Iviva_1987_130-131

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EL ESPIRITU COMO «TERCERA PERSONA» DE LA TRINIDAD e EN JESUS, EL CRISTO, SE REALIZA EN PLENITUD LA ACCION DEL ESPIRITU EN EL HOMBRE e ¿PUEDE UNO ATREVERSE HOY DIA A VIVIR CON ESPIRITU? e EL ESPIRITU SANTO EN LA ESTRUCTURA DE LA IGLESIA e LA PRESENCIA DEL ESPIRITU EN LA HISTORIA e ESCAPISMO, LIBERTAD CREADORA Y SOLIDARIDAD EN NOMBRE DEL ESPIRITU

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(· .'

REVISTA

DE

IGLESIA VIVA PENSAMIENTO

CRISTIANO

'

.

IGLESIA

VIVA

Creer hoy en el Espíritu

IGLE,SIA

VIVA

I

t

Núms. 130-131, julio-octubre L987 Página

353

PRESENTACION

ESTUDIOS

Jesús el Cristo: ungido con el Espiritu' Apuntes para una cristologia y una soteriologia pneumatológicas' Por Josep Vives Vivir en el EsPiritu Santo historia adentro. Por F. Javier Vitoria

El Espiritu Santo en la est ructura de la lglesia. Por Juan A. Estrada ElEspirituenlahistoria.JoaquindeFiore.PorEvangelista

Vitanova

Creer en el

lloso

.

Espiritu Santo. Por Josep María Rovira Ve-

357

373 391 4o1

413

NOTAS Espiritu Santo. Por Xabier

Pikaza

429

DEBATE Juan Pablo ll, un Papa LIBROS RECIBIDOS

controvertido

455 471

PRESENTACION

En este número IGLESIA VIVA aborda de nuevo un tema teolÓgico, un tema fuerte de los que ponen a prueba a los verdaderos teólogos. El tema trinitario del Espíritu Santo. Pero IGLESIA VIVA, Revista de Pensamiento Cristiano, que se quiere rigurosa, pero no precisamente académica o academicista, quiere siempre hacer una teología que sea viva y significante para el hombre de hoy. En el próximo número reflexionaremos, precisamente, sobre qué significa hacer teología hoy en España. Pero nuestro talante es conocido ya por todos /os lectores. Por eso no se extrañarán que nuestra reflexión teológica trinitaria ta titulemos "}REER HOY EN EL ESPIRITU". No podemos tratar del Espíritu Santo de una forma ahistórica y terminológicamente encapsuladora y encubridora de su desbordante realidad. De ningún tema teológico, pero menos que de ninguno del Espíritu. Es un desafío siempre hablar del Espíritu. Es querer asir el Viento o hacer posar el Movimiento. El Espíritu nos hace entender a JesÚs por dentro y llamar a Dios Abba, Padre. Es más propiamente suieto que obieto de la Teología. Es el acompañante que cuando te das cuenta que estaba ahí, ilu' minando tu mente y encendiendo tu corazón, y quieres retenerlo, captarlo, desaparece.

Y, sin embargo, la tradición está llena de palabras y descripciones del Espíritu. lncluso el talante, típicamente católico, de plasmar y popularizar lo divino en imágenes y catequesis visuales, ha encontrado en la alusiÓn sinóptica a la "forma de paloma" la manera de retratar a la Tercera Persona. Y en la apoteosls del Barroco, Bernini colocó, con voluntad de definitividad, la paloma en la gloria dorada sobre la ascendente-descendente Cátedra de Pedro. Pero el Espíritu, por definición, se escapa a cualquier letra o imagen que quiera encerrarlo y utilizarlo, aunque sea tan grandiosa como la farnosa construcción del Vaticato. PRESENTACION

3s3

l

Es un tópico referirse al Espíritu como «el gran olvidado". No hay tal, y sobre todo en nuestro tiempo. El lector puede empezar por oiear la excelente nota bibliográfica que ha preparado para este nÚmero KABIER PIKA' ZA. Hay una abundancia de libros y escritos sobre el tema, o, meior, hay una abundante producciÓn sobre temas teológicos baio el aspecto formal de la acción del Esqiritu.

La sensibitidad y culturas modernas están más preparadas que nunca para oir un mensaje teolÓgico que hable de espíritu, de movimiento, de lo que hace revivir a huesos calcinados, de lo que hace renovar la historia

continuamente a partir del fermento heredado, de lo que hace unirse a los hombres de distlntas razas y culturas, de to único que puede hacer a los hombres libres

y

solidarios.

La sensibilidad y cultura de hoy busca, porque lo necesita para reencontrar su camino, la verdad y la fuerza que le nazca de dentro, no la que le venga impue.sta de fuera por /as yras de la dominaciÓn o el liderazgo. El cristianismo y la lgtesia del futuro o estarán penetrados y esponiados por el Espíritu o no tendrán relevancia. Serán meros resrduos culturales, piezas de museo. El siglo XXI será místico o no será, como ha escr¡to Rahner'

Hay una renovaciÓn carismática y una creciente conciencia de la acción det Espíritu en ta tgtesia. Hay movimientos carismáticos y hay aspiración a que ta lglesia se rija más por las leyes del Espíritu que por las del Poder. No

hay que temer ni reprimir estos movimientos ni andar siempre recelando iluminismos o rebeldías. At fin y al cabo la causa de JesÚs ha llegado hasta nuestros días gracias a estos movimientos y aspiraciones que han ido reno-

vando las instituciones. Pero no hay que limitar esta renovación del Espíritu al recinto eclesial. está continuamente impulsando a los cristianos a salir fuera y fermentar el mundo. Y el Espíritu está también hablando a los crlstianos desde fuera, desde /os hombres y realidades extraeclesiales que El escoge, como a ciro, para purificar y devolver el esplendor a su pueblo. El Espiritu está también hoy, no sólo en /os años sesenta, bullendo y germinando en el mundo, no sólo en ta lgtesia, aunque tanto en uno como en otra el Espíritu de Jesús esté mezclado con el egoísmo o la prudencia de la carne'

El Espíritu

con estas ideas de fondo hemos planteado este número y pedido la colaboración de varios autores. No hemos podido tener todos los artículos que esperábamos, y eso que hemos retrasado por este motivo la salida de este número más de lo conveniente. Es ta dificultad de querer hacer números monográficos. Pero de todas formas, aunque uno o dos artículos -que no renunciamos a pubticar en números sucesiycs- hubieran Completado las 3s4

PRESENTACION

aspectos culturales y pastorales del tema, no era nuestra intenciÓn ofrecer en esie número una Pneumatología sistemática gue deiara al lector la impresión de que habia ya recibido en cápsulas todo lo gue se puede saber sobre el Espiritu. lntentamos únicamente presentar unas plstas que ayuden a seguir unas huellas Y un camino.

El primer trabajo, de JOSEP VIVES, recoge las referencias al Espíritu que es necesari1 hacer para entender correctamente la misiÓn salvadora de Jesús. Serían unas plstas para una Cristología y Soterología según el Espíritu. JAVTER V\TORIA habla de la vida del Espíritu en nosotros, de espiritualidad, por tanto. Pero de una esp¡r¡tualidad para hombres de nuestro tiempo, que no huyen de su historia, s¡no que se entrañan en ella, en la trama personal y social de todo aquello que nos estructura y que el Espíritu, a través de nosotros, quiere transformar si nas atrevemos a deiarnos conducir por El.

JIJAN ANTONIO ESTRADA ve la Eciesiologia a través del Espiritu, lo que puede y debe ser una lglesia empapada de esta nueva pQrspectiva que ilumina /os temas más conftictivos hoy en la lglesia: /a slntesls de tradición y renovación, unidad y pluralismo, liberlad y autoridad, etc. En la Historia de la lglesia ha estado siempre presente esta Teología del Espíritu, aunque a veces no ha sido bien acogida. EVANGELISTA VILANOVA nos presenta el caso de Joaquin de Fiore, el valor de su Teologia y las consecuencias y fructificación intra y extraeclesial de la misma.

lJna reflexión teológica actual, pero más sistemática, es lo que habiamos encargado a JOSE MARIA ROVIRA. Es curioso que a lo que

da más

importancia y espacio es a /a sistematización de todos /os datos sobre el Espiritu que se encuentran en la Biblia. Justamente lo que han ido haciendo sectorialmente los autores precedentes. Por eso es posible que al llegar el lector a esfe estudlo encuentre doblemente pesado ese camino propuesto de oír de nuevo, deiándose impregnar, todo lo que la Escritura nos ha ido diciendo sobre el Espíritu. Pero sólo así, regados por esa referencia directa, puede tener algún sentido, no deformante, el intento de explicación slstemática que constituye la segunda pafte del artículo. La nota de XABIER PIKAZA, aunque haya servido de introducción al número, como indicábamos, queda ahí como vqliosísima referencia bibliográfica para aquel que quiera seguir el estudio del tema en alguno de sus aspectos.

PRESENTACION

355

Reanudamos nuestra secciÓn de DEBATE con un tema que nO está leios del ptanteamiento general del número, aungue no estuviese en el plan origi-

nalquehicimos.Responde,másbien,aundeseodeestarenlaactualidad

delostemasydiscusionessoÓrelosproblemasdelalglesia,deofrecer una plataforma de tibertad de expresión sobre estos temas en un momento qi6 otros medios se cierran o se autocensuran excesivamente. Creemos

",que la reflexión

de GONZALEZ FAUS sobre la potémica en prensa diaria de y, desde MTRET MAGDALENA y MARTTN DEscALzo es útil y sugerente, que futuras reciben se sl es debate, et cerrado esto con luego, no deiamos aportaciones.

Comoyahemosdicho,nuestroretrasoensalirsehadebidoúnicamente

para el retraso en recibir algunos originales pedidos e imprescindibles tratam¡ento del tema monográÍico.

al

Algún lector se puede haber alarmado pensando que podía tener relación con et manif¡esto intento de ir poniendo dificultades a publicaciones gue se hayan distinguido por su libertad de información y opinión'

No hay nada de esto, a/ menos por ahora' Et equipo de IGLESIA VIVA cree que una teología que sirva histÓricamente a la fe de la lglesia necesita un clima de tibertad para eiercitar responsable y dialogalmente su misión. Y que es necesario que en la tglesia circulen con libertad y transparencia las los informaciones, los documentos presentados en asambleas y sínodos, que acepta lglesia documentos incluso en su fase de discusión. sólo una esta liberlad en su interior puede tener credibitidad ante el mundo de hoy. Por eso nos solidarizamos con la línea editorial que seguía vlDA NUEVA produhasta ahora, y sentiríamos que el desafortunado cambio de director jera un cambio en este servicio que estaba prestando'

Nosotros,pornuestraparte,mejorandolarevistaypotenciandoelad.

que informamos en el último número a iunto servicio de DocumentaciÓn, det los lectores, seguiremos, con responsabilidad' pero sin autocensura, cumptiendo con la tarea de ayudar a la promoción de un pensamiento cristiano vivo y actual.

356

PRESENTACION

ESTUDIOS

JESUS EL CRISTO: UNGIDO CON EL ESPIBITU Apuntes para una cristología y una soteriologfa pneurnatológicas

Por Joser Vrvrs

SER CRISTIANO: SER HIJO POR EL ESPIRITU DEL HIJO

no sin razón,. que el cristianisde valorar debidamente la función que la pa".áU"¿J al Espíritu Santo en la transformación y salvación atribuye

Se ha dicho a veces, desgraciadamente

mo occidental no ha

i"Ur",.".fr¿a

en la de los hombres. ciirtamente confesamos la realidad del Espíritu Pentccostés en y pen§amos Dios, en personas ."*"ti¿. de la rinidad de

de Jesús como el momento en que el Espíritu fue enviado a los seguidores Pero no sé lglesia. en y constituirlos royos t.rtigor párl1r*rf..marlos.n ,i ,.n.rrro, suficiente concieñcia de hasta qué punto la efusión Permanente á.i *piriau y su acción continuada en nosotros -tanto en el marco indiviel ser c_ristiadual clmo eí el marco eclesial y social- es lo que determina Iglesia. la de vital meollo el que .onriitoy. mundo y lo _Parece ", ", q"" "f t ie concebim-os el cristianismo o la Iglesia sólo por ;;;; la Iglesia los.que pretenden ser ,efe.en.ia a "Uitoá-.t Jesús: son cristianos y forman

que no §e es seseguidores de ¡esús. Pero acaso no nos damos cuenta de enseadmirables sus segrrir proponga griJ", á. ¡*,1", sólo porque uno se sublime más el como coñcebidos Evangeiioi orrot ;;r;, --cJnsignada, in eiemplo de ;eü; -átA!r. haya producido-la-humanidad- o imitar elseguir las ensólo dio. Se¡ cristiarro no es ;;.f;" vida humana que él nos de de modo su imitar de tratar ;;;;"t doctrinales o mo.ales Jesús, o recibido de Espíritu por el Jesús, vida: ser cristiano es ser transfot-ádo a como don actuante y vivificante que él otorga a los que se le entregan'

¡t.-¡;;;; .o*p.""á"n JOSEP VIVES

la profunáidad infinita de su enseñanza y de

sus

357

eiemplos y tengan la fuerza conforme a ello.

1ue

de sí mismos no tendrían- para vivir

Ser cristiano es más que vivir de la enseñanza y el recuerdo de un maestro venerado -como Sócrates u otro maestro humano-; y la Iglesia es más que la asociación de un grupo de discípulos que intentan guardar la fidelidad al recuerdo de un maestro. Ser cristiano es enttaf efl utta nueua ¡elación con Dios a traués de Jesucristo que nos otorga el don de su Espi ritu, capaz de transformar y renov¿u nuestras vidas. Ser cristiano es pasar de la esclavitud y del miedo impotente, en que nuestra condición de pecadores nos sitúa ante Dios, al gozo de la libertad de sentirnos hijos de Dios, acogidos y amados por é1. Ahora bien, como dirá Pablo,

.Los que son llevados por el Fspíritu de Dios,

ésos son hijos

de Dios" (Rom 8,14). Ser cristiano es ser hiio libre de Dios, no esclavo del pecado y de los egoísmos y apetencias pecaminosas -lo que Pablo llama "l¿ 6¿¡¡6"-; y sólo

.i

t i;o de Dios el que es transformado y llevado por el Espíritu de Dios.

Esa es la gran obra salvadora de Cristo: comunicar al mundo el Espíritu de Dios, Espíritu de filiación, que él tiene como propio, por ser Hiio único y propio de Dios, y que él nos otorga por el hecho de hacerse hombre y treimano nuestro, sin deiar de ser Hijo de Dios. Esta es la misión de Cristo, la finalidad última de su encarnación, que comportaría su muerte a

manos del pecado humano: no solamente darnos una enseñanza éticoreligiosa, que en definitiva no sería sino una nueva .ley", aqnque fuera más perfecta que la antigua; ni solamente darnos ejemplo de vida humana perfecta, sino darnos el Espíritu de Dios, que él tiene como Hijo de Dios. San Pablo lo dice con audacia increíble:

oNo recibisteis un espíritu de esclavos que os retuviera en el temor: habeis recibido un Espíritu de hijos adoptivos, que os hace exclamar: iAbbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y si hijoi, también herederos: herederos de Dios (Padre) y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados" (Rom 8,13-17).

Lo que Cristo ha hecho es que el Espíritu de Dios se una a nuestro espíritu de esclavos, transformándonos en hiios libres y herederos- de Dios con é1. En la carta a los gálatas mayor fuerza: 358

se exPresa

esto mismo, quizás todavía con

JESUS

EL CRISTO

«Nosotrosr cuando éramos menores de edad, vivíamos esclavizados por las fuerzas del mundo. Pero, cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su propio Hijo, nacido de mujer y sometido alaLey, con la misión de rescatar a los que vivíamos

bajo la Ley y restituirnos la dignidad de hijos adoptivos' Y, en

cuanto hiios que somos, enuió Dios al Espíritu de su Hiio a nuestros corazones, el cual clama: ¡Abbá, Padre! De manera que ya no eres siervo, sino hiio: y si hilo, también heredero por obra de Dios" (Gal 4,3-7).

Difícilmente podría expresÍ¡rse con más claridad lo que significa ser cristiano: significa ser recuperado de una condición de esclavitud y sometimiento al lecado -olas fuérzas del mundo"-, qr¡e nos hacía vivir en el te-

mor ante Dios, para la condición originaria de la libertad de hiios de Dios y herederos suy-os. Para esto Dios, d llegar a la plenitud de los tiempos, envió a su propio Hijo, hecho hombre como no§otros -"nacido de mujer, bajo la Ley,-, y envió también por El "d Espíritu de su Hijo', Espíritu de filiación, que nos hace clamar ¡Abbá, Padre!, y que "uniéndos_e a nuestro espíritu da testimonio de que somos hijos de Dios" (Rom 8,16). La salvaci3n y liberación crisriana se realiza a través de este doble envío: el Hijo de Dios viene a asumir nuestra condición humana: y de él y por él recibe la humanidad su propio *Espíritu de Hiio", Espíritu de filiación que hace a los hombres hijos iibro y herederos de Dios. La liberación y salvación cristiana es obra del Espíritu de Jesús, el Hiio, enviado por el Padre. I.a donación del Espíritu di filiación es la razón de ser del envío de Jesús y la consumación de su obra salvadora. Jesús nos salva otorgándonos su Espíritu de Hiio y haciéndonos así "hiios de Dios". Así reconocemos a Dios como Padre -y no ya sólo como legislador y iuez- y nos reconocemos ante é1 como hermanos dispuestos a vivir la fraternidad.

EL ESPIRJTU, CONSUMADOR DE LA OBRA DE JESUS Esta doctrina de san Pablo viene confirmada Por una observación que hallamos, casi como marginal, en el Evangelio de Juan. Jesús había subido a Jerusalén a la fiesta de los Tabernáculos, y después de-una intensa enseñánza en el templo, el último día de la fiesta, se Pone a clamar a voces:

oEl que tenga sed, que venga a mí, y beba el quecree.en mí' Como dice la Escritura, de sus entrañas manarán ríos de agua

viva." JOSEP VIVES

359

Y comenta el evangelista: uEsto decía del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en El. Porque todavía no había Espíritu, ya que Jesús no había sido aún glorificado" 0n 7,37-39).

La efusión del Espíritu es el cumplimiento efectivo de lo ofrecido y prometido por Jesús, la consumación de su obra, que se realizaría en el momento de su "glorificación,, es decir, en el momento en que Jesús, superando su condición de hombre sometido a las limitaciones humanas y a la muerte, se manifiesta en su pleno poder de Hilo de Dios. Por esto el mismo evangelista no duda en poner la efusión del Espíritu en el mismo día de Pascua y como momento esencial de la primera manifestación de Jesús glorificado a sus discípulos. Aunque Lucas, buscando una perspectiva mrís histórica, haya separado cronológicamente en los Hechos de los Apóstoles la Pascua de Resurrección y la venida del Espíritu, cincuenta días más tarde -
yo os envío a vosotros. Y "Como me envió el Padre, también sopló sobre ellos, diciendo: Recibid al Espíritu Santo. A quienes perdonareis los pecados, perdonados les quedan; a quienes los retuviereis, retenidos les quedan" {n 20,27-23).

La plena glorificación de Jesús no está sólo en que logró superar la muerte, sino en que, vivo y sentado a la diestra del Padre, sigue actuando en el mundo por el poder de su F-spíritu, que él dejó a los suyos con aquel soplo simbólico que los constituía en continuadores de su propia misión salvadora. lesús glorificad,o es lesús que sigue actuando a traués de su Espíritu para el perdón de los pecados, para la saluación del mundo.

360

JESUS EL CRISTO

EL MESIAS: EL EL ESPIRITU DE YAHVE"

*REPOSARA SOBRE

y La idea de que el Mesías actuaría por la fuerza del Espíritu de Yahvé exPresa se Espíritu del acción una sería que la acción mesiánica sdvadora J, .laramente en el Antiguo Testamento. Y no sólo en el sentido de que frecuentemente al Espíritu de Yahvé lo á; *"-;;.;a general'Jatribuye "sit o que muy párticularmente se expresa la obra-del Meqor Oi"t ha.e, del'Espíritu. La profecía de Isaías lo dice así: "RePosará Ji^ .o-o espíri"".ión ,.Ur. ¿i.f Espíritu de Yahvé, espíritu de sabiduría y de inteligencia., y¡[vf" (Is ¿t temor y.de de ciencia espíritu y fortaleza, io i. ."nt"i" de mi Espíritu 11,2). El pii..r canto del §ieruo de Yahvé comienza: "Puse toúr" ¿t..." (Is 42,1). El tercer Isaías insistirá con las palabras que Jesús se está aplicaría a sí mismo en la sinagoga de Nazaret: "El Espíritu de Yahvé polos a nueva la buena p"ra anunciar ;b;; ;, porque me ha ungiáo bres..." (Is 61,1). Ezequiel se complace en explicar la novedad de los tiempos mesiánicos: uOi daré un corazón nueró -dice Yahve- y pondré en v,estro interior un Espíritu nuevo... Pondré mi Espíritu en vuestro interior, para que prt".a¿it segun mis precePtos» (Ez 3¿25-27)' .Mirad voy a infundiros (Ez ,rn ,oplo *.iititr- y reviviréis", dice Dios al montón de huesos secos Espírimi habré derramado porque ¡7,g).'"N" les ocultar¿ más mi rostro, tu sobre la casa de Israel, oráculo del Señor" (Ez 39,29)'

al Espíritu como.don meJoel, unos 350 años antes de Cristo, veráya *Derramaré mi Espíritu sobre pueblos: los siáiico:universal, para todos los esclavos desobre Aun profetizarán... hiias e hijos iJr."rn.. Vo"siros ir".".¿ mi Espíritu eá aqueÍos li¿s" (foel 3,1-2). San Pedro recordaría este texto el día de Pentecostés. La comunidad cristiana interpreta el mesianismo de Jesús de acuerdo con estos textos: en Jesús se ha hecho definitivamente presente y actuante

.igrpti " de yahvéirometido. El evangelista Lucas, al organizar los reladel tos dil nacimiento e infancia de Jesús, vérá en ellos la constante acción sdudo al (Lc 1,35); aJesús por él concebirlMaría Erpfrir" i*to, fslbel,

senti; saltar de gozo al niño que lleva, nllena del Espíritu santo, (Lc i¡t'¡; Z.acarias entóna su Benedictus también ulleno del Espíritu Santl, 0-c LZZI, igual que el vieio Simeón entonará su Nr"c Dimittis (Lc

de María,

2,26-27). Pero el g¡¿rn acontecimiento que pre§enta a Jesús como el Mesías prometido, en {uien se cumplía la aniigua promesa del Espíritu, es la teofanía JOSEP

VMS

361

que sigue a su bautismo en el Jordrín. Esta debía constituir el tema inaugural de la primitiva catequesis sobre Jesús; los tres sinópticos, al poner esta teofanía al comienzo al comienzo de su relato, presentan a Jesús desde el primer momento como el Mesías Prometido. Por fin «se abrieron los ciels5», corlo había anhelado Isaías (Mt 3,16; Is 45,8; 64,1); se oye la voz del Padre que declara a Jesús su Hiio-siervo amado, como Isaías y el Salmo habían dicho del Mesías (Mt 3,17; Is 42,L; Salm 2,7); y se ve descender el Espíritu en forma de pdoma, visualizándose el cumplimiento de Ia palabra que había dicho: nReposará mi Espíritu sobre é1, (Mt 3,16; ls 11,2;42,1; 44,3). No podía decirse que Jesús era el Mesías esperado de una manera más clara y penetrante que con esta maravillosa escena inaugural de la vida pública, en la que se oye y se ve -{omo en los modernos sistemas visuales- el mensaje: Jesús es el Mesías, porque es el Hijo-Siervo amado de Dios en quien se posó el Espíritu de Yahvé, y por quien este Espíritu va a renovar lafaz de la tierra.

CRJSTO,

EL "UNGIDO CON EL ESPIRITU SANTO"

Esta forma de catequesis inaugural que proclama que ese Jesús, que recibe el bautismo de Juan mezclado y confundido con los pecadores, es en realidad el Mesías prometido, el Hijo amado de Yahvé sobre quien reposa el Espíritu del Señor, además de hacer clara y literal referencia a los cantos del Siervo de Yahvé, hace también referencias a la idea del Mesías como rey y descendiente de David, en'quien se cumplen las promesas hechas al fundador de la dinastía de Jerusalén. Hay un eco del salmo mesiánico que dice: "Tú eres mi Hijo, hoy te he engend¡¿de" (Ps 2,3), que a su vez recoge la profecía de Natán a David: "afirmaré la descendencia que saldrá de tus entrañas... Yo seré para él padre, y él será para mí hijo... tu trono estará firme eternamente» (2 Sam 7,12ss). De ahí surge la idea del Mesías como "el Ungido, -cn griego, "el Cristo"- a la manera como David, el menor de los hijos de Jesé, había sido ungido por el profeta Samuel

y "a partir de entonces vino sobre David el Espíritu de Yahvé" (1

Sam

16,3). Isaías mantendrá la vigencia de la antigua promesa: "Saldrá un retoño del tronco de Jesé... reposará sobre él el Espíritu de Yahvé" (Is 11,1-2). El Mesías es el «ungido» en la descendencia de David, sobre quien rePosa el Espíritu de Yahvé: así es presentado Jesús en la teofanía de su bautismo, que, muy significativamente, es seguida inmediatamente en el relato de Lucas de la genealogía de Jesus, en la que se subraya su ascendencia davídica. El mismo Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, cuando hace que Pedro exponga sintéticamente quién es Jesus, pone en su boca estas palabras: 362

JESUS

EL CRISTO

«Vosotros sabéis lo sucedido en toda Judea, comenzando por Galilea... cómo Dios a Jesús de Nazaret lo ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con é1" (Hech 10,37-38).

LA TRANSFORMACION DEL MESIANISMO REAL: "UNGIDO PARA ANUNCIAR GOZO A LOS POBRES" Lo que significa esta síntesis de lo que fuera e hiciera Jesús, puesta por Lucas en boca de Pedro hablando en casa de Cornelio, se aclara relacionándola con lo que el mismo Lucas había dicho acerca de la primera presentación pública de Jesús a sus compaisanos de Nazaret. Allí Jesús se aplica a sí mismo la profecía mesiánica de Isaías:

.El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido: me envió para anunciar gozo a los pobres, para proclamar la liberación para los cautivos y la vista para los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor" (Lc 4,78-19; Is 61,1ss). Aquí se explicita el sentido de la nunción» real del Mesías: Jesús es el Rey ungido con el Espíritu de Yahvé y con poder; pero su poder no es el del dominio despótico que ejercen los reyes de la tierra, sino el de la justicia acogedora y perdonadora de Dios, que es gozo para los pobres, libertad para los oprimidos, oferta del jubileo de gracia y de perdón de Dios. En esto se muestra la fuerza del Espíritu con que ha sido ungido. Al decir de Pedro, «Dios estaba con é1", porque "pasó haciendo el bien, curando a todos los oprimidos por el diablo" (Hech 10,38). Jesús es, pues, ungido como Rey con la fuerza del Espíritu; pero la imagen que expresa su realeza es la del Rey de justicia del Salmo 72:

justicia a los humildes del pueblo, "El hará salvará a los hijos de los pobres y aplastará al opresor... Liberará al pobre y al suplicante, al desdichado al que nadie ampara. Se apiadará del débil y del pobre, el alma de los pobres salvará.

JOSEP VIVES

363

De la opresión y violencia rescatará su alma, su sangre será preciosa ante sus oios...

Bendito Yahvé, Dios de Israel, el único que hace maravillas.,

La profecía del retoño de Jesé suponía ya esta imagen del Rey justo, frente a las iniusticias de los hombres: ,,Jvgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los débiles de la tierra, (Is 11,4). Los evangelistas presentan a Jesús como Mesías, ungido como Rey por el Espíritu; pero su realeza no confirma las expectativas de una era nueva de poder político o religioso: su poder está en ofrecer de parte de Dios y por la fuerza del Espíritu, justicia y protección a los débiles oprimidos, y perdón a los pecadores. La imagen humilde del siervo de Yahvé prevalece sobre la imagen gloriosa del rey mesiánico triunfador. Es en la justicia otorgada a los débiles y en la acogida y protección que éstos reciben de parte de Dios donde se manifiesta la fuerza del Espíritu con que Jesús ha sido ungido. Mateo lo expresará, recurriendo también a Isaías, en un pasaje que, en cierta manera, puede considerarse como paralelo al pasaje lucano de la sinagoga de Nazaret y como explicitación del sentido de la teofanía bautismal:

"He aquí mi siervo, a quien escogí; mi amado en quien se mi Espíritu sobre é1, y proclamará justicia a las naciones. No porfiará ni dará voces, no se oi¡á en las plazas su voz. l,a, caña cascada no la quebrará y la mecha humeante no la apagará, hasta que haga triunfar la justicia; en su nombre esperarán las naciones" (Mt 12,18-21; Is 42,1-4). agradó mi alina. Pondré

Esta es la manera paradójica -y por ello provocativa- como Jesús es ungido como Rey de Israel, sucesor de David, por el Espíritu de Yahvé. La paradoja se mantendrá a lo largo del Evangelio: hacia el final de su vida, Jesús entrará como Rey en Jerusalén, pero lo hará, según la profecía de Z,acaúas, no montado sobre un cabdlo triunfador, sino sobre un humilde asno, que simboliza que su poder está sólo en la mansedumbre y la bondad (Mt 21,4 par1,7,ac 9,9). Es de notar cómo Juan, que recoge sucintamente la escena de esta entrada, comenta que su significado sólo después fue comprendido por los discípulos: 364

JESUS

EL CRISTO

«Estas cosas no las conocieron sus discípulos desde el principio; mas cuando fue glorificado Jesús, entonces recordaron que estaban escritas sobre é1, y éstas fueron las cosas que i"l.t

hicieron» 0n 12,16). con él"oot

La pandoia equívoca de la realeza impotente de cristo continuará

cuando los judíos li acusen ante Pilatos de que él ha dicho que es «el Mesías Rey,; Jásús responderá al procurador que le pregunta si es Rey: "Tú lo dices" (Lc-23,2'3). La referencia a la realeza de Jesús tendrá su expresión visible en los ultrajes que hacen referencia a ella -la corona de espinas, la clámide de purpura, la caña y las salutaciones de los soldados (Mt 27,28-30); y ácabará en el título de la cruz, tercamente mantenido por Pilatos.

pord fue efectiuamente el Rey mesiánico, ungido por el Espírit-u petdón a los el p¡otección los débiles, a trae¡ la iusticia a los oprimidos, la a la No Dios' de poder Espítitu del y es el éste I)ios, pecador:es. Así reina (Mt los suyos a que tiranizan humanos reyes los poderes de los de h"rr.r" 70,4243),sino de manera que se manifieste la bondad del Padre del cielo, justos e iniustos, (Mt 5,45) y que tiene su gozo de "que hace llover sobre Pádre en «recuperar lo que se la había perdido" (Lc 17,70 cf' Lc 15,31)' Jesús

EL REINO DE LOS CIELOS Y EL ESPIRITU DE FILIACION El contraste entre el reino mesiánico que esperaban los iudíos y el que proclama Jesús aparece con sólo comparar los Evangelios c_on otros textos áe la época. Véase, por ejemplo, el tono de los llamados Salmos de Sdlo' Rey, el hiio de David, en el tiempo que tú has món (i7,23ss): *Suscita "'t, fijado, ioh, Dios!... Cíñelo de fortaleza, para desbaratar a los dominadores inicuos. Purifica a Jerusalén de los que la pisotean y la destruyen. Con saI

biduría y justicia expulsa a los pecadbres de la herencia de Dios. Aplasta la del pecaáor como vasijas de alfarero, machaque toda su :Ystan"r.og*.i" i, hierro,'.. Textos como éste nos hacen ver el sentido del án cia ^u^ escándalo de los fariseos ante el hecho de que Jesús andaba y comía con pecadores. Les parecía que era la negación misma de la obra mesiánica, que debía .orrrirtir, según ellos, en la destrucción de los pecadores y el tiiunfo de los justos, y .,o .n el perdón indiscriminado y gratuito que ofrecía Jesús.

El reino de Dios que Jesús, ungido con el Espíritu, yiene a inaugurar y a proclamar como ya presente (Mc L,14; Mt 4,16'17) no es un reino en JOSEP VIVES

365

que se manifieste Dios como. poder juzgador y destructor de los pecadores y los gentiles' como imaginaban sigñen imaginando- to,

-y

paces de concebir el poder. de Dios.áás qu.

qu.

á l"

io ,on ."-

-rn.., af f", poa..., humanos. EI reino de bios inaugurado por-jes,is es el reino .i-qL oi", se revela como Padre que tiene su gozo'no en juzgar, ", y áestruir, condenar sino en «recupera¡ lo_ que se le ha-bía perdidá; ñ"; i;;i.";J ,io'u..sión" (Mc '!.,14),

a volver a la relación de filiacián, anticipada y" .n l, tigua alianza, viviendo en la frarernidad de hijos de »ios. ei ,éii" q* "n_ ¡.sús inaugura es el reino en-el que se revela Diás como p"¿*

y.".r

que se

nos interpela a reconocerlo como tal, viviendo .o_o h"rn,'"n*. fo, ,i nópticos van llenos de esto: el sermón de la montaña con su invitación a superar la iusticia de los esc-ribas y- fariseos, amando aún a los .i.*igor, gratuitamente, <
.r, h medidarn que nosotros nos reconcili"*or'y p.ráoiÁ"riu .lrp"á" qr. se da a los discípulos de Juan qu. p..g*,"á a ¡esris si es qüñ;;. ,._ nir", que se limita a_mostra..on hichos quá *5", goro"el +';.n;-rru.ur_ -y

para los pobres" (Mt 11,5), con er añadi¿o á" "uiá"í;;;*"d; qu. ,,o se esca¡dalice de mí', es decir, el que no se sienta decepcionadá ii..rdo que el Reino se reduce a. esto; la acogida que Jesús ofrece a distinios tipos de pecadores y marginados {Zaqueo,Ia_-u¡..!o. hró *r;;:;.ip"rdiri_ co...); las parábolas que explican la iealidaá dei reino, ;;il;; ál oio, en recuper¿u lo que se. le había perdido (oveja perdíd", a."!_" p..aia", hijo pródigo), como bien inespeiado que'hace afo.tunáa" iáñlr. ta tesoro en el campo, la perla preciosa), como don gratuito"l .,lr-"tU ¿. todo lo que el hombre pugde con su g. esfuerzo (el -.r..., fariseo y i*igl. el publicano)' o como exigencia de soridariáad .rr.. i.r igralr.1i** mente objeto del amor.gratuito del padre ter buei sam"ii,-á,liri.rr" inicuo)... Todo en los sinópticos lleva a pr.r.rrt* a Jesús .orno .l qo. no, invita a reconocer a Dios iomo padre y .aao.r*a.nos como hermanos ante él' Para esto ha sido enviado, para esto " ha sido *i .i n"pr-

ritu".

"or,gido

Esto será lo que pablo, con. laperspectiva que le da su particular fun_ ._ ción, reconocerá como la esencia del Evangeliote Jesús: ""ilrpir;* a, ¡i_ liación": efl esto se distingue el Euangelio'de ra aitigua try, íuoná¿ao infinitamente. uNo recibisteis-un espír-itu d. .r.l"ui-t-ríqr;;:;;ñ;;;" ." sino el Espíritu de filiacién .on el .lama-os ¡eU¡i, p"¿*l :1,:-gr: lue EI Espíritu testifica a nuestro 1pí1itu qr. ,o',o, hi¡os de »ios"-; iir* 8,15-16). Esta es la obra mesiánica de Jesús: ungido, ;;; H;;,;o, !i ¡, 366

JESUS EL CRISTO

píritu del Padre, nos comunica su propio Espíritu de filiación a cuantos nos identificamos con é1, *herederos de Dios, coherederos con Cristo, si ., qo. juntamente padecemos con él para ser iuntamente glorificados" (Rom 8,17).'

