::diliacion en vari.J.s clireccio·· bajas inicial. dr; una sr~o una k:rltad difusa de con mros vinculos de !a riameme maxcadns divisiones se grln las lfneas fundonales. El del sera con frecuencia una acenruad6n de los c(mrr;m~ entre c?r~~ruda:l; Y no hay ya comunicad6n que fluya librememe por encinm de !as Hneas de fuudarnentalisr.as- divisiones hist6ricmnente documentadas r:udS veces caen en los extremos de gnmdes ciudadt.s y las metropolis. En los Estados Unidos las divisiones eran e:~racreris­ los dos cjcs.: un co.rtflicw concreto = veces es cx:clusivamerw.: territorial 0 ex:clusiva- tieamente <.·ulmrales y religiosas" Las luchas entre los jeffetSionanos y los l'ederalistas, los los dem6cmtas y los rcpublic:mos se ccrmaban en con· ~~cmc :U.ncwrLJ.l, smo que sc altmentar:i de tensioncs de ambas direcciones. El mbde!o jacksonianos y los conmrpuesw moral ptib!ica. y ertfrenmban u puritanos y o1:ros protesttmstrvc. btLSlcament~ como 11~1a red en e! anilisis compar.1rivo de sistemas polfticos: Ia tare:\ tes contrn defsta~. masones e inmig:nntes eat6licos y judfos.' La a.fluencia acelerada de conststc en .loc.Jhnr las abanus entre partidos en dctexminados momentos dentro de cstc de cbsc~ baja en las :ireas y los centros industriales ::~centu6 c~pac10 bx,hmcns~onal. Los no son facilmeme cuamificab!es y puedcn no satisfaccr ~~~guno de los ~tenos sobre una esc:lla rigurosa: sin embargo, parccen lteurfsticamente los cont.r:IStes entre los .Unbitos culmraks nrral y urbano y entre los esrados andSados y avanzados de !a t]ni6n. Esta acumu!ncion de divisiones territoritdes y cuhuralcs en las u.ulcs para proposaos como el nuestro de cnlazar variacioncs empiric:t.<; de estrucmr;JS poprit;ler;Js f:lses de democr;Jtizaci6n puede documcntarse en todos los pafses. En Noroega, . ltttcas con los concr::ptos actuaies de la teorfa sociol6gica. todos los con tierras en regimen de propiedad plena y la mayor!a de los que lJi:os cuamos ejemp!os concrctos del origen de los partidos pueden ayudar a ac!:lrar las dtfercnCJas de nuestro modelo. las a:n:ent:hban obmvieron d derecbo de voto ya en 1814, pero hidcron falta v:uias de· ~ ~glaterra.. el p~er .Es~do-nacion que reconoci6 la legitimidad de las oposicio- cadas para que se m6viliz:txan para oponerse a los funcion:uios del rey y a.! predonunio de las ciut:hdes en Ia economfa nacion:Jl. Lns divisiones cruci:Jles que se -m:uufestaron en nes. partldtstas. los co~tfhctos trucx:lles fueron bisi\.arneme de los tipos que hemos simado los alios sctem.a eran bisicamente territoriales y culmrales: l:lS provincias esmban enfren~ e.n el cxtremo l del CJe vernc:ll. Los cabezas de familia independien!es y propietnrios de mdas a Ia capital; los campesinos. con creciente conciencia de Esr.ado, defend!an stt.s tra· .de'los condados se opobiemo.»" 1B. !toy un 311ili•is detal!.OO del vinculo entre divi>iond religi= y >li! Unip. 4; y .Rcljgjoo and Polities in the extenon>, son comunes en las pnmeras fases de Ia formaci6n de tina nnci6n: las cliemelas Amcnan hst :tnd Pr=nt>, en R. J..e,: y :"1. ~l:uun. RcligiCm wu:l Social ConJlia. Oxion! Uofv=ry P=.s. Nuevo Yorl:..

=

n:rras

1964. pp. IJ9..116. . 19. I'm m.U o\, «h.. C:ta'"'!"· ldLologou w.J f:;rry Systmu. We>tmllArt:k Society, Hellinl:i. 1%1. pp. 162·238.

IJ!VlS!6N, SISTEMAS DE PARnDOS Y AUNEAM!E!'ITOS E!.EC.!ORAU'S

DIEZ TI:X!OS llAs!CoS DE CIENC!A I'OUr!CA

244

en e! sur y e! oeste de tiene interesantes en !a celt.a>> de Jngla·· terra. En esl
DOS REVOLUC!ONES: LA NAC!Of'IAL Y LA INDUSTRIAL

L:Ls opcsiciones tcrritoria!cs limit:ln el proceso de formaci6n nacional: llevadas a un conduccn a Ia guerra.. la .secesi6n e, incluso. a posibles b:odos. L:Ls opo-

r.u~to cxtrem~

stctones funcwnalcs s61o puedcn desarro!larse despues de cieru consolidaci6n inlcial del territorio nacional. Surgc:g con Ia comwucad6n e interacci6n crecientes ,entre las !ocalidades y las regiones. y se difunden· a troves de un proccso de «movilizaci6n social»." El 20. V~ Kc:nne!h 0. M<> Pros. Drdiff. 1963. pp. 4525$. H•! un w~uas ~olog•co detallodo de lu dumt.x::iooes del voro en G:Ucs. de 1861 • 19Sl. r:n K. R. O>x. R m the Yonnr Belwmw of th< l'opulaiion of Enyland and Wolm 1921-51. Univ. of Dlinols. t%6. Cox e>plia Ia ~'urn.> de los hborala en Gal"' en ttnmncn ;muy psro:Jdoo • como CJ fu<:rx< de I• .contracult=.- de izqu~<:lllu, ';' cl ~ur Y el =~ de Noru<:p: d predominio de expl""' de c!a:se •gual•<ma. "P"''"'oo hnsul= e tncoofonnumo n:ligioso. 21. !'= Nolllc l:u olmu deS. Roi'J:.m yo c•lad.u. P:mt F111l:mWo. v6c!e !'ir\:ko Rommi. ·Ftni>Jld,. Probl<mer i IW'dilk hi.rton<·ionk:Junf. •IL Fnmvcb= av de poli!Uke putier ide no«l4ke land p> 1800-!Allet>, v=tn:ulorl~~ lk~ I964. PP· 10~·130; ~ Alt.rol.. •l'=ru of Q:w CooOict and Worliiiz:&n""->. op. iblc:s ind:ic:ul01'<:3 en JUrl' O.:,uch, ·Soci>J . Mobdtuuon and Pohtic:tl Dcvel£l!lm
u:

245

Estado-naci6n en formaci6n fue'creando una serie de agemes de unif1cad6n Y. reguhuiz.::ici6n y peiii:tr6 poco a p'oco er! los ba!~anes de 'Ia cultura loea! «p~~ordial».'' Lo , mismo bicieron las organizaciones de !a Iglesia. a veces en estrecha relac10n con los organi7..adores Jaicos, y con frecuencia oponi<:1ndose a los funcionarios del Estado, compitiendo con e!los. Y lo mismo hicieron los diversos agentes aur6nomos de desarrollo Y dmiento econ6mico, las redes de comerciantes y mercarleres, de Y fmancieros, de anr.s:mos y de ernpresarios industriales. En un principia, el crecimiento de !a burocracia nacional Msicame?te tendi6 a ~rC: ducir oposiciones rerritoriales. Pero la amptiaci?n subs~guiente del ambit? de las act:lvr· dades gubemamentales y Ia aceleraci6n de las mteracc!Ones entre poblacwnes fomentaron poco a poco sistemas de a!ineamiento mucho mas comp!ejos: algunos entre poblaciones y otros por encima y denrro de las poblaciones. . . . LJs prinleras olas de coritramovilizaci6n amenaz:rron a meriudo la un1dad tern tonal de Ja naci6n. la federacion y el imperio. La movilizaci6n del campesinado en Noruega Y en Suecia fue imposibilit:l!ldo d mantenlmiento de Ia uni6n; la movi1~6n de .l~s P~~~ bios sometidos de los territorios de los Habsburgo destruyo el Irnpeno; la movtlizacton de los car6licos irlandeses !levo a la guerra civil y a !a separaci6n. Las tensiones acruales del proeeso de formaci6n de nacionesen los nuevas. Estados de _Arri~ Y ~ia reflejan conflictos similares entre culruras dominantes y dommadas; las ~~tonas recientes d:l Congo, la India. Indonesia. Malasia. Nigeria y Sudan pueden descnbrrse en estos H~~­ nos. En algunos casos las primeras olas de movilizaci6n pueden no haber llevado el SIStema terrimrial a! borde de la ruprura, pero si haber dejado una herenda insuperable de conflicto territorial-culrural: las oposiciones catalano-vasco-eastellanas en Espai\a, e! conflicto entre flamencos y val ones en Belgica, y Ia di visi6n ingles-frmcts en Canada. Las condiciones para Ia suavizaci6n o el endurecinliento de esw IU:e~ de ~~i6n e~ ~t:l­ dos ple;n:1m;::rnc movi!i7.ados apenas han sido esrudiadas. L:Ls multtples divJstones etrucoreligiosas de Suiza y los conflictos lingilisticos de Finlandia y Noruega h:m resultado mucho mas manejables que.el conflicto recic:ntemente agravado entre flamencos Yfranc6fono~ en Btigica. y entre Quebec y las provincias ang!oparl:mtes de C:mad~ . . , . Para abordar esas variaciones. es evidente que no podernos acruar divtsi6n por dlvisi6n sino que debernos :ma!izar agrupaciones de !fneas de conflicto en cada organ.iza-



ci6n polftica. . ; Para abordar las variaciones de estos conjuntos nos ha parec1do fructifero dtferen' . , · ciar cuarro lfneas de division. crftii:as {fig. 10.3). Dos de estas divisiones son producto directo de lo que po(iriamos !lamar Ia RevoJuci6n nacional: e1 conllicto entre Ia cultura central que consrruye Ia .na~i611 y l.a ,res.istencia creciente de las poblaciones someridas de las provindas y 1-:s perifenas. etrucl!-lmoilistica o religiosamente diferenciadas (1 en figurn !0.3}, el confltcto entre el Esrado-rwo

I

POLiTICA

247

afinnando su derecho a represent.ar el «esrado del hombre y a controlar la cdu ... cacion de los niilos en la fe verdadern. En los lu~ernnos ya se tomaron med.idas en e! ;..-vn para !a ensefianza elemental en !engua vem:icula a todos los niiios. Las Iglesias nacionales oficiales convutJeron en agenres del Estado y no esas medidas. Pero en los paises rdigiosamente las idea.s !a Revolud6n francc:sa dividieron instimd6n laico cemrali.z:rdo para todos los riliios de Ia nadon direct:lll1eme con los derechos e:sc:thlecidos de los pouvoirs intermediaires reUgiosos y provoco ole:c1.das de movili.:w.cio . . nes de masas, mediame partidos de pmtr.sw. de ambito u.acional. Para los ratlicales y· libera.lcs inspiwdos por la Revolucion, la inst:1uraci6n de Ia en.sefulnza obligatoria s6lo cr.! una w~'ls de las diversa.~ medidas que formab;m pane de un esfueno sistematico para cre:u: vinculos directos de influenda y control entre el F..srado-na.cion y d cudadano in·· dividual, pero su pretension de acccder clirecw.rnento a los tili!os sin consultar a los pa· dr::s y a sus amo . .idadcs espiritm.les provoc6 W1a oposicion genera.lizada y agrios en.fren. :.,, tarmemos. Los panidos de defensa de la religi6n nncidos en este proceso se convirtieron en :1mplios rnovimientos de mas:ts lm:go de Ia adopcion del snfragio rnasculino y pudieron fKJ. 10.3. !J>cc.Jii::J.c:mtes propue'Sfos de cuntro dh:i.Jwncs criticas en el parodigma a.<-· o lograr ia Jdhesi6n de unz, proporci6n b:J.St;mte elevnda de rniembros religiosos n.~u·,,r~,n .. tes de Ia c!ase obrer.1. Evidemcmente.' est.a proporcion aumem6 alli! mas cuando se amcion ccnrralinntc, reg11hrizan.'la.~ bles enS. ~olbn .. MJ.n Suffr.:ge. Seen:£ Voun; :md Po!Stiol ?Mriciparion,..Arrk.. Eur. t:k Scc-:.at.1. 1961. pp. 132-1.'5~ tomo a cuestioncs como l:t so!emniz3ci6n del matrimonio y Ia concesi6n de divorcios. la y en d c:t.p'ltulo de R. Bendix y S. R.okbn. The E.:u.cnsion t)f Cithenship to the Lower ~. ~ R.. Bendix. Nariort~ org:mi7.:1cicin de obras de caridad y e! trar.:irniemo de las desviaciones, las funciones de 8wldinr o:md Cinwuhip. Wiley, Nueva York. t%4. lhy un ex :..men de l.a polftica de los pn:«:=>s eQtivoo en R.. Ulich. los funcionarios medicos fTentc a los rel}giosos y Ia organizacion de los funer::tles. Sin Th< /::J=::..'l.<m ofNarions.lhrv>.r.mbridge, 1961. · .::S~ Esto nQ en. desdc Ju~go. tuU p-:cuiimdW de p1isel t:ru61icos..alvinistu: pur..de spreci:tne en i.tnl !erie dk" embargo. el ~rJrenr.:unknro fundamental ~ntre ia Iglesia y el Est:!do se centrO ~n el con-· Bt:J.dos coo tru:noriu ttnios geogritiCamenie -dUp(:Oa.s :U.inqil.e 10CJ1men-u:-segrt1~-H.:rwn.gutkran:!fuis de un ief\6.. tro/ de Ia ,:ducaci6n. meoo Str:ul.u """"'do en Rum.. en C. E.. Woodhouse. en H. I. TobilU, •Primoo:!iJ!l1ies and l'olitie>l Prtx:eU in Pre-ReL:l Iglesi:t. t:lllto b c:~t6lica romma ~omo Ia luterana o Ia reformad:t, !levaba siglos vo!uo"""'Y Rum,: The C:ue of the Jewuh Bund>. Comp. Sn.d. Soc. Hist, S. 1966.. f'l'. 331-360.

en

4

248

DtV1SI6N, S!ST"t:'MA.S DE l'AR"l1DOS Y AL!NF.AM!ENTOS J::l.Et!OitA.U;S

iJASlCOS DO. CIENC!A POLIT!CA .

