Formacion Biblica Para Catequistas

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Leomar Brustolin

Con dinámicas y celebraciones

PRESENTACIÓN Conocer a Jesú s, seguir sus huellas, asim ilar su en señ an za y dejar que El viva en nosotros es indispensable p ara que poda­ mos ser cateq u istas adultos en la fe y capaces de acom pañar el itinerario de los que d esean verlo. Los sacram entos, la Palabra de Dios y la oración son fu en ­ tes p eren n es de la fe de la Iglesia y se h acen indispensables p ara q u ien quiere e n tra r en el discipulado de Jesú s M aestro, Camino, Verdad y Vida, y testim oniarlo en el m inisterio de la catequesis. Por eso, querem os ofrecer ayudas sencillas y profundas, e n u n in ten to de apoyar a los grupos parroquiales o a las clases de catequesis, en el estudio orante y com partido. «Glorificar en vuestros corazones a Cristo, el Señor, dis­ puestos siem pre a co n testa r a todo el que os pida razón de v u estra esperanza» (IPe 3,15). El apóstol Pedro invita a todo cristiano a e sta r dispuesto a d ar razón de n u e stra esperanza: 'iO h Cristo! Q uerem os co­ m unicar e sta v erdad a las generaciones futuras, de la m ism a m anera que nosotros la recibim os de nu estro s p ad res'. La catequesis es el lugar privilegiado para com unicar la ex­ periencia de fe. Profundizar con los catequistas los contenidos catequísticos es garantizar la excelencia de la evangelización. Con la form ación bíblica, querem os hacer reso n ar en la vida de los cateq u istas el sonido de los pasos del Pueblo de Dios, de Jesu cristo y de cuantos lo siguieron, cuyas huellas e stá n m arcadas en la Biblia.

El curso de teología p a ra laicos de la diócesis de Caxias do Sul, a ten to a la llam ada de evangelizar y catequizar, elaboró este libro por m edio de un equipo de laicos y laicas. El g ru ­ po profundizó en los tem as bíblicos y sintió la necesidad de com partir su fe y experiencia de am or a la Palabra de Dios. El objetivo es ayudar a los catequistas en su form ación p e r­ m a n en te y proporcionar actividades y espiritualidad p ara los en cuentros. Esperam os que la iniciativa d espierte en todos nosotros el deseo de profundizar m ás y continuam ente la Palabra de Dios, p ara cum plir su voluntad. A sesores de la diócesis de Caxias do Sul Coordinador: P. Leom ar B rustolin

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LA HISTORIA DEL PUEBLO DE DIOS

1 - UNA BIBLIOTECA DE DIOS PARA NOSOTROS A) El sig n ific a d o d e la p a la b r a B iblia La palabra Biblia deriva del térm ino griego biblos, gue sig­ nifica «libro». A unque ahora sea un solo volum en, la verdad es que la Biblia contiene m uchos libros; es una v erd ad era biblioteca. La Biblia que se u sa en la Iglesia Católica contiene 73 libros, escritos por varios autores inspirados por Dios. B) La d iv isió n d e los te x to s La Biblia e stá form ada por dos grandes bloques de libros, llam ados Testam entos: el A ntiguo Testam ento, que se refie­ re a la historia del pueblo de Israel, Y el Nuevo Testam ento, que n a rra la vida de Jesú s y la de las prim eras com unidades cristianas. La m ayoría de los libros del A ntiguo Testam ento son aceptados tan to por los judíos como por los cristianos, m ientras que el Nuevo T estam ento es aceptado solam ente por los cristianos. El A ntiguo Testam ento constituye la m ayor p arte de la Biblia. Está form ado por 46 libros que fueron escritos, aproxi­ m adam ente, en tre los años 980 a.C. y 50 a.C. C) C u án d o c o m en z ó a e s c rib irs e la B iblia A ntes de que la Biblia se escribiera, fue n arrad a. Esto es lo que se conoce como tradición oral de la Biblia. D urante siglos, la fe de Israel fue com unicada de padres a hijos, contada y v uelta a contar de generación en generación (cf Sal 78). D urante el reinado de Salomón, los escribas de la corte com enzaron a reu n ir los relatos que h a sta entonces habían sido com unicados oralm ente. La preocupación y la iniciativa de poner por escrito en libros la tradición religiosa de Israel se atribuyó a Salomón.

El orden en que los libros se en cu e n tra n en la Biblia no siem pre sigue la cronología histórica. El prim er libro que se escribió no fue el G énesis, sino algunos textos del Éxodo. Y esto es así porque el episodio del Éxodo es fu n d am en tal en la h isto ria de Israel. La experiencia de Dios que hizo el pueblo, llegó a su punto culm inante d u ra n te el proceso de liberación de la esclavitud de Egipto y de la peregrinación hacia la liber­ tad, rum bo a la Tierra Prom etida, «una tierra que m ana leche y miel». D urante ese proceso, el pueblo descubrió y acogió la revelación del m isterio de Yahvé, el Dios que ve la situación del pueblo, escucha su clam or y viene a su encuentro para liberarlo de la opresión egipcia y conducirlo a una nueva realidad de vida y liberación. El Éxodo es la experiencia del Dios liberador. Éste es el m om ento que podríam os llam ar de la fundación del pueblo de Israel. El últim o libro escrito fue el de la Sabiduría. El Nuevo Testam ento está form ado por 27 libros, todos ellos escritos después del nacim iento de Jesucristo. Éstos hablan de Jesú s y de la prim eras com unidades cristianas. Primero fueron escritas las cartas de san Pablo, unos v ein te años d esp u és de la m u e rte y resurrección de Jesús; y el últim o libro, el Apo­ calipsis, term in ó de escribirse tal vez cerca del año 115 d.C. D) Las le n g u a s d e la B iblia La Biblia fue escrita en tre s lenguas diferentes: hebreo, aram eo y griego. La m ayor p a rte del A ntiguo T estam ento en h ebreo y aram eo, que eran las lenguas de la región donde el pueblo habitaba. Cuando los griegos invadieron Palestina, hacia el año 333 a.C., se difundió por el país el idiom a griego. Todo el Nuevo T estam ento fue escrito en griego, p orque la m ayoría de los libros se dirigían a p ersonas que no conocían ni el hebreo ni el aram eo.

I']) Las tra d u c c io n e s Con el paso del tiem po, fue preciso tra d u c ir la Biblia del hebreo al griego, puesto que el hebreo ya no lo hablaba el pueblo. La m ás fam osa traducción griega de la Biblia es la llam ada de los S eptuaginta, o Biblia de los Setenta, escrita según dice la tradición, por «seten ta sabios» de A lejandría, en Egipto, hacia el año 250 a.C. A esa versión se añadieron siete libros que no constaban en la Biblia hebrea: Tobías, Judit, Baruc. Eclesiástico, Sabiduría, I o y 2o M acabeos, y tam bién p arte de los libros de Daniel y Ester. Dichos libros fueron escritos en griego (o ta l vez los originales hebreos se hab ían perdido) por judíos q u e vivían fuera de Israel, los llam ados judíos de la diáspora -p a la b ra griega que significa «dispersión»-. Por eso el pueblo hebreo n unca los aceptó como auténticos, es decir, como verd ad eram en te inspirados por Dios. E) B iblia «católica» y B iblia « e v an g é lic a» La única diferencia que existe en tre la Biblia «católica» y la «evangélica» la encontram os en el A ntiguo T estam ento. Los evangélicos aceptaron la versión de la Biblia hebrea, que con­ dene exclusivam ente los libros escritos en hebreo. En cambio, la Biblia «católica» sigue la versión griega de los S eten ta que contiene, adem ás de los libros en hebreo, los siete libros que so añ ad ieron en griego. ( i) Los lib ro s apócrifos M uchos escritos contem poráneos de los libros bíblicos no fueron incluidos en la Biblia y son considerados apócrifos, palabra g riega que significa «escondido» o «secreto», pero que en e ste caso adquirió el sentido de «falso», indicando, por fanto, los libros de origen incierto, no inspirados por Dios ni dignos de s e r incluidos en el conjunto de los libros auténticos

de la Biblia. Existen libros apócrifos del A ntiguo y del Nuevo T estam ento; los m ás conocidos son el Protoevangelio de San­ tiago y el Evangelio secreto de la Virgen María. H) El sim b o lism o bíblico La Sagrada E scritura tie n e u n lenguaje oriental, repleto de sim bología. No se tra ta de un libro científico y no tie n e la p re te n sió n de n a rra r acontecim ientos con precisión histórica rigurosa. Al contrario: en tre los relatos de hechos históricos, se e n cu e n tra n poesías, parábolas, núm eros y expresiones to ­ ta lm e n te simbólicos. El núm ero siete, por ejem plo, significa la perfección, la to talidad y la plenitud; el núm ero cu aren ta significa el tiem po necesario p ara la purificación del pasado y la generación de vida nueva. La referencia a elem en to s de la n atu raleza, como nubes, fuego, vientos, tru e n o s, brisa, e n tre otros, significa la presencia de Dios en d eterm in ad o s m om entos y lugares.

2 - DIOS SE COMUNICA EN NUESTRO LENGUAJE A) In s p ira c ió n d iv in a Decir que la Biblia es un libro escrito bajo la inspiración divina no significa que Dios escogió a algunas personas bien instruidas, que les diera papel y plum a y que les fuera dictan­ do todo lo que quería que fuese escrito. La inspiración divina debe ser entendida como la voz de Dios que habla al corazón hum ano y lo despierta para com prender la voluntad y los d e­ signios divinos dentro de u n a cultura, de u n contexto y de una m entalidad. La Biblia es el relato, a la luz de la fe, de experiencias vivi­ das por m ujeres y hom bres en épocas, lugares y situaciones diferentes. Eran p adres y m adres de familia, g en te in stru id a y g en te sencilla. Esos hom bres y m ujeres de fe co n tab an y 12

volvían a co n tar las historias que habían oído, en las cuales recordaban la presencia y la acción de Dios, que inspiraba y conducía al pueblo. B) A u to re s h u m a n o s La Biblia fue escrita en colaboración. La gran m ayoría de sus libros fue com puesta por la colaboración de m uchas p e r­ sonas. No siem pre un libro de la Biblia que tra e el nom bre de un au to r fue escrito por esa persona, porque era costum bre poner el nom bre de p erso n as influyentes p ara que el libro fuese aceptado y leído. Esta práctica literaria se llam a pseudonimia, p alab ra de origen griego que significa «nom bre falso» o «adoptado». Tomemos por ejem plo el evangelio de Marcos: probable­ m ente escrito por varias personas, que form aban p arte de una com unidad cristiana fundada o liderada por él, por los discípulos que fueron catequizados u oyeron de su boca las historias acerca de la B ueña-N oticia de Jesús. Con el paso de los años, la com unidad se preocupó de escribir todas aquellas enseñanzas. D espués, utilizando la costum bre de la p seu donim ia y ta m b ién como hom enaje a su fundador, el escrito fue atribuido a M arcos. G ran p a rte de los libros del A ntiguo T estam ento fueron escritos en la tie rra de Israel, en la cual se form ó y vivió el pueblo de la Biblia; lugar donde Jesú s nació, vivió, anunció el Reino, m urió y resucitó.

3 - DIOS SE REVELÓ AL PUEBLO DE ISRAEL Israel es el nom bre de uno de los pueblos que h ab itaro n en la región donde fue in te n sam e n te vivida y escrita la historia de la Biblia. En esa tie rra ocurrieron la m ayoría de los hechos narrados en el A ntiguo T estam ento y ta m b ién en el Nuevo.

Israel e stá situado en el hem isferio norte, en O riente Medio (véase en el m apa m undi), y ocupa un territorio m uy pequeño. En el tran scu rso de su larga historia, la tie rra de Israel recibió varios nom bres, de los que se en cu e n tra referencia en la Bi­ blia, indicando cada uno un período histórico: C anaán (cf Ex 15,15); Palestina, Reino de Israel y Reino de Judá; T ierra p ro ­ m etida, Tierra Santa. A p artir de 1947, pasó a ser oficialm ente reconocido por las N aciones U nidas como Estado de Israel. El nom bre de Israel se com pone de dos p alab ras de la len g u a hebrea: sara, que significa «luchar», y el, que quiere decir «dios» o «divinidad». Dios cam bió el nom bre de Jacob por el de Israel, que significa «Dios luchará» o tam bién, «que Dios se m u e stre fuerte».

4 - LOS ORÍGENES: LOS RELATOS DE LA CREACIÓN En u n a d e term in ad a época de la historia, el pueblo de la Biblia comenzó a preg u n tarse sobre los orígenes, no sólo de las 14

tribus de Israel, sino ta m b ié n de toda la creación. Los sabios de aquel tiem po in te n ta ro n resp o n d er a la p re g u n ta con un lenguaje simbólico, atribuyendo el origen de la hum anidad a una sola pareja, como se p u ed e leer en los relatos de la crea­ ción, en los prim eros dos capítulos del G énesis. La Biblia no es un libro científico. Para en ten d erla m ejor os preciso distinguir lo que es exacto de lo que es verdadero. Exacto es todo lo que puede ser visto, tocado y com probado. Verdadero es lo que com unica dinam ism o y eng en d ra lo nuevo en la vida de las personas, au n sin pru eb as m ateriales. El le n ­ guaje que utiliza la Biblia no es científicam ente exacto cuando narra la creación del m undo e n siete días o la creación del hom bre y la m ujer. Pero es verdadero lo que la Biblia afirm a sobre la creación del m undo y del ser hum ano, usando p ara ello la c u ltu ra y el lenguaje del pueblo de Israel y la form a en que sus sabios e n ten d ían la revelación de Dios y la relación inicial de los antep asad o s con él. A) La p rim e ra n a rra c ió n (c a p ítu lo 1 d e l G én esis) «Hagam os al hom bre a n u e stra im agen y sem ejanza» (Gén 1,26a). El verbo en plural indica, veladam ente, la presencia del Dios Trinidad en el acto creador, haciendo a la criatu ra a su im agen, dotada de inteligencia, sentim ien to y libertad. El relato es u n poem a catequético. Tiene u n ritm o que facilita la m em orización. Por eso re p ite siem p re las p a la ­ bras-clave, organizando la acción de Dios e n siete días, las cuales m u e stra n las condiciones en las que el pueblo e sta b a viviendo en la época del exilio en B abilonia y en su re g re so a Jeru sa lé n . El p rim er día se sep ara la luz de las tinieblas. Cuando el poem a fue escrito, el pueblo de Dios te n ía u n a u rg e n te n e ­ cesidad de luz y discernim iento. El segundo día se crearon el firm am ento y las aguas. El tercero se separaro n el m ar y la

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tie rra . Tal expresión refleja la necesidad que el pueblo ten ía de volver a te n e r u n te rre n o firm e. El cuarto día, Dios creó los luceros: el sol y la luna. El pueblo, a su regreso del exilio, n ecesitab a reorganizar la vida litúrgica, que se reg u lab a por la luna, por el anochecer y el am anecer. El quinto día, Dios creó a los seres vivos. El sexto día, la tie rra produjo plantas de diversas especies y Dios hizo al ser hum ano a su im agen y sem ejanza. El séptim o día, el C reador descansó de su ac­ tividad, contem pló la creación y se regocijó con ella, porque vio que todo era bueno. Por eso el pueblo judío, h a sta hoy, observa el sábado como día de descanso, en agradecim iento y com unión con Dios. Sin em bargo, para los cristianos, d es­ pués de la resurrección de Jesú s el p rim er día de la sem ana, el día principal santificado y dedicado al Señor, p asa a ser el dom ingo, palabra derivada del latín -D om in u s D e i- que significa «Día del Señor». Al leer la Biblia, es preciso te n e r en cu en ta que los judíos que la escribieron, u sa b a n n úm eros sim bólicos. Tal como hacem os nosotros cuando usam os expresiones sim bolizando cantidades como por ejem plo «a cien por hora» o «de tre s al cuarto», cuando el judío quiere indicar u n a cantidad perfecta, usa el núm ero siete. Siete días son el tiem po suficiente para crear un universo perfecto, sete n ta veces siete es la cantidad de veces que se debe perdonar, es decir, siem pre. Por eso no es correcto in terp retar literalm ente los núm eros del lenguaje bíblico. ¿Qué son siete días para Dios, que está m ás allá del tiem po? Con esto no querem os decir que el G énesis no fuese inspi­ rado por Dios ni que sea un erro r porque no coincide con la realidad. Al contrario, la ciencia d e m u estra que la secuencia re la tad a en los siete días de la creación es p erfectam en te co h eren te con la te o ría de la evolución de las especies, un conocim iento que el ser hum ano no podía te n e r en aquella época. 16

Por consiguiente, el relato bíblico no se opone a los d es­ cubrim ientos científicos y su form a literaria revela a Dios actuando en el proceso de form ación del universo, por eso no se puede usar el texto de modo fundam entalista, como se hacía hace algún tiempo. El fundam entalism o consiste en creer que todo aconteció exactam ente como aparece en la Biblia. Di­ cha m entalidad se debe a la falta de conocimiento. En la Edad Media se llegó a condenar en la hoguera a quien osara sugerir que Adán y Eva no eran m ás que una im agen de los prim eros seres hum anos, capaces de razonar y reconocer a Dios, y que no habían sido un hom bre y una m ujer concretos. Actualm ente, las ciencias nos ayudan a com prender las circunstancias en las que fue escrita la Biblia y a descubrir la verdadera enseñanza que se encuentra tras esos relatos. B) La s e g u n d a n a rra c ió n (G én 2 ,4 b ss) Dios m odeló al ser hum ano del barro, esto es, m ortal, h e ­ cho de la m ism a m ateria que la tie rra y los otros seres vivos. H um ano deriva del latín y tien e la m ism a raíz que hum us, que significa «m ateria orgánica», «tierra fértil». Parecido significa­ do tie n e la palabra h eb rea adam á o Adán: el hijo de la tierra, es decir, la fertilidad, la vida que brota de la tie rra . El relato bíblico p re se n ta enseguida la creación de la m ujer, sacada de la costilla del hom bre, o sea, del costado, del com pañero, en igualdad de condiciones. El jardín, creado para el ser hum ano, es el Edén, palabra h eb rea que significa paraíso. En m edio de él, el árbol de la ciencia es la im agen de u n a natu raleza perfecta, que pierde su arm onía en el m om ento en que el ser hum ano escoge el pecado. El fruto del árbol de la ciencia es el conocim iento del bien, del m al y de la m uerte. La serp ien te es el sím bolo clásico de la traición y tam b ién se escogía para re p re se n ta r el mal, porque era v en erad a por

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los pueblos vecinos de Israel y su culto atraía al pueblo de Dios hacia la idolatría. La sensación de ser expulsados, que sintiero n A dán y Eva d esp u és de h ab er comido el fruto del árbol, es el conocim ien­ to de la situación que el pecado generó: el sen tim ien to claro de e sta r fuera de lugar, en d esarm onía con el paraíso creado por Dios, en el cual no existía egoísm o, ni orgullo, ni codicia. Caín y Abel no son los únicos hijos de A dán y Eva, pues lógicam ente no podían te n e r continuidad biológica. R epre­ sen tan , eso sí, a Caín como el que no tien e com unicación con Dios y alim enta en su corazón la envidia, los celos y el odio, h a sta el punto de privar de la vida a su sem ejante. Abel es el que e stá en sintonía con Dios. La p rim era vez que aparece en la Biblia la palabra pecado, es e n un contexto social: la m u e rte en tre herm anos.

C) El «no» del corazón humano: el pecado (Gén 3,1-24) El libro del G énesis revela la responsabilidad del ser h u ­ m ano an te el m al que existe en el m undo. Q uien lo escribió quiso tam b ién m o strar que «algo esta b a equivocado», porque el pueblo de Dios no seguía el cam ino del bien, de la justicia, del amor... Era preciso llam ar la atención del pueblo y expli­ car que Dios no quiere para sus hijos e hijas el infierno, sino el paraíso. Fue el ser hum ano quien con su «no», cam bió el curso del proyecto de Dios. El libro del G énesis p a rte de la idea del paraíso, que significa p recisam ente proyecto de Dios. El libro d e m u estra que, tal como iban las cosas, no favorecían la realización del proyecto. El pecado existe desde el origen del ser hum ano. Por eso se u sa la expresión «pecado original». La raíz del m al está en la elección erró n ea que hace la p ersona a n te Dios, pues re h ú sa asum ir su condición de criatu ra e in te n ta ocupar el lu g ar del Creador.

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¿Q ué re p re se n ta la serp ien te? Para el pueblo hebreo, como para nosotros, la cobra es un anim al tra id o r que p u ed e causar la m uerte. A dem ás la serp ien te era el símbolo de la religión cananea. Los hebreos habían vencido al pueblo cananeo, y tom aron sus tierras; pero, en tre los israelitas, fue insinuándose la serp ien te ten tad o ra, es decir, la religión p ag an a con prácticas de m agia. Poco a poco la serp ien te fue considerándose como símbolo de todo el mal que a p a rta a las p erso n as del cam ino de Dios. En el libro del Apocalipsis, el sím bolo de la serp ien te se am plía h a sta convertirse e n u n gran dragón (cf Ap 12,19) que re p re se n ta a Satanás, esto es, la fuerza del pecado y de la m u erte que se opone al proyecto de Dios.

5 - DIOS RENUEVA LA ALIANZA (Gén 6,5-8) El relato del diluvio nos n a rra que al v er el Señor que en la tierra crecía la m aldad de los seres hum anos y todos sus p ro ­ yectos te n d ía n siem pre al m al, se arrepintió de h ab er creado al hom bre y a la m ujer sobre la tie rra (cf G én 6,5). Solo Noé alcanzó el favor de Dios. Noé era un h om bre ju sto y tem ero so de Dios. El Señor le dijo: «H azte u n arca de m a d e ra s resin o sas. (...) Yo voy a en v iar sobre la tie ­ rra u n diluvio de agu as p a ra d e s tru ir a todo se r v iv ien te que hay bajo el cielo. Todo cu an to h a y so b re la tie rra m o rirá. Contigo, en cam bio, estab le c e ré u n pacto: e n tra ré is e n el arca tú y tu m ujer, tu s hijos y sus m u jeres. De to d o s los se re s v iv ien tes m e te rá s contigo en el arca u n a p areja de cada especie, m acho y h em b ra, p a ra q u e sobrevivan contigo. Y, por tu p a rte , p ro c ú ra te todo aquello q u e p u e d a serviros de alim ento ta n to a ti com o a ellos» (Gén 6 ,1 4 .1 7 -1 9 .2 1 ).

Es como si, por m edio de Noé, de sus hijos y de todos los que e n tra ro n e n el arca con él. Dios hubiese renovado su acto creador. Todos los hom bres y las m ujeres son «Adán»

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y «Eva», porque A dán significa ser hum ano, te rre n o fértil, y Eva significa vivir, e n g en d rar vida.

6 - LOS PATRIARCAS, LOS PADRES DE LA FE (Gén 9 ,1 ;1 0 ,1-32; 12,1-5.18)

C uenta el libro del G énesis que Noé y su fam ilia dieron ori­ gen a u n a n ueva hum anidad que repobló la tierra. De acuerdo con la descendencia que se e n cu e n tra e n el relato bíblico, los israelitas son del linaje de Sem, por eso se llam an tam b ién sem itas. A brahán form a p arte de esa descendencia y es consi­ derado el patriarca, palabra griega que significa p rim er padre, p u es con él y Sara, su esposa, com enzó el pueblo de la Biblia. De Sem, hijo de Noé, descienden A brahán, Isaac y Jacob. Los doce hijos de Jacob dieron origen a las doce trib u s de Israel. Las narraciones referidas a los patriarcas reafirm an las alianzas de Dios; inicialm ente la prom esa h ech a a A brahán de m ultiplicar su d escendencia y la bendición y en g ran d eci­ m iento de su nom bre; después la confirm ación de la prom esa a Isaac, hijo de A brahán y Sara, y a Jacob, hijo de Isaac y Rebeca. Más tarde, Jacob será llam ado Israel. Estos tre s p ri­ m eros personajes vivieron u n a relación excepcional con Dios, h a sta el punto de que el pueblo relacionaba com pletam ente la revelación de Dios con la experiencia que ellos tuvieron. En la Biblia es co n stan te la expresión: «Dios de A brahán, de Isaac y de Jacob». A ctualm ente existe un gran núm ero de estudiosos que con­ sid eran que el tiem po que abarcan las n arracio n es p a tria r­ cales es m uy largo. Por tanto, se deduce que no se tra ta de la h istoria de u n a familia, en la cual se sucedieron diversas generaciones, sino, m ás bien de u n a agrupación de pueblos de d iferentes orígenes, situados en varias regiones.

