Manual Criminología Policía Judicial

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Manual de Criminología para la Policía Judicial

C

on la presente obra los autores recogen de forma sistematizada y sencilla cuestiones que resultan de singular importancia para la Policía Judicial en su función de averiguación y persecución de la delincuencia, con el objetivo de mejorar o, en su caso, complementar a los conocimientos sobre prevención de la delincuencia y por ello, está especialmente dirigida a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad así como a todas aquellas personas dedicadas a prestar seguridad a terceros.

En este trabajo se ha intentado realizar un estudio de los diferentes tipos de delincuencia que en la actualidad truncan nuestra pacífica convivencia. Se trata de una obra que resulta de gran interés para la Policía Judicial y todos aquellos que de una u otra forma están relacionados con el mantenimiento de la seguridad de las personas y sus bienes en la búsqueda de una disminución en el volumen de actividad delincuencial. En este sentido, se pretende que la misma influya en quienes tiene como misión la persecución y detención de los presuntos delincuentes, y sirva además para ahondar en un mejor conocimiento del proceder del agresor y su víctima en cada una de las distintas tipologías delictivas que aquí se analizan.

Manual de Criminología para la Policía Judicial

En este orden de cosas, el estudio se inicia con una breve exposición sobre la historia de la Criminología, el objeto y su relación con otras ciencias. Posteriormente, se tratan determinadas tipologías delictivas, todas ellas de sumo interés en la actividad policial presente como son: la violencia contra las mujeres, la violencia de género o la violencia en el ámbito familiar así como la delincuencia sexual, la delincuencia juvenil, la trata de seres humanos y la delincuencia organizada. Igualmente uno de los capítulos está dedicado a la medición de la delincuencia.

José Vigara García Tomás Fernández Villazala Marcelino Gil García Andrés Sotoca Plaza

ISBN 978-84-15454-28-1

GOBIERNO DE ESPAÑA

MINISTERIO DEL INTERIOR

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DIRECCIÓN GENERAL DE LA POLICÍA Y DE LA GUARDIA CIVIL GUARDIA CIVIL



GOBIERNO DE ESPAÑA

MINISTERIO DEL INTERIOR

DIRECCIÓN GENERAL DE LA POLICÍA Y DE LA GUARDIA CIVIL GUARDIA CIVIL

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Manual de Criminología para la Policía Judicial

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José Vigara García Tomás Fernández Villazala Marcelino Gil García Andrés Sotoca Plaza

Manual de Criminología para la Policía Judicial



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Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la Ley. Diríjase a CEDRO Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

© Copyright by Los autores Madrid, 2011 Editorial DYKINSON, S.L. Meléndez Valdés, 61 - 28015 Madrid Tels.: (+34) 91 544 28 46 - (+34) 91 544 28 69 e-mail: [email protected] http://www.dykinson.es http://www.dykinson.com Consejo editorial: véase www.dykinson.com/quienessomos

ISBN: 978-84-9031-697-9

Preimpresión e Impresión: SAFEKAT, S. L. Laguna del Marquesado, 32 - Naves J, K y L Complejo Neural - 28021 Madrid www.safekat.com

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Prólogo Es para mí un motivo de honda satisfacción prologar este importante Manual de Criminología para la Policía Judicial, que cubre una laguna en nuestra literatura y que está destinado a cumplir una importante función en la formación y actividad práctica no sólo de la Policía Judicial, sino de muchos estudiantes, profesionales de la seguridad y agentes del control y prevención del delito. Sus autores, José Vigara, Tomás Fernández, Marcelino Gil y Andrés Sotoca, son licenciados y doctores universitarios en distintas ciencias jurídicas y sociales y tienen una dilatada experiencia como docentes, como investigadores y como profesionales de la lucha contra el delito. Esta doble posición teórica y práctica, en el más amplio sentido de la expresión, les coloca en una posición envidiable para tratar temas criminológicos que son de una gran complejidad, pero que tienen una dimensión real que no siempre es captada adecuadamente por la Criminología de orientación predominantemente teórica o que trabaja con datos empíricos secundarios. El hecho de orientar su publicación hacia los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad –aunque ya he mencionado que su auditorio debe ser mucho más amplio–, que los autores conocen sobradamente en cuanto que miembros activos y en cuanto que profesores de los mismos, otorga a la presente publicación una especial ventaja frente a textos más generales, que tienen un destinatario mucho más difuso y sobre todo más heterogéneo en mente. La obra puede dividirse en dos partes bien diferenciadas, una primera relativa a la naturaleza de la Criminología y su historia, a la explicación del delito y a la medición del mismo; y una segunda sobre tipos de delitos específicos, esto es una fenomenología criminal. Este planteamiento convierte al presente libro en una completa obra que no dudo en recomendar a todos los profesionales de la lucha contra el delito y de la seguridad y en particular a policías y guardias civiles. Señalan los autores que aspiran a ofrecer «un complemento a los conocimientos sobre la prevención de la delincuencia», y aquí encuentro que, efectivamente, pueden contribuir a colmar una laguna muy importante en la literatura pero, sobre todo, en la formación de los profesionales que son sus destinatarios. En efecto, en sus currículos educativos, en los temarios de oposiciones, en su formación habitual… siempre me ha parecido que la parte criminológica era muy escasa y superficial. Y sigo pensando que

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es paradójico que precisamente quienes luchan contra el delito no estén al corriente de lo que se sabe sobre el mismo desde una perspectiva científica. Esto incluye, por ejemplo la explicación y las causas del delito o la medición del mismo –cuestiones ambas cubiertas por el presente libro−, como si fuera prometedor tratar de prevenir un fenómeno –el delito, la enfermedad, la pobreza…− sin saber nada acerca de sus causas ni de su extensión o de si ésta se expande o se reduce. No me sorprende, por lo tanto, que muchos profesionales responsables se hayan preocupado por su cuenta de familiarizarse con estos desarrollos contemporáneos a través de estudios particulares o de lecturas seleccionadas. Confío, por lo tanto, en que este Manual se convierta en una referencia para muchos de ellos. Naturalmente, lo ideal sería que materias como las que incluye este Manual de Criminología pasaran a formar parte obligatoria de la formación de policías, guardias civiles y otros servidores de la ley y la seguridad. Por lo que se refiere a las instituciones públicas, creo que se debería no ya apoyar sino fomentar que algunos de sus miembros se especializasen en la docencia y la investigación; así como la creación de verdaderos Institutos de investigación criminológica y criminalística. Ello, a buen seguro, requiere paciencia y mucho tiempo y dedicación, lo cual a veces contrasta con una orientación a éxitos inmediatos y a una carrera profesional que obliga a cambiar de destino con frecuencia. Pero no cabe duda de que, si se hace bien, ello contribuiría a un mejor conocimiento de nuestra realidad criminal y, por lo tanto, a una política criminal y policial más inteligente; y, a poco que pensemos en el rol que desempeña la ciencia en las sociedades contemporáneas, a colocar a nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad en un lugar de alto prestigio –que a su vez debería elevar la confianza y colaboración de los ciudadanos. Durante trece años entre 1996 y 2010 he sido Profesor de la Academia de Oficiales de la Guardia Civil de Aranjuez y durante otros dos de la de San Lorenzo de El Escorial −lo cual ha representado una de las experiencias personales y profesionales más satisfactorias de mi carrera. Entre mis discípulos doctores se cuentan un Guardia Civil, Tomás Fernández Villazala, y un Ertzaintza, José Manuel Valdés. En fin, como miembro del Departamento de Derecho penal y Criminología de la UNED y como miembro de los más heterogéneos foros he podido conocer a muchos otros profesionales de este ámbito, y puedo dar testimonio de la excelencia académica, imbatible entusiasmo, la intachable profesionalidad y la noble valentía de la mayoría de ellos. Alfonso Serrano Maíllo Director del Departamento de Derecho penal y Criminología Universidad Nacional de Educación a Distancia.

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Índice INTRODUCCIÓN ..............................................................................................

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CAPÍTULO I: LA CRIMINOLOGÍA COMO CIENCIA EMPÍRICA .................

17



1. HISTORIA DE LA CRIMINOLOGÍA .................................................

19



2. UNA APROXIMACIÓN AL TÉRMINO CRIMINOLOGÍA ................

23



3. CLASES DE CRIMINOLOGÍA: ..........................................................

25



3.1. Criminología Científica ............................................................

26



3.2. Criminología Académica ..........................................................

26



3.3. Criminología Analítica . ............................................................

26



3.4. Criminología Clínica .................................................................

27



3.5. Criminología Aplicada ..............................................................

27

CAPÍTULO II: LA CRIMINOLOGÍA. OBJETO. INTERDISCIPLINARIEDAD ....

29



31

1. OBJETO DE LA CRIMINOLOGÍA . ...................................................



1.1. El delito .....................................................................................

31



1.2. El delincuente . ..........................................................................

35



1.3. La víctima ..................................................................................

38



1.4. El control social del comportamiento desviado o delictivo . ..

43

2. INTERDISCIPLINARIEDAD DE LA CRIMINOLOGÍA . ..................

44

CAPÍTULO III: RELACIÓN DE LA CRIMINOLOGÍA CON OTRAS CIENCIAS . .........................................................................................................

47



1. LA CRIMINOLOGÍA Y EL DERECHO PENAL ................................

49



2. LA CRIMINOLOGÍA Y EL DERECHO PROCESAL PENAL ...........

52



3. LA CRIMINOLOGÍA Y LA CRIMINALÍSTICA .................................

52



4. LA CRIMINOLOGÍA Y LA SOCIOLOGÍA CRIMINAL .....................

52



5. LA CRIMINOLOGÍA Y LA PSIQUIATRÍA FORENSE . ....................

53



6. LA CRIMINOLOGÍA Y LA PSICOLOGÍA CRIMINAL . ....................

54



7. LA CRIMINOLOGÍA Y LA BIOLOGÍA CRIMINAL ..........................

55



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CAPÍTULO IV: DELINCUENCIA: CONCEPTO Y CAUSAS QUE LA PRODUCEN................................................................................................................

57



1. BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE DELINCUENCIA .....

59



2. FACTORES QUE INFLUYEN EN LA APARICIÓN DE CONDUCTAS DELICTIVAS . ..............................................................................

61

3. LA EXPLICACIÓN DEL FENÓMENO DELICTIVO. PARADIGMAS Y TEORÍAS ................................................................................

64





3.1. Los paradigmas criminológicos ...............................................

64



3.2. Las Teorías criminológicas .......................................................

65



3.2.1. Los enfoques antropobiológicos ..................................

65



3.2.2. Las explicaciones psicológicas, psiquiátricas y psicoanalíticas .......................................................................

71



3.2.2.1.  La perspectiva psiquiátrica ..........................

72



3.2.2.2. La explicación del crimen desde el psicoanálisis .................................................................

75

3.2.2.3. Explicaciones psicológicas del delito . .........

76

3.2.3. Teorías sociológicas . ....................................................

77





3.2.3.1. La teoría «ecológica»: Escuela de Chicago . ...

77



3.2.3.2.Teorías estructural-funcionalista o de la «anomia» . .................................................................

79



3.2.3.3. Teorías del control ........................................

80



3.2.3.4. Teorías subculturales ....................................

81



3.2.3.5. Teorías del aprendizaje .................................

83



3.2.3.6. El etiquetamiento o «labelling approach» . .

84



3.2.3.7. Las teorías del conflicto: las tesis socialistas . ..

85

3.2.4. Teorías integradoras .....................................................

86

CAPÍTULO V: LA MEDICIÓN DEL VOLUMEN DE LA DELINCUENCIA ...

89





1. LA METODOLOGÍA CUANTITATIVA EN LA MEDICIÓN DEL VOLUMEN DE LA DELINCUENCIA ................................................

91



1.1. Ventajas de la metodología cuantitativa ..................................

92



1.2. Inconvenientes de la metodología cuantitativa .......................

92



1.3. La elección de la metodología a utilizar ..................................

93

2. TIPOS DE MÉTODOS CUANTITATIVOS .........................................

94





2.1. Estadísticas oficiales .................................................................



2.1.1. Instituciones u organismos facultados para la confección de las Estadísticas oficiales .................................

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2.1.2. Clases de estadísticas oficiales . ...................................

96



a.  Estadísticas policiales .............................................

96



b.  Estadísticas judiciales ............................................

99



c.  Estadísticas de la Fiscalía General del Estado . ...... 100



d. Otro tipo de Estadísticas oficiales: Las Estadísticas penitenciarias . ........................................................ 101



2.2. Encuestas de victimización o victimación .............................. 102



2.3. Encuestas de autoinforme o «Self-Report» .............................. 105



3. LA CIFRA NEGRA EN LA MEDICIÓN DE LA DELINCUENCIA ... 106



4. EVOLUCIÓN DEL DELITO CONOCIDO EN ESPAÑA EN EL PERIODO 2000-2009 . ............................................................................. 108

CAPÍTULO VI: LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER . ................................. 115

1. LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER POR EL SIMPLE HECHO DE SER MUJER ................................................................................. 117



2. RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LA VÍCTIMA Y DEL MALTRATADOR ........................................................................................ 119



2.1. LA VÍCTIMA .............................................................................. 119



a) La frecuencia del maltrato . ............................................... 120



b) La experiencia anterior en este tipo de violencia ............. 120



c) La falta de recursos propios para sobrevivir apartada del agresor ................................................................................ 121



d) Dependencia emocional y afectiva . .................................. 121



e) Dependencia psicológica . .................................................. 121



f) Sentimiento de culpa .......................................................... 122



2.2. EL MALTRATADOR .................................................................. 123

CAPÍTULO VII: LA VIOLENCIA EN EL ÁMBITO FAMILIAR (I) ................. 127

1. LA VIOLENCIA EN EL ÁMBITO FAMILIAR ................................... 129



1.1. La violencia de género .............................................................. 130



1.2. La violencia doméstica ............................................................. 132



2. FORMAS DE MANIFESTARSE LA VIOLENCIA EN EL ÁMBITO FAMILIAR ........................................................................................ 133



2.1. Según la relación entre agresor y víctima ............................... 134



2.2. Según el tipo de daño producido: ............................................ 134



a)  Violencia física ................................................................... 134

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b)  Violencia psíquica .............................................................. 134



c)  Violencia sexual .................................................................. 135



d)  Violencia económica .......................................................... 135



e)  Violencia social ................................................................... 135



2.3. La Teoría del ciclo de la Violencia de Walter . ......................... 137



2.4. La Teoría de la Indefensión de Seligman . ............................... 138

CAPÍTULO VIII: LA VIOLENCIA EN EL ÁMBITO FAMILIAR (II) .............. 139

1. LA ACTUACIÓN POLICIAL EN LOS ACTOS DE VIOLENCIA FAMILIAR. DATOS A REGISTRAR ....................................................... 141



a)  Datos sobre las víctimas .............................................................. 142



b)  Datos sobre los hechos denunciados .......................................... 142



c)  Datos sobre el agresor . ................................................................ 143



2. LA ACTUACIÓN POLICIAL CON LA VICTIMA/DENUNCIANTE . . 143



3. LA ACTUACIÓN POLICIAL CON EL AGRESOR/DENUNCIADO .. 147



4. PROBLEMÁTICA Y DIFICULTADES EN LA APLICACIÓN DEL PROTOCOLO DE ACTUACIÓN POLICIAL EN SITUACIONES DE VIOLENCIA DE GÉNERO ................................................................. 149

CAPÍTULO IX: LA DELINCUENCIA SEXUAL . ............................................. 159

1. INTRODUCCIÓN ................................................................................ 161



2. EL DELITO ........................................................................................ 162



2.1. Marco jurídico de los delitos sexuales en España ................... 162



2.2. Los delitos sexuales en cifra ..................................................... 164



2.3. La ecología del delito sexual. Especial referencia a la violación . . 166



2.4. Tendencia político-criminal en la lucha contra la delincuencia sexual ................................................................................... 167



3. EL DELINCUENTE SEXUAL ............................................................ 172



3.1. Perfil del agresor sexual . .......................................................... 172



3.2. El origen de la delincuencia sexual . ........................................ 173



3.3. Tipologías de agresores sexuales .............................................. 175



3.4. La reincidencia de los delincuentes sexuales .......................... 179

CAPÍTULO X: LA VÍCTIMA EN LAS AGRESIONES SEXUALES ................ 183

1. LA VÍCTIMA . ...................................................................................... 185



1.1. La víctima adulta en las agresiones sexuales .......................... 185

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1.2. Consecuencias psicológicas de las agresiones sexuales .......... 186



1.3. Las víctimas sexuales en la legislación española .................... 186



2. LOS DELITOS SEXUALES COMETIDOS SOBRE MENORES ..... 188



2.1. Prevalencia ................................................................................ 189



2.2. Perfil del agresor sexual de menores ....................................... 190



2.3. Las víctimas, su perfil y consecuencias que experimentan .... 191



3. DELINCUENCIA SEXUAL Y ACTUACIÓN POLICIAL . .................. 191



3.1. La atención policial a la víctima de los delitos sexuales . ....... 194



3.2. La denuncia ............................................................................... 194



3.3. Breves notas sobre la investigación inicial del delito ............. 196

CAPÍTULO XI: LA DELINCUENCIA JUVENIL . ............................................ 199

1. INTRODUCCIÓN ................................................................................ 201



2. UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE «DELINCUENCIA JUVENIL» ........................................................................................ 204



3. FACTORES O VARIABLES QUE PUEDEN INFLUIR EN LA APARICIÓN DE LA DELINCUENCIA JUVENIL . ....................................... 208



3.1. El propio individuo como ser. La genética y la psicología individual ...................................................................................... 209



3.2. El colegio ................................................................................... 209



3.3. La familia y los amigos ............................................................. 210



3.4. Estatus social . ........................................................................... 211



3.5. La influencia de los medios de comunicación social en los jóvenes ....................................................................................... 212



4. ESTUDIO DE LA DELINCUENCIA JUVENIL EN ESPAÑA EN EL PERIODO 2000-2008 .......................................................................... 212

CAPÍTULO XII: DELINCUENCIA ORGANIZADA ......................................... 219

1. INTRODUCCIÓN ................................................................................ 221



2. CONCEPTO DE DELINCUENCIA . ................................................... 223



3. ACTIVIDADES MÁS FRECUENTES DE LA DELINCUENCIA ORGANIZADA ........................................................................................ 228



4. MEDICIÓN DE LA DELINCUENCIA ORGANIZADA ...................... 229



5. LUCHA CONTRA LA DELINCUENCIA ORGANIZADA .................. 231

CAPÍTULO XIII: TRATA DE SERES HUMANOS .......................................... 237

1. CONCEPTO Y MARCO JURÍDICO . .................................................. 239

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2. TRÁFICO DE SERES HUMANOS CON FINES DE EXPLOTACIÓN SEXUAL ........................................................................................ 246



2.1. Generalidades . .......................................................................... 246



2.2. Víctimas ..................................................................................... 249



2.3. Autores . ..................................................................................... 254



2.4. Modus Operandi ....................................................................... 255



3. INVESTIGACIÓN CRIMINAL Y COOPERACIÓN POLICIAL ......... 258



4. CONCLUSIONES SOBRE LA TRATA DE SERES HUMANOS SEXUAL ........................................................................................ 263

Bibliografía

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Introducción La presente obra pretende ser un complemento a los conocimientos sobre prevención de la delincuencia y, por ello, está especialmente dirigida a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad así como a todas aquellas personas dedicadas a prestar seguridad a terceros. En este orden de cosas, una vez conocido los conceptos básicos de ésta, se pretende profundizar en la misma al objeto de que pueda servir de referencia para el mejor desempeño de las funciones encomendadas a cualquiera de los profesionales anteriormente citados. Los capítulos que se abordan en dicha obra, se inician con una breve exposición sobre la historia de la Criminología, el objeto y su relación con otras ciencias. Posteriormente, se tratan determinadas tipologías delictivas, todas ellas de sumo interés en la actividad policial presente como son: la violencia contra las mujeres, la violencia de género o la violencia en el ámbito familiar así como la delincuencia sexual, la delincuencia juvenil, trata de seres humano y la delincuencia organizada. Igualmente uno de los capítulos está dedicado a la medición de la delincuencia. En este trabajo se ha intentado realizar un estudio de los tipos de delincuencia más llamativos socialmente y que en la actualidad truncan nuestra pacífica convivencia. Se trata de una obra que resulta de gran interés para la Policía Judicial y todos aquellos que de una u otra forma están relacionados con el mantenimiento de la seguridad de las personas y sus bienes en la búsqueda de una disminución en el volumen de actividad delincuencial. En este orden de cosas, se pretende que la misma influya en quienes tienen como misión la persecución y detención de los presuntos delincuentes, y sirva además para ahondar en un mejor conocimiento del proceder del agresor y su víctima en cada una de las distintas tipologías delictivas que aquí se analizan. Como se ha citado, el contenido de la mencionada obra, recoge de forma sistematizada y sencilla cuestiones que resultan de singular importancia para la Policía Judicial en su función de averiguación y persecución de la delincuencia. Y ello, porque en la actualidad y cada vez en mayor medida, la sociedad demanda una Policía mejor preparada que ponga freno a la aparición de nuevos tipos delictivos con un mejor conocimiento de los mismos y de su forma de proceder, no sólo de sus autores sino también de sus víctimas. Igualmente la presente obra pretende ser una herramienta teóricopráctica que sirva a los profesionales de la seguridad continuar adquiriendo conocimientos en este ámbito, que les permita plasmarlos en su actuación.

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Capítulo I La criminología como ciencia empírica José Vigara García y Tomás Fernández Villazala

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1.  HISTORIA DE LA CRIMINOLOGÍA Como en cualquier disciplina es importante conocer, aunque sólo sea de forma breve, su historia a fin de entender su naturaleza, origen y evolución. En este sentido, como afirma S errano M aíllo , la criminología moderna (actual) responde a una larga evolución, la cual incluye importantes disputas teóricas y metodológicas, a veces conocidas como luchas de escuelas1. Ciertamente debemos afirmar que la Criminología ha existido desde tiempos antiguos ya que existe allí donde nace una colectividad humana, pues el «crimen» (el delito) es connatural a toda sociedad humana2. No obstante la concepción inicial que de la criminológica se tenía, era acientífica, pre-lógica o no razonada o, más bien, razonada desde un punto de vista filosófico o teológico. Pese a ello, los códigos normativos ya reconocían la Criminología. Un ejemplo claro lo tenemos en el Código de Hammurabi (siglo xvi y xvii antes de Cristo), en que se distinguían entre delincuentes ricos y delincuentes pobres a la hora de aplicar justicia. Posteriormente, en la Edad Antigua, tanto los filósofos griegos como latinos (Platón, Aristóteles o Séneca) concebían como infracción a la ley todo acto contrario a la «res-pública» y como delincuente al responsable moral de tal acción, al que se le debía imponer una pena; bien, como medida de corrección o para llevar el temor a su responsable3. En la Edad Media, y hasta mediados del siglo xvii, la confusión entre pecado y delito (pecador y delincuente) está presente en su literatura sien1 

De esta forma se expresa Serrano Maíllo; «Introducción a la Criminología», 4ª Edición, Editorial Dykinson, Madrid, 2006, pág. 79. 2  Durkheim; «Las reglas del método sociológico», en Las reglas del método sociológico y otros escritos (traducción de S. González Noriega). Alianza Editorial, Madrid, [1895] 2000, pág. 124. 3  Sobre este particular, Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» 2ª edición, Editorial Dykinson, Madrid, 2001, pág. 55.

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do palpable el influjo de la Teología en el concepto del Derecho Penal, aunque será en las Partidas de Alfonso X el Sabio (en el análisis de la personalidad criminal del individuo) donde ya se puede observar una referencia expresa a la Criminología moderna. Si bien, su llegada no se produce de forma directa sino a través de diferentes períodos de conocimientos. A partir del siglo xviii varias teorías han sido formuladas en busca de una explicación del delito más científica que teológica. Uno de los primeros intentos para explicar la concepción científica del delito fue diseñada por el médico alemán Franz Joseph Gall a finales del siglo xviii relacionando la estructura del cráneo con las tendencias del sujeto criminal -teoría biológica-. Esta teoría estuvo vigente hasta finales del siglo xix y en la actualidad se encuentra totalmente abandonada. Coincidiendo con la decadencia de esta teoría, en la última etapa del siglo xix, una nueva teoría biológica (más sofisticada que la de Gall), fue desarrollada por el médico, antropólogo y criminalista italiano Cesare Lombroso. Para este autor, igual que para Ferri y Garófolo (todos ellos de la escuela italiana deseosa de encontrar las raíces de la criminalidad), las causas de la delincuencia son anomalías corporales y mentales de los individuos. Para Lombroso, los delitos eran cometidos por aquellos que nacían con ciertos rasgos físicos hereditarios y perceptibles. Las características físicas de cada delincuente la incluían en un tipo o en otro4. Para este autor, el ladrón se caracteriza por una notable movilidad del rostro y de las manos, ojos pequeños, cejas espesas y caídas, nariz aplastada y barba escasa, entre otras características morfológicas. Posteriormente, Lombroso sostendría que la tendencia delincuencial manifestada en estigmas corporales existe en todo hombre. De la misma forma que la teoría de Gall fue abandonada, la teoría de Lombroso fue rebatida por el criminólogo británico Charles Goring a comienzos del siglo xx5. 4 

Lombroso; «Discurs d’ouverture au VI Congrès d’Anthropologie Criminelle» Archives d’Anthropologie Crimenelle, 1906, págs. 665 y ss. escribe: «De repente, la mañana de un desapacible día de diciembre me sorprendo con el hallazgo del cráneo de un bandido, surcado por un conjunto de anomalías atávicas, entre las que sobresean una gran foseta occipital media y una hipertrofia de cerebelo en su región central. Anomalías análogas a las que se hallan en los vertebrados inferiores […..]. Me pareció resuelta la cuestión de la naturaleza y génesis del delincuente: las características de los hombres primitivos y de los animales inferiores se reproducía en la actualidad» 5  Así lo recoge Serrano Maíllo, en su obra: «Introducción a la Criminología», o. c., pág. 100, «la obra de Goring suele interpretarse como una refutación definitiva de la teoría del crimen nato de Lombroso».

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Goring hizo un estudio comparativo entre delincuentes encarcelados y ciudadanos cumplidores del orden y de la ley, llegando a la conclusión de que no existen sujetos con disposición innata para el crimen. Los estudios científicos recientes han confirmado las tesis de Goring. Sin embargo, algunos investigadores siguen manteniendo que ciertas anormalidades en el cerebro contribuyen a que una persona tenga inclinación hacia la actividad delictiva. En este grupo de autores podemos encontrar a Sjöring y Kinber, de la Escuela Constitucionalista Sueca, para quienes la delincuencia es una inadaptación social debida a factores biológicos de la personalidad del delincuente. Otros, en cambio, intentaron dar una explicación del delito desde una postura social, como es el caso del filósofo y literato Montesquieu, quien en el siglo xviii intentó relacionar el comportamiento criminal con el entorno social6. Montesquieu, ya sugería el factor criminógeno del contexto social. Para él, la impunidad incentivaba el delito7, sin embargo propugnaba una política más preventiva que represiva, así como mejorar las costumbres en vez de infligir castigos8. También Manuel de Lardizábal, considerado como nuestro máximo jurista en la época de la ilustración9, sostiene que la pena de prisión es más perjudicial que beneficiosa ya que, según este autor, la mayoría de los presos salen peor de la cárcel que cuanto entraron. Lardizábal afirmaba que la finalidad de las penas debía ser la corrección del delincuente para ser útil a la sociedad. Numerosa literatura del siglo xix, sobre todo relacionada con el pensamiento socialista, consideraba el delito como un producto de la miseria. En este sentido, quienes no disponen de bienes suficientes para satisfacer sus necesidades por las vías legales, a menudo, se ven obligados a delinquir. De todos es conocido que un tipo de delincuencia –sobre todo contra la propiedad– tiende a aumentar en los periodos de crisis económica y desempleo masivo. Los criminólogos culpan de la mayoría de este tipo de delitos a las condiciones de necesidad y carencia asociadas con la pobreza. En esta línea, numerosos autores de otras tantas escuelas y países señalan a la 6 

Lombroso; «Discours d’ouverture au VI Congrès dànthropologie Criminelle», o.c., pág. 665. 7  Como ha afirmado Herrero Herrero, «Criminología (Parte General y Especial)», o. c., pág. 93, con anterioridad nuestro ilustre jurista Alfonso de Castro en el siglo xvi, ya defendió la necesidad de la pena con el fin de que el delincuente tenga miedo y cambie su modo de vida, y también para que el delincuente sea castigado. 8  Así lo señala Montesquieu en su obra «Del Espíritu de las Leyes», citado por Herrero Herrero «Criminología (Parte General y Especial)», o. c., pág. 59. 9  Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o.c., pág. 94.

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sociedad como factor determinante del comportamiento del sujeto delincuente. En la Escuela sociológica criminal francesa previa a la Primera Guerra Mundial, podemos encontrar a Lacassagne y Gabriel Tarde, para quienes la influencia de la sociedad es la que lleva al hombre a delinquir. Así mismo, Frank Tannebaum («Crime and the Communty», 1938) mantiene que la responsabilidad del individuo delincuente es de la sociedad10. En este orden de cosas, Pinatel, Ana María Favard o Marc Ancel sostienen que la personalidad del individuo está influenciada por la sociedad donde vive. A partir de los años sesenta, la tendencia mayoritaria sostiene que el individuo delincuente está influenciado por la sociedad. Las circunstancias y situaciones sociales influyen en la criminalidad. Para ellos, no existen criminales individuales. Las condiciones de vida de quienes se hallan en la miseria, en barrios marginales, superpoblados, carentes de medios educativos y de diversión, generan sentimientos de necesidad y desesperación que conducen al crimen como salida11. Por regla general, estos suelen ser estimulados, en la mayoría de los casos, por las imágenes que los medios de comunicación (cine, televisión, etc.) nos presentan a líderes delincuentes que, por esta vía, han logrado escapar de la extrema pobreza12. Igualmente, delito y delincuente han sido tratados desde el campo de la psiquiatría y de la psicología. Algunos estudiosos de la personalidad criminal describen al delincuente como persona de escasa compresión intelectual y enfermos mentales. No obstante, desde la mitad del siglo xx, la creencia de que el delito puede ser explicado a través de una sola teoría ha sido abandonada. Actualmente, la literatura criminológica se inclina por considerar que el delito surge como consecuencia de un conjunto de cir10  Como afirma FRANK Tannebaum, para cambiar el numero de delitos, se ha de cambiar previamente la comunidad. Autor citado por Herrero Herrero, «Criminología (Parte General y Especial)» o.c., pág. 80, 11  Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o.c., pág. 83. 12  En esta línea, la revista de la compañía aérea «Weling» en su número 2004, agosto, 2009, en la portada «Vive mejor tu vida» PSICHOLOGIEES, MAGAZINE, anunciaba: Exposición: «Los quinquis y la delincuencia juvenil de los ochenta». El Centro Cultural Contemporáneo de Barcelona acoge la exposición «Quinquis de los 80, cine, prensa y calle», analizan el cine de delincuencia juvenil, que vivió su máximo apogeo en España entre 1978 y 1985. Carteles, fotocromos y guías de prensa corroboran la producción cinematográfica de esos años, que actualmente sigue siendo referente del cine español. El Cine quinqui se convirtió en el reflejo de las transformaciones urbanísticas, sociales políticas y económicas de en la época en la que los barrios periféricos sufrieron especialmente la crisis económicas de los setenta y el paro.

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cunstancias biológicas, psicológicas, culturales, económicas, sociales y políticas. Por ello, las explicaciones basadas en la causa múltiple parecen más creíbles que las teorías defensoras de la causa única13.

2. UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE CRIMINOLOGÍA El término «Criminología» deriva de la lengua latina «criminis» y del griego «logos» que significa «estudio del crimen». Dicha palabra fue utilizada por primera vez por el antropólogo francés Pablo Topinnard a finales del año 1883. Varias son las definiciones que se han elaborado a lo largo de la historia para intentar conceptualizar esta disciplina. De todas ellas podemos destacar las definiciones de algunos autores que, de una u otra forma, coinciden en considerarla como una ciencia cuyo principal objeto es el delito y el delincuente: a) Garófalo en 1885 afirmó en su libro «Criminología» que es la ciencia que estudia la criminalidad y sus penas. Ciencia, porque aporta conocimientos anteriormente verificados (no refutados). b) Saldaña, quien en 1929 la definió como ciencia del crimen o estudio científico de la criminalidad. c) Hurwitz en 1945 se refería a la Criminología como ciencia que estudia los factores individuales y sociales que fundamenta la conducta delictual14. d) Kaiser la definió como la ciencia que estudia el delito. Para este autor, Criminología es el conjunto ordenado de la ciencia experimental acerca del crimen, del infractor de las normas jurídicas, del comportamiento socialmente negativo y del control de dicho comportamiento15. e) López-Rey y Arrojo, la define como la ciencia que se ocupa de determinar las causas o factores del delito a fines de prevención y del tratamiento de los delincuentes16. 13 

De esta forma se recoge en la página Web www.facdyc.uanl.mx, consultada el día 24 de febrero de 2010. 14  Así lo recoge Almilcar, «Criminología», publicado en la página web, www.foropatagonicostj.gov.ar. 15  Kaiser; «Criminología. Una introducción a sus fundamentos científicos», EspasaCalpe, Madrid, 1983, pág.19. 16  López-Rey y Arrojo; «Introducción a la Criminología», Publicaciones del Instituto de Criminología de la Universidad Complutense, Madrid, pág. 43.

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f) G arcía Andrade -P ablos de M olina afirma que es una ciencia empírica e interdisciplinaria que estudia el crimen, el delincuente, la víctima y el control social del comportamiento desviado17. — Empírica. Que se mueve en el ámbito de conocimientos relativos al SER y no al DEBER SER. — Interdisciplinaria. Que utiliza varias disciplinas como la psicología, la sociología, etc. — Orientada a conocer el fenómeno delictivo en su conjunto. Que estudia las causas y los posibles remedios a las conductas antisociales del hombre e informan sobre los programas de prevención del crimen y las técnicas de intervención sobre el delincuente. Siguiendo los tres conceptos anteriores este autor realiza una aproximación a la definición de Criminología como aquélla ciencia empírica e interdisciplinaria que se ocupa del delito, del delincuente, de la víctima y del control social del comportamiento desviado o delictivo, y trata de suministrar una información válida, contrastada, sobre la génesis, dinámica y variables principales del crimen (o delito) ­–contemplado éste como problema social–, así como sobre los programas de prevención eficaz del mismo y técnicas de intervención positiva en el hombre delincuente18. Es «ciencia» porque aporta un núcleo de conocimientos comprobados. Por su método empírico es una ciencia donde predomina la observación de la realidad. Pero ello, no implica que sea una ciencia exacta sino que se trata de una ciencia que recoge todos los datos posibles de la realidad delictiva para transformarlos en información. Como afirma Herrero Herrero19, la criminología ha de utilizar, de forma prevalente, el método inductivo basado en la OBSERVACIÓN, el EXPERIMENTO o la cuantificación estadística. Sin olvidar tampoco que por su relación con el Derecho penal y demás ciencias penales de carácter normativo, la Criminología ha de tener en cuenta los conceptos fundamentales del Derecho penal. Al menos, cuando aborde cuestiones sobre el delito, delincuentes y pena. Nos encontramos, por tanto, que la Criminología utiliza en su estudio el denominado método científico, a través del cual se puede llegar al cono17 

García Andrade-Pablos de Molina; «Manual de criminología. Introducción y teorías de la Criminalidad». Espasa Calpe, 1988; pág. 43. 18  García Andrade-Pablos de Molina; «Criminología, una introducción a sus fundamentos teóricos para Juristas» Editorial Tirant Lo Blanch, Valencia, 1996, pág. 19. 19  Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., págs. 203 y 204.

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cimiento de la realidad mediante el sometimiento a observación de los hechos o fenómenos objeto de conocimiento, avanzando hipótesis que intenten explicar, suficientemente, tales hechos o fenómenos, deduciendo de las mismas, consecuencias que, sometidas al contraste sistemático con la experiencia, la cuantificación o la experimentación, permita asumir las hipótesis avanzadas como provisionalmente ciertas o verdaderas20. Las metas del método científico consisten, primeramente, en el conocimiento de la realidad y de los fenómenos que en ella acontecen, sirviéndose de la descripción y la explicación causal de los mismos. En segundo lugar, en la posibilidad de predicción de la aparición de tales fenómenos, en base al conocimiento de la cadena causal y al control del contexto o medio donde los hechos ocurren21. Como puede observarse, el denominador común de cualquier definición tratada es: El delito y el delincuente22. Y a su conocimiento y estudio está destinado esta obra en aras de servir de apoyo a todos aquellos profesionales que trabajan muy próximos a la seguridad.

3. CLASES DE CRIMINOLOGÍA Una vez realizada una aproximación al concepto de Criminología, interesa conocer las diferentes clasificaciones que sobre la Criminología existen. Muchas y variadas clasificaciones pueden realizarse dependiendo de los criterios de que se parta. Así, Herrero Herrero hace referencia a las diferentes clasificaciones de Criminología de las que se habla en la actualidad23. a) Teniendo en cuenta el método analítico del delito y del delincuente la subdivide en Criminología clásica o Criminología positiva. b) Considerando la incidencia, en el delito, de sus potenciales agentes, la clasifica en: Criminología tradicional, Criminología Crítica, Criminología del etiquetamiento, Criminología ecléctica. c) Por razón de la variedad y de la distinta procedencia geopolítica en: Criminología local o nacional (según que el espacio geopolítico en 20 

Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o.c., pág. 201. Vid., en este mismo sentido, Serrano Maíllo; «Introducción a la Criminología» o.c., pág. 33. 21  Herrero Herrero, «Criminología (Parte General y Especial), o. c., pág. 204. 22  Serrano Maíllo; «Introducción a la Criminología», pág. 27, afirma que para Serrano Gómez, la Criminología es la ciencia que se ocupa del delito y del delincuente como fenómeno individual y social. 23  Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o.c., pág. 38.

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los estudios efectuados correspondan a una Región o un Estado) o comparada (que utiliza estudios de diferentes países o áreas), y d) Las llamadas Criminología Especializadas como son: Criminología biológica, psicológica o sociológica. Otros, en cambio, realizan diferentes clasificaciones y en este sentido podemos distinguir entre: Criminología Científica, Aplicada, Académica, Analítica o Clínica24.

3.1. La Criminología Científica Formada por el conjunto de conceptos, teorías y métodos referidos, todos ellos, a la criminalidad como fenómeno individual y social. Esta Criminología tiene como finalidad la investigación. Sus protagonistas son los investigadores criminológicos. Por regla general suele manifestarse en publicaciones, ensayos, encuestas y proyectos. Actualmente, una buena parte de éstas se lleva a cabo en Institutos o centros de Criminología de la Universidad.

3.2. La Criminología Académica A diferencia de la Criminología Científica cuya fin principal es la investigación, como acabamos de observar, la Criminología académica tiene como objetivo la enseñanza: Su historia, teorías, métodos, aplicación, etc. Es una Criminología didáctica que busca una finalidad práctica. Constituye una herramienta para la especialización profesional de jueces, abogados, fiscales, agentes de policía y demás profesionales relacionados de una u otra forma con la administración de justicia, la seguridad y el Derecho penal.

3.3. La Criminología Analítica Como bien indica su nombre, se trata de una Criminología que tiene por objeto supervisar si el resto de las otras Criminologías cumplen con su 24 

Consultado en la página Web www.facdyc.uanl.mx, el día 24 de febrero de 2010.

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cometido. Dada su cualidad crítica, ésta Criminología es la menos popular de todas ellas.

3.4. La Criminología Clínica La Criminología Clínica puede definirse como la ciencia multidisciplinar que estudia principalmente al delincuente a fin de conocer el fundamento de su conducta delictiva y aplicarle un tratamiento individualizado para conseguir su reinserción en la sociedad. Para algunos autores, se trata de la ciencia de las conductas antisociales y criminales basadas en la observancia y el análisis profundo de los individuos. En esta línea, cabe destacar, como señala Herrero Herrero, al italiano Benigno Di Tullio quien concibe al delincuente como un ser dotado de una personalidad criminal, fundada sobre elementos biopsicológicos deficientes o anómalos25.

3.5. La Criminología Aplicada Se constituye a partir de las aportaciones proporcionadas por la Criminología Científica, jueces, funcionarios, profesionales de la seguridad, etc., que forman parte de la Administración de justicia y del sistema penal. Por ello, se trata de una Criminología basada en las experiencias de policías, jueces, fiscales, abogados, médicos, psiquiatras, trabajadores sociales, educadores, funcionarios de Instituciones Penitenciarias, así como un elenco de personas relacionadas con la seguridad.

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rrero

Di Tullio; «Manuale di Antropologia e Psicología Criminales», 1931, citado por HeHerrero, «Criminología (Parte General y Especial)» o.c., pág. 76.

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Capítulo II La criminología. Objeto. Interdisciplinariedad José Vigara García y Tomás Fernández Villazala

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1. OBJETO DE LA CRIMINOLOGÍA La Criminología, como ciencia, tiene como objetivos básicos estudiar las causas de la criminalidad, las conductas antisociales y el desarrollo de principios válidos para el control social del delito a través de un método científico, con el fin de prevenir, detener y combatir los motivos que lo producen y con posterioridad a su comisión aplicar a su autor, remedios o tratamientos personalizados que permitan su posible reinserción en la sociedad26. El objeto de la Criminología es único, el fenómeno criminal, pero multipartidista, ya que se ocupa del delito (infracción), del delincuente (persona de la infracción), de la víctima y del control social (o del comportamiento antisocial), que a continuación estudiamos:

1.1. El delito La palabra delito deriva del latín «delinquere» que significa abandonar, apartarse del buen camino, alejarse del sendero marcado por la ley. Es aquel comportamiento humano que, a juicio del legislador, está en contradicción con los fines del Estado y exige como sanción una pena (criminal)27. De acuerdo a la concepción jurídica, toda ley penal —en su estructura— tiene un presupuesto, lo que no se debe hacer o lo que manda hacer, y una consecuencia jurídica. En este sentido, el delito es todo acto humano voluntario que se adecua al presupuesto jurídico de una ley penal28. En la concepción jurídica del delito es la ley la que establece que hechos son 26 

García Andrade-Pablos de Molina; «Manual de criminología. Introducción y teorías de la Criminalidad», o.c., pág. 61. Para este autor el objeto de esta disciplina viene integrado por el delito, el delincuente, la víctima y el control social de la conducta desviada. 27  Antolisei; «Manual de Derecho Penal» Editorial Temis, 8ª, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1988, pág. 119. 28  En este sentido, Wikström; «Personas, entornos y actos delictivos: Mecanismos situacionales y explicación del delito», en Derecho Penal y Criminología como fundamento de la Política Criminal, estudios en homenaje al profesor Alfonso Serrano Gómez, (Guzmán Dálbora y Serrano Maíllo, editores), Editorial Dykinson Madrid, 2006, pág. 509, afirma que los delitos son actos de infracción de normas morales. Explicar el delito es explicar por qué las personas infringen normas morales definidas como delito por la ley. Los delitos son actos cometidos por personas. Explicar los actos delictivos es explicar qué mueve a las personas a infringir normas morales definidas por la ley.

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delitos, fija caracteres delictuales a un hecho, si en algún momento esta ley es abrogada el delito desaparece. Sin embargo la Criminología no puede asumir, sin más, este concepto de delito, ya que se convertiría en pura y servilista servidora del derecho penal29. El delito no es más que un constructo artificial, no es algo creado por la ley, la ley solamente la define, es más, sólo la describe en el tipo. El delito es un hecho humano, aparece con el hombre, y desaparecerá con él. El delito es al hombre como la enfermedad a él. El concepto de delito cambia con la evolución de la sociedad y la cultura, es temporal y espacialmente relativo, circunstancial. Es decir el concepto cambia de acuerdo con el tiempo y la cultura. Por lo tanto el concepto criminológico de delito, y de acuerdo con la definición dada por Serrano Maíllo30, es: «Toda infracción de normas sociales recogidas en las leyes penales que tienda a ser perseguida oficialmente en caso de ser descubierta». En este mismo orden de cosas, Herrero Herrero, lo define como toda conducta o conductas castigadas por la ley que lesionan valores e intereses importantes para la comunidad y sus miembros. Para él, el concepto criminológico de delito debe ser ofrecido al Derecho para que éste vaya cambiando, proponiendo propuestas para modificar las normas de la ley penal, pues la Criminología percibe antes que el Derecho los cambios que se producen en la sociedad en cuanto a la forma de ver el delito31. Es un hecho que la Criminología, por su propia naturaleza, se adapta mejor al cambio permanente de la realidad social que el Derecho penal. Teóricamente, la Criminología es capaz de asumir los cambios que se producen con respecto a los comportamientos peligrosos de la sociedad, o los relacionados con ellos, tan pronto los cambios aparecen, mientras que las modificaciones de las normas de la ley penal sólo acontecen después de ciertos períodos de tiempo. Precisamente, por esta razón, una de las tareas básicas de la Criminología es estudiar los cambios que suceden en la esfera objetiva de la sociedad y en el pensamiento de la gente con respecto a su manera de ver el delito, y así reconocer el rumbo futuro manifestado en los cambios. Sobre estas bases cabe a la Criminología el proponer limitar o ensanchar el ámbito de las figuras delictivas, cambiar el tratamiento de los 29 

Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág, 143. Serrano Maíllo; «Introducción a la Criminología», o. c., pág. 65. y basada sobre todo en los trabajos de Clowar, Ohlin y Sellin. 31  Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., págs, 145 y ss. 30 

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condenados, poner en práctica medidas preventivas más eficaces en general32. Los contenidos del delito han de corresponderse con intereses importantes para la sociedad y, por extensión, a sus miembros. Y que de acuerdo con este punto de referencia, existen conductas jurídicamente tipificadas como delito que no debieran estarlo y otras que no lo están y sí debieran estarlo33. La Criminología ha de contemplar el delito no sólo como comportamiento individual, sino, sobre todo, como problema social y comunitario, entendiendo esta categoría acuñada en las ciencias sociales de acuerdo con su acepción originaria, con toda su carga de enigma y relativismo. Porque, según pusieron de relieve Oucharchyn-Dewitt y otros, un determinado hecho o fenómeno debe ser definido como <<problema social>> sólo si concurren en él las siguientes circunstancias: Que tenga una incidencia masiva en la población; que dicha incidencia sea dolorosa, aflictiva; persistencia espaciotemporal; falta de un inequívoco consenso respecto a su etiología y eficaces técnicas de intervención en el mismo y conciencia social generalizada respecto a su negatividad34. Para finalizar este apartado, resulta interesante conocer el denominado concepto natural de delito, en el que cabe destacar dos concepciones: A)  De raíz ÉTICO-FILOSÓFICA. La cual concibe el delito como un quebranto de la ley del Estado promulgada para tutelar la seguridad de los ciudadanos. En este orden de cosas CARRARA afirma que el delito, como todo comportamiento moralmente rechazable, ha de entenderse y fundamentarse en bases de carácter ético-moral35. No obstante, Herrero Herrero defiende que el delito no siempre es moralmente reprochable, pues, por ejemplo, robar para comer es delito pero moralmente no es reprochable, como tampoco se percibe como conducta dañosa el matar una especie de fauna protegida (ejemplo, un lagarto) con el ánimo de comérselo, sin saber nada de su valor ecológico, pues, en estos casos, la sociedad siente caridad por sus 32 

Vigh; «Causality, determinism and progmosis in Criminology», Akademiai Kiadó, Budapest, 1986, págs. 29 y 30. 33  Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág. 148. 34  García Andrade-Pablos de Molina; «Manual de criminología. Introducción y teorías de la Criminalidad» o. c., pág. 32. 35  Autor citado por Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)», pág. 144.

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autores ya que, nuestra concepción de la justicia ampara su conducta dejando sin sentido a la norma. Por ejemplo: — Reprochable es mentir y no es delito. — Reprochable (al menos para un sector de nuestra sociedad) es cometer adulterio y ahora no es delito, antes sí36. Incluso hay conductas que en unas zonas o regiones son moralmente reprochables y en otras no como por ejemplo, ir desnudo, pues, en ciertas localidades españolas es reprochable y en otras no debido a que el concepto de delito, en cuanto implica una referencia a la norma, cambia con la evolución de la sociedad37. En este sentido, Roldán Barbero, afirma: «La ley se ve amenazada con perder uno de los atributos de la seguridad jurídica: su elemental estabilidad. Bien se destipifican conductas, dejando de ser consideradas legalmente como delitos. O bien se incriminan nuevos comportamientos, pasando desde ese momento a ser reputados delitos»38. B)  De raíz SOCIOLÓGICA. Para algunas corrientes sociológicas, el delito es una desviación social del individuo39. Sin embargo, no se conocen los criterios con los que se mide tal desviación. Incluso, no toda conducta desviada ha de considerarse delito. Para estas corrientes, tal desviación se asimila a anormalidad pero, ¿cómo debemos medir la normalidad? ¿Por qué es normal, lo que hace la mayoría o parte del grupo social? ¿Por qué no puede ser normal, lo que hace la otra parte? Incluso lo que hoy es normal antes no lo era. Ahora los hombres se casan entre ellos y las mujeres también entre ellas, y eso es normal. Por este motivo, como dice Herrero Herrero, no podemos considerar desviación y delito conceptos sinónimos40. 36 

Hasta la derogación de los artículos 449 y 452 de nuestro Código Penal de 1978, el adulterio estaba considerado como una conducta delictiva. 37  García Andrade-Pablos; «Manual de criminología. Introducción y teorías de la Criminalidad» o. c., pág. 61. Este autor afirma que el concepto de delito, «en cuanto implica una referencia obligada a normas, cambia con la evolución de la sociedad y de la cultura. Es, temporal y espacialmente, relativo, circunstancial» 38  Roldán Barbero; «Introducción a la investigación criminológica», Editorial Comares, Granada, 2004, pág. 1. 39  Roldán Barbero; «Introducción a la investigación criminológica» o.c. pág. 2. En la tradición criminológica americana ha hecho fortuna el concepto de conducta desviada, 40  Sobre este asunto, Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág, 145.

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En esta misma línea Roldán Barbero sostiene que: «La desviación es un concepto que puede coincidir con el de delito, pero puede también divergir. Se pueden considerar como socialmente desviados comportamientos tales como el consumo de drogas ilegales, el suicidio o la prostitución. Sin embargo, el Código penal no los reputa, en sí mismos, delitos…»41. 1.2. El delincuente Se entiende por delincuente la persona que delinque con alguna habitualidad (criminológicamente hablando, no es delincuente el infractor ocasional o por «crisis»)42 Pero a la Criminología no le basta con saber que el delincuente es una persona que comete el delito. La Criminología necesita saber ¿por qué una persona comete el delito? ¿qué es lo que hace que una persona sea delincuente? ¿es el delincuente una persona cualitativamente distinta del no delincuente? Y todo para llevar a cabo una mejor prevención general de la comisión del delito y un mejor tratamiento individualizado del delincuente. Diferentes definiciones del término delincuente se han dado a lo largo de la historia. Así, para la Escuela Clásica del Derecho Penal, el delincuente es una persona normal que hace mal uso de su libertad; definición ésta que, a nuestro entender, tal vez sea una de las mejores definiciones de delincuente dadas hasta el momento. Sin embargo, para Lombroso, Ferri y Garófalo, el delincuente es una persona con anomalías biológicas o psíquicas que le impulsaban a delinquir. Es decir, es una persona psicofísica, antropológica y cualitativamente distinta a las personas no delincuentes. Y otro tanto ocurre en el correccionalismo español, para cuyo movimiento, el delincuente es una persona mal educada y frágil de voluntad fruto de una mala educación. Por ello, la pena debía consistir en una segunda educación encaminada a corregirle. En esta época es necesario hacer referencia asimismo a la existencia de algunas corrientes psicosociológicas radicales como la de Gabriel Tarde para quien el delincuente es un sujeto sometido a la tiranía de los estímulos de una sociedad criminógena (teoría Marxista)43. 41 

Roldán Barbero; «Introducción a la investigación criminológica», o. c., pág. 1. Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág. 157. 43  De esta forma lo recoge Herrero Herrero en su obra «Criminología (Parte General y Especial)», o. c., pág, 72. 42 

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Para finalizar, señalar que durante los años 60 y 70, se realizaron numerosos estudios en la búsqueda del cromosoma asesino44. Sin embargo, los resultados sobre la personalidad del delincuente fueron muy contradictorios. No obstante, sí cabe destacar una serie de rasgos estructurales comunes a la mayoría de los delincuentes habituales (no en los delincuentes ocasionales) y que son adquiridos, por regla general, a través de una serie de factores psicobiológicos, psicomorales y psicosociales. Rasgos que, por sí solos, no son suficientes par realizar el acto criminal; siendo necesario, además, la presencia de situaciones propicias así como la ausencia de factores de resistencia45. Entre los rasgos estructurales que existen en la mayoría de los delincuentes habituales, podemos destacar los más importantes. No obstante, es necesario advertir que no son todos los que aquí se reflejan ni todos los delincuentes cuentan con los mismos rasgos, pues, mucho dependerá de su especialidad delictiva (contra la libertad sexual, contra la propiedad, etc.): — El egocentrismo (se considera el centro de atención, sólo se preocupa de si mismo, nada le importa los intereses de los demás) — La labilidad (suelen ser personas inestables y poco firmes en sus resoluciones) — La agresividad negativa -la positiva es buena- (sentimiento de odio, violencia y destrucción. Intentan humillar e incapacitar a los demás para que no puedan defenderse) — La indiferencia afectiva (carencia de sentimiento hacia los demás) — La adaptabilidad social (se mueven en cualquier ambiente) — La indisciplina e inconstancia. — Oportunistas y desconfiados. — Impulsivos e irritables. — Rencorosos. En este sentido, tampoco podemos hablar de una personalidad criminal, pues el delincuente no es un hombre cualitativamente distinto a los demás, pues, salvo casos aislados de psicopatologías, ningún hombre está determinado a delinquir46. Ahora bien, si por personalidad criminal consi44 

Kaiser; «Criminología. Una introducción a sus fundamentos científicos» Espasa- Calpe, Madrid, 1983, pág. 78. 45  Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág, 157. 46  Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág, 159.

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deramos el conjunto de rasgos que por ser cuantitativamente poseídos en mayor grado por el individuo, le impulsan a delinquir, entonces sí. No obstante, este concepto no es fijo o inalterable, y mucho menos hereditario o innato. Siguiendo a Herrero Herrero47, podemos afirmar que el delincuente, no es: — Ni el pecador de la edad media. — Ni el hombre sin condicionamientos que sostenían los clásicos. — Ni el animal salvaje y peligroso del positivismo. — Ni el desvalido del correccionalismo. — Ni la pobre víctima de la sociedad del Marxismo. En este orden de cosas, llegamos a la conclusión de que el delincuente es una persona normal aunque, obviamente, existen delincuentes anormales, igual que hay anormales que no delinquen. Para finalizar, reseñar que todos los autores que se han dedicado a estudiar la figura del delincuente han tratado de agruparlos en diferentes tipos. Esto no quiere decir que todos y cada uno de los delincuentes se encuentren encuadrados en un determinado tipo delictivo. En este aspecto, Lombroso y Ferri (también Krestschemer, Shneider o Andersen) distinguen entre delincuentes congénitos, alineados, de ímpetu o pasionales, ocasionales, habituales, etc. Otros, como Seeling citado por Herrero Herrero48, los diferencian partiendo del acto realizado para ir a la personalidad del delincuente y así distingue entre: 1. Delincuentes profesionales refractarios al trabajo (el delito es su forma de vida) 2. Delincuentes contra el patrimonio por falta de resistencia a los estímulos de su profesión (el/la cajero/a que hurta) 3. Delincuentes por agresividad (asesinos) 4. Delincuentes por falta de dominio sexual (violador) 5. Delincuentes por crisis afectiva o económica (para él su única salida es el delito) 6. Delincuentes por convicción. 7. Delincuentes por falta de disciplina social. 47  48 

Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág, 159 Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág, 163.

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1.3. La víctima En la Criminología actual, la víctima juega un papel preponderante. Es aquella que sufre un mal, en su persona, bienes o derechos, sin culpa suya49. La víctima es lesionada objetivamente en un bien jurídicamente protegido y que siente subjetivamente esta lesión con disgusto o dolor50. Es decir, es aquella persona física o moral que sufre un daño producido por una conducta antisocial propia o ajena, aunque no sea el detentador del derecho vulnerado51. Por ello, desde un punto de vista criminológico, no sólo se entiende como víctima, la persona que sufre directamente el daño, sino también las personas íntimamente allegadas a ella, como pueden ser los familiares, el cónyuge, etc. El concepto de víctima ha variado con los tiempos. Para Alt-Maes, la víctima no ha sido siempre la persona que sufre, sino la persona que se vengaba52. — En Roma, a la víctima se le reconocía un derecho de venganza ilimitada. Si por ejemplo, le rompían un diente, ésta podía romperle la cabeza a su agresor. — En la Ley de las Doce Tablas, se estableció una venganza reglamentada. La venganza no podía ser superior al mal causado. Si por ejemplo, le rompían un diente, ésta no podía romperle toda la boca a su agresor. Posteriormente, la venganza sería evaluada en dinero (compensación pecuniaria). Si por ejemplo, le rompían un diente, su agresor debía pagarle una determinada cantidad. — En el siglo xii, la víctima era la persona que actuaba y dirigía el proceso mientras que el Estado lo que hacía era dar fuerza ejecutoria a la decisión tomada. — En el siglo xx, la víctima pasa a ser objeto de estudio tanto por el derecho penal como por la Criminología. Para esta última el concepto de víctima es más amplio que para el derecho penal, pues, no 49 

Cabanellas; «Diccionario enciclopédico de Derecho usual» Tomo VIII, Heliasta, 24ª, Buenos Aires, Argentina, 1996 , pág.. 368. 50  Von Hentig; «El delito. El delincuente bajo la influencia de las fuerzas del mundo circundante», Editorial Espasa-Calpe, II, Madrid, 1972, pág. 540. 51  Rodríguez Manzanera; «Victimología. Estudio de la víctima» 2ª Edición, Editorial Porrúa, México, 1990, pág. 66. 52  Así lo señala Herrero Herrero «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág, 170.