EL TESTIMOMO »b JUAN: BAUTIZADOSAUMERGIDOS EN EL ESPIRITU El Evangelio de Juan, a su manera, vendrá a lo mismo' Aunque no hay en este Evañgelio reiato directo de la teofanía bautismal y del descenso del espíritu sobñ Jesús, sí hay referencia a ello en boca de Juan Bautista, el cual, dando testimonio de Jesus, dice: oHe visto el Espíritu que descendía del cielo como paloma, y posó sobre é1. Y yo no le conocía, mas el que me había.enviado a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien vieres descender el Espíritu y posarse sobre é1, éste es el que bautiza con el Es-

se

píritu Santo, (Jn 1,32-34). Esta es la misión de Jesús, que Juan contrapone a la suya propia de bautizar con agua: Jesús bautiza «con el Espíritu Santo,. Conservando con rigor el sentid; originario de la palabra obautizar,,, pienso que bien podr-íamos traducir quá Jesús, superando a Juan y a toda la religiosidad antigua, viene a *sumergirnos» efl el Espíritu santo, a meternos en él para que nos empapemos de él y vivamos de é1. se confirma e§to por lo que sigue, casi inmediatemente, en el mismo Evangelio. Hablando ion Niiodemo, Jesús le dice que ,.sólo el- que fuere e.rgeridr"do de nuevo podrá ver el reino de _Dios". Ante la perpleiidad del inÉrlocutor, Jesús explicará que esto significa que "quien no naciere del agua y del Xiirit" no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la .á.n.,."t.r. ás; y lo qoi n".. del Espíritu, Espíritu es" (lt 3,3ss)' El Espíritu ha de transformar totalmente al hombre desde dentro, hasta el punto de hacerle «nacer de nuevo' a la vida nueva de hijo de Dios. En el prólogo del mismo Evangelio se había podido leer ya, con referencia al- Verbo de Dios hecho ."*é, qr. «a los que le recibieron les dio el poder de reconocerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no Por heren-

cia de iangre ni por voluntad de carne o de hombre, sino de Dios son nacidos, ft t,tZ-t:¡. El Verbo encarnado viene a dar a los hombres el poder recJnocerse hiios de Dios, por don de Dios, gracias a la vida nueva JOSEP VIVES

367

que otorga su Espíritu. Todavía, en el último testimonio que dará de Jesús antes de su muerte, el Bautista explicará:

"Aquel a quien Dios envió habla las palabras de Dios; porque

no con medida da el Espíritu. El padre ama al Hijo, y

cosas ha entregado en sus manos. vida eterna..., (}n 3,34-35).

á", i",

euien cree .n-.f i{i¡o por..

La vida eterna la da el que, de parte del padre, que le ha dado todas las

cosas, da el Espíritu sin medida.

EL PARACLITO: VERDAD Y MEMORIA SIEMPRE NUEVA DE

JESUS

Los textos referentes al uParáclito», €,, el sermón de despedida que Juan pone en boca de Jesus, tienen un hondo significado. .páráclito, se traduce a veces por «¿§6g¿dor, .consolador,, od-s¡g¡Sor», «protectoro: la palabra parece connotar la vez toda esta gama de signiiicádos. Designa .a aquel con quien uno puede contar en cualquier situaciói de necesidad o-de dificultad.

En primer lugar, dice Jesús: «rogaré al padre y os dará otro paráclito gue esté para siempre con vosotros" (|n 14,16). Jesús ha sido *paráclito, para los suyos mientras ha estado con ellos en eÍ mundo; pero ahora que se acaba su presencia temporal, vendrá «otro» paráclito p.i-*arrt. y á.finitivo: su función es la misma que tuvo Jesús, pero trascendiendo las limitaciones de espacio y de tiempo que derivaban de su naturaleza huma-

na. Y vendrá por su intercesión: el nuevo y definitivo paráclito viene como fruto de la intercesión que Jesús, glorificado y sentado a la diestra del Padre, ejerce ya para siempre en favoi de los hombres. Su misión es «enseñarnos todas las cosas, y «recordarnos todo» lo que Jesús.nos ha dicho [n 14,26). Jesús explica: *Todavía tengo muchas cosas

que deciros, mas no las podéis sobrellivar ahora; pero criando viniere é1, el Espíritu de verdad, os llevará hacia la verdad cornpleta... EI me glorificará, porque recibirá de lo que-es mío y os lo dará Todo"lo que " "orro."r. tiene el Padre es mío: por eso dije que recibe de Io que es mío y os lo dará a conocer» (ln 76,12-75). Toda la acción del paráilito hace ieferencia a Jesús: es la actualización permanente de lo que Jesús fue y dijo, que, a su vez, era manifestación del Padre. El paráclitá no hace más que nos" y "darnos a conocer», actualizándolo constante-arrta, la ".ico.da.revelación 368

JESUS

EL CRISTO

salvadora de Dios Padre que se dio en el tiempo en Jesús. Se adivina que y su Juan escribe en un momento en el que la actualización de Jesús de revelapretenden tener quienes hay problemas: mensaie empieza a crear ciones del Espíritu que van mrás allá de Jesús... El auténtico Espíritu de Jesús no hace más que recordar lo que Jesús dilo; no hay nueva revelación distinta de la de Jesús. Palabra única, total y definitiva del Padre. Pero, por otra parte, las palabras de Jesús necesitan ser comPrendidas siempre áe .rueuo, reinterpretadas y aplicadas a nuevas situaciones. Los discípulos no habían podido comprender desde un principio todo lo que Jesús había querido deiirles; las nuevas situaciones y exigencias irían descubriendo nuevos sentidos en las palabras recordadas de Jesús. El Paráclito tiene aquí la función de conservar y recordar las palabras de Jesús en fidelidad a su memoria, pero también de reinterpretarlas y descubrir su relevancia concreta en nuevas situaciones; es el Espíritu de fidelidad en la nouedad, de respuesta a nuevas demandas en fidelidad a la revelación de Jesús. "El dará testimonio de mí, Un 1526). Sólo la presencia actr¡ante del Espíritu prometido por Jesus y acogido Por sus seguidores podrá impedir que Jesús quede reducido a una tradición anquilosada y fosilizada en un pasado que ya no tiene vigencia o, al contrario, que se disuelva en nuevos Proyectos y propuestas que ya nada tienen que ver con é1, al albur de soñadores y viiionarios. La Iglesia sólo puede sobrevivir como Iglesia del Espíritu, abierta a su acción y a su soplo, so pena de momificarse. Pero sólo recibe vida auténtica del Espíritu de Jesus, que constantemente le hace memoria de Jesús y le urge a dar testimonio de él en cada nueva situación. En los breves textos referentes al Paráclito se halla todo lo esencial p¿ua una eclesiología de tradición y de renovación.

FUERZA

Y LIBERTAD

PARA AMARNOS

Para Pablo, la novedad del Evangelio, en contraposición a Ia Ley antigua, es que no se limita, como aquélla' a proponer un¿§ normas de conáucta que vienen impuestas como desde fuera, sino que es como und fuet' za interior que coge al hombre desde dentro, lo libera y lo transforma en un hombre nuevo que, como Hijo de Dios, hace lo que le place al Padre no por el espíritu de obediencia servil a una ley, sino por libre amor filial. La más radical novedad del Evangelio es el don del Espíritu como fuerza interior transformadora del hombre, frente a la impotencia de la Ley antigr¡a, que ordena, pero no ayuda, y Por eso esclaviza. Esta es la tesis central de la carta a los romanos: el Evangelis s5 "fuerza de Dios cepaz de salvar a todo el que se confía sn fl" (Rom 1,16). Tal JOSEP VrVES

369

fuerza proviene del poder de Dios, y no de nosotros, ya que «gratuitamente hemos sido justificados por don de Dios mediante la redención que se da en Cristo Jesús" (Rom 3,24). Ahora bien, la garantía y eficacia de esta justificación, acogida por la fe, está en que "el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado" (Rom 5l). La muestra visible de este amor gratuito, incondicional y salvador de Dios es que "siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros" (Rom 5,8). Pero el principio permanente de eficacia de este amor salvador está en el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos y que es capaz de resucitar también nuestros cuerpos muertos

bajo el pecado:

"Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales, por obra del F-spi ritu que habita en vosotros» (Rom 8,11). Este es el Espíritu de filiación «que acude en ayuda de nuestra debilidad" (Rom 8,26), haciéndonos clamar iAbbá, Padre!, haciéndonos tomar conciencia de hiios y herederos, es decir, alentando en nosotros la fe en la justificación paternal y gratuita de Dios y dándonos la fuerza para vivir como hijos, hermanos unos de otros.

La carta a los gálatas amplía este punto. Aunque la Ley pudo ser «pedagogo" que nos llevó a Cristo, ya no vivimos del esfuerzo por cumplir con nuestras obras de Ley, sino de la fe en la justificación gratuita que se nos ha ofrecido en Cristo (Gal 3,23). Ha llegado la plenitud de los tiempos, y ha enviado Dios a su propio Hijo, "para rescata¡nos del sometimiento a la Ley y otorgarnos la filiación" por medio del Espíritu (Gal 4,4-7),. Conviene subrayar la síntesis que aquí hace Pablo de la culminación de la historia de la salvación: Dios envía a su Hijo, paru que nos haga hiios mediante el don de su Espírifir. Es decir, no para proclamar r¡na nueva ley, ni siquiera para proclamar una amnistía, a modo de borrón y cuenta nueva. Cristo no es un mero legislador -al modo del manoseado «maestro supremo de moralidad" de los racionalismos- ni un mero juez perdonador que nos declara amnistiados, esperando que no volvamos a las andadas -en una iustificación puramente e)rtrínseca-. Cristo es enviado a hacernos verdaderamente hijos de Dios, a transformarnos interionnente, y por esto la misión de Cristo -que en su comportamiento mortal nos enseña cómo hemos de vivir como hiios de Dios en nuestra condición mortalexige la misión de su Espíritu "en el interior de nuestros corazones» para que, transformados desde dentro -y no por una pura enseñanza o ejemplo 370

JESUS EL CRISTO

externo-, podamos clamar: "iAbbá, Padre!", y podamos reconocernos verdaderamente hiios y herederos por don de Dios.

No es raro que ante esta constatación Pablo exclame, como extasiado: .Porque rro.ot.ár, hermanos, fuisteis llamados a la libertad.' Pero, precisa inmeáiatamente ante la previsible reacción de los que ponían el sentido de sus vidas en el servicio y sometimiento a Dios y a su Ley: "Sólo que no hagáis de la libertad pretexto para entregafosa vuestros egoísmos, sino.prinIipio d. la caridaá .on qué os habéis de hacer esclavos los unos de los oiros. porque toda la Ley se encierra plenamente en una sola palabra: *Amarás a iu prójimo como a ti mismo., Porque si os mordéis y devoráis mutuamente, os aniquilaréis" (Gal 5,13-1'5). conclusión aparentemente paradójica: el Espíritu santo infundido en

nuestros corazones nos hace hiios libres ante Dios y ante la Ley; es un Es-

píritu de libertad, pero se trata de una libertad por la que libtemen.te nos 'h"..-o, esclavos unos de otros por caridad, por amor. La libertad de la filiación incluye el reconocimiento práctico y vivencial de la filiación de los demás: exige la realización de li fraternidad. La oferta gratuita de la filiación por .l Espíritu incluye la exigencia de fraternidad. Desde enton..r, ,o.sir"" relaciones para con Dios -reconocido como Padrr ya no es-

tán sometidas a otra ley que a la de la fraternidad: creemos en Dios como Padre cuando vivimos eféctivamente como hermanos. Por esto la Ley ha quedado reducida a un solo PrecePto: "Amarás a tu próiimo como a ti ,rrir*o, (Gal 5,14). Un precepto que ha de ser acogido desde la propia libertad y responsabilidad de hijo/hermano, Y que, Por tanto, al revés que los minucioios preceptos de la Ley antigua, no se limita d cumplimiento de tales o cuales actoi concretos, sino que queda definitivamente abierto a amar a todo hombre, en todo momento, en cualquier circunstancia, con todos los medios y con la máxima intensidad y entrega posibles... El Espíritu de filiación nos libra de los preceptos externo§ de la antigua Ley, pero flos ettpuia desde dentro a la nueua Ley del amor total, de la que Cristo, muriendo en la cruz, fue dechado suPremo.

El Espíritu de filiación es Espíritu de libertad y fuerza-liberadora, pero por eso *ir*o ha de provoc"t ot lucha interior contra las tendencias de

" o sea, del hombre natural que busca autoafirmarse en sí mismo, no en la filiación ni en la fraternidad. Es conocido el pasaie en que San Pablo descubre con singular viveza esta lucha (Gal 5,16-25'). Allí se describen las obras de la carneion trazos concretos ("fornicación, libertinaie, idolatría, riñas, rencilias, ira, divisiones, envidias, homicidios, borracheras y comilonas...r), así como los «frutos del Espíritu" (ucaridad, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, austeridad...").

i" ..*n.,,

JOSEP VIVES

371.

«Puestas estas cosas, no hay lugar para la Ley... si vivimos por el Espíritu, obremos según el Espíritu."

La carta terminará con la oración: nLa gracia de Nuestro Señor

cristo

Jesu_

con vuestro espíritu" (Gal 6,1g). Entiendo que en el contexto la «gracia» 9 "dol: de Jesucristo -n! luede ser offo quá el mismo *Espíritu de Jesucristo" del que se ha hablado, y del que se había dicho en Ia .á.ta a los romanos eue «sl Bgíritu (de Jesúi) * ,." nuestro espíritu para testi" ficar que somos hijos de Dios" (Rom 8,16). lesús nos ,oiro ündonos su proqio Espíritu -Espíritu de filiaciótt-, como principio intqior transformador de nues.tro espíitu que nos impulsa, cotttta lis apetencias de la naturaleza pecadora, a uiuir en la fraternidad; Jesís rro. i"ln" dándonos su Espíritu, qre nos hace libres para reconocer 1a paternidad de Dios en la sea

práctica de la solidaridad fraterna.

372

JESUS EL CRTSTO

ESTUDIOS

VIVIR EN EL ESPIR,ITU SANTO HISTORIA ADENTRO

Por F. Jevren VIToRIA

En memoria de don Antonio Añoueros Ataun; su pctso e?rtre nosotros hizo más intensa la sensación del Espíritu, y más babitable la lglesia.

1.

UNA CUESTION DE ESPIRJTUALIDAD PARA EL TIEMPO PRESENTE

Viuir en el Espíritu Santo, la uida en el Espíritu, la uidd según el Espíritu o uiuir con Espíritu, como le gusta decir a J. SorntNo, son expresiones que pretenden concentrar toda la riqueza del ser y actuar,cristiano desdé la ilave trinitaria de la Tercera Persona. Los cristianos podemos autocomprendernos, por tanto, bien como discípulos y hermanos de Jesús (: el Hijo), bien como hijos del Padre de Jesús o bien como quienes vivimos en-y según el Espíritu del Padre y del Hijo. Ca
1)

Cf. CoNcet,

F. JAVIER VITORIA

Y .:

El Espíritu S¿zro, Ba¡celona, 1983, págs. 188-194.

373

cer aún las huellas de sus nefastas consecuencias en la teología, la piedad y la praxis cristianas (2). En mi opinión, la brevedad de estas páginas convierte en misión impo-. sible el intento de abordar y desentrañar ioda la rica y compleja pluridimensionalidad de la vida en el Espíritu. La Íe y la teología .,oi di..n qu., , partir de la resurrección del Hijo{esús, er Espíritu, cámo Don personal escatológico (cf. Act 2,16 y sigs.), ha dejado di ser sólo la Terceá persona, para ser la vuelta del mundo al padre en la historia. Ello coloca a la historia bajo el signo del Espíritu y la constituye en «historia de Dios, (3). Con la infusión general del Espíritu S¿aro .sotre todo hombre» comienza la era mesiánica. El es la .primicl¿, (Rom g,23) y l¿ .g¿ranría, (2 Cor 1,22) de la plenitud futura. El va suscitando la renovacián de la vida, la nueva obediencia, la nueva comunidad de los hombres, la libertad ilimitad,a,.el gozo desbordante, la solidaridad sin límites y el ámor inagotable. El y el .Hijo constituyen, en expresión de lreneo, las ios manos deipadr" qu. modelan al hombre a imagen y semejanza de Dios. y de este modo, acomodando el mundo a Dios, "la inhabitación det Espíritu, bien sea en el corazón, en la comunidad o en la nueva creación, hacl sentirse a Dios más cómodo en su propio mundo, (4). Obviamente, un tratamiento complerc de todas estas cuestiones reclama el desarrollo de una antropología y de una espiritualidad cristiana, así como ensayar prácticamente una"lectura creyente de la historia o de la acción humana como teología del Espíritu en el mundo (5). Resulta imprescindible, por tanto, adoptar-una perspecti-

va que enmarque y delimite esta reflexión, aunque ello iuponga de otros aspectos. Es el costo inherente a cualquier elección. '

i..tii.rdi. '

. T a perspectiva elegida es la espiritualiddd. A esta elección han contribuido diversos motivos y ."ror.J. por una parte, una cuestión de lógica interna del propio trabajo, si entendemos la-espiritualidad como fruto de la acción del Espíritu (6) o la vida espiritual como la vida en el Espíriru (7). Por otra, una determinada manera de entender el trabajo teolóiico, que (2) Cf. Counr-rN, J.: El Espíritu Santo y la liberución, Madrid, 1987, págs.2g y sigs. (3) cf. GoNzÁlrz Feus, I. I.: La Hum¿nidad Nueua. Ensayo de Cristorogía. sexta edi-'ción (corregida y aumentada), Santander, 19g4, págs. eOS-eW.

. (4). - MotrMA NN, J.: Tinidad pág. 147.

y reino de Dios. La doctrina sobre Dios, Salamanca, 19g3,

(5) couu-rN, J.: Tiempo de acción. Ensayo sobre er Espíritu y ra bistoria, Lima, 19g6. (6) Cf.Ren,'nre,J.M..:*El_61¿¡¡6¡del Bpírituenépocadecrisis,,enAA.W.:Gr¿z_ . des iniusticias (7) 374

de hoy, Madrid, 1987, pág. t 59. Cf. CoNcan, y.: ibíd., pág. 305.

VIVIR EN EL ESPIRITU SANTO

considera la espiritualidad como una dimensión integrante y, por tanto, no opcional del mismo (8); o el método teológico como una cuestión de espiritualidad (9), tal y como han puesto de manifiesto los teólogos de la liberación. Y, por último, motivos de coyuntura histórica, que quiero ex-

plicitar. Esta meditación sobre la vida en el Espíritu intenta modestamente iluminar y alentar la experiencia vital de muchos cristianos que viven su fe y su compromiso entrañados en un mundo que, percibido como el suyo propio, les hace sentirse extrañddos por é1. Pero, al mismo tiempo, quiere llamar la atención sobre la urgencia y la necesidad de fortalecer o recuPerar ola experieflcid del Espíritu" (10), si quieren mantener de un modo fecundo para la Iglesia y la sociedad esa tensión er.ltre entldñlmiento y extloñLtt iento.

En primer lugar, considero que el descuido y, en ocasiones, el abandono de esta experiencia ha propiciado el aburguesamiento y los quebrantos de numerosos cristianos de los años setenta. Un cristianismo éticoprofético-político basado exclusivamente en el indudable atractivo de los valores evangélicos y en su fiel cumplimiento resulta a la larga impracticable. Un cristianismo de este porte resulta inviable, si no se tonifica con la experiencia vital de que el Dios cristiano no sólo es Padre y Hermano, sino también Compañía en las refriegas de la vida. Sólo esa experiencia hace posible mantener los dos polos de ese cristianismo «místico'político», propuesto por IMETZ,

En segundo lugar, un cristianismo fuertemente preocupado por hacerpresente en los procesos históricos del mundo, pero sin tiempo ni espase cios suficientes para la experiencia del Espíritu, se ha hecho corresponsable del desvanecimiento de la utopía en nuestras sociedades tecnocráticas primermundistas. Ayer, en el tiempo de la afirmación utópica ilustrada de un mundo emancipado, iusto y solidario, un cristianismo occidental ignorante del Espíritu se hizo responsable de la oposición entre una salvación

(8)

Cf.

BLÁzQUEZ,

R.: nl-a relación del presbítero con la comunidad", en Cot'tlstÓt'¡

Epts-

copAl DEL CLERot Espirituolidad del presbiterio diocesano secular, Madrid,1987, pág¡nas 285-290.

(9) Cf. Múcrc,l, G.: "El método teológico: una cuestión de espiritualidad", en AA' W.: Vida y reflexión. Aportes de la teología de la liberación al pensamiento teológko actual, Li' ma./Perú, 1983, págs. 2l-43. (10)

Cf. Cor.rcan, Y.: ibíd., págs.25-27; CoMBLIN, J.: El Espíitu Santo y la libe¡ación,

págs. 13-63; MüHLEN,

F. JAVIER VITORIA

H.: Espíritu. Carisma. Liberación, Salamanca, 1976, págs. 90-1'03.

375

ajena al mundo y una liberación del mundo aiena a Dios (11). Hoy, tras el tiempo de la crisis, y cuando nuestra sociedad esboza un nostálgico adiós al proyecto ilustrado, el déficit de esta experiencia le responsabiliza de una situación histórica, en la que la "utopía hecha pedazos" (L. Pannulo) pone en graves aprietos a la misma posibilidad de plantear la pregunta por la salvación o liberación integral de la humanidad, y, consecuentemenre, al futuro del cristianismo como oferta de salvación. Si el cristianismo se hace pobre y sencillo, el Espíritu le revelará toda su sabiduría sobre la utopía cristiana (Mt 17,25-26). Esta, llámese reino de Dios, humanidad nueua o fluet)os cielos y naeua tieffa, no constituirá algo descubierto en un «sueño diurno, como reflejo consciente de la estructura utópica humana. Ante todo, ella se percibirá como don de Otro, que nos alcanza y nos impulsa "a buscarle formas posibles de vigencia (y con ello de presencia) en cada hora histórica". La experiencia del Espíritu puede conferir, entonces, esa sabiduría y ese coraje que capacitan para .afirmar Ia utopía, a pesar de ser utopía» (GoNzÁt-Ez Fnus). Y contribuirá así a la recuperación del talante utópico en nuestra cultura, pues si es cierto que la utopía del Espíritu no se identifica con la del espíritu ilustrado, igualmente lo es que la incluye superándola.

Por último, el presente eclesial está sembrado de grupos cristianos, con un concepto patrimonial del Espíritu y muy dados a espiritualidades usiderales", que liquidan el espesor y la conflictividad del tiempo presente con la irrupción de la eternidad. Ello enfrenta a la teología del Espíritu con la decisiva tarea de mostrar que el Soplo de Dios impulsa a los creyentes bistoria odentro para desplegar en ella todas las potencialidades de la nueua creación. Pero no habrá auténtica teología del Espíritu sin experiencia del Espíritu. Y ésta no se logra orillando o sobrevolando la historia y sus conflictos. Por el contrario, aunque requiera de espacios y tiempos específicos, acontece en el surco mismo de los procesos históricos. Pues allí donde el espíritu humáno creador suscita vida y libertad, solidaridad y liberación, fantasía creadora y proyectos utópicos de nueva humanidad, "allí está el Espíritu en acción y fermentación dentro de la historia conflictiva" (L. BoFF). y ello emplaza a los cristianos con la inexcusable tarea de ser agentes transformadores del presente en medio de lds turbulencias históricas, si quieren verificar y acreditar sus discursos teóricos sobre el Espíritu.

(11)

376

Cf. Couu-rN,J.: El Espíitu Santo y la liberución, pá4.30.

VIVIR EN EL ESPIRITU SANTO

2,

VIVIR EN EL ESPIRITU COMO PRIMICIA Y GARANTIA DE UNA HISTORIA HUMANA CON FUTURO

La andadura histórica del cristianismo se inicia con el acontecimiento pascual de Pentecostés (Act 2,14). El Resucitado ofrece el Espíritu (Jn 20,21-23; Act 1,7-9), y, finalmente, lo derrama sobre sus discípulos como Don escatológico (Act 2,14-211. De este modo el Espíritu, fruto fecundo de la salvación lograda por Jesucristo, se constituye en "primicia' (Rom 8,23) de la promesa divina (Ef 1,13) y «garantía» de su futuro cumplimiento (2 Cor 1,22) para y en la historia humana' El Espíritu, como "Revelante no revelado" (U. voN Bet-rHRsen), cumple una triple función:

-

anunciar una realidad que todauía no está ptesente en la historia butnana: la plena condición de hiios de Dios (Rom 8,23);

-

dotar de posibilidades inéditas de fututo a la bistoria humana,

-

prouocdr uocaciones, misiones y enuíos en otden a concretar bistóricdtneflte aquello que anuncia y garantiza, hasta alcanzar la libertad y la gloria de los hijos de Dios (Rom 8,19-21)'

en

cuanto que se establece en ella como "el seno materno ds plq5" (12): en él los hombres pueden nacer (fn 3,1-8) y progresar hacia su verdad más profunda: ser y vivir como hiios y herederos de Dios (Rom 8,15-17);

Consecuentemente, y parangonando lo escrito por MoLtuANN a Propósito de la promesa, se puede afirmar que el Espíritu se convierte en el motor, el motivo, el resorte y el tormento de la historia (13).

Sin embargo, el Espíritu no tiene un modo propio de actuar en la historia con independencia de la acción humana. Análogamente a como la misión del Hijo se realiza en la historia de Jesús de Nazaret, la misión del Espíritu se realiza indiuise et inconfuse en la historia humana. Su acción

propia consiste en bacer dctuot a los hombres en dirección a la realización y ef cumplimiento de la promesa divina: la liberación/salvación de los hijos de Dios. El Espíritu es el Amor de Dios, derramado en el corazón de los hombres (Rom 5,5; Gál 4,6), que Provoca lo que de más humano, personal, original y único hay en cada hombre, y lo impulsa, poniéndolo a

(12) Cf. PIreze, X.: Hiio eten o y Espíritu de Dios, Salamanca, L987, pág.73; Borr, L.: La Trinidad, la sociedad y la liberación, Madrid, 1987 , págs. 2'10 y sigs. (13)

Cf.

Molrlt¡N¡,J.:

F, JAVIER VITORIA

Teología de la Esperuaza, Salamanca, 1968, págs' 213-214.

377

trabaiar en favor de todo aquello que constituye la vida y la vida en plenitud de los hombres.

Los cristianos somos esa porción de humanidad, que vive conscientemente la presencia (1 Cor 3,16), la provocación y el impulso del Espíritu, y también su propia docilidad y resistencias a esas motivaciones espirituales o a esa sensacióz del Espíritu (GoNzÁI-rz Feus). Y así, unas veces comprobamos agradecidos que caminamos según el Espíritu, y no según la carne (Rom 8,4). Y otras, escuchamos arrepentidos la invitación/imperativa paulina a proceder según el Espíritu y, por tanto, a rectificar nuestra andadura (Gál 5,16 y sigs.). De un modo general, y desde la clave de la espiritualidad, se puede decir que en esto consiste la experiencia cristiana de uiuir en el Espíritu, que a continuación voy a tratar de desentrañar en tres momentos descriptivos, y no cronológicos, diferentes.

2.1. Vivir

delen la seducción del Espíritu: cautivados por la cxperiencia

de sentirse llamados hiios por Dios, y de poder llamar a Dios Padre

"El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de triqs» (Rom 8,16). De aquí arranca la experiencia cristiana de la vida en el Espíritu. Efectivamente, el Espíritu, como fuerza intradivina del amor, nos introduce suavemente en la hondu¡a del misterio trinitario, y reproduce en nosotros la experiencia fundante y desencadenante de toda la aventura filial de Jesús de Nazaret (14), que puede denominarse experiencia de la seducción del Espíritu: Jesús vivió cautivado por la experiencia de sentirse llamado Hijo amado por el Padre (Mc 1,10-11), y de poder llamar a Dios Abbá/Padre (Mc14, 36). Este doble polo experiencial explica

y justifica todo el

talante

y

comportamiento de

Jesús.

Igualmente ocurre con los creyentes.

LAVOZ

NOS

LLAMA

¡HTJOS!

En primer lugar, la seducción del Espíritu nos descubre que Dios, como a Jesús y en Jesús, sabe llamar a los hombres ihijos!, llenando así sus vidas con su misterio. Cuando un hombre escucha esta voz, entonces vive una experiencia liberadora de re-conocimiento divino, que le permite encontrar en Dios el hogar inmerecido de su propia identidad. El Espíritu es abora ese oído que nos permite escuchar laYoz, cargada de ternura y mi(14) 378

Cf. Prreze, X.: ibíd., págs. 75-g0.

VIVIR EN EL ESPIRITU SANTO

sericordia, que nos llama hiios, y nos hace Pasar, como al hijo pródigo, de la muerte a ia vida (Lc lS,1l-24). La experiencia de esta Voz representa Ia prioridad constitutiua de la experiencia cristiana. Sólo el baberla escucha'do bace posible la respuesta filial, y corresponde a la escucha de la llamada ai seguimiento en la clave cristológica de la vida cristiana. "El Espíritu está ciártamente comprometido en la praxis --como veremos seguiir-.rrt*, pero no se identifica con ella. El ethos es un fruto de una realidad pneumática metaética: la condición de hijo, Ia adopción, el testimonio n,r.rt.o espíritu de que ya somos hijos de Dios. Es esto lo que primaria"mente significa la inhabitación del Espíritu' (15). Esta experiencia es realmente salvadora para el hombre, pero también peligrosa p-"r" rus vieios intereses: ocuando Ia salvación está cerca, crece ir-"¡i¿., ei peligro, (E. BLocH). Quien ha escuchado atentamente la Voz q". t. tU-á hiio descubre que ese-Dios es, sobre todo, Padre del guardia l¡r¡l orrt¡nodo, d.l ..".r" tórturado, de los ocho millones de pobres olvidados en los listados de Hacienda, de todos los ignorados, silenciados, o desaparecidos y muertos prefi¡turattteflte a causa del hambre, la miseria de la sensación y nosotros en acrecienta rávehción esta la bála asesina. [le-s¡ «me peligro hasta llevarnos a los límites de la Protesta dirigida

iras"seducido...,

y E€

" "¿ dejé seducir... iMaldito el día en que nací!"

1¡er

20,7-14).

Todo ello deia entrever la fisonomía espiritual de la lglesia. Frecuentemente aquélla ha sido configurada por los rasgos rígidos e. intransigentes

y de hombres y mujeres .perfáctos,, demasiado satisfechos de sí mismos en que creerse pecado mayor hay iNo Dios. de hijoi de su condición de Y posesión definitiva de ia verdad sobre el significado del amor del Padre! que los en la lglesia, como hogar del Padre en la tierra, somos muchos

a menudo, esa seguridad del "hermano para captar lo radicalmente inmerecido de mayor», que nos rncapacita en artífices de climas irrespiray convierte nos hi¡os, ,r,r.rr."'.ondición de del "otro" como herreconocimiento para el ni espacios que dejan no bles, y festelar el reencuentro del camino de la mano- nitiempo p"." "i.gr"rrros fraternidad (i. iS,ZS-¡Zi . La conuersión según el F,spíritu, que "sana el loi"ra" errfe.mo, áoma el espíritu indómito y guía al que tue-rce el sendeiá,, ., la actitud espiritual que debe configurar la auténtica fisonomía de i" fghri". Desde Saulo de Tarso hasta nuestros días, la Iglesia ha estado pobiada por gentes que han ido aprendiendo a caminar de conversión en

p.ot"gánira*os, demisiado

(15) BrnrHor, H.: "El Fspíritu como anticipo,, en Concilium: ul-a experiencia de Espi ritu. Número especial en homenaje a E. Schillebeeckx",l9T4,págs.197-198. F. JAVIER VITORIA

379

conversión par^ dar con regularidad los frutos del Espíritu (Gál 5,22-26). Son aquellos hombres y mujeres que abrigan la esperanza de volver a escuchar una vez más la Voz que les conuierta de nueuo, y les conduzca a vivir en mayor plenitud. "El don de la vida no para nunca en el hombre cristiano. Al contrario, es crecimiento en el que cada uno se robustece poderosamente por el Espíritu. Es la penetración cada vez más profunda, con todos los cristianos, en la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del misterio de Dios, que se nos ha revelado por la caridad de Cristo en este mundo (cf. Ef 3,15-19), (16). Y, cuando comprueba que ha caminado nuevamente en la dirección de la «casa del Padre", al cristiano sólo le queda decir: soy siervo inútil; he hecho lo que debía hacer (Lc 17,10). Entonces, y sólo entonces, se cumplirá aquello que el himno Yeni, Sancte Spiritus proclama: el Espíritu por su bondad y su gracia dará a ese esfuerzo su mé-

rito. LA pALABRA HUMANA RESpoNDE: ¿ArrÁlPeone!

En segundo lugar aparece el reverso de esta experiencia de seducción: la respuesta humana. El Espíritu nos enseña a responder, como Jesús y en Jesucristo, iAbbá/Padre! (Mt 6,9-11; Rom 8,15; Gál 4,6). Cuando un hombre pronuncia con verdad esta palabra, entonces verbaliza e identifica su experiencia liberadora de encuentro perconal con ese Dios que, siendo Origen y Fundamento Absolutamente Absoluto de su propia existencia y de la historia toda, se ha aproximado a la historia humana y "minorizt' do" en ella de tal manera que le percibe Cercano y Accesible, como Misterio de Amor Liberudor, y, consecuentemente, le permite encontrarse a saluo en medio de las inclemencias del tiempo presente. El Espíritu es ahora (cf. Is 50,4), que nos enseña a decir con hondura y "lengua de iniciado" verdad la palabra oracional original de Jesús en medio de las vicisitudes, entre dramáticas y esperanzadas, de la humanidad (Rom 8,23-30). Pero esfa experiencia oracional ni nos coloca ni permite situarnos a saluo de las inclemencias del tiempo. Por el contrario, ella nos conduce justamente, como el cetáceo aJonás, hasta el "ojo del huracán" de la historia: el dolor y los gemidos de las víctimas de este sistema de dominación.

"La nueva creación del hombre por el Espíritu no consiste probablemente en que pueda escabullirse al cielo de su fe y en (16) pág.186.

380

Mosm, 4., y

LEERS,

B.: Teología Moral. Conflktos y abanatiuas,

Madri4

1987,

VIVIR EN EL ESPIRITU SANTO

a volver las espaldas a este mundo imperfecto, en que él empiece el con o-gemir ya llorar n9 dtba *rr* d. f*t"" "religiosa", 1 y la corrupción' Por el.contra-urrdo ni deba ,., y"=1" vanidad rio, la nueua creacián consiste efl que él empieza d uer el-myndo tal como es, a suftir con él y a tomü en seio su sufrimiento' imMás aún, aprende precisamente a ver en sí mismo la misma a que empieza bien tan esto Y aprende p.if...ia" y a.UlA"a. no.es el si vez' una ni siquiera orat, puedá no él que lo-pr.rra"t misáo Espíriiu el que traduce sus estúPida§ y- f"l.tT oraciones ante Dios.(Rom 8,22-27)' Así' pues' prepara hace.'las ".epta6les sabe tan cisamente .rao ., l" obra del Espíritu: que un hombre se ser puede que afirmar puede no ya que solidario con el mundo, (17)' ¡¡u¡ds" ¿ en oposición y orÍu religioso

claLa solid¿ridad con los sufrientes de la historia se convierte así en la orade cristiana la calidad ,. fu"i;;;,¡ p"." el discernimiento de .i¿. á Á, ,oni"ter de dcontecimiento del Espíritu. La oración, cuando "o del Espíritu de Jesús, y no de cualquier otro espíritu beneii*. ¡, calidad ,"ii".. v rernite ai orante a la historia como lugar de ;;,;;;;;;i"bl",

Efectivamenii pr*il sohdaria con las víctimas de nuestra sociedad (18). en que consiste cristiana "hacer ,",'ril" f"".ián del Espíritu en la oración si nosotros»' en Dios de el deseo pase a ser "el .i'i.r.o de Dios en Dios al--deseo de y

nrpfrito educa nuestro deseo, lo incrementa, dilata aiusta a deñils d,árrdole el mismo objetá', si en el Espíritu 'Dios mismo llegareligioorlflte deseo ;;.; el corazón de nuestio déseo' (19), entonces el ,i ¿i r*plar la gloria de Dios se conuie¡te c¡istiana e históricamente

la bistoria la uida "on en la necesidad consciente (: deseo) de hace¡ posible en política y manipulación económica,la iori to, uíctimas de la dominación

't, tiirrsr"¡'ón cultwal, pues el Espíritu. va revelando

paulatinamente y, más concretamente, hombre, que el en consiste Dios de cómo"la-gloria los pobrei vivan (Ireneo/Oscar Romero)'

Por todo ello, aquellos movimientos, escuelas y climas .oracionales por la q*, .*fair"tdo dimensiones humanas tan ignoradas o despreciadas prácticaresultan la estética, o .olíor" actual, como son la interioridad (77)Scnvrzrn,E.:ElEspítituS¿zto,Salamanca'L984,príg'135'Lossubrayadosson del autor.