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Jesucristo vence el pecado del mundo y anuncia la salvación (Nuevo Testamento)

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Paraíso= Proyecto de Dios

La Biblia acción comunitaria entre Dios y su pueblo

Israel un pueblo pequeño con un gran nombre

El pecado: ruptura del hombre con su origen Abrahán: Dios le hace una promesa (Antiguo Testamento)

7 - REFLEXIONAR POR MEDIO DE DINÁMICAS 1) Los a n im a le s Objetivo: organizar parejas de trabajo de form a creativa y divertida. Iluminación bíblica: Gén 6,5ss - la narración del diluvio. M ateriales: cartulinas con figuras o nom bres de anim ales, dos cartulinas por cada anim al. Desarrollo: • D istribuir las cartulinas en sobres cerrados. • Pedir que todos se coloquen esparcidos por la sala, lejos unos de otros. • A u n a señal convenida, cada uno im ita el sonido o el gesto de su anim al y sale a buscar a su pareja. A m edida que se 22

e n cu en tran , se re ú n e n p ara la lectura o la conversación sobre el te m a que se ha de estudiar. 2) Los p e rió d ic o s Objetivo: relacionar la Palabra de Dios con el contexto en que se vive. Materiales: varios tipos de periódicos con noticias variadas. Desarrollo: • Colocar los periódicos en el centro de la sala. • Invitar a los participantes a elegir una página del periódico. • D ejar que lean en voz baja las noticias. • Pedir que lean en voz alta algunos puntos concretos. • Invitar a todos a cortar el periódico en pedacitos y escuchar el ruido. • Pedir a cada particip an te que construya, con los pedacitos de papel, un símbolo de lo que sintió al leer y oír las re a ­ lidades del m undo. Puede ser, por ejem plo, u n corazón, el sol, la lluvia. • M om ento de participación y de reflexión: ¿Qué es m ás fácil rom per y m achacar o construir? ¿Por qué? • Pedir a los p articip an tes que recu erd en algunos m ensajes bíblicos que puedan ilum inar la realidad que se ha com ­ partido. 3) D isp o n ib le com o la a rc illa Objetivo: reflexionar sobre la relación personal con Dios y la disponibilidad hacia quien necesita ayuda. Material: arcilla o plastilina en cantidad suficiente para todos. Desarrollo: • D istribuir la arcilla e invitar a los particip an tes p ara que m odelen algo, recordando cómo el alfarero separa lo que i

no sirve del barro, lo am asa con cuidado y crea la form a deseada. • Con u n a m úsica de fondo, dejar que cada uno m odele lo que quiera. • Invitar al grupo a re p e tir la oración: «Oh Divino C reador y Padre, p e rm ite que se cum pla en m í la obra que com enzaste. Que tu proyecto sea m i proyecto de vida. E nséñam e a ser dócil a tu Espíritu de am or y que yo m e deje m odelar conform e a tu plan de vida, de solida­ ridad, de ju sticia y de paz. Amén». • Para concluir la dinám ica, pedir a los particip an tes que se in tercam b ien los objetos m odelados, como señal de que el proyecto del Padre es el am or y el com partir fraterno.

8 - MOMENTO DE ESPIRITUALIDAD Salmo 8 - El ser hum ano refleja e n sí la grandeza de Dios «¡Oh Dios, Señor nuestro, ¡qué adm irable es tu nom bre por to d a la tierra! ¡Tu m ajestad se asie n ta encim a de los cielos! De los labios de los niños y de los lactan tes te has hecho u n a fortaleza fren te al agresor, p ara reducir al enem igo y al rebelde. Cuando veo los cielos, obra de tu s m anos, la lu n a y las estrellas que creaste, ¿qué es el hom bre p a ra que te acuerdes de él, el ser hum ano p a ra que de él te preocupes? A penas inferior a un dios lo hiciste, lo coronaste de gloria y dignidad; le d iste el señorío de la obra de tu s m anos, bajo sus pies todo lo pusiste: ovejas y bueyes, todos jun to s, y h a sta las bestias del campo, las aves del cielo y los peces del mar, 24

cuanto surca las sendas de las aguas. ¡Oh Dios, Señor nuestro, qué adm irable es tu nom bre por toda la tierra!». C e le b ra c ió n d e la luz - Los s ie te d ía s d e la C re ac ió n (G én 1 ,1 -3 1 ; 2 ,1 -7 ) Puntos básicos para preparar la celebración: • Colocar en u n a sala o en la capilla los sím bolos de cada día de la Creación. • D istribuir u n a vela a p ag ad a a cada persona. • Colocar, en un lugar destacado, el cirio pascual o u na vela grande, que se e n ce n d e rá a n tes que las otras. Comienzo de la celebración: Prim er día: Dios creó la luz - u n a vela grande, que sim bo­ liza la creación de la luz, irá encendiendo las velas de los p articipantes. Segundo día: Dios creó el ag u a - p a sa r de m ano en m ano u n recipiente con agua. Tercer día: Dios creó la tie rra y la vegetación - p asar un recipiente con tierra y u n a p la n ta o u n a flor. C uarto día: Dios creó el sol y la luna, el día y la noche - ap ag ar y encender las lu c es de la sala. Q uinto día: Dios creó las av es y los peces - pasar ilu stra ­ ciones de anim ales. Sexto día: Dios creó al ser h u m an o - pedir que cada persona diga en voz alta el propio nom bre. Séptim o día: Dios vio q u e to d a su obra era buena y bonita - p a sa r de m ano en m ano u n vaso u otro objeto (que luego se p u ed a rom per). D espués del proceso de la creación, com enzó la violencia co n tra la obra de Dios: Polución de las aguas - e n su c ia r el agua con tin ta oscura. 25

C ontam inación del suelo - d erram ar la tie rra del recipiente con la planta. A gresión a los anim ales - ro m p er las ilu stracio n es de anim ales. La oscuridad - apagar las velas y las luces de la sala y pedir a las personas que digan form as actuales de oscuridad: droga, violencia, guerras, ganancias ilícitas, egoísm o... D esarm onía en la creación, ru p tu ra de la alianza con Dios - arrojar con fuerza el recipiente al suelo para que se rompa. • Seleccionar una m úsica adecuada para la en trad a de Jesús. • E ntra alguien trayendo el crucifijo. Encender el cirio pascual y, de él, todas las dem ás velas. • Pegar las p artes rotas del recipiente al son de u n fondo m usical: dejar que las personas m editen sobre el gesto o co m p artan sus sentim ientos.

9 - EVALUACIÓN • ¿Por qué la Biblia es la Palabra de Dios? ¿Cómo fue escrita? • ¿Cuáles son los hechos que d e m u estra n la p resen cia de Dios en la historia de la hum anidad? • ¿Cuáles son los datos que m ás llam an la atención en el relato de la Creación? • ¿Q uién es el pueblo de Israel? • ¿Q ué re p re se n ta la serp ien te en el contexto bíblico? • ¿Q ué re p re se n ta la narración del arca de Noé? • ¿Q ué se e n tien d e por patriarcas? ¿Q uiénes fueron?

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ÉXODO: EL CAMINO DE LA LIBERACIÓN

1 - DE LA E S C L A V IT U D A LA LIBERTAD

A) La opresión en Egipto «Nosotros éram os esclavos del Faraón e n Egipto, y el Señor nos liberó con su m ano poderosa» (Dt 6,21). Las familias descendientes de Jacob (llamado por Dios Is­ rael) crecieron y se m ultiplicaron en Egipto, hasta gue llegaron a ser u n pueblo (cf Éx 1,1-7). En los capítulos 37 al 50 del libro del G énesis se n a rra la historia que refleja la esclavitud del pueblo que allí vivía. En la historia de los patriarcas destaca el conflicto que ocurrió en la familia de Jacob con ocasión de la v en ta de José por sus herm anos a los m ercaderes de Egipto. Mucho tiem po después, una sequía prolongada asoló Palestina, la tie rra de Jacob, obligando a los herm anos de José y a su propio padre a buscar refugio en Egipto, donde el hijo, que había sido vendido como esclavo, había llegado a ser el adm inistrador del palacio del faraón. José acogió a su familia y siguió un tiem po de paz. Cuando él murió, el pueblo, ya m uy num eroso, fue considerado como una am enaza al poder del faraón. El libro del Exodo inicia la narración diciendo que el pueblo comenzó a seguir un camino difícil de sum isión y de falta de seguridad (cf Éx 1,8-14). Le fueron im puestas varias form as de opresión. A dem ás de sobrecargar al pueblo, el faraón le impidió crecer, m andando que se diera m u erte a los niños recién nacidos: se tra ta b a del control dem ográfico. Dicha actitud d em u estra que el opresor tiene u n proyecto de m uerte, no de vida, porque su objetivo es acum ular y no rep artir (cf Éx 1,15-16.22).

B) La liberación con Moisés, el líder del Éxodo A nte aquella opresión insostenible, surgieron señales de reacción. Las p arteras rehusaban obedecer la orden del faraón de elim inar a los niños (cf Éx 1,17). La fe les daba a e n ten d e r 29

que el Dios de la vida es m ás im p o rtan te que el faraón que ord en aba la m uerte. Así se evitó la m u e rte del futuro líder Moisés, el que guiaría a los israelitas hacia la libertad, a través del desierto, h a sta las fronteras de Canaán. Nacido del pueblo hebreo y criado por la hija del faraón, M oisés fue educado como u n príncipe egipcio. Siendo ya adulto, se rebeló por la m an era cruel con que se tra ta b a a los hebreos y m ató a un supervisor de los m altratad o res (cf Éx 2,11-12). Cuando la noticia llegó a oídos del faraón, Moisés huyó y fue a vivir como p asto r en el desierto, y allí se casó con la hija de Jetró, sacerdote de M adián, que lo había h o s­ pedado. Lejos de los herm anos y de la corte, Moisés realiza la experiencia del e n cu en tro con Dios, que lo llevaría a liderar el m ovim iento de liberación. Dios se m anifestó a M oisés en el m onte Horeb. Según el relato bíblico M oisés no vio a Dios, pero fue testigo de un acontecim iento m isterioso: una zarza que ardía sin consu­ m irse. Allí Dios le hizo u n a gran revelación: «El Señor le dijo: 'H e visto la opresión de mi pueblo en Egipto, h e oído el clam or que le a rra n ca su opresión y conozco sus angustias. Voy a bajar a liberarlo de la m ano de los egipcios, sacarlo de aquella tie rra y llevarlo a u n a tie rra buena y espaciosa, una tie rra que m an a leche y m iel'» (Éx 3,7-8). C) ¿ Q u ié n e s e s e D ios? Dios se revela como alguien presente. D esciende p ara estar en m edio de su pueblo y aliarse con él, con el fin de co n stru ir u n a n u ev a historia. En el capítulo 3 del libro del Éxodo, Dios dice: «Yo soy el que soy» (Éx 3,14). D espués dice sim p lem en ­ te: «Yo soy». Esta expresión puede ser en ten d id a de varias m aneras: yo existo; yo seré quien estoy siendo; yo soy el que hace ser; yo estoy p resen te. El Dios verdadero se revela como aquél que está ligado al hecho de la liberación. Se identifica

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con el nom bre de Yahvé (cf Éx 3,15). Con ese nom bre quiere ser recordado: Yahvé, el Dios que libera. D) El p ro y e c to d e la lib e ra c ió n A nte la zarza que ardía sin consum irse, Moisés entendió que Dios le estab a hablando. Dios le dijo que volviese a Egipto y pidiese al faraón la libertad para su pueblo (cf Ex 3,18). Moi­ sés fue, pero el faraón no perm itió la salida del pueblo. A nte tal situación, el texto bíblico describe las diez plagas, hace una in terp retación de algunos fenóm enos n aturales, m ostrando que la propia n atu raleza p arece que veces se alía con Dios y se altera, h a sta el punto de volverse d estructo ra, castigando de esa form a al ser hum ano cuando opta por el mal. D espués de sufrir m ucho el pueblo egipcio, finalm ente el faraón consintió que M oisés saliese con los israelitas. Pero al poco tiem po cam bió de opinión y salió persiguiéndolos h a sta el m ar Rojo, cuyo nom bre en aquella época e ra m ar de los Juncos. Los israelitas consiguieron a tra v e sa r el m ar y e n tra r en el desierto, m ien tras que el ejército del Faraón m urió en la travesía. En la m em oria del pueblo, el paso del m ar Rojo significó la e n tra d a en el cam ino de la libertad (cf Ex 14-15). La liberación tuvo lugar con la ayuda directa de Dios, pero tam b ién m e d ian te la lu ch a del pueblo m ism o. Por eso la Pascua ju d ía es una celebración de la victoria de Dios y de la victoria hum ana.

El lu gar del m ar Rojo por el q u e cruzó el p u eb lo de Israel eran en re a ­ lidad u n a s m arism as en d o n d e las ag u as su b ían y bajaban de acuerdo con la m area. H abía allí m u ch o s juncos. C uando los israelitas a tra v e ­ saro n el m ar, la m a re a e s ta b a baja, el v ien to e ra favorable y la lu n a ilu m in ab a el paso. M ás ta rd e , cuando llegó el ejército del faraón, subió la m a re a y los carro s y caballero s q u ed aro n atascados.

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2 - EL D IO S DE LA A L IA N Z A

A) El c o ra je d e s a lir La palabra éxodo proviene del griego y significa «camino de liberación». El libro se titu la así porque com ienza relatando cómo los hebreos, liderados por M oisés, salieron de la tie rra de Egipto, donde eran esclavos. Este hecho tuvo lu g ar hacia el año 1250 a.C. Veamos el relato: «M oisés e ra el p a sto r del g anado de Jetró , su suegro, sacerd o te de M adián. Llevó el ganado m ás allá del d esierto y llegó al m o n te de Dios, el H oreb. Allí se le apareció el án g el del Señor en u n a llam a de fuego, en m edio de u n a zarza. Miró, y vio q u e la zarza ard ía sin consum irse. M oisés se dijo: 'Voy a acercarm e a v e r e s ta gran visión; por qué la zarza no se co n su m e'. El Señor vio que se acercab a p ara m irar y lo llam ó desd e la zarza: '¡M oisés! ¡M oisés!' Y él respondió: 'Aquí esto y '. Dios le dijo: 'No te acerq u es. D escálzate, p o rq u e el lu g a r en que e stá s es tie rra s a n ta '. Y añadió: 'Yo soy el Dios de tu pad re, el Dios de A brahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jaco b '. M oisés se tapó la cara, po rq u e tem ía v er a Dios» (Éx 3,1-6). «'El clam or de los isra e lita s h a llegado h a s ta mí. H e visto tam b ié n la opresió n con q u e los egipcios los tiran izan . A nda, yo te envío al Fa­ raó n p a ra que sa q u e s de Egipto a m i pueblo, a los isra e lita s'. M oisés dijo al Señor: '¿Q u ién soy yo p a ra ir al Faraón y sacar de Egipto a los isra elita s? '. Dios le dijo: 'Yo e sta ré contigo, y é s ta se rá la señ al de que yo te h e enviado: cuando h ay as sacado al pueblo de Egipto, adoraréis a Dios sobre e s te m o n te '» (Ex 3,9-12).

B) El D ios d el S in a í Conocer el m ensaje del Exodo es indispensable p ara e n ­ te n d e r el significado de toda la Biblia, porque en e ste libro se fu n d am en ta la idea que se tien e de Dios, ta n to e n el A ntiguo como en el Nuevo T estam ento. El m ensaje del Exodo es la revelación del nom bre del Dios verdadero: Yahvé, el Dios liberador. D ichas ideas aparecen en el siguien te texto: ✓

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«Moisés dijo a Dios: 'B ien, yo m e p re s e n ta ré a los israelitas y les diré: El Dios de n u e stro s p ad res m e h a enviado a vosotros. Pero si ellos m e p reg u n ta n : ¿C uál es su n o m b re?, ¿qué les re sp o n d e ré ? '. Dios dijo a M oisés: 'Yo soy el que soy. Así re sp o n d e rá s a los israelitas: Yo soy m e h a enviado a v o so tro s'. Y continuó: 'D irás así a los israelitas: el Señor, Dios de v u e stro s p ad res, el Dios de A brahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, m e h a enviado a v osotros. É ste es m i n o m bre para siem pre, é ste m i rec u e rd o por tod o s los siglos'» (Éx 3,13-15).

Yahvé es el único Dios que oye el clam or del pueblo opri­ mido y lo lib era p ara e sta b le c e r con él u n a alianza y le da leyes p a ra que tra sfo rm e n las relaciones e n tre las p erso n as. Veamos: «Habéis visto cómo he tra ta d o a los egipcios y cóm o os h e llevado sobre alas de ág u ila y os he tra íd o h a s ta mí. Si escu ch áis a te n ta m e n te m i voz y g u ard áis m i alianza, v osotros seréis m i especial propiedad e n tre todos los pueblos; p orque m ía es to d a la tierra; vosotros seréis un reino de sacerd o tes, u n pueblo santo. Esto es lo q u e tie n e s que decir a los israelitas» (Éx 19,4-6).

La alianza e n tre Yahvé y el pueblo tie n e dos dim ensiones: Principios de vida - el Decálogo, p alab ra griega que signi­ fica las diez palabras, contiene diez actitu d es que o rien tan al pueblo hacia un ideal de sociedad ju s ta e igualitaria, b asada en la fe. N orm alm ente se le llam an los diez m andam ientos: «Moisés estuvo arriba con el Señor cu aren ta días y cu aren ta noches, sin com er ni beber. Y el Señor escribió en las tab las las palabras de la alianza, las diez palabras» (Éx 34,28). Legislación del pueblo de Dios - el D ecálogo o Código de la A lianza, que tie n e la finalidad de conducir al pueblo a la p rá c tica de u n a sociedad ideal en los varios contextos históricos, ap arece ta m b ié n como p re c ep to a seguir, p ara que el pueblo se afirm e com o nación. Esto q u ed a claro en el libro del Éxodo: 33

«El Señor dijo a M oisés: Di a los israelitas: V osotros hab éis visto que os h e hablado d esd e el cielo. No h ag áis ju n to a m í dioses de p lata ni de oro. Me le v a n ta rá s u n a lta r de tie rra y en él m e o frecerás tu s holo­ causto s, tu s sacrificios de reconciliación, tu s ovejas y tu s bueyes. En cu alq u ier lu g ar e n que yo q u iera h a c e r m i n o m b re m em o rab le v en d ré a ti y te b endeciré» (Éx 20,22-24).

¿Prohíbe la Biblia las e s ta tu a s ? Si son u tilizad as p a ra la idolatría, sí. A nti­ g u a m e n te e ra m u y co m ú n fabricar an im ales de oro o de p lata y atribuirles p o der divino. Dios no a c e p ta e sa m anip u lació n de la religión. Sin e m b a r­ go, si las e s ta tu a s son sólo m edios p a ra ele v a r el e sp íritu h u m an o hacia el e n c u e n tro con el Dios único y v erd ad ero , en to n c es tie n e n su razón de ser. En el libro del Éxodo se co n d en a el b ecerro de oro, pero se fabrican e sta tu a s de án g eles p a ra colocarlas en la ta p a del A rca de la A lianza. Las e sta tu a s de los san to s no son ad o rad as, son com o u n a especie de fotos de fam ilia, que son v e n e ra d a s p o rq u e re c u e rd a n ejem plos de p erso n as que fu ero n fieles al seg u im ien to de Jesú s.

C) La fe e n a cc ió n La fe en Yahvé y la organización del pueblo son dos factores decisivos en el libro del Exodo y salen al encu en tro de lo que Dios desea: un pueblo liberado, u n proyecto nuevo, u n a vida renovada, ju s ta y fratern a. Jesú s vuelve a to m ar ese nuevo proyecto en el diálogo con los fariseos: «Cuando los fariseos oyeron que h ab ía tap ad o la boca a los saduceos, se reu n iero n , y u no de ellos, doctor de la ley, le p reg u n tó p a ra te n ta r­ lo: 'M aestro, ¿cuál es el m an d a m ie n to principal de la ley?'. Él le dijo: 'A m arás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con to d a tu alm a y con to d a tu m e n te . É ste es el principal y p rim e r m an d am ien to . El segundo es se m e ja n te a éste: A m arás a tu prójim o com o a ti m ism o. En estos dos m an d am ien to s se re su m e to d a la ley y los profetas'» (Mt 22,34-40).

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3 - EL DESIERTO, CAMINO HACIA LA NUEVA VIDA A) Las d ific u lta d e s d el c a m in o La larga confrontación con el opresor condujo a los hebreos esclavizados a la liberación. Fue u n a victoria de Dios con los oprim idos. Por eso fue posible com enzar una nueva form a de relación social, en la cual el dom inio cedió el lugar a la participación. En el desierto, la m ayor dificultad que los israelitas encon­ traron fue precisam ente la de com enzar a vivir en libertad. Cuando los hebreos vieron que los egipcios los p erseg u ían dijeron a Moisés: «¿Es que no h a b ía sepulcros en Egipto, que nos h a s traíd o al desierto a m orir? ¿Q ué nos h as hecho con sacarn o s de Egipto? ¿No te decíam os en Egipto: No te p reo cu p es de nosotros, p u e s q u erem o s serv ir a los egipcios? Porque, ¿no es, acaso, m ejor se rv ir a los egipcios que m orir en el desierto ?» (Éx 1 4,11-12).

La acusación era grave: el pueblo culpó a Moisés de haberlo conducido hacia la m u e rte y no hacia la vida. La esclavitud acom oda, porque no im plica peligros ni riesgos. Fuera de (¡lia, es preciso asum ir responsabilidades que d ep en d en de la propia liberación. Otro problem a fue la necesidad básica de com er y beber. Cuando el pueblo sintió h am b re y sed, volvió a reb elarse contra sus líderes. «¡Ojalá h u b iéram o s m u e rto p o r m an o s del Señor e n Egipto, cuando nos sen tá b a m o s ju n to a las ollas de carn e y com íam os h a sta saciarnos! Vosotros, en cam bio, nos h a b é is traíd o a e s te d e sie rto p a ra h acer m o ­ rir de h a m b re a to d a e s ta m u c h e d u m b re (Éx 16,3) (...) ¿Por qué nos has sacado de Egipto p a ra h a c e rn o s m orir en el d esierto a nosotros, a n u e stro s hijos y a n u e stro s ganados?» (Éx 17,3).

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B) El rie s g o d e la lib e rta d Vivir en libertad supone un nuevo aprendizaje: producir y ad m in istrar los propios m edios de subsistencia. La a p ertu ra del mar, el agua de la roca, el m aná y las codornices parecen m ilagros. De hecho, cuando el pueblo com enzó a confiar en sí m ism o, los m edios de subsistencia surgieron de form as in esp erad as y m ás ab u n d an tes de lo que se podía prever. En m edio de las dificultades p ara com enzar la vida en libertad, apareció ta m b ién la ten tació n de volver a los a n ti­ guos vicios aprendidos dentro del sistem a opresor. Es lo que / encontram os en Ex 16. En re sp u esta al clam or levantado por el h am bre, el pueblo recibió de Dios el m aná, que caía todas las m añanas. Todos fueron advertidos para recoger sólo lo necesario, sin acum ular p ara el día siguiente. De esa form a, todos ten ían suficiente y a nadie le sobraba nada. Pronto hubo algunos que com enzaron a recoger m ayor cantidad, pensando en el día siguiente, pero lo que fueron guardando «se pudrió» (Éx 16,20). Eso d e m u e s tra que el e sp íritu de p o sesió n y acum ulación no tie n e sentido en u n a sociedad que p re te n d e ser igualitaria y participativa, en la cual todo se re p a rte fra­ te rn a lm e n te. La acum ulación de la riqueza y del poder crea d esigualdades y, co n secu en tem en te, explotación y opresión. El m a n á e ra u n a re sin a dulce que v e rtía el dátil del d esierto . Por la m a ñ a n a se cristalizab a con el rocío y p arecía e scarch a blanca. Por eso, los israelitas d ecían q u e «caía» del cielo u n a especie de helada. Una vez recogido, se podía m oler, cocer y tra n sfo rm a rlo e n p an . Su sabor e ra sim ilar al del p a n de m iel.

D u ran te la m archa a tra v é s del desierto, se ad v ierten ta m ­ bién dificultades e n la relación e n tre M oisés y el pueblo. Si M oisés se encarga de todo (cf Ex 18,13-16), corre el riesgo de «destruirse» a sí m ism o y «destruir» tam b ién la concien­ cia de participación de las dem ás personas (cf Ex 18,17). La 36

propuesta de Jetró, el suegro de Moisés, es el esbozo de una fórm ula p ara el ejercicio de la justicia y del gobierno (cf Ex 18,21-22). Algo parecido a u n a «dem ocracia popular». De este m odo se evitan las arb itraried ad es del jefe y al m ism o tiem po la acom odación del pueblo, que fácilm en te podía qu ed arse esperando que el líder adivinase y resolviese todos los problem as. La finalidad de la liberación era irse a la «tierra donde m ana leche y miel». Sin em bargo, al salir de la opresión, el pueblo entró en el desierto, lugar de dificultades y de la tentación de volver atrás. Es un grupo liberado, pero que todavía tiene que aprender a vivir en libertad, sin caer en u n a nueva opresión. Ahora es preciso construir u n a sociedad nueva.

