El Evangelio Del Reino De Dios

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La Buena Noticia del Reino

Jesús comienza su ministerio «Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: "¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz.“ [Is 8,24 – 9,1]

A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca». [ … Jesús llama a los primeros discípulos]. Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente» (Mt 4,12-23). Según la mirada del Evangelio, en el lugar donde el dominio romano sigue produciendo sombras de muerte, Jesús enciende la luz prometida por Isaías. Esa luz es modesta, pero «brilla ante los ojos de los hombres» a través de las «buenas obras» de los seguidores de Jesús (cf. Mt 5,16).

La Buena Noticia del Reino

Continuando el mensaje del Bautista «A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 4,17-22).

Las diferencias de tono entre la predicación de Juan y la de Jesús no debe impedir ver la continuidad en el mensaje de ambos, sin la cual Juan no sería el Precursor de Jesús.

Cada uno destaca un aspecto especial de la noción judía de Dios: JUSTO MISERICORDIOSO

Juan

el aspecto del rigor

el aspecto del amor

Jesús

Pero en el mensaje de ambos están presentes estas notas comunes: la fe en la misericordia de Dios la certeza del juicio divino la necesidad de la conversión

La Buena Noticia del Reino

Curando las dolencias «Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente» (Mt 4,22).

Jesús poseyó facultades extraordinarias, como el poder de curar, como Apolonio de Tiana casi en la misma época (Filóstrato, Vida de Apolonio IV,45). Pero Jesús supo combinar ese poder con el núcleo de su mensaje, para darle una interpretación religiosa profunda: vio en las curaciones el comienzo de ese nuevo mundo que anunciaba. El alivio de algunos males son ya el cielo nuevo y la tierra nueva en pequeña escala. Las curaciones de Jesús ofrecen por lo pronto una ayuda concreta, material, terapéutica. Pero a la vez nos recuerdan que aún hay demasiada gente que pasa hambre, que para muchos enfermos aún no hay curación, que muchas personas todavía no encuentran una patria en el mundo. La narración de estas historias debe mantener en los creyentes el recuerdo de las situaciones aún no sanadas, y esperar la venida definitiva del Reinado de Dios.

La Buena Noticia del Reino

Comienza el Sermón de la Montaña «Seguían a Jesús grandes multitudes que llegaban a Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron» (Mt 4,25 – 5,12). El Sermón de la Montaña en el Evangelio de Mateo expone las primeras enseñanzas de Jesús. Pero según el Evangelista, Jesús hacía tiempo que venía «enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente» (Mt 4,23).

La Buena Noticia del Reino

Un nuevo Moisés «Seguían a Jesús grandes multitudes que llegaban a Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles» (Mt 4,25 – 5,2).

El SERMÓN DE LA MONTAÑA ante los discípulos y la gente (Mt 5 7) es la explicación programática del anuncio del Reino de los Cielos que Jesús viene proclamando desde que comenzó su vida pública. Durante 40 días en el desierto Jesús se había mostrado cumpliendo la voluntad del Padre como verdadero Hijo (Mt 4,1-11), a diferencia de «un pueblo de corazón extraviado, que no conoce los caminos de Dios» (Sal 95,10) cuando se dirige a la tierra prometida. En el Sermón de la Montaña enseña a cumplir esa misma voluntad de Dios para recibir el Reino de los Cielos y poder ser también hijos de Dios. Es así un nuevo Moisés que proclama la Ley en el Monte. La misma Ley mosaica, pero intensificada en su cumplimiento.

¿Cuál debe ser el comportamiento de los que quieren acoger el Reino? Jesús responde en el «Sermón de la Montaña». Propone en primer lugar una serie de BIENAVENTURANZAS, es decir, proclamaciones de quiénes son realmente felices.

La Buena Noticia del Reino

Bienaventurado el hombre que… La proclamación de la BIENAVENTURANZA es muy frecuente en el mundo antiguo. El término griego makarios que utilizan los Evangelios y que traducimos por bienaventurado, feliz, dichoso, se usa para constatar que alguien tiene un bien o una cualidad que le acarrea felicidad. Hoy diríamos que se trata de una FELICITACIÓN. Pero las bienaventuranzas son también EXHORTACIONES que buscan proponer la felicidad que se alcanza llevando una vida de acuerdo con la sabiduría y con el cumplimiento de los mandatos de Dios. Es por esa razón que la declaración de felicidad se halla con frecuencia en la literatura sapiencial. El libro de los Salmos comienza con una bienaventuranza: «¡Bienaventurado el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores, ni en el banco de los burlones se sienta, sino se complace en la ley de YHWH, su ley susurra día y noche!» (Sal 1,1-2).