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sólo merecen atención los damnificados por el delito, sino también los perjudicados por conductas desviadas tales como la drogodependencia o abuso de poder. Estos últimos, aunque formalmente pudieran ser constitutivos de delito, suelen quedar al margen de las instancias sancionadoras53. De la misma forma que los autores dedicados al estudio de la delincuencia reúnen a los delincuentes en diferentes tipologías, los encargados de estudiar a las víctimas, también agrupan o diferencian distintas clases de víctimas. Así, Landrove distingue entre54: 1. Víctimas no participantes. El delincuente la toma al azar (por ejemplo el clásico tirón callejero). 2. Víctimas participantes. Un ejemplo de este tipo de víctima se halla en el constructor que «fanfarroneando» comunica a su interlocutor en un bar con bastante personal que acaba de cobrar una suma importante de dinero, detalle que es escuchado por diferentes personas. 3. Víctimas ocasionadas por relaciones próximas. Por ejemplo, violencia doméstica, violencia de género, un número importante de los delitos sexuales, etc. 4. Víctima sin conciencia de víctima. Por ejemplo el defraudador de hacienda, puesto que se perjudica a si mismo, ya que se debe recordar el conocido lema de que Hacienda somos todos. 5. Víctimas especialmente vulnerables por su edad. Es el caso de ancianos, niños o desvalidos. Entre todas las clasificaciones hechas por Neuman, Mendelshon, Fattah y otros, nos quedaremos con la realizada por Von Hending55. Este autor, en la parte final de su obra «El delito. El delincuente bajo la influencia de las fuerzas del mundo circundante» realiza una clasificación individualista de la víctima según cuatro criterios56. En su clasificación, este autor tiene en cuenta factores biológicos, psicológicos y sociales aunque, como veremos a 53 

Roldán Barbero; «Introducción a la investigación criminológica», o. c., pág. 5. De esta forma lo señala Landrove Díaz, en su obra «Victimología», a la que hace referencia Herrero Herrero «Criminología (Parte General y Especial)» o. c. pág. 147. 55  De la página Web, www.geocities.com, consultada el pasado día 23 de julio de 2009. 56  Para mayor abundamiento sobre el tema, consultar: Von Hending «El delito. El delincuente bajo la influencia de las fuerzas del mundo circundante», o.c. págs. 443 y ss. 54 

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continuación, un mismo caso puede estar incluido en diversos tipos. Por ejemplo: El anciano que encontramos en el grupo de víctimas aisladas y en el de víctimas sin valor. Una vez realizada esta mínima advertencia, los criterios seguidos por este autor para la clasificación de la víctima son: — Por la situación en la que se encuentra (lugar y tiempo). — Por los impulsos y eliminación de inhibiciones. — Por la capacidad de resistencia. — Por la propensión a ser víctima. — Por la situación de la víctima – Víctimas aisladas. Por ejemplo: Ancianos, mendigos, vagabundos. – Víctimas de proximidad. Por ejemplo: Parricidios, incestos, violaciones. La proximidad encierra peligro a pesar que ésta es buscada por el ser humano debido a múltiples razones. — Por los impulsos y eliminación de inhibiciones de la víctima – Víctima con ánimo de lucro. Aquellos que por el deseo de enriquecimiento fácil caen en manos de los estafadores. Por ejemplo: El timo de la estampita. – Víctima con ansias de vivir. De vivir lo no vivido o recuperar el tiempo perdido. Por ejemplo: Los que buscan aventura y peligro. – Víctima agresiva. Aquella que ha inflingido malos tratos a los que se encuentran a su alrededor y cansados de ser víctimas pasan de víctimas a victimarios. – Víctimas sin valor. Por ejemplo los ancianos. — Por la capacidad de resistencia (víctimas con resistencia reducida) – Víctima por estados emocionales. Son estados propicios a la victimización: el miedo, la compasión, la devoción, etc. – Víctima por transiciones normales en el curso de la vida. Por ejemplo: el embarazo, la menopausia, el ser menor. – Víctima por alcoholismo. El alcohol suele estar a la cabeza de los factores creadores de la víctima. – Víctima depresiva. La preocupación y depresión lleva a buscar la autodestrucción. – Víctima voluntaria. Se trata de aquella que no ofrece resistencia a su agresor. Normalmente suele aparecer en los delitos sexuales.

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— Por la propensión a ser víctima – Víctima-delincuente. Es aquella que se ve privada de las ayudas del Estado, porque tiene que evitar la persecución penal. En estos casos la víctima no va a denunciar por el perjuicio que le acarraría la propia denuncia. Por ejemplo: El traficante de droga a quién le han robado su mercancía. – Víctima falsa. Es aquella que se autovictimiza para obtener beneficios. Por ejemplo: El que se produce una lesión para cobrar el seguro57. –  Víctima inmune. Es aquella que hasta el mundo criminal evita victimizar por miedo a las represalias. Por ejemplo los jueces, los periodistas, la policía, etc. – Víctima hereditaria. A menudo suelen convertirse en victimarios los descendientes de una determinada familia en la que por tradición se viene cometiendo un mismo hecho delictivo, muy común en sociedades cerradas. – Víctima reincidente. Es aquella que una y otra vez resulta victimizada. – Víctima que se convierte en delincuente. Es aquella que habiendo sido víctima se convierte en delincuente. Por ejemplo quien ha sido estafado con un billete falso y lo utiliza para pagar a otra persona. Una vez conocidas las diferentes clases de víctima, es necesario explicar los distintos factores o situaciones que propician la victimización y el tratamiento que a cada víctima deberá brindársele dependiendo de la forma de llegar a convertirse en víctima. En esta línea podemos destacar: a) Factores endógenos: Entre los cuales se encuentran los de tipo biológico, como la edad, sexo, y los de tipo psicológico; depresión, alcoholismo, etc b) Factores exógenos: Entre los que podemos subrayar, el estado civil, nivel económico, profesión, procedencia, escolaridad, familia, costumbres, etc. En cambio, la literatura también los agrupa en tres ramas distintas, aunque no por ello difiere del criterio mayoritario: 57 

Vid., en este sentido, Mendelsohn; «Victimology and the Needs of contemporary society» en Messis, 7, 1974, págs. 75 y ss.

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a) Estado biofisiológico (edad, sexo, estado físico). b) Estado social (profesión, status social, condición económica). c) Estado psicológico. Finalmente, y en relación al tratamiento que debería dársele a la víctima, como apuntábamos anteriormente, decir que la legislación española específicamente aborda la victimización en la Ley 35/1995, de Ayuda y Asistencia a las Víctimas de Delitos Violentos y contra la Libertad Sexual, aunque otros textos como el RD 673/1992 y sobre todo la Ley 32/1999 de solidaridad con las víctimas del terrorismo, también se ocupan de la víctima, pues, así lo recoge la exposición de motivos de la citada Ley 35/1995, al señalar: — El abandono social de la víctima a su suerte tras el delito. — Su etiquetamiento. — La falta de apoyo psicológico. — La misma intervención en el proceso del delincuente y la víctima (lo que se conoce como «igualdad de armas» en el Derecho Procesal Penal). — Las presiones a que se ve sometida. — La necesidad de revivir el delito a través del juicio oral y los riesgos que genera su participación en el mismo. Todo ello produce efectos tan dolorosos para la víctima como los que directamente se derivan del delito. Volviendo al tratamiento que se debe dar a las víctimas, nosotros entendemos que éste debería ser distinto según la clase de víctima de que se trate, pues no debe ser igual el tratamiento que se le deba dar a las víctimas involuntarias que el tratamiento a las víctimas voluntarios o imprudentes. Muchas y variadas medidas se barajan a la hora de atender a las víctimas objeto de cualquier hecho delictivo. Entre ellas cabe destacar: — Medidas de resarcimiento, indemnización y reparación (tanto materiales como morales). — Medidas destinadas a potenciar los servicios de policía, justicia, salud, así como los distintos servicios sociales (psicólogos, psiquiátricos, etc.). En definitiva, hacer intervenir a la sociedad, concienciando a la opinión pública y formando a profesionales (médicos, policías, abogados y todos aquellos que estén en contacto con la víctima).

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En este sentido la Ley 35/1995 citada exige el deber de información a la víctima por parte de los funcionarios actuantes (policiales, judiciales y administrativos) en cada momento sobre las ayudas o servicios legales, así como velar por la intimidad de la víctima58.

1.4. El control social del comportamiento desviado o delictivo Como afirma Kaiser, por control social se entiende el conjunto de instituciones, estrategias y sanciones sociales que pretenden promover y garantizar el sometimiento del individuo a los modelos y normas comunitarias59. La Criminología, desde tales puntos de vista, ha de orientar a los poseedores del «control social» en el señalamiento de los factores de integración social acordes con la libertad personal y el principio de igualdad de oportunidades, para potenciarlos, y en la indicación de sus disfunciones para atenuarlas o neutralizarlas en lo posible60. Los hombres en un momento de su vida renuncian al estado de naturaleza en el que se encontraban para asociarse con otros hombres formando grupos, tal vez, en busca de seguridad. En este orden de cosas ROUSSEAU, en su obra cumbre «el Contrato Social», señala que los hombres renuncian al estado de naturaleza para asociarse con otros hombres bajo unas reglas previamente dadas61: «con el transito del estado de naturaleza al estado civil, el hombre sustituye el instinto por la justicia, el impulso físico por el deber, viéndose obligado a obrar de acuerdo a otros principios».

El hombre se da a sí mismo unos valores para poder vivir en sociedad, y para protegerlos dicta normas. Normas que cuando son infringidas producen la reacción del grupo (control social). Para Munné, el control social, como señala Herrero Herrero, es un proceso constituido por el conjunto de procedimientos por los que una socie58 

A pesar de ello, el diario METRO del viernes 29/02/2008, en su página 6 publicaba: «El 50% del 20% que denuncian maltratos solicita protección», es decir, que sólo solicitan protección la mitad de los que denuncian, según esta noticia. 59  Kaiser; «Criminología. Una introducción a sus fundamentos científicos», o.c., pág.83. 60  Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág. 200. 61  De esta forma lo señala Roldán Barbero «Introducción a la investigación criminológica», o. c., pág. 7.

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dad, un grupo o un líder presionan para que se adopten o mantengan las pautas de comportamiento externo o interno y valores considerados como necesarios o convenientes. El control social perpetúa el proceso de socialización y tiende a mantener la cohesión del agrupamiento y el orden social62. Por último, señalar que los procedimientos por los que una sociedad, grupo o líder presionan para que se adopten o mantengan las pautas de comportamiento dadas (las normas) son tanto formales como informales, es decir, existen dos categorías del control social. El control social formal es el que ejercen aquellas personas que tienen encomendada la vigilancia, la seguridad o el control como actividades profesionales. Por tanto en esta categoría se incluyen vigilantes, policías, jueces, fiscales, funcionarios de prisiones, etc. Por su lado, el control social informal es el realizado por cualquier persona que actúa en un momento dado contra la delincuencia sin que el control del delito sea su actividad profesional. Ejemplo de ello pueden ser los vecinos de un barrio, los trabajadores de una empresa, los profesores de un colegio, los transeúntes momentáneos de una calle o los viajeros de un autobús. Ellos pueden inhibir o disuadir de que se realicen actos delictivos, ya sea por su propio interés personal, por el interés de la colectividad o por motivos altruistas63.

2. INTERDISCIPLINARIEDAD DE LA CRIMINOLOGÍA Son muchas las disciplinas científicas que se ocupan del crimen como fenómeno individual y social. La Biología (criminal), la Psicología (criminal), la Sociología (criminal). Con sus respectivos métodos, enfoques y pretensiones han ido acumulando valiosos saberes especializados sobre aquél. En este orden de cosas, la Criminología ha tomado prestados algunos de sus instrumentos de trabajo de otras disciplinas, como por ejemplo los sondeos y las encuestas de la sociología, los estudios sobre grupos y subculturas de la antropología social, los análisis de la personalidad y de los procesos cognitivos de la psicología, y los diseños para la prevención situacional de los delitos de la arquitectura64. 62 

Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág. 196. Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología», (3ª Edición), Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2006, pág. 74. Igualmente, en este sentido, García AndradePablos de Molina; «Manual de criminología. Introducción y teorías de la Criminalidad» o. c., pág. 106. 64  Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» 3ª edición, o. c., pág. 58. 63 

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Ahora bien, el análisis científico reclama una instancia superior que integre y coordine las informaciones sectoriales procedentes de las diversas disciplinas interesadas por el fenómeno delictivo; que elimine posibles contradicciones internas e instrumente un genuino sistema de «retroalimentación», según el cual cada conclusión particular se corrige y enriquece al contrastarse con las obtenidas en otros ámbitos y disciplinas. Sólo a través de dicho esfuerzo de síntesis e integración de las experiencias sectoriales y especializadas cabe formular un diagnóstico científico, totalizador, del crimen, más allá de los conocimientos fragmentarios, parciales e incompletos que puedan ofrecer aquéllas, y de la peligrosa «barbarie de los especialistas» tan acertadamente denunciada por Ortega65. En la medida en que hasta la fecha han sido realizadas investigaciones empíricas en el campo de la Criminología, se ha tratado casi siempre de investigaciones de alguna de las ciencias afines, elaboradas específicamente, según sus principios, para estas ciencias como si únicamente los criterios psicopatológicos, como si únicamente los criterios sociológicos constituyeran al hombre en su esfera social —al criminal como al socialmente regular—. Pero la suma de estos resultados (de cómo si) no constituye el análisis total del hombre (delincuente) en sus interdependencias sociales, como tampoco, la suma de los órganos singulares constituye un organismo […]. Aquí se precisa más bien algo constructivamente nuevo. No es posible contentarse con presentar resultados de estos campos parciales como representativos de un acontecer total mucho más complicado: es posible que semejantes afirmaciones tengan efectos francamente paralizadores, o incluso falseadores de los conocimientos criminológicos. Para la Criminología interdisciplinar la tarea debe consistir, por el contrario, en buscar factores y constelaciones criminológicamente relevantes de entre la multitud de resultados parciales obtenidos con los métodos arriba nombrados, evitando una atribución específica a cualquiera de las ciencias afines, a las que más bien debe integrar66. En esta misma línea, Serrano Maíllo67 afirma que así las cosas, sólo un estudio especializado, independiente de cualesquiera disciplina madre, 65 

García Andrade-Pablos de Molina; «Manual de criminología. Introducción y teorías de la Criminalidad» o. c., pág. 24 y 25. 66  Göppinger; «Criminología» Editorial Reus, Madrid, 1975, pág. 136. 67  Serrano Maíllo; «Introducción a la Criminología» o. c., págs. 50 y 51, que al mencionar los motivos de la autonomía e independencia de la Criminología como ciencia, cita a los autores Braithwaite, Serrano Gómez, y Birkbeck.

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puede resultar prometedor para el estudio científico del delito. Todo ello, por los siguientes motivos: a) La Criminología, en efecto, se caracteriza en primer lugar por tener un objeto de estudio que le es propio y privativo como es el delito como fenómeno individual y social, y que ni puede serle impuesto externamente a la disciplina ni puede mucho menos ser sustituido por otros conceptos más o menos atractivos intuitivamente. Compete a la Criminología el estudio del delito como fenómeno individual y social y entre sus funciones concretas se incluyen la explicación causal del mismo, los procesos de definición, su medición y contribuir a su prevención y control. En general, aunque el concepto de delito es un constructo débil, las alternativas propuestas por diversas disciplinas son abiertamente insatisfactorias desde un punto de vista científico. b) La Criminología ha desarrollado teorías originales y ha establecido sus propias variables causales y correlatos del delito. A la vez, ha aportado distintos hallazgos empíricos que contradicen diversos enfoques y teorías que, con un cierto éxito en sus campos originarios, se habían propuesto de manera imperialista para explicar el delito. c) La Criminología tiene muchas más especificidades metodológicas de lo que a veces se reconoce. De hecho, son numerosas las investigaciones criminológicas que han incurrido en serios errores y sesgos porque han confiado demasiado en fórmulas de otras disciplinas. d) Como cualquier disciplina, también existen particularidades que podemos denominar socio-culturales, una de las cuales es precisamente su alto nivel de rigor teórico y metodológico. La Criminología, ya se ha dicho, es una ciencia que se caracteriza por una enorme exigencia a la hora de plantear teorías sobre el delito o propuestas de prevención o control del mismo y a la hora de evaluar las mismas y de proponer y desarrollar investigaciones empíricas; a la vez, posiblemente debido a ello, es una ciencia modesta en sus conclusiones.

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Capítulo III Relación de la criminología con otras ciencias Tomás Fernández Villazala

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1. CRIMINOLOGÍA Y DERECHO PENAL La Criminología no ha sido siempre buena vecina del Derecho penal. Ambas tienen por objeto la delincuencia, pero el Derecho penal no estudia el crimen ni sus causas. Simplemente, le define y extrae, de su definición, un conjunto de consecuencias jurídicas. La diferencia fundamental es de espiritu68. El Derecho Penal aborda el delito y hace referencia al delincuente desde criterios normativos (principio de legalidad) y, por tanto, desde visiones impuestas de estas realidades. Su pretensión de controlar la delincuencia es la pena, ocupando un papel preponderante la pena de privación de libertad, en sí misma de carácter aflictivo y retributivo. Confía la eficacia en la lucha contra el delito en la intimidación y la represión. Todo ello, a pesar de que quiera imprimirse a las penas fines de reeducación y reinserción social69. La ciencia penalista (Derecho Penal) estudia ante todo el pensamiento decisorio, la delimitación normativa, la exposición y el análisis estructural teórico del delito, así como los presupuestos procesales y los caminos de la justicia en la persecución y sanción del crimen. A la criminología, lo mismo que a la medicina, importa, por otro lado, el análisis, lo más aséptico posible, de las formas y circunstancias reales que se relacionan con el nacimiento, el desarrollo y el control del delito70. La Criminología, por su parte, inquiere el ser del delito y sus causas; estudia el proceso de la génesis del delito con relación a su autor. Ofrece conceptos del delincuente desde criterios empírico-científicos; pero trata, además, de diferenciar e individualizar a cada uno de los autores del acto o actos antisociales (Criminología clínica). Ofrece remedios de neutralización del delito de acuerdo con la naturaleza de sus causas, haciendo hincapié en la vía preventiva. Busca la resocialización y reeducación, en su caso, 68  69  70 

Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág. 43. Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág. 42. Kaiser; «Criminología. Una introducción a sus fundamentos científicos» o.c., pág. 59.

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del responsable de tales conductas, sirviéndose, sobre todo, de las ciencias del comportamiento71. Sin embargo, no todo son diferencias entre ambas ciencias, todo lo contrario, ya que las dos se ocupan del hombre en el orden social y de la justicia penal72. En este sentido, Herrero Herrero73, afirma que la Criminología y el Derecho Penal tratan de lo punible (delito), aunque, a veces, no coincidan ni en la necesidad de lo incriminado ni en los procesos de incriminación y desincriminación. Los sujetos de estudio de la Criminología son, muy a menudo, los sujetos activos del Derecho Penal. El Derecho Penal ha asumido instituciones que tienen o han tenido su origen en el campo de aportación criminológica: la individualización (a su manera) de la pena, la dirección de ésta, la cogida de no pocas medidas de seguridad, la libertad condicional, la condena condicional, la sustitución de penas [...]. Derecho Penal y Criminología no deben confundirse, pero han de complementarse. ¿Por qué? Por las siguientes reflexiones: — Ambas ciencias parten de algo dado: la existencia de una sociedad determinada, cuya necesaria convivencia es afectada por actos o conductas dirigidas contra ella. — Para defender a esa comunidad de tales ataques, el Derecho describe esas conductas o actos e, imperativamente, une el destino de éstos a una pena, aplicable a los autores de los mismos. Estamos ante la prevención general y, en su caso, especial, perseguidas por el orden legal punitivo. Continúa Herrero Herrero74, aseverando que la Criminología, no obstante, persigue esa misma finalidad, intenta salvaguardar aquélla de tales hechos antisociales a través de medios distintos: con el estudio científico de los factores criminógenos que influyen y confluyen, de una manera general, en el sujeto activo de tales actos (Criminología General), para luego intentar neutralizarlos mediante un estudio sistemático de la peligrosidad del sujeto agente concreto, singular, que permita formular un diagnóstico y pronóstico de la personalidad criminal de éste y desembocar en el oportuno tratamiento en orden a su resocialización (Criminología Clínica). 71 

Continúa afirmando Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o.c., pág. 42. 72  Göppinger; «Criminología» o. c., pág. 16. 73  Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág. 42. 74  Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c.., pág. 42.

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En este orden de cosas Kaiser75 advierte que es sabido que la meta de la Criminología, así como su misión, consiste en ofrecer datos al derecho penal y a la política criminal, en hacer más empíricas esas disciplinas [...]. El mutuo intercambio se hace patente ya por el hecho de que el pensamiento penalista y sus resultados influyen también en la elección de los problemas y en la investigación criminológica. A causa de esa referencia de la criminología al derecho penal, y también por su vinculación obligatoria con las ciencias fundamentales empíricas, resulta tan importante como delicada la posición intermedia de la criminología, que es al mismo tiempo una posición mediadora. Igualmente, quien se ocupa del derecho penal, tiene que ocuparse también de la criminalidad y tiene, por tanto, que conocer junto a las normas jurídicopenales y su interpretación también la criminalidad y el delito. Quien no conozca o conozca mal el aspecto empírico de la Administración de Justicia penal, difícilmente podrá manejar las reglas normativas del Derecho penal material, ya que estas reglas se refieren a la criminalidad y al delito[...]. Este conocimiento de la criminalidad y del delito también es necesario a la hora de elaborar y de aplicar las leyes. No se puede decir que al legislador penal sólo le interese el conocimiento de la criminalidad, y que al que aplica la ley penal sólo le interese el conocimiento del delito. Tanto en una como en otra fase es preciso un conocimiento de las dos realidades76. En la actualidad debemos, aunque sea brevemente, hacer mención a otro pilar que es inseparable a la Criminología y al Derecho Penal, este pilar es la Política Criminal77. En este sentido, el primer pilar aparece representado por la Criminología la cuál, entre otras posibilidades, está llamada a aportar el sustrato empírico del mismo, su fundamento científico. El segundo pilar sería la Política criminal dirigida a transformar ese sustrato empírico en opciones y estrategias concretas que puedan ser asequibles para el legislador y los poderes públicos. Y por último, como tercer pilar, el Derecho Penal necesario para interpretar jurídicamente aquéllas proposiciones criminológicas manejadas por la Política Criminal. 75 

Kaiser; «Criminología. Una introducción a sus fundamentos científicos» o. c., págs. 58 y 59. 76  Hassemer Y Muñoz Conde; «Introducción a la Criminología y al Derecho Penal» Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 1989, pág. 27. 77  Salamanca Serrano; «La acción de realidad. Nuevo paradigma para la Criminología, en Intersecciones Teóricas en Criminología. Acción, elección racional y teoría etiológica» (Alfonso Serrano Maíllo, editor), Editorial Dykinson, Madrid, 2008, pág. 121.

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2. CRIMINOLOGÍA Y DERECHO PROCESAL PENAL El derecho procesal penal no puede quedarse, en efecto, en puro formalismo técnico, sino que debe ser considerado como un instrumento al servicio de la lucha contra la criminalidad. ¿Cómo puede conseguirse esto? Huyendo de la exclusiva jurisdiccionalización y judicialización. Huyendo del aislamiento y conectando con las ciencias que afectan al comportamiento humano, ya que al que se juzga es a un ser humano. Ha de acontecer lo mismo con la víctima, que debe ser tenida muy en cuenta en la manera de llevarse a cabo el proceso [...]. El derecho procesal penal ha de relacionarse, efectivamente, con la Criminología, ciencia que estudia el fenómeno criminal en su conjunto; teniendo en consideración todos sus factores: delincuente, víctima y agentes relacionados con el «control social»78.

3. CRIMINOLOGÍA Y CRIMINALÍSTICA No se debe confundir la Criminalística con la Criminología, ya que aquélla utiliza técnicas para localizar al presunto responsable de un hecho delictivo. Para ello, utiliza entre otras, técnicas antropométicas y técnicas lofoscópicas (Dactiloscopia, Quiroscopia, Pelmatoscopia, etc.). La Criminalística es, pues, una ciencia compleja, puesta al servicio de la investigación procesal-penal y, por ello, atiende, fundamentalmente, a los aspectos materiales o físicos del delito y de su autor o autores. La Criminología, propiamente dicha, estudia, como ya se ha afirmado, las causas, la génesis y proceso, del fenómeno delincuencial, sus efectos, sus víctimas, su control, sus remedios, que pueden ser de carácter penal o no79.

4. CRIMINOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA CRIMINAL El prestigioso filosofo Comte fue quién utilizó por primera vez el término «sociología» para significar la ciencia de observación de los fenómenos sociales. Con esta ciencia se busca analizar todas las estructuras sociales, las instituciones y los problemas existentes en la sociedad, entre los que debemos citar el delito. Para ello se estudia al hombre social y las relaciones entre los individuos que componen la sociedad. 78  79 

Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., págs. 45 y 46. Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág. 48.

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En 1892, Ferri utilizó la denominación de Sociología Criminal para referirse al estudio del ambiente social, que es el que da forma al delito como fenómeno social propiamente dicho. Una Sociología Criminal que forma parte de la Sociología General y no de la Criminología, es decir es una rama más de la Sociología. En igual sentido se pronuncia el Diccionario de Sociología al decir que: «La Sociología Criminal, pues, es una aplicación de la Sociología General a los fenómenos específicos de la delincuencia». Es necesario admitir el influjo de los estímulos sociales en el origen de la naturaleza. Hay que huir, sin embargo, de cualquier sociologismo extremo, en virtud del cual la «culpable de la delincuencia es la sociedad» y el sujeto activo, concreto, individual, del delito, se convierte en instrumento o víctima. No obstante, los estímulos sociales aunque condicionan, atenúan o debilitan la capacidad de automotivación, el libre albedrío de los seres humanos, no llegan a anularlos, al menos como regla general80. Las orientaciones sociológicas contemplan el hecho delictivo como «fenómeno social», aplicando al análisis del mismo diversos marcos teóricos precisos: ecológico, estructural funcionalista, subcultural, conflictual, interaccionista, etc81.

5. CRIMINOLOGÍA Y PSIQUIATRÍA FORENSE La Psiquiatría, como rama especializada de la medicina, diagnostica e investiga los trastornos mentales para tratarlos, comprenderlos y prevenirlos. La Psiquiatría una ciencia muy amplia que presenta múltiples aspectos, de los cuales nos interesa la denominada Psiquiatría Forense, que estudia las cuestiones legales vinculadas con los alienados en el orden penal o civil. Por ser la alineación mental, con frecuencia una causa generadora de delitos, la legislación penal se ocupa de estos enfermos a efectos de la imputabilidad. Para que exista imputabilidad debe haber discernimiento, que nos dará la noción del bien y del mal, al igual que la libertad que permite escoger entre el bien y el mal, es asi, que toda causa que prive de una u otra condición suprime la imputabilidad y la enfermedad mental es una de estas causas. Por lo anteriormente citado podemos decir que cada día la Psiquiatría forense tiene una mayor importancia. De hecho un número importante 80 

Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág. 51. García Andrade-Pablos de Molina; «Criminología, una introducción a sus fundamentos teóricos para Juristas» o. c., pág. 130. 81 

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de informes que se presentan en las causas criminales son informes psiquiátricos y psicológicos, al objeto de indicar cualificadamente sobre la imputabilidad o inimputabilidad de una persona que ha participado en un delito. En cambio, a la Criminología no sólo le interesa el delincuente mentalmente anormal como al Psiquiatría forense, sino que también estudia al delincuente, no patológico y de forma muy especial, dado que estadísticamente es lo habitual analizando a aquel desde perspectivas muy diversas (antropológicas, sociológicas, etc.) Por lo tanto Psiquiatría y Criminología tienen intereses comunes e intereses diferenciales. La primera se ocupa de lo psíquicamente anormal, sus causas, manifestaciones y tratamiento. Delito y delincuente interesan, también, a la Psiquiatría, aunque de forma marginal, pues los criminales psíquicamente anormales representan sólo una pequeña fracción de los anormales mentales, y la Psiquiatría abarca, además, otros campos ajenos al problema específico de la criminalidad anormal. Sin embargo, es obvio, que el examen del campo psicopatológico que interesa a la Criminología sigue siendo privativo de la Psiquiatría (por ejemplo, diagnóstico empírico del delincuente en orden a su imputabilidad)82

6. CRIMINOLOGÍA Y PSICOLOGÍA CRIMINAL Podemos afirmar que la Psicología estudia la conducta y la experiencia, de como los seres humanos y los animales, piensan, sienten, aprenden y conocen para adaptarse al medio que los rodea. Siguiendo esta afirmación, la Psicología criminal estudia la inteligencia, el carácter, las aptitudes sociales y las actitudes morales del delincuente, «desde el punto de vista objetivo de la Psicología experimental». Se interesa igualmente en los procesos psíquicos del delincuente, en los motivos de sus actos, desde un punto de vista subjetivo de la Psicología introspectiva. Con el psicoanálisis, se dedica al estudio de la vida profunda del delincuente, de sus motivaciones inconscientes, buscando las génesis de sus motivaciones aparentes e inmediatas83. 82 

García Andrade-Pablos de Molina; «Manual de Criminologia, Introducción y teorías de la criminalidad», o.c., pag. 115. 83  Pinatel; «Tratado de Derecho Penal y Criminología» Tomo III, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1974, págs. 29 y 30.

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En este mismo orden de cosas García Andrade-Pablos de Molina84, afirma que las orientaciones psicológicas —entendido este término en su acepción más lata— buscan la explicación del comportamiento delictivo en el mundo anímico del hombre, en procesos psíquicos anormales (psicopatología) o en vivencias subconscientes que tienen su origen en el pasado remoto del individuo y sólo pueden ser captadas a través de la introspección (psicoanálisis); o, incluso, estiman que el comportamiento criminal, en su génesis (aprendizaje), estructura y dinámica, tiene idénticas características y se rige por las mismas pautas que el comportamiento no criminal (teorías psicológicas del aprendizaje) Hoy la Psicología se aplica tanto en el campo de la investigación criminal como en el tratamiento de los delincuentes85. En este sentido, Serrano Maíllo86, al desarrollar los enfoques psicológicos de la criminología contemporánea afirma, que desde hace unos años, la Psicología ha vuelto a tener una cierta influencia en el estudio del delito. Las principales aportaciones de la Psicología a la Criminología han tomado distintos derroteros. Continúa este autor manifestando que el análisis de determinados trastornos que podrían estar relacionados con la criminalidad ha representado también un importante campo de estudio. Por ejemplo, un reciente y muy sólido estudio empírico longitudinal llevado a cabo en Estocolmo encontró que quienes habían desarrollado un desorden mental serio tendían a delinquir más que la media.

7. CRIMINOLOGÍA Y BIOLOGÍA CRIMINAL ¿Existe relación entre la biología humana y la delincuencia? La respuesta no puede ser más que afirmativa, y aunque de entrada esta aseveración puede sorprender a muchos, no podemos por menos que confirmar que la relación entre Biología y delincuencia es uno de los nexos más claramente establecidos por la investigación criminológica moderna87. Como es sabido, la Biología criminal estudia la delincuencia desde diferentes aspectos del delincuente, como son, genéticos, anatómicos, fisio84 

García Andrade-Pablos de Molina; «Manual de criminología. Introducción y teorías de la Criminalidad» o. c., pág. 130. 85  Serrano Gómez; «Historia de la Criminología en España» Editorial Dykinson, Madrid, 2007, pág. 345. 86  Serrano Maíllo; «Introducción a la Criminología» o. c., pág. 259. 87  Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» o. c., pág. 266.

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lógicos y bioquímicos. En cambio, la Criminología aunque pueda tener en cuenta estas circunstancias, no se detiene de forma exclusiva en ellas. La Biología criminal mira hacia el hombre delincuente, tratando de localizar e identificar en alguna parte de su cuerpo, en el funcionamiento de éste, el factor diferencial que explica la conducta delictiva. Ésta se supone consecuencia de alguna patología, disfunción o trastorno orgánico. Las hipótesis son tan variadas como disciplinas y especialidades existen en el ámbito de las ciencias: antropológicas, biotipológicas, endocrinológicas, genéticas, neurofisiológicas, bioquímicas, etc88. Como afirman Garrido Genovés y sus asociados, citando al prestigioso autor Fishbein, la regulación del comportamiento se realizaría a partir de dos mecanismos biológicos y un mecanismo social o contextual, en el cual operan los dos primeros. Las posibles interacciones a que estos sistemas (biológicos y sociales) pueden dar lugar son las siguientes89: 1. Que individuos biológicamente bien dotados, sin dificultades neurológicas o de aprendizaje, tengan unos ambientes socioculturales y familiares adecuados. Éste sería el supuesto ideal en el que existiría una menor probabilidad de agresión y de delincuencia. 2. Que los mecanismos biológicos sean los apropiados pero los mecanismos sociales sean inestables o inadecuados. Esto es, que el sujeto se desarrolle en contextos sociales desestructurados proclives a producirle problemas de maduración emocional. En este supuesto la estabilidad biológica, y más concretamente una buena inteligencia y unas buenas capacidades de inhibición, pueden ayudar a minimizar el influjo negativo de los factores ambientes, incluso tratándose de ambientes muy problemáticos. 3. Que existan en los individuos dificultades biológicas, ya sean neurológicas o de aprendizaje, pero en cambio dispongan de sistemas sociales de crianza muy estables e intensivos. En tal caso, las dificultades biológicas podrían ser compensadas y el individuo tendría la oportunidad de desarrollarse adecuadamente en la sociedad. 4. Que ninguno de los dos sistemas funcionen. En este caso, los sujetos tienen desventajas tanto de tipo neurológico o de aprendizaje como contextuales. Aquí, la probabilidad de conducta antisocial es alta. 88 

García Andrade-Pablos de Molina; «Manual de criminología. Introducción y teorías de la Criminalidad» o. c., pág. 130. 89  Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» o. c., pág. 267.

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Capítulo IV Delincuencia: concepto y causa que la producen José Vigara García y Marcelino Gil García

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1. BREVE APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE DELINCUENCIA Conseguir una definición de delincuencia no es nada fácil. Algunos, la definen como conjunto de infracciones de fuerte incidencia social cometidas con­­ tra el orden público. Otros como López-Rey y Arrojo, entienden por delincuencia como: «El fenómeno individual y sociopolítico afectante a toda la so­­ ciedad, cuya prevención, control y tratamiento, requieren un sistema penal»90. A su vez, Herrero Herrero la define como: «Fenómeno individual y social constituido por el conjunto de infracciones, contra las normas fundamentales de convivencia, producidas en un tiempo y lugar determinados»91. Para nosotros, desde un punto de vista práctico, si el delincuente es el sujeto activo del delito, por delincuencia entendemos el conjunto de conductas antisociales tipificadas por el Código Penal como delictivas y realizadas por personas físicas (de forma habitual) a las que se les denominan delincuentes, pues no toda conducta antisocial puede considerarse delito y por consecuencia su comisión no genera delincuencia, si bien esta definición es plenamente discutible. Llegado a este punto, y centrándonos en la figura del delincuente, como sujeto activo del delito y favorecedor del término delincuencia, varios son los interrogantes que sobre el mismo se plantea la criminología como por ejemplo, ¿Por qué una persona se hace delincuente? ¿Por qué aparece el delito (acto antisocial)? Aunque hay autores, que más que preguntarse por qué se delinque se preguntan por qué no delinquimos92. 90 

Así lo señala, Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág. 253. 91  Herrero Herrero; «Criminología (Parte General y Especial)» o. c., pág. 251. 92  En este aspecto, Serrano Maíllo; «Introducción a la Criminología», o. c., pág. 333, citando a Reckless, Dinitz y Murray señala: «La criminología no puede fijarse solamente en quienes delinquen y sus causas, sino también -en aquellos aspectos del proceso de socialización que permite a las personas, incluso en áreas de la mayor delincuencia, internalizar actitudes y patrones de comportamientos no desviados-».

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Actualmente, biólogos y sociólogos discuten sobre el origen de la delincuencia. En este sentido, estudios recientes sobre genética cuantitativa han informado de que alrededor del 50% de la variabilidad del comportamiento antisocial en la población se debe a la variabilidad en sus genes. Estos datos apoyan la idea de que una parte importante de la etiología del comportamiento tiene relación con los genes. Pese a todo, los esfuerzos realizados hasta ahora para encontrar genes que induzcan al individuo a un comportamiento antisocial no han cubierto las expectativas generadas. No obstante, sí se han detectado genes –como el de la monoaminoxidasa A (MAOA)– que afirman que los individuos portadores de los mismos son más propensos a un comportamiento antisocial. La significación biológica de esta interacción es relevante, ya que ciertos mecanismos biológicos subyacentes pueden explicar la etiopatogenia de comportamiento antisocial, aunque sea a un nivel muy elemental. Con todo, dichos estudios, aún siendo pioneros, tienen una gran limitación y a pesar de las evidencias de que todas las variables presentadas están asociadas al comportamiento antisocial, no hay una evidencia causal directa sobre su efecto93. Los sociólogos, por su parte, sostienen que la agresividad tiene base genética que es imposible de eliminar pero que no puede confundirse con la violencia que es una desviación de la agresividad (agresividad negativa). «La violencia es una actitud aprendida, producto de construcciones culturares según modelos permitidos que se transmiten de una generación a otra»94. La agresividad es inevitable, sin embargo la violencia es perfectamente evitable95. Para éstos, la violencia sólo podrá erradicarse con nuevas medidas sociales y educativas. No obstante, los que buscan explicaciones del delito desde la agresividad sostienen que existen casos patológicos que sólo pueden explicarse a través de criterios biológicos. En este orden de cosas y sin ánimo de extendernos, sólo haremos referencia, sin más, a determinados síntomas de agresividad negativa, dado que la positiva es la que va dirigida a vencer 93 

Gallardo-Puyol y otros; «Desarrollo del comportamiento antisocial: factores psicobiológicos, ambientales e interacciones genotipo-ambiente» Revista de Neurología, 2009 número 48, febrero, 191-198, en la página Web, www.europa.sim.ucm.es. 94  Rodríguez Núñez; «Violencia en el ámbito familiar», en la obra conjunta «Elementos Básicos de Investigación Criminal» de la que es coordinador, José Collado Medina, Instituto Universitario «General Gutiérrez Mellado» de investigación sobre la Paz, la Seguridad y la Defensa, Madrid, 2007, pág. 148. 95  Así lo señala Sanmartín; «La Violencia y sus claves», Ariel, Barcelona, 2002, pág. 21 y recogido por Rodríguez Núñez «Violencia en el ámbito familiar» o. c., pág. 148.

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obstáculos que se oponen a la consecución de objetivos lícitos sin intención de perjudicar a terceros. «La agresividad es necesaria para sobrevivir, para vencer las dificultades, tiene una base biológica»96. En este aspecto, se consideran síntomas de agresividad negativa del individuo, entre otras las siguientes97: — Piensan sólo en sí mismo, lo que le ocurre a los demás no es problema suyo. — Creen que deben tratar a los demás con dureza, pues si no, éstos acabarán abusando de él. — Tienden a la amenaza, al insulto. — Suelen tener mirada descarada, retadora. — Acostumbran a contraatacar. — Suelen hablar en voz alta. — Suelen vivir con una ansiedad creciente. — En el fondo se siente solos. — Suelen sentirse frustrados. — Suelen enfadarse con frecuencia. — Suelen llevarse bien con pocas personas (generalmente los que le aguantan). — Suelen siempre justificar su comportamiento. — Por lo general no suelen ser aceptados por los demás.

2. FACTORES QUE INFLUYEN EN LA APARICIÓN DE CONDUCTAS DELICTIVAS En un sondeo de opinión realizado entre ciudadanos de la Unión Europea en el año 200398 sobre la delincuencia, más de la mitad de los encuestados respondió que la pobreza y el desempleo así como la falta de disciplina eran los factores que podrían esconderse detrás de las conductas delictivas de muchos jóvenes. 96 

Rodríguez Núñez; «Violencia en el ámbito familiar» o. c., pág. 148. Urbieta J.R.; «La autoestima y sus implicaciones educativas». En la VII escuela de padres, curso 2007-2008. Centro de educación Castroverde, www.castroverde.org, consultado el 27/07/2009. 98  INRA (2003); Public safety, exposure to drug-related problems and crime: public opinion survey. http://europa.eu.int/comm/justice_home/eucpn/projects.html. 97 

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Qué factores conducen a la aparición de la delincuencia es una de las cuestiones básicas de la investigación criminológica y su identificación ha conducido a la elaboración de un amplio abanico de teorías explicativas del fenómeno. Pero como puede deducirse de la encuesta de opinión antes mencionada, es generalizada la opinión en la sociedad sobre la existencia de determinados factores que parecen explicar el origen de comportamientos antisociales. La criminología trata de dotar de fundamento científico o refutar estas intuiciones y la identificación de los factores que influyen en la aparición de la delincuencia ha sido y es un campo prioritario de su producción científica. Se persigue con ello entender mejor el por qué de la aparición de conductas delictivas y evitar así, de manera eficaz, su aparición en sus momentos iniciales o al menos, modular su influencia. Farrington (1997)99 consideró que entre los factores que están vinculados con la aparición de conductas delictivas a tempranas edades están: haber sufrido malos tratos en la infancia; tener vínculos afectivos –de amistad o familiares- con personas que hayan delinquido, al tender a imitar y justificar esas actitudes; la falta de recursos económicos; bajo coeficiente intelectual y déficits en el proceso de crianza. Browning y sus asociados100 señalan como factores de riesgo de carácter individual el bajo control de los impulsos, el coeficiente intelectual y la personalidad; como factores familiares, los déficits de crianza –pobres patrones de autoridad paterna-, mala comunicación entre padres e hijos y los castigos físicos y como factores socieconómicos el bajo estatus socioeconómico o habitar en barrios conflictivos. Diego (2001) hace referencia a los factores criminógenos de tipo social, diferenciando entre aquellos que «predisponen» (el medio económico y la familia), los que «precipitan» (la escuela y la ocupación del tiempo libre) y factores que «arrojan» (influencia de los amigos y compromiso con otras formas de conducta delictiva). Además existen otros factores, de personalidad –déficits psicológicos- que «desencadenan» y «sostienen» la conducta criminal101. 99 

Farrington propone una teoría integradora y considera la aparición de la delincuencia como un proceso de interacción entre el ciudadano y el ambiente. 100  Browning,....1999; En el marco de un estudio longitudinal -«The Pittsburg Youth Study»- realizado durante una década sobre tres muestras de niños de la ciudad de Pittsburg para identificar los factores de riesgo asociados a la aparición de conductas antisociales en los jóvenes. 101  Otros investigadores han señalado como factores:

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Estos factores quedarían empobrecidos sino hiciéramos mención a un estudio pionero y casi único, llevado a cabo en España en 1978, por los investigadores Serrano Gómez y Fernández Dopico, efectuado sobre una muestra de 2.049 reclusos en prisiones españolas, distribuidos en grupos de edad desde los 16 a más de 60 años; los cuales fueron sometidos a una serie de preguntas sobre su vida, complementando esta información con el exámen de sus expedientes personales. Los autores identificaron más de 100 factores102 que de alguna forma están vinculados con la aparición de la — La falta de supervisión familiar (Howell, 1997; Chaiken, 2000). — Cambios en la estructura familiar (Thornberry et al., 1999; Wasserman et al., 2003). — Falta de comunicación o carencias afectivas (Bartollos, 2000). — Fracaso escolar o un temprano abandono escolar (Borduin y Schaeffer, 1998; Huizinga, Loeber, Thornberry y Cothern, 2000). — Amistad con otros delincuentes (Battin-Pearson et al., 1998; Feld, 1999; Hawkins et al., 2000) — Consumo de drogas (Huizinga, Loeber, Thornberry y Cothern, 2000). — El estatus socioeconómico (Browning, Thornberry y Porter, 1999; Pfiffner, McBurnett y Rathouz, 2001) — Aspectos ecológicos y ambientales del entorno en el que se habita (Browning y Loeber, 1999; Hope y Hough, 1998). — Desórdenes de la personalidad –ansiedad- o problemas psicológicos –hiperactividad- (Wasserman, Miller y Cothern, 2000; Wasserman et al., 2003). — Problemas o dificultades de concentración, conductas agresivas o baja inteligencia (Browning y Loeber, 1999; Kazdin y Buela-Casal, 2001). — La exposición ante la violencia en la televisión o en el cine parece tener una influencia pequeña en el desarrollo de conductas violentas o delictivas (Willians, 1986; Word, Wong y Chachere, 1991). — El uso excesivo de videojuegos e Internet. (Griffiths, 1997, defiende que el juego persistente puede tener como consecuencia una excitación fisiológica que actuará posteriormente como reforzador de conductas dependientes y antisociales). — Presencia de altos niveles plasmáticos de testosterona (hormona sexual masculina) (Olweus, Mattsson, Shalling y Low, 1980; Themblay, Schall, Boulerice y Perusse, 1997). — Elevados niveles de serotonina por baja actividad de la enzima monoaminoxidasa (MAO) (Belfrage, Lidberg y Oreland, 1992). — Déficits en los lóbulos frontales, de tipo estructural o funcional (Raine, Lenz, Bihrle, LaCasse y Colleti, 2000). — Anomalías cromosómicas, en particular la anomalía cromosónica XYY (Jacobs y otros, 1965; Witkin, Mednik, Shulsinger, Bakkestrom y cols., 1997). 102  Serrano Gómez y Fernández Dopico; hablan de «factores concurrentes» ya que consideran que «normalmente concurren en el delincuente una serie de factores que se estima que influyen en el delito, aunque no siempre es así, como tampoco los mismos factores concurrentes tienen idéntico valor cuando inciden en distintos sujetos». «El Delincuente Español. Factores concurrentes (influyentes)». Madrid, Gráficas Valencia, 1978. Pág. 13.

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conducta criminal; perteneciendo los factores básicos al ámbito de la familia y al trabajo. Estos factores tienen mayor o menor influencia dependiendo de la edad del delincuente. Según estos autores, los factores de riesgo básicos que influyen directamente en la aparición de la conducta delictiva son factores familiares (la ausencia paterna, la falta de autoridad de los progenitores, las familias monoparentales, las familias grandes y poco estructuradas); laborales (dificultad para encontrar trabajo, problemas laborales, insuficiente formación profesional, orientación profesional deficiente); factores hereditarios y deficiencias individuales importantes; estilo de vida solitaria; sexo masculino; estatus socioeconómico bajo; residencia en una ciudad grande; oportunidad de cometer delitos; amigos delincuentes; falta de orientación moral; escasa resistencia a los impulsos criminales y falta de control sexual. En conclusión, las distintas investigaciones parecen apuntar a la existencia de una multiplicidad de factores de riesgo que tienen influencia en el desarrollo de conductas antisociales. Estos factores coexisten, interactúan y están mediados por otras variables, influyendo así de forma directa o indirecta en su aparición.

3. LA EXPLICACIÓN DEL FENÓMENO DELICTIVO. PARADIGMAS Y TEORÍAS La búsqueda de una explicación científica de las causas de la aparición del comportamiento delictivo ha dado lugar a la aparición de diversos paradigmas y teorías. Expondremos sucintamente las formulaciones teóricas más importantes que se han realizado desde finales del siglo xix, agrupándolas en tres enfoques fundamentales: las explicaciones de ámbito antropobiológico, las explicaciones psicológicas, psiquiátricas y psicoanalíticas y las teorías sociológicas, excepto las consideradas teorías integradoras que se abordan al final. Ninguna de ellas logra una explicación totalmente satisfactoria del crimen pero sin duda aportan datos o construcciones de interés para la Criminología.

3.1. Los paradigmas criminológicos Son tres los paradigmas criminológicos básicos: el paradigma del libre albedrío y del castigo, el paradigma científico y el paradigma del conflicto social.

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El paradigma del libre albedrío y del castigo persigue la explicación del comportamiento delictivo considerando que reside en la libertad consustancial del ser humano la decisión de delinquir o no. El análisis criminológico persigue el hallazgo de los medios más adecuados para combatir la delincuencia, en el plano preventivo y represivo. El paradigma científico sostiene que la conducta delictiva se explica por la existencia de una serie de factores de carácter individual y social que propician su aparición. Se centra en la búsqueda de esas causas y factores que determinan la delincuencia para poderlos controlar. El paradigma del conflicto social centra su atención en los mecanismos sociales y simbólicos que hacen que determinadas conductas sean concebidas como delictivas y sus autores, delincuentes. El fin ha de ser la sustitución de aquellas estructuras sociales que hacen posible el fenómeno criminal.

3.2. Las teorías criminológicas Superada la etapa histórica en la que se buscó explicar la vida del ser humano y todo aquello que le rodeaba en clave religiosa exclusivamente, el campo de la conducta criminal requirió de un estudio más profundo y de la búsqueda de respuestas. Ello ha derivado en la aparición de una gran cantidad de explicaciones teóricas del fenómeno criminal. Teorías que han propuesto explicaciones al conjunto o a alguna de las cuestiones vinculadas al comportamiento delictivo, desde paradigmas diversos y deudoras, todas ellas, del contexto socio-histórico en que se formularon. Sin ánimo de realizar aquí una exposición exhaustiva de todas las teorías existentes se presentan a continuación aquellas que, a nuestro juicio, suscitan un mayor interés criminológico.

3.2.1. Los enfoques antropobiológicos En este apartado, se presenta el conjunto de posicionamientos teóricos que defienden que la conducta criminal se debe a la presencia de determinados factores somáticos o procesos corporales en el individuo que le distinguen del «no criminal». Son así teorías que heredan la idea del positivismo criminológico del delincuente como «ser distinto». El aspecto más destacado de estas teorías reside en aportar un conjunto de conocimientos científicos esenciales para comprender con mayor

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profundidad el desarrollo de los comportamientos antisociales. Su limitación fundamental se encuentra en intentar generalizar indebidamente los resultados de sus investigaciones, olvidando con frecuencia la influencia que en la aparición y mantenimiento de conductas delictivas puedan tener otros factores.

a) Investigaciones en el área de la antropología Con un sustrato antropológico se ha realizado un voluminoso número de aproximaciones científicas al estudio de la criminalidad, fundamentalmente desde el campo de la antropometría, tratando de demostrar la existencia de ciertas medidas o rasgos físicos que junto a otros datos, diferencian a los delincuentes. Son aproximaciones que heredan los postulados lombrosianos en gran medida. Entre otros muchos teóricos destacaremos los siguientes: — Bertillon (1857-1914), desarrolló un sistema fundamentado en la toma de diversas medidas corporales a las que unía la fotografía del delincuente. Su objeto no era tanto demostrar la existencia de rasgos físicos criminales como construir un instrumento que ayudase a la Justicia a identificarlos y contribuir así a evitar la impunidad de los actos ilícitos. Este método fue adoptado por diversos cuerpos policiales y puede considerarse como un antecesor de las modernas «fichas policiales». — Goring (1870-1919) realizó un estudio biométrico103 apoyado en el uso de la estadística e identificó tres factores criminógenos básicos (físico-constitucionales) que explicarían la «inferioridad hereditaria»104 del ser criminal y su inclinación delictiva: la inferioridad en peso y altura, el déficit intelectual y la inferioridad moral. — Earnest A. Hooton (1887-1954), en líneas generales su tesis es muy similar a la de Goring, pese a criticar sus estudios105. Defiende la inferioridad orgánica del delincuente y explica la criminalidad 103 

Goring; «The English Convict: A Statistical Study». His Majesty’s Stationery Office. London, 1913. 104  Esta «inferioridad» no significa anormalidad, sino la presencia de unos rasgos extremos con respecto a la norma en la población no delincuente. 105  Earnest A. Hooton; «The American Criminal. An Anthropological Study» (1939). Este autor revisó los estudios de Goring criticando su metodología y resultados.

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como el resultado de la influencia del medio en un organismo inferior. Las diferencias orgánicas se reflejan, según su posicionamiento, hasta en 19 de 33 medidas corporales que observó y esta inferioridad física es relevante porque se encuentra asociada a la inferioridad moral, siendo ellas de carácter hereditario. — Di Tullio (1896-1979) postula en su Antropología Criminal106 que lo esencialmente diferente en el delincuente es su proceso de formación de la personalidad. Se trata de un ser hipoevolucionado por lo que carece de aquellas características más recientemente conseguidas por el ser humano civilizado.

b) Investigaciones en el ámbito de la biotipología La biotipología es una disciplina científica que trata de poner de manifiesto la interdependencia entre las características de un individuo y sus rasgos psicológicos. En este sentido, se han realizado innumerables tipologías de delincuentes. Las más conocidas son las del psiquiatra alemán Kretschmer y la del americano Sheldon: — Ernst Kretschmer (1888-1964), en 1921 a partir del análisis de más de 4000 individuos distinguió tres tipos corporales básicos: leptosomático o asténico, atlético y pícnico que se corresponden con tres tipos caracterológicos: esquizotímico, ciclotímico y viscoso.    El primero tiene un cuerpo alargado y delgado, cabeza pequeña, nariz puntiaguda y tiende a la introversión. El tipo atlético muestra un gran desarrollo del esqueleto y la musculatura y tiene el tórax y la cabeza grandes. El tipo pícnico posee un gran desarrollo de las cavidades viscerales, abdomen prominente, cabeza redonda y ancha, extremidades cortas y tendencia a la obesidad. Es proclive a la sociabilidad. A estos tres tipos le añadió un cuarto, el displástico, con características muy exageradas que no encajan entre los anteriores, con tres variantes o subtipos: gigantismo, obeso e infantilismo eunocoide. El más frecuente será el tipo mixto, que procede de una combinación de los anteriores por vía hereditaria. A cada uno de estos tipos le corresponden determinados delitos: los atléticos cometerían delitos violentos y tienen mayor tendencia a la reinci106 

Di Tullio; «Antropología Criminal» Editorial Pozzi, Roma, 1940.

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dencia; los leptosomáticos tienden a la comisión de delitos de hurto y estafas; los pícnicos muestran los índices más bajos de delincuencia y realizarán fraudes.    Igualmente, este autor, desarrolla los denominados tipos caracterológicos, distinguiendo los siguientes:    – Tipo esquizotímico. Al que pertenecen individuos de constitución leptosomática y de temperamento introvertido. Se diferencian tres subtipos: hiperestésicos (nerviosos, irritables e idealistas), intermedios (fríos, enérgicos, serenos) y anestésicos (apáticos, solitarios, indolentes). Cuando el tipo se agrava surge como enfermedad mental la esquizofrenia.    – Tipo ciclotímico. Al que corresponden personas extrovertidas, de constitución pícnica. Se pueden diferencias tres subtipos: hipomaníacos (continua alegría, en continuo movimiento), sintónicos (realistas, prácticos, humoristas) y flemáticos (tranquilos, silenciosos, tristes). Cuando el tipo se agrava surge como enfermedad mental la ciclofenía (maníacodepresiva).    – Tipo viscoso. A este grupo suelen pertenecen individuos de constitución atlética, que oscilan entre el tipo leptosomático y el pícnico (personas tranquilas, pasivas, por lo general). — W. Sheldon (1898-1977) elaboró una biotipología (1949)107 en la que diferenciaba tres «somatipos» o tipos somáticos -estáticos- que dan lugar a tres tipologías de personalidad. Los tipos somáticos son el endomorfo, el mesomorfo y el ectomorfo y los caracterológicos los denomina viscerotónico, somatotónico y cerebrotónico. – Endomorfo. Predominio de cierta redondez corporal y de la viscerotonía, que le confiere un tono relajado y sociable. – Ectomorfo. Caracterizado físicamente por su delgadez y fragilidad y psicológicamente por su cerebrotonía, que le daría tendencia al retraimiento y a la inhibición. – Mesomorfo. Individuo atlético en el que predomina el tejido óseo, muscular y conjuntivo y la somatotonía, en forma de fuerza y expresividad muscular. La conclusión de los estudios de Sheldon fue la significativa presencia del tipo mesomorfo entre los criminales. En el análisis longitudinal reali107 

Sheldon; «Varieties of Delinquent Youth» 1949.

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zado por el equipo de Sheldon en los últimos 30 años se ha confirmado la presencia del componente mesomórfico en la muestra de sujetos delincuentes. Aunque en todas las aproximaciones biotipológicas se han detectado importantes problemas metodológicos que invalidan parcialmente sus resultados, en la actualidad no puede olvidarse su interés desde una concepción dinámica e integradora de la aparición y desarrollo del fenómeno criminal.

c) Teorías apoyadas en la genética: el peso de la herencia El desarrollo científico de la Genética ha provocado en la Criminología, como en otros campos del conocimiento, la aparición de diversas líneas de investigación sobre la influencia de la carga genética del ser humano en su conducta criminal y en qué medida ésta es debida a la herencia. Los ámbitos en los que con mayor profusión se han centrado las investigaciones han sido los estudios sobre familias criminales, sobre gemelos y adopción y sobre cromosomas. Los estudios de familias de criminales se han limitado a analizar determinadas líneas de descendencia de familias en las que había un significado número de sujetos criminales. En este orden de cosas Dugdale108 estudió a la familia Juke encontrando que de 709 descendientes, 77 fueron delincuentes en algún momento de su vida y 202 estaban vinculados al mundo de la prostitución como prostitutas o proxenetas. Lund (1918) halló una mayor proporción de condenados por delitos graves entre sujetos cuyos padres también eran delincuentes. Farrington y sus colegas. (1996)109, en el Estudio de Cambridge, comprobó la positiva correlación existente entre el comportamiento delictivo de los jóvenes investigados y el de sus familiares. Aún cuando puedan criticarse estos estudios, apuntan sin duda, independientemente de cual sea su causa, a la constatación de que los delincuentes se concentran en grandes líneas familiares110. 108 

Dugdale; «The Jukes» New York, 1987. Realizaron una investigación longitudinal sobre 400 jóvenes londinenses, desde los 8 a los 40 años de edad, pertenecientes a 397 familias. De los 2203 integrantes de las familias, 601 fueron condenados por algún delito y el 75% de los padres con antecedentes tuvieron hijos que fueron condenados. 110  Garrido y otros; «Principios de Criminología» o.c. pág. 271. 109 

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Los estudios sobre gemelos pretenden establecer el verdadero peso de la herencia en la conducta criminal utilizando la semejanza, mayor o menor, genética presente en los gemelos univitelinos o bivitelinos y los ambientes de crianza. A igualdad ambiental la conducta habría de ser concordante en los univitelinos y no así en los bivitelinos si la carga genética es la determinante. El estudio más destacado es el realizado en Dinamarca por Karl O. Christiansen quien examinó la totalidad de los gemelos nacidos en aquel país entre 1881 y 1910 concluyendo que el factor hereditario influye decisivamente en la delincuencia. Esta influencia sería mayor en el caso de los delitos más graves y en los delitos sexuales. Pese a todo ello defendió que esta carga genética, pese a ser relevante, es un elemento más a considerar dado el proceso dinámico de construcción de la personalidad en interacción con el medio. Otros estudios han apuntado en el mismo sentido, si bien han atenuado la trascendencia de la influencia genética. En cualquier caso han recibido críticas por la utilización de distintas definiciones del concepto «delincuencia», por la metodología empleada para la toma de muestras y por la poca fiabilidad de los métodos utilizados para la distinción entre gemelos monozigóticos y dizigóticos, en algunas épocas, dados los conocimientos científicos disponibles en ellas111. Los estudios de adopción han tratado de determinar la importancia real de la influencia genética sobre el comportamiento delictivo, vinculando la criminalidad de los padres biológicos o adoptivos con la conducta, delictiva o no, de los hijos adoptivos. La investigación más valiosa al respecto fue la realizada por Hutchings y Mednick, quienes a finales de los 70, tomaron como muestra los niños adoptados en Dinamarca entre 1924 y 1947. Hallaron que los niños adoptados con padres biológicos con antecedentes penales delinquen en mayor medida y que los índices de criminalidad aumentan más entre los hijos adoptivos cuando los padres biológicos tienen antecedentes penales que cuando son los padres adoptivos quienes los poseen. Con estos datos afirmaron el mayor peso explicativo de la carga genética en la conducta criminal112. 111 

Garrido y otros; «Principios de Criminología» o.c., págs. 273-274. Según la revisión de los estudios realizada por Walters Y White (1989). En la misma línea se han postulado los distintos trabajos dirigidos por T. Bouchard en el marco del proyecto Minnesota, que demuestran la importancia combinada de la herencia y el ambiente en el desarrollo de la personalidad y la inteligencia. 112  Aún cuando estos estudios son más potentes metodológicamente que los estudios

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Las investigaciones sobre malformaciones cromosómicas se han centrado fundamentalmente en la incidencia de la anomalía XYY en el comportamiento criminal, aún cuando también se han realizado estudios sobre la anomalía 46XYQX sin que se hayan obtenido resultados concluyentes. Como resumen, a día de hoy, no puede hablarse de la existencia de una influencia determinante de la genética sobre la conducta criminal, sí de la herencia de determinadas características personales113 que implican un mayor riesgo por dificultar la integración social del sujeto. d) Otras aproximaciones biológicas Desde la neurofisiología ha cobrado especial importancia, a partir del desarrollo de técnicas e instrumentos adecuados, el estudio de la actividad eléctrica cerebral. Se ha pretendido investigar si la conducta criminal se debe a la presencia de disfunciones cerebrales. En esta línea, una parte importante de las investigaciones se han centrado en el estudio del funcionamiento cerebral de los psicópatas, hallándose que presentan una mayor actividad de ondas cerebrales lentas, así como un sistema nervioso autónomo (SNA) menos estimulado. Ello explicaría su tendencia a las actividades arriesgadas –entre las que se encuentra el delito– y su bajo nivel de ansiedad en presencia de determinados estímulos (medida a partir de otros correlatos fisiológicos como el pulso cardiaco, la presión sanguínea o la respiración). También se han realizado acercamientos explicativos de la conducta criminal desde la bioquímica, buscando verificar la influencia de los factores bioquímicos (hormonas, vitaminas, dietas alimenticias, …) o incluso de algunas alergias o la contaminación ambiental. 3.2.2. Las explicaciones psicológicas, psiquiátricas y psicoanalíticas La búsqueda de explicaciones de la conducta delictiva como una manifestación inadecuada de los procesos mentales que rigen la actividad humana o bien como de una enfermedad mental, ha dado lugar a la aparide familias o de gemelos, no han estado ausentes de críticas. Así Walters y White (1989), Gottfrenson y Hirschi (1990), Lykken (2000), han restado credibilidad a estos estudios, si bien Lykken reconoce que puede ser un factor a considerar si se une a unas pobres estrategias de crianza por parte de los padres adoptivos. 113  Impulsividad, búsqueda de sensaciones, ...