4 - LOS MANDAMIENTOS, CONSTITUCIÓN DEL PUEBLO DE DIOS A) Una constitución diferente Alianza es com prom iso (cf Éx 19). D espués de conseguir la liberación, d eseada por el pueblo e inspirada por Dios, Israel vive ya en libertad. Para consolidar la conquista y p re serv a r la liberación, apenas com enzada, surge el concepto de alianza con Dios liberador, que e stá siem pre im pulsando la p ráctica de la libertad. Yahvé aparece como p ro tecto r p e rm a n en te de los oprim idos y exige que nadie oprim a a los dem ás. La única autoridad sobre el pueblo es el propio Dios. H acer alianza con Dios significa ser elegido p ara u n a misión: m a n te n e r e n la historia la m em oria viva del Dios liberador. Es asum ir el com ­ promiso de desarrollar continuam ente u n a práctica liberadora que denuncie y com bata al opresor, en tran d o en alianza con todos los que sufren la opresión. El com prom iso fu n d am en tal con el Dios de la alianza se expresa en el Decálogo (cf Éx 20,1-17). Dios reveló al pueblo 37

e sta s diez palabras e n el m onte Sinaí (cf Éx 34,28; Dt 4,13; 10,4). Ellas indican las condiciones y los pasos necesarios p ara que el pueblo viva la justicia, el am or y la libertad. No se tra ta de sim ples leyes: son principios que o rien tan hacia u n a n u ev a com prensión y práctica de la vida. Son el m ensaje, las h e rra m ie n tas que Dios en treg ó al pueblo liberado para poder seguir la m archa hacia la plena libertad y co n q u istar la tie rra que le p ertenecía, porque la libertad no se conquista en u n día, sino que es un largo proceso, u n a lucha p ersisten te. C onform e al relato bíblico, Dios escribió las diez p alab ras con su propio dedo (cf Éx 31,18; Dt 5,22). Cada palab ra señ ala el cam ino a seguir p ara no incurrir en los m ism os pecados que los egipcios. Por la ley de los diez m andam ientos, Dios indicó el cam ino seguro para el pueblo: • • • • •

no volver nunca a vivir en la esclavitud; co n servar la libertad que conquistó al salir de Egipto; vivir en la ju sticia y la fraternidad; ser organizado, señal de Dios en el m undo; en com unidad, ser u n a re sp u esta al clam or de todo el p u e ­ blo; • ser anuncio y testim onio de lo que Dios quiere para todos; • llegar a la práctica perfecta del am or a Dios y al prójimo.

B) R eleer hoy los m andam ientos Los m andam ien tos deben v erse a la luz de Cristo. El se ­ guim iento de Jesu cristo incluye el cum plim iento de los m a n ­ dam ientos. La ley no fue abolida, pero el ser hum ano está invitado a re e n co n trarla e n la perso n a del M aestro, que es el «cum plim iento perfecto de ella». Jesú s retom ó los m an d a­ m ientos y los resum ió en dos: am arás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con to d a tu alm a y con todo tu en ten d im ien to , y am arás a tu prójim o como a ti m ism o (cf Me 2,23-28). 38

En el m om ento solem ne de la alianza con el pueblo, Dios p resen ta los m andam ientos, que son el docum ento fu n d a­ cional de la sociedad que p re te n d e u n a vida digna p ara todos sus m iem bros, en la que todos p u ed an te n e r acceso a los bienes de la libertad y de la vida. Porque Dios es liberador y justo, sólo El puede dar orientaciones p ara que el ser hum ano conserve la libertad y la vida y no vuelva a la esclavitud. Los m andam ientos expresan la re sp u esta h u m an a al Dios que libera. R eleer el libro del Exodo hoy es red escu b rir la cuna de n u estra fe, nacida de u n acontecim iento histórico en el que Dios y su pueblo se unieron p ara la conquista de la libertad. A ctualm ente el Exodo no se considera como u n aco n teci­ m iento de dim ensiones geográficas -s a lir de u n lugar para ir a o tro -, sino como conquista de la propia capacidad para construir, en la libertad, u n a sociedad nueva y siem pre abierta a la creación de espacios cada vez m ás significativos en los que el pueblo pueda llevar a cabo la experiencia de vida. No hay lím ites p ara el crecim iento de la vida hum ana. El único límite es el horizonte siem pre d istan te de la « tierra donde m ana leche y miel», es decir, el objetivo últim o y el sueño de que u n día el m undo sea realm en te el lugar en el que todos podrán p articip ar de la libertad para com partir la vida.

5 - RESUMEN • El Dios del Éxodo se revela atento al sufrim iento del pueblo y to m a la iniciativa para liberarlo. • Moisés es llam ado a liderar la salida de Egipto. • Dios le revela el proyecto de liberación y le com unica su nom bre: Yahvé, el que es y el que será; el que siem pre e stá presente.

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• Yahvé propone u n pacto con Israel: Dios p ro teg erá al p u e ­ blo, que deberá realizar su proyecto, practicando los diez m andam ientos: é sta es la alianza. • Yahvé es siem pre fiel; pero Israel no siem pre lo es.

6 -ESTUDIEMOS MÁS 1. Lee Éx 3,1-6 y responde: ¿Por qué Moisés tien e que qui­ ta rse las sandalias? 2. Lee Ex 3,7-12 y destaca cuáles son las acciones de Dios indicadas por los verbos en el texto. 3. ¿Cuál es el Dios del Exodo y cuál el Dios del ser hum ano m oderno? 4. Lee Ex 20,1-20. Cada m andam iento defiende u n sistem a y condena el otro. ¿Cuáles son? 5. E star en alianza con Dios, ¿significa que él ap ru eb a todo lo que hacem os? ¿Cuáles son las dos p artes de la m ism a alianza?

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- PARA AYUDAR EN LA CATEQUESIS

S u g e re n c ia d e le c tu ra D espués de la larga m archa, pasando por el desierto y su ­ friendo privaciones, los hebreos llegaron a la Tierra Prometida. N ecesitaron luchar contra otros pueblos p a ra to m ar posesión de la tie rra y, para ello, fueron liderados por Josué, porque Moisés ya había m uerto. Cuando se instalaron, fue necesario estab lecer u n a n ueva organización para que todos p u diesen vivir mejor. No podían repetir el m odo de vida de Egipto, donde se daban m uchas injusticias que ellos m ism os conocían bien. Por eso dividieron a todo el pueblo en doce grupos de fam ilias y llam aron a cada grupo u n a tribu. La tie rra fue rep artid a e n tre las tribus, para que la h a b ita ran y sacaran de ella su propio sustento. Los grupos de fam ilias form aron u n a confederación de trib u s y se crearon reglas de convivencia que g aran tizab an la ju sticia y el derecho para todos. Si u n a trib u era am en azad a de in ­ vasión por los pueblos vecinos, las dem ás deb erían ayudarla a defenderse. Era lo que podríam os decir: «todos p ara uno y uno p ara todos». En la época de las trib u s, llam ad a ta m b ié n «sociedad igualitaria», la tie rra e ra re sp eta d a como lu g ar de trabajo com unitario y de producción de alim entos para todos. No se usaba p ara o b ten er lucro. Surgieron incluso leyes que d e te r­ m inaban el descanso de la tie rra de vez en cuando, p ara que la n atu raleza pudiera reciclarse. La sabiduría del pueblo de la Biblia se m anifestó ta m b ién en el resp eto a la n atu raleza y la convivencia arm oniosa con ella.

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- REFLEXIONAR POR MEDIO DE DINÁMICAS

Las c u e rd a s Objetivo: reflexionar sobre los siguientes aspectos: • Jesú s u sab a realidades, sím bolos y señales de la vida del pueblo. • Lo que satisface la vida h u m a n a es vivir la libertad p ro ­ fundam ente. • Valorar y vivenciar que los sentim ientos form an p a rte del a rte de vivir bien. • D ejarse conducir únicam ente por los sen tim ien to s puede a ca rre a r sufrim iento a sí m ism o y a m uchos otros. Materiales: cuerdas o b ram an tes y velas. Desarrollo: Prim er paso: a m arrarse - ex ten d er el m aterial por la sala y pedir a cada uno que tom e un b ra m a n te o una cuerda, q ue se a te los pies y las m anos en silencio y reflexione: • ¿Cómo m e siento estando atado? • ¿D ónde m e ato yo m ism o? D espués de algunos m inutos cada uno va d esatán d o se, y com parte con el grupo lo que ha experim entado. Segundo paso: dejarse a tar - o a tarse al otro, o a u n banco, silla, objetos, etc. Reflexionar y com partir en grupo: • ¿Cómo m e siento atado de esta m an era? • ¿A qué estoy atado? • ¿A qué personas? • ¿A qué ideas? • ¿A qué objetos, cosas? • ¿A qué aspectos del p resen te, del pasado o del futuro?

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Tercer paso: liberarse - d esatar al com pañero que está atado. Reflexionar y com partir los sentim ientos: • ¿Cómo m e siento al d esatar a alguien que se siente esclavo, preso... sin libertad? • ¿Cómo m e siento cuando hago de la vida un servicio para y con los otros? C uarto paso: buscar la lib ertad - cada uno coge u na vela, que está en el centro de la sala: • Enciende y e n tre g a la vela a la p ersona que lo ayudó a d esatarse. • Cuando e n tre g a la vela encendida, reza una oración de agradecim iento, de petición, en silencio... • Le da un gran abrazo de paz, de energía y de esperanza.

9 - MOMENTO DE ESPIRITUALIDAD El Credo de Israel - La Palabra se hace oración Hay u n texto considerado por m uchos estudiosos como u na de las m ás antiguas profesiones de fe del pueblo de Israel. El israelita debía rezar ese Credo cuando p re se n ta b a las p rim e­ ras cosechas de su tie rra p a ra que el sacerdo te las ofreciese a Dios. De ese m odo agradecía al Señor por h ab er en trad o en la Tierra Prom etida. Hoy día participam os de la A lianza con Dios sellada por su hijo Jesú s y seguim os el Exodo, e sta a v en tu ra de liberación, en cada e tap a de la vida. Así alabam os a Dios, a ejem plo de los israelitas, diciendo: «Mi p a d re e ra u n aram eo e rra n te , que bajó de Egipto. Allí se quedó con u n a s pocas p e rso n a s m ás; p ero p ro n to se convirtió en u n a nación grande, fu e rte y n u m ero sa. Los egipcios n o s m a ltra ta ro n , nos oprim ieron y n os im pusieron u n a cru el esclav itu d . Pero n o so tro s clam am os al Señor, Dios de n u e stro s

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pad res, que escuchó n u e s tra plegaria, volvió su ro stro hacia n u e s tra m iseria, n u e stro s tra b a jo s y n u e s tra opresión, nos sacó de E gipto con m ano p o d ero sa y brazo fu e rte en m edio de g ran terror, prodigios y p o rten to s, nos trajo h a s ta aquí y nos dio e s ta tie rra que m a n a leche y m iel... Am én» (Dt 26,5-10).

La actuación de Dios e stá p re sen te en los textos que nos n a ­ rra n el Exodo liberador: el Dios que opta por la vida. Recemos al Dios liberador, diciendo después de cada petición: Dios de la vida, libéranos: • de nu estro s m iedos y falta de fe; • de nu estro egoísm o y de la avaricia; • de n u e stras actitudes de opresión y orgullo; • de los líderes falsos y corruptos; • del ham bre, de la m iseria, de la guerra... La descripción del Éxodo in te n ta provocar en n o so tro s la m ism a fe que suscitó en los israelitas el esfuerzo por la libe­ ración y q ue los llevó a sen tir la presencia liberadora de Dios. A ctu alm ente este esfuerzo tien e los m ás variados aspectos. Pidam os a Dios que nos haga portavoces de liberación ju n to a los que: • d enuncian las injusticias y to rtu ras que se practican contra las personas y las naciones; • p ro m ueven el desarrollo del pueblo; • e n señ an cómo p ro te g e r la n atu raleza de la acción dañina del ser hum ano; • contribuyen a elim inar el analfabetism o; • p ro curan dom inar los vicios en todas sus form as; • p ro m ueven el cam ino de la reconciliación y de la paz. Que el cam ino de liberación para el ser hum ano m oderno esté orientado por el proyecto de Jesús: «Yo vine p ara q ue todos te n g a n vida, y la te n g a n en abundancia». Amén.

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JUECES, REYES, PROFETAS, EXILIO Y REGRESO

1 - DEFENSORES Y CONSEJEROS DEL PUEBLO, LOS JUECES A) L íd ere s e n la fe y e n la o rg a n iz a c ió n El libro de Josué fue considerado por algunas corrientes de tradición judaica como el sexto libro de Moisés. C uenta, de form a m uy prodigiosa, la en trad a del pueblo israelita en la tie rra de Canaán, com enzando por el paso del río Jo rd án y por la conquista de Jericó. De acuerdo con la narración, los israelitas cercaron la m uralla de la ciudad y rezaron d u ran te siete días h a sta que se derrum bó (cf Jos 2 ,lss). El libro de los Jueces re la ta hechos ocurridos en tre los años 1200 y 1020 a.C., describiendo la organización del pueblo en la tierra, y la vida de las trib u s h a sta el com ienzo de la m onarquía. Se tra ta de u n tiem po de «dem ocracia tri­ bal», lleno de dificultades. La confederación de las trib u s es g obernada por jefes con cargo vitalicio, llam ados tam b ién jueces m enores. El libro de los Jueces p re sen ta la dinám ica que m arca el destino histórico de un pueblo: infidelidad y pecado, sufri­ m iento, conversión, liberación, gracia, nueva infidelidad... El autor m u e stra que es posible rom per ese ciclo y, p ara eso, es necesario que cada generación asum a el proyecto de Yahvé y siga la lucha de los antepasados para abolir la idolatría (cf Jue 2,11-16). La form ación del pueblo se centra en el m onoteísm o, es decir, la fe en el Dios único que se reveló a Moisés, y en la fidelidad a la alianza de los diez m andam ientos. La a g ru p a­ ción por trib u s obedeció a criterios com unitarios, y los jefes elegidos re p re se n ta ro n dignam ente los ideales del pueblo (cf Jue l,ls s ) . Los principales jueces fueron: Ehud, Otoniel y Sansón. Eran jefes m ilitares, que vivieron en el tiem po de la conquista de

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la tie rra y de la lucha contra los invasores. Se c aracteriza­ ro n por el equilibrio y el b u en sentido, como p o r ejem plo Sam uel. En la fase de la organización sociopolítica e sta b a n los ancianos de las trib u s y clanes, y en la fase de consoli­ dación, los ju eces. Las decisiones propias de cada trib u las coordinaban los ju eces y los ancianos, y las asam bleas de las trib u s se com­ ponían de los líderes de todas las familias. La política tribal se puede configurar de la siguiente m anera: • • • • • ° ® •

la autoridad no era rem unerada; las relaciones de trabajo eran com unitarias; la tie rra y los rebaños eran colectivos; la distribución de los productos era conform e a las n ece­ sidades de cada familia; no había im puestos ni tasas, porque los servicios eran com unitarios; los productos eran distribuidos en tre todos; la condición para el usufructo de los bienes era participar en el trabajo de la tribu; cuando se producía u n a gran cosecha, los bienes se con­ sum ían en fiestas populares.

B) D é b o ra, la s a b ia d e l á rb o l Como se deduce del libro de los Jueces, B ébora fue ju eza (cf Ju e 4,4ss) y defendió a Israel contra los cananeos, h ab i­ ta n te s del te rrito rio de Canaán, donde se estab leciero n los israelitas. D ébora ten ía un lugar para su tribunal: a la som bra de una palm era. Los hijos de Israel iban a ella para o btener justicia en sus causas, y la p alabra de D ébora era la señal de Dios a favor del pueblo (cf Ju e 4-5). La Biblia la p re sen ta como una de las m adres de Israel (cf Ju e 5,7.24.29). D ébora es considerada

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como una m ujer v erd ad eram en te ju eza y profetisa dentro de la historia del pueblo. No hay un libro suyo propio, pero su historia se en cu en tra e n el libro de los Jueces. C) S a m u e l, el ju e z p ro fe ta Los dos libros de S am uel re la ta n aco n tecim ien to s que tuvieron lugar e n tre los años 1040 y 971 a.C. Sam uel fue el último juez y el prim er profeta de Israel. La historia de Ana, esposa de Elcaná, que culm inó con el nacim iento de Sam uel, se en cu en tra en IS am 1,1 ss. El libro m u estra que el pueblo se desvió de la Alianza e hizo lo que es m alo a los ojos de Dios y de los ju sto s (cf IS am 2,12-26). Entonces Dios llamó a Sam uel para ser signo de su p re sen ­ cia en m edio del pueblo (cf IS am 3,1-10). D espués de h ab er gobernado las trib u s d u ran te m uchos años, el anciano juez comenzó a oír llam adas al cambio: el pueblo quería te n e r u n rey como los otros pueblos. Sam uel com prende que la situ a ­ ción no es buena, y que u n cam bio sería peor; él sabía que la solución no estaba en cam biar el sistem a, sino en u n cambio interior de las personas.

2 - ISRAEL QUIERE UN REY, EL TIEMPO DE LA MONARQUÍA Sam uel fue el últim o ju ez y el p rim er profeta, es decir, con él se cierra el período de los jueces y com ienza el de la m o­ narquía, d u ran te la cual surgen los profetas. Los am biciosos le decían que estaba dem asiado viejo p ara seguir gobernando la confederación de las trib u s y exigían u n nuevo régim en: la monarquía. Samuel no aceptó la propuesta y oró para que Dios le m ostrase el camino a seguir. Dios dijo que el pueblo estaba rechazando el compromiso del Éxodo: la fe en el Dios único, la 'lianza, la justicia y la solidaridad del tiem po de las tribus. No i 'staban rechazando a Samuel sino a Él mismo. 49

El pueblo quiso te n e r reyes con ejércitos. Sam uel les advir­ tió que las otras naciones te n ía n reyes, dioses e ídolos, pero ta m b ié n esclavitud y m ucha m iseria. En ellas el rey era un sem i-dios que elegía lo m ejor p ara sí m ismo. Sin em bargo, el pueblo m antuvo su reivindicación, y el profeta se vio obligado a acep tar la propuesta, no sin a n tes dejar bien claro cuáles serían los derechos del rey (cf IS am 8,10-22).

A) Saúl, el prim er rey A Saúl un día se le perdieron las asnas de su padre, al no encontrarlas fue a buscar a Sam uel, porque conocía su fam a de vid en te y de ju ez respetado. En aquella época, los ju eces o los sacerdotes confirm aban y bendecían a los jefes políticos. Saúl se en cu en tra con Sam uel (cf 1 Sam 10,1 -2) y éste lo ungió como rey, pero eso no g arantizaba su éxito en el gobierno ni la aprobación de Dios si no le obedecía y seguía sus preceptos (cf IS am 12,15).

B) David, tan fu erte como frágil Saúl desvió todavía m ás al pueblo de la A lianza con Dios y Sam uel se lam en tab a ante el Señor por Saúl. El Señor le dijo: «¿H asta cuándo vas a e sta r llorando por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de Israel? Yo te envío a la casa de Jesé, el de Belén, porque m e he elegido un rey en tre sus hijos» (IS am 16,1). Con esta intuición, se fue a casa de Jesé, p ad re de D a­ vid (cf IS am 16,1-13). D espués que Jesé le había p resen tad o a todos sus hijos m ayores, el profeta sen tía que ninguno de ellos era el elegido de Dios. E ntonces m andó a llam ar al m ás joven, David, que esta b a en el cam po g u ardando el rebaño. Sam uel sintió que era é ste el elegido por Dios, lo ungió como rey y lo llevó a la corte de Saúl, inicialm ente p ara ser m úsico de la casa. La experiencia de David como p asto r de ovejas hizo que aprendiese, con m ayor facilidad, a liderar personas (cf IS am 16,11). 50

El rey Saúl se dio c u en ta ráp id am en te de la am enaza que éste suponía para ejercer su poder y com enzó a p erseg u ir a David (cf IS am 22,25). El jo v en tuvo que h u ir para escapar de la m u e rte y ta m b ién p ara no verse obligado a m atar al rey que, a p e sa r de todo, m erecía respeto, porque había sido ungido por el profeta. Años m ás tarde, con la m u erte de Saúl, David asum ió el poder e n Israel. Unificó los territo rio s y luchó contra los filis­ teos, u n pueblo que m oraba en la región de Filistea, superior a los cananeos y a los israelitas, en arm as y en organización militar. Fueron los filisteos quienes introdujeron en la región de Palestina el uso del h ierro (cf IS am 17-19). En u n m om ento de su vida, el rey David actuó con d es­ equilibrio em ocional y pasional: abusando de su poder, m andó m atar a Urías, general del ejército, para casarse con su esposa, Betsabé. Más tarde, é sta dio a luz al rey Salomón, h ered ero del trono de David (cf 2Sam 1 2 ,lss). D espués de haber sido duram ente advertido en nom bre de Dios por el profeta Natán, David se arrepintió de su pecado (cf 2Sam 12,13ss) y se hizo un rey fuerte, sensible y hábil estratega. Incluso deseó edificar en Jeru salén un tem plo para el Arca de la Alianza, pero Dios dirigió su Palabra al profeta diciéndole: «Ve y dile a m i siervo David: no eres tú el que va a edificar u n a casa p a ra mí» (cf 2Sam 7,1-17). C) S a lo m ó n , el «sabio» q u e p e rm itió la id o la tría La preocupación de Salom ón fue h acer de Israel u n a gran potencia. Dominó todos los reinos cercanos, los cuales le p a ­ gab an trib u to s y le obedecían (cf IR e 5). Para ello fue preciso m anipular la conciencia del pueblo, a fin de que contribuyese sin cuestionarlo. La e stra te g ia de Salom ón fue la religión. Construyó el tem plo de Jeru sa lé n y consiguió sensibilizar al pueblo, incluso reuniendo y m andando escribir las m em orias

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Y la sabiduría popular. En el tem plo de Salomón se escribieron

los prim eros textos bíblicos, que son los libros de las Crónicas y p a rte de los libros de los Reyes (cf IR e 5,9-14). Salom ón redistribuyó las tribus p ara g aran tizar el su sten to de la corte. Cada u n a de ellas esta b a obligada a ab astecer a to das las despensas del palacio d u ra n te un m es del año (cf IR e 4,7). El tem plo term inó convertido en un lugar de ido­ latría, en el cual fueron instalados los ídolos traídos por las p rincesas extranjeras que le daban por esposas a Salomón, en las alianzas políticas hechas con otros reyes.

3 - ES PRECISO QUE ALGUIEN DENUNCIE Y ANUNCIE, LOS PROFETAS A) El significado de la palabra profeta El térm in o profeta no significa adivino del futuro, como se piensa ordinariam ente. En el contexto bíblico, la palabra h eb rea nabi significa «delirante» y pasó a ser aplicada a la p erso n a que vive e n sin to n ía con el proyecto de Dios. El p ro fe ta p ercib e las in co h eren cias y ab u so s de p o d er por p a rte del rey, y ta m b ié n llam a la aten ció n del pueblo p ara que sea fiel a la alianza con Dios. P uesto que se a co stu m ­ b ra b a llam ar al p ro feta d eliran te o loco, m u ch as p erso n as se exim ían de seg u ir sus ad v erten cias. Para ad iv in ar b a sta con te n e r su e rte , pero p a ra p ro fetizar es preciso te n e r m ística, coraje y am or al pueblo. La Biblia pone todos los libros proféticos seguidos, a pesar de que hay e n tre ellos gran distancia de tiem po. Clasificados por la extensión y por el contenido, encontram os tre s grupos de libros proféticos: Profetas m ayores o escuelas proféticas - Isaías, Jerem ías, Ezequiel y Daniel. Libros especiales - Baruc y Lam entaciones de Jerem ías.

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Profetas m enores - Amos, Oseas, M iqueas, Sofonías, Nahún, H abacuc, Ageo, Joel, Zacarías, Abdías y Jonás. Los profetas son ta n antiguos como la historia de los grupos hum anos. En cada religión y en cada época surgen personas que tra e n en u n a m ano la vida del pueblo y en la otra el sen ­ tido de la vida delante de Dios. Los profetas ap arecen sobre todo en épocas de dificultades, desequilibrios sociales, abuso de los g o b ern an tes o crisis de fe. El verdadero profeta es confirm ado an te la realidad. Él propo­ ne la ju sticia y juzga al pueblo y a sus líderes a p artir de los criterios de la fe. En la inspiración del profeta e stá siem pre el proyecto de Dios, y sus palabras e stá n en el corazón del pueblo (cf Is 50,4-6). Sin em bargo, al contrario de la historia, siem pre hay quienes defienden el error e n lugar de la verdad. Son los llam ados falsos profetas.