249.

has.m, l~Q4 Y no se fund6 un diferendadas: la rmcional··liberal-secular. frecuentememe denominada Ia algemene, el federaci6n de asociaciones de votantes cat6!.icos.':.ci .~e vemte. . partido nac'ional con una organizaci6n oficial hasta los sector la columna protestanre ortodoxa y hi. colui'nnii c:atolica."' Tanto los movimientos como los cm6Iicos acnbaron por formar gran· fom16 a naves de una serie de vio!entos con· columna protestame onodoxa para sus miembros y pudieron crear bases des rcdes de asociaciones e flicws en tomo a temas doctrina!es demro de Ia Iglesia nacional ofidal. Nederland.s de apoyo de notable esrabiiidad induso en Ja clase ob;era. Un esrudio a esc:U~ nacional, · HervomdeKerk se vio sometida a una gran presion en las decadas que siguieron a Ia Rere:llizado en !956." muestra daramente la imponanc1a de las lea.lt.ades rd.ig10sas en la voluci6n fran= y a las convulsiones napole6nicas. Con !a propagad6n del secularismo e!eccion politica dentro del sistema ho!andes. y del racior.alismo, los fundamem.alistaS fueron quedando reducidos progresivamente a eleccion de panid" en Holnmfa. una posicion minoritaria. tanto enla Iglesia como en el campo de la·enseiianza. En princimres~•onofienl'es a 1956 cipia. las proresras ortodoxas contra esros procesos se limiraron a movimientos evangelicos intelcctuales dcntro del ordcn establecido y a una secesi6n aislacionista de elementos Cat&/ico Gertjormurd Hervormd Ninguno Cndo pietisr.as de clase baja en Ia separaci6n (Afscheiding) de 1843. Pero, a partir de Ia decadi S£ N" No Sf No S£ A.sistencia: de 1860, el movimiento alcanz6 un .gran impulso bajo Ia inspiraci6n organizadora de Abraham Kuyper. Este clerigo func!amem:ilista organiz6 en 1872 Ia Liga Contra Ia Ley ParTido: de Escolarizaci6n, y en 1879. logr6 unir a una serie de grupos ortodoxos en un partido 7% Kl'N (co:nunist:u) 30% 3% 27% 2% 51:.;, 2:!% iS <:c l"vdA (sccialistlS) dirigido explicitamente contra las ideas de Ia Revoluci6n francesa. el partido anrir,cvolu9% \8% 7% VVD (lil>:rJ.ics) ll "• cionario. Pero este vigoroso movi:niento de masas pronto se escindi6 por cuestiones doc3% 19% .t5% HistOrico' cristiano 6% trinales y de identificaci6n cultural. Kuyper sac6 a sus seguidores de Ia Iglesia madre en 63% 90% 6% 17% Anrirrevolucionario 5% l'.'c 1886 y defendi6 el derecho dd Kerb'olk. los crisrianos calvinistas devoros. a crear una 3% Calvinisu-exm:mi!n 52% 94% 1% comunidad culrurJl propia. sin ningtin vinculo con el Estado ni con Ia naci6n. El propio · KVP (c:1t6Ecos) 3% 2% 5% 4'% 3% 4% 6% Otros extremismo de esta posicion. conrrnria a! orden estab!ecido, produjo varios movimientos (33} (329) de signo contr.l.rio dencro de! Hervomde K~rk. Grupos importantes de calvinisr.as ortodo(! }\) (2if.) l'. xos no quiskron dejar Ia Iglesi:~ madre sino que preti.rieron reforrnarla desde denrro; .;.' preferian un Volkskerk a.mplio en vez de un Kerp•olk a.islado. El choque entre esr.as dos Dondc se encucntr:t una scgmcn;aci6n mas completa es dentro de los movimientos conccpcioncs de la comunidad cristi:tna condujo a Ia escisi6n dd partido anrirrevolucio· minorit:trios :~ctivos .: ;n:;-,ll\sig:::;tes: los Gereformeerden, los Jfervormden reiigiosa.menttario en 1894 y ala formaci6n de un segundo partido ca.Ivinista. Ia Uni6n Hisc6rica Crislc actives y los cat6licos. . . .. . tiano, que se consolid6 oficialmente en 1908. Estos dos partidos seconvirtieron en las Los miembros pasivos de la Iglesia nacional tradtclonal y los onkerkell;ken t1e~den organi:uciones b:lsic:~..s de las des alas del frente prorestante ortodoxo en Ia socicdad hoa alinearsc mas por l':IZOtl'.:s Je .clase que de credo religiose; ,tstr:: fue durant~ mucho uc.mlandcsa: Ia fuerr:J. b:lsica de ios anti:n:volucionarios proccdfa del Gereformeerden, tanto po el unico sector del dcctorado' holandes en el que bubo un entrecru.z.:muento efecnvo de Iglesias disidcntcs independientes como de congregaciones H.ervomde controladas por de influcncias. · Si nos atenemos a nuestro pamdigma. los cat61icos y los protestames ~rtodo1Cos foreclcsi:!.sticos dd mismo credo; e! ajXlyO a los cristianos hist6ricos procedfa casi cxclusiman fn:ntes polfticos cerca del extreme i del eje cruzado (cruss-lo~al). St las t~es sub·:a.mente de otros scctores onodoxos intcmos de Ia Iglesia madre. culturas hubiesen alzado barreras tan fuertes entre eUas es muy jXlS!ble que pud1ese haLa minoria cat61ica romana habia considerado en principia ventajoso para ella traber estallado e1 sisremn, de Ia mlsma forma que lo hizo el Estado aus~a~~ en 1934. El bajar dentro de la mayoria liberal. pero a partir de los anos sesenta inici6 Ia forrnaci6n de nivel mas bajo de Ver:uiling en el sector «nacional» y las mayores postbilidades de ne· organi:uciones polfticas y sociales diferenciadas. Pero fue un proceso Iento; Ia primera I I

Z1. Hay o:=dlnic:u d<:t:~ll><W en 1. P. Kruij~ Vm:rulin~. Heijni,. Znnd.ijk. 19$9. yen 1. P .f..ruijt y W. Goddijn, ~ Venuiling en oncnulin~ als sociolopsch procc:s.,. en A. J. den HcUwdet" "'.orros. cds_ Dnfr tn Kotr:,. Van Gomun... A.s.sen. 1962. pp. :z7~':6). Hay Wl iru.e::no de interprC:x16n 'rwU :unplia ~el Vcr:Uilinr y sw coru.ecuencias para 1:. teona de 11. d.c:moC:rxt:t en An:nd Ujphart. Tht' Politics of Acrommodalioq: Pluralism and DcrfllXrDC1 in.tht tlctherlontb. rm.. rill.$Crlto6 J%7. Hay ina:rprcacionet_compa.rruwn.s de rl.!tos sobrc ~~t.1d6n tdis;iosa en David 0. !o.iobc:~. qRc~igton ~d ScA.iety in the Ncth::rbno.s and in Ammc~~. Am. Qf.l.llrt•• 13. 1961. i'P· rn~l78 yen G~ Lensti. The_ RdiftOfi.J fncrr,r. cdiciori' revi>ad>: Coubk:dAy Anchor SookJ. Gan!cn City. 1963. pp. 3~9·36<5: v<= umbien J. ~lalhe:l. cd.. R~; Colonia. 196.1.

.

.

28. Hay C>posieion.. scn<:r:llCl de Ia (om!JlCio;, de lu oposteionc> de parudm y de politica :u:gmcnud:t "" Ho1:md.\. en H. Dwdor. ·P:u1id ond Polilics in tile /'letlleri:md.>•.l'~l. Stu.npm. 1958. l'l'· ~tJ-2J8. .. :!9: Cit.\l!o ens. ~t. l..ipsr.t. folitkol Man. cp. cit .. p. ~8: tuy aniluu m.U de~l~os Ge• ~ muestr.! de~ .su .. burl>: ,k Anutcni.,m en L van der L>nd..Y "'""- Kicur en vcri:k..inf, l'led<:r\>.ndse Kring voor Wo:terUCh>p dcr Pohuek. 1963, mimeogr:lii:.do !Uy on.ilisi> de Ul\ll encucm • escal.t nacion.o.l de 1964 cro Ujplurl. op. cit- op.lL 9

Ams:rd>m.

y contribuir

oe.sccmt:taJll.:J hacia en d «otro» !ado· cuan. to mas verz-uild la mcnos presiones cru:z:ada.s y me f " " . . . . . : nos reeuemes so:t las_ lea~t:>wcs por encuna de las dtvtswnes. En m1 sistema altrunemc omzui/d de lea/tad; .la • mayorfa de los participantes tiendcn a esw· vin-""do ·.. cnsrallt.oc!6n • ' i...Wn $ (1 0! g.am:z.."lclonc.s y r:ntomos que les exP'JOeJ1 a presiones po!J'ticas divergemes. Por d contrano, .en un Slstc;ma altamemc ver.:uild my alta crista1izaci6n de lealtad; Ia mayorla. de los paxtl.~tpame:s uem.!e a est.ar expuest> a mensajes y ~-sfucrzos persuasivos en Ja misma direcctOn gen~r:U en lrJdos sus entomos «24 horas- 7 dfas»." . Esta ·dimension J.trJ.viesa todo d campo de divisioncs funcion:Ues de nuestro oara~Igma.. se~1 e:~~n6mi~as. sociales o n::ligiosa.s. L:t repn::semaci6n simctrica de las c~atro hm:as de divts1on bas1c:L~ de !a figura !OJ s6lo sc refiere ;~ rendencias medias y 00 c;.; .. ~:luyc ~~lia~ va.riaciom:s de ubic:Jci6n ~ !o largo dci cje a.. i. Los cont1icios en torno a .1:1 uuegract?n CIVIC~ de culturas n::.gionaks recaldrrame:s (l) y organiZ:Jciones n::iigiosas (2) no t~e~en por que desembocn: Stcmpre en Ver;:uiling. Un ;1nilisis de las dis~;cpancias cntn: Suu_a Y Holand.a nos cxpllcar;\ much:~s cosas sobre las difcrencias en las condiciones r.a.ra d de~a.rrollo del :J.iSl:l.J~icnto _rlur.llist:l. Los conflictos entre los productores primanos Y los mten::S.C: urbano--mdustn~:S han tendido nomwimente bacia d polo a del P.c:ro hay v;mos CJemplos de op~slcione:s c:unpesinas, sumamenu: ideo logiZ:Jdas, a funct~n;mos y burguesc.s. Los confhctos entre obrcros y patronos han iJJcluido siempre eJc .. memos de neg?':JacJ6n econ6rruca.. pero t:lmbien ha habido con frecuencia elementos ~e.nes de opostCJ6n cultural y de ~sla.miemo ideol6gico. Los partidos obn::ros en Ja opoSI.ct6n, caremes de pode:r. han tend1do a ser mas ver.:uild. a esw.r mas envup!tos • 1 , d' · · ~ en su pro-p~a ~uto og~a 1s~rmv~, mas aislado~ frepte al resto de Ia sodedad. Por el cont:rario, los parudos obrcros vtctonosos han tend1do :1 hacerse ont:uild, a domestic·~e , hace · · , . t1 . ~, • ~ rse mas recepuvos a .a m uenc1a de rodos los sectores de Ia sociedad nacional. . ~e producir.ln variaciones simi!ares en una amplia serie de cucstiones en el e·e ternr~nal de nuestro esq~:ma.. En el ~~isis inicial del polo 1 d:l.bamos ejemplos de :esistencJas culturales y reltg!Osas al domlillo de la elite nacional cen~ 1 'p· .. . . . • u.u, ero e:sas oposJcJones ~o s1empre son pu.ramente temtom.les. Los movimiemos pueden ser absolutame:nte dommantes en sus bastiones provinciales. pero tambien pucden encontrar aliados en las J!l.

