57098794 Domingo Arena

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Domingo Arena: Realidades y Utopías

Domingo Arena: Realidades y Utopías

Los orígenes del Reformismo batllista investigados desde la influencia del inmigrante. 18701939.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Miguel J. Lagrotta

Indice. Pág. 1 Pág. 2

Indice. Introducción.

Capitulo 1 Pág. 4 Domingo Arena: Realidades y Utopías Pág 7 El inmigrante Pág 14 Anarquismo: Arena y los trabajadores. Pág.16 Modelo y proyecto social. Pág.19 Domingo Arena y Don Pepe. Pág 32 El Estado y los Servicios en 1905 Pág 34 La Cuestión Social Obrera. Capitulo 2 Pág 60 El proceso hacia el reformismo. Capitulo 3 Pág. 72 Reformas reacciones y frenos Capitulo 4 Pág.91 Batlle en Francia, el gobierno del Dr. Williman y la construcción del país Modelo Capitulo 5 Pág.95 El camino a la Segunda Presidencia de Batlle y la construcción ideológica del Modelo. Capitulo 6 Pág.102 La actuación del Dr. Arena en la Segunda Presidencia de Batlle. Capitulo 7 Pág. 117 El Compromiso de Arena. Pág. 125 El Alto de Viera Capitulo 8 Pág. 141 Los recuerdos de Arena: el último reportaje. Pág 145 El final de las Utopías Pág 147 Muere el equipo, mueren las utopías. Pág 149 Bibliografía 2

Domingo Arena: Realidades y Utopías

Introducción Este trabajo tiene su origen en una serie de conferencias organizadas por el Centro Brum de Investigaciones, institución de investigación partidaria de la Corriente Batllista Independiente. La figura de Arena me cautivó hace ya más de veinte años y recién podemos darle una humilde forma de libro a una serie de ponencias, artículos, conferencias y debates realizados durante el gobierno del Dr. Julio María Sanguinetti, entre 1985 y 1990. No escapará a ningún lector atento que este estudio es producto de los trabajos que “aggiornaron” o intentaron hacerlo, la praxis batllista post dictadura. Tampoco escapará que el equipo de trabajo de primer nivel de jóvenes batllistas que integraban la CBI quedó, salvo excepciones, disimulado y en la mayoría de los casos postergados, por los esfuerzos de gobierno. Por otro lado, hoy más que nunca, es importante rescatar la mitología partidaria a través de figuras que tanto hicieron por el Partido Colorado y por la República en forma totalmente desinteresada. La metodología de investigación fue recorrer todas fuentes éditas, algunas de tercera mano, que nos permitieron rescatar desde innumerables artículos y citas la figura de Domingo Arena. El resultado es una suerte de alquimia realizada con mucho respeto por la figura estudiada, el partido que contribuyó a fortalecer y por el lector sin el cual todo este emprendimiento no tendría ningún sentido.

Montevideo, mayo de 2006.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías El surgimiento de Partidos Políticos europeos que buscaban como objetivos principales la libertad y la justicia social, dentro de la concepción naciente de la democracia política, fue consecuencia de los profundos cambios ideológicos del Siglo XIX, en particular en su segunda mitad. Sin entrar en un análisis de todos esos movimientos fermentales, corresponde aclarar que el nacionalismo político va a transformar las concepciones contemporáneas a fines del Siglo XIX sobre los contenidos ideológicos y políticos imperantes. Se hablaba de nacionalismo cuando se definía a grupos que enfrentaban a los extranjeros, a los socialistas e incluso a los liberales que se oponían según ellos, a la expansión del Estado. El “Risorgimiento”, proceso que lleva en 1861 a un Reino italiano unificado, se inicia con el Congreso de Viena que deja a Italia totalmente dividida. Existían tres obstáculos claramente diferenciados: la ocupación por parte de Austria de Venecia y Lombardía en el Norte, los Estados Pontificios, bajo soberanía papal en la Italia Central y una serie de estados independientes en el Sur. En el Noroeste se encontraba PiamonteCerdeña y el Reino de las Dos Sicilias al Sur, además existían Ducados con concepción política absolutista en esa zona y gobernados por dinastías Habsburgo. El Risorgimiento tiene sus antecedentes en movimientos anteriores a las Revoluciones liberales de 1848, y se limitaba a las acciones individuales e inconexas de pequeños grupos intelectuales y de sectores populares, estos integrados entre otros por mandos medios de los ejércitos que llevaron la lucha contra el bonapartismo. Sin entrar en el análisis de las Revoluciones Liberales de 1820 que nos alejaría del objetivo de este trabajo, es importante destacar que dan origen a Sociedades Secretas, como los Carbonarios que se interesaban en sus comienzos en soluciones para sus reinos que por un ideal nacionalista. Incluso en la Revolución de 1830, todavía no se vislumbra un espíritu nacional entre los italianos. En 1831 se funda la Joven Italia y en 1847, el orden internacional establecido en Viena en 1815 determina la intervención austríaca en Ferrara. El movimiento revolucionario toma un fundamento nacionalista cuando logra conseguir el sentimiento de que Italia debía conseguir al mismo tiempo la Independencia y la Unidad como República integrada. El Papa 4

Domingo Arena: Realidades y Utopías Pío IX apoya los sentimientos nacionalistas que van a tener su punto culminante en 1848. Como consecuencia se obliga a Fernando de Borbón, Rey de Las Dos Sicilias a otorgar una constitución. Pío IX realiza reformas radicales y en Milán y en Venecia se producen levantamientos en contra de los austríacos. Garibaldi, seguidor de Mazzini y partidario de la unificación bajo una concepción republicana embarca en Génova con mil soldados, llamados camisas rojas, rumbo a Sicilia a la cual ocupa y marcha sobre Nápoles poniendo fin al Reino de las Dos Sicilias. Por otro lado Cavour ocupa los territorios pontificios y traslada un ejército piamontés a Nápoles. Se reconoce a Víctor Manuel II Rey de Italia el 17 de marzo de 1861. Luego Italia se ve obligada a intervenir en la Guerra Franco Prusiana, con lo cual consigue el control de los Estados Pontificios. Como lógica consecuencia de todos estos movimientos ocurridos en Europa, donde la paz y la estabilidad no era moneda corriente, se produjeran corrientes emigrantes que van a contribuir a tejer el entramado social del Uruguay finisecular. Los inmigrantes trajeron consigo su forma de pensar, ideología revolucionaria, contraria a la explotación del trabajador y a favor de orden social en el cual el anarquismo era sentido como el sentimiento mayúsculo de la libertad. El rígido aprendizaje de los estados absolutistas europeos, les hacían amar estos sentimientos y aportar con entusiasmo su pasión por el trabajo y la necesidad de un mundo nuevo, justo y solidario a cuya construcción se abocaron con fervor. El anarquismo tuvo un éxito importante en los últimos treinta años del Siglo XIX, sobre todo en los sectores populares y en minoritarios sectores intelectuales de Francia, España, Italia y Rusia. El anarquismo timoneado por Bakunin, Kropotkin y Grave se consideraba una filosofía de la naturaleza y del hombre. Kropotnik tiene influencias de Spencer, Darwin y Augusto Compte las cuales lo llevan a sostener, a diferencia de los conceptos contemporáneos, que el Universo es materia en permanente evolución: existe una anarquía de los mundos. Esa anarquía de la evolución es la Ley de las Cosas, por lo tanto se manifiesta un antiteísmo absoluto, Dios no existe, es solo un reflejo, al cual el hombre no puede reconocer ninguna autoridad. Otra característica es el rechazo a toda legislación, aún surgida del sufragio universal. En esa Italia convulsionada y orgullosa de su unidad nacional van a nacer muchos de los personajes que trascendiendo o simplemente viviendo van a nutrir la 5

Domingo Arena: Realidades y Utopías estructura social de nuestra joven república, que aún luchaba por consolidar el Estado. En los tiempos de la velocidad de Internet y la globalización económica y mediática, se mantienen vigentes confusiones conceptuales que caracterizan a las definiciones políticas sobre temas trascendentes como el nacionalismo. En el comienzo del Siglo XXI tenemos sobre nuestras miradas la fuerza, la subsistencia y el crecimiento de los nacionalismos y demostrando que todos los esfuerzos para la convivencia deben asentarse en la voluntad de los pueblos. Este concepto nacido de la confraternidad, de los episodios de búsqueda de la independencia, que en nuestro caso surgió de la disolución del Imperio Español y de la lucha por la búsqueda de nuestro sentimiento como nación frente a porteños, portugueses, brasileños y nosotros mismos en la trabajosa construcción del Estado Oriental en el Siglo XIX. Los conceptos de nacionalismo, pueblo, nación y Estado requieren una atención en este momento de análisis del escenario en el cual Domingo Arena se convertirá en actor principal, si uno lo descubre actuando dentro de un elenco de primeras figuras en la Historia Nacional. (1) Pueblo y Nación son en esencia congruentes, el pueblo es una agrupación humana que mantiene tradiciones, ideas, aspiraciones y sueños comunes, la Nación tiene los mismos elementos constitutivos del pueblo, pero una nación puede estar integrada por varios pueblos. El Pueblo y la nación son realidades históricas y sociológicas, mientras que el Estado es una estructura jurídica que implica un gobierno, una población y el territorio en el que se desarrolla. El desarrollo constitucional liberal, marca como mojón ineludible la creación del Estado para lograr la identidad como nación. Es clásica la división del proceso de Consolidación del Estado en el Siglo XIX, en los períodos 1830-1876 y 1876-1904. En este segundo período, llamado de modernización, va a actuar iniciando su carrera política Domingo Arena.

_____________ (1) Ver Héctor Gros

Espiell, Temas Internacionales, 3 El Sentido Actual del Nacionalismo, Pueblo, Nación y Estado. Pp 35-50.

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El inmigrante “Domingo Arena nació en Italia el 7 de abril de 1870, siendo sus padres Don Francisco Arena y Doña Ana di Lorenzo. En 1877 llegó con su familia a Montevideo, donde se radicó, luego de un pasaje por el interior del país, y donde un día la ley le otorgará derechos de ciudadanía uruguaya. Cursó estudios universitarios, graduándose en la Facultad de Medicina con el título de farmacéutico, pasando luego a la Facultad de Derecho, donde obtuvo con brillantes calificaciones su título de Abogado. Durante sus años de estudiante ocupó un puesto en la Fiscalía de lo Civil de Montevideo, donde alcanzó el cargo de adjunto. Con una profunda vocación por las letras y dotado de un singular talento, pronto demostró notables condiciones intelectuales, revelándose un gran escritor con la publicación de trabajos literarios que pronto le dieron renombre. Desde joven, su inquietud de luchador, lo inclinó a la militancia política desde las filas del Partido Colorado, del que llegó a ser uno de sus grandes prohombres. Fue en varias legislaturas diputado por Tacuarembó, Soriano y Montevideo; como asimismo Senador por Montevideo en 1903 en reemplazo del Señor Batlle y Ordóñez, que renunció para ocupar la Presidencia de la República. Fue Presidente de la Cámara de Diputados en varios períodos, miembro de la Asamblea de Constituyentes de 1917 y gobernante, formando parte del Primer Consejo Nacional de Administración de 1919 a 1925. Como periodista tuvo destacada actuación, considerándosele uno de los más calificados en la prensa rioplatense y consagrando las condiciones de su personalidad desde la dirección de “El Día” donde militó desde joven ocupando distintos cargos de redacción. Como legislador deja una importante obra, al ser el animador eficaz de las más importantes leyes sociales del último cuarto de siglo. Fue el líder máximo de la política renovadora del Señor Batlle y Ordóñez, y uno de más destacados reformadores de la Constitución de 1830.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Su acción social, política y parlamentaria fue fecunda, mereciendo respetuoso juicio sobre unánime de sus amigos y adversarios, que lo admiraron como luchador e idealista. Pocas personalidades han existido en nuestro ambiente tan sugestivas y encantadoras como la de Domingo Arena. Decirse que fue director de Diario, diputado, senador, miembro del Consejo Nacional de Administración...sin haberse hecho un solo enemigo, sin crearse un solo rencor u odio, da muestras de su carisma. Firme en sus convicciones, luchando sin tregua en todos los terrenos por sus ideales, por la jornada máxima de ocho horas, por el salario mínimo, por el pan de los viejos, por el divorcio, por la separación de la iglesia y el estado, por el ejecutivo pluripersonal, supo siempre hacerse oír, respetar y admirar, pero más que eso supo hacerse querer; ¿quién no quería a Domingo Arena?. Su sola presencia calmaba situaciones tensas. Era agradable, cordial, optimista, no se mareó con las alturas, tanto en la banca legislativa, como en la tribuna partidaria, como en rueda de amigos presidía siempre con magia dialéctica, picardía y sana burla. Domingo Arena murió en Montevideo el 7 de junio de 1939, dando lugar a una gran demostración de duelo popular.”(2)

La época: Uruguay a fines del Siglo XIX. A partir de 1860 comienza a perfilarse un lento pero sostenido y avasallante período de laicización de la sociedad y el Estado. El gran impulso hacia las preocupaciones terrenales se debió a las corrientes inmigratorias arribadas a nuestro país luego de la Guerra Grande. Estos se sitúan en agrupaciones, sociedades y colectividades con fines diversos, de asistencia, sociales , gremiales y en órdenes masónicas. Entre los años 1860-1870, e incluso antes, tenemos las primeras asociaciones: “La Sociedad Española de Socorros Mutuos”, su similar francesa , la “Comisión de Caridad y Beneficencia”, “La Sociedad de Amigos de la Educación Popular”. Es época de retorno de las clases patricias a la escena política del país. No volvían tal cual se habían ido, por cierto, los acontecimientos anteriores como la Guerra Grande y el lento retorno a la vida política habían modificado en varios aspectos la integración del grupo en cuestión. En Montevideo existían varios grupos de presión social: - los empresarios, en su mayoría extranjeros, con características económicas capitalistas y decididamente comerciantes.

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Los conservadores, en oposición directa, debido más que nada a su miedo ancestral a los cambios más que a los problemas de clases. La aristocracia montevideana, integrada por el sector político que ejercía el poder y era la receptora de las presiones de los grupos anteriores. El sector social resultante de la inmigración con una gran heterogeneidad, pero que apuntaba a configurar nuestro proletariado emergente de las escasas e incipientes industrias.

Resulta evidente la problemática social en un país en vías de modernización y que se caracterizaba por un caudillismo que impedía una normal evolución política. No es de extrañar que a partir de 1870 las organizaciones particulares destinadas a cumplir los más variados fines vieran la luz, en 1871 en el periódico dirigido por José Pedro Varela , se transcriben pasajes del manifiesto de la Asociación Internacional de Trabajadores sobre la “Guerra Civil en Francia” con reflexiones al pie del texto con este tenor: “..que los hombres de Estado no pierdan de vista la declaración que los agitadores internacionalistas lanzan a la cara de la civilización”. Hasta la década de 1870, la prensa estuvo vinculada con el quehacer público y político, en nuestro país esta en germen el militarismo, en Europa la Guerra Franco – Prusiana, en tanto la Comuna de Paris da lugar a la III Republica Francesa. Al avanzar la década de 1860 irrumpe en nuestra sociedad la concepción racionalista pura y absoluta, como deísmo filosófico de la religión natural. Esto quiere decir que a partir de este momento la evolución racionalista se operará dentro de coordenadas filosóficas, separadas por la religiosidad positiva. En el mes de febrero de 1865, la triunfante revolución de Flores, va a dividir en dos períodos la historia religiosa del país. El decreto del Gral. Venancio Flores, que derogaba el que anteriormente establecía la expulsión de los jesuitas, les otorgaba ahora total libertad para su retorno a nuestro territorio, marcando al mismo tiempo la derrota total del catolicismo masón que había tenido su auge bajo los Gobiernos de Pereira y Berro. En forma paralela a este período triunfalista de la Iglesia Católica, se contrapuso el inicio de una campaña anticatólica. Los encargados de llevarla a cabo fueron los primeros militantes racionalistas que se expresaban con un lenguaje contrario al dogma religioso. Su órgano de 9

Domingo Arena: Realidades y Utopías expresión fundado el 7 de mayo de 1865 se denominaba “La Revista Literaria” y salía en forma semanal. La redacción la integran, entre otros, Julio Herrera y Obes, José Pedro Varela y José María Castellanos. En 1871, en los salones del Club Universitario, se inicia otra etapa de nuestra vida cultural, se replantea allí nuevamente la cuestión religiosa. Este club fue el preludio del “Ateneo”, y en su momento llenó un vacío cultural importante que dio un lugar a la adormecida intelectualidad universitaria. En 1872, en el mes de junio, se crea el Club Racionalista, para luego en 1878, establecerse el Ateneo. Como ubicación histórica política, nos encontramos en pleno gobierno del Coronel. Lorenzo Latorre y que José Pedro Varela desarrolla la Reforma Escolar, entorpecido por la Iglesia Católica. Los racionalistas de la Generación del 78 van a llevar adelante una etapa de agitación profunda en diversos campos. Surgen con el fin de lleva a la realidad las nuevas posiciones filosóficas y se sostienen en una importante variedad de publicaciones anticatólicas entre las que cabe destacar: “La Razón”, “El Correo Uruguayo”, y “El Espíritu Nuevo”. Todo giraba en la impugnación filosófica del cristianismo. Tenemos entonces tres grandes problemas en el Uruguay de fines del Siglo XIX: - Problemas sociales entre empresarios extranjeros, aristocracia criolla conservadora y un proletariado emergente. - Una dictadura militar que impedía un normal desarrollo de la libertad de expresión. - La captación de nuevas corrientes filosóficas y políticas y su aplicación a nuestra problemática, dificultada por el tipo de gobierno de transición hacia el civilismo. Cada generación está integrada por la circunstancia que la rodea y por su propia potencialidad. Surge la figura de Prudencio Vázquez y Vega(*) desde su cátedra de profesor de filosofía en el Ateneo, redactor de “La Razón” y del “Espíritu Nuevo”. Fue el principal doctrinario de la promoción racionalista de 1878. Sostenía que era imposible para una persona con convicciones liberales y democráticas, colaborar con el régimen de ipso establecido en el país. Comienza así a configurarse una generación que verá la importancia de las ideas como sostén filosófico e ideológico de las acciones concretas. En general los integrantes del Ateneo rechazaron el positivismo y el realismo creyendo en la verdad absoluta de los principios racionales, sobre los cuales fundaban el orden y la conducta. Fuera del Ateneo, ciudad ofrecía un triste espectáculo, al 10

Domingo Arena: Realidades y Utopías decir de Zum Felde, dominaba el cuartel y la oposición del Club Católico. El Ateneo, aun cuando no fuera un centro de finalidad anticatólica profesaba, oficialmente, el libre examen racional como norma de todos los problemas, desarrollando una ardorosa campaña en pro de la libertad de pensamiento contra el dogmatismo de la Iglesia Católica. En 1878 se produce una verdadera revolución en las ideas marcada por el acoso a la dictadura de Latorre por la prédica liberal punzante. Tomemos el caso del “Espíritu Nuevo” fundado el 17 de noviembre de 1878 que reunía como colaboradores entre otros a Eduardo Acevedo, Francisco Soca, P. Vázquez y Vega y José Batlle y Ordóñez. En la página editorial del primer número del “Espíritu Nuevo” se establecen las dificultades del momento: “La idea de dar a luz un periódico científico-literario ha sido puesta en marcha entre nosotros con más o menos éxito. Estas tentativas han nacido de la necesidad de estimular la inteligencia de la juventud(...)es entonces que nace, como consecuencia lógica del periódico o del diario que ha de servir de órgano a las ideas(...) Es una verdad para todo el que conozca la historia, que la revolución americana sólo se ha realizado hasta aquí en la esfera de la política. Los problemas sociales, que como consecuencia lógica nacieron con ella, están aún por resolverse(...) La Revolución asume pues un nuevo aspecto y penetra en el terreno de las ideas(...)(y) se extenderá a todas las manifestaciones de la actividad intelectual(...) Entonces habrá llegado la hora de la transformación. Un nuevo espíritu descenderá sobre la tierra...”

En este primer número encontramos un artículo firmado por José T. Piaggio titulado: “El espiritualismo y el materialismo ante el tribunal de la conciencia” que se leyó en la Sociedad Universitaria. En la introducción sostiene: “ Necesitamos fortalecer nuestras ideas, el medio más favorable a tal objeto es la discusión libre y razonada(...)bien sabemos que con la discusión se aclaran y se retemplan las ideas; se hace la luz, se progresa”. Se aprecia en el artículo de Piaggio el manejo de textos de Krause y de Ahrens. Para Krause, discípulo de Kant, el derecho es el conjunto de condiciones necesarias para que el hombre alcance el fin común. La influencia de Krause y de Ahrens en la generación de jóvenes liberales del Ateneo, se basó en que exponían en una forma sencilla las ideas de libertad, tanto en relación al estado como en relación a la Iglesia Católica. La obra de Krause la ubicamos en las primeras décadas del Siglo XIX, en una Alemania que buscaba su unidad y su identidad nacional. En la misma línea ideológica encontramos a Fichte, con sus “Discursos a la nación alemana” y al idealismo de Hegel. Los tres convergen en el estado y en su papel frente a la sociedad.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías El liberalismo de Krause y de Ahrens se identifica con un humanismo tolerante y con un distanciamiento cierto de la Iglesia Católica. Es importante tomar contacto con la concepción de Ahrens sobre el Estado: “La política es, pues, la ciencia que sobre bases históricas y en proporción a las fuerzas existentes, expone el conjunto de condiciones y de los medios propios para asegurar el progreso continuo y para realizar las reformas más próximas al estado social(...) la política puede, por lo tanto, definirse como la doctrina de los principios y los medios de la reforma del Estado y de todas las relaciones de Derecho(...) es necesario que el estado se desprenda al cabo de las reformas de centralización mecánica y burocrática y se convierta en un verdadero organismo en el cual todos los órganos tengan una esfera de acción propia, gocen de una autonomía relativa...”

A partir del Gobierno de Julio Herrera y Obes el pensamiento liberal se encarna en programas concretos de gobierno y prepara el reformismo batllista del Siglo XX. La modernización del país resultó de aplicar las ideas políticas elaboradas en el Ateneo. Muchos de los integrantes de esta corriente serán colaboradores de José Batlle y Ordóñez, quién va a aplicar al pie de la letra los principios liberales y humanistas que emanaron del Ateneo y de las páginas de las publicaciones liberales. En nuestro país, contemporáneamente al nacimiento de Domingo Arena, había en 1873 una población estimada en los 450.000 habitantes. Durante la administración del Gral. Máximo Santos, la Dirección de Estadística estimó la población en 520.536 personas. El fuerte crecimiento de la población, se debió al excedente de inmigrantes y al crecimiento vegetativo de los nacimientos. La segunda oleada inmigratoria, iniciada a fines de la década de 1860, trajo a nuestras tierras mayoritariamente italianos desocupados, marginales sin trabajo ni oficio, en tanto que la tercera oleada que se extiende hasta 1890 también incluyó mayoría de inmigrantes italianos. Entre 1884 y 1889, la población extranjera, en números redondos, pasó de 70.000 habitantes a 100.000. Domingo Arena es hijo de una realidad política difícil y convulsionada. También es producto de un tiempo con profundos cambios sociales, quedando él y su familia marcados por el difícil camino de la emigración, irreversible dentro de la sociedad de la época. Nace en Italia en 1870, va a trasladarse a nuestro pequeño mundo, no exento de los mismos problemas y radicándose en el interior del país. En el aspecto ideológico general del período europeo de Domingo Arena, se esta dando el pasaje de la “modernidad occidental” a las nuevas concepciones sociales y políticas que van a marcar la transición al Siglo

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Domingo Arena: Realidades y Utopías XX. El problema concreto era, a fines del Siglo XIX, el de los nacionalismos europeos. Se sumaba a este fenómeno la búsqueda del voto universal y la solución a los problemas obreros. Si nos ubicamos en la Italia que ve nacer a Domingo Arena, todas estas pautas se dirigen a la creación de un marco político que favorezca la unidad nacional, superando diferencias regionales, de idiomas y dialectos, de religión y culturales. Todo en un entorno económico, complicado por las unidades y luchas civiles, que obligaba a emigrar al norte o más allá de los mares. También en nuestro país se vivían épocas difíciles. Una época de transición, en la cual se luchaba por poblar el territorio y configurar un Estado, lamentablemente, de acuerdo a las necesidades de un patriciado montevideano conservador. Época del Coronel Lorenzo Latorre, del General Santos y del General Tajes, por lo tanto de transición de dictaduras militares a un civilismo que dará campo político a la acción batllista. En 1880 se crearon los departamentos de Río Negro y Rocha; en 1884 Treinta y Tres, Rivera y Artigas y en 1885 el departamento de Flores. En el campo filosófico se dieron apasionadas polémicas entre espiritualistas y positivistas, siendo los actores principales los universitarios, aunque por las características de los gobiernos militares las polémicas se desarrollaron fuera de su ambiente natural. En el campo laboral también existían problemas, acentuados en el período militarista, pero sin embargo se producen significativos avances en la organización obrera. En 1877, por ejemplo, se reforman los estatutos de la Sociedad Tipográfica Montevideana, que ve ampliado el número de oficios comprendidos en la misma a otras especialidades de la Industria Gráfica. En este mismo año se acepta en la AIT en Suiza, la adhesión de la Federación Regional de la República Oriental del Uruguay. En 1883 comienza a publicarse el cotidiano “ El Tipógrafo”, órgano de la “Sociedad Tipográfica Montevideana”, primer ejemplo de prensa estrictamente sindical editado en nuestro país. Dos realidades, dos influencias: la natal europea y la americana de adopción, y una respuesta clara de Domingo Arena que se traduciría en una acción marcada por la generosidad social. ____________ (2) Domingo Arena. Batlle y los problemas sociales en el Uruguay. Biblioteca Rodó.Pp.-13-14-

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Anarquismo: Arena y los trabajadores La concepción de Arena de la sociedad, y del movimiento batllista en particular, tiene fundamentos anarquistas y socialistas muy fuertes. El italiano Errico Malatesta que enlaza el pensamiento europeo entre los siglos XIX y XX sostuvo: “...nuestra creencia es que la única vía de emancipación y de progreso consiste en que todos tengan la libertad y los medios para defender y poner en practica sus ideas, es decir, la anarquía. De este modo las minorías más avanzadas persuadirán y arrastrarán por la fuerza de la razón y del ejemplo.”

Esta clara definición anarquista la veremos reflejada en determinadas concepciones de Domingo Arena. Es inevitable que surjan sentimientos encontrados en el espíritu del hombre con referencia a la autoridad: lógicamente el deseo de ejercerla para disfrutar de los privilegios que se derivan o la resistencia más o menos consciente cuando la ejercen los demás. En las sociedades superiores, el gobierno se ejerce con objetivos de interés común, entonces el individuo renuncia con agrado a sus prerrogativas, a cambio de los beneficios que recibe como efecto de las limitaciones impuestas a los demás. Arena va a reclamar la integración de los trabajadores a la nación, propiciando que los mismos tengan las armas, legales, ideológicas y culturales para enfrentarse con las clases conservadoras terratenientes y comerciantes de la sociedad montevideana. Esto no se plantea en una concepción de lucha de clases, por el contrario en la búsqueda de una igualdad social. El desarrollo posterior de la personalidad de Arena la iremos estudiando a lo largo de los siguientes capítulos. Pero, es conveniente aclarar que lentamente se va a convertir en un referente importante en la política del Partido Colorado y por lo tanto del país del cambio de Siglo. Ingenuo y sensible en sus comienzos, escritor, periodista punzante y de opinión en momentos muy duros en materia social, legislador en ambas Cámaras, hombre de confianza y muy cercano a Batlle y Ordóñez. Quizás, lo más importante para los tiempos que corren en el inicio del Siglo XXI, su ejemplo de hombre profundamente bueno, generoso y que, a pesar de estar siempre vinculado al poder, murió pobre.

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Nunca fue rico, siempre fue generoso, utilizando sus propias palabras en una anécdota de redacción en diálogo con un compañero de trabajo con problemas económicos: “estás apretado, che. No importa te firmo una recomendación para un Gerente del Banco que nunca me las rechaza”

Cuando vencían algunos de los miles de vales que su generosidad firmaba y se encontraba con alguno que no había sido levantado, su ira peninsular explotaba en un par de gritos. Al otro día nuevamente prestaba su colaboración. Este perfil humano de integrar profundamente a la gente y a las cosas va a marcar la vida de Arena y va a influir claramente en el primer batllismo. Con el cambio del Siglo se fue dando el cambio del pequeño taller a la fábrica, de los vehículos de tracción a sangre a los de combustión interna, de la máquina con energía a vapor a las de combustible o electricidad, en resumen se debía importar más para producir más, y en esa variable económica simple y vigente permanentemente, exportar más para poder pagar las importaciones. Se va conformando la ideología predominante en el cambio de Siglo, que se basaba en la fe en el progreso, en la racionalidad, en la libertad del hombre para modificar la historia de acuerdo con sus ideas. José Batlle y Ordóñez, conocedor de la realidad europea, de los violentos enfrentamientos producidos por problemas económicos y sociales, va a incidir en su posición política y en la elección del equipo, su elenco político. Era el sentimiento de este grupo que era posible eliminar los enfrentamientos con la participación muy activa del Estado para realizar obras de justicia social, objetivando la protección y la defensa de los débiles y los excluidos: obreros, ancianos, jóvenes, promoción de la mujer. Resulta claro que uno de los interlocutores más cercanos, por experiencia personal, por vida anterior y por la congruencia en la forma de pensar con Batlle y Ordóñez era Domingo Arena.

