Phylos El Tibetano. Un Habitante De Dos Planetas O La División Del Camino

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UN HABITANTE DE DOS PLANETAS Phylos el Tibetano

Este libro está dedicado a los pensadores de vanguardia de todas partes, pero especialmente al "Ayudante Invisible" que hizo posible su presentación al mundo.

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(Firma de Filos, en caracteres atlantes).

Filos, el Tibetano (También llamado Yol Gorro, autor de este libro).









;-,7:77 UN HABITANTE DE DOS PLANETAS

o LA BIFURCACION DEL CAMINO por FILOS EL TIBETANO

Esto es antes de la venida de un nuevo Cielo y una nueva Tierra, en la que reinará el Príncipe de la Paz por siempre jamás, cuando lo Viejo pise, porque, ¡mirad! en la tierra no existe nada más grande que el hombre; en el hombre no existe nada más grande que la mente. "Nunca digais estas palabras: «Yo no sé esto, por lo tanto es falso». Uno tiene que estudiar pira saber; saber para comprender; y comprender para juzgar•. -Apotegmo de Narada. "Existen más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, que puedas soñar en tu filosofía". -Hamlet.

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Luis Cárcamo, Editor

Título del original en inglés: "A Dweller on Two Planets" Autor: Phylos el Tibetano ©Mundial para todas las ediciones en lengua castellana: Editorial Humanitas, S.L. - Luis Cárcamo, editor Traducción al castellano: Paloma Casau ©de la traducción: Editorial Humanitas, S.L. / Luis Cárcamo, editor Primera edición en castellano, 1993 Reimpresión en 1998 ISBN: 84-7910-138-5 Depósito legal: B-3355-1993 Reservados todos los derechos. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopiadoras, cassettes, etc., sin permiso escrito de la editorial. Impreso por Editorial Humanitas, S.L. Centro Industrial Santiga e/ Puig deis Tudons, s/n Talleres 8, Nave 17 Telf. y Fax: 93 718 51 18 08210 Barbera del Valles Barcelona (ESPAÑA)

PREFACIO DEL AMANUENSE Con permiso del Autor, cuya carta dirigida a mí sigue a continuación como su prefacio a éste, y para satisfacer la curiosidad natural y satisfacer, en lo que se refiere a cualquier afirmación personal que yo baya hecho, cualquier mente curiosa honesta, humildemente aparezco en orden brevemente para dar a conocer los hechos más importantes concernientes a la redacción de este, incluso para mí, sumamente extraordinario libro. Yo soy el único bija del Dr. O!iver y señora, quienes durante muchos años han residido en el estado de California. Nací en Washington D.C., en 1866 y fui traido a este estado por mis padres dos años más tarde. Antes de comenzar a escribir este libro, en 1884, mi educación había sido comparativamente limitada, y llegaba sólo hasta un conocimiento muy superficial de los temas que aquí se tratan. Mi padre, un médico bien ronocido, murió hace unos años, mi madre le sobrevivió. Ambos fueron testigos cotidianos de la mayoría de las circunstancias y hechos que rodearon la redacción de este libro. Pero, aparte de mencionar esto, no creo que yo tenga la obligación de presentar a mi familia en este trabajo ni, de hecho, a mí mismo, excepto en lo que respecta a mi labor y a hacer mi trabajo como amanuense. Siento que mental y espiritualmente no soy sino una figura al lado del Autor de las grandes, profundas, de largo alcance y trascendentales cuestiones que se presentan en las siguientes páginas; y yo las leo y las estudio con tanto interés y beneficio, imagino, como lo hará cualquier lector. Al mismo tiempo, siento, sin ningún sentimiento del orgullo natural de un Autor de tal libro,

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que éste es la obra del amor desinteresado, y que ayudará al mejoramiento de un mundo en creciente lucha, buscando siempre más luz, y que alimentará al hambriento de conocimiento del gran misterio de la vida y del alma en constante evolución, por Aquel que dijer-"YO SOY EL CAMINO, SIGUEME". En estos días de duda, materialismo, e incluso letal ateísmo, se necesita todo el coraje que poseo para afirmar, en términos claros e inequívocos, que el siguiente libro, "UN HABITANTE DE DOS PLANETAS", es absoluta revelación; que yo no me creo su Autor, sino que una de esas misteriosas personas, si mis lectores deciden llamarlo así, un adepto de lo arcano y oculto en el universo, mejor comprendido al leer este libro, es el Autor. Tal es el hecho. El libro me fue revelado a mí, un muchacho, cuyos padres eran inequívocamente poco severos, hasta tal grado que el muchacho podía hacer lo que le placía en la mayoría de las cosas. No careciendo de inclinación al estudio, pero faltándome fuerza de voluntad, continuidad y energía, conseguí pocos triunfos escolares, y fui duramente criticado por mi profesor como "descuidado, incluso perezoso". Por Jo tanto, cuando había cumplido los diecisiete años, "Filos, el Esoterista", me tomó activamente a su cargo, disponiendo hacerme su instrumento para el mundo, ese profundo adepto mostró hacia mí lo que me pareció una rara fe, porque yo no tenía una cultura sólida, tal como se considera normalmente, no tenía ninguna creencia religiosa en particular, y corno único mérito yo tenía voluntad, amor por lo extraordinario, y una mente transparente. Durante un año mi preceptor oculto me educó a base de "charlas mentales", y hasta tal punto estaba mi mente ocupada por los numerosos pensamientos nuevos con los que él me inspiraba, que yo no prestaba atención a mi entorno, trabajaba automáticamente si es que lo hacía en absoluto, estudiaba y no leía, y escasamente escuchaba a los que se dirigían a mis sentidos exteriores. Entonces, mi padre decidió frenar mi "inminente imbecilidad", tal como él la llamaba; porque yo había evitado las explicaciones, y no había dicho nada de las charlas con mi preceptor místico, a quien incluso yo no había visto nada más que unas cuantas veces. Cedí a la presión paterna, y conté mi secreto divino. Para mi alivio, no fui amonestado, sino que después de una larga narración a ambos progenitores, éstos expresaron su deseo de escuchar también al misterioso extraño. Esto él no lo pudo conceder, pero me prometió que citaría sus palabras, charlas y contactos, y con el tiempo llegué a ser tan erudito que podía

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repetir lo que él decía casi tan deprisa como él me hablaba a mí. Se formó un círculo en casa, consistente al principio en mis padres, W.S. Mallory (ahora en Cleveland, Obio), y yo, como oyentes, y Filoo como maestro. Más tarde, la señora S.M. Pritchard y la señora Julia P. Churchill estuvieron presentes. Esto fue en Yreka, condado de Siskiyou, California, a principio de los ochenta, donde se comenzó el manuscrito en el año del Señor 1883-4, pero fue terminado en el condado de Santa Bárbara, California, en el año del Señor 1886, donde ha permanecido en el manuscrito, por orden del Autor. Tendrá un interés añadido para aquéllos que aman, o están interesados en CAUFORNIA, saber que dentro de la panorámica de Shasta, uno de los picos de montaña más elevados, este libro fue comenzado y casi terminado bajo la inspiración de ese espíritu de la naturaleza que babia siempre a aquéllos que, escuchando, comprenden. En qué forma el Autor difiere de nosotros mortales comunes, y cómo, por sus métodos ocultistas, él posee el poder de dictar -"revelar"- tal como lo ha hecho y todavía lo hace, puede ser comprendido mejor si se investiga su extraordinario registro, descrito en este libro su historia personal. En 1883-4, año del Señor, a la vista del inspirador pico del Monte Shasta, el Autor comenzó a hacerme escribir lo que él me decía, y, curiosamente, dictó el capítulo inicial del "Libro Segundo" el primero de todos. Otros capítulos, tanto precedentes como subsiguientes, fueron dadac; a intervalos de pocas semanas, o incluso meses, en ocasiones sólo una página o dos eran escritas, en otras ocasiones hasta ochenta páginas eran escritas en pocas horas. A veces yo era despertado a medianoche por mi mentor y escribía a la luz de la lámpara, y también sin luz, en la ac;curidad. En 1886, el trabajo principal, tal como yo lo recuerdo, había sido terminado. Entonces, él me hizo revisarlo, bajo su supervisión, y este trabajo fue tan errático como el otro. De hecho, todo el tema era como si él tuviera el manuscrito ya preparado cuando comenzó el dictado por primera vez, y le era indiferente qué partes eran escritas primero, con tal de que fueran escritas todas. Si yo hubiera sido un medium en el sentido usualmente entendido por los creyentes en el espiritualismo, tal como yo Jo entendía, la escritura habría sido automática, y yo no habría sido obligado a vestir su conversación hasta tal punto con mi propio lenguaje, y en ese caso no hubiera

sido necesario hacer una revisión. Pero yo estuve siempre consciente de cada entorno, muy similar de hecho, a cualquier estenó-

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grafo, diferente a un amanuense, pero yo no era entonces un informador taquígrafo. Dándome cuenta de lo util que sería, para escribir las enseñanzas de mi preceptor, mi posesión de ese arte, aprendí a escribir taquigrafía, aunque nunca fui un experto. El trabajo fue revisado dos veces; dos veces me hizo revisar este manuscrito escrito erráticamente, el cual, tal como he dicho, fue en su mayor parte escrito hacia atrás. Fue dado de forma tan extraña que yo casi no tenía idea de lo que era, o de qué trataba. En una ocasión, cuando yo había escrito más de doscientas páginas, en su mayoría hacia atrás, esto es, las frases últimas escritas las primeras, tan deprisa y mezcladas que yo no tenía idea de su sentido, él me hizo quemarlas sin ni siquiera leerlas. Esto hice, y hasta este día tengo poca idea de lo que esas páginas contenían, o por qué él me hizo destruirlas; tampoco me lo dijo. El libro fue terminado en el año del Señor 1886, aunque a efectos de publicación el manuscrito ha sido completamente copiado por un experto en literatura, para que cualesquiera errores en el mismo debidos a mis propias limitaciones y errores de transmisión como amanuense, fueran eliminados. En el año 1894 el manuscrito tal como quedó terminado en 1886 fue copiado a máquina por duplicado por la señora M.E. Moore de Louisville, Kentucky, y ella posee una de dichas copias desde mediados del verano de 1899. La copia Moore nunca ha sido alterada ni en una letra desde que fue escrita, evidencia de la misma ha sido preservada notarialmente. El citado manuscrito fue inscrito con los derechos de autor por mí en 1894, y debido a una adición al título, otra vez fue inscrito en el año 1899. Durante todo este tiempo no se me ha permitido, ni he podido, publicarlo. En el intervalo, muchas de las cosas de las que se habla en forma de redescubrimientos científicos o mecánicos, de los que se habla en el libro, han tenido lugar. Estos altos logros de los atlantes, perdidos durante miles de años, como resultado del hundimiento de su gran continente, han sido y están siendo sacados a la luz y a la utilidad, confirmando la predicción del Autor. Prueba de ello es el descubrimiento reciente de los rayos Roentgen o "rayos-X", que ni se soñaba en 1886, y sin embargo en el libro podrán ustedes encontrar un largo tratado concerniente a la "Catodicidad", y los increíbles poderes del "Lado Nocturno de la Naturaleza", de tan práctico uso y tan bien comprendido por las gentes de esa maravillosa época. También es de notar la telegrafía sin hilos; ésta, también, está aquí, esparcida y mencionada por todo el libro, dando preludio a la posibilidad de interpolación. Una vez

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más, con relación a la existencia de sólo "Una Energía" y sólo "Una Sustancia", que ahora comienza a encontrar defensores y aceptación científica general, en lugar de pasar por ser una quimera para la hipótesis de los elementos sostenida durante largo tiempo por los químicos. Esto también es una parte integral de este libro; aunque no hace más que dos años que apareció en la Revista Harper un artículo avanzando seriamente esta teoría de ciencia de fin de siglo como novedad. Estos no son sino ejemplos importantes de lo que fue descrito en "UN HABITANTE DE DOS PLANETAS" en 1886, junto con muchas más predicciones de la inminente llegada de lo que el Autor denomina redescubrimiento de los secretos enterrados ron la Atlántida; y se promete que nosotros como atlantes que hemos regresado, vamos a ir más allá de su perdida grandeza, y que por medio de etapas lentas y sintéticas, vamos a sobrepasar aquellos maravillosos logros, a medida que la mente y el alma del hombre expandiéndose y creciendo continuamente, escale siempre más alto en las rondas de su evolución. A los buscadores serioo, aunque qui:ras escépticos, me permito decirles que la evidencia de que este libro fue terminado en 1886, y antes de que los descubrimientos de los últimos tiempos fueran conocidos, existe abundantemente y puede ser claramente establecida, para aclarar cualesquiera telas de araña que, de otra forma, puedan encontrar alojamiento en sus mentes e impedirles aceptar el libro por lo que su Autor afirma que es, la Verdad. De la habilidad de los buscadores de aceptar así este libro como historia y no como ficción, depende mucho, para poder alumbrar el Sendero para sus almas. Estoy más bien esperando otro trabajo, pero si lo tendré o no, o algún otro amanuense lo conseguirá, no lo sé. Si llega tal como ha sido prometido, será un trabajo para los ojos internos de aquéllos que se benefician de este trabajo, y buscan todavía más del consejo que colocará sus piés firmemente en el "Estrecho Camino del Logro". Al escribir como tal amanuense, soy siempre consciente de la presencia que se llama a sí mismo Filos, siempre que él decide venir a mí, y algunas veces lo veo así como lo oigo y hablo con él, aunque la visión es poco común. la clarividencia y la clariaudiencia son las responsables de esto. Oigo, hablo o escribo, lo que se me dice según soy dirigido. A menudo, después de que se me ha mostrado una imagen mental, se me deja que la exprese con libertad en mi propio lenguaje. En tales ocasiones, soy totalmente consciente de lo que me rodea, tanto como en cualquier otro momento, aunque me siento como elevado a la presencia de un

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Maestro, y alegremente hago para él el trabajo de amanuense. Si el buen consejo y amoroso cuidado que he recibido personalmente de mi sabio amigo hubiera sido fiel y persistentemente recordado y seguido, en lugar de tomado bastante a la ligera u olvidado tan a menudo que casi se desvaneció de mi recuerdo durante su ausencia, yo habría sido sin duda un mejor ejemplo que el que creo que soy, de las grandes lecciones que él da en este libro. Nunca se me ha presentado a mí mismo ni a otra persona ni al público como poseedor de habilidades mediumnicas o de otra clase, ni nunca he usado las mismas a requerimiento de ninguna persona por amor al dinero. Cualesquiera que sean mis talentos o cualidades en estas cosas, han sido solamente usados como un don sagrado. Con tales influencias como las que me han rodeado en este trabajo, puedo ciertamente decir con agradecimiento que nunca he sido tentado para obrar de otra manera. si hubiera podido, y siempre he recibido mucho más bien del que creo que mis servicios han devuelto. Ahora la pregunta surge, ¿creo en este Libro? Indudablemente, sí. Puede haber puntos que puedo aceptar sólo por fe, como cualquier otro lector, pensando que llegará un día en el que, si mantengo mi fé, seré instruido por el Espíritu de quien él da testimonio. Ciertamente habrá críticas por parte de algunos en cuanto a la forma en que se ha escrito este manuscrito, y en cuanto a la verdad de mis afirmaciones relacionadas con él, como ha ocurrido tan a menudo con los que prefieren creer que tales declaraciones no son sino ficciones de autor. Yo he llegado a conocer personalmente la verdad de algunas de las cosas mencionadas en este libro, en el curso de los quince años que ha durado esta conexión. He tenido muchas experiencias, mentalmente confirmatorias al menos, bien de las declaraciones directas del autor, o tendentes a fortalecer la confianza absoluta que tengo en él a quien reverencio tan profundamente. A menudo, incluso como "Cristiano" en el "Progreso del Peregrino", he caido. Pero el Sendero está ahí. ¿Acaso el sol deja de brillar porque la niebla lo oscurezca?. Entonces, ¿acaso no debemos seguir el Sendero, olvidando a las personas, y mirando al espíritu, al leer el Libro de Filos?. F.S. OUVER.

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CARTA DE FILOS, AUTOR DE ESTA HISTORIA. Enero 1886.

Hoy día, hermano mío, las masas de la humanidad en este planeta son conscientes del hecho de que su conocimiento de la vida, el Gran Misterio, es insuficiente para las necesidades del alma. Por esto, ha aparecido una escuela de pensamiento avanz.ado cuyos miembros, ignorantes de la misteriosa verdad, no obstante conocen su ignorancia y piden luz. No tengo ninguna pretensión cuando afirmo que yo, estudiante Teocristiano y Adepto de lo Oculto, pertenezco a una clase de hombres que conocen y pueden explicar estos misterioo. Yo, junto con otros Adeptos Cristianos, influenciamos a los escritores y conferenciantes inspirados por medio de una capacidad para proyectar el control de nuestras mentes entrenadas y, por lo tanto, más poderosas, sobre las suyas, que lo están enormemente menos. Por lo tanto, cuando la gente pide pan, nuestros medios de comunicación se lo dan. ¿Quiénes son éstos, nuestros medios de comunicación? Todos ellos son hombres y mujeres, dentro y fuera de las iglesias, que dan testimonio de la Paternidad de Dios, de la Filiación del Hombre, y de la Hermandad de Jesús con todas las almas, sin distinción de credos o formas eclesiásticas. Porque éstos, nuestros escritores y conferenciantes, han trabajado para el bien de la humanidad, el bien viene y vendrá a ellos, pan procedente de las aguas. Es adecuado que los líderes de la vanguardia mental reciban remuneración generosa. Y así es. Pero en este punto entra una fase diferente. Observando el grito pidiendo más luz, más verdad, observando también cuán grande es la recompensa, aparece el imitador, que no tiene luz de inspiración, ni concepción de la verdad real, ni ninguna de las leyes de lo Eterno. ¿Qué hace éste? ¡Observa! Con una pluma cuya caña es imitación, y cuyo punto no es del oro del hecho, sino del metal perecedero de la avaricia egoísta, esta persona escribe. Introduce su pluma en la tinta del sensacionalismo más o menos atractivo, sucio con la suciedad de la inmoralidad y la asquerosidad, y dibuja una escena iluminada por el baño de sebo de la lascivia y la corrupción. No hay en su trabajo deseo elevado de inspirar a sus lectores; trata con los aspectos más bajos de la vida e, ignorante de la penalización inexorable por el pecado, no tiene ninguna expiación que exigir a sus personajes. Mientras que un tanto atraido por la brillante

palabrería, el lector llega al final consciente en todo momento de que el grito de su alma pidiendo el pan de la eternidad no ha sido

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contestado ni siquiera por una piedra, ¡sino por un puñado de barro! De esta forma no se consigue ningún buen propósito; nada se enseña sobre las leyes reales o las filosofías de la vida; arrastra, pero nunca eleva. Sobre los que hacen esto caerá la retribución, y serán los jueces de ellos mismos, y también ejecutores, en el mar abierto del alma, donde su propio espíritu no tendrá misericordia de las malas obras del alma. Puede haber otros imitadores que, poseidos de un genuino deseo de hacer el bien, imitarán obras de intuición y, aunque su obra sea pobre, si el propósito ha sido hacer el bien, en la medida en que lo hayan logrado el Altísimo juzgará que lo que es para bien no es para mal. ¡Pero que sepan los que, por dinero o beneficio, se sientan tentados de dar piedras o barro!. Y ahora, hermano mío, tengo otro tema del que hablar. Los lectores de mi libro, "Dos Planetas", pueden pensar por un tiempo en esos pasajes relativos al pecado de la Princesa Lolix y de Zailm, el sobrino legal del Emperador Gualun. Estos lectores pueden decir que la mención de este hecho, aunque factible de que ocurra como una de las muchas experiencias de la vida, está no obstante fuera de lugar en un libro cuyo propósito es altamente moral. Pero yo pregunto a esos que conocen mi trabajo, ¿de verdad? ¿Es inexcusable hablar de estos graves pero comunes delitos, si el autor puede tratarlos como ejemplos de la ley infringida, y puede colocar el funcionamiento de tal ley tan claramente ante este insensato mundo que los hombres y mujeres sientan miedo de infringirla, temerosos de la penalización, que no puede ser en forma alguna evadida? Creo que es injustificable guardar silencio bajo tales circunstancias. Yo, lejos de subestimar la magnitud de la penalización del delito, no he dado toda la panorámica expiatoria. Por lo tanto, sé de lo que hablo, porque ésta, hermano mío, es la historia de mi vida, ¡y las palabras no tienen la capacidad de describir la total desdicha que la ejecución del castigo me causó! Pero si una sola alma puede ser salvada de tal desdicha, y similar o igual pecado, o menos o más error, entonces, estoy satisfecho. He tratado de explicar el gran misterio de la vida, ilustrándolo con parte de la propia historia de mi vida, extractos que cubren años buscando entre muchos miles; y el más grande de todos los Libros ha sido mi texto. Aquí no añado ni quito, sino que explico•. Que la paz sea contigo. ·

FILOS.

(*) Apocalipsis, XXII, 18-19; también I Timoteo VI, 3-12.

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Addendum: Me siento enormemente agradecido a muchos escritores y autores brillantes por las numerosas citas que he aprovechado, sin haber dado el crédito en su momento; es imposible dar las gracias a cada uno en particular, por lo tanto, tengo que hacerlo de forma concreta, según el mundo se ve obligado a expresar su gratitud agregada, no por palabras de alabanza, sino porque modela su vida en conformidad con los nobles preceptos existentes en la poesía y en la prosa, diseñados para la humanidad como el legado de todas las épocas. En la medida en que el mundo sea ayudado, así habrá sido mi trabajo; espero que yo haya devuelto ayuda por ayuda. Sinceramente, FILOS. UNA MARAVILLOSA PREDICCION

En este prefacio puedo decir lo que me plazca. Me fue dado por el Autor. Un tema que no ha sido tratado especificamente por Filos en este libro, pero que no me ha prohibido comentar, creo que casi es obligatorio darlo al público aquí, especialmente porque me Jo dijo él cuando yo estaba de vacaciones veraniegas en Reno, Nevada, en el año 1886. Yo en aquella época lo resumí en una historia corta, que feché pero que, más exactamente, leí a una joven amiga mía, miss. S. Este hecho ella puede testificarlo como auténtico, porque fue escrito ante sus ojos, fue valorado por ella, su hermana y su madre, y, además, fue escrito en un papel traido para este propósito desde la tienda de su padre. Filos me dijo que dentro de quince años, más o menos, pensaba él, los científicos del mundo habrían descubierto y aplicado las fuerzas eléctricas al telescopio astronómico. En qué forma, él no lo dijo, aunque dió suficientes detalles como para que alguien que estuviera familiarizado con estos temas probablemente pudiera haber sido capaz de captar la idea y desarrollarla con éxito. Filos dijo que las corrientes eléctricas no impresionadas con vibraciones como las que producen el sonido, el calor y la luz, hasta que se las bloquea, podrían ser añadidas a las vibraciones de luz constituyendo así la imagen que se observa a través del telescopio. Esto sería conseguido por medio de bien conocidos elementos químicos así llamados, cuyos elevados poderes entonces todavía no reconocidos estaban aún por descubrir. E1 resultado me fue descrito como altamente inspirado y maravilloso más allá de todo lo imaginable en la tierra. Así pues,

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Filos declaró que sobre los soles y cuerpos estelares, tan distantes que cientos de ellos solamente (incluso en este año del Señor 1899) parecen una debil manchita, vistos a través de los más modernos telescopios, para este telescopio estelar eléctrico con el adecuado aumento de las ondas electro-luminosas, se harían tan visibles a la vista terrestre que objetos no visibles a simple vista en la tierra, serían facilmente percibidos en el cuerpo estelar más distante, no importa cuán lejano estuviera del observador. Además, Filos dice que no incluyó este tema en su libro porque en la Atlántida no se conocía, a pesar de los maravillosos logros científicos. Por lo tanto, no será un "re-descubrimiento", sino un claro avance de algo que la Tierra ha conocido-Salomón al fin alcanzado, en lo que respecta a su afirmación relativa a nuestro planeta, al menos. Respetuosamente,

EL AMANUENSE, FREDERICK S. OLIVER Los Angeles, 11 de Octubre de 1899.

MAPA DE 1A ATLANTIDA

LIBRO PRIMERO CAPITULOI ATLANTIDA, REINA DE LAS OLAS "¿Por qué no?" Me pregunté, haciendo una pausa en medio de la nieve de la montaña, allí, tan por encima del mar que la Reina Tormenta era soberana, incluso cuando el verano reinaba abajo. "¿No soy acaso un atlante, un poseidonio, y no es ese nombre sinónimo de libertad, honor, poder? ¿No es ésta mi tierra natal, la más gloriosa bajo el sol? ¿Bajo Inca!?" Una vez más me pregunté: "¿Por qué no, por que no esforzarme para llegar a ser uno entre los primeros en mi poderoso país?". "Ahí está la Reina del Mar, sí, y del mundo, ya que todas las naciones nos rinden tributo y alabanza y comercian con nosotros, todos nos emulan. ¿Acaso no es, pues, gobernar en Poseidonis virtualmente gobernar sobre toda la tierra? Por lo tanto me esforzaré por conseguir el premio, ¡y también lo haré! Y tú, pálida, fria luna, sé testigo de mi resolución", grité en voz alta, levantando mis manos al cielo, "y vosotros también, vosotros diamantes brillantes del cielo". Si la fuerza de la resolución tuviera éxito, yo normalmente conseguiría cualquier meta que decidiera obtener. Por lo tanto, hice mis votos, a una gran altura sobre el océano y sobre la llanura que se extendía hacia el oeste 3.200 kms. hacia Caiful, la Ciudad Real. Estaba tan alto que a mi alrededor y debajo de mí todo eran picos y cadenas montañosas, inmensas pero enpequeñecidas al lado de la cumbre donde yo estaba. A mi alrededor se extendían las nieves eternas; pero, ¿qué importaba? Mi mente estaba tan llena de la nueva resolución, la

resolución de convertirme en un poder en mi país natal, que no prestaba atención al frío. Ciertamente, apenas me daba cuenta de

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que el aire a mi alrededor era frio, y que era helado como los campos árticos del remoto norte. Muchos obstáculos tendrían que ser superados para el cumplimiento de este designio porque, realmente, ¿quién era yo en ese momento? Sólo el hijo de un montañero, huerfano de padre pero, ¡las Parcas sean alabadas!, ¡no de madre! Al pensar en ella, mi madre, a kilómetros de distancia, donde se mecían los bosques perennes, donde la nieve raramente caía, mientras permanecía de pie en la cumbre besada por la tormenta, solo con la noche y mis pensamientos-al pensar en mi madre mis ojos se humedecieron, porque yo era solamente un muchacho, y a menudo un muchacho bastante triste, cuando las penalidades que ella tuvo que soportar venían a mi mente. Tales reflexiones no eran sino incentivos añadidos a mi ambición de hacer y ser. Una Vf.2 más mis pensamientos se posaron en las dificultades que tendría que encontrar en mi lucha por el éxito, la fama y el poder. La Atlántida, o Poseidonis, era un imperio cuyos súbditos disfrutaban la libertad que permitía el más limitado gobierno monárquico. La ley general de sucesión oficial daba la oportunidad a todo súbdito masculino para ser nombrado para un cargo oficial. Incluso el emperador tenía un cargo electivo, así como sus ministros, el Consejo de los Noventa, o Príncipes del Reino, cargos análogos a los de Secretario de Cartera de la República americana, su auténtico sucesor. Si la muerte llamaba al ocupante del trono, o a cualquiera de sus consejeros, la franquicia electiva entraba en vigor, pero nunca en caso contrario, excluyendo la destitución por corrupción del cargo, una penalización que, si incurría en ella, ni siquiera el emperador estaba exento de sufrir. La posesión del poder electivo era otorgada en dos grandes divisiones sociales, que abarcaban todas las clases del pueblo de ambos sexos. El gran principio subyacente del entramado político de Poseidonis podía decirse que había sido "una vara de medir cultural para cada votante, pero el sexo del votante no era de la incumbencia de nadie". Las dos ramas sociales más importantes eran conocidas con los nombres distintivos de "lncala" y "Xioqua", o, respectivamente, la clase sacerdotal y los científicos. ¿Preguntan acaso mis lectores dónde podría estar esa oportunidad abierta a todo súbdito en un sistema que excluía a los artesanos, los comerciantes, y los militares, si no pertenecían a las clases con derecho a voto? Toda persona tenía la opción de entrar

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en la Escuela de Ciencias o en la de Inca!, o ambas. No se consideraba la raza, ni el color, ni el sexo; el único requisito previo era que el candidato a admisión tenía que tener dieciseis años de edad y poseer una buena educación, obtenida en las escuelas estatales o en alguna de las academias de aprendizaje, como el Xioquithlon en la capital de la nación o en algunos de los estados poseidonios, como en Numea, Terna, Idosa, Corosa, o incluso en la escuela de Marzeus, que era el principal centro de manufactura de arte en la Atlántida. Siete años era el periodo de tiempo dedicado al estudio en el Gran Xioquithlon, diez meses en cada año, divididos en dos sub-cursos de cinco meses cada uno, dedicados al trabajo activo, y un mes dedicado a la vacación, la mitad de él al final de cada sesión. Cualquier estudiante podía competir en los ejercios de exámen anuales, efectuados al final del año o justo antes del equinoccio de invierno. Que nosotros reconocíamos la ley natural de la limitación mental es obvio por el hecho de que el curso de estudio era puramente opcional, y el aspirante estaba en libertad de seleccionar tantas, o tan pocas, materias como deseara. Con esta provisión necesaria: que solamente los poseedores de diplomas de primera clase podrían ser candidatos para incluso el más humilde cargo oficial. Estos certificados eran la evidencia de un grado de conocimiento que abarcaba una gama de temas demasiado amplia para ser mencionada de otra forma que indiferenciadamente según el lector avanza. El diploma de segundo grado no confería prestigio político, excepto en que llevaba inherente el previlegio de votar, aunque si una persona no deseaba ser un funcionario ni votar, el derecho a instrucción en cualquier rama de la educación era un privilegio gratuito. Aquéllos, no obstante, que solamente aspiraban a una educación limitada, con el propósito de dedicarse con más éxito a un determinado negocio, como la enseñanza de la mineralogía siendo un intendente minero, la agricultura siendo un granjero, o la botánica siendo un ambicioso jardinero, no tenían voz en el gobierno. Mientras que et número de aquéllos no ambiciosos no era escaso, no obstante, el estímulo de obtener prestigio político era tan grande que no más de uno entre una docena de la población adulta estaba sin al menos un diploma de segundo grado, y un tercio de la población poseía certificados de primer grado. Era debido a esto que los electores no encontraban escasez de material para llenar todos los cargos electorales en el gobierno. Puede quedar cierta incertidumbre en la mente del lector en cuanto a lo que constituía la diferencia entre los sufragistas

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sacerdotales y los científicos. La única diferencia esencial era que el currículum del lncalithlon, o Colegio de Sacerdotes, abarcaba, además de cada una de las características de alto grado enseñadas en el Xioquithlon, el estudio de una amplia gama de temas sobre fenómenos ocultistas, antropológicos y sociológicos, con el fin de que los graduados en las ciencias pudieran tener la oportunidad de prepararse para dar servicio a cualquier necesidad que los hombres de menor erudición y comprensión de las grandes leyes subyacentes de la vida, pudieran experimentar en cualquier fase o condición. El Incalithlon era, de hecho, la más elevada y completa institución de aprendizaje que el mundo conocía entonces o-perdón por lo que pueda parecer pero que no es, orgullo atlante-ha conocido desde entonces y, por este motivo, conocerá durante los próximos siglos. Como tan excelsa institución educacional, los estudiantes dentro de su recinto tenían que poseer celo extra y decidida fuerza de voluntad, con el fin de perseguir y asegurar los certificados de graduación que otorgaba el tribunal examinador. Ciertamente muy pocos han conseguido que su vida se alargara lo suficiente como para conseguir tal diploma; posiblemente ni siquiera uno entre quinientos de aquéllos que hicieron una salida honorable del Xioquithlon, que en sí misma era una institución no inferior a la moderna Universidad Comell. Según meditaba, allí en medio de aquellas nieves de montaña, decidí no intentar demasiado, sólo un Xioqua decidí ser, si existía alguna oportunidad posible. Aunque yo apenas esperaba llegar a poseer la eminencia conferida por el título de Incala, prometí que haría lo posible por competir por el otro, si no se presentaba ocasión para hacer otra cosa. El obtener esta distinción tan importante requeriría, además de estudio arduo, la posesión de amplios medios pecuniarios para pagar los gastos de manutención y el mantenimiento, al máximo, de una energía de propósito indesmayable. ¿De dónde podría yo esperar obtener todo esto? Se suponía que los dioses ayudaban a los necesitados. Si yo, un muchacho que aún no había cumplido los diecisiete años, que tenía una madre a quien mantener y cubrir las necesidades de la vida, con nada que pudiera ayudarse a conseguir mis aspiraciones excepto energía innata y voluntad, no era colocado en esa categoría, entonces, ¿quiénes eran los necesitados? Yo creo que no había más evidencia de dependencia necesaria y era en realidad apropiado que los dioses me prestaran su ayuda. Lleno de tales reflexiones, esc:alé todavía más alto hacia la cumbre del pico que perforaba el cielo, cerc:a de la cumbre dond"

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yo estaba, porque la aurora no estaba muy lejos y ye, tenía que estar en la piedra más elevada para saludar a Inca! (el sol) cuando El conquistara a Navaz, a menos que El, jefe de todos los signos manifestados del gran y único y verdadero Dios, cuya nombre El llevaba, cuyo escudo El era, pudiera no mirar favorablemente mi plegaria. No, El tiene que ver que el joven suplicante no reparaba en dificultades para honrarle, porque era por este propósito solamente por el que yo había escalado solo, entre estas soledades, arriba de ese precipicio de nieve, bajo la bóveda estrellada de los cielos. "¿Acaso existe, me pregunté, una creencia más gloriosa que la que mantienen mis compatriotas? ¿No sois todos vosotros poseidonios adoradores del Gran Dios, la única verdadera Deidad, que está representada por el brillante sol? No puede haber nada más sagrado y santo". Así el muchacho cuya mente en proceso de maduración había captado la realidad que inspiraba la religión exotérica, pero que sabía de otra, más profunda y más sublime, no iba a conocer otra en los días de la Atlántida. Cuando el primer rayo de luz desde detrás de Su escudo apareció por entre los oscuros abismos de la noche, me lancé a las nieves de la cumbre, donde tenía que permanecer hasta que el Dios de la Luz triunfara completamente sobre Navaz. ¡Triunfante al fin! Entonces me incorporé, y haciendo una profunda reverencia final, volví sobre mis pasos para bajar por el peligroso declive de hielo, y nieve, y roca batida, ésta última negra y afilada, proyectando sus puntas por la capa helada, mostrando los accidentes de la montaña que se alzaba, uno de los incomparables picos del globo, a 3.900 mts. sobre el nivel del mar. Durante dos días, todos mis esfuerzos se habían concentrado en alcanzar esa cumbre frígida y arrojarme yo, una ofrenda viviente, en su elevado altar, para honrar así a mi Dios. Me preguntaba si El me había oido y notado. Si lo había hecho, ¿Le importaba? ¿Se preocupaba lo suficiente como para dirigir a Su vice-regente, Dios de la montaña, para ayudarme? A éste último, sin saber por qué, miré, esperando lo que pudiera parecer una futilidad ciega, que él me revelara un tesoro de alguna clase, o-¿Qué es ese brillo metálico en la roca cuyo corazón mi martillo de escalar ha dejado expuesto a los rayos del sol matutino? ¡Oro! ¡Oh,- Inca!! ¡Es eso! ¡Amarillo, precioso oro! "Oh, Inca!", grité, repitiendo Su nombre, "seas alabado por responder tan rápidamente a Tu humilde solicitante!". Me arrodillé sobre la nieve, descubriendo mi cabeza en

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gratitud al Dios del Ser Total, el Altísimo, cuyo escudo, el sol, lanzaba sus gloriosos rayos. Entonces, miré otra vez al tesoro. ¡Ah, que gran cantidad de riqueza había allí! Cuando la roca de cuarzo se agrietó ante mis excitados golpes, el preciado metal la mantenía entera, tan gruesa era la veta de su matríz. Los bordes afilados de la piedra partida me hicieron cortaduras en las manos y la sangre manó de media docena de heridas, y al tomar el cuarzo helado que me hizo las heridas, mis manos sangrantes se helaron con rapidez sobre el mismo, ¡una mezcla de sangre y tesoro! ¡No importaba!, y las dejé caer, sin hacer caso del dolor, tan excitado me encontraba. "¡Oh, Inca!", exclamé, "Tú eres bueno con Tu hijo por darle tan liberalmente el tesoro que permitirá realizar su resolución antes de que el corazón tenga oportunidad de desfallecer por la esperanza largo tiempo aplazada". Metí en mis amplios bolsillos todo lo que pude cargar, seleccionando las piezas más valiosas y ricas de la veta de oro. ¿ Cómo podría yo marcar el lugar, cómo lo encontraría de nuevo? Para un montañero nato esto no era dificil y lo conseguí pronto. Después proseguí mi camino, bajando, hacia mi casa, saltaba alegremente, con el corazón contento, aunque muy cargado en los bolsillos. Sobre estas montañas, ciertamente a menos de 3,2 kms. desde la base del pico de mi tesoro, se extendía la carretera imperial hacia el gran océano, miles de kilómetros al otro lado de las planicies de Caiful. Una vez que alcancé este camino, la parte más fatigosa del viaje había terminado, aunque sólo hubiera recorrido una quinta parte de toda la ruta. Para dar una idea de las dificultades que encontré al escalar y descender de la gigantesca montaña, debo señalar que los últimos l.'.iOO mw, del ciGcenso sólo se padfan hacer por una ruta tortuosa. Una garganta estrecha, una mera fisura volcánica proporcionaba asiento al pie en la forma más precaria, siendo el resto del pico precipicios irremontables. Este escaso soporte existía solamente durante los primeros 300 mts. Después de este punto la grieta terminaba. Cerca de su terminación superior, había una cueva, algo más alta que la estatura de un hombre y capaz de albergar quizás a veinte personas. Al final de esta sala rocosa había un orificio, una grieta más ancha en su parte horiwntal que en la perpendicular. Entrando en esta grieta arrastrándose como una serpiente, el explorador aventurado podía encontrarse con que durante unos cuantos cientos de pasos tenía que descender por una pendiente bastante inclinada, aunque la brecha se ensanchaba, o se elevaba,

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en la primera docena de pasos y permitía así que se adoptara una postura más o menos erecta. Desde el extremo de su curso descendente se torcía y otra vez aumentaba en tamaño hasta adoptar la forma de un tunel, ascendiendo por tortuosas revueltas, proporcionando su pared suficiente apoyo para hacer la escalada segura, aunque había que proseguir hacia arriba en un ángulo de unos cuarenta grados, mientras que en algunos tramos incluso un mayor grado de perpendicularidad marcaba el pasaje. En esta forma, se podía conseguir una escalada de unos 90 mts., incrementando grandemente las sinuosidades de la ruta la distancia cubierta en vertical. Este, lector, era el único método de alcanzar la cumbre de la montaña más elevada de Poseidonis, o Atlántida, tal como llamásteis a la isla continente. Aunque su pasaje era arduo, había lugar más que suficiente en esta vieja chimenea seca, o curso de agua, o lo que fuera. Chimenea ciertamente había sido, originalmente, aunque ahora erosionada por el agua hasta el punto de dar una idea de su formación ígnea, en un principio, meramente como conjetura. En un determinado punto de este curso el orificio se ensanchaba para formar una inmensa caverna. Esta se extendía en ángulos rectos desde la chimenea, y hacia abajo, hasta que más allá de las profundidades de la montaña, miles de metros, aparentemente en la temible oscuridad, aquél que se aventuraba tan lejos se encontraba en el borde de un inmenso abismo que no tenía lado visible excepto aquel en el que él se apoyaba; más allá de esto, no se podía proseguir excepto con alas, como los murciélagos, y no había murciélagos en aquella horrible profundidad. Ningún sonido se oía de vuelta desde la horrenda sima, ninguna luz de antorchas había nunca revelado el otro lado de su costa; allí no había nada más que un mar de eterna ocuridad total. No obstante, yo no sentía terror; más bien sentía fascinación. Mientras que otros pueden haber conocido este lugar, yo nunca había encontrado un compañero con suficiente temeridad como para desafiar lo desconocido y estar conmigo en el horrible borde, donde yo había estado no sólo una vez sino varias veces en días pretéritos. Tres veces había estado allí, impulsado por la curiosidad. En la tercera ocasión, había aprendido sobre el borde a buscar otro descenso posible cuando la roca sobre la que estaba, un enorme bloque basáltico, se desplazó de su lugar, cayó, y escapé con vida por milagro. El bloque cayó, y durante varios minutos el sonido de su descenso hizo eco hasta donde yo me encontraba; mi antorcha se fue con é1, y lejos en las profundidades sus chispas

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brillaron como fuegos artificiales cuando cayó proyectando puntos de la roca antes de desaparecer finalmente. Me quedé en esa profunda ocuridad, debil ante el gran peligro, para conseguir salit-si podía. Si no, entonces, para fracasar y morir. Pero tuve éxito. A partir de entonces, ya no tuve curi:Jsidad de explorar la sima desconocida. A través de la chimenea que conducía más allá del extremo superior de esta caverna abismal, entre la parte superior de la fisura exterior del precipicio y la pared de la cumbre, unos 150 o 180 metros por debajo del pico de la montaña, yo había pasado muchas veces; a menudo había ido al lugar donde un golpe de suerte de mi cay~do había revelado el tesoro de oro, pero nunca había encontrado el preciado hallazgo hasta que se lo pedí a Inca!, presionado por el peso de mis necesidades. ¿Es de extrañar acaso que tenga fe absoluta en las creencias religiosas de mi pueblo? Fue hacia la oscura chimenea a donde tuve que ir cuando dejé la cumbre nevada, fuera de la luz del sol y el aire fresco hacia la densa oscuridad y la atmófera ligeramente sulfurosa; pero si dejé la brillantez de la mañana, también dejé el terrible fria del aire exterior, porque dentro del tune!, aunque estaba oscuro, hacía calor. Al fin llegué a la pequeña cavidad que existía al comienzo de la brecha de 300 mts. que me llevaría a laderas más suaves de la parte media y baja de la montaña. En esta cavidad me paré. ¿Debería regresar para coger más roca aurífera? ¿O debería ir directamente hacia casa? Al final, volví sobre mis pasos. Al mediodía estaba otra vez ante el lugar del tesoro. Después, otra vez abajo con mi segunda carga hasta que el penoso trabajo casi había terminado, ya que yo estaba entonces a ]a entrada de la gran caverna, a 120 mts. de la pequeña cavidad en la cabecera de la hendidura-120 mts. de escalada muy pronunciada. Después de hacer una pausa por un momento, continué mi corto pero empinado ascenso, y pronto estuve en la pequeña cavidad, con sólo unos 3 mts. entre el aire fresco y yo. El largo tune! era sinuoso, considerado en su conjunto, no obstante tenía algunos pasajes tan rectos como si hubieran sido cortados con herramientas a lo largo de una línea. Los 120 mts., más o menos, que separaban la cavidad donde yo estaba de la entrada de la caverna propiamente dicha, eran un trecho tan recto, y quizás por eso tan dificil de atravesar, como cualquier parte de todo el tune!. Ciertamente habría sido imposible, excepto por sus lados cortantes, conseguir el más ligero apoyo. Si el lugar hubiera estado iluminado, en lugar de lleno con

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la más absoluta oscuridad, yo podría haber visto la caverna desde el lugar donde me encontraba. El aire tibio me indujo a sentarme o más bien tumbarme en este punto, aunque yo no podía ver, y por lo tanto, estando descansando allí, comí un puñado de dátiles y bebí un poco de agua de nieve derretida que mi cantimplora contenía. Entonces, me estiré para dormir un rato en el aire tibio. Durante cuánto tiempo dormí no lo sé, pero al despertar-¡ah!, ¡el terror! Ráfagas de aire, tan calientes que casi quemaban, pasaron junto a mí, ribeteadas de humos sofocantes y lanzando un gran estruendo como si corrieran por el pasaje hacia la cumbre. Ululantes, rugientes ruidos venían del febril aliento del abismo, mezclados con el sonido de tremendas explosiones y ruidos ensordecedores. Por encima de otras razones para el terror estaba el brillo de luz roja que se reflejaba en las paredes de la caverna, en las cuales ví que podía mirar con completa libertad y por cuyas profundidades brillaban relámpagos de rojo y verde y azul y cada color y gama, gases ardiendo. Durante un tiempo el terror me paralizó, asi que sin poder moverme me quedé mirando al horrendo infierno de elementos llameantes. Yo sabía que la luz y el calor, ambos aumentando por momentos, y los vapores asfixiantes, el ruido y el temblor de la montaña, todo apuntaba en la misma dirección y significado-una erupción volcánica en actividad. Al fin, la parálisis que invadía mis sentidos se disolvió cuando ví un aluvión de lava fundida que corría hacia el pasaje, proyectada unos metros dentro del mismo por una explosión dentro de la caverna posterior. Entonces me levante y corrí, corrí por el piso de la pequeña cavidad y me arrastré con loca energía y celeridad a través de la entrada horizontal, ¡que nunca me pareció tan baja como en ese momento! Yo había olvidado que llevaba oro en mis bolsillcx., y este hecho sólo me vino a la mente cuando sentí el peso retardador de la preciada roca. Pero con la necesidad de escapar vino un cierto grado de calma, y la recobrada presencia de ánimo me hizo no tirar el tesoro. La reflexión me convenció de que el peligro, aunque inminente, probablemente no era inmediato. Por lo tanto, otra vez me arrastré de vuelta a la pequeña cavidad y tomando un saco que había dejado allí lleno con todo el oro que pude acarrear, me desaté una correa que llevaba a la cintura, de 12 metros de longitud, y, atando un extremo a un punto de la roca en la parte superior de la hendidura, bajé el saco por el otro extremo de la correa, y a continuación bajé por él. Soltando el lazo de

arriba de la roca, repetí la operación una y otra vez según descendía. De esta forma, alcancé el fondo de la hendidura con la mayor

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parte de mis dos cargaa del mineral de oro. Desde este punto en adelante, mi ruta corría a lo largo de la cresta de la estribación rocosa, no muy ancha, pero lo suficiente como para formar un sendero viable. Justo había comenzado a caminar por esta estribación cuando miré hacia atrás por el camino que había venido. En ese momento se produjo un temblor de tierra que casi bastó para tirarme al suelo, y de la pequeña cueva, donde había dormido, salió una bocanada de humo, seguida de un resplandor rojo-lava. Corrió hacia abajo, una ardiente cascada y una visión de lo más gloriosa en la creciente oscuridad, porque el sol no se había puesto aún. Toda la montaña estaba al oeste de la estribación en que me encontraba y, siendo casi de noche, yo estaba en medio de profundas sombras. Salí de la sierra corriendo, dejando mi saco de oro y mucho de lo que estaba en mis bolsillos en el lugar más seguro que pude encontrar, por encima del fondo de la garganta por donde la lava fluía. A una distancia prudencial, me paré a descansar y a escudriñar el torrente ardiente corriendo por la garganta, ahora a cierta distancia a mi derecha pero a la vista. "Al menos, pensé, tengo bastante roca de oro -más metal que roca, parece sertodavía en mis bolsillos, que veré cómo puedo transportar, ahora que la fuerza, nacida de la excitación, se había ido. Asi que, incluso si no recobro lo que dejo atrás, tengo bastante cantidad de riqueza. Por lo tanto, ¡Inca! sea alabado!. Mi inexperiencia no podía decirme cuán completamente inadecuadas para pagar los gastos de siete años de colegio, y de ese colegio en la capital de la nación donde los gastos eran mayores que en cualquier otra parte, eran las veinte libras aproximadamente, de cuarzo de oro. Que era el mayor tesoro que nunca había yo poseído en mi vida, o incluso visto alguna vez, era un hecho innegable; por lo tanto, estaba contento. Una creencia en una Providencia que lo rige todo es necesaria para la mayoría de la gente, en realidad para todos, siendo la única diferencia que los hombres con un más amplio conocimiento necesitan una Deidad con poder que se acerque más a lo infinito que aquéllos de menor experiencia; por lo tanto, los que perciben lo ilimitado de la vida, reconocen a un Dios cuya concepción es proyectada casi a la omnipotencia, comparada con las concepciones que satifacen a la mente humana ordinaria. Por lo tanto, tanto si la deidad reverenciada es una piedra o ídolo de madera, o alguna forma inanimada, o un Espíritu Supremo de naturaleza andrógina,

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importa poco. Aquellos Seres que ordenan el curso de los acontecimientos, ejecutando la ley Kármica del Dios Eterno, ven la fe en los corazones de los mortales, y no hacen que esa ley tome su curso con severidad, sin ser atemperada por la misericordia. Si la fe en el ídolo, o el "dios" inanimado, o en el Espíritu Supremo de Dios, se perdiera debido a las arrolladoras fuerzas del dolor y la desesperación, entonces la bondad humana temblaría por seguridad y por la continuación de su ser. Tal catástrofe no podría armonizarse con Dios, por lo tanto, bajo la ley, nunca puede ser permitida. Así ocurría con mi creencia en Inca], una creencia compartida por mis paisanos. Inca] era una concepción puramente espiritual, y aparte de la Causa Eterna, que ninguna mente de ninguna época del mundo podía juiciosamente poner en duda, existía solamente en las mentes de sus adoradores. Y la fe era una fe noble, una fe que tendía a la moralidad elevada, nutriendo la fe, la esperanza y la caridad. Entonces, ¿es que el Inca! personal, simbolizado por el escudo del sol resplandeciente, era inexistente excepto en los cerebros de los hombres? Nuestro concepto poseidonio nos sostenía en lugar del Espíritu de Vida, Padre de todos. Esto era suficiente para asegurar la observación de los principios que se suponía Le complacían más. Con seguridad los ángeles del Altísimo Dios no Creado, dando ministerio entonces, como ahora, a los hijos del Padre, consideraban la creencia tal como estaba entronizada en mi corazón, y en los corazones de mis prójimos hombres y mujeres, y decían, al dar ministerio: "Que se haga en tí de acuerdo con tu fe". Los ángeles, viendo la esperanza que había en mí para sobresalir entre los hombres, me habían castigado con el temor según huía yo de la ardiente montaña, pero no llegó ningún desastre. Corrí hacia adelante, tan rápidamente como la naturaleza del sendero me lo permitía. Yo tenía vida y oro; por lo tanto alabé a Inca] según huía. Y el Espíritu de Vida fue misericordioso, porque yo no sabía cuán insuficiente para mis necesidades era mi tesoro hasta que el aguijón del desencanto fue removido debido a que había encontrado una provisión más abundante. Durante varios kilómetros mi curso corría a lo largo de la espalda de la estribación tan estrecha como el filo de una navaja. En muchos lugares, horribles abismos se abrían al borde del sendero, tan cerca que yo necesitaba usar las manos para ayudar a mis pies. En ocasiones, estos precipios se extendían a ambos lados del camino, formando un parapeto estrecho. Yo estaba agradecido por las pequeñas mercedes y daba gracias a Inca! de que el dios de la montaña no

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se moviera en forma de sacudidas violentas del terreno mientras yo estaba en esas situaciones peligrosas. A una distancia de casi cinco kilómetros desde el punto de partida mi sendero me condujo al borde de un horrendo precipicio, mientras que arriba se veía la pared de un segundo precipicio. Sólo la luz de la ardiente montaña iluminaba ahora mis pasos. En ese momento, cuando yo descendía con cautela por el borde de basalto, un fuerte choque me lanzó sobre mis rodillas y casi me envió al precipicio. Un instante después, una sorda explosión llenó el aire con insistente intensidad y sonido, y yo miré hacia atrás con temor. Una enorme masa de humo ardiente se elevaba hacia el cielo, mezclada con piedras tan grandes como para ser vistas a la distancia en que yo me encontraba. Bajo el borde a donde yo me agarraba, se producía un terrible rugido y aplastamiento; la tierra temblaba terriblemente, y repetidas sacudidas me hicieron agarrarme a las rocas desesperado por temor de ser arrojado por el precipicio. Enfrente de mí, desapareció la garganta que yacía a mis pies y que antes estaba sobre estribaciones y salientes del pico. Hasta hacía poco, esas estribaciones y salientes existían; ¡ahora habían desaparecido! Contemplé una escena de torbellino horrible y confuso, iluminada por el resplandor del volcán lo suficiente como para ser perceptible. Las sólidas colinas y rocas parecían rodar y moverse como las aguas del océano y se elevaban y se hundían en un remolino horrible, girando y deshaciéndose en un genuino pandemonium. Sobre todo, las cenizas volcánicas caían en forma de lluvia espesa e incesante, mientras que el polvo y los vapores volcánicos llenaban el aire y pendían como un paño mortuorio sobre un mundo que parecía morir. Finalmente, el enloquecedor estruendo y movimiento repugnante cesó; solamente el brillo permanente del río de lava en quietud y alguna sacudida de tierra ocasional contando el cuento plutoniano. Pero yo permanecí tumbado sobre el antepecho, débil y mareado. Gradualmente la lava cesó de fluir, y la luz se fue; las sacudidas se producían a largos intervalos, y una paz como de muerte cubrió toda la región, mientras las silenciosas cenizas grises se asentaron, cubriendo la tierra golpeada. Reinó la oscuridad. Creo que estuve inconsciente durante un tiempo, porque cuando me estiré me dí cuenta de que sentía un agudo dolor en la cabeza; levantando la mano toqué un líquido tibio que escocía al tocarlo. Toqué alrededor y encontré una piedra cortada que había caido del precipicio superior y me había herido. Después me dí cuenta de que la herida no era grave, y me incorporé. Se acercaba el

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amanecer y, casi desmayado de dolor, hambre y frío, me tumbé otra vez para esperar a que se hiciera c.ompletamente de día. ¡Qué distinta escena alumbró Inca! al salir, en lugar de la mañana anterior! Cuando miré la orgullosa cumbre, la luz roja del sol mostró que la mitad de la misma había sido barrida y tragada en "alguna misteriosa caverna". ¡Oh, sí, realmente! "Las montañas elevan al cielo sus acantilados ennegrecidos y pelados, e inclinan sus altas cabezas hacia la planicie". Cerca de allí, donde antes habían existido estribaciones, y donde el terrible corrimiento de acantilados había ocurrido, justo bajo mis pies, ciertamente, ya no había ningún capitel rocoso, ni cumbre, ni acantilados para siempre. En su lugar, apareció un gran lago de agua humeante, cuyas costas más alejadas estaban veladas por las cenizas suavamente posadas y las nubes de vapor c.ondensadas por el aire frío en una llovizna, ¡el llanto del globo golpeado en su reciente agonía! Silencio era todo el ruido; quietud, el temblor; cesó el febril flujo de la lava. Aquella parte de la estribación donde yo había estado se había salvado, en su mayor parte, de la catástrofe general. Pero también había sufrido, de tal forma que el sendero ante mí, que usualmente yo había transitado en mis excursiones a la cumbre, había desaparecido, un enorme bloque de probablemente miles de toneladas de peso había resbalado hacia la sima de abajo, habiendo borrado por completo el sendero, que había cruzado ese mismo lugar. Busqué otro y, escalando a la pálida luz, llegué a una parte de la estribación que yacía en el lado más alejado del sol, el cual, entonces, no era más que dos bordes estrechos y peligrosos, lagos de agua ardiendo abajo, pendientes intransitables por arriba, ¡de repente un rayo de luz roja brilló por delante de mi camino! Buscando su origen, ví que la luz procedía de una amplia brecha no lejos debajo de mí y, en lugar de estrecharse, tenía un paso tan ancho como cualquier parte de la fisura, como si todo por encima de ese punto hubiera sido movido, o "echado" a un lado-indudablemente la explicación real. Me agaché hasta el nivel de este suelo y, encontrando una grieta suficientemente ancha, me introduje en ella, sin preocuparme el hecho de que en cualquier momento nuevas convulsiones del volcán podrían cerrar la abertura y aplastarme entre las paredes de un tomo. Pensé en esta posibilidad pero, siendo un poseidonio, dejé a un lado el temor reflexionando que yo confiaba en Incal, que haría todo lo que fuera mejor para mí. El acantilado resquebrajado mostraba, aquí y allá, vetas de

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cuarzo con venas de profirio, formando bordes que corrían por las masas graníticas. Justo en la cima, este estrecho acantilado se extendía, y aunque ciertamente unos sesenta o noventa cms. de ancho, su altura le hacía parecer muy estrecho. Al pararme, lleno de alegría con la idea de que a ambos lados de donde yo estaba mis ojos se posaban sobre roca virgen nunca expuesta a la mirada de ningún hombre desde que la tierra comenzó, noté que lo que hacía saltar mi pulso con loca alegría, justo a mi lado, pero un poco al frente, era una veta de roca amarilla, de apariencia ocre, en la que ví muchas máculas de roca más dura blanquecina, cuya apariencia era debida a las partículas de cuarzo partidas por el mismo seismo que formó la fisura. Estas máculas estaban muy moteadas de trozos de oro en bruto y mineral de plata. La ductilidad de los preciosos metales era exhibida en curiosos efectos, el oro y la plata salían de la superficie lisa en forma de hilos, que en algunas casos medían varios centímetros de longitud. Una vez más, el desfallecimiento debido al hambre me abandonó, y el dolor de la herida de mi cabeza fue olvidado temporalmente, al cantar un himno de gratitud a mi Dios. El colosal pico se había ido; la única ruta de acceso a la más elevada cumbre que pie humano pueda atravesar, había sido destruida; pero aquí, después de que la guerra de los fuegos subterráneos hubiera concluído, aquí, estaba el mayor tesoro, más cerca de casa, más fácil de alcanzar-la excitación de la alegría fue un peso tan grande para mis nervios, ya muy débiles, ¡que me desmayé! Pero la juventud es elástica y la salud de los que no tienen vicios maravillosamente boyante. Recobré pronto el conocimiento y fui suficientemente prudente como para encaminarme hacia casa sin pararme a desperdiciar más energía, sabiendo que mi instinto montañero sería una guía infalible para mi posterior retomo. Me dí cuenta, cuando pedí consejo a mi madre, que su creencia en que yo no podría explotar solo la mina estaba basada en la realidad. Pero, ¿en quién confiaría para que me ayudara y tomara una parte justa de la riqueza así obtenida como recompensa? ¿No es suficiente que encontrara la ayuda necesaria? Algunos amigos entendidos entraron en asociación conmigo y, por el privilegio de retener el resto de lo que quedaba, me dejaban una tercera parte de los beneficios, conviniendo en hacer esto sin requerir ningún trabajo por mi parte; y, con algún reparo, también estuvieron de acuerdo con mi demanda de que ninguna parte de la propiedad sería otorgada a nadie más que a mí. Les hice firmar un

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papel a este efecto y lo sellé con el más inviolable signo posible para Poseidonis, esto es, que firmaran con su propia sangre. Los tres hicimos esto. Insistí en tanta formalidad por la razón de que no podía evitar la sospecha de que estos hombres se proponían reclamar que ellos mismos eran los descubridores del tesoro, y que yo, por consecuencia, no tenía derecho a nada de él. Hoy día sé que este era el caso. Sé que la claúsula en el contrato declarando que toda la mina que ellos, mis socios, explotaban en el entonces presente año, era la propiedad inalienable de Zailm Numinos, era todo lo que evitó el pretendido robo. Esta estipulación no hacía referencia al descubridor, como tal, pero estipulaba en términos incontrovertibles que al poseedor de ese nombre le era otorgado el título de la propiedad. Yo no tendría necesidad, en el caso de que aparecieran diferencias entre nosotros, de probar cómo me había convertido en propietario de la mina; ninguna reclamación de que otra persona que no fuera yo era el descubridor protegería a los posibles defraudadores, porque quienquiera que fuera el primero en encontrar la veta, el hecho seguía siendo que yo era propietario, y la posesión en este caso significaba tener todas las ventajas ante la ley. Al menos, así me lo parecía a mí en mi ignorancia. Mis asociados no eran tan ignorantes. Ellos sabían que el contrato no tenía valor porque estaba hecho con violación de la ley. El día llegó en que yo lo supe todo. Supe tiempo después que las leyes de Poseidonis daban la propiedad de cualquier mina al imperio, y que una mina explotada sin el conocimiento de esta claúsula legal era confiscada. Era aparente, también, que si mis socios no se hubieran dejado llevar por la avaricia al llevar en secreto todo el convenio, y también al explotar la mina, haciendose así participantes en una infracción de la ley, se habrían convertido en propietarios reconocidos legalmente, simplemente proporcionando información concernknte a mis actos al agente gubernamental más cercano. Pero yo no sabía estas cooas en aquella época y los otros dos pensaron que era adecuado guardar silencio, por la razón de que ellos no se daban cuenta de nada excepto del hecho de que estaban violando leyes estatutarias aparentemente sin importancia. Así fue guardado el secreto para una revelación posterior. Habiendo concluido estos pasos, el cambio de residencia desde el campo a la ciudad del Rai era lo próximo a hacer. Nuestro adios al viejo hogar de la montaña y nuestra instalación en el nuevo en Caiful será pasado por alto en silencio.

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CAPITULO U CAIFUL Los atlantes vivían bajo un gobierno que tenía el carácter de una monarquía limitada. Su sistema oficial reconocía un emperador (cuyo cargo era electivo, y nunca hereditario) y sus ministros, conocidos por un nombre que significaba "El Consejo de los Noventa", y también como los "Príncipes del Reino". Todos estos funcionarios ostentaban su cargo de por vida, excepto en casos de malversación, y cuyo periodo estaba estrictamente definido y sus provisiones severamente aplicadas; y la ley funcionaba en estos casos sin tener en cuenta la posición para asegurar la exención de los ofensores. Ningún cargo gubernamental era electivo, con la excepción de un cargo eclesiástico, y los cargos de menor importancia en el servicio público eran por designación en todos los casos, y los designados eran responsables ante el poder designador, emperador o príncipe quien, por el uso de este poder era responsable ante el pueblo de la conducta de las personas designadas por él para cargos públicos. No obstante, no es la intención de este capítulo discutir la política de Poseidonis, sino describir los palacios ministeriales y monarcales que la nación otorgaba a sus funcionarios elegidos, uno para cada príncipe, pero para el emperador, tres. Primordialmente, la descripción de uno de estos edificios, tanto en su interior como en su exterior, tipifica cualquiera de los otros, al igual que en los Estados Unidos de América y otros países modernos cualquier edificio gubernamental es fácilmente reconocible como tal, debido a las características generales de su arquitectura. Por lo tanto, una descripción de uno de los palacios servirá para un doble propósito, el de dar una idea de la residencia más notable del gran imperio atlante, ya que describiré el palacio principal del emperador; y, también, el de ilustrar el estilo prevaleciente de arquitectura gubernamental en el periodo durante el cual yo residí en Poseidonis. Imaginad, si así os place, una elevación de aproximadamente 4,50 mts. de altura, diez veces esta cifra de ancho, y esas cincuenta veces su altura representa su longitud. Fuera de las dimensiones del plano, a cada uno de los cuatro lados de la plataforma, que era de un bloque de profirio labrado, una escalinata poco inclinada conducía desde los jardines hasta la parte más alta de la elevación. A los lados, estos escalones se dividían en quince secciones, mientras que en los extremos las divisiones eran solamente tres, cada una dividida en tramos de quince metros. Entre las dos secciones más cercanas a

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las esquinas cada división constaba de un descansillo profundo de forma cuadrangular, dentro del cual y alrededor las escaleras se extendían ininterrumpidamente. La siguiente, o tercera sección, estaba separada de aquéllas a cada lado por la efigie de una serpiente de gran tamaño, esculpida en piedra y de tal realismo como el arte podía representar. Las cabezas de estos inmóviles reptiles reposaban sobre el verde enfrente de la escalinata, mientras que los cuerpos se extendían sobre las escaleras y llegaban hasta la parte superior de la plataforma, rodeando las gruesas columnas que sostenían los frontones de las galerías del impresionante palacio erigido sobre la plataforma descrita, columnas que formaban el más impresionante peristilo entre las amplias galerías y los escalones. La siguiente división era un cuadrángulo en los escalones, y la siguiente, otra serpiente, y así sucesivamente alrededor de todo el edificio. Espero que esta descripción sea suficientemente perspicaz como para dar una idea del tremendo paralelogramo, enmarcado en escalones, guardado por formas serpentinas enormemente ornamentales así como útiles, emblemas religiosos, que significaban no sólo sabiduría sino también la aparición de una serpiente ígnea en los cielos en la antigua tierra, iniciando el acto de la separación del Hombre de Dios. Alternando con estas formas estaban los descansillos, aliviando lo que de otra forma habrían sido demasiadas líneas rectas y contínuas. Sobre todo esto estaba el primer piso del palacio propiamente dicho, su peristilo en forma de serpientes entrelazadas sosteniendo en alto los techos de las grandes galerías, donde había enormes macetas con tierra para albergar y nutrir toda clase de plantas tropicales, arbustos y muchas variedades de pequeños árboles, un jardín exhuberante que perfumaba el aire, que era enfriado con numerosas fuentes cantando en medio del mismo. Por encima del primer piso, con sus pórticos llenos de flores se levantaba otra hilera de apartamentos, rodeados por galerías abiertas, los suelos de las cuales estaban formados por los techas de las de abajo. El tercer y más elevado piso de apartamentos no tenía galerías, aunque en todos los lados tenían paseos formados por el techo del pórtico de más abajo. La misma exhuberancia salvaje de flores y follaje dotaba a los pisos del mismo atractivo. En todos, cantos de pájaros de hermoso plumaje eran huéspedes bienvenidos, en libertad, pero domesticados debido a que nunca recibieron ningún daño. Los ayudantes, con armas de aire que lanzaban dardos silenciosos, destruían todas las especies depredadoras como también lo hacían con los que, no teniendo la virtud de cantar ni vívidos colores o

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plumaje, ni los hábitos utiles de ser insectívoros que les adornaran, eran por lo tanto inútiles. Desde el techo principal del palacio, se elevaban graciosas espirales de torres, mientras que los muchos apartamentos que sobresalían, ángulos y arcos entrantes, contrafuertes volantes, comisas y efectos arquitectónicos variadísimos evitaban cualquier efecto de pesadez en el diseño. Alrededor de la más grande de las torres se extendía desde el suelo hasta la cúspide una escalera de caracol, que conducía al espacio en carril de su parte más elevada, 30 mts. por encima de la cubierta de aluminio o las tejas del tejado del palacio. El palacio Agacoe era único al poseer esta torre, diferenciándose así de los otros edificios ministeriales. Debo explicar que la torre había sido erigida como un monumento a la memoria de una hermosa princesa que se había separado del amoroso cuidado de su imperial esposo para ir a Navazzamin, la sombría tierra de las almas difuntas, algunos siglos antes de mi época. Tal era el palacio Agacoe. Su piso superior estaba en uso destinado a gran museo gubernamental; el piso del centro estaba dedicado a oficinas pertenecientes a los funcionarios jefes gubernamentales, mientras que el primer piso estaba magnificamente decorado y amueblado para ser ocupado c:omo residencia privada del emperador. Como algo interesante, debo hacer notar que las fauces abiertas de las serpientes de piedra que acabo de describir, servían como puertas (de tamaño normal) que conducían a ciertos apartamentos en el sótano, un hecho que da una idea exacta del enorme tamaño de estos saurios de piedra. Los monstruos habían sido esculpidos con proporciones artísticas; sus cuerpos estaban esculpidos en piedra arenisca gris, roja o amarilla, sus ojos eran de sardonita, camelia, jaspe u otra piedra de sílice coloreada, mientras que las fauces de sus bocas abiertas estaban hechas de cuarzo blanc:o brillante, asentadas a cada lado de la entrada. Tanta piedra labrada y esculpida fuerza a la mente moderna a preguntarse si los atlantes obtenían el producto terminado por medio de un interminable número de esclavos, en cuyo caso hemos debido ser un pueblo bárbaro, cuya autonomía política nunca estuvo amenazada por las fuerzas desestabilizadoras del volcán social que la esclavitud siempre crea, o si no, poseíamos una eficiente maquinaria para cortar la piedra. Esto último es la asunción correcta, porque nuestra maquinaria para tal fin, como una casi infinita variedad de otros utensilios para toda clase de servicio, era nuestro orgullo entre todas las naciones. Permítaseme hacer aquí una afirmación, no por argumentar sino para ser

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comprendido a la luz de los siguientes capítulos, esto es, que si nosotros como atlantes no hubiéramos poseído esta variada gama de invenciones mecánicas y el talento inventor que nos dió estos triunfos, entonces tampoco vosotros pertenecientes a esta époe,a moderna poseeríais una habilidad creativa igual, ni ninguno de los resultados de tal genialidad. Puede ser que no podais entender la conexión existente entre las dos épocas y razas mientras analizais esta afirmación; pero a medida que os acerqueis al final de esta historia vuestra mente volverá a él con la plenitud de la comprensión. Confiando en que el esfuerzo haya tenido éxito en describir con palabras el aspecto de los edificios gubernamentales atlantes, captemos a continuación una idea del promontorio caifuliano, en donde se asentaba Caiful, la Ciudad Real, la más importante de aquella antigua época, dentro de cuyos límites residía una población de dos millones de almas, sin estar rodeada de fortificaciones amuralladas. Ciertamente, ninguna de las ciudades de aquella époe,a estaba encerrada dentro de murallas, en este sentido, éstas diferían de las ciudades y pueblos que se han conocido en épocas históricas posteriores. El traer mis registros de esta época histórica de Poseidonis no es nada extraordinario, ya que lo que relato en estas páginas es historia recogida de los registros de luz astral. No obstante, precede a las historias transmitidas en manuscrito, papiros e inscripciones en piedra en muchos siglos, viendo que Poseidonis ya no era conocida en la tierra cuando las primeras páginas de la historia fueron escritas por los primeros historiadores que usaban papiros; no, ni siquiera mucho antes, cuando los escultores de los obeliscos de Egipto y los grabadores de piedra de los templos grababan historias en el perdurable granito. Nunca más se supo de Poseidonis, porque hoy día hace casi nueve mil años que las aguas del océano cubrieron nuestra encantadora tierra sin dejar rastro, ni siquiera algo como lo que quedó de aquellas dos ciudades enterradas en la lava y las cenizas y que durante dieciseis siglos de la era cristiana se pensó que nunca habían existido. Los excavadores cavaron la es.caria de Pompeya, pero de Caiful ningún hombre puede apartar las aguas del océano Atlántico y revelar lo que ya no existe, porque si cada día fuera un siglo, haría casi tres meses de tales largos días que el terrible fíat de DIOS fue emitido a las aguas: "Cubrid la tierra, para que el sol que todo lo ilumina no la vea nunca más en todo su recorrido". Y ::isí fue.

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En las páginas precedentes, el promontorio de Caiful fue descrito como extendiéndose hasta el océano desde la llanura caifuliana y visible a gran distancia durante la noche debido al resplandor de la luz procedente de la capital. A lo largo de 480 kms. en dirección oeste desde Numea la península se proyectaba desde la llanura, con un promedio de 80 kms. de anchura en su cabo más extremo y elevándose como los arrecifes calizos de Inglaterra directamente desde el océano a una altura de casi tres metros para alcanzar una llanura casi plana. En el extremo de esta gran península estaba Caiful o "Atlán, Reina de las Olas". Hermosa, pacífica, con sus extensos jardines de encanto tropical: "Donde una hoja nunca se marchita en las enramadas tranquilas y florecientes, y la abeja disfruta de todo un año de flores". Sus amplias avenidas sombreadas por grandes árboles, sus colinas artificiales, la mayor de ellas cubierta de palacios gubernamentales, y flanqueadas por las avenidas en forma de terrazas que irradiaban del centro de la ciudad como radios de una rueda. Estas avenidas se extendían a lo largo de 80 kms. en una dirección, mientras que en ángulos rectos desde ellas, y atravesando el ancho de la península, en una extensión de 64 kms., se encontraban las avenidas más cortas. Así yacía, como un sueño esplendoroso, ésta, la ciudad más soberbia del mundo antiguo. Caiful no se acercaba al océano a más de 8 kms. Aunque no poseía murallas, alrededor de toda la ciudad se extendía un enorme foso, de una anchura de 1.200 mts. y unos 18 mts. de profundidad y nutrido con las aguas del Atlántico. En el lado norte, un gran canal penetraba en el fOSCr-un canal en el que las aguas de un gran río, el Nomis, creaban una corriente de salida de considerable rapidez. Se formaba de este modo una corriente natural que producía una succión por todo el círculo del foso, en la que el agua del océano entraba por el lado sur. De esta forma, se conseguía eliminar hacia el mar todo el drenajF- de la isla circular artificial en la que se asentaba la ciudad. Inmensas bombas hacían entrar agua limpia del océano a través de las grandes tuberías y conductos de piedra por tocia la ciudad, limpiando los drenajes, proporcionando energía propulsora para cubrir todas las necesidades, para energía eléctrica y servicios eléctricos de una gran variedad-pero suficiente. ¿Servicio eléctrico? ¿Energía eléctrica? Ciertamente nosotros teníamos el más profundo conocimiento de esta fuerza motríz del universo; la usábamos en innumerables aplicaciones que todavía tienen que ser redescubiertas en este mundo moderno nuestro, y formas, también, que cada día son m§c

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y más recordadas a medida que los hombres y mujeres de aquella era pasada reencarnan en ésta. No es extraño que seas incrédulo, amigo mío, cuando hablo de estos inventos que tú has considerado propiedad especial de hoy día; pero yo hablo con un conocimiento nacido de la experiencia, viendo que yo viví entonces, y vivo ahora; viví no solamente en Poseidonis hace doce mil años, sino también en los Estados Unidos de América, antes, durante la Guerra de Secesión. Nosotros conseguíamos la energía eléctrica en parte de las olas que batían las costas del océano, y más exactamente del flujo de las mareas; de los torrentes de montaña y de los elementos químicos; pero principalmente la conseguíamos de lo que podría ser llamado más apropiadamente el "Lado Nocturo de la Naturaleza". Los explosivos de gran potencia eran conocidos por nosotros, pero nuestro uso de ellos era de una gama más amplia que la vuestra. Si vosotros pudiérais conseguir que estas sustancias liberaran de forma gradual la fuerza aprisionada en ellos sin temor a una explosión, ¿piensas que vuestra maquinaria sería propulsada por mucho tiempo por motores pesados, por vapor o motores eléctricos? Si un barco de vapor pudiera prescindir de sus calderas de carbón y, en su lugar, tuviera dinamita en un compuesto totalmente a prueba d.: explosión, del tamaño de lo que un hombre pudiera transportar en una bolsa de mano, con fuerza suficiente para hacer navegar al barco desde Inglaterra a América, o enviar un tren a 9.600 kms., ¿durante cuánto tiempo verías la maquinaria de vapor? Pues ésta era una fuerza, y bastante poco valorada, que nosotros-posiblemente vosotros, ciertamente yo--conocíamos en la vida atlante. Estará otra vez con vosotros, porque Nuestra Raza ha vuelto desde Devachán a la tierra. Pero no solamente esta fuente de energía era nuestra; ciertamente, era a nuestras energías del Lado Nocturo como un motor de vapor de alcohol es a vuestros motores de vapor. Las fuernis del Lado Noctumo-¿qué son? En este punto contestaré sólo con otra pregunta: La fuerza de la Naturaleza, de la gravedad, del sol, de la luz, ¿de dónde viene? Si me contestas: "De Dios", entonces, ¿contestaré también que el Hombre es el Heredero del Padre, y que todo lo que es de El, también es del Hijo. Si Irreal está impulsado por Dios, el Hijo averigüará cómo hace esto su Padre, y pronto hará lo mismo, como el Hombre hizo una vez en Poseidonis. Pero más grandes cosas que estás que nosotros hicimos hareis vosotros; vosotros sois ahora, vosotros fuísteis entonces; vosotros sois Poseidonios que habeis regresado, ¡y en un plano superior!

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El objeto original por el que el gran faso que circundaba la capital había sido excavado, había dejado de existir hacía muchos siglos. Este objetivo era simplemente marítimo, en los días en que los barcos se utilizaban como medio de transporte, antes del uso generalizado posterior de los vehículos aéreos; y había servido a este propósito tan perfectamente como para ganar para Caiful su orgulloso título de "Soberana de los Mares", un nombre conservado incluso cuando los usos originales de su foso se habían convertido en historia. Cuando los más modernos medios de transporte suplantaron a los antiguos, los barcos, que durante diez siglos habían adornado los mares y ríos del globo, habían caído en desuso o habían sido dedicados a otros usos. Solamente unas pocas velas surcaban ahora las aguas, y éstas eran meramente barcos de recreo pertenecientes a gente desocupada a quienes les gustaban las novedades, y los deportes. Este cambio radical no fue, sin embargo, razón para que los muelles de cemento de una extensión de 240 kms. más o menos, del foso fueran destruidos. Esto habría entrañado la pérdida de una propiedad valiosa por culpa de las aguas sin canalizar, así como el deterioro del sistema de alcantarillado de la ciudad, además de que tal curso habría destruido la belleza del foso y su entorno. Por lo tanto, en los siete siglos transcurridos desde que habíamos cesado de usar el transporte marítimo, ningún signo de debilidad había amenazado esta gran masa de cemento. Una característica importante de Caiful era la riqueza y rara bellez:a de sus árboles y arbustos tropicales, flanqueando las avenidas, cubriendo las múltiples colinas cubiertas de palacios, muchos de los cuales habían sido construidos para elevarse a seis o nueve metros sobre el nivel de la llanura. Arboles y arbustos y plantas, vides y flores, anuales y perennes, llenaban los cañones artificiales, las gargantas, los desfiladeros y niveles que a los artistas poseidonios les encantaba crear. Estos cubrieron las laderas, emparejaron los minúsculos arrecifes, las paredes de los edificios, y ocultaron la gran mayoría de los escalones que conducían en amplios bancos a los bordes del foso, cubriendo todo con una gloriosa vestidura verde. Quizás el lector está comenzando a preguntarse dónde vivía toda la gente. Ciertamente la pregunta está bien programada, y la respuesta, creo, probará ser interesante. En el trabajo de cambiar la configuración de la superficie del gran promontorio, de la de una llanura a las más hermosas variaciones de colinas y sus correspondientes depresiones, el

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propósito perseguido había sido el esculpir grandes bloques de roca, de enorme resistencia, en forma de terrazas, y dejar pasajes arqueados por donde las avenidas intersectaban tales elevaciones, para llenar los interiores que quedaban con hormigón y cemento armado. Los exteriores eran cubiertos con rica tierra en los niveles y cubiertos con terrazas para contener vida vegetal de todas clases. Las elevaciones se extendían a lo largo de muchos kilómetros cuadrados desde el nivel que una vez había existido, dejando poco de superficie plana excepto las avenidas, y no todas éstas, ya que un número importante de ellas se alzaban entre las colinas o seguían el lecho ascendente de algún cañón hasta que alcanzaban el borde en la cúspide de la última. A continuación penetraban por la división y desenbocaban al otro lado a través de un camino arqueado, donde tubos de cristal, totalmente desprovistos de aire, daban luz continua derivada de las fuerzas del "Lado Nocturno". Las caras verticales y las inclinaciones de las terrazas, así como los lados de los cañones, tenían forma de salones de variado tamaño y amplitud. Las entradas a éstos, y a las ventanas, estaban ocultas bajo antepechos artificiales de roca, sobre los que trepaban vides e hiedra, ocultando a la vista así la fealdad rígida de la estructura metálica que había debajo. Estos apartamentos estaban ordenados en salones artísticos para acomodar a familias. La capa de metal con la que estaban cubiertos impedía que penetrara la humedad, mientras que su colocación bajo la superficie aseguraba una temperatura permanente en todas las estaciones del año. Como estas residencias habían sido diseñadas y construidas por el gobierno, eran de su propiedad, y los inquilinos adquirían las mismas bajo arriendo en el Ministerio de Edificios Públicos. La renta eran puramente nominal y sólo suficiente para pagar la conservación del edificio y los gastos de luz incandescente y calefacción, suministro de agua, y los salarios del personal necesario para atender a estas tareas. Todo esto no costaba más del diez o quince por ciento del salario de un mecánico cualificado ordinario. La mención de tanto detalle debe ser perdonada porque, si fuera omitida, el lector sólo obtendría una concepción vaga e insatisfactoria de la forma de vida en esta era antediluviana. El gran encanto de estas residencias estaba en el hecho de su localización retirada, que evitaba la terrible visión de masas de casas angulares, un efecto de extrema fealdad vista en nuestros

modernos días, pero raramente, o nunca, en nuestras ciudades atlantes. El resultado de esta disposición era que, para el observador que miraba desde un punto elevado, la ciudad podría haber

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sido notable para alguien acostumbrado a las modernas atrocidades de piedra, ladrillo o madera, principalmente por la ausencia de pilas de rascacielos separadas por túneles estrechos, oscuros, sin árboles y a menudo inmundos, mal llamados calles. Aquí una colina, y allá otra y otra, hasta que el ojo las contaba por docenas-había ciento diecinueve en total; aquí un lago, o allí un arrecife con un lago, o un parque de árboles a sus pies; gargantas de gran esplendor, pequeños bosques, regularmente irregulares; cascadas y torrentes que caían, alimentados del sobrante del suministro de agua fresca de la ciudad, sus bancos y costas cubiertas con estas plantas, árboles y arbustos que disfrutaban del agua abundante. Tal, queridos amigos, habría sido la escena presentada a vuestros ojos, si hubiérais visto Caiful conmigo; quizás la vísteis. Pero Caiful no estaba desprovista de casas construidas en forma parecida a nuestros días, porque la autorización de la ciudad para construir mansiones hermosas aquí y allí en lugares y estilos calculados para añadir belleza al escenario, era un privilegio del cual cualquiera con medios podía disfrutar, bajo aprobación oficial. Muchos hacían esto. Museos de arte, edificios para espectáculos y otras estructuras no diseñadas para vivienda se encontraban en número apropiado. Yo encontré, al inspeccionar la ciudad, que las avenidas, en ciertos casos, parecían terminar de forma abrupta en una gruta, cuyo interior estaba cubierto de estalacticas que pendían del techo. Quizás se producía un ligero desvío del curso recto, y así se evitaba que alguien penetrara en la gruta. En estos lugares, lámparas cilíndricas sombreadas, de alto voltaje, al vacío, lanzaban un suave resplandor hacia el interior, produciendo un efecto de luz de luna muy agradable para alguien que viniera de la claridad de la luz del sol. Mientras que, en la mayoría de los casos, nuestras gentes eran consumados jinetes, esta forma de transporte no se usaba excepto para hacer ejercicio físico y recreo, ya que el transporte eléctrico era proporcionado por el gobierno. Ciertamente, los reformadores sociales de estos días del siglo diecinueve cristiano habrían estado en su tierra ideal si hubieran sido caifulianos, y esto debido a que el gobierno seguía el principio patemalista de forma tan sistemática como para haberse arrogado la propiedad de la tierra, todos los métodos de transporte y comunicación públicos, todas las fabricas, en una palabra, toda la propiedad. El sistema era tan beneficioso, que ningún poseidonio deseaba verlo discutido o cambiado por otro. Si un ciudadano deseaba un vailx (vehículo aéreo) para

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cualquier uso, lo solicitaba a los funcionarios correspondientes, que trabajaban en los numerosos estacionamientos de vailx por todo el reino. O, para cultivar la tierra, la persona interesada lo solicitaba al Departamento de Terrenos y Cultivos. Quizás se deseaba manufacturar algún producto; la maquinaria se alquilaba por un precio nominal necesario para pagar los gastos de conservación y el salario de los funcionarios que supervisaban esa parte de la propiedad pública. Estos ejemplos bastarán. Es suficiente decir que, en estos tiempos modernos del mundo no existe armonía política como la que se derivaba de este patemalismo por parte de nuestros funcionarios elegidos. El patemalismo gubernamental es una coc;a contemplada con envidia o semi-alarma en las repúblicas modernas. Pero hoy día tiene una cualidad diferente de la que tenía entonces. El nuestro era un paternalismo vigilado y seguido por los sufragistas de la nación, y su vida era esencialmente exponente de los verdaderos principios socialistas. Ni siquiera ahora he sido tan preciso en detalles como para explicar muchos de los más peculiares ajustes mantenidos entre el padre político y sus hijos, ni entre los trabajadores y el capital. Pero tampoco puedo hacerlo en estas páginas con un cierto grado de propiedad, porque ésta no es una solicitud de re-adopción, en esta época del mundo, de los métodos seguidos en aquel remoto periodo. No obstante, esto puedo decir, no inadecuadamente en este momento, que Poseidonis no tenía en mis tiempos, la moderna, y no obstante también antigua, molestia de las huelgas laborales, bloqueando el capital y la industria, haciendo morir de hambre al artesano, y causando más sufrimiento al pobre que tales molestias puedan nunca traer a las puertas de los ricos. El secreto de esta inmunidad no era dificil de encontrar en una nación cuyo gobierno era la voz de aquellas gentes que poseían suficiente cultura como para esgrimir el derecho al voto, y esto, también, sin distinción de sexo, porque innato en nuestra vida nacional estaba este principio: "Una vara medidora educacional para cada votante; el sexo del sufragista es inmaterial". En tal nación, y bajo tal gobierno, era ciertamente extraño que las desarmonías laborales pudieran perturbar la política social por largo tiempo. El amplio principio de igualdad entre patrono y empleado gobernaba a Poseidonis; no importaba lo que una persona hiciera por otra persona, pero toda la ecuación giraba sobre esta cuestión: ¿Había habido alguna prestación de servicio de una persona a otra? Si así era, el hecho de que el servicio era o no cumplido por medio de trabajo físico no contaba nada. Podía ser igualmente un servicio

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que merecía compensación, tanto si era físico como puramente intelectual; tampoco se consideraba importante si el patrono representaba a uno o más individuos o el empleado a una o más personas. Nuestras leyes locales sobre el tema de equidad industrial eran completas y más bien voluminosas. Mientras no me preocupo de describir en detalle una reproducción de lo que puede llamarse leyes laborales, es interesante reseñar algunos pocos extractos. Será conveniente hacer un prefacio de las mismas con una corta historia de su puesta en vigor, y así mostrar cómo, en aquella remota época, problemas laborales muy similares, y tan amenazantes de la paz y el orden como cualquier convulsión laboral moderna, eran definitiva y equitativamente resueltos. Sobre la "Piedra Maxin", de la que haré completa referencia como código legal en su momento, se encontraba esta semilla vital para la resolución de la temible amenaza que embrollaba las relaciones entre trabajadores y empresarios, a saber: "Siempre que aquéllos que trabajan asalariados sean oprimidos, y se levanten coléricos para destruir a su opresor-¡mirad! que su mano sea frenada, para que Me obedezcan. Yo les digo: no hagais daño a la persona o a la propiedad de ningún hombre, ni siquiera del hombre que les oprime. Porque, ¿acaso no son todos hermanos y hermanas? ¿No son todos hijos del mismo Padre, el Creador sin nombre? Pero esto yo ordeno: que destruyan la opresión. ¿Acaso las cosas que son inferiores al hombre, gobernarán y oprimirán a sus amos? Buscad diligentemente el significado de esto". El estudiante de ética interpretaba este mandato como que las clases trabajadoras oprimidas no debían dañar a los capitalistas opresores ni a su propiedad. Las clases acomodadas eran quizás tan víctimas de las circunstancias como la gente pobre; el remedio estaba, no en la anarquía ciega, sino en la erradicación de las condiciones. Esto era fácil de conseguir, si se hacia correctamente. Los oprimidos eran un millar por cada opresor. La mayoría de ellos tenían derecho a voto, y estaba determinado que, como el gobierno era el servidor del pueblo, el método adecuado era tratar los asuntos en las urnas, y no emplear la violencia contra el rico. Por lo tanto, se hizo la llamada a todo el pueblo para que votara la adopción de un código de relaciones laborales y su respetuosa sumisión al Rai. De los muchos artículos y secciones, insertaré sólo aquéllas que son pertinentes para los tiempos y prcblemas modernos, por lo tanto, si esta selección no está

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correctamente articulada y clasificada en orden consecutivo es por razones obvias.

EXTRACTOS DE LAS LEYES LABORALES POSEIDONIAS. "Ningún patrón demandará de ningún empleado ningún servicio fuera de las horas legales de trabajo sin darle remuneración extra". "Sec.4. Estas horas no serán menos ni más que nueve en número para el trabajo físico en cualquier periodo de veinticuatro horas; ni menos ni más que ocho horas para empleos sedentarios, que requieran principalmente ejecución intelectual". Este estatuto permitía a las dos partes establecer un contrato que les conviniera a ambas sobre cuándo debía comenzar y terminar la jornada laboral, con referencia a la primera hora del día, esto es, el mediodía de nuestra época actual. Con relación a los asunto. salariales, la ley era muy clara. Sostenía que como la humanidad era egoista por naturaleza, esto es, la naturaleza inferior, que operaba sobre la base de auto-engrandecimiento, la moderna doctrina del "juego justo". Por lo tanto, si el sujeto no actuaba por un sentimiento de deber hacia su prójimo para tratar a esa persona de forma justa, cuando el derecho no estaba impuesto por el poder, entonces la ley tenía que obligarle a ser justo. Es en esto en lo que el moderno mundo anglooajón, que es Pooeidonis (y Suernia) reencarnados, muestra una señal del lento pero seguro progreso ascendente engendrado por el tiempo; prueba que aunque el hombre se mueve, tal como lo hace todo lo demás sensato e insensato, en un círculo, no obstante, el círculo es como un muelle, siempre progresando alrededor y alrededor, pero cada vez moviéndose en un plano más elevado. Poseidonis tenía que ser obligada por sus mentes avanzadas a obrar justamente con el débil. América y Europa cada vez están más dispuestas a obrar justamente, equitativamente, porque es parte del deber. Así, vemos a los modernos patronos a menudo haciendo voluntariamente lo que los antiguos poseidonios hacían por ley, esto es, compartir los beneficios con sus empleados. La ley habiendo ido pues a los legisladores, los sufragistas

decretaban que el gobierno debía establecer un Departamento de Economato, cuyas tareas deberían ser recoger todas las estadísticas concernientes a los productos alimenticios del comercio, también

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concernientes a todas las fibras textiles necesarias para vestir y, en suma, todos los artículos nec.esarios para el apropiado mantenimiento social de los individuos. En estos informes estadísticos se fundamentaría una valoración del coste de todas estas necesidades, entre las que los libros eran clasificados como alimento mental, y se calculaba el e.aste anual de estas cosas. Sobre este cálculo se estimaba el salario diario dividiendo el coste anual por el número de días. Este índic.e se renovaba cada 90 días, cuando se observaba que el coste de los productos básicos fluctuaba, por lo tanto el índice no era totalmente estable, y el sueldo de cualquier periodo de 3 meses probablemente podía diferir del del trimestre anterior. Permitidme citar lo siguiente: "Sec. VII, Art. V. Los patronos dividirán los beneficios brutos de las operaciones comerciales de acuerdo con el siguiente plan: El sueldo, salario o emolumento de cada empleado será pagado en la suma indicada por la estimación trimestral del coste de la vida determinado por el Departamento de Economato. Del resto, la cantidad de seis partes de cada cien del capital invertido será puesto aparte. Este incremento será y representará los beneficios netos del empresario. De los ingresos restantes, serán deducidos los gastos de gestión, y de la suma que reste de esto, una mitad será invertida para proporcionar pensiones para los enfermos o incapacitados, o seguro para los huerfanos de empleados muertos. La otra mitad será distribuida pcriodicamente entre los empleados sobre la base de sus diversas compensaciones". "Sec. VIII, Art.V. Todo el conjunto de empleados es únicamente igual al correspondiente Superintendente. El Superintendente es igual a todos los subordinados. Por lo tanto, los empresarios, cuando no sean ellos mismos directores de sus negocios, pagarán a los directores un salario igual a los salarios combinados de los subordinados". Ciertamente, estas leyes laborales y otros temas suenan modernos. Pero la civilización en todas las épocas, entre todas las naciones, es impulsada a expresarse en formas que, si se utiliza el lenguaje moderno para describirlas, parecerán casi idénticas; así pues, en la antigua Atlántida y en la moderna América el término "huelga" puede ser usado apropiadamente para designar una revuelta laboral; el mismo principio caracteriza todas las otras fases; porque de época en época el mundo no hac.e sino lentos progresos, y hoy día no está tan avanzado en su actual sub-ciclo, ni tan civilizado, como lo estaba la antigua Poseidonis. Esto puede sonar duro, pero será comprendido enseguida.

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En su conjunto, tales eran las principales características del mundo industrial en Poseidonis. Las antiguas huelgas y revueltas que produjeron el establecimiento de estas leyes desaparecieron y la paz se implantó. El cambio fue beneficioso, ciertamente, no obstante, siempre el fuerte trataba de ver cómo podía evadir la ley, y aunque no lo conseguía de forma dañina, el deseo por su parte entraba en la suma del Karma. Así pues, cuando el mundo moderno de la época cristiana llegó en los siglos dieciocho y diecinueve, particularmente en éste último, entonces comenzó la reencarnación de esta era de Poseidonis, y durante un tiempo la tendencia hacia la opresión una vez más se puso de relieve. Pero por encima de esta tendencia ahora débilmente aparece el deseo de obrar el bien por el bien mismo, que, aplicado a asuntos industriales, se ha manifestado en muy, muy recientes años-un signo del atardecer del último día, ahora casi sonando su última hora, hablando de una era pasada. Me refiero particularmente a la buena voluntad del hombre para tratar a sus semejantes de forma justa, sin ser forzado a hacerlo por las leyes en vigor. Ciertamente es, todavía, hecho sólamente porque se ha comprobado que compensa; pero nunca se hubiera visto que compensaba si la justicia reencarnada no hubiera inducido a llevar a cabo experimentos en relación con la distribución de beneficios, con la esperanza de erradicar el mal de las huelgas y con la idea de armonizar a la sociedad para que haga lo que debe hacer. Finalmente, aunque pueda parecer extraño y paradójico, esta mejora es hija de los derechos de los viejos tiempos, exigidos por la fuerz.a en Poseidonis y hoy día, descendientes reencarnados de opresión reencarnada, como en la Atlántida la opresión se extendió reencarnada de la tumba de otras eras pasadas, anteriores al maravilloso monumento de Gizeh. Pero el mencionar aquí algo más que lo dicho sería entrar en el trabajo dado a otro por el Mesías; por lo tanto, sólo una indicación puedo dar ahora, pero más adelante daré más. Por ahora baste decir que aquéllas fueron épocas en las que el hombre se esforzaba, con apenas perceptible movimiento ascendente, desde nuestros antepasados caidos. Gloria sea dada a nuestro Padre de que Sus hijos con seguridad, aunque lentamente, están escalando por caminos tortuosos hasta Sus alturas; muchas son sus caidas, pero ellos se elevarán otra vez, no dejando que triunfe el enemigo. Puede ser una aparente intrusión inoportuna, pero debo

describir aquí brevemente el sistema de transporte electro-ódico de Caiful, y de las otras ciudades, pueblos y villas esparcidas por todo el imperio y las colonias. La descripción es de los vehículos de

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locomoción locales solamente. A cada lado de cada avenida existía una ancha acera pavimentada para los peatones. Una fila de grandes macetas de piedra sin fondo en las que crecían los arbustos ornamentales y las plantas verdes que adornaban las aceras, y a cada lado de éstas había un rail de metal, colocado a una altura de unos tres metros, y sostenidos por pescantes como los que sujetan los botes de los barcos. A tramos regulares otros railes cruzaban los principales, railes capaces de ser elevados o bajados desde su punto de conjunción, efectuando este proceso una sola palanca. Estos railes servían como cruces de calles, habiendo comparativamente pocos casos de calles pavimentadas bajo los railes que no fueran las grandes avenidas radiales. Sobre los mapas del Departamento de Transporte Urbano estos raíles principales y de cruce parecían la tela de araña de una araña de jardín. Por cada distrito de transporte existían multitud de vehículos, con mecanismos autódicos, por los que se les podía hacer correr a tremenda velocidad con sus pasajeros; pero no ocurrían colisiones, ya que las barras transportadoras formaban un sistema de doble tracción.

CAPITULO III

LA FE TAMBIEN ES CONOCIMIENTO, Y SIRVE PARA MOVER MONTAÑAS Existe un dicho, cuyo origen se pierde en el tiempo, que dice que "el conocimiento es poder". Dentro de límites bien definidos esto es cierto. Si tras el conocimiento yace la energía requerida para percibir sus beneficios, entonces es un dicho verdadero. Con el fin de ejercer dominio sobre la naturale2:a y sus fuer7.88, el futuro operador tiene que tener una comprensión perfecta de las leyes naturales involucradas. Es el grado de logro en este conocimiento el que marca la mayor o menor habilidad del ejecutante, y los que han adquirido la comprensión profunda de la Ley (Lex Magnum) son maestros cuyos poderes resultan tan maravillosos como si fueran mágicos. Las mentes no iniciadas quedan totalmente alarmadas por la incomprensible manifestación de éstos. A cada paso que daba, cuando llegué desde mi hogar de la montaña a mi residencia metropolitana, me encontraba con maravillas inexplicables, pero mi dignidad natural me evitó parecer ignorante. Poco a poco fui familiarizándome con mi entorno, y conseguí así un conocimiento de las cosas que han sido referidas desde que mencioné el cambio de la vida en el campo por el

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entorno urbano. Pero estos logros de autoridad complaciente sobre la naturaleza demandaban un curso especial. Este curso de estudio no lo había decidido yo todavía, antes de que me introdujera en la ciudad, porque parecía que la parte de la sabiduría era concentrar mis energías en especialidades y no desperdiciar fuerza intentando las generalidades. A este fin decidí vivír durante un periodo más o menos largo sin tratar de ser admitido al Xioquithlon, y resolví dedicarme en el interim a la observación. Yo había leído siempre muchos libros, que obtenía de la biblioteca pública en el distrito perteneciente a mi hogar en la montaña. De éstos había conseguido una comprensión considerable de la política social. El hecho de que existieran sólo 91 cargos electivos para ser votados por el pueblo, mientras que había casi 300 millones de poseidonios en la Atlántida y sus colonias, y según el último censo que había visto, 37, casi 38, millones de electores poseían Diplomas de Primer Grado, teniendo derecho así a presentarse para cargos públicos, me hizo pensar que era extremadamente improbable que tal honor recayera alguna vez sobre mí. Pero si yo podía apenas esperar un cargo oficial, sentí que podría, si me preparaba adecuadamente consiguiendo un diploma de primera clase, conseguir un nivel político alto y tendría un cargo público, y algunos de éstos eran tan honorables como una cancillería. ¿En qué materias debería concentrarme? La investigación geológica me atraía mucho, y en sus numerosas ramas había una amplia y atractiva variedad de campos de oportunidad. Y también, la filología era casi igual de atractiva; mi capacidad para aprender idiomas extranjeros era considerable, tal como había comprobado al estudiar un pequeño volumen que describía una tierra conocida con el nombre de Suemia, un extraño país, y del idioma del que se daban muchos ejemplos; había aprendido éstos con leerlos una sola vez. Varias meses de residencia en la ciudad me decidieron a adquirir todo el conocimiento geológico que pudiera, porque era un tema de estudio que yo creía que Inca) me había dirigido a hacer, como también un conocimiento sobre minas y mineralogía práctica. Como materias adicionales, me propuse asentarse completamente en literatura sintética y analítica, no solamente de mi Poseidonis nativo, sino también de los idiomas de Suemia y Necropan. Así, acabo de nombrar las tres grandes naciones de la época anterior a Noé (anterior a Nepth). Una de estas naciones fue borrada de la faz de la tierra, pero las otras dos han sobrevivido, después de terribles vicisitudes, hasta hoy día; de ellas hablaré más adelante. las razones que me indujeron a elegir el currículum que he

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mencionado fueron que, como geólogo y cientifico coordinado, yo esperaba hacer nuevos descubrimientos de valor, y registrarlos en libros para el mundo, al menos para los poseidonios, que se estimaban a ellos mismos como lo mejor del mundo, una meta apenas posible de conseguir de otra forma que a través de este curso de estudio. Las influencias que yo esperaba ganar por medio de tales publicaciones me podían conducir a convertirme en un Superintendente General de Minas, un puesto político no inferior a cualquier otro cargo por designación. Ciertamente podría hacer otros estudios si entraba en la carrera de los diplomas de primera, pero los citados eran los más agradables y constituían mi principal aspiración. Como complemento, puedo decir que seleccionar estos estudios, y dominarlos después, condujo a mi naturaleza a asumir una tendencia que dió como resultado, no hace muchos años, que yo me convirtiera en el propietario de una mina en el estado de California-y tuviera éxito, también. Estos estudios también fijaron tanto mis talentos lingüísticos que, cuando fui un ciudadano de los E.E.U.U, no sólo dominaba mi lengua materna, sino que también hablaba otros trece idiomas modernos, tales como francés, alemán y español, chino, varios dialectos hindúes, y sánscrito como una especie de relajación mental. No consideres esta confesión como presuntuosa; no lo es. la hago con el fin de mostrarte, amigo mío, que tus propios poderes no son un asunto de herencia solamente, sino adquisiciones que se recuerdan de alguna, o puede ser, de todas tus vidas pasadas; también para darte un indicio de beneficio, a saber: los estudios que se realizan hoy día, con seguridad darán fruto, no sólo en tu actual vida en la tierra, sino también en las experiencias de subsiguientes reencarnaciones. Vemos con todo lo que hemos visto, hacemos con todo lo que hemos hecho, y pensamos con todo lo que hemos pensado. Verbum sat sapienti. En el próximo capítulo me propongo dedicar algunas páginas a analizar la ciencia física, tal como era entendida por los poseidonios; más especialmente me referiré a los principios más importantes sobre los que se basaba, ya que dejar de hacer esto necesitaría el tomar muchos postulados ex cátedra que, de otra forma, pueden ser fácilmente comprendidos en un momento.

CAPITIJLO IV

"AXTE INCAL, AXTUCE MUN" Al estudiar las leyes naturales, los filósofos de Poseidonis

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habían llegado a la hipótesis concluyente y teoría de trabajo de que el universo material no era una entidad compleja sino extremadamente simple en su origen. La gloriosa verdad: "Inca] malixetho", estaba muy clara para ellos. Esto es, que "Inca] Dios es inmanente en la Naturaleza". A esto añadían: "Axte Inca], axtuce mun", "Conocer a Dios es conocer todos los mundos posibles". Después de siglos de experimentación, de recogida de fenómenos, deducciones, análisis y síntesis, estos investigadores habían llegado a la proposición final de que el univers
(*) Como, en su impulso de salida, lo Creado se aleja del Creador, mira atrás a su origen y percibe sus marcas progresivas, esto es, sus mlíltiples percepciones de su separación progresiva de su Origen. Mientras mayor es esta separación, mayor es el campo (Materia) en el que estos puntos aparecen, porque el elemento divisor en lo Creado ha percibido más puntos o, en otras palabras, más cosas, más objetos materiales que están entre él y su fuente. Solamente cuando miramos hacia estas cosas que hemos percibido, estos pensamientos-forma de Dios, percibimos la materia, porque cuando miramos hacia adelante para reunimos con El, la materia desaparece, dando paso al Espíritu.

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aumento constante de la energía vibratil, el color naranja, amarillo, verde, azul, índigo, violeta, cada banda del espectro se debe a un aumento exacto y definido en el número de vibraciones. Siguiendo al violeta, un aumento mayor da blanco puro, más da gris, entonces más aumento extingue la luz, reemplazándola por la electricidad, y así sucesivamente a través de un voltaje en permanente aumento hasta que se alcal17.8 el dominio de la fuerza vital o psíquica. Esto puede ser realmente considerado como ir hacia adentro desde esas manifestaciones de la naturaleza, de Inca! o Dios, o el Creador, que son externas; ir hacia lo interno desde lo externo. Un estudio muy breve te mostrará que las leyes del mundo físico continuan hacia dentro hacia su origen espiritual; que son, realmente, nada más que prolongaciones la una de la otra. Pero, antes de entrar en el dominio de la vibración, cuyo guardián es el sonido, nos encontramos con que la Sustancia Unica vibra en grado dinámico variable, pero definido, y que de aquí salen cada una de las diversas formas de la materia; en seguida, la diferencia entre cualquier sustancia dada, tales como oro o plata, hierro o plomo, azucar y arena, no es una diferencia de materia, sino de grado dinámico solamente. ¿Te canso, amigo mío? Aguanta durante un rato más, te lo ruego, porque es un tema importante. En esta afección dinámica el grado no es limitación movible, porque si el nivel vibratil es una gama variable, inferior o superior que en cualquier material especial que pueda ser percibido, la variación será diferente en apariencia y en su naturaleza química; así, para adecuar entidades de sustancia se define si pueden ser impartidas vibraciones enormes por segundo, y la sustancia resultante (porque la luz es sustancia) es, digamos, luz rojaº pero si es un octavo mayor será naranja, y si más o menos, entonces el resultante tiene que ser invariablemente un naranja rojizo, o un naranja amari-

(*) Se dice que la luz roja se manifiesta a 395.000.000.000.000 vibraciones de ese "éter" que Filos llama la última forma de materia por debajo de la cual la materia cesa y comienza la mente. Y la más elevada vibración de luz visible está colocada a 790.000.000.000.000. Eso dice la ciencia. Pero Filos dice: "Mucho más elevada que la alta gama púrpura donde la luz cesa de ser normalmente visible, la Sustancia Unica otra vez vibra visiblemente. Como una cuerda de arpa sincronizada que responde a la clave de Si bemol, por ejemplo, dada en otra arpa, también responderá a toda Si en todo el registro, tanto si es bajo, o medio, o alto, as( la Sustancia Unica responde a 831.000.000.000.000; y, otra vez, a la siguiente octava de vibración, y otra vez a la siguiente, donde se hace visible como la fatal Luz no Alimentada, llamada en la Atlántida el "Maxfn", y una vez más, por el Tchin la "Vis Mortuus".

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llento, respectivamente. Parece ser pues, que ciertos grados definidos existen tan simplemente como mojones, y que estos grados superiores son absolutos. En otras palabras, la Sustancia Unica no es tan fácilmente clasificable entre estas mayores definiciones como sobre ellas, un hecho que explica la tendencia de los compuestos, o afecciones intermedias, para descomponerse en los elementos definidos o simples; los compuestos químicos no son tan estables como los elementos químicos simples. La moderna "teoría de la onda", de que el sonido, el calor, la luz y sus correlativos no son sino formas de fuerza, es correcta sólo a medias; son esto, pero también son más. Son, en resumen, afecciones de la Sustancia Unica por medio de grados específicos de la Energía Unica, y salvo que el nivel de esta afección es mucho mayor en el caso de la electricidad que en el del plomo o el oro, no existe diferencia entre estas cosas variadas que parecen diferentes. Esta es la energía que los Rosacruces llamaron "Fuego", la que da entrada a ese misterioso reino de la naturaleza penetrado solamente por el adepto taumaturgo, el mago. Llama a estos estudiantes a cuya voluntad toda la naturaleza se inclina obediente, por el nombre que más te guste, pero siempre ten presente que el Mago real nunca habla de sí mismo o de sus obras, y no es conocido por sus colegas como lo que es, salvo que un accidente revele el secreto. A este grupo pertenecía Aquel a cuyo mandato los vientos y las olas se calmaban en el tempestuoso mar de Galilea. Pero El no hablaba por El. De esa sublime hermandad hablaré más adelante. No se necesita prueba mayor que ésta de que todas las variadas manifestaciones no son sino variantes de la fuerza ódica, el "Fuego" Rosacruz: ofrece resistencia a una corriente eléctrica, reduciendola por lo tanto o desviándola hacia una fuerza opuesta, y tienes luz; opón a este (arco) de luz una obstrucción combustible, y aparece la llama. Así puedes continuar hasta llegar al descubrimiento que pronto el mundo científico hará, que la luz, toda la luz, del sol, o de cualquier otra fuente, puede manipularse para que se convierta en sonido; sobre este descubrimiento giran algunos de los inventos más asombrosos que tu era ni siquiera ha soñado en sus visiones. Pero el descubrimiento original en este maravilloso eslabón, el primero de la secuencia, será el más grande de todos, y así anunciado. Y esto está garantizado; el hecho de que será un desarrollo reencarnado, no disminui-

rá su importancia para la humanidad, ni para el crédito de su redescubridor. En realidad, las verdades del Reino de nuestro Padre son eternas; siempre lo han sido, siempre existirán, y sólo los

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descubridores mismos serán nuevos al hecho. El hecho no es nuevo en sí mismo, ni siquiera nuevo para el mundo, sólo para esta era de él. Poseidonis sabía que la luz produce sonido cuando se le opone resistencia en forma adecuada. Sabía que el magnetismo da paso a la electricidad en la misma forma y por la misma razón. Así, el imán muestra su magnetismo; enróllalo en el campo de una dinamo y corta así la corriente y reúnela sobre el mismo, por decirlo así, y se genera la electricidad. Así pues, opón resistencia a ésta y aparece la luz; a ésta, y aparece el calor; otra vez se opone resistencia adecuadamente, y viene el sonido, a continuación la próxima energía aparece como movimiento pulsante. Pero estos diversos procesos pueden ser "cortacircuitados" y todos los fenómenos intermedios se cortan. ¿He aburrido con este discurso? Si es así, y sospecho que sí, la recompensa está próxima. Los poseidonios descubrieron que en el dominio que existe más allá del magnetismo todavía existían otras fuerzas, superiores y más intensas, de pulsación, fuerzas operadas por la mente. Y la Mente es de nuestro Padre, y es la constante fuente creadora de todas las cosas existentes. Si el vis a tergo perpétuo de la creación divina cesara por un instante, en ese instante el Universo dejaría de existir. Ahora, ¿ves la sublime belleza del postulado atlante que no hace mucho repetí?: "local malixetho. Axte Incal, axtuce mun". Porque desde Sus alturas, marcando el descenso por "cataratas de fuerza", como un río marca declives en su lecho por las cataratas, viene este supremo poder; viene de lejos, ¡oh!, de muy lejos, bajando por su curso hacia las cascadas del magnetismo, la electricidad, la luz, el calor, el sonido, el movimiento-y lejos de donde el lecho de esta corriente Divina casi se nivela, exhibe esas pequeñas ondulaciones de diferenciación material que tú llamas elementos químicos, insistiendo en que son sesenta y tres cuando sólo hay Uno. De este conocimiento venían trnfas las maravillosas consecuciones de la vieja era, y una por una están emergiendo hoy día de su prolongado olvido, hasta que mañana despierten en multitud, y presionen para ser redescubiertas por docenas, y a continuación por legiones, hasta que todos los tesoros de Poseidonis estén otra vez en la tierra, en el aire, y en el mar. Oh, brillante mañana del tiempo, y afortunado tú que abrirás tus ojos sobre él y sus maravillas. Y, no obstante, aunque tan afortunado, aún verás que bien te incumbe atemperar todas las cosas por el espíritu, y no dejar que la marcha de los descubrimientos físicos sobrepase el avance del alma. Oh, triste será el día en que el hombre se

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aproxime al tesoro oculto de su Padre desde el lado del ciego ojo físico; porque si éste gana todo el mundo, ¿de qué le servirá si pierde su alma? Habiendo así adquirido una visión dentro del nuevo dominio, si ésta es nueva para tí, permíteme preguntarte, y te ruego me contestes: ¿Cómo explicas estos dos grandes fenómenos, calor y luz? No son fáciles de explicar; el frío y la oscuridad no son meramente la ausencia de calor y luz. Habiendo dado ya aquí la base, ahora mostraré una nueva filosofía: He dicho que los atlantes reconocían a la Naturaleza en su totalidad como la exteriorización de la Deidad. Su filosofía afirmaba que la fuerza se movía, no en líneas rectas sino en círculos, esto es, que siempre vuelve sobre sí misma. Si el dinamismo haciendo funcionar el universo actúa en progresión circular, se deduce que un aumento infinito de vibración posible a Una Sustancia sería un concepto insostenible. Tiene que existir un punto en el círculo en donde los extremos se unan y comience la ronda otra vez, y ésto lo encontramos entre la catodicidad y el magnetismo. Como la vibración trae a la sustancia al dominio de la luz, tiene que transportarla. Lo hace. la transporta hasta lo que los poseidonios denominaban "Navaz, el Lado Nocturno de la Naturaleza", donde la dualidad se convierte en manifestación, el frío se opone al calor, la oscuridad a la luz, y donde la polaridad positiva se opone a la negativa, todas las cosas antípodas. El frío es una sustancia lo mismo que el calor, y la oscuridad lo mismo que la luz. Existe un prisma de siete colores en cada rayo blanco de luz; también existe un prisma séptuple de entidades negras en la más negra oscuridad-la noche está tan preñada como el día. El investigador poseidonio se convertía así en conocedor de las maravillosas fuerzas de la naturaleza que él podía utilizar para los usos' de la humanidad. El secreto estaba fuera, y el descubrimiento era que la atracción de la gravedad, la ley del peso, se colocaba contra la "repulsión por levitación"; que la primera pertenecía al Lado Diurno de la Naturaleza, y la segunda a Navaz, el Lado Nocturno; que la vibración gobernaba la oscuridad y el frío. Así pues, Poseidonis, como el Job bíblico, conocía el sendero a la casa de la oscuridad, y los tesoros del granizo (frío). Con esta sabiduría la Atlántida hizo posible ajustar el peso (positividad) a la carencia de peso (negatividad) tan uniformemente que no se manifestaba ninguna "perturbación". Este logro significó mucho. Hizo posible la navegación aérea sin alas ni depósitos de gas

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incontrolados, sacando ventaja de la fuerza de repulsión por levitación opuesta con la misma intensidad a la atracción de la gravedad. Esa vibración de la Sustancia Unica que gobernaba y penetraba todos los dominios fue el descubrimiento que resolvió el problema de la transmisión de imágenes de luz, de formas, así como de sonido y calor, como el teléfono que tú conoces tan bien transmite imágenes de sonido, sólo que en Poseidonis no se requerían cables ni otra conexión material visible para utilizar estos aparatos, a cualquier distancia, tanto de teléfono como de televisión, ni siquiera en la conducción de calor, esto es, servicio de calefacción. Desviándome un poco diré que el empleo de éstas y otras elevadas fuerzas del Lado Nocturno, hacían po<;ibles lo que parecían proezas de magia de los adeptos ocultistas, desde el Hombre de Nazaret hasta el último Yogi. Y ahora, permitidme cerrar este capítulo diciendo que cuando la ciencia moderna haya encontrado su camino de aceptación del conocimiento poseidonio aquí descrito, la naturaleza física ya no tendrá secretos, para el investigador científico. Ni la tierra, ni el aire, ni las profundidades de los mares ni el espacio interestelar guardarán secretos para el hombre que se acerque a ellos desde el lado de Dios, tal como hizo Poseidonis. Yo no digo que 1a Atlántida lo supiera todo; sabía más que esta época actual ha descubierto, pero no todo. No obstante, la búsqueda que comenzó entonces con ellos puede continuar ahora con vosotros, porque América, pueblo mío, vosotros fuísteis la Atlántida. De ambas, puedo cantar: "Mi país, es vuestro".

