Alberto De Paula_neoclasicismo Y Romanticismo En La Arquitectura Argentina

  • Uploaded by: NSKLA
  • 0
  • 0
  • March 2021
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Alberto De Paula_neoclasicismo Y Romanticismo En La Arquitectura Argentina as PDF for free.

More details

  • Words: 2,267
  • Pages: 5
Loading documents preview...
Período 3. Comienza la República

Neoclasicismo y romanticismo en la arquitectura argentina Alberto S. J. de Paula, arq. El fin del mundo barroco en Europa, hacia la segunda mitad del siglo XVIII, coincidió con cambios científicos, tecnológicos y culturales, como las nuevas corrientes filosóf icas del Enciclopedismo y el Racionalismo; en el proceso de diseño se produjo un alejamiento de las actitudes intuitivas y se abandonaron los efectismos espaciales y ornamentales así como la plasticidad volumétrica, en busca de un proceso más inte-lectualizado y de una expresividad ordenada con nitidez en los elementos de diseño, ornamentación escasa, regularmente distribuida, muros planos y volumetría rigurosa. Los elementos ornamentales y los criterios compositivos del neoclasicismo, provinieron de las obras grecorromanas, cuyo conocimiento directo aumentaba en la medida de los progresos arqueológicos, muy importantes durante los siglos XV III y XIX. Esta orientación hacia la temática histo-ricista tenía varias causas, entre otras: , el autoritarismo de las Academias, que logró frenar la libertad creativa del barroco e imponer modelos a imitar; , el enciclopedismo racionalista, que pretendía formulaciones claras intelectualmen-te, aun en el proceso de diseño, sin márgenes para la libre inspiración intuitiva; el desarrollo de la ingeniería civil, la resistencia de materiales y el cálculo estructural, basados precisamente en fórmulas científicas y, consecuentemente, la delimitación de incumbencias entre el ingeniero estructuralista sujeto a normas técnicas y el arquitecto decorador sujeto a normas académicas; □ el connotación democrática y republicana que la cultura grecorromana adquirió en la época de la Revolución Francesa, frente a un arte barroco que simbolizaba la ideología de las monarquías absolutas. El neoclasicismo en el Río de la Plata El neoclasicismo penetró en España desde Francia, a través —especialmente— de la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando (1752) cuyos alumnos lo difundieron mediante obras de alta jerarquía, en tanto se establecían similares en ciudades de provincias e incluso en México, donde se erigió la Real Academia de San Carlos (1783); Santiago de Chile se sumó al efecto

multiplicador del "arte moderno" con la radicación del arquitecto romano Joaquín Toesca (1780), una de las máximas figuras de la arquitectura sudamericana de esa época. En el Real Cuerpo de Ingenieros Militares el neoclasicismo se armonizó naturalmente con la pragmática formación profesional de sus miembros, quienes lo difundieron por las provincias hispanoamericanas, principalmente el Río de la Plata, donde alcanzaron relevancia no solo en obras castrenses sino también en arquitectura civil e incluso en la gestión gubernativa. En 1784 asumió el gobierno de Córdoba del Tucumán (que incluía Cuyo) el marqués de Sobremonte, cuya progresista acción contó con el apoyo del ingeniero voluntario Juan Manuel López (1812) autor en ese mismo año de la reconstrucción de la Recova de la capital cordobesa y, además, de su Cabildo (1786/89) e iglesias de San Francisco (1794/1813) y Nuestra Señora de la Merced (1807/26) entre otras obras muy influidas por la estética neoclásica. También en 1784 llegaron a Buenos Aires los hermanos Ramón y Jaime Roquer, catalanes. Estos se establecieron en Mendoza, donde también se radicaron los arquitectos Cayetano y Santiago Ayroldi (respectivamente suizo y lombardo) afirmándose hacia 1802 que dicha ciudad tenía buena edificación por ejercer en ella esos cuatro arquitectos bajo cuya dirección se han construido y se continúan formando, de nuevo, otros edificios y templos, al estilo moderno, de la más bella arquitectura, con preciosas portadas, cornisas y antepechos ("El Telégrafo Mercantil", Buenos Aires, 31 de enero de 1802). En el Río de la Plata el mejor representante del estilo moderno fue el español Tomás Toribio (1756-1810) arquitecto graduado en la Real Academia de San Fernando, donde fue alumno de Juan de Vi-llanueva y condiscípulo de Manuel Tolsá; se lo nombró Maestro Mayor de las Reales Obras de Fortificación de Montevideo y en 1799 arribó a dicha ciudad donde fue autor, entre otras obras, del Cabildo (1804/12) y la Recova (1804). En Buenos Aires proyectó la remodelación neoclásica del frente de San Francisco (totalmente transformado a principios del presente siglo). La "Recova Vieja" de la Plaza de Mayo, en Buenos Aires (1802/4, Agustín Conde, Juan Bautista Segismundo y Juan Antonio Ze-laya, maestros alarifes, demolida en 1883) fue una obra neoclásica significativa por su emplazamiento, destino (galería comercial para internar los puestos dispersos por la plaza) y por su monumentalidad y es-