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ción de teorías o, cuanto menos, investigaciones desde el campo de la psiquiatría, la psicología o el psicoanálisis.

3.2.2.1. La perspectiva psiquiátrica Desde la perspectiva psiquiátrica se explica el comportamiento criminal como el reflejo exterior de un trastorno de la personalidad o de alguna patología psiquiátrica del delincuente. Históricamente esta explicación gozó de amplio consenso, llegándose a identificar a «crimen» con «locura» hasta entrado el siglo xix. Superada esta simplificación del fenómeno criminal114, hoy la primera dificultad reside en dilucidar cuándo se está ante la presencia de un acto debido o no a la enfermedad. Dicho de otra forma, qué se puede clasificar como trastorno o enfermedad mental115 -lo que implica necesariamente la delimitación conceptual de la «enfermedad mental»- y si ello contribuye a explicar el delito. Con esa meta la investigación se ha centrado en identificar y precisar las enfermedades mentales y conocer la incidencia criminal de las mismas. En el ámbito criminológico se ha prestado especial atención a las oligofrenias y psicopatías por ser este tipo de grupos los que protagonizan la mayor parte de los hechos delictivos con los que aparecen vinculados los enfermos mentales, sin que por ello se haya dejado de estudiar la repercusión criminal de otros trastornos como las esquizofrenias, paranoias, psicosis, parafilias o las conductas adictivas (a las drogas y el alcohol, especialmente). 114  García Andrade-Pablos de Molina; «Tratado de Criminología» Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2003, págs. 651-652. Según diversas investigaciones empíricas la relación existente entre la presencia de meros trastornos del carácter o abuso de sustancias y la criminalidad parece más alta y severa que con la existencia de trastornos mentales graves. Este autor al nombrar a TEPLIN, afirma que los enfermos mentales graves pueden cometer actos violentos de forma impredecible, muy esporádica e infrecuente. Su conducta violenta se produce frecuentemente hacia los miembros de la propia familia y en el hogar. Lo más habitual es que sean víctimas. Según estudios recientes la frecuencia en que los enfermos mentales son víctimas de hechos delictivos multiplica por 14 la tasa de la población general. 115  En la actualidad son dos los sistemas de clasificación de enfermedades mentales más utilizados: El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, IV edición, texto revisado (DSM-IV-TR), elaborado por la Asociación Psiquiátrica Americana y La Clasificación Internacional de Enfermedades, décima revisión (CIE-10), de la Organización Mundial de la Salud.

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Los efectos de la oligofrenia116 en el enfermo son distintos en función de su gravedad y ello se refleja en su conducta delictiva. Los que padecen oligofrenias profundas se ven prácticamente imposibilitados para delinquir dadas sus limitaciones psicofísicas. Sí puede ser víctima, en especial de delitos contra su integridad física o moral. La mayor actividad criminal la desarrollan los oligofrénicos moderados y leves, protagonizando actos delictivos contra la libertad sexual (exhibicionismo, abusos sexuales de poca entidad y ocasionalmente violación), hurtos y robos de escasa importancia, delitos de lesiones y en algún caso homicidios, así como incendios. Su modus operandi se distingue por la ausencia de planificación, la impulsividad, el escaso valor de lo robado o hurtado, y la desproporción de algunas acciones –más llamativo en el caso de las agresiones sexuales–. Un grupo de gran interés criminológico es el denominado bordeline; aquellos sujetos con una capacidad intelectual que limita con el retraso mental, dada su gran influenciabilidad por otros sujetos, su débil voluntad, además de la baja tolerancia a la frustración, agresividad e impulsividad117. Pero sin duda la enfermedad mental que se ha vinculado especialmente con la violencia ha sido la personalidad psicopática Definida en 1896 por Kraepelin como«Personalidades pobremente dotadas por influencias hereditarias, dañadas en sus procesos germinativos y otras influencias físicas tempranas en el desarrollo; cuya condición era parte de un proceso irreversible», actualmente no existe acuerdo científico en su delimitación conceptual dado el número y heterogeneidad de las personalidades psicopáticas (tipologías), la etiología muy diversa que se atribuye a tales cuadros clínicos y los rasgos de personalidad descritos en cada caso118. Los psicópatas, grupo que actualmente tanto el DSM-IV-TR como el CIE 10 incluyen dentro del trastorno antisocial de la personalidad, son egocéntricos, manipuladores, mentirosos y crueles, con un estilo de vida antisocial y agresivo, buscan constantemente sentir excitación y manifiestan un comportamien116 

Para la CIE-10, el retraso mental es un trastorno definido por la presencia de un desarrollo mental incompleto o detenido, caracterizado principalmente por el deterioro de las funciones concretas de cada época del desarrollo y que contribuyen al nivel global de la inteligencia, tales como las funciones cognoscitivas, las del lenguaje, las motrices y la socialización. Existen cuatro niveles de gravedad que reflejan el grado de deterioro intelectual: retraso mental leve (CI entre 50-69), moderado (CI entre 35-49), grave (entre 20-34) y profundo (inferior a 20). 117  García Andrade Andrade, J.A.; Psiquiatría Criminal y forense, Editorial Centro de Estudios Ramón Areces (CERA), Madrid, 1993, págs. 260 y 261. 118  García Andrade-Pablos de Molina; «Tratado de Criminología» o.c., pág. 626.

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to impulsivo y caprichoso. Según Cleckley119 no todos los sujetos que padecen un trastorno antisocial de la personalidad son psicópatas. El psicópata típico rara vez se aprovecha de los beneficios que genera el delito, pretende metas no siempre comprensibles por los demás e incluso a menudo comete el delito sin lograr ventaja material alguna. Normalmente no comete delitos muy graves, aun cuando en ocasiones llegue a actuar de forma excepcionalmente violenta. La dificultad de su clasificación ha llevado a construir escalas diagnósticas para la psicopatía, basadas en las investigaciones de Cleckley y Hare120. Estas escalas abarcan dos factores diferenciados: el deterioro de la afectividad y de las relaciones interpersonales (locuacidad y encanto superficial; autovaloración excesiva; ausencia total de remordimiento; falta de empatía; y manipulación de los demás); y el estilo de vida impulsivo, antisocial e inestable (problemas de conducta en la infancia; conducta antisocial en la vida adulta; impulsividad; ausencia de autocontrol e irresponsabilidad). En las últimas décadas se ha comprobado la existencia de un sustrato orgánico de la psicopatía121 consistente en anomalías cerebrales y del sistema nervioso autónomo (nivel de activación cortical) que explicarían que para activarse necesitan «emociones fuertes» lo que implica en ellos una ausencia de miedo (que predispone a la ejecución de conductas violentas y peligrosas); la búsqueda de una constante estimulación para recuperar el nivel óptimo de activación y la impulsividad. Como resumen se puede decir que el cuadro clínico de los psicópatas se caracteriza por una pobreza general de las reacciones afectivas, incapacidad para aprender de la experiencia, impulsividad, falta de autocrítica, superficialidad en las relaciones interpersonales, desprecio a la verdad e inteligencia inalterada. Esta patología suele ser más frecuente en hombres ya que representan el 1% de la población general, y el 20-25% de la población penitenciaria. La expresión más violenta de la psicopatía es la conducta criminal, sin embargo la mayoría de ellos no son delincuentes. Los psicópatas pueden iniciar119 

Cleckley; «The Mask of Sanity» (5ª Edición). St. Louis (EE.UU), Mosby, 1976. Escalas de Calificación de la Psicopatía de HARE, (PCL-R, 1991) y (PCL-SV, 1995). 121 A nivel biológico, se ha postulado que el psicópata se caracteriza por un bajo arousal, es decir, tienen un bajo nivel de excitación cortical, medida sobre todo por la actividad del electroencefalograma (EEG). También que presentan lesiones prefrontales. A estos déficits orgánicos se añadirían un conjunto de influencias educativas y sociales que explicarían la conducta psicopatita delictiva. 120 

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se en actividades antisociales a temprana edad, continuando con estas acciones durante una gran parte de su vida. Alrededor de los 35-40 años este nivel de criminalidad tendería a decrecer; sin embargo, esto no significa que disminuya el grado de violencia, ya que éste casi no disminuiría con el transcurrir de los años. Según el forense Rodes Lloret122 los delitos en los que más frecuentemente están implicados son los delitos de lesiones, contra la libertad e indemnidad sexual y contra la propiedad.

3.2.2.2. La explicación del crimen desde el psicoanálisis El creador del psicoanálisis fue Sigmun Freud. Sus tesis han tenido una fuerte influencia en el pensamiento psicológico desde finales del siglo 123 xix. En sí el Psicoanálisis no es una teoría de la criminalidad pero como teoría general propuso una explicación de las conductas antisociales. La idea central es el pansexualismo (el instinto sexual es el origen y fundamento total del comportamiento del ser humano). El desarrollo del individuo está determinado por el desarrollo de la libido, identificando este proceso con cinco zonas erógenas del cuerpo y habla así de fase oral, anal, fálica, de latencia y genital. Las deficiencias en esta evolución normal de la libido conlleva la fijación del individuo en una fase o estilo anterior lo que se traduce, en la edad adulta, en manifestaciones psicopatológicas. Por otra parte, Freud considera que la personalidad está constituida por tres componentes o niveles: el «ello», el «yo» y el «super-yo». En el «ello» residen los instintos, entre los que destaca el sexual. El «yo» es el regulador de los instintos, la razón. El «super-yo» está constituido por la conciencia social, las restricciones sociales, el miedo a la sanción. El equilibrio entre estas tres instancias de la personalidad es la base de la estabilidad psíquica. 122 

Rodes Llorés; «Enfermedad mental: aspectos médico-forenses» Editorial Díaz de Santos, Madrid, 2006, pág. 90. 123  Existe una apreciable discrepancia científica sobre el valor de las explicaciones psicoanalíticas de la criminalidad. Mientras que Garrido y sus colegas «Principios de Criminología» o. c., pág. 338, consideran que «la teoría psicoanalítica aplicada a la delincuencia es muy deficitaria» y subrayan que «en la actualidad su predicamento entre la comunidad científica es escasa»), otros como García Andrade-Pablos de Molina «Tratado de Criminología» o.c., págs. 657 y 665, defiende que «a pesar de sus innegables limitaciones y carencias, posee un gran atractivo» y además «parece resolver el problema de los crímenes absurdos, sin motivos, irracionales; e incluso ofrece nuevas vías de interpretación al significado genuino de muchos delitos».

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Por el contrario, en ocasiones se produce un conflicto mental (neurosis ) entre los instintos (el ello), el yo y los patrones sociales de conducta (regulados por el super-yo) que es reprimido en el inconsciente. Esta lucha interna puede conducir a disfunciones de la personalidad siendo una de sus manifestaciones la conducta delictiva. Es así el delito un síntoma externo de un conflicto interno, presente en el inconsciente, que requiere de un adecuado tratamiento para evitar su empeoramiento. Otros científicos destacados adscritos a las corrientes psicoanalíticas y que son dignos de mencionar en este apartado son Adler, Jung, Erickson o Fromm. 124

3.2.2.3. Explicaciones psicológicas del delito Las explicaciones psicológicas del delito se han realizado bajo los mismos presupuestos que para el estudio de cualquier otro tipo de conductas humanas. Se ha buscado su origen, desarrollo, evolución, etc., dando lugar a varios modelos explicativos: los biológico-conductuales, las teorías del aprendizaje social, teorías del desarrollo moral y del proceso cognitivo y el modelo de rasgos o variables de personalidad. Desde los posicionamientos biológico-conductuales el acto delictivo es debido a un deficiente condicionamiento en el proceso de socialización del individuo. Se busca dar explicación a por qué unos individuos inhiben y otros no las conductas antisociales. En esta corriente destacan las posiciones teóricas de Eysenck, Trasler o Jeffery. El aprendizaje social defiende que el crimen se aprende. La conducta criminal es aprendida en un proceso evolutivo a través de la observación y la imitación (aprendizaje vicario). Su máximo responsable, B andura, entiende que el ser humano no es violento por naturaleza sino que aprende a serlo. Esto no excluye que halla otros factores biológicos o psicológicos que puedan predisponer al crimen pero el factor determinante está en el entorno social125. Las teorías del desarrollo moral y del proceso cognitivo suponen una superación de los postulados conductistas. El comportamiento humano no puede explicarse exclusivamente por la presencia de una correspondencia entre estímulo y respuesta. La acción está ligada a una serie de procesos 124 

Entendida aquí como un desequilibrio producido por la existencia de un conflicto interno entre las tres instancias de la personalidad. 125  Véase al respecto Garrido y otros «Principios de Criminología» o. c., págs. 371-373.

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mentales intermedios entre estímulo y respuesta que la explican: la percepción, los propios valores, el desarrollo moral, ... cobran así un valor esencial. Psicólogos destacados de esta corriente son Piaget, Kohlbert, y los seguidores de la Psicología de la GESTALT. Por último, otros psicólogos han intentado identificar una serie de rasgos de la personalidad que justificasen la conducta criminal. Los rasgos que se han considerado etiológicamente relevantes son la extraversión, el neuroticismo, la impulsividad, la inteligencia, etc., sobre los que se han realizado diversas investigaciones. 3.2.3. Teorías sociológicas Bajo este epígrafe se agrupan un conjunto de enfoques que tienen en común explicar la conducta criminal como uno más de los comportamientos que se dan en el conjunto de la sociedad, desde una visión general y omnicomprensiva del devenir social126. 3.2.3.1. La teoría «ecológica»: Escuela de Chicago Surge en los años veinte del pasado siglo en el seno del Departamento de Sociología de la Universidad de Chicago. Sus precursores127 perseguían dar una explicación a los crecientes problemas de integración social que observaban en su entorno, la ciudad de Chicago, reflejo del profundo cambio social que se produjo en las ciudades norteamericanas del medio oeste desde finales del siglo xix a principios del siglo xx, como consecuencia de la industrialización128. 126 

En el mismo sentido García Andrade-Pablos de Molina «Tratado de Criminología» o.c., págs. 732 defiende que «las concepciones sociológicas, en sentido estricto, son aquellas que parten de un modelo teórico de relación de los acontecimientos sociales, y de una determinada teoría de la sociedad, y pretenden insertar el comportamiento criminal en los mismos». 127  Los profesores Robert Park y Ernest Burguess, a los que se unieron Clifford R. Shaw y Henry D. McKay del Instituto de Investigación Juvenil de Chicago. 128  La ciudad de Chicago en 1860 tenía 110.000 habitantes y en 1910 rebasaba los 2.000.000, fruto de la llegada de un gran contingente de inmigrantes de muy distinta procedencia (europeos, asiáticos, …), lo que originó importantes problemas de convivencia y el nacimiento de suburbios en los que se carecía de servicios adecuados y con unas difíciles condiciones de vida. En este ambiente pronto aparecieron un importante número de conductas criminales.

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La tesis más relevante de la Escuela de Chicago fue que las características físicas y sociales del medio urbano determinan la aparición de la criminalidad y ésta se distribuye geográficamente por áreas. Pero su preocupación iba más allá de la descripción del hecho, pretendían comprender el fenómeno de la delincuencia estudiándolo desde «dentro», desde el mundo del desviado, desarrollando para ello una investigación empírica rigurosa a través del empleo de instrumentos como las historias de vida, el análisis demográfico o los censos de datos. Park identificó la ciudad con un «organismo» en el que residen distintos tipos humanos y modos de vida y en el que se producen fenómenos simbióticos similares a los que se dan en la vida animal y vegetal. El crecimiento de la ciudad responde a la fuerza expansiva de la zona de negocios que va invadiendo radialmente las zonas residenciales129. McKenzie, partiendo de postulados similares propuso una división de la ciudad en cinco zonas concéntricas que serían el reflejo de su crecimiento130. •  La zona I (área de los negocios y zona central de la ciudad), es donde se asientan los centros de actividad comercial, política y social, dominada por clases sociales y profesionales que pueden pagar rentas altas. •  La zona II («casco antiguo» de la ciudad, fuertemente deteriorado) es una «zona de transición», invadida por la fuerza de expansión de la zona I y lugar de residencia de clases pobres que no pueden acceder a viviendas mejores. •  La zona III, es área en el que habitan aquellos trabajadores que han podido mejorar su poder adquisitivo y abandonar así la zona II. •  La zona IV, es la zona residencial de las clases medias, en las que existen viviendas familiares y apartamentos de alto precio. •  La zona V, estaría integrada por áreas «suburbanas» a las afueras de la ciudad y que son ocupadas por las clases con mayor poder adquisitivo. Siguiendo este modelo Park, Burguess y sus colegas, analizaron Chicago observando como el proceso de expansión de la ciudad guardaba estrecha relación con la distribución geográfica de la criminalidad por áreas y su dinámica. Describieron la existencia de unas denominadas 129  130 

García Andrade-Pablos de Molina; «Tratado de Criminología» o.c., pág. 751. García Andrade-Pablos de Molina; «Tratado de Criminología» o.c., págs. 752-753.

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«zonas de transición» en las que se concentraban los mayores índices de delincuencia, caracterizadas por sus pésimas condiciones de vida e infraestructuras, en las que residían las clases sociales más desfavorecidas. Por tanto el delincuente no viene determinado por ser distinto en sus características individuales (raza, religión, personalidad, …) sino por su lugar de residencia. Su conclusión131 principal es pues que la delincuencia, como patología social, es el resultado de la desorganización social existente en las áreas de transición.

3.2.3.2. Teorías estructural-funcionalista o de la «anomia» Las Teoría de la Anomia (también conocida como estructural-funcionalista o de la Tensión), a diferencia de la Escuela de Chicago, no entienden que la delincuencia sea fruto del desorden social sino que la delincuencia es un fenómeno normal que paradójicamente ayuda a cohesionar el sistema social al definir qué está o no permitido. Sus máximos representantes han sido E. Durkheim y Robert K. Merton. El concepto de «anomia»132 fue introducido por Durkheim en su obra «El Suicidio»133. Observó que las tasas de suicidio aumentaban en los momentos en que se producían fases de depresión o progreso económico, achacando su origen no a la influencia de los procesos económicos sobre el individuo sino a la situación de crisis social –de valores– que acompaña a cada uno de estos momentos. En esos estadios de cambio social los «poderes reguladores» –morales, en especial el religioso– ejercen menos control sobre el hombre, rompiéndose el equilibrio que armoniza a toda sociedad. El individuo, en esa situación, se lanza a una búsqueda desenfrenada de la satisfacción de sus ambiciones generándole un estado de ansiedad permanente (anómico). El delito es pues una manifestación de la normalidad de la sociedad, de su diversidad y de la existencia de una regulación que fija lo adecuado o 131 

Según se desprende de la exposición de los estudios de Park y Burguess realizada por García Andrade-Pablos de Molina «Tratado de Criminología» o.c., págs. 751 a 755. 132  La «anomia» es concebida como un estado de carencia de normas en la sociedad que provoca la aparición de conductas desviadas en algunos de sus miembros. Para comprender la formulación del concepto de «anomia» de Émile Durkheim (1858-1917) es necesario considerar el contexto en el que fue creado: la Francia de la III República mancillada por la derrota en la guerra franco-prusiana y con una manifiesta fragilidad social; no obstante, en una época de gran expansión económica e industrial. 133  Durkheim; El suicidio (traducción de M. Ruiz Funes). Akal, Madrid, [1897] 1982.

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inadecuado de toda conducta. Su ausencia significa por el contrario un estado «patológico», ni normas, que impide el progreso y desarrollo ordenado de la sociedad. Merton dio a conocer su pensamiento en relación con la anomia en un artículo publicado en 1938 titulado «Estructura Social y Anomia». Defendía que el estado anómico no se debe a la ausencia de normas sin más sino que es el resultado de la contradicción existente entre los valores que la estructura cultural de la sociedad establece (en la cultura occidental el éxito material) y las posibilidades reales que ofrece a determinados grupos sociales para conseguirlos, así como los medios permitidos para conseguirlos. Por tanto es la consecuencia de la discrepancia entre medios y fines134. Ante esta situación el hombre se adapta de diferentes modos135: •  Conformidad. Es el caso de aquellos que aunque no puedan acceder a la consecución del máximo objetivo social, aceptan tanto los objetivos establecidos como los cauces institucionales permitidos. •  Innovación. Cuando el individuo acepta los fines establecidos pero no los medios permitidos optando por la búsqueda de nuevos instrumentos para conseguirlo. Puede ser el origen de conductas desviadas. •  Ritualismo. Se rechazan los objetivos establecidos pero se permanece sumiso a las normas. Ante la imposibilidad de conseguir los objetivos y los riesgos de frustración de las altas expectativas rebaja su nivel de aspiraciones optando por la seguridad que conlleva acatar las normas. Es la conducta típica de las clases medias. •  Retraimiento. Cuando el sujeto se margina del grupo social y rechaza tanto los fines como los medios establecidos. Son los vagabundos, drogodependientes, etc. Es una conducta evasiva. •  Rebelión. Es un tipo de adaptación colectiva que se da cuando se produce un rechazo de medios y fines y se imagina y en ocasiones se trata de conseguir un nuevo orden social.

3.2.3.3. Teorías del control Esta línea de investigación criminológica surgió al objeto de comprender los mecanismos de control que se ponen en marcha para hacer posible 134  135 

Garrido y otros; «Principios de Criminología» o.c., pág. 233. Merton; «Teoría y estructuras sociales» Fondo de Cultura Económica. México. 1980.

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que haya personas que ante la presencia de estímulos criminógenos opten por no delinquir. La criminología tradicional había considerado hasta ese momento que la explicación era sencilla, el miedo al castigo era el mecanismo de control por excelencia. Los teóricos del control consideran que ese es sólo uno de ellos y que habrá que considerar también otros factores. Hirschi expuso en su obra «Causes of Delinquency» (1969) la «Teoría del arraigo social». Según él, el arraigo social, las relaciones afectivas que mantiene con las personas próximas (familiares, amigos, …) y los vínculos institucionales (escuela, trabajo, …) constituye el factor esencial que frena la aparición de la conducta delictiva. Por tanto su ausencia o debilitamiento está detrás del acto criminal136. Identificó cuatro factores que fomentan el arraigo social137: •  Apego hacia las personas, en especial a los padres. •  Identificación y compromiso con los valores convencionales. •  Participación en actividades sociales. •  Creencias y códigos morales. Reckless138, fue autor de la «Teoría de la Contención», con la que intentaba responder a por qué un individuo en unas condiciones sociales desfavorables es capaz de no delinquir. Sólo es posible, desde su punto de vista, si existen determinadas cualidades personales en el sujeto que le protegen. Habla así de mecanismos de contención, internos y externos. Los internos se encuentran en la personalidad del individuo (autoconcepto positivo, alta tolerancia a la frustración,…) y los externos en la disuasión legal, los códigos morales, la supervisión paterna, etc.

3.2.3.4. Teorías subculturales El concepto de subcultura fue utilizado en la obra de Cohen «Delinquent Boys» (1955) en el marco de la explicación del fenómeno criminal. La subcultura es caracterizada como un conjunto de rasgos diferenciales de un grupo con respecto a la sociedad general, con un sistema de valores propios, aunque no totalmente independientes de los dominantes y que 136 

Afirmación que se observa a lo largo de la obra de Hirschi «Causes of Deliquency» Berkeley, University of California, 1969. 137  Hirschi; «Causes of Deliquency» o.c., pág. 212. 138  Garrido y otros; «Principios de Criminología» o.c., págs. 218-220.

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establece una regulación interna que regula las relaciones entre sus miembros139. Este autor trató de dar una explicación a las altas tasas de delincuencia que se observaban entre las clases bajas de los barrios pobres. Propuso que ese comportamiento reflejaba la protesta de los jóvenes contra las normas y valores imperantes, ante la imposibilidad de acceder a más altas cotas de bienestar por vías legales. En ese estado, el joven se integra en grupos que fijan una subcultura propia, en las que, entre otros valores, se defiende cualquier tipo de acción que se oponga a la establecida por la cultura oficial, incluyéndose así las conductas antisociales. Cohen consideró que la subcultura criminal presenta las siguientes características140: •  Es gratuita, maliciosa y destructiva. Gratuita porque no persigue beneficios económicos. Maliciosa pues persigue la satisfacción que provoca la disconformidad de los demás. Destructiva porque se enorgullece de hacer lo incorrecto desde el punto de vista de la cultura oficial. •  Propugna la satisfacción inmediata del deseo frente a la postergación del placer que caracteriza a las clases medias. •  Se convierte en una cultura del grupo. Otra aportación de interés dentro de las teorías subculturales fue la propuesta por Cloward y Ohlin en su obra Deliquency and Opportunity (1960). Estos, en su teoría de la «oportunidad diferencial» consideran, al igual que Cohen, que el origen de la subcultura criminal es la frustración del joven ante la imposibilidad de conseguir los niveles de bienestar económico deseado. Explican que los jóvenes si atribuyen ese fracaso a la organización social existente más que a sus propias capacidades experimenta un sentimiento de disconformidad que le lleva a agruparse con otros en su misma situación, conformando una nueva subcultura que, a la vez que le asegura un respaldo le ayuda a dominar los sentimientos negativos que pueda tener ante sus acciones141. Lo específico de esta teoría es el concepto de «oportunidad diferencial». El que un individuo desarrolle conductas desviadas no tiene su origen en características individuales sino en que en su ambiente social existe 139 

Según recogen diversos criminólogos: García Andrade-Pablos de Molina «Tratado de Criminología» o.c., pág 816. Garrido y otros «Principios de Criminología» o.c., pág. 236. Larrauri Pijoan «La herencia de la criminología crítica» Siglo XXI de España Editores, Madrid, 2000, págs. 6-9. 140  García Andrade-Pablos de Molina; «Tratado de Criminología» o.c., págs 817-818. 141  García Andrade-Pablos de Molina; «Tratado de Criminología» o.c., págs 824-826.

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una adecuada organización y un mayor o menor número de oportunidades (legales o ilegales). En este orden de cosas, estos autores distinguieron tres tipos de subculturas142: •  La subcultura criminal se produce en los barrios en los que existe ya una estructura criminal asentada y cumple las funciones de aprendizaje del joven, le proporciona un adecuado nivel de oportunidades y establece un sistema de control propio para evitar el abuso de los medios ilegales. •  La subcultura de conflicto se da en los barrios pobres que se caracterizan por una gran movilidad social y geográfica, en los que no existe tanto una integración de valores específicos como una estructura estable de oportunidades, con lo que se origina una conducta delictiva individualista y sin cobertura. •  La subcultura evasiva es la propia de aquellos grupos que no han conseguido el éxito por ninguna vía, legal o ilegal. Es la que siguen drogadictos, alcohólicos, entre otros.

3.2.3.5. Teorías del aprendizaje La hipótesis principal que sustentan todas las teorías del aprendizaje es que las claves del comportamiento humano se encuentran en el proceso de aprendizaje que desarrolla el individuo durante su experiencia vital. Es decir, el hombre es modelado por sus experiencias. El hecho diferencial del delincuente reside en que éste ha aprendido las normas, valores y conductas asociadas a la actividad criminal. Dentro de las teorías del aprendizaje destacan las aportaciones de Sutherland y Cressey con la «Teoría de la asociación diferencial», la «Teoría de la «identificación diferencial» de Glasser, la «Teoría de la neutralización» de Sykes y Matza o la «Teoría del aprendizaje» de Akers. Para Sutherland143 el crimen es un producto político, pues son las autoridades las que determinan qué se considera criminal; lo cual puede no estar de acuerdo con lo que piensan determinados sectores de la sociedad. Una 142 

García Andrade-Pablos de Molina; «Tratado de Criminología» o.c., págs. 826-829. De acuerdo con lo reflejado por los investigadores García Andrade-Pablos de Molina «Tratado de Criminología» o.c., págs. 842-847; Garrido y otros «Principios de Criminología» o.c., pág. 208. 143 

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sociedad que considera plural y compuesta por distintas «asociaciones» que se distinguen por tener distintos intereses y metas. Por tanto no se nace «delincuente», sino que se llega a serlo mediante un proceso de aprendizaje, en interacción con otros miembros del grupo, en especial con las personas más allegadas, a través de un proceso de comunicación. El aprendizaje incluye no solo las técnicas delictivas sino también los móviles, actitudes y pautas de justificación. Una persona se convierte en delincuente cuando en sus contactos diferenciales ha aprendido más modelos criminales que contrarios a ello. Cressey144, discípulo de Sutherland, matiza las posiciones de su maestro al considerar que lo determinante para que una persona actúe criminalmente y otra no, aunque ambas hayan recibido influencias criminógenas, reside en la calidad y no en la cantidad de los contactos mantenidos e incluye entre estas influencias además de las enseñanzas propiamente criminales, otro tipo de conductas que contengan contenidos negativos (juego, consejos, …) Akers145 formula una explicación teórica que no persigue dar respuesta al conjunto del fenómeno criminal sino que acentúa su atención en los procesos por los que un individuo aprende la conducta criminal. Este aprendizaje se da en dos momentos distintos: un aprendizaje inicial que el sujeto lleva a cabo al unir sus definiciones aprendidas146 con los modelos que observa y la anticipación de los refuerzos y castigos por su conducta. Un segundo momento, el de la repetición de la conducta, se da en función de los reforzadores positivos y negativos que experimente después de la acción. Pero este aprendizaje se da en un contexto social concreto que ejerce una influencia esencial para la ejecución de las conductas delictivas. El que esto se produzca o no está en función de la asociación diferencial del individuo, del reforzamiento diferencial, de las definiciones y de la imitación de los modelos.

3.2.3.6. El etiquetamiento o «labelling approach» El «labelling approach» surge como modelo teórico en los años sesenta pretendiendo dar explicación a los procesos de criminalización. Por qué 144 

García Andrade-Pablos de Molina; «Tratado de Criminología» o.c., pág 848. García Andrade-Pablos de Molina; «Tratado de Criminología» o.c., pág 854 y Garrido y otros «Principios de Criminología» o.c., págs. 370-382. 146  Akers; «Criminological Theories: Introduction and evaluation». Roxbury Publishing, Los Angeles (EE.UU), 1997, pág. 64. De acuerdo a este autor, las «definiciones» son los propios significados o actitudes que una persona vincula a determinada conducta. 145 

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unas conductas se definen como desviadas, cómo se produce el «etiquetamiento» de los delincuentes y si esto afecta al individuo. Para ellos no importa el origen de la actividad criminal de un individuo pues consideran que una persona se convierte en delincuente cuando otros le «etiquetan» como tal. La asignación de esta etiqueta produce una serie de estigmas en el sujeto que se van consolidando. A partir de ese momento el individuo es examinado por la sociedad bajo los estereotipos que se asignan a ese status de delincuente. Ya no es visto como es sino como se espera que sea y él, a su vez, asume dicha imagen y redefine en función de ello su personalidad147. Defienden que el delito tiene naturaleza definitorial, es decir, es una cualidad que se atribuye a unas determinadas conductas. Más allá de la descripción genérica que de la conducta realizan los ordenamientos jurídicos, son los operadores jurídicos (jueces, abogados, policía,…) quienes llevan a cabo una labor de concreción de la norma a la realidad. Un reflejo de ello es el gran margen de discrecionalidad que tiene la policía para definir algunas conductas como delictivas o no. Esta decisión en ocasiones es discriminatoria como se deduce del hecho de que, aún siendo el delito un fenómeno que se destruye por igual entre todas las capas y grupos sociales, son mayoritariamente las clases más pobres los que ingresan con mayor frecuencia en los centros penitenciarios. Además las leyes, su creación y modificación, responden a la imposición que las clases poderosas realizan para mantener las estructuras de poder y dominio148. Representantes de este movimiento son Goffman o Becker.

3.2.3.7. Las teorías del conflicto: las tesis socialistas Las teorías del conflicto consideran que el crimen es debido a los conflictos existentes en la sociedad; conflictos que son inherentes a la organización social y contribuye a su evolución. Tradicionalmente han sido agrupadas en teorías del conflicto cultural, social y socialistas o Marxistas. Las tesis criminológicas denominadas «socialistas», defendidas entre otros por Taylor, Walton, Young, O. Kircheimer o Quinney, tienen su origen en el pensamiento político de Marx y Engels. Sus creadores criti147 

Postura defendida por uno de los máximos representantes del «labelling approach» como es Goffman y que aparece claramente plasmada en su obra. Vid., en este sentido Goffman «Estigma. La identidad deteriorada». Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2001, págs. 11-31 y 152-170. 148  Larrauri Pijoan; «La herencia de la criminología crítica» o. c., págs. 25-38.

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can la Criminología tradicional por creer que sólo ha servido para mantener las estructuras de poder procurando explicaciones del delito satisfactorias para tal fin. Sin embargo ellos consideran que el delito es función de las relaciones de producción de la sociedad capitalista, de su organización competitiva ante la que las clases oprimidas responden. El crimen es fruto de la desigual distribución de la riqueza149. La clase dominante y la clase oprimida están en un constante conflicto (la lucha de clases) por el control de los medios de producción. La criminalización permite a la clase dominante someter a las clases trabajadoras, imponiendo su ideología y valores mediante el empleo de los instrumentos de control del Estado. Además realiza una aplicación selectiva de estos instrumentos, criminalizando con mucha más fuerza e interés los delitos de apoderamiento o de enfrentamiento al orden establecido que los delitos económicos, cometidos mayoritariamente por clases poderosas. Las normas y su proceso de creación sólo responden a ese interés de mantener el poder y la criminalidad es reflejo de la aplicación selectiva de las leyes. Dado que el origen último del crimen no es otro que el conflicto de clases, para su erradicación no cabe otra solución que desterrar la sociedad capitalista, sustituirla por un nuevo orden social, el socialista.

3.2.4. Teorías integradoras No adscritas a ningún marco teórico en exclusiva, de los citados hasta este momento, han surgido una serie de explicaciones que han abordado el estudio de la criminalidad desde una postura ecléctica, considerando las aportaciones del conjunto del conocimiento criminológico. Incluyo en ellas150 las explicaciones denominadas multifactoriales, las teorías de rasgos latentes y las de las etapas vitales.

a) Explicaciones multifactoriales Son un conjunto de orientaciones que han pretendido la explicación del fenómeno criminal sin adscribirse a ningún marco teórico y partiendo 149 

joan

Garrido y otros; «Principios de Criminología» O.C., Págs. 399-401 y Larrauri Pi«La herencia de la criminología crítica» o.c., págs. 54-61. 150  Garrido y otros; «Principios de Criminología» o c., pág. 425.

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de la experiencia, considerando que la conducta desviada es el fruto de la concurrencia de una pluralidad de factores. Han centrado fundamentalmente su atención en la delincuencia juvenil, fenómeno del que han aportado un interesante conjunto de conocimientos. Representantes destacados de este enfoque han sido COHEN y FELSON con la «Teoría de las actividades rutinarias»151.

b)

Teorías de los rasgos latentes

Consideran que existe un tipo de personas que por sus características personales –rasgos latentes– están más próximos a la actividad delictiva y que su decisión de delinquir o no estaría determinada por la existencia de oportunidades para ello. Se incluiría aquí la «Teoría general de la delincuencia» de HIRSCHI y GOTTFREDSON152.

c)

Teorías de las etapas vitales

Defienden que no existe una propensión natural estable hacia la delincuencia sino que ésta variará por múltiples factores a lo largo de su desarrollo evolutivo. FARRINGTON especificó en su «Teoría integradora» los procesos que conducen al inicio y mantenimiento de la carrera delictiva153.

151

COHEN y FELSON; «Social change and crime rate trenes: A routine activity approach». American Sociological Review, 44, 4, 1979, págs. 588-608. 152 Vid. En este sentido GOTTFREDSON Y HIRSCHI «A general theory of crime» Standfor University Press. Standfor, California (EE.UU), 1990. 153 FARRINGTON; «The explanation and Prevention of Youthful Offending». Reprinted in Cordella, Peter and Larry (eds.). 1996. Reading in contemporary Criminal Theory, págs. 257-272.

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Capítulo V La medición del volumen de la delincuencia Tomás Fernández Villazala

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1. LA METODOLOGÍA CUANTITATIVA EN LA MEDICIÓN DEL VOLUMEN DE LA DELINCUENCIA Con la metodología cuantitativa se propone estudiar un hecho social, por ejemplo el delito, como si fuera un objeto o una cosa. Para ello, en la medición del volúmen de la delincuencia, no nos interesa tanto profundizar en los factores y circunstancias internas propias del hecho en sí que no tengan que ver con la extensión. Se trata de recoger datos a través de cifras, de datos cuantitativos. El estudio cuantitativo trata de averiguar el volumen de la delincuencia en un periodo de tiempo determinado. Las cuestiones cualitativas anexas a la misma no son necesarias para conseguir constatar su evolución. Por ello, se puede afirmar que la metodología cuantitativa es aquella que sirve para cuantificar, reducir a números unos determinados hechos sociales, entre los que se encuentran los hechos delictivos. Igualmente, con ésta, se puede llegar a conocer la frecuencia con la que suceden determinados acontecimientos. Los métodos cuantitativos, tradicionalmente denominados «métodos duros», se basan en aportaciones de disciplinas bien establecidas, como la Física. La información que ofrecen es numérica (frecuencia, porcentajes…)154. En general, podemos decir que responden a la pregunta ¿Cuántas veces? En cambio, los métodos cualitativos procuran analizar el fenómeno desde una «perspectiva de autor», buscando todo tipo de cualidades del episodio delictivo en el que se han visto involucrados los delincuentes o las víctimas155. 154 

Garrido Genovés y otros; «Principios de criminología» o.c., pág. 86. Larrauri Pijoan, (Directora); «¿Para que sirve la criminología?», Política Criminal, Cuadernos de Derecho Judicial, Escuela Judicial, C.G.P.J., imprime Mateu Cromo S.A., Madrid, 1999, pags. 19 y 20. Y en el mismo sentido, Taylor Y Bogdan «Introducción a los métodos cualitativos de investigación» Editorial Paidós, Barcelona.(Traducción por Jorge Piatigorsky), 1987, pág. 20, han afirmado lo siguiente: 155 

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No obstante, existen en la metodología cuantitativa unas ventajas y unos inconvenientes con respecto a la metodología cualitativa156, que a continuación se cita a modo de simple enumeración.

1.1. Ventajas de la metodología cuantitativa — En la metodología cuantitativa existe una mayor exactitud de los resultados, cuando la pregunta a responder es: ¿Cuántas veces? — Con el método cuantitativo se puede recoger información no accesible a otras «técnicas». — Igualmente existe un menor coste tiempo-dinero que en otros métodos. — Su gran utilidad. Debido a la posibilidad de un inmediato tratamiento estadístico al tratarse de números, y de poder contabilizar unos determinados hechos objetos de estudio.

1.2. Inconvenientes de la metodología cuantitativa — Pueden existir errores matemáticos, tanto sencillos como por la utilización de complicadas operaciones. — El abuso de la terminología matemática en la investigación puede llegar a resultar ininteligible para el estudio que se esté realizando. — Con estos métodos cuantitativos se intenta cuantificar todos los aspectos de la realidad social, reduciendo todas las características anexas al hecho a simples números. Con ello se pierde información que, dependiendo del estudio investigado, puede ser de gran valor. «La metodología cuantitativa introduce instrumentos en los que se incluye información de datos estructurados, de forma tal que pueden ser analizados mediante procedimientos estadísticos, al contrario de lo que sucede con los métodos cualitativos que presentan instrumentos cuyos datos son principalmente comprensivos, o sea, los investigadores desarrollan conceptos e intelecciones, partiendo de pautas de los datos y no recogiéndolos para evaluar modelos, hipótesis o teorías preconcebidas, siguen un diseño de la investigación flexible». La afirmación precedente ofrece una clara diferenciación entre métodos cuantitativos y cualitativos. No obstante, a mi juicio, resulta cierta sólo en parte debido a que los métodos cualitativos igualmente se pueden analizar mediante procedimientos estadísticos y de forma numérica. Y ello pese a que es cierto que presentan limitaciones en su utilización para determinados estudios, como se verá en capítulos posteriores. 156  Balcelis I Junyent; «La investigación social, introducción a los métodos y las técnicas» Promociones y Publicaciones Universitarias, Barcelona, 1994, págs. 98 y ss.

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1.3. La elección de la metodología a utilizar En principio hay que tener claro que no simpre se puede hacer una diferencia «tajante» entre una metodología y otra, ya que toda investigación en la que queramos conseguir una respuesta de tipo cuantitativo, sus primeras fases (concepto, hipótesis, formulación de categorías, etc.) van a ser siempre cualitativas. En este orden de cosas, se puede hacer la siguiente distinción157: — La observación cualitativa es utilizada en general para descripciones, estudio de un fenómeno complejo, para preparar una generalización o una observación cuantitativa (proceso éste al que denomina codificación). — La observación cuantitativa se utiliza cuando se quieren sustituir las impresiones «subjetivas» por resultados precisos, cuantificados o bien parece posible una generalización estadística. De esta forma, la formulación cuantitativa facilita considerablemente la corporación objetiva de eventuales regularidades en las observaciones, las cuales no pueden atribuirse a causas fortuitas. En efecto, resulta de gran importancia conocer estos métodos de medición y de obtención de datos al objeto de determinar con exactitud cuáles se deben emplear. Precisamente cuando se trata de la obtención de datos que han de facilitar inferencias sobre «propiedades» o cantidades, existe casi siempre la posibilidad de aplicación de procedimientos de medición alternativos158. Se pueden utilizar, efectivamente, según el análisis que el investigador esté buscando, diferentes métodos para completar las lagunas que en cada uno puedan existir159. En la medición del volúmen de la delincuencia, a nuestro entender se debe utilizar el método cuantitativo como principal, ya que nos preguntamos «¿Cuántas veces?» y no otros aspectos cualitativos, como puede ser «el porqué o el cómo». De todos modos, es igualmente cierto que no se deben obviar otros aspectos cualitativos que puedan servir de apoyo al tema a tratar. 157 

Anguera; «Metodología de la observación en las Ciencias Humanas» Ediciones Cátedra, Madrid, 1989, págs. 69 y ss. 158  Mayntz y otros; «Introducción a los métodos de la sociología» Alianza Editorial, S. A., Madrid. (Traducción por Jaime Nicolás Muñiz), 1975, pág. 50. 159  Fernández Villazala; «La medición del delito en la seguridad pública» Editorial Dykinson, Madrid, 2008, pág. 33.

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2. TIPOS DE MÉTODOS CUANTITATIVOS Tomando como base las valoraciones anteriores se puede proponer una clasificación de tres tipos de métodos de medición cuantitativos160: — Estadísticas oficiales: Policiales, Judiciales, del Ministerio Fiscal, y otro tipo de estadísticas: las Penitenciarias; — Las encuestas de victimización. — Las encuestas de autoinforme (también llamadas informes de autoinculpación o autodenuncia).

2.1. Estadísticas oficiales Son aquellas estadísticas criminales producidas a instancias de las instituciones que ejercen el control formal sobre el delito. Nos encontramos ante un tipo de estadísticas que conforman un género cuyas especies son las estadísticas policiales, judiciales y penitenciarias. Estas «especies» tienen como principal misión informar sobre el volumen de los delitos acaecidos en un lugar y durante un período de tiempo concreto. El objeto adicional es ayudar en la elaboración y test de las correspondientes teorías y realizar los análisis necesarios, ofreciendo una imagen numérica161. Las estadísticas son productos de los procesos sociales, en un momento determinado se resuelve que contar y como debe ser contado. No obstante, no son algo nuevo ya que en tiempos de Grecia y Roma habían sido importantes para los investigadores policiales y los ciudadanos162. Se quiere conseguir agrupar de forma sistemática algunos hechos sociales como el delito, en un espacio y tiempo determinados. La finalidad básica es poder valorarlos numéricamente e intentar describir cuantitativamente la evolución y características de los mismos, de esa criminalidad. Desde aquellos inicios, se ha llegado a la conclusión de que las más fiables mediciones del delito son conseguidas con las estadísticas oficiales163. No obstante, los dos últimos tipos de métodos que se incluyen en esta clasificación, se toman desde el punto de vista de cuando lo que se quiere investigar es el cuántas veces, y no el cómo. 160 

161 

Roldán Barbero; «Introducción a la investigación criminológica» o.c., pág. 41. Mosher y otros; «The Mismeasure of Crime» Sage Publicatio, 2002, pág. 2. 163  Vid., en este sentido, Messner y otros «Locating the vanguard in rising and falling homicide rates across U.S. Cities» Criminology, volume 43, number 3, Maryland, 2005, pág. 670, además vid. Farrington y otros «Comparing delinquency carreers in court records and self-reports» Criminology, volume 41, number 3, Missouri-St. Louis., 2003, pág. 933. 162 

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Según sostiene Kaiser164, el método más importante para el análisis de la criminalidad es la estadística criminal, como conjunto de cifras que se reúnen sobre delitos y delincuentes en el campo de actividad de las entidades competentes portadoras del control del delito, en base a comprobantes escritos (documentos) con la intención de comunicarlas a intervalos regulares de tiempo. Las informaciones estadístico-criminales nos informan sobre el estado, cambios, tendencias y estructuras de la criminalidad registrada, tanto policial como judicialmente. Las estadísticas basadas en más información, son generalmente preferidas a aquellas basadas en menos información165. No obstante, se debe tener precaución en la utilización de las estadísticas oficiales. La precisión de éstas depende de la terminología usada, de la tipificación legal, de los cambios de edad legal, o una disminución en la edad penal. Por todo ello resulta de gran importancia que los pasos que se sigan en un estudio estadístico, tanto en los de recopilación, organización, presentación, análisis e interpretación, se realicen meticulosamente166. En este orden de cosas, se debe de tener en cuenta que los datos estadísticos recogidos en un ámbito temporal determinado, algunos tipos delictivos incluidos en esos datos pueden variar y esto puede hacer que la cualidad y el volumen de la delincuencia varíen. Este detalle hay que tenerlo en cuenta a la hora de realizar el correspondiente estudio, pero no es el único, por lo que debemos presentar una actitud abierta a cualquier tipo de variación que pueda influir en la verosimilitud de los datos.

2.1.1. Instituciones u organismos facultados para la confección de las Estadísticas oficiales No obstante, pese a lo expuesto la Policía no es la única institución facultada para la confección de las estadísticas oficiales. En este punto debemos acudir al articulado de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que sus artículos 262 y 264, regulan la figura de la «denuncia» como declaración de conocimiento que se transmite al órgano jurisdiccional, al Ministerio Fiscal o a la Policía. La denuncia aporta la «noticia críminis» o la noticia de un hecho delictivo acaecido. 164 

Kaiser; «Introducción a la criminología» Traducción de Rodríguez Núñez J.A., Dirección Rodríguez Devesa J.M., Editorial Dykinson, Madrid, 1988, págs. 211, 213 y 214. 165  Weisburd; «Statistics in Criminal Justice» Wadsworth Publishing Company, Belmont, 1998, pág. 7. 166  Rodríguez Manzanera; «Criminología» Editorial Porrúa, México, 1991, pág. 52.

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Por lo que, siguiendo los artículos citados, se desprenden tres instancias receptoras de denuncias que a su vez son órganos responsables de la confección de las estadísticas que miden el volumen del delito: — la Policía, que confecciona las estadísticas policiales. — los Tribunales de Justicia. — y la Fiscalía. No obstante, existen otro tipo de estadísticas que tienen relación con la medición de la delincuencia y que no son receptoras de denuncias, me refiero a las estadísticas penitenciarias.

2.2.2. Clases de estadísticas oficiales a)  Estadísticas policiales Es uno de los métodos de medición de mayor utilización en los estudios que sobre esta materia se han venido realizando por un número importante de autores167. En España, su utilización se hizo patente a partir de la Orden del Ministerio del Interior de fecha 26 de diciembre de 1929, en la que queda establecida la elaboración periódica de las estadísticas de las actividades desarrolladas por los Centros Directivos y Unidades dependientes del Ministerio del Interior. También en la Orden del mismo Ministerio de fecha 27 de febrero de 1985, en la que se aprueba «El Programa Estadístico de Seguridad». Con anterioridad a la confección de este tipo de estadísticas, debe haber una denuncia que nos informe del hecho delictivo supuestamente cometido. La denuncia puede presentarse con motivo de que una persona, víctima del hecho o testigo del mismo, lo comunica en las dependencias policiales. No obstante pueden existir otras dos formas de conocimiento del delito168: 1. Cuando la propia Policía presencia el hecho y realiza unas «diligencias a prevención» al ser un hecho perseguible de oficio. Estamos 167 

Díez Ripollés; «Algunos rasgos de la delincuencia en España a comienzos del siglo Revista Española de Investigación Criminológica, Artículo 1, Número 4, página Web http://www.criminología.net, 2006, pág. 2. 168  Fernández Villazala; «La medición del delito en la seguridad pública» o.c., pág. 50. xxi»

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en el caso de que el perjudicado no quiera presentar la correspondiente denuncia. 2. Cuando llegue a conocimiento del órgano receptor de denuncias un supuesto hecho delictivo por vox populi, flagrancia o notoriedad. Nos hallamos ante estadísticas que informan del volumen de la delincuencia, las cuales representan la cantidad de comportamiento criminal conocido oficialmente. Constituyen el porcentaje del delito oficial basado en los delitos «conocidos por la Policía»169. Por lo tanto, se trata de delitos informados a la Policía, observados o descubiertos por la Policía, o informados por testigos o reclamantes170. Se trata de un método cuantitativo, ya que la información que ofrece es numérica y en general responde a la pregunta «¿Cuántas veces?». El mismo se diferencia claramente del método cuantitativo de las encuestas de victimización (basadas en preguntas realizadas a personas que responden sobre sus experiencias con el delito, donde lógicamente no queda incluido el homicidio, pero sí otros delitos, algunos de los cuales escapan a las estadísticas oficiales). Parece claro que en las estadísticas pueden no quedar grabadas muchas infracciones, ya sea por falta de diligencia en el momento de calificación del hecho, en el de grabación, o simplemente porque no se han llegado a conocer al no haber sido denunciadas las mismas. En estos casos será conveniente recurrir a otro tipo de métodos, como son las encuestas de victimización y las encuestas de autodenuncia. A esto hay que unir algunos problemas como son: 1. La gran diversidad de Cuerpos Policiales existentes a la hora de recoger denuncias a los ciudadanos. 2. Que la calificación jurídica en principio es provisional. El funcionario policial graba un hecho delictivo de acuerdo a su conocimiento tanto jurídico como de los hechos que le denuncian, sin posiblemente tener todos los detalles que pueden dar lugar a una clasificación diferente a la reseñada inicialmente. 3. Existen términos o conceptos jurídicos sobre un hecho delictivo que difieren de aquellos conceptos que tienen los ciudadanos sobre ese hecho. De esta forma hay hechos sociales que la ciudadanía 169 

Bottomley Y Pease; «Crime and Punishment, Interpreting the data» Open University Press, Milton Keynes y Philadelphia, 1986, pág. 33. 170  Lafree; «Losing Legitimacy. Street Crime and the Decline of Social Institutions in America» Westview Press, Boulder y Cumnor Hill, 1998, pág. 13.

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piensa que son delictivos, pero que en cambio no están incluidos en la legislación penal. Con ello existirá una cierta divergencia entre los datos oficiales y los que son recogidos en las encuestas de victimización.    No obstante, el investigador debe fijarse en todos estos problemas tratados anteriormente. De cumplirse una mínima parte de ellos, darían lugar a una pérdida importante de datos, pasando a engrosar lo que se denomina «cifra negra»171. A pesar de ésto, las estadísticas oficiales (como es el caso de las policiales), comportan un tipo de «evolución» que utilizan todas las técnicas de recogida de datos. Pero al lado de estos defectos existe un dato importante en favor de estas estadísticas: el económico. Las estadísticas policiales presentan una infraestructura perfectamente instaurada, unos profesionales, programas informáticos que evolucionan día a día, etc. Detalle que otro tipo de métodos no presentan y que parten casi de cero, con el coste económico que ello conlleva. Actualmente en España, las estadísticas policiales son las más importantes en un análisis criminológico de la delincuencia. Pero hay que ser cautos, sólo reflejan la delincuencia aparente al referirnos a la conocida por este tipo de estadísticas. Igualmente se debe diferenciar de la «delincuencia legal», que hace referencia a la constatada por condena judicial. Para aproximarnos al volumen de la «delincuencia real» o la tasa real de la delincuencia, se pueden llevar a cabo aquellas encuestas destinadas a la población general y que complementan las lagunas dejadas por las estadísticas policiales. Como conclusión, hay que tener en cuenta que desde donde mejor se puede cuantificar el concepto de la seguridad, (es decir medir el volumen de los hechos delictivos) es desde donde se está más próximo a la comisión del delito. Por ello nadie mejor que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad para proporcionarnos la información estadística que recoja el movimiento de los delitos y las faltas172. En este punto se debe citar el denominado «Sellin´s dictum»173 o que es lo mismo, el proverbio de Sellin, en el que 171 

López-Rey y Arrojo; «Compendio de Criminología y Política Criminal» Editorial Tecnos, Madrid, 1985, págs. 103 y ss. 172  García Andrade Noguerol; «Seguridad Ciudadana en la estadística» Revista Fuentes Estadísticas, 61, 2002; pág. 1. 173  Sellin; «The basis of a crime index» Journal of the American Institute of criminal Law and Criminology, 22, 1931, pág. 346.

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se afirma: «el valor de las estadísticas criminales como indicadores de la delincuencia disminuye a medida que el proceso penal se aleja de la infracción que le dio origen.

b)  Estadísticas judiciales Este tipo de estadísticas tratan de recoger todos los delitos conocidos por los Tribunales, refiriéndose exclusivamente a aquéllos que dan lugar a una condena. Por lo tanto constituyen una mínima parte de los que realmente existen. Las cifras de estos delitos son publicadas en los anuarios estadísticos de España. Tales estadísticas son de importancia en cuanto indicadores de cómo se administra la justicia criminal. Las estadísticas judiciales se suelen confeccionar con varios años de retraso, lo cual limita los objetivos de muchos estudios sobre esta materia. La Memoria, principal vía de difusión, se presenta en la apertura del año judicial, casi diez meses después del cierre del año natural al que se refiere. A pesar de que la Memoria se acompaña de un Compaq Disk con una detallada información en formato PC Axis y de que el Consejo General del Poder Judicial ha empezado a difundir resúmenes trimestrales, las Administraciones no ven satisfechas plenamente sus necesidades de información. El actual diseño de las estadísticas judiciales producidas por el Consejo General del Poder Judicial ha estado inspirado por los objetivos de servir de base a la actuación de su servicio de inspección y para la elaboración de la Memoria anual. Igualmente, la información solicitada a través de los boletines estadísticos a los juzgados es esencialmente cuantitativa y centrada en la características procesales. Los hechos delictivos contabilizados por los Tribunales de Justicia son aquéllos que dan lugar a una condena, lo que se denomina con el término de «delincuencia legal». Constituyen sólo una parte de los que efectivamente se comenten, dando una visión bastante incompleta del volumen de la delincuencia. En estas estadísticas: — En primer lugar, lo mismo que ocurre en las estadísticas policiales, faltan aquellos hechos delictivos que no han sido denunciados y que constituyen la cifra negra. — En segundo lugar, aparece igualmente otro problema importante: cuando en el delito que se ha cometido existen detenidos por la comisión del mismo, pero por algún defecto procesal no se ha con-

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seguido probar la verdadera existencia del hecho delictivo o no se condena a los mismos. Para evitar ésto se debería hacer un recuento de los delitos que son enviados por la Policía, sin tener en cuenta su posterior desarrollo procesal. Pero si se hace de esta forma, se vuelve a repetir el trabajo realizado por la Policía, con el correspondiente retraso que conllevan este tipo de estadísticas judiciales. Con las estadísticas judiciales sólo se puede inferir el volumen de trabajo de los Juzgados y Tribunales en el territorio nacional, con excepción de lo que ocurre en el Orden Social y en la Jurisdicción Penal Militar, y no el de la delincuencia existente en España, ya que no todas las diligencias previas responden a delitos. Sigue afirmando que el número de diligencias penales está por encima del número de denuncias recibidas por la Policía debido a que se contabilizan las diligencias abiertas y terminadas durante el trimestre.

c)  Estadísticas de la Fiscalía General del Estado Debido a los problemas planteados en las estadísticas judiciales, se debe tener en cuenta otra posibilidad que recoge las cifras de diligencias penales incoadas por los Juzgados. Estas cifras son reproducidas en las memorias anuales de la Fiscalía General del Estado tomando como base las diligencias previas publicadas anualmente con motivo de la apertura del año judicial en el mes de septiembre. Como sucede en las estadísticas judiciales, existe discrepancia entre la estadística de la Fiscalía General del Estado y las de la Policía, siendo superiores los números indicados en las primeras con respecto a las segundas174. Para explicar este crecimiento constante de las diligencias previas se puede hacer mención de que cuando se hacen ampliaciones de diligencias, se vuelve a contablizar con otro número. Otra razón puede estar en la comisión de errores por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, o de instancias superiores, a la hora de grabar los hechos delictivos quedando un número similar de delitos año a año. Esto último citado podría ser contraproducente, ya que al mantener un número estable de hechos delictivos, no sólo no se indica la realidad, sino que parecería que la delincuencia está 174 

Fernández Villazala; «La medición del delito en la seguridad pública» o.c., págs. 64 y ss., donde se hace un estudio exhaustivo de las diferencias entre las cifras de diligencias previas en comparación con las cifras recogidas por la Policía.