CAPITULO V

VIDA EN CAIFUL La nueva vida presentaba muchas novedades para mi madre y para mí, que llegábamos al ambiente urbano desde las montañas, tal como habíamos hecho tan recientemente. Después de averigüar más sobre sus comodidades, enseguida me armonicé con los nuevos requisitos. Cambio de forma de vestir para adaptarme al estilo de la ciudad; aunque mi apariencia era reservada, yo aparecía tranquilo, una apariencia apoyada permanentemente por el hecho de que yo ganaba auto dominio de forma continua. La vida enclaustrada de un estudiante, cuando me enrolé para

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asistir a las clases del Xioquithlon, resultaba tan enervante a alguien acostumbrado a la libertad sin restricciones, que me ví obligado a seguir un programa que me proporcionara algún ejercicio muy necesario para mí. Después de pensarlo un poco, junto con información fructífera que conseguí, me fuí a ver al Superintendente del Distrito perteneciente al Departamento de Terrenos y Cultivos, y pedí al funcionario que me mostrara alguna porción de tierra que yo pudiera cultivar, no necesariamente para ganar dinero, sino para hacer ejercicio, diciéndole que yo era un estudiante. El Superintendente, con indiferencia, puso ante mis ojos un mapa doblado de las tierras adyacentes a Caiful. Al hablar de distancias, he pensado en la conveniencia de mis lectores, y he utilizado metros, kilómetros, etcétera, como cifras de referencia. Me refiero a esto ahora, recordando que nuestro sistema de medidas fue fundado sobre un principio similar al sistema métrico decimal moderno: Pero su unidad de medida no era la diezmillonésima parte del cuadrante terrestre. Por el contrario, nuestra unidad de medida tenía su origen en el gran Rai de las Leyes del Maxin. Tal como señalé anteriormente, este monarca había introducido todas las reformas concebibles, y entre otras estaba ésta de reemplazar con un sistema uniforme de medidas el método confuso, aunque no completamente falto de ciencia, previamente en uso. La circunferencia de la tierra en el ecuador, tal como determinaron los astrónomos, había servido de base, tal como lo hace hoy día el sistema métrico moderno de una fracción de la cuadratura de la división polar norte y sur de la tierra. Pero este modelo no era mirado con total confianza; se temía que algún error se hubiera deslizado en el cálculo original, y mientras que si así había sido, la vara de oro utilizada como patrón podría haber servido a todos los propósitos, ya que era inmutable, tal es el deseo humano de ser tan perfecto como sea posible que, tal como he dicho, el temor de un error aniquiló la confianza. Cada hombre que así lo decidía, establecía un estándar propio, basado en cualquier esquema que le placía, un estado de cosas que condujo a un fraude deplorable en todo el imperio. El Raí del Maxin instituyó un sistema tan admirable que fue inmediatamente aceptado como autoridad absoluta, más especialmente porque ningún hombre dudaba que venía de Inca!. El Raí poseía un recipiente construido con un material que soportaba la más mínima contracción o expansión entonces conocida bajo la influencia del frío o del calor. Este recipiente en

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su interior era un cubo hueco perfecto, del tamaño exacto de la Piedra Maxin. También había un cubo enorme hecho de la misma sustancia, con unos diez centímetros de diámetro interior. En el recipiente cúbico se derramaba en forma precisa suficiente agua destilada, a una temperatura de 39 grados F, para llenarlo y no dejar ninguna burbuja de aire dentro del hueco. Este agua era entonces conducida por una llave a un recipiente tubular, manteniéndose cuidadosamente la misma baja temperatura. La altura exacta del agua era entonces gravada en una vara del mismo metal del que estaban hechos los recipientes. El siguiente paso era calentar el agua a 211,95 grados F, tanto éste como los otros procesos eran llevados a cabo a nivel del mar en un día de verano tranquilo. Bajo el calor, el agua se expandía en un grado apreciable, y el casi punto de ebullición era señalado como en el otro caso, y la diferencia en la vara entre las dos marcas era establecida como la unidad de medida lineal, de donde todas las otras medidas derivaban, la de peso era el peso del cubo hueco lleno de agua a 39 grados F. Utilizo la escala termométrica de Fahrenheit porque para vosotros nuestra escala poseidonia no significaría nada. Perdón por esta disgresión, pero revela otra de las facetas de la vida en aquella distante era. Volvamos a la oficina del Superintendente. Esta persona, habiendo colocado ante mí el mapa de las áreas sin alquilar -debe recordarse que no existía propietario de tierra excepto el gobierno- se fue para atender a otros asuntos, dejándome para que estudiara el mapa a mis anchas. Recorriendo con la vista las descripciones impresas, ví que había una parcela de unos cinco acres, en un lugar que era un viejo huerto con varias clases de árboles frutales, a una distancia de unos ocho "vens", (casi el mismo número de kilómetros) de la ciudad, pero lejos de la península. Su anterior arrendatario la había alquilado por un periodo de cincuenta años, pero debido a su muerte la propiedad estaba vacante, y consecuentemente estaba otra vez disponible. El hecho de que a menudo los estudiantes estuvieran escasos de medios económicos para vivir era tomado en consideración por el gobierno, quien en todos sus tratos con esta clase, permitía condiciones más ventajosas de las que se daban a cualquier otra clase social. La propiedad bajo consideración me atrajo por su inscripción, que decía: ''un área de aproximadamente ocho ven (cinco acres) con una casa de cuatro habitaciones, agua corriente en la casa; un ven dedicado a flores de jardín, y seis para árboles frutales de

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quince años de edad". Las condiciones (con todos los servicios) para los estudiantes-la mitad de la cosecha frutal, y todas las flores que crezcan, entregadas al Agente del Departamento de Terrenos y Cultivos. Para otras personas que no fueran estudiantes, cuatro tekas al mes (diez dólares y veintitres centavos). No se arrendaba por menos de un año. Decidí alquilar esta parcela, porque averigüé que "todos los servicios" significaba transporte de vailx, servicio de teléfono y televisión (naim), y un aparato de calefacción, que más tarde me ahorraría combustible, la energía a convertir en calor para cocinar y otros fines eran transmitida por el "Navaza", una gama de fuerzas materiales denominas en estos tiempos modernos "corrientes terrestres", pero que también incluían las fuerzas del éter superior, una gama que todavía teneis que descubrir y utilizar como hizo la Atlántida, porque ¿acaso no sois poseidonios que han regresado? Ya lo he dicho. Vosotros vivísteis entonces; vosotros vivís ahora. Utilizásteis todas estas fuerzas entonces; dentro cíe poco tiempo las usareis todas otra vez. Habiendo decidido tomar la propiedad que me 1-iabían mostrado, se lo dije al oficial, y él me proporcionó un contrato en blanco, ayudándome a rellenarlo debidamente. Corno muestra de aquella época ida, doy aquí una copia de este contrato de aquiler: "Yo, ................ años de edad, de sexo ...... , y de profesión .......... , convengo con el Departamento de Terrenos alquilar el bloque .. .. en el distrito ..... descrito como sigue: .................. Y convengo en tomar éste ........ por ... años, y que el Altísimo Inca] lo apruebe". Alquilé el lugar por un periodo de ocho años, esperando ser un residente de Caiful por lo menos durante ese periodo de tiempo como estudiante del Xioquithlon. No era poco que yo pudiera tener transporte de vailx desde mi arrendamiento al Xioquithlon, y así disfrutar de un viaje diario por el aire. Los vailx, al igual que los modernos taxis, podían ser llamados por teléfono, y venían poco después de habérselos llamado. Era costumbre para todos los recien llegados a la ciudad que hicieran una visita al palacio Agacoe y sus jardines tan pronto como fuera posible después de su llegada. Durante dos horas cada semana, el Rai (emperador) se sentaba en el salón de recepción, y durante estas dos horas los visitantes poblaban los pasillos y pasaban en doble fila ante el trono. Después de esta ceremonia,

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todos los que lo deseaban, podían pasear libremente por los jardines, visitar el zoológioo, donde vivían todas las especies de animales conocidos, o ir al gran museo y a la biblioteca real. Muchos con frecuencia deseaban pasar el día en el Agacoe, en cuyas ocasiones traían sus almuerzos y pasaban un día de campo bajo los grandes árboles al lado de la fuente, del lago o de la catarata. Debo volver ahora a ese tiempo en el que mi madre y yo desconocíamos las costumbres de la ciudad, para que el lector pueda aoompañarnos por escenarios de novedad. Comencemos con la visita al Agacoe. Alguien a quien conocimos en aquel momento nos guió al palacio, llevándonos con él en el coche en el que nos introdujo. Entonces estos ooches eran una novedad para mí, y const:cuentemente su manejo se convirtió en un tema sobre el que yo quería informarme. Nuestro amigo tomó una pequeña moneda de su bolsillo y la introdujo en una apertura de una caja oon frente de cristal instalada en un extremo del ooche. La moneda siempre caía sobre el fondo de un cilindro de cristal, muy poco más grande en diámetro que la moneda misma. Dos puntos de metal que entraban en el extremo inferior del cilindro, pero que no se acercaban el uno al otro más de medio centímetro, se encontraban en el fondo del tubo. Cuando la moneda caía sobre éstos, sonaba una pequeña campana, y entonces nuestro amigo levantó una palanca del coche, cuya palanca tenía una barra de cierre sobre ella hasta que la campana sonaba. Esta barra, al cerrarse el circuito con la moneda, se desplazaba automáticamente, al tiempo que la campana sonaba tal como se ha mencionado, y liberaba la palanca. Cuando ésta se levantaba el coche se ponía en movimiento al momento, pero de forma suave, y salía de la estación. Se lanzó sobre su rail de cabecera, y sólamente eran visibles los bordes de sus grandes ruedas suspensoras, porque éstas junto con sus ejes estaban casi ocultas por completo por una gran caja de metal que se extendía desde una rueda a la otra, y dentro de la cual podía oírse un chirrido amortiguado, un sonido producido por el mecanismo del motor. La idea de hacer al pasajero que fuera mecánico y conductor también era buena, viendo que el proceso requería tan poco conocimiento o inconveniencia. Al dejar el coche en la entrada principal bajo la terraza del Agacoe, nuestro amigo oolocó la palanca de nuevo en su posición, la campana volvió a sonar, la moneda cayó dentro de una gran caja que había debajo del mismo

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y el vehículo quedó listo para ser usado por otros pasajeros. A la entrada principal, con una puerta que era una maravilla de belleza arquitectónica, nuestro amigo nos dijo adios, subió a un coche que colgaba de otro rail y pronto desapareció a gran velocidad hacia algún otro destino. Mirando al directorio que colgaba de aquella línea determinada, ví que decía en caracteres poseidonios: "Aagak mnoiinc sus", que quiere decir traducido literalmente: "Frente de la Ciudad y Gran Canal". Deseando informarme sobre nuestro amistoso guía, pregunté a alguien que había observado con interés nuestra llegada, quién era el caballero. La respuesta fue: "Un gran predicador, que predice la destrucción de este continente, e invita a todos los hombres a vivir de forma tal que no teman encontrarse con el Uno que, dice él, es el Hijo de Inca!, que vendrá a la tierra en días todavía muy distantes. Dice que este Hijo de Dios será el Salvador de la humanidad, pero que muchos no Le conocerán hasta que Le hayan matado. Doce Le conocerán, pero uno de ellos Le negará en la hora de Su última prueba. Ciertamente, es un tema de enorme interés, aunque yo no lo entiendo muy bien; no obstante, como el Rai Gualun, ¡que Inca! le proteja!, concede a este predicador su favor, y dice de él que 'habla la verdad,' este predicador es atentamente recibido por todo el mundo". Lector, incluso en esa lejana era del mundo la verdad estaba amaneciendo, y ésta, en la mañana del ciclo, era el primer rayo del brillante sol del Cristianismo, el astro que todavía no se ha elevado en la plenitud de su gloria. Esa mañana yo había estado en el coche con el primer profeta que anunció la venida de nuestro Señor Jesucristo, exhortando a todos sus oyentes a vivir de tal forma que sus almas pudieran volverse como el suelo virgen para que apareciera el Sol de la Verdad, y así prepararse para recibir al Maestro cuando, después de la muerte de los cuerpos que entonces poseían, hubieran retomado a la tierra desde el Devachan como almas reencarnadas. ¡Sembrando la semilla por los caminos! Cayó sobre mí cuando en un periodo posterior oí al profeta hablar con apasionada elocuencia a los Xioquithli (estudiantes) especialmente reunidos. Sé que cayó en barbecho, cuando comparo mi vida ahora con mis vidas anteriores; no obstante, durante mucho tiempo, la semilla estuvo dormida, y mientras hacía esto las amargas experiencias del pecado y el error se levantaron y barrieron mi vida hacia fuera en una ola de fuego abrasador, que requirió otra reencarnación para borrar las cicatrices que había dejado. Según estábamos bajo el pórtico en la gran entrada del Agacoe, nosotros, ¡montañeros no sofisticados! no podíamos saber,

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cuando un guía uniformado nos abord6, que el emperador, sentado en su trono a un kilómetro de distancia, estaba en ese momento completamente al tanto de nuestra llegada y también de las palabras que usábamos y de nuestro tono de voz. A mí el soldado me dijo: "Y tú, ¿de dónde vienes, y cuál es tu nombre?". "Me llamo Zailm Numinrn, y vengo de Querdno Aru". "Esta visita, ¿es la primera o has estado aquí anteriormente?". "No antes de ésta; ni yo ni mi progenitora aquí a mi lado". "¡Muy bien! Te proporcionaré un guía. Lo encontrarás en la puerta de allí. Una pregunta más, si no te importa; ¿tu misión en Caiful?". "He venido para estudiar xioq en el Inithlon; mi madre se propone cuidar nuestra casa". "Eso está bien. Puedes irte". Esta conversación tuvo lugar en el pórtico que daba a la entrada de la terraza superior. El centinela se sentaba bajo una puerta de bronce y oro forjados ricamente, muy ligera, pero suficiente para cerrar la entrada a personas no gratas. Detrás de él había un gran espejo en el pesado arco del pórtico. Este reflector estaba suspendido de dos varas de cobre bruñido, de tal manera que impedían que tocara el lado del nicho en cualquier punto. Si yo hubiera mirado detrás del mismo habría visto un red de hilos metálicos que recordaban en gran manera a los de un piano, junto con otros muchos mecanismos que en aquel momento no significaban nada para mi desentrenada mente. ¿ Cómo iba yo a sospechar que esta hoja de metal brillantemente pulida en la que, corno en un lago en calma, todo el interior del corredor se reflejaba, era un ingenioso mensajero automático? Que alguno de los muchos cables trás él vibraba con cada inflexión de voz, o con cualquier sonido, y que cuando yo hablaba cada sonido que emitía era transmitido por las corrientes terrestres naturales que se esparcían del Lado Nocturo de la naturaleza obedientes al control del hombre, y que eran oidos por el Rai en su trono. Tampoco soñaba yo que, simultáneamente a este hecho, nuestra imagen se reflejaba también transmitida a la augusta presencia. Pero esos eran los hechos. Unos pocos pasos nos llevaron a una puerta interior hecha de placas de hierro que, al presionar un botón a un lado, se levantaban para dejar pasar por debajo. En este punto encontramos al guía que el guarda nos había proporcionado. Juzgué su silencio un indicio de malhumor, no sabiendo que había recibido órdenes, antes de que llegáramos, de conducimos a presencia del rey, y que

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no necesitaba que le repitiéramos nuestro deseo. Su respuesta tranquila, "comprendo", cuando comencé a decirle lo que deseábamos, impidieron más palabras por mi parte, aunque sentí mi orgullo herido por su reserva, tan diferente de la libertad de mis compañeros de la montaña; ¡y había tantos de estos ciudadanos altaneros! Decidí dar a este hombre una lección, y pensé cómo podría hacerle saber que yo juzgaba su comportamiento completamente fuera de lugar para alguien en su posición. Que él ya dispusiera de toda la información necesaria concerniente a nosotros yo no Jo sabía ya que, si la distancia desde su puesto hasta la puerta exterior no era mucha, obviamente estaba demasiado alejada para que nuestro bajo tono hubiera sido oido. El insospechado espejo había hecho su trabajo aquí también, aunque nosotros no lo sabíamos. "Venid", dijo el altivo sujeto, "os conduciré a tí y a tu madre". "¡Madre!", pensé. "¿Cómo sabe este hombre que alguien tan atractiva y de apariencia tan joven es mi madre? Podría ser mi hermana, o incluso mi esposa, porque él no sabe nada". La supuesta presunción del hombre me irritó, porgue yo estaba orgulloso no sólo de la juvenil apariencia de mi madre, sino también de mi propia apariencia de madurez; siempre me habían dicho que yo aparentaba unos siete u ocho años más de los que tenía. Si se me hubiera presentado adecuadamente la estupidez de tal orgullo por mi apariencia personal, en lugar de sentir un mal definido resentimiento por tal presunción, yo me habría reido de su absurdo, y Jo habría dejado a un lado como algo impropio de alguien con tan alta ambición. Tal como era entonces, simplemente quedó en rigidez de comportamiento como respuesta a la ofensa imaginaria y, para mi mayor detrimento, provocó algo de olvido por los alrededores que debería haber notado en aquellos momentos. Aunque no me reí entonces, por razón de la obtusa visión causada por mi ignorancia, me he reido desde entonces, cuando miro atrás sobre el registro del pasado. Tantos miles de años como han pasado pueden hacerlo parecer de risa pero, el "más vale tarde que nunca", ¡encaja aquí perfectamente! Nos sentamos tal como se nos indicó, en un coche más pequeño que los utilizados para las avenidas públicas, y también de forma diferente. No fue hasta que estuvimos en marcha cuando me dí cuenta de cuán absolutamente diferente era su construcción

y sistema de propulsión. Como yo deseaba aparentar conocer perfectamente bien todas estas novedades, dí un salto revelador cuando el conductor tocó la palanca y el vehículo se elevó en el

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aire como una burbuja de jabón, se estabilizaba, y seguidamente se lanzaba por la pendiente hacia el borde del nivel del suelo que rodeaba el palacio. Aquí dejamos el vehículo en forma de puro y subimos a un coche que rodaba sobre railes. Cuando nos pusimos en movimiento otra vez, dimos media vuelta al edificio, y a continuación nos lanzamos desde la plataforma directamente hacia la boca oscura y abierta de una de las grandes serpientes de piedra. En lugar de ascender en el mismo ángulo que el cuerpo del reptil, nuestro coche se deslizó por un plano horizontal. Al entrar, una repentina iluminación alumbró la oscuridad donde un instante antes todo eran tinieblas. Después de esta agradable sorpresa mi atención se posó en la brillantez de las paredes que nos rodeaban, que parecían arder de destellos de fuego rojos, azules, verdes, amarillos y de todos los colores, de forma que no puedo encontrar un símil más adecuado que compararlos a los destellos de la luz solar en las miríadas de telas de araña de las arañas de jardín por la mañana. Olvidé mi propia altivez y pregunté por la causa de este efecto deslumbrante, y se me oontestó que los constructores habían dado un acabado a las paredes con una mezcla a la cual habían sido incorporada partículas de cristal coloreadas. En medio de nuestra admiración nuestro progreso horizontal cesó, y ví que estábamos en el fondo de una especie de pozo, alrededor de cuyos lados la vía se enrollaba en aspirales ascendentes, hasta que parecían terminar justo debajo de un techo vagamente visible para nosotros debido al reflejo de la luz que había arriba, al dar la vuelta rápidamente por la pendiente. Cuando llegamos directamente debajo del techo, una campana de dulces tonos sonó dos veces, e inmediatamente después todo el techo se deslizó silenciosamente hacia un lado, permitiendo que nuestro coche pasara. Detrás de nosotros la pared se cerró otra vez automáticamente y nos encontramos en un espléndido salón, cuyo tamaño no se podía apreciar, debido a las muchas pantallas flotantes de seda carmesí, el color de la realeza, así como a las plantas, que daban un aspecto silvestre. Las flores y los pájaros cantores, las fuentes y el aire perfumado, con un ambiente fresco después del calor exterior, porque no habíamos permanecido suficiente tiempo en el ascensor del pozo como para refrescarnos, todo esto parecía un paraíso. El techo de este gran salón era visible sólo aquí y allá, estando oculto en su mayoría debido a vides que colgaban del mismo. En toda esta armonía visual, temblando en el aire, arriba, debajo, alrededor, sonaban cautivadoras cadencias musicales, a las cuales, romo en una inspiración, los pájaros replicaban rivalizando

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con sus cantos. Dentro y fuera, entre esta edénica escena de color, sonido y esencia, pasando hermosas estatuas y encantadoras y gráciles fuentes, nuestro coche se deslizaba a velocidad silenciosa que junto con su movimiento estable daba la impresión de permanecer inrnovil, y toda la visión de delicia se movía a nuestro alrededor como un centro. Y era éste un matrimonio de arte y ciencia; de su unión nacía el hermoso sueño, ¡un triunfo de habilidad y conocimiento humanos! Los coches iban y venían en todas direcciones, o estaban parados, llenos de gente vestida de gala, y los diferentes colores de sus turbantes denotaban su rango social. Poseidonis, como otros países entonces y después, tenía sus castas sociales, tales como la gubernamental, la literaria y eclesiástica, los artesanos, un ejército reducido, que servía de polícia y cuerpo sanitario, y así por toda la usual lista conocida. La vestimenta de todas las clases sociales tenía el mismo estilo general, hasta que se llegaba al atavio de la cabeza-todo el mundo llevaba turbantes-que era una prenda de vestir que difería en color de acuerdo con la casta. Así, el turbante del Soberano era de pura seda carmesí; el de los consejeros, rojo vino, y el de los oficiales de menor rango, rosa pálido. Los turbantes de los soldados eran naranja oscuro para la tropa, y amarillo cromo para los oficiales. El clero lo llevaba blanco níveo, y gris para la clase científica, literaria y artística. El azul distinguía a los artesanos, mecánicos y trabajadores, mientras que el verde denotaba a todos los que, por alguna razón, bien falta de madurez o de educación, no disfrutaban del derecho a voto. A pesar de que estos índices de castas se seguían fielmente, daban como resultado el bien, más que otra cosa, porque los orgullosos de casta no encontraban lugar entre los que llevaban cualquier color excepto el verde, ya que la dignidad del trabajo era un sentimiento tan arraigado que no existía envidia entre las diferentes clases. Y en lo que respecta a los que obligatoriamente nevaban el color verde, los que lo hacían porque aún no habían alcanzado la mayoría de edad no se preocupaban del color, mientras que los que carecían de suficiente educación que les permitiera otro color, creían que el estigma de su grado era una razón para hacer esfuerzos extra para obtener una posición más honorable en la vida. Mientras que he estado estudiando los diferentes temas presentados al pensamiento, nuestro coche tuvo que evitar rápidamente una colisión con el de una dama que venía rápidamente en nuestra dirección, aparentemente sin darse cuenta de su trayecto, mientras se colocaba un extremo suelto de su turbante

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gris, mostrando al hacer esto, los deslumbrantes rayos de un rubí, una gema que sólo la realeza podía llevar. Nuestro coche se paró en una procesión de coches y pronto nos llevó a un segundo salón. Pero la doncella real del turbante gris y el rubí-¡mis pensamientos aún estaban con ella! ¡Qué radiante era su hermosura! Esta fue la primera vez que ví a la Princesa Anzimee-¡pero no debo anticiparme! El salón en el que estábamos ahora era menor que el que acabábamos de dejar, pero no exento de amplitud. Todo aquí era de color carmesí brillante, deslumbrante, excepto una elevación en el centro de la habitación. Esta era de escalones circulares de mármol negro, o pequeñas terrazas; la parte superior, que tenía 3,60 mts. de ancho, tenía una plataforma de madera oscura, forrada de terciopelo negro. Debería mencionar aquí que el negro era un tono representativo e incluía el simbolismo de todos los colores, denotando así, al ser usado en el trono, que el que se sentaba allí pertenecía a todas las clases; y esto era lo cierto, ya que el Rai Gualun no sólo era soberano y jefe de la armada, uno de los sumos sacerdotes, un literato, científico, artista y músico, sino que también era versado en las tareas de los artesanos y los mecánicos. Enfrente del rail plateado que rodeaba el trono nuestro coche se paró a un lado de la línea movil, obediente al gesto del emperador. El guía nos invitó a bajar y, abriendo una pequeña puerta, nos indicó que subiéramos los escalones de la plataforma a los pies del Rai. Mi corazón latió con fuerza al obedecer, y aunque pálido con agitación sin motivo, tuve suficiente control de mí mismo como para ofrecer el brazo a mi madre, y creo que nunca caminé más orgullosamente erguido en toda mi vida. Al final de los escalones, nos arrodillamos y esperamos la orden de levantamos otra vez, que no tuvimos que esperar mucho. Al levantarnos Rai Gualun dijo con calma: "Zailm, eres joven para ser un estudiante tan ambicioso como yo sé que eres". · "Si te parece bien que lo sea, soy feliz", repliqué. "¿Has aprendido lo que las escuelas primarias tienen que enseñar a los jóvenes? Porque esto tiene que ser así antes de que puedas conseguir admisión en el Inithlon". "Así lo he hecho, Zo Raí". "Zailm, ¿deseas confiarme qué estudios prefieres principalmente?". "Zo Rai, considero un gran honor el hablar. Por mí mismo no

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he elegido ninguna clase de estudios. No obstante, no dudo que Inca! mismo ha elegido mis preferencias, indicando la geología sobre todo Jo demás. También, El me ha dado una disposición natural, la cual, si la analizo, apunta a que estudie idiomas y literatura. Aún no me he decidido, pero me gustan estos temas de xioq. Pero la geología El me la indicó por medio de una tremenda experiencia". "Me interesa lo que dices, muchacho. Pero esta es una hora de deberes de estado, y no puedo relegar a mi pueblo que viene ante mí para presentar sus respetos a su monarca. Toma, por lo tanto, este pase, y a la hora cuarta ven otra vez al pórtico por el que entraste en el Agacoe. Te doy la bienvenida". Tomé el presente y al bajar los escalones de la terraza de marmol ví que el mismo tenía una inscripción: "Presencia del Rai. Portador de permiso". Teníamos un paquete de dátiles y pastas y por Jo tanto, no teníamos necesidad de dejar los jardines para comer. Nuestro guía nos tomó otra vez a su cargo, y después de saber que deseábamos permanecer dentro de los terrenos del palacio, llevó a nuestro vehículo por el laberinto de los edificios una vez más, dejándonos fuera del coche ante uno de los pilares del peristilo. Desde el punto donde bajamos del coche, y donde dejamos a nuestro guía, miré alrededor para asegurarme de la dirección de la gran entrada, y viendo que estaban en el este, escolté a mi madre a un asiento bajo la sombra de un gigantesco árbol, o, tal como se llamó siglos más tarde, "Cedro del Líbano". En una rama sobre nuestras cabezas cantaba un sisonte o, como nosotros los llamábamos, un "nossuri", que significa "cantante de la luz de luna", como referencia al hábito de estas aves encantadoras y de plumaje gris, de llenar todo el aire tranquilo de la noche, iluminado por la luna, con su maravillosa melodía. No es que no canten durante el día; ciertamente el pájaro estaba cantando entonces, pero el llamarlos "nossuri", de "nosses" (la luna) y "surada" (yo canto), era un término ornitológico característico de Poseidonis. A la hora señalada, fuimos al lugar designado, y presentando el pase, nos condujeron a un vehículo, y después volvimos a ascender y el guía nos llevó a un salón pequeño con el más lujoso mobiliario. En una mesa casi oculta por libros se sentaba el Rai, escuchando a una voz bien modulada que estaba narrando las últimas noticias del día, pero el poseedor de la voz no era visible. El Rai se volvió cuando el ujier nos anunció, despidió al sirviente y nos saludó. Entonces se volvió hacia una caja en forma de algo

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parecido a un instrumento musical, la moderna caja de música, e introdujo una llave en ella con un suave chasquido. Al instante, la voz del locutor invisible cesó en medio de una palabra, y supe al obedecer la invitación de nuestro soberano a sentamos que había oído por primera vez uno de los noticiarios sonoros sobre los que había leído tan a menudo. Durante la siguiente hora, relaté la historia de mi vida, mis esperanzas, penas, triunfos y ambiciones, en respuesta a las preguntas del genial aunque no anciano en apariencia a quien cualquier persona viva podía rendir homenaje y no sufrir pérdida de dignidad, porque su cortesía demostraba cuán hombre un rey o cuán rey un hombre pod'ía ser. Le conté cómo cada nuevo hecho que descubría no había hecho sino añadir más a mi apetito de más conocimiento. Entonces le relaté las experiencias de mi viaje a la cumbre de Rhok, una narración que fue interrumpida en cuanto hice mención del nombre de la montaña. ¡"Rhok!", exclamó el imperial oyente, "¿quieres decir que ascendiste hasta esa tremenda altura, de noche, solo, una montaña que en todos nuestros mapas se cita como inaccesible excepto en Vailx?". ºAsí es, Zo Rai, la única ruta era conocida por sólo unos cuantos montañeros; he leído que se consideraba inaccesible; pero-" dudé, y el Rai dijo rápidamente: "¡ Sí, habla! Ha sido para juzgarte para lo que he escuchado tu relato, porque yo sé bien todo lo que me has dicho. Podría habértelo dicho antes de que tú lo hicieras, y puedo decirte el resto de lo que sabes; deseaba escuchártelo contar para tener un juicio de tí; yo conozco tu historia desde que te ví por primera vez. Yo soy un Hijo de la Soledad", añadió. Yo me quedé callado porque me abrumaba el pensamiento de que él ya sabía todo. Viendo esto, él dijo: "Ven, hijo mío. Cuéntamelo todo; deseo escucharlo de tus labios, porque estoy interesado en tí por tí mismo". Por lo tanto, reanudé la interrumpida narración, y describí el homenaje que rendí a Incal, y la petición que Le hize de ayuda; Su rápida respuesta a mi plegaria; a continuación hablé de la erupción del volcán y el peligro en que me había colocado. A esto, el Rai comentó: "¿Entonces, fuiste testigo de la erupción de las fuel'7.8S terrestres? Se me ha informado que ha producido grandes cambios en la zona, y que ahora existe un lago de gran extensión donde antes no había ninguno, al pie del Rhok; tiene una anchura de nueve vens". Todavía no era yo lo suficientemente sofisticado como para no

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sólo no tener curiosidad en saber cómo sabía el Rai lo de la erupción, porque yo entendía lo que significaba que él fuera un Hijo de la Soledad, y que conociera todas mis aventuras; aunque yo no dudaba que así era, imaginé que su conocimiento de los hechos se debía a una sabia valoración de posibilidades, pero como adición a mi falta de sofisticación, le pregunté al Rai si había visto estas cosas. "¡Muchacho inocente!" dijo el Monarca sonriendo: "¡No encuentro a menudo una persona tan franca! ¡En verdad que eres un hijo de la montaña! Pero no lo serás por mucho tiempo, me temo, ¡en tu actual entorno! Responderé a tu pregunta tal como la formulaste. Debes saber que no existe convulsión de la naturaleza de importancia que pueda ocurrir que no sea registrada automáticamente, tanto en su extensión aproximada, como en su localización, y se toman fotografías de cada porción de la localidad afectada en cada instante. Todo lo que tenía que hacer en este caso es comprobar que estas imágenes fueran a la oficina correspondiente, que está en este edificio, y allí ver pasar ante mí toda la escena tan vívidamente como lo fue para tí, porque pude ver la erupción, y también oírla, por medio del naim. Ciertamente, Jo que ví carecía de un elemento que sin duda lo hizo un poco más vívido para tí que para mí, y es el del peligro físico; pero para mí este elemento era nuler-algún día sabrás por qué-por lo tanto, la escena no carecía para mí de ningún elemento excepto el que la mera presencia hubiera podido añadir". Me sorprendí grandemente al conocer los instrumentos sobre los que el Rai Gualun me informaba, y me alegré de pensar que quizás algún día, yo personalmente los conocería y tendría acceso a ellos. El Raí concluyó: "Dijiste que encontraste un tesoro de oro en dos lugares diferentes. ¿Piensas recobrar lo que obtuviste antes de que ocurriera la erupción? ¿No? Poco importa, Zailm, se dice que la ignorancia de la ley no es excusa válida para su infracción". El semblante del Rai se había vuelto grave, y tuve un presentimiento no muy agradable. "No obstante, estoy convencido de que tú no sabías nada de la violación de los estatutos cuando omitiste declarar el hallazgo del tesoro. Por lo tanto, no te penalizaré". Pero, aquí el emperador hizo una pausa, perdido en sus pensamientos, mientras yo, no consciente hasta entonces de que había hecho algo malo a la vista de la ley, palidecí tan visiblemente de aprensión que Gualun sonrió un poco, y dijo:

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"Pero los que ahora explotan esta misma, y los que reciben el polvo de oro no escaparán. En el caso de ellos es un delito consciente, empeorado por el hecho de que eJios no sólo ignoran los estatutos sino que además te defraudan. De ti sólo exigo la expiación de que me digas sus nombres". Tuve que obedecer esta orden, aunque sentí pena por las esposas e hijos de los culpables. Aunque inocentes, ¿tenían que sufrir igualmente junto con los trangresores reales? El Rai pareció conocer mi pensamiento; o si no, al menos habló coincidiendo con el mismo, y preguntó: "¿Tienen, pues, estos hombres esposas, familias?". "¡Oh, sí, ciertamente! Contesté tan rápidamente que una vez más el monarca sonrió y, animado, le supliqué que fuera indulgente por consideración a los inocentes. "¿Conoces algo de nuestro sistema punitivo, Zailm?". "Muy poco, Zo Raí; he oido que ningún malhechor sale nunca de la mano de la justicia sin mejorar, pero me imagino que el tratamiento es muy severo". "En cuanto a severidad, no. Y en cuanto a lo otro, si los hombres que han errado son hechos mejores, para que no sean capaces de errar otra vez, ¿no redunda esto en beneficio de las familias de los delincuentes? He aquí que Jlevaré a estos hombres ante el tribunal correspondiente, y tú presenciarás el proceso de reforma. Creo que por lo tanto desearás aprender anatomía y la ciencia del castigo reformatorio, como complemento a tus otros estudios en Xio. Además, te aseguro que en ningún caso sufrirás confiscación de esa mina, la poseerás; y si deseas donarla al tesoro nacional, mientras eres estudiante, no carecerás de dinero. Después, cuando los años de estudio hayan pasado sobre tu cabeza, si tienes éxito como estudiante, entonces, te haré superintendente de esa mina. Y si muestras que eres fiel en unas cuantas cosas, te haré el dueño de muchas cosas. He dicho". El Rai Gualum tocó un timbre, y un criado entró, a cuyo cuidado nos confió a mí y a mi madre, deseándonos: "Que la paz de Incal sea con vosotros dos". Así terminó la audiencia que influenció el curso de los años e inclinó el gran tallo de la vida, haciéndome sentir una consciencia orgullosa de ser el recipiente de la confianza de tan reverenciado amigo, una consciencia que siempre ha sido de lo más poderosa en este mundo de tribulaciones y tentaciones.

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CAPITITLO VI

LO BUENO NUNCA PERECE En fecha anterior al reinado del Rai Gaulun, debo llamar la atención a un periodo de tiempo que abarcaba 4.340 años, que incluían los sucesos más importantes de la historia de Poseidonis. Este intervalo, a pesar de su larga duración, había estado singularmente libre de guerras interinas y, aunque no totalmente desprovisto de sucesos militares, fue ciertamente más pacífico que cualquier subsiguiente época del mundo de igual período de tiempo que haya tenido lugar dentro de los ciento veinte siglos cuyo lapso de tiempo abarcan los incidentes de esta historia. Al principio del período mencionado, los Pooeidonios, una poderosa y numerosa raza de montañeros, semicivilizados en su mayoría, pero con espléndida forma física, habían barrido "como el lobo" y en muchas conquistas sanguinarias, habían conquistado finalmente a los pueblos pastores de las llanuras, los Atlántidas. La guerra fue larga y dura, consumió años en su duración. El admirable valor de las tribus de la montaña encontró casi su igual en el desesperado coraje de sus primitivos enemigos; un cuerpo de combatientes luchaba por la vida y, como los Sabinos, para la preservación de sus mujeres contra la captura de las tribus que buscaban pareja, mientras que los otros luchaban por conquistar y, como los Romanos, por conseguir esposas. Fue la estrategia superior la que dió finalmente la victoria a las huestes poseidonias. Al pasar el tiempo, la mezcla racial borró todas las distinciones, por lo que la unión dió como resultado la nación más grande de la tierra. Guerras civiles sin consecuencias habían operado cambios en varias ocasiones en el complejo político, por lo que Poseidonis se había visto gobernada por autócratas absolutistas, por la oligarquía, y por la teocracia, por gobernantes masculinos y femeninos, y al final por un sistema monárquico republicano, del cual el Rai Gualun era el jefe, cuando yo viví como Zailm en la Atlántida. Gualun pertenecía a un largo linaje de ancestros honorables, y su casa había proporcionado en varias ocasiones candidatos de éxito a quienes el pueblo había colocado en el trono, durante los setecientos años que el sistema político actual había estado en vigor. Tal es la sinopsis de la historia de Poseidonis que yo he recogido de un volumen de la biblioteca de Agacoe. Podría relatar otras escenas, otras características, de este largo período de la

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historia, y mostrar cómo Poseidonis fundó las grandes colonias de América del norte y sur, en aquellos tres grandes remanentes de Lemuria, de los cuales Australia no es más que un tercio dejado al mundo por ese cataclismo que hundió a la Atlántida; también de cómo Atla fundó una serie de colonias en Europa del este en una época en que no existía Europa occidental, y en partes de Asia y Africa. Pero no haré esto aquí, aunque poco a poco haré referencia a nuestras posesiones de Umaur, cuando tal referencia sea relevante al tema de esta historia. Fatigado con la lectura hasta tarde de la absorbente historia, me levanté y salí al silencioso altozano en donde estaba situada nuestra casa, y mis cansados ojos se posaron en una escena que, a la gloriosa luz de la luna, era de una belleza de cuento de hadas. En el lecho del barranco, muy cerca, existía un lago en miniatura, pero a pesar de ello un lago en apariencia, porque de hecho sólo era un estanque de buen tamaño. Trozos de playa, formaban bancos, ocultos con flores; la canción del nossuri, y las llamadas de otros varios pájaros de la noche, se mezclaban con el suave golpeteo del agua al caer, la voz de la cascada que alimentaba esta gema lacustre. De algún lugar en la noche llegaba el sonido de trompetas y arpas y violines en armonía, elevándose en amplia cadencia o acunando con languidez soñadora, cuando la ligera brisa se levantaba o se calmaba. Sobre toda la escena brillaban los plateados rayos de Nosses, redonda como un escudo en su suave brillantez, y ¡oh!, ¡tan hermosa! Enseguida dí la espalda al lago y miré por el barranco por el que pasaban algunas personas, a pesar de lo tarde de la hora, la decimocuarta desde el comienzo del día a las doce de la mañana. Aquí y allá podían observarse los brillantes rayos blancos de las lámparas de las casas, iluminando desde abajo algún borde, revelando la presencia de ventanas o puertas. Pero no contemplé todo esto durante mucho tiempo. No podía, con la maravillosa Maxt, la torre más elevada de construcción humana hecha en el mundo, elevándose en el paisaje. En la misma boca del cañon parecía ascender, con nada entre ella y yo que pudiera interfir con la vista. Aunque aparentamente cerca, estaba en realidad a más de dos kilómetros de mi morada. En este año del Señor de 1886, los químicos consideran costoso el proceso por el que se produce un metal, el aluminio. En aquellos días, las fuerzas que salían del Lado Nocturno producían apenas sin costo cualquier metal que pueda ser encontrado en la naturaleza, tanto en bruto como refinado. Lo mismo puede ser hecho hoy día aunque no sepais cómo, y no está lejos el día en

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que otra vez descubrireis el conocimiento; así, en aquella época, nosotros transmutábamos arcilla, primero acelerando su velocidad atómica para que se convirtiera en luz blanca de un poder iluminador pálido y después reduciéndolo al, como si dijéramos, "punto" químico del aluminio, y todo esto a un coste ni siquiera tan grande como en esta época cuesta sacar el hierro de su mena. Las minas de metal, como el oro, la plata, el cobre, etcétera, eran valiosas entonces, al igual que hoy, y no requerían procesamiento salvo fundición. Pero un metal que pudiera ser obtenido de cualquier trozo de roca de pizarra, o un lecho de arcilla, era tan barato como para ser el principal metal base en uso. De aluminio habia sido construida la gigantesca torre del Maxt. Podía ver su base desde donde me encontraba, un enorme cubo de mampostería, así como el superestructura! fuste circular de metal sólido de la torre propiamente dicha, una columna puntiaguda blanca pálida, iluminada por los rayos lunares. Desde la base hacia arriba, mi mirada viajó hasta que se posó en la cúspide, un punto de cerca de 900 mts. de altura. Maravillado por este triunfo coronado de la escena, miré la columna que perforaba el cielo; centinela sobre el jardín de la ciudad, protegiendo de los rayos, cuando el señor del trueno salía; y todo mi pensamiento estaba en su grandeza, y su majestuosa belleza. "Cuán a menudo, oh, cuán a menudo, "en los días que se han ido-he contemplado alguna escena encantadora, o sublime -la obra de Dios, o posiblemente del hombre- ¡Dios en el hombre! Y, al mirar, mi alma ha cantado en alabanza, y mi aliento ha sido el aliento de la inspiración. Siempre en tales experiencias, el alma, ya sea la del hombre o la de la bestia, da un paso adelante. Aunque muchas almas pueden caer en el pecado o la desgracia, que son términos sinónimos, una inspiración cae sobre ellas, y se lleva un poco de su sordidez, un poco de su dolor y fiebre. De esta manera, las glorias y maravillas de Atlántida la Grande no fueron en vano. Y tú y yo, lector, vivimos entonces, y antes de entonces. Las glorias de aquellos siglos largo tiempo fenecidos vistas por nosotros han vivido entronizadas en nuestras almas, y nos han hecho mucho, la mayor parte, de lo que somos, han influenciado nuestros actos, calmado con su belleza. ¿Qué importa entonces, aunque las formas del pasado lejano, misterioso, sean borradas de toda la existencia salvo del registro del gran libro de la vida, el alma? Su influencia vive, y por siempre. ¿No deberemos, pues, esforzarnos para que nuestras obras puedan

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ennoblecer, puedan vivir en el alma y el

espíritu, y ser miradas retrospectivamente por nosotros mismos y otros, como yo, aquí, miro el registro de mi pasado muerto, pero sempiterno? Es un gran gozo haber conseguido así la eminencia de espíritu que me permite escudriñar la historia de la vidas desde las que pasé por el pórtico de la tumba; vidas que ahora vuelvo a contemplar a través de los ojos de una personalidad diferente, una personalidad más engranada, una mayor de una cadena, como perlas en una sarta, enseñándome ¡YO SOY yo! Ahumadas, algunas de estas perlas negras, otras o blancas o rosas, ay, ¡algunas incluso son rojas! Si las lágrimas pudieran sumarse a su número, yo tendría más, ¡oh!, muchas más, porque las blancas son muy pocas, y las ahumadas, las negras y las rojas, son muchas. Pero mi perla de gran valor es mi última vida. Blanca es ella, y por mi Maestro fue cortada cruciforme. Cuando El me la dió, me dijo: "Está hecho". ¡Verdaderamente! Marca la conjunción de lo finito con lo infinito. Así, es el período establecido para todo tiempo, para mí, salvo que yo elija.

CAPITULO VII CONTEN TU SER

Fue en la época de descanso de los estudios cuando llegué a la Capital. En este período de vacaciones participaba el Xioqua y el lncala, la mayoría buscando primero sus casas, durante una temporada, pero generalmente volviendo pronto a la Capital, con el fin de disfrutar de los placeres especiales del tiempo de descanso. Pero algunos se iban por mar a Umaur, o a lncalia, esto es, América del norte o del sur, respectivamente; otros iban solamente hasta las provincias más distantes de la Atlántida. Hasta ahora el lector ha tenido que imaginar qué clase de religión era la adoración a local; puede haberse deducido que Poseidonis era politeísta, debido a mi referencia a los varios dioses de este o aquel título, clase o grado. Ciertamente, he dicho que nosotros creíamos en Inca!, y lo simbolizábamos como el Dios Sol. Pero el sol mismo era un emblema. El afirmar que nosotros, a pesar de nuestro alto grado de conocimiento, adorábamos al astro diurno, sería tan absurdo como decir que los cristianos adoran la cruz de la crucifixión por sí misma; en ambos casos, es el significado inherente el que hacía que se tuviera al sol, y a la cruz, en una especie de estima.

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Los Atlantes eran dados a personificar los principios de la naturaleza y de los objetos de la tierra, los mares y los cielos; pero esto era puramente el resultado del amor nacional por la poesía, y podía ser fácilmente identificado con el favor que la fantasía popular había concedido a la historia épica cronológica de Poseidonis, en donde los hombres y mujeres principales figuraban como héroes y heroínas. Los poderes de la naturaleza, tales como el viento, la lluvia, el rayo, el calor y el frío, y todos los fenómenos similares eran dioses de diferentes grados, mientras que el principio germinal de la vida, el destructor de la muerte, y otros grandes misterios de la vida, tenían el carácter de dioses mayores; pero todos y cada uno no eran sino criaturas de Inca! el Altísimo. Existía un poema épico que constituía un poema, cada una de cuyas líneas exhibía el toque maestro del genio. Su autoría se perdía en la noche de los tiempos. Se suponía que la obra, no obstante, pertenecía a un Hijo de la Soledad. Existía un addendum que abarcaba sucesos y épocas posteriores, pero era un trabajo notablemente inferior, y no era valorado tanto como el cuerpo del poema. De hecho, el culto a Inca! nunca incluyó nada más que la adoración a Dios como una entidad espiritual, y los "dioses" rro tenían parte en los servicios religiosos que se celebraban en los dos Domingos de cada semana, esto es, el día onceavo y el primero, porque la semana de Poseidonis constaba de once días, al igual que un mes tenía tres semanas, y un año once meses, con uno o más días de "año bisiesto" al final, de acuerdo con las exigencias del calendario escolar, siendo estos días un periodo de vacaciones regularmente recurrente, como lo es hoy día el día de Año Nuevo. El que tantos dioses y diosas parezcan haber sido venerados fue debido a la influencia nacional de la historia épica mencionada, y no era sino un hábito mental el hablar de ellos. En nuestro monoteísmo nosotros diferíamos poco de la religión que dominó la civilización hebrea; no reconocíamos una Trinidad divina, ni ningún espíritu Crístico, ni ningún Salvador excepto el esfuerzo de hacer lo mejor que sabíamos ante los ojos de Incal. Considerábamos a toda la humanidad como lU'! hijos de Dios, y no ninguna persona misteriosamente concebida como solo hijo Suyo. El milagro era algo imposible, porque nosotros considerábamos todas las cosas racionalmente referibles a la ley incontrovertible. Pero los poseidonia¡ sí creían que Inca] una vez vivió en forma humana sobre la tierra, y había convertido el burdo cuerpo del mundo en el de un espíritu sin trabas. En aquella época

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El había creado a la humanidad y, como los poseidonios eran evolucionistas, esa palabra, "humanidad", abarcaba también a todos los animales inferiores. Con el transcurso del tiempo evolucionaron seres del genero humano, un hombre y una mujer, y entonces Incal había colocado a la mujer espiritualmente más alta y por encima del hombre, posición que ella había perdido al intentar comer de un fruto que crecía en el Arbol de la Vida en el Jardín del Cielo. Pero al hacer esto, desobedeció a Inca], de acuerdo con la leyenda, quien había dicho que Sus hijos más evolucionados y adelantados no deberían comer de este fruto, porque quien lo hiciera moriría con seguridad, porque ningún ser mortal podía tener vida inmortal y también reproducir su especie. La leyenda decía: "He dicho a mis criaturas, obtened perfección y estudiadla siempre, y esa es la vida eterna. Pero quien coma de este árbol, no puede contener el ser". La forma de castigo era la racionalista, ya que la intención de la mujer era obtener placeres prohibidos y ella, sin instrucción, no sabía cómo. Su mano se soltó de la fruta y ésta se partió, con lo que su semilla cayó a la tierra y se convirtió en pedernal, mientras que la fruta que aún estaba en el árbol se convirtió en algo parecido a una gran serpiente furiosa, cuyo aliento quemó las manos de la culpable. Sintiendo el dolor, soltó el Arbol de la Vida, cayendo al suelo y nunca volviéndose a recuperar por completo de la herida. Así, el hombre se convirtió en el ser superior por medio del desarrollo de su naturaleza ante la necesidad en que se vió de preservar a su compañera y a él mismo del frío y de las nefastas condiciones que vinieron junto con las piedras de pedernal. (La última Era Glacial). Habiendo caído en esas condiciones materiales, fue necesaria una vez más la reproducción de las especies, y así la ley de continencia supuestamente ordenada por Inca! fue rota. La muerte entró otra vez en la suma de la expiación humana y, hasta que la Palabra sea observada, ningún hombre conocerá una condición sin muerte. ¡CONTEN TU SER! De esto depende todo conocimiento; no hay ley ocultista tan grande como ésta. Usa todas las cosas de este mundo y no abuses de ninguna. (l. Cora. vii., 31). Tal era la creencia popular con relación a la creación de la humanidad hecha por Inca!. Los sumos sacerdotes mantenían una religión que era virtualmente esianismo, aunque por razones obvias, la gente no era consciente de este hecho. Teológicamente, se suponía que este suceso de fábula había ocurrido hacía al menos mil siglos, y algunas semi-autoridades la establecían incluso en un tiempo más lejano.

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lncal, el Padre de la Vida, se suponía que no castigaba a Sus hijos excepto en que El había hecho las leyes de la naturaleza auto-ejecutoras, Su voluntad inmanente, y si alguién transgredía éstas el culpable era inexorablemente castigado por la naturaleza, por lo tanto era imposible poner en movimiento una causa sin sentir el efecto; si la causa era buena, también lo sería la consecuencia. Y en esto estaban totalmente en lo correcto; ningún mediador puede evitamos los resultados de nuestros errores•. La nación poseidonia creía en un cielo de buenos efectos para aquéllos que ponían en movimiento buenas causas, y existía una región llena de malos efectos para los malvados; los dos lugares eran adyacentes, y aquéllos que no eran totalmente buenos ni totalmente malos, se suponía que vivían en un territorio intermedio, por así decirlo. Pero estas dos condiciones post-vitales estaban incluidas en la Tierra Sombría, que es como puede traducirse la palabra "Navazzamin", literalmente quiere decir, "el país de las almas difuntas". Aunque la religión de lncal estaba basada en la causa y el efecto, no obstante aparecía una ligera inconsistencia en la creencia más o menos predominante de que El se suponía que premiaba a los que eran muy buenos. Hoy día, amigo mío, estás en el umbral de un nuevo desarrollo. La religión de hoy día está todavía teñida de este concepto de un Creador omnipotente, pero parecido al hombre, que es herencia de una antigüedad muerta. Pero tú estás viviendo en los años finales de un viejo Ciclo Humano, el Sexto. Mientras no decido por ahora explicar lo que significa esto, lo haré así antes de que te desee la paz de Dios. Pero diré que la nueva concepción de la humanidad de la Causa Eterna será más elevada, más sublime, más pura, más amplia y con más acercamiento a lo ilimitado, que nada de lo que los largos eones de tiempo transcurridos pudieron nunca soñar. Cristo ha resucitado ciertamente y viene a los Suyos, quienes dentro de poco Lo conocerán como ningún hombre exotérico Lo ha conocido nunca. Y, conociéndole, conocerán las cosas del Padre y las harán, porque está escrito: "Yo voy a mi Padre". ¡GLORIA IN EXCELSIS¡

(*) No confundir "deshacer• con "expiar•. Cristo expió; nosotros tenemos que deshacer.

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La fe pronto será conocimiento. La creencia será gemela de la ciencia, y la Palabra brillará como un sol de nuevo significado glorioso, porque la verdadera religión significa "yo unifico". RESURGAM CHRISTOS

J. H.

11.1.

"No Cerreis los Extremos de Mi Cruz".

La Iglesia Exotérica ha cerrado los extremos de Su Cruz. Por lo tanto ellas son exotéricas, y no serán esotéricas hasta que abran los extremos de ese Sendero Cuádruple. Abrid vuestros ojos y vuestros oídos.

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CAPITULO VIII

UNA GRAVE PROFECIA Era aproximadamente la primera hora del primer día del quinto mes que había transcurrido desde que comencé a asistir al Xioquithlon, y era la semana de Bazix, por lo tanto era la decimotercera semana del año, y cerca de su fin, ya que quedaban sólo tres semanas del año 11.160 antes de Cristo. En Poseidonis, el día, tal como el lector ha visto, oomenzaba al mediodía, y las doce de la mañana eran la una, la primera hora. Desde esta hora en el último día de cada semana hasta el final de la hora veinticuatro del siguiente día, o primero de la siguiente semana, todos los negocios se suspendían, y el tiempo se dedicaba a la práctica religiosa, estando reforzadas tales observancias por la más rígida de todas las leyes, la costumbre. Hoy, año del Señor 1886, están los que dicen que si un hombre está atareado durante toda la semana en trabajos sedentarios, el Domingo él obtiene recreo natural haciendo deportes celosamente, y yéndose de excursión. Pero yo digo que, como el cuerpo es el exterior del alma, tal como el alma es, así será también el cuerpo. Ergo: si el alma es de Dios, entonces volverse al Padre tan a menudo como sea posible, es re-crearse, o descansar, o refrescarse. Quizás no en el interior de las casas; no, más bien entre Sus obras, pero siempre con pensamientos no artificiales, sino naturales, sobre El por encima de todo. Por consiguiente, hoy día yo no estoy en contra de la observación del Sabat, tanto si es el séptimo día como cualquier otro día de los siete días de la semana, como ahora la constituyen, o el onceavo y primero, como en Atla. No obstante, no discutiré mis preferencias, y sólo volveré a hacer una declaración de la bien conocida ley fisiológica de que un día periódico de descanso es necesario para la salud, la felicidad y la espiritualidad. En Atla, cualquier persona era libre de emplear las horas de la mañana, incluso del día décimo primero en la forma que más le placiera, tanto si era trabajando o en divertida relajación. Con la primera hora, no obstante, una enorme campana, muy dulcemente entonada sonaba dos veces con un sonido intenso, reverberante, se paraba un momento, y a continuación sonaba cuatro veces más. En ese momento todas las ocupaciones cesaban, y comenzaba el servicio religioso. Al día siguiente, la gran campana sonaba otra

vez, y por todo lo ancho y largo del continente otras campanas sonaban sincrónicamente. Incluso lo hacían en las populosas colonias de Umaur e Incalia, teniendo en cuenta la diferencia de

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hora, y un hombre en el gran templo de Incal en Caiful atendía a esta tarea dulcemente solemne. Después de esto la época de adoración terminaba, y el resto del lnclut (primer día) se dedicaba a recreo de toda clase. No debe pensarse que el culto religioso era de naturaleza aburrida, o seria; ni mucho menos, ni tampoco continuaba durante la noche, no más que Jo que permitía la luz de ese intervalo que se teñía de rojo carmín al mezclarse la velocidad atómica de la fuerza ódica, que era el elemento de luz y el de stroncio combinados, ocurriendo esto en las estaciones ódicas. Alrededor de la tercera hora después de que el Domingo había acabado, un suceso peculiar ocurrió en mi existencia poseidonia. Cuando caminaba lentamente hacia mi casa, no habiendo llamado todavía a un vailx, sino que caminaba bajo la calma soñadora de la influencia producida por la música de un concierto que se había dado al público en los jardines del Agacoe, me encontré con un anciano delgado, que también iba a pie. Me lo había encontrado a menudo en anteriores ocasiones y por su turbante color vino supe que era un príncipe. Al encontrármelo ahora, la corriente de mi pensamiento se alteró, y decidí no irme a casa de inmediato, sino quedarme en la ciudad un rato, quizás toda la noche. Justo cuando había decidido esto, el anciano sonrió, pero sin pararse siguió su camino. Entonces noté que aunque se parecía mucho al príncipe que yo tenía en mente, él no era esa persona, y que tenía que haber sido una ilusión, porque el turbante de este hombre era blanco puro, no teñido. Y, de alguna manera, sentí que él deseaba hablarme, pero por alguna razón no Jo había hecho. Si me quedaba allí por más tiempo, quizá me lo encontraría otra vez y sabría lo que tenía que decirme. Con estos pensamientos me fuí a una cafetería que había en uno de los túneles-gruta, donde una avenida perforaba una colina, y después de pedir una comida, esperé que me la sirvieran. Cuando estaba comiendo, un xioqene, o estudiante con quien tenía amistad, entró por la misma razón. Cuando acabamos de comer, nos fuimos al puerto, donde tomamos un barco de vela que alquilamos a un pobre hombre que se ganaba la vida con el alquiler de estos artefactos a aquélJos que les gustaba este entretenimiento raramente utilizado; el método común de transporte era el vailx. Como la brisa era fresca, navegamos hacia el océano a través de la salida del río Nomis, el gran río que hacía un circuito completo a la ciudad, atravesando el muelJe y vaciándose después en el océano. A cuenta de este prolongado viaje no pude volver a la avenida hasta después de que cayera la noche. Cuando me estaba acercando

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al lugar donde había tenido el encuentro con el desconocido del turbante blanco, esta vez en un coche, que procuraba conducir despacio, ví su imponente figura iluminada por la brillante luz de la luna tropical. No esperaba verle, y esta vez incliné mi cabeza en cortés reconocimiento. Al hacer esto el desconocido dijo: "¡Para! Deseo hablar contigo, muchacho, contigo solamente". Casi de forma mecánica paré el coche, obedeciendo a su señal para que me bajara, y colocando la palanca para que el coche se moviera lentamente, lo dejé ir, sabiendo que si nadie usaba el coche ya pagado, pronto llegaría a alguna estación, y se pararía automáticamente. Cuando estuve frente al sacerdote, pues eso es lo que yo suponía que era, él me dijo: "Tu nombre, creo, es Zailm Numinos". "Así es, en efecto". "Te he visto a menudo, y estoy informado sobre tí. Tienes una encomiable voluntad para sobresalir y para conseguir altos honores entre los hombres. Aún eres un muchacho, pero de alguna manera triunfarás como un hombre, tal como el triunfo se mide comunmente. Eres un muchacho, actualmente consciente, que tienes el favor de tu soberano. Tú triunfarás, y alcanzarás puestos de alto honor y beneficio, y seguirás contando con la estima de tus colegas. No obstante, no vivirás todo el lapso de tiempo asignado al hombre en la tierra. En tu corto tiempo llegará a tí el conocimiento del amor. Experimentarás el afecto más puro que un hombre es capaz de sentir por una mujer. Pero, a pesar de esto, tu amor no será un amor coronado por el triunfo en este período de tu vida. Y volverás a amar, por lo que llorarás a causa de ello. Harás bien en el mundo pero, ah, también mucho daño. Y debido a un destino sombrío, sobre tí vendrá mucho dolor. Por tí, a otro le vendrá profunda desgracia y angustia, y hasta la última gota tu pagarás por esto y no saldrás de ello hasta que lo hayas hecho así. No obstante, he aquí que en esta vida no se requerirá mucho de tí. Cuando menos pienses que cometes pecado, entonces tu pie tropezará, y cometerás un pecado que te perseguirá como un sino, inexorable. Incluso ahora, en los días de tu inocencia, estás pisando los peldaños de tu destino. ¡Ay!, esto es así. En una ocasión percibiste la cercanía de tu muerte, y la muerte no es sino la porción más pequeña que te sobrevendrá; pero te despertaste y saliste corriendo de las cavernas de la ardiente montaña para

salvarte. Pero al final pasarás a Navau.amin, el mundo de las almas difuntas, y ¡mira!, te digo que perecerás en una caverna. A mí, a mí mismo, será al que contemples como el último ser vivo

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sobre el que tus ojos poseidonios se posarán por última vez. Pero entonces no apareceré como ahora, y no me conocerás como el que castigará al maligno que entonces te habrá atraido hacia tu destrucción. He hablado. Que la paz sea contigo". Al principio me sorprendí mucho al oír estas palabras, pensando que quizás el que hablaba se había escapado de Nossinithlon (literalmente, el "Hogar de los Lunáticos" o locos), y esto a pesar de las circunstancias que rodearon nuestro encuentro. Pero a medida que seguía hablando, supe que esto era un juicio erróneo. Finalmente, sorprendido, miré hacia el suelo, no sabiendo qué pensar y lleno de un temor indefinido. Cuando dejó de hablar, y me deseó paz, levanté mis ojos para mirarle a la cara, y me encontre para mi sorpresa que no había un alma a la vista, y yo estaba solo en la gran plaza que rodeaba una fuente cuyo surtidor parecía plata derretida a la luz de la luna. Mudo de asombro, miré a mi alrededor en todas direcciones. ¿Había estado soñando? Ciertamente no. ¿Eran las palabras del misterioso desconocido verdaderas o falsas? El tiempo satisfará tu curiosidad, querido lector, corno satisfizo la mía.

CAPITULO IX

CURANDO EL DELITO Durante los siguientes cuatro años posteriores a mi extraño encuentro con el anciano alto y delgado, de cabello blanco, que había profetizado sobre mí, los sucesos, uno tras otro, se modelaron en armonía con su predicción. En todo este tiempo nunca nos vimos, ciertamente lo ví sólo una vez más antes de mi muerte. Antes de seguir adelante, debo traer a colación y definitivamente sacar de la escena a los socios de mi mina de oro y también al que compró el oro, sabiendo que el hecho era ilegal. Habían transcurrido varios meses desde la entrevista con el Raí Gualun en sus habitaciones privadas, cuando un joven que llevaba un turbante naranja y sobre su frente un alfiler granate montado en oro, denotando que era un guarda al servicio imperial, entró en la clase de geología en el Xioquithlon y acercándose al instructor en jefe, le habló en voz baja. Golpeando sobre su mesa para requerir la atención de los noventa o más estudiantes que estaban en la clase de minerales, el jefe preguntó si estaba presente un Xioqeni llamado Zailm Numinos. Me levanté de mi silla como respuesta a la pregunta.

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"Acércate". Los otros Xioqeni miraron con interés cuando yo me levanté, no sin un poco de temor, porque yo sabía bien qué servicio prestaba el mensajero, y parecía haber una severidad nada agradable en el tono del instructor. "Este conserje desea que vayas con él ante el Rai, que así lo ha ordenado. Está en la Tribuna de la Corte Criminal, y se te necesita como testigo". Recordando lo que el Rai había dicho, me sentí considerablemente seguro por las palabras que me habían dirigido, y ya sin aprensión, fuí adonde se me llamaba. Al llegar a la Corte de las Tribunas, ví a mis socios de la mina custodiados, junto con el comprador del oro incriminado. El juez del tribunal se sentó en su sillón sobre una plataforma elevada, y a su lado se sentó, con sencilla dignidad, Gualun, Rai de la nación más grande de la tierra; pero él no o~tante era cuidadosamente consciente del hecho de que el juez era, como tal, el que tenía derecho al lugar de mayor honor en la corte. Varios espectadores se sentaban en los lugares destinados al público en el auditorio. No había más que un veredicto para los malhechores: "Culpables de los cargos". Se alcanzó este veredicto rápidamente, y admitido por los culpables como justo. Inmediatamente, un oficial se llevó a los prisioneros a otra parte del edificio, donde había una habitación bien iluminada, que contenía varios instrumentos portátiles y fijos. El guarda fue acompañado por todas las personas presentes. En el centro de la habitación había una silla con una abrazadera para la cabeza, y otras con correas para los brazos y piernas del ocupante. Un guarda sentó y ató firmemente a la silla a uno de los prisioneros. Habiendo hecho esto, un Xioqa se acercó llevando en las manos un pequeño instrumento que parecía, por su apariencia, de tipo magnético. Colocó los dos polos del mismo en las manos del condenado, y después de una breve manipulación un sonido ligero, chirriante salió del instrumento. Inmediatamente los ojos del prisionero se cerraron y toda su apariencia indicaba un profundo estupor; estaba en realidad anestesiado magnéticamente. Entonces, el operador cuidadosamente palpó en la cabeza del hombre inconsciente, y cuando concluyó el exámen, ordenó a un ayudante que afeitara todo el craneo. Cuando esta orden se hubo obedecido, hizo una marca azul sobre la superficie afeitada en frente y sobre las orejas. Palpando todavía más, trazó un número poseidonio Y' (o dos) sobre cada oreja y un poco hacia atrás de las mismas.

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Habiendo hecho esto, pidió la atención de los espectadores, pero, al dirigirse al Rai Gaulun, se detuvo para escucharle y me llamó para que fuera a su lado desde donde me encontraba. Entonces habló: "En el prisionero encuentro que las facultades predominantes y más positivas son las que he marcado con los números uno y dos; éstas son, la número uno, un gran deseo de adquirir propiedad, y una disposición para hacer todas las cosas de forma secreta, tal como puede verse por la excesiva prominencia de los órganos del secretismo. Como el craneo no se extiende demasiado hacia arriba, pero en el número dos es muy ancho entre las orejas, deduzco que aquí tenemos a un individuo muy codicioso, carente de escrúpulos y espiritualidad y, por lo tanto, de moral, casi por completo. Como también tiene un temperamento muy destructivo, tenemos, por lo tanto, un personaje muy peligroso, uno que me asombra que haya conseguido no venir antes aquí para corrección. El qué alguien dude, incluso voluntariamente, en someterse a tratamiento correctivo me causa mucha sorpresa. Es algo, supongo, explicable desde el punto de vista de que alguien en el bajo plano moral de este pobre hombre es incapaz de ver las ventajas inmediatas, debido a su búsqueda de métodos nefandos. Es, de hecho, un hombre que no dudaría en cometer un asesinato, si viera una ganancia inmediata en ello, e ignoraría por completo las consecuencias de su acto. ¿Es esto cierto, Zo Rai?". "Así es", replicó el emperador. "Después de diagnosticar el caso", continuó el Xioqa, "habiendo sido éste confirmado por tan alta autoridad, aplicaré ahora la cura". El Xioqa llamó a un ayudante, que trajo otro aparato magnético sobre ruedas que contenía una pesada caja de metal. Habiendo colocado ésta en una satisfactoria condición de actividad, el Xioqa a continuación aplicó su polo positivo al lugar de la cabeza del paciente marcado con el número uno, y el otro polo lo colocó detrás de la nuca. Entonces sacó su reloj y lo colocó sobre la caja de metal del instrumento, cerca de una aguja de una esfera que ajustó. Todo quedó entonces en silencio, excepto la conversación en voz baja que había en varias partes de la habitación, durante la media hora que siguió. Al final de este tiempo, el Xioqa se levantó de su asiento y cambió el polo positivo al otro lado de la cabeza, donde la cifra duplicada estaba marcada. Otra vez pasó otra media hora de silencio, roto sólo por la salida de algunos de los espectadores y la entrada de otros. Cuando había pasado la otra media

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hora, el operador cambió el polo al lugar marcado "dos". Esta vez sólo se concedió media hora a ambos lados de la cabeza. El emperador me había dicho que me quedara. El sólo había permanecido allí unos pocos momentos después de que hubiera comenzado la operación que no era nueva para él. Al final del trabajo practicado sobre el primer hombre, éste fue liberado de la influencia del anestesiador magnético con solo invertir los polos del instrumento en la segunda aplicación. El Xioqa dió una explicación sobre el tema proporcionado por la operación mientras el primer paciente era sacado de la habitación. A la considerable audencia que estaba ahora congregada, le dijo: "Ustedes han visto el tratamiento de esas cualidades mentales que con su prominencia tendían a torcer su naturaleza mortal, tratamiento sólo parcialmente desarrollado. El proceso ha consistido en atrofiar parcialmente los canales vasculares que nutren esa parte del cerebro donde están localizados los órganos de la avaricia y la destrucción. Pero entiendan bien este punto, después de todo, es sabido que el alma es superior al cerebro físico, y es en el alma, en la naturaleza del hombre, en donde estas tendencias criminales se encuentran--siendo el cerebro y otros órganos el asiento de la expresión psíquica-la oficina, por así decirlo. Por lo tanto, meramente haber hipnotizado mecanicamente a este sujeto no cumpliría nuestro objetivo. El hipnotismo es una introversión, y los vasos sanguíneos cerebrales se contraen y se quedan parcialmente sin sangre; ciertamente, podrían quedar irremisiblemente vacíos; este arte es muy peligroso. Pero el efecto opuesto es producido por el afaismo (equivalente poseidonio para la palabra moderna "mesmerismo"). El cerebro se llena de sangre, y la inversión del instrumento hace cesar el proceso hipnótico e inicia el afaico. Es en este momento cuando la mente del operador puede asumir el control de la mente del sujeto, y sugerir al alma en el error un cese permanentemente en ese error. Este hombre ha sido tratado así, tratado doblemente, ya que no sólo ha sido parcialmente cortado el flujo de sangre que iba a esos órganos donde estaba el asiento de su debilidad, sino que con mi voluntad he impreso su alma para que cese su pecado, y he suministrado a la misma un trabajo a ejecutar que tendrá una acción compensadora. Puede que esté ligeramente enfermo durante unos cuantos días, pero sus tendencias a pecar desaparecerán. Se requiere una mente superior, que se ha desviado en varias direcciones, para conseguir hacer un maligno completo, y donde la naturaleza inferior, principalmente una naturaleza sexual pervertida predomina, se encontrará al criminal.

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Atla no tiene viciosos, porque si una persona muestra tal disposici6n, el Estado toma a su cargo al rebelde y trata los órganos apropiados. Pero no necesito extenderme sobre estos temas por más tiempo". Habiendo sido llevado el primer hombre para que recibiera adecuado cuidado, el siguiente de mis socios fue colocado en la silla. El exámen del desarrollo del cerebro reveló que era más debil que malvado; un prevaricador habitual, y de tendencias libertinas; alguien cuyo craneo estaba en su mayor parte detrás y sobre sus orejas. No necesito pararme a describir su tratamiento; fue similar al del otro; sugestión mesmérica fue la cura principal. Al ir a mi casa esa tarde, resolví añadir la ciencia de frenología profiláctica al currículum que había elegido. Así lo hice. Con la práctica del conocimiento de los hombres adquirido entonces yo interferí en el karma de no pocos individuos pero, tal como el resultado ha probado, la interferencia no fue en ningún caso dañina, con lo que hasta hoy día, no he tenido que responder de ningún daño que yo haya hecho. En ocasiones he deseado que entonces me hubiera sometido yo mismo a tratamiento a manos del Estado, porque me habría impedido cometer los errores que me han traído tanto sufrimiento a mí, y a otros por mi causa. No lo hice, y bien está, no solamente por el principio de que en el reino de nuestro Padre lo que ocurre es lo mejor, no importa lo que sea, sino también porque nadie puede de ninguna manera, eludir las responsabilidades inherentes al caracter debidas al karma de todas las reencarnaciones precedentes. El haberme sometido a corrección hubiera sido una evasión de la prueba, una especie de intento cobarde similar al acto del suicida que busca escaparse de los problemas en la tierra por medio del suicidio, y quien nunca se escapa de nada, ni de una iota o tilde de la ley de Dios. En cambio, acumula sus sufrimientos y penalizaciones cada vez más y prolonga su angustia con el karma inexorable, y otras reencarnaciones en la tierra. Así ocurre con los que mueren por autodestrucción; pero los que mueren por causas inevitables involuntariamente, no son visitados por tales penalizaciones. Así pues, los culpables poseidonios que de ninguna forma podían evitar el tratamiento, eran beneficiados, mientras que para mí la sumisión voluntaria habría sembrado dientes de dragan en mi sendero. La penalización, observad, no importa a aquéllos que saben lo que hacen, y sabiéndolo, hacen la voluntad de Dios.

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CAPITIJLO X

REALIZACION El gobierno acostumbraba a hacer un seguimiento de los Xioqueni más prominentes a quienes daba estudios gratuitos, pero la supervisión no era nunca molesta; en verdad, apenas se notaba que se reafü:aba. Aquellos que, además de ser brillantes y estudiosa;, se acercaban a los últimos años del curso escolar eran admitidos a aquellas sesiones del Consejo de los Noventa que no eran de carácter ejecutivo o secreto. Había algunos favoritos que, estando vinculados por votos estrictos, no estaban excluidos de ninguna de las reuniones de los consejeros. Ni uno de los muchos miles de estudiantes dejaban de estimar el menor privilegio como el más valioso, porque además del honor conferido, las lecciones sobre el arte de gobernar eran de incalculable ventaja. En la última mitad de mi cuarto año de asistencia vino a mí el Príncice Menax, quien deseaba conocer si yo aceptaría el puesto de Secretario de Registros, un cargo que daba oportunidad para familiarizarse con cada detalle del gobierno poseidonio. Menax dijo: "Es un cargo muy importante en verdad, pero uno que me hace feliz ofrecerte, porque tú eres capaz de desempeñarlo a satisfacción del consejo. Te pondrá en estrecho contacto con el Rai y con todos los príncipes; también te proporcionará cierto grado de autoridad. ¿Qué dices?". "Príncipe Menax, soy consciente de que este es un gran honor. Pero, ¿puedo preguntarte por qué das tan gran oportunidad a alguien que se supone es un extraño para tí?". "Porque, Zailm Numinos, pienso que eres digno de ello; ahora te doy la oportunidad de probar que esto es cierto. Tu no eres un extraño para mí, aunque yo lo sea bastante para tí; tengo confianza en tí; ¿no querrás demostrar que está bien fundada?". "Así lo haré". "Entonces, levanta tu mano hacia el brillante Inca!, y por ese sublime símbolo declara que en ningún caso revelarás nada de lo que tenga lugar en sesión secreta; nada de los actos dentro del Salón de Leyes". Hice este voto y, al hacerlo, quedé ligado a un juramento inviolable a los ojos de todos los poseidonios. Así me convertí en uno de los siete secretarios no funcionarios, sin derecho a voto, que tenían a su cargo la redacción de informes especiales y el cuidado de muchos documentos de estado importantes. Con

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seguridad ésta no era una pequeña distinción otorgada a alguien de entre nueve mil Xioqueni y un hombre, todavía, sin derecho a voto en una nación de trescientos millones de personas. Si, de alguna forma, lo debía a mérito, todavía yo no era más digno que otro centenar de mis compañeros de estudios. Se debió completamente a la popularidad personal con los poderes fácticos de entonces, una popularidad, no obstante, que no hubiera sido mía si yo no hubiera mostrado en todas las cosas la misma sólida determinación que había gobernado mis acciones en el solitario pico de Rhok, la gran montaña. El Principe Menax continuó diciendo: "Me gustaría que asistieras a mi palacio esta noche, es conveniente porque tengo algo que decirte. Te probaré tu error en creer que no te conozco, sólo porque tú eres uno entre muchos Xioqueni, cada uno de ellos buscando conocimiento. Yo te conozco. De mí, y no, tal como siempre has imaginado, de tu Xioql (preceptor jefe) partió la invitación que se te envió para que asistieras a las sesiones de los consejos ordinarios. Los Astiki (príncipes del reino) están siempre muy interesados en los Xioqueni dignos; de aquí la razón de que se te hayan dado muchas pequeñas tareas para ejecutar. Pero no te diré más de momento, ya que estorbo tus estudios. Recuerda pues, la hora señalada es la octava". Menax ostentaba el más alto cargo ministerial de todos los Astiki, ya que era el primer ministro y, en breve, el primer consejero del Rai. Mi opinión sobre mí mismo se elevó en grado cuando sentí que era tenido en tan alto favor; pero me sentí lleno de gratitud y no de presunción; era verdadera autoestima, no vanidad. Aunque ésta no era mi primera visita al palacio de este príncipe, no podía decir que estuviera familiarizado con el interior de su astikithlon. Arrollando mi mejor turbante de seda verde alrededor de mi cabeza y poniéndole un alfiler de cuarzo gris, por el cual corrían vetas de cobre verde, denotando así mi rango especial, fuí al naim y pedí un vailx como tú podrías pedir un taxi. El vehículo vino pronto, y aunque era pequeño de tamaño era amplio para transportar a dos pasajeros, o incluso cuatro. Deseando buenas noches a mi madre, pronto estuve en camino y dejándome solo el conductor me senté para escuchar el furioso torrente de lluvia que hacía la noche inclemente en extremo. El palacio de Menax no estaba muy distante del muelle

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interior del foso donde el gran canal más se aproximaba a mi casa, ciertamente, a unos dieciseis kilómetros, y por lo tanto, el viaje aéreo consumió alrededor del mismo número de minutos antes de que el fondo del vailx se posara sobre el amplio suelo de marmol del aparcamiento de vailx, anunciando la llegada a mi destino. Un centinela se acercó para preguntarme la razón de mi visita y, habiéndoselo dicho, llamó a un sirviente para que me escoltara hasta la prr-sencia de Menax. Había una serie de funcionarios del séquito del príncipe en el gran salón, entretenidos en no hacer nada en particular, una ocupación en la que eran ayudados por varias damas residentes en el palacio. El Príncipe Menax mismo estaba tumbado en un diván colocado enfrente de un brasero lleno de alguna sustancia refractaria calentada por la fuerza universal. Al conducirme el criado ante el príncipe y antes de que mi presencia fuera anunciada, tuve suficiente tiempo como para ver a un grupo de funcionarios y damas, reunidos alrededor de una mujer de gran encanto y belleza que incluso en su evidente pena y dolor, junto con la distancia de la esquina donde se sentaba, no podía esconder del todo. Su atuendo, sus rasgos y color de piel denotaban que no era hija de un poseidonio, ya que no tenía ojos ni pelo oscuro ni piel blanca aunque claramente rojiza. La que estaba apenada, y contrita, era lo contrario de todo esto, al menos en lo que pude discernir, por la distancia que había entre nosotros. Menax dijo, a modo de saludo: "Sé bienvenido. Eso está bien. Siéntate. La noche es tempestuosa, pero te conozco bien; tal como prometiste, has venido", Quedó en silencio por algunos momentos, y mirando al brasero encendido, dijo: "Zailm, ¿vas a asistir y a tomar parte en la competición en Xio en los nueve días que se dan para el exámen anua]· de Xioqueni?". "Tengo esa intención, mi Astika". "Tienes el privilegio de retrasar el exámen hasta el último año de la carrera". "¿Es cierto eso en todos los Xioqueni?". "Apruebo completamente tu decisión. Yo también lo hice así, cuando era estudiante. Espero que apruebes, que seas feliz con tu éxito, aunque no acorten tus años de estudio. Pero después del exámen, ¿qué? Tendrás un mes para hacer lo que gustes. ¡Ojalá

tuviera yo treinta días de respiro de mis obligaciones!". Menax se detuvo meditativo, y continuó: "Zailm, ¿tienes algún plan determinado para tus vacaciones?".

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"Ninguno, mi príncipe". ''Ninguno. Está bien. ¿Te gustaría hacerme un favor, e ir a un país lejano para cumplir un encargo? Cuando acabes tu misión podrías quedarte allí todo el tiempo que desées, o ir donde quieras". No me importaba hacer lo que él deseaba, y como el encargo me llevaba a una tierra apenas mencionada hasta aquí, el relato de mi lejana vacación puede ser comenzado con una descripción de Suemia, llamada ahora Hindostán, y Necropan o Egipto, las naciones más civilizadas que no estaban bajo la supremacía de Poseidonis. Cuando las naciones tratan de hacer que la religión sea dominante en sus asuntos, el resultado es siempre coronado con el desastre. La política teocrática de los israelitas fue un ejemplo y, como el lector percibirá dentro de poco, Suemia y Necropan fueron ejemplos anteriores en la historia del mundo. Y la razón es, no que la religión sea un fallo; la fuerza de este registro de mi vida debe transmitir la verdad de que yo creo que no hay nada mejor que la religión pura sin profanar. No, la razón por la que una teocracia de éxito no puede pervivir es que la atención de los promotores tiene que centrarse en las cosas del espíritu para que lo espiritual tenga éxito, y las cosas del Reino de Dios nunca pueden ser las cosas de la tierra. Al menos, no hasta que el hombre esté totalmente desarrollado en su principio sexto o psíquico, y se haya purificado, por el fuego del Espíritu, de todo tinte de animalidad. Suemia y Necropan poseían una civilización que ahora percibo era pareja con la nuestra, aunque muy diferente. Pero porque apenas poseía un punto sobresaliente con la de Poseidonis, la gente de este último país la miraba con burla' cuando hablaban de esta

(*) Siempre ha sido así; la semilla sembrada en el Acre de donde las esquinas están marcadas por postes de los cuales el primero tiene sólo un lado, el segundo cinco lados, el tercero seis lados, pero el cuarto otra vez solo cinco, nunca ha sido escarnecido por el hombre. Esta semilla bacía crecer un árbol de diecisiete ramas. Así era Suernia. En un tiempo sería regida por Poseidonis, más tarde estará en Poseidonis. Pero una vez más, esto sería después de que fuera podada por su Sembrador. Entonces crecería hasta el final del día, y llegar a ser grande al siguiente día. Pero más grande todavía al final de ese día. He descrito un acertijo que quien descrifre verá que es del Arbol del que he hablado, y lleno de inmortalidad. ¡Oye, oh, Israel! ¡Busca, oh, Manasés, y Efraim, busca! Tierra de la Bandera Estrellada, abre tus ojos, y tú, también, ¡oh, Madre patria!

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civilización entre ellos. Pero eran muy respetuosos en su comportamiento hacia estos pueblos, por razones que enseguida se podrán ver. Las diferencias entre las dos civilizaciones c.ontemporáneas yacía en el hecho de que mientras los poseidonios tendían al cultivo de las artes materiales, de las ciencias relativas a las cosas materiales, y se contentaban c.on aceptar sin discusión la religión de sus ancestros, los suemios y los necropanos prestaban poca atención a lo que no fuera primordialmente oculto o de significación religiosa -principios prácticos verdaderamente, leyes ocultistas que tuvieran un soporte en Jo material- pero no obstante, no se preocupaban de los objetos materiales excepto en lo que se refería al adecuado mantenimiento de la vida. Su regla de vida se resumía en el principio de no prestar atención a la vida alrededor de ellos, pero al descuidar el presente se esforzaban por el futuro. El principio vital de Poseidonis era extender su dominio a todas las cosas naturales. Existían los que filosofaban sobre el espíritu de los tiempos, los teorizantes de Poseidonis, y éstos trazaban un pronóstico del destino atlante. Señalaban el hecho de que nuestros espléndidos triunfos en el mundo físico, nuestras artes, ciencias y progreso, dependían absolutamente de la utilización del poder oculto extraído del Lado Nocturno de la naturaleza. Seguidamente este hecho fue e.amparado con el de que los misteriosos poderes de los suemios y los necropanos debían su existencia a este mismo dominio de lo oculto, y la conclusión era que c.on el tiempo nosotros también dejaríamos de preocupamos del progreso material y dedicaríamos nuestra energía a los estudios ocultistas. Sus predicciones eran extremadamente sombrías e.orno c.onsecuencia de esto; no obstante, mientras el pueblo escuchaba respetuosamente, el fallo de estos profetas en sugerir una solución les hizo ser considerados hasta cierto punto como objetos de desprecio disimulado. Cualquiera que encuentre falta en un estado de cosas existente y se confiese incapaz de sustituirlo por algo mejor, ciertamente se enfrentará al ridículo públic.o. Nosotros, como poseidonios, sabíamos que las naciones misteriosas al otro lado del mar poseían habilidades que virtualmente empequeñecían nuestras logros, tales como nuestra capacidad para viajar por el aire o las profundidades marinas, nuestro veloces e.cebes, nuestros barcos de superficie y submarinos. No,

ellos no tenían tales comodidades, pero no tenían necesidad de ellas para proseguir sus vidas y, por lo tanto, tal como suponíamos, no deseaban tales artefactos. Quizás nuestra burla era más fingida

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que real, porque en nuestro pensamiento más sobrio reconocíamos, con no poca admiración, su supremacía. ¿Que importaba que pudiéramos hablar y ver y oir y ser vistos por aquéllos con los que deseáramos comunicamos, y esto a cualquier distancia sin cables, sino sobre las corrientes magnéticas del globo? Ciertamente, nosotros nunca conocimos ei dolor de la separación de nuestros amigos; podíamos atender las demandas del comercio, y transportar nuestros ejércitos en tiempo de guerra con un despacho que daría la vuelta al mundo en un día; todo esto siempre que nuestros aparatos mecánicos y eléctricos estuvieran a mano. Pero, ¿de qué servía toda esta espléndida habilidad? Encerrad a uno de los más sabios Xioqueni en una mazmorra, y todo su conocimiento no serviría de nada; él no podría, privado en esta forma de sus artefactos y ayudas, esperar ver, u oir o escaparse sin ayuda externa. Sus maravillosas habilidades dependían de las creaciones de su intelecto. No ocurría así con Suemia o con Necropan. Cómo frenar a alguien de este pueblo, ningún poseidonio supo nunca. Encerrado en una mazmorra, podría levantarse y salir como Saulo de Tarso, podía ver a cualquier distancia, y sin ayuda del naim; oir igualmente sin un naim; pasar entre los enemigos, y no ser visto por ninguno de ellos. ¿De qué servían pues, nuestros logros cuando se oponían a los de Suemia o Necropan? ¿De qué servían nuestros instrumentos de guerra contra tal gente, cuando un solo hombre de ellos, mirando con ojos donde brillaba la luz terrible de una fuerza de voluntad, hacía retroceder a las invisibles fuerzas del Lado Nocturno, podía hacer que nuestros enemigos se secaran como hojas verdes ante el calor del aliento de fuego? ¿Tenían algún valor los misiles aquí? Ninguno, cuando la persona a quien iban dirigidos podía pararlos en su veloz recorrido, y hacerlos caer como astillas a sus pies? ¿De qué valían los explosivos, más poderosos que la nitroglicerina, lanzados desde vailx situados a kilómetros sobre la bóveda celeste? Nada en absoluto, porque el enemigo, con mirada presciente y perfecto control de las fuerzas del Lado Nocturno que nosotros no conocíamos, podía parar al destructor lanzado, y en vez de sufrir daño podía aniquilar a ese vehículo aéreo y a su tripulación. Un niño que se ha quedado teme al fuego, y en tiempos pasados, nosotros habíamos tratado de conquistar a estas naciones, y habíamos fracasado lastimosamente. Rechazarnos fue todo lo que ellos trataron de conseguir, y triunfantes sobre nosotros en esto, se nos dejó ir en paz. A medida que los años se convirtieron en siglos, nuestros

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hábitos también se convirtieron en defensivos solamente, nunca más ofensivos, y debido a este cambio por parte de Poseidonis, nacieron relaciones amistosas entre las tres naciones. Atla había aprendido al menos tanto del secreto como para esgrimir las fuerzas magnéticas para destruir a sus enemigos, y había abandonado los misiles, los proyectiles, y los explosivos como armas defensivas. Pero el conocimiento de los suernios era todavía mayor. Mayor porque nuestros destructores magnéticos esparcían la muerte sólo sobre áreas restringidas circunadyacentes al operador, los suyos funcionaban en cualquier punto, aunque estuviera muy lejos. Los nuestros destruían indiscriminadamente todas las cosas en la localidad condenada; las cosas inanimadas, así como las animadas; los hombres, tanto si eran enemigos como amigos; los animales, los árboles-todos estaban condenados. Sus proyectiles eran lanzados bajo control, y se estrellaban en el corazón de la fuerza opositora, sin destruir la vida innecesariamente; ni tampoco molestando a ningún enemigo excepto a los generales y dirigentes de sus fuerzas. Todos estos hechos concernientes a los suernios, yo los sabía hacía mucho tiempo. El príncipe Menax me había pedido que le hiciera el favor de llevar a cabo una misión en ese país. Yo nunca había visto la tierra de Suemia y, teniendo el deseo de hacerlo, me sentí feliz de poder hacerlo. Después de acceder a hacer lo que se me pedía, interrogué al príncipe sobre mi labor, y le dije: "Si 'lD Astika quisiera decir a su hijo qué debe hacer, satisfaría una creciente curiosidad". "Así lo haré", respondió el príncipe. "Deseamos enviar al Rai de Suernia un presente en reconocimiento de ciertos regalos enviados por él al Rai Gualun. Aunque no existe duda de que estos presentes fueron enviados para inducirnos a aceptar a ciento cuarenta mujeres, prisioneras de guerra, que parecen estorbar bastante al Rai Emon de Suernia, a pesar de que no consideramos necesario que se nos dé una compensación, y como a las mujeres se les permitirá quedarse o irse donde quieran excepto adonde esté prohibido por Suernia, decidimos considerar el regalo de las gemas y el oro como un presente, y hacemos otro de agradecimiento. Esto fue lo que resolvió el consejo reunido en quorum. Parece que estas mujeres son miembros de ciertas fuerzas de invasores estúpidos cuyo país está situado al oeste de Suemia. Este pueblo imprudentemente decidió declarar la guerra a los terribles suemios. Estos invasores nunca habían experimentado, ni contemplado, la cólera con que local arma a Sus hijos de Suernia, una cólera que siega la

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vida de sus enemigos como la guadaña del segador siega la hierba. Ahora bien, Ernon posee un país fertil, y estos ignorantes salvajes deseaban apoderarse de él, por lo que enviaron al Rai de Suemia una declaración de guerra. A ésta Emon contestó que él no lucharía; que los que le buscaban con lanzas y arcos, y venían ataviados con armadura, le encontrarían, y lo lamentarían, ya que Jeovah, que es como los suernios se complac.en en llamar a Aquel a quien nosotros llamábamos Inca], le protegería a él y a su pueblo de Suemia, y esto sin lucha ni derramamiento de sangre. Ante esto, los bárbaros contestaron con burlas, y declararon que invadirían su país y destruirían a su pueblo con la espada. Así pues, reunieron un ejército numeroso, doscientos mil guerreros, y muchos seguidores de campamento, y éstos, conducidos por un intrépido Astiki, llegaron por el este hasta el sur para devastar el reino de Suemia. Pero espera, en este salón está alguien que sin duda puede decir más que yo, y contarlo mejor. "¡Mailzis!", llamando a su joven sirviente, "condure hasta aquí a la bella extranjera". Mailzis obedeció, y la mujer extranjera que yo había visto al entrar en el salón del príncipe se levantó con un ademán suave y gracil que levantó mi admiración. Componiendo su atuendo lentamente --de hecho, lo contrario de alguien que obedec.e a un superior- se acercó a Menax. Levantándose deferentemente, el príncipe dijo: "Señora, ¿te importa relatarme lo que has dicho a mi soberano? Sé que tu narración es extremadamente interesante". Durante estos comentarios la extranjera no había mirado al príncipe sino a mí. Sus ojos se habían fijado en mi rostro, no descaradamente sino con atención, aunque obviamente totalmente inconsciente de la fijeza de su mirada. No obstante, había tal poder magnético en ella que me ví obligado a mirar hacia otro lado, extrañamente confuso por su mirada, pero sintiendo que ésta me seguía, aunque no la veía. Se me ocurrió que el hecho de que la respuesta de la dama fuera en idioma poseidonio era indicativo de que poseía una buena educación. "Si, Astika", dijo ella, "es un placer para tí que yo haga lo que dices, también lo será para mí. También es un plac.er para mí repetirlo para el joven a quien tu favoreces. No obstante, me gustaría que la joven, tu hija, no estuviera aquí", añadió ella en voz baja, con una mirada de antagonismo hacia Anzimee, que se sentaba c.erca de nosotros, aparentemente entretenida leyendo un libro, pero, como yo imaginaba, no haciéndolo en realidad. Este dejo de celos no fue oido por Menax, aunque Anzimee lo oyó, y al punto se levantó y dejó el salón. Yo lamenté esto, y me molestó

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la causa de ello, tal como rápidamente vió la Saldú, y debido a ello se mordió los labios con irritación. "No es cómodo estar de pie; ¿querrás sentarte a mi derecha?, y tú, Zailm, cambia de sitio también y siéntate a mi izquierda", dijo Menax, volviéndose a sentar en el diván. Cuando hubimos hecho esto, nos dispusimos a escuchar el relato. En este momento, el valet, Mailzis, se acercó respetuosamente y, al preguntarle que deseaba, dijo: "Es deseo de tus consejeros y de las damas del astikithlon estar también presentes en la narración". "Acc.edo a su deseo; trae también el naim, y colócalo cerca de nosotros, para que el editor de los Registros pueda tomar nota, también". Haciendo uso de su permiso, los peticionarios pronto se agruparon alrededor nuestro, algunos en asientos bajos, otros, los oficiales de alto grado, más familiarizados con su príncipe, se tumbaron de lado apoyados en su codo frente a Menax sobre los ricos cojines de terciopelo que había sobre el suelo de mármol.

CAPITULO XI

EL RELATO "Mailzis", dijo el príncipe, "trae vino especiado". Con el disfrute de ésta ciertamente refrescante bebida no fermentada, escuchamos la siguiente emocionante narración: "Tú estás, creo, familiarizado con mi país de origen, ya que has tenido intercambio comercial con la nación Salda. Todos aquí también han oído cómo nuestro soberano envió un gran ejército contra los terribles suemios. ¡Ah!, qué poco sabíamos de esa gente", exclamó ella, apretando sus pequeñas, patricias manos en una agonía de restrospección aterrorizada. "Ciento sesenta mil guerreros tenía mi padre, el jefe, bajo su mando. Más la mitad de éstos seguían al campamento. Nuestra caballería era nuestro orgullo, veteranos entrenados y verdaderos, y ¡ah!, ¡tan sedientos de sangre! Tal espléndido armamento teníamos, brillantes arpones y lanzas -¡oh!, ¡un maravilloso grupo de hombres valientes!". Ante este elogio de tales armas primitivas sus oyentes fueron

incapaces de reprimir una ligera sonrisa. Por un momento, esto pareció desconcertar a la princesa, pero no por mucho tiempo, porque continuó:

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"De esta forma tan espléndida y poderosa,¡ah!, ¡cómo amo el poder!, llegamos, tomando botín según avanzábamos hacia la ciudad suemia. Cuando llegamos cerca, después de muchos días, no pudimos verla, ya que estaba en una depresión del terreno, pero nos sentíamos seguros de una victoria facil, ya que los cautivos a quienes apresamos na; informaron que no existían mural)as o defensas similares y que no había ningún ejército esperándonos. Ciertamente, en ninguna parte encontramos ciudades amuralladas en toda Suernia, ni encontramos resistencia, por lo tanto no derramamos sangre, sino que nos contentamos con torturar a los prisioneros, para divertirnos, antes de dejarlos libres". "¡Horrible!", murmuró Menax en voz baja. "¡Bárbaros sin corazón!". "¿Qué has dicho, señor?", preguntó la muchacha rápidamente. "¡Nada, mi señora, nada!, estaba pensando en la espléndida marcha de la hueste Saldana". Aunque aparentemente dudando de alguna forma la verdad de esta afirmación, la Saldú, no obstante, continuó su relato. "Al llegar, tal como he dicho, paramos nuestra marcha al borde de un desfiladero poco profundo, pero ancho, donde el Rai era tan pacífico y poco prudente como para tener su capital, y enviamos un mensajero para anunciarle nuestra llegada y ofrecerle condiciones de rendición favorables. Como respuesta vino con nuestro portaestandarte un anciano solo y desarmado. Un hombre de edad es el término adecuado. Era alto, erguido como un soldado, y tenía una dignidad de porte que le hacía resultar espléndido de contemplar. ¡Ay!, ¡parecía el poder encamado! Debería odiarle, ¡pero es poderoso y no puedo evitar que me encante! Si hubiera sido más joven Je habría cortejado para que fuera mi pareja". Ante esta inesperada afirmación, miramos a la encantadora narradora con asombro, además de con otras emociones, mientras que el Príncipe Menax preguntaba: "Astiku, ¡he oído bien? ¿Hacer la corte a un hombre? ¿Es costumbre entre tu gente que la mujer haga la corte? Yo creía que estaba versado en las costumbres de cada nación, antiguas y modernas, pero no conocía este hecho. No obstante, éxtrañas cosas son de esperar de bueno, una raza que no tiene sino números para merecer el reconocimiento a manos de gente como los poseidonios". "¿Por qué no eres franco, Zo Astika? ¿Por qué no dices lo que piensas, que las naciones civilizadas como la tuya consideran a tal

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raza como los Saldues inferiores a ellos hasta el punto de que incluso sus costumbres te son desconocidas?". El príncipe Menax se sonrojó profundamente avergonzado y confundido, porque no estaba acostumbrado a las evasivas, y replicó: "Admito que la franqueza es mejor; pero deseaba evitar herir tus sentimientos, Astika". Con una risa cantarina, divertida, la Astiki dijo: "Zo Astika, permíteme decirte que en Salda, ambos sexos tienen libertad para cortejar a su elegido. ¿Por qué no? Creo que es normal. Seguiré nuestra costumbre a este respecto, si la oportunidad se presenta. Mi elegido tiene que ser atractivo, y valiente como el león del desierto, ¡sí!, de los desiertos de donde vino al continente Suemota. Oh, sí, si se ofrece la oportunidad", reiteró ella, con un ligero suspiro. Después, continuó debilmente, tristemente: "El Astika, mi padre, jefe de nuestros ejércitos, dijo a este gran hombre": "¿Qué ha dicho tu soberano?". "Ha dicho: Invita a este extranjero a partir antes de que mi cólera se despierte, porque, ¡mira!, ¡le castigaré si no me obedece! Terrible es mi ira". "¿Cómo es eso, y su ejército?, no he visto ninguno, dijo mi padre con la risa de un veterano a quien se ofrece despreciable resistencia". "Jefe, dijo el enviado, en un tono bajo, severo: Es mejor que te vayas. Yo soy ese Rai, y también su ejército. Abandona esta tierra ahora; pronto no podrás. ¡Vete, te lo suplico!". "¿Tú, el Rai? ¡Hombre temerario! Te digo que cuando el sol se haya trasladado a otro signo, tu coraje no te salvará, a menos que vuelvas y reunas a tu ejército. Si no, enviaré tu cabeza a tu pueblo. Solo existe esta alternativa. Después de este plazo de tiempo, atacaré y saquearé tu ciudad. Pero, no temas por tu seguridad personal, ¡no puedo herir a un enemigo desarmado! Vete en paz, y por la mañana. te atacaré a tí y a tu ejército. Tengo que tener un enemigo digno". "En mí tienes a un enemigo digno. ¿No has oído nunca hablar de los suernios? ¿Sí? ¡Y no has creído! ¡Oh, es verdad! Vete, te lo ruego, ¡mientras puedes hacerlo de forma segura!".

"¡Tonto!", dijo el jefe. "iEs este tu ultimatum? ¡Entonces, que así sea! ¡Apártate! No me voy sino que avanzo". Entonces, llamó a los capitanes de las legiones y ordenó:

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"¡Adelante, marchad para conquistar!". "Detén esa orden un momento, deseo hacerte una pregunta", dijo el Rai. "Aceptando esta petición nuestros hombres, que se habían desplegado en formación ante la orden, se detuvieron con las armas en descanso. En las filas delanteras del ejército Saldano que estaba situado en una pequeña prominencia dominando la capital de Suemia, y el gran río que corría cerca, estaba la flor y nata de nuestra hueste. Eran veteranos, entrenados y fieles, hombres de estatura gigantesca, dos mil hombres fuertes, líderes de los hombres menos expertos. Nunca olvidaré cuán imponente resultaba esta formación, no, nunca. Tan fuertes, el nombre de nuestro poderoso león, cada hombre capaz de transportar un buey sobre su espalda. El sol hacía brillar sus lanzas con un glorioso destello de luz. Mirando a estos hombres, el suernio dijo: "Astika, ¿no son éstos tus mejores hombres?". "Sí". "¿Son los que me han dicho que han torturado a mi pueblo, meramente por diversión? Y les han llamado cobardes, diciendo que los hombres que no ofrecen resistencia merecen la muerte, y que mataron a algunos de mis súbditos?". "No lo niego", dijo mi padre. "¿Crees, Astika, que esto estuvo bien? ¿Acaso no son los hombres que se vanaglorian de derramar sangre merecedores de la muerte?". "Posiblemente, pero, ¿qué importa? ¿Acaso quieres que los castigue por tal acción?", dijo mi padre, con burla. "Así es, Astika. ¿y después te marcharías?". "¡Oh, sí, haré eso! Es un buen chiste, no obstante, ¡no tengo humor para hacer chistes!". "¿ Y no te irás, a pesar de que quedarte significa la muerte?". "¡No! ¡Ya está bien de charla! Estoy harto de ella". "Astika, ¡lo siento! Pero que sea como tú quieres. Te he advertido que te fueras. Has oído hablar del poder de Suernia, y no lo has creído. Pues ahora, ¡siéntelo!". "Con estas palabras el Rai extendió su dedo índice sobre el lugar donde estaba el orgullo de nuestro ejército, los espléndidos dos mil. Sus labios se movieron y yo apenas escuché las palabras dichas en voz baja: "Jehova, fortalece mi debilidad. Morid culpables testarudos". "Lo que aconteció entonces llenó tan de espanto a los espectadores, y alimentó su superstición, que durante cinco

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minutos completos, apenas se escuchó un sonido. De todos esos veteranos guerreros, ninguno quedó vivo. Al gesto del suernio, sus cabezas se inclinaron hacia adelante, soltaron sus lanzas, y cayeron a tierra como si estuvieran borrachos. No hubo ni un sonido, excepto el de su caída, ni un estertor, la muerte les había sobrevenido como viene a aquéllos cuyos corazones paran de latir. ¡Ah!, ¡qué terrible poder tienes, suernio!". "Porque el Angel de la Muerte extendió sus alas sobre el rayo, y sopló en el rostro del enemigo según pasaba". Senak:erib era desconocido entonces; la princesa Salda no conocía el poema; pero nosotros sí, lector, tú y yo; es suficiente. Mientras describía la acción del Rai de Suernia, la princesa se había levantado de su asiento al lado de Menax, imitando al mismo tiempo el fatal gesto de Ernon de Suemia. Fué tan realista el gesto que el grupo de oyentes a nuestra izquierda se había encogido involuntariamente cuando su brazo pasó sobre sus cabezas. La joven saldú notó su gesto de retroceso, y sus labios sonrieron con burla. "¡Cobardes!", murmuró. Un poseidonio escuchó las palabras, y sus mejillas enrojecieron al decir: "¡No, Astiku, cobardes, no! Considera nuestro gesto involuntario como un homenaje a tu capacidad descriptiva". Ella sonrió, y dijo: "Quizás sea así". A continuación, sobrecogida por su apóstrofe a la temida fortaleza de Jehova al ser invocado por Emon, una fortaleza que incluso la gloriosa Atla temía, la joven se volvió a sentar llorando. Un poco de vino la animó, y la narración continuó. "Después del horrible silencio que cayó sobre todos los que habían presenciado la terrible visión, las mujeres, esposas e hijas de los oficiales de alto grado, comenzaron a gritar con horror. Muchos de nuestros hombres, tan pronto como se dieron cuenta de que las historias que habían oído y a las que no habían dado crédito no eran cuentos, cayeron a tierra con angustia y terror. ¡Ah!, entonces, entonces se podían oír súplicas a todos los dioses, grandes y pequeños, en quienes nuestra gente confiaba. "¡Já, já!", rió la princesa, amargamente, desdeñosamente, "¡apelando a dioses de madera y metal para que los protegiera contra tal tremendo poder! ¡Fu! Como no puedo vivir en Suernia, al haber sido aniquilada, ¡no volvería a vivir en mi tierra natal! No quiero más gente que idolatra a objetos inanimados y los deifica. No, Astika", contestó ella a una pregunta de Menax, 11 nunca adoré ídolos; la mayoría de nuestro pueblo lo hace, pero no todos. No soy una

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apóstata, pero yo adoro el poder. Debería odiar a Ernon de Suemia, pero no puedo. Ciertamente, viviría, si pudiera, en su presencia y adoraría su maravillosa fortaleza, que hace morir a sus enemigos. Como no se me permite esto, prefiero quedarme con tu pueblo, que es una buena raza y, aunque no iguales a los suemios, son mejores y más poderosos que mi propio pueblo, ¡ah!, mucho más. "Mi padre debería haber imaginado algo así de un pueblo astuto; ahora sabía, después de esta amarga lección, que la reputación dada por los viajeros no eran imaginaciones de viajeros de caravanas. Pero mi padre no se encogió ante el Rai, era demasiado orgulloso para eso. Mientras mirábamos, estupefactos, la horrible escena de muerte, otra cosa no menos terrible, pero más horrenda, sucedió. Los que estábamos vivos, toda nuestra hueste excepto los dos mil, estábamos entre nuestros muertos y el ño al oeste de la ciudad. El Rai Emon inclinó su cabeza y rezó -¡qué gran alarma causó en nuestra gente esta acción!- y le oí decir: "Señor, haz esto por tu siervo, ¡te lo suplico!". "Entonces, al mirar a las víctimas, las ví levantarse una por una, recoger cada una su lanza y escudo y yelmo. A continuación, en pequeños grupos irregulares, marcharon hacia nosotros, hacia mí, ¡Oh, Dios mío!, ¡y entraron en el río! Al pasar, ví que sus ojos estaban medio cerrados y vidriados por la muerte; el movimiento de sus miembros era mecánico; caminaban como si estuvieran suspendidos de cables, y su armadura sonaba a metal con un tono horrible. A medida que, uno a uno, los grupos llegaban al río, se sumergían en él, cada vez más profundamente, hasta que las aguas se cerraron sobre sus cabezas, y se fueron para siempre, para alimentar a los cocodrilos que ya rugían y reptaban sobre su presa por el curso del Gunja. Sin nadie que los condujera, nadie que los transportara, cada uno marchando como si estuviera vivo, y no obstante muerto, esta horrible procesión entrando en el río, distante mil pasos, completaba así el horrible sentimiento de temor que el terror desesperado poseyó al gran ejército, y los guerreros huyeron, dejando atrás todo, y pronto sólo unos cuantos soldados fieles quedaron a la vista; éstos permanecieron con su comandante y los oficiales de su séquito, preparados para compartir con él la muerte que esperaban encontrarían todos los que se quedaran. Las mujeres tampoco huyeron todas. Entonces habló el Rai Emon, y dijo: "¿No te dije que te fueras, antes de que te castigara? ¿Lo harás ahora? ¡Mira, tu ejército ha huido! Su derrota no cesará, porque miles de ellos nunca más verán Saldue, ya que perecerán por el

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camino, pero bastantes llegarán a sus hogares. Pero tú nunca volverás a tu hogar; ni tú ni tus mujeres. Pero tampoco se quedarán en mi tierra ni en la suya, sino en un país extranjero". "Este altanero, pero ahora humilde soldado, mi padre, se arrodilló ante el Rai, y dijo: "Poderoso Rai, ¿qué vas a hacer con inocentes mujeres? Tú has dicho que mis guerreros eran culpables, lo admito, y no me exceptúo. Pero éstas, mis mujeres, no han hecho daño a nadie. Tus palabras me inducen a creer que la justicia es el principio que te rige; tus actos también, porque cuando pudíste habernos matado a todos, no hiciste nada más que hacer un escarmiento con unos cuantos culpables. Te imploro, pués, que tengas misericordia de mis mujeres; y también de mis oficiales". "De tus oficiales, sí; ellos te son leales, aunque sólo esperan la muerte como recompensa. Que se vayan con lo que aún quede de tu ejército. No están acostumbrados a preocuparse por las necesidades del cuerpo, por lo tanto, con seguridad perecerán, a menos que yo los salve. Teniendo poder, lo usaré misericordiosamente. Ninguno perecerá por el camino; ninguno tendrá hambre, ni sed, ni enfermedad. ¡Oh, Jeovah!, durante todo el regreso a casa, ni se perderán por el camino, ni ninguno tendrá que comer durante el camino. Y las bestias salvajes merodearán a su alrededor, y aunque ninguno tenga un arma, ningún animal les hará daño, porque el espíritu de Jehova irá ron ellos y será su refugio y su salvaguarda. Sí, más que eso hará El, porque entrará en sus almas, para que los que son guerreros sean a partir de ahora Sus profetas, y levanten a su pueblo y hagan de su nombre uno que se conocerá en todas las eras; una famosa raZ2 de hombres cultos serán ellos, y astrólogos, hablando de Dios por sus obras del cielo. Pero vendrá un día todavía lejano dentro de seis mil años a partir de ahora en el que los hombres de Caldea volverán a tratar de prevalecer sobre mi pueblo, y otra vez fallarán, como ahora, pero tú durante mucho tiempo habrás estado con tus padres dormido después de una segunda vida, y a salvo en el Nombre• en el que yo obro, antes de este segundo intento. ¿Llamas mujeres inocentes a las que voluntariamente vinieron con toda la insolencia del supuesto poder e invencibilidad para asesinar a mi pueblo? ¡Inocentes!, las que vinieron a ver el saqueo de mis ciudades y a recrearse en los sufrimientos de mi gente? ¡Inocentes!, ¡en absoluto! Por lo tanto,

(*) Jehova--Ed.

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retendré contigo estas esposas y estas doncellas. ¡Mira!, he dicho que tú no saldrás de aquí; ni tampoco estas mujeres durante un tiempo, pero tú, tú nunca saldrás de esta tierra. Te pondré en prisión que no tiene ni barrotes ni grilletes ni muros; pero que no puedes esperar dejar. "¿Quieres decir que vamos a morir todos, Zo Rai?", preguntó mi padre en voz baja y triste. "En absoluto; Zo Astika, ¿crees que condeno el asesinato y, sin embargo, lo cometería yo innecesariamente? No. He dicho que tú no puedes dejar Suernia, ni será posible para tí hacerlo en el futuro, aunque no te lo impida ni cerrojo ni barrote, ni ningún hombre te vigile o guarde. "Era patético ver las despedidas entre los que tenían que irse y los que tenían que quedarse. Pero, tal es la fortuna de la guerra, y el débil debe obedecer al fuerte. Yo me había alegrado de nuestra supuesta fortaleza, ahora no me importaba quien cayera por ella. ¡El poder, ay, el poder! Creo, después de todo, que sentí una gran satisfacción al contemplarte, Poder, mi dios, ¡provocar una destrucción tan rápida!". La princesa dijo estas últimas palabras musitando, aparentamente perdida en su entorno, sentada con las manos juntas, la admiración dibujada en su hermoso rostro y sus gloriosos ojos de mirada lejana, pero ¡oh!, tan sin corazón, tan crueles, después de todo. De figura real, de personalidad imperiosa, el mundo ahora, como entonces, llamaría a la Princesa Lolix, hermosa, maravillosamente hermosa; ciertamente ella tenía las características de vuestras hermosas mujeres americanas. Pero éstas no son como ella, realmente. Ella, con apariencia de leona, siempre acompañada por el poder del triunfo. Pero la doncella americana real, amable, fuerte como el acero, gracil como un ave, dulce como una rosa recien abierta -<:0mo Lolix en estas últimas tres características, pero sin parangón posterior, porque la de hoy día se adhiere a su padre, a su hermano, a su amor, ya venga el sol, la tormenta, el triunfo o la adversidad- fiel hasta la muerte. Tales tienen su recompensa. Uegó un día en el que Lolix cambió para ser todo lo que las hermosas doncellas modernas son. Pero esto no ocurrió hasta pasados los años. Existen algunas clases de rosas que, mientras son capullo, parecen ser todo espinas, ¡pero qué maravilla de belleza son cuando han abierto sus corazones al sol y al rocío! Parecía que el Príncipe Menax no había oído relatar a Lolix esta parte de la historia, sino que por alguna razón había esperad,::,

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hasta que yo pudiera oírla. Consecuentemente, fué una revelación para él oír a alguien tan encantador, e incluso tan dulce, revelarse de naturaleza tan dura como lo demostraba por su forma de expresarse, que también tenía tanto de meditación retrospectiva, por su parte, como de relato. Después de algunos momentos, Menax dijo: "Astiku, has dicho que su Majestad de Suemia no hizo contigo y tus compañeras tal como tú pensabas de antemano, razonando según la costumbre nacional de tu pueblo, de dedicar a las mujeres prisioneras de guerra a satisfacer la lascivia y las necesidades de las bajas pasiones del hombre". "Astika Menax, ¿no me juzgarás irrespetuosa si a partir de ahora te llamo amigo? Te confesaré que fué una gran sorpresa para mí que el Rai Emon no hiciera eso. No podría haberme quejado, porque tales son las visicitudes de la guerra. En vez de eso, no obstante, él declaró que ni él ni los suemios tenían necesidad de nosotras, por lo que nos enviaba a un país extranjero. ¿Es ese nuestro destino aquí-sino tan duro?". "¡No!, ¡nunca!", replicó Menax, curvando sus labios con disgusto ante tal cruda imputación. "Aquí sereis mantenidas por el gobierno hasta que ciudadanos poseidonios elijan esposas entre vosotras; ¡el nuestro ~s un pueblo de gustos extraños, en ocasiones!". "¿Eres sarcástico, Astika! 11 • Salvo que el príncipe elevó ligeramente sus cejas, no dió contestación a su comentario; incluso este indicio fué tan debil que si yo no hubiera estado observando atentamente su rostro, no lo habría percibido. Después de un silencio más o menos largo, Menax dijo que les estaba prohibido para siempre volver a su hogar de Salda, porque-"¡ Ya no es mi hogar!", interrumpió rápidamente la dama. "¡Entonces tu tierra natal!", dijo Menax con alguna aspereza y quedó otra vez en silencio. Lolix se levantó entonces y, juntando sus manos, exclamó vehementemente: "No tengo ningún deseo de volver a ver mi tierra natal. A partir de ahora elijo quedarme en Poseidonis, ¡llamarla hogar!". "Como quieras", dijo Menax. "Ciertamente eres una mujer de lo más extraño. Por amor al poder has abandonado dios y hogar y tierra natal. ¿Son las otras, tus amigas cautivas -¡no, espera!, no amigas, ¡ya que han caido en desgracia!- son éstas como tú, estas mujeres, que olvidan su país?".

