Bandoleros Encartados Pdf

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Charles Rivera olaskoaga

BANDOLEROS ENCARTADOS Y EL COLERA (Sestao 1800 – 1937)

1

La redacción de este libro ha sido una gozada porque me ha llevado por ese duro camino de la historia que nuestros antepasados tuvieron que completar para que nosotros hoy en día podamos disfrutar de este nuestro pueblo Sestao. Asimismo, me ha hecho entender las penurias que pasaron y reflexionar sobre lo que sucedió. Por otro lado, este libro no hubiera sido posible sin la colaboración y apoyo altruista de Luis Casas que día a día va recopilando y desempolvando esa parte de nuestra historia más olvidada. Gracias

2

Índice

Página

Prólogo

4

Capítulo 1:

La impunidad del robo

7

Capítulo 2:

Tricio el bandolero

19

Capítulo 3

La Batalla de Abellaneda

32

Capítulo 4

Los forajidos toman partido

38

Capítulo 5

La calma después de la tormenta

47

Capítulo 6

El amotinamiento

52

Capítulo 7

La lucha continúa

57

Capítulo 8

Las últimas batallas

62

Capítulo 9

Cambio de rumbo

70

Capítulo 10

La llegada del bacalao y del cólera

73

Capítulo 11

Todo sigue igual

81

Capítulo 12

Vuelta a las andadas

85

Capítulo 13

Un pueblo en ebullición

99

Capítulo 14

Los problemas de siempre

108

3

Prólogo Las Encartaciones La

Merindad

de

las

Encartaciones

abarca

las

siguientes

anteiglesias: Barakaldo (una parte de Barakaldo pertenece a esta Merindad), Sestao, Portugalete, Santurtzi, Trapagaran, Ortuella, Abanto, Zierbena, Muskiz, Alonsotegi, Zalla, Galdames, Sopuerta, Artzentales, Trutzioz, Gordoxola, Gueñes, Lanestosa (el pueblo más pequeño de Vizcaya en extensión,) y por último Karrantza (el pueblo más grande de Vizcaya en extensión) y era legislada y gobernada desde la vieja Casa de Juntas de Abellaneda (Sopuerta) por medio de

asambleas que comenzaron a celebrarse para atajar las innumerables luchas que había entre los bandos de banderizos que también asolaron esta zona de Vizcaya, dando pie, a la sombra de tales luchas, al bandidaje, por tal razón los „Hombres Buenos‟ (hombres honestos y cabales del pueblo) de la merindad formaron un gobierno 4

en 1.394 con el fin de elaborar un fuero (el más antiguo que se conoce en el País Vasco) bajo el amparo del Corregidor González Moro, siendo aprobado tanto por el Señor de Vizcaya como por los Reyes Católicos que se llamó “De Usos y Costumbres”, que era una especie de código penal muy estricto y duro que recogía y aplicaba 45 leyes que se utilizaron para traer la paz y la prosperidad a la comarca. Dicho fuero sería posteriormente reformado en 1.503 por el Corregidor Francisco Pérez de Vargas, hasta que en 1.526, en una sesión celebrada en la Casa de Juntas de Abellaneda, se decidiera adoptar y utilizar el „Fuero de Vizcaya‟ por ser este más completo y adaptarse mejor a las necesidades de la merindad. Todos los que vivimos en esta merindad sabemos muy poco o casi nada de ella, por lo que nos hacemos preguntas sobre la toponimia etimológica de las Encartaciones. Muchos historiadores mantienen que las Encartaciones formó parte del Señorío de Vizcaya desde tiempos inmemoriales y que fue enteramente vascoparlante, otros, sin embargo, aseguran que parte de la merindad estuvo bajo el dominio Sarraceno, haciendo hincapié en las poblaciones de Supporta y Garancium, estableciendo un nexo entre Sopuerta y Karrantza, aunque los innumerables estudios llevados a cabo actualmente no avalan tal teoría. El nombre de Las Encartaciones puede que provenga de la toponimia „encartado‟, nombre que se daba a todo aquel que se encontraba al margen de la ley, que en aquellos tiempos era llamado por pregón de alguna acusación criminal o delito y que mediante tales pregones el juez ordenaba al „encartado‟ (ladrones, salteadores de caminos, cuatreros, criminales y bandoleros) que no entrara en su tierra de origen o donde viviera, por tal razón, a lo largo de la historia los malhechores y bandoleros han encontrado en esta merindad el lugar idóneo donde esconderse para llevar a cabo sus fechorías 5

gracias a la abrupta orografía existente en Las Encartaciones que está petada de bosques impenetrables y montañas inexpugnables donde proliferan cuevas, cañones y barrancos, así como las temidas manadas de lobos. Otra hipótesis que se baraja, y muy razonable también, es que el nombre de Encartaciones proviene del vocablo „encartado‟ que alude al título de empadronamiento que se otorgaba a toda persona que estaba censada en la merindad y que disfrutaba de la „Carta de Privilegios‟ otorgada tanto por los Reyes de España como por el Señor de Vizcaya.

6

1 La impunidad del robo A principios de 1.808 el pueblo llano de la pacífica Villa de Portugalete y los pueblos que la rodean, uno de ellos Sestao, están un tanto inquietos, no solamente porque se oyen ruidos de la invasión de España por parte de Napoleón Bonarparte sino porque la pequeña Villa donde conviven plebeyos y terratenientes ha sacado el hacha de guerra contra los burgueses, políticos y religiosos que exigen cada vez más y más diezmos a los granjeros y comerciantes de la comarca, además el Pueblo Llano piensa que tales tambores de guerra traerán más miseria e impuestos, abocando a las familias a pasar hambre, aunque trabajen la tierra de sol a sol. Y en efecto, el ejército de Napoleón Bonaparte, emperador francés, se hace con el país al obligar a abdicar en Bayona al Rey de España Carlos IV de Borbón y a su hijo Fernando VII en favor de su hermano José Bonaparte (José I) quién sería apodado “Pepe Botella” por su afinidad al bebercio. Pero todo esto fue una mascarada aceptada por el monarca español y gran parte de la nobleza con la 7

firma y aceptación el 27 de octubre de 1.807 del tratado de Fontainebleau para que ambos países iniciaran una acción militar conjunta contra Portugal, país aliado de Inglaterra durante las Guerras Napoleónicas europeas, para posteriormente repartirse el país vecino, aunque el fin principal del corso Napoleón Bonarparte era, con esta estratagema, ocupar también España, aprovechándose de una de las cláusulas de dicho tratado que otorgaba el derecho al ejército francés a transitar e instalarse en las principales ciudades de España. Bilbao, Vitoria, San Sebastián, no librándose de dicha ocupación y de sus nefastas consecuencias el pujante y floreciente puerto de la Villa de Portugalete.

La gran invención del nacionalismo español fue la teoría de que el Pueblo Llano y los guerrilleros, apoyados por innumerables grupos de bandoleros que se extendían por todas las serranías y montes de la Península Ibérica, habían derrotaron a las tropas francesas, lo que fue cierto en parte, porque la persona que realmente desequilibró la balanza para el lado, tanto del pueblo español como del portugués que se habían levantado en armas contra el francés, fue el general 8

inglés Arthur Wellesley, más conocido como el Duque de Wellington, un excelente estratega quien al acabar la „Guerra de la Independencia Española‟ ostentaría los títulos nobiliarios de marqués de Douro, príncipe de Waterloo, Duque de Ciudad Rodrigo, vizconde de Talavera de la Reina y grande de España, dejando Francisco José de Goya y Lucientes plasmada para la posteridad esta encarnizada lucha del pueblo español contra los ejércitos franceses en su obra “La Carga de los Memelucos”, tropas compuestas por legionarios polacos, turcos y egipcios que arrasaron Madrid el 2 de mayo de 1.808. A partir de estos acontecimientos el pueblo se echa a la calle, siendo Aranjuez la primera población en protestar y luchar contra el yugo francés, produciéndose el „efecto dominó‟ que se propagaría como el fuego a lo largo y ancho de la península ibérica, llegando al País Vasco, y por supuesto a Portugalete que ve como la burguesía de la Villa apoya al nuevo monarca para aprovecharse de las dádivas y beneficios que el nuevo gobierno les otorgará para poder así expoliar y explotar aún más a sus arrendatarios y expropiar legalmente las tierras de los “Hombres Libres” que a duras penas subsistían trabajando la tierra y criando cerdos, vacas y ovejas. Ante tales tropelías, tanto los “Hombres Libres” como los que trabajaban las tierras de los hacendados

comienzan

a

sublevarse

en

la

comarca

de

las

Encartaciones, sobre todo los más jóvenes que ven como sus familias pasan hambre y miseria, viéndose su futuro comprometido. Por todas estas razones muchos hombres jóvenes se echan al monte, y nunca mejor dicho, ya que la Merindad de las Encartaciones alberga unas condiciones geográficas especiales para ejercer el bandolerismo y la guerra de guerrillas contra las tropas invasoras francesas que cruzan el

País

Vasco

por

las

escasas

pero

imprescindibles

vías

de

comunicación que se despliegan hacia Madrid y a lo largo de toda la cornisa cantábrica.

9

La familia Egia compuesta por tres chavalotes, el mayor Tricio, de dieciséis años, y cuatro chavalas menores que él, malvive en el pequeño caserío que poseen en las laderas de la campa de

Markonzaga desde donde se otea la marisma del rio Galindo, Barakaldo, los Montes de Triano y la Villa de Bilbao, y donde crían y cultivan de todo con el fin de poder pagar los tributos al nuevo Rey y a la Iglesia que se llevan casi toda la cosecha, dejándoles muy poco para sobrevivir el resto del año, por tal motivo los granjeros no entregan toda la cuota estipulada y esconden parte de ella, pensando que así engañan a las autoridades, nada más lejos de la realidad, porque los poderes fácticos representados por el alguacil y sus correligionarios están al tanto de dicho „fraude‟, aunque hacen la vista gorda dependiendo del granjero en cuestión. Pero el 2 de abril de aquel año de nuestro Señor la vida de la familia Egia iba a verse truncada porque el rico de la comarca, Don 10

Elías, quería hacerse a toda costa con el caserío de dicha familia y no dejaba de instigar a Manuel, el cabeza de familia, a través de sus secuaces para que le malvendiera el caserío y los terrenos de su propiedad. Era noche cerrada, no había cantado el gallo aún, cuando el alguacil con varios soldados se presenta en la casa de la familia Egia dando unos porrazos que sobresaltan y despiertan a toda la familia y a los perros que enfurecidos no dejan de ladrar. –Abrid la puerta a la autoridad o la echamos abajo– dijo el alguacil del pueblo. Manuel medio dormido y aturdido por lo que estaba pasando se apresuró a decir: –Estoy bajando, ahora abro– y quitando la tranca abre la puerta rodeado de sus hijos, hijas y mujer. Nada más abrir Manuel la puerta los cuatro soldados entraron como „Pedro por su casa‟ dirigidos por el alguacil que les iba indicando donde mirar. Don Elías, impasible, permanecía en la calle observando con cara seria. –Venga, tú y tú, a la cuadra, que seguro que allí es donde esconden la comida que nos están estafando. Vosotros dos a las habitaciones de arriba. Yo me quedo por aquí mirando– el alguacil no paraba de dar órdenes a diestro y siniestro. Al cabo de un rato, uno de los soldados que se habían adentrado en la cuadra grita: –Don Montoya, acérquese, aquí, aquí está el botín. Mire, mire todo lo que tienen en este arcón semienterrado entre la paja para las vacas. Don Montoya mirando fijamente dentro del arcón no se creía lo que veía porque había de todo, chorizo, chistorra, morcillas, queso, panceta, trigo, alubias y hasta un saco de maíz, aunque él permaneció impertérrito mirando a Manuel ya que todo el mundo lo hacía, pero para darle más realismo al tema ponía cara de espanto y gritaba como un poseso: –Llevaros a este criminal a la cárcel de la 11

Torre de Salazar para ajustar cuentas. Quitadle de mi vista. Venga, venga ponedle los grilletes y llevároslo. Manuel asustado, ya que robarle al Rey parte de los diezmos que tenía que pagar era un delito muy grave que podía llevarle al garrote vil, no paraba de decir: –Solamente tenemos algo de comida guardada porque la cosecha no ha sido muy buena y tengo que dar de comer a mi familia. Por favor llevaros la comida y dejadme libre. Pero el alguacil seguía en sus trece y continuaba gritando: – Hacedle callar. Darle unos latigazos si es necesario, pero que se calle. Después de pasar tres días incomunicado en una celda de la Torre de Salazar que compartía con un mendigo y un borrachinga de la Villa de Portugalete, Manuel, sin saber que hacer o a quién acudir, estaba desesperado en los bajos de dicha torre que se utilizaba de calabozo y donde iban a parar los reos de los Tres Concejos (Santurtzi-Ortuella, Sestao y San Salvador del Valle), cuando oyó el ruido metálico que hacen las llaves al golpearse entre sí y el chirriar de la puerta de acceso a las celdas, después oyó unos pasos y unas voces difusas de alguien que se acercaba, lo cual le animó un poco creyendo que venían a liberarle, y así fue, porque delante de él estaba Don Elías llevando un papel en sus manos y acompañado del escribano de la Villa y del alguacil. Don Elías habló el primero, diciendo muy educadamente y sin alzar la voz: –Hola Manuel. Como ya te dije hace una semana estoy interesado en comprarte el caserío y por tal motivo está aquí el escribano con el documento que debes firmar y el alguacil para que atestigüe que todo es legal y de acuerdo con la ley vigente. Además, te voy a pagar bien la casa y las tierras. Te voy a dar 1.000 reales de plata, que son más de 32.000 maravedíes. Con todo ese dinero seguro que podrás comprar otro caserío en Sestao.

12

Manuel,

aunque

analfabeto,

no

era

tonto

y

se

negaba

rotundamente a firmar el documento que Don Elías portaba porque eso suponía deshacerse del caserío familiar que el primogénito heredaba generación tras generación, y entre llantos y súplicas decía: –No quiero venderlo. Me da igual lo que me pague. Yo solamente quiero vivir tranquilo y feliz con mi familia... Montoya le cortó bruscamente diciéndole: –Hay dos maneras de que vendas. O pones tu firma voluntariamente en el documento de Don Elías y aquí paz y después gloria o la ―M‖ de Manuel la ponemos nosotros y el escribano da fe de que vendes libremente y sin coacción alguna, entonces yo firmo el documento de Don Elías como testigo para que conste que todo se ha hecho según la ley, pero en tal caso serás acusado de defraudar al Rey de España, lo que significa que tendrás que ir a juicio, corriendo el riesgo de que te declaren culpable de robarle al Rey de España, lo cual supondría apechugar con el Garrote Vil en la Plaza del Solar delante de todo el pueblo. Pero si coges el dinero que te ofrece Don Elías tan generosamente, que es la opción más inteligente, puedes comprar un terreno en la zona de Kabiezes, por las laderas del monte Serantes y edificar otro caserío. Manuel, que no estaba conforme, añadió: –Pero las tierras allí no son tan fértiles como las mías de Markonzaga. Montoya para amedrentar al pobre Manuel aún más exhaló: – Vale, nos vamos, pero que sepas que te denunciaremos ante el Juez del Rey. Manuel al oír el nombre de la justicia se derrumbó y cogió el papel de las manos de Don Elías y entre sollozos dibujó malamente una „M‟. Aquella mañana gris y fría de abril, Tricio, con el cielo encapotado, se levantó temprano y resoluto. Se había dejado crecer las patillas, como las que lucían los bandoleros de aquella época, se colocó una faja negra alrededor de su cintura para sujetar el pantalón 13

azul y colocar la fusca que había estado guardada durante mucho tiempo encima de una viga del caserío, dejando que la culata le sobresalía un poco por la parte izquierda de su cintura, y para rematar el “uniforme” de bandolero se puso un kaiku de cuadros negros y verdes y una de las txapelas que Manuel tenía colgadas en la cuadra para ordeñar a las dos vacas que la familia mantenía para vender leche por el pueblo y sacarse unos maravedíes extras. La ignominia que había sufrido su padre le había cambiado y estaba dispuesto a cobrarse la ofrenda en cuanto tuviera la mínima ocasión, pero lo primero era ayudar a la familia a cargar el carro con los enseres para trasladarlos junto a los animales a una pequeña casa con algo de terreno que su padre ya había apalabrado con uno de Santurtzi. Acabaron de llevar todo ya bien entrada la tarde y estando sentados a la mesa comiendo algo Tricio dijo: –Voy hasta la posada de la Venta del Gallo a tomar unas sidras con mis amigos. Me llevo la mula parda. Tricio no regresó aquella noche, ni las siguientes, porque en vez de ir a la posada de la Venta del Gallo tomó el camino de Elguero para adentrarse por la ensenada del Durañona con el fin de contactar con la famosa banda de bandoleros de “El Tuerto” que se escondía por aquellos lares y que asaltaba diligencias y hostigaba a los terratenientes para que pagaran el „Impuesto del Pueblo‟. Había ya oscurecido cuando Tricio llegó a Ugarte para comenzar a subir por la empinada y angosta ensenada del Durañona que se adentraba en el frondoso bosque de castaños que poblaba la ladera norte del Argalario. A mitad de cuesta, con una oscuridad absoluta, ya que las tupidas ramas de los castaños no dejaban penetrar los tímidos y débiles rayos de la luna, el chaval oyó el sonido de un cuerno, lo cual significaba que estaba siendo vigilado, aunque él, ajeno a ello, continuó subiendo a lomos de la mula hasta que alguien 14

subido en un castaño que flanqueaba el

camino dijo con voz

autoritaria: –Si yo fuera tú, y si no quieres meterte en líos, me marcharía por dónde has venido. Tricio no se achantó y respondió: –Vengo de Sestao para hablar con Macías porque me quiero unir a su banda, y no me voy a ir sin antes hablar con él. Nada más decir esto saltaron cuatro bandidos de los árboles con el trabuco en las manos apuntando al chaval. El que había hablado desde el castaño, que parecía el jefe, dijo: –Danos todas las armas que lleves encima y síguenos. Y colocándole en medio de los cuatro, todos ellos subieron monte arriba hasta que llegaron a una vaguada llena de árboles, arbustos y helechos que daba a una gran cueva. Uno de los cuatro salteadores le hizo una señal a Tricio para que desmontara y le siguiera mientras que los otros tres dieron media vuelta para regresar a los puestos de vigilancia. Entraron en la cueva donde había una veintena de bandoleros sentados alrededor de un fuego comiendo y hablando de sus temas que nada más ver a Tricio se callaron y le escudriñaron de pies a cabeza. Uno de ellos, el más fuerte y alto, un carranzano curtido en los bosques de esa localidad, se levantó y con un vozarrón que asustaba le ordenó que le siguiera, lo cual hizo Tricio sin rechistar. Entraron por un túnel que desembocaba en una especia de alcoba donde estaban tres personas comiendo y comentando una especie de

mapa que habían dibujado en el suelo y que al ver a

Tricio uno de ellos lo borró con el pie preguntándole: –¿Quién eres tú? El carranzano, que se llamaba, Nico y de mote „El Oso‟, se adelantó a Tricio diciendo: –Dice que quiere hablar contigo. Que viene para unirse a nosotros. Y ni que decir que el chaval los tiene bien puestos porque ha venido hasta aquí en una mula. De verdad que le ha echado arrestos.