B) Q uiénes son los profetas Los profetas son: V identes - Ezequiel tuvo la visión de los h uesos secos (cf Ez 3 7 ,lss). Jueces - Isaías ju zg a y condena la m anipulación del tem plo y de lo sagrado (cf Is 1,1-20). Mujeres y hom bres de coherencia radical - Isaías condena el capitalismo salvaje de los gue quieren acum ular tierras y m ás tierras, añadir campo a campo, casa a casa (cf Is 5,8-25). Mujeres y hom bres de la Alianza - Ezequiel dice que Yahvé quiere un corazón de carne y no de piedra (cf Ez 36,25-28). AMOS (780-750 a.C.) - EL PLANTADOR DE ÁRBOLES Amos es uno de los prim eros profetas de Israel, den tro del período de la m onarquía. A parece profetizando en el reino del Norte, ju n to al santuario de Betel. Allí había u n sincretism o religioso y culto a otros dioses, que m anifiesta el descrédito y 53

las infidelidades del pueblo a Yahvé. Amos critica a los falsos sacerdotes y jefes políticos perversos que o sten tab a n u n lujo superfluo; éstos eran u n a afrenta ante la m iseria de los pobres. P rotesta contra los nobles, porque, m ien tras la población es a to rm e n ta d a por el ham bre, ellos b a n q u ete a n con el lucro de la falsificación de las balanzas en la época de las cosechas. Amos no oculta su lenguaje de hom bre del pueblo. Reconoce que, por ser un sim ple p asto r y cultivador de higos, sus p a­ labras no son las m ás elegantes p ara hab lar a la corte, a los sacerdotes y a los doctores, pero todo esto no le echa atrás. OSEAS (734-723 a.C.) - EL ESPOSO PROFETA O seas vivió en el reino del Norte. La corrupción esta b a d eteriorando el reino, h a sta llegar a u n a situación extrem a. En quince años fueron asesinados cuatro reyes. El profeta siente los dolores de la caída del reino a n te A siria en el año 722. El núcleo central de la predicación de Oseas es la Alianza. En u n a analogía con el am or esponsal traicionado, el profeta relaciona a Yahvé, el esposo, con el pueblo, la esposa (cf Os 2,16-25), dem ostrando que el pueblo traiciona la A lianza y el am or de Dios. ISAÍAS (740-690 a.C.) EL CANTOR DE LOS TIEMPOS NUEVOS En la Biblia, el libro de Isaías consta de 66 capítulos. Pero en realidad e stá com puesto por tre s g ran d es p artes: Los capítulos 1 al 39 co n tien en el m en saje del p rofeta Isaías, cuya principal preocupación es hacer que el pueblo vuelva a reconocer la santidad de Dios. Isaías aparece un poco después de Amos, el prim ero de los profetas escritores, y es tam b ién contem poráneo de O seas y de M iqueas. Vive bajo el reinado de cuatro reyes de Ju d á y coincide con los úl­

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timos reyes de Israel. A ntes del exilio del reino del Sur hacia Babilonia, el autor advierte sobre el peligro de idolatría, de injusticia, de corrupción, etc. Los capítulos 40 a 55 fueron escritos por un profeta anóni­ mo, du ran te el exilio en Babilonia. El autor y la com unidad son exiliados, pero tie n e n esp eran za de que el cautiverio te n d rá fin. El libro contiene palabras de consuelo p ara aquéllos que e stá n lejos de Jeru salén . A e ste profeta se le suele llam ar el segundo Isaías. Los últim os capítulos, del 56 a 66, se atribuyen a un te r­ cer Isaías. El autor se dirige a la com unidad, que necesita reorganizarse y consolidar la Alianza con Dios, después del retorno del exilio. Isaías tie n e tre s características principales: La ju sticia social - que él defiende, aunque el pueblo de Ju d á no quiera escuchar (cf Is 1,3). La defensa de la vida - a n te aquéllos que oprim ían al pobre y hacían oraciones inju stas y falsas (cf Is 6,4-5). La teopolítica - la esp eran za de que Dios libere al pueblo, enviando al rey M esías. Con la persecución y los ataq u es que sufre constantem ente, Isaías com pone su librito m esiánico de la teopolítica, que significa gobierno de Dios y de su M esías (cf Is 7,1-11). El prim er Isaías es el profeta de un tiem po nuevo, que e sp e ra la era m esiánica. El escribe: «Porque nos ha nacido un niño, un hijo se nos ha dado, su nom bre es Consejero M aravilloso, Dios Fuerte, Príncipe de la Paz» (Is 9,5). «Nacerá u n d escendien te de David, de la casa de Jesé, y sobre él rep o sará el E spíritu del Señor con sus dones» (cf Is 11,1-4).

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MIQUEAS (725-690 a.C.) EL ANUNCIADOR DEL NUEVO ÉXODO El profeta M iqueas profetizó en el reino del Sur, esto es, en Judea. Fue cam pesino y tien e el m ism o estilo que Amos. Fue contem poráneo del prim er Isaías, pero utilizó u n lenguaje m ás duro. Su profecía tien e las siguientes características: Yahvé abandonó el Templo - la falsedad del culto hace que el Templo quede vacío y abandonado (cf Miq 3,12). Los políticos «devoran» al pueblo (cf Miq 3,1-3). Los ricos engañan y explotan a los pobres - los cam pesinos ven­ dían sus productos y los com erciantes sin escrúpulos de la ciudad eran quienes los pesaban en balanzas falsificadas (cf Miq 6,9-15). El profeta sigue la línea de Amos en la defensa de los derechos de los cam pesinos contra la explotación por p arte de quienes viven en la ciudad. La re sta u ra c ió n lleg ará con un nuevo M esías - M iqueas es el p ro feta del nuevo éxodo. El pueblo ignora el pasado y parece q u e re r re p e tir la ex p erien cia de la op resió n en Egipto. M ientras ta n to , el p ro feta hab la to d av ía de e sp e ­ ranza: «Y tú Belén de Éfrata, la m ás p e q u eñ a e n tre los clanes de Judá, de ti m e saldrá el que h a de re in a r en Israel» (Miq 5,1). JEREMÍAS (650-580 a.C.) - EL HOMBRE QUE SE LAMENTA Jerem ías es el profeta que presencia la realización de sus profecías. En su libro, se destacan los sig u ien tes aspectos: El libro de la ley - e n tre los años 604-605 a.C., los obreros e sta b a n reform ando el Templo de Jeru sa lé n y en co n traro n el rollo de la ley. P iensan los estudiosos que pu ed e tra ta rs e de los capítulos 4 al 16 del D euteronom io. La persona del profeta - hijo de familia sacerdotal y m arginado por su m odo de pensar, el profeta, siendo todavía joven, es llam ado a la m isión y se hace profeta por vocación. J e re ­ 56

m ías es un alm a tra n sp a re n te , poética y abierta. Siente los problem as del pueblo como si fuesen sus propios dolores y se desahoga escribiendo (cf Jer 15,17-18). La vocación - «Antes de form arte en el vien tre de tu m adre te conocí; an tes que salieras del seno, te consagré; como p rofeta de las g en tes te constituí» (Jer 1,5). La m isión del p rofeta no se da accidentalm ente, él sabe que e stá en los proyectos de Dios desde hace tiem po. El nuevo éxodo - «Sin em bargo, vienen días -d ice el S eñ o r- en que ya no se dirá: '¡Vive el Señor, que sacó a los israelitas de Egipto!', sino: 'Vive el Señor, que trajo a los israelitas de las regiones del n o rte y de todos los países en los que los había dispersado'» (Jer 16,14-15). La sabiduría política - los profetas que a n teced en a Jerem ías, ta n to Amos como H abacuc, tocan tem as de la realidad social: balanzas falsificadas, pesos y m edidas alterados, m arcos de divisas cam biados y la opresión de los latifu n ­ distas co n tra los p equeños cam pesinos, que p ad ecen las injusticias, m iseria y ham bre. A nte sem ejan te panoram a. Jerem ías advierte a los políticos y a los reyes. A unque sus denuncias se dirigen a todo el pueblo, los principales re s­ ponsables son las autoridades: el rey, los falsos profetas y los sacerdotes. Las lágrim as falsas - Jerem ías denuncia la incoherencia de los cultos. Porque las plañideras son pagadas p ara llorar sobre la falsedad de los sacrificios, m ien tras acom pañan a sus propios hijos, a quienes los reyes van llevando al holocausto vivo (cf Je r 9,16-20). Jerem ías afirm a que es inútil p re se n ta r sacrificios a Dios si no se tien e in terés por m odificar la situación en la vida de las personas. La A lianza - después de dar el certificado de defunción al pueblo y al rey, afirm ando que no q u ed aría nadie p ara llorar a los difuntos, Jerem ías anuncia u n a nu ev a alianza por iniciativa de Dios (cf J e r 31,31-33). 57

Seducción y conflicto - Jerem ías es la m ejor expresión del alm a tra n sp a re n te . N ingún profeta sien te ta n to dolor y situaciones ta n adversas como él. Por eso Dios garantiza gue e sta rá siem pre con el profeta, haciéndolo fu erte como u n a colum na de h ierro (cf Je r 1,17-19). SOFONÍAS (610-600 a.C.) - EL MENOR DE LOS PROFETAS Sofonías es el m enor e n tre los profetas m enores. Vivió en la época de Jerem ías, poco a n tes del exilio de Ju d á hacia Babilonia. C ondena con vehem encia la falsedad de los cultos. Puesto que las autoridades se re siste n a las llam adas que Dios les hace por m edio de los profetas, tan to a ellos como al pueblo, el profeta anuncia el día de Yahvé, en el cual todo el m undo v erá la gloria de Dios liberador y el verd ad ero Israel será restau rad o (cf Sof 3,14-20). Sofonías habla a los pobres: la única esperanza p ara las víctim as de la injusticia e stá en la in tervención de Yahvé, porque solam ente entonces les será d evuelta su dignidad (cf Sof 2,1-3). NAHÚN (663-612 a.C.) - EL DEFENSOR DE LOS POBRES E ste libro profético nos ofrece la visión de la caída del im perio Asirio. El p ro feta revela su alm a poética, com enzando el segundo capítulo con un salm o: «Mirad, ya vien e por los m o n tes el m en sajero de la b u e n a nueva, el que an u n cia la paz» (Nah 2, 1) . Para el pueblo fiel, Yahvé es fuerza y liberación (cf Nah 2,1). N ahún deja claro su m ensaje: los g randes poderes del m undo no son eternos. Por m ás que dom inen y am ontonen, por m ás que oprim an y hum illen a los pequeños, u n día caerán como Nínive. A dem ás, d e sa p a rec e rá n de la historia, ju s ta m e n te porque actú an de esa m anera. Sobre todos los opresores obs­ 58

tinados p esa el juicio im placable de Dios, que siem pre e stá de p a rte de los oprim idos. HABACUC (605-598 a.C.) EL SUEÑO DE UN FUTURO FELIZ La profecía de H abacuc parece m ás b ien u n a visión. No m enciona los d e stin ata rio s, pero se d escrib e a los q ue o ri­ g in an la injusticia. E xpresa u n a conversación p erso n al con Dios en la que le pide c u en ta s de su ad m in istració n del u n iv erso (cf H ab 1,2). La conclusión del libro tie n e una clave litúrgico-escatológica: es la celebración del juicio final, en el que el plano terren o no tien e m ucha im portancia. El núcleo de su profecía, sin em bargo, expresa la concreción histórica de la Salvación e inspira los discursos sociológicos del N uevo Testam ento, como, por ejem plo: «Ay del que acum ula lo que no es suyo...» (cf Mt 23,15-34). «Ay del que am ontona ganancias injustas para su casa...» (cf Le 6,20-24).

4 - LOS LIBROS DEL EXILIO El exilio indica el período que va desde la d estrucción de Jeru sa lé n por los babilonios, en el 587 a.C., h a sta la reco n s­ trucción com enzada el año 537 a.C., todavía bajo el dom inio persa. Era u n a práctica m uy an tig u a d ep o rtar en m asa a los pueblos conquistados p ara servirse de ellos como esclavos y para que p e rd ieran el sentido de identidad nacional. SEGUNDO ISAÍAS 40-55 (589-538 a.C.) EL CONSOLADOR Éste se llam a ta m b ién el libro de la consolación. El libro tiene características que lo sitú an m ás próxim o al final del cautiverio, en el preludio de la debilitación de Babilonia. Los 59

dom inadores q u erían que los hebreos exiliados ofreciesen espectáculos y to casen canciones judías, pero ellos resp o n ­ dían: «¿Cómo podem os can tar si la nostalgia de la p a tria nos cierra la garganta?» (Sal 137,4). De acuerdo con su tem ática, se p u e d en re salta r algunos puntos im portantes: El m onoteísm o - a n te Yahvé, los ídolos son suprim idos pues no sirven para nada (cf Is 41,21-29). Hay u n solo Dios. El consuelo - con la certeza de que la liberación podía estar próxim a, el profeta reconstruyó las antiguas pro m esas de que Dios es el Señor de la H istoria y consuela a su pueblo (cf Is 45,1-7). El incentivo para el reto rn o - cuando salió el decreto de la liberación, m uchos no q u erían volver a casa y p referían q uedarse en el extranjero. A lgunos se habían instalado ya allí y no consideraban conveniente ab an d o n ar lo que ya h ab ían conseguido para volver a la p a tria y com enzar de nuevo. Para incentivar el reto rn o en el m om ento o p o rtu ­ no se hicieron algunas profecías-prom esas: «Decid a los cautivos: ¡salid!, a los presos en la oscuridad: ¡venid a la luz!» (Is 49,9). Los cuatro cánticos - con u n a dim ensión escatológica m uy acentuada, el profeta construyó cuatro poem as, llam ados los cuatro cánticos del siervo de Yahvé. Son los siguientes: Is 42,1-9; 49,1-6; 50,4-11; 52,13-53 ,1 2 . C onclusión - Dios es fiel, m isericordioso y consolador. EZEQUIEL (580-538 a.C.) EL VIGÍA DEL PUEBLO DE CORAZÓN RENOVADO El libro se sitú a en un am biente parecido al del segundo Isaías, es decir, en el exilio. Ezequiel explica las causas que llevaron al pueblo al cautiverio y afirm a que Israel y Ju d á no quisieron escuchar la voz de Yahvé, tra n sm itid a por los

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profetas. La profecía de Ezequiel es d en sa y com pleja. En ella d estacan algunos símbolos: El rollo - el profeta n a rra la propia vocación a trav és de la visión del rollo (cf Ez 2,9-3,15). A talaya o vigía - el profeta tien e claro que su m isión es ser atalaya del pueblo (cf Ez 3,16). La crítica a los líderes - de m odo general, Ezequiel incluye en e sta crítica a toda la clase dom inante, tan to a los políticos como a los sacerdotes (Ez 34,1-16). La circuncisión del corazón - la única form a de hacer una circuncisión v erdadera, es convertirse de todo corazón (cf Ez 36,25-28). El espíritu - d erram aré sobre vosotros un espíritu nuevo (cf Ez 36,26). La resurrección - (cf Ez 3 7 ,lss). El capítulo 37 asum e una connotación escatológica (o sea, sobre la resurrección de los m uertos y el final de los tiempos). El tem plo y el nuevo culto - la p arte final del libro es u n co­ m entario litúrgico sobre la función del tem plo y del culto. JUDIT - LA GUARDIANA DE LA VERDAD Judit es u n a de las g randes figuras del tiem po de las tribus. Su historia es recordada en la época de la restau ració n de Israel, desp u és del 538, cuando Ciro, rey de Persia, libera a todos los cautivos de Babilonia. Ella d esem p eñ a una función profética. C ondena a algunos jefes por rom per con el proyecto de la alianza y no colocar los derechos y la dignidad de sus com patriotas por encim a de todo, no tem iendo ni la m oral ni la ley (cf J d t 8,9-9,14). ESTER - LA REINA ORANTE La inspiración fun d am en tal del libro es el acontecim iento del éxodo, visto aquí desde la p erspectiva de la resisten cia de 61

los judíos en Palestina, y del esfuerzo de p re serv a r la su p er­ vivencia de la com unidad ju d ía esparcida por el m undo, que se en contraba bajo la orden de exterm inio dictada por el rey. El argum ento del libro es todo u n en tram ad o de intrigas cortesanas que ponen en peligro a la com unidad ju d ía dispersa y que al final se salva por la valen tía de la rein a Ester, u na jo v en de origen judío y de su tío M ardoqueo. Este c u en ta que Amén, el poderoso visir de Persia, planeó m atar a M ardoqueo, u n anciano de la trib u de Benjam ín que lideraba a los judíos de la región. Para ello tram ó una calum nia y convenció al rey p ara que exterm inara a la com unidad judía. El rey A suero re i­ naba desde la India h a sta Etiopía y ten ía su corte en Babilonia (cf Est 3,7ss). Su esposa era u n a joven judía, la re in a Ester, la cual, al e n terarse de la orden del rey en la que se tram ab a d e stru ir a su pueblo, suplicó a Dios que le diese fuerzas para in terced er ante él (cf Est 4,17ss). Consiguió sensibilizar al rey y d esm o n tar la calum nia de Amán, salvando así a M ardoqueo y a todo el pueblo (cf Est 7,3ss).

5 - EL RETORNO A JUDEA A) La re c o n s tru c c ió n d e l ju d a is m o Ciro, rey de Persia, fue el que dio la libertad a los exiliados de Babilonia el año 538 a.C., m ed ian te u n decreto p ara que volviesen a Jerusalén. Dicha liberación de los judíos fue, sin em bargo, relativa. Los que volvieron para re co n stru ir la ciudad y el Templo reci­ bieron apoyo de la corte oficial persa, pero en cam bio fueron obligados a pagar im puestos. Israel recu p erab a la posesión de la tie rra y de la ciudad, m ien tras p erm an eciese sujeto al im perio persa, en calidad de colonia. D urante el exilio en Babilonia, Jeru sa lé n y el Templo h a ­ bían sido destruidos. La situación de los que perm an eciero n

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en Ju d á y de los exiliados e ra de desolación y triste z a (cf Lam 5,2-5); pero Dios, que es fiel, no los había olvidado, y suscitó de e n tre ellos profetas que los consolaban y alim en tab an la esp eran za de que v en d rían días m ejores y un nuevo éxodo de regreso a la libertad. Los profetas Jerem ías y A bdías predicaron en Judá. Ezequiel y el segundo Isaías lo hicieron e n tre los exiliados. La política persa, d iferen te de la de los asirios y babilonios, atrajo la sim patía de los judíos, con proyectos de reco n s­ trucción de las ciudades de Judea, del Templo, de Jeru sa lé n y sus m urallas. Esto reavivó el ánim o de los exiliados para recom enzar la vida en su propia tierra. Tras la reconstrucción se ocultaba el proyecto expansionista de Persia, cuyo objetivo era llegar h a sta Egipto, ten ien d o en c u en ta la expansión del dom inio económ ico m ed ian te el cobro de im puestos. El exilio de Babilonia duró cerca de se se n ta años. No sólo los que se fueron, sino ta m b ié n los m ás pobres, que p e rm a ­ necieron en Palestina, sufrieron. Cuando los exiliados vol­ vieron, enco n traro n u n a situación deplorable y conflictiva, en la cual las personas no p en sab an en reco n stru ir las bases de la fe y la vida social, sino m ás bien en g aran tizar la propia supervivencia.

D atos del exilio: Asiria - 745 a 727 a.C.: P rim er im perio que d ep ortó a su país a los h a b ita n te s de Galilea, las trib u s de N eftalí y G alaad, que fo rm ab an el rein o del N orte. Estos no volvieron a la tie rra de Israel. Babilonia - En 597 a.C., N abucodonosor d ep o rtó de Ju d á a la fam ilia real, nobles, g u e rre ro s y arte sa n o s, d e stru y e n d o Jeru salén , sede del reino d el sur, el año 587. Persia - En 537 a.C., el e m p erad o r Ciro liberó a los judíos p a ra que volviesen a su tie rra n a ta l y re c o n stru y e se n Jeru salén .

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B) Judá en el período post-exílico, la tierra que acoge a todos La población de Judá, después del exilio, estab a form ada por varios grupos: • los que llegaron a e sta tie rra después de la deportación en 587 a.C. (cf 2Re 25,12); • los extranjeros que se establecieron en Judea(cfA bd 10-14); • los judíos que volvieron del exilio (cf Esd 3); ® los judíos que siguieron viviendo en la diáspora (cf Est 2,818; Is 56,8).

C) Dios sigue p resen te - los libros post-exílicos El pueblo, sufriendo todavía la am arg a provocación del dominio extranjero, se pregunta: «¿Está Dios todavía p resen te e n tre nosotros?» (cf Is 51,1-3). E ntran en escena los profetas post-exílicos: AGEO (520 a.C.) - EL RESTAURADOR El profeta Ageo procuró reavivar la fe del pueblo que e s­ tab a desanim ado an te la ta re a de reco n stru ir el Templo de Jerusalén. ZACARÍAS (520 a.C.) APUESTA POR LA RELACIÓN ENTRE FE Y POLÍTICA A dem ás de in c e n tiv a r la c o n stru cc ió n del T em plo, el p rofeta Z acarías propone la form ación de u n n u ev o o rd en político, co nstituido por el laico Zorobabel y el sacerd o te Jo su é (Zac 1,1).

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TERCER ISAÍAS (470 a.C.) - LA FE DE LA COMUNIDAD La conciencia creada por el prim er y por el segundo Isaías sigue viva en los discípulos. Surge el te rc e r Isaías, cuya m i­ sión es re s ta u ra r la fe de la com unidad que había llegado del exilio y q ue se reunió en Jeru sa lé n con los que hab ían estado dispersos. ABDÍAS (450 a.C.) - EL PROFETA SOLIDARIO Estim ula la solidaridad necesaria en tre los m ás débiles ante un opresor mayor, que es la política persa. ESDRAS Y NEHEMÍAS (445-433 a.C.) UN LIDERAZGO ALTERNATIVO Am bos libros m u e stra n a un grupo que se reú n e y se orga­ niza para form ar una com unidad, enfrentándose a dificultades económ icas, políticas e ideológicas. En ta n difícil proceso, re su lta com plicada la figura del líder, p ara que la com unidad no quede al arbitrio de los poderosos, sino que consiga reso l­ v er sus conflictos, defen d er sus derechos y abrirse al futuro. MALAQUÍAS (DESPUÉS DEL 430 a.C.) REVELA AL VERDADERO DIOS Al cabo de cin cu e n ta años, desp u és de la reorganización de la com unidad judía, el d e sin te ré s y la ap atía dom in an y la fe ya no es u n a fuerza de vida, sino u n sim ple rito fo rm a­ lista. El p ro fe ta d en u n cia que la sum isión a u n frío código de leyes no tie n e sentido. Dios, que am a como u n padre, e sp e ra u n a re s p u e s ta u rg e n te y d esea u n co m p o rtam ien to de re sp eto y am or. A nuncia ta m b ié n a u n m isterio so m e n ­ sajero, reconocido por los e v an g elistas como J u a n B autista, el p re c u rso r de Jesú s.

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JOEL (400 a.C .)- DIOS ES MISERICORDIOSO Hay u n a expresión clave que da unidad a todo el libro de Joel: «el día de Yahvé», esto es, el juicio final. La m isericordia de Dios, alcanzada por el a rrep en tim ien to sincero, por la p e ­ n itencia y el ayuno, tran sfo rm a el juicio en día de liberación y de salvación. JONÁS (ENTRE 300 Y 200 a.C.) LA MISERICORDIA ES PARA TODOS El libro de Jonás es una obra de ficción de carácter p a ra ­ bólico, con u n a finalidad pedagógica-didáctica. La h isto ria de Jo nás que va a Nínive m u e stra que la bondad de Yahvé es p ara toda la hum anidad:D ios quiere que todos se conviertan y te n g a n vida. DANIEL (150 a.C.) PRECURSOR DE LA FE EN LA RESURRECCIÓN A p e sa r de tra ta r los hechos del exilio, el libro de D aniel es u n libro del período post-exílico. M antiene la esp eran za del pueblo fiel y, al m ism o tiem po, provoca la resisten cia co ntra los opresores. A segura que, p ara los que m u e re n en esa lucha, se descubre la m ayor esp eran za en la fidelidad de Dios: la resurrección. Del cum plim iento estricto de la ley de Dios y de las im ­ posiciones del rey dom inador, surgen, en la com unidad re ­ co nstruida p ro te stas que ap arecen en varios escritos bíblicos: Rut, Jonás, Job, C antar de los cantares, Proverbios, algunos salm os y la form a definitiva del Pentateuco.