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Inclinando su encantadora cabeza, la pricesa fijó la mirada de sus esplendorosos ojos azules sobre el rostro de su crítico. Dos lágrimas, cayeron por debajo de las largas pestañas, sus labios temblaron, y juntó sus pequeñas manos al decir estas palabras: "¡Ah, Astika, eres cruel", después se volvió y caminó sollozando hacia el asiento donde yo la había visto por primera vez. Así fué el capullo de rosa sin abrir confundido con una flor de cardo. En cuanto a mí, me invadió una extraña mezcla de sentimientos, una mezcla de asombro y aprobación. Me preguntaba qué clase de naturaleza era ésta que podía ser tan dura de corazón y ansiar tanto el poder como para abandonar todo vínculo natural para conseguir el mismo, y al mismo tiempo era tan esencialmente femenina como para dolerse ante la expresión de un natural reproche por tal conducta. Medió lástima porque era muy ingenua, y tan sinceramente honesta en toda su falta de sentimientos, y había narrado tan honestamente su historia, evidentemente esperando aprobación, y se había sentido tan herida por haber producido el efecto contrario. Finalmente, la aprobación dividió mis emociones, porque el príncipe la había dado una amonestación con toda la razón, y una que, aunque severa, no dejaría de surtir un efecto saludable. Mis reflexiones fueron interrumpidas en este punto por Menax, que decía: "Zailm, vayamos al Xanatithlon• donde todo es tranquilo y hermoso entre las flores. Estaremos solos allí, tú y yo. Despediré a estas personas de mi palacio, pero prefiero no molestar a aquella doncella Saldee".

CAPinJLOm

LO INESPERADO SUCEDE Unos cuantos pasos nos llevaron al gran invernadero, o Xanatithlon, que estaba lleno de toda clase de especies de flores. En medio había una fuente cuyos tres surtidores elevados se esparcían en el arco del gran techo y brillaban durante el día con los rayos del sol cuando éstos se filtraban por los miles de paneles de cristal multicolor. Ahora, no obstante, cuando el sordo rugir de la lluvia caía sin mezclar su sonido con el dulce murmullo de la fuente, ese

(*) Construido de flores.

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objeto de belleza brillaba por los rayos de numerosas imágenes eléctricas del Rey Día. Entremezcladas con las miriadas de flores naturales había muchos cientos trabajadas en cristal tan perfectamente, que sólo un exámen detenido por medio del tacto podía decir cuáles estaban producidas por la Flora y cuáles por el artista. Estas iluminaciones concordaban con las flores naturales de la planta, árbol o parra de los que colgaban; en las plantas había unas pocas, en los árboles, elevados sobre el suelo, el número aumentaba, mientras que en las parras que trepaban sobre los arcos y pilares, o colgaban entre puntos altos en el techo, había una gran multitud, lanzando por todo este paraíso floral un destello suave, permanente, que era de lo más delicioso. En medio de este entorno tan placentero nos sentamos en lo que al ojo parecía un conjunto de rocas cubiertas de musgo con suaves depresiones entre ellas, muy confortables, ya que en realidad eran almohadones, de donde crecía el musgo originariamente producido por gusanos de seda. "Siéntate aquí, junto a mí, hijo mío", dijo el buen anciano príncipe, conduciendome hacia un hueco junto al que ocupaba él. "Zailm", comenzó, "apenas sé por qué te llamé esta noche, por qué no esperé durante un tiempo. Y, no obstante, lo sé, también; tengo una misión que confiar a alguien adecuado para realizarla. Hay otros más experimentados, pero yo elijo dártela a tí; tú sabes lo qué es". Era muy evidente para mí que esto no era lo que movía al Astika en su elección, y que no fué por esto por lo que me había pedido que fuéramos al invernadero. Guardó silencio, que pronto rompió diciendo: "¿Habías oído que mi esposa medió un hijo, y que tanto a la esposa como al hijo se los llevó la muerte? ¡Ah!, un hijo, y una hija. lncal sea alabado, ¡todavía la tengo! Pero mi hijo, el orgullo de mi vida, se fué a Navazzamin, el destino de todo mortal. ¡Hijo mío, hijo mío! 11, sollozó. Cuando su emoción se hubo calmado algo, continuó: "Zailm, cuando te ví, en tu primera entrevista con nuestro amado Rai -hace cuatro años, ¿no?- me quedé asombrado de tu parecido con mi hijo muerto, y te amé entonces, Zailm; muchas veces he ido al Xioquithlon para verte trabajando en tus estudios. Siempre que has recibido en diversas ocasiones la orden de venir

a este astiltitWon ha sido por el deseo de verte. Sí, ¡verte, muchacho, verte!", murmuró suavemente, acariciando gentilmente mi cabello al mismo tiempo.

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"Han pasado pocos días sin que yo te haya visto, bien personalmente o por el naim; sí, he ido en la noche y me he parado ante tu ventana, para alegrar mi corazón con el sonido de tu voz cuando te sentabas para leerle a tu madre. Te he observado y me he sentido orgulloso de tí, Zailm, porque en todo te pareces a mi hijo; tus éxitos en el estudio han alegrado mis días, como también lo ha hecho la habilidad con la que has llevado a cabo las obligaciones gubernamentales, ¡porque eres como mi hijo! Por lo tanto, ven a vivir aquí, muchacho, porque te quiero cerca de mí, en mis días de vejez. Juntos fluiremos por el río de la vida, ¡tú y yo! Acaso yo cruzaré primero el gran océano de la eternidad; allí te esperaré en la difusa tierra de los sueños, donde no hay separación, ni dolor ni pena. ¡Ven, Zailm, ven!". A esta tierna llamada, yo repliqué: "Menax, a menudo me he preguntado, durante los años de mi residencia en Caiful, qué significaban tus favores. Siempre has sido más amable conmigo que con cualquier otro, y al mismo tiempo eras reservado y distante, sí, más que otros a quienes no importaría mucho lo que me ocurriera. Ahora todo está claro. Te he mirado con afecto y amorosa reverencia, y atesorado tu amabilidad, y actuado según tus pocas palabras de consejo. Sí, Menax, iremos juntos a la sombría tierra de las almas difuntas, tú por mí o yo por tí, esperando la llegada del otro, a quien antes siegue el Segador de Almas". Nos levantamos y nos abrazamos tiernamente. Al separamos, contemplé a la única hija del príncipe, enmarcada en racimos de parras entrelazadas descuidadamente alrededor de su encantadora figura. Al mirarla pensé en la otra muchacha, la Saldu cuya historia había escuchado recientemente. Casi de la misma edad, ninguna de las dos más de un año más joven que yo, pero tan diferentes la una de la otra en cuanto a tipos de belleza femenina. Es dificil describir a una persona en quien está centrado el más profundo interés del corazón, y mientras mayor es este sentimiento más dificil es describirla. Al menos, así es en mi caso. El lector es consciente de cómo era la majestuosa muchacha de la lejana Salda de cabello castaño y ojos azules, cuán delicada su piel blanca, cuán emocional y sensible su naturaleza, y al mismo tiempo, ¡qué cruel! Pero, cómo puedo describir a aquella a la que yo amaba, la esperanza de un encuentro fortuito, incluso de lejos, hacía más placenteras mis idas al palacio de Menax. Aquella a la que yo amaba y llevaba en mi corazón casi tantos años como llevaba viviendo en Caiful, ¿cómo podría describirla?

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Si la Princesa Lolix estaba en el umbral de su edad adulta, también lo estaba esta belleza, la Princesa Anzimee. Ligera, delicada, femenina, la hija de una larga línea de antepasados patricios; más aventajada y superior en las filas del estudio en el Xioquithlon, aunque más joven que yo en años, yo la amaba, y al mismo tiempo escondía cuidadosamente este hecho. Cada uno de mis amigos que lean esto sabrán lo que siento cuando no muestro deseo de describir a Anzimee, e invito a todos a colocar en el marco de vida en Poseidonis el retrato de su ser amado. "Cada corazón recuerda un nombre diferente, pero todos cantaban Annie Laurie".

El Príncipe Menax vió a su hija casi al mismo tiempo que yo, y una mirada de ligera sorpresa se extendió por su rostro ante su presencia, ya que suponía que el Xanathlon estaba desierto. Viendo esta expresión, la Rainu se acercó y, besando a su padre, dijo: "Padre mío, ¿he interrumpido? Te oí a tí y a este joven entrar, pero no sabía que deseabas intimidad, así que seguí sentada y continué mi lectura". "No, mi amor, no tienes por qué excusarte. Estoy, ciertamente, más bien contento de que estés aquí. Pero, ¿me permites preguntarte que estabas leyendo? No es bueno para tí que estudies tanto, y ésto, sospecho, era o es, lo que quieres decir cuando utilizas la palabra lectura". Con una dulce sonrisa danzando en su rostro e iluminando sus ojos grises, ella replicó: "¡Eres un excelente lector de la mente oculta! Ciertamente estaba estudiando, pero la meta justifica el trabajo. Quien adquiera un profundo conocimiento de la ciencia médica estará en posición de aliviar incluso a los que están en la agonía del dolor mortal, y curar a los que están menos gravemente afectados. ¿No es pués un trabajo para Inca!, así como para Sus hijos, y no es un acto así, hecho por el más pequeño de éstos, algo hecho también por El?". Dos muchachas -¡Lolix de Salda, y Anzimee de Poseidonis!- Un amplio continente separaba sus dos paises, pero todavía una mayor distancia había entre las hijas de las dos tierras. Lolix, sin importarle los que sufrían o los que estaban en agonía mortal; Anzimee, estaba en las mismísimas antípodas de tales rasgos de carácter. Durante todo un minuto hubo un silencio, mientras Menax miraba a la encantadora oradora de noble corazón. Entonces,

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tomando mis manos con su derecha y las de Anzimee con la izquierda, dijo: "Niña mía, te doy un hermano, uno a quien juzgo digno de serlo; Zailm, te doy una hermana más preciada que los rubíes; y a Tí, Inca!, ¡mi Dios!, todo el canto de alabanza que llena mi pecho por las bendiciones que me has dado". Aquí uejó caer las manos que apenas se habían unido por primera vez, y levantó las suyas al cielo. ¡Cómo me emocionó el contacto de esa manita antes de que fuera retirada! ¿Era yo digno de todo este amor? Ningún pecado había manchado todavía mi buena fama, y me sentí en ese momento mmpletamente merecedor. Si alguna vez manchaba mi vida, el pecado aún no había llegado; pero con inquietud pensé en la extraña profecía de aquella noche lejana; por un instante solamente me poseyó este sentimiento y después se fue. Yo tenía el hábito de analizar a los hombres y sus motivaciones; era mi segunda naturaleza, por así decirlo, analizar cada cuestión en todo aspecto posible. Por eso, incluso ahora, yo me estaba preguntando a mí mismo sobre el significado de esta última experiencia. Yo sabía que con respecto a Menax, que me había pedido con tanta decisión que fuera su hijo, yo sentía el más profundo respeto y afecto. Mi vida no me habría parecido un precio demasiado alto a pagar, si con ello pudiera rendirle un gran beneficio; y yo amaba la vida, además; No había nada morboso en mi naturaleza, a menos que un gran amor por mis amigos sea un signo de morbosidad. Me paré a pensar un poro lo que mi adopción significaba social y políticamente. No necesito decirte lo que tiene que haber sido para mi ambición ser colocado así en una posición tan elevada como la que ocuparía a partir de entonces de acuerdo con el nivel atlante, como hijo legal de un alto consejero, quien por matrimonio era hermano del Rai. Todo este tiempo, mientras consideraba la situación, yo me estaba reservando como un sentimiento muy agradable, el placer de examinar cuál era la clase de amor que yo sentía por aquella que era mi hermana, sólo por adopción, es verdad, pero quien, siendo la niña mimada de los círculos internos, y la adorada de la gente de Caiful, aparecía ante el mundo como mi hermana en el momento en que el Rai Gualun aprobara oficialmente la intención de su hermano. ¿Debía yo sentir placer o contrariedad? Miré a la que yo había soñado que fuera mi esposa en caso de que Inca! en Su bondad viera apropiado el concederme llegar a posiciones elevadas. ¿Podría yo esperar realizar el sueño, después de este inesperado

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giro de la fortuna? Si yo hubiera llegado a mi elevada posición en forma distinta, entonces podría haber esperado obtener la mano de Anzimee. ¡Pero ahora! Mi gran fortuna parecía una manzana del paraíso, amarga para mi boca. Ahora yo era su hermano, legalmente, aunque no por vínculo cosanguíneo. Existía una probabilidad de que las cosas no fueran tan negras como parecían, ya que tales adopciones entre las clases bajas eran frecuentes, y no eran un impedimento para el matrimonio. Así pués, el sol salió de entre las nubes otra vez. Las características más acusadas en la apariencia de la muchacha que estaba ante mí era la sencillez de su atuendo. Esa tarde, sus hermosos cabellos castaños estaban recogidos hacia atrás en su linda cabeza con un broche dorado, y caían sueltos. Una larga túnica vaporosa cubría su forma esbelta y juvenil. Ningún traje podía ser más artística y elegantemente sencillo que este tejido diáfano, sin color, teñido justo lo necesario de azul como para parecer blanco perlado. Unas cintas de color carmín en los hombros indicaban su estirpe real. Su vestido estaba anudado en la garganta con un alfiler hecho de oro, en donde refulgían grandes rubíes, agrupados alrededor de un centro de perlas y esmeraldas, y todo el conjunto aumentaba el color de sus mejillas haciéndola parecer un encantador capullo de rosa humano. Aunque su atuendo era lujoso, éste no añadía nada al propio atractivo dulcemente dignificado de la muchacha. Las perlas, emblema de su rango como Xioqenu; las esmeraldas, señal de que todavía no había alcanzado voz política; los rubíes, gemas de realeza, llevadas sólo por el Rai, o uno de sus parientes cercanos. La hermana de Gualun fué la madre de Anzimee y la esposa de Menax. Poseidonis consiguió su grandeza debido a su superioridad cultural, una grandeza que no hacía distinciones de sexo entre sus votantes. Pero si la Atlántida debía todas las cosas al conocimiento, no era menos cierto que el pueblo capacitado atlante no hubiera sido lo que fué si no hubiera sido por sus esposas, las hermanas y las hijas, y sobre todo, las madres de nuestra soberbia tierra. Nuestro gran tejido social estaba fundado y construido sobre los esfuerzos de los hijos e hijas que, durante siglos, habían respetado las lecciones inculcadas por las madres amorosas, verdaderas y patrióticas. Después del homenaje que rendía a su Creador, el segundo homenaje que Poseidonis rendía era a la mujer. Nosotros

amábamos a nuestro Rai, y al Astiki; 1~ respetábamos tanto como los gobemanates de este mundo han sido respetados; pero honrábamos a nuestras mujeres más, y Rai y príncipe, soberano y súbdito,

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estaban orgullosos de reconocer la sagrada influencia que hizo de toda nuestra soberbia tierra de la libertad un gran hogar. América, tú eres amada por mí como lo fué Poseidonis. De entre todas las naciones, tú eres así amada debido a la mujer -y a Cristo-. Estarás en vanguardia debido a ambos, y eclipsarás al resto del mundo cuando llegue el feliz día kármico en que se coloque a la mujer no por debajo, no por encima, sino al lado del hombre en la roca de la educación esotérica cristiana, la piedra de granito del conocimiento y la fe, que resiste los vientos y tormentas de la ignorancia. Construida sobre tales cimientos, la casa Nacional no se derrumbará; construida sobre otros, grande será su caída. Aquí está la sabiduría: miriadas de serpientes hay en un hombre; en tí; guárdalas. Ahora sois esclavos. Sed amos en vez de eso. Pero, ¡ah!, este Camino es estrecho; pocos desean encontrarlo.

CAPITIJLO XIII

EL LENGUAJE DEL ALMA "Zailm, hijo mío, has oído la narración de la Saldu, Lolix. Como sabes, es debido a lo que se ha derivado de los sucesos relatados por ella por lo que tienes que ir en misión a Suemia. No es una tarea dura, simplemente dar las gracias por los presentes recibidos y devolver la atención con los nuestros, y prometer que no vamos a retener como prisioneros de guerra a la gente que el Rai Emon nos ha enviado. Les daremos asilo, pero el Rai Emon no debe pensar que permitimos su presencia aquí para hacerle un favor. En cuanto a otros asuntos, el Rai Gualun desea que acudas mañana al Agacoe. Pero, ¿no te vas a quedar aquí esta noche?". "Padre mío, me gustaría quedarme; pero, ¿no es mejor que vaya con mi madre esta noche y la deje tranquila? Ella padece un poco de los nervios y no soporta bien mi ausencia por la noche". "Tienes razón, Zailm. Pero pronto haré los arreglos necesarios para que tu madre sea alojada en algún lugar agradable del astikithlon, para que estés bajo el techo de tu padre por la noche". Me despedí entonces del príncipe y de la dulce muchacha que había estado con nosotros durante parte de la tarde, y me adentré en la noche. La lluvia había cesado, y las nubes, rodando por el cielo con plomiza oscuridad, no tenían más que una rendija en su oscura masa. Por esta hendidura brillaba una gran estrella blanca, que a veces lanzaba destellos rojos. Al mirarla, cerca del horizonte, pareciendo en aquel momento que se elevaba desde el océano de

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aguas fosforecentes, visibles desde los Altos de Menax, pensé en el pasado; porque esta estrella había brillado sobre mí mientras yo esperaba la salida del sol en Pitach Rhok. ¡Parecían haber pasado tantos años desde esa mañana! Hoy día esta estrella se llama "Sirio", nosotros la llamábamos "Corietos". Al mirarla, pareció una promesa de auspicioso éxito, pasado, presente y por venir. Elevando mis manos hacia ella, murmuré: "¡Firis, Firisooa Pertas!", que quiere decir: "Estrella, oh, estrella de mi vida". Resulta un poco singular que el lenguaje que es traducido así tenga un sonido y sentido similares al que hoy día usan las gentes de mi hogar planetario. En aquel distante día, elevé mis manos y exclamé: "¡Estrella, oh, estrella de mi vida!". Hoy, dejo por un momento de precipitar esta historia en palabras astrales, y me vuelvo a mi Alter Ego, diciendo: "Firis, Firisa". Este es su hermoso nombre, que significa: "Estrella de mi alma". Peculiar, ¿no es así?, que hayan tenido que pasar doce mil años, y yo, miembro de otra raza de seres humanos, en otra mansión, encuentre tan poco cambio en el lenguaje del alma?

CAPITULO XIV

LA ADOPCION DE ZAILM Cuando, de acuerdo con la solicitud, llegué al palacio de Agacoe a la mañana siguiente, me dirigí directamente al despacho privado que ocupaba el Príncipe Menax, esperando encontrar a mi padre solo. Pero en esto fui desilusionado, ya que el Rai Gualun estaba allí con él. Los dos estaban hablando cuando entré, y no se interrumpieron, evidentemente no considerándome como un intruso. Oí al Rai preguntar: "¿No deberíamos ir ahora al Incalithlon?". "Si así lo deseas. Y tú, Zailm, acompáñanos". El Rai llamó a un coche de palacio, que llegó rodando hasta nuestra presencia sin ninguna persona que lo condujera; llegó hasta la puerta del despacho, que se abrió para permitir su entrada precisamente como si algún criado del palacio la hubiera abierto. El coche entró rodando en la habitación y se paró frente a nosotros. Todo esto se llevó a cabo como si una mano lo hiciera.

Pero allí no había ninguna mano visible. Esta fué la primera vez que ví una exhibición del poder oculto que poseía Gualun; ciertamente nunca ví tantos ejemplos de su poder, a pesar de su

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alto adeptado. Como todos los verdaderos adeptos, era muy parco en dar estas lecciones objetivas, disgustándole mostrar su conocimiento ante aquéllos que no poseían el suficiente sentido común como para saber que las acciones de esa clase no eran sino ejemplos de control de la naturaleza por medio de una comprensión de las leyes superiores que la mente ordinaria percibe en su entorno natural; pero yo no era alguien que viera nada milagroso en lo oculto; si no entendía el proceso, sí entendía que no era sino el funcionamiento de alguna ley que yo no conocía. Por esto, a Gualun no le importaba dejarme ser testigo de su poder en ocasiones. El coche nos llevó a la estación de vailx en el exterior, donde encontramos un vailx de pequeño tamaño, en el que el Rai Gualun cortesmente invitó a entrar primero a Menax y después a mí, él entró el último. Aquí se produjo un espectáculo digno de mención, el rey de una poderosa nación sin el despliegue de ningún ayudante, sin más diferencia de rango que aquéllos de posición inferior. En verdad, como Xio-Incali, Gualun tenía dominio sobre el servicio mecánico que era mucho más regio que podía serlo una corte de servidores. Como el padre, el hijo. Gualun, que era como un padre para su pueblo, era imitado por éste en su forma de comportarse. Ellos, también, eran sencillos de hábitos, de modales corteses, y, aunque en muchos casos ricos y llenos de lujo en sus hábitos en la vida, no eran ostentosos, tal como su Rai daba ejemplo. El gran templo de Inca! se encontraba a varios kilómetros de distancia, pero unos cuantos minutos bastaron para llevamos hasta su enorme estructura. En el exterior, el Incalithlon tenía la forma de la pirámide egipcia de Keops, no tan alta, pero cubriendo un área del doble de la extensión de ésta. No aparecían ventanas en sus lados, y la luz del sol nunca entraba en su interior. Además de un número de pequeños salones, el edificio tenía un gran salón donde había espacio para varios miles de fieles. El hábito poseidonio de copiar a la naturaleza era seguido en este santuario con extraordinaria fidelidad. En lugar de paredes rectas, o alcobas, en la habitual distribución de interiores, el enorme auditorio imitaba fielmente una caverna de estalactitas y estalacmitas. Al colocar toda esta piedra caliza, se había procurado que las estalacmitas no cubrieran demasiado espacio en el suelo. Pero las estalactitas, estando colgadas del techo de marmol, habían sido colocadas en gran profusión en la medida en que el espacio lo permitía y brillaban como estrellas a la luz de las lámparas incandescentes

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colgadas a medio camino entre éstas y el suelo. Desde este último punto de vista, estas lámparas estaban ocultas en mamparas cóncavas, por lo que su brillo era totalmente invisible desde abajo, pero brillando hacia arriba era reflejado por miríadas de blancas agujas brillantes, llenando el templo de una luz permanente y suave, pero poderosa, que no parecía emanar de ningún punto en especial, sino del aire mismo, una luz bien adaptada a la meditación religiosa. Dejamos el vailx y entramos por el pórtico sencillo pero amplio, y pasamos por el salón hacia el Sagrado Asiento, a espaldas del santuario. En él encontramos a Mainin, el lncaliz, o sumo sacerdote, un hombre de maravilloso logro y conocimiento, el primero en todo, de hecho. Todos nos inclinamos cortesmente ante él, y entonces el Príncipe Menax dijo: "Santísimo lncaliz, tú sabes, en tu gran sabiduría, por lo que vienen a tí tus hijos. ¿Cumplirás nuestra plegaria dándonos tu bendición?". El Incaliz se levantó y nos invitó a seguirle hasta el triángulo del Maxin, o Luz Divina, enfrente del Sagrado Asiento. Dejando por un momento el relato de nuestras siguientes acciones, describiré esta parte del templo especialmente sagrada. Era una plataforma elevada triangular de granito rojo, varios centímetros más alta que el suelo del auditorio, once metros entre sus puntas. En el mismo centro de ésta había un gran bloque de cristal de cuarzo, sobre el cubo perfecto se alzaba el Maxin. Este parecía una llama, en forma de punta de lanza, y despedía una luz de intenso poder sobre todas las cosas alrededor, y no obstante, uno podía mirar su brillo blanco constante e inmóvil, sin tener que protegerse los ojos aunque éstos no fueran fuertes. Más de tres veces la altura de un hombre allí estaba, una misteriosa manifestación de Inca!, como todos los espectadores creían. En realidad era un oculta luz ódica, y había estado en e&e lugar durante siglos. Había presenciado el mayor desarrollo de Poseidonis y su capital, y había visto el templo original de Inca! (una pequeña estructura arquitectónica, indigna de tan gran pueblo) destruido, y el actual lncalithlon construido alrededor de la misma. No daba calor, ni siquiera calentaba el pedestal de cuarzo; y sin embargo, para cualquier ser viviente, el tocarla era fatal en el mismo instante de ejecutar tal acto. Ni aceite, ni combustible, ni corriente eléctrica la alimentaba, ningún hombre la cuidaba. Su historia era peculiar, y no dejará de interesaros, amigos míos. Muchos cientos de años antes había existido durante cuatrocientos treinta y cuatro días un soberano en Poseidonis que poseía

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un maravilloso conocimiento. Esta sabiduría era como la de Emon de Suemia. Nadie sabía de dónde había venido, y no pocos estaban dispuestos a discutir su postulado, mientras todos dudaban, si su significado era figurado o literal cuando dijo: "Vengo de lncal. Mirad, soy hijo del Sol y he venido a reformar la religión y la vida de este pueblo. He aquí que Incal es el Padre y yo soy el Hijo, y El está en Mí y yo estoy en El". Se le pidió que demostrara esta afirmación, con lo que él colocó su mano sobre un hombre que había nacido ciego, y el hombre recibió la vista y vió, junto con los que dudaban, que su liberador se inclinaba sobre el pavimento de la plataforma triangular, y con su dedo dibujaba un cuadrado de 165 cms. de lado. A continuación salió fuera del cuadrado trazado, y al punto apareció el gran bloque de cuarzo, un cubo perfecto, en su lugar. Colocándose a un lado puso su dedo sobre la roca, y sopló sobre ella con su aliento. Al retirar el dedo el Maxin, o Fuego de lncal, apareció, y así el cubo y el Fuego no Alimentado han permanecido allí durante todos estos siglos. No es necesario decir que la prueba fué satisfactoria, y desde entonces el misterioso extranjero revisó las leyes y proporcionó el código que desde entonces gobernó la nación. El había dicho que quien pusiera o quitara algo de sus leyes, no iría al Reino de Inca! hasta que "Yo haya vuelto a la tierra para el juicio final". Nadie nunca tuvo el deseo de desobedecer, o al menos nunca se había hecho ningún cambio. Las leyes que este Rai había dado fueron escritas por él sobre la Piedra Maxin con su dedo, y ningún trabajo de escultor las habría cincelado mejor. También estaban escritas sobre el libro de hojas de pergamino, y éste lo colocó bajo la Luz no Alimentada misma, que a partir de entonces se extendió por la superficie del Libro; éste había estado allí desde entonces, impecable, sin quemarse. El maravilloso escritor lo había colocado allí a la vista de toda la gente que pudiera entrar en el nuevo Templo construido en lugar del viejo. Al hacer esto, dijo: "Escuchadme. Esta es mi ley. Vedla también escrita sobre la Piedra Maxin. Ningún hombre la quitará de aquí, porque morirá. Pero, cuando los siglos hayan pasado, ¡mirad! el Libro desaparecerá de la vista de la multitud, y ningún hombre conocerá su paradero. Entonces la Luz no Alimentada se apagará, y ningún hombre será capaz de volverla a encender. Y cuando estas cosas hayan sucedido, ¡mirad!, no estará lejos el día en que la tierra desaparecerá. Perecerá debido a su iniquidad, ¡y las aguas de Atla se moverán sobre ella! He hablado".

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Una vez, en la historia de Poseidonis, un Rai llegó a dudar de si un hombre moriría de verdad si intentaba retirar el Libro de la Luz no Alimentada. Concibió la idea de que como el Maxin ardía sobre el Libro solamente, y no sobre sus lados, podía desplazársele. Por Jo tanto, obligó a un malhechor a intentar la hazaña, temiendo después de todo intentarlo él mismo, ya que en la política tiránica que seguía, no le importaba en absoluto que el hombre muriera o no. Aquel era un tiempo de creciente oscuridad y maldad, cuando los hombres casi habían olvidado al Gran Rai, Hijo de lncal. Al pobre diablo se Je obligó a tomar el Libro y a retirarlo si podía. Le fué imposible moverlo, pero no fué destruido por el Maxin. Tomando coraje y presionado por el Rai, lo intentó con más fuerza. Tiró, y su mano se desvió y pasó por el Maxin. El miembro fué destruido inmediatamente, cortado, ido, mientras que el monarca, de pie distante algunos metros, temeroso de acercarse, fué golpeado en ese mismo instante por una llamarada que despidió el Maxin, ¡y nadie lo volvió a ver más! ¡Aquel ejemplo fué suficiente! Lo erróneo de su comportamiento de repente se hizo obvio para los malvados, y la administración de las leyes estuvo otra vez de acuerdo con su espíritu, así como con su letra. El día de la "Lúgubre Profecía" era esperado a medida que las décadas se convirtieron en siglos, pero su tiempo todavía no había llegado, y aunque muchos alarmistas predecían días en los que podría acontecer con seguridad, no ocurrió nada, y la Luz no Alimentada continuó. Según la ley, los cuerpos de todas las almas que habían pasado a Navazzamin eran incinerados. Esto incluía algunos animales. Los que morían lejos de Caiful eran incinerados en algunas de las múltiples Navamaxa (urnas especiales para cadáveres) que el gobierno proporcionaba en todas las provincias, y si el cuerpo incinerado era el de un ser humano, las cenizas eran llevadas a Caiful y lanzadas al Maxin, como un acto ceremonial. Los que morían en Caiful eran llevados al Incalithlon, y elevados hasta la parte superior del Cubo, donde se les dejaba caer boca abajo sobre la Luz no Alimentada. En ambos casos, tanto si eran cenizas incineradas como cuerpos, el resultado era el mismo, esto es, aunque no había llama ardiendo, ni humo, ni movimiento del Maxin, la instantánea desaparición de los objetos ocurría en el momento en que entraban en contacto con el maravilloso Fuego no Alimentado. Por lo tanto había sido cantado por poetas como la "Puerta", al país que cada alma tiene que descubrir por sí misma. Morir, sin pasar de alguna manera por el Maxin, tanto de cuerpo presente o

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como cenizas de una anterior incineración, era considerado por un gran número de gente como señal de la más terrible calamidad. Puede parecer que la gente de tal erudición científica no podía ser tan infantil en sus concepciones religiosas. En realidad, no era infantilismo. En cambio, era una insistencia sobre la total destrucción de la cáscara terrestre del alma, para tener la seguridad de la liberación de la persona real de todo lastre terrestre al entrar en Navazzimin. No es que mucha gente comprendiera el significado esotérico del ritual; no, entendían sobre el significado real tanto como los Incali les habían enseñado por medio de la comparación del alma que deja la tierra con la semilla que, al florecer, deja atrás cada fragmento de la vaina. Pero volvamos al Incalíthlon y a la ceremonia de mi adopción por parte del Príncipe Menax. Según estábamos de pie ante la Piedra Maxin, Gualun me invitó a arrodillarme, y entonces, colocando su mano sobre mi cabeza, habló diciendo: "En armonía oon las leyes del país, hechas y provistas en tales casos, Astika Menax, Consejero de Poseidonis, desea adoptarte, Zailm Numinos, por hijo con su nombre, en lugar del que partió a Navazz.amin. Por lo cual, como tu Soberano y el suyo, yo, Gualun, Rai de Poseidonis, declaro que esto se haga tal como es el deseo de Astika Menax". El Incaliz completó las ceremonias colocando su mano derecha sobre mi cabeza y su izquierda sobre la de Menax según estábamos arrodillados ante él, e invocó la bendición de Inca! sobre nosotros dos. AJ levantar sus manos, se dirigió a mí de esta manera: "Pónte de pie a la vista de lncal, para que ningún hombre te acuse con razón. Haz esto y tus días serán largos. Pero si fallas, tu tiempo será acortado. Que la paz de lncal sea contigo". Ninguno de los tres que oíamos al Incaliz comprendió lo que quería decir con que mis días podrían acortarse debido a que yo fallara en rectitud, pero las palabras fueron dichas sólo como advertencia. No obstante, supe después, demasiado tarde, qué premonición guiaba a Mainin en sus palabras. Supe en un torrente de amargo recuerdo, que me trajo a la mente cuán cobarde había sido yo en Pitach Rhok en mi elevada resolución de tener éxito, como resultado de ser honesto a mi ser divino, considerado por Dios. Pero todo esto vino, pensé, demasiado tarde. Demasiado tarde era cuando yo yacía en un foso esperando la muerte, de la

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que ningún alma mortal podría salvarme, y soñaba que mi alma se sentaba en una playa sin verdor mirando a través del ilimitado océano, y exclamando: "¡Ah!, ¡dónde está la esperanza de mis años!". Amarga y ardiente fué la agonía del remordimiento, pero ni nombre estaba todavía en el Libro de la Vida; todavía allí, y no borrado como yo temía. El karma es inexorable y severo, hermano mío, hermana mía; pero nuestro Salvador ha dicho: "Sígueme". "El que tengo oídos para oir que oiga". "Obrad la palabra, y no oidla solamente 11 • Al volvemos, un lncala, que había estado presente, comenzó a tocar en el gran órgano del templo; entonces el silencio del gran auditorio respondió como ninguna voz humana podría hacerlo. "En el viento los profundos tonos de las campanas se hinchan". Los ecos sonaron una y otra vez a medida que las sonoras voces del gran órgano sonaban, entusiasmando al alma con su poderosa armonía. Rayos de luces de muchos colores, algunos brillantes, otros suavemente teñidos como los de una imagen espectroscópica de la luna, brillaban de un punto a otro en tubos al vacío, y al cambiar los colores, también lo hacían las notas de la música, por cada rayo de luz, cualquiera que fuera su fuente, en una nota coral latiente, si era desarroJlada correctamente. Así cantan las estrellas. El Rai no se vino con Menax y conmigo cuando acabó lo que nos había Jlevado aJlí, sino que permaneció con el Incaliz Mainin. Con él Gualun tenía más confianza, tenía una amistad más profundamente íntima que con ningún otro ser humano. Y la razón era que ambos, él y Mainin eran Hijos de la Soledad y habían sido jóvenes a la vez en los días anteriores a que el favor público hubiera designado a uno para Rai, y al otro para Incaliz, siendo estos dos cargos electivos, siendo el cargo de Sumo Sacerdote el único cargo eclesiástico que podía ser ocupado por voto popular. Y esta excepción se debía a que se consideraba auténtica justicia el permitir al pueblo consultar sus propios deseos en este asunto de elegir a quien todos creían que era el ejemplo de vida moral más eminentemente bueno y perfecto, para que estuviera por encima de eJlos en éste el más elevado cargo espiritual. Pero en los días de su juventud ninguno de ellos pareció esperar la preferencia que los años tenían en reserva, y después del largo curso requerido del Xio lncali en el Xioquithlon, ambos se

habían ocultado del mundo de los hombres y se habían marchado a las soledades de las inmensas montañas, donde únicamente los Hijos de Inca! moraban, de entre toda la humanidad. Estos

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hombres eran los Teocrísticos o Adeptos Ocultistas de aquella antigua era, los Yog-Vidya de su tiempo. Eran en verdad reservados en su sabiduría, tanto entonces como ahora; pero a Gualun y a Mainin se la impartieron sin reserva. No tenían familia entonces, ni la tienen estos estudiantes de Dios, de la Naturaleza, desviados ahora de los mismos principios de celibato. Nadie que espere conseguir su profundo conocimiento puede emparejarse. A medida que los años pasaron, tantos que los hombres casi los habían olvidado, Gualun y Mainin hicieron lo que pocos se sabe que han hecho volver a las guaridas de la humanidad común. Mi padre, Menax, era sólo un bebé cuando Gualun se fue, y su hermana difunta aún no había nacido. No obstante, cuando Gualun volvió, las hebras de plata de la edad ya brillaban en el cabello del Príncipe Menax, mientras que el Rai que pronto sería, aparentaba ser un poco más que maduro, pero sin haber cambiado su apariencia juvenil de los días de antaño. Entretanto, su hermana había venido al mundo, había crecido hasta hacerse mujer, se había casado con Menax, y después de traer a la vida a su hijo, Soris, y a su hija, Anzimee, se había ido al país sin descubrir por la puerta del Maxin. Mainin, también, tenía una apariencia juvenil similar. Estos dos "Hijos de la Soledad" volvieron, dando como razón de su retomo que su presencia era necesaria, y ambos fueron finalmente elegidos por el pueblo para ocupar los respectivos cargos que les hemos visto ocupando, posiciones que habían quedado vacantes a la muerte de sus ocupantes. Sólo ahora que doce mil años han pasado a la eternidad por la puerta trasera del tiempo, es cuando he venido a saber cuánto tuvo que ver Mainin con estos sucesoo, y cuán en la más completa oscuridad con relación a su verdadera personalidad estaba Gualun y cada uno de los Hijos de la Soledad. Pero no debo anticiparme, ¿no es extraño que Rai Gualun sintiera placer en esta intimidad de su relación con Mainin más que con cualquier otra persona conectada con su vida cotidiana? ¿O es que él sentía su traición final más aguadamente que cualquier otro? No lo sé.

CAPITULO XV

DESERCION MATERNAL Al dejar mi casa en la granja aquella mañana, yo le había contado a mi madre todo lo que había ocurrido, y le dije que tendría una escolta hasta el palacio, donde, después de mi recier.t::

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cambio de fortuna, yo esperaba que fuera a vivir, de acuerdo con las instrucciones de Menax. Qué posición tan anómala era esta. Aquí estaba yo, hijo por adopción de uno de los Príncipes Imperiales, y por virtud de ser reconocido hermano de su hija, Anzimee, yo era sobrino del tío de mi hermana, Rai Gualun. Sin embargo, mi madre no estaba relacionada con ninguna de estas personas reales, y no había visto a ninguna de ellas, excepto al Rai, Jo suficiente como para estar segura de reconocerlos si los volviera a ver. Pero yo me alegré cuando pensé en las oportunidades que tendría de relacionarse con ellos más íntimamente. Habiendo enviado la escolta prometida, cuál fué mi sorpresa al volver al palacio, y saber por boca de mi padre que en vez de venir, ella había enviado un mensaje escrito. Me apresuré a romper el sello y leer, en su fina caligrafía poseidonia, la simple orden: "Zailm, ven a verme. PREZZA NUMINOS". Fuí. Sin saber por qué, un helado sentimiento de aprensión se posaba en mi corazón, un presentimiento de algo horrendo. Cuando llegué a la casa, mi madre, más bien pálida, según pensé, dijo: "Hijo mío, no puedo ir al palacio. No tengo deseos de hacerlo. Estoy muy contenta de tu éxito en la vida, vive pués, en tu alto puesto. Yo no voy a ir contigo. Tu te encuentras a gusto en medio de la nobleza, yo nunca podría. Quizás digas que por mí abandonarías tu puesto y te quedarías conmigo. No lo hagas. A menos que lo desees, es mejor que soportes ahora el dolor del conocimiento mejor que después. Escucha: te he cuidado durante los años de tu infancia y adolescencia, y te he visto llegar a hombre. Ya no necesitas este cuidado. Me volveré al hogar de las montañas". "Madre, ¡no hables así!", la interrumpí. "i Escúchame hasta el final, Zailm! Volveré a las montañas con mi esposo, a quien tú no conoces, un buen hombre, un amante que tuve antes de casarme con tu padre, y al que, habiendo desposado esta mañana, la noticia de ello sin duda habrá ya sido publicada. Un Incala que pasó por aquí muy oportunamente, llevó a cabo la simple ceremonia. A mi otro marido, tu padre, no lo amaba, sino que lo detestaba, porque fué un matrimonio arreglado por mis padres contra mi voluntad, pero ¡ah! con mi consentimiento, ¡fui una tonta al darlo! Tú eres el fruto de esa unión, y a mí viniste sin desearte. Porque tu padre no era querido, era aborrecido, al morir, te dejó heredero, no de mi disgusto, esto sería muy injusto, pero, ¿debo decirlo? un objeto de indiferencia. No he sido mala madre

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porque, como un asunto de orgullo, he escondido mis sentimientos. En un sentido, incluso te amo; amo a mis amigos, no es nada profundo. Tengo que decirte adios ahora, habiendo dicho lo que es necesario". No escuché más porque había caído inconsciente al suelo. ¿Era ésta la madre que yo idolatraba? ¿Por quién yo me había esforzado durante tantos años antes y después, en Caiful, antes de que un nuevo objeto por el que trabajar apareciera y me guiara desde entonces con mayor determinación en forma de un doble ideal, amor a mi madre y amor a Anzimee? ¡OH, lncal! ¡Dios mío! ¡Oh, Dios mío! Al fin volví de mi horrible sueño en el que, sin recobrar la consciencia después de mi desmayo, me había sumido, una calenturienta pesadilla de fiebre cerebral. "¡Madre!". Al decir la amada palabra, Astika Menax, que estaba sentado a mi lado, se volvió, con sus ojos llenos de lágrimas. "¡No, Zailm, no te aflijas! has estado enfermo cerca de la muerte con una fiebre cerebral durante dos semanas. Te lo contaré todo, mañana, quizás. Estuviste muy cerca de ir a esperar a la Tierra Sombría; pero no habrías tenido que esperar mucho, luz mía, ¡porque no hubiera pasado mucho tiempo sin que me reuniera contigo, muchacho!". La historia no es larga. Mi madre, habiendo sabido que la ayudarían a cuidarme, dijo que no se quedaría, ya que no dudaba que el cuidado del médico privado de Menax lo haría igualmente bien, o mejor, que ella. Por lo cual, se había ido con su marido a su casa de la montaña. Desde el momento en que Menax me dijo esto, a costa de mucho dolor para él, el asunto se terminó, y nunca más fué mencionado por nadie. Una vez, al pasar cerca del lugar de mi nacimiento, y enviar un mensajero a preguntar si yo sería bienvenido, volvió a mi vailx y dijo que un hombre le había abierto la puerta. Le dió el mensaje, y dijo: "Dí a tu señor que mi esposa le invita a venir". Fuí, pero pude comprobar que ella habría preferido que no fuera. Me dió la mano, pero no me besó, tal como una madre desea hacer. Su comportamiento, pero ahorradme los detalles de este último encuentro y última vez que ví a mi madre poseidonia. Ella actuó sabiamente al no ir al palacio, tal como estaba constituída; es un tema doloroso; dejémoslo. Tan pronto como mi salud me permitió ir a mi misión a Suernia, lo cual no fué hasta que había comenzado el nuevo curso

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en el Xioquithlon, de cuya asistencia al mismo el Xiorain me había dispensado hasta el siguiente año, el Príncipe Menax me llevó a su despacho privado. "El Xiorain ha ordenado sabiamente", dijo Menax. "¡Oh!, estas mentes jóvenes, ¡están llenas de promesas para el futuro! Ningún plan fué nunca mejor que éste en el que los estudiantes se gobiernan a ellos mismos, y en todas las cuestiones concernientes a temas educacionales, incluso a la distribución y uso de los fondos para educación proporcionados por el gobierno y la selección de tutores, su palabra sea ley". Sobre la mesa del despacho de Menax había un hermoso vaso de cristal maleable, en el que, mezclados había polvo de oro, plata y otros metales coloreados, junto con ciertos elementos químicos que le daban diversos grados de transparencia, desde casi opaco hasta transparencia perfecta, afectando la diversas gamas a los metales así como al cristal, y apareciendo en diferentes partes del mismo objeto. Su bellez.a era igual al valor del costoso producto. Menax señaló a] alto vaso, y leí sobre él esta inscripción, hecha con rubíes: "A Emon, Rai de Suemia, yo, Gualun, Rai de Poseidonis, te doy esto como regalo de tu aprecio de los poseidonios". Si el lector desea ver un facsimil de la leyenda original en escritura poseidonia, su deseo queda aquí satisfecho:

Volviéndome, pregunté: "¿Cuando iré a esa misión, padre mío?". "Tan pronto como tu salud y la conveniencia lo permitan, 7.ailm". "Entonces que sea pasado mañana". "Está bién. Llévate a los acompañantes que desees. No hay ninguno que no pueda ausentarse del Xiorain, creo, si es que eliges a compañeros estudiantes como acompañantes; al menos pueden obtener un mes de vacaciones, y tú apenas estarás interesado en quedarte más de treinta y tres días. Toma también esta sortija de

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sello, por la que delego en tí mi autoridad, tendiendo confianza en tu discreción al usarla, sus poderes son los de un ministro de asuntos exteriores. Llévate también una escolta de cortesanos". A esto repliqué que no me llevaría un séquito, como por ejemplo un plantel de funcionarios, ya que por la historia de la Astiku Lolix, yo pensaba que el Raí Ernon se burlaría de un despliegue tan inútil. Esto complació a Menax sobremanera, y orgullosamente dijo: "Zailm, ¡tu lenguaje me complace! Veo que eres un político prudente, y que calculas bien la probable idiosincrasia de aquéllos con los que tienes tratos". Durante mi enfermedad Anzimee había mostrado mucha solicitud, y según me decían las enfermeras, todo el tiempo que yo estuve insconciente, ella no había permitido que nadie más me cuidara excepto cuando estaba totalmente fatigada, y no durante mucho tiempo entonces. Cuando estaba convaleciendo, no me obsequió con su presencia excepto a intervalos. Aproveché una de esas visitas para decirle que sabía de su amabilidad durante mi delirio. Ella se sonrojó y entonces dijo: "Tú sabes que soy estudiante de la ciencia de la terapia, qué mejor oportunidad para experimentar podría tener una estudiante despierta que la que tú me proporcionaste?". "Sí, realmente", respondí, pero sentí que había una razón más profunda que la inclinación experimental, ¡y que era extremadamente, cncantadoramente cauta! A Anzimee le tracé un plan para conseguirle la mayor diversión en el viaje, después de que los asuntos de estado en Ganje, la capital de Sucmia, hubieran sido atendidos. Hacía tres años que no había estado más lejos de Caiful que el ir a Marzeus. Le mostré la ruta que me proponía tomar; junta. examinamos el mapa, y le señalé que de Caiful en el cabo occidental de Pa.eidonia, me dirigiría hacia el este por el norte cnmmdo el continente, e.l mar más allá del mismo y entre ese punto y otra tierra. A continuación, seguiría hacia oriente cruzando el país de Necropan, país que, ahora llamado Egipto, Abisinia, etc., entonces abarcaba todo el continente de Africa, bajo un gobierno similar al de Suernia, y estaba habitado por un pueblo de poderes similares, pero no tan avanzado. Africa no tenía entonces más que la mitad de su actual extensión, mientras que Suernia, que también abarcaba toda Asia, era mucho más diferente de lo que es hoy día, pero era un nombre más distintivo de la península de Hindostán. Dejando Necropan, la

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ruta iría por mar hasta la India, o, tal como conocíamos los nombres, por las "Aguas de Luz" (debido a su fosforescencia) hacia Suemia. Desde Ganje, capital de Suemia, nuestro curso seguiría siendo en dirección este cruzando el oc.éano Pacífico, como ahora es llamado, hacia nuestras colonias en América, llamadas "lncalia" por nosotros, porque en esa lejana tierra antípoda, el Sol, Inca!, decía la leyenda que tenía su lecho, según el poema épico ya mencionado como la base del folklore atlante. Desde Incalia del sur (la moderna Sonora) me proponía dirigirme hacia el norte y pasar rápidamente sobre los desolados campos de hielo de las regiones árticas. Lo que ahora es ldaho y Montana, Dakota, Minnesota, y el Dominio de Canadá, estaban entonces cubiertas por los inmensos glaciares, a retaguardia de la era glacial, que se estaba retirando lentamente, muy lentamente, incluso en aquel lejano día, geológicamente hablando, como eran los días de la Atlántida, renuentes a terminar su frígido reinado. El viaje podría así aportar novedad y contrastes agradables; tropicales, semi-tropicales, templados y helados. "¿Se opondría mi padre a que yo fuera también, Zailm?", preguntó Anzimee, esperanz.adamente. "No he estado fuera de Caiful durante cinco años". "Ciertamente, no, nenita. El me dijo que podía invitar a quien yo quisiera, y no sé de nadie que me complazca más invitar que a tí. Ya he invitado a un buen grupo de nuestros amigos comunes". Así pues, Anzimee también vino. Cuando todo esta preparado, nuestro grupo constaba de casi una veintena de gente joven que congeniaban entre sí, un par de funcionarios del personal de Menax, con los necesarios sirvientes y todo lo requerido para un mes de ausencia. Nuestro vailx era de mediano tamaño de transporte, siendo estos vehículos de cuatro dimensiones éstandar; la primera de unos 7,50 mts.; la segunda de 24 mts., la tercera de unos 47 mts., mientras que el mayor era unos 60 mts. más largo que el tercero. Estas largas agujas eran de hecho redondas, agujas huecas de aluminio, formadas por una capa externa y otra interna entre las que existían muchos miles de abrazaderas dobles en forma de T, que hacían una estructura de gran rigidez y fuerza. Todos los compartimentos tenían otras abrazaderas de fuerza resistente adicional. Desde el centro, los vehículos se afilaban hacia los extremos. La mayoría de los vailx tenían un dispositivo que permitía, cuando se deseaba, abrir una plataforma de paseo en

un extremo. Ventanas de cristal, de enorme resistencia, estaban colocadas en filas como ojos de buey a lo largo de los lados, unas

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cuantas en la parte superior, y otras colocadas en el suelo, ofreciendo así panorámica en todas direcciones. Debo mencionar que el vailx que yo había seleccionado para nuestro viaje de recreo tenía unos cinco metros de diámetro en su parte más ancha. A la hora establecida (la primera hora de! tercer dfo, tal como había sido convenido con Menax) mis invitados se reunieron en el palacio, desde el tejado del cual íbamos a partir. Cuán cuidadoso era yo de mi encantadora hermana, y cuán orgulloso de su belleza. La princesa Lolix, a quien siempre habíamos tratado como una invitada en el Menaxithlon, vino hasta la plataforma donde estaba el vehículo, curiosa de ver nuestros preparativos para la marcha. Parecía siempre nuevo para ella contemplar un vehículo aéreo cuando dejaba tierra firme. No había nada en ella que denotara su asombro; ella siempre trataba de no parecer sorprendida de nada, no importa cuán nuevo o maravilloso pudiera ser realmente para su experiencia. Ciertamente, el suyo era un temperamento tranquilo, constante, no fácil de soliviantar. Yo no la había visto, desde las cinco o seis semanas que habían pasado desde que escuché su historia, exhibir mucho de ninguna clase de emoción como la que tenía aquella tarde en la que yo había observado que mis atenciones para Anzimee habían conturbado a la Saldu, y supe que el efecto tenía que haber sido profundo debido a su incapacidad de guardar su emoción totalmente en secreto. Considerando que íbamos a Suemia, Lolix no fué invitada al viaje, como lo hubiera sido en otro caso. Pero no me olvidé de darle un cordial y respetuoso adios. Las llaves de la corriente fueron ajustadas y, cuando el vailx temblaba ligeramente antes de dejar el tejado, Menax subió al puente, asombrándome considerablemente, porque yo no tenía idea de que pensara acompañamos. En realidad no era así, pero a todas las preguntas él conservó un silencio sonriente. Larga como era nuestra aguja blanca plateada, pronto nos elevamos tan alto como para hacemos parecer un punto a la gente que había abajo. A continuación y durante media hora volamos a una velocidad moderada a través del alto abismo, cuando una joven nos hizo notar que se acercaba un vailx que seguía nuestro camino. El Príncipe Menax, sentado en un sillón a mi lado, miró sobre el rail a la superficie, más de tres kilómetros debajo nuestro; entonces, colocó su capa de piel mejor sobre sus hombres, miró atrás sobre los ciento sesenta kilómetros más o menos que ya habíamos recorrido en la media hora, y comentó que el otro vailx se aproximaba rápidamente a nosotros.

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"¿Le digo al conductor del vailx que aumente la velocidad para que disfrutemos de una carrera?", pregunté a nuestros acompañantes, que llevaban atuendo para el ártico, y que ocupaban su tiempo mirando alrededor por el puente abierto. "No, eso no, hijo mío". dijo Menax. Y no dijo más, porque en ese momento, me dí cuenta de que el que nos perseguía lo hacía por orden del príncipe. Menax se levantó entonces, nos dijo adios y nos deseó un agradable viaje, y entonces, habiéndose levantado Anzimee también, puso su brazo alrededor de ella y se volvió a mí. Pasó su otro brazo a mi alrededor y así permanecimos por algunos momentos. A continuación, soltándonos, ordenó a los dos oficiales del puente que lanzaran cables al otro vehículo, que en aquel momento estaba a nuestro costado. A continuación, subió a bordo del ,tro vailx y dió orden de soltar las amarras. Así nos separamos, por encima de la verde tierra, tres kilómetros más abajo, él para vo:ver, nosotros para seguir.

CAPITULO XVI

EL VIAJE A SUERNIA Ante nosotros se presentaba un viaje de placer durante el que recorreríamos muchos miles de kilómetros. Avanzamos lentamente cuando llegamos sobre la base de la enorme mole del Pitach Rhok, la imponente montaña, y ascendimos, de manera que estuviéramos a nivel con su alto pico. Cuando estuvimos en el Jugar, el grupo quiso hacer una parada en la cumbre, y todos juntos plantamos nuestros pies sobre las nieves del pico, cosa que hicimos para complacer principalmente a Anzimee, que dijo que el lugar era muy interesante a cuenta de lo que me había sucedido allí a mí. Entonces, otra vez, estuvimos en camino, descendiendo desde las elevadas altitudes con el fin de ver mejor el país montañoso y muy habitado que se extendía debajo de nosotros, entre Pitach Rhok y Poseidonis oriental. Al acercarse el atardecer, nos llegó un ruido sordo, y pronto la larga blanca costa del viejo océano brilló debajo por un momento, y en poco tiempo quedó atrás con las aguas, de color plomo a la luz del atardecer, debajo, detrás, delante y a ambos lados, no había tierra a la vista, y a 1.600 kms. al este el país de Necropan. Sin ir a toda velocidad, no podíamos esperar estar sobre ese país en menos de dos o tres horas. Pero como sería de noche

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antes de que llegáramos, aumentamos la velocidad a 240 kms. por hora, cerramos el puente y entrama; en el salón, donde las lámparas incandescentes iluminaban las sombras de la noche. Un viaje en vailx nunca sería tan monótono como lo es hoy día un viaje en incluso el más rápido de los barcos. La variedad de la panorámica, la amplitud de vistas posibles, porque la altitud dependía totalmente de nuestro deseo, sin el frío exterior ya que la gente se sentaba en un salón calentado con el Navaz y provisto de aire de la adecuada densidad por las mismas fuerzas del Lado Nocturno, todo esto tendía a evitar el tedio. Entonces también, el tránsito rápido cambiaba el aspecto de las cosas abajo tan rápidamente que el espectador mirando hacia atrás miraba sobre una vista que se disolvía. Incidentalmente, debo decir que las corrientes derivadas del Lado Nocturno de la Naturaleza permitían alcanzar la misma velocidad que la rotación diurna de la tierra, esto es, suponiendo que estuviéramos a un altitud de 16 kms., y el tiempo fuera el instante del meridiano del sol, en ese momento meridiano podríamos permanecer indefinidamente, colgados, mientras la tierra rotaba debajo, a aproximadamente 27.2 kms. por minuto. O se colocarían las palancas de cambio de dirección, y nuestro vailx podría alejarse de donde era meridiano en la superficie de abajo, a casi la misma terrible velocidad, terrible para alguien no acostumbrado a ella, como mi lector es ahora, pero vendrá un día, si, como espero, él o ella vive, en que verá los vailx redescubiertos. Ni la vida necesita ser muy larga antes de entonces. Al tiempo que teníamos tales armas contra el tedio, tampoco carecíamos de medios de diversión. Teníamos nuestros naima, en los espejos y vibradores en los que nuestros amigos, aunque estuvieran lejos, podían aparecer en imagen de forma y voz, con movimiento y con volumen de sonido vocal. El salón de los grandes vailx de pasajeros tenían bibliotecas, instrumentos musicales, y plantas, entre cuyas flores volaban los pájaros similares a los modernos canarios domésticos. Aproximadamente a la décima hora se nos informó que Necropan estaba debajo nuestro, y ante esta sorprendente información, porque a la velocidad que yo había ordenado, deberíamos haber tardado al men
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traducida, que es el desierto de Sahara de hoy día. Esta gran desolación algunos de nuestro grupo nunca la habían visto, y para permitirles el privilegio de verla descendimos para pasar la noche en un cordillera elevada, suficientemente alta como estar estar libres de las influencias de la malaria, porque estábamos cerca de lo que hoy es Liberia. "El orgulloso pájaro-El Condor de los Andes, que puede surcar por las profundidades insondables del cielo, O desafiar la furia del huracán del norte Y bañar su plumaje en el hogar del Trueno, Extiende sus anchas alas a la caída de la noche, y se hunde Para descansar sobre su risco de montaña".

Aunque la llamábamos Sattamund, o la Tierra Desértica, no era una región tan árida entonces como lo es ahora. El agua, aunque no era abundante como lo era en Poseidonis, era suficientemente abundante como para dar riqueza de árboles tropicales de la clase más dura, suficientes al menos para esconder la desnudez de las colinas de aquel viejo lecho de mar. Incluso había unos cuantos lagos salinos, anchos y azules, y era alrededor de éstos donde la población se concentraba. Pero la misma horrible catástrofe que hundió a la hermosa Poseidonis posó su terrible mano sobre Necropan, y su belleza de verdor desapareció de la tierra, porque los cambios geológicos retiraron todo el agua de la superficie, y la ocultaron de forma que sólo excavadores de pozos artesianos podía encontrar. La misma poderosa convulsión partió las rocas de arriba abajo al sudoeste de Incalia, y hoy día existe en esa árida región una panorámica de lo más fantástica, tan extraña que sobrepasa el poder de mi pluma para describirla, donde fluye el Río Gila, el Colorado, y el Chiquita Colorado. Pero me reservaré la descripción, y cuando la dé será con otras palabras que las mías, para que tú y yo, amigo mío, juntos, tengamos el placer de disfrutar de un estupendo retrato en palabras. En Poseidonis y Suernia, y adondequiera que la civilización extendiera su cetro, existía la ley universal, y el placer de la humanidad en obedecer el mandato celestial que el acuerdo general con el espíritu de vida solar nos enseñaba, que requería el plantar, en vez de rechazar descuidadamente, todas las semillas de flores y frutos, para dar sombra, belleza, utilidad, siempre que hubiera

oportunidad de conseguir un espacio favorable, tanto en los habitats del hombre como en el impenetrable desierto. Ciertamente, en tales viajes como el que nuestro grupo estaba haciendo, era una

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cuestión de significado religioso el tomar grandes cantidades de semillas y esparcirlas desde el puente del vailx al caer la noche, tanto como ofrenda a Incal, como Su sublime símbolo colocado en el oeste, y también para que el rocío de la noche pueda asegurar la germinación, y esta ceremonia se efectuaba también con reconocimiento a la Diosa de la Abundancia, Zania. Así, las plantas salvajes florecieron como la rosa; y hoy día el mundo es heredero de esa siembra de semillas; los cereales indígenas, el trigo, para cuyo origen se han avanzado muchas teorías ingeniosas pero insuficientes, y las variedades de palmeras que hacen los trópicos famosos por la gracia de sus cocos y dátiles, y toda suerte de camaeropos. Y estas cosas son porque el hombre, la mujer y el niño encontraban placer en aquel viejo tiempo en "plantar semillas al borde del camino". Ve y haz lo mismo, para que los lugares desérticos puedan convertirse en bellos y ser un gozo eterno. Alabanza a los Días de Arbor, que cumplen el mandato de Cristo, con seguridad que volverán, y por cientos. Un pequeño paquete de vez en cuando hará que muchas semillas sean plantadas, y aunque no sepais su suerte, ésta será buena, porque el Padre ha dicho: "Crecerá de su misma clase".

LA TORMENTA La mañana amaneció clara y sin nubes y era completamente delicioso que apenas hiciéramos algún avance, moviéndonos lentamente con el fin de que la plataforma fuera descubierta y el grupo pudiera sentarse fuera al aire fresco y al cálido sol. Allá abajo, a unos 600 mts., vimos por los anteojos diversas formas de vida humana, animal, aves y plantas; y los sonidos llegaban hasta nosotros en un tono mortecino, musical, mientras nuestro vailx quedaba suspendido en el aire. Por la tarde, los vientos comenzaron a soplar, haciendo muy desagradable la permanencia cerca de tierra. Las palancas de fuerza de repulsión fueron ajustadas, y enseguida nos elevamos en el aire a tan gran altura que todo alrededor de nuestro vehículo ahora cerrado, eran nubes de cirro, nubes de granizo mantenidas en suspenso debido al viento, tan fuerte como para haber sido peligroso para nuestro vehículo si hubiera sido propulsado por alas o ventiladores o depósitos de gas. Pero como nosotros conseguiríamos nuestras fuerzas de propulsión así como de repulsión, o de levitación, del Lado Nocturno de la Naturaleza, o como en lenguaje poseidonio

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decíamos, de Navaz, nuestra aguja aérea larga, blanca, no temía a la tormenta, aunque ésta fuera fuerte. Como las ventanas, que estaban cubiertas de nieve, obstruían nuestra visión, y como la noche prometía un tiempo furioso, recurrimos a los libros, a la música y a la conversación entre nosotros y, por el naim, con nuestros amigos de casa en la lejana Poseidonis. Murus (Boreas) no tenía autoridad sobre las corrientes de Navaz. La tarde no había avanmdo mucho cuando se sugirió que la tormenta sería fuerte con toda probabilidad, y el viento cerca de tierra huracanado, y así, las palancas de repulsión fueron colocadas en un grado fijo, haciendo que fuera imposible un acercamiento imprudente al suelo, ni siquiera por accidente. Podíamos, si queríamos, aprovechamos de nuestro privilegio y disfrutar la sensación de estar en medio de la tormenta, pero a salvo y a toda velocidad, "Y brava la furia del huracán del Norte".

La novedad parcial podría hacemos dormir mejor, cuando, al terminar la tarde, nos fueramos a nuestros compartimentos. Yo, por lo tanto, aprobé el plan, y dí orden al conductor de que descendiera a una altitud de unos 750 mts. Descendimos. Redujimos las luces con el fin de producir un oscurecimiento parcial y poder disfrutar mejor de toda la furia de la tempestad, y nos sentamos cerca de las ventanas donde podíamos oir, aunque no ver. Para el ojo, nada se veía afuera excepto total oscuridad, para el oído, era agradable de esc4cbar el ensordecedor ruido de la lluvia golpeando sobre el metal. Contra los puntos agudos de proa y popa el viento ahullaba y chirriaba como un ejército de demonios. En ocasiones, cuando el vailx era golpeado por alguna respuesta vigorosa, temblaba, pero seguía su camino, decidido como algo con vida. La experiencia fué agradable, aunque no enteramente nueva, porque nos habló del poder del hombre sobre la materia, y nos enseñó sobre las cosas de Dios, lncal para nosotros, Dueño de todas las cosas y de nosotros mismos, quienes por El teníamos esta autoridad sobre los elementos. Cuando la sensación se convirtió en monótona, se aumentó la iluminación de las luces; una vez más volvimos a los libros y a los juegos y la música, ya que nos elevamos hacia las más altas regiones de la atmósfera, que estaban tranquilas romparadas con las del nivel de 800 mts. Anzimee y una amiga se sentaban aparte del resto del grupo

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en un retiro formado

por viñedos en flor colocados a lo largo de una esquina del salón principal. Al poco tiempo, vino desde su sitio hasta donde yo estaba envuelto en meditación. Tocando mi hombro al acercarse, dijo: "Zailm, tú cantas; me gustaría que vinieras con tu laúd donde Zirtil y yo estamos sentadas y cantaras para nosotras". Entonces se inclinó sobre mi hombro, ruborizándose ligeramente, resultando tan completamente encantadora que yo simplemente me quedé mirando en silenciosa admiración de su belleza. "Vamos, Zailm, ¿lo harás?". Me levanté prestamente cuando ví una sombra de disgusto en su rostro, ya que ella interpretó mi silencio como que yo no quería complacerla, y dije: "Por supuesto, Anzimee, me encantará complacerte, pero, ¿cómo podría moverme?". Sin apercibirse, ella preguntó: "¿Moverte, y por qué no?". "¿Has visto alguna vez un brillante pájaro cantor", repliqué, "que, posado sobre una flor a tu lado, se ha mantenido quieta, casi temerosa de respirar, para que el ave alarmada no levantara el vuelo? Pues yo tampoco podría moverme, por miedo a ... ". "¡Vamos, vamos! Si no estuviera acostumbrada a leer en los ojos de las personas la seriedad y otras emociones, diría que eres un pobre adulador. Pero, ven". "¿Qué quieres que cante, amiguita?", le pregunté a Zirtil, una doncellita dulce y modosa, una estudiante de arte, medio seria y medio frívola de temperamento. "¡Oh!, ¿me preguntas a mí?, bien, algo, algo", lanzando una mirada traviesa a Anzimee, "¡de tu corazón!", replicó riendo. Anzimee se ruborizó, pero no hizo ningún otro signo, simplemente dejando caer sus largas pestañas cuando yo la miré, mientras decía: "¡Por supuesto! Entonces desde mi corazón esto" (una canción popular, por cierto): "Antes de que el corazón pueda conocer lo suyo, Antes de que las dudas de la vida se hayan acabado, El amor en nuestros corazones tiene que haber crecido Hasta las alturas de la playa celestial. Ciertamente, el amor es buscado en vano En otro lugar que no sea el corazón; El amor verdadero siempre tiene su dolor, Cuando nos alejamos de la pureza. Podemos cesar de toda lucha,

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Mientras en encantador verso entronizamos La bendición de Inca! en nuestra vida; Con Su paz siempre entrelazada. La canción es melodía divina, Cuando la música es del alma; Estos esponsales tuyos y míos, Mientras los siglos pasan. Pero nuestros corazones son jóvenes y alegres, Buscando siempre los más hermosos enramados Donde florecerá de día en día, Toda la belleza de las flores. Hay uno de entre el resto, Que sólo para mí está floreciendo; Profundos los zarcillos de mi pecho, Encuentran para siempre su enclaustramiento. ¿Deberé arrancarlo cuando todavía está en flor, Listo para la siega del jardinero? ¿Podría llevarme a casa para siempre Lo que, para mí, no es sueño? Sí, amado, nos alegraremos En Su bendición por siempre; Escuchando la voz gentil, Que como al Uno-adoramos".

Así eran las cosas dentro del vailx, canciones y placer; fuera estaba la tormenta, levantada tras nosotros. En la boca de la furiosa galerna se hundió nuestro huso, sin dar ningún signo externo, aunque alguién hubiera estado allí para verlo, de la luz y el calor, risas y canción, de la carga humana y los cantos en el interior de la firme carcasa, en medio de las flores, un retazo de los trópicos, a salvo de los rayos boreales. Ningún signo, salvo el brillo del frontal carmesí y las luces de popa. Mientras que los otros se retiraron a pasar la noche a sus compartimentos, yo me quedé en el salón vacío hasta que se me anunció que estábamos sobre Suernia. No se podía aterrizar, no obstante, debido a la galerna que tenía una velocidad de 128 kms. por hora, y tal intento habría terminado en que habríamos sido hechos pedazos en el instante en que tocáramos tierra. Con el fin de que estuviéramos por completo fuera del radio de acción de la tormenta, di órdenes de elevamos por encima del nivel de la turbulencia, si es que existía cerca tal región de calma,

y allí colocar los mandos para frenar la propulsión. Al recibir esta órden, el conductor aumentó la fuerza de repulsión por medio de los niveladores de grado, y nos elevamos de forma regular hacia

VEHICULO AEREO-SUBMARINO DURANTE UNA TORMENfA NOCTURNA.

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arriba, arriba, arriba-sobre las nubes, sobre la furia del huracán, hacia una atmósfera limpia, en calma, intensamente fría, casi a 21 kms. de altura sobre la superficie de la tierra. Si hubiéramos tenido una visión no obstruida por las nubes de la tormenta, hubiéramos estado lo suficientemente alto como para ver un horizonte de 240 kms. Poco después de haber dado esta orden me fui a mi habitación, a la cama. Por la mañana la tormenta no había decrecido en furor; y agitaciones ocasionales en el aire nos dijeron que el área de la tormenta en la superficie tenía que ser muy extensa. El frío afuera era demasiado intenso como para pensar, ni siquiera por un instante, en abrir la cubierta; el cielo era casi negro en la profundidad de su azul; el sol, desprovisto de gran parte de su deslumbrante brillantez, aparecía extrañamente difuso, y las estrellas eran visibles. El movimiento estable de loo reguladores de aire al girar su.,; ruedas y pistones para mantener el aire interior a presión normal resultaba doloroso en la terrible quietud, mientras que el zumbido del aire escapándose por las finas ranuras alrededor de las ventanas y bordes de la cubierta hacía tal ruido que ordené que se apretaran los tomillos de presión y se abrieran las válvulas de ventilación. Si la escarcha no hubiera impedido ver por las ventanas y, junto con las nubes, hubiera evitado que viéramoo la superficie de la tierra, se nos habría presentado una panorámica de lo más peculiar. la panorámica hacia el horizonte que se extendía ante nosotros habría hecho que la aparente unión de la tierra y el cielo pareciera estar casi a nivel con nosotros; pero directamente debajo, la total separación del sólido globo habría parecido, no como una bola sino como un enorme cuenco ornamentado con paisajes en su interior. Como, no obstante, no podíamos ver, nuestras canciones, nuestra lectura, y nuestra conversación siguieron su curso, mientras que los débiles rayoo de Inca), atravesando el cristal escarchado, estaban suplementados por el mismo conocimiento que nos daba calor y aire y posición, para desafiar al frío y al aire viciado y a la fuerza de gravitación-el conocimiento del Navaz. En casa en Poseidonis no había tormenta, pero Menax, en el naim, nos dijo que el pronóstico del tiempo anticipaba una, la misma que nosotros en aquel momento esperábamos que cesase. Esperamos hasta que el sol se puso en el oeste y salió por el este dos veces.

En varias ocasiones la Saldu apareció al final del salón, pareciendo en el espejo del naim tan real y presente como si, en realidad, un tercio del globo no nos separara. Una vez, sólo, habló,

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y entonces lo hizo en un susurro a mí, cuando estaba cerca del naim: "¿Cuando, mi señor, volverás a casa? ¿Un mes? ¡Tanto tiempo, tanto tiempo!". Un informe sobre incluso los más pequeños sucesos de nuestro viaje se enviaba a la oficina de noticias, y se imprimía sobre los discos de los vocalígrafos públicos, para usar una palabra de sonido moderno, y mucho antes de que aterrizáramos sobre el suelo de Suemia nuestros conciudadanos conocían la historia de nuestra suspensión forzosa entre el cielo y la tierra mientras esperábamos que cesara la tormenta. El hablar del vocalígrafo me hace comentar que la superestructura social de Poseidonis se mantenía sobre la amplia base de leyes equitativas establecidas por el gran Rai del tiempo del Maxin por medio de la influencia de la libertad de expresión, tal como fué moldeada por la iglesia y la escuela, y expresada por millones de vocalígrafos, consiguiendo los tres asegurar las casas integrales que, juntas, formaban la nación. Al fin, la tormenta retiró su furia y llegó la hora de nuestro descenso. Bajamos desde la bóveda celeste, hasta Ganje, la capital de Suemia. ¿Has estado alguna vez en la antigua y hace largo tiempo desierta ciudad de Petra de Seir? ¿Esta ciudad extraordinariamente peculiar al pie del Monte Hor, una ciudad escavada en la roca viva? Casi seguro que no, porque a los seguidores de Mahoma les resultó difícil visitar el lugar. Pero si has leído sobre ello, entonces, tendrás alguna idea de Ganje, en la vieja Suemia, construida en los acantilados de las laderas del río. Los detalles que abarcan la forma en que nos recibieron son demasiado triviales para llenar este registro. Baste decir que fué adecuada a las relaciones amistosas internacionales entre Suemia y Poseidonis, y a mi posición y rango como senador. El Rai Emon estaba menos interesado en el vaso y en los otros presentes de oro y gemas, que en las cautivas saldani a quienes los regalos recordaban, particularmente en la saldu, Lolix y Rainu. Me sorprendí del conocimiento profundo que el monarca tenía de todo el asunto en todos sus detalles, y de mi enfermedad y otros incidentes que no eran tema de interés público; pero no demostré tal sentimiento, ya que fué momentáneo y pasó tan pronto como recordé los maravillosos poderes ocultos de Emon. Hablando de las saldani, pero especialmente de Lolix, dijo: "Yo no envié a las caldeas a Gualun corno objetos de lujuria, ni como un castigo retribuidor, para que al ser exiliadas de sn

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nativa Caldea pudieran purgar por Suernia por el daño que sus padres, hijos, hermanos o maridos habían hecho a los suernios. No, sin duda ellas no eran más culpables que lo es el tigre que tiene una naturaleza destructiva similar, pero por las leyes de Jehova nosotros sabemos que la ignorancia de la ley no exime al malhechor de sufrir penalización. La Ley dice con respecto al pecado: no pecarás. Y la penalización corre pareja, inexorablemente, y se aplica abundantemente por desobediencia. La Ley, por lo tanto, no es retributiva sino educacional. Habiendo sentido el castigo, nadie, ni hombre ni animal, prueba otra vez el error por curiosidad. La naturaleza no hace el castigo fácil, diciendo: "Cuando hayas aprendido, entonces el castigo será más severo". Si un bebé se cae por un precipio, el resultado será su muerte, aunque su inocencia no sabía nada del pecado, igual que un hombre que sabe puede correr la misma suerte deliberadamente. Ahora bién, las mujeres caldeas necesitaban aprender que la conquista, el derramamiento de sangre y el pillaje es un pecado. La nación caldea necesitaba también una lección. La recibió en la muerte de sus mejores soldados. Pero tales ejemplos deben terminar; un diamante en bruto es con seguridad un diamante, pero, ¡cuánto más aumenta su belleza y valor el lapidario! No devolverles esas mujeres fué para esa nación lo que el facetado es para una gema. ¿No crees que llevo razón?". "Así es, Rai", respondí. Durante varios días permanecimos en la capital, y durante este tiempo fuimos escoltados nada menos que por el Rai Emon en persona. Era un extraño pueblo, el suernio. La gente mayor parecía que nunca sonreía, no porque estuvieran ocupados en el estudio de lo oculto, sino porque estaban llenos de cólera. En cada rostro parecía haber un perpetua expresión de rabia. ¿Por qué, pensé, sería esto? ¿Es el resultado de las habilidades mágicas que poseen? Por lo que nos parece a nosotros los poseidonios mero fiat de voluntad esta gente parecen trascender los poderes humanos y anulan las inmutables leyes de la naturaleza, aunque no puede decirse que Inca! no les ha limitado lo mismo que El ha limitado a nuestros químicos y físicos. Los suernios nunca .levantan sus manos para ejecutar labor manual, se sientan en la mesa del desayuno o la comida sin haber puesto previamente

nada sobre ella para comer, o haber preparado una comida; inclinan sus cabezas en aparente plegaria, y entonces, levantando sus ojos, comienzan a comer lo que misteriosamente llega ante

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ellos -¡viandas, nueces, toda clase de frutas, y verdudas tiernas y suculentas! Pero no comen carne, ni nada que no sea el producto terminado de su origen, conteniendo en sí mismo el germen para vida futura. ¿Les ha exceptuado Inca! de Su fiat como Creador del mundo, que todos los hombres sufren: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente?" Es menos oneroso, ciertamente, en aquellos que caminan por Sus senderos, o incluso los que parcialmente lo hacen, y cuya norma de vida es la continencia. Tales son más poderosos, tienen poderes ocultos que los que comen carne nunca podrán esperar obtener, pero con seguridad no están totalmente exentos, tiene que ser algo cansado llevar a cabo proezas mágicas como éstas. Nadie consiguió nunca algo por nada. Este pueblo mira a los enemigos que vienen a amenazarlos a sus hogares- ¡y ya no son más! "Pasó sobre la llanura de la batalla, donde espada y lanza y escudo Brillaban en la luz del mediodía-y la fortaleza De apretadas huestes es hecha añicos, y la hierba, Verde del suelo de la carnicería, ondea sobre El esqueleto aplastado y mohoso".

¿Qué poseidonio podía hacer estas cosas? El Rai Gualun, el Incaliz Mainin, y nadie más, al menos nadie conocido del público ni siquiera con esa fama. Pero ningún hombre en toda la Atlántida había nunca presenciado tal despliegue de poder por parte de nadie, y para las masas era mera reputación. Yo había sido favorecido más que cualquier atlante en este respecto. Noté en nuestras visitas dentro y fuera de la capital algo que me dejó sombóo, que el pueblo no amaba a Emon, aunque lo respetaban mucho y temían su poder. Que el Rai era consciente de que yo conocía este disgusto era obvio por su conversación. "El nuestro es un pueblo peculiar, príncipe", me dijo. "Durante muchos años, incluso siglos, han tenido gobernantes venidos de los Hijos de la Soledad. Cada uno de ellos ha tratado por todos los medios de entrenar a sus súbditos con el fin de preparar alguna generación futura para la iniciación, como todo un pueblo, en los misterios del Lado Nocturno de la Naturaleza, más profunda que tu pueblo de Poseidonis ha soñado jamás de alcanzar. Con este fin, se ha insistido en la observancia de códigos morales, como coeficiente de enseñanza en la magia operativa. Pero el esfuerzo nunca ha producido la meta buscada; solamente aquí y allá algún individuo se ha elevado y ha progresado; pronto cada uno de éstos

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se ha marchado lejos de la gente menos fuerte y se ha ido a las soledades, para convertirse en uno de los Hijos de quienes tú puedes haber oído; llamamos a estos estudiantes genéricamente hijos; especialmente debemos referirnos a ellos como hijos o hijas, porque el sexo no es un impedimiento para el estudio de lo oculto. Desde hace mucho tiempo ha sido un tema de interés para mí el saber todo lo que pudiera de este grupo de estudiantes de la Naturale:za, Incalenes, tal como se les llamaba en ocasiones, de lncal, Dios, y "ene", de estudiar. Miles de años más tarde, en el tiempo de Jesús de Na:zaret, éstos fueron llamados "Esenios". Pero Atla, que poseía tal rique:za de literatura, no tenía, con una sola excepción, libros sobre el tema. En esa excepción se encontraba un pequeño volumen impreso en poseidonio antiguo y la información era muy escasa; no obstante, fué de gran interés para mí. Al escuchar ahora al Rai Emon, mi interés volvió a despertarse, y pensé que quizá un día yo podría convertirme en un candidato para ser admitido en la orden, si pero ese "si" era de un gran tamaño. Si el estudio hace al estudiante tan colérico de alma como yo veo que son los suemios, entonces no querré saber nada de ello. La semilla estaba plantada, no obstante, y creció un poco cuando supe que la mirada enojada no era debida al estudio de lo oculto, excepto en el sentido de que la naturaleza inferior se rebelaba contra la pureza del estudio y lanzaba el fango de la furia, enturbiando las limpias aguas del alma. Creció todavía más cuando el Rai comentó más tarde que "la muchacha Anzimee un día sería una Incalenu". Pero el crecimiento no fué muy grande en aquel lejano tiempo; estaba reservado a una vida futura, ¡cuando las décadas sobre las décadas de siglos hubieran pasado, hasta ahora! El Rai continuó: "Vosotros los poseidonios penetrais un poco en el Lado Nocturno, y ¡he aquí!, del mismo conseguís fuerzas que abren la penetralia del mar, y del aire, y subyugais la tierra. Esto está bien. Pero necesitais aparatos físicos; sin ellos no sois nada poderosos. Aquellos versados en la sabiduría oculta no necesitan aparatos. Esta es la diferencia entre Poseidonios y Suemios. La mente humana es un eslabón entre el alma y el físico. Toda fuerza superior controla al resto de las inferiores. La mente opera a través de la fuerza Odica, que es superior a cualquier velocidad de naturaleza fisica; por lo tanto, controla a toda la naturaleza, y no necesita aparatos 11 • "Ahora yo, y mis hermanos, Hijos antes que yo, me he esforzado para enseñar a los suemios las leyes que gobiernan el funcionamiento de esta fuerza. A través de este conocimiento

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Jehova dió fortaleza a Sus hijos. Los actos físicos van de la mano de este conocimiento, poderes que llegan pronto con el estudio. Hasta ahí han llegado, pero no más allá". "La moralidad da serenidad de alma; por lo tanto es beneficioso para un Incalene, sobre todas las cosas, ser moral. Pero el hombre es un animal en su ser corporal, y las pasiones del mismo son placenteras. El amor es de naturaleza doble: el amor a Dios y al espíritu, puro y sin mancha, y el amor al sexo, que puede ser asimismo puro, aunque si el dominio del animal en el hombre se coloca sobre el sexo, y no el dominio de lo humano, hará que el hombre peque, porque entonces es lascivia. He tratado de que los suemios conozcan la ley, que puedan ser los amos, no las criaturas, de las circunstancias. Pero porque saben unos cuantas cosas de magia, y en las grandes proezas fueron ayudados por los 'Hijos' que vivían entre ellos, se contentan con eso. Y ¡he aquí! se rebelan contra el castigo a cuenta de la naturaleza lasciva que poseen, y me maldicen grandemente porque exijo obediencia a la ley, y penalización por la infracción cometida; y maldicen a mis hermanos 'Hijos' que me ayudan, por lo tanto es su cólera lo que te ha preocupado presenciar. Mi pueblo hace cosas extrañas para tí, oh, poseidonio, pero no tiene el conocimiento de por qué es así, y hacen sus prodigios sin preocuparse de Jehova. Por lo tanto son un puñado de hechiceros, y no hacen magia blanca, que es beneficiosa, sino magia negra, que es hechicería. Esto les traerá gran tribulación. Me hubiera gustado, oh, Zailm de Poseidonis, haber enseñado a éste mi pueblo la fe, la esperanza, el conocimiento y la caridad, que hacen que la religión pura no sea profanada. ¿No lo he hecho bien? Gualun, hermano mío, ¿no lo he hecho bien?". Rai Ernon estaba sentado en el salón del vailx, y ahora se dirigía a Gualun de Poseidonis, a quien ví en el naim cuando miré a mi alrededor. "Ciertamente tú has hecho bien, hermano mío", dijo Gualun. Durante algunos momentos el noble gobernante quedó en silencio, y yo pude ver lágrimas que caían ocasionalmente de debajo de sus párpados cerrados. Entonces, abrió los ojos y comenzó la más emocionante amonestación a, y de alguna forma, contra su pueblo: "¡Oh, suernios, suernios! ¡He dado mi vida por vosotros! Me he esforzado por conduciros a Espcria (Edén) por enseñaros sus bellezas, ¡y no habeis querido! He tratado de haceros ir en vanguardia de todas las naciones y que vuestro nombre fuera sinónimo de justicia y misericordia y amor a Dios, ¿y cómo me

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habéis pagado? He sido un padre para vosotros, y ¡me habéis maldecido en vuestro corazón! ¡Más afilada que los cuchillos es la ingratitud! Os habría conducido a las alturas de la gloria, pero preferisteis revolcaros en la ignorancia, como los cerdos, contentos de hacer lo que parecen prodigios a otras gentes, pero siendo vosotros ignorantes de su importancia. Sois una raza infiel, ingrata, que no cree en Jehova, contenta con vivir con lo poco que sabéis, demasiado perezosos para aprender, más ingratos a Jehova que a vuestro Rai. ¡Oh, suernios, suernios!, ¡me habéis echado y habéis hecho sangrar mi corazón! Me voy. De entre vosotros también se van los Hijos, un grupo triste de hombres desengañados. Y seréis pocos donde erais muchos, un escarnio entre los hombres y presa de los caldeos; sí, os reduciréis y esperaréis hasta que los siglos-noventa siglos, hayan pasado a la eternidad. Y en ese día sufriréis hasta que llegue el tiempo de aquél que será llamado Moisés. Y de ellos será dicho: "Son la semilla de Abraham". Y he aquí, incluso ahora el Espíritu de Dios está por toda la tierra, inmanente en los Hijos de la Soledad, y os burlais de ellos, así pues en un día remoto Su espíritu se hará manifiesto y se reencarnará como el Cristo, y así lo hará el brillo humano perfecto con el Espíritu, y se convertirá en el Primero de los Hijos de Dios. Pero incluso entonces, vosotros no Le conoceréis, sino que le crucificaréis; y vuestro castigo os seguirá durante siglos hasta que el Espíritu venga otra vez en los corazones de aquéllos que Le siguen, ¡y os encuentre esparcidos a los cuatro vientos! ¡De esta forma seréis castigados! Desde ahora y hasta entonces, tendréis que ganaros el pan con el sudor de vuestra frente. Ya no tendréis el preciado poder de la defensa, no sea que lo uséis para atacar. Ya no os restringiré más. ¡Pueblo mío, oh, pueblo mío! ¡Desagradecidos! Os perdono, ¡porque no podéis saber cuánto os amo! Me voy. ¡Oh, suernios, suemios, suernios!". En la última palabra la voz del noble gobernante se hizo más baja hasta ser un murmullo, y escondió su rostro lloroso entre sus manos y se sentó inclinado ron pena silenciosa, excepto por un suspiro de dolor que emitió una o dos veces. Algunos suernios habían escuchado sus palabras, y éstos ahora dejaban el vailx silenciosamente y se fueron a la ciudad. "Rai ni Inca!". Me volví al naim al ser formuladas estas palabras, y noté que una gran tristeza se posaba en el rostro de nuestro propio Rai, Gualun, al mirar a Emon, al igual que él, un Hijo Adepto. "Rai ni Inca!, mo navazzimindi su", que traducido a nuestra

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lengua quiere decir: "¡A Inca! el Rai; al país de los espíritus difuntos se ha ido!''. Sorprendido miré alrededor hacia el Rai suernio, que todavía se sentaba silenciosamente, en la misma posición. Le hablé pero no obtuve respuesta. Entonces me incliné y miré a través de sus dedos a sus hermosos ojos grises. Estaban cerrados, ciertamente, y el aliento de vida se había ido. Sí, verdaderamente, se había ido, exactamente cuando dijo: "Me voy". "Ven a mí, Zailm", ordenó Gualun. Fui al naim y me quedé esperando. "¿Están todos tus amigos dentro del vailx?". "Si, Zo rai". "Entonces toma a los guardias y ve al palacio de Rai Emon. Llama a sus ministros a tu presencia y diles que su Rai ha muerto. Diles que tú tomarás a tu cargo su cuerpo para traerlo a Poseidonis. Entre los ministros hay dos hombres mayores y tranquilos, son Hijos. Pertenecen a ese grupo de hombres desengañados que se irán de Suemia según las palabras de Emon. Estos dos sabrán que tú dices la verdad cuando dices que Emon de Suemia ha dejado su Raina en mis manos para que la gobierne según yo juzgue conveniente. Pero los otros no lo sabrán y los Hijos dejarán que tú relates los hechos. Grande será la cólera de los que no son Hijos, por lo que tratarán de destruirte con su terrible poder, no gustándoles que se les diga que han sido despojados de su autoridad. No obstante, haz esto y no temas; levanta el ánimo, porque, ¿cómo podrá morder una serpiente si ha perdido sus colmillos?". Cuando, según estas órdenes, tuve a la corte ante mí, hablé tal como me había indicado el Rai. Fuí recibido con una sonrisa cortés por los dos que por su apariencia reconocí como Hijos de la Soledad. Pero los otros mostraron una gran rabia. "¡Qué!, ¿y tú, poseidonio, nos ofreces tal indignidad? ¿Nuestro Rai ha muerto? ¡Estamos encantados! Pero nosotros, y no tú, llevaremos a cabo los ritos funerarios. En cuanto al gobierno de Suemia, ¡nos burlamos! ¡Márchate! Nosotros somos nuestros propios amos. Déjanos a nuestro soberano, y tú, perro, ¡deja este país!". Por toda respuesta, repetí con énfasis la afirmación de mi autoridad. Confieso haber tenido un miedo interior cuando el entrecejo de uno de estos hombres que nunca sonreían se ensombreció de cólera, al dirigir su dedo hacia mí, y decir: "¡Entonces, muere!". No me encongí exteriormente, aunque casi esperaba perecer en

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aquel lugar. Tampoco sentí ningún temor a la muerte, a pesar de que la amenaza, antes siempre fatal, no había sido retirada. Gradualmente, la furia del ministro dió paso a la sorpresa, y dejó caer su brazo, mirándome con asombro. Ordené a mis guardias que lo maniataran y lo llevaran al vailx. Entonces dije: "Suemia, tu poder se ha desvanecido. Eso dijo Ernon. El ha dicho que a partir de ahora tendréis que ganaros el pan con el sudor de vuestra frente. Sobre este país reinará Poseidonis. Yo, Enviado Especial de Gualun VII, Rai de Poseidonis, os despojo a todos los que estáis aquí de autoridad para gobernar, excepto los dos que ofrecieron cortesía y no burla. Mientras permanezcan aquí, que no será por mucho tiempo, los haré gobernadores de Suemia. He hablado". Ciertamente, yo había hablado, y eso, hasta cierto extenso punto, sin haber sido autorizado. Me sentí morir de duda por miedo a que Rai Gualun me amonestara. Pero yo no podía revelar mi verdadera debilidad a estos ingratos. En vez de eso, tomé un rollo de pergamino y escribí de memoria el formulario de nombramiento de gobernadores de las provincias de Atla, nombrando a uno de los Incaleni para el cargo. Sellé esto con mi nombre como enviado extraordinario, seguido del de Gualun como Rai, utilizando tinta roja, a por la cual envié a un mensajero a Anzimee al vailx. La razón que tuve para nombrar a uno de los Hijos como Gobernador era que solamente uno deseaba servir. El otro eligió pedir pasaje para Caiful en mi vailx. Entonces, dando al Gobernador su nombramiento, un documento que él recibió con el comentario de: "Tú eres un hombre, en verdad, y no un muchacho ya"; palabras que, aunque amables, cayeron en oídos sordos en aquel momento, porque cuando volví al vailx me sentí pesaroso por lo que temía había sido un acto de indiscreción por mi parte. Uamé al Rai Gualun, y cuando respondió le dije lo que había hecho. El parecía serio, y solamente dijo: "Ven a casa". Imaginad mi angustia. Ni amonestado ni encomiado, sin ninguna explicación o pista, se me había ordenado volver a casa. Entonces fué cuando busqué a Anzimee, y habiéndola encontrado en su compartimento le conté toda la historia. Nuestro Rai era conocido por ser alguien que podía ser severo en sus castigos, aunque éstos tomaban la forma de caída en desgracia, como cese público del cargo por haber sido indigno de confianza. Anzimee estaba muy palida, pero me dijo palabras alentadoras: "Zailm, no veo sino que hiciste lo correcto. Y, sin embargo,

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¿por qué estaba nuestro tío tan serio y reticente? Déjame que te dé una poción; acuéstate en este cojín, y tómate lo que yo te dé". Ella vertió unas cuantas gotas de alguna droga amarga, las puso en un poco de agua, y me dió la copa a beber. Diez minutos más tarde yo estaba dormido. Entonces ella dejó la habitación y, tal como supe más tarde, llamó a su real tio al instrumento, donde la expuso el caso. El Rai estaba preocupado por el efecto de sus palabras en mí, un efecto no intencionado, tal como le dijo a ella, y que nunca se habría producido si no hubiera estado en ese momento preocupado en resolver un problema político complicado presentado por el nuevo aspecto de los asuntos debido a la muerte del Rai Ernon. Lo que dijo a continuación fue: "No te preocupes porque Zailm no ha sido llamado a casa para ser castigado, ya que estoy muy satisfecho y le llamo por otra razón". Dormí durante horas, y cuando al fin desperté, Anzimee, sentada a mi lado, me dijo todo lo que Gualun le había dicho. Como era casi de noche, decidí irme a mi propia habitación y prepararme para la cena. En el camino me encontré con el Hijo que iba a Caiful con nosotros. Para esta persona parecía una gran novedad viajar como lo estaba haciendo, aunque sus comentarios sobre el tema fueron escasos. Era, según pensé, algo nuevo atravesar el aire a la velocidad de 27.2 kms. por minuto, a 1.600 mts. de altitud. Traté de imaginar cómo le parecería a alguien como mi pasajero el estar haciendo tal cosa; pero después de cinco años de estar familiarizado con ello como medio de transporte, no conseguí hacerme a la idea de cuáles serían sus sentimientos con relación a esta experiencia. Según viajábamos hacia el oeste el sol parecía permanecer donde estaba cuando abandonamos Ganje, porque su velocidad, o la de la tierra, más bien, era la misma que la nuestra. Habíamos estado viajando durante cinco horas y habíamos cubierto casi más de la mitad de la distancia que nos separaba de casa, siendo todo el viaje unos 11.200 kms. de extensión. Los restantes 3.200 kms. durarían unas tres horas, un lapso de tiempo que me parecía demasiado largo, por lo que comencé a pasear por el salón nervioso. He visto, desde los días de Poseidonis, un tiempo en el que un movimiento inmensamente más lento hubiera parecido rápido, pero entonces el pasado tenía un velo que lo oscurecía, por lo que la comparación era imposible. "El hombre nunca es, sino que siempre es bendecido".

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CAPITIJLO XVII

RAI NI INCAL-LAS CENIZAS A LAS CENIZAS En un féretro enfrente del Sagrado Asiento, en el lado oriental de la Piedra Maxin en el Incalithlon, yacía todo lo que era de la tierra, terrenal de Ernon de Suernia. En el triángulo se habían reunido unos cuantos testigos llamados por el Rai Gualun para que estuvieran presentes, y sobre todos brillaba la misteriosa luz que no requería combustible, ni para su alta llama ningún guardián humano. Arriba en las alturas, colgaba el blanco techo de estalactitas, lanzando hacia abajo desde sus muchos puntos la radiación de las luces que nadie podía ver desde abajo. "Cerrad sus ojos, su trabajo ha terminado". Ante el cuerpo estaba Mainin, el Incaliz, su mano sobre el hombro del Rai muerto. Después de que el poderoso órgano hubiera interpretado un requiero mortuorio, Mainin pronunció el discurso funerario, diciendo: "Una vez más ha conocido la tierra un alma de lo más noble. ¿Cómo se ha tratado a aquél que dió su vida por el servicio de sus hijos? Verdaderamente, Suernia, ¡has cometido una acción que te cubrirá de tela de saco y de ceniza! Ernon, hermano mío, Hijo de la Soledad, te decimos adios con gran dolor del alma; dolor no por tí, porque tú descansas ahora; sino por nosotros que quedamos aquí. Pasarán muchos años antes de que te veamos reencarnado otra vez. Y en cuanto a esto, tu pobre barro, sobre él diremos las palabras finales, porque ha hecho su trabajo y es enviado a Navazzamin. Emon, hermano, que la paz sea contigo por siempre". Una vez más el poderoso órgano sonó con solemne tristeza, y mientras los asistentes elevaban el feretro sobre el cubo del maxin, el Incaliz levantó las manos al cielo y dijo: "A Inca! esta alma, a la tierra esta arcilla". El cuerpo, atado con ligeras correas al féretro, fué hizado con él hasta una posición erecta, tembló por un momento en esa posición, y cayó hacia el Maxin. No hubo llama, ni humo, ni siquiera cenizas quedaron tras la instantánea desaparición del cuerpo y el lecho. El funeral había terminado. Cuando los que vivíamos en Caiful nos volvimos para marcharnos, vimos lo que ningún hombre vivo entonces había contemplado nunca antes en el Incalithlon. Detrás de nosotros, en el auditorio, estaban grupos de hombres vestidos con hábitos grises, como los monjes de Roma. Parecía haber un gran número de ellos, agrupados en número de siete u

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ocho entre el laberinto de pilares de estalacmitas que sostenían el techo. Cuando miramos, estos hombres se desvanecieron lentamente a nuestra vista, hasta que más de cien caifulianos parecían ciertamente pequeños en número en el inmenso salón donde tan recientemente había habido cientos de Incaleni, Hijos de la Soledad en forma astral, reunidos en el funeral de su hermano. Sí, verdaderamente, los Hijos habían venido a presenciar la impresionante ceremonia donde todo lo que era mortal de su compañero muerto fué devuelto para conservar los elementos de la naturaleza. "Pero ningún hombre conoce a ese sepulturero Y ningún hombre lo vió nunca, Porque los ángeles de Dios removieron el cesped Y colocaron al muerto allí".

CAPITULO XVIII

EL GRAN VIAJE

El Rai Gualun me indicó que asistiera al Agacoe antes de reanudar mi viaje de vacaciones, aunque había quedado todo solucionado antes del funeral de Emon en cuanto a que mi acción en Suemia era de su satisfacción. Cuando obedecí al Rai, que fué casi inmediatamente, porque todos nosotros estabamos preparados para reanudar el viaje, Gualun, en presencia de sus ministros de asuntos de estado, me ofreció el cargo de Suzerain sobre la tierra de Suemia. Yo me quedé muy asombrado, pero sentí que podía aceptarlo y al dirigir los asuntos de ese país rendir un buen servicio. Pero el hecho de que yo era todavía un estudiante sin graduar en el Xioquithlon me hizo dudar. Al fin, hablé y dije: "Zo Rai, reconozco que has hecho un gran honor a tu siervo. No obstante, mi señor, sintiendo que no he adquirido así todo el conocimiento que deseo, no siendo sino un Xioqene, pido tu permiso para rehusar el cargo". Gualun sonrió, y dijo: "Está bien. Pero el gobernador que nombraste ejecutará tus deberes durante los tres años de intervalo -los cuatro años, diría yo, ya que sé que tienes que estudiar todo este año- y después asumirás legalmente tus deberes. Tengo un objetivo con esto, aparte de la mera fórmula; creo que el hombre que tiene un objetivo, una meta directa a la vista, tiene más probabilidad de

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conseguir el éxito que uno que no lo tiene. Es un buen estímulo. Por lo tanto te nombro Suzerain sobre Suemia, y te dejo ir a tu viaje de placer con tus amigos tan pronto como firmes con tu nombre en este documento. Está bien escrito, aunque tu mano tiembla un poco debido a tu nerviosismo. Ten calma". Esto último lo dijo, cuando yo temblando ligeramente, inscribí la deseada firma. Una vez nos pusimos en camino. Anzimee, la brujilla, persistía en llamarme "mi señor Zailm" cuando conoció la historia de mis inminentes tareas como Suzerain. Nuestra dirección era nuevamente hacia oriente, aunque más al sur, porque no nos proponiamos visitar Suemia esta vez, sino que teníamos la intención de ir a nuestras colonias de América, tal como habíamos planeado hacer en la ruta original después de dejar Suemia. Cruzamos el Necropan (Africa) ecuatorial, a continuación el Océano Indico y las actuales Indias Orientales, pero que entonces eran las colonias de Suemia, llamadas Uz, y seguidamente avanzamos sobre el ancho Pacífico, siempre hacia el este. "¡Umaur!, la costa de Umaur!" fué el grito que hizo ir hacia las ventanas a nuestro grupo para mirar a la oscura línea dentada que se veía en el horizonte oriental. Era la distante cordillera de los Andes, apareciendo casi al mismo nivel que nuestro vailx, el cual, a 3,2 kilómetros de altura sobre el océano, se lanzó hacia la oscura línea. Abajo se veía el ancho espejo del azul Pacífico, aparentemente en calma debido a que estaba muy por debajo de nosotros. Umaur, la tierra de los Incas, en un tiempo futuro aún lejano. Umaur, donde en ocho siglos más encontrarían refugio aquéllos que tuvieran la suerte de escapar de Poseidonis, antes de que la nunca más "Reina del Mundo", se hundiera bajo las aguas del Atlántico. Ocho siglos, cuya duración vería a los orgullosos atlantes volverse tan corruptos que su alma dejó de reflejar la sabiduría del Lado Nocturno porque, al desaparecer la calma de la moralidad, se perdió la clave de la Penetralia de la naturaleza, y con ella el dominio sobre el aire y las profundidades del mar. ¡Ah, pobre Atlántida! Pero Umaur estaba frente a nosotros, e ignorante de las futuras desgracias de nuestra posteridad nacional, nosotros en nuestro vailx

estábamos mirando la rosta a la que nos aproximábamos tan rápidamente, y comentamos la grandeza de sus majestuosas

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cadenas montañosas tal como se veían pJr los telescopios·. Aquí vimos una tierra a la que, miles de años después, llegarían los conquistadores castellanos, conducidos por Pizarra, y encontrarían una raza bajo el dominio de los Incas, un nombre preservado durante muchos siglos dec<;de el día en que sus remotos ancestros huyeron de la hundida Poseidonis, llamándose a sí mismos ''Hijos del Sol". Umaur era la región de las canteras de Poseidonis así como de muchas de sus ricas minas de riqueza minera. Aquí, también, existían grandes plantaciones, y al este de las montañas se plantaban con regularidad surcos del árbol de la goma, la genuina Siphonia Elástica de la botánica. Aquí también florecían las Cinchonas, así como muchos otros árboles que ahora son indígenas de Sudamérica, plantas colonizadas procedentes de Poseidonis. Hasta que fueron plantados en el extranjero por los atlantes, estos tesoros vegetales nunca crecieron fuera de Poseidonis, y hoy día las selvas salvajes de peculiares árboles y arbustos de Sudamérica son los descendientes directos de nuestra granja regularmente cultivada y los productos de las plantaciones de Umaur. En aquella remota época, el río Amazonas corría entre diques a lo largo del continente, y las impenetrables selvas de Brasil también eran áreas de regadío de suelo cultivable, tales como el adyacente territorio

(*) Cuando vuestra ciencia, como la de Poseidonis, se acerque a la Naturaleza desde la dirección de Dios, cuando, en vez de ascender hacia esta fuerza-clave de toda la Naturaleza, la fuerza Odica, desde un entorno de fenómenos sintéticos, busquéis desde la Odicidad hasta el río de la Energía, entonces tendréis todo lo que Poseidonis ten fa (ya que sois Poseidonios que han regresado), incluso sus vailx, sus naim, y sus telescopios. No instrumentos tan primitivos como lo son los vuestros, eran los telescopios de la Atlántida. Ni la más remota estrella que envía un rayo de débil luz a través de las profundidades del espacio, dejaría de ser observada tan de cerca, que si un organismo tan diminuto como una hoja cayera al "suelo" de la estrella, podría ser visible a nuestros ojos. ¿No lo creeis? Estudiad esta proposición: la luz no es. solamente un reflejo o una refracción de fuerza de una sustancia, sino que es una prolongación de cada forma sustancial, ya que sólo existe Una Sustancia, y aunque muchas son sus variaciones dinámicas, éstas son tomadas por vosotros por sustancias diferentes. Existe sólo UNA SUSTANCIA: la Luz procedente de Arturo, digamos, es la sustancia prolongada de esa estrella. La electricidad generada por motor es, por contra, fuerza sin forma, no impresa. Una refuerza la otra-lo sin Forma para adquirir la imagen de la Forma. ¿Véis ahora el principio de nuestros telescopios? Vuestra mente salta lejos hacia la vanguardia y os oigo preguntar: •¿Está habitado Marte?, ¿Ju pi ter? ¿Lo está Saturno, Venus?". ¡Ah!, amigo mío, no diré ni que si ni que no, porque cuando la visión poseidonia de la Naturaleza reaparezca en la tierra, lo SABREIS. Buscad y encontraréis. Pero buscad correctamente. Caminad por el Camino cruciforme.

VEHICULO AEREO-SUBMARINO ENTRANDO EN EL AGUA.

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del Mississipi es hoy día. Algún día este río, el "Padre de las Aguas", en el norte, se desbordará sin freno, sin diques, por toda la tierra baja, la cual, incluso ahora, tiene una superficie más elevada en altitud. Hará esto, porque estas cosas ocurrirán irremisiblemente debido a las mutaciones de los próximos siglos. También hará esto porque la historia se repite; no penséis que heredaréis, reencarnados los triunfos de la Atlántida, y evitaréis sus sombras. Todas las cosas se mueven por ciclos, pero el círculo es el del muelle, siempre dando vueltas en un plano más elevado cada vez. Pero ese tiempo en el que estas cosas sucederán, y ningún hombre será capaz de decir que no, está todavía muy lejos en el horizonte del tiempo futuro, tan lejano como lo está en el horizonte del pasado la gran recesión del Amazonas. Desde los grandes huertos y plantaciones y casas de Umaur, en el norte del continente, al desierto de su parte sur, donde un día los problemas me abrumarían, y de aquí hacia el norte a lo largo de las costas orientales, seguimos nuestro camino, dejando las labores de los millones de nuestros colonos, los Umauri, a la imaginación del lector. Sucesivamente llegamos al Istmo de Panamá, que entonces era de más de 640 kms. de ancho; a Méjico (Incalia del Sur) y a las inmensas llanuras del Mississipi. Estas últimas formaban las extensiones de pastizales de ganado de donde Poseidonis sacaba su suministro de alimentos cárnicos, y donde, cuando el mundo moderno las descubrió, enormes rebaños de la progenie salvaje de nuestro antiguo rebaño pastaban en libertad. El búfalo, el alce, el oso, el reno y las ovejas de montaña, todos descendientes de las más remotas eras. Lamento verles sacrificados de forma tan desenfrenada; con toda seguridad un rebaño tan antiguo debería ser respetado. A estos anchos valles llegarían, en siglos venideros, hordas invasoras en botes, y sobre el lejano itsmo del norte donde ahora sólo hay vestigios de su anterior existencia, las actuales Islas Aleutianas. Vinieron de Asia, entonces, como ahora, en gran medida el hogar de semi-bárbaros, excepto donde el influjo de Suemia había hecho extenderse una influencia civilizadora enviando tribus que, más tarde, ocuparían un gran compartimento de la historia bajo el nombre de razas semíticas. Pero los bárbaros que fueron a lncalia, ocupando las planicies norteamericanas y las regiones de los lagos-una era futura vendría y encontraría a estas hordas desaparecidas de la tierra para siempre; y, todavía más tarde, gente curiosa cavando en los restos arqueológicos diría:

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"Aquí vivieron los constructores de las pirámides". Todavía más al norte que todo esto, en la actual "región de los lagos", existían grandes minas de cobre, de donde obteníamos mucho de nuestro cobre, y alguna plata y otros metales. Esta era una región fría, mucho más fría de lo que es hoy día, porque yacía en el borde de las fuerzas que retrocedían de la era glacial, una era que no terminó sino mucho más recientemente de lo que los geólogos han pensado hasta ahora y todavía piensan. Hacia el oeste yacía lo que en los primeros días de América se llamaban las "grandes llanuras". Pero en los días de Poseidonis tenían una apariencia muy diferente de la que tienen hoy. No tan áridas entonces, ni tan poco habitadas, aunque enormemente frías en invierno, debido a la cercanía de los inmensos glaciares del norte. Los lagos de Nevada no eran entonces meros lechos secos de borax y soda, ni el ''Gran Lago Salado" de Utah un conjunto de agua amarga de su actual comparativamente poco tamaño. Todos los lagos eran masas de agua fresca y el "Gran Lago Salado" era un mar interior de corrientes frescas, que contenía icebergs de los glaciares en sus costas del norte. Arizona, ese almacén de tesoros del geólogo, tenía su actual maravilloso desierto cubierto con las aguas del "Mití", tal como llamábamos al gran mar interior de aquella región. Verdor existía en todas las laderas de todos los cientos de kilómetros cuadrados que no estaban cubiertas con encantadoras masas de agua. En las playas de Miti vivía una considerable población, y existía una ciudad bastante grande, habitada con colonos procedentes de Atla. Lector, ¿recuerdas la promesa hecha en páginas precedentes, donde prometí una invitación a descripción de paisaje, diciendo que vendría de otra pluma que la mía? La cumplo ahora, porque ya el geólogo está detrás de mí por haber declarado que Arizona es el asiento de un lago o mar interior tan grande como Miti, y tan reciente como hace trece mil años. Se me recuerda que él ha concluido por las evidencias que proporcionan la erosión y el desgaste producido por el clina que presentan las rocas en esa sorprendente región, que mientras que el desierto de Arizona era indudablemente un lago o lecho de mar desde el Palezoico, en que era el asentamiento de un océano poco profundo, no obstante ese lago era ciertamente "de una época más antigua que el Plioceno, siendo probablemente de la época Cretácea". Amigo mío, no. Estas gargantas y estupendos cañones no son simplemente el producto gradual del tiempo y del agua y del clima. Por el contrario, son la formación repentina, la resquebrajadura de los estratos a escala

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similar pero mucho más vasta que la erupción volcánica de Pitach Rhok, descrita en el primer capítulo de esta historia. Las maravillas de Arizona y la garganta del "Gran Cañón del Colorado" fueron el resultado de la terrible danza de la corteza terrestre del globo. Incluso ahora los lechos de lava del rectángulo entre los paralelos 32 y 34 de latitud norte y del 107 al 110 de longitud oeste desde Greenwich, en la región del Monte Taylor y el Monte San Francisco, tienen pocos parangones en la tierra en cuanto a tamaño. Todo sobre esta horrible obra de destrucción, cuando el mar Miti se desvaneció en lx1a (el Golfo de California), las lluvias y torrentes de trece mil inviernos, y la influencia de muchos veranos tórridos de desecación y de reducir a polvo el terreno han pulido y cincelado y trabajado las superficies rotas, rasgadas en formas todavía más fantásticas, e hizo que toda la obra pareciera enteramente suya, negando la mano de Plutón como el mayor artífice. Y el geólogo parece haber admitido esta teoría, y ha colocado la época del lago mucho más atrás, con el fin de permitir un plazo de tiempo suficiente para la ejecución de la gigantesca obra. Y no es así, porque yo ví ese lago, hace sólo doce mil años. Pero ahora voy con la invitación literaria; está tomada de una pluma muy moderna, pero es tan fielmente descriptiva de la apariencia de la región hoy día que deseo disfrutar de la misma con mis lectores. Las palabras son las del Mayor J.W. Powell, del Ejército de los EEUU: "Las paredes del cañón están reforzadas a gran escala, y hay profundos nichos excavados; riscos rocosos coronan los acantilados, y el río fluye debajo. El sol brilló en esplendor sobre las paredes bermejas, que se volvían verdes y grises donde las rocas estaban cubiertas con liquen; el río llenaba el canal de pared a pared, y el cañón se abría como un hermoso pasadizo hacia la gloria. Pero al atardecer, cuando el sol se estaba poniendo y las sombras se asentaban en el cañón, los destellos bermejnc; y los tonos rosados, mezclados con tintes de verde y gris, lentamente cambiaban a marrón por arriba, y sombras negras se extendían desde abajo -entonces parecía el sombrío pórtico hacia la región de la nc;curidad. Hacia abajo, miramos a lo lejos por la hendidura del cañon y vimos que sólo un poco del cielo azul aparecía sobre nuestras cabezas- un oscuro cielo azul en creciente con sólo dos o tres constelaciones mirándonos. No dormí durante algún tiempo, ya que la excitación del día no había desaparecido. Pronto ví una brillante estrella que parecía descansar sobre el mismo borde de los acantilados que había sobre nosotros. Lentamente pareció flot1:1r

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desde su lugar de descanso sobre las rocas, fuera del cañón. Al principio, parecía como una joya colocada al borde del acantilado, pero al moverse hacia afuera casi me sorprendí de que no se cayera. De hecho, parecía descender en una gentil curva, como si el cielo, en el que las estrellas estaban colgadas, se extendiera por todo el cañón, descansando en cualquiera de las paredes, y cayera por su propio peso. La estrella parecía estar realmente en el cañón, tan altas eran las paredes almenadas. El sol de la mañana brillaba con su esplendor sobre sus rostros pintados. Los ángulos salientes eran como de fuego, y los ángulos que retrocedían enterrados en sombras; las rocas, rojas y marrones, brillaban desde su posición de profunda oscuridad ahajo, pero arriba todo era fuego bermejo. La luz de arriba, hecha más brillante por las rocas brillantemente teñidas, y las sombras de abajo, más sombrías por los tonos oscuros de la falta de sol, incrementaba la aparente profundidad de los terribles cañones, y parecía un largo, largo camino hacia arriba hacia el mundo del sol-¡y eran casi dos kilómetros!". Incluso las amplias aguas del Mili, rodeadas de imponentes picos en los antiguos días, hermosas como un sueño, no eran más grandiosas y gloriosas que estas horribles gargantas que habían venido a ocupar su lugar. Desde la ciudad de Tolla, en las costas de Miti, nuestro vailx se levantó y aceleró hacia el norte, cruzando el lago Ui (Gran Salado) hacia su costa norte, cientos de kilómetros distante. Sobre esta playa lejana se levantaban tres picos enormes, cubiertos con nieve, el Pitachi Ui, del cual el lago a sus pies tomaba el nombre. Sobre el más alto de éstos había estado, quizás durante cinco siglos, un edificio construido con pesadas baldosas de granito. Había sido originalmente erigido para un doble propósito de adoración a Inca! y cálculos astronómicos, pero en mis días se usaba como monasterio. No había senda para subir al pico, y el único medio de acceso era por vailx. Hace alrededor de veinte años, más o menos, contando desde este año del Señor 1886, un intrépido explorador americano descubrió la famosa región de Yellowstone, y mientras estaba en la misma expedición, llegó hasta el oeste de los Tres Tetones, en Idaho·. Esta triple montaña eran los Pitachi Ui, de Atlántida. El

(*) Los Tres Tetones están situados al noroeste de Wyoming, pero Wyoming como territorio no existía en la época referida, habiendo sido formado en 1868 con partes de ldaho, Dakota y Utah. Una pequeña parte del Parque de Yellowstone está en ldaho. -Manual Real de los Estados Unidos.