15

Macías “El Tuerto”, que le habían apodado así porque había perdido el ojo izquierdo en un altercado con las autoridades, le miró fijamente con el ojo derecho le preguntó: –Sabes que para entrar en mí banda primero me tienes que explicar porque crees que te lo mereces y segundo tendrás que pelear con Nico para que nos demuestres que no te acojonarás ante nada ni ante nadie. Tricio le contó a Macías el asunto de Don Elías y con voz muy segura dijo: –Acepto la pelea contra Nico. Él será muy grande y fuerte pero yo soy más rápido. Nico, con una sonrisita socarrona, que a cualquiera le hubiera hecho dar marcha atrás y salir pitando de allí, dijo: –Mañana a las ocho de la mañana tendremos la pelea a puño limpio en la explanada que hay delante de la cueva– y mirándole con cara de asesino añadió– después de la pelea no te va

a reconocer ni tu madre

chaval. Tricio no se amedrentó y mirándole fijamente dijo: –Mañana a las ocho estaré allí, no lo dudes. Ahora dadme algo de comer y decirme dónde puedo dormir. A Tricio no le tembló la voz delante de sus futuros “jefes”, aunque la procesión iba por dentro y sabía que derrotar a aquel grandullón era algo imposible. Durmió en un rincón de la cueva envuelto en una manta sucia que le habían dado, soñando con una gran victoria delante de todos aquellos proscritos y convirtiéndose así en la mano derecha del bandolero más importante de la historia de las Encartaciones, tierra de bandidos, salteadores de caminos y encartados que eran perseguidos sin piedad por las autoridades. Al alba, el fuerte aroma a café y el trajín de algunos de aquellos encartados que estaban calentando leche en un caldero descomunal para dar de desayunar a la veintena de forajidos que habitaban aquella cavidad despertó a Tricio. Los tímidos rayos de sol que se colaban entre las nubes entraban débilmente en aquella morada rocosa dándola un poco de vida y calor. Tricio se acercó a ellos y 16

respetuosamente, como le habían enseñado en casa, les pidió un tazón de café: –Buenos días. ¡Qué día! ¿Podría tomar un tazón de café con leche, por favor? Los cuatro hombres de mediana edad, que hacían de cocineros, miraron a Tricio sorprendidos por los buenos modales del chaval. Uno de ellos, “El Cocinillas”, cogió un tazón de metal y le echó leche caliente con café y le dio un buen trozo de pan que Tricio cogió dándole las gracias. Entonces el hombre dijo con una sonrisa socarrona: –Tú eres el chaval que llegó ayer. El que se va a enfrentar a ―El Oso‖, ¿no? Tricio enseguida asoció el mote con el carranzano y respondió: –Así es. Dentro de un par de horas nos veremos las caras. Él será muy grande y fuerte pero en Sestao decimos que ‗no damos un paso atrás ni para coger carrerilla‘. „El Cocinillas‟, todavía con la sonrisita diabólica en la cara, añadió: –Chaval, ten cuidado porque yo he visto como esa bestia parda le rompía la cara de una ostia a un soldado francés más grande que tú. Piénsatelo bien antes de enfrentarte a él. Todavía estas a tiempo de coger la mula e irte para Sestao. Tricio se metió en la boca un trozo de pan y dio un sorbo al café con leche para decir: –Sigo en mis trece. Igual el que le da un repaso hoy a él soy yo. Y tras decir esto salió de la cueva para ver aquel paraje de día. Al salir se percató de que aquel lugar lo habían convertido en una especie de aldea, ya que habían construido establos de madera donde guardaban los caballos, algunas vacas y otros animales como gallinas y ovejas que supuestamente robaban a los hacendados para tener comida a mano por si los soldados y los alguaciles de la comarca les ponían cerco y debían esconderse durante días o incluso semanas. Ya eran casi las ocho de la mañana por el sol cuando Tricio observó como aquellos „Sin Ley‟ estaban formando un círculo para 17

que los dos contrincantes no pudieran escapar una vez comenzada la pelea. Al acercarse, los hombres que conformaban el círculo dejaron pasar a Tricio, “El Oso” ya le estaba esperándole en el centro del círculo desnudo de cintura para arriba. Tricio, al ver aquellos músculos, tuvo la tentación de echar a correr pero ya era demasiado tarde y despojándose de la camisa que llevaba comenzó a girar alrededor de su contrincante que no se movía y tenía los brazos cruzados. El sestaotarra se acercó e intentó darle un puñetazo pero Nico lo esquivó y le dio un pequeño manotazo que lo envió al suelo. En

ese

momento

Tricio

se

percató

de

que

aquel

tío

era

verdaderamente un „oso pardo‟. Entonces, uno de los forajidos que estaba en el círculo empujó al chaval que cayó en las garras de “El Oso” que lo cogió en volandas como si fuera una almohada, sosteniéndole sobre su cabeza con aquellos dos brazotes para estamparlo contra el suelo. Tricio allí arriba vio como la muerte le daba la bienvenida en aquel lugar del Argalario por lo que se encomendó a Dios, pero lo inexplicable sucedió y Nico le bajo suavemente al suelo y le dio la mano ante las risas de todos ellos. En ese momento Macías salió al centro del círculo para decirle: –¡Qué, creías que te iba a estampar contra el suelo! Somos encartados, temidos por las autoridades y los ricachones, pero no somos animales. Esto es solamente una broma que se la hacemos a los novatos para ver si tienen lo que tienen que tener para unirse a mi banda y para cerciorarnos de que podemos confiar en ellos. Y tú nos has demostrado que tienes coraje y arrestos para ser uno de nosotros. ¡Bienvenido a la ‗Banda de el Tuerto‖ chaval!

18

2 Tricio el bandolero Uno de Arnabal que bajaba a trabajar a una forja de Ansio todos los días por el Durañona le comentó a Macías que un destacamento francés estaba acampado por la zona de Bengolea, en la ribera del rio Castaños. Aquella misma mañana diez forajidos, entre ellos Tricio, fueron convocados a una reunión en la alcoba de Macías para explicarles que unos cincuenta soldados franceses que habían llegado a Barakaldo al mando de un capitán estaban expoliando los caseríos que se encontraban en la vega de Ansio y en el valle de Bengolea, lo cual exaspera a Macías porque él había nacido en El Regato y tenía familiares que vivían por la zona. Y ante tales atropellos y abusos cometidos por las tropas de Napoleón y la necesidad de hacer frente al invasor Macías estaba planeando atacarles al día siguiente por la mañana. La „Banda del Tuerto‟, sin saberlo, estaba ayudando y participando en la formación de la tan temida „Guerrilla Vasca‟ que practicaba la „Guerra de Guerrillas‟ que consistía en atacar a pequeños grupos de soldados cogiéndoles 19

desprevenidos

para

desaparecer

rápidamente

con

las

armas,

munición, caballos y dinero. La „Guerrilla Vasca‟ fue muy temida por las fuerzas francesas porque poco a poco se fue nutriendo de los temidos

cañones

ligeros

Napoleón

que

las

tropas

gabachas

abandonaban cuando huían tras ser machacados batalla tras batalla por dichos guerrilleros, que con el paso del tiempo se convirtió en un autentico ejército que defendió al pueblo y se enfrentó al temido ejército de Napoleón Bonaparte porque a las tropas españolas no se las permitía entrar en la circunscripción del País Vasco debido a los conflictos políticos que el foralismo vasco tenía con el centralismo de Madrid, y por todo esto y porque Napoleón quería anexionar las provincias vascas a Francia, creyendo el Emperador que esta región de España, que era una zona cómoda y natural de entrada y salida para las tropas francesas, iba a apoyarle en la invasión de la península, nada más lejos de la realidad porque la tenaz, virulenta y feroz revuelta que el pueblo vasco mantuvo durante toda la „Guerra de la Independencia Española‟

fue un grano en el culo para

Bonaparte, viéndose los invasores acorralados, hostigados y atacados por la „Guerrilla Vasca‟, lo cual avergonzó al mismísimo Napoleón Bonaparte quien se había presentado ante las puertas de Moscú en un plis-plas, pero el País Vasco era diferente porque su orografía era muy favorable a dicha acción guerrillera y, además, las muchas bandas de bandoleros que aún no se habían integrado en las milicias o en los grupos guerrilleros campeaban a sus anchas atacando y matando a los soldados imperiales con la ayuda y el arrojo de la población que se había echado a la calle. Los elegidos para llevar a cabo aquella acción militar fueron Nico, cuyo mote era “El Oso”, de Rioseco, Karrantza, un tío que medía dos metros y pesaba 130 kilos, que agarraba a un buey por los cuernos y le dejaba inmovilizado para marcarle. Se hizo bandolero porque estando en una taberna de Concha, la cual solía frecuentar por las tardes para tomarse un par de vasos de vino mientras jugaba al mus, dos alguaciles que estaban en 20

el establecimiento le quisieron detener porque estaba hablando mal y maldiciendo al Rey de España y al gobierno y no paraba de quejarse de los impuestos que pagaba, que a su entender eran excesivos. Al intentar arrestarle comenzó a forcejear con ellos y en el albor del rifirrafe le dio un sopapo a uno de ellos que lo dejó KO, por lo que el otro alguacil desenfundó el arma reglamentaria, lo cual enajenó aún más a “El Oso” que estampó el puño derecho cerrado en la cabeza del malogrado alguacil abriéndosela como un melón de lado a lado. Ante la gravedad de los hechos salió pitando hacia el caserío familiar, porque lo que había hecho significaba ir directamente al Muro de los Fusilamientos. Al llegar al caserío puso al día a la familia de lo que había sucedido y desapareció monte arriba montando su mejor yegua. Al cabo de unas horas, y como no veía nada en la oscuridad del bosque decidió pasar la noche en una cueva que encontró por las inmediaciones de Sopuerta, con tal mala fortuna o buena, que se topó con dos hombres de la „Banda del Tuerto‟ que le apuntaban con sus trabucos. Nico, al verles y darse cuenta de que eran forajidos, les dijo: —Mirad tíos no quiero más rollos por hoy. Tengamos la fiesta en paz y dadme algo de beber y comer. Los dos hombres del Tuerto viendo que aquel grandullón no quería problemas le preguntaron la razón por la que quería pasar la noche en aquella apestosa cueva. Nico les contó con pelos y señales lo que le había ocurrido. Acto seguido le invitaron a unirse a la „Banda del Tuerto‟, oferta que aceptó sin pensárselo; “El Perejil”, cuyo verdadero nombre era Ignacio, era natural de Lutxana, y le pusieron ese mote porque siempre estaba metido en todas las salsas y fregados. Se unió a la „Banda del Tuerto‟ porque de crio siempre había soñado con galopar a lomos de un caballo por los montes de Triano sin ataduras ni obligaciones, pero a la temprana edad de 9 años su padrastro le puso a trabajar de aprendiz de armero en una pequeña

armería

de

Lutxana

que

fabricaba

sables,

puñales,

bayonetas, cuchillos, trabucos y mosquetes, de lunes a domingo, 21

doce horas al día, por la comida y poco más. Aguantó en dicho taller armero hasta que cumplió los trece años. Una mañana, harto de que el maestro armero le tratara a él y a los demás aprendices como esclavos, decidió unirse a una pandilla de marginados que dormían en un sótano de la calle Portu de Barakaldo que se dedicaba a timar a la gente con el tocomocho. Los miembros de esta pandilla llevaban a cabo la estafa en alguna calle adyacente a la Plaza de los Fueros donde “El Perejil” solía abordar a una persona a la que le mostraba un décimo de lotería diciendo que estaba premiado y que no podía cobrarlo porque estaba en búsqueda y captura, por lo que se lo ofrecía a la víctima por mucho menos dinero del que correspondía al decimo premiado. En ese momento irrumpían otros estafadores, que hacían de ganchos, pujando por llevarse el decimo, ofreciéndole al timador más dinero que la víctima y mostrándole una lista falsa con los números premiados, que supuestamente habían cogido de un periódico. El estafado, que normalmente era alguien que venía al mercado de algún caserío de los pueblos limítrofes y era analfabeto, ante

tanto

hostigamiento

y

temiendo

que

le

arrebataran

la

oportunidad de su vida, sacaba todo el dinero que llevaba encima y se lo daba al estafador que desaparecía como alma que lleva el diablo. Cuando el hombre iba a cobrarlo creyendo que había dado el palo de su vida, la lotera le decía que era falso, y el hombre se quedaba desolado y con cara de bobo. Ante

la

aparición

masiva

de

delincuentes

comunes

y

estafadores las autoridades de Barakaldo y Bilbao les pusieron cerco y muchos de ellos acabaron con sus huesos en la cárcel mixta de Bilbao conocida como „Casa Galera‟, posteriormente sería derribada por motivos de higiene y salubridad, dando paso en 1.871 a la edificación de la Prisión de Larrinaga. Por tal motivo „El Perejil‟, sabiendo de la existencia de la „Banda del Tuerto‟, a quien conocía porque era amigo de la familia de su madre, que era de Retuerto, se unió a ella para así hacer realidad su sueño; “El Canicas”, que era de 22

Santurtzi-Ortuella, le habían puesto dicho mote porque cuando entraba en acción rodaba por el suelo como las canicas con el trabuco en la mano, disparando y cargando con una gran habilidad circense que él aprovechaba para matar a sus adversarios que se quedaban perplejos e ensimismados mirándole como rodaba. Su verdadero nombre era Faustino y nunca había tenido un trabajo fijo porque decía que no quería esclavizarse, por lo que solamente trabajaba cuando llegaba la campaña de la anchoa, sardina y/o del atún embarcándose en algún barco de Santurtzi para sacar algo de dinero para ir tirando el resto del año con la ayuda de la huerta que tenía en la casa de Mamariga donde vivía. Era un tío un tanto callado, no se metía con nadie y todo el mundo en Santurtzi le apreciaba. Era muy hogareño y no le gustaba salir de su casa, salvo en las fiestas de San Jorge y el Carmen, y fue en una de estas fiestas en la que encontró la desgracia porque topó con el hijo del hacendado del concejo que había bebido más de la cuenta y se metió con él en el recinto de las “barracas”. Faustino intentó pasar del tema pero Martin, el hijo del terrateniente de Santurtzi-Ortuella, le propició una patada a Gora, la perra de Faustino, enzarzándose los dos chavalotes en una pelea, que obviamente iba a perder Martín. En el transcurso de la pelea, Martín, a quien Faustino le había propinado unos buenos guantazos, sacó una navaja de gran tamaño que llevaba en la faja e intentó clavársela a Faustino, este instintivamente agarró la porra de la atracción „Mide Tu Fuerza‟ que estaba allí para golpear duramente la baliza que mostraba la fuerza conseguida y se la estampó en la cara de Martín quien quedó mal herido. Algunos vecinos del pueblo viendo que Martín sangraba abundantemente se lo llevaron a la casa de socorro para que le atendieran de las graves heridas. El chaval quedó desfigurado, aunque los doctores que le atendieron hicieron todo lo posible por dejarle la cara bien. Ni que decir que Faustino desapareció con su perra Gora y nunca más se supo de él hasta que llegaron a Santurtzi las gestas logradas por la „Banda del Tuerto‟ en las cuales 23

aparecía su nombre; “El Hacha” era de Peñas Negras y su nombre de pila era Rigoberto, le habían apodado así porque cuando se le acababa la munición y había que entrar en la lucha cuerpo a cuerpo sacaba un pequeño hacha que ocultaba en la faja y se llevaba por delante a todo dios, dando hachazos a diestro y siniestro. Era un tío bajito y regordito a quién le pirraban los juegos de azar y el mus, por tal razón estaba siempre metido en timbas en las que perdía indigentes sumas de dinero, por lo que siempre pedía préstamos a un usurero de Muskiz que le imponía unos intereses muy altos. El tal usurero esperó a que Rigoberto se endeudara hasta las cejas y un buen día le exigió que saldara la gran suma de dinero que le debía. “El Hacha” no pudo hacer frente al pago y Ramón le quitó la casa de Peñas Negras que Rigoberto poseía con un gran terreno y bosques madereros. Rigoberto desolado se la juró al usurero y una tarde de tormenta, oculto por el aguacero y los truenos, enajenado él, bajó hasta el caserío del usurero sito en el barrio de La Rigada de Muskiz para matarle. Aquel día Rigoberto cruzó las campas y huertas que había alrededor del caserío y furtivamente se acercó al caserío del usurero. Permaneció detrás de unos arbustos un rato para asegurarse de que no había ninguno guardaespaldas vigilando fuera del caseríofortaleza, lo cual le extrañó porque Ramón y su familia siempre estaban protegidos, pero pensó que ante la que estaba cayendo los dos o tres lacayos del usurero estarían jugando a las cartas. Los truenos y relámpagos no cesaban y la lluvia caía a plomo, circunstancia que aprovechó para acercarse a una de las ventanas que estaban iluminadas por un candil. Echó un vistazo por la ventana de marras, que estaba entreabierta, y vio al usurero sentado ojeando unos papeles, en ese momento sacó el trabuco y esperó a que sonara un trueno para dispararle a bocajarro. Le dio en todo el pecho, haciéndole un boquete tan grande como un puño. Huyó de la escena del crimen y se instaló en Valmaseda donde comenzó a trabajar de peón en una fábrica de muebles. Pero el que está enganchado al 24

juego, lo está para siempre, y aunque él se repetía una y otra vez que podía salir de la ludopatía, no fue así porque comenzó a alternar algunos tugurios de Valmaseda y Zalla donde se apostaba mucho dinero jugando al Mus y a las Siete y Media. Tuvo una buena racha y su fama fue creciendo y creciendo hasta que se convirtió en una leyenda. Pero los nombres de los tahúres están en boca de todo el mundo y el nombre de Rigoberto llegó a oídos de la viuda de Ramón quien envió a sus matones a Valmaseda con el fin de ajustar cuentas y saldar deudas. Una noche, cuando se dirigía a la chabola donde vivía sita en el barrio de La Penilla vio a lo lejos a dos extraños apostados en el camino que le dieron mala espina. Rigoberto, que sabía que este día llegaría tarde o temprano, despareció entre los arbustos. Los dos secuaces que estaban charlando amenamente no se percataron de que “El Hacha” les había visto y siguieron con la charla. Pasaron unos minutos y Rigoberto, hacha en mano, se les echó encima como un basilisco, proporcionándoles dos hachazos en el cuello que les ocasionó la muerte instantáneamente por decapitación. Al ver que estaban muertos, arrastró los dos cadáveres mutilados hasta el Río Cadagua para arrojarles al agua y colgó las cabezas de los matones de un árbol para que todo el mundo las viera, y como no sabía escribir dibujó un hacha en la tierra para que todo el mundo supiera quién estaba detrás de tales muertes. Unas semanas después se enroló en las filas de la „Banda de Macías‟; “El Botero”, cuyo nombre era Txema, era un tío de la Iberia que tenía dos brazos descomunales de tanto remar cruzando gente de un lado a otro de la Ría, de sol a sol, pero el ayuntamiento no hacía más que subirle los diezmos, hasta que un día se cansó de pagar y cuando se presentó el recaudador de impuestos le tiró al agua, con tal mala fortuna que el tío no sabía nadar y se ahogó, teniéndose que ocultar en la casa de un amigo botero de Barakaldo quien le habló de la „Banda del Tuerto‟ a la que se unió sin pensárselo; a Tricio le habían apodado “El Inquieto” porque se había pasado la mañana entera, antes de la 25

„pelea‟ de un lado para otro; “El Perro” provenía de un pueblo de Jaén y había llegado a Vizcaya huyendo de la justicia. Estuvo a punto de unirse a la „Banda del

Calvo‟ que operaba por la zona de

Despeñaperros pero decidió poner tierra de por medio y se vino al norte, recabando en las filas de Macías. Siempre llevaba una faca descomunal metida en la faja que utilizaba con gran destreza. Le apodaron „El Perro‟ porque si no podía con su adversario mordía como un perro lobo, arrancando trozos de carne de su enemigo con tal virulencia y ferocidad que en un encuentro que la „Banda de Macías‟ tuvo con la ley „El Perro‟ desgarró parte de la cara de un alguacil ; „El Maestro‟, le apodaron así porque había estudiado en la Universidad de Salamanca y regresó a Bilbao, de donde era natural, a la edad de veinticinco años para impartir clases en una escuela de Indautxu para niños de familias adineradas. Pertenecía a una buena familia que se dedicaba a la importación de productos provenientes de la colonia española de Cuba, principalmente traían azúcar, que luego distribuían por la zona norte de España, pero tuvo que poner pies en polvareda para que no le mataran los sicarios contratados por el marido de la mujer con la que tenía un lío. Su verdadero nombre era José. Era alto y delgado, de tez morena, siempre estaba bronceado porque en cuanto salía un rayo de sol se tumbaba en el jardín de la casa de la familia en calzoncillos. Llevaba unas gafas redondas, que con el pelo castaño ondulado, le hacían parecer aún más joven. Durante una clase uno de los alumnos le faltó al respeto, por lo que Don José se puso en contacto con los padres del chaval quienes acudieron a la reunión al día siguiente, habiendo un flechazo durante dicha reunión entre la madre del alumno y él que no paraban de hacerse ojitos y mirarse furtivamente. Y ya se sabe que no se pueden poner puertas al amor, comenzando así un romance entre ellos que mantuvieron en secreto un año largo hasta que el marido comenzó a sospechar de las extrañas salidas e intempestivas entradas de su mujer, por lo que decidió contratar a un detective para saber que hacía su esposa 26

cuando él estaba trabajando. Afortunadamente para José, su amante encontró una hoja de papel en el bolsillo de la chaqueta de su marido donde el detective le explicaba las andanzas de su mujer y le daba el nombre de una persona del hampa de Bilbao para que liquidase a José. Esta entendió que su amante estaba en peligro y le envió un mensaje a través de una amiga íntima, instándole a que escapara lo antes posible porque su vida corría peligro. José al recibir la nota habló con el director de la escuela aludiendo que se encontraba mal y desapareció, escondiéndose unos días en casa de un amigo. Para matar el tiempo leía algún periódico que otro que traía su amigo. Un buen día leyó una noticia sobre la „Banda del Tuerto‟ que operaba por la zona de Barakaldo y la Margen Izquierda y pensó que el lugar más seguro para él era meterse en una banda de forajidos y decidió que la „Banda de Macías‟ podía ser su familia por algún tiempo, y sin pensárselo dos veces se fue andando hasta Barakaldo para contactar con Macías. La tarea no fue fácil y estuvo viviendo en Barakaldo un par de meses, frecuentando algunos garitos con el fin de obtener alguna información sobre Macías. Hacía tantas preguntas que la gente creía que era policía. Un buen día, estando tomando un vaso de sidra en una posada de los Fueros, se le acercó un tío tuerto y le preguntó: –¿Sabes quién soy? Porque creo que me andas buscando. Y así fue como se unió a la „Banda del Tuerto‟; “Muskiz” se unió a la „Banda de Macías‟ unas semanas antes que Tricio porque no quería pasarse toda la vida malviviendo y faenando en el bote que su padre tenía en Pobeña, y pensaba que era mejor arriesgar su vida en tierra que en el mar; y por último Macias, „El Tuerto‟, quien había sido un padre y esposo ejemplar. Casó con Herminia a los 23 años, nada más volver de Cuba, al acabar el Servicio Militar forzoso que había introducido la dinastía de los Borbones en 1.704 al aprobar el rey Carlos III una Ordenanza que decía que uno de cada cinco jóvenes en edad militar (las llamadas Quintas), entre los 18 y los 40 años, debían incorporarse, bajo sorteo, al ejército cada año para servir al 27

Rey y a la Patria, y casualmente el mismo año que Macías cumplió 18 le tocó el gordo, sospechosamente los hijos de los ricos nunca iban a la mili o la hacían cerca de casa y disfrutaban de muchos permisos. Con Herminia tuvo una hija al año de casados, pero la tragedia y la mala suerte le perseguiría porque el país estaba dividido en dos bandos, uno el de Carlos IV, apoyado por la nobleza, y el otro el del príncipe Fernando VII a quién el pueblo y la burguesía apoyaban, escisión que fue aprovechada por Napoleón para hacerse con el país, y en una de esas revueltas entre partidarios del Rey y del Príncipe que se produjo en la plaza de los Fueros de Barakaldo, con la intervención de los soldados con sable en mano, cogió en medio a Herminia quien llevaba a la pequeña en brazos, que no tenía más de tres años, llevándoselas los caballos de los soldados por delante y matándolas. Macías salió de trabajar a las ocho de la tarde del pequeño astillero que la Casa del Rey poseía en Erandio, cruzó la ría en el bote y se dirigió apresuradamente y feliz hacía Lasesarre donde había construido una pequeña casa con piedras y maderas, al subir la loma que daba a su casa vio mucha gente en la puerta de la vivienda, por lo que dedujo que algo malo había sucedido. Corrió como nunca antes lo había hecho y al llegar se encontró aquel espectáculo dantesco. Se volvió loco y quiso suicidarse, pero antes quería ajustar cuentas con los soldados. Habían pasado ya más de dos meses desde la muerte de su amada mujer e hija cuando una noche armado con un trabuco y una espada, que un vecino le había prestado, subió hasta una tasca de San Vicente que los soldados frecuentaban, al entrar encontró a seis sentados bebiendo txakoli, sin pensárselo a uno le disparó el trabuco a quemarropa en la frente y al resto les paso el sable de lado a lado sin que les diera tiempo a reaccionar, pero cuando estaba escapando hacía Retuerto montado en uno de los caballos de los soldados miró hacia atrás a ver si alguien le seguía y al volver a girar la cabeza una rama se le metió en el ojo y lo perdió. Estuvo escondido en la casa de 28

un amigo que tenía en la Vega de Kareaga hasta que le curaron el ojo. Una vez restablecido, cabalgó hasta El Durañona para instalarse en una cueva que hay a medio camino entre Ugarte y El Argalario, saliendo algunas noches de la cueva para robar a los hacendados y ricos de la zona. Sus andanzas y robos estaban en boca de todo el mundo, por lo que todo aquel que tenía deudas con la justicia quería unirse a él, pero el siempre tomaba precauciones, porque una vez las autoridades intentaron meter a un topo entre sus hombres que al ser descubierto fue colgado de uno de los árboles que flanqueaba el camino de Retuerto a Barakaldo a modo de ejemplo para posibles candidatos.