(18)Cf.SornrNo,J.:CristologíadesdeAméical'atin¿,Esbozoapa*irdelsegui,nid'to del j e sús

stórko, México, 197 6, págs. 123-151' Cf. SecNr, J.-Ct.: Du besoin i Ia demdnde, ou conue¡sio¡ du désir dans l¿ ?rié¡e'

h i

(19)

citaáo por CoNGAR,

Í.,

F. JAVIER VITORIA

en op. cit., págs 322'323'

381

I t I lr,

mente insonorizados para poder escuchar los gemidos de los que padecen, la voz enronquecida de los empobrecidos y e1 sordo clamor'deios pueblos, en opinión, constituyen experiencia de oración pre-cristianas, y -mi corren el peligro de hacer el juego a nuestro sistema de dóminación. ol-os sistemas de dominación perviven en la medida que silencian la palabra e ignoran el gemido; como si no existieran. El universo del Espíriiu, por el contrario, cultiva la palabra, amplifica el clamor y pone encima de ia mesa común el dolor escondido que únicamente puede-sentir por los caminos, plazas y prisiones, el eontemplatiuo; es decir, aquel que eitá en la onda del

Espíritu" (20).

Así, pues, la oración cristiana hace superar en el contemplativo toda tentación de ensimismamiento y de autocentramiento compláciente, para modelarlo como un cr€yente ex-sistente y ex-céntrico. Todó ello gracias a la escucha de esa palabra inarticulada que son los gemidos de la iumanidad impaciente, percibidos en el interior de la misñra experiencia oracional como «gemidos del Espíritu". En ella el creyente p.rÉib. que la impa_ ciencia de la humanidad aguardando que se revele ró que es ier hijos-de Dios, se trueca sacramento de la "impaciencia, de Dios aguardando icanzar-el futuro que se ha dado a sí mismo: «ser todo en todós, (I cor 15,2g) o, formulado trinita¡iamente, «llegar a ser» pad¡e de muchos hijos en el Hijo, Primogénito entre muchos hermanos y Espíritu de Amor qú. en la infinita comunión divina del padre y del ui¡o a los hombies "rr,-. como hijos y hermanos. De este modo la deuda contraída con las vícrimas de la historia es una deuda que tenemos con Dios mismo. En cada víctima infrahumana Dios mismo está clamando por su liberación, pues ha sido .alcanzado" por el dolor de la opresión. y por ello, el o-fu..,o liberador cristiano también alcenzará a Dios, como el mejor modo de darle gloriagemidos del Espíritu» en la historia constituyen el clamor inafti- "Los culado de esa "impaciencia» o «urgencia, divinas, nás conducen a padecer-con-los dolores de la humanidad, y, sólo entonces, a interpret:arlos como.dolores de parto, que reclaman una acción y una piaxis, un renguaje articulado, que acelere el nacimiento de una nueva humani¿ád ae la matriz de esta humanidad vieja, tantas y tantas veces sometida al fracaso (Rom 8,18-27). E.n sus gemidos, el Espíritu se revela como rntenupción de Dios en una historia aprisionada por el continuo de la lógica del poder y la dominación. Y así manifiesta que Dios use roma en seiio las historias de sufri_ Déu de la rraternitat ,r. !1%0,!l;3.1::'*,::*'J., "El

382

»,

en

Foc

Noa 155-156, 1e87, pás¡na

VIVIR EN EL ESPIRITU SANTO

'

:¡,

l+

"\

social y política, como miento de los hombres como historias de opresión historias del sufriu .o-o de los hombñ. efectiva con la solidaridad ollama á y miento de la finitud y de la muerte»; y a mantener muertos"' y los vencidos los rot.itni."ao de los bprimidos, y muertos vivos "i el azuiión de una esPeranza referida al Dios de oración se La "i".",. presencia". i.i., r* n.rrrb.es a ser suietos en su ;ffii;; cristiana en el mundo. " accién la *mística, de :;ffi;;;;;'áil;;rtó. de irtumpir ¡1eati; Y el orante se siente .r, .ita""nt"rnido por la urgencia y d: realidad' la de Protagonrzar.a,T" complejo u"-.n,. en el espesor de sutrlmlenhistoria oPeradv; y realista de solidaridad con esas histortas la salvación que de io, qr. sea al mismo ,i.*pt «anuncio y oferta alegre de la mano alcance al está oniJ.rot y definitiva, i.¿ét"ot" y liberadora'

ilir;;;ifi;i".olp" "bñ¡

de todos 1ot 1te¡¡§¡se" (21). en viuir de/en la seducción del Espítitu no es otra cosa que poner históser debe la salvación de piáctica Esta prá.ti." la salvación ."flbid".

ricayconcretarse'portanto,enliberacioneshistóricas.Esteeselúnico la antimostrar que donde abundó el pecado (los monstruos de modo de

(Rom 5'20), ir"*..Ural sobreaLundó la gracia (el Dlog de la Fraternidad) testimonio el en consta Así recibida' ;;;^il;:;;'.;;.able' la salíación En una palabra: la seducción del Espíritu se

ár_gJii.o (Mt 25,3145).

trdnsnutd en la pasión del Espíritu'

z.2.VivirlapasióndelEspíritu:impulsadoshistoriaadentroacomPardestitir solidariam"oi. lo, p'oy""tot lib"odores de los pobres y su no histórico vehemente Entiendo el término pasión en un doble sentido: 'deseo

a

aplican anadeseo vehemente"

de pádecer, (Zz).y en ambos sentidos

,""".;;;; ú;.;;"";"

se

"ac.iOn al Espíritu. Efectivamente, Por un lado' "el se y á."Oior se traduci en esa acción del Espíritu que es el reino,-tal -como y 4'18--19)' Ic (Mt 11'2-6; expresó primeramente en la práctica de Jesús (23)' .rát".¿. en la de sus seguidáres y discípulos gn 14,17; 75,26;.1'6,1'3) los caen da se Espíritu del o*o, la accióriv autocómunicación i;;;;;

(21)

pro)iiirt

(22)

LIvóN, J.: Dar razón de la esperunza. !. S. Y:!: y !' L'^Segundo: dos págs' 2l'23' fundamátal, St. Cugat del Va¡6-Barcelone" 1987, 1q<7 Cf. Clsares, !.: Dkcionatio ideológico de la tmgua es?año\L, Barcelo¡'

Cf.

Jrr'aÉNEz

áe ieología

pás.626.

(23)

Cf. Prxeza, X': ibíd., Pág. 75.

F. JAVIER VITORIA

383

minos de la humillación del Hijo y de sus seguidores como «padecimiento» histórico de Dios (24). Así, tras la Pascua, el Espíritu es la Luz diuina que.luz enciende en los y revela a Jesús: nos lo da a conocer, nos io hace recordar y nos permite identificarnos con El. A partir de entonces, el Espíritu «representd la definición interna del cristianismo" (H.FRIES), orealizd, persónaliza e interioriza la uida "en Cristo"" (y. CoNGAR), enseña o ,e_irea, una his_ toria como la de lesús (I. sorntNo), en una palabra, posibilita el segui miento de lesús como expresión sacramental del reino liberador de Dios. Y así, el Espíritu "viabiliza" la experiencía de discernimiento cristiano, que trata de buscar dónde están los lugares históricos en los que se hace más urgente poner en práctica la salvación (Flp 1,9-10; Ef 5,15-17), y de encontrar caminos concretos al rumbo que la fe debe seguir para dar el fruto del reino: el amor frarerno (25). sentidos»

. Además,- el Espíritu aparece como /¿ Fuerza de Dios que garantiza y da continuidad en la historia a la práctica de Jesús. El desencaJena el disl cipulado y el seguimiento. El .fuerza, a la obediencia, es decir, a la creatividad histórica del camino de Jesús. En el seguimiento se trata de algo imposible: proseguir la causa de Jesus, tratando de que en cada punt; de h tierra, en cada momento histórico y en cada situación humaná las nuevas significaciones del Evangelio se conviertan en nueucts realizdciones bistóricas (D. Al¡IxeNoR¡). se trata de hacer actual el Evangelio, porque en el Espíritu se capta la permanente presencia y actualidad áel seror jesús. El Espíritu, Don Inasequible del Padre y del Hijo, nos hace asequibie lo imposible: construir la realidad de este mundo desde las claves áel modo de hacer historia de Jesús. Y así, sus seguidores se convierten en continuadoÍ€s )r «s¿s¡¿rnento» ds la obra y la presencia deJesucristo en el mundo. El Espíritu, Luz y Fuerza de Dios, conduce progresivam ente a tn rear, y no meramente intencional, seguimiento de Jesús. El hace memoria de la

práctica de Jesús, y le recuerda y enseña al seguidor la fidelidad a la liber-

tad de su encarnación, al talante de su comiasión y a la sabiduría de

cruz.

su

124) Cf. Borr, L.: ibíd., pág§.263-265. (25) clsrlr-r-o, EI discemimie¡to cistiano. por una conciencia clítka, sala-9! ESTRADA, J. M.": manca' 1984; l. A.: oración: liberación y compromiso de fe. Ensayo de tiotogía

f undameata l, Santander, 1 986.

384

VIVIR EN EL ESPIRITU SANTO

LR r-mpRr¡o DE LA ENCARNRcIÓN

El seguidor

un es.tar-enftente-de',aunque los crisimpresión contraria. El seguidor de Je-

de Jesús no surge de

demásiada. u...Jl, opción desde los de abaio, desde it estar-con-los-pobres' como todacristianos los entre sea afirmación .rt" pieferencial cristiana, "rrnqo. Así, actualiza históricamente la libertad de '"i" *a, pensada que realiáda. el mundo' la en.ar.ración kenótica del Hiio, que se encarnó no sólo en (Flp esclavos los de J";;"i mundo de los pobrer, i tótr10 la condición del o!r1 aniba' "po1 l,lli. r"-¡ién ahora el seguidoi nace desde -Espíri5'13-18;2 ,rll,,lp"¿t. r."oroso del pJbr.', a esa libertad.espiritual (Gál en el mundo de los á. ¡,ii, que le hace .a)a, de'encdntdt-se realminte disociar la pasión por la.causa de tentación: doble or," ñ;t;;Jp¿r*do pobres' y hablar de í* p.i*t ¿e la participación real en.la pasión de l'osgozarlos' y i;; ;;b;"t ,in mále.tarse por conocerlos, sufrirlos

,i"norái*"s

tl"lri*

El reu.Nr¡

»E LA coMPASIÓN

a En esta real solidaridad con los pobres el seguidor se siente rnouido 8);Lc7'12-13)'El 6,34 v ta ciipa,sión de lesús (Mt 9,35-36 i.1+,1+rMrc Er;i;iá .t"fu"de calor'de vida .n él hi.lo" de la apatía de nuestra socieá"i, y ,rrr.ita hombres y mujeres, tocados con la ternura de Dios' caPaces Á, átr^ru visceralmente, con lai propias entrañas, los sentimientos oem-la ,ii"".i¿" del pobre. Esta interioríiacíón del dolor ajeno, este dejarsepor la iuntamente con la pasión ;;ñ ;;t el sufrimientq ds *los otros»r reinante convierten el amor cultu¡al insensibilidad I;;i.i"';; medio de la e incorporan-a. los seredlidad la de transformadora cristiano en fuerzd de los pobres en.el interior iltd;;; a hs luchas y ptoy..tot liberadores los pobres' áe Ia historia (26). Esieioápromiso solidario y operativo con a causa de indignación por l-a y el dolor movilizado por la compasión con actual del presencia la de b¡si¿i¡ca aqeditdción la la injusticia, con§tituye histórico modo el (Mt 1.1,2-6), mundo el en LiÉerador Oior f.piii." deí qae un crisrazón y meior la cristiano universal amor del realizació¿ de tiano puede dar de su esPeranza (1 Pe 3,15)'

(26)

Cf. Bru¡ccrurNu, W.: La imaginaciónprcfética, Santander, 1986, págs' 102-115'

F. JAVTER VITORIA

385

Le s¡sDunÍe

DE LA cRUz

Pero, frecuentemente, .los frutos del Fspíritu,, que el seguidor ha sem_ brado en el surco de la historia, no se .ot.ih*. La causa dé los pobres es vencida; su grito de dolor, silenciado; su verdad, secuestrada con'la in¡usticia (Rom 1,18); su libertad, burlada, y su justicia expoliada, convertida en «dsud¿ externa». El seguidor se enfrenta con la experienciá de la cruz. Ahora sus razorres para la esperaflza se ttuecafl en el precio de su esDeran21. !Digsel Espíritu revela la lección más difícil de asimill y enca¡"i, ii poa", se le ,manifiesta en la debilidad de los crucificadoí de li' i*ioru. zl Espíritu "desciende hasta los infiernos infrahumanos de la pobreza,, y desde allí proclama la sabiduría de la cruz: oni el ojo vio, ni ál oá oyO, ni al corazón del hombre llegó lo que... nos reveló bios .".áiá a. ,u i", Espíritu... a un cristo crucificado: escándalo para los judíLs, necedad para los gentiles; mas para los llamados... fuerza áe Dios r"uiár.i" ¿. Dios, i (1 Cor 2,9-70 y 1,23-24).

EI seguidor de Jesús sólo podrá experimentar la dureza de la cruz y permanecer creyente, si se sabe en compañía de un Espíritu irrevocable c91o e-l que acompañó al crucificado (rieb 9,14). De este modo ra seducción y la pasión del Espíritu se conuierten en su consolación.

2.3. vivir

con la consolación del Espíritu: acompañados en la tarea de

hacer más real la fraternidad delos hifos de bios

_

Ahora el Espíritu ejerce la función d,e consoladoz, asignada por

Jesús §n 74,76). La comunidad cristiana así lo ha contempháo e invocado:

"descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el du¡o trabajo, brisa enlas horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas, reconforta l; á*1";, .i.g" ü ,i._ rra en sequía1. S¡ 9omp1nía permite-la acogida y la fidelidad-al E"vangelio en medio de las luchas y las dificultades (1 Íes 7-,6_7).

. .El Espíritu se percibe ahora como compañía de Dios, Gran cireneo de la humanidad doliente en su camino crucificado hacia ú [bertaJáe ros hijos de Dios. Los seguidores se aprestan a caminar con su Dios en ra historia. Y en el camino descubren_ que en realidad es Dios quien les aco¡npaña y les sostiene con los dones dei Espíritu. La fuente de la teología de los dones del Espíritu es el texto mesiánico de Is 11,L-2, tal y como lo transmitió la Vulgata latina. A p"rri. á-. s* Ireneo este texto fue numerosas veces utilizaJo en este ..ntido. y-iarrto Tomás de Aquino terminó por elaborar una teología de los dones, q,re los 386

VIVIR EN EL ESPIRITU SANTO

ponía en correspondencia con las virtudes teologales o morales y con las bienaventuranzas evangélic as (27).

Hoy necesitaríamos de una reinterPretación de esta teología Para poder recuperarla para la praxis creyente. Es algo que sobrePasa el margen de estas pagirr"t. Pero, quizá, pueda resultar orientador de la dirección que esa relectura deba tomar el siguiente texto inédito de J. SornlNo: uHoy se reconoce con razón' y así aparece en la teología trinitaria, que la absolutización del seguimiento de Jesús -la absolutización del Hijo- puede llevar al sectarismo y al voluntarismo, con sus consecuencias de dogmatismos, intolerancias, endurecimiento. Esto es verdad y aParece en la realización histórica del segui-

miento. Se necesitá espíritu, en primer lugar, para optar por el seguimiento y permanecer en é1, cosas ambas que no deben darse por supuest¿¡s; pero también para configurarlo, para potenciarlo y qo. áe más de sí, y para subsanar los subproductos negativos qoé h práctica del seguimiento puede generar. El segrrimiento á.b. sei llevado a cabo con el espíritu de búsqueda de la verdad, del corazón limpio para ver las cosas -y a Dios- como son; con el espíritu de miseriiordia, que no Pacte con el sufrimiento huma-

.ro y lo pueda reducir a necesario coste social de los movimientos libeiadores o mero desencadenante de la protesta gratificante;

con el espíritu de fortaleza Para mantenerse en los inevitables conflictoq con el espíritu de fiesta, Para que el seguimiento no

sea puro kantianismo y menos Puro asceti§mo o masoquismo; con el espíritu de agradecimiento y humildad que lleve a liberar .o-o qoi"n antes ha sido liberado, que lleve a erradicar el pecado obiétivo como quien antes ha sido perdonado de su propio pecado. Con ese espíritu se potencia la práctica del seguimiento y r. r*"t las tendencias pecaminosas que toda práctica, aun iusia y buena, tiende a generar: huybris, Protagonismo, dogmatis-

mo, prepotencia, mística del poder, etc. De esta manera vuelve a revalorizarse la santidad."

(27)

Cf. CoNc.et, Y.: ibíd., págs. 340-345.

F. JAVIER VITORIA

387

La experiencia de uiuir con Espíritu constituye un factor de salud espi-

ritual (28), libera de la tentación de titanismo y, en definitiva, permite seguir recorriendo fiel e ininterrumpidamente los caminos que conducen a la fraternidad universal.

CONCLUSION: ATREVERSE

A VIVIR EN

ESPIRITU

El cristiano auténtico se configura:

-

Atreuiéndose d creer en el Espíritu: Cuando un hombre vive su fe en la fraternidad de los hijos de Dios en medio de lo conflictivo de la vida; cuando cree en el vdor absoluto del hombre, a pesar de su indignidad pasada, presente y futura, porque Dios ha creído en él primero; cuando sabe gozar de la vida como gracia y no como derecho propio; cuando sabe vivir en agradecimiento y se abre al amor de Dios presente en él; cuando hace la experiencia de ser llevado, de que tener es ser tenido, de que alcanzar es ser alcanzado y de que vivir es ser vivido, entonces está obrando realizaciones divinas.

-

Aprendiendo

ct

atnar con el Amor de Dios:

En la medida en que un hombre o una mujer va aprendiendo a "entregarse» a los pobres liberándolos, y a la creación de una historia de comunión y fraternidad; en la medida en que aprende a ser solidario desde dentro con la historia del sufrimiento humano; en la medida en que aprende a perder y a entregar aquello que más suyo es para evita¡ el sufrimiento de la historia; en la medida en que vive la fraternidad universal como igualdad que supera las diferencias; en la medida en que se descubre justo porque la novedad del amor es su propia novedad y, al mismo tiempo pecador porque ese amor es lo menos suyo que tiene, entonces estará amasando la historia con obras divinas.

(28) Cf. VEncor4 A.: "El Espíritu como poder de salvación y de salud espiritual', Concilitm, cit., págs. 152-766. 388

err

VIVIR EN EL ESPIRITU SANTO

-

Sabiendo esqew Por el EsPíritu:,

y Siempre que un hombre o una muier asume lúcida, responsable arriesgadamente la esperanza como autoexpresión prooja,. siempre que persevera cansada e ilusionadamente en el camino de la fe y el a-oi; siempre que lo acompasa al ritmo que permita la constancia; siempre quá siente con impáciencia la urgencia del amor de Cristo y uive con paciencia las taráanzas de las realizaciones humanas; siempre que renuncia a palpar los frutos y acePta la posibilidad del fracaso histórico; siempie iue actúa movido por la convicción de que el esfuerzo humano ámasado con amor no cae en la nada; siempre que espera la utopía como don de Otro; siempre que -apxesta por la vigencia de la uiopía de la Fraternidad de los hiios de Dios, a pesar de Ier utopía; siempre que no se crea Prometeo, sino un ser agraciado por Diós;-siempie qúe algo de esto- ocurre' ese hombre y esa mujer van haciendo dé su vida sementera de realidades divinas'

y

en todo ello se puede transparentar algo de la riqueza inagotable del uiuir en el Espíritu histotia adent¡o.

F, JAVIER VITORIA

389

ESTUDIOS

EL ESPIR,ITU SANTO EN LA ESTRUCTURA DE LA IGLESIA

Por JueN A. ESTRADA

Buenapartedelarenovacióneclesiológicaactualprovienede.laorien.

del tratado de lglesia' Después de muchas. décay la se establecía una continuidad muy estricta entre Jesús ;;;;ilil; exisque y diferencias i;l"r;; u"rrri, cobrando conciencia de la evolución como ;:;;r;ilá¡n" ¿. ¡.r,ns y el surgimiento de la comunidad eclesialreclama discontinuidad La áel y áif.renciada ludaísmo. ."iiá"a "",Orro*"¿L la evolución eclesiólógica, y ésta tiene que ver.con el

t".iá; ;;;*atocéntrica

;;;,;;iiá;óhr;;"to

a de Ia eclesiología de un criitomonismo despncumatrzado reamplias dene un cristocentrismo pneumáticá. Este desarrollo teológico constituye un oercusiones para las estructuras y vida de la Iglesia; además,

ñ;;;;ñ;

p"r" a diálogo ecuménico no sólo con los ortodoxos, sino

En el marco limitado de este b¡eve en un artículo vamos arr-"r.". la eclesiología y las estructuras eclesiales líneas las " de algunas il;i;;,.;eumarocéntrico que nos fermita captar renovadas del actual tratado de eclesiología'

,ñUi¿l ...

la teología

pát"rt*t..

¿JESUS

zuNDA LA

IGLESIA?

Deunamaneraesquemáticapodemosresumirlosvieiostratadosde e§quema: Jesús funda la Igle-

..f*iáf"gá p.econ.iliJr (1) con il tig'i"t't"

(r)ar..J.Samvrr.nt:*DeecclesiaChristi',ensacraeTbeologiaeSymrya'I'.BAC'Ma1e6e'

¿ria', isri,;ip.+ee-rs+; págs.412-85.

JUAN A. ESTRADA

;.Á;;Li;;;t

d' Tlotogía

Dogmática'Herder' Barcelona'

391

sia y la constituye en sus estructuras esenciales. Es él quien escoge, forma y envía a los apóstoles como núcleo de la futura Iglesia. De entre ellos, la monarquía petrina se convierte en la base fundacional de la Iglesia y en la piedra angular de la autoridad apostólica. En la cena se ponen las bases de la Eucaristía como el sacramento eclesial por excelencia y el punto de partida del sacerdocio cristiano. La crucifixión y la resurrección, que son la esencia del hecho salvífico, contribuyen al nacimiento de la Iglesia: confir-

ma a Jesús como el Cristo y al grupo de los discípulos como Iglesia cristiana que ocupa el lugar de Israel. En este contexto el papel del Espíritu Santo es bastante modesto, e incluso se podría prescindir de é1, para centra¡se sólo en la cristología. El Espíritu Santo es, más que nada, la fuerza confirmadora que dimana de Cristo resucitado, la gracia santificante que se transmite a los discípulos por Cristo resucitado. Si no habláamos del Espíritu Santo como persona trinitaria, como forma de ser de Dios, y lo degradáramos a mera energía, don o fuerza que deriva del triunfo de Cristo, el tratado de eclesiología no sufriría ninguna transformación esencid. La Iglesia es una fundación jesuana, confirmada por Cristo resucitado, y el Espíritu tiene un mero papel de confi¡mación, reafirmación y de recuerdo. No hay nada específico del Espíritu en la formación de la Iglesia; por eso podríamos prescindir de él sin que tuviera repercusiones eclesiológicas.

El resultado de esta eclesiología nos resulta bien conocido: la continuidad entre Jesús y la Iglesia se refuerza al máximo, ya que es su obra por antonomasia. H"y, evidentemente, intencionalidad específica de fundar una Iglesia y una previsión de su muerte y de los acontecimientos postpascuales como parte del plan fundacional. Además, la concepción de la Iglesia es claramente vertical, jerárquica y apostólica: Cristo, a través de los apóstoles y sobre una base petrina, funda la Iglesia. El espíritu se transmite por una línea apostólico-jerárquica de forma descendente, y las estructuras ministerial y sacramental de la Iglesia son los cauces privilegiados de la recepción del Espíritu. Desde esta perspectiva eclesiológica no hay duda sobre la legitimidad cristológica y pneumática de las estructuras eclesides (ya que son el cauce fijado por Jesús para recibir la gracia). Además, esa concepción eclesiólógica se centra en el pasado: lo importante es conservar la estructura de los orígenes: la doctrina (el depósito de la fe), la autoridad de los apóstoles (por sucesión apostólica se transmite a los ministros) y los sacramentos (que han sido instituidos di¡ecta o indi¡ectamente por el mismo Cristo). Esta orientación hacia el pasado marca inevitablemente a la eclesiología con un peso conservador y estático. Hay miedo a los cambios e innovaciones (nibil innoustur), preocupación por asegurar la inmutabilidad de la estructura origind y por explicar el desarrollo como un crecimiento orgánico (como una planta que crece) o racional 392

EL ESPIRITU SANTO EN LA IGLESIA

(por deducción). como

es Jesus

mismo el que ha creado a la Iglesia, ésta

nt cambia ni puede cambiai. Es siempre la misma, inmutable-en su esencia y con modifi.'".ion.r puramente accidentales. Es una eclesiología que tie-

ne miedo a la historia (a la que se contraPone el dogma) y que utiliza la deescritura y la tradición como-«prueb¿s, (sacadas de su contexto) para ahí De y que fundó la actual la tglesia Jesús' ior,r", lá continuidad entre (propio la eclesiología de y deductivo apologético el carácter racionalista, á.i Á¿i"¿o neoescolásiiá), il". diversas formas que toma el tratado de

'

eclesiología: deísmo eclesiológito, ierarcología, eclesiología_ societ_a¡ia e instituciJnal, concepción piramldal y estrimentd de la autoridad, la Iglesia como la prolongación de la encarnación del Verbo, etc'

No

es posible analizar aquí cuáles ha sido los planteamientos teológi-

cos que han exigido un replanteamiento del tratado de eclesiología y por que Éa caído esá modeloiclesiológico (2). En realidad, habría que anali ,L h evolución eclesiólógica postconciliar: las distintas corrientes que han surgido después del vaticano II,. y que han determinado un enfoque ,ro.ro áto .r, il -étodo como en los contenidos (3). Voy a limitarme aquí a resaltar algunos a§pectos fundamentales del tratado de eclesiología a partir de una perspectiva pneumatológica'

LA IGLESIA SE FUNDA EN

IESUS

La toma de conciencia de la importancia de la pneumatología para la eclesiología ha ido pareja a la historización de la cristología y a la concientización del salto que hay desde Jesús a Cristo, desde la vtda terrena a la experiencia de la ráurrección. Por un lado, la cristología ha ido, progresivamente, acentuando las limitaciones de Jesús: no lo sabe .todo; va y en su identidad ["." " poco profundizando en su conciencia de filiación que se revela a Padre, del voluntad a la ir abriéndose que p..rot"l; tiene partir de las experiencias de la vida; crece en saber y en experiencia apatiii ¿. t" oración, de la lectura de las escrituras y del discernimiento; sufre la «crisis de Galiiea,, en la que se cuestiona el futuro de su obra y su eficacia salvífica; se va enfrentando, proglesivamente, con la posibilidad amenazaÍrte de iu muerte, se oscurece su propio futuro y la entrada inminente por las que ha enUn anáisis detenido de este modelo eclesiológico v de las causas Road, Nueva Cross Theology, Founútioial ¡ló*i*^r trado en crisis es qo" ot oJll§. 59-90 Y 797'?'02' York, 1986, págs. "t

(2\

11\

enJ' AHe intentado mostrar los cambios eclcsiológicos de las riltimas décadas ¡de¡t*lad y cambio, Cristiandad, Madrid' 1985'

Es-

,"^ii, to-tgtiii,

JUAN A. ESTRADA

393

del tiempo final, etc. La cristología tiende hoy a r€cuperar la figura humana de Jesús, que no sólo es objeto de la fe de los creyentes, sino también modelo humano de fe que se abre a Dios desde la oscuridad y el no sa-

ber (4). En este contexto difícilmente se puede hablar de una fundación de la Iglesia y de una conciencia explícita de instauración de un colectivo religioso distinto de Israel, ni siquiera de una apertura radical a los gentiles que se aparte de las tradiciones prof&icas del Antiguo Tesramento. También se cuestiona el que las estrucnuas de la Iglesia primitiva e incluso Ia identidad de los apóstoles coincidan, sin más, con discípulos elegidos y determinados para esa función por Jesús. Se tiende a subrayar la eválución inherente al mismo Jesús, su progresiva clarificación e inspiración (su unción por el Espíritu, que tanto acentúan los Evangelios sinópticos), el paso de una misión dirigida al pueblo a r¡na esrrategia de formación y coniolidación de una comunidad de discípulos que continúe su obra. La irrupción del Reino de Dios y la conversión de Israel enmarcan la actividad áe Jesús, no la fundación de una Iglesia como entidad aparte. Al servicio de ello hay que poner la formación del grupo de discípulos y la elección de doce como símbolo mesiánico de la llamada a todo Israel. En este conrexto, la preocupación de Jesús no es la institución de estructuras perm¿rnentes de una Iglesia duradera en el futuro, sino que sus discípulos continúen el anuncio del Reino y su misión de conversión hasta la llegada final del Reinado de Dios. La escatología cercana y el judeocentrismo de Jesús limitan mucho el esfuerzo de formación de ¡rna Iglesia. La comunidad de discípulos es instrumental y misionera, germen y testimonio de que ya ha comenzado a realiza¡se el triunfo del Reino. Además, esa cercanía se oscurece_en la etapa final de la vida de Jesús y cuestiona radicalmente su fe y confianza en Dios. La experiencia de la resurrección constituye un evento decisivo para el mismo Jesús: confirmado por Dios, revelado en su identidad y filiación divina, integrado desde su humanidad en la plenitud de la vida trinitaria, consumado en la unción por el Espíritu. También es algo nueuo y dinámico que afecta a la vida de los discípulos: abre otros horizontes a la comunidad y es una experiencia espiritual de encuentro con cristo resucitado. La comunidad pasa del encuentro con Jesus a la vivencia del Cristo exaltado, ya plenamente integrado en la vida divina desde su humanidad,

. (41 Entre las.cristologías actuales que subrayan la imporancia de la evolución y de la historia para la c{istología-destaca cu. Duquoc: Messianiime de lés*s a disqaion dL o¡eu, Labor et Fides, Ginebra, 1984, páqs. 19-66.

,

394

EL ESPIRITU SANTO EN LA IGLESIA

que se comunica con ellos a través del Espíritu. Pasamos así de Jesús al óristo pneumático, del mesías ungido por el Espíritu al Hiio de Dios que .o..ro.í." la vida divina intratrinitaria. Las nuevas cristologías sr¡rgen como respuesta y explicación de esa revelación que es una teofanía y un evento sivífico. En este contexto, podemos habla¡ de un Proceso de concientización y de configuración de la comunidad que va a llevar al nacimiento de la iglesia como herencia de Jesús, cimentada en su historia, Y, d mismo tiempo, como obra del Espíritu. El evento trinitario de la resurrección, que descubre una nueva imagen de Dios (trino) y revela sus designios salrifiios para la comunidad es tan constitutivo para el surgimiento.de la Iglesia como la misma obra del iudío Jesús. La resu¡rección revela el rostio del padre, la verdadera identidad del Mesías como unigénito de Dios, y la personalidad espiritual de Jahvé como Espíritu que se comunica y se .rrtt.g". Esta es una revelación pascud que abre nuevas posibilidades a la interfretación de la vida de Jesús. Desde la obra misma de Jesús los discí puloi no llegan a esta comunicación divina, hace falta la revelación especíiica de p"r.ú". en la forma de la donación del Espíritu desde el encuentro con Crñto resucitado. La fe pascual determina la identidad cristiana y es constituyente del proceso trinitario del que surge la Iglesia.

LA ACTIVIDAD DEL ESPÍRITU El Espíritu no sólo confirma y explicita la obra de Jesús, sino que le añade nuivas dimensiones: la comunidad de discípulos se transforma en comunidad mesiánica que vive la conciencia de la irrupción del Reinado de Dios en la historia, vinculado a la actividad jesuana. Se anuncia la llegada del tiempo final como espera de la parusía del Cristo. El anuncio de Jesús cobra así nuevos horizontes. El vieio iudeocentrismo que enmarcaba la actividad de Jesús en Israel va, progresiv¿¡mente' abriéndose, baio la inspiración del Espíritu, a un plan universal de Dios que desborda al mismo Israel: la salvación se comunica plenamente a los gentiles y, finalmente, pasa de lado ante Israel, que queda marginado (pero no anulado) en esta etapa mesiánica. Pasamos así de una Iglesia judeocristiana, en la que se integran

los gentiles, según la perspectiva veterotestamentaria, a una comunidad que funde a paganos y judíos en igualdad de condición (al "tercer pueblo», que asume y supera los particularismos). La secta de los nazarenos Pasa a áenominarse *cristianos, (los ungidos, los miembros de la comunidad mesiánica), y, finalmente, *Iglesia', como entidad claramente diferenciada de Israel. Esta transformación no es obra de Jesús, aunque sea un desarrollo JUAN A. ESTRADA

395

coherente con su actividad y su predicación, sino que es posibilitada por la inspiración del Espíritu que guía a la Iglesia.

'Igul-.n,.,

se sacan nuev¿s implicaciones respecto a la ley (pablo) y el culto judío (Esteban, cafia e los hebreos) guiados por el espíritu. Estas interpretaciones parten de los hechos y afirmaciones de la vida de Jesús, pero suponen una reflexión posterior: el Espíritu inspira unas tomas de postura radicales que no se deducen sin más, ni necesariamente, de los acontecimientos prepascuales y que provocan un conflicto de interpretaciones en la comunidad cristiana. El mismo hecho de que sea pablo, que nunca conoció a Jesús, urro de los personajes decisivos en esta evolución de la Iglesia arroja más luz sobre lo incompleto de la obra de Jesús y la función esencial que juega el Espíritu en e[ proceso de formac-ión de la Iglesia. La vida de Jesús es siempre el punto de referenciar p€ro es la experiencia comunitaria del Espíritu la que va llevando a tomar opciones que,

progresivamenre, sepÍuan a la comunidad cristiana del pueblo israelita.

Denro de la comunidad surgen los apóstoles y profetas como grupos destacados respeco a los demás miembros. La expeiiencia de pentJcostés (Hch 2117-21) se vive como acontecimiento mesiánico en el que todos tienen la unción del Espíritu; por tÍrnto, todos son activos, corrésponsables y protagonistas (1 Jo 2,27; 4,7-6). Las listas paulinas de los carismas y las afirmaciones entusiastas sobre el pueblo mesiánico (Rom 12; 1 Cor 3,9.1,6-17, y 12-14; EÍ 4,1.-16; 1 Pe 2,5-10) muesrran la conciencia de un pueblo constituido por el Espíritu a partir de la obra deJesús en el que todos participan y contribuyen segrin el don recibido. E" orr" comunidad una y plurd, en la que todos disciernen y no hay miembros pasivos. Es verdad que las listas carismáticas siempre subrayan el'papel de los apóstoles y profetas (1 Cor 12)8; Ef 2,20, y 4,11) como to, ¿o, carisÁas de mayor relevancia. Pero ambos grupos se dan en el contexto de una Iglesia que toda ella está inspirada, sin monopolios de nadie y buscando la mayoría de edad de cada cristiano. Los apóstoles surgen ambién por obra del Espíritu santo, que no se limita a confirmar la elección jesuana de los discípulos (por elemplo, en el caso de Pablo). Más aún, ni siquiera sabemos si los apóstoles, testigos de la resurrección de cristo, formaLa parte del grupo estricto de los discípulos de Jesús (caso de santiago), ni tampoco podemos afirmar con certeza si los doce discípulos .r.ogidor simbólicamente por Jesús jugaron un papel fundamental entre los apóstoles. De hecho, ni stqúera conocemos sus nombres, ya que las listas de los Evangelios no coinciden, y sólo algunos de ellos apÍ¡recen en el Nuevo Testameito como

396

EL ESPIRITU SANTO EN LA IGLESIA

la sufiguras relevantes de la comunidad (5)' Por supuesto, la- teología de aunapóstoles_, a los suceden ministros los la cual según ..:rioi Iglesia Es la por "por,olica, directamente Jesus. establecida ná fue qu. .r,a'inrpiradá, y el Espíritu suscita en.ella a !oU¡-.nr. la que es apostólica y profética, ñrirrir.ro, que continúen el oficio apostólico y a espirituales que ejercen una función profética.