Kruijt y Goddijn. cp. cit.

estmu 3 L E1 c~o do:= •cn.sr:tli.!x-i~n ~ pert~,.. lo formul6 per anmlogfa con cl concepto de 01St:lliuci6n de v. ~.:trd Lensk.i en .. scc,.'\.1 ~Cipa~JOn ~d St:tr..u Crys~llizatlOO», Am('r. So-ciol. f!..~:v .. 21. 1956. . .J5S-1M· ~1-e Erik Allardt. .. cOOl~~tty Acuvuy. Lcuure t;!-: m..1 Soc1.:d Stt\lCIW"e'.Jo, y U!r Himmebtrand... A ~!.t :md Em~ ~~~Approach to (Xpoi1U~ll.ltl0fi lrld Political Involvement>, .:unb03 01 S. Rollin. td., .Approaches 10 rh< Srudv .r p lmc:al Pomnp<1non. O.r. ~·bche!s.en lnsttrulc. Bergen. l%2... pp. 67-110. · 01 a-

al de:s:;,.rroUo de frentes que enlacen el ambito local y

El espectacular crccimiento del comercio mumlial y de la pnxlt!cc16n nero tensiones uecicntes entre los del de los pueblos y de !as ciuclades. En el conririente, u11ereses contrapues.. zonas rurales y urbanas habian hatlado expn::si6n. desde Ia Ia noble7AC. y en casos ex.cepciiOnlllH~s h:ablaban nomb1c vo!uci6n industrial el rtffiU·Urbano en los 6rganos l,.o.;d,>r;,,,.,~ divisiones entre estru11Cntos sc !r.l.sladaron, a menudo inmedi1H2n1ente, a los n~d~m•·ntt·>• unific:~dos y halhron ex presion en oposiciones entre partidos conservadores-ag:rarios y liberale:s-mdicales. Los conflictos entre intereses rum!es y u.rbanos han sido mm::ho menos acusados en Gr3Il Bret.aiia que en el contineme. La Cirnara de los Comunes no era una a.sarnblea del est:~me:nto burgues sino un cuerpo de legisladores que represenmbt1 a Ia..~ lo· calidades dd n::ino con dere:cho a voto, los condados y los municipios." Pero Ia rcvoJu .. cion industrial produjo, indttso a!l.f. divisiones profundas y encona
».\

. 3:!. H•y un :milisu eoinparado ,;.p<:neern.mt l.:t morum:We Ab:slue;... Rdmioni X Co-nrr.lnl. Sd. Stcricht~ rv. Ftorent:ll.. 1955~ y R. 1t. Palmer. The Aqe vi Democronr: Rcvolwion; Tht Challenge, Ptincetoo Univ. ~. rrincemn, 1959. ""!'· IJ. . . 33. L:t cues.ti6n critic:~ entrt: los doo sectOf'el. de 1a erooomia se rde:ri.t al romercm intt::rmciOtw.l: ;.dc:bf.a prote· gme b ameuitur:l oomco<:a del S"'f'O mis barato d." uitr:!tlW', 0 deb!.> >poy>ne a Ia industri> m>nUf3<1tlrefl! medi>llle el summts~ de :UirnentO mi.~ ·_b;tr.no panf sus tr;lbtljadcre:s71by un milUU cornpararlo de-·b: po:Utic:J. de ~ii.:s det trigo t!n ·Aic..:u.ndcr Gcrs.chcnkn.'lf'l. Srrod and Democracy rn G
.J

D!EZ TEXTOS liAsiCOS DE C!ENC!A i'OUnCA

252

l~o de entre conservadores y liberales orientaciones valorati- testa contra !a elite central de funciona.dos .y patricios (una. division sobre e! . vai:- reconocimiento del estarus a y relaciones de parentesco nuestrO modelo), pero .habfa. otras elementos de oposicion ec~n6mica. enel ~ovimiento: los campesinos se sentian explot.ados por las gentes de las czudad~s .Y. quenan trasl~ar freme a las demandas de estatus a traves del e.:rito y del esp{rim ""'""'''"1nlror Estas d!VISlones econ6m1cas Se trat.a de tensiones dr! todas Ia.~ sociedades de tienden a ser eS·· las cargas fiscales a las econornias urbanas en a medida que las comunidades de Dl1x1Utcc:ion fucrtes ·en las et.apas de industrializadon y a suavi=e euando !a fueron haciendose mas · elite en aseenso se a.>ienLl en Ia comunidad. En proceso de condliacion maria se incorporaron a Ia economfa monetaria y de mercado naciona!. El resulta.do fue se produce con mucha rapide.z. En una sociedad abierta a una amplia movmdad y a ma- quo se form6 un am plio frente de cooperativas y organizaciones de intereses y se crearon trimonios mixtos, Ia riqueza urbana e industrial pudo converrirse en reconocimiento pie· parridos agrarios diferenciados. A estos partidos agrarios no les fue posible _crea: £:en:es no dentro de !a jerarquia tradiciona! de las familias temteniemes. Fueron produciendose comunes con los conservadores que defendfan a la comunidad de los negocws ru s1qme· mas y mas fusiones entre los intereses agricolas y los de los negocios, y est.a consolida- ra despues de que surgiesen parodos obreros que uspiraban a dominar el ambito nacional. ci6n de Ia elite nacional pronto modific6 el caracrer del conflicto conservadores·liberales. Los contrastes culturnles entre el campo y las ciudades aUr! eran fuenes, Ylos rigurosos Como ha demostrado James Comford a rraves de sus detallados estudios ecol6gicos, e1 controles de mercado favorecidos por los parridos agrarios no podfan cbnciliarse fkil~ movimienro de los propietarios de negocios hacia el campo y las zonas residenciales les mente con Ia filosofia de !a libre competencia que profesaban muchos conservadores. El conflicto entre intereses rur.:Ues y urbanos se centr6 en el merc:tdo de productos. divorci6 de sus obreros y· les condujo a relaciones est:rechas con la aristocracia temteniente. El result.ado fue que se suaviz6 c:l contlicto urbana-rural del sL~tema y se produjo Los campesinos querian vender los suyos a los mejores precios posibles, y co~prar lo que necesitaban a los productores industriales y urbanos a bajo coste. Estos confltctos no una acelerada polarizaci6n c!asista en el e!ectorado ampliado.u Hubo una aproximacibn similar entre. los intereses agricolas del este del Elba v !a desembocaron invariablemente en Ia formaci6n de parridos. Podlan abordarse dentra de• burguesia de los negocios del oeste de Alemania, pero en este caso, significativame~re,' frenres parridisras :unplios o canalizarse a rraves de organizaCiones de intereses con :lm-. Ia musa principal de los liberales se aline6 con los·conservadores y no imenr6 atr.ler a su bitos mas estrechos de negociaci6n y representaci6n funcional. S61o surgieron panidos !ado al elector:tdo obrern como hizo el partido brilfuico durante e! periodo que va hasta diferenciadamente agrarios donde las oposiciones culturales fuertes habian profundiza.do Ia primera guerra mundial. El resultado fue que se profundiz6 la escisi6n entre burgueses los conr1ictos estrictamente ecan6micos. Los contlictos en el merc:tdo de trabajo resultaron mucho mas uniformcmente diy obreros y hubo una serie de tentativus desesperadas de super.J.rla mediante l!amadas a visoiios. Surgieron partidos obreros en todos los paises de Europa a partir de los prime· valores nacionales y militares." En otras pafses del contincnte europeo !a division rur.:U-urbana sigui6 afirmandose res avances de Ia industria1izaci6n. Las crecientes masus de asalariados en la agriculturn a gran ~sca.!a, en Ius actividadcs foresta.!es o en Ia industria estaban descontentas por sus en !a po!itica nacional ha.>ta bien entndo e! siglo x:'<. pero lus expresiones polfticas de esa condiciones de rrabajo y por la inseguridad de sus contratos, 'I muchos de ellos se sen· division variaron ampliruncncc. Dcpendfa mucho de las concentracioncs de riqucia y de tfan social y culturalmcnte distintGS de los propiet.arios y los patronos. El resultado fue control polftico en las chidades y de ia estntctu.ra de propiedad en la economfa rural. En que se form6 una diversidad de sindicatos y se crearon parridos socialistas de :lmbito naHolanda, Francia; ftalia y Espana. las divisiones rural-urbanas hallaron raras veccs exciona.!. El txito de estes movimicntos dependi6 de una variedad de factores: In fuer.w. de presion dirccta en la fonnaci6n de oposiciones de partidos. Ejercieron mas inllucncia en las rradiciones patemaiistaS de reconocimiento del estatus del tr.l~ajador•. el ram:;no de Ia cl alineamiento del clectorado otras divisiones, sobre todo !us producidus entre e! Estado unidad de trabajo y los v(nculos locales de los trabajadores, el ruvel de ~rospendad YIa y las lglesius y entre propic:tarios y imendatarios. En los cinco p:llses n6rdicos, por el estabilid:u:l del empleo en la industria concreta.. y Ius posibilidades: de meJoras Yascensos contrario. !us ciudndes habi:m dominado tradicionalmcnte Ia vida polftica nncional y la lucha por Ia democracia y el gobiemo parlament.ario se iruci6 a rraves de un amplio proce· por diligencia y lealtad o por Ia instrucci6n y el exito. ·. . Un factor crucial en Ia formaci6n de un movimiento ?brero diferencxado fue e! graso de movili:wci6n dentra del campesinado." Fue esencialmente una expresi6n de prodo de aperrura de Ia sociedad: ;.Era. e! estatus del ob~ro tina 7ondici6n vi~~cia o ~ab~a )5. James Comford. • The Tr.uufOflTl.BtiOO olCOIU<:rVlltism in the L3le 19th Ct:nrury•. VictoriOII SnuJia. 7. 1963. posibilid:u:les de promoci6n? [,Era facil conseguir una mstruCCI6n que permm~se al mdlpp. 35-06. . i . . . . .. viduo c:unbiar de estatus'l LQue posibilidades hab(a de que uno se establecJese por su J6. Sobn: lu 1ent11riv"' ~ de los libcr:Ucs progrctims de amplinr su bose obrent. vtm en eopeciat Thocuenta. de crear unidades de trabajo indc:pendientes? Las diferencias de este proceso en mas Niperdey, Die OrraniJanon dtr deuuchen Part d> de los >nu:o:dentes de """' prllC<$0$ en BM> i. Hovde, Tht Scandinawan jor instrucci6n y, por ultimo, pero no por ello menos importante. porque los rrabajadores Countries /7:!0·1865. ComeriUniv. ~ llh=. 19-48. sobre todo los earn. VW-D< y xin.

el

porque nuevas oleadas Acma!mente se est!!. 0 nxhrdt:ndo occidcnral. Los prolewriados """"'"'?'"" avanzados de del C:uibe penniten pasa.r a Ia clase media a los hijos de b <'·''""""''".!""' Y est.as nuevas oleadas ticnden a e!lminar fucntes !r.l·· dicicmales de resentimicmo. !a po:;;c1om~s

0 '

n::sultase diffcil entre los

de Ia. actimd de li!S cirli!S y en asceruo hacia !as demandas de los obn:ros, y estas difen:ncias influycron di!·· mmemc en Ia evoluei6n de los sindic:nos y de:: los socialistas. En Gmn Bretai'\a Yen los =andinavos las elites tendieron a ser abiercrs y prngmaticas. Hubo. cornn en el rcsto de los una resistencia activa a las redamadones de los obreros pero dm:cta.. son hoy los paises con los mayorcs partjdos obrc· ros. Y. mas de Europa_ En Alemania y Ausrria. Fr:mcia. ltalia y la.s drvrsroncs fueron mucho m:is profundas. Hubo rnuchas tentativas de n:prirnir a los sindi·· C:Hos Y a los y. dcbido a clio. !:L) :L'>Ociacioncs obrer.:rs tcndicron a aislarsc de !a cu!tura nacional Y a formar soziole movimientos fuertcmentc ideO·· l6gicos que prctcndf:m aislar a sus micmbros y simpati7~mtes de l:tS inJ1uenci:!S de la atmosfera socral del cmomo. Estos p:midos cst;Ibau. volvicndo a riucstro t:tn ccrca del polo i como sus adversaries del campo n:ligioso. E.sta odentacion «antisistcrna>, de gr~dcs sectores de !a. c!nse obrer.r curopea a!canz6 su pun to ;llgido despucs de !a Rcvolucr6n msa. El rnovumcmo comunist:J. no s6lo habi:J.ba en nornbre del estr;no maiTinado de !a comunidad territorial. sino que se lo consider6 una conspiracion ex:terna c~nu~1 I~ nacion. ~tos p:occsos llcvaron a una scrie de p:llses curope::os al borde de Ia guen-a civll en los auos vemte y tremr.a. Cuamo mayor era e! numerb de dudadanos at.rapados en escrs oposiciones rnuruas direccrs ..arnigo-enemigo», mayor era e! pe::ligro de mptur.t tcr t:J.l del cucrpo politico. · . Desarrollos postcriores a Ia segunda guem rmmdial han conducido a unn disminu-· cion de escrs oposicioncs cnc:JiniPd:Js y a ciena suavi:z:acion de !as tensiones ideologicas: un despl:u.:uniemo del polo i lucia el polo a de.nuestro paradigma."' Una diversichd de factores comribuyo a este proceso: la experiencia de coopemcion nacional dur::tme b guerra.. las mejoras del nivel de. vid:t en los ai\os cincuenta.. e! rapido crecimiento uc una go, variaciooes

J8. V6,se 5. M. Lip>et. The Fim Nnv .Vcrion. op.cit.• "'"'- 5. 6 y 7. 39. E.m. e.$ \.a r"ra$-C que utJiix..a f2.rnej ~l. .. p;-,.rl:unG'l; ~nd. {lffentiche ~1cinung,., en Z:.u- Gtschichle 11J1.ti fmblcnumJ:. du De"wkrane: F~sr~tJbt! fill" II. Hu::/dd.. Dund.er & Humbl~ Berlin. 1958. p. 178. }b.\' m.iJ dcr;xlles S.Jbre 101 procc:s.os aletl\JlnC$ fll el reelcntc C$tUdio de GlintiY'..r Roth, The Socwl De:mo<"rnts 1n lmpenoJ Gt~rrv. lkdrnln.stcr Ptcs.t.. T OCIC: delimporu.r)te pcn6.udalu.r. 9}, 1%4. pp. c71-303.