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Josué , Ester,

r-

Débora,

Judit

Samuel

Saúl

David___ Salomón Israel

Judá

(N orte)

(Sur)

PROFETAS Luz en la oscuridad Regreso a la patria

6-

Exilio

REFLEXIONAR POR MEDIO DE DINÁMICAS

Corazón de piedra (hielo) (Ez 36,25-28) Objetivo: reflexionar sobre las actitu d es del corazón hum ano, que puede ser dócil o duro an te el Señor. Materiales: Biblia y u n trozo de hielo en form a de corazón (preparar el hielo con anterioridad, congelando el agua en un recipiente con form a de corazón).

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Desarrollo: • Leer el texto de Ez 36,25-28 (el corazón de carn e y el co­ razón de piedra). • T erm inada la lectura, p asar e n tre los p articip an tes el co­ razón de hielo. • D ejar que cada participante com parta sus sen tim ien to s y relacione la experiencia con el texto leído y la propia vida.

Los artistas Objetivo: co n statar que, si no som os sensibles a la presencia de Dios en n u e stra vida, m uchas cosas se q u ed an fu era de lugar. M ateriales: hojas de papel y lapiceros p ara dibujar. Desarrollo: Pedir al grupo que cierre los ojos y dibujen lo que se les pida: • u n a casa con v e n tan a s y puertas; • u n ja rd ín y un árbol rodeando la casa; • sol y nubes en el cielo; • u n a p ersona con ojos, nariz y boca. Pedir que escriban las siguientes frases: • Sin la luz de la Trinidad, toda obra re su lta im perfecta. • Dios es la única luz. Con Dios no hay tinieblas. • Ser profeta es e sta r con los ojos bien abiertos, p ara d e n u n ­ ciar las injusticias y anunciar la Palabra de Dios. H acer u n a exposición con los dibujos.

7 - MOMENTO DE ESPIRITUALIDAD La súplica de la reina E ster (Est 7,1-7) La petición y el deseo de E ster son los m ism os de todo el pueblo: la vida. Pero para que todos te n g an vida es preciso 68

den unciar la perversidad del sistem a opresor, que vende al pueblo p ara que sea exterm inado, m uerto y aniquilado. A de­ m ás, ¿qué se gana con d e stru ir al pueblo? La actitud de E ster es u n ejem plo osado p ara cualquier autoridad: ella arriesg a su propia vida para salvar la vida del pueblo y servirlo. - A ctualm ente, ¿nos estam o s em peñand o p a ra que todos te n g a n vida? Breve tiem po de reflexión... Canto: A propiado al te m a que estam os viendo. Daniel: 3,24-45 (Rezar despacio el cántico de los tres jóvenes). Salmo 139,1-15 (Rezar despacio el salmo). 8

- EVALUACIÓN

Jueces: ¿Q ué significa el cam bio de sistem a? ¿B asta cam ­ biar el sistem a para cam biar la vida de u n pueblo? Profetas: Ser profeta, ¿consiste sim plem ente en decir todo lo que se piensa? ¿Sólo existieron profetas en aquella época? Retorno a Israel: Lo que Isaías en tien d e por ayuno y ob­ servancia del sábado, ¿cómo se ha de aplicar actu alm en te? ¿Q ué se en tien d e por «idolatría»? ¿Cuáles son los falsos ídolos de n u estro tiem po? ¿Por qué se resistía Israel a volver a casa? ¿Tenem os tam bién actu alm en te resisten cias en la com u­ nidad? ¿C uáles?

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IV

JESÚS, DIOS CON NOSOTROS

1 - DIOS ENVÍA A SU HIJO Dios se reveló y se hizo presente entre nosotros a través de su Palabra y de la encarnación de su hijo Jesucristo, que vino a la tierra como un ser hum ano para com unicar la Buena Nueva del Reino y a dem ostrar que Dios no desea im poner su voluntad, sino para que las personas la acepten y construyan su propia realidad basándose en la com presión y en el amor. Para probar su lealtad y su amor. Dios envió a su hijo Jesús, para que viviese con nosotros, obediente y fiel tan to en las dificultades de la predicación, como en la persecución h a sta la m u erte en la cruz. De esa form a, Dios pone en m anos de sus hijos e hijas el destino del m undo y confía en nosotros h asta el punto de perm itir la m u erte de Jesús por n u e stra libera­ ción y salvación, y para tran sfo rm ar n u estro s sentim ientos, pensam ientos y acciones. La resurrección de Jesú s es la p ru eb a de que existe el Reino de los Cielos, y que, como él, podem os dedicarnos a la construcción de un m undo mejor, no sólo con la finalidad de alcanzar n u e stra propia salvación, sino tam b ién de trab ajar p ara que se establezca en la tie rra un reino de am or y de vida, y se construya un m undo nuevo, en esp era del retorno del Señor y de su reino eterno. Con esto querem os proponer una renovación del concep­ to de cristianism o, haciendo que esté m ás lleno de obras y realizaciones, con m ás personas com prom etidas en la cons­ trucción de un m undo mejor, conform e a la enseñanza y la práctica de Jesús.

2 - LA PROMESA DEL MESÍAS La experiencia de la A lianza realizada por el pueblo de Israel fue, al m ism o tiem po, experiencia de pecado e infide­ lidad por p a rte del pueblo, y de m isericordia y liberación por 73

p a rte de Dios. La A lianza se realizó p len am en te en la vida de Jesucristo: el M esías anunciado por los profetas y esperado por el pueblo. La p a la b ra M esías significa en h eb reo «ungido, consagrado y en v ia­ do» p a ra la m isión de salv ar al pueblo de to d as las esclavitudes. En griego, el té rm in o co rresp o n d e a Cristo.

Jesú s no vino a abolir la antigua ley, sino a darle cum pli­ m iento. Vino en el nom bre del Padre p ara realizar su proyecto: el Reino de Dios. El gran am or de Dios por nosotros se manifestó en la encarna­ ción de su Hijo que, haciéndose hombre, sin perder su divinidad, vino a liberarnos y a salvarnos. «El Padre h a enviado a su Hijo, el Salvador del mundo» (lJ n 4,14). Este Hijo fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de la Virgen María. El Verbo se hizo carne y nos convirtió en «copartícipes de la n atu raleza divina» (2Pe 1,4); p ara que, en tran d o en com u­ nión con el Hijo Único y recibiendo la adopción filial, cada ser hum ano se haga hijo de Dios. Jesú s no es en p arte Dios y en p a rte hom bre. Es la adm irable unión de la n atu raleza divina y la n atu raleza h u m an a en u n a única persona. Es verd ad ero Dios y verdadero hom bre. Al particip ar de la n a tu ra lez a h u m an a, el Hijo de Dios asum ió el conocim iento hum ano lim itado en el tiem po y en el espacio, y lo aprendió con la experiencia. Como dice el apóstol Pablo, se vació de sí m ism o asum iendo la condición de esclavo (cf Flp 2,7). Pero, al m ism o tiem po, siguió viviendo e n plenitud la unión e te rn a e n el m isterio de la Trinidad. Jesú s nos amó a todos, d u ra n te su vida, su agonía, su p a ­ sión y su m u erte en la cruz. Como dice tam b ién Pablo: «Se en tregó a sí m ism o por mí» (Gál 2,20), por cada uno de n o so ­ tros. El M esías te n ía clara su m isión e hizo de ella la opción fu n d am en tal de su vida te rre n a : escogió al Padre y su Reino. 74

3 - LA VIDA OCULTA DE JESÚS EN NAZARET La encarnación y la resurrección ilum inan toda la vida te ­ rre n a de Jesús. Todo lo que hizo y enseñó debe ser visto a la luz de los m isterios de Navidad y de Pascua. Los evangelios no dicen casi nada sobre la infancia y la vida de Jesú s en Nazaret; y h a sta u n a gran p a rte de su vida pública es silenciada. El m ensaje central de los evangelios es el descubrim iento de que él es el Cristo. Al final de su evangelio, san Ju an nos dice: «Jesús es el M esías, el Hijo de Dios, p ara que creyendo tengáis vida en su nom bre» (Jn 20,31). Gestos, palabras, m ilagros, todo en la vida de Jesús es señal del m isterio y tam b ién revelación del Padre: sus hechos, su silencio, palabras, sufrim ientos. Nos dirá: «Quien m e ha visto a mí ha visto al Padre» (Jn 14,9). Toda la gracia red en to ra de la vida, la m u e rte y la resurrección de Cristo está d estin ad a para cada uno de nosotros. El no vivió su vida te rre n a p ara sí m ism o, sino p ara nosotros. Jesú s es el hom bre perfecto que nos in v ita a hacernos discípulas y discípulos suyos y a seguirlo por el cam ino que él inició. Con su desprendim iento nos dio u n ejem plo a seguir; con su oración nos p resen tó al Padre y, con su pobreza, nos invitó a acep tar el desprendim iento y las persecuciones. Jesú s nació de u n a fam ilia pobre, en la hum ildad de u n establo. De su nacim iento fueron testigo s los p asto res y los anim ales (cf Le 2,6-7). La liturgia de Navidad nos dice: «Hoy la virgen tra e al m undo al Eterno, y la tie rra ofrece una g ru ta al inaccesible. Los ángeles y los pastores lo alaban. Los m agos cam inan guiados por u n a estrella». La circuncisión se llevó a cabo el octavo día después del nacim iento. Es señal de la p ertenencia de Jesú s a la descendencia de A brahán, ab rién ­ dole así la posibilidad de participar en el culto de Israel. Jesú s form ó p a rte del pueblo que esperaba el cum plim iento de las prom esas. /

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La circuncisión es el rito de c o rta r la m e m b ra n a ex terio r del órgano genital m asculino (a sem ejanza de la cirugía de fimosis). Ser circuncida­ do significa e n tra r a fo rm ar p a rte com o m iem bro del pueblo de Israel.

Epifanía es u n a palabra griega que significa «m anifesta­ ción». D espués de Navidad, la Iglesia celebra la Epifanía. La llegada de los m agos a Jeru sa lé n para «rendir hom enaje al rey de los judíos» (cf Mt 2,2) d e m u estra que ellos buscan, en la luz m esiánica de la estrella de David, a aquél que será el rey de las naciones. La p resentación de Jesú s en el Templo lo revela como el prim ogénito, el prim er y único hijo engendrado por el Padre. Sim eón y Ana, los ancianos del Templo de Jeru salén , reco­ nocieron en Jesú s al M esías que esp erab an y que sería luz de las naciones. La huida a Egipto y la m asacre de los inocentes m anifiesta la oposición de las tinieblas a la luz y recu erd a la te n ta tiv a de exterm inio del pueblo en la época de M oisés. Toda la vida de Jesú s tran scu rrió bajo el signo de la persecución, que culm inó en su encarcelación, condena y m u e rte en la cruz. D urante la m ayor p a rte de su vida, Jesú s com partió la condición de la inm ensa m ayoría de las personas de su época y de todos los tiem pos: u n a vida cotidiana sin g ran d eza apa­ ren te, un trabajo fatigoso para g an arse la vida y u n a práctica religiosa que p ropugna la fidelidad a Dios. La vida oculta en N azaret p erm ite que cada uno de nosotros com prenda la vida de Jesú s y se sienta ta m b ién com prendido por él.

4 - LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS La vida pública de Jesú s com ienza con su bautism o realiza­ do por Ju an en el río Jordán. Ju an predicaba el arrep en tim ien ­ to p ara que se p erd o n aran los pecados. Jesú s da al bautism o

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realizado por Ju a n un nuevo sentido y é ste se convierte en el inicio de su m isión. Con el bautism o, Jesú s se deja contar e n tre los pecadores, / El, «el Cordero de Dios, el que quita el pecado del m undo» (Jn 1,29), anticipa su m u e rte violenta y se som ete por en tero a la voluntad del Padre. Él no te n ía pecado, pero asum ió n u estro s pecados. A ceptó por am or el bautism o de la propia m u erte p ara la rem isión de los pecados. A firm a el relato bíblico que, en el bautism o de Jesús, se abrieron los cielos (cf Mt 3,16), indicando que los m isterios serían revelados en la p erso n a de Jesú s y las aguas santifica­ das por la presencia de Jesú s y del E spíritu Santo. Los evangelios tam bién hablan de u n tiem po de soledad en el desierto d u ran te cu aren ta días: «El Espíritu lo im pulsó hacia el desierto, donde S atanás lo puso a p ru e b a d u ran te c u aren ta días» (Me 1,12-13). S atanás te n tó a Jesú s por tre s veces, p ro ­ curando cuestionar su actitud filial con Dios. Los evangelistas in te n ta n clarificar el significado de ese hecho. Jesú s es el nuevo Adán, que fue fiel al Padre allí donde el p rim er A dán sucum bió. Jesú s cum plió p len am en te la vocación de Israel, m ien tras que sus an tep asad o s provocaron a Dios d u ra n te los c u aren ta años en el desierto. Cristo se revela como siervo de Dios, obediente siem pre a su voluntad. Él vence a Satanás. La ten tació n hecha a Jesú s m anifiesta la m an era que el Hijo de Dios elige de ser Mesías: lo contrario de lo que le propone S atanás y de lo que los hom bres desean que él posea: poder, fuerza y prestigio. D espués de la prisión de Ju a n el B autista, Jesú s fue a Ga­ lilea y com enzó a proclam ar el Evangelio: «Decía: 'El plazo se h a cum plido. El reino de Dios e stá cerca. Convertios y creed en el evangelio'» (Me 1,15). Todos e stá n llam ados a p artici­ p ar en el Reino M esiánico, pero, para e n tra r en él, es preciso acoger la palabra de Jesús. J e s ú s es enviado a e v an g e liz a r a los p o b res. Los d eclara 77

bienaventurados. Se identifica con ellos y hace del am or acti­ vo y solidario la condición necesaria p ara e n tra r en su Reino. Invita a los pecadores, revelando la m isericordia del Padre y, por m edio de las parábolas, que son típicas de su enseñanza, llam a a todos para que se acerq u en a El. Jesú s acom pañaba sus palabras con num erosos m ilagros, prodigios y señales, que daban testim onio de que era el Me­ sías. Liberando a las personas de los m ales del h am b re, de la injusticia, de la enferm edad y de la m u erte, dem ostró con signos que el Padre lo había enviado. Pero no vino p ara abolir todos los m ales, sino para liberar al ser hum ano de la única esclavitud que es fu en te de todo mal: el pecado. D esde el principio de su vida pública, Jesú s eligió doce hom bres para que particip aran con El en la misión. D espués de la resurrección, Cristo otorgó a la Iglesia la victoria sobre el po d er de la m uerte. En la transfiguración Jesú s reveló su gloria divina, que p asa por el cam ino de la cruz. Y é sta nos da u n a visión anticipada de la venida glorio­ sa de Cristo y nos recu erd a que es preciso p asar por m uchas tribulaciones para e n tra r en el Reino. La e n tra d a triunfal en Jeru sa lé n m anifiesta la v enida del Reino que el Rey M esías va a realizar por m edio de la Pascua de su m u e rte y resurrección.

5 - LA CRUZ Los sufrim ientos y la m u erte de Jesú s fueron consecuencia de su acción en m edio del pueblo. Los líderes de la nación ju d ía te m ie ro n que los re p re so res rom anos lo co n sid erasen u n revolucionario y d e stru y e se n a todo el pueblo p or su causa. Los ancianos, los sacerdotes y los doctores de la ley, reu nidos en el Sanedrín, to m aro n la decisión política de e n ­ treg arlo a los rom anos, que lo to rtu ra ro n con la flagelación y lo crucificaron. 78

Los ancianos form ab an u n a clase social en Israel y com ponían el S an e­ drín, esp ecie de trib u n a l judío. La m ayoría e ra n g ran d es propietarios de tie rra y te n ía n p o d er político y religioso. El sacerdocio p a sa b a de p a d re s a hijos y su función era pro n u n ciar las oraciones y ofrecer los sacrificios en el Tem plo de Jeru salén . Los docto res e ra n los estu d io so s de Israel. In te rp re ta b a n los hechos a la luz de la Ley.

M uchos de los hechos de Jesú s co nstitu ían un signo de contradicción p ara las autoridades religiosas de Israel. Para m uchos, Jesú s parecía actu a r contra las instrucciones e se n ­ ciales del pueblo elegido. Jesús tuvo el m ás profundo respeto al Templo de Jerusalén. Lo consideró la m orada del Padre y lo veneró como casa de oración. Por eso se indignó y reaccionó al v er que el atrio del Templo se había convertido en lugar de cambio de m onedas. Las autoridades religiosas de Jerusalén no fueron unánim es en la conducta adoptada en relación con Jesús. M uchos creye­ ron en él. Pero au n así, el Sanedrín, después de declararlo reo de m u e rte seg ú n la ley, por blasfem o, y no ten ien d o derecho a condenarlo, lo entregó a los rom anos, con la acusación de re v u elta política. La m u e rte violenta de Jesú s, en el contexto del proyecto divino de salvación, es la m u e rte del siervo, del ju sto , como había sido ya anunciada por los profetas. Es el m isterio de la redención universal, esto es, el rescate que libera a toda la creación del pecado y de la m uerte. El apóstol Pablo explica a los rom anos e ste m isterio: «Dios no perdonó a su propio Hijo sino que lo en treg ó por todos nosotros, a fin de que fuésem os reconciliados con él» (cf Rom 5,10; 8,32). La prim era carta de san Ju an dice: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayam os am ado a Dios, sino en que Dios nos ha am ado a nosotros y ha enviado a su Hijo como víctim a expiatoria por nu estro s pecados» ( lJ n 4,10).

Cristo se ofreció al Padre por nu estro s pecados, m urió por todos nosotros. Toda la vida de Cristo es ofrecida al Padre. En el sufrim iento y en la m u erte, su hum an id ad se hizo in s tru ­ m ento libre y perfecto del am or divino que quiere la salvación de to d a criatura. A ceptó librem ente la pasión y la m u e rte por am or al Padre y a la hum anidad a la que quiso salvar. Jesú s expresó en grado sum o la ofrenda de sí m ism o en la ú ltim a cena con los doce apóstoles: «Esto es m i cuerpo, que se e n tre g a por vosotros» (Le 22,19). En la agonía de G etsem aní, Jesú s optó rad icalm en te por la e n tre g a total en m anos del Padre, con la certeza de que Él lo h aría vencedor de la m u e rte (cf Flp 2,8). «Padre, si quieres, aleja de m í este cáliz, ¡pero no se haga m i voluntad, sino la tuya!» (Le 22,42). Jesú s cam bió n u e stra desobediencia por su obediencia. Así como por la desobediencia de un solo hom bre todos se hicieron pecadores, ta m b ién por la obediencia de uno solo todos se volvieron ju sto s. Por su pasión y m u e rte e n cruz nos m ereció la justificación. Él fue sepultado y probó la m u erte en favor de todos los seres hum anos. En su proyecto de sal­ vación, Dios dispuso que el Hijo no solam ente m u riese por n u e stro s pecados, sino tam b ién que probase la m u e rte p ara solidarizarse con n u e stra flaqueza. La m u e rte de Jesú s fue v erd ad era porque puso fin a su existencia h u m an a te rre s tre , pero la virtu d divina preservó su cuerpo de la corrupción, al contrario de lo que sucede con los restos m ortales de cualquier ser vivo. La expresión «des­ cendió a la m ansión de los m uertos» revela que Jesú s conoció la m u e rte como todos los seres vivos.

6 - L A RESURRECCIÓN La m ayor p ru e b a del am or de Cristo a la h um anidad fue su m u e rte en la cruz. Y para nosotros, los cristianos, la m ayor p ru e b a de fe está en la resurrección. Liberado de la m u erte, 80

Jesú s salió del sepulcro vivo y glorioso. San Pablo dice a los corintios: «Y si Cristo no h a resucitado, van a es n u estra p re ­ dicación y vana n u e stra fe» (IC or 15,14). En varias ocasiones Cristo predijo que m oriría y, después de tre s días, resucitaría. Pero no se tra ta ría de una vuelta m ilagrosa a la vida, como sucedió con la hija de Jairo, con el jo v en de Naín o con Lázaro, que fueron revitalizados a la vida te rre n a y m ás ta rd e volvieron a morir. La resurrección de Cristo fue plena y definitiva. Lleno de Espíritu Santo, Jesú s dio testim onio apareciéndose a las m ujeres que visitaron su tum ba, a Pedro y a otros discípulos. Por su m uerte, Jesús nos libró del pecado, y por la resu rrec­ ción, nos abrió la p u e rta de la nueva vida. Cristo resucitado es principio y fuente de n u e stra resurrección.

7 -RESUMEN • • • • • • • • • • •

M esías - realización p len a de la alianza. El Verbo se hizo carne y habitó e n tre nosotros. Jesu cristo - verdadero Dios y verdadero hom bre. N aturaleza hu m an a de Jesús. Toda la vida de Cristo fue u n a en señ an za continua. La encarnación y la resurrección ilum inan la vida de Cristo. Por el bautism o morim os y resucitam os, hasta que reinem os con él. La ten tació n en el desierto m u e stra a Jesú s como M esías hum ilde que triunfa sobre los proyectos diabólicos. El Reino de los Cielos fue inaugurado e n la tie rra por Jesú s de N azaret. La transfiguración de Jesú s tien e por finalidad fortalecer la fe de los discípulos. Jesú s fue v o lu n tariam en te a Jeru salén , au n q u e sabía que iba a m orir allí.

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• La e n tra d a triunfal en Je ru sa lé n m anifiesta la v en id a del Reino que el Rey M esías va a realizar por m edio de su m u e rte y su resurrección. • Jesú s no abolió la Ley, veneró el Templo y realizó obras que m anifiestan que El es el Dios Salvador. • Cristo m urió en to tal fidelidad al Padre. • Cristo resucitado es el principio y la fu en te de n u e stra resurrección.

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8 - REFLEXIONAR POR MEDIO DE DINAMICAS P le g a d o Objetivos: com partir y profundizar la reflexión... utilizando las m anos y la m ente. H acer u n a reflexión que lleve a cada particip an te a sen tirse im portante, ya que es capaz de crear y, al m ism o tiem po, de reflexionar sobre un tem a. Materiales: papel para doblar y una hoja de cartulina azul. Desarrollo: Ejemplos: El barco: te m a - vocación. Todos construyen un barquito y después co m parten ideas: • ¿Por qué es im portante el barco? • ¿Q ué hace? • ¿Al servicio de quién está ? ¿Por qué? • ¿Puede un barco grande o pequeño q u ed arse varado e n el p u erto ? ¿Por qué? Leer los textos: Mt 4,18-22; Me 1,16-20. Reflexionar: • Así como el barco e stá al servicio, Jesú s nos llam a p ara e sta r unos al servicio de los otros. • ¿A quién llam a Jesú s? ¿Cómo llam a? ¿Por qué llam a? • Cada cual puede escribir en su barquito lo que va a hacer p ara seguir a Jesús. D espués del diálogo, colocar los barcos sobre la cartulina que re p re se n te el m ar y sim boliza la realidad en la que todos van a vivir y realizar la m isión. La caja: te m a - la vida personal.

U tilizando el plegado de u n a caja, cada p articip an te pu ed e com pararse con ella. • ¿Q ué querem os colocar en ella? • ¿Q ué querem os sacar para ju g a r fuera? • ¿Q ué tesoros querem os g u ard ar en la caja? • ¿Q ué nos gustaría sacar de la caja y darlo a varias personas: fam iliares, pobres, enferm os, ancianos, am igos...? Leer los textos: Mt 12,35; Mt 13,44; Le 12,33-34. Reflexionar: • ¿Cuáles son nu estro s tesoros? • ¿Q ué tesoros querem os com prar? • ¿Q uién es el hom bre bueno que saca cosas b u en as de sus tesoros? Conclusión: • Escribir un m ensaje, colocarlo en la caja y ofrecerlo a al­ guien del grupo. • Escribir los nom bres de los fam iliares y decir por qué son un tesoro. • Escribir u n a oración, ofreciendo a Dios los teso ro s que tenem os, y guardarlo en la caja. • Escribir nom bres de personas que son teso ro s de Dios: niños, enferm os, gente sin techo, desem pleados... • H acer un ofertorio colocando las cajas d elan te del altar.

Ilustraciones Objetivo: C om partir la propia vida en un m om ento de oración com unitaria. Materiales: Ilustraciones sugestivas de periódicos y revistas. Desarrollo: Esparcir las ilustraciones por el suelo. U tilizar algunas p reg u n tas para reflexionar:

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• • • •

¿Q ué ¿Q ué ¿Q ué ¿Q ué

m e dice esta ilustración p ara mi vida? m e dice de Dios? puedo p re se n ta r a Dios por m edio de la figura? m e sugiere cam biar en mi vida?