EL ESPIRITU SANTO Y LA IGLESIA La Iglesia se funda en Jesús, y es la obra del Dios trino, constituida en la fierzídel Espíritu. JesrL no lo hizo todo, y su obra incompleta contiil;; la comunidad áe los ungidos bajo la acción de Cristo resucitado, ,n"dio d. su Espíriltu. Las estructuras de la Iglesia, como los ;;;;;;;; ,"..*arrior, tienen su raíz en Jesús y buscan continuar su obra, pero son ,"rrUi¿, .ráión eclesial y obia pneumática. Los sacramentos son accioobra jesuana' nes cristolOgicas y símbolos del Espíritu: permiten recrear la de la coidentidad la de marcas las y constituy;n heiencia ser fieles a Ju

munidad mesiánica. Ni ias estructuras eclesiales ni los sacramentos bastan por sí mismas. No es suficiente su existencia formal, su existencia obieti'ua, y sino que deben desarrollarse según el modelo de la vida de Jesús conel que Santo Espíritu Es el adulto. irg;;á servicio de un cristianlsmo sino cristiana, es estructura toda no eclesiales, sriscita las estructuras Pero de Jecomportamiento el que es norma-viva la según ptocede q* ;;;;lú se sú.. Por'eso no basta con celebrar formalmente la Eucaristía para-que de modelo al conforme proceder dé la cena del Señor, sino que hay que .orrJu.," que nos dejO¡esris (1 Cor lt,na+¡. No toda Eucaristía es crisformaimlnte mantenge la estructura del ágape-eclesial' ni ,i*;;;¿t el de Jesús, ni toda forma de eiercer la autoridad,o:"-es i"áo'.rpirito p"iiUf.'.." los apóstóles (6), aunque objetivamente esté dentro de la estructura aPostólica. Para una eclesiología trinitaria y cristopneumática ni basta la continuiy la dad con Jesús ni se pu.de romper con ella. No basta porque el tiempo conno actual y Iglesia la nuestro iel Puede ,irL.ioi ¿. Jesús es diferente

uo

(5) Sobre las diversas exégesis y teologías referentes al-papclieJos,apostoles en,el NueiÉo-.n,o, cfr. J. Rolorrf Apósrclat--Verk¡¿ndigung-Kiiche, G. Mohn, Gütersloh, 1965;

G. KruN,

(6)

O* 2uati epostzl,

Vanderhocck und Ruprecht, Góttingen, 1961'

He desarrollado la normatividad de la autoridad apostolica y de su tipología para

l* i"inisiÁ Je la Iglesia en J. A. Esrn,e.» t* La lglesia, iinstiiuión

o carisma?, Sígueme, Sala-

manca, 1984, págs. 46-53.

JUAN A. ESTRADA

397

formarse con las estructuras de la comunidad de discípulos, ni siquiera con las de la Iglesia primitiva. Es el Espíritu el que guía a la Iglesia (el auténtico Vicario de Cristo, como lo llamaba Tertuliano) y el que suscita las evoluciones, adaptaciones y renovaciones que permiten continuar la obra de Jesus. Por eso hay evolución dogmática e institucional, creación y renovación de las estructuras ministeriales y sacramentales (ecclesia setnper reformanda). La eclesiología cristopneumática está abierta al futuro, acentúa la provisionalidad de la Iglesia en cada época histórica y descalifica todo intento de estancarse o de instalarse en una etapa eclesiológica. La historia salvífica continúa bajo la inspiración del Espíritu y no se acaba en ningún momento: ni en Trento ni en el Vaticano II. Por eso hay cambios y hay ruptura con tradiciones del pasado que ya no responden más a las necesidades apostólicas y eclesiales. No hay inmutabilidad ni fijación estática de las instituciones. No es una eclesiología orientada meramente al pasado, sino abierta al futuro desde una perspectiva misiond y mesiánica, en el contexto de una escatología que impregna a la historia. Hay que pregr¡ntarse constantemente por los signos de los tiempos y por la voz del Espíritu, estar atentos a las nuevas sensibilidades y mentalidades de cada fase histórica y buscar enraizarse en la cultu¡a sin canoniza¡ ninguna como la cristiana por antonomasia. Esto exige el discernimiento de todos (no sólo de la jerarquía: 1 Tes 5,19-2L) pÍua ser fieles a Dios, que sigue estando presente en la Iglesia. La respuesta eclesial al pneuma es la de la oración, el discernimiento y el testimonio en función de la misión.

No se puede, sin embargo, romper con la historia de Jesús y con las marcas estructurales que nos transmiten esa historia: canon de las escrituras, sacramentos y ministerios que continúan la función apostólica. Sólo el Espíritu que nos refiere al Evangelio deJesús es cristiano (2 Cor. 77,4.74). La vida de Jesús no es algo que nos inmoviliza, sino que nos da raíces; no nos lleva a una imitación literal, que no es posible, porque vivimos en un contexto histórico distinto, sino a un seguimiento que parte y se inspira en EI (7). Por eso en el Nuevo Testamento hay una pluralidad de eclesiologías, distintas formas de ser Iglesia y de configurarse según el modelo jesuano (8), segun las diversas situaciones colectivas, las circunstancias comunitarias y la personalidad de los creyentes. Hay una única Iglesia porque todas parten y se refieren a Jesús como norma de vida. Existe una

!7)

y 49-70.

Ch.l. M. C,rsnLlo: El seguimiento de lesfu,

Sígueme, Salamancq 19g7, prágs. 15-2g

un-a bu913 p¡esentación de las eclesiologías del Nuevo Testamenro es la que ofrece R. -(8) BnowN: Las lglesias que los apóstoles dejaron,DDR, Bilbao, 19g7.

-

398

EL ESPIRITU SANTO EN LA IGLESIA

\---'

pluralidad porque Jesús no impuso de una vez Para siempre-unas estructu-

i",

utrifor-es e inmutables de-las que dependa el ser eclesial. La misma

fe

se expresa en unas escrituras comunes, sacramento§ y ministerios que se realiá,n en una pluralidad de teologías, tradiciones, liturgra¡, disciplinas canónicas e instituciones apostólical y ministeriales. Todas ellas son válidas en cuanto qo. ,.rp.t.r, la identidad común cristiana, en la medida en de Jesús Y rrlalicgn a la Iglesia lo. ,"* acordis .o.,1"" palabras y hechos la llegada del Reino y anuncia que testimonia mesiániia como frate.nidad la salvación a todos los hombres, en especial a los pecadores, los pobres y los oprimidos.

no se reduce Desde la mediación del Espíritu la continuidad con Jesús y homogencidad la por asegurada a estructuras objetivas formalis ni está no naturaleza, la presupone gtacia La Iglesias. i" unifo.midad áe todas las i" *.f", sino que la transforáa. El Espíritu Santo respeta la personalidad

ñ#i;;

y.ott*¡

de los creyentes,

t;nto individual como colectivamen-

De i., y.iir.L"iza las mediaciones humanas socioculturales sin anularlas. cultu¡al incardinación una JIili" pr*Jráad eclesiológica y la necesidad.de cristianismo, tanto desde el [u. ináui."Ufemente ..." áistintos modelos deEsto es posible en cuanto que diacrónico. como ounto de vista sincrónico :ür;;t . ¡*t" *.¿i" entre Jesús y los colectivos de creyentes, creando

o""á"r""i, que establece al jesús de los Erangelios como.normasininspianu;;;; q* átiene la p.6on"lid"d de cada comunidad eclesial Espíritu' del mediación la anula se si i*f" J dlsplazarla. Por Él contrario, y estructural

la unlfo.midad y Íromogeneidad teológica de fidelidad al Evangelio, a costa de las diferentes percáce como único

iLimr"n..'r*g.

sonalidades eclesiales e individuales'

Eldevenirdelalglesiaeselquenosdasusereclesialcomounaidenti-

que se dad que permanece en los cambios: sigue habiendo Iglesia:i"T?T Espíritu. del inspiración la ñ; á; lá vida de Jesús y se discierne [uscando I-" -ititt..i"lidad y la sacra*e.,talidad permanecen, aunque-cambian las de la formas históricas en que éstas se encalnan, y evolucionan en función mismas' sí fin en un son no ya que. evangélico' y testimonio .rriri¿n del ,1"" úi"r*s de identidad áesialr mediaciones, afectadas por el cambio Espíritu y t i*ri"á como tdo lo humano, que han sido inspiradas por el la preservar es finalidad Su de palabras h".hot y Jesús'

qr. * *fi...r,

" Éerencia iesuana y

.orru.rii.t" en los instrumentos que configuran nuestra y colectiva desde el seguimiento actualizado de Jeindívidual p.rrr"Jrá"J il;. E ,; es h obra del Éspíritu y su papel específico en la historia de salvación del Dios trinitario.

JUAN A. ESTRADA

399

ESTIIDIOS

EL ESPIRITU EN LA HISTORIA. JOAQUIN DE FIORE

I. LA AMBIGÜEDAD,

Por Ev,qNGTLISTA VILANovA

CARACTERISTICA

DE LOS ESPIRITUALES

en la historia -1 en la de la Iglesia, en partiLa presencia del Espíritu 'El despertar evangélico, que ha ido ialonando los cular- k indiscutible. ii.,,,por, no se ha reducido á recla*ar una reforma de costumbres en el interior de un sistema que tendía a esclerotizarse: ha provocado la radicalización de un dinamismo espiritual, en una praxis cristiana qut ha compior"etia" la vida de los creyentes. RoN¡.Lo A. KNox, en su clásica obra 'Enthusiasm. A cbapter in tbe History of Religioz (oxford, 1962L consá,"U" "a fuego de'la espiritualidad» como-contrapeso a la inercia, a la estaticidad insiitucional, sobre todo, la que olvida la experiencia de la santidad vivida, a menudo, en el anonimato: el entusiasmo espiritual-se con,ri.it. ,rí ,í orr" señal de alarma, capaz de llamar la atención de las iglesias sobre su propia situación .uanáo su aspecto institucional tiende a ahogar su naturaleza Pneumática.

Al lado de esta función tan positiva y tan decisiva, desde los corintios

de la época paulina a los carismáticos actuales -"asan99 por los medievales y aiumbr-ados, anabaptistas y cuáqueros-, no han faltado movimientos y espírituales -marcados por ,n iluminismo encarnado en manifestaciones que religiosavida y la de la fe de nivel común dil más allá experiencias

deiembocaron, a menudo, en una ambigiia aristocracia espiritual-que podía vicia¡ su vivencia creyente. Movimientos que no pueden reducirse a una especie de tipología de actitudes heréticas, agnque mantenían un tono EVANGELISTA VIIANOVA

401

provocativo. En la gran Iglesia alavez eran admirados y temidos, porque no deiaban de ser destructivos y promotores. Su actitud crítica traducía con frecuencia una profunda y auténtica necesidad del conjunto de los fieles, los mejores de los cuales quedaban seducidos por su experiencia audaz puesta al servicio de Ia comprensión de la fe. De esta modo suscitaron una reacción, tanto angustiosa como rígida, lo mismo de parte de los dirigentes de la comunidad como de la masa sencilla, y fácilmente conformista, de los creyentes. No deja de sorprender que estos movimientos se presenten unas veces como renovación progresista y otras como una vuelta a la primitiva pureza; mucho más como las dos cosas a la vez, tal como ap¿¡rece hasta en Ia misma estructura de los vocablos renovatio y reformatio, de tan significativa ambigüedad, y cuya sorprendente dialéctica es perfectamente coherente con la noción de fe, desde el momento en que es mantenida por una comunidad en la historia. Así, en el paso del siglo xII al xtrr Joaquín de Fiore -monje calabrés, de alta cultura y santa reputación-, con sus ideas no favorece primariamente un retorno al primitivismo, sino que se orienta cada vez más a la modernidad expresada en las villas del siglo XIII, en sus burgueses, comerciantes y banqueros, en una nueva manera de vivir y de sentir, en el mismo éxito de la raz6n escolástica derestada por él mismo. Las nuevas órdenes de los mendicantes, que confiscaron en benefi-

cio propio sus profecías, resultan extrañas al mundo monástico. Joaquín, que siempre había querido manteners€ fiel a Roma, encuentra en los marginales, sospechosos de romper la obediencia y la ortodoxia, los que asegurarían su supervivencia (1).

II.

JOAQUIN DE FIORE: UN INTENTO DE "CRISTIANISMO ESPIRITUAL"

En esta orientación se explica la restricción fundamental que preside este artículo: no se trata, para mí, ni de todas las variedades de la obra de Joaquín de Fiore ni de la totalidad de la problemática por él propuesta, sino de un fenómeno que podría denominar de un modo general «un intento de cristianismo espiritual". Pienso en sus ideas religiosas, que, en forma radical, revelan que hay un antagonismo constante entre los valores fundamentales del cristianismo y la colectividad eclesiástica, al menos de aquella que se autocalifica de mandatario visible de los bienes invisibles y

(1) Cf. H. or LUBAc: [¿ posterité spirituelle deJoachim de Flore. I. DeJoachim a Schelling, París-Namw, 1978; II. De Saint-Simon i noo Jourg París-Namur, 1980- Para una üsión más resumida, cf. Y. CoNc¡,n: loaquín de Fiore. Destino del joaquinismo, "El Espíritu San-

to», Barcelona, 1983, págs. 154-165.

402

EL ESPIRITU EN LA HISTORIA

de la gracia divina. Son ideas que consideran la vida religiosa organizada, ahedáor de una fórmula confésional con ritos y sacramentos, como formando parte del mundo corrompido de la naturaleza'

El ideal de una vida religiosa que se esfuerza por mantener §u autenticidad espiritual a base de lairítica de su cuerpo social visible no puede ser muy imiortante en el plano histórico (ya que su propia tendencia constitutíva lá priva, por ruhit-, naturaleza, de toda eficacia social), pero es ideológicameniá i-po.t"nte, ya que constituye la realizació-n efectiva de * f.rrá-"no religióso en una forma relativamente purificada. Su fracaso histórico proviená de las mismas causas qe le hace ideológicamente digno de atención. Este ejemplo permite descubrir la divergencia que existe entre los intereses de orden ideológico y de orden histórico' Es natural que Joaquín de Fiore no dele de ser estudiado en el ámbito de los historiadores de la marginalidad. Todo erudito que se interese Por el fenómeno d6 l¿5 "herejías" (2), de la apocalíptica al milenarismo, no puede delar de encontrar a Joaquín y a su descendencia espiritual, ya sea iir..t" o más bien colateral. Baste citar los nombres de Benz, de Grundmann, de Hi¡sch-Reich y de Reeves. Sólo cabe añadi¡ que la conclusión de la obra de Morru (3) se tinrla L'áge tbéologie de la rátolution, que recapitula todo el paciente trabajo de elucidación del pensamiento joaquinista, iugiriendo situarlo en el terreno de la exegesis monástica, donde tiene sus

,"i.o,

para favorecer una lectura revolucionaria del Evangelio. cierta-

mente ;bre horizontes e interpela en Particular a los teólogos' Pero también a los historiadores y a los sociólogos de la religión' Para Morru, el Joaquín es «la expresión de un potencial revoluciona¡io" latente desde que tiene croer a y tentado me siento considera, origen del cristianismo; ,ión, que Joaquín propone una lectura del Evangelio claramente revolu-

(2) Hhésies: le mot est commode, et consacré, mais équiwque auiowd'bú comme dani la ctnétie¡té médiévale. Este es el luicio de una pcrsona calificada por su conocimiento de la Edad Mcdia, L. GÉ¡¡¡cor: Le Xllle siüle ewopéctt, París, 1968, pelB. 266')vlás que un iuicio es una constatación: la ambigücdad de la palaLra es la expresión de la ambigüedad de ias sitr:aciones. El P. Chenu --a quien debo csta obscrvación-, en lugar de cspccul¿r abstractamente sobre las nociones de hércih, onodoxia, dogma, prefiere óbserva¡ los hechos y las conducas del prcblo de Dios, coístituido como lgláia, ya que la Iglesia en acto es un lugar teológico cuya densidad concreta no desapnrcta cicrtame¡te los criterios tcóricoe, sino que confiEre a lÁ categorías iurídicas y autoritarias un relatiüsmo_respecto.a la realidad social del hombrc y a la-verdad dcl Evangclio: cf. M.-D. cuem-¡: ""contestación" sin cisma en la Iglcsia mcdicval ", en Concilh¿m, 88, 1973, pátg. 209. (3) H. Morn¡: La manilestatioa de I'Esprit selon Joachim dc Fio¡e. Hermetéutique a theiláge de l,Histoire d,ayés'le.Ttaité sur lcs Quatre Evangelies,, Ncuchátel-París, 1977. EVANGELISTA VILANOVA

403

cionaria desde el punto de vista de la teología clásica, en Particular de la eclesiología. Sobre ésta descargaron su autoridad los censores de la comisión de Agnani, designados en 1255 por el papa Aleiandro IV, y no se engañaron.

Podemos recordar las circunstancias históricas de este examen de la doctrina joaquinista. En 1254 circulaba en París un libelo introduciendo a la lectura del Liber Concordiae de Joaquín; este Liber introductorius in Euangelium aeterflum tenía como autor un franciscano, discípulo radical, más o menos fiel al abad de Fiore: Gerardo de Borgo San Domino. Los maestros seculares de la Universidad de París -inspirados por uno de ellos, Guillermo de Saint-Amour- aprovecharon la ocasión para comprometer a los mendicantes, cuyo éxito universitario provocaba su clara envidia. Censuraron proposiciones joaquinistas, sacadas del Liber introductorius, con el fin de perjudicar, a través de Joaquín, la orden franciscana, cuya rama «espiritual" se había adherido al abad de Fiore y a sus profecías. Los dominicos, menos sensibles a este género profético, fueron objeto de otros ataques. Combate épico, que no tardó en llegar a Roma. De aquí, entre otras, la reunión de la comisión pontificia de Agnani, a la que fue sometido tanto el texto de Gerardo de Borgo San Domino como textos de Joaquín de Fiore, empezando por la Conco¡dia. El23 de octubre de 1255 Alejandro IV condení el Libe¡ introductorius, pero no propiamente la obra de Joaquín. Ciertamente que

tdo

este asunto, leído desde una visión actual, acnra-

lizaday actualizante, a causa de una preocupación teológica, se dirige más al pensador que al historiador. Propone una reflexión sobre el valor de este fenómeno perenne en el cristianismo, según el cud, d lado de su versión institucionalizada y conservadora, tiene lugar un nacimiento continuo de tendencias apocalípticas, contestatarias y revolucionarias.

tla va. derocélebre, un personaje con una posterioridad imprevista- Sin duda, cabe distinguir la influencia directa e inmediata de Joaquín mismo y la del joaquinismo, término que incluye una multiplicidad de significados, pero que permanece útil y cómodo para indicar algo que, de una manera más o menos propia, se refiere al abad de Fiore y a algunos elementos inspirados en su orientación teológica. Ella está presente en espiritualc, bguines e iluminados; albigenses, valdenses y cátaros; en personalidades como Ramón Llull y Arnau de Vilanova, originarios de la Corona de AraEn la figura de Joaquín de Fiore encontramos un autor

nocido

4M

y

EL ESPIRITU EN LA HISTORIA

r gón (4). Todos, con evidentes diferencias, pero sobre una base común: el It"*or por la verdadcra Jerusalén contra la "Babilonia, civil o eclesiástica, dibuiada en el Apocalipsis, libro conringamente comentado; el retorno ,rn" áá idealizada que real simplicidad evangélica: la metodolo-gía del "despojo radical de todó, hasta la desnudez franciscana; la desmitificación de L Íiturgia sacramental; la liberación de una jerarquíaeclesiástica.que en lugar de sér espejo de la divinidad, según el esquema del.Pseudo Dionisio, erá interesada^rácaudadora en las vías de acceso a la salvación eterna; el ansia de una nueva y definitiva cristiandad. l-

La atención al Espíritu, comunicador de vida, se reclamaba en aquella Iglesia romana del medioevo, que a partir del primer -milenio, es decir, d-esde la separación de la Iglesia de Oriente, había sufrido una amnesia respecto , ü pn.utn"tología Con palabras del padre-CoNcARr.«no se habla'ba del Espiritu Santo más que io*o garantía de la infalibilidad de las insrancias jeiárquicas" (5). De este modo, el mismo magisterio doctrinal quedó mariado, sobre todo desde Gregorio VII, por una mentalidad vete.ot.rt.-.rrt"tia sobre Dios y el ministerio, y resultó solidaria de un monoteísmo no trinitario. Es mérito de Joaquín de Fiore haberse abierto a las perspectivas del cristianismo oriental y ha!e1 asumido la doctrina de disiintás doctores y espirituales griegos que habían reinterpretado la visión platónica de uná evólución emanantista del mundo, en el interior de las g¡"ndes etapas del plan divino, tal como lo revela la Escritura: Dios, en la áxpansión i. ,, .*or, entra en comunión con la humanidad, según el deürrollo de una historia, en la cual el progreso de su revelación queda medido por una especie de reproducción terrena de su vida interior en la trinidad de personas. Ya en el siglo XIt, un monje conservador como Ruperto de Deutz, y Anselmo de Havelberg, teólogo sensible a la evolución

(4) Tengo la esperánza que las aportaciones de Josep Perarnau sobre estos dos autores uan'a'estimuiar la eláboración de un istudio sistcmáiico sobre los movimientos espirituales que protagonizaron. Sin duda" a través de_los espiritualcs franciscanos, activos en la Corona de Ar"g¿ñ estos autorfx¡ conoct¿¡ron con el pensamiento joaquinista. Ramón Llull, por lo que ," refieie á la reforma de la Iglesia -de !a cual habla en Blanquerna y en tantas otras obras-, está siempre dispuesto: al hdá de los franciscanos, simpatiza con loe espirituales y los apocalípticos, iero siir comprometerse en ninguno de_estos moümientos que, si eran condenadoo, abandonába con coniencimiento. Arnau de vilanova, cuy¿§ Preocup¿¡ciones apocdípticas están en primcr plano cn cl inicio de su itinerario, se centra más ta¡de en la ve¡dad del cristianismo, por la iual el cristiano puede salvarsc: su influcncia en los espiritudes_medievales es indiscutiLL. Cf. un buen ¡esumen en A. Ouvm.: *Espirituales y "fraticelos" en Cataluña, Mallorca y Castilla,. Histo¡id de la lglesia en España, dirigida por R. García-Villoslada, II' 2, Madrid, 1982, prígs. 160-165.

(5)

"I-a

..réception" comme

rálité

eccláiologique", en Reuue de kiencies Philosopbi-

ques et ThéologQues, 56, 1972, pá9. 392.

F,VANGELISTA VILANOVA

405

de la Iglesia contra el inmobilismo de la ortodoxia bizantina, habían reco-

gido la gran visión de Gregorio de Nacianzo y habían exdtado el reino del Padre en el Antiguo Testamento, la nueva alianza consumada en el Hijo encarnado, la expansión del Espíritu realizada poco a poco en la Iglesia, intérprete de la leua evangélica. Joaquín de Fiore había amplifica-

do las posibles ambigüedades de esta visión tradicional, profetizando la tensión escatológica del Reino de Dios en una disolución de sus elementos institucionales.

No sorprende que este profeta autodidacta, inclinado a un misticismo extrañamente cerebral, haya sido objeto de los juicios más contrapuestos ya por parte de sus contemporáneos (6). También ahora el interés por esta figura desconcertante se manifiesta en los innumerables estudios que se publican sobre él (7). Por una parte, no se puede evitar hablar de Joaquín en las obras generales que tratan del estudio de la Biblia y de su interpretación, o en los estudios sobre la historia del pensamiento medieval. Una de las mejores contribuciones en esta línea, y que da una primera introducción de gran valor al pensamiento joaquinista, es el amplio análisis que le consagró el P. de Lubac en su monumental y clásico estudio sobre la exégesis medieval (8).

III. LA LECTURA ESPIRITUAL DE LA BIBLIA "No

es exagerado decir que con Joaquín, y quizá por primera vez en la

historia de la hermeneútica cristiana, una clara toma de conciencia del

tiempo de la Iglesia y de su historia reviste actu-lidad, a diferencia de una concepción uniforme y repetitiva del tiempo postcrístico. Nuestra situación no es ya la de la Iglesia primitiva; es más, es radicalmente diferente (...); Joaquín toma de nuevo, radicalizándolo, el habitual método tipológico; con é1, esta arma temible se vuelve en contra de la intención de aquellos que la utilizan con fines apologéticos (...). La intuición decisiva en que

(6) Cf. C. B.rurn¡

"Joachim de Flore", en Dictionnai¡e d¿ Spintudlité,

- págs.1.181-1.183; cf. también H. op Lus¡c: op. cit., en la nota 1. 1974,

MII,

parís,

.. (71. .Cf. b glqliograff en C. B^RAUr, art. cit. en la nota anterio¡, col. 1.198-1.201, y las diez págirlas de bibli;grafía de H. Morru: op. cit. cn la nota 3. Este hecho hacc resaltar la ¡elativa pobrcza de la lite¡atura hispánica sobreJoaquín, si excqrtuamc lc esn¡dios de c. B¡uur y_la aportación de J. L SrnerweNt,loaquín RAUT SrnerweNt, loaquín d¿ de Fiore y Tomtk Tomás de Aquino. Aquino. Historia Historia de potgrntc.r, Pamplona, una ufto polémica, ramplona 1979, ly / r, qtre que mereció melecló una extensa I rccensión de R. Mlxs¡r_lr MeNsu-lt,, en Reuue en Retue d'Histoire ecclésiastQuc,78, 7983, págs. 863-867 . (8)

Exégése médiéuale. Les

quate

sens de

l'Écriture, II-1, París, 1961,págs.437-S58.

EL ESPIRITU EN LA HISTORIA

de la descansa la tipología joaquinista es que cristo es menos el término la ende inauguradora fuerza la historia que ei priricipio de la renovación; ahis(...). concePción una De recapitulador carnación sobripasaiu poder tórica, uniforme y conservadora, de la verdad cristiana, pasamos.así a una

concepción más ábierta, que busca analizar la doctrina y la Iglesia.cristian", .ó-o fenómenos aparecidos históricamente y, en consecuencia, suietos a la variabilidad de la historia" (9).

sorprende este nuevo modo de comprender la historia salvadora resp".a á la que prevalecía en lo que se podría llamar el ucatolicismo de cristiandad medieval". Y su poder de subversión frente a este sistema' En efecto, sobre todo si este método se endurece en manos de innovadores más rádicales que el mismo Joaquín, ino se co'e el riesgo de transtornar el orden eclesiástico establecidoi sin duda, más allá de los datos eclesiológicos considerados por la comisión de Agnani, cabe atender a las raíces: fasi se pucde llegar á erper"r otra revelación.El tenpus sub gratia, tercera edad dil mundo-despuá drl tt*pus ante legem y del tempus sub lege, se divide en dos: la edád det Hijo, el de la Iglesia romana hasta el momento .n qo. escribe Joaquín, y la eáad del Espíritu, que se oPone a la precedente como lo perfecto a lo imperfecto (1 Cor, 13,9-72l,' se da así, en Joaquín de Fiore, una comPrensión nueva de la Escritura: el mismo Nuevo-TeJtamento es sobrepasado por una intelligentia spirituaIis, que desemboca connatrualmente en una visión profética de la historia. Vi.iá" decisiva, dramática, ya que considera que el punto en que se sitú¿ el

.l paso -transiius gatiae- del estado todavía imperfecto reino de la gracia a su plena ec[osión aquí abajo, el paso de la edad del Hijo a la de la plenitud del Fxpíritu; y eso ahora' El sistema hermenéutico de Joaquín funciona en un trabajo de interpretación de los textos principales de la Escritura, texto§ principales tanto de su importancia ob¡etiva, reconocida comúnmente, como de su ""oo "significación singular para nuestro exégeta. Lo atestiguan bien-las numerobuen sa", refe.enci6 q:rra háce o el cuidado que tiene en comentarlas: un ejemplo lo ofrecen dos escenas evangélicas, las bodas de caná y el diálogo .tn Ñi"od"*o [uan, 2 y 3), y dos versículos bíblicos, Juan, 16,13 (más exactamente , 73{), ya que la segunda mitad del versículo es deliberadamente .olviá ada,) Y 1 Ctr 13, con referencia al famoso himno cristológico del Fil. 2, 7 y siguientes.

profeta ,rr"r""

iel

Es notable que los cuatro personaies presentados

(9)

por Mottu, para ilus-

H. Morru: op. cit. en la nota 3, príg§. 89-90.

EVANGELISTA VILANOVA

407

trar la metodología joaquinista, Simeón, Juan Bautista y Jesús, Elías (el fli¿5 «
No por casualidad los tipos de Simeón o de Juan Bautista y de Jesris, por un lado, y las bodas de Caná, por otro, para limitarnos a los ejemplos propuestos, recurren a las mismas convicciones fundamentales y sugieren, desde diversas perspectivÍrs, una misma interpretación de la historia salvadora. Obligado a la brevedad, transcribo una presentación del episodio de Caná: "Exégesis: el cambio del agua en vino significa la ransformación de la letra evangélica en comprensión espiritual...; historia: las bodas de Caná significan la conversión estructural de Ia Iglesia en una nova religiosorum Ecclesia...; teología: el Espíritu, sujeto de esta transformación $esús "designando" el Espíritu)..., (10).

IV. UNA TEOLOGIA DE LA

HISTORIA A PARTIR DEL ESPIRITU Y/O DE LA TRIMDAI)

Nos encontramos con la paradoja del fracaso/triunfo del profeta calabrés. Hay la intuición de la novedad de aquel siglo xu. Pero su imaginación se engañó al poblar este nuevo espacio de sueños y fantasmas,en los cuales puso su esperanza. iCómo explicar entonces su duradero influjo en aquellas corrientes que no cesarán de manifestarse a lo largo de la historia occidental? «La utopía de Joaquín es progresiva. Pero la materia subjetiva de su utopía es ciertamente regresiva, ya que proyecta en el futuro su propio ideal eremítico" (11). En último término, si intentamos sobrepasar el horizonte teológico podríamos situar la contribución más duradera de Joaquín H. Morn¡: op. cit. en la nota 3, págs. 310, 363. H. Morru: op. cit. en la nota 3, pág. 318. EL ESPIRITU EN LA HISTORIA

en esta percepción que la historia aporta algo verdaderamente nuevo o que el futuro no se limita a valorar el pasado: la historia no supone que el ti.mpo pase, sino supone que Pasa algo, que se Presenta lo inédito. Joaquín-descubrió la historicidad. Quizá esta expresió n apat ecer á exagerada.

El lectot puede replicÍu que ya San Agustín, en la Ciudad de Dios,

se

muestra sensible a ia historia, hasta el Punto que muchos lo juzgan el padre de la .teología de la historia'. Pero al analizar la visión joaquinista de la

historia se puede advertir {omo lo ha anotado Ax-ro¡'tto CRocco (12)que entre San Agustín, el escatólogo de la Ciudad de Dios, y Joaquín de Éiore, el escatólogo dela edad del Espíritu, hay una divergencia esencial.

En la edad del Espíritu, Joaquín no sólo superaba definitivamente la teoría del seflescens saeculum o de la senectus mundi, transmitida por Agustín a toda la historiografía medieval, sino que eliminaba el dualismo agustiniano en la última fase de la historia humana, concebida ya no como el escenario del drama cósmico entre el reino de la carne y el del Espíritu. De este modo, el tercer sfafrs joaquinista, con la perspectiva escatológica de la renouatio total del saeculum, armonizaba la ciudad de Dios y la ciudad terrena, eliminando la fricción y la dicotomía entre lo espiritual y lo temporal, y superando la tradicional visión dualista del mundo y de la his-

toria. Este final del proceso histórico como suPeración del dualismo agustiniano y como asunción de la ciudad terrena en la única ciudad de Dios, hacia la que tiende la escatología joaquinista, no debe considerarse como el motivo conductor primario y exclusivo de la teología de la historia de Joaquín, la cual -tn su esbozo global- permanece fundamentalmente un para pens¿u e interpretar la historia como manifesta"próy..to teológico, .iór,'p.ogroiva y ofigura, temporal del eterno misterio del Dios-Trinidad. Es evidente que Joaquín instaura en el pensamiento cristiano occidental una nueva mitodología teológica, formulada por KeRl BARTH cuando, hace más de medio siglo, exponía el proceder del pensamiento teológico trinitario de Joaquín: «no consiste en el intento de explicar la Trinidad partiendo del mundo, sino del intento opuesto, el de explicar el mundo partiendo de la Trinidad,, (13).

Joaquín nos ofrece una manera nueva de leer la historia, menos fasci-

(lZ) oll superamento del dualismo agoctiniano nella concezione della storia de di Gioac.hino á" piq¡¿,, L'eti dello Spirito e la flne dei tetnpi i¡ Gioacchi¡o da Fiore e nel gioacebi mismo medietai¿, Aai del II congresso internazionde di studi gioachimiti, san Giovanni in Fiore, 1986, págs. 141-161.

(13)

Die kirchliche

Dogmatik,l, 1, Mitrchen, 1932,pá8,360.

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409

nada por los textos y más abierta a los ambientes en los que ellos han nasus condiciones de vida. No hay que decir, al precio de repetirme, que no sólo los teólogos, sino también los medievalistas e historiadores no p"aran ignorar esta aportación. Sin duda, surge aquí el problema de cómo

cido y a

la contribución joaquinista. Joaquín es un autor difícil. Difícil, por la complejidad de su vocabulario y también por la sutilidad de su imaginación. Difícil, por los problemas históricos planteados (así, el pro-

int..pt.t"r

blema de las fuentes: baste referirse al o¡ientale lamen y la herencia agustiniana). Difícil, por el carácter globalizante de su pensamiento y Por una

cierta nota *utópica, (14). Difícil, por las múltiples interpretaciones de sus inmediatos seguidores... Dichas dificultades se reflejan en particular en sistematización trinitaria" de la historia sallo que podríamos llamar

"la

vadora: Joaquín, clásico cuando se trata de precisar las "aProPiaciones trinitarias, qué están en el corazón de su construcción, lo es mucho menos cuando prlsetta su concepción de las Personas entradas en la historia por una especie de economía trinitaria dinámica.

V.

REFLEXIONES CONCLUSIVAS

HENru DE LUBAC considera a Joaquín de Fiore como lo que realmente fue: un teólogo; en consecuencia, es comprensible que se Preocupe Por teológico de su pensamiento' Lo resume en la relapiofunair"t '.ión "rp..ro "i .rrr." Trinidad y estadoi del munáo, llena de significación teológica, y que en último término es la que explica la historia. La edad del Espíritu á, uit,, como un problema de Joaquín y como un problema de sus sucesoEn res, convencidos iue la verán, peró conscientes que no se ha realizado. está serrtido, en la espera del'Espíritu, la tensión entre esperanza y desiluel problema dá h historia. Poco a poco, -sin embargo, la ,iá" á.i" "bi"r,o .rp.r"ir" trascendente, la esperanza de la intervención divina se va vacildo de su contenido cristiano, para convertirse en una espera cada vez' de más laica. Lo muestra bien la famósa invocación a la edad del Espíritu género humano, de Lnsdel Mucación la en que encontramos Joaquín SING.

Desde este enfoque es comprensible que, como ha señalado, con cono-

(14)

La nota utópica del joaqünismo aparece bien en

sus profecíasd,e-los r¿n

s?,ritu¿bs

y del transitus que se prepara pará los anos 1200; la fecha fatídica de 1260 corresponde a un ló-pu,o q,r. pú"d. juitificarse por la indicación de Joaquin_, pe-¡o cuya responsabilidad últi-

-" p..t.ttie a sus discípulos 410

I;

un poco fortuitos, los espirituales franciscanos'

EL ESPIRITU EN LA HISTORIA

nada por los textos y más abierta a los ambientes en los que ellos han nacido y a sus condiciones de vida. No hay que decir, al precio de repetirme, que no sólo los teólogos, sino también los medievalistas e historiadores no

podrán ignorar esta aportación. Sin duda, surge aquí el problema de cómo interpretar la contribución joaquinista. Joaquín es un autor difícil. Difícil, por la complejidad de su vocabulario y también por la sutilidad de su imaginación. Difícil, por los problemas históricos planteados (así, el problema de las fuentes: baste referirse al orientale lumen y la herencia "gu"tiniana). Difícil, por el carácter globalizante de su pensamiento y poi una cierta nora «utópica» (14). Difícil, por las múltiples interpretaciones de sus inmediatos seguidores... Dichas dificultades se reflejan en particular en lo que podríamos llama¡ "la sistematización trinitaria, de la historia salvadora: Joaquín, clásico cuando se trata de precisar las .ap¡ep¡¿ciones trinitarias" que están en el corazón de su construcción, lo es mucho menos cuando presenta su concepción de las personas entradas en la historia por una especie de economía trinitaria dinámica.

V.

REFLEXIONES CONCLUSIVAS

HrNru DE LUBAC considera a Joaquín de Fiore como lo que realmente fue: un teólogo; en consecuencia, es comprensible que se preocupe por profundizar el aspecto teológico de su pensamiento. Lo resr¡me en la relación entre Trinidad y estados del mundo, llena de significación teológica, y que en último término es la que explica la historia. I-a edad del Espíritu es vista como un problema de Joaquín y como un problema de sus sucesores, convencidos que la verán, pcro conscientes que no se ha realizado. En este sentido, en la espera del Espíritu, la tensión entre espera¡rza y desilusión deja abierto el problema de la historia. Poco a poco, sin embargo, la esperanza trascendente, la esperanza de la intervcnción divina sc va vaciando de su contenido cristianor prrÍr convcrtirse en r¡na espera cada vez. más laica. Lo muestra bien la famosa invocación a la edad del Espíritu de Joaquín que encontramos en la Mucación del género bumano, de LxSING.