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profesor Hayden, habiendo llegado al pie de estos altos piros, consiguí llegar, después de un gran esfuerzo, hasta la cumbre del mayor de los picos, y e hizo el primer ascenso conocido en los tiempos modernos. En la cumbre encontró una estructura sin tejado de baldosas de granito. Bien, el profesor estaba en lo cierto, ya que yo lo sé. El examinó una estructura hecha por manos poseidonias hace ciento veintisiete siglos y medio, y esto fué debido a que el profesor Hayden una vez fué un poseidonio y ostentó el cargo de agredado al grupo de científicos gubernamentales pertenecientes al gobierno atlante, destacados en Pitachi UI, y él fué kármicamente atraido para volver a las escena de sus trabajos de entonces. Quizás el conocimiento de este hecho hubiera aumentado el interés que sintió en los Tres Tetones. Nuestro vailx aterrizó sobre el borde exterior del extremo del Ui justo cuando caía la noche. Hacia mucho frío allí, tan al norte, y a tal altitud. Pero los sacerdotes dentro del pesado y bien construido edificio nunca soportaban el frío, porque Atla, apoyándose en Navaz, tenía fuerzas del Lado Nocturno siempre que quería. La razón principal de nuestra visita era nuestro deseo de rendir devoción a Inca! cuando El se levantó a la mañana siguiente. Toda la noche los brillantes rayos de luz de nuestras linternas de color rubí daban la noticia a cualquier poseidonio que mirara en nuestra dirección, de que un vailx real estaba en la región. A la mañana siguiente después de la salida del sol, nuestro vehículo se elevó y partió para oriente, para que pudiéramos visitar nuestras minas de cobre en la actual región del Lago Superior. Fuimos conducidos en tranvías eléctricos por los laberintos de las galerías y los túneles. Cuando estábamos a punto de irnos, el superintendente de las minas nos regaló a cada uno varioo artículos de cobre templado. A mí me dió un instrumento, similar a las navajas modernas, que yo retuve hasta el día de mi muerte, y siempre lo tuve en alta estima por su templado extra fino, que Je daba una hoja muy afilada, buena para afeitar, y que raramente necesitaba ser afilada. Los poseidonios eran muy buenos en este arte ahora perdido de templar el cobre. A cambio, le dí al capataz un trozo de oro en bruto. Me preguntó de dónde lo había sacado, y cuando se lo dije, comentó: "Cualquier especimen de la famosa mina de Pitach Rhok es altamente apreciado por un viejo minero como tu siervo, más especialmente porque se Jo da el descubridor de la mina mismo". Así había devuelto riquezas la mina encontrada por mí cuando

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yo era un oscuro muchacho, al pico y la pala que la habían hecho famosa en todo el mundo civilizado. Después de consultamos entre nosotros, decidimos no hacer más largo el viaje al norte, porque cada uno de nosotros había visto los campos de hielo del ártico al menos una vez, y algunos de nosotros habíamos estado allí varias veces. En vez de eso, decidimos permanecer en Incalia durante una semana más, y pasar los once días restantes visitando, más a nuestro placer, el gran territorio donde, aunque por supuesto no lo sabíamos, los anglosajones fundarían un día la gloriosa Unión americana. Se dice que la historia se repite; yo creo que así es. Ciertamente, las razas siguen las huellas de razas predecentes, y como la parte más populosa e importante de todas las colonias norteamericanas de Poseidonis, tenía su habitat al oeste de la gran cadena montañosa conocida hoy como las Montañas Rocosas, así también la grandeza de América será mantenida por los estados occidentales y suroccidentales de la Unión americana. Al hombre le gustan los lugares agradables para vivir; le gustan esas tierras donde la Madre Naturaleza es amable y rie con abundante cosecha a la más ligera provocación; al hombre le gusta vivir en una tierra fértil, y donde encontrará algo más de su gusto que esta tierra del sudoeste y oeste de la Incalia de antaño. A lo largo de la costa del océano y a la espalda de las montañas de Sierra Nevada está la región donde, bajo el dominio poseidonio, está enclavada una provincia tan hermosa como la región del lago a lo largo de las costas de Miti. Y ha mantenido su encanto, mientras que la otra ha dejado paso a las arenas movedizas y a los cactus y los mosquitos, y tiene una población de lagartos Moloch, serpientes y perros de pradera. Ya no es la "Unión de lagos y unión de tierras"

que fué en los viejos tiempos. Cuando finalmente dejamos Incalia, para volver a casa a Caiful, la última de nuestras colonias visible fué la costa del Maine, porque viajábamos en dirección este, y después en dirección sur. Para cambiar decidimos abandonar los dominios del aire por los de las profundidades donde el tiburón es rey. Como todos los vailx de la clase al que pertenecía, el nuestro estaba construido tanto para el servicio aéreo como para el submarino, siendo capaces las planchas de la cubierta deslizante y las otras partes

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movibles del casco, de aproximarse mucho por medio de tomillos de presión y flotadores de goma. Entrar en el océano era muy parecido a aterrizar en tierra firme. Pero estando a una altura de unos 3 kms. más o menos, se ordenó al conductor que redujera gradualmente la fuerza de repulsión, disminuyendo así nuestro movimiento para entrar en el agua distante unos 16 kms. desde donde comenzó la inclinación. A continuación se le ordenó hacer esto al tiempo que mantenía una velocidad que pudiera ser, aunque muy lenta para un vailx, realmente rápida, esto es, tenía que cubrir 16 kms. en 16 minutos. Cuando entramos en el agua a esta velocidad de crucero el impacto que la aguja experimentó fué suficientemente grande como para hacer que los pasajeros nos tambaleáramos, y las damas dieron algunos gritos. Tan pronto como entramos en el agua se anuló la repulsión, y su opuesta, un grado de atracción mayor que el del agua hacia el centro de gravedad terrestre, fué establecida, con lo que nos pudimos sumergir a una considerable profundidad, a pesar del aire contaminado en el vehículo. Las luces exteriores de las ventanas fueron encendidas, nuestra velocidad se modificó para adaptarse al elemento, y entonces nos reunimos todos en el salón al lado de las ventanas, con oscuridad dentro y las aguas iluminadas en el exterior, permitiéndonos ver curiosas tribus de Neptuno que se arremolinaban alrededor de la extraña iluminación que había en medio de ellos. Mientras que estábamos así entretenidos y escuchábamos las encantadoras palabras de un entusiasta ictiólogo, oí una voz familiar en la oscuridad. Supe que era la de mi padre Menax y fué hasta el naim. No podía verme debido a que yo estaba en la oscuridad, pero yo podía verle en el gran espejo, porque en casa él estaba en la luz y su imagen era transmitida así, por lo que no le veía solamente a él, sino también el entorno cercano, igual que una persona afuera de una ventana encendida en la noche ve a todos y todo lo que está en el interior, y él no es visto. "Hijo mío", dijo el príncipe, "no deberías haber dejado que tu deseo de novedad te hiciera actuar de forma tan imprudente al entrar en el océano incluso a la lenta velocidad de un ven (algo más de un kilómetro) por minuto. Me temo que tienes una vena de imprudencia en tu naturaleza que algún día te traerá mala suerte. Inca! castiga la imprudencia permitiendo que Sus leyes transgredidas exijan su propia penalización. ¡Sé prudente, Zailm, sé prudente!".

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Después de que las experiencias del submarino se hubieran hecho tediosas, se le impartió al vailx un curso opuesto de aumento gradual pero rápido de repulsión -un procedimiento no peligroso, como lo había sido el otro- y pronto nuestro largo huso salió disparado del agua como una gran burbuja, entonces se elevó adonde el raz, o indicador de repulsión, fué ajustado para gobernar el vailx, sólo a unos cuantos cientos de metros sobre la superficie del océano. Allí, poniendo a un lado la cubierta cerrada, nos sentamos en el brillante sol y disfrutamos de la agradable brisa del océano, que soplaba en la dirección sur en que íbamos nosotros. Deseando llegar a casa al día siguiente, cuando por la tarde refrescó cerramos la cubierta, nos elevamos al cielo para aminorar la resistencia atmosférica y aceleramos la velocidad al máximo en dirección sur. Esta, debo decir, no era tan grande como un curso hacia oriente u occidente hubiera permitido. Así, viajando bien hacia oriente o hacia occidente, hubiéramos podido avanzar a la velocidad de un grado de longitud cada cuatro minutos. Pero al norte o al sur cortábamos las corrientes de la tierra, y justo en proporción a como el curso de un vailx se desviaba desde el este al oeste, en esa proporción se reducía su velocidad, hasta que al ir hacia el norte o hacia el sur sólo podíamos viajar a la relativa poca velocidad de algunos cientos de kilómetros a la hora. Vimos que si viajábamos a casa en curso directo, no llegaríamos a Caiful hasta dentro de dos días y, deseando llegar a la mañana siguiente, la perspectiva del retraso era tan tediosa que decidimos avanzar en ángulo. Esto es, pondríamos a nuestro vailx rumbo al sureste de la costa de Necropan, de allí suroeste hacia Caiful, y aunque la distancia extra serían varios miles de kilómetros, el aumento de velocidad nos permitiría alcanzar nuestro destino a tiempo para tomar el desayuno en casa. "Hermosa Caiful, No existe lugar como tú; Reina de Atlántida, Y Reina del Mar".

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UN PROBLEMA BIEN AFRONTADO

El trabajo me aguardaba a mi vuelta a Caíful, trabajo que tenía que atender sin dañar mi delicada salud, de hecho más bien

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tendiendo a su mejoramiento, proporcionando un adeucado grado de estímulo mental, sin tener nada de la fuerte tensión del estudio. El día de mi llegada a casa, Menax me dijo, de una forma que me dió que pensar: "Entiendo que el pueblo de Suemia ha perdido el poder que hasta ahora les hacia proveerse de comida por arte de magia. Tiene que ser un terrible problema para ellos el conseguir calmar el hambre". Si Menax había dicho estas palabras con el propósito de despertar en mí un sentido de mis deberes o no, en aquel tiempo no tenía idea. Pero consideré la situación cuidadosamente. Se me ocurrió que esa gente tenía poca, si alguna, tierra cultivada como la nuestra; que probablemente no tenían un conocimiento adecuado de las artes agrícolas, laboreo y similares, y, finalmente, que no tenían músculos entrenados para el esfuerzo. De hecho, debían ser, en todos estos asuntos, algo así como niños grandes. Mientras más pensaba en el problema, más sorprendente me parecía la situación. Ví que ellos necesitarían, al menos durante un año, que se les proporcionara provisiones. También tendría que enseñárseles los métodos de agricultura, horticultura, y el cuidado del rebaño, ovejas y otros animales domésticos útiles. Más tarde, sería necesario enseñarles otras artes, tales como minería, tejido, trabajo en metal. De hecho, aquí había toda una nación de ochenta y cinco millones de personas yendo a la escuela para que se les enseñara las artes de la vida. Cuando me dí cuenta de toda la fuerza de la posición, me tambaleé. ¡Ah, pobre de mí! Caí de rodillas sobre el cesped de los jardines y recé a Inca!. Al levantarme me volví y encontré a Gualun mirándome con una mirada de lo más peculiar. Su rostro estaba muy serio, pero sus espléndidos ojos estaban llenos de risa. "¿No te sientes capaz de llevar a cabo la tarea?", me preguntó. "Zo Rai", repliqué valientemente, "tu hijo está angustiado. ¿Capaz?, sí; si Inca! me guía". "Bien dicho, Zailm. Puedes disponer de los recursos de Poseidonis para ayudarte, y éstos estarán a tu servicio". Para no ser prolijo, se establecieron escuelas, se establecieron almacenes de alimentos en determinados distritos, y el pueblo de Suemia, la gran península del moderno Hindostán, con partes de Arabia, fué adiestrada en los métodos para conseguir auto-preservación confortable y dependencia en su conocimiento. No todo esto fué hecho, quiero decir, supervisado por mí, sólo su inicio, y durante tres años y medio la parte práctica de esta labor fué

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dirigida por mí y mis vice-suzeraines. Quizás no fuí agradecido con Inca!; quizás nunca pensé dos veces, en esos días de prosperidad, en la plegaria del indigente y desconocido joven sobre Pitach Rhok. Pero quizás sí lo hice, también. Más bien pienso que ni por un momento se me olvidó aquella mañana y mis votos. No obstante, es un hecho extraño que la naturaleza humana pueda desviarse de lo que sabe es la línea de lo recto; puede ser completamente consciente de cada infracción y aún así ser capaz de creer que ha sido fiel a sus votos. Las infracciones a la moral son las más frecuentes, estos pecados que no son infracciones estrictamente directas de justicia comunal sino más bien del tipo de las de María Magdalena. También es extraño que la humanidad sea raramente indulgente con las víctimas, aunque generalmente bastante parca en censurar al criminal real. No puede haber verdadera justicia en una decisión sobre cualquier sujeto del mundo hasta que, en crímenes de esta clase, no se aplique igual penalización sin tener en cuenta el sexo. ¿Resulta mi proposión demasiado sorprendente? Considerad entonces esto: la justicia humana es un sistema: si es defectuosa en un sólo punto es defectuosa en tcxias las cosas, ya que la justicia significa perfección, y no es la perfección la que tiene una mancha. En la historia de la raza judaica, se pueden encontrar los últimos registros del castigo que mereció el pueblo de Suernia. Ciertamente, pueblo mío, hemos visto juntos gloria y largo sufrimiento. ¡Hemos estado juntos desde antes de la época que es, y la que pasó, fueran! Mi semilla de gran esfuerzo cayó en barbecho y devolvió más del ciento por ciento. El final no ha llegado todavía; la cosecha no se ha recogido, ni el Pueblo Elegido ha llegado aún a su recompensa por la Gran Tribulación desde que Ernon de Suemia cesó de esforzarse por ellos. El camino fué largo, pero saldrán al fin del desierto en el que entraron hace tanto tiempo, ¡y Jehova dará descanso a Sus hijos! Tal como el Raí Ernon había dicho, el general Saldu nunca volvió a su tierra natal. Mercxieó por la ciudad, poco notado por la gente, e hizo su morada en el vailx de cierto comisario poseidonio que estaba estacionado junto con otros en Ganje. Un día, habiéndose hecho amigo de éste último, el Saldu le pidió a su amigo que le diera un paseo por el aire; nunca había hecho un viaje en vailx y tenía grandes deseos de hacerlo. En aquel momento el comisario estaba ocupado y le prometió que lo harían al día siguiente. Según esto, al día siguiente a la hora de cenar, comida que se servía en la plataforma de paseo del vailx,

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realizaron la ascensión. El general había bebido bastante vino fuerte y no tenía muy estable su nivel emocional. Uno del grupo era un suemio que había sido uno de los consejeros de Emon. El general caminó majestuosamente hasta el pasamanos de la borda del vailx para mirar hacia abajo en el aire. Cerca estaba el suemio. Ninguno de los dos se gustaban, y el Saldu, excitado por el vino, se puso peleón. El suemio, el mismo, por cierto, que se había sorprendido tanto al ver que sus poderes ocultos fallaban cuando intentó matarme, dió al general un ligero empujón, y éste cayó contra el rail. Como era muy pesado, su peso le impulsó a perder todavía más el equilibrio y cayó de lado, agarrándose al rail con ambas manos en forma bastante agil. Aquí, incapaz de levantarse, quedó colgando, pidiendo auxilio completamente aterrorizado. El capital poseidonio no era mal hombre, pero era algo estúpido, como resultado de un golpe en la cabeza debido a una caída, y aunque pcx:lía satisfacer su cometido como comisario, no era capaz de elevarse por encima de una posición subordinada. Antes de la caída había sido un hombre inteligente y todavía entonces era un inventor a pequeña escala. Este talento no le hacía ningún servicio ahora, no obstante, porque muchos otros le sobrepasaban en la misma dirección. Finalmente se había convertido en un lunático del tema, y siempre estaba tratando de utilizar la energía o de economizar potencia. Mientras que el capitan permanecía indeciso, el suemio se adelantó y lo empujó, tomando él mismo al aterrorizado Saldu por el brazo. En ese momento tanto el ex-consejero como el general Saldu comenzaron a caer a tierra, unos dos kilómetros más abajo. Entonces el poseidonio los miró mientras caían, ocupada su mente con su manía favorita de la invención, y exclamó: "¡Qué desperdicio de fueua; si al menos hubieran caído sobre algún mecanismo ajustado para levantar un peso!". Cómo sucedió, el comisario declaró que nunca lo supo, y por falta de testigos, junto con su obvia estupidez, la corte le absolvió. Cuando supe lo sucedido fué a través del gobernador a quien yo había nombrado, quien informó que había relevado al capitan del mando de su vailx y de su cargo de comisario. El Saldu era el padre de Lolix, y pensé que tendría que darle la noticia lo más suavemente posible. Me quedé completamente atónito cuando, habiendo hecho esto, la oí decir con calma: "¿Y a mí qué me importa?". "Bueno, es tu padre" comencé, cuando ella me interrumpió con:

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"¡Mi padre!, me alegro mucho. ¿Acaso yo, que amo el coraje, puedo sentir algo más que desagrado por su cobardía a la hora de la muerte, ya que gritó de terror como un niño? ¡Fu! ¡Yo no llamo padre a un cobarde!". Me marché completamente horrorizado, en silencio por falta de palabras para expresar mis sentimientos. Percibiendo mi pensamiento, Lolix vinó hasta mí, y colocando su pequeña y blanca mano sobre mi brazo, me miró a la cara de forma que mi mirada iba directamente a sus hermosos ojos azules. "¡Mi señor Zailm, pareces ofendido!, ¿es así? ¿he dicho algo que te haya disgustado?". "¡Dioses misericordiosos!" exclamé. Entonces, recordando un pensamiento anterior mío, de que la Saldu sólo era una criatura en ciertos aspectos, dije: "¿Ofenderme? En aboluto, Astiku". Entonces, ella deslizó su mano hasta la curva de mi brazo y se puso a caminar a mi lado. Esta pequeña experiencia fué el comienzo de una más larga que, aunque muy dulce durante un periodo de tiempo, culminó en angustia allí en Atlántida y, como el ave fenix, se levantó de las cenizas de los siglos muertos, sólo hace unos pocos años. Ciertamente, "el mal que los hombres hacen pervive después de ellos". Debido a que era tan obvio que su inhumanidad se debía a la falta de desarrollo, no me disgusté con Lolix. La reprendí, ciertamente, pero en lugar de marcharme furioso por su conducta, traté de inculcarle un sentido de la enormidad de su crueldad. Según la costumbre de su pueblo, Lolix me pidió que la desposara. Por supuesto yo no podía acceder, aunque era agradable ver como se esforzaba en conseguir mi estima. Yo no podía porque amaba a Anzimee. De este amor por mi dulce hermanita, nunca le hablé a Lolix, porque me disgustaban las posibles contingencias que pudieran aparecer. Pero hice algo peor; le dije una falsedad, porque le dije que la ley poseidonia prohibía el matrimonio con extranjeros. "¿Y nunca hay excepciones?", preguntó Lolix. "Nunca. El castigo es la muerte". Esta fué otra falsedad, porque en Poseidonis nunca se había aplicado la pena de muerte, ya que estaba prohibida por la ley del libro Maxin. "Bueno, entonces, no importa. Tú eres joven y fuerte, y valiente y atractivo. Por lo tanto yo te amo. Si la ley lo prohibe, da igual. Nadie excepto nosotros tiene que saberlo".

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La última barrera había caído. La consciencia se durmió. Los pensamientos sobre Anzimee fueron dejados de lado tal como alguien aleja a un ángel acusador. ¿Pensé en Pitach Rhok y en mis días de inocencia? ¿O en el misterioso desconocido a quien había escuchado con asombro al principio de mi vida en Caiful? Sí, pensé en estas cosas. Pensé en Inca!, y dije: "Inca!, Dios mío, si alguna vez estoy a punto de pecar a tus ojos, al olvidar las leyes de la sociedad y del matrimonio, haz que muera antes de que peque". Pero Inca! no me hizo morir, no entonces, sino más tarde siglos después. No me hirió entonces, la consciencia acalló el sonido, pero la pasión se despertó.

CAPITIJLOXX

DUPLICIDAD El año en el que no se me permitió estudiar pasó rápidamente y sin sucesos dignos de mención, excepto que las complicaciones se multiplicaron por causa de Lolix. Mi afecto por Menax llegó a ser casi recíprocamente tan grande como el suyo por mí, que era ilimitado. Pero no le dije lo que, de forma cada vez más agobiante, pesaba sobre mí según pasaba el tiempo, mi relación amorosa secreta con Lolix. Haber hecho esto hubiera sido lo mejor, no obstante no me atreví, porque hubiera perdido lo que más amaba. Al menos, eso temía yo entonces. Según pasaba el tiempo comencé a cuestionarme mi actitud. ¿Amaba yo a esta herma<,a muchacha? No como amaba a Anzimee. "¡Oh, Inca!, Dios mío, Dios mío!", sollocé con angustia en el alma. La consciencia todavía dormía, pero se removía inquieta. El hecho de que Anzimee fuera mi hermana por adopción no le impedía convertirse en mi esposa, porque la ley de consanguineidad quedaba respetada. Pero mis propios actos cerraron el camino. Mi estratagema de domiciliar a Lolix en un palacio situado en un extremo alejado de Caiful desde el Menaxithlon se llevó a cabo con éxito sin levantar la sospecha de nadie, ni siquiera provocar los celos de Lolix. ¡Duplicidad, duplicidad! Entonces, me dediqué a cortejar a Anzimee sin estar restringido por la presencia de la que habría podido ser un factor peligroso si siquiera hubiera sospechado que la hija de Menax no era mi hermana por los lazos de la consanguineidad. Pero mis días comenzaron a llenarse de temor, porque yo había visto los dientes

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al lobo; el desenlace de los asuntos que tienen al mal por guía es invariablemente de dolor y amargura. Supongamos que Lolix nunca se cansara de mí, y que yo no tuviera ni el corazón ni el deseo de hacer nada que la obligara a hacerlo, las leyes de la naturaleza siempre podían provocar una revelación de los hechos que podría ser fatal para mis esperanzas; y aunque a menudo yo gritaba en agonía de alma que yo era un desgraciado, la consciencia todavía dormía. Pero el mío no era un carácter que se detuviera en sus resoluciones debido a la cólera. Si yo estaba enredado en un juego de destreza con el Maligno por oponente, jugaría lo mejor que supiera. Así pues, decidí deshacerme de Lolix, una decisión que llegaba tarde, porque el fruto de nuestro pecado había llegado y se le proporcionó un hogar secretamente, porque yo no podía cometer asesinato. Todos estos planes fueron llevados a cabo, con toda fortuna, según pensé, sin que nadie lo supiera. Pero, cómo podía deshacerme de una encantadora mujer, Lolix. Sólo quedaba un año para que yo me examinara para conseguir mi diploma en el Xioquithlon. Si aprobaba, me proponía pedir a Anzimee, que yo sabía que también me amaba, que fuera todo lo que el honroso nombre de esposa conllevaba. En la tarde, o al mediodía, no había nada que complaciera más a Anzimee que pasear sola, o con Menax o conmigo por los jardines del palacio, bajo las palmeras y festones de viñedos en flor que coronaban todas las paredes, formando frescos largos túneles verdes, moteados con los más radiantes tonos de la Flora. Por las aberturas de estas verdes paredes podíamos ver los lagos artificiales, las colinas, los acantilados y cascadas, y más allá de éstos, podíamos contemplar Caiful con sus palacios y viñedos y su medio millar de colinas, grandes y pequeñas. Paseando por entre tales escenaric.s al lado de aquella que era tan querida, ¿es acaso extraño que mi alma quedara en tales ocasiones aliviada de parte de su peso de pecado y tristeza? Tardé tanto en tomar acción con el caso de Lolix que comencé a temer el tomar cualquier curso excepto dejar que los sucesos se ordenaran por sí mismos. Sí, perdí confianza en mi capacidad para resolver el peligroso problema, por temor a que empeorara el asunto. Así pasaron los días y el exámen se acercaba. Yo no descuidaba a Lolix, no podía, ni tampoco tenía deseos de hacerlo.

Estaba con ella muy a menudo; ciertamente, con una extraña ceguera del mal que hacía. Dividía mi tiempo libre entre Lolix y Anzimee. En ocasiones temía que Mainin, Gualun, o quizás ambos,

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conocieran mi secreto. Lo conocían, también, porque su visión oculta era demasiado aguda como para impedirles conocer los hechos. Pero ninguno hizo un signo, ni Mainin, porque él no se preocupaba del mal secreto que se estaba haciendo, como veremos pronto. Ni Gualun, no porque él, como Mainin, no se preocupara, sino porque era misericordioso y sabía que el karma tenía reservado un castigo más terrible que el que cualquier hombre pudiera infligir, y su misericordia le impidió añadir más penalización a mi castigo. Así pues, el cáncer permaneció oculto a la mirada pública, y no supe que el noble monarca era un triste espectador de mis fechorías. No me extraña su semblante triste cuando me veía en el último año de mis estudios. Anzimee había pospuesto la época de su exámen en Xio hasta el año en que yo me graduara, y de aquí, las festividades que siempre seguían a los exámenes como demostración de alegría por el éxito de los que recibían sus diplomas, la incluirían en la honorable lista, porque ella había aprobado con notas muy altas. El Rai ofreció una cena a los ganadores, y esta fiesta inauguraba un largo período de cenas de alta sociedad, bailes, fiesta, conciertos y representaciones teatrales, todas para la misma celebración. Anzimee, vestida con una túnica de seda grisácea, con su oscuro cabello atado con una encantadora rosa, y sobre su hombro un alfiler de zafiros y rubíes, fué presentada por Gualun en la cena de gala al nuevo Xioqi como la "Ystranavu", o "Estrella de la Tarde". Esta era un distinción social similar a la moderna de "Reina del Baile". Sabiendo que el Rai Gualun conduciría a su sobrina a la mesa y sería su escolta, yo llevé a Lolix, ya que tenía el derecho de hacerlo, porque yo era graduado y el poseedor de un diploma podía elegir una acompañante, que podía ser o no una graduada. Lolix, por mi bien, había estudiado mucho durante los últimos tres años, y ahora estaba en su segundo año en el Xioquithlon, a donde fué desde la escuela primaria. Yo comenzaba a sentirme orgulloso de la muchacha, y sentía cariño por ella; ciertamente, habría sido de lo más despiadado si no hubiera sido así, después de su sacrificio por mí. Varias veces vía Gualun mirándome intensamente -yo me sentaba no lejos de él- y en una ocasión, al pasar a mi lado después de la fiesta, murmuró tristemente: "¡Oh, Zailm, Zailm". Como es de imaginar, este comentario no aumentó mi paz mental. Pero aquella noche pasó sin mayor inquietud, como en muchas ocasiones anteriores.

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Al entrar con Lolix en el gran salón del Agacoe, observé las muchas miradas de admiración que despertaba su belleza en los muchos caballeros que saludamos, nobles de alto rango. Ella se había convertido en una muchacha bella y, sobre todo, de buen carácter, que ya no era cruel, sino muy gentil desde su triste experiencia secreta como madre y consiguiente privación de la alegría de la maternidad, ya que no podría conocer a su hijo. Había recibido propuestas de honorable matrimonio que había rechazado, sabiendo como sabía que el hecho de que le propusieran matrimonio mostraba mi falsedad cuando le había dicho que las leyes de Poseidonis prohibían nuestro matrimonio. Pero su amor por mí, debo admitirlo, era fiel y no disminuyó. Y guardó el secreto bien y por mi bien, ¡a pesar de lo canalla que yo era! Al mirarla, sentí que yo la quería mucho. Pero a Anzimee la quería más, y por lo tanto la horrible tragedia siguió. Yo sabía que por mi amor Lolix primero había reprimido sus comentarios despiadados, después había tomado interés en aliviar el sufrimiento por sí mismo, y así se había convertido de una hermosa espina en una gloriosa rosa de encantadora femineidad, con muy pocas espinas en verdad. ¿Tenía yo alguna conciencia que mereciera tan nombre, al no presentarme ante el mundo y tomar a Lolix por esposa después de todo este ilimitado amor por mí? No, no en Poseidonis. La conciencia no estaba dormida; es que nunca había existido; aún no había nacido, y tenía que crecer en un tiempo futuro. Así, la némesis del juicio todavía sostuvo su golpe.

CAPITULO XXI

EL ERROR DE UNA VIDA La comparación es un buen ejercicio mental. Es bueno para el lector y para mí mismo, así como para Anzimee y Lolix, el que yo haga ahora una comparación analítica de estas dos mujeres. ¿Qué era lo que de forma tan inalterable hacía que yo desease desposar a Anzimee y no a Lolix? Ambas eran damas, la primera por naturaleza, y la segunda por sí, por naturaleza también. No obstante, yo estaba a punto de adscribir la duke caridad de Lolix a la percepción por su parte del dolor que ella sentiría, colocada en una situación igual a la de aquéllos que soportaban los mismos

hechos. Pero la capacidad para percibir de esa forma vendría sólo de la existencia de ésta en su naturaleza. No, era su naturaleza que finalmente se había desarrollado. Ambas mujeres eran refinadas,

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inteligentes, y ambas eran hermosas, aunque de tiprn tan diferentes como una rosa en flor y una azucena blanca. Anzimee una hija de Atla; Lolix lo era por adopción. Una pequeña diferencia, con seguridad, ya que ambas estaban totalmente de acuerdo con, y eran igualmente sensibles al bien, a lo bello y a lo verdadero, en el refinamiento pulido de la erudita Poseidonis. Realmente, las relaciones entre Lolix y yo eran ilícitas, pero ella no era por eso menos querida para mí, ni mi cariño por ella menos tierno y amante. Su compañía se había convertido en parte de mi vida. Si yo tenía una preocupación o estaba deprimido, ella interponía su amabilidad y me animaba. Mis preocupaciones eran también las suyas; mis alegrías sus alegrías. En todo menos en el nombre ella era mi esposa. Entonces, ¿por qué no reconocía el hecho ante la humanidad? Porque el karma ordenaba otra cosa. Yo amaba a Anzimee también. A través de este amor, el karma actuó para anular sus propias tendencias de desposar a Lolix. Y la forma de su actuación se tradujo en mi reconocimiento de que Lolix poseía todos los requisitos para hacerme feliz excepto en una sola cosa, la de la percepción psíquica de la relación de lo finito con lo infinito. ¿Absurdo? No. Que mi alma anhelara tal capacidad en ella, y no la encontrara, pero sí en Anzimee, era una evidencia del crecimiento del naciente interés en la vida oculta de los Hijos de la Soledad, que de alguna forma había madurado por las palabras del Raí Emon de Suemia, años antes. ¿Decís que si un interés tan pequeño hiciera tanto daño en la vida, ese profundo interés no compensaría la pérdida del alma, por lo que no Jo aceptaríais? En absoluto. Fué el no ser fiel al ideal ganado en aquel tiempo, fiel con toda mi alma, Jo que hizo la fechoría, igual que el mito de la esposa de Lot, nunca hubiera sido convertida en estatua de sal si hubiera obedecido, no a la curiosidad, sino a la prohibición superior. Lolix no tenía la más remota percepción de este vínculo psíquico entre las cosas de la tierra y las cosas de lo infinito. Yo lo tenía; sabía que Anzimee lo tenía; por lo tanto, ordené mi vida para incluir a Anzimee en ella y excluir a Lolix, por lo que hice a ambos, a mí y a mi concepción de Dios (que no es sino una expresión redundante, porque nadie finito puede dañar lo Infinito) una terrible injusticia. Pero el karma mantenido en suspenso por el mal de mi vida, demandaba pago; y lo consiguió, cada iota; no hay palabras para describir el sufrimiento de la expiación. Apenas lo intento y me sentiré satisfecho si una percepción de alguna parte del mismo detiene a otros para que no pequen, debido a la certeza

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de que no existe expiación indirecta por el mal hecho, ni escapatoria al castigo. La Ley del UNO dice: "A menos que un hombre venza, no herederá Mi vida, yo no seré su Dios, ni el será Mi hijo". No hay más que un camino para tal victoria, las recurrentes entradas en la reencarnación material, hasta que los errores de la voluntad personal sean purgados a la Voluntad Divina. No existe el deshacer el error de forma indirecta, y pronto os mostraré por qué. Nadie puede respirar por tí. La reencarnación, el aprisionamiento recurrente del alma en el cuerpo de carne, no es sino expiación, castigo. Si en Su Nombre os habéis liberado, si en ese Camino habéis vencido, y en lugar de ser esclavos seis señores del deseo, habéis deshecho el pecado. Entonces ya no existen más reencarnaciones para vosotros en la prisión de esta muerte, mal llamada vida. No existe otro Camino; el Gran Maestro no señaló ningún otro. En expiación de mi oscuro pasado tuve que volver al mundo, vuestro mundo de pecado, pena, enfermedad y dolor, y anhelos frustrados de paz que sobrepasa el entendimiento. ¿No son mis doce mil años o más de ulteriores vagabundeos en la lejana tierra de este mundo, lejos de la casa de mi Padre, y alimentándome de las migajas llamadas alegría, sufriendo las fiebres, los dolores y el fracaso de las esperanzas, suficiente expiación? No obstante, por un poco más de tiempo tengo que, e impulsado por el amor, servirle voluntariamente. Algunas almas tendrán incluso que hacerlo más que yo, si no rectifican. ¿Qué desearéis? la voluntad es el único Camino al conocimiento esotérico, u ocultista cristiano. Quienquiera que tenga voluntad, tendrá Vida Eterna. Pero la voluntad para vencer tiene que reemplazar a nuestra voluntad de deseo, tal como el aire fresco reemplaza lo que exhalamos por nuestros pulmones. Igual que la atmósfera está a nuestro alrededor, y, al inhalarla, se convierte en nuestro aliento, así la Voluntad del Espíritu está a nuestro alrededor y, entrando en el corazón que ha decidido forzar a la serpiente a la sumisión, no dejará que sucumbamos. Pero yo, y Lolix, rechazamos este Aliento, y rebeldes, nos alejamos. ¡Oh!, ¡el horror, el dolor, de las eras perdidas, perdidas con ella! Pero vueltas a encontrar por ambos, al vencer. Siento tener que admitir que tal moral oblícua pudo alguna vez haber deformado mi carácter, ¡incluso hace doce mil años! La Voluntad es el único Camino a Cristo. ¿No es una suposición impresionante, pensar que, habiendo decidido dejar a un lado a Lolix e instalar a Anzimee en su lugar

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por medio del honorable matrimonio ante el mundo, yo era capaz de calcular mi conocimiento de Lolix y confiar en que aceptaría guardar mi secreto debido a su altruista amor hacia mí? ¡Monstruoso! Yo sabía que Lolix no hacía nada a medias. Habiéndose entregado a mí, no expondría a la luz mi iniquidad, aunque la rechazara por otra, la sociedad no censuraba a una mujer traicionada. Siguiendo con mi plan, me propuse obtener la afirmación verbal del amor que hacía largo tiempo había sido declarado por el comportamiento de Anzimee. Entonces le diría todo a Lolix, sin reservarme nada, y me entregaría a su misericordia. Incluso después de todos estos muchos siglos, cuando -¡Loado sea Dios!- la reparación al fin se ha completado, miro el registro de esta parte de mi vida cuando yo era Zailm, y me asombro de que esta confesión no haga agujeros en el papel sobre el que se escribe. La vileza moral es algo terrible, porque, aunque consciente de estar pecando, apenas me daba cuenta de la horrorosa negrura de mi acción. ¿Puedes tú lector, disociar tu horror ante la acción lo suficiente como para interesarte en el relato de mi declaración de amor hecha a Anzimee, después de que había escondido a mi propia vista el mal de mi vida? Puede ser casi fútil intentarlo; no obstante es posible olvidar algo fuera de nuestra vista, al menos hasta cierto punto. "Ese puede sonreir, y sonreir, y ser un villano". Más específicamente, es fácil sonreír cuando el mal está en un tiempo pasado tan lejano, está expiado, y el villano ya no lo es. Me perdonarás si apunto el Camino de la expiación. De todos mis miles de años de mis muchas vidas, a las cuales apenas puedo referirme brevemente en esta historia, saco una lección para tí que el cansado peregrinaje me ha enseñado, y en mi alma ruego que la escuches. Porque anhelo mi liberación, cuando pueda ir a los benditos dominios que mis ojos han visto, mis oídos han oído, y donde yo mismo he estado, con El que abre y ningún hombre cierra, y cierra y ningún hombre abre. Así pues, conoce esto, y estas cosas; mientras que cualquiera que lea mis palabras se aleje, y no quiera conocer y hacer Su Camino, mientras que me dejéis fuera de mi parte en la Gran Paz, hasta que Su espíritu cese de esforzarse con vosotros, o estorbaros, estoy trabajando y sacrificándome para que podais conocer el Camino y recorrerlo. No obstante, algunos de vosotros seréis, incluso al final, de los que, negándole, seréis negados por El. De entre todos los gloriosrn;

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sistemas de mundos, sólo la Tierra niega, porque reconociéndole con palabras y gritando: "Señor, Señor", no obstante, se odian los unos a los otros en sus corazones dominados por la serpiente. No penseis que uso alguna figura literaria cuando digo "serpiente"; los microscopistas saben de Jo que hablo. "El que siembra en la carne de la carne recogerá corrupción; pero el que siembra en el Espíritu del Espíritu tendrá Vida eterna". Aquellos que están vivos han crucificado la carne con sus afecciones. Algunas cerrarán los ojos y los oídos al mensaje que tengo de EJ. Por éste la semilla de Vida Eterna será sacada de sus almas, y morirán. Pero tantos, como en todas las cosas, se vuelvan hacia el Camino no serán expulsadcs. Lo dijo El que es verdadero. Mantened vuestras lámparas preparadas y sed prudentes, no vírgenes necias.

CAPITULO XXII ZAILM PROPONE

Mi mente estaba llena de la cuestión que para mí era de importancia capital, cómo hacer mi proposición de matrimonio a Anzimee. Tal pensamiento es común a todos los amantes, de toda raza y nación, donde el emparejamiento no es dirigido por los padres. Habiendo establecido un tiempo para hacer la importante proposición, busqué a Anzimee. La información de que estaba ausente en el palacio Roxoi, uno de los tres palacios destinados al Rai, pero raramente usado por él, fué un tanto perturbadora. Lolix residía en Roxoi, y así había sido desde la época en que ordené su transferencia desde el Menaxithlon. Pero yo no había alterado mi propósito de ver a Anzimee; así pues, mientras viajaba por la ciudad, a 64 kms. de Roxoi, pensé en la nueva situación. Yo sabía que las dos muchachas eran amigas, y este hecho pareció ccmplicar las cosas. Al lJegar a Roxoi, encontré a Anzimee en los jardines, sentada cerca de una cascada que caía sobre un acantilado de cuento de hadas hacia un lago. Estaba sola. AJ acercarme, ella preguntó, en tono sorprendido: "¿Dónde está Lolix?". "¿Dónde?", repetí, "no Jo sé. Me dijeron que estaba contigo".

"Y era verdad. Pero tomó mi vailx y se fué diciendo que iba a buscarte, para que nos fuéramos los tres de excursión". Pensé rápidamente. Menaxithlon estaba a 64 kms., cruzando

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la ciudad hacia el sur. El vailx tiene que tardar unos cuarenta minutos en llegar allí y otro tanto en volver. Ochenta minutos. Esto sería suficiente. Sentándome al lado de Anzimee, tomé su mano en la mía. A menudo había hecho antes lo mismo, e incluso la había rodeado con mi brazo, pero en una forma completamente filial. Ahora el simple contacto de los dedos parecía eléctrico, y ella pudo detectar inmediatamente la intensidad de la excitación que me poseía. El fino lenguaje que me había propuesto utilizar había desaparecido, y en lugar de tratar de recobrarlo, dije simplemente: "Anzimee, ¿podrían las palabras hacer más profunda la certeza de mi amor por tí? No puedo expresarlas; ¡pero te pido, niñita, que seas mi esposa!". Y por respuesta ella contestó con una breve frase: "Zailm, ¡que así sea!". Lo que siguió el lector lo puede imaginar; tu propia fantasía te situará mejor, porque con seguridad que la escena no es dificil de imaginar. Cuando Lolix volvió, yo ya me había ido, no tan rápidamente, porque Lolix se había retrasado al volver, por lo que habían pasado tres horas desde su marcha. Supe que pocas cosas eran más ciertas que Anzimee le confiaría su alegría a Lolix. Pero yo no tenía miedo, porque estaba seguro de que 1.olix no traicionaría nuestro secreto, no importa cuán terrible fuera el golpe que tuviera que soportar. Tal como supuse, Anzimee le contó la historia de mi proposición matrimonial, y que ella me había aceptado. Cuando había terminado, Anzimee dijo que su amiga la miró por un momento, y a continuación cayó desmayada al suelo. Cuando se hubo recobrado, parecía tan tranquila que incluso Anzimee no cuestionó su afirmación de que el desmayo se debía al nerviosismo. Esto ocurrió por la tarde. Anzimee, llena de sentimientos felices, ayudó a acostarse a su amiga, despidió a los criados, esperó a que se durmiera, y volvió a casa. No supe todo esto hasta el día siguiente. Pensé que lo mejor era tener una entrevista con 1.olix enseguida, y así experimentar todo el dolor y terminar con esta angustia. ¡Iluso mortal! Fuí a Roxoi, y entrando en el Xanatithlon, esperé a 1.olix, a quien había enviado un mensaje que deseaba verla allí. Ella vino. Parecía que habían pasado diez años por ella desde que la ví por última vez. Cansada y pálida, con grandes ojeras oscuras bajo sus hermosos ojos azules, en los que fluían las lágrimas cuando me miró. ¡Pobre muchacha! Pero, ¿qué podía hacer yo? Esto es lo que

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pensé. Me remordió un poco la conciencia pero poco, porque la ceguera del pecado es espesa y hace enmudecer al alma. Ella habló primero: "¡Oh, amor mío, amor mío! ¿Por qué has hecho esto? ¿Crees que podré vivir? Hace tanto tiempo que sé que no existe ley que prohiba nuestra unión, y he esperado que hicieras lo que era correcto, confiada que el día llegaría pronto en que me pidieras que compartiera tu orgulloso nombre. Pero, ¡Oh, Inca!!, ¡Dios mío, Dios mío!", exclamó, estallando en un mar de lágrimas, que pronto fueron reprimidas. Entonces, en una voz más calmada, llena de terrible dolor, siguió: "Zailm, yo te amo demasiado, incluso ahora, corno para amonestarte! Soy tuya para que hagas conmigo lo que quieras. Te dí mi vida hace mucho, te dí mi bebé, y tú lo llevaste a una casa donde nadie pudiera sospechar su filiación. Zailm, he hecho más también -hubo otro que- ¡Oh, Inca!, perdóname!, que envíe a Nava:zzamin, para que no te acusara, Zailm! Y ahora, yo, a quien tú llamabas tu queridita de ojos azules, yo, que te amo más que a mi vida, ¡soy apartada de tu lado por tí! ¡Oh, Dios!, ¿por qué me haces sufrir así? ¿Por qué me golpeas así?". Comenzó a llorar con agonía, y yo no lo impedí, sabiendo que algunas veces las lágrimas son un bendito alivio. ¿Me había amado así? ¡Estúpido!, no haberlo notado por sus acciones, que hablaban más alto que las palabras podrían hacerlo. Mi corazón me remordió ahora ciertamente, y recé, recé a Dios para pedir perdón, y le rogué a ella. ¡Demasiado tarde! La conciencia al fin se despertó, mordió, se extendió como Minerva, totalmente armada para el combate. Cuando Lolix hubo recobrado la calma, dijo, en tal tono destrozado como nunca habían oído mis oídos: "Zailm. Te perdono. Ni siquiera ahora te traicionaré, ya que a quien amé una vez amaré hasta la muerte; además, también, si el amor sobrevive a la muerte. Si has venido a decirme adios, ¡que así sea! Pero déjame ahora, ¡porque estoy casi loca! Pero recuerda, querido, que si en tu nueva vida no eres feliz, aunque pido a Inca! que así sea, que una vez latió por tí un corazón amante, más amante, quizás más verdadero, que el que pienso encontrarás en tu nuevo amor. No viviré mucho tiempo para ser una sombra en tu paz. Bésame una vez más como lo harías si yo fuera tu propia esposa ante el mundo, como lo soy ante los ojos de Irreal, y habiendo muerto, estuvieras a punto de confiar mi arcilla a la Luz no Alimentada".

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Con estas palabras se paró, habiéndose levantado y viniendo hacia donde yo estaba, y colocó sus brazos alrededor de mí, dándome un fuerte abrazo. Me tuvo un momento así, entonces sus labios, tan fríos como los de alguien que está en la compañía de la Muerte, ¡se unieron a los míos en un largo y sollozante beso! Me soltó, se quedó de pie un momento, y se fue. Así me dejó. Estuve sentado mucho tiempo en medio de las flores en el gran invernadero de Roxoi. "Los capullos se abrieron brillantes-pero un gusano estaba debajo, La luz de la luna brillaba espléndida-había destrucción en el rayo; Dulcemente susurraba la brisa-pero susurraba de pena, Y la amargura fluyó en la corriente que fluía suavemente". EL KARMA DISPONE

Aquella noche las amonestaciones de mi inminente boda con Anzimee serían anunciadas por el Incaliz Mainin en el gran templo, porque en los casos de alto rango social era costumbre añadir formalidad extra al anuncio. Si, durante la ceremonia, ocurría una muerte dentro del Incalithlon, la costumbre decretaba que tenía que pasar un año antes de que se consumara el ritual del matrimonio. En cualquier caso, tenía que pasar un mes después de las amonestaciones, que consecuentemente eran efectuadas inmediatamente después de que se establecía el compromiso matrimonial. Por razones desconocidas, Mainin el Incaliz no deseaba que Anzimee se casara con nadie, pero como no tenía autoridad sobre ella y la trataba poco, guardó silencio con respecto a sus deseos. A la hora apropiada, Anzimee y yo nos presentamos ante Mainin el Incaliz, sentado en el Sagrado Asiento. A nuestro lado estaba Rai Gualun y Menax, siendo nosotros cinco el blanco de todas las miradas de una gran audiencia. Con voz clara y lenta, el Incaliz comenzó una invocación a Inca!. Pero en medio de este servicio, una mujer se deslizó rápidamente cruzando el triángulo del Lugar de la Vida, en el centro de cual estaba el Maxin. Era Lolix. Estaba tan bien arreglada y vestida como siempre era su orgullo estar. Aparte de la terrible mirada de sus ojos no ví nada extraordinario en su apariencia. Pero haber pisado el Lugar de la Vida era algo no permitido, y este acto centró todas las miradas en ella. Significaba que apelaba a la autoridad del Raí. "¿Qué deseas?", preguntó Gualun.

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"Zo Rai, en Salda, mi tierra natal, era costumbre permitir a cualquiera de ambos sexos cortejar al otro para pedirle en matrimonio. Yo cortejé a este hombre, el Astika Zailm, ignorante de que él amaba a mi amiga-¿c.ómo podía yo saberlo? Y ahora, te suplico, niega las amonestaciones, ya que tienes el derecho de hacerlo". "¡Mujer, lo siento mucho por tí!, pero las costumbres de Salda no son las de Poseidonis. No puedo acceder a tu petición". Yo había sentido un terror mudo por miedo a que mi crimen al fin fuera revelado. Pero el miedo desapareció cuando la esbelta y graciosa figura de Lolix se alejó y se perdió entre los concurrentes. Entonces, las interrumpidas amonestaciones se reanudaron. Cuando Mainin dijo a Anzimee: "¿Declaras que es tu deseo desposar a este hombre?", ella replic.ó: "Sí". "Y tú, ¿declaras que es tu deseo desposar a esta mujer?", a lo que yo dije: "Por supuesto, si Incal no lo impide". Al contestar yo la ceremonia volvió a ser interrumpida por segunda vez por Lolix, que una vez más vino hasta el Lugar de la Vida, pero esta vez tan deprisa como si fuera perseguida por alguien. Se paró al lado opuesto de la Luz no Alimentada, y dijo: "¡Inca) lo impedirá". Mira, vengo a desposarte ahora, Zailm, y aquí! ¡El Dios de las almas difuntas será nuestro Incaliz, esta daga, nuestra proclamación de boda, amonestaciones y todo lo demás! Debería haber dicho antes de comenzar la narración de las preguntas que se nos hicieron a Anzimee y a mí, que después de la invocación de Mainin, él, Anzimee y yo, y el Rai con Menax, habíamos dejado el Sagrado Asiento y habíamos ido hasta el Lugar de la Vida, por Jo que Lolix ahora estaba muy cerca de mí. Al hablar de la daga sus palabras eran tranquilas, pero dichas rápidamente-¡era la tranquilidad de la locura! Enloquecida por el curso que yo había tomado, Lolix estaba allí, con sus hermosos ojos azules llenos de chispas de locura. Con sus últimas palabras todavía sobre sus labios, me golpeó el pecho con el arma afilada. Desvié el golpe con mi brazo, que fué herido por el tremendo golpe. Al sacarlo de un tirón, la sangre brotó y cayó al suelo de granito. Al verlo, Lolix emitió un terrible grito, diciendo: "!Loca! ¡Loca! ¡¡¡LOCA!!!" y con brusco movimiento se fué al centro del Lugar de la Vida, donde se quedó al lado del cubo del Maxin.

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Anzimee se desmayó; Menax estaba como petrificado, mirándome sangrar, mientras que Gualun, pálido pero tranquilo, se dirigió a un guardia cercano: "¡Arrestad a la loca!". La orden del Rai atrajo la atención de Lolix, quien dijo al soldado que se aproximaba: "No, no, no me arrestes. Yo estaba loca, pero ahora no. Quienquiera que me toque, le maldeciré, y después moriré en el Maxin". Siendo supersticioso, el guardia se paró, ya que no se atrevía a tocarla, ni a desobedecer al Rai. En su terror, se volvió a éste último y comenzó a pedir excusas. "¡Silencio!", tronó Gualun. Entonces, con tono gentil dijo a Lolix:. "Mujer, ven a mí". "¡No, Zo Rai! En este lugar al lado del Maxin nadie bajo la ley puede ejercer violencia sobre mí. Por lo tanto, ¡aquí me quedo!". Hablando así, Lolix se arregló su desarreglado turbante, cruzó los brazos y después, recostándose sobre el cubo Maxin miró con calma al Rai. Este no se movió, pero la miró primero a ella, y después a mí. Lolix, aunque todavía estaba cerca del Maxin, se había puesto derecha y ya no tocaba el cubo. El Incaliz Mainin había estado inmovil de pie durante toda esta excitación. Ahora, habló para decir: "¡Ah, Astiku de Salda, ahí permanecerás, ciertamente, durante mucho más tiempo de lo que tú piensas!". Había hablado con suma calma, incluso suavemente, mirando todo el tiempo a la infeliz muchacha. Cuando se volvió hacia el Rai, vió una mirada de horror en su rostro, y rápidamente desvió la mirada otra vez, terminando la lectura de las amonestaciones. Yo apenas le escuchaba, ya que en parte estaba ocupándome de mi braw herido, y en parte de Anzimee, quien, sólo parcialmente recobrada, y todavía medio desmayada, se apoyaba en mí buscando apoyo. Cuando la ceremonia hubo terminado, el Rai Gualun, colocando una mano en cada una de nuestras cabezas, dijo: "¡No sólo un año deberá pasar antes de que podáis casaros, sino mucho más tiempo! Zailm, yo te perdono tus pecados hasta donde yo puedo hacerlo, en cuanto a las leyes humanas que tú has infringido. En cuanto a tu compañera en el error, ya no importa". Entonces, volviéndose a Mainin, el Incaliz, severamente dijo: "¡Debido a tu espantosa acción, tú y yo seremos para siempre extraños! Ahora te conozco, al fin, como realmente eres". Habiendo dicho esto, para sus oyentes, en un lenguaje enigmático y sorprendente, Gualun dejó el Incalithlon. Mainin

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también se fue. Menax, se quedó intrigado con relación a la infeliz causa de todo este problema, le habló según estaba ella al lado de la Luz no Alimentada. Ni respondió ni se movió. Yo me acerqué a ella y la llamé gentilmente: "¿Lolix?". No recibí respuesta ni hubo movimiento. Toqué su corpiño de seda, ¡pero recibí una sacudida que me hizo tambalearme como si me hubieran golpeado! Su corpiño era tan rígido como la piedra. Toqué su mano; ésta, también, estaba fría y rígida. Su rostro, incluso sus onduladas trenz.as castañas, también estaban rígidas. No solamente estaba muerta, ¡sino que era de piedra! Como alguien en un sueño, demasiado sorprendido como para estar horrorizado, pero todavía poseído de una extraña curiosidad, raspé con mis nudillos en los finos bordes de los pliegues de su túnica, y oí un sonido metálico. Tomé un dedo; se rompió, y entonces, en una oleada de terrible horror vivo Jo dejé caer al suelo de piedra; se rompió en fragmentos como un fragil trozo de roca. Todavía estaban las trenzas doradas, con las que yo tan a menudo había jugado acariciándolas, con su antiguo encantador color. Su rostro, sus ojos azules, incluso, tenían el mismo tono natural que habían tenido en vida, ¡pero en todo lo demás su cuerpo era de piedra y su alma se había ido para siempre! Su precioso pie, asomando por debajo del borde de su túnica, no sólo era como el resto, de piedra, sino que estaba petrificado pegado al pavimento de piedra sobre el que se posaba. Al fin me daba cuenta de todo. Esta horrible acción fué obra de Mainin en el instante en que miró a Lolix al hablarle. Había prostituido su sabiduría oculta, y por esto Gualun Je había maldecido. La carne y sangre y vestimenta de Lolix había sido transmutada en piedra sólida. Esta petrificación era todo lo que quedaba de la pobre, equivocada, abandonada Lolix, una perfecta estatua que, si se la dejaba, podía quedar allí durante muchos siglos, hasta que incluso la piedra llegara a hacerse polvo finalmente. Todo el horrible significado de aquello vino a mi mente al fin. ¿Era yo el principal responsable de ello? En aquel momento yo sabía que lo era, sabía que el asesinato estaba en mi alma, así como en la de Mainin, que nunca habría tenido esa oportunidad, al menos dada por mí. Incluso en su locura temporal Lolix me había sido fiel. No había dicho nada que me incriminara. Si Gualun lo sabía, y yo estaba seguro de que así era, me dió su perdón hasta donde la ley humana estaba involucrada. Para la infracción a las leyes de lncal

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él no podía otorgar el perdón, esta infracción se convertía en Karma, y establecía un amplio desierto de arenas de pecado para quemar mis pies cuando yo pasara por ellas antes de que pudiera recorrer el estrecho camino del logro. 1.a larga expiación estaba ante mí. Miré a la muda forma de la muchacha que yo había amado tan tiernamente, y todavía amaba, hasta que Menax, que se . había dado cuenta del terrible suceso mientras yo permanecía estupefacto, pero en quien el principal efecto era un deseo de abandonar el lugar lo antes posible, me tomó por el bra:zo. "Ven, Zailm, vayamos a casa". Lanzando una última mirada de remordimiento, obedecí. Encantadora Lolix. Su voz estaba todavía en muerte, ¡y por culpa mía! Al caer el remordimiento sobre mi alma, pensé que ahora hubiera dado cualquier cosa por poder pedir a Anzimee que me liberara de mi compromiso, confesarle todo, y con su consentimiento hacer de Lolix mi honorable esposa, pero ya era demasiado tarde en esa vida para reparar así el daño. ¡Ya no podría la tierna mirada de amor brillar sobre mí desde esos azules ojos como estrellas! Ya no reclinaría mi cansada cabeza sobre su hombro, cuando con gentil caricia ella ahuyentaba mis preocupaciones con una suave gentileza. ¡Ah, dioses! ¿Qué había perdido? Mi vida, que parecía completa, y como una esfera parecida a la luna llena, parecía haberse partido en dos y sólo una mitad quedaba, como cuando este astro sale tarde por la noche, deshecha y rajada, carenando por la noche de la existencia. Anzimee no supo nada de la terrible realidad; se había quedado demasiado aturdida por la repentina noticia de la repentina locura de su amiga. Ella no debía saber, si era posible evitar que lo supiera. Fuimos hasta nuestro coche y, solemne uno, aturdida la otra, y terriblemente arrepentido el tercero, subimos al mismo y fuimos a casa a Menaxithlon. ¿A casa? ¡Sentí que yo ya no tendría paz en el hogar! 1.a vida se había convertido en un desierto, sobre el que campeaban los esqueletos de la desesperación, el pesar y la pena, sobre nosotros el cielo sin luna, bajo nosotros en la noche una extensión de arena desértica, ondulando aquí y allá con los vientos rápidos. Lolix se había ido, Anzimee nunca sería mía, tal como sentí en presentimiento profético del alma, y así, con la cabeza baja, me senté en medio del desierto de mis días y dejé que los fantasmas danzaran a mi alrededor y se mofaran de mí, sin prestarles atención.

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CAPITULO XXIII

UN TESTIGO ANTE EL CRIMINAL Los estados mentales, de sentimiento y de intuición son las únicas cosas reales que existen. Jesús, aunque era el Hijo de Dios, . y Juan y Pablo, todos ellos eran Hijos de la Soledad, Hegel, Berkeley, Sterling, Evans, todos ellos teosofistas verdaderos y cristianos verdaderos, se están convirtiendo en Hijos, y están en consonancia con esos estudiantes de la naturaleza, sin par y de antiguo, cuando dicen que: "Solamente el espíritu es real; todo lo demás es ilusión". Si un hombre piensa que está enfermo, llegará a estar enfermo; si, por el contrario, se mantiene contento incluso bajo las circunstancias más adversas, no verá que el mundo a su alrededor está lleno de sombras; ni lo está. Está solamente en él, y puede cambiar todo el mundo en bilis y amargura para sí mismo, aunque este mundo sea todo alegría para otros. Durante interminables semanas vagué por ahí de forma estúpida, con un gran peso de dolor sobre mi alma, un sentimiento de desesperación sorda que habría vuelto loco a alguien con temperamento menos equilibrado. ¿Acaso se había sentido Lolix así siquiera por un momento? Si así era, y yo sabía que se había sentido peor, si eso era posible, ¡que Dios se haya apiadado de la dulce y brillante muchacha que había sufrido de esa forma por mí! Estuve tentado de suicidarme, tentado de salir por la puerta de atrás de la vida, y a menudo palpé el filo de la navaja que me había dado el superintendente de la mina de Incalia--¿cuánto tiempo hacía de esto? Cuatro años, realmente; ¿cuatro años? Cuatro siglos, por cómo me sentía. Solía acercarme al Maxin en las largas tardes cuando estaba solo en el templo. ¿O soñé que hacía esto? ¡Ah!, era un sueño de sueño torturador, porque nadie tenía entrada en el lncalithlon (excepto el Incala) en ninguna ocasión más que en los días de culto o de ceremonias especiales, y entonces, el edificio estaba siempre abarrotado. Anzimee cruzaba mi desierto en ocasiones, pero aunque ella me hablaba, y me acariciaba, y trataba de levantar mi ánimo, todo era en vano, todos sus esfuerzos caían como un rayo de sol en una oscura ciénaga como las que a veces se ven en los profundos bosques. Dejado a solas con mi remordimiento, porque sus denodados esfuerzos parecían a mis amigos más productores de mal que de bien, y por lo tanto cesaron en ello, yo tomé mi vailx privado y, para cerrar toda posible comunicación con el mundo exterior, quité el naim.

REMORDIMIENTO.

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Entonces, sin que nadie adivinara mis intenciones, me marché por la noche. Vagabundeé por los dominios del aire, a veces a tal altitud del suelo como para estar en casi total oscuridad, donde el anillo Neptuniano era visible y donde incluso los generadores de aire y de calor apenas podían mantener el aire en el vailx suficientemente denso y caliente como para mantener mi miserable vida. O, igualmente solo, igualmente en la oscuridad, hice que mi vailx buscara las profundidades del mar donde los peces fosforescentes habrían tomado mi aparato por un hermano mayor, si me hubiera preocupado de encender las luces. Pero mi alma estaba en la oscuridad, y ¿de qué servía iluminar el vailx si, teniendo ojos para ver no veía? Era tan amarga mi agonía de alma que al fin el cuerpo de arcilla perdió su poder de mantenerme, y me elevé por encima del tiempo y la tierra, y quedé en ese estado durante lo que pareció un periodo interminable. No parecía haber ninguna luz en la terrible oscuridad, ni ningún calor, sino la oscuridad de la muerte, una frialdad como de la tumba. Ninguna persona cruzó mi camino, ningún sonido se oía, excepto gruñidos sordos. Pero al cabo de un tiempo destellos de llama roja saltaron frente a mi vista, a continuación se desvanecieron, dejando la oscuridad tan negra como antes. Terribles silbidos como de serpientes gigantes, asaltaban mis oídos ahora; terrible dolor parecía disolver mi llama. Al final, mis nervios dejaron de responder a esta agonia, y dejé de sentir. Sentí que enmudecía y exclamé: "¿Es esto la muerte?". Pero sólo el eco respondió. Los silbidos habían cesado; todo estaba en silencio. De repente sentí un profundo temor a la horrible soledad, tan oscura y fría, pero en la que, en alguna parte, yo podía ver una pequeña luz, que parecía hacer la intensa oscuridad más suave. Llamé en voz alta; sólo los ecos reverberantes me contestaron. Grité de terror. Pero en toda la inmensa oscuridad a mi alrededor ningún sonido regresó, excepto mi propia respuesta, sonidos reflejados. El conocimiento de que mis confines estaban limitados vino a mí por el hecho de que mi voz regresaba a mí después de lo que parecían siglos entre la emisión y el retomo. Con este conocimiento vino el sentimiento de que yo era libre de irme, y me levanté del lugar donde estaba como si tuviera alas, y me marché más rápidamente que la velocidad del pensamiento. Encontré altos acantilados en las sombras, y aquí y allá picos que brillaban con reflejo procedente de algún pozo llameante, pero no se veía ninguna criatura; yo estaba en un gran universo de soledad. ¡Solo, oh, solo! La terrible desesperación que se apoderó entonces de mí me hizo gemir con algo más que un dolor mortal. Mis ojos estaban

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secos y mi alma como aplastada. La desesperación que me invadió fué tan terrible que deseé perecer. Deseo vano. Entonces recordé que yo tenía un cuerpo terrenal; averiguar incluso eso me daba algún alivio. Sobre líneas de luz corrí hacia el mismo, para encontrarlo frío y sin vida salvo por un pequeño destello de luz magnética en el plexo de los nervios del corazón y otro en la médula oblongada. Pero además encontré, ¡oh, Incal!, encontré a Lolix, llorando, rezando a nuestro Dios para que me restituyera-a mí. Ella no parecía darse cuenta de que yo había venido, y me buscaba en el frío cuerpo de tierra. Entonces supe que había recuperado mi ser corporal debido a las súplicas del alma de esa mujer. Tal súplica, tal angustia, no pude soportar más. Me puse a su lado, y la toqué. Entonces ella levantó los ojos y me vió. Me miró durante mucho rato, después miró a mi cuerpo .. Y a continuación: "¿2.ail, eres tú?, amor mío, amor mío. ¡Oh, sostenme para que no caiga!". Cayó hacia adelante sobre mi pecho, y en ese momento mi cuerpo desapareció, y también todas las cosas, salvo el desierto arenoso donde nos encontrábamos juntos ... Entonces, ante nuestra mirada horrorizada, se acercó un pequeño bebé, tan pequeño que parecía recién nacido. Fué capaz de llegar hasta nosotros, no obstante, y podía hablar en gemidos, ¡los cuales hirieron nuestros oídos como gritos de agonía mortal! Estaba sangrando, y sus ojos eran los de un infante muerto. Con un terrible grito de angustia Lolix gritó: "¡Oh, Inca], Dios mío, Dios mío!, ¡acaso no he sufrido bastante como para que mi bebé muerto, asesinado venga a herir mi alma! ¡2.ailm! ¡Zailm! ¡Mira! ¡Mira!, ¡mira nuestra niñita, asesinada por mí, para tu bién! ". Mi corazón pareció pararse en terrible agonía, y me quedé paralizado, mirando a la pequeñina cuando extendía sus manos manchadas con la sangre del nacimiento prematuro, y levantó sus ojos vidriados ¡hacia mí! Me agaché y la tomé en mis brazos, apretándola contra mí, tratando de calentar su pobre cuerpecito frío, y lloré, sí, al fin lloré con profundas lágrimas de valor real, porque eran derramadas por otro. Con una voz ahogada por la angustia, dije: "¡Lolix, tu pecado cae sobre mi cabeza, porque Jo hiciste por mí! ¡Que local tenga misericordia de mí, si así lo decreta!". Entone.es una gloriosa radiación entró en la esc.ena, y el Portador de la Cruz estaba a nuestro lado, abrazándonos a nosotros y a nuestra hija. Aquel a quien yo había visto junto a la fuente

EL PORTADOR DE LA CRUZ. -

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iluminada por la luna años antes, estaba con nosotros otra vez. En su pecho brillaba un Cruz de Fuego, que saltó o cayó otra vez en ondas de Luz ondulante, viva. Habló así: "Has pedido misericordia al Altísimo. Porque en esa niñita has mostrado misericordia, la recibirás. Has venido a Mí, y Yo te daré descanso. No obstante, no estará contigo hasta que el día de la Gran Paz entre en tu corazón vencedor. Por Jo tanto, en un día lejano, recogerás una dolorosa cosecha de tribulación, y pagarás todo lo que debes. Cuando hayas regresado, ella contigo, y otra vez estéis preparados para entrar en Navazzimin, os encontraréis libres de la tierra para siempre. Entonces, habiendo recibido, darás. El que hizo que otro pecara, hizo que el otro y él mismo se apartaran de Mi camino. El tiene que expiar su corazón en Mí primero, después ir otra vez al campo de la tribulación, pero no en un cuerpo de carne sino de espíritu. Y tiene que encontrar a sus víctimas y luchar con ellas hasta que las haga regresar de donde las condujo. Así, él toma sobre su espalda la carga de ellos que él les hizo para ser colocados allí. Entonces él la llevará por ellos hasta que ellos, siguiendo los consejos de su espíritu a sus almas, vengan a Mí. Y yo tomaré esa carga, esa sombra, y cesará, porque yo soy el Sol de la Verdad. ¿Puede una sombra existir en la luz del sol? ¿Puede algún pilar hacer sombra al sol? Tampoco puede hacerlo un montón de pecados sobre Mí, y pesarme. A esa pequeñina yo la tomaré para Mí; tú la has herido, y será una piedra de molino a tu cuello, lanzándote al mar de la tribulación terrenal; pero tú escaparás, porque tú nombre está en el Libro de la Vida. Pero ahora, ¡descansa! Hija Mía, ¡descansa!". Me encontré en mi cuerpo, incapaz de recordar nada de lo que había pasado. Pero yo estaba débil y me dormí. La naturaleza vino a rescatar a mi cansada alma, y durante días tuve fiebre, que pasó a coma, y de éste desperté, débil pero bien. Todavía yo me encontraba en un sueño. Y soñé que estaba en el Incalithlon en Caiful. "¡Oh, la agonía! ¡Oh, el precio amargo del pecado!". Pero al fin volví a Caiful, después de semanas en las que estuve perdido para mi gente, sí, meses, tres. De vuelta a mi casa. Al pasar por el palacio me encontré con funcionarios y damas de la corte, y sirvientes, para todos yo había sido un amigo y así me consideraban. Ahora me miraban con ojos vacíos, y no dijeron ninguna palabra de bienvenida. ¿Acaso mi vida era conocida al fin por un mundo horrorizado? No. Esta no era la razón del extraño comportamiento de la gente. No me esperaban, se suponía que yo

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había muerto. Durante los cien días de mi ausencia, Menax, con Anzimee, había terminado por pensar que yo había muerto, que quizás me había suicidado. Hubiera sido mejor para mí que ellos hubieran estado acertados en cuanto a la primera parte del asunto. Ahora que había vuelto a casa, resolví ser directo y franco en mis relaciones con aquéllos a quienes yo amaba más en la tierra. Les confesaría mis malas acciones, e imploraría perdón. Una vez más, ¡dema~iado tarde! Menax, que hacía largo tiempo que sufría de una afección de corazón, pensando que yo había muerto porque no había venido a él o a Anzimee, no había sobrevivido al golpe que esta creencia le causó. Me dijeron que hacía algunas semanas que se había ido a Navazzamin. Temí preguntar por Anzimee por miedo a que en esto, también, me esperaran terribles noticias. En mi dolor, caminé sin rumbo por la ciudad, y pronto me encontré ante el gran templo. Una pequeña puerta estaba abierta y no había nadie cerca, así pues entré por ella, sin preocuparme de que estaba prohibida la entrada a todos menos al Incaliz. Esperaba encontrar en esta sagrada sombra algún alivio. No parecía haber nadie allí, y caminé sin rumbo hasta que llegué al triángulo del Lugar de la Vida. Allí, ensimismado por un momento, miré reverentemente a la Luz no Alimentada. Entonces, pasé al otro lado del cubo de cuarzo y ¡Oh, Dios!, allí estaba Lolix, ¡quieta y fría! Mi mente se tambaleó. Fuí hasta ella, y la encontré lo mismo que cuando miré por última vez su querida figura, ¡piedra, sólo piedra! ¿Cuántos años habían pasado desde entonces? Toda una vida puede caber en un solo día y siglos pueden pasar en pocas semanas. ¡Oh, Lolix, Lolix, mi acusadora! Con la mente en blanco, posé mi mano sobre su fría forma, y me estremecí de frío, pero me incliné y miré a los ojos que no me veían, y besé los mudos labios que no respondieron. "Pero ella no podía hablar, aunque él besó en el antiguo lugar la quieta mejilla". ¡En su mano había un rollo de pergamino rojo! Me aventuré a tomarlo y a mirar su contenido, si es que había algo escrito en él. Así era, y leí: "Debido a que esta estatua es el recuerdo de un crimen despreciable, yo, Gualun, Rai de Poseidonis, prohibo que se retire hasta que yo dé mi permiso. Que permanezca como un testigo silencioso ante el criminal".

Con un escalofrío, volví a colocar el pergamino donde ~taba, y casi me desmayé por el ruido que hizo. ¿Era yo ese criminal? No el criminal. Pero me sentía como si lo fuera. Iría al Agacoe y

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pediría permiso al Rai para retirar de allí a la que él sabía que yo amaba, pero que no había tenido el coraje o decisión de decirlo así al mundo. Sí, las circunstancias la hicieron más preciada para Zailm que lo era Anzimee. Me volví para ir al Agacoe. Pero me sobresalté cuando, al volverme, me encontré cara a cara con Rai Gualun, mirándome con dolor. Sobresaltado solamente, porque ya nada me sorprendía ni me daba miedo real. Antes de que yo hablara me dijo: "Sí, tienes mi consentimiento para retirarla". No me sorprendí de su anticipación a mi requerimiento, aunque lo noté; ciertamente, fué profunda gratitud lo que experimenté. Yo era fuerte, y al punto actué sobre el permiso. lancé una larga mirada hacia los ojos de azul profundo por última vez, y al rostro, que parecía casi sonreir, al darle el último beso sobre los labios quietos. A continuación la levanté del suelo de granito. El pie que se veía por debajo del borde de su túnica de piedra se rompió por el tobillo, justo sobre las correas de su pequeña sandalia, cuando levanté el ligero pero ahora pesado cuerpo. La levanté más alto, hasta la parte superior del cubo del Maxin, y la dejé caer hacia adelante contra la Luz Inapagable. "Bésala y déjala, tu amor es arcilla". Al tocar la Luz-Maxin desapareció instantáneamente, sin mayor turbulencia que la lenta disminución de la oscuridad cuando el sol de la mañana alumbra los valles. la Luz Inapagable permaneció en calma, inmutable como siempre. Al marcharme, ví el pequeño pie, donde brillaban los zafiros y diamantes del broche de la sandalia, ¡mi regalo! Conseguí retirar el pequeño remanente sin romperlo, pero en lugar de ponerlo también en la Luz Maxin, lo envolví en mi manto, feliz por tener un presente, aunque sólo fuera un pie de piedra. No conseguía reunir coraje suficiente para preguntar a mi soberano por Anzimee. No, temía su posible y no irrazonable burla. la buscaría y averigüaría si también h!!bía muerto, como Menax. Si así era, resolví tornar la primera oportunidad -mañana podría ser favorable para mí, porque era el comienzo de un lncalón o Domingo de culto general- y volvería al templo, donde podría bañar mi ser físico en la llama inmóvil de la Luz no Alimentada. Anzimee no había muerto, no obstante, pero no sabía nada de mi vuelta. La encontré, la señal de su gran pena sobre sus hermosos ojos que, al enéontrarnos, se posaron en mí con asombro. Entonces, con un largo sollazo, cayó en mis brazos extendidos casi desmayada. ¡Pobre pequeñina! la sostuve, la estreché contra mi corazón, y mientras besaba sus pálidos labios, sus ojo~

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ojerosos, sus mejillas hundidas, mis lágrimas cayeron en su rostro como la lluvia, las primeras lágrimas que mis febriles ojos físicos han derramado durante toda la agonía de mi alma. Al fin se despertó de su desmayo sólo para experimentar una larga enfermedad, en la cual su espíritu puro casi llegó a romper su cubierta terrenal y, después de varias semanas, finalmente recobró la consciencia. Cuando volvió a moverse según su modo tranquilo, aunque débil, pudo soportar el relato. Me senté en el Xanatithlon en el asiento donde Menax y yo nos habíamos sentado hacía tanto tiempo. Entonces, la senté en mis rodillas y con mi brazo alrededor suyo, le conté toda la triste historia de Lolix y la miserable huida de Caiful que yo había hecho para librarme del recuerdo---¡ah!, sin resultado. Nadie puede huir de sí mismo. Entonces, después de la confesión sin restricciones, le pedí que me perdonara. Durante un tiempo ella no dijo nada, pero su brazo me rodeó y quedamos abrazados. Al fin, habló: "Zailm, te perdono, ¡desde lo profundo de mi alma te perdono! Tú no eres sino mortal. Sí has pecado, no lo hagas más. No me extraña que hayas amado a esa dulce mujer". En ese momento saqué el recuerdo de Lolix, que llevaba conmigo, a pesar de su peso, y sin una palabra, se lo entregué. "¿Es este su pie? ¡Oh, Lolix! ¡También te amo! Zaílm, dámelo. Lo guardaré como recuerdo de mi amiga". Entonces, yo hablé: "Anzimee, mi esposa, porque tu serás mía, el mundo lo sabe, tú me has perdonado. También lo ha hecho tu tío, nuestro Rai. Pero aún faltan algunos meses antes de que estemos unidos hasta la muerte. Por lo tanto, me marcharé a Umaur, a la región donde no hay hombres, incluso en la parte sur, porqut en Aixa hay ciertamente minas, y en los desiertos arenosos encontraré oro. No es que quiera oro, porque tengo millones, sí, tres millones de tekí, mucha más riqueza; pero todo lo que la Tierra pueda dar es bueno para Poseidonis. Me voy, porque me temo que no puedo estar en Caiful y evitar estar siempre contigo. En Umaur puedo verte, y oirte, y amarte, querida, porque esta vez no quitaré el naim, asi que será como si yo estuviera aquí. Por lo tanto, bésame, dulce amada, como cariñoso adios, y me marcharé cuando caiga la tarde. Que Inca! sea contigo, ¡y que Su paz te proteja!". Había 3.200 kms. entre Caiful y aquella parte de la costa de Umaur más cercana a la que yo deseaba ir por tierra. Pero, pensando en Anzimee, la distancia me pareció corta hasta que estuvimos sobre la región donde ahora la geografía marca el gran

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desierto de Atacama. Estaba tan desierto enton~ como ahora. Al hacer prospecciones en la
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encontré a más de 160 kms. del campamento. Cuando el sol se puso me encontré cabalgando a lo largo del fondo de un.profundo arroyo. A poca distancia, ví la boca de lo que parecía ser una pequeña caverna. Esto podía servirme muy bien para pasar la noche y darme albergue. Mi caballo estaba bien entrenado y podría estar durante horas dentro de una distancia de silbato desde el lugar donde lo dejé. Así pues, desmonté y diciéndole que se quedara cerca, entré en la caverna. Parecía un largo tune!, y sin ir más adentro, volví a mi corcel y le quité la silla. A continuación le dejé debajo la comida que había traído para mí, para el animal había abundancia de hierba alrededor. Puse las herramientas también bajo la silla y, tomando mi rifle eléctrico, iba a volver a la investigación de la cueva, cuando mi caballo pidió agua, y como el arroyo estaba seco le dí de beber y bebí yo también. El fondo del arroyo era de roca suave como de cemento, con numerosas depresiones en forma de cubo. En una de éstas coloqué el generador, y pronto el agujero estuvo lleno de agua, fría y refrescante. Di a beber a mi agradecido animal, y bebí yo mismo del chorro del generador. ¡Qué bueno resultaba el líquido! Al colocar el generador, todavía corriendo el agua, de espaldas al agujero, que poco pensé cómo lo necesitaría pronto, y no podría tenerlo. Vi que el fondo de la caverna era de las mismas características que el lecho del arroyo. Sabía que no era mineral, pero mi curiosidad se despertó y decidí ir hasta el final del tune!. En mi bolsillo llevaba una pequeña literna de pilas y una bombilla incandescente, y cuando se hizo de noche en la cueva debido a mi distancia de la entrada, utilicé esto para iluminar mi camino. Durante casi un kilómetro, ví que la cueva se extendía ante mí. En este punto me paré, sobrecogido por la sorpresa. En toda la región no había visto señal de presencia humana, reciente o antigua, hasta ahora. Ante mí, sólo parcialmente visible, había una casa, mostrando una esquina y parte de dos pesadas paredes de basalto. Solté mi linterna por la sorprensa, y se rompió contra el suelo rocoso, apagándose la luz. Pero no era oscuro del todo a mi alrededor, porque la luz del día se filtraba desde alguna fuente. Permanecí largo tiempo allí en esa lóbrega caverna, mirando a las casa en ruinas. ¿Dé donde habían venido sus constructores, y en qué olvidada era? ¿A dónde habían ido? ¿Era éste acaso un edificio solitario, o había otros escondidos en las arenas de la llanura cercana, todavía sin descubrir? Se podía conjeturar cualquier cosa, porque en todos los anales de Poseidonis, que cubrían décadas de siglo; con registros escritos concisos, no se

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hacía mención de ningún pueblo, civilizado, o incluso salvaje, que hubiera habitado en esta "Tierra de Nadie''. La única conclusión sostenible era que yo estaba contemplando una reliquia de algún pueblo tan antiguo que era anterior a los cuarenta siglos de Poseidonis. Al fin, crucé la corta anchura de la caverna con el fin de examinar más de cerca este remanente del difuso pasado, un pasado olvidado incluso cuando Poseidonis era joven. En el lado del edificio más cercano a mí había una puerta en los suaves y finamente cincelados bloques de basalto que formaban la pared. La puerta estaba entreabierta, aparentemente formada por una sola plancha de basalto de unos 15 cms. de espesor y de proporciones correctas. Impulsado por la curiosidad, entré en la habitación, lo cual podía hacer sin mover la puerta de la posición que había ocupado durante tanto tiempo. Mi ra7Dn no quería admitir que incluso una estructura de piedra hubiera resistido el paso del tiempo; pero era la única explicación, por lo tanto, deseché toda conjetura por el momento. Observé que las tres dimensiones del interior eran aparentemente iguales, y de unos 5 mts. en todas direcciones. No había más que la única puerta de entrada. Exceptuando dos aberturas paralelas en el techo, formadas al colocar una piedra más estrecha en un trecho a cada lado de la abertura que de otra manera hubiera llenado, no había ninguna brecha en la sólida estructura. El suelo, que estaba cubierto de fina arena, era de granito, y sus juntas eran tan perfectas como las de las paredes, ni siquiera una hoja de papel se podría haber introducido entre cualquiera de dos de los bloques. Después de haber explorado hasta aquí, me recosté contra la pared, suficientemente cerca a la puerta como para tocarla sin cambiarla de lugar, y dejé que mí mirada se posara en el techo, dedicándome a reflexionar. Qué fría y lóbrega parecía aquella habitación solitaria, reliquia de una época ida, olvidada incluso por una raza tan antigua como la nuestra. La sólida construcción, la sencillez de su planta, todo me traía a la mente las descripciones dadas de las prisiones existentes en Poseidonis antes de los días del Maxin. ¿Era en un ejemplo solitario de habilidad constructora de sus constructores en el que ahora me encontraba, o era uno de la colección que formaba una ciudad enterrada? Cómo es que este edificio en particular estaba limpio de arena en su interior era fácil de ver. El agua de lluvia se había filtrado por el terreno poco profundo de arriba, y había penetrado por la brecha que ya he mencionado y que daba luz a la caverna. Parte del flujo de agua había salido fuera, y había puesto al descubierto dos lados de la

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casa; el resto del agua, corriendo por el suelo plano, había entrado por el techo. Había barrido la arena de la habitación y la había llevado afuera de la puerta que estaba abierta a un lado. Satisfecho con mi ejercicio de reflexión, comenzé a pensar en volver al aire libre, y a mi caballo. Al volverme para salir, la curiosidad me impulsó a hacer girar sobre sus goznes la enorme puerta, si es que podía. Esperando que tendría que hacer mucho esfuerzo para conseguirlo, dí un empujón con fuerza. En mi superficial exámen de la baldosa no había observado ningún tipo de cerradura, y no imaginaba que existiera ninguna. Apenas necesité hacer un esfuerzo para hacer girar la engañosa puerta, y se cerró con tal rapidez que perdí el equilibrio y caí contra la pared, golpeándome la cabeza tan fuerte que me quedé inconsciente. Cuando recobré el conocimiento me encontré con la puerta cerrada y bien cerrada. No había notado antes que en vez de una sola baldosa la puerta estaba hecha de dos placas de piedra, separadas en los bordes por el segmento de una tercera plancha, que formaba un hueco entre las dos superficies exteriores. En ese espacio había escondidos una serie de cerrojos y barras de piedra, que funcionaban de acuerdo con el principio de la ley de gravedad y colocaban los cerrojos en su lugar cuando la puerta se cerraba. Los extremos de los mismos, en número de cuatro, se introducían en huecos que había en la pared, y la puerta quedaba totalmente cerrada. Siendo de temperamento tranquilo, dado a confiar en mi conocimiento científico, el descubrimiento de que estaba aprisionado no me descompuso en grado importante. En vez de esto, comencé a buscar algún modo de abrir los cerrojos. Pero no existía ninguno. Ahora pensé con desolación que no tenía ni una sola herramienta con la que pudiera salir de esta tenebrosa prisión. Entonces me senté para reflexionar sobre la situación. Mientras más pensaba, más terrorífico era el aspecto de la situación. Primero, nadie sabía dónde estaba yo. Como no tenía naim, nadie podía determinar el lugar donde me encontraba, excepto siguiendo mis huellas; esto era imposible, porque yo había seguido los lechos de los cursos de agua, que era terreno de roca pelada. No me echarían de menos hasta dentro de tres días, ya que yo había dicho que esperaba estar fuera al menos el doble de ese tiempo, y tres días más que ya había estado ausente, antes de que me propusiera volver. No; no había esperanza de escapar, y ahora me dí cuenta de lo ciertas que eran las palabras del Raí Emon de Suemia cuando me dijo que un poseidonio dependía para su vida de estar

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rodeado de las creaciones de su conocimiento en el reino de la física natural. La comida que había traído conmigo estaba con mi caballo y resto de pertenencias, tan lejos de mí alcance como las estrellas. Puede que finalmente decidieran buscarme y encontraran a mi caballo. Pero no, éste no podría permanecer tres o cuatro días solo en aquella terrible soledad; vagaría, quizás volvería al vaix. Pero no dejaría ninguna pista para localizar mi prisión, porque se iría por donde había venido, por el lecho rocoso de un arroyo. El hambre me atacó y me hizo pensar que no tenía comida; ni siquiera tenía agua. No obstante, aún tenía esperanza, porque, ¿acaso no era Inca! mi Padre protector? ¡Cuán fútil era esta esperanza mía! Dios, Inca!, Braham, el Espíritu Eterno o como quieras llamarlo-ciertamente oye las necesidades de Sus hijos, pero estas necesidades que al hijo le parecen de lo más importante, no siempre lo son para el Eterno. El funciona a través de Sus hijos, tanto humanos como angélicos, haciendo que cada uno sea interdependiente con todos los demás, y así los hombres o los ángeles tengan por ayuda a los otros, o quizás sólo algún hermano animal. Dios percibe a un marinero que se está ahogando, pero a menos que algún hermano esté allí para rescatarlo, el marinero puede perecer físicamente. El atemperó el viento a la oveja perdida, pero generalmente sólo a través del hecho de que el propio interés, o alguna emoción elevada como la compasión, se despierta en la mente del hombre que contempla. No, sólo por medio de los rasgos del carácter, implantados por nuestro Padre Celestial en las almas de Sus hijos, es como El siempre ayuda a salvar. Y esto es totalmente cierto: que el cuerpo físico tiene que rezar con la acción física si desea conseguir respuesta a sus necesidades en la forma física; la mente tiene que rezar por medio del proceso mental, y sus respuestas serán resultados mentales, mientras que el Espíritu tiene que rezar a través de su naturaleza espiritual, y recibir esos valores que no son percibidos por la mente natural. Y aunque el Espíritu rece, si la mente no reza también, el conocimiento no vendrá al cerebro. ¿Cómo puede rezar la mente? Estando en armonía con el Espíritu. ¿Y cómo conseguirá esta armonía? Por medio del control de la voluntad del cuerpo animal, para que no infrinja las leyes de esa plenitud que es la salud. Cuando me senté en la casa de la caverna y recé a Inca! con toda mi mente, ya que no podía rezar con mis músculos, ninguna ayuda vino para el cuerpo, ni alimento ni bebida. Puede que en el

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plano mental hubiera influenciado a Rai Gualun para que conociera mi apuro; esto, para él, habría sido clarividencia; pero yo no podía conseguir esto mientras que el enemigo que había despertado mi curiosidad para obrar mi ruina interceptara todos los mensajes telepáticos; más exactamente, yo no podía, ya que yo ignoraba el método. Habría sido pura casualidad que Gualun hubiera sido influenciado por mi tensión mental de angustia sin ser dirigida por mi conocimiento. Entretanto, sin saber cómo usar tales poderes, deseché pensamientos de cualquier posibilidad de escape en esa dirección. Pero yo rezaba a local. Así pues, me arrodillé en el suelo frío y despiadado, y me preparé para invocar Su ayuda. Al pronunciar Su nombre escuché una risa musical, más bien burlona, un sonido que me produjo ei;a clase de terror que todo hombre y mujer han sentido en ocasiones, bien en la infancia o más tarde en la vida, ese frío que invade los sentidos cuando se escucha algún cuento de miedo, contado junto al fuego, mientras el Rey de la Tormenta conmueve los cimientos de la tierra. Volviéndome y levantándome, ví al lncaliz del Gran Templo de Caiful. "¿Por qué te sorprendes de verme, como si hubieras visto a un demonio?". A esta pregunta yo sólo podía dar una respuesta, la de que mi repentino temor tenía que venir de verle de esa forma, ya que yo no estaba acostumbrado a ver hombres comportándose como fantasmas, desencarnados, pero no pareciendo estarlo. Sentí gran alegría por su llegada, porque entonces creí que local había contestado a mí todavía no pronunciada petición de misericordia, al enviar a Mainin en mí ayuda. Y sin embargo, ¿por qué todavía me poseía ese incontenible temor, el temor que me sobrevino cuando lo ví por primera vez? Supe en el mismo momento de sus palabras que no venía de la causa que se suponía, su método de venida a mí prisión, porque yo sabía que como Hijo de la Soledad él poseía el poder de dejar a un lado el burdo cuerpo terrenal igual que alguien dejaría el abrigo y proyectarse adonde quisiera. Supe al mirarle que su ser corporal estaba en un sueño de trance, a miles de kilómetros en Poseidonis. Yo no tenía el poder de proyectarme, porque habría sido muy fácil para mí hacer saber a Rai Gualun el peligro en que me encontraba; al menos, ignorante de la interferencia de Mainin, yo pensaba eso. Pero como local me

había enviado al lncaliz todo estaba bien. El sacerdote sin duda leyó mis pensamientos, porque dijo que se había dado cuenta de mi desagradable situación por local, y

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había venido a ayudarme a escapar. No obstante, tenía que dejarme hasta que pudiera conseguir ayuda para mí enviando un vailx desde Caiful. No tardaría mucho y mientras tanto, yo tenía que estar animado. Y entonces desapareció como había venido, y me quedé otra vez solo, esperando su prometido regreso con una angustia febril imposible de expresar en palabras. las horas pasaron y él no volvió, ni ningún otro. las horas se convirtieron en días, tres días, y no vino, ni vino ningún socorro. Las punzadas del hambre, aunque se habían hecho terribles, no eran nada comparadas con la sed. Una vez la luz diurna cesó de filtrarse por el orificio del techo y la brecha que conducía al piso superior. Me había deshecho las puntas de los dedos tratando de abrir los cerrojos de la puerta, había investigado cada centímetro para ver si no había algún muelle secreto que abriera alguna parte de la pared de la prisión. Pero el destino no tenía tal amabilidad reservada para mí. Siete veces la luz se había ido por encima de mí, marcando siete noches desde la visita de Mainin. En varias ocasiones la tortura del hambre y la sed me había hecho delirar, con intervalos de lucidez. En uno de esos momentos lúcidos de calma relativa, mientras yo yacía gimiendo sobre el suelo arenoso, llamando debilmente a Inca! para que me ayudara, escuché la misma risa suave que había anunciado la primera aparición de Mainin. El sonido me infundió un poco de valor por un rato, y me levanté. Podría haber maldecido al lncaliz por su larga ausencia, que me había producido tanto sufrimiento, si no hubiera temido que en su cólera podría dejarme allí para que muriera. Ya no sentía por él la reverencia que siempre sentí, porque estaba seguro ahora de que no era lo que la gente pensaba de él. Y por lo tanto, podría haberle maldecido, debido a mi sentido interno de que, aunque era grande su conocimiento esotérico, y era reconocido como un Hijo, tenía no obstante un corazón despiadado y era una abominación a la vista de Inca!, y que con él los Hijos de la Soledad se habían engañado así como el electorado. El que no le dijera esto en la cara se debía a la esperanza que se desvanecía rápidamente de que todavía podría ser inducido a ayudarme a escapar. Esta vez vino con distinta actitud. Ahora al hablar, sus primeras palabras eran de burla por mis apelaciones al gran Padre de la Vida. "¡Ja! Mucho va a hacerte gritar a Inca! o cualquier otro para

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que te ayude. ¡Dios! No existe Dios•. ¡Bah!, cuán ciegos están los hombres al rezar a tales ideales vacíos como sus fantasías llamadas ¡Dios! Los hombres de Poseidonis dicen que Incal es Dios; los hombres de Suemia dicen Jehova, y los de Necropan dicen Osiris. ¡Qué locura e idiotez!". Aquí me senté más derecho, y le miré un momento antes de preguntar si no tenía miedo de blasfemar contra lncal y negar a su Hacedor. "¿Piensas tú, 1.ailm, hijo de Menax, que haría lo que hago si pensara que Dios existe? ¿Acaso no sabes -si, acaso no sabes que yo deseaba conseguir la ruina de la que llaman Anzimee- que viene desde una vida anterior en la tierra, ¡sí!, muchas vidas, lleno de odio hacia ella, quien siempre ha hecho que yo fuera descubierto ante las leyes del hombre? Ahora no puede, porque en el Libro del Destino no lo veo escrito, por lo que o no está allí o yo he perdido mi poder para leer el destino, algo que no creo probable. Pero yo, a través tuyo, llevaré su corazón a las profundidades, ¡y ella gritará de angustia de alma! ¿Qué me ha hecho Anzimee? No como Anzimee, sino como una poderosa mujer y vidente, antes de que ella naciera en la tierra como Anzimee. Yo la sigo para vengarme. Para destrozar su alma con agonía provoqué la muerte de Menax, contra quien yo no tenía nada personal; he hecho casi lo mismo contigo, aunque no tengo nada contra tí. Yo soy el que provocó tu curiosidad para que aquí encontraras la muerte. Había esperado impedir que confesaras el pecado de tu vida con Lolix a Anzimee. Entonces, después de que hubieras muerto, y cuando yo te hubiera encontrado, habría conseguido causarle una gran desgracia al descubrir ante el pueblo tu iniquidad, porque yo tenía todas las pruebas en mi mano. Pero esta estratagema ha fallado, no me importa mucho, tu muerte le ocasionará mucha tortura. Por ese motivo fué también Lolix inducida a hacer lo que hizo, y tú también con ella, hace tanto tiempo, porque yo trazo mis planes con mucha antelación, ya que tengo el don del inmenso poder de predecir el futuro. Con ese mismo fin el Rai será rebajado, y al final, la que es el objeto de mi cólera no distinguirá el bien del mal, y su nombre será escarnecido en la boca del pueblo. ¡La venganza es dulce, 1.ailm, dulce!". Mi horror y mi debilidad juntos hacían imposible que yo hiciera otra cosa que permanecer sentado y mirar en silenciosa

(*) Salmos lxiii, l.

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desesperación, aunque hubiera habido algún cuerpo físico ante mí sobre el que actuar. "¿Te sientes horrorizado ante mi iniquidad? Soy demasiado viejo para temer al fracaso, y estoy más allá del alcance de las leyes de los hombres, al fin. Ningún hombre, ni todos los hombres de la tierra, podrían privarme de la vida o la libertad. Hace mucho tiempo que cono-zco un secreto que prolonga la vida muchas veces el lapso común; es un secreto conseguido del más profundo Lado Nocturno de la Naturaleza. Llegará un día en que todo Poseidonis conocerá estos secretos. ¡Será un día triste, y me regocijo al pensarlo! Yo era viejo, viejo, cuando Gualun de Poseidonis pensaba que yo era un muchacho como él; también pensaron eso los Hijos de la Soledad, porque yo era astuto al esconderlo. Eso piensan aún. Yo, sí, yo te diré, porque tú ahora eres alguien que está muerto. He trabajado durante tres siglos en este mismo cuerpo. ¿No dije que era viejo? He contrarrestado el bien que ha hecho Ernon de Suemia, por lo cual murió con el corazón destrozado. Hago esto para poder aplastar, si es posible, todas las esperanzas de la humanidad, apartarlos del sendero infinito, para llevarlos a lo demoníaco, la muerte y la destrucción. Emon trabajó para la exaltación de la humanidad; yo lo hago para su depresión; así pues entramos en conflicto y yo gané. ¿Y por qué no descubrió él mi mano? Porque siempre he trabajado en la oscuridad, siendo mi propio consejero, y he conseguido la maestría sobre las huestes diabólicas que no son humanas, nunca lo fueron, y nunca lo serán. Y contra los que trabajan en la oscuridad ningún Hijo de la Luz puede prevalecer, porque ambos trabajan sobre la naturaleza animal del hombre, que, no teniendo luz o guía, toma el primer apoyo que se le ofrece, favoreciendo así a los que trabajan en la Oscuridad. Pero esto es suficiente. No te diría tanto si no fuera porque ya no tienes mucho poder sobre mí -MI, comprendes- si estuvieras vivo en vez de prácticamente muerto. ¿Vés como no puedo creer en un Dios? ¡Bah! Si Dios existe, no le temo; no obstante, ¡que me castigue!"'. Y ahora una visión maravillosa, temible y gloriosa apareció. La noche había llegado mientras Mainin se confesaba así y se vanagloriaba de sus crímenes, y llamaba a Incal para que lo castigara si existía. En la oscuridad total de la prisión que, siendo oscuridad física, no podía ocultar la forma de Mainin, apareció lo

(*) "El necio ha dicho en su corazón: No existe Dios".

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que llenó de terror nuestros corazones, aunque terror de diferente clase. Una fom1a humana, pero que no era de la tierra, rodeada de una cegadora luz blanca, se presentó ante nosotros. ¿Era éste Inca!? ¿Había El en verdad aceptado el duro desafío del sacerdote criminal? Sobre Su rostro había una expresión tranquila pero terrible, aunque no de cólera o de cualquier emoción humana. Por un instante, los maravillosos ojos me miraron, a continuación se volvieron a Mainin. Entonces habló, con calma, musicalmente, y mientras yo escuchaba todo mi dolor se fue, aunque las palabras eran de importancia tremenda: "Sentir

La calma perfecta la agonía roba"

La voz era corno mi concepción de los tonos de Inca!, cuando El dijo: "No enumeraré, oh, Mainin, tus crímenes -tú conoces cada uno de ellos-. Tú has sido compañero de los Hijos, y ellos te enseñaron todo lo que sabían, y sobre Mí, tú aprendiste más delo que ellos podían enseñarte, sí, hace siglos. Yo conocía tu camino; conocía su mal, pero no interferí, porque eres tu propio amo, corno todos los hombres son sus propios amos; ¡pocos, ah, son fieles! Pero tu gran sabiduría prostituiste por el egoísmo, para pecar, para el crimen, mucho más que cualquier otro hombre haya osado, esa es tu destrucción. Tu nombre significaba Luz, y grande ha sido tu brillo; pero has sido corno una luz que flota en el mar a la deriva, una atracción de muerte para todos los hombres que te han seguido, y éstos han sido rniriadas. Has blasfemado contra Dios, y te has mofado en tu alma diciendo: ¡Castígame!, pero tu día no había llegado todavía. Por eso, se te dejó ir sin amonestarte. Esto te hizo osado, y continuaste, hasta ahora. Pero, ¡mira!, a Anzimee no podrás dañar, porque ella es sierva de Cristo, e incluso mi propia hija en servicio. Te has merecido el castigo, y porque te has atrevido con plena consciencia, ¡mira!, ahora se te impartirá el mismo. Desearía que pudiera evitarse, pero el tuyo es uno entre miriadas de casos, más horrible porque tú eres sabio, no ignorante. Pero como eres un ego, un rayo de mi Padre, y ahora ya no tienes más luz, sino solamente oscuridad, te cortaré por un tiempo, y así no destruirás más de mi rebaño y tampoco quedarás sin expiar el mal que has producido. Sería mejor para tí que pudieras dejar de existir. Pero esto no puede ser en un ego. Pero puedo suspenderte como entidad humana y arrojarte a la oscuridad

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exterior para que sirvas como uno de los poderes de la naturaleza. ¡Apártate de mí!". El Sumo Sacerdote parecía el retrato del terror, mudo más allá del pensamiento de escapar, que ciertamente no era posible, porque el Juez era Hombre, y más que Hombre finito era HOMBRE INFINITO, el CRISTO. Ahora, no obstante, cuando el Hijo de la Luz cesó de hablar, Mainin emitió un aullido mezclado de terror y desafío. Ante este terrible sonido el Cristo extendió Su mano, e instantáneamente Mainin quedó rodeado de una llama ardiente que, al desaparecer, reveló también la desaparición del Sacerdote Demonio. Así había pecado Mainin, pervirtiendo su noble sabiduría con el mal y sembrando la semilla del pecado, en los corazones de la humanidad débil y desprevenida. Había sembrado y Suemia iba a recoger, y a través de Suemia, el mundo. Pero por esta siembra él mismo fué borrado del Libro de la Vida por una maldición del Hijo del Hombre. Incluso aquellos que no están familiarizados más que con el aspecto material de la naturaleza, pueden comprender sin dificultad la destrucción de la vida de un hombre cuyo cuerpo terrenal estaba lejos en Caiful, si consideran que el marco terrenal no es más esencial al hombre real que un caparazón es parte de la mariposa, aunque en ambos casos estas cosas son esenciales para la vida física. Aterrorizado por la terrible visión de esa desaparición, hundí mi rostro en el suelo. Desde esta posición el Cristo me invitó a levantarme y dijo: "Tal es el destino del hombre totalmente egoísta. No temas por tu propia seguridad, porque no te destruiré; tampoco me adores, sino a mi Padre que me ha enviado. Yo he alcanzado la perfección del Séptimo Principio y soy Hombre, también el Hijo del Hombre, pero no más que otro hombre, porque yo soy en el Padre y el Padre es en mí. Pero todos los hombres que quieran pueden seguirme y estar por medio de mí en el Reino, porque ¿no somos todos hijos del Uno, nuestro Padre? Yo soy El, Cristo; lo que soy, el Espíritu de cada hombre es. El castigo que cayó sobre Mainin no era la aniquilación, que no puede ser; ni tampoco fué la muerte que es transición, sino la muerte que ya no vive más como vida humana, sino que es arrojado por un tiempo a las tinieblas exteriores del dominio demoníaco. He aquí, yo hablo, pero teniendo oídos, no escuchas, ni comprendes. Pero un día oirás; y sabrás, y conducirás a mi pueblo. Y, ¡mira!, los conducirás en un

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día para tí todavía muy lejano. Pero ahora no volverás más para vivir en Atlántida, ni te verá Anzimee, hasta que ella haya salido de la Tierra dos veces y haya vuelto otra vez, y sea llamada Firis. ¡Mira!, he dicho que estas cosas pasarían, y te profeticé en esa ciudad llamada Caiful, y tu me oíste, pero no me escuchaste. Pero ahora me escucharás, porque yo hablo grandes palabras de DIOS, y el mundo es Suyo. Ahora ningún hombre me conoce; pero en un día lejano volveré, ¡sí! Entraré y moraré como un alma humana perfecta, y haré de ese Hombre el primer fruto de los que duermen el sueño que es cambio, para que por mí El sea exaltado sobre la Muerte. Entonces los hombres se levantarán, y se burlarán de mí, y no creerán, y me crucificarán; pero yo, que me habré convertido en Jesús el Cristo, no seré dañado, .sólo mi casa terrenal. Y ellos serán perdonados, porque no sabrán lo que hacen•. Mi paz te doy. ¡Duerme!".

CAPinJLO XXIV

DEVACHAN Obediente a su mandato, dormí. Cuando me desperté, todavía estaba en la prisión, pero todo el sufrimiento, todas las torturas del hambre y la sed. que había soportado habían desaparecido. Nada me parecía extraño, ni siquiera cuando me levanté y ví que detrás de mí, como una cáscara, quedaba el pobre caparazón de barro que había sufrido tanto por el hambre. Todo era tan natural como las cosas de los sueños vívidos. Pensé en Anzimee, y me pregunté si ella, también, se sentiría tan feliz como yo me sentía en aquel momento. Rogué para que así fuera. Entonces pensé en las palabras de Aquel que se llamó a Si mismo el Hijo del Hombre, y me pregunté qué clase de ser era El. Su discurso había sido, en su mayor parte, ininteligible para mí; no obstante, del mismo entendí que yo estaba muerto, que Anzimee ya no me vería más hasta lo que vagamente parecía ser una eternidad, y entonces no como Anzimee, ni yo sería· entonces Zailm; sin embargo, no lamenté la perspectiva de esta separación. Y en ese tiempo este Hijo del Hombre habría venido otra vez al mundo, y habría dejado trabajo para Sus hermanos, los hijos de nuestro PADRE, que al hacer su obra estarían siguiendo Sus huellas, y llegarían a ser

(*) San Mateo; xii,23.

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como El, en cuanto a estar libres del influjo del tiempo y de la Tierra, y tener todas las cosas, la vida y la muerte. Pero, comprendiendo todo esto vagamente, yo no captaba toda su plenitud, porque mi mente natural no era capaz de entender su significado espiritual. Esto, entonces, era Navazzamin, y yo estaba lo que lo hombres llaman muerto. Era muy diferente de lo que yo había pensado, según me habían enseñado los sacerdotes de Inca!, porque aparentemente no difería en absoluto de la vida terrenal, en cuanto a lo que yo había experimentado hasta ese momento. Quizás sería diferente si fuera ahora y pasara por la Luz Maxin. Hacer esto no sería un suicidio, porque yo ya estaba muerto. No, me purgaría de lo terrenal que posiblemente me impedía encontrar el Navazzamin real que me habían enseñado. ¿Vendría Anzimee y el resto de mis seres queridos aquí algún día, y podríamos encontrarnos y conocernos mútuamente aquí? ¡Oh!, ¡tiene que ser así, tiene que ser así! Con estas reflexiones salí por la puerta, olvidando que su cerradura me había impedido antes salir. Sólo cuando se abrió al tocarla yo recordé que había desafiado todos los esfuerzos que yo había realizado antes. Ligeramente salí afuera bajando por el tune! hasta que salí a la luz del día y a mi silla y herramientas, y sí, mi caballo, ¡animal fiel! Estaba pastando en la hierba, y evidentemente hizo de las aguas que fluían del generador su cuartel. ¿Dejarle? ¡No si podía evitarlo! ¡Al fin estaba yo libre! Miré alrededor a las depresiones secas del terreno bajo el cielo abierto, con sus erosionados monumentos de barro, coronados de cactus. Cuán graciosamente éstos oscilaban con la ligera brisa, pareciendo decir; "¡Libres ahora, libres!". Entonces me fuí hacia mi caballo para llevármelo, olvidando que estando muerto no necesitaba ese transporte. Pero el caballo no parecía verme o notar mi presencia. Esto representaba una dificultad. Yo estaba acostumbrado a vencer las dificultades, pero ésta era una en la que no sabía qué hacer. Me senté y miré al hermoso animal. Mientras más miraba, más perplejo estaba yo. Al fin me levanté un tanto exasperado y hablé muy severamente al animal. ¡Nada! ¡Por supuesto que no! Mientras más hablaba yo, más contento se ponía el caballo, como si sintiera que yo estaba cerca, y estaba satisfecho. Finalmente, comencé a moverme, intentando dejarlo, ya que no podía influenciarle de ninguna manera. ¡Esto consiguió el efecto deseado! Mientras más me alejaba más inquieto se ponía el animal, tal como pude ver, hasta

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que al fin levantó su cabeza y relinchó con fuerza. Una, dos, tres veces, y a continuación, ¡comenzó a galopar trás de mí! Cuando me alcanzó se tranquilizó, pero al avanzar yo rápidamente él me siguió. Era sensible a mi presencia, aunque no podía verme, sentirme u oinne. Mi mente estaba completamente ocupada en conseguir que este fiel sirviente llegara al campamento. Asi que, sin sentir fatiga, ni hambre, ni sed, ni ninguna sensación de la vida física, entré en el campamento, todos esos kilómetros, ¡con el caballo siguiéndome tan contento! Cuando llegamos al campamento el vailx estaba allí, pero sólo dos de los hombres, ya que los otros se habían marchado a buscarme, puesto que que yo llevaba ya sin aparecer más del tiempo inicialmente previsto, gracias a Mainin. Estos hombres, como el caballo, no me podían ver, pero a diferencia del caballo, no podían sentir mi cercanía. Todos mis esfuerzos fueron inútiles, y aunque estuve allí dos días, hasta que la búsqueda se dió por finalizada y los hombres hubieron vuelto al vailx, para conseguir órdenes ulteriores de Caiful, todavía me fué imposible hacerme notar. Uno de los buscadores estaba todavía fuera, y cuando volvió Je hablé. No me podía ver, pero mi presencia le afectó de forma extraña. Así pues, hablé una y otra vez, hasta que al fin, se sentó temblando en mi mesa en el salón del vailx. Había papel y pluma y tinta sobre la misma, y dije al hombre: "Usa esa pluma". Para mi sorpresa, la usó, pero parecía estar sumido en un sueño profundo todo el tiempo y escribió de forma mecánica: "Usa esa pluma". Se me ocurrió una idea, y pronuncié palabras que no tenían conexión ni significado, cada una de las cuales él escribió tal como yo las pronunciaba. Esto me animó, asi que a continuación dije: "Soy yo, .lailm, quien dice estas cosas; estoy muerto. Id a casa a Caiful". De mi cuerpo y de dónde se encontraba no sabía nada, suponiendo que estaba bien enterrado. Pero lo que dije en dictado fué todo escrito, no porque el medium oyera, sino porque en ese momento yo era la inteligencia controladora de su cuerpo. Los otros tomaron el mensaje y lo escondieron, y cuando el que lo había escrito salió del trance le preguntaron lo que había escrito. Pero él negó haber escrito nada. Esto pareció satisfacerles, ya que el hombre era obviamente honesto al negar. Así pues, llevaron el equipaje y los animales al vailx, y se prepararon para viajar a Caiful. Esto me satisfiw, ya que no tuve que preocuparme más de ellos, y comencé a desear estar en casa. Reflexioné que había dejado el impedimento de la carne en la casa de la cueva y, por lo tanto, podía ir de un lado para otro como lo había hecho Mainin. Lo intentaría. Asi que me

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dije a mí mismo: "Me gustaría ir a casa, al Agacoe, donde está el Rai, y él podrá verme, y saber todo sobre este asunto". Al decir esto todo cambió, y me encontré en el palacio de Agacoe. Pero ni Gualun ni Anzimee, que también estaba allí, parecieron verme algo más que el hombre del vailx había sido capaz. ¿Qué era esto llamado muerte, esta barrera? ¿Era la muerte en realidad el umbral entre dos estados, siendo la comunicación en ambas direcciones imposible, tan fútil de intentar por mí tanto como por los otros? Pensé que Gualun podría atravesar esta barrera. Pero, ¡ah!, me encontré que no era capaz de fijar su atención sobre mí más que la de los otros. Yo sabía que él podía ver a los que dejaban sus cuerpos terrenales para viajar como lo había hecho Mainin, y entrar en ellos a voluntad; ¿por qué entonces no me veía? Quizás la muerte significaba algo más que desprenderse del cuerpo. Me quedé allí mucho tiempo, pensando sobre esta cosa llamada muerte. Al ponerme al lado de Gualun, habiendo abandonado todo intento de hacerle percibir mi presencia, una forma humana entró en el salón. ¿Forma? Parecía tan real como cualquiera de los otros cortesanos que se sentaban en el arco de la puerta. Ninguno de éstos pareció notar al recien llegado; excepto el Rai, nadie aparte de mí le vió, sino que continuaron con su charla sobre la muerte súbita del Incaliz Mainin, y del paso de su cuerpo por la Luz Maxin la tarde anterior. Yo estaba sorprendido del extraño parecido del recién llegado conmigo, pero me sorprendí todavía más cuando oí al Rai exclamar: "¡Qué! ¡Zailm muerto! ¡Muerto!". Un sirviente, habiendo oído la exclamación, pero viendo sólo al soberano, rápidamente se acercó a él preguntándole qué deseaba. ¡Al aproximarse atravesó directamente la forma que Gualun había llamado por mi nombre! Ni la forma humana ni el sirviente parecieron percibir este extraño hecho, pero la Forma, sonriendo, en respuesta dijo: "Sí, 'Lo Rai; soy 1.ailm, pero no estoy muerto, excepto en que estoy libre del freno terrenal". Confundido, casi estupefacto por estos sucesos, me hundí en un diván cercano a mí. Gualun podía ver al que decía ser yo; en verdad era mi mismísima imagen en cuanto a parecido, forma de hablar, recuerdo de sucesos, de hecho realmente era la contraparte psíquica de mi vida y ser, pero éste no podía verme. ¡Misterio, ah, misterio! ¿Cuánto más tenía la muerte que revelarme? Yo había dejado en la prisión de Umaur una imagen material de mí mismo; ¿era posible que también existiera una contraparte intermedia tantn

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de mi cuerpo material como de mí mismo, la cual todavía retenía cierta forma primifr.'a de vida perdida por mí, que la hacía visible mientras yo era invisible? Pero como Gualun era un Hijo de la Soledad, ¿por qué no era capaz de percibir tanto a mi forma astral como a mí? El no era incapaz, pero no quería que no conociera su capacidad. La razón, clara ahora para amí, no lo era entonces, y ésta es en síntesis la siguiente: que una persona al morir se separa en elementos psíquicos que, para no complicar esta explicación, son de tres clases, terrenal, psíquico y espiritual. De éstos, el más elevado es el Yo Soy, el ego. Los otros son los antes mencionados como a los que habló Gualun, y dejados en la prisión. Ahora bieri, el ego busca un nivel superior; el "caparazón" permanece en las condiciones terrenales hasta que el cuerpo, finalmente disuelto, es "polvo al polvo". El estado superior o egoístico es de aislamiento. Tal como se dice en los anales de la Biblia', un medium puede acercarse a él, pero el ego, después de un corto tiempo, no puede volver a la Tierra, no conoce nada terrenal excepto esos estados mentales-espirituales extremadamente tensos de uno o muchos individuos que buscan las cosas de Dios. Y estas cosas no son terrenales. Esto es mediumnismo real. El medium genuino se eleva a la necesaria altura, pero el ego no puede descender a la tierra, no puede negar la ley del progreso, excepto durante un limitado período de tiempo después de la transición llamada muerte, y entonces esto no es retrogresión. Un medium es como barómetro aneroide, capaz de indicar el grado de ascensión sobre el agua del mar, o del espíritu. Pero tiene que estar presente en el nivel; el nivel no puede descender a él. De aquí que alguien cuando muere es un viajero hacia ese lugar del que nadie regresa. No existe regreso de los difuntos, excepto por medio del nacimiento físico y la reencarnación. Te dejo para que averigües que esto no es transmigración de almas, porque ésta postula la reencarnación en formas animales inferiores como castigo por el pecado; tal cosa no existe. La retrogresión es imposible, y toda la noción no es más que una falsa concepción corrompida, fundada sobre la mal comprendida verdad de la reencarnación, cuyos renacimientos sucesivos son invariablemente progresivos. Volviendo al Rai y a su decisión de no verme, diré que Gualun sabía que yo todavía no había llegado al estado adecuado, y temía interrumpir mi progreso. Por eso, no permitió que mi

(*) 11 Samuel, xii, 23.

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"caparazón11 le influenciara, tal como pude determinar. Habiendo percibido, no obstante, debido al contacto de su naturaleza supersensitiva, el hecho de mi muerte, él fué más lejos, y aunque sus acciones me negaban que me viera, no obstante, puso en funcionamiento fuerzas para que yo estuviera preparado rápidamente para que él pudiera venir a mí. Pero no sería hasta que mi vida mundana se hubiera desvanecido cuando haría esto; no hasta que me hubiese ido al "país sin descubrir" de Navazzimin. Entonces vino, y el encuentro fué de sencilla alegría, de simpatía sin afectación, entre dos almas iguales ante Dios, no en status de sabiduría adquirida, porque en eso Gualun estaba muy por encima de mí, sino en esa hermandad igual del Espíritu que ahora deseo que reine en la tierra. Lo hará, no obstante, porque el Portador de la Cruz dijo: "¡Sois todos Hijos de un mismo Padre!". ¡He aquí que es así! Cuando Gualun vino a mí, no trajo la esfera de tierra. Haber traído con él condiciones terrenales me habría mantenido atado a la tierra, y me haría una injusticia patente. A ningún ego se le permite nunca, por las mismas leyes de su ser, volver a la tierra con el fin de que no sufra ningún daño. El ser de un iniciado se proyecta a sí mismo al devachan, pero el morador del devachan (cielo) no puede volver otra vez a la tierra hasta que vuelva a nacer en ella otra vez. ¡Ciertamente! ¿Por qué deja el alma la tierra después de la tumba? Porque en devachan asimila los frutos de la vida terrenal que ha llevado. Justo aquí está la explicación de la Palabra de Dios escrita: "Todo lo que tu mano desee hacer, hazlo con toda tu voluntad; porque no hay trabajo, esquema, ni conocimiento, ni sabiduría en la tumba, hacia donde irás"•. Verdad es que en la tumba no se hace nada. En las siguientes páginas se verá mucho que indicará cuáles fueron mis "obras" entre la tumba y la cuna. Pero observad que toda la tierra se había convertido para mí en una página en blanco. El alma no puede volver excepto cuando reencarna al volver a nacer. Llamarla de vuelta es provocar una revulsión en este proceso, y volverla a asociar con el caparazón astral que el ego dejó atrás a la muerte del cuerpo flsico. Tal reasociación revive al astral, por lo que tiene lugar la acción y la reacción entre este astral y el ego, con gran detrimento para éste último. Todo lo que yo "experimenté" fueron sólo los frutos de lo que había hecho; no podía hacer nada nuevo, pensar un pensamien-

(•) &equiel, ix. 10.