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Montevideo: Modelo y proyecto social Con el fin de la Guerra Civil de 1904, concluyen las disputas entre orientales por la vía armada y también el país telúrico, criollo, iniciándose la sociedad del Siglo XX. En este m omento dejamos atrás la pradera, que pierde definitivamente frente a la ciudad-puerto, en tanto que se va consolidando la frontera con perfiles más claros y definidos que van a permitir consolidar el sentimiento nacional. La configuración de este sentimiento, la definición social del Uruguay, presenta algunos ritmos comunes con el resto de América y otros propios, partiendo del fortalecimiento del Estado, la modernización lleva implícita una laicización del poder, instituciones diferenciadas y una incipiente participación política que tratan de dar respuesta a reclamos de sectores oligárquicos, barraqueros, comerciantes, terratenientes para finalmente atender al proletariado incipiente en un Estado naciente con los atributos modernos.(3) En función del nuevo modelo el empresariado rural dejó atrás a los productores que no se actualizaron, que como único desarrollo tecnológico habían alambrado para proteger sus tierras y ganados, sin idea de nuevas técnicas administrativas ni de producción. El interprete, el maestro de ceremonias, el hacedor del modelo urbano del Uruguay fue José Batlle y Ordóñez, aunque varias coyunturas inciden en el éxito de su obra. Entre las controlables se encontraba su gran capacidad de elegir sus colaboradores. Esta es la característica que mantendrá el Partido Colorado durante todo el Siglo XX. A comienzos de noviembre de 1904, Batlle comenzó a reorganizar el Partido Colorado. El problema tenía larga data, en 1903 la renuncia de Juan Pedro Castro, a la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional colorado, determina el regreso de Julio Herrera. Comienza una serie de desavenencias entre Battle y Herrera y Obes. Pedro Manini Riós seguidor de Batlle se enfrenta a Herrera, no accediendo a sus pretensiones de nombrar más partidarios suyos para el Comité Colorado de Montevideo. Fueron reconstituidos los clubes seccionales, en tanto que en el interior se establecen Comités Ejecutivos Departamentales , y como partido de Gobierno se consolidó su organización a través de los jerarcas de la Administración. La propuesta era un modelo moderno de país, el interés de renovar fue tan fuerte que Batlle aglutina gente con forma de pensar el

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Domingo Arena: Realidades y Utopías porvenir que cerrara los problemas de las patriadas blancas y las divisiones coloradas. Era, en definitiva, desprenderse del Siglo XIX y entrar en el XX triunfalmente.(4) En los comienzos de los últimos veinticinco años del Siglo XIX, se había agotado el modelo de país decimonónico, tanto en lo político como en lo económico y social, el Uruguay caudillesco y de montonera no se podía sostener con los avances educativos y tecnológicos que presentó el período militar, sobretodo el Coronel. Lorenzo Latorre y el reformador José Pedro Varela. La modernización de la campaña, el surgimiento de la estancia-empresa va a llevar irremediablemente a la búsqueda paz social, orden político y estabilidad económica. Sin saberlo los actores del momento llevaron al país en un rumbo modernizador, claramente redistributivo y de avanzada en lo social en América Latina a comienzos del Siglo XX.(5) Batlle tenía un olfato excepcional para percibir las necesidades de los ciudadanos, no era un revolucionario, era un reformista que se va sostener en lo que el Estado le brindaba, un partido fuerte, una Constitución con limitantes e injusticias y la posibilidad de reformar las injusticias sociales. En definitiva, se unifica la autoridad en el Gobierno del Estado. Todo el poder lo tiene ahora el gobierno vencedor, además tiene el apoyo popular, se suman las clases conservadoras y el sentimiento de paz, como la refundación del Estado moderno, ahora insertándose en los mercados mundiales a través de la industrialización de la producción ganadera.(6) La tarea principal fue hacer, en un sentido amplio, el orden constitucional que permitiera tener un fundamento de los derechos y las garantías individuales. No se habían terminado las pasiones políticas, sin embargo se da la transición de caudillo a empresario rural, de gaucho a peón, y los hijos pudientes en estudiantes universitarios. La suma a todo lo expuesto son los inmigrantes, cuyas ideas de trabajo en tierras lejanas no incluían la explotación laboral y que el sentimiento de libertad era absoluto. Sus ideas de justicia eran la ideas anarquistas, cuyas luchas, emociones y fracasos traían consigo desde Europa. José Batlle y Ordóñez, interpreta estos deseos, entre otros contemporáneos y permitirá a todos sus allegados influir en sus reformas. __________________ (3) Carolina González Laurino.La Construcción de la identidad uruguaya. Taurus.UCUDAL Pp28-36.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Batlle se inclinó a prestar apoyo a los obreros que eran los más perjudicados en la nueva relación económica que integraba el Uruguay de comienzos de siglo. Arena se va preocupar profundamente como legislador de estos problemas. Con un respeto profundo por el hombre común, que tenía que tener las mismas posibilidades de crearse a sí mismo, a tener una vida libre y a alcanzar de ese modo la felicidad. La búsqueda de ella va a ser la constante de Domingo Arena desde la tribuna que ocupara.

________________ (4) Washington Reyes Abadie-Andrés Vázquez Romero. Crónica General del Uruguay Tomo VI .Cap. 66 Pp.183-227. (5) Delia Etchegoinberry. Fabregat: una de las Caras del Siglo XX..Pp.19-25. Ediciones dela Plaza.1997. (6) J..P. Barrán -B..Nahum .Historia Rural del Uruguay Moderno-La Prosperidad frágil(19051914) Tomo V..Parte I. Pp. 9-11.Ediciones de la Banda Oriental.1977.

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Domingo Arena y Don Pepe. Como hemos señalado, Domingo Arena nace en Italia, en un hogar muy pobre, el 7 de abril de 1870. Nace en el sur, territorio que arrastró por siglos un atraso tecnológico, con difíciles condiciones de vida, y por extensión con serias dificultades laborales. El regionalismo salvaje en que se encuentra divida la Península, a pesar de la Unidad recientemente alcanzada, trajo aparejado como inmediata solución, la emigración. En Calabria, región natal de Arena, la vida era dura. El entorno familiar era el siguiente: su padre era zapatero remendón, su madre no tenía mejor destino, su tarea era la común a la mujer en un medio rural: cuidar a los hijos y entenderse de las tareas domésticas. Como muchos otros, que luego conformarían una gran cantidad de apellidos italianos ilustres de nuestra sociedad actual, la familia Arena emigró hacia el río de la Plata, instalándose en nuestro país en 1877.1 Proviene Domingo Arena de una sociedad que buscaba la unidad política dentro de una pluralidad ideológica. En Italia las ideas socialistas no siempre conjugaban con las ideas nacionalistas, pero todo ese fermento ideológico lo traía consigo la familia Arena desde su país natal. Llegados a nuestro territorio, se trasladan al interior del país. Se encontró Arena con un campo laboral reducido, simple y rural: fue jornalero, peón de pulpería, changador. Todas estas actividades las compartía, alternándolas, con un maestro rural que le proporcionaría enseñanza hasta el séptimo año de escuela, hecho decisivo porque le permitiría entrar en la Universidad Mayor de la República en la capital del país. No se quedó conforme con su destino de peón y jornalero. Se traslada a Montevideo para cursar estudios superiores: Debe trabajar para continuar sus estudios: su primer trabajo fue en la Fiscalía de lo Civil de Montevideo. Luego se desempeña como cronista en el diario “El Día”. A partir de este momento su estrella comienza a brillar: se recibe de Doctor en Derecho, en el campo periodístico asciende lentamente pero sin pausa: gacetillero, cronista, reportero, editorialista y por último la dirección del 1

Lagrotta, Miguel J. Domingo Arena. Un colorado recalcitrante. Jaque. Pp.8-10.1989.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías diario en forma conjunta con otro joven pujante como él: Pedro Manini Ríos. Se vincula a la política, ascendiendo también en forma rápida, diputado en 1904, luego Senador, Consejero Nacional, amigo personal y confidente de José Batlle y Ordóñez. Nadie ignora las fecundas campañas cívicas del diario de Batlle, contra el crimen y las situaciones calamitosas que deshumanizaban al país. En la redacción de “El Día” se respiraba una atmósfera idealmente guerrera templada al calor de importantes reivindicaciones sociales. En ese ambiente Arena empezó a sentir el noble apremio de contribuir a modificar las estructuras más profundas de nuestro país. La política de Batlle, nutrida de ideas avanzadas, era perfectamente compatible con sus anhelos sociológicos. Lo trascendente de la evolución de Arena reside en sus características de ideólogo que le llevó a admitir públicamente: “Yo, señores, no soy político. Si he de hablarles con total franqueza tendré que decir que la política no me hace feliz. A mi idiosincrasia, un poco sentimental, repugna ese perpetuo sacrificio de hombres que impone el buen servicio de las ideas”

Sin embargo, él nunca dejó de sacrificarse. Había muchas caras nuevas y jóvenes en la Cámara de Diputados en 1904. El líder de los jóvenes colorados era Manini. También estaba allí Arena, que presentaba un extraño aspecto con una gran melena flotante, grandes corbatas, lenguaje mechado de lunfardo, con el habla de la calle. Conjugaba Arena a los 34 años el conocimiento académico, la vivencia del arrabal y el sufrimiento. Y si hacemos un paralelo con la prédica de Batlle, conjuntaba la visión batllista reformista de integrar al obrero y al inmigrante en el plano social con la realidad nacional, dándole participación política y mejorando su situación económica. Arena tenía todo lo que un político desearía tener, bondad y comprensión hacia sus semejantes, gran inteligencia y una simpatía que lo hacía no tener enemigos. Tampoco era secreto para nadie que podía hablar con Don Pepe y en nombre de éste. Su origen humilde, -hijo de inmigrantes italianos- con un apego cierto a las ideas anarquistas debidas a su origen y a su ideal de justicia e

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Domingo Arena: Realidades y Utopías igualdad, van a hacer jugar a Domingo Arena un importante rol en la implementación del reformismo batllista. Se ha querido sostener que el episodio nacional de la lucha armada de clases se realizó durante la guerra civil de 1904, enfrentando por un lado al proletariado urbano encarnado en el equipo y los seguidores de Batlle y por otro los terratenientes, la gente de buen pasar del campo que comandaba a huestes casi feudales del pobrerío rural. En definitiva el ejército del Gobierno y las fuerzas revolucionarias de Aparicio. Nada más lejano de la realidad, en ambos bandos existían, pobres, doctores y terratenientes. Ni siquiera fue una lucha regional, al punto tal que los líderes sindicales marxistas y anarquistas montevideanos no se preocupaban por que el proletariado se inclinara por algunos de los bandos en pugna, pero si que se enrolaran en la Guardia Nacional. La posición de los sindicatos fue la paz negociada.(7) En forma paralela los partidos políticos comienzan a consolidar su organización interna, tuvieron órganos de prensa, clubes políticos y convencionales. No había sido fácil llegar hasta el año 1905 en los aspectos políticos, jurídicos y filosóficos, que en su conjunto sostienen la ideología del período. Los antecedentes los podemos rastrear siguiendo a Prudencio Vázquez y Vega, a Krause y a Sanz del Río, en medio de grandes debates, de sentimientos clericales y anticlericales. La generación del 900, hijos de su tiempo, hijos de la cultural occidental que encarnan la cultura griega, con el elitismo francés, el pragmatismo inglés y el apasionado pensamiento mediterráneo socialista y anarquista que confluyen en Carlos Vaz Ferreira, José Enrique Rodó, Pedro Figari, Emilio Frugoni, Batlle y sus seguidores revolucionarios, entre ellos Arena. En la filosofía de Hegel y la ideología materialista que se desarrollo a partir de su método en la cual la historia se convierte en centro de todas las cosas, surge la idea de Krause, tomada por el primer batllismo, de captar al individuo, al sujeto, valorándolo como tal, de acuerdo a la tradición ibérica, o mediterránea, de cuyo torrente ideológico se nutrió el Uruguay de comienzos del Siglo XX.

____________ (7) Miltón I. VangerJosé Batlle y Ordóñez El creador de su época 1902-1907.Pp. 214222.Ediciones Banda Oriental 1992.

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Es de destacar que en forma contemporánea, en los últimos 25 años del Siglo XIX, tanto en Uruguay como en España se desarrollaban episodios ideológicos congruentes en relación a la valoración del individuo a través de la educación: “ La Educación del Pueblo” de José Pedro Varela y “La Institución de Libre Enseñanza” fundada por los seguidores krausistas Sanz del Río y Giner de los Ríos. El Uruguay que se irá conformando a comienzos del Siglo XX le debe mucho a Kant y a Krause en la valoración del sujeto y en su extensión, la actuación social. El ideal de Arena era alcanzar la igualdad y la libertad. Conjunta Arena en las primeras décadas del siglo diversos aspectos históricos con otros revolucionarios para la sociedad política en la que se encontraba inserto. Desde el punto de vista ético, manejaba el principio de igualdad entre los hombres. Conocedor de las nuevas variables políticas y sociales comprendió que había que aglutinarlas y canalizarlas hacia el mejoramiento social, hacia una mejor distribución de la riqueza apoyándose en el derecho de todo ser humano de mejorar en la vida. Podemos atisbar en este punto su veta anarquista, que la manifestará en sus editoriales y artículos periodísticos desde “El Día” en forma más clara desde 1905. Domingo Arena estará inserto dentro de las concepciones del anarquismo pacifista. Tanto para Tolstoi como para Gandhi, la violencia genera violencia. Del callejón sin salida de la violencia solo se puede escapar con el triunfo de la conciencia, con la liberación de la propensión natural de la gente a la cooperación y el amor mutuo. En “ La Ciencia Moderna y la Anarquía” el príncipe Kropotkin define al universo como materia en perpetua y libre evolución. Arena le exigía al Partido Colorado una constante captación de los nuevos fenómenos ideológicos, reclama la comprensión de sus correligionarios más conservadores afirmando que el futuro del partido está en el contacto y la vivencia de las ideas avanzadas, el que mejor las comprendiera tendría una ventaja de años sobre sus oponentes. Significaba, entonces, un partido en constante evolución. No renegaba Arena de las tradiciones partidarias, la justicia, la solidaridad y la concepción liberal que marcan al Partido colorado, pero entendía que todo lo concreto y aplicable de las corrientes ideológicas reformistas debía ser tomado:

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Domingo Arena: Realidades y Utopías “ El Partido Colorado tiene una magnífica tradición, pero eso no basta. El Partido que fía demasiado en su tradición puede correr la suerte de esos nobles que fían demasiado en sus pergaminos. El escenario de la democracia se ensancha día a día. Día a día entran en juego fuerzas nuevas, aspiraciones nuevas. Satisfechas las ansias de libertad e igualdad empiezan a dar su nota dominante las ansias de mejoramiento (...) De ahí nuevos horizontes que es necesario escudriñar si no queremos extraviarnos; de ahí nuevas etapas que es necesario correr y correr de prisa si no quedarnos rezagados. ¡ La política como la ciencia, debe de estar en perpetuo movimiento si quiere responder a las necesidades de todos los momentos, y el Partido Colorado que no debe dejarse vencer(...) tiene que estar constantemente alerta, en perpetua vibración(...) Su programa tiene que ser vivo(...) Y si quieren no crean que a su costa el partido liberal y el partido socialista, debe ser tan liberal como el partido liberal y asimilarse todo lo humano, todo lo practico, todo lo realizable, todo lo que no sea una utopía del partido socialista.”

Esa conjunción de los principios tradicionales, éticos e ideológicos del Partido Colorado más las nuevas corrientes aplicadas a nuestra sociedad, producen un desbloqueo político trascendente dando origen al Uruguay batllista. El Uruguay emergente de estas ideas va ser reformista social con eje en el estado. Esa concepción podría definirse como liberal-social y modernamente como social-demócrata. Domingo Arena y Pedro Manini Ríos, dos de los hombres más cercanos a Batlle y Ordóñez, encabezaron las planchas coloradas de Tacuarembó y Durazno; Luis Batlle fue candidato por Río Negro, pero los mayores problemas se encuentran en Montevideo. La idea integradora implicaba conjuntar en una lista varios candidatos de distintas orientaciones, era esta opción muy resistido por los dirigentes políticos. Surge la figura de Emilio Frugoni, que había participado en la filas gubernistas, hizo público que los socialistas agrupados en el Centro Carlos Marx se presentarían a las elecciones y que la lista la encabezaría el propio Frugoni. El episodio mereció un editorial del diario “El Día” que explicaba la intención batllista: “ Tanto a los socialistas como a los liberales, como a los nacionalistas de la minoría, los votarán los colorados no simplemente como una gracia, sino precisamente porque esos candidatos representarían en el Parlamento sus mismas tendencias, sus ideas, sus principios, sus grandes ideales, porque las circunstancias políticas o la comunidad de propósitos finales, los mantiene vinculados a ellos y en ellos cifran la conquista de sus objetivos”(8)

El domingo 22 de enero de 1905 se celebraron las elecciones que habían sido definidas por el batllismo como la continuación de la guerra en un terreno pacífico y fecundo. Estas elecciones mostraron que el líder indiscutido era Batlle, acompañado de su equipo de brillantes

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Domingo Arena: Realidades y Utopías colaboradores, algunos recién egresados de la Universidad, otras hijos de inmigrantes, la mayoría de antecedentes familiares colorados. Lentamente el Estado aumentó su poder y control en todo el país, no más coparticipación con los blancos en los gobiernos departamentales y ejerciendo el poder desde Montevideo. Se establece una reforma electoral basada en la cantidad de habitantes por departamentos. Domingo Arena admiraba a Batlle, en su publicación “Batlle y la Primera Presidencia” define los problemas que Batlle enfrentó y solucionó durante la primera elección como “la obra más perfecta de la inteligencia, del método y la tenacidad.” Su admiración y respeto por Don Pepe se manifestaba claramente en el promisorio periodista que Arena comenzaba a mostrar en sus notas, Arena siempre había deseado documentar las peripecias de Batlle para alcanzar la presidencia, cosa que realiza en un artículo titulado “ Primera Presidencia de Batlle”: “ habiendo descollado como cronista, un amigo benévolo, buscando mi mejora- las papas quemaban- quiso llevarme a “La Razón” junto al Dr. Carlos Ma. Ramírez, y concluyó su alegato, pródigo en perspectivas halagadoras, recordando lo que me esperaba en aquella cueva de atorrantes- léase “El Día”. Y yo tan me sentía en la cueva, que no acerté más que a esta defensa: “ me quedo hermano, con los atorrantes. A juzgar por lo bien que me encuentro con ellos, creo que he nacido para acompañarlos”(9) “ recién en el periodo dictatorial de Cuestas, empezó a perfilarse la figura de Batlle para las posiciones oficiales. El calor con que en El Día y en el Consejo de Estado defendió las aspiraciones del pueblo, manifestadas inequívocamente en grandes manifestaciones que hicieron época, le valieron un puesto en el Senado...”(10)

En uno de los tantos dialogados entre Arena y Batlle sobre la campaña electoral, Don Domingo le pregunta a Batlle si la presidencia justificaba tanto esfuerzo, Batlle le responde que su preocupación no eran los próximos cuatro años, sino los próximos cuarenta años. Evidentemente el rol integrador de Batlle lo llevó a elegir colaboradores jóvenes de gran valor para culminar sus ideas. El propio Batlle dijo sobre una interrogante sobre lo que consideraba mejor realizado dentro de su carrera política, dijo: “ Lo mejor que he sabido hacer fue elegir mis colaboradores...”

Esos colaboradores integraban una nueva promoción dentro del partido. No se buscaron amigos o familiares, se buscaron técnicos nuevos en distintas áreas. -_______________________ (8) Washington Reyes Abadie- Andrés Vázquez Romero. Crónica General del Uruguay Tomo 6 Pp.228-229 Ediciones de la Banda Oriental. Diciembre 2000. (9)y(10) Domingo Arena.Don Pepe Batlle.Bolsilibros ARCA.Pp.60 ySs. 1967.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías En lo que se refiere a la economía del período, la dependencia es absoluta en lo que se refiere al Imperio Británico, sobretodo luego de que las clases dirigentes en la materia se dieron cuenta de que la influencia brasileña tenía altos costos en soberanía, con la tenencia de la tierra en las fronteras del norte y con la dependencia financiera con el Banco Mauá, y lo que era peor, el deterioro de la incipiente industria saladeril, derivada de la gran competencia de Río Grande, generó la gran crisis de la década de 1860. El pragmático sajón ocupa rápidamente el lugar dejado por el Imperio del Brasil, en base a prestamos y al establecimiento de empresas de servicios británicos, siendo el más importante el Ferrocarril Central del Uruguay. Es lógico afirmar que el ingreso del Uruguay al circuito mundial en materia económica va de la mano del capital británico. Si analizamos que los transportes, los seguros, los servicios y la banca eran controlados directamente por los ingleses, las industrias eran dependientes, léase los frigoríficos, y por otro lado la emisión y los ahorros nacionales, también eran controlados por los británicos. En 1900, época de formación del equipo de colaboradores de Batlle, el Uruguay era Inglés. Hemos dado una aproximación a las consecuencias del pensamiento del período, y sostuvimos que había una retroalimentación entre el pensamiento, liberal, por supuesto, y las clases dirigentes y su accionar en los ámbitos decisorios del Uruguay del 900. Surgen tres aspectos que coinciden en la conformación del Uruguay moderno que permitirá el reformismo batllista en lo económico: los prestamos ingleses que sostenían la industria cárnica y por extensión las exportaciones del país. Por otro lado, la concepción política liberal permitía eliminar los caudillismos que podían subsistir y dar paso a una legislación que apoyaría el ingreso del Uruguay a un sistema representativo y controlado por los agentes criollos de las compañías británicas. En forma paralela irán surgiendo pequeños emprendimientos, llevados adelante por el caudal de inmigrantes y pequeños burgueses europeos que aplicaban al desarrollo del país sus conocimientos técnicos en reducidos talleres con un proletariado incipiente y casi sin maquinarias. El desarrollo del Estado, y el ingreso lento pero irreversible a un desarrollo capitalista, pasó por el inicio del trabajo asalariado

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Domingo Arena: Realidades y Utopías dependiente de las riquezas acumuladas con las exportaciones y concesiones al capitalismo británico. Dentro de todos estos episodios, José Batlle y Ordóñez, había realizado una nueva promoción de políticos jóvenes, entre ellos Domingo Arena. Con él, Batlle consiguió varias cosas: un joven incondicional pero con espíritu crítico y gran inteligencia, un desconocido de origen humilde pero con caudal ideológico radical. Su concepción de las cosas provenía del eterno apasionamiento italiano, cuyo mismo radicalismo lo vivía el Partido Colorado desde la Guerra Grande. Fue Arena el más consecuente de los hombres que trabajaron junto a Don Pepe en todas las épocas, en momentos de gloria y en momento de llano, fue además el más comprensivo, el que mejor asimiló las ideas y tendencias de Batlle y por eso mismo se convirtió en el portavoz oficial por excelencia, sosteniendo y apoyando el reformismo desde la Prensa, la tribuna ciudadana y el Parlamento. Identificado con Batlle, Arena tenía, exactamente, el mismo criterio que aquél sobre los problemas sociales. No existían doctrinarismos inflexibles, la formación anarquista amalgamada con las vivencias nacionales, hicieron de Arena,, un anticipador de los problemas sociales y el consejo certero a la opinión de José Batlle. Se busca la transformación profunda de aspectos políticos y económicos para fundamentar los cambios sociales, objetivo principal del reformismo. En el Uruguay del novecientos había grandes influencias conservadoras. Todo un sector importante de la sociedad se sentía orgulloso de serlo, incluso tenían su órgano periodístico “ El Siglo”, el cual va a demostrar su desconfianza con estos nuevos desconocidos radicales. Por otro lado, el imperio británico con su control económico era el punto más representativo de las clases conservadoras. La colectividad británica, muy importante e influyente en las decisiones conservadoras, tenían también su órgano cotidiano: “ The Montevideo Times”. Desde las páginas de estos órganos se enfrentaban al reformismo diciendo que estaba en manos de unos jóvenes desconocidos, inexperientes y con gran agresividad hacia todo lo establecido. Estamos ante lo que prestigiosos historiadores han definido como: “la reacción imperial conservadora”(11) 26

Domingo Arena: Realidades y Utopías

La historia ha demostrado en forma clara el error de las clases conservadoras a comienzos del Siglo XX. El producto resultante fue un movimiento anticipatorio del gobierno batllista a los reclamos sociales. La acción de Domingo Arena en este aspecto fue de gran importancia, su discurso era estatista, refiriéndose a un Estado integrador con intervención distributiva e instrumental, el Uruguay del 900 era una nación en tránsito a la modernidad, por lo tanto era, y aún es, una nación en construcción. Para Arena con su estilo jacobino y anarquizante el estado debía establecer un manto protector a todos los débiles. Cuando contaba Domingo Arena dieciocho años de edad, instalado en Montevideo para continuar sus estudios, la problemática social y sindical del país era compleja. La acción sindical está marcada por la lucha de diversas sociedades de resistencia del gremio saladeril, tales como la Sociedad Unión Obrera y La Protectora. En forma paralela surgen diversos ejemplares de prensa sindical de orientación anarquista: “La Voz del Trabajador”, socialistas como “El Partido Obrero”. En 1890 se prohíbe por intermedio de la policía todo tipo de propaganda socialista y anarquista. Sin embargo, continúan floreciendo distintos gremios y distintos órganos sindicales. En el diario de Batlle se comienza a tratar el tema de las huelgas, cuando esta afectaban a marmolistas, obreros municipales, cocheros y guardas de tranvías, y a los peones del Ferrocarril Central del Uruguay. Debemos mencionar la significación histórica de la prensa en el medio urbano, y la trascendencia que tuvo en el período histórico que nos ocupa. La prensa fue el trasmisor de noticias, ampliando el espectro de participantes en la dinámica social, operando también sobre los intereses en juego, perdiéndose la objetividad, pero imprescindibles para informar la marcha de los conflictos sociales, económicos y políticos, en una etapa muy sensible en el reformismo social. La primera organización obrera uruguaya corresponde a los obreros tipográficos que se coaligan con propósitos mutuales. Pero la introducción de las ideas socialistas en nuestro ambiente intelectual es muy anterior pues se ubica con la vuelta de París de Esteban Echeverría que funda en 1837 la “Sociedad de Mayo” y hace la publicación de: “Dogma Socialista”, con claras influencias de Saint Simón y Leroux. 27

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Las secciones de obreros y artesanos de origen francés, italiano y español en Montevideo, se reúnen en 1875 en la Federación Obrera. Una nueva etapa se cumple en 1905, en que por iniciativa de los obreros del puerto se realiza un congreso con la asistencia de veintidós sindicatos, donde surge la Federación Obrera regional Uruguaya (FORU) que como la FORA argentina corresponden a las federaciones regionales de España, que agrupan sociedades de resistencia imbuida del ideario anarcosindicalista. El movimiento social se inspira en Proudhon, en Bakunin y en Marx y Engels. En nuestro país estas ideas son propagadas por obreros y artesanos autodidactas, enemigos de la Universidad burguesa, con la colaboración del ya mencionado Errico Malatesta en su exilio porteño en 1885, Pietro Gori en 1901, Jean Jaurés en 1911. Entre los individuos de origen obrero, artesano e incluso de las clases medias que alcanzan la juventud entre 1895 y 1910, es difícil encontrar a alguien que no este influido por el anarquismo. En 1895, se producen una serie de huelgas que convierten las demandas proletarias y las ideas socialistas en tema obligado. El 1 de mayo de 1896, se celebra en Montevideo, por primera vez, la fecha obrera. Batlle fue categórico en la oportunidad: “Simpatizamos con las huelgas(...) he ahí los débiles que se hacen fuertes y que, después de haber implorado justicia, la exigen.”

En la huelga ferroviaria de 1905, al prolongarse el conflicto fueron retirados los piquetes de tropa que estaban desprovistos de munición. En el diario “El Día” se leía: “Las huelgas son, sencillamente, fruto de lo mal que se paga el trabajo del obrero y de los esfuerzos que realiza aquél para conseguir que se pague mejor precio por su sudor y sus afanes.”

_________________________ (11) José Pedro Barrán-Benjamin Nahum Batlle los estancieros y el Imperio Británico Varios Tomos. E.B.O.

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En el ámbito de la legislación obrera, Domingo Arena ocupaba el lugar más importante y para el mismo Batlle fue capital la colaboración, el cambio constante de ideas con los enfoques de Arena. Este trajo al círculo de Batlle las necesidades del mundo proletario, sus problemas, sus preocupaciones, escribe Arena en el diario “El Día”: “ ...las buenas elecciones, los buenos gobiernos no pueden ser sino medios. El verdadero objetivo(...) es el mejoramiento de las masas populares, el gobierno que no se preocupa de esta cuestión y que no la realice, es un gobierno fracasado.”

A iniciativa de Domingo Arena, al acceder Batlle a la primera presidencia, los obreros tipográficos del diario le obsequian un manifiesto de adhesión. Batlle lo va a agradecer calurosamente, escribe mas adelante Arena: “...porque partía de la clase trabajadora, cuya situación propendería a mejorar desde su puesto de Presidente de la República.”

