Alcoholismo

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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA COORDINACIÓN DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA

ESCUELA NACIONAL DE SALUD PÚBLICA DE LA HABANA, CUBA.

COLEGIO REGIONAL DE TRABAJADORES DE LA SALUD MENTAL, A.C.

“ALCOHOLISMO: FACTOR DETERMINANTE DE DISFUNCIÓN FAMILIAR QUE REQUIERE APOYO TANATOLÓGICO”

TRABAJO DE FIN DE CURSO QUE PRESENTAN

ANA MARÍA DURÁN ROMERO MARÍA MAGDALENA TINAJERO ESQUIVEL

PARA OBTENER EL

DIPLOMADO EN TANATOLOGÍA TUTOR DR. JESÚS MORALES TAPIA

PUEBLA, PUE. 2002

ANA MARÍA DURÁN ROMERO

Décima hija de Adolfo Durán y Celia Romero, nací en Esperanza, Pue. en 1956. Cursé en esa ciudad primaria y secundaria estudiando la preparatoria en el Colegio Americano de la ciudad de Puebla.

Estudié Comercio en la escuela

Comercial Inglesa. Casada y madre de 2 hijos, tuve la oportunidad de trabajar en Gobierno del Estado de Puebla en donde me relacioné con mucha gente con vicios dándome cuenta que la ayuda mutua permite mejorar las condiciones de vida de estos individuos y de sus familias.

Mi primer enfrentamiento con el alcoholismo

ocurrió con mi hermano mayor que después de perder todo (trabajo, propiedades y a su propia familia), aceptó la ayuda del grupo de Alcohólicos Anónimos logrando su recuperación. A partir de ese momento me he dedicado a ayudar a otras personas alcohólicas, decidiendo tomar el diplomado de Tanatología para aplicar en estos seres humanos los conocimientos que antes me había otorgado mi experiencia de vida.

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MARÍA MAGDALENA TINAJERO ESQUIVEL

Nací en la ciudad de Puebla, Pue. el 13 de Octubre de 1971. Hija de José Gustavo Gabriel Tinajero y María Magdalena Esquivel; tengo un hermano, José Gustavo, Licenciado en Diseño Gráfico. Cursé mis estudios básicos en el Colegio “La Paz” de la ciudad de Puebla. Ingresé a la carrera de Medicina en la U.P.A.E.P. (Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla) realizando mi Internado de pre-grado en el Hospital de Especialidades I.S.S.S.T.E.P. en donde conocí a mí hoy esposo, Dr. Marco Antonio Tejeda Hernández. Me recibí como Médico Cirujano en 1996 y posteriormente realicé en el Instituto Nacional de Pediatría en México, D.F. la especialidad en Genética Médica. Actualmente soy ama de casa, médico Genetista en el Hospital para el Niño Poblano y catedrática en la Facultad de Medicina de la U.P.A.E.P.

Mi interés por la Tanatología surge por mi temor hacia la muerte y

durante la realización de mi especialidad al ver el dolor de los padres por su impotencia al informarles el diagnóstico y pronóstico de las enfermedades genéticas de sus hijos sin opciones de curación. Así decidí tomar el Diplomado en Tanatología, para aceptar la muerte y aprender a dar a mis pacientes y a sus familiares el apoyo que requieran durante el proceso de aceptación de la enfermedad.

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RESUMEN

Por presión social y como producto de su alcoholismo, el alcohólico es segregado de la sociedad y de su familia. Los grupos de apoyo como Alcohólicos Anónimos, aunque cumplen con una labor de rehabilitación también mantienen alejados de la sociedad a sus integrantes.

En nuestro país no existen estudios que reflejen la necesidad del abordaje y manejo tanatológico para el alcohólico y para sus familiares motivo por el cual esta tesis está encaminada a determinar la disfunción familiar secundaria al alcoholismo de uno o más integrantes de la familia para justificar así la asistencia de un Tanatólogo a los grupos de autoayuda para familiares de alcohólicos que así lo soliciten.

Asimismo planteamos los posibles inconvenientes de la incorporación de profesionales a estos grupos de autoayuda tras comprobar que sí existe un duelo no resuelto en los familiares de estos pacientes alcohólicos.

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INTRODUCCION

Desde tiempos remotos el alcoholismo ha sido uno de los más grandes problemas que ha preocupado y desconcertado a la humanidad hasta nuestros días por lo que diversos autores (Black, 1981; Heinemann, 1989) señalan la importancia de ver y por lo tanto de estudiar al alcoholismo desde el punto de vista familiar y social pero sobre todo marcan la importancia de estudiar los efectos psicológicos que esta enfermedad deja como huellas en los familiares.

En la Biblia se mencionan algunos pasajes como los siguientes:



Génesis 9,18-27: Los hijos de Noé salidos del arca fueron Sem, Cam y Jafet. Cam es el padre de

Canaán. Estos tres eran los hijos de Noé y por ellos fue poblada toda la tierra. Noé fue agricultor y plantó una viña.

Bebió de su vino, se emborrachó y se quedó

dormido en el interior de la tienda. Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre y corrió afuera a decírselo a sus hermanos. Sem y Jafet tomaron un manto, se lo echaron sobre la espalda y, yendo hacia atrás, vuelto el rostro, cubrieron, sin verla la desnudez de su padre.

Cuando Noé despertó de su borrachera, se enteró de lo

que había hecho su hijo menor y dijo: “¡Maldito sea Canaán! Sea el último de los esclavos de sus hermanos”. Y añadió: “¡Bendito sea el Señor, Dios de Sem! ¡Que Canaán sea su esclavo!. ¡Haga Dios que se propague Jafet, que habite en la tienda de Sem y que Canaán sea su esclavo!”.



Génesis 19,30-38: Lot salió de Soar con sus 2 hijas porque no se sentía seguro ahí y se fue al monte

a vivir en una cueva. Entonces dijo la hija mayor a la menor: “nuestro padre está viejo y no ha quedado ni un hombre siquiera en esta región que pueda unirse a nosotros como se hace en todo el mundo.

Ven y embriaguémoslo con vino y

acostémonos con él; así sobrevivirá la familia de nuestro padre”. Y así lo hicieron aquella misma noche, y la mayor se acostó con su padre sin que él se diera cuenta,

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ni cuando se acostó ni cuando se levantó. Al día siguiente dijo la mayor a la menor: “Ya sabes que me acosté anoche con mi padre. Hagámosle beber vino otra vez esta noche y te acuestas tú con él para que tenga descendientes”. Lo hicieron del mismo modo aquella noche y la hija menor se acostó con él sin que se diera cuenta, ni cuando se acostó ni cuando se levantó. Las 2 hijas quedaron embarazadas de su padre. La mayor dio a luz a un hijo y lo llamó Moab, éste es el padre de los moabitas que todavía existen. La menor también dio a luz a un hijo y lo llamó Ben-Ammí: es el padre de los actuales amomitas.

Así pues, existen testimonios escritos que reflejan que el hombre antiguo ya poseía conocimientos sobre los efectos inmediatos del alcohol ya que éstos relatan la conducta del sujeto en estado de ebriedad, por lo que este comportamiento tiene ya bastante tiempo de afectar a la sociedad y a los familiares de los alcohólicos así como al alcohólico mismo (Velasco, 1981).

Heinemann señala que el tema del alcoholismo ha dado grandes avances ya que antes los investigadores solo se preocupaban por el miembro alcohólico y se olvidaban de los miembros de la familia.

Es a partir de esto que los autores

comenzaron a definir el proceso de desarrollo de la enfermedad tanto para el cónyuge como para los hijos.

Se ha observado que el alcoholismo ocasiona un desequilibrio en todos los ámbitos del ser humano: del alcohólico mismo en su trabajo, en el área social, en su vida personal y desde luego en su familia. Así pues, las relaciones interpersonales se van deformando conforme avanza el alcoholismo del sujeto lo que se manifiesta al relacionarse con sus semejantes.

Además se puede decir que es una enfermedad que trasciende, en cuanto a que tiende a dejar huellas emocionales muy profundas entre los miembros más cercanos al alcohólico, pero sobre todo en los hijos, que se van formando experiencias negativas muy tempranas que suelen prevalecer más que las agradables.

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Es por lo anterior que el alcoholismo es considerado una enfermedad y un problema de salud pública; desde la definición de alcoholismo que da el grupo de alcohólicos anónimos y desde el punto de vista tanatológico el alcoholismo debe considerarse como una enfermedad terminal ya que representa un obstáculo para el adecuado desarrollo psicológico de cada integrante de la familia, considerando así que todos los miembros de la misma sufren las consecuencias del alcoholismo, incluyendo hermanos, amigos y familiares cercanos al alcohólico; es decir, toda persona que mantenga una relación estrecha con un alcohólico resulta afectada de una manera o de otra.

Los problemas que con mayor frecuencia presentan los alcohólicos son primeramente con su familia, seguidos de los problemas de salud y en último lugar los problemas relacionados con el trabajo; es decir, estas tres áreas en la vida de la persona alcohólica son las más dañadas y en general tienden a repercutir en la sociedad.

En nuestra sociedad, tanto la prosperidad como la pobreza son pretexto para consumir alcohol y así mas tarde generar alcoholismo. De igual manera se ha visto que esta enfermedad no respeta clase social, nivel cultural, edad o género, por lo que la gama de problemas relacionados con la bebida es enorme y su repercusión es cada día mayor en los seres humanos.

De la misma forma, el abuso del alcohol ocasiona daños severos en la salud lo cual contribuye a la aparición de una serie de comportamientos disfuncionales que repercuten en la integridad y tranquilidad emocional en todos los miembros de la familia, arrasando con el individuo y con su familia que es la célula primaria de socialización.

El alcohólico por su enfermedad tiende a no cubrir las necesidades tanto afectivas como económicas de su familia y así para Black (1981), los hijos que provienen de

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familias alcohólicas resultan afectados de una u otra manera señalando que la familia alcohólica es una familia disfuncional, es decir, los miembros que la integran no son un recipiente pasivo de lo que viven, sino que participan activamente en toda circunstancia familiar.

Con base en lo anterior, el ambiente familiar que prevalece en las familias donde existe uno o más miembros alcohólicos, es enfermizo y dificulta que sus miembros logren una buena adaptación en el ambiente familiar y social que se manifiesta en su conducta misma afectando sus relaciones interpersonales (Kritsberg, 1985). Además, existe el riesgo de que los hijos de un alcohólico (a) en su vida adulta se conviertan en alcohólicos o elijan una pareja alcohólica (Black, 1981; Heinemann, 1989; Cormillot y Lombardini, 1992).

Uno de los aspectos que motivó a la realización de este trabajo fue el hecho de observar y darnos cuenta que la literatura existente sobre el tema es abundante y rica, solo que proviene de estudios extranjeros, existiendo en México muy poca investigación sobre la familia del alcohólico. Además, el auge que han tenido los grupos de alcohólicos anónimos en nuestro país creó en nosotras la incertidumbre de conocer el abordaje que se le da al alcoholismo en los grupos de autoayuda para los familiares.

Asimismo, consideramos que las características socioculturales de

nuestro país requieren de la inclusión de un tanatólogo en el grupo de apoyo multidisciplinario de atención para el alcohólico y para su familia para aquellos individuos que soliciten su ayuda en forma voluntaria y puedan así recibir orientación para lograr la solución definitiva al duelo generado por esta enfermedad.

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MARCO TEORICO ANTECEDENTES

1. DEFINICION DE ALCOHOLISMO

Diversos autores expertos en la materia, niegan haber llegado a un acuerdo para definir qué es el alcoholismo debido a lo cual hemos encontrado un gran número de definiciones que mencionamos a continuación.

El término de alcoholismo fue aportado por el sueco Magnus Huss en el año de 1849 (Alonso Fernández, 1988; Vallejo 1991).

En 1952 la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud), proporcionó la siguiente definición: “alcohólicos son aquellos bebedores excesivos cuya dependencia al alcohol ha alcanzado un grado tal que presenta notables trastornos mentales y que interfiere con su salud mental o física, con sus relaciones interpersonales y con su funcionamiento social y económico, así como también tienen signos claros de la tendencia a orientarse hacia tales síntomas” (Velasco Fernández, 1981).

En 1958, el Dr. Mark Keller expresó una definición de alcoholismo que ha sido bien aceptada por expertos en el tema: “el alcoholismo es una enfermedad crónica, un desorden de la conducta caracterizado por la ingestión repetida de bebidas alcohólicas, hasta el punto de exceder a lo que socialmente está aceptado y que interfiere con la salud del bebedor, así como con sus relaciones interpersonales y con su capacidad para el trabajo” (citado por Velasco Fernández, 1981; Souza y Machorro, 1988).

Esta definición enuncia por primera vez el concepto de

dependencia, concepto muy importante que es mencionado por otros autores a partir de esta definición.

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Jellinek en 1960 afirmó que se puede llamar alcoholismo a todo uso de bebidas alcohólicas que causan un daño de cualquier tipo al individuo, a la sociedad o a los dos (Alonso Fernández, 1988).

De una forma operativa puede definirse al alcoholismo como aquellos casos en los que la ingesta reiterada de bebidas alcohólicas repercute de una forma negativa en la vida individual, familiar, social o laboral del sujeto.

En general se considera de elevado riesgo la ingesta del alcohol que aporte el 20% o más de las calorías totales de la dieta. La Asociación Psiquiátrica Americana (A.P.A) sugiere en el Cuarto Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV, 1995) que el alcoholismo es un trastorno que se da como resultado de ingerir sustancias psicoactivas, marcan la diferencia entre el uso y el abuso de esta sustancia, aunque no hablan claramente del alcoholismo como enfermedad, se mencionan dos fenómenos que aparecen al consumir alcohol por un tiempo prolongado: la tolerancia y el síndrome de abstinencia.