Desde este enfoque es comprensible que, como ha señdado, con cono-

.

(1+l

La nota utópica del ioaquinismo aparece bien en

sus

proftcías dc

y del trarcitus que se prepa¡a para los años 1200; la fecha fatíáica de

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spi¡ituales

1260 corresfrnde a un

cómputo que puede justificarse por la indicación de Joaquín, pcro cuya responsabilidad última pertenece a sus discípulos un poco forruitos, los espirinrales franciscanoo.

410

EL ESPIRITU EN LA HISTORIA

cida erudición, el desaparccido Reour MANsutI (15), en la conciencia eruopea del Quanrocento y Cinquecento, la obra de Joaquln se presenta todavía como una esperan:za, como la espcra dc un rctorno divino a la tierra. Que esta espera haya sido diversamcnte entendida, desdc el misticismo de Scrafín de Fermo a la ciudad de Dios de Tomas Miintzer, es un problema que revela la importancia histórica del joaquinismo por lo que se refiere a la edad del Espíritu. Joaquín de Fiore, en la acción de las tres personÍu¡ trinitarias, transformaba la *economía, de los Padres griegos. El plano de la salvación se convertía en un triple plano de desarrollo .concorde' a la historia. El rctor¡ro de Cristo, d fin de los tiempos, estará precedido por la edad del Espíritu, y esta edad suponía, en Joaquín, una nueva ordeneción de la vida social. En ella debían conveni¡ monjes, clérigos, fieles, pero no como socicdad del poder, sino como socicdad del amor. Así, Joaquín inuoduce un elemento verdaderamente dramático, porque el Espíritu debfa vencer la fuerza del poder. En apariencia no lo ha conseguido; pero si el poder puede impcdir la realización del idcal, no puede matar el ideal que reapÍrece periódicamente, transformado y condicionado por las circunstancias históricas. [¿ cosa es clara: que en nucstro siglo xx un ateo como EnNsr BLocH y urr teólogo como JüncrN Mortuer.rN hagan referencia a la esperanza suscitada hace ocho siglos por Joaquín de Fiore significa que, en medio de la violenciq siempre presente en la historia, no mucrc la espcr¡r¡u¿a de una humanidad mejor, con relaciones inspiradas en el amor. Esto puede scr el sentido laico de la comrin condición humana que, scgún BLocH, se destruye cuando fala la esperanza; esto puede ser el

amor inspirado en Cristo crucificado, como ptopone MoLTI¡AI.IN. Pero todos esperarnos un futuro dc la humanidad quc sea digno de la "espiritualidad, del hombre, es decir, del hombre tocado por el Espíritu.

(15) Eü d¿llo Sprto lZ, págs.237-250.

e

pmfetismo tta Qutfiocanto e Cinqu¿ceito, op. cit., en la nota

EVANGELISTA VILANOVA

4tt

ESTUDIOS

CREER EN EL ESPIRITU SANTO

Por ]OSEP M. ROVIRA BELLOSO

PRIMERA PARTE ANALISIS PARA UNA REFLEXION

Así como en el Antiguo Testamento comprobamos que la acción de Dios consiste en decir una palabra, en anunciar una promesa, en bendecir al hombre y al pueblo, en llamar e iluminar a sus profetas (ver A. BONORA: Qohelet, Brescia, 1987, pág. 79) y, en definitiva, en actuar en la humanidad para que sea más humana, a copia de recibir la vida de Dios mismo, así será bueno comprobar toda la gama de acciones que el Espíritu Santo despliega en la historia del Nuevo Testamento, en la vida de Jesús y en la vida de la comunidad de la fe. Confiamos que así como las acciones de Dios eran una buena pista para «entrar» en su conocimiento, así también sea la contemplación de la múltiple acción del Espíritu la que nos permita concebirlo rectamente como «persona». No deja de tener su punto de humor que, ahora que los teólogos redescubrimos con razón que son necesarias ciertas categorías filosóficas -ni que estén sacadas de las mismas Escrituras- para entender el mensaje, me dedique en este trabajo, como en los buenos años cincuenta, a labrar con afán una honesta teología bíblica, buscando exhaustivamente en el Nuevo Testamento las acciones que al Espíritu Santo se le atribuyen.

.JOSEP MARIA ROVIRA VELLOSO

413

La razón de esta búsqueda paciente y poco brillante estriba en que (sobre todo por lo que se refiere al tema del Espíritu) uno teme la palabrería disfrazada de espiritualidad. Es necesario aprender los caminos del Espíritu y, precisamente en la medida que queramos luego reflexionar en un nivel más sintético, se hace necesario el análisis receptivo. La sobria acumulación de datos es una buena manera de fecundar la mente.

Una de las ventajas de este análisis es que los cuatro Evangelios y los Hechos de los Apóstoles se presentan como un todo. Un todo narrativo casi continuo que comprende el acontecer de Jesús y el acontecer de la comunidad, contemplados ambos a la luz del Espíritu, que abre los ojos de la fe. Los «Hechos» aparecen así como «el evangelio de la comunidad» penetrada, iluminada y movida por el Espíritu. Una de las desventajas es, por cierto, la tentación que puede acometer al lector de dejar la lectura de la siguiente enumeración y clasificación de acciones y manifestaciones del Espíritu de Dios, ya sea por darla por supuesta, ya sea por la dificultad misma de hacerse cargo de lo que pretende ser una mirada intensa que haga recordar el conjunto del Nuevo Testamento, por lo que al Espíritu se refiere. No está de más, por tanto, pedirle al lector un suplemento de pacien-. cia para adentrarse, en visión panorámica y lenta, en ese conjunto de datos neotestamentarios, que sirven para centrar y profundizar, ya en primera instancia, el problema de qué y cómo es -y también cómo podemos llegar a concebir- la Tercera Persona de la Trinidad Santa.

non), el Espíritu Santo desciende (+,t, ~ traran el cielo y la tierra: es la ~

cli

Como variante de este •descensodice que el Espíritu cayó sobre Jos t •• 3.

4.

Es el «clima» donde vive Jesús Jesús se alegra en el Espíritu, y en a

5.

d..

Purifica

Expulsando los demonios: Mt 12,21..._: (Ver, en negativo, el misterio 12,31; Me 3,29; Le 12,10).

6.

del.-

··"1

Irrumpe: Se presenta

c:"'I

Le 1,41; 2,25 (el Espíritu estaba en Sil 7.

Llena los corazones

Ser bautizados en el Espíritu

uil

Seguramente, esta entrada de Jesús -y, más tarde, de los discípulos- en la esfera del Espíritu es algo fundamental: Ser sumergidos en el Espíritu para adquirir sabiduría y amor es el principio y el final del proceso de la vida cristiana. Ver Mt 3,11; 28,19; Le 3,22; Jn 1,32; He 1,5-16; 1 Cor 12,13.

2.

El Espíritu «unge» a Jesús

Mt 12,18; Le 4,18 (texto fundan• ••4

Estas son las acciones que, según el Nuevo Testamento, corresponden al Espíritu Santo: l.

-.'f~'.

De María (Le 1,15), de Isabel (Le (Le 4,1), de todos (He 2,4 y 4,31), de~ 6,3), de Esteban (7,55), de todas las . . 11,24), de Pablo (13,9). Son henchidos4tJ

Es muy interesante la exhortacicla .... to» (Ef 5,18). *i 8.

El Espíritu «desciende» a los hombres

Mueve

Mt 1,16; Me 1,10; Le 3,16-22. En Juan 1,32-33 hay un movimiento de encuentro recíproco, en virtud del cual: mientras Jesús asciende (anabái-

David es movido: Mt 22,43; Me 11,28; He 8,39 (El Espíritu arrebata).

414

JOSEP MARIA ROVIRA VELLOSO

CREER EN EL ESPIRITU SANTO

Uiil

.,-

.an), el Espíritu Santo desciende (katabáinon) sobre él, como si se encontraran el cielo y la tierra: es la característica del Bautismo de Cristo.

Como variante de este «descenso» en los Hechos de los Apóstoles se

dice que el Espíritu cayó sobre los reunidos: He 11,15-44. 3.

El Espíritu «unge» a Jesús Mt 12,18; Le 4,18 (texto fundamental); He 10,38.

Es el «clima» donde vive Jesús Jesús se alegra en el Espíritu, y en él ora: Mt 11,25; Le 10,21.

Purifica Expulsando los demonios: Mt 12,28. (Ver, en negativo, el misterio del pecado contra el Espíritu Santo: Mt 12,31; Me 3,29; Le 12,10). Irrumpe: Se presenta Le 1,41; 2,25 (el Espíritu estaba en Simeón).

Llena los corazones De María (Le 1,15), de Isabel (Le 1,41), de Zacarías (Le 1,67), de Jesús (Le 4,1), de todos (He 2,4 y 4,31), de Pedro (He 4,8), de los Diáconos (He 6.]}, de Esteban (7,55), de todas las Iglesias (He 9,31), de Bernabé (He 11,24), de Pablo (13,9). Son henchidos de Espíritu y de gozo (He 13,52). Es muy interesante la exhortación de Pablo: «Llenaos de Espíritu San.,.. (Ef 5,18).

Mueve David es movido: Mt 22,43; Me 12,36; también Simeón: Le 2,27; He 11,28; He 8,39 (El Espíritu arrebata).

9.

Conduce

14.

Al desierto: Mt 4,1; Me 1,12; a Galilea: Le 4,14; Gál 5,18.

Estamos ante un tema mayor: FJ ~ dole el pecado que ha cometido al no aaii: posi~ivo: da testimonio acerca de la w:nlj 5,3.Cy 6,10; como fuerza y sabiduría clitimi! ción: Rom. 8,16; 9,1, y Hb 9,8 y 10,15.

10.

Envía

Los discípulos son enviados a la misión de la que surge la Iglesia: He 13,4; 16,6-7. 11.

Nos enseña (para que podamos hablar)

Jn 14,17-26 («Os lo enseñará todo», «OS lo recordará todo»). iEl Espíritu como «memorial» y maestro interior que hace recordar! 12.

a

Como variantes, hay que añadir qae el testimonial» (Hb 3,7), «predice• o cp:ro6:li¡¡ advierte a las Iglesias cuál es el camino ~ mundo si quieren ser a su vez •test..,. lí (Apoc 2,7-11-29; 3,6-13-22; 14,13; 19,10;1&;

...

¿Acaso el «Espíritu que es la Vc:nbd- e dero»?(ver 1 Jn 5,6, en relación con S,.20).

Hace hablar, confesar y predicar

Mt 10,20; No hablamos nosotros, sino el Espíritu Santo: Me 13,11; Le 12,12: El Espíritu Santo enseña lo que conviene decir. De modo específico, hace confesar a Jesús (1 Cor 12,3-4). Dicho de otro modo, la confesión de Jesús, propia de la comunidad y de los discípulos, se realiza «en el Espíritu Santo». También las lenguas (el modo de orar sin palabras articuladas, que se conoce como «hablar en lenguas») lo realiza el Espíritu (1 Cor 14,2), que, así, hace que el orante «hable a Dios», no a los hombres. De modo semejante, nuestro conocimiento espiritual proviene del Espíritu: consiste en «palabras aprendidas del Espíritu» (1 Cor 2,12-13). Así se entiende que donde hay conocimiento de Dios y palabra acertada sobre Dios haya Espíritu. Por eso, la predicación auténtica no es simple vocerío, sino que va acompañada siempre por la fuerza del Espíritu (1 Tes 1,5). De manera correlativa, esa palabra se recibe y se abraza en el gozo del Espíritu Santo (1 Tes 1,6). Así, se puede decir que el mensaje del Evangelio es una predicación en el Espíritu (1 Pe 1,12). 13.

Da testimonio

Habla por boca de los profetas o por sí mismo

15.

Toma decisiones; fruto de m aspiración o deseo

p1 '

1

Es el famoso «hemos decidido el r,Mill¡ cilio de Jerusalén (He 15,28). Ocurre qae 8,27). Su aspiración es, en resumen, dar . . . Iglesia de Jesús interiormente. Visible m • 1 Apóstol~ y los Profetas, y es pa.stOtCilllo j que El mismo puso (He 20,28). ····

41

16.

Es el Don sin medida, comwM ~ por el Padre y el Hijo y .. ~ ..·.

Le 11,13; Jn 3,34 y 20,22; He 2,17-11-~ rramado); 10,47; 15,8 (comunicado), y~ mos recibido el Espíritu); Gál 3,2 {lo hama• sús]). iNos ha sido suministrado el

F.spíriail.

d • y,..._,

La Epístola a los Gálatas va prqm: píritu se recibe por la fe (Gál 3,5-14

-¡,

He 1,2. Habla por boca de David: 1,16; 4,25; 8,29; 10,19; 11,12; 13,2; 21,11. Habla por boca del profeta Isaías: 28,25.

No es necesario decir que tan sólo'Oilllll Espíritu: 1 Tes 4,8; 1 Jn 3,24 y 4,13. .Jf

416

JOSEP MARIA ROVIRA VELLOSO

CREER EN EL ESPIRITU SANTO

14.

Da testimonio

Estamos ante un tema mayor: El Espíritu arguye al mundo, reprochándole el pecado que ha cometido d no creer enJesús 0-n 1{'f-y sigs')' En positivo: da tesiimonio acerca de la verdad y credibilidad de Jesús: He S,lZ y 6,10; como fuerza y sabidu¡ía divinas: 20,23 y 21,4; como iluminación: Rom. 8,76;9,7, y Hb 9,8 Y 10,15.

Como variantes, hay que añadir que el Espíritu, en esa línea del-"decir testimonial» (Hb 3,7), "piedice" o *profetiza, (1 Pe 1,11), y' en definitiva advierte a las Iglesias .oál .t el camino recto que deben seguir a través del mundo si quieien ser a su vez otestigos" fieles del Dios vivo y de Jesús ( Ap oc 2,7 - 17 -29 ; 3,6 - 73 -22; 74,7 3 ; 79,70 ; 22,77 ) . iAcaso el nEspíritu que es la Verdad" no dará testimonio del overdads¡e"?(ver

15.

1

Jn 5,6, en relación con 5120).

Toma decisiones; fruto dc una profunda aspiración o dcseo

Es el famoso .hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros», del Con-

cilio de Jerusalén (He 15,28). Ocurre que el Espíritu «tiene áeseos" (Rom g,2A. S; aspiración es, en resumen, dar testimonio de la verdad y regir_ la Iglesia de ¡65ús interiormente. Visiblemente está fundamentada sobre los Ápóstoles y los profet¿s, y es pastoreado por los "Vigilantes" (obispos) que El mismo puso (He 20,28).

1.6. Es el Don sin medida, comunicado, dado, derramado, entregado por el Padre y el Hiio Y "recibido" por los creyentes Lc 11,13; Jn 3,34 y 2022;He 2,77-18-33-38; 8,15-17-18-19; 1015 (de-

rramado); 10,47; 15,8 (comunicado),y 79)-5; Rom 5,5; 1 Cor 2,12 (hemos recibido el Espíritu); Gál 3,2 (lo hemos recibido pÍua «conocer" [aJesúsl). iNos ha sido suministrado el Espíritu! (Fil 1,19). La Epístola a los Gálatas va preparand o el climax según el cual el Espíritu se recibe por la fe (Gál3,5-14 y, sobre todo, 5,5).

No es necesario decir que tan sólo Dios es quien nos hace don de su Espíritu: 1 Tes 4,8; 'l' Jn 3,24 Y 4'1'3. JOSEP

MARIA ROVIRA VELLOSO

417

17.

Es el agua viva

Jn 4,10 y7,37-39;1 Cor 12,13.

18.

Habita

En nosotros (Rom 8,9;2 Tim 1,14); inhabita (Rom 8,11). 1 Cor tiende a presentar al cristiano como Templo donde habita el Espíritu: 1 Cor 3,16

y 6,19. Se ntiene, el Espíritu en el sentido de "ser poseídos" por e§e mismo Espíritu. No en el sentido de que se le pueda manipular o «Poseer» con dominio (1 Cor 4,73 y 7,40;2 Cor 4,6).

morada de Dios en el Espíritu (Ef 2,22\. No ha de haber a Dios «se hace "otro Espíritu» en él (2 Cor 1.1,4),ya que quien se adhiere un Espíritu con El" (1 Cor 6,17),

El cristiano

19.

es

Vivifica

La Palabra de Jesús es Espíritu y Vida: 6,63; el mismo Espíritu nos vies Espíritu de Vida (Rom

vifica con el Amor de Dios (Rom 5,5); porque 8,2-4-5-6-73; Gál 5,16-18 y 6,8).

De ahí derivan las dos famosas antítesis: Carne y Espíritu, Letra y Essu variante Ley y Espíritu: añadir 2 Cor 3,6 a las anteriores citas.

píritu o

En definitiva, como dice este último texto, el Espíritu -no la letra- vivifica. Cristo mismo fue "vivificado por el Espíritu" (1 Pe 3,18). Esta vida, como toda vida, es un Proceso que tiene su iniciación (Gál 3,3), donde se reciben las primicias o las arras del Espíritu (Rom 8,26; i1 Cor 15,45?;2 Cor 7,?2;Ef L,14), por el hecho deser selladospor El, sobre todo en el Bautismo (Ef 1,13; 14,30). La madurez consiste en «vivir y caminar en Espíritu" (Gál 5,25). Laplenitud, en llegar a ser' con Dios, un mismo Espíritu (1Cor 6,17).

20.

Santifica

Ya que se trata del Espíritu Santo: que comunica la santidad de Jesús: en la uetdad. Nos pone aparte; del lado de Dios, sobre el

rLos corrsaglct

418

CREER EN EL ESPIRITU SANTO

fundamento divino de la verdad. No nos coloca aparte sociológicamente, ya que los cristianos continúan en el mundo y aun en la carne, con toda la que esto supone. Pero no caminamos con el espíritu del mun-la "-Élgii.a"d do ni-"según carne,, iino según el camino de santidad que el mismo Jesús abrió -oYo soy el camino»- en tanto que Mesías/Ungido por ese mismo Espíritu que, después de la muerte en Cruz, nos comunica'

Ver Rom 1.,4 y 8,23;1Pe 1',2, y 1 Cor 6,11, con la variante ds "justifis¿¡», €s decir, de hacernos caminar por la justicia de Jesus, Mesías (ver también 1 Tim 3,16).

21. El Don

se diversifica en pluralidad de dones *centrados en el

Amor,,: .fruto,

-Puy

del Espíritu en la Iglesia

gozo (Rom 14,17).

- Esperanza y fierza en el Espíritu (Rom 15,12-19)' - Caridad (Rom 15,30), dilección (Col 1,18). - Demostración de espíritu (1 Cor 2,4 y 12,7). - El ofruto, es atnor' alegría, paz, paciencia, afabilidad,

bondad, fideli-

dad, mansedumbre, templanza (Gál 5,22).

- Sabiduría y revelación (Ef 1'17 y 3,3). - Edificación del hombre interior (Ef. 3,16). - Renovación en el Espíritu (Ef 4,23). - No timidez, sino fortaleza, caúdad y templanza (2 Tim 1,7)' - Unidad de múltiples dones (Ef 4,4, y Fil 1,27), porque somos partícipes de un único Espíritu (Hb 2'4 y 6,4).

22.

Otorga carismas

Y

ministerios

ver las famosas listas de ca¡ismas o dones para edificar la comunidad, en Rom 12,6-8;1 Cor 72,4-11' y Ef 4,11: Apostolado, profecía, gobierno, palabra de sabiduría, de ciencia, de fe, curaciones, operación de milagros, i"ngr"t, oración... (ver también }{e20,28 y 23)8;2 Cor 3'8)'

Cuán importante es' pues, «no mentir» al Espíritu (He 5,3), nno resis-

¡i¡le" (He 7,51), "no contristarle" (Ef 4,30). JOSEP

MARrA ROVIRA VELLOSO

419

23.

Ayuda a orar...

El espiritual ora: Y el Espíritu ayuda su flaqueza enseñándole a orar con gemidos inenarrables (Rom 8,23-26; Ef 6,18). Por el Espíritu se ofrece a Cristo: Hb 9,14.

24.

...y a adorar en Espíritu y en verdad

Conocidísimos: Jn 4,23-24. Significativo: "Dar culto en el Espíritu"

(Fil3,3).

25.

Es el Espíritu dc la Verdad y dc la Revelación

Porque es el Espíritu de Jesús, el cual es la Verdad. Y porque santifica o consagra en la Verdad: Jn 14,77; 15,26, y 76,73; I Jn 4,6, y 1 Jn 5,6: "El Espíritu es la Verdad." Es evidente que no se trata de cudquier verdad, sino de la verdad de la Revelación: de la verdad de Dios manifestado en Cristo. La Carta a los (Ef Efesios habla, por tanto, de "Espíritu de Revelación y de Sabiduría" 1,17). Es tanto como decir que la Revelación se rediza «en el Espíritu» (Ef 3,3). De modo muy parecido, 2." Corintios habla de la "revelación por el Espíritu" (2 Cor 2,70),ya que el Espíritu sondea y conoce las profundidades de Dios, y es capaz de comunicarlas o los hombres (2 Cor 2r10-ll).

26.

En resumen: Hace nacer de nuevo, como hiios de Dios

Jn 3,5-6-34. Según estos textos del episodio de Nicodemo, el Espíritu y nos hace nacer de nuevo, o de lo alto, es decir, de

se da sin medida

Dios. Regenera y renueud: Tit 3,5. En definitiva, la nueva creación de la humanidad, su nuevo nacimiento, cifrado en el de Cristo, Hijo de Dios, no pudo realizarse sino por la fuerza del Espíritu (Mt 1,18, y Lc 1,35).

Por eso, nosotros mismos no nacemos de carne y sangre, sino que somos llamados "hijos de Dios" y lo somos: Rom 8,14-16; Gíl 4,6; ver L Jn

3,1.

420

CREER EN EL ESPIRITU SANTO

27. Es decir: t:.g,liza el dinamismo de le "disPcnsación

divina"

Un texto de Hecbos sitúa con toda precisión al Espíritu Santo en la proa de la "divina dispensación": en la punta de la "divina ..e¡6¡¡ia», s€gu" ta cual el Padre nos ha dado a su Hijo Unigénito, y -ambos- nos han comunicado el Espíritu glorioso que los une y envuelve: exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, y ha derramado lo que vosotros veis y oís" (He 2,33). "Jesús,

Por eso, el Espíritu es llamado por el Nuevo Testamento: "EsPíritu del (Padre) que resucitó a Jesús" (Rom 8,9-11); Espíritu de Dios (Padre) que nos hace hijos suyos: I Cor 2,14; Fil 3.3, y Rom 8,74 y citados; Espíritu de Dios vivo; Espíritu del Señor (2 Cor 3,3 y 2 Cor 3'18).

economía fiinitait: El Espíritu de Dios (1 Jn 4,1-2-6) es el Espíritu de Ia Verdad [n 74,77;7526, y 16,13) que inspira a los profetas (Apoc 22,6). Pero hay más: Por el Espíritu tenemos acceso al Padre (Ef 2,18). al adheri¡nos a El somos, con El, un sólo Espíritu (1 Cor 6,17): Es la *koinonía» cuyo realizador es el Santo Espíritu. El es la Comunión:2 Cor 13,13; l Cor 6,17, y Fil2,1. Así, el Espíritu adquiere el señorío y puede decirse, como leen los Padres griegos, Que «El Espíritu es Señor" (2 Cor 3,L7). ¡El es el "Espíritu de la Gloria"! (1 Pe 4,14).

Dinamismo de

la

SrcuNoe

PARTE

LA REFLEXION TEOLOGICA En esta segunda parte no se trata de amontonar palabras, sino de hacer lugar a lo que es nuevo, santo, amable y convivencid. Con esta tesitura podremos captar algo de lo que hace y es el Espíritu. Quisiera advertir que la reflexión empezó ya, de hecho, con la primera parte. Por eso no la titulé simplemente "análisis", sino análisis püa unn reflexión. En efecto, he aquí algunos elementos de reflexión que echan todas sus raíces en la primera parte: JOSEP

MARIA ROVIRA VELLOSO

421

1.

La .tercera p€rsona»

Así solía llamar Sr,Rc¡l BuLcexor (t 1944) al Espíritu Santo: La cera hipóstasis", es decir, la tercera persona.

Al sintetizar los elementos de la primera parte, encontramos

.ter-

este re-

sultado: f .o El Espíritu Santo inteligente, vivo,

persona.-No sólo es fuerza o D/az, sino amor "flagrante» y unitivo. Por tanto, no sólo ss u¿lgq,, sino como repite significativamente Juan (ekeivoa: Jn-74,26 y 1a]qufen", es

1618-13). No sólo es ímpetu vital, sino «persona» que desciende, unge, purifica, irrumpe, llena, mueve, conduce, invía, enseña, hace hablar,-.o.rf.sar, predicar; habla él mismo y, muchas veces, por boca de los profetas; da

testimonio, Í¡¡guye, "toma decisis¡gs»,

es don y comunicación lleno de inteligencia y vida; es el agua viva, que habita nuestro pozo interior, es la luz del _templo del hombre, vivifica, santifica como Don uno y múltiple centrado en el amor; otorga ca¡ismas y ministerios, enseña a orar y á adorar en espíritu y en verdad, ya que El es verdad y revelación que nos hace nacer de nuevo como hijos de Dios. iEs persona en tanto qui í-pet,, de comunicación inteligente, amante y vital de Dios mismo!

2." Es persona "distinta" del Hiio.-No sólo numéricamente distinta, sino distinta también en su modo de ser: en su modo de subsistir como persona. El Hijo es Palabra e Imagen del Padre: se ide¡rtifica con el padre por la vía de la rqresentació2. El Espíritu es Fuerza y Llama de Amor viva que emana como una gloria esplendorosa del padre y del Hijo: Se identifica con el Padre y con el Hijo porque los expresa. No por vía de re-

presentación, sino de expresión.

_3." Es "percona" en el niuel del Amor personal, expresado, comunicado.luando decimos *creo en Jesucristo,, abrimos la puerta no sólo a lo que en Dios es rostro humano, sino a lo que en DioJ puede llamarse "racionalidad», )rá eu€ Jesús, el Hijo de Dios, es también su-palabra, es decir, su imagen definida, su comprensibilidad: vamos a decii, en términos de los antiguos griegos, su oidea,, e incluso -
En cambio, cuando decimos oCreo en el Espíritu Santo», damos otro paso: Abrimos la ventana a Io que en Dios es impulso e ímpetu amante, comunicación de vida santa. Dicho humanamente, abrimos la ventana de ya que el Espíritu Santo, lo que, en Dios, podría llamarse "afectividad,. como lazo de unidad y de amor expresado por el paáre y el Hi¡o, muestra la dimensión afectiva, unitiva o *inrencional" del mismo Dios. 422

CREER EN EL ESPIRITU SANTO

Por eso he indicado que el Espíritu santo no sólo es distinto numéristt camente del padre y del Hiio, sinó que es distinto su modo de subsistit: perfecta gl que Imagen tanto €n p..sott" ., Veibo p.rrorr". ,., de modo áel padre; el Verbo es consubstancial con el Padre porque ha sido engendrado a su imagen substancial. El F-spíritu santo es persona en tanto que amor inteligente y unitivo en el cual .ip"d.. y el Hijá expresan su unidad y amor. Es consubstancial al padre y al Hiio'*é"-. permitido decirlo- no tanto por la vía.de-la imag"n ."pr.r.ntátiva, sino por la vía de exprcsctt la mutua capacidad de dar' "se del'Padre y del Hiio. Por eso, el Espíritu es el Don por excelencia. No representa aquello que hay que .o-ptinder, sino que da aquello que hay que vivir.

4.o consecuencias aplicdbles a la realidad bumana-A este amor expresado, que sale de sí mismo para unirse al otro, los teólogos místicos le il"-"ro., ""rnor flagranter. Es un modo de comunicarse con el «otro», complementario y d'ístinto al acto de comprende¡: Por la comprensión, la .ideá, del otro llQaa mí. Por el amor flagrante, yo me llego al otro, ündome a á1. Es la diferencia entre comPrender y amar/vivir' siempre he pensado que en la Trinidad santa jugaba-decisivamente la alteridad': nl Padre y el Hijo pueden concebirse como el uno y el otro, que siguen siendo .Úno, en esa superación, que no supresión, de 1a alteriáad piopia del amor flagrante y unitivo (ver Jn 10,30). De esta manera, la

Trinidaá se convierte también en paradigma de la convivencialidad humana. Y, precisamente, en nuestro ser de personas y en nuestra- convivencia encont;amos vestigios del triple modo de ser trinitario, resuelto en la unidad. Estos vestigiós eiercen, asimismo, el papel de posibles anclales del amor del Padre,-de la bondad y humanidad del Hijo y de la verdadera donación espiritual en nuestra realidad humana, hecha a "imagen y semejanza" de Dios. En efecto: La experiencia de la alteridad es algo tan humano que, Para expresarla, sólo hace falta pensar en el padre o la madre que ve crecer a su hijo y que, al cumplir el pequeño los seis años empieza a contemplarlo realmenteiomo «otra p€rsola». Como un interlocutor que es verdaderamente «otro» a Pesar de estar tan profundamente unido con «uno mismo"' Realmente,

lo humano es imagen y semejanza de la distinción trinitaria. lo humano se dan ideas (representaciones) y afectividad (e

También en

impulsos vitales).

JOSEP

MARrA ROVIRA VELLOSO

423

'Experiencia del Espíritu?

A pesar del Concilio Vaticano II, se ha producido el conocido relanzamiento del Tratado sobre la Trinidad, preconizado y guiado por K. ReuNER (en su famoso artículo de 80 páginas el Mysterium Salutis, IIl1: "El Dios Trino, como principio y fundamento trascendente de la Historia de la Salvación,). Paralelo a ese relanzamiento ha habido una seria renovación de los es-

tudios sobre el Espíritu Santo en la teología occidental, entre cuyos frutos hay que señalar las obras de BeRRrr, CAZELLES, CoNGAR, Dr Mencrnrq DE LA PorrERIE, GARRIGUES, LE GuILLou, MüHtrx, SULLIvAN, TITLARD, y -€ntre otros- Sr¡esrrÁN FusTER, O. P.; Lurs Le»eRIe, S. I., y Slrv¡.DoR VERGES, S. J., entre otros.

El hecho más notable es que los estudios sobre el F.spíritu Santo se han convertido en una plataforma radicd, ecuménica y eclesiológica, donde confluyen aspiraciones y deseos de estudiosos muy diversos: teólogos católicos, como BRUNo Fonrr, o CevrAteuEsSA; orientales, como J. D. ZIzIouLAS; luteranos, como JünctN MoLTMANN, y tratadistas de la Iglesia o liturgistas/pastoralistas, como AIMÉ G. MARTIMoRT... Este renovado interés por los estudios relativos a la *Tercera persona, el Congreso de Pneumatología (Roma, 1982) y en el Coloquio organizado por la Facultad de Teología y por el Centro de Estu., dios Ecuménicos de Estrasburgo (76-19 de noviembre de 1983). se han plasmado en

Lo mismo C¡Rlo M¿,nÍl MARTIM, en el Congreso de Roma, que el conjunto del Coloquio de Estrasburgo se han preguntado por la posibili dad de una cierta experiencia del Espíritu.

Me inclino por la afirmariva, sobre todo por la experiencia indirecta: a través de la palabra, los signos y las mediaciones, especialmente la luz intelectual y la acción de darse en verdadera caridad, actitud solidaria, bondad auténtica, etc.

No querría caer en la banalización del tipo: he visto una idea clara; por tanto, digo que es una experiencia del Espíritu; he vencido un rencor y lo atribuyo sin más a la experiencia del Espíritu. El otro error sería diametralmente opuesto: no ya trivializar Ia experiencia, sino presentarla como tan rara, extraordina¡ia y única que lleguemos a olvidar que también entre los pucheros anda Dioj. 424

CREER EN EL ESPIRITU SANTO

Un criterio orientativo: El Espíritu es la luz que ilumina y hace com-

en prender (a Cristo) mucho más que el uobieto',-que dcbc ser entendido EspG el mismo Lo que ilumina' p.t"t de ,., la se Ii *it-". A la luz no

"

ritu.

Poresorhayquedecirquelaexperiencia-indirecta-delEspírituestá

de Jesús y en la línea del éonocimiento y del seguimiento afectivo efectivo Salvador. sin cuando la primera de Pedro habla de amar con alegría aJesús, aun del .oro.erlo del iodo, s€g'ramente se está refiriendo a esta experiencia

que «da a conocer».

«muñla y conCuando Jesús invita a seguirlo -a ir en pos de El-por la que nos interior guía al tinua caridad*, iacaso no Jrefiere implícitamente del seguimiento el en decaer impide ,.iJ".l ,u-bá y al impulso que nos Maestro? §,J uida es c¡isto, señala ese principio coyfisuhomb¡e ni muier, ni esclavo ni libre, ni iudío h"y iga"el cual y" ná

cuando Pablo dice que

,oa-

g""iiflti.o hiiosie Dios, según la imagen del Cristo Jesús (Rom 8'29)' "i ilJpiirlrpt corrfigurador es,iiertamenie, el Espíritu de Dios y de Cris-

to. cuando se reúne la asamblea de la oración y de la Eucaristía,

se

vive la

."p.ri..r.i" del Espíritu en la alabanza al Padre: es posiblr decir. Abba ;;;t i; ¡;.ía Jesús; la comunidad v cada Persona Pu999n decir Abba en nrpiri ae ¡aris. En este ientido se desarrollaba mi aportación ;i;i;.

" al Congreso de Pneumatología de 1982'

y Si la experiencia del Espíritu es indirecta y se refiere al conocimiento

amor de Ciisto y del Padré, al va pudieran presentÍ*se aquellos momentos en que se pa§a de la atonía o de la dificultad al amor operante, consolador y liberador de los hermanos, como un momento privilegiado de la ,"..p.iótt del mismo Espíritu que ungió a Cristo y que permite continuar áoy el mesianismo de Jesús.

3.

El Espíritu Santo, como uGloria», de la Imagen

Gtr

ütrÍl Teología

Me doy cuenta de que el tema es de alguna manera nuevo y que será bueno introducirlo, ni que sea en forma algo subjetiva.

JOSEP

MARIA ROVIRA VELLOSO

425

La primera pista para entender al Espíritu Santo como uGloria, del Hijo me la dieron al principio de la década de los ochenta res

Padre y del

indicios complementarios:

a) La frase de SnN AcusrÍN "Tan sólo el padre es principio sin principio" (De Genesi ad Lineram imperfectum Libe4 llr,6). Esta frase me permitió leer el prólogo de san Juan de la siguiente forma: .En el padre existía la Palabra... y la Palabra era Dios., Así, el prólogo iluminaba la relación de alteridad y de unidad entre padre e Hijo, en lá forma que ya he indicado: "Ni el Padre es Dios sin el Hijo, ni el Hijo es Dios sin it padre, pues ambos ala vez (simul) son Dios, (de Trinitaie, V, 14-15). b)

La sorprendente afirmación de Gn¿conro n¡ Nysse:

.El nexo de esta unidad (entre padre e Hijo) es la gloria. y nadie que sea prudente negará que a esa gloria la llamamos Espíritu Santo" (Sobre el Cantar de los Cantales, «[fe¡¡ili¿ 15", págtna 1.177).

c) La pregunta sensata: iPor qué el prólogo de Juan no contiene aparentemente ninguna alusión al Espíritu santo? tAcaso ocurre ahí como con esos Padres de la Iglesia antiguos que, no obstante poseer muy clara la fe en el Espíritu sanro, tan sólo hablan de la relación padre e Hi¡b, dando por supuesta o silenciando la emanación del Espíritu?. La respuesta a esa pregunta --en la línea de lo indicado por GRrconIo NyssA- me llevaba a entender la pletittd del Hijo de lalual brota gracia sobre gracia como plenitud del Espíritu que se derrama como una cascada de gracia sobre la humanidad;' me lleva6a a entender la parabra "gloria" (doxa) como esplefldor del Espíritu; me llevaba a entendér la frase *la graciay la verdad nos han llegado por Jesucristo», como .el don verdadero (del Espíritu) nos ha llegado porJesús,. DE

Glorificar es dar a conocer. Para dar a conocer es preciso poner en relieve, iluminar, hacer resplandecer aquel a qüen se quiire mostrar. La glorificación mutua del Padre y del Hijo, de la que San Juan se ocupa con detenimiento y precisión [n 12,23-28a-Zgb-32;17,1-3-4-5, y 25-26i, equivale a la mutua manifestación del Padre y del Hijo que acontece en la vida humilde y entregada deJesús, a través de sus palabras, obras y signos, pronunciadas y realizados a la lvz del Espíritu que da testimonio de su veracidad.