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to nuevo, experimentar nada que en sí mismo no fuera la expresión de algo hecho antes de que viniera por medio de la tumba. En este reordenamiento y cristalización de mi pasada vida terrenal, el tiempo no contaba. Los dominios del mismo no eran sino la realidad de un sueño vívido, el tiempo no tomaba parte en lo que ya había sido hecho. Estaba dentro del poder del Raí el reconocerme, pero no lo hizo, para que yo no sufriera daño. De forma similar, está en el poder de todas las naturalezas mediumnicas poderosas (generalmente) pertenecientes a la secta llamada "Espiritualistas" el hacer esto. Esta secta puede llamar a los difuntos, pero a qué alto precio para el ego que se ha ido, ¡y reaccionando sobre el medium hacia éste último! Yo digo que ningún proceso de la Naturaleza ordenado por nuestro Padre Celestial puede ser ni siquiera ligeramente interrumpido; tales actos acarrean un castigo proporcional al conocimiento del culpable, nunca ligero, y a menudo de terrible peso. Si me hubiera quedado para ver, habría visto a Gualun, Hijo de la Soledad, salir en su propia forma astral, después de retirar su forma física a su cámara secreta, para que no le ocurriera ningún daño a su cuerpo mientras él esta fuera del mismo. Y al caparazónZailrn le hubiera visto irse con él al Incalithlon, y allí habría visto al Rai cómo lo hacía pasar por la Luz no Alimentada. Pero de todos los hombres en la tierra sólo los ojos entrenados de un Hijo podían haber visto lo que pasó. El "caparazón" no emergería del Maxin nunca más. ¿Qué era esto? ¿Por qué destruirlo? Para que no saliera a la tierra e impresionara a gente sensible corno el conductor del vailx a quien yo había influenciado en Urnaur, y a quien mi "caparazón" podría haber seguido influenciando. Esto habría producido muchos problemas, porque este astral mío estaba repitiendo fielmente mis palabras finales antes de dejar su compañía, cuando dijo a Gualun, allí en el Agacoe: "No estoy muerto". Incluso entonces era como los demás caparazones, su naturaleza de composición dual sólo se mantenía durante el limitado período de tiempo que podía conseguir magnetismo sustentador de cualquier correspondencia terrenal cercana y mantenida recientemente. En algunos casos tal sustento es suficiente para eras, en otros, siglos, años, días, o incluso minutos, de acuerdo con la inclinación terrenal, o espiritual del descenso. El astral sólo es fuerza vivifica-

da, que lleva a tooos los respectos la imagen de su ego, el YO SOY. Incluso las profecías hechas por "espíritus que regresan", profecías que nos llegan años después, quizás no son sino la

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precognición impresa del ego en el momento de la partida. Por un instante puede ver el inmenso futuro de las profundidades del tiempo. Y esta visión se imprime en su caparazón astral. Es una energía psíquica. Si los fenómenos puestos en marcha por el hombre son de esa intensa clase vital como la creada por Moisés, Buda, Zaroastro, entonces, mientras un creyente de cualquiera de esos sistemas religiosos se adhiera a los mismos, todo ese tiempo, no más, los "caparazones" de estos profetas continuarán su existencia derivada. La energía psíquica es su palanca de control, energía con forma. Es esta misma energía la que mantiene a las estrellas en sus órbitas, y a los átomos en la suya. Es vital, dual, positiva y negativa. Separar la energía del "elemento fuego" de los antiguos (antiguos para tí, no para mí), fué establecer el foco para un Fuego no Alimentado como el Maxin, y en siglos posteriores, en Israel el poder en el Arca de la Alianza, similar al Maxin, fatal para la vida. Estos puntos focales son pórticos por los que todo el conjunto de fuerzas inferiores de la naturaleza son absorbidas en el contacto. Estos foci son también la única residencia del tan buscado "disolvente universal" de los alquimistas; no es necesario decir que como alguno.; de estos alquimistas héin sido Hijos de la Soledad, han conseguido que el maravilloso "disolvente" les sirviera. Igualmente; obvio tiene que ser el porqué el secreto ha permanecido tan cuidadosamente oculto. Estos foci son verdaderos aurículos del corazón del Universo y, por lo tanto, cualquier clase de energía con forma encuentra aquí su Omega. Consecuentemente, cuando Gualun hizo que mi astral pasara por el Maxin, devolvió a la suma indivisa de la energía cósmica una cantidad de la misma que ya no se usaba en el mundo de la forma. A escala muy pequeña, ciertamente la médula oblongada del cerebro del hombre es tal foco, un punto maxin, donde lo positivo y lo negativo se encuentran. Si no fuera así, la vida sería imposible; destruid ese maxin del cuerpo, incluso con un pinchazo de aguja, y la vitalidad cesa instantáneamente. Pero ya está bien. Gualun vino a mí, ya que yo no podía ir a él. Los que no son iniciados a menudo elevan así en el sueño a sus amigos, pero ciertamente, no saben como hacerlo a voluntad. Como uno de los puntos importantes de trabajo es explicar estos misterios, me voy a permitir un poco más de espacio para aclarar, sin errores, cómo es que los que están en la tierra pueden adquirir el poder de ir a sus amigos más allá de la División, pero nunca éstos últimos volver a la tierra.

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El barómetro de un día en calma registra a nivel del mar un determinado grado de presión de aire, y a un kilómetro por encima de este nivel, en la montaña, digamos, el mercurio en el tubo "desciende" otro grado determinado pero inferior. En ambos casos esto es debido a la presión del aire. Si ahora alguien desea tener el grado que existe a un kilómetro de altura, isubirá hasta él, o bajará esta altitud hasta dónde está él? Cuando hay tormenta el barómetro también "desciende", el aire es menos denso, se han producido cambios metereológicos que de hecho han hecho descender las altitudes, esto es, las condiciones atmósfericas imperantes en las altitudes, al nivel inferior. Así es como se ha creado una tormenta; las condiciones superiores han provocado una. Así es que por el ejercicio de la energía superior un medium en una "sesión espiritista" puede hacer regresar o bajar a un alma que se ha ido a la tumba; pero dará lugar a una tormenta psíquica, y esto es un suceso que habrá que pagar después. La Bruja de Endor creó tal tormenta cuando obligó a Samuel a bajar a la tierra otra vez. ¡Tened cuidado, vosotros los médiums! Si eres, amigo, un "barómetro espíritu" humano, puedes levantar a tus amigos pero nunca, si valoras tu paz de espíritu, o la de ellos, tratar de hacerlos bajar a tus "círculos". Los que buscan solamente la parte excitante de esta historia harán bien en omitir leer la mayor parte del Libro Primero, y dejar esta parte al lector que busca la razón y la lección de la historia de mi vida, y cómo soy capaz de describir escenas ocurridas hace más de trece mil años. A través del crimen de Mainin el Incaliz, me ví obligado a buscar mi plano psíquico, y porque yo era yo, y soy yo, ese plano es uno de más o menos aislamiento. Esto quiere decir que este plano estaba poblado con los hija. de mi fantasía, con mis experiencias, mis esperanzas, anhelos, aspiraciones, y mis conceptos sobre las personas, los lugares y las cosas. No existen dos personas que vean de la misma forma el mismo mundo. Para Anzimee, con su conocimiento, el mundo no era el mismo que para Lolix, que lo veía desde otro punto de vista, y en cierto sentido inferior, mientras ninguna de las dos lo veía como el sabio ministro, Menax; y en los tres la visión de la vida era diferente de la que tenía Gualun. Así también el cielo, el devachan, de una persona está lleno de sus conceptos sobre la vida, mientras que el

de su vecino a cada lado, por así decirlo, está poblado con otras propiedades mentales peculiares. Ahora bién, el estado después de la tumba, y su conocimiento, aspiraciones y esperanzas de la vida

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son las condiciones de su cosecha, en donde nadie actúa, sino que se dan las recompensas de la acción en la vida precedente; es la tierra de Lethe, donde no existe el dolor, ni la pena, ni la enfermedad o la angustia, porque estas condiciones terrenales comenzaron en la Tierra, y forzosamente tienen que terminar en la Tierra. Así pués el karma decreta. El cielo es pasivo, no activo, y los resultados del conocimiento son asimilados allí por el alma; esto es, se hace así para que el nuevo nacimiento sea como la siguiente página del libro de contabilidad de un negocio, todas las vidas antiguas, con la última añadida. Espero no haber sido prolijo. No habrá sido así, si he conseguido dar una comprensión clara de lo que es realmente la relación entre la tierra y el cielo, y que éste último es al primero como el tiempo de descanso de la noche es a la actividad del día. Que nadie suponga que el devachan de alguien que ha cometido errores que le atan a la tierra, y que por estas ataduras tiene que reencarnar, es algo parecido a la gran Vida con la que son coronados aquéllos que son fieles hasta conseguir la muerte de esa serpiente del corazón, la lascivia animal. Las palabras pueden muy bien describir simplemente el devachan, pero no pueden describir esa Vida. Lo finito nunca puede abarcar lo Infinito. Por lo tanto, permitid que entre en vuestros corazones el Infinito. Según estaba yo pensando en presencia de Gualun, Anzimee, y los otros, que ninguno podía verme, mis poderes terrenales estaban alejándose. El poder que yo tenía un momento antes de ver a las personas, los lugares y las cosas del mundo parecía desaparecer rápidamente, mientras que visiones y sonidos maravillosos los reemplazaban, visiones y sonidos similares a los sueños diurnos de la vida acabada de dejar, excepto que éstos eran reales para mis sentidos, tangibles y reaccionaban mutuamente. ¡Ah, bien! Si los que eran dejados en la primera playa de la Muerte no podían verme o conocer mi presencia, ni yo podía verlos a ellos o a su presencia, ¿por qué no me dejaba llevar sin resistencia de la alegría y la paz y de las nuevas visiones y cosas que venían a reemplazar a Jo viejo? ¡Sí! Lo haría. Adios, vida antigua; ¡bienvenida la nueva!. Tan apaciblemente como en un sueño desapareció de mi vista el palacio y las cosas que me eran familiares, y parecía que yo había entrado en un hermoso valle, bordeado de montañas de color azul. Ante mí se alzaba un edificio de apariencia sencilla. Irregular en :;us líneas, parecía haber sido construido en secciones, añadidas

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a medida que se necesitaban más habitaciones. Qué idea tan excelente, pensé. Estaba formada por bloques de roca, sin pulir, colocadas de forma natural desde el borde. En algunos tramos era de tres pisos de altura, en otros sólo dos, pero casi todas las habitaciones estaban en el piso bajo. ¿Qué clase de gente vivía allí? Ciertamente, gente cuyo abandono arquitectónico imitaba a mi propio corazón. Sentí, antes de verlos, amistad. Con seguridad no carecían de amor a la belleza, porque cubriendo el pintoresco edificio había viñedos perennes, mientras todo alrededor estaba rodeado de bonitos jardines. ¿Debería aventurarme a entrar? Cuando estaba pensando esto, un hombre abrió la puerta que estaba cerca de mí y salió. Me resultaba familiar; ¿dónde lo había visto yo? Había olvidado todo por completo como si nunca hubiera conocido la vida que experimenté como Zailm, hijo de Menax. Mis sentidos estaban dominados por los sentimientos de la adolescencia, y los pensamientos e ideas y el conocimiento simple de la adolescencia en el hogar de la montaña cerca de Pitach Rhok. Al acercarse el extraño que me resultaba conocido, dijo: "¿No me conoces, a tu padre, Merin Numinos?". Mientras que esto apaciguó la ligera aprensión que se había levantado en mi consciencia de que yo estaba solo, y por lo tanto, invisible para la gente, sólo apagó la idea que se había desvanecido rápidamente al mirar la casa de bloques de piedra, la idea de que yo estaba muerto. Y no recordaba tal experiencia, y el conocimiento de la muerte había pasado en lo que se refería a mi propio fallecimiento. Me alegré cuando el hombre ante mí me preguntó, y ahora percibía que él era el padre del ideal de mi infancia, pero no al que mi madre había descrito siempre en todo despectivo: ella, ya sabes, no le quería. Pero este pensamiento no apareció entonces; yo sólo sabía que yo le reconocía como a mi padre. Yo estaba enormemente contento de haberlo encontrado, y repliqué: "¡Verdaderamente, te conozco bien!". Entonces él preguntó: "¡Quieres descansar!". "Como estoy fatigado, lo haré, y sin duda me sentiré mejor". Ante esto, Merin Numinos me condujo hacia la gran casa laberíntica a la que debo llamar cueva, aunque este nombre pueda parecer falto de elegancia. Era una cueva, limpia, pero tan encantadora y deliciosamente confusa y desordenada; libros y muestras de rocas, y todas las cosas que le gustan_ a un muchacho estaban esparcidas por todas partes en ese desorden que desespera al ama de casa ordenada. Mi alegría no tenía límites, porque sentí que era un muchacho, sólo un muchacho, y que todavía tenía que

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alcanzar la madurez, las posibilidades desconocidas con las cuales parecía llenar todo mi ser con agradable anticipación del futuro; yo era un chico de ánimo exhuberante en total libertad en su propio dominio, y en esta habitación estaba libre del temor a una madre ordenada que siempre me había restringido. Sobre una cama, apenas hecha en un rincón de la sombría habitación, yacía un paquete de libros de una biblioteca de distrito, cada uno marcado con la etiqueta: "Pitach Rhok, Distrito 5", en caracteres poseidonios. Estaban en el paso, y los coloqué cuidadosamente sobre el suelo, porque los libros siempre fueron para mí objetos casi sagrados, con el fin de poder descansar en la cama. A continuación me acomodé para dormir sobre el aspero cojín que siempre me había parecido más suave y agradable de recordar que ningún otro cojín de mi vida en Caiful. No es que supiera esto cuando me acosté, sólo sabía que experimentaba un estado de cosas de acuerdo con mis deseos. Yo no tenía ninguna idea clara de ningún suceso de la antigua vida en Poseidonis, ni recuerdo de la muerte, nada. Todo se había ido como los sucesos de algún sueño que nos esforzamos en vano por recordar por la mañana a la hora del desayuno. Y, sin embargo, cuando me encontré con cosas en el nuevo estado, similares a las que conocí y amé antes, cuando encontré cosas aquí tales como las que acostumbraba a soñar que algún día llevaría a cabo, entonces, las nuevas realidades que, después de todo no eran nuevas, parecían totalmente satisfactorias, con el encanto añadido del logro, aunque no podía recordar Jo antiguo. "Toda la escena que me da la bienvenida, De alguna forma extraña reconozco Como alguien cuya parte mística Siento prefigurada en mi corazón".

La naturalez.a aquí, aunque presentaba algunas novedades, no era suficientemente diferente como para atraer una atención especial. Un día me levanté y me fuí de las escenas de esta vida de adolescente reproducida. La cortina se levantó sobre las cosas derivadas de la última vida después de dejar Pitach Rhok para ir a Caiful, y me encontré ahora en medio de la adquisición de conocimiento para el gran grado de Xio-Incala, un grado incluso mayor que el que cualquier científico del mundo moderno haya conseguido. Pero esta fase del devachan pasó pronto porque, no

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habiendo alcanzado tal grado en la Tierra, no habiendo ni siquiera tratado de conseguirlo, no tenía base real de la que extraer escenas devachanicas. Así pasó el tiempo a mi alrededor, algunas veces con egos reales de personas terrenales difuntas que habían trabajado conmigo íntimamente en la tierra, y que compartían conmigo los resultados de la colaboración. En otras ocasiones, me quedaba a solas con mis conceptos que, no obstante, parecían tan reales como las personas de verdad, porque todo parecía completamente real. Lolix estaba aquí en sus mejores aspectos; pero el pecado cometido en nuestro día estaba contra nuestro regreso a la Tierra. Resultaba perfectamente natural encontrarme con Anzimee una noche cuando vagaba por la playa de un mar adyacente a un desierto artifical, donde todas las cosas estaban colocadas en armonía con mi soledad ideal a la que, en el torbellino de Caiful, yo había soñado un día que la llevaría cuando estuviéramos casados. Fué dulce, cuando nos encontramos, oirla llamarme "esposo", y la paz después de la acción fué todo lo deliciosa que imaginé que sería. Pero mi pluma va por delante del lugar que le corresponde. Volviendo a la cueva: Sin desvestirme, porque el aire era cálido, me tumbé y me dormí. Cuando me desperté pasé por el camino al jardín. Había habido un cambio. Yo era mayor; el paisaje era diferente, y las casas eran más parecidas a las que mis necesidades más maduras habían pintado como necesarias cuando todavía vivía cerca de Pitach Rhok. Ya no había un río en primer plano, sino un ancho mar con sólo la cercana playa visible. El cambio era concordante con los posteriores deseos de mi juventud. Estas alteraciones, aunque sorprendentes al considerarlas desde un punto de vista terrenal, físico, no eran sorprendentes ni extraordinarias para mi. Qué clase de vida o condición era ésta que permitía tales cambios, pero que no me parecía algo extraordinario, a mí, al que lo observaba? Incluso la verdad no debería decirse en una frase prolija, y todo lo que puede responderse ahora es que era la vida después de la muerte, para ser ligermente paradójico. Pero ésta no es la Gran Vida con Dios. ¿Se consumió tiempo al efectuar estos cambios, o esto era una especie de tierra de lámpara de Aladino donde se frotaba la

lámpara y se instalaba otro juego de apariencias de forma instantánea? Ni siquiera me paré a considerar todo esto, porque no se me ocurrió tal conjetura. Para mí, las cosas eran reales. ¿Es la tierra

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real? El Espíritu, Dios, es real, y la Tierra y el Universo son el fiat, o ideas exteriorizadas de Dios. Las cosas de la tierra son palabras de la gran Palabra de Dios, hablándonos a nosotros. Así, también, son las cosas del devachan o cielo. Ambas son reales, opuestas, pero sólo reales dentro de nosotros, no fuera de nosotros. Busqué a mi padre, Merin Numinos, y pregunté: "¿Cuánto tiempo he dormido?". No era más que un hábito de pensamiento el preguntar esto, porque no tenía otro motivo. Que, en el proceso de la muerte, los hábitos mentales no se extinguían junto con los recuerdos o sucesos de la vida, quedaba probado por mi acción al oír la respuesta de mi padre: "Has dormido durante varios años". "¡Años!", ¿exclamas? No era extraordinario para mí oír este relato de un sueño de Rip Van Winklian. No, pero mi hábito mental que estaba orgulloso de su apariencia personal y atuendo impecables, me obligó a mirar mi vestimenta para ver si no estaba muy usada debido a ese largo tiempo. La alusión a varios años atrajo mi atención, por lo que comprobar que mi atuendo era presentable, aunque todavía miré a mis vestidos, fué algo automático. Dije: "Has dicho años; también otra cosa: has dormido desde que llegaste a este país. Ahora, te ruego que me digas, ¿he estado antes en algún otro sitio?". No recibiendo respuesta, levanté los ojos, sólo para encontrarme con una mirada de mi padre como la de una estatua. Evidentemente él no sabía nada de mi anterior estado, ni, por la misma forma de mi pregunta, yo sabía más que él. La muerte era otra cosa a la que nunca se hacía referencia, porque en el instante en que las almas promovidas ya no pueden imprimir su existencia sobre los que son dejados en la tierra, reconocen que están en medio del cambio llamado muerte, del cual fueron quizás conscientes durante todos los días de su vida. Como la religión exotérica entonces, sí, y ahora, también, enseñan que no hay más que una muerte, el morador del devachan no sabía o conjeturaba que hubiera otra. Por eso, la muerte para el alma desencarnada era y es un concepto desconocido. Bien, no existe una cosa llamada muerte como un hecho. Igualmente, tampoco el dolor y la pena. El devachan menor es como el devachan mayor (Nirvana), un estado que se menciona de forma especial en Apocalipsis xxi:4. Ahora, amigo mío, no estoy postulando una discusión; tengo que rehusar discutir, y aunque con dejo de métodos medievales, támbién tengo que rehusar razonar contigo.

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Es el propósito de esta historia establecer lo que yo sé por experiencia; no establezco ideas teóricas. Si tomas cualquiera de los asuntos menores dejados sin explicar en el santurario interno de tu alma y allí meditas sobre ellos, entonces éstos se harán claros para tí, y serán como el agua que calma toda la sed, si son conseguidos así. ¿Tienes oídos para oír? Entonces oye el consejo. Me dirijo sólo a aquéllos que siguen estas páginas para beneficiarse de ellas. Como el habitante del devachan no conoce más que un cambio; y como éste es tan diferente del que le fué enseñado a temer en la religión, muchas de las almas que entran en el cielo piensan en el momento de la muerte que no existe la muerte, y que las enseñanzas recibidas en la tierra de los sacerdotes no eran más que ficciones eclesiásticas. Ni tampoco están equivocadas hasta ahora, porque no existe otra muerte que el mero cambio de estados de existencia de objetivos a subjetivos, excepto la segunda muerte, de la que hablo en la página final. Para ser paradójico, la muerte es diferente porque no es diferente, hasta donde ellos pueden percibir, de la rápida visión de la vida que acaba de terminar, una visión que todas las almas tienen, no importa cuán breve pueda ser. Por Jo tanto, yo no estaba consciente de la ficción llamada muerte cuando pregunté al padre que encontré allí si yo no había estado siempre allí. La religión enseñaba en aquella antigua época, al igual que lo hace ahora, que con la muerte venía el cese de toda la pena terrenal. Esto es cierto durante un tiempo limitado por la duración de la estancia del alma en el devachan. Estas brumas nacidas en la tierra no entran allí debido a que al ser nacidas en la tierra tienen necesariamente que morar en lugares de la tierra e influencian sólo a los que están en la tierra. "El mal q:ie l0s hombres hacen les sobrevive". Ciertamente, y en forma de disposición cristalizada para hacer el mal, yace esperando su retomo a la vida terrenal; es la erróneamente llamada tendencia "adámica" a pecar, y mientras el pecador está libre de su poder en devachan, la semilla, como cizaña con el trigo, está preparada para hacer crecer una cosecha de dolor junto con la vida en crecimiento del recién reencarnado; y hasta que alguna buena acción expíe por el mal hecho, este mal continuará creciendo. Afortunadamente, el hombre tiene una eternidad en la

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que poder pagar", y siguiendo las leyes de Dios y siendo fiel a la rectitud, cualquiera que sea su origen, la cizaña será arrancada poco a poco. Un acto bueno borra el malo, y uno llevado a cabo es "a menudo enterrado con los huesos", completando así la filosofía de Hamlet. Todos los que estaban a mi alrededor eran los que amaba. A medida que el tiempo parecía transcurrir, fuí consciente de la presencia de cada uno de mis amigos. Anzimee, Menax, Gualun, Ernon, Lolix sin la sombra, todos esos y miles más que no tienen nombre para el lector estaban allí. No vinieron; no, estaban en mí, cada uno como yo los había concebido. Estos eran mis conceptos, porque eran subjetivos, no objetivos; eran mis ideales, no gente real; y formaban mi mundo. No se me ocurrió que no eran reales. ¿Se te ha ocurrido alguna vez a tí, lector, que el mundo de tus sentidos es el único mundo que tienes? Que si no tuvieras vista, ni olfato, ni oído, ni gusto, ni tacto, no tendrías mundo aunque tu alma estuviera aprisionada en un cuerpo así muerto, pero vivo como un vegetal? Tal como el alma de cada hombre, mujer o niño vivo es diferente de las demás almas, así también el mundo es diferente para cada persona-no el mismo precisamente en cualquiera de cada dos casos. Ahora bien, es el registro del alma, hecho en sustancia mental imperecedera, lo que constituye la mayoría de la vida después de la tumba; el registro se funde en una realidad, y todo parece igualmente real, tan real como cuando los sentidos combinados lo percibieron por primera vez; en realidad, esta vida posterior es una vida terrenal reconstituida y a la inversa, subjetiva ahora, en vez de objetiva. Mi supuesto amigo

(*) No confundir "pago' con "expiación". Jesús expió por nosotros con Dios. Nosotros sólo podemos comenzar a pagar cuando, habiendo obtenido perdón por medio de Jesús, tratamos de Vivirlo. Hasta que no nos consagremos a Cristo, no podemos conseguir reconocer que somos Suyos porque Le pertenecemos. Cuando reconocemos esto, entonces reconocemos que Le pertenecemos, y que El nos pertenece. Entonces, y sólo entonces, podemos empezar a pagar nuestro karma. Y si nosotros "nos vamos y no pecamos más", entonces El igualará nuestra deuda de karma, y seremos liberados por El, liberados ¡o prestados otra vez! El karma se cierra para alguien por quien se expía de esta forma, y su oportunidad para reparar comienza. Para alguien en esa situación ya no es necesario reencarnar, porque ¿acaso no tiene al HIJO? Y eso es Vida Eterna. ¿Qué quiero decir con tener al Hijo? ¿Y por ser consagrados a Cristo? ¿Es este, pues, el único postulado de la iglesia? No, más, amigos. Lo Divino es eterno, infinito. Lo Humano es finito. Cuando el hombre despertado llega a conocerse, elige el camino que tomará. Esta elección es el cruce a lo Divino por parte de lo Humano; es pertenencia por parte del Hijo, que está dentro de nosotros.

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puede ser un enemigo real, pero si muero pensando que él o ella es un amigo, ese concepto es el que me llevo a la vida posterior, y viceversa. Así, todos a mi alrededor eran amigos. Las cosas de los registros de mis sentidos, y los lugares, eran las escenas donde todos esos amigos se movían. Pero mientras yo tenía mi mundo a mi alrededor en esta forma, un concepto de mí existía en el mundo imaginado de cada uno de los amigos que yo tenía. No es que yo estuviera con ellos, pero su concepto de mí estaba con ellos. Esto en relación con la realidad de todos esos conceptos que eran noinvolutivos, sencillos y fácilmente asimilables al ser recordados en el registro astral o, digamos, en las placas de memoria del alma, de cada incidente, pequeño o grande, sencillo o complejo, impulso, o incluso actividades mentales inconscientes. Pero ahora, toma nota de una característica de sumo interés, en tanto en cuanto afirma lo que parece que yo he negado: cualquier asociación real del alma en devachan con las otras almas individuales. El devachan sería ciertamente un cielo terrible si los amigos de la vida del mundo no fueran nunca algo más que "rostros en el sueño". Sueños son, si los incidentes creados con nuestras esperanzas en la Tierra, y en el devachan colocados como reales a toda apariencia, fueran un hecho simple. Pero si, por contra, fuera tan complejo como que para resolver su ecuación se requiriera el esfuerzo conjunto de dos almas trabajando en armonía, entonces también en devachan los resultados de este acto complejo afectarán a ambas almas, y durante la asimilación de sus resultados, esto es, durante la cristalización de tales resultados hasta convertirse en rasgos de carácter, ambas almas estarían realmente juntas igual que lo estuvieron en la Tierra. Si más de dos personas estaban involucradas en la Tierra, así también esas almas se reunirán en devachan. Cuando el proceso se completa, llega la separación. Así sucedió que en un momento de experiencia asimilativa, todos mis conceptos fueron solamente fantasmas, como las personas de los sueños nocturnos de alguien; el siguiente momento fué más complejo, ya que mis asociados eran egos reales como yo. Para mí todo esto era desconocido; todo parecía real, y a Jo mejor, quizás lo era. Pero es agradable sentir que uno trabaja con un hijo querido, un padre, hija, madre, esposa u otro amigo; que las consecuencias de los sucesos más graves de nuestras vidas cotidianas aquí nos reunirán otra vez en el cielo de nuestras esperanzas; que la esposa que tenías en tu corazón, y a quien confiaste planes de amor para el bienestar de los seres. queridos, y que para realizar ambos tú y ella

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tuvisteis que trabajar noblemente, seriamente, cruzará el abismo que la muerte abre para vuestros cuerpos, y estará contigo o tú con ella, allí en Navazzamin. Es agradable que tu madre, padre, u otro querido amigo esté en ocasiones realmente contigo allí; y que juntos podais reunir vuestros distintos registros, y disfrutar en una realidad aparente de lo que no fué en la tierra más que una esperanza que nunca se materializó. Al encontranne con Anzimee, que todavía vivía en la Tierra, en ocasiones me encontraba con mi concepción de ella, otra veces su propio ser superior. ¿Cómo era posible esto último? Porque ella me echaba tanto de menos que desarrolló la capacidad de proyectar su alma pura basta mi plano. Esto no era solamente placentero y beneficioso para ella, dándole un asidero sobre las cosas invisibles, de las que el apóstol Pablo habla, sino que era una sagrada alegría encontranne con ella así; ella venía a mí, pero yo no podía regresar a ella. No existe la retrogresión. En comunión con estos ideales yo tuve mi recompensa, porque nada ocurría que fuera contrario a mi deseo. Pero al experimentar esta recompensa, también inconscientemente asimilé el valor de la anterior vida en la tierra. Así pues, mi conexión con la política en Poseidonis me había puesto en contacto con hombres y fonnas, y de este contacto nacieron esquemas en los que yo tenía que desempeñar un papel importante. Estos esquemas eran ahora traídos al estado subjetivo, y como tales, parecían estar en proceso. De estas acciones aparentes se desarrollaron mis capacidades, y se probó el valor de mis concepciones. Todo esto dió como resultado la elaboración de una deducción concreta que se convirtió en parte de mi ser mental; y de aquí que en una nueva reencarnación yo saldría al mundo poseyendo órganos frenológicos de poder aumentado para manejar las cuestiones políticas y sociales. Quizás este poder no sería empleado de forma activa, debido a la existencia de otras tendencias más fuertes, pero no obstante, el poder podría ser aumentado y estar preparado para uso si era necesario. lo mismo sería cierto de todas estas almas realmente asociadas conmigo, tanto previamente en la Tierra como después en el cielo, los resultados, valores y resúmenes de nuestro devachan conjunto les daría nuevas características mentales, o aumentaría la fuerza de las antiguas, y la reencarnación nos volvería a asociar otra vez en la Tierra. Y así ha sido, porque de otro modo nunca podría haber escrito esta historia para vuestro beneficio, querido lector. Mi educación como geólogo en Xioquithlon fué probada en este mismo cielo subjetivo, y de esta prueba obtuve más habilidad

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como geólogo, un conocimiento intuitivo de la geología y un deseo de estudiarla después de la reencarnación. Los libros servirían para sacar a la luz la tendencia hacia la geología que yo pudiera manifestar. Tengo que seguir con otros ejemplos sobre el proceso de resumen y de acoplamiento experimentados por aquéllos que tienen tanto la tumba como la cuna entre ellos y la Tierra. Pero esto bastará para dar una idea al lector de que las verdades están aquí y endulzan los "Pensamientos de la última hora amarga ... De terrible agonía, y de sudario y palidez".

Espero, amigo mío, que este esfuerw para hacer a la muerte menos terrible, por medio del relato de mis propias experiencias de ella, será coronado con el éxito, y que estas palabras te sustenten para que "Te acerques a tu tumba Como alguien que se envuelve en el tapiz en su diván Y se acuesta para tener dulces sueños".

Zarón Colburn, el maravilloso muchacho matemático, no adquirió su conocimiento en los colegios de esta era moderna, sino que lo trajo como un legado de los siglos muertos, de sus vidas anteriores; su latente poder fué educado. No voy a discutir contigo, amigo, el hecho de que si tú hubieras tenido una vida anterior en la Tierra, "no podrías haberla olvidado, sino que habrías traído contigo recuerdos de ella". No, no discuto. Yo sólo dejo a tu propia inteligencia el decidir si no estoy en lo cierto cuando digo que tú recuerdas que los hábitos de la vida crecen por las acciones repetidas de la adolescencia, pero los detalles y los recuerdos de las mismas han desaparecido. Y sabiendo que esto es así, decide si no crees absurdo que las acciones de una vida experimentada hace siglos pudiera ser recordada, más especialmente cuando todo el intervalo fué pasado en un plano diferente de la vida, donde ningún recuerdo penetra nunca, no podría por las leyes de Dios. Sé de lo que hablo. Con el tiempo llegó un momento en que no me preocupé más por la apariencia de la acción, ni por esos conceptos de personas, lugares, o cosas conectados con una aparente actividad. Ahora me

interesaba principalmente permanecer en algún lugar tranquilo y escuchar a Anzimee, la real, no el concepto, cuando me leía o me hablaba. Dormí mucho también. Una mañana no me levanté; no

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tenía ganas. No estaba enfermo; nadie conoce la enfermedad en devachan. Pero yo había perdido todo deseo de ver u oír más de lo que fuera. Me sentí languidecer realmente, pero no de debilidad. Asi que me volví al otro lado, de cara a la pared, y dormí. Fué el último suceso en el último capítulo del largo descanso de una vida que, aunque no lo sabía, había durado doce mil años de las acciones de los hombres en la Tierra. La muerte nunca había aparecido en ese hogar del alma, porque mis conceptos no murieron, sólo desaparecieron de la vista de su creador. Incluso las almas reales de los hombres o mujeres no murieron. No. Pero cuando vinieron, uno después de otro, para el despertar retributivo en la cuna, si sus vidas en el cielo estaban todavía asociadas a la mía, si no se habían ido a algún lado del devachan, como los vecinos en la Tierra se separan y ponen un mundo entre ellos, entonces ellos desaparecían, al igual que mis conceptos desaparecieron cuando yo había asimilado su valor. Desaparecieron porque todas las obras de vidas anteriores en la Tierra habían cristalizado como rasgos de carácter, y estaban preparados para la vida en la Tierra otra vez. Sólo yo era consciente de mi propio cambio, no podía ser consciente del suyo. Yo estaba preparado para la actividad una vez más. Dormí, y en este sueño morí a esa vida de pasividad y desperté a la de la Tierra, un bebé en la cuna. Nacido para ver a mi Maestro en esta vida, ¡y entrar en el Gran Descanso con él!

NOTA-Pero una vendrá después de mí que os dirá mucho más que yo sobre la Gran Profundidad de la Vida. Esperad las palabras de ella. -El Autor. FIN DEL LIBRO PRIMERO

LIBRO SEGUNDO INTERLUDIO

SIETE ESCENAS DE SHASTA por Frederick S. Oliver, Amanuense. I. Si existen "sermones en piedra y libros en los arroyos", entonces el pilar escarpado "Tchastel" es una biblioteca noble, en verdad. En ella, la inmensidad, la grandeza y la solemnidad de la naturaleza se expresan en números místicos grabados en el granito eterno. En esas páginas de piedra, estratificadas, los estudiantes de la Naturaleza pueden leer las obras de los gnomos, los tesoros de la Madre Tierra. Aquí, también, en caracteres de lava, está escrita la historia del poderoso Plutón. ¡Sí!, éste en verdad auténtico libro de la Naturaleza, encuadernado en cubiertas de nieve y hielo; y marcando todos estos tesoros está la cinta plateada cuyos extremos cuelgan del enorme tomo, en el extremo norte uno, en el sur el otro, el nombre de un extremo es el río "McCloud", y el del otro el río "Sacramento". Una vez más, dos marcadores inferiores están en esta épica sublime: los ríos "Pitt" y "Shasta". Un volumen de poemas debería tener un título poético; éste lo tendrá. Podemos darle uno más apropiado que la apelación aborigen de "Ieka", un nombre conservado y usado por los primeros hombres blancos cuyos ojos se posaron en esta tierra, lejos en el norte de California, tierra de romance, de oro y aventura; conservado por medio de ese reconocimiento intuitivo de la adecuación eterna que el pionero y el trampero siempre han exhibido, en todas las tierras, hacia las nomenclaturas existentes. Durante años la noble montaña llevó, para blancos y para aborígenes, el nombre que había conseguido de la noche del tiempo, como su cumbre hermana más al norte, el Monte Rainier, conservó su primer nombre de "Tacoma". Pero,

MONTE SHASTA -AL NORTE DE CALIFORNIA- 4.333 MTS. DE ALTITUD.

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¡ah, el orgullo humano! ¡Ah, el vano descontento del hombre, incapaz de dejar lo bueno en paz! Al monte nevado llegó un trampero ruso, y a partir de entonces "leka" ya no estuvo en las bocas de los hombres, a menos, en verdad, que fuera todavía cariñosamente murmurado por el polvoriento Modoc y su salvaje novia. Al otro pico brillante fué un orgulloso inglés. Su señoría encontró "Tacoma" tan bestial y salvaje, quien sabe por qué, que sobre este apelativo indio él colocó su propio patronímico. El tiempo iguala todas las cosas y "siempre se hace justicia". El patriótico americanismo de los topógrafos del Ferrocarril del Norte del Pacífico reinstauro en los mapas de la compañía el musical "Tacoma", para borrar el nombre importado, y amonestar la vanidad egotística de alguno. Ese "Pico Shasta" siempre sabrá que una experiencia similar es problemática; si no, quizás sea lo mejor, porque la gratitud americana concede de buen grado el privilegio de dar nombre a este imponente pico a su amiga y, en los años sesenta, paladín de nuestra autonomía nacional - - - Rusia. Bravo por esta clase de visión mental, pasada y presente, de este orgullo de riscos y cumbres.

II. En el viejo camino de diligencias que existía antes de que los railes de hierro conectaran la gran ciudad de Oregón con la metrópolis del Dorado Oeste, todavía permanece, desde hace treinta años, y no muy lejos de la línea estatal, una estación construida para uso de las líneas de diligencia, y "dirigida" por "Papá Dollarhyde". Un lugar solitario, escondido entre pinos imponentes, que son una vestidura de reyes para la gran "Estribación Siskiyou" de la Cordillera Costera extendiéndose con imponente grandeza no a lo largo de kilómetros, sino de cientos de kilómetros, Dollarhyde agrada al corazón del viajero como un oasis sahariano a la cansada caravana. "Este alojamiento en el inmenso desierto", y en los días de esta segunda "Escena de Shasta" (año del Señor 1884), era la única huella de civilización en muchos kilómetros a la redonda. Dejando Dollarhyde, el camino se dirigía tan directamente como era posible hacia arriba en un trecho de unos tres kilómetros de montaña extremadamente escarpada. Arriba de esta estribación, mucho antes de que algo más que la aurora iluminara estas grandes estribaciones, un joven, a pie y solo, estaba escalando. ¿Un trampero? Solo temporalmente; abajo, en Dollarhyde, el resto de su grupo todavía dormía. Hacia arriba, hacia arriba, el joven se

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esforzaba, parándose cuando su amor a la naturaleza le hacía "comulgar con las formas visibles de ésta", y escuchar su "variado lenguaje"; haciendo una pausa, para disfrutar mejor de la estimulante libertad, la belleza de las laderas cubiertas de pinos, el canto del gallo, y la charla de las ardillas. Una vez más, encantado por el exquisito encanto del arroyo cristalino que corría por el camino, se paró; y otra vez, se quedó mirando a lo lejos abajo en la sombra del gran cañón, que se perdió de vista "con la primera luz del amanecer". ¡La cumbre al fin! Pero aún no había sol en el cielo. Todo allá abajo estaba todavía apaciblemente descansando bajo el ala de Morfeo. ¡Ah!, ¿Qué es eso? Allá abajo hacia el sur hay una masa enorme, difusa, gris plomizo pero, donde su pico se yergue alto en el cielo, este brillante pico es rosa. Al mirar el joven, mudo de asombro, el Viejo Sol disipa las sombras del valle, aparta a un lado la noche, y el nuevo día nace. Los tintes rosados se han ido, pero también los grises, y en su lugar aparece un cono gigante y puntiagudo de blanco purísimo, aunque marcado en su base con líneas negras, cada una de ellas señalando una profunda garganta. No se eleva como otras montañas, desde cordilleras rivalizando en altura, no, se destaca sobre su alta meseta, perforando el azul del cielo, desde la base a la cumbre, 3.300 mts., desde el nivel del mar hasta la cumbre del pico 1.050 mts., más ¡Shasta, oh, Monte Shasta! III. Del joven, ¿qué? Un año más tarde, lo encontramos sufriendo una fiebre violenta, la "fiebre del oro", que todavía permanece en esa región que una vez tuvo afamadas minas; permanece, aunque ahora sea el año del Señor 1890. Hacia arriba en la ladera de la montaña, con pico, batea y pala, el joven ha acampado donde se puede encontrar siempre un poco de oro; donde la esperanza le susurra que puede encontrar una "pila" en algún momento y fortuna. Toda la selva de la región ha sufrido el castigo del fuego durante muchas semanas; todos los valles yacen escondidos bajo una columna de humo. Pero el minero en la montaña está por encima de todo esto, y al trabajar mira la ondulada superficie del océano humeante y plateado, que yace abajo. Ve una extraña vista. No hay olas que perturben este mar que, con casi dos kilómetros de profundidad, se extiende más allá de donde alcanza la vista. Dos o tres islas motean su extensión; esto es todo lo que queda para ver de los altos picos de la montaña cuyas bases están

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escondidas. Quizás las palabras "océano humeante" parezcan figurativas. Mira en dirección al cielo desde su fondo abajo en los valles; el sol, apareciendo como un globo de sangre, no necesita cristal coloreado para proteger los ojos sensibles. Ahora va a lo alto el minero en la montaña, mirando hacia abajo, pero sin ver, Yreka (pueblo). Con él otra vez mira a las "islas"; sólo una de ellas no tiene el tono negro. Es la mayor; con una cumbre afilada, blanca, rodeada de nieves eternas, el Monte Shasta se eleva, una noble isla en el pantanoso océano alrededor, de 2.700 mts. IV. Noche. Pero la misma escena. Nuestro minero se sienta a la puerta de su tienda de campaña, meditando sobre la belleza novel de la escena que tiene ante sí, debajo de él. Una brisa del norte ha barrido el mar humeante silenciosamente sin dejar huella. Debajo de la tienda se extiende un inmenso abismo, oscuro, silencioso, "la playa plutoniana de la noche". La fantasía de nuestro minero la llena de fantasmas dorados. Solo las estrellas, "altas puntas de la noche", iluminan la oscuridad. Pero lejos en el este, sobre cordilleras de montañas menores, difusas formas se proyectaban en la oscuridad, lejos, kilómetros reales así como aparentes, forma sombría familiar de inmenso tamaño, incierto parece cerrar a la vista la visión de alguna conflagración terrible. ¡Mira! Crece, brilla, hasta que en los encantadores ojos estalla una chispa repentina, intensa, toda una llama en el lado de Ieka-¡es la luna llena! Y ahora las nieves de Ieka brillan con sus rayos como plata derretida, el oscuro abismo anterior, bajo las luces de la tienda, los fantasmas huyen, mientras sobre todo, sublime, gloriosa, suprema, se eleva la imagen argentina de Shasta.

V. Viajando, hacia el sur, nunca más un minero, el joven cambia su curso. Hace un año que los fantasmas dorados habían muerto, la mina excavada, y "nadie conoce ese sepulcro" en el desierto de Siskiyou. La humedad del invierno había extinguido las llamas del mar humeante. Pero el verano siguiente vió todo brillante otra vez, igualado por los relámpagos del cielo. Nuestro viajero está en la misma base de leka Butte, y él y su cabalgadura se arrastran por las laderas y valles en el lecho del océano de humo nacido del fuego como lo hacen los crustáceos en el fondo de los mares. Un

golpe de viento disminuye la densidad de las nubes, y sobre su cabeza vé una forma difusa, iluminada débilmente por la luna

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cubierta de humo, en su plenitud ahora, como esa otra noche, hace un año. No es hermoso a través del aire sucio; pero cuando averigüa que el punto debilmente visto por encima de su cabeza es la cresta libre de humo, brillante, de Shasta, a una distancia de 24 kms., aunque la vemos desde su base, sentimos un indescriptible sentimiento de respeto. Y comparamos el monte, con los bosques ardiendo brillando a sus pies y su propia forma apagada elevándose con grandeza oscurecida, como un centinela silencioso al lado de su hoguera; envuelto en su capa, y meditando en lo que ha guardado, ¡oh!, todas estas eras que aún guarda ¡y siempre lo hará!

VI. De vuelta del lejano sur, y en el campamento. En el campamento en la línea del lado del Tchastel, esperando la caída de la noche, y durante la larga tarde mirando sobre una riqueza de paisaje imposible de describir con palabras. Hacia el norte de la montaña "Nido de Ganso", con su cráter siempre lleno de esponjosa nieve, se levanta a 3.300 mts. Allá abajo en ese valle parecido a una gema está el encantador pueblo de Sissons; abajo, para nuestro viajero, aunque en un plano de 2.100 mts. sobre el nivel del mar. Noche. Pero no a la puerta de una tienda de campaña. No, a lomos de mula, él y su acompañante suben. No hay luna, ni viento, ni sonido, salvo unos cuantos ruidos extraños que se levantan de las regiones de más abajo. Sin luna, pero con cantidad de luz, ya que la nieve parece auto-luminosa, y los objetos se destacan con una silueta precisa. ¡Cuán negros las rocas y los acantilados! Y estos reflejos de luz a lo lejos en la noche, ¿qué son? Lámparas; lámparas a kilómetros de distancia, cientos de metros más abajo, no obstante, no parecen tan lejanos. Hace frío; oh, hace tanto frío, ¡que entumece la mente! Y aún así-como la tumba. Ningún sonido llega al oído; está demasiado alto para nada que no sea el silencio. Tan frío; y no obstante, el calor del sol de mediodía se refracta en la nieve como en un espejo, y entonces la temperatura es terrible, pero la nieve no se derrite. Aquí hay una fuente sulfúrica de agua caliente, a 300 mts. por abajo de la cúspide. Calentad vuestras manos heladas en el barro caliente, majadlas rápidamente, para que no se congelen, y escalad. Vuestros ojos, podríais verlos, congestionados como lo están por la atmósfera enrarecida, del color del hígado, os horrorizaría. Vuestra respiración os produce dolor; el latido de vuestro corazón suena como el ruido sordo de un martinete; vuestra garganta quema de sed. No importa; ¡aquí está la cumbre! Las dos de la

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mañana de Julio de 188--. Todavía no había luz, pero llegaba la aurora. Pero en poco tiempo el alma es sobresaltada por un extraño resplandor en el este, que no alumbra nada. Los espectadores están llenos de una inquietud extraña; ven las luces que aumentan, y --con extraño temor, casi terror-ven el gran sol, apenas anunciado por la rareza aérea, salir de debajo del horizonte. No obstante, todo abajo está en "la hora más oscura antes del amanecer". Ni cordilleras, ni colinas aparecen, ni valles, nada excepto "la negrura más profunda de la noche". Parece que hemos perdido el mundo, y, por el momento, ¡estamos libres del tiempo! El planeta ha sido tragado, dejando un solo lugar visible de algunos kilómetros en la cumbre de la montaña en todo el Universo, salvo sólo el tremendo esplendor de Helios. Comprended ahora, porque ahora podéis, las sensaciones del "último hombre" de Campbell. Todo el mundo había desaparecido, y yo y mi camarada solos en un punto en 'medio del aire, donde el sol casi sin rayos lanza fríos destellos de extraña brillantez. Mirad al norte. Lejos en la noche están los cuatro conos de luz, Monte Hood, Monte Adams, Monte Tacoma, y la alta antorcha de Santa Helena, todos iguales de nuestro Ieka. A medida que el Rey del Día se eleva cada vez más alto, picos más pequeños aparecen, a continuación largas cordilleras negras, de gran extensión, nacen cerca de allí, sólo para perderse en la distante oscuridad. Ahora el vacío de la noche se desvanece, las colinas aparecen, los puntos plateados y las rayas aparecen a medida que la aurora alumbra los lagos y los ríos, y al fin, sin niebla oscureciendo el paisaje, en el distante oeste, a una distancia de 112 kms., se ve una gran meseta gris, el Pacífico. Al sur, líneas de plata interrumpidas muestran por dónde fluyen los ríos Pitt y Sacramento, mientras que a más de 320 kms. se ve la entrada de la costa central de California, marcando el Golden Gate, y la mundialmente famosa bahía de San Francisco.

VII. Nos paramos ante un torrente de montaña rugiente y veloz, cayendo en miriadas de cascadas de espuma blanca como si fuera nieve en movimiento, interrumpido por lagunas de agua en calma, profundas, azules, llenas de truchas, bancos de flores reflectores y acantilados enormes cubiertos de pinos, "las costillas del planeta". El día es caluroso, pero las aguas de este afluente del río McCloud son frías como las nieves pristinas de Shasta de las cuales fluyen hasta nuestros pies y más allá.

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Nos reclinamos al borde de un estanque cristalino de profundo azul, lanzando piedrecillas al mismo y haciendo temblar la imagen de un alto acantilado de basalto reflejado en el tranquilo espejo de la superficie. ¿Cuáles son los secretos que nos rodean? No lo sabíamos mientras estábamos tumbados allí, descansado nuestros cuerpos, nuestras almas llenas de paz, ni lo sabremos hasta que hayan pasado muchos años por la puerta de atrás del tiempo que aquel acantilado de basalto ocultaba una entrada. No sospechamos esto, ni que trás ella se extendía un largo túnel, que penetraba hasta las profundidades del majestuoso Shasta. Totalmente desconocido era que en el extremo del túnel existían grandes salones, el hogar de una hermandad mística, cuyas artes ocultas excavaron ese túnel y alojamiento misterioso: "Sach" es el nombre. ¿Eres incrédulo con respecto a estas cosas? ¡Ve allí, o que te lleven como a mí en una ocasión! Ve, como yo ví, no con la vista de la carne, las paredes, pulimentadas como por joyeros, aunque excavadas como por gigantes, suelos cubiertos con alfombras de tejido gris mullido que parecía piel, pero que era un producto mineral; bordes intersectados por los constructores, y en su maravilloso pulido exhibiendo vetas de oro, de plata, de cobre verde, y motas de piedras preciosas. Ciertamente, un templo místico, construido lejos de la muchedumbre enloquecida, un refugio en el que aquéllos que "viendo, no ven", pueden decir en verdad: "Y ningún hombre sabe ... Y ningún hombre lo vió nunca". Una vez estuve allí, amigo, lanzando piedrecillas en la corriente de los estanques profundos; no obstante, entonces estaba escondido, porque sólo unos pocos tienen el privilegio. Y al partir, el lugar fué olvidado, y hoy día, incapaz como todo el que lea esto, no puedo decir dónde esta el lugar. La curiosidad nunca desveló ese secreto. ¿Existe realmente? Buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. Shasta es un verdadero guardián y silenciosamente acecha, sin dar señal de lo que guarda en su pecho. Pero existe una llave. Al primero que conquiste el ser, Shasta no se la negará. Esta es la última escena. Habéis visto el orgulloso pico tanto desde cerca como desde lejos; durante el día y durante la noche, con el humo, y en el claro aire de la montaña; habéis visto su interior, y desde su ápice, mirado sobre ella y el globo que se extendía en la lejanía bajo vuestros pies. Esta es una vista de la obra de Dios, sublime, terrible, para no ser olvidada nunca; y en

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la medida en que tu alma se haya saciado con admiración, en esa medida se llenará ahora con Su Paz.

CAPITULO I "Os he llamado amigos, porque todas las cosas que tengo del PADRE os las he hecho conocer".

Con el Capítulo XXIV del Libro Primero cerré la última experiencia devachanica de la historia de una vida, una historia que se desarrolló hace ciento veinte siglos. Tiene sus fases buenas y malas. Bajo las reglas sociales y costumbres de un pueblo, a quien el mundo moderno consideró puro mito hasta después de la travesía del "Challenger" y del "Dolphin", existió una personalidad a qúien los que han seguido esta historia hasta aquí conocen por el nombre de "Zailm", un nombre atlante no menos eufónico que interesante es su significado: "Vivo para amar". Según esta narración, la juventud de Zailm fué la de un oscuro montañero. Poseído de una enorme ambición para conseguir que su nombre brillara entre los nobles de la tierra. Consiguió su ambición, porque su nombre, su riqueza, su posición social y política fueron los más altos de la aristocracia de un pueblo orgulloso y, en muchas formas, maravilloso. Si falló en un punto específico, si su vida moral se torció, su conducta en otros aspectos fué de lo más encomiable. Por el único fallo pagó muy caro, y, si dais crédito a sus propias percepciones, el pago no se completó hasta después de muchos, muchos años después de que hubiérais estado "__abajo con los patriarcas del mundo infantil Con reyes, los poderosos de la tierra, los sabios, los buenos, Formas hermosas, y ancianos videntes de épocas pasadas".

Tenéis una visión de Zailm, ese muchacho tan oscuro, ese hombre tan famoso en todo el país sin parangón hoy día, ni igualado desde que el océano invadió el mismo y el sol nunca más lo vió en todo su curso. Desde ese registro os pido que volvais a la historia de otra personalidad, la de Walter Pierson, mi propio humilde ser. Si el poseidonio Zailm estaba orgulloso de declararse pooeidonio, yo estoy igualmente orgulloso de decir: "¡Soy un ciudadano americano!".

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Cuando todavía era tan joven como para ser incapaz de comprender algo concerniente a la muerte de mis padres, excepto la agonía de estar solo, me quedé huerfano debido a una epidemia. Lloré como un niñito, y supliqué que me dejaran ver a mi papá y a mi mamá, y no podía comprender la frase de: "Están muertos y se han ido". Mi adolescencia de huerfano pasó bajo circunstancias de tan agudo contraste con aquellos años de mi infancia que conocieron el cuidado paterno, que mi tendencia inherente a vagar creció cada vez más, hasta que a los doce años de edad me convertí en un grumete de un barco, marchándome lejos para conseguir alcanzar mi ambición. Durante muchos años después me dí cuenta de que la tristeza real era una parte imprevista del sueño de viajar y de la vida de marinero; pero tuve que soportar sus penurias. Mi habilidad, voluntad y honestidad en el servicio hablaron en mi favor tan bien, que a los dieciocho años de edad me convertí en primer oficial de un espléndido mercante británico. Con esta ventajosa posición, tenía intervalos de tiempo en los que estudiar libros que el capitán, un hombre educado, tenía a bordo, y utilicé la oportunidad tan excelente, recitando mis lecciones al capitán, que se interesó mucho por mí. Una invención que ha agradecido más de un marinero, y a la que muchos hombres cuya vida se ha pasado en el océano han debido la continuación de la vida, me trajo una buena suma de dinero, en derechos, de forma que antes de ser de edad madura yo poseía una fortuna nada despreciable, la cual por medio de la inversión prudente me dió pronto una suma de dinero que puse en un banco con la seguridad de tener un buen apoyo de por vida. Ya no me dediqué al servicio marítimo después de que mi dinero había comenzado a acumularse, sino que dejé la vida de mar para disfrutar los viajes por tierra firme. Había visto los puertos principales de cada país, y ahora deseaba ver el interior de mi propio país. En los yacimientos de oro de California, añadí inmensas sumas de mi dinero a mi fortuna durante los años 1865-6, en los que vagué después de terminar el servicio en la Armada de Cumberland, habiendo servido dos años en ese famoso cuerpo durante la guerra de secesión. Me enorgullecía de la falta de dos dedos, perdidos debido a un fragmento de casquillo en la batalla de Missionary Ridge. Me pregunto si cualquier lector recuerda la mañana del 25 de Noviembre de 1863. "Durante toda la noche el resplandor de los rifles procedente

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de los puestos había brillado entre la niebla; y cuando el día amaneció no se había determinado todavía si el enemigo había sido forzado a huir desde su casi inaccesible posición en la montaña. La mañana era clara. Todos los ojos vivaques en la Unión estaban fijos en la cumbre. Gradualmente el este se cubrió de luz púrpura, y justo cuando el sol se levantaba, un escuadrón de hombres salieron de la roca que colgaba del precipicio. Entonces, con visión total de las vigilantes decenas de miles de hombres, enarbolaron Old Glory. En medio de atronadores vivas un ejército de veteranos miró durante largo rato con lágrimas en los ojos a las Barras y Estrellas, mudo anuncio de la victoria". Al final de ésta la más triste de todas las guerras, porque se levantaron las manos de los padres contra los hijos y de los hermanos contra los hermanos, me encontré en mi ciudad natal, Washington, D.C. Dos meses más tarde estaba en la lejana California, en uno de sus más hermosos condados de montaña, y formando parte de un grupo de mineros de oro. Fueron tan espléndidas las ganancias del trabajo que pronto comenzamos a cansarnos del trabajo, y empleamos hombres para que lo hicieran por nosotros. Entre estos hombres había un hombre de nacionalidad china. Digo un hombre de nacionalidad china porque ciertamente parecía desde el principio, no ser uno de los llamados despectivamente "coolies", sino que éste era un hombre de verdad. Los "coolies" eran numerosos en el pueblo, distante unos tres o cuatro kilómetros de nuestra mina, pero Quong no tenía nada en común ni se asociaba con ellos; tampoco era adicto en privado a los hábitos de la gula, a beber ginebra o a fumar opio. Su vestimenta era la que siempre distingue al Tchin de las otras nacionalidades, pero sus rasgos no eran tan marcados. Ciertamente, frente alta, prominente, mandíbula bien desarrollada, cejas anchas y cuello delicado le hacían ser un hombre de carácter elevado, de casta espiritual, espléndidas capacidades de percepción y temperamento nervioso. Sus ojos, ¡que ojos!, tranquilos, limpios, de color gris claro, reposando sobre alguien con una mirada tan amable, sin prejuicios y desapasionada, caritativo, misericordioso y estrictamente recto y consciente de sí mismo, pero siempre dispuesto a ignorar las faltas de los demás. Tal era la apariencia de tan extraordinario hombre. Su forma de hablar era comprensible para todos con quienes trataba, pero siempre me pareció que su inglés defectuoso, que era una mezcla de chino y frases anglosajonas, hubiera sido balbuceo ininteligible en la boca de cualquier otro chino. Yo no soy un quijote, y no me

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propongo discutir que no es un mal de gran importancia para el hombre blanco americano, australiano y para la gente de las repúblicas hispanoamericanas, verse forz.ados a competir con trabajadores chinos o con los productos comerciales de esa nación. Creo que es bastante malo, y me solidarizo con la raza caucásica. Pero con toda franqueza yo me pregunto si las hordas de trabajadores europeos extremadamente pobres, sin oficio, sin cultura, casi inadmisibles no son una amenaza incluso mayor. La emigración de cualquiera de ellos está llena de peligros para las instituciones libres en las que yo creo, hasta el punto de bayoneta de haber arriesgado mi vida por su conservación. Pero lejos está de mí el promover un espíritu de lucha, más bien te aconsejo que sigas a Aquel cuya vida significó "Paz en la Tierra", y la verdadera hermandad del hombre. Por deferencia a un sentimiento correcto, estas páginas se referirán a partir de ahora a mi empleado chino como al "Tchin", o Quong (su nombre), en vez de al "chino". Después del cambio de política que dió a los hombres empleados el trabajo duro, mis socios y yo fuimos a residir a la ciudad, aunque uno o más de nosotros siempre estábamos en la mina como supervisor. Empleábamos dos grupos de trabajadores que trabajaban en días alternos, dedicando cada grupo la mitad del tiempo al trabajo, aunque los salarios no eran reducidos en consonancia. Estos beneficios hacían a los hombres más que fieles, porque veían que nuestro objetivo no era conseguir que trabajaran todo lo que pudieran, sin pensar en su comodidad o el hecho de que eran hombres, no bestias de carga. Que los hombres blancos tratados de esta forma trabajan más cada día de semana y cada hora ha sido siempre mi experiencia. Trata a tus semejantes como desearías que te trataran a tí si estuvieras en su lugar. Ninguno de los hombres tuvo la más ligera objeción que hacer a que Quong fuera un compañero de trabajo más; la mayoría de ellos estaban dispuestos a admitir, en verdad, que él no se parecía a sus hermanos. Estaban en lo cierto, porque no era uno de ellos. Su comportamiento hacia todos era respetuoso y viril, más bien reticente, muy tranquilo, pero siempre tan lleno de sentimiento benevolente que se ganó el afecto de sus compañeros de trabajo. Estos sentían que Quong era una hombre de verdad. En una ocasión, fué empleado un nuevo hombre en la compañía, y a éste "no le gustaban las colas de cerdo". Pero en menos de una semana se sintió enfermo y, sin pedírselo, el despreciado "coolie" no sólo trabajó todo el día, sino que le cuidó hasta que la fiebre corta pero

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alta, bajó, velándole durante toda la noche, y sólo tomando unas pocas horas de reposo al día, en su día de reposo. No se oyó nunca más al avergonzado objetor de coolies, que fué completamente ganado para siempre, en lo que respecta a Quong. Así él, también, probó ser un Hombre real, cuando el cáncer de la intolerancia se curó. En más de una ocasión el Tchin y yo fuimos compañeros en sus días de ocio. Algunas veces íbamos a la ciudad, pero a menudo hacíamos volver a nuestros caballos hacia los desiertos de las montañas. Sin su guía, con toda seguridad que me habría perdido por allí, entre las inmensas gargantas, con sus sombras de pinos gigantescos plantados entre las casi interminables sierras, esas enhiestas costillas del planeta. Pero Quong nunca se perdía, nunca dudaba, aunque la noche cayera sobre nosotros tan oscura en alguna ocasión que yo no podía verme la mano puesta delante de mis ojos, un hecho que nunca comprendí del todo en aquella época, aunque ahora está muy claro para mí. En una de estas ocasiones en que sentí la necesidad de una luz, tan imperiosamente, fué en una cueva que habíamos encontrado, y él dijo: "Tome, aquí tiene luz". Le oí romper un fragmento de roca de una pared de la caverna; a continuación lo puso en mi mano diciendo: "Tenga cuidado ahora, no debe tocarle a usted, al igual que el rayo, podría matarlo". Como podéis imaginaros, toqué la piedra tan poco que Quong me indicó que la apretara más fuerte. Entonces, apareció una brillante luz en la punta de la piedra, ¡iluminando toda la cueva con luz diurna! Si esto tan sorprendente hubiera ocurrido unos cuantos años más tarde, yo hubiera dicho que era luz eléctrica, entonces, recordando que no había pilas allí, ni ninguna máquina dinamo-eléctrica, hubiera hecho lo que hice, sentarme y mirar a la maravillosa luz, olvidándome de donde estaba. Como Quong no dió otra explicación que la que ya había dado, yo estaba, forzosamente, conforme, ¡solo que no lo estaba! Pero su poder para seguir su camino donde ni siquiera el rastro de un animal podía distinguirse, era suficientemente asombroso, y yo a menudo me sorprendía ante este hombre que no perdía su camino entre estribaciones de sierra que se extendían hasta donde los inmensos picos nevados definían el horizonte e impedían que el azul del cielo se mezclara insensiblemente con el azul de las montañas. Cuando hacíamos viajes como éstos acostumbrábamos a dejar la mina tan pronto como acababa la cena, esto es, a las cinco y media de la tarde. Si los otros hombres estaban fatigados, Quong nunca parecía compartir su debilidad, aunque no había un campa-

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ñero de trabajo que no admitiera que él trabajaba más que cualquiera de ellos. Si la noche era de luna llena, teníamos por costumbre cabalgar durante varias horas, frecuentemente sin parar antes de la medianoche, cuando estábamos a más de 48 kms. de la mina. En una de estas ocasiones, cuando nosotros y nuestros caballos estábamos solos con la naturaleza y la noche, nos paramos en una soledad remota para esperar a la mañana, para dormir o no según nos apeteciera más. Quong se sentó bajo una roca al borde de un torrente cristalino y rugiente, y miró con gozo silencioso la solitaria grandeza de los pinos y los picos a la luz de la luna. Le dejé allí y vagué por el arroyo, hasta que, al mirar hacia atras, vi que mi amigo estaba oculto a mi vista por una abrupta vuelta del cañón. Pero sin prestar atención a esto, seguí caminando, meditando en el paisaje, "ribeteado de roca; antiguo como el sol". No es posible para una persona sensible a las bellezas de la naturaleza, permanecer durante largo tiempo insensible a los más curiosos pensamientos que emergen de la meditación hecha entre las soledades, sin ser interrumpida por los sórdidos métodos del hombre. Gradualmente mis pensamientos asumieron un tono reflexivo, que, casi imperceptiblemente, se tiñeron con la negra sombra muerta del materialismo. Muy a menudo yo había sentido gran desesperación mientras trataba de encontrar el sentido filosófico de las misteriosas cuestiones del alma; "¿De dónde?" y "¿adónde? La fe sin razonamiento nunca había encontrado un lugar en mi naturaleza, y no obstante, la mía era una disposición profundamente religiosa. "Razonar es perderse", tronaba la iglesia de aquellos días, e incluso ahora mantiene esta actitud en Jo concerniente a la razón aplicada a la fe. las preguntas que perseguían a otros me perseguían a mí; pero yo carecía del deseo ingersoliano de proponer la cuestión que me traía loco, a un mundo que yo no dudaba tenía ya suficiente tristeza. Pero la desesperación que nació de las preguntas ocultas no era menos aguda porque estuviera escondida. Con fruicción yo leía obras científicas; estudié anatomía, fisiología, mecánica, la estructura de las células y los ensayos de Darwin y Huxley, y llegué a las mismas conclusiones que han preocupado al mundo tan terriblemente en todas las épocas. La materia gris del cerebro, y la sustancia cerebral blanca, la médula oblongada y el magnetismo vital, y la sangre éstos se convertían en demasiada grasa fosforecente, hematín, y vibración magnética; esa misma teoría de "actividad cerebral inconsciente" de hecho, que incluso todavía

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perturba a ciertos filósofos. Así la alegría y el dolor, y cualquier otra emoción, se convertían en una forma de vibración, similar a las ondas sonoras, calóricas, lumínicas y ondulación en general. Ví, brevemente, que mi alegría se convertía en un mero estremecimiento vibratorio del tejido nervioso, similar, pero más complejo, al trémolo de la cuerda de un violín. Mi pena se convertía en una similar pulsación de onda. Pero tampoco era menos aguda, si mi alegría era mera pulsación de manojos de fibras procedentes de una célula o núcleo, principalmente compuesto de sustancia grasa fosforescente; si al ocurrir, esta alegría no daba sino paso a un estremecimiento magnético y una diminuta cantidad de ácido fosfórico, al tiempo que cualquier eventualidad producía un ejercicio muscular, y finalmente, sólo cantidades relativamente pequeñas de ácido carbónico y otros elementos químicos excretores, a pesar de todo, era pura alegría. Y mi dolor por un amigo muerto, si producía exactamente los mismos elementos químicos, quedando sus fórmulas reducidas a los símbolos P04 y C02, etc., etc., ¿era esta emoción menos angustiosa, menos dolorosa? Ni mucho menos, cuando todas las preguntas habían terminado, cuando todas fueron reducidas a sus últimas consecuencias, siempre me quedaba frente a una pared en blanco, irremontable, y todo cesaba por falta de Dios. En mi desesperación grité: "No existe Dios, ni inmortalidad, y el hombre se diferencia de la ostra sólo en que tiene un organismo más complejo". Sólo porque yo, creyendo de esta manera, carezco de incentivo para el delito, ¿estoy libre de la lascivia, de cometer asesinato; qué pasa si mato a un hombre y no hay ningún testigo allí? Cuando yo, también, muera, la capa de la vida será dejada o rota; ambas son irreparables, y nunca habrá más resurrección, ni castigo, porque la muerte nivela a todos, iguala a todos. Quizás yo sólo soy una compleja vibración de átomos, no diadas, sino formaciones multi-atómicas de materia sobre las que actúa-¿qué? La fuerza, la energía de las ondas, el éter en movimiento. No somos sino marionetas, criaturas de incontrolables circunstancias. Kismet, dicen los árabes, ¡y yo tengo que decir eso, también!". ¿Acaso las odiosas causas naturales del miedo tratan de amedrentar al pobre hombre desesperado cuando éste ya es presa de sombras de terrible opresión para la vida de su alma? Creo que sí, e incluso en el instante siguiente también lo creo; el alma en peligro, y el cuerpo también, porque en ese momento en mi camino se levantó algo terrorífico, un enorme oso gris, Ursus horribilis. "Ciertamente, suficientemente horrible", pensé, cuando

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el animal se irguió en una temible postura. Yo no tenía ningún arma excepto una navaja, y este recuerdo aumentó la realidad del peligro que corría. Miré alrededor desesperadamente buscando un árbol, para trepar por sus ramas y ponerme a salvo. Ningún árbol excepto pinos gigantes había por allí; abajo en el arroyo, en dirección a Quong, estaban los bosques de algodón, pero ir hasta allí era poner a mi amigo, ignorante del peligro, en extremado riesgo. No obstante, tenía que decidirme si echar a correr o quedarme para ser devorado, así que me volví para correr y ¡me encontré cara a cara con el Tchin! Tranquilo y frío, me dijo que no tuviera miedo. Me quedé quieto, sorprendido de verle caminar lentamente hasta el oso que, del aspecto fiero de sus ojos, cambió a una mirada dócil, se echó sobre sus cuatro patas, ¡y esperó que el hombre se aproximara! ¿Estaba loco Quong? Esperaba verle destrozado, en vez de eso, colocó su mano sobre la cabeza del animal y dijo: "¡Echate!". La orden fué obedecida al instante, y entonces Quong se sentó sobre el animal echado ¡y le acarició las grandes orejas tiesas! Muy suavemente, el oso lamió la mano humana, tan suavemente en verdad como si estuviera acariciando a sus propios cachorros. ¿Qué oculto poder era éste? ¿Era el Tchin un obrador de milagros? Nunca antes ninguna acción había denunciado esta habilidad suya. Verdaderamente, el ejemplo de producir luz en la cueva era uno, pero no se me había ocurrido antes porque yo sabía bastante, y al mismo tiempo, no suficiente, como para saber que el producir luz eléctrica era una posibilidad, pero no posible para cualquier electricista o químico en la forma en que el Tchin lo había hecho. No era posible para la ciencia oficial entonces, ni lo es ahora mucho más. Pero podría ser posible para ellos si supieran utilizar el apropiado método ocultista, es uno de los primeros que se aprenden y de las proezas más fáciles, que llevan a cabo los -novicios. Pero entonces yo no era un novicio. Después de unos momentos, Quong se levantó y, hablando al animal, dijo: "¡Vete!". Tan obediente como al principio la peluda bestia se marchó cañón arriba y pronto se perdió de vista entre las rocas y sombras de la noche. Una vez más los cantos rodados de granito brillaron como la plata en la hermosa luz de luna estival; los oscuros pinos se movían con la suave brisa que, descendiendo por los arbustos susurrantes, esparcía las aguas del torrente sobre las flore~

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silvestres que se movían en los bancos. Y además de las rocas, los picos y grietas, el torrente y los pinos, la luna brillaba sobre dos figuras, dos hombres. Uno permanecía envuelto en la meditación; el otro, no pensando en absoluto, simplemente miraba al primero con ojos en los que todavía había sorpresa. Ninguno se movía, ninguno hablaba. Pero uno, al fin, aunque no pensaba, sentía. Sentí cuán pequeña diferencia existía entre los hombres, cuando eran hombres de valía. Podría haber reconocido al Tchin como mi igual ante el mundo entero; quizás, en verdad, como su superior. En las noches más claras algunas brumas aparecen y oscurecen el rostro de las cosas. Lo mismo pasa con el alma; en sus momentos más claros conoce la Verdad, sólo para olvidar momentos después cómo parecía la Verdad. Entonces, de vez en cuando, la niebla se aclara otra vez. Algunas veces, no obstante, esto ocurre después de que el astro oscurecido se haya puesto. Así también es el alma: la muerte puede colocar su oscuridad sobre ella antes de que las nubes del prejuicio se hayan disuelto, o puede que no. Pero allí a la luz de la luna, el cielo de mi alma también estaba claro. Pero ningún hombre se movió, ninguno habló.

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UN ALMA EN PELIGRO Durante muchos días pensé en la escena en las montañas, maravillándome del extraordinario poder que poseía Quong sobre los animales salvajes. ¿Sabía él cómo conseguía ese control, o era simplemente una característica de su naturaleza, suficientemente sorprendente, en verdad, pero no comprendida por su poseedor? En Bombay, yo había visto a los encantadores de serpientes ejercer el mismo dominio sobre las serpientes, pero era una habilidad heredada, inexplicable incluso para el que la realizaba. A los que les preguntaban ellos respondían: "Lo mismo hacía mi padre, y el padre de mi padre, y su padre. No sé, excepto que lo tengo por Brahm". Pero quizás Quong conocía la ley que gobernaba sus fenómenos; si así era, y conocía una ley oculta, ¿no conocía dos, o más de dos? Decidí preguntarle cuando se presentara la oportunidad. Mientras estaba en Hindostán oí decir que había ciertos hombres allí, que no eran faquires, sino hombres cultos que vivían en las soledades de los Himalayas, quienes llevaban a cabo proezas mágicas de extraordinaria variedad y poder. ¿Venía Quong de

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éstos; había aprendido de ellos? ¿Era un adepto oculto, tal como yo había oído? Estos eran llamados, así me habían dicho, RagiYogis, y para el curioso tratando de saber sobre ellos algo más que la simple ratificación de su inmensa sabiduría oculta y teosófica, los nativos laicos se quedaban tan mudos como la Esfinge de Egipto. Enseguida tuve una oportunidad para preguntar a mi amigo quien, aún conociéndolo bien, todavía se mostró más comunicativo de lo que yo había esperado. Me complació mucho saber que ni uno sólo entre cien mil chinos tenían ninguna sabiduría oculta de ninguna clase; me complació, porque sentí que si los degradada., rastreros mongoles tenían tal conocimiento, entonces, debido a que no elevaban a esa raza ignorante, el mismo no podía ser de un caracter elevado. Pero por todo el Oriente, aquí y allá, podían encontrarse magos; las razones de tal secretismo, como el que mantenían éstos, se debía al hecho de que antes de que el conocimiento del que ellos eran custodia; se pudiera conseguir, el alma tenía que estar tranquila en la tranquilidad que viene mejor con la vida entre la soledad de la naturaleza. Ahora esto puede parecer extraño, pero es una calma que apenas puede ser mantenida en los hábitats de los adictos a comer carne, o de personas envueltas en el egoísmo de la vida común. Podéis imaginar que estos estudiantes se retiren de las perturbaciones; los hombres que desean estudiar también se retiran, incluso dentro de las ciudades. Pero no es así con el ocultista. Porque, del orden social y la vida de comunidad del mundo emana un aura, o atmósfera de su propia suciedad perturbada, un aura fatal para la paz absoluta requerida por el teósofo. Me veo obligado a señalar en este punto que todo lo que abarca el nombre de "teosofía" en el mundo hoy día, es algo muy alejado de lo genuino que el nombre ha significado para el silencioso estudiante de la naturaleza que, ahora como siempre, es un Hijo de la Soledad. Pero volvamos a Quong y a la pregunta que le hice. Escribo aquí sus propias palabras: "Sí, en esta tierra de la Bandera Estrellada existen estudiantes conocida. como la Hermandad de los Lotinios. Sus logias, llamadas Saches, están habitadas en todo el hemisferio occidental; existe una Sach cerca de aquí. Nadie que no sea elegido puede saber dónde está, o quienes son sus ocupantes. Pero como yo le he guiado, Mr. Pierson, a preguntar la cuestión que ha hecho, como he hecho esto con el consentimiento de loo hermanos, cada uno de

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los cuales, a pesar de no conocerlos usted, le conocen muy bien, ¿a que achaca usted mi acción?". Sólo se me ocurría una cosa; asi que le dije al Tchin que sin duda ellos conocían y favorecían mi profundo deseo de fraternizar con lo oculto, un deseo que no había podido cumplir hasta ese momento; yo sentía mi filiación; no la conocía. "Así es; vas a ser recibido como un Hermano Hijo en una clase de hombres que raramente permiten la fraternidad incluso a nuevos afiliados, y nunca a ninguna otra persona de cualquier clase. Pero que quede claro esto para siempre; no existe ninguna orden de estudiantes místicos en ninguna parte, nunca existió y nunca existirá. Los Lotinios de América, los yogis del Hindostán, no se dedican a estudiar lo oculto. No se puede estudiar. Aquel que obtiene el logro, crece; no estudia como estudian los colegiales. No está en los libros. Cada estudiante de Dios es en sí mismo el plano en el que mora, un centro radiante de sabiduría Divina. Los votos que se piden a los iniciados no son sino pruebas para determinar si en sí mismos son aquello a lo que se desean afiliar. El teocristiano ciertamente vive con otros en el cuerpo, pero porque los similares sólo se atraen mutuamente. El Reino de Dios está dentro de tí, o sino (para tí) no existe en ninguna otra parte. Tienes que ser lo que conoces, y entonces Cristo te hará conocer y llegar a ser más, que también llegas a ser, y así crecer, como los lirios del campo, que no trabajan, ni tejen, pero que son los pensamientos de Dios exteriorizados. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, dijo nuestro Grande. Tú eres, Walter Pierson, uno del Sach por derecho de crecimiento. Y este derecho se debe a que tu vida durante siglos es conocida de ellos". "¿Mi qué? ¿Mi vida de siglos? ¿Es que soy tan viejo?", le pregunté, riéndome del supuesto chiste. "En su momento lo sabrá, Mr. Pierson, en su momento", dijo seriamente Quong, en tono meditativo. "No estoy bromeando". La razón expuesta por el interés depositado en mí no me aclaró nada, asi que decidí estudiar la cuestión. "No, no puede usted adivinar por qué, señor", dijo Quong, "míreme; usted cree que yo aparento tener treinta años de edad. Tengo más. Multiplique esa cifra por tres y añada su mitad, y habrá usted acertado con un margen de error de un año. Yo le he observado desde su niñez, usando mis poderes psíquicos a tal fin, ya que sólo hace un año que sus ojos actuales me han visto. Usted ha nacido con poderes que puede desarrollar para convertirse en más sabio que yo. Si le parece bien iremos al Sach esta noche.

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Usted está sorprendido de que yo, a quien usted hasta ahora ha oído hablar sólo en inglés chino, como se dice, ahora use un lenguaje tan fluido. Tengo mis razones, créame; es posible que usted las encuentre obvias". Por la tarde me fuí a la ciudad, diciéndole a Quong que me encontraría con él allí si es que el acceso al Sach podía hacerse desde allí lo mismo que desde la mina. De camino a la ciudad me encontré con un conocido en cuyo popular bar había estado más de una vez para tornar algún trago, pensando que no era nada malo, ya que yo bebía moderadamente. Cuando llegamos cerca del bar, en la calle principal, insistió en que atara mi caballo y entrara a tomar un trago con él. Pero la idea de aceptar no me gustó, y sentí que perturbaba las tranquilas reflexiones con que había llenado mis pensamientos al dejar a Tchin. Quong nunca bebía alcohol, ni fumaba, o era algo más que abstemio en sus hábitos. Pero entré, resuelto a no tomar ningún tipo de alcohol. El ambiente era bastante conocido: hombres estúpidos, tontos, o excitados por sus bebidas, y mujeres públicas mezclándose con la muchedumbre del lugar. Antes de la semana que acababa de terminar, yo miraba estas escenas con indiferencia. Pero ahora me resultaban repugnantes en extremo. Un ejemplo de la influencia satánica del alcohol, lo veía ahora con distintas emociones que las de otros días: éste era una hermosa muchacha, una moderada consumidora de alcohol que no había tocado fondo todavía, aunque era una fresca, debido a su educación y refinamiento; comenzando la vida en medio de la influencia de la escuela, la iglesia y el hogar, en los lejanos estados del este, pero caída por culpa de la traición despiadada de un hombre, y ese igualmente cruel y despiadado juicio de la sociedad-esos sepulcros blanqueados, sin mancha por fuera, pero secretamente peores que las víctimas que lapidaban con sus juicios despiadados. Lo peor de este espíritu farisaico es que deja libre al traidor. "Aquel que esté libre de pecado que tire la primera piedra". Ella estaba ya pasando sus días en medio del infierno. Y la causa original fué el alcohol. ¿El alcohol? Sí, yo conocía su historia. Sus padres no veían nada malo en el uso moderado del vino, y con el uso crearon en la naturaleza de la muchacha el hábito, en esa sociedad "moderna" ¡y a continuación la ruina! Sólo dieciocho años de edad, y sus pies ya habían pisado el borde del Hades. ¿Estaba ella perdida, totalmente perdida? Yo no lo creía. Yo creía su historia, que todo el oropel de los errores, el vino y la sociedad moderna los había adquirido en su hogar porque sus padres no lo

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habían impedido. Ella me dijo que no le gustaban esos caminos torcidos, que sólo sentía disgusto. Yo sentía que ella decía la verdad, porque lágrimas de genuino dolor aparecieron en sus brillantes ojos castaños, y yo supe que la poseedora de tales ojos había caminado por la senda del pecado, aunque no por gusto, sino, tal como dijo: "Porque veía que en casa nadie se preocupaba de lo que ella hacía, hasta su desgracia, y entonces la echaron y cerraron la puerta de la casa y del corazón". Todo esto me lo contó mientras estábamos en su propia casa, la más bonita de la pequeña ciudad, conocida con el nombre de el "Retiro". Ella pasaba el día pintando, pcrque su habilidad como artista era solamente igualada por la que tenía como pianista. Las paredes de su casa estaban cubiertas con cuadros hechos por ella-¡qué cuadros!, tan tristes y llenos de melancolía. Uno era un retrato idealizado representando a una doncella, con una febril luz en los ojos y una mirada de desafio en su rostro, sentada bajo un gran árbol en un jardín. A su lado había un hombre joven, y ante ambos había una criada con una bandeja sobre la que había cuatro vasos, dos llenos de leche, dos de vino tinto. Con una sonrisa burlona el joven colocó su mano sobre el vino, y la muchacha, con mejillas enrojecidas y ojos desafiantes, estaba tomando el otro vaso de alcohol, aunque era evidente que prefería la leche. Detrás de ella, sin ser visto por ninguno de los tres, había una forma sombría, un hombre con la cara de pureza divina, que lloraba suavemente sobre el error de la muchacha. Detrás de su compañero había otra forma sombría, negra, y de rostro satánico, con su mano sobre el hombro del joven y una sonrisa de triunfo en sus facciones demoníacas. Debajo del retrato había un título: "la Derrota de la Pureza 11 • Después de haber estudiado la pintura durante bastante tiempo, me volví a la pintora y dije: "Esto representa su vida y su tribulación, ¿verdad Lizzie?". Ella no dió otra respuesta que la de estallar en lágrimas. Esperé a que cesara su angustia, y al sentarme, ella secó sus lágrimas y replicó: "Sí, mi tribulación, ¡oh, Dios!, ¡he caído tan bajo, y no tengo esperanza! Si pudiera, dejaría este tipo de vida y me marcharía para comenzar de nuevo donde nadie conociera nada de mí o de mi pasado. Pero no puedo, porque no me puedo marchar; no tengo medios para sobrevivir si pudiera irme". "Su arte, Lizzie", sugerí suavemente.

"Sí, mi arte, ya sé; pero me temo que no, porque no tengo medios para comenzar".

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Fué del salón de esa muchacha del que yo había salido cuando, por la tarde de ese mismo día, Quong y yo fuimos a las montañas, y ocurrió el episodio del oso gris. De esto hacía ahora una semana, y hoy estaba yo en el salón de Charles Prevost y ví, conversando con el camarero sobre un vaso de jerez, a Lizzie. El camarero se volvió para atender a otro cliente, y al mismo tiempo yo me acerqué a la muchacha por detrás e inclinando mi cabeza hasta su oído, dijo, casi en un susurro: "¿No preferiría usted que ese jerez fuera leche?". La mirada dura se desvaneció en el dulce y triste rostro, y una lágrima salió de sus ojos y se quedó allí temblando como una gota de rocío, mientras ella decía, oh, tan tristemente: "Sí". "Entonces, venga conmigo; vayamos a su casa". Fuimos, seguidos de los ojos curiosos y malintencionados de los ocupantes del salón. Habiendo llegado y habiendo entrado en el sa1ón, le ofrecí una silla y tomé otra para mí. Entonces dije, mientras ella me miraba distraídamente: "Lizzie, permítame más bien decir Elizabeth, porque es más serio, dignificado, y le sienta a usted mejor, usted dijo que preferiría que fuera leche; ahora sé lo que quería usted decir, que su alma anhela la vida mejor de la que estuvimos hablando el pasado lunes. Bien, yo soy rico; nadie en el oeste se imagina cuán rico. Para mí perder o simplemente dejar de controlar veinte mil dólares, o incluso mucho más que veinte mil dólares, no tendría importancia; la ganancia de un par de meses los reemplazaría. Desde que hablamos aquí la semana pasada he pensado en usted muchas veces; hoy vengo preparado para-para, bien, deje a un lado su orgullo y acepte este cheque del First National Bank de Washington, D.C. ¿Querrá usted, Elizabeth, querrá usted aceptarlo e ir allí; huir de la tristeza de hoy y comenzar allí una nueva vida?". "Pero, pero ¿cómo puedo devolvérselo, si puedo; o cómo sabrá usted que no gasto el dinero y abuso de su confianza?". "Mi querida niña, yo no quiero que me lo devuelva nunca, de ninguna forma. Uselo como le pido; en cuanto a mí el Salvador dijo: Aquel que da incluso un vaso de agua fría no perderá de ninguna manera su recompensa; y también El dijo: El que pierde su vida por mí la encontrará otra vez. Si la vida, Elizabeth, ¿que va a ser el dinero, que es mucho menos? Yo confío en usted. ¿Lo tomará usted de mí como un vaso de agua fría para salvarla de perecer?".

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"Sí, si usted me lo da de esa forma, lo tomaré, y como que Dios me salvará, ¡cumpliré mi promesa!". En qué forma ella guardó su fe, querido lector, lo sabrás a su debido tiempo. Pero - - - - City no supo de ella más, ni dejó rastro de su destino a nadie excepto a mí. Todo lo que se supo fué que sus hermosas pinturas fueron empaquetadas y consignadas a una firma de tratantes en cuadros en la ciudad de Nueva York, vía San Francisco y el Horn. Esto fué una forma de despistar, porque mientras que quiso dar la impresión de que iban a ser vendidas a los consignatarios, tal no era el caso, porque nada podría haberla inducido a separarse de los cuadros excepto la necesidad. Las pinturas menos valiosas fueron vendidas en una subasta, junto con su casa y mobiliario, reuniendo una importante suma de dinero. Su propio billete, me dijo más o menos un mes más tarde una conocida de ambos, que era un hermana de la caridad católica, . ¡que Dios bendiga a esas hermanas!, quien fué a San Francisco con ella, fué comprado para la ciudad de Melbourne, en Australia. La información me sorprendió incluso a mí, y pensé que sus planes habían sido estudiados cuidadosamente, en verdad. La hermana católica me dió una pequeña pintura que Elizabeth había dejado para mí. Era un cuadro del Capitolio en Washington, y al pie estaban las siguientes palabras entre comillas: "Hogar, dulce hogar". la hermana no había estado nunca en Washington y no sabía cual era el tema de la pintura, ni lo había visto ninguna otra persona, asi que nadie excepto yo mismo supo por la pintura o por cualquier otro medio, dónde había ido la encantadora artista, fragil, y recién nacida a un propósito superior. Desechando cualquier pensamiento especial ulterior sobre la que yo creía estaba salvada, comencé a reflexionar sobre mis próximas acciones. Sentí, al pensar en mi propuesta visita al Sach, como si fuera a dejar el mundo; el unirme a su orden era, según Quong, virtualmente, y quizás de hecho, dejar el mundo de la humanidad ordinaria. Mientras caminaba solo por las calles después de rellenar el cheque para Lizzie, una hoja de papel que el viento había traído cayó sobre mi brazo y se quedó allí hasta que la cogí. Cuando estaba a punto de soltarla, mi propio nombre sobre el papel captó mi mirada y atrajo mi curiosidad. Entonces, leí toda la nota, y repetiré aquí sus palabras para vuestro beneficio: "No regales el resto de tu fortuna; hasta ahora has dado bien, pero no te apresures a tirar el resto. No obstante, como tus días de minero prácticamente han terminado, así como tu vida en esta comunidad, vende tu participación en la mina. Es una buena mina,

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y te dará una buena cifra; pero no te desanimes si no encuentras un comprador para ella ahora, espera. Ofrécela ahora, porque el tiempo es importante.

M----.'' ¿De dónde venía este mensaje? No lo podría decir, y, aunque parezca extraño, mi usual abundancia de precaución natural nunca me sugirió que todo el asunto fuera una estratagema cuidadosamente planeada para robarme. Muy lejos de que se me ocurriera tal idea, busqué a mis socios y les pregunté cuánto me darían por mi tercera parte de nuestra propiedad conjunta. la respuesta no fué inmediata. Al fin, uno de ellos prudentemente preguntó: "Pierson, ¿por qué vendes? ¿Temes que la paga se esté acabando?". Contesté que no, pero que tenía razones de naturaleza privada. Entonces, también, quería irme a casa. Ellos no sabían qué quería decir yo con la palabra "casa", que era una forma de hablar; esa casa no era Washington, la ciudad de donde sabían que yo venía, y que en vez de eso, yo quería decir afiliación con una hermandad oculta. Me prometieron una contestación para el día siguiente. Estuve de acuerdo con esto, pero "el día siguiente" tardó un mes en llegar, cuando lo hizo, en el interim se había producido una "huelga" en nuestra mina, descubriendo lo que eran, en opinión de la compañía, millones de dólares. En la grava aprovechable, sobre el lecho de roca, se encontró un filón de oro que, según las muestras, valía miles de dólares por tonelada. Inconscientes de esta imprevista buena fortuna, dejé a mis socios enzarzados en el debate y me fuí a la calle. En el lugar convenido y a las siete de la tarde, me reuní con el Tchin. El lugar de nuestra cita estaba en los límites de la ciudad, y la noche había caído cuando llegué. Quong estaba sentado debajo de un gran pino desde hacía unos cinco minutos, y no le ví hasta que llegué allí, suponiendo que yo era el prime~o en llegar. Era una noche de luna llena, y me senté pensativo en una roca al borde del camino, pensando en el mito de Morfeo, quien conducía con su cetro de olor a muchos a la difusa tierra de los sueños, el único alivio a la tribulación que millones cansados de sufrir encuentran en la Tierra. Pero Quong no me iba a conducir a un sueño tranquilo; no había venido como Morfeo, sino para llevarme a un dominio el cual, aunque nuevo para mí, era tan antiguo en la tierra que se perdía en la noche de los tiempos, un dominio que había existido desde la creación, la lejana tierra espiritual del alma, donde las vaguedades de la tierra de los sueños son reemplazadas por verdades más extrañas todavía.

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Estaba a punto de entrar en el sendero de la Kabala, por donde viajan aquéllos que vienen del antiguo grupo de osados videntes del remoto pasado. ¿Sería yo merecedor? Entonces el Tchin interrumpió mi meditación con la invitación de: "Vamos". Aunque pueda parecer extraño, no me sorprendí en absoluto por su repentina aparición. Pronto estuvimos entre las colinas ribeteadas de roca, y los bosques de pinos se mecían sobre nosotros, alrededor de nosotros, y debajo de las ladenas a nuestros pies. Los renos rondaban por aquí, a pesar de la comparativa cercanía a los hábitats de los hombres, y muchas flores brillantes eran perceptibles a la luz de la luna, asomando desde su tímido retiro, azucenas del bosque, violetas. Mis pensamientos reposaban en estas bellezas naturales y parecían decir: "Qué apropiado es que los que, por amor a la naturaleza comulgan con sus formas visibles pudieran, al escuchar el lenguaje de lo visible, tomar nota de los variados lenguajes con los que la naturaleza habla de las cosas invisibles". A la sensación que me estremeció ante este pensamiento, toda mi alma respondió. Cuando llegamos a las montañas boscosas y a los silencios de la naturaleza, la noche ya había avanzado mucho. El redondo disco lunar ahora brillaba ampliamente sobre nosotros, o una vez más asomaba entre los pinos que se mecían. Apenas había una nube en el cielo, el aire era cálido y tranquilo, toda la escena parecía la más apropiada introducción a las grandes bellezas que yo sentía iban a serme presentadas. Entonces, mientras yo miraba a Quong delante de mí con su blusa mongol de color azul, y cuando estaba desenrollando su coleta para refrescar su cabeza, esta visión actuó sobre mis profundamente arraigados prejuicios contra la raza china y, como una ráfaga, pasó sobre mi plácida alma y nubló mi alegría, mi serenidad. Por un momento olvidé la superioridad de la naturaleza humana de Quong, y se despertó en mí una repugnancia a investigar, en compañía de un chino, cosas que me parecían sagradas. Mi vanidad me susurró que, debido a que él era un chino, era inferior a mí; no obstante, nunca le habría dicho ni una palabra a él. No obstante, casi estuve a punto de volver a la ciudad. La voz de Quong interrumpió mi desagradable corriente de pensamiento, y sus palabras se convirtieron en un espejo que reflejó mi orgulloso egoísmo tan fielmente que me quedé perplejo, y pensé que mi propio sentido de la justicia había permitido tal

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mezquindad. Al fin fué desterrado todo vestigio de la noción de que la nacionalidad era importante cuando se trataba de verdaderos hombres. Reemplazando esta estrechez de miras estaba la convicción de que, mientras que una raza puede tener más ejemplos de nobleza que otra, esto no quiere decir que los individuos de cada raza no puedan saltar las barreras sociales más altas y colocarse en igualdad al fin, porque es el alma, y no el caparazón, lo que se eleva hasta Dios. "¿Qué", dijo el Tchin, "pregunta usted?". Esto: "¡Bien por la vanidad humana! Es más prolífica de maldad que cualquier otra emoción, hace a los hombres débiles cuando deberían ser fuertes, se encoge ante el prejuicio cuando existe la bravura, y siembra la semilla de la Injusticia, que lleva la flor de la Intolerancia y el fruto de la Iniquidad". Entonces se volvió a mi directamente, diciendo: "Hermano, ¿acaso el castigo por la depravación de la raza china debe caer sobre mí, que no tengo parte en su iniquidad? ¿Acaso la buena piedra en el pilar rechazada por los artesanos de la sociedad deberá ser también echada a un lado? Pudiera ser que se convirtiera en la cabeza del ángulo. La opresión y la tiranía es rechazo, porque niega los derechos del hombre. ¡Mira, entonces, qué pilar de fuerza se construye con las piedras rechazadas de las naciones sobre la roca de la Declaración de Independencia americana! No obstante, que no se construya demasiado alto, y nunca de nada que no sea piedra elegida, no importa cual sea su origen, ¡no sea que sea desproporcionada y se desplome!". "¡Ciertamente, ciertamente! No sabía que podías leer mis pensamientos; ¡ni sabía cuán reaccionario me había hecho en mi vanidad! ¡Perdóname, amigo mío!". "No me pidas perdón. No estoy ofendido. Pero ví claramente que te estabas haciendo una injusticia a tí mismo al permitirte tal juego de prejuicios. Hablé para corregirte, pero no para humillarte". De alguna manera la belleza de la escena se amplió a mi vista. Como una lluvia alegre barriendo el polvo fueron las palabras de mi amigo, y la atmósfera de mi alma se aclaró, por lo que todas las cosas parecieron más deliciosas. Según caminábamos, una cierva y su cría se pusieron delante de nosotros en el camino. Su impulso al ver hombres fué salir huyendo. Quong extendió la mano y los llamó como si fueran animales domésticos que le conocieran. Los animales se pararon, y volvieron por el sendero hasta que estuvieron a nuestro alcance.

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Quong los acanc10 suavemente al pasar y los animales nos siguieron. Yo me estaba preguntando si Quong, en sus muchos paseos solitarios en las montañas, no habría hecho algunas amistades con animales como, por ejemplo, estos venados, e incluso el oso, cuando tuve que rechazar esta idea ante un nuevo suceso. Cuando llegamos bajo una roca que sobresalía, un puma, o "león de California" (Felix concolor), saltó en medio de nosotros con la evidente intención de cenar venado, ciertamente; si el ciervo al que intentó atacar no hubiera sido demasiado ágil, habría sido una víctima instantánea; pero el mismo y su acompañante aterrorizados se pegaron a Quong, y éste último volviéndose a la pantera, dijo severamente, pero con calma y en voz baja: "¡Paz!". Y hubo paz, porque el carnívoro se encogió un instante, como un perro apaleado, y a continuación adoptó una actitud de gato y, ronroneando, caminó con paso felino y suave hacia un lado, con los venados al otro lado del mediador humano, y yo, perplejo por la sorpresa, iba detrás. Ciertamente, la fábula del león y el cordero se había hecho realidad. "Mira, hermano mío, lo que es conocer la ley y vivirla; porque yo soy vegetariano, y la perfecta paz que tal alimento proporciona hace que mi alma esté en _calma, y puedo ver la ley como en un espejo. ¡Contempla la prueba de la verdad en este suceso!". Al terminar de hablar, nos paramos en frente de un enorme saliente de rocas de basalto, de varios cientos de metros de altura. El saliente estaba roto y torcido como si lo hubiera rajado una convulsión. Alrededor de toda la base yacían enormes fragmentos desprendidos de la pared. Contra el acantilado reposaba un gigantesco bloque de muchas toneladas de peso. Tocando éste con su mano, el Tchin dijo: "Aquí es,ú nuestro Sach, nuestro Templo, por así decirlo; esta roca guarda la entrada a un lugar extraordinario, como mínimo, si se mira desde el punto de vista occidental". Busqué en vano la puerta, o cualquier hendidura que pudiera conducir a la caverna. Mientras tanto, Quong posó su mano sobre el gran gato que estaba con nosotros y dijo: "¡Vete!". Y el león, sin pararse, se marchó saltando, porque estos animales tienen tal columna vertebral que no pueden correr o trotar como otros animales de la especie de los felinos; pronto lo perdimos de vista. Entonces Quong dijo: "Como no va a volver por aquí, es mejor que estos dulces

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venados se queden aquí, ningún otro lugar es más seguro para ellos. ¡Adios, amiguitos!". Continuando, Quong me dijo: "¿Has encontrado la puerta? No es extraño que falles, porque fué construido con el especial propósito de engañar al curioso". Tocó otra vez el enorme bloque cuadrangular. Inmediatamente se movió por un lado y se levantó delante de nosotros, haciéndome saltar hacia atrás de terror por miedo a que cayera sobre mí. "No te asustes, hermano mío. Mira, está bajo mi control como si tuviera goznes;" y lo volvió a colocar sobre su lado inferior exterior con maravillosa facilidad, sólo manteniendo su mano más cercana firmemente sobre el mismo. Ante mi pregunta de sorpresa contestó que la piedra obedecía su voluntad por medio del magnetismo. Pero yo no veía ningún imán, y así se lo dije. "¡Cierto! En mí está el imán que no ves. ¿Se te ha ocurrido pensar alguna vez que· los procesos de toda la vida se llevan a cabo por medio de lo que para nuestro objetivo actual puede llamarse magnetismo? ¿La asimilación del alimento y la bebida, los desechos, la excreción, todos los procesos vitales? El imán está en el cerebelo o parte de atrás del cerebro, y en la sustancia medular del cuerpo estriado, un verdadero imán enrollado. La fuerza que hace que el corazón funcione, que los pulmones funcionen, que mantiene el calor corporal, etcétera, es enorme; equivale a muchos cientos de miles de kilos de alimento por día. El que conoce la ley oculta puede hacer qi.1e la naturaleza sea análoga a este imán, porque el Universo mismo se mueve sólo debido a la corriente que fluye desde el polo positivo al polo negativo, desde una mitad de la materia hasta la otra mitad, de forma continua. Aquí, ahora, hay un secreto ocultista: haz un lugar de separación en esto, el Fuego de la Vida, y donde los polos se ponen en contacto allí habrá fuerza para ponerse en acción. Este bloque de piedra, la puerta, es una armadura en un campo de fuerza natural. Aquí en el suelo hay otra". Poniendo la piedra de la puerta otra vez en su lugar, Quong dibujó un círculo sobre el suelo de unos treinta centímetros de diámetro. A continuación dentro de este círculo un par de líneas en forma de cruz, una norte y sur, y la otra este y oeste. Cuando los cuatro extremos de la cruz contactaron el círculo, una llama alta, continua apareció, con su cono en forma de punta de lanza temblando dentro de sí mismo, pero sin estar influenciado en absoluto por el viento, que hacía un rato había comenzado a soplar con bastante fuerza. Entonces, el Tchin dijo:

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"Mira la Vis Mortuus. De toda la humanidad sólo un estudiante ocultista puede hacerla aparecer; sólo tal estudiante podría apagarla, a menos que lo hiciera por accidente. No la toques; sería fatal, por el principio de que lo mayor contiene a todas las fuerzas inferiores, e instantáneamente absorbería la fuerza de vida, o del viento o de las ondas, o del proyectil; existe de forma visible aquí debido a que está en un símbolo taumatúrgico. ¿Piensas que ese símbolo puede muy bien ser de cualquier otra forma? Eso piensan los que no comprenden. Mira esa polilla dirigiéndose hacia la llama de la luz; entrará, pero no se quemará; no, más deprisa -¡mira!, la toca, y desaparece, y no deja señal- y no obstante, la luz no es caliente, ni siquiera templada. La apagaré". Uniendo la acción a la palabra, tiró un palo al polvo en el que estaba dibujado el círculo descrito, y la luz se apagó en aquel instante. Entonces hizo otro círculo, dibujó sólo una línea en él, norte y sur, a continuación se colocó dentro de la figura, uno de sus pies en cada semi-círculo. Inmediatamente toda su persona se cubrió con una llama brillante, hasta el punto de que parecía de fuego. Yo estaba realmente aterrorizado. "¡No temas por mí! Estoy bien. la otra llama era de odicidad negativa, y habría sido instantáneamente fatal para cualquier movimiento que la hubiera tocado y habría desintegrado la forma; sí, una roca lanzada a la misma se habría desintegrado al instante, o una bala de cañón lanzada desde la boca de la pieza habría corrido la misma suerte. Pero ésta es una llama positiva de la Vis Naturae, y conserva la vida. Podría permanecer aquí hasta que los siglos se amontonaran y no me sentiría cansado, ni hambriento, ni enfermo, ni tendría que comer, ni que beber, y viviría; porque esta llama preserva del paso del tiempo a todas las cosas, y las mantiene tal como entraron en la llama. No existe diferencia en las figuras simbólicas, ¿no crees? Ciertamente, sí la hay. Pero mi alma no progresará; de modo que aunque su uso ofrece comodidad de vida, no me interesa emplear su ayuda, excepto para proporcionarme descanso; si se está enfermo, restablece la salud". Deshizo el círculo con el pie, y saliendo del mismo, volvió a abrir la puerta de piedra y entró en el túnel que había trás la entrada•. Yo le seguí, la puerta volvió a su posición, y me encontré con que el pasadizo conducía al interior de la montaña.

(*) Esto era en una de las paredes de uno de los inmensos cañones que bordean los lados del Monte Shasta, al norte de California. El Autor.

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Estaba todavía pensando en la leyenda bíblica de la piedra que se apartó de la entrada de la sepultura de Jesús el Cristo, y haciendo un paragón con este acto del Tchin, consciente ahora de que ninguno de ellos eran milagros, sino manifestaciones de la ley natural superior, comenz.amos a caminar por el corredor del túnel, siguiendo yo a mi guía, a quien podía oír pero no ver, porque al cerrarse la puerta de piedra la oscuridad era estremecedoramente intensa. No confiando en esta guía ciega, me aproximé a la pared para poder seguir mi camino, cuando de repente alrededor mío brilló una maravillosa luz blanca. No emanaba de ningún punto, pero todo el aire era luminoso, ya que observé que nada hacía sombra, ni debajo, ni arriba, ni en ningún lado. Era la misma maravillosa luz que había visto antes en una ocasión en la caverna que habíamos encontrado juntos. Después de recorrer unos 60 mts. entramos por una puerta aparentemente hecha de bronce cubierto con artísticas figuras de camafeo de hombres y animales colocadas en un triángulo doble dentro de un círculo. Esta puerta daba entrada a una gran cámara circular de más de 18 mts. de diámetro, con techo en forma de cúpula de tres metros de altura en su unión con la pared, y más de seis metros en el centro. La misma maravillosa iluminación estaba omnipresente en este gran salón y en la entrada de fuera. Pero no pregunté nada, pensé que observar era mejor. Aquí es donde me dejó temporalmente Quong, yendo a otra habitación por una estrecha puerta cerrada por un pórtico. Dediqué mi tiempo a mirar a mi alrededor, examinando los alrededores. Observé que la cámara, estaba excavada en la roca viva, con la diferencia de que el comienzo del salón estaba en un acantilado de basalto, y la habitación tenía una formación diferente, pues era de roca de mineral. La parte central de las paredes y el techo atravesaban una ancha veta de mineral de oro de cuarzo gris de textura dura. Este filón, de unos 8 mts. de ancho, tenía en un lado un borde de granito, y en el otro porfirio rojo de la variedad principalmente encontrada en las canteras del alto Egipto. Más allá del granito había otro filón de roca metalífera, y en este lado de la sala se veía sin estar cortada en otras vetas. El porfirio casi completaba el lado de la cámara, pero no del todo, ya que un segundo bloque de cuarzo de oro estaba intersectado, pero no cortado por completo. Ahora, imaginaos la extremada belleza de tales paredes ya que estaban pulidas como el cristal, aumentando así las vetas de la roca coloreada y la belleza brillante de la plata y el oro, tanto en bruto como su mena, y bastantes más metales y minerales.

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Los constructores de la maravillosa habitación habían "construido como gigantes y acabado como joyeros". Pero, ¿cómo se había llevado a cabo tal enorme tarea y cuándo? Había una ciudad de bastantes cientos de personas a unos cuantos kilómetros de distancia; pero los habitantes no sabían nada de esto. No se me ocurrió más explicación que la de que sus constructores eran de la Hermandad Lotinia, y habían formado su templo por medio de la fuerza desintegradora de la Vis Mortuus, a la que yo había visto a Quong lanzar una piedra y había presenciado su instantánea desaparición. Pasó tiempo antes de que yo, meditando sobre las páginas del recuerdo, pensara en esta solución para resolver el acertijo de la existencia del Sach, o Sagum. Pero cuando lo hice, supe la verdad, supe que ni pico ni taladro, ni ningún utensilio humano había sido utilizado, y que lo que yo pensé que era el resultado de años de paciente trabajo no era sino la obra de poco tiempo. No obstante, ¡así era, amigos míos! En el suelo había una alfombra de variado dibujo oriental. El tejido era de largas fibras tejidas juntas en un extremo pero sueltas como el cabello en el otro; de color gris. Las pisadas sobre la misma no sonaban, como si fuera una alfombra de edredón. Alrededor de los lados del Sagum se extendía un amplio diván continuo, excepto en las tres entradas. Cubriendo y colgando de sus bordes había el mismo tejido de seda que había en el suelo. La única pieza de mobiliario a la vista era un extraño pedestal hecho de latón, que estaba en medio del salón. Su parte superior indicaba que era usado como un brasero. Me hubiera gustado saber su verdadero uso, pero me abstuve de preguntar, no deseando parecer curioso. "Ciertamente, pregunta cosas si así lo deseas", dijo Quong, que acababa de volver. No temas parecer inquisitivo. Esto es, tal como supones, un incensario; verás su uso pronto". Otra vez me quedé atónito ante los poderes ocultos de mi amigo, porque su respuesta probaba que podía leer la mente. En ese momento sentí una tremenda sensación de fatiga y sueño, y sin decir nada, o pedir permiso como podría haber hecho cortésmente, y así lo hubiera hecho si no me hubiera sentido tan estúpidamente soñoliento, me senté en el diván, y recliné todo el cuerpo; pero este acto pareció despejarme por lo que no pude dormir. Traté de hacerlo con determinación antes de que finalmente me admitiera a mí mismo que esto era imposible. 11 ¿Así que no puedes dormir? Yo te ayudaré 11 • Otra vez el Tchin había adivinado mi deseo, porque yo había

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esperado que como último recurso él me ofreciera dormirme, no teniendo yo duda de su poder para hacerlo. Se inclinó sobre mí y tocó un botón de la pared; una pequeña puerta se abrió, descubriendo una serie de estantes. De uno de éstos Quong tomó una especie de flauta extraña como una pipa. Colocándola en sus labios comenzó a tocar un aire que tenía un sonido muy familiar. Como un recuerdo dulce, medio olvidado flotando desde "Lang Syne", trayendo un exquisito sentimiento de placer y dolor patético, ya que las notas dulces y extrañas trajeron a mi mente un recuerdo difuso, de alguna alegría anterior. Al tratar de recordar dónde-qué-recordar cuándo-oh, yo-el sueño se había adueñado de mis sentidos. No importa mucho durante cuánto tiempo estuve durmiendo, si minutos u horas; pero deben haber sido horas.