2. ETIOLOGIA DEL ALCOHOLISMO El hablar de las causas que originan el alcoholismo constituye todavía un capítulo obscuro pero las últimas investigaciones se inclinan más por una etiología multifactorial (Velasco Fernández, 1981; Alonso Fernández, 1981; Molina Piñeiro, 1982; Souza y Machorro, 1988; Griffith, 1986; Madden, 1986; Uriarte, 1991; Vallejo, 1991; Elizondo, 1994). Estos autores coinciden en que no puede hablarse de una sola causa que desarrolle la dependencia sino que se requiere una interacción compleja de factores de origen genético (herencia), factores psicodinámicos (en cuanto a la personalidad se refiere), factores sociales (estímulos ambientales) y por último a las conductas (aprendizajes adquiridos).

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De acuerdo a Elizondo (1994), para que una persona llegue a depender del alcohol requiere pasar por diferentes etapas: uso, hábito, abuso, dependencia o adicción.

El alcohólico primeramente inicia su carrera haciendo uso del alcohol solo o acompañado y por múltiples circunstancias como pueden ser: curiosidad, solidaridad, apuesta, etc. Después de esta etapa se pasa al hábito, es decir, cuando ya se tiene sistematizado el uso del alcohol y se empieza a asociar a los amigos y/o la diversión con el alcohol.

Posteriormente sigue el abuso que es el beber en exceso y

finalmente culmina en la dependencia o adicción que ocurre cuando el individuo expone su organismo al consumo repetido, continuo y excesivo de alcohol constituyendo lo que se conoce como “síndrome de dependencia al alcohol” (Elizondo, 1994).

a. Factores Genéticos:

Se refieren a estudios en los que se examinan a adultos que nacieron de padres alcohólicos pero que en la niñez fueron criados por padres adoptivos o por figuras paternas y maternas no alcohólicas. Los investigadores también estudian a adultos descendientes de padres no alcohólicos pero que por diversas causas fueron criados por padres substitutos alcohólicos o bien, individuos que son alcohólicos sin que sus padres lo sean (Bohman, Sigvardsson, Cloninger, 1981).

Con respecto a la importancia de la herencia como factor etiológico, que antes había sido muy valorada, estudios recientes más exhaustivos vienen a demostrar que no se hereda una afinidad propiamente dicha hacia el alcohol. En todo caso existen factores de tipo psicopático en las familias de alcohólicos en una proporción mayor que en el resto de la población, pero por otra parte hay un gran componente de tipo ambiental que condiciona determinados tipos de comportamientos inadaptados y entre ellos el alcoholismo.

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Algunas investigaciones enfatizan los factores genéticos más que los ambientales como la de Goodwin (1974) quien refiere que los factores ambientales contribuyen solo un poco al desarrollo del alcoholismo en los hijos de padres gravemente alcohólicos tras haber observado que el tiempo vivido con el padre alcohólico no se relacionó con el desarrollo del alcoholismo en los hijos en estudios de adopción.

Otros autores han planteado la posibilidad de que el alcoholismo esté condicionado por algún factor genético (Goodwin, 1979; Ewing 1980) como estudios realizados en Dinamarca con hijos de alcohólicos que concluyeron que los hijos de enfermos alcohólicos tienen una probabilidad de ser alcohólicos cuatro veces mayor a la de los hijos de no alcohólicos y ello independientemente de si habían sido educados por sus padres biológicos o por padres adoptivos no alcohólicos (Vallejo, 1991).

Sin embargo, hasta este momento no hay estudios concluyentes que demuestren causa genética o ambiental determinada considerándose una entidad multifactorial en la que intervienen tanto factores genéticos como ambientales y entre estos últimos se encuentra la convivencia en el núcleo familiar.

b. Factores psicodinámicos:

Existen diversas explicaciones con respecto al origen de la dependencia al alcohol y la gran mayoría de ellas no se consideran científicas porque no han sido comprobadas (Velasco Fernández, 1988).

Para Vallejo (1991) existe la posibilidad de que ciertos rasgos caracterológicos puedan resultar predisponentes en el desarrollo de la dependencia al alcohol, sin embargo, menciona que los intentos por encontrar una personalidad prealcohólica han fracasado.

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El modelo psicoanalítico refiere que el alcohólico presenta un trastorno emocional subyacente, en donde la ingestión de alcohol solo es un síntoma y por lo tanto no es una enfermedad sino más bien una manifestación visible en la persona.

Los conceptos psicoanalíticos pueden ayudar a entender la psicodinámica del alcoholismo y refiere que al parecer, la fijación oral es la principal influencia en el desarrollo del alcoholismo, aunque existen otras características infantiles y de dependencia como son el narcisismo, la conducta demandante, la pasividad y la dependencia que ocurren como consecuencia de la privación durante la primera infancia. Otra teoría es que las personas que se vuelven alcohólicas lo hacen porque en su infancia sufrieron el rechazo de uno o de ambos padres y las necesidades de dependencia son uno de los factores psicológicos más importantes para que se desencadene el alcoholismo (Velasco Fernández, 1981).

Velasco Fernández (1981), hace referencia a varios autores que opinan sobre los factores psicodinámicos y entre ellos se encuentra Hartacollis (1980) que refiere cuatro hipótesis psicoanalíticas que señala como las más contundentes con respecto al porqué el individuo se convierte en alcohólico: fijación oral (el alcohol desaparece la tensión y disminuye el miedo reflejando en el fondo el estado placentero que provenía del seno materno), angustia de castración, desacuerdo hostil contra la sociedad (la persona refleja todo el odio que acumula contra el padre o contra la persona alcohólica) y homosexualidad latente que se satisface durante la embriaguez.

Para Freud el alcoholismo es la consecuencia de intensas influencias orales ante la infancia, afirmaba que el alcohol altera los estados de ánimo y los procesos del pensamiento, lo cual permite que surjan las ideas regresivas y que se obtenga gratificación de pensamiento sin relación con la lógica proporcionando así el alcohol un escape para salir de la realidad.

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Así para Knight las pautas repetitivas de gratificación oral que la persona recibe de una madre sobreprotectora cuando es niño, provocan que no se desarrolle un autocontrol adecuado a sus necesidades y reacciones de rabia y culpa ante la frustración lo que conlleva a un conflicto emocional requiriendo así una “reparación masoquista” que se obtiene bajo los efectos del alcohol.

Adler atribuye el alcoholismo a una serie de sentimientos intensos de inferioridad que se relacionan con la inseguridad que suele experimentar la persona alcohólica y con la tendencia a evadir responsabilidades. En cambio, Schlider señala que lo fundamental es la inseguridad que experimentan las personas alcohólicas producto del ridículo y amenazas por parte de sus padres, por lo que el beber alcohol les producen sentimiento de seguridad y les da una sensación de ser aceptados socialmente; cuando desaparece esta condición afectiva entonces reaparecen los sentimientos originales de inseguridad los cuales nuevamente dan lugar a la necesidad psicológica de beber.

Souza y Machorro (1988) señalan que la persona alcohólica ocupa su alcoholismo como superación en una etapa de su desarrollo psicosexual por lo que se muestra como una persona pasiva – dependiente.

Por otro lado existen otras hipótesis que indican que el alcohol protege a la persona alcohólica de un sentimiento de minusvalía y le ayuda a experimentar una sensación de bienestar.

Bisset en 1978 señaló que en alcohólicos graves encontró una estructura de déficit narcisista así como la falta o ausencia de apoyo emocional principalmente por parte de la figura materna durante la infancia.

De acuerdo a lo anterior se sostiene que el alcohólico tiene una fijación narcisista con ego defectuoso y con relaciones objetales de odio hacia los objetos internalizados, es decir, las figuras paternas y familiares que giran alrededor del

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sujeto y con las que hay falta de identificación; al tomar alcohol trata de compensar los defectos de esa estructura pero agrava la enfermedad y sus efectos ocupando después una defensa primitiva como es la negación.

También se refiere que la persona alcohólica ingiere alcohol excesivamente como un intento por disminuir la tensión que existe y para adquirir seguridad. Además

las

personas

alcohólicas

suelen

presentar

depresiones

intensas,

generalmente no poseen la capacidad para manejar la soledad, baja autoestima y no saben regular sus afectos (Madden, 1986, Souza y Machorro, 1988). Para Zimberg el factor psicológico básico para desencadenar el alcoholismo es el hecho de que se presenta una constelación psicodinámica y señala que la falta de autoestima es el factor global que propicia el desarrollo del alcoholismo junto con sentimientos de inutilidad e inadaptación que generalmente el individuo niega y reprime generando la necesidad inconsciente de dependencia (de ser cuidado y aceptado), misma que al no ser satisfecha genera angustia creando sentimientos de poder, omnipotencia e invulnerabilidad.

Cuando el alcohólico despierta de una borrachera, suele

experimentar culpa y desesperación ya que la realidad sigue siendo un problema para él y sus sentimientos de inferioridad se hacen mayores y es entonces cuando se vuelve un círculo vicioso el ingerir alcohol una y otra vez (Velasco Fernández, 1981).

c. Factores socioculturales:

Desde el punto de vista antropológico, el hecho de consumir alcohol está asentado en tres motivos: el primero de ellos se refiere a una motivación ritual y nace con nuestros antepasados ya que solo la clase noble podía consumir alcohol y la demás población tenía permitido consumirlo una sola vez al año y esto era ofrecido a los dioses, es decir, existía una tendencia a relacionar las bebidas alcohólicas con el sentimiento religioso (CESAAL: Centro de estudios sobre el alcohol y alcoholismo; 1987, Molina Piñeiro, 1982). Un segundo motivo son las tradiciones familiares y sociales; así existen países en los que se da el cultivo de la vid siendo común que en estos países se consuma alcohol. El tercer motivo es la motivación utilitaria que se

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refiere al consumo de alcohol con fines comerciales, aspecto que en México se promueve en gran medida a través de los medios de comunicación masiva.

Este aspecto puede observarse desde nuestros antepasados. Así, Platón en su diálogo “Las Leyes” escribió: “El beber vino no es en realidad lo mismo que tantos otros llamados bienes de la vida, ni bueno ni malo en sí”, es decir, lo que importa no es si la persona bebe o no, lo que influye es la responsabilidad de cuánto y cómo lo bebe (CESAAL; 1987 p.176).

Por otra parte existen autores que refieren que el factor sociocultural es el más influyente afirmando que el alcohólico se hace, descartando toda posibilidad de influencia genética (Souza y Machorro, 1988; Elizondo López, 1994).

Para Guerra Guerra, las presiones socioculturales son solo un factor de riesgo para alcoholismo; Griffith señala que los factores socioculturales son los que determinan la carrera del alcohólico.

Así pues, las personas alcohólicas crecen en un medio en el que culturalmente se provoca culpabilidad, confusión, vergüenza y ansiedad con respecto a la conducta del beber (Black, 1981; Souza y Machorro, 1988), es decir, cuando una persona bebe en exceso la sociedad y la familia tienden a reprochar el comportamiento del bebedor, buscando culpables y asignando la responsabilidad a otros o a sí mismos.

Existen ciertos hechos que influyen sobre los diferentes grupos sociales que hacen que disminuyan las probabilidades de crear personas alcohólicas y se menciona (Velasco Fernández, 1981; Souza y Machorro, 1988) que los grupos sociales que presentan menor tendencia a caer en el alcoholismo presentan las siguientes características:



Se toma alcohol en un ambiente familiar unido ingiriendo pocas cantidades de alcohol y diluidas.

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Los padres son ejemplo de consumidores moderados.



La decisión de tomar o no bebidas alcohólicas es vista con indiferencia.



La abstinencia es totalmente aceptable



El exceso es rechazado socialmente.

Alonso Fernández (1981) y Vallejo (1991), señalan que también existen ciertos factores que refuerzan y motivan a la ingestión de alcohol:





Significado que en determinados grupos sociales se le da al alcohol: •

Proporciona fuerza y virilidad a los varones



Estimula el apetito



Da clase

Presión social en ambientes donde la abstinencia se juzga como un hecho anormal, propio de débiles y enfermos.



Presencia de un alcohólico en la familia ya que esto favorece un ambiente disfuncional



Publicidad de los medios de comunicación.



Conductas negativas repetitivas que generen curiosidad por consumir el alcohol en el núcleo familiar.

d. Factores conductuales:

Los grupos conductistas señalan que las personas que llegan a ser alcohólicas aprendieron a beber en exceso con un propósito útil y conveniente solo para ellos mismos, buscando obtener un premio que podría ser el cambio psicológico y placentero que experimentan al beber señalando esto como una recompensa que les refuerza de manera continua.

Otros autores (Souza y Machorro, 1988), refieren que en el bebedor joven es una conducta aprendida como resultado de una necesidad de imitar un comportamiento observable del adulto, siendo la recompensa variable en cada caso como podría ser

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el hecho de adquirir la aprobación del grupo de iguales al que pertenece, el experimentar un mejor desenvolvimiento social en reuniones, así como también la sensación de que disminuyen sus problemas y se favorece su sentimiento de independencia y seguridad en él mismo.

Otro de los factores que podrían propiciar la dependencia alcohólica es la imitación de la conducta de los hijos hacia los padres, pero no es raro encontrar personas abstemias a pesar de que sus padres beban intensamente; por lo tanto el papel de modelo de los padres no es un factor determinante para desarrollar la dependencia (Heinemann, 1989). El alcoholismo de los padres se transmite en una gran proporción a los hijos a través de la convivencia y no a través de la herencia (Alonso Fernández, 1981).

La conducta del bebedor reduce la angustia y hace que la persona perciba sus problemas menores en el momento en que se encuentra intoxicado lo cual se refuerza cada vez que bebe (Vallejo, 1991) pero se requiere aunado a esto la presencia de una deficiencia nutricional para que el alcoholismo se establezca como una conducta habitual (Yates, 1977).

3. EPIDEMIOLOGÍA.



De acuerdo con las cifras de la Secretaria de Salud, tres millones de mexicanos son dependientes del alcohol y tres millones más beben de manera irresponsable.



El abuso en la toma de estas bebidas representa el 9% de las enfermedades en México y los padecimientos asociados con el alcoholismo (responsables de una mayor pérdida de días de vida saludable) son: cirrosis hepática (39%), dependencia o adicción alcohólica (18%), lesiones por accidente en vehículo de motor (15%)

y

homicidios

(10%), enfermedad

cerebro

vascular

(10%)

enfermedad cardiaca (8%).