Antes de que rompiera el día, los nueve jinetes se dirigieron hasta un paraje llamado Castaños que está justo encima de Bengolea. Entre los castaños que poblaban aquella ladera del monte 29

Argalario desciende un camino que desembocaba en una zona llamada por los lugareños „el Cantarillón‟ desde donde se podía ver nítidamente la Vega de Bengolea que en primavera destacaba por el verde de los grandes huertos llenos de la famosa y rica lechuga de Bengolea y por las plantaciones de borona. Y allí, en la ribera derecha del rio Castaños, había unos quince soldados acampados que aún estaban durmiendo dentro de las tiendas de campaña, siendo rodeados por los „Nueve de Macías‟ que les hicieron prisioneros sin pegar un solo tiro porque los dos soldados que estaban haciendo guardia estaban adormilados por el cansancio y la pesadez de la noche, y para despertarles Macías pegó un grito: –¡Eh! ¡Todo el mundo fuera! De prisa que no tenemos todo el día. Los soldados franceses aún dormidos y confusos porque no sabían lo que estaba sucediendo salieron de las tiendas de campaña en paños menores que al ver a los bandoleros apuntándoles con los trabucos y rodeándoles vestidos con txapelas, kaikus y albarcas negras de cuero atadas alrededor de los calcetines blancos que lucían por encima de los pantalones no sabían qué hacer, solo se miraban sorprendidos y no dejaban de hablar entre ellos. Nico pegó un silbido y gritó –Ya está bien de tanta cháchara. Todo el mundo a formar. Los soldados imperiales formaron muy obedientemente delante de las tiendas de campaña mientras Tricio y Muskiz confiscaban en el nombre del „Pueblo de Vizcaya‟ todo lo que tenían de valor. Al acabar de recoger los fusiles, la munición, el dinero, la comida y los caballos ataron a los gabachos que estaban en calzoncillos a los árboles que había en aquella campa para el hazmerreir de la gente que transitaba por allí. Y sin mediar más palabra la „Banda de Macías‟ se hizo con quince caballos, algunas mulas y muchos reales de plata que supuestamente los soldados gabachos habían robado a los lugareños, por lo que Macías decidió repartir la mitad entre la gente humilde y trabajadora que pasaba por allí a aquella hora temprana de la mañana con el fin de ganarse la confianza de la población para que 30

esta le ayudara cuando las cosas se pusieran feas, porque en aquellos días ya se hablaba de que el gobierno estaba diseñando un nuevo cuerpo de policía que se iba a dedicar especialmente a combatir el bandidaje, que se llamaría “Cuerpo de Carabineros”. Pasados unos meses, a mediados de septiembre del año de referencia, la banda del Macías contaba ya con más de cincuenta hombres bien equipados y pertrechados con los caballos, monturas y armas que obtenían del ejército francés, al que traían de cabeza.

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3 La Batalla de Abellaneda Aquel mes de septiembre de 1.808 las Juntas Generales de Abellaneda se iban a reunir bajo el Roble Sagrado y alrededor de la gran Mesa de Piedra por lo que la bocina (el cuerno) de la Casa de Juntas sonó por la tarde, posteriormente lo hicieron los cuernos de los Montes Bocineros cuyo estruendo se oía por toda la comarca para convocar a la „Gente de Bien‟ y a los terratenientes a junta para tratar el tema de la lucha contra el „Francés‟, la cual pasaría a la historia con el nombre de „Guerra de la Independencia Española‟. Los hombres de Macías oyeron el cuerno del

monte Eretza,

deduciendo que la junta se iba a celebrar al día siguiente por la mañana y que la mayoría de los terratenientes de la comarca acudirían a ella, y por ende Don Elías y los soldados franceses. Macías hizo llamar a Tricio para decirle: –Mañana tu familia va a recuperar el caserío de Markonzaga que te robó ese traidor, porque le vamos a asaltar cuando se dirija a la Casa de Juntas de 32

Abellaneda. Le estaremos esperando en el puente de Nesilla que cruza el rio Barbadun para interceptar su carruaje y hacerle firmar, por las buenas o por las malas, las escrituras de compraventa a nombre de tu padre delante del escribano que vamos a llevar con nosotros, y en cuanto estampe la firma en el documento le pagarás los mil reales de plata que le pagó a tu padre– nada más acabar de decir esto llamó a „El Oso‟ para decirle: –coge tres hombres y bajad hasta Barakaldo y me traéis al escribano con todo lo que necesite para redactar un documento de compraventa. „El Oso‟ sin dilación llamó a tres hombres para cumplir la misión encomendada. Al anochecer “El Oso” estaba de vuelta con el escribano que llevaba los ojos vendados y no paraba de decir: –No tengo ni dinero ni bienes. Yo solo soy un humilde escribano. Al desmontar y quitarle el trapo de los ojos no hacía más que mirar a los forajidos y a la cueva, y con cara de asustado seguía diciendo, mirando a Macías: –Ya le he explicado a este señor que no poseo nada, solamente soy un humilde escribano que cobro por redactar documentos para los hacendados y algunas cartas para la gente analfabeta. Por favor deje que me vaya a mi casa con mi familia. Macías se incorporó y para calmar al escribano que estaba cagadito de miedo le dio un apretón de manos y le dijo: –No se preocupe que no le vamos a hacer nada. Usted está aquí solamente para redactar un documento de compraventa con la ayuda del ‗Maestro‘ que es este señor. Mañana le llevaremos hasta Muskiz para que la persona que figure como vendedor firme dicho documento y le pague los honorarios que le corresponden con creces. Usted no se preocupe por nada que no le vamos a hacer nada y se va a ganar unos buenos reales. Hala, vaya con este caballero a comer algo de cordero asado y después redacte el susodicho documento para tenerlo listo mañana por la mañana antes de que salgamos para Muskiz al amanecer. 33

A las seis de la mañana de un día soleado el grupo de bandoleros subía por las laderas del monte Argalario hasta Peñas Negras para desde allí bajar por la cueva de la Magdalena donde harían un descanso, para posteriormente dirigirse al puente sobre el rio Barbadún y esconderse entre los helechos y la maleza a esperar al sequito de Don Elías. Mientras esperaban al malvado hacendado oyeron voces y ruido de caballos que se acercaban al puente. Entre los helechos divisaron las figuras de más de cincuenta soldados franceses que se dirigían a la Casa de Juntas de Abellaneda, y no con buenas intenciones. El grupo capitaneado por Macías se quedó con las ganas de atacar, pero Macías, con la cabeza fría, pensó que sería ir en busca una muerte segura y haciendo una señal con la mano todo el mundo se mantuvo en silencio y agachado hasta que los “imperiales” desaparecieron por el camino de Sopuerta. Unos minutos más tarde „El Perro‟ dio la voz de alarma gritando: – ¡Carruaje a la vista a toda velocidad! Supusieron que se trataba del carruaje de Don Elías, y así fue. Vieron como un carruaje tirado por dos caballos negros se adentró en el puente donde redujo la velocidad. En ese momento todos ellos se subieron a los caballos para cortarle el paso en la otra orilla del rio. El conductor, Arturo, de Portugalete, hizo amago de seguir pero al ver que más de cuatro trabucos le estaban apuntando y que su vida corría peligro decidió parar. Al fin y al cabo a él no le iban a robar. Nada más parar Don Elías se asomó por la ventanilla y la primera cara que vio a los pies de las escalinatas del carruaje fue la de Tricio quien con una sonrisa socarrona le abrió el portillo para que bajara, diciéndole: –Buenos días Don Elías. ¿Se acuerda de mí?– Don Elías le miraba perplejo porque no le reconocía con aquella ropa de bandolero –si hombre, soy el hijo heredero de Manuel, al que usted le robó el

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caserío de Markonzaga, y ya ve ahora estoy aquí para hacer justicia y recuperar lo que es mío. En ese momento apareció Macías llevando el parche que le tapaba media cara para decir con voz autoritaria: –Venga, menos cháchara y al tema que nos ocupa y nos preocupa que el tiempo es oro. Traed al escribano para que este tío nos firme el documento de compraventa o le pego un tiro en la cabeza aquí mismo. „El Maestro‟ llevó al escribano con el documento listo para que lo firmara Don Elías que temblaba como un flan. Macías se lo arrebató de las manos del escribano y desenrollándolo le indicó a Don Elías con el dedo índice de la mano derecha donde debía poner su rúbrica, cosa que el hacendado hizo sin rechistar. Al acabar Don Elías de plasmar la firma Macías dijo: –Tricio págale a este elemento los mil reales de plata que le dio a tu padre. Tricio se dirigió a su caballo y sacó una saca de las alforjas de su caballo con los mil reales y se la entregó a Don Elías que se giró para meterse apresuradamente al carruaje, pero en ese momento Macías volvió a hablar: –Perdone pero no hemos acabado. Primero le debe pagar al escribano doscientos reales de plata por el gran trabajo que el hombre ha hecho. El pobre estuvo trabajando ayer hasta las tantas con ‗El Maestro‘ redactando el documento de compraventa– al oír esto el escribano sonrió de oreja a oreja porque doscientos reales de plata suponía casi un año de trabajo para él –además, como somos bandoleros te vamos a atracar así que danos el dinero y todas las cosas de valor que tengas y te dejamos marchar pero con una condición, si vuelves a robar a alguien y nos enteramos iremos a por ti. Ten esto muy claro porque mis hombres se enteran de todo. Tenemos ojos y oídos en todas partes. Don Elías perdía el culo por subirse al carruaje y marcharse de allí a todo trapo. Alcanzó a los soldados franceses a las afueras de Sopuerta, cuando se disponían a subir el alto de Abellaneda. Entró por la puerta de los muros de la Torre de Abellaneda con el „culo cagado‟ y el miedo metido en el cuerpo. 35

Entre hacendados y Hombres Buenos habría unas 70 personas que se disponían a asistir a la controvertida junta que se celebró aquel día para debatir la participación de la Merindad de las Encartaciones en la „Guerra de la Independencia Española‟ contra el „Francés‟. Don Elías, que lideraba a los que se oponían a enfrentarse al ejército francés aludiendo que una guerra abierta contra los invasores trastocaba los intereses de los hacendados en Vizcaya que ya habían abierto varias vías comerciales con Francia, pero la mayoría de los asistentes querían despojarse del yugo impuesto por Napoleón Bonaparte. Aquel nefasto día los soldados franceses asaltaron la Casa de Juntas de Abellaneda dejando varias personas muertas, una de ellas Don Elías, que murió de un balazo al ser cogido entre el fugo cruzado de los soldados franceses y de la guerrilla encartada que estaba esperando a las tropas invasoras. El resultado de aquel ataque fue que la Casa de Juntas de Abellaneda quedó totalmente arrasada, lo cual enervó aún más los ánimos de los vizcaínos en general y los de los encartados en particular que se echaron a la calle a luchar por su pueblo. A partir de aquel hecho histórico la „guerra de guerrillas‟ se intensificó en las calles de la mayoría de los pueblos y montes del País Vasco. La „Banda del Tuerto‟ se enteró de la carnicería perpetrada por los soldados imperiales al cabo de unos días cuando algunos de sus hombres bajaron al mercadillo de Barakaldo a comprar ropa, zapatos y navajas. La gente no hablaba de otra cosa. Ante este ultraje Macías reunió a sus hombres para decidir si se unían a la guerrilla que los hombres de Arthur Wellesley Wellington estaban formando por toda la Península Ibérica para echar al invasor francés de España y de Portugal, diciendo: –Las tropas francesas que vimos el otro día en Muskiz han masacrado a los valientes guerrilleros encartados y a los representantes de las Encartaciones en la sagrada Casa de Juntas de 36

Abellaneda, por tal razón es hora de tomar partido y ayudar a ese general inglés a liberar nuestras ciudades y a luchar por nuestra gente. He enviado a ―El Oso‖ y a Tricio a Salvatierra para que le transmitan a dicho general que cuenta con nuestra ayuda y apoyo. Ahora ya somos más de sesenta personas bien armadas y con mucha experiencia en la lucha, por lo tanto creo que debemos ayudar a la guerrilla vasca a luchar contra el invasor. Los que no quieran luchar contra las tropas francesas pueden irse a sus casas o quedarse aquí al cuidado del campamento. Todos los hombres de la „Banda del Tuerto‟ decidieron en aquella asamblea que se celebró en la cueva del Durañona unirse a la „Guerrilla de Bizkaia‟ para luchar contra el ejército de Napoleón. Solamente los bandoleros más viejos, los heridos, mutilados y los que habían formado una familia permanecieron en la cueva del Durañona al cuidado de los animales. Después de una semana Tricio y “El Oso” regresaron de Salvatierra donde se concentraba y escondía el grueso de las tropas de dicho general inglés. Las órdenes del general Wellington fueron que la “Banda del Tuerto” tomara y controlara la zona industrial de la margen izquierda para que el ejército francés no pudiera utilizar en beneficio propio el pequeño astillero, las forjas y las herrerías que había en la ribera del la Ría.

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4 Los forajidos toman partido Las tropelías cometidas por las tropas francesas se propagan como la pólvora por toda la península ibérica y Europa, desde el Algarve hasta Moscú. El único país que se le resistía al pequeño emperador corso era el Reino Unido, por tal razón el papel de las innumerables bandas de bandoleros que operaban desde la Serranía de Cádiz hasta los Pirineos toman una incisiva notoriedad en la sociedad con el objeto de „hacer justicia‟ y ajusticiar al „malhechor‟. Ante el descalabro social y legal que supuso la invasión napoleónica, la „Banda del Tuerto‟ cada vez recibía más y más quejas a través de sus contactos y/o familiares sobre los abusos que cometían algunos miembros que pertenecían a los llamados „poderes fácticos‟, además, la banda, a causa de la invasión francesa, no paraba de engrosar sus filas con gente que decía que era mejor morir luchando contra el invasor

francés

y

los

terratenientes

subyugados de por vida.

38

que

vivir

esclavizados

y

Montados en los lustrosos caballos franceses que la banda había birlado al ejército de Napoleón los más de setenta bandoleros, entre los que había timadores, embaucadores, atracadores, chorizos, sacres, ladrones de poca monta y gente a la que la habían robado todo lo que tenían,

oligarquía les

incluso la dignidad,

y que aún

sabiendo que la pertenencia a un grupo de bandoleros significaba arriesgar la vida o enfrentarse a largas condenas de cárcel o al temido „Muro de los Fusilamientos‟, cabalgaban orgullosamente en formación de a dos para unirse a las tropas inglesas y luchar por su pueblo. Aquellos hombres y mujeres, aunque pocas aún, se iban uniendo a la „Banda del Tuerto‟ y a otras bandas siguiendo a sus maridos o novios a quienes la vida les había envilecido desde la infancia, infancia que la vida les había robado por la necesidad que tenían los padres de ponerles a trabajar a una temprana edad para que ayudaran económicamente al núcleo familiar. Todos ellos, hombres

y

mujeres

al

igual,

se

habían

forjado

animismos,

convirtiéndose en gente tosca y dura como la piedra de la cantera, y a lomos de aquellos corceles mostraban los rasgos inequívocos del bandolero, hombre bronceado, pendenciero, chulo y arrogante, luciendo unas patillas anchas que cubrían las mejillas, con la faca colocada a un lado de la faja y el trabuco al otro lado, y ellas, duras como el acero, no se intimidaban ante nada ni ante nadie, y cuando era necesario tampoco rehuían la lucha cuerpo a cuerpo, por lo que eran más temidas que los propios bandoleros. Gente aquella despiadada con la burguesía, nobles y clérigos, clase esta codiciosa y sin escrúpulos que exprimían a la clase más baja, que siempre eran los mismos, los obreros y campesinos, apropiándose de lo que habían ganado con el sudor de su frente y con la sangre y lágrimas derramadas, lágrimas de ver a sus hijos, aún niños, cómo morían de fiebres o porque se les caía el carro encima mientras cosechaban o porque alguna alimaña les mordía tratando de defender al rebaño de ovejas

del

señorito

de

turno

contrayendo 39

la

rabia

u

otras

enfermedades aún más atroces. Pero aquellos hombres, y no tan hombres, antes de convertirse en bandoleros y desaparecer de sus pueblos se cobraban las venganzas a la luz de la luna, ocultos en alguna calle oscura, esperando a que su presa regresara a casa solo para meterle la faca hasta el esternón. Por supuesto que eran despiadados y crueles con los que les habían humillado, vilipendiado y robado, pero, ¿qué otra salida tenían sino hacerse bandoleros y vivir como los animales salvajes escondidos en las cuevas o en la espesura de los bosques? Y tales jinetes, que no sabían lo que era guerrear, armados de fusiles y bayonetas que habían robado a los soldados franceses, trotaban en formación, orgullosos por primera vez en su vida de ir a luchar por su pueblo para después enfrentarse a las veleidades sociales de un orden social aquel totalmente injusto. Al cruzar por el centro de Barakaldo, rumbo a la Campa del Carmen de Sestao donde se erigía la ermita de San Nicolás, lugar de peregrinación de los palangreros y pescadores de la zona, la gente se agolpaba para ver pasar a aquellos forajidos que les gritaban y alababan, lo cual les ponía la piel de gallina porque por una vez en su vida se sentían queridos y de utilidad. Al llegar a El Desierto, vadearon el río Galindo por la Vega Nueva (zona de Simondrogas) con marea baja, sorprendiendo a los horticultores que estaban recogiendo hortalizas y verduras en las innumerables huertas de la ribera del río Galindo que se quedaron totalmente boquiabiertos porque nunca antes habían visto a la famosa „Banda del Tuerto‟. Unos pocos, entre ellos Tricio Egia de Sestao, se dirigieron a Urbinaga, lugar que Macías había escogido para establecer el Cuartel General porque desde allí se divisaba y controlaba la vega de El Desierto, lugar que las tropas de Napoleón debían cruzar para atacar Sestao, teniendo el río delante como barrera arquitectónica natural. El resto de los forajidos se instalaron en las cuevas de Txabarri y en el convento carmelitano de San José de la Punta, conocido como el

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Convento del Santo Desierto de la Isla que se edificó en 1.719 en el lugar donde se encontraba la ermita de San Nicolás. La aldea de Sestao era en la antigüedad un punto estratégico de la comarca porque desde su cima se controlaba el paso de tropas, gente y barcos que se dirigían a Bilbao, siendo muy conocido este importante enclave por la batalla que tuvo lugar entre los godos que vinieron del norte de Europa y que se adentraron por El Abra, viendo a su paso por Portugalete la temida Torre de Salazar que al estar custodiada por muchos soldados decidieron no desembarcar en dicho lugar y seguir Ría arriba hasta la „dársena de La Benedicta‟ donde desembarcaron

porque

el

lugar

estaba

desprotegido,

ya

que

solamente había un par de caseríos en las laderas del monte Sexto o Sesto, y como estaban necesitados de víveres y agua subieron monte arriba en busca del sustento necesario para proseguir su singladura. Al llegar a la cima del monte Sexto vieron una pequeña ermita y un par de caseríos, pero no había ni rastro de gente. Sexto parecía una aldea fantasma, aunque no lo era porque los vascones, comandados por el jefe de la guardia de la Torre de Salazar, les estaban esperando escondidos detrás de la ermita armados hasta los dientes con hachas, espadas y porras para atacar a aquellos intrusos que se querían apoderar del lugar. Tal encuentro dio pie a la primera batalla contra los godos en la que el conde Falcon que comandaba a los godos perdió la vida, por tal motivo su mujer Godina ordenó que se le enterrara en la pequeña ermita que había en la cima, ermita que daría paso a la construcción de la iglesia de Santa María de la Anunciación. El nombre de Sexto o Sesto fue cambiado por Sestao que pasó a ser Concejo independiente el 25 de diciembre, día de Navidad, de 1.805 bajo la batuta del primer alcalde del Concejo Don Francisco de Velasco quien lideró la salida de la aldea de la mancomunidad de los Tres Concejos del Valle de Somorrostro (Santurce-Ortuella, Valle de Trápaga y Sestao), mancomunidad que 41

celebraba las juntas municipales en la ermita de San Bernabé de Urioste. Sestao, que era un monte lleno de campas y huertas, tenía una población de unas 340 almas y se dedicaba a la agricultura y a la ganadería. En aquel entonces albergaba unos 70 caseríos (Helguera, Castaños, Txabarrieta, Villate, De Roca, Santa Rosa, Torrontegi y Quindos, y otros muchos que servían de fortificación cuando Sestao era atacado) construidos con la piedra que los canteros sacaban de una pequeña cantera sita en la Vega Nueva. Sus edificios más notables eran la iglesia de Santa María, el convento de La Punta y la joya de la corona, la casa-torre que fue diseñada y edificada por mandato de Juan López de Salazar que casó con María de Sexto, viuda rica de la aldea. Esta maravilla de la arquitectura sería reformada en el siglo XVI, añadiéndola cuatro torreones góticos. Lamentablemente fue destruida en 1.931.