9 - MOMENTO DE ESPIRITUALIDAD J e s ú s e s luz Materiales: si el grupo no es num eroso, cada p erso n a podrá te n e r u n a vela. M ientras se com parte, se enciende la prim era y d esp u és se pasa la llam a a la p erso n a de al lado. También se puede te n e r u n a sola vela como símbolo, e irla pasando. Canon: «Oh luz del Señor que viene sobre la tierra, inunda mi ser, p erm an ece en nosotros» (cantar varias veces, bajando cada vez m ás el volum en de la voz). Leer el texto: Jn 8,12. R epetir el canon. Compartir: cada com ponente en cen d erá la vela y, hecho esto, resp o n d erá en pocas palabras: • ¿Cómo puedo ser luz del m undo? • ¿Cómo llevar la luz que es Cristo? R epetir el canon. Con la vela todavía encendida, reco rd ar a las personas que son luz en la com unidad, en la Iglesia, en el m undo. R ecordar a M aría que es ejem plo de luz en el m undo y pedir su intercesión para que seam os cada vez m ás luz. Rezar tre s avem arias. R epetir el canon. Motivar: vam os a ap ag ar las velas, pero no la luz que Cristo nos envió por el B autism o y sigue enviándonos por su Palabra y su gracia. 85

V

SEGUIR A JESÚS. LA MISIÓN

1 - CONTINUANDO LA OBRA DE JESÚS: LA IGLESIA El Evangelio en la tradición cristiana es la Buena Nueva de Jesús, conservada m ediante la narración oral de las prim eras com unidades. Estos fueron escritos algunos años después de la m u erte y resurrección de Jesús. La ascensión de Jesú s dejó a los discípulos confusos: dice el relato bíblico que se quedaron m irando al cielo sin saber qué hacer. Al m ism o tiem po se les acercaron dos hom bres vestidos de blanco y les preguntaron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí m irando al cielo? Este Jesú s que acaba de subir al cielo volverá tal como lo habéis visto irse al cielo» (He 1,11).

2 - VIENE EL ESPÍRITU SANTO La narración de P entecostés (cf He 2,1-13) in au g u ra el tiem po de la Iglesia, teniendo Jeru salén como punto de p a r­ tida. La acción evangelizadora com ienza en Jeru salén y se dirige h a sta los confines del m undo. Para Lucas, el escritor del libro de los Hechos de los Apóstoles, Jeru salén es el punto de llegada y de partida. Es el lugar de la m anifestación del Espíritu Santo, el Espíritu del Señor resucitado, que anim a a los apóstoles en la m isión. La palabra Pentecostés, en la lengua griega, significa «quin­ cuagésim o», es decir, cincuenta días después de la Pascua judía. En su origen, la solem nidad de Pentecostés era una alegre fiesta agrícola de Israel, en la que se ofrecían a Dios las m ejores gavillas de la cosecha. Era un m om ento de encuentro de las fam ilias y de com partir con los m ás necesitados. Se celebraba después de siete sem anas, o sea, cincuenta días después de Pascua. En tiem pos de Jesús, Pentecostés era una de las grandes fiestas anuales de peregrinación del pueblo a Jerusalén. Basándose en las tradiciones y costum bres judías respecto 91

de la fiesta de la cosecha, el au to r de los H echos de los A póstoles construyó su narración p ara h ab lar de u n nuevo Pentecostés: la presencia del Espíritu Santo guiando la m isión de los evangelizadores en el anuncio de la Palabra de Dios. La p rim eras com unidades de seguidores de Jesú s p ro cu ­ ra b a n vivir con el m ism o espíritu del M aestro. Para ellos, la p erso n a de Jesú s pasó a m arcar el rum b o y el significado de sus vidas y el criterio de in terp retació n de las trad icio n es judías. La convivencia con la com unidad ju d ía tradicional se fue h a cie n d o difícil. M uchos escrito s del N uevo T e stam en to revelan los conflictos que existían en la construcción de la nueva identidad cristiana. Esto se desp ren d e de las cartas del apóstol Pablo, de los Evangelios y del libro de los Hechos de los A póstoles. Los capítulos 1 al 5 de los Hechos p re se n ta n el testim onio de los apóstoles e n Jeru salén . Para los cristianos de aquella p rim era com unidad, el seguim iento de Jesú s significó una experiencia nu ev a en relación con las an tig u as tradiciones religiosas. Por eso se sintieron com prom etidos en u n a nueva tarea: anunciar la Palabra de Dios tal como la enseñó Jesús. La esperanza e n el M esías era m uy fu erte e n tre el pueblo. D espués de la ascensión, los discípulos q u ed aro n esperando a que volviese en cualquier m om ento p ara ju z g ar al m undo. Esa ex p ectativ a del re to rn o inm ediato de Cristo, llam ada p aru sía en lengua griega, fue lo que anim ó a las com unida­ des cristianas del tiem po de los apóstoles a vivir de m odo ta n radical que h a sta vendían sus bienes y lo p onían todo en com ún. Pero el tiem po fue pasando, las ten sio n es crecían, y Jesú s no volvía. Las com unidades vieron la urgencia de re ­ p e n sa r su esperanza. En e ste contexto de «tiem pos nuevos» fue cuando Lucas escribió los Hechos de los A póstoles. Para él, e n tre el tiem po de Jesú s y el tiem po de la p aru sía, existe el «tiem po de la Iglesia», que es necesario to m ar en serio. 92

Por eso Lucas, al m ism o tiem po que afirm a la resurrección de Jesús, recu erd a el encargo que El dio a los apóstoles, para que fu eran sus testigos desde Jeru sa lé n h a sta los confines de la tie rra (cf He 1,6-8).

3 - SIGNOS DEL ESPÍRITU SANTO EN EL LIBRO DE LOS HECHOS En el libro de Los H echos vem os que el Espíritu Santo es el p ro tag o n ista principal: unge a los discípulos p ara la m isión y les concede m uchos dones. Es tam bién el Espíritu que abre los ojos a Pablo, el perseguidor, y hace de él el gran m isionero. Es el Espíritu quien im pulsa a la Iglesia y confirm a la expansión de la fe e n tre los gentiles (cf He 9,17-18; 15,8-9). En resp u esta, las com unidades p rocuran vivir conform e al Espíritu. Eso significa u n a n ueva form a de vivir. Los prim eros capítulos del libro de los Hechos a p u n tan a dos señales de la vida conform e al Espíritu: la fidelidad al proyecto de Jesú s y la com unión fraterna. La fidelidad a Jesú s se basaba e n el trip le signo: Palabras - como Jesú s anunció el Reino de Dios con pala­ bras y prodigios, en el libro de los Hechos los discursos de los apóstoles hacen resonancia a las palabras de Jesús. Los dis­ cursos e stá n presentes en todo el libro, constituyendo uno de los elem entos literarios estructurales de la teología de Lucas. M ilagros - las narraciones de m ilagros son ab u n d an tes. A com pañan el testim onio de los discípulos en Jeru sa lé n y ta m b ién son análogos a los de Jesú s (cf He 3,1-10; He 16,1618; 16,25-26; 19,11-16; 20,7-12; 27,13-44; 28,7-10). Persecuciones - así como Jesú s padeció persecuciones, tam b ién los apóstoles sufrieron sospechas, calum nias, casti­ gos, prisiones y m uerte. A dem ás de las am enazas procedentes de fuera, había ten sio n es in tern as. Jesú s sufrió in co m p ren ­ sión h a sta por p a rte de los discípulos y Lucas no oculta los conflictos de la propia com unidad (cf He 15,1-5). 93

4 - LOS PILARES DE LA VIDA EN COMUNIDAD Una señal del tiem po de la Iglesia en el libro de los H echos es la vida com unitaria. El re tra to de la vida de com unidad ideal aparece en He 2,42-47: p ersev erab an en la escucha de la en señ an za de los apóstoles, en la com unión fratern a, en la fracción del pan y en la oración. El m ism o re tra to aparece retocado con los trazos del autor en He 4,3 2 -3 5 y 5,12-16. El cristiano sabe que no e stá solo en el m undo. Por eso, las p rim eras com unidades te n ía n cuatro colum nas p ara so sten er la vida y el testim onio de la fe: Perseverancia en la e n se ñ a n za de los apóstoles - es el testim onio de cu anto los apóstoles presen ciaro n y oyeron de Jesú s, que se m anifiesta en los discursos y en los prodigios que hacían, como expresión de fidelidad a Jesús. C om unión fra te rn a - es el com partir los bienes y ponerlo todo en com ún como vem os en el relato de He 2,42-47: vivían unidos y poseían todo en com ún; vendían las propiedades y los bienes y los re p a rtía n e n tre todos, conform e a las n ecesi­ dades de cada uno. O tras referencias del libro de los Hechos h ab lan del com partir fra te rn a m e n te como servicio diario, en favor de los necesitados (cf He 6,1-2), como, por ejem plo, el socorro enviado por los cristianos de A ntioquía a los de Ju dea (cf He 11,27-30). En los Hechos, la experiencia de vida com partida se reconoce como don del Espíritu Santo. En e ste sentido podem os com prender el pecado com etido por A nanías y Safira. El m al no e stá en el hecho de no com partir, pu esto que la com unión frate rn a no es obligación ni ley. El pecado e stá en la m entira, en la falsedad. Fracción del pan - la base de la práctica cristian a es la tradición judía: es costum bre cotidiana del jefe de la casa re p a rtir el p an e n tre los m iem bros de la familia, con el gesto de decir «bendito», dando gracias a Dios. E ntre los cristia­ nos, la fracción del p an alcanza u n nuevo significado: es la 94

celebración de la Pascua de Jesús, en la que Él se e n tre g a como cordero pascual. Es la refección-com ida en el nom bre de Jesú s (cf Le 22,19). O ración - las oraciones cotidianas e n casa, en las sin ag o ­ gas y e n el Templo fo rm ab an p a rte de la pied ad del pueblo ju d ío . Los p rim ero s c ristia n o s sig u ie ro n fre c u e n ta n d o el Templo y las sinagogas, y leían la Torá. El libro de los H echos re fie re sólo dos p asajes e n form a e x p re sa de oración. Y los dos evocan a Jesús: la oración de E steban (cf He 7,59) rep ite p alab ras de Jesú s en la cruz y la oración de la com unidad re u n id a (cf He 4 ,2 3 -3 1 ) re to m a alg u n as afirm aciones del proyecto de Jesús. La Torá e s la S ag rad a E scritu ra ju d ía . Se com pone d e los cinco libros llam ados «de M oisés», los cuales, en la trad ició n cristian a se d en o m i­ n a n «P entateuco». La Torá e ra - y lo sig u e siendo h o y - co n serv ad a en la sinagoga, en u n arm ario llam ado «arca santa». Todos los sábados es pro clam ad a y explicada a la com unidad. A nte ella brilla u n a lám p ara que, en la litu rg ia de la sinagoga, se llam a «luz eterna».

5 - EL NUEVO RUMBO DEL ESPÍRITU (EL CONCILIO DE JERUSALÉN) Las innum erables narraciones sobre la adhesión de los paga­ nos, m ediante la acción m isionera de Pablo y los discursos del libro de los Hechos que explican el nuevo rum bo de la Iglesia, p rep aran el debate con respecto a la obligatoriedad de la cir­ cuncisión para los paganos. El Concilio de Jeru salén elabora el decreto de los apóstoles sobre la m isión en tre los paganos, in d ependientem ente de la observancia de la ley judía. En los Hechos, Pedro es la figura decisiva del concilio, en la hora del gran cam bio de rum bo. Es rep resen tad o ex p resa­ m ente como el evangelizador de los paganos. ¿Por qué? Porque p ara Lucas es im p o rtan te m o stra r que la evangelización no se pu ede atrib u ir solam ente al fervor de un m isionero lleno 95

de celo como Pablo. Más de la m itad del libro e stá dedicada al trabajo de Pablo e n tre los paganos, pero, al m ism o tiem po, Lucas deja claro que la evangelización no es sólo m isión de Pablo, sino de to d a la Iglesia. Por eso el com prom iso con los paganos es decisión de la Iglesia. Puesto que Pedro o sten ta la posición de líder, es el prim ero en iniciar la p resen cia de la Iglesia e n tre los paganos. La controversia sobre la circuncisión en la Iglesia de A ntioquía (cf He 15,1-2), que motivó la reunión de los apóstoles, fue «la gota de agua» de u n conflicto que ya estab a «rebosante». Por u n a p a rte nos encontram os la predicación de Pablo y Ber­ nab é a los paganos y la ten d en cia h elen ista de la com unidad de A ntioquía, m uy liberal com parada con las co stu m b res judaicas. Por otra parte, los cristianos de origen judío, atados a las antiguas tradiciones, se quedaron sorprendidos a n te la form ación de com unidades cristianas e n tre los gentiles, que no conocían la exigencia de la circuncisión ni la obediencia a la ley de Moisés. Pedro es quien hace de interm ediario, asum iendo una posi­ ción favorable a B ernabé y Pablo. Justifica así la m isión e n tre los paganos, libre de las tradiciones judías. La doctrina que su rg e de las discusiones del concilio puede resu m irse así: por la gracia del Señor Jesucristo, son llam ados a form ar p arte de la Iglesia ta n to los judíos como los gentiles (cf He 15,11). De esa form a, el concilio d esautoriza a quienes p re te n d ían condicionar la gratu id ad de la salvación a las exigencias de la circuncisión y a las leyes sobre la pureza. El decreto apostólico del concilio es fruto de u n acuerdo fu n d am en tal e n tre las tendencias conflictivas y se b asa en u n a teología ab ierta y m adura.

6 - EL TESTIMONIO HASTA LOS CONFINES DEL MUNDO D espués del Concilio de Jerusalén, el cristianism o se expan­ dió todavía m ás, los m isioneros organizaban com unidades en 96

g ran d es ciudades del m undo griego y rom ano, como Corinto y Efeso. Toda la segunda m itad del libro de los H echos de los A póstoles e stá dedicada al testim onio cristiano e n tre los paganos, h a sta los confines de la tierra. El apóstol Pablo tien e un papel destacado en la m isión a los gentiles. Su vocación m isionera es considerada uno de los acontecim ientos m ás im p o rtan tes de los prim eros tiem pos del cristianism o. Su m isión está m arcada por el esfuerzo de an u n ciar el Evangelio e n un contexto cultural bien d iferen te de aguél en gue el Evangelio nació. El an u n cio del Evangelio h a s ta los confines del m undo, tal com o se pro p o n e e n el libro de los H echos, alcanza su realización con la p re ­ sen cia de Pablo en Roma, la capital del Im perio.

7 - LOS DESAFÍOS A LA IGLESIA Lo que identifica a la Iglesia en su m isión es la p e rse v e ­ rancia en su actu a r dinám ico, en la realidad de la vida y en el p ro c u ra r c o n sta n te m e n te re sp u esta s p a ra los nuevos d e ­ safíos. Bajo ese enfoque, el re tra to de la com unidad cristian a que ap arece en los prim eros capítulos de los H echos no es p ro p iam en te u n a descripción histórica de la com unidad de Jeru sa lé n , sino el proyecto ideal de vida p ara u n a com unidad cristiana. Tal como pasó en las prim eras com unidades que nos n arran los Hechos, tam b ién hoy la Iglesia tie n e el reto de re c rea r nuevos lenguajes y form as para com unicar la fe, den tro de una convivencia de am istad, de solidaridad y de participación, en la realidad p luralista del m undo contem poráneo. La Iglesia está llam ada a crear un contexto de sinceridad y defensa contra m entiras vanidosas, como en el relato de Ananías y Safira (cf He 5,1-11). La Iglesia sigue estando llam ada hoy a dar testim onio tra n sp a re n te de la fe y del diálogo con 97

la cu ltu ra posm oderna. La acción m isionera n ecesita salir al en cuentro de quien piensa de modo diferente y anda en busca de resp u estas. El nuevo desafío hoy, consiste en ser capaz de co n stru ir la unidad en la diversidad, ta n to p ara el testim onio como p ara el anuncio del Evangelio. Es esencial que la Iglesia sea creativa en la m ultiplicación de las com unidades, reconociendo valores m orales, éticos, h u m anos y teológicos fuera de su am bien te, pues Dios no hace distinción e n tre las personas (cf He 10,34-35). Aquí pu ed e surgir una p regunta: ¿cómo sab e r si estam os en el cam ino verdadero? La seguridad del camino consiste en la transform ación de la realidad, cuyos signos son nuevas relaciones, fraternidad y participación, libertad y justicia, para que todos ten g an vida y la ten g an en abundancia, tal como quiere Jesú s (cf Jn 10,10). Seguir a Jesús - hechos y palab ras

Pablo (de perseguidor en apóstol)

• Signos del Espíritu • Fidelidad al proyecto de Jesús • Vida en comunidades

• Diálogo con la cultura moderna «Solidaridad • Acogida

4 • Enseñanzas de los apóstoles • Oración • Comunión fraterna • Fracción del pan

«Hasta los confines de la tierra» - M isión de la Iglesia 98

8 - EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA CATÓLICO La p alab ra católico significa «universal», es decir: p ara todos los pueblos. Según el Nuevo Catecism o de la Iglesia Católica, la Iglesia es católica en el sentido de totalidad y de in tegridad (cf n. 830). Prim ero, porque en ella Cristo está p re ­ sente: «Donde está Jesucristo, está la Iglesia Católica» (cf n. 830), es decir, la Iglesia era católica el día de Pentecostés y lo será siem pre, h a sta el día de la parusía. Segundo: es católica porque es enviada en m isión por Cristo a la universalidad, es decir, a todo el género hum ano.

9 - LA TRADICIÓN APOSTÓLICA Y EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA A dem ás, conform e a la doctrina del catecism o, p ara que el Evangelio se conservase inalterable y vivo en la Iglesia, los apóstoles dejaron como sucesores a los obispos, tra n sm i­ tiéndoles su propia m isión de m agisterio. En efecto, la p red i­ cación apostólica, expresada de form a especial en los libros inspirados, debía conservarse por sucesión continua h a sta la consum ación de los tiem pos. E sta com unicación viva, realizada e n el E spíritu Santo, se llam a Tradición, p o rq u e es d istin ta de la Sagrada E scri­ tu ra , si b ien e stá ín tim a m e n te ligada a ella. La Iglesia, por m edio de la Tradición, en su doctrina, vida y culto, p e rp e tú a y com unica a to d as las gen eracio n es todo lo que es y todo aquello en lo que cree. Así, la com unicación que el Padre hizo de sí m ism o, por su Hijo, p e rm a n ec e p re s e n te y a c tu a n te en la Iglesia. La Sagrada E scritura y la Tradición deb en ser aceptadas con el m ism o sentim iento de acogida y reverencia. El oficio de in te rp re ta r la Palabra de Dios fue confiado al m agisterio de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en nom bre de Jesu c ris­ 99

to, es decir, fue confiada a los obispos e n com unión con el Papa, que es obispo de Roma y, por ta n to , su ceso r de Pedro. Sin em bargo, dicho m ag isterio no e stá por encim a de la Palabra de Dios, sino a su servicio. Los fieles, reco rd an d o la e n se ñ a n z a de Cristo a sus apóstoles: «El que os escu ch a a v o sotros m e escu ch a a mí» (Le 11,16), recib en con docilidad las d irectrices que los p a sto res les d an de v arias form as (cf nn. 75-79).

10 - REFLEXIONAR POR MEDIO DE DINÁMICAS ¿Cuál es nuestro rostro? Objetivo: d e sp e rta r la concienciación resp ecto de n u e stra m isión como Iglesia en la vida de com unidad. Material: diseño de un cuerpo hum ano, hecho en u n papel o cartón, cortado en partes: piernas, pies, tronco, brazos, m a­ nos (si es necesario, cortar los m iem bros en varios pedazos, conform e al núm ero de p articip an tes en la dinám ica). Desarrollo: Prim er paso: el m ontaje • D istribuir las p a rte s del cuerpo e n tre los p resen tes. • Proclam ar con calm a el texto de IC or 12,12-27. • Pedir a los p articip an tes que, e sp o n tán eam en te, m o n ten el cuerpo hum ano, pero sin cabeza. Segundo paso: la participación Pedir a todos que hablen: • ¿Q ué im portancia tie n e cada órgano en m í y en la Iglesia? • ¿Q ué tie n e que ver esto con n u e stra com unidad, el grupo, la Iglesia? • ¿Cómo y dónde nos necesitam os unos a otros?

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Tercer paso: la reflexión Pedir que reflexionen: • ¿Q ué falta en el cuerpo rep resen tad o ? ¿D ónde e stá el ro s­ tro ? • ¿Q ué rostro tien e n u e stra Iglesia y n u e stra com unidad? • ¿Q ué rostro tie n e n u e stra ju v en tu d , nu estro s niños, n u e s­ tra s fam ilias y los ancianos? • ¿Conocem os el rostro de Cristo R esucitado? • ¿D ónde e stá el rostro de Jesú s que nos llam a a co n stru ir u n a vida m ás bonita, digna y ju sta ? Term inam os con m úsica.

11 - MOMENTO DE ESPIRITUALIDAD Llamado a ser apóstol Materiales: cirio pascual, Biblia, grabados, piedras, flores, m apam undi, reco rtes de periódico... Desarrollo: • Pedir a todos que form en un círculo, de pie, alred ed o r de los símbolos. • Leer el texto de M ateo 10,1-4, en el cual Jesú s llam a a cada apóstol por su nom bre. • Pedir a cada particip an te que, después de la lectura, diga su propio nom bre para to m ar conciencia de que tam b ién él e stá incluido e n tre los continuadores de la m isión de Jesucristo. • Sugerir a cada uno que tom e uno de los sím bolos y, por m edio de él, com parta: ¿qué significa ser seguidor de Jesú s en el m undo de hoy?

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1 2 - EVALUACIÓN • ¿Cuáles son los principales aspectos encontrados en el libro de los Hechos de los A póstoles? • ¿Cómo era posible percibir los signos del Espíritu Santo en las prim eras com unidades? • ¿Cuáles son los pilares que m a n tie n en firm e la vida com u­ nitaria? • ¿Cuál es n u e stra m isión hoy como Iglesia de Cristo? • ¿Q ué significa ser católico?

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VI ANEXOS

1 - CATEQUESüS LITÚRGICA A) La M isa, c e n a d e l S e ñ o r y d e la c o m u n id a d La palabra m isa viene del latín y significa «ir en misión». La actitud m isionera y evangelizadora del cristiano nace de la participación en la Cena del Señor. La identidad cristiana es eucarística. La palabra eucaristía proviene del griego y significa «acción de gracias». Es Jesucristo quien preside la alabanza de todo el universo y de todas las criaturas, al Padre y al Espíritu Santo. En la cena pascual, Jesú s miró hacia el cielo, dio gracias, partió el pan y se lo entregó a sus discípulos. Esta acción de gracias es tam b ién sacrificio y ofrenda de sí m ism o al Padre y a los herm anos. RECUERDO DE LA SANTA CENA, LA ÚLTIMA COMIDA DE JESÚS CON LOS DISCÍPULOS Una cena Si consideram os la idea de refección, pensem os en las cuatro p artes de la Misa: 1. Llegada y acogida. 2. Tiempo de conversación, escucha y comunicación. 3. Sentarse a la m esa, com er y beber. 4. D espedida, h a sta la próxim a vez. Local de la cena Tres son los m uebles m ás im portantes p ara esta cena: La m esa del altar - sobre la cual com partim os el pan y el vino. En realidad, esa m esa sim boliza al propio Cristo que se e n tre g a por nosotros siem pre, para que tengam os m ás vida y alegría. El e sta n te de la Palabra - que se llam a am bón, sobre el cual se coloca el libro con la Palabra de Dios para proclam arla 105

a la asam blea. Se puede com parar al diálogo que se hace a n tes de u n a refección. Esa m esa debe ser m uy valorada. La silla del presidente (sacerdote u obispo), llam ada cátedra, es decir, el lugar desde el cual se enseña. Por eso la iglesia donde el obispo preside y hace la hom ilía se llam a catedral. El p resid en te de la celebración no es sim plem ente u n in­ vitado especial, sino que re p re se n ta al propio Cristo en e sta cena, por eso debe o rie n ta r el diálogo, com entar, leer y rezar y debe ta m b ién serv ir a la m esa. El sacerdote, en la m isa, re p re se n ta a Cristo sirviendo al pueblo. Los libros que se utilizan durante la cena El m isal - contiene las oraciones que com ponen el rito de la m isa. En él se e n c u e n tra n tam b ién diferentes preces para cada dom ingo del año. El leccionario - en el cual se leen los textos bíblicos apropiados p ara cada día del año litúrgico. Los folletos y fichas de cantos - p ara que la com unidad p a r­ ticipe, rezando y cantando, d u ra n te la celebración. Objetos necesarios para la celebración de la misa La cruz - recu erd a que la cena es m em orial del sacrificio de Cristo, que m urió y resucitó por nosotros. El es el presidente y el centro de todo, como él m ism o dice: «Haced esto en m em oria mía». Las velas - son signos de la fe. La luz elim ina las tinieblas de la vida y la fe da significado a n u e stra e n tre g a y hace que n u e stra vida se vaya consum iendo poco a poco, como la cera de la vela, para ilum inar. Las flores - p erfu m an el am biente p ara la cena y sim bolizan el aspecto festivo de la acción de gracias. R ep resen tan a to da la n atu raleza que participa de la celebración eucarística de Cristo. 106

El cáliz - usado por Jesú s en la Ú ltim a Cena, re p re se n ta ta m ­ bién la copa que usam os para beber d u ra n te la refección. La p a te n a - es como los platos, en los cuales com partim os y ofrecem os los alim entos. Las servilletas - hay tre s tipos de servilletas que se u san en la m esa de la eucaristía: el corporal, que se extiende sobre el altar; el purificador, que sirve p a ra purificar el cáliz; y el m anutergio, que el sacerdote usa para secarse las m anos, cuando se las lava a n tes de la consagración. El m an tel - Es signo de la m esa p rep arad a para u n a refección. En n u e stra casa usam os el m an tel para alm orzar o comer. Todos estos objetos, a p aren te m e n te com unes, se hacen m uy im portantes porque se u san en el rito de la m isa, en el cual se tra n su b sta n c ian el pan y el vino en el verd ad ero cuerpo y sangre de Jesucristo. Por eso no se u sa u n m an tel o u n a copa cualquiera. Los objetos litúrgicos son consagrados y usados solam ente p ara el servicio del altar. Gestos y actitudes C antar - es «rezar dos veces». Toda fiesta tiene m úsica, que ayuda a com prender e interiorizar m ejor lo que se celebra. E star de pie - es señal de prontitud, acogida y resp eto por quien habla. S en tarse - es posición de escucha, descanso, m ayor d iste n ­ sión. A rrodillarse - es reconocer que estam os an te el único y v er­ dadero Dios. E lev ar los b razo s - sig n ific a d e s a rm a rs e e n p re s e n c ia de Dios, es como el «m anos alzadas» de quien suplica y alaba al m ism o tiem po. Dar el abrazo de la paz - recordar que som os am igos, h e rm a ­ nos y que querem os e sta r unidos. Es un gesto que viene de las com unidades de los prim eros cristianos.