El sentimiento de Batlle, que al definir su sector político dijo: “...nosotros nos sentimos obreristas” va a conciliar con el sentir de Domingo Arena. Y es tan claro el mismo, que cuando los problemas de huelgas en el año 1905, le encomienda a Arena los editoriales de “El Día”, para alentar a los huelguistas, enfrentar la actitud hostil de la Prensa de Montevideo y educar al pueblo en un período de gran tensión social, el hombre de confianza de Batlle fue Arena. Los editoriales de Arena muestran claramente la comunión de ideas con el proyecto social del primer batllismo, son además punto de referencia para el estudio del sindicalismo en el Uruguay. Hasta el surgimiento de los frigoríficos, los sectores dominantes en el país sean nacionales o extranjeros, controlaban absolutamente todo el sector productivo nacional. Entre 1902 tenemos la fecha de partida de un emprendimiento nacional: “La Frigorífica uruguaya”, que en 1906 faenaba cuatro mil vacunos, en 1929 pasa a ser arrendado por el Frigorífico Nacional. En 1911 se funda el frigorífico “Montevideo” que va a pasar a denominarse “Swift” con capitales norteamericanos en 1916. Luego el Frigorífico “Artigas” propiedad de la norteamericana Armour y por último el “Anglo” que se establece en las instalaciones de la empresa Liebig´s en1924. El desarrollo de estas empresas es simultáneo con dos procesos, uno derivado de la situación internacional que dio origen a la Primera Guerra Mundial y el segundo, que esta incipiente industria fue el primer proceso de extranjerización. Es

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Domingo Arena: Realidades y Utopías sabido, por ejemplo, que la Swift y la Armour son empresas hermanas que incluso hasta hoy funcionan en la región como Swift/Armour. Los capitales nacionales no tenían el potencial suficiente para desarrollar la defensa de sus intereses y competir adecuadamente con los capitales norteamericanos e ingleses. No solo se produce el control del negocio de la carne, sino de todo lo que se deriva en materias de inversión en tecnología, fletes, mercados compradores y seguros. En definitiva, sin darse cuenta, el Uruguay de comienzos de Siglo había entrado en el circuito capitalista mundial. Con referencia a los trabajadores, estos van a sufrir las condiciones de trabajo y jornadas muy extensas, va a ser este uno de los puntos de mayor atención de Arena y del batllismo. Además, es honesto decir que lo único que quedaba en el país era el salario de los trabajadores de los frigoríficos, lo demás era rentabilidad que se dirigía al extranjero. En la defensa de los trabajadores, Arena va a defender a los líderes obreros: “Esos llamados agitadores – decía Arena – eran para el obrero lo mismo que para las empresas su sala de abogados”

Defendió también el ataque a los mismos argumentando que su condición de extranjeros les daba más experiencia, por su conocimiento de las condiciones de trabajo en otros lugares. Esa experiencia les permitía captar claramente las posibilidades de triunfo de una huelga antes de declararla. La explotación de los obreros propiciaban la acción de los agitadores y la confluencia de ambos problemas eran la causa de las huelgas: “ generalmente, lo que el obrero gana, tanto en la fábrica como en la cantera, como en el campo, es la cantidad mínima que necesita para sostenerse, y esa cantidad mínima, no es, no puede ser el valor de su trabajo”

Esto fue publicado en “El Día” el 19 de junio de 1905, con el título “La razón de las huelgas”. Hay una aproximación de Arena al marxismo en estos editoriales, pero nunca va a concebir la lucha de clases, si la lucha de ideas. Con ese sentimiento, en otro editorial declara: “...Por eso que a nuestro juicio, las huelgas generales no debieran ser miradas con mal gesto por lo buenos patrones, desde que tienden a colocar a los fabricantes de un mismo producto en las mismas condiciones de lucha, haciendo imposible toda competencia desventajosa (...) limitar, en general, la acción de los agitadores, no es solo limitar la libertad, es limitar el

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Domingo Arena: Realidades y Utopías progreso (...) toda idea nueva, idea que por más perturbadora que parezca en un momento dado, puede fructificar en un porvenir más o menos lejano, empujada y propagada por los agitadores”(12)

Se produce en los editoriales de Arena, la confluencia entre el análisis racional, mesurado y claro( del cual desconfiaban las clases conservadoras) con los diversos aspectos que influían en el equipo reformista de Batlle: la formación intelectual, el origen social y la concepción política, fueron creando una verdadera cuestión social-obrera. El hecho del desarrollo de la industria y del movimiento obrero en condiciones, donde un sector importante es controlado por capitales extranjeros, es una constante en América Latina, y tiene un enfoque generalmente marxista, el cual parte por considerar que la empresa capitalista para su subsistencia necesita de la obtención de los beneficios y que el sentido de utilización de la fuerza de trabajo se determina por la necesidad de la obtención de la plusvalía, por lo que, para estos pensadores y “agitadores” al decir de la época, la fuerza de trabajo es un factor de la producción, tratado como un producto más: comprable y vendible. Arena va a criticar con total energía a los industriales que utilizaban rompehuelgas, el arma más eficaz y barata de las clases conservadoras. Arena se refiere a los que aceptan tomar el trabajo de romper huelgas de este modo: “ Unos lo hacen por no alcanzar un concepto claro de la solidaridad gremial (...) otros sencillamente empujados por el hambre de los suyos. En nuestro país se hacen entrar en juego elementos de la campaña, sin ninguna vinculación con los obreros de la capital, que viven en la más perfecta ignorancia sobre lo que son las huelgas y la solidaridad obrera y que acuden sin ningún escrúpulo al llamado de los patrones, alucinados por la idea de cambiar su situación de desocupado campestre por la de obreros a jornal”(13)

Sus conceptos fueron afirmándose con el paso de los años, en una discusión en la Cámara, Arena sostenía: “...los gobiernos anteriores se han colocado decididamente del lado del capital, cuando, si alguna vez pudieron apartarse de su imparcialidad, habría sido para colocarse del lado de los obreros, que son los más débiles(...) Si(...) alguna vez se llevara al soldado a intervenir con su trabajo en las luchas entre obreros y patrones, se cometería sencillamente una enormidad digna del pueblo más atrasado y se iría directamente en contra de la causa de los obreros.”

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Domingo Arena: Realidades y Utopías En el enfoque que le da al problema obrero, percibimos en forma clara al hombre bueno que era Arena. Supo estar en todos los foros y sostener los conceptos más polémicos en un entorno afectivo para con las partes en discusión. “ Todos los movimientos en pro de la obtención de algún derecho, pecan y han pecado siempre de algunos excesos, sobretodo si ese movimiento ha sido elaborado después de una larga y angustiosa opresión...”

El Estado y los servicios en 1905. Los servicios públicos de Montevideo tenían, bajo la administración de Juan Lindolfo Cuestas, un desigual estado de deterioro y operatividad. En el caso del servicio tranviario tirado por caballos, símbolo de modernidad y comunicación en el Montevideo de finales del Siglo XIX, habían llegado a un estado de deterioro que ameritaba una evolución. En 1897, se unieron varias líneas importantes, las que se dirigían a Pocitos, Buceo, la Unión, en definitiva el este del Departamento, estableciéndose la empresa tranviaria “Sociedad Comercial de Montevideo” con capitales ingleses, en tanto que el sector Oeste, el pujante sector Oeste que incluía el Cerro, La Teja, el Paso Molino, el cinturón industrial en definitiva, a la empresa “La Transatlántica” con capitales alemanes. En forma lógica desde nuestro pensamiento actual, si bien competían por el pasaje montevideano, se unieron para generar movimientos de opinión para lograr la concesión de la electrificación del servicio. El análisis de las actas de la Junta Económico-Administrativa nos lleva a un apasionado debate para impedir el desarrollo tecnológico y el progreso en Montevideo por un sector muy amplio de la opinión. La acción legislativa apoyó la idea y se concede por primera vez la concesión a “La Comercial” que fue vetada por el Poder Ejecutivo de Cuestas. El primer acto de Batlle fue levantar este veto, estableciéndose la primera Usina en las calles Cebollatí y Salto, edificio que perduró hasta muy entrado los años sesenta y donde hoy se levanta un complejo de edificios construidos por el Banco Hipotecario del Uruguay. El Dr. Aureliano Rodríguez Larreta, de filiación nacionalista, había advertido que se había negociado de un modo perjudicial para el país dicha concesión, en lo referente a la ampliación de la red, puesto que se habían vendido los tendidos en Londres en una suma de 350.000 libras esterlinas. La respuesta de Batlle fue que la ampliación del tendido obligaba a invertir en tecnología y trabajo y que cumplía un definitivo rol social al llegar con el servicio a

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Domingo Arena: Realidades y Utopías zonas que aun no disponían del mismo. Las nuevas concesiones obligaban a ambas empresas a extender sus líneas más allá de las zonas densamente pobladas y por lo tanto apetecibles para el desarrollo del negocio. Por ley en el mes de julio de 1905 se establecen las nuevas concesiones que permitían el servicio por espacio de 75 años. Acá comenzamos a ver la visión batllista del estado en relación a las empresas públicas, las cuales deben brindar los servicios indispensables para el bienestar general sin actuar como las empresas privadas con una meta de ganancia, la meta será el servicio sin perdidas para el Estado. Terminada la guerra de 1904, se realizan dos importantes iniciativas por parte del batllismo: elecciones libres de acuerdo a la Constitución vigente, y Proyecto de Ley de ocho horas de trabajo como máximo y descanso semanal obligatorio. Paralelamente el Poder Ejecutivo pide autorización a la Asamblea General para gestionar los fondos para la realización de un ambicioso plan vial con importantes obras públicas en todo el territorio nacional, y la construcción de la red de carreteras paralelas a la vía del tren para competir con el capital inglés. Los diputados y los colaboradores de Batlle, Arena entre ellos, iniciaron una verdadera lluvia de proyectos que consolidan y aglutinan el sentimiento reformista del momento: en el mes de mayo de 1905, el Dr. Carlos Oneto y Viana presenta un proyecto de Ley de Divorcio, siendo apoyado por Batlle, que creía injusto un matrimonio indisoluble tal como lo propone la religión católica. Este concepto es apuntalado por Arena, el cual sostiene contemporáneamente a la presentación del discutido proyecto de ley: “...quería desengrillar las relaciones conyugales, para entregarlas libres al amor y a los lazos de familia. Quería, sobre todo, impedirle vejámenes a la mujer, por el marido que no la quisiera o por lo menos no la respetase..”(14)

El revuelo fue mayúsculo, los nacionalistas no actuaron en bloque, en tanto que la sociedad “Liga de Damas Católicas” presentó un petitorio en contra de la iniciativa con más de noventa mil firmas. El proyecto fue aprobado en la Cámara de Diputados y pasó al Senado el 21 de febrero de 1907.

____________________________________ (14) Washington Reyes Abadie -Andrés Vázquez Romero. Crónica General del Uruguay Tomo VI.Pp.239-242. Ediciones de la Banda Oriental.Diciembre de 2000.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías

La Cuestión Social – Obrera Los cambios que introducen al Uruguay en el sistema capitalista mundial, van a obligar a un traslado de mano de obra desde el campo a la ciudad, más la gran afluencia de inmigrantes europeos van a dar origen a la clase obrera y a la incipiente burguesía. Comienza entonces una organización sindical con vinculación paulatina a sectores políticos y la búsqueda incesante de mejoras en la calidad de trabajo de sus integrantes. Va a darse el surgimiento de una de las clases medias más pujantes de América Latina. En 1905 hubo numerosas huelgas, siendo las más fuertes la del Ferrocarril y la del Puerto, los zapateros, los colchoneros, las costureras. Las bases de reclamos coincidían todas en el punto correspondiente a la reducción de la jornada laboral, al aumento salarial y a la indemnización por despido. Las iniciativas legislativas del período son muy amplias y variadas en la atención de los requerimientos sociales, de todos los sectores políticos, aunque el batllismo lleva la voz cantante, por convencimiento y porque además tenía mayoría en las Cámaras. Es un punto manejado permanentemente en la historiografía nacional, los proyectos presentados en 1905 por los nacionalistas Luis Alberto de Herrera y Carlos Roxlo, que sostenían su prédica desde “La Democracia”, y con Vicente Borro, Ponce de León y Quintana sobre legislación laboral, que no fue considerado. En tanto el Poder Ejecutivo lo eleva como Proyecto de Ley en 1906. En verdad, este proyecto va a demorar mucho tiempo en ser aprobado. Domingo Arena, defensor intachable de los Derechos Humanos, y de la igualdad entre los hombres, se va a referir a la pena de muerte en un debate en la Cámara: “...ya las obras públicas están en construcción, la hacienda del país está perfectamente regularizada. Por consiguiente, podemos ir a la discusión del magno asunto sin ningún temor de perjudicar intereses de otro orden. Por más que, por mi parte, declaro de la manera más formal, que a las leyes de carácter moral estaría siempre dispuesto a darles la preferencia; y que si en este momento tuviera que optar entre una ley sobre caminos y la ley sobre la abolición de la pena de muerte, le daría, sin vacilar, la preferencia a la última, por considerarla una ley civilizadora por excelencia.(...) ...si dejamos establecido que la pena de muerte puede aplicarse en tiempo de guerra es sencillamente dar carta blanca a los Jefes de

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Domingo Arena: Realidades y Utopías División, a los Jefes de Ejército para que puedan hacer verdaderas atrocidades; y esto no podemos permitirlo los abolicionistas”

La postura vital de Arena era la concepción, de tomar en cuenta, planes del anarquismo italo-español. Una ideología que considera los peores enemigos del progreso social y de la cultura a la Iglesia y al Ejército. Por otro lado, realza en grado sumo la libertad individual. Esta tuvo una clara evolución histórica, la concepción de libertad individual surge con el iluminismo como un ideal a alcanzar. Se va a plasmar como una realidad concreta en 1789, luego el liberalismo del siglo siguiente se las adjudica a la burguesía, y posteriormente va a extenderse el concepto de libertad individual por la acción del anarquismo. Arena siente profundamente este principio y en un editorial ya citado de 1905 afirma, defendiendo claramente a los anarquistas extranjeros: “...los preceptos constitucionales que tutelan todas las opiniones, todas las propagandas, mientras ellas no ataquen algún principio fundamental de orden público o no atenten claramente contra derechos de terceros. Y la libertad igual para todos es un bien que ha costado demasiado caro, porque donde se tiene la suerte de poseerlo en su mayor plenitud, se pugna por cercenarlo...”

Las sociedades de resistencia y sus dirigentes obreros fueron quienes atacaron con más violencia el orden establecido. Fueron radicales y propiciaron la revolución violenta, porque eran anarquistas. En este aspecto, la discrepancia de Arena con este punto era total. Por el contrario en el enfoque crítico de la sociedad, la economía y la mentalidad dominante, había coincidencias que a muy corto plazo debía conducir a un entendimiento claro entre la fuerza reformista y una fuerza social determinada. Si nos trasladamos a la Italia de 1870, encontramos algunos problemas similares a los que ocurren a comienzos del Siglo XX en nuestro país. La presión anarquista, en Italia, constituyó un desafío a las premisas liberales de la clase gobernante italiana. Esta clase no comprendía las realidades objetivas del problema social. El liberalismo constituía su religión, pero no entendían que la libertad pudiese ser propiedad de todos. Se afirmaba que, si existían en Italia dos clases enfrentadas, estaban formadas por los que trabajan y los que agitan, por los que se ocupaban de sus propios asuntos y los subversivos profesionales. Existía gran similitud en la concepción de las clases conservadoras montevideanas y las clases gobernantes italianas. La posición de Arena, muy similar a la de Mazzini, hablaba de educar a esas

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Domingo Arena: Realidades y Utopías clases conservadoras para alcanzar un grado de convivencia reconfortante para la sociedad. Desde las filas anarquistas se hizo, en nuestro país, entonces fuego conceptual, a veces material, contra el socialismo acusándolos de tener un programa más moderado que el programa batllista. Montevideo era el centro del país y el motor que lo propulsa a los desarrollos políticos y sociales del Siglo XX. Con la necesidad inconsciente de parecerse cada vez más a la soñada y deseada Europa, que ya lo tenía en el Gobierno de la Defensa, en plena Guerra Grande, dio bases sociales a la incipiente sociedad burguesa montevideana, con escala de valores culturales proveniente de los inmigrantes, o de los sectores que por su capacidad económica pudieron desarrollar estudios superiores en la Universidad de la República, objetivo y deseo de la juventud montevideana de la época. Además el ingreso económico dio inicio a la distribución social en clases alta, media y baja, y el proceso industrial en desarrollo a un proletariado naciente, tanto en número como en ideas. Es claro que el proyecto batllista de redistribución de las rentas del Estado, en definitiva colocando el aparato administrativo del Estado en función de la sociedad, actuó como catalizador para que el campo empezara lentamente a despoblarse y el objetivo de la sociedad era, precisamente, Montevideo. Entonces, lo que se llamaba “Cuestión Social” en los debates de la época comenzó a manejarse con estructura salarial mínima, bienestar acortando la jornada laboral e instrumentando los descansos pagos y reglamentados, sumado a la estabilidad política luego de 1904, entonces, se daban los casos para la trascendencia de conflictos laborales profundos con las primeras huelgas y reclamos obreros. En estos puntos se aprecia la visión de Arena, como portavoz del batllismo, al analizar profundamente estos fenómenos desde loas editoriales del diario de Don Pepe. Existía además un fenómeno de emigración, que ya a comienzos de Siglo muestra la tendencia de nuestro país de aceptar con facilidad al inmigrante, y quizás por eso mismo, aceptar también con facilidad en camino de la emigración. “ ...El país era para pocos. Era un país pequeño, poco diversificado y altamente dependiente del exterior, con poca capacidad para absorber crisis generales en su sector externo. Su frontera se había alcanzado muy rápidamente, se había configurado un sistema de tenencia de tierra –o más bien, un orden social rural- que se caracterizaba, de por si, por absorber poca población, y que por añadidura, encontraba en el vaciamiento demográfico de los campos el correlato que le permitía mantener su rentabilidad. En ese sentido, la raíz de la emigración se encontraba en el orden rural, y allí se generaba también el límite en la capacidad de absorber inmigrantes.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Asi crecía Montevideo, no tanto –o no solo- porque se lo proponían las fuerzas de la ciudad, sino porque, en cada corto plazo, eso era una solución para el campo, que generaba regularmente un excedente poblacional. Y así también quedaban en Montevideo los pocos inmigrantes que no se iban, porque la sociedad rural no podía albergarlos”(15)

En este período se crean las facultades de Veterinaria, Agronomía y Comercio, antecedente de la Facultad de Ciencias Económicas y se le da un gran impulso a la infraestructura educativa de nivel primario y medio. Con estas medidas se va consolidando el modelo urbano burgués, en el cual se llevará a cabo la prédica de Domingo Arena desde el punto de acción que le adjudicara José Batlle y Ordóñez . Resulta , pues, comprensible el vasto fenómeno producido en el campo sindical y social por el batllismo. Centenares de militantes, incluso de primera línea del sindicalismo, el socialismo y especialmente el anarquismo se incorporaron a los partidarios de Batlle. El mérito fue apreciar tempranamente las nuevas fuerzas sociales e ideológicas que se estaban desarrollando en el país, no oponerse a ellas e incluso colaborar en su desarrollo en forma consistente. El rol anticipador del reformismo batllista se percibe claramente en las circunstancias sociales de comienzos de Siglo. Un reclamo socialista en 1903 va a originar una respuesta concreta del batllismo. Mientras, este importante sector político incipiente en nuestro país aspiraba a reformas profundas, el primer batllismo lo materializa: “..queremos la sanción legal de la jornada de ocho horas; la responsabilidad de los patrones en los accidentes de trabajo; el reconocimiento de los derechos ciudadanos a los extranjeros que tengan dos años de residencia (...) el analfabetismo aplasta a la nacionalidad. Más de cien mil niños carecen de escuelas.”

Todos estos conceptos son peticiones del socialismo en 1905. El mismo Arena, en un discurso en la ciudad de Florida, aclaró este concepto y el rol concreto del Partido de Batlle de concretar en la acción las aspiraciones sociales: “En Florida, donde tuve la desgracia de anarquizar un club con un discurso, cuando estaba en lo mejor de mi perorata, un simpático joven me atormentaba con sus gritos de ¡ Viva el Partido Socialista! ¡Viva la realización del ideal económico sin bandera política! Y yo, cuando sentí al fin que era necesario aclarar, me acerqué al joven socialista y le dije suavemente: -Mi estimado señor, si yo no estuviese en un partido político capaz de realizar las cosas que ustedes apenas programan, probablemente sería también socialista, tal vez hasta fuera anarquista”.

_________________ (15) César A. Aguiar. Tomado de: Washington Reyes Abadie-Tabaré Melogno. Crónica General del Uruguay Tomo VII. Pp. 11-12.Ediciones Banda Oriental. Junio 2001.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías

Vemos nuevamente la innegable influencia de las corrientes radicales italianas y en menor grado las españolas en el batllismo, al respecto sostiene Carlos M. Rama: “...centenares de militantes incluso de primera línea del anarquismo se incorporan a los partidos de Batlle. De todos los sectores sociales de principios de siglo ninguno dio tantos elementos al batllismo como el anarquismo”

La concepción de Arena sobre la sociedad descansa en una amplia base ética extendida también al derecho y los valores humanos. Su concepción moral era en primer lugar antiteísta y por lo tanto centrada en el hombre con una obsesión casi hedonista, sin que ninguna institución ni nada lo trascendiera. A lo largo de todos los discursos de Arena se va a percibir una adhesión clara al ser débil, sostenida en una concepción románticoanárquica- naturalista del individuo y las clases sociales. El mismo Arena sostuvo en 1916: “...lo que nunca he podido comprender, es como puede asistirse indiferente al desfile de la caravana de los hombres sin trabajo que ofrecen sus brazos para ganarse la vida(...) Porque si hay un hecho que en una sociedad medianamente organizada me parece evidente de todo evidencia, es el derecho a vivir que tiene el sujeto que da su fuerza, su inteligencia, su voluntad –todo lo que tiene- para ganarse la vida”.

También queda demostrado el sentimiento de cambio basado en una nueva fe reformista con punto de inflexión en el Estado: el uso de una economía justa, de una cultura científica, en fin, de todo lo que atañe al interés social. “ ...es necesario levantar un gran interés, un interés superior, el interés de una entidad suficientemente poderosa y suficientemente altruista que sea capaz de dar abrigo a todos los desesperados. Y esa entidad no puede ser otra que el Estado”

Arena jamás renegó de su origen humilde, por el contrario, esa circunstancia lo movió toda la vida. Su pasado de peón jornalero, su posterior rango de Senador dela República, no lograron cambiar su concepción de la vida. El reformismo, los grandes cambios políticos y sociales, buscando satisfacer las necesidades de los postergados, podemos definirlo como el objetivo del gobierno de modificar las estructuras sociales para lograr una mejoría en la vida de los más amplios sectores sociales de la población. Todo esto encarado sin perjudicar a 38

Domingo Arena: Realidades y Utopías sectores que ya habían alcanzado metas de satisfacción. El reformismo es opuesto a la idea revolucionaria tal cual era concebida por algunas corrientes ideológicas contemporáneas, puesto que parte del concepto de las estructuras existentes no son perfectas y por lo tanto son perfectibles, sin necesidad de cambios por otro tipo de organización social. En resumen el reformismo batllista busca alcanzar mejores niveles de vida, mejores condiciones de trabajo, acceso a la educación, a la vida política y a la cultura. Domingo Arena iba más allá de conceptos de escritorio y sostiene: “...yo siento vivamente, intensamente, todo lo que se relaciona con los humildes. Son mis hermanos de ayer, y deben ser mis protegidos de hoy. ¡ Mi verdadero dolor es no poder hacer por ellos lo bastante.! He salido de sus filas y es una oleada de buena suerte, la que me ha traído hasta aquí. Mi deber, el más elemental de mis deberes, es, pues, defenderlo constantemente(...) Y ese deber, señores, estoy dispuesto a cumplirlo mientras haga política, donde quiera que me sorprenda la política, porque para mí, si la política no tuviese ese objetivo, sería incomprensible y hasta absurda”.

Las décadas de 1870 y 1890, como ocurrió en La Defensa, constituyen un tiempo de recarga ideológica para el Partido Colorado. Enfrentado al militarismo y al poder de la Iglesia, aquella generación responde con una formulación racionalista, espiritualista y liberal que irán conformando la base filosófica del batllismo. Desde el Ateneo y las publicaciones liberales, en las cuales actúa Batlle y Ordóñez, los jóvenes liberales colorados dan su lucha. En ese momento con sus valijas llenas de sueños y con muchas iniciativas llega la familia Arena a nuestro país. Se están estableciendo las bases del racionalismo, que proclama a la razón como camino para llegar a la verdad. Surgen entonces las distintas corrientes racionalistas: teísmo, deísmo y agnosticismo, a la que corresponden las tres escuelas filosóficas posrenacentistas: cartesianismo, espiritualismo y positivismo. El teísmo cristiano, respaldo de la Iglesia, intenta armonizar la fe con la razón, aceptando las verdades reveladas. El deísmo espiritualista sustenta la idea de Dios pero confía solo en el racionalismo, negando la revelación y el culto externo de las religiones positivas. El positivismo y el materialismo histórico proclaman inaccesible al entendimiento humano toda noción de lo absoluto, negando la idea de Dios e invocando el saber científico, también reconocido por el deísmo. El Partido Colorado define los principios filosóficos que sustentará su acción política: racionalismo, espiritualismo y liberalismo. Prudencio Vázquez y Vega los expone con claridad en “La Razón”: “El racionalismo...es el sistema filosófico que busca la verdad por el empleo 39

Domingo Arena: Realidades y Utopías de las facultades intelectuales del espíritu, es decir, por la percepción sensible, la conciencia y la razón. En moral profesa la doctrina del deber(...) como residiendo en Dios(...) profesa hacer el bien por el bien mismo(...) En materia religiosa proclama la existencia de un solo Dios, como ser infinito y absoluto, bueno y justo, inmanente y trascendente, como razón de todas las cosas y como ideal de la persona humana. Rechaza la revelación histórica y personal de Dios al hombre, niega la verdad de todas las religiones positivas y predica la religión santa del deber. Y en política enseña la existencia de la idea del derecho, como principio regulador del orden social, benéfico principio que debe ser respetado por la voluntad individual y por todo poder público; enseña el imperio de la soberanía popular, tratándose de la organización de la autoridad, no habiendo más límite para a soberanía que los principios eternos de la justicia y el bien”. Encontramos una revalorización del liberalismo que se va a manifestar en la lucha por separar a la Iglesia del Estado y que va a culminar el 1 de marzo de 1919 con la entrada en vigencia de la nueva Constitución. En realidad fue una acción intelectual y revolucionaria en todos este período de reformas en el primer batllismo, cuyos colaboradores no solo dieron audazmente la lucha intelectual contra el autoritarismo, de la forma que fuera, sino que se determinaron en la acción, incluso armada, contra él. Aquellos que enfrentaron la dictadura desde sus cátedras y desde la prensa tratan de derribarla por las armas en la Revolución del Quebracho en 1886. Esta es una de las claves para entender la trascendencia de esta generación, que como a muchos extranjeros va a aceptar al joven Domingo Arena en sus filas, que ayudarán a desarrollar una gran capacidad de hacer y de proponer, un tanto difícil de entender hoy en día con la magnifica cantidad de elementos que las actuales generaciones políticas tiene a disposición y que por contrapartida no se producen tantas propuestas e inquietudes reformistas. Cuatro de los Colorados combatientes en Quebracho fueron luego presidentes: Batlle, Williman, Serrato y Campisteguy. Es el tiempo de Julio Herrera y Obes. Aquél que siendo Ministro de Relaciones Exteriores había defendido con claridad y firmeza el derecho de la República a organizarse política y socialmente según quisiera. Ante reclamaciones de indemnizaciones por parte del Banco Mauá y otros extranjeros que impugnaban la jurisdicción de los Tribunales Nacionales que sostenía sobre estas presiones: “No, ni el Gobierno Oriental ni gobierno alguno del mundo pueden permitir que sobre la jurisdicción 40

Domingo Arena: Realidades y Utopías legal de los Tribunales del país, que emana directamente del ejercicio de la soberanía nacional, se levante esa otra jurisdicción incalificable de los agentes diplomáticos que al atribuirse las funciones de tribunal superior arbitrario y parcial infieren sin pensarlo y sin quererlo, serio agravio a la dignidad de la Nación, cuya soberanía interna implícitamente desconocen”. El Dr. Julio Herera y Obes había sido nombrado por el Gral. Tajes en Diciembre de 1886 como Ministro de Gobierno, y desde ese cargo se va a convertir en el artífice de la transición del militarismo al civilismo. Rápidamente disuelve el Batallón 5 de Cazadores, la Escolta Presidencial y remueve los principales jefes de los demás batallones. El aparato de sostén de Máximo Santos estaba desarticulado, Tajes estaba dispuesto a la apertura; el camino de regreso a la democracia se encontraba despejado. La elección de Julio Herrera y Obes como Presidente en 1890, significa el retorno del principismo al poder y con él, le recreación de la república liberal. Eliminados sucesivamente el caudillismo y el militarismo, el poder efectivo se concentra en el Presidente. Este establece un gobierno organizado, con garantías civiles y respeto de los Derechos Humanos y total libertad de prensa. El ejército vuelve a someterse al poder político, consolidándose el Estado con plena vigencia de la Constitución de 1830. El Gobierno impulsará la Reforma Universitaria. Desde 1875 la intelectualidad había impuesto el estudio de las ideas positivistas y evolucionistas de Darwin y Spencer.(16) El Dr. Herrera y Obes, espiritualista y adverso al materialismo positivista, luego de manifestar su preocupación envía un mensaje a la Asamblea General sosteniendo que estas ideas: “...están en abierta oposición con la naturaleza de nuestra organización política y con la índole de nuestras instituciones, esencialmente espiritualistas. El materialismo filosófico que no ve en la vida del hombre y del mundo sino combinaciones causales de la fuerza dinámica, que en moral proclama el principio de la utilidad y del fatalismo, que negando la libertad no reconoce más derecho que el consagrado por el éxito y que ha sido por lo mismo, en todo tiempo, compañero inseparable de la usurpación y del despotismo, el materialismo, no da soluciones o las da aterradoras, a todas los grandes problemas del destino humano(...) El Gobierno usando su derecho y cumpliendo el estricto deber ha declarado oficial la doctrina y los textos espiritualistas en la Enseñanza Pública. Este hecho no excluye de las controversias universitarias y escolares las doctrinas materialistas(...) limitándose únicamente a determinar la dirección y la 41

Domingo Arena: Realidades y Utopías índole que debe revestir en las escuelas públicas la Enseñanza Oficial”. Esta reforma se concreta con la incorporación al Consejo Universitario de personalidades como Justino Jiménez de Aréchaga y Juan Zorrilla de San Martín, entre otros, y volcarán en la mayoría del cuerpo a favor del espiritualismo. El texto oficial será el de Janet. De esta Universidad saldrá Domingo Arena. Con Julio Herrera se consolida la estructura orgánica del Partido Colorado, sostiene que para asegurar la unidad de decisión del estado es necesario el respaldo de partido de gobierno organizado y fuerte. Washington Reyes Abadie, sintetiza la labor de Herrera: Restauró el civilismo, orilló la crisis, unificó la deuda, impulsó el progreso, defendió el orden, pagó los presupuestos del estado, aspiró a la democracia dirigida y pudiendo permanecer en el poder cumplió con la Ley; perdió su fortuna en el gobierno”. La República liberal está asentada, sus instituciones firmes. El Partido Colorado, fuerte. Es el tiempo de lo social, es el tiempo de la juventud de Batlle, de la reforma social y del inicio de la acción política de Domingo Arena. Toda la carga emotiva de Arena se percibe cuando se refiere al instrumento para lograr sus objetivos políticos y sociales, en definitiva cuando se refiere a la colectividad que integra: “...si soy un colorado recalcitrante, y un batllista más recalcitrante todavía no es por pasiones, ni por nada chico; porque yo, por la feliz circunstancia de ser un importado, como me dicen, creyendo ofenderme, los anticolegialistas en sus conferencias. –puedo actuar en la política sin rencores-; y si me he embanderado con tanta resolución en gran facción en que estoy embanderado, es simplemente porque he visto en ella la obrera del bien, la obrera del bienestar nacional (...) Mi verdadera orientación política es el bien del pueblo, y donde quiera que ese bien aparezca en marcha, allí estaré yo.”