.

ros en esrrncruril:S de gobierno localeJ y nacionoles, y dentro del sistema. cstabletido.

MOVll.flAOOS

rnab~n

pam: movilizodos han atineamicn.. tos de protest.a. En estos el foco de protesta ilO ha sido ya !a cu!tlua co::mxal tradidonal sino las redr.:s crecicmes de nuevi!S elites, como los de l:tS nucv;~s y bu· rocxacii!S de Ia industria y el gobiemo, aquellos que controlrut los divcrsos sectores de Ia. industria de b.s comunic:tcioncs, los de organl:z:aciones de mi!Si!S y, en algunos pafses, los de grupos o etnicos minoriL'trios anterion:m:me debiks o de bajo <:SL'1ms, etc. La protesr.:l. contra escrs nuev!lS elites y las instimdones que !!IS ha :ldoprado con frecucncia fonna «antisiste:ma» :mnque Ia idcologia h::tya v:l.!iado un a otro: fascismo en Imli:1, nacionalsocialismo en Alemania. poujadismo en Franci:~., «dcrechisrno rJdical» en los Estados Un.idos. En nuestro estos ·movimkmo5 de protest~ comrian cl territorial mny cerca del ext:remo o; d conflicro no es ya entre las unidades tc:rdtoriales que constiruyen Ia nacion, sino critre distim:as de 1:1 con$titud6n y !a organi:r~c6n del Estado nacionaL Todos eUos han sido rnovimiemos 11(1·· cionolistil:S:&no solo aceptan, sino que veneran Ia naci6n hist6ricamente dada y su cultn· !.!, pero rech:uan e! sistema de toma de decisiones y de control constiruido a trave:s dei p=so de negociaci6n y movilizaci6n democr.ltica.. Su objetivo no cs simplemente otr tener reconocimienw para un grupo concreto de inten:ses dentro de 1m sistema pluralist.a de toma y rae:~., sino sustituir este sistema por procedimientos de distribuci6n mis autcr ritarios. · j . Todos expresan. de un modo u otro. convicciones profundameme sentidas sobre d destino y Ia mision de la naci6n. algunas totalmente rudiment.-'lri:!S. otras sumamente sistematizad.:ls; y todos pn:tenden crear redes de organizaciones para mantener a sus scgui·· dores fie!ek a Ia c:msa. Quieren Ver::uiling pero desean que s61o haya una columna en Ia nacion. , En ,:onscc:uel~cia. en 'nuestro esquema a-o-i-1. un movimiento nac:ionalista plenamente \•er::uild habria de emplaza.rse en Ia intersecci6n o-i, fuera de lo que podriamos llarn:tt el diamame de «poHtica cornpe::titiva.» (fig. l 0.4). En sus primeras variedades. estos movimiento.s nadonalisti!S reflejaban b:lsicamen· te li!S re:tcciones de los escratos de clase baja de Ia cultura dominante com.rJ.l!lS oleadas crecientes·de rnovilizaeion en li!S poblaciones sometidas,. En Ia Austria de los Habsburgo el surgimiemo de los pangenn:mos in!r.lnsigemes recibio un impulso decisivo de Ia ;tlianza entre t:!.s Burschenschaften universitarias y las asociaciones obreras nacionalistas de

o!EZ TE:cros !lkm:os DE C!ENOA rorJncA

256

DfVlS!ON, SISTEMAS iUI.ab'Ll'JriM'iO

..,.,,_

naoooaJista;

tmdOO trome a

I

I



:

~v··cu'"""~

~ .., .... .._ .,.. ........... -

FIG.

ui.4.

.... ...

: itreooousta

257

mediante llamadas a1 «kleine Marul», d «ciudailiono unidad» arnenazado por el as~ censo, dentro de un cuer-PO'po!ftico de sociedades anonimas fuei:tes y eomple~ jas. El «hombre pequeno» se aline6 no solo contra los grandes inrereses fmanderos, las grandes empn:sas y las burocracias asentadas sino tambien contra e! de las Iglesias, los sindicmos y las Estudios de las dedsivas elecciones alemanas de 1930, !932 y !933. rnuesrran indiscutiblemenre que el empuje decisivo del apoyo popular a los nacion.al-socialista.s procedio de propietarios de explotaciones agrlcolas de r.amaiio pequeiio y medio, de mesanos, tenderos y otros ciudadanos independiemes de los escalones mas bajos de Ia clase media, Ia mayoria protcstantes, que se oponian, de modo mas o menos dirccto, a los drteles gigantes y a las redes fmaricieras. a los sindicatos y a Ia forrnjdable columna de organi:z.aciones cat6licas que se agrupaban entomo al Zenrrum, .. Se han documentado alinearniemos similares en Italia, Noruega. Francia y los Esr.ados Unidos. Hay variaciones de contexto evidentes. pero los datos sugieren semejanzas porrantes en .las condiciones para el crecimiento de estos inovim.ientos «antisistema».'' Hemos !legado al final de una revision sucinta de las divisiones caracreristicas que se han producido en los Estados de Occidente durante las primeras fases de consolidaci6n nacion.al y las fases posteriores de arnpliaci6n del sufragio Y. crccim.ieino organizativo. He~ mos procedido por medio de ejernplos y no a traves de una comparaci6n evolutiva riguroS:J.. 1'/o nos proponiamos una exposici6n exahustiva de difer'encias y similitudes pais por pais. sino explorar las posibilidades de un sistema de clasificaci6n elaborado a partir de conceptos b:isicos de la ieoria sociol6gica actua.l. Esperamos continuar en esta direcci6n en on-os marcos: aqui s61o hemos querido iniciar el an:Uisis de esr.as posibilidades e indicar los nuevos medios para analiz.ar Ia experiencia hist6rica de estos paises tan diferentc:s. Scan cuales sean los fallos de las aplicaciones empfricas, esr.amos convencidos de que d esquema parsoniano A-0-l-L puede propocionar una scrie de instrurnentos analfticos de gr.m valor para compnrar el desarrollo de sistemas polfticos. Sin duda. en varios puntas nos bcmos dcsviado de las interpretaciones ha!Jiruales del modele parsoniano. y qui:ci lo hayarnos forzado a! convertirlo en un sistema de coordenadas ·bidimensional,

im-

I

-· ... ·.... .., ..., ... ,... ._ .__! IOtalita.t'tslno 1

DE PAR1IDOS y AUNEAMJENTOS ELEC.'TORA.lES

11

Empl;,amientos.propuatos de ClUJlro d<J:fremos• en eJ esquema·- 0 - i -I.

Schonen:r: est:!!! obtenian basic:unente su apoyo entre obreros y artes~os de habla alemana ~enaza.dos por Ia invasi6n de los checos en los nuevas centros industriales.'' La .~enofobia de Ia clase obn:ra ausm'ac:1 n:sult6 contagiosa. Hay cl:lros vfnculos entre d pri· mer nacionalismo obn:ro de los :u'ios ochenta y noventa y e! rnovimiento nacionalsociaIisr.a dcspucs de Ia dcrror.a de 19!8.'' Hitler hercd6 su odio bacia los eslavos y los jud(os de. los nacionalistas obrcros austriacos. En nucstra terminologia. el movimiento nacionalsocialisr.a fue una alianza del extreme o del cjc territorial-cultural, el equivalcntc en Ia cultura nacional dominante a unn oposici6n I en cierr.a poblnci6n sometida de Ia perifcri:t. Ha habido varias tentativas de determinar que condiciones 'ban de darse para que surjan csos cont1ictos en el extreme o del sistema polftico. Han infiuido sin dud a las di, fercncias de cominuidad y regularidad en Ia formnci6n de la naci6n. Austria. Alemanin, Franci:t. ftalia. Esp:tiia y Estados Unidos han pasado por crisis de formac16n de Ia naci6n cxtremadarneme dolorosas y tienen que enfremarse atin a las herencias de confiictos que criran en tomo a Ia inregrncion nacional. Ralf Dahrendorf ha interprctado recientcmenre ascenso del nacional-socialismo como el salto fin:tl de Alemania hac:ia Ia modemizaci6n politic:t. Desr.ruy6 las balsas locales de aisl:uniento y esr.ablecio «die traditionsfreie Gleichheieir der Ausgangssrellung aller Menschen», una sociedad oricnr.ada hacia el cxito, libre al fin de barreras de esr.arus difusris.'' Los historiales esr.adfsticos de una serie de movimiemos «ai!tisistem:t>> de esre tipo indican que obtuvieron sus mayorcs triunfos elec-

:1

Jl. Vt= Andrew G. Whioesidc. Awman Notional Socialism !J4ore i9t8. Nijgoff. L> H>)'>. 1%2. Y su :>J1icu- · lo sabre Au.sona en T. Ro~gu y E. Wet>:r. tdJ... ont: f;wop«lll Ritht, WeidC:mui3mo de .mrw.s c:n Ptt.cr Putur. The Rise. of Folin'r:al ANi.Scmrtism in Genn.any end Ausrna.. Wiley. N~a York.. 1964. ; JJ. R. Dohn:ndolop. c6.

p.:.x,km<

.:..t. SOlm d opoyo el«:loral >l NSDAP vt:uc ~ todo SoenS. ;-/iiron. •W>hlsotiologil<:he hlen 19)0 bis 1933•. en E. Manhias yR. ,\Ioney, eru.. Dcu Ende der Poncien 19JJ, Oro.tt:. D!l.=ld<>rf. 1960. pp. 741-i9). Hay un to· >umcn de d.loos de Wlisis dce~orales en S. M. Lipse~ Potitiml Man. op. Cit- pp. 1.1()..151. El mcjor ;milisis de I• fuem run! 6::1 NSDAP >igue >icndo cl librO de Rudolf Heberle From Dem«rar:: to Nu:iJm. LouUW.. Sure Univ. P=s. Baton Roug<. 11'-< lu «li<><Jo rocial<enJertle con cl do:ulo l.andb<-t611.mmg w.d oion•bot~>lhmU>•,

N~lismus.

Deuuche Verbg>atUL>l~ Sturtg:ut. 1%3. J5. Es•..:.. similitude< de bu<:3 social"' y de ,C,I1J hocia Ia aUICAC•• y los Est:>dos Unidos enS. M. Ups.ct./'oliticcl .\1011. op.crt_ ""P· V, y wnbi.dic:>l Ri~tuts of Three O$h•·lJI<:ga. v~\t ~ilscn. op. crt. R3y ~n ~isis inccrCs:mte del Movimicnto de Crtdilo SocW en D.nxiJ.. en 1~/mi.nos pm:cid03. en Oon.id Sm,ley, •C>n>d.1"> f'<>up.dins: • 1"/cw Louk >t SQ<:L>l Cn:dit>. The C.wu:ii4n F'o""" •:!. >cpo~bn: 1962.. PI'· 121· ~~- L"'l"> 1eguidorcs de csrc movimiento son antimett'OpO!iW\()$ y :t.nuinsuruc:Jon.a.list:u y pn:tpugnan iuu: polina f>lc:bisci· t:ml pun -concn los p-upos; de imereses orxu.niz.ados las tlhc astnwW... .