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disminuyendo. Se estarían grabando aproximadamente el mismo número de hechos delicitivos pero con un aumento significativo de población en España. En otro orden de cosas, en la utilización de este tipo de estadísticas, existe un problema que hay que tener en cuenta en las estadísticas confeccionadas por la Fiscalía General del Estado no se realiza formulario alguno, por lo que este tipo de estadística es sumatoria. Se cuenta trimestralmente el número de entradas en el protocolo general, abriéndose numerosas diligencias previas derivadas de situaciones donde no hay delitos175. Más concretamente, al decir que es sumatoria, estamos hablando de que se elabora a partir de las diligencias de entrada a las que se da un número. Al restar el número del principio del trimestre al número final, se obtiene el número de diligencias nuevas abiertas. Todo ello sin aparecer información suplementaria referente a diversas cuestiones muy interesantes en cualquier tipo de análisis criminológico, como pueden ser: el tipo de delito, víctima, su edad, localidad, etc., lo cual no sucede en las estadísticas policiales. Pese a estos problemas, las estadísticas confeccionadas por la Fiscalía General del Estado en cuanto al volumen de la delincuencia, como sucede con otras fuentes de medición, proporcionan una información que puede ser muy útil a modo de complemento de las estadísticas policiales.

d)  Otro tipo de Estadísticas oficiales: Las Estadísticas penitenciarias176 Esta fuente se recoge en los «Informes Generales» que publica Instituciones Penitenciarias relativas a cada año. Hacen referencia a la evolución de la población reclusa, como es el número de mujeres o de hombres, el número de reclusos de distintas nacionalidades, la gestión regimental, número de permisos de distinto tipo concedidos, tratamiento y asistencia social-sanitaria, etc. Es decir, que en este tipo de estadísticas se recogen las principales actividades desplegadas por la Administración en relación con las penas privativas de libertad. Estas estadísticas tienen una utilidad restringida en las investigaciones criminológicas sobre la extensión del delito, aunque pueden ofrecer infor175 

Stangeland, (Director); «La delincuencia en España» La Criminología aplicada; Cuadernos de Derecho Judicial, Escuela Judicial, C.G.P.J, imprime Mateu Cromo S.A., Madrid, 1997, pág.51. 176  Fernández Villazala; «La medición del delito en la seguridad pública» o.c.., págs. 70 y ss.

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mación valiosa para otras funciones de la misma, como puede ser el test de teorías. Se ocupan más de las personas como casos propiamente dichos que de los casos como delitos. De esta forma, pueden ser utilizadas para observar cuántos reclusos se encuentran por cada uno de lo diferentes hechos delictivos tipificados en el vigente Código Penal. Las personas que figuran en ellas son los reclusos condenados por sentencia firme y aquellos detenidos en prisión preventiva a la espera de juicio, limitándose a ofrecer un «número» de reclusos, de sus traslados, de las concesiones de libertad, de los fallecimientos, etc., y más comúnmente cuántos son varones y mujeres. Las estadísticas penitenciarias no proporcionan una información exacta de la delincuencia en cuanto al volumen de hechos delictivos producidos en un país o en una determinada región. No nos ofrecen la evolución real de la delincuencia. En cambio, sí pueden servir como complemento de las estadísticas policiales. Todo ello porque las estadísticas penitenciarias reflejan: — El volumen de reclusos que se encuentran cumpliendo condena por unos determinados delitos, si aumentan o disminuyen en un determinado delito. — La evolución en el número de internos de distintas nacionalidades. — La comparativa de las cifras de condenados por delitos y número de entradas en prisión.

2.2. Encuestas de victimización o victimación Se trata de otro método de estudio de la delincuencia. Surge de las inquietudes sobre las limitaciones que presentaban los datos oficiales para los investigadores. Se intenta dar una solución real al problema del volumen de la delincuencia, consiguiendo una valiosa fuente de datos. Con ellas, se pretende fundamentalmente cubrir las lagunas que puede dejar la cifra oscura o ser un complemento de las estadísticas oficiales. Con las encuestas de victimización no se siguen los sistemas oficiales de justicia criminal, ni se pregunta a los ofensores sobre sus conductas delictivas (encuestas de autoinforme), sino que se pregunta directamente a las personas acerca de sus experiencias como víctimas del delito177. Esta circunstancia podría ser una ventaja de estas encuestas al no ser, de esta forma, sus177 

Mosher y otros; «The Mismeasure of Crime» o.c., pág. 135.

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ceptibles de los sesgos del tratamiento institucional asociado a las agencias policiales, ya que los informes del delito proceden directamente desde las propias víctimas. Las encuestas de victimización se realizan a partir de cuestionarios estandarizados en los que la formulación y el orden de las preguntas vienen dadas inicialmente por el propio investigador. Cuanto más estandarizadas y precisas sean estas preguntas, mayor eficacia tendrá la encuesta en cuestión, ya que menos sesgos influirán sobre el encuestado. Para ello se preparará detenidamente el cuestionario, teniendo claros los objetivos de la investigación al objeto de decidir y escoger las preguntas que conviene realizar178. Estas encuestas difieren de los otros métodos de medición de la delincuencia en su naturaleza, alcance y el tipo de información que reúne. Como queda implícito en la definición básica, incluyen autoinformes de victimización de experiencias de las víctimas por sí mismas. Naturalmente, un determinado número de delitos o conductas desviadas se van a localizar sólo en otras fuentes de datos, por ejemplo, la prostitución o muchos de los relacionados con las drogas no están incluidas en estas encuestas porque tienen una naturaleza «victimless» (sin víctimas). En la adicción así como en algunas situaciones delictivas no es posible entrevistar a la víctima. Igualmente, y como es obvio, no es factible entrevistar a la víctima de un homicidio (consumado). Finalmente, algunos delitos, como el vandalismo (delitos contra el orden público) pueden no ser vistos como tal hecho delictivo y por ello pueden no manifestarse en estas encuestas o que la conducta descrita puede ser identificada como delictiva o no delictiva. En este mismo orden de cosas existen términos o conceptos jurídicos sobre un hecho delictivo que difieren de aquellos conceptos que tienen los ciudadanos sobre ese hecho. De esta forma, hay hechos sociales que la ciudadanía piensa que son delictivos, pero que en realidad no están incluidos en la legislación penal. Con ello, existirá una divergencia entre los datos oficiales respecto a los que son recogidos en las encuestas de victimización. De tal forma que si las encuestas de victimización no se realizan con gran rigor y objetividad, en lugar de recoger datos sobre hechos delictivos, se puede caer en la tentación de interesar opiniones o sentimientos, no logrando de esta forma el fin que toda investigación de este tipo debe alcanzar. Son importantes las encuestas de victimización ya que se puede llegar a conocer una gran cantidad de hechos delictivos que no habían sido 178 

García Andrade Ferrando; «La encuesta» En El análisis de la realidad. Métodos y técnicas de investigación (Compiladores M. García Andrade Ferrando, J. Ibáñez y F. Alvira). Editorial Alianza Universidad Textos, Madrid, 1993, pág. 153.

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denunciados, y que se encontraban ocultos. Sin embargo, no se va a conocer un número importante de la delincuencia y que en cambio sí que quedará recogido en las estadísticas policiales. Por todo ello, difícilmente pueden llegar las encuestas de victimización a determinar la tasa de delincuencia real; prueban que hay delitos no registrados, pero no prueban con exactitud cuál es el volumen de esos delitos179. En España, las encuestas que se han venido realizando presentan una falta de conexión entre ellas, lo cual perjudica la realización de estudios sobre el tema que se trate. Igualmente, no se presta atención a la posibilidad de compararlas con investigaciones anteriores, las cuales o son ignoradas totalmente o consideradas irrelevantes. En este sentido, se puede observar que el Centro de Investigaciones Sociológicas (C.I.S.) utiliza generalmente medidas inadecuadas, que cambian con frecuencia, así como que emplean encuestas que varían en sus diseños muestrales lo que complica la producción de series temporales. Otros problemas a tener en cuenta en la utilización de estas encuestas son las distintas variables que pueden llegar a producir sesgos, errores sistemáticos (desviación sistemática de la realidad) que afecta a toda la muestra tomada en el diseño específico de una encuesta, con el mismo error constante180 en la medición del volumen de los hechos delictivos en un determinado estudio181: a) El tiempo: Los encuestados tienden a olvidar las victimizaciones que han sufrido, si no es un relativo pasado reciente. b) La población (o universo): Es una colección finita o infinita de individuos o elementos que comparten ciertas características comunes (unidades de muestreo). c) La muestra: Para que los resultados tengan valor decisivo es necesario que la muestra elegida sea representativa y adecuada en número a los fines de la investigación. Si la muestra no es representativa nos encontraremos a menudo ante una «muestra sesgada». d) Las técnicas de entrevista: La entrevista debe ser dirigida por el entrevistador. Según la técnica utilizada, ésta podrá influir en la medición. Existen muchas técnicas como las realizadas por: 179 

Roldán Barbero., H.; «Concepto y alcance de la delincuencia oficial». Revista de Derecho penal y Criminología, 4, 1999, pág. 681. 180  Kish; «Survey sampling» John Wiley & Sons Inc., New York [etc.].1995, pág. 509. 181  Para un profundo estudio de estas variables vid. Fernández Villazala «La medición del delito en la seguridad pública» o.c., págs. 76 y ss.

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1.  El correo, fax, internet, etc. 2.  El teléfono. 3.  La entrevista personal o cara a cara. e) La persona o la familia: A mayor número de componentes de una familia, mayores posibilidades de que haya más víctimas de hechos delictivos f) Formación del entrevistado: La formación del encuestado variará que el hecho se clasifique de una forma o de otra. No obstante, la literatura insiste en que el encuestador tenga un mínimo entrenamiento182. g) La no respuesta del entrevistado: Se produce porque algunas personas de la muestra no responden a una, varias o todas las preguntas de la encuesta. Igualmente cuando no es localizado. h) Errores en la medición: Resultan del proceso de la observación. Pueden ser deliberados, de memoria o de comunicación. Pese a estos problemas, se puede afirmar que las encuestas de victimización son otra alternativa a los datos oficiales de las diferentes estadísticas judiciales y policiales, debido a los problemas que presentan, así como a la discrepancia existente entre ambas. Esto explica el creciente interés de las autoridades en encontrar otros tipos de datos sobre la evolución de la delincuencia, y entre ellos están las encuestas de victimización. Llegando a afirmar183, que los datos de las estadísticas policiales se pueden compensar con los datos de las encuestas de victimización y viceversa. No obstante, debido a los graves problemas existentes en el momento de su utilización (destacando entre ellos el económico), se deben utilizar más bien como complemento de las estadísticas policiales para superar los defectos de éstas.

2.3. Encuestas de autoinforme o «Self-Report» En este método se pregunta sobre las actividades delictivas que el sujeto ha cometido. Se puede utilizar como una alternativa más a las estadísticas oficiales (y a las encuestas de victimación) para intentar medir la delincuencia. Se quiere con ellas realizar un tipo de encuesta a delincuentes elegidos aleatoriamente en una región determinada. Se pregunta a las per182 

Serrano Maíllo; Oportunidad y delito, Editorial Dykinson, Madrid, 2009, pág. 121, en nota a pie de página, citando a otros: Billiet y Loosveld; Lessler, etc. 183  Blumstein y Wallman; «The Recent Rise and Fall of American Violence». En The Crime Drop in America. Cambridge University Press, Cambridge, 2000, pág. 3.

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sonas que compone la muestra, que especialmente suele estar compuesta por jóvenes y en condiciones de anonimato, sobre los delitos que han cometido184. Estas mediciones no se han prodigado en nuestro país a diferencia de en Estados Unidos. A todo esto, debemos tener en cuenta los mismos problemas que presentan las encuestas de victimización, tanto económicos como de interpretación que se pueden trasladar a este tipo de encuestas. No obstante, pueden llegar a ser un complemento de las estadísticas policiales, ya que, como ocurre con las otras fuentes de medición del delito citadas, debemos de estar abiertos a esta posibilidad de recogida de información. Cuantas más sean las fuentes, y por lo tanto también más los datos recogidos, más nos acercaremos a la cifra real de la delincuencia, a estimaciones con una mínima verosimilitud. 3. LA CIFRA NEGRA EN LA MEDICIÓN DE LA DELINCUENCIA La ciencia se ocupa desde hace mucho tiempo de conocer hasta qué punto coinciden las infracciones legales oficialmente conocidas con la criminalidad real185. Porque como afirma Serrano Gómez186, que existe el delito desconocido se desprende de la simple realidad social de quien manifiesta que no ha denunciado el delito que ha sido víctima, por la nula o escasa confianza que tiene de recuperar aquello de lo que ha sido desposeído, que se le de satisfacción por el daño causado o que se haga justicia con el culpable. De esta afirmación se pueden extraer tres tipos de «Cifras» desde un punto de vista terminológico: 1. Cifra oficial: Es aquella que se refiere al número de hechos delictivos conocidos y que se encuentran reflejados en las estadísticas oficiales. 2. Cifra negra: También denominada oscura (dark figure of crime). Es aquella que incluye el volumen de delitos y faltas consumadas pero que no han llegado a conocerse por las Autoridades Públicas y por lo tanto no han sido registrados oficialmente. Igualmente componen esta cifra negra los hechos delictivos que aún llegando a conocimiento de estas Autoridades, por algún motivo no se han registrado. 184 

Koffman; «Crime surveys and victims of crime» Cardiff: University of Wales Press, 1996, pág. 41. 185  Kaiser; «Criminología. Una introducción a sus fundamentos científicos» o.c., pág. 136. 186  Serrano Gómez; «El costo del delito y sus víctimas en España» Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Madrid, 1986, pág. 64.

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3. Cifra real: se trata del resultado de sumar la cifra oficial y la cifra negra. La estadística criminal debe entenderse como una estadística de hechos delictivos y, más adelante, de delincuentes. Sólo refleja una parte de la extensión real de la criminalidad, de acuerdo con el tiempo y el espacio. No todos los delitos se descubren, de los descubiertos no todos son denunciados y de los denunciados no todos son objeto de una condena187. Igualmente existen determinados hechos delictivos en los que la víctima desconoce que ha sido objeto del mismo, por lo que únicamente el autor conoce los hechos. También puede ocurrir que el autor y la víctima conozcan el hecho y que éste es punible, pero que a ninguno interese denunciar. En este mismo orden de cosas, hay que tener en cuenta que resulta imposible que la Policía pueda observar toda la actividad criminal. Por lo que es necesario que los ciudadanos acudan a formular la correspondiente denuncia. Sin embargo, en muchas ocasiones existe cierta desgana de las víctimas del delito y de los testigos para informar del hecho delictivo a la Policía por diversas razones, como es la falta de confianza en la Policía188 y en las leyes a la hora de resolver el delito, el miedo a relatar el hecho o a denunciar a los delincuentes, la propia víctima pueda estar inmersa en situaciones delictivas, el carácter privado del hecho para el perjudicado, por lo que prefiere no denunciarlo, la relativa levedad de los hechos acaecidos o la falta de predisposición del ofendido por el hecho delictivo de verse envuelto en un proceso judicial largo y pesado. Esto sugiere potenciales errores y sesgos cuando se utilizan datos oficiales que no pueden perderse de vista. Una forma complementaria de recopilación de datos empíricos extrapolables a la población en general habitual en Criminología y, por supuesto, en Victimología son los estudios de victimización y, en menor medida, los estudios de autoinforme. Lamentablemente, de nuevo, existen buenas razones para esperar que los formidables problemas metodológicos que afrontan habitualmente estas herramientas se encuentren también ahora especialmente agravados189. 187 

Fernández Villazala; «La medición del delito en la seguridad pública» o.c., pág. 94. Como afirma Kury; «Desarrollo de la sociedad y evolución de la delincuencia: Una comparación Internacional» (traducción por A. Serrano Maíllo). Revista de Derecho penal y Criminología, 6, 2000, pág. 355: «Según el país que se tome como referencia de estudio, menor o mayor es la confianza en la Policía para el esclarecimiento del delito denunciado». 189  Serrano Maíllo y Fernández Villazala; Aproximación a una fenomenología de los delitos sexuales, enmarcado en la obra «Punitividad y victimación de la experiencia contemporánea. Estudios», Editorial Dykinson, Madrid, 2009, pág. 173. 188 

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4. EVOLUCIÓN DEL DELITO CONOCIDO EN ESPAÑA EN EL PERIODO 2000-2009 De la fuente citada anteriormente se extraen las cifras que se exponen a continuación en la tabla número 1. En primer lugar voy a estudiar la evolución de las todas las infracciones penales (delitos y faltas) recogidas en el periodo 2000-2009 en términos absolutos. Seguidamente realizo este estudio con cifras relativas, reflejando el número de hechos delictivos conocidos por cada cien mil habitantes. En este trabajo se utilizan los datos de población consultados en la página Web del Instituto Nacional de Estadística (http://www.ine.es/inebase/cgi/axi), donde aparece recogido el total de habitantes que se encuentran inscritos en los distintos padrones municipales, ya sean españoles o de otros países que viven habitualmente en España. Sin embargo, no debemos olvidar que pueden existir un mayor número de habitantes que los reflejados en estos padrones debido a que hay personas residentes en este país y que aún no están controlados, al ser España un país que recibe diariamente una cantidad importante de inmigrantes. Tabla nº 1: Cifras conocidas por la Policía,190 en términos absolutos y relativos (por cada cien mil habitantes). Periodo 2000-2009.191 Año

Cifras absolutas

Cifras por cada cien mil habitantes

2000

1.789.990

4.420

2001

1.976.405

4.807

2002

2.075.293 + 21.320=2.096.613

5.011

2003

2.003.665 + 23.432=2.027.097

4.745

190 

Son infracciones penales conocidas por la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía y la Ertzaintza. 191  El anuario estadístico (2006: 186) del Ministerio del Interior señala lo siguiente que como consecuencia de la auditoría llevada por Acuerdo del Comité Ejecutivo para el Mando Unificado (CEMU), recogida en el INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO PARA EL ESTUDIO DE LA EVOLUCIÓN DELINCUENCIAL EN LA COMUNIDAD EN MADRID EN EL ÁMBITO DE LA GUARDIA CIVIL, las cifras que figuran en la presente tabla, para el citado cuerpo policial, debe incrementarse en: Año 2002 – 21.320; Año 2003 – 23.432; Año 2004 – 27.125; Año 2005 – 25.707 y Año 2006 – 10.644 infracciones penales, todas ellas correspondientes a la Comunidad Autónoma de Madrid. Lógicamente, afecta al total de los dos Cuerpos policiales.

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   109 Tabla nº 1: Continuación Año

Cifras absolutas

Cifras por cada cien mil habitantes

2004

1.985.585 + 27125=2.012.710

4.659

2005

2.034.816 + 25.707=2.060.523

4.671

2006

1.870.805 + 10.644=1.881.449

4.204

2007

1.963.011

4.343

2008

1.946.234

4.222

2009

1.870.348

4005

Fuente: Elaboración propia a partir del Anuario Estadístico del Ministerio del Interior y de la página http://datos.ertzaintza.net/.

Gráfico 1: Infracciones penales conocida Policía. Absolutas

Fuente: Elaboración propia a partir del Anuario Estadístico del Ministerio del Interior y de la página http://datos.ertzaintza.net/.

La tabla nº 1, que se muestra en el polígono de frecuencias del gráfico nº 1, nos permite conocer la trayectoria de todas las infracciones penales conocidas en el periodo de 2000 a 2009. En términos absolutos en los años 2002 a 2005 las cifras sobrepasan los 2 millones de infracciones penales conocidas. No obstante el mayor aumento se produce en el año 2001, de un 10,4%

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respecto al año 2000. En esta misma tendencia continua en el año 2002, sube la delincuencia conocida un 6% respecto al año anterior. Este año, sirve de punto de inflexión debido a que en el año 2003 la delincuencia conocida desciende un 3,3%; en 2004, desciende otro 0,7%, para en el año 2005 volver a subir un 2,4%. Nuevamente, en el 2006 disminuye bastante, un 8,7%, para en el año 2007 volver a subir un 4,3%, y en 2008 continuar con la tendencia decreciente en un 0,8%, y en el 2009, otro 3,9%. Estas afirmaciones se ven reflejadas claramente en el gráfico realizado con cifras absolutas. A continuación confecciono el gráfico nº 2 en términos relativos, para comprobar si aparece una curva similar al anterior: Gráfico 2: Infracciones penales conocida Policía. Cada cien mil hab.

Fuente: Elaboración propia a partir del Anuario Estadístico del Ministerio del Interior y del Instituto Nacional de Estadística.

Observamos como ambos gráficos presentan ciertas diferencias en la curva de los hechos conocidos, ya que a partir del año 2002, en datos relativos, la curva presenta una tendencia decreciente. Por ello, el gráfico nº 2 presenta diferencias en cuanto a los porcentajes. Se puede comprobar que el aumento mencionado en el año 2001 con respecto al año anterior es de 8,7% (se trata de un aumento menor que en números absolutos que es del 10,4%). En 2002 es de 4,2% y en el año 2003 la delincuencia conocida desciende 5,3% (nuevamente la diferencia es importante, es decir, el descenso es bastante mayor que en términos absolutos, el cual era de 3,3%). En mayor medida sucede en el año 2004 en el que el volumen de la delincuencia conocida desciende 1,8% respecto al año

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anterior (en términos absolutos era de 0,7%), para en el año 2005 volver a sufrir un mínimo aumento de las infracciones delictivas conocidas en un porcentaje del 0,25% (en términos absolutos es de 2,4%). Nuevamente, en el 2006 disminuye bastante, un 10% (8,7%, en cifras absolutas), para en el año 2007 volver a ascender la delincuencia conocida 3,3% (en términos absolutos es de 4,3%) y en 2008 continuar con la tendencia decreciente en un 2,8% (en cifras absolutas era inferior esta disminución, un 0,8%), y en el 2009, otro 5,1% (porcentaje superior al reflejado en términos absolutos, un 3,9%). Estas afirmaciones se ven reflejadas claramente en el gráfico realizado con cifras absolutas. Tomando como base la tesis de que determinados delitos son los que se suelen denunciar por la sociedad, paso a realizar el siguiente estudio de la evolución de algunos de los delitos más importantes en la sociedad española, los cuales se integran en dos grupos: — Delitos contra la vida, la integridad y la libertad de las personas. — Delitos contra el patrimonio. Como circunstancias más importantes por las cuales se han seleccionado estos dos grupos penales, es la gravedad de los mismos y porque se denuncian con mayor habitualidad (Lafree, 1998: 18) por la propia concienciación social o incluso por su necesidad a la hora de recibir la correspondiente indemnización de los Seguros. En el presente estudio, procederé a utilizar las cifras recogidas en los Anuarios Estadísticos del Ministerio del Interior de los años 2000 a 2009. Pero en estas cifras no quedan incluidas las de la Policía Autónoma Vasca debido a que a partir del año 2007, sólo se recogen datos referentes al territorio MIR, es decir, enviados por la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía. Tabla nº 2: Grupos de delitos graves conocidos por la Policía. (Delitos contra la vida, la integridad y la libertad de las personas; Delitos contra el patrimonio). Periodo 2000-2009 Año

En términos absolutos

Cada cien mil hab.

2000

813.975

2.010

2001

911.212

2.216

2002

927.859

2.218

2003

859.261

2.011

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112    Tabla nº 2: Continuación Año

En términos absolutos

Cada cien mil hab.

2004

818.802

1.895

2005

800.281

1.814

2006

762.737

1.706

2007

765.895

1.694

2008

766.187

1.660

2009

713.617

1.527

Fuente: Elaboración propia a partir del Anuario Estadístico del Ministerio del Interior y del Instituto Nacional de Estadística. Gráfico 3: Grupos delitos graves conocidos Policía. Cada cien mil hab.

Fuente: Elaboración propia a partir del Anuario Estadístico del Ministerio del Interior y del Instituto Nacional de Estadística.

En este último gráfico confeccionado con los datos recogidos en términos relativos de los grupos de delitos estudiados, los cuales han sido grabados por la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía, aparece la misma tendencia descendente que sucedía en las infracciones penales (delitos y faltas) conocidas por estos dos Cuerpos Policiales y por la Policía Autónoma Vasca.

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A continuación estudiamos como han ido aumentando o disminuyendo en porcentajes estos grupos de delitos en cifras cada cien mil habitantes (en términos absolutos se reseñan entre paréntesis): en el año 2001 aumenta el volumen de estos delitos un 9,3% (10,7%), en 2002 vuelve aumentar casi imperceptiblemente un 0,09% (1,8%), para a partir de este año comenzar una tendencia decreciente hasta el final del periodo: en 2003 un 9,3% (7,4%), en 2004 un 5,8% (4,7%), en 2005 un 4,3% (2,3%), en 2006 un 5,9% (4,7%), en 2007 un 0,7% (en cambio en términos absolutos aumenta un 0,4%), en 2008 vuelven a descender un 2% (que en cifras absolutas sigue la tendencia alcista, aunque mínima de 0,04%) y en el año 2009 continúa la disminución de estos delitos en un 8% (6,9%) Para finalizar este apartado se puede observar que ni en términos absolutos ni relativos existe un aumento de los delitos conocidos de la delincuencia, a pesar de las noticias aparecidas habitualmente en diversos medios de comunicación social. No obstante, es cierto que una gran cantidad de infracciones penales se escapan a estas estadísticas, pudiendo existir un mayor volumen de delitos que los indicados, pero no se debe olvidar que en un estudio del volumen de la delincuencia de un país, una importante variable a tener en cuenta es el tamaño de la población. A mayor número de sujetos existirá un mayor número de hechos delictivos. España posee cada vez un mayor número de población ya que nos encontramos en un país receptor de una gran cantidad de inmigrantes. Sin embargo, muchos de los cuales no han podido ser controlados y no aparecen en ninguno de los censos de población. Motivo por el que, a mi juicio, estamos ante una variable que constituye una especie de cifra negra de la población y de suma importancia para conocer la evolución de la delincuencia en España en el periodo 2000-2009. Igualmente, al faltar otras fuentes policiales autonómicas, como son los Mossos D´Escuadra y la Policía Foral de Navarra se pierde mucha información que podría servir para concluir si verdaderamente ha habido aumento o disminución de la delincuencia. En el Anuario Estadístico del Ministerio del Interior del año 2006 sí se incluyeron datos de delincuencia conocida por estos cuerpos policiales, pero desde el año 2007 en adelante, no sólo se dejaron de incluir estos datos, sino que también se obviaron los datos de delincuencia enviados por la Policía Autonómica Vasca, al cambiar el formato de los anuarios estadísticos.

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Capítulo VI La violencia contra la mujer José Vigara García

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1. LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER POR EL SIMPLE HECHO DE SER MUJER En nuestro entorno siguen existiendo, y los medios de comunicación dejan puntual constancia de ello, toda una serie de comportamientos y agresiones ejercidas por los hombres contra las mujeres, comportamientos actualmente denominados violencia de género. El reconocimiento de este fenómeno es relativamente reciente, pero está siendo asumido paulatinamente por los diversos organismos internacionales, y prueba de ello son, entre otras, las siguientes consideraciones: a) En 1948, la Declaración Universal de Derechos Humanos sentó las bases para la creación de convecciones internacionales de derechos humanos. b) De una manera más específica, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), junto con el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, prohibió la discriminación por razón de género. c) La Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (1979) es el instrumento internacional más extenso que trata los derechos de la mujer y, aunque la violencia no se aborda de modo específico, muchas de las cláusulas antidiscriminatorias suponen, de hecho, una protección ante esa violencia. d) En 1992, el Comité para la Eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer (CEDAW), que vigila la ejecución de esta Convección, incluyó formalmente la violencia por razón de género como discriminación. Concretamente, la recomendación general número 19, adoptada en el XI período de sesiones (junio de 1992), trata en su totalidad de la violencia contra la mujer y de las medidas a tomar para eliminarla.

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e) En diciembre de 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la «Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer» (Res. A.G. 48/104, ONU, 1994), el primer instrumento internacional de derechos humanos que aborda exclusivamente este tema. f) En septiembre de 1995, la Cuarta Conferencia Mundial sobre la mujer adopta la Declaración de Beijing y la Plataforma de Acción que dedica toda una sección al tema de la violencia contra la mujer, definiéndola en términos similares a los empleados por Naciones Unidas y considerando que la eliminación de la violencia contra la mujer es esencial para la igualdad, el desarrollo y la paz. g) En Europa, en 1996, el Parlamento Europeo propugnó una resolución sobre las agresiones a las mujeres en la que recomendaba a sus Estados miembros una serie de medidas legislativas, educativas, de dotación de recursos, etc., para hacer frentes al problema de la violencia doméstica. h) También la Organización Mundial de la Salud ha dedicado esfuerzos a este tema. Así en mayo de 1996, la 49ª Asamblea Mundial de la salud adoptó una resolución (WHA 49.25) constatando el aumento notable de la incidencia de lesiones intencionadas que afectaban a personas de todas las edades y de ambos sexos, pero especialmente a mujeres y niños; reconociendo las graves consecuencias para el desarrollo de los individuos, las familias y las comunidades. i) En nuestro ordenamiento interno, la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral Contra la Violencia de Género, introduce por primera vez la perspectiva de género como análisis del problema social e incorpora el factor cultural como causa del fenómeno, dejando patente que la violencia de género que contempla y que pretende combatir es una manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, ejercida sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aún sin convivencia. García Andrade Sánchez afirma que la violencia contra las mujeres es el resultado más grave de unas relaciones sociales basadas en la discriminación por razón de sexo192. En este sentido, señala: «La violencia que 192

García Andrade Sánchez; «Hacia un modelo estandarizado de atención policial a las mujeres que padecen violencia machista», Genero, Seguridad pública y violencia machista, Revista catalana de Seguritat Pública, núm. 20, mayo 2009, pág. 16.

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padecen las mujeres por razón de su sexo se ha convertido en un fenómeno que afecta a todas las culturas, grupos sociales y edades por todo el mundo […]. Se trata de un fenómeno universal que, fruto del sistema patriarcal, está presente en prácticamente todas las culturas y en todos los sectores sociales y económicos, y está vinculado a las carencias de nuestras sociedades en lo que respecta a las cotas de igual»193. Diferentes expresiones se utilizan no sólo en la legislación internacional y nacional sino también en las autonómicas para designar las distintas conductas que utilizan violencia contra la mujer, y que no debemos confundir. Actualmente, podemos observar expresiones como: Violencia de género, Violencia en el ámbito familiar, Violencia doméstica o Violencia machista194. Tanto en el ámbito internacional como en el europeo, la violencia que padecen las mujeres sólo por el hecho de ser mujeres ha recibido denominaciones diferentes. Las Naciones Unidas en la Declaración de Pequín de 1995 la llama violencia contra las mujeres, la Unión Europea, por lo general, utiliza el término de violencia de género. En nuestra legislación nacional históricamente se ha utilizado indistintamente los términos de violencia familiar, intrafamiliar, doméstica y de género para referirse, no sólo a la violencia que padecen las mujeres por el hecho de ser mujeres, sino también para referirse a la violencia con lazos de parentesco. También las legislaciones autonómicas utilizan otras expresiones para referirse a la violencia contra las mujeres por el sólo hecho de serlo; es el caso de la legislación catalana que utiliza la expresión violencia machista.

2. RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LA VÍCTIMA Y DEL MALTRATADOR 2.1. La víctima En Primer lugar, aunque en cierta medida desmintiendo a la doctrina mayoritaria, tenemos que advertir que es muy difícil determinar como más adelante veremos la existencia de un perfil de mujer/víctima. No obstante, si podemos hablar de ciertas características de la mujer maltratada (víctima) y entre ellas unas de las principales en este tipo de violencia es que, a 193 

García Andrade Sánchez; «Hacia un modelo estandarizado de atención policial a las mujeres que padecen violencia machista» o.c., pág. 18. 194  Vid., en este sentido García Andrade Sánchez «Hacia un modelo estandarizado de atención policial a las mujeres que padecen violencia machista» o.c., pág. 18 y ss.

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pesar de la gravedad y frecuencia del problema, las mujeres víctimas de este tipo de violencia permanecen en la relación violenta con su agresor durante mucho tiempo (más de diez años por término medio)195. Por otra parte, en multitud de casos, incluso, tras la intervención policial o terapéutica, vuelven a la situación anterior. Ibáñez Peinado y González Álvarez señalan algunos factores que influyen en la decisión de las mujeres que optan por continuar en la relación abusiva, o que piden ayuda sin la intención de romper con sus parejas a pesar del riesgo que tienen de sufrir lesiones o incluso de morir y entre ellos los citados autores señalan la frecuencia del maltrato, la experiencia anterior en este tipo de violencia, la falta de recursos propios para sobrevivir apartada del maltratador, la dependencia emocional y afectiva, la dependencia psicológica y el sentimiento de culpa 196.

a)  La frecuencia del maltrato Cuanto mayor sea, menor probabilidad de romper la relación. La mujer se vuelve temerosa y dependiente, y desarrolla sentimiento de culpa, de baja autoestima y de pasividad ante el problema. El miedo es una de las variables que mejor representa a las mujeres maltratadas, algunas de las cuales continúan indefinidamente bajo la amenaza del maltrato a pesar de haberse separado, divorciado o incluso cuando el agresor se encuentra en prisión por haber cometido este tipo de delito. Algunas víctimas se quedan con el agresor porque están aterrorizadas y piensan que si se van les va a hacer más daño tanto a ellas como a sus hijos y prefieren permanecer con ellos para protegerlos lo más posible.

b)  La experiencia anterior en este tipo de violencia La convivencia (durante la infancia y la adolescencia) con este tipo de violencia en el seno de la familia de origen puede haber dado lugar a que la mujer aprenda a convivir con ella. 195 

Así lo señalan Ibáñez Peinado y González Álvarez «La violencia en el ámbito familiar: Definición» Revista Profesional Guardia Civil. Agosto, 1999, pág. 103. 196  Ibáñez Peinado y González Álvarez; «La violencia en el ámbito familiar: Definición» o.c., pág. 103.

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c)  La falta de recursos propios para sobrevivir apartada del maltratador Pagelow (1981), citado por Ibáñez Peinado y González Álvarez, en sus investigaciones sobre el modo en el que las distintas variables influyen en las decisiones de las mujeres maltratadas sobre si abandonar o no a sus parejas establece que existen determinados factores sociales como la dependencia económica, la falta de recursos y de apoyo ambiental, la vergüenza social, etc., que favorecen la continuidad en dichas relaciones de maltrato197. Muchas víctimas creen que no pueden separarse del que las maltrata. Algunas no tienen ningún empleo fuera del hogar; otras no tienen habilidades para trabajar y por lo tanto ninguna perspectiva de un trabajo lo suficientemente remunerado para poder ser independiente; otras saben que si se van no pueden contar con una ayuda para mantener a sus hijos por parte del padre198.

d)  Dependencia emocional y afectiva La dependencia emocional y afectiva de la mujer hace que ésta siga queriendo a su pareja y justifique su comportamiento en la esperanza de que éste (el maltratador) cambie con el paso del tiempo.

e)  Dependencia psicológica La teoría de la dependencia psicológica señala que la mujer puede permanecer en esa situación por un esfuerzo de justificación generado durante su compromiso en la relación: cuando los intentos por mejorar la relación fracasan, la víctima se siente obligada a justificarle en la creencia de que tendrá éxito si lo intenta con la fuerza suficiente. Cuanto más tiempo y tesón invierta la mujer, más tarde se dará por vencida y tendrá menos probabilidades de abandonar a su pareja.

197 

Ibáñez Peinado y González Álvarez; «La violencia en el ámbito familiar» o. c., pág. 104, citando a Pagelow, M. (1981), Women battering: Victims and their experience. Sega Publications Beverly Hills (EEUU). 198  Ibáñez Peinado y González Álvarez; «La violencia en el ámbito familiar» o. c., pág. 104.

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f)  Sentimiento de culpa Como señalan Ibáñez Peinado y González Álvarez199, el sentimiento de culpa también condiciona la actitud de las mujeres. La frustración generada en una pareja donde las insatisfacciones no son expresadas libremente genera la búsqueda de un «culpable». En algunos casos la localización de la culpa gira alrededor del incumplimiento de los valores de orden familiar, de cuestionar el rol masculino y de no cumplir adecuadamente las tareas domésticas. Como resultado de todo ello la mujer «acepta» los malos tratos y los justifica como castigo por su incompetencia, creyéndose responsable y provocadora de la violencia. No obstante, todo lo expuesto anteriormente y de acuerdo a numerosos estudios realizados en distintos países, se tiene que aceptar que no existe, necesariamente, un perfil o una personalidad típica de la mujer que sufre maltrato ya que los factores que hemos analizado anteriormente (económicos, sociales, de personalidad, situacionales, etc.) pueden considerarse como factores que predisponen, que median o que precipitan las actuaciones violentas en el agresor pero no tienen por qué constituir factores que den origen a dicha conducta violenta. Por el contrario, como indica Virginia Rodríguez200, sí se han establecido determinadas características de aquellas mujeres que de forma más o menos habitual están sometidas a maltrato y se mantienen en él. Entre ellas podemos destacar: — Miedo a que el maltratador cumpla con sus amenazas de matarla, hacerle daño a su familia, etc. — Minusvaloración como persona. — Baja autoestima. — Un concepto del amor que predispone al sacrificio. — Bajo nivel cultural. — Dependencia económica. — Falta de recursos o habilidades para un trabajo remunerado que le permita la independencia económica. 199 

Ibáñez Peinado y González Álvarez; «La violencia en el ámbito familiar» o. c., pág. 104. 200  Virginia Rodríguez; «Violencia contra las mujeres y políticas públicas tendiendo un puente entre la teoría y la práctica». Centro Municipal de la Mujer de Vicente López, Argentina, enero 2001, pág 65.

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— Experiencias previas de maltrato (vivencia de violencia doméstica en su familia de origen) — Desorientación. — Inseguridad. — Embarazo. — Aislamiento psicológico y social.

2.2. El maltratador Al igual que se ha hecho referencia anteriormente en relación con la víctima, es difícil establecer un perfil201 o una personalidad que defina al agresor, si bien pueden establecerse algunas características que están, más o menos, asociadas constantemente con el maltratador en el ámbito familiar y que, en determinadas situaciones, pueden dar lugar a la agresión. Según señala Sonia Vargas202 en referencia a Echeburúa y sus colegas, el hombre violento «es una persona de valores tradicionales que ha internalizado profundamente un ideal de hombre como modelo incuestionable a seguir. Este ideal de hombre ha sido internalizado a través de un proceso social en el que ciertos comportamientos son reforzados, otros reprimidos y una serie de reglas transmitidas. Entre las características de este ideal están la fortaleza, la autosuficiencia, la racionalidad y el control del entorno que le rodea. Estas cualidades son consideradas como masculinas y superiores, en contraposición con las cualidades típicamente femeninas, justamente opuestas e inferiores»203. 201  Rodríguez Núñez; «La violencia en el ámbito familiar», o.c., pág. 150. No existe un perfil único de las personas maltratadoras, pues no se puede afirmar que sistemáticamente pertenezcan a una clase social determinada, que carezcan de nivel cultural o que sean alcohólicos, drogadictos o enfermos mentales. Su único denominador común es el afán de dominar a base de someter al otro aunque sea empleando violencia física o psíquica. Podemos encontrarlas en todas los estratos de la sociedad y con las más variadas profesiones, además fuera del hogar suelen ser gente cortés, amable y educada, casi nunca levantan sospechas sobre su faceta maltratadota. 202  Vargas, Sonia; «Violencia y Psicopatología», artículo publicado en la Revista Multilingüe de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Almería 10/06/2008, consultado el día 18 de octubre de 2010 en la página Web www.bibliotecapsicología.org. 203  Mataud Mª Pilar; Gutiérrez Ana Belén y Padilla Vanesa; «Intervención Psicológica con mujeres maltratadas por su pareja» en referencia a Javier Medina, Papeles del Psicólogo, mayo, nº 88, 2004, consultado en la página Web www. papelesdelpsicologo.es, el 18 de octubre de 2010.

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Las Teorías del Aprendizaje Social, en las que todos los autores coinciden, «consideran el desarrollo del individuo como el conjunto acumulativo de las experiencias de aprendizaje que se integran a lo largo del tiempo para conformar su personalidad», es por ello por lo que los niños que en su infancia vivieron un clima de violencia tenderán a ser adultos violentos con mayor posibilidad que aquellos que vivieron en ambientes no violentos. Los niños aprenden que la violencia es un recurso eficaz y aceptable para hacer frente a las frustraciones del hogar, en tanto que las niñas aprenden a aceptarla y a convivir con ella204. De acuerdo a la literatura, la población de maltratadotes se encuentran de forma sistemática problemas de asertividad pudiéndose diferenciar dos tipos principales de agresores: los dominantes, aquellos que ejercen las conductas más violentas tanto dentro como fuera del hogar, y los dependientes, que tienden a ser depresivos, posesivos y celosos, ejerciendo la violencia sólo en el ámbito familiar205. La dependencia emocional es otra característica muy frecuente entre los hombres violentos con sus parejas. Esta dependencia se ve reforzada por la dificultad para expresar sentimientos, tanto positivos como negativos. La falta de comunicación emocional tiene como consecuencia un progresivo aislamiento social, de tal forma que la pareja es la única fuente de cariño, apoyo, intimidad y comprensión desencadenándose como consecuencia una mayor dependencia emocional de la pareja y viceversa206. Como rotulan Ibáñez Peinado y González Álvarez207, la personas en inactividad laboral o con un estatus ocupacional bajo, con una personalidad antisocial, con modelos específicos de pensamiento, etc., suelen tener una probabilidad mayor de ejercer malos tratos contra sus parejas. No debemos, por otra parte, explicar la violencia familiar como consecuencia de un trastorno mental (paranoia, esquizofrenia, trastorno bipolar maníaco o mixto, etc.), si bien es cierto que este tipo de trastornos puede actuar como desencadenante o agravante de la violencia. 204 

Echeburúa Ordiozola, Enrique; «Hombres violentos contra la pareja: Perfil psicopatológico y programa de intervención», Estudios Jurídicos, pág. 4162, año 2004, consultado el 18 de octubre 2010 en la página Web www.cej.Juticia.es. 205  Zeoli Noelia; «Perfiles de hombres violentos» en referencia a (Coleman, 1980; Roy, 1982; Walter, 1979), consultado en la página Web www. bibiotecapsicología.org., consultado el 18 de octubre de 2010. 206  Zeoli Noelia; «Perfiles de hombres violentos», o.c., consultado en la página Web www. bibiotecapsicología.org., el 18 de octubre de 2010. 207  Ver artículo «Violencia en el ámbito familiar» Ibáñez Peinado y González Álvarez, publicado en revista profesional de la Guardia Civil, Agosto, 1999.

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Tampoco el abuso de alcohol o drogas se puede considerar como causa necesaria o suficiente a la hora de explicar la presencia de conductas violentas en el maltratador, si bien es un factor facilitador de la violencia. Lo mismo que existen unas características propias en la mujer víctima de malos tratos en el ámbito familiar, también el maltratador suele reunir determinadas características de acuerdo a lo indicado por Rodríguez Núñez208: — Tendencia a mantener relaciones de poder desequilibradas. — Tendencia a normalizar patrones de conducta violenta como sistema de resolución de conflictos. — Separación y aislamiento de los hechos. — Desvinculación de factores antecedentes y consecuentes. — Aceptación del abuso de poder como una forma normalizada de la convivencia. — Falta de empatía hacia las víctimas, insensibilización de los poderosos ante los efectos de la violencia. — Uso de la violencia para la resolución de conflictos. — Actitud despectiva hacia las víctimas. — Existencia de creencias obsesivas. De la misma forma que existen ciertas características en la persona agresora en el ámbito familiar, también suelen concurrir en ellos, una serie de factores de riesgo si bien, como señala nuevamente Rodríguez Núñez, no es necesario que concurran todos los factores para que se desate la violencia209. — Temperamento violento. — Dificultad para tolerar situaciones de frustración y tensión familiar. — Malos tratos en su infancia y juventud. — Baja autoestima e imagen negativa de si mismo. — Problemas económicos. — Poca habilidad social. — Consumo de tóxicos psicotrópicos, sobre todo alcohol y cocaína. — Enfermedad mental. 208 

Rodríguez Núñez; «La violencia en el ámbito familiar», o.c., pág. 152. Rodríguez Núñez; «La violencia en el ámbito familiar», o.c., pág. 151, citando a Cobo Plana «Protocolo de actuación forense en casos de violencia de género», en La Ley Penal, nº 24, Año III, febrero 2006. 209 

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— Ideas delirantes centradas en la familia. — Trastornos de la personalidad. — Problemas psicosociales. — Dependencia emocional hacia la víctima. — Represión racional de la emotividad. — No asume la responsabilidad de sus actos, deforma la realidad y haced responsable de los resultados negativos del comportamiento violento a la víctima. — Relación violenta reiterada. — Actuaciones de acoso y/o persecución.

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Capítulo VII La violencia en el ámbito familiar (I) José Vigara García

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1. LA VIOLENCIA EN EL ÁMBITO FAMILIAR Antes de adentrarnos en el tema de la violencia en el ámbito familiar, hemos de advertir que esta conducta delictiva no es privativa de un determinado grupo social, ni de una concreta clase económica o nivel cultural; ésta aparece en todas las capas de la sociedad siendo características propias210, entre otras: •  Estar tolerada socialmente. •  Reflejar el abuso de poder en una relación asimétrica no equitativa. •  Es continua en el tiempo. •  No suele denunciarse habitualmente. •  Aumenta progresivamente en frecuencia, intensidad y gravedad. •  Tiene alta probabilidad de extenderse poco a poco a todos los miembros de la familia. •  Es fácilmente imitable por los hijos (aunque sólo un pequeño porcentaje de menores que han sufrido o han presenciado maltrato serán futuros maltratadotes. •  Es un problema de carácter pluridisciplinar y no solamente penal. •  Se desarrolla en el ámbito privado. •  Se reproduce en todas las esferas sociales. •  Tiene carácter mixto físico y psíquico. En este orden de cosas, Bazo Royo, Catedrática de Sociología en la Universidad del País Vasco señala que algunos especialistas consideran que la familia es el grupo social más violento, si exceptuamos, en tiempos de guerra, la policía y el ejército. Esto es debido a que existe una probabilidad mayor de ser herido, asesinado, o atacado físicamente en 210 

Echeburúa Odriazola, Amor Andrés (Rodríguez Yagüe, Valmaña Ochata c­ oord.): «La mujer como víctima: aspectos jurídicos y criminológicos», Ediciones de la Universidad de Castilla La Mancha, Cuenca, 2000, pág. 150 y ss.

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la propia casa por alguien con quién se está relacionado, que en cualquier otro contexto social. Hasta no hace mucho tiempo, en España y en otros países, la ley contemplaba la violencia doméstica como un asunto privado. Sin embargo, las causas de la violencia familiar son de carácter estructural211. En la legislación nacional española, la violencia en el ámbito familiar abarca tanto la denominada violencia doméstica como la violencia de género, pues ambas son producto de la agresión infundada de una o varias personas a otra con la sola diferencia en cuanto a las penas a imponer por el Código Penal.

1.1. Violencia de género La Ley 13/2007, de 26 de noviembre, de Medidas de prevención y protección integral contra la violencia de género, establece en su artículo 3 el concepto de violencia de género. Se trata de una violencia que, como manifestación histórica de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por el mero hecho de serlo. Comprende cualquier acto de violencia basado en género que tenga como consecuencia, o que tenga posibilidades de tener como consecuencia, perjuicio o sufrimiento de la salud física, sexual o psicológica de la mujer, incluyendo amenazas de dichos actos, coerción o privaciones arbitrarias de su libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada. Podemos decir que la violencia de género constituye un tipo específico de violencia doméstica. R odríguez N úñez 212 , al tratar el tema de la violencia contra la mujer afirma lo siguiente: «La expresión violencia de género, referida a la violencia ejercida contra las mujeres, resulta del mal uso de un anglicismo. Se expresa con esta denominación a toda violencia que tiene como víctima a una mujer y está motivada exclusivamente por su condición de mujer. El art. 1 de la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer (Resolución de la Asamblea General 48/104 del 20 de diciembre de 1993) define la «violencia contra la mujer» 211 

Bazo Royo; «Diversas manifestaciones de la violencia familiar», documento pdf, pág. 214, en página Web, http://rua.au.es/dspace/simple-search?query=&submit=Ir, al citar a Gelles y Straus (1988) 212  Rodríguez Núñez; «La violencia en el ámbito familiar», o.c., pág. 152

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como «todo acto de violencia basado en la partencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada». En el art. 2 se entiende que la violencia contra la mujer abarca los siguientes actos, aunque sin limitarse a ellos: a) La violencia física, sexual y psicológica que se produzca en la familia. b) La violencia física, sexual y psicológica perpetrada dentro de la comunidad en general. c) La violencia física, sexual y psicológica perpetrada o tolerada por el Estado, donde quiera que ocurra. No se puede conceptuar como violencia de género las agresiones simétricas que se producen entre dos adultos, aún cuando uno de ellos sea una mujer, si se trata de una confrontación bidireccional con devolución de golpes semejantes, aunque haya desventaja entre uno y otro atacante. Se denomina «conflicto conyugal» cuando tiene lugar entre los dos miembros de una pareja, pues la posible desigualdad en la pelea no se basa en la posición de dominio del varón ni en el desprecio hacia la mujer por ser del sexo femenino213. En el Derecho español la protección a las mujeres ante la violencia de género está restringida al ámbito de la relación afectiva entre un hombre y una mujer. Por tanto, queda fuere del ámbito de la violencia de género la que se produce entre los miembros de una pareja del mismo sexo aunque estén unidos por la institución del matrimonio de acuerdo a la Ley 13/2005, de 1 de julio, por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio. Desde la perspectiva de la tipificación penal las víctimas no quedan restringidas en su totalidad al ámbito familiar o situaciones asimiladas, sino que lo que prima en esta ocasión es la relación de afectividad presente o pasada entre una pareja, lo que permite incluir a los novios o ex novios que no caben bajo la denominación de violencia doméstica puesto que no conviven habitualmente bajo el mismo techo y por tanto no llegan a constituir una pareja de hecho. 213 

Vid. STS de 13 de diciembre de 2002.

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1.2. Violencia doméstica Se denomina violencia doméstica a la que se ejerce en el ámbito donde el grupo familiar desarrolla la convivencia, que se supone ha de ser pacífica para facilitar el desarrollo afectivo y personal de sus miembros. En este caso el lugar queda restringido pero las víctimas pueden tener características variadas de sexo y edad. Pueden ser menores, ancianos, incapaces, minusválidos, progenitores, mujeres y hombres. Así la violencia doméstica, que incluye también a las mujeres, sólo puede producirse en el ámbito de la familia, o en situación asimilada, cuando es ejercida por otro miembro del grupo y en base a la condición de miembro del grupo. De esta forma, y citando a Echeburúa y Corral, la violencia doméstica se ha definido como «todo tipo de agresiones físicas, psicológicas y sexuales o de otra índole, llevadas a cabo reiteradamente por un familiar y que causan daño físico y/o psicológico y vulneran la libertad de otra persona dentro de la familia»214. Consiste en un estado permanente de sumisión y tensión a causa de la violencia ejercida por determinados miembros sobre el grupo familiar o alguno de sus miembros. La Convención de los Derechos del Niño (ONU – 1989) define el maltrato infantil como «Toda violencia, perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, mientras que el niño se encuentra bajo custodia de sus padres, de un tutor o de cualquier otra persona o institución, que le tenga a su cargo». El tipo de maltrato que empieza a aflorar es el que ejercen los jóvenes sobre sus progenitores, al que se le ha denominado «síndrome del emperador». Ocurre en familias normales, donde no hay antecedentes de malos tratos, y el hijo no es violento por padecer una enfermedad o trastorno mental. Los padres viven atemorizados por sus hijos que adolecen de emociones morales como la empatía, la compasión y la responsabilidad de sus actos. Los hijos –que no están acostumbrados a que se les contradiga, no tienen capacidad para asimilar la frustración y que se creen superiores a los demás– desafían a sus padres, les insultan, amenazan e incluso les agraden cuando osan oponerse a su voluntad. Son niños y jóvenes que se creen con derecho a exigir y lograr por cualquier medio todo lo que se les antoja convirtiéndose en tiranos crueles dispuestos a infligir castigos severos a quienes contrarían su voluntad»215. 214 

Así la define: Echeburúa Odriozola y Corral Gargayo; «Manual de violencia doméstica», Editorial Siglo XXI de España, 1998. 215  Rodríguez Núñez; «Violencia en el ámbito familiar» o. c., págs. 135 y ss.

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Otra expresión esgrimida para denunciar la violencia contra las mujeres es la expresión violencia machista utilizada por la Ley 5/2008, de 24 de abril, del derecho de las mujeres a erradicar la violencia machista en Cataluña216, define este tipo de violencia como toda aquella que se ejerce contra las mujeres por el simple hecho de ser mujer, expresión «violencia machista» que la citada Ley utilaza porque el machismo es el concepto que de forma más general define las conductas de dominio, control y abuso de poder de los hombres sobre las mujeres y que, al mismo tiempo, ha impuesto un modelo de masculinidad que parte de la sociedad aún valora como superior217. Resumiendo, podemos decir que la violencia domestica es aquella que se produce dentro del hogar, tanto de la madre o el padre a sus hijos, del nieto al abuelo, etc., excluyendo de este tipo de violencia la que tiene lugar entre parejas que no tienen convivencia. Y por violencia de género, aquella que es ejercida contra la mujer por el simple hecho de ser mujer, incluyendo tanto los malos tratos de la pareja, como agresiones físicas o sexuales (no las agresiones simétricas entre dos adultos) Por último, señalar que en la Recomendación R (85) 4 del Comité de Ministros de los Estados Miembros del Consejo de Europa, de 26 de marzo de 1985, se acordó definir la violencia en el seno de la familia como: «Todo acto u omisión de un miembro de esa familia hacia otro, con consecuencias negativas para ese otro, y que tiene como resultado un daño físico, psíquico o en su desarrollo».

2. FORMAS DE MANIFESTARSE LA VIOLENCIA EN EL ÁMBITO FAMILIAR En general, la mayoría de los investigadores de este tipo de violencia utilizan diferentes procedimientos para describir la violencia en el ámbito familiar pero nosotros utilizaremos las consideraciones utilizadas por Ibáñez y González218, autores a los que frecuentemente hacemos referencia. Estos dos autores, para indicar cómo puede manifestarse la violencia en el ámbito familiar, proponen una clasificación asentada en dos criterios; 216 

B.O.E., núm. 131, de 30 de mayo de 2008. García Andrade Sánchez; «Hacia un modelo estandarizado de atención policial a la mujeres que padecen violencia machista» o. c., pág. 19. 218  Ibáñez Peinado y González Álvarez; «La violencia en el ámbito familiar», Revista Profesional de la Guardia Civil, agosto, 1999, o.c., pág. 99. 217 

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uno de ellos basado en la relación agresor-víctima y el otro, según el tipo de daño producido, y en este sentido señalan219:

2.1. Según sea la relación entre agresor y víctima: — Violencia entre la pareja. — Violencia contra los menores. — Violencia contra los ancianos. — Violencia de menores y de ancianos hacia otros miembros de la familia. — Violencia entre hermanos y otros componentes de la unidad familiar.

2.2. Según sea el tipo de daño producido: a)  Violencia física Aquella que puede ser percibida objetivamente por otros, por dejar huellas externas. Dentro de ella, consideramos cualquier acción accidental que provoque o pueda provocar daño físico, enfermedad o que coloque en grave riesgo de padecerlo, y que va desde los simples empujones o tirones de pelo hasta las mutilaciones, torturas o asesinato.

b)  Violencia psíquica Debemos considerar como tal, aquellos actos, conductas o exposición a situaciones que agraden, o puedan agredir, alteren, o puedan alterar, el contexto afectivo necesario para el normal desarrollo psicológico de las personas o de la institución familiar, tales como rechazos, insultos, amenazas, humillaciones, aislamiento o exigencias muy por encima de la verdadera capacidad física o intelectual del sujeto que deba llevarlas a efecto. Se trata de una violencia que aparece inevitablemente siempre que hay otro tipo de violencia. 219 

Ibáñez Peinado y González Álvarez; «La violencia en el ámbito familiar», Revista Profesional de la Guardia Civil, agosto, 1999, o.c., pág. 100.

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c)  Violencia sexual Por violencia sexual en el ambiente familiar debemos considerar, toda actividad dirigida a la ejecución de actos sexuales no consentidos, dolorosos o humillantes (respecto a personas mayores) o abusando del poder, con engaño o por desconocimiento (respecto a menores). Por lo general se ejerce mediante presiones físicas o psíquicas que pretenden imponer una relación sexual no deseada mediante coacción o intimidación. d)  Violencia económica A ella nos referimos como la desigualdad en el acceso a los recursos económicos que deben ser compartidos, al derecho de propiedad, a la educación o a un puesto de trabajo; derechos todos ellos reconocidos en el Capítulo Segundo del Título Primero de la Constitución. En ella, el agresor fiscaliza la relación que la víctima pueda tener con el dinero, bien obligándola a que le entregue sus ingresos, o bien impidiendo que trabaje de tal forma que, será el agresor el que controle el dinero y le de, cada equis tiempo, cierta cantidad para atender a los gastos de la casa, lo que obliga a la víctima, por regla general, a solicitar ayuda económica a sus propios familiares o servicios sociales.

e)  Violencia social Con este tipo de violencia nos referimos a aquella actuación o conducta por la que el agresor limita los contactos sociales y familiares de su pareja, aislándola de su entorno y limitando así un apoyo social importantísimo. Asimismo, y dentro de lo que podríamos llamar conductas delictivas de carácter general, podemos señalar determinadas actitudes y comportamiento típicos en los agresores de este tipo de violencia como: — Explotación laboral y mendicidad. Son situaciones en las que mediante un abuso de poder o con violencia un miembro de la familia obliga a otro a realizar trabajos o actividades de forma continuada, o bien interfieren en el normal desarrollo de los que los realizan, excediéndose en los límites de lo considerado normal en función de su edad, sexo, formación, etc., o se consideran humillantes o antisociales.

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— Maltrato prenatal. En él, que podrá incluirse, entre otras conductas, el consumo durante el embarazo de determinadas sustancias nocivas o peligrosas que pongan en peligro el normal desarrollo de la actividad fetal, así como el maltrato físico que la madre ejerza sobre el feto durante la época de gestación. — Abandono físico. Se trata de aquellos actos en los que las necesidades básicas de las personas que los padecen (alimentos, higiene, cuidados médicos, seguridad y condiciones ambientales) no tienen la atención adecuada temporal o permanentemente por parte de los miembros de la familia. — Abandono emocional. Por abandono emocional debemos entender la falta de atención o desprecio hacia los miembros de una misma familia por parte de los que poseen algún tipo de potestad o ascendencia (patria potestad, tutela, etc.) en los actos de contenido emocional que suponen un intento de aproximación, de manifestación de cariño o de simple contacto con ellos. Como acabamos de comprobar, la violencia en el ámbito familiar puede realizarse desde el hombre a la mujer, de la mujer al hombre, así como desde el hombre o la mujer a otros miembros de la familia, incluso no nacidos. Pero aquí, y ahora, nos referiremos al maltrato como forma de violencia familiar del hombre hacia la mujer. De la misma forma que no podemos confirmar que el ser humano es violento por naturaleza, a pesar de haberla justificado con todo tipo de teorías, debemos tener en cuenta que la violencia se aprende y que no podemos hablar de una sola causa de ésta y de un solo motivo que la origine220. En este sentido hay que decir que, uno de los orígenes del maltrato puede tener su base en la teoría sociológica de que el maltrato a la mujer es, y ha sido, algo común en la sociedad en la que el hombre posee el papel dominante en la división de los roles sexuales, y que lo ejerce para seguir manteniendo esa posición de poder. Desde el punto de vista psicológico, numerosas teorías relativas al mantenimiento de la violencia sobre la mujer se han expuesto. De ellas, aquí, sólo destacaremos dos: 220 

A ella hacen referencia los compañeros Ibáñez Peinado y González Álvarez «La violencia en el ámbito familiar» o. c., pág. 103.