CAPITULO III

POR LO TANTO, NO PIENSES EN EL MAÑANA Cuando me desperté, perfumes delicados, ricos, y el suave sonido de voces dieron la bienvenida a mis sentidos todavía adormilados. Al abrir los ojos, ví que Quong estaba a mi lado, bien por haberse quedado allí mientras dormía, o por haber vuelto antes de que me despertara. En el centro de la habitación, sentadas en el suelo, vi a unas doce personas, cada una de ellas vestida con una larga túnida gris. Quong tenía una de esas túnicas puestas, y para mi sorpresa, yo también estaba vestido de la misma forma. Un tibetano de casta elevada, dos hindues pandits y un egipcio eran, exceptuando a Quong, los únicos hermanos extranjeros, el resto de las personas eran americanos e ingleses. El egipcio era para el Sakaza lo que el Gran Maestre es para la fraternidad masónica. Comprended que él no era un maestro en el <;entido en que un profesor es un instructor en una escuela. El era en sí mismo más del Camino, más de la Verdad, más de la Vida de Dios que cualquier otro presente. Y de ahí, siendo él mismo el plano más elevado, estaba ante el resto como un pináculo que cada uno podía estudiar, y al que podía elevarse. Sólo este hombre estaba de pie. Percibiendo que yo me había despertado, Quong dijo: "Sentémonos en el círculo, hermano, para que las ceremonias de la tarde puedan comenzar". Cuando nos sentamos nos colocamos los dos en un círculo de diez personas, colocadas en un anillo en el centro de la cámara,

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con nuestras manos unidas a cada lado de nuestros vecinos, y así alrededor de todo el círculo. En el centro del mismo estaba el incensario de latón, y ante él el Gran Maestre. Enseguida esta persona comenzó a hablar en un perfecto inglés, dando una clara y concisa explicación de la sabiduría-religión de los Lotinios. Descartó la idea de que todo lo que se lleva a cabo bajo la ley del ocultismo pueda ser un milagro, y declaró que nunca ha tenido lugar ningún milagro en el mundo, porque un milagro sería contravenir la ley, ¿y qué es una violación de la ley sino el mal? Siendo el mal, Jesús el Cristo hubiera sido el último en hacer uno. Se dijo que ni hombre ni mujer, y esto es verdad, comprende cómo funcionan estas leyes, ni comprende nada de su naturaleza, a menos que tal hombre o mujer sea un estudiante de lo oculto. El mundo de la ciencia es más ignorante de estas misteriosas fuerzas de la Naturaleza que incluso la secta llamada "Espiritualistas", porque éstos comprenden un poco, pero tan, tan poco, como para exponerse a terribles peligros, manejando fuerzas tan terribles cuando se usan mal, que su campo de operación puede muy bien dar pausa a los más prudentes antes de que pisen su terreno. No obstante, la ciencia pronto conocerá, siguiendo al Portador de la Cruz. Aparte de admitirme para que oyera lo que se decía y hacía, no se me prestó otra atención que la de saludarme cortésmente; esto es, no fuí investido con ningún grado de miembro; no se dan grados, porque cada uno es en sí mismo el grado representado. Pero el Adepto, tal como percibí claramente, había hablado de una forma tan personal y directa que supe que se dirigía a mí. Esto fué cuando dijo: "Existe dentro de este sagrado lugar de reunión alguien que ha estudiado profundamente; estudiado cómo el cientifismo modernista contempla toda la vida, y siempre el estudio le ha llenado de melancolía, sí, incluso desesperación. Ha interrogado a las estrellas: ¿Quién eres tú?, y no se le ha dado nunca más respuesta que la que otorga la astronomía. Los mundos, los soles, los astros brillantes, poderosos más allá de lo que la mente puede concebir. Y de la hierba, y le han dicho: Soy un conjunto de células vitalizado por el espíritu de la naturaleza. El animal ha respondido, pero en términos darwinianos: Yo soy una forma evolucionada, y vengo del protoplasma. Ha visto que el hombre es el culmen de la vida animal, y así se ha dicho a sí mismo: ¡Ah!, no existe nada excepto la célula simple en un extremo; en el otro, un .;omplejo grupo de células. Pero para mí, el mundo y todas sus formas

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hablan de acción, y de eternidad; pero de la inmortalidad del alma, de un alma o de un espíritu, o de Dios, nada, ¡ni una palabra!. ¡La muerte acaba con todo!. ¡Oh, hermano mío!, no hables de tu alegría, estas tristezas tuyas, para tí, ¿son nada más que vibración magnética? ¿Estás ciego al mensaje de Dios de que la alegría o tristeza vibratoria o la acción cerebral inconsciente, por la que llegas a un conocimiento determinado, no es más que el método de tu vida? Y el animal no dice: ¡Ah, soy un alma, y este cuerpo animal es una herramienta adecuada para los poderes de mi alma que, si aumentan más allá del poder de la herramienta para expresar, me fuerza a (el ego controlando) dejarla a un lado y buscar una herramienta más adecuada en un cuerpo mejor preparado para mi progreso. Y no te ha dicho el hombre: Oh, hermano en la oscuridad, yo estoy en el ápice de la vida animal, ciertamente; en mi admirablemente adaptado cuerpo físico existe una herramienta adecuada para conseguir al máximo todos los procesos materiales. Me trae a la pared de toda la vida física, y ¡mira!, me permite, al ego, alcanzar la parte más alta de esta pared, y ver que soy un espíritu, no una piedra vital. Y debido a mi vista, dejaré trás de mí el deseo de lo material por lo espiritual, e iré a la casa de mi Padre, donde hay muchas mansiones (condiciones) de espíritu, pero donde la materia no entra para corromper ni para robar los tesoros. Aquel que me ha preguntado, que me oiga. He hablado. Que la paz sea contigo". Pensé que mi amigo Quong estaba hablando de forma humorística cuando dijo que el Adepto, cuyo nombre era Mendocus, no había apenas abierto la boca, ni había usado sus órganos bucales en absoluto. Ni mucho menos, no obstante; yo estaba equivocado. Quong leyó mi pensamiento, y dijo: "No, hermano mío, ¡ni lo más mínimo! Cada uno de nosotros ha oído a Mendocus, y a cada uno le ha parecido que se hablaba en su propio idioma; para mí, el mío; para tí y los otros cinco, anglosajón; para los hindúes pandits, su lengua. El que Mendocus habló desde su alma a la nuestra es la razón de esta aparente paradoja". Pensé enseguida en mi Biblia, que era un tesoro para mí sobre todos los demás libros, y del pasaje en el que está escrito: "Ahora cuando esto se divulgó, la multitud se reunió y fueron confundidos, porque cada hombre les oía hablar en su propia lengua". Como respuesta al pensamiento no expresado, Mendocus, el Adepto, se volvió a mí y dijo:

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"Ciertamente, ellos hablaron a las almas de aquella multitud; no hubo milagro, sino ley. La Biblia es doctrina oculta sana en lo que respecta al tema que haya escapado a los revisores, y peor que los revisores, los interpoladores y torcedores de sus verdades, pertenecientes a la iglesia católica. Haces bien en leerla; yo la he leído toda ochenta y siete veces". Aquí otro hermano se unió con el comentario de: "Los oyentes y los oradores estaban perfectamente sintonizados entre sí como un violín con su arco, cada cuerda lista para responder al menor toque del maestro". A esto Mendocus añadió: "Ellos oyeron a los que hablaban como tú me has oído a mí, no con los oídos, porque no se necesita conexión aérea entre almas que sintonizan, pero la consciencia de lo que fué dicho existía como lo hace la consciencia de los pensamientos de uno mismo que tus oídos pueden transmitir a tu consciencia qué pensamiento pensaste. Tampoco tus oídos son de mayor utilidad para comprenderme. No obstante, porque los pensamientos no se originaron en tu cerebro, sino en el mío, y por lo tanto eran externos a tu consciencia interna, tú supusiste que me oías con tus oídos, cuando era tu alma la que entendía, porque no usé mi voz". Ahora comprendo, a la luz del poder de leer la mente que estos estudiantes han demostrado, por qué no se me ha preguntado nada concerniente a mi vida, mis pensamientos o voluntad en relación con mi afiliación a ellos; ellos sabían estas cosas, por medio de esta capacidad, sin necesidad de preguntar. Mendocus, Maestro, ahora requería la atención de todos los presentes, y entonces hizo una invocación a Dios y a todos los iniciados ocultistas en este mundo y en todas partes del Universo. A la conclusión de esta petición, lentamente levantó su mano derecha, la que, medio minuto más tarde, bajó, e inclinó la cabeza. La maravillosa luz comenzó a desvanecerse y, simultáneamente con su desaparición, un resplandor de luz cegador pareció salir del techo, y fué a dar al incensario que había al lado de Mendocus. Entonces, apareció esa negrura total que sigue al resplandor de medianoche de la iluminación del cielo; pero no estaba destinada a durar mucho. Pronto en la profunda oscuridad apareció un relámpago que continuó aumentando hasta que todo el interior del Sagum fué iluminado por un resplandor fantástico que hacía a cada objeto claramente visible. Como el otro, no parecía emanar de ningún punto en particular, sino que toda la atmósfera era como hierro al rojo vivo, autoluminoso. A continuación, observé que los

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rostros de los Lotinios habían asumido un tono extremadamente tenebroso, aparentemente sin sangre como son los rostros de los muertos. Su palidez fué aclarada pronto, no obstante, cuando mis ojos se posaron en el incensario de latón que había en medio de nosotros. la mirada de cada hermano estaba fija con gran intensidad sobre un pequeño globo de fuego azul que reposaba sobre el brasero. También noté que la autoluminosidad de la atmósfera se había desvanecido, y que la luz del globo azul proyectaba sombras. Aunque su tamaño no era mayor que el de una avellana, su intensidad contrarrestaba lo fantástico del aire. Era hermoso en extremo, pero no deslumbrante. Por el contrario, era frío y tranquilo, descansado para los ojos. Evidentemente la luz era la misma que la llama positiva de la Vis Naturae con la que yo había visto al Tchin envolverse. Tembló y osciló como un glóbulo de metal fundido, hirviente. Reinó tan absoluto silencio, ni siquiera se oía un sonido de respiración, que lancé una rápida mirada a mis amigos. Excepto por el brillo de sus ojos al mirar a la luz azul, cada uno habría parecido sólo una sombra de un ser humano perfecta pero no vital. Entonces, mi mirada volvió al objeto que centraba la atención de todos. Había estado aumentando y, ahora era de un tamaño de 15 cms., era maravillosamente hermoso. Aunque yo no había visto acción humana relativa a su creación, sentí que estaba producido por el conocimiento ocultista del cual yo había presenciado tantas otras manifestaciones. Mente sobre materia. Maravilloso, nuevo, todo esto para mí, pero yo sabía que no era una milagro, aunque era mágico. "¿Qué es la magia?", preguntarás. Magia es la comprensión de las leyes que normalmente no pueden ser comprendidas por medio del experimento físico, debido a que sus fenómenos en general están más elevados que el dominio físico, justo poco más abajo que el funcionamiento mental o psíquico, y participando de éste último en mayor proporción. Al contemplar el globo azul, gradualmente me puse en comunicación con la condición mental de los Lotinios a mi alrededor. En lugar de preguntarme cuáles serían las dimensiones perfectas y el objeto de esta bola brillante, me limité a observarla, con un sentimiento de conocimiento perfecto de su tamaño definitivo y uso. Pero esta intuición no despertó en mi mente conjeturas perturbadoras. No pensé en nada, absolutamente en nada, sin pensar en el mañana, o en el siguiente momento. Mi inteligente amigo, prueba esto alguna vez, trata de no pensar en nada; de no tener pensamientos, ni siquiera el de que no estás

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pensando. Dudo que tengas éxito en conseguir ese estado mental; pero si felizmente tienes éxito, recordarás hasta el final de tus años de vida en la tierra cuán grande fué el sentimiento de descanso, de paz, de alegría perfecta, sentida, no pensada, en ese momento. Si pudieras conseguir y a continuación retener ese estado mental durante media hora, podrías llegar a ser clarividente y clariaudiente durante ese tiempo, y ver y oír por toda la Tierra; ¡sí!, y estar consciente del futuro, de modo que una profecía que hicieras en ese momento sería verdadera hasta el último detalle, aunque su alcance fuera de años o incluso siglos. Tienes que percibir entonces, qué maravillosa condición disfrutaban los Lotinios: todo el presente, y todo, desde el presente hasta casi la eternidad, era conocido por ellos. Estos estados mentales son prolongados en ellos, y en la quietud que tienen en tales ocasiones, se ponen en comunicación con el arquitecto del mundo, y conocen Sus caminos. Como Job, están entonces: oyéndole por el sonido del oído, sus ojos también contemplándole'. Algunos pocos pueden hacer las obras de Dios, muchos más de ellos pueden comprender, estableciendo la línea sobre los cimientos de la Tierra; entrando en las corrientes del mar, conociendo dónde tiene la luz su camino, y el lugar de la oscuridad y de sus ataduras; sí, en este tiempo tranquilo de sus almas, Dios les abre las puertas de la muerte, por las cuales ellos van y vienen. Pero aunque ellos conocen todo esto, y así amigo, tú también podrías, esto es debido a que el Creador les muestra los senderos hasta el lugar; y El te lo mostrará si entras por la puerta de lo oculto por la que Cristo se ha ido al Padre. Síguele, y cosas mayores que éstas harás. Mendocus, Maestro, ahora percibía que el brillo fantástico de la atmósfera había sido neutralizado por la luz de la esfera azul, que, de 30 crns. de diámetro, reposaba completamente inmovil, con su radiante y glorioso centro de maravilloso encanto. Elevó su mano ligeramente, como si diera una orden sin hablar. En esto la esfera de luz se elevó a la altura de quizás unos dos metros del suelo, donde quedó suspendida sin ningún medio visible de apoyo. La mano otra vez se levantó para dar una orden, y la esfera se movió horizontalmente sobre nuestras cabezas hasta un punto a· unos 5 mts. del centro de la cámara. Aquí se la dejó inmovil. Aunque todos los presentes estaban intuitivamente conscientes de todo lo que iba a ocurrir, describiré cada incidente para beneficio

(*) Job xiii-5.

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de mis lectores. Siguiendo a la pura luz azul, apareció sobre el brasero una esfera de intenso color índigo, siendo su proceso el mismo que el de su predecesora, y cuando hubo terminado se le asignó posición a 4 mts. de su vecina, en el mismo plano de 2 mts. A continuación vino una esfera violeta de igual intensa brillantez, difiriendo sólo en color, no en tamaño. A continuación siguió un globo de rojo puro, después uno naranja, otro de amarillo puro, y finalmente uno de hermoso verde. Cada uno de ellos estaba a la misma altura del suelo, y equidistantes, aproximadamente, de sus vecinos. Cualquier intento de describir la extrema belleza de estas esferas de tonos del arco iris sería ciertamente fútil, mientras las mismas colgaban, inmóviles, sobre nuestras cabezas. Una vez más el Maestro dió la orden silenciosa, y las esferas comenzaron a moverse horizontalmente alrededor de su centro común. Lentamente al principio, la velocidad aumentó gradualmente hasta que la visión las presentó a la vista como un gran círculo de luz de 27 mts. de circunferencia; no obstante, la revolución orbital no mezclaba en ningún grado los colores para que se convirtieran en luz blanca. Y ahora apareció una característica de belleza adicional: a medida que el aparente anillo aumentaba la velocidad de giro, de cada uno de sus globos salía un rayo coloreado como su correspondiente esfera, y se proyectaba de forma simultánea horizontalmente hacia el centro cuando, de la unión, una columna perpendicular de luz del más puro blanco se proyectó arriba y abajo, un extremo hacia los grandes cristales de cuarzo que había en el techo, el otro hacia la alfombra gris del suelo, porque el incensario había sido retirado de debajo. Así fué presentado el espectáculo de una enorme rueda, eje, radios y aro, revolucionando a gran velocidad, y todos formando una luz imponderable. Aunque descansaba en la alfonbra, no se quemaba, pero esto no era sino Fuego Vivo, positivo, no el negativo Vis Mortuus. El Budismo simboliza a este último elemento como "Siva", el destructor; es el Fuego de la Muerte, en el que había visto perecer a la polilla y desaparecer a la piedra. Existe un budismo esotérico así como exotérico; o religión de las masas, y los nombres de Siva y Vishnu, que para el exoterista son nombres de Dioses personales, del Destructor y del Preservador respectivamente, para el esoterista simplemente son los términos que distinguen los aspectos anverso y reverso de la Naturaleza, eso es, el crecimiento y la saciedad, el cambio y la destrucción. ¿Podría ser alguna vez mío un poder como éste de los 1.Dtinios? Me parecía que si Mendocus, Maestro, había llegado a

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tal sabiduría, él, siendo sólo un hombre, no pcx:lría hacer más que yo--ambos éramos almas. El hermoso templo en el corazón de la montaña; la iluminación de la oscuridad; el levantamiento de la gran piedra de la entrada; la Vis Viva y la Vis Mortuus; todo esto que yo había visto e iba a ver, sólo era la obra de hombres que habían, en tranquilidad de alma y pureza de corazón y de cuerpo, hecho estas cosas porque el Espíritu de Cristo, en el puro de corazón, es el perfecto humano y se extiende hasta el Padre. ¿No podría yo esperar conseguir el poder para hacer lo mismo? Me pregunté a mí mismo, y supe que sí podía, porque yo estaba entonces en la paz de la clarividencia. No obstante, no ví todo lo que intervenía, no todos los sucesos del próximo futuro, nada de ellos, de hecho, sólo la más distante perspectiva del destino de mi alma. "Verdaderamente", dijo Mendocus, "pero no ahora; no hasta que hayas pasado por un tiempo de prueba. Para tí, así como para todos los ocultistas neófitos, vendrán momentos de oscura duda, y tu misma alma llorará en la agustia de la desesperación. No, tú no dudarás de la verdad de la sabiduría hermética en ningún momento, sino sólo de tu capacidad para adquirirla. Estudia, pues, los principios de la verdad, no sólo sus fenómenos. Por su propio beneficio es mejor desear la verdad que sus obras, lo que normalmente es menos atractivo a los neófitos. Tus dudas nacerán de una concepción imperfecta de tu propio ser, una falta de percepción de la simetría; dando proporción indebida a ciertos hechos, y al encontrar éstos de menor importancia que tu concepción original de ellos, tu corazón te traicionará, porque en sí mismos éstos son grandes, y si la comparación los declara pequeños, ¿qué poder tendrán los grandes? Entonces ocurrirá que tú pensarás que tu arte es finito y estas cosas infinitas, y dirás a tu alma: Mi debilidad es para estas cosas como un ovillo del que sacar el leviatán. Pero esto no es así, porque ninguna criatura es más que el Creador, y tú eres del Padre y ca-Creador con El. ¿Qué prevalecerá? Sólo la Fe como la del Espíritu que cubría a Jesús y a todos los que triunfan sobre el tiempo. Tribulación para tí si desmayas mientras sufres los golpes de la duda. Triste en verdad es la suerte de alguien en esa situación porque, excluido de la sociedad de los Hermanos debido a su corazón desfalleciente, todavía posee un conocimiento de algo más puro, mejor, elevado, que las ambiciones ordinarias de la humanidad. Después de haber visto las grandes posibilidades de su ser, desdeña reanudar sus anteriores relaciones sensoriales con el mundo. No puede descender al nivel del mundo, ni elevarse hasta

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su prójimo a su misma altura. Asi pues, por el resto de su vida en la tierra está solo. Amigo mío, no existe soledad tan temible como la que tiene el que está en el mundo, pero no es del mismo. ¿Te aventurarás a seguir adelante, desafiando este peligro? En este punto existe todavía una oportunidad de volver sin incurrir en el peligro que existe cuando se ha avanzado más. No tomes el arado si no vas a ir hasta el final del surco; es largo y difícil de seguir. El mundo no tiene una tarea tan dura CO!llo ésta que imponer en todo,su poder. Te ofrezco la opción". Mendocus ahora me miraba al tiempo que yo consideraba la proposición. Sentí que no podría en ningún caso reanudar la antigua vida, dentro de mí el fuego se había encendido, y la Espada del Señor había separado lo viejo de lo nuevo, de forma que sentí que estaba entre mí y el pasado. No; "Adelante, Soldado Cristiano", tiene que ser la canción que me conducirá a la victoria. Yo estaba decidido en mi mente, aunque todavía no había dicho eso; pero yo no tenía necesidad de expresar en voz alta mi decisión aunque, olvidando este hecho, estaba a punto de hacerlo cuando Mendocus dijo: "Has decidido, pues, seguir adelante. Lo siento. Porque aunque emergerás al fin como oro pasado por el fuego, la prueba que tendrás que afrontar es feroz. Pero no permitiré que tus pies caminen solos; porque esto sería imprudente. Haré que el paso no sea irreparable, por si fuera como me temo. ¡Oh, Hermano, me temo que mi tribulación es la tuya!". Después de esta decisión se me pidió que hiciera votos de secreto, por los cuales yo quedaba comprometido a no revelar nada de lo que aprendiera en cualquier forma que pudiera dar al oyente de mis palabras uso práctico de lo que yo Je dijera. Podía dejar caer alguna idea que pudiera ser seguida como pista al Silencio sin Voz donde florece la Flor de la Vida; pero, más de una idea, amigo mío, no te puedo dar. Ideas he dado muchas. Ni, si ignorase mi promesa y divulgara secretos de valor práctico inmediato, me darías las gracias. No, más bien me maldecirías. ¿Por qué? Supón que pensamos un momento: supón que te revelara el secreto de la Vis Mortuus, ¿me darías las gracias? Recuerda que es la fuerza que puede ser proyectada en toda su potencia fatal a cualquier distancia y que está personificada en· el famoso poema, "La Destrucción de Senaquerib", en la línea: "El Angel de la Muerte extendió sus alas sobre la explosión".

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Supón que te revelo ese secreto. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que el mundo se diera cuenta de que los hombres sin escrúpulos lo estaban utilizando para matar sin ser detectados? Y sus usos son múltiples, porque es el principio de la naturaleza que gobierna la transmutación, la desintegración, la decadencia, la destrucción, la muerte. Todo esto, pero nunca construye algo nuevo; es Siva, el Destructor. Usado correctamente, es una fuerza benéfica, porque sin ella no habría progreso en la naturaleza, debido a que no ocurriría ningún cambio, no habría ni siquiera retrogresión, sino total estancamiento. Su símbolo es este: ®· Aunque significa mucho para mí, no es más que una pista para tí. Estúdialo si quieres, y un día te será revelado. Ya no podrás preguntar por qué los temas ocultistas son tan imperativamente secretos, porque tiene que ser evidente que esta encantadora tierra sería convertida en un infierno de dolor y crimen por hombres sin escrúpulos, si estos temas no fueran ocultos. Durante un tiempo, los que eligen subvertir su conocimiento parecen triunfar y prosperar, aunque el mundo a su alrededor sufra. Pero la subversión de la ley es violación, y el castigo que finalmente se obtiene se centuplica sobre los que más se extraviaron en su ceguera y pecado. Les hará maldecir al que les dió tal sabiduría. El noventa por ciento de la gente de este mundo son incapaces de gobernarse a ellos mismos adecuadamente, no pueden esperar en lógica que se les haga partícipes de tan tremendo conocimiento como el que Siva representa. Los hombres y las mujeres no siguen realmente al Cristo hasta que cada parte de su propia naturaleza no es sujetada con un férreo lazo de despiadado sometimiento a los principios superiores. No obstante, estudiad, amigos míos, estudiad. Cristianizad el poder económico de este mundo, para que el capital no obre mal a los hombres sino bien, y del bien así nacido, el karma mundial conducirá a la bondad de corazón que da tranquilidad al alma; en esa tranquilidad vuestro estudio dará fruto, y entonces no será una burla, aparentemente, de vuestras esperanzas cuando os digo: "¡Estudiad!". Me complazco con esos trabajadores serios cuyo lema es: "Mira hacia arriba, no hacia abajo, mira hacia afuera, no hacia adentro; mira hacia adelante, no hacia atrás, y da la mano". Sólo esto: el estudiante ocultista mira hacia adentro, ¡y no hacia afuera! Pero éstos no son esoteristas. Sus nombres serán un día grandes en el mundo, y aunque vosotros que deseáis estudiar y conocer las verdades ocultas ahora puede que no veáis fructificar vuestras esperanzas en vuestra presente reencarnación, pero en vidas futuras

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comprenderéis todas estas verdades que ahora se os escapan. Seguidle. Ante mí, Mendocus, Maestro, había abierto una visión de la vida tan radicalmente diferente de la antigua, inquieta existencia, que mi corazón se volvió tibio, sin preocuparme de su profecía de que la amarga tribulación sería quizás mi parte antes de que yo pudiera entrar en el cielo de mis deseos. El hecho era que mi naturaleza optimista me engañaba con la esperanza de que, de alguna manera, yo conseguiría evitar el amenazante dolor y, habiendo escapado a esta amenaza, podría seguir adelante felizmente. ¡Pobre de mí! Yo no sabía nada del karma, y en ese día no sabía nada de Zailm de Poseidonis. Porque si lo hubiera sabido, habría temblado cuando el Maestro expresó sus temores por mi bienestar. Vi ante mí un gran océano de sabiduría, brillante en la luz de la verdad, su horizonte definido sólo por la incapacidad temporal del viaje de ver más allá, su profundidad medible sólo con la del Universo. Libre del dogmatismo de los credos de miras estrechas y de la superstición, ese océano se extendía hacia la eternidad que engloba las estrellas así como el polvo del misterio, ese misterio que oculta al Creador de lo creado, lo oculta del coCreador, el hombre, también, en tanto en cuanto su alma se apoya en la creación en lugar de en el Creador, su Padre. Lo oculta hasta que los eones de tiempo son tragados por la eternidad-más allá de las estrellas, la Tierra, Venus, y Marte, cuando el hombre cese de ser hombre y se convierta en más que hombre, y la Vida Menor sea absorbida por el Nirvana, la suma de todas las partes. Lo repito, suma de todas las partes, porque de ninguna manera esa horrible cesación del ser como los estudiosos del sánscrito han interpretado el significado de la palabra "Nirvana". Han equivocado los hechos, no es el fin de la vida, excepto de la Vida Menor, más que la afirmación de que "Dios es nada" (esto es, no una cosa, sino la suma de todas las cosas) es interpretada como una negación del ser de Dios, el Padre Eterno de Vida. Se había producido un cambio en el maestro. Hasta aquel momento su atención había sido la de alguien controlando un proceso. Ahora, dando su espalda a· la banda de la rueda de luz, se paró ante el incensario, mirando hacia arriba, su mirada como la de alguien que contempla una visión placentera, y también absorbente. Al fin inclinó su cabeza y dijo: "¡Bienvenido Mol Lang, amigo y hermano!". No ví a nadie, pero era consciente de que la persona nombrada no podía ser una del Sach. Mendocus, Maestro, se volvió al

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brasero con su codo y lo golpeó ligeramente con sus dedos extendidos, con lo que el brasero se puso al rojo vivo. A continuación metió la mano en un saquito que llevaba colgando de su cintura y la sacó llena de un polvo blanco, que lanzó al brasero, produciendo un denso humo blanco. Consideré esto como un mero ceremonial de ofrenda de incienso, y pensé que estaba salpicado de superstición, porque ahora había yo perdido mi poder de percepción intuitivo, y dependía solamente de conjeturas. Esta idea apenas se había formado cuando fué abandonada, porque la nube de humo rápidamente tomó forma humana, en la que la apariencia sólida de genuina personalidad fué presentada tan pronto se consumió el incienso, hasta que sobre el brillante brasero apareció un hombre de presencia imponente. Algunos hombres no parecen ser de ninguna nacionalidad en especial sino ciudadanos del mundo o, incluso más ampliamente, representantes de la raza, y uno siente que pueden ser de este mundo o de cualquier otro capaz de contener vida humana. Así era el hombre que estaba ante nosotros. Mendocus le había llamado Mol lang, de Pertoz, y aunque yo no conozco tal país, acepté incuestionablemente este apelativo. Su profundos ojos, bajo cejas espesas, y una cabeza de contorno similar a la del filósofo Sócrates, su níveo cabello y larga barba blanca, junto con un porte militar erecto, hacía de Mol 1.ang, el pertoziano, la mismísima personificación de la sabiduría ocultista, desde mi punto de vista, y yo no estaba muy descaminado. Su turbante, que de hecho era azul, con motas marrones, parecía, como el camaleón, asumir diferentes colores concordantes con los colores de los radios de la rueda de luz que pasaban, no a través de él, sino él a través de ellos. Llevaba una larga túnica gris, que pendía de sus hombros y sujeta con un cinturón a su cintura. En los pies, de forma delicada, llevaba sandalias. El pertoziano se inclinó y puso su mano sobre el hombro del Maestro, haciendo un comentario, la importancia del cual no capté, y a continuación saltó al suelo con un ligero salto, y con Mendocus fué hasta el diván y se sentaron, comenzando una seria conversación, que mantuvieron secreta para los otros. ¿Os preguntáis dónde estaba nuestra capacidad de clariaudiencia, y lectura de mente para que esta conversación fuera desconocida para todos nosotros? A menos que alguien que sepa que los lectores de mente presentes que pueden ejercer su habilidad, desee que compartan sus pensamientos, éstos no pueden hacerlo. Conserva como un hábito casi inconsciente el deseo mental de que sus

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pensamientos permanezcan impenetrables, y ante.esta voluntad no existe poder humano que pueda penetrar la barrera que él levanta. Al cabo de un rato volvieron a nuestro círculo, y Mendocus se sentó con nosotros. El visitante dijo entonces: "Aunque los hombres de Lotus han conocido a otros de mis colegas pertozianos, muy pocos aquí me conocen; ninguno, en verdad, excepto vuestro Maestro. He venido para llevarme a uno de vosotros a la tierra de los difuntos, y a otro a casa conmigo. A vosotros Lotinios, no necesito deciros que el cuerpo es como un abrigo, que se quita o se pone a voluntad, los que saben cómo. Digo esto sólo para quien es conocido en el mundo como Walter Pierson, pero para mí como Filos el Tibetano, aunque no haya residido en Tibet en Asia, pero será llamado así debido a que durante un tiempo vivirá en el plano del alma de los Adeptos ocultistas del Tibet. A tí, entonces, Filos, te digo que cuando hayas sido liberado de tu cuerpo mundano, si deseas ir a cualquier esfera del cielo, a Neptuno, o a cualquier planeta o estrella, no tienes más que desear esa transferencia de tí, y será cumplida. ¿Vendrás conmigo esta noche, que casi es ya mañana?". ¿Cuál era este lugar al que se me pedía ir? No sabía con claridad si se refería al dominio del alma, o de hecho dónde él mencionó realmente. Pero mi fe era fuerte, y repliqué: "Adondequiera que vayas, yo iré también, porque tengo fe en tí de que no me harás ningún daño". La fe inspirada en esa hora por la gentil dignidad y amor delicado que vi brillando en esos tranquilos y profundos ojos grises, no ha mostrado en todos estos años subsiguientes ninguna causa de lamentación; ni por la acción que mi fe entonces me inspiró hacer, tiene este corazón nada más que un sentimiento de supremo agradecimiento, de que el Espíritu de Cristo fuera puesto entonces en mi alma para tener esa fe. Creo que oigo a algún lector, tímido ante la perspectiva de probar lo desconocido, que podría por todo lo que yo conocía entonces incluir mi muerte corporal, decir: "¿Cómo es que te sentías tan seguro de Mol Lang; no temías que fuera un diablo?". No, no lo temía, porque yo estaba bajo la protección de hombres santos, en medio de los cuales ningún demonio podría entrar más que la noche puede reinar bajo el sol de mediodía. Al menos, uno de mis protectores (Mendocus) había llegado a una finalidad en lo que respecta a lo que la presente edad cíclica de la tierra puede enseñar, la naturaleza física no tenía secretos para él; pero los dominios ilimitados del Padre tenían muchas "mansiones" además del universo material y de la

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casa de luz, o la morada de las tinieblas. En esta mansión del universo material nada quedaba de lo que Mendocus pudiera beneficiarse; él permanecía aquí sólo para dar. La muerte no tenía poder sobre él; era supra-mundano, y hasta que eligiera otra cosa, tenía que vivir, sólo la palabra de Dios (el verdadero Lagos) invocada por él podría "aflojar el cordón de plata". ¿Podríais vosotros, protegidos por alguien así, temer influencias demoníacas? Cualquier otra pregunta de la multitud que deseeis hacer, yo la responderé. Preguntais cómo estos altamente favorecidos de Dios pueden estar seguros de la verdad de sus percepciones intuitivas, y yo respondo: el hombre que vive en su naturaleza espiritual no cree, sino que conoce que su ser es uno con Dios el Padre, el Gran Progenitor. Y su espíritu habla con la voz de la intuición, informándole por medio de un sólo fogonazo de lo que de otra manera tardaría muchos años en aprender por los métodos externos de investigación si, en verdad, lo externo pudiera impartir el conocimiento. Su espíritu le da desde su propia fuente, el Padre, y sin esfuerzo, la percepción instantánea de los hechos, principios y cosas. Me acuerdo de las palabras que me dijo Mol Lang en relación con esto: "Filos, algún día comprenderás esto: la Tierra es una letra de un alfabeto de siete letras; el universo estelar no es sino un libro; sus páginas realmente son miríadas, sus capítulos legión, no obstante, además de este libro, la biblioteca del Creador tiene un número infinito". Se me ocurrió que nosotros éramos los que deberíamos dar las gracias a nuestro visitante, y no él damos las gracias a nosotros cuando concluyó sus comentarios, porque me pareció una conferencia de maravilloso poder. Unos pocos minutos más tarde se volvió a mí y me dijo: "Filos, ¿estás preparado para venir conmigo ahora?". Contesté a su pregunta afirmativamente, igual que Quong, a quien el visitante llamó Semla, cuando le formuló la misma pregunta. Con gravedad, los Hermanos se levantaron y tomaron las manos del Tchin en las suyas, mientras uno a uno le decían, como a alguien que se va a un país lejano para no volver en años, y quizás nunca: "Semla, que la paz de Dios te acompañe siempre; adiós". Entonces, Mendocus, Maestro, dijo: "Semla, mi paz te doy". Noté la diferencia en la despedida, y en otro momento le pregunté a Mol Lang y recibí la explicación de que mientras los Hermanos no podían dar la paz, porque no la poseían ellos mismos

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de forma perfecta, Mendocus, Maestro, poseyéndola él mismo podía darla, especialmente a alguien que, como Semla, estaba tan cerca de lograrla. A todos ellos Semla dijo, con calma: "Os deseo paz". A mí no me dieron tales despedidas, porque dijeron: "Te veremos otra vez". Esto para mí fué desagradable, en el marco mental en que yo estaba, pero oculté mis pensamientos tanto como pude, y repliqué tan amablemente como ellos habían hablado. Entonces Mol Lang dijo: "Ven". Comenzó a dirigirse a la puerta del Sagum, y yo debería haberle seguido sin mirar atrás, si no hubiera sido porque alguien pareció tocarme. Imaginando que algún Hermano deseaba hablarme y llamaba así mi atención, ¡me volví y ví lo que nunca desaparecerá de las tablas del recuerdo! Sobre la suave y larga seda de la alfombra había una forma humana. Mirando más detenidamente ví que ésta era mi propia forma física, mi cuerpo, mi materialidad, en suma. En el acto de levantarla de la posición yacente había cuatro hermanos, dos a cada lado. Otros estaban haciendo lo mismo con el caparazón corporal de Semla. Fué mi percepción de que algo estaban haciendo a mi cuerpo terrenal lo que tomé por un toque. No se me había ocurrido que yo estaba desprovisto de mi envoltura mortal, tan facil había sido mi desencarnación. "La muerte es, después de la angustia de la enfermedad para los que han estado largo tiempo así, una experiencia facil y placentera", dijo Mol Lang, como respuesta a mi reflexión mental. "Si no fueras a entrar en tu cuerpo terrenal otra vez, así sería la muerte para tí", añadió. Yo estaba tan tremendamente sorprendido con este último fenómeno que me quedé inmóvil, sin decir nada, mientras observaba como retiraban los cuerpos del salón principal y los colocaban sobre cojines en una habitación más pequeña. Mol Lang entonces comentó: "Esencialmente esto es la muerte. Mira pués, la muerte del cuerpo no es sino un dejar a un lado las formas de vida más groseras, que ya han cumplido su cometido. Como tú volverás, esto no es absolutamente la muerte para tí. Semla no volverá. Su cuerpo por lo tanto está muerto. Cuando la muerte real se produce el cuerpo burdo es desechado, y la espada del Señor ji lo separa, y Siva Et) toma posesión de él y lo distribuye a los elementos, con el fin de que Vishnu 0 pueda recibirlo para nuevos usos de Brahm O el Creador. Entonces el alma está libre durante un largo periodo de tiempo, comparado con el tiempo pasado en la tierra. Aunque

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el caparazón astral puede ir a círculos espiritualísticos y manifestarse a través de mediums, no obstante, el YO SOY no va a ninguna condición terrenal hasta que vuelve para reencarnar; y entonces siempre en un plano de progreso más elevado, nunca en uno inferior, todavía existe un castigo por el pecado o, lo que es lo mismo, separación incompleta del propio ser, de deseos de experiencias terrenales. ¿Prefieres la Tierra a la Vida? "No vamos inmediatamente a mi propia casa, sino al reino donde van los que han muerto en la tierra y van a devachan, esto es, al cielo, o la Tierra del Verano de los Espiritualistas, o la Tierra del Río Obb, u otra vez, a ese lugar de donde no regresa ningún viajero. Filos, la secta conocida como los Espiritualistas está equivocada cuando habla de la comunión del espíritu y la considera como lo hace, porque ningún ego vuelve del devachan excepto si es obligado, y esto es dañino y enormemente injusto para el ego•. El alma astral y el principio animal pueden así volver, pero el YO SOY nunca. Para éste último no existe estado terrenal pasado. No tiene consciencia de nada terrenal o de nada que haya ocurrido en la Tierra. Nosotros podemos ir a ellos, pero ellos no pueden venir a nosotros. Vayamos, pues". La mente trabaja rápidamente, y antes de que hubiéramos alcanzado la puerta de bronce, mi consciencia había conseguido maestría en la verdad de que la muerte no es en sí misma angustiosa; que no trae cambios sorprendentes, y no otorga al alma nacida después ningún maravilloso poder de adivinación. De hecho, no existe más que la liberación del cuerpo terrenal, y unos cuantos poderes concomitantes otorgados; nada extraordinario, considerando que la Tierra ya no tiene aprisionada al alma. Hablo de aquéllos que al morir al mundo buscan desembarazarse de la Tierra, teniendo muy poco amor por sus condiciones, aunque mucho amor por sus hijos. Tales individuos han trabajado por sus hermanos y acumulado un karma bueno y elevado que les lleva lejos de las condiciones aprisionadoras de la Tierra. Mol Lang aquí interrumpió mis reflexiones, y dijo: "Una cosa más; dejemos tu segundo ser, esa parte de tí que percibe las cosas terrenales y conserva recuerdos terrenales. Esto es para que no aparezcan comparaciones perturbadoras entre ese estado en el que vas a entrar y la Tierra detrás de tí, que no verás más que los que mueren realmente. Pero entre tú y la Tierra yo

(*) I Samuel xxviii, 14-15.

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conservaré un vínculo vital formado de tu segundo principio natural, para que no haya muerte para tí". Entonces dijo: "Creo que ya no necesito esta forma transitoria". Si un observador iniciado hubiera estado presente, habría presenciado el espectáculo asombroso, por no decir terrible, de un hombre disolviéndose en humo, porque Mol Lang había liberado las ataduras de su forma de humo y flotaba en una nube sin forma. Mol Lang colocó su mano sobre mi cabeza, y al retirarla ya no recordé nada más del mundo. Vagamente ví ante mí la puerta de bronce del Sagum; sabía que Mol Lang la abrió, y que los tres salimos, no al gran salón del templo, sino a un gran espacio abierto de verde, un prado iluminado por la luz del sol. Pero no fué una sorpresa porque yo no recordaba nada de las características especiales de la vida en la Tierra: sólo supe que yo era yo, y que yo estaba en una tierra agradable; era muy parecido a un sueño vívido; nadie que esté viendo un paisaje en un sueño es consciente de cualquier otra cosa que pertenezca a o sea vista sólo en las horas de vigilia; los rostros en los sueños son naturales, no son nuevos, ni extraños, y cuando se ven no se comparan con los que se han conocido estando despiertos, porque el conocimiento de este último estado está borrado durante el sueño. Mol Lang habló: "Has atravesado el pórtico; ¡mira!, la naturaleza física y las leyes no reinan aquí, reinan en el mundo objetivo, pero no aquí, porque éste es el mundo subjetivo, en ningún sentido es físico o existente, ni perceptible a los sentidos que pertenecen a la materia. No obstante, es real, porque el espíritu es real, y los estados subjetivos, no menos que los objetivos, nacen del Espíritu del Padre. Esta es otra de las Mansiones de Su Casa. Está más lejos de la Tierra que la más lejana de las estrellas del cielo; porque no es de naturaleza material. Las cosas de la Tierra para los habitantes de este mundo no son sino sueños, y viceversa. Para cada uno de ellos, el otro parece irreal. Esto en lo que estamos es el Lejano hogar del alma". Escuché a Mol Lang y tenía oídos para oír, por lo tanto comprendí. La Tierra, de la que él hablaba, era vaga, y el conocimiento de ella casi como un sueño olvidado. Y la vaguedad era debida a que ese principio de mi naturaleza terrenal que era el asiento de la sensación terrenal, y de los recuerdos de las cosas percibidas, había sido dejado con el cuerpo. Este principio podía visitar a un medium espiritista y podría ser llamado yo. Pero no

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sería yo, sino mi caparazón, mi lazo de conexión entre mi espíritu y mi cuerpo terrenal. Amigo, estarás de acuerdo con que un autor sea reflejado en su autobiografía; pero ese libro no es el autor. No más es eso que tiene sus "acciones, pasiones, seres, uso y fin" en el cuerpo del HOMBRE. No obstante, ese libro puede vivir y guiar a los hombres a la acción. Así también puede tenerlo el caparazón astral de un hombre o una mujer que estén muertos. Y la vitalidad del medium puede galvanizar ese caparazón mientras su influencia gobierne cualquier hombre o mujer viviendo en la Tierra. Aquí vemos el fenómeno de los "círculos" de creyentes en la comunión del espíritu. No existe regreso del ego (el YO SOY) a los círculos, ni comunión desde su plano hacia abajo, aunque algunas veces sí desde vuestro plano al de ellos. Y sin embargo, persistís, amigos míos espiritistas, en decir que yo estoy equivocado. Decís que lo que yo llamo "caparazones" no pueden ser tales porque hablan de sucesos después de la muerte. Sí, lo hacen, lo admito. Y lo hacen porque no son sino registros del ego que por unos breves momentos a la hora de la muerte se vuelve en ocasiones altamente profético, y ve el futuro de cada detalle, frecuentemente de siglos venideros. O, una vez más, el alma que se va capta una visión de su propio devachan autoconcebido, y el registro de éste se imparte al caparazón, que transmite tales visiones al medium espiritista. Testigo son las frecuentes descripciones absurdas que se dan del carácter del "mundo espiritual", y esto por medio de mediums honestos también. No dan nada de CRISTO, salvo donde dos o tres se reunen en Su nombre. La mediumnidad es verdadera; su explicación ordinaria es falsa. El medium entra en trance, su fuerza vital es transferida al "control" que no es sino un caparazón, y no el verdadero espíritu o ego. Entonces los oyentes disfrutan de una "comunicación". Como el lector de un libro de registros es ese medium, sucesos del pasado son vueltos a relatar; y se hacen profecías más o menos precisas; el caparazón vive por el momento una vida galvánica, al igual que Poe vive de nuevo en la persona de un locutor recitando "El Cuervo", desde la tribuna. Mientras los "Comentarios" influencien a la humanidad, el "espíritu" de Julio Cesar controlará a los mediums; y mientras el Libro del Mormón retenga a las engañadas masas de Utah, el "Profeta Joseph Smith" influenciará a los sensibles. Pero estoy siendo prolijo. Por lo tanto, volvamos al mundo de los efectos, y veamos que se presentaba ante nuestras percepciones psíquicas. ¿Quieres venir con nosotros y ver lo que

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nosotros tres vimos a medida que atravesamos la llanura que nos dió la bienvenida a la puerta del Sagum?

CAPITIJLO IV

PAGANDO LAS RECOMPENSAS DE LA VIDA "Filos", dijo Mol Lang, "ahora estás viendo a un hombre, en su propio mundo. Puede que no venga a nosotros, pero nosotros iremos hasta él, y entraremos en la percepción de las cosas que él ve, y porque entramos en su percepción, seremos espíritus compañeros con él, no meras imágenes de sus concepciones. Entonces su entorno nos parecerá tan real como lo es para él; no obstante, su mundo es (excepto para tales visitantes como nosotros, y para esas pocas, o quizás muchas almas que están en su idéntico plano) meramente un mundo de su propia concepción; no existe para su vecino, que estará, como veremos, en un plano psíquico diferente. Ambas personas existirán en la Mansión del Padre, que así da Su amado descanso. "Entremos en el estado de ese hombre; es un inventor en el mundo de la causa, y todo a su alrededor nos dará evidencias de sus sueños de inventos, que aquí parecen reales para él. En la Tierra, en su imaginación él contemplaba multitudes de sus semejantes usando sus adaptaciones de fuerzas mecánicas y naturales. Tenía trenes que eran gratis para el público; nadie que no quisiera pagar era obligado a hacerlo. Y tenía diseños de monedas, que la casa de la moneda (de la que era propietario, tal como él había deseado cuando estaba en la Tierra, para poder así corregir los abusos) hacía monedas gratis para ser usadas por la gente. Así también con todas las otras cosas que había esperado ver realizadas en la Tierra. Pero murió sin conseguirlo, y al venir al mundo de los efectos, lo encontró todo (para él sólo) como un hecho. Caminaremos por esta llanura hasta aquella gruta, una; dos kilómetros". Durante un tiempo después de esto caminamos en silencio, cada uno de nosotros complacido de contemplar la belleza del paisaje. Arroyos gorgoteantes corrían por praderas llenas de flores, arboledas moteaban la perspectiva, mientras que a lo lejos en el horizonte se distinguía una fila de colinas azules. Cuando llegamos al bosquecillo indicado por Mol Lang ví que estábamos en una estación, donde coches de extraña apariencia estaban aparcados en una red de carreteras. La gente iba y venía en todas direcciones a

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través de este punto e.entra!. Los coches tenían inmensas ruedas delgadas, de muchos centímetros de diámetro. Una escalera de metal conducía a la parte superior de la torre; la torre también era un ascensor, así que mientras algunas personas subían a pie hasta arriba, otras eran subidas en el ascensor donde, a varios metros del suelo, entraban en el coche; entone.es un mecánico dentro del coche manipulaba cierta maquinaria, y las inmensas ruedas comemaban a dar vueltas; cada vez más deprisa, y más deprisa, hasta que el gran vehículo ligero se movía a una velocidad enorme por todo el país, arriba y abajo de la colina o alrededor de las curvas, con idéntica facilidad. "Demos un paseo", dijo Semla. Asi que subimos por la escalera de caracol, y allí encontramos a un agradable hombre de uniforme, que preguntó si íbamos a pagar o no. "Sí", dijo Mol Lang, "yo pagaré, pero mis amigos no". Con esto, sacó una moneda de oro, y mientras el funcionario anotaba el pago en su libro, Mol Lang medió la moneda para que la viera, y ví que llevaba el rostro de un hombre, y alrededor del borde la siguiente inscripción: "MERTON FOWLER, EL AMIGO DEL PUEBLO". "¡Qué presunción!", pensé, por lo que Mol Lang sonrió ligeramente, tomó la moneda de mi mano y pagó. El funcionario preguntó dónde deseábamos ir, y por respuesta Mol Lang dijo: "A las Cataratas". El funcionario no conocía tal lugar, pero dijo que nos instalaría en un coche, cuyo mecánico lo sabría. Nos condujo a un coche al otro lado de su plataforma, y habiendo entrado, pronto salimos como una flecha a gran velocidad. Las paradas que hicimos fueron numerosas, todas con el objetivo, así lo explicó el mecánico, de cumplir con la regla de Merton Fowler de que todos los que viajaran en sus coches tenían que inspeccionar sus muchos inventos. La variedad de éstos me desconcertaba, y muchos de ellos parecían estar en funcionamiento solamente con el propósito de demostrar principios mecánicos peculiares, que no describiré aquí. Mucho después, despues de haber recorrido medio mundo según parecía, aunque no consumiendo un tedioso tiempo, llegamos a un espléndido grupo de edificios. Entone.es el mecánico confesó que él no sabía nada de las Cataratas, excepto que había oído a su amo hablar de que existían. Iría a verle. Según esto, el coche se paró delante de un edificio que parecía una oficina, y allí nos dejó al cargo de otra persona con directrices para que nos condujera hasta Merton Fowler. Encontramos a este caballero en un entorno palaciego, donde

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las cosas eran de gran belleza, pero tcx:las parecían ser artefactos mecánicos, y existir para aquel gran principio subyacente del diseñador, la sistematización de su conocimiento, y la aplicación del mismo a usos más o menos utilitarios. Era todo un paraíso para . un maquinista, pero yo no era un maquinista, y me fatigaba. La cantidad de gente era enorme. Mol Lang dijo que no tcx:los ellos eran meros ideales de esa prolífica mente, Fowler, sino que por el contrario, muchos de ellos eran personificaciones reales, unos cuantos eran medios de comunicación como nosotros, pero la mayoría son "muertos", esto es, almas desencarnadas que estaban en el mismo plano de invención y realización que la mente real en control, Merton Fowler. El era el jefe aquí, los otros semejantes. Pregunté dónde estaban situadas las Cataratas, y el inventor, Fowler, replicó que un cierto autor conocido suyo vivía allí, y tenía el placer de escuchar un gigantesco órgano de tubos hecho para él por el inventor. "¡Por mí! Todos los hombres", dijo el ególatra, "se benefician de mí, y me reconocen como el mejor de entre la humanidad y los vivos!". Me volví disgustado ante tan colosal presunción y vanidad, y al marchamos Mol Lang dijo: "Ese hombre está organizando sus conceptos de una vida sin Cristo tal como la ganó en la Tierra. Cuando todo haya sido asimilado, reencarnará en la Tierra, y desde su más tierna infancia la presunción y la auto-admiración serán sus características principales. En su última vida en la Tierra sembró las semillas de la que vendría. Aquí, disfruta del crecimiento de esas semillas. Aquí, también, madurará la cosecha, y cuando todo se haya recogido, él se lo llevará otra vez a la Tierra para replantarlo. Puede que te preguntes que bien puede salir de perpetuar tal vanidad. Yo te replicaría: Primero, esta es la ley de Dios. Segundo, de su futuro egoísmo saldrá la confianza en sí mismo. Su espiritualidad de temperamento es amplia, sus cualidades animales bien equilibradas y fuertes, y el bien de toda su presunción se manifestará en el futuro como gobernante de esas fuerzas que conducen a los hombres hacia adelante. Antes de que muriera en la Tierra era un hombre retraído, tímido, no sintiéndose nunca apreciado. Cuando aparezca la próxima vez será un alma fuerte, y un líder de hombres hacia niveles de la vida más altos". "Ciertamente", dije, "¡tcx:las las cosas bajo la mano de Dios trabajan siempre para el bien!". Las Cataratas estaban en el dominio devachanico de un autor quien, mientras vivió en la Tierra, era un escritor muy agradable,

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aunque exageradamente esperanzado en sus excursiones imaginativas y juegos de pensamiento. Esta era, sin duda, la razón de su popularidad como autor. Su mente habitaba en el lado sublime de la naturaleza, y en el bien, la verdad, y la belleza. Aquí en su cielo vivía sus libros, y estaba rodeado de los personajes, de las emociones, de las delicadas imágenes y de la sublime belleza que hacían que sus páginas parecieran reales a sus lectores, y sobre las que vertían lágrimas de sentimiento la mayoría de sus seguidores. Para él también, estas cosas, fragmentos de su imaginación cuando los escribió, aquí se convertían en lo que su deseo había pintado siempre, en realidades, y disfrutaba la aparente realidad, sin saber que no eran sino un sueño de la noche de su vida. "¿Con qué finalidad, si sólo era un sueño?". Yo respondo: "Estas gloriosas creaciones de la imaginación construyen esa elevada espiritualidad, esa aguda comunión de alma que pronto traerá la Hermandad universal de la Humanidad; aparecerá con la aurora de un nuevo siglo, sin credos, sin fronteras, sin pedir nada a ningún afiliado excepto elevada, resuelta aspiración y acción. Y este autor, que ha estado en este hogar de su alma todos estos siglos, será uno de sus profetas reencarnados. Encontramos las Cataratas en un extensa garganta, tan profunda como la Royal Gorge del río Arkansas. Conectaba dos grandes lagos de extraña belleza; ni los lagos escoceses ni el Lago Champlain eran más hermosos, aunque ambos eran tan grandes como Nyanza. Sobre un acantilado a unos dos kilómetros de altura, y en forma de una doble herradura, cada una de más de dos kilómetros de ancho, había dos magníficas cascadas del río, separadas en el centro donde los puntos medios de dos curvas se encontraban, por una isla. Desde este acantilado se alzaban tres altas agujas cónicas de roca, arriba, arriba, en el aire, de más de 300 mts. de altura cada una. Alrededor de cada una de ellas había una escalera de caracol cincelada en el perdurable granito de la corriente, y de pico a pico de cada una estaba suspendido un puente colgante. Desde la aguja que colgaba de las cataratas corrían dos puentes colgantes sujetos con grandes cables, de kilómetros de longitud, que llegaban hasta las márgenes de cada lado del río a través de un curso diagonal. Estaba seguro de que el inventor, Merton Fowler, no habría diseñado tal puente, porque su entrenamiento mecánico le habría dicho que unos cables del puente tan largos podrían romperse debido a su propio peso. Pero este autor, que no era mecánico, no veía tal dificultad, y consecuentemente, su concepto no encontró oposición para ser ejecutado en su

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imaginación. Como no era objetivo, sino subjetivo, existía para él, y como nosotros estábamos temporalmente en su plano, y percibiendo a través de sus sentidos, nosotros también los veíamos y los encontrábamos reales; y para todos los que estaban en su plano eran reales, subjetivamente reales. Pero los ojos terrenales no los podrían haber visto, porque no ven nada excepto las realidades objetivas. Y ambos estados son reales, pero solamente para aquéllos situados en cada plano respectivo. Si las cosas de lo espiritual son tonterías para el hombre natural, igual son las cosas del mundo natural para el devachanico. Pero me estoy desviando. Las miríadas de gente, que eran creaciones de la mente del autor, usaban este puente, vivían en una Utopía de su creación, y todo el conjunto era un cielo. Todo lo nutría su espiritualidad, su reverencia por Dios, su sentido constructivo incluso, así como su sentido de la sublimidad. Su alma casi había asimilado la totalidad de esos "peldaños hacia Dios" y estaba a punto de reencarnar como una de las almas terrestres profundamente artísticas, constructivas y reverenciales; uno de los líderes de la raza noblemente hermosos, que caminan hacia Dios. ¿Acaso no es un trabajador para el Padre? "Por sus obras los conocereis". Y mientras y porque él conduce, él mismo se acercará más a Dios a cada hora que pasa; más cerca del Nirvana, el glorioso tiempo de descanso de todas las vidas, del que el espíritu del hombre despertará para ver que es más que Hombre, para ver que es uno de esos sublimes Espíritus del Mundo, ¡cuyas formas luminosas llenan los cielos de noche! O servidores del Padre en alguna otra forma inenarrable. El hecho debe ser suficientemente obvio de que la vida entre la tumba y la cuna, la vida en el mundo de los efectos, es una vida de asimilación de resultados debido a las causas puestas en marcha mientras se vivía en la Tierra, que es el mundo de la causalidad. Es el dominio de la formación del carácter, donde los efectos están organizados de tal forma como para presentarlos como causas en la próxima vida en la Tierra; no en forma de influencias separadas, sino como rasgos del carácter, dando lugar a bien definidas políticas en la vida por parte de los individuos. Lo afín se atrae, y si los padres tienen ciertas influencias que gobiernan sus vidas en tiempos críticos, el alma en devachan, que está obligada a buscar reencarnación en la Tierra, tomará la oportunidad que se le presente de encontrar sus semejantes, semejantes en ese momento, aunque quizás en ese momento solamente, como ella misma, pero nunca así antes, posiblemente nunca así otra vez; basta que haya una trinidad concordante en ese momento. No existe el accidente,

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ni la casualidad, en el Universo; todo es ley inmutable, causa y efecto. Zaron Colburn, cuya precocidad en matemáticas cuando aún era un niño asombró al mundo, no heredó sus poderes de cálculo. Mozart no heredó nada de lo que sus padres poseían, aunque es verdad que la mente materna proporcionó atractiva similitud mental debido a su propio amor por la música, que él experimentó en el estado prenatal. Se ha invocado el atavismo para explicar estos casos de precocidad infantil siempre que se ha sabido con certeza que ninguno de los progenitores tenía los rasgos que parecen haber pasado al hijo. Pero el atavismo no basta del todo. La cuestión de la herencia es algo profundo; los padres son movidos por influencias especiales, y los hijos de ese momento son almas atraídas desde el devachan a sus semejantes mentales. Así fué el joven Zeron Colburn; así el niño prodigio, Mozart. Zailm Numinos podría haberos dicho que Colburn era un notable matemático atlante si no lo hubiera dejado fuera en su historia de la Atlántida. Y Mozart era Alcman, el poeta y lírico de la Grecia espartana. La noche parecía aproximarse; el aire era agradablemente fresco, y nos encontramos, después de una larga travesía a vela por un hermoso estanque, en una playa cuyas arenas y guijarros eran de ágata. Los bambúes bordeaban el margen del lago, y muchas casas gráciles en tranquilos escondrijos salpicaban el variado paisaje. El país tenía más similitud a Japón, y ciertamente vimos que estábamos en los conceptos de un americano que había residido durante muchos años en Japón antes de su entrada en devachan. Entramos en una espaciosa terraza de una casa de fina apariencia, que en estilo arquitectónico era una combinación general de cosas, de lo más confortable. Contrariamente a las costumbres japonesas, encontramos mecedoras en lugar de felpudos o alfombras, y nos sentamos en ellas, diciendo Mol Lang que nos invitarían a hacerlo. Enseguida, un servidor con traje japonés apareció y colocó una mesa ante nosotros, y sobre ella puso servicios para cinco personas. Al punto, un hombre mayor, atractivo, con una jovencita que, juzgué, era su hija, salió de la residencia y cambió saludos con nosotros, con modales de caballero. Este era, según explicó Mol Lang más tarde, el ego real alrededor de cuya imaginería se agrupaban todas las cosas en este lugar. El lago, la vegetación tropical, la gente japonesa remodelada a quienes encontramos, en suma, todos los efectos aquí, estaban diseñados de acuerdo con los ideales de este hombre. En ellos él veía realizados sus sueños de una vida tranquila, sin problemas,

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hospitalaria, y porque él los veía, también nosotros los veíamos, porque Mol lang había insinuado nuestras percepciones dentro del plano anímico de este hombre. Con él compartimos una generosa cena. No había licores en su mesa, ni se podrían haber encontrado en toda esta tierra anímica, porque el hombre era un abstemio total. Por supuesto, la gente que el creía que veía, y quienes, para él, residían en éste su país, no usaban licores más que él, porque ellos o los conceptos de su imaginación o, si individuos reales, estaban en armonía con la mente maestra, porque si no no hubieran estado allí con él. Pero todo esto él no lo sabía más que alguien que estando soñoliento, sabe en ese momento que los personajes y lugares vívidamente soñados existen solamente para él mismo. Algunas veces, de verdad un soñador nocturno se va realmente con otra alma armónica, siendo los dos almas reales en un viaje psíquico, que no es un sueño, sino un hecho. Este hombre, en toda su exageración principesca, sus edificios artísticamente hermosos, la riqueza de los ropajes de la gente que él concebía, las estatuas, fuentes, escondrijos, todas las cosas, no eran sino alegrías imaginadas, totalmente inconscientes todo el tiempo de que eran creaciones subjetivas. Todas eran concebidas para un solo propósito, el cual era la alegría principal de este hombre, la de preocuparse por la felicidad de su hija. Ella era su ídolo, su alegría, su razón de ser, habría dicho él. Y ella era una chica muy guapa, aunque no hermosa para mi gusto. Era atractiva, ingeniosa, bien educada, y con muchas cualidades. Pero yo había visto muchas así, y pensé en ella como en una de las cientos que había conocido. Fuimos invitados a estar indefinidamente en su casa y, a la sugerencia de Mol lang, la oferta fué aceptada. Los días pasaron rápidamente en este paraíso, del que el dueño de nuestra casa era la atracción central. Tenía grandes parques, y daba entretenimiento a docenas de gente feliz. Su casa era un palacio. las bibliotecas, la galería de arte, con miles de artísticas pinturas, todo esto, y más, hacían la vida tan placentera que pasaron varios meses antes de que nuestro grupo de tres le dijera adios. En ese tiempo, todo lo que vimos fué que la vida alegre existía para el bienestar de la hija, y no tenía mucho placer para el padre. la galería de arte, también, había sido añadida a su casa para beneficio de ella. las bibliotecas eran para ambos y, como él dijo, pensaba que le gustaban los libros más a él que a su hija, para él los libros eran tesoros sagrados. Pero era en la música donde su alma encontraba descanso de éxtasis. Tales melodías divinas y tan exquisita técnica y sentimiento como el que él exhibía en su

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ejecución de música delicada yo nunca ni siquiera había soñado, a pesar de haber oído mucha música excelente. Era como la leyenda de Orfeo hecha realidad. Una hora trás otra, este hombre tocaba para mí, mientras Semla estaba fuera con Mol Lang, y mi alma respondía en un estremecimiento que la inundaba de alegría sublime, hasta que parecía como si mi ser se hubiera convertido en un impersonal acorde, dando tonos armónicos, que podría volar con los vientos y hacer que las almas de los hombres latieran, ¡sonando al unísono! Yo sabía que el ejecutante era un compañero para mí en todo. Eramos dos almas en el mismo plano, teniendo idénticas experiencias. Al fin vino un día en el que Mol Lang dijo: "Amigos míos, vayámonos de aquí, porque otras cosas reclaman nuestra atención. Unas cuantas horas aquí nos bastan. Iremos donde la hija de este hombre está realmente". Mi amigo había hablado, pensé, de los meses que habíamos estado en este paraíso en un sentido figurado cuando dijo "unas pocas horas". Pero no había sido así; habían sido realmente unas pocas horas como la gente de la tierra habría contado el mismo intervalo por el que habíamos pasado tan recientemente. El tiempo es, después de todo, sólo una medida de lo que ha hecho el que experimenta el lapso; miriadas de gente han vivido todo un siglo durante diez minutos del tiempo de otras gentes. El comentario de Mol Lang sobre nuestra hora de ir adonde realmente estaba la hija no lo pude comprender en ese momento, ni lo pude durante años, todo porque mi propio astral había sido dejado atrás en la Sakaza en la tierra; yo no tenía ningún medio de comparar ideas. El lugar en el que me encontraba era el único que existía para mí; esto es, éste y el país del autor y el del inventor, Fowler. De estos yo sabía, y para ellos yo había formado un caparazón de memoria al pasar por ellos; pero no estaba consciente de tal proceso de creación; yo solamente era consciente de los recuerdos que eran retenidos para mí, y que parecían parte de mí mismo. Pero Mol Lang explicó sólo que el americano realmente no tenía a su hija con él, sino solamente su ideal de ella siempre ante él. Al partir fuimos hasta el lago y tomamos un bote, y según viajábamos, de alguna forma parecía como sí, sin yo saber cómo o cuándo, hubiésemos dejado el bote y el lago, y estuviésemos en un jardín, caminando entre una profusión de flores. Era inenarrable, pero no me sorprendió particularmente ni atrajo mi atención durante mucho tiempo. Nadie se sorprende nunca de nada en el dominio psíquico.

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Era el jardín de una ciudad y, situada en una elevación, la residencia del propietario dominaba la vista de una gran ciudad, extendiéndose en todas direcciones. La casa era evidentemente el hogar de una persona refinada, y mientras que las señales de riqueza eran numerosas, éstas parecían ser accesorios del confort, en vez de un despliegue de riqueza. Ninguna persona podría estar mucho tiempo en medio de las influencias de esta casa, a la que Mol Lang nos llevó, sin sentir que el propietario se creía que tenía una gran y sagrada misión en la vida. "Esta es la hija", dijo Mol Lang. "La chica a quien vimos en la otra casa que era la hija, como el padre imaginaba que era cuando él murió, dejándola a esa edad. Mira cuán diferente es la mujer de su concepción de ella. Te traigo aquí para que puedas ver la diferencia que existe entre los conceptos devachanlcos del alma y los objetos concebidos aquí. Ilustra el dicho de que el cielo es lo que hacemos de él". En ese momento una dama entró en la habitación, evidentemente por negocios; su actitud estaba llena de poder. Parecía no percibimos, y después de un rato yo tosí ligeramente para atraer su atención. Mol Lang sonrió divertido, y dijo: "Filos, puedes toser todo lo que quieras, pero ella no notará tu presencia. ¿Por qué? Porque estamos temporalmente en la Tierra, y te he dado poder para ver las condiciones terrenales, esto es, mientras estemos en la Tierra, porque está toda a nuestro alrededor, no obstante, si estuviéramos en una condición psíquica diferente, la Tierra no estaría cerca, sino enormemente lejos de nosotros. Esta dama todavía no ha pasado por el cambio llamado muerte. Ella trabaja para colocar a la mujer en un orgulloso plano de independencia, orgulloso, porque tiene todo el derecho a que así sea. Pero la mujer nunca lo conseguirá hasta que no lo haga por su propio esfuerzo. Cuando así lo gane, estará al lado del hombre, no por encima de él, porque la mujer no es superior al hombre; ni debajo de él, porque ella no es inferior al hombre; sino a su lado, porque el hombre y la mujer son iguales en todas las cosas. Será un día afortunado para la humanidad cuando ocurra. Esta dama y su hermana están ahora guiando a esos habitantes de la Tierra que no tienen tan clara comprensión de las necesidades de los tiempos; y triunfarán, más o menos, durante este siglo, pero no de forma brillante, ya que ninguna gran reforma, ni nada enormemente bueno, puede suceder en ningún siglo, década o año que tenga el número nueve. Por lo tanto, las esperazas humanas se desvanecerán, parecerán que marchan hacia la victoria, pero se encontrarán

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con el fracaso hasta el próximo siglo. El más negro de todos los años será justo el anterior al amanecer. Esta valiente líder que vemos aquí verá la Esperanza colocada en ese último año como una estrella en occidente, y morirá entonces, desesperanzada, aunque esperando, con el profético Mackay, que Siempre la verdad sale a la luz, y siempre se hace justicia". Guardamos silencio durante un buen rato después de esto, porque Mol Lang raramente hablaba sin una causa definida, y ahora servía a sus propósitos mejor el estar silencioso. Yo hablé a continuación: "¿Qué bien puede haber, qué bien puede ser logrado a través de tan amarga decepción? ¿De tal dolor de corazón?". "El que siempre viene de todas las cosas. El hombre nunca es, sino siempre para ser bendecido, es totalmente cierto. Y no es de las esperanzas que somos capaces de llevar a la realización en la vida terrenal de lo que está hecho nuestro devachan o cielo; sino de esas esperanzas, anhelos, aspiraciones y determinaciones que a través de la vida son nuestros deseos más queridos porque nunca hemos sido capaces de satisfacerlos. Tienen el cielo más feliz las almas elevadas que siempre se han visto obligadas a contentarse con la sola vista de Canaán de sus puestos de montaña. Que ninguna pobre alma decepcionada de la Tierra se entristezca debido a los anhelos de la vida no satisfechos, porque no sabemos hoy día si estamos ocupados o desocupados. En ocasiones cuando hemos creído que éramos indolentes, hemos descubierto después que habíamos conseguido mucho y comenzado mucho. Estos comienzos son fructíferos, en verdad, porque ellos nos otorgan nuestras anheladas aspiraciones, allí si así lo deseamos, en Su camino". Durante este discurso de Mol Lang yo tuve visiones del todo, tanto de la Tierra como del Cielo. Una cosa que me golpeó con un sentimiento de peculiar angustia fué que esa alma gentil que pensó que vivía por su hija, realmente no tenía esa hija con él, sino sólo la imagen auto-creada de ella. No pensé en el hecho de que incluso en la Tierra nosotros no tenemos a nuestros amigos, sino sólo nuestros conceptos de ellos; que nuestro supuesto amigo puede realmente ser nuestro enemigo secreto, pero si no lo sabemos permanecemos felices en nuestra ignorancia. Mol Lang observó este sentimiento mío y dijo, al valerse y colocar un brazo a mi alrededor, cuando íbamos caminando hacia adelante: "Filos, amado hijo, ¡no pienses así! Cuando llegue el día en que esta dama entre en la vida devachanica, entonces cuando y donde ella tenga ideales y conceptos como los de su padre, o él

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como los de ella, entonces los dos estarán realmente juntos, dos almas pero sólo un pensamiento. Es lo mismo en la Tierra; sólo la identidad de pensamiento establece la cercanía de las almas. Así como la gran marcha de las almas siguiendo a Cristo se acerca a Dios, esos planos donde todas las almas están juntas en el pensamiento y en el concepto serán los planos principalmente ocupados por la humanidad, hasta que en el glorioso final, nadie estará apartado de los otros, o del padre". La habitación y su diligente trabajadora habían desaparecido de nuestra vista. En su lugar, vimos que en frente de nosotros había un edificio monástico, erigido sobre un alto pico de montaña que se elevaba desde un lago. Difusas vistas de agua, de playas boscosas e islas plateadas y sombrías se veían en perspectiva. Sobre la torre que se elevaba del monasterio había un resplandor de luz púrpura. Pregunté en qué lugar estábamos ahora. La respuesta fue: "El Templo Lunar, una parte del devachan, pero que no tiene nada que ver con la luna. Aquí, adonde muchos estudiantes ocultistas vienen después de haber dejado el cuerpo terrenal, existe un lugar de descanso. Aquí están muchos adeptos teosóficos y neófitos; veían entonces con los ojos del espíritu; por lo tanto ellos tenían entonces, como ahora, muy parecidos conceptos sobre la vida; el devachan para ellos no está, por consiguiente, en el mismo plano que para otros mortales, más de lo que lo estuvo su vida objetiva. Aquí Semla se separa de nosotros, para no aparecer más en la Tierra hasta que hayan pasado cincuenta siglos del tiempo terrenal. Entonces reencarnará no como un Tchin, sino como un miembro de la nación americana de ese distante día, porque su vida ha sido mayoritariamente pasada en ese país esta vez. Pero ahora entra en el descanso que ha ganado; este es su devachan". Allí, bajo la brillante luz púrp~ra que salía de la torre monástica, Semla se alejó, invocando sobre nosotros la paz del Padre. A través de la capacidad conferida por Mol Lang, yo había visto la naturaleza de la vida después de la muerte. Por unos pocos momentos mi alma era capaz de comparar el recién conseguido conocimiento con mis viejos ideales de la naturaleza. Pensé: "Si todo esto no es más que un sueño, ¿qué es un sueño? Si esto que parece materia real no es tal". "No, hijo mío", interrumpió Mol Lang, mientras yo pensaba en la naturaleza de la materia, "esto es materia real. Entonces, ¿qué crees que es la materia? La materia es Una Sustancialidad, no

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teniendo una sola cualidad que ningun sentido humano pueda reconocer. Pero la fuerza también es una de las creaciones del Padre. Y la fuerza tiene dos polaridades, la positiva y la negativa, totalmente opuestas. Ahora el hombre en la Tierra tiene ciertos sentidos; siete son estos sentidos: vista, oído, sentimiento, olfato, tacto, intuición, y uno innombrado. Estos últimos todavía no están desarrollados, porque la plenitud de los días no ha llegado; el Quinto Día es; pero el Sexto y el Séptimo no son. Con el último, el hombre se convierte en lo más grande que nunca ha sido. Sólo los que tienen oídos para oír resolverán este acertijo. Cinco sentidos conocen las afecciones dinámicas positivas de la materia por medio de la Fuerza, y mira, el hombre percibe la tierra y algunos cuerpos estelares. Pero todos éstos son del polo positivo, y por lo tanto, están en la Mansión del Padre de la Causa. Estos cinco sentidos son los que el Apóstol Pablo llamó la mente Natural. Pero En la casa de mi Padre hay muchas mansiones. Y esto, que es la vida más breve después de la tumba, es Su Mansión de efectos, y es el resultado de la materia afectada por la fuerza negativa. Aquí los primeros cinco sentidos llaman a todas las cosas pertenecientes a devachan meros sueños; incluso el sabio Hamlet pregunta: iqué sueños pueden venir?. Pero yo te digo, tanto la Tierra (causa) como el devachan (efecto) son materiales; ambos deben todos sus fenómenos a la fuerza, pero cada uno de estos estados es cognoscible sólo por los sentidos especiales para ellos. El hombre en uno tiene cinco sentidos especiales, y éstos conocen la Tierra, pero llaman cielo a un sueño; y el Hombre en el otro tiene otros siete sentidos especiales, y éstos conocen el devachan, pero llaman a la Tierra un sueño. No obstante, ambos estados son realmente materiales, y de forma similar, ambos son irreales excepto para el Padre. Así, el Hombre está constantemente muriendo a un estado y naciendo al otro, adelante y hacia atras, y sólo ese estado donde está él es real para él en cualquier momento. Miriadas de veces repite el hombre el proceso, reencarnando y desencarnando, y cada vez que nace en la tierra se encuentra en un plano superior al anterior, hasta que al fin la condición concreta mal llamada vida termina, y la no condición .llamada largo devachan (Nirvana) es conseguida. El hombre y su Padre están juntos y son uno. El hombre salió de Dios; a El tiene que volver. Pero sólo unos pocos han hecho esto hasta ahora, y de éstos

Jesucristo de Belén es hasta ahora el Unico que puede realmente decir: Mi Padre y yo somos uno". Mol Lang no deseaba que yo estuviera continuamente

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reteniendo los recuerdos de las experiencias por las que acababa de pasar; los hechos separados iban a convertirse en totalmente desconocidos como si nunca los hubiera observado. Todo era por el único propósito de rodear mi alma con influencias calculadas para forzarme hacia arriba y hacia adelante, fuera de la vida terrenal, o del deseo por ella, hasta que al fin yo me diera cuenta de que había conocido algo superior, y tenía que volver al plano de la naturaleza espiritual. Sí, la palabra es TENIA. Después de dejar a Semla, con la nueva vida abierta ante él, Mol Lang y yo buscamos el lago y después de sentarnos en la arena de la playa, le hice preguntas en relación con la apariencia del esquema de la creación para las percepciones ocultistas. Me parecía a mí que la vida tenía que tener un significado más amplio para él que para mí. "Filos, lo tiene. Aunque la visión de la vida parezca grandiosa al hombre ordinario, hecha, como está, de sus pocos años en la Tierra supuestamente seguidos de una existencia sin fin en el cielo, ¡para mí es infinitamente más sublime que lo que incluso la más elevada visión terrenal pueda presentar! Las ideas del hombre están llenas de errores; incluyen la chiquillada de admitir que en la vida en la tierra las multitudes que hacen de sus propias moradas un habitáculo transitorio están en el curso de tal tiempo finito, capaces de poner en movimiento causas infinitas que serán transmitidas a efectos psíquicos eternamente. Solamente a través del Gran Maestro algunos son capaces de ello. "He deseado, hijo mío, que las características de esta visita al devachan sean retiradas de tí, y que las recuerdes solamente como un sueño vago, delicioso, que tendrá influencia para conducirte a los pináculos del Padre y a las cumbres del alma. Es facil borrar estos recuerdos; sólo tengo que separar el cuerpo astral aquí formado por tus experiencias, y a partir de ahora conocerás este estado sólo cuando ese astral te controle como su medium. Te voy a llevar a mi propia casa en Hesperia, y allí conocerás a mi hijo, cuyo nombre es Soma, y a mi hija Firis. Pero también apartaré ese conocimiento, después de un tiempo, y tú lo olvidarás todo; sí, incluso a mí me olvidarás, y conocerás sólo a través de esa misma mediumnidad, porque tu karma ordena para tí largos años por venir en la tierra, y expiación por obras malignas que han clamado a Dios por reparación, ¡mira!, un siglo de siglos, y mucho más. Cristo ha dicho: Ni una iota ni una tilde pasarán de la ley hasta que todo esté cumplido. Salvo que tú seas enviado a El". "Pero tú has hecho una pregunta. Oye la respuesta: yo siembro

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una semilla, y ésta crecerá, y florecerá y dará fruto, y aunque el sembrador sea olvidado, la planta no lo será. Tú recordarás mis palabras por siempre, no las olvidarás por una hora, porque tal es mi voluntad, pero me olvidarás por completo. "Además del mundo celestial, existen muchos más que son imperceptibles a los hombres. Y no obstante, la materia y la energía los componen todos. Muchos de ellos son mundos de Causa, pero ningún ser humano está en ellos, ni puede ningún sentido terrenal conocer o saber de ellos. Están poblados, pero por seres los cuales algunos son buenos, y algunos son malos, a la vista de la Causa Eterna, bien o mal relativos. Aquello que existe bajo leyes opuestas al hombre es malo para el hombre, aunque no malo en sí mismo. Pero estas mansiones están separadas unas de otras para que no interfieran unas con otras. Existe aquello que se extravía, pero en sí mismo no es malo, porque en toda la creación no existe el mal eterno, ya que Dios es perfecto. "Los mundos de la vida humana son siete en número; pero cuatro de ellos son invisibles, desconocidos para los sentidos terrenales, y esto no es debido a la lejanía, sino a la clase de inclinación de la fuerza de su materia constitutiva. la humanidad ocupa sólo un planeta cada vez, porque al igual que su actual morada (la Tierra), la raza humana no es sino una letra en la Biblioteca Divina del Ser. Para ser exactos, las almas ocultistas más avanzadas, habitan en Venus, que yo he llamado Hesperia, y que fué llamada por los antiguos de la Tierra El Jardín de las Hespérides. "Sí, Filos, la vida significa más para mí que para tí. Yo veo su marcha continua, y veo al batallón del ser en el que yo no soy más que un cuerpo, progresando alrededor de sus siete esferas designadas, de las que sólo Marte, la Tierra y Venus tienen materia que la percepción terrenal puede conocer; veo a la raza humana reencarnando progresivamente en cada uno de sus peculiares planetas al ir, cada ego individual, unas ochocientas veces aproximadamente, a cada mundo cada vez que la raza viene a él, que son también siete veces, haciendo un total de cuarenta y nueve períodos de mundos reencarnados. Cada ego tiene así períodos de reencarnación y desencarnación hasta un número, más o menos, de cuarenta mil. Es en éstos, en que comenzando como una creación irresponsable, muy lejos del estadio humano según tú definirías la palabra humano, y terminando como un Hombre Perfecto que entra en el descanso nirvánico, donde se perfecciona el esquema del Eterno Padre no Creado. Sí, verdaderamente, el hombre peca, pero

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a medida que sus reencarnaciones progresan, expía por cada iota, cada tilde. El karma es la penalización por el mal hecho, y es la ley de Dios; no conoce la supresión del pago, no acepta un pago indirecto, pero es fiel carcelero de esa prisión que es la acción de la vida; quien sea arrojado a la misma no saldrá hasta que haya pagado todo. Estate alerta pues, para no obrar el mal, porque tienes que soportar el castigo, solamente tú. Verdaderamente, la vida es suficientemente larga como para pagar, ¡es mejor no tener nada que compensar!. "Vamos ahora a una visión de la verdad de que el espíritu viene del Padre, y vuelve a El después de que ha cumplido la ley y los profetas; vive en los mundos de la causa un corto tiempo, pero en los de efecto un largo tiempo, porque la pasividad es a la actividad como ochenta a uno, y las vidas son muchas, engarzadas como cuentas en el cordón del ego individual. "Finalmente, el ego que viene del Padre no tiene sexo; no es hombre, ni mujer, sino asexuado. Cuando entra a la vida se hace doble, de forma que en la Tierra existe el hombre y la mujer, y aunque los cuerpos y las almas animales y las almas humanas son diferentes en los dos, no obstante, observa, su espíritu es uno y el mismo. Ahora bien, algunas veces, los dos, siendo de un solo espíritu, también son esposo y esposa. Pero más a menudo, no lo son, porque la edad de la armonía no está todavía a punto. Pero es de tal firmeza de espíritu que la Biblia dijo: Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. No existe hombre que pudiera, si quisiera, separarlos así. Pero esta afirmación no se refiere al matrimonio camal, sino a la unidad espiritual solamente. Y ésta última no tiene lascivia. Pero cuando los gemelos, después de los millones de años que existen entre el cristiano no esóterico y el Nirvana, lleguen a conocer todo sobre la ley de la vida, la unión será entonces como lo fué antes de la separación. Tú no puedes comprender realmente la verdad ahora, pero cuando hayas terminado para siempre con la vida terrenal, entonces recordarás y conocerás. Y conociendo, entonces hablarás al mundo de ello. Pero no ahora. Ahora es esta verdad: las parejas en el Señor no pueden conocerse entre sí como tales, hasta que ambos no viven voluntariamente según la regla de Su Sendero Elevado. Y éste último no tiene nada de camal. Recta es la Puerta y estrecho es el Camino que conducen a la Vida, y pocos lo encuentran. Hasta que no lo encuentran no se encuentran el uno al otro; ni se liberan de la reencarnación en la carne".

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Mol Lang se levantó después de este largo discurso, en el que había descrito brevemente las obras de Dios. Y a continuación dijo: "Te he contestado. Ven, vayamos allí, y conocerás a mi hijo, y a mi hija, y mi casa". Puso su mano sobre mi frente, y sentí que me dormía; cuando estuve consciente otra vez estábamos en un inmenso jardín, y ante nosotros ví una casa que al punto me pareció ser una casa real. Digo esto porque de alguna forma el estudio ocultista parecía opuesto a la vida e influencia familiares. Cuán enteramente compatibles son las dos se verá hacia el final de esta historia. Cuando me familiaricé con ella, ví que yo estaba en lo correcto en mi primera impresión, porque era el hogar más genuino que nunca pudo existir, y era un ejemplo típico de toda la vida humana en este mundo de la Causa, Hesperia. Era una casa de seres humanos glorificados, de estudiantes ocultistas encamados en vida causal enaltecida. ¿Me preguntas cómo alguna parte de la raza humana llegaba a estar tan por delante en la vanguardia como el contingente hesperiano? La respuesta es que sus naturalezas séptuples habían sido tan perfeccionadas por las pruebas a las que el estudio del adepto ocultista somete a sus iniciados, que se habían convertido en seres iluminados y responsables; habían bebido de la copa de la que Jesús preguntó a los hijos del Zebedeo si tenían la capacidad de beber, y en consecuencia, habían venido a ellos las llaves de ese reino del espíritu que ninguna mente natural puede comprender. Habían aprendido el carácter séptuple de sus naturalezas, que el hombre es un ser compuesto, que tiene siete principios, esto es, el YO SOY o ego; el cuerpo del espíritu, o cuerpo espiritual, el alma humana, el alma animal; el reflejo astral de los dos principios inferiores, o sea, la fuerza vital y el cuerpo físico animado por ésta. Hasta aquí, siento decir, la masa de la humanidad no ha desarrollado mucho más que su alma animal; una minoría está haciendo brillar el alma humana; pero sólo los adeptos ocultistas tienen el Sexto o cuerpo espiritual desarrollado, mientras ninguno de los que el mundo conoce, excepto Jesús y Buda, son perfectos en el Espíritu del Padre. Me quedé con Mol Lang mirando su casa de Venus, el mundo al que los hijos de la Tierra vendrán, dejándola desierta hasta que otra ronda vuelva a ellos, aunque en un plano superior, el del perfecto amor, "la cosa más grande en el mundo". Pero ahora Hesperia es el planeta de este amor Crístico, su casa en el proceso

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del desarrollo de la naturaleza y del hombre. ¡Todos vosotros no vendréis, por supuesto! "Filos", dijo Mol 1.ang, "mi hijo es casi de tu edad; mi hija Firis es de tu misma edad. Ambos te enseñarán verdades ocultas, tal como yo he hecho, pero ni ellos ni yo, ni nadie sino las intuiciones de tu propio Espíritu dado por Dios pueden enseñarte. Si un alma no tiene en sí misma la percepción de Dios y Sus obras, ningún hombre puede enseñarla, porque teniendo oídos para oír y ojos para ver, él oye y ve, pero no comprende. A mí me ha dado Dios que te muestre y te hable de estas cosas que muchos profetas y hombres justos han deseado ver y oír, pero no lo han conseguido. Benditos son tus ojos, porque ven, y tus oídos, porque oyen. No obstante, volverás a la tierra y olvidarás, y desasosegadamente anhelarás un estado superior, pero no lo encontrarás otra vez durante muchos años. ¡Oh, Filos, hijo mío, desearía que ahora pudieras saber! Pero el karma te persigue, buscando compensación. Y el karma tiene que ser saldado, y entonces estarás libre. Roguemos a Dios ahora, porque ya no hablaré más de estas cosas; ya he hablado. A partir de ahora Firis te hablará y te enseñará en mi lugar". Entonces, en el jardín hesperiano, nos arrodillamos juntos, y Mol 1.ang repitió esa elocuente voz de las eras, tan antiguas, y a la vez siempre nuevas, la plegaria de nuestro Salvador. Creo que teníamos lágrimas en los ojos cuando nos levantamos. Volviéndome, vía una encantadora mujer. "Firis, niña mía, ¡él ha venido! Filos, esta es mi hija, de quien te he hablado". Me sorprendió tanto oír a un hombre que tenía tanto de lo que la fantasía no entrenada llama poder Divino, hablar de sus hijos, que Mol 1.ang me comentó: "Filos, ¿piensas que porque poseo sabiduría que tú crees que sólo Dios posee, que no soy humano? Hijo mío, soy más total y verdaderamente humano porque estoy cerca de Dios. Pero las masas de gentes de la Tierra no han desarrollado por completo ni siquiera ahora el principio humano; sus vidas, acciones, pasiones, están centradas en el Cuarto principio o alma animal, y sólo los más enaltecidos han comenzado a desarrollar lo humano dentro de ellos. Cuando la humanidad llegue a alcanzar por completo su humanidad, entonces la Tierra no podrá ser ya su planeta; tienen que venir aquí. Ten siempre presente que todo lo que tú ves en Hesperia no es sino humano, y así conocerás más de lo que es el Hombre, qué ser tan glorioso es. El hombre es sólo parcialmente

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humano, y no está lleno del Padre, ni entra en su cuerpo Espiritual, y tiene por lo tanto que casarse y vivir en matrimonio, porque si no la raza dejaría de reencarnarse. Cada ego tiene que pagar sus deudas. Pero muchos morirán como deudores de El". Nosotros tres, padre, hija, y yo, entramos en uno de los amplios pórticos de la mansión marrón parecida al Partenón, y nos sentamos donde podíamos ver la profusión de flores en los grandes jardines. La escena era tan hermosa, tanto de cerca como de lejos, que yo estaba contento de estar allí, sin moverme. Aquí no había devachan, ni escenario de efectos, sino una vida activa en un mundo de causa. Esta vida difería de la de la Tierra en que era más amplia, más perfecta, más gloriosa que las condiciones terrenales pueden producir en la ronda actual. La vida ordinaria en Hesperia es todo lo que la más elevada forma de vida puede ser en la Tierra; y así tiene todos los maravillosos adelantos que existen en medio de las hermandades ocultistas secretas de la Tierra. Es imposible expresar de forma adecuada qué perfección de vida física existe en Hesperia. Pero es una perfección de la naturaleza física, en medio de un entorno ideal, todo lo cual prepara al hombre animal a trabajar por el hombre humano, y a éste por el hombre Espíritu, el YO SOY o ego. Así progresa el ego por la materia. ¿No es un pensamiento sublime que la reencarnación no signifique transmigración de almas? La primera conduce al hombre siempre hacia arriba; la otra, que es falsa, incluso en su teoría, simplemente una noción pervertida de la primera, puede significar progreso, pero más a menudo significa retroceso, y en todo este Universo no existe el retroceso. La reencarnación no es sino una oportunidad para expiar los errores de la vida, el principal de los cuales es no superar y contener el ser. ¿No quereis pagar? ¡Entonces estais condenados!

CAPITULO V

VIDA HUMANA EN VENUS "Es agradable estar en casa otra vez", dijo Mol Lang. "Amo mi casa porque aquí están mis amigos, y aquí está la atmósfera compatible con la espiritualidad. Veo a mi alrededor los entornos de mi última reencarnación objetiva, ésta actual. Para mí ya no hay más nacimiento, y tampoco muerte del cuerpo, excepto por la transición del Lagos. Aquí pasé la prueba de la crisis y me he convertido en andrógino, porque en mí ahora están lo femenino y

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lo masculino, estoy completo, no la mitad, y yo y mi pareja egoica somos un individuo. Nosotros dos somos uno, y hemos entrado en el Espíritu en el sentido dado por el Salvador cuando dijo: "Sed perfectos, como vuestro Padre que está en el Cielo es perfecto. Y tú, Filos, hijo mío, con seguridad llegarás a esta misma gloria, porque por tu karma está así decretado". Sí, dijo él, volviendo a su primer pensamiento; "es agradable estar en casa". El anciano se levantó de su asiento y comenzó a pasear con paso firme arriba y abajo de la terraza. ¿Viejo? Sí, según cuenta la edad en la Tierra, para Pertoz él era maduro, todavía no había llegado a su año doscientos, a falta de cuarenta y ocho meses. Y la edad no podría afectarle nunca más, porque había llegado a la inmortalidad, a la inmortalidad corporal. De él, como de muchos otros, son las palabras del amado apóstol Juan•. En ese momento estaba en su forma astral, estando su cuerpo físico en el dormitorio, donde lo dejó, con el fin de cruzar el espacio interplanetario por mí. ¡Curioso pensamiento! ¡Un habitante de Venus capaz de visitar la tierra a voluntad! Y no obstante no es difícil realmente. Se necesita sólo dejar el cuerpo y plano físicos en un punto, y entrar al plano astral o psíquico. De éste último es tan fácil volver al estado de la causa en cualquier punto, ya sea Alción, jefe de las "Pléyades, brillando en sus eternas profundidades", o incluso más lejos, más allá del alcance del telescopio, como lo es volver al lugar del que se ha partido. Toda la dificultad está en dejar el plano físico por completo, y para el esoterista avanzado esto no es nada, porque el estado normal de su alma está siempre en el astral o psíquico en lugar del físico. La dificultad del estudiante está en la repugnancia que siente ante el pensamiento de volver a un estado inferior del ser, como el de la vida en la tierra. Pero la Vida del Amor es: "Yo sirvo". Por eso volvemos. El que estuviéramos en el estado astral, desencarnado, no era obstáculo para que Firis nos percibiera, porque al igual que todos los hesperianos, ella poseía la vista del alma como vusotros teneis vista ordinaria, un poder muy común. Sus ojos, como los de todas las almas en este elevado plano del ser, tienen clarividencia psíquica de forma natural, aunque también poseen la vista ordinaria. Como en los lejanos tiempos, sus ojos seguían siendo los mismos claros, tranquilos ojos grises, como los que tenía Jesús de Nazaret. Eran ventanas para su alma pura, que parecía estar justo

(*) Ver San Juan xvii; 21-26.

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detrás de ellos, mirando. Esta esbelta, grácil muchacha no era un ideal devachanico, aunque lo no suficientemente burdo como para ser visible para ojos sólo acostumbrados a la percepción de estados objetivos y terrenales de la materia; su comportamiento dulce, serio, su risa ligera cuando Mol Lang decía algo, su perfección de vida ffsica, todo denotaba el hecho de su ser objetivo, y daba evidencia de la verdad de que su regla de vida era obediencia a la ley. Y, no obstante, dudo que vuestros ojos, amigos míos, pudieran haberla visto en absoluto. Ningún telescopio revelará nunca que existe vida humana en Venus; no es que no esté allí, pero sus formas son de la Sustancia Unica afectadas por una gama de energía que las hace imperceptibles para los ojos terrenales. No pensaríais que el aire es menos material, o que la electricidad es menos real, porque vuestros ojos no pueden percibirla. Vuestros ojos están muy limitados en su alcance visual; si la Sustancia Unica vibra más o menos rápidamente en un enormemente pequeño lapso de tiempo, produciendo consecuentemente longitudes de onda de energía diminutas, vuestros ojos no pueden captar tales vibraciones. Es lo mismo con vuestros oídos y el oír. Si vuestros ojos y oídos no estuvieran limitados de esa forma, podríais ver cada sonido y oír cada rayo de sol. Todo arco iris sería vocal, mientras que el calor, que ahora sólo sentís, podría proporcionar una cantidad impresionante de sonido y visión. Así sucede con la gente de Hesperia, sus personas no podríais ver, sus voces no podríais oír, no obstante, ellos no estarían limitados de la misma forma con respecto a vuestras personas y voces. Pero mientras penseis que porque teneis ojos podéis ver todo lo que hay que ver, y que vuestros oídos oyen todo lo que merece la pena ser oído, dependereis de esos órganos, y tendreis esa clase de falsas ideas sobre el Universo que aparecen debido a una total ignorancia de todo, excepto de la minúscula porción de creación que ocupais. También dependereis del telelscopio para descubrir verdades sobre otros mundos, buscareis indicios de vida humana en los planetas más cercanos, pero nunca encontrareis ninguno hasta que no ceseis de esperar que la materia revele el alma; no puede hacerlo, porque lo finito no puede revelar lo infinito. Dadle la vuelta; pedid al alma que se revele y a la materia también, y todos los mundos se acercarán a vosotros, mostrarán su pujante vitalidad de vida, y toda la naturaleza descubrirá tales tesoros como la hambrienta alma de la ciencia nunca antes ha encontrado. Firis fué capaz de mirar en todo mi pasado, en las otras vidas en las que yo todavía tenía que obtener el poder para recordar. Ella

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conocía cada acción, pensamiento y motivo. ¿Se había preocupado de examinar esta historia? No había temor en mi mente, porque yo no conocía tal pasado mío, y mi ignorancia preservaba mi paz mental. No traté de analizar la razón de mi gran deseo de ganar la buena opinión de esta doncella. Si lo hubiera hecho, me habría reído de mí mismo por ser un tonto presuntuoso. Tal como estaban las cosas, yo era feliz en el conocimiento de mi pureza de propósito. Aunque separado de la vida terrenal, el desarrollo de mi alma era poco mayor que antes. Por lo tanto, para mí, Firis parecía una especie de diosa; y haber considerado sólo como humano perfecto a ella misma y a sus maravillosos poderes ocultos, habría sido imposible para mí. Haber averigüado que estaba enamorado de ella me habría aterrorizado. Me alegro de que entonces me fuera imposible pensar así. Pero en lo profundo de mi alma esto era verdad no obstante, y la levadura estaba actuando. Un conocimiento más íntimo no iba a tener el efecto de disminuirla en su enaltecida posición; pero iba a elevarme al conocimiento de que estos poderes psíquicos eran atributos de la naturaleza humana, porque en sí misma la naturaleza humana es esencialmente como la divina. Por cierto, ¿cuál es la idea del mundo sobre Dios? Vosotros decís que Dios es omnipotente, omnipresente, eterno. Muy bien. Pero la idea terrenal de estas cosas es muy estrecha. Las concepciones nunca pueden elevarse por encima de su origen, por lo tanto Dios, aunque un noble ideal, no es ni mucho menos tan grande para el mundo como lo es para Hesperia. ¿Decís que soy inconsistente, negando mis propias elevadas opiniones del Hombre, y que estoy virtualmente negando la afirmación de que las concepciones pueden sólo elevarse al nivel de su origen? Respondo que el Padre limita la altura de la fuente. "¿ Qué quiero decir?". Quiero decir que El habla sólo al alma humana parcialmente desarrollada que habita en el plano terrenal desde el nivel del principio humano en El mismo, pero no desde un plano superior. Por lo tanto, la concepción terrenal de El es la de una Persona perfecta, todopoderosa, ubicua, eterna, pero una persona; mientras que El es impersonal. Pero para un hesperiano, Dios habla de Sí mismo y de Sus obras desde el nivel del Espíritu, que está por encima del alma; es el nivel del Alma Superior de Emerson. Espero que estudieis esta afirmación, porque nada de lo que he dicho significa tanto, nada es más importante en todo este libro. He dicho que las concepciones terrenales de omnipotencia,

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omnipresencia y eternidad son estrechas. Es verdad. Lo primero sólo significa el más extravagante ejercicio o suspensión de leyes conocidas, pero explora la existencia de leyes desconocidas, terribles y maravillosas. Omnipresencia significa para la mente no ocultista una variedad de ideas vagas, impracticables, reconociéndola sólo los pocos como inmanencia y constante auto-inserción y creación. Finalmente, eternidad, la mente enseguida está de acuerdo con el tiempo ilimitado, sin fin, no obstante, se estremece ante un mero decilión, casi negándose a creerlo. No obstante, uno es al otro como todo a nada. Cuando ví a Firis por primera vez mis ideas de Dios estaban limitadas en forma similar, y cuando la vi ejercer poderes que ningún hombre en la Tierra jamás soñó que incluso Dios podría poseer, me quedé pasmado. ¿Amarla? No en aquel entonces. Respetarla, adorarla, como un Hindú lo hace con una imagen de su Dios, sí. Pero la semilla estaba plantada, su crecimiento asegurado. Mol Lang me dejó en un gran recibidor de su casa, adonde habíamos ido, y cuando sólo Firis estaba aquí además de mí, inmediatamente sentí una especie de tímido temor ante mi gentil anfitriona. Aunque ella pronto disipó este sentimiento, yo me sentí no obstante aliviado cuando un joven entró y ella me lo presentó como: "Mi hermano, Soma". Al mirar a los dos, y recordar la apariencia de Mol Lang, pensé: "Qué espléndido físico poseen estas gentes, cuán grácil y perfecta cada línea; es como si el cuerpo estuviera moldeado sobre el alma, y perfecto en cada contacto físico". "Sí, estás acertado en tus pensamientos", dijo Soma. Había contestado a mi pensamiento, igual que lo habían hecho Mol Lang y Firis: "Llevas razón. Hacemos que nuestras vidas físicas correspondan a nuestra rígida adhesión a la ley, aunque esa adhesión es para nosotros una segunda naturaleza, nada onerosa, ni siquiera en su ejercicio constantemente aplicado. Los excesos, la intemperancia, el desenfreno de esa naturaleza tan placentera a los sentidos animales, todo esto no tiene atractivo, sino que por el contrario son completamente repugnantes. Estrictos vegetarianos, nunca tomamos la vida para ningún propósito egoísta, ¿es increíble pues que nuestros marcos materiales se correspondan con nuestras formas anímicas?".

"Verdaderamente no'\ repliqué, "pero en mi caso ¿cómo podría la conformidad a la ley cambiar la apariencia de una madurez nada atractiva? Mi cuerpo ya ha crecido, completado en

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obediencia a leyes no tan sabiamente ni estrechamente seguidas. Veo que posees la sabiduría ocultista, pero yo no, y veo difícil recordar lo que he oído sobre ella; en cuanto a llevar el conocimiento a la práctica, ¡imposible!". "Filos, hermano mío, el adepto ocultista nace, no se hace. Su conocimiento viene de dentro, no de fuera. Te será dada la llave del Espíritu, y mira, el Conocimiento Completo entrará en tu alma, y aunque ningún hombre te enseñará, ni ningún libro, tú serás consciente de todas las cosas, porque todas las cosas son de nuestro Padre, y eso es el Espíritu•. Pero antes de que el Espíritu entre, la casa tiene que ser barrida, y, hermano mío Filos, desearía que no estuvieras destinado a sufrir esta prueba. Pero el ocultista que conoce todas las cosas nace de muchas vidas, y en éstas ha habido mal. Tú has nacido así; es el karma". Mol Lang había vuelto ahora vestido con su cuerpo material, y sólo yo estaba en el astral, pero no estaba solo en el sentido de soledad, porque mis amigos no estaban separados de mí como resultado de nuestras diferentes condiciones físicas. Es verdad, yo no podía vestirme con forma material, porque estaba en Venus, y mi cuerpo estaba en un planeta lejano. Esta condición era el reverso de la incapacidad, no obstante, porque al ir de un lado para otro, sólo tenía el deseo de estar en el más distante, y yo estaba allí, aunque este poder me permitía tener tal libertad sólo en Hesperia, y consecuentemente se despertó en mí un sentimiento de restricción. El descontento comenzó a crecer en mi alma; me sentía ya un extraño en este elevado plano anímico en el que mis amigos habían nacido. Aunque yo no sabía nada de la tierra porque mi ser terrenal estaba en el Sach al cuidado de Mendocus, no obstante, yo tenía un incómodo sentimiento de extrañamiento, un sentimiento que alguna otra condición anterior, en alguna parte, no era extraña, y yo anhelaba estar otra vez en su entorno conocido. ¡Pobre de mí!

CAPITIJLO VI

UNA RESPUESTA INDIRECTA Un eminente autor ha dicho que "los temas literarios son necesariamente limitados; que los autores no pueden crear como una ficción aquello que no tiene contraparte en un hecho". Y esto

(*) San Juan xvi; 13.

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es absolutamente cierto. La literatura está restringida a girar alrededor de cambios en el amor, el odio, la esperanza, la desesperación, la avaricia, la indiferencia, la envidia, toda la gama de las emociones humanas, en suma. Cuando éstas son presentadas en sus aspectos triples, tragedia, comedia, o drama, la escala se acaba, y las únicas variaciones ulteriores posibles son las luces o sombras de desvanecimiento o intensidad de emoción. Quizás aparece el pensamiento de que en esta historia aparecerá alguna fase nueva, que el teocristianismo tiene algunas fases nuevas que presentar. Tal idea está condenada al fracaso. En verdad, se verá que lo oculto excluirá ciertos factores terrenales potentes de la literatura, todos aquéllos relativos a la naturaleza animal inferior, porque éstos no tienen cabida en la vida humana. La envidia, la avaricia, el odio, no tienen lugar en una naturaleza que está muy cerca de ese alma de amor, Jesús. La indiferencia, la pereza, la desesperación, éstas no tienen cabida en un alma que escudriña una vista tan absorbente como la abierta a Mol Lang, no obstante un alma tan amorosa que, como Jesús y Gautama, tenía voluntad perfecta para volverse de tan sublime recompensa con el fin de poder conducir a sus hermanos menores también allí. Puede que pienses que un amor así no es animal, cuando digo que no es humano. Exacto. Pero es espiritual; es ese mayor que sólo conocen esos que han comenzado a caminar por el Sendero, conociendo dentro del alma la venida del Espíritu. Si alguno de vosotros llegáis a sentir que no retrocederéis, aunque el karma os pida también que mostréis ese "amor más grande no tiene ningún hombre" que el que "da la vida por un amigo", entonces hermano, hermana, habéis conocido el nacimiento del Espíritu dentro de vosotros. Benditos sois entonces. Nadie puede esperar con derecho que con la narración de cosas extrañas le daré media hora de diversión; no es esa mi intención. Este libro es un trabajo de amor, hecho con un propósito sagrado. La segunda venida de Cristo está sobre el mundo, no sólo como una época que llega para todos simultáneamente, sino también para cada alma humana cuando está preparada para recibirle en el corazón, y hacer Su obra•. El está cerca en el sentido de que si abres tu alma para recibir Su espíritu, El está allí para entrar. Verdaderamente, del momento que El viene a los Suyos ningún hombre puede decir el día ni la hora; no obstante yo

(*) Lucas xxi; 34, 35, 36.

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digo, no esperéis que El venga como un hombre o un espíritu externo, sino como el Espíritu de Cristo que entra en vuestro mismo ser. Y El no esperará a venir como un hombre, sino a venir como el Espíritu del Amor Divino, justo tan pronto como estéis preparados para hacer de éste vuestra regla de vida; y tal como el Cristo y el Padre son Uno, así también seréis glorificados vosotros que oís y ponéis atención, y enseguida elevados, partiréis de este mundo e iréis hacia la Vida. El que tenga oídos para oír que oiga. De la misma manera, El vendrá como una persona al fin•. Ciertamente tengo cosas extrañas que relatar, pero nada raro, irreal o sensacional. Todo lo que digo es de mi Padre, y puede conducir al oyente atento al Sendero en donde el Cristo guía el camino. Lo que digo concierne a una medida mayor de la vida, Hesperia, el planeta del Amor Divino. Espero revelar alguna idea más que hasta aquí de la extensión, clase y duración de la vida ocultista. Hasta ahora no he dado más que reglas; ahora doy el resultado de la fidelidad a ellas. Espero demostrar en qué clase de glorioso ser se convierte el hombre cuando sigue la ley oculta, la ley del Espíritu de la que yo doy fe. Hacia arriba a través de todas las épocas, sin nunca descender, el Hombre todavía persigue la marcha gloriosa que finalizará con su unión con el Padre, más que el Hombre finito, ¡el Hombre infinito! ¡Angélico! Pero mi pluma está años por delante de mi visita a Hesperia. Debo volver a ese tiempo si no mis palabras serán simplemente palabras, erigidas como modernos edificios, de catorce pisos de altura. Mi deseo de investigar la verdad ocultista no disminuyó debido al rápido crecimiento de mi deseo de una vida más familiar. No obstante, una y otra vez, me encontraba estudiando si la verdad psíquica no podría ser seguida ¡ah!, entre-bien, una serie de condiciones menos rigurosas para los instintos animales que luchaban dentro de mí, y que me situaban tan por debajo de mis amigos. Es lo mismo esperar mezclar aceite y agua que estudiar lo oculto ¡en medio de la influencia terrenal no espiritual! Como preceptor, Soma se contentó con explicarme principios, y no de maravillas, por miedo a que al buscar los prodigios yo perdiera de vista la causas, el fruto de un árbol es siempre apto para ser más atractivo al ignorante que lo es el árbol mismo. Aquí hay una verdad clave para guiar en el estudio de lo oculto: prestad

(*) Marcos; xiii, 26.

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poca atención a los prodigios, o a la magia, y concentraros en las leyes, porque las leyes son el árbol. El obrador de prodigios es el menor de los hermanos, que no comprende las leyes del Padre en ningún sentido beneficioso. Conoced la ley, conoced los prodigios como incidentes: no conozcáis la ley, sino sólo el prodigio, y no estaréis siguiéndole a El, ni heredaréis Su reino, aunque pudierais hacer más magia que el Tchin, Mendocus, o incluso Mol Lang. Esta era su posesión de menor valor; debéis considerarla como tal. Durante un paseo por el jardín, pregunté a Soma en relación con su comentario de que aunque me sería dada la clave de la sabiduría ocultista, no deberían enseñárseme los detalles. "Soma, dices que los detalles están omitidos, y los efectos también, y sólo las leyes generales deben serme enseñadas. Ahora bien, mi naturaleza parece incap;:iz de aprender mucho de esa forma. Yo siento que necesito un método diferente, un método nacido de ... " Aquí me pasé la mano por la frente con perplejidad, porque los recuerdos terrenales no me apoyaban. "Bien, no sé exactamente qué; parece que tengo alguna vaga idea de una vida pasada, en alguna parte, en que otros métodos de aprendizaje estaban en uso. No lo sé ahora, hermano. Estoy perdido". "No, no perdido, Filos; mal colocado, por delante de tu lugar común en la vida. Pero has hecho referencia a la filosofía analítica, que razona desde los efectos hasta la causa común. No es un proceso seguro, tal como lo prueba el estado de la ciencia química en esa vagamente recordada vida tuya. La química es una noble ciencia, aunque entorpecida por procesos analíticos toscos. No puede decir qué es un grano de arena". De repente mi aprendizaje químico volvió a mí, obedeciendo a la voluntad de Soma, aunque las circunstancias ambientales de su adquisición no fueron reveladas. Pero con la vuelta del conocimiento mismc.. comencé a discutir, y repliqué a Soma: "Perdón, pero la química puede decir eso. La arena es silicato, ácido silícico, y está compuesto del elemento silicio y del oxígeno del aire, en la proporción de dos partes de oxígeno y una de silicio". "Precisamente. Pero no has dicho nada realmente; estás tan lejos de una finalidad como antes. ¿Has dicho que la arena está compuesta de dos elementos primarios?". "Ciertamente".

"Y siendo primari~, ¿no pueden ser reducidos todavía más?". "No, no pueden", dije; no obstante, recordando ciertas cosas maravillosas que había presenciado, comencé a sentirme nervioso.

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"¡No! ¿Estás seguro?", preguntó insistentemente; y yo, tanto por un sentimiento de testarudez que su actitud despertó en mí y por una determinación a ser fiel a mi ciencia a pesar de todo, repliqué: "¡Seguro!". "Filos, si no fuera porque tu testarudez está atemperada con una admirable fidelidad al principio, yo diría que la sabiduría morirá contigo. Pero, amigo mío, tu sistema de química, con sus sesenta y tantos elementos primarios y sus mónadas, diadas, triadas, etcétera, sus simples, binarios, terciarios y todos los numerosos componentes similares, no son nada sino una linda hipótesis de trabajo, bien adaptada para producir el resultado que ha producido, pero porque no es toda la verdad química, nunca será capaz de conseguir esa· totalidad de resultados que indica la sublime constitución de la naturaleza. Lejos de conducir a la verdad, estas teorías tienen el efecto contrario; enseñan la multiformidad de la materia, mientras que su unidad es la verdad. Tal como he dicho, no obstante, los químicos de la tierra tienen una buena hipótesis de trabajo, una que les servirá hasta que encuentren el método más óptimo de la verdad". Soma hizo una pausa, en donde yo le pregunté cuál era el método más óptimo. No me contestó con palabras directas, pero en su lugar puso ante mi visión mental un taller, donde había muchas clases de instrumentos y máquinas terminados o casi terminados, sobre las mesas y los bancos. Ví aquí un reloj, allí, más relojes, allí también una vieja máquina de escribir; había muchos relojes y herramientas mezclados, aparte de muchos mecanismos intrincados que no sugerían ningún uso. A una pequeña distancia sobre una mesa había una confusa masa de piezas de maquinaria que no estaban unidas. Soma dijo: "Filos, ¿puedes unir todas estas cosas? En este montón hay trozos de relojes, máquinas de escribir, cerraduras y todo eso. Has dicho que no eres un maquinista, por lo tanto no puedes manejar estas cosas. Estas cosas no son desconocidas para mí, ya que soy maquinista. Con todas estas piezas ante tí no podrías construir un reloj u otro mecanismo. Pero supón que apartaras cuidadosamente ahora un reloj que funcionara correctamente, y estudiaras cuidadosamente sus relaciones, e hicieras lo mismo no con uno sólo sino con varios de estos instrumentos, entonces todo te sería familiar, y mientras que si sólo seleccionas un reloj, éste no podría enseñarte nada, el hacer esto con muchos te permitiría unirlos todos como estaban antes. Ese es el proceso del análisis, la deducción y la

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síntesis; es la misma, prácticamente, en la física, o en la mecánica o en la química". "Pero, amigo mío", dije desalentado, "no puedo hacer eso, sin tener oportunidad de experimentar". "Ese es mi punto, Filos, te mostraré el método más óptimo del que hablaba. Aquí ante nosotros hay un invento de mi propiedad; prácticamente yo soy su creador, y por lo tanto, lo entiendo. Aquí también hay otra máquina idéntica, pero está en un estado desordenado; sus piezas están amontonadas sin orden. Ahora tú no sabes nada de construir mecanismos; yo sí, y te señalaré las piezas principales de la máquina, que están funcionando correctamente. ¡Observa!". Soma fué hasta la máquina la cual era una maravilla de belleza mecánica, con sus ruedas de latón bruñido y plata, muelles, ruedas dentadas, poleas, etc., asomando por la caja de cristal cuadrangular. Soma habló por el micrófono, mientras me explicaba como era la máquina. Me dijo que se quedaría cerca del micrófono, para que sus palabras fueran recogidas e impresas y encuadernadas en forma de libro. Mientras hablaba aflojó una rosca. Entonces dijo: "Un diafragma microscópico pone en funcionamiento fuertes corrientes de electricidad. Estas actúan sólo cuando los tonos de mi voz se impresionan en el diafragma vocal, con lo que, como ves, discos de carbón cierran otros circuitos, y hacen funcionar palancas que llevan letras en sus i;:xtremidades. Observa que este diafragma vocal está hecho de cuerdas de acero sonoras, como las de un piano, y hay tantas de éstas como la experiencia ha demostrado que existen tonos vocales y octavas. Por lo tanto, existe en nuestro alfabeto exactamente ese número de letras, y nuestro lenguaje escrito consta de la apropiada secuencia de estas letras, bien en tipos, si impresas, o caligrafía simbólica, si escritas. Junto con nuestros tonos vocales, entonces, con un instrumento como éste, podemos emitir un volumen impreso. Los tonos de voz agrupados afectan a cada una de sus cuerdas; esto en vibración comprime los discos de carbón, hace pasar la corriente eléctrica al instante, la palanca con la letra hace su trabajo, el papel es transportado un espacio hacia adelante y se escribe la siguiente letra, y así hasta que la voz deja de sonar. Los espacios entre las palabras, incluso, se hacen automáticamente, porque, mientras que alguien esté

hablando por el micrófono se está usando el retorno del disco de carbón desde su estado activo comprimido, por el que se mueve el carro del papel un espacio por cada pausa menor en la voz, y dos

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para los puntos, pero no es suficiente para más de un movimiento a doble espacio. Casi he terminado de hablar, y ahora levantaré esta palanca, liberando así la energía almacenada que se generó por el movimiento de las piezas, especialmente de la pesada rueda del equilibrio. Ya no habrá más impresión, pero la energía de reserva doblará, cortará y encuadernará mi alocución, y cuando esto se haya realizado, lo que queda de la energía almacenada, igual en todos los casos al trabajo especial, se acaba por completo al sonar una campana que anuncia el final 11 • Aunque Soma había terminado de hablar, el instrumento todavía estuvo funcionando, y casi al tiempo que su frase era escrita, sonó la campana y ¡he aquí! las palabras de Soma en forma de libro cayeron en una pequeña caja al final de la caja mayor. El instrumento se quedó inmovil en su caja, y por primera vez su forma compacta me sorprendió; tenía unos 45 cms. de alto, por 60 cms. de ancho, por 90 cms. de largo, y había hecho todo ese maravilloso trabajo. "¿Podrías tomar este instrumento y poner sus piezas en orden otra vez?", fué la sorprendente pregunta, ¡sorprendente porque pensé que él quería que yo lo hiciera! "No, hermano mío; pero como su creador, conociendo todos sus puntos más recónditos, mi comprensión del mismo y de otra maquinaria, y de las verdades no mecánicas también, sino física científica, es un verdadero espíritu de conocimiento, y observa, haré entrar este espíritu en tu mente, al menos en lo que concierne a este mecanismo. Contémplalo y conócelo". Aunque pueda parecer extraño, yo, que antes no sabía casi nada de tales cosas, en un instante pareció que comprendía la totalidad del delicado aparato, tal como un relojero fabrica un reloj. Soma, percibiendo esto, dijo: "Tal Filos, es la clave a toda la sabiduría de la que he hablado. Dios, creador de todas las cosas existentes, entrará un día en tí. Entonces tu espíritu, que es un rayo de Su espíritu, enviado a la oscuridad de la vida por El, se volverá a unir con El. Y porque El crea por Logos constante todas las cosas y estados del Ser, y es inmanente en todo ello, conociéndolo todo, cuando El entre en tu alma, tú conocerás todas las cosas igualmente, y, en menor medida, verdaderamente, crearás también. Sabrás que, en un sentido químico, sólo existe un elemento, que funciona por medio de la Fuerza. Entonces todos los elementos, tal como tú los conoces, serán vistos nada más que como diferentes velocidades de la formación molecuar del Elemento Uno debidas a diversos

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grados de la Fuerza Una, y la luz, el calor, el sonido y todas las sustancias sólidas, líquidas y gaseosas serán vistas como diferentes no en materia, sino sólo en velocidad. "Este conocimiento subyace en toda la vida, la física, la química, el sonido, el calor, el color, la electridad, y todos y cada uno de los posibles aspectos de la naturaleza. Tal es la suprema ley de Dios, y El es la naturaleza, aunque la naturaleza no es Dios. Otra ley es la de compensación; ¿quieres que te hable de ella?". Contesté que me encantaría escucharla, porque sus palabras revelaban a Dios en todas las cosas, tanto elevadas como inferiores. Así pues, Soma continuó: "Esta ley, pues, no sólo gobierna toda la materia, sino también aquello de lo que la materia es un reflejo, el Espíritu, y el dominio del alma. Solo necesito citar un sólo y breve ejemplo dentro de la naturaleza material, el plano del tornillo. Según sea mayor o menor el plano de un tornillo en su inclinación, así su acción será rápida o poderosa, pero nunca ambas a la vez. Si la rosca es ligera en pendiente, la barra del tornillo se deslizará por su tuerca muy lentamente, pero, al ser ejecutada en una prensa de rosca, la fuerza aplastante será enorme. Por el contrario, si la pendiente es muy inclinada, la barra del tornillo avanzará rápidamente, de la siguiente manera: el tornillo, que puede ser insertado en una madera con un martillo, girará a medida que se va introduciendo. "Ahora bien, en el dominio anímico, si un ser humano está satisfecho con el ritmo gradual, fácil, del plano ascendente hacia Dios de la vida diaria pura, de las tentaciones diarias para cometer errores, y caer en ellas a menudo, el progreso hacia arriba será lento, pero seguro. Pero, por el contrario, si está interesado en aprender rápidamente, tiene que afrontar en unas pocas horas toda la fuerza aplastante de las tentaciones para errar y para pecar que el hombre ordinario afronta distribuidas a lo largo de muchas, muchas reencarnaciones, que cubren siglos, sí, tiempo casi infinito. En el primer caso el Padre da suficiente pan diario de fortaleza a los hombres para permitirles progresar muy lentamente, pero con seguridad. En el segundo, toda la espléndida reserva de fuerza resistente de todo un Dios es necesaria, porque todo el poder de Lucifer, ese elevado espíritu de la naturaleza que reencarnó en el planeta que se desintegró convirtió en el cinturón asteroide solar, al errar, al fallar su Alma, todo su glorioso poder no bastó para

conducirle a la victoria, por lo tanto cayó. Dios-Cristo en tí es el único que puede ganar esta batalla. Verdaderamente, ningún mero ser humano, mientras siga siendo Hombre, puede tener tal

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tentación; ni tú, ni Mol Lang, mi padre, ni casi Gautama fueron sometidos a prueba tan severa como lo fué esa sublime alma del mundo, Lucifer, excepto en un sentido relativo. Y digo relativo, porque debes considerar esto: que si una mosca o una hormiga son sometidas a todo lo que pueden soportar, entonces su dolor en ese punto es tan fuerte como el de un hombre en su punto límite. Pero como Jesús y Gautama fueron tentados al máxinmo y no cayeron, su victoria fué mayor que la caída de Lucifer, y cuando tú llegues a una prueba como la suya, sin duda que triunfarás; aunque, una vez más, podrías fallar. No existe más que un Guía; síguele y triunfarás, no lo sigas, y fracasarás•. Es un nuevo concepto para tí el aprender qu~ existe un ego animado, un espíritu del mundo, inmaterial en cada estrella, cada planeta, cada cuerpo estelar, en la misma forma que existe un alma individual en cada ser humano, animal o planta. Pero esto es cierto. También es verdad que los espíritus de los hombres progresan; afrontarán la prueba suprema, y, si salen victoriosos, entrarán en el largo descanso, el cielo, devachan, llámalo como quieras, Nirvana. Pero éste no es el fin, porque la vida tiene un comienzo, y también tiene un fin. Y el ego humano perfecto que emerge finalmente del Nirvana, ese largo devachan de todas las reencarnaciones, emerge no como Hombre; no vive, sino que Es, y Su existencia post-vida, es un estado del Ser que ninguna mente humana puede comprender, excepto infiriéndolo por medio del conocimiento de que ese estado es a la Vida como lo maduro es a lo joven. Pero antes está la prueba de la transfiguración; mi padre ha llegado a ella, yo no. Si fracasamos, entonces está la segunda muerte.., pero tenemos que afrontar esta prueba, la humanidad tiene que afrontarla. Pero falta mucho tiempo aún, porque no llega hasta que el alma es perfecta, y está preparada para dejar el estado de crisálida de la Vida Humana, para ser juzgada según (sus) obras por Aquel que las hizo todas. ¿Te canso, Filos?". Contesté que no, aunque parecía que yo captaba lo que él quería decir sólo para perderlo otra vez. No obstante, yo estaba interesado en que siguiera, creyendo que comprendía, al igual que cualquier persona que tú o yo conozcamos piensa que su comprensión de temas abstractos es perfecta. Soma sonrió y respondió que, cuando hubiera terminado, todo lo que yo habría conseguido sería

(*) Juan xvi, 13.