=!'''nd"'""'' •

r

ll!V!S!(JN,

ti<'ne Nos hemos limil.ado como trampolln intentar poner derto orden en el ami:lisis corm:r:~r:m" vo de los proc~sos de formacion de Ia Sin dud:r, propnesw un muy similar sin n::currir al modelo b~~sico pcro cn::emos que b tmiflcaci6n que Jgrupen varios secwrcs de Ia vida social rienc grJmlcs ve.nraja5 becho de que d mismo esquema absrracto como !a e! futuro.

conodmlento de los canales para Ia y y, en e! caso que asi fue::.hasta punto cran QCcesibles los represent:lnteS, tenia derccho a elegirlos y 1-Se en term.ino el conflicro a trnves de manifestacioo violenda manifiesta, o podia a nes directas, a travcs de hudgas. sobrc represem.amcs legitimamen" de deccionC'$ regulares y a craves de s>.:gundo

qm:ma

movi!i;:;aci6n de prousta:

informaCiOfl

de las aliamas en

pun!o los mostr.lban o reacios a ensanchar sus bases de apoyo, y hasr.a punto fa· · cil o difici! que nuevos movim.ientos obmvicseu represcntadon En cua.rto y ultimo Iugar, debcmos conocer iOf posibilidades, consecuencios y los limiwciones del gobierna de la mayoria en el sistt::ma: i,Que tipo de alianza~ produ~ cirfan, pmbablemente, e! control por parte de la mayorfa de los organos de represent:lci6n y que grado de influcncia podri:ln de becho esas rnayorias en la cstructur.:tcion hi·· sica de las instituciones y las distribuciones dentro del sistema?

La !r:msformadon de estruc:turas de division en los sistemas de CONDICIONES PARA LA C'-.ANALIZAC!6N DE LA OPOSlCJ6N

Hast:! abora nos hemos centr.ldo en d surgimiemo de u!Ul division concrera y solo csporridicamcmc nos hcmos inten:sado por !a aparicion de sistemas de division y su tnduccion en conjunros de parridos polfticos. End !cnguajc de nuestro esquema nos hcmos Jimitado aJ :miJi.sis de J:L) d!fe:renciaciones imernas de! CtJ:ldr.l!ltC [ y SOJO hcmOS :Jbord:t· do implfcit:uncmc intercambios entre l y 0. 1 y L. L y 0. Pero las divisioncs no sc tr.t· ducen en oposiciones de partidos de modo natural: hay considcr.> por las sccucncias temporalcs de esfucrzos organizativos. Entr.1mos :~qui en un sector de importancia crucial en !a investigaci6n y !a teorizaci6n actualcs, un sector verdadc<Jmcntc fascinante que est;i pidiendo a gJitos una invcstigacion dctallada y cocperacion. A!ln es necesario tr.lbajar mucbo en !a tarea de vo!ver a analizar los datos correspondicntes a cada sistema nacional de partidos y, aun mas, investiga.r las posibi!idades de situar estos datos W1 marco teorico mas amplio. No podernos albcrgar Ia espcrmu de abordar ex.haustiyarnente est:lS posibilidades de comparaci6n en este tr.Ib:tjo y nos lirnitaremos a analizar tlnos cuantos procesos caracteristicos i a sugerir tma tipologia apro:Umada. · ~C6mo se conviene un confli~to sociocultural en oposicion entre partidos? PJ.n abordar una interpretacion de las v:lfiaciones de: es.os proccsos de conversion debemos examinar muchJ infonnacion sobrc Ih condiciones para Ia e.tpresion de proresra y Ia Tf!· presenwcion de intereses en c:ida sotiedad. · En primer Iugar, debcmos conocer las rradiciones de tomo de decisiones del estado correspondiente: d prcdorninio de procedimicntos de cohciliacion frcnte a procedimientos nutrn:r.iticos de! gobiemo central. las norm;J.S eSL1blecid;J.S para Ia solucion de agrnvios y protestas. !as med.idas adopt:ldas para controlar o proteger asociaciones politic~. Ja libcrtad de comun.icacion. y Ia organi:l;acion de manifestaciones."

en

m

.16. H:uu D:u.ldcr, en un ro:icme e:srudio de los :ICOn£edm~t:ntoo de .Europa occ:idc:m:U.. defendido ate punto coo mucho cmpd\o.. E.'S imprmble entendcr l.l cvoloc16n. l:t csrrucrur.t y d funcionam1cn1o de 101 sutcn\as de pmidm sin Clrudjar en quC :ncod.1 ex.min comrcu:ncta diti1u cnus, de i.l.'l. tc\·oloc1one:s indwtnal y c.kmOCT:lriCl.. Dlllder sct\nla In~

SObfC /QJ nnnl'l'ln>!tf.r>riP~

sisrcm~t:

LOS CUATRO UMBRALES

1

Est.1 serie dt: cucstioncs sugiere una secuencia de umbrales en el c1.rnino de cual·· quicr movimicnto que prctcnda plantcar nuevas cxigcncias dcnt.ro de un sistema pol[r.ico. Primcro. d umbrJ.! de legirim.aci6n: (.Se rechazan todas las protestas como conspiratorias. o hay cie~o rcconocimicnto del derccho de peticion. critic:t y oposici6n? Segundo. el umbra.! de incorporaci6n: t,Se niega a todos o a Ia mayoria de los que npoyan e! movimiento el est:ltus de participantes en Ia e!eccion de rcprcsent.mtes, o se les otorgm los mismos dercchos de ciudadanfa polftica que a sus adversarios? Tercero, el umbrJ.! de representaci6n: t,Debc cl nuevo rnovi.miento incorporarse a movim.ientqs mayores y mas antiguos para acceder a 6rganos representativos o puede olr tener rcpresent:lci6n propia? Cu.mo, el umbr:1.l de poder de Ia mayoria: En el sistema (.hay frenos y fuerzas contrarias incorpomdos contra el gobiemo de la mayoria numerica o la victoria de un partido o coalicion en las umas le otorgara podcr para introducir cambios estrocmrales import:lntes en d sistema nacional? Esto nos da una tosca tipologfa &· cuatro variables de condicio·nes para la fonna- · cion de sistemas de partidos. · Emoiricameme. los cambios en uno de estos umbra.les gener:1.ron t:lrde o temprano prcsiones. para cambiar orros. pero hubo variaciones en las secuencias de los cam bios. No gl:tte:tn. Hotl.Od1. Sua:t y Suec1.a como los J'3.1S-C3 con trndid(}(}CS mi1 fuenCl de plunlisfTK) COOClliatorio e indio b. innucncia de es.t::.U condicionc:s prevtM en la (Ofl'n3Cn)n de si.narw de parudol in~.e~os. V~ue H. Du.lpe·· J. L>hlombara y M. Weiner. cd1_ foliri=l foni<J rmd fo/iri· cal Dcwlor>.
en

260

26! A (conrinuocion)

Medio

RepreJen~

Ptxitr

ttu:i&n

mayorfa

A

A

A

R~gime?es ~~toccitieos u oligoirquicos, VerfemW!g de todos los pamdos: proteStas 'I agravioo c:mali~ a ~raves del cz1npo de Ia admlnistraei6n o • trav6s de La representaci6n esumental · · ·

A

A

A

Sisu:ma de panidoo intemo· y embrionario: c:unariUas· de ~Wltcs, clubes de nowb/es. Ejemplos: lnglaterra llll· 1es de 18]2. Suecia durante las luchas entre ~sombreros» y •gotT:l.S..v>~

M

A

A oM

Silttntt1 de parridm re:sultOJttt

Nlvd de cada umbra!

Sisremo de parndot resultan.re

B

B

B

ll

M

ldentica siruaci6n, pero con gobiemo parl.amenurio. Ejcrnplos: Francia durante las ultimas decadas de la Tercem Repu. blic:a y Ia mayor pane de !J. Cl1l!.!'tll; Gran Bretaiia desdo 1918.

M

lgual· siruaci6n. pcro con cierto gr;tdo de representaci6n propon:ional: poe> necesid:td de :ilianz.as para con.seguir n::pn::semaci6n pero exisrcnda de medidll contra Ia fregrnentacion mediante rninimos elcctorales explkiros o implfcit.os. Ejemplos: pai:= n6rdicos. Belgica. Holanda y Suiz.a d.esdo 1918-1920. . . >.il)

B

lgu.al siru.aci6n con n::pn::sentllci6n proporciou.al m~ y menos limit:lciones al poder de Ia mayorU. Ejemplo: d pi.rl:unenro centrifuge y fragmentado y Ia p-=idencia plebisciuria de Ia Republica de Weimar.

.

Sistemas ~ panidos imemos que generan •pow extemo ~unentano a trav6s del registro de asociaeiOn: con protecClon las organiuciones ya incorporadas a! sistema; pn::d~rcs en Europa occidenral durante el periodo del hundur~enro del absolutismo moru!Jquico y !a insu=i6n del gobtcmo parlamenurio eon sufragio maseu!ino.

B

y=

Bajo

M

A

A

A

M

F= inicial ?"1. desarrollo .de los sisrcmas de panidos e>.ttmos: movtmtcnto< de Ia. cl:ues mils b>j-"l con libcnod P"-"" dcs:tJTollarse. Sufragio atin limitado y/o de::sigu:ll. Ejemplo: Suecia t!ntc:S de 1909. Sic.:xi6n identic;!., peru con gobicmo parlomcnurio: Bclgica de 1899: Noruega. 1884-1900.

>fltc:<

M

ll

A

ll

B

A

Aislunienro del sistemn nncional de los partidos de minorins rdipos:u o de clue baja: mcdi<W rcstrictivns contr.a ln.• or· g:uuzxion<:$ polftic:u. pero su(r.~gio maseulino pleno. Ejemplos: el Reich guillermino dur.ltlte el per!odo de I• Sociali..rten~cur.e. 1878-1890: Fr:mcia dur:mre cl Segundo Imperio y pnw.cras dct::1&s de !:1 Terce"' ReptiWic!!. A

~is:crnas ~c 'pattidos competitivos con sufr.~;io. muculino 1gu.tl Y unave=I. con grandcs bcneficios par.i las :tfianus y con una S:P~uln clam de lo• poderes legislative y ejccutivo. El meJOr eJcrnplo scrian los Esudos Unidos. si no hubie-

ra Sid~ por Ia. ':"'triceiones • las acrivitbdes del partido . comums1:1 Y el baJo den:cho de sufragio de jac::o do los negro< enel Sur. Fr.mcia durnnte Ia Quinu Rcptibliea podria ser un CJemplo. me1or.

47. E.su: cs cJ termUlO de nul par:~ I> f:>S<: iru<-..tl de Ia fonnaci6n de ;,.,do!. · ' 62 m J8 VW.. especial G Olw H r-op. cu.• pp. ~,. Al:denutll~agc~ Go<e:nburg~~J.wnmar n, "'""' och rnossor: Stu
hay ninguna evoluci6n politica que permit.a el cambio desde una siruaci6n con los cuatro umbralcs «altos» a una con los cuatro umbrales «bajos». Las progresiones cln.r.unente dctinida.s hacia umbrales bajos se observan, en general, en la.s primera.s et.apas de c:li!lbio: el reconocimiento de liben.ades de asociaci6n, Ia ampliaci6n del sufragio. En las ultima.s etapas se pueden observar variaciones mucho mayorcs en la.s vfa.s de cvoluci6n. En rea.lidad no hay ninguna etapa fuul Unica en las series de cam bios, sino 'varias altemativas: BBAA-umbral alto de.represcntaci6n mayoritaria y separaci6n de podercs: BBAM-umbr.Jl alto de parlamentarismo mayoritario; BBMM-parlamentarismo deRP de umbra! medio; BBoB-gobiemo demayoria plebiscitario yPR de umbra.! bajo. · La primera literarura comparada sabre el crccimiento de los parridos y de los sistemas de partidos se centr6 en las consecuencias de la reducci6n de los dos primeros umbrales: Ia aparici6n de Ia oposici6n parlamentaria y una prcnsu libre y Ia ampliaci6n del derccho de voto. Tocqueville y Ostrogorsld. Weber y Michels. todos a su manera. intent:Iron '"pmprcnder esa instiruci6n basica del Estado modemo que es el partido de masas competitive:' L:lliterarura posterior, sabre todo u partir de Ia decada de 1920. pas6 a cen1 trar su :uenci6n en el tercer umbral y en el cu:.u1o: las consecuencias del sistema electoral y Ia esrrucrura del campo de !a toma de decisiones para Ia fonnacion y el funcionamientd de los sistemas de partidos. Los duros debates sabre los pros y los ccintraS de los

mas

~9. .lJay un rcp>SO de est> liter.uun en S. ~1. Lipid. •Introduction: O.trogonld :md Ill< Am.Jyrie:>l Approoclt to the Coml""""•e Study of Politico.! Ponie>•. en M. l Ostrog<>nld. Democrnry and the OrgQJIJ!!.QDOI'I of l'olitical /'ames.

D<>ublcd>y, Nuova York.. 1964. pp. !X·L"(V.