En el año que nos ocupa y preocupa 1.808, las riendas de Sestao estaban en manos del nuevo alcalde Pedro de Velasco, hermano del anterior regidor, quien, con la ayuda de Macías y los hombres de Wellington, intentaba organizar la defensa de la pequeña aldea contra el ejército de Napoleón. Ni que decir tiene que tanto el alcalde como la gente de Sestao no escatimaron en gastos y esfuerzos por lo que respecta a la manutención de todos los miembros de la „Resistencia‟ que habían acudido a Sestao a luchar contra Napoleón, sacando de los graneros toda la harina de borona que tenían para darles de comer, yendo hasta Urbinaga todos los días que las tropas de Macías estuvieron acampadas en Sestao cargados de patatas, hortalizas, verduras y corderos, ya que eran conscientes de que el regreso de las tropas napoleónicas suponía volver a estar subyugados a un tirano aún peor que la clase dirigente de aquel entonces.

42

Tricio estaba contento porque después de haber estado en „busca y captura‟ durante mucho tiempo podía reunirse de nuevo con su familia, aunque también estaba muy preocupado porque la batalla de „El Desierto‟ se presumía que iba a ser muy sangrienta y estaba seguro que el ejército de Bonaparte no iba a deshacerse de la pequeña zona industrial de la margen izquierda donde se asentaban varios pequeños astilleros, fraguas, forjas y ferrerías sin luchar, matando a muchos de aquellos que todos los días cruzaban la ría o cabalgaban o andaban hasta la campa de La Punta desde todos los rincones de la geografía de Bizkaia armados con guadañas, hoces, martillos, hachas, cuchillos y garrotes para unirse a la causa y luchar contra el „invasor‟. En unos pocos días la población de Sestao se duplicó. Ante tal superpoblación Macías, con la ayuda de un lugarteniente del Duque de

Wellington,

organizó

las

laderas

de

las

campas

que

se

desplegaban desde La Punta hasta Portopin, convirtiendo dichas laderas en una gran fortaleza, colocando la media docena de cañones de la que disponía escalonadamente para combatir al ejército francés cuya llegada era inminente, posicionando la infantería y la caballería a lo largo del río Galindo. Además, Macías estaba preocupado por la baja moral de la gente, por tal razón pidió a los txistularis de la Margen Izquierda que se unieran a la causa tocando el txistu y tamboril por las mañanas y al atardecer para que la gente no se viniera abajo y así mantener la moral alta. Su llamamiento fue un éxito ya que más de treinta txistularis, que no paraban de tocar, acudieron a Sestao. Al anochecer, esos cuatro días de calma tensa que duró la espera, la pequeña aldea estaba iluminada por los cuatro costados por las muchas hogueras que la „Resistencia Vasca‟ encendía para cocinar la comida del día siguiente en las pucheras caseras fabricadas con remaches. En la madrugada del 29 de julio de 1.808 se oyen los estruendosos

tambores gabachos, el 43

redoble

es tan fuerte y

ensordecedor que todo el mundo piensa que vienen más de dos mil soldados y que aquella batalla va a ser una auténtica carnicería. Todos los que están a cubierto en las trincheras de la margen izquierda del río Galindo se santiguan y encomiendan sus almas al Señor y a la Virgen. Se comienzan a divisar los primeros soldados de infantería que empiezan a posicionarse a lo largo y ancho de la explanada de „El Desierto‟ para atacar. Los tambores dejan de sonar y la infantería y la caballería toman posiciones delante del maltrecho puente de madera de La Punta, fuera del alcance de los cañones de la „Resistencia Vasca‟. La poca artillería gala se queda en la retaguardia. Los soldados vascos no dan crédito a lo que ven, haciéndose un gran silencio porque delante de ellos no hay más de 150 soldados. Macías pide a su corneta, uno de Zorroza que había desertado del ejército, que toque generala y que permanezcan en posición porque piensa que es una estratagema para que salgan a combatir a campo abierto. No se fía, cree que detrás de la abundante vegetación hay más soldados escondidos. En ese momento de incertidumbre, alguien que ha llegado en un bote desde Lutxana sube hasta el puesto de mando situado en Portopin gritando: –Vengo en nombre de José Luis Power Echevarri y quiero hablar con el comandante al mando de este puesto para informarle de que solamente viene una compañía porque el conde de Merlín, Christophe-Antoine, capitán general, y el general Villate están preparando algo gordo. Luis cree que quieren hacerse con Bilbao por lo que le ordena, que si no es necesario entrar en combate, reserve a todos sus hombres y le envíe los efectivos que pueda a Bilbao. El resto deberá quedarse aquí protegiendo y asegurando la zona. Macías entonces decide enviar un par de salvas de cañón a los soldados franceses que no llegan a alcanzarles porque están fuera de tiro, ordenando a sus soldados que se hagan ver y oír gritando con el fin de intimidar a las tropas francesas cuyo comandante, viendo que 44

no puede hacerse con Sestao, da la orden de retirada, siendo consciente de que no se trata solamente de luchar contra los soldados bien armados que tiene delante sino contra la gente de Barakaldo y de otros pueblos limítrofes que han venido a apoyar y a luchar con la „Resistencia Vasca‟. En ese momento el griterío es impresionante, oyéndose „irrintzies‟ por todos los puntos cardinales. Por tal razón, el día de San Pedro se tomaría como el Patrón de la aldea para que aquella „batalla‟ sin víctimas, corta pero intensa, fuera recordada generación tras generación. A partir de la „Batalla de Sestao‟ el Concejo crecería como la espuma porque la producción de sables y armas se dispara debido a las „Guerras Napoleónicas‟, necesitando la industria de la Margen Izquierda más mano de obra, dando paso esta bonanza económica a la construcción de casas en la Vega Nueva (Simondrogas) y Urbinaga,

asentándose varios talleres y pequeños núcleos industriales en la Vega Vieja (Galindo) y en la Isla (zona de la fábrica de ACB, la Naval y la Punta, ostentando Sestao en aquellos años en la zona del Kasko 45

los siguientes edificios: la Iglesia de Santa María, una escuela, la casa-torre de Sesto, una casa-hospital, la ermita de San Pedro, una bodega-taberna y la taberna del Kasko; en la zona de Beurko (zona donde confluyen los ríos Ballonti y Galindo, donde está actualmente instalada la depuradora) había una casa, una taberna y una barca que cruzaba a la gente de un lado a otro del río; en la zona de la punta estaba la casa-venta, la barca-pasaje y el convento del Santo Desierto; en Galindo solamente había una casa-taberna apodada „La Casilla‟ y en las demás zonas (Markonzaga, Kueto, Portopín, Urbinaga, Azeta, Ondojeda y Juncales) había algunos caseríos dispersos.

46

5 La calma después de la tormenta Los sestaotarras celebraron la „Victoria del Desierto‟ llenando las dos tabernas que había en el Kasko después de oír misa en la iglesia de Santa María, volviendo el pueblo a la calma y recordando la derrota que Francia había infringido a España entre 1.793 y 1.795 en la Guerra del Rosellón o de la Convención o de Los Pirineos, los tres nombres dados a la guerra que enfrentó al rey Carlos IV y a la Primera República Francesa tras la ejecución de Luis XVI de Francia el 21 de enero de 1.793 al firmar Manuel Godoy, quien representaba al gobierno de España, la adhesión a la Primera Coalición contra Francia liderada por el Reino de Gran Bretaña para atacar al país vecino por los frentes de Cataluña, Aragón, Navarra y Gipuzkoa con los más de 50.000 hombres que aportaron los reinos de España, Portugal y Gran Bretaña, aunque tal coalición fue derrotada y Manuel Godoy tuvo que firmar la paz con Francia en Basilea (Suiza), obteniendo el título de „Príncipe de la Paz‟, a sabiendas de que tal firma traería miseria al 47

pueblo español y la cesión de una parte (Haití) de la isla de La Española (República Dominicana) a Francia. A raíz de esto España entra en una gran crisis socio-económica que se ve reflejada en el Concejo de Sestao, ya que los pobres van perdiendo más y más poder adquisitivo porque se tienen que endeudar cada vez más y más para llegar a final de mes con los usureros y prestamistas (los poderes fácticos de aquella época: los comerciantes, los rentistas, la clase eclesiástica y los pudientes del Concejo) poniendo sus casas y terrenos como aval, lo que provoca una gran brecha social en el pueblo. Mientras tanto los representantes del Concejo (el Alcalde y Juez Ordinario, el Síndico Procurador General, los Regidores Capitulares, el Tesorero-Recaudador y los cuatro Vocales) al no tener ayuntamiento propio, aunque su construcción estaba ya en proyecto, se construiría en el año 1.823 junto a la plaza del Conde de Balmaseda, se reunían

en la iglesia de Santa María para tratar temas tales como la importación de maíz (sustento del pueblo), el porcentaje de leña destinada a las familias, la edificación de más casas, los impuestos que debían pagar las tabernas, bodegas y casillas (ventas) en reales 48

y maravedíes sobre el Txakoli y el vino clarete (por aquel tiempo el vino preferido de los sestaotarras) que se importaba de La Rioja, y otros impuestos con los que el ayuntamiento engordaba las arcas, además

el

consistorio

obtenía

fondos

por

hacerse

cargo

del

trasladando de presos a la prisión de la Casa de Juntas de Abellaneda y a través de profesionales cualificados como el maestro de primeras letras, el médico, el cirujano, el barbero-sangrador, el tesorero y algún abogado que llevaba temas sociales y penales que

el

Ayuntamiento contrataba para dar cobertura, bajo previo pago, a las necesidades sociales que la aldea tenía. Pero lo bueno no dura mucho y comienzan a llegar a Sestao rumores que corren como la pólvora por toda la península, que el 2 de mayo una tal Agustina de Aragón ha plantado cara al poderoso Ejército Francés en Zaragoza haciéndole huir, contándose los muertos de ambos bandos por miles, y que los monjes de Espinosa de los Monteros están formando una milicia compuesta por bandidos, campesinos, niños y mujeres de la zona para hacer frente a las tropas invasoras, viniéndose los vascos en general y los sestaotarras en particular arriba por estas noticias y por la primera derrota sufrida por los Franceses el 18 de julio 1.808 en el pueblo jienense de Bailén donde cayó el águila imperial francés en manos del general Castaños. Tales hechos hacen que todo el mundo quiera alistarse a las milicias y/o agruparse en los diferentes grupos de bandoleros para luchar contra el „Francés‟, oyéndose ya voces muy irritadas que quieren tomar Bilbao para liberarlo del yugo de Napoleón. Todo esto cuajó en la „Banda del Tuerto‟ que sumaba ya más de trescientas almas dispuestas a seguir a su líder a cualquier lado, aunque Macías decidió llevarse a Bilbao solamente a cien bandoleros entre los que se encontraban Tricio, „El Oso‟, „El Maestro‟ y „El Canicas‟ para apoyar al comandante Luis Power Echavarri que necesitaba hombres y mujeres valientes dispuestos a luchar contra 49

los galos, dejando el resto de efectivos en Sestao con el fin de salvaguardar el enclave y ayudar a los regimientos Iberia y Toledo que estaban destinados en la localidad. Estos hombres y mujeres que marcharon a Bilbao cruzaron la ría en el barco pasaje de La Punta hasta Erandio, para desde allí dirigirse a Deusto por donde entrarían y conectarían con la „Resistencia‟ de la Villa, que en aquel entonces tenía una población de unas 8.000 personas que principalmente se agrupaban en el recoleto Casco Viejo. Macías y sus hombres se adentraron por el monte Artxanda donde se ocultaba parte de la guerrilla bilbaína, para posteriormente bajar por el inmenso bosque que había por los alrededores de la Basílica de Begoña para descender por la Calzada de Mallona que les llevaría hasta el corazón de Atxuri.

Para la mayoría de los hombres de Macías era la primera vez que veían la impresionante iglesia de San Antón con el ayuntamiento de Bilbao adosado a ella, a decir verdad muy pocos de los presentes habían estado en la capital de la provincia, por tal razón, cuando vieron el Puente de San Antón sobre el río Nervión se quedaron maravillados, alucinando en colores, porque solamente lo habían visto dibujado en mapas y dibujos. Al llegar a las inmediaciones del puente 50

de San Antón vieron unos cuantos pescadores del barrio de Marzana y varios monjes del convento de San Francisco que estaban esperándoles para ocultarles en sus humildes casas y en dicho convento hasta que comenzara la revuelta contra el „Francés‟. Pasaron por debajo de la puerta de la muralla y cruzaron el puente hasta la otra orilla donde la „Banda de Macías‟ se desperdigó por diferentes casas para no levantar sospechas entre la gente pudiente de la Villa que se había afrancesado y hacía negocios con empresarios y comerciantes de la zona, respaldando de este modo las políticas sociales y comerciales de Napoleón Bonaparte, aunque a raíz del levantamiento del 2 de mayo en Madrid contra Napoleón y a causa de los muchos muertos y fusilados que conllevó aquella revuelta los que pertenecían a este grupo selecto de comenzado a cambiar de opinión.

51

„Gente de Bien‟ habían

6 El amotinamiento José Benito Zarauz, al mando de la defensa de Bilbao y de la provincia, envía una notificación a Macías y Tricio al convento de San Francisco convocándoles a una reunión para tratar las tácticas defensivas de la Villa con el propósito de bloquear y retener el mayor tiempo posible en las afueras de Bilbao el avance del General Francés Merlín que venía desde Burgos por Vitoria para dar tiempo a la Armada Británica a que desembarcara más soldados para reforzar la línea defensiva de la Villa, pero lamentablemente los refuerzos ingleses no llegaron. Ante esta disyuntiva Luis Power envía un comunicado a Tomas de Salcedo, que estaba destinado en Miraballes, ordenándole que intercepte a las fuerzas napoleónicas en dicho pueblo, siendo Miraballes el primer pueblo que sintió en sus propias „carnes‟ la demencia y la barbaridad de las huestes imperiales que arrasaron literalmente la ciudad, dejando tras de sí un reguero de innumerables muertos y heridos. Con el camino despejado la mesnada francesa se dirigió hacia Atxuri con el fin de terminar con la 52

revuelta sin miramientos, ya que el corso Napoleón Bonaparte quería una España sumisa. Macías y Tricio conocieron a Luis Power Echevarri en aquella reunión que se llevó a cabo en una de las lonjas de pescadores del susodicho barrio bilbaíno donde se planificaron las estrategias defensivas y ofensivas para el Casco Viejo. Nada más entrar el capitán al garito, con la cojera habitual que le había causado una bala en el frente de Le Boulou, se fue hacia los dos bandidos a estrecharles la mano, dirigiéndose a ellos como héroes por las hazañas que habían protagonizado contra las tropas napoleónicas en sus tiempos de bandoleros. Tras finalizar la reunión, Macías y Tricio se quedaron maravillados por la forma en la que Luis dirigió aquella reunión y por sus conocimientos militares. No había aún acabado la reunión cuando llegaron hasta Marzana unos soldados de Miraballes, los pocos que pudieron escapar de la refriega y salvar la vida, para informar a todos los presentes que Miraballes había caído y que los „Franceses‟ habían matado despiadadamente y brutalmente a todo aquel que se opuso a ellos, no haciendo prisioneros. Ante estas malas noticias Luis Power dijo, “Sé que esta batalla va a ser brutal y espeluznante y muchos de nosotros moriremos o nos apresarán, siendo posteriormente fusilados delante del pueblo como escarmiento para los demás, pero debemos luchar por nuestros derechos y libertades. A los supervivientes, si es que alguien sobrevive, os pido que os unáis al ejército inglés con el fin de echar a las fuerzas de Napoleón de España”. Nombró a Tricio comandante de las barricadas y de los cañones que se habían dispuesto en Atxuri, la Plaza de los Santos Juanes y en el Muelle de Ibeni, pero Macías, sabiendo que la mayoría de la gente asignada a aquel campo de batalla iba a morir, convenció a Luis Power para que le asignara a él a ese puesto defensivo, quedando 53

Tricio Egia de Sestao al otro lado de la Ría, en el camino del Convento de San Francisco donde se había colocado la poca artillería de la que disponía Luis Power. Y aunque era obligatorio el alistamiento al ejército de todos los vizcaínos solteros y viudos sin hijos, el día del ataque el pueblo entero, sin importar la edad ni el sexo, salió a la calle para defender la Villa, aunque ganar al ejército más disciplinado y mejor equipado del mundo era harina de otro costal y, además, estaban en inferioridad numérica y las únicas armas de las que los bilbaínos dispusieron fueron las que tenía el batallón Larrinaga. Y aquel nefasto y sangriento 16 de agosto, día de San Roke, al alba, comenzaron a oírse los tambores y las cornetas franceses que se adentraban hacia Bilbao por la cuesta de Miraflores donde los pocos bilbaínos que se opusieron al ejército de Merlín tuvieron que retroceder hasta las primeras barricadas que había en la entrada de Atxuri, las cuales no supusieron ningún impedimento porque los cañones franceses las hicieron saltar por los aires a las primeras de cambio, volando con ellas los cuerpos despedazados de las mujeres y hombres que intentaban taponar dicha entrada de acceso a la Villa, haciéndose las tropas de infantería francesas con el sitio fácilmente, y al cesar de bombardear la artillería de ambos bandos, se comenzó a combatir cuerpo a cuerpo, pero los „Franceses‟ que eran muchos más pasaban la bayoneta de lado a lado a los bilbaínos que encontraban a su paso, siendo el ensañamiento tal que las calles de Bilbao se tiñeron de rojo, pero los bilbaínos, ante aquella superioridad numérica, no retrocedían ni un milímetro, gritando „Bilbao libre‟, acometiendo una y otra vez contra los soldados franceses que no rompían la formación y avanzaban como una apisonadora. Una vez superadas las barricadas y la feroz oposición de la gente, la lucha continuó por las Siete Calles, donde comenzaron a caer muchos soldados galos porque las mujeres de la Villa bayoneta y cuchillos en mano arremetían contra los 54

invasores y las que estaban en los pisos no paraban de echarles agua y aceite hirviendo, además de macetas con flores y plantas incluidas. Algunos de los que pudieron retrocede hasta el Muelle de Ibeni y cruzar la Ría a nado o corriendo por el puente de San Antón salvaron el pellejo, los que no pudieron cruzar gritaban de dolor y miedo por el ensañamiento empleado por los soldados invasores. Los gritos eran de tal magnitud que los cañonazos no los acallaban, viéndose desde el Convento de San Francisco los cuerpos descuartizados que yacían inertes en el suelo, otros flotaban por las aguas rojas de la Ría, siendo el número de cuerpos que flotaban Ría abajo tal que varios cuerpos llegaron hasta la orilla del Convento de la Punta de Sestao, intuyendo los sestaotarras y la población de ambas márgenes del rio Nervión que la „Batalla de Bilbao había sido una auténtica carnicería. Una vez tomada la Villa, Merlín se dirige al Convento de San Francisco

donde

Luis

Power

está

bien

pertrechado,

pero

los

insaciables cañonazos franceses matan a la mayoría de los que se hacen fuertes intramuros. Uno de estos cañonazos alcanza a Luis Power matándole al instante. Por tal razón, los hombres y mujeres que aún están vivos, uno de ellos Tricio, al verse sin un líder a quien seguir, escapan hacía Sestao. Los que no pudieron escapar fueron fusilados sin miramientos, siendo sus cuerpos arrojados a la Ría para que la corriente les llevara Ría abajo y la población de las riberas del Río Nervión los vieran a modo de escarmiento. Uno de estos cuerpos, el de Macías, fue encontrado semienterrado y mutilado en las marismas de Erandio. Una frase del informe que José Bonaparte envió a su hermano Napoleón Bonaparte resume el horror de aquella sangrienta batalla, “El fuego de la insurrección bilbaína ha sido apagado con la sangre de 1.200 hombres”.

55

A raíz de la caída de Bilbao, la Villa se afrancesó de nuevo ya que los franceses permanecieron en ella hasta 1.813, favoreciendo la llegada y el asentamiento de muchas familias adineradas francesas que montaron innumerables negocios, ayudando el casamiento entre familias bilbaínas y francesas a que la inquina que se tenía a los franceses fuera disipándose poco a poco, aunque la clase trabajadora no olvidaría nunca ni las tropelía que se habían cometido ni los saqueos ni las violaciones, siguiendo las bandas de bandidos asaltando las diligencias y los convoyes franceses que bajaban o subían a Vitoria. Uno de esos bandidos que capitaneaba la „Banda del Tuerto‟ era Tricio Egia de Sestao que se encontraba escondido con sus hombres en algún lugar del Concejo de Sestao con la ayuda del alcalde Ramón de la Llosa.