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Las bebidas más preferidas, tomando como referente el consumo per capita es la cerveza (63%), las destiladas (34%) y los vinos (2%) según lo reporta la Encuesta Nacional de Adicciones de 1998.



En forma global, los datos obtenidos a través de las Encuestas Nacionales de 1988, 1993 y 1998

muestran que en nuestro país el consumo de bebidas

alcohólicas continúa como una característica de la población masculina ya que el 77% de los varones entre 18 y 65 años de edad en las zonas urbanas reportó haber tomado en los 12 meses previos a la entrevista en tanto que solo el 45% de las mujeres lo hizo. •

Por lo que respecta a las comunidades rurales e indígenas, son pocos los datos que se conocen hasta el momento. Con todo, se estima que el consumo abusivo y la dependencia entre ellos equivalen a la parte proporcional que se observa en las poblaciones urbanas.



Aunque las diferencias de género en cuanto al consumo son aún notables, existe una tendencia al incremento del mismo en la población femenina como lo demuestra el hecho de que entre 1988 y 1998 la tasa de abstención entre las mujeres pasó del 63.5% al 55.3%.



La proporción de consumidores fuertes (5 copas o más por ocasión) se mantuvo estable de 1988-1998, alcanzando 41% entre los varones y 8.3% entre las mujeres.



No se reportan en nuestro país cambios entre la población que reportó beber diariamente o casi a diario ya que esta pauta de consumo sigue siendo poco usual alcanzando un 4.8% entre los hombres y 0.3% entre las mujeres.



Estas encuestas nacionales han evidenciado que el consumo de bebidas etílicas ocurre durante las etapas más productivas de la vida pues la mayor parte de los bebedores fuertes y los dependientes están integrados a la fuerza laboral.



Asimismo se ha demostrado que una tasa considerable de los problemas asociados no es provocada por los alcohólicos sino por personas que sin serlo, tomaron en exceso o en circunstancias de riesgo en las que teóricamente no debían hacerlo.

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4. LA MUJER ALCOHOLICA.

Cuando se habla del miembro alcohólico en la familia, generalmente se piensa en la figura masculina (padre de familia), sin embargo es importante recordar que la mujer también puede llegar a desarrollar dependencia hacia el alcohol.

El alcoholismo en la mujer, aún en la actualidad parece ser más difícil de ser aceptado que cuando se presenta en los varones y esto es por la influencia de los factores socioculturales que imperan en nuestra sociedad entre otras muchas situaciones (Cormillot y Lombardini, 1992).

El consumo de alcohol en la mujer es una práctica que en general se oculta y se niega aunque es cierto que ya existe mayor libertad en las normas de consumo, sobre todo en las mujeres adultas jóvenes (Casco y Natera, 1993). Estos autores realizaron una investigación con mujeres alcohólicas en México encontrando que el 91.5% de las mujeres entrevistadas tenían el antecedente de un progenitor alcohólico por lo que crecieron en un ambiente de constantes privaciones afectivas y escenas familiares de violencia siendo el primer consumo de alcohol de estas mujeres durante su infancia tardía, adolescencia temprana y media.

Asimismo, sugieren que dentro de los factores predisponentes para el desarrollo de alcoholismo en la mujer están:



La vulnerabilidad genética



La alta ocurrencia de alcoholismo en la familia de origen



Las características de los padres en cuanto a su paternidad y maternidad tales como: •

Madre distante, fría, dominante y con actitud de rechazo



Padre ambivalente y que establece relaciones donde predomina el hostigamiento físico, verbal y sexual.



Pérdida de un ser querido

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Divorcio



Pérdida de funciones fisiológicas



Aborto

Alonso Fernández (1981) menciona como determinantes de alcoholismo en la mujer: su degradación, desajuste familiar, separación conyugal, disgregación familiar.

Lo anterior no quiere decir que estas condiciones de historia de vida no se presenten también en el hombre alcohólico, sino que la diferencia entre las características de historia de vida entre hombres y mujeres alcohólicas es determinada por el tipo de interacción de los padres con sus hijos hombres o mujeres lo que hace presumir una diferenciación de tipo cultural con relación a la conducta de género en México (Casco y Natera, 1993). Así, es posible que el esposo asuma el papel de mando dentro de la familia para compensar la deteriorada capacidad de la esposa o también puede que intente dejarle todo el mando y responsabilidad de la casa al hijo mayor, quien comienza a manejar el hogar adoptando un papel que no le corresponde (Heinemann, 1989).

La mujer alcohólica presenta mayores probabilidades de que el consumo de alcohol termine afectando su matrimonio (Vallejo, 1991). Es más fácil y probable que el hombre abandone a una esposa alcohólica que una mujer deje a su esposo alcohólico, principalmente por la situación económica de la familia (Griffith, 1986).

La dinámica familiar y de pareja no difiere mucho de cuando el varón es la persona alcohólica y es más probable que un familiar cercano supla el papel de madre sustituta (Molina Piñeiro, 1982).

Los hallazgos sobre las características de personalidad de la mujer alcohólica señalan que ésta posee una personalidad adulta inadecuada que se distingue por vivencias fuertes sentimientos de rechazo, soledad y tensión, sentimientos

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devaluados y por sentirse víctimas de su propia historia personal (Casco y Natera, 1993).

5. PERSONALIDAD DEL ALCOHOLICO

Con respecto a la personalidad pre-mórbida, todos los autores coinciden en el criterio de que no existe un modelo único de personalidad que se comporte como “terreno psíquico” sobre el que se desarrolla la conducta patológica.

Velasco Fernández (1981), Molina y col. (1982), Souza y Machorro (1988) y Donald (1991) niegan el hecho de que exista una personalidad alcohólica definida pero refieren que existen ciertas características de personalidad que suelen preceder al alcoholismo, es decir, pueden hacer a la persona más susceptible al alcohol y más tarde a desarrollar una dependencia a éste; estas características son: baja tolerancia a la frustración, pasividad, impulsividad, ansiedad, inestabilidad emocional y económica, incapacidad para manejar la soledad, baja autoestima, sentimiento de inferioridad y conducta conflictiva.

Así pues, al inicio de su carrera como alcohólico, la persona presenta ciertas actitudes comunes y fáciles de ser identificadas; cuando el sujeto muestra una preocupación exagerada por el alcohol, cuando piensa y habla con mucha frecuencia de bebidas alcohólicas, comienza a presentar sentimientos de incomodidad y molestia cuando no hay bebidas alcohólicas disponibles, cuando la ingestión de alcohol se realiza con la intención de resolver algún problema o aliviar síntomas desagradables como la ansiedad y la depresión, cuando se presenta el consumo de alcohol en horas de trabajo o por las mañanas para evitar la cruda o a cualquier hora del día (Souza y Machorro, 1988).

Otros

investigadores

señalan

que

las

características

más

comunes

y

predominantes de las personas alcohólicas es que son personas detectadas como neuróticas, les es difícil establecer relaciones adecuadas con los demás ya sean de

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pareja o no, en aspectos sexuales y emocionales por lo que se les considera personas inmaduras que se inclinan más por el aislamiento y suelen ser dependientes, manejan inadecuadamente sus frustraciones, se sienten indignos ante los demás y suelen ser sujetos que sufrieron en la infancia privación emocional y problemas afectivos en sus hogares.

Hiariart (1987), refiere que “parte de la enfermedad del alcoholismo es la ilusión de poder controlar y manejar la bebida y beber como las demás personas” y Lazo (1991) mencionan que los estados de ánimo por los que atraviesa el alcohólico son resultado de su molestia, es decir, de su alcoholismo y no precisamente de su causa.

Así, Black (1981) define a las personas alcohólicas como aquellos individuos incapaces de controlar consistentemente sus hábitos de bebida por lo que no pueden predecir cual será su comportamiento una vez que empiezan a tomar pues presentan una necesidad de beber que se vuelve progresivamente una preocupación cada vez mayor en sus vidas.

Para Elizondo (s.f.), las expectativas de la persona que bebe pueden influir en su conducta; así hay ocasiones en que el alcohólico se muestra agradable y dócil durante sus intoxicaciones y en otras, el mismo alcohólico se puede mostrar muy agresivo, prevaleciendo una conducta más que otra dependiendo de su temperamento y su carácter.

Steinglass (1987), refiere que el alcohol ocasiona importantes alteraciones en la función de la memoria, en el estado de ánimo, en el conocimiento, en el sueño, en la manera de relacionarse verbalmente, en el tono afectivo, en la conducta sexual y en su agresividad por lo que sus relaciones interpersonales se van deteriorando progresivamente.

Otro aspecto importante a ser considerado dentro de la personalidad del alcohólico es el rechazo social que sufre y es evidente que ante esto el sujeto

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preferiría dejar de beber y no lo hace (Velasco Fernández, 1981); en una etapa del alcoholismo, el sujeto llega a perder sus relaciones importantes con los demás, lo que hace que disminuyan las personas que lo ayuden a sentirse aceptado ante lo que surge una sensación de soledad (Heinemann, 1989).

La personalidad del alcohólico se va deteriorando conforme va avanzando la enfermedad, el pensamiento se centra cada vez más en la bebida y su conducta se va degradando, va perdiendo el interés por todo excepto por la bebida, también pierde responsabilidades que antes tenía incluyendo el área laboral hasta caer en el desempleo (Souza y Machorro, 1988).

Las variedades de actitud que pueden llevar a la toxicofilia alcohólica son:



Alcohólico normativo o imitativo: Bebe influido por las presiones ambientales (profesionales, actos sociales, consumismo, etc.).



Alcoholismo con compensación o evasiva: Bebe ante determinado tipo de frustraciones o adversidades: desde las reacciones ante un fracaso hasta la compensación o atenuación de la angustia en una neurosis propiamente dicha. Se trata de una incapacidad real del individuo para dar un sentido satisfactorio a su vida en un momento dado, apareciendo el alcohol como un elemento compensador de sus dificultades existenciales.



Alcoholismo como autoagresividad: La evasiva en el alcohol reviste un carácter autodestructivo, pudiendo hablarse a veces de un “suicidio aplazado”.



Impulsividad mórbida: Tendencia a la búsqueda de satisfacciones inmediatas; este tipo de alcohólicos presenta rasgos propios de las personalidades psicopáticas.



Alcoholismo secundario a las psicosis endógenas: Secundario a esquizofrenias o depresiones endógenas con tendencia a la cronicidad.

El alcohólico a veces parece ser indiferente ante su propia destrucción y a la de su familia siendo la autodestrucción una característica común del alcohólico.

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Las personas que conviven con alcohólicos suelen experimentar una serie de emociones producto de la conducta del alcohólico y de su cónyuge ya que el primero se encuentra preocupado pensando solo en el alcohol y el segundo está preocupado y desesperado pensando en el alcohólico y buscando el medio para que deje de beber; así, ambos descuidan a la familia y por lo tanto a los hijos por lo que las emociones de éstos se deben al ambiente familiar, a la dinámica que prevalece en estos hogares y que se refleja en las interacciones que tienen unos miembros de la familia con otros.

Con base en lo antes referido, es importante e interesante continuar investigando acerca de los hijos y cónyuges de alcohólicos, tanto de los que asisten a grupos de autoayuda como de los que no lo hacen, para saber qué es lo que pasa con ellos en su vida adulta lo cual ha sido poco estudiado en el ámbito nacional. Sólo si logramos conocer la realidad de las vivencias de estas personas se podrá contribuir a la investigación del alcoholismo y sus efectos en las familias mexicanas creando así conciencia de la gran importancia que tiene el que estos individuos sean atendidos por un equipo profesional multidisciplinario desde la infancia o ya en su vida adulta, es decir, en cualquier etapa de su vida, en cuanto se detecte el problema.

6. PERSONALIDAD DEL CONYUGE NO ALCOHOLICO

Sería erróneo pensar que sólo la conducta del alcohólico es la que afecta al sistema familiar por lo que es conveniente señalar que todas las interacciones de los miembros de la familia suelen conjugarse para crear un ambiente familiar disfuncional y por lo tanto muy especial, es decir, el comportamiento de la pareja del alcohólico suele contribuir en gran parte para perpetuar o también para ayudar a que el alcohólico deje de beber.

Heinemann (1989), refiere que la persona abstemia, en este caso el cónyuge del alcohólico es tan enfermo como el alcohólico mismo excepto en el daño corporal.

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La pareja de la persona alcohólica generalmente tiene antecedentes de alcoholismo en su familia por lo que estas personas tienen una probabilidad mayor de elegir a una pareja alcohólica y repiten el mismo patrón de conducta de uno de sus padres (Velasco Fernández, 1981; Boszormenyi y Spark, 1983; Madden, 1986; Souza y Machorro, 1988; Heinemann, 1989). El cónyuge del alcohólico presenta trastornos del carácter anteriores al uso del alcohol por sus parejas, los cuales determinan la elección de su compañero o compañera y contribuyen al alcoholismo excesivo del alcohólico.

Al respecto, Pincus y Dare (1982) señalan que las motivaciones que llevan a las personas a la elección de pareja son en la mayoría inconscientes, que la persona tiende a encarar los deseos no realizados y los sentimientos dolorosos protegiéndose de ellos mediante el uso de mecanismos de defensa como la represión o la ensoñación, aceptando el retardo de su realización y encontrando muchas veces un sustituto parcial que a veces es simbólico. También es posible que intente colocar fuera de sí mismo los sentimientos (proyección), es decir, sentimientos e ideas que nacen y que provienen de uno mismo y que se proyectan en otras personas u objetos ocurriendo esto con mayor frecuencia y fuerza en las relaciones emocionales más fuertes como es el elegir una pareja. Estos autores indican también que la relación más fuerte emocionalmente que vive la persona en su infancia es la familia, la cual influirá enormemente para buscar vivir un matrimonio como el de sus padres pero cabe señalar que esto es inconsciente.

Con lo anterior nos podemos explicar el porqué una gran parte de los hijos de alcohólicos alguna vez en su vida refieren “eso no me pasará a mí” indicando que ellos no se casarán con una persona alcohólica y sin embargo sí lo hacen (Black, 1981).