PA.R1l1XJS

diversidad de !as consider"Jbles ildelidndes emmins favor nudo a discmib!es de los datos y generalizaciones cxcesivameme sulJrcoH:sent4!dC)S a los nuevas pero, sin embargo, no de pmebas escasa.s. Pocos atirores fueron capaces de comemarse a flmdirse o aliar:se a esca!a· nadonaL Las mani.fles~· se:cuem:ias de c~mbio en paises disrimos. Quisieron iniluir en e! 1 ms del sistema elecro!71 amncmaron aun mas el de las dascs dt~ . . Y fuemn surnarneme bs posibili·· lo que Giov:umi Sartori ba caJttnc:~(m tntrodm:u de panidos Cl!vidaron que los pan:idos, una vez esmbleddos, y c:ompromisos imemos a mideo de ixal de LL'i rmmiobr:ts elector;des pueden o demorar. \a formaci6n bien a!r;;s bam::ras cmm:a los movimiemos en ascenso que nn"~'""''" irlcnwn.,r:~r-,e. de rll1 parrido, pero una vez. que 15s!e ha tornado fmma y se ha asemado, rcsulra diffd biro sin embargo, el nivel inicial no est.:i estableddo en e! 50 % de los vows e:rni~ carnbiar su c:u:ktcr modificaudo t:uJ solo las condiciones de agregacion c!ecroral. En tidos en cada sino que varia de:sde· e/ principia con las adop, realidad. en Ia mayoria de !os casas tiene poco sentido traru los sistem:JS dectorales wdas por los parridos. estos se agropan en defeos.a de sus intereses corrmncs, el umbra! como variable.~ y los sistemas'de panidos como dependicntes. Los c:ses alto: si cad.::! uno se centra en su propio inre:res, cs bajo. En Las primeras fascs de Ia motr:uegas de los p:midos tcndr:in en general iniluencia dccisiva sabre !a lcgislacicin elecviliudon obrera, esws sistemas fomenraron aliaru:.as del tipo «libera!cs-obn:ristas». Los toral ~ optar:in por los sistemas de agregaci6n que consolidcn su propia posicion. bien recien llegados al ekctorado vieron que sus ttnicas posibilidade.~ de reprcsent::Ici6n esma ~aves de un ~umcnto en su represcoract6n. a traves del refuerzo de las alianzas pn::ban en c:mdidaruras con juntas con d partido oridal mis retomlista. En f~ses posre:riores, fendas o a travcs de mecamsmos contra movimiemos de cscisi6n. En tcmtinos teoricos p:rrtidos d:u-Jmeme soci;:Uisw obruvieron rcprescnoci6n propia.. en sedon::s de gran conquiz.~ fucd:1 t:ncr s~ntido Ia h.ipcilcsis de que sistemas de ·may~ria simple origjn:uin cen=ion indusrria! y elevada segregacion de d:tSe. pero csto no provoco invariabk· opostctoncs ·btpamdrstas en los sec to res culturilmeme m:is homogcncos de un Estado menre: alianzas com:r:~ri:tS por pane de los panidos m:i'i anriguos. : y solo gener;u-an otros panidos a travcs de divisioncs tcrritoriak.s. Sin cmbar!lo. la t1niSin embar3o, no en todos los Estados de mayoria simple se formaron partidos c:r base convinccmc para csta gencr.ilizacion procedc de paises con una h.ist~ria com:i· obreros t:Jrt fuerres y diJcn::neiados. Canaday Esiados Unidos sc qttedaron en lo que po·· nuada de agregaciones de mayoria simple desde los inicios de Ia polftica democr.itica driamos Uamar !a etapa «liberal-obrerista». Los analistas de estas dos naciones «desde masas. Hay poc:ts prucbas fumes y mucha inscguridad en cuauto a los eiectos de viacionistas» h!in owrgado preeminenda a factores como Ia tempr:ma concesi6n del dcposreriores cambios eo !:JS !eyes elector.Jles sobre los sistemas de panidos: una razon recho al voto, !a elevada movilidad. el federalismo :JSenrado y Ia mw::~da diversidad sim~lc e: .que los partidos _Ya asenrados en e! estado iru1uirin mucho en Ia am.pliruJ y regional. etnica y re!igiosa." Pero hay imporumtes difereocias entre los dos C:tSOS que Ia drreccron de esws cambws y, cuanro rncnos. se mostrar.in rr..:rcios a que se les bom: nos dicen mucho sobn:: la importancia del cuano de nucsrros wnbr.Jles: !a protecci6n de !a existe:ocia par una vorad6n. contra el poder de lit mayoria directa. En una comparadon recieme de los sisre:mas de· C~quier re:ntaciva de aualisis :isterruitico de variadones en las condiciones y las panidos cauadicnse y oorteamericano. Leon D. Epstein ha_argumentaifo, eon una l6giestrategt:JS de l:! competencta de parndos debe naccr de csms diferenciacioocs en las rac:t acimir:lble. que l:tS diferenci:JS decisivas n::flcjau contrastes en los procedimientos de se.: evolutivas. e~te conrexro. no pod:mos hacer comparacioncs deraliadas pais par toma cemral de decisiones constirucionalmeme .esoblecidos: en Cwacli. responsabiliprus. Nos bemos limiodo, emonces, a rensar datos correspondiemes a.dos secuencias didad del gabinete frente a una mayoria parlame:ntaria; en Estados UnidEs, poderes se:parados adquiridos ::t tr.lves de dos canales de represemadon difen::nciados." El sistema feremes de cambia: Ia aparicion de movimienros y p:rrtidos de close baja y Ia decadencia de los. p:rrtidos de regime censitaire. ' , p:rrlanu::ntario rebaja el umbr.Jl de poder de las mayorias nwneric:tS. lpero el gobiemo depende para su r::tistencia de:: una votacion disciplinada dentro del par;:ido o de los partidos que !o apoyan en la !egislarura.. El sistema de separ::lcion de podercs hace que n::LAs NORMAS DEL JUEGO EL!':CTORAL ~ ·Eurot=n Politic:>l f':lrtie>: The C:ue or Polml:d Plurafum•. "'J. W>Jornt>on r "\. Wcincx~ trlL. Poliiical Fanus c.nd ?oliricol Dtwtiopm.LI'I. op. cit~ Lo~ primeros sistemas e.lecror.Jles :sublecieron un umbr.Jl eievado para los panidos 51. iLly unA expoo>Ooo de >trrulitude1 y dife= attre doo ~ :m~!Ofom>"' L Upsoo. ·P:trtr Sy>que surpan.. A los parudos ooreros les rue muy .dificil en tcxia.s panes obtc.ncr reoresen•=• in c'.e u,u~ !Gn~om .00 tile Older COtrlll>Q(twe>Jm,;; i'IA.Smdics, 7. 1959. i:?- 12·31: .S.M. U~ Tlo< Fin/ H.W .Vano ... = 5. 6 y 7: 1 R. .-\!foro. rwrr and Socury: T/o< AAJ~Ccm D~ RMI4 ~.Uy., Oliag<J. 1963. l:lcion propia. pero hubo v:u'iadoncs signilicativas en el apenurismo de los siste~l:JS detl~di.u P:uuc:>>.; .w.r. Pol. Sci. Rh. 63•. 11l'!tli> <1e 1%1. tan bten conOCldos del Re:cn Guillcrmmo. de. b Tcreera Republica franc= y de:: l:l Quinpp, -'6-59.

£r:

264

D!EZ TEXTOS !lAs!COS 0!! C!ENCIA !'OtilJCA

DMS!6N, SISTEMA> Dli I'ARTIDOS Y AL!NEAMIENTOS EL!::CTOAALES

suite m:is dificil rraducir victorias numericas en·cambios diferenciados de polftica, pero permite tam bien alianzas mucho mas fle::dbles dentro de cada uno de .los Los panidos canadienses lienden a esw unidos en su componamiemo y a man· tener un.contto! eso:icw sobre d reelutamiemo de candidatos. Los partidos norteameri· canos tienden a ser una federacion flexible, con una estrnctura imema mi'nima y un sis~ tema de elecciones que los obliga a las dec:isiones sabre el reclma. miento a un mercndo electoral mas arnplio. Como consecuenc:ia, el sistema canadiense ha fomentado los panidos de protesta regionales y culturales, mientras que los panidos norteamericanos se han mostrado notablemente abiertos a exigencias locales o de fac· don. a una gran variedad de movimiemos e intereses. El eso:icto sistema bipartidista predominante. en Estados Unidos no puede considerarse un resultado normal de elecciones por mayoria simple. Los panidos estadounidenses difieren marcadamente, por su. estrucrura y por su car.ictcr, de otros ·panidos surgidos con este sistema de elecciones y pueden explicarse mejor a traves de un anilisis de .Ia separaci6n constitucional· mente establecida de los dos ambitos de toma de dei::isiones, e! Congreso y el ejecutivo presidend.aL · .. Esto nos !leva a un puma crucial de nuestro anruisis de Ia transformaci6n de Ia est:ructura de division en sistema.s de panidos: los cosres y los beneficios de fusiones, olianzos y coaliciones, Ia alrura del umbraJ ·de representaci6n y las nonnas de tom a de decision central pueden aumentar o disminuir los beneticios netos de Ia accion conjunta. pero · la intensidad de las hostilidades heredadas y Ia apenura de comunicaciones a traves de las tfneas de division determinar.:in si son concretamente factibles las fusiones o las alianzas. Debt~ habt:r un minimo g;.wo de confianz.a entre los dirigemes, y tiene que baber ciena justificaci6n para ciperar que los canales de comunicaci6n con los que elaboran decisiones se mantendr.in abicnos. sea quien sea el que gane Ia elecci6n. El sistema electoral brit:!nico .s6lo pucdc cmenderse teniendo en cuenta d td6n de fondo de las tr.:Jdiciones asentadas de rcprcsentnci6n territorial: ~~ rniembm del Parlamemo representa a todos · sus decrorr.s.· no s6lo a los que le votawn. Pero esre sistema pone a prueba Ia leal tad de los clccton:s; en cnfrcmamicntos bipanidistas pueden tener que soponar las decisiones de un represc:nt:mte a! que no quieren hasta un 49 % de ellos; en las contiendas entre tres prutidos, puedc· scr hasta un 66 %. . Estas exigenc.ias dcben producir inevitablemc:nte tensiones en comunidades divididas etnic:~. culrural o religiosameme; cuanto mas pmfundas son las divisiones, menos pmbable es que las decisiones tomadas por represent:mtes de !a otra pane sean acepradas lealmente. No fue casual que los primeros movimientos bacia Ia representaci6n proportional se dieran en los paises ·europeos etriicnmente betc:mgeneos, Diliamarca en 1855 (para acomodar Schleswiil!-Holstein}, loscantones suizos a partir de 1891, Belgica

mas

$3. El ""'"'"' W.•il aU.. si!fUC sic:ndo-K>rl 11,..... niu. Dru P"''-ttt~""lf~ w.,.r,trrtlot•. dC q;ruyu:r, Berlin. 1932. 1·11. Olll'u po~ como F. A. Hm1>tns. D<mocrac, Umv. or Nwe Dame Prr.:::.s. :'l'pn ·Electoral onlculo en lnunwtio• EM]edia 11/14< So-

·fd tl-.:hy!.

cial Sdtm:c,.

s,.,.,.,.•.