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2.3. La Teoría del Ciclo de la Violencia221: La cual consta de tres fases222: • Primera fase, de acumulación o formación de la tensión, los inevitables conflictos cotidianos van generando un aumento de la tensión en el hombre, que va experimentando cambios repentinos en su estado de ánimo, aumentando su irritabilidad y reaccionando negativamente ante cualquier frustración de sus deseos por insignificantes qu e estos sean. Pueden, durante la misma, producirse malos tratos leves, como empujones, maltrato verbal, y psicológico que, en apariencia, pueden considerarse aislados, y que la mujer tiende a minimizar para aplacar la violencia de su pareja. • Segunda fase, de explosión violenta, la tensión creada durante la fase anterior se libera (Estallido de la Tensión) y se manifiesta con brutalidad y daño físico llegándose, en algunos casos, incluso a producir la muerte de la víctima, ya que en ella se produce una absoluta falta de control por parte del agresor. Esta fase es la más corta en su duración. • Tercera fase, fase de la reconciliación, del amor, de la luna de miel. En esta, última fase, el agresor se muestra sinceramente arrepentido, apenado, amoroso y protector con su pareja, le pide perdón, llora, promete cambiar y reparar el daño y comportarse en adelante como un buen marido y padre. Esta actitud, que puede llegar a ser muy convincente ya que en ese momento, el agresor puede estar expresando un verdadero deseo, puede, incluso, hacer creer a la mujer que esto no volverá a ocurrir, y que el amor lo cambiará todo, por lo que la mujer le perdona. Pasados unos días, una vez perdonado por la pareja, el celo decrece y comienza de nuevo la irritabilidad, la tensión aumenta y se inicia, otra vez, el ciclo en el que cada vez, las etapas serán más cortas y la violencia ejercida más intensa. 221 

Esta teoría fue expuesta por Seligman en 1975 y posteriormente seguida por Walker, de acuerdo a lo señalado por Echeburúa; «Personalidades violentas», Pirámides, Madrid, 1996, pág. 133 222  I báñez P einado y G onzález Á lvarez ; «La violencia en el ámbito familiar» al nombrar a Walker, L.E.; The Battered Woman Syndrome, Springer, New York, 1984.

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2.4. La Teoría de la Indefensión223: En la anterior teoría los episodios agresivos y de violencia mezclados con etapas de arrepentimiento, ternura y amor provocan a largo plazo la falta de relación causa-efecto y la mujer pierde su capacidad para predecir las consecuencias de su conducta. La situación de amenaza se vuelve incontrolable produciendo la pérdida de la seguridad personal de la víctima y el aumento de la ansiedad ante cualquier conducta de interacción con el agresor. En cambio, en esta teoría, la mujer puede permanecer con el agresor y desarrollar una serie de habilidades que le permitan sobrevivir frente al agresor.

223 

Ver Ibáñez Peinado y González Álvarez; «La violencia en el ámbito familiar» o. c., pág. 103.

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Capítulo VIII La violencia en el ámbito familiar (II) José Vigara García

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1. LA ACTUACIÓN POLICIAL EN LOS ACTOS DE VIOLENCIA FAMILIAR. DATOS A REGISTRAR Al referirnos a la actuación policial en los actos de violencia familiar es necesario significar que los agentes policiales deben contar en sus actuaciones con el decidido apoyo del Ministerio Fiscal, a quien la policía podrá consultar las dudas que surjan en cada investigación en concreto. No obstante, el apoyo fundamental en este campo, lo facilitan los Especialistas Mujer/Menor del Servicio de Policía Judicial del Cuerpo policial que tenga las competencias224. En este sentido, ajustándonos al ámbito de la Guardia Civil, dichos especialistas tienen, entre sus funciones, el asesoramiento por vía telefónica de cualquier Unidad del Cuerpo que haya de intervenir en los casos de violencia familiar en los que las víctimas sean mujeres o menores. Sin embargo, esta intervención no será obligatoria en todos y cada uno de los casos de malos tratos que se produzcan sino sólo en aquellos que por su problemática o dificultad así lo requiera pese a ello, ningún componente del Cuerpo podrá negarse a intervenir, argumentando que ésta es materia a tratar sólo por equipos especializados. Por ello, nada más tener conocimiento de un hecho de estas características, el instructor de las correspondientes diligencias deberá reflejar todos aquellos datos que puedan servir de base para un adecuado seguimiento del caso225. 224 

Ver Norma Técnica número 1/2008 de febrero de 2008, de julio de 2008 sobre procedimiento de actuación de las Unidades de la Guardia Civil en materia de Violencia de Género. 225  De acuerdo a la Instrucción 14/2007, de 10 de julio, mediante la que se aprueba el «Protocolo para la Valoración Policial del Nivel de Riesgo de Violencia contra la mujer en los supuestos de la L.O. 1/2004 de 28 de diciembre y su comunicación a los Órganos Judiciales y al Ministerio Fiscal, publicada por la Secretaría de Estado de Seguridad.

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a)  Datos sobre las víctimas226 — Filiación completa: Nombre, apellidos, número de documento de identidad, nacionalidad, fecha de nacimiento, domicilio actual y/o teléfono donde puede ser localizada. — Circunstancias familiares: Relación con el agresor (matrimonio/convivencia); número de hijos, edades; consumo de alcohol o drogas, patologías psiquiátricas o psicológicas, etc. — Medios económicos y fuente de los recursos: Situación laboral de la víctima; posibilidades de independencia económica; propiedad de la vivienda, etc. — Secuelas que sufre o ha sufrido a causa de la violencia: Documentar, si es posible, mediante partes forenses la existencia de todo tipo de trastorno (trastorno del sueño, cambios de humor, trastornos gastrointestinales, dolores de cabeza, sentimientos de furia o de rabia, baja autoestima, rechazo social, dificultades en las relaciones sociales, cambios en hábitos sexuales, etc) — Otros que los agentes consideren de importancia.

b)  Datos sobre los hechos denunciados227 — Datos identificativos del autor de la violencia; datos que permitan su inmediata localización (domicilio, familiares con los que se relaciona, lugar de trabajo, …) — Intensidad, frecuencia, duración y tipo de violencia que ha sufrido, documento mediante partes forenses la existencia de lesiones físicas y psicológicas; especificar fechas, horas y lugares. — Tipo de coacción empleado por el autor: Amenazas, golpes, engaños, abuso de autoridad, regalos, dinero, etc.; identificación e incautación de los instrumentos del delito, como piezas de convicción. — Origen y mantenimiento de la violencia (causas, episodios familiares desencadenantes); edad con que se sufrió la primera agresión, edad 226 

Ver Norma Técnica número 1/2008 de febrero de 2008, de julio de 2008 sobre procedimiento de actuación de las Unidades de la Guardia Civil en materia de Violencia de Género. 227  Ver Norma Técnica número 1/2008 de febrero de 2008, de julio de 2008 sobre procedimiento de actuación de las Unidades de la Guardia Civil en materia de Violencia de Género.

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cuando ocurrió la última, existencia de denuncias anteriores en caso de ataques múltiples o continuados en el tiempo; si en la actualidad se han dejado de producir las agresiones especificando las razones. — Filiación de los testigos de los que presenciaron de violencia (familiares, vecinos, transeúntes…); si intervinieron de alguna manera, detallar qué hicieron o dijeron. — Otros que se consideren importantes en relación con las situaciones específicas que puedan presentarse.

c)  Datos sobre el agresor228 — Filiación completa: Fecha de nacimiento; edad cuando supuestamente cometió los hechos; domicilio actual, o en el que puede ser localizado. — Situación familiar y económica: Estado civil; hijos situación laboral actual; medios económicos; fuentes de recursos; si es consumidor de alcohol, drogas tóxicas o estupefacientes, especificar qué sustancias consume (frecuencia y cantidad o dosis). — Documentar los hechos que se le imputan: Motivos o razones aducidas en justificación/descargo; estado en que suele estar durante las agresiones (normal, embriagado, drogado, si padece enfermedad mental o no; reacciones después de los episodios de violencia tales como amenazas a la víctima para que no cuente lo ocurrido. — Otros que se consideren importantes en relación con las situaciones específicas que puedan presentarse.

2. LA ACTUACIÓN POLICIAL CON LA VÍCTIMA/ DENUNCIANTE229 Por regla general, las víctimas de violencia en el ámbito familiar que deciden presentar denuncia en dependencias policiales lo hacen después 228 

Ver Norma Técnica número 1/2008 de febrero de 2008, de julio de 2008 sobre procedimiento de actuación de las Unidades de la Guardia Civil en materia de Violencia de Género. 229  Ver Norma Técnica número 1/2008 de febrero de 2008, de julio de 2008 sobre procedimiento de actuación de las Unidades de la Guardia Civil en materia de Violencia de Género.

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de meditarlo mucho y con la duda de que tal vez, su denuncia, no sirva para mejorar la situación sino para empeorar el sufrimiento que lleva soportando durante tanto tiempo. En estos casos, el agente tendrá que hacerse cargo del estado emocional en que llega la víctima intentando que se sienta cómoda y segura como recoge la Norma Técnica 1/2008. «Recibir a la víctima prestándole un tratamiento policial y personal especialmente respetuoso y preferente procurando la presentación de la denuncia y demás trámites que se realicen en las dependencias policiales, separada de otras. Prestar especial atención a la protección de la privacidad e intimidad de la víctima y evitar la divulgación de datos personales y de imágenes. Disponer de asistencia de intérprete cuando sea necesario».

En este orden de cosas, hemos de tener presente que, en muchos de estos casos, sólo se cuenta con la palabra de la víctima, por lo que la toma de manifestación ha de ser muy detenida y completa, registrando todo tipo de detalles por insignificantes que en ese momento parezcan. En este sentido, la Norma Técnica 1/2008, ya citada, establece, entre otros: «Toma de manifestación de la víctima. Se realizará siempre que sea factible en el sistema informático del Cuerpo para la generación automática de la documentación. Se le informará de los recursos asistenciales a su alcance. Se facilitará un certificado de la presentación de la denuncia….».

Así mismo, la policía solicitará de la víctima si desea que se adopten medidas de protección; en especial, si va a dejar el domicilio familiar en cuyo caso, anotará el nuevo domicilio en una diligencia reservada que remitirá en sobre cerrado al Juez y al Fiscal. «Recogida de los primeros datos básicos, informando a la víctima de sus derechos y principalmente del derecho a asistencia jurídica especializada (que podrá ser gratuita según los casos)… El ofrecimiento de acciones incluirá, siempre, información sobre la Orden de Protección, la explicación de las medidas en ella previstas y la posibilidad de solicitarla, a través del modelo normalizado, tanto por la víctima como por aquellas personas con ella relacionadas o que tengan algún tipo de parentesco o afectividad de los previstos en el Código Penal» dice la citada Norma Técnica.

Una actuación prioritaria consistirá en hacer ver a la víctima la necesidad de que se realice un examen médico-forense, haciéndole ver la impor-

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tancia que dicho examen tendrá para completar su declaración. Para ello, se solicitará su consentimiento. Igualmente, será conveniente, la realización de fotografías sobre el estado de la víctima, expresivo de las heridas que presente, previo su consentimiento conforme señala la Norma Técnica 1/2008. «En caso de lesiones, si no lo ha hecho el Médico Forense, realizar un reportaje descriptivo y fotográfico de la víctima, expresivo de las heridas y cualesquiera otros signos físicos que presente, con su consentimiento».

En aquellos casos en que la denuncia no se presente por la propia víctima, la Policía tomará declaración detallada de cuanto le notifiquen (Cómo conoce los hechos, razones por las que denuncia, etc.). Inmediatamente después deberá citar a la víctima, incluso desplazándose hasta donde esté para recoger allí la denuncia o para acompañarla hasta dependencias policiales y continuar con las diligencias correspondientes. Una actuación imprescindible será el facilitar información detallada sobre las entidades o centros próximos a su domicilio en los que pueda recibir apoyo social, para lo cual habrá que mantener relaciones con organismos locales y autonómicos relacionados con el bienestar social. «Si así se requiere, derivar la víctima a los correspondientes servicios asistenciales disponibles, Oficina de Atención a la Víctima/Punto de Coordinación. Igualmente, si es el caso, adoptar las primeras medidas urgentes de protección de la víctima y los menores afectados, disponiendo su traslado a lugar idóneo, si fuera pertinente, hasta que se realicen las primeras diligencias y se verifique la situación de riesgo, Acompañarla al domicilio a recoger efectos personales, si el agresor se encuentra todavía en él….».

Por último, recordar que el objetivo de la intervención policial es registrar los hechos y las pruebas con objetividad, sin tomar partido por ninguna de las partes. Así mismo, se tendrá en cuenta todo cuanto establecen las diferentes Normas Técnicas que se dicten al respecto como la 1/2008, de julio de 2008, a la que reiteradamente hemos hechos referencia y que en el apartado 3.2.2. «Medidas policiales de protección de la víctima» establece: «3.2.2. Medidas policiales de protección de la víctima» a) Nivel 0. (Riesgo no apreciado). — Mismas medidas, de tipo operativo y asistencia, que para cualquier otro ciudadano denunciante.

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— Información de los derechos y de los recursos a su disposición. b) Nivel 1. (Riesgo bajo). Las anteriores más las siguientes: — Facilitación de teléfono de contacto de la Unidad (Puesto más próximo), servicios de emergencia (COS, 112) y de otros cuerpos de seguridad que puedan verse afectados, a fin de que la víctima pueda comunicar en cualquier momento la situación en que se encuentra. — Contactos telefónicos con la víctima. — Información a la víctima sobre medidas de autoprotección aconsejables y modos de evitar incidentes: por ejemplo, que evite en lo posible coincidir, con el agresor, que recurra a la ayuda de sus familiares cercanos, cambios de cerraduras, etc. c) Nivel 2. (Riesgo medio). Las anteriores más las siguientes: — Vigilancia ocasional y aleatoria en el domicilio y lugar de trabajo de la víctima, y en el caso de que la misma tenga hijos menores, en las entradas y salidas de los centros escolares. — Acompañamiento a la víctima en situaciones o eventos puntuales, en los que se prevea la coincidencia con su agresor (puntos de encuentro, eventos judiciales, etc.) y, por tanto, pueda existir un riesgo objetivo para la integridad de la víctima. — Facilitar el contacto de la víctima con el Servicio Social correspondiente del municipio si el mismo está acogido al Programa de Teleasistencia Móvil, procurando de esta manera que se le facilite a la víctima un Terminal móvil. — Entrevista personal con la víctima por el/los componentes/s de la Unidad responsable de efectuar el seguimiento y protección en su caso. d) Nivel 3. (Riesgo alto). Las anteriores más las siguientes: — Vigilancias frecuentes y aleatorias en domicilio y lugar de trabajo de la víctima, así como en entrada/salida centros escolares de los hijos, si los hubiere. — Insistir a la víctima en su traslado a un centro de acogida o al domicilio de un familiar, si no se ha llevado a efecto con anterioridad, y especialmente durante los primero días tras la denuncia si no se ha localizado y/o procedido a la detención del autor. — Vigilancias puntuales y aleatorias sobre el agresor. e) Nivel 4. (Riesgo extremo). Las anteriores más las siguientes: — En los casos que se estimen de emergencia, vigilancia permanente de la víctima, hasta que la situación del agresor deje de ser una amenaza inminente. Tal vigilancia se realizará adoptando todo tipo

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de medidas urgentes oportunas para facilitar la protección de la víctima, incluida su provisional cambio de ubicación. — Control intensivo de los movimientos del agresor, hasta que deje de ser una menaza inminente para la víctima. — Vigilancia en entradas y salidas de los centros escolares de los hijos, si los hubiere. Dependiendo de las necesidades de cada caso podrán ser establecidas, además de las obligatorias, las medidas complementarias siguientes: a) Nivel 1. — Contactos personales, esporádicos y discretos con la víctima, acordando con ella la manera más oportuna de efectuarlos (empleo o no uniforme y/o vehículos con distintivos). — Confección de fichas con datos relevantes de la víctima y el agresor para entrega a las patrullas, de forma que conozcan la situación y puedan realizar su seguimiento. — Acompañamiento al denunciado a recoger enseres en el domicilio si la Autoridad Judicial acuerda su salida del mismo. b) Nivel 2. Las anteriores más las siguientes: — Comprobación periódica del cumplimiento por el agresor de las medidas judiciales (cautelares o de seguridad). — Entrevista con personal de Servicios Asistenciales que atienden a la víctima / puntos de Atención Municipal, para identificar otros modos efectivos de protección, en caso de existir. — Traslado de la víctima para ingreso en centro de acogida. d) Nivel 3. Las anteriores más las siguientes: — Contactos esporádicos con personas del entorno del agresor para obtención de información sobre su comportamiento o predicción de su comportamiento hacia la víctima. — Intensificación de vigilancia sobre el agresor, procurando qaue se faciliten dispositivos electrónicos.

3. LA ACTUACIÓN POLICIAL CON EL AGRESOR/ DENUNCIADO230 No debemos olvidar que la actitud policial derivadas de un supuesto hecho delictivo debe estar guiada por la finalidad de conseguir el descubri230 

Ver Norma Técnica número 1/2008 de febrero de 2008, de julio de 2008 sobre procedimiento de actuación de las Unidades de la Guardia Civil en materia de Violencia de Género.

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miento de los hechos, obteniendo la mayor información posible para su presentación a las Autoridades Judiciales. Teniendo siempre presente, que los agentes policiales no son jueces, no son abogados ni fiscales, y que en estas actuaciones no deben estar, a priori, ni de parte del denunciado ni de la víctima. En este sentido tenemos que advertir que, a la hora de recibir al denunciado, podremos encontrarnos diferentes tipos de personas, que presentarán más o menos características correspondientes a alguno o a algunos de los siguientes tipos generales: a) Una persona de aspectos y modales aparentemente agradables, amable, tenido por sus vecinos y amigos por una «buena persona», que se considera como cariñoso con su familia, y que no entiende el motivo por el que ha sido detenido. b) Una persona de aspecto orgulloso, con modales bruscos y exigente de sus derechos, que considera un atropello hacia su persona y falsas las acusaciones que se le formulan. c) Una persona de aspecto acobardado (que se deja llevar), que no entiende lo que le está pasando. Cualquiera que sea la personalidad del sujeto los agentes deberá tenerse presente: 1. No confundir personalidad agradable con inocencia, ni agresiva o impulsiva con la culpabilidad. 2. La función del agente no debe ser la de moralizar ni aconsejar, tampoco será paternalista con ninguna de las personalidades que se presente, sino firme. Sin perder nunca de vista la función policial de lograr el esclarecimiento de los hechos. 3. A menudo, los detenidos por este tipo de delito no reconocen las agresiones, ya que algunos de estos individuos no consideran que dichos actos puedan ser considerados ilegales. Por este motivo será de gran importancia documentar exhaustivamente los detalles sobre la frecuencia e intensidad de las conductas violentas y amenazantes, que lleva a cabo respecto a sus familiares, aunque él las considere dentro de la normalidad. 5. En ningún momento los agentes policiales deben darle la versión completa de los hechos manifestada por la víctima. Lo que interesa es su propia versión de los hechos: qué fue exactamente lo que hizo

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o dijo, cuándo, dónde, durante cuanto tiempo, con cuanta intensidad y cada cuanto tiempo lo repite (habitualidad).

4. PROBLEMÁTICA Y DIFICULTADES EN LA APLICACIÓN DEL PROTOCOLO DE ACTUACIÓN POLICIAL EN SITUACIONES DE VIOLENCIA DE GÉNERO Dado que la violencia en el ámbito familiar y sobre todo la ejercida sobre la mujer, representa una clara vulneración de los Derechos Humanos, varias normas se han publicado para la protección de las víctimas de delitos de violencia en el ámbito familiar, y entre ellas podemos citar: La Ley Orgánica 11/2003, de 29 de septiembre, de Medidas Concretas en Materia de Seguridad Ciudadana, Violencia Domestica e Integración Social de Extranjeros, la Ley 27/2003, de 31 de julio, reguladora de la orden de protección de las víctimas de la violencia doméstica, además de otras leyes aprobadas por las diversas CCAA como por ejemplo: La Ley 5/2001, de 17 de mayo, de Prevención de malos tratos y de protección a las mujeres maltratadas de la Comunidad de Castilla La Mancha; la Ley Foral 22/2002, de 2 de julio, para la Adopción de medidas integrales contra la violencia exista, modificada posteriormente por la 12/2003, de 7 de marzo de Navarra; la Ley 16/2003, de 8 de abril, de Prevención y protección integral de las mujeres contra la violencia de género de Canaria, o la Ley 5/2005, de 20 de diciembre, Integral contra la violencia de género de la Comunidad de Madrid por citar algunas. A nivel nacional, el 28 de diciembre de 2004, el Parlamento español aprobó por unanimidad la Ley Orgánica 1/2004, de medidas de Protección Integral contra la violencia de Genero, y dentro de esta se estableció, entre otras medidas, las de seguridad, a llevar a cabo por parte de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad para evitar agresiones y ofrecer una protección adecuada a las víctimas de este tipo de violencia. Así mismo diferentes normas vieron y están viendo la luz encaminadas todas ellas a la erradicación de este tipo de violencia como son: — Las Medidas Urgentes del Gobierno de 15 de diciembre de 2006 y de 22 de junio de 2007. — Instrucción 10/2007, de 10 de julio, por la que se aprobó el Protocolo de Valoración Policial del Nivel de Riesgo de Violencia contra la mujer en los supuestos de la LO 1/2004 y su comunicación a los Órganos Judiciales y al Ministerio Fiscal.

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— Instrucción 14/2007, de 10 de octubre, mediante la que se modificaba la anterior, y el Protocolo de actuación y coordinación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y Abogados/as ante la Violencia de Género. También, a nivel interno, se han confeccionado distintas órdenes y circulares entre las diferentes Fuerzas de Seguridad, sobre todo Cuerpo Nacional de Polícia y Guardia Civil para llevar a cabo con el máximo rigor, la protección de las víctimas que los mismos tienen conocimiento por haber denunciado los hechos, o por haber dado lugar a la apertura de un procedimiento para atajar el problema entre los que cabe destacar en lo que al Cuerpo de la Guardia Civil se refiere, la Norma Técnica núm. 1/2008, sobre Procedimiento de actuación de las Unidades de la Guardia Civil en materia de Violencia de Género. En cuanto al Protocolo de Actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ante situaciones de violencia de género, tanto con el agresor como con la víctima, publicado por la Secretaria de Estado de Seguridad, a continuación se introduce parte del mismo, para posteriormente comprobar como la mencionada norma sobre el papel queda ampliamente detallada, pero en la realidad surgen numerosos inconvenientes para llevarlo a efecto.

El Protocolo de actuación dice así: «Desde el mismo momento en que tengan conocimiento de hechos que pudieran ser constitutivos de infracción penal en materia de violencia doméstica, las Fuerzas y Cuerpos de seguridad realizarán las siguientes actuaciones: 1. Por su relevancia para establecer las medidas policiales y judiciales que deban adoptarse en cada caso, así como el orden de prioridad que deba asignarse al seguimiento de las mismas, se realizarán acciones de averiguación para determinar la existencia y la intensidad de la situación de riesgo para la/s víctima/s, en concreto: *Se procederá a la inmediata y exhaustiva toma de declaración de la víctima y los testigos, si los hubiera. Si lo solicita la víctima, se requerirá la presencia de Abogado perteneciente al Servicio de Guardia de 24 horas allí donde exista este recurso y en la forma en la que se preste, permitiéndole en este caso conocer el contenido del atestado. *Se recabará urgentemente, si se observan indicios de la existencia de infracción penal, información de los vecinos y personas del entorno fami-

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liar, laboral, escolar, Servicios Sociales, etc., acerca de cualesquiera malos tratos anteriores por parte del presunto agresor, así como de su personalidad y posibles adicciones. * Se verificará la existencia de intervenciones policiales y/o denuncias anteriores en relación con la víctima o el presunto agresor, así como los antecedentes de este último y, posibles partes de lesiones de la víctima remitidos por los servicios médicos. * Se comprobará la existencia de medidas de protección establecidas con anterioridad por la Autoridad Judicial en relación con las personas implicadas. A estos efectos y en todos los casos, se procederá a consultar los datos existentes en el Registro Central para la Protección de la Víctimas de la Violencia Doméstica. * Se establecerán mecanismo que permitan una comunicación fluida y permanente entre la/s y el Cuerpo o Fuerza de seguridad correspondientes, con objeto de disponer inmediatamente de los datos necesarios para valorar la situación de riesgo en cada momento, y a tal efecto, siempre que sea posible. – Se asignará dicha función a personal con formación especializada en la asistencia y protección de las víctimas de violencia doméstica. – Se facilitará a la víctima un teléfono de contacto directo y permanente con el/los funcionarios asignados para su atención individualizada. – Se facilitarán a la víctima mecanismos o dispositivos técnicos que permitan una comunicación rápida, fluida y permanente entre la víctima y el cuerpo o fuerza de seguridad correspondiente, en los supuestos en que atendidas las circunstancias del caso y de la propia víctima ello sea necesario. 2. Una vez valorados los hechos y la situación de riesgo existente, se determinará la conveniencia de adoptar medidas específicas dirigidas a proteger la vida, la integridad física y los derechos e interese legítimos de la víctima y sus familiares, entre otras: – Protección personal que, según el nivel de riesgo que concurra, podrá comprender hasta la protección permanente durante las 24 horas del día. – Utilización de dispositivos tecnológicos. – Información/formación sobre adopción de medidas de autoprotección. – Asegurar que la víctima sea informada de forma clara y accesible sobre el contenido, tramitación y efectos de la orden de protección; así como de los recursos policiales sociales, de atención a la víctima y de los puntos de coordinación que se encuentran a su alcance.

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– Información expresa sobre los servicios de orientación jurídica gratuita y de asesoramiento por Abogado especializado. En los casos en que las circunstancias lo permitan, esta información podrá ser suministrada por el correspondiente Punto de Coordinación u Oficina de Atención a la Víctima. 3. Se procederá a la incautación de las armas y/o instrumentos peligrosos que pudieran hallarse en el domicilio familiar o en poder del presunto agresor. 4. Cuando la entidad de los hechos y/o la situación de riesgo lo aconseje, se procederá a la detención y puesta a disposición judicial del presunto agresor». Quizás, este último punto del protocolo de actuación, sea el más conflictivo, dada su subjetividad, al recaer la decisión de la detención o no detención del presunto agresor, en el agente instructor el cuál sólo dispone, en la mayoría de los casos, de un simple cuestionario (Indicador de valor) sin mayor formación especializada en el tratamiento de este tipo de agresores y de víctimas. Sin embargo, y a pesar de la normativa existente sobre la materia, los resultados a juicio de los componentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado directamente implicados en la erradicación de este tipo de violencia o cuanto menos en su disminución, si bien son positivos, no son los esperados, ya que resulta de enorme complejidad llevar a cabo con exactitud el cumplimiento de cuanto establecen las normas de actuación (Protocolo de actuación), dado el gran número de denuncias de malos tratos presentadas y del número de órdenes de protección que los juzgados dictan a diario; lo que obliga, en la mayoría de los casos, a una dedicación exclusiva en menoscabo de otros servicios de atención ciudadana dada la escasez de personal con la que cuentan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Tabla 1. Mujeres muertas por violencia en el ámbito familiar (1999-2009) MUERTES

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

Ámbito familiar

3

11

18

13

12

16

15

20

13

10

Hija

0

5

3

0

2

3

2

3

8

3

Madre

3

5

9

6

5

4

7

9

3

5

0

1

6

7

5

9

6

8

2

2

Otro parentesco

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Instituto de la Mujer. Ministerio de Igualdad.

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   153 Tabla 2. Mujeres muertas por violencia de género(1999-2009) MUERTES

1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

Pareja o expareja

54

63

50

54

71

72

57

68

71

76

55

Cónyuge

30

31

25

24

31

34

21

31

30

20

27

Compañero Sentimental

2

4

2

2

4

5

3

4

4

8

5

Excompañero Sentimental

13

13

16

19

18

14

10

15

19

19

13

Novia

3

8

2

4

6

8

12

4

6

11

2

Ennovia

3

4

4

2

3

5

5

5

3

5

1

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Instituto de la Mujer. Ministerio de Igualdad.

Por este motivo, desde el Gobierno se intenta, mediante la publicación de otras normas y medidas, ir perfeccionando dichas disposiciones para proteger a este tipo de víctimas, ya que siguen produciéndose casos de muerte y agresiones graves como muestran las estadísticas. Entre éstas, se encuentra la Instrucción 10/2007 de la Secretaria de Estado de Seguridad por la que se pretende valorar policialmente el nivel de riesgo existente ante la presencia de una posible víctima de violencia de género. En ella se especifica, que cada caso debe ser valorado en relación a unos factores subjetivos, y que los propios agentes en base a un cuestionario podrán informar y evaluar si verdaderamente la mujer se halla ante una situación de verdadero peligro o no. En dicha Instrucción por la que se establece un protocolo de actuación para las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado en relación a la violencia contra la mujer, se especifican también las medidas a seguir, según el riego sea bajo, medio o alto. No obstante, desde el 3 de septiembre de 2009, los acuerdos firmados entre el Ministerio del Interior y el de Igualdad, la valoración no queda a cargo sólo de los agentes sino que será un programa informático con los datos que los agentes le introduzcan, el que determine el tipo de riesgo con lo que se elimina un porcentaje elevado de la responsabilidad del agente.

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Sin embargo, y a pesar de la puesta en marcha de todas estas medidas, se siguen produciendo agresiones y muertes entre las mujeres, lo que nos conduce a reflexionar: — ¿Realmente funcionan todas estas leyes, instrucciones, protocolos, circulares, que se han ido implantando para la protección de las víctimas de violencia machista o no sirven de nada? — ¿Las Fuerzas de Seguridad desempeñan bien su trabajo? — ¿Se deben crear más normas de este tipo? — ¿Son suficientes los medios materiales que el Gobierno pone a disposición de las Fuerzas de Seguridad y de la víctima? Para contestar a estos interrogantes, podríamos facilitar varias respuestas, aunque en algunas de ellas con un sí o un no, quedarían perfectamente contestadas. No obstante, si desglosamos una por una, podríamos afirmar lo siguiente: — Primero, las leyes funcionan, aunque la efectividad de algunas de las que se dictaron, posiblemente pueda apreciarse su éxito a largo plazo. Otras sin embargo, que se aprobaron precisamente por su inmediatez están obteniendo parcialmente el resultado esperado, aunque se deberían perfeccionar más y ser complementada con otras. — Segundo, las Fuerzas de Seguridad, hacen correctamente su trabajo, pero dentro de sus limitaciones, y ante un problema de tal envergadura, resulta imposible cumplir con los objetivos que marcan (poner fin a las muertes que se producen). No hay ni medios materiales ni medios humanos para cumplir fielmente lo expuesto en las normas. Muestra evidente de lo afirmado hasta el momento, se puede observar con la publicación del Protocolo de colaboración y coordinación entre las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado y los Cuerpos de Policía Local, para la protección de las víctimas de Violencia Doméstica y de Género, de fecha 13 de marzo de 2006, entre el Ministerio del Interior y la Federación de Municipios. El citado Protocolo es un paso más para intentar dar una protección a las verdaderas víctimas de la violencia de género. Por su importancia, a continuación, exponemos algunos puntos del citado Protocolo, así como su objetivo y criterios:

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«El objetivo fundamental del presente Protocolo es establecer los criterios básicos de colaboración y coordinación que permitan optimizar los recursos humanos y materiales de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad existentes en el término municipal correspondiente, para garantizar el cumplimiento eficaz de las medidas judiciales de protección a las víctimas de violencia de género, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 31.2 de la LO 1/2004. La colaboración entre las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado y los Cuerpos de Policía Local en esta materia se guiará, en todo caso, por los siguientes criterios: 1) Proporcionar a las víctimas una respuesta policial de la mayor rapidez y eficacia en las situaciones de riesgo. 2) Proporcionar una respuesta policial de la máxima sensibilidad, calidad y eficiencia en la atención y protección a las víctimas y evitar las actuaciones que suponen un incremento de la victimización, especialmente de la duplicidad de intervenciones. 3) Proporcionar a la víctima información clara y accesible sobre los derechos reconocidos en la Ley Orgánica 1/2004 y los recursos existentes para la efectividad de tales derechos en el ámbito territorial correspondiente. 4) Facilitar la transmisión entre las Fuerzas y Cuerpos de seguridad y los órganos judiciales de toda la información relevante para la protección de la víctima. 5) Garantizar la coordinación y colaboración policial con los recursos públicos y no gubernamentales dedicados al apoyo jurídico y psicosocial a las víctimas.» Como puede apreciarse, los objetivos que se marcan y los criterios para llevar a efecto el protocolo, quedan sobre el papel como algo de plena efectividad ya que éste, junto con el de la valoración del riesgo, puede decirse que se complementan, aunque un tanto lejos de la realidad, pues en numerosas ocasiones no pueden llevarse a cabo con total exactitud. En el ámbito de la Guardia Civil, en algunos casos, ni tan siquiera se puede llegar a prestar el servicio anteriormente reseñado. El servicio de Policía Judicial, grupo EMUME, hace un seguimiento de las víctimas mediante llamadas telefónicas, en los casos de valoración muy alta y en ocasiones hacen seguimiento de los agresores. En los demás casos y en algún otro de valoración alta, únicamente la pareja de seguridad ciuda-

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dana del Puesto afectado231, hace visitas esporádicas por las inmediaciones de los lugares que las víctimas marcan, lo que supone una gran desprotección, sobre todo en localidades pequeñas donde las medidas de alejamiento son muy difíciles de cumplir dado que agresor y víctima suelen coincidir en el mismo lugar en multitud de ocasiones, por ejemplo en el supermercado. Sí, es cierto que las policías locales se están coordinando con las Fuerzas de Seguridad del Estado, sobre todo en las grandes capitales, pues en los pequeños municipios, ni tan siquiera se ha propuesto el tema. En este aspecto tenemos que decir que, en la actualidad, en muchas ocasiones cada Cuerpo mantiene sus órdenes de protección sin coordinación con otros cuerpos policiales, lo que va en detrimento de la protección a las víctimas. Todo lo legislado hasta la fecha, ha supuesto garantías de seguridad a las víctimas de estos delitos, pero lejos está el poder evitar en su totalidad las muertes y agresiones que se siguen produciendo en la actualidad, ya que es insuficiente los medios materiales y humanos puestos a disposición de las Fuerzas de Seguridad para atajar completamente el problema. Por este motivo, el pasado 5 de agosto de 2009, según noticias aparecidas en Internet, la empresa de seguridad privada «Seguritas Direct», fue elegida por el Ministerio de Igualdad para la instalación, control y seguimiento de un novedoso dispositivo en el ámbito de la violencia de género232: «La función principal del sistema es controlar un posible incumplimiento de una orden de alejamiento dictado por un juez mediante la transmisión de una señal de alarma al centro de control en caso de que el agresor entre dentro de una zona de exclusión, zona previamente configurada en el sistema. Este sistema permite monitorizar la localización tanto de la víctima, como del agresor, avisando también en caso de que el agresor trate de manipular o sabotear el dispositivo. Los dispositivos permiten al centro de control contactar con la víctima y con el agresor. Igualmente la víctima podrá contactar con el centro de control si lo considera necesario mediante el botón SOS de su dispositivo.» En nuestra opinión, todos lo dispositivos tecnológicos para atajar cualquier tipo de violencia son y serán bien recibidos. El problema vendrá cuando activada la alarma en el centro de control de alarmas, y transmitida por estos a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, su perso231 

Seguimientos que, por lo general, no son del agrado de la víctima, pues no les gusta que las visiten de uniforme, según comentarios de los componentes de los escasos equipos de Violencia de Género (VIOGEN) existentes en demarcación de la Guardia Civil. 232  Consultado en la página Web, www.casadomo.com, el día 5 de agosto de 2009.

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nación en el lugar de los hechos sea demasiado tarde, pues no podemos olvidar que en demarcación de Guardia Civil, las distancias entre patrullas y víctima, por regla general, son distancias amplias, lo que permite al agresor, en la mayoría de los casos, llevar a cabo su acción impunemente. Para algunos, el volumen de trabajo que está suponiendo el problema de la violencia de género, hace que los servicios no se realicen con total normalidad dada la escasez de medios humanos disponibles, lo que dificulta dar protección a la gran cantidad de víctimas existentes, ya que dicho servicio debe compaginarse con el resto que las Fuerzas de Seguridad prestan a diario. Sirva de ejemplo que, en el año 2007, la Comunidad Autónoma con más órdenes de protección a controlar fue la de Andalucía (3.662), seguida de la de Valencia (3.342), Madrid (3.082) y Cataluña (3.057), coincidiendo estas cifras con las de los delitos que se producen en estas Comunidades, es decir: Valencia con el mayor índice de delincuencia, seguida de Madrid, Andalucía y Cataluña. A todos estos problemas, hay otros que se deben añadir, ya que en ocasiones, son las propias víctimas la que no favorecen el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, incumpliendo las medidas provisionales, el alejamiento, etc.

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Capítulo IX La delincuencia sexual Marcelino Gil García

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1. INTRODUCCIÓN Con cierta frecuencia se producen casos en nuestra sociedad que son rápidamente difundidos por los medios de comunicación generando una importante alarma social. El caso Mari Luz, por su proximidad temporal y trascendencia social y política, puede servir de ejemplo. Mari Luz, una niña onubense de cinco años apareció muerta varios días después de que sus padres denunciaran su desaparición. La autopsia confirmó que su muerte había sido violenta y había padecido abusos sexuales. El presunto autor de los hechos es un vecino con antecedentes por otros delitos sexuales. Más alejado en el tiempo, pero de igual repugnancia, es el caso del conocido como «el violador del ascensor» —Pedro Luis Gallego—, quien tras cumplir dos penas por violación, mató y violó a una menor de 17 años y cometió otras 11 agresiones sexuales. Si estos ejemplos pueden servir para ilustrar la actividad típica de los delincuentes sexuales en cuanto a modus operandi y víctimas (mayores o menores de edad), la evolución tecnológica de nuestra sociedad ha dado origen a la aparición de nuevas forma de actuación de estos criminales. Un reflejo de ello puede ser que entre mayo de 2008 a enero de 2009, Facebook eliminó las cuentas de más de cinco mil quinientos usuarios condenados por delitos sexuales; información que obtuvo Facebook a través de datos aportados por otros usuarios de la red, agencias del gobierno de los Estados Unidos y el cotejo de datos con las listas de delincuentes que se publican en aquel país. En los próximos dos capítulos se pretende introducir al lector en el mundo de la delincuencia sexual acercándole a la realidad del delito, qué caminos se siguen o exploran para su combate, cómo es y actúa el delincuente, quien es la víctima y cómo experimenta el delito y por último, brevemente, cómo ha de ser la actividad policial derivada de este tipo de hechos.

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2. EL DELITO 2.1. Marco jurídico-penal de los delitos sexuales en España La sexualidad ha estado determinada por la moral del momento y asociada, tradicionalmente, al concepto de honor. La honestidad era el bien jurídico que el Estado debía proteger. No fue hasta la reforma que en 1989 se llevó a cabo del Código Penal cuando se sustituyó la rúbrica de «Delitos contra la honestidad» por la de «Delitos contra la libertad sexual», constituyéndose así la libertad sexual en el nuevo bien jurídico protegido. Con la entrada en vigor de la Ley Orgánica 11/1999 se modificó de nuevo la rúbrica de los delitos que atentan contra el desarrollo sexual de los españoles, pasando a estar incluidos en el Título VIII del vigente Código Penal, «Delitos contra la libertad e indemnidad sexuales». Con ello el bien jurídico protegido no es ya únicamente la libertad sexual, entendida como el libre ejercicio de la sexualidad, sino que se constituye en el bien jurídico protegido de «la indemnidad sexual», para dar cabida así a la protección de los menores e incapaces, al tratarse de personas que carecen de esa libertad sexual, con el objeto último de proteger su libertad futura; la normal evolución y desarrollo de su personalidad, además de evitar su utilización como objetos sexuales. En esta línea ha de entenderse que se incluye la incorporación, en el Título VIII del Capítulo II bis denominado «De los abusos y agresiones sexuales a menores de trece años», tras la última reforma del Código Penal llevada a cabo en el año 2010233. No puede hablarse de una única conducta con reproche penal, configurando el Código Penal varios tipos para la persecución de todos aquellos actos que afecten a los bienes jurídicos protegidos. Se tipifica así, en el art. 178234 del CP, la «agresión sexual» como el atentado contra la libertad sexual de otra persona mediante el uso de violencia o intimidación. Un tipo cualificado en el art. 179235, cuando la agresión consista en la introducción de miembros corporales por vía vaginal, anal o bucal, o de objetos por 233 

Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal (Boletín Oficial del Estado número 152 de 23 de junio). En el Preámbulo de dicha Ley se alude, además de la preocupación por mejorar el nivel de protección de las víctimas, la necesidad de trasponer la Decisión Marco 2004/68/ JAI del Consejo, de 22 de diciembre de 2003, relativa a la lucha contra la explotación sexual de los niños y la pornografía infantil 234  Modificado por L.O. 5/2010 de 22 de junio. 235  Contiene la definición formal del concepto «violación».

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alguna de las dos primeras vías. En el art. 181.2236 del CP se define el «abuso sexual», delimitándose como un ataque a la libertad sexual, no consentido (o con consentimiento viciado), ejecutado sin violencia o intimidación. Se considera en todo caso «no consentido» cuando el sujeto pasivo sea menor de trece años237, esté privado de sentido o sufra algún trastorno mental. Una forma más de abuso sexual, es el denominado «abuso fraudulento», definido en el art. 182238 del CP como el que se produce con persona mayor de trece años y menor de dieciséis, interviniendo engaño239 . En los Capítulos IV240 y V241 del Título VIII del vigente CP se recogen, básicamente, aquellos otros delitos que se configuran como tales al tratarse de conductas de contenido sexual en las que el autor trata de involucrar a un menor o incapaz, lesionando por ello el bien jurídico protegido de su «indemnidad sexual». Estos tipos vienen definidos en los art. 185 del CP (exhibicionismo), 186 del CP (difusión de material pornográfico), 187 del CP (favorecimiento de la prostitución de menores e incapaces)242, 189 del CP (utilización de menores con fines exhibicionistas o pornográficos). 236 

Modificado por L.O. 5/2010, de 22 de junio, delimita la «ausencia de consentimiento» a los abusos sexuales «que se ejecuten sobre personas que se hallen privadas de sentido o de cuyo trastorno mental se abusare, así como los que se cometan anulando la voluntad de la víctima mediante el uso de fármacos, drogas o cualquier otra sustancia natural o química idónea al efecto». 237  Hasta la reforma de 1999 el límite de edad estaba fijado en 12 años. La modificación respondería, en opinión de una parte de la doctrina al afán de incrementar la pena para los autores de estas conductas. Se trata pues de una presunción «iuris et iure», sin razón psicológica o biológica. Conductas tipificadas actualmente en el art. 183 tras la reforma efectuada en virtud de la L.O. 5/2010. 238  Según la reforma operada con la L.O. 5/2010. Con anterioridad esta conducta estaba tipificada en al art. 183. 239  Por «engaño» se ha considerado históricamente en la jurisprudencia la falsa promesa de matrimonio, si bien, dada la redacción del tipo, nada impide que el medio fraudulento empleado por el sujeto activo pueda ser cualquier otro válido para conseguir el consentimiento del sujeto pasivo. 240  Cap. IV el CP «De los delitos de exhibicionismo y provocación sexual». Contiene en el art. 185 la definición de «exhibicionismo», entendiéndose por tal el «ejecutar o hacer ejecutar a otros actos de exhibición obscena ante menores de edad o incapaces». 241  Cap. V del CP «De los delitos relativos a la prostitución y la corrupción de menores». La «corrupción de menores» viene configurada por las conductas tipificadas en los art. 187.1 y 189.4, ambos del CP, consistentes en hacer participar al menor o incapaz en comportamientos sexuales que perjudiquen su evolución o el desarrollo de su personalidad. 242  Especialmente significativa es la novedad introducida por la L.O. 5/2010 al tipificar como conducta delictiva en el apartado 1, del art. 187, en relación con la prostitución de menores, la conducta del cliente; «La misma pena se impondrá al que solicite, acepte u

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De especial trascendencia penológica y significado criminológico es la cualificación de los tipos que se hace a lo largo del Título VIII243 cuando la conducta atentatoria contra la sexualidad se basa en el prevalimiento del sujeto activo sobre la víctima por su posición de superioridad o por razón de parentesco. En el art. 191 del CP se delimita la perseguibilidad de estos delitos, tradicionalmente considerados como delitos privados, manteniéndose en parte ese carácter, al mantener la víctima, cuando es plenamente capaz, la capacidad de decidir la persecución o no del delito, lo que sin duda, favorece la existencia de una «cifra negra» de delitos sin cuantificación exacta. No obstante, cuando las víctimas son menores o incapaces, la posibilidad de denunciar se amplía a sus representantes legales o al Ministerio Fiscal. El legislador si establece claramente, en el apartado segundo del mismo artículo, la irrelevancia del perdón del ofendido en cuanto a la extinción de la acción penal, disminuyendo de esta manera la posibilidad del autor de actuar influyendo en la víctima para que, una vez iniciado el proceso penal, desista del mismo. Por último, en orden a su relevancia para la investigación policial hay que recordar la previsión legal del art. 132.1 del CP que determina el inicio de los plazos de prescripción de los delitos contra la libertad e indemnidad sexual que tienen como víctimas a menores a partir de que éstos alcancen la mayoría de edad.

2.2. Los delitos sexuales en cifras La cuantificación exacta de los delitos contra la libertad e indemnidad social que se cometen en el conjunto de España es extremadamente difícil al no existir una estadística única que reúna los datos que manejan los distintos cuerpos policiales desplegados en el conjunto del Estado, además de que éstas sólo reflejan, en todo caso, los hechos denunciados, existiendo un número sin determinar de hechos que no llegan a conocerse. Según diversos estudios244 se puede estimar que el índice de denuncia del delito de violación se situaría en torno al 45% de las perpetradas y los abusos sexuales a menores sólo son denunciados en el 10% de los casos, porcentaobtenga a cambio de una remuneración o promesa, una relación sexual con persona menor de edad o incapaz». 243  Se contempla en los art. 180.4 CP, 181.3 CP y 192.1 CP 244  Como son, a modo de ejemplo, Redondo, 2002 y Tamarit, 2000.

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je que desciende al 2% cuando los hechos tienen lugar en el ámbito familiar. De acuerdo con el análisis realizado por el Centro «Reina Sofía» para el Estudio de la Violencia245 sobre los delitos contra la libertad e indemnidad sexual comprensivo del periodo 2002 a 2006, realizado a partir de los datos proporcionados por el Ministerio del Interior, el número de delitos conocidos habría pasado de los 7423 en el año 2002 a los 8522 en el año 2006, lo que representa un incremento en dicho quinquenio del 14’81%. Las agresiones sexuales pasaron de 3749 denuncias en el año 2002 a 3949 de 2006, con una variación del 4,09%. Del total de agresiones sexuales, con penetración (violación) sólo fueron 1402 en el año 2002 y 1481 en 2006, con una variación del 5,63 %. Las violaciones representaron el 37’50 de las agresiones sexuales denunciadas en 2006. Los abusos sexuales experimentaron en el mismo período un aumento del 27’48%, desde los 1914 casos en 2002 a los 2440 hechos denunciados en 2006. Estas cifras son sensiblemente superiores a las que proporciona el Ministerio de Igualdad en su página web oficial246, aún cuando sus estadísticas las elabora a partir de los datos proporcionados también por el Ministerio del Interior. En la memoria anual247 que confecciona la Fiscalía General del Estado y en la que se refleja el número de procedimientos tramitados, se indica que en el año 2007 se siguieron un total de 11.357 diligencias previas por ilícitos contra la libertad e indemnidad sexual, suponiendo ello un 0,25% del total de los procedimientos de este tipo tramitados ese año. De ellas, el 80% corresponden a delitos de agresión o abuso sexual. Destaca, según el informe, el incremento de las investigaciones relacionadas con la pornografía infantil, aumento reflejado en las cifras correspondientes a los años 2005 a 2007: 135, 206 y 341 respectivamente, un incremento del 150% que se explicaría por la creciente preocupación de las autoridades por este tipo de actividades. En las encuestas de victimización aplicadas en España (Internacional Crime Victimization Survey) en los años 1996 y 2000, la tasa de victimización sexual en nuestro país resultó ser muy inferior a la media obtenida en el conjunto de los países en los que se aplicó, siendo en aquellos, en el primer caso, la tasa anual promedio del 2’7% - en España del 1,2% - y en el segundo, la tasa promedio fue de 1’7% y en España del 0’8 %. 245  246  247 

Se puede consultar en su página web; www.centroreinasofia.es www.inmujer.migualdad.es/mujer/mujeres/cifras/violencia/violencia_sexual.htm Memoria de la Fiscalía General del Estado, año 2008, pag. 214. www.fiscal.es

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El conjunto de cifras indican que la delincuencia sexual en España supone alrededor del 1% del conjunto de los delitos que se conocen; que adopta dos manifestaciones principales, las agresiones sexuales con penetración de mujeres (violación) y los abusos de menores.

2.3. La ecología del delito sexual. Especial referencia a la violación En los delitos contra la libertad e indemnidad sexual 85% de las víctimas son mujeres y en torno al 18% de los hechos se cometen por personas vinculadas familiarmente con la víctima. En el estudio que realizó Pulido Núñez y sus colegas, analizando 193 casos de violación ocurridos en la provincia de Alicante entre 1974 y 1985, se obtuvo como resultado que víctima y agresor suelen ser personas jóvenes, el 70% de las víctimas y el 66% de los autores tenían menos de 21 años. El 50% de los violadores eran desconocidos y el 20% parientes de la víctima. Los lugares más típicos en los que se cometían los ataques eran vehículos, casa del agresor, casa de la víctima, descampados y otros lugares públicos, y eran ejecutados durante la noche. En el 30% de los casos hubo más de un agresor. En el 48% de los casos no se utilizaron armas y en el 37 % la víctima sufrió lesiones de carácter leve. En poco más de la mitad de las ocasiones la víctima ofreció resistencia248. Garrido Genovés y sus asociados249 concluyeron en otra investigación en la que analizaron la actividad de 29 agresores sexuales de mujeres adultas, internos en prisiones de Cataluña que mayoritariamente las agresiones fueron ejecutadas por un único individuo, utilizando como instrumento principal de intimidación las armas blancas. Según Cohen250, el lugar de la violación suele ser el hogar de la víctima en un 33% de los casos, el 20% en la calle y el 20% en el coche u hogar del agresor. En un informe elaborado por el Cuerpo Nacional de Policía en Valencia (1997), el lugar más habitual de comisión de las agresiones fue el portal de la casa, siguiéndole en importancia el domicilio de la víctima. Además en el 80% de las ocasiones el atacante actuó de forma planificada251. 248 

Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» o. c., págs. 622 y 623. Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» o. c., pág. 624. 250  Leganés Gómez y Ortolá Botella; «Criminología Parte Especial» Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 1999, pág. 90 y 91. 251  Leganés Gómez y Ortolá Botella; «Criminología Parte Especial» o. c., pág. 91 249 

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2.4. Tendencias político-criminales en la lucha contra la delincuencia sexual A pesar de tratarse la delincuencia sexual de una modalidad delictiva de poco peso relativo en las tasas de criminalidad, el hecho de constituir un ataque a derechos básicos de los individuos y la grave alarma social que provoca, alentada por la gran repercusión que en los medios de comunicación tienen este tipo de actos, se ha traducido en una constante búsqueda de soluciones por parte de las autoridades políticas y científicos sociales para afrontar estas conductas. Las estrategias que en los países occidentales se han puesto en marcha hasta este momento varían desde el desarrollo de programas dirigidos al tratamiento de los delincuentes sexuales, el incremento de la duración de las penas privativas de libertad o la inocuización de este tipo de delincuentes y su inclusión en registros públicos. La aplicación de programas de tratamiento a los delincuentes sexuales es relativamente reciente y no generalizada en los países industrializados; llevándose a cabo sólo en algunos centros penitenciarios, resultando por tanto escasa la población reclusa tratada. Hay que añadir la voluntariedad de los tratamientos en una parte importante de estos países, reduciéndose así más la población reclusa destinataria de los programas. En todo caso, se ha comprobado la elevada correlación existente entre la variedad y cualidad de los programas y la motivación de los internos para participar. Paradójicamente, tanto la legislación internacional como la española252 instan a la puesta en marcha de programas para lograr la reinserción social de los penados y evitar su reincidencia. En España puede situarse el inicio de la aplicación de programas específicos para el tratamiento de delincuentes sexuales en el año 1996, en prisiones situadas en Cataluña, creándose poco después el primer programa, adaptado al contexto español, para el tratamiento de delincuentes sexuales, el Programa de Control de la Agresión Sexual (SAC)253 que comenzó a aplicarse en los centros penitenciarios de Quatre Camins y Brians y posteriormente se ha implantado en otros centros españoles. Los primeros 252 

Constitución Española de 1978, art. 25.2 «Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social ...» 253  Desarrollado por Garrido Y Beneyto, 1996, 1997, citado en Redondo Illescas (Coords.) «Delincuencia sexual y sociedad» Editorial Ariel, Barcelona, 2002; págs. 323-326 y en Soria Verde y Saiz Roca (Coords.) «Psicología Criminal», Editorial Pearson, Madrid, 2006, págs. 242 y 243.

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resultados apuntan hacia una reducción de la reincidencia de los agresores tratados del 4’1% frente al 18’2% de los internos no tratados (Redondo et al., 2005)254. El incremento de la duración de las penas privativas de libertad prevista en los ordenamientos penales ha sido otra de las vías utilizadas por los dirigentes políticos de los países de nuestro entorno cultural para luchar contra la delincuencia sexual y, en especial para hacer frente tanto a la cuestión en sí como a la presión de la opinión pública instigada por algunos medios de comunicación255 y colectivos sociales. El actual Código Penal español de 1995 preveía inicialmente penas privativas de libertad que para el caso de la figura básica de agresión sexual era 1 a 4 años de duración, para la agresión sexual con penetración (violación) de 6 a 12 años y para el tipo básico de los abusos sexuales, la pena de multa de 12 a 24 meses. Además, para el caso de las agresiones, en el art. 180 de este Código se contemplaba unas cualificaciones comunes a todas ellas que incrementaban las penas previstas de 4 a 10 años para las agresiones y de 12 a 15 años para la violación. En esta línea el Código Penal de 1995 ha sido reformado en varias ocasiones, destacando entre esta prolija actividad legislativa las reformas efectuadas mediante las leyes orgánicas 11/1999256, 14/1999, 15/2003 y 5/2010, que han acarreado la modificación de los tipos previstos inicialmente, la 254 

Redondo Illescas (Coord.); «Delincuencia sexual y sociedad» o.c., págs. 324-325 y Garrido Genovés y otros «Principios de Criminología» o. c., pág.635. 255  Al respecto puede consultarse, Soto Navarro «La influencia de los medios en la percepción social de la delincuencia» Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología, núm. 07, 2005, y Rechea Alberola y Fernández Molina «Los discursos sobre seguridad ciudadana y lucha contra la delincuencia en la prensa española» Centro de Investigación en Criminología de la Universidad de Castilla La Mancha, núm. 13, 2006. 256  La exposición de motivos de la L.O. 11/1999, de 30 de abril, de modificación del Título VII del Libro II del Código Penal, aprobado por Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, expone que la aprobación de una proposición no de ley, la existencia de una recomendación del Defensor del Pueblo de 1996, así como la adopción de una acción común en el seno del Consejo de la Unión Europea para la lucha contra la explotación sexual de los niños, determinó « al Estado español a modificar las normas contenidas en el Código Penal relativas a los delitos contra la libertad sexual, las cuales no responden adecuadamente, ni en la tipificación de las conductas ni en la conminación de las penas correspondientes, a las exigencias de la sociedad nacional e internacional en relación con la importancia de los bienes jurídicos en juego, que no se reducen a la expresada libertad sexual, ya que también se han de tener muy especialmente en cuenta los derechos inherentes a la dignidad de la persona humana, el derecho al libre desarrollo de la personalidad y la indemnidad o integridad sexual de los menores o incapaces ...»

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tipificación de nuevas conductas delictivas, la agravación de penas, la introducción de nuevas medidas de seguridad y la inclusión de un nuevo cómputo de los plazos de prescripción de estos delitos cuando las víctimas son menores de edad. A pesar de esta intensa actividad de nuestros legisladores no parece que esta vía haya agotado su recorrido. Hasta fechas muy recientes se tramitaba en las Cortes un anteproyecto de reforma del Código Penal257. La exposición de motivos de este anteproyecto mencionaba como origen de la reforma «el acaecimiento en los últimos tiempos de casos de especial gravedad258 ha provocado en la sociedad la reapertura del debate en torno a las respuestas jurídicas previstas para los delincuentes sexuales, en particular en aquellos supuestos en los que las víctimas son menores de edad». Además se justificaba la creación de una nueva pena accesoria «la libertad vigilada»259 257 

Anteproyecto de Ley Orgánica por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal de fecha 14 de noviembre de 2008. El anteproyecto ha sido aprobado, con las modificaciones propias de su paso por sede legislativa, como Ley Orgánica 5/2010 de modificación del Código Penal, publicada el 23 de junio, que entrará en vigor a los seis meses de su publicación. 258  El día 13 de enero de 2008 fue secuestrada y asesinada la menor «Mari Luz» en Huelva, presuntamente por Santiago del Valle, persona con varios antecedentes por delitos sexuales. El 23 de agosto de 2008 fue agredida sexualmente en Santander una niña de seis años por el denominado en los medios de comunicación como «Pederasta de Astillero» que había salido de la cárcel tres días antes de la agresión después de haber pasado los últimos 28 años de su vida entrando y saliendo de prisión por el cumplimiento de varias condenas por delitos sexuales. 259  La exposición de motivos del anteproyecto argumentaba la necesidad de crear esta pena accesoria con las siguientes palabras: «Si bien es cierto que la pena privativa de libertad cuenta entre sus fines el de satisfacer las exigencias de la prevención especial, no lo es menos que en numerosas ocasiones no logra responder plenamente a este objetivo. Esta situación destaca por su gravedad en los casos delincuentes sexuales y terroristas donde las características de los hechos revelan al mismo tiempo una especial peligrosidad por parte de los autores, y una gran dificultad en su tratamiento. Esta circunstancia hace necesaria la creación de una nueva pena accesoria, denominada «libertad vigilada» cuya confirmación estará adecuada a un fin principal, a saber: el de lograr la reinserción del sujeto a la sociedad». Por su parte, en el Preámbulo de la L.O. 5/2010 se argumenta para justificar su idoneidad como medida de seguridad que «La opción inocuizadora, que se traduciría en la prolongación ilimitada y/o indiscriminada de la privación de libertad choca obviamente con principios elementales del Derecho Penal que la Constitución ampara. Se hace necesario, por tanto, para tales casos de especial gravedad expresamente previstos, contemplar otras soluciones que, sin cejar en el esfuerzo rehabilitador que debe seguir inspirando el tratamiento penitenciario, permitan conciliar las referidas exigencias constitucionales con otros valores no menos dignos de tutela, como son la seguridad y la libertad del resto de los ciudadanos, potenciales víctimas del delincuente no rehabilitado que el sistema penitenciario devuelve a la sociedad».