Con respecto a las reacciones del cónyuge no alcohólico, estas personas tienden a pasar a través de una serie predecible de etapas (Griffith, 1986). En un inicio el

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cónyuge vacila o niega reconocer que el alcohol es un problema en su hogar y hace los primeros intentos por controlar o prevenir que el alcohólico tome alcohol, ante lo cual fracasa. Así, la pareja del alcohólico no desea saber nada de nadie ni de nada por lo que se aísla y comienza a encerrarse y adentrarse más en su problema que es el alcohólico y el alcohol. Posteriormente, el cónyuge comienza a darse cuenta de que todo lo que hace por controlar la conducta del bebedor es inútil y ve que la situación empeora en lugar de mejorar.

De acuerdo a Black (1981), la atención y preocupación del cónyuge no alcohólico va en aumento conforme va avanzando la enfermedad y a esto se le llama coalcoholismo o co-dependencia.

Además, es posible que al cónyuge lo invada la desesperanza y que comience a pensar que debe hacerse algo: intenta persuadir a su pareja para que busque ayuda y si no hay mejoría puede ocurrir que el matrimonio se separe (Griffith, 1986).

En muchas ocasiones la mujer no se atreve a tomar alguna decisión fuerte y llevarla a cabo como podría ser el separarse de su esposo o internarlo en alguna clínica debido a la dependencia que suele existir con su pareja además de muchos otros temores infundados que la invaden como el hecho de creer que no podrá salir adelante económicamente (aunque el esposo ya no aporte nada).

A las conductas adoptadas por los cónyuges Griffith (1986) las llama estrategias y son las siguientes:



Rodeo: El cónyuge no alcohólico evita al máximo los contactos y se esquiva con su cónyuge tanto física como emocionalmente. Esto puede hacerse a través de largos periodos de silencio pero cuando se da en forma más prolongada puede conducir a que la persona experimente una serie de sentimientos negativos y de desconfianza estallando en forma de cólera o llegando a la violencia.

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Ataque: El cónyuge trata de controlar la conducta del alcohólico con regaños, gritos, amenazas de abandono, tirando el licor que encuentra en casa, etc.



Manipulación: El cónyuge trata de avergonzar al bebedor, le habla del sufrimiento de sus hijos y hace lo mismo que el bebedor, es decir, ingiere alcohol.



Mimos: El cónyuge se dedica a cuidar al alcohólico, a prepararle y darle su comida caliente y le jura trato especial si deja de beber.



Manejo constructivo: La pareja mantiene su dignidad, protege y cuida a la familia, la pareja trabaja, se asegura que a los hijos no les falte nada, busca los grupos de autoayuda, deja algunos folletos en casa y se informa sobre el alcoholismo.

Cabe mencionar que es raro que dichas estrategias existan en forma pura.

7. LA FAMILIA

El ambiente familiar que prevalece en un hogar alcohólico suele ser la cuna en la que giran los problemas de la familia alcohólica, ya que la familia coloca en el centro de sus vidas al alcohólico y en torno a él giran todos sus miembros. Así pues, las interacciones de unos miembros de la familia con otros, es decir, la forma en la que se relacionan entre ellos suele ser de gran importancia ya que es bien sabido que la conducta de la familia en general contribuye para que el alcohólico continué bebiendo o para que reconozca que necesita ayuda y decida iniciar su recuperación.

La familia alcohólica es una familia disfuncional (Black,1981) por lo que a continuación se marcan las diferencias entre una familia funcional y una familia disfuncional.

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FAMILIA FUNCIONAL



Predomina lo coherente



Las emociones se expresan con claridad y abiertamente



A cada uno se le da la oportunidad de expresar sus sentimientos, los cuales son aceptados y comprendidos por todos los miembros



Hay alianzas constructivas



Tienen reglas explícitas, justas y flexibles



Los hijos tienen la capacidad de asumir diferentes papeles, dependiendo de la situación



Los hijos aprenden a ser responsables, a organizarse, a plantearse metas realistas, a jugar a reír, a disfrutar la vida



Los hijos adquieren sentido de la flexibilidad y espontaneidad

FAMILIA ALCOHOLICA O DISFUNCIONAL



El comportamiento de sus miembros es impredecible e incoherente



Las emociones se reprimen



Cuando expresan sus sentimientos se enjuician culpándose unos a otros



Hay alianzas destructivas, uno de los padres se une a un hijo contra el otro padre



Sus reglas son implícitas, surgen de la vergüenza, miedo y culpa



Los hijos rara vez aprenden la combinación de papeles; se encasillan en papeles basados en su percepción de lo que necesitan hacer para sobrevivir y dar algo de estabilidad a sus vidas



Predomina una atmósfera desagradable



Sus actitudes son rígidas

Ahora bien, tanto la familia funcional como la familia alcohólica pueden no presentar exactamente todos los puntos anteriores pero sí tienden a predominar más unos rasgos que otros.

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En las familias funcionales, existe una diferencia entre generaciones, así como en edad con los hijos y los límites están claramente definidos, mismos que tienden a ser flexibles (Hoffman, 1981).

Las pautas de comunicación en una familia disfuncional tienden a ser caóticas, además de que no cuentan sus miembros con la oportunidad de ser escuchados. En las familias disfuncionales existe una triangulación que obedece a una alianza excesiva o escasa, contrario a las familias funcionales en las cuales la lealtad y la estabilidad para mantenerse unidas son suficientemente flexibles para estimular el crecimiento emocional individual de sus miembros. Las familias funcionales están constituidas por un gran número de pares que interactuan de una manera complicada en donde los miembros desempeñan una gran variedad de papeles diferentes dentro de su vida siendo el crecimiento de la familia funcional un proceso flexible cuyo resultado es un individuo de múltiples facetas capaz de adaptarse a contextos cambiantes. (Minuchin y Fishman, 1981).

Dentro del enfoque estructural que describe Minuchin, se señalan 5 parámetros, mismos que permiten ver si el grupo familiar es funcional o no y son:

a. Jerarquía y autoridad: Se refieren a la capacidad de ser flexibles al momento de tener el poder; éste debe ser cambiante, es decir, que los integrantes de la familia puedan asumir un rol de autoridad al mismo tiempo que los demás le reconozcan este poder en situaciones cambiantes. Cuando el delegar responsabilidades es comunicado explícitamente y es solo por un tiempo hay señales de responsabilidad. Si se monopoliza la autoridad o poder en un solo miembro, el sistema se vuelve rígido.

b. Límites: Una familia organizada tiene sus límites claramente definidos, por lo que los límites son reglas que definen quiénes y cómo participan en las transacciones interpersonales, diferencian y definen los derechos y obligaciones de padres e hijos.

En las familias donde existe un miembro alcohólico, lo que suele

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predominar es un ambiente disfuncional en el cual precisamente los límites no son respetados porque son difusos, poco claros y débiles.

c. Alianzas: Consisten en la asociación abierta o encubierta entre dos o más miembros de la familia. Cuando las alianzas están formadas por miembros de diferentes generaciones y éstas se unen para perjudicar a un tercero, entonces es una alianza patológica llamada coalición. Esto ocurre en la familia alcohólica en donde generalmente además de que alguno de los hijos adopta el papel de padre, se une a la madre para apoyarse y estar en contra del alcohólico.

d. Territorio: Se refiere al espacio que cada uno ocupa en determinado contexto, es decir, cuando uno de los hijos realiza la mayor parte de las funciones parentales y no hay un equilibrio en sus funciones como tales.

e. Geografía o Mapa: Se refiere al esquema que representa en forma gráfica y sencilla la organización de una familia, es decir, no es más que la distribución de los miembros de la familia al realizar diferentes funciones en diferentes situaciones.

8. LA FAMILIA ALCOHOLICA

Las familias alcohólicas son aquellas en las que el alcoholismo se ha convertido en un principio organizador central (Steinglass, 1987). Es decir, la familia sufre de una reorganización en su dinámica y estructura en la cual los roles principales (padre o madre) son periféricos por lo que son adoptados por alguno de los hijos trata de suplir las funciones que el miembro alcohólico ha dejado a causa de su enfermedad.

a. Dinámica de la familia alcohólica.

Se refiere a la interacción entre los miembros de la familia, a la forma como se relacionan unos con otros lo que va conformado el sistema del ambiente familiar.

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La familia apoya a la individuación al mismo tiempo que proporciona un sentimiento de pertenencia a través de todas sus interacciones familiares, siendo el contexto natural para crecer y para recibir auxilio; la familia es un grupo natural que conforme pasa el tiempo establece pautas de interacción que constituyen la estructura familiar y que a la vez rige el comportamiento de sus miembros (Minuchin y Fishman, 1981). Así, los miembros de las familias suelen etiquetar a uno de sus miembros como la fuente de su problema y la vida de cada uno de ellos suele girar en torno a lo que hace no hace éste miembro.

Las conductas y reacciones que tiene cada miembro de la familia están determinadas por las características propias de cada individuo además de las reglas familiares que en muchas ocasiones son marcadas implícitamente y adoptadas de manera inconsciente por lo que las funciones psíquicas de cada persona condicionan a las demás (Boszormenyi y Spark, 1983).

La relación que existe entre la familia y el alcohólico es íntima y bidireccional por lo que la conducta de los miembros de la familia influye en el comportamiento del alcohólico y viceversa (Alonso Fernández, 1981).

Asimismo, Hoffman (1981) refiere que no es posible afectar a un solo miembro del sistema familiar sin que sea afectado todo y tampoco es posible cambiar mucho en una familia ó un miembro de ella sin que sea afectado un campo mayor, lo cual confirma que las relaciones familiares son recíprocas y que lo que haga el miembro alcohólico en su familia la afecta indudablemente así como lo que la familia haga como sistema afecta al alcohólico. Es así que el alcoholismo es una enfermedad que arrasa con la tranquilidad emocional de sus miembros y conociendo a la familia alcohólica comprenderemos los sentimientos y comportamientos que adoptan cada uno de sus miembros.

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Estos patrones de conducta adoptados por los miembros de la familia alcohólica no dejan de presentarse por el hecho de que el alcohólico haya dejado de beber o ya no viva con la familia porque se separaron, se divorciaron o porque se hayan muerto y esto ocurre porque rara vez los familiares se dan cuenta que han sido afectados negativamente, es decir, prevalece la negación como mecanismo de defensa ante la enfermedad (Black, 1981).

Además, no importa que el alcoholismo activo o inactivo haya estado retirado por una o dos generaciones ya que la familia continúa operando de manera enfermiza (Kritsberg, 1985).

Una característica muy singular de la familia alcohólica es el hecho de ocultar y aparentar que no pasa nada en la familia, por lo que se niegan a hablar al respecto aún dentro de la misma familia y este ambiente favorece que se generen mensajes encubridores además de ayudar a que el alcohólico continúe bebiendo.

La negación también se hace evidente cuando sus miembros creen sinceramente en las promesas que la persona alcohólica les hace de no volver a tomar por lo que creen que el problema ha desaparecido cada vez que hay un periodo de abstinencia y como nadie de la familia se atreve a hablar acerca de lo que todos ven en casa no hablan acerca de sus sentimientos y pensamientos. (Heinemann, 1989).

Así, a

causa del comportamiento del alcohólico la familia constantemente experimenta angustias, tensiones y miedos y sus miembros desarrollan resentimientos contra el alcohólico (Souza y Machorro, 1988; Cormillot y Lombardini,1992).

Las personas que viven cerca de la persona alcohólica desarrollan un sentimiento de culpa por lo que sucede en su familia y asumen como su responsabilidad todo comportamiento del alcohólico.

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De igual manera Pérez y Rodríguez (1994) señalan que al no ser expresados los conflictos en una familia, los integrantes de ella adquieren generalmente resentimientos que con el paso del tiempo se vuelcan de manera imprevista llevando a una contaminación en los diferentes niveles de comunicación, dichas familias experimentan múltiples y graves problemas desde que los resentimientos acumulados no reconocidos y/o expresados los llevan a perder el control y cuando esto sucede puede llevar a uno o más miembros de la familia a una expresión enmascarada de odio o coraje.

También refieren que la familia constituye una

unidad solucionadora de problemas que están definidos y asignados: si la designación es exitosa, la conducta de los roles es desarrollada automática y efectivamente de modo que la tensión y la patología resultan en un rompimiento de la complementariedad de roles que puede llevar a la transmisión de roles patológicos de los padres a los hijos.

Todos los extremos son inconvenientes, ya que cuando la familia acepta como normal el beber excesivo, está favoreciendo el desarrollo de la dependencia alcohólica (Cormillot y Lombardini, 1992).

Pacini y Martinotti (1975) estudiaron la posible relación que pudiera existir entre el orden de nacimiento de la persona con el alcoholismo encontrando que el tamaño de la familia y orden de nacimiento no es importante para el desarrollo del alcoholismo.

Sobre los estudios de alcoholismo y la influencia de esta enfermedad que se han realizado en diferentes partes del mundo, se encontraron diversas investigaciones como la de Mutzell (1995) que refiere que los hijos varones de alcohólicos tienden a ser más vulnerables que las niñas al alcoholismo del padre o de la madre, además de señalar que constituyen una población con alta probabilidad de presentar desadaptación social a diferencia de los hijos de padres no alcohólicos.

En los años ochenta, los hijos de alcohólicos comienzan a ser reconocidos como una población separada de los alcohólicos con derecho a atención en

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investigaciones y tratamiento (Heinemann, 1989). Drake y Vaillant (1988) efectuaron un estudio con hijos adolescentes no delincuentes de alcohólicos, encontrando que el 28% de los hijos desarrollaron años más tarde una dependencia hacia el alcohol y el 25% fueron diagnosticados por lo menos con un desorden de personalidad diferente al alcoholismo.