De todas las argumentaciones manejadas hasta el momento, resulta obvio que los grupos aliados del reformismo batllista fueron los obreros, los sectores medios, los inmigrantes europeos, los industriales dependientes del mercado interno. El origen urbano de estos sectores facilitaban el reformismo. Los editoriales de Arena en 1905, puede haber proporcionado consuelo espiritual a las multitudes huelguistas que llevaban un mes sin trabajar, esa era la ayuda que Arena brindaba, enseñanza y comprensión sobre las partes en pugna. ___________ (16)Herbert Spencer empezó su labor social en la década de 1850 y se considera uno de los primeros sociólogos de la Historia. Su principal aporte fue la teoría del cambio social desde el punto de vista evolutivo que bastaba para explicar el cambio social.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías

Arena, además, se preocupa del fomento de la agricultura, circunstancia que derivaría en vida familiar estable con uso productivo de la tierra. Hacer del Uruguay un país de pequeños propietarios rurales fue un principio esencial del reformismo. Arena, el 13 de mayo de 1909, decía: “así como Montevideo había sido fraccionado por especuladores en tierras que convirtieron a millones en pequeños propietarios de los alrededores, así debía ocurrir en la campaña (...) parecería un verdadero ideal que esos especuladores, sean cuales fueran las ganancias que realicen, invadieran la campaña e hicieran con las estancias lo mismo que han hecho con las tierras de los alrededores de la capital”

Al negar las verdades reveladas de cualquier tipo, el pensamiento de Arena gira en concebir la realidad social sin fatalismos ni mesianismos, de un modo experimental, integrador y transformador. La igualdad entre los hombres se manifiesta claramente en una afirmación en “ El Día” el 21 de abril de 1910: “...al fin y al cabo, la tierra en sí misma no pertenece a nadie y pertenece a todos”

A finales del siglo XIX la cuestión agraria era motivo de duros enfrentamientos entre marxistas revisionistas y marxistas ortodoxos. Procurando quedar fuera de este enfrentamiento muchos intelectuales, como Franz Oppenheimer, intentaron aplicar las teorías del economista socialista norteamericano Henry George. George sería después autor de un libro que resume su pensamiento titulado “Progreso y Miseria” (Progress and Poverty), donde propone un único y simple método de transformar la injusticia social en justicia fiscal, y populariza la idea de que todos deben acceder por igual al bienestar y a la dignidad. El reformismo agrario de George en el que se basa el replanteado sistema liberal estadounidense de 1886, será desarrollado en el Uruguay por progresismo reformista del batllismo. “ Nuestra República debe aprovechar estos tiempos de formación que corren para ella, en que es fácil corregir vicios y defectos incipientes, así como implantar instituciones nuevas (...) Nuestra condición de pueblo nuevo nos permite realizar ideales de gobierno y organización social, que en otros países de vieja organización no podrían hacerse efectivos sin vencer enormes y tenaces resistencias (...) la lucha industrial entre unos pueblos y otros hace casi imposible la adopción de medidas de esta naturaleza. Para nosotros no se ha creado todavía esa situación debido a que nuestro país no ha entrado de lleno en el régimen industrial y debemos apresurarnos a reglamentar el trabajo, ajustándonos a elevados

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Domingo Arena: Realidades y Utopías principios de justicia, antes que la complicación y la magnitud de los intereses afectados haga más dificultosa esa tarea”

El economista Henry George escribe sobre los principio redistributivos, y la importancia que tiene un organismo regulador de impuestos, de ingresos y de asistencia a la producción: “Nuestro razonamiento nos dice, en conclusión, que cada trabajador produce su propio salario y que el aumento del número de trabajadores debería aumentar el salario de cada uno. Por lo menos queda claro que la causa por la cual, a pesar del enorme aumento del poder productivo, la gran masa de los productores está reducida a la mínima porción del producto de la cual consienten vivir, no es la falta de capital ni tampoco la limitación de los poderes de la naturaleza que premian el trabajo. Por consiguiente, esa causa, si no se halla en las leyes que rigen la producción de la riqueza, se ha de buscar en las que rigen la distribución. Veámoslas, pues: El producto o producción de una sociedad es la suma de riqueza producida por esta sociedad. Es el fondo general, del cual, mientras no se reduzca la provisión preexistente, se ha de satisfacer el consumo y se han de sacar todos los ingresos. Producción no significa solamente hacer las cosas, sino que incluye el aumento de valor ganado con su transporte o cambio. En una sociedad puramente comercial hay producción de riqueza, como la hay en una sociedad puramente agrícola o industrial; y en un caso como en los otros, una parte de este producto irá al capital, una parte al trabajo y una parte, si la tierra tiene algún valor, a los propietarios. De hecho, una porción de la riqueza producida va continuamente a la reposición del capital que se consume y repone sin cesar. Pero no es necesario tener en cuenta este hecho, ya que se le descarta considerando permanente al capital, como acostumbramos hacerlo al hablar o pensar sobre él. Por lo tanto, al hablar del producto entendemos la riqueza obtenida además de la que se necesita para reponer el capital consumido al producir; y cuando hablamos de interés o ganancia del capital, entendemos lo que va al capital una vez repuesto o conservado. Es, además, un hecho que en toda sociedad superior al estado más primitivo, el gobierno toma en impuestos y consume una parte del producto. Sin embargo, no es necesario tenerlo en cuenta al buscar las leyes de la distribución. Podemos considerar la tributación inexistente o que, según su cuantía, reduce el producto. Y lo mismo respecto a lo que del producto toman ciertas formas de monopolio que ejercen un poder parecido al de la tributación. Una vez halladas las leyes de la distribución, podremos ver qué influjo, si lo hay, ejercen sobre ellas los impuestos. Renta, Salario e Interés Los tres factores de la producción son tierra, trabajo y capital, y todo el producto se distribuye primariamente en tres partes respectivas. Por esto se necesitan tres términos, cada uno de los cuales ha de expresar con claridad una de estas partes con exclusión de las demás. Renta, por definición, expresa claramente la primera de estas partes: la que va a los propietarios de la tierra. Salarios, por definición, expresa claramente la segunda: la parte que constituye la recompensa al trabajo. Pero en cuanto al tercer término, el que debería expresar la recompensa al capital, hay en los libros usuales la más embrollada ambigüedad y confusión.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías De los vocablos de uso corriente, la palabra interés es el que más se acerca a expresar la idea de la recompensa por el uso del capital. Según se la suele emplear, significa la recompensa por el uso del capital, con exclusión de todo trabajo en su uso o administración. Ambigüedad del Término «Beneficios» o «Provechos» La palabra beneficios, según suele usarse, es casi sinónima de ingresos. Significa una ganancia, una cantidad que se percibe, además de la cantidad desembolsada e incluye a menudo ingresos que propiamente son renta y casi siempre ingresos que en realidad son salarios, y también compensaciones por el riesgo inherente a los diversos usos del capital. A menos de violentar mucho el significado de esta palabra, no se puede, pues, usarla en Economía Política para indicar la parte del producto que va al capital, a distinción de las partes que van al trabajo y a los propietarios. Adam Smith explica claramente que los salarios y la compensación por el riesgo forman gran parte de los beneficios, señalando que los elevados provechos de los boticarios y tenderos son en realidad salarios de su trabajo y no interés de su capital; y que los grandes beneficios hechos a veces en negocios arriesgados, como el contrabando y el comercio de objetos usados, no son, en realidad, sino compensaciones de riesgos que, a la larga, reducen las ganancias del capital empleado en ellos, hasta el tipo corriente y aún más bajo. Ejemplos parecidos se mencionan en las obras posteriores, en las que se definen formalmente en su sentido usual, quizás excluyendo la renta. En estas obras se dice al lector que los beneficios se componen de tres elementos: salarios de superintendencia, compensación por el riesgo e interés, o sea, la retribución por el uso del capital. Por esto, ni en su significado vulgar, ni en el que expresamente se les asigna en Economía política, los beneficios pueden ocupar sitio alguno al discutir la distribución de la riqueza entre los tres factores de la producción. Hablar de la distribución de la riqueza en renta, salarios y beneficios (sea en el sentido vulgar o en el asignado expresamente a este término) es como hablar de la clasificación de la humanidad en hombres, mujeres y seres humanos. Evidentemente, esta indagación no tiene nada que ver con los beneficios. Necesitamos hallar qué es lo que determina el reparto del producto total entre la tierra, el trabajo y el capital; beneficios no es un término que se refiera exclusivamente a ninguna de estas tres divisiones. De las tres partes en que los economistas dividen los beneficios, a saber, compensación por el riesgo, salarios de superintendencia y retribución por el uso del capital, este último se incluye en el término de interés, que abarca todas las ganancias por el uso del capital y excluye todo lo demás; los salarios de superintendencia entran dentro del término salario, que incluye toda recompensa del trabajo humano y excluye todo lo demás; y la compensación por el riesgo no halla cabida en ninguna parte, pues el riesgo queda eliminado al considerar reunidas todas las transacciones de la colectividad. Por esto, de acuerdo con las definiciones de los economistas, emplearé el término interés para significar la parte del producto que va al capital. Repetición de Definiciones Recapitulemos: Tierra, trabajo y capital son los tres factores de la producción. El término tierra comprende todas las oportunidades y fuerzas naturales; el término trabajo, todo esfuerzo humano; y el término capital toda riqueza empleada en producir más riqueza. Todo lo producido se distribuye en recompensas a estos tres factores. La parte que va a los propietarios como pago por el uso de bienes naturales se llama renta; la parte que constituye la

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Domingo Arena: Realidades y Utopías recompensa al trabajo humano se llama salario; y la parte que constituye la retribución por el uso del capital se llama interés. Estos tres términos se excluyen mutuamente. Los ingresos de un individuo pueden provenir de cualquiera de estas tres fuentes, de dos de ellas o de las tres: pero al tratar de descubrir las leyes de la distribución, debemos considerarlas separadas. Debe haber tierra antes que el trabajo se pueda realizar; y debe ejercerse trabajo antes que se pueda producir el capital. El capital es un resultado del trabajo, y éste lo usa en ayuda de la producción ulterior. El trabajo es la fuerza activa e inicial, y, por lo tanto, es el que da empleo al capital. El trabajo sólo puede ejercerse sobre la tierra y de ésta se debe sacar la materia que el trabajo convierte en riqueza. Por esto, la tierra es la condición previa, el sitio y el material del trabajo. El orden natural es: tierra, trabajo y capital; y en vez de empezar por el capital como punto de partida, comenzaremos por la tierra. El término renta, en su sentido económico, tiene un significado diferente del que vulgarmente se da a la palabra renta. En algunos aspectos el significado económico es más limitado que el ordinario, en otros aspectos es más amplio. Es más limitado en lo siguiente: en el lenguaje usual, aplicamos la palabra renta a los pagos por el uso de edificios, maquinaria, locales, etc., lo mismo que a los pagos por el uso de la tierra u otros bienes naturales; y al hablar de la renta de una casa o una granja, no separamos del pago por el uso de la sola tierra el pago por el uso de las mejoras. Pero en el significado económico de renta excluimos los pagos por el uso de todo producto del trabajo humano; y en los pagos globales por el uso de casas, granjas, etc., sólo es renta la parte que se paga por usar la tierra. La parte pagada por el uso de edificios u otras mejoras es propiamente interés, pues remunera el uso de capital. Es más amplio en lo siguiente: en el lenguaje usual, sólo hablamos de renta cuando el propietario y el usuario son personas distintas. Pero en el sentido económico hay también renta cuando una misma persona es a la vez propietario y usuario. Donde una misma persona posee y usa la tierra, una parte de sus ingresos, la que podría obtener dejando arrendada su tierra a otro, es renta, mientras que la recompensa de su trabajo y capital es la parte de su ingreso que éstos le darían si tomase arrendada la tierra en vez de ser dueño de ella. La renta se expresa también en un precio de venta. Cuando se compra tierra, el pago hecho por la propiedad o derecho a uso perpetuo es renta capitalizada. Si compro tierra a bajo precio y la retengo hasta que puedo venderla a un precio elevado, me hago rico, no por el salario de mi trabajo ni por el interés de mi capital, sino por el aumento de la renta. En resumen, la renta es la participación que, en la riqueza producida, tiene el propietario por el derecho exclusivo a usar los recursos naturales. Donde quiera que la tierra tenga valor de cambio, allí hay renta en el sentido económico del término. Donde quiera que una tierra que tenga valor es utilizada, sea por su dueño, sea por su arrendatario, allí hay renta actual; donde quiera que no es utilizada, pero tiene valor, allí hay renta potencial. Esta facultad de dar renta es lo que da valor a la tierra. Mientras la posesión de la tierra no da ninguna ventaja, la tierra no tiene valor. (Al hablar del valor de la tierra, uso y usaré estas palabras refiriéndome al valor de la sola tierra. Cuando quiera hablar del valor de la tierra y las mejoras, emplearé estas palabras.) Origen de la Renta Así, pues, la renta o valor de la tierra no procede de la productividad o utilidad

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Domingo Arena: Realidades y Utopías de la tierra. En modo alguno representa un auxilio o ventaja dado a la producción, sino que representa sencillamente el poder de quedarse con una parte de los resultados de la producción. Cualquiera que sea su productividad, la tierra no puede dar renta ni tiene valor, mientras no haya alguien dispuesto a dar su trabajo o el resultado de su trabajo por el privilegio de usarla; y por lo tanto, lo que alguien dará depende, no de la productividad de la tierra, sino de su productividad en comparación con la de la tierra que se pueda conseguir gratis. Yo puedo tener tierra muy buena, pero no me dará renta mientras haya otra tierra de igual calidad, que se pueda conseguir sin pagar. Pero cuando se han apropiado esta otra tierra y la mejor tierra que se puede obtener de balde es inferior en fertilidad, situación u otra cualidad, mi tierra empieza a tener un valor y dar una renta. Y aunque la capacidad productiva de mi tierra puede disminuir, si, no obstante, disminuye en mayor proporción la de la tierra gratuitamente asequible, la renta que puedo obtener y, por lo tanto, el valor de mi tierra, seguirán aumentando. Si un hombre poseyese toda la tierra accesible de un país, podría, naturalmente, exigir por su uso cualquier precio o condición que tuviera por conveniente; y en tanto que su propiedad fuese reconocida, los otros individuos del país no tendrían otra alternativa sino la muerte, la emigración o someterse a sus condiciones. Esto ha ocurrido en muchos países; pero, en la forma moderna de la sociedad, la tierra, aunque generalmente reducida a propiedad individual, está en manos de demasiadas personas para permitir que el precio obtenido por su uso se fije por el mero capricho o deseo. Mientras que cada propietario individual procura obtener tanto como puede, lo que pueda obtener tiene un limite, y éste constituye el precio o renta en el mercado, variable según las tierras y los tiempos. Ley de la Renta En régimen de libre competencia (condición indispensable para investigar los principios de la Economía política), la relación que determina qué renta o precio puede obtener el propietario, se denomina ley de la renta. Una vez fijada con corteza esta ley, tenemos algo más que un punto de partida para averiguar las leyes que regulan el salario y el interés. Pues, siendo la distribución de la riqueza un reparto, al averiguar lo que fija la parte del producto tomada por la renta, averiguamos también lo que fija la parte que queda para el salario, donde el capital no colabora; y lo que fija la parte que queda para salario o interés juntos, donde el capital colabora en la producción. A la admitida ley de la renta se la llama a veces «de Ricardo» por el hecho de haber sido este autor el primero, si no en enunciarla, sí en dar a conocer su importancia. Esta ley es: La renta de la tierra se determina por el exceso de su producto sobre el que una igual aplicación de trabajo y capital puede obtener de la menos productiva de las tierras que se utilizan. Su mero enunciado tiene toda la fuerza de una afirmación evidente por sí misma, pues es claro que, a causa de la competencia, la recompensa máxima que el trabajo y el capital pueden exigir, es la recompensa mínima por la que ellos se pondrán a producir. Esto permite al propietario de tierra más productiva apropiarse como renta todo el producto que exceda del necesario para recompensar el trabajo y el capital al tipo corriente, que es lo que ellos pueden obtener sobre la tierra en uso menos productiva (o en el punto menos productivo) por el cual, claro está, no se paga renta.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Quizá pueda conducir a una más plena comprensión de la ley de la renta el ponerla en esta forma: la propiedad de un agente natural de producción dará el poder de adueñarse de toda aquella parte de riqueza, producida aplicando a dicho agente trabajo y capital, que exceda de la recompensa que la misma aplicación de trabajo y capital podría obtener en la ocupación menos productiva a la cual se dediquen libremente. Pero esto significa precisamente lo mismo, pues no hay ocupación en ,que el trabajo y el capital se puedan emplear, que no requiera el uso de tierra; además, el cultivo u otro uso de tierra será siempre llevado hasta un punto en que la remuneración es tan baja, todo considerado, como la que se acepta libremente en cualquier otra ocupación. Deducción Partiendo de la Ley de la Competencia Supongamos, por ejemplo, una colectividad en que una parte del trabajo y capital se dedica a la agricultura y otra a la industria. La tierra cultivada más pobre produce una ganancia que designaremos por 20, y, por consiguiente, 20 será la retribución media del trabajo y del capital, lo mismo en la industria que en la agricultura. Supongamos que, por alguna causa permanente, la retribución media en las fábricas queda ahora reducida a 15. Es claro que el trabajo y el capital empleado en la industria se dirigirá hacia la agricultura y el movimiento no se detendrá hasta que, o por extensión del cultivo hacia tierras inferiores o puntos inferiores de las mismas tierras, o por un aumento en el valor relativo de los productos industriales, debido a su menor producción, o, de hecho, por ambas causas, la retribución del trabajo y capital en ambas ocupaciones, todo considerado, haya sido llevada de nuevo al mismo nivel. De este modo, cualquiera que el punto final de productividad en el cual la industria prosigue, sea 19, 18, 17 o 16, el cultivo se extenderá también hasta este punto. Por esto, decir que la renta será el exceso de productividad sobre la del margen o lo inferior de cultivo, es como decir que será el exceso de producto sobre el que la misma cantidad de trabajo y capital obtiene en la ocupación menos remunerativa. De hecho, la ley de la renta no es más que una deducción de la ley de la competencia y consiste simplemente en afirmar que, al tender a un nivel común los salarios y el interés, toda aquella parte de la riqueza total producida, que excede de lo que el trabajo y el capital empleados podrían obtener aplicándose a los más pobres agentes naturales en uso, irá, en forma renta, a los propietarios. ¿No es tan claro como la demostración métrica más sencilla que el corolario de la ley de la renta es la ley del salario, donde el producto se reparte entre renta y salarios sólo; o la ley de salarios y el interés juntos, donde el reparto se hace entre renta, salario e interés? Relación de la Renta con el Salario y el Interés Enunciada al revés, la ley de la renta es forzosamente la ley del salario e interés reunidos, pues afirma que, cualquiera que sea el resultado de la aplicación de trabajo y capital, estos dos factores sólo recibirán en salario e interés aquella parte del producto que habrían producido en tierra libre pago de renta, esto es, en la tierra menos productiva entre las que se utilizan. Pues, si del producto, todo lo que exceda de la suma que el trabajo y el capital obtendrían de una tierra donde no se pague renta ha de ir, en forma de renta, a los propietarios, entonces todo lo que el trabajo y el capital pueden exigir como salario e interés es lo que podrían obtener de la tierra e no da renta. Por lo tanto, el salario y el interés no dependen del producto del trabajo y el capital, sino de lo que queda una vez sacada la renta, o del producto que obtendrían sin pagar renta, o sea, de la tierra menos productiva. Por esto, por

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Domingo Arena: Realidades y Utopías mucho que aumente el poder productivo, si el aumento de la renta pone a su nivel, ni el salario ni el interés pueden aumentar. Desde el momento en que se reconoce esta sencilla relación, un torrente de luz penetra en lo que antes era inexplicable, y hechos, al parecer discordantes, se agrupan bajo una ley evidente. Se ve de pronto que el aumento de la renta que avanza en los países progresivos es la clave que explica por qué el salario y el interés no logran subir con el aumento del poder productivo. Pues la riqueza producida en toda sociedad queda dividida en dos partes por lo que podríamos llamar línea de la renta, la cual es determinada por el margen de cultivo, que es la retribución que el trabajo y el capital podrían obtener de aquellas oportunidades naturales que les son accesibles sin pago de renta. De la parte del producto por debajo de esta línea, se han de pagar el salario y el interés. Todo lo que queda encima va a los dueños de la tierra. El ideal del socialismo es grande y noble; y estoy convencido de que es posible realizarlo; pero este estado social no puede ser fabricado, ha de desarrollarse. La sociedad es un organismo, no una máquina. Solamente puede vivir por la vida individual de sus partes. Y en el desarrollo libre y natural de todos sus elementos se obtendrá la armonía del conjunto. Todo lo que es necesario para la regeneración social está incluido en el lema de los patriotas de los rusos, a veces llamados nihilistas: «¡Tierra y Libertad!». Distribución más General de Tierras Está cundiendo rápidamente la idea de que la forma de posesión del suelo está de algún modo unida al malestar social, pero hasta ahora, la mayor parte de las veces esta idea se muestra en proposiciones encaminadas a una mayor división de la propiedad territorial. Si las grandes extensiones de tierra se pueden cultivar más económicamente que las pequeñas parcelas, limitar la propiedad a pequeñas extensiones será reducir la producción total de riqueza. Pero esta objeción no es la única. Hay otra que es decisiva y es que la reducción no asegurará el único fin digno de pretenderse, una justa distribución del producto. No reducirá la renta y por lo tanto no puede aumentar los salarios. Puede hacer más numerosa la clase acomodada, pero no mejorará la situación de las clases inferiores. Si lo que en el Ulster se llama derecho del arrendatario, se extendiese a toda la Gran Bretaña, se convertiría al colono en propietario de una parte de la tierra del dueño. La situación del jornalero no mejoraría ni pizca. Si a los propietarios se les prohibiese aumentar la renta que cobran de sus arrendatarios y despedir a éstos mientras paguen la renta fijada, el conjunto de los productores no ganaría nada. La renta económica continuaría creciendo y disminuyendo la proporción del producto que va al trabajo y al capital. La única diferencia sería que los arrendatarios del primer propietario, convertidos a su vez en propietarios, se beneficiarían del aumento. Si restringiendo la extensión de tierra que cualquier individuo pueda poseer, regulando los legados y sucesiones o con impuestos progresivos, los pocos miles de propietarios de la Gran Bretaña se aumentasen en dos o tres millones, estos dos o tres millones resultarían beneficiados. Pero el resto de la población no ganaría nada. No participaría más que antes en las ventajas de la propiedad. Y si se distribuyeran justamente todas las tierras entre toda la población, dando igual participación a cada uno, lo cual es evidentemente imposible, y, para impedir la tendencia a la concentración, se dictaran leyes prohibiendo poseer más tierra que la extensión fijada, ¿qué sería del aumento de la población? Así, pues, la subdivisión de la tierra no puede curar los males del monopolio de

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Domingo Arena: Realidades y Utopías la tierra. No sólo no puede elevar los salarios ni mejorar la situación de las clases más bajas, sino que su tendencia es evitar la adopción y aun la defensa de medida más efectiva, y reforzar el sistema actual, al interesar más gente en mantenerlo. El mejor impuesto por el que se pueden obtener los ingresos públicos es, sin duda, el que satisfaga más plenamente las condiciones siguientes: 1. Que grave lo menos posible la producción, para impedir lo menos posible el aumento del fondo general del cual hay que pagar los impuestos y mantener la sociedad. 2. Que su recaudación sea fácil y barata y recaiga tan directamente como se pueda sobre quienes en definitiva lo pagan, para así tomar del pueblo lo menos posible en edición a lo que rinde al gobierno. 3. Que sea cierto, para dar la mínima ocasión a abusos o sobornos por parte de los funcionarios y la mínima tentación a infracciones y evasiones por parte de los contribuyentes. 4. Que grave equitativamente, para que a ningún individuo le dé una ventaja o le imponga una desventaja respecto a los demás. Examinemos qué forma de impuesto cumple mejor estas condiciones. Cualquiera que ella sea, será sin duda el mejor medio para recaudar los ingresos públicos. Efectos Sobre la Producción Está bien claro que todos los impuestos han de venir del producto de la tierra y el trabajo, puesto que no hay otra fuente de riqueza que la unión del esfuerzo humano con las materias y fuerzas de la naturaleza. Pero las maneras de imponer igual cantidad de tributo pueden afectar muy diversamente a la producción. Un impuesto que disminuya la recompensa del productor, necesariamente disminuye el estímulo a producir; un impuesto que dependa del acto de la producción o del uso de cualquiera de sus tres factores, indefectiblemente la desalienta. Por esto, los impuestos que disminuyen la ganancia del trabajador o la del capitalista, tienden a hacer al primero menos laborioso e inteligente y al segundo menos dispuesto a ahorrar e invertir capital. Los impuestos que recaen sobre los procesos de la producción, interponen un obstáculo artificial a la creación de riqueza. La tributación que recae sobre el trabajo en la medida en que se ejerce, sobre la riqueza en la medida en que se emplea como capital, sobre la tierra en la medida en que se explota, sin duda tenderá a desalentar la producción mucho más poderosamente que la tributación de igual cuantía que grava a los trabajadores tanto si trabajan como si huelgan, la riqueza tanto si se usa productivamente como si no, o la tierra tanto si se explota como si se deja baldía. De hecho, la manera de imponer es tan importante como la cuantía misma del impuesto. Así como una pequeña carga mal colocada puede mortificar a un caballo que podría acarrear con holgura otra mucho mayor bien acomodada, también se puede empobrecer un pueblo y anular su poder productivo, mediante una tributación que, impuesta de otra manera, se soportaría cómodamente. Un tributo sobre las palmeras, ordenado por Mohammed Alí, indujo a los fellahs egipcios a cortarlas; pero un tributo dos veces mayor cargado sobre la tierra no produjo tal resultado. Frenar la producción es, en mayor o menor grado, característico de la mayor parte de los impuestos con que los gobiernos actuales obtienen sus ingresos. Todos los impuestos sobre la fabricación, sobre el consumo, sobre el capital, sobre las mejoras, son de esta clase. Su tendencia es la misma que la del tributo de Mohammed Ali sobre las palmeras, aunque su efecto puede verse