tilo neorromano, con el "arco de los Virreyes" implantado con sentido triunfal, al Centro de las dos alas de arquerías, de sencillo pero fuerte ritmo, enfatizado por las pilastras de orden toscano nítidamente acusadas. La Revolución de Mayo y el neoclasicismo El contexto cultural correspondiente a la Revolución de Mayo fue neoclásico y esto se percibe en la literatura (especialmente la poesía épica) y hasta en la actitud de aplicar el insulto de godos a los adversarios de la Revolución (nada más antagónico del neoclasicismo que lo gótico o "bárbaro") cuyo primer monumento fue un obelisco bautizado como "pirámide" de Mayo, que documenta la influencia del estilo "neo egipcio", en boga al principio de la época bonapartista. A la influencia española continuó la de algunos artitas franceses llegados durante el gobierno de Pueyrredón, que acentuaron la tendencia neoclásica, especialmente en los niveles oficiales. En 1817 al consultarse sobre una obra a construir frente al costado sur de la Plaza de Mayo, al ingeniero Jacobo Boudier, criticó este el remate de las pilastras toscanas con copones afirmando que estos pertenecen al estilo morisco y cuando las instituciones del país tienen tendencia a borrar los últimos rastros del vasallaje español, los edificios públicos deben manifestar otro estilo que el de los godos, porque, como monumentos, han de llevar el tipo del ánimo público en el tiempo adonde son edificados, esto no es el dictamen del buen gusto, que puede errar, pero sí bien de las conveniencias que suelen ser más acertadas. Durante la década 1820/1830 actuó en Buenos Aires un grupo de arquitectos franceses, entre quienes cabe destacar a Próspero Catelin, Pedro Benoit y Juan Pons; las obras más representativas de esta época —que subsisten— son la fachada de la Catedral de Buenos Aires (1821/27) y el hemiciclo para la Sala de Representantes (1821/22) en la "manzana de las luces", ambas inspiradas en el frente y en la sala de sesiones del Palacio Borbón de París, a las cuales hay que agregar la Catedral Anglicana de Buenos Aires (1831/32) de estilo neodórico muy puro en su fachada, obra del arquitecto escocés Ricardo Adams. La época de Rosas y el romanticismo El neoclasicismo fue una expresión estética del liberalismo revolucionario, pero, a me-

dida que este se institucionalizaba mediante las constituciones políticas de los estados y, en lo económico, evolucionaba hacia el capitalismo, el impulso revolucionario derivaba en Europa hacia un nuevo proceso cultural, el Romanticismo, que con sentido contestatario contrapuso el nacionalismo de raíz medievalista al internacionalismo neoclásico y las tendencias socializantes frente al capitalismo emanado de la Revolución Industrial que se intentó contrarrestar con el imposible retorno a las artesanías y revalorando las normas sociales y gremiales de la Edad Media, antes denostadas. En ese contexto, la estética historicista produjo un nuevo fenómeno expresivo: el neomedieva-lismo (neorromántico y neogótíco) contrapuesto a la temática grecorromana de las Academias, pero igualmente basado en la historia como fuente de inspiración para el diseño.