56

7 La lucha continúa A la semana de haber llegado Tricio al Convento de la Punta, llegó el „Maestro‟ que también se ocultó bajo la sotana de los monjes carmelitas descalzos para pasar desapercibido de los ojos indiscretos y de los chivatos que vivían en el Concejo de Sestao para informarle de que Macías había sido masacrado y que „El Oso‟ fue desmembrado en la explanada del Arenal delante de todo los vecinos de Bilbao que fueron obligados a ver aquellas macabras ejecuciones y que el tronco de su cuerpo fue arrojado a la Ría. Por otro lado, la vida en Sestao continuaba más o menos igual, con sus problemas de abastecimiento de víveres y urbanísticos provocados por la „Guerra de la Independencia Española‟ y como la vida en el campo era sumamente difícil y peligrosa por los saqueos y violaciones perpetrados por los soldados galos muchos granjeros dejaban los pueblos para trabajar en los negocios que se abrían en las urbes de la comarca que, poco a poco, se iban recuperando de la 57

crisis y del endeudamiento que habían padecido a últimos del siglo XVIII. Por aquel entonces Bizkaia estaba estructurada políticamente, socialmente, geográficamente y administrativamente tal y como se conoce hoy en día al haberse unido en 1.628 la Tierra Llana y el Duranguesado al Señorío, dos años después se unirían las Villas y la Ciudad de Orduña y un siglo y medio largo más tarde, concretamente en 1.800, se anexionaría la Merindad de la Encartaciones a la estructura foral de la provincia. Pero a pesar de que los dos forajidos que vivían en el Convento Carmelita de la Punta, ya en „busca y captura‟ por las tropas napoleónicas, casi no salían del convento para no levantar sospechas, la llegada a este santo enclave del resto de bandoleros („el Perejil‟, „el Canicas‟, „el Hacha‟, „el Perro‟ y „el Botero‟) acompañados de otros forajidos y soldados que querían unirse a Tricio levantó muchas sospechas, por tanto, Tricio ante esta situación y sabiendo que más pronto o más tarde serían arrestados y que correrían la misma suerte que „El Oso‟ decidió continuar la lucha contra las huestes francesas y la burguesía que apoyaba la invasión napoleónica desde un pequeño asentamiento llamado Zollo que se encontraba en lo más profundo de los montes de Ugao-Miraballes con el fin de controlar a las tropas galas que subían hacía Vitoria y/o que bajaban de dicha ciudad hacía la cornisa cantábrica, teniendo asegurada la huída porque este enclave estratégico conectaba con las Encartaciones. Además, los monjes Carmelitas Descalzos estaban inmersos en un pleito judicial con el cura de la Iglesia Parroquia de Santa María que aducía y argumentaba que era él quién debía recibir los diezmos que debían pagar los renteros y los colonos que explotaban las tierras comunales de la Vega Nueva (Simondrogas) en vez del Convento de San Nicolás, encontrándose los bandoleros en el ojo del huracán, ya que la gente de la zona no paraba de hablar sobre ellos y sus andanzas, llegando 58

tales habladurías hasta los oídos de los responsables de las fuerzas francesas que estaban asentadas en el „Bocho‟. No habían transcurrido ni dos meses del agrupamiento de la „Banda del Tuerto‟ en el campamento de Zollo cuando „El Canicas‟, que había estado tomándose unos tragos por la tarde en la taberna local de Ugao-Miraballes, informa a todos los miembros de la banda que el 31 de octubre al amanecer, una mañana otoñal de niebla, los „galos‟ habían entrado a golpe de cañón y bayoneta en el pueblo de Amorebieta pillando desprevenidos a los lugareños que poco pudieron hacer para defender a la población porque fueron cogidos aún dormitando en sus catres. Las tropas francesas, al mando del sanguinario general Villate, entró a saco en el pueblo violando a las mujeres, saqueando los caseríos de Amorebieta y Etxano, matando a hombres mujeres y niños, dejando tras de sí una estampa inaudita y sangrienta, con el río Ibaizabal teñido con la sangre de algunos niños que se habían ocultado por las inmediaciones, y aunque la „Batalla de Zornota‟ solamente duró un día, porque no había nadie que pudiera enfrentarse a las tropas de Napoleón, los dos días posteriores al asalto los soldados franceses se dedicaron a saquear el concejo y a violar a mujeres y niñas. A posteriori se supo que este trágico ataque se había adelantado para pillar desprevenidos a los Zornotxarras y al general malagueño Joaquín Blake que, aunque se encontraba en las inmediaciones, poco pudo hacer para contrarrestar el ataque en el que

fueron

masacradas

unas

6.000

personas,

teniendo

que

retroceder, muy a su pesar suyo, hacía un lugar más seguro ya que el frente galo le duplicaba en número de soldados y armamento. Al oír esto los más de setenta miembros de la „Banda del Tuerto‟ se vinieron abajo, pero Tricio, muy sabiamente, decide subirles la moral haciéndoles cabalgar hasta la Torre-Prisión de Abellaneda para liberar a los presos que tienen entre rejas las autoridades controladas 59

por el ejército de Napoleón allí. Tal ataque se efectuó el 4 de noviembre de madrugada, pillando en el cambio de guardia a los centinelas que se rindieron a la „Banda del Tuerto‟ sin ofrecer resistencia alguna. Todos los jóvenes que fueron liberados se unieron a Tricio y le siguieron de regreso a Zollo cruzando la población de Balmaseda con el objeto de coger el camino de Zalla para desde allí adentrarse por el monte Ganekogorta y ocultarse en su guarida. Pero ya estaban a punto de coger el camino del monte cuando vieron por el camino de la Cuadra unos 1.000 soldados que iban persiguiendo al grueso de las tropas de Blake que se replegaban bordeando el río Cadagua hacia las tierras altas del puerto de montaña del Cabrio para reunirse

con

el

pequeño

ejército

compuesto

por

campesinos,

bandidos y algunos soldados que los monjes de Espinosa de los Monteros habían reagrupado para enfrentarse en el norte de Burgos a los franceses comandados por el mariscal Claude-Victor Perrin (el Perro) quien sabía que el Segundo Cuerpo de Ejército del mariscal Jean Baptiste Bessières, mariscal este que ya había derrotado a Blake en la batalla de Medina de Rioseco (Valladolid), estaría por algún lugar del Crucero esperando a los soldados españoles, pero la „Banda del Tuerto‟ galopó por el monte hasta que dio con Blake en el paraje de La Herrera, pudiendo avisarle de que François Joseph Lefebvre y Victor le perseguían a marchas forzadas para darle caza y aniquilar a los más de mil hombres que ya componían su unidad. Blake con la ayuda de los hombres de Tricio y de la gente de Balmaseda que se unió a la lucha emboscaron al ejército napoleónico que, aunque superior en soldados, sufrió una humillante derrota que enfureció muchísimo al mismísimo Napoleón Bonaparte quien no entendía como unos campesinos y milicianos habían derrotado a sus mariscales más preparados, además de haber matado a más de 400 soldados franceses, y lo peor de todo y lo que más enervó al corso fue que la milicia española se había hecho con los fusiles, la munición y los cañones que la tropa napoleónica había abandonado en el campo de 60

batalla. Pero el mariscal Víctor no cejó en su afán por derrotar a Blake y tras replegarse volvió a reagrupar a sus tropas y continuó persiguiendo a Blake quien entendía que la ocupación de la península era algo imparable porque todos los días más y más tropas cruzaban la frontera por Irún, por tal razón ordenó a todas las bandas de forajidos que se desplegaran y ocultaran por sus zonas de influencia y atacaran intereses galos y emboscaran a los soldados de Napoleón con el fin de diezmar al gran ejército francés, prosiguiendo él hacia Espinosa de los Monteros (Burgos) donde el mariscal Víctor y el mariscal Jean Baptiste Bessières le dieron caza y se tomaron la revancha derrotándole, aunque no consiguieron apresarle como querían. El capitán Joaquín Blake y Joyes nacido en Veléz, Málaga, que estaba acostumbrado a atacar y escapar, ya que había perdido la Villa de Bilbao dos veces, consiguió más tropas y siguió guerreando contra los invasores galos, ganando batallas como la de Alcañíz y la de Murcia. Tras acabar la „Guerra de la Independencia Española‟ fue nombrado presidente del Consejo de Estado, pero debido a las diferencias que tenía con el rey Fernando VII quién abrazó el „Absolutismo‟ como régimen político fue desterrado a Valladolid donde le tuvieron recluido hasta su muerte. Tal era la aversión que el monarca tenía hacia él que no le permitió ni tan siquiera ir a los baños de Zestoa por motivos de salud. La „Banda del Tuerto‟ desapareció por los montes de Ordunte y por las Encartaciones donde sus miembros se encontraban como „peces en el agua‟ atacando y emboscando a los soldados y convoyes franceses, siempre ayudados por la gente de los pueblos que no querían al „Francés‟.

61

8 Las últimas batallas Entre 1.809 y 1.812 hubo una cierta calma en la provincia que solamente se rompía en las Juntas Generales de Gernika donde algunos junteros se enfrentaban por el tema „Francés‟. La mayoría de los junteros encartados, con el apoyo de los junteros de otras merindades cuyos pueblos habían sido masacrados despiadadamente, pedían más acción y hostigamiento contra los galos ya que no eran bienvenidos ni apreciados en el Viejo Señorío de Bizkaia. Pero la vida debía continuar y Sestao, con una población de unos 400 habitantes, comienza a disfrutar de una mejora económica al poder tomar el Consistorio, que se había separado del Concejo del Valle de Somorrostro (San Salvador del Valle, San Jorge de Santurtzi y Sestao), sus propias decisiones encaminadas a ingresar dinero en las arcas del recién estrenado ayuntamiento, aprobándose, entre otras medidas, la explotación de la tierra que se arrendaba a los Campesinos con el propósito de que Sestao se convirtiera en un núcleo agrícola y ganadero, como así fue hasta bien entrado el siglo XX. A raíz del fomento de la ganadería y de la agricultura se establecieron innumerables y prósperos negocios en el Concejo como la abacería donde se vendía de todo: vinagre, aceite, legumbres, 62

aguardiente, vino, txakoli, bacalao, etc., además, ante la gran demanda que había para construir casas y levantar muros de piedra llegaron varios canteros gallegos a la localidad que se establecieron en varias chabolas que ellos mismos edificaron en zona de La Sierra, sacando la piedra que necesitaban de una pequeña cantera que había en la Vega Nueva. Dichos canteros, cuando no podían trabajar, debido a las inclemencias del tiempo o porque no había muro o casa que levantar, se dedicaban a cultivar berzas, pimientos, patatas, tomates y algún que otro „porco‟ que mataban por Navidad. Además de los canteros, también llegaron zapateros, carpinteros, poceros, herreros y aquellos descomunales bueyes que se utilizaban para arar las campas de Sestao y para hacer apuestas en la Plaza del Kasko los domingos a ver qué buey desplazaba una gran piedra que se guardaba en dicha plaza más distancia en un tiempo concreto. Pero aunque aquel frio invierno de 1.812 el pueblo seguía realizando los quehaceres rutinarios, la gente no se olvidaba de Napoleón por las noticias que llegaban del frente ruso donde Napoleón Bonaparte estaba perdiendo la guerra y muchos soldados, por lo que las autoridades imperiales subían los impuestos más y más para que el pequeño corso siguiera guerreando por Europa, revelándose las corporaciones que cada vez se hacían oír más, atizando y echando más leña al fuego para que la gente saliera a la calle y se rebelara contra el pequeño general francés, y para más inri, el 19 de marzo se aprueba en la iglesia de San Fernando de Cádiz la „Constitución Política

de

la

Monarquía

Española‟,

más

conocida

como

la

„Constitución de 1.812‟, la „Constitución de Cádiz‟ o la „Pepa‟, siendo esta „Constitución‟ una de las más liberales y progresistas de aquel entonces en Europa, aunque solamente estaría en vigor durante dos cortos años al ser derogada por el rey Fernando VII el 4 de mayo de 1.814 a su regreso del exilio porque dicha „Constitución‟ transgredía y limitaba los poderes del monarca, además, casi no se pudo implementar porque la mayor parte de España estaba bajo el dominio 63

de José I Bonaparte y este intento de revolverse contra los imperialistas galos tuvo nefastas consecuencias ya que Cádiz, que estaba superpoblada con refugiados provenientes de todas partes de España y afectada por una epidemia de fiebre amarilla, fue asediada y bombardeada sin piedad. A pesar de todo esto, los gaditanos aguantaron el asedio de la ciudad heroicamente y estos esfuerzos por echar al „Francés‟ de España no cayeron en saco roto cumpliéndose el objetivo primordial de la „Pepa‟, que el pueblo saliera a la calle de norte a sur y de este a oeste a enfrentarse a las tropas imperiales. Sestao no fue una excepción y el nuevo alcalde Juan de Ariñola arrimó el hombro e hizo todo lo posible para que los jóvenes se unieran al ejército del Duque de Wellington (Arthur Wellesley) quien se disponía a dar la batalla a los galos en Vitoria (Aláva). Tricio y sus hombres al enterarse de que el alcalde de Sestao estaba reclutando tropas no lo dudaron ni un momento y galoparon hacia la Ciudad de Orduña para desde allí adentrarse por los montes con el fin de llegar a Miranda de Ebro donde se unieron a los milicianos que se dirigían a Vitoria. José Bonaparte ante este levantamiento no sabía qué hacer, estaba en desbandada, haciéndose fuerte en Vitoria, esperando a que llegaran los refuerzos que su hermano le había prometido, pero que no llegaban porque a Napoleón le preocupaba más el frente ruso que le atemorizaba y no le dejaba pensar con claridad. Tal incertidumbre en las filas napoleónicas fue aprovechada por el Duque de Wellington que, conjuntamente con las fuerzas españolas y portuguesas, decidió atacar el 21 de junio de 1.813 a las tropas galas que estaban acampadas en la Llanada Alavesa que es una especia de „cazuela‟ que no tiene escapatoria porque está rodeada de montañas, además, viéndose las tropas de José Bonaparte acorraladas por el grueso del ejército aliado y por los muchos voluntarios que acudían a la Batalla de Vitoria de todos los puntos cardinales armados con toda clase de 64

utensilios, desde hoces, martillos, cuchillos, guadañas y hasta bueyes que colocaban en la primera línea del frente para combatir a las tropas

de

José

Bonaparte

que

estaban

desplegadas

por

las

inmediaciones de Subijana y la Puebla de Arganzón, sumando dichas tropas el friolero número de unos 60.000 hombres armados con 140 cañones. Creyendo José I Bonaparte que su ejército jamás podría ser derrotado posicionó al „Ejército de Andalucía‟ en el flanco izquierdo y al „Ejército Francés de Portugal‟ y „Los Josefinos‟ (soldados españoles leales a José Bonaparte) en el flanco derecho. Pero el Duque de Wellington antes de comenzar el ataque le pide al general Álava, buen conocedor de la zona porque era natural de Vitoria, que con la ayuda de Tricio y sus hombres espiase a las tropas francesas, cosa que hicieron sin ser vistos, para al cabo de unas horas reportar que la defensa de Vitoria era un desastre porque el posicionamiento de los soldados

galos

era

totalmente

erróneo

y

que

no

se

había

implementado ninguna táctica militar. Ante esta buena noticia, y sabiendo Wellington que los refuerzos que había pedido José Bonaparte no iban a llegar, a las ocho y media de la mañana da la orden a sus generales de atacar, echándose encima del enemigo la 1ª División Española de Murillo y la 6ª División Española de Longa que contaban con más de 7.000 hombres que, espoleados por todo el odio que llevaban dentro contra los imperiales, atacan las posiciones galas, entrando en la Puebla de Arganzón donde se combate cuerpo a cuerpo. Ante esta situación tan desesperada los más de 4.000 carros que transportaban enseres, comida, armas y municiones salen en estampida hacía Francia, colapsando las pocas calles que había en la capital alavesa, además los artilleros que se dirigían hacía la Puebla de Arganzón pertrechados con cañones para repeler el ataque fueron engañados por un lugareño quien les indicó que el camino más rápido y corto para llegar hasta allí era un sendero angosto que les metería en un barranco sin salida que les impedía moverse libremente, dando 65

el toque de gracia a los soldados imperiales los portugueses, los casacas rojas ingleses y los escoceses que se hicieron con el punto estratégico de Gamarra Menor. Ante esta debacle el ejército galo escapa como puede de la refriega, dejando tras de sí más de 10.000 soldados galos muertos. Muchos de los soldados galos no solamente sucumbieron a los sables y a las lanzas de los soldados aliados sino que también a las armas caseras que la gente portaba, cuántos de ellos fueron degollados por las hoces y los cuchillos jamoneros. Ya entrada la tarde José Bonaparte, viendo que el ejército imperial estaba desbordado, decide tocar retreta para salvar la vida metiéndose en un carruaje que fue bloqueado por las muchas carretas que intentaban escapar de la ciudad, momento en el que Tricio Egia de Sestao, capitán de la unidad persecutora, le dispara, hiriéndole en un hombro, aunque ante esta adversidad el hermano de Napoleón se las arregló para hacerse con un caballo y huir hacia Francia con el rabo entre las piernas. Muchos patriotas, entre ellos el „Perejil‟ y el „Canicas‟, dejaron la vida luchando en las angostas calles de la Puebla de Arganzón, como otros muchos lo hicieron en los muchos pueblos alaveses que serán recordados por el monumento que se erige en su honor en la plaza de la Virgen Blanca, porque la Batalla de Vitoria supuso el camino hacia la libertad y el fin de la tiranía y la subyugación napoleónica, aunque para echar a los galos del País Vasco y Navarra todavía hubiera que librar otra batalla aún más sangrienta que la de Vitoria u Ocaña si cabe, la Batalla de „San Marcial‟ o la de los „Pirineos‟. Tricio y el resto de sus hombres continuaron a las órdenes del Duque de Wellington que tras la victoria obtenida en la Llanada Alavesa puso rumbo a San Sebastián donde se concentraba el grueso del ejército de Napoleón que estaba dispuesto a recuperar parte del 66

territorio vasco, aunque esta vez la „Banda del Tuerto‟ no lucharía en Donostia porque el Duque, sabiendo que aquella batalla iba a ser una de las batallas más sangrientas de la „Guerra de la Independencia Española‟ donde se derramaría sangre por doquier, ordenó a Tricio y a sus más de 200 hombres que se quedaran en Otxandio para que cortaran los accesos que bajaban hacia la costa vasca para que las tropas francesas que todavía estaban diseminadas por toda la península ibérica no pudieran llegar a San Sebastián, y aunque Tricio no estaba de acuerdo con dichas órdenes ni con la misión que le habían encomendado porque él quería participar en la batalla de San Sebastián las acató sin rechistar. Pero lo que él no sabía es que Wellington

les estaba protegiendo, primero porque sabía que la

Batalla de San Marcial iba a ser una auténtica carnicería y que tras la derrota de Napoleón Bonaparte, el Rey Fernando VII („El Deseado‟ o „El Felón‟) volvería a España con energías renovadas y dispuesto a poner su orden social y político con mano firme y que en este nuevo sistema político y social no entraban ni los bandidos ni los antimonárquicos. A partir del 26 de agosto el general Graham mantuvo la Ciudad de San Sebastián asediada, lanzando las primeras cargas contra el ejército imperial, lo que le ocasionó la pérdida de más de 600 hombres porque los franceses a las órdenes del General Soult se habían hecho fuerte en un área que iba desde San Sebastián hasta Irún, controlando de esa forma la frontera y el río Bidasoa. Wellington para neutralizar las líneas francesas desplegó las divisiones angloportuguesas a lo largo de Vera y Lesaka, llegando a las puertas de Irún, lo cual desanimó aún más a los soldados imperiales porque al haber estado sitiados durante varias semanas no tenían víveres y la munición comenzaba a escasear, por tanto Wellington, desde su atalaya, el 31 de agosto da la orden de ataque, combatiéndose en la zona de San Marcial bayoneta y espada en mano. Por otro lado, los 67

franceses se hacen fuertes en Vera y Lesaka, por lo que el general Freire cambia su rumbo y se dirige hacía estas dos localidades con el Cuarto Ejército o „Ejercito de Galicia‟ para sofocar desde las alturas esta acometida imperial. Al tiempo que sucedía todo esto, las fuerzas aliadas

entran

en

San

Sebastián

saqueando

la

ciudad

e

incendiándola, provocando el caos y el terror entre los donostiarras, cobrándose esta Batalla de San Marcial más de 4.000 vidas. A raíz de esta victoriosa gesta con la que se dio por finalizada la „Guerra de la Independencia Española‟, el 4 de septiembre el Duque de Wellington convoca a las tropas gallegas y al Ejército Español en el cuartel de Lesaka para decirles: „Guerreros del mundo civilizado: Aprended a serlo de los individuos del Cuarto Ejército que tengo la dicha de mandar. Cada soldado de él merece con más justo motivo el bastón que empuño. Todos somos testigos de un valor desconocido hasta ahora; del terror, la muerte. La arrogancia y serenidad, de todo disponen a su antojo. Dos divisiones fueron testigos de este combate original sin ayudarles en cosa alguna y esto por disposición mía para que se llevaran una gloria que no tiene compañera. Españoles: Dedicaos a imitar a los inimitables gallegos, distinguidos sean hasta el fin de los siglos por haber llegado en su denuedo hasta donde nunca nadie llegó. Nación española, premia la sangre vertida por tantos cides. Diez y ocho mil enemigos con una numerosa artillería desaparecieron como el humo para que no os ofendieran jamás‘. Y tal y como se lo había advertido el Duque de Wellington a Tricio la revolución iniciada en Cádiz originó la contrarrevolución fernandina y el 4 de mayo de 1.814, con el nuevo alcalde de Sestao Ángel Mariano de Echevarría, el rey Fernando VII deroga la Constitución de 1.812 y disuelve las Cortes, deteniendo a todos los diputados liberales, comenzando de esta forma otra etapa oscura en España, el Absolutismo, aunque el rey Fernando VII era consciente y sabía que la „Pepa‟ sería el catalizador que el pueblo necesitaba para

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que España pasara de ser un país feudal a una seudodemocracia, porque aunque Napoleón fue derrotado en la trágica batalla de Waterloo y exiliado perpetuamente a la isla inglesa de Santa Elena dejó en España su seña de identidad que no fue otra que las ideas liberales y progresistas que cambiaron la anticuada, ultracatólica y conservadora España durante más de un siglo hasta la caída de la República en 1.936. Ante esta nueva disyuntiva política y social la mayoría de los componentes de la „Banda del Tuerto‟ se integraron en la sociedad, algunos de ellos volvieron a sus pueblos de origen donde formaron una familia, pero otros como Tricio y „El Maestro‟ siguieron al margen de la ley trotando libremente por Las Encartaciones, aunque el nuevo alcalde de Sestao José de Gandarias les hubiera ofrecido el puesto de alguaciles.