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Personas y m inisterios El p resb ítero - preside la celebración en nom bre de Cristo Sacerdote, anim a, coordina, explica el m ensaje de la Palabra de Dios, reza e invita a rezar. Los m inistros extraordinarios de la com unión - ayudan al sacerdote en la distribución del pan eucarístico a los p a r­ ticip an tes en la cena del Señor. Los lectores - proclam an las lecturas de la Palabra de Dios. Los com entaristas - introducen cada p arte de la m isa con una breve reflexión. Los cantores - e n to n an los cantos y las oraciones cantadas, que d eb en ser acom pañadas por toda la asam blea. Los acólitos - ayudan al sacerd o te d u ra n te la cerem onia, principalm ente en la liturgia eucarística.

B) Guía de la celebración eucarística I) RITOS INICIALES Dios nos reúne C om entario inicial - introduce el te m a de la celebración y el canto de entrada. Procesión de e n tra d a - los m onaguillos y el sacerdote, p re si­ d en te de la celebración. Saludo inicial - conform e al rito de la m isa. Acto penitencial - actitud de p en iten cia y de perdón. Canto del gloria - alabanza, alegría, gratitud, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. O ración colecta - las intenciones que cada uno lleva e n el corazón son reunidas y p resen tad as a Dios por el p resid en ­ te. D espués del «oremos» todos rezan en silencio d u ra n te unos m om entos.

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II) LITURGIA DE LA PALABRA Dios nos habla Lugar - el am bón. P rim era lectura - g en eralm en te se tom a de u n texto del A n­ tiguo T estam ento. M ientras se anuncia, todos se sien tan en actitud de escucha. Salmo responsorial - ayuda a m ed itar y rezar, profundizando en el m ensaje central de la prim era lectura. Segunda lectu ra - es siem pre un pasaje del Nuevo T estam en­ to. Form a p a rte solam ente de la liturgia de los dom ingos y fiestas. A clam ación al Evangelio - es un cántico de saludo a la B uena N ueva de Jesú s gue será proclam ada. Se can ta de pie, en señal de prontitud. Proclam ación del Evangelio - son palabras del m ism o Jesús: A ntes de la lectura, al resp o n d er «Gloria a ti. Señor», tr a ­ zam os tre s cruces sobre nosotros: en la frente, en la boca y en el pecho, para que Dios purifique n u estro s p e n sa ­ m ientos, palabras y sentim ientos, a fin de abrirnos m ejor al santo Evangelio. Hom ilía o serm ón - es el m om ento en que el sacerdote ilu­ m ina la vida de la com unidad a la luz de los tex to s de la Palabra de Dios que se h an leído. La asam blea se sien ta p ara escuchar la homilía. Proclam ación de la fe de la Iglesia - el Credo, que se reza so lam ente los dom ingos y fiestas, es u n a síntesis de la fe que profesa toda la Iglesia. Se reza de pie. O ración universal de la Iglesia, o preces de los fieles - son las peticiones o agradecim ientos que la com unidad p re se n ta a Dios a la conclusión de la liturgia de la Palabra. G eneral­ m e n te la re sp u esta es: «Te rogam os, óyenos». Puede ser cantada. La asam blea p erm an ece de pie.

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III) LITURGIA EUCARÍSTICA Dios nos a lim e n ta Lugar - la m esa eucarística. P resentación de las ofrendas - m ien tras se canta, algunas p ersonas de la com unidad llevan al altar el p an y el vino, la m ateria que Jesú s escogió p ara concretar su p resen cia en tre nosotros después de la resurrección. El p resid en te de la asam blea p re se n ta a Dios las ofrendas que sim bolizan ta m b ién toda la vida hum ana. Las perso n as p erm an ecen sen tad as para v er m ejor la procesión y la ofrenda del pan y del vino. O ración sobre las ofrendas - la com unidad participa, resp o n ­ diendo a la oración del presidente: «El Señor reciba de tu s m anos este sacrificio...». Prefacio - e sta p alab ra viene del latín y significa «lo que precede». Es u n a gran alabanza al Padre, an tes de la con­ sagración, por h ab er enviado a Jesu cristo al m undo. Se concluye con la proclam ación de que sólo Dios es santo y fu en te de toda santidad. C onsagración - invocación al E spíritu Santo p ara tra n su sta n ciar el p an y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. El sacerdote rep ite las m ism as palabras de Jesú s e n la Ultima Cena. La com unidad perm anece de rodillas si lo desea, pero no con la cabeza baja, sino m irando hacia la m esa, en la que Jesu cristo se ofrece por todos nosotros. T ra n su sta n c ia ció n significa cam bio de su sta n cia. Con el p o d er del E sp íritu Santo y m e d ia n te las p alab ras q u e el sacerd o te p ro n u n cia en el m o m en to de la consagración, el p a n y el vino dejan d e se r sim ple m a te ria y p a sa n a se r el cuerpo real de Je su c risto resu citad o . Pero la form a a p a re n te sigue sien d o de p a n y de vino. Por eso el sacerd o te exclam a: «Éste es el m isterio de n u e s tra fe».

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A clam ación a la consagración - el sacerd o te ofrece el m is te ­ rio e n el cual n o sotros creem os, pero no co m p ren d em o s. A hora el p a n y el vino son cuerpo y san g re de Jesu c risto . La com unidad se le v an ta y responde: «A nunciam os tu m u e rte , proclam am os tu resurrección...» . Q uien a n u n ­ cia la re su rre cc ió n e stá de pie: la p o stu ra de la vida, de certez a y disponibilidad. La m u e rte p o stra y d errib a. La resu rrecció n lev an ta y ren u ev a las energías. Sigue la g ran oración por la Iglesia y por los gue h a n llegado y a al fin de la vida te rre n a . Doxología final - «Por Cristo, con El y en El...». La p alab ra doxologia proviene del griego y significa «dar gloria a Dios». Es el fin y la m eta de la Iglesia, que cam ina tra s las h u e ­ llas de Jesucristo. A unque algunos sacerdotes in v iten a la asam blea a rezar con el celebrante, lo correcto, conform e al rito litúrgico, es que solam ente el que preside rece e sta aclam ación y la com unidad responda «Amén». Se tra ta de u n a e n tre g a de toda la hum anidad y de todo el universo al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo. Preparación a la comunión P adrenuestro - el p re sid en te invita a la asam blea a rezar la m ism a oración que Jesú s enseñó a los apóstoles. De e sta form a, todos, a n tes de com ulgar, se com prom eten con el Padre y con los herm anos en la construcción del Reino. En pie, y dándose las m anos, la com unidad se une en com u­ nión con la san tísim a Trinidad y con todos los herm an o s y h erm anas. Oración por la paz - «Señor Jesucristo...». En la m ayoría de las celebraciones, todos la rezan jun to s. En realidad, seg ú n el m isal, se tra ta de u n a petición que pronuncia so lam en te el celeb ran te en nom bre de toda la com unidad. Abrazo de paz - recu erd a a las p rim eras com unidades cris­ tianas, que se despedían después de la m isa d eseán d o se 111

m u tu a m e n te la paz, pues vivían en tiem po de persecución y m artirio. H acem os de ese rito un m om ento de m ucha alegría por la presencia de los herm anos en la m ism a fe y en el camino. C ordero de Dios - la com unidad reafirm a su deseo de ser red im id a del pecado, por la san g re de Jesu cristo , y p asa así a e s ta r en p ro fu n d a unión con él por m edio de la co­ m unión. Comunión - se forma la procesión que va cantando al encuentro del Señor. Al recibir la hostia consagrada es preciso abrir las m anos y colocar la izquierda encim a de la derecha, para, con ella, poder llevar la hostia a la boca inm ediatam ente, delante del m inistro. Por tan to no es aconsejable tom arla an tes de que sea colocada en la palm a de la mano, para no correr el riesgo de dejarla caer. Al volver al banco no es necesario arrodillarse, porque el m isterio p resen te en el sagrario está ahora en el propio corazón de quien comulgó. Basta sentarse p ara contem plar, agradecer y alabar a Jesucristo resucitado que nos une a sí m ism o por m edio de la eucaristía. Acción de gracias - después de la procesión y del canto, si­ gue un breve tiem po de silencio p ara la acción de gracias individual. IV) RITOS FINALES Dios nos envía Lugar - la silla del presidente. O ración después de la com unión - es la acción de gracias com unitaria al Padre y al E spíritu Santo por el don de Je ­ sucristo eucarístico. La reza el p resid en te y la com unidad acom paña de pie. En general, después de la oración se h acen las com unicaciones y avisos de la agenda parroquial. Pero todo esto no form a p a rte del rito de la celebración eucarística.

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Bendición final - el celebrante, en nom bre de Dios, bendice a la asam blea y la envía e n misión: «Id en paz y que el Señor os acom pañe». Este es el significado de la p alab ra m isa. Luego se en to n a el canto de despedida. C) P a ra a y u d a r e n la s c o n fe sio n e s ¿POR QUÉ CONFESARSE? El sacram ento de la penitencia o reconciliación, que g e n e ­ ra lm e n te llam am os confesión, es una realidad de conversión y de acogida de la m isericordia de Dios y de su perdón. Es p ro curar recom poner la unidad que podem os p erd er en el cam ino de la vida. Unidad en tre el ser y el actuar, en tre rezar y practicar, e n tre lo que es de la tie rra y lo que es del cielo, e n tre nosotros, h erm an o s y herm anas, y el cuerpo m ístico de Cristo que es la Iglesia. Fuimos creados para la unidad, pero n u e stra sum isión al pecado es u n a fuerza que nos divide y separa. El sacram ento viene a re co n stru ir en nosotros la co­ m unión que nace del amor. ¿QUÉ ES LO QUE CONFESAMOS? Exam en de conciencia - cuestionem os n u e stra vida siguiendo los m andam ientos de Jesús: 1) A m arás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón (cf Marcos 12,30). • • • • • • •

¿Cómo es m i relación con Dios? ¿O cupa él el p rim er lugar en mi vida? ¿Rezo? ¿Sé pedir y agradecer? ¿Escucho lo que Dios quiere de m í o solam ente le pido? ¿Participo en la Iglesia? ¿Voy a m isa los dom ingos? ¿Rezo con mi fam ilia? ¿Me avergüenzo de dar testim onio an te los dem ás de mi fe en Jesucristo? 113

• ¿Amo de v eras al Señor con todo m i corazón? 2) A m arás a tu prójim o como a ti m ism o (cf M arcos 12,33). • ¿Cuido de la vida que Dios m e dio? (alimento, salud, vicios). • ¿R espeto mi cuerpo como tem plo del Espíritu Santo? A nte ta n ta s llam adas del erotism o, del consum ism o... ¿sé elegir lo que m e hace crecer y rechazar lo que m e perjudica? • ¿R espeto el cuerpo, la dignidad y el honor de los dem ás? • ¿Tengo d entro de mí, odio, egoísm o, falsedad, rencor, e n ­ vidia, calum nia, m entira? • ¿H erí o m a ltraté a alguien? • ¿A lguien perdió la paz por culpa m ía? • ¿Cómo m e relaciono con mi fam ilia? • Q uienes m e conocen, ¿pu ed en decir que ten g o actitu d es sem ejan tes a las de Jesú s? ¿O contrarias? • ¿R espeto a las personas enferm as, ancianas, con n ecesid a­ des especiales y necesitadas? ¿O las desprecio y las trato con indiferencia? • ¿Pienso sólo en el dinero, la vanidad, el placer y en mis am biciones? • ¿Soy fiel? • ¿R espeto la n atu raleza como ja rd ín de Dios? • ¿Cum plo las responsabilidades que tengo: trabajo, estudio, fam ilia? • ¿Me he faltado alguna vez al resp eto a m í m ism o? • ¿En qué m om entos no am o a las personas con quienes convivo? ARREPENTIRSE Ahora, an te la im agen de Jesucristo crucificado que m e abre sus brazos, le entrego m is flaquezas y pecados. El m e acoge con m isericordia y te rn u ra , m e abraza en señal de p erdón y m e libra del pecado, por su gracia. /

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¿Q ué puedo hacer p ara cam biar lo que necesita ser renovado en m i vida? RITO DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Confesión de los pecados • D elante del sacerdote, h acer la señal de la cruz. • Decir cuánto tiem po h a pasado desde la ú ltim a confesión. • A cusarse de los pecados de los que uno se arrep ien te. • Acoger el m ensaje del confesor y la penitencia que sugiere. Acto de contrición ¡Señor Jesús! Me arrep ien to sin ceram en te de h ab er pecado, porque te he ofendido a ti que eres ta n bueno. Perdónam e, Señor, no quiero pecar m ás. Con tu san ta ayuda, quiero huir de las ocasiones de pecado. Señor, te n com pasión de mí, porque he pecado contra ti. ¡Amén! A bsolución En nom bre de Jesucristo, el sacerdote pronuncia la absolución de los pecados, tra z a sobre el p e n ite n te la señal de la cruz y lo envía en paz. ORACIÓN PERSONAL D espués de la confesión nos podem os arrodillar ante la im agen de Cristo crucificado, p ara agradecerle su p erdón y cum plir la p enitencia que el sacerdote sugirió.

D) El cuadro de El regreso del hijo pródigo In sp ira d o e n el te x to bíblico de Le 1 5 ,1 1 -3 2 , el a rtis ta ho landés R em brandt pintó el cuadro El reg reso del hijo p ró ­ digo. E sta obra de a rte , analizada en d etalle, p u ed e in sp ira r u n a reflexión que ayude a c o m p re n d er la e n se ñ a n za de la parábola.

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LA VIDA DEL PINTOR R em bradt nació en Leydem, H olanda, en 1606, y m urió en Á m sterdam , e n 1669. Fue un m aestro de la p in tu ra que valorizó los colores en su co n traste claroscuro. Su vida pasó por dos m om entos especiales que determ inaron su producción artística. En su ju v e n tu d era im petuoso, persuasivo, d e rro ­ chador, sensual, am bicioso y arrogante. Vivió u n período de éxito, durante el cual obtuvo popularidad y riqueza, pero gastó m ucho y lo perdió prácticam en te todo. Entonces le sobrevino u n período de crisis e infelicidad. Se vio envuelto en largos procesos judiciales y perdió todos sus bienes en su b astas para cubrir las deudas. H acia los cin cu en ta años de edad, habiendo ex p erim en ta ­ do ta n to la prosperidad como el infortunio, el p in to r com enzó a cam biar. Se hizo reflexivo y ponderado, ab an d o n ó la vida superficial y consiguió la paz del esp íritu . Los cu ad ro s p in ­ tad o s en esa fase e x p re sa n calor e in teriorid ad y rev elan que las p ru e b a s no lo dejaron am argado, sino q ue le sirv iero n p a ra valorar la propia vida, m a d u ra r y fijarse e n lo esencial. Com enzó a contem plar la n a tu ra le z a y al ser h u m an o con m ay or profundidad y no por las apariencias. El cam bio se m u e stra evidente en el cuadro titu la d o El reg reso del hijo pródigo. DETALLES DEL CUADRO El lienzo El regreso del hijo pródigo re tra ta a u n hom bre con b arba blanca, revestido de u n m anto rojo, en actitu d de acogida a un joven que está arrodillado a sus pies. La intim i­ dad de la escena e stá p in tad a con colores lum inosos e n tre los dos personajes: el m anto es rojo cálido; la tú n ica del joven es am arillo-dorada y, sobre los dos, brilla u n a luz m isteriosa que los envuelve. El hom bre anciano toca los hom bros del joven, m ostrando la acogida del abrazo de u n p adre a su hijo. El jo v en descansa 116

la cabeza sobre el pecho del p adre con u n a paz visible. Esta com posición de la escena bíblica revela el acto del perdón. El hijo, abrazado por el padre, es un hom bre pobre. Ha perdido su h erencia an tes de tiem po, porque abandonó su hogar y resolvió vivir la vida lejos del padre y de la com unidad, h a sta que lo perdió todo, se arrepintió y volvió. El cuadro re tra ta el m om ento de la llegada, m ientras el joven, sin salud, sin dinero, sin reputación y h a sta sin am or propio, confía com ­ p le ta m en te en la bondad com pasiva del padre y esp era ser acogido. Trae la cabeza rapada, señal evid en te de que está despojado de uno de los rasgos de su personalidad. R ecuerda la situación de u n prisionero o de quien sirve en el ejército. El cabello rapado hace a todos iguales. El p adre u sa ropas de tono carm ín, que indican nobleza, dignidad y status. El hijo, arrodillado, no tien e protección. Su ropa es p arda y le cubre m alam ente el cuerpo. Las p lan tas de sus pies e stá n m arcadas por el penoso cam ino que acaba de recorrer. La sandalia del pie izquierdo está destrozada, expresando sufrim iento y m iseria. El joven no posee nada, solam ente una espada, símbolo de la dignidad que m antuvo, porque es el em blem a de su linaje noble. A p esar de to d a su degradación, la espada hace que el m endigo tom e conciencia de que todavía tie n e un padre y recu erd e la certeza de que aún puede volver a casa. CONCLUSIÓN La parábola bíblica y el cuadro de R em brandt se com ple­ m e n ta n para revelar el valor de las elecciones hum anas, de la responsabilidad que exigen y del dram a que significa la libertad de cada p erso n a an te las opciones que la vida ofre­ ce. Es una invitación a reflexionar sobre las decisiones que tom am os en la vida. Todo depende de acep tar o no el am or m isericordioso y p a tern o de Dios.

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2 - SUGERENCIAS DE DINÁMICAS PARA ENCUENTROS Abre los ojos Objetivo: reflexionar sobre la conciencia cristian a en una sociedad llena de contradicciones y conflictos. Tiempo: 20 m inutos. M ateriales: dos pañuelos para v e n d ar los ojos y dos palos hechos con periódicos enrollados. Iluminación con la Palabra de Dios: posibles lectu ras de Me 10,46-52 o Le 24,13-34. Desarrollo: • Pedir dos voluntarios, vendarles los ojos y ponerles en la m ano los dos palos hechos con periódicos enrollados. • Pedir que h ag an u n a pelea de ciegos para v er quien acierta m ás al otro en la oscuridad, m ien tras el grupo asiste a la escena. • A penas com ienza la «pelea», q u itar la ven d a de los ojos de uno de los dos voluntarios, sin que el otro se dé cuenta, y d ejar que siga la pelea. • D espués de un tiem po suficiente para que los resultados de las dos situaciones sean bien observados, re tira r la venda del otro voluntario. • A brir un diálogo sobre lo que se acaba de p resen ciar y e stab lecer un paralelo con el contexto social actual. • A lgunas p re g u n ta s p u e d e n ay u d ar como, p or ejem plo, p re g u n ta r a los voluntarios cómo se sen tían y por qué. D espués dar la palabra al grupo para que dialogue sobre los siguientes puntos: • ¿Q ué p o stu ra adoptaron los grupos? • ¿Por quién se inclinaron? • ¿Qué tie n e que v e r eso con n u e stra realidad? 118

• ¿C uáles son las ceg u eras con las que nos en fren tam o s actu alm en te? • ¿Q ué significa te n e r los ojos vendados? • ¿Q uién establece hoy las reglas del ju eg o de la vida so­ cial, política y económ ica? • ¿Cóm o podem os c o n trib u ir p a ra q u ita r las v e n d as de los ojos de quienes no disciernen?

P resentación Objetivos: com enzar la integración del grupo y conocerse m u tu a m e n te, rom per el hielo desde el principio, d em o strar que cualquier m iem bro del grupo es im portante, su g erir una p rim era idea sobre los valores personales de los participantes. Tiempo: 45 m inutos, con un grupo de veinte a tre in ta p e r­ sonas. Desarrollo: • Sugerir a los p articip an tes que no se conocen que form en p areja y que, d u ra n te algunos m inutos, se p re se n te n m u ­ tu a m e n te . • R eunir a todo el grupo y pedir que se p resen ten , no a sí m ism os, sino a la p erso n a que acaban de entrevistar. • D espués de la presentación, abrir u n diálogo sobre la v a ­ lidez de la dinám ica.

A rtista Objetivo: reflexionar sobre la im portancia de sen tir la p re ­ sencia de Dios e n n u e stra vida, pues sin él todo se vuelve confuso y «fuera de lugar». Tiempo: 30 m inutos. M ateriales: lápiz y papel para todos. Desarrollo: 9 D istribuir el m aterial, pedir a todos que cierren los ojos y dibujen u n a casa. 119

• Ir sugiriendo cada elem ento que deben colocar en el dibujo: v e n tan a s y p u e rta s de la casa, un árbol al lado, u n jardín, el sol, nubes, pájaros volando, u n a p erso n a con ojos, nariz y boca... • Al final pedir que escriban: «Sin la luz de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo queda fuera de lugar». • Pedir que ab ran los ojos y hacer u n a exposición con los dibujos. • A brir el diálogo sobre la experiencia y sobre la frase que se escribió.

La vela y la cuerda Objetivo: to m ar conciencia de la llam ada personal a vivir la alianza de am or consigo m ism o, con los otros y con Dios. Tiempo: 20 m inutos, de siete a quince participantes. M ateriales: u n a Biblia, cuerda, velas para todos los in te g ra n ­ te s y una m ás para colocarla en el centro del grupo. Desarrollo: • Form ar un círculo alrededor de u n a m esa en la que esté la Biblia y u n a vela encendida. • La Biblia debe e sta r atad a con la cuerda, la cual debe ser su ficientem ente larga para a ta r las velas de todos. • Cada persona, con u n a vela en la m ano, v a al cen tro del círculo, pasa la cuerda alrededor de la vela, la enciende y, enseguida, e n tre g a la p u n ta de la cuerda a otra, que da u n a v u elta en su vela y ta m b ién la enciende, y así sucesi­ vam ente. • Cuando todos e sté n enlazados con la cuerda, leer el texto del evangelio de Jn 8,12. • A brir el diálogo p ara que todos com partan lo que h a n sen ­ tido con la dinám ica e in te n te n relacionarla con el texto bíblico propuesto.

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Chocolate Objetivo: reflexionar acerca de la vida com unitaria, de la colaboración, de la necesidad de su p erar el individualism o y de la capacidad de tra b a jar en grupo, en sociedad, etc. Materiales: u n a m esa, un bom bón para cada participante, un palo de escoba para cada dos p articip an tes y cinta adhesiva. Desarrollo: • Colocar los bom bones en fila sobre la m esa. • Dividir el grupo en dos subgrupos de igual núm ero. • In stru ir al prim er grupo p ara que ayude al otro solam ente si se lo solicita (sin que el otro lo sepa). • Cada com ponente del segundo grupo te n d rá los brazos sujetos con cinta adhesiva al palo de la escoba (pasándolo sobre los hom bros en form a de cruz). • Pedir a los que e stá n con los brazos sujetos que se aproxi­ m en a la m esa, y a los que los tie n e n libres, que se q u eden detrás, de m odo que haya u n a persona libre d etrás de cada u n a de las que e stá n atadas. • Sugerir a la p ersona atad a que in te n te soltarse y com er u n bom bón, utilizando los m edios que considere m ás útiles. • D espués de algún tiem po, te rm in a r la dinám ica, distribuir bom bones para los que no ganaron y com enzar el diálogo: ¿Cuál fue la experiencia de quien esta b a sujeto? ¿Y la ex­ periencia de quien esta b a libre, esperando p ara ayudar, y no se lo pidió nadie? • Concluir acentuando la im portancia de la participación y la colaboración de todos.