estilos neomedievales alcanzarían difusión en nuestro país.

enorme

También durante la época de Rosas, e independientemente del "rev¡val" transcultu-rado, se producía en la cultura bonaerense un alejamiento de la severidad neoclásica y su grandilocuencia, optándose por actitudes intimistas y temáticas folklóricas, en la literatura y la pintura especialmente, como lo ejemplifican Esteban Echeverría y Prilidiano Pueyrredón respectivamente; la pintura y la literatura gauchescas desarrollarían en las décadas siguientes este proceso cultural vernaculista, que no tuvo una expresión de igual fuerza en el ámbito de la arquitectura, pese a que llegó a insinuarse una actitud análoga por parte de algunos diseñadores. ¿Neoclasicismo popular?

En el Río de la Plata el neomedievalismo no podía ser un símbolo nacionalista como en Gran Bretaña, Alemania o Francia, pero se transculturó a través de obras realizadas en Buenos Aires por miembros de esas colectividades, como la capilla del Cementerio Protestante (1833, Richard Adams, arq.) en la actual plaza 1º de Mayo, que fue no solo el primer ejemplo de neogó-tico sino también de pintoresquismo en cuanto a criterio de emplazamiento; el mismo estilo apareció en la decoración de algunas viviendas del período rosista, como la del arquitecto Pedro Benoit (Bolívar e Independencia). También es neogótica la iglesia de la Congregación Evangélica Alemana (1850/51, Eduard Taylor, arq.); después de 1870, en pleno eclecticismo, los

Si bien el neoclasicismo fue esencialmente un movimiento académico "culto", sus pautas de diseño, aunque bien reflejadas en algunas grandes obras oficiales a las que nos hemos referido, influyeron también sobre la arquitectura popular argentina de la primera mitad del siglo XIX, advirtiéndose un abandono de la decoración barroca y una tendencia a la desornamenta-cíón de los edificios, cuya volumetría se endurecía con la supresión de los tejados y la adopción de techos planos o azoteas bordeadas con parapetos de hierro entre pilares de manipostería; en cambio la popularización de los órdenes clásicos recién ocurriría después de 1850, sobre todo por influencia de la llegada de numerosos al-bañiles italianos.

En similar tesitura de un "mediano neoclasicismo" podemos situar a varios arquitectos de la época de Rosas, principalmente a Felipe Senillosa (1790-1858), valenciano, ingeniero militar que llegó en 1815 y cuya obra arquitectónica se inició tres lustros después con la iglesia antigua de San José de Flores, donde evidenció un fuerte sentido neoclásico que evolucionaría hacia formas de mayor tradición pampeana, como en las iglesias parroquiales de Chascomús y de Mercedes (demolida hacia 1903), o acusaría influencias palladianas como en su quinta particular de Barracas (demolida), o más lejanamente serlianas como en el palacio de Rosas en Palermo (1836/38, demolido en 1899) enorme casa de patio central y volumetría chata, rodeada de arquerías romanas que aligeraban su masa, al abrirla hacia los vastos parques que la rodeaban, en una búsqueda de integración con el entorno que también tiene mucho de actitud romántica. En la década de 1850/60 la obra de los arquitectos Pedro Fossatti, Eduardo Taylor y Carlos Enrique Pellegrini acusaba aún expresiones en esa misma línea de neoclasicismo "blando"; pero desde la llegada, en 1854, de los arquitectos genoveses Nicolás Canale y su joven hijo José Ca-nale, se inicia una tendencia hacia el neo-rrenacimiento italiano. Después de 1860 el fenómeno notorio será la intensificación del clasicismo historicista en la arquitectura popular y, en el nivel profesional, la coexistencia en paralelo de estudios representativos de las más diversas corrientes estilísticas.