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9 Cambio de rumbo Con la llegada en 1.814 de Fernando VII al trono la „Pepa‟ (Constitución de Cádiz) es abolida y se comienza a perseguir y ajusticiar a los liberales, sobre todo a los líderes, que son ahorcados, manteniendo así el monarca amordazado al pueblo, Se eliminan diputaciones y ayuntamientos, además se devuelve a la Iglesia católica todos los bienes que se le habían arrebatado, restableciendo, como golpe de efecto, la Santa Inquisición que se ocuparía de llevar al patíbulo a todo aquel que no comulgara con las ideas y la dictadura implementadas por el Rey de España, imperando el Absolutismo por todos los rincones de la „piel de toro‟. En Vizcaya, como en las demás provincias españolas, lo liberales siguieron activos en la más absoluta clandestinidad, confabulando y conspirando contra el

rey absolutista

para echarle del

trono,

produciéndose la fallida sublevación de 1.820 en varias ciudades (Zaragoza, Bilbao, La Coruña, Barcelona, Cádiz, Sevilla, …), liderada por el comandante liberal asturiano Rafael del Riego y Flórez que fue arrestado

y

sentenciado

a

muerte,

y

aunque

pidió

perdón

públicamente al monarca, a este no le tembló la mano, siendo 70

ahorcado y posteriormente decapitado el 7 de Noviembre de 1.823 en la Plaza de la Cebada de

Madrid entre insultos de quienes

previamente le habían aclamado y apoyado, aunque su gesta perduraría en el tiempo al adoptar, como suyo, los liberales y republicanos el himno de Riego. Tricio y el Maestro lograron rehacer la banda del Tuerto en la cueva del Durañona desde donde planeaban los robos y raptos de los hacendados de la comarca y/o de sus familiares más allegados para conseguir dinero fácil y rápido, pero Vizcaya, y sobre todo la Margen Izquierda, comenzaban a industrializarse porque muchas empresas inglesas y de otras nacionalidades se estaban estableciendo en la zona con el fin de extraer el mineral de hierro de minas tan míticas como „La Orconera‟ (Compañía londinense Ore Corporation Ltd.), Gallarta, La Magdalena, la de los Alemanes y de la Franco belga que la familia „Ybarra Hermanos‟ poseía en la zona de Ortuella, Barakaldo, Abanto y Zierbena y el Valle de Trápaga, produciendo tal hecho el efecto llamada, comenzando los ayuntamientos del Gran Bilbao a recibir emigrantes por doquier, atraídos por los muchos puestos de trabajo que esta industria emergente necesitaba cubrir, alquilándose fácilmente casas, chabolas y cuadras en las que se hacinaban y malamente subsistían rodeados de porquería. Además, el ejército, los miñones vizcaínos (cuerpo fundado en 1.784) y los aguaciles estrechaban más y más el cerco sobre los forajidos y bandoleros que operaban por el viejo Señorío, ya que daban una mala imagen de cara a las empresas extranjeras que estaban interesadas en establecerse en la zona, siendo apresados y colgados en las plazas de los pueblos para escarmiento de los más jóvenes. Tricio, que ya empezaba a tener una edad y estaba muy cansado de aquella vida de forajido, esgrimió todas las razones expuestas anteriormente para convencer al „Maestro‟ y a la docena de bandoleros que él lideraba de que compraran unas tierras en la zona 71

de Kadegal del municipio de Ortuella-Santurtzi con el fin de establecer una cooperativa ganadera que se dedicaría a suministrar leche y productos lácteos a la población de la Margen Izquierda y a los mineros de las minas de Triano. No habían transcurrido ni dos semanas cuando los forajidos y sus familias llegaron al Kadegal, lugar que está cerca de la mítica mina de la Orconera. Lo primero que hicieron fue edificar varias casas y cuadras para alojar a toda la prole que creían en el proyecto de Tricio. Con suficiente pasto para el ganado lanar, porcino y vacuno llegaron a reunir unas cincuenta cabezas de vacas lecheras, otras tantas ovejas y más de veinte cerdos que vendían bien por la zona. La explotación ganadera fue un gran éxito en la zona y con los contactos que aún tenía el „Maestro‟ en Bilbao comenzaron a vender carne, productos lácteos y hortalizas a las tiendas de la gran urbe. Tres veces por semana salían desde el Kadegal varios carros hacia Santurce, Portugalete, Sestao, Barakaldo y Bilbao. Al cabo de una década la demanda de carne y productos de la huerta fue tal que tuvieron que contratar más braceros y ampliar el número de cabezas de ganado y comprar más tierras de pastos.

72

10 La llegada del bacalao y del cólera En el verano de 1.819 estando Tricio en el muelle de la Benedicta supervisando el suministro de verduras, hortalizas, carne y leche que los estibadores estaban cargando en uno de los varios buques ingleses a los que vendía los productos de la cooperativa vio como los marineros comían en la cubierta unas lonchas de carne salada. Sorprendido por el hecho se acercó para preguntar de que pescado se trataba, y hablando muy despacio y vocalizando, dijo: „Buenos días. Os estoy observando un poco perplejo como coméis algo salado y por muchas vueltas que le doy al coco no logro saber de qué se trata‟.

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Uno de ellos, que hablaba algo de español, le respondió dándole una loncha: „Toma, pruébalo. Ya verás cómo te gusta‘. Tricio cogió el trocito de pescado y se lo metió en la boca para saborearlo, pero nada más que la sal entro en contacto con su paladar, profirió: „hostias, está un poco salado, pero está bueno‘, preguntando acto seguido: „¿Qué es?‘

El marinero que le había dado el trozo dijo, „es bacalao. En Inglaterra lo importamos desde Islandia y está un poco salado porque no ha estado el tiempo necesario en agua. También lo comemos desalado. Lo freímos con patatas y nos lo comemos en un cucurucho de papel‟. Tras decir esto, el hombre le pidió a Tricio que esperara un momento. Desapareció por las escaleras abajo y al cabo de un minuto aparecía con una bacalada entera en la mano que se la dio a Tricio, diciéndole: „toma, la desalas metiéndola en agua 24 horas, cambias el agua cada 8 horas y ya tienes el bacalao listo para cocinar. Lo puedes freír o cocinar‟. Tricio les dio las gracias por todo, pero antes de irse con la bacalada, él, un poco inquieto, le hizo otra pregunta al marinero: „Por

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los gestos que hacíais y por las caras de preocupación que poníais he podido entender que algo va mal. ¿Tenéis algún problema a bordo?‟ El marinero le explicó que en algunas partes de Inglaterra estaban padeciendo una pandemia y que la gente moría rápidamente de diarreas, vómitos y dolores de tripas. El marinero sin saberlo estaba hablando de „el cólera‟ que había viajado a las Islas Británicas desde los humedales de Bengala y desde el delta del rio Ganges en la India a través de las rutas comerciales mundiales, golpeando primero a la ciudad portuaria de Sunderland, desembarcando de esta manera el pánico en Inglaterra. De vuelta a Kadegal, a lomos de su caballo, él iba hilvanando cabos y pensamientos, y nada más desmontar llamó al „Maestro‟ para decirle: „Creo que podemos ampliar nuestro negocio importando bacalao salado de Inglaterra para venderlo en Vizcaya, para tal fin necesitamos abrir una tienda con un buen almacén en Sestao, cerca del puerto de Portugalete. Puede ser un buen negocio porque el bacalao salado puede estar almacenado bastante tiempo sin que se eche a perder‟. Un año después Tricio dejó Kadegal y se estableció en la Iberia, Sestao, con el fin de hacerse cargo de la importación de bacalao y de los suministros y la distribución de los productos que llegaban al almacén desde la cooperativa de „El Tuerto‟. Durante unos años el negocio le fue como la seda a los cooperativistas, pero en 1.930 se encienden las alarmas porque en la capital rusa, Moscú, comienza la población a contagiarse de cólera, enfermedad que se propagaría por todo Europa al estar todos los países interrelacionados por la actividad comercial. En 1.832 se dan los primeros casos en Bilbao, aunque la primera muerte no ocurriría hasta Agosto de 1.834 en plena guerra carlista 75

que había estallado entre los que defendían la subida al trono del infante Carlos María Isidro de Borbón enmarcados dentro de la Ley Sálica, con el eslogan „Dios, Patria y Rey‟, y los isabelinos que proclamaban que la única heredera al trono era la infanta Isabel, ya

que el rey Fernando VII al morir el 28 de septiembre en Madrid la deja como heredera al trono de España. Las provincias vascas y Navarra se alían con el movimiento carlista, aunque Bilbao se proclama isabelino. Tal anomalía afectó a los suministros que se transportaban por tierra y por mar, y debido al gran número de personas

que

se

concentraron

en

Bilbao

procedentes

de

las

poblaciones rurales la urbe se convirtió en una olla a presión, aumentando la basura exponencialmente, viéndose la insalubridad reflejada en la ría que hacía las veces de vertedero natural de la ciudad,

incrementándose

el

número

de

contagios

en

la

Villa

rápidamente. Solamente en tres meses mueren casi ochocientas personas, la mayoría mujeres de avanzada edad pertenecientes a la clase obrera, produciendo tal hecho la histeria y el caos. El miedo a contagiarse era tal que ante la imposibilidad de enterrar a tanta gente los cadáveres tenían que permanecer en las casas varios días por lo que algunas familias optaban por tirar a sus muertos por las 76

ventanas y dejarlos en plena calle mezclados con los animales muertos. A raíz de este caos la pestilencia se apodera de la Villa, teniendo las autoridades que prohibir los entierros multitudinarios y celebraciones, además de pedir a la gente que salga a la calle lo esencial. Se echa de Bilbao a los trabajadores emigrantes que vivían agrupados en pisos pateras, en algunos de estos pisos vivían hasta treinta personas. El éxodo fue tal que muchos de ellos comenzaron a vivir en chabolas, otros se afincaron en los pueblos de la margen izquierda donde tenían algún familiar, uno de estos pueblos fue Sestao, diseminando de esta forma la enfermedad por toda la Margen Izquierda, infectando las aguas subterráneas y los ríos, como fue el caso del Cadagua, Ballonti y el Galindo que eran los manantiales de donde se hacía acopio de agua para consumo humano y para el riego de las huertas. Hasta la „Guerra de la Independencia Española‟ la esperanza de vida en Vizcaya era alta, pero a partir de 1.800 cae sustancialmente entre los niños y jóvenes, que caen como moscas al ser afectados por epidemias como la viruela, el sarampión, el tifus, la gripe común y el cólera que azotan Vizcaya en general y a Sestao en particular. Al no saberse la causa ni cómo se transmite el „bicho‟ los aguadores siguen transportando el agua del rio Nervión, del Cadagua, del Galindo y del Ballonti a las casas de las familias más pudientes, infectándose uno tras otro. Sestao, que por aquel entonces tenía una población censada de más de mil almas, se masifica con la llegada de muchos mendigos, huérfanos y trabajadores temporeros mezclados con criminales y rateros de poca monta que los pueblos de la zona no aceptaban, masificándose la zona de la Sierra de chabolas, defecando en cualquier lugar, contaminando las orillas del rio Galindo y Ballonti donde bajaban a pescar algo que llevarse a la boca. En Sestao estos excrementos se mezclaban con las boñigas de los animales y del ganado que campeaba por las calles del pueblo como „Pedro por su casa‟ y con la orina y mierda que se tiraban por las ventanas, ya que 77

no había váteres en las casas, encargándose la lluvia de transportar y esparcir tales despojos humanos y animales hacía los cauces de los ríos, penetrando y

contaminando las aguas subterráneas que

llegaban a los manantiales habituales que utilizaba la población para abastecerse de agua, produciéndose el „efecto dominó‟. Solamente los caseríos disponían de „pozos sépticos‟ donde se vaciaban los orinales que al llenarse los niños se encargaban de vaciar, utilizando dicha mierda como abono, esparciéndola por las campas, ayudando así a expandir la enfermedad. Y comienzan los roces entre toda esta gente recién llegada al Concejo y los residentes porque los forasteros pasan hambre y entran a las hurtas y caseríos a robar. Ante esta agitación social que la pandemia causa, la gente comienza a buscar culpables, ya que se cree que el cólera es algo provocado por la mano del hombre, y los liberales comienzan a

señalar al clero, ensañándose parte de la sociedad con los curas y frailes que son acusados de envenenar el agua, otros en cambio echaban la culpa al „maligno‟, barajando la teoría de que subía de las entrañas de la Tierra, otros

aseguraban

que

provenía de la

concentración de la electricidad atmosférica, y la tercera era la „teoría 78

Miasmática‟ que apuntaba a que el patógeno provenía de las emanaciones fétidas y aguas impuras propagándose por el aire que estaba contaminado. Y por supuesto, siempre que hay una teoría hay también un remedio que casi siempre proviene de algún país extranjero, en este caso de Inglaterra donde se afirmaba que el aire de Londres era irrespirable y nauseabundo debido al fuerte olor que el río Támesis desprendía, ya que había sido convertido en una gran cloaca. Y en verdad que el olor era tan desagradable, repugnante, hediondo y repulsivo, sobre todo con el tiempo veraniego, que varias sesiones

del

parlamento

británico

tuvieron

que

suspenderse,

pensándose incluso en trasladar la sede del parlamente a otro lugar. Pero todo problema tiene su solución, adoptando el consistorio uno de estos remedios magistrales que se utilizaban en Londres, que no era otro que la quema de alquitrán en barriles con el fin de purificar el aire y matar al „bicho‟. Por tal razón en Sestao la brea ardía por todos lados. El otro remedio consistía en blanquear con cal las casas por dentro y por fuera para desinfectar las viviendas. Práctica que perduró en Sestao in secula seculorum. Al cabo de un tiempo llegan noticias de otros países de Europa en las que se especifica que el nombre del „bicho‟ es la bacteria „vibrio cholerae‟ proveniente de Asia. Ante este hecho y ante el número de muertos el alcalde de Sestao, José Gandarias, ordena que todos los infectados con el cólera sean ingresados en la casa-hospital del Kasko, pero la avalancha de infectados es tal que se tienen que hacinar, teniendo que edificar un nuevo hospital en Kueto, a tal instalación sanitaria la gente la comenzaría a llamar „el Barracón‟, que posteriormente alojaría pacientes que sufrían lepra, tuberculosis, sarna y otras enfermedades raras muy temidas por la población ya que dos de cada tres personas que las contraían morían. Pero ya se sabe „a rio revuelto, ganancia de pescadores‟ y con la peste azotando al Viejo Señorío y la primera guerra carlista en pleno apogeo los suministros de víveres no llegaban a Sestao y las huertas se 79

abandonaron a su suerte debido al miedo que la gente tiene de coger la enfermedad, siendo el bacalao la salvación de las muchas familias de Sestao que acudían al almacén de Tricio a comprarlo para cocinarlo de innumerables maneras, ganando Tricio y la cooperativa de „El Tuerto‟ dinero a espuertas, aunque el que sí amasó una gran fortuna fue el empresario bilbaíno Simón Guturbay Zubero (1.8001.872) que vendió bacalao a diestro y siniestro, alimentando a la población bilbaína mientras se produjeron los continuos „Sitios de Bilbao‟. El primero tuvo lugar en 1.833 y el segundo y tercero en 1.835 por parte de los carlistas que lideraba el general guipuzcoano Tomás de Zumalacárregui que querían someter a toda costa, como lo habían hecho con el resto de la provincia, a la Villa que era Liberal, manteniendo el puerto de la Villa Jarrillera bajo su dominio para interrumpir el suministro y abastecimiento de alimentos por Ría, vía de comunicación natural de la comarca. La toma de Bilbao era muy importante para el rey Carlos María Isidro de Borbón, a sabiendas de que sometiendo a la Villa bilbaína obtendría dinero y credibilidad a nivel

internacional,

siendo

la

ciudad

sometida

a

continuos

bombardeos y ataques, aunque la Villa se atrinchera y los carlistas no pueden hacerse con el „Bocho‟, además el general Zumalacárregui, en uno de estos ataques, fue herido en una pierna, teniendo que ser llevado al hospital donde se recuperó, y aunque la herida de bala no parecía seria en un principio, moriría poco después en Cegama debido a que la infección de la pierna no se curó, por lo que el gozo de los carlistas se desvaneció en un pozo al atacar las tropas liberales Portugalete con el propósito de abrir la vía fluvial hasta Bilbao, pero el ataque no llegó a buen puerto, teniendo que reagruparse el ejército liberal para atacar de nuevo la metrópolis desde Asua y Luchana, entrando el ejército Liberal o Isabelino liderado por el General Baldomero Espartero en Bilbao el 25 de diciembre de 1.836, consagrándose Bilbao en los anales de la historia como la „Villa inconquistable‟. 80

11 La calma después de la tormenta El recién elegido alcalde de Sestao José Arana recogió en 1.842 un pueblo diezmado por el cólera y por la guerra carlista, bajando drásticamente la población del concejo a las doscientas veinte almas, pero el consistorio que aún se reunía en la iglesia de Santa María, ya que el nuevo ayuntamiento sito en la plaza Conde de Valmaseda no estaba finalizado, no se desanimó y conjuntamente con algunos empresarios de la zona, uno de ellos Tricio, decidieron fomentar el puerto de la Benedicta con el propósito de abastecer de víveres a los navíos que fondeaban en la dársena y a los muchos negocios que se iban montando a lo largo de la Vega Nueva, entre los que se encontraban varios talleres de forja que fabricaban piezas metálicas para los barcos que amarraban en la dársena de la Benedicta y carpinterías que reparaban los daños que los temporales del mar Cantábrico infringían a débiles navíos de madera, y por ende otros gremios, tales como pintores, albañiles, sastres, y/o zapateros que iban

asentándose a la sombra de dicha zona industrial. En unos

pocos años la población aumentó tanto que se

construyeron

innumerables bloques de pisos a ambos lados de la carretera de Santurtzi a Bilbao, sobresaliendo notoriamente la Venta del Gallo, 81

marco incomparable donde paraban los carruajes para alimentar y dar aposento a los pasajeros de las diligencias que se dirigían a Santander, Las Encartaciones y/o Castilla. Dos años después, en 1.844, volvió a repetir como alcalde José Gandarias quien comenzó a empedrar la larga avenida que conectaba Sestao con Santurtzi por el norte y Barakaldo por el sur, continuando la obra que había comenzado con el fin de atraer empresas a Sestao que disponía del muelle de la Benedicta para que los carros tirados por bueyes o mulas llenos de mineral que bajaban de las minas de Triano pudieran acceder a la zona de carga y descarga con pocas dificultades. Además, ofreció tierra baldía a los industriales que querían asentarse en las inmediaciones de la dársena, atrayendo varias empresas que ya empezaban a usar el metal con el que fabricaban innumerables productos para comercializarlos. Pero la llegada de tantísima gente transformó el pueblo de tal manera que las peleas y riñas abundaban, siendo eminente la llegada de la Guardia Civil que fue creada ese mismo año para ayudar a los miñones y alguaciles que no daban abasto. En las elecciones municipales de 1.848 ganadas por Vicente Bellido el pueblo contaba con casi 250 habitantes. Un año después

82

Ramón

Uraga

(1.849-1.851)

gana

las

elecciones

municipales,

contando el pueblo con una población bastante importante. Al llegar Pedro de Uriarte (1.851-1.853) a la alcaldía el número de gente censada en el municipio supera las 400 almas, pero la tragedia ronda al Viejo Señorío de nuevo y Sestao no sería la excepción, ya que el cólera vuelve al concejo en 1.853 bajo la presidencia consistorial de Antolín Echevarría, y todo esto ocurre mientras el telégrafo está siendo instalado a lo largo y ancho de la península y un año después de que la electricidad aterrizara en España, siendo el pionero el farmacéutico Domenech que iluminó su botica de Barcelona con una dinamo que preparó e instaló en su local, entretanto más de setenta sestaotarras pierden la vida durante los dos años largos que la terrible enfermedad azotó al pueblo. Lo cierto es que, de nuevo, los más afectados fueron las mujeres y los niños, reduciéndose la población a poco más de 300 habitantes, entre las víctimas se encontraba Tricio Egia de Sestao quien murió a la edad de 62 años, siendo su cuerpo despedido por una gran multitud y por sus incondicionales. Rigoberto (El Hacha), Txema (El Botero), El Perro, Muskiz y José (El maestro). Ante la ineptitud del consistorio, ya que no reaccionó a tiempo, se convocan nuevas elecciones en 1.854 que las ganó Ramón Uraga (hijo), pero el consistorio quedó muy fragmentado y debilitado, por tal razón los sestaotarras tuvieron que ir a las urnas de nuevo al año siguiente, alzándose con la victoria Gregorio de Vildosola (1.8551.860) que lo primero que hizo fue encargar una cruz a la herrería que operaba en la Vega Nueva para colocarla en lo alto del monte Kueto con el fin de que el pueblo no se le olvidase las tantas muertes de seres queridos que el cólera se había llevado en tan solo dos décadas. A partir de la recuperación sanitaria Sestao comenzó la escalada económica como nunca se había hecho antes, siempre a la sombra de las minas de los montes de Triano y de la dársena de la Benedicta, ya 83

que la explotación de mineral de hierro aumentó vertiginosamente, abriéndose minas en toda la cordillera que va desde Barakaldo hasta el monte Saltacaballo, asentándose más y más empresas dentro de los lindes sestaotarras (Franco Belga de Minas de Somorrostro: 1.848-1.987, Luchana Mining: 1.848-1.929, Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero de Bilbao: 1843-1902), tal hecho propició la llegada masiva de inmigrantes subiendo la población en 1.860 sesenta a más de quinientos parroquianos. Ese año se celebraron nuevas elecciones municipales ganándolas Pedro de Uriarte (1.860-1.864) quien trajo y atrajo más empresas y con ellas más obreros no especializados con el fin cubrir toda la mano de obra que necesitaba esta industria pujante y las minas que comenzaban a ver los frutos que daban las entrañas de dichas minas, cambiando el municipio totalmente, que dejó de ser un pueblo agrícola y ganadero para convertirse en el „Pueblo de las Fábricas‟, trayendo toda esta bonanza económica, además de dinero, la delincuencia, la prostitución y la corrupción, la cual hizo caer al alcalde en 1.864 al ser acusado de estafas y exacciones ilegales. Retomando la alcaldía Ramón Uraga (hijo) (1.864-1.866) de nuevo, aunque dicho alcalde tampoco duraría mucho tiempo al frente de la alcaldía.