(* *) Apocalipsis, xx; 13, 15.

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la tendencia ps1qu1ca que favorecería mi progreso, porque yo estaba destinado a olvidar las ideas que yo creía estaba adquiriendo. Pero continuó, observando que un prejuicio favorable era algo valioso, pidiendo que hiciera su mayor esfuerzo por mí. "Deseo que observes también esto: que si piensas que el día del juicio, cuando según sus obras tu alma sea juzgada por tu espíritu, que es Dios en tí, está todavía muy lejano, y por lo tanto tienes mucho tiempo disponible para retrasarte, para errar, cometerás un error fatal. Porque si en la mayor prueba cualquier hombre fracasa, es porque día a día, a medida que se viven las vidas, éste ha desaprovechado sus oportunidades, bien por omisión o por comisión. Entonces sufrirá la segunda muerte, será arrojado al lago de fuego, en otras palabras, su Espíritu se separará de su alma e irá al Padre, mientras que el alma será agregada a la suma de la energía, el elemento Fuego, que es la suma de todas las formas de energías inferiores, de las cuales sale la vida, el calor y la vibración. Pero esto no ocurrirá hasta que el que ha errado haya pasado desde su alma a su espíritu. Así pues, la segunda muerte• no lo es del pecador; es la separación de toda su obra deteriorada, y una oportunidad para comenzar otra vez, para construir mejor; nuestro Padre no condena a Su hijo, sólo el trabajo imperfecto, el alma pecadora. En la biblioteca que tenemos aquí puedes ver un libro traído aquí a Hesperia desde la Tierra, un libro que habla de la orden Rosacruz, y de este Fuego supremo. Este también es ese Fuego que una vez en la Tierra se llamó el Maxin. "Filos, sufrirás la prueba de la Crisis antes que otros hombres; si triunfarás o fracasarás nadie puede saberlo salvo los que la han pasado antes". Cuando Soma cesó de hablar, miré a mi alrededor, y ví que mientras que los relojes y las máquinas de escribir, y las cerraduras y otros instrumentos habían desaparecido, la impresora vocal no; era una realidad, el resto sólo habían sido conceptos que Soma había querido que yo viera. Mi mente no estaba suficientemente bien entrada como para continuar en una especial línea de pem;amiento durante tanto tiempo, y mientras yo me figuraba que poseía una idea clara de todo lo que mi acompañante había dicho, y estaba complacido por las nociones, no obstante, si yo hubiera tratado en ese momento de recordar lo que él quería decir, me habría quedado consternado de ver que no tenía nada más que

(*) Apocalipsis xx, 13-15.

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ideas vagas. Pero no intenté el experimento sino que, contento con la suposición de que poseía estas nociones, mi mente se dirigió hacia otro tema, y le pregunté a Soma si los hesperianos no habían considerado el construir vehículos aéreos entre tantos logros. Se volvió a mí y mirando por detras mío, sonrió al responder: "Dejaré que Firis te hable de ello; tengo que irme a otro lado". Yo estaba complacido con este nuevo suceso, pero la timidez se impuso, y aunque avergonzado de este hecho, mi aflicción sólo pareció aumentar mi timidez. No prestando atención, según supuse, a esta timidez, Firis dijo: "Raramente viajamos, excepto cuando lo hacemos astralmente. Pocas veces nos preocupamos de utilizar los vehículos aéreos; pero los tenemos. Puede ser que tú, ¿o debería decir usted para reducir tu-su timidez por mi causa?", y Firis se inclinó hacia mí con sus ojos reidores, una mirada que, aunque me proporcionó un delicioso placer, de hecho me confundió, me temo, hasta que me recobré. "Quizás", continuó, después de reír gentilmente debido a mi patética timidez, "quizás piensas que nosotros los hesperianos podemos transportar nuestros cuerpos físicos aquí y allá por medio de algún proceso ocultista, o algo así. Por ejemplo, como todas las formas de la materia no son sino ideas divinas vestidas con la Sustancia Unica, es posible desintegrar la forma material, pero preservar la idea psíquica y transportar aquella igual que se mueven los pensamientos, por medio de la voluntad, y a continuación rehabilitarla a la materia. Así es, los objetos pueden ser traídos desde la Tierra aquí a nosotros. Pero si piensas que podemos hacer esto por nuestros propios cuerpos te equivocas, porque nosotros somos ideas dentro de cuerpos físicos. Realmente podemos salir de esos cuerpos, y viajar en un breve instante desde una estrella a otra. Pero no podemos tener dos cuerpos físicos a la vez. Si dejamos el que tenemos, podemos, poniéndolo en trance cataléptico, dejarlo en perfecto estado para volverlo a ocupar a nuestra vuelta. Pero si lo dejamos y nos hacemos uno nuevo, igual al otro en todos los aspectos, y entramos en él, el otro templo perecerá. Podríamos hacerlo; pero no tenemos necesidad de ello, y por consiguiente no lo hacemos. Todo a tu alrededor es materia, cada respiración es materia, difiriendo sólo del hierro en su velocidad molecular. El aire es materia; la electricidad es materia. Te lo mostraré. Mira, deseo un plato, varios platos, tazas, fuentes, cuchillos y tenedores, por lo tanto los imagino (imagen, yo creo) en la forma mental o psíquica. ¿Los vés? Los ojos de la Tierra no podrían verlos; tú tienes durante un tiempo visión hesperiana".

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Ante mí había un montón de vajilla delicada, con un dibujo diferente en cada pieza. "Estos objetos son realmente sólo pensamientos forma; ningún ojo incapaz de percibir un pensamiento podría verlos. Pero ahora mira, atraigo hacia mí un nivel de velocidad más alto, la energía extra que hace el aire de la Sustancia Unica, y la fuerza que dejo es justo la de varios minerales de los cuales deseo hacer mi vajilla; observa que un plato es un rubí, el cristal de aluminio real; y otro es una perla, otros son de diferentes piedras preciosas, como esta taza y plato, carbono cristalizado, cada uno un diamante. En la tierra, estos platos valdrían millones de dólares, pero aquí son valorados por su uso y su belleza solamente. ¿Ves Filos? Conozco los términos de tu lenguaje y las ideas que transmiten tus palabras. Pero ahora yo, como Soma, tenemos que irnos, porque tengo que preparar una cena, y usar mis platos, tazas y fuentes, que he hecho, así como más que todavía tengo que hacer. Como un mortal ordinario, ¿no? Verdaderamente, ¿y por qué no? ¿Cres que un ocultista está siempre absorto en especulaciones abstrusas? Te equivocas, Filos, te equivocas, ciertamente. Puedes ir a la biblioteca, donde podrás encontrar algo que te interese". A la biblioteca fuí por lo tanto; y si quieres, tú puedes venir conmigo, en forma mental, y ver algo de ello. No digas que estos objetos hesperianos eran irreales, sólo porque he dicho que nadie con ojos terrenales ordinarios podría ver ningún indicio de vida en Venus. La realidad no significa necesariamente solidez terrenal. Había al menos cuarenta mil volúmenes alineados en los estantes; muchos de ellos estaban encuadernados de forma sencilla, pero algunos eran muy lujosos. Cuando entré por primera vez en esta habitación ví que los libros en los estantes estaban todos en la impresión fonética de Hesperia. Pero ví sobre una mesa uno en cuya cubierta había letras doradas en inglés dando el título y el nombre del editor, y al mirarlo, por un breve instante el recuerdo de la Tierra volvió a mí. La inscripción decía: "MIL SEISCIENTOS KILOME1ROS REMONTANDO EL NILO" por la señorita A.B. Edwards Este volumen había sido traído todos esos millones de kilómetros a través del espacio interplanetario por medio de las "corrientes", como lo había hecho Firis cuando "hizo" la vajilla, sólo que en el caso de este libro ella no había creado los pensamientos existentes en el libro, sino que había desintegrado la

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materia, preservando el astral, la única relidad de un objeto, y después de traerlo desde la Tierra a Hesperia, lo había revestido con materia después de su viaje. Miré a mi alrededor, y encontré otros volúmenes, uno titulado: "LOS ROSACRUCES" por Hargrave Jennings. Encontré copias de las obras de Milton, los primeros poemas de Tennyson, de Moore, y un montón de varios metros de alto de otros libros clásicos; encima de todos ellos estaban los "Ensayos de Emerson", sobre los cuales, al mirar, ví que había un trozo de papel y, al mirarlo, las letras parecieron formarse como si fueran precipitadas del aire: "Filos, he traído estos libros para tí desde la distante Tierra. Lo hice para que puedas compararlos con nuestras obras hesperianas. Finalmente, piensa en esto: que los que estamos iluminados por el Espíritu del Creador tenemos poco que hacer con los libros o métodos de aprendizaje tan rudimentarios, preocupándonos solamente por ellos como especímenes de las obras de las almas en ciertos planos. No tenemos necesidad de leerlos, ni deseo tampoco, sirven simplemente como textos, porque cuando deseamos aprender, nos retiramos dentro de nuestras almas y escuchamos al Espíritu que Todo lo Conoce". Este mensaje estaba firmado por Firis. Estaba escrito en inglés. ¿Escrito? No, precipitado, y tan pronto como lo leí, desapareció como había aparecido, sin ninguna mano que lo retirara, ni persona excepto yo mismo en la habitación. Con su desaparición, también dejé de tener recuerdos del mundo del que había venido. Mientras consideraba qué hacer a continuación, Firis vino y dijo: "Aquí hay un invento de Soma que aumentará tu distracción; sé que siempre es así donde hay muchos libros". Tomó un libro de la Tierra, Shakespeare, y lo colocó en un instrumento que volvía las páginas automáticamente, y una fuerte luz eléctrica daba en las páginas, reflejando sus rayos sobre una plancha metálica. Ruedas invisibles rodaban dentro de una caja, y una voz salía de un micrófono en forma de tubo. Para mi complacencia oí la lectura de una página trás otra de la gran joya literaria, en tonos apropiados para cada uno de los personajes. Mientras escuchaba, absorto, Firis se retiró, y pasó algún tiempo antes de que me diera cuenta de su ausencia. Creo que debería haber ido a buscarla, o a Soma. Mol Lang se había ido lejos, a realizar su labor, dejando su cuerpo dormido en su habitación, pero cuando

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iba a irme de la biblioteca, una mano, la mano de una mujer, me tocó en el hombro, y una suave voz dijo: "Ponte esto en los oja. 11 • Era Firis, que me dió lo que parecían un par de gafas. Eran realmente unas gafas que todas las riquezas de la tierra no habrían podido comprar. ¡Cuanto se preocupaba de que yo me distrajera! Al ponerme las gafas, todos los estantes de libros desaparecieron, y siendo colocado en mi mano un libro, según recuerdo, porque no lo sabía entonces, me encontré aparentemente en medio de escenas muy conocidas. Todas las imágenes mentales conjuradas por la vívida lectura de fama.o poema de Scott, "La Dama del Lago", todas las voces de sus personajes se veían y oían, como si yo estuviera en el lugar donde se hablaba. Durante un tiempo fuí transportado por medio de estas gafas mágicas a la obra mental de Walter Scott quien, al escribir: "Yacía alrededor de él como una nube, un mundo que no podía ver".

excepto con la visión de la imaginación creativa. Todo esto fué presentado en pocos momentos, porque el pensamiento es más rápido que los sentidos, y cuando el Rey lanzó sus grilletes dorados al cuello de Malcome, y dejó la cadena en la dulce mano de Ellen, sin esperar el resto, Firis retiró los maravillosos anteojos de mis ojos y dijo: "Estos podrían hacer desvanecer el entorno material, e introducir al lector directamente al dominio de la imaginación del autor, de cualquier libro pero no de cualquier lector, porque sólo los sentidos humanos delicados, desarrollados, sin estar controlados por lo animal, pueden disfrutar del uso de estas gafas. Y esto es debido a que son una especie de imán sensible, que unen hechos psíquicos pero no cosas materiales. Pero yo no sé mucho más sobre ellas, y tienes que preguntar a mi padre si quieres saber más de ellas. Yo sólo soy una chica, y tengo que aprender para ser más, antes de que pueda enseñar. Y no me gustaría fracasar al darte una explicación. Tu buena opinión de mí disminuiría y eso sería mortificante, porque yo atesoro tu opinión-yo, bién, no importa", dijo ella, al tiempo que un delicado rubor se extendía por sus mejillas, "ven conmigo; creo que no es bueno estar demasiado tiempo en medio de la misma clase de influencias, como los

entornos literarios". Mucho, sí, la mayoría de lo que yo ví en Hesperia no me era

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familiar. Pero ese delicado rubor me hizo pensar, con mis ideas entre tanto en un remolino confuso, estático. ¿Qué significaba aquello? ¿Denotaba afecto recíproco? "Así es realmente", dijo ella, en respuesta a mi pregunta no formulada. "Pero su significado está más allá de tu comprensión. Tú, no, usted, me vé como a una doncella de pocos años. Su amor me verá como una mujer. ¿Parece que estoy diciendo un acertijo? Sólo el tiempo puede resolverlo. Usted está conmigo, y yo con usted, y nuestras edades no difieren mucho. Usted tiene poco conocimiento; yo tengo más; ambos son imperfectos, no obstante, el Espíritu nos hará completos. Si le pregunto ahora: ¿Qué es la fuerza de voluntad?, no podría contestar verdaderamente. No obstante, yo le hablo y mis palabras calarán profundamente, y le guiarán hasta mí. Dije erróneamente que usted está conmigo, y mire, usted lo está sólo en la vista de nuestro Padre en el principio, pero no ahora. Pero llegará un día, y cuando yo pregunte: ¿Qué es voluntad?, usted responderá de su propio conocimiento: La voluntad es el fiat de la consciencia. Si es la voluntad del alma animal, el resultado será solamente un pensamiento subjetivo que dará energía a los músculos para realizar una realidad objetiva conforme al plan subjetivo. Si es del alma humana, será de mayor intensidad y más noble, pero todavía el cerebro, por medio de los músculos, tiene que llevar ese fiat a la forma material. Pero si la voluntad es el fiat de nuestro Espíritu, y está entrenada, diremos a cualquier fuerza material: Obedéceme, y obedecerá. Porque nuestros Espíritus son de nuestro Padre y uno con El, y la Voluntad del Espíritu no necesita cerebro o músculo, sino que todo poder natural es su servidor directo, y ésta es la fe de la que habló Jesús. Así pués, Filos mío, te he hablado, y tú, oyendo, no has oído. ¿Por qué no? Porque nuestro Padre todavía no se ha manifestado en tí. Pero cuando tú, habiendo oído, comprendas, seremos los dos uno solo, así está escrito en el Libro de la Vida". Dejó de hablar y en ese momento llegamos a un jardín donde crecían frutas de mesa. Firis recogió algunas de ellas, pero quería otras que no estaban creciendo. Inclinándose, dibujó en el suelo una figura que me resultó familiar, aunque no podía decir dónde la había visto antes. Era éste 0; y el lector recordará que es la misma que describí que hizo el Tchin cuando produjo la llama Vita Mundi al entrar en el círculo. También era fuego creativo en las manos de Firis, aunque no era lo mismo que hizo Quong: En el espacio Firis plantó semillas, y después, completando el símbolo, las llamas aparecieron en el área sembrada.

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"¡Mira, Filos! Si tengo la semilla, la planta crecerá de su misma clase•. Pero si no tengo la semilla, la pobre, sabiduría de mi alma humana no podría hacer crecer la planta. Mol Lang podría porque está transfigurado. Teniendo la semilla, puedo traer el Fuego Vivificante de Dios para ayudar a que germine, ¡mira!, crece, y mirá otra vez, crece visiblemente". Yo estaba asombrado de ver, creciendo rápidamente como crecen las sombras, plantas verdes, y brotes desarrollándose, como las flores floreciendo, florecidas; semillas formándose, formadas, y el fruto maduro colgando en racimos en la radiante llama de la Vita Mundi, tan altos como mi cabeza desde el suelo, donde antes había sido suelo vacío. Y la muchacha, que decía que no era una mujer todavía, haciendo tal magia, ¡y pensando que era algo normal! Este era un poder inherente al Principio Humano, amigos míos, y será común en vosotros cuando os hayáis convertido en el Humano. El hombre de la Tierra todavía está en el inicio de su humanidad en algunos pocos casos extraordinarios, pero está en su mayor parte en su fase animal. La mayoría de la humanidad es simplemente animal, no humana, salvo por cortesía. Pero el amanecer de la gloriosa nueva era está cercano, y en su plenitud de días Cristo vendrá otra vez y entrará en el corazón de 1~ suyos; y será el Padre el que entre, y por el Mesías. Estad, pues, preparados para la venida del Espíritu, porque ningún hombre conoce ni el día ni la hora de la misma.

CAPITULO VII

"EL DESIERTO ESTA ANTE TUS PIES" Así pasaron los días. Habían pasado más de dos semanas del tiempo local en los entornos hesperianos. Y durante este intervalo el anhelo de la vida pasada creció; en las contadas ocasiones en que Mol Lang, Soma o Firis habían recordado las vívidas memorias de la Tierra habían sido captadas por mi astral pertoziano, y así, cada suceso renovaba la certeza de que yo había tenido un pasado en el que mi entorno me había sido familiar. Entristeció a Firis saber que cada vez que yo me quedaba solo mis pensamientos anhelaban cada vez más ese pasado. En ocasiones, un gran esfuerzo por mi parte lo hacía volver ante mí, traía, de hecho mi

(*) Génesis i. 12.

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astral terrenal desde la Tierra hasta mí, ese astral que era la suma de mis experiencias y recuerdos de la Tierra. Entonces, estando en Venus, yo sabía que era un hombre de la Tierra, y un extraño, y mi anhelo creció cada vez más por América, mi "país". Aquello era mi hogar, ¡oh!, mucho más que mi hogar, aunque no tenía familiares vivos allí, ya que todos se habían ido al descanso del devachan, y no tenía amigos comparables a los que tan extrañamente había encontrado en Hesperia. Amigo mío, es el alma la que está encadenada, no el cuerpo del hombre. Desencadenad vuestras almas, oh, hermanos, y buscad conocer las cosas del cielo, de la vida superior de Dios, y todas las cosas se os darán por añadidura, sí, incluso la capacidad de explorar las estrellas personalmente. La mía estaba atada a la Tierra por el amor al hogar y a la tierra natal. Entonces, estos momentos de conocimiento cesaban, porque mi fuerza de voluntad no era suficientemente fuerte para mantener el astral que había llamado, y gravitaba en su propio nivel, que era el del mundo. Otra vez más yo quedaba inconsciente de la vida en la Tierra y meditando sobre el acertijo, ¡hasta que alguien de la familia desvanecía el estado mental que lo producía! No, yo era un alma que no estaba en casa excepto en la Tierra, aquí yo estaba en un plano superior; podría nacer después del devachan en el nivel de los hesperianos, pero siempre estaba el hecho de que todavía yo no había nacido allí. Era un placer para mí sentarme a la mesa cuando mis amigos tomaban sus sencillas comidas, porque aunque yo no podía comer, ni en verdad necesitaba ningún alimento, era agradable estar con ellos cuando se reunían. Al día siguiente después de haber visto a Firis hacer crecer las plantas para comer, estaba cenando con la familia cuando Mol Lang, hablando a su hijo, dijo: "Soma, ¿es prudente dar a nuestro huesped tanta filosofía como tú y tu hermana le habéis dado y pensais seguir dándole?". "¿Para qué guardar en secreto la verdad, padre mío?". "Porque, hijo, Filos tiene que volver a la Tierra; así está establecido. El no puede conocer estas cosas, porque oír no es conocer, ni lo es el ver. No tiene desarrolladas las facultades con las que conocerlas, y ni tú ni yo podemos de forma permanente hacer entrar nuestro conocimiento en su alma. Jesús de Nazaret, a menos que El entrara en las almas de Sus oyentes como cuando estaba en el templo, no podría decirles nada. Caifás, el Sumo Sacerdote, y todos los israelitas oyeron al Salvador con sus oídos y vieron Sus obras, pero estaban ciegos y sordos y no comprendie-

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ron. Pero El entró en los que eran Sus discípulos y seguidores, y ellos vieron y oyeron y se beneficiaron. Este fué el Espíritu que el Maestro despertó en ellos y siguieron a la Palabra, tal como Jesús la seguía. Pero el mundo ha tenido que leer la Palabra escrita durante todos estos siglos, y aunque muchos han creído, no obstante ninguno, no, ni uno, ha sido iluminado por el Espíritu como lo fué Pablo. ¿Qué dirás cuando Filos venga a él en forma astral cuando comience a añorar Hesperia, como ahora su astral de la Tierra viene a él cuando está añorando la Tierra? Y, habiendo olvidado Pertoz, y a nosotros, hablará de estas briznas de ocultismo, y sufrirá por ello. Sufrirá, porque algunos de los que le oigan serán elevados al misticismo, otros se burlarán, y ninguno, incluido él mismo, será capaz de explicárselo o comprender". "Sí, padre mío, hablas prudentemente. Pero permíteme decir que Filos dirá la verdad. La verdad es poderosa y prevalecerá. Si, al mismo tiempo, es mal entendido, no por eso no provocará alguna acción tanto en el que habla como en el que oye. No necesito decir que los pensamientos son cosas, porque todas las cosas son pensamientos. Incluso una piedra es un pensamientoconcepto del Espíritu Eterno, y la piedra vista por los ojos ordinarios no es sino la exteriorización de la idea. Si, entonces, Filos piensa, y sus oyentes piensan en sus palabras, esto es una acción, haciendo al actuante responsable. Si es un pequeño pensamiento, entonces será una pequeña acción; sin duda terminará su karma en la vida en que se ha hablado. Pero si es un gran pensamiento, o acción, quedará como un legado para el que lo realizó, ¿y entonces? También te hablo a tí ahora, Filos, el heredero de sus propias acciones verá que la acción se convierte en parte del gran karma de la raza humana, y él mismo será responsable de su fruto, porque, Hasta que el cielo y la tierra pasen, ni una iota ni una tilde pasarán de la ley hasta que todo se haya cumplido•. Solamente de esta forma podrá Filos volver a nosotros otra vez". "¡Bien hablado, hijo mío!", fué él único comentario de Mol Lang. Entonces, Soma me dijo: "Filos, hermano mío, no existe hombre o mujer que no haya hecho en alguna vida pasada así como en la presente algún mal a uno o más semejantes, hombres o animales. Lo que un hombre siembra, eso recogerá. Y nuestro

(*) Mateo v, 18.

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Padre ha ordenado que en la vida siguiente a la que ha sido testigo de los mayores pecados, el que los cometió tiene también que compensarlos. Tiene que hacer esto oponiendo al mal hecho el bien que sirva de compensación. Sin haber hecho esto, nadie entrará en el Reino. Esta es la ley del karma". Al dejar la mesa me fuí con Soma a sus habitaciones para ver un cuadro que adornaba la pared. Tenía un metro por un metro ochenta, y estaba enmarcado en rubíes, zafiros, diamantes, perlas y otras gemas colocadas sobre cemento, piedras preciosas que en la Tierra hubieran valido cada una cifras de nueve dígitos. Pero no así en Hesperia, porque fueron producidas igual que Firis produjo la vajilla de joyas. Pero la pintura era más maravillosa que el marco, era una producción de magia artística que toda la riqueza del mundo no podía comprar. Ví un océano sin límites, las olas batían con tempestuosa furia, las gaviotas saltaban las crestas o volaban por el aire sobre ellas. Parecía una puesta de sol sobre las grandes aguas, porque los rayos rojos brillaban por entre las oscuras nubes, iluminando la tormenta con gran luminosidad. Muy cerca de nosotros, tan cerca que uno podía ver la intensidad angustiosa de la mezcla de emociones en sus rostros, dos hombres y un muchacho se aferraban a una balsa flotante. Uno de los hombres era sujetado por sus compañeros mientras movía sus brazos desesperadamente haciendo señales a un barco que se destacaba, su aguda silueta contra el monstruoso disco, justo en medio del sol bermellón. "¿No valdría tal escena una suma tan grande como la que he mencionado?". Realmente, sería inutil dar una cifra para Jo que el dinero no podía comprar. Pero, ¿qué piensas cuando digo que las olas pintadas se elevaban y caían tal como hace el agua real? Y el viento soplando movía y curvaba las oscuras nubes y lanzaba espuma a una altura de cientos de metros. Los petreles y las gaviotas hundían sus patas en el agua y dejaban una huella momentánea cuando se elevaban otra vez. Las nubes se movían por el horizonte, y viniendo a través del gran sol eran iluminadas por su resplandor, mientras que, según estaba yo mirando, el astro brillante hundió su borde inferior en las aguas. El barco había navegado hasta el borde del escudo y, mirando ví una bandera que subía y bajaba como respuesta a los hombres de la balsa. Entonces un bote, un simple punto en la distancia, fué lanzado al agua. Pero los náufragos estaban demasiado cerca del nivel para ver estas cosas y, cuando el sol se hundió por completo, uno de ellos

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levantó sus brazos con desesperación y resbaló de la balsa para ir a su tumba en las profundidades del océano. Al rato, la luz de la luna llena reemplazó a la del sol que se había puesto, las nubes se aclararon, y en la luz pálida y plateada, ví el bote que se aproximaba, buscando a los náufragos. Los ví, ahora flotando a un lado del lienzo, pero los que los buscaban no los vieron en un principio. Remaban aquí y allá y al final tuvieron éxito. Subiendo al bote al moribundo y al muchacho siguieron remando hacia donde las luces de su barco brillaban en la noche. Entonces, el océano se quedó sin vida, cuando el bote desapareció en la oscuridad hacia el barco el cual, según ví, navegó hacia un lado del cuadro, como si toda la escena se estuviera viendo a través de una ventana, y el barco hubiera navegado hasta detrás del marco de la ventana. El lienzo se puso blanco lentamente, y enseguida estuvo totalmente vacío de color y figuras. Mientras aún estaba mirando, desde el lado derecho del marco salió un punto negro, acercándose lentamente hacia nosotros, y moviéndose hacia arriba y abajo. Las olas aumentaron en color verde por todo el lienzo, y Soma dijo: "Mira, se va a volver a repetir. Si lo miras verás todo otra vez. Es una escena de un naufragio en el oceano Atlántico, en la distante Tierra. Cada vez que se termina la escena se vuelve blanco, y a continuación vuelve a repetirse. Es otro ejemplo del poder de una mente ocultista sobre la materia; la voluntad del artista cambia la velocidad del color, y lo reduce o eleva con el fin de que las vibraciones que lo hacen rojo sean aumentadas y recorran toda la gama de la energía del color, siempre exactamente en armonía con la imagen astral puesta en el lienzo por el poder creativo del artista ocultista. ¿Quién pintó esto, preguntarás?, Firis. Lo pintó antes de que vinieras a Hesperia, cuando rescataste a una mujer de una vid¡¡ vergonzosa. Esta escena es profética. Es de un tiempo que llegará en la Tierra, cuando esa mujer rescatada se pierda en el mar, dentro de años. Pero mira el cuadro". Miré y ví que aunque la tormenta todavía era sólo una amenaza, se estaba acercando y hundiría al orgulloso barco que ahora había aparecido en perspectiva completa, a un kilómetro sobre las aguas desde donde yo estaba, según parecía. En el mastil mayor ondeaban las Barras y Estrellas, la Bandera de la Unión. Esta visión trajo hasta mí a mi astral, y los recuerdos de la Tierra

y del hogar llenaron mis ojos de lágrimas. Pero Soma retiró el triste sentimiento, dejándome sólo parcialmente consciente del pasado. Pude ver a un marinero que iba hacia la campana del

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barco y tocaba "ocho campanadas", ví, pero por supuesto no oí, que daban las cuatro de la tarde. El marinero apenas había tocado la hora cuando un hombre vino al puente y pareció dar órdenes de "largar rizos". Los hombres corrieron hacia los aparejos y obedecieron; de sus acciones deduje cuáles habían sido las órdenes. Entonces, volviendo al puente, atrancaron las escotillas y pusieron todo a salvo de la tormenta. Justo a tiempo. Primero una nube ensombreció el sol; a continuación, una sombra negra por el norte, oscureciendo la vista. Apenas podía ver que las cosas en el tablero del barco comenzaban a volar con el viento, y pronto el noble barco se inclinó hacia estribor bajo la furia de temibles olas punteadas de blanco. Entonces el barco fugitivo, con su palo mayor colgando de un lado, comenzó a volar ante el demonio de la tormenta. Pude verlo según se levantaba y se hundía en el torbellino enloquecedor, mientras parecía como si el barco se moviera vertiginosamente, dando el efecto de volar. Enseguida un grupo de marineros corrieron hacia los puentes por las bombas, las cuales manipularon con desesperación. Una mujer salió por una de las escotillas abiertas para el pasaje bajo los puentes, y atando el cordaje del estandarte del palo mayor alrededor de su esbelta figura, animó a los hombres en su desesperada labor. El palo mayor se rompió y quedo desgajado a la deriva. El barco se llenaba de agua más rapidamente que los hombres podían bombearla, y corrieron hacia los botes. Uno a uno los mismos se perdieron, se hundieron tan pronto tocaron el agua, hasta que sólo quedó uno. El capitán ordenó a sus hombres subir al mismo. Había dos hombres más de los que cabían en el bote; y el capitán con su compañero y la mujer, a la que sostenía en sus brazos, se quedaron. El bote no estaba aparentemente a más de 30 mts. de distancia cuando el barco se inclinó hacia adelante, por la proa, y se hundió. Una balsa que flotaba cerca del bote fué la salvación de algunos de los que estaban en el fragil cascarón. al que ví zozobrar por las enormes olas. Durante un momento ví rostros blancos, porque el bote estaba cerca de mí. Ví el rostro de la mujer al hundirse, y ella estaba lo suficientemente cerca como para ver, no terror, sino una sonrisa apacible en sus rasgos. Entonces ví a dos hombres y a un muchacho, agarrándose a la balsa, y la escena volvió a repetirse, porque en esa balsa, después de pasar dos días (aparentemente), los ví al principio de esta descripción. "¿Aparentemente?". Sí, porque el lienzo reflejaba esa negrura de la noche, la luz sombría del siguiente día, otra noche y el segundo día. Toda la escena tardó unas dos horas reales en pasar ante mí.

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Soma no dijo nada más concerniente a la sabiduría ocultista. Sabía que mi mente, ignorante de la filosofía de esta vida superior, no estaba en contacto con su significado, y que yo me cansaba de ella como un niño lo hace de los estudios en la escuela; ocupaciones abstrusas que no presentan a su limitada comprensión una conexión real con los hechos de su pequeño mundo. Mol Lang todavía me enseñó una cosa más allí en Hesperia, diciendo que era para mi guía, y que no debía olvidarla en ningún momento. Estábamos ante el gran río que corría cerca de su casa a unos pocos cientos de metros de distancia. Me senté sobre la arena de la ribera; Mol Lang se sentó arriba en los bancos, suficientemente cerca como para tocarme. Plantó una semilla, y colocó sus manos sobre ella, con las palmas hacia abajo. La planta creció deprisa, y pronto maduró y llegó a la altura de mi cabeza. Un fruto parecido al plátano colgaba de sus anchas hojas. Tomó una fruta y la comió. "Mira, Filos, así es la vida vegetal. Tú has preguntado: ¿Por qué no se puede tomar la vida animal para nutrir nuestros cuerpos?, y ¿si no debemos tomar la vida del animal por qué podemos tomar la vegetal? Hijo mío, donde existe cualquier forma, mineral, vegetal o animal, también existe una entidad creada por el Espíritu; la forma material no es nada sino la vestidura del astral, y ésta la del alma. Existen almas vegetales, animales, humanas, todas hijas de nuestro Padre, pero no evolucionables las unas en las otras en el mismo periodo de actividad planetaria; pero todo progresa hacia el Creador como las plantas se dirigen hacia el sol. Ningún hombre puede hacer que ni siquiera un alma vegetal exista; pero si conoce la ley, puede encontrar un alma vegetal y darle un cuerpo en forma de planta, si el cuerpo es de una clase superior al que tenía antes. El puede-yo puedo reencarnar a un alma vegetal de esta forma. Es una experiencia sencilla; comienza por hacer brotar una semilla, después hacer crecer la planta, que madure, que florezca, que dé fruto y produzca más semillas, siete acciones sencillas. Yo puedo acelerar estos procesos, y hacer que se produzcan en pocos minutos. De esta forma he dado al alma vegetal su pequeña experiencia. Dejada sola no tendría otras, sino que moriría, sería la última experiencia en su encamación. Muy bien; tomo su cuerpo, pero no corto su necesario progreso. Virtualmente es mi propio cuerpo y mi propia carne, porque lo hice y se lo dí al alma vegetal. De mí salió fuerza para hacerlo. Revierto el proceso, como la planta, a mí vuelve la fuerza. Pero ningún hombre podría predecir las experiencias que cada día, hora y minuto, traen a un

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alma animal, y cada una de ellas es necesaria, porque crece hacia el Eterno. y cada experiencia es un eslabón responsable, haciendo un karma que llevará a su alma animal a la siguiente reencarnación. Mata a ese animal, y no podrás compensarle de sus oportunidades; pero a una planta sí puedes. La compensación es la ley de Dios. Si haces una cosa y no puedes compensarla, eso es pecado; pero si eres capaz de efectuar el adecuado equilibrio, entonces no es pecado. Por lo tanto, el Maestro de Nazaret no pecó en el asunto de llenar las redes del pescador, pero tú habrías pecado haciendo lo mismo, porque en tí el Espíritu manifiesto no se ha hecho Uno contigo. Como no puedes compensar a un alma animal por su vida corporal, pecas al matarlo. Y la carne queda maldita por razón de ese pecado. Mira, yo digo en verdad, si cometes este pecado, recibirás el castigo; ningún carnicero puede ver a Dios y a Su Reino; él tiene que dejar de ser un carnicero antes de que pueda tener esperanz.a de conocer el reino oculto que es Su Reino". Mol Lang se levantó, y yo también lo hice. Puso su brazo alrededor mío y dijo: "Hijo mío, el desierto está ante tus pies. Las ardientes arenas quemarán tus plantas, no obstante, oye tu propia intuición• que Dios revela a tu alma, y podrás salir de ese desierto. Sé fiel hasta la muerte, y recibirás de nuestro Padre la corona de la vida. Que Dios sea contigo y te guarde, yo también te guardaré". Amigos míos, pasaron años antes de volver a ver a Mol Lang, muchos años de sufrimiento y prueba. El me dejó allí al lado del río, y allí me encontró Firis un poco después. Pronto se nos unieron otras personas, en su mayoría gente joven, incluso algunos niños. En Hesperia, el Séptimo Principio tiene un encantador comienro de crecimiento, mientras que en lo relativo a su perfección física, cualquier hesperiano tiene una gracia y belleza casi divinas. Pero para ilustrar cuán grande es la elevación de ese plano por encima de todo lo conocido en la tierra, y cuántos poderes aparentemente maravillosos se han convertido en la característica de esa humanidad como para ser herencia común de todo ego que allí encama, sirva esto de ejemplo: una niñita, de sólo cuatro años de edad, pero muy madura de comportamiento, al tiempo que esencialmente infantil en muchas cosas, vino y se paró frente a mí. Aunque la pequeñina se reía y hablaba conmigo, si estuve dispuesto al principio a considerarla infantil,

(") San Juan; xvi, 13.

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pronto la miré de forma distinta. Aunque era muy joven, y por supuesto no familiarizada con ninguna de las leyes ocultistas, como niña de una rama de la humanidad avanzada hasta el plano humano perfecto, y en el umbral de Jo espiritual, estaba capacitada para estar allí debido a innumerables reencarnaciones anteriores. Como heredera de todas esas vidas, la doncellita poseía asombrosos poderes que los hombres y mujeres de la Tierra tienen que adquirir por medio de un lento proceso de estudio a Jo largo de años. Estudiad primero para vencer la naturaleza animal, a continuación meditad en los principios que, para aquéllos que tienen la voluntad de conocer, están en estas páginas. Haced sólo lo que éstos enseñan. Seguir el Camino. Alguien guiará a todos los que encarecidamente Le piden, incluso antes del Dia del Hombre. Aparentemente satisfecha en relación con mi apariencia, recordad que yo habría sido invisible a los ojos no clarividentes, pero no Jo era para ella que había heredado la vista psíquica, la pequeñina comentó con dulce confianza: "Mi padre me ha hablado a menudo de una numerosa rama de la raza humana, comparada con la cual nosotros los pertozianos somos como las hojas de un sólo árbol en comparación con los árboles de un bosque. Me ha señalado el planeta donde viven éstos; nunca he visto a ninguno de esos seres humanos inferiores hasta ahora que te veo a tí. ¿No es extraño? Y me dicen, también, que ni tú, ni el resto de la gente han llegado todavía a tener conocimiento del karma, ni de otros poderes ocultistas, que tontamente se burlan de ellos, en verdad. Es extraño. Pero tú, y ellos también, creceréis en conocimiento. Dios lo exige. Entonces, tu apariencia personal será más agradable". Me quedé completamente asombrado. Oír a una niñita hablar así, y terminar con el comentario de que yo crecería, bién, crecería a la gracia, era de Jo más sorprendente. Yo estaba complacido, también, porque demostraba el gran vacío entre el hombre de la Tierra y la espiritualidad de Hesperia, pero mostraba el panorama de las posibilidades humanas con una claridad que ninguna otra cosa lo había hecho. El hombre necesita comparaciones para poder juzgar los valores relativos. La Iglesia de San Pedro en Roma es el mayor edificio que el mundo conoce en el presente. Pero estos inmensos edificios tienen que ser comparados con otros, mayores en sí mismos, para permitir a la mente humana comprender cuán inmensos son. Lo mismo ocurre con las verdades espirituales: hasta que esta niña me lo reveló, yo no había tenido nada más que una concepción vaga de las excelsas verdades que había oído. Las

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acciones maravillosas de Mol Lang, las de Soma y Firis incluso, me habían impresionado como actos de un ser superior, cuyo lado yo jamás podría conseguir como un igual. Verdaderamente, Mol Lang dijo que él había ido allí a través del estudio y, además, por la fe en el Padre. Pero mis ojos no veían este progreso; sólo veían su logro; tampoco había visto yo a esta niña adquirir su posición, pero mi alma podía reconocer el hecho de que su crecimiento progresaba. En vez de vagos deseos, comencé a sentir un estremecimiento de esperanza y un conocimiento de que yo también podía crecer. Hasta ese momento yo había aceptado los comentarios de mis amigos en relación a que yo podía llegar a ser como ellos. La fe era ahora reemplazada por el conocimiento. A través de esta pequeñina mi vida se elevó y me conecté con la vida superior de Peroz, la vida del hombre perfecto. Estaba preparado para decir con formalidad: "De tales es el reino de los cielos". La docena más o menos de amigos que estaban presentes me pidieron que les contara la historia de mi vida, para que oyendo la voz viva, ellos me pudieran estudiar a medida que yo hablaba. Accedí. Al fin terminé. Les había hablado de mis esperanzas en la vida, y éstas eran esperanzas elevadas, nobles, como las que pueblan el pecho, subyugando la naturaleza animal, cuando uno escucha música cuyos acordes hacen estremecer al alma y desea alcanzar la elevada recompensa de oírle a El decir: "Bien hecho, siervo bueno y fiel". Entonces me habló Firis, lentamente, pero cuán dulcemente sólo lo puede saber quien ha desechado todo lo que mancha el alma humana. Me dí cuenta de que ella ya no usaba el pronombre personal corriente, sino que en esta última conversación volvió a estilo solemne aunque usando el lenguaje inglés familiar. "Filos, has hablado de tu vida todo lo que conoces. Yo conozco mucho más, y te lo diré también, aunque te vas a la Tierra, olvidándonos, olvidándome". "Firis, no digas eso, ¡nunca podré olvidarte!", dije tristemente. "Sí, Filos, tú me olvidarás, porque sólo tu recuerdo hesperiano me conoce, y tiene que dejar paso a tu astral terrenal cuando hayas vuelto allí. No obstante, dormirá, no perecerá, hasta que llegue el día otra vez en que gobiernes tu vida. Cuando los años de karma hayan pasado, una vez más vendrás aquí, y entonces ya no echarás de menos la Tierra, como ahora. Gemelo mío, de buena gana te retendría aquí; pero no puedo, porque el karma está contra mí, y el karma es la ley de Cristo, que dice: Lo que un hombre siembra, eso recogerá. Aunque olvidando Hesperia, tendrás no obstante un

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registro astral, y en ocasiones vendrá a tí, como tu registro de la Tierra viene aquí, perturbándote, y será algo extraño, porque se parecerá a tí, pero tú no reconocerás sus palabras como tu propia historia, por lo que el mismo parecerá otra persona. "Has contado tu vida hasta donde la conoces; pero has oído que has tenido miriadas de otras vidas. Y en esas yo he estado presente. Es natural, porque mi espíritu es también tu espíritu, aunque nuestras almas no están ahora tan cerca y juntas como lo han estado en otras vidas. Podría decirte más concerniente a este eterno pasado, que tú has tenido y conocido, pero que has olvidado página a página a medida que el Angel de la Muerte ha vuelto las hojas de tu libro de la vida. Pero no te lo diré, Filos, aunque podría recordarlo de ese registro viviente, eterno de causa y efecto, de la mutua acción y reacción de las formas de vida y de la materia; éste es el registro astral, el Libro de la Vida del Padre. La memoria no es sino el poder del alma para leer este gran registro astral. Yo tengo ese poder, tú no lo tienes; pero yo no te lo diré, sino que dejaré que lo encuentres por tí mismo; que conozcas este pasado tuyo con la sabiduría que adquirirás. Entonces me conocerás como unida contigo. Y en ese tiempo escribiré la larga historia de nuestras vidas desde los remotos días en que tú y yo vivíamos en la vieja Lemuria, días antes de que la Tierra conociera el continente de la Atlántida, o la era glacial de los geólogos era la era de oro. Pero nosotros iremos más hacia atrás, al tiempo en que la Tierra no existía, ni Venus, ni marte, ni el sol ni ninguna estrella. Pero no trataré de hablar al mundo de esto, no porque no pueda ser dicho, sino porque ningún lector podría comprender ese estado en el que el Hombre que es, era una raza que no se había convertido en Hombre todavía. Cuando digo Hombre también quiero decir todos los animales asociados, porque todo ser que vive en la Tierra es Hombre, habiendo hombres y animales, hombres inferiores. No, los que podrían oír las palabras no podrían de ninguna manera comprender que existían seres que no eran ni animales, ni plantas ni minerales, y que no obstante, vivían. Por lo tanto, trataré sólo de hablar de la época posterior que vino antes de la última era glacial, y todavía posterior al tiempo de :lailm, y cuando hable de él, lo haré de tí, porque mi Filos no es sino :lailm reencarnado, que ha regresado de devachan 11 • Levanté la cabeza, que había mantenido baja mientras Firis hablaba. Estábamos solos, los otros se habían retirado. Firis continuó: "Escribiré sobre Anzimee, y por lo tanto de mí misma; y también escribiré sobre otros. Pero ahora hablo de nosotros.

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"Cuando el Hombre nació en la Tierra desde Marte, como él nacerá finalmente en Hesperia desde la Tierra, esta fué la base de la alegoría de Adán y Eva, pero detrás de ellos vinieron todos sus hermanos inferiores, los animales de la tierra, del mar, y del aire. Y antes del nacimiento de la raza estaba la raza que vive en Marte, y antes vivió en otros dos planetas, ninguno de los cuales son de materia que el ojo terrestre pueda percibir. No existe ahora en estos planetas proceso de vida, porque estos mundos anímicos están ahora descansando, y también lo está Marte. Así pues, he hablado de cuatro de los siete planetas en los que la raza humana realiza visitas cíclicas, yendo del Uno al Dos, al Tres, al Cuarto (que es la Tierra), al Quinto (Hesperia), y al que el Hombre irá después de sus años en Hesperia, y de allí al mundo Séptimo o Sabático. Estos dos últimos, como los dos primeros, son imperceptibles para los ojos del hombre de la Tierra. Siete son los mundos y siete veces la raza del Hombre los circunda; el Hombre ya ha circundado tres veces la serie y ha llegado en masa al cuarto en número de ésta, su cuarta ronda. Así, Filos, yo hablo de todas esas muchas vidas de la raza; de la Tierra, de Hesperia, de Marte, y de todos los otros planetas humanos, en el sentido común del término. Pero quien así lo desee, puede ir con nuestro Gran Maestro, escapándose así de las Rondas, y esa Vida, no existen palabras para describirla. Pero tal voluntad es rara, y pocos son los que encuentran el Camino. No obstante, aquí hay algunos de los signos del Sendero; óyelos, síguelos, y así me encontrarás a mí. Usa todas las cosas pero no abuses de ninguna. Las medicinas, como medicinas; el alimento, pero no la glotonería; la bebida, pero no la borrachera; la sociedad, como un estudio; el matrimonio• como un Camino, pero la continencia como Su Camino Elevado. La mayoría de nuestra raza tiene que caminar por el sendero inferior, porque el Camino Escarpado da demasiado vértigo; nadie puede recorrerlo, salvo si El los toma de la mano; y pocos son los que Le dejan hacerlo, porque los deseos les tientan. Pero los que rehusan esa Vida ahora, ¿cómo la encontrarán otra vez? No la encontrarán, y así cesará con el mundo. Entonces, se hará realidad aquello que está escrito: Habrá tiempo, y tiempos y medio tiempo. Así debería ser. Un mensaje de este juicio algún día no lejano tú comunicarás. Estando en medio de su peregrinaje por la Tierra, la raza está a medio camino de una experiencia de vida que la ha tenido sujeta

(*) I Corintios vii; 1-9; también 29, 31, 32, 36, 37 y 88.

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por un período de tiempo tan inmenso que no puedes comprenderlo realmente". "¿No me lo vas a decir?", le pregunté. "Tengo curiosidad". "¿Decirte?, sí, y en palabras que puedas comprender, pero las cifras te resultarán vagas, ya que no sabes cuál ha sido todo el período que ha transcurrido. Estas son las cifras", y Firis solemnemente contó un período de tiempo que mi mente fué incapaz de comprender. "Pero procura no transmitir a nadie este conocimiento, hasta que nuestra expiación haya tenido lugar. Tal es el lapso de Tiempo desde que el Universo no tenía forma y vacío, y las oscuridad se cernía sobre el rostro de lo profundo. Todo hombre que vemos, excepto el que ha sido transfigurado, no es sino un semi-ego, y cada mujer es lo mismo, y dos de éstos tienen un sólo espíritu. Cuando llegue la época de la perfección, todas las mitades se unirán, cada una con su correspondiente mitad, y ¡mira!, este es el matrimonio hecho en el cielo. Pero antes viene la Prueba, la Crisis de la Transfiguración 11 • "Y si", pregunté, "si un alma no pasa, que pudiera ser, qué pasará, y si una mitad, una compañera fracasa, también lo hará la otra?". "¡Oh, gemelo mío! Si un alma no pasa, será porque la rebeldía de sus muchas vidas ha despojado al alma de su fuerza y por lo tanto no puede volar por encima de las tentaciones concentradas de esa prueba. Tal suerte es el destino de todos los fracasos en esta prueba suprema. Y finalmente, personalmente, ¿si tu fracasas? Tu alma pasará por la Segunda Muerte, y debido a esto, yo también pasaré por ella, porque nosotros, y todas las parejas egoicas combatimos en esta última lucha con nuestra fuerza combinada. De mí depende tu vida eterna; en tí están puestas mis esperanzas; pero sobre el Espíritu descansa toda nuestra esperanza. Y no podemos encontrarlo si no seguimos el Sendero mostrado a nosotros por Cristo; si no buscamos el Sendero, el Sendero no nos buscará a nosotros. A menos que Cristo sea nuestro y esté dentro de nosotros fracasaremos en esa terrible prueba. Pero ven, Filos, y mira la Tierra como era en los días de Zailm y Anzimee, y viendo aquel tiempo, contémplala ahora". Hablando así, se levantó y me tocó, y yo percibí por primera vez que ella, como yo, estaba en forma astral. Me pareció dormir momentáneamente, pero estaba consciente del movimiento, la clase

de movimiento que uno experimenta cuando pasa de repente del sueño profundo a la plena consciencia. Este fué el paso desde Hesperia a la Tierra. La sensación se debía al hecho de que mi

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astral presente era material de alguna forma; como yo no tenía ni siquiera un astral cuando vine de la Tierra, y por lo tanto nada material, no podía ser consciente de esa transición. El estado de sueño inconsciente se debía ahora a Firis, quien deseaba retirar mi atención de sus palabras y de ella. Una vez más todos los sentidos de la Tierra aparecieron. Ví las aguas del Atlántico. Firis dijo: "Los nombres son apropiados; mirá aquí está el océano Atlántico, donde estuvo el contienente Atlante. Y ahora descendemos al mismo; encima están las aguas, y también a nuestro alrededor. No nos afectarán, porque nuestro psiquismo es superior a su psiquismo. Contempla el registro psíquico del pasado, la historia real del mundo, imperecedera hasta que el Tiempo ya no sea más. ¿Has leído la primera destrucción de Poseidonis? Búscala en la Biblia, y la encontrarás en el Diluvio Universal. Esto ocurrió antes de la época de Zailm, o de la historia que ellos conocieron, muchos miles de años. ¿Te gustaría saber sobre la destrucción de Lemuria, ese gran pueblo que vivió en la Tierra antes de la Era Glacial, cuando el mundo no conocía el frío, ni la nieve, ni la escarcha; que fué anterior a Poseidonis en innumerables eras? Toma el Libro de Job y lee cómo lo profundo hervía como un caldero, y leyendo, aprenderás que Lemuria pereció por el fuego que salió de las profundidades interplanetarias. Así pués, un ciclo de la humanidad muríó por el fuego, y el siguiente por el agua. Y otra vez, el siguiente morirá por el fuego. Las razas de la Tierra hoy día llegarán, en un día todavía muy lejano, a perecer por el fuego, y la Tierra será quemada y enrollada sobre sí misma como un pergamino, puedes encontrar esta profecía en el segundo Libro de Pedro III:10. Pero no debo hablar de este conocimiento. He hablado. Y ahora, mi otro yo, te llevo para que cumplas la ley y los profetas y tu karma. Y estaré esperando que vuelvas a mí otra vez; nos separamos, mira, aquí está el Sagum, allí Mendocus. Sí, amado, nos separamos, pero es sólo por un corto tiempo, y entonces por toda la eternidad estaremos unidos y seremos uno. Que alguna percepción difusa de mí se despierte en tu mente, y endulce tu vida, y te conduzca siempre hacia arriba. ¡Mi paz, toda la que tengo, sea contigo, y te guarde!". Ella puso su brazo alrededor de mí, y me sostuvo durante un largo rato, mientras nuestras almas se miraban mutuamente con nuestros ojos. Entonces sus labios se encontron con los míos en un latido de éxtasis, y ¡se fué!

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CAPITULO VIII

LOS MAESTROS DE ANTIGUO ENSEÑABAN SOBRE DIOS Me desperté. Estaba en una de las habitaciones más pequeñas del Sagum; no me resultaba extraña, aunque yo sólo había estado en el gran salón. Mendocus estaba sentado a mi lado. Tenía un sentimiento de haber perdido algo; yo no sabía qué, pero la pérdida me hacía inexplicablemente triste. Me sentí impedido, como si mi libertad se hubiera contraído. Además, también me sentía débil, como si hubiera estado largo tiempo enfermo. Pero Mendocus puso su mano sobre mis ojos, y me dormí. Volví a mi consciencia, y la debilidad había desaparecido, pero no por completo el sentimiento de pérdida, de libertad restringida. Una cosa era perder la memoria y el recuerdo de los sucesos, haber olvidado por completo Hesperia y Firis, y Mol Lang y Soma, como yo lo había hecho; pero era otra totalmente diferente e imposible olvidar o dejar a un lado el crecimiento de mi alma durante mis cinco semanas de ausencia de la Tierra. Sí, cinco semanas, porque a pesar de los meses que parecía había pasado en devachan, y el tiempo en Pertaz, todo menos una milésima de la duración de mi ausencia la había pasado en Hesperia. Cinco semanas del tiempo de la Tierra. Habría sido imposible para mí haber recordado Pertoz y ser feliz. Sería imposible para vosotros, amigos míos. ¿Por qué? Porque era un plano de vida anímica tan excelso y tan por encima de nuestra conocida Tierra que sólo el crecimiento puede introducir al alma allí; largo, lento, a menudo doloroso, pero crecimiento. Para mí, entonces, o para tí ahora, la irrevocable transferencia a ese elevado plano de vida sería un terrible castigo; todas nuestras facultades de vida ordinarias, todos nuestros seres actuales anulados, y un conjunto de sensibilidades totalmente diferentes y un ser nuevo, desconocido, sin probar colocado en lugar del ser anterior; conocimiento en el uso de todo lo que, entre fenómenos totalmente extraños y leyes desconocidas, el alma situada en un nivel extraño tendría que adquirir a lo largo de largos y difíciles años. Es una bendición divina para la humanidad el que sea imposible la transición súbita desde un plano a otro superior, al igual que lo es cualquier retroceso real.

Me incorporé, y seguidamente me levanté con la ayuda de Mendocus, porque me sentía débil y mareado; me quedé en el Sach hasta que pasaron algunos días, aprendiendo una serie de

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cosas y tomando una serie de decisiones y resoluciones. Al preguntar por Quong, se me dijo que había muerto, y no sabiendo ahora nada de lo que había ocurrido en las pasadas cinco semanas, acepté las nuevas con profundo dolor. Mendocus me dijo que yo era un hombre que todavía tenía apetitos y pasiones terrenales, aunque últimamente había estado donde la humanidad era de una clase celestial, comparada con los estándares terrenales, y donde no existía la sensualidad, aunque la gente no era austera, ni la vida estaba desprovista de placer. Yo asentí por cortesía, sin saber de qué me estaba hablando, más de lo que sabría un transeunte de una gran ciudad del interior de Africa. Mendocus vió mi ignorancia y guardó silencio. Sentí que sus comentarios sobre el pecado social no eran aplicables en mi caso, porque aunque yo me mezclaba con gente de este mundo, yo no pecaba en el sentido del término tal como él lo aplicaba. Quizás yo no estaba libre del entorno, pero sí libre de esos errores, y sin ningún tipo de valoración farisaica por mi parte. Hablando de los caídos, por cierto, ¿dónde estaba la muchacha realmente dulce y noble que yo traté de ayudar, y quien, secundando mis esfuerzos se había ido a Melbourne? Las ocupaciones de la vida volvieron a reclamar mi atención. El alma animal se estaba volviendo a afianzar y luchaba, tan fuertemente como su débil individualidad le permitía, con el alma humana y el espíritu que apuntaba y que no puede pecar ni errar, porque es uno con el Alma Superior, y así, siempre eleva al alma humana hacia arriba, mientras que la animal tira de ella hacia abajo. Entonces Mendocus me dijo: "Sr. Pierson, los pecados que condenas en tus semejantes fueron una vez tuyos y, si condenas al que los comete, pueden ser tuyos otra vez. Lo que juzgas no estás libre de cometer. "No juzgues, y no serás juzgado. Pero en tu alma interna estas cinco semanas pasadas han colocado una luz, una lámpara de Dios. No la escondas, déjala brillar para que dé luz al pecador que no posee luz. Compadécete de ellos, deplora su .error, pero si les condenas no le estarás siguiendo a El que dijo: yo tampoco te condeno, vete y no peques más". Mol Lang había hecho una valoración acertada sobre mis poderes al rehusar hacer irrevocable mi ascenso al plano hesperiano. Yo había estado preparado con la antorcha del deseo para quemar mis barcos terrenales. Si hubiera podido conocer mi escapada me habría sentido agradecido. Pero entonces, Hesperia se había convertido en un nombre sin sentido, y los barcos no habían

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sido quemados. Complacido como un niño que ha ido al plano devachanico, donde todas las cosas que el niño deseaba experimentar, aunque las deseara tontamente, parecían suceder. Ahora el niño habiendo afrontado el hecho importante de que las leyes inexorables gobiernan todo el dominio del ser, se había sentido golpeado, desolado por su fracaso; había vuelto a su propia esfera y, gracias a Dios, fué capaz de olvidarlo todo hasta el momento en que el fermento de las cinco semanas hubiera fermentado del todo, y el retomo fuera posible en las circunstancias de alguien que vuelve a los suyos. Amigo, nunca asumas la actitud infantil ante lo sublime, puede que no puedas escapar tan facilmente como yo lo hice. Paga el precio, o si no, trabaja junto con la masa común. Ambos caminos conducen a la meta, uno es corto pero tremendamente duro, el otro largo, y ¡sí!, también bastante duro. No es una paradoja decir que el camino más corto es el más largo; la vida no se mide siempre en años -algunas vidas no son sino unos pocos años- pero, oh, la amargura, y la dulzura también, acumuladas en ellas requerirían mil años de los de otras vidas menos importantes para equiparar. Antes de dejar el Sagum, Mendocus me dió reglas esotéricas para que me guiaran en los días por venir, días en los que sólo podría confiar en mi conocimiento de esas reglas, ya que no habría ningún esotérico cerca de mí que pudiera aconsejarme. "Sr. Pierson", dijo el gran sabio, "tengo aquí una Biblia. ¡Mira! La he leído, el Antiguo Testamento, ochenta y siete veces, el Nuevo, incluso más veces. Y no obstante, siempre encuentro nuevas maravillas en el Libro. Tengo aquí los Libros de los Manús, y también los Vedas. Todos están escritos por el EspírituCristo, bajo distintos nombres humanos, verdaderamente, y en diferentes épocas. Todos son más o menos alegóricos, todos requieren Su Luz para poder ser interpretados, sin ella, graves errores se deslizan como lo han hecho hasta ahora en el mundo con triste frecuencia y con larga persistencia. "Te daré una guía con ellos. Llama, y se te abrirá. Pero procura llamar con la voluntad del Espíritu, porque aunque la mente llame eternamente, el Camino no se abrirá. "Pide, y se te dará. Pero aunque el hombre animal pida por siempre, no se le dará respuesta, porque éste pide también; excepto que la petición sea hecha por el Espíritu dentro de tí para solicitar las Verdades de Dios, y no para pedir las cosas terrenales; éstas últimas siguen como la sombra al sol. "Lo que se pida al Padre en el nombre de Cristo, eso dará El.

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Pero piensa que pedir en el nombre de Cristo es pedir por las cosas de Su Reino. Con el don de esas cosas todas las cosas inferiores serán añadidas, alimento, vestido y todo lo demás que el cuerpo necesita. Esto es difícil de entender por la mente natural. El no te dejará perecer aunque mueras de hambre. "Lo que un hombre siembra, eso recogerá. Esto es el karma y la ley, y cada iota del mismo tiene que ser cumplida. El hombre es una criatura resultante de muchas reencarnaciones, cada vida en la tierra es una personalidad, engarzada en la irrompible cuerda de su individualidad egoica, que alcanza desde la eternidad hasta la eternidad, desde el Este al Oeste. "No se puede ignorar ninguna demanda del karma; todo tiene que ser pagado en el curso de las vidas. "Entonces, haz a otros lo que quisieras que otros te hicieran a tí, y recuerda, lo que hagas por el menor de tus semejantes, eso y en esa medida se lo haces a nuestro Salvador, y al Padre, y se te hará a tí otra vez". "Guarda todos los mandamientos; así irás a la eternidad, donde todo es sabiduría". Esa tarde salí de los sagrados recintos y volví a la ciudad. Allí me enteré de una serie de cosas. Mis socios en la mina estaban ahora dispuestos a comprar mi parte sin más dilación. De esa venta recibí aproximadamente trescientos mil dólares, pagados a plazos, siete pagos trimestrales de casi cuarenta y tres mil dólares en monedas de oro cada uno. Habiendo hecho los trámites necesarios para el depósito de estas sumas, a medida que vencían, con mis banqueros en Washington, D.C., me sentí invadido por un deseo de viajar; esto y mi capacidad de distraerme me llevó a casi todo país civilizado. No obstante, nada excepto la intranquilidad me obligaba a este nomadismo. Casi habían pasado dos años desde que dejé la ciudad de ....... , la escena de mis experiencias esotéricas. Yo me encontraba en Noruega, alejado del ancho, ancho mundo, en una pequeña casita cerca de un famoso fiordo, donde había llegado el día anterior. Mi guía y ayudante hablaba inglés suficientemente bien como para hacerse entender por mí. Había sido marinero en el barco en el que yo hice mi primer viaje, y había vuelto a su tierra natal para dar servicio a los viajeros con su conocimiento del idioma inglés. Se alegró mucho de verme, un sentimiento que era recíproco. ¿Su nombre? Por supuesto, Hans Christison. Hans dijo que cuatro o cinco veraneantes más estaban

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hospedados en el pueblo: "una es una señorita; le encantan las pinturas, es una artista, creo". Pasó una semana antes de que me encontrara con esta "linda señorita", y mientras tanto, Hans me guiaba, equipado con un arma y una caña de pescar, llevando nuestro bote. Una tarde tomé el bote y me fuí solo a unas rocas fuera del fiordo, donde crecían algunos abedules de encantadora belleza. Até el bote, y trepé por las rocas y me senté a leer las cartas que me habían enviado desde Nueva York. Mientras estaba leyéndolas, oí un ligero sonido detras de mí como si otra persona estuviera en la pequeña isla. Volviendo la cabeza ví a una mujer, y entonces dejé caer el papel que cayó a mis pies. Estaba demasiado sorprendido para levantar mi gorra o incluso hablar, y ella parecía igualmente sorprendida. Entonces, dije sólo una palabra: "¡Lizzie!". "¡Sr. Pierson!", replicó ella. "¿Como es que está usted aquí?", fué nuestro siguiente intercambio. Le hablé de mis vagabundeos sin rumbo, y ella me contó su vida desde que nos separamos en la ciudad de ........ . Desde Melboume ella se había ido a Nueva York y de allí a Washington. Allí se compró una casa y estableció su estudio de arte, tomando el nombre de Harland. La gente sabía muy poco de ella o de sus antecedentes, y suponían que era una joven viuda australiana de moderado patrimonio. Los dos veranos que habían transcurrido desde que llegó a la capital los había pasado en el extranjero, y este, el tercer verano, lo estaba pasando en Noruega. Sus cuadros se vendían bien, y había conseguido reunir toda la suma de dinero que había usado de lo que ella llamaba mi "préstamo". Insistió en devolverme este dinero, pero yo me reí, y probé a acceder diciendo: "Antes de que me vaya, si insiste". Me quedé allí durante cuatro semanas; me quedé hasta que me enteré por un comentario fortuito que ella se iba a los pocos días para pasar un corto tiempo en los lagos escoceses. Entonces, sin decir nada a la Sra. Harland, le pedí a Hans que me llevara por la noche al vapor que llegaba al puerto cada quince días, y que estaba a punto de partir, cuando estaba subiendo a bordo, le pagué a Hans, aíiadiendo una cantidad extra. Cuando estaban soltando amarras, dije:

"Hans, dígale a la señorita que me he ido; dígale si pregunta, que he ido a San Petesburgo. Adios. Hans". Hacia la capital del Zar me fuí, y estuve allí una semana.

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Después volví a París, a continuación a Londres, y una semana después me enbarcaba para Nueva York, y desde allí fuí a Washington. Había pasado un año. Una tarde cuando estaba paseando por la Avenida Pensilvania, me encontré cara a cara con Elizabeth Harland. Nos paramos, hablamos, y entonces me volví y caminé junto a ella. Surgieron los viejos recuerdos; yo recordé los días de California; entonces más tiernamente, el apacible mes en Noruega, cuando realmente comencé a creer que yo amaba a esta muchacha, no sólo por su radiante belleza y por su dulce y sedante femineidad, sino también por su tremendo esfuerzo para triunfar sobre el error, y su éxito, por el que había salido del fuego convertida en oro puro. Antes de separarnos medió su dirección, y resolví visitarla tan pronto como se presentara una oportunidad. A la tarde siguiente, un mensajero del banco vino a mi casa y dejó un paquete. Contenía doscientos dólares en billetes de cien dólares cada uno, y una carta. La abrí rápidamente y leí: 3 de Septiembre de 1869. Sr. Walter Pierson:Le adjunto la suma de dinero que le debo, y le ruego acepte mi gratitud por la misma. Seremos amigos; siempre será bien recibido en la casa de, Su sincera amiga, Elizabeth Harland. Analicé la situación, y cuando llegó el momento de la decisión, me decidí rápidamente. Puse en mi agenda el dinero que me había devuelto, tomé mi sombrero y, estando vestido adecuadamente, me fuí calle abajo hasta que encontré un coche. Subí a él y dí la dirección al conductor. Era un lugar muy bonito. Cuando toqué la campana, respondió la Sra. Harland en persona. Su actitud era cordial, pero me pareció algo tensa. Sobre la pared del recibidor colgaba un cuadro de raro mérito. Un hombre cuyo rostro y apariencia era la expresión de la divinidad en la medida en que el poder de la pintura y del pincel pueden representar, estaba mirando a una mujer cuyo rostro estaba oculto por su manos. En el polvo a los pies del hombre había unos caracteres escritos. El entorno era el de la arquitectura de Tierra

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Santa. Bajo el cuadro, la mitad del tamaño natural, estaban escritas las siguientes palabras: "San Juan, vii: 11". Me senté en la silla que me ofreció, y durante un momento reinó el silencio. Mi anfitriona lo rompió diciendo: "¿Recibió usted el dinero, Sr. Pierson?". "Sí". Lo saqué de mi bolsillo y siguiendo mi resolución, y dejando a un lado todos los comentarios preliminares, dije: "A menos que te entregues a mí junto con este dinero, no me lo llevaré de la casa. ¿Consentirás en ser mi esposa, Elizabeth?". Se lo pedí al tiempo que me arrodillaba a su lado. Sus ojos miraron los míos durante un momento, y dijo: "¿Por mí, porque me amas, y velas el pasado con el éxito del presente?", tenía lágrimas en los ojos, lágrimas en la voz al hablar. "¡Sí, querida!". Con un sollozo convulsivo se refugió en mis brazos, y lloró como si el corazón fuera a rompérsele. Al fin, dijo, trémulamente: "Todo lo que hay en el mundo vale menos que este verdadero amor". Nuestra boda fué tranquila, y después de la misma nos fuimos al extranjero en un corto viaje, yendo sólo a Inglaterra, y al poco tiempo volvimos a casa.

CAPITULO IX

LOS QUE PRESTAN ATENCION TIENEN PAZ En una ocasión durante mis vagabundeos antes de mi matrimonio, y mientras estaba en Hindostán, encontré a un anciano de figura insignificante, que tan pronto sus ojos nublados se fijaron en mí, dijo: "Usted es la persona de quien me ha hablado Mendocus, y me encargó que me acercara a usted, y le dijera: Díle ciertas cosas en mi nombre. Esto haré. Joven, su vida será triste y amarga en la Tierra, pero dulce después de esto. Ocurrirán cosas por las que su alma animal se alegrará y dirá: Esto es alegría. Pero inmediatamente la tranquila voz de su alma humana en usted dirá: Esta alegría no es sino la manzana del paraíso, y en ese momento sabrá que es así. A partir de ahí tendrá una batalla entre su alma animal, que es la depravación innata, y su espíritu, que es de Dios, Brahama, el

Uno. Véalo en la alegoría del Adán y el pecado original; tira de su alma humana hacia la tierra; el otro, el Espíritu, eleva lo humano hacia arriba. Escuche entonces sus palabras; se las transmitiré:

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"Antes de que tus ojos puedan ver a Dios tienen que ser incapaces de verter lágrimas por nadie de los tuyos que esté sufriendo. Antes de que tus oídos puedan oír, tienen que haber perdido toda la sensibilidad. Tu voz puede que no hable sabiduría eterna hasta que no tenga poder para herir. Antes de que tu ser pueda estar ante la presencia del Eterno, sus pies tienen que haber sido bañados en la sangre del sufrimiento, en la penitencia, y la restitución. Entonces mata la ambición de triunfar en los pobres senderos de la fama. Cesa de considerar esta vida como tu mejor posesión. "Trabaja para Dios tan denodadamente como otros trabajan para el diablo; y respeta tu vida como la respetan los que más la atesoran, y sé feliz como los que viven para la felicidad. En los corazones de todos está la fuente de todo error, en el discípulo así como también en el hombre de deseo. Estudia una planta de mostaza, observa como crece y florece. Pero si la cortas para que nunca tenga semilla, contemplarás algo extraño, volverá a salir y crecerá a lo largo de los años, aunque nunca tenga semilla. Y esto ocurre aunque sólo sea una forma material. Por lo tanto, si un alma humana no es cortada, y no entra a la vida como creadora debido a que no lo desea, entonces el Espíritu de vida eterna entrará en ella, y se quedará allí, y por lo tanto vivirá para siempre. Estudia la verdad de la vida de la mostaza. Solo el fuerte en Dios puede actuar sobre esta enseñanza y contener la naturaleza inferior. El débil debe esperar a que ésta madure y entonces llegará la lucha. Esta naturaleza se esforzará en apartar sus pies del Sendero; y puede que lo logre. Pero si una sola vez todo su poder es barrido; si una sola vez haces la voluntad del Padre seriamente, como Su hijo obediente, ésta será la expiación, porque te dará fuerza para hacer cada obra del Creador del Ser. Parecerá que toma la misma vida. Esto es porque toma el alma animal y la asfixia. Pero el alma humana se recobrará, y el Espíritu entrará en ella. Este es el tiempo del Silencio del Alma. Entonces estará claro para tí cuán oscuras son las vidas de aquéllos que están a tu alrededor y no tienen la meta de la unión con el Espíritu hacia la que correr. Y verás y conocerás el karma. También verás que debido a tus reencarnaciones pasadas, tu karma está entrelazado de forma inextricable con el karma mundial. Esto es lo que el Nazareno respondió cuando Le preguntaron: ¿Quien es mi prójimo? Si, Walter Pierson, alguna vez eres capaz de conocer la Paz del Silencio, entonces conocerás todo sobre tí, porque la Tierra es de Brahm, y todo en ella enseña Sus obras".

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Me sorprendí de ser llamado por mi nombre, y de que me hablara de Mendocus. El anciano añadió: "Si tu alma alguna vez conoce esta Paz, ninguna tormenta de pecado o dolor podrá nunca más desviarte del Sendero, porque su conocimiento es una sabiduría permanente. Escucha también las palabras de Mendocus, lee tu Biblia, lee los Vedas, lee a Manú; y estudia. Todo esto será un material útil para tí y una lámpara para tus pies. Que la Paz sea contigo". "Que sea contigo también", repliqué al tiempo que el anciano daba media vuelta y se alejaba entre la multitud, porque habíamos estado hablando en una fuente pública. Ahora que había encontrado a Elizabeth y que era mi esposa, yo pensaba profundamente en estas cosas que había oído de la ciencia ocultista. No es que Elizabeth tuviera conexión con ella, sino porque, a medida que pasaron los años, me dí cuenta de que ella sabía y se preocupaba poco por estos estudios complicados, cosa que yo hacía. Por lo tanto, nuestras vidas se separaron. Pero ella no era consciente de este hecho, y yo me alegraba de ello. Ella tenía su trabajo en la iglesia y yo la ayudaba en todas sus dulces obras de caridad. Nos nacieron dos encantadoras hijitas, los mayores tesoros de nuestras vidas, y, oh, tan cuidadas y protegidas de los peligros de la vida. Mientras las pequeñinas estuvieron con nosotros yo me sentí feliz. Y, sin embargo, sentía, con un dolor mal definido, que las experiencias de la Tierra no eran sino las manzanas del paraíso. En ocasiones mis horas de soledad eran perturbadas por una extraña voz que susurraba a mi consciencia interna. A medida que pasaba el tiempo se hacía más fuerte, y un día apareció ante mi vista como un fantasma. La Forma hablaba. Lo que dijo me instó a oír más, así que cultivé su compañía. Se convirtió a partir de entonces en ur. visitante asiduo, y de ahí a estar siempre presente cuando yo estaba solo sólo había un paso. Hablaba de haber estado en un planeta lejano que se llamaba "Pertoz", algunas veces "Hesperia", otras veces "Venus". Hablaba de personas cuyos nombres eran extraños, llamando a una "Mol Lang", a otra "Soma", y a una tercera "Firis". Entonces describió a esas gentes, y yo ·escuchaba interesado. ¿Quiénes eran ellos, y qué alma humana era esa que había ido a Venus? El fantasma se parecía extraordinariamente a mí. Pero mis sueños nocturnos eran tan saludables como si no me visitara. Yo le llamaba mi fantasma. Cuán inconscientemente en verdad el fantasma hablaba de todo lo relacionado con mi estancia con

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Mol Lang, y en Venus; dirigió mi ojo mental a la escena psíquica en el lecho del Atlántico. Me habló de una visita al sol con Soma, que no he mencionado a su debido tiempo. Diré brevemente aquí, que Soma fué conmigo al sol, y me mostró que era un cuerpo vibrante de menor tamaño que los astrónomos creían, pero de enorme densidad. Ví sus océanos-eran más densos que en Mercurio. Pero no tenía formas de vida que yo pudiera tomar como tales. No obstante, en todas partes existe alguna clase de vida. Quizás, en verdad, no animal, ni vegetal, pero desde el elevado punto de vista de aquéllos que conocen mucho de las obras del Padre de Todo, son formas que ningún hombre terrenal podría llamar vida como tal, no obstante. Pero el sol es una fuerza de latido vibratorio tan tremendo que incluso mi cuerpo astral sutil fué afectado. Soma dijo sobre esto: "Mira el centro inmediato de nuestro sistema solar. Tú lo llamarías una dinamo, la gran dinamo del sistema. Estarías en lo cierto, y también estarías equivocado. El intento de definir el sol como análogo a una máquina dinamoeléctrica tiene buen fundamento. Pero definirlo como idéntico es erróneo. El problema existente en esa teoría es el mismo que está en la raíz de y debilita todas las otras teorías que tratan de explicar el calor y la luz solares. Es esa ciencia que no asigna un valor suficientemente elevado al sol. La teoría de la combustión es inválida; la teoría contradictoria de la masa solar es sólo parcialmente sostenible y la lluvia de meteoritos no aclara más que las otras dos primeras. Tampoco lo hace la teoría de la dinamo eléctrica. Realmente, ésta última explica cómo pueden coexistir el calor y la luz solares y no estar en desarmonía con el terrible nivel de frío existente entre la tierra, los planetas y el sol. Explica lo que niega tan completamente la sencilla teoría de la combustión, o sea, que mientras más nos alejamos del centro de la tierra, tanto en un globo como en una alta montaña, el aire se hace más frío y más oscuro, de forma que el espacio interestelar tiene una temperatura de varios cientos de grados bajo cero, y tan negro como la medianoche, siendo el sol un disco luminoso, sin rayos. Pero la teoría de la dinamo no explica el espectro solar, ni las bandas del espectro, ni la corona de llamas, ni las manchas solares, ni los eclipses solares y lunares". Estos comentarios fueron hechos por Soma, tal como recordará el lector, cuando yo estaba todavía en el estado astral en Hesperia y era inconsciente de una existencia anterior terrenal. No tenía por lo tanto recuerdo del conocimiento del mundo y pude ser imparcial

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al juzgar los comentarios de mi amigo. Había dejado de hablar después de pronunciar la palabra "eclipses". Esperé a que continuara, pero no lo hizo. Finalmente le pregunté: "Bien, ¿qué es lo que lo explica todo? ¿Cuál es la verdad?". Al preguntarle así, él continuó: "He dicho que el valor dado por los astrónomos es demasiado pequeño. Al ver un fuego, tratarían de explicarlo por medio del sol. Viendo que esto es imposible, y conscientes de que una masa que se contrae produce calor, a continuación tratan de dar explicación sobre esa hipótesis. Pero ésta no sirve, ni tampoco la de la lluvia de meteoritos, ni ninguna hipótesis basada en hechos conocidos actualmente, todas son demasiado inferiores; el Infinito no puede ser explicado con lo finito, ni lo inferior puede explicar lo superior; el fuego es energía, y la electriciad es energía, y Dios es energía. Pero el fuego no resuelve la cuestión: ¿Qué es la electricidad?, ni la electricidad responde a: ¿Quién es Dios?, pero Dios puede explicar las otras, porque la suma de las partes es igual al todo. Pero como el hombre no conoce el número completo de partes, la suma parcial que él conoce no explica a Dios". Soma cesó de hablar otra vez. Pero yo, lleno de cierto errante recuerdo terrenal, no dejé tiempo para la pausa; yo estaba demasiado interesado como para esperar, y dije: "Pero esto no me dice cuál es el enigma solar". "Estás impaciente, hermano mío; sabe pues, lo que una vez se conoció en la Tierra, pero que ahora hace siglos que ha sido olvidado; que la Naturaleza tiene un aspecto dual, es doble, es positiva y negativa, que el gran lado positivo es el lado conocido por la ciencia del mundo, mientras que el otro o lado negativo, o Lado Nocturno, o, como fué conocido una vez en la tierra por los hombres de la Atlántida, Navaz, es un lado desconocido por completo, y apenas presentido en los pensamientos especulativos más audaces, dejado sin mencionar, secretamente guardado por unos pocos, que no saben que agasajan a un ángel, una sabiduría angélica que dentro de un siglo, sí, ¡menos tiempo!, superará muchas de las cosas terrenales, proporcionará vehículos aéreos, y todo lo demás que una vez conocieron aquellos hombres de la Atlántida de quien he hablado. ¿Todavía no comprendes?". Dije que no; que pensaba que se refería a algún dominio de las fuerzas físicas no conocidas aún; pero, ¿qué tenía que ver esto con el sol? "Esto: los soles de los sistemas son centros de fuerzas del Lado Nocturno de la Naturaleza del que he hablado, y son fuerza,

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y materia de un valor más elevado que son los planetas y los satélites, al igual que el agua arriba de una catarata es agua, en verdad, pero estando arriba y moviéndose, fluye hacia abajo, desarrollando energía. En otras palabras, del lado frío, oscuro, negativo, o Lado Nocturno, emerge la fuerza, dirigida hacia la polaridad positiva que constituye en su flujo bacia afuera lo que se llama la Naturaleza, y desarrolla en su caída, magnetismo, electricidad, luz, color, calor y sonido, en orden descendente, y finalmente, materia sólida, porque ésta última es hija de la energía, pero no su progenitora. Cuando las fuerzas Navaz se hacen luz, si las ondas de luz entran en un espectroscopio, se convierten en colores; éstos corresponden a las diversas bandas del espectro y, a medida que descienden, dan las líneas del espectro solar, como la gran línea B del oxígeno, la conspícua línea 1474, y las brillantes bandas violeta H y K". Creí que ahora conocía la verdad; pero había visto sólo una parte, una panorámica mayor estaba por ser abierta. La ví cuando mi compañero continuó: "De ahí, la evidencia de llamas, y metales ardiendo, y todo lo que lleva a los astrónomos a pensar que el sol y las estrellas son infiernos llameantes. Pero sus fuegos no se consumen, porque el Padre es inmanente, y las fuerzas de Navaz están perpetuamente alimentadas por El. La representación gráfica de un sol extinguido es un sueño, que nunca se cumplirá. Vendrá otra vez un día a la Tierra en que se fabricarán los instrumentos que la Atlántida conoció bien una vez, en el que se verá que los rayos prismáticos de un espectroscopio son una fuente de calor, y de sonido, de forma que las llamadas llamas del sol, y de las estrellas producen música, armonías divinas•. Sí, es más, porque yendo hacia abajo, el espectro solar verde oscuro del hierro dará hierro para ser usado en las artes, y así con las otras bandas y líneas, los intensos verdes, azules, y azul-verdes dan cobre, plomo, antimonio, etcetera. Es debido a estas corrientes Navaz como se mantiene la circulación en el universo, igual que la sangre en las arterias del hombre. Los soles son los corazones de los sistemas solares. Pero tú estás cansado, hermano mío, si no, te explicaría todavía más, que los planetas que reciben todas estas corrientes tienen que devolver su equivalente. Y así otro inmenso campo se abre ante tu vista. Este último podría explicar eso que tanto preocupa a la ciencia de la

(*) Job xxxviii, 7.

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tierra, el magma. Eso también es un error. Todos los fenómenos que parecen decir que la tierra está fundida en su interior no prueban eso en realidad; todo apunta hacia las corrientes de retorno, lo positivo; todo muestra las corrientes venosas de nuestro universo, regresando a sus corazones". Sorna concluyó con un apóstrofe a las mentes vanguardistas de la Tierra, que era en verdad muy hermoso: "Oh, Ciencia de la Tierra, en tí está la esperanza del mundo, cuando te conviertas en la sierva de Dios. Mira hacia arriba, valora Sus obras al máximo, y podrás leer claramente muchas cosas que ahora te intrigan tristemente. Tú eres José, y la Religión, María, y vosotros dos mostraréis la Luz de la Vida. Bendito seas". Cuando mi "fantasma" me volvió a contar esta conversación, tomé mi sombrero y salí a mirar en dirección al sol y maravillarme si todo era verdad, y sorprendido, reflexioné otra vez: "¿Quién es este Soma?". El enigma aumentó, y mi descontento con la vida creció; la levadura estaba fermentándose. Mientras más estudiaba la verdad de la planta de la mostaza, más se aclaraban mis percepciones, y supe que nunca en mi cuerpo actual podría conseguir mucho progreso, porque en nuestra unión Elizabeth y yo habíamos pasado por la mostaza sin prestar atención, escribiendo otro capítulo kárrnico. Durante un tiempo mi "fantasma" se sometía a mi voluntad en relación con sus idas y venidas; pero ahora parecía haber entrado y se había fundido conmigo. Ya no lo oía o lo veía, pero en cambio, a menudo yo era uno con él, y veía y oía sus visiones y percepciones como si fueran las mías; y en verdad, corno sabes, así era. Era en realidad, el registro de mi visita a Pertoz, y era un auténtico relato en todos los aspectos, de mi vida allí. A menudo mi alma se desgarraba por la firmeza del deber de la vida, tal como había señalado Mendocus. Y entonces, mi única escapatoria del problema era descansar en el astral hesperiano, excluyendo al terrenal. En tales ocasiones, yo vivía otra vez la vida con Firis y los seres queridos de Pertoz. Elizabeth sufría por esta aberración, como ella la llamaba; y mis benditas hijitas crecieron pensando que "papá" era "raro" y yo me sentía desolado. No es una experiencia placentera, amigos míos. Mi esposa me miraba tristemente y yo sabía que ella lloraba cuando estaba sola porque yo a menudo la llamaba "firii,", En verdad, Elizabcth era para mí lo más cercano a mi percepción de Firis, a quien conocía pero no podía encontrar en la Tierra. Con todo esto comencé a adelgazar

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y a palidecer, y sin rumbo fijo vagaba poseído de un enorme disgusto por las cosas y entretenimientos mundanos; lleno de dolor por el dolor que el mundo soportaba, y anhelando el plano superior que al fin supe que no era una fantasía, y donde Firis estaba, y Soma, y Mol Lang. Pero yo no podía llegar hasta allí; y ellos no podían venir hasta mí, por lo tanto, estudié las reglas del Sendero, porque quedaba desgarrado por el dolor cuando la naturaleza inferior triunfaba y me sentía en el error pecaminoso, pero al caer, me levantaba otra vez. Entonces me dí cuenta del efecto que esto causaba en mi dulce y amante esposa. ¿Era esto hacer a los demás Jo que quería que hicieran conmigo? No. Así pues, resolví firmemente y sometí mi propio dolor, e hice de mi naturaleza una herramienta para mi alma, no un amo sobre mí. Una vez más sonreí, y el color y la carne volvieron a mí. Así, Elizabeth fué feliz una vez más; ¿y yo? Yo había encontrado el verdadero Sendero al fin. Servicio. Ya no volví a llorar por mí mismo; mis oídos ya no fueron sensibles, mi lengua ya no hirió a nadie con sus reproches; y el mayor de los triunfos, mis pies fueron bañados en la sangre de vida de la naturaleza animal, de forma que viví altruistamente, todo mi ser dedicado a hacer lo mejor, viviendo tan felizmente como si sólo viviera para ser feliz, tan seriamente como si lo hiciera por motivos ambiciosos. Entonces es cuando vino la Paz del Silencio, y esperé a que el Salvador me tomara y luchara dentro de mí e hiciera Su obra con mis manos. El Paráclito había llegado a mi vida. Fué un golpe triste cuando mis hijitas murieron de escarlatina en el año 1878. A partir de entonces, dediqué mi vida a consolar a la dulce mujer cuyo aliento vital casi murió en esa cruel pérdida. Creo que Elizabeth nunca volvió a preocuparse por nada en la vida después de eso, excepto por mi amorosa devoción. Y yo se la dí, porque sabía que Firis querría que lo hiciera, y esperaba en la Tierra ahora sólo hacer tolerable la vida a la mujer que yo había jurado cuidar. Ella esperaba con anhelo la hora de reunirse con sus hijas en el cielo, y mientras tanto dedicaba todo su tiempo y energía, con febril aplicación, a hacer todo el bien que podía, usando nuestro ilimitado dinero a tal fin. Cuán rebosante de felicidad me sentía por que el dinero fuera sacado de las minas, y no viniera a mí de deudores atormentados. Pasaron menos de dos años desde que Dora y Maydie, nuestras dos hijitas, se habían ido a la Tierra del Verano, antes de que Elizabeth las siguiera. Sentí la necesidad de un cambio radical en métodos de vida en

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nombre de mi salud, y así, bajo un nombre falso, conseguí un puesto en un velero americano, un barco espléndido. Mi propósito era estar expuesto al trabajo de la vida de mar durante una temporada con la idea de recuperarme con el trabajo activo. Nada podía satisfacer a Elizabeth, excepto ir como pasajera en el mismo barco; se negó a dejarme sin sus cuidados. El capitán conocía su relación conmigo, así como la tripulación, por lo que el ser pasajera era natural. Cerca de las Bermudas sobrevino una terrible tormenta, y yo ordené que se largaran rizos; entonces comenzó la tempestad, el palo mayor se dobló, el barco comenzó a hacer agua, las bombas eran inadecuadas, y los botes se habían hundido, todos menos uno, en cuanto fueron bajados. En ese bote se fué la tripulación, y yo habría puesto a Elizabeth en él, pero los hombres, viendo que el bote estaba lleno, lo empujaron y la dejaron a ella, al capitán Washburne y a mí abandonados a nuestra suerte. Apenas habían pasado cinco minutos cuando nuestro noble barco se hundió bajo las tremendas olas, arrastrándonos con él. Yo me había atado a los palos del puente para evitar ser arrastrado por el agua fuera de la borda. Así pues ahora estaba destinado a morir y me alegraba. Al cubrirme la cabeza las aguas, llamé en voz alta en mi alma: "¡Firis!, ¡al fin!, al fin vengo*". Ví a Mendocus al perder la consciencia, y cuando la recobré, me encontré en el Sagum en California. No obstante, ¡mi cuerpo estaba ahogado en la costa de las Bermudas! Aquí estaba Firis, y ¡sí!, Mol l.ang. No pasó mucho tiempo sin que una vez más dijera adios a Mendocus, y con Firis y Mol l.ang fuí a casa a Pertoz, en casa ahora, mi propio plano conseguido, y la "Tierra con sus oscuros y terribles males" dejada atrás para siempre, pero no la Tierra con sus poderosos secretos de vida. Sí, la Tierra es, aunque insignificante, un punto desde donde el alma Humana se extiende para alcanzar el universo sideral sin límites y formula sus leyes, las conoce, y es mayor que todos. Había venido para dejar la Tierra donde tantas reencarnaciones me habían conocido. "Hubo un tiempo Para el recuerdo y para las lágrimas. Dentro de las profundas Tranquilas cámaras del corazón un difuso espectro, Cuya voz era como los extraños tonos del Tiempo Oídos desde la Tumba de los Tiempos, apunta su dedo frío

Y solemne a las hermosas Y santas visiones que han pasado, Y no deja sombra de su encanto

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Sobre el muerto desierto de la vida. Ese espectro levanta La tapa del féretro de la Esperanza y la Alegría y el Amor".

¡Oh, Tierra!, punto en los cielos, y no obstante, prototipo de todo el universo estelar. ¿Desciendo por un momento hasta las cifras? ¿Hablo de números casi inconcebibles? Sí. Sólo por un momento pensad en lo que hemos llegado a aprender en las escuelas de la Tierra, pensad en nuestra civilización humana que nos permite nuevas comprensiones, ved el paralelismo entre cómo medimos el tiempo y la distancia nosotros y los indios que miden el uno por "lunas" y el otro por "miradas", siendo uno el intervalo entre una luna llena, o luna nueva, y la siguiente; y el otro cuán lejos él puede mirar y distinguir a un hombre. Los hombres civilizados miden por medio de años y de kilómetros, y la ciencia por "años luz". ¿Cuánto es un año luz? En el tiempo de un segundo la luz viaja a la velocidad de 300.000 kms. En un año hay 31.556.929 segundos; por lo tanto, la distancia de un año luz es la multiplicación de una cifra por la otra, en suma, la inconcebible distancia de 9.467.078.700.000 kms. Todo esto, y todavía vemos una estrella en los cielos del norte que se dice está a una distancia de la tierra de 181 años luz, alrededor de la cual gira nuestro sol, uno de sus satélites, como la luna es satélite de la tierra. Tal es el universo material, en infinitud, una de las Obras de Dios, pero sólo una, y sin embargo, es un mecanismo comprensible, no comparable, desde el punto de vista materialista, al valor de una sola alma del Hombre. ¿Por qué me desvío del tema? Amigos, para que sepais qué lugar tan importante ocupa el Hombre. Pensad en esa casi interminable distancia a la estrella Arturo, y después reflexionad que ese brillante miembro de la constelación de BOOTES, ¡es solamente una salida en el universo infinito! El inmenso arsenal de materia, capaz de ser visto casi ciento veinte millones de veces más lejos que la distancia entre la Tierra y el Sol. ¿Cómo de grande es ese arsenal? Calculado por comparación es más de quinientos millones de veces mayor que la masa combinada de la Tierra, Venus, Marte, Saturno, Neptuno y Mercurio. Y todavía la mente humana llega hasta esta cosa casi infinita llamada universo y resuelve de forma comprensible los problemas relacionados con la materia, la fuerza, el tiempo, el espacio, la eternidad, el infinito. ¡Loado sea Dios! Así pues, Arturo es nuestra vara de medir en el universo sideral, que en sí mismo está en las "muchas mansiones", y, amigos, existe una m<1nsión de las muchas sobre la que he llamado vuestra atención,

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la del Alma. El Alma no es material, y un ser querido que se va de vuestra casa hacia el "País Desconocido", está más lejos de vosotros que Arturo, porque está en otra condición del ser. Maravilloso privilegio. Estais en el umbral, porque sois hijos reencarnados del Creador. Podéis aprender Sus Caminos, e ir hacia los seres queridos que os han precedido; o podéis dejar la materia atrás e ir a la mansión psíquica, y volver a entrar en la materia siempre que querais a voluntad; estar en el Mundo un instante, en el astral en el siguiente y en Arturo en el siguiente; no estoy contando cuentos, quien tenga oídos para oír, que oiga. Ahora he dejado el mundo por una nueva vida, un nuevo punto ava117.ado. Hasta aquí había vivido una vida puramente de sacrificio hacia el deber y ese deber era hacia Elizabeth, todo ese último tiempo mientras sabía, a través de mi otro astral, que yo estaba lejos de casa y de Firis y del conocimiento. Y ahora la liberación había llegado; mi sacrificio hacia Elizabeth había concluido, mi caridad había cubierto una multitud de pecados, ¡oh!, muchos más de los que yo conocía en la época en que completé el sacrificio. Y todavía, no había expiado por completo todos los errores de reencarnaciones pasadas. Casi libre, no obstante, ¡casi libre! Cuando todavía vivía con Elizabeth, mi obediencia a las reglas de las que he hablado y a otras de las que no he hablsdo, todas aprendidas de Mol Lang y Mendocus, me habían dado de alguna manera una visión del pasado. De esta forma, había aprendido algo sobre la personalidad muerta conocida por el lector como Zailm de Poseidonis. Yo sabía que el espíritu de Zailm, el alma humana, su individualidad, eran también los míos; que yo, Pierson, había sido Zailm. Era capaz de tener un recuerdo fiable de la vida de Zailm, y de sus sucesos y sus amigos. Sabía que las acciones que él llevó a cabo y los pecados que cometió eran mi herencia y que yo era responsable de ellos, porque aunque su personalidad no era mi personalidad, su individualidad sí lo era, y es, mía. Aunque yo no sabía quién era Lolix, o que ella había vivido, no obstante, por el (mi) pecado de Zailm con ella y por su trágica muerte, yo tenía que expiar. ¿A quién? A cualquiera en la Tierra a quien yo pudiera servir como CRISTO había dicho al declarar: "Incluso al más pequeño de éstos". Serví con el sacrificio de mi felicidad viviente al deber que contraje con Elizabeth, viviendo para ella, y muriendo en el barco para que ella tuviera la oportunidad de salvarse. La había rescatado de una vida innombrable de pecado en la ciudad de - - - - - , y la había llevado a la fe salvadora de JESUS,

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EL CRISTO. Si como Zailm, yo el Mí, había caído con Lolix, yo, como Walter Pierson, me había elevado con otra alma hacia la salvación. Así pues, el karma se compensaba allí. El karma, el destino autocreado, obliga al alma a reparar en otra vida o vidas por los pecados cometidos en vidas anteriores. Me obligó a mí; pagué la deuda. Os obliga a vosotros por deudas contraídas en algún momento, en alguna parte, y ¿no querréis seguir el Sendero, y después de pagar la deuda, estar con los libres para siempre jamás? La caridad es grande: y su aspecto más insignificante es dar limosnas, porque aunque yo dé todas mis posesiones para alimentar al pobre, si no tengo (esa) caridad (que es amor), no me servirá de nada". He dicho que mi esposa, Elizabeth, se preocupaba poco por mis estudios esotéricos. Pero pensar que no se preocupaba en absoluto sería erróneo. En una ocasión me encontró en mi biblioteca, usando una aguja ocultista. Esta era una varilla de acero de unos 18 cms. de largo, cuadrada, y un centímetro de espesor, con una punta cuadrada de oro. La colgué dentro de una caja de cristal suspendida por un cabello sobre el símbolo. Si hubiérais estado dotados de vista clarividente, y me hubiérais visto como Elizabeth me encontró, habríais visto esa aguja colgando inmóvil, y todo a su alrededor en una luz dorada o aura. De ambos extremos salía un rayo de esta luminosidad ódica uno hacia mí, y otro a distancia. Mirando por el último podríais haber visto en su extremo a un hombre, de pie al lado de un aparador de comedor; en su mano había un vaso de coñac. Ese hombre era un querido amigo mío, que tenía una sola falta grave, la bebida. Cuando iba a beber, dije firmemente: "¡No! ¡No lo toques, no lo bebas, no lo uses! ¡Ni ahora ni a apartir de ahora! Oye mi voz, porque si no no entrarás en el Reino de los Cielos". Willis Murchison, el que iba a beber, dejó caer el vaso al suelo, donde se rompió en pedazos. Un día o dos después me lo encontré, y me contó que había tenido una visión y escuchado la voz de Dios que le decía que no debía beber nunca más porque perdería su oportunidad de ir al cielo. Nunca más volvió a tocar el alcohol. Oyó la misteriosa voz y obedeció; pero no había escuchado a sus amigos. Por medio del secreto ocultista de esa aguja de puntas radiantes, cuyo poder incluía los servicios de espíritus que no eran humanos, yo mantenía un poder mesmérico sobre él. Aquí yace el peligro en permitir a las masas que conozcan estas cosas, porque si no hubiera tenido escrúpulos, si hubiera sido un fuera de

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la ley, un hechicero, podría haber obligado facilmente a Murchison a cometer cualquier delito. Elizabeth me preguntó qué estaba haciendo allí en la oscuridad. Habiendo conseguido mi objetivo con mi amigo, le dije a mi esposa: "Déjame decirte ciertas cosas". Le hablé de la ley del karma, y mucho más. Cuando casi había terminado, deseé que la aguja de punta dorada conectara su mente físicamente con la mía. Se estableció entre nosotros la línea de luz. Entonces susurré: "¡Mira! Contempla tu vida pasada en la tierra, y conócela. Entonces, dímela, no olvides lo que averigües". Ella quedó en silencio unos momentos, entonces comenzó a respirar como si estuviera dormida. Enseguida dijo: "Un hombre noble y maravilloso me guía. Lo veo en una remota era del mundo; es la era de una nación poderosa, que surca el aire en lo que ellos llaman Vailx. Hay una espléndida ciudad a mi alrededor. Ahora estoy en un gran templo; el interior del mismo está ornamentado con estalactitas reales. Yo estoy al lado de un gran cubo de cristal de cuarzo, y sobre el mismo hay una extraña llama que arde sin combustible. Veo a una joven pareja a quienes un hombre con apariencia de sacerdote y semblante grave está uniendo en matrimonio. ¡Ah, parece como si yo amara al que va a casarse más que amo a mi vida! Yo imploro que impida la boda al que está en la reunión y parece ser el monarca de la nación. Entonces el sacerdote se vuelve a mí, me mira, y ¡oh, Dios mío!, ¡su mirada que causa un frío de muerte! Parece como si me elevara sobre la escena y sin embargo mi cuerpo queda inmóvil con una rigidez petrificada, de piedra. Ahora parece que pasa algún tiempo, y veo al joven que iba a casarse. Veo al Monarca, también, y ambos están en el templo. Ahora el joven levanta el mi cuerpo de piedra, y lo deja caer en la Luz del gran cubo de cuarzo, y desaparece instantáneamente. Pero se rompió un pie, y el joven lo oculta en su manto y se lo lleva. Parece que todo esto fué debido a algún mal hecho por él, y por mí por amor a él. Yo ¡ah!". Elizabeth suspiró y a continuación despertó. Encendí la lámpara del estudio, y ella me observó con curiosidad. Di. repente dijo: "¡Ahí va!, esposo, ese joven que ví era-¡eras tú! ¡Oh!, ahora creo en todas esas cosas que me has contado, pero que nunca creí hasta ahora que he visto esto".

Esta experiencia tuvo un gran efecto en ella, de forma que cada vez más comenzó a adentrarse en su aprendizaje, y como resultado redobló sus esfuerzos para hacer bien al mundo. Así, ella

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observó la Escritura:"Sed hacedores de la palabra, no oyentes sólo", porque aunque este aprendizaje pareciera extraño, no lo es para los Esoteristas Cristianos, sino sólo para los meros oyentes, y en menor medida para los que hacen obras en el plano exterior del servicio cristiano. Así yo, que había perdido a Lolix, había conducido a Elizabeth de vuelta a Su más profundo Sendero. Pero primero tuve que viajar por él yo mismo de alguna forma, antes de que pudiera guiarla. Esto ocurrió sólo unos pocos meses antes de su último viaje conmigo, el viaje a las Bermudas. Pero ella había aprendido suficiente como para saber que ambos estábamos encontrando nuestro destino en el naufragio, y cuando habría podido colocarla en el bote, dijo: "¡Esposo!, ¡Walter!, no me voy en el bote, porque por el pasado sé que ahora nosotros cambiamos. He llegado a saber que al hacer Su palabra en forma esotérica, y no oyendo solamente, es donde sólo hay Vida. Ahora veo otra vez un tiempo pasado. Y tú y yo estamos juntos, y un bebé está ante nosotros, llorando. Tú Jo tomas sangrando en tus brazos y a mí también me abrazas. Entonces pides a Dios misericordia. Generosamente cargaste con toda la culpa; pero yo, también, había contravenido la ley, y tenía que compartir el castigo. Entonces dijo Aquel que era realmente el Cristo, aunque entonces nosotros no lo sabíamos: Por Jo tanto, en un distante futuro tú recogerás una amarga cosecha de tribulación, y pagarás lo que debes. Cuando hayas vuelto otra vez, y ella contigo, y otra vez estéis preparados para ir a navazzimin, os veréis libres de la Tierra para siempre; mi querido, querido amigo, tiene que ser que ambos muramos ahora; no tengo miedo, porque con seguridad nos encontraremos otra vez. Adios, amor mío, hasta entonces; bésame. ¿No está pagado mi karma por completo, en relacion con el error de Lolix? ¿Incluso más, posiblemente? Y Cristo, ¿me recibirá El ahora?". Y yo dije: "Sí, querida esposa, ¡así tiene que ser! Adios, y que Dios te bendiga, porque en verdad nos encontraremos otra vez, más allá del gran Río profundo, con El". Y así, en la muerte, la tuve abrazada. ¿Seguís maravillándoos por su sonrisa de alegría en el cuadro realista fotográfico de la escena de la muerte que realizó Firis? ¿Y yo, amigo? ¿No había expiado el delito especial de Zailm, en el sentido de que yo la había hecho conocer la ley de Dios, el karma, y había hecho de mi vida un sacrificio viviente por ella, y al final habiendo muerto en un intento de salvarla para la felicidad y la iluminación, no era esa marca pagada, completada, y Jesús el

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Cristo obedecido? Los pecados, las acciones malvadas, las mentiras, los robos, los adulterios, incluso loS'asesinatos, son en sí mismos sólo las sombras de vidas que han dado la espalda a Dios para ir a la oscuridad exterior; son eslabones débiles en la cadena del carácter; ronas asimétricas en las que Cristo nuestro Señor desearía la perfección, como El es perfecto. Porque en El, el Perfecto, no existen ninguna de estas cosas, ni sombra de cambio. El nos suplica diciendo: "Sed asímismo perfectos. Venid a Mí, todos los que laborais, y yo os daré descanso". Así, en Su divino amor se propone tomar El mismo todas estas (para El) sombras que para nosotros son tan horriblemente reales. Por nosotros mismos no podemos hacer nada, porque a medida que deshacemos a través de los siglos, también cometemos pecados nuevos. Que no son sombras para nosotros. Pero El es la Luz del mundo. Así pues, las sombras que vemos mientras miramos desde Su camino, dejarán de existir si nos volvemos a El y le seguimos. Si hemos guardado todas las leyes desde la juventud en adelante, todavía, esto no es más que no pecar por comisión. Detrás está una eternidad sin compensar. Y, hermanos, amigos, el tiempo es corto (Cor.vii:29). El tomará estos pecados, y será para nosotros como si tomáramos una caja llena de sombras del sótano y la abriéramos a la luz de los rayos solares del mediodía. Pero mientras todos los pecados son redimidos por El; mientras que los días se hacen años, el que ha sido robado, o a quien se ha mentido, o ha sido injuriado de alguna forma, vé que las leyes del Padre le compensan de todo; si él también conoce a ese Padre, todavía tenemos un trabajo. Jesús, el Gran Maestro, tomó todo cuando nosotros, cansados, se lo pedimos. Pero nosotros, mientras estamos cometiendo esos crímenes, caminamos en la oscuridad. El árbol de nuestras vidas no tendría nada más que frutos enfermos, hojas pálidas, brotes enanos, frutos secos, en esa oscuridad del alma. Puede que hayamos parecido justos a otros; podemos incluso haber clamado: "¡Señor, Señor!" con nuestros labios. Pero si nuestras obras no Le conocían, estábamos haciendo crecer nuestro árbol de la vida con buena corteza, pero mala madera. Así pues, después de que El ha tomado sobre Sí mismo nuestros pecados, y éstos han cesado, con nuestros rostros vueltos hacia El, vemos nuestro árbol del carácter, pálido, enfermizo, con pocas hojas, y sin fruto, en medio de la luz kármica de Dios. ¿Trabajaremos para conseguir hojas verdes, y

fruto en plenitud? Si Le seguim
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esperar ganar la salvación. El retirará nuestras cargas; mediará

y

redimirá, pero nosotros tenemos que deshacer los errores con la fortaleza que El dá; tenemos que tomar cada uno nuestra cruz y seguirle a El, y El, el Buen Pastor, nos conducirá al Hogar, a las alturas inmortales, donde no existe la muerte, ni el pecado, ni el sufrimiento, ni la separación. En El tenemos, todos nosotros, el tiempo, la fortaleza, la oportunidad para deshacer, después de que El haya expiado y nos haya mostrado el camino. El es el Camino. Y nosotros, permitiéndole morar en nosotros, hacemos de nuestra vida el Sendero. No puede haber regreso a casa hasta que, en El, nos convirtamos en nuestro propio Sendero. Si hubiera otro camino, yo os lo diría. Porque yo he venido antes de Su segunda venida. Está cerca. Estad alerta, no sea que la noche os encuentre desprevenidos. No digais que yo no Le conocía, bien como Zailm, o como Pierson. Conocerle de palabra es una cosa: conocerle por una vida vivida tal como El nos manda, es otra. Habiendo vivido así, ahora hablo. Sed hacedores de la Palabra, no sólo oyentes.

CAPITIJLO X

DESPUES DE LOS AÑOS, EL REGRESO Dejando a un lado los detalles, ¿cuál era la apariencia de Firis después del paso de los años? Cuando me fuí ella era una doncella brillante, hermosa, en la flor de la edad, poseyendo la gloria divina, espiritual, que caracteriza a la raza superior del nivel Humano perfecto. ¿Cómo era ella ahora? Diferente solamente en la madurez de su femineidad, la flor de la edad que en Venus no se marchita con la edad, porque allí la naturaleza animal está subyugada, y no hay excesos, desenfrenos, ni nada de esa ansia febril por conseguir lo inalcanzable que distingue a los "hijos de una progenie más numerosa" que habitan hoy día en el plano animal-humano de la Tierra. Firis, la muchacha de cabello oscuro, y ojos como estrellas que era más que una muchacha, una mujer maravillosamente divina, estaba otra vez ante mí. Una vez más yo contemplaba su apariencia dulcemente natural, dignificada, que me recordó la primera vez que ví a Mol Lang, ese aire de poder tranquilo y maravilloso. Intensificada por esta apariencia, como lo es una piedra preciosa por su engarce, su ser dulce y puro brillaba esplendorosamente, ese dulce espíritu que en Firis era divino, pero que no había perdido ninguna de las características humanas que hicieron a Jesús tan querido de la humanidad. El espíritu estaba

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allí, el humano perfecto, también, pero el animal, la naturaleza del Hombre en la Tierra, estaba reducido a su lugar de servidumbre. Cuando me reuní con la encantadora, hermosa mujer, yo estaba abrumado. En ese momento, la ola de los años inundó mi alma y me sobrecogió. Había oído hablar de Firis algunas veces cuando el astral hesperiano me controlaba. Pero en los últimos años, los años del deber, este astral no había venido a menudo, y entonces yo conocía a Firis sólo como un ideal, y con los atributos de ese ideal traté de dotar a Elizabeth, y el fracaso fué una agonía para mí. Maravillado, totalmente encantado, miré a Firis ahora, no juzgué falta de corrección que ella me besara y susurrara: "en Casa otra vez", brillando sus ojos con la apacible alegría reflejada por mi mirada. No había pasión en mí, ni deseo de ser sentimental no, eso se había ido con el sueño febril de la Tierra. Cuán familiares aparecían todas las cosas cuando al fin estuve en casa. Durante seis meses hesperianos· no hice otra cosa que vagabundear en mi forma psíquica en este Elíseo, este jardín estelar de las Hespérides. En la anteior ocasión, la mayoría de tiempo que duró mi visita lo pasé en compañía de Soma o Mol Lang. Pero ahora Soma estaba ocupado en otros asuntos. Mol Lang, también, estaba ocupado en el trabajo que le atraía, el de guiar, enseñar y ayudar a la humanidad en masa, así como individualmente; esa parte de nuestra raza que todavía habita la Tierra. Inconscientes de su ayuda o de cómo, junto con otros igualmente grandes, Mol Lang ha influenciado en los asuntos de los hombres, estos hombres de la Tierra han seguido con sus acciones, pensando tranquilamente que ellos mismos estaban haciéndolo todo. Cuán poco conoce la humanidad de la Tierra que es guiada de esta manera. Pero nuestro Padre ha encargado a Sus hijos ocultistas que conduzcan a sus hermanos menores, al igual que se lo encargó a Jesús, uno de los Hijos de la Luz, más elevado que cualquier otro, que fué una encamación del Cristo. Quizás, los actos humanos no fueron, no son, guiados de forma individual, como regla general aunque existen excepciones. Pero al igual que el tiro corriendo por las ranuras, es impulsado por los perdigones por delante y por detrás, así los actos de un hombre dependen de

(*) Alrededor de 112 días terrestres. El año solar de Venus es de 224, 7 días terrestres.

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los actos de otros; y éstos de los de otros tantos, hasta que finalmente resulta que la masa es influenciada en la totalidad, y cada individuo perteneciente a la masa tiene sus actos inconscientemente controlados por lo que se denominan circunstancias, sino, adverso o propicio, inexorable, los surcos en los que corren. Esto quiere decir que la humanidad está comandada en su acción por lo que pudiéramos llamar el Karma Universal. Mientras los hombres busquen a tientas en la oscuridad, ignorantes de las leyes ocultistas, tendrán que generar este karma inexorable. Es el destino, autogenerado, corriendo de vida en vida, reencarnación trás reencarnación, inevitable, porque nace de la infracción de las leyes del Creador. Incluso Mol Lang, antes de pasar y triunfar en la Crisis, a la que yo pronto tendría que ir, y que él había experimentado hacia un siglo, estaba controlado por el gran Karma Universal. Pero al pasar esta prueba pasó de la vida finita a la infinita, y se convirtió en una ley en sí mismo. Y entonces, libre de karma, volvió para dar ministerio a los que están atados a las circunstancias. Mol lang se había convertido en más que hombre. Había tomado el fruto del Arbol del Conocimiento, también del Arbol de la Vida•. De esta forma él utilizaba a los elementales, esos poderes del aire que no son humanos, ni están reencarnados. Encuentran en la humanidad la tendencia a pecar, y la utilizan, de forma que los que yerran suben la escalera en filas, cada uno de los cuales es una falta conquistada. Los grandes movimientos religiosos, las guerras, y el campo del comercio, todos proporcionan experiencias para la humanidad. ¿Parecen algunos crueles, malignos? Pues no obstante, cada uno es una parte en el esquema del Creador, cada uno es una herramienta en la mano de Sus ministros, y todos enseñan que a menos que un hombre, como parte del Todo Eterno, trabaje para ese Todo, sometiendo al animal egoísta que hay en él, no puede ir al Padre. "Excepto por Mi Sendero", dice el Salvador. Si Soma y Mol I.ang ya no podían estar conmigo como compañeros, ¿quién podría? Ftris. Ella se convirtió en mi tutora, mi guía, y me condujo hacia adelante hacia el punto donde pronto yo tenía que tomar la Llave y entrar solo en la temida lucha, sólo con mi fe en Dios para sostenerme. Un día Mol Lang dijo: "Filos, ven conmigo". Fuí a sus habitaciones especiales. Allí me dijo:

(*) Apocali!l'ÍS xxii; 14.

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"Hasta aquí has tenido sólo un cuerpo astral, pero ahora necesitas un cuerpo físico como base de acción, porque ahora tienes que aprender por tí mismo. Duerme, que yo reuniré átomos materiales alrededor de tu astral". Me quedé dormido inmediatamente en el cojín en el que me había dicho que me reclinara. Cuando me desperté me estaba mirando y, olvidándome por un momento, me senté. "Levántate", dijo Mol Lang. Obedecí, y ví que estaba revestido de carne. De esta forma me convertí en un hesperita. Yo ahora aparentaba la misma edad que Firis, y por Jo tanto parecían que me habían quitado de encima unos veinticinco años. Al poco tiempo, comenzó a brillar en mí algo de la naturaleza del Espíritu, y como era el mismo ego que brillaba en Firis, consecuentemente comenzamos a parecernos bastante. Debido a este Espíritu que moraba dentro de nosotros, la Naturaleza se había convertido en un libro abierto, y la sabiduría ocultista me llamaba desde todas partes. Pronto pude dejar el cuerpo a voluntad. Siguieron otros pasos, y yo crecí con maravillosa rapidez para conocer muchas de las cosas menores reservadas por nuestro Padre para Sus hijos diligentes. Conmigo ahora moraba una Voz", y tal como me pedía, respondí y conocí. La Voz dijo: "¿Qué es la herencia?". Y yo contesté desde mi espíritu, sabiendo esto: "La herencia es la suma de la experiencia que las almas de los hombres guardan de una vida a través del devachan hasta la siguiente reencarnación. No se transmite de padres a hijrn, pero su rasgos más importantes son atraídos por los rasgos similares de los padres. Los rasgos inferiores se adquieren por el hábito, o bien yacen dormidos, de acuerdo con el entorno". Otra vez la Voz dijo: "No está bien; tú has recogido, ahora tienes que sembrar. Yo soy el Espíritu Eterno en tí; obedéceme. Tú ahora eres capaz de estar ante mi presencia, eres capaz de ver; de oír, de hablar; vencedor del deseo, has conseguido el auto-conocimiento. Has visto tu alma en su florecimiento, oído la voz de la Paz. Vé y y lee mi escritura en el Salón del Aprendizaje, que son Mis Obras. Lee. "Estar-es tener confianza. Oír-es haber abierto la puerta de tu alma. Ver-es haber conseguido la percepción de Mis Obras. Hablar-es haber conseguido el poder de ayudar a otros. Haber

(*) San Juan xvi, 13.