'

265

d d !899 Moravia 1905 y Finl~dia desde .1906.".El gran historiador de los sis· es e . ' . ·ru .. d 1 ·o 1emas. dectorales Karl Braunias distinguc dos fases en Ia d1 :smn e a represem.act. n proporcional: !a fase de In «protecdon de !a minori~» ant~s de !a ?u~r:a ,Tund1al y ia fase: «antisocialist:~>> en los afios que mme?1atameme a! amusncJ~. En s~ ciedades divididas lingiifstica y religiosameme las eleccJOnes por . pod1a~ consnruir una clara arnenaza Ia continuidad del sistema politico. La adopc16n de cu:n~ elemento de representaci6n. de. minor!as se consider6 un paso esencial en una estrateg~a de conso!idaci6n territorial, . . A1 aumenw las presiones en favor de Ia ampliaci6n del derecho de sufrag~o, tambien se oyeron demandas en favor de Ia proporcionnlidad en los Estad.os .ct~lturalmeme mas bomogeneos. En Ia rriayoria de los casos Ia vi.ctoria del nu.evo pnnc1~10 de representaci6n lleg6 gracias a una convergencia de preswnes de aba;o Y de La clase obrera que surgia queria reb ajar el umbraJ de representaci6~ para consegmr acceso a !os · · naJ es mis amenazados ~""" M..r~tan representact6n • cuerpos legislauvos, y los pam"d os tra d"JCIO .. proporcional para proteger sus posiciones contra las nuevas ol~ de vo~tes movthzados por e1 sufragio universal. En Belgica. Ia adopci6n del su:ragJO masc~mo graduado, en 1893, tr.:Jjo consigo una polariz.aci6n crecieme entre obrenstas. y cat61icos.y puso en~­ ligro Ja e:dstencia continuada de los liberales; Ia representact6n proporc1?n:U devolv16 cierto equilibrio al sistema," La histori?- de las luchas en tomo a los procedume~tos elec· torales en Suecia y en Noruega nos ex plica muchas cosas sobre las consecuenc1as de .rebajar un umbra! para negociar el nivel del siguieme. En Suecia los li~r.;Ies Y los ~CX:~~­ dcm6cr~ras libmron una Iarga lucha per el sufragio universal e igualnano Y a! pru1c1pt? propugnaron rambien Ia representaci6n proporcional pam ~~nse?uir un acceso m:is f:l~ll a los cuerpos !cgislativos. Pero el notable exiro de sus movrliz.ac10n~ los n.ev~ a c:unbtar de estrategw. · "'' pa-:r en drsm. tos electo· .u de • 1904 abogaron por elecciones por · mnyona • rales de un solo rnicmbro. Esto despert6 temores entre los campcsmos Y.los corJSe"':ado· res urbanos, que para proteger: ~us interescs convirtieron Ia rep~ntac16n proporcton~ en una condici6n para aceptar e1 sufragio masculine. As{ cJyeron JUn~ I~dos barreras. result6 mas facil acceder alclectomdo y mas facil.obtener representacr6n. En Noruega hubo un intervalo mucbo mas largo entre las oleadas de movili~i6n. La concesi6n d:l derecho a] voto fue mucho m:is amplia desde el principio, y la pnmera .oleada de ~ovt­ !izaci6n campesina derrumb6 e1 viejo regimen en !884. ~~~ consecuenc1a. el sufragw .se ampli6 mucho antes de !a moviliznci6n fmal del proletanado rural Y ~e los ob~ro~ mdustriales por influjo del rapido camb,~Q, econ6mico. La «izquierda>t rnd~:al-agrana vr.ctoriosa no sinti6 ninguna necesidad de rebajar elymbral de representacJon y, en realidad

para

a:nba.

gos, y como renovar sus dientc!as No hay respuesta direcr.a a de estas cuestiones. Sabemos mucho menos la di.rcccion intema del funcionamiemo organizativo de los y su historia de palticipacci()n do fuenc. lHx:.raJt:s los c:u6!ic!J" v

f •• , .~ . • j' .. no .w:,on c:tpaces ne JVJS!Oncs entre los

,

afron.tax Ia pos!bilidad de una fusion .. 1 .. . . profundrL~ en los JlH.i.scs noruicos para ne • d., frum es y u.rbanos erm dern2.s!ado . . . . q se pu tcsc ormru' nn freme :J.misodalista. En . sm el nrve! supenor de industrializ.:1ci6n 1 fu · , . ,. mtcreses rurales y mbanos hicieron posible una .. · y a . S!6n p.ogrestva de los sistema de repre..~cnt:1ci6n Los !abo . . . opnst.CIO!l al recbmo de un c:rrnbio en d · nsus so1o est1W!eron gravcm t b • dnrame tm bn:vc rJeriodo inicial y 1. ,. . , . d . · en e su r.::prescntados • ' . o> conserva ores pud 1c:ron e; ·tat 1 1 fickntemcmc amp lias en los combd(JS y las b .s > ece;r a l:ln.zas lo su . . zonas su urb·mas par basume pur encima de! pumo crfrico. ' a mamcner sus vo10s •

.,, ;

t

Constocuencias para !a sociologia• polltt' ca ·compar:~ · da Hcrnos lkvado nucstra tcntativa de sistem:nizar b h'15·t 01111 . . oposicioncs partidist s 1 Es d · compa.r::mva de las basta Ia iruno~ilizaci~nc~e ~~s a:~e~sa~~:p~~s t~~.t~ c~erto punto de Ia decada de 1920, cion de! sufragio y Ia moviliz.aci6n de scctores Pf· dl o lm.~~rtantes a rafz de Ia amplia .. ·d . • un amcnv.ues de las nuevas r . d segu_J ores potcnctales. ~Por que detencmos allf? . P • .cse:v.as e anllisis de divisi6n comparativo ha.sta !a decada d&• ~;66~er:o segmr este ey.:rctclo de simple: los sistemas de partidos de Ia decada d le960 :n . mz6n es cngar1osamcntc fi · · e T"J,e;an,. con escasm p 'TO • : e srg .. m carrvas excepCtones. los esrrucruras de division de Ia d, d d caracteristica decisiva de Ia polftica com,.,.titiv d 0 'deca a e 1920 . Est:! es una ra e cc1 eme en.la eflr"'::t del ,,.,.r:m . . consumo ma.stvo»: Las alternonvas parridisras v en un c 'd bl :---o I . . ', onst era e numero de cas as orgam:actones pamdistas, son mas vie ·a os • 1 cionales Para Ia mayoria de l . . d J s que as mayanas de los e/ecrorados na·· . os cmoa anos de Occideme io .d . mente forman parte del paisa_ie politico dcsde su infancia o ~ part! o~ a~uvos actualfrem.aron por primera vez ton el problema d . l . . menos es e que se en- . unas elecciones. . e e egl!' entre «paquetes» alternatives en Esu continuidad cs alga oue :;c ccnsidera natural tbd plan tea ti.Il conjun:o de problemas . tri I Y. en lo. que. no sc n:p3.r.J.; en n:ali .. rad:L Un mimero s?rprendeme de los