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Domingo Arena: Realidades y Utopías menos claramente. A diferencia de los impuestos sobre productos, cambios, capital o cualquiera de los procesos de la producción, los impuestos sobre el valor de la tierra no recaen sobre la producción. El valor da la tierra no expresa la recompensa de la producción, como la expresa el valor de las cosechas, el ganado, los edificios o cualquiera de las cosas llamadas bienes muebles y mejoras. Expresa el valor de cambio del monopolio. Por esto la sociedad puede tomarlo sin disminuir en lo más mínimo la producción de la riqueza. Se puede gravar con impuestos el valor de la tierra hasta que el Estado recaude toda la renta, sin reducir en nada los salarios del trabajo ni el interés del capital; sin aumentar el precio de una sola mercancía ni dificultar en modo alguno la producción. Es más: los impuestos sobre el valor de la tierra no tan sólo no frenan la producción, como lo hacen la mayoría de los demás impuestos sino que, al anular la renta especulativa, tienden a aumentar la producción. De qué modo la renta especulativa frena la producción, puede verse, no sólo en la tierra valiosa negada al uso, sino también en los paroxismos de crisis económica, que, originados por el aumento especulativo del valor de la tierra, se propagan por todo el mundo civilizado, paralizando por todas partes la producción. La tributación que tomase la renta para usos públicos evitaría todo esto. Si la tierra tributase hasta casi su valor en renta, nadie podría permitirse tener tierra que no emplease; y por consiguiente, la tierra que no se usa se abriría de par en par a quienes quisieran usarla. Es indudable que, por lo que respecta a la producción, el impuesto sobre el valor de la tierra es el mejor que puede establecerse. Gravad las fábricas y frenaréis la fabricación, gravad las mejoras, y disminuiréis el mejoramiento; gravad el comercio, y dificultaréis el cambio; gravad el capital, y lo ahuyentaréis, Pero, mediante el impuesto, se puede recaudar todo el valor de la tierra, y el resultado será estimular la laboriosidad, abrir nuevas oportunidades al capital y aumentar la producción de riqueza. A excepción, quizá, de ciertos permisos y derechos del timbre, que casi pueden hacerse cobrar por sí mismos, pero de los que solo cabe esperar un ingreso trivial, un impuesto sobre el valor de la tierra puede ser, de todos los tributos, el de recaudación más fácil y barata. Porque la tierra no se puede esconder ni llevar lejos, su valor se puede averiguar pronto y, una vez hecha la evaluación, sólo se necesita un cobrador que la recaude. Un impuesto sobre el valor de la tierra no se carga sobre los precios, y por esto lo paga la persona sobre quien recae, mientras que todos los impuestos sobre cosas cuya cantidad no es fija, aumentan los precios y, en el curso de los cambios, se transfieren del vendedor al comprador, aumentando a cada cambio. Si ponernos un impuesto sobre los préstamos de dinero, como a menudo se ha intentado, el prestamista cargará el impuesto al prestatario, y éste tendrá que pagarlo o no obtendrá el préstamo. Si el prestatario emplea el dinero en sus negocios, recuperará el impuesto a costa de sus clientes o el negocio no le dará ganancia. Si ponemos un impuesto sobre los edificios, en definitiva tendrán que pagarlo los inquilinos, pues la construcción cesará hasta que los alquileres sean bastante altos para pagar los beneficios corrientes y además el impuesto. Si ponemos un impuesto sobre las fábricas o los géneros importados, el fabricante o importador, subiendo los precios, lo cargará al mayorista, éste al detallista y este último al consumidor. Así, el consumidor, sobre el cual, en

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Domingo Arena: Realidades y Utopías definitiva recae el impuesto, no sólo ha de pagar el importe del tributo, sino, además, el interés de este importe, a cada uno de quienes lo ha anticipado, pues cada negociante exige el interés del capital adelantado para pagar impuestos, del mismo modo que exige el interés del capital invertido en pagar las mercancías. De este modo, todos los impuestos que se añaden a los precios, se transfieren de mano en mano, aumentando a cada cambio, hasta que, en definitiva, gravitan sobre los consumidores, y, así, éstos han de pagar mucho más de lo que el gobierno recauda. Un impuesto sobre la renta de la tierra, aunque obliga a los propietarios a pagarlo, no les da poder para obtener más por el uso de sus tierras. Por el contrario, obligando a quienes retienen tierras para especular, a venderlas o alquilarlas por lo que pueden obtener por ellas, un impuesto sobre el valor de la tierra tiende a aumentar la competencia entre los propietarios y, de este modo, a reducir el precio de la tierra. Certeza La exactitud es una importante cualidad de la tributación, porque en la medida en que la recaudación dependa del celo y lealtad de los recaudadores y del civismo y probidad de los contribuyentes, se darán ocasiones a los abusos y sobornos por una parte, y a las evasiones y fraudes por otra. Son notorias las continuas ocultaciones en las aduanas, la ridícula falsedad de las declaraciones en los impuestos de utilidades, y la absoluta imposibilidad de lograr una justa evaluación de la propiedad mueble. La pérdida material infligida por estos impuestos, el coste que ésta incertidumbre añade a la cantidad que el público paga y el gobierno no recauda, es muy grande. Cuando las costas y fronteras se guarnecen con un ejército que se esfuerza en impedir el contrabando y otro ejército empeñado en burlar a aquél, es claro que el mantenimiento de ambos ejércitos ha de salir del producto del trabajo y capital. Los gastos y provechos de los contrabandistas, así como las pagas de los funcionarios de aduanas, constituyen un impuesto sobre la producción nacional, añadido al que el gobierno recibe. Y lo mismo ocurre con todo el dinero gastado en lograr leyes o decisiones para rehuir la tributación; todas las costosas maneras de proporcionar mercancías eludiendo los impuestos; todo lo que en procedimientos legales y castigos gastan, no sólo el gobierno, sino también los procesados, son otro tanto que estos impuestos toman del fondo general de riqueza sin aumentar los ingresos públicos. Aún así, esta es la parte mínima del coste. Los impuestos faltos de certeza atacan a la moral de la manera mas espantosa. Las leyes tributarias podrían en bloque llamarse «Disposiciones para fomentar la corrupción de los funcionarios, destruir la honradez, y estimular el fraude, premiar el perjurio y el soborno y divorciar la idea de la ley de la idea de la justicia». Este es su verdadero carácter, y en esto tienen un éxito admirable. El impuesto sobre el valor de la tierra posee en su más alto grado la cualidad de la certeza. Se puede determinar y cobrar con una exactitud que participa de la fijeza de la tierra y de la imposibilidad de ocultarla. Si todos los impuestos se cargaran sobre el valor de la tierra separado del de las mejoras, el sistema tributario sería tan sencillo y claro y la atención pública en fijarle tanto en él, que la evaluación para el impuesto podría hacerse y se haría con la misma exactitud con que un corredor de fincas determina el precio a que se puede vender un solar. Equidad La idea vulgar, que nuestros sistemas de gravarlo todo intentan en vano llevar

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Domingo Arena: Realidades y Utopías a cabo, es que cada uno pague en proporción a sus medios o en proporción a sus ingresos. Pero, prescindiendo de las insuperables dificultades prácticas para gravar a cada uno según sus medios, es evidente que así no se puede lograr la justicia. Sean, por ejemplo, dos hombres con iguales medios o iguales ingresos, uno con una familia numerosa, y otro que no ha de mantener a nadie más que a sí mismo. Los impuestos indirectos recaen muy desigualmente sobre estos hombres, pues el uno no puede evitar los impuestos sobre la comida, la ropa, etc., que su familia consume, mientras que el otro ha de pagarlos solamente sobre las cosas necesarias consumidas por él mismo. Aun suponiendo los impuestos establecidos directamente, de modo que cada uno pague la misma cantidad, las entradas de uno están cargadas con el sustento de seis, ocho o diez personas; los ingresos del otro con el de una sola persona. Se dirá que esta dificultad es insuperable; que la naturaleza misma trae al mundo desvalidos a todos los seres humanos y deja su manutención a cargo de sus padres, a los cuales proporciona, en cambio, grandes y dulces recompensas naturales. Pues bien, volvámonos a la naturaleza y leamos en su ley los mandatos de la justicia. La naturaleza da al trabajo y sólo al trabajo. En el mismo Paraíso Terrenal, un hombre se moriría de hambre si no fuera por el esfuerzo humano. Si ahora tomamos a dos hombres con ingresos iguales, procedentes, los de uno, del ejercicio de su trabajo, y los del otro, de la renta de la tierra. ¿Es justo que ambos contribuyan por igual a los gastos del Estado? Claro que no. Los ingresos del primero representan riqueza que él crea y añade a la riqueza total de la sociedad; los ingresos del otro no representan sino riqueza que toma del caudal general, sin devolver nada. El derecho del primero a disfrutar de sus ingresos se funda en la autoridad de la naturaleza, que recompensa el trabajo con la riqueza. El derecho del otro a disfrutar de sus ingresos es un derecho falso, fruto de una disposición administrativa que la naturaleza no conoce ni reconoce. El padre a quien digan que con su trabajo debe sustentar a sus hijos, ha de admitirlo, pues éste es el decreto natural; pero puede exigir con justicia que, de lo que gane con su trabajo, no se le quite ni un céntimo, mientras quede un céntimo de los ingresos adquiridos por el monopolio de los bienes que la naturaleza ofrece imparcialmente a todos y en los que sus hijos, por derecho de nacimiento, tienen igual participación. Se suele insistir en gravar por un igual toda clase de propiedad, fundándose en que toda la propiedad está igualmente protegida por el Estado. Esta idea se funda, sin duda, en que el Estado hace posible el disfrute de la propiedad; que hay un valor creado y mantenido por la sociedad, que está precisamente llamado a cubrir sus gastos. Ahora bien, ¿de qué valores es verdad esto? Solamente del valor de la tierra. Este no aparece hasta que se ha formado la sociedad; y, a diferencia de los demás valores, aumenta con el crecimiento de la sociedad. Existe solamente mientras ésta existe. Dispersad la colectividad, más numerosa, y la tierra ahora tan valiosa no tendrá absolutamente ningún valor. Con cada aumento de población, el valor de la tierra sube; con cada disminución, baja. Esto sucede solamente con todo lo que, como la propiedad de la tierra, es un monopolio por naturaleza. El impuesto sobre los valores de la tierra recae sobre quienes reciben de la sociedad un beneficio especial, y los grava en proporción al beneficio que reciben. Consiste en que la sociedad tome, para uso de la sociedad, el valor creado por la sociedad. Es la aplicación de la propiedad común a usos comunes. Cuando el impuesto recaude toda la renta de la tierra para pagar los

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Domingo Arena: Realidades y Utopías gastos necesarios de la colectividad, ningún individuo tendrá ventaja alguna sobre ningún otro, excepto las que le den su laboriosidad, destreza e inteligencia propias; y cada uno obtendrá lo que honradamente gane.”

En el mes de diciembre de 1906, José Batlle y Ordóñez escribía en un editorial titulado “ Cuestión Obrera” los conceptos mencionados anteriormente. Formaba parte del batllismo, educar al pueblo uruguayo para alcanzar sus ideales de reforma de la sociedad, introduciendo paralelamente reformas efectivas para mejorar las condiciones de vida de los habitantes del país. Entre los métodos utilizados para lograr sus propósitos, el batllismo recurrió a una nueva política impositiva que pretendía mejorar la explotación del agro, favorecer su tecnificación, combatir el latifundio y financiar el desarrollo económico y social del conjunto de la población. Un proyecto de ley de fecha 29 de marzo de 1905 sostenía: “...entiendo (José Serrato) que el impuesto progresivo, la más grande y hermosa conquista tributaria, debe ser aplicada con más extensión entre nosotros, suprimiendo, paralelamente un sinnúmero de pequeños e incómodos impuestos(...)el impuesto progresivo, gradual y continuo sobre el valor de la tierra...llenará todas nuestras necesidades sociales...y dará un sobrante para ayudar a esa misma tierra, obligándola a producir”

Todos estos conceptos tienen una clara influencia georgista. Pero el tema claro y concreto no se va a plantear hasta 1914. En ese año, el Dr. Carlos Vaz Ferreira, dictó un ciclo de conferencias titulado: “ Sobre la propiedad de la tierra” . Estas se realizaron mientras se discutía en las cámaras un proyecto de ley impositiva con influencias de George en ellas. Las charlas del Dr. Vaz Ferreira significaron uno de los mayores esfuerzos intelectuales y pedagógicos realizados en el país sobre el tema de la propiedad de la tierra. Luego de realizar varios enfoques, finaliza diciendo que el autor más adecuado para tomar en cuenta doctrinariamente es Henry George, señalando que empieza por hacernos ver y sentir los males de la organización actual: “...tanto sufrimiento, de tantos seres; tanta desigualdad...y sobre todo, el hecho de que el progreso en lugar de tender a suprimir o a atenuar la miseria y la desigualdad, tiende a aumentarla...y precisamente la intensificación de ese progreso va haciendo la situación cada vez más trágica, más insegura, más conflictual...algo debe estar mal arreglado, algo no esta como debe estar. Y es necesario buscar que es. Y bien el error fundamental, sería el de considerar la tierra como propiedad privada...La propiedad privada es en sí legítima; pero la tierra no es, por su naturaleza, un sujeto de propiedad privada...la propiedad...debe aplicarse a lo que se saca de la tierra. No a la tierra misma...”

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Domingo Arena: Realidades y Utopías

Para George en la organización social de su época, unos hombres eran tan dueños de otros como si fueran sus esclavos, pero de un modo disimulado. En los países con mayor cantidad de tierras, por ejemplo los de más reciente independencia, el problema de la tierra se disimula, al crecer la civilización, la renta de la tierra sube por hechos sociales y no es recibida por todos. Esta organización hace que algunos aprovechen el esfuerzo de todos. La propiedad privada de la tierra sería, entonces, para Henry George una expoliación, un procedimiento de robo organizado, si robo quiere decir hacer pasar a algunos lo que les corresponde a todos. La solución que plantea George es tomar la renta de la tierra, es decir, su producto en forma total o parcial. El trámite era sencillo: dejar la tierra en posesión privada, pero extraer la renta con un impuesto sobre ella. Para el Dr. Vaz Ferreira, esta situación permitiría utilizar en provecho social lo que es de la sociedad y librar al trabajo y al capital todas las otras categoría de impuestos. En resumen es un impuesto moral y socializador por cuanto tendía a gravar una clase especial de monopolio afectada de cierto grado de ilegitimidad. En nuestro país nunca se aplicó el georgismo de manera pura. Por ejemplo George era librecambista, y el batllismo utilizaba tarifas aduaneras para proteger a la industria nacional. Pero sí, se percibe claramente la búsqueda batllista de una sociedad donde no se produzca el enfrentamiento: “burguesía-proletariado” porque la “difusión de la riqueza uniría al capitalista y al trabajador en una misma persona”: “Los que poseen la tierra no son culpables de lo que pasa porque ellos la poseen por un consenso general. No se les podría quitar la tierra. No sería justo(...) todos tiene que contribuir con su pequeño sacrificio a que la tierra no sea un privilegio que determine la miseria de unos y la opulencia de otros. El propietario no es el único responsable del mal existente: lo somos todos. Y es por medio de leyes que debe llegarse a ese resultado, leyes que no siempre se pueden dictar tan eficaces como se desea porque hay resistencias, a veces interesadas y otras veces sinceras”(17)

El censo realizado en 1908 no incluía un estudio sobre la tenencia de la tierra en nuestro país. Por el contrario se preocupó en trabajar en forma clara para determinar entre otras cosas el porcentaje de extranjeros residentes. Previo al censo la pluma de Domingo Arena se percibe en un editorial del diario “El Día” en el cual se manifestaba: “..(lo) interesante sería que sería saber y poseer medios informativos respecto a la dimensión de la propiedad de la tierra en nuestro país, dato vinculado con el problema rural, y aun social”

_______ (17) El Día. Editorial 20 de junio de 1925. Biblioteca Nacional.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Las clases conservadoras justificaban el latifundio y la gran propiedad, en 1918, el Dr. Martín C. Martínez publicó un libro que pretendía rebatir al“georgismo” dominante en el partido de gobierno. Sostenía el Dr. Martínez que el latifundio aunque existía, estaba en vías de desaparición naturalmente por la subdivisión territorial que las leyes de herencia provocaban. Para las clases conservadoras, entonces, era signo de un “radicalismo” demagógico e irreal atacar el latifundio como lo hacía el batllismo. Para el Dr. Emilio Frugoni, el mayor problema del país estaba centrado en el mecanismo de producción agropecuario y sostenía en 1911 que ellos era... “ la industria más injustamente protegida y privilegiada del país(que solo ofrecía) la calamidad gravísima de los latifundios que (...) mantienen desiertas inmensas porciones del territorio nacional”. La posición del batllismo era más radical aún: Domingo Arena escribía por entonces: “El latifundio es el enemigo más grande de nuestro progreso(...) es urgente una reforma agraria que abra de par en par a los labradores, el campo, hoy cerrado y alambrado por los estancieros” El Estado, para Arena, debía actuar en la sociedad del lado del débil. El impuesto era una de las armas ideales para promover la justicia social y el desarrollo. Con un sistema tributario más equitativo la riqueza concentrada en pocas manos debería distribuirse y beneficiar a las clases menos pudientes. En este caso se buscó que el impuesto progresivo sobre la tierra permitirá la eliminación de todas las otras fuentes de recursos. La posición del batllismo fue defendida en el Senado por el Dr. Arena en estos términos: “ ...si queremos el alivio de los humildes tenemos que decidirnos de una vez por todas a entrar francamente en el aumento de determinados impuestos, en hacer contribuir para las cargas, un poco más a los ricos, ya que la máquina social, declarémoslo francamente, funciona casi totalmente en su exclusivo provecho”

No debemos olvidar que Henry George escribió “ Progreso y Miseria” pensando en el caso concreto de su país, Estados Unidos. Por esta misma razón el primer batllismo no lo aplicó en una forma ortodoxa y lo complementó con otros elementos que le dieron un perfil “liberal-social”. El impulso tomado por el país con la política batllista demuestra la importancia del modelo, basado en el papel conductor del estado, la justicia distributiva, los monopolios estatales y la reforma tributaria. Sin embargo, los frenos accionados permanentemente por los sectores 56

Domingo Arena: Realidades y Utopías conservadores, los intereses ruralistas, las reacciones contra el estatismo, entre otras fueron impidiendo que ese modelo se desarrollara totalmente, hasta lograr detenerlo. Domingo Arena, sería, acaso, quién se encontraría en mejores condiciones para escribir la historia psicológica de Batlle y Ordóñez en sus últimos cuarenta años. Por su sensibilidad fina, por su narrativa, y por la forma en que desliza anécdotas sobre el aspectos íntimos de Don Pepe. Y también fue quién puso al descubierto, las dificultades a que eran sometidos nuestros obreros; pero colocaba en el espacio que existía entre el industrial y el trabajador, lo que en realidad no era culpa ni de uno ni de otro, sino de un sistema económico y social que hacía posible tales dificultades. Arena sostuvo con gran fuerza el derecho de los trabajadores a asociarse, a congregarse y a declararse en huelga. Del mismo modo negó la posibilidad al estado actuar como rompehuelgas. Contestando en la Cámara de Diputados a quienes querían que los soldados sustituyeran a los huelguistas decía Arena en 1909: “ Sería dejar sentado un principio peligrosísimo, tal vez el más peligroso para la causa obrera, dejar sentado nada menos desde el Parlamento del País que en los conflictos obreros hay la posibilidad de que el estado intervenga con su Ejército a prestar concurso a los patrones en contra de los que están en lucha con ellos”

La toma de partido de Arena por los trabajadores va a ser una postura integradora para ese sector social, no excluyendo ningún sector de la misma en la tarea de modernización del País. En esa tarea desarrollaremos la parte siguiente del trabajo analizando a Arena en la intensa acción legislativa : en derecho constitucional presentó su tesis sobre el derecho absoluto de ambas cámaras para juzgar la elección de sus miembros. En materia de obras públicas, el Canal Zabala y la navegación del Río Negro. Tuvo en sus manos el proyecto inicial sobre el Banco de Seguros del Estado. También actuó en el proceso de decisión sobre el Estanco de Alcohol, la supresión de la pena de muerte, del divorcio, del horario obrero y de la herencia con pleno derecho a los hijos naturales. En el mes de agosto de 1911 se presentaba en el Parlamento Nacional el proyecto de Ley que regularizaba el monopolio de seguros, que en ese entonces estaba en manos de empresas extranjeras, mayoritariamente británicas. El tema del banco de Seguros es uno de los manejados por el batllismo en relación a los monopolios estatales. No solo se perseguía un fin monopolizante, además se buscaba corregir un problemas con grandes connotaciones sociales. Se maneja, entonces, un 57

Domingo Arena: Realidades y Utopías principio dirigido a la protección económica del país. De hecho no se produce una innovación, puesto que ya existía un monopolio de hecho de las empresas británicas , sino que se realiza un traspaso del mismo al estado oriental. Era un negocio muy rentable en manos extranjeras puesto que no asumen los principales riesgos para las pólizas otorgadas. Al aparecer en acción el Estado regula la acción de los seguros con distribución de la rentabilidad en el país, el proyecto de ley constaba de veintiocho artículos divididos en seis capítulos, entre otros conceptos sostenía: “ El interés colectivo cada día más variable, al mismo tiempo que más poderoso y dominador, ha impuesto al estado la intervención directa sobre todos estos servicios, ejercida por medio del régimen de contralor o monopolio(...) El Estado actual como organización económica que es, asume ahora, sin vacilaciones, la producción de determinado servicio, buscando el desarrollo y repartición más justa de la riqueza nacional”·

En lo que se refiere a los fines, el mensaje propendía a convertir el Servicio de Seguros como fuente de apreciables rendimientos que contribuirá a la solución de los problemas tributarios. Los seguros cubrirán los riesgos de incendio, marítimos, agrícola – ganadero, los de accidentes sobre la vida y en general contra todo tipo de riesgos. En la fundamentación de la problemática de los seguros el proyecto de Ley sostiene: “ Considerando el seguro como una institución pública el estado la monopoliza y obtiene de esa manera, o fuertes beneficios sin necesidad de alterar las primas correspondientes, con lo que evita la creación de nuevos impuestos para satisfacer exigencias perentorias del desarrollo nacional, o la popularización dela institución bienhechora con una reducción apreciable de esas primas(...) Las primas pagadas, como se ha dicho, son parte de la riqueza pública destinada a cubrir un riesgo o a compensar un desastre; pero también destinada a servir dividendos extraordinarios a capitales muchas veces nominales (...) no puede mirarse con indiferencia la extracción anual de fuertes cantidades de dinero por un concepto como el de seguros. Hay que defender nuestra riqueza, que forma la vida del organismo nacional, como la defienden todos los países”

Este proyecto era revolucionario y levantó grandes resistencias especialmente entre las compañías aseguradoras extranjeras. La consideración parlamentaria del tema levantó una gran polémica periodística, dándose incluso la presión del gobierno inglés para frenar su aprobación. “El Siglo” órganos oficial de las clases conservadoras, atacó de una forma virulenta el proyecto:

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Domingo Arena: Realidades y Utopías “No es el viejo individualismo radical, indiferente al gran principio de solidaridad que forma la base de la existencia social, lo que brama frente a esta racha de burocrático socialismo que se desencadena sobre el país por obra del Presidente de la República y de su Ministro de Hacienda: es el sentido de libertad inspirador de todas las escuelas filosóficas y políticas que no pretenden amoldar la sociedad a las reglas del cuartel o del convento, aniquiladoras de la personalidad humana, sentimiento que ha sido en todo tiempo el gran propulsor del progreso, el factor primordial de civilización. Creemos que la sana organización social y económica no exige reducir el Estado a que oficie únicamente de juez y gendarme, según la formula favorita de Spencer, ni facultarlo tampoco para que despreocupándose del cumplimiento de sus primordiales fines dedique preferentemente sus actividades al ejercicio de industrias invadiendo y ocupando así, por grados, el campo de acción privada y suprimiendo, con una creación de un complejo sistema de monopolios, nuevas y fecundas fuentes de trabajo individual”

En definitiva el batllismo se enfrenta a las clases conservadoras con un sentimiento de promoción de la riqueza del espíritu de justicia en la distribución de la misma. La orientación del proyecto del Banco de Seguros en su totalidad, responded a la orientación global, a la idea de que el Estado debe extraer de la riqueza pública los elementos suficientes para atender su funcionamiento y mantener la eficiencia de las empresas que comprende. Las ideas de Batlle sobre el tema del estado y la sociedad refleja largas horas de meditación con su cercano colaborador Arena: “...mi convicción...estará siempre al servicio de las iniciativas que tiendan a mejorar nuestras instituciones republicanas y el identificarlas con lo que debe ser: una regla de justicia y de fraternidad entre todos los miembros de nuestro organismo político.”

El equipo de colaboradores de Batlle sostiene y apuntala esta filosofía reformista, y la mecánica de instrumentación de iniciativas a través del estado era simultánea a los programas de varios movimientos socialistas y liberales europeos, como ya hemos manejado. En el caso del Banco de Seguros se ve claramente la influencia de Ahrens, este afirmaba: “...la política puede, por lo tanto, definirse como la doctrina de los principios y los medios de la reforma sucesiva del Estado y de todas las relaciones de Derecho(...) es necesario que el estado se desprenda al cabo de las reformas de centralización(...) y que se convierta en un verdadero organismo, en el cual todos tengan esfera de acción propia...” En definitiva se acusa al batllismo de querer colectivizar la economía terminado con la propiedad privada. Entonces se le acusó de querer implantar el socialismo de Estado, de intentar sustraer de la actividad privada una industria útil para comprometerla en una riesgosa aventura.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Capítulo 2

El proceso hacia el reformismo: Arena y el camino hacia la primera presidencia de Batlle. Todos estos hechos tienen un antecedente histórico y varias acciones políticas, en ambos escenarios Domingo Arena apoyará a José Batlle y Ordóñez, vamos a seguir los hechos desde las postrimerías del gobierno del Dr. Julio Herrera y Obes. Batlle piensa en sostener la candidatura del General Máximo Tajes, pero el 21 de marzo de 1897 resulta electo presidente de la República don Juan Iriarte Borda. El Dr. Herrera como correspondía a su visión de la ley y el respeto a las instituciones, abandona el poder el 1 de marzo de 1897, en tanto que el Parlamento demoró 21 días para designar al Presidente. En realidad no se conseguía la suma de 45 votos para ser proclamado. Ni Alejandro Chucarro con 42 votos, ni Tomás Gomensoro que tuvo 40, en tanto que Luis Eduardo Pérez con 2 y José María Muñoz con 1 alcanzaban la cifra necesaria. En esta hora de la Historia, el Parlamento estuvo a la altura de las circunstancias, delega interinamente a su presidente la responsabilidad del mando superior del Estado, hasta la elección presidencial. Lo que muestra este momento es a un país ávido de Ley. Luego de 40 votaciones y por 47 votos sale electo Juan Idiarte Borda. Este persona era continuadora de la forma de ver la política y el país del Dr. Herrera. Con la habilidad de un titiritero Herrera presidía una fracción del Partido Colorado que se denominaba “colectivista”, debido a que cuando se proponía a alguien que no era de su gusto se sostenía: “no es de nuestra colectividad”. Electo Borda, el día 22 de marzo de 1897 escribe José Batlle y Ordóñez: “La elección del Sr. Idiarte Borda ha producido en todo el país un efecto doloroso y desalentador(...)La elección del señor Idiarte Borda no es, pues, un hecho aislado. Es la consecuencia natural y necesaria de uan serie de hechos, y la completa. En ella puede verse el augurio, el anuncio de que la marcha de su gobierno se deslizará por los mismos rieles casi fatalmente, en que han marchado el gobierno a que sucede, lo que dará al país cuatro años más de subversiones políticas y de males de todo género(...)nuestra bandera, como una consecuencia de esas consideraciones, deberá de ser de franca y ardorosa oposición desde los primeros momentos...” 60

Domingo Arena: Realidades y Utopías Batlle comienza a percibir que es imprescindible que todo el sistema político se organice, cada uno según sus tradiciones. Estos conceptos empiezan a manejarse el redacción, en la casa y en la rueda de colaboradores. El efecto Borda cayó sobre las incipientes estructuras políticas como un anestésico, la opinión pública, los partidos no reaccionan sobre la continuidad del concepto político de Herrera. En 1895 Batlle había convocado y dirigido asambleas coloradas, en ese momento piensa los mecanismos para enfrentarse a Borda. Comienza estableciendo una Junta Reorganizativa del Partido Colorado y se desarrollan otras asambleas en enero de 1897, en ellas , Batlle sostuvo: “...Hay que reorganizar aceleradamente el Partido Colorado; hay que devolverle su influencia en el Poder; hay que organizar sus ejércitos; y hay que restaurar el predominio que ejercían sus caudillos sobre nuestras milicias ciudadanas(...)hay que invitar a nuestros viejos enemigos a deponer las armas, a compartir con nosotros los beneficios de la paz, a dirimir la casi secular contienda en el terreno de las leyes, alrededor de las urnas, y entrar así, bajo la égida del Partido Colorado, en una era de verdad institucional, de fecunda libertad acumulador y de soberbio e ilimitado progreso”. En marzo de 1897, Aparicio Saravia y Diego Lamas comienzan una revolución, hay combates en Arbolito, Tres árboles, Cerros Blancos, Cerros Colorados, en tanto en Montevideo vive entre los deseos de paz y la preparación de los festejos del 25 de agosto. En esta fecha, al salir del Tedeum en la Catedral, el presidente Borda sufre un atentado que le cuesta la vida, el agresor era un joven colorado llamado Avelino Arredondo. Escribe Batlle en “El Día noticioso”: “A los torrentes de sangre que durante cuatro terribles meses se han estado derramando en la república, se agregó ayer una gota más: la sangre del Sr. Idiarte Borda. Arredondo no vaciló; la bala fue certera. Y, al revés de lo que acontece a los numerosos hechos de nuestras actuales batallas(...)el destino o el azar ha sido blando para el Sr. Idiarte Borda, deparándole un fin inmediato y privándolo del tiempo necesario para reflexionar siquiera sobre las causas de su infortunio(...)Más todavía: para afirmar este concepto, para irritar más aún el país había tenido la desdichada idea(...)de celebrar, en los mismos días en que la guerra recrudecía y se recibían noticias de nuevos y abundantes derramamientos de sangre, fiestas y regocijos. ¿Podía el país vivir por más tiempo sujeto a una voluntad envuelta en las tinieblas de tan honda inconsciencia moral?”