En cuanto al riesgo que existe en hijos de alcohólicos a convertirse también en alcohólicos, existe el estudio de McCord (1988), que comparó a 60 hombres cuyos padres habían sido alcohólicos con 133 hombres cuyos padres no lo eran encontrando que el alcoholismo paterno aumenta el riesgo de los hijos para ser alcohólicos pues se presentó sólo en el 25% del grupo de hijos con padre no alcohólico comparado con 47% en los hijos de alcohólicos.

Los hijos de alcohólicos han presentado una calificación significativamente baja en el coeficiente intelectual verbal y de desempeño, no siendo así en los exámenes de aprendizaje y memoria (Tarter, Jacob y Laird, 1993).

Kritsberg (1985) clasifica las características que presentan los hijos de alcohólicos en físicas (manifestadas en el organismo de cada individuo), emocionales (miedo, tristeza, vergüenza, entre otras), mentales (pensamiento rígido y compulsivo) y conductuales (se manifiestan en el comportamiento de las personas como por ejemplo la incapacidad para divertirse).

Black (1981), enfoca más su estudio hacia los papeles o roles que tienden a adoptar en su vida los hijos de alcohólicos como resultado de haber vivido en hogares alcohólicos y señala que la forma de beber de una persona a otra varía en cuanto a la frecuencia y grado de ingestión de alcohol pero menciona que esto no contribuye a que los efectos en los hijos difieran mucho entre unos y otros.

Otros autores como Black (1981) refieren que los miembros de una familia disfuncional, como suelen ser las familias alcohólicas, con el tiempo manifiestan

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conductas codependientes, aunque antes de declararse estas conductas, las personas asumen diferentes roles: conciliador, adaptador, responsable o con comportamiento negativo.

Kua (1995) investigó y trabajó con población oriental, refiriendo que las mujeres alcohólicas de esta parte del mundo presentan mayores síntomas depresivos que los varones.

Meskova, Mecir y Pihrtobva observaron que los padres de jóvenes alcohólicos solían castigar a sus hijos tratándolos de hacer sentir culpables de la situación.

En cuanto a las relaciones entre padre alcohólico - hijo, se refiere que a diferencia de los padres no alcohólicos, tienden a no comprometerse con sus hijos en sus relaciones además de ser éstas poco armoniosas (Whipple, Fitzgerald y Zucker, 1995).

Además en Puebla, se encontraron investigaciones como las de Incháustegui y Grajales (1990) que estudiaron la relación que existe entre los hijos de alcohólicos entre los 9 y 12 años relacionando la depresión y la autoestima, detectando que estos hijos tienden a deprimirse más y a tener un nivel de autoestima más bajo en comparación con hijos de padres no alcohólicos.

Seilhamer, Jacob y Dunn (1993) demostraron que no todos los hijos de alcohólicos son afectados en forma similar por los padres cuyo patrón de bebida es diario, por lo que refieren que la cantidad de alcohol consumido y el estilo de beber de los padres podrían explicar estas diferencias.

De acuerdo a Brown, los niños responden y se adaptan al alcoholismo de sus padres de formas muy diferentes, aún estando dentro de una misma familia; esto se debe a la influencia de diversos factores como puede ser la edad al comienzo del problema, la relación que se tenga con el padre alcohólico, las cualidades innatas del

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niño y sus características de personalidad. Sin embargo, es frecuente que los hijos con padres alcohólicos asuman roles parentales en la medida que su padre adopta roles de niño como son los de dependencia y no-responsabilidad. Los niños utilizan estos papeles como un medio para mantener el equilibrio del sistema familiar por lo que su objetivo es protegerse y relacionarse como ellos han aprendido.

Lo antes mencionado tiene relación con la opinión de Kritsberg (1985), Griffith (1986), Heinemann (1989), Cormillot y Lombardini (1992) quienes refieren que las personas que han crecido en una familia alcohólica aprenden roles y reglas especiales de un modo automático por lo que es común que desarrollen una variedad de características similares entre ellas mismas. Así, tienden a negar, es decir, a no reconocer lo que sucede en su casa por lo que pasan mucho tiempo justificando y culpándose por la conducta del alcohólico antes de darse cuenta de que esto los ha afectado de alguna manera lo cual impide la estabilidad emocional y psicológica de estos individuos en la edad adulta.

Además, para Fine y col. (citado por Heinemann 1989), los hijos de alcohólicos presentan evidentes trastornos en el uso de los sentidos, alteraciones emocionales y agresividad social, son más propensos a presentar alteraciones en su conducta y la gran mayoría de ellos pasan desapercibidos la mayor parte de su infancia, sin una atención adecuada, como si fueran miembros de una familia normal.

En México existen investigaciones como la que realizó Tarlovsky (1988) encontrando que los hijos adolescentes de padres alcohólicos perciben a su familia como “caóticamente amalgamada” y anhelan tener una familia completamente diferente a la que tienen, aspiran a la separación, a la individuación y a alejarse del caos familiar.

Toto (1987), realizó una investigación acerca del autoconcepto en adolescentes con padre alcohólico concluyendo que estos hijos se perciben a sí mismos en forma desvalorada expresando un autoconcepto contradictorio, conflictivo y confuso,

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además de sentirse indefensos ante la situación que atraviesan, impidiéndoles una transición óptima hacia la edad adulta.

Con respecto a la familia del alcohólico, Natera (1989), estudió los problemas relacionados con el alcohol y la familia en México teniendo como universo a parejas de pacientes alcohólicos, a alcohólicos anónimos y a consumidores moderados; concluyó que aún existen lagunas en la revisión bibliográfica con respecto a los alcances y limitaciones que presenta la investigación en estas familias y la autora propone un proyecto con énfasis en la transmisión de actitudes, valores y significados del uso del alcohol en los padres y en los hijos en el proceso de socialización así como realizar un seguimiento en su vida adulta. Junto con Casco en 1993, realizaron un estudio de alcoholismo en la mujer, para conocer las características psicosociales de la mujer alcohólica en el que se concluyó que de las 12 mujeres entrevistadas, el 91.5% presentaban antecedente de alcoholismo en el padre, por lo que crecieron en un contexto de privaciones afectivas y violencia familiar, dándose el primer consumo de alcohol en la infancia tardía, adolescencia temprana y media.

9. PROCESO DE RECUPERACION FAMILIAR

Hay que recordar que de acuerdo a Black (1981) entre otros muchos autores, señala que el alcoholismo es una enfermedad progresiva y mortal refiriendo que si no se detiene nunca mejorará, por ello es importante que se le pueda brindar ayuda a la persona alcohólica.

Para la recuperación integral del alcohólico se requiere del apoyo de su familia, la recuperación comienza con los mismos miembros de la familia, cuando el padre o la madre como cabeza de familia deciden buscar ayuda externa que les pueda ofrecer apoyo emocional pero es muy difícil que una familia pueda lograr cambios positivos sin ayuda y orientación externa (Black, 1981).

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Sin embargo, para que toda técnica de ayuda pueda ser efectiva requiere de que estas sean complementarias y flexibles, adaptándose a las circunstancias muy particulares de cada caso.

Al principio la familia busca ayuda sólo para el alcohólico ya que su vida gira en torno al alcoholismo de su familiar y no logra ver más que al enfermo mismo pasando ella a segundo término y bajo esta actitud los miembros de esta familia están muy lejos de hacer conciencia de que lo único que pueden hacer es por ellos mismos y para sí mismos (Heinemann, 1989).

Así, el primer paso de recuperación para la familia de un alcohólico comienza con la aceptación e identificación como familiares de un alcohólico, es decir, rompiendo con la negación.

El período inicial de recuperación para un alcohólico es la abstinencia y aunque esto es solo el comienzo de la sobriedad no lo es todo ni para el alcohólico ni para la familia. Esto genera crisis por lo que lo ideal es un proceso continuo de crecimiento personal tanto del alcohólico como de los miembros de la familia.

10. GRUPOS DE AUTOAYUDA

Existen técnicas de ayuda con las que el alcohólico puede contar para su rehabilitación como son: la psicoterapia, clínicas de especialización, grupos de autoayuda, Asociación Mexicana de Alcohólicos en Rehabilitación, etc.

Tanto la psicoterapia individual como los grupos de autoayuda deben considerarse como complemento uno de otro más que competencia entre ellos (Black, 1981; Griffith, 1986; Madden, 1986; Velasco Fernández, 1988; Souza y Machorro, 1988; Heinemann,1989; Vallejo, 1991).

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Un aspecto primordial para ser considerado en la recuperación de la persona alcohólica es la aceptación de que se es alcohólico y el reconocimiento de la necesidad de ayuda (Donald Lazo, 1991). Para Black (1981) el alcohólico necesita romper con el sistema de negación sobre la situación mental, emocional, física y espiritual y el acudir a un grupo de autoayuda es de gran beneficio ya que en estos grupos se lleva a cabo un proceso de crecimiento personal que hace que el alcohólico, al identificarse con otros miembros que pasan por experiencias muy similares se proporcione una validación y apoyo inmediato.

Los grupos de autoayuda son llamados así porque en ellos no participan orientadores profesionales, no se lleva un registro de la participación de cada miembro y porque son grupos formados por personas que se identifican por tener un problema en común, que buscan una solución en común y esto es una forma de ayudarse a sí mismos y entre sí (Black, 1981). Estos grupos permiten a las personas encontrar una identificación compartida que permite la consolidación de identidades primarias demasiado frágiles (Vallejo, 1991) y los beneficios de estos grupos tienen una relación significativa con el tiempo que lleve la persona de estar acudiendo a ellos (Keins, Schwartz, Trench, Houlihan, 1995).

Cabe señalar que la mayoría de los principios de estos grupos es original de sus fundadores, pero ellos los eligieron y sintetizaron sin la supervisión de médicos o psicólogos (Heinemann, 1989). Algunos de los elementos en los que se basan los grupos son:



Que la persona reconozca la existencia de un Ser superior a él sin importar cómo lo conciba.



Que se reconozca la necesidad de mejorar a través de un examen de conciencia que permita admitir sus faltas



Que se tenga la disposición para ayudar a otros recordando siempre que el hombre por el solo hecho de ser una persona merece respeto y dignidad.

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Todas estas ideas básicas espirituales son reflejadas en los llamados “Doce pasos” y reforzadas por las “Doce tradiciones”, por la oración de la Serenidad y por un grupo de conceptos con mucho significado como son los lemas.

DOCE PASOS:

1. Admitimos que éramos incapaces de afrontar solos el alcohol y que nuestra vida se había vuelto ingobernable. 2. Llegamos a creer que un poder superior a nosotros podría devolvernos el sano juicio. 3. Resolvimos confiar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de Dios, según nuestro propio entendimiento de Él. 4. Sin temor hicimos un sincero y minucioso examen de conciencia. 5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano la naturaleza exacta de nuestras faltas. 6. Estuvimos enteramente dispuestos a que Dios eliminase todos estos defectos de carácter. 7. Humildemente pedimos a Dios que nos librase de nuestras culpas. 8. Hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos perjudicado y estuvimos dispuestos a reparar el mal que ocasionamos. 9. Reparamos directamente el mal causado a estas personas cuando nos fue posible, excepto en los casos que el hacerlo les hubiese infligido más daño o perjudicado a un tercero. 10. Proseguimos con nuestro examen de conciencia, admitiendo espontáneamente nuestras faltas al momento de reconocerlas. 11. Mediante la oración y la meditación, tratamos de mejorar nuestro contacto consciente con Dios, según nuestro propio entendimiento de El y le pedimos tan solo la capacidad para reconocer Su voluntad y las fuerzas para cumplirla. 12. Habiendo logrado un despertar espiritual como resultado de estos Doce Pasos, tratamos de llevar este mensaje a otras personas y a practicar estos principios en todas nuestras acciones.

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ORACIÓN DE LA SERENIDAD:

“Dios, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia”.

Todos los conceptos son manejados tanto por los grupos de Alcohólicos Anónimos (A.A.) como por los de Al-anon y dentro de éstos están considerados los grupos de Al-ateen y de Hijos adultos solo con las adaptaciones correspondientes según sea el caso, pero en esencia es lo mismo.

Cabe mencionar que los miembros de estos grupos nombran de entre sus miembros a un Representante de Grupo que asiste a las reuniones de distrito en donde tiene voz y voto.

Para conocer la relevancia que han adquirido a lo largo de los años estos grupos mencionaremos que existe una gran cantidad de grupos a nivel mundial ya que existen en 101 países, se cuenta con 48 folletos, 11 libros, 22 carteles y 2 audiocassettes, así como los boletines Delta y Voz que tienen traducción en 28 idiomas y en los que pueden participar para su elaboración todos los miembros que deseen relatar su experiencia y describir cómo es que el programa les ha ayudado a cambiar la forma de ver la vida. Además cuentan con una estructura de servicios, eventos

y congresos manteniendo el anonimato de los miembros.

Se pasa el

mensaje a través de los medios de comunicación, en instituciones médicas, religiosas o en cárceles y cuentan con boletines y guías para saber qué hacer en los diferentes servicios.

a. ALCOHOLICOS ANONIMOS (A.A.)

Este es el grupo más difundido y considerado mundialmente eficaz para disminuir o reparar los daños cometidos a los familiares de alcohólicos. Su objetivo primordial

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es mantener a la persona sobria a través de un programa de vida, mismo que instituyen los fundadores de este grupo.

Fue así que los fundadores de Alcohólicos Anónimos (A.A.), el Dr. Robert Smith y el Sr. Bill Wilson comprobaron que podían mantenerse sobrios con ayuda mutua y ayudando a otros alcohólicos, refiriendo que el nacimiento de los grupos de autoayuda ocurrió desde el primer día de su sobriedad permanente (10 Junio de 1935).

Para los alcohólicos, un trago es demasiado y mil no bastan, esto quiere decir que para la persona que es alcohólica solo basta el primer trago de alcohol para que continúe bebiendo sin control. Así, el alcohólico anónimo se concentra en vivir el día de hoy sin bebida y señala que “respecto al ayer no hay nada que hacer y que no sabe si el mañana llegará, hoy es el único día por el que se debe preocupar”.

Alcohólicos anónimos es una comunidad de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su problema en común, así como el ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo; el grupo les proporciona una fuente de modelos, se ayudan entre ellos mismos y se mantienen ocupados.