~d~~~:: ~~a:i;vc~::::r~~~;~~~~~~ comp~-

~~~rs;:ras::~~b~eonb:~::o ;u::om~~i~ruyebas terribiesddel fascismo y del n:( ~~~~~ a una sene e profundos c:unbios en Ia

y los un.ivers<<.L a Ia norma de que los que fueron ca.paces d(: formar de m2Sas y pudieron estab!ecerse en esi1Uctura.s de gobierno loca.. lcs anres del impulso final hacia Ia maxima movilizaci6n han resu.ltado ser los m:!s via, b\ts. L1. reducci6n del «mercado de apoyo» que deriv6 del crecimiento de los partido> de masas dur:mte este final hacia !a democ•-acia de pleno dej6 d:u;-amente muy pocas opciones para nuevas movimientos. Donde el rem de los partidos obreros cmcrgcmcs se habi:t cnfrent;J.do a esfuerzosconcertados de contramoviliz;~ci6n a trav<':s de org3.1lit_aciones de masa.s de ambito nacional en los fremes liberales y conservadon::s. ·el cspacio para nuevas formaciones partidatias fue pnrticularmeme reducido: esto fue lo que sucedi6 cuando d umbral de represcnt;J.ci6n em bnjo, como en £scandinavia. o muy alto, como en lnglatcrra.'' En com:spondencia. los sistemas de partidos «posdemocr.iticos» de .. mostraron ser not;J.blcmente mas fr.igiles y abiertos a recien llegados en los pruses donde los esrratos pri';;ikgiados se habian apoyado en sus recursos de pnder locales en vez de en organiz;~ciones de ma.sas de :lmbito nacion::tl en sus esfuerzos de movilizaci6n. Fr.mcia fue uno de los primeros pru'ses que Uev6 al campo politico un dectomdo m:lximo, pero los esfuerzos de movi!iz.aci6n de los estratos asentru:los fueron locales y personaks. Nunca lleg6 a .fomarse u.na organiz;J.ci6n de ma.sa.s que Se correspnndiese con el pa,!;jdo conservador de Gran Brer.aria. Hubo muy pnca «reducci6n del mercado de aptr yo» a la dcr.::cha dd PCF y el SFIO y, en consccuenda. mucho campo para !a irmovaci6n en d sistema de parridos incluso las ultima.s fases de la democratiz.aci6n. En Alc:mania bubo una asimeuia similar. organizaciones de mas
en

I

'57.

\In libro como el de Sr,muel J. Elcknveld_ Political Parries: A B<Mviorol A,.,ry,is. Mc.'lolly, ~o. I%4.

Pf'OiX."IOC taruu tmpottmtes para wm invesogadOn. pct0 su uulid..nd pars cl ani1.i.:3.i.1: romparnnvo ,c;: tw!.a gr.t'Vt':11"1el'ite limimd.h P"' """ cx=ivo en ta que er quiri b org>niz.acioo part~dim ma. :uJpico '!"" eilite, !Jo ~

==6n

58. P>nt rompro!>lii>Cioo"' evidcnte que t..bd que efecnu.r un censo compantivo de pmidoo ,efJ, m<:ros• dc Europa. Hsru Daaldcr n. do un primer p>30 utii eon su inVdlWlO de I>"Juo'los pomdos en Ho!ando. d=ie 191 :s;: Ho!ando. es el pau con el hiswn:U !YW proloog:ido .Je repn=nt><:~oo propomon.J de umbra! minirno: veue ·De· kleU>e, politiexe p!ITO), ;.era poliru:c., I. 1965-l%6, pP. 171·196.

268 .rn~r,ilj:l;
a la Primera Republica, y desLa consolidacion del apoyo conservador en tome a las organi7.a· ciones de masas de Ia cam!ica absorbio: sin duda, una gran pane del potencial de movilizad6n para nuevos En !a Alemania y en Ia de Weimar Ia uni··· oq~anciutciiin de ma.sas autemica a la derecha de los socialdem6crata.s era e! Zemrom atln bastante campo para formaciones «posdemocraticas» en Ia derecha protestame. Fue, ir6nicameme, !a derrota del regimen nacionalsodalista y Ia perdida del Este protestame lo que brind6 Ia oporrunidad para una cierta estabilizacion del sistema de partidos aleman. Con la creacion de la CDU/CSU, regionalmente dividida, los alemanes pudieron aproxirriarse por primera vez a un panido conservador amplio de tipo britanico. No fue capaz de crear una organizaci6n de miembros del partido tan sOlid a, pero demostr6, al menos hasta el desastre de 1966, una eficacia asombrosa para agrupar imereses a traves de una amplia gama de estratos y sectores de Ia comunidad federal.

Hay og-os dos paises de Occidenre que han experimentado carnbios estJecracula.ri::s en sus sistemas de panidos desde la instauraci6n del sufragio universal y merecen un co-. menta.rio en este marpo; son Italia y Espana. El caso iraliano se aproxima al aleman: ambos paises pasaron por un do!oroso proceso de unificaci6n tardfa; ambos cstaban profundamcme divididos en sus esrratosprivilcgiados entre los «constructGres de Ia naci6n» (prusianos, piamomeses) y los cat6licos; ambos habian tardado en reconoccr los derechos · de las organizacioncs obreras. La difercncia. esencial radicaba en Ia coordinaci6n de las formaciones de panidos. En el Reich se habia permitido que se formase una estrucrura de partido diferenciada durante Ia fase de movilizaci6n inicial y se lc habfan otorgado OU'OS quince anos de funcionamiento durante Ia Republica de Weimar. Por cl contr.uio. en lralia !a escision lglcsia-Estado era. tan profunda que no surgio un sistema de parridos estructuralmeme responsable basta 1919, tres anos antes de la marcha sobre Roma. En realidad, falt6 tiempopara Ia consolidaci6n de un sistema de panidos antes de Ia revolucion posdcmocratic:a, y habfa muy pocos componentes de un sistema de panidos rradicional a los que recurrir dcspues de Ia derrora del regimen fascista en 1944. Cicrtamente, los socialistas y los popolari h~bfan tenido un. breve pcriodo ;de experic:ncia de movili7.aci6n electoral y esto. sin duda.· fue un factor re!evante al crearse d PCI· y !a DC despues de Ia guerra. Pero las otras .fuerzas pollticas no habian esrado nunca organizadas para Ia polftica electoral y dejaron mucho margen para irregularidades en el mercudo de Ia movilizaci6n. El caso espanol tiene muchoen comtin con el frances: uni6n temprana pero resentimiemos profundos contra el poder central en algunas de las provincias y premarura universalizaci6n del sufragio. pero con organizaciones de panidos debiles y divididas. El sistema espaiiol de falso parlarnentarismo y caciquismo no habia producido· panidos de ma.sas electorales de importancia en Ia epoca en que Ia doble arnena1.a de movilizaci6n secesionista y militancia obrera desat6 contr.:trrevoluciones nacionalistas; primero con Primo de Rivera. en 1923. luego con Ia guerm civil, en 1936. Toda Ia historia de Ia po!itica de masas electoral espanola se reduce a los cinco aiios de·la republica, desde 1931 a 1936; no !!5 gran cosa, yes significativo que un analisra Iucido y realista como Juan Lim:

no ba.,.C sus proyecd~nes·de !a posib!e de un.fururo sistema de paiiol en las de esos cinco aiios sino en una de las aline:lcil)rte:s elecrorales italianas." de. E.sros. cuatro c del ~rusmo Esrado. Para llegar a entcnder con detalle los proccsos de .movihza~t6n y almeamtento dentro de una naci6n concreta necesit.amos, evidentemenre, mformac16n no s6lo ~~bre el resultad~ de fa voraci6n y la division de los votes, sino sobre el ritmo de Jormnc10n de las organ~­ :aciones de parridos locales. Este pfl)Ceso de asentaniiento local pucd7 concretarse d~ dtversos modos: a rraves de registros de Ia organizaci6n, a tr.l.ves de re.g1stros de los m1embros y a rraves de informaci6n sobre las listas prese~radas en ele:c10nes ioc~es. La represenraci6n en Jocalidades permitir.i. en .Ia mayona de los pa.tses. de Occtdente, acceso mucho mas directo a los recursos del poder que .Ia representac16n a escala nac!onal. Los que ocupan los cargos locales tienden a formar Ia col~ vert~bral de l.a organizaci6n del panido y son capaces de atraer a nticleos de segu1dores ,acuvos_ ~edtante la distribuci6n de las prebendas .y recompensas que sus puestos. pued~ pe~ru. Para los partidos de los desarnparados acceder a1 aparato local d~! ~obtemo ~a terudo en ge~e~ una importancia decisiva para !a formaci6n y el mantcru:rue.nto de ~us redes o~aruzau­ vas. Pueden haber sobrevivido apoyandose en su fuerza. .sm~tcal. pef el potencxal de recursos adicionales que enrraiian las oficinas locales ha srgmficado mucho mas para eUos

~e

~o

:m

<WilhU:~.won

59, iiWI Linz y A. de Miguel. Oirf=ees ..,d. Comp.;:\soru.: The Eight Sp.UU... i:n IL S. Rl'l±ui. cru_ Comporinx N
~enit Y

C!l:1-IClA POW!CA

.tiiVJSJ6N,

271

tos de series temporales hist6r1cas sabre elecciones y datos de ma.sas, sino t:unbien mayor concentraci6n de csfuer.ws en d estudio los procesos organi.rcnivos y Ia consolidocion a/ternalivas Son n::lJmsmJ5 previos esenciales para ere:u· una dC V\..',.. ll!'"'ilC.

por los ctuk:s se esrabiliwn las aJtemativas politicas paxa dife!enres e!<:ctnr:lfl una alterna~

tiva u otra re.wltti Esw sin dud:\, diferencia.s en el acceso :1 los d:nos. Es una. mea laboriosa y fmstr.l.nte reunir datos, loc:tiidad por localidad, sobrc: Ia Ia evoluci6n y, el estancarnicmo o ladesaparici6n de organi:z.aciones partidarias. Es muchlsimo m:ls. f:icil invesdgox bs elcceiones entre las :l.!ternativas ya consolidadm; los aparatos de regisrro e!ccton:U han acumubdo, decailil tr.L~ decad~ datos sobre ekcciones de mas;L~. y lo mismo h:m hecho, a! rncnos desde Ia segunda guerTa rmmdial. las organizaciones de encucsms y sondeos. Lo que necesita.mos ahora son cs·· fuerzos sistem:iticos para unificar b. informacion sobre el ritrno de asen1<1miento loc:l.! de los partidos par:1 concn::to.r sus consecuencias en Ia alinc~cion electoraL" L1 fonnaci6n de archivos dt: d::nos ecol6gicos '' con profundidad hist6rica tienc que multipliclf estos <m:ilisis. L~ que neccsitamos ahora es un esfuerm intemaciona! para coordinar al maximo csos esfuer7.os. . Con la fo.rrnacicin de csos archivos Ia dirr.ensi6n tiempo tiene que garrar prcemincn· cra en e\ esrurho cornparado de Ia polftica de masas. LJ primitiva escucla de gc6grafos elcctor;J.!cs fr..mccsr::s tenia profunda concicncia de Ia irnportnncia de los Jsentarnientos toc:l.!cs y su perpcru3ci6n a lo largo del tiempo. Est.adfsticos ecologistas como Tingstcn sc preocuparon menos d_y la estabilid::ld diacr6nica que de los indices de cambio, sabre todo a tra.vcs de !a movi!iz:lci6n de los 1iltimos que se incorporaron a los eiectorados nacionales. los trabajadon:s y las mujeres. L'l implanmci6n de la encuesta.. como tecni~a de recoteccci6n de datos y de ami,iisis. acort6 Ia pcrspectiva temporal y produ jo una concen·· tracion en variaciones sincr6hic:~s: la tecnica de panel centro la :uenci6n en las flucrua~ ciones a corto pbzo. y ni s\quiera los datos sobre votacion en el pasado y rradidoncs politicas de fan1ilia ayudaror) a convenir las encuesras en un insrroinento adecuado para investigax la evo!ucion. En tiltimos aiios se ha producido una importarJte inversion de estl rcndencia. l'lo sol? hay ~n aume~to acusado d~l interes de los investigadores por da-

19s

~ 60. 'tste e::s -~ tema i~portan~e del prog:r:trru norucg.o de inve.stigaci6n ei('(wr.al: v~ sobre iodo S. Rolbn y H~ \:;.len~ "'The :\1obil:;o.:1t:J:o.l or the Penphe~. f'P· lll~lS.S. enS. Rok.k.:tn. cd.. Approach ro tht: Srtuiv oi Political Parn· '!~~Ott, Ctt. ~tkhc._l<.en lr>.surute. Se:~en. l%2: y r. Hjellum. Pa.mtJU i lckaipolitikl:~n. Gy!dtndl.t Osto. 1967. Us S1bihda~ de mveJugttC16n comparattva sobn:: ll -..politizxtdn]O> del gobicmo toc:::U se :uut.li'U.n en s. Ro~... Elc.-ctora.t Mabiliz:1tlon. i':uty Comprution :md Nntioru.llntt~:r.mon», en]. UPalomb.Ma y M. Weiner. op. etr... pp. ~41-265. . 61. Hay Uf\.3 e:-ros1ci6o general so{r.l; il neces1~.ad de estos conrrole1 por el cJr.kte.r de W :tltemntwas pll1lt.ian:u. loc.:tkl enS. RoU:.m, "'The Comp~ve Srudy oi Poliuc:U PartH:.i~uon•. en A. R::mney. ed~. £Jjav 1 011 rhe Bdw,·w· rat SfU.l.iy of ?oiinn. Untv" o( lHinots ~ Cfttan.t.. 1%2. pp . .15--00. · 62. Sohfe b. e11:X1:6t1 de c.:nC::1ipo &: lrC:hivo:s de d:Uru pm uotiuc16n infonnlitic:l vC:...'"'.!e S. Ro\d::.an. t
ro--

hist6ricarnente estableddos y t~s

en ln.s condiciones estrucmrales de e!ecci6n. Es~l·.uni6n

de de ar1il.isi.s diacr&1kos y sint"l:6n.icos impam poder entender la po!ftica de masas de las sociedacles de «gran consumo de masas», organi:z.ativament:! sarurailils, de los aiios sesenta. Decadas de c:u:nbio estruc· tur:ti y cn:cimiento econ6mir:o han hccho cada vez. m;.is irrdevant.es las alterruuivas establecidd.as, pero d e!r:vado nivel de movilizacion de !a mayorfa de los scctores de la comunidad h:1 dej:1do muy poco espacio !ibre para que aparezcar1 nucvm altemativns partidist:l.S. No es accidental que siruacione,s de este ripo gcneren rnuchn frus· traci6n. alienaci6n y protestas dcntto de los sectores organiz.:ltivameme menos compro· rnctidos de la comunidad, los j6venes y, muy particulannemc, los esrruliames. !..:~ «rebc!i6rl de los j6venes» ha h:tilado muy distint.as formas de expresion en los aiios sesenta. Nuevas tipos de delincuencia y nuevos estilos de vida. pero tarnbien nuevos tipos de po-lftica. El rechazo de las vicjas altemativas, de Ia pol!tica de representaci6n partidaria. pucde que haya tenido su expresi6n mas espect.acu!ar en !a lucha par los derechos civiles y el movirniento de protesta estudiantil de los Estados Unidos ... pero !a aversi6n de los j6venes a los partidos oficiales, sobre todo a los que estan en el poder. es un fen6meno com1in induso 'en Europa. Las discrepancias gc:neral.i.mdas con los poderes establecidos nacion:ties respecto de !a poUtica exterior y milim no son mas que una de las diversa.s fuemes de esa decr::pei6n. La distancia entre niveles de aspiraci6n y nivdes de ex.ito en el Estado de Bienestar tarnbien ha sido i.mpon.ante. La probabilidad de que estos resentimientos conso!iden movimientos lo suficientemente amplios como para formax nuevos pan.idos viables es escasa. pcro los procesos de socia!.i.zaci6n y m::.lutarniemo denrro de los viejos partidos, sin duda. result4l'l.n afectados. Todo depende en gran parte de las concentraciones loc:ties y el nivel de los umbr.Ues de representaci6n. En e! sistema escandin:lVo, de umbr:ll bajo. las ole:~das de descontento han alterado yael eqi.tilibrio de [os viejos partidos: ha habido importarJtes movimientos de escisi6n ..en 1:! irquicrda socialista. y ·

nmc;mua

63. L:u figura.< rnlls importnnl01 de e-;te moviltllcmo en Est>dos Uuidoa fueron V. 0. Key y Lee Benron. ~by que en cl).l:nta.. sin embru"go. que. en rul01 postaiort:l. hsn apoy!Uio sus obraJ vigoroume:nre es.peciali.ulu del 31"illb.i.'1 de encuc;w como Angus C:unpbcll y sus eokg'"' Philip Convene. Wam:n Mlllcr y Don>Jd Stoko: vb= £kerion< un4 th< folincal Order, Wiley,l'luev• Yori:.. 1966. Of".. !·3 y 9. 6.$. Hav Uftl 1enwivm dei.Ait:uh tk integrv \os da1os de div~~ e!tudiOi del.activh.n)O c:srudilu1til ~a­ no c:n S. ~. Li{l~ j Philip Ahbnch... Srudcnt.Poltic:s ao.d.Hi~.r.~?C~-~-.~..~ U.mted Swcs:rn, Compo.rmivc ErJucanQ-11 Rev .. !0. ,1966. pp. J::t}-349. E.lte uticulo apo= t.1mbi61 n:vi3ll.do y :unplloM e·n·S. M. Lip;ct. e
B:u~e

Boob,

Nuev• Yori:., !967. Otro o.n.ilisis gloo.J de I• liler><=l etenttf!Cl n:l:tcionad.:t coo el tr:nu en

:'loom H.aan y M. Bn:wster Srnirh. ·Aeuvism :md Apathy in Contempc>nll)' Mol=en<». ett :nbunon to the

Und.trJtondin.~

vf Adoltst:t'rtee. Allyn and Bacon. Bouon.

)e>nlle Bloc!;.

J,\!Tld F. Ad:um. ed... Con·

272

Dl:EZ TEXTOS !!ASICOS DE Cll:"NClA POLITICA

OrviS! ON, SISTEMAS DE PARTIDOS Y AL!NEAMJf:NTOS !llCTORAU:.S

273

tcs de trillco de coaliciones: los politicos se sienten tentados, como es natural. de «amestos movimiemos him socavado parte de !a fuerza de los partidos soeludit hi tiectora! con1paii:fendo respohsabilida: Esto sucedi6 primero en Dinamru:ca: Ia escisl6n del partido cornuhista" . pliru: !a· rcsponsabi!idad», rivales. acontecintientos de Dinarnrirea indican una tcndencia hada condujo a Ja creation ·de un nadonal notablementc: en Ia ne!;ocJac:ton,es abierws por encima de todas la.s barreras de los ofidales. En No.. cialista y acarre6 g:rnves que fueron mega se csL1 con una coalid6n de cuatro pru:tidos del frente no socialis~eme espectaculru:es en el otoiio de 1966. Noruega vivi6 un proceso muy pru:ecido a par·· t.::L Enm: los cuatro hay tcnsiones, pero pru:ece que funcion.a porque a todos los partidos tlr de 196!. Estall6 de promo un movirniento de escisi6n demro del partido laborist.a del les resulta f:kil culpar del incumplimiento de las promesas electora!es a !a necesidad de gobiemo que obruvo dos escaiios en 196!; por prirnera vez desde Ia guerra los laboristas manrener !a unidad del gobiemo. En Suecia a11n no se ha ensayado esta a!temariva., pero pasaron a Ia minoria. Esto fue el principia de rma serie de crisis. En l965·1a escision de se habla mucho de una «soluci6n a la noruega». Los acontecimientos de Ia Bundesrepuizquierdas habfa llegado a obtener el 6 % de los votos y el partido laborist.a fue desplablik aleman:~ durante el verano y otoiio de 1966 indican la existencia de procesos simila:zado por fin del poder. Resultados posteriores en Suecia muestran procesos similru:es; el res en rm marco poli'tico completamente distinto: un creciente, desencanto con Ia direcCP ha pasado a rma linea «naciona!» ~ru:ecida a! modelo danes y ha ganado terreno. Hay una consideraci6n decisiva en cualquier an
clase

I

,I

Related Documents


More Documents from "Elizabeth Valencia"