Iglesia de San Francisco, Córdoba (1794/1813, Juan Manuel López, ing.). Un solo orden monumental dé pilastras toscanas, soporta un sencillo entablamento; es uno de los ejemplos más tempranos de arquitectura neoclásica en la Argentina. 2 Basílica de San Francisco, Buenos Aires. Los campanarios neoclásicos y la cúpula, antes de ser remodelados en el estilo neobarroco alemán que aún se conservan (1903, Esneste Sackamann, arq.) 3 Quinta del arquitecto Felipe Senillosa en Barracas, Buenos Aires. Proyecto original de la fachada. Acusa una fuerte influencia de Palladio, que se generalizaría en la arquitectura suburbana de esa época 4 Catedral de Buenos Aires. El pórtico neoclásico y su entorno hacia fines del siglo XIX; la transformación edilicia del área, ha restado a la fachada la monumentalidad que originalmente tuvo y de la cual carece en nuestros días. El Palacio Borbón, París, frente hacia el Sena que habría servido de modelo al pórtico dodecástilo y corintio de la Catedral porteña. 6 Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, Chascomús (1831/47, Felipe Senillosa, arq.). Tendencia hacia las formas prismáticas, ausencia casi total de ornamentación y expresión mamposteril, son los rasgos principales de esta obra que reúne un concepto herreriano del neoclasicismo, con las tradiciones constructivas bonaerenses, documentando cómo era el gusto arquitectónico general en el interior de la provincia, antes de la transformación masiva que originó la influencia posterior de otros estilos europeos. 7 Iglesia de San José de Flores (1830/31, Felipe Senillosa, arq., demolida en 1879). Aquí se manifiesta el problema de cómo incorporarle campanarios a una pretendida réplica de templo clásico. Carlos Enrique Pellegrini ponderó esta obra como modelo de iglesia para pueblo pequeño y señaló: "es un pequeño reflejo del estilo antiguo griego-romano, con los agregados pintorescos que el cristianismo supo idear". Estanislao S. Zeballos opinó en cambio que "respondía al plano vulgar de los arquitectos de pueblos pobres..." extendiéndose en comentarios que traslucían el profundo desprecio de la generación ecléctica para con las obras neoclásicas de la primera mitad de su misma centuria. 8 Recova Nueva, Buenos Aires (1817/19, Francisco Cañete, maestro alarife). Los pináculos de remate de las pilastras causaron el repudio del francés Boudier, que los calificó como "stylo moresco".

Palacio de Rosas en Palermo, Buenos Aires (1836/38, Felipe Senillosa, arq. y Santos Sartorio. const., demolido en 1899). Vista parcial de las arquerías que circundaban la casa. 10 Capilla del Cementerio Protestante Aires (1833. Richard Adams. arq.). ejemplo de arquitectura neogótica Argentina. 11 Cementerio Protestante. Buenos Aires. Planta general. Se adviere un concepto pintoresquista en el emplazamiento de la capilla, a 45'' respecto de los ejes de manzana. 12 Iglesia de la Congregación Evangélica Alemana. Buenos Aires (1850'51. Eduard Tayor. arq.). Diseño original. Con esta obra llegó el estilo neogótico al centro urbano de Buenos Aires para cobrar, en pocos años, enorme difusión en el país. El interior de esta iglesia, muy alterado actualmente, tuvo un techo de madera que. a su calidad de ejecución, unia el interesante diseño de las cerchas en el estilo "naval" tradicionalmente británico. 13 Iglesia de la Congregación Evangélica Alemana. Buenos Aires Fachada actual.

Related Documents


More Documents from "Brida Reyes"