El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar de beber y así un alcohólico se puede sentir aceptado y comprendido.

Se aportan cuotas a

conciencia de cada miembro y de acuerdo a las posibilidades económicas de cada uno.

A.A. no está afiliado a ninguna secta, religión, partido político, organización o institución alguna, no interviene en controversias, no respalda ni apoya ninguna causa: el objetivo primordial es mantenerse sobrios y a ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad. Existen grupos en miles de ciudades con los que se forma una fraternidad internacional.

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A las personas que asisten por primera vez se les da la bienvenida con la lectura sugerida en donde se les explica muy breve qué son los grupos y para qué sirven, no se les recluta, no se impone la propia experiencia con el problema de la bebida, sino que el grupo se limita a compartir las experiencias sobre como van aplicando el programa a sus vidas.

Los asistentes aprenden mucho sobre el alcoholismo siendo lo principal el mantenerse sobrios, en estos grupos todo miembro se ve en la necesidad de enfrentar real y honestamente los hechos acerca de sí mismo y de la bebida, admiten su impotencia ante el alcohol y esto es lo más difícil de reconocer.

Sin embargo, en A.A. no hay “deberías” pues a nadie se le exige ningún patrón de conducta, nadie da ordenes, la planeación de las reuniones la maneja un grupo de servidores que se cambian con regularidad para dar lugar a otros miembros.

Una vez que se ha logrado la sobriedad, el individuo trata de conservarla mediante la observación de la experiencia que ha tenido éxito, siguiendo el ejemplo de sus compañeros y asistiendo con regularidad a las reuniones de grupo ya que el escuchar las historias e interpretaciones personales de los demás miembros los fortalece.

Los cónyuges, hijos y familiares de alcohólicos resultan igualmente afectados que el alcohólico y es por esto que en 1954 nacen los grupos de familias Al-anón que incluyen a los grupos Al-ateen e Hijos Adultos.

b. GRUPO DE FAMILIAS AL-ANON

Al-anón es una hermandad que trata de conocer y aliviar los problemas de millones de personas afectadas por la convivencia con un alcohólico. La palabra Alanón es una contracción de “al” de alcohólicos y “anón”, anónimos. Surge en 1954 como una hermandad separada llamada “Al-anón Family Group Headquarters. Inc.” y

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fue fundada por familiares de alcohólicos que habían conseguido la sobriedad en A.A.

Desde el comienzo cada individuo aprende que no es capaz de controlar la bebida del alcohólico lo que le permite no vivir en una constante frustración. En la bienvenida se da un mensaje de esperanza, el cual se lee en las reuniones de Alanón junto con el preámbulo de la versión de los Doce pasos de A.A.

La bienvenida es: “Bienvenidos al grupo de Familia Al-anón, esperamos que encuentren en esta cofraternidad la ayuda y la amistad que nosotros tenemos el privilegio de disfrutar; deseamos que confíen en que los comprendemos de una forma como quizá muy pocas personas lo puedan hacer. Nosotros también nos hemos sentido desamparados pero en Al-anón hemos aprendido que no hay situación verdaderamente desesperada ni de fracaso y que podemos hallar satisfacción y hasta felicidad, ya sea que el alcohólico siga bebiendo o halla dejado de beber. Los invitamos a que traten de practicar nuestro programa”.

Existe la conferencia de servicio mundial, misma que permite que Al-anón sea una unidad viva que funciona a nivel mundial.

En México se cuenta con la

conferencia de Servicio Nacional que se encarga de todos los asuntos de servicios, tiene un consejo administrativo que se encarga de arreglar todos los asuntos legales para que Al-anón México pueda funcionar adecuadamente conforme a las leyes del país. Existen en nuestro país más de dos mil grupos Al-anón.



AL-ATEEN

La palabra Al-ateen proviene de los vocablos “al” de alcohólicos, “a” de anónimos y “teen” de adolescente (en inglés).

En el año de 1957 un estudiante de secundaria de California llamado Bob, sintió la necesidad de compartir con otros adolescentes experiencias que había sufrido en

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su hogar y así se formó el primer grupo de Al-ateen, con hijos cuyos padres asistían a A.A y a Al-anón. El grupo floreció basándose en el programa de Al-anón aplicando los pasos, tradiciones y lemas de acuerdo a los problemas que vivían como hijos de alcohólicos. A este grupo pueden asistir personas entre los 12-20 años de edad.

Los miembros del grupo al reunirse para sus juntas se confortan mutuamente y forman parte de un grupo lo que les hace experimentar un sentimiento de pertenencia llenando así el vacío que existe con respecto al núcleo familiar.

Cada grupo Al-ateen debe tener un “padrino” que los guíe y ayude a comprender las Tradiciones y puede ser un miembro activo de Hijos Adultos o de Al-anón y se sugiere que no asista ningún familiar al grupo que apadrina.

La mayoría de los grupos Al-ateen son económicamente independientes por las contribuciones voluntarias de sus miembros, tratan de respetar el anonimato propio y el de sus integrantes y siguen con esmero el concepto de que “los principios son más importantes que las preferencias personales”.

El primer folleto Al-ateen “Los adolescentes y los padres alcohólicos” se publicó en 1957 por la Oficina de Servicios Mundiales; un año más tarde un capítulo de Alateen fue incluido en el libro de Al-anón “Viviendo con un alcohólico”. En nuestro país existen más de 170 grupos Al-ateen.



HIJOS ADULTOS

En Agosto de 1973 surgió Al-anón juvenil (hoy Hijos Adultos de alcohólicos) por la necesidad de los hijos adultos de alcohólicos de seguir el mismo programa de recuperación que los cónyuges e hijos adolescentes ya seguían en Al-anón y en Alateen.

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En 1989 se aprobó por la conferencia Al-anón el cambio de nombre a Hijos Adultos de Alcohólicos.

Hoy existen más de 756 grupos de hijos adultos de alcohólicos, mismos que están inscritos en la oficina de Servicios Mundiales de Al-anón instalada en la ciudad de Nueva York y 362 más en vías de inscripción. En nuestro país existen más de 180 grupos de Hijos Adultos (2 en el estado de Puebla) que se reúnen cada año en la última semana de Diciembre desde el año de 1980.

El propósito de estas reuniones es llevar la experiencia vivida a través del programa a toda la República Mexicana logrando así la unificación de conocimientos y asegurando la continuidad de Hijos Adultos en Al-anón. También se orienta a los participantes para encontrar la mejor forma de pasar el mensaje de recuperación a los familiares y amigos de alcohólicos a pesar de las diferencias de cultura y posición social.

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DEFINICIÓN DEL PROBLEMA

El alcohol es una sustancia que ingiere una gran cantidad de personas en todo el mundo y es en este grupo de personas que existe un número importante de individuos alcohólicos.

A su vez, el alcoholismo de estos individuos incide y

repercute directamente sobre la familia por lo que existen programas en el ámbito mundial que se promueven para ayudar a las personas alcohólicas; sin embargo, siempre se pone más atención al miembro alcohólico pero se pierde de vista a la familia.

El crecer en un ambiente donde existe el problema de alcoholismo no es fácil, se requieren condiciones básicas para crecer y vivir sanamente previniendo así la aparición de factores emocionales enfermizos secundarios a la convivencia con alcohólicos. Por ello es necesario abordar en forma temprana a los familiares de estos pacientes antes de que existan daños irreversibles en su personalidad que limiten su felicidad o los conduzcan a buscar una pareja alcohólica o a convertirse en uno de estos.

La literatura que existe sobre alcoholismo es abundante pero proviene de países extranjeros existiendo en México muy poca investigación respecto a la necesidad del apoyo tanatológico para mejorar la disfunción que existe entre los miembros de la familia de un alcohólico para ayudarles a resolver el duelo provocado por la enfermedad del alcoholismo.

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HIPOTESIS

El alcoholismo es un signo de autodestrucción que arrasa con el círculo familiar y dado que es una enfermedad progresiva y potencialmente mortal requiere abordarse como una enfermedad terminal que necesita apoyo tanatológico para el alcohólico, para su familia y para las personas que conviven con él.

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OBJETIVO GENERAL

Determinar la necesidad de apoyo tanatológico después de conocer la situación del familiar del alcohólico frente a esta enfermedad.

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IMPORTANCIA DEL ESTUDIO

En nuestra sociedad aún existe una confusión general acerca de lo que es el alcoholismo, aún por la propia familia del alcohólico, misma que en ocasiones piensa y cree que es un vicio (siendo en realidad la primera percepción de la familia sobre el alcohólico) considerando posteriormente que el alcohólico es una persona con falta de voluntad y solo después de un tiempo es que llegan a considerar al alcoholismo como una enfermedad progresiva y mortal.

Sin embargo, no siempre sus miembros llegan a tener esta percepción del alcoholismo lo que tiende a repercutir en la recuperación, tanto del alcohólico mismo como de los miembros de su familia, por ello la gran importancia de aclarar y conocer a fondo que dicho problema de salud es una enfermedad terminal y que esta enfermedad la padecen tres millones de mexicanos de acuerdo a las últimas cifras de la Secretaría de Salud. Asimismo es importante conocer la influencia que el alcoholismo ejerce sobre el ámbito familiar .

Además parece ser que en nuestro país los investigadores se enfocan más a estudiar a los alcohólicos que a sus familiares por lo que existe muy poca información bibliográfica sobre esto (Natera, 1989). Este estudio aportará material informativo acerca del ambiente familiar alcohólico, tanto a profesionales como a no profesionales y a aquellas personas que se interesen por el trabajo con los familiares de estos enfermos para entender mejor y apoyar a cada miembro de la familia.

Lo más importante es que este trabajo contribuya a crear conciencia del daño que el alcoholismo causa en la familia con el objetivo de dar mayor difusión a grupos de autoayuda y la necesidad de apoyo tanatológico para quienes lo soliciten.

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METODOLOGÍA

A. ESCENARIO: Ciudad de Puebla, Pue. B. UNIVERSO: Familiares de alcohólicos, algunos pertenecientes a grupos Al-anon y que voluntariamente accedieron a participar en este trabajo.

C. MUESTRA: Se solicitó la respuesta a la entrevista a 29 familiares de alcohólicos accediendo a responderla 19 individuos pertenecientes a 16 familias con uno o más alcohólicos.

D. INSTRUMENTO: Se utilizó la ficha de identificación de Hernández Fernández del Castillo (1995) que tiene por objetivo conocer la situación personal de los familiares de la persona alcohólica. Ver Anexo I.

El cuestionario consta de un total de 26 preguntas, de las cuales algunas son cerradas con opciones a contestar y otras abiertas en las que se pide la opinión del familiar ante diferentes situaciones.

Se indagan aspectos en los que se involucran sentimientos de los hijos y/o cónyuge hacia su familiar alcohólico (a), considerando el presente y el pasado, además de su conocimiento acerca de la enfermedad; se pregunta también sobre el sexo del familiar alcohólico (a), si asiste o no a algún grupo de autoayuda (el alcohólico (a) y su familia) y si actualmente toma o no.

Por otro lado se exploran los hábitos de ingestión alcohólica en el enfermo. Además se investigan las consecuencias que ha traído el alcoholismo del paciente y también se pregunta sobre el consumo de alcohol en los familiares. Se investiga sobre la conducta de la persona alcohólica en estado de intoxicación así como de éste con su cónyuge observando la relación de ambos.

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De igual manera se consideran los antecedentes familiares que existan de alcoholismo, incluyendo a generaciones pasadas. Por último se contemplan áreas del desarrollo social, escolar o laboral del familiar del paciente alcohólico.

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RESULTADOS

Los resultados que pudimos obtener de la ficha de identificación en los 19 individuos entrevistados fueron los siguientes:



Género: 17 (89.47%) fueron mujeres y 2 (10.53%) fueron hombres. Ver anexo II, gráfica 1.



Edad: El rango de edades fue de 49 años con una edades entre 24 y 73 años. La media de la edad fue de 42.3 años, la mediana de 40 años y la moda, es decir, la edad más frecuente, 35 años. Ver anexo II, gráfica 2.



Estado civil: 13 (68.42%) casados y 6 (31.58%) solteros (2 divorciadas y 1 viuda). Ver Anexo II, gráfica 3.



Escolaridad: Primaria

3 (15.79%), Secundaria 2 (10.53%), Preparatoria 3

(15.79%), Estudios técnicos (Comercio e Idiomas) 2 (10.53%), Licenciatura (Normal

Primaria,

Comunicaciones,

Ingeniería

Industrial,

Odontología,

Administración de empresas, Medicina) 6 (31.58%), Postgrado (Medicina Interna, Maestría en Ciencias) 3 (15.79%). Ver Anexo II, gráfica 4.



Ocupación: Labores del hogar 10 (52.63%), Profesionistas independientes 5 (26.32%), Actividades empresariales 1 (5.26%), Comerciante 1 (5.26%), Estudiante 2 (10.53%). Ver anexo II, gráfica 5.



Religión: Católica 17 (89.48%), Cristiana 1 (5.26%), Evangélica 1 (5.26%). Ver anexo II, gráfica 6.



Ingreso mensual: Solo 13 personas (68.42%) contestaron a esta pregunta, siendo el rango de $17,000 con ingresos mensuales familiares que oscilaron

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entre $3,000 y $20,000, media de $10,946, mediana de $10,000 y moda de $20,000 con una desviación estándar de 6692.11.



Pasatiempos: Se mencionaron varios y en orden de frecuencia fueron: Lectura 47.36% (9), deporte 21.05% (4), ejercicio 21.05% (4), escuchar música 15.79% (3), ver televisión 5.26% (1), yoga 5.26% (1), manualidades 5.26% (1), ir al cine 5.26% (1). Dos personas (10.53%) no contestaron esta pregunta.



Dependencia económica: 12 personas (63.16%) dependen económicamente de su familia (del esposo el 83.34%, del padre el 8.33%, del hijo el 8.33%) y 6 personas (31.58%) no dependen de su familia. 1 persona (5.26%) no contestó esta pregunta. Ver anexo II, gráfica 7.