Es importante que a menudo los sabios destaquen una relación CAUSAL (un «porque…») entre lo que el hombre hace y lo que resulta de su conducta: «¡Feliz el hombre que encontró la sabiduría y el que obtiene la inteligencia, porque ganarla vale más que la plata y ella rinde más que el oro fino!» (Proverbios 3,13-14).

La Buena Noticia del Reino

Bienaventurado a pesar de… La experiencia demuestra que el planteo de los sabios es demasiado simplista, porque no siempre en la vida se verifica el vínculo causal: Hay malos que llegan a gozar de mucho bienestar Hay personas buenas que sufren muchas desgracias

Surge así la bienaventuranza APOCALÍPTICA, en la que se promete la felicidad más allá de los límites de la historia presente, animando al justo a perseverar en el bien en espera de una recompensa FUTURA: «¡Feliz el que sepa esperar y llegue a mil trescientos treinta y cinco días! En cuanto a ti, ve hacia el fin: tú descansarás y te levantarás para recibir tu suerte al fin de los días» (Dn 12,11-12).

El nexo CAUSAL en este caso se apoya en un acto de confianza en Dios, de quien se espera una justicia aún no realizada en el presente. El sentido de la proclamación de Jesús responde a esta orientación y está asociada al anuncio del REINADO DE DIOS. La felicidad se presenta como una promesa para el FUTURO, como efecto de la acción salvadora de Dios. Desdicha presente «Felices los que tienen hambre y sed de justicia

Felicidad futura porque serán saciados» (Mt 5,6).

La Buena Noticia del Reino

Como lo anunciaron los profetas La proclamación de Jesús está señalando que se cumplirá lo anunciado por los profetas antiguamente, cuando llegase ese momento definitivo:

Is 61,1-3.7

Mt 5,3-6

«A anunciar la Buena Nueva a los POBRES me ha enviado [YHWH], a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia de YHWH, día de venganza de nuestro Dios;

Bienaventurados los POBRES de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

para consolar a todos los que LLORAN, para darles diadema en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de vestido de luto, alabanza en vez de espíritu abatido.

Bienaventurados los que LLORAN, porque ellos serán consolados.

Se les llamará robles de JUSTICIA

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la JUSTICIA, porque ellos serán saciados

en su propia tierra HEREDARÁN el doble, y tendrán ellos alegría eterna»

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en HERENCIA la tierra.

Invirtiendo todos los criterios humanos, Jesús proclama FELICES a los que hoy son desdichados. No por lo que sufren, sino por los bienes del Reino de Dios que llegarán a gozar.

La Buena Noticia del Reino

Un cambio de suerte Jesús no realiza promesas fáciles para contentar a los afligidos. Él mismo arraiga en su corazón la esperanza de un cambio cierto que Dios obraría, transformando el dolor y la muerte en alegría y vida. Lo hace en el momento decisivo de su vida, cuando prevé su pasión: «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberá más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios» (Mc 14,24-25). El sentido original de las bienaventuranzas es el desarrollo detallado del anuncio del Reinado de Dios. Solamente así se comprende la paradoja según la cual son felices los desdichados. Porque Dios está a punto de realizar su justo gobierno sobre un mundo marcado por la injusticia. Este CAMBIO DE SUERTE para los desdichados no es otra cosa que la restauración de la voluntad de Dios, que los hombres dejaron de cumplir en el mundo, originando tantos males e injusticias. Por eso Jesús enseña a rezar así:

«Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo» (Mt 6,9-10).

La Buena Noticia del Reino

…y un cambio de corazón «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron» (Mt 5,3.5-6.11-12).

Estas bienaventuranzas no tratan de un premio por los méritos de los desdichados. Dios los socorrerá simplemente porque lo NECESITAN. Las bienaventuranzas nos hablan en primer lugar de cómo es el Dios bondadoso que se acerca a los hombres. Sólo después, el Sermón del Monte propone a los hombres imitar esa bondad de Dios con sus obras. Por eso Mateo incluye, por su parte, unas bienaventuranzas que hablan de las VIRTUDES de quienes obran justamente, y que serán recompensados por sus buenas obras. «Felices los PACIENTES, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los MISERICORDIOSOS, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el CORAZÓN PURO, porque verán a Dios. Felices los que TRABAJAN POR LA PAZ, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por PRACTICAR LA JUSTICIA, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos» (Mt 5,4.7-10).

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