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cuya duración sería de 10 a 20 años en los casos de delitos graves y de 1 a 10 años para los delitos menos graves. Incluía esta reforma la tipificación de las conductas sexuales que afectan a los menores de forma separada de la regulación propia para los adultos, aumentando las penas de las agresiones sexuales, se tipificaban nuevas conductas y se modificaba el art. 36 del código por lo que a partir de esta reforma cuando la pena de privación de libertad impuesta por delitos contra la libertad e indemnidad sexual sea superior a cinco años, la clasificación en el tercer grado260 de tratamiento penitenciario no podrá realizarse en ningún caso antes del cumplimiento de la mitad de la condena. El trámite parlamentario y subsiguiente aprobación del anteproyecto ha establecido de forma definitiva la media de seguridad denominada «libertad vigilada» que es definida en el art. 106. Su duración es de 5 a 10 años y se configura como una medida de seguridad que se impone en sentencia junto a la pena privativa de libertad para su ejecución posterior a la excarcelación. Esta figura de la «libertad vigilada», cuya finalidad es «proteger a la sociedad» del peligro que suponen los delincuentes sexuales reincidentes, es similar a otras existentes en países como Estados Unidos, Inglaterra, Suiza o Alemania261, si bien allí es de duración indeterminada. Otras medidas de reciente aplicación en países de nuestro entorno y que actualmente se encuentran a debate en la sociedad española262 son la denominada «castración química» y la creación de registros públicos. 260 

Según el art. 102.4 del Real Decreto 190/1996 de 9 de febrero por el que se aprobó el Reglamento Penitenciario la clasificación en el tercer grado «se aplicará a los internos que, por sus circunstancias personales y penitenciarias, estén capacitados para llevar a cabo un régimen de vida en semilibertad». 261  Mientras en el modelo español la «libertad vigilada» se configura como una pena accesoria que ha de ser impuesta por el juez o Tribunal en la Sentencia, que fijará su duración y se prevé la posibilidad de reducir esta pena o incluso dejarla sin efecto cuando exista un pronóstico positivo de reinserción, en los casos de EEUU, Inglaterra o Alemania su duración puede ser indeterminada en función del «pronóstico de peligrosidad» o incluso, en Suiza perpetua y sin posibilidad de revisión cuando el delincuente sea definido como extremadamente peligroso y no susceptible de tratamiento (medida pendiente de ratificación parlamentaria tras reforma constitucional aprobada por iniciativa popular). Véase Robles Planas «Sexual Predators» Estrategias y límites del Derecho penal de la peligrosidad. InDret, Revista para el Análisis del Derecho. Barcelona, octubre de 2007. www.indret.com 262  Especialmente en Cataluña, CC.AA. en la que la Generalitat ha impulsado la castración química como complemento a los cuidados psicológicos que reciben algunos presos de delitos sexuales durante los últimos años. Al respecto pueden consultarse diarios como El Pais y El Mundo (25-09-2008).

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La «castración química» está regulada legalmente en varios estados de los Estados Unidos y en Europa en los países escandinavos, además de Suiza, e inicia sus pasos en Gran Bretaña o Francia. La medida consiste en la administración de fármacos263 que reduzcan la producción de testosterona y repriman los impulsos sexuales, pudiendo ser suspendida en cualquier momento con lo que, en principio, desaparecen sus efectos físicos y psicológicos. Sobre la bondad de este tipo de tratamientos no existe un acuerdo generalizado, salvo en que parece que se muestra efectiva en los casos de criminalidad asociada a parafilias264. En conclusión, en estos momentos puede hablarse de que se trata de una vía en estudio de la que se subrayan una serie de inconvenientes, amén de otras consideraciones éticas y legales. En primer lugar que el tratamiento implica –esté o no así previsto en la legislación de cada país– la participación voluntaria del delincuente. Además, al tratarse de un tratamiento de duración indeterminada, exige un seguimiento de los pacientes, al menos en cuanto a la toma de la medicación, una vez que estos se encuentran en libertad. Por último, son numerosos los efectos secundarios que se han descrito (aumento de peso, disfunciones de la vesícula biliar, atrofia testicular, insomnio, ...), se desconocen los efectos que puede producir a largo plazo la ingesta de estos medicamentos y existe un importante riesgo para la salud si la dosificación es incorrecta. La creación de registros públicos ha sido puesta en funcionamiento en un importante número de Estados de los Estados Unidos. Con esta medida se informa a la comunidad de la ubicación exacta de aquellos delincuentes sexuales que, aún estando en libertad, son considerados peligrosos. En España no existen aunque sí se ha planteado la cuestión por algunos líderes políticos265 y asociaciones con ocasión de trágicos episodios de violencia doméstica. 263

Los compuestos químicos más utilizados son el Acetato de Medroxiprogesterona (MPA) – conocido comercialmente como Depo-Provera – y el Acetato de Cyproterona. 264 La «parafilia» es un trastorno de la inclinación sexual que se caracteriza por actos o fantasías sexuales intensas y recurrentes que suponen la presencia de objetos no humanos, el padecimiento y/o humillación propio o de la pareja, y niños u otras personas que no consienten. Desde el punto de vista criminológico tienen especial interés el exhibicionismo, sadismo-masoquismo, fetichismo, voyerismo y la pedofilia. 265 En España esta postura ha sido defendida con mayor repercusión en los medios de comunicación social por José Bono en su etapa de Presidente de la Junta de Castilla La Mancha, defendiendo la publicación de listas «de quienes maltratan a sus parejas» durante el Debate del Estado de la Región, entre otros momentos, del año 2000.

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3. EL DELINCUENTE SEXUAL 3.1. Perfil del agresor sexual Lograr un perfil del agresor sexual ha sido uno de los grandes objetivos de gran parte de los investigadores, desde aproximaciones psicológicas, criminológicas o sociológicas, por lo que abundan este tipo de estudios que participan todos de una realidad incuestionable: los sujetos pasivos de la labor científica son sujetos identificados por cumplir o haber cumplido condenas por este tipo de delitos pero existe un número desconocido de delincuentes sexuales que no han sido considerados en los mismos y por ello, sus resultados, hay que relativizarlos. Las características de los agresores sexuales más destacables y sobre las que existe mayor acuerdo científico, según distintas investigaciones266, son: •  En el 50 % de los casos son desconocidos para la víctima, 28 % conocidos y en un 20 % parientes. •  Aproximadamente en el 70 % de las agresiones actuó un solo individuo. •  En el 50 % de los ataques se utilizó la amenaza verbal como único instrumento de intimidación. •  La edad del agresor se sitúa habitualmente entre los 21 a 30 años de edad. La edad media de inicio de cumplimiento de la primera condena es 30 años y el final de la misma a los 40 años. •  En el 40 % de los agresores poseen antecedentes penales previos, tanto por delitos sexuales como contra la propiedad. •  La mayoría de los delincuentes sexuales están integrados laboralmente. •  En el 70 % de los casos el agresor no tenía pareja estable cuando cometió los hechos. •  La motivación fundamental para elegir a la víctima radicó en su indefensión. •  Suelen presentar antecedentes de consumo abusivo de drogas y/o alcohol. 266 

Llevadas a cabo, entre otros por Redondo Illescas (Coord.) «Delincuencia sexual y sociedad» o.c., págs. 324-325 y Garrido Genovés y otros «Principios de Criminología» o. c., pág.635.

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•  Del estudio de Redondo se desprende que tienen una elevada «tasa de especialización delictiva» (0’79 en escala de 0-1). •  Entre el 85 y el 95 % de los delincuentes sexuales identificados son varones y ningún grupo socioeconómico de hombres está exento del riesgo de cometer agresiones sexuales. •  Frecuentemente proceden de familias desestructuradas en las cuales hubo alcoholismo, abuso, violaciones o separaciones. Es decir, personas que han tenido experiencias difíciles en los primeros años de su vida. •  Suelen presentar problemas de tres tipos diferentes aunque interrelacionados: en su comportamiento sexual, en su conducta social más amplia y en su pensamiento, las denominadas «distorsiones cognitivas»267.

3.2. El origen de la delincuencia sexual Una parte importante de la investigación sobre los delincuentes sexuales se ha centrado en el estudio de su personalidad y conducta para conseguir explicar su comportamiento. Actualmente algunos investigadores defienden que el origen de la conducta del agresor sexual hay que situarlo en su incapacidad para conseguir intimidad y su poca habilidad para relacionarse, debido a haber tenido modelos inadecuados durante su desarrollo o carecer simplemente de ellos (Cáceres, 2001)268. Marshall (2001)269 considera que el origen de la delincuencia sexual se encuentra en la mezcla en un mismo sujeto de influencias biológicas (como el impulso sexual), de las experiencias de la infancia (modelos negativos que los hijos acaban reproduciendo al llegar a la edad adulta), del establecimiento del vínculo paterno-filiar (generándoles un patrón correcto o incorrecto de cómo relacionarse socialmente), de factores socio cultu267 

Las «distorsiones cognitivas» son errores valorativos que orientan su conducta sexual y les sirven para justificar sus acciones. En el caso de los agresores sexuales suelen tener por objeto a la mujer y su papel en la sociedad, sobre la sexualidad y sobre las normas sociales y legales acerca de lo que puede o no hacerse en el ámbito sexual. 268  Citado en Ortiz Tallo y otros; «Perfil psicológico de delincuentes sexuales. Un estudio clínico con MCMI-II de Th. Millon» en la Revista de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Barcelona, 2002, 29,3, págs. 144-153. 269  Citado en Redondo Illescas (Coord.); «Delincuencia sexual y sociedad» o.c., págs. 46-47 y Soria Verde y Saiz Roca, D. (Coords.); «Psicología Criminal» o.c., pág. 322.

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rales (medios de comunicación, conceptos sociales muy arraigados, etc.), de experiencias de la juventud (inicios en la sexualidad, primeros contactos sociales) y la desinhibición/oportunidad (que se genere la circunstancia de delinquir y estar «preparado» para ello). Con anterioridad, Marshall presentó junto a Barberee (1989)270 un modelo comprehensivo de la agresión sexual, analizando: 1. Aspectos biológicos: Para comprender la agresión sexual hay que considerar la existencia de dos hechos biológicos esenciales; en primer lugar, la semejanza entre los mediadores neuronales y hormonales responsables de la conducta sexual y de la agresiva. En segundo lugar, la relativa inespecificidad del impulso sexual innato, que nos obliga a aprender a seleccionar las parejas sexuales apropiadas, que en el caso del adulto, ha de implicar a otro adulto que consienta la relación. Por tanto una conducta sexual adecuada exige del individuo la inhibición de las tendencias agresivas y la selección adecuada de la pareja. 2. El fracaso de la inhibición: La respuesta a la cuestión de por qué algunos individuos sucumben ante los estímulos provocadores y otros no, se encuentra en la existencia de una serie de factores que explican el menor aprendizaje inhibitorio de los violadores: pobres modelos educativos paternos, disciplina severa e inconsistente, padres agresivos y alcohólicos, abuso físico y sexual sufrido en la niñez, ... Estas experiencias les hacen menos empáticos con el sufrimiento de los demás. 3. Las actitudes socio-culturales: Los jóvenes que han crecido en un entorno difícil con una deficiente socialización tienen que enfrentarse a normas culturales que apoyan la violencia como un cauce adecuado de expresión. 4. La pornografía: La pornografía desinhibe la actividad conducente a la violación al transmitir mensajes de poder y dominio sobre las mujeres; contenidos a los que son especialmente vulnerables los individuos con socialización deficiente. En las investigaciones sobre los adultos que abusan sexualmente de menores esta idea se ha corroborado, al conocerse que en muchos casos, además de haber sido víctimas de abuso sexual habían sido expuestos a la pornografía. 270 

Citados por Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» o. c., pág. 614-

617.

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5. Circunstancias próximas: La existencia de determinados factores ayudan al desencadenamiento de conductas sexuales agresivas. Identificaban entre estos factores la intoxicación etílica, reacciones de cólera, el sostenimiento prolongado de una situación de estrés o una activación sexual previa. 6. Distorsiones cognitivas: Las distorsiones cognitivas ayudan a superar los controles internos de la agresión sexual. 7. Circunstancias oportunas: Hace referencia a la disponibilidad de víctimas sin la existencia de riesgo de detección o castigo. Para estos autores una vez que se produzca el primer ataque, los delitos siguientes se cometerán con mayor facilidad, especialmente si las experiencias fueron reforzantes para el individuo y no hubo castigo. También se produce un incremento en la violencia de los ataques al aumentar progresivamente la desensibilización del agresor.

3.3. Tipologías de agresores sexuales En el afán por hallar respuestas para comprender algunos aspectos del comportamiento de los delincuentes sexuales los investigadores han clasificado sus conductas realizando distintas tipologías. Entre ellas destacan las desarrolladas por los siguientes autores: Cohen271 y sus colegas (1971) identificaron cuatro grupos de violadores: el violador de agresión desplazada, el violador compensatorio, el violador sexual-agresivo y el violador impulsivo; atribuyéndoles las siguientes características: •  Violador de agresión desplazada, la violación tiene el sentido de agraviar y humillar a la víctima, empleando con frecuencia el sadismo. •  Violador compensatorio, la motivación fundamental es demostrar a la víctima su competencia sexual para compensar su desajuste social. •  Violador sexual-agresivo, la excitación sexual sólo la consigue inflingiendo daño a la víctima. •  Violador impulsivo, la agresión es consecuencia de una oportunidad. 271 

nés

Según Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» o.c., pág 619 y LegaGómez y Ortolá Botella; «Criminología Parte Especial» o. c. págs. 82-83.

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Groth272 y sus asociados (1979) realizaron una clasificación tras determinar la existencia de tres elementos básicos en la conducta de los agresores sexuales: odio, poder y sexualidad. De la interrelación de estos factores y la intensidad con que los expresan el poder o el odio se derivan dos grandes patrones básicos de conducta sexual agresiva, el violador de poder y el violador-odio que se subdividen a su vez respectivamente en otros dos. En el violador de poder-asertivo y el violador de poder-asegurado, el primero de los tipos y en violador odio-castigo y violador odio-excitación, el segundo. •  Violador de poder: El agresor persigue ejercer poder y control, teniendo como meta de su agresión la «conquista» para lo que suele raptar, atar o dejar indefensa a la víctima. La agresión es premeditada y precedida de fantasías sexuales en las que su víctima, pese a mostrar resistencia inicial, en realidad anhela la relación sexual, rindiéndose al final a sus encantos. Vive la agresión con ansiedad, excitación y placer anticipado, presentando en ocasiones impotencia o eyaculación precoz. Después de agredir no se siente reafirmado por lo que sus ataques se vuelven repetitivos y compulsivos.    Los violadores de este tipo se subdividen a su vez en otros dos grupos según su meta sea la «aserción» o la «reafirmación». •  Violador de poder-asertivo: La violación es una expresión de su virilidad y dominio sobre el sexo femenino, reflejo de su inadecuación social, en términos de identidad y afectividad. •  Violador de poder-reasegurado: Con la violación intenta solventar las dudas que tiene sobre su adecuación sexual y su masculinidad. •  Violador odio: Se caracteriza por el uso desproporcionado de la violencia. Utiliza más fuerza de la necesaria para someter a sus víctimas y con ello expresa su ira, rabia, desprecio y odio, agrediéndolas además sexualmente y obligándoles a realizar otros actos degradantes. Su meta es pues descargar su rabia sobre las víctimas para desquitarse de los padecimientos que entiende que le han ocasionado otras mujeres. El acto sexual no le es gratificante, presentando por ello en ocasiones disfunción eréctil y aneyaculación. Sus relaciones con el sexo femenino han sido siempre conflictivas. Sus violaciones suelen ser episódicas y esporádicas, coincidiendo con algún conflicto con otras mujeres. En su modus operandi destaca, además de la agresividad desproporcionada, la inmovilización a que suele someter a sus 272 

Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» o.c., págs 618-619 y Soria Verde y Saiz Roca, D. (Coords.); «Psicología Criminal» o. c. págs. 379-382.

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víctimas, la utilización de lenguaje agresivo y la ejecución de actos de perversión sexual. Este tipo de violadores es subdividido por los autores en otros dos subgrupos: •  Violador odio-castigo: La motivación de sus actos es la venganza, persiguiendo la degradación y humillación de la mujer; la violación es una manifestación de su rabia y hostilidad hacia el sexo femenino. •  Violador odio-excitación: La meta es castigar, torturar y hacer sufrir a la víctima, encontrando en ello placer y excitación. Es sádico. Knight y Prentky273 (1990) desarrollaron un modelo denominado «Massachussets Treatment Center: Rapist Tipology 3». (MTC:R3) Este modelo clasifica a los violadores en cuatro categorías, en función de la motivación primaria para violar, en: oportunista, intensamente enojado, sexual y vengativo. •  Violador oportunista: La violación es un acto impulsivo derivado de factores situacionales y no por la existencia de fantasías sexuales o por odio específico a las mujeres. Es un tipo más de comportamiento antisocial en su vida. •  Violador intensamente enojado: La motivación primaria es la disconformidad con su vida. Su historial personal es agresivo y antisocial. Sus agresiones sexuales se caracterizan por la agresividad y el daño físico y sufrimiento de las víctimas. •  Violador sexual: Su conducta está mediada por una gran preocupación sobre Su competencia sexual. Distinguen dos subtipos, el sádico y el no sádico. En el primero la preocupación sexual está distorsionada por la fusión de elementos sexuales y agresivos, mientras que en el segundo sólo por la presencia de intensos sentimientos de inadecuación. •  Violador vengativo: La motivación principal es su exclusiva rabia misógina, lo que les diferencia del violador oportunista. La satisfacción sexual no es importante. En sus ataques persigue dañar a la mujer, degradarla, denigrarla y humillarla. 273 

Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» o.c., págs. 619-621 y Soria Verde y Saiz Roca, D. (Coords.), «Psicología Criminal» o. c. págs. 382-383.

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Scully274 (1991), caracterizó la violación como un delito de «bajo riesgo y alto rendimiento», estudiando los motivos que llevan al delincuente sexual a cometer el delito. No persiguió una tipología de los violadores en función de su personalidad. Trató de hacer una clasificación de las situaciones donde un potencial autor se encuentra con la víctima, distinguiendo cinco situaciones: •  Con la violación se satisface el deseo un deseo de venganza o castigo que se dirige contra una mujer concreta, o contra mujeres en general. •  La violación es un valor añadido, una oportunidad que se presenta mientras se comete el delito. •  La violación es una medida para conseguir el acto sexual cuando, en una situación dada, la mujer no quiere. •  La violación se presenta como una oportunidad de gozar de poder controlando el cuerpo de la mujer. •  La violación puede ser una actividad recreativa y de aventura para algunos hombres. Canter y sus colegas275 (2003), realizaron una investigación centrada en el comportamiento del violador según las narraciones de las víctimas después de estudiar 66 violaciones durante el año 1989. Concluyeron que el tema central que subyacía en la violación era el tratamiento de la víctima como un objeto impersonal e identificó cinco patrones distintos en los actos de violación: intimidad, sexualidad, violencia, tratamiento impersonal de la víctima y comportamientos criminales asociados a la agresión sexual. En el estudio, estos últimos autores identificaron variables de alta frecuencia que en el caso de la violación perpetrada por un extraño son: violación vaginal y ataque sorpresa. Establecieron también la presencia de otras variables que hacen posible identificar diversos tipos de violaciones en las que predomina algún comportamiento: hostilidad, control, robo e implicación. •  Hostilidad: Incluye nueve tipos de acciones. Seis de ellas enfatizan lo que se define como estilo agresivo: rasgar las ropas, violencia múltiple, violencia sola, sexo anal, rebajar a la víctima y violencia verbal. 274  275 

Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» o.c., págs. 621-622. Soria Verde y Saiz Roca, D. (Coords.); «Psicología Criminal» o. c. págs. 383-385.

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La agresión y la hostilidad están implícitas en las acciones que reflejan que la víctima es obligada a participar activamente: felación, forzar a la víctima a realizar comentarios sexuales, … •  Control: Indica la existencia de seis variables que demuestran el control sobre la víctima: atar a la víctima, amordazarla, amenazarla, utilizar armas, … •  Robo: La agresión sexual es un delito secundario que nace de la oportunidad del delito primario, el robo. Se incluyen comportamientos centrados en la sustracción de objetos de la víctima. •  Implicación: El agresor intenta alcanzar alguna intimidad con la víctima, identificándose como comportamientos característicos: la realización de comentarios sexuales por el violador, hacer cumplidos a la víctima, identificar a la víctima, besarla, hacerle cunnilingus e implicarse en conocer a la víctima.

3.4. La reincidencia de los delincuentes sexuales La repugnancia de los delitos sexuales y la grave alarma social que provocan se ve aumentada cuando el delincuente ha cometido previamente hechos similares. Esta reincidencia ha sido esgrimida habitualmente como la justificación para la adopción de decisiones político-criminales consistentes en la reforma de los códigos penales y de las penas y medidas de seguridad previstas en los ordenamientos jurídicos de los países occidentales, como si fuese una característica diferenciadora de los delincuentes sexuales. Por estos motivos y por la necesidad de adoptar diversas decisiones relacionadas con el cumplimiento de condenas o la aplicación de tratamientos a autores de este tipo de delitos las tareas de predicción del riesgo de reincidencia se han constituido en esenciales. Esta predicción del riesgo de reincidencia ha sido el objeto central de trabajo de varios grupos de científicos que han intentado cuantificar la reincidencia real de los delincuentes sexuales y por qué unos reinciden y otros no. En general hay acuerdo en establecer que la reincidencia de los agresores sexuales es menor que la de otros tipos de delincuentes, situándose en un 13’7% cuando se alude a reincidencia exclusivamente sexual (Hanson y

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Morton-Bourgeon, 2004)276. Los delincuentes sexuales persistentes reinciden entre el 35 al 75 % (Marsahll et al., 1991; Lösell, 2002 y Redondo, 2002)277. Al parecer la frecuencia de los delitos y la probabilidad de reincidir está fuertemente relacionada con el tipo de víctima y los vínculos de ésta con su agresor. Las tasas más bajas de reincidencia las presentan aquellos delincuentes sexuales que abusan de sus hijas y no ha tenido otras víctimas. Los que agraden a niñas o mujeres fuera de la familia presentan tasas intermedias de reincidencia278. Por el contrario, actualmente hay consenso entre los investigadores en afirmar que los delincuentes sexuales que presentan mayores tasas de reincidencia son los agresores de niños extrafamiliares (pedófilos homosexuales) (Garri279 do, 2008; Simon, 2000; Soothill, Francis, Sanderson y Ackerley, 2000) . Para responder a la pregunta de por qué unos delincuentes sexuales reinciden y otros no, se ha investigado la existencia de diferencias significativas entre ambos grupos. Groth et al. (1981)280, identificaron de una serie de indicadores que están asociados a un riesgo elevado de reincidencia: •  El delito incluyó violencia y puso en riesgo físico a la víctima. •  Hubo acciones excéntricas constituyendo rituales. •  Ser reincidente con anterioridad. •  Existe evidencia de psicopatología. •  El sujeto no reconoce el delito y no está motivado por el tratamiento. •  Tiene unos recursos personales deficientes (esto es, muestra graves déficits sociales y excesivo aislamiento, o pobreza extrema) Sobre una muestra de 123 agresores sexuales condenados establecieron los perfiles a los que responden los agresores sexuales no reincidentes y reincidentes que se detallan en el cuadro 1281: 276 

Soler Iglesias, C. y otros; «Delitos sexuales y reincidencia» Generalitat de Catalunya. Centre d’Etudis Juridics i Formació Especialitzada, febrero de 2009, pág. 23. 277  Estudios citados por Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» o.c., pág. 631. 278  Soler Iglesias, C. y otros; «Delitos sexuales y reincidencia» o. c., pág. 24. 279  Según se expone en Redondo Illescas (Coord.); «Delincuencia sexual y sociedad» o.c., pág. 43. 280  Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» o.c., pág. 631. 281  Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología» o.c., pág. 634. Dicho cuadro ha sido tomado como fuente del trabajo de Redondo y otros «Estudi comparatiu dels sistemes penitenciaris europeus encarregat pel Síndic de Greuges» o.c.

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Perfil de los no-reincidentes

Perfil de los reincidentes

Cometieron su primer delito sexual condenado en torno a los 34 años

Cometieron su primer delito sexual condenado en torno a los 25 años

Han sido condenados por 1-2 delitos sexuales y 3 delitos en total.

Han sido condenados por 4 delitos sexuales y unos 7 en total

Su carrera criminal previa ha durado en torno a 3 años

Su carrera criminal previa ha durado alrededor de 9 años

3/4 partes han ingresado una sola vez en prisión y han estado recluidos dura nte 5,5 años

Han ingresado varias veces en prisión y han estado recluidos durante 8 años

Salen mayores de prisión, alrededor de 40 años

Salen más jóvenes de prisión, alrededor de los 33 años

La mayoría ha tenido trayectorias laborales estables

Más de la mitad ha tenido trayectorias laborales inestables

Alrededor del 60% tiene hijos

Menos del 40% tiene hijos

Suelen abusar del alcohol

Suelen abusar del alcohol, pero 1/3 consumen preferentemente otras drogas

Sus víctimas han sido tanto chicas mayores como menores de 14 años y en la mitad de los casos conocidas previamente

Sus víctimas son chicas mayores de 14 años desconocidas

Psicopatía (PCL): 1/5 parte de ellos puntúan en el Factor II (conducta antisocial) y un 3,7% tiene perfil psicopático

Psicopatía: más de 1/2 puntúan en el Factor II (conducta antisocial) y un 38,5% tiene perfil psicopático

Riesgo: puntúan más bajo en todos los ítems: Distintas víctimas –  Parafilias –  Bajos recursos personales –  Excitabilidad sexual desviada –  Estilo de vida inestable –  Su puntuación total de riesgo es 13’19

Riesgo: puntúan más alto en todos los ítems: –  Distintas víctimas –  Parafilias –  Bajos recursos personales –  Excitabilidad sexual desviada –  Estilo de vida inestable –  Su puntuación total de riesgo es 45’07

El 46’5% ha recibido tratamiento

El 14’3% ha recibido tratamiento

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La conclusión fundamental de esta investigación es la presencia de unos factores de riesgo estáticos o inmodificables, en el caso de los sujetos reincidentes, que constituyen aspectos de la personalidad del agresor sexual o de su experiencia, que no pueden ser alterados por el tratamiento por corresponder a su pasado. Los tratamientos producirán efectos positivos en la modificación, mediante intervenciones apropiadas, de los factores de riesgo dinámicos consistentes en hábitos, valores, cogniciones, bajo estatus económico y social, bajo autocontrol, ... El riesgo de reincidencia va a depender de los factores de riesgo que confluyan en cada individuo.

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Capítulo X La víctima en las agresiones sexuales Marcelino Gil García

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1. LA VÍCTIMA 1.1.  La víctima adulta en las agresiones sexuales La víctima de una agresión sexual percibe el hecho como un ataque a su integridad física y psicológica más que como una afrenta sexual. La vejación de su personalidad es el elemento que más se destaca en sus narraciones de los hechos y la cantidad de sufrimiento físico y psíquico que refieren viene determinado por el grado de violencia físico y psíquico padecido. Las víctimas de agresiones sexuales son mayoritariamente mujeres, generalmente jóvenes de 16 a 30 años, edades en las que existe una mayor vulnerabilidad derivada del atractivo físico y de su mayor exposición a situaciones de riesgo por su tipo de vida (mayor número de salidas por ocio, estudios o trabajo que en otras fases vitales) así como por una menor presencia de desconfianza hacia el entorno. La presencia de trastornos mentales y de personalidad, el consumo abusivo de alcohol y drogas, así como la deficiencia mental son, igualmente, importantes factores de riesgo. Las agredidas presentan con frecuencia sentimientos de vergüenza, en mayor medida si los agresores sexuales son personas conocidas o cuando la violación tiene lugar en el ámbito de una relación de pareja282. Otra característica de este tipo de víctimas es la aparición de sentimientos de culpa, referidos a su conducta antes, durante o después de la agresión, inducidos socialmente en parte. Esta culpabilidad se incrementa cuando los agresores son personas conocidas al atribuirse la víctima un exceso de confianza. La respuesta de las víctimas ante la agresión no es uniforme y puede oscilar desde una reacción de sobresalto por lo inesperado del hecho, cuyas manifestaciones más comunes pueden ser la huída, la petición de auxilio y la defen282 

Pérez y Borrás (1996); citados en Echeburúa «Superar un trauma», Editorial Pirámide, Madrid, 2004, pág. 58.

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sa física u oral, o una reacción de sobrecogimiento, instintiva, que se concreta en una ausencia de movimiento y, en ocasiones, de expresión verbal.

1.2. Consecuencias psicológicas de las agresiones sexuales Según Echeburúa283 las principales consecuencias psicológicas en la víctima de agresiones sexuales son: •  A corto plazo: Quejas físicas, alteraciones del apetito, trastornos del sueño y pesadillas, desánimo, ansiedad y miedo generalizado, así como tendencia al aislamiento. El resultado de esto es una conducta desorganizada y dificultad para retomar la vida cotidiana. •  A medio plazo: Depresión, pérdida de autoestima, dificultades en la relación social y disfunciones sexuales, así como temores diversos. A ello se añade la aparición de miedos ligados a los estímulos que relaciona con la agresión, situaciones de vulnerabilidad o por su relación directa con el hecho traumático. •  A largo plazo: Irritabilidad, desconfianza, alerta excesiva, embotamiento afectivo, disfunciones sexuales y capacidad disminuida para disfrutar de la vida, lo que dificulta el establecimiento de relaciones de pareja. La recuperación psicológica de la víctima tendrá un mejor pronóstico si se reincorpora con prontitud a su vida cotidiana y recupera sus hábitos laborales y sociales anteriores a la agresión.

1.3. Las víctimas sexuales en la legislación española Las víctimas de los delitos han sido tradicionalmente olvidadas en los sistemas legales europeos284, situación que ha sido y, aún hoy en ocasiones, 283 

Echeburúa; «Superar un trauma» o.c., págs. 60 y 61. La exposición de motivos de la Ley 35/1995, de 11 de diciembre, de ayuda y asistencia a las víctimas de delitos violentos y contra la libertad sexual, refrenda esta afirmación en sus primeros párrafos en los que textualmente se consigna: «La víctima del delito ha padecido un cierto abandono desde que el sistema sustituyó la venganza privada por una intervención pública e institucional, ecuánime y desapasionada, para resolver los conflictos generados por la infracción penal. Pero, desde una perspectiva más global, la pretensión punitiva del Estado debe acercarse al problema social y comunitario en que el delito consiste para prevenirlo y recuperar al infractor, desde luego, pero además, para reparar en lo posible el daño padecido por la víctima. 284 

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es especialmente grave al producir en ellas daños añadidos al padecido con la comisión del delito, configurándose así lo que ha dado en denominarse victimización secundaria285 tras su entrada en contacto con el complejo aparato burocrático judicial y policial. En las últimas décadas los Estados de nuestro entorno, conscientes de esta realidad y acuciados por la opinión pública a través de las corrientes de opinión creadas por los medios de comunicación y diversas organizaciones cívicas, han elaborado diversas normas para garantizar la protección, atención e información a las víctimas. La entrada en vigor en 1988 del Convenio número 116, del Consejo de Europa, de 24 de noviembre de 1983, sobre la indemnización a las víctimas de delitos violentos así como la redacción de la Recomendación del 28 de junio de 1985 del Comité de Ministros del Consejo de Europa, sobre la posición de la víctima en el marco del derecho penal y del proceso penal, se sitúan como precedentes de la normativa española de asistencia a las víctimas cuya máxima expresión fue la aprobación de la Ley 35/1995, de 11 de diciembre, de Ayuda y Asistencia a las Víctimas de Delitos Violentos y contra la Libertad Sexual286. La Ley 35/1995 regula, por una parte, las ayudas de contenido económico a las víctimas de delitos violentos y, por otra parte, la asistencia a las víctimas de todo tipo de delitos violentos cometidos en España, cuyo resultado sea la muerte, lesiones corporales graves o daños graves287 en la salud física o mental. En muchas ocasiones, el abandono social de la víctima a su suerte tras el delito, su etiquetamiento, la falta de apoyo psicológico, la misma intervención en el proceso, las presiones a que se ve sometida, la necesidad de revivir el delito a través del juicio oral, los riesgos que genera su participación en el mismo, etc., producen efectos tan dolorosos para la víctima como los que directamente se derivan del delito.» 285  El término victimización secundaria fue acuñado por Khüne para referirse a todas las agresiones psíquicas (no deliberadas) que la víctima recibe en su relación con los profesionales de los servicios sanitarios, policiales, o de la judicatura (interrogatorios, reconstrucción de los hechos, asistencia a juicios…) Véase en este sentido, Echeburúa «Superar un trauma» o.c., págs. 37-40; Soria Verde Y Saiz Roca, D. (Coords.), «Psicología Criminal» o.c., pág. 256. 286  Publicada en el Boletín Oficial del Estado número 296, de 12 de diciembre de 1995, y modificada con posterioridad por las Leyes 13/1996 y 38/1998. Ley desarrollada por el Real Decreto 738/1997, de 23 de mayo por el que se aprueba el Reglamento de Ayudas a las Víctimas de Delitos Violentos y contra la Libertad Sexual. 287  El art. 4 de la Ley define las lesiones graves como «aquellas que menoscaben la integridad corporal o la salud física o mental y que incapaciten con carácter temporal o permanente a la persona que las hubiera sufrido».

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De particular interés es, desde el punto de vista asistencial y policial, el Capítulo II, sobre «Asistencia a las víctimas», en el que se establecen los deberes de información que obligan a todos los funcionarios públicos que intervengan en la investigación de este tipo de hechos. Los beneficiarios potenciales de la Ley se ampliaron con la decisión marco del Consejo de la Unión Europea de 15 de marzo de 2001, relativa al estatuto de la víctima en el proceso penal al hacer extensivos presupuestos similares a los contemplados en la Ley 35/1995 a las víctimas de hechos cometidos en cualquier país miembro. En esta decisión marco se recomienda a los Estados la aproximación de sus legislaciones para «realizar el objetivo de ofrecer a las víctimas de delitos un elevado nivel de protección, con independencia del Estado miembro en que se encuentren» a la vez que hace un llamamiento para «concebir y tratar las necesidades de la víctima de forma integral y articulada» para evitar la victimización secundaria.

2.  LOS DELITOS SEXUALES COMETIDOS SOBRE MENORES Si bien desde el punto de vista penal es fácil establecer qué conductas son reprobables, pues vienen determinados por unos tipos que las delimitan, desde el punto de vista científico no existe acuerdo en qué se entiende por abuso sexual infantil288. Los delitos sexuales cometidos sobre menores han sido tradicionalmente olvidados por la comunidad científica en el estudio de los fenóme288 

Garrido Genovés y Redondo Illescas; «Manual de Criminología Aplicada», Editorial Jurídicas Cuyo, Mendoza, Argentina, 1997, pág. 477, al citar a López Sánchez y Del Campo Sánchez, apuntan: «Desde nuestro punto de vista, los abusos sexuales deben ser definidos a partir de dos grandes conceptos, el de coerción y el de asimetría de edad. La coerción (con fuerza física, presión o engaño) debe ser considerada, por si mismo, criterio suficiente para que una conducta sea etiquetada de abuso sexual de un menor, independientemente de la edad del agresor. La asimetría de edad impide la verdadera libertad de decisión y hace imposible una actividad sexual común, ya que los participantes tienen experiencias, grado de madurez biológica y expectativas muy diferentes. Esta asimetría supone, en sí misma, un poder que vicia toda posibilidad de relación igualitaria. Por consiguiente, consideramos que siempre que exista coerción o asimetría de edad (o ambas cosas a la vez) en el sentido propuesto, entre una persona menor y cualquier otra, las conductas sexuales deben de ser consideradas abusivas. Este concepto tiene la ventaja de incluir también las agresiones sexuales que cometen unos menores sobre otros. Aspecto que es muy importante tener en consideración, porque en algunas sociedades se ha podido comprobar que el 20% de las violaciones las realizan menores de edad y que casi el 50% de los agresores cometen su primer abuso antes de los 16 años.»

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nos criminales. Las razones tal vez haya que buscarlas en el desconocimiento de la incidencia real del problema, en su histórica escasa trascendencia social y en la moralidad imperante en nuestras sociedades en siglos pasados. Hasta la década de los años ochenta del pasado siglo no puede hablarse de una preocupación criminológica respaldada con investigaciones, impulsadas por el aumento de la incidencia de este tipo de conductas delictivas y por el reconocimiento de los derechos del niño y la protección de la infancia289. En la legislación penal española esta corriente tuvo su reflejo más significativo en la reforma del Código Penal de 1995 realizada mediante la Ley Orgánica 11/1999 que, entre otros aspectos, supuso la introducción del bien jurídico de la «indemnidad sexual» al considerarse que las agresiones a la sexualidad de los menores atenta especialmente contra su desarrollo sexual.

2.1. Prevalencia290 Según López (1995)291, el 18,9% de los adultos españoles habían sufrido abusos sexuales en su infancia, de los cuales el 22,5% eran mujeres y el 289 

De especial significación son la Declaración de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1959 y la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (1989). En particular, el artículo 34 de esta última cuyo contenido literal es el siguiente: «Los Estados Partes se comprometen a proteger al niño contra todas las formas de explotación y abusos sexuales. Con este fin, los Estados Partes tomarán, en particular, todas las medidas de carácter nacional, bilateral y multilateral que sean necesarias para impedir: a) La incitación o la coacción para que un niño se dedique a cualquier actividad sexual ilegal; b) La explotación del niño en la prostitución u otras prácticas sexuales ilegales; c) La explotación del niño en espectáculos o materiales pornográficos.» 290  Número de personas adultas que manifiestan haber sido objeto de abusos sexuales en la infancia. Para muchos investigadores es difícil establecer la «incidencia» real de este tipo de delitos al tratarse de actos cometidos sobre víctimas que o bien no perciben la agresión como tal, o no denuncian por su corta edad o por ser víctimas de seres conocidos. Por otra parte, la utilización de la prevalencia como estrategia para conocer el alcance del problema también ha sido puesta en duda por los errores de memoria, la distorsión que puede provocar pasado un tiempo o por la ausencia de recuerdos en algunos casos por la temprana edad a la que acontecieron los hechos. 291  Este autor es citado por Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología», o.c., pág. 732.

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15,2% hombres. La investigación internacional concluye que España es junto con EEUU el país en el que se constatan los porcentajes más elevados de abusos sexuales a menores292. Se puede concluir por tanto que aproximadamente entre el 20-25% de las mujeres y el 10-15% de los hombres han padecido abusos sexuales. Lo alarmante de estas cifras puede atemperarse si se tiene en cuenta que otras investigaciones apuntan a que menos del 6% de estos abusos sexuales pueden considerarse significativos para la víctima por su severidad, incluyéndose entre estos últimos aquellos que implican contacto físico, la víctima es menor de 13 años, el agresor un familiar o persona próxima y se había dado en al menos dos ocasiones293.

2.2. Perfil del agresor sexual de menores Los estudios más recientes describen a este delincuente como una persona del entorno de la víctima, siendo más grave el delito cuanto mayor es esta proximidad; mayoritariamente son hombres maduros cuya edad media se sitúa en los 35 años, de cualquier clase social aún cuando aquellos que poseen mayores recursos económicos tienden a frecuentar redes de prostitución infantiles o a realizar turismo sexual294. Suelen estar socialmente integrados, ser casados y en general no dañan físicamente al menor. En cuanto a su conducta delictiva anterior sólo un 8% de los agresores infantiles carecía de antecedentes penales por otros delitos295, salvo en el caso de los pedófilos en el que existe mayoritariamente una ausencia de antecedentes delictivos de naturaleza no sexual296. Las estrategias que los agresores utilizan para la comisión del delito son el engaño mediante el camuflaje con sueños o la realización de pactos secretos, el regalo de objetos y el uso de la violencia física. En ocasiones se produ292 

De acuerdo a lo afirmado por Finkelhor (1999), citado por Garrido Genovés y otros, «Principios de Criminología», o.c., pág. 610. 293  De Paul y otros; «Recuerdos de maltrato infantil en maltratadores y potencial de maltrato en víctimas de maltrato físico y abuso sexual». Psicothema, vol. 14 nº 1, 53-62, 2002. 294  Según un informe de la organización Save the Children (2004), España es uno de los países de mayor procedencia de los turistas sexuales, cuyo destino suele ser países en vías de desarrollo del sudeste asiático, Latinoamérica y el Caribe. 295  Soria Verde y Saiz Roca, D. (Coords.); «Psicología Criminal» o. c., pág. 376, al citar a Mair 1993. 296  Soria Verde y Saiz Roca, D. (Coords.); «Psicología Criminal» o. c., pág. 376, al citar a Holmes (1991)

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ce un largo proceso previo de preparación durante el cual el agresor busca conseguir la confianza del menor. En este orden de cosas suele ser más normal que la violencia física se emplee más sobre las niñas que sobre los niños. La pedofilia297 no está presente mayoritariamente en todos los agresores sexuales de menores. Otros desajustes emocionales como altos niveles de estrés, déficit de habilidades sociales o problemas afectivos subyacen en un porcentaje importante en este tipo de conductas.

2.3. Las víctimas, su perfil y consecuencias que experimentan Las literatura apunta a que el perfil de la víctima es el de una niña de 6 a 15 años, con un pico que se sitúa entre los 12 a 15 años, de cualquier clase social aún cuando existe mayor riesgo si pertenece a una familia en la que se producen malos tratos físicos o psíquicos. También se ha identificado a los menores con discapacidades intelectuales como grupo de mayor riesgo. Según diversas investigaciones298, los tipos de abusos sexuales más frecuentes son los tocamientos o caricias que alcanza porcentajes del 40% de los casos. El coito anal o vaginal se sitúa entre el 5 al 10% de los casos. El hecho de que este tipo de agresiones suelen ser muy repetitivas, aumenta el riesgo de alteraciones psíquicas y conductuales en la víctima. Echeburúa299 han establecido las siguientes repercusiones psicológicas en los menores.

3. DELINCUENCIA SEXUAL Y ACTUACIÓN POLICIAL Pese a la gravedad de este tipo de hechos no existe, a nivel estatal, un protocolo concreto y único de actuación300 para guiar la actividad de los 297 

Parafilia consistente en la excitación o placer sexual que se obtiene a través de actividades o fantasías sexuales con niños. 298  Soria Verde y Saiz Roca, D. (Coords.); «Psicología Criminal», pág. 375, al citar a López y sus colegas (1995), Calle (1995), Garrido y asociados (1995), Lameiras (2002); también en Garrido Genovés y otros; «Principios de Criminología», o.c., págs. 732 y 735 y por Echeburúa «Superar un trauma» o.c., pág. 64. 299  Echeburúa; «Superar un trauma» o.c., pág. 65. 300  Por el contrario, a título de ejemplo, si se han establecido diversas directrices para la actuación en los casos de violencia de género: Resolución de 28 de junio de 2005 de la Secretaría de Estado de Seguridad, el Proto-

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Tipo de efectos

Físicos

Conductuales

Emocionales

Sexuales

Sociales

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Síntomas

Período evolutivo

Problemas de sueño (pesadillas)

Infancia y adolescencia

Cambios en los hábitos de comida

Infancia y adolescencia

Pérdida de control de esfínteres

Infancia

Consumo de drogas o alcohol

Adolescencia

Huidas del hogar

Adolescencia

Conductas autolesivas o suicidas

Adolescencia

Hiperactividad

Infancia

Bajo rendimiento académico

Infancia y adolescencia

Miedo generalizado

Infancia

Hostilidad y agresividad

Infancia y adolescencia

Culpa y vergüenza

Infancia y adolescencia

Depresión

Infancia y adolescencia

Ansiedad

Infancia y adolescencia

Baja autoestima y sentimientos de estigmatización

Infancia y adolescencia

Rechazo del propio cuerpo

Infancia y adolescencia

Desconfianza y rencor hacia los adultos

Infancia y adolescencia

Trastorno de estrés postraumático

Infancia y adolescencia

Conocimiento sexual precoz o inapropiado para su edad

Infancia y adolescencia

Masturbación compulsiva

Infancia y adolescencia

Excesiva curiosidad sexual

Infancia y adolescencia

Conductas exhibicionistas

Infancia

Problemas de identidad sexual

Adolescencia

Déficits en habilidades sociales

Infancia

Retraimiento social

Infancia y adolescencia

Conductas antisociales

Adolescencia

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miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, pues no han de entenderse como tal las genéricas previsiones legales que contienen la Ley Orgánica 2/86, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que determinan la práctica policial subrayando su deber de protección, atención, auxilio e información, ni tampoco las derivadas de la Ley 35/95 de Asistencia a las Víctimas, ni la Instrucción número 6/97 de la Secretaría de Estado de Seguridad, sobre atención e información a las víctimas de determinados delitos. En todo caso, es de aplicación el apartado 5 del Protocolo de Actuación Policial con Menores, Instrucción número 11/2007 de la Secretaría de Estado de Seguridad, de 12 de septiembre. La respuesta policial específica para esta forma de delincuencia fue la creación de unidades especializadas tanto en el Cuerpo Nacional de Policía como en la Guardia Civil301, así como el refuerzo de los contenidos dedicados al trato de la víctima e investigación de los delitos sexuales en los planes de estudio de ambos Cuerpos. Esta realidad ha dado lugar a la aparición de diversos protocolos cuyo ámbito de aplicación suele ser provincial o incluso local, salvo en el caso de la Comunidad Autónoma Vasca en el que el Departamento de Interior dictó la Instrucción número 3 sobre «Actuaciones en casos de agresiones sexuales» de aplicación en todo su territorio o bien guías de actuación de los distintos cuerpos policiales, como en el caso de la Guardia Civil en el que existe la «Guía de Entrevista Policial: Procedimientos técnico-operativos para aplicar en las indagatorias con implicados en hechos criminales», elaborada por la Unidad Técnica de Policía Judicial (Departamento de Análisis Criminal). Las premisas principales de toda la actuación policial debe ser evitar la victimización secundaria y la preservación de la prueba. colo de actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de coordinación con los órganos judiciales para la Protección de las Víctimas de Violencia de Doméstica y de Género. Protocolo de colaboración y coordinación entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y Policía Local en materia de protección de víctimas de violencia doméstica y de género de fecha 13 de marzo de 2006. Resolución de 4 de julio de 2007 de la Secretaría de Estado de Seguridad por el que se aprueba el Protocolo de Actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y Abogados ante la Violencia de Género. Norma Técnica 1/2008, de 31 de julio, sobre procedimientos de actuación de las Unidades de la Guardia Civil en materia de Violencia de Género. 301  En el Cuerpo Nacional de Policía se creó el Servicio de Atención a la Mujer (SAM) y los Grupos de Menores (GRUMEs), mientras que en la Guardia Civil existen los Equipos Mujer-Menor (EMUMEs).

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3.1. La atención policial a la víctima de los delitos sexuales La primera exigencia que tanto la víctima como la sociedad realiza a los cuerpos policiales ante cualquier hecho delictivo y más, si cabe, ante este tipo de delitos es la rápida atención a los requerimientos que en este sentido reciban. Unas pautas mínimas que han de seguir la actuación policial son: • La atención inmediata, acudiendo lo antes posible al lugar donde se encuentre la víctima. Al llegar al lugar los agentes han de mostrar su empatía y atemperar su comportamiento al estado emocional que presente. Un solo agente debe dirigir la actuación, identificándose previamente con su nombre y empleo. Se ha de trasmitir seguridad personal y confianza en el papel que van a desarrollar a partir de ese momento las distintas instituciones y administraciones implicadas. • Desde el primer contacto, telefónico o personal, la víctima ha de ser informada de que no debe lavarse ni cambiarse de ropa, así como beber o comer si la agresión se ha producido por vía bucal. • Acompañamiento al servicio médico que proceda para su examen. Es de vital importancia que esta exploración no se demore ya que después de las 72 horas disminuye la eficacia de la toma de muestras y colección de evidencias, del mismo modo que también se atenúan las lesiones que pudiera presentar. El traslado sería aconsejable que se realizara a un centro médico predeterminado –conocido por los actuantes– para que el examen fuese realizado por médicos forenses que constaten la agresión y facilitar así la identificación, detención y, en su caso, posterior enjuiciamiento de los responsables; constituyendo este cauce el procedimiento más adecuado para tratar el problema de una forma integral y «asegurar la cadena de custodia». • Velar por la protección e intimidad de la víctima, evitando toda publicidad de sus datos personales e imágenes, tranquilizándola sobre el alcance real de las amenazas que el agresor haya podido realizar.

3.2. La denuncia La recepción de la denuncia se convierte en un elemento esencial para la persecución e investigación de los delitos sexuales, dada su particulari-

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dad como delitos semipúblicos y derivado de esa naturaleza, la exigencia de su denuncia para que puedan perseguirse; sin perjuicio de la instrucción de diligencias que en todo caso procede para comunicar lo acontecido a la autoridad judicial. Esta realidad ha de ser trasladada a la víctima desde el primer momento, a la vez que se le ha de informar del contenido básico de las actuaciones que policial y judicialmente seguirán a la denuncia y el papel de la víctima respecto a ellas. Es esencial esta labor de inducción a la denuncia. La toma de declaración sólo se realizará cuando el estado emocional de la víctima lo permita y se suspenderá en el momento en que ella así lo manifieste. Con anterioridad hay que facilitar que lo antes posible recupere un aspecto digno y se sienta cómoda. Cuando las víctimas sean menores o incapaces deberá tenerse en cuenta las previsiones legales que determinan la obligatoriedad de la presencia de los padres, representantes legales o tutores de los afectados, salvo cuando existan intereses contrapuestos entre unos y otros. En ese caso puede aceptarse la denuncia presentada por los menores302. Un adecuado proceso de recepción de la denuncia debe contener al menos los siguientes elementos: • Atención personalizada y empática con la víctima, proporcionándole un trato especialmente respetuoso y preferente. Se trata de crear un clima de seguridad en la víctima. Esto puede verse favorecido si la denuncia es recibida por una persona del mismo sexo que la perjudicada y si se hace en un lugar privado y confortable, en el que se preserve la intimidad de la víctima y no se produzcan interrupciones. Además el lenguaje verbal y corporal del agente actuante debe transmitir esa actitud (cuidar la expresión facial, mantener contacto ocular, dar la mano cordialmente, postura ligeramente inclinada hacia el interlocutor —expresando proximidad, no agresividad—, gestos tranquilos, etc.) • Preferentemente se ha de seguir una técnica de entrevista abierta en la cual la persona que denuncie los hechos narre lo acontecido, para que una vez concluya, sea el agente quien formule aquellas pregun302 

En este sentido se pronuncia un informe de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil de fecha 28 de junio de 2004, sobre la actuación policial en la presentación de denuncia por una menor de edad víctima de un delito contra su indemnidad sexual, basando su pronunciamiento en lo previsto en los artículos 154 y 162 del Código Civil y en el art. 9 de la Ley 1/1996 de Protección Jurídica del Menor.

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tas que considere necesarias para la investigación del hecho. La entrevista ha de concluir con un resumen de lo denunciado, agradeciendo su esfuerzo y con una despedida cordial. En cualquier caso ha de plasmarse en la declaración: – La relación de la víctima con el agresor. – Los antecedentes de la agresión. – Dinámica comitiva del hecho (lugar, hora, forma de abordaje, actitud del agresor, …) – Instrumentos o medios utilizados en la agresión. – Lesiones o daños físicos. – Elementos que puedan servir a la identificación del agresor si es desconocido (ropa, características físicas, idioma, acento, …) – Testigos. – Si se trata de una agresión cometida en el entorno familiar, determinación de agresiones anteriores, fechas de inicio, … • Información de los derechos que le asisten conforme a la Ley 35/1995 de Asistencia a Víctimas, Estatuto Europeo de la Víctima y art. 771 y 962 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Se le ofrecerá también la posibilidad de estar informada sobre el estado de las investigaciones en los términos que fija la Instrucción 6/97 de la Secretaría de Estado de Seguridad. También se facilitará información sobre las oficinas de carácter público (Servicios de Atención a la Víctima o Servicios Sociales) o entidades no gubernamentales de atención a las víctimas. Todas estas informaciones se facilitarán por escrito. En el caso de los menores, la exploración puede sustituirse por otro tipo de técnicas como la realización de dibujos o juegos y en cualquier caso deberá llevarse a cabo por personal especializado. La situación del menor habrá de ser comunicada a los servicios sociales, en especial en aquellos casos en que se encuentre en situación de desamparo.

3.3. Breves notas sobre la investigación inicial del delito Las fundamentales labores de atención y auxilio a la víctima deben ser complementadas con la realización de las primeras diligencias de carácter urgente tendentes a la comprobación del hecho y su esclarecimiento. Cobra así vital importancia la actividad inicial de las fuerzas policiales que tengan las primeras noticias y se trasladen al lugar de los hechos.

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Normalmente los policías que acudan en primer lugar al escenario del delito carecerán de la formación técnico-científica para la realización de la inspección ocular, pero sí pueden llevar a cabo unas actuaciones esenciales, como son: • Delimitación y acordonamiento de la zona en que se halla perpetrado la agresión. • Si es posible, fotografiar o filmar el lugar. • Con carácter excepcional, proceder a la recogida de todos aquellos efectos o vestigios cuya conservación pueda peligrar por las especiales circunstancias que concurran. • Identificación de los testigos presentes. • Confección de un informe exhaustivo de la primera versión de los hechos que en el lugar proporcione la víctima y las personas presentes, en su caso.

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Capítulo XI La delincuencia juvenil Tomás Fernández Villazala

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1. INTRODUCCIÓN El estudio de la delincuencia juvenil constituye un tema de actualidad, tanto desde el punto de vista penal como criminológico. Por ello, para comprender el interés existente en esta materia, resulta imprescindible situar este fenómeno dentro de la problemática de la sociedad actual. Es perfectamente sabido, que la estructura social en que les ha tocado vivir a los jóvenes de hoy, se encuentra caracterizada por una complejidad cada vez mayor, que influye en el comportamiento del joven, como ser social que es. Sin lugar a dudas, la delincuencia juvenil es uno de los problemas criminológicos internacionalmente preferidos desde el siglo pasado303 a la vez que se ha convertido con personalidad propia en uno de los retos sociales más importantes de nuestra sociedad304. Incluso alguna literatura ha llegado ha recoger que la delincuencia juvenil de hoy es una posible delincuencia adulta de mañana. En este orden de cosas, Serrano Gómez afirma que «a mayor delincuencia juvenil hay que esperar un incremento de la delincuencia adulta pocos años después»305. Delincuencia que se extiende desde los rincones más alejados de la ciudad industrializada hasta los suburbios de las grandes ciudades, desde las familias ricas o acomodadas hasta las más pobres, es un problema que existe en todas las capas sociales y en cualquier rincón de nuestra civilización. Para conocer mejor la delincuencia juvenil resulta interesante, al igual que ocurre con la delincuencia en general, conocer su medida, es decir, 303 

En este sentido, Serrano Maíllo; Introducción a la Criminología, ob.cit. págs. 141

y 142. 304 

A mayor abundamiento, vid., Bernuz Beneitez y Fernández Molina; La Gestión de la Delincuencia Juvenil como riesgo. Indicadores de un nuevo modelo, Revista Española de Investigación Criminológica, artículo 10-13, consultado el 20 de febrero de 2010 en la página web www.criminología.net, págs. 10 y ss. 305  Serrano Gómez; La delincuencia juvenil en España y su evolución, en Cuadernos de política criminal, nº 5, Edersa, Madrid, 1978, pág. 187.

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cuantas detenciones de jóvenes se producen. Para ello, como en otras ocasiones, se ha preferido la utilización de las denominadas estadísticas policiales, las cuales son un método de medición muy utilizado por un número importante de autores306 en estudios de estas características307, pese a las dificultades que dicho método presenta. Y ello en parte debido a que con el mismo es posible una aproximación de forma cuantitativa a la magnitud y evolución de la delincuencia308. Se han preferido consultar las estadísticas policiales y no las judiciales, las de la fiscalía o las penitenciarias309, debido a que la posición donde mejor puede ser medido el volumen de los delitos sexuales es desde el lugar más próximo a la comisión de los mismos. En este punto, resulta obligado citar al prestigioso Sellin y su famoso proverbio «Sellin´s dictum»310, en el cual afirma: «El valor de las estadísticas criminales como indicadores de la delincuencia disminuye a medida que el proceso penal se aleja de la infracción que le dio origen». En otros términos, las estadísticas policiales se encuentran menos sesgadas ya que han penetrado menos en la Administración de Justicia a diferencia de otros tipos de estadísticas. Otro dato a resaltar es la trayectoria en el tiempo que han tenido las estadísticas policiales en España, ya que su utilización se hizo patente a partir de la Orden del Ministerio del Interior de fecha 26 de diciembre de 1929, en la que queda establecida la elaboración periódica de las estadísticas de las actividades desarrolladas por los Centros Directivos y Unidades dependientes del Ministerio del Interior. También en la Orden del mismo Ministerio de fecha 27 de febrero de 1985, en la que se aprueba «El Programa Estadístico de Seguridad»311. Por lo que nos encontramos ante un método plenamente implantado y desarrollado, con personal formado y 306 

Diez Ripollés; Algunos rasgos de la delincuencia en España a comienzos del siglo Revista Española de Investigación Criminológica, 4, página Web http://www.criminología.net consultada el 6 de julio de 2010, pág. 2. 307  Vid. en este sentido, Barlow y Kauzlarich; Introduction to Criminology. Prentice hall, New Jersey, 2002, pág. 23. 308  Vid. García Andrade España; La delincuencia en España según los hechos conocidos por la Policía». Revista de Derecho penal y Criminología, 14, 2004, págs. 463 y ss. 309  Clasificación realizada, entre otros, por Roldán Barbero; Introducción a la investigación criminológica. Editorial Comares, Granada, 2004, pág. 41. 310  Sellin; The basis of a crime index». Journal of the American Institute of criminal Law and Criminology, 22., 1931, pág. 346; Sellin Y Wolfgang; The measurement of delinquency. John Wiley & sons, New York [etc.].1964, págs. 31 y 165 y ss. 311  Vid. García Andrade España; Detenidos víctimas según su tratamiento estadístico oficial». Revista de Derecho penal y Criminología, 15, .2005, pág. 450. xxi».

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con medios informáticos de última tecnología para conseguir una grabación y registro lo más cercano a la realidad. Existe mucho dinero invertido en material y personal que debe ser aprovechado por el investigador. Pese a todo lo indicado anteriormente, uno de los primeros requistos que deben existir para que las grabaciones efectudas por la policía se aproximen a la realidad delictiva es que exista previamente una denuncia que informe del hecho delictivo supuestamente cometido. La denuncia puede presentarse con motivo de que una persona, víctima del hecho o testigo del mismo, lo comunica en las dependencias policiales. No obstante pueden existir otras dos formas de conocimiento del delito312: 1. Cuando la propia Policía presencia el hecho y realiza unas «diligencias a prevención» al ser un hecho perseguible de oficio. Estamos en el caso de que el perjudicado no quiera presentar la correspondiente denuncia. 2. Cuando llegue a conocimiento del órgano receptor de denuncias un supuesto hecho delictivo por vox populi, flagrancia o notoriedad. «La denuncia» viene desarrollada en el artículo 259 y ss. de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Estos artículos recogen la obligación de todos los ciudadanos (salvo las excepciones reguladas en la misma Ley) de denunciar los delitos públicos que presencien o conozcan y sean perseguibles de oficio. Igualmente, en su artículo 282 establece la obligación de la Policía Judicial para la averiguación de los delitos públicos, comprobación y descubrimiento del delincuente, y de aquellos privados de los que lleguen a su conocimiento. Pero en muchas ocasiones, porque el hecho es de escasa importancia o por la falta de confianza en que se esclarezca éste, el ciudadano no acude a las instancias policiales313 y por lo tanto éste no llega conocerse, pasando a engrosar la denominada cifra negra, que esta no es otra que la diferencia entre la cifra real y la cifra conocida314. 312 

Fernández Villazala; La medición del delito en la seguridad pública, Editorial Dykinson, Madrid, 2008, pág. 50. 313  Serrano Gómez; El costo del delito y sus víctimas en España. UNED, Madrid, 1986, pág. 64. 314  Vid., en este sentido, Serrano Maíllo y Fernández Villazala; Aproximación a una fenomenología de los delitos sexuales. En la obra Punitividad y Victimación en la experiencia contemporánea. Estudios (Kury H. y Serrano Maíllo A., editores), Editorial Dykinson, Madrid., 2009, pág. 179.