Aportación económica al ingreso mensual familiar: El 57.89% (11 individuos) sí aportan económicamente a su familia y el 42.11% (8 individuos) no lo hacen. Ver anexo II, gráfica 8.



Porcentaje de aportación al ingreso mensual familiar: De los 11 individuos que sí aportan para el ingreso mensual familiar, sólo 6 (54.55%) especificaron la cantidad con la que participan siendo la media de 63% del ingreso mensual familiar, la mediana de 50% y la moda 100%.

Con respecto a las preguntas de la entrevista los resultados fueron los siguientes:

1. 78.94% de los individuos entrevistados (15), sí asisten a un grupo de autoayuda (Al-anón) y 21.06% no lo hace. Las causas por las que asisten a un grupo de autoayuda son: •

53.33% (8) porque tienen un familiar alcohólico



por enfermedad nerviosa



para aprender a vivir con gente alcohólica



para encontrarse y saber valorarse

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por co-dependencia



para no sentirse sola



para su recuperación



Porque encontró gran ayuda.

Las causas por las que no asisten a un grupo de autoayuda son: •

porque no tiene tiempo



porque no le afectó



porque le es indiferente



porque acudió a un grupo antes y no se identificó

2. El tiempo de asistencia al grupo fue variable: •

10 años: 6.67% (1)



4 años: 13.33% (2)



2 años: 13.33% (2)



18 meses: 6.67% (1)



12 meses: 26.67% (4)



5 meses: 6.67% (1)



4 meses: 13.33% (2)



2 meses: 13.33% (2)

3. Solo 18 de 19 personas respondieron sobre su sentimiento por el familiar alcohólico en la actualidad y los resultados pueden observarse en el anexo II, gráfica 9 y fueron los siguientes:



Amor: 83.33% (15/18). Este sentimiento se acompañó de compasión en 8/15, tristeza 8/15, comprensión 7/15, coraje 4/15, rechazo 2/15, otro sentimiento (dolor (1), impotencia y frustración (1), resentimiento(1)).



Tristeza: 55.55% (10/18). Este sentimiento se acompañó de compasión en 9/10, amor 8/10, coraje 4/10, comprensión 3/10, rechazo 2/10, otro sentimiento (impotencia (2), resentimiento (1), frustración(1)).

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Compasión: 55.55% (10/18). Se acompañó de amor 8/10, tristeza 8/10, comprensión 4/10, coraje 1/10, otro sentimiento (impotencia (2) rechazo (2), dolor (1), resentimiento (1) y frustración(1)).



Comprensión: 44.44% (8/18).

Se acompañó de amor 7/8, compasión 4/8,

tristeza 3/8, coraje 1/8, otro sentimiento (dolor (1), impotencia (1), frustración(1)).



Coraje: 27.77% (5/18)



Rechazo: 16.67% (3/18)



Otro sentimiento: 33.33% (6/18) •

Impotencia (2/6)



Dolor (1/6)



Frustración (1/6)



Indiferencia (1/6)



Resentimiento (1/6)

4. El sentimiento por el familiar alcohólico en el pasado en orden de frecuencia (Anexo II, gráfica 9) fue: •

Coraje: 73.68% (14/19). Se acompañó de tristeza 10/14, rechazo 8/14, amor 3/14, compasión 2/14, comprensión 1/14, otro sentimiento (impotencia (2), frustración (2), odio (2), resentimiento (2), miedo (1), lástima (1), furia y amargura (1)).



Tristeza: 57.89% (11/19). Se acompañó de coraje 10/11, rechazo 6/11, amor 4/11, compasión 3/11, comprensión 2/11, otro sentimiento (frustración (2), impotencia (1), resentimiento (1), miedo (1), odio (1), lástima (1), furia y amargura (1)).

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Rechazo: 57.89% (11/19). Se acompañó de tristeza 6/11, coraje 8/11, otro sentimiento (resentimiento (3), odio (1), miedo (1), furia y amargura (1), frustración (1), impotencia (1).



Amor: 21.05% (4/19).

Se acompañó de tristeza 4/4, coraje 3/4, comprensión

42/4, compasión 2/4, otro sentimiento (impotencia (1), frustración (1), lástima (1).



Comprensión: 15.78% (3/19)



Compasión: 15.78% (3/19)



Otro sentimiento: 68.42% (13/19) •

Resentimiento (3/13)



Impotencia (2/13)



Frustración (2/13)



Odio (2/13)



Miedo (1/13)



Lástima (1/13)



Furia (1/13)



Amargura (1/13)

5. A la pregunta sobre qué es el alcoholismo 18 personas (94.73%) contestaron que era una enfermedad (enfermedad (14), enfermedad progresiva y mortal (2), enfermedad física y mental que provoca la ingestión de alcohol (1), enfermedad maldita (1), enfermedad del que la padece y de la familia (1)) y sólo una persona (5.27%) contestó que era “algo que destruye la vida por completo y a tu familia”.

6. Solo 18 personas respondieron sobre la forma de actuar frente al alcoholismo de un familiar en el presente (Anexo II, gráfica 10) y los resultados fueron:

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Lo acepta: 61.11% (11/18). Esta conducta se acompañó de las siguientes: tiende a retirarse de la escena 7/11, protege a los demás 6/11, tiende a no hablar 5/11, opta por salir de su casa 4/11, tiende a reclamar o a reprochar 3/11, adopta una actitud pasiva 3/11, provoca discusiones 2/11, lo estimula 2/11, agresivamente 1/11, es indiferente 1/11.



Protege a los demás: 50% (9/18). Esta conducta se acompañó de: lo acepta 6/9, tiende a retirarse de la escena 5/9, opta por salir de su casa 5/9, tiende a no hablar 4/9, tiende a reclamar o a reprochar 4/9, provoca discusiones 3/9, agresivamente 2/9, adopta una actitud pasiva 2/9, es indiferente 1/1, se esconde 1/1, lo estimula 1/1.



Tiende a no hablar: 44.44% (8/18). Esta conducta se acompañó de: lo acepta 5/8, protege a los demás 4/8, adopta una actitud pasiva 3/8, tiende a retirarse de la escena 3/8, opta por salir de su casa 2/8, tiende a reclamar o a reprochar 2/8, provoca discusiones 2/8, es indiferente 1/8, lo estimula 1/8, se esconde 1/8, agresivamente 1/8.



Tiende a retirarse de la escena: 38.89% (7/18). Esta conducta se acompañó de: lo acepta 7/8, protege a los demás 5/8, opta por salir de su casa 4/8, tiende a reclamar o a reprochar 3/8, adopta una actitud pasiva 3/8, tiende a no hablar 3/8, provoca discusiones 2/8, lo estimula 2/8, se esconde 1/8, es indiferente 1/8, agresivamente 1/8.



Tiende a reclamar o a reprochar: 33.33% (6/18)



Opta por salir de su casa: 27.78% (5/18)



Adopta una actitud pasiva: 27.78% (5/18)



Provoca discusiones: 27.78% (5/18)



Agresivamente: 16.67% (3/18)



Lo estimula: 11.11% (2/18)



Es indiferente: 5.56% (1/18)

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Se esconde: 5.56% (1/18)

7. La forma de actuar frente al alcoholismo de un familiar en el pasado (Anexo II, gráfica 10) se reflejó así:



Agresivamente: 63.16% (12/19). Esta conducta se acompañó de: provoca discusiones 10/12, tiende a reclamar o a reprochar 10/12, protege a los demás 5/12, tiende a no hablar 3/12, opta por salir de su casa 3/12, tiende a retirarse de la escena 3/12, se esconde 3/12, adopta una actitud pasiva 2/12, es indiferente 1/12, lo acepta 1/12, lo estimula 1/12.



Provoca discusiones: 63.16% (12/19). Esta conducta se acompañó de: tiende a reclamar o a reprochar 11/12, agresivamente 10/12, protege a los demás 7/12, opta por salir de su casa 5/12, tiende a no hablar 4/12, se esconde 3/12, lo acepta 2/12, adopta una actitud pasiva 2/12, es indiferente 1/12, lo estimula 1/12.



Tiende a reclamar o a reprochar: 63.16% (12/19). Esta conducta se acompañó de: provoca discusiones 11/12, agresivamente 10/12, protege a los demás 7/12, opta por salir de su casa 5/12, tiende a no hablar 4/12, tiende a retirarse de la escena 4/12, se esconde 3/12, adopta una actitud pasiva 2/12, lo acepta 2/12, es indiferente 1/12, lo estimula 1/12.



Tiende a retirarse de la escena: 42.1% (8/19). Esta conducta se acompañó de: opta por salir de su casa 5/8, tiende a reclamar o a reprochar 4/8, protege a los demás 4/8, provoca discusiones 4/8, lo acepta 3/8, se esconde 3/8, tiende a no hablar 3/8, agresivamente 3/8, adopta una actitud pasiva 1/8, lo estimula 1/8, es indiferente 1/8.



Protege a los demás: 36.84% (7)



Tiende a no hablar: 31.58% (6)

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Opta por salir de su casa: 21.05% (4)



Se esconde: 21.05% (4)



Lo acepta: 15.78% (3)



Adopta una actitud pasiva: 10.52% (2)



Lo estimula: 5.26% (1)



Es indiferente: 5.26% (1)

8. También en orden de frecuencia el familiar alcohólico (ver Anexo II, gráfica 11) fue: •

Esposo (10/19)



Padre (6/19)



Hermano (5/19)



Hijo (2/19)



Cuñado (1/19)



Yerno (1/19)

En la pregunta 22 se interrogó sobre el antecedente de familiares alcohólicos siendo las respuestas las siguientes: •

Padre (9/19)



Hermano (6/19)



Tíos (as) (4/19)



Cuñado (3/19)



Madre (3/19)



Suegros (2/19)



Abuelos maternos (2/19)



Sobrino (1/19)

9. 52.63% (10) de los familiares alcohólicos no acuden a un grupo de autoayuda y 47.37% (9) sí lo hacen (Alcohólicos anónimos).

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10. Los familiares de 10 de los encuestados (52.63%) no son bebedores activos desde tiempos muy variables (12 meses-15 años) pero del resto sí lo son (43.37%) desde hace varios años (10-30 años). Entre los comentarios vertidos ante esta pregunta están: •

Qué bueno que se está ayudando



Ha habido grandes cambios



Hace algunos juramentos



Toma mucho pero no se le nota



Ya no toma pero ahora es adicto a la cocaína



Está destruyendo el matrimonio



Nuestra relación ha cambiado, ahora somos felices.

De los individuos encuestados:

11. 68.42% (13) ha tomado hasta emborracharse.

12. Esos hábitos de ingestión de alcohol están o estaban siendo causa de problemas en sus casas en el 31.58% (6).

13. 26.31% (5) bebe tratando de huir de preocupaciones o problemas

14. 10.52% (2) bebe para sentirse más seguro.

15. En el 42.11% (8) su familiar alcohólico ha estado hospitalizado a causa del alcoholismo.

16. En el 36.84% (7) su familiar alcohólico ha estado en la cárcel a causa del alcoholismo.

17. En el 47.37% (9) su familiar alcohólico sufre alguna enfermedad física o mental a causa del alcoholismo.

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18. En el 89.47% (17) su familiar alcohólico tiene o tuvo ideas y pensamientos dañados por el alcohol.

19. La ingestión de alcohol por su familiar alcohólico es diaria en el 36.84% (7), cada tercer día 10.53% (2), cada semana 21.05% (4), sólo en fiestas 15.79% (3), indistintamente 15.79% (3).

20. La mayoría de las veces, el familiar alcohólico cuando bebe actúa (Anexo II, gráfica 12):



Peleador: 63.16% (12/19). Esta conducta se acompañó de: sentimental 9/12, discute 9/12, violento 8/12, agresivo 8/12, se aísla 4/12, protector 4/12, pasivo y tranquilo 3/12.



Sentimental: 57.89% (11/19). Esta conducta se acompañó de: peleador 9/11, discute 8/11, agresivo 7/11, violento 7/11, cariñoso 3/11, pasivo y tranquilo 3/11, se aísla 2/11, protector 2/11.



Discute: 57.89% (11/19). Esta conducta se acompañó de: peleador 10/11, sentimental 8/11, violento 8/11, agresivo 7/11, cariñoso 3/11, se aísla 3/11, pasivo y tranquilo 2/11, protector 2/11.



Violento: 52.63% (10/19). Esta conducta se acompañó de: peleador 9/10, agresivo 8/10, discute 8/10, sentimental 7/10, se aísla 3/10, cariñoso 3/10, pasivo y tranquilo 2/10, protector 2/10.



Agresivo: 42.1% (8)



Pasivo y tranquilo: 31.58% (6)



Cariñoso: 26.31% (5)

63



Protector: 26.31% (5)



Se aísla: 26.31% (5)

21. Su familiar alcohólico con su padre, madre o hermanos que no toman actúa (Ver anexo II, gráfica 12):



Discute: 52.63% (10/19). Esta conducta se acompañó de: agresivo 7/10, sentimental 6/10, pelador 5/10, violento 4/10, se aísla 4/10, protector 3/10, pasivo y tranquilo 2/10, cariñoso 2/10.



Sentimental: 47.37% (9/19). Esta conducta se acompañó de: discute 6/9, agresivo 5/9, pasivo y tranquilo 4/9, protector 4/9, peleador 4/9, cariñoso 3/9, violento 3/9, se aísla 3/9.



Agresivo: 42.1% (8/19). Esta conducta se acompañó de: discute 7/8, peleador 6/8, sentimental 6/8, violento 4/8, se aísla 4/8, pasivo y tranquilo 1/8, cariñoso 1/8, protector 1/8.



Peleador: 36.84% (7/19). Esta conducta se acompañó de: agresivo 6/7, discute 5/7, sentimental 4/7, violento 4/7, se aísla 2/7, cariñoso 2/7, pasivo y tranquilo 1/7, protector 1/7.