84

12 Vuelta a las andadas Al poco de estrenarse Pedro Nolasco (1.866-1.876) como alcalde de corte carlista las diferencias y los altercados entre carlistas y liberales leales a Isabel II echan chispas y en 1.872 vuelve la guerra civil a España de nuevo, desenterrando los carlistas armamento y un cañón que tenían escondido en el fuerte del pico Serantes. Tal cañón lo montaron sobre unas perchas y un carro y lo llevaron a la Venta del Gallo de Sestao con el fin de tener controlado el enclave y bloquear la carretera de Santurtzi a Bilbao. Y para más inri y exaltar más los ánimos de sus enemigos el pretendiente al trono cruza la frontera por Dantzarinea lo que provoca la insurrección en Navarra y en las provincias vascas. En 1.873, con la Primera República (1.873-74) recién estrenada, el periódico „El Noticiero Bilbaíno‟ recoge una noticia en la que se explica que el pueblo de Barakaldo, mayoritariamente carlista, ayuda a las tropas carlistas a hacerse con el pueblo, por tal razón los liberales cortan la ría del Nervión a la altura de Asua con una lancha 85

cañonera,

lanzando

granadas

al

pueblo

fabril

desde

dicha

embarcación y desde los fuertes de Róntegui y el Kueto de Sestao. Las escaramuzas comienzan a ser muy frecuentes por las dos Márgenes del Nervión, aunque la peor parte se la lleva Bilbao. No obstante, la Margen Izquierda sigue aumentando su población bajo el amparo de la Constitución del 73. Sestao ya contaba con más de 1.000 habitantes cuando Santiago Arteagabetia (1.876-1.878) se hace cargo del concejo. El hacinamiento es tal en los barrios de Simondrogas y Chavarri que el alcalde, sabiendo que puede haber un nuevo rebrote de cólera promueve la edificación de viviendas y comienzan las obras de alcantarillado y saneamientos en dichas zonas, aunque estas no sirven de mucho ya que las aguas sucias se descargan a la Ría y al río Galindo, continuando este último contaminado, agravándose la situación con la evolución demográfica que se está produciendo en el concejo al tomar en 1.878 la makila de mando el nuevo alcalde Juan Francisco Yandiola (1.878-1.883), oyéndose en el pueblo variopintos acentos, oliéndose en las calles los diversos olores que desprenden las cocinas de estos recién llegados, olores que hasta la fecha les eran desconocidos para los sestaotarras. Pero aunque el concejo está a rebosar, las innumerables fábricas y 86

talleres que se abren un día sí y otro también necesitan más y más mano de obra, siendo tales empresas insaciables, llegando los trenes a vapor repletos de trabajadores, sobre todo de hombres que venían a probar suerte en la industria pesada y en la construcción, abandonando familias y pueblos con la esperanza de encontrar en Sestao una mejor vida y traer a sus familias una vez asentados, y todo esto pasaba mientras en Sestao se estaba construyendo el depósito de aguas para dar suministro de agua a varias fuentes públicas que se distribuyen por todo el concejo y así poder abastecer

a la creciente población que demanda agua potable para beber y el aseo personal, al mismo tiempo que sucedía todo esto Barcelona iluminaban con luz eléctrica algunas calles emblemáticas como las Ramblas, el Castillo de Montjuic, la Boquería y los altos de Gracia al instalar el consistorio una dinamo para tal fin. También, durante la alcaldía del Sr. Yandiola ocurrió, quizás, el más horrendo de los crímenes que vamos a intentar relatar aquí con pelos y señales: „Este crimen si no hubiera sido por el empeño, implicación y el buen hacer del cabo de miñones del puesto de Sestao habría quedado impune, pero aquel día el susodicho cabo estaba de guardia y recibió un aviso 87

a las 7 de la mañana de que se encontraba un cadáver tirado en el paso a nivel de Galindo con numerosas heridas y contusiones. Una vez que el cadáver fue examinado por el cabo, este verificó que el cadáver tenía 33 cuchilladas y tenía la cabeza casi separada del tronco. Los autores del hecho, le habían ejecutado a unos veinte metros de allí, ya que así lo indicaba el reguero de sangre que habían dejado al tirar el asesino el cadáver por un muro para dejarlo en la orilla del río Ballonti con el objeto de despistar a la policía. Pero no fue así porque el cabo había leído el informe del turno anterior donde se indicaba que la noche de autos se había producido una riña en una tasca de Sestao entre varios individuos que estaban jugando al mus. Los dueños del establecimiento fueron llevados al cuartelillo e interrogados y, aunque, al principio no soltaban „prenda‟, después de unas horas de interrogatorio les hicieron „cantar las cuarenta‟, contando a la policía que el asesino tenía mala bebida y mal perder, y como había perdido mucho dinero se enzarzó con el muerto, acuchillándole innumerables veces. Con el fin de aprenderle el cabo y otro guardia vestidos de paisano fueron con un amigo del asesino hasta la dirección donde vivía la novia del asesino en Bilbao para que le identificara. El cabo dejó al guardia en la puerta del portal y él se quedó paseando con el amigo que conocía a Zenón para arrestarle en cuanto le vieran acercarse a la casa de su novia, y así lo hicieron, poniendo al criminal a buen recaudo. También durante esta década se comienzan a edificar algunas escuelas para comenzar la alfabetización de los niños del pueblo. Y así, poco a poco comenzarían a edificarse varias escuelas por todos los barrios del Concejo que ve como sus calles se llenan de niños. También

es

de

reseñar

que

por

aquel

entonces

se

estaba

construyendo en Portugalete el Muelle de Hierro (1.881-1.887), diseñado el conocido ingeniero Evaristo Churruca para facilitar la navegación y evitar los muchos accidentes que se producían en la 88

Ría. Esta prodigiosa obra civil fue una atracción para la gente de la Margen Izquierda que se acercaba hasta Portugalete a verlo y a disfrutas de su playa en la época estival. Escuela de Mendieta

La gente está descontenta porque los regidores que representan a los varios partidos políticos se van alternando, y una vez el alcalde es carlista, otras liberal y otras socialistas con el apoyo de los comunistas y anarquistas, exteriorizando la población tal desasosiego cada vez que hay elecciones municipales. Avelino Barturen (1.883-1.889) llega a la alcaldía recordando a los sestaotarras el último rebrote de cólera, metiendo en su programa político el liderazgo de Sestao para abanderar de una manera fehaciente el estudio de las plantas medicinales en colaboración con el departamento de Plantas Medicinales y Drogas de la Universidad Central, facilitando el consistorio sestaotarra los terrenos necesarios para llevar a cabo la plantación de las antedichas plantas medicinales, y para que dicho proyecto llegue a buen puerto la Casa Real autoriza la

utilización

de

150.000

litros 89

de

agua

procedentes

de

los

manantiales de la Toba sitos en San Salvador del Valle. También, bajo su mandato, se construye el primer puente de La Punta entre Barakaldo y Sestao con el fin de que la „Compañía Ibarra Hnos.‟,

llamada

también

Nuestra

Señora

del

Carmen

dedicada

a

la

fabricación de hierro tuviera acceso a la otra margen del rio Galindo, aunque este puente tuvo una vida muy corta ya que fue volado en 1.874 durante las guerras carlistas, construyéndose otro de madera 90

en 1,878 que tampoco duró mucho porque suponía un peligro y fue derribado en 1,879; posteriormente en 1.903 se construiría el nuevo puente de La Punta de piedra y cemento, el que conocemos hoy en día. Ese mismo año de 1.884 ocurre también a las seis y media de la mañana el primer accidente ferroviario de Vizcaya en la vía que va de Ortuella a la Ría del Nervión, vía que llevaba operativa desde 1.854, cuando el maquinista que conducía el primer tren de mineral frena bruscamente al comenzar a cruzar el rio Galindo, con tal mala suerte que los obreros que iban de pie en el vagón de cola son lanzados al aire al no poder aguantar la sacudida. Uno de ellos, el más joven, de tan solo 19 años, moriría al golpearse contra los hierros del puente y precipitarse a las aguas del rio Galindo. Tras un largo y agónico tiempo pudo ser rescatado su cadáver que fue trasladado a la casahospital de Sestao. El otro operario resultó con magulladuras. Y tal y como lo vaticinaba el alcalde el cólera vuelve a Vizcaya en 1.885, siendo el primer pueblo en contagiarse Orozko. Sestao sufrió como los demás pueblos de Vizcaya este nuevo brote durante 27 días, muriendo 39 personas de una población de 1.077 almas y dejando a 84 sestaotarras inválidos. A partir de este año el consistorio comenzó a tomarse más en serio la puesta en marcha de la canalización de los saneamientos y el suministro de agua potable. La legislatura de Avelino acabó con un accidente en las canteras, muriendo un operario y resultando otro herido por un corrimiento de tierra y piedras. Y como colofón a su paso por la alcaldía los diarios de la época recogen un atentado en la casa de dos mujeres que tenían un lío con dos de Peña de Cabra (Salamanca). Estos últimos al no ser „atendidos‟ por las chicas como ellos querían hicieron estallar dos cartuchos de dinamita que habían robado de la cantera donde trabajaban en la ventana de la habitación de las mozas que resultó destrozada. Gracias a Dios que las muchachas habían arrendado unos días antes dicha habitación a unos carabineros que en el momento 91

del hecho estaban ausentes porque estaban de servicio, siendo los individuos detenidos y entregados a la autoridad judicial. a Al año siguiente, en 1.887, llegaría el teléfono a Bilbao con más de setenta abonados y nacería mi abuelo paterno Manuel Rivera Incognito en una pequeña aldea Lucense llamada Doncos cuyos parroquianos estaban ajenos a aquella nueva tecnología que estaba revolucionando el mundo de las comunicaciones. También es de reseñar que durante el mandato del alcalde Avelino Barturen se culminaría el 19 de marzo de 1.888 la línea de ferrocarril entre Bilbao y la estación de Desierto-Barakaldo, completándose el tramo entre Barakaldo y Portugalete el 24 de septiembre de ese mismo año, pudiendo

así

los

habitantes

de

Sestao

coger

el

tren

en

la

modernísima estación de la Iberia de Sestao para trasladarse a la capital, además de las escuelas y el juzgado de Urbínaga.

Edificios de las escuelas u juzgado de Urbínaga

92

Qué la evolución del pueblo, tanto demográficamente como industrialmente, era un hecho que se ve reflejado en las más de 4.500 personas que había censadas en 1.889, año en el que llegó a la alcaldía Juan Francisco Yandiola (1.889-1.893), año también en el que se finalizó e inauguró el Hospital-Asilo de Rebonza regentado por las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, edificado con el fin social de acoger a la gente mayor de Sestao que estaba desamparada y a los obreros que subsistían en condiciones de exclusión social, así como a enfermos y huérfanos. El edificio está compuesto por tres 93

naves, la central que aloja una capilla y los laterales donde se alojan los internos en función de sexo. Un año después, en 1.890, nacería mí abuela paterna Dolores Carcedo en la Arboleda, Trapagaran con la apertura del tranvía Bilbao-Santurtzi.

La

vorágine

social,

industrial

y

política

es

tal

que

los

acontecimientos se suceden uno tras otro en un abrir y cerrar de ojos, como por ejemplo la huelga minera seguida por más de 600 mineros que paralizaron toda la producción y se dirigieron al ayuntamiento de Barakaldo para dejar constancia de su protesta. Posteriormente marcharían hacia las fábricas asentadas en Sestao, siendo

interceptados

por

la

Guardia

Civil

que

los

dispersó

contundentemente, aunque los huelguistas no se amedrentaron y lanzaron piedras conta el cuerpo de la Benemérita, por lo que el segundo batallón de ejército „África‟, desplegado en Portugalete, se dirigió hacía Sestao para proteger las fábricas. Aquel día la Margen Izquierda fue tomada por el ejército y la Guardia Civil. La comarca y Bilbao toman tal notoriedad en el Viejo Señorío que la Margen Izquierda es el centro de atención de todas las empresas 94

del mundo, no solamente por la pureza del mineral del hierro que se extraer de sus minas sino por la calidad y seriedad de los obreros y responsables que componen el tejido industrial que sería la envidia de propios y extraños. Y para muestra un botón, durante este año que nos preocupa y ocupa el puerto de Bilbao tiene tal ajetreo que los buques de carga no paran de entrar y salir por la barra del puerto, siendo golpeado el vapor español Galea por otro barco inglés de nombre Harvert que, al quedar a la deriva, fue arrastrado por el fuerte viento hasta la playa de Sestao donde quedó varado. Y como Vizcaya necesitaba un astillero de envergadura y de renombre una naviera dirigida por José María Martínez de las Rivas y Charles Palmer compra en la Vega Nueva dos millones de pies cuadrados de terreno para llevar a cabo el proyecto de la construcción de los Astilleros del Nervión

dedicado

a

la

construcción

de

buques de guerra, que junto a la acería La San

Francisco

(1.870)

serían

el

buque

insignia de la industria española. Todos aquellos que habían llegado a Sestao de casi todos los rincones de la geografía española trabajaban de entre diez y doce horas diarias pero sacaban tiempo para divertirse jugando al fútbol, que ya comenzaba a hacerse famoso entre la juventud que veían a aquellos ingleses que dirigían las minas de Triano y de Huelva jugarlo con una pelota de cuero que llevaba dentro una vejiga de cerdo hinchada, siendo el Recreativo de Huelva el primer equipo en fundarse

en

1.890.

Y

emulando

a

los

equipos

ingleses,

posteriormente se fundaría el Athletic Club, y así uno tras otros hasta comenzar la liga de fútbol española en 1.928, pero todo no era fútbol aún y los chavales de aquel entonces estaban enganchados a los bolos. En Sestao concretamente se jugaba al pasabolo en una campa de Urbínaga. Siempre había gente jugando, mirando y apostando. En una de estas partidas se produjo un fatal accidente mientras un 95

grupo de chavales jugaba y disfrutaba de este deporte, al invadir un paisano de Espinosa de los Monteros, Burgos, la zona por donde debía pasar la bola, con tal mala suerte que esta le golpeó en la cabeza, destrozándole el cráneo y muriendo en el acto. Pero en el concejo no todo era correr detrás de una pelota hecha en casa con cuatro trapos, sino que también sucedían altercados serios entre la densa población que habitaba el concejo. Uno de estos altercados sucedió en 1.890, cuando un grupo de jóvenes, que ya iban un poco piripis, insultaron a un tal Pedro, que tenía una mala leche que no le cabía en el cuerpo, sacando este vecino de Sestao un cuchillo con el que hirió a dos de ellos de gravedad. Tras las pesquisas llevadas a cabo por la Guardia Civil, el individuo en cuestión fue detenido, pero logró escapar al poco tiempo, sin saberse como, uniéndose a una banda de malhechores que operaban todavía por la zona.

En aquellas fechas no había mucho entretenimiento y la prensa nacional e internacional se hacían eco de un innovador puente transbordador de peaje (Puente Colgante 1.987-1.893) que estaba 96

construyendo entre Portugalete y Las Arenas el ingeniero y arquitecto francés Alberto Palacio y Elissague de ascendencia vasca. Tal obra fue muy llamativa porque el tal Alberto había sido discípulo de Alexandre Gustave Eiffel que construyó la Torre Eiffel para la Exposición Mundial de Paris (1.887-1.889). Tal era la atracción que suscitó entre la gente de la zona que ésta, en sus ratos libres, caminaba hasta las inmediaciones de dicha obra para ver como los herreros remachaban la estructura con remaches al rojo vivo. Otra constante en la rutina de los sestaotarras serían las constantes

reivindicaciones,

huelgas

y

manifestaciones

que

comienzan a afectar a los ciudadanos de este pueblo, recogiendo el periódico „El Día‟ la siguiente noticia: „que los obreros de la acería La San Francisco han convocado una huelga ante la llegada del gobernador civil, aunque el paro ha sido un total fracaso‟. Pero al parecer en aquel entonces

también existía manipulación de prensa

porque acto seguido dicho diario dice: „los obreros se concentraron en el puerto de Sestao (la Benedicta) para protestar después de que

97

finalizara el meeting que se celebró en el teatro Romea, disolviendo la Guardia Civil y el Cuerpo de Carabineros la manifestación, arrestando a 18 manifestantes que no eran obreros de dicha fábrica, de los cuales 7 quedaron libres‟. Un año después, concretamente en 1.891, teniendo Sestao una población que superaba los 7.000 habitantes, se recoge en la prensa otra curiosa noticia: „las tres chicas inglesas de nueve, diez y once años que se han quedado huérfanas de padre y madre han sido bautizadas en la iglesia de Santa María, siendo el padrino en el bautismo el Sr. Martínez Rivas que las ha dado un trabajo en los Astilleros del Nervión‟.

98

13 Un pueblo en ebullición Casi a punto de acabar el mandato del alcalde Juan Francisco Yandiola el periodista apodado Florete recoge en 1.892 varias noticias macabras. En una de ellas explicaba este conocido periodista que por temas de juego se produjo una pelea en una taberna del pueblo entre tres individuos. Uno de ellos sacó una navaja y asestó varias cuchilladas a los otros dos, siendo el estado de uno de ellos crítico. En otra de estas noticias el periodista hace mención a un lamentable accidente habido en la fundición Aurrerá. El accidente se produjo después de que la bóveda del horno que acababan de cerrar unos operarios de dicha fundición se les cayera encima. Uno de ellos murió en el acto, dejando viuda y dos hijas, otros dos resultaron heridos de gravedad. El accidente se atribuye a la espesa capa de nieve que se había depositado sobre la bóveda y al agua acumulada que había caído durante la noche, multiplicándose el peso de la bóveda por dos. El mismo periodista recoge otro horrendo crimen, ya que los altercados entre cuadrillas y chavalotes era una constante ante la apertura en masa de bares, tabernas y chiringuitos donde el vino 99

corría como agua por el rio y las apuestas en los juegos de cartas pirraba a los sestaotarras, lo cual desembocaba en peleas y altercados en los que tenía que intervenir la Guardia Civil. Uno de estos altercados, nos cuenta Florete, se produjo en una taberna de Chávarri cuando varios individuos comenzaron una discusión que fue acalorándose, terminando en un ataque de tres de ellos contra un tal Ramón que sufrió varias cuchilladas de consideración, huyendo los agresores, aunque posteriormente fueran capturados por la fuerzas del orden público y reconocidos por la víctima.