Para San Juan el punto máximo de la glorificación del padre, y de la correlativa glorificación del Hijo, es la cruz de Jesús. De esta manera, el 426

CREER EN EL ESPIRITU SANTO

misterio trinitario encuentra su lugar de anclaie en el mundo, esto es, su frg* ¿. máxima manifestación y donación a los hombres, en el misterio de la Pascua de Jesús.

Al ver su .gloria» -al ver el Espíritu que lo envuelve como Luz y Amor del

Padr

los discípulos creímos más en El'

es Para una teología inspirada en San Juan y en los Padres de la Iglesia' de Ignacio decía como Pasión, .i..ao qo. .,ta ¿iui"nida¿ se esconde, en la l-Áyot", p".o -al mismo tiempo y de manera aún más decisiva- el Espíritu d; j;r,fu'M*ías resplandec. .n it rostro humano de Jesú! crucificado con .ir""rpt*¿o, de la Londad verdadera: con el amor fiel del Padre. se eso es cuanto hay que cre€r en la Iglesia: que en la Pascua de Jesús en el que' lo es Esto yirino' uno Dios de yla Gracia la Verdad manifiesta

Y

y en la vidá, nos reviste de gracia y de verdad para ser configui"do, ,.gr* la Imagen del Hijo. Esto es lo que hay que vivir y Practicar en el una ent;ga a Dios y a los h.rr.r"no, en todo semeiante a la de Jesús' EsPíritu. Hiio Ungido por el Todo esto me ha parecido verlo concentrado, sintetizado, en la manera como la primera carta de Pedro nombra al Espíritu Santo. Le llama

il i;

oEspíritu de ia Gloria, en una frase concisa, cargada de sentido:

Gloria, que "El Espíritu de

es el Espíritu de Dios, reposa so-

bre vosotros" (1 Pe 4,14).

No sólo podemos decir, como en la famosa traducción del Salmo 44' que «tda lailoria viene de dentro»' sino que, en la perspectiva cristiana' á.U.*"t haci esta afirmación: 'Toda la gloria viene de la Cruz, entendidar la vida por los hermanos y dar la vida del Espíritu a los herá"

"o*o -"rror., Ello

nos lleva a la sencillez y a la humildad de llevar los unos las otros, y -desde el punto-de vista más teórico- a reconciliar los cargas de b íbeologia c¡ucis con la auténtica theologiae gloriae, convertida ya en «teología de la gloria de la Cruz".

JOSEP

MARIA ROVIRA VELLOSO

427

NOTAS

ESPIRITU SANTO Nota bibliográfica

Por XABIER PIKAZA

Sobre el Espíritu Santo se empieza a escribir en estos años con cierta frecuencia y precisión, aunque el tema no se encuentra todavía maduro, a nuestro juicio. Las dificultades que encontramos son diversas. Unas, de tipo antropológico: es preciso fijar la realidad del hombre como •espíritu» para explicitar Jo que supone el Espíritu de Dios. Otras, de tipo eclesial: el Espíritu define el sentido de la Iglesia en su carácter de misterio y en sus rasgos de unidad, libertad y autoridad; por eso, el tema incide en la estructura de las comunidades cristianas, cosa que hace difícil el tratarlo neutralmente. Además, hay grandes dificultades de tipo dogmático: se trata de fijar la personalidad del Espíritu en vertiente trinitaria y cristológica, y parece que aún no se ha logrado un acuerdo en este campo. A pesar de todas esas dificultades, la bibliografía sobre el tema resulta relativamente extensa, como lo mostramos ya en 1977, en un trabajo realizado en colaboración con J. R. GARCÍA-MURGA, M. M. GARIJO-GÜEMBE, A. HAMMAN y L. G. E. jOOS. Desde entonces los estudios sobre el tema han aumentado en forma considerable, aunque en sentido estricto no podemos hablar todavía de un boom pneumatológico, al menos a nivel de teología. Son millares los folletos que circulan sobre temas de renovación carismática. Son pocos los libros y trabajos que se centran de manera sistemática, científico y creadora sobre el tema del Espíritu. La situación se puede iluminar si comparamos el tema con la cristología. Pienso que actualmente existen más de veinte libros de cristología estricta, escritos desde perspectivas diferentes, pero igualmente científi!;'.as. Pues bien, podemos afirmar que aún no existe ninguna pneumatología digna de ese nombre. Hay libros que tratan del Espíritu Santo a diferentes niveles, pero todos son ocasionales; no hay ninguno que presente el tema de manera completa y unitaria. ¿A qué se debe esa penuria pneumatológica? Quizá, a la misma dificultad del tema. El Espíritu aparece en la Escritura y en la vida de la Iglesia como una realiXABIER PIKAZA

429

dad abierta, multiforma, difícil de encerrarse en unos cuaces racionales, como sabe toda la tradición cristina. En la línea de esa tradición, sin recrearla en nuestro tiempo, se sitúa el libro de A. Royo MARÍN. sALvADoR VERGES ha hecho el laudable esfuerzo de unificar, visión de conjunto, la doctrina pneumatológica -en

de la Iglesia; pero tampoco ha llegado a recrearla de manera conveniente.

En línea de mayor actualidad se han situado tres trabajos de tipo general, que cit¿remos aquí de una manera introductoria. El primero es de O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, que, elaborando su cristología, ha sentido la necesidad de introducir un denso esquema de pneumatología donde se recogen y recrean problemas históricos, ecuménicos y teolégicos. El segundo es de M. M. GARIJO-GüEMBE, que ha comentado la fe en el Espíritu Santo desde una perspectiva parística y ecuménica. El tercero es de F. X. DURWELL, que resume, en clave condensada, dialogal y casi vivencial los grandes temas de la tradición pneumatológica de la Iglesia.

En plano



extenso, de colaboración tcológica, contamos en castellano con

dos obras muy significativas, escritas ambas hace más de diez años. [¿ primera es el número homenaie quc Concilium dedicó a E. Schillebeeckx en 974, con trabajos de RAHNER y CONGAR, de KASPER y de KüNG, etc., donde se recogen y s€ tratan los diversos aspectos antropológicos, eclesiales y teológicos del Espíritu Santo. La segunda es la Semana lX de Esttdios Trinitaios, donde A. SALAS, F. DE LA CALLE, HAMMAN, MÜHLEN y otros han expuesto varios temas de pneumatología en clave bíblica, histórica y teológica.

|

Estos trabaios nos pueden servir como introducción general a una temática que ahora estudiaremos de manera detallada. Hemos querido citar sólo la bibliografía en lengua castellana, aun a sabiendas de la limitación que ello supone. Nos hemos centrado en siete temas, que juzgamos representativos; preferimos presentarlos de manera global, citando al fin de cada uno la bibliografía introducida en cada caso. Así

lo hacemos ya en esta introducción: X. PrKAzA, A. HeuuaN, J. R. GARcÍA-MuRc& M. M. GARTJo-GüEMBE y A. G. E. Joos: "Bibliografía trinitaria", Esr. Trin., 11,,1977, págs. 131-522. A. Royo ManÍN: E/ graz desconocido. El Etpíritu Santo y sls dozes, BAC, Ma-

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430

ESPIRITU SANTO

snM.cN.{S O¡ ESTUOTOS TnrN¡T.rnlo s:

'IriEl Espíritu santo ayer y hoy' secretariado

nitario, Salamanca, 1974.

L,

ANTROPOLOGIA. EL PROBLEMA RELIGIOSO

El tema del Espíritu se debe plantear, antes 9u: nada' en plano antropológico' rg_! pneumatoloAsÍ lo he señalado en un trabaio precedenie, dondi he querido:i pánsamiento.fiJgt9fl:o, Partiendo de Hegel' de Marx rnod..no d"l ;;;;;i;te*io

pienso que en el fondo del idealismo, materialismo y vitalismo hombres) que no podemos subyace una Pregunta por el "espíritu' (de Dios y de los olvidar.

] á. Ni"rrit";

Lógicamente,losgrandesteólogosmodernosplanteaneltemadelEspírituenni. ser que se halla abierto a la dimensión de infinitud y en táscendente, desbordándose a sí mismo

,el antiopológi.o,.-pián trat;do del hombri como

que ahora cito' K' ";;;r'*"á" s.ácia. f' esta perspectiva pienso que §e entienden los autores el hombre es pneumatológica: fioiiÑr*'.1"ü.;;;;;.r;ro "uqoi*" de apertura a la escucha de poniéndose mismo, a sí trasciende q*,. .;;;i;il; .rl" -"¿id"." el caráctei ái¡ogal de esa apertura; el

la palabra. H. U. VON BALIHAaAR subraya

hombre es «espíritu» a manera de esposa que

recik

el don de amor y puede respon-

transcon Dios ur,a relaiiót di fecundidad y encuentro. Desde un á.i, al ligada antropológica, p,tÑENfERG "ro¡i..i.'"do apertura la en insiste iorrio pro,"r,*te, W.

es espíritu in la medida en que' superando desborda todo lo dado y se desborda mentel la t" ¿ii.nriO' de totalidad ."ir"¿" de divina en su existencia. Finalmenmanifestación la acoger así pudiendo riiir.o, "i.l p. ñiircr¡ i" tig"a" la exieriencia del espíritu a la misma profundidad del homiiy ¿"*"Ére, en el fondo de sí mismo, una dimen§ión de gratui;;il;;;;;;"." dad y plinitud que le enraíza y sostiene en la existencia'

;;;.;;;.;rtico,

de

t" riáq el hombre

se lo Como puede verse' a este nivel el misterio del Espíritu se liEa a 1ue homel¡odría plano determinado En un llamar oconstitución trascendental, del hombre.

u,.*a.t""porsímismocomoseryarealizado,clausurado.Peroalmismotiempo

le ;i h;;b;; r'desborda, es más de lo que tiene y puede por sí-mismo'.A ese.nivel divino' Así

Espíritu áefinimos como «espfritu», porque de algun modo participa del que se enlo han señalado expresamente RAHNER y PANNENBERG en dos trabalos sobre exy H. MÜHLEN HslrueNN C. d! coletiva ;;;r; incluidos en la obra periencia y teología del Espíritu.

La teología existencial interpretaba la cristología como antroPología',Deiando consti¿" f"¿". aquella interpretación, podemos afirmar que la antroPología sólo en "fr.r" *r. .l r"n¿"-ento 1o lenguale) dorráá se podrá expresar la pneumatología. ¿.¡ r'áñ¡.. .o"o.emoi el Espírñu de Dios. Así lo indican, implíDE LA Jás ant.opólogos de lengua castellana: El primero' J' L' RuIz

;ñi¿;il;irii, ;i;;;;;

XABIER PIKAZA

431

PEÑA, ha utilizado un lenguaje más filosofico y s€ ocupa del oalma, como realidad frontal del hombre, que le capacita para trascenderse a sí mismo, abriéndose a la res-

t,rn,abilidad definitiva, al encuentro con Dios, superando la muerte. En un nivel más teólogico se mueve L. F. LADARIA cuando hace culminar toda la anropología en clave pneumatológica vinculados a Cristo podemos superar el tipo de existencia que nos cierra dentro de nosotros mismos, alcanzando así la salvación, que es gracia (presencia del Espíritu) cn forma de vinculación comunitaria. Pienso que, lamentablemente, esta dimensión pneumatológica del hombre no ha sido elaborada de manera sistemática y precisa en la nueva teología, a pesar de los intentos arriba mencionados. Nos movemos todavía en un nivel raciondista donde el hombre se concibc, sobre todo, como entendimiento. Utilizamos una lógica de tipo posesivo centrada en el dominio de las cosas y en la forma de entender al hombre como sujeto autoconsciente que permanece básicamente encerrado en sí mismo. En esa línea se puede elaborar, quizá, una cristología, pero nunca, una pneumatología, como H. MüHLEN ha indicado con gran fueru . Pa¡a situar el tema del Espíritu es preciso que asumamos una nueva comprensión del hombre en la que importen, ante tdo, los aspectos de su libertad, su tianscendencia, su ape¡nua hacia los otros, Pienso que es áquí donde se juega, en gran medida, el futuro de la fe y la misma teología. Estamos acosados por toáo tipJ de antropologías antihumanistas, que destruyen al hombre y le reducen a un mámcnto de la gran dialéctica, a elcmento pasaiero de un proceso o estructura dominante. pues bien, en contra de eso, la visión del hombre iomo «espíriru" supone que asumimos su valor individual, su trascendencia, su unión comunita¡ia. eueda por delante una gtT !"tf que' en los países de lengua castellana, puede quedar facilitada por los anlisis filosóficos de X. ZuBIRr, a quien h¿llamos cérca de áste planteamiento. X. Prcrze: El Espíritu Santo

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2.

REVELACION BIBLICA

El Espíritu no es sólo la profundidad dcl homlre; e§ también la automanifestaá. éior, en plano de aiertura general a los hombres y también de revelación

"iOn estricta, tal como se exPre§a en la Escritura y culmina en Jesucristo'

EnelAntiguoTestafierrtoelEspírituSantoaparececomoPresenciapersonal

como de Dios, no como persona en un se;tido pleno. En el principio se^desvela un inen Sólo mundo. el y vitdiza que sosti;ne rwth realidad cósmico-divina,6 ,.nro o.o.oo de profundizaciOn y de experiencia histórica e* ruab' Espíritu' se princi;;;;; ;;;;ta, .omo tuerza creádora del Dios trascendente (Gnesis, 1), presencia como y, finalmente' ilá.pr.;.ión y vida de profetas y liberadores, ;; 'es.atológica y traniformadorá de Dior en el tiempo mesiánico. Pienso que no es

en castellano. Entre las obras más sigrrificativas, clásico de P' VAN IMSCHOOT y de M' GARcorte de de ias dos teologías "¿"*at óie conogno, citamoi los trabalos de ALBERTZ, Auzou, GoNzÁLM' M6RK' NEHER y VOLFF. y se expliEn el N¡¿r¡o TestDfiento el sentido del Fspíritu se viene a concretar ha realiy.a que se de la certeza en ladó, por un .it"á áo, gr*do líneas. Se vive,

;;;'h; lf ñ oi.i"

.obr. el tema

,"J", ," fr"-.rmplido, el tiempo eratológico; por

eso,

el Espíritu de Dios se ha

carisá"r*."¿. desdÉ el cíelo y llena a los creyentes, en un tipo de experiencia se enEspíritu del presencia p¡¡rte, la Por otra y transformadora. i7ti"" p.ofu"da .""iir"'tig"a" aJlucristo, que es mesías, es decir, "ungido», aquel que tiene el Esoíritu v lJouede recal"r rür creyentes. Esto es lo que han mostrado tres trabaios " vinculado el sentido dLl espirltu en el Antiguo v el han á;;;á;";;;;J?; la novedad cristiana: JOSÉ DE GOITIA ha mostraáesacando Nr"r" fo.á*to, ili"; ñ;;;s má tmlógicos del tema; M. A. C.HEVALLIER compara el mensaie findmente, E. SCHWEZER' reasuáe Jesús con el tr¿sfondo ¡udío .n el que emerge; de conffi;á;.* r;abajos en el Kinel (TWñ4, ha ofrecido una precios¡r visió¡rEstos son' actual. perspectiva una desde Espíritu, ñ;; *5;. el sentido bíblico del r,rorro juicio, los estudios Principales sobre el tema' " sitúan en nisobre este mismo tema debemos recordar otros trabaios. unos sc más extenso de a un círculo Espíritu del scntido el presentando vel de divulgación, en cl prolectores, coáo hacen RAMSEY, PIKAZA y REY. Otros han profundizado del.Espírivivenciales o teológicos antropológicos, matices los Ll";;á;**do ;; .";" B,LTMANN, S.HELKLE y lor ártoro de la VI Semana de Estt¿,os TriXABIER PIKAZA

433

t itdtios. Otros, finalmente, han destacado el aspecto más teológico del tema; así, M. GARCÍA CORDERO condensa los datos del Nuevo Testamento sobre el Espíritu Santo en una clave escolástica clásica, y WAIN"VRIGHT los sitúa en el ámbito de la confesión

trinitari¿ de la Iglesia.

Dentro de este campo tienen importancia especial los trabajos que destacan la relación entre el Espíritu Santo y lesús, en un esfuerzo por ampliar la cristología, abriéndola a su dimensión pneumatológica. Sobre ese tema siguen siendo fundamentales los trabajos de SCHIERSE y de MÜHLEN, ambos publicados en el MS; el primero es de carácter más bíblico; el segundo, más dogrnático. Ambos abren un camino de fecunda investigación teológica. De todas formas, el libro clave sobre el tema es el I. D. G, Dunn, que presenta una "cristología pneumatológica" escrita en clave de experiencia carismática; es un libro que aún no ha sido superado, ni siquiera bien asimilado en los ambientes teológicos, muy centrados todavía en problemas de carácter marginal. Finalmente, se puede situar en ese plano el libro de G. BARTH sobre el bautismo, ligado internamente a la experiencia de Jesús y del Espíritu; es también una obra clave.

El Espíritu Santo ocupa un lugar importante en los sinópticos y el libro de los Hechos, como muestran las obras ya citadas de GOITIA, CHEVALLIER, SCH§VEIZER y DUNN. A ella se añade el libro fundamental de BARRET, que, con gran rigor crítico y finura teológica, explicita los aspectos pneumatológicos de la tradición sobre Jesris. Sobre el Espíritu Santo en los Evangelios de la infancia trataremos al habla¡ de María, en el nivel de reflexión teológica. Sobre el misterio de Pentecostés no existe todavía, que yo sepa, una obra exegético-teológica importante. Por eso debemos contentarnos con los trabaios buenos más limitados de J. KREMER, resumen diwlgativo de su gran obra sobre Pentecostés, y de MÍNGutz, que analiza el tema en clave semiótica, Sobre el Espíritu en San Pablo, además de las obras generales ya citadas de GOITIA, SCHVEIZER y DUNN, podemos presentar algunos nuevos trabajos de carácter exegético, remitiendo a la bibliografía que ya he publicado sobre el tema. L. CERFAUX ha destacado el aspecto escatológico y dogrnático del Espíritu de Dios, tal como acüia en los creyentes. O. KNOCH ha insistido en la experiencia pneumática de Pablo y de sus comunidades, en la línea de cumplimiento escatológico. F. DE LA CALLE ha presentado como novedad de Pablo el hecho de haber identificado el Espíritu de Dios a que aludía el Antiguo Testamento con el Espíritu de Cristo. Finalmente, PUJANA y PUZO relacionan el Espíritu de Pablo con la vida de los cristianos.

También he presentado una bibliografía relativamente extensa sobre el tema del Espíritu Santo en luan, fijándo* especialmente en el misterio del Paráclito. Ahora recojo algunos de los trabajos allí indicados e introduzco otros nuevos. Sobre el Espíritu Santo en general sigue siendo importante un pequeño trabaio de SCHLIER, de fina sensibilidad hermenéutica. En perspectiva histórico-teológica nos sirúa DODD, con un estudio de gran profundidad. Finalmente, F. PORSCH, resumiendo elementos de un libro más científico, presenta una visión general del Fspíritu en SanJuan, comentando todos los pasaies en los que aparece.

434

ESPIRITU SANTO

Especial mención merece el tema del Paráclito, repetidament€ analizado. M. MINdUÉS, en una extensa obra escrita en castellano, afirma que el Paráclito no es

fruto de especulaciones extracristianas, sino resultado de la experiencia

de

los tes-

tigos de Jeiús, amenazados por el mundo, pero defendidos por el Espíritu de Cristo] en medio de la persecuiión. I. DE LA POTTERIE ha reasumido los textos del Paráclito en clave de síntesis exegético-teológica. En esa línea se mueve R. E. BROWN, que interpreta el Paráclito como sustituto-presencia de Jesris; es la presencia escatológica del Hilo de Dios entre los hombres. En una PersPectiva algo distinta se sitúan los autores que buscan un origen precristiano al tema del Parácliro: BORNKAMM lo relaciona con el Hijo del Hombre esperado por la apocalíptica judía; SCIINACKENBURG supone que su origen nos resulta todavía desconocido, aunque sabemos que los cristianos han unido al Paráclito con el Espíritu Santo y lo hán relacionadó con Jesris, reinterpretando así la experiencia escatológica de la Iglesia.

Sobre el Espíritu, en el Apocalipsis de luan no existía, que sepamos, ningún trabajo significativo. F. CONTRERAS ha venido a llenar esa laguna, escribiendo un libro que-será fundamental no sólo en el mundo de lengua castellana, sino en todo el campo de la exégesis del Nuevo Testamento. Se trata de una tesis doctoral, escrita cán nitidez y il"rid"d, donde se analizan los veinticuatro textos pneumatológicos del Apocalipsis, fundamentales no sólo para la comprensión de la Iglesia primitiva, sino también para la elaboración teológica del Nuevo Testamento'

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3.

TRADICION PATRISTICA

Sigrrificativamente, la bibliografía sobri el Espíriru Santo resulta numerosa y

densa-en relación con los primeios siglos de la vida de la lglesia. Los P¿dres üven

inmersos en la novedad del fspfritu de Cristo y reflexionan sobre ella. Una vEz

que la Iglesia se encuentra ya consrituida, la experiencia del Espíritu parece-quedar or, .rt,rrrdo plano o, po; lo menos, no se expresa con la misma densidad teoló-

*

XABIER PIKAZA

437

gica; otros temas de carácter lurídico, eclesial y mariológico ocupan el lugar que antes se hallaba reservado al Espíritu. por otra parte, al á.no, .n la Iglesia occidental, la visión del Dios-uno va ocupando el irimer plano, de tal fofma que el lsníriry' como persona trinitaria, queda relegado al nivtl de una experiencia interior difícilmente formulable en clavi de teología. En primer lugar, el tcma del . $níritu santo interesa como obieto de fe. por eso logico que abunde la bibliografía sobre los caminos que conducen al concilio de constantinopla I (año 381) y a su definición pr.u-"tológca. En línea de presentación de texros se sitúa s. SABUGAL, que ha dedicado cii cien páginas p..sentación del "i" "creo en el Espíritu santo,; ofrece una selección de ieños patrístico, interpretándolos después a la luz del magisterio antiguo y moderno. La obra resulta interesante, ar¡nque resulta difícil de valorar, po.[r. no ofrece las mediaciones es

hermenéuticas que hubieran sido deseables

. En_ una perspectiva distinta se sitriaJ.N.D.KELLY, quien ha trazado una visión iluminadora y rigurosa del transfondo histórico-teátogi.o del concilio de

constantinopla y de su credo; su trabajo resulra, por ahoral imprescindible para aquellos que pretenden conocer la fe de la Igresia sob¡e el i.-á. ¡r, perspectiva histórica, son también importantes_las de L o. o. u*r,*o'p"rJ.onocer el contexto y las implicaciones de la"po.t"iiorro ionfesión pneumatológica de la lglesia. En una dimensión más teológica se mueven otros tres trabajos ya clásicos sobre el tema. L. ScHEFFCzyK sitúa la fórmula de fe pneumatológica á t, l* del desarrollo integral de la doctrina trinitaria, en un tra-bajo dens"rñente sistemático. por su parte' H. DE LUBAC ha interpretado la fe pneumatológica a la luz de la fe viva de la Iglesia, resaltando eso que podríamos llamar ra anal"ogía vital del dogrn", .r, ese lugar donde se vinculan y fecundan inmanencia de DioJy economía sal"vadora. Finalmente, J. L. PRESTIGE, en un libro dedicado a la visión compleia áel Dios trinitario, asume la formulación pneumatológica de constantinopü y su influjo posterior en el ámbito de la comprensión del dogma; no basta el kirigma, ni tampoco el dogma; los grandes Padres de la Iglesia ñan tenido que elaboiar unsa fór-

mulas teológic¿s p¿*a expres¿u unitariamente el sentido del dios trinita¡io.

Por eso, siendo objeto de fe, el Espíritu santo es objeto de reflexión intelectual en un camino denso de búsquedas y matizaciones. Dos son, a mi entender, las obras españolas que presentan de una forma general los mo*errtos a. o.u,rrqr.da. La más valiosa ha sido escrita por c. GR-{ñADO, especialista sobre el tema, en un libro que, recogiendo en parte trabajos anteriores, of.... u,," .risión con¡unta del.sentido del Espíritu en Justino, Ireneo, Tertuliano, Novaciano, orígenes, cirilo de Jerusalén, Hilario y Ambrosio; además de una introducción a lor"auto.o ..tudiados, el libro ofrece una especie. de antologra de textos, de tal forma que puede servir de introducción al estudio del Espíritu en los padies. En una p.'rrpltir" más imprecisa se mueven las páginas centrales del libro ya citado ¿. §. vincÉs; van estudiando los diversos aspectos del Espíritu en los padres Apostólicos, los Apologetas, Ireneo, Orígenes, Atanasio, Basiiio, G. Nacianceno, G. Niseno, Am_ brosio y Agustín; la obra es importante, p..o .orr. el riesgo ¿" or..... o., poco generales, en una perspectiva demasiado influenciada-por la dogmática. "irilrr., 438

ESPIRITU SANTO

Sobre el sentido del Espíritu e¡ los P¿dres Pretke¡os han surgido en lengua castellana una serie de monografías muy valiosas que nos parecen básicas dentro del panorama teológico actud. Este es uno de los campos donde la investigación en lengua castellana puede presentarse como más lnfluyente y valiosa. Citaremos, po. oá.r cronológiio, loslibros que nos parecen primordiales. J. P' MARTÍN se ha detenido en I Clemente, Ignacio, II Clemente y Justino en un trabajo que se mueve en plano semántico, literario y dogmático; sitúa su temática en un nivel comparativo, descubriendo la novedad de la primera pneumatología cristiana respecto a los influjos ambientales; la misma experiencia del Espíritu, combinada con la afirmación cristológica, está al fondo de la teología cristiana. En un nivel semejante, aunque con mayorcs preocupaciones teológico-dogmáticas, está el libro de A. MEIS. Partiendo de los mismos autores anteriores (Clemente, Ignacio, Justino), la autora amplía la panorámica y estudia a Ireneo, Tertuliano e Hipólito, situándolos a la luz de la controversia gnóstica; el libro, escrito con gtan finura crítica, sitúa el misterio del Espíritu a la luz de la nueva interioridad cristiana y de la confesión de fe de la Iglesia. En este mismo tiempo (siglo II) s€ mueve la obra de A. ARANDA, más genérica y menos crítica que las dos anteriores; esrudia a Clemente, Ignacio e Ireneo, para detenerse después en los grandes símbolos transmitidos por lá patrística (de Hipólito, Gregorio Taumaturgo, Cirilo de Jerusalén, etc.); el libro resulta valioso por su recopilación de materiales.

Valor excepcional ofrece en el panorama teológico la obra de A. ORBE, que ha sabido recogeipacientementc los elementos pneumatológicos de la tradición gnóstica valentiñiana. Se ha dicho que los gnósticos ofrecen la primera "teología elabo¡¿d¿, de la Iglesia. Sea como fuere, el c¿¡5o es que ellos han desarrollado aspectos nuevos de la pneumatología, planteando cuestiones que la teología y dogma posterior de la Iglesia tendrá que resolver más tarde. Algunas de esas cuestiones'_como el sentido fámenino del espíritu, su carácter individual o comunitario, su relación con el cosmos, etc., siguen estando de algun modo abiertas todavía.

I

Tres autores que podríamos Presentar como discípulos de Orbe han continuado y ampliado sui investigaciones aplicándolas a los dos grandes teólogos aleiandrinos: Ólemente y Orígenes. Sobre Clemente ha escrito LADARIA un libro lleno de finura teológica; arraigado en Dios y relacionado con Je§ús, el Espíritu,se encuentra vinculaáo de un modo muy estrecho con la vida de los hombres; sólo desde una antropología firme puede vencerse el riesgo de disolución gróstica _de Dios y de la histoiia. Pár su par¿, GARIJO-GÜEMBE, en artículos de hondo análisis críiico, explicita los aspectos clave de la pneumatología de Orígenes; el Espíritu apa,e.. y" io¡no realidád inserta en el misterio trascendente de Dios, en fofmulas que las declaraciones dogmáticas posteriores de la Iglesia, Finalmente, en un "rrrnti"n trabajo de gran síntesis teológica, RIUS-CAMPS estudia la función del Espíritu Santo e; h di=vinización del hombre dentro de la teología origeniana; quizá nadie haya visto con más rigor y precisión los roles del Verbo y del Espíritu en la transformación cristiana. Óulminando de algun modo estos trabaios, el Secretariado Trinitario de Salamanca ha dedicado wa Sernafla de Estudios Trinitarios al tema

XABIER PIKAZA

439

de la Trinidad en la tradición prenicena, con aportaciones importantes de HAMMAN, QUACQUARELLI, RIUS.CAMPS, etc.

A partir de aquí, enla patología postnicena, las aportaciones en lenqua caste_ llana resultan, quizá menos fundarñenüres, remos cuatro autorcs. c. GRANADo ha publicado tres trabaios sobre Ambrosio de Milán, relacionando el Espíritu con ros profaas, et nautisá y ¡a,i.. iá, ,u p"r.., L. F' LADARIA ha continuado en su línea de invltigació.r, córiuarios ,ou4o, bre el Espíritu en Hilario; elros le per-miten replantlar la cristología pneumatológica' en una línea que puede resurtar muy interesana. p""." "rr-r.n¡.r,,. i.oiogí" tud. A. TURRADO, entre ot oJ mtichos, ha estudiadá er misterio áe l" iliri¿"¿ ".Agustín, filándose de un modo especial en la inhabitació, J;iÁ;;ri;.-§*ro, .o, la connohcions qye tendrá derués para la teotogía d. l" gr;.-i"';i"-riJá" ¿. l" vida cristiana. Finalmente, s. p. enoi¡¡ez ha ded'icado l" antropología-pneumatología. de los primcros teórogos " ¿J

..

"""d. ;g;;;;;üi;.ir]"ñ.rr"."-

*-

."

p"ái*lürar"1". lfif*ii iiio*a d. ¡lri." y e.irái"no;.li*-i'"ro.u,

cialmente de Potamio de Lisboa, Gregorio primeros testigos de un problema qu. sigu. üvo todavíá t..t".rán y Dios, el Espíritu y el cosmos).

"itr"

.i rrpirit,

El libro de TURRAD. nos había situado ya en el plano de la inbabitación trio,p1'"matológica. pienso que después de la patrística no ha habido una reri!!!: rrexlón de tondo sobre el sentiio teológico del Esp?ritu,.o,oo p...o*i.irrl.".i".

t* lidry"J" o;

Sin embargo,los cristianos.r¡ h a alma, en la vida, en la oración y l" rJJ¿"¿iomunitaria ¿e i;;;r.y.n"n "r¡Jrr" varias senanas de Estdios Tinitarios. I*-ryJ. es un tema que han des¿rrolrado G' PHILIPS ha estudiado el problema.o, gr* Ánura critica, ocupándose de los Padres, los escotásricos, los autores postride-ntinos y los teólogos I"',.¿". ellos se plantea la relación entre_er h-spíriru gruo. p. RñEi "rl"r*, pi*,."a" v el tema en san Alberto Magr9. por rü partei o. EoNze*z DE c. ha dedicado a este misterio sus dos obras primeras, uia centrada en Buenaventur" más de Aquino; ambas ofrecen ricos materialo p*" la elaboraciói matología abierta, por un lado, a la temática d.í un espacio de confesión trinita¡ia. con esto p".".. a. los estudios pneumatológicos propiamente dichos. s. r" Escolástica tradicional, del siglo xl{r, d¡f.a.goc9_fug", pa.a ¡e la viveicia r"!¡¡ y r--É " creatividad del Espíritu, al menos en pirspectiva bibliograficl-

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4,

REFLEXION TEOLOGICA

Iniciamos el tema con unas reflexiones int¡oduetorias. Hace alguno años, al ocuparnos de la bibliografía trinitaria del Nuevo Testamento, nos atrevíamos a formular las bases de una nueva visión dogrnática de la Trinidad, dialogando con los autores más repres€ntativos del momento. [¿ situación sigue siendo semeiante' aunque ahora noi Parece que debemos Plantear las cosas con más calma, con mayor realismo. En este campo sigue dominando poderosamente la figura de K. RAHNER, que' con su trabaio sobre Dios (Theos) en el Nuevo Testamento, abrió nuevos cauces a la investigación trinitaria y a la visión del Espíritu Santo. Sin embargo, su visión

posterior de la Trinidad, fundada en la experiencia intrasubietiva del saberse,.".r., parece deiar poco campo a la comPrensión del Espíritu como realidad comunitaria. Tenemos la impresión de que, conforme a RAHNER, Dios aparece

hacia lo externo en forma de comunión, sin ser comunión de vida interna' Eso significa que nosotros nos movemos fuera de Dios, no Penetramos nunca del todo en su misterio.

En una línea convergente a la de RAHNER se sitrian los diversos trabajos de la V Semana de Estudios Trinitaios, dedicada al tema de La Trinidad áoy, esto es, al contenido y método de los estudios tlinitarios, con aporfaciones notables de F.

442

ESPIRITU SANTO

MARINELLI y de J. M. ALONSO. El problema esrá en el riesgo de eso que podríamos llama¡ la "disociación pneumatoiógica»: por un lado, en perspectiva de estricta teología, el Espíritu aparece como un elemento del misterio trinitario, Pero en un nivefde estri¿ta eternidad, sin conexiones con la hi;toria de la salvación; por otra parte, todo aquello que decimos del Espíritu en la historia salvadora Pertenece al plano de la apropiación, al nivel de la pura devoción, de la vivencia más o meno; subietiva. EJte iiesgo de disociación sigue dominando en g¡an parte de los tratados trinitarios de corte clásico, desde M. SCHMAUS hasta J. AUER. El replanteamiento teológico viene dado a Partir de la famosa ley de identifica-

ción de trinidad económica e inmanencia: el Espíritu de Dios se manifiesta I

I

en

nuestra historia tal como está siendo en su misterio eterno. Pero no basta con formular esta ley para resolver el problema. Hay que aplicarla de manera expresa, inteligente, detaliada. Dos son, a nuestro juicio, los autores,que más. han contribuido a eJte replanteamiento pneumatológico. Y. coNGAR influye, sobre todo con sus traba,os de tipo histórico, con el esfuerzo que ha desarrollado por recuperar para la Iglesia las tradiciones pneumatológicas de la Patrísiica y de la ortodoxia. Por su parte, H. MÜHLEN ha influido con su relecrura del Vaticano II y su-capacidad de iormulación sistemática: la persona del Espíritu Santo está ligada a la comunidad eclesial, y se define, originariamente' como «encuentro»; es la comunión, es el nosotros en que se hallan vinculados para siempre el Padre con el Hiio; por eso, al lado de l¿5 npersonas individuales" (Padre e Hijo), el Espíritu Santo viene a presentarse como «persona comunitaria», una esPecie de urelación de relaciones" o amor comlin donde se vinculan Para siemPre Padre-Hilo. Esta nueva comprensión comunitaria de la Persona del Espíritu está siendo recibida positivamente por la teología. Así lo muestran los trabaios de RATZINGER' que, apoyándose en la tradición agustiniana, ha interpretado el Espíritu a manera áe communio o relación comunitaria. En esta misma línea se han rrovido mis últimos trabajos que intentan definir la persona del Espíritu en clave de interioridadcreatividad-comunión. Esto nos obliga a replantear el tema de la personalidad, superando, por un lado, las üsiones «meramente ambitales" (que conciben al Espíritu como realidad evanescente, iunto al Padre e Hiio) y también las visiones "formalmente subjetivistas" (que interpretan el Espíritu como un tercer suieto individual, junto al Padre y al Hiio).

Sólo en la medida en que el Espíritu aParece como una «Persona diferente", que clausura el círculo personal de Padre-Hijo en clave de comunión de amor, puede hablarse de una teología trinita¡ia. Esto es lo que han empezado a intuir los mejores trabajos sobre el tema. Citamos, como eiemplo, cuatro teologÍas trinita-

rias escritas en estos últimos años: S. VERGÉS se esfuerza por aplicar al Espíritu la categoría bíblica de d¡dpe, como encuentro interpersonal; en una línea semeiante, marcada por el concepto relacional de persona elaborado por RATZINGER, se mueve W. KASPER; por su parte, B. FORTE ha querido interpretar esa visión comunita¡ia del Espíritu en clave de apertura histórica, como Proceso de redización del mismo ser divino, abierto hacia la historia de los hombres; finalmente, L' BoFF ha desarrollado sistemáticamente esos principios en clave de "liberación,; XABIER PIKAZA

443

sólo es principio de comunión aquel Espíritu que llcva a justicia y transparencia entre los hombres.