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Domingo Arena: Realidades y Utopías El mismo 25 de agosto asume la Presidencia de la República, el presidente del Senado don Juan Lindolfo Cuestas. De acuerdo con el texto constitucional Cuestas asume la presidencia. Este texto constitucional, de excelente factura jurídica , vio casi setenta años de rebeliones, de intervenciones, de guerras y establece la continuidad de un Senado sin cambios, con la problemática de la integración del mismo elegido con tantas dificultades políticas. El primero de marzo de 1897 termina el interinato de Cuestas. José Batlle y Ordóñez y su Partido Colorado Independiente lo nombran candidato a la presidencia, también lo apoyan los nacionalistas y los constitucionalistas. La oposición a Cuestas la lleva adelante el sector colectivista, minoritario políticamente, pero mayoritario en el Parlamento. Por el texto constitucional es el parlamento quién elige al Presidente. Batlle sostiene: “Para nosotros no puede haber legalidad, real ni convencional, en la rebeldía de un grupo de cuarenta y tantos ciudadanos contra las instituciones y contra la voluntad nacional”. Batlle y sus colaboradores irrumpen violentamente en la escena política nacional. Cuestas disuelve la asamblea, creando un Consejo de Estado de ochenta y ocho miembros con funciones legislativas. Las primeras acciones de este Consejo es suprimir el padrón electoral, modifica la ley electoral y llama a elecciones generales en noviembre de 1898. De acuerdo a las elecciones Batlle es electo Senador, el 10 de febrero de 1899, cesa el Consejo de Estado y se instala la Asamblea. Todo esta funcionando, ahora, de acuerdo a la ley vigente, por lo tanto Cuestas debe delegar el mando en el Presidente del Senado hasta el primero de marzo, momento en el cual la Asamblea General elegirá Presidente de la República. Por quince días Batlle fue Presidente Interino de la República, entregándole el mando al Presidente electo: Juan Lindolfo Cuestas. La visión de Domingo Arena de todo el proceso que lleva a Batlle a la presidencia de la República comienza con la reflexión propia del seguidor incondicional, por lo tanto subjetiva y apologética, pero con la frescura de la vivencia y el recuerdo personal: “Quiero empezar por destacar que Batlle, durante una gran parte de su vida, nunca pensó en la presidencia. Habiendo crecido en un medio de conculcaciones y de violencias, al encauzar su vida pública, no se preocupó más que en combatirlas y se adiestró exclusivamente para aquel objeto”. La persona y su proyección aparece con un objetivo político concreto, predominio de la concepción ética de la sociedad, vigencia trascendente del estado de derecho, oposición al modelo existente, apoyo a la educación, la cultura y 62

Domingo Arena: Realidades y Utopías los problemas sociales y oposición clara a los prejuicios religiosos. Continúa Arena: “ Aún en el principio del gobierno de Cuestas, Batlle siguió ajeno a toda idea de alcanzar la presidencia. Lo que lo absorbía por completo en aquellos graves momentos era que se alcanzara la paz a toda costa y se reconstruyera la vida política y administrativa del país(...)De la intensidad con que quiso la paz –el derramamiento de sangre, tan injusto como inútil lo exasperaba-, lo dice la consigna que me dio cuando me mandó como repórter con la Comisión Pacificadora que había de entenderse con Lamas y Saravia: Olvide en sus crónicas – me dijo- que va a estar entre blancos; mire que ellos están defendiendo la causa común y que nosotros hubimos de estar en su lugar.” Desde el punto de vista político, la visión de Batlle, es que la libertad electoral traería como lógica consecuencia la política de partidos, y que esto a su vez traería el sufragio expresado libremente, negando la política de pactos que dividían al país. Desde el mismo momento que se hizo cargo del gobierno, Cuestas desarrollo un programa económico estricto, elabora un plan para regular los funcionarios del Estado, estimaba además que su función primordial era lograr la continuidad del Partido Colorado en el poder, por lo tanto apoyando a un ciudadano que continuara su obra austera en materia económica y de coparticipación en materia política. El hombre elegido era su Ministro de Gobierno, Eduardo Mac Eachen. Simultáneamente surge las figuras de Juan Carlos Blanco y de Batlle y Ordóñez. Al primero presidente del Senado con los votos nacionalistas en 1901 y el apoyo del diario El Siglo, o sea de los conservadores, se le adjudicaba la mayor chance. En tanto Batlle, no contaba con el visto bueno nacionalista, luego de haber sostenido el 15 de febrero de 1902: “...la política de contemplación con el Partido Blanco ha terminado”. Tampoco Cuestas lo apoyaba. La tarea era ardua y desarrolló una gran campaña desde enero de 1902, delega la dirección del diario “El Día” en Domingo Arena y Manini Ríos. Domingo Arena comenta este momento: “ La destacada actuación de Batlle, (...), le había dado algunos amigos al firme entre los posibles electores de presidente. No eran muchos al principio, pero los había prestigiosos y decididos(...)Es claro que la lucha se presentaba difícil. Los candidatos que se enfrentaban eran serios. El señor Mac Eachen, más que frío, impávido, la severa figura perdida entre la felpa y la blanca barba pluvial, que no daba ni un paso ni un peso por la presidencia –fue la divisa de su campaña, cumplida con su estrictez,- pero que era Ministro del Interior, lo patrocinaba el 63

Domingo Arena: Realidades y Utopías gobernante y más resueltamente el señor Pedro Etchegaray, íntimo amigo de aquél y de Saravia (...); y el Dr. Juan Carlos Blanco, como Presidente del Senado, estaba instalado (...) en la antecámara de la Presidencia y que además de contar con un grupo de electores colorados, se creyó al principio, y durante algún tiempo que iba a ser sostenido por la mayoría nacionalista”. Cuestas toma medidas para que la elección no tuviera sorpresas. En el acuerdo alcanzado con los nacionalistas en 1901, se compromete a no disputar las senaturías a elegirse en 1902. La situación entre colorados independientes, y los situacionistas que eran los que respondían a Cuestas, le hacían temer que realizaran acuerdo con los nacionalistas terminado por elegir uno de sus enemigos. En vista de esta situación Cuestas decide convocar a Batlle y Ordóñez a una entrevista en la cual le informa que nada deseaba para sí mismo y que su deseo era entregar el poder a quién resultara electo en 1903; que aspiraba a retirarse sin pretensiones. Le pide apoyo a Batlle para prevalecer sobre los independientes, en tanto Batlle se compromete a lograr que las bancas del Senado fueran ocupadas por Colorados leales. Batlle ve consolidado si interés de ser candidato. Juan Lindolfo Cuestas comisiona a Pedro Etchegaray para que se contacte con Aparicio Saravia para conseguir su apoyo a la candidatura de Mac Eachen. No consigue el compromiso de Saravia y además logra que el Honorable Directorio se ofusque y le dedique un editorial en su órgano cotidiano “ La Prensa” manifestándole su disconformidad sobre sus movimientos políticos.. Entretanto Batlle se movía políticamente sin generar conflictos con Cuestas, ni con Mac Eachen, y manteniendo prudentes contactos con los nacionalistas. Escribe Arena: “La paciencia y la asiduidad que puso en juego para alcanzar sus propósitos fueron verdaderamente admirables. Primer número del programa: frecuentar a Cuestas visitándolo seguido, para hablarle de todo, menos de la presidencia. Sabía que lo tenía en contra – su órgano periodístico “La Nación” había proclamado a Mac Eachenpero había que mantenerlo lo más amigo posible(...)En una de esas visitas, Cuestas, frecuentemente malhumorado y atrabilario, sospechado de astucias, narrando un episodio(...) dio por golpear fuertemente el piso con su clásico bastón, al mismo tiempo que repetía a gritos los términos que había utilizado, obligando a Batlle a festejar el cuento con ruidosas carcajadas, pues de no hacerlo la gente de antesalas hubiera creído que era objeto de una tremenda filípica presidencial” Estas anécdotas, casi 64

Domingo Arena: Realidades y Utopías presenciales que cuenta Arena demuestran su cercanía a Batlle y su apoyo desde el principio de su derrotero presidencial. Hasta Batlle, la crónica de las presidencias esta llena de revoluciones , de levantamientos, de adaptar un texto constitucional a una realidad muy distinta del país que vieron los constitucionalistas de 1830. La iniciativa de los acontecimientos la tenía Cuestas y los restantes actores políticos, por lo tanto se tenía que ir modificando la estrategia. Arena continúa explicando la estrategia: “...Tuvo la suerte de que presidiera el grupo de parlamentarios partidarios de Mac Eachen, su viejo amigo Soca, de manera que le fue fácil mantener el contacto con él, visitándole con frecuencia(...)Alguna vez me lamenté de que Soca, siendo tan amigo, estuviese en filas contrarias; a lo que me contestaba Batlle para calmarme: -No hay que lamentarse de lo que no tiene remedio; además no sería imposible que algún día tengamos que felicitarnos de que las cosas sean como son -. Aludía, sin yo entenderlo del todo entonces(...)que cuando legara el momento de llevar a la practica el pacto de honor entre batllistas y maquequistas(...)sería, sin duda, mejor para que aquél se cumpliese lealmente(...) tener al frente de las huestes contrarias a un gran amigo(...)Para mantener y acrecentar su grupo Batlle(...)Inculcó en el espíritu de todos sus adeptos, que se estaba trabajando tanto por el grupo como por su persona, en el sentido de que, aunque él aparecía como candidato, estaría pronto a ceder el puesto en cuanto viese más probable a otro”. En ese entonces Aparicio tenía un gran prestigio y por su residencia circulaban caudillos, políticos, partidarios y amigos. Los enviados de Cuestas parecían embajadores que buscaban afanosamente que diera su apoyo al candidato colorado de la mayoría. Sin los 45 votos esenciales para lograr ungir un candidato propio los blancos confraternizan con el Dr. Juan Carlos Blanco, si este conseguía la mayoría entre los Colorados. La decisión fue votar al que tuviera la mayoría de la bancada. Esa era la estrategia de Batlle, conseguir esa mayoría, la que consigue con el voto a su favor de 55 sufragios sobre 82. “Batlle logró el voto de los diputados y senadores en conversaciones privadas llenas de promesas, entretelones típicos de elenco político tradicional que venía rigiendo en el país desde 1865(...) Ni la Bolsa de Montevideo, ni la City de Londres, ni los obreros que no podían votar, ni los extranjeros que no se habían nacionalizado, ni las clases medias, que se abstenían como la mayoría de los habitantes del país, condujeron a Batlle al sillón presidencial por dos veces. Lo hicieron los políticos profesionales”(18) _________________ (18)J.P.Barrán, B. Nahum,El Uruguay del Novecientos, EBO,1979,pp 216/231.Tomado de Manual de Historia del Uruguay, Tomo I. Benjamín Nahum. Pág. 251. Junio 1997.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías “La larga, sostenida, agobiante lucha de años, me parecía tan desproporcionada a lo que perseguía, que alguna vez le pregunté a Batlle si valdría la pena afanarse tanto por cuatro años de gobierno. –Su error está, me contestó, en no ver que se está trabajando no por una presidencia, sino por el bienestar del país por treinta o cuarenta años”

Al alcanzar la presidencia todo el proceso ideológico social del batllismo se iba a poner en marcha, la realidad indica que a pesar de que creían haber logrado el objetivo, todo lo que se realizará de ahora en adelante va a empañar esta habilidad política de Batlle para lograr el poder. Domingo Arena lo vivió con su tradicional apasionamiento y afecto, tanto para su lider como para correligionarios, contando así esta hora de triunfo: “Esto, que lo he soñado tanto tiempo, lo viví intensamente en la colosal manifestación(...) al verla desfilar frente a “El Día, al incesante y ensordecedor grito de ¡Batlle, Batlle, Batlle! en la cual parecían sintetizarse todos los anhelos de democracia, de justicia y de libertad porque clamaba el pueblo. Se que aquel desbordante torrente humano no era todo batllista, pero vi que el espíritu batllista se infiltraba en el todo(...)” Asume el poder el reformismo batllista, ubicado en la corriente idealista antipositivista, creyendo en la moralidad humana innata, en oposición tanto al materialismo como al catolicismo. La razón va a determinar al hombre ideal por medio de la filosofía, y el humanitarismo derivado de Ahrens va a encaminar la lucha por la abolición de trabas sociales, la abolición de la pena de muerte, los hijos ilegítimos, el divorcio, en definitiva los débiles al poder. Esto va a marcar al Uruguay todo el Siglo XX. En el Uruguay de comienzos del Siglo XX, el batllismo va a ser la encarnación del reformismo mediante acciones políticas que conlleve desarrollo económico, político y social. El Ing. José L. Buzzeti decía en 1969 en su libro “Historia Económica y Financiera del Uruguay”: “(...)Si tuviéramos que señalar el espíritu de las ideas económicas de Batlle y Ordóñez, diríamos que dos conceptos la definen en primer término, la defensa intransigente de los valores materiales del país, frente a los intereses foráneos no identificados con su preservación y luego que su política general estaba inspirada en los postulados de justicia y libertad. 66

Domingo Arena: Realidades y Utopías Con esta definición, no podía compartir el egoísmo de las soluciones capitalistas, la explotación del hombre por el hombre, ni compartir la teoría marxista, de limitación de la libertad, en la dependencia del hombre por el Estado. En su acción estuvo impreso el sello de su pensamiento original, encarando el desarrollo económico de acuerdo al medio y sus habitantes”(19). El nuevo presidente alquila la casa que había utilizado Cuestas durante su periodo de gobierno y determina inmediatamente que Manini y Arena continúen dirigiendo “El Día”. Don Pepe hablando con Arena le dice: “ algún día, El Día habría de vender más de 20.000 ejemplares, y en lugar de funcionar en un edificio alquilado, se imprimirá en su propio edificio”(20). Se demuestra la gran capacidad administrativa de Batlle y su equipo que con orgullo, comenta Arena que en Junio de 1903, devuelve al tesoro nacional un importe no utilizado, Agrega Arena que era muy reticente a nombrar funcionarios públicos de inmediato para así poder ahorrarse los montos de sus sueldos, así como también la realización de fiestas oficiales. En esta época “ había podido depositar unos cuatro o cinco mil pesos de su sueldo”(21). El problema con los nacionalistas oscilaba entre la confianza que Batlle le tenía al Honorable Directorio y al propio Saravia. En el mes de Agosto, la palabra del honor del Gral. Saravia de en tanto se cumpla las promesas al Partido Nacional, se mantendría la paz, Batlle confió mucho más en su palabra que en las seguridades que le prometía el directorio. Desde El Día, entretanto se les recuerda a las distintas fracciones coloradas que Batlle se había comprometido a que si los nacionalistas ganaban las elecciones legislativas de 1904, se respetaría el resultado y por extensión entregaría el mando al nacionalista que resultara electo por la Legislatura. Se sabía que Aparicio estaría en una feria ganadera en Melo, razón por la cual Batlle decide aceptar la invitación a una exposición en Paysandú , paso previo a dialogar frente a frente con Aparicio en Melo. La reunión estaba siendo manejada por Arena y por Martín C. Martínez con la intención de eliminar toda conflicto futuro. Domingo Arena se refiere a este episodio: _____________ (19) José L. Buzzetti.Historia Económica y Financiera del Uruguay.Montevideo 1969. Tomado de Manuel Claps. Ideología Batllista. Montevideo 1999. Pp. 36-37. Cal y Canto. (20 y 21) Milton I. Vanger. Jose Batlle y Ordóñez: el creador de su época.Montevideo 1992.EBO

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Domingo Arena: Realidades y Utopías

“(...)Su trato, aunque grave y poco acogedor, acababa por volverse irresistible. Yo lo sentía tan vivamente, que más de una vez invité a que se sometiese a la prueba a algunos de sus adversarios más irreductibles. Contando con ello, abrigué un tiempo la esperanza de que se pudiese evitar la guerra de 1904, cuando ya parecía irremediable. Yo creía haber vislumbrado el alma de Saravia, en una inolvidable entrevista que tuve con él, como repórter, en los campos de La Cruz, en una desolada carpa azotada por la borrasca, cuando se pactaba la paz del 97, y se me había ocurrido que no era imposible alearla a la de Batlle, si se la sometía al contacto. Compartía la esperanza, estoy seguro, el ilustre adversario amigo, que sufría las angustias de la hora desde el ministerio de Hacienda. El salvador encuentro hubo de realizarse en una exposición-feria de Cerro Largo, a la que iba a concurrir el Presidente con una numerosa comitiva. Por algún detalle desgraciado que ya no puedo precisar, se desistió del propósito(...)” Es complejo separar la acción de Domingo Arena de la acción de Batlle y Ordóñez, puesto que en cada acción difícil se encuentran estos personajes. Era incuestionable la desconfianza que los blancos tenían sobre la actitud a seguir por Batlle frente a las elecciones previstas, en una conversación entre Arena y Batlle unos meses antes de la guerra, este le confiesa que entregará el poder: “Si por desgracia los blancos triunfan, a mi me arrastrarán por las calles, pero aquellos irán al gobierno”(22) Batlle tenía la costumbre, sana por otra parte, de aparecer en público por varias razones, entre otras para demostrar que la Guerra iba bien. El 6 de agosto se produce el atentado contra Batlle, acompañado por su esposa Matilde y de sus dos hijos menores. La explosión hizo más estruendo que daño, e incluso el cochero pudo contener y dominar los caballos. Batlle en definitiva se sentía complacido de que en plena guerra civil se acercara el peligro hasta el carruaje presidencial: Batlle le dice al Gral . Galarza sentirse “orgulloso de compartir el peligro de la defensa de las instituciones, aunque sea en mínima parte, como los valientes soldados que la sostienen”. El propio Arena en borrador corregido por Batlle sostiene sobre este episodio. “¿qué hizo Batlle, como suprema autoridad ante el execrable atentado?. Llamó en el acto al Jefe de Policía para 68

Domingo Arena: Realidades y Utopías ordenarle que trataran a los criminales con las consideraciones compatibles con su caso, olvidando quienes hubieron de ser las víctimas. Agregó, que lo haría responsable de cualquier vejamen que pudieran sufrir los presos(...) Pero Batlle entonces hizo más. Hablando, apenas aprehendido, con el principal actor de la frustrada tragedia –el técnico de la mina- lo interpeló a fondo sobre los motivos que pudieron inspirarle su horrible crimen(...) Batlle dejó que la justicia actuara con toda la firmeza que considerara necesaria y años después este individuo se convirtió en pequeño industrial ... batllista. El autor resultó ser Osvaldo Cervetti, que tenía antecedentes de implicancia en el atentado con Cuestas en 1902. Entretanto Aparicio se escapaba del Ejército por el litoral y recibía armamento pesado desde Argentina. Batlle utiliza toda la tecnología a su alcance y traslada ejércitos por ferrocarril y pide apoyo al Gobierno de Estados Unidos para que sea intermediario ante Argentina para cortar los suministros desde allí a los nacionalistas. El ministro Finch se comunica con Washington mediante el siguiente telegrama: “Uruguay asegura revolución no hubiera durado dos meses sin ayuda repúblicas vecinas, asegura habilidad de aplastarla en un mes. Uruguay no pide ni espera ayuda. Tiene suficientes recursos. No hay negociaciones pendientes. Influencia moral de estados Unidos expresada o demostrada de algún modo, cree presidente, suficiente para detener ayuda de repúblicas vecinas a los insurrectos. Un buque no muy grande podría hacer gira amistosa de reconocimiento sin ofender a nadie”.(23)

_______________ (23) Milton I. Vanger, José Batlle y Ordóñez, el creador de su época(1902-1907) Pág. 207, Ediciones Banda Oriental. Segunda edición. Septiembre de 1992.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Notas y Documentos del Capítulo 2. Sobre la religión. Hablábamos mucho, con frecuencia, del misterio de la creación y de las causas primeras, en el conocimiento de las cuales, según él, la Humanidad no había avanzado un paso desde que hablaron los grandes filósofos griegos. La vida era para él, sustancialmente, incomprensible, algo así como un azaroso y estrecho puente tendido sobre el abismo insondable y entre dos misterios, el nacimiento y la muerte, que nos obligaban a atravesar a ciegas y sin ningún objetivo satisfactorio. ¿ surgíamos de repente de la nada, como lo creen algunos? ¿Procedíamos de otras vidas, siguiendo una peregrinación ascendente, como lo sostiene otros?¿Vamos hacia la nada o hacia otras vidas mejores? Racionalmente no sabía por qué decidirse. Pero de una manera oscura, vagaba por el fondo de su espíritu, la idea de que había vivido antes. Apuntaba que más de una vez, lugares que no había visitado nunca, le resultaban absolutamente familiares. Recordaba que en su infancia, una sirvienta de la casa, le había producido al verla por primera vez un terror inconcebible, que no pudo dominar siempre que la tuvo cerca, como si le aportara la sombra de una tragedia lejana de la que hubiese perdido el recuerdo. A consecuencia de todo esto, no se atrevía a negar la supervivencia humana que tantos afirman. Todo puede ser, decía, en el infinito conjunto de las incomprensiones que nos rodean! Hacía notar, sí, que era chocante, que los mentados espíritus de los muertos que se suponen a veces comunicándose con los vivos, con lo que se pretende probar la inmortalidad, nunca dijeran nada importante; pero no negaba que pudiera admitirse que le estuviera prohibido hacerlo, si el truco de la creación fuese el misterio y que hubiese que ver en sus manifestaciones, simples, tenues rayos destinados a hacernos entrever el más allá. Hasta apuntaba un detalle emocionante: recordaba que una tarde, mientras paseaba por el jardín, llegó hasta él una magnifica mariposa, para posársele sobre su mano extendida, lo que le hizo acariciar la esperanza de que la extraña y romántica visita, pudiese ser un mensaje de su hija partida meses antes! La armoniosa inmensidad del mundo lo desconcertaba.- ¡ Pensar, decía, que si se recorren en el espacio, miles y miles de leguas sembradas de astros, quedan todavía por recorrer miles y miles de leguas totalmente llenas de soles!- Ese prodigio, casi inconcebible, ¿ puede ser obra de la casualidad? ¿ Cómo han podido surgir tantos millones de animales distintos y perfectamente organizados, tantas plantas, chicas y grandes, con formas tan precisas e inconfundibles? Su raciocinio simplista pero preciso, lo inclinaba a admitir la existencia de una fuerza creadora, todopoderosa y supremamente inteligente. Pero entonces se le ocurría observar que, por las apariencias al menos, el Creador, en vez de mostrarse como suprema bondad en movimiento, aparecía como un diablo omnipotente empeñado en desconcertar a sus criaturas, confundiéndolas en sus imperfecciones y con la tragedia constante de la lucha por la vida. ¿ Por qué, pudiendo tanto, le dio tanta preponderancia al dolor? ¿Qué necesidad tenía de rodearnos de fieras y de animales ponzoñosos y de microbios asesinos? Y sobre todo, ¿Por qué hacer aparecer con tanta frecuencia, la fiera en el hombre mismo?(...) Pero como nada de lo que se ve se entiende, y todo puede ser distinto de lo que parece, Batlle admitía el sentimiento religioso, como manifestación superior abstracta, dirigida hacia lo desconocido. Lo que no podía soportar era ninguna religión positiva, sobre todo la católica, por creer que todas, y especialmente la última, sólo sirven para nublar la conciencia del pueblo, envenenándola con prejuicios embrutecedores. Si se ensañaba especialmente con el catolicismo, era porque consideraba como el culto que había hecho más daño. La historia de la inquisición, con su masacre de herejes y hechiceros, lo ponía fuera de sí. De ahí que malquiriese tanto a los sacerdotes, aunque admitiese que los hubiese sinceros, detestando sobretodo a los que presumían de manga ancha, a quienes miraba como a los malos profesionales que abusan de sus consultorios. De ahí que consagrara buena parte de su tiempo, requerido por tantas cosa graves,

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Domingo Arena: Realidades y Utopías para comentar la Biblia, ya que le parecía demasiado importante poner de relieve ante el pueblo, que el llamado libro santo, hace a cada rato la apología de la matanza, del incesto y de otros crímenes abominables. (...)Quería probar que sus principales ideas no le pertenecían; que su doctrina era más que conservadora, retrógrada, ya que proclamaba que las bienandanzas del cielo serían para los desamparados, lo que afirmaba sobre bases inconmovibles la explotación capitalista; y que a su moral no había más remedio que considerarla absurda, o al menos en cuanto sostenía que al que da una bofetada hay que presentarle la otra mejilla, desde que lo sano habría sido aconsejar al abofeteado, siempre que pudiera, contestar con dos bofetadas, aunque más no fuera para no fomentar la reincidencia!. Domingo Arena. Batlle y los Problemas Sociales en el Uruguay Pp. 252 y Ss.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Capítulo 3

Reformas, reacciones y frenos. Batlle había declarado que durante su gobierno respetaría las políticas de coparticipación. De hecho cuando conforma las jefaturas políticas nombra a seis nacionalistas, cuatro afines al Honorable directorio y dos para el sector de Acevedo Díaz. Esto, como habíamos visto, no conformó al Partido Nacional y al propio Saravia. La Guerra de 1904, al decir de Pivel Devoto, “ Fue un duelo entre dos hombres: Aparicio Saravia y José Batlle y Ordóñez”. En enero de 1904 comenzaron las operaciones militares, hubo combates en Mansavillagra y en Fray Marcos. En esta última, el triunfo de Saravia les deja a los nacionalistas el camino abierto hacia la capital. Luego de varias batallas, la guerra se acerca al final en Masoller. Era el momento de mayor brillo de la estrella de Aparicio Saravia, su ejército superaba los quince mil hombres. Esta batalla duró varios días y cae herido falleciendo posteriormente. El 24 de septiembre de 1904 se firma la “Paz de Aceguá” entre el gobierno y las fuerzas revolucionarias y establecía los siguientes puntos: 1- Amnistía General. 2- Legalidad electoral, dependiendo los acuerdos de las decisiones de los Partidos. 3- Levantamiento de las interdicciones. 4- Acatamiento de la autoridad legal por las fuerzas levantadas contra ella. 5- Entrega por las fuerzas levantadas en Armas, del Parque al Cnel. Galarza. 6- Incorporación al Ejército de los jefes y oficiales amnistiados. 7- Comisión Mixta que de acuerdo con el gobierno y los insurrectos y los insurrectos distribuirá la suma de cien mil pesos entre los jefes, oficiales y soldados de las fuerzas rebeldes. 8- El Gobierno incluirá entre los asuntos de las sesiones Extraordinarias la Reforma de la Constitución, quedando el Poder

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Legislativo en libertad para decretar o no, y para sancionar en el primer caso, las reformas que juzgase convenientes. 9- No serían perseguidos como autores de delitos comunes, las personas que habían cobrado impuestos por cuenta de la insurrección.(24)

El resultado de la Revolución y las condiciones de paz no conformaban del todo a los nacionalistas. Los antecedentes los encontramos en las bases presentadas y que fueron redactados por el Dr. Luis Alberto de Herrera. Este fue autor de varios artículos en “El Nacional” de Acevedo Díaz. Se desempeñó como Juez de Paz y es designado diplomático en la Embajada de Uruguay en los Estados Unidos. Es corresponsal del diario “El Día” y muy pronto sería adversario irreconciliable de José Batlle y Ordóñez. Cuando llegan a Washington las noticias del nuevo levantamiento de Aparicio Saravia como consecuencia del traslado de tropas del Gobierno a Departamentos Blancos, no duda en volver a Montevideo para reincorporarse a la lucha, previa devolución de su sueldo. El fracaso del levantamiento blanco determinó el triunfo de Batlle. Las políticas de coparticipación, realizadas al margen de la Constitución serán sustituidas por el predomino absoluto del Gobierno. Era y resultaba imprescindible una reforma que posibilitara el sistema democrático y la coexistencia de los partidos en el Gobierno. Solucionado el problema de la participación nacionalista, Batlle comienza su política anticipada desde la época de las publicaciones liberales y con su equipo de colaboradores. En el aspecto político pone en funcionamiento sus ideas, sostenidas con vehemencia frente al Dr. Herrera y Obes, de que la gente, la masa colorada, sobresaliera en la vida cívica del país a través de los clubes zonales. Desde allí partirá el impulso político, educativo sobre la conciencia cívica y democrática de los partidarios batllistas. La capital del país respiraba otro aire, la paz generaba un estado de ánimo distinto, una multitud aclama a Batlle frente a su casa y este decía en un discurso improvisado: “Ciudadanos: ¡alborea la paz en el horizonte de la patria, con su esplendoroso cortejo: la libertad, la legalidad, el progreso, la civilización! Ha cesado ya de correr la sangre de nuestros compatriotas. Yo comprendo vuestras aspiraciones, experimento vuestra alegría. He podido medir la magnitud de nuestros infortunios, de nuestro dolor. 73