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Nos hallamos ante estadísticas que informan del volumen de la delincuencia, las cuales representan la cantidad de comportamiento criminal conocido oficialmente por las agencias oficiales de control social315. Constituyen, según Bottomley y Pease, el porcentaje del delito oficial basado en los delitos «conocidos por la Policía»316, es decir, excluyen delitos que no han sido atendidos por la Policía317. Por lo tanto, como afirma Lafree se trata de «delitos informados a la Policía, observados o descubiertos por la Policía, o informados por testigos o reclamantes»318. Este método recoge aquellos datos referentes a la delincuencia caso por caso, realizándose a través de la información grabada en el sístema informático correspondiente por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad: Guardia Civil, Policía Nacional y en los últimos años también de algunas Policías Autonómicas. No obstante, como problema añadido para el investigador, a partir del año 2007 sólo se publican los delitos conocidos y detenciones, entre otros cuestiones, que se ha producido en el territorio MIR, es decir, del Ministerio del Interior. Por este motivo se contabilizan únicamente los datos registrados por la Guardia Civil y la Poliucía Nacional.

2. UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE «DELINCUENCIA JUVENIL» Conseguir una definición consensuada de cualquier término, independientemente de la ciencia a la que pertenezca, no es una cuestión pacífica. Por ello, al fijarnos en la expresión «delincuencia juvenil» resulta difícil definir con mayor precisión qué periodo de la vida abarca el termino «juventud» y decidir en que momento la conducta no conformista de los jóvenes se convierte en delictiva o «criminal», surge la incertidumbre319. 315 

Black; Production of crime rates, American Sociological Review, 35, 1970, pág.

734. 316 

Bottomley y Pease; Crime and Punishment, Interpreting the data. Open University Press, Milton Keynes y Philadelphia, 1986, pág. 33. En este mismo sentido ya lo trataba GIBBENS; Tendencias actuales de la delincuencia juvenil, Cuadernos de Salud Pública nº 5, Organización Mundial de la Salud, Ginebra, 1962, págs. 10 y ss. 317  Lynch; Crime in International Perspective. En Crime. Public Policies For Crime Control (editores J.Q. Wilson y J. Petersilla). Institute for Contemporary Stuties, Oakland, 2002, pág. 13. 318  Lafree; Losing Legitimacy. Street Crime and the Decline of Social Institutions in America. Westview Press, Boulder y Cumnor Hill, 1998, pág 13. 319  Kaiser; Medición de la delincuencia, en RIPCrim., nº 39 y 40 (Volumen doble), Naciones Unidas, Nueva York, 1990, pág. 31.

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Una vez hecha esta salvedad, la expresión delincuencia juvenil presenta dos conceptos diferenciados: delincuencia y juvenil320.

a)  Delincuencia Siempre se ha venido considerando que la delincuencia es un fenómeno específico y agudo de desviación e inadaptación321. En este orden de cosas, se define la delincuencia como «la conducta resultante del fracaso del individuo en adaptarse a las demandas de la sociedad en que vive»322, el «fenómeno social constituido por el conjunto de las infracciones, contra las normas fundamentales de convivencia, producidas en un tiempo y lugar determinados»323. Pese a que por influjo de la escuela clásica del Derecho penal y el positivismo psicobiológico, fue común considerar el fenómeno de la delincuencia como una realidad exclusivamente individual; en nuestros días, la mayoría de los criminólogos afirman que la delincuencia es un fenómeno estrechamente vinculado a cada tipo de sociedad y es un reflejo de las principales características de la misma, por lo que, si se quiere comprender el fenómeno de la delincuencia resulta imprescindible conocer los fundamentos básicos de cada clase de sociedad, con sus funciones y disfunciones.

b)  Juvenil El término juvenil, entendida como persona joven, en criminología podría serlo alguien de veinte años, o incluso de veinticinco años, al igual que si lo miramos desde el plano social. Pero en este trabajo se han utilizado las estadísticas policiales como método de medición, en las cuales se registran delitos, detenciones, etc. siguiendo los tipos penales y las edades recogidas en la normativa penal. Por este motivo se hace necesario partir de un concepto «penal» del término juvenil, que es el que a continuación se intenta desarrollar. 320 

Herrero Herrero; Criminología (parte general y especial), Ob. Cit., pág. 359. Izquierdo Moreno; Delincuencia juvenil en la sociedad de consumo, Mensajero, Bilbao, 1980, pág. 7. 322  Definición proporcionada por el Comité sobre Delincuencia Juvenil, Melbourne, 1956. 323  Herrero Herrero; Criminología (parte general y especial), Ob. Cit., pág. 225. 321 

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En nuestro vigente Código Penal aprobado por Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, la mayoría de edad penal quedó fijada en los 18 años de edad324, si bien, en la Ley Orgáncia 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la Responsabilidad Penal de los Menores contempló, en un principio, la posibilidad de aplicar las disposiciones de la misma a los mayores de 18 y menores de 21 años cuando concurrieran las circunstancias previstas en el artículo 4 de la citada Ley Orgánica325. Sin embargo, esta novedad quedó suspendida en cuanto a su aplicación por un periodo de dos años a contar desde la entrada en vigor de la misma en virtud de la Disposición Transitoria Única de la Ley Orgánica 9/2000, de 22 de diciembre, sobre medidas urgentes para la agilización de la Administración de Justicia326. 324 

Lo cual se extrae del art. 19 C.P. al decir: «los menores de dieciocho años no serán responsables criminalmente con arreglo a este Código. Cuando un menor de dicha edad cometa un hecho delictivo podrá ser responsable con arreglo a lo dispuesto en la Ley que regule la responsabilidad penal del menor». 325  En este sentido, el art. 4 de la LORPME regula lo siguiente: «1. De conformidad con lo establecido en el artículo 69 de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, la presente Ley se aplicará a las personas mayores de dieciocho años y menores de veintiuno imputadas en la comisión de hechos delictivos, cuando el Juez de Instrucción competente, oídos el Ministerio Fiscal, el letrado del imputado y el equipo técnico a que se refiere el artículo 27 de esta Ley, así lo declare expresamente mediante auto. 2. Serán condiciones necesarias para la aplicación de lo dispuesto en el apartado anterior las siguientes: a) Que el imputado hubiere cometido una falta, o un delito menos grave sin violencia o intimidación en las personas ni grave peligro para la vida o la integridad física de las mismas, tipificados en el Código Penal o en las leyes penales especiales. b) Que no haya sido condenado en sentencia firme por hechos delictivos cometidos una vez cumplidos los dieciocho años. A tal efecto no se tendrán en cuenta las anteriores condenas por delitos o faltas imprudentes ni los antecedentes penales que hayan sido cAncelados, o que debieran serlo con arreglo a lo dispuesto en el artículo 136 del Código Penal. c) Que las circunstancias personales del imputado y su grado de madurez aconsejen la aplicación de la presente Ley, especialmente cuando así lo haya recomendado el equipo técnico en su informe. 3. Contra el auto que resuelva lo indicado en los apartados anteriores, cabrá recurso de apelación en el plazo de tres días, del que conocerá la Sala de Menores del Tribunal Superior de Justicia correspondiente, sin previo recurso de reforma. La apelación se sustanciará conforme al régimen general establecido en la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Del mencionado auto, una vez firme, se dará traslado al Ministerio Fiscal para la tramitación del procedimiento previsto en la presente Ley». 326  De acuerdo a la Disposición Transitoria Única de la Ley Orgánica 9/2000, de 22 de diciembre: «Se suspende la aplicación de la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores, en lo referente a los infractores de edades

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Cuando parecía que se iba a aplicar la Ley de Menores a los mayores de 18 y menores de 21 años en los casos contemplados en el artículo 4 de la misma, se aprobó la Ley Orgánica 9/2002, de 10 de diciembre, de modificación de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre del Código Penal, y del Código Civil, en materia de sustracción de menores, en la cual se ha optado por dejar en suspenso la posibilidad de aplicar las disposiciones de la Ley Orgánica 5/2000 a los mayores de 18 y menores de 21 años hasta el 1 de enero de 2007327. Para, finalmente, la Ley Orgánica 8/2006 reforma la Ley del menor desapareciendo el apartado que se refiere a los JÓVENES, es decir, los mayores de 18 y menores de 21 años328. Anteriormente a esta regulación, la edad penal se hallaba en los 16 años hasta la existencia del consenso de elevación de la responsabilidad a los 18 años de edad debido a una demanda impostergable desde la firma de varios Tratados internacionales, especialmente con la Convención de los Derechos de los Niños329; además se trataba de un compromiso que habían adquirido todos los grupos de la Cámara en la Moción del Congreso de los Diputados de 1994 y una previsión que el Código Penal había acogido en su regulación (artículo 19) y que había quedado en suspenso, precisamente, hasta que no se aprobara una ley que regulara la responsabilidad penal de los menores330. Este tratamiento penal específico hace referencia a la edad en la que concluye la adolescencia y comienza la edad adulta. Es decir, cuando el individuo haya alcanzado una mínima madurez física, fisiológica, psíquica, moral e intelectual. Sin olvidar que existen, física y fisiológicacomprendidas entre los 18 y 21 años, por un plazo de dos años desde la entrada en vigor de la misma». 327  La Disposición Transitoria Única de la Ley Orgánica 9/2002, de 10 de diciembre, dice que «se suspende la aplicación de la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores, en lo referente a los infractores de edades comprendidas entre los 18 y 21 años, hasta el 1 de enero de 2007». 328  «Se le aplicará lo contenido en esta Ley, atendiendo a las circunstancias personales de madurez del autor y gravedad del hecho, siendo en todo caso, la Autoridad Judicial, quien realizará la apreciación». 329  Adoptada por consenso por la Asamblea General de Naciones Unidas en su Resolución 44/25 de 20 de noviembre de 1989, cuyo embrión se encuentra en la Declaración de los Derechos del Niño, adoptado por la Asamblea General de Naciones Unidas, el 20 de noviembre de 1959, mediante la Resolución 1386 (XIV). 330  Bernuz Beneitez y otros; El tratamiento institucional de los menores que cometen delitos antes de los 14 años, Revista Española de Investigación Criminológica, artículo 5, número 4, consultado el 10 de enero de 2008 en la página web www.criminología.net, 2006, pág. 2.

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mente, adultos que permanecen, psicológicamente hablando, como adolescentes retardados331. Por lo tanto, al utilizar la expresión delincuencia juvenil, en este trabajo, queda referida a la población que se encuentre en el grupo de edad de 14 a 17 años, es decir de edad inferior a los 18 años, como establece el artículo 1 de la Convención sobre los Derechos del Niño al decir que se entiende por niño «todo ser humano menor de dieciocho años», aunque en el segundo párrafo establece un tipo abierto 332 como fórmula de consenso para su aceptación por los diferentes Estados al regular «salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad». Salvedad que España no ha utilizado. En otros países la edad a partir de la cual se le puede exigir responsabilidad penal a una persona difiere; por ejemplo en Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte es a los 10 años, en Escocia a los 8 años, en Holanda a los 12, a los 14 en Alemania, Austria o Italia, a los 15 en los países escandinavos, a los 16 en Portugal o los 18 en Bélgica. Es decir, en estos países pasada esa edad se les puede exigir responsabilidad penal como si fuera un adulto, lo cual es difícil de justificar, ya que en algunas ocasiones la edad criminológica podría ser más amplia que la edad penal, no sólo por su límite inferior, sino, incluso en su límite superior, en este último caso debido a que no han alcanzado un desarrollo completo en su grado de madurez. En sentido contrario, puede suceder que este desarrollo se haya logrado con una edad mucho menor a la señalada penalmente.

3. FACTORES O VARIABLES QUE PUEDEN INFLUIR EN LA APARICIÓN DE LA DELINCUENCIA JUVENIL En este apartado se pretende examinar algunos factores que pueden influir en el delito y/o en el delincuente333, aunque lógicamente no van a influir por igual en todos los jóvenes. 331 

Herrero Herrero; Delincuencia de menores, tratamiento criminológico y jurídico, Estudios de Criminología y Política Criminal, Editorial Dykinson, Madrid, 2005, pág. 352. 332  Vázquez González; Derecho Penal Juvenil Europeo, Estudios de Criminología y Política Criminal, Editorial Dykinson, Madrid, 2005, pág. 44. 333  Serrano Gómez y Fernández Dopico; El delincuente español. Factores concurrentes (influyentes), Publicaciones del Instituto de Criminología de la UCM, Madrid, 1978, pág. 13).

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3.1. El propio individuo como ser. La genética y la psicología individual Estas teorías afirman que la conducta delictiva puede transmitirse genéticamente de unos individuos a otros, lo cual en la actualidad aunque es una cuestión que no se puede descartar totalmente, se podría afirmar que sólo se justificaría en unos pocos sujetos y siempre asociados a otros factores sociales o ambientales. En otro orden de cosas existen muchos estudios que asocian la conducta criminal del delincuente juvenil a ciertos comportamientos derivados de algún problema psicológico, como puede ser la ansiedad, la hiperactividad, etc. Lo cual es interesante descubrir cuanto antes estos problemas y atajarlos, ya que con ello se estará previniendo una posible conducta delictiva futura. Éste último detalle no está exento de conflicto en la doctrina debido a que no siempre unos determinados comportamientos derivados de problemas psicológicos van a significar que en el futuro exista un delincuente.

3.2. El colegio Lógicamente el periodo escolar es un tiempo en el que se socializa la persona y que va a influir de forma marcada en cualquier niño. Por ello este factor, junto con el de la familia, que estudiaremos a continuación, son los más importantes cuando se habla de la prevención del delito. Hace ya bastantes años que T. Parsons señaló que la función educativa debería estar destinada a formar miembros útiles par la sociedad, al mismo tiempo que a la propia realización personal. Metas que, de ser alcanzadas, lograrían por sí mismas integración social, al conseguir, para el individuo, prestigio personal (autosentido) y una posición satisfactoria dentro de la escala social334. En este sentido resulta de suma importancia dotar a la escuela de todas las herramientas necesarias para cumplir una misión de tal calibre, empezando por que los profesores conozcan perfectamente los valores de nuestra sociedad para que puedan ser transmitidos a los alumnos. Estudiando cada caso de fracaso escolar existente, así como evitar todo tipo de acto vandálico de los alumnos, es decir creando un ambiente de seguridad. Para 334 

Parsons; «Essays in sociological theory», Free Press, New York, 1964, citado por Herrero Herrero; Delincuencia de menores. Tratamiento criminológico y jurídico, Estudios de Criminología y Política Criminal nº 3, Editorial Dykinson, Madrid, 2005, pág. 79

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ello, el Estado debe de promulgar las leyes necesarias al objeto de que el profesor tenga mayor facilidad en su difícil e importante trabajo.

3.3. La familia y los amigos En primer lugar, la familia, es uno de los factores más importantes en este campo. Entendiendo como el término familia desde un concepto extensivo, es decir, en la sociedad actual debemos entender que existe cuando hay una convivencia estable entre varias personas de iguales o diferentes sexos, en las que existen los roles tradicionales de padres e hijos. La familia puede influir significativamente en el comportamiento del joven. Lo que ven en sus mayores tienden a imitarlo, si ven violencia, aprenden violencia. Por ejemplo, cuando un niño ve a su padre maltratando a su madre una y otra vez, existen muchas posibilidades de que ese niño pueda llegar a ser un maltratador, aunque lógicamente, esto habría que unirlo a otros factores. Igualmente, cuando los padres tienen un frecuente comportamiento violento con sus hijos y sin motivo aparente o por cuestiones nímias, estos niños se convierten en un grupo de riesgo. En palabras de Schneider, no pocas carreras de autores de violencia comienzan en familias propensas a la violencia335. Otras cuestiones familiares que pueden influenciar negativamente en los menores es la falta de atención y control por parte de los padres, la ausencia de cariño, malos ejemplos de convivencia, ausencia de autoridad, sobre todo por parte del padre; trabajo absorbente de ambos cónyuges, con abandonismo, por convicción, negligencia o falta de tiempo, de la transmisión de los valores positivos para autorrealizarse y para convivir de forma respetuosa y pacífica, que han de ir sedimentándose en el niño a través, sobre todo, de la socialización primaria. Carencia de cariño o afecto excesivo por parte de la figura materna, paterna, o de las dos. Padres que lo «perdonan» todo, que ni siquiera reprenden ante la comisión de los primeros delitos. Ausencia de actividad y de métodos en la enseñanza del niño adolescente a controlar la agresividad que, aunque sea un fenómeno natural, ha de ser encauzada para que no desemboque en violencia, autoagresividad o héteroagresividad anormales o, incluso patológicas336. 335 

Schneider; Violencia en la familia, en RDPCrim., nº 3, UNED, Madrid, 1993, pág.,

708. 336 

Herrero Herrero; Delincuencia de menores. Tratamiento criminológico y jurídico, Ob. Cit. pág. 77.

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En este mismo sentido, no debemos olvidar que el joven se halla ante una sociedad muy competitiva, con cambios constantes, y que cada vez le exige más y más cosas, en detrimento y muchas veces en contra de los valores humanos y éticos. Se da mayor importancia al ser individual que al ser en sociedad. Los progenitores cada vez se preocupan menos en transmitir estos valores…quizá porque ni ellos mismos los poseen ya. En otro orden de cosas, se halla esa «segunda familia», y que en ocasiones llega a sustituir a la verdadera…los amigos. Las amistades juegan un papel importante como predictor de la futura conducta de los niños y adolescentes, por lo que ha sido un factor objeto de múltiples estudios337. El gozar de amistades que realizan con cierta asiduidad conductas desviadas (beber alcohol, ingerir drogas, ausentarse del colegio, etc.) o comportamientos antisociales o delincuenciales, será un factor de riesgo en el comportamiento presente y futuro de los jóvenes, favoreciendo en gran medida el que el joven con esos amigos se comporte como ellos para evitar sentirse discriminado y excluido de su circulo o grupo de amigos338.

3.4. Estatus social Es un hecho comprobado que aquéllos jóvenes pertenecientes a un estatus social más pobre es un factor de riesgo del comportamiento delictivo, aunque no es la principal causa del mayor número de delincuencia juvenil. Una de las principales razones que aporta la literatura tiene que ver con que las clases bajas delinquen más por motivos de lo que se denomina «ecología ambiental». Es decir, que estas personas delinquen más por las circunstancias en las que viven, por ejemplo, los barrios donde desarrollan su vida cotidiana tiende a ser un barrio desorganizado, pobres con una heterogeneidad étnica . 337 

Vázquez González; Delincuencia Juvenil, Consideraciones Penales y Criminológicas, Editorial COLEX, 2003, Madrid, pág. 150 al citar a Fernández y col. en Prevención de la delincuencia juvenil, elementos causales relacionados, en Esteban Sola y col. (Eds.): Implicaciones de la psicología en la criminología actual, Editorial Comares, Universidad de la Laguna, 1998, pág. 180. 338  Vázquez González; Delincuencia Juvenil, Consideraciones Penales y Criminológicas, ob.cit. pág. 150.

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3.5. La influencia de los medios de comunicación social en los jóvenes Los medios de comunicación social juegan un papel importante, no sólo en el campo de la delincuencia juvenil, sino en el campo de la delincuencia en general y en el de la percepción de esta delincuencia. Por ello, ha de cuidarse al máximo la información que se traslada a través de estos medios. No deben olvidar la obligación de no exagerar la inseguridad ciudadana, procurando armonizar el derecho a la libertad de expresión con el derecho a la intimidad. No basta que al dar la noticia omitan el nombre del joven, presunto infractor, pues hay estigmas subliminales que permanecen indelebles durante toda la vida339. De esta forma, todo lo que aparece en los medios de comunicación sobre una noticia concreta, los jóvenes con unas determinadas características copian de lo que escuchan o ven. En el mismo sentido ocurre con determinadas películas o programas con cierta violencia. 4. ESTUDIO DE LA DELINCUENCIA JUVENIL EN ESPAÑA EN EL PERIODO 2000-2008 Como es sabido, al volumen de la delincuencia se puede acceder a través de diferentes métodos de medición340, como son las estadísticas oficiales, 339 

Beristain, Aproximación jurídica, criminológica, victimológica y teológica a los jóvenes infractores (El Derecho penal frente a la delincuencia juvenil), en Estudios penales y criminológicos, XIV, Universidad de Santiago de Compostela, 1991, pág. 19. 340  Vid., a mayor abundamiento, Fernández Villazala; La medición del delito en la seguridad publica, Ob. Cit. Págs. 10 y ss, en este trabajo se pretenden analizar los distintos métodos de medición cuantitativos destacando, de entre ellos, las estadísticas policiales, las cuales desempeñan un papel importante en la medición del volumen de la delincuencia complementadas con otros métodos, como son las encuestas de victimización y las encuestas de autoinforme. Igualmente, y en aras de mejorar las estadísticas policiales, se propone en ese trabajo la conveniencia de no alejarse del primer momento de recogida de la información del hecho delictivo de acuerdo con el conocido proverbio de Sellin o «Sellin´s dictum» Este momento inicial se presenta en las estadísticas policiales cuando se confeccionan los impresos de actuaciones policiales y los impresos de detenidos, los cuales se estudian detalladamente en esta tesis. Una de las propuestas realizada en la misma es la creación de un grupo de expertos en estadística que sea el primer y único receptor de estos impresos. El principal objetivo es fundamentalmente de control y rectificación de los posibles errores cometidos por los funcionarios policiales responsables de su confección. Este grupo debería ser imparcial, independiente y separado de cualquier cuerpo policial o ente político. El mismo transmitiría directamente las cifras oficiales de la delincuencia recibidas sobre la medición de los delitos al Centro correspondiente del Ministerio del Interior.

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que informan de la criminalidad registrada, entre las cuales se encuentran las estadísticas policiales donde se recogen los delitos denunciados a la policía, las estadísticas judiciales que se refieren a las diligencias abiertas por los distintos juzgados, las estadísticas del Ministerio Fiscal en las que se reseñan las diligencias previas abiertas y donde participa este organismo y, por último, las estadísticas penitenciarias, donde se recogen cifras referentes a la población reclusa. Igualmente, se puede realizar una medición mediante la utilización de las encuestas de autoinforme o autodenuncia «self-report studies341, en las que se realizan unas determinadas preguntas fijadas previamente en un cuestionario a una muestra lo más representativa posible de una población, preguntando si han cometido algún hecho (delictivo) y las encuestas de victimización342, en las que mediante un cuestionario similar se pregunta a unas personas que componen una muestra representativa, si han sido víctimas de algún hecho (delictivo). En ambas encuestas se pide que ese hecho haya sido realizado o sufrido, respectivamente, en un determinado tiempo que puede ser de meses o algunos años, según los casos. Para este estudio sobre el volumen de la delincuencia juvenil conocida en España, se han elegido las estadísticas oficiales proporcionadas por el Ministerio del Interior, que son las estadísticas policiales. Con ello, se intenta plasmar una aproximación al volumen actual de la criminalidad juvenil y en nuestro país. Y digo aproximación ya que los datos sobre delincuencia juvenil consignados en este tipo de estadísticas cuentan con el hándicap de que en ellos no aparece la cifra real de criminalidad, debido a que la muchas infracciones juveniles quedan sin detectar por los organismos de control social informal (familia, escuela, etc.) o formal (policía), que es lo que se conoce como cifra negra o zona oscura de la criminalidad juvenil343. Ello sugiere potenciales errores y sesgos cuando se utilizan datos oficiales que no deben perderse de vista. Una forma complementaria de recopilaEste Centro tendría como única función la recepción, estudio y publicación de los hechos delictivos. Todo ello sin olvidar la importancia que en este campo podrían tener la realización de encuestas de victimización y encuestas de autoinforme, como complemento de las estadísticas policiales, y de esta forma poder reducir la cifra negra u oscura. 341  En este tipo de encuestas se pregunta a los sujetos que conforman la muestra si han cometido algún hecho delictivo en un tiempo determinado. 342  En estas encuestas se pregunta a los encuestados si han sido víctimas de algún hecho delictivo, igualmente en periodo de tiempo determinado. 343  Vázquez González; Delincuencia Juvenil, Consideraciones Penales y Criminológicas, ob.cit. pág. 174, y en este sentido Kaiser; Medición de la delincuencia, Ob. Cit, pág. 333 y Hassemer y Muñoz Conde; Introducción a la Criminología, Tirant lo blanch, Valencia, 2001, pág. 148.

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ción de datos empíricos extrapolables a la población en general habitual en Criminología y, por supuesto, en Victimología son los estudios de victimación −y, en menor medida, los estudios de autoinforme.344 En este orden de cosas, en el presente trabajo, se han utilizado cifras oficiales de detenciones345, estas se distribuyen en dos grupos de edad, uno donde se incluyen las detenciones entre 14 y 15 años y otro entre 16 y 17 años. No se tienen en cuenta las cifras reflejadas por los diferentes anuarios estadísticos en referencia a menores de 14 años, ya que no son detenciones en el sentido estricto del término y por ello muchas policías no las contabilizaban346. Estas cifras son recogidas en la siguiente tabla: Tabla 1. Delincuencia juvenil grupos de edad. Periodo 2000-2008 Años

De 14 y 15 años

De 16 y 17 años

Total

2000

7722

16610

24332

2001

9390

15915

25305

2002

9314

16385

25699

2003

8600

14802

23402

2004

8244

14879

23123

2005

7668

14009

21677

2006

6835

12381

19216

2007

6385

11209

17594

2008

6141

12575

18716

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior. 344 

Serrano Maíllo y Fernández Villazala; Aproximación a una fenomenología de los delitos sexuales, Ob. Cit., pág. 173. 345  Han sido consultados en la página web del Ministerio del Interior http://www.mir.es. 346  El artículo 3 de la LO 5/2000 establece expresamente que cuando un menor de 14 años cometa una infracción penal «no se le exigirá responsabilidad con arreglo a la presente ley, sino que se le aplicará lo dispuesto en las normas sobre protección de menores previstas en el Código civil y demás disposiciones vigentes. El Ministerio Fiscal deberá remitir a la entidad pública de protección de menores testimonio de los particulares que considere precisos respecto al menor, a fin de valorar su situación, y dicha entidad habrá de promover las medidas de protección adecuadas a las circunstancias de aquél conforme a lo dispuesto en la LO 1/1996, de 15 de enero».

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   215 Gráfica 1. Delincuencia juvenil grupos de edad. Periodo 2000-2008

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior.

Cómo se puede observar en la tabla, reflejada gráficamente (gráfico nº 1), los dos grupos de edad estudiados siguen una tendencia muy similar, de tal forma que las detenciones de menores de 14 y 15 años han aumentado de forma significativa, de 7.722 en el 2000 a 9.390 en 2001, un 17,8%. A partir de este año comienzan a disminuir consecutivamente estas detenciones, a 9.314 en el año 2002, un 0,8%; a 8.600 en 2003, un 7,7%; a 8.244 en 2004, un 4,1%; a 7.668 en 2005, un 7%; a 6.835 en 2006, un 10,9%; a 6.385 en 2007, un 6,6%; y a 6.141 en el año 2008, un 3,8%. En el periodo de ocho años [2001-2008] disminuyen las detenciones un 34,6%. Muy similar al anterior grupo de edad sucede con los menores de 16 y 17 años, pero con ciertos «altivajos» en algunos años en concreto. En este sentido, de 16.610 en 2000, un 10,1% más, en el año 2001 disminuye a 15.915, un 4,1%, volviendo a aumentar en 2002, 16.385 detenciones, un 5,6%. En el año 2003, vuelve a disminuir a 14.802, un 9,7%. En 2004, cambia mínimamente la tendencia y aumenta a 14.879, un 0,5%; para volver a cambiar y disminuir a 14.009 en el año 2005, un 5,8%; a 12.381 en 2006, un 11,6%; a 11.209 en 2007, un 9,5%. En cambio en 2008 vuelve a aumentar a 12.575 detenciones, un 10,9%. Si en estas cifras expuestas tenemos en cuenta la variable de la población juvenil española que esta comprendida en cada uno de los grupos de edad estudiados (cada 10.000 habitantes), a diferencia de lo que ocurre con la delincuencia adulta, las tendencias son muy parecidas a las detenciones totales

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estudiadas anteriormente, como se puede observar a simple golpe de vista en la tabla y, más concretamente, en la gráfica que a continuación se elabora. Tabla 2. Delincuencia juvenil por grupos de edad cada 10.000 habitantes. Periodo 2000-2008. Años

De 14 y 15 años

De 16 y 17 años

Total

2000

81

159

240

2001

101

159

260

2002

103

168

271

2003

95

155

250

2004

92

159

251

2005

85

151

236

2006

77

134

211

2007

71

122

193

2008

68

137

205

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior. Gráfica 2. Delincuencia juvenil grupos edad cada 10.000 hab. 2000-2008

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior.

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Cómo se puede observar en la tabla, reflejada gráficamente (gráfico nº 2), nuevamente, los dos grupos de edad estudiados siguen una tendencia muy similar, de tal forma que las detenciones de menores de 14 y 15 años han aumentado de forma significativa, de 81 en el 2000, a 101 en 2001, un 24,7%. En el año 2002, el aumento es mínimo, a 103, un 1,9%. A partir de este año comienzan a disminuir consecutivamente estas detenciones, a 95 en el año 2003, un 7,7%; a 92 en 2004, un 3,1%; a 85 en 2005, un 7,6%; a 77 en 2006, un 9,4%; a 71 en 2007, un 7,8%; a 68 en 2008, un 4,2%. En el periodo de ocho años [2001-2008] disminuye un 34%. Muy similar al anterior grupo de edad sucede con los menores de 16 y 17 años, pero con ciertos «altivajos» en algunos años en concreto. En este sentido, de 159 en 2000 y de nuevo 159 en 2001, aumentan las detenciones a 168 en el año 2002, un 5,4%. En el año 2003 vuelven a disminuir a 155, un 7,7%, para volver a aumentar a 159 en 2004, un 2,5%; para volver a cambiar y disminuir a 151 en el año 2005, un 5%; a 134 en 2006, un 11,3%; a 122 en 2007, un 8,9%. En cambio en 2008 vuelven a aumentar las detenciones a 137, un 10,9%. Si nos fijamos en las cifras totales, de acuerdo a los datos oficiales estudiados cada 10.000 habitantes, está claro que la delincuencia juvenil había aumentado en los años que van desde el 2000 al 2002 un 11,4%. En el año 2003 disminuyen un 7,7%, manteniéndose estable en el año 2004 (sólo una detención más) y, en cambio, desde este último año y hasta el 2007, la tendencia cambia y disminuyen las detenciones un 23,1%, para en el año 2008 volver a aumentar mínimamente un 5,8%. Estas circunstancias se pueden observar en el gráfico nº 3 siguiente: Gráfica 3. Cifras delincuencia juvenil cada 10.000 hab. 2000-2008

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Por todo lo reflejado anteriormente es posible concluir que la medición de la delincuencia juvenil es algo muy complejo, máxime si el estudio viene referido a los delitos sexuales cuya cifra negra347 aumenta con respecto a otro tipo de delincuencia, y ellos es debido a como afirman algunos autores, existen buenas razones para creer que ésta puede encontrarse especialmente acentuada en el caso de los delitos sexuales348. Ello sugiere potenciales errores y sesgos cuando se utilizan datos oficiales que no deben perderse de vista. Una forma complementaria de recopilación de datos empíricos extrapolables a la población en general habitual en Criminología y, por supuesto, en Victimología son los estudios de victimación −y, en menor medida, los estudios de autoinforme. Lamentablemente, de nuevo, existen buenas razones para esperar que los formidables problemas metodológicos que afrontan habitualmente estas herramientas se encuentren también ahora especialmente agravados349.

347 

Fernández Villazala; La medición del delito en la seguridad pública, Ob. Cit., págs. 93 a 100. 348  Vid., en este sentido, Coleman y Moynihan; Understanding crime data. Haunted by the dark figure. Buckingham y Philadelphia: Open University Press, 1996, págs. 41 y 110; EGG; Egg, R. «Sexualkriminalität. Über den gesellschaftlichen Umgang mit dem Bösen». Pp. 557 y ss. en Nationale und internationale Entwicklungen in der Kriminologie. Festschrift für Helmut Kury zum 65. Geburtstag (J. Obergfell-Fuchs y M. Brandenstein eds.). Frankfurt a.M.: Verlag für Polizeiwissenschaft, Dr. Clemens Lorei, 2006, págs. 561 a 564; Marshall; con la colaboración de Geris A. Serran y Yolanda M. Fernández. Agresores sexuales. Barcelona: Ariel, 2001, pág. 20. 349  Serrano Maíllo y Fernández Villazala; Aproximación a una fenomenología de los delitos sexuales, Ob. Cit., pág. 173.

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Capítulo XII Delincuencia organizada José Vigara García y Tomás Fernández Villazala

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1. INTRODUCCIÓN En los últimos años ha existido una creciente preocupación de la opinión pública debido a la consolidación de la delincuencia organizada. Los desarrollos de la tecnología de las comunicaciones y del transporte que han permitido la mundialización de la economía han facilitado, de manera no intencionada, la expansión a nivel internacional de las grandes organizaciones criminales350. Es lo que se conoce por delincuencia organizada transnacional, es decir, la delincuencia no ha quedado circunscrita al ámbito local o nacional, sino que ha atravesado las fronteras de los diferentes países y se ha convertido en un problema a nivel mundial. El crimen organizado, acepción con la que también se conoce la delincuencia organizada, constituye hoy día una amenaza presente y futura de difícil erradicación, España forma un enclave importante para el asentamiento y tránsito de las redes del crimen organizado, y ello se debe principalmente a su situación geográfica, España es frontera de Europa, lo mismo que ocurre entre Polonia y Ucrania y a su vez como el resto de los países que forman la Unión Europea carece de fronteras internas, en este caso, en su límite con Francia, es decir, un ciudadano europeo puede circular libremente por un gran número de países sin ser controlado a su entrada o salida, lo mismo ocurre con aquellos ciudadanos que no siendo parte del espacio Shengen logran introducirse en uno de esos países, consecuencia inmediata: escapan por tanto a un filtro adecuado, luego nos encontramos ante una delincuencia globalizada, no sólo en cuanto a los distintos miembros que componen sus grupos, de diversa nacionalización, también en cuanto a su circulación, que implica el aumento y establecimiento del «crimen organizado foráneo» en territorio europeo, sin olvidarnos por supuesto del «crimen organizado local» como los clanes Gallegos 350 

RESA; Empleo y delincuencia: la historia de una relación contradictoria y el caso del crimen organizado, Sistema, 1997, págs. 277.

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del narcotráfico en España o las mafias sicilianas en Italia, que a su vez exportan e importan su criminalidad, poseyendo ramificaciones y vinculaciones con otros grupos que operan fuera de sus países de origen. A todo ello hay que sumar, que en la zona de influencia española, se encuentran espacios considerados paraísos fiscales como Andorra y Gibraltar. Éstos y otros repartidos por todo el mundo, constituyen elementos importantísimos para el blanqueo de capitales (lavado de dinero) proveniente del crimen351. La delincuencia organizada en España se debe remontar al término del régimen franquista y el inicio de un turismo de masas. Todo esto llevó a que diferentes grupos internacionales comiencen a establecerse en España, principalmente en las grandes capitales y lugares de costa. Estos grupos aprovechando la falta de cooperación policial a nivel internacional fueron creciendo a la vez que aumentaban los tipos delictivos que realizaban, principalmente financiados por el tráfico de drogas. En este orden de cosas habitualmente en los medios de comunicación social aparecen noticias sobre la detención por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de un grupo de personas que de forma organizada tiene por actividad habitual la comisión de hechos delictivos352. 351 

Fernández; «Crimen organizado» Artículos doctrinales, Derecho Penal. Noticias Jurídicas. 2008. Consultado en página www.noticiasjuridicas.com, el 12 de diciembre de 2010. 352  Un ejemplo de ello, por citar alguno, lo ofrece el siguiente artículo publicado el día 10 de febrero de 2010 en la Página Web www.lukor.com, noticia dada por la Agencia Europa Press sobre la detención de un grupo delictivo de narcotraficantes colombianos: «Detenidas 39 personas en una operación iniciada en Murcia contra el tráfico de armas, explosivos, drogas y robo de joyas. La operación «Alacrán-Eslabón» desarticula al menos 5 grupos delictivos, uno de ellos formado por «narcos» colombianos. «La Guardia Civil ha detenido a 39 individuos, así como imputado a otros 7, en una operación denominada «Alacrán-Eslabón», desarrollada a lo largo de 2005 y principios de este año, contra la delincuencia organizada, que ha permitido desmantelar al menos a 5 grupos delictivos, uno de ellos formado por «narcos» colombianos, dedicados al tráfico de armas, explosivos, municiones, drogas, así como delitos contra la propiedad. Las investigaciones, que se iniciaron a principios de 2005 con el objetivo de desmantelar una red de tráfico de armas que operaba en Murcia, las desarrollaron agentes adscritos a la sección de Investigación Criminal con sede en Murcia y Jefatura del Servicio de Información con sede en Madrid. La primera fase, bajo el nombre de «Alacrán», supuso la detención en Murcia de siete personas, interviniéndose armas y municiones, así como distintas cantidades de droga (hachís, cocaína, éxtasis y anfetamínicos) Fuentes del Instituto Armado indicaron que el desmantelamiento de esta primera re delictiva permitió un «salto cualitativo» al poder continuar las investigaciones sobre la existencia de una red de tráfico de pólvora que se extendía por todo el territorio nacional y

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2. CONCEPTO DE DELINCUENCIA ORGANIZADA A menudo la literatura social nos habla de delincuencia organizada y crimen organizado o mafia para referirse a una forma particular de delincuencia. Asimismo, los medios de comunicación, a diario, nos presentan

que tenía como objetivo surtir de pólvora y pistones detonadores a personas vinculadas con la práctica del tiro deportivo. Al mismo tiempo, a través de dicha red ilegal se estaba traficando con «munición metálica» y con diversas piezas ilegales para armas (silenciadores, culatines para armas cortas, dispositivos adaptables para fuego ametrallador, etc.). La pólvora y los pistones detonadores estaban siendo introducidos clandestinamente, a través de Francia y Andorra, a la provincia de Barcelona, desde donde era distribuida al resto del territorio nacional mediante personas vinculas al mundo del tiro deportivo. Durante el desarrollo de esta segunda fase de la operación se detuvo a 16 personas y se imputó a otras 7 ubicadas en Murcia, Gerona, Barcelona, Asturias, Baleares, La Coruña y Málaga, realizándose varios registros en domicilios, locales y egresas. En total, se incautaron más de 70 kilos de explosivos (pólvoras de distintos tipos), cerca de 150.000 pistones detonadores, casi 20.000 cartuchos metálicos de diferentes calibres, ocho máquinas de recarga de munición, cañones en «bruto» para mecanizar (para fabricación artesanal de cañones); quince armas de fuego ilegales (catorce armas cortas y un rifle); 10 armas cortas y un arma de guerra inutilizadas, seis armas de aire comprimido, varias armas prohibidas (bastones estoque, porras eléctricas); varios silenciadores adaptables a armas cortas y largas, y una máquina fresadora. También dos vehículos (un turismo y un todo terreno) y diverso material relacionado con la manipulación de explosivos y armas, así como gran cantidad de piezas para armas cortas (percutores, cargadores, tambores de revolver, etc.) utilizadas para la rehabilitación de las mismas. Una vez finalizada esta fase, y dentro del mismo engranaje, las pesquisas se orientaron a una organización dedicada al tráfico de armas y de doras, cuya base de operaciones radicaba en Murcia. Así, la operación «Alacrán» diseñada por la Guardia Civil tornó su nombre al de operación «Eslabón». Paralelamente se iniciaron investigaciones sobre otro grupo de narcotraficantes de origen boliviano implicado en actividades de tráfico de drogas y elaboración de cocaína. El grupo de bolivianos fue desmantelado durante octubre de 2005, con seis detenidos y el desmantelamiento de un «laboratorio» de elaboración de clorhidrato de cocaína, que utilizaban técnicas de manipulado de la «coca base» originarias de la región del «Chapare» en Bolivia, incautándose 300 gramos de cocaína ya elaborada y decenas de litros de sustancia mezclada con alcaloide de la cocaína y preparada para su proceso químico, lo que en el argot se llama «cocinado». Este grupo de bolivianos mantenía conexiones con la organización de tráfico de armas y de drogas ubicada en una pedanía de Murcia, y que tenía importantes conexiones con narcotraficantes de otras provincias, así como una red de distribución de doras que surtía a pequeños traficantes de la Región.

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noticias relacionadas con la detención de un número significativo de personas que actuando de forma organizada han llevado a cabo la comisión de una o varias actividades delictivas. Dada la complejidad con la que se manifiesta así como la multitud de sectores sociales y económicos a los que afecta, no existe una definición de delincuencia organizada con validez internacional. Para algunos autores, la delincuencia organizada es la que se realiza a través de un grupo o asociación criminal revestida de una serie de características como: Carácter estructurado, permanente, autorrenovable, jerarquizado, destinado a lucrarse con bienes y servicios ilegales o a efectuar hechos antijurídicos con intención sociopolítica, valedores de la disciplina y la coacción con relación a sus miembros y a toda clase de medios frente a terceros con el fin de alcanzar sus objetivos353. En este mismo orden de cosas, el Tribunal Supremo el año 1985354, ya señalaba que la delincuencia organizada había que diferenciarla de la codelincuencia ya que aparte de la participación de una pluralidad de personas en la ejecución del delito, también hace falta que las mismas dispongan de Así, el pasado enero, con un amplio dispositivo con más de 60 agentes, se realizaron simultáneamente seis registros en domicilios y locales ubicados en los municipio de Murcia y Cehegín, con diez detenidos. Se incautaron dos pistolas y abundante munición, algunas cantidades de droga, así como documentación y elementos relacionados con las actividades de tráfico de estupefacientes. Los dos máximos dirigentes de este grupo delictivo fueron arrestados durante la misma madrugada en una operación antidroga desarrollada por el Cuerpo Nacional de Policía en Torrevieja (Alicante) en la que se incautaron más de 7 kilos de cocaína y se detuvo a cinco personas cuando iba a realizarse una transacción de droga. La fase final se culminó la pasada semana con la detención de tres españoles y dos rumanos como presuntos integrantes de un grupo delictivo, a los que se imputaron supuestos delitos de asociación ilícita, así como intento de robo con intimidación a un joyero que fue abortado por la Guardia Civil. Los presuntos atracadores se dieron a la fuga, pero se logró detener a uno en la provincia de Alicante, y a otros cuatro en Murcia. Este hecho se remonta a finales del pasado octubre, cuando la Guardia Civil tuvo conocimiento de los planes de ejecución de un atraco a un comercial de joyería que portaba un valioso muestrario. La inminencia de la perpetración del atraco hizo que los instigadores de la Guardia Civil, con muy poco margen de tiempo, diseñaran un plan de actuación para poder alertar al joyero y sacarlo escoltado del lugar donde se encontraba, un local en la periferia de Murcia y donde estaba siendo vigilado por los presuntos delincuentes que, al percatarse de la presencia de los agentes, se dieron a la fuga». 353  A ella hace referencia Herrero Herrero «Criminología, Parte General y Especial», o.c., pág. 536. 354  STS de fecha 25 de septiembre de 1985.

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medios idóneos y desarrollen un plan previamente concertado y con una cierta permanencia, y jerarquización, con distribución, más o menos definida entre ellos, de funciones355. Posteriormente el alto Tribunal356 ha puntualizado que: «debe incluir cualquier red estructurada que agrupe a una pluralidad de personas con una jerarquización y reparto de tareas o funciones entre ellas y que posea una vocación de permanencia357 en el tiempo. Para su apreciación debe existir una jerarquía, con reparto de papeles o funciones, estable o permanente, que disponga de medios adecuados». En estos momentos, la delincuencia organizada es uno de los fenómenos que más afecta y preocupa. No se trata un fenómeno nuevo, pues ha existido desde siempre. Para Celia Lozano, la delincuencia organizada es muy antigua, «pues el saqueo, el tráfico de personas, el robo y otras formas de delincuencia ya existían desde el origen de la civilización misma: recuérdense las hordas de bárbaros que asolaban Europa Central y Asia en tiempos del Imperio Romano —Atila y los Hunos es un ejemplo— y aún antes. Estas ya constituían formas de delincuencia organizada puesto que existían jerarquías definidas, funciones y atribuciones conforme a dichas jerarquías, reglas para sus integrantes, derechos y obligaciones»358. Lo nuevo ahora, son los conceptos que se incorporan como: globalización, internacionalización, nuevas tecnologías, etc., que hacen que el fenómeno de la delincuencia organizada aparezca como algo novedoso tanto en los grupos que la forman como en los métodos delictivos que utilizan su organización, su ámbito de actuación, su composición y su represión. Así, lo que antes se podría ceñir a algunas organizaciones delincuenciales nacionales, muchas de ellas de carácter étnico, a partir de los años 90 se ha extendido a otras partes de Europa y del resto del mundo, incrementándose de tal forma que genera graves riesgos para la vida social y el propio Estado de Derecho. Actualmente, como se ha indicado anteriormente, no existe una definición de delincuencia organizada con validez internacional, a pesar de los 355 

En el mismo sentido numerosas resoluciones de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, como las de 10 de marzo, 5 y 22 de mayo y 28 de junio de 2000. 356  STS de fecha 29 de febrero de 2000. 357  Otra STS de 11 de febrero de 2003 se refiere a «vocación de continuidad» pues es un «aliud» y un «plus» frente a la mera codelincuencia (STS de 28 de noviembre de 2001). 358  Lozano Meraz «La delincuencia en la era de la globalización», artículo publicado en la página web monografías.com y consultado el 10 de febrero de 2010.

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intentos sobre lo que debe entenderse por delincuencia organizada. Y ello debido tanto a la heterogeneidad con la que se manifiesta como a la multitud de sectores sociales y económicos a los que afecta. Pese a ello, nos debemos fijar en la definición expresada por las Naciones Unidas: «Por delincuencia internacional debe entenderse un grupo estructurado de tres o más personas existente durante un período de tiempo y que tenga por fin la comisión de un delito transnacional grave mediante una acción concertada recurriendo a la intimidación, la violencia, la corrupción o a otros medios para obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico u otro beneficio de orden material.» Igualmente el Grupo de Trabajo, Droga y Crimen Organizado de la Unión Europea estableció un listado de once indicadores o características que debe reunir un grupo delictivo para ser considerado como delincuencia organizada:   1. Colaboración de más de dos personas.   2. Reparto de tareas. No tienen porqué estar de forma explícita.   3. Actuación por un período de tiempo prolongado o indefinido. Es decir, que no se haya formado fortuitamente para la comisión de un delito de forma inmediata.   4. Existencia de jerarquía, disciplina o control.   5. Indicios de comisión de delitos que por sí solos o de forma global sean de importancia considerable.   6. Operatividad a nivel internacional. En España se ha incluido también la operatividad a nivel interprovincial, por considerarse que aquellos grupos con capacidad para actuar en varias provincias, en cualquier momento pueden ser operativos a nivel internacional.   7. Empleo de la violencia o de otros medios idóneos para intimidas.   8. Uso de estructuras comerciales o empresariales.   9. Actividades de blanqueo de dinero. 10. Ejercicio de influencia en la política, medios de comunicación, administración pública, autoridades judiciales o económicas. 11. Búsqueda de beneficios o de poder. Siendo necesario, al menos, seis de tales indicadores para conceptuar un grupo criminal como organizado, y de esos seis mínimos los numerados como 1, 3, 5 y 11 son obligatorios, es decir, ha de concurrir en todo caso, debiendo asimismo reflejar otros cualesquiera dos de entre los once posi-

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bles. En España, por ejemplo, se emplean los indicadores 2 (Reparto de tareas) y 6 (Operatividad a nivel internacional o provincial) Nuestro Código Penal no define la delincuencia organizada, sino que será la Ley de Enjuiciamiento Criminal la que, mediante Ley Orgánica 5/1999, de 13 de enero, de modificación de la Ley de Enjuiciamiento Criminal en materia de perfeccionamiento de la acción investigadora relacionada con el tráfico ilegal de drogas y otras actividades ilícitas graves, en su nuevo artículo (282 bis) dada la alarmante dimensión alcanzada por la criminalidad organizada y que en su Apartado 4, el cual ha sido modificado por la Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio, contempla lo siguiente: «…se considerará como delincuencia organizada la asociación de tres o más personas para realizar, de forma permanente o reiterada, conductas que tengan como fin comete alguno o algunos de los delitos siguientes: a) Delitos de obtención, tráfico ilícito de órganos humanos y trasplante de los mismos, previstos en el artículo 156 bis del Código Penal. b) Delito de secuestro de personas previsto en los artículos 164 a 166 del Código Penal. c) Delito de trata de seres humanos previsto en el artículo 177 bis del Código Penal. d) Delitos relativos a la prostitución previstos en los artículos 187 a 189 del Código Penal. e) Delitos contra el patrimonio y contra el orden socioeconómico previstos en los artículos 237, 243, 244, 248 y 301 del Código Penal. f) Delitos relativos a la propiedad intelectual e industrial previstos en los artículos 270 a 277 del Código Penal. g) Delitos contra los derechos de los trabajadores previstos en los artículos 312 y 313 del Código Penal. h) Delitos contra los derechos de los ciudadanos extranjeros previstos en el artículo 318 bis del Código Penal. i) Delitos de tráfico de especies de flora o fauna amenazada previstos en los artículos 332 y 334 del Código Penal. j) Delito de tráfico de material nuclear y radiactivo previsto en el artículo 345 del Código Penal. k) Delitos contra la salud pública previstos en los artículos 368 a 373 del Código Penal. l) Delitos de falsificación de moneda, previsto en el artículo 386 del Código Penal, y de falsificación de tarjetas de crédito o débito o cheques de viaje, previsto en el artículo 399 bis del Código Penal.

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m) Delito de tráfico y depósito de armas, municiones o explosivos previsto en los artículos 566 a 568 del Código Penal. n) Delitos de terrorismo previstos en los artículos 572 a 578 del Código Penal. o) Delitos contra el patrimonio histórico previstos en el artículo 2.1.e de la Ley Orgánica 12/1995, de 12 de diciembre, de represión del contrabando.

3. ACTIVADES DELICTIVAS MÁS FRECUENTES DE LA DELINCUENCIA ORGANIZADA En cuanto a la forma de actuación de la delincuencia organizada, advertir que no existen muchas diferencias con las organizaciones legales, dado que ambas persiguen la obtención de la máxima rentabilidad; incluso, algunas organizaciones legales actúan de forma ilegal para incrementar sus beneficios como es el caso de la evasión de impuesto o la alteración contable. En este orden de cosas, muchas y variadas son las actividades delictivas llevadas a cabo por el crimen organizado, pero entre ellas caben destacar: — Terrorismo. — Tráfico de drogas. — Prostitución. — Tráfico de seres humanos (Inmigración clandestina) — Blanqueo de capitales. — Hurto, robo y tráfico ilegal de vehículos. — Uso ilegal de tarjetas de crédito. — Falsificación de moneda. — Atracos a entidades bancarias. — Fraude Inmobiliario. — Delitos relativos a la protección de la flora, fauna y animales domésticos. — Delitos contra los derechos de los trabajadores. — Defraudación de fluido eléctrico y combustible. — Tráfico de obras de arte. — Delitos contra los ciudadanos extranjeros. — Tráfico y depósito de armas, municiones y explosivos.

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4. MEDICIÓN DE LA DELINCUENCIA ORGANIZADA Si la medición de un delito en particular presenta múltiples problemas, la medición de la delincuencia organizada presenta aún una mayor complejidad al encontrarnos ante delitos denominados no convencionales359, en contraposición a los delitos convencionales como son los homicidios, robos, agresiones sexuales, coacciones, amenazas, etc., que consisten en conductas individuales asociadas a un individuo en particular360. Siguiendo a Kleemans y De Poot, los delitos no convencionales son considerados como una categoría separada y, por lo tanto, obedecen a factores y causas distintas que los delitos convencionales.361 En este sentido, como afirman Van Dijk y Nevada, teóricamente podríamos tener países con índices elevados en delitos convencionales como los robos, las agresiones sexuales, etc., y tener índices no tan elevados en delitos no convencionales, como la delincuencia organizada362. Tal y como apunta Van Dijk, es de esperar que el número de casos registrados por la policía en relación al crimen organizado, correlacione inversamente con la seriedad del problema en un determinado país363. Como se ha señalado anteriormente existen múltiples problemas en la medición de la delincuencia organizada entre los que cabe destacar: — En la actualidad existen elevados niveles de corrupción. — Requiere la participación de varias personas formando una organización, lo que supone que la unidad de medida se dificulta. — Elevado número de organizaciones criminales. — La transnacionalidad del fenómeno. — En nuestro país no existe un delito como tal de delincuencia organizada. Existe el delito de asociación ilícita y también existen numerosos delitos referentes al tipo de actividades que desarrollan los supuestos grupos de criminalidad organizada. 359 

Van Dijk y Buscaglia; «Controlling organized crime and corruption in the public sector» Forum on Crime and Society, 3, 2003, págs. 1 y 2. 360  Van Dijk; «The World of Crime. Breaking the Silence on Problems of Security, Justice and Development Across the World». Thousand Oaks: Sage, 2008. 361  Kleemans y De Poot; «Criminal Careers in Organized Crime and Social Opportunity Structure». European Journal of Criminology, 5, 1, 2008, págs. 69 a 98. 362  Van Dijk y Nevala; «Intercorrelations of Crime». En Nieuwbeerta, P.: Crime victimization in internacional perspectiva. The Hague: Boom Juristische Uitgevers, 2002. 363  Van Dijk; «The World of Crime. Breaking the Silence on Problems of Security, Justice and Development Across the World». Ob. Cit., 2008.

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Debido a la problemática referenciada, intentaremos acercarnos a la medición de la delincuencia organizada centrándonos en los datos que recoge la policía tomando en consideración el número de detenidos por delitos relacionados con el crimen organizado: Gráfico 1. Tasa de detenidos por delincuencia organizada por 100.000 habitantes. Periodo 2000 a 2007.

Fuente: Elaboración propia a partir del Anuario Estadístico del Ministerio del Interior.

El grafico 1 nos muestra una evolución ascendente de la tasa de detenidos por 100.000 habitantes desde el año 2000 hasta el 2007, salvo el año 2003 y 2004 donde se produce un descenso. En este sentido, cabe destacar que donde se produce una mayor ascensión es del año 2000 al 2001 (de 5 a 10 detenciones) Por lo tanto las detenciones en materia de delincuencia organizada han aumentado progresivamente en este periodo. Este aumento de las detenciones principalmente puede estar motivado un aumento de la represión policial respecto a este problema gracias a la creación de grupos especializados en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado para la coordinación de operaciones e información en materia de investigación policial sobre el crimen organizado. Otra causa puede ser el aumento de este tipo de delincuencia. En este sentido, sería de gran utilidad poder contar con estudios que permitieran aportar mediciones alternativas a las oficiales a través de encuestas de victimización a poblaciones concretas.

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5. LUCHA CONTRA LA DELINCUENCIA ORGANIZADA Como podemos observar, la actividad delictiva desarrollada por este tipo de delincuencia es amplia y variada, lo que supone un grave riesgo para la seguridad de los ciudadanos. En el ámbito internacional resulta interesante citar, entre otras, la Convención de Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional firmada en Nueva York el año 2000364. En el mismo sentido, en la Unión Europea, dada la facilidad que las citadas organizaciones criminales tienen para infiltrarse en todos los sectores de la sociedad aprovechándose de la libertad de circulación de capitales, bienes, personas y servicios, así como las diferencias jurídicas existentes entre los Estados miembros, el Consejo Europeo elaboró un programa para la prevención y control de la delincuencia organizada, es la denominada estrategia para el próximo milenio365 con el fin de llevar a cabo una acción concertada en la que los Estados miembros, el Consejo, la Comisión, Europol y la red judicial europea desempeñen sus respectivos papeles tendente a la prevención y control de la delincuencia organizada y en el que se especifica las acciones que deberán realizarse para luchar contra dicha delincuencia y que agrupa 11 objetivos: — Reforzar la recogida y análisis de datos relativos a la delincuencia organizada. — Evitar que la delincuencia organizada se infiltre en el sector público y el sector privado. — Reforzar la prevención de la delincuencia organizada y la colaboración entre el sistema de justicia penal y la sociedad. — Reexaminar y mejorar la legislación así como el control y los marcos reglamentarios nacionales y comunitarios. — Reforzar las investigaciones en el ámbito de la delincuencia organizada. — Reforzar Europol. 364 

Aprobada por la Asamblea General en su Resolución 55/25, de noviembre de 2000 (Anexo I) y suscrita en la Conferencia de Palermo (Italia) el 15 de diciembre de 2000 y en vigor en España desde el 29 de septiembre de 2003 (fecha en el que se publicó en el BOE). Como consecuencia de la Resolución 53/111 de 9 de noviembre de 1998, en el que se decide establecer un Comité especial intergubernamental con la finalidad de elaborar dicha convención. 365  Diario Oficial C 124 de fecha 3 de mayo de 2000.