Un lugar privilegiado en esta nueva comprensión del Espíritu lo ofrece la pneumatología mariana de los riltimos años. Siguiendo en una línea que había sido insinuada por H. URS voN BALTHASAR, H. MüHLEN y H. M. MANTEAUBONAMY, L. BOFF ha presentado una audaz tesis teológica: el Espíritu Santo represente eso que podrlamos llamar la «maternidad hipostática" de Dios. Por eso puede decirse que se manifiesta expres¿¡mente por medio de Ma¡ía. De esta forma se consigue una especie de "paralelismo trinitario": el Padre eterno se revela por su Hijo-Logos, encarnado en Jesucristo, y por su Amor-Espíritur eue s€ halla humanizado de manera privilcgiada por María. Esta tesis de L. BOFF ha enconuado gran rsonancia en el campo de la investigación exegética y de la sistematización teológica. He dedicado d tcma dos t¡abajos monográficos. Asumo en ellos el ca¡ácter femenino dcl Espíritu, rcsalto la importancia de Ma¡ía en la realización histórica del mistcrio de Dio§, pcro me niego por su misa interpretada como una especie de "encarnación dcl Espíritu santo,. ma constitución hipostática sl Espíritu cs Persona sicndo .comunión interperso-

¡¿l»; €so significa que María es signo privilcgiado del Fspíritr¡ pero sólden h medida en que se encuentra vinculada a la unión de los rromentoe de la historia (Antiguo y Nuevo Testamento) y a la comunión escatológica enre los hombrcs (Iglesia).

En esta última línea, debemos citar otros trabaios que vinculan pneumatología

y mariología. Pienso que esta relación resulta positiva para los dos misteriosiel Espíritu santo pierde su posible lejanía, su carácter abstracto, su personalidad siempre forzada, recibiendo en María rasgos de figura cercana, maternal, fratcrna; por su parte, María, sin dejar de ser una persona de este mundo (creatura), üene a integrarse, con el resto de los hombres, sus hijos-hermanos, en el misterio del Es-

píritu divino.

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445

5.

DIALOGO ECUMENICO

Con este nombre se viene publicando en Salamanca una revista de encuentro y reflexión conjunta donde participan cristianos de diversas confesiones. A ella remito al lector especializado que pretenda estudiar en profundidad el tema Aquí me limito a ofrecer una visión sumaria sobre los trabaios más represcntativos qr¡c

r

han sido editados en lengua castellana. Pienso que efl percpectiua prctestante han aparecido tres obras significativas e importantes. P. TILICH sinia la experiencia del Espíritu a la luz de su concepción teológica, centrada en la búsqueda de interioridad en medio de una tierra deshumanizada y mecanizada. Por su parte, H. BERKHOF ofrece una preciosa reflexión

I

tI

eclesial y existencial sobre el Espíritu, en línea de antigua tradición patrística- Finalmente, J. MOLTMANN resitúa el tema en la esfera del compromiso misionero y social de la Iglesia, que se edifica a sí misma en el camino de la transformación escatológica.

*

§

Otros trabajos sobre el tema han sido recogidos en volúmenes colectivos. Así, el libro de HEITMANN-MÜHLEN incluye textos de F. HAHN, C. A. KELLER, W. PANNENBERG, G. SAUTER y otros. También el número de Concilium sobre el Esplritu Santo en la discusión teológica incluye estudios de autores protestantes, como E. SCHWEIZER, D. RITSCHL, J. JODER, H. MEYER y otros. Para una valoración crítica de la pneumatología protestante desde un punto de vista católico sigue siendo importante el libro dc L. ARTIGAS, con aportaciones sobre A. SCHWEIZER, C. H. DODD, R. BULTMANNy K. BARTH.

i

M.

*

Sobre la ?erc?ectiud ortodoxa, es imprescindible el trabaio bibliográfico de

M. GARIJO-GÜrurr,

que, a nu€stro entender, no ha sido superado todavía. Allí se recogen las obras más significativas de la literatu¡a ortodoxa sobre el tema del Espíritu y la controversia del "Filioque,. Pasando ya a las publicaciones di¡ectas en lengua castellana, pienso que hay que dcst¿ca¡ las rcs sigr.ientcs: 1. STAVRO$ KY recoge con precisión los datos en torno al .Filioque', reasumiendo la po,snrra clásica de BOLOTOV; considera las posturas gricf¿¡ y lati¡a como .r@logumenos' y sugiere que ambas iglesias realicen un camino de reflexión, simpliñcación y reconocimiento mutuo. 2. LOSSKY parte de la pcrspectiva palamita, distinguiendo el ámbito intradivino en que el Espíritu Santo procede solo del Pdre y d ámbito de la manifestación energética en que Hijo y Espíritu Santo sc enc¡¡cntran mutuamente vinculados, 3. TIMIADIS ofrece un compendio de pncumatología a base de citas de Santos Padres; carece de sistematización orgánica y de profundidad especulativa; polemiza con católicos y protestantes, mientras se sieote más cerc¿ de los movimientos carismáticos de occidente.

Hay también trabajos de pneumatología ortodoxa en diferentes libros y en obras colectivas de espitualidad que están apareciendo en estos riütimos años. A modo de ejemplo, podemos citar: EUDOKIMOV, en zu línea de brisqueda antropológica y de acercamiento del Espíritu Santo a lo fcmenino, y colaboraciones de G. WAGNER, T. STYLIANOPOULOS e I. PANTSCHOVSKY en el libro de HUT-

46

ESPIRITU SANTO

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I 1 1

MANN-MÜHLEN y en el número de Concilium citados al hablar de la perspectiva Protestante.

Resulta importante el diólogo interconfesional, sobre todo, en relación al *Fiko,que,.Los documentos de cáácte, oficial han sido recogidos-por A' GoNzÁiEz, ;ii;, ; refieren, sobre todo, a temas de unidad eclesial y de aceptación de iirri.t".ior, bajo la fuerza del único Espíritu. En clave de discusión y valoración áOgi." * rii,¡" el trabajo bibliográficó de M. M. GARIJO-GÜEMBE¿rriba citado, lJ mismo qo" on ..rrráio mío áonde intento situar el tema del "Filioque" a la l¡, de una reformulación pneumatológica en la que vengan asumidas, en-nivel de unia"a rupolor, las diferácias de Orlente y Occidente sobre la,persondidad del u¡ n]no superficial,.el tema del ú¡i ,,, ár;.ntra de lo que pudiera p"tecá.9n de Dios y de los hombres, al misterio del mismi i^ ,ii, "Fii"q;" nosseconduce ^ el sentido del amor, la comunión interhumana, el rráiá""¿. debe plantear mismo carácter de la individualidad, el encuentro mutuo' las personas' Obra central sobre el tema, en persPectiva católica, es la de J' M' GARRIGUES: no se trata de volver al mínimo común denominador de una fe reduccionista, que podamos aceptÍlf todos; se trata de reconsiderar coniuntamente la relación del Hide la nueva situación antropoio-Espíritu, desde la tradición de la Iglesia y alalrtz iOgi"". rn-.rta misma línea se sitúan otros trabaios, como los de SGHFFCZYK, VIRGULIN y M. A. CHEVALLIER.

a)

Perspcctiva p¡otcstantc

P. TILLrcs: Teología sistemátka. 7984.

lll.

l-d vida y el Espíittt, Sígueme, Salamanca,

H. Bnnxnor: La doctina delEspí¡itu §¿zro, Aurora, Buenos Aires, 1969' Salamanca, 1978, J. MorrurNN: La lglesia, fuena del Es¡líntu, Sígueme, 2N-392.

páESnas

C.HEITMANNyH.MÜxI-rN:ExpetienciayteologíadelEspíritu§¿zto,Sec'Trinitario, Salamanca, 7978 Concilium, *El Espíritu Santo en la discusión teológica', núm' 148, Cristiandad'

Madrid' 1979. L. Anuc¡s: El Espíritu santo e¡ h escatología paulina según la teología protes' tante de mtestro siglo, Eset, Vitoria, 1975.

á)

Penpectiva ortodoxa

Gerr¡oGüEMBE: "Bibliografía trinita¡ia", EstTrin, 1'1', 1977, págtllias 369441; *l-a pneumatología á la moderna teología ortodoxa", EstTaz.,9,

M. M.

1975, págs.359-383.

A. Srrwnosxv: Ensayo de teoilogía i¡énica. La ortodoxia y el catolicismo, Madrid,1967. XABIER PIKAZA

47

V. Loss«y: Teología místic¿ de la iglesia oiental, Herder, Barcelona,1982. E. Tlvrnots: La pneumatología ortodoxa, DDB, Bilbao, 1978.

P. Euooxlvov: La muier y la saluación del mundo, Ariel, Barcelona, 1,970, páginas 118-142 y 201-209.

c)

Diálogo interconfcsional. El "Filioque"

A. GoNzÁl-tz Mor.rrps: Enchiidion Oecumenicum, Univ. Pontificia,

Salamanca,

1986.

X. Prc¡z.r: "El Espíritu Santo y Jesús", EstTin, 16, 1982, págs. 5-19. J. M. Gnnttcux: El Espíritu dice *iPad¡e!". El Espíritu Santo e¡ la uida ttinitaia y el problema del Filioque, Sec. Trinitario, Salamanca, 1985. L. Scusrrczyx: "El sentido del "Filioque"", Commuaio, S, 1986, págs. 59-69. S. VIncul-tN: "L¿ problemática en torno a la procedencia del Fspíritu Santo. Tema histórico", en SeuANe DE. Esr. TRrNrrlrros, XVII: El Concilio de Constantinopla I y el Espíritu §¿zro, Salamanca, 1983, págs. 93-116.

M. A. CHEvALLIER: «lá procedencia del Espíritu Santo. Visión del "Filioque" desde el NT", en ob. cit., págs. 53-74.

6.

ESPIRJTUALIDAD. EXPERIENCIA CARISMATICA

La reflexión sobre el Espíritu Santo queda truncada si es que lo viene a expandirse en forma de vivencia espiritual y compromiso. En este primer apartado resaltamos el aspecto de vivencia en tres breves momentos: recordamos los tratados clásicos de espiritualidad, precisamos los nuevos caminos y tratamos, finalmente, de los movimientos carismáticos. Presentamos, en primer lugar, lo que podríamos llamar literutura clásica, cen' trada en el tema de los dones del Espíritu Santo. El tema s€ formula de un modo escolástico, partiendo de la visión inmanente del Espíritu como vida intradivina; en su operación ad extra, actuando desde la unidad trinitaria, el Espíritu se manifiesta en unos "dones' de tipo interior, formulados desde Is. 112. A través de ellos, con fina intuición psicológica, se explicita el sentido de la presencia de Dios y los momentos de la transformación espiritual del hombre. Como c!ásicas debemos cirar en este campo las obras de RAMÍREZ, MENÉNDEZ REIGADA, PHILIPON y MARTÍNE,Z. En un plano distinto, de investigación litúrgica, se sitúa el gran libro deJ. LóPEZ.

No es que la espiritualidad haya cambiado en su sentido fontal, pero se puede afirmar que han surgido Nueuos carninos de experiencia espiritual, ligados al cambio postconciliar de la Iglesia. Estos caminos se encuentran vinculados a la nueva 448

ESPIRITU SANTO

sensibilidad antropológica, al descubrimiento de la Biblia como fuente de espiritualidad, al diálogo .on l"t restantes confesiones cristianas e incluso con las otras religiones, etc. Aquí no nos imPorta el tema de la espiritualidad en sÍ,en su aspecto áevocional-antiopológico; pero debemos estar interesados por su fundamentación teológica. ¡s ahf donde incide, de manera decisiva, la visión nueva del Espíriru Santo. Él i.rflu¡o es, evidentemente, mutuo: la nueva espiritualidad implica una visión nueva del Éspíritu; la nueva pneumatología funda un tipo nuevo de espiritualidad. Así lo indican los espléndidos boletines bibliográficos que la revista Comunidades va ofreciendo, casi año tras año, sobre el tema, Allí se encontrará información detallada, que aquí no Podemos ofrecer. Especial importancia reviste, en ámbito teológico, el número guela Reuistd de Espiritualidad La dedicado al tema del Espíritu, con trabaios de s. GASTRO' A. y s. GUERRA, F. RUIZ, etc. con fina sensibilidad y hondura conceptual, ellos van mostrando Ía incidencia de una buena pneumatología en el Planteamiento y desarrollo de la espiritualidad. En nivel de análisis bíblico, nos siguen pareciendo fundamentales las obras de LYONNET con LA POTTERIE y de MOLLAT' En un nivel más general, de divulgación, se mueven los trabaios de ARTIGAS y SILANES, igual qo. .1 lib.o de LACUEVA, ministro de !a iglesia anglicana.

El tema de la reftouación carismátic¿ desborda nuestro planteamiento, pero

lo que §upone de nueva vivencia del Espíritu como fuerza que incide directamCnte sobre el hombre, transformándole por dentro, en forma di experiencia vivencial, gozosa y a veces hasta extática. PEDRO FERNÁNDEZha presentado la documentáción eclesial básica, con una extensa bibliografía que...orrerrdamos a todos los que quieran estudiar el tema. Para una valoración teológica resulta conveniente acudir a los números monogláficos que _le han dedicado'ías Semanas de Estudios Trinitarios, igual que las revistas Concilium y Com' murrio, con sus propias sensibilidades y valoración de este fenómeno. En plano de discusión eregética, filosófica y teológica sigue siendo fundamental la obra colectiva editada po-r HEifIUANN-MÜHLEN. Para una iniciación en el movimiento se deben recomendar las obras de MÜHLEN. Dentro del mismo movimiento se ha producido una bibliograiía que resulta ya inabarcable' gpneralmente de baia caliáad teológica. Destacamos, como más significativas y profundas, las obras de CARRILIO ÁLOEY, DELGADO VARELA, SUENENS, URIBEJARAMILLO Y LAUREN'rIN. En todas eilas aparece una misma visión del Espíritu, entendido como fuerza interior que transfigwa el alma, cura Por dentro el pegado y aun las enÍermedades y nos capacita p"t" a-"r a los demásin clave de profunda cercanía y de gran desprendimiento. Él mundo exterior importa menos; importan menos los fenómenos sociales y las revoluciones, igual que las grandes estructuras; lo que,cuenta-de verdad es la presencia del Espíritu de Cristo dentro del alma individual y en el centro de una comunidad orante.

debemos tenerlo en cuenta, por

a)

Literatura clásica

.Los dones del Espíritu Santo", Biál. Teólogos Españoles, P' Dominicos, Madrid, 1978.

S. Reuínpz:

XABIER PIKAZA

449

I.

M¡NÉN»zz

Rstclpl:

Los dones dcl Espíritu Santo y la pe{ecciótr cistiofla,

Madrid, 1948. N. M. PntupoN: Los do¡es del Espíritu S¿zto, Bdmes, Barcelona, 1966. L. M. MARÍNEZ: El Espíritl Satto,l-lY, Studium, Madrid, 1976.

!.

LóIEZ MARTÍN: El don de la Pasct¿ del Seño¡. Pneumatología de la cincuente' na pascual del misal romano, Fac. Teológica, Burgos, 197.

á)

Nuevos ceminos

Comrnid¿des: "Boletín bibliográÍico de vida religiosa y espiritualidad de la revista Confer", con los sigtrientes números: J. ManiN or Luc,ts: .F-spiritualidad de las iglesias orientales,, 32,7981;J. D¡utÁN GelrÁN: "Palabra de Dios y espiritualidad,, 52, 7986; M. MÁRQUEZ y A. Muñoz: "Seg¡umiento y voca-

ción",56, 1987.

Revista de Espiritualidad:

pigs.5-176.

L or re Porrrnrr y

S.

"El Espíritu Sa¡to. Vida y luz en la lglesia,, 166,1983,

LvoNNrr; La uida según el Espíritn, Sígueme, Salamanca,

1967.

D. Morrer: La palabra y el Espíti*, Sígueme, Salamanca, 1984.

L. Anrrces: El Espíntu Santo y la uida religiosa,

Sec.

Trinitario,

Salamanca,

7975.

N. SIle¡¡x: El dot de Dios, F. Lecusva: Espiritualidod

c)

Sec.

Trinitarios, Salamanca, 1976.

tinitaria, CLIE, Terrasa,

1983.

Renovacióncarismática

P. FERNÁNDEZ: La renouació¡ carismática. Documant¿ció¡, Sec. Trinitario, Salamance, 7978 (bibliografía, págs. 205-228).

SEueNr DE EsruDlos TnrNnenros,

X:

Los c¿rismas en

la

lglesia, Salamanca,

1976.

Co¡cilium, 129: "Los carismas", Cristiandad, Madrid, 1977. Communio, 4,Y1,7982: "l¡ efr¡sión del Espíritu", Encuentro, Madrid' 1982. Communio,8, I, 1986: *El Espíritu Santo,, Encuentro, Madrid, 1986. C. HervrNN y H. Müulru: Expde¡cia y teología del Espíritu Sazúo, con presentación de A. GoNzÁl-¡z Morrrs; Scc. Trinitario, Salamanca, 1978.

H. Münlrx:

Catequesis para

manca, L979; Los dones del S.

Cennnro

la ranovación carismátic¿, Sec. Trinitario, Espíitu §¿zlo,

At-ot¡vl. Renou¿ción

Sec.

Sala-

Trinitario, Salamanca, 1987.

cisti¿na et el Espíitu S¿zro, Inst. Sagrada Es-

critura, México, 1976.

J. M. DELGADo VenrLl: Bautizados ea el Espíritu §¿zÍo, Inst. Teol. Sdesiano, Guatemda, 1975.

4s0

ESPIRITU SANTO

L. J. SutNrNs: á(Jn nueuo Pentecostés?, DDB, Bilbao' 1975' A. URIBEJARAMII-I-o: EI actual Pe¡tecostés del Espíitu Sazúo, Paulinas, Bogotá, 1976.

R. LrunENrtN: Pefltecostalisrno católko. Riesgos y ftturo, PPC, Madrid' 1976'

7,

ESPIRITU

Y LIBERACION

Renovación ca¡ismática y teología de la liberación forman actualmente los dos ejes prácticos y teóricos de la presencia del Espíritu. El Espíritu es interioridad, vida nueva, principio de curación anímica y de gozo en el Señor Jesús, que nos ofrece su buina nuiva salvadora. Pero, al mismo tiempo, es poder de transformación liberadora. Por eso hemos de hallarle en el compromiso por la iusticia, como el mismo Juan Pablo II ha resaltado en su encíclica Dominum et Vivificantem (Señor y Daáor de vida). En esta línea se viene moviendo desde hace casi dos decenios una parte considerable de la iglesia latinoamericana, tal como se ha expresado en las asamblcas de Medcllín y Puebla: el compromiso en favor de los pobres y el mismo camino de liberación se hallan ligados a una nueva experiencia del Espíritu, concebido como fuerza creadora y transformadora de Dios que actúa en noso-

tros a través de Jesucristo. Hace ya bastantes años, en |976,EULN-[O GÓMEZ elaboró un trabaio de síntesis sobrá la pneumatología en los autores de la teología de la liberación, filándose especialmente en G. GÚfIÉnnfZ, L. BOFF y J. P. MIRANDA. En el año actual, 198í,ha publicado J. CoMBLIN su libro sobre el Espíritu santo y la liberación; pues'bien, las perspéctivas apenas han cambiado; es más, COMBLIN ha escrito un iratado de pneumatología que podríamos llamar "clásico» en su estructura y en sus fuentes:iigue el orden tradicional y se basa, sobre todo, en autores europeos y también en oitodoxos. Esto se debe a la siguiente causa: la teología de la liberación no ha elaborado todavía una pneumatología estrictamente dicha. Por eso estamos en 1987 donde nos hallábamos e¡ 1976. Ciertamente, hay elementos de avance positivo, que deberán tenerse en cuenta en el futuro: la expeiiencia de interioridad, ligada a una visión de la comunidad en

clave femenina, que ha desarrollado L. BoFF; la reflexión poderosa sobre un Dios que siendo gr*á. .. hace el más pequeño, como Espíritu de vida y transforma.ión .n -eJio de los hombres, como ha demostrado J. SOBRINO y ha rcasumido V. ARAyA; la nueva radicalidad de un compromiso donde se vinculan presencia de Dios y acción políticq tal como han mostrado s. GALILEA, J. Luls SEGUNDO, etcétera. En estos y otros autores se está exPre§ando un tipo de espiritualidad liberadora que, de hecho, exige una nueva y más profunda reflexión pneumatológica, que aún no está madura, a nuestro juicio.

XABIER PIKAZA

451

Esta nueva reflexión pneumatorógica resultará fundamental para la Iglesia, como ha mostrado el mismo tvtünmñ en un trabajo programáticá qu. io i" .ncontrado contin rción, que yo sepa: la hondura (cari,.náica) del Espíritu nos sitúa en el plano de una nueva y más alta .o-unión; sólo aquí ,. d.. fáriut. t" transparencia y libertad social. Teólo-gos españoles, como ,o., VIVES, cAsrrll-o y ESTRADA, han reflexionado en esta direcciSn de una manera que resulta prometedora. Yo. mismo.he presentado dgu_ns aportaciones que pueden Jpi"nt.r_ miento del problema. Pienso que el libró sellado y .i.."do ba¡o"yrd". siete llavls no es otro que el misterio del Espíritu, es decir, la presencia gratuita áe Dios como principio de realización libre, transparente, .nt.i lo, homÉ.es. Jesús ha abie.io-ese libro- (ApJn, 5), y nosotros debemos penetrar en su misterio, tematizarlo en forma teológica, interpretarlo y actualizarlá con la vida. Tenemos la confianza de hallar_

nos en camino, aunque sabemos que Ia tarea es arriesgada,

a) V.

difícil.

Teólogos de la übcración (crr ordcn alfabético) An,!rv,{:^E^J Dr'os.de los_pobres.

El miste¡io de Dios en la teología, DEI, Costa Rica, 1983 (bibiliografía, en págs. 2ZS-Z3Z).

L. Bo¡r: La experietcia de Dios, CLAR, Bogotá,

1977; El rostro ,naterno de Dios, Paulinas, Madrid,_ l9B0; lglesia. Caisma y podet, Sal Terrae, Santander, 1982; La Trinid¿d, h sociedad y la liberaciói, 'paulin"s, Madrid,'tSgZ.

E. Bo-NNrN (d.): Espiitualidad y liberución en Amé¡ica Latirr4, DEl, Costa Rica, 1982 (bibliografía, en págs. 183,200). J. CouurN: El Espíitu Santo y la liberación, paulinas, Madrid, 19g7. S.

Geur¡¡: .Espiritualidad

de la liberación,, en Religiosifud Cristiandad, Madrid, 1979, págs. 748-327; Retouación y

American, Bogotá, 1981.

popttü y pastoral, ndo-

"spi;tuatid)d,

E' G-óur1 P.neumatología de ra teología de la riberaciótt, tesis manuscrita, univ. Pont. Salamanca, 1976.

G. GurÉnnsz: La fuerza bistóic¿ de l9s pobres, Sígueme, Salamanca" 19g2,págs. 1l-34; El Dios de la uida, Lima, lggl; Bebq n su propio pozo, Sígueme, §a_ lamanca, 1984.

A. QurRoz MAcAñA: Eclesiob-gía en

h

teologh dc

h

liberación, Sígueme, Sala-

mance, 1983, págs. 227-242 (bibliografía en pág§. g49_356).

J. L. srcuN»o: El bomb¡e de hoy ante lesfu de Naz¿ra. il,2. Las *istologías la espiitualifud Cristiandad, Madrid, 19g2.

ett

J. SornrNo: La resutección d¿ b uc¡d¿der¿ igbsia, gt Terrae, Santander, 19g4; lesús, ea Amé*a Latina, Sal Terrac, Sanáder, 19g5.

452

ESPIRITU SANTO

b)

Nuevos c¿mi¡os dc

rcfhxió¡

H. Mülrl-rN: Espírltu, caisma y liberación, Scc. Trinitario, Salamanca' 1976' humana", Estk,52, 1977,páginas J. Vrvrs: "El Dioa trinita¡io y la comunión 7982' 129-137; *Creer en Dios. Padre' Hiio y Espíritu Santo", Es'Tri¿' 16' págs. 81-1M. Sígueme, Sdamanca, 1979' J. M. Clsrru-o: La alternatiua cristiana, A. Esrr.aoe: Onción. Liberaciótt y compromiso de fe, Sd Terrae, Salamanca'

J.

1986.

X. PIx¡z.t: "1.¡ Trinidad.

Despliegrre de Dios

y salvación humana" EstTrifl, 18,

1984, págs. 4-91.

XABIER PIKAZA

453

DEBATE

JUAN PABLO II, UN PAPA CONTROVERTIDO

c¿si desde el mismo día de su elección, el actual sucesor de san Pe-

dro es obiao de acalo¡adas cont¡oue¡sias e¡ los medios de comunica' profundidad ción_ Dicúas polémicas cdrecen, genualmente, de la debid¿

y ecuanimidid,

y

así

no s" coniribuye d l4 rectd formación de la con-

cieflcia.

El pasado abril aparcció et la prora mad¡ileña.una de estas polémicas'e¡tre E. M:fi.ir MAGDA¿ENA y I. L. MARTíN DESCALZ0, dos apasionados creyerrtes

y

escritores. Cumpliendo su debe¡ de teólogo' de

iiuminar y dar iriterios cristianos sobre las redlidades y las-situaciones bistóricai que se producefl, ]. 1. GONZALEZ FAUS aceptó el reto qte se le ofrecía, ) con la libe¡ad que le proporciona su experiencia cristiana.y ,u ,rbníiológico esoibió il artículo que nos alegramos de podet publicar. En él se ofrecen elementos teológicos suficieates para situarse respo¡rsdble y ,iirtioro^*te arrte este desagradable, perg innegable fe.-

nói"no, la ánimaduersión

que el actu¿l Papa suscita en bastantes cató-

licos. Ofrecemos, por su orden, los artículos de MIRET MAGDALENA y de G1NZÁLEZFAUS.

MARiÍNDEscÁnoy el análisis

UN PAPA CONTROVERTIDO

455

LA IGLESIA DEJUAN PABLO II CATOLICOS A PESAR DEL PAPA padeciendo

los católicos una evidente marcha atrá en la Iglesia. Des_Estamos pues de los vientos refrescantes del ll, i-puts"áo. p".Vaticano blo VI, ot?to! apresados lo: hierros de la buiocracia vaticana, ?91 que mueve hábilmente la. política de un papa acostumbrado , áirtint"" de las de Occidente o del Tercer Mundo.

ñ l;

p".áir*r..

íiiil ,

,i.ir^ .ry

. Aquellos.2.500 obispos reunidos, entre 1962 y 196s, en concilio universar supieron ejercitar su libertad.de palabra de modo g.-plí, y.".."roirn-" epo., brillante para nuestra Iglesia. parecían así superado. io, íiqui.rnriuir-or.'-*a"Dan al lnflerno a quien comía carne en viernes o hacían cometer ücrilegio al que de.aEua después de la media noche y comulgaba J ai" ,igli*.", o P^:Oll.:llg::: los que preferían tolera¡ las casas de lenocinio --como mar-m"rro.- *rü q* ..grr_" lar de modo racional la natalidad en el marrimonio. Allí, auxiliar del patriarca Maximos IV, levantó la voz para contar, "r "rrouirpo?oghuy, ante ros atónitos oídos de los dos millares- de obispos reunidos en Rom4 qu. iiuo..i,o ro h"br"r, tolerado la mayoría de ros santós padles, y fu. .ortr.tr. "l p.p* "a.i,ia"-pJ. Il,para el c.ón¡rge de un leproso, o lo permitían po'r.rro a. l31^o !-,G. ,.ggrio aoulte.o los oblspos de Ia católica polonia hasta el siglo xv[t, como era frecuen_ te en Occidente y uso constante en el Oriente cristiano-. cuando se ha discutido el aborto, algunos católicos contamos la verdadera his-

toria de esta delicada solución admisiblJpara casos exrremos. y sacamos a relucir la licitud del aborto llamado indirecto por enfermedad a. r"

¿.ilrlducido

tras una violación' o el del feto con verdadera marformación-i¿.., .orgirrio'gr"uíri-", o el del emba¡azo anormal llamado ectópico. Todos elos á.J3r'á*fii..ia* por los mejores moralistas, como Tomás sánchez o Azpilcueta, y * i*.á. ,i.-pos por moralistas prudentes, como el padre Haering.

Acalla¡ la crítica Pero el barco cclesiástico

vuelve poco a-poco a da¡ un viraje de casi 1g0", usando condenaciones que parecían ya-superadas y, lo que p."., qr*i"rJá *,1_ mente acallar las bocas de toda crítica haciendo qu" cualquier razonable parabra de disentimiento resulta una postura anticrericar ti"srroch.da.

,.,

*

si un documento del antiguo santo oficio habla con matices de ra masturbación o de la homosexualidad ,n r97s,en la actuaridad et inquisidl. g*-""" i;Ji"g.. cierra la rendija abierta diez años antes. Incruso las más-inocen,á y pr,ra"ri., porturas' como la fecundación in uitro o la inseminación artificial de áácter homó_ logo quedan prohibidas ma.nu miritari. La teorogía de la liberacióa, p-pogrr"d" por pensadores comprometidos en la lucha.ortá 1", i"¡urri.ir. .".i"1'.r-írii-¿rica Latina, es calificada de peligrosa o rechazable, usando r"ngu"¡. ,or.ir.

"*

456

d.

JUAN PABLO II

los documentos eclesiásticos que asusta a los sencillos fieles y les aparta de todo avance contra el iniusto conservadurismo. La verdad es que el católico se encuentra ahora en un md momento' Quieren que volvamos a lá postur" tan criticada por el suave San Francisco de Sales, piiiéndorro, esperar con el desayuno una bula papal para saber cómo actuar durante el día. Y, sin embargo, con tda razón muchos católicos no se conforman con esta pr".rriá". y arroriran las consecuencias de su vdiente postura, por fidelidad a ias m6s antiguas e inteligentes posturas de su Iglesia, no queriendo ser u-nas oveias lo éramoJen los preliminares del Concilio Vaticano II. No fue esta mudas, propia de los siglos di gran influencia cristiana, como la Edad Media, .o-Uá""o,,,á que se irrspirá intelectualÁent. .rrás .n la libertad del Evangelio que en. la.prepotenci" de los dirigentes eclesiásticos, enfrentándose libremente las más diversas opiniones, como dimosraron el cardenal Newman o el historiador católico monseñor Bougaud.

Me encanta leer, por ejemplo, los razonamientos del padre vermeersch,

a

p.incipios de este sigio, conéluyindo que la fornicación no está claramente conde'".á" el Antió"r "f de.echJrratur"l, "urrque .rb sea lo más correcto, segrin enseñó *iuzga lícita la siglos hace cuatro Sánchez Tomás guo Toorn.nto. Que el iesuita Icción polutiva pa;a que ciertos enfermos se exoneren de los humores nocivos"

lcomo iice el estudioio Melchor Baién), postura que hoy te¡rdría.aplicaciones *,nt,lpt.r. Y que el placer sexual, considcrado pecado mortal fuera del matrimo-

nio por los manualá recientes para confesores, no siempre era_considerado grave en todo caso por los moralistai de nuestro Siglo de Oro. Aquellos teólogos españoles fueron io, qo" meior analizaron el dicho tradicional católico: "En caso de extrema necesidaá, todai las cos:rs son comunes», dando paso a las más socializadas formas de propiedad.

Flagrantes errores

No exageremos el poder de la autoridad eclesiástica, porque h" :1íd9 durante su historia"en flagrantás errores. Sin apelación ala razón (como pedía Santo Tomás en st De uáitate), estamos los católicos perdidos. La constante y universal tarde enseñanza de la Iglesiaoficial queda resumida en la Postura d¡l que fue_más papa, cardenal Buoncompagni, cuando aseguraba que no obedecería al sumo Pontífice si le mandaba algo contra su conciencia. El Papa Liborio falló al no defender la ortodoxia de la que san Atasio fue campeón casi solitario, aPoyado sólo por el pYgblo y no Por los-obispos' llonorio fue ,r., pap" condenado ioi .u .rr.oor, León II, diciendo: uHa deiado la fe expuesta a la traición., Y nada se diga del nePotismo de los papas de Aviñón, criticados por Santa Catalina de Siena; Jel Papa Alq*dro VI, execrado por el fraile Savonarola, al que los dominicos actuales pid.tr r"" declaradao santo por ser un mártir del deb", d. .orr"c.ión del inferior al superior, como había señdado su maestro, Santo Tomás, e¡la Stma teológica.

UN PAPA CONTROVERTIDO

457

iPodemos dar por bueno moralmente que un papa de la edad moderna permitiera la castración de los niños del coro en la iglesia de Roma, para obtener meiores voces? iO que en 1921 se enseñara, en los níanuales de moral para confesores, que «pude inducirse la esclavitud por pacto o renuncia propia, por derecho de guerra o por nacimiento"? (padre Ferreres,

S.

J.).

No: el católico debe usar de su propio juicio, porque la fe es «un obsequio racional,, como enseñó Pío IX, y no una ciega decisión que sigue lo que dicen los de arriba. Hemos de hacer como Santa Catalina, cuando querían que dejase de criticar a los papas de su tiempo: "No calléis ya más,, decía, *sino dad voces,, porque nla peor de las caridadcs consiste en no decir, o no permitir que se diga., cuanto hay que

decir" (cardenal Newman). E. MIRET MAGDALENA 1,4 abrll 1987, páe. 22.)

(El País,

NI GUERRA NI POLITICA A PESAR DEL PAPA

Espero que mi buen amigo Enrique Miret Magdalena me permitirá que le diga sin rodeos que el título que ha puesto a su último artículo es la frase más cruel e iniusta que yo haya leído en mi vida. oCatólicos a pesÍu del Papa", escribe para explicarnos que -según él- los católicos nos encontramos ahora en un momento tan malo que el Papa se ha convertido, de maestro de la fe, en enemigo de nuestra fe, en tentador que, d parecer, nos invitaría a dia¡io a apartÍunos del verdadero Evangelio.

La frase, la idea, me resulta tan monstruos¿r que me cuesta trabajo creer que haya sido escrita. Y voy a empez¿¡r por asombrarme de ese plurd de la palabra «católicos». Si Miret Magdalena es «católico a pes¿u del Papa", ese será, en todo c¿so, un problema suyo, y no pequeño precisamente. Pero que c¡rgue ese «a pesar» sobre los hombros de todos los católicos de hoy me parece que pasa de castaño osctuo,

Al menos, quiero que a mí me excluya de ese plural. No voy a decir yo que sea «católico gracias al Papa". No, yo soy católico gracias a la bondad de Cristo y también un poco gracias a la ayuda de todos mis hermanos en la fe, el primero de los cudes y el más querido es el Papa. Talvez,, puedo añadir que soy «católico a pesar de mí mismo", ya que mi fe no encuentra en el mundo otro obstáculo que la mediocridad de mi propio corazón. Pero, ciertamente, yo no me atrevería a extender mi dedo hacia ningún creyente para decirle: tú eres un enemigo de mi fe, tú me obstaculizas, yo soy católico a

458

JUAN PABLO II

Desar

il;;.

en iuez de mi tuvo. Porque el día que yo diiera eso me habría convertido sr¡s. Postr¡ras' comprender por esfuerzo sin i;r;-É-áircr" sin'atenuantes,

con una condenación

,oá f ,"ai.a,

sería, además, ál

-ár

torpe dc los inquisido-

res,

perdóname, Enrique- lo que me asombraba en tu artículo: resquicio de iomprensión, de compasión' Todo te ParcAl parecer, no enáfu;;;. en la dirección ""to"l de la lglesia, todo rechazable. en el Papa actual. voluntad, siquiera"una-buena p".iair.,-ii átomo un cuentra§ bien las cosas Porque es Cuanto más, aceptas que el-pobrecito no- entiende muy occidente y del Tercer de las distintas_a muy ii.rr". ;;ñ. i;;.;;'"*b.;¡" " i¿¡it*"át" política' para encadenarnos en los Porque eso es

q". rái"úi"á

¿l

-y

,ít i"t"

Mundo,, resulta que

"*o.r.

'o ohierros paralizantes de la burocracia vaticana''

algunos

err-o--

Todo esto lo lustificas en que' como algunos Papas cometieron los comete «todos"' rero (no res, por lo visto nosotros podemos P:"tS. q1rt ahora de.tu crítica, i.-¿'", .rr.rr," de que esa'misma giobalidaá, ese total negativismo que el iusto derecrees iNo falsa? ;bltg" ;;;r.* qo. ,i.n. qo" ,"i íot'oottnte la obligación de que por contrapesado va católicos *or'los qo.,.n cho a criticar

esacríticaseaiustaynodésaforada?tNocreesqueeldeberdecriticarvaunido tratar de cntender al dife;;bi¿;; á. átogi", l, .l,ogi"bl. y, .n todo "".o, "l denada-nada-nada elogiable en rente? iNo te resulta asombioso.iqo. no encuentres el actud Pontífice?