Domingo Arena: Realidades y Utopías Hagamos votos porque este dolor sea para nosotros una gran lección, porque no dirimamos ya nuestras cuestiones en los campos de batalla, porque las dirimamos siempre alrededor de las urnas, en el campo de la ley. Acompañadme a dar un Viva a los soldados de las instituciones...a dar un hurra, tan doloroso como entusiasta a los que han caído en su defensa...; y a deplorar la muerte de los que luchando por lo que ellos creían un ideal patriótico, han caído también, extraviados en el no siempre claro camino del deber”(25) Ahora era imprescindible asegurar al Partido en el gobierno y a sus dirigentes en el Partido. La primera medida fue poner fecha a las elecciones legislativa, suspendidos por la guerra, para que tengan lugar el 22 de enero de 1905. Además se propuso reformar la Ley Electoral y mediante un Proyecto de Ley firmado conjuntamente con el Dr. Williman, se propone modificar el número de integrantes de la Cámara de Diputados adecuándolo a la realidad demográfica. Este proyecto fue aprobado en sesión de la Asamblea General y se promulga el 27 de diciembre de 1904. El estado se afianza en todo el país, canaliza todas las decisiones en Montevideo. La Reforma Electoral basada en la cantidad de habitantes de cada departamento, va a aumentar el número de diputados colorados. La vida política seguía siendo poco representativa, del total de la población unas novecientos cincuenta mil habitantes, solamente se encuentran inscriptos setenta mil personas y votaron solo el 5% de los habilitados. Para tranquilizar a las clases conservadoras, Batlle normaliza las deudas y los servicios presupuestados, y en los catorce meses que quedan inicia un plan amplio de reformas. En plena guerra se había designado una comisión para que realicen un proyecto de creación de Patronato de Menores. En 1905 se disponen aportes estatales mensuales para la “Liga Uruguaya contra la Tuberculosis”. Los enfermos de tuberculosis incidían en la tasa de mortalidad en el orden del 13% de los fallecidos, y estos a su vez eran un 95% funcionarios proletarios que trabajaban entre 12 y 16 horas diarias con salarios vergonzosos. En mayo de 1905 aparece en el Parlamento la primera gran reforma y por extensión la primera gran batalla parlamentaria. Arena va a jugar un gran papel en este episodio que culmina con la promulgación de la Ley de Divorcio. Sobre este episodio Domingo Arena escribe un artículo sobre el divorcio y el sentimiento hacia la mujer de Batlle, esta era en definitiva la 74

Domingo Arena: Realidades y Utopías convicción común que los distinguía: “ Otra de las obsesiones humanitarias con que Batlle llegó a l Gobierno, fue el del divorcio, quería desengrillar las relaciones conyugales, para entregarlas libres al amor y a los brazos de la familia. Quería sobretodo, impedirle vejámenes a la mujer por el marido que no la quisiera o por lo menos no la respetase. Y por encima de todo, apiadado ante la nutrida falange de solteras, que por no ponerse al margen de la costumbre, crecían y morían sin conocer el amor, quería hacer algo eficaz para lanzarlas al torbellino de la vida. Y no se le ocurrió nada mejor que fomentar el matrimonio, haciéndolo fácilmente disoluble: Tenemos que hacer- decía Batlle- del viaje azaroso y sin esperanza de vuelta del matrimonio indisoluble, una excursión de placer sin itinerario fijo, con el matrimonio soluble a voluntad(...)al volver a la soledad podría llevarse consigo un hijo. Lo que puede ser muchas veces un apoyo material, y uno espiritual lo es siempre. El bien de la mujer fue una constante de las preocupaciones de Batlle. Fue él quién las lanzó a los cargos públicos. Comenzó con las Agencias de Correos(...)” Arena en el mismo artículo afirma su incidencia en la referida ley: “...Y si me aceptó, de buen grado, el divorcio por voluntad de la mujer, que empujado por Vaz Ferreira, lo opuse a su proyecto más amplio, fue porque concluyó por ver complacido, que íbamos a crear dentro de la ley, una situación de privilegio para lanzar(...) con lo cual nos poníamos a la vanguardia en la legislación feminista universal”(26) La mayoría de las mujeres pensaba que esta ley permitiría usarlas y luego ser abandonadas. Se presenta un petitorio con más de diez mil firmas de mujeres católicas en las Cámaras. Los nacionalistas tuvieron distintas posiciones y por diversas razones. El miembro de la Comisión Opositora, Rodríguez Larreta mocionó para que el proyecto volviera a la Comisión. La defensa del proyecto la llevaban adelante Arena y Manini, es uno de los debates más ricos en nuestras cámaras sobre los valores católicos de matrimonio indisoluble por voluntad de Dios siendo, para ellos, una amenaza a la familia. En tanto que para los liberales estaba en juego la libertad de conciencia, el matrimonio era una relación humana, un contacto establecido entre dos partes disoluble cuando las mismas no pueden convivir más. Se tratan en los primeros meses de 1905 una serie de reclamos de las empresas extranjeras industriales referidos a la reducción de impuestos a la exportación de sus productos. Las carnes cocidas enlatadas, el extracto 75

Domingo Arena: Realidades y Utopías de carne y las grandes posibilidades que se abren en relación a las carnes enfriadas, estaban generando una renta mayor al 20%. Estas ganancias determinaron diversas posiciones dentro de los partidos sobre la conveniencia o no para el país de la rebaja de estos impuestos. Batlle no quería cambiar la posición mantenida por la legislación existente, sin embargo se aprueba la moción presentada por los industriales extranjeros; en la defensa de la posición oficial se maneja que la única preocupación de estas empresas era llevarse la ganancia muy lejos de nuestro país. En junio de 1905 Batlle debe promulgar y hacer cumplir una sentencia de muerte pronunciada por los Tribunales de Justicia. El condenado a muerte se llamaba Ramón Gadea, su delito había sido homicidio y robo en reincidencia. Este episodio es utilizado por Batlle para confirmar su pensamiento y que todo el país adopte conducta humanitaria frente al delito. Se envía un proyecto de ley a la Asamblea en el que se declara abolida la Pena de Muerte, conmutando la pena por sanciones previstas en la legislación. En materia penal agrega las siguientes reformas: liberación anticipada por buena conducta. Sobre su pensamiento sobre la pena de muerte tenemos antecedentes de su predica en “El Día” desde 1894. Allí se escribía: “La pena de muerte es la más brutal de las instituciones antiguas que están en pie en los tiempos modernos, y su conservación debe atribuirse al sentimiento irreflexivo de horror y odio que inspire el delincuente, y no, de ninguna manera, a la influencia que ha podido ejercer en la legislación un conjunto de ideas sistemáticamente impuestas a la inteligencia del hombre por su evidencia y rigor lógico(...)La pena de muerte no produce más que un resultado positivo: el aniquilamiento de un hombre que encerrado en una cárcel no era ya un peligro para la sociedad, y las desmoralización que debe producir el ejemplo dado por la sociedad misma, de su falta de respeto a la vida humana”. Arena comenta en un análisis sobre el humanitarismo de Batlle: “ Una de sus obsesiones que Batlle llevó al Gobierno, fue la de abolir la pena de muerte, con la firme resolución- puesta a prueba- de no autorizar un solo fusilamiento” Arena discutió profundamente con Batlle este proyecto, su visión de inmigrante con ideas avanzadas se ve en la sugerencia que le realiza a Batlle, de continuar aún más con el abolicionismo: “Su radicalismo le hizo aceptar de buen grado, aunque con escepticismo, mi iniciativa de llevar la abolición hasta la guerra, hasta el favor de los espías. ¡ la guerra es una barbarie, me decía, se mata en ella de 76

Domingo Arena: Realidades y Utopías cualquier manera; pero aunque su proposición sea una utopía, hay que aceptarla en un principio, recordando que casi siempre son utópicas las avanzadas del progreso” El 21 de diciembre de 1906, Batlle envía al Parlamento el proyecto de Ley sobre jornada máxima de ocho horas y descanso semanal obligatorio. Cuando este proyecto ve la luz se inicia una profunda serie de debates desde conceptos sociológicos, económicos, de lucha de clases estimulada desde el gobierno, el inicio de la superioridad del proletariado sobre los valores del patriciado histórico, el descontento de los empresarios. Batlle concebía las quejas como el anuncio “de que la era de la justicia social había comenzado”. La actividad sindical iba en aumento, los obreros ferroviarios sindicalizados presentaron una serie de demandas muy concretas: Reducción paulatina del horario de trabajo pasando a 10 horas y luego a 8 horas diarias en un plazo de un año. Aumento de sueldos tanto a maquinistas como a peones e indemnización por despido al personal con más de 50 años. Batlle estaba interesado en los problemas obreros y sabiendo del interés de la compañía inglesa de extender sus líneas hasta Melo con la garantía del Estado, se ofrece como mediador. El resultado fue que se aceptaron la mayoría de los reclamos obreros. Esto sumado a la intervención de Batlle para que un líder anarquista expulsado de la Argentina, con pasaje y dinero pago por el Estado viniera a nuestro país, aumenta las tensiones con los propietarios y deja entrever a los sindicalistas que el gobierno ve con buenos ojos a los “agitadores de ideas avanzadas”. En el mes de mayo se suma la huelga de estibadores del puerto de Montevideo. Las condiciones de trabajo era pésimas, se trabajaba a destajo, si la circunstancia exigía descargar un buque rápidamente, debían trabajar día y noche, en otro caso quedarían sin el jornal y sin el trabajo. Las peticiones eran el reconocimiento del sindicato, jornada de 8 horas, aumento de salario y respeto de grupos y cuadrillas. Se culpaba a los anarquistas y además se pliegan a la huelga los obreros que estaban llevando a cabo la modernización del puerto convirtiéndose en la huelga más grande hasta este momento. La Policía sabía que el Poder Ejecutivo quería respetar el derecho de huelga y por lo tanto se convierte en la protección de la misma. Las empresas que manejan la descarga y carga de buques están decididas a traer rompehuelgas desde el interior del país y a no aceptar mediaciones del Estado y desconocer el sindicato. Esta postura de los patrones hace que seis días después de iniciada la huelga Batlle nombre una Comisión 77

Domingo Arena: Realidades y Utopías Investigadora iniciándose un debate sobre si la relación obrero/patrón era de carácter público o de carácter privado, solo entre la empresa y sus obreros. La acción del Gobierno al designar la Comisión establece que es de interés público con una pugna entre los patrones como grupo y sus empleados como sindicato. Se convierte en motivo político y desde “La Democracia” se ataca al gobierno generándose una serie de editoriales desde “El Día” sobre el problema obrero en el Uruguay. Al respecto Arena, desde su cargo de Director del diario “El Día” escribe una serie de precisiones sobre el problema, punto de referencia de la historia sindical uruguaya: Ante la postura del periódico nacionalista Arena escribe: “Nuestro colega “La Democracia”, al apreciar las huelgas que actualmente nos agitan, hace aseveraciones que consideramos equivocadas y que merecen una contestación. Empieza el colega por sostener que la huelga principal, la del Puerto, “tiene marcadísimos tintes no profesionales”, porque es dirigida por elementos extraños a los trabajadores, “elementos que no tienen en la República ni hogar estable, ni interés definido, agitadores de profesión y de doctrina anárquica”. Pues bien: aún admitiendo que los huelguistas estuvieran dirigidos por elementos extraños a su gremio, esa no sería razón suficiente para considerar a la huelga como poco fundada y con tintes no profesionales. Lo único que esto significaría, es que los huelguistas no se considerasen capaces para defender personalmente sus intereses, y se hacen representar en sus gestiones reivindicadoras por personas que creen más aptas y más ilustradas. Es lo que vemos todos los días en las distintas manifestaciones de la vida. Todo el que se considera débil o poco apto para obtener lo que cree suyo, recurre a un representante, a un apoderado. Es lo que hacen todos los días los que tiene que pleitar ante nuestros tribunales. Sea cual fuere la fuerza de su derecho, recurren a procuradores y abogados, si no quieren perder sus pleitos, no obstante saber que sus asuntos no han de ser resueltos por magistrados que, seguramente, ofrecen más garantía de imparcialidad de la que han de ofrecer los patrones cuando son llamados a resolver las reclamaciones de sus obreros! El obrero, por regla general, no es un sujeto muy apropiado para trabarse en largas disquisiciones de derecho. Lo único que se le ha enseñado es a trabajar y a sufrir! Siente, indudablemente, los rigores de su situación, pero difícilmente sabrá definirlos y precisarlos en un alegato, y mucho menos buscar la formula de su mejoramiento. De manera que cuando se aboga, como lo hace el colega nacionalista, 78

Domingo Arena: Realidades y Utopías porque “ las huelgas tengan un carácter profesional, limitando el campo de acción de los agitadores”, se aboga, tal vez sin quererlo, porque los obreros queden indefensos ante la inexorabilidad de los patrones. Porque esos llamados agitadores son los que despiertan al obrero de su letargo, son los que dan vida a sus latentes aspiraciones de mejoramiento, los que señalan el camino que puede llevar al éxito, y los que, en fin, disciplinando las masas, y organizando la resistencia, hacen posible la lucha. Y nada de extraño tiene que esos directores de las huelgas, esos agitadores, “no tengan hogar estable ni interés definido en la República”, y, dicho con más brevedad, que sean extranjeros. En un país esencialmente cosmopolita como el nuestro, todo extranjero que llega a él tiene el perfecto derecho de actuar en cuestiones económicas y sociales mientras no se aparte de la órbita de las leyes. (...)Por otra parte, es natural que como directores de esos movimientos se escoja con preferencia a personas que hayan tenido actuación en el viejo mundo, pues esas personas han podido hacer escuela en un medio fecundo, donde las clases proletarias vienen luchando desesperadamente desde hace muchos años, y por consiguiente es de presumir que aportan consigo un bagaje nada despreciable de técnica y de experiencia. Nadie mejor que ellos para poder juzgar hasta donde puede exigir el obrero con esperanza de éxito, tanto en lo que se refiere a los tratados que se pueden celebrar entre los patrones y las llamadas asociaciones de resistencia. Contra estas sociedades de resistencia el colega nacionalista formula cargos tremendos. Dice que imponen a los patrones “condiciones de carácter anárquico, enemigas de la equidad e hirientes para la hombría de una de las partes contratantes”. ¿Todo por qué? Todo porque exigen que se tomen a obreros que procedan de su seno y que no los puedan despedir sin causa justificada...Pues eso que el colega mira como una monstruosidad, no es, en sustancia, más que una cosa naturalísima, repetida con muchísima frecuencia en los actos de comercio(...) ¿Acaso son más respetables los cueros, el carbón y otras mercaderías que puede expender un barraquero, que los músculos, la sangre, la inteligencia que ponen en circulación las asociaciones obreras?(...) El colega nacionalista afirma “ que la obra de los agitadores será siempre nefasta para los obreros”. No creemos que estén dispuestos a aceptar esa absoluta las clases proletarias de todo el mundo, que tanto han avanzado en los últimos tiempos, gracias en gran parte a la obra de los agitadores. 79

Domingo Arena: Realidades y Utopías Tampoco creemos que puedan aceptarla muchos proletarios de aquí. Gracias a esos agitadores los albañiles de Montevideo, han obtenido, hace muchos años, horarios razonables y jornales que les permiten vivir de manera tolerable. El colega nacionalista parece insinuar en el artículo que contestamos, que el Gobierno se ha ocupado en alentar las agitaciones obreras. Esa insinuación es una de las tantas injusticias que se muestra pródigo cuando tiene que juzgar cualquier acto del jefe de Estado (...) Desafiamos a cualquiera que pueda señalar un solo hecho concreto de cualquier representante de la autoridad que pueda considerarse un estímulo para la huelga. Es cierto que los llamados agitadores no son perseguidos, porque mientras se limitan a la propaganda dentro de la ley, no hacen más que usar de su derecho; pero es igualmente cierto que los patrones han estado y estarán perfectamente garantidos, como lo han estado y lo estarán los obreros que quieren, en uso de su derecho, no abandonar el trabajo. El Gobierno se ha mantenido completamente prescindente en los diversos pleitos que se han suscitado entre patrones y obreros, y en esa prescindencia justa y legal se mantendrá mientras que a su juicio no se comprometan las latas cuestiones de orden público que está en el deber de tutelar” El informe de la Comisión investigadora, que era presida por Benjamín Fernández y Median concluye que le asistía a los huelguistas razón en lo referente a las condiciones de trabajo. El propio Batlle intercede ante los patrones, hablando con la familia Lussich, sin obtener resultados, en forma paralela un huelguista es muerto por la policía al atacar a un grupo de trabajadores rompehuelgas, de este saldo de heridos y muertos se nutrió la prensa opositora. Esta huelga va a fracasar, el poder patronal se hizo más consistente, en tanto que la opinión pública comienza a sensibilizarse con el tema obrero y social. Le queda claro al Gobierno que para mejorar la situación obrera había que trabajar en tres direcciones: fortalecer el movimiento sindical para que tuviera peso político, lograr que los lideres de opinión y empleadores tuvieran simpatías hacia el trabajador organizado y por último que la sociedad en general asumiera que eran necesarios estos cambios sociales. Era importante, entonces, continuar con la prédica desde la tribuna periodística y Arena en un artículo publicado el 12 de junio de 1905 en “El Día” escribe: “ Se ha sostenido en la prensa que la mayor parte de las huelgas que hoy nos agitan son fruto de un pequeño número de obreros exaltados, que consiguen por medio de amenazas amedrentar a sus compañeros y obligarles que abandones el trabajo. Esta afirmación 80

Domingo Arena: Realidades y Utopías nos parece tan absurda que nos resistimos a creer que pueda hacer camino(...) Pero hay más. Para el obrero, cuando se lanza a la huelga, la cuestión es mucho más grave de lo que a primera vista parece. La huelga, lejos de ser una calaverada sin mayores consecuencias, significa para él, la suspensión del trabajo por un tiempo más o menos largo, muchas veces por un tiempo indefinido- suspensión que corta las únicas fuentes de sus recursos y que se traduce en privaciones de todo género y muchas veces en la miseria absoluta para los suyos” En tanto que el 16 de junio de 1905 en un artículo titulado: “La Razón de las huelgas” avanzaba más Domingo Arena en sus conceptos sobre la relación entre obreros y patrones: “ Se alega que las huelgas son el fruto de la presión de los menos sobre los más, que son el fruto de la propaganda de los obreros exaltados sobre los obreros tímidos, etc, etc. Pues no hay nada de eso. Las huelgas son sencillamente, fruto de lo mal que se paga el trabajo del obrero y de los esfuerzos que realiza aquél para conseguir que se pague mejor precio por su sudor y sus afanes. ¿Cuánto vale el trabajo de un obrero? ¿Cuánto vale un día de esfuerzo, de sol a sol, arando tierra, arrancando piedra? Es lo que no se ha establecido todavía, ni se va en vías de establecer de una manera equitativa y justa. Para convencernos de este hecho basta recurrir a una rápida demostración. Supongamos que por primera vez el dueño de un campo o de una chacra, llama a un obrero y le propone que le trabaje todo un día labrando la tierra o arrancando piedra. (...)Tal vez pidiese un par de cientos de pesos mensuales, si no contase con la competencia. Y seguramente el patrón aceptaría, si no contase con aquél factor.(...)¿qué sucedería, habiendo tantos obreros necesitados y aptos para aquél trabajo? Que inmediatamente se presentara otro ofreciéndose por menos, y que el patrón haciendo uso de perfecto derecho, aceptaría despidiendo al primero. Pero aquí no se detendría la cuestión. Un tercer obrero sustituiría al segundo, ofreciendo sus servicios todavía más baratos; un cuarto, al tercero; y así sucesivamente, hasta llegar el momento en que el patrón no pagaría por el jornal nada más que lo estrictamente necesario para que el obrero no se muriera de hambre. El jornalero que ocupara esta última plaza, ya no tendría temores de ser desalojado por un competidor, sencillamente por el que se ofreciese por menos no ganaría lo suficiente para seguir viviendo!(...)De manera que, generalmente, lo que el obrero gana, tanto en la fábrica como en la cantera, como en el campo, es la cantidad mínima que necesita para sostenerse,- y esa cantidad mínima no es, no 81

Domingo Arena: Realidades y Utopías puede ser el valor del trabajo!(...)El mejoramiento del obrero debería perseguirse con el mismo afán, tanto por los patrones como por los obreros mismos, desde que, en definitiva, los aumentos de salarios no han de traer otro resultado que encarecer un poco los productos y aumentar proporcionalmente los desembolsos del consumidor. Por eso es que a nuestro juicio, las huelgas generales no deberían ser miradas con mal gesto por los buenos patrones, desde que tienden a colocar a los fabricantes de un mismo producto en las mismas condiciones de lucha, haciendo imposible todas competencia desventajosa”. En los medios de prensa vinculados a los sectores de propietarios y patrones, e incluso en los opositores a Batlle, seguía la predica contra los agitadores que al promover las huelgas se convertían en el mal del Siglo. Incluso se llega a solicitar leyes que detengan su accionar. Aquí surge la clara visión democrática sobre el tema obrero que Domingo Arena maneja desde los artículos y desde su acción parlamentaria. En realidad, los conceptos de Batlle sobre generar estados y situaciones de opinión a favor del trabajador hace que la tarea de arena sea esencialmente didáctica, educando a través de consejos y comparaciones simples sobra la importancia del derecho de huelga, de los agitadores de ideas avanzadas, de la necesaria tolerancia democrática para , en definitiva solucionar los conflictos laborales. En El Día de 19 de junio de 1905 con el título: “Los Agitadores” Domingo Arena sigue con su prédica obrerista: “Nuestro colega “ La Democracia”, en uno de sus últimos artículos sobre la cuestión obrera, sienta la absoluta de que no se resolverán los graves conflictos que levantan las huelgas mientras “ no se enfrene ,por una ley sabia, la acción desquiciadora de los desquiciadores”. El Colega permitirá que manifestemos nuestro más franco desacuerdo y que opinemos, por el contrario, que toda ley que fuera contraria a los llamados agitadores, sin otra razón que por el hecho de serlo, no solo no beneficiaría en nada a los obreros, sino que entrañaría un grave ataque contra la libertad individual recta y ampliamente entendida. Dentro de un régimen democrático como el que afortunadamente nos rige, una ley especial contra los agitadores no es deseable ni concebible, porque iría contra los preceptos constitucionales que tutelan todas las opiniones, todas las propagandas, mientras ellas no ataquen ningún principio fundamental de orden público o atenten claramente contra derechos de terceros. Y la libertad igual para todos, es un bien que ha costado demasiado caro para que, donde se tiene la suerte de poseerlo 82

Domingo Arena: Realidades y Utopías en su mayor plenitud se pugne por cercenarlo. Por otra parte, limitar, en general, la acción de los agitadores, no es solo limitar la sociedad, es limitar el progreso, es enfrenar en germen- empleando la frase del colega nacionalista- toda idea nueva, idea que por más perturbadora que parezca en un momento dado, puede fructificar en un porvenir más o menos lejano, empujada y propagada por agitadores. Porque por regla general, todas las ideas nuevas, las grandes ideas nuevas de todos los tiempos, han sido lanzadas a la vida y han sido propagadas por agitadores. El gran Sócrates pareció, sin duda, para los Griegos, un terrible agitador, desde que lo obligaron a beber la cicuta(...). ¡ Dejemos, pues, a los agitadores que se agiten y agiten mientras su actividad no salga del campo del Derecho! ¡Dejemos que sus ideas, por atrevidas que nos parezcan, circulen y se propaguen y se discutan, que de la discusión de las ideas siempre ha brotado la luz que ha alumbrado el porvenir de los pueblos!(...). Consecuentes con estos principios, no pensemos, pues, en dictar leyes contrarias a la libertad y al progreso, como sería cualquier ley que atentase contra los agitadores(...). Afortunadamente, las ideas proclamadas por el colega nacionalista, no están destinadas a hacer camino en la asamblea. La mayoría colorada, dando testimonio del liberalismo que ha caracterizado siempre su partido político, al sancionar cualquier proyecto sobre legislación obrera, no está dispuesta a introducir ninguna disposición restrictiva de la libertad de nadie(...) No puede seguirse el ejemplo de los legisladores monárquicos, que ven en el proletario un eterno insurrecto, casi un enemigo ¡ La Asamblea, al tender sus vistas, no debe dirigirse hacia el pasado sino hacia el porvenir!. La postura liberal partidaria de Arena en un tema espinoso como el de las huelgas muestra la vocación del país en que el Estado asumiera posiciones en materia económica y que además se convirtiese en mediador y arbitro en los conflictos de intereses que tengan repercusiones políticas y sociales. Era asumir un rol de intermediación entre el Gobierno, la administración y la sociedad. Los servicios del estado, incluida la política, se encuentran ahora en función de la protección y desarrollo de los individuos. Generando una redistribución de las ganancias a través del aparato estatal, dando posibilidades de educación y de desarrollo a todos, incluso a los agitadores sindicales. En la serie de artículos sobre la cuestión obrera, de la pluma de Arena surge la posición oficial sobre las huelgas y los 83

Domingo Arena: Realidades y Utopías movimientos sociales y los reclamos que la generan, publicado en “El Día el 21 de junio de 1905 con el título: “Alrededor de las Huelgas” “Hemos constatado en diversos artículos que el derecho a la huelga es tan legítimo y respetable como el derecho al trabajo, y que el Estado y las autoridades que lo representan, en uso de sus legítimas funciones, tanto deben contemplar el uno como el otro.(...)Los movimientos sociales que provocaron las agitaciones obreras contemporáneas, son también largamente elaborados después de muchos infortunios, de muchos sufrimientos, de la intolerancia penosamente soportada, de la condición inferior del proletario, originada no por brutales imposiciones políticas, pero si por injustas prepotencias económicas. Y es natural, también, que si en estos casos como en el otro, el mejoramiento no se produce más que por vía de la reacción, de la lucha abierta de los económicamente inferiores con los económicamente superiores, de los obreros con los capitalistas, esa reacción, esa lucha, pueda llegar a algunos excesos y a ciertas exageraciones, gaje irreparable de las soluciones a las que se llega más por la violencia que por la razón.(...)Y Bien: algunas de esas extremosidades han armado contra los movimientos obreros ciertas prevenciones por parte de gentes conservadoras, y esas prevenciones han llegado a perturbar de tal modo el criterio, que se han desconocido las más elementales normas de la equidad. En ejemplo reciente lo tenemos en la última actitud de algunas casas de lanchaje, que admitían a los obreros huelguistas al trabajo, pero con la condición de que disolvieran sus asociaciones gremiales(...)Los patrones no quieren que los obreros se organicen en sociedades, pero ellos se organizan y se asocian; quieren que se disuelvan las ligas de trabajadores, pero admiten y practican los “trusts”de capitalistas; niegan a sus operarios el derecho de imponer el precio a su trabajo, pero admiten y ejercen para sí el derecho de imponer el salario a los obreros y el precio a la clientela.(...) En pleno período de huelgas del Puerto, se continúa con la prédica, incluso al seguir la huelga y analizando las posiciones desde “El Día” se realiza una crónica y un análisis de los hechos. El gobierno toma el partido que puede, se sabe la posición oficialista por los artículos de Arena que se anticipan al debate en la Cámara. El 23 de junio de 1905 con el Título: “ Las Sociedades de Resistencia” continúa Arena en su análisis de la situación del conflicto del puerto. “ Ya que el conflicto obrero del puerto ha girado o está girando en parte alrededor de las llamadas sociedades de resistencia, nos parece 84