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— Detectar, congelar, decomisar y confiscar los productos del crimen. — Reforzar la cooperación entre autoridades represivas y autoridades judiciales a nivel nacional y en la Unión Europea. — Reforzar la cooperación con los países candidatos a la adhesión. — Reforzar la cooperación con terceros países y otras organizaciones internacionales. — Vigilar el refuerzo de la aplicación de las medidas de prevención y control de la delincuencia organizada en de la Unión. Si en cambio, nos fijamos en esta lucha contra la delincuencia organizada teniendo en cuenta el punto de vista policial, que en esta obra nos interesa en mayor medida, podemos observar que existen importantes dificultades de tipo estructural en esta lucha. Esto provoca que la eficacia sea mayor en decomisos de diferentes efectos destinados a este tipo de delincuencia que en las propias detenciones de personas integrantes de algún grupo organizado. Los principales motivos de esta situación es producida por la falta de medios económicos y personales que sirvan para potenciar las investigaciones y la inadecuación de las herramientas jurídicas existentes en nuestra legislación. En este orden de cosas debemos conocer que existe la posibilidad de convenir entre Estados, requirente y requerido, colaborar para la realización de investigaciones delictivas por parte de agentes que actúen infiltrados o con una identidad falsa (investigaciones encubiertas). Los Estados miembros acordarán la duración de la investigación encubierta, las condiciones concretas y el régimen jurídico de los agentes de que se trate, ateniéndose a sus respectivos ordenamientos jurídicos y procedimientos nacionales. La decisión sobre la solicitud la tomarán en cada caso las autoridades del Estado miembro requerido ateniéndose a su Derecho interno y a los procedimientos nacionales. En cambio, las investigaciones encubiertas se realizarán de conformidad con el Derecho y los procedimientos del Estado en cuyo territorio se realicen. Los Estados miembros interesados colaborarán para garantizar la preparación y supervisión de la investigación encubierta y la adopción de las medidas para la seguridad de los agentes que actúen de manera encubierta o con identidad falsa. Pero nuestro Derecho interno es parco en la regulación de la figura del agente encubierto. No existe una Ley Orgánica que regule expresamente dicha figura, únicamente aparece la regulación legal del artículo 282 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal donde existe un especial protagonismo para las entregas vigiladas de drogas. Consiste en que un determinado

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miembro de la Policía Judicial es autorizado en las investigaciones que afectan a actividades propias de la delincuencia organizada, a actuar bajo identidad supuesta y a adquirir y transportar los objetos, efectos e instrumentos del delito y diferir la incautación de los mismos, así como a participar en el tráfico jurídico y social bajo identidad esa identidad supuesta. Es decir, la labor encubierta debe estar encaminada a descubrir el entramado criminal, el delito y la responsabilidad penal de los sujetos involucrados de la organización criminal. Es decir que la ley permite aquí una excepción al normal desarrollo de la investigación tanto policial como del Fiscal o del Juez (cuya obligación general es detener en su caso al delincuente y recoger los efectos e instrumentos del delito, según el artículo 282 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Criminal), al permitir al policía (agente infiltrado o encubierto) no sólo intervenir en la supuesta actividad delictiva, adquiriendo y transportando la droga y efectos, sino dilatar su ocupación, con el fin que justifica la excepción de describir o identificar a las personas involucradas en la comisión de algún delito relativo a drogas, etc. La sofisticación de la actividad delictiva y la proliferación de grandes organizaciones criminales obliga a la adopción de novedosas y más potentes fórmulas o técnicas de investigación. Entre ellas, figuran la posibilidad de entregas vigiladas y esta novedosa figura del agente encubierto. Los ejes básicos de esta figura son los siguientes: 1. Se posibilita el otorgamiento y la utilización de una identidad supuesta a funcionarios de la Policía Judicial, que puede mantenerse en el eventual proceso judicial posterior. Ningún funcionario de la Policía Judicial podrá ser obligado a actuar como agente encubierto. 2. Se delimita a estos efectos lo que debe entenderse por delincuencia organizada que comprende no sólo a los delitos de terrorismo, sino también a toda asociación de 3 o más personas que realicen de forma permanente o reiterada conducta que tengan como fin cometer alguno de los siguientes delitos relacionados en el propio artículo 282 bis. 3. Se faculta la utilización del agente encubierto de medios complementarios de investigación, siempre bajo control judicial y fiscal. La autorización de la actuación del agente encubierto debe concederla el Juez instructor competente o el Ministerio Fiscal (dando cuenta inmediata al Juez). Su concesión deberá realizarse en resolución fundada y

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guardando proporcionalidad con el fin perseguido; debiendo constar en ella el verdadero nombre del agente y la identidad supuesta, conservándose fuera de las actuaciones y con la debida seguridad. En la práctica supondrá lo siguiente: — Autorización para actuar bajo identidad supuesta. Dicha identidad se facilitará por el Ministerio del Interior, por un plazo de seis meses, prorrogables, por iguales plazos. — Autorizar la adquisición y transporte de objetos, efectos e instrumentos del delito y diferir su incautación. Cuando las actuaciones de investigación puedan afectar a los derechos fundamentales, el agente encubierto deberá solicitar del órgano judicial competente las autorizaciones que, al respecto, establezca la Constitución y la Ley, así como cumplir las demás previsiones legales aplicables, de modo que debe entenderse que en caso contrario las pruebas obtenidas no surtirán efecto alguno. Esta nueva resolución, como todas las que afectan a derechos fundamentales, deberá fundarse suficientemente (por ejemplo, supuesto en que el agente entienda que sea necesario la entrada y registro en una vivienda o la intervención de un teléfono) Si las actuaciones que realiza son consecuencia necesaria del desarrollo de la investigación y guardan la debida proporcionalidad con la finalidad de la misma el agente encubierto estará exento de responsabilidad. Dicha proporcionalidad será valorada por la autoridad judicial en un momento posterior. Cuando las actuaciones de investigación puedan afectar a los derechos fundamentales, el agente encubierto deberá solicitar del órgano judicial competente las autorizaciones que, al respecto, establezca la Constitución y la Ley, así como cumplir las demás previsiones legales aplicables. Esta situación deja en serias dificultades y con una enorme inseguridad jurídica a los miembros de las fuerzas de seguridad que se ven abocados a realiza operaciones de infiltración en bandas criminales. La redacción del artículo 282 bis citado debería haber sido más explícita con objeto de aportar más seguridad a los agentes de la Policía Judicial y para que este instrumento de investigación fuera de más fácil y frecuente utilización. Igualmente, otro problema añadido, esta en la valoración de las pruebas obtenidas por el agente encubierto. Resulta altamente discutible que la prueba proporcionada por el agente encubierto, para cuya obtención haya realizado acciones delictivas, tenga valor en el proceso penal. No obstante, si su obtención está justificada y se determina la exención de responsabili-

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dad penal del agente de la Policía Judicial, las pruebas obtenidas pueden ser eficaces para constituir prueba de cargo. No hay duda cuando se realiza con trasgresión de derechos fundamentales, pues en tales supuestos la prueba ha sido ilegalmente obtenida y no puede ser utilizada. Otro problema en la investigación de la delincuencia organizada está en que se desarrolla en diferentes partidos judiciales, lo cual a la hora de solicitar diferentes mandamientos, ya sea de entrega vigilada, de entrada y registro, u otros similares, existen muchos obstáculos generados por el problema competencial de los diferentes juzgados implicados. Como conclusión podemos afirmar, que al hablar de delincuencia organizada estamos hablando de un tipo de delincuencia caracterizada por la planificación y especialización con la que los delincuentes profesionales realizan sus actividades delictivas. Es decir, se trata de delincuentes especialistas en la que cada una desempeña un rol que conocen a la perfección. Toman exhaustivas medidas al objeto de borrar todo tipo de huellas que pueda incriminarles, intimidan posibles testigos366 y conocen muy bien el derecho interno de cada país en el que actúan. Todo ello para evitar que la policía pueda acopiar indicios y de esta forma no poder acusar de forma eficaz a los responsables.

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Legislación, la que regula la protección de testigos, que desde que se aprobó (Ley Orgánica 19/1994, de 23 de diciembre, de protección de testigos y peritos en causas criminales) no ha sido modificada y que es obsoleta.

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Capítulo XIII Trata de seres humanos Andrés Sotoca Plaza

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1. CONCEPTO Y MARCO JURÍDICO El fenómeno criminal de la Trata de Seres Humanos (TSH) es un proceso que, como veremos a continuación, está compuesto por acciones (captación, transporte, traslado, acogida o recepción) y medios (amenaza, uso de la fuerza, coacción, rapto, fraude, engaño, abuso de poder, o situación de vulnerabilidad) con fines de explotación (sexual, laboral, comercialización de órganos, mendicidad y para la comisión de pequeños delitos y toda forma de esclavitud o servidumbre, como determinadas formas de matrimonio servil). En este capítulo vamos a centrarnos en la TSH con fines de explotación sexual por constituir una de las variantes de este fenómeno que mayor preocupación social está generando y sobre la que mayores medidas de lucha se están poniendo en marcha. No obstante, toda forma de Trata de Personas es algo que produce enorme preocupación porque reduce el Ser Humano a mercancía, que a diferencia de otros tráficos, como de droga o armas, el «producto» no se pierde con cada transacción, sino que toda persona es potencialmente explotable un número indeterminado de ocasiones. Como aparece en el Informe mundial sobre la Trata de Personas del año 2009 de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC) la expresión Trata de Personas puede inducir a error, puesto que hace hincapié en los aspectos de operación comercial de un delito que puede definirse con mayor exactitud como esclavización. La Trata de Seres Humanos es una forma moderna de esclavitud. En los últimos años se ha aprobado en España nueva normativa encaminada a incrementar los esfuerzos en la lucha contra la TSH con fines de explotación sexual. No obstante, se mantiene el consenso a nivel internacional en cuanto a su definición, que es la que aparece en la «Convención de Naciones Unidas sobre la Delincuencia Organizada Transnacional», firmada en Palermo (Italia) en diciembre del año 2000367, a la que acompaña un 367 

Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transna-

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Protocolo complementario aparte «para prevenir, reprimir y sancionar la trata / el tráfico de personas, especialmente mujeres y niños». En él se formulan las siguientes definiciones, en su artículo 3: Para los fines del presente Protocolo: a) Por «trata de personas» se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos; b) El consentimiento dado por la víctima de la trata de personas a toda forma de explotación intencional descrita en el apartado a) del presente artículo no se tendrá en cuenta cuando se haya recurrido a cualquiera de los medios enunciados en dicho apartado; c) La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de un niño con fines de explotación se considerará «trata de personas» incluso cuando no se recurra a ninguno de los medios enunciados en el apartado a) del presente artículo; d) Por «niño» se entenderá toda persona menor de 18 años. A la citada Convención también la acompaña un segundo «Protocolo contra el tráfico ilícito de inmigrantes por tierra, mar y aire» que también en su artículo 3 expone las siguientes definiciones: Para los fines del presente Protocolo: a) Por «tráfico ilícito de inmigrantes» se entenderá la facilitación de la entrada ilegal de una persona en un Estado Parte del cual dicha persona no sea nacional o residente permanente con el fin de obtener, directa o indirectamente, un beneficio financiero u otro beneficio de orden material; cional, disponible para la firma de los Estados el 15 de noviembre de 2000 en Palermo (Italia), ratificada por España el 21 de febrero de 2002, entrando en vigor el 29 de septiembre de 2003. El protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños entró en vigor el 25 de diciembre de 2003. El protocolo contra el tráfico ilícito de inmigrantes por tierra, mar y aire que también complementa la Convención entró en vigor el 28 de enero de 2004. Estos protocolos incluyen varias medidas de lucha, prevención y asistencia contra el tráfico y la trata de personas, muchas de las cuales ya figuraban en la legislación española sobre la materia. Los tratados internacionales validamente aprobados y publicados por España, son invocados ante los tribunales y forman parte del ordenamiento jurídico español.

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b) Por «entrada ilegal» se entenderá el paso de fronteras sin haber cumplido los requisitos necesarios para entrar legalmente en el Estado receptor; c) Por «documento de identidad o de viaje falso» se entenderá cualquier documento de viaje o de identidad: Elaborado o expedido de forma espuria o alterado materialmente por cualquiera que no sea la persona o entidad legalmente autorizada para producir o expedir el documento de viaje o de identidad en nombre de un Estado; o expedido u obtenido indebidamente mediante declaración falsa, corrupción o coacción o de cualquier otra forma ilegal; o utilizado por una persona que no sea su titular legítimo; d) Por «buque» se entenderá cualquier tipo de embarcación, con inclusión de las embarcaciones sin desplazamiento y los hidroaviones, que se utilice o pueda utilizarse como medio de transporte sobre el agua, excluidos los buques de guerra, los buques auxiliares de la armada u otros buques que sean propiedad de un Estado o explotados por éste y que en ese momento se empleen únicamente en servicios oficiales no comerciales.

A) TRÁFICO DE INMIGRANTES Consiste en la facilitación de la entrada de personas en un país de forma ilegal y cualquier tipo de desplazamiento en el interior del mismo burlando las legislaciones al respecto, lo que a nivel internacional se conoce como «people SMUGGLING», recogido en el protocolo de inmigrantes de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, y conocido en el entorno policial español como una cuestión de inmigración ilegal. No se trata, por tanto, de Trata de Seres Humanos.

B) TRÁFICO O TRATA DE SERES HUMANOS Cuando las anteriores conductas se hacen además con la finalidad de explotación de esas personas (laboral o sexual o mendicidad), estaremos ante el TRÁFICO o TRATA DE SERES HUMANOS, un fenómeno que incluye a las otras formas delictivas contempladas en el protocolo sobre la TRATA, que en el contexto internacional se denomina «TRAFFICKING368 in human beings». 368 

Aquí radica la confusión: para delimitar con rigor estos dos fenómenos criminales la palabra inglesa trafficking debería ser entendida en español como TRATA, y no como

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Se insiste en esta distinción porque los dos fenómenos presentan una diferencia muy notoria a nivel policial en cuanto a la intervención con los implicados. El tráfico de inmigrantes se limita al transporte ilegal del viajero al país de destino, tras lo cual termina la relación entre el transportista y el transportado, un viajero que en la inmensa mayoría de los casos ha buscado voluntariamente la ayuda del transportista (pagando por ello) para conseguir entrar en el país de destino, con lo que se produce un fenómeno delictivo contra el Estado en el que el inmigrante es autor e incurre en responsabilidades administrativas y/o penales369. En el tráfico o trata de seres humanos, en cambio, las personas implicadas siempre son víctimas370, puesto que la característica fundamental está en que sufren algún tipo de explotación, sin que importe su mayor o menor voluntariedad a la hora de viajar o de acceder a las condiciones de trabajo, siendo ahora una cuestión de Derechos Humanos. De este modo, en diferentes documentos de alcance internacional371 se recuerda que se pueden dar casos de tráfico de inmigrantes sin explotación posterior (inmigración irregular), explotación de personas sin que haya habido un tráfico previo (en el caso de explotación de nacionales o de extranjeros regularizados, dentro de un país) y por último la modalidad más compleja, habitualmente a cargo del crimen organizado transnacional: tráfico de seres humanos con fines de explotación. No obstante, la confusión entre el tráfico de inmigrantes y la TSH ha formado parte de nuestro ordenamiento jurídico hasta hace poco tiempo. Hasta la entrada en vigor de la LO 5/2010 de reforma del Código Penal, en el mes de diciembre, el delito más próximo a la TSH lo encontrábamos en el antiguo artículo 318bis-2, el tráfico ilegal/inmigración clandestina con TRÁFICO. Para facilitar el manejo de estos dos conceptos en este informe se utilizará preferentemente el término castellano TRATA cuando se hable de explotación de seres humanos y el de TRÁFICO para la inmigración irregular. 369  Se procede a su detención y a su puesta a disposición del Cuerpo Nacional de Policía, a quien compete incoar un expediente contra él para su expulsión del territorio nacional. 370  En calidad de víctimas, estas personas pueden beneficiarse de los derechos que las asisten, que en caso de tratarse de inmigrantes en situación irregular pueden incluso conducir a permisos de residencia y de trabajo. 371  Ver, por ejemplo, el «Regional Standard for Anti-Trafficking – Police Training in SEE», auspiciado por la OSCE y publicado por el Internacional Centre for Migration Policy and Development (ICMPD), elaborado en 2005, disponible en www.icmpd.org, y en www. anti-trafficking.net; o también el Report of the Experts Group on Trafficking in Human Beings, de la Unión Europea (diciembre, 2004).

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fines sexuales, pero como mezclaba ambos fenómenos, quedaba fuera de esta conceptualización la Trata interna, de víctimas españolas o comunitarias. En estos casos sólo se podía instruir por coacción/lucro a la prostitución del artículo 188, pero las penas por conductas similares eran sensiblemente inferiores. La LO 5/2010 recoge de manera específica el delito de Trata en el artículo 177bis, del cual pasamos a recoger sus apartados más importantes: «1.- Será castigado con la pena de prisión de 5 a 8 años como reo de trata de seres humanos el que, sea en territorio español, sea desde España, en tránsito o con destino a ella, empleando violencia, intimidación o engaño, o abusando de una situación de superioridad o de necesidad o de vulnerabilidad de la victima nacional o extranjera, la captare, transportare, trasladare, acogiere, recibiere o la alojare con cualquiera de las finalidades siguientes: La imposición de trabajo o servicios forzados, la esclavitud o prácticas similares a la esclavitud o a la servidumbre o a la mendicidad. La explotación sexual, incluida la pornografía. La extracción de sus órganos corporales. 2.- Aún cuando no se recurra a ninguno de los medios enunciados en el apartado anterior, se considerará trata de seres humanos cualquiera de las acciones indicadas en el apartado anterior cuando se llevare a cabo respecto de menores de edad con fines de explotación. 3.- El consentimiento de una víctima de TSH será irrelevante cuando se haya recurrido a alguno de los medios indicados en el apartado primero de este artículo. 9.- En todo caso, las penas previstas en este artículo se impondrán sin perjuicio de las que correspondan, en su caso, por el delito del artículo 318bis de este Código y demás delitos efectivamente cometidos, incluidos los constitutivos de la correspondiente explotación. 10.- Las condenas de jueces o tribunales extranjeros por delitos de la misma naturaleza que los previstos en este artículo producirán los efectos de reincidencia, salvo que el antecedente penal haya sido cAncelado o pueda serlo con arreglo al Derecho español. 11.- Sin perjuicio de la aplicación de las reglas generales de este Código, la victima de trata de seres humanos quedará exenta de pena por las infracciones penales que haya cometido en la situación de explotación sufrida, siempre que su participación en ellas haya sido consecuencia directa de la situación de violencia, intimidación, engaño o abuso a que haya sido sometida y que exista una adecuada proporcionalidad entre dicha situación y el hecho criminal realizado.»

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En la tabla siguiente se presentan los delitos que con mayor frecuencia suelen ir asociados a la TSH, con sus correspondientes códigos de la plantilla de recogida de datos del Programa Estadístico de Seguridad del Ministerio del Interior. Como se ha mencionado anteriormente, el marco jurídico ha sufrido modificaciones en los últimos años con el fin de facilitar la lucha contra la TSH con fines de explotación sexual. Estos cambios han sido consecuencia de la aplicación del Plan Integral para la lucha contra la TSH con fines de explotación sexual, aprobado el 12 de Diciembre del 2008 en Consejo Tabla 1. Diferencia entre conceptos de TRATA / TRÁFICO y su articulación en el Código Penal.

Conceptos de los Protocolos de la Convención de la ONU

1. Explotación sexual

TRATA de SERES HUMANOS

TRÁFICO de INMIGRANTES

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Explotación de la prostitución ajena Otras formas de explotación sexual

Articulado del vigente Código Penal español

Código y concepto en el Programa Estadístico de Seguridad del Mº del Interior

188

854 - Coacción / lucro sobre prostitución

187 189-2

852 - Corrupción de menores

189-1

856 – Pornografía de menores

2. Trabajos o servicios forzados, esclavitud y prácticas análogas, servidumbre (explotación laboral)

232

1238 – Explotación de la mendicidad

311

1500 – Contra los derechos de los trabajadores

3. Tráfico de niños

221

1226 - Tráfico de niños

4. Extracción de órganos

156

No consta

5. Tráfico de Inmigrantes

318 bis 1

1550 – Tráfico ilegal / inmigración clandestina

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de Ministros y que constituye el principal instrumento estratégico integral elaborado hasta el momento. Establece medidas de actuación que afectan a distintos Departamentos Ministeriales, y trata de coordinar la actuación en las siguientes áreas: — Medidas de sensibilización, prevención e investigación. — Medidas de educación y formación. — Medidas de asistencia y protección a las víctimas. — Medidas legislativas y procedimentales. — Medidas de coordinación y cooperación. Una de las acciones novedosas contenidas en este Plan es el reconocimiento de un período de reflexión372 de, al menos, 30 días, para que las víctimas puedan restablecerse y escapar a la influencia de los traficantes y/o decidir su colaboración con las Autoridades Administrativas, Policiales y Judiciales. Posteriormente, el 10 de Septiembre de 2009, se publicó en el BOE nº 219, el Instrumento de Ratificación del Convenio nº 147 del Consejo de Europa sobre la lucha contra la TSH (hecho en Varsovia el 16 de mayo de 2005), por el que España se compromete a cumplirlo, observarlo y hacer que se cumpla y observe en todas sus partes. El citado convenio recoge buena parte de las medidas del Protocolo de Palermo, pero avanza en lo referente a la asistencia a víctimas, incluyendo por ejemplo la extensión del permiso de residencia por colaboración con la investigación o atendiendo a su situación personal, el garantizar la asistencia incluso aunque la víctima no tenga voluntad de testificar, la cooperación de las ONG,s y el citado periodo de restablecimiento y reflexión de, al menos 30 días. Por todo ello, en el BOE nº 299 de 12 de diciembre de 2009, se publicó la Ley Orgánica 2/2009 de reforma de la Ley Orgánica 4/2000 sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social, que en su artículo 59.bis373 incorpora el mencionado período de reflexión, en el 372 

Hasta este momento la Ley de Extranjería daba la posibilidad a las víctimas de regularizar su situación, en caso de ser extranjeras con estancia irregular, denunciando a los traficantes o aportando datos esenciales a la investigación, algo que debían hacer desde el primer momento. 373  La reforma de la Ley de Extranjería no cuenta con desarrollo reglamentario en el momento de escribir este capítulo. Se espera que esté disponible en un breve periodo de tiempo. Hasta ese momento la aplicación de este periodo de reflexión viene regulada en la Instrucción 1/2010 de Secretaria de Estado de Seguridad.

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que se autorizará la estancia temporal y se suspenderá el expediente administrativo sancionador que se le hubiera incoado, o en su caso, la ejecución de la expulsión o devolución eventualmente acordadas cuando la víctima se trate de una extranjera en situación irregular. También se señala que durante este período las Administraciones velarán por la subsistencia, seguridad y protección de la potencial víctima. Una vez finalizado el citado período, si efectivamente la Autoridad competente (Delegado/Subdelegado del Gobierno) considera que es una víctima de TSH y que por tanto, está exenta de responsabilidad, ésta podrá solicitar, a su elección, autorización de residencia y trabajo por circunstancias excepcionales (colaboración con la investigación o en atención a su situación personal) o el retorno asistido y seguro a su país de procedencia. Este tipo de medidas tienen como objetivo aumentar el esclarecimiento de los delitos relativos a la Trata de Seres Humanos, principalmente con fines de explotación sexual, y proteger a sus víctimas, puesto que tal y como se explicará en el presente capítulo se sospecha que detrás de muchos casos que no llegan a denunciar se ocultan auténticas situaciones de explotación.

2. TRÁFICO DE SERES HUMANOS CON FINES DE EXPLOTACIÓN SEXUAL 2.1. Generalidades Si se buscan casos de explotación sexual en España se encuentran fundamentalmente en dos modalidades: los que entendemos como Trata en sentido estricto, relacionados con el ejercicio de la prostitución, tanto la corrupción de menores como la coacción / lucro de mayores de edad (que en ocasiones tienen carácter transnacional, captándose las personas en un país y explotándose en otro) y los relacionados con la pornografía infantil, fundamentalmente por internet374. En este apartado se profundizará sobre la primera de las modalidades. En España el ejercicio libre de la prostitución no está regularizado como actividad laboral, ni se considera una actividad completamente aceptada desde el punto de vista social (existiendo opiniones a favor y en contra de su existencia), pero, excepto la prostitución de menores, tampoco es una actividad ilegal, en el sentido de que no está penada. 374 

El Código Penal en su artículo 177bis incluye determinados casos de pornografía infantil como una forma de explotación sexual.

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La gran reforma del Código Penal de 1995 supuso un cambio significativo al despenalizarse conductas favorecedoras de la prostitución de adultos que antes eran perseguibles, creándose un nuevo escenario que propició el rápido desarrollo de una industria alrededor del comercio sexual. Pero la falta de regulación administrativo-laboral ha conducido a que se establezca un ambiguo sector de actividad económica «sumergida», que se ha venido complicando en los últimos años al incorporarse a esta industria grandes contingentes de mujeres inmigrantes, muchas en situación de estancia irregular, y muchas de ellas captadas en sus países de origen por grupos criminales organizados que las introducen en este mercado sexual para su explotación. El desarrollo de esta industria sexual en demarcación de la Guardia Civil se ha venido observando fundamentalmente a nivel de los «clubes de carretera», estimándose375 que el 80 % de las mujeres que se prostituyen en nuestro país lo hacen en este tipo de establecimientos, situados en las grandes vías de comunicación interurbana y en las zonas industriales de las afueras de los núcleos de población. El otro 20 % lo hace en entornos urbanos (competencia del Cuerpo Nacional de Policía): establecimientos tipo «sauna de masajes», tipo «pubs», pisos privados376, en sus propias viviendas, como acompañantes de lujo, y, las personas más desfavorecidas, en las vías públicas y en las zonas verdes. A la vista de esta situación, y en lo referente a Guardia Civil, la Subdirección General de Operaciones (ahora Dirección Adjunta Operativa) dictó en el año 2000 la Directiva de Servicio nº 3, por la que se ordenaba la inspección frecuente de los establecimientos donde se ejerce la prostitución, con el objetivo de fondo de prevenir la prostitución de menores y de procurar la desarticulación de posibles redes de trata de mujeres, principalmente a través de la denuncia de las víctimas. Esta Directiva ha sido actualizada en el año 2009 mediante la Directiva 40/2009 en la que se exige que 375 

Jiménez, A. y Vallejo, D. (1999); «Estudio sobre la prostitución femenina en la Comunidad de Castilla León». Documentos de Acción Social, Consejería de Sanidad y Bienestar Social de la Junta de Castilla y León. 376  No obstante, se significa que la prostitución ejercida en pisos privados es más oculta puesto que sólo se conocen los casos en los que existen indicios de delito y en los que el Juez autoriza la realización de una diligencia de entrada y registro. La inteligencia estratégica sobre este tipo de prostitución se obtiene de manera indirecta, mediante por ejemplo anuncios de contacto en prensa e internet. De este modo se conoce, por ejemplo, que en los últimos años ha aumentado significativamente la prostitución de mujeres asiáticas, que anteriormente era dirigida prácticamente en exclusiva a «clientes» de su misma nacionalidad.

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dichas inspecciones se realicen con periodicidad, al menos anual. Para ello, durante las inspecciones el personal femenino de los Equipos Mujer Menor (EMUMEs) de las UOPJs 377 se entrevista separadamente con las mujeres378 que ejercen la prostitución y conversa con ellas sobre su situación, informándolas de sus derechos y poniendo en su conocimiento la posibilidad de actuar en contra de sus explotadores, si es el caso, acogiéndose a beneficios como los del Artículo 59 y 59bis de la Ley de Extranjería en caso de tratarse de víctimas extranjeras en situación irregular (Ley Orgánica 2/2009 de reforma de la Ley Orgánica 4/2000 sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social). Además se les informa que pueden acogerse a la condición de Testigo Protegido que otorga la Ley Orgánica 19/1994379 (de Protección de Testigos y Peritos). También son informadas de sus derechos generales que podrían tener como perjudicadas u ofendidas por cualquier tipo de delito que establece la Ley de Enjuiciamiento Criminal, y en función del caso concreto los derechos derivados de la Ley 35/1995 de ayuda y asistencia a víctimas de delitos violentos y contra la libertad sexual y en el caso de que algún tratante o proxeneta sea a su vez pareja o ex-pareja de la víctima, los de la L.O. 1/2004 de violencia de género. Las inspecciones realizadas durante el año 2009 se han llevado a cabo según la distribución que aparece en el Gráfico siguiente, lo que confirma lo especificado anteriormente de que la mayoría de la prostitución en demarcación de Guardia Civil se lleva a cabo en Clubs de alterne.

377 

Unidades Orgánicas de Policía Judicial, cuya competencia suele abarca el territorio de la provincia (excepto en Cádiz y Asturias que cuentan con dos UOPJ,s) 378  En el informe se hace referencia a «mujeres que ejercen la prostitución» puesto que apenas se detectan hombres que realicen esta actividad. 379  Esta Ley no dispone todavía de desarrollo reglamentario aunque se les informa de los derechos generales que aparecen en la Ley: a que no aparezca su nombre en diligencias, a utilizar el Juzgado a efecto de notificaciones, a no tener contacto visual con los presuntos autores en día de la vista oral, etc. Una de las medidas del Plan Integral es el desarrollo de un Protocolo de actuación y coordinación entre Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Ministerio Fiscal y Órganos Judiciales para una mejor identificación, información y protección a víctimas y testigos de TSH con fines de explotación sexual, medida que se encuentra en pleno desarrollo.

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   249 Gráfico 1. Lugares donde se efectuaron las inspecciones preventivas de TSH sexual

Las personas identificadas en este tipo de inspecciones son consideradas como «autores» y «víctimas» potenciales, puesto que aunque técnicamente sólo cabría aplicar la denominación de «víctima» a las persona que manifiesta haber sido explotada sexualmente380, a los efectos de este informe consideraremos «víctimas potenciales» a las personas (mayoritariamente mujeres) que ejercen la prostitución en estos establecimientos, por entender que lo hacen sin ningún amparo administrativo, por encontrarse en un estado de necesidad381 (aunque no todas) y porque, denuncien o no, siempre queda la duda de si ejercen esa actividad bajo el control más o menos riguroso de personas y organizaciones dedicadas a actividades delictivas. Lo mismo ocurre con el apartado de «autores»; técnicamente solo serían tales quienes hubieran resultado detenidos y condenados, pero a efectos de este informe criminológico también se incluyen como «autores potenciales» a todos quienes tengan relación con los establecimientos en los que se ejerce la prostitución. A continuación se va a profundizar el perfil de estas víctimas y autores.

2.2. Víctimas En primer lugar, es importante señalar que con independencia del número de inspecciones que se realicen al año y del número de «víctimas 380 

O sobre la que existan indicios muy claros de que está siendo explotada. De la información obtenida en inspecciones y Operaciones contra la Trata se constata que la mayoría de estas víctimas es originaria de las zonas más pobres de Países desfavorecidos y con familia a su cargo a la que no pueden mantener. 381 

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potenciales» identificadas, siempre se observa una discrepancia significativa entre el número de víctimas que han denunciado o se han recogido indicios de que efectivamente ha sufrido algún tipo de explotación sexual y las personas que aún estando en una situación de riesgo por la actividad que ejercen, no han podido demostrarse que fueran víctimas de TSH. A modo de ejemplo, durante el año 2009 del total de «víctimas potenciales» identificadas sólo el 4,1% de las víctimas extranjeras382 y el 6,5% de las españolas presentaron denuncia. Estas cifras seguramente no cuantifican adecuadamente la realidad del fenómeno de la TSH sexual, puesto que nuestras unidades siguen informando que tras muchas inspecciones en que ninguna mujer se animaba a denunciar quedaba la sospecha de que sufrían, al menos, algún tipo de explotación. No obstante, sin contar con la colaboración expresa de las víctimas y aunque se ha avanzado mucho a nivel legislativo en su protección, las tareas de investigación criminal se ven muy dificultadas383, por lo que solo ha sido posible resolver satisfactoriamente aquellas sospechas más evidentes. En cuanto al perfil de víctima, vuelve a constatarse que prácticamente no se conoce prostitución de hombres384 y que la prostitución de menores es una práctica poco extendida en demarcación de Guardia Civil385 (en 2009 representó el 1,3% de las víctimas denunciantes). Es importante resaltar que la diferencia de género anteriormente mencionada se reduce mucho cuando estamos hablando de prostitución de menores. En cuanto a los principales países de procedencia de las víctimas potenciales, en los últimos años y con independencia de la muestra que se analice, se constata significativamente que en su mayoría proceden 382  En este informe vamos a considerar «víctima extranjera» como no española, o sin residencia permanente en España, puesto que aunque procedan de algún País de la Unión Europea, su nivel de vida es sensiblemente inferior al que posee la clase media en España. 383  Aunque es un delito perseguible de oficio, y se investigan todos los hechos sobre los que existen indicios, en la mayoría de los casos las diligencias terminan archivándose si no existe un perjudicado. Asimismo, la inclusión en nuestro ordenamiento del «periodo de reflexión» va a facilitar que las víctimas colaboren cuando su miedo tengo que ver con la expulsión de España, en caso de encontrarse en situación irregular, pero seguirá siendo un escollo vencer la resistencia que produce el miedo a su integridad física, y sobre todo la de sus familiares que siguen en los Países de origen. 384  Teniendo en cuenta que se ha recogido información, sobre todo, de la prostitución que se ejerce en Clubs. 385  Aunque se han detectado casos de menores, con edad próxima a la mayoría de edad, que portaban documentación falsificada. Estas víctimas procedían sobre todo de Rumanía.

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de Rumanía y Brasil. La suma de las mujeres que ejercen la prostitución de estas nacionalidades representó en 2009 el 48,71% del total de víctimas potenciales identificadas. Es decir, prácticamente la mitad de las mujeres con las que se entró en contacto procedían de alguno de estos dos países. Si la distribución la realizamos por continentes, es del continente americano del que mayor número de víctimas potenciales emigran, puesto que además de brasileñas se identifican a muchas mujeres procedentes de República Dominicana, Colombia y Paraguay. En lo que respecta a Europa, junto a las víctimas rumanas anteriormente mencionadas, se detectan a otras especialmente de Bulgaria, Rusia y Ucrania. En menor medida se identifica a mujeres africanas (sobre todo de Nigeria y Marruecos) y prácticamente no se encuentran a mujeres asiáticas ejerciendo la prostitución en clubs, aunque se ha detectado un incremento de las mismas en la prostitución en pisos. Con respecto a su situación administrativa por extranjería, se ha observado que una inmensa mayoría de las mujeres se encontraban en situación regular en España386. Las nacionalidades de las víctimas que han denunciado no difieren demasiado de lo comentado para las víctimas potenciales, procediendo principalmente de Rumanía y Brasil. En relación a las rutas utilizadas por las organizaciones para el traslado de las víctimas, sin pretender ser exhaustivos, suelen destacar las siguientes: Cuando las víctimas son europeas el traslado puede hacerse tanto por vía terrestre (fletando un autobús) como aérea. Cuando se utiliza el avión lo habitual es que el viaje se realice con destino directo a España. Cuando vienen por vía terrestre, por ejemplo desde Rumanía, una ruta frecuente es Rumanía-Hungría-Austria-Alemania-Francia-España. En el caso de mujeres sudamericanas, las rutas varían en función del país concreto del que procedan. Lógicamente se utiliza la vía aérea, y pueden hacer escala en algún otro país europeo, como Francia. Las víctimas subsaharianas, aunque en ocasiones utilicen la vía aérea, es también frecuente que vengan en pateras utilizando las mismas rutas de 386 

Estos datos confirman que las Organizaciones que alojan a mujeres para ejercer la prostitución se esfuerzan por adaptarse a la normativa vigente, detectándose cada vez menos casos de víctimas en situación irregular. Se sospecha que algunas Organizaciones de Trata pueden explotar a las mujeres sólo durante el periodo de estancia como turista, regresando a su país posteriormente durante un tiempo para evitar las actuaciones por Extranjería.

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la inmigración irregular. Muchas de ellas son nigerianas, por lo que previamente han tenido que realizar un viaje por vía terrestre desde su país hasta el norte el África, normalmente Marruecos. En cuanto al porcentaje de denuncias por explotación sexual, como ya se ha dicho, año tras año se constata que éste es pequeño en relación con el número de víctimas potenciales. Pese al esfuerzo realizado por los agentes del Cuerpo durante las entrevistas con motivo de las inspecciones en los clubes, en las que se informaba a las víctimas de sus derechos y de los beneficios del artículo 59 y 59.bis (a partir de Diciembre) sobre «colaboración contra redes organizadas» de la Ley Orgánica 2/2009 (de reforma de la Ley Orgánica 4/2000) sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social387, las mujeres no se animaban a denunciar. Esto se sigue explicando porque la mayoría de ellas informan que han llegado a España a ejercer la prostitución «voluntariamente»388, sin reconocer abiertamente que para llegar a nuestro país han entrado en contacto con organizaciones que les facilitan los medios para el desplazamiento y para ocupar plaza en algún club, a cambio de una gran cantidad de dinero. Una vez en dichos establecimientos, consienten con las 387 

Desde las ONGs que trabajan con las víctimas se sigue opinando un año más que la oferta de los beneficios del artículo 59 no motivan mucho a la denuncia, debido a que conseguir esos beneficios en la práctica es muy difícil y costoso. El artículo se restringe a víctimas de TSH por redes organizadas que faciliten información «relevante» para desarticularlas, sin que esté tasado qué información es la esencial (hay mujeres que colaboran todo cuanto pueden sin que parezca suficiente). Además no existen plazos de tramitación, se requiere documentar a través de INTERPOL los antecedentes de las víctimas en sus países de origen, a veces existen problemas de coordinación entre las distintas FCSE, el proceso administrativo puede interferir con el proceso penal (se cuestiona el testimonio de la víctima porque busca regularizar su situación), y, un problema habitual, se requiere el pasaporte para llegar a conseguir el permiso de residencia de la víctima, cuando muchas organizaciones delictivas lo retienen o lo falsifican y sus consulados en España no las facilitan documentación. Aunque muchos de estos problemas han tratado de subsanarse con la reforma de esta Ley (y con la inclusión del periodo de reflexión), desde las asociaciones están esperando a ver como se implementa realmente y el contenido del Reglamento que se espera que se publique próximamente. 388  Se destaca entre comillas porque aunque es una decisión libre se observa que en realidad lo han hecho empujadas por dificultades económicas en sus países de origen. Un año más se quiere significar que detallar las condiciones socioeconómicas y culturales de las víctimas a que se refiere este informe no corresponde al personal especializado en la investigación criminal, pero el personal de los EMUMEs o de Policía Judicial, que durante estos años ha mantenido entrevistas personales con muchas víctimas, coincide en señalar que en su mayoría se trata de personas originarias de regiones económicamente desfavorecidas y con cargas familiares, que ven en la prostitución una alternativa para subsistir.

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«condiciones laborales», que pese a que saben que originan un enriquecimiento fácil de la organización a su costa (un modo de «explotación» laboral y/o sexual penalizado desde finales del año 2003), a ellas las reportan unos ingresos que desde su punto de vista les resultan «satisfactorios». De nuevo un año más, cuando se les plantea la posibilidad de salir de esa situación de explotación y se ganen la vida de otra forma, se produce un vacío de alternativas y las mujeres perciben esa posibilidad como muy poco realista, puesto que no hay inmediatamente disponible ninguna opción laboral suficientemente rentable ni para saldar a corto plazo la deuda contraída con la organización ni para asegurar ingresos suficientes como para garantizar su subsistencia en España y a la vez ayudar a los familiares que han dejado en el país de origen. Todos estos factores contribuyen a perpetuar en el tiempo la sujeción «voluntaria» de la mujer al ejercicio de la prostitución sin que tengan de mediar otros modos coactivos, y, evidentemente, favorecen que no se formalicen denuncias más que en los casos verdaderamente insoportables. Naturalmente, no todas las mujeres «captadas» por las organizaciones lo son con el objeto de ejercer la prostitución. Algunas son verdaderamente engañadas en sus países de origen, al recibir ofertas para una gran diversidad de puestos de trabajo (en el servicio doméstico, de camareras, bailarinas o cantantes en la hostelería, acompañamiento de personas mayores o enfermos, azafatas de congresos, etc.), pero cuando llegan a nuestro país toman conciencia de que su destino real es la prostitución. De este contingente algunas víctimas logran escaparse y denunciar, pero otras se resignan a su nueva ocupación y aunque consigan escapar de sus captores terminan por adaptarse a ese tipo de vida, animadas fundamentalmente por sus compatriotas «voluntarias», por el creciente confort que encuentran en los clubes, por los grandes beneficios económicos que les reporta y por el incremento de las oportunidades para ejercer esa ocupación bajo unas condiciones cada día más «legales». Otras víctimas se resisten a denunciar por un gran miedo, tanto a represalias de la organización que las explota (contra ellas mismas o sus familiares en el país de origen), como a las autoridades españolas (miedo a ser detenidas y expulsadas o deportadas, aquellas que se encuentran en situación irregular). Las organizaciones también utilizan las creencias culturales o religiosas para la coacción, como ocurre con las víctimas nigerianas, a las que habitualmente se amenaza con el «vudú».

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Para terminar este apartado, cabe significar que la Guardia Civil389 colabora habitualmente con otros Organismos y ONGs dedicadas a prestar asistencia a las víctimas390, que aportan garantías de que sus Centros reúnen las condiciones de seguridad e infraestructuras necesarias para su actividad. La especialización de estas organizaciones en materia de asistencia social, psicológica y jurídica las convierte en valiosos e imprescindibles colaboradores de los cuerpos policiales, necesitados de recursos que ayuden durante las tareas de investigación criminal y que continúen con la asistencia de las víctimas una vez que la policía ha terminado su trabajo.

2.3. Autores En la categoría de «autores» potenciales se incluye a todo tipo de personas que obtienen un beneficio del ejercicio de la prostitución, es decir gerentes de clubes, empleados (administradores, porteros, camareros, cocineros, vigilantes de seguridad), «mamis», taxistas, etc. Estos presuntos autores suelen ser en su mayoría españoles pero se detectan un importante porcentaje de autores extranjeros y sus nacionalidades suelen coincidir con los de las víctimas: principalmente Rumanía, Colombia y Brasil. En cuanto a la distribución por género en 2009 se contabilizaron a un 70% de hombres y a un 30% de mujeres, porcentaje que va en aumento y que demuestra la relevancia de las mujeres en este tipo de actividad. En las redes de Trata de Seres Humanos se observa que la intervención de las mujeres puede producirse en todas las fases de este fenómeno delictivo, en ocasiones actúan como captadoras, seleccionando víctimas potenciales en sus países de origen, a las que engañan bien en la actividad que van a ejercer en España, bien en las condiciones en las que van a ejercer la prostitución. También se ha detectado a mujeres que acompañan a las víctimas durante el viaje con destino a España y que verifican que ha pasado sin incidencias los controles de extranjería, y por supuesto cumplen una importante labor para la organización en la fase de sometimiento y control, mediante la figura de las «mamis». 389 

Se tiene conocimiento que esto es exactamente igual en CNP. Se está trabajando en la elaboración de un protocolo formal de derivación y coordinación de las FCSE con los recursos sociosanitarios de atención a víctimas, tal y como se contempla en la acción 6 del Objetivo 5 del Área 3ª del Plan Integral de lucha contra la TSH con fines de explotación sexual: Proporcionar protección integral a las víctimas en situación de estancia irregular. 390 

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2.4. Modus operandi El modus operandi de las organizaciones dedicadas a la TSH con fines de explotación sexual puede resumirse en que éstas cuentan con contactos en los países de origen391 («captador») dedicados a la captación de mujeres, establecen sistemas para la selección de las mismas bajo la promesa de un trabajo en España como modelos, labores domésticas, cuidado de niños o ancianos, etc. Algunas de estas ofertas aparecen en anuncios de periódicos de gran circulación en cada país, otras veces crean agencias, en ocasiones son captadas por conocidos o vecinos de las víctimas y también es frecuente que sean otras chicas que han ejercido la prostitución las que colaboran en este tipo de tareas. También es posible que las víctimas conozcan que se van a dedicar a ejercer la prostitución pero son engañadas en cuanto a las condiciones, no saben que van a contraer una deuda con la organización (muy superior a los gastos viaje), que van a tener que pagar una cantidad fija por el alojamiento en el local, por ejercer la prostitución fuera del mismo, por mantener relaciones sexuales, un porcentaje de las consumiciones realizadas durante el alterne, el pago de una cantidad por no ir a trabajar, etc lo que trae como consecuencia que la deuda apenas disminuya para poder explotar durante más tiempo a la víctima. En función del país de origen, principalmente si éste no es comunitario, la organización puede utilizar a una persona para que acompañe a la chica durante el viaje («pasador»), facilitándola todos los documentos necesarios para el mismo (pasaporte, visado, billete, etc) así como un adelanto de dinero para acreditar medios de vida durante su estancia en España. Si el pasaporte no ha sido falsificado suelen acceder al país como turistas, por lo que también se les realiza una reserva hotelera y se le dan una serie de instrucciones sobre lo que deben manifestar ante los funcionarios de fronteras. La función de esta persona termina cuando verifica que ha accedido a España sin ningún tipo de incidencia, aunque como se ha mencionado esta figura es opcional y cada vez más víctimas realizan el viaje sin ningún tipo de acompañamiento, dotándolas la organización de un teléfono para que llamen una vez que se encuentren en el país de destino. Algunas organizaciones han utilizado a «pasadores» sin que las víctimas fuesen conscientes de que eran controladas por una persona. 391 

En ocasiones miembros españoles de la Organización se desplazan a los países de origen para realizar este tipo de tareas o para supervisarlas acompañados por personas de esos lugares.

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Una vez en España (o en algún otro país de la Unión Europea desde el que se trasladan a España) otras personas de la organización se encargan de recoger a las víctimas y trasladarlas a algún lugar donde se les retira el dinero facilitado para su entrada, el pasaporte (y cualquier otro documento de identificación) y se le comunica que tiene una deuda con la organización (que incluso puede llegar a formalizarse ante notario o mediante un contrato laboral o de prestación de servicios) que debe saldar mediante el ejercicio de la prostitución (se les explica las condiciones de explotación anteriormente mencionadas), y que no percibirán ninguna cantidad de dinero hasta que no haya desaparecido esta deuda. Si la víctima ofrece resistencia se la somete a distintos tipos de amenazas (contra su integridad física o la de sus familias) y violencia (física y sexual) hasta que acepta las condiciones, momento en que es distribuida a algunos de los lugares de explotación. Los establecimientos localizados en demarcación de la Guardia Civil suelen ser de tipo PLAZA: hoteles u hostales perfectamente regularizados en los que se alojan las mujeres, realizando «tareas de alterne» en la cafetería y «servicios sexuales» en sus habitaciones. En estos lugares son instruidas por los encargados de los locales o por algunas de las chicas más veteranas sobre las condiciones de trabajo, reparto de beneficios392, etc. Entre las condiciones impuestas se encuentran multas arbitrarias por conducta inadecuada, el establecimiento de clausulas de exclusividad, confidencialidad, etc. Cuando no trabajan en los locales son retenidas en los mismos lugares o en pisos establecidos al efecto, donde son controladas por otras mujeres de la organización para que no huyan. De este modo se las aísla en lo posible del mundo exterior y quedan ancladas en esta estructura de disciplina que marca la organización. Otro tipo de explotación sexual no es realizada por grupos organizados, sino que son personas individuales que coaccionan a alguna mujer para que ejerza la prostitución o se mantenga en ella (proxenetas). En muchas ocasiones son, incluso, sus parejas sentimentales. Algunos de estos «proxe392 

Como se ha referido anteriormente las víctimas deben pagar a la organización el alquiler de la habitación en la que ejercen la prostitución, una cantidad superior si quieren ejercer la prostitución fuera del local, también por las sábanas, preservativos, toallas, etc lo que dificulta que puedan satisfacer la «deuda». Asimismo se las comunica el porcentaje de ganancia que obtendrán si consiguen que los «clientes» las inviten a copas en sus tareas de alterne (habitualmente suele ser del 50%, reparto conocido como «fifty, fifty»). Algunas organizaciones cuentan con sistemas sofisticados de recuento de esta tarea mediante por ejemplo tarjetas de crédito que portan las víctimas.

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netas» ofrecen una función de protección a las mujeres que ejercen la prostitución en la vía pública pero a la vez las coaccionan para que sigan desempeñando esta actividad de la que se lucran. La reforma legislativa del Código Penal de 1995, por las que se despenalizaba lo relativo a la facilitación de la prostitución, (excepto la coacción y las conductas favorecedoras de prostitución de menores de edad) contribuyó de forma significativa al desarrollo de la industria del sexo en nuestro país, principalmente con la incorporación de inmigrantes. Durante estos años los proxenetas salieron de la semiclandestinidad en la que venían trabajando antes de la reforma citada, y los establecimientos tipo club se desarrollaron, adaptándose antiguos hoteles y hostales de carretera al ejercicio de la prostitución y construyéndose nuevos y más modernos complejos hoteleros. Por tanto, podría decirse que la explotación además de «sexual» tiene un marcado carácter «laboral»393, por el que los autores reciben altísimos porcentajes del dinero que ganan las mujeres mediante la prostitución, sin riesgos, sin formalizar en muchas ocasiones contratos de trabajos, ni cotizar a la seguridad social, por el que imponen un horario extremo, restringen su libertad, reciben dinero si las víctimas no acuden al trabajo, etc. En este terreno también han «evolucionado» las organizaciones, puesto que hace unos años era más fácil documentar relaciones de tipo casi «contractual» entre las mujeres y los responsables de los locales, visibles a través de los horarios de trabajo, las penalizaciones económicas cuando no cumplían con las normas de trabajo (que en algunos casos incluso estaban expuestas en la recepción o en los pasillos), y las cuotas por los servicios sexuales prestados en las habitaciones, entre otros. Ahora en los clubes apenas hay esos indicios394, por lo que es imprescindible la colaboración de las víctimas, en el sentido de que faciliten datos que permitan acreditar que el dinero que ganan se lo entregan a terceros. Por tanto, en contra de lo que en principio cabría esperar, la industria sexual sigue existiendo, abanderada incluso por asociaciones de empresarios de locales de alterne, que defienden públicamente el derecho de la mujer a ejercer la prostitución voluntaria y autónoma y la necesidad de reglamentar su ejercicio mediante garantías laborales, sanitarias y sociales (profesionalización), estableciendo las bases para facilitar las condiciones de trabajo de las mujeres que libremente deseen ejercer la prostitución. 393  394 

Y por tanto, suelen cometerse delitos contra el derecho de los trabajadores. Al menos no en las zonas públicas de los locales.

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3. INVESTIGACIÓN CRIMINAL Y COOPERACIÓN POLICIAL En la estructura de la Guardia Civil, las primeras investigaciones sobre trata de seres humanos con fines de explotación sexual las llevan a cabo las Unidades Orgánicas de Policía Judicial (UOPJs) de cada Comandancia, en donde existen Secciones con Grupos especializados en la investigación de delitos contra las personas, a los que pertenecen los EMUMEs (especialistas mujer-menor). Cuando los casos ganan en trascendencia (por la gravedad de las conductas delictivas, por la extensión de las redes por varias provincias, o por sus ramificaciones internacionales), las UOPJs reciben el apoyo de la Unidad Central Operativa de Policía Judicial, con sede en Madrid y competencia en todo el territorio nacional (dicha Unidad cuenta con 7 Equipos contra el Crimen Organizado desplegados en la zonas con mayor índice de delincuencia). Por parte del Cuerpo Nacional de Policía, se ha asignado a la Comisaría General de Extranjería y Documentación la prevención, persecución e investigación de las redes de inmigración ilegal, para lo cual existe una Unidad Contra Redes de Inmigración y Falsedades Documentales (UCRIF) que ha asumido la investigación de las actividades delictivas de ámbito nacional y transnacional relacionadas con el tráfico de personas y la trata, así como la coordinación operativa y el apoyo técnico a las unidades territoriales (provinciales) Ambos cuerpos policiales comparten competencia en la materia en el territorio donde no se han desplegado las policías autonómicas, y cuentan con estructuras de investigación que se ocupan de los casos que conocen en sus respectivas demarcaciones (el Cuerpo Nacional de Policía en las áreas urbanas y la Guardia Civil en las no urbanas), coordinándose aquellas investigaciones que afectan a ambos normalmente a través del CICO (Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado) La detección de casos de Trata por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad suele provenir de denuncias de las propias víctima, clientes o familiares, mediante las inspecciones administrativas referidas anteriormente, en investigaciones colaterales (especialmente de drogas y blanqueo) y mediante información proveniente de los canales de cooperación policial internacional (INTERPOL, EUROPOL, enlaces policiales, etc) En la investigación policial de ese fenómeno delictivo, tal y como se recoge en el Gráfico 2, debe recogerse información y sobre todo documentación que acredite que la víctima ha pasado por las diferentes fases de la Trata especificadas en el apartado anterior. Como también se ha mencionado anteriormente, la investigación por blanqueo se hace necesaria puesto que este delito reporta enormes beneficios económicos a la organización que intentará ocul-

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tar mediante distintas estrategias. Es común identificar a testaferros u «hombres de paja» y la creación de empresas fantasma, sin actividad comercial real que se utilizan con este fin. En ocasiones el seguimiento del rastro del dinero es el que ha llevado a la verdadera cúpula de la organización delictiva. Gráfico 2. Fases de la TSH e investigación criminal

Sin pretender ser exhaustivos, los atestados contendrán, al menos, la siguiente información: • En lo referente a la captación: — Cuáles son los lugares geográficos (población) de procedencia en los países de origen — La situación socio-cultural y económica395 de la víctima (herencias, hijos, propiedades) — Actividad laboral en su país de origen (estudiante, tipo de trabajo) 395 

En ocasiones se coacciona a la víctima porque ésta ha ofrecido alguna propiedad o herencia como aval de que devolverá la «deuda» adquirida.

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— Cuando y por qué decidió emigrar. — En qué ha consistido el reclutamiento: si conocía que iba a ejercer la prostitución, si existía una oferta de trabajo, secuestro, consecuencia de una relación sentimental o amistad, ofertas de cursos de formación, etc. — Con qué personas contactó y en qué lugares (bar, parque, estación) para organizar el viaje desde el primer momento en que tomó esa decisión (nombre, teléfono, etc) — Qué obligaciones ha contraído la víctima con la organización: si existe una deuda y la cuantía de esta, las condiciones en las que va a saldarse, si existe algún tipo contrato que la recoja, etc. — Identificar a los reclutadores en los países de origen.

• En lo relativo al traslado/viaje: — Identificar al autor y/o empresas organizadoras del viaje. — Documentar la ruta: pasajes de avión, barco, medios terrestres. El itinerario seguido/países de tránsito, etc. — Documentar instrucciones para el viaje: comportamiento, vestimenta, dinero, cartas de presentación, contratos laborales falsos, documentos de identidad falsos, reservas de hotel, etc. — Si durante el viaje la ofrecieron un teléfono con el que se pondrían en contacto para recogerla una vez hubiese llegado a España (método para verificar que han pasado los controles de fronteras). Preguntar si conocen el número. — Si viajó acompañada de otras personas y prestar atención a las grabaciones que pudiesen existir en aeropuertos (puede darse el caso que alguien vigile a la víctima sin ella saberlo) — Identificar a las personas con las que contactaron las víctimas aquí en España (también apodos, rasgos físicos, vehículos) — Documentar desplazamientos en nuestro país: medios, fechas de transporte, hospedajes, bases policiales, etc. — Documentar medios de coacción durante el viaje/tránsito. — Documentar todos los sitios y lugares previos al del explotación (domicilios pero también tiendas en las pudieron comprar ropa, medicamentos, etc) • En lo referente a la coacción/explotación: — Limitación de movimientos y vigilancia permanente: personas y/o medios técnicos. — Administración de drogas, fármacos; privación de alimentos.

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— Venta entre clubs/personas. — Traslados colectivos entre lugar de residencia y trabajo. — Retención/falsificación de documentos identificativos. — Amenazas a su propia persona y/o a familiares o a quedarse con eventuales propiedades de la víctima. — Lesiones físicas, psicológicas, agresiones sexuales, etc. — Retención del dinero/satisfacción «deuda»/condiciones en las que ejerce la prostitución/trabajo (horarios, precios, servicios), estado de salud (si ejercía la prostitución con menstruación, fiebre, etc) — Lugar en el que vive y condiciones del mismo. — Normas de comportamiento arbitrarias, clausulas abusivas y sanciones por su incumplimiento. Documentar si las mismas han sido redactadas en algún tipo de contrato de «esclavo». — Personas a las que se lo ha contado (otras mujeres, médicos, farmacéuticos, clientes) — Si existen otras mujeres en la misma situación.

Obviamente debe hacerse un esfuerzo para identificar en el atestado e investigar posteriormente a todos los autores que directa o indirectamente hayan participado en la comisión del delito de Trata: propietarios/gerentes de los establecimientos, porteros, taxistas, «mamis», vigilantes, administradores, contables, asesores fiscales, destinatarios del dinero en los países de origen, médicos, abogados, notarios, etc. Deben reflejarse los antecedentes penales de todos ellos, realizando gestiones internacionales cuando se trate de autores nacionales de terceros países. Respecto a las técnicas de investigación, en principio se siguen los mismos procedimientos que para la instrucción de diligencias sobre cualquier otro delito relacionado con la delincuencia organizada: intervenciones telefónicas, seguimientos, solicitud de registros en domicilios y empresas, consultas a registros (propiedad, mercantil, SEPBLAC, notariado, Agencia Tributaria), inspecciones oculares minuciosas, reconocimientos fotográficos, etc. Debido al carácter transnacional que en ocasiones tiene este fenómeno, la cooperación policial internacional se convierte en algo fundamental. Además, las condenas por estos delitos en el extranjero se tienen en cuenta en España a efectos de reincidencia. Por todo ello se intercambia información operativa en ambos sentidos, tanto la generada en nuestro país para su traslado al extranjero como la que se pueda recibir de los países implicados en la TSH hacia España. Para realizar estos intercambios se han establecido diversas vías: a través de las Oficinas Nacionales de INTER-

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POL, de las Unidades Nacionales de EUROPOL, del Sistema de Información Schengen (SIRENE), por la red de Agregados de Interior (en las Embajadas más relevantes) y los Centros de Cooperación Policial y Aduanera (con Francia en Le Perthus en la Junquera, Hendaya en Irún, Somport en Huesca y Melles-Pont Du Roy en Bossot; con Portugal en Tuy-Valença). Para la cooperación judicial se cuenta con EUROJUST en el entorno europeo, IberRED en el latinoamericano y los mecanismos de asistencia judicial directa. En el seno de INTERPOL se organizó en 2001 un Grupo de Trabajo Sobre Trata de Mujeres para su Explotación Sexual, que convoca a los especialistas en la lucha contra este fenómeno de todos los países que lo deseen. Dicho Grupo ha elaborado un manual de buenas prácticas para investigadores, un extenso documento que recoge las líneas generales de la investigación policial de la TSH con fines de explotación sexual, disponible en español Finalmente, INTERPOL cuenta con páginas web396 de acceso restringido en las que se publican noticias y hechos de interés sobre los distintos fenómenos criminales. Respecto a la TSH existen páginas propias en las que se encuentran disponibles informes de situación nacional de aquellos países que los han aportado (entre ellos España, que elabora un informe nacional de situación conjunto entre la GC y el CNP), informes de análisis de la Secretaría General, las actas de las reuniones del Grupo de Expertos, las presentaciones que se expusieron en las reuniones anuales, y listas con directorios de expertos en el ámbito internacional para facilitar los contactos policiales. Por su parte, EUROPOL también organiza reuniones anuales de expertos en esta materia, auspiciada por el Grupo de Trata de Seres Humanos (SC3B), celebrándose en la sede de la organización en La Haya (Holanda). Se ha confeccionado un directorio de expertos en el que constan los datos de contacto de cada uno a fin de facilitar la comunicación rápida entre países. EUROPOL cuenta también con un fichero de análisis específico sobre TSH, el AWF PHOENIX, en el que los distintos países europeos comparten información operativa sobre este fenómeno criminal, lo que permite detectar coincidencias y luchar más eficazmente contra los grupos de carácter organizado. A través de Europol también se coordinan las Operaciones transnacionales canalizadas a través de este fichero que afecten a varios países de Europol, o al menos, a algún país de Europol con un tercero. 396 

https://www.interpol.int

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4. CONCLUSIONES SOBRE LA TRATA DE SERES HUMANOS SEXUAL La Trata de Seres Humanos con fines de explotación sexual es un fenómeno delictivo preocupante en la sociedad actual, tanto a nivel internacional como en nuestro país (lo demuestra la redacción del nuevo Plan Integral). Pero también se puede decir que es un fenómeno cuya dimensión es difícil de evaluar, debido a que sus características dificultan la recopilación de datos suficientes para describirlo con exactitud. Desde los cuerpos policiales, y concretamente desde la Guardia Civil, se viene haciendo un seguimiento del fenómeno desde los últimos nueve años, debido a la gran implantación de establecimientos en su demarcación en los que es posible ejercer la prostitución (que facilita la llegada de víctimas extranjeras, explotables), un mercado de sexo caracterizado por la ausencia de regulación profesional. Tanto la vulnerabilidad de las mujeres como la inadecuada regulación normativa sobre esta actividad dificultan la formalización de denuncias, por lo que el abordaje policial por sí solo resulta insuficiente para conocer la verdadera dimensión de la trata. La aprobación de nueva normativa, como la modificación del Código Penal que recoge de manera específica el delito de Trata y el período de reflexión recogido en el artículo 59.bis de la Ley de extranjería para fomentar la denuncia de víctimas extranjeras en situación irregular, y otra normativa que se aprobará en el futuro, se espera que favorezca la investigación y por ende, un mayor conocimiento sobre el verdadero alcance de este fenómeno que hoy en día se sospecha que se encuentra infraestimado, tal y como se observa en la discrepancia de cifras entre las «víctimas potenciales» identificadas y las que finalmente son consideradas como tales (al formar parte del proceso penal) Con respecto a la investigación criminal, los cambios legislativos ya mencionados, unidos a la experiencia en materia de «buenas prácticas» que ayude a documentar mejor los atestados de diligencias, aportando todos aquellos elementos cruciales que demuestran la gravedad de las conductas delictivas, se espera que favorezca un adecuado proceso penal. Además resulta fundamental la cooperación entre especialistas, a nivel nacional e internacional, puesto que muchas de estas Operaciones tienen carácter transnacional. Y por supuesto, como el abordaje de este fenómeno excede del ámbito policial y judicial, es muy importante la colaboración con las organizaciones especializadas en la atención a las víctimas, que favorezcan su recuperación física y psicológica y les ofrezcan el asesoramiento legal y la formación ocupacional necesaria para que desarrollen una completa autonomía.

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