época- encuentres Yo entiendo que en la Iglesia actud -y en E de cualquier hav cosÍrs que me mí a ."*.;ilg";;;esi. Tambiériyo las encuentro'-También mrás fácil cuando uno vuelve se pero digestión q]r. esa me;;á cuesta digerir. que yo amo a este Papa con i*o ¿" át.nd", a "quellos " qoitt'o amt' Y resulta aseguro que -aun en-caso de Y te padres' .i-1". ."n corazón -it ;i;;" " "i'é haces con Juan Patú como padres mis ,,rr,." hribi.r" criticado a

il;;ñ";-;o

blo II. Perdóname la sinceridad, amigo' J. L. MARTÍN DESCALZO

(ABC,21abril 1987' P^E 16.)

¿CATOLICOS

A PESAR DEL

PAPA?

Introducción: La polémica cstá servida estruendo' Pero es La polémica paso. Con suficiente elegancia y sin demasiado sea bueno reflexionar quizás pasado' yá h" q" y, ahora ,of.i"í,.-..rt conocida sobre ella.

publicó con el mismo título de este escrito, pero siz irrtenogúntes, UN PAPA CONTROVERTIDO

ENRIQUE

459

MIRET MAGDALENA un artÍculo muy crítico (cÍ. El País, 14 de abril) en el que d papa actud de liderar una trágica nmarcha atrás" de la Iglesia. En dicho artículo, evocando numerosos errores pasados de la autoridad eclesiástica, y apelando al ejemplo de voces que fueron tan críticas como santas (vg. Catalina de Siena), MIRET exhortaba a los católicos a hacer uso de su propia razón, sin sustituirla por una falsa *obediencia debida" que se limitase a scguir siempre, irracionalmenacusaba

te, lo que nos dicen desde arriba.

No mcnos crítica fue la respuesta de JoSÉ LuIs MARTÍN DESCALZo (ABC,2\ de abril). MARTÍN DESCALZO le decía a MIRET que el título de su artículo era .la frase más cruel e injusta que yo haya leído en mi vida". Pero lo curioso es que MARTÍN DESCALZO no parece disentir totalmente del iuicio histótico o sociológi co que hace MIRET (pues reconoce que "también a mí hay cos¿rs que me cuesta digerir,), sino que lleva la discusión más bien al campo teológico o eclesiológico, con este argumento: «yo nunca hubiera criticado a mis padres como tú lo haces con Juan Pablo II". En cualquier caso, MARÍN DEscALzo, en su resPuesta' no negaba el derecho a la crítica en la Iglesia (incluso lo formula más bien como un deber), auurrqle sí lo vincula con el otro deber de "elogar lo elogiable y en tdo caso tratÍ¡r de entender lo diferente". Estos fueron los hechos. Yo sospecho que esta rápida polémica no es una mera golondrina de las que no hacen verano' ni una pura anécdota ya pasada, como el agua que no mueve molino. También creo que los contendientes no discutieron sobre puras manías personales, que no afectaban demasiado a sus lectores, sino que ambós pusieron los dedos en una llaga hoy muy viva. Creo que miles y miles de católicos podrían haber asumidor por üná y otra Parte, ya sea el papel de MIRET MAGDALENA, ya el de MARÍN DESCALZO. O, al menos, seguro que s€ reconocieron en los interlocutorcs.

Y esto es lo que hace aconseiable §ue, una vez pasada la polémica con sus calores, intentemos una reflexión «otoñaI", no tanto sobre la discusión en sí misma, cuanto sobre aquello que la polémica puso encima del tapete: éSe prcde ser «carólico a pesar del papa"? iO supone eso una crueldad y una injusticia? tEn qué consiste ese «tratar de entender lo diferente", que pertenecc ala ética de toda crítica, y cules son sus límites, sus obligaciones y sus reciprocidades? Este va a ser el tema de las líneas que siguen. Voy a comenzar argumcntando a y muy lejanos. Porque la leianía nos liberará de sentirnos implicados en ellos. Y la extremosidad nos permitirá una argumentación de las llamadas a fortiori, que va en la línea del antiguo adagio: a facto ad posse ualet illatio, o: los hechos deciden sobre las posibilidades. A esto dedicaremos la primera p¿¡rte de nuestro artículo. base de casos muy extremos

Con este primer paso aclararemos sólo el aspecto teológico o eclesiológico de la cuestión: si alguna vez hubo (o tuvo que haber) "católicos a pesar del papa", no se podrá decir que esa frase *a Pol sí misma una injusticia y una crueldad. Pero eso no responde todavía a la otra cuestión que hemos llamado sociológica o histórica, a saber: si csa frase es injusta hoy, o no. Decidir sobre esta cuestión nos exigi-

460

JUAN PABLO II

«tratar de entenrá otro tipo de análisis, en el que habrá de entrar el esfuerzo Por parte del aftículo' Y la segunda dedicaremos análisis otro A este der lo diferente», de ambas partes trataremo§ de sacar algunas modestas conclusiones.

1.

En los nidos dc antaño...

Nadie debe asustafse por lo que va a seguir. Son hechos históricos establecidos (anécdota más anécdota menos) y, precisamente por eso, no sería cristiano ni honesto el cerrar los oios a ellos. El caso es que, desde que, poco despues de carlomagno, el papado asumió poderes políticos terrenos y estados «pontificios»' la Idáia ha t.rrido qo" lamentar algunos elemplos increíbles de corrupción papal. Lo q"ue muchos califican de "constantinismo», creo yo que debería llamarse más bien .carlomagnismo". Pero, deiando aPafte este matiz, los pasales más agudos de este lamento son quizás los siguientes:

1. El luicio del papa Formoso (o meior: del cadáver del papa, hecho desenterrar luego de su muerte) por su sucesor Esteban VI. Porque Formoso pertenecía a una facción política rival, y había coronado emperador a un descendiente de Carlomagno no apoyado por el partido de Esteban. El cadáver tenía asignado un abogado-de oficio opara iumplir toda iusticia,. Y, en este marco, el papa Esteban in-

érepaba a su ant-ecesor, pidiéndole en nombre de Dios que respondiese. Según los hisioriadores, ninguna tropelía posterior de la inquisición o del santo oficio he superado aquella mararada. Tras ella siguieron, en sólo seis años, siete papas y un antiPaPa.

2. El siglo X o siglo de hierro, marcado por la scrie de papas que fueron hechura de la famosa *dama, Ma¡ozzía: Sergio III' su hiio; Juan XII' su nieto, y Benedicto IX, su bisnieto. Juan XII murió a manos de un marido ultraiado, segrin la versión más aceptada. L^ Atttdpodosis del obispo de Cremona Luitprando (aunque haya que desconectarle un buen coeficiente de pasión) habla de as€§inatos y de üolaciones de peregrinas por los papas, en la tumba misma de San Pedro, etc., Benedicto IX, investido papa a los catorce años, quiso más tarde casar§€ (obligado en realidad por el padre de su amante), y para ello renunció d papado. Pero como no tenía de qué üvir, lo vendió a Giovanni Gratiano (hombre bueno según unos y simple segútr otros), que lo compró por desesperación y con la esperanza de renovarlo. En esta época, un concilio de la Galia (Saint Basle de Verzy, en 991) estuvo a punto de separarse de Roma, escandalizado por la conducta dcl papaJuan XII, y argumentando con estas palabras: "iDónde están los Leones y los Gregorios?... tEs culpa nuestra si la alto y estaba coronada de gloria y de honor, ha caído tan baio, ensuciada por la infamia y la vergüenza? Asistimos, según parece, a la llegada del Anticristo, pues ésta es la ruina cabeza de la Iglesia, que se erguía tan

de las lglesias... iEs que los innumerables sacerdotes de Dios, difundidos

UN PAPA CONTROVERTIDO

461,

tdo el mundo y notables por su saber y sus virtudes, deben estar legelmente sometidos a tales monstruos, hinchados de igrrominia y desprovistos de toda ciencia humana y divina?..., (1).

por

3. Bonifacio VIII fue el papa de la simonía, el nepotismo y el poder político brutal. Comenzó encarcelando a su predecesor, Pietro Morione (San Celestino V), que había renunciado al papado, según unos, por santo, y seg¡ún otros, por incompetente. Celestino V, camino de la prisión, le profetizó: "has entrado como un zorro, reinarás como un león y morirás como un pero» (2). Las peleas a muerte con Felipe IV de Francia y con la familia de los Colonna llenaron su pontificado. Llamó cruzadas a todas sus guerras con los Colonna; y este carácter de cruzada liberaba a los soldados de toda norma ética de guerra. Entre sus enseñanzas, la más repetida fue que, "así como la luna no tiene más luz que la que viene dcl sol, así ningún poder terreno tiene más autoridad que la que recibe del poder eclesiástico" (3). Omnipotente en efecto se debió imaginar Bonifacio. Y el embajador de Aragón, Gerard de Albalat, escribió sobre é1, en carta aI rey Jaime II, en septiembre de 1301: «pepa non curat nisi de tribus: ut diu vivat et ut adquirat pecuniam; tertium ut suos ditet, magnificet et exaltet. De aliqua spirituditate non curat» (4). Son de sobra conocidas las invectivas contra él de Dante e¡ La Divina Comedia, así como las sátiras del lego franciscano Jacopone da Todi, llamado el juglar de Dios (5). En substancia, el desastre en que terminó Bonifacio VIII .obligó" a elegirle como sucesor a un papa francés, el cual acabó siendo juguete del rey de Fran(1) Citado en D. Rops: La lglesia de los tiempos bárbaros, Barcelona, 1956, pág. 580. Tambien en Gtrconovrust History of the city of Rome in the miüle Ages, Londres, 1894, III, príg.

,105.

(2) l¿s relaciones

entre San Celcstino V y el cardenal Gaetani (futuro Bonifacio MII) han dado pie a la obra teatral de IcNezIo Sn-oNE La aucnh.¡a de ut pobrc cristiaao, muy recomendable como meditación eclesiológica, má que como evocación histórica.

(3) Sicut hma mdfum luman habet nki quod ruipit ¿ sol¿, sk nec aliqua tcnena potestas aliqúd baba ¡isi quod ruipit ¿b eccbsiastic¿ potestate. Discu¡so ante los enviados del rey germánico el 30 de abril de 1303. (4) uEl papa solo se preocupa de tres cosas: de vivir mucho y de adquirir dinero. Y en tercer lugar sc proocupa por enriquccer y exaltar a su familia. De cosas espirituales no se preocupa.» Esta cita y la anterior pueden encontrarse en la Historia de la lglesia Católica de la BAC, II, págs. 595 y 620. (5)

Por ejemplo, O papa Eonifacio mob'hai jocato al mondo, petso cbe jocondo

ton ti potlai parti.?e... Vizio i¡wte¡ato a, nafi¡ra. Di congrcgar le cose grande n'ba autto cuta; ot nor ti bdsta el licito conué¡tese

a

462

h

tua fame.dura.

JUAN PABLO II

cia, suprimiendo a los templarios y llevando el papado a Aügnon' Este es f,i¿¡» que, alalarga,le hace siempre el poder a la lglesia.

4.

nel

Urbano vI, el oscuro hombre de oficina Bartolomeo Prignano, elegido por

la necesidad de un compromiso ffas el regreso de los papas de Avignon a_Roma, con los cardenales que fue una de las causas del cismostró de papa rn" "roild"d se iustificaba por la conducta mundana de muy que ni siquiera de O.cidente, -"

chos dc ellos. Eraiai"trga*" del sirviente perpetuo. Sospechando una conjura de los cardenales para depoierte, ordenó torturarles 1 ejecutarles luego-, mientras él brese paseaba por-el iardín que daba a la celda de torturas, rezando en voz alta el viario (6). (paisano mío para rede¡ción de todos los patrioterismos como mínirno seis hiios, de cuatro mujeres distintas. esta "orro..n oos de ellos los tuvo ya de papa. siendo cardenal camarlengo, solía repetir peel muera que Dios de «oo voluntad es ¡¡¡ti6¿¡ fra". o"" de p*¿f*ri, úf*fema riqueincreíble de su parte_ i"áor, ,ino que se convierta y pagueo. ,Así¿masó buena elegido ,i,.inla qut luego.o-p.o "ioícardenales en el cónclave, logrando salir que «tdo hombre tiene un precio y el rinico de ingles ¿i"^lr" ñ;;il;d. voces que le ;r;bil;;b"; "í*tcuál es,. Aüque ná son históricamente ciertasmáslasbien del moracusan de incesto con su hiia Luárecia Borja, sino que proceden

5.

A Alelandro

."ri¡¿"*..1 ,. l.

vI

que gusta de Éincha¡ estÍ¡s cosas al mádmo, es en cambio-cierto su i. p"p", con la deslumbrante_Giulia Farnese, a la que los romaiár, ."n..robl¿*i"^páf,i"" de que han hecho gala en mil ocasiones, llamaban al hermano discretamente "la novia de Cristo', como llamaron *ca¡denal faldcro" á. o*" amante del papa Borla, quá fue después «recompensado' con el capelo' El notn" ¿i su hiio, d"qot de Gandía, le conmovió-de tal misterioso asesinato "i y cambiar de vida' pero el arre*"i"r" que prometió"tpúblicamente convertirss poco. se comprende la desesperación muy duró débil hombre ;";;tr_.il" i" .rr. á"setp"t".ión le- llevase a esperar falo" a,nque Savonarola, un él ante ;;;;;,;; Já.n,. en Carlos de Francia y acabara por adulterar todos los afanes reformistas del mártir dominico'

b;p"p;*,

.o":c"ii""aá, y"

6.LeónXdilapidóliteralmente,enfiestas,y-enguerras'todoslo.shaberesde

lo,

á;-,"d" [_rii*.fá ü; "rt".lápontificios,

gue la habilidad turbia del papa della Rovere (Julio II) haÉien boyant.. Para recaudar más fondos promulgaba indulCome la salama¡d¡a uive dettro lo foco cosí par cbe lo

xa¡ülo

te sie solhz e joco dell'a¡im¿ ¡edante par che ü curi poco.

(6)

Pa¡a este papa

vásc el capítulo 4." de E. B. Cxe¡u¡pnI-INl. The bad

po-pes,.Nueva

york, fgeg. Tambiéri L. TtccsEI-I-e: ll poaüfkato di lJrb¿no VI a Gatoua

e l'eccidio dei ca¡danali, Genova, 1976, págs. 2748. Asf como el iuicio que recoge L. PAsroR cn la página 267 de su primcr volumcn, Historia dc los Papas, edición castcllana.

UN PAPA CONTROVERTIDO

463

gencias y vendÍa cargos de la curia. Sus guerras por razones exclusivamente nepotistas las declaró cruzadas y las subvencionó también con indulgencias (sobre todo, la injusta conquista de Urbino, que no tenía r¡rás obletivo que acabar de situar a toda la familia de los Médicis). Esta predicación de indulgencias, tomada con obediencia irracional en Alemania por el dominico Tetzel, ocasionó, como ya se sabe, la famosa protesta de Lutero, que fue el comienzo de la ruptura. León X despreció al comienzo la reacción de Lutero, calificándola como una monjil"...

"riña

Como ejemplos, ya basta. Para ceñirnos sólo a éstos hemos tenido que dejar de lado muchos peccdta minuta. Como que Bertrand de Got (primer papa de Avignon con el nombre de Clemente V), en su primer nogrbramiento de diez cardenales, eligió nueve franceses, y de los nueve, cuatro sobrinos suyos. O que su sucesor Clemente VI poseyera más de mil pieles de armiño. O que Inocencio III, el 24 de agosto de 1215, declaró nula la Magna Charta, sin que en Inglaterra nadie hiciera caso de esta sentencia, ni siquiera el arzobispo de Canterbury, Esteban Langston, que por ello fue suspendido por el papa. O que al morir Gregorio XVI el pueblo de Roma se lanzó a las calles dando gritos de lúbilo... Todo esto queda como peccata minuta. Y no hemos dicho nada de lo anterior por algin afán malsano de sacar a la luz trapos sucios, sino precisamente porque pertenece al pasado. Los eiemplos que aquí aparecen concentrados no producen tan mal efecto cuando se los contempla tal como tuvieron lugar en la realidad: diluidos durante veinte siglos y en más de doscientos papas. No es este el momcnto de discutir si el balance global de la historia de los papas es positivo o negativo: una discusión que apasionaba a los historiadores a comienzos de siglo. Lo que queremos sac¿¡r como conclusión es que, si han existido tales conductas papales, ha habido épocas en que debieron existir católicos na pesar del papa". Como el Dante de La Diui¡a Comedia o como los franceses del Concilio de Verzy. Como el doctor de la Iglesia San Antonio de padua, quien, en sus sermona alpueblo, explicaba queJesucristo había dicho a Pedro uapacienta mis ovejas", pero no ordéñdas ni trasquflalas. Como Ignacio de Loyola fue papista «a pesar del papa". Y como San Metodio, patrón de Europa, que fue incluso santo «a pesar del papa», es decir, desobedeciendo a Juan VIII, quien le había prohibido utilizar el eslavo en la liturgia por presiones políticas de los obispos y del emperador alemanes, quc querían ganar aquellas tierras para Occidente. Metodio siguió celebrando la liturgia en lengua del pueblo y no en latín, por lo que el clero alemán le acusó ante Roma de ser amigo de Focio y de negar el "filioque". Pero al final, tras un viaje a Roma, el papa acabó dándole la razóa, aunque a su muerte, el 885, Esteban V volvió a prohibir la liturgia eslava, ocasionando una herida que ya no tendría cura.

Y si han existido de becbo «católicos a pesar del papa", entonces se sigue que la frase a de de¡ecbo posiblc. Y el haberla escrito no constituye ese acto supremo "de injusticia y crueldad" que creía ver en ella MARTÍN DESCALZO, quien, a mi modo de ver, se deja llevar demasiado en su argumentación por la analogía de la paternidad-maternidad. El papa no es, propiamente, el npadre de los fieles", porque ya avisaba Jesús: nno llaméis a nadie padre en la tierra, puesto que uno sólo es 464

JUAN PABLO II

imagen de la Tril'r¡estro Padre: el del cicloo (Mt 239). Y la autoridad cristiana, a Hermano con hermano' del la imagen con más mucho funcionar niii¿, ¿"S.ti" que uno *a" ilp""o¡ilidad, y por ello coir más poder de decisión' pero con el recibido. ha que él también fe la de vida la ."*p*1" t-¿, qr. i.f.it.)

2.

...«oo hay Pálaros hogaño"

o-eclesiolóClaro que esta argumentacién sólo tiene valor en el nivel teológico la frase de concreto§' hechos los de históico eico. No iuzgl si, en el nivel Pues iniusticia" una no "rr,." o pard constituye boy, y boy dícha ffeéo¡i¡ñ¡, í¿mír

o por lo que he recordado todas las o*bi¿t este nivll "tt'i gran iniusticia, podría pretender cometer sin Nadie, pasadas. históricas referencias los áe qr.-ü tlt""ián de ciaQuiel PaPa acn¡al sea,.ni leios, compatablc a la de del pesar .católicos a los hubo por pasados ii..po, ,i en tanto, iapas citados. ello no autoriza a concluir que ;ñ;; A;"""b"mos de áro."., y otios muchos, mi opinión' injusto' en sería, Tal también. hoy iuicio il; d" haberlos

Li""l*"lirilrr",

probleY, sin embargo' tamPoco con este iuicio agotaríamos la totalidad del ,rr", áL

.odo quJpudiéramos ya arrincánarlo como saldado'

Pues' a pesar de todo

cómoi"ii.¡", .."o'qoÉ sería poco ion.ado por mi parte, y también demasiado de muun sentir materialmotte reflqa MIñpf de que el título do, el no reconocer

sobre este ;i;, d" hoy se dicen católicos. No hacemos aún ninguna valoración en una dedo el puesto ha MIRET que negaf podríamos i".iol p.r"'¿ifícilmente ,..1 á.íi.ii¿. eclesial qui se halla .r, ."rn. viva. euizás MIRET se haya equivocaestén tamá;ñd; ii" tt"." de iuzgar; quizás todas 11 se1t9s a las que repres€nta a iier, {oir*"das. peio íi"go"" de_estas hipotéticas vdoraciones nos dispensa hichos' Y para esta comprensión de los

,roro,rás

del esfuerzo

po,

,á*p,^d"r

los

papa suscita en hechos necesita¡íamos poder contestar e§ta Pregunta: ipor -qué este con esas imdespués formulan que se viscerales o. tipo d. rechazos pr"""lrioño¡ tpor qué párece provocar esas aleigias cuando, por otro lado, podrían á".ir* ¿. ¿l infinüad de coüs positivas? Por elemplo: tno reconoció el propio Fe-

;;;;;

ñ;;

doctrina'social de Juan pa¡to tl está «a la izquierda del despoiado a ['SOE,¡ iV no es verdad -por eiemplo t"-Liét - que Karol Woitila ha

l;;-e;ilñ.

t

i;ñgrr" J.f;"p" d. t"d" "q""1 hieratismo r""ro y mayestático,

ca¡acterístico de

otros papas, como Pío XII?

Esta no es una Pregunta teológica

ni eclesiológica, sino mcramente sociológica.

a la mala voluntad de quienes sienten ese "p"l*do".o.alistamente monofisita que -como todos un espiritualismo rechazo, es exponers€ a recaer en nespond.rla

lo, espiritualismos-

acaba

Por

Y es exponerse tamquedar ignoradas- nunca po-

ser, §ecretamentc interesado'

bién a desconocer dimensiones de la realidad que drán scr resueltas.

-d

resPuestas Voy a sugerir dos hipótesis de respuesta a e§-a-pregunta' Y para esas la visceral opción que esa de verificable¡ parece uo" , í"1.r.". del dato iqu. *. (de los Estados Unidos no p"¡1" europeas intre todo ll r"Uri Bentes ,rífr,

¡r*

UN PAPA CONTROVERTIDO

465

tengo datos suficientes). En el Este y en la misma América [¿tina no parecen producirse decepciones tan profundas ni reacciones tan airadas (pese a que los latinoamericanos han tenido que sufrir mucho más que los er¡ropeos du¡ante este

pontificado).

Y partiendo de esta pequeña observación, mi respuesta va a scr que este papa trasluce rnaner¿¡s de ser y de sentir que -sin pretenderlo ni saberlo- hieren profundamente la sensibilidad y la mentalidad er¡ropeas. No aquilato ahora si la hieren con razón o sin ella. Sí me atrevería a afirmar que no la hieren precisamente en lo más pecaminoso de esa sensibilidad, sino td vez en lo meior de ella. Pero esto se verá después. Si ahora lográramos exponer estas dos formas de ser y de sentir, y lográramos contraponerlas suficientemente, quüás obtendríamos una base común para entendernos, aunque para ello debamos abandonar las anécdotas y remont¿unos hasta un cierto nivel de abstracción. Vamos a intcntarlo situando esas diferencias en un par de pr¡ntos. Con ellos espero cumplir también con lo que exigía MARTÍN DESCALZO en su respuesta a MIRET: «rratar de entender lo difircnte".

a) En primer lugar, muchos modos de proceder del papa Wojtila provocan una reacción de choque con aquello que quizás podríamos cdifica¡ como "el proyecto de fondo" de todo eso que llamamos "mentalidad europea». Este «proyecto de fondo" puede formularse así: conseguir que el bien se haga solamente desde la libr-tad. Y las razones de este proyecto pueden resumirse también así: cuando se obra el bien desde otras circunstancias (como el miedo, el engaño, la coacción, etc...), entonces lo que se obra ya no es «el bien", y mucho menos es un bien coherente con la dignidad del hombre. El bien moral humano es algo que sólo puede ser hecho desde la libertad.

No afirmo con esto que tal proyecto sea el más cficaz ni el más viable ni el más rcalista, desde el punto de vista social (7). Sí que pienso que es el que distingue hoy al occidente europeo. Tampoco sostengo que Europa esté respondiendo con efectividad a ese noble proyecto y esté utilizando su libertad para producir realmente el bien. Hay, efectivamente, razones para pens¿u que, en concreto, el occidente eu¡opeo ha prostituido su noble proyecto y utiliza su libertad, en tdo caso, para camuflar sus egoísmos con grandes palabras. Pero aquí sólo afirmamos que, en sí mismo, es un proyecto noble y que está profundamente inserto en lo melor de eso que llamamos "el alma" o la mentalidad europea. Ahora bien, tengo la sensación de que Juan Pablo II no croe en absoluto en la viabilidad social de un proyecto semejante, sino todo lo contrario: los hombres no son buenos y hay quc obligarlos a hacer el bien. Se les puede oblig;ar porque suelen responder con temor a las amenazas del poder. O meior aún, sólo a ellas responden. Por eso, el obligarles no se hace por ningrin afán de poder, sino exclusiva-

(7). como eiemplo dg 61¡e «proyecto de fondo" diferente, iquién no recorda¡á máximas como la siguiente?: ..si por. salvar una vida terrena, con aplauso di todos, empleamos la fuerza para evitar que un hombre se stricide... ino vamos a poder emplear la misma coacción -la santa coacción-.para salvar la Vida lcon ma¡iscula) de muchos-que se obstinan en suicidar idiotamente su alma?" Este tipo de principios fueron moneda corriinte en nuesrr¿s Catequesis Juveniles.

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JUAN PABLO II

mente por el bien de los hombres: se les ayuda con ello porque -de offo modolos hombres no sólo no serían tapaces de obrar el bien, sino que ni siquiera sabrían dónde está el bien que deben obrar.

En mi opinión, tal modo de ver y de pensar se filtra efectivamente, y subliminalmente a iravés de muchas actuaciones y pdabras del papa. Si no es así, habría que analizaf por qué es precisamente eso lo que mucha gente croc percibir en tales áctuaciones y paláb.as. Si es así, ello da suficiente razón de algunos comentarios suelen provocar, incluso al ,1arge1 de la otra cuestión ulteque es¿rs tales comenta¡ios son siempre iustos y libres de pecado, o si no pierden ,io. de si".*"iiono de entrada toda la razón que tenían, al utilizarla mal.

b) El segrrndo punto en el que se refleia esa distancia de mentalidades puede concebidJ.orno urr" consecuincia o vertiente eclesiológica del ante¡ior. Occidente sólo concibe una Iglesia que «se gane audiencia» por la autoridad intrínseca ser

«aceptade sus palabras (donde oautoridad intrínseca" no equivde Por §uPuesto_ a

ción fáctica,, puesto que algo puede resultar muy serio,-pero muy incómodo)' t'a Roma actual

que procede i*""a "r, ."rí¡i" reclamar una autoridad extrínseca, de su misma la calidad de que no Iglesia, la a la divinidad de

;t¡. t" nn el primer caso, la autoridad procedería de la verdad. En el se;b.;y "p.t""iOn ".tirar. Y precisamente para salvaguardar la *"¡.; h verdád r. Qri.í" de la autoridad. Iglesia muy cohesionada' donde no existan

de esa autoridid se exigiría una diseísiones y opiniones diversas y donde -por eso mismc- no habría Prácticamcnte más que ini *". El resto serían altavoces, ejecutores, o resonadores' Y otra vez repito la aclaración anterior: estamos haciendo descripciones y no juicios dc ,alor. Éues es posible que el proyecto eruopeo resulte_ precioso en su forintrínseca y- derivada de -rl".iO", pero que lueg; esa pretensián d"(o,r.r" "ototidad cuando la hace una sohipocrita) en la verdad interioi se conüerta en ridícula la propaganda. No se sobre... montada ella toda que e§tá la europea como ciedad más que sabe, pu€s, hasta quá p.rttto o" eigencia e59Pea a la Iglesia no haría y vdores y cuyo: principios cuyos una sociedad de malá conciencia la ;ilr*, y cuyos cuya's verdades se imponen de hecho... a travá de los anuncios de la tele, gol"rrr"rrto obtienen la autoridad no a p¿utir de su capacidad política, sino a Par(o ür del dinero de que dispusieron para su propaganda electoral, o de las sonrisas políticos"' actos «maiorettes» de sus hasta de las piernas) d6 l¿s

í-"g"r,

Cada cual es libre de pensar eso o no. Pero, por lo mismo, se ve que lo -q-ue hemos tratado de hacer ,ro Lr* juicios de valor, sino descripciones de mentdidades. Esta descripción permite comprender aquellas relaciones viscerales que queríamos explicar. y permiie comprendirlas, sin iuzgarlas. Porque, efectivamente,.esas diferencias t6gan zonas que pueden ser de las-más íntimas y de las más nobles de la perconciencia europea (áun á pesar de su eventual inconsecuencia postcrior)' Y hemos que mentalidades pu,to l¿s dos qué hasta mite, finalmentó, comprenáer con;¡dpuesto están citdicionddas po¡ estrr/,r;lutds soci1les: una Iglesia cn situaciOn social dc laicidad --o de paganismo--' y una Iglesia en situación de cristiandad o á. p".*.o.ión, etc. O una-ñiedad democrática y pluralista, a§entada sobre la

UN PAPA CONTROVERTIDO

«7

negociación y el consenso, y una sociedad confesional y unitaria, asentada sobre una confesión creyente o sobre una confesión atea.

Y los hechos concretos parecen confirmar este condicionamiento. comparando los riltimos viajes del papa (r, otra vez, d margen del juicio valoral que á cada cual lc merezcan), de lo que nadie tiene duda es di que Juan pablo II conoce mucho meior.el rerreno, y sabe mucho mejor cuál o so p"pll, y se mueve mucho meior, y resulta infinitamente más diáfano en polonia que en Argentina o chile. Esto es así por la naturaleza misma de las cosas. y exigir lo contrario sería algo así como exigir a un polaco que, por el hecho de ser papa, hablara castellano -mejor que García Márquez. El mero hecho de s€r papa no otorga el don de renguas, aunque el Espíritu tenga de vsz en cuando sus pentecosrés, y ri lo con"lgoi"n "..y.i" ajeno a trario incurriría en un fundamentdismo y un espiritualismo monofiiita, toda la teología cristiana. Pero las lenguas arin pueden aprenderse; las mentalidades es mucho más difícil, porque no las poseemos nosot o. a ellas, sino que nos co-nfleuran ellas a nosotros. La realidad no es suplantada por la Gracia. y lá diversidad y pluralidad "lingüística, es realmente dgo que va mucho rnás allá de los vocabularios y de las gramáticas: llega al corazón mismo de los hombres. La Babel que hace tan difícil la comunicación interhumana no es sólo un fcnómeno g¡amatical, sino un fenómeno cultural y de mentalidades. Y de estas constataciones

se sigue todavía una

flexionar.

3.

última serie de puntos para re-

Conclusión: F,n todo caso... {catélicos a pcsar dcl papado?

si son exactas las observaciones anteriores, se sigue de ellas que la incomodidad que muchos católicos pÍ¡recen sentir, y qu" oáb" recogida y reflejada en el tírulo de ENRIQUE MIRET, en, en realidad, un fenómeno de causas .á, .rt.o.rorales que pcrsonalcs. En este sentido la acusación de MIRET era injusta, porque personalizaba. Y en este sentido es como podía rechazarl¿ MARTÍñ oric'er*zo, aun concediéndole a MIRET que «también a mí hay cosÍrs que me cuesta digerir,. Pues no resulta razonable exigir personalmente a un .medjla de oro, de lJs cien metros lisos que lo sea también en los ochocientos, en los cinco mil, en los diez mil y en la marathon. Porque está comprobado que un auténtico récord de los cien mctros lisos puede ser un mediocre, o menos que mediocre, corredor de los diez mil, o de los cuatrocientos metros-vallas.

problema radica enlonces en]a actu¿l configuración de la rgresia,que exige y "medalii de oro". el ialto á.esa.orrfiguración consiste cn la centralización excesiva de la acrual situación católica, y en la práctica desaparición de_toda,la teología neotestament¡[ia de las Iglesias lo94.o. O, con otras palabras: el problema ráica más en el papado que ei el p.pa. Y la experiencia du¡a del papa wojtila podría servir a los iuropeos'molestos p"r" comprender cuánto habrán debido sufrir muchos hermanos nuestros catól-icos (orientdes, asiáticos, africanos o sudamericanos) por la continua presencia de pa-

.

-El

de hecho esa multiplicación imposible de

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JUAN PABLO II

pas eurcpeos. No ha sido hasta hoy virtud europea el pensar que nuestro modo de todos. ser y de Lntir no era necesariamente el meior y el que debía ser impuesto.a y es bien probable que de ese imperialismo arín se haya librado más la Iglesia que

los estados colonizadores y 'civilizadores"'

centralización, autoritarismo o eurocentrismo son palabras a las_que la Iglesia y católica debe temer. A lo largo del segundo milenio -Por una serie-de r¿rzones a produciendo ido ha ie caso ahoradel ,ró ron qo" episodios de través de una serie por el ;; p;;; i.;nsible (porquq de ser sensible, sería simplemente herético) jerary la la sola con va más cada identificaba ierarquía, si qo. t" pA"Uo Iglesia a aPre§tamos nos que quía se identificaba cada vez más con sólo el papa. Ahora proceso este también clausurar cristiano muy serÍa .i"rr*r. el seg¡ndo milenio, desviado. porqúe un proceso así va influyendo lógicamente no sólo en la organiza.i0", ri"".., i" -.ni"lidad supercentriista que ca¡acteriza modernamente al panPápaaó 1S¡. Es entonces normal qr. oo p"p" se considere como una especie de no son Iglesia la en que existen misiones demás i.o.o unir".ol,, del que todas las la ;; d" lo que ,o., lás "coadiutores» para cualquier párroco- Y sin embargo, la de los comienzos, fue en como .iriOi, ¿"1 obispo de Roma debería seisiempre, una .última instancia', y nunca la de una primera (y menos aún única) instancia' El papa está en realidad para .confirmar en la fe" (Lc22,32) cuando esto sea necesario, y no Para .enseñar moral".

Todo este proce§o de identificación insensible de la Iglesia con el.papa tiene,

Iglecomo consecuencia inconsciente, una falsa identificación de la santidad de la toda sia con lasantidad (personal) del papa. Ello obliga ya a prioi a dcsautorizar (y la Iglesia de santidad la de negación una fuera si paia, como posible crítica al 'rro precir¿ yo si tr¡nnrÍÑ óesceuo no incurría un poco en esta identificación pitadaj. pero tampoco esto se sostiene teológicamente: Pedro sólo es enviado a lorrfir-a, en la fi a sus hermanos, porque él es .el primer perdonado, (cf., otra

";"i iñ.

22,33_34).

¿" el"¡*dro

y la Iglesia seguíá siendo igualmente santa en riempos de Juan M (ló cual tampoco significa, naturalmente, que dé lo mismo

un papa bueno o un paPa malo). Pues la lglyia-no es sdnta polque "o tenga-peca¡;,';;; po¡qte ,s li pri-no perdonada y la depositaria del perdón para el munhasta áá. ¡r,. .r lo que ella tendría que anunciar, mostrando en su misma carne a loshombres de todas las otras necesilibera peráón del punto la experiencia lue á"¿". ¿. justifiiación que los hombres buscan locamente (y vanamente) en otra§

mil partes. ser Si las cosas estuvieran est¡rcturalmente así, no se plantearía el problema de problema falso plantea este se están, como a pesar del papa". Por estar

""ái-,

«un motivo que arrancaie.otsider"t al papa como un 'fundamento de la fe' o que es fundamento, que un Jesucristo' En áe credibilidado. Pero la fe no tiine más sigue prisioquizás liberalismo, aPafente su tdo con MIRET, de la frase eL fondo,

(8)Váseoa¡atodocstolaexcelenteobradeJ.M.Tllu¡rnoEIob;spodeRorz¿,Santan-

¿.r,'iige,;ú;;,"d"

la primera parte: «El papa, ialgo más que un papa?"'

UN PAPA CONTROVERTIDO

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nera de una?apolatrfa añorada: la necesidad de tener algrin Futre o alg,ún Lineker en nuestras filas, ya que nosotros no estamos a su alrura... de expectativas. hay que liberarse también. porque por más que -rlp"por la reforma de la lglesia, haya que trabajar "^-.^"_9:hasta er martirio si cs pieciso, y con

ill

1od9-el amor y toda la li*yd qu" *"-""p", de inspirarnos el nu"rig.tio,-" p.o, de ello seguirá siendo verdad quies. el.Evangelio el que hace igrari"- -- -" institución, y no la instirución eclesial la que-hace criíble el rr*i.iio. "..pobi:;i;

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ESCRIBEN EN ESTE NUMERO

Juan A. Estrada. Facultad de Teologia Granada. José l. González Faus. Facultad de Teología san cugat del Vallés (Barcelona). Xábier Pikaza. Facultad de Teologia Salamanca. Josep M.a Bovira. Facultad de Teologia Barcelona.

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Evangelista Vilanova. Monestir de Montserrat. F. Javier Vitoria. Redaccion de lcresln VivA Bilbao. Josep Vives. Facuitad de Teologia San Cugat del Vallés (Barcelona).

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