Domingo Arena: Realidades y Utopías conveniente insistir un poco sobre el carácter de aquellas y sobre su razón de existir, tratando de poner de manifiesto que se comete un verdadero atentado cuando se pugna por su eliminación(...)Los obreros, por ultimo, no son en su gran mayoría ni letrados ni siquiera medianamente instruidos. Carecen casi siempre de los conocimientos más elementales para poder defender su largo e incesante pleito con los patrones. Raras veces saben lo que pasa afuera de sus talleres y por consiguiente mal pueden apreciar la evolución que en el mundo tratan de realizar a su favor todos los hombres bien inspirados. De ahí otra necesidad de asociarse, de agruparse alrededor de colegas mejor preparados, que les hagan comprender cuales son sus derechos y cual es la manera más efectiva de hacerlos efectivos. De ahí que la acción del obrero frente a los patrones recién se haya hecho sentir, por lo menos de una manera eficaz, cuando han aparecido las sociedades de resistencia(...) Las sociedades de resistencia son, pues, absolutamente necesarias para los obreros. Además, son perfectamente legítimas. Los patrones hacen uso de ellas a cada rato, ya sea cuando impone tarifas al público, ya sea cuando establecen normas de conducta para obrar con los propios obreros, ya sea cuando acumulan sus capitales para explotar un negocio. Los obreros, pues, no hacen más que imitar a los patrones cuando por medio de sus sociedades tratan de imponer un jornal, o cuando en vez de capitales que no tiene, ponen en común sus brazos para sacar de su trabajo un mejor provecho.(...)Los mismos patrones, pues, por lo menos aquellos que cuentan entre sus ideales no solo prosperar en sus negocios, sino llevar el mayor bienestar posible al hogar de los obreros, que son los que contribuyen en primer término a hacerlos ricos, los buenos patrones, decimos, serían los primeros que deberían prestar su concurso a las asociaciones obreras. Deberían ver en ellas sus aliados naturales para realizar sin desequilibrio ni perjuicio para la industria el mejoramiento de las clases trabajadoras, desde que el aumento del jornal y la disminución de las horas de trabajo, siempre que se realizaran de una manera uniforme y general no harían más que aumentar en una cantidad mínima el valor de los productos(...). Como hemos venido analizando, la presión para que el Gobierno intervenga en la solución de las huelgas era muy grande. Incluso se acusa al Presidente de la no intervención del estado para finalizarlas, casi con la misma fuerza que le adjudican todas las causas de las mismas a los obreros y a los incipientes sindicatos que tratan de garantizar los 85

Domingo Arena: Realidades y Utopías derechos de los trabajadores. Es transparente la visión del Dr. Arena en ambos casos, sobretodo en la importancia de no intervenir para que la huelga siga su desarrollo natural, en un último artículo sobre las huelgas escribe Arena en “El Día” el 27 de junio de 1905. “ Las huelgas deberían caracterizarse por un aspecto enteramente tranquilo, desde que, en definitiva no son otra cosa que un accidente casi normal en el mecanismo del trabajo. En las huelgas no debería haber rencor de parte de los obreros ni resentimientos de parte de los patrones, desde que ellas no encarnan otra cosa que un desacuerdo de precio por el valor del esfuerzo: una manifestación colectiva de los que arriendan sus brazos para recordarle al arrendador, al usufructuario, que lo que paga es poco, y que es preciso que dé más si quiere seguir contando con los elementos de producción que tiene a su servicio. Todo se reduce, pues, a una discusión de precio sobre el valor del trabajo humano, enteramente igual a las discusiones de precio que a diario, en todas partes, se producen sobre el valor de las cosas, sin que den lugar a riñas ni a enemistades entre los compradores y los vendedores. Y seguramente las huelgas presentarían esa tranquilidad de las discusiones generales sobre precios, sino fuera porque, habitualmente, son perturbadas por dos factores extraños: la intervención de las autoridades a favor de una de las partes, generalmente de los patrones, y los incidentes entre los huelguistas y los obreros que no lo son. De ahí los conflictos que suelen desnaturalizar los grandes movimientos obreros. No son desconocidas ni entre nosotros ni fuera de nosotros las intervenciones ilegitimas de las autoridades en las huelgas. Se producía aquí una huelga de guardas y de cocheros de tranvías y la policía se encargaba de buscar con quién sustituirlos! Se produjo en Buenos Aires una huelga de obreros del puerto y se envío a los soldados de línea para que hicieran la carga y la descarga!(...)La injusticia que entraña la intervención ilegitima del Estado en el proceso de las huelgas es tan irritante, que parecería que aún presentándose en la forma más indirecta no debiera encontrar defensores y mucho menos que esos defensores apareciesen en la prensa. Y, sin embargo, la anomalía se produce. “El Tiempo”, sin ir más lejos, encuentra criticable que el gobierno no haya concedido que se habilitara un día feriado para los trabajos portuarios, a pedido de los patrones,- como encuentra criticable que se haya ordenado el cumplimiento de la ordenanza que establece que en las máquinas de los vapores sólo pueden funcionar maquinistas titulados. 86

Domingo Arena: Realidades y Utopías Sin embargo, aquellas dos solicitudes, si hubieran sido atendidas, habrían empeorado sensiblemente la situación de los obreros en huelga(...)El actual gobierno no tolerará nunca que se empeore con influencias arbitrarias la suerte de los obreros, como no tolerará que se menoscaben los intereses de los patrones. Desgraciadamente, la segunda causa perturbadora, la de los choques entre huelguistas y no huelguistas es más difícil de extirpar. Dentro de las huelgas más justas y mejor organizadas, siempre se encontrarán obreros que contraríen el movimiento y acudan al trabajo. Unos lo hacen por no alcanzar a formarse concepto claro de la solidaridad gremial. Otros lo hacen, sencillamente, empujados por el hambre de los suyos(...)En cualquier caso, el que acude al trabajo, hace uso de un derecho y debe ser respetado, sobretodo cuando obra movido por la violencia moral de necesidades ineludibles. En el período final del primer gobierno batllista es el momento de las realizaciones, en el orden político, en el orden administrativo, en el orden económico y en el orden social: Ley de Divorcio, Creación de la Alta Corte de Justicia, Ley de ocho horas, Inembargabilidad de sueldos menores a seiscientos pesos, Abolición de la pena de muerte, reforma de la Ley Electoral estableciendo la Ley del Tercio, Creación de diez liceos departamentales, Creación de las escuelas de Agronomía, Veterinaria y Comercio, el pago al día de todos los presupuestos. Supresión de los descuentos del 10% sobre los sueldos públicos. Y la entrega a su sucesor de un gran excedente económico. El 1º de marzo de 1907 era electo Presidente de la República el Dr. Claudio Williman, al entregarle la Banda Presidencial Batlle pronuncia las siguientes palabras: “Exmo. Señor Presidente de la República.- Os entrego el mando.- La Paz y el Orden están consolidados; el Estado cumple todos sus compromisos pecuniarios, hay grandes sobrantes en sus cajas; surge la actividad productora en todos los órdenes de vida; todos los derechos, todas las libertades están garantidas; la república tiene fe en su porvenir. Sois el primer custodio de estos bienes y el primer encargado de aumentarlos.-El país os ha hecho depositario de su confianza.- Vuestros antecedentes intachables, la integridad y energía de vuestro carácter y la seriedad de vuestra inteligencia justifican esta elección y auguran días aún mejores que los presentes. Que la incierta e inescrutable sucesión de los acontecimientos no defrauden las patrióticas esperanzas que con razón se fundan en vuestras altas cualidades”.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Notas y Documentos del Capitulo 3. Batlle y el Movimiento Obrero.

“Desde ese momento el empresario percibió, como ganancia lo que importaba su trabajo de tal y lo que importaba la parte de trabajo que sus obreros, obligados por el hambre, se habían comprometido a no cobrar. Desde ese momento el empresario se apropió una parte del trabajo de los obreros, ni más ni menos fue como se apodera el amo del trabajo de sus esclavos en los países de esclavitud, sin más quebranto, que el de proveerlos de lo necesario para su subsistencia. Y una situación así se consolidó hasta el punto de que pasando después el importe de ese trabajo a otras manos por efecto de la competencia, los mismos empresarios de espíritu justo se vieron impelidos de modificarlo. Parece que hay en todo esto una rebelión del inferior contra el superior; pero en el comercio no hay inferiores ni superiores, y el conjunto de estipulaciones sobre la venta del trabajo personal, no es más que un acto de comercio. Sueñan mal por lo mismo las amenazas que con frecuencia salen de los labios de los patrones contra los obreros en huelga, y los compromisos que contraen entre ellos de negarles la sal y el agua de sus establecimientos, negándoles toda ocupación, sino lo someten. Es como decirles “o trabajan ustedes por lo que nosotros queremos darles o se exponen a morirse de hambre” por lo cual se introduce un elemento de intimidación en la celebración de un convenio que debería ser libérrimo”(El Día. 15 de Enero de 1895) “La mayor dificultad que ha obstaculizado hasta ahora el arreglo de las cuestiones surgidas entre obreros y patrones ha sido la resistencia decidida, tenaz, airada, que estos últimos, que estos centros, que los conjuntos de obreros nombran en su representación. No queremos, dicen los patrones, tratar con esas comisiones; queremos tratar directamente con nuestros obreros, con nuestra gente, como hemos tratado hasta ahora. Y dan diferentes razones para justificar esta actitud, que pocas veces es justificable.”(El Día, 9 de enero de 1896) Mensaje conjunto al Proyecto de Ley suprimiendo la pena de muerte. “Montevideo, Junio 27 de 1905. H. Asamblea general: El Poder Ejecutivo os propone la sanción del proyecto de ley adjunto en que se suprime la pena de muerte. Esta pena, que, en su ejecución, tiene que ocultarse cada día más en el fondo de las penitenciarías, porque repugna al sentimiento público, está lejos de imponerse como una consecuencia forzosa de las teorías sobre la naturaleza y el fin de la pena, sostenidas por los tratadistas del Derecho Penal, y al co0ntrario, se halla en pugna con las más generosas y avanzadas. Es verdad que para ciertos autores la pena es un castigo, una expiación que se sufre aquí, en la tierra como medio de atemperar el castigo que se debe recibir en el cielo, considerándose tanto mayor su eficacia cuanto más grande es el suplicio que importa. Pero la ley positiva no puede tener por objeto el arreglo de los asuntos religiosos sino el bien común, y no se podrían imponer penas más o menos terribles por razones teológicas. Si el criminal constituye un peligro para la sociedad, y si ha demostrado por sus actos la perturbación de sus ideas y sentimientos, las medidas más adecuadas que a su respecto puedan objetarse, serán evidentemente aquellas que mejor protejan a la sociedad contra sus ataques y que a el mismo, como individuo de la colectividad, le sean más benéficas. La teoría que hace consistir el fin de la pena en el escarmiento del delincuente y en la intimidación de los que pudieron sentirse inclinados a seguir su ejemplo, o simplemente a cometer actos análogos, tiende a garantir a la sociedad, pero es deficiente en cuanto niega toda

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Domingo Arena: Realidades y Utopías consideración al individuo a quién desde el momento en que ha cometido el delito, no reputa como a hombre, sino como medio de que el Estado pueda servirse para inducir a respetar las leyes a los que hace evidente su incoherencia y se condena a sí misma al detenerse en la pena de muerte, pues debería lógicamente agregar a ésta bien estudiados martirios que reforzarán el escarmiento y la intimidación. No merecen, pues, seria consideración sino las doctrinas más racionales que hacen consistir la pena en el conjunto de providencias que es necesario adoptar para impedir que el delincuente, cuyo vicio moral o intelectual se ha puesto al descubierto, quede en condiciones de volver a agredir a la sociedad. Esta tiene el derecho y el deber de defenderse, de conservarse en su conjunto y en cada uno de sus miembros, y las medidas que adopte para realizar tal fin puede ir desde los medios educativos y correccionales hasta la supresión del delincuente por la pena de muerte cuando la existencia de éste sea incompatible con la suya. Pero, por lo mismo, la pena de muerte no será legítima sino cuando sea absolutamente necesaria. Una sociedad pobre, embrionaria, desprovista de cárceles apropiadas y de la organización civil o militar adecuada para la vigilancia de los delincuentes, podrá recurrir legítimamente a las ejecuciones capitales, único medio efectivo a su alcance de ponerse a cubierta de los ataques de éstos. Las sociedades más avanzadas reparten también la muerte por las bocas de sus fusiles y cañones cuando tienen que repeler una agresión del exterior o sostener el orden amenazado dentro de las fronteras, por asonadas u otros movimientos subversivos, y esas ejecuciones en masa se legitiman por la imperiosa y suprema razón de la conservación social. Pero, restablecido el orden, la calma, provista de todos sus abundantes medios de defensa, ninguna sociedad civilizada tiene necesidad de suprimir al delincuente para ponerse a cubierto de sus ataques. Las cárceles ofrecen encierros seguros de donde le es al recluido imposible evadirse. Y en tales condiciones la pena de muerte debe ser considerada como un acto de crueldad innecesario. Ni aun en el caso mismo de la incorregibilidad cierta de un reo, podría justificarse. La prisión a perpetuidad sería siempre una defensa eficaz y la pena de muerte un exceso de defensa. Ni siquiera podría alegarse la inconveniencia de hacer erogaciones para sostener a seres totalmente inútiles a la sociedad. El progreso en la organización de las cárceles y en su aprobación a los fines que deben llenar, hará que el criminal provea con creces por medio de su trabajo a su propio sostenimiento, y hasta que ese trabajo sea bastante productivo para ofrecer indemnizaciones a las personas que han sido perjudicadas por sus actos delictuosos. En cambio, se podrá evitar a la sociedad el espectáculo desmoralizador de las ejecuciones, en el que según la estadística, parece que fueran a buscar estímulo muchos criminales. Más que todas las medidas preventivas y que todas las represiones, ha detenido y detendrá siempre al que va a delinquir, el poderoso instinto que se resiste en nuestro organismo o que se inflija un mal físico a un semejante, y más violentamente aun a que se derrame su sangre. Donde no protege ya a la víctima elegida la idea de derecho, obscurecida en la conciencia del criminal, donde no alcanza ya la acción de la autoridad, donde el temor a la pena ha desaparecido por la certidumbre de que el delito quedará impune, actúa todavía para impedir el crimen la terrible emoción que nos produce el derramamiento de sangre o la muerte de un hombre. Agente principal de la conservación social, más eficaz que cualesquiera otros de los que se emplean en su defensa, vela siempre ese sentimiento en el que está propenso al delito, se opone con tenacidad a un intento, lo somete a terribles vacilaciones y no le cede el paso sino después de una lucha que es siempre violenta y dolorosa. La pena de muerte conspira contra ese sentimiento protector y tiende a debilitarlo y extinguirlo. El prolongado suplicio a que es sometido el reo y la frialdad reflexiva con que se le enjuicia, se le condena y se le ejecuta, no puede menos que familiarizarnos con hechos de esa naturaleza<; hacernos cada vez más insensibles al dolor ajeno y amortiguar el horror que nos produce la supresión de la vida humana por la violencia.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías El que se habitúe a las ejecuciones capitales y llegue a presenciarlas fría y tranquilamente, podrá estar cierto de no encontrar ya en sí mismo resistencias orgánicas al crimen, si alguna vez la oscuridad de sus ideas morales y sus apetitos sin dirección lo empujan hacia él. Las masas populares, a las que generalmente no alcanza el beneficio de una educación regular, habrán perdido el motivo más poderoso quizás de su orientación hacia el bien, cuando alrededor del patíbulo se hayan acostumbrado a contemplar con imposible curiosidad o con enfermizo placer, la sangrienta agonía de un semejante. El Poder Ejecutivo tiene la certidumbre de que estas consideraciones y otros muchos que omite, debidamente apreciadas por V. H ., os inducirán a prestar vuestra aprobación al proyecto que adjunta. Saluda a Vuestra Honorabilidad. José Batlle y Ordóñez Claudio Williman”

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Capítulo 4

Batlle en Francia, el gobierno del Dr. Claudio Williman y la Construcción del País Modelo.

El 15 de octubre de 1905 aparece como noticia destacada y exclusiva en el Periódico “El Siglo” un adelanto de que Batlle había confiado a sus colaboradores cercanos que la persona del Dr. Claudio Williman era la que consideraba para sucederlo en el cargo. Semanas después se establecía una Comisión en la Sede Central del Partido Colorado con el fin de establecer las pautas y pasos a seguir para consolidar la candidatura del Dr. Williman como continuador del Sr. Batlle y Ordóñez en la Presidencia de la República. El 30 de octubre de 1905 con la firma de cincuenta y siete legisladores se proclamó oficialmente la candidatura de Williman, el documento que cuenta con la firma del Dr. Arena decía: “Los que suscriben, miembros de la Asamblea Legislativa, que debe elegir al ciudadano que debe suceder en la Presidencia de la República al señor José Batlle y Ordóñez, en la persuasión de que interpretan acertadamente las aspiraciones del País, resuelven: Proclamar su candidato para la futura Presidencia de la República al ciudadano don Claudio Williman, en quién ven reunidas las condiciones y aptitudes necesarias para continuar la gestión fecunda y moralizadora del actual Gobierno”

Esta proclamación realizada a casi dieciséis meses de la fecha en que debía votar la Asamblea Legislativa pone a los nacionalistas en situación difícil, puesto que la candidatura Williman era de su agrado, sentían tener que adherir a la candidatura impuesta por el oficialismo. En diciembre los sectores comerciales y de la Asociación Rural del Uruguay, realizaron una fiesta agasajando a Williman, el cual no concurre al mismo y se limita a agradecer la distinción que fuera objeto. La realidad es que Williman había estado vinculado a las empresas extranjeras, abogado del FF.CC inglés y apoderado de la compañía de tranvías de ese mismo origen. El 1º de marzo de 1907 era electo Presidente de la República el Dr. Williman. De perfil inglés, alto, delgado, rubio y de ojos azules con aspecto serio y de temperamento afectivo y bromista, había nacido en Montevideo el 10

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Domingo Arena: Realidades y Utopías de octubre de 1861. Enseguida de asumir el mando eleva un proyecto de ley que va a ser denominada la Ley de los Ministerios estableciéndose los siguientes: Ministerio del Interior, Ministerio de Relaciones Exteriores, Ministerio de Guerra y Marina, Ministerio de Hacienda, Ministerio de Obras Públicas y Ministerio de Industrias, trabajo e Instrucción Pública, por otro lado se crea la Alta Corte de Justicia. Durante su administración se fijaron los límites de nuestros territorio con el Brasil en la zona de la Laguna Merín y del río Yaguarón. En tanto Batlle se encontraba en París y desde allí escribe: “...En presencia de estas grandes ciudades europeas, no es el desaliento ni un sentimiento de inferioridad, lo que se produce en el espíritu de los que aquí venimos...Al contrario! He notado como fenómeno casi general, que nos sentimos superiores a lo que nos creímos, que nos sentimos bien dispuestos, para afrontar, bajo muchos puntos de vista, comparaciones que podrían resultarnos ventajosas. Si tenemos administraciones honradas durante veinte años(...) y si somos medidos para regalarles los pesos a las empresas que tienen su asiento en el extranjero, creo que podemos hacer maravillas”

En tanto que el 8 de marzo de 1909 a bordo del Buque “Schleswig” a cuatro horas de Alejandría en el Mediterráneo le escribe a su amigo Arena en Montevideo: “ Querido Arena: Antes de ayer, próximos a la costa de Italia, le pregunté a un marinero: ¿ qué montañas son aquellas? Calabria, me contestó. Y yo no pude menos que mirar con una viva simpatía aquella tierra donde nacen hombres como Ud. Hoy a las 7 de la tarde debemos llegar a Alejandría y a las 11 de la noche tomaremos tierra.” Este era el segundo viaje de Batlle a Europa. Ya en 1880, había sido un joven estudiante de filosofía, disfrutando de un año de vida en Paris, concurriendo a clases. A principios de mayo, Batlle le confió a Arena que no era totalmente de su agrado el tener que establecerse en Paris. Comentaba con Arena la situación política del país y la conducción que Williman estaba realizando del Estado pero siempre terminaba con esta recomendación a Domingo Arena: “Esto se lo digo a Ud. solo y para Ud. porque no quiero aparecer interviniendo en las cuestiones que ahí se tratan” Agregaba en otra carta que la riqueza mayor de Francia se encontraba en el turismo y sugería “...no puedo menos que pensar con frecuencia en las enormes ganancias que nos proporcionaría el atraer(...)todos los años, a una gran masa de argentinos(...).

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Domingo Arena: Realidades y Utopías El período del Dr. Williman, 1907 a 1911 fue muy próspero, incluso los resultados fueron superiores al período de Don Pepe. Se había encaminado la producción hacia la exportación, incluyendo lana, cueros y carne y ponía en movimiento toda la rueda económica. Se considera que hubo un crecimiento económico anual del 6%, el aumento del valor de la tierra oscilo en el 80%, era el momento de auge de la estancia empresa. La bonanza aumentó los ingresos del Estado, y el superávit se convirtió en una constante anual. El excedente se utilizó para realizar grandes obras públicas y facilidad para la venta de los títulos uruguayos en el extranjero. Ahora los empréstitos financian el desarrollo del país. En 1909 el gobierno de Williman emitió títulos de Obras Públicas por seis millones de pesos, a una tasa del 5% de interés y un tipo de cambio de 92, las condiciones más favorables conseguidas hasta ese momento. Williman fue un administrador más bien que un político. Williman duplicó los fondos para la construcción de escuelas. La situación era compleja con casi un 50% de analfabetismo, pero el gran empuje de Williman y la continuidad de Batlle en su segunda presidencia casi eliminaría este problema en el Uruguay. Sin embargo el crecimiento poblacional era bajo, el noventa por ciento del territorio era pradera natural y estaba en manos de pocos. Existían unas 1400 estancias grandes y latifundios que cubrían más de la mitad del país. El trabajo disponible era solo para un puñado de trabajadores rurales. Para Williman el desarrollo de la agricultura era fundamental para aumentar la población en el campo. En diciembre de 1911 se envía un proyecto de ley que dobla el monto del impuesto a la contribución inmobiliaria a toda propiedad que no dedicara un porcentaje mínimo del 5% a la agricultura. La oposición conservadora afirmaba que el darle un trabajo a los habitantes del pobrerío rural en los pueblos de ratas sería inútil, darles terrenos no los convertiría en chacareros. Los estancieros, en cambio, estaban organizados y frente a la posición de cuerpo que tomaron en la Asociación Rural, Williman no se enfrentó a ellos. De hecho, Williman era uno de ellos, limitándose a afirmar: “ Cualquiera que sea el resultado final de la discusión, siempre habrá tenido el Gobierno la satisfacción de haber señalado el mal(...)” Bajo la administración del Dr. Williman todos los ejercicios se habían cerrado con ganancias para el país. Este superávit se debió al mejor rendimiento de lo proyectado sobre las rentas aduaneras y permitió la supresión de algunos impuestos a la exportación de carnes conservadas y carnes líquidas o extractos de carne, principales reglones del mercado 93

Domingo Arena: Realidades y Utopías externo de nuestro país. Se rebajan además los impuestos que se cobraban a las empresas navieras de ultramar y se elimina la sobretasa postal y algunos impuestos a las jubilaciones. Por otra parte el 25 de Agosto de 1909 atracaron los primeros buques de ultramar en las dársenas A y B del recién inaugurado Puerto de Montevideo. Además se produce la capitalización del Banco de la República proceso que lo lleva a su definitiva estatización. Se establece la Asistencia Pública Nacional con ley del 7 de diciembre de 1910, también se establece que al frente de las farmacias debía estar un farmacéutico titulado. Se realiza además el Censo General de la República que determina que la población total del Uruguay en 1908 era de 1.042.686 habitantes, en tanto que en Montevideo habitaban 309.231 personas. Se consolida, entonces el estado de bienestar, consolidándose lentamente el modelo urbano que el primer batllismo va a articular sosteniéndose en la importancia de la ciudad-puerto y de un elenco político estable que va a permitir valorar al Estado, legitimar la posesión de tierras en la cual el mismo va a preceder al colono. El crecimiento del estado y su pesado aparato administrativo se sostenía con la profesionalidad de la dirigencia del Partido de Gobierno que debido a la curiosa circunstancia promovida por la Constitución de 1830, se favorecía de no tener que depender electoralmente a sectores dominantes, alcanzando con la manipulación del funcionariado público. Este estado de bienestar se va a extender hasta 1929 cuando la gran depresión económica mundial va iniciar un cambio lento y paulatino hacia un Uruguay más real en el entorno geográfico y político latinoamericano. De hecho la gran productividad agropecuaria y la demanda internacional de este tipo de productos va a permitir grandes ingresos al país, estos serán distribuidos a la sociedad a través del Estado, los servicios y empresas estatales para proteger a los ciudadanos y darles la oportunidad de empleo, recibiendo la mano de obra que los adelantos tecnológicos del campo expulsaba hacia las ciudades.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías

Capítulo 5

El camino a la Segunda Presidencia de José Batlle y Ordóñez y la construcción ideológica del Modelo. La influencia absoluta que Batlle tenía dentro del Partido Colorado, su equipo de colaboradores diseminados en toda categoría de cargos estatales y la sistemática y contundente prédica que desde el diario “El Día” llevaba adelante Domingo Arena, hacían previsible la nueva candidatura de Don Pepe para un segundo período de gobierno. Batlle estaba informado de todas las circunstancias políticas del país a través de las cartas que intercambiaba con Arena y recién en 1909 hace el primer movimiento táctico confesándole al ex Senador blanco Ricardo Velloso su perspectiva de regresar al país y reintegrase a la actividad política. Este hombre llega al país con el convencimiento de que Batlle estaba seguro de ser reelecto. Los comentarios de Vellosso accionaron una gran polímica dentro del Partido Nacional y Arena jugaba políticamente con todas las circunstancias y consulta a Batlle si el había afirmado su reelección ante velloso a lo cual Batlle le contesta: “...Recuerdo que, una vez me preguntó Velloso sí creía yo que sería elegido presidente, a lo cual, hablando con total sinceridad, como él me pedía que lo hiciese, contesté que, si las cosas seguían marchando como hasta entonces, pensaba que mi candidatura tendría muchas posibilidades de éxito”(27) Más adelante en otra carta a Domingo Arena Batlle abundaba más sobre su postura política y su accionar con los nacionalistas: “...si aspiro nuevamente a la presidencia de la República, es para poner todas mis ideas, todas mis fuerzas, al servicio del bien de la República, que es el bien de todos. Díjele también(a Velloso), que en política yo no tengo amigos sino en aquellos que sostiene las mismas ideas que yo sostengo, ni adversarios sino en los que las combaten.(...)”

__________________________ (27) W.Reyes Abadie- A.Vázquez Romero.Crónica General del Uruguay Tomo 6 Pág. 277. E.B.0. Diciembre 2000.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Resulta claro que Batlle no integraría la participación del Partido Nacional en su posible futuro gobierno, pero con argucias políticas dejará a que Williman planteara esa posibilidad a los nacionalistas. La posición del Ejecutivo era compleja porque existía la siempre posible amenaza de un levantamiento armado de los blancos si comprendían las intenciones de Don Pepe de no hacer concesiones al Partido Nacional. Realmente el sector radical nacionalista tuvo un conato revolucionario en Treinta y Tres que se controló sin desgracias personales, pero inmediatamente los radicales de la Junta de Guerra en Buenos Aires, fletan un patacho para el traslado de armas por el río Uruguay hacia un contingente revolucionario que invadiría el país. El Directorio del Partido Nacional no se adhirió al movimiento. Enterado en Europa Batlle de todos estos movimientos se comunica con Arena y le informa de su urgencia por retornar al Uruguay, pero al solucionarse el conflicto, el 17 de enero de 1910 le comenta a Arena sobre el episodio: “...para que la paz del país sea alterada no basta que lo deseen media docena de hombres de armas llevar, como ahí los llaman, hombres sin ideas, completamente ignorantes de las aspiraciones y necesidades nacionales...”. La administración Williman refuerza el ejército con unidades modernas al estilo francés de infantería y artillería, pero con el convencimiento de no tener que utilizarlos en enfrentamientos con revolucionarios. Paralelamente el órgano oficial de las clases conservadoras. Como de auto denominaba El Siglo, bajo la pluma de su director, el Dr. Juan Andrés Ramírez , argumentaba que no existía candidato alguno para competir con Batlle en la futura elección presidencial. Se embarca en una acción conciliadora y pacificadora desde su periódico y se reúne sucesivas veces con los principales voceros de Don Pepe, Manini y Arena y con el propio Presidente de la República. De estas reuniones la petición del Dr. Ramírez es que Don Pepe se comprometiera a un plan de gobierno de varios puntos en los que se incluía: reforma de la Constitución, quitarle poder al Ejecutivo y aumentar las potestades del Poder Legislativo, eliminar la separación del la iglesia y del Estado, representación proporcional, y que se utilizara en los cargos públicos los mejores hombres sin importar sus antecedentes políticos, y la legislación laboral atendiendo todos los adelantos realizados en la primera presidencia, sin contar con la disminución de la jornada laboral. Fur el propio Williman quién trasladó estas expectativas al equipo de colaboradores de Batlle: Manini, Viera, Amézaga y Domingo Arena. A

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Domingo Arena: Realidades y Utopías su vez se le encomienda a Arena que le trasmitiese a Batlle todo el documento. Domingo Arena estaba convencido que solo en el punto referente a la religión Don Pepe no transaría al igual que en la duración de la jornada laboral. Pero también estaba convencido que la postura de Ramírez favorecían y alentaban la paz entre los orientales y le informa, además, que los artículos de “El Siglo” tenían gran repercusión en la opinión pública. En forma paralela, los sectores conservadores de la sociedad montevideana encabezados por los Doctores Eduardo Acevedo, José Pedro Ramírez y José Irureta Goyena establecen la necesidad de establecer una liga de la Paz y exhortan a la ciudadanía a adherirse a tal fin firmando su posición en lugares tan emblemáticos como la Asociación Rural del Uruguay, Cámara de Comercio, Unión Industrial y en el propio diario El Siglo. Resulta evidente que la postura de las clases conservadoras es la de aceptar el mal menor, Batlle era preferible a una guerra civil. El camino para la preparación de la campaña presidencial de Batlle se había abierto y en forma por demás entusiasta se ponen a trabajar en ella Domingo Arena, Manini Ríos y Viera con la vieja maquinaria de reuniones sectoriales y barriales, a