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conquistado el deseo-es haber adquirido control sobre el ser. Tener auto-conocimient~s haber venido a Mí, en donde eres capaz de ver de forma imparcial al hombre personal que fuiste. Haber visto tu alma en su florecimiento-es haber tenido una visión momentánea de esa transfiguración que finalmente te hará más que Hombre". "Apártate en la inminente batalla, y aunque luches, no seas el guerrero. Búscame, y déjame luchar en tí. Obecede Mis órdenes para la batalla. Obedéceme como si Yo fuera tú mismo. Mis órdenes tus deseos, porque yo soy tú mismo, y no obstante, infinitamente más que tú. Búscame, no sea que en la fiebre de la batalla pases de largo ante Mí. No te conoceré si no Me conoces. Si tu clamor llega a Mí, ¡mira!, lucharé en tí y llenaré el vacío que hay en tí. Entonces tú serás invencible. Sin Mi fracasarás; conmigo no puedes fracasar, porque yo soy el Espíritu. "Escucha ahora la canción de la vida en tu corazón. No digas no está allí. Escucha profundamente. Esta canción está en cada pecho; puede ser oscura, pero está allí. Está hasta en el más miserable descarriado, porque todos son hijos del Padre, que soy yo. Escucha Mi Canción, porque mientras todavía no seas más que un hombre, yo no te hablaré continuamente, y tu fortale7.a tiene que ser en ocasiones en recuerdo de Mí. Pregunta ahora por la materia de la Tierra; por el aire, por el agua, el viento; y busca los tesoros de la nieve. Que Mi Paz sea contigo". Al fin ví, oí; y, amigo mío que lees esto, hablé. Mis palabras se multiplican por medio de la letra impresa, y entonces, por medio de miriadas de copias diseminadas por todo el mundo, serán conocidas por aquéllos que "viendo, ven y comprenden". Y con cada copia va mi mayor amor, mi ojo verá a todo hambriento buscador de la verdad, y, tanto en el palacio como en la casita, allí, también, estaré yo, no simbólicamente, sino mi Espíritu. He subido a un solitario lugar de montaña para escuchar esta Voz, y ahora al caminar, un Ser que no es Hombre se unió a mí. Su presencia era de luz y gloria y bondad. Con él vino Mol 1.ang, diciendo: "Este es uno de los Seres del Bien. Mira, Filos, la Casa de nuestro Padre tiene muchas Mansiones, y en éstas existen Seres creados por El, y dotados de voluntad como el Hombre, pero que no son humanos, nunca lo fueron, ni nunca lo serán. El hombre será perfecto cuando el Espíritu del Padre entre en él. Entonces él conocerá todas las cosas, y será perfecto. ¿Qué es perfección? Armonía absoluta con Su Creación Infinita. Por lo tanto, puede

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haber hombres perfectos: también Seres perfectos que no son Hombres, y éste es uno de ellos que está con nosotros. Este es un Buen Ser. Existe lo opuesto en las Cosas de la Creación. Existen Seres Malignos perfectos, que igualmente no son, nunca fueron, ni nunca serán humanos. ¿Quiénes son éstos? Están en perfecta armonía con las leyes de su existencia, pero esas leyes y sus condiciones son absolutamente opuestas a las nuestras, y al bien. Por lo tanto, tales seres son perjudiciales para nosotros y consecuentemente, malignos. Pero esta clase de seres no nos busca, ni nosotros a ellos. En el esquema de la Creación, el mal y el bien están equilibrados. Por lo tanto, lo que perturba la armonía en nosotros, les perturba a ellos por desajuste de equilibro. De esta forma, ellos no buscan nuestro mal. Pero Satanás, ¿le conoces? El era un Angel de Luz, caído, y su caída fué tan grande porque su altura era tan elevada•. El es un rebelde, y en desarmonía". "La vida, Filos, es limitada, porque no es sino la acción en la Mansión del entorno Humano. Pero la existencia no es limitada. Por lo tanto, este Ser del Bien que está con nosotros no es Vida, sino Existencia. Mira, El va. Este es Su símbolo, y el nombre de Su Mansión A. Y cuando tus pruebas sean fuertes, dibuja a tu alrededor en el suelo esta figura y entra en ella; no salgas de la misma, y llama al Padre. El te enviará Sus Seres A para ayudarte. Que la Paz vaya contigo". Mol Lang desapareció y yo me quedé solo. Lo que más temen los hombres son esas enfermedades insidiosas, que no atacan abiertamente, sino que van al punto más vulnerable. Así pues, en la última, final, Prueba de la Crisis, yo también tendría que ser atacado insidiosamente por las huestes satánicas. La Tierra me había probado durante muchas vidas; ahora tenía que venir una prueba más grande que las de la Tierra. Los ataques del simple error humano difieren del asalto bien organizado, inteligente, de aquéllos a quienes el mal se ha hecho natural, de Lucifer y sus compañeros rebeldes. ¿De qué naturaleza es esta Prueba de la Crisis?°. Es decidir si en las largas series de vidas reencarnadas el alma ha mejorado sus ot,ortunidades para el bien; si, en lo principal, el alma ha seguido el Sendero que Jesús señaló. Si así ha sido, tiene o tendrá fortaleza para combatir los mayores esfuerzos del enemigo

(*) San Lucas xii; 48. (**) San Lucas, xx, 35-36.

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satánico. Si no, tiene que caer y pasar por la segunda muerte•. ¿Su vida reencarnada hizo que el alma perdonara todos los errores, los intereses egoístas, ayudara a los que tenían menos luz, más oscuridad, tristeza y pecado, a encontrar una naturaleza autónoma? ¿Se ha convertido el alma en lo mismo que el Hombre de las Penas, lleno de fe, esperanza y caridad? Entones es que ha oído la Voz, y no fallará. Pero si el alma no es como eso, entonces, aunque tenga la vista profética, y conozca todas las cosas, aunque tenga fe para mover montañas, no obstante, seguirá siendo lo mismo que Satanás, y correrá su misma suerte. "Vé al Lugar Sagrado"... Y yo, conociendo la obediencia, fuí a una habitación construida de piedra, apartada de la casa. Entonces, estuve yo en la Presencia en la que había estado como Zailm cuando el Sacerdote Mainin fué destruido. Era la Presencia del Cristo vivo. Era Hombre, pero también más, porque era el Espíritu; mucho más que Hombre, al igual que el sol era más que una luciérnaga. Entonces una maravillosa Voz dijo: "No tengas miedo, soy yo". Alrededor de ese Lugar Sagrado había formas de fuego. La tinta y el papel pueden dar muy poca idea de la escena. Pero mirad el cuadro y tratad, con mi ayuda, de ver. El cerrojo brillaba como algo llameante, como también la Gran Estrella y todas las menores. La Hoja era como la vida, y la cruz el Camino abierto, hacia el Hogar, mientras que el Círculo, yo sabía que simbolizaba al Eterno, sin final, sin principio. El Libro era la Palabra, y brillaba con llama centelleante, carmesí. Pero sobre todo, una Presencia Personificada, era el Ojo, el Eterno, despierto, omnipotente, omnisciente Supervisor. Así pues, yo estaba en la Presencia del Padre, manifestada para mí. Allí, conocí todas las cosas de Sus Obras, porque el Espíritu entró en mí. Pero no para morar, porque todavía no había pasado la Prueba. Durante semanas permanecí en el Lugar Sagrado, y no salí para comer o beber, porque yo estaba totalmente sostenido por el Espíritu. En el día de la Gran Paz este Espíritu tiene que entrar y yo tengo que estar en El y El estar en mí para siempre jamás. Pero no podía existir guía, ni ley para la Prueba, excepto mi fortaleza de siglos. Incluso el Espíritu quedaría oculto en esa prueba.

(*) Apocalip¡is, xx, 25. (**) San Lucas, iv, 2.

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GRABADO SIMBÓLICO DEL "SAGRADO LUGAR".

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CAPITULO XI TEXTO: SAN MATEO IV. "Ser o no ser, esa es la cuestión". HAMLET Esta era en verdad la cuestión cuando me levanté una mañana, y supe que el suceso de la Crisis decidiría en ese día si yo tendría Vida Eterna o no, si yo iba hacia el Espíritu, o hacia la Segunda Muerte. Me levanté y salí al desierto de las montañas, acompañado sólo por un animal doméstico, que se parecía a un cervatillo, que me seguía a todas partes. En un prado de una montaña bo5cosa dibujé con mi cayado el símbolo A. e instantáneamente se convirtió en fuego carmesí, que subía y bajaba continuamente. Yo estaba dentro, el animal doméstico pastaba en el prado. Después de hacer el símbolo A, el Ser del Bien que me había presentado Mol Lang vino a mí, y me habló mucho, yo a El. Este dijo: "¡Mira! Llega la hora en que tengo A que dejarte, aunque yo A desearía hacerlo por tí, pero ningún ser puede hacer por otro la tremenda Prueba, ni tampoco ayudar. Pero yo A te digo que creo A que vencerás, porque, ¿acaso no te he conocido durante eras enteras? Pero ahora llega esa Prueba para tí, cuando tu pasado, en todos los días y vidas que has tenido, se levantará y tú tendrás que ser juzgado por ellas, para ver si te convertirás en perfecto, y tu nombre será Filos o fallarás, y tendrás otra vez que pasar por todas las amarguras de la vida a lo largo de futuras eras. El Padre ha dicho por medio del Espíritu: De toda palabra inútil que los hombres pronuncian, tendrán que dar cuenta. ¿ Cuanto más no de sus actos?". Yo escuché en silencio, porque, ¿cuál era el registro en contra mía? Podía ser malo, o bueno, o peor: esa tibieza que el Espíritu no acepta, sino el calor o la frialdad de la naturaleza. "No temas", dijo Ovias A, "porque no en vano has vivido. Tampoco esperes un registro escrito concerniente a tí. Pero conoce esto: que los principios inculcados por el Espíritu-Cristo que cubrieron a Buda y a todos los grandes de la Tierra, encarnándose en cada uno de ellos, y El siendo el Hijo de Dios, no ellos, hasta que por la unión con El se convierten en Hijos de Dios, sabe que si has hecho de estos principios la trama y urdimbre de tu carácter, no tienes que temer nada. Porque esta clase de tejido es fuerte, y fué a la que Jesucristo se refirió cuando dijo, y dice siempre, ya que El es el Eterno: Mira, yo estoy contigo siempre hasta el fin del mundo. No sólo un acto individual será sacado para acusarte, sino

*•

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cada uno, todos y cada uno de los grades pensamientos, y palabras y obras, en todas tus muchas reencarnaciones, éstos han formado tu carácter. ¿Está ese carácter, pues, tejido con la trama proporcionada por Cristo, y mostrada en la personalidad Divina de Jesús, e iluminando a Buda, y a Zoroastro, Moisés, Manú y otros Salvadores? Si es ese el paño, entonces, en verdad, ¡tu prevalecerás!, aunque nadie sostenga tu brazo. Pero si no tienes ese tejido, mira, fracasarás, y ni siquiera yo A podría salvarte. Me A voy. Sé valiente, y que el Confortador sea contigo. Paz". Durante todo ese día estuve allí, y no sentí cansancio. La noche llegó. Alrededor de la medianoche mi animalito gritó de terror, y vino saltando hacia mí. Al venir evité que se acercada a la A llama, y se quedó fuera, temblando. Pero yo no ví nada alarmante, excepto a Mol Lang, acercándose por encima del nivel a mi alrededor. No dudaba, sino que estaba a punto de cruzar la línea de fuego, ya que él podía, pero preocupado por mi peligrosa posición dije: "¡Párate! Si eres Mol Lang, entonces, ven. Pero si sólo eres una sombra tentadora, tribulación caiga sobre tí si cruzas esa línea, porque A te castigará como sólo un inmortal puede castigar". No se acercó; en vez de eso, dejó de parecerse a Mol Lang, y era otro sujeto. Este tentador dijo: "Si tú eres prueba contra mí, quien parecía tu amado preceptor a quien tú realmente no conocías, entonces tú eres el vencedor sobre la muerte y el pecado. No tengo poder sobre tí, y eres libre de entrar a la vida eterna, en donde ya no tendrás más reencarnaciones. Me voy". Esta Forma se retiró, pero la Voz dentro de mi alma susurró: "Quédate todavía alerta un tiempo más". Me quedé allí sin que nadie me molestara hasta que me dí cuenta de que me estaba durmiendo, y sabiendo que esto era la fatiga de la carne, sentí no haber entrado en la Prueba en forma astral. "No debe ser así", susurró la Voz, "todos tus elementos, tanto físicos como psíquicos, tienen que ayudarte aquí". Pero una vez más comencé a dar cabezadas, y rápidamente me levanté, porque toda la escena a mi alrededor había cambiado. El prado de la montaña había desaparecido, y en lugar de noche parecía de día. Ví lo que parecía una escena donde todas las razas de los hombres e inmortales estaban reunidas bajo el barrido de mi ojo presciente. Pareció que yo era llevado a este dominio, y un ser maravilloso con apariencia divina era mi guía. No obstante, por

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precaución, me envolví desde la cabeza a los pies en la llama A como en una armadura, por lo que mí guía sonrió, y no dijo nada. Me llevó con la velocidad del pensamiento, por lo que parecía que íbamos de estrella en estrella, ora cruzando inmensos espacios interestelares, ora llegando a dominios vivos. Todos estos dominios estaban habitados por criaturas de forma humana, o al menos tenían atributos humanos. Ante mí, todos se inclinaban y me adoraban, porque mi guía les dijo: "Mirad a vuestro maestro". Por otra parte, todos ellos estaban ocupados en perseguir el placer. Las múltiples pasiones del hombre en la Tierra eran practicadas aqui sin temor al castigo. Mi encantadora guía dijo: "Estas son almas en las que yo creé ciertas pasiones y apetitos, y, ¿deberé castigarlas por haber actuado, sin restricción, según los rasgos que yo les he dado? Ahora, dime, ¿por qué no debería toda la creación tener libertad para conseguir el placer como quieran? Mis criaturas lo hacen. No les he puesto ninguna clase de restricción en su libre persecución de las cosas carnales, la lascivia, los apetitos. Mira, ¡son felices! Durante un tiempo te doy control sobre ellos. Al entregarse a sus pasiones engendran una especie de magnetismo vital, y como su actual soberano, esto te estremece como el vino nuevo". Tal como dijo mi guía, la vista y sensación de todo este libertinaje me estremeció hasta el éxtasis, y me estaba produciendo una alegría camal de tipo delirante. Alejé la misma y rehusé sentir. Ante esto, el hermoso Ser dijo: "¡Oh, estás ciego! Mira, podrás tener estos dominios para tí, y tener autoridad absoluta, de forma que tu palabra será la vicia o la muerte para esta gente, si así lo deseas. Aquí, también, en esta alegría eterna, puedes traer a Firis, y ¡mira!, para siempre junto con ella podrás hacer tu voluntad, y la suya, y ningún castigo será exigido. ¿Aceptarás este don de la supremacía? Es gratis; no pido nada por él. Sólo tómalo". ¡Oh!, ¿dónde estaba mi conocimiento, conseguido durante muchas vidas, y de la Voz? ¡Se habfaido! ¡Se había ido!, porque si no, hubiera sabido en seguida que no tenía que aceptar ese don tan atrayente. Se me ofrecía todo esto gratis, por lo tanto violando la ley divina, que nunca permite que se dé algo por nada. Pero yo reuní mi armadura A a mi alrededor, por miedo a que este Ser, que parecía tan encantador y bueno, no fuera así, y si no era bueno, su contacto podría ser fatal. Entonces dije: "Debe ser que tú estás vestido con el ropaje del cielo para poder servir mejor a Satanás. Demonio, tú ofreces lo que subordina

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a todos los seres de estos dominios a mi voluntad. Este dominio está gobernado por el placer, las pasiones, los apetitos, la lujuria, el egoísmo; y no se castiga licencia tan salvaje. Estas carnalidades podrían conquistarme, también, si yo aceptara-yo, que por otra parte estoy a punto de convertirme en inmortal, más que Hombre, libre de karma. Estos seres son egoístas. El placer conseguido así es la esencia del egoísmo. En verdad, tú tienes que ser el creador de todo esto, ya que es egoísta. Es tuyo. ¿Podría ser mío? Sí, pero sólo porque sobre mí tú reinarías. Yo no soy tu súbdito; ni lo seré. Solamente el Dios Desconocido es mi Señor. Aléjate de mí". La escena se desvaneció lentamente, como la bruma a la luz del sol. Entonces vino una tregua, y yo creí que la batalla había terminado, porque me sentía cansado. Pero estaba en el prado otra vez, con el fuego A saltando, latiendo con latidos carmesí alrededor de las líneas. Nada podía romper esa llama guardiana, porque era el símbolo del estado perfecto del ser de otra raza, no humana. Solamente la perfección podía prevalecer contra ella. La perfección del bien podía; así, también, la perfección del mal podía; pero éste último no había venido todavía contra mí. Yo incluso dudaba de la existencia de cualquier perfección del mal. ¿Qué oferta, después de todo, me había sido hecha sino de las cosas que eran mías por razón de Filiación divina? Dios dió a sus hijos control sobre todas las cosas para el bien, y para el mal también, por medio de la influencia mental. Qué más soberanía absoluta existía que el amor, ejercido tal como El había ordenado. Ninguna. Mientras reflexionaba, una suave y encantadora visión vino, y mira, Firis estaba ante mí. "¿Eres tú Firis?", pregunté. "¿Podría alguien excepto Firis ignorar la llama A a tu alrededor?, replicó ella, penetrando en la barrera, y hundiéndose a mi lado. Esto parecía verdad, porque Ovías A era un ser perfecto por Su propia condición. Solamente la perfección puede coexistir con la perfección. Al fin la oí suspirar suavemente, tristemente. Sus ojos brillaban con lágrimas. "¿Por qué esa pena, Firis?". "Filos, ¿y lo preguntas?, te respondo. Debido a la confesión que tengo que hacer yo, también, estoy pasando una prueba como tú. Una triste historia de pecado está conmigo. Tribulación caiga sobre mí si tú me desprecias por ella". Ella dudó. "Habla", le respondí con temor. "Está bien. En un día lejano en Poseidonis, cuando yo tenía la

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personalidad llamada Anzimee, y tú tenías la llamada Zailm, ¿recuerdas ese tiempo? Sí, y con tristeza, ¡incluso ahora! Cuando tú te habías ido en tu vailx, para escapar del recuerdo de Lolix, yo estaba intensamente triste. Y yo no sabía dónde estabas. Como no regresabas, enloquecida, fuí a ver a Mainin el Incalix. El se extrañó de mi frenesí; entonces dijo: "¿Amas a Zailm, Rainu?". "Como a mi alma, Incalix. "Me maravillo de ello. Pero no importa. ¿Ayudarte a encontrarlo? ¿Y si yo te amo?, yo que he prometido permanecer célibe? ¿Y si, con mi capacidad, digo que Zailm no vuelva más?". "Entonces, Filos, ¡le supliqué por tí como por mi propia vida! Imploré su misericordia. Al fin, las severas lineas de su rostro se relajaron, y amablemente dijo: No te dejaré aparte; sólo estaba probando tu amor por él. Pero mi ayuda tiene que recibir compensación. No dinero, ni joyas, ni poder; todo esto lo tengo en abundancia. Sólo una cosa recibiré de tí como don; escucha: en otros tiempos, cuando obtuve el conocimiento sobre los profundos secretos de la Naturaleza, me gustaba experimentar, y busqué la ayuda, confiado en mi poder para someter a mi siervo, de las huestes de Satanás, un demonio. Pero sobrestimé mi poder, y fuí sometido, una víctima. Así pues, un día en el futuro mi alma será entregada a Lucifer para pagar mi deuda y su creciente precio. Solamente puedo evitar esto de una forma, entregando a otra alma, menos experimentada, en mi lugar. Antes de que llegue esta noche una doncella y su amante me buscarán a la hora de la adoración, para que consagre su matrimonio ya anunciado hace largo tiempo. Pero yo me habré ido, a propósito. Tú estarás allí, y excepto tú, sólo estos dos. Ahora, ellos son débiles, pero nunca han pecado. "Sus naturalezas les inclinan al error. Todo lo que te pido es que cuando te pregunten por mí, les digas que me he ido, pero dí: ¿habéis venido a casaros?, entonces sonríe y diles, otra vez: solamente los simples publican sus uniones; los sabios nunca se casan, pero están casados de verdad. No digas más. Si ellos captan esta ligera indirecta, pecarán y perderán sus almas, pero yo, el gran Incalix, seré salvado. En cualquier caso, te traeré a Zailm otra vez, porque quizás tu indirecta no sea llevada a cabo". Mainin cesó de hablar. Yo retrocedí con horror. Pero cuando estaba a punto de rehusar, dijo: "Recuerda, sólo tú puedes salvar a Zailm". Yo pensé que Mainin era un desalmado. Entonces pensé que era natural que deseara salvar su propia alma, incluso a costa de

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otra. Y ¡oh!, ¡yo deseaba tanto que volviera mi Zailm! Llorando con desconsuelo, mi alma susurró lo erróneo de esto, pero mi corazón pidiéndome que fuera ciega por esa vez a lo erróneo o correcto, cedí y dije: "Haré lo que me pides". "Así lo hice. Pero falsa a Inca!, Mainin fué falso conmigo, y no me devolvió a Zailm. Cuando el Rai Gualun me comunicó la muerte de Zailm yo, también, morí de pena y de tristeza de corazón. El hombre y la mujer siguieron mi indicación y murieron años después de delito bien oculto. Pero, ¿y yo, Filos? Al consentir hacer la voluntad de Mainin, vendí mi alma al Archimalvado, al amo de Mainin. Así pues, mi vida está perdida a menos que alguien me ayude. Perdida, lo sé muy bien, y aunque me he esforzado mucho para hacer el bien y expiar, ¡todo ha sido en vano! No obstante, mi alma gemela, tú puedes salvarme. Si tú no me salvas, entonces la Ley Eterna me hará pasar por la segunda muerte. Mi alma será aniquilada, mi Espíritu, que no pudo unirse con mi alma, volverá a la Fuente, a nuestro Padre. Y entonces, siendo un alma, pero tu Espíritu también mi Espíritu, tú también perecerás. Por lo tanto, sálvate y sálvame". "¿Cómo?", pregunté, con mi alma en la más profunda desesperación, y sufriento tal intensidad de dolor como para casi segar mi vida. Desesperado, porque sentí que Firis, mi otro ser, mi ángel puro, estaba en peligro mortal, ella en una trampa fatal, y amenazada con la muerte del alma. Y porque lo estaba ella, yo también lo estaba, porque nuestro Espíritu era el mismo. "¿Como?", pregunté otra vez, en su susurro. "¡Así! El hombre a quien, como Anzimee, yo conduje al error, ha reencarnado varias veces desde entonces, cada vez en peor condición, hasta que ahora, un hombre de la Tierra, está a punto de afrontar una tentación que, si cae en ella, llevará su curso hacia el mal a partir de ahora, y a la muerte final de su alma. Si no sucumbe ahora, pude que escape o no, pero el retraso le hará inútil para nosotros, y con seguridad nosotros moriremos, tanto si el cae como si no. ¡Sí!, moriremos si tu no actuas ahora. Si ahora haces que su alma se pierda, podremos escapar; eso dijo Mainin, que ha sido maldito y está en las tinieblas exteriores, pero a quien aún pertenezco; esta es la única esperanza, aunque mínima. ¡Oh, Filos, piensa, piensa! En un lado está la vida eterna, la brillantez, y una oportunidad para expiar todos nuestros pecados, quizás incluso

rescatar a este hombre al fin, y en la otra, la muerte, ser arrojados a las tinieblas exteriores y ser demonios por toda la eternidad". En la tranquila noche Firis estaba frente a mí y me suplicaba

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que actuara por ella, con sus manos juntas, sus ojos llorosos, su angustia horrible de oontemplar. Actuar por ella a quien yo amaba más que a la vida, y por mí; salvar nuestras vidas para que todo fuera bien. ¿Cómo? Utilizando mi poder ocultista para susurrar a un hombre, ya en pecado, en un planeta distante, un hombre que quizá no pudiera vencer su temperamento aunque yo utilizara mi influencia. ¿Hacer qué? Influenciarle para que firmara con su nombre como Gobernador de un gran estado y negara el perdón a dos hombres que iban a morir por asesinato. No obstante, eran inocentes. Yo lo sabía, el Gobernador lo sabía porque él ya había pecado horriblemente usando su cargo, su dinero y su poder para tejer una red de pruebas circunstanciales que harían colgar a estos dos enemigos por un asesinato cometido por su propia mano. Dentro de una hora, él firmaría o no el fatídico documento, pero en el último momento su valor estaba fallando. Todo lo que yo necesitaba hacer era darle valor con mi poder ocultista. Ya de por sí tan pecaminoso, ¿era posible que pudiera cambiar sus hábitos malignos y hacerlos buenos? Apenas posible. Pero yo tenía que actuar sobre su psicología y hacerle pasar esta oportunidad para completar su doble asesinato, con el fin de salvar a Firis, a quien yo amaba tanto, cuyo Espíritu era mi Espíritu, cuya destrucción de alma significaba la destrucción de la mía también. ¡Era tan facil de hacer! Todos los crímenes son fáciles. Pero mientras la angustia de la desesperación me hacía enmudecer, llegó un rayo de esperanza, y la pregunta apareció: ¿Nos salvaría este acto? No había dicho Dios: "No matarás"; ¿y acaso el doble asesinato no caería sobre mí igual que sobre el Gobernador? Entonces me levanté, y dije, con calma, ¡Oh, que calma tan terrible, desesperante! "Mira, pues. Aunque seamos arrojados a las tinieblas exteriores, nunca haré tal cosa. ¡Tú, que eres para mí más preciada que mi propia vida, no puedes pedirme eso! ¿Acaso no dijo nuestro Padre: Quien cometa mal, será castigado, de treinta, de sesenta, o de cien? Y si yo, nosotros, consignamos a un alma a las tinieblas, piensas tú, ¡oh!, mi compañera espiritual, que no iremos nosotros también allí con toda seguridad? Entonces, aunque estas palabras sellen tu muerte y la mía, me niego a pecar. No haré lo que me pides. Yo no he errado así y puedo extender mi mano y, por medio de la ayuda del Espíritu-Cristo, cortar el progreso de tu pecado, y puedes volver al tiempo y lugar donde estaba tu alma antes de tu error, y reencarnar en la Tierra tan a menudo como sea necesario para expiar ese acto pecaminoso. Y yo te esperaré donde mi alma

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está ahora, durante años, aunque éstos sean decenas de miles, hasta que purificada, puedas reunirte conmigo. Yo te guiaré para que no peques más durante tu expiación. Sí, excepto porque tengo que quedarme para guiarte de esa forma, me gustaría volver otra vez a la vida de la Tierra contigo; pero tengo que quedarme para que mi luz se mantenga limpia. Todo esto haré, o si el expiar por otra persona fuera posible en el Universo, yo expiaría por tí, y te dejaría estar aquí. Pero condenar al hombre que está en la Tierra, y a nosotros con él, ¡no! No puedo pecar así". Con un estremecimiento convulsivo y desesperación en sus ojos como estrellas, que me hirió tanto que grité a Dios en mi agonía, Firis dijo en un sollcrzo fúnebre, como el de un alma perdida: "¡Oh, Filos, piénsalo bien; porque pudiera ser que hayas utilizado esa clase de rectitud que hace a los Angeles llorar y al Maligno sonreír!". "Firis, amada, ¡he hablado! No cambiaré". Ella se alejó cubriendo su angustiado rostro con sus manos, llorando en la intensidad de su desesperación. Cuando vino hasta el fuego ¿, dijo: "Filos, podría entrar. Mi poder se ha ido, y no puedo salir; apártalo". Miré desde donde yo estaba casi muriendo con el dolor de mi herida inmortal, y ví que estaba demasiado débil como para bajar la barrera. Entonces, miré dentro de mi ser, y ví que ya no estaba la Luz del Espíritu dentro de mí, sino que se había ido. Y entonces supe que lo que significaba esa terrible exclamación de Jesús de Nazaret; que El, también, en la terrible tensión de su prueba Humana de la Crisis había visto desvanecerse al Espíritu dentro de El cuando clamó: "Eloi, Eloi, Lama Sabacthani". Como El, clamé al Padre, y en ese instante la Luz volvió, y con un poderoso estruendo la oscuridad se disipó, y la noche que me había rodeado huyó, y ví que el sol estaba alto en los cielos, y que yo sólo había estado en una oscuridad local. La llama 1;. palideció y "Firis" se arrodilló ante mí e imploró misericordia. Entonces supe que Firis no había estado allí. Supe que Dios Padre había entrado en mí para morar por siempre, y que la perfección del mal había fracasado en su último y más sutil, horrible e insidioso ataque, su último intento de abrir la puerta del abismo para mí. La fortaleza que yo había

reunido en toda5 mis vidas me había sostenido y, desvaneciéndose todas, yo había llegado al Cristo. Tocio el camino de tribulación había recorrido yo, expiando al llegar. Y ahora yo había borrado

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mi karma, y en mí estaba la Vida Eterna. ¡Gloria in Excelsis! ¡Laus Deo! La canción que oí era la canción de las huestes celestiales de Dios. Entonces la Voz habló: "Tu prueba ha terminado; estoy muy complacido. Está escrito en la sagrada Escritura: Tenéis que nacer de nuevo, del agua y del Espíritu. Así has nacido tú ahora. Del agua, que es el mundo de la materia. Y del Espíritu, que es cuando yo entro. Pero la muerte del cuerpo carnal, y el renacimiento en el nuevo, no es sino noche después del día, y día después de la noche. A estos sucesivos días y noches del alma, no se refiere la Escritura. Tú has nacido en la Tierra muchas veces, y cada vez tu cuerpo camal ha muerto. Pero el renacimiento no era ese renacimiento de las aguas y de mí. Esas reencarnaciones fueron para prepararte para salir de las aguas de la materialidad para Mí. Pero ahora tú has nacido de eso y de Mí, y te has convertido en un Hijo de la Luz, y en uno con el Padre de Todo, y como el Nazareno. Lleva Mi Palabra a todos los hombres, para que todos puedan igualmente venir a Mi que, como tú, siguiendo al primer Hombre que vino a Mí, has venido también". Ahora, cuando ví a Firis venir, supe que era ella de verdad. Ella, también, había tenido su Prueba, e iguales tentaciones le habían sido ofrecidas, y las había soportado, noventa siglos antes, no obstante. Y vosotros direis: "Pensé que las almas gemelas tenían que librar la batalla final juntas, y ahora, tú dices que han pasado nueve mil años entre medias". Mira, amigo, el tiempo no es sino una medida de energía. Hicimos el mismo trabajo, por lo tanto estábamos juntos. ¿Está Pablo más salvado que la última alma regenerada? Pues Pablo conoció a Jesucristo casi dos mil años antes. Nos había parecido a ambos que la Gran Crisis había durado siglos. Hasta nosotros, que estábamos allí con nuestras manos unidas, vino una visión gloriosa, y la Voz habló, y dijo: "Mira. Mira hacia atrás al poderoso pasado. Y cuando lo hayas hecho, mira a la Tierra, y observa el efecto que produce que des a la gente de la Tierra la historia de tu vida. Esto te tomará sólo un momento, pero ese momento parecerá años a tus agentes en la Tierra. Entonces, mira otra vez; yo soy tu Voz y tu Espíritu. Vuestras almas se unirán. Mirad, a partir de ahora, y ya no tendréis más dos cuerpos, sino sólo uno, y éste será vuestro cuerpo de Espíritu. El mío, porque sin Mí vosotros no sois nada. Que la Paz sea con vosotros para siempre". Amigo, puede que tengas problemas para comprender esta extraña unión. No obstante, piensa en ello profundamente, porque

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será tu experiencia algún día si eres fiel a tu Salvador y Le sigues, bebiendo de la copa que El bebió, y venciendo en la Prueba Crítica.

FIN DEL LIBRO SEGUNDO

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RECOGEREIS LO QUE HAYAIS SEMBRADO LA PERCEPCION Suponed que la lucha me hubiera vencido, y que el veredicto hubiera sido: "Mene Mene Tekel Upharsin". Entonces mi-nuestra suerte hubiera sido la de Mainin de Caiful. Para mí, que conozco el terrible significado de esta suerte, es mucho más terrible de pensar que para tí. Significa ser un hermano de los diablos, y sometido a Satanás, que nos tentaría astutamente, terriblemente, tal como nos tentó, y al triunfar, hace un siervo de la víctima, siempre para acumular karma nuevo. Y tal karma como el de servir a Satanás durante un momento, es peor que el que pudiera acumular el hombre más malvado durante una larga vida. Significa tal servidumbre hasta ¿Cuando? ¿Para simpre? Hasta el fin de las cosas materiales. Entonces, cuando los cielos sean enrollados como un pergamino y fundidos en fuego ardiente, Satanás (Lucifer), con sus secuaces, será arrojado a ese lago de fuego que es la segunda muerte: que significa que la fuerza, la energía de los rebeldes, aquello que les ha hecho almas poderosas, diferenciadas a lo largo del pasado, será despersonalizado y desindividualizado, arrojado al conjunto del Fuego de los Elementos, que forman las fuerzas de la Naturaleza, el viento, las fuerzas ódicas y magnéticas y eléctricas. Pero no existe la aniquilación, no existe la muerte, aunque existe un cambio que constituye la destrucción de la unión entre el alma y el Espíritu, el retorno de la primera a la gran impersonal Vis Natura, el retorno del otro a Aquel que creó la vida. Entonces, después de millones de años, el Padre reunirá a los ardientes elementos en una nebulosa, plasma estelar, mundos, soles, sistemas, y "un nuevo cielo y una nueva tierra" aparecerán.

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Entonces, la hueste rebelde despersonalizada comenzará a reencarnar en forma de vida protoplásmica, y de aquí irá evolucionando, en forma ascendente, a lo largo de miríadas de reencarnaciones hasta que, después una eternidad de materia, lleguen una vez más a las condiciones humanas, a otra Crisis, a vencer o fallar, y en cualquier caso, cómo Sísifo, recorrer otra vez el cansado camino, o si no heredar la entrada duramente conseguida al ser incondicional. No hay ni puede haber ninguna muerte del Espíritu, sólo de la individualidad. Estudia esto bien, amigo mío, porque tal es la suerte de los malignos que se venden a Satanás, porque tal es la parte de Satanás. Nuestro Padre ha proporcionado el Camino. Es el Sendero estrecho, como el filo de la navaja, donde todas las cosas se equilibran por completo para que no haya desviación ni hacia la derecha ni hacia la izquierda, sino un recorrido por el Sendero regular, en donde todos los que recorren este camino, se contienen en todas las cosas, en comer y beber, en dormir y en todas esas cosas que provocan las lacras de este mundo. A los que se les halle dignos, sin necesidad de ulterior reencarnación, de obtener la resurrección desde el cuerpo de la materialidad, ni se casan ni son dados en matrimonio, sino que deben recibir el Reino de Dios como si fueran pequeñines. No obstante, a los que no hacen esto, no se les contará en contra eternamente, sino sólo hasta otra reencarnación. Inevitablemente se produzcan las cosas de los sentidos que son una ofensa al Espíritu, pero la tribulación kármica llegará para el ofensor hasta que él encuentre el Sendero y lo recorra. Oye, si oír y comprender está en tí, porque estas son las palabras del Maestro.

CAPITULOII

JOB XXXVIII. 7 Contemplando la victoria en nosotros del Padre, entonamos una canción como respuesta a la de los Hijos de Dios que eran nuestros compañeros. Perfectos al fin, en consonancia con toda la ley cumplida, libres de karma, inmortales, al lado de Jesús, sin necesidad de reencarnar, la Vida había terminado, pero el Ser acababa de comenzar. ¿Paradójico? En todos los eones de tiempo nosotros habíamos tenido Vida, pero Ser, que no tiene principio, ni fin y no está bajo el dominio del Tiempo, cada ego lo tiene siempre del Padre. Pero la Vida tiene un comienzo, por lo tanto también tiene que tener un fin; tiene fin. Si sus condiciones son

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suficientememte fuertes para encadenar, entonces el alma es desviada de su ego hacia los caminos de la Vida, y entonces es heredera de la muerte. Solamente si un alma no inclinada a la Vida se aferra al Ser-a su ego-¿no morirá? El pecado es el error de apartarse del Ser hacia la Vida, de donde la sombra es la muerte. El alma que pecó y no se apartó de la vida finita y de sus condiciones inherentes, morirá. Por todos los ámbitos de la luz sonaban los cantos de alabanza, como cuando las "Estrellas de la mañana cantan juntas y los Hijos de Dios gritan de alegría".

CAPITULO III

"Bellas formas y osados videntes de eras pasadas, todos en un gran sepulcro".

Durante un corto tiempo Firis y yo no fuimos una entidad total. Tuvimos que hacer retrospección. Abrazados, caminamos lentamente hacia adelante, hasta que nos sentamos en la orilla de un arroyo cantarina. Entonces yo dije: "Gemela mía, examinemos el pasado, apartemos la cortina de las eras pasadas, y veámos el registro del Libro de la Vida, espejo de todos los sucesos, visiones, sonidos, formas, de todas las cosas. Podemos hacer esto, porque estamos libres de karma, de la muerte, y somos uno con el Padre del Ser, viendo, sabiendo como él sabe, porque El está en nosotros". Examinamos las escenas de nuestra vida en la Atlántida, vidas, y ví a la dulce y desgraciada princesa Lolix, para quien yo había sido su ideal. ¿Adónde había ido su triste alma cuando Mainin la petrificó? En el registro imperecedero vimos el punto donde la línea de su vida cruzaba la nuestra. En su devachan de Poseidonis ella había creído que su sueño de vida parecía realizarse. Vuelta a nacer a la actividad, una vez su línea de la vida cruzó la mía, su herencia la perseguía, y ella la venció, porque la individualidad de Lolix era la de Elizabeht (mi esposa). Su delito en Poseidonis había sido expiado y así, también, lo había sido el mío. El karma se había cumplido allí. El curso del hombre hacia Dios es tan ciego, tan ignorante, instintivamente como la viña que se vuelve hacia el sol. Yo había dado un paso irrevocable en el Sagum, de forma confiada, excepto

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por Mendocus; y entonces había caído otra vez en la osucridad ciega, en la desesperación, pero instintivamente fiel a la ley y a Elizabeth, el objeto de mis esfuerzos hacia arriba, hasta que al fin había alcanzado las alturas inmortales. Lo mismo había hecho mi alter ego, Firis. Allá abajo estaban los desiertos de la vida, y frutos aparentamente agradables, las manzanas del paraíso. Estas cenizas son buenas, porque hacen que el alma pruebe las alturas. Poseidonis, y todas las vidas, nos habían proporcionado una gran cantidad de fruto amargo, pero nuestros errores lo requerían, y el Karma es un seguro cobrador. El pecado engendró el karma y el karma exigía pago. Por lo tanto, yo había abandonado, porque no estoy relatando la historia de Firis, las esperanzas, la felicidad, como alguien que se abre las venas en el desierto de Sabara para calmar la sed de su amigo. Por esta abdicación, yo había perdido mi vida y la había encontrado otra vez. El karma, tal como mostraba el extenso registro, no siempre fué requerimiento de pago; porque cada buena acción que yo había hecho, ví que había pagado totalmente cada iota de mi karma. Estas eran providencias y beneficios de la vida. No existe el accidente en la vida; estoy de acuerdo en que un hombre puede morir "por accidente", y ningún hombre podría estar seguro de que a la noche siguiente la Tierra no esté separándose del Sol; o, al ver el Sol ponerse, pudiera sentirse seguro de que se levantará otra vez. Todas las cosas, grandes o pequeñas, están ordenadas. No siempre desde una reencarnación anterior; algunas veces, desde uno de los últimos años o desde ayer sale el fruto. Resumiendo, yo, nosotros, vimos que la lección de la vida era: "Lo que un hombre siembra, eso recogerá", causa y efecto. Existen los que argumentarán que el "accidente" existe, y que todo no está ordenado. Yo no discuto, porque "los que tienen oídos para oir" comprenderán. Uno no puede ver por encima de una cordillera, a menos que se coloque en un pico más alto que la misma. Para la visión más amplia, el accidente no es sino un arco de designio, y el desorden no es sino un arco de orden.

CAPl'IlJLO IV

LA CAIDA DE LA ATLANTIDA Una vez más miramos sobre la Atlántida, y vimos muchas cosas más. La época de Zailm poseía un interés especial. Ví el pasado difuso, distante, un pasado antiguo en la Tierra y antiguo

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cuando la Tierra todavía era un bebé en la cuna del tiempo. Atlántida, la principal de las razas prehistóricas, con una población en Poseidonis, y en las colonias, de casi trescientos millones de almas; Atlántida, conocida en la antigua tierra como Atlan, "la Reina de los Mares", y su pueblo como "los Hijos de Inca!", esto es, "del Sol", y como los "Hijos de Dios". ¡Cómo han caído los poderosos! Porque ahora contemplo su antiguo emplazamiento formando parte del lecho del mar intranquilo, cubierto con el limo del océano, y poder ser conocido sólo como una entelequia del hombre sólo a través de la visión limpia de los ojos perfeccionados que escudriñan los registros astrales. Una vez, la escena fué presentada para que la pudiéramos ver como los ojos de mi pobre personalidad mortal, débil y patética de Zailm, la había visto. Allí estaba la poderosa Caiful, la Real; y allí, más lejos, y no tan poderosa, Marzeus, sus torres y torretas y altos edificios señalando dónde habían estado los más grandes centros de fabricación atlantes, donde habían estado las tiendas de maquinaria y los molinos que suministraban a Poseidonis vailx, y naims, y toda suerte de máquinas e instrumentos; con los productos de los telares, los cereales y los interminables artículos de consumo, y de arte. Había más de un millón de artesanos durante el día, pero por la noche apenas cincuenta mil, porque todos se iban en coche o vailx a sus hogares distantes unos 80 o 160 kilómetros, un paseo de pocos minutos. Y todo esto pereció debido a la iniquidad del hombre, unos pocos cientos de años más tarde. Aquí y allá, capté vistas de los canales, que distribuían ríos naturales o corrientes, o el producto de generadores aeroacuáticos, tales como el modelo pequeño que tenía Zailm en sus últimos días de Umaur. Vimos el mundo tal como Zailm lo vió: Suemia, con sus millones de personas; Necropan, con sus noventa millones aproximadamente, Europa, entonces una tierra bárbara, sólo alrededor de,un sexto de su área actual; y Asia, no tan extensa entonces como lo es ahora, pero conteniendo más de medio millón de almas. Pero la civilización brillante, resplandeciente que era más poderosa que la que lo es hoy, ¡esa era la gloriosa Atlántida! Mil cien millones de personas, civilizadas o semi-civilizadas, y muchas más esparcidas por el continente y las islas de los mares, que eran bárbaros totales, tal fué el mundo de Zailm, visto de forma general. El número de la raza humana, y especialmente su

aumento durante varias generaciones, ha asombrado a los pesimistas. Pero el mayor de los pesimistas, Maltús, no tenía que haberse alarmado si hubiera sabido. Porque:

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"El mundo sube, y el mundo baja,

y el sol sigue a la lluvia".

Existe siempre una cantidad de personas en el mundo que varía en número; unas veces más, otras menos; porque cuando un alma viene a la Tierra (habiendo estado en el devachan), otra alma va de la Tierra a devachan. Pero ahora dos vienen mientras una se va, o dos van mientras una viene, más o menos. Por lo tanto, unas veces el mundo aparentemente está agotando las reservas, y otras, el suministro excede la demanda. Pero sólo un número determinado de Rayos Humanos salieron del Padre, y sólo esos tienen Vida, o tendrán vida. Pero van y vienen como la marea, ahora en la Tierra, ahora en el Cielo. Los maltusianos no tienen por qué sentir temor. Zailm había sido mi personalidad. Trece siglos más tarde, aproximadamente, vimoo otra vez esta tierra. Pero ahora había cambiado. Ahora Caiful había perdido algo. No la materia tangible visible a los hombres terrenales no, ésta no se había ido. Pero los hombres que vimos no eran los hombres elevados, de alma noble conocidos por Zailm y Anzimee. Y cuando la hombría de bien va a la decadencia, a la degradación, toda la naturaleza con la que él tiene que ver también se altera sensiblemente hacia peor. Marzeus, la ciudad de las artes industriales, ya no existía; había desaparecido antes de la corrupción. El arte no había sufrido tanto como la ciencia. Pero la ciencia que se apoyaba sobre las misteriosas fuerzas de la naturaleza -el "navaz"- ésta había desparecido de tal forma 1 que se había olvidado que existieron vehículos áereos, o al menos quedaron como historia semi-mítica. La misma suerte corrieron otros instrumentos que Zailm había conocido, los naima, esos maravillosos teléfonos telefotoo combinados sin cable, transmisores de imagen. Y los vocalígrafos, los instrumentos de clarividencia y los generadores de agua, todos se habían perdido en la noche de los tiempos. Pero los hombres del siglo veinte los encontrarán otra vez. Veintiocho decenas de siglos han pasado y pronto será proclamado. "La tarde y la mañana son el séptimo día". Vosotros todos los que oís mi mensaje sois los hombres y las mujeres de este nuevo día, y heredaréis todas las cosas de nuestro Padre por siempre. Y toda la marea de ese día que llega os verá elevados "a los cielos" para escapar del fin de todas las cosas, cuando la Tierra también, y las obras que contiene, sean quemadas.

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Pero debo tratar sobre el pasado, no sobre el futuro. Las semillas de corrupción sembradas en los corazones de los hombres por el Maligno, el amo de Mainin, germinaron y crecieron, y entonces comenzaron, algunos siglos más tarde después de la época de Gualun y Zailm, un curso descendente constante que debilitó la auto-estima, a los hombres y a las mujeres de Poseidonis; una pérdida que se revelaba en innumerables formas, culminando en depravación nacional y ruina. Fué sobre una de esas fases de ruina sobre las que escudriñamos seguidamente. Vimos a una mujer sobre cuyo rostro había una luz casi divina por el poder de su belleza transfiguradora. Su esbelta figura no parecía de la Tierra sino más bien del Cielo. La amplia túnica gris que llevaba flotaba con la brisa, y sus largos cabellos castaños, sin atar, enmarcaban el glorioso rootro, en el que se plasmaba la pena y la desesperación, pero mezcladas con un resplandor maravilloso de esperanza atrayente y angustiosa a la vez, de forma que algunos se arrepentían del curso equivocado que estaban siguiendo. Su llamada asumía la forma más peligrosa, para el paladín, que una llamada puede asumir, la de la denuncia directa. Ella denunciaba el horrible sistema de sacrificio sangriento en la religión como diametralmente opuesto al derecho, a Dios, al hombre, y responsable de la corrupción del pueblo. A esto, los sacerdotes que había entre la multitud, lanzaban groseros gritos de furia. En una voz, el registro astral suena, por siempre, para aquéllos que tienen oídos para oír tales tonos psíquicos, ella gritaba desde su lugar alto sobre el pedestal del monumento a una altura de seis metros del suelo, a la multitud que había abajo: "¡Oh, vosotros! ¿Creéis que Incal aceptará la sangre de animales inocentes por vuestros crímenes? ¡Quien diga esto miente! lncal, Dios, nunca aceptará la sangre de nada, ¡ni símbolo de ninguna clase que coloque a un inocente en el lugar de un culpable! Y el lncalíthlon, y el Sagrado Asiento, y la Luz Maxin son deshonrados siempre que un sacerdote coloca a un animal sobre la Piedra Teo, y clava un puñal en su corazón, lo arranca y lo lanza como sacrificio a la Luz no Alimentada. Sí, la Luz no Alimentada verdaderamente lo destruye instantáneamente. Pero creéis por esto que el misericordioso lncal está complacido. ¡Oh, vosotros, raza de víboras, vosotroo sacerdotes que sois charlatanes y hechiceros!". Un Incali furioso se agachó cuando ella dijo esto, y tomó una piedra afilada. Enfrente de él había una litera que conducían esclavos de rostro triste. Sobre la misma, reclinada entre cojines de

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suave seda, había una mujer de belleza lánguida, la mismísima personificación del abandono sin recato. Allí yacía ella, en la atmósfera tibia, tropical, sin ningún ropaje que la cubriera excepto los cabellos de su hermosa, aunque malvada, cabe:m que escondían parcialmente su desnudez. Esta visión desvergon:mda no atraía la atención; la única atención dispensada por la densa y furiosa multitud hacia ella era la de la admiración sensual de unos u otros. Tales espectáculos eran demasiado comunes en aquellos últimos días de la Atlántida. Viendo como este sacerdote tomaba la piedra, la mujer dijo: "¿Qué vas a hacer con ella?". "Nada", contestó el sacerdote. "Nada, ¡caramba!, deberías tirársela a esa blasfema, ¡si tuvieras valor!". "Valor no me falta", fué la respuesta hosca. Una voz en la multitud decía ahora que la blasfema de la religión tenía que ser sacrificada en la Piedra Teo, y su corazón dado al Maxin. "¡Escucha eso! El pueblo y el Incali estarían contigo", dijo la mujerzuela. "Tira la piedra, y procura no fallar". El eclesiástico levantó la mano hacia atrás, y colocó la piedra, mientras que la multitud cerca de él Je miraba con ojos avizores. Seguidamente la piedra atravesó el aire hacia la encantadora joven que hablaba. La piedra la hirió en la frente, y podría haber evitado el proyectil si lo hubiera visto venir. Con un grito de dolor, levantó las manos, se tambaleó, y entonces cayó hacia adelante, hacia abajo, los seis metros hasta el duro pavimento. La muchedumbre, que se había callado por un instante, ahora comenzó a emitir feroces rugidos, y los más cercanos corrieron hacia la víctima del cobarde sacerdote. Varios miembros de la casta sacerdotal recogieron el pobre cuerpo; y lo llevaron por los pies, los brazos y el cabello, como si el asalto hubiera estado convenido de antemano, en lugar de ser la obra de un demonio miserable, y se dirigieron hacia el Incalithlon, cuya inmensa pirámide se destacaba no lejos de allí. "¡Mira!", dijo Firis, "¡el primer sacrificio humano en Caiful! Yo, yo misma, a mí me mataron, por tratar de parar la ola de depravación y de criminalidad eclesiástica. Les repetí la profecía del Maxin, y no la oyeron, sino que me mataron. Porque esa mujer era mi personalidad cuando reencarné, tres mil años después de que tú, como Zailm, me dejaras, como Anzimee". Con un extraño éxtasis criminal, los sacerdotes, dudando

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apenas un instante, colocaron a la todavía inconsciente víctima sobre el Teo. Entonces, el sumo sacerdote, todavía llamado el Incalix, bajó del Sagrado Asiento, como lo había sido verdaderamente antes. Se paró al lado de la víctima y no profanó a Dios, sino al Hombre, con una plegaria a Dios; porque ningún hombre puede injuriar a Dios excepto a través de injuriar al Hombre. A continuación, abrió la túnica gris y dejó al descubierto el blanco pecho. Rápidamente, levantó en alto el cuchillo de afilada hoja y lo clavó en el pecho. Un estremecimiento sacudió a la víctima que se estaba recobrando entonces. El asesino entonces arrancó el corazón todavia latiendo y lo lanzó a la Luz no Alimentada, donde desapareció sin dejar rastro. Seguidamente, la carne fué dividida en pequeños trozos entre la muchedumbre asesina, junto con las vestiduras ensangrentadas. Pero la mayoría de la sangre había corrido por una depresión en el Teo, hecha para la sangre sacrificial. A esta sangre, los sacerdotes añadieron alcohol, y con enloquecido frenesí bebieron de la mezcla en copas de oro. La escena era nauseabunda, ¡y yo sentí que todo mi ser se revolvía! Y esa pobre mujer asesinada, una virgen -que había dado su vida para rescatar a su nación del pecado- aquella era ella, que hacía muchos siglos había sido Anzimee, y ahora era Firis, parte de mí mismo, y yo parte de su ser, porque nuestro Espíritu estaba unido. Yo podía perdonar el crimen que estaba presenciando, porque los criminales no sabían lo que hacían. Y ellos han sufrido por ello, y todavía sufrirán, porque es su karma. Cuando la Muerte, el vencedor de todos los mortales, recogió su cosecha en la Atlántida, estas almas, que habían sembrado el pecado y recogido la cizaña, fueron recogidas por el Gran Segador, y las cizañas fueron sembradas con el buen trigo cuando estas almas volvieron a reencarnar. Y han tenido que recoger y arrancar como podían, y así, tienen que continuar arrancando la mala hierba hasta que todas hayan sido destruidas. Entonces habrán expiado ante Dios. Hay suficiente tiempo, suficientes vidas, pero, oh, amigos, ¡ninguna a desperdiciar! Después de este sacrificio humano la sed de sangre que manifestó la gente se convirtió en algo imparable. Pidieron la vida del sacerdote que había herido a la mujer, porque todavía no estaban acostumbrados a los derechos que el Incali se había arrogado en ese momento, los del sacrificio humano. Dijeron que él había asesiando realmente a la mujer, que no estaban preparados para ir tan lejos, que, por lo tanto, el que había tirado el proyectil tenía que morir. El tumulto se volvió tan violento, y la insurrec-

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ción parecía tan inminente, que el desgraciado sacerdote fué arrastrado y ofrecido por sus compañeros igual que lo había sido la mujer. Pero ahora llegaba el desenlace. Cuando el sumo sacerdote se volvió para arrojar el corazón de la última víctima al Maxin, se tambaleó como si hubiera sido golpeado, su mano cayo a su lado, el corazón rodó por el pavimento, ¡y el hombre golpeado cayó hacia adelante inconsciente! ¡La llama de la Luz no Alimentada había desaparecido! ¡El libro del Maxin había desaparecido! En su lugar apareció una forma humana, la de un Hijo de la Soledad. En su mano izquierda había una espada, en la derecha una pluma. "¡Mirad, el día de la destrucción se acerca, el que fué pronosticado hace siglos! La Atlántida pronto no será más contemplada por el sol en todo su recorrido, ¡porque el mar os tragará a todos vosotros! ¡Atended!". Entonces, la temible aparición se desvaneció. Pero la Luz no Alimentada no volvió. La gente huyó, gritando, dejando al sacerdote que había caído en el suelo. Esto estuvo bien, porque cuando algunos se aventuraron a entrar en el Incalithlon muchos días después, vieron que todavía estaba en el suelo tal como cayó porque estaba muerto. Con su gran conocimiento, porque aunque era malvado era un sumo sacerdote, él sabía, ya que era hechicero, que realmente había un poder de derecho que estaba destinado a reducir la corrupción de Poseidonis y a arrancar la horrible burla del pecado que esclavizaba a la nación. Y en su conocimiento, su alma había salido de su cuerpo con desesperado temor, para no volver más. Pero la estúpida sensualidad de las masas, viendo que después de unos pocos años nada terrible ocurría, gradualmente fué aumentando y se hizo peor que antes, porque los sacrificios humanos se convirtieron en algo común, la lujuria, la gula y las borracheras lo invadían todo, y la profunda oscuridad de la noche moral se hizo todavía más oscura. Un hombre y su familia que vivían retirados, no compartían la maldad general. Verdaderamente, él y su compañera, como toda la gente común a su alrededor, no estaban casados, pero eran monógamos como los animales superiores. Tampoco lo estaban sus hijos y sus esposas. Pero ellos no practicaban el sacrificio de sangre. Y cuando el monarca proclamó que todos debían rendir culto de acuerdo con el nuevo estándar, y sacrificar bebés y mujeres, estos hombres, gigantes en estatura, y mucho más superiores, todos ellos, a una docena de los corruptos esclavos del

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Rai, rehusaron obedecer la orden. Ellos ofrecían frutos y tesoros, pero no sangre. En su reclusión, el padre, Nepth, tuvo una revelación. Vino de los Hijos de la Soledad, que no se habían apartado del antiguo elevado estándar, pero Nepth pensó que la revelación venía directamente de Dios. La revelación no era sino una repetición de la profecía del desastre, pero el conocimiento de esa profecía olvidado durante siglos, dió a Nepth toda la fuerza de una nueva revelación. Así pues, supo de la inminente destrucción de la Atlántida, él y sus hijos. Y pensaron cómo escapar. Los vailx eran desconocidos. Nepth y sus hijos no eran buenos constructores. Pero recibieron instrucciones de los amigables Hijos de la Soledad, que vinieron a ellos en forma astral. Y así, estos mejores hombres de la Atlántida comenz.aron a construir un gran barco. Era pesado, pero seguro, y tenía espacio para albergar a algunas de todas las clases de animales útiles que se encontraban en la Atlántida, y para el sencillo e ignorante Nepth estos animales constituían todos los animales de la tierra, porque no conocía nada de otras tierras al otro lado del mar; apenas conocía las provincias de Incalia o Umaur, porque en estos últimos días la comunicación no era regular. Sus vecinos y amigos se burlaban y le llamaban blasfemo, y decían que él y sus hijos estaban locos. Pero los años pasaron, y el gran arca del refugio creció, hasta que un día estuvo terminada. Entonces, Nepth y sus hijos hicieron pisos, y tomaron los animales de las jaulas en que los habían metido cuando los capturaron años antes. Ciertamente, la mayoría de estos animales habían nacido en cautividad y fueron domesticados durante el tiempo que Nepth llevó a cabo las obras, sin saber cuando iba a cumplirse la temible profecía. Los preparativos finales tardaron en completarse. Sólo pasaron unos días antes de que la Tierra fuera sacudida y temblara de forma terrible. Los ríos dejaron sus lechos, o se hundieron a través de inmensas rendijas en la tierra, las montañas fueron sacudidas hasta que fueron reducidas a colinas, e "Inclinaron sus altas cabezas a la llanura".

Una grieta se abrió cerca del barco de refugio, y el río que, de un kilómetro de ancho, que iba hacia el océano a 80 kms. de distancia, ahora corría desbordado hacia la abertura. Este terrible torbellino duró tres días. Llegó un hombre suplicando que le admitieran. Pero Nepth dijo: "No, tú no quisiste creer antes. Te dije que esta tierra se hundiría bajo los mares, y tú te reiste de mí.

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Ahora vete y dí a todos que has comprobado que Nepth decía la verdad". Tres días de horror, y tres noches. La muerte se paseó por la tierra, porque las montañas cayeron a las llanuras y las inundaciones se extendieron. Pero lo peor aún estaba por venir. En la mañana del cuarto día pareció como si las lluvias del cielo fueran a anegar todo, pero los truenos y el torbellino no habían amainado. Las puertas del cielo y de la gran profundidad todavía no se habían abierto, y el continente, sí, mucho más del mundo también iba a ser anegado. La gente que todavía no había sido destruida se contaban por miles y se reunían en los lugares elevados. De pronto pareció como si los cimientos del cielo fueran retirados, porque con un terrible movimiento universal las tierras que todavía no estaban anegadas comenzaron a hundirse. Sin una pausa para esta sensación horrible y estremecedora, todas las cosas se hundieron, abajo, abajo, abajo ¡uno, dos, tres metros! A continuación un período de descanso. Las lluvias, que venían en cortinas, en lugar de gotas, los terribles bandazos del viento furioso; el movimiento de hundimiento, todo cesó mientras los hombres comenzaban a contar. Uno, dos tres, la tormenta no volvía. Los desgraciados, escondidos en los pobres refugios que pudieron encontrar comenzaron a respirar con alivio, ¡quizás la temible ruina se había detenido al fin! Pero, ¡no! Un ligero temblor, apenas sentido después de los enloquecedores tres días, y entonces, con un repentino salto, hacia la muerte se hundió el gran continente de la Atlántida, ¡igual que una piedra se hunde en el agua! No unos pocos metros, ni siquiera cien, ¡sino casi dos kilómetros se hundió de un solo golpe! ¿Nepth? En medio del tercer día su barco de refugio había flotado a la deriva hasta el océano en la corriente de las riadas, y allí los vientos lo habían arrastrado hasta que, cuando la Atlántida . se hundió por completo, él y su arca batida por la tormenta estuvieron a unos trescientos kilómetros de distancia. Algunas otras gentes también se habían dirigido hacia el mar y éstas, después de extenuantes semanas, al fin llegaron al promontorio sur de Africa, y fueron a la deriva en dirección norte, hasta la tierra en la costa occidental de Umaur. Aquí, también, la destrucción había dejado sólo unos pocos supervivientes. Pero los pocos cientos que quedaron fundaron la raza que, repoblando la tierra, fué encontrada por Pizarra muchos siglos después. Y los pocos se convirtieron en los muchos. No admitían los sacrificios de sangre, pero, como Nepth, ofrecían frutas a Inca], y retuvieron el nombre, ligeramente

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modificado, que se convirtió en Inca, un nombre otorgado a sus soberanos. Unos pocos supervivientes tomaron tierra más al norte, y repoblaron la tierra conquistada por Cortés, el español, hace pocos siglos. Pero éstos no habían aprendido la lección, porque tan pronto como arribaron a tierra en las desoladas costas, sacrificaron a una mujer como acción de gracias por haberse salvado. ¿Y Nepth? Durante muchos días su barco navegó a la deriva por los silenciosos mares, con sólo el incesante rugir de la lluvia sobre el tejado del barco para romper el silencio. Al fin el barco tomó tierra. Nepth no sabía dónde estaba, porque era un hombre inculto. Pero el aspecto de las cosas había cambiado por completo. Cuando al fin descendió, y dejó sueltos a los animales, aunque no lo sabía, estaba en Asia. Esta tierra no había sufrido tanto como otras, pero las inundaciones habían cubierto toda la parte occidental de Asia. Las zonas orientales, y lo que era Europa y América, no habían quedado inundadas después de la rápida retirada de las aguas que, de una altura de 390 metros, se habían extendido desde el emplazamiento de la Atlántida hacia el océano. Así se cerró la escena para nosotros; el diluvio universal había terminado. Entonces Firis y yo volvimos a otras fases del misterioso pasado. Estas, aunque no menos interesantes, no entrarán en estas páginas. El Rai Gualun se había ido para ser Mendocus, mientras que el Rai Ernon de Suemia estaba con nosotros ahora, Mol Lang. Soma era ese Hijo de la Soledad a quien yo saqué en mi vailx de Suemia cuando yo era Zailm. Así, pudimos ver el entrelazado de las líneas de la vida. Entonces vimos el curso del alma perdida, Mainin, desde remotas épocas cuando la Atlántida aún no era conocida en la tierra, y hombre pecador entonces, hasta que lo encontramos, sirviendo a Satanás, un proscrito de la raza humana, maldito por el Hijo de Dios: "primicia de aquéllos que (han reencarnado) dormidos". Mirando, vimos a ese anterior Rai de Poseidonis, el de la Piedra Maxin y de la Luz no Alimentada, el Legislador. Nosotros lo conocimos como el Cristo, iluminando al hombre entonces, y más tarde como Buda, y otra vez cubriendo a ese más grande que Buda, al Nazareno. "Antes de que Abraham fuera, yo soy". En quienquiera que el Espíritu-Cristo entre y more, se convierte en el Hijo de Dios, e igual a Gautama; pero no entrará en nadie que no recorra el Sendero. Ese Poderoso había condenado a Mainin. Pero vimos que porque Mainin había cruzado nuestra vida entonces, yo había sido hecho el instrumento de misericordia para él por el Cristo, y esa ocasión todavía no había llegado.

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Anterior a la época de Zailm, vimos una escena en el gran continente de Lemuria, o Lemorus. Vimos una gran casa construida con piedra, sobre el tupido cesped de una 11anura, en la que pastaban numerosos rebaños, y extraños pequeños caba11os, que tenían tres dedos en cada pie y altos hombros. Lejos hacia el este había una cadena montañosa azulada, y más a1lá, un gran océano. Pero entre los rebaños y las montañas había un lago plateado. Dentro de la casa había mucha gente, servidores todos de dos personas, una mujer y su hijo. La tristeza se reflejaba en todos los rostros, la tristeza de la sangre. A un jefe entre subordinados el hijo daba ordenes. Este esclavo, severo, feroz, la mismísima reencarnación de la crueldad, atrajo mi atención. Su piel marrón era atezada, sus manos parecían garras. Solamente un taparrabos le cubría el cuerpo. Recibiendo sus ordenes, desapareció, pero pronto volvió otra vez, empujando a dos personas maniatadas, obviamente de una raza distinta a cualquiera de a]lí. Una de e11as era un joven, agil, erecto, más bien de apariencia digna, su cabe11o castaño, sus facciones simétricas; esa individualidad de hace 23.000 años es ahora Soma. El otro cautivo era una encantadora muchacha, hermana del joven, parecía. Su be11eza era delicada, pero voluptuosa. Los fieros y crueles ojos, brillando como carbones encendidos desde debajo de las espesas cejas del dueño de la casa, se iluminaron con admiración cuando vió a la joven. Su figura fuerte, su mandibula dura, cue11o grueso, y cabeza redonda y afeitada, todo esto le cuadraba para ser el amo de aque11a muchedumbre embrutecida. Este hombre extendió su mano como para tocar a la donce11a cautiva. E11a retrocedió, y se irguió con burla majestuosa. "¡Ja, tan orgu11osa como siempre!", dijo el amo. "Veremos". Hiw una seña con la cabeza al esclavo jefe, que condujo al muchacho cautivo a una especie de altar ante él. Le ató. Pero la víctima dijo firmemente: "Hermana, no sucumbas, muere primero". Los ojos de e11a brillaron con un terrible luz de horror. "Hazle ca11ar", exclamó el amo; y el esclavo, sin dudarlo, cortó la lengua del pobre muchacho. "¡Bestia!", si!vó la joven al tirano. "¡Ja!", replicó éste, "voy a demostrar que eso es cierto", y golpeó el pecho desnudo del joven sin lengua con su propia daga, y arrancando el corazón, lo arrojó a los pies de su hermana. Se recogió la sangre en una copa y la madre del amo, una sacerdotisa, que estaba al lado del altar, la tomó y miró dentro. Entonces dijo:

PRIMER SACRIFICIO DEL SER POR AMOR A OTRO.

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"lm dioses dicen que la muchacha también tiene que morir". "¿Dicen eso? Por todos los poderes que no obedeceré", gritó el amo. "¡No aunque mis guerreros fracasen, y el Rey fracase!". "Hijo mío", dijo la sacerdotisa, "no puedes evitar el sacrificio y vivir, dicen los dioses". "¿No? Entonces los dioses serán servidos. Dame ese cuchillo". Tocó su afilado borde, y entonces preguntó, sin retirar la vista del arma: "¿Todavía dicen eso los dioses?". "Todavía", dijo la sacerdotisa. "Atad a la doncella", y sus ordenes fueron obedecidas, aunque la muchacha se había desmayado. El verdugo aplicó su oído a su pecho; una débil sonrisa relajó sus facciones, y dijo en su alma: "Ella ha muerto". El colocó su mano sobre el pecho de ella, permaneció erguido y dijo: "Aceptad, dioses, este sacrificio". Por un instante, el puñal brilló sobre su cabeza; a continuación él lo hundió en su propio corazón. Así se había rendido al amor el corazón que no conocía la misericordia; el temible guerrero estaba muerto. Los dioses tenían que tener sangre, pensó él, y dió la suya. ¿Qué personalidad era él?, ¿había muerto de terror la joven? ¡Yo!, y ¡Firis! CAPI'nJLOV

LA INHUMANIDAD DEL HOMBRE HACIA EL HOMBRE Una vez más el pasado muerto reveló otra escena. Me ví a mí mismo en la persona de un esclavo mal alimentado, maltratado, siempre hambriento, desgraciado, demasiado como para sentir resentimiento. Morí de hambre, y entonces tuve un devachan en el que aparentemente se realizaban mis deseos. Entonces otra vez el renacimiento, y debido a .un karma que no voy a explicar aquí, el nuevo hombre tuvo comodidad, riqueza, abundancia. Pero un karma físico le perseguía, y siempre estaba hambriento en medio de la abundancia, y perezoso cuando era necesaria la acción. Este estado engendró la enfermedad, y el producto de (en su vida anterior) "la inhumanidad del hombre hacia el hombre", le creó un cáncer de estómago. Esto mató el feroz apetito, y el sibarita, libre de esto, se puso a trabajar para curarse. Viendo que fracasaría, buscó el consuelo de la religión, y se fué al desierto para convertirse en un eremita religioso. Ahora bien, la vida de un ermitaño es

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inútil para la humanidad. En ese estado solitario mi individualidad perdió oportunidades de cultivar la fortaleza moral por medio del contacto con el mundo, y me contemplé después de la muerte, como venía a la vida como Zailm, suficientemente débil como para pecar con Lolix, y engendrar entonces un karma que duró, con renovado vigor, hasta sólo hace unos pocos años, castigándome más amargamente que la muerte, como tú sabes. Si Zailm tuvo dolor, tú sabes que tuvo también alegría. Así pues, cada karma de vida es hecho de luz y de sombras. "¿Diente por diente?". ¡Sí! Pero también "beso por beso".

CAPITIJLO VI

POR QUE PERECIO LA ATLANTIDA Mirando a lo largo de la línea de los ayeres de la vida se hizo obvia la razón por la que todos los maravillosos logros de Poseidonis habían cesado y no habían dejado señal, por qué Atla, que metafóricamente hablando había encumbrado al mundo a la luz de la ciencia, se había hundido bajo las aguas y se había ido a las profundas y misteriosas cavernas, para ser ocultada en una ignorancia mayor que la que cubrió a Pompeya y Herculano en siglos posteriores. La decadencia natural cuenta la historia. Al pasar los siglos posteriores al gran Rai Gualun, diez, quince, veinte y más, la nación alcanzó incluso mayor gloria en cuanto a la mecánica, la ciencia, y la condición física, que había conocido en tiempos de Gualun. Uno a uno los investigadores vieron que las cosas que siempre habían sido posibles sólo por medio de los aparatos mecánicos eran más fáciles de conseguir por medios puramente psíquicos; aprendieron que era posible despojarse de la carne, y en el cuerpo astral ir adonde quisieran y aparecer, al instante como la corriente eléctrica, a cualquier distancia en cualquier sitio. Aprendieron que podían realizar acciones materiales al proyectarse de esta forma. fué entonces cuando los métodos más rudimentarios como el vailx y el naim, y todo lo demás, se fueron dejando en ese semi-olvido parecido al de los suernios; y al igual que ellos, las masas de Poseidonis dependieron de los sacerdotes para todas estas cosas. Porque sólo las pocas mentes excelsas podían llegar hasta

el más profundo lado nocturno de la Naturaleza; la mayoría tenía que permanecer en los lugares más inferiores. Inevitablemente llegó la corrupción del poder; los pocos eran los amos, y los

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muchos no tenían defensa, porque el que domina el psiquismo es invulnerable a las leyes fisicas cuandos éstas son utilizadas por hombres inferiores a él. Ciertamente fué entonces cuando llegó el día en que la cosecha llegó para la Tierra y para el pueblo. La pera madura no puede permanecer perfecta, ya que en el corazón comienza esa decadencia que se extiende desde el corazón hasta la piel, y mirad, hasta el final. Así pues, en Poseidonis, en el corazón comenzó a extenderse la podredumbre. Ese corazón era la educación de la gente. Siempre que las naciones de la Tierra dejan de educar a la nueva generación que llega, comenzará la decadencia del pueblo. En Poseidonis los pocos habían conseguido un conocimiento tan excelso de las fuerzas naturales que los muchos no podían esperar vencerlos. Entonces, descontentos con la relativa pobre educación que tenían, soportaban que todos sus prodigios se desvanecieran. Así, en menos de treinta siglos después del reinado de Gualun, la raza poseidonia estaba como la suernia, pero más corrupta, y la lascivia, los apetitos, las pasiones y el poder se habían apoderado del pueblo más noble que la tierra había conocido nunca. Cuán poco os dais cuenta cuando leéis en las Escrituras hebreas que la destrucción de las ciudades de la Llanura es el relato de la destrucción de Marzeus y Terna, destruidas por las fuerzas de Navaz que los poseidonios habían olvidado cómo controlar. Esa destrucción anunció la del continente, nueve siglos más tarde. ¡Sí! Poseidonis se elevó a una altura que los sueños más inverosímiles de la ciencia no han podido predecir para el mundo moderno; se elevó, floreció y cayó, en la plenitud de los ciclos del tiempo. Y América es Poseidonis que ha regresado, reencarnada, y contemplará como sus científicos repiten, aunque en un plano superior, los logros de Atla. A medida que pasen los siglos se verá la sucesiva reencarnación de esas almas que en Atla hicieron que el país fuera el más noble y digno. Pero hará más, porque América ha desarrollado ese elemento anímico que, cuando sus gentes eran poseidonios, fué descubierto someramente. Así pues, aunque repitiéndose, hará más, tendrá todas las maravillas de Atla unidas a la gloriosa alma prevista para la humanidad por Aquel de Nazaret. También florecerá, y entonces, en la plenitud de su tiempo, decaerá. Pero esto no ocurrirá hasta dentro de cuatro mil quinientos años.

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CAPITULO VII

LA TRANSFIGURACION Podría dar muchas más escenas de vida. Que basten éstas. Volvamos ahora a nuestro presente. La reunión de semi-egos es una en la que, después de la gran prueba de la Gran Crisis, las almas de los elementos femenino y masculino se convierten en el mismo plano; ambos son perfectos. Este es el matrimonio hecho en el cielo. De tal forma, cada uno piensa, desea y expresa lo mismo en todos los casos de forma simultánea, los dos alter egos son entonces uno, teniendo ambos un aspecto femenino, negativo y masculino, positivo. Entonces estos dos potenciales se unen y reciben al Espíritu, o el YO SOY, que siempre estuvo indiviso, y que iluminó a cada alma del par de igual forma. Ansí es esta última unión. Por lo tanto Firis soy yo, viviendo, siendo, inmanente, y envía este mensaje junto conmigo; ella es yo y, sin embargo, verdad misteriosa, ¡es ella misma! De la misma forma, yo soy ella y también, yo mismo. Yo hablo, y es ella; ella habla y soy yo; porque somos un único ser, un espíritu, andrógino, perfecto. No obstante, no perfecto como lo es nuestro Padre, porque El es perfecto como Ser Incondicional, pero nuestra perfección es la de una parte, porque todos somos de Dios, pero El no lo es de ninguno de nosotros. Ciertamente, si esto no fuera cierto, entonces nuestro logro de perfección, el logro de Jesús, o de cualquier hijo del Padre, encontraría en su realización la aniquilación. Pero solamente el alma que peca es arrojada a la segunda muerte, destinada a la ronda sisífica hasta que triunfa. La perfección puede ser sin condiciones en todos los aspectos salvo en que no lo es del todo. Y porque todos nosotros somos partes, estamos por siempre unidos al Padre, que es la suma de todas las partes, y esta unión es hacia el Ser. Y siempre estamos también unidos a las otras partes, tanto a las que son nuestros iguales como a las que son inferiores. Esto es debido a que la parte siempre es atraída hacia la suma para que no haya muerte, salvo en el caso de desafío y abandono de todo asidero al Todo. La perfección de una parte la acerca cada vez más cerca del Todo, y la perfección del Todo Le impulsa a depender de cada una de Sus partes. Puede haber cambio; pero no hay muerte. Y puede haber extinción de personalidad; el alma que ha errado puede perecer, y ella y sus

obras pueden ser aniquiladas, pero el Espíritu del Padre no muere. Si para tu alma deseas tener vida eterna; si no deseas ver tu alma, ese producto de incontables épocas de tiempo, perdida en la

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segunda Muerte, y tú, oh Espíritu, hijo de nuestro Padre, destinado a volver a crear otra alma para darla como ofrenda aceptable ante nuestro Señor, entonces subyúgala, subyuga tu alma, expía ante Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor, reconociendo que es Suya, dada a El por Dios, por tí hecha para servir al Creador. Si haces que tu alma te sirva en Su servicio, la tendrás eternamente. Pero si las sirves la perderás y tendrás que hacer otra durante los eones de tiempo por venir. ¿Seguirás el Sendero, tal como yo te he señalado que conduce al Reino? Asegúrate bien antes de abrazar el ocultismo, no sea que resulte ser un verdadero Puente de Mirza, lleno de precipicios fatales para tus pies. Es mejor abandonar la Secreta Sabiduría que fracasar, porque derecha es la puerta y estrecho el camino que conduce al Ser, y pocos son los que lo encuentran. ¿Me conoces? Un buen árbol no puede dar mal fruto, sólo un árbol corrupto lo da. ¿Me talarás y me echarás al fuego, por dar testimonio del Espíritu? "No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el Cielo, sino el que hace la voluntad de mi Padre en el Cielo". El tiempo es breve. He hablado. Que la paz sea contigo.

FIN

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NOTA DEL AUTOR Amigos, han pasado trece años desde que las palabras de este libro fueron dictadas; la publicación se ha retrasado a propósito, con el fin de que las revelaciones hechas entonces pudieran adquirir peso debido a que ocurrieran muchas de las predicciones que se encuentran en estas páginas; predicciones que en aquella época estaban completamente sin verificar, y eran, además, consideradas por la ciencia como quiméricas. La profecía sería imposible en un universo sin Dios; y si no fuera porque la vibración es la ley de las leyes, ninguna mente podría estar al unísono con el Creador ni con cualquiera de Sus ministros; cada ser vivo es ministro de la criatura inmediatamente inferior. El presente es testigo de la fe de aquéllos que han creído en mis palabras bañadas en conocimiento: las predicciones han sido cumplidas abundantemente; todo será. Así es que hoy, en medio del año final del siglo, yo añado

LA PODEROSA CUSPIDE DE PIEDRA La División del Camino Ha Llegado; la Hora de la Medianoche del Ciclo Que, Más Que Ningún Otro, Formó la Gran División de la Vida; Ha Sonado. Cuando comencé a dictar este libro faltaban, por así decirlo, unos cuantos segundos para el término del Día Sexto. Pero ahora por algunos segundos, se ha cumplido la iniciación de aquella predicción del que se sentó en el trono: "¡He aquí! Yo haré todas las cosas nuevas". La Hora ha sonado. Y ahora, en este momento "el que venza heredará todas las cosas y yo seré su Dios, y él será mi hijo". Esto es para aquéllos que tomaron el Arado con sus manos y pusieron sus pies en el Surco, y no miraron hacia atrás, mientras aún era el Ciclo Sexto. "Pero, para los cobardes (una parada entre dos opiniones) y los incrédulos (en nada por encima de las cosas terrenales, finitas) y los abominables, los que toman la vida, y los siervos de la pasión y la lascivia, los hechiceros, idólatras y los que ocultan la verdad, su parte es la segunda muerte (Gran Karma del Mundo)". Mientras que los tontos se fueron a comprar aceite, llegó el novio, y los que estaban preparados entraron con él a la fiesta, y la puerta se cerró. Cuando

los tontos volvieron no se les abrió la puerta. Amados, recordad estas palabras que fueron dichas por los apóstoles del Cristo, que dijeron que en la Ultima Hora antes del fin de la Era "habrá

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ridiculizadores caminando trás sus propias impías lujurias (6). Estos ciertamente blasfeman de las cosas que no entienden; pero lo que ellos conocen naturalmente, al igual que los animales irracionales, en estas cosas están corrompidos (16). Estos son los que se separan en la Bifurcación del Camino, yendo en la dirección finita, sin tener el Espíritu (7), y son mostrados como ejemplo, para aguantar la justicia retributiva del fuego de una era que termina". Muchas han sido las referencias que he hecho a América como la Atlántida que ha regresado; mucho ha sido dicho de forma general del comienzo, elevación, crecimiento y destrucción de ese prototipo antiguo; se ha dado una pista aquí y allá, más bien por inferencia que por declaración específica, que mientras América debería ser igual o más incluso que la Atlántida, porque ella es la Atlántida que ha regresado en un plano superior, tiene que soportar las tribulaciones así como recuperar sus antiguas glorias. El castigo que cayó sobre Poseidonis fué la sentencia que coronaba esa Era. Siglo trás siglo había transcurrido en la majestuosa marcha del Tiempo desde que el sol miró sobre una inmensa extensión del océano, donde sólo unos cuantos días antes había estado la regia Isla-Continente. Otro ciclo había alcanzado su fin, y su última hora había sonado. Todo lo que es imperfecto en el Sexto Día que ahora se termina ha venido, de forma implacable, medida, pero inexorable para afrontar el juicio por el estándar, que es la Verdad. Ni la marca ni la mancha pueden esperar estar o continuar ante él. Ni puede ser nada cambiado para que ahora escape a su castigo kármico, porque el sello de su tiempo completo está sobre ello. "El que actúa injustamente, que siga siendo injusto; y el inmundo, que siga siendo inmundo; y el justo, que siga siendo justo, y el santo, que siga siendo santo. Mira, vengo con rapidez, y la recompensa que otorgo está conmigo, para devolverla a cada uno según como sea valorada su obra". El Gran Karma de forma infalible hace regresar a cada maligno al punto conseguido antes de que las fuerzas animales desbocadas obtuvieran el control sobre las fuerzas humanas. Por lo tanto, aquéllos que en el Sexto Ciclo pierden la supremacía sobre sus seres inferiores no conquistan un puesto en el Séptimo. En los últimos años del ciclo que termina alguien abandonó a su esposa desamparada; ciertamente, él abandonó realmente su derecho de nacimiento en la Nueva Era. Otro buscó, ya que era débil de carácter, ahogar sus penas en el vino; sólo ahogó los méritos conseguidos por su alma. Una esposa fué infiel a sus votos matrimoniales; la Puerta del Tiempo Nuevo está

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cerrada para ella. Un ladrón robó, ¿qué?, las recompensas de su propia vida. Hubo uno que privó a otro de vida física; también borró su nombre de la lista de llamada de HOY. Alguien juró guardar un voto, pero lo rompió a menudo: en este Nuevo Día, después de que la tumba reclame su ser físico, no volverá a despertar, ya que ha carecido de voluntad para vivir. Un hombre fué enterrado con altos honores, el cual, despiadadamente a costa de sus semejantes engrosó su cuenta bancaria; puede comprar una lápida cercana tan costosa como el oro puro colocada sobre su forma mortal, sí, y bajo ella están también las esperanzas muertas de la resurrección. Ella vendió su cuerpo; comprada y comprador de una compañía impía en las catacumbas de Ayer, de donde no saldrán para ver la luz de Hoy día hasta que los ciclos de un futuro lejano "no abandonen en muerte e infierno" a sus habitantes. Este es un vistazo breve dado al Registro Cerrado. Volved la página. Otro hizo obras de amor; el amor y los que lo dan viven durante todos los días, por siempre. Uno sonrió cuando una sonrisa era heroica y animaba a almas desesperadas; uno visitó a los enfermos y prisioneros; otro vistió a un desconocido desnudo; y otro dió la mitad de su última migaja de pan, a un perro hambriento. Ciertamente, todos éstos recibirán su recompensa en el Dia que ahora amanece. Los malos no son todos malos, ni los buenos totalmente buenos. La que vivió una vida de ignominia, pero conservó la esperanza de mejores cosas ardiendo en lo más recóndito de su corazón, y anheló que la muerte la liberara, ya que el hombre no lo haría: "Miró más allá de la sombra de los impíos años muertos, A lo lejos, lejanas tierras, donde una brillante luz aparece".

En verdad, ellá será amonestada, y regenerada, en la gloria de Hoy; pero la amonestación es una prueba dura, y lenta. Al manejarla el Gran Karma, también maneja a todos los demás, porque es la misericordia de Cristo, que cura toda herida del alma. Durante muchos, muchos siglos, la profecía ha esperado el final de la Era como un tiempo de terrible tribulación, y ha pintado terribles escenas de horror terminal. ¿Acaso vengo a decir que todas estas predicciones fallarán? ¿Es el libro del Apocalipsis mera alegoría? ¡Ojalá lo fuera! Pero al igual que la era de Poseidonis fué destruida, así tiene que ser también ésta que acaba de pasar. ¿Acaso América, la Gloriosa, junto con el resto del mundo, correrá una suerte similar? Ah, quizás peor, aunque no por agua sino por

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fuego. ¿Será todo barrido de la existencia, dejando un planeta en ruinas? Hacia el final de la total obediencia y de llegar a la armonía con la ley divina será aplicado el látigo; las palabras no podrán describir las escenas. Este es el Mensaje del Fin de la Era: "El día de la retribución está en mi corazón, y el año de mí redención se acerca" -Isaías. "Mirad, el día ...que abrasó como un horno". -Malaquías. La Hora ha sonado. Y, sin embargo, en todo esto no hay misterio, ni castigo sobrenatural, ni castigo caprichoso de un Dios personal ofendido, y nada de que "la necesidad del hombre es la oportunidad de Dios". Todo es la obra del Hombre exclusivamente. Este se ha apartado del Camino, y ha cambiado la naturaleza Divina que existe en él y que debería haber reverenciado y nutrido, por el culto al Ser y al Diablo; ha desterrado el Amor, y ha colocado a la violencia, la lujuria, la avaricia, y todas las aberraciones anímales que existen dentro de él, al mando de su vida. El Hombre es su propio juez y verdugo. El Hombre es la letra y el Universo la imprenta; la Naturaleza copia al hombre, y no el Hombre a la Naturaleza. El, un ser de libre albedrío, ha hecho que todas las inminentes aflicciones del juicio sean inevitables; tiene que soportarlo; como ha sembrado, tiene que recoger. ¡Oh, Hombre!, que has olvidado el Amor, la Misericordia, la Justicia; que has alimentado el Odio, la Crueldad, y la inhumanidad que ha hecho y todavía hace sufrir a incontables millones, ¿es posible que tú hayas estado tan ciego ante la escritura en la pared? Ah, sí, ¡lo has estado! Dominante es el Espíritu del egoísmo, de la avaricia, de la ganancia inmisericorde; su mano guía los trenes y los vapores, maneja las claves telegráficas, hace funcionar el teléfono y los cablegramas, se burla de la libertad de expresión, pone trabas a la prensa para que sólo diga lo que no pueda ofender a su amo; todo esfuerzo humano, todas las políticas nacionales y los comités internacionales, todas las cosas, incluso las iglesias, son vasallos voluntarios de este demonio, el SER. ¿Y entonces qué? La ruina llega a todas partes, la raza humana y todas las criaturas inferiores, sus víctimas. Los albañiles en la obra de un muro alto gritan cuando el ladrillo cae: "¡Apartáos de ahí abajo!". ¡Sí, apartaos de ahí abajo! ¡El mundo se está cayendo! No acumules los errores raciales e individuales que ahora piden expiación; suficientemente cansado es el terrible precio del Gran Karma sin adiciones a su terrible duración, que incluso ahora se extiende hacia adelante, en una aparente eternidad. Millones de hombres y mujeres enloquecidos, muchachos y muchachas, nunca

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más libres salvo de nombre, están amenazados por el hambre. Hambrientos, con frío, medio desnudos, sin cobijo demasiado a menudo, negándoseles la oportunidad de trabajar, no importa cuán dispuestos estén a hacerlo, siendo las máquinas de las grandes empresas sus competidoras; el monopolio y las multinacionales, tanto dormidas como despiertas. Este cuadro inhumano es la regla, no la excepción. Tú conoces esto muy bien. No estoy diciendo nada nuevo con esto, y los terribles hechos son minimizados en vez de exagerados. Todo esto, aunque en menor, mucho menor grado, ha sido siempre así al final de cada era, fué así en Poseidonis y por lo tanto se repite ahora. Pero puede que nunca sea así otra vez después de ésta, porque AQUI EL CAMINO SE BIFURCA. Poseidonis sobrevivió; también lo harán los de la Sexta Era. A su debido tiempo y por el fuego, el Segador recogerá, y el que no haya cambiado su corazón no encontrará seguridad física en ningún lugar. Pero su tiempo sera acortado de antemano, porque si no ninguna carne quedaría viva. ¡Apartáos de ahí abajo! El rugido de las huestes armadas tiene que seguir a los atronadores sonidos de los tiempos. Y no existe ninguna oportunidad de evitar la inminente retribución (aunque parezca retrasada indebidamente), porque las causas tienen su forma de actuar. Es demasiado tarde para incluso modificar el resultado de la equivocación de ese Espíritu cuya mano maneja el timón. Un conflicto corto pero agudo, la creencia en un pasado sanguinario, incluso ahora enrojece el horizonte. Los ejércitos entrenados, millones de hombres activos o en reserva, que ahora están ocupados en conquistar, enfebrecidos por la guerra, se someterán pronto, comparativamente, a estar ellos mismos y sus seres queridos triturados bajo el pie y estrangulados por la mano de esa cosa organizada, el Capital, que, en sí mismo sólo el fruto natural del egoísmo, no obstante, es un pricipio animal desbocado, impulsando a los pocos a ser amos de los muchos, negando la declaración nacida de Dios de que todos los hombres han sido creados libres e iguales, y envolviéndolo para que parezca una mentira gigante. Pronto millones de soldados entrenados se volverán contra los representantes visibles, los ricos y los prósperos del mundo, que en realidad no son más responsables que sus asaltantes, de esa Fuerza Implacable que está detrás de todos los asuntos humanos. Más tarde, éstos se escindirán en bandas ilegales que tratarán de satisfacer las tendencias ismaelitas, cada uno utilizando sus armas contra sus semejantes. Entonces, el odio acumulado, el salvajismo y el egoísmo engendrados durante siglos de egoísmo regidos por

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el animalismo incontrclado estallará en una tormenta tal como el mundo nunca antes ha conocido, no, no durante las eras que yo examino, eras olvidadas durante incontables miles de años. Ese conflicto desalmado iniciará lo que, completado por la Naturaleza, dejará viviendo sólo uno en donde ahora viven muchos. Poco después del conflicto humano, vendrán pestilencias sin parangón, barriendo toda la tierra, porque en ese día nadie se parará para enterrar al muerto hasta que el mal sea erradicado, ni siquiera entonces, porque los muertos de las plagas serán miles por cada uno de la violencia. Y todo esto debido a que el amor que debería dar gracia y suavizar los corazones de los hombres, uno para todos y todos para uno, se secó y se convirtió en una burla al final del ciclo, dejando sólo escasos oasis esparcidos aquí y allá. La Naturaleza sigue al Hombre. Por lo tanto, las aguas de la Tierra se secarán, las lluvias serán retenidas, los ciclones soplarán, y un terremoto sobrevendrá como no se ha conocido desde que el hombre existe en la tierra; sí, me acuerdo de Poseidonis. Pero todo esto ocurrirá sólo por causas naturales, y en consonancia con el egoísmo, la lascivia, la avaricia, la cólera y la depravación generalizada del Tipo. Al arder éstas en el pecho humano, así también el aire, seco y sin vapor bajo cielos de bronce, desarrollará calor solar más ardiente de lo que la historia nunca conoció. Una tierra quemada, como un horno, amontonando montañas de carne; pestilencias por doquier sin control. ¡Oh, sí! Ciegos a la Escritura en la pared, que todavía puede verse, aunque escrita durante un ciclo terminado. Volveos ahora y leed, mientras todavía suena el último toque de la medianoche. Los discípulos preguntaron al Gran Maestro, y dijeron: "Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas?". Y El dijo: " ...Cuando veais a Jerusalén rodeada de campamentos, entonces sabréis que la desolación está cerca ... Porque días de retribución son éstos, para ser cumplidos de todos los juicios". Amigos, ¿conocéis el significado del nombre Jerusalén? ¿Que significa "Visión de Paz"?. En verdad, así es. Uno a uno durante los años, todos los signos del final de la Era menos uno se han cumplido; pero éstos eran "solamente el comienzo de las penas", porque todavía el Espíritu de la Libertad moraba aquí y allá en los pechos de los amantes de sus semejantes. El Espíritu se envolvió en los gloriosos pliegues de las Barras y las Estrellas y proclamó la imperecedera declaración de la igualdad humana, garantizando a todos esa libertad que los americanos pedían para ellos mismos. Pero ahora la "Visión de Paz" está finalmente comprendida en las

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armas, siendo llenado el último bache con soldados vestidos de azul imponiendo por la fuerza los grilletes comerciales del Diablo sobre pueblos extranjeros en islas tropicales. ¡Ah, la Bandera Estrellada ondea baja con dolor sobre la cuna de la libertad vendida por un plato de judias! ¡Pueblo mío, oh, Pueblo mío! Tal como habéis sembrado, así recogereis. la Visión de Paz Espiritual está totalmente nublada por el polvo de los campamentos militares, y no hay ningún hueco sin oscurecer. "Entonces vendrá el fin". Un Hijo ha gritado contínuamente desde lo Alto: "¡Apartaos de ahí abajo! Id al refugio de esa Cruz". ¿En todo el tiempo de expiación tienen ciertamente que sufrir aquéllos que no han hecho mal? Ah, no han hecho mal. En cada vida, tanto si se es ateo, o creyente, o simplemente ignorante de cualquier doctrina o creencia, siempre llega un tiempo en que la Espíritu interno suplica al alma que se eleve. Suplica una y otra vez y una vez más, mientras existe la más débil esperanza. La omisión, también, tiene su castigo: "¿Cómo escaparemos si rechazamos tan gran salvación?", suena el eco de la Era pasada. El fuego quema los dedos de un bebé tanto como quema los de un adulto. Existieron y existen los que vivieron y viven la Cruz. Estos no sufrirán, ni siquiera aunque les sobrevenga la muerte del cuerpo; no tienen Karma que expiar. ¡Qué es la Cruz? ¿Qué es el Cristo? Lo he dicho, hace mucho, pero lo volveré a decir: la Divina corriente de la Vida, el Dios Indefinible, ese es el largo brazo de la Cruz Viva. La Voluntad Humana dirigida y con propósito es el brazo corto. Este poder de la voluntad es nuestra llamada a Su Nombre que nunca es negado. Jesús, el Hombre de Nazaret, nos dió un patrón. El sacrificó el ser por nosotros. Dijo: "Sígueme". También: "Si un hombre me sigue, que se niegue a sí mismo y que tome su cruz y me siga". Este ser es el ser inferior; es el animal. Todos los animales están concretados en el hombre. No hay hiena tan traicionera, ni tigre tan feroz, ni cerdo tan bruto, ni comadreja tan destructiva, ni criatura animal de ninguna clase tan perfecta en su propia naturaleza peculiar como lo es el hombre que tiene alguna o todas estas características animales desbocadas dentro de él; y esto es debido a que su alma humana está esclavizada a la animal. Lo animal es solamente fuerza no dirigida, tanto si existe en un cuerpo como si no. Dirigida, guiada por la voluntad, cesa de ser animal. Pero al rendirse a esa guía tiene que abandonar su libertinaje, algo que nunca es agradable y a menudo es doloroso. Es sacrificio, siempre. Su símbolo es la Cruz. El sacrificó el ser por nosotros en esta

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misma cruz de la Corriente Divina, sin Causa, que contine todas las cosas y fluye no se sabe de donde. No voy a minimizar el Calvario, es muy, muy real ¡y el gran hecho, por siempre! "Sígueme". En esa misma Cruz, día a día, sí, momento a momento, empleando nuestra voluntad, tal como El nos dijo, para que podamos crecer a Su semejanza, nosotros también, siguiendo el ejemplo, tenemos que sacrificar el ser, sacrificar al animal en nosotros, esto es, en el servicio a Dios nunca debemos dejar de dirigir estas fuerzas incontroladas que al desbocarse convierten a la Tierra en un auténtico infierno y cambian el Amor por el Ser. Está escrito que: "Un niño los conducirá". Certamente, el "niño" del Espíritu en el Nuevo Tiempo será el soberano del zoológico existente dentro del hombre, y ese hombre será por lo tanto capaz, como Quong, el Tchin, de controlar a cualquier animal fuera de él. Un inmenso poder, éste. Y debido a ello, en el Nuevo Tiempo ya no estará ninguna bestia, tanto si está en forma humana, o en un cuerpo inferior de animal, o simplemente como una furiosa tempestad o enfermedad, libre para hacer el mal. Cuando el Espíritu en el Hombre dé la vuelta completa hacia sí mismo: "El los regirá con una vara de hierro", a esta multitud incontrolada. Regirlas para su propio bien, frenarlas rápidamente, como Quong frenó al puma para que no hiciera su voluntad. El destruirá por lo tanto al animal incontroládo ron la Cruz convirtiéndolo en un servidor del Padre. Todas las cosas tienen que hacerse nuevas HOY, porque las condiciones muy pronto variarán tanto que los que se aferran a lo viejo no encontrarán nada, ni en la Naturaleza ni en otra parte, que se someta a los antiguos poderes. Y ahora aquí, de todos los lugares, ciertamente no seré vago en mi expresión. El Séptimo Ciclo es el del Espíritu. HOY, la existencia demandará un ojo espiritual, y un oído, y que cada sentido sea elevado a los Alturas. Los mismos medios de tratar con la Naturaleza ya no serán burdos, sino que serán como en Hesperia, manejados sólo por aquéllos que, usando la Cruz en cada uno de los actos de su vida, nunca se desvían hacia ninguno de los lados del camino, nunca; sin cometer error ni en la más pequeña ni en la más grande de las acciones para conseguir un bien, sabiendo que no puede traer nada más que dolor y castigo. Ninguno de los malvados puede perderse, finalmente, porque Dios no desperdicia nada. El convierte todas las rosas de lo inferior a lo superior, inexorablemente, con seguridad. Algunos tienen que soportar la justicia retributiva del Gran Karma, sí, la mayoría tiene

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que experimentar más o menos de este fuego de transfiguración; la cólera de Dios es la severidad del Amor. Entonces vendrán esos tiempos en los que "todas las cosas serán hechas nuevas". ¿Qué piensas ahora? No será América y el resto del mundo, más glorioso que nunca soñaste. Sí, ciertamente, América en verdad no tendrá la gran población que los censores imaginan. Habrá poca¡ donde había muchos, decenas reemplazando a los miles. Pero no en el número está la grandeza y la magnificencia; recordad a los Saldanos y al Rai Emon; ¿quién era más grande, él o la hueste malvada? No obstante, nunca se ha perdido un alma; Dios tiene lugar para todo el mundo. Está escrito que después de mil años Satanás será dejado en libertad durante un corto tiempo. Esto está bien. Porque la Raza que posee tales poderes sorprendentes, aunque pocos, será el pueblo, pero habrá algunos que habrán conseguido estos poderes a través del simple intelecto; abusarán de sus privilegios, no teniendo el Espíritu, y a estos pecadores asaltará el Mal Perfecto, y el karma les vencerá. Habiéndoseles dado mucho, se les pedirá mucho, por lo que su expiación kármica será más intensa de lo que las palabras pueden describir. La cólera de Dios es la severidad del amor. Todo será convertido de inferior a superior. Una gloria brilla a través de los años venideros, La gloria de una raza crece grande y libre. Fué vista por poetas, sabios, santos y videntes, Cuya visión captó la aurora que vendrá. Una costa brillante se vé en el mar del Futuro, En donde cada hombre estará con sus iguales Como un igual; y nadie doblará la rodilla. Despierta, alma mía, sacude tus dudas y temores; Contempla la magia del rostro de la Mañana, Y oye la melodía dulce y maravillosa Que flota hacia nosotros desde lejanos días dorados & la canción coral de la Libertad, & el himno de la Raza venidera.

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LIBRO PRIMERO Capítulo I: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Atlántida, Reina del Mar y del mundo. Peregrinaje de Zailm a la cumbre del Pitach Rhok para adorar a su Deidad. Encuentra oro. La erupción volcánica -casi es alcanz.ado por el río de lava, pero escapa. Capítulo 11: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Caiful, capital de la Atlántida, y sus gentes, su forma de gobierno; política y características de inventos maravillosos. Extractos de leyes laborales. Sistema de transporte electródico. Capítulo 111: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Zailm decide su· curso de estudios tal como cree que local le ha dirigido. Capítulo IV: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ciencia física tal como la entendían los poseidonios, y los principios fundamentales sobre los que se basaba. "local Malixetho: Dios es inmanente en la Naturaleza", era el pmnerc -a esto, ellos añadían- "Axte local, Axtuce Mun" --que significaba "Conocer a Dios es conocer todos los mundos posibles". Sostenían que solamente existía Una Sustancia, y Una Energía, siendo la primera local exteriorizado, y la otra Su Vida en acción en Su Cuerpo. Aplicando este principio a su labor científica, consiguieron por medio del mismo la navegación aerea sin gas o velas, --circunvalando la tierra en un día -transmitir el sonido con reflejo del emisor --con-

ducción de calor y energía a cualquier distancia sin conexión material, -transmutaban metales -obtenían, por medio de acción eléctrica, agua de la atmósfera.

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Todo esto, y mucho más, era de uso común. (Algunas de estas cosas serán redescubiertas pronto, pero el lector debe recordar que el presente libro fue terminado de escribir en 1886, cuando el mundo moderno no conocía estos inventos. No conoció el Rayo Catódico hasta 1896). Capítulo V: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 La vida de 2.ailm en Caiful. El Raí de las Leyes del Maxin. Encuentro con el profeta. Visita al Palacio del Emperador, una entrevista con el Emperador. Capítulo VI: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 Lo bueno nunca perece. Sinópsis del Origen de los Poseidonios. Capítulo VII: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 Religion de los poseidonios. "No Cerreis los Extremos de Mi Cruz". (Ilustración). Capítulo VIII: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 Una Grave Profecía sobre el futuro de 2.ailm. Capítulo IX: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78 Curando el Delito. 2.ailm es llamado a juicio como testigo. Tratamiento de los delincuentes. Capítulo X: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 A 2.ailm se le ofrece el cargo de Secretario de Registros, lo que le pone en estrecho contacto con el Rai y todos los Príncipes, cargo que acepta. Se le pide que vaya en viaje de cortesía al país de los Suemios, una nación mucho más avanzada en conocimiento místico que los poseidonios. Capítulo XI: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Narración de la Princesa Lolix con respecto a una exhibición de poder Mágico. Capítulo XII: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 Lo inesperado sucede. El Príncipe Menaz revela su afecto por 2.ailm y le pide que sea su hijo. Capítulo XIII: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106 El lenguaje del Alma. Capítulo XIV: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 La adopción de 2.ailm. Descripción del lncalithlon, o Gran Templo,-el lncalix Mainin. El Raí del Maxin. Establecimiento del Maxin o Fuego no Alimentado de lncal y del Libro de la Ley. El Rai Gaulun y el Incalix Mainin, "Hijos de la Soledad".

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Capítulo XV: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La madre de Zailm lo abandona y vuelve a las montañas. Fiebre cerebral. El vaso de cristal maleable para Ernon, Rai de Suernia, con inscripción poseidonia. Capítulo XVI: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El viaje aéreo a Suernia. Viajando a 3,2 kms. por encima de tierra firme. La tormenta. Sembrando semillas al atardecer-, 560 kms. de horizonte. Esperando el cese de la tormenta. Los amigos en casa aparecen en el espejo del Naim. Los suernios, un pueblo extraño y colérico, rebelándooe contra el gobierno de los Hijos de la Soledad, que trataban de elevarlos. Muerte del Rai Emon. Su cuerpo, por orden del Rai Gaulun, es llevado a Caiful para ser pasado por el Fuego no Alimentado. Capítulo XVII: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Impresionante funeral del Rai Ernon, al que asisten los Hijos de la Soledad. Capítulo XVIII: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Raí Gaulun ofrece a Zailm la Soberanía sobre la tierra de Suernia. Este duda, ya que todavía es un estudiante sin graduar en el Xioquithlon; pero cuando el Emperador le promete que el Gobernador a quien como Enviado Especial del Rai de Poseidonis él (Zailm) ha nombrado para regir a los suernios, ejecutaría los deberes de su cargo hasta que él mismo fuera legalmente capaz de hacerlo, Zailm acepta el casi honor imperial, y se le autoriza a que complete su viaje de placer interrumpido por la muerte del Rai Ernon. Los viajeros visitan las colonias poseidonias de Umaur (actualmente americanas), que son descritas. El Gran Cañón del Colorado no es meramente el producto gradual del tiempo y el agua y el clima, sino de la formación súbita por la acción volcánica. "La mano de Plutón fue la mayor artífice"; 12.000 años atrás él vió un mar que cubría esa región, y que "voló hacia el Golfo de California". Visita al edificio en la cumbre del mayor de los Tres Tetones, en ldaho, redescubiertos por el profesor Hayden en la misma expedición que dió a conocer al mundo la famosa región de Yellowstone. El profesor Hayden había sido un poseidonio en una vida anterior, perteneciente al cuerpo de científicos gubernamentales destacados allí. Visita a las minas de cobre, en la actual región del Lago

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Superior. Regalo de un cuchillo de cobre templado. Incalia, al oeste de la cadena montañosa que conocemos hoy con el nombre de Montañas Roca;as. Hacia casa, al este, después, hacia el sur. Dejando los ámbitos del aire por las profundidades del mar a la velocidad de 1.600 mts. por minuto. (Ilustración). Amonestado por su padre en el naim por su imprudencia. Capítulo XIX: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De vuelta en casa. Los problemas de enseñar a los suemios. Este pueblo, habiendo perdido sus aparentemente poderes mágicos, requerían enseñanza en las artes de la vida. Zailm y sus ca-regentes llevaron a cabo esta tarea. Los más recientes registros de este pueblo pueden encontrarse en la historia de la raza judía. Muerte del padre de Lolix; la indiferencia de ésta al saberlo. Adormecimiento de la consciencia. Capítulo XX: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Duplicidad. Graduación en el Xioquithlon. Celebraciones en honor de los graduados. Tristeza del Emperador por el mal comportamiento de su sobrino. Capítulo XXI: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El error de una vida. La demanda del karma. La expiación no es deshacer. Cristo expió--nosotros tenemos que deshacer. La reencarnación es expiación. Capítulo XXII: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Zailm le pide a Anzimee que sea su esposa. Ella confía su alegría a Lolix, que cae al suelo desmayada, pero no traiciona el secreto de Zailm y ella. En una entrevista ella le libera para que vaya con su nuevo amor, pero el choque emocional desequilibra su mente, y en la tarde aparece ante la asamblea reunida en el Gran Templo, donde se está llevando a cabo el anuncio de los próximos esponsales, y una escalofriante escena ocurre, que se cierra con la dramática muerte de Lolix a causa de las artes mágicas del Sumo Sacerdote. Capítulo XXIII: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un testigo ante el delincuente. Remordimiento de Zailm. Se aleja en su vailx, durante tres meses vaga en agonía de alma, lo que le lleva a salirse del cuerpo durante un tiempo. Encuentra a Lolix, llora con ella y sobre su hijita. Entonces, una gloriosa aparición entra en escena, el Uno a quien Zailm ha visto antes está ante ellos y les

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da consuelo. (Ilustración). Al fin Zailm regresa a casa, para enterarse de que su padre ha muerto de pena por su supuesta muerte. La sorpresa de este regreso inesperado casi causa la muerte de Anzimee. Confesión a Anzimee y el perdón de ésta. Partida hacia las minas de Umaul del sur. La generación eléctrica de agua. Pérdida del vibrador del naim, destruyéndose así la comunicación con el hogar. Encuentra la casa de la caverna y queda encerrado en ella. Hambre y sed. Visita astral de Mainin, el Sumo Sacerdote. Este le promete volver con ayuda, pero vuelve otra vez para mofarse de Zailm y blasfemar de la Deidad. Un glorioso visitante aparece, quien arroja a Mainin a las tinieblas exteriores. A Zailm El le da "Paz y Sueño". (Muerte). Capítulo XXIV: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191 Despertando en el astral regresa al campamento. Consigue que sus hombres comprendan que tienen que volver a Caiful, él regresa allí por medio de su fuerza de voluntad, para ser recibido por el Emperador, que es el único que podía verle, así: "¡Qué!. ¡Zailm!. ¡Muerto!". Entrada a y "vida" en el Devachan. Referencia a anteriores vidas en la tierra. Terminación del Devachan y reencarnación en la Tierra.

LIBRO SEGUNDO

Interludio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211 Siete Escenas de Shasta. Capítulo I: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219 En otra personalidad, la de Walter Pierson, ciudadano norteamericano. Huerfano en la infancia, vida de marinero en el mar. Es un soldado en la guerra de Secesión. A continuación es un propietario de una mina de oro en California. Quong: compañerismo con el Tchin en viajes por las montañas. Filosofando. Encuentra el oso gris y presencia la docilidad de éste a la orden de Quong. Capítulo 11: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227 La Hermandad de los Lothinios. Reclamación de uno en el sendero equivocado. La nota mística. Ofrece vender

su mina; razón: desea ir "a casa". El león de la montaña y el venado. Visita al Sach en el Monte Shasta. Descripción del salón de la logia.

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Capítulo III: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alocución de Pentecostés de Mendocus, Maestro. Ceremonias de invocación. Un visitante de Pertoz. Mol Lang, "ha venido para introducir a uno del grupo, Quong en la «tierra de los difuntos», y a otro, Walter Pierson, o 'Filos', para llevárselo con él a casa". Capítulo IV: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Visita a alguien que disfruta de las recompensas de la vida en la vida astral. "Lo que un hombre siembra, eso recogerá". Visita a un hogar devachanico. Regreso temporal a la tierra. Diferencia entre los conceptos devachanicos y los objetos concebidos de ellos. ¿Quién era la hija?. Capítulo V: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El hogar de Mol Lang en Hesperia. "Es bueno estar de nuevo en casa". Encuentro con Firis, su Alter Ego. Capítulo VI: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Enseñanzas de Soma. Los métodos mejores. La clave para toda sabiduría. Las creaciones-pensamiento de Firis. En la biblioteca. Libros transportantes desde la tierra a Hesperia (Venus). Gafas mágicas. Crecimiento mágico de frutas por el poder del símbolo. Capítulo VII: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Retrato mágico de Firis que era una profecía. Enseñanzas de Mol Lang. Por qué es peor quitar la vida al animal que al vegetal. "Tu no puedes compensar al animal por sus oportunidad~ perdidas, pero sí puedes a una planta". Despedida de Mol Lang. Otros habitantes de Hesperia. Un heredero de muchas vidas. La fe reemplazada por el conocimiento. De tales es el reino del cielo. Firis le habla de vidas anteriores, pero le dice que las olvidará "hasta que vuelvas otra vez". Ella le da enseñanza sobre la Crisis de la Transfiguración. Lo lleva de vuelta al Sagum en el Monte Shasta. Separación por un corto tiempo. Capítulo VIII: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Esperando en el Sagum. Reanudando la vida en la tierra. "Haz a otros lo que quieras que te hagan a tí". Venta de la mina. Viaje. Encuentro con Lizzie, la reclamada. Hogar en Washington. Matrimonio. Capítulo IX: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un poco de retrospección. Encuentro con el chela en el

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INDICE

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Hindostán. Un mensaje de Mendocus. Despertar de los recuerdos de Hesperia. Recuerdo de una visita al Sol con Soma. Las corrientes de Navaz. Descontento con la vida. Muerte de las hijitas. Comienzo de un viaje por mar con Elizabeth. Tormenta y naufragio y-Muerte. De vuelta al hogar en Pertoz. El Hogar, ahora; la Tierra, con sus males, dejada atras para siempre, y el Karma satisfecho. Capítulo X: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 332 Años más tarde, regreso. Firis como tutora y guía. Creación de un cuerpo para uso en Hesperia. Enseñanza por la Voz del Espíritu. "Ve al Lugar Sagrado". (Ilustración). Capítulo XI: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 340 "¡Ser o no ser!. Esta es la cuestión". La prueba crítica-la tentación afrontada y superada. LIBRO TERCERO Capítulo I: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . "Recogerás lo que hayas sembrado". Percepción. Capítulo 11: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Victoria y Alabanza. La Vida termina. El Ser comienza. Capítulo III: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Retrospección: Firis y Filos examinan sus vidas atlantes -Lolix y Elizabeth. Capítulo IV: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El declive de la Atlántida a lo largo de miles de años. Decadencia de la Ciencia. La navegación aérea y muchos instrumentos científicos olvidados. Depravación nacional y ruina. Sacrificio de sangre en la religión. Comienzo de sacrificios humanos. Desaparición del Libro Maxin y de la Luz no Alimentada. Terremoto y diluvio y hundimiento de la Atlántida. Mirada restrospectiva a la época de Zailm en el continente de Lemuria, siglos antes de la Atlántida. Los cautivos eran sacrificados a los diooes. Un sacrificio por amor. (Ilustración). Capítulo V: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Retrospección kármica: "La inhumanidad del hombre hacia el hombre".

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Capítulo VI: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 367 Por qué la Atlántida pereció.

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UN HABITANTE DE DOS PlANETAS

Capítulo VII: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Transfiguración.

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NOTA DEL AUTOR .......................... 371 1A PODEROSA CUSPIDE DE PIEDRA ........... 371

GLOSARIO

Nota: -Los lectores de "Un Habitante de Dos Planetas" deben recordar que en el lenguaje atlante o poseidonio, las terminaciones de las palabras llevaban género y número gramaticales. Por lo tanto, el singular estaba indicado por el equivalente de "a", el plural por "i", el femenino por "u", mientras que la ausencia de esta letra terminal indicaba género masculino.

Afaisismo: Equivalente de mesmerismo, pero no de hipnotismo. Astika: Príncipe. Bazix: El nombre de una de las semanas del año. Devachan: La vida después de la muerte. Ene: Terminación que significa estudio o estudiante. Espeid: Edén, Edénico. local: El sol; también el Dirn Supremo. Incaliz, o Incalix: Sumo Sacerdote. Indot: Primero, o Domingo (también Incalon). Inithlon: Escuela dedicada al estudio de la religión. lthlon: Cualquier edificio, como una casa. lncalithlon: El gran Templo. Lumorinll5, Lemoria o Lemoros: Un continente del que Australia es el mayor remanente que existe hoy día. Karma: Las consecuencias derivadas de las acciones de una persona en vidas anteriores. Maxin: La Luz no Alimentada. Mo: A tí. Moros: Boreas. Nahn: Teléfono y televisión combinada,. Navaz: La noche; también la Diosa de la Noche; también las fuerzas secretas de la Naturaleza.

UN HABITANTE DE DOS PLANETAS

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Navazzimin: El país de las almas difuntas. Ni: a. Navamaxa: Urnas crematorias para cadáveres. Nosses: La luna. Nossinithlon: Manicomio; (lit. un hogar para personas lunáticas). Nossura: Pájaro sinsonte. Pitach: El pico de una montaña. Rai: Emperador o monarca, como Rai Gwauxln, pronunciado

Gualun. Raina: Un reino; como el Raina de Gualun-Poseidonis. Rainu (también Astiku): Princesa. Su: El se ha ido. Sattamun: Desierto, o tierra esteril. Suemota: El Continente Asiático. Surada: Cantar, o yo canto.

Teka (o Telu'): Moneda de oro poseidonia, con un valor apróx. 2,67 dólares. Vailx: Vehículo aéreo. Ven: Unidad lineal de apróx. 1.600 mts. Xanatithlon: Invernadero de flores. Xio, o Xioq: Ciencia. Xiorain: El consejo de auto-gobierno de Xioqua. Xioquene: Estudiante de ciencias. Ystranavu: La estrella de la tarde; también, cuando se usa

astronómicamente, Firistunar. Zo: Pronombre personal, posesivo mí o mío.

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