Calle Chavarri

Y como colofón a este año tan movidito tres noticias muy siniestras. En la primera el afamado periodista nos cuenta en el periódico „El Imparcial‟ que ocurre una desgracia en la Ría cuando un vapor inglés „el Semarra‟ que cargaba mineral de hierro para transportarlo a Inglaterra fue arrastrado hacia el muelle por el fuerte viento y oleaje producido por un intenso chubasco, con tal mala fortuna que se llevó por delante una lancha en la que iban ocho hombres, siete de ellos pudieron salir a nado, el otro fue aplastado 100

dentro de la embarcación. Y sin salir de la Ría, este mismo diario recoge la siguiente noticia que explicaba como varios jornaleros que se encontraban descargando carbón de coque para los hornos de fundición de „La Vizcaya‟ son golpeados por una grúa, lanzando a dos de ellos al agua, ahogándose uno de ellos; el otro que pudo ser rescatado por sus compañeros fue trasladado al hospital de la antedicha fábrica donde fue curado por el equipo médico del traumatismo craneal que tenía. Y la última noticia que llega al pueblo de la mano de Florete es sobre otra reyerta que se produce en el concejo entre dos individuos, porque uno de ellos no aceptaba la invitación a tomar un chiquito, por tal motivo el mozo que invitaba dio una bofetada al otro por rehusar tal invitación, entablándose una pelea que fue apaciguada por los amigos de estos. Pero el que invitaba no se había quedado muy a gusto y esperó a que saliera el otro muchacho. Al salir la víctima, el otro muchacho salió de entre las sombras con otros dos amigos y le lanzó una gran piedra que aterrizó en la cabeza al chaval, dejándolo moribundo en el suelo, por lo que los agresores emprendieron la fuga. Los serenos, miñones y alguaciles se personaron en el lugar alertados por algún vecino, pero no pudieron hacer nada por la vida del muchacho. Al cabo de un rato se personó el juez para certificar la muerte del desgraciado que, además del fuerte golpe recibido en la cabeza tenía una cuchillada en la tetilla izquierda. Los miñones alertados por los amigos del difunto aprendieron a todos los que estaban en la taberna la noche de autos, aunque el asesino, un tal Ramón, no pudo ser capturado ya que se había dado a la fuga. En 1.893, bajo la presidencia consistorial de Joaquín Insausti „el Breve‟ (1.893), apodado así porque solamente estaría unos pocos meses como alcalde siendo sustituido por Hilario de Ariño (1.8931.895) llegó de nuevo el cólera a Sestao, aunque esta vez fue más benevolente y solamente murieron un puñado de personas gracias a que la sanidad del Señorío de Vizcaya estaba más preparada y los 101

ayuntamientos alarmados por esta pandemia ya estaban acometiendo la instalación de fuentes públicas por todo el pueblo. Pero además del cólera, que nos visitaba cada dos décadas, seguía habiendo muchos muertos y heridos en las muchas fábricas que componían el tejido industrial de Sestao y nuestro corresponsal sigue recogiendo y divulgando estos hechos, y así lo hizo con otro fatal accidente ocurrido en la fábrica „La Vizcaya‟ cuando una vagoneta tolva llena de escoria incandescente explosiona. Los operarios que la manipulan la dejan escapar muertos de miedo, con tal mala suerte que la endemoniada vagoneta golpea a otro obrero que estaba trabajando por la inmediaciones, siendo engullido por la lava incandescente. También de la mano de nuestro amigo Florete nos llegan historias de crímenes pasionales como esta que afectó a los sestaotarras profundamente: „Una mujer, de nombre Francisca, que se hospedaba en casa de un matrimonio amigo y según se decía que había mantenido relaciones sentimentales con un hombre de Erandio llamado Manuel quien se acercó a Sestao para hablar con ella. La charla acabo un poco subida de tono y con amenazas por ambas partes. Manuel volvió a Sestao por la tarde acompañado de dos amigos para volver a habla con ella, aunque en esta ocasión, el tema se salió de quicio y Manuel propinó a Francisca un puñetazo, ésta enojada entró en la casa y salió con un cuchillo jamonero que se lo clavó a Manuel en el pecho izquierdo. Ante el barullo que se armó los dueños de la casa salieron a ver qué pasaba cuando uno de los amigos

de

Manuel

que

tenía

un

revolver

disparó

contra

el

matrimonio, resultando heridos de gravedad ambos cónyuges. Al llegar los miñones forales unos fueron trasladados al hospital y otros llevados al calabozo. 1.894 siguió con la manía de las broncas en plena calle, aunque a las reyertas se le unieron las broncas políticas y religiosas. Y así nos lo narran los periódicos de la época: „Un individuo llamado Apolinar que había tenido sus más y sus menos con Domingo asesta cinco 102

puñaladas de suma gravedad a este último‟. Y como no hay dos sin tres, en un entierro civil se producen graves disturbios entre católicos y librepensadores quienes apedrearon al cura que conminaba a que se le diera sepultura cristiana al difunto. En 1.895, el último año como alcalde de Hilario de Ariño, a estos altercados sociales y religiosos se les unirían los políticos al estallar varios cartuchos de dinamita en la oficina telegráfica de Sestao. Las elecciones de 1.895 las gana Manuel Beltrán de Heredia, abogado de oficio, quien se encontró con una población de más de 7.000

almas

y

con

un

pueblo

muy

dividido

socialmente,

religiosamente y políticamente. Además el nuevo alcalde sería enjuiciado por la autoridad militar y encarcelado por injurias a las fuerzas armadas. En 1.896 llega Manuel Rivera, un niño de nueve años, a las minas de la Arboleda en busca de su tío que trabajaba en dicha explotación minera de Arnabal de capataz. El tal Manuel, natural de Doncos, Lugo, de nueve años, un buen día le dice su madre que van a ir a visitar a una tía enferma que vive en La Pola de Gordón, León. Una vez que están en dicha aldea Manuel sale a la calle a jugar con sus nuevos amigos, con tal mala fortuna que pasa por allí un pastor que llevaba a La Robla un rebaño de ovejas que iban para Valmaseda. Manuel se une al pastor, teniendo en la mente que su tío está por aquellos lares, y se va con él, que preocupado por el chaval le pregunta por sus padres. Manuel le dice y le asegura que es huérfano. Al llegar a La Robla se escapa a la estación de trenes metiéndose en el tren de polizón. Ya en ruta, una paisana que se dirigía a Bilbao se apiada de él ocultándole debajo de las faldas cada vez que el pica pasaba. Al llegar a la estación de Balmaseda Manuel sale del tren y preguntando de caserío en caserío llega a la Arboleda después de tres días que los había pasa comiendo lo que le daban y 103

durmiendo en las cuadras que encontraba de camino a la Arboleda en busca de su tío. Mientras tanto, la Guardia Civil no ceja en la búsqueda de un chaval gallego de nueve años. Una vez reunidos tío y sobrino, Manuel le cuenta a su tío lo que había hecho y este lo pone en conocimiento de la Guardia Civil de La Arboleda que envía un telegrama a la estación de La Robla, llegando a La Puebla de Gordón una

pareja

de

la

Guardia

Civil

quienes informan a la madre que su hijo está bien y que está trabajando de „botijero‟ en las minas de Triano. La

madre

desconsolada

pero

contenta decide dejarle con su tío en tierras vascas. En

1.897

ganó

la

alcaldía

Valentín Viguri que estuvo poco tiempo como regidor del consistorio y que fue sustituido por Fernando Olarán (1.897-1.899) quien tuvo que lidiar con el cierre de la Naval que los navieros Eduardo Aznar y Ramón de la Sota habían fundado, teniendo que ir a recibir al ministro de la Marina que llegaba al astillero a bordo del navío „Giralda‟ procedente de El Ferrol, y aunque el tiempo era muy desapacible

fue

autoridades

locales

provinciales

tocándose

Real

durante

recibido

el

y

por

las

diputados la

marcha

desembarco

del

sequito que acompañaba al ministro. Nada más pisar que el ministro el dique el alcalde de Sestao le entregó una petición astilleros obreros y

de

apertura de los

firmada vecinos

por

todos

los

de la Margen

Izquierda. 104

Pero a perro flaco todo son pulgas, ya se sabe, y al poco tiempo los obreros de „La Vizcaya‟ y de „Altos Hornos‟ que dispone ya de tres altos hornos de fundición se declaran en huelga, por lo que Sestao y Barakaldo es una olla a presión a punto de estallar, acuartelando el gobierno tropas en la inmediaciones y haciéndose varias detenciones, las cuales enervan aún más al movimiento obrero. Joaquín Insausti vuelve a recuperar la alcaldía en 1.899 tomando medidas sanitarias innovadoras, ya que la población de Sestao se ha disparado hasta las casi 11.000 almas, proponiendo a la corporación la construcción de varios lavaderos y abrevaderos para que las „amas

de casa‟ puedan lavar la ropa cerca de las casas y no tener que ir hasta el río Galindo y/o al río Ballonti a hacer la colada, además de poder dar de beber al ganado agua potable y de esa forma mantener el cólera alejado de Sestao en el siglo XX, culminando su obra en 1.902 con el Gran Lavadero de Kueto que se emplazaría en el actual número 39 de la Gran Vía. También el día 23 de febrero del año en curso aparece en Bilbao el primer automóvil de la marca Delahaye con una potencia de 12 caballos que lo había adquirido el señor Salustiano Mogrovejo. Tal hecho fue un acontecimiento de tal 105

magnitud que tanto ricos como pobres querían tener uno, aunque el automóvil a primeros del siglo XX estaría reservado solamente para las familias más pudientes, las familias pobres tendían que estepar algunas décadas más para hacerse con un utilitario. También durante este año nacería el Puerto Exterior del Abra al utilizar las autoridades portuarias el dique de Santurtzi y el contramuelle de Algorta. Tal ampliación del Puerto de Bilbao, que hasta la fecha solamente comprendía las márgenes de la Ría del Nervión y la dársena de la Benedicta, culminaría en 1.904. Fernando Olarán (1.905-1.908) entraría a la alcaldía con buen pie porque la „Pequeña Alemania‟, apodo dado a Vizcaya por el alto nivel de industrialización acometido en la comarca, iba de más a más y el gobierno central quiere capitalizar tal logro montando mega fábricas, materializándose tal hecho con la constitución en 1.908 en Madrid

de

la

Sociedad

Española

de

Construcción

Naval

(Astilleros del Nervión) encaminada a la construcción de buques de Guerra para la Armada española bajo la presidencia de Tomás de Zubiria Ybarra, fusionando „La Naval‟ con Altos Hornos de Vizcaya, ya 106

que él era el presidente de Altos Hornos de Vizcaya, cediéndole los astilleros del Ferrol, Cartagena y Cádiz para tal fin. Fue también uno de los impulsores de la construcción del hospital de Basurto junto a los demás alcaldes de la zona al alcanzar Sestao los más de 11.000 almas y viéndose los pequeños hospitales de pueblo desbordados por tantos patógenos, siendo el arquitecto municipal de Bilbao Enrique Epalza Chanfreau el encargado de diseñarlo. Este hospital sería una joya arquitectónica y sanitaria de estilo modernista de la época que sorprendió a propios y extraños en su inauguración que tuvo lugar el 13 de noviembre del año que nos ocupa, siendo su primer director el doctor Enrique de Areilza Arregui (1.860-1.926).

107

14 Los problemas de siempre El nuevo alcalde Victoriano Idígoras (1.909-1.911) ante la masiva avalancha de gente que encontraba trabajo en la industria pesada que a marchas forzadas se iba asentando en la Margen Izquierda del Nervión se centró en la canalización hacia la Ría de las aguas residuales provenientes de los inodoros que se habían expuesto por primera vez en la Exposición Mundial de Hyde Park, Londres, que, aunque tarde, ya comenzaban a instalarse en las casa, aliviando un poco la insalubridad del pueblo, pero contaminando la Ría del Nervión hasta límites insospechados. También la corporación debate la ampliación del depósito de agua que se queda pequeño para la creciente población que día a día va experimentando el pueblo. Las elecciones de 1.911 las gana José Trespaderne (1.9111.920) que acomete en 1.914 la ampliación del depósito de aguas diseñado por el arquitecto Santos Zunzunegui, depósito que sería derribado en el siglo XXI bajo la presidencia del alcalde peneuvista 108

Josu Bergara para dar paso a unos bloques de pisos. Ese mismo año se casan Manuel Rivera y Dolores Carcedo en la iglesia de El Regato, Barakaldo, bajando los novios y el escaso sequito de invitados andando desde las minas de Arnabal hasta este enclave baracaldés, para volver a subir hasta la posada que regentaban los padres de Dolores con el objeto de celebrar el banquete nupcial a base de cordero, pollo y vino. Los dirigentes de la Sociedad Española de Construcción Naval entienden que la Primera Guerra Mundial (1.914-1.919) ha traído al mundo sufrimiento y muerte, pero también una gran oportunidad para España de hacer negocios que se mantiene neutral ante la barbarie que el mundo entero está sufriendo, por tal razón, y ante la fuerte demanda mundial de buques civiles diversifican el negocio y construyen un nuevo astillero „La Naval de Sestao‟, firmando un contrato de alquiler con Altos Hornos de Vizcaya,

con opción a

compra, de unos terrenos que van desde la Vega Nueva hasta La Punta. 109

De la Primera Guerra Mundial casi todo el mundo sacó provecho. Uno de estos „aprovechategis‟ fueron los bolcheviques y los Socialistas Revolucionarios que dieron un golpe de estado contra la Revolución de febrero, ocupando edificios gubernamentales, oficinas de telégrafos, escuelas, universidades, fábricas y otras instalaciones estratégicas e importantes sin casi resistencia, formándose el 26 de octubre, según el calendario juliano, posteriormente se utilizaría el calendario gregoriano, el II Congreso de los Sóviets, desmantelando de ese modo la dictadura de Lenin, lo que provoca una guerra civil en

Rusia que duraría seis años, que a su terminación daría paso a la Unión Soviética. En el País Vasco y en el resto del estado español se comienza a mirar hacia Rusia como la fórmula de sacar a Alfonso XIII del trono y convertir a España en una república, siendo los partidos anarquistas, socialistas, comunistas y algunos partidos independentistas muy activos en sus soflamas y mensajes que van cargados de las bondades y beneficios que traería a España el comunismo. Sestao no

110

se queda atrás y muchos partidos políticos de izquierda se suben al carro, comenzando a ser palpables las diferencias ideológicas de unos y otros, llegándose a las manos en muchas ocasiones entre los ediles republicanos y los monárquicos.

En medio de la pandemia de Gripe Española (H1N1), que se llevaría por delante de entre 20 y 40 millones de jóvenes y niños que

gozaban de buena salud, además de animales, mayormente perros y gatos, conocida por ese nombre porque los únicos que hablan de ella 111

eran los periódicos españoles, ya que el mundo estaba inmerso en la terrible Primera Guerra Mundial (La Gran Guerra) y los periódicos de los demás países estaban centrados en ella, el 1 de julio de 1.918 se constituye legalmente la innovadora y vanguardista fábrica de origen americano Babcock & Wilcox en la Vega de El Juncal que pertenece a los concejos de El Valle de Trapagaran y Sestao. Esta compañía tiene su sede social en Bayonne, New Jersey, Estados Unidos, comenzando su singladura en 1.881 cuando los dos socios Herman Babcock y Stephen Wilcox, de ascendencia escocesa, montan una compañía dedicada a la producción y comercialización de calderas de vapor acuotubulares. Manuel Rivera, a quien la compañía minera le había trasladado al puerto de la Benedicta y que ya tenía dos churumbeles, entiende que tiene una gran oportunidad de conseguir un trabajo mejor remunerado en dicha fábrica y no la desperdicia pasando la prueba de aptitud. Al cabo de dos días Manuel ya estaba trabajando para la compañía americana. Al acabar 1.920 Sestao ya cuenta con más de 15.000 almas que se agrupan en una zona muy pequeña. La mayoría son familias jóvenes que trabajan duro para pagar los impuestos municipales y además ganan dinero y tienen capacidad de ahorro, por lo que su meta es comprar un piso, pero no tienen a quien acudir, solamente están los prestamistas que les exigen el pago de unos intereses desorbitados.

Por

tal

motivo

los

consistorios

promueven,

conjuntamente con las diputaciones y los agentes sociales, la creación de la Caja de Ahorros Vizcaína con el claro propósito de promover y ayudar a las instituciones sociales a que desarrollen la cultura y la riqueza del Señorío de Vizcaya a través de la cultura, la danza, la lengua y las tradiciones, además de facilitar crédito a la clase trabajadora y salvaguardar sus ahorros, haciéndose cargo también de la administración del seguro de vejez y de dedicar las 112

ganancias obtenidas, gracias a las inversiones hechas con tales ahorros, a la beneficencia y ayudas sociales de diversa índole. El alcalde José Trespaderne había puesto el listón muy alto cuando Julián Garay (1.920-1.922) toma el timón del consistorio sestaotarra, pasando dicho alcalde tras los dos años que estuvo al frente del concejo desapercibido por los innumerables problemas, fricciones y ataques ocasionados por las variadas ideologías que campeaban a lo largo y ancho del Concejo de Sestao, alternándose en la alcaldía las diferentes fuerzas políticas, unas veces de izquierdas y otras de derechas, por tal motivo Ángel Berturen (1.922-1.923) llega a la alcaldía apoyado por los republicanos, anarquistas, socialistas y comunistas que ya miraban hacia Moscú al constituirse en diciembre de 1.922 la Federación de Repúblicas Socialistas integrada por Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Transcaucásica, Georgia, Azerbaiyán

y

Armenia,

más

tarde

se

unirían

Turkmenistán y Kirguistán (1.924) y Tadzikistán (1.929).

113

Uzbekistán,

Ante esta nueva situación mundial el Rey de España Alfonso XIII,

que ve como el país está dando un giro hacia la izquierda, ya que sus súbditos ven a la Unión Soviética como un ejemplo a seguir, fomenta y permite a Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (1.870-1.930) quien había estado destinado en Marruecos, Cuba y Filipinas que de un golpe de estado en 1.923, suspendiendo la Constitución de 1.876 e instaurando la dictadura hasta 1.925. Por tales razones obvias asumiría

la

alcaldía

Luis

Ibarra

Gandarias

(1.923-1.929)

perteneciente al partido político „Unión Patriótica‟ fundado por Primo de Rivera que a posteriori lo refundaría su hijo José Antonio de Rivera como „La Falange Española‟.

114

Bajo

el

mandato

de

Luis

Ibarra

el

pueblo

sufriría

una

transformación bestial al acabarse las casas baratas del grupo de la

Unión (La Galana) (1.925) y de la Humanitaria (1.925) que su antecesor había comenzado; empezándose las obras de las otras dos barriadas, „La Protectora‟ y de „La Aurora‟ (1.930), fomentando así la compra de estas „casas baratas‟ a través de cooperativas de obreros 115

financiadas por la Caja de Ahorros Vizcaína. Manuel y Dolores, que vivían en una casa alquilada, compran una de estas viviendas en el grupo „La Protectora‟. De este modo Sestao va tomando forma, acercándose la población a los 20.000 habitantes. Pero no solamente aumenta la población de Sestao sino que la de todos los pueblos de Vizcaya en general, aunque la zona que más sufre este aumento de población es la Margen Izquierda, inaugurándose el 24 de septiembre de 1.926 la línea de ferrocarril de Bilbao a Portugalete, unos meses después se prolongaría dicha línea hasta Santurtzi al terminarse el túnel (1 km) que atraviesa por debajo de la Villa portugaluja. Además, la construcción de escuelas es una necesidad imperiosa por la alta tasa de natalidad, comenzándose a edificar la escuela de Urbinaga, de Mendieta, Vista Alegre, Rebonza y Carlos VII. El alcalde Luis Ibarra acabaría su legislatura con una gran tragedia local, al quemarse el hospital-asilo de Rebonza en 1.929, aunque nada más que se extinguieron las llamas se comienzan las obras del nuevo, y para recabar fondos con los que ayudar a levantar 116

el nuevo asilo se comienza a rifar un „cerdo‟ con la Lotería de Navidad. Tal rifa se conocería como „la Rifa del Cerdo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados‟.

Luis Ibarra deja la alcaldía ante las incesantes algarabías que se originan en el pueblo y es sustituido por David Juarros Salinas 117

(1.929-1.930) de la Unión Patriótica que también es destituido al caer la dictadura de Primo de Rivera por Eduardo Olarán Sotil que había sido nombrado por el Rey de España y que no llegó a hacerse cargo de la alcaldía sestaotarra al formarse la nueva corporación liderada por el panadero de la Cooperativa Socialista Vicente Diez Rodríguez (1.931-1.934) (PSOE) que se había asentado en Sestao procedente de Noceda, León. Su legislatura no iba a ser muy cómoda porque los obreros estaban en pie de guerra, produciéndose algaras y cargas de la Guardia Civil montada un día sí y otro también, además de enemistarse con la mitad del pueblo al firmar el acta de demolición de la casa torre de Salazar y Muñatones nada más comenzar su legislación en septiembre de 1.931, aludiendo que era por el bien del

pueblo y así ensanchar y embellecer la plaza del Kasko, aunque las verdaderas razones fueron que el consistorio, de mayoría de izquierdas, quería deshacerse de todo aquello que representaba a la nobleza

y

a

la

oligarquía,

lo

cual

produjo

más

fricción

y

enfrentamientos entre la población sestaotarra. Ya en la antesala del golpe de estado franquista el alcalde Santiago Garmendia (1.934-1.936) del Partido Republicano Radical 118

(PRR) gana las elecciones, lo cual incrementa aún más la tensión política, social y obrera que se respira en este pequeño enclave del norte de España. Por otra parte, desde Madrid el falangista José Antonio Primo de Rivera, hijo primogénito de Miguel Primo de Rivera, decide entrar en política presentándose a las elecciones de 1.931, sin obtener ningún escaño, por lo que repetiría en las de 1.933

consiguiendo el escaño esperado, aunque tres años después lo perdería, dedicándose el joven abogado a agitar la calle en contra de la II República, convirtiéndose así el líder de la coalición española de derechas que veían como la izquierda y los nacionalismos regionales adquirían más poder, ilegalizando el gobierno republicano a la Falange por haber cometido desordenes públicos y encarcelando a José

Antonio

Primo

de

Rivera

en

una

prisión

madrileña,

posteriormente sería trasladado a la prisión de alicante donde fue juzgado por un tribunal popular y sentenciado a muerte, siendo fusilado en extrañas circunstancias. Cinco meses después de su fusilamiento comenzó la Guerra Civil española (1.936-1.937).

119

El colegio de las hermanas del Amor Misericordioso fue terminado en el año 1.935 en lo que actualmente es el Parque de Perros de Markonzaga, aunque sería trasladado a su actual emplazamiento en 1.955 debido a que las canteras de Ellacuría avanzaban como una apisonadora. En origen fue un internado que alojaba a 60 niños.

En plena Guerra Civil cogió de nuevo el bastón de mando de la alcaldía de Sestao el socialista Vicente Diez (PSOE) (1.936-1.937) quien no duró mucho ya que Bilbao cayó en las manos de los golpistas al cabo de un año, en junio de 1.937, comenzando así la barbarie en el ayuntamiento de Sestao donde fueron fusilados varios funcionarios y donde la „Comisión Depuradora compuesta por golpistas locales „depuraron‟ parte de la población sestaotarra que era sentenciada a muerte bajo los auspicios y el beneplácito del primer alcalde franquista Anastasio Cortadi.

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