Cariñoso: 31.58% (6/19)



Pasivo y tranquilo: 31.58% (6/19)



Violento: 26.31% (5/19)



Se aísla: 26.31% (5/19)



Protector: 21.05% (4/19)

23. Sólo 18 personas respondieron a esta pregunta. Al 88.88% (16/18) de los encuestados les agrada ser sociables y relacionarse con las personas que no conoce.

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8/16 prefieren actividades que no impliquen relacionarse con muchas personas



5/16 se les dificulta concentrarse en el estudio o en el trabajo.



9/16 consideran que su familia favorece su desarrollo laboral o educativo.

24. Sólo 18 personas respondieron a esta pregunta. El 55.56% (10/18) prefieren actividades que no impliquen relacionarse con muchas personas. •

8/10 les agrada ser sociables y relacionarse con personas que no conocen



2/10 se les dificulta concentrarse en el estudio o en el trabajo



4/10 consideran que su familia favorece su desarrollo laboral o educativo.

25. Sólo 18 personas respondieron a esta pregunta. Al 38.89% (7/18) se le dificulta concentrarse en el estudio o en el trabajo. •

5/7 les agrada ser sociables y relacionarse con personas que no conocen



4/7 prefieren las actividades que no impliquen relacionarse con muchas personas.



2/7 consideran que su familia favorece su desarrollo laboral o educativo.

26. Sólo 18 personas respondieron a esta pregunta. El 50% (9/18) de los encuestados considera que su familia favorece su desarrollo laboral o educativo. •

9/9 les agrada ser sociables y relacionarse con personas que no conocen



4/9 prefieren las actividades que no impliquen relacionarse con personas que no conocen.



3/9 se les dificulta concentrarse en el estudio o en el trabajo.

También el 50% (9/18) considera que su familia no favorece su desarrollo laboral o educativo por las siguientes razones: •

Mi pareja ofreció resistencia a cualquier actividad que deseara hacer.



He sido autosuficiente



Porque no viven conmigo



Porque mi familia nunca me apoyó

65

DISCUSIÓN Comenzando por la definición de alcoholismo, diversos autores aún no han llegado a un acuerdo para definir qué es el alcoholismo; así, la Organización Mundial de la Salud, Jellinek (Alonso Fernández, 1988) y la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM-IV, 1995) no hablan claramente del alcoholismo como una enfermedad aunque mencionan los términos de tolerancia y síndrome de abstinencia. Solamente Keller (Velasco Fernández, 1981; Souza y Machorro, 1988) y el grupo de Alcohólicos Anónimos se refieren al alcoholismo como una enfermedad.

En nuestro grupo de estudio llama la atención que en la pregunta

sobre qué es el alcoholismo (pregunta 5), el 94.73% de las personas entrevistadas respondieron que era una enfermedad y consideramos que esto es explicable dado que la mayoría (78.94%) de los individuos participantes en este trabajo pertenecen a un grupo de autoayuda o alguno de sus familiares participa en ellos lo que permite que ya hayan recibido enseñanza o se hayan informado a través de la lectura sobre el alcoholismo desde una visión más amplia que la de la población general.

Con respecto a los factores socioculturales se señalan algunos factores que refuerzan y motivan la ingestión de alcohol entre los que se encuentra la presencia de un alcohólico en la familia, factor que sí fue observado en la población de nuestro estudio ya que 53.33% de los entrevistados (8/15 que sí acuden a un grupo de autoayuda) manifestaron tener un familiar alcohólico (pregunta 1) aunque hubo discrepancia con respecto a esta frecuencia al cuestionar sobre quién era ese familiar (pregunta 8) pues 10/19 refirieron que fue el esposo, 6/19 el padre, 5/19 el hermano, 2/19 el hijo, 1/19 el cuñado y 1/19 el yerno; y también cuando se preguntó sobre el antecedente de un familiar alcohólico (pregunta 22): padre 9/19, hermano 6/19, tíos (as) 4/19, cuñado 3/19, madre 3/19, suegros 2/19 y sobrino 1/19.

El abuso en el consumo de bebidas alcohólicas representa el 9% de las enfermedades en México y los padecimientos asociados son, de acuerdo con la Secretaría de Salud: cirrosis hepática, dependencia o adicción alcohólica, lesiones

66

por accidente en vehículo de motor, homicidios, enfermedad cerebro vascular y enfermedad cardiaca.

Nosotras cuestionamos sobre los antecedentes de

enfermedad física o mental por causa del alcoholismo (pregunta 17) encontrando que en el 47.37% de los individuos entrevistados existía este antecedente en sus familiares alcohólicos, asimismo, el 42.11% de estos familiares estuvieron hospitalizados a causa del alcoholismo (pregunta 15), 89.47% de estos familiares tenían ideas y pensamientos dañados por el alcohol (pregunta 18) y 36.84% habían estado en la cárcel a consecuencia del alcoholismo (pregunta 16).

En las encuestas nacionales de adicciones se refiere que la población que reportó beber diariamente o casi a diario era de 4.8% entre los hombres y 0.3% entre las mujeres. Aunque en este estudio no discriminamos el género del bebedor, en la pregunta 19 se interrogó sobre la frecuencia de ingestión de alcohol encontrando que los que beben diariamente son el 36.84%, cada tercer día 10.53%, cada semana 21.05%, sólo en fiestas 15.79% e indistintamente el 15.79%.

Esto podemos

explicarlo con el hecho de que nuestro trabajo se realizó entre individuos que acuden a grupos de autoayuda derivados de Alcohólicos Anónimos, es decir, nuestra población tuvo el sesgo de no ser una muestra aleatoria.

La frecuencia de mujeres alcohólicas es baja aunque ha ido incrementando con el paso de los años; en nuestros resultados encontramos que sí hubo antecedente de mujeres alcohólicas entre los individuos entrevistados: madre 3/19, tíos (as) 4/19. No hicimos una pregunta directa sobre si los entrevistados (17/19 eran mujeres) eran alcohólicos, sin embargo, se interrogó si habían tomado alguna vez hasta emborracharse (pregunta 11) encontrando que sí lo hicieron el 68.42% , que esos hábitos de ingestión de alcohol están o estaban siendo causa de problemas en sus casas (pregunta 12) en el 31.58%, que bebían tratando de huir de preocupaciones o problemas el 26.31% (pregunta 13) y que el 10.52% bebía para sentirse más seguro (pregunta 14). Estos resultados reflejan que en un porcentaje elevado de las mujeres que conviven con alcohólicos pudiera estar presente también el alcoholismo aunque ellas aun no lo hayan reconocido y esto tiene sustento en la

67

bibliografía que refiere que uno de los factores que predispone a la mujer para el alcoholismo es la alta ocurrencia de alcoholismo en la familia de origen, el desajuste y la disgregación familiar.

Tal y como lo refiere Griffith, 1986, es más fácil y probable que el hombre abandone a una esposa alcohólica que una mujer deje a su esposo alcohólico, principalmente por la situación económica de la familia sin darse cuenta de que ella se convierte en la principal aportadora del ingreso familiar.

Esto lo pudimos

comprobar en las encuestas ya que a pesar de tener un cónyuge alcohólico, 13/17 mujeres están casadas, 1/17 soltera, 1/17 viuda, 2/17 divorciadas. Con respecto al aporte económico 63.16% refirió depender económicamente de su familia (83.35% del esposo, 8.33% del padre y 8.33% del hijo), sin embargo cuando se preguntó si aportaban económicamente al ingreso mensual familiar, 57.89% de los individuos sí lo hacían y de estos lo más común (moda) fue que aportaban el 100% del ingreso mensual familiar.

Estos datos se encuentran en los resultados de la ficha de

identificación.

En

cuanto

a

la

personalidad

del

alcohólico

se

refieren

diferentes

características (Elizondo, s.f.) que sí se encontraron en los familiares de los encuestados con los siguientes resultados: tiende a aislarse el 26.31%, es cariñoso el 26.31%, es agresivo el 31.58% (pregunta 20). El trato hacia el cónyuge o familiar no alcohólico no mostró cambios con respecto a la actitud cariñosa y la tendencia a aislarse pero sí fue evidente que existe mayor agresividad ya que el porcentaje fue de 42.1% (pregunta 21).

Heinemann (1989) refiere que el cónyuge no alcohólico es tan enfermo como el alcohólico mismo, la pareja de la persona alcohólica generalmente tiene antecedentes de alcoholismo en su familiar lo que se evidenció en las respuestas a las preguntas 8 y 22.

68

Las estrategias usadas por los cónyuges de alcohólicos coinciden con las descritas por Griffith, 1986 y nuestros resultados fueron: utilizan el rodeo (63.16% reacciona agresivamente, 63.16% provoca discusiones, 63.16% reclama o reprocha, 42.1% se retira de la escena, 31.58% tiende a no hablar, 21.05% opta por salir de su casa, 21.05% se esconde, 10.52% adopta una actitud pasiva), manipulacion (68.42% ha tomado hasta emborracharse), mimos (5.26% lo estimula), manejo constructivo (36.84% protege a los demás, 78.94% acude a un grupo de autoayuda).

Estas

estrategias difieren en gran medida con las utilizadas en forma posterior a la asistencia a un grupo de autoayuda ya que los porcentajes varían notablemente: rodeo (16.67% reacciona agresivamente, 27.78% provoca discusiones, 33.33% reclama o reprocha, 38.89% tiende a retirarse de la escena, 44.44% tiende a no hablar, 27.78% opta por salir de su casa, 5.56% se esconde, 27.78% adoptan una actitud pasiva), mimos (11.11% lo estimula), manejo constructivo (50% protege a los demás).

Tal y como lo describen Souza y Machorro, 1988; Cormillot y Lombardini, 1992; Pérez y Rodríguez 1994, los integrantes de la familia alcohólica adquieren resentimientos que con el paso del tiempo se vuelcan de manera imprevista ocasionando disgregación familiar.

Así, en nuestro estudio encontramos que los

sentimientos del familiar no alcohólico hacia su familiar alcohólico fueron: coraje 73.68%, tristeza 57.89%, rechazo 57.89%, amor 21.05%, comprensión 15.78%, compasión 15.78%, otro sentimiento 68.42% (resentimiento, impotencia, frustración, odio, miedo, lástima, furia, amargura) ( pregunta 4). Nos llama la atención que esto difiere con lo respondido en la pregunta 3 en donde el sentimiento que predominó fue el amor 83.33%, tristeza 55.55%, compasión 55.55%, comprensión 44.44%, etc.

69

CONCLUSIÓN

Consideramos que sería importante aplicar esta encuesta a familiares de alcohólicos que no asisten a grupos de autoayuda ya que podríamos encontrar variantes interesantes tales como la percepción sobre qué es el alcoholismo puesto que en la sociedad actual, aún entre los adolescentes ya es “normal” ingerir alcohol bajo cualquier pretexto además de que en nuestro país se promueve el consumo de alcohol en gran medida a través de los medios de comunicación masiva.

También consideramos que aunque el alcoholismo es una entidad multifactorial, es decir, condicionada por factores genéticos y, no existen de manera fehaciente bases para sustentar que el alcoholismo es una enfermedad pero el hecho de que algunos grupos la reconozcan como tal permite al individuo alcohólico y a sus familiares obtener compasión de la sociedad y la aprobación para permanecer en ella.

Así por ejemplo, nuestra sociedad considera que la

drogadicción es un vicio no una enfermedad, ¿por qué entonces el vicio del alcohol si debe justificarse como enfermedad?.

Es posible que el alcoholismo sea un vicio que conduce al desarrollo de enfermedades que sí son potencialmente mortales (cirrosis hepática, enfermedad cerebro vascular, enfermedad cardiaca, etc.) o bien al desarrollo de conductas inadecuadas que precipitan la pérdida de la calidad de vida del alcohólico tales como la estancia en la cárcel, homicidios, asaltos, desintegración familiar, etc.

La discrepancia encontrada entre las preguntas 1,8 y 22 parece reflejar la existencia de negación de alcoholismo intrafamiliar; esto tal vez motivado por el conflicto social que representa el aceptar que la madre, el padre o el mismo hijo son alcohólicos.

Es evidente que las mujeres que asisten a los grupos de autoayuda tienen como objetivo adquirir la estrategia de manejo constructivo referida por Griffith en

70

1986 pero en realidad creemos que no la logran al 100% ya que la dignidad de las parejas no se mantiene y podríamos cuestionarnos en qué proporción más que aceptar el alcoholismo de su familiar se conforman o aprenden a convivir con él. Esto puede ser la causa que justifique el hecho de que los grupos de autoayuda no permitan el ingreso de profesionistas para el manejo integral del duelo.

Consideramos importante la inclusión del tanatólogo en los grupos de autoayuda para lograr la solución total al duelo no resuelto que arrastran los familiares de los alcohólicos pero tal vez el temor de estos grupos pudiera ser ¿terminarían los grupos si un tanatólogo resuelve estos duelos? ¿qué caso tendría asistir a un grupo si ya se resolvió el duelo? ¿habría mayor número de divorcios?, ¿los alcohólicos impedirían que sus familiares acudieran a estos grupos?.

Será importante desarrollar futuros proyectos de investigación aleatorizados o comparativos para poder sustentar y validar las respuestas encontradas en este trabajo dada la importancia de obtener respuestas de una población menos seleccionada que permita garantizar en un futuro la integridad familiar y del alcohólico.

71

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73

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75

INDICE

BIOGRAFÍA DE LAS AUTORAS..................................................................... 2-3 RESUMEN........................................................................................................

4

INTRODUCCIÓN.............................................................................................. 5-8 MARCO TEÓRICO........................................................................................... 9-47 DEFINICIÓN DEL PROBLEMA.......................................................................

48

HIPÓTESIS......................................................................................................

49

OBJETIVO GENERAL....................................................................................

50

IMPORTANCIA DEL ESTUDIO......................................................................

51

METODOLOGIA............................................................................................. 52-53 RESULTADOS............................................................................................... 54-65 DISCUSIÓN.................................................................................................... 66-69 CONCLUSIÓN................................................................................................ 70-71 BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................. 72-75 ÍNDICE............................................................................................................

76

ANEXO I. FICHA DE IDENTIFICACIÓN ANEXO II. GRÁFICAS 1-12

76

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