Conocer el grupo Objetivo: com prender los objetivos individuales y su relación con el grupo. Tiempo: 20 m inutos e n tre siete y quince participantes. 121

Materiales: l á p i z y p a p e l p a r a t o d o s . Desarrollo: • Pedir a los participantes que piensen en las actividades que les g u staría llevar a cabo en los próxim os días o sem anas (viajes, éxito en u n exam en, en actividades profesionales, fam iliares, religiosas, etc). • Pedir a cada uno que exprese su deseo m ediante un dibujo. • Pasados 30 segundos, pedir a todos que p aren y p asen la hoja al vecino de la derecha p ara que la com plete, y así su ce siv am e n te cada 30 seg u n d o s, h a sta que las hojas v uelvan a su origen. • Luego pedir a cada uno que describa lo que p en sab a h ab er dibujado y lo que realm en te aparece diseñado en la hoja. E ntre las conclusiones para ser analizadas, destacar: • La im portancia de conocer bien n u estro s objetivos indivi­ duales y colectivos. • La utilidad de sab er expresar al grupo n u estro s deseos y las dificultades que tenem os para alcanzarlos. • El in terés de saber cuáles son los objetivos de cada p a rti­ cipante en el grupo y cómo podem os ayudarlos. • La im portancia del trabajo en grupo p ara solucionar los problem as. • Otros... D ise ñ o Objetivo: p ro m o v er la unión del grupo con el tra b a jo en equipo. Tiempo: 20 m inutos. Materiales: dos hojas de papel para cada p articip an te, bolí­ grafos, cinta adhesiva, cola y tijeras. Desarrollo: • Distribuir el m aterial y pedir a cada uno que dibuje en una 122

de las hojas u n a p a rte del cuerpo hum ano, sin que los de­ m ás v ean el dibujo. • Cuando todos te rm in e n su dibujo, pedirles que intenten m o n tar u n m uñeco (en realidad no lo p u ed en conseguir porque faltan partes). • Pedirles que dibujen en la o tra hoja las p artes del cuerpo hum ano, pero e sta vez planeando anticipadam ente lo que cada uno tien e que dibujar y, después, m ontar juntos el m uñeco. • Term inado el m ontaje, com enzar el diálogo sobre Inexpe­ riencia, las dificultades y las soluciones encontradas, etc.

D ram atización Objetivo: observar las características de cada persona y cómo se m anifiestan en el com portam iento. Tiempo: u n a hora, con unas tre in ta personas aproximada­ m en te. Desarrollo: • Exponer b re v e m en te u n a su n to y ped ir a todos que lo com enten, procurando im itar el m odo de expresarse del colega de la derecha. • El m ism o ejercicio se puede hacer dejando libertad para que cada particip an te escoja el colega a quien desee imitar y a los otros les corresponde reconocerlo. • Abrir el diálogo sobre lo que cada uno ha sentido al ser imitado y cómo se m anifiestan las peculiaridades de cada uno.

Ejercicio de la cualidad Objetivos: percibir las cualidades de las personas y, al mis­ mo tiem po, descu brir en sí m ism o aspectos positivos que se ignoraban. Tiempo: una hora, con unas veinte perso n as aproximada­ m ente. 123

Materiales: l á p i z y p a p e l p a r a t o d o s . Desarrollo: • A centuar el hecho de que en la vida cotidiana vem os con facilidad los defectos y lím ites de las perso n as y que en el en cu en tro vam os a descubrir las cualidades. • D istribuir papel y bolígrafo para que cada uno escriba la cualidad que caracteriza a la persona que está a su derecha. • Pedir que nadie escriba el nom bre de la p erso n a cuya cua­ lidad ha descubierto, ni ponga su propio nom bre. • Pedir que doblen los papeles, recogerlos todos, b arajar y volver a distribuir. • Term inada la redistribución, pedir que cada uno lea la cua­ lidad que consta e n el papel recibido y procure identificarla con el com pañero que la posee. Sólo se pu ed e escoger una persona. • Tal vez se señale a la m ism a p erso n a m ás de u na vez. Por eso, al final, cada cual rev elará la cualidad que escribió de la p ersona de la derecha. • A brir u n diálogo sobre la experiencia.

E ntrevista colectiva Objetivo: el conocim iento m utuo. M ateriales: u n a cajita con papeles que con ten g an p reg u n tas sobre las circunstancias com unes en la vida de cualquier persona. Desarrollo: • Pedir a u n a p ersona voluntaria que se ponga en el centro del grupo y p ro m eta resp o n d er siem pre la verdad. • Pasar la cajita con las preg u n tas para que cada participante tom e u n a y la form ule a la p ersona entrev istad a, la cual la responderá. • En un intervalo de tiem po determ inado, se p uede re e m ­ 124

plazar a la p ersona que está en el centro, au n q u e las p re ­ g u n tas todavía no hayan term inado. • Cuando acaben las p reg u n tas, prom over u n diálogo sobre la experiencia.

Juegos de billetes Objetivos: ejercitar la com unicación en el grupo e identificar sus factores. Tiempo: 20 m inutos, para un grupo de siete a quince p a rti­ cipantes. M ateriales: trozos de papel con m ensajes y cinta adhesiva. Desarrollo: • Form ar u n círculo y pegar un m ensaje en la esp ald a de cada persona. • Pedir que todos an d en por la sala, lean los m ensajes de las espaldas de los com pañeros e in te n te n in te rp re ta rla s con gestos, sin que la p erso n a sepa lo que está escrito en su propia espalda. D eben leer e in te rp re ta r el m ayor núm ero posible de m ensajes. • Pasado algún tiem po, pedir que vuelvan a su posición ori­ ginal y que cada particip an te in te n te adivinar lo que está escrito en su cartel. En caso de que e n cu en tre dificultad, el grupo podrá darle pistas. • D espués, abrir un diálogo: ¿Qué fue lo que facilitó o dificul­ tó el descubrim iento del m ensaje?; ¿qué paralelo podem os hacer con la convivencia diaria e n tre nosotros? Sugerencias para escribir en los papeles: He reñido con la suegra, ¿qué puedo h acer? ¡Canta una canción para mí! Me g u sta que m e aplaudan. Soy m uy ignorante. ¡Dame tu apoyo! Tengo piojos. ¡Ayúdame! 125

¡Baila conmigo! Me falta el aire. ¡Acércame a la ventana! ¡Descríbem e un caimán! ¡Enséñam e a saltar! ¡Está furioso por mi culpa! ¡Enrolla mi manga! ¡Léeme la suerte! ¡Necesito saber cuánto peso! Estoy dormido, ¡despiértam e! Me siento aislado, ¡acompáñame! Me aprieta el zapato, ¡ayúdame! ¿Cuántos años m e echas tú ? Necesito u n teléfono, ¿qué hago? Me orino en la cam a. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué hace el encargado de una hacienda? ¿A quién m e parezco? ¿Cómo conquistar a un hom bre (o a una m ujer)? ¡Com prueba a ver si tengo fiebre! ¡Llora sobre mi hombro! ¡Es mi cum pleaños! ¡Quiero u n regalo! P a la b ra q u e tra n s fo rm a Objetivo: reflexionar sobre n u e stra form a de acoger la Palabra de Dios en n u estras vidas. M ateriales: un trocito de plástico duro, un pedazo de tiza, un frasquito de m edicinas vacío, u n a esponja y una palangana con agua. D esarrollo: • Explicar que el agua re p re se n ta la Palabra de Dios y el objeto es la p ersona que la lee y la escucha. • Colocar el agua en la palangana, sum ergir el plástico y observar lo que ocurre con él; hacer lo m ism o con la tiza, después con el frasquito vacío y, por último, con la esponja. 126

Luego invitar a cada uno para que reflexione: 9 ¿Perm ito que la Palabra de Dios transform e mi vida? ° ¿Soy como el plástico que no absorbe nada y ni siquiera ahonda en el agua? ° ¿Soy como la tiza que guarda el agua para sí, sin com par­ tirla con nadie? e ¿O soy como el vidrio, que retien e el agua sólo p ara pasarla p ara los otros, pero sin guardar nada para sí? 9 O bien, ¿soy como la esponja, que se deja em p ap ar bien y p erm ite adem ás que la exprim an para que otros p uedan servirse del agua? Iluminación bíblica: Is 40,8; Mt 7,24; 2Tim 3,16.

Com partir Objetivo: observar h a sta qué punto las personas in terp retan los hechos según su propia experiencia. Tiempo: 30 m inutos, con un grupo de diez personas aproxi­ m adam ente. M ateriales: lápiz o bolígrafo y u n a hoja de papel en blanco p ara cada participante. Desarrollo: • Form ar un círculo y distribuir los lápices y los papeles. ° Pedir que cada uno describa u n a escena cualquiera, sim ­ bolizando su vida cotidiana dentro de la com unidad. 9 A los 2 m inutos, pedir que cada cual pase su papel al p ar­ ticipante de la izquierda, para que concluya la descripción de la escena. • A los 2 m inutos, pedir que los papeles vuelvan a sus dueños y cada uno com ente la escena que dibujó y diga si el final fue o no sem ejante a lo que había im aginado.

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Presentación - riqueza de los nom bres Objetivo: ayudar en la presentación y la m em orización de los nom bres de personas que todavía no se conocen. Tiempo: 30 m inutos. Materiales: tiras de papel, rotulador, papel grande p ara collage y cola.

Desarrollo: • Pedir a todos que an d en por la sala, m irándose en silencio, al son de una m úsica. • Al te rm in a r la m úsica, se form an parejas y se p re sen ta n con un gesto, en silencio. • R eem prender la m úsica y pedir a las parejas que anden por la sala. • Suspender la m úsica y pedir a dos parejas que se p resen ten y form en un grupo de cuatro personas. • D istribuir las tiras de papel y los rotuladores p ara todos y pedir a cada uno que escriba su nom bre. • R epartir a cada grupo un papel grande y pegam ento. D es­ pués de m o strar el nom bre a los com ponentes del grupo, pedir a cada uno que corte la tira y separe las sílabas. • Sugerir a cada grupo que m onte una palabra, u n a frase o u n acróstico con las sílabas y la pegue, haciendo un cartel. Ejemplo: Alfredo + Yolanda + U rsula +D avid — Ayuda. • D ejar que cada grupo rep resen te los nom bres de los com­ p o nentes y la frase o palabra que compuso.

Ser Iglesia Objetivo: hacer u n a evaluación del cam ino de la catequesis. Tiempo: De 10 a 15 m inutos. Materiales: una hoja de papel para cada participante.

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Desarrollo: • D istribuir las hojas y pedir a todos que las m uevan, h a ­ ciendo una sinfonía con el ruido del papel. • Reflexionar: esa alegre sinfonía significa n u estro cam ino e n la catequesis. • Pedir a los participantes que hagan otras reflexiones, com ­ parando la catequesis con el sonido y el m ovim iento de las hojas de papel. • Sugerir a todos que a rru g u e n las hojas con las m anos y, con ellas bien arrugadas, in te n te n rep etir la sinfonía de sonidos, cosa que no será posible. • Reflexionar: con el co rrer del tiem po, las dificultades, tensiones, reclam aciones, roces, etc., nos hacen p erd er la m otivación. • Dejar que las personas hagan otras reflexiones respecto de las dificultades de la catequesis y cómo poder superarlas.

Terrem oto Objetivo: reflexionar acerca de la com petencia, de la lucha por los m ejores puestos, de la realidad social, de la exclusión, de la cooperación, etc. El n úm ero de los participantes debe ser m últiplo de tre s m ás uno. Ej. 22 (7 x 3 = 21 + 1). Tiempo: 40 m inutos. Materiales: ninguno, solam ente un espacio am plio donde todos p uedan m overse. Cuanto m ayor sea el espacio, m ejor será la dinámica. Desarrollo: • O rganizar grupos de tre s personas y dejar una fuera. • Cada grupo re p re se n ta u n a casa con dos p ared es y un morador.

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• La paredes, u n a fren te a la otra, se dan las m anos (como en el tú n e l de la cuadrilla), form ando u n a casita, dentro de la cual se coloca el morador. • La p ersona que se q ueda fuera, grita u n a de las tre s opcio­ nes: ¡MORADOR! - y todos los m oradores deben salir de la casa en que se e n cu e n tra n e ir a otra. ¡PARED! - las paredes deben cam biar de lugar, m ien tras los m oradores p erm an ecen de pie. ¡TERREMOTO! - todos cam bian de lugar al m ism o tiem po: quien era pared pu ed e volverse m orador y viceversa. • A cada cambio, la persona que e stá en el m edio debe correr p a ra ocupar el espacio de alguien. Q uien se quede fuera será el prim ero que grite. • D espués de que te rm in e el tiem po, se reú n e el grupo y se com ienza el diálogo: ¿Cómo se h a n sentido los que se h a n quedado sin casa? Los que tenían casa, ¿han pesado en dejar el lugar al que estaba en el m edio? ¿Nos sentim os excluidos en el grupo? ¿En la escuela? ¿En el trabajo? ¿En la sociedad? ¿C om petim os y excluim os? ¿Lucham os por conseguir el lugar que creem os que nos p erten ece? M ez c lar o no Objetivo: reflexionar sobre la participación de cada persona en la com unidad. H acer u n a evaluación, etc. Tiempo: 20 m inutos. Materiales: tre s vasos con agua, u n puñado de arena, u n poco de aceite y un poco de vino o líquido de color rojo. Desarrollo: • Colocar en un lugar visible los tre s vasos de agua. • Pedir a alguno que m ezcle alg u n as gotas de aceite e n el

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p rim er vaso, a ren a e n el segundo y el líquido rojo en el tercero. • Iniciar el diálogo p a ra que las p ersonas in te rp re te n lo que ven, haciendo com paraciones con la vida en com unidad y con los tipos de personas que en ella conviven.

Cambio de un secreto Objetivo: fortalecer el espíritu de am istad, confianza y ayuda m u tu a en tre los m iem bros del grupo. Tiempo: 45 m inutos, con un grupo e n tre 15 a 30 personas. M ateriales: lápiz y papel p ara todos los p articip an tes y un recipiente para recoger los papeles doblados. Desarrollo: • D istribuir el papel y el lápiz a todos, y pedir a cada uno que escriba algún problem a, an g u stia o dificultad por la que está pasando y no consigue e x p resar v erb alm en te. R ecom endar que los papeles no sean identificados, a no ser que la perso n a lo quiera. 0 Pedir a todos que doblen los papeles. D espués recogerlos y redistribuirlos. • Solicitar a cada persona que procure encontrar un a solución p ara el problem a que recibió por escrito. • D espués de algunos m inutos, dejar que cada uno exponga el problem a recibido por escrito y la solución que aporta. Esta actividad debe realizarse con b a sta n te seriedad. No es aconsejable hacer com entarios o p reg u n tas. • Por último, abrir un diálogo sobre los problem as propuestos y las soluciones p resen tad as.

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INDICE PRESEN TA CIÓ N

....................................................................................

5

I. HISTORIA DEL PUEBLO DE DIOS 1 - U N A BIBLIOTECA D E D IO S PARA N O SO TR O S ............... A) El s ig n ific a d o d e la p a la b r a B i b l i a ..................................... B) L a d iv is ió n d e lo s t e x t o s ......................................................... C) C u á n d o c o m e n z ó a e s c r ib ir s e la B i b l i a ........................... D) L as le n g u a s d e la B i b l i a ......................................................... E) L as t r a d u c c i o n e s ........................................................................ F) B ib lia « ca tó lic a » y B ib lia « e v a n g é lic a » ............................. G) Los lib ro s a p ó c r i f o s ................................................................... H ) El s im b o lis m o b íb lic o ...............................................................

9 9 9 10 11 11 11 12

2 - D IO S SE CO M U N ICA EN N U ESTRO L E N G U A JE ............... A) I n s p ir a c ió n d i v i n a ..................................................................... B) A u to re s h u m a n o s .......................................................................

12 12 13

3 - D IO S SE REVELÓ AL PUEBLO DE IS R A E L ..........................

13

4 - LOS O RÍG EN ES: LOS RELATOS D E LA C R E A C IÓ N ........ A) L a p r im e r a n a r r a c i ó n ............................................................... B) L a s e g u n d a n a r r a c i ó n ............................................................... C) El «no» d e l c o ra z ó n h u m a n o : el p e c a d o ..............................

14 15 17 18

5 - D IO S RENUEVA LA A LIANZA ..................................................

19

6 - LOS PATRIARCAS, LOS PADRES D E LA FE .......................

20

7 - REFLEX IO N A R PO R M ED IO DE D IN Á M IC A S .................... I) Los a n i m a l e s ................................................................................ 2) Los p e r i ó d i c o s .............................................................................. 3) D is p o n ib le c o m o la a r c i l l a .....................................................

22 22 23 23

8 - M O M EN TO DE ESPIRITU A LID A D .......................................... C e le b ra c ió n d e la lu z - Los s ie te d ía s d e la C re a c ió n ...

24 25

9 -E V A L U A C IÓ N ...................................................................................

26

9

133

II

- É X O D O : E L C A M IN O D E L A L IB E R A C IÓ N

1 - DE LA ESCLAVITUD A LA L IB ER TA D ................................... A) L a o p r e s ió n e n E g i p t o ............................................................. B) La lib e ra c ió n c o n M o isé s, e l líd e r d e l E x o d o ................ C) ¿ Q u ié n e s e s e D i o s ? ................................................................. D) El p ro y e c to d e la lib e r a c ió n ...................................................

29 29 29 30 31

2 - EL D IO S DE LA A L IA N Z A ............................................................ A) El c o ra je d e s a l i r ........................................................................ B) El D io s d e l S i n a í .......................................................................... C) La fe e n a c c ió n ...........................................................................

32 32 32 34

3 - EL D ESIERTO , CAM INO H A C IA LA NUEVA V I D A .......... A) L as d if ic u lta d e s d e l c a m in o .................................................. B) El r ie s g o d e la l i b e r t a d ............................................................

35 35 36

4 - LOS M A N D A M IEN TO S, C O N ST IT U C IÓ N DEL PUEBLO D E D I O S .............................. A) U n a c o n s titu c ió n d i f e r e n t e .................................................... B) R e le e r h o y lo s m a n d a m i e n t o s .............................................

37 37 38

5 - R ESU M E N .............................................................................................

39

6 - EST U D IE M O S M Á S ........................................................................

40

7 - PARA AYUDAR EN LA C A T E Q U E SIS...................................... S u g e r e n c ia d e l e c t u r a ....................................................................

41 41

8 - REFLEX IO N A R PO R M ED IO DE D IN Á M IC A S ................... El C re d o d e I s r a e l - La P a la b ra s e h a c e o r a c i ó n ...............

42 43

9 - M O M EN TO DE ESPIR IT U A L ID A D ............................................

43

III

- JU E C E S » R E Y E S , P R O F E T A S , E X IL IO Y R E G R E S O

1 - D EFEN SO R ES Y C O N SE JE R O S DEL PUEBLO, LOS JU E C E S ....................................................................................... A) L íd e re s e n la fe y e n la o r g a n iz a c ió n ............................... B) D é b o ra , la s a b ia d e l á r b o l ....................................................... C) S a m u e l, e l j u e z p r o f e t a ...........................................................

134

47 47 48 49

2 - ISRAEL QUIERE UN REY, EL TIEM PO DE LA M O N A R Q U ÍA ............................................. A) S a ú l, e l p r im e r r e y .................................................................... B) D a v id , t a n f u e r te c o m o f r á g i l .............................................. C) S a lo m ó n , e l « sab io » q u e p e r m itió la i d o l a t r í a ..............

49 50 50 51

3 - ES PR EC ISO QUE A LGUIEN DENUNCIE Y A N UNCIE, LOS P R O F E T A S ..................................................... A) El s ig n ific a d o d e la p a la b r a p r o f e t a .................................. B) Q u ié n e s s o n lo s p r o f e t a s ........................................................

52 52 53

4 - LOS LIBROS DEL E X IL IO .............................................................

59

5 - EL RETO RN O A J U D E A ..................... ......................................... A) L a r e c o n s tr u c c ió n d e l j u d a i s m o ......................................... B) J u d á e n e l p e río d o p o s t-e x ílic o , la t i e r r a q u e a c o g e a to d o s ........................................................

62 62

6 - REFLEX IO N A R PO R M ED IO DE D IN Á M IC A S ................... C o ra z ó n d e p i e d r a ........................................................................... Los a r t i s t a s ..........................................................................................

68 68 68

7 - M O M EN TO DE E SPIR IT U A L ID A D ............................................

69

8 - E V A L U A C IÓ N ....................................................................................

69

64

IV - JESÚS, DIOS CQM NOSOTROS 1 - D IO S ENVÍA A SU H I I J O .............................................................

73

2 - LA PR O M ESA DEL M E S ÍA S ........................................................

73

3 - LA V ID A OCULTA DE JE S Ú S EN N A Z A R E T .......................

75

4 - LA V ID A PÚBLICA DE J E S Ú S ....................................................

76

5 - LA CRUZ ..............................................................................................

78

6 - LA R E SU R R E C C IÓ N ........................................................................

80

7 - R E SU M E N .............................................................................................

81

135

8 - REFLEXIONAR PO R M ED IO DE D IN Á M IC A S ................... P l e g a d o ..................................................................................................... I lu s tr a c io n e s ............................................................................................

83

9 - M O M EN TO DE E SPIR IT U A L ID A D ...........................................

85

1 0 -E V A L U A C IÓ N ...................................................................................... ¿P o r q u é e s n e c e s a r ia la e v a l u a c i ó n ? ..................................... ¿ C ó m o p o d e m o s e v a l u a r ? .................................................................

86 86 86

83 84

V - SEGUIR A JESÚS, LA MISIÓN 1 - CO N TIN U A N D O LA OBRA DE JE SÚ S: LA IG L E S IA ........

91

2 - VIENE EL ESPÍR IT U SANTO ..........................................................

91

3 - SIG N O S DEL ESPÍR IT U SANTO EN EL LIBRO DE LOS H E C H O S ....................................................

93

4 - LOS PILARES DE LA V ID A EN C O M U N ID A D .....................

94

5 - EL NUEVO RUM BO DEL ESPÍR IT U (EL CONCILIO DE JE R U SA L É N )....................................................

95

6 - EL TESTIM ONIO HA STA LOS CONFINES DEL MUNDO ....

96

7 - LOS D E SA FÍO S A LA IG L E S IA ..................................................

97

8 - EL SIG N IFIC A D O DE LA PALABRA C A TÓ LIC O ................

98

9 - LA T R A D IC IÓ N A PO STÓ LIC A Y EL M A G ISTER IO DE LA IG L E S IA ........................................

99

10 - REFLEX IO N A R PO R M ED IO D E D IN Á M IC A S ................ 100 ¿ C u á l e s n u e s t r o r o s t r o ? .................................................................. 100 11 - M O M EN TO DE E SPIR IT U A L ID A D ............................................ L la m a d o a s e r a p ó s t o l....................................................................

101 101

1 2 -E V A L U A C IÓ N .....................................................................................

102

136

VI - ANEXOS 1 - CATEQUESIS L IT Ú R G IC A ............................................................ A) L a M isa, c e n a d e l S e ñ o r y d e la c o m u n id a d .................. B) G u ía d e la c e le b r a c ió n e u c a r í s t i c a ..................................... C) P a ra a y u d a r e n la s c o n f e s io n e s ............................................ D) El c u a d ro d e El r e g r e s o d e l h ijo p r ó d ig o .........................

10 5 10 5 108 113 115

2 - SU G EREN CIA S D E D IN Á M ICA S PARA EN CUENTROS . P r e s e n t a c i ó n ....................................................................................... A b re los o jo s ....................................................................................... A r t i s t a ................................................................................................... La v e la y la c u e r d a ......................................................................... C h o c o l a t e ............................................................................................. C o n o c e r e l g r u p o ............................................................................. D is e ñ o .................................................................................................. D r a m a tiz a c ió n ................................................................................... E je rc ic io d e la c u a l i d a d ................................................................. E n tr e v is ta c o l e c t i v a ........................................................................ J u e g o s d e b i l l e t e s ............................................................................ P a la b ra q u e t r a n s f o r m a ................................................................ C o m p a r tir ............................................................................................. P r e s e n ta c ió n - r iq u e z a d e lo s n o m b r e s ................................. S e r I g l e s i a ........................................................................................... T e r r e m o t o ........................................................................................... M e z c la r o n o ....................................................................................... C a m b io d e u n s e c r e t o ....................................................................

118 118 119 119 120 121 121 12 2 12 3 12 3 124 12 5 126 127 128 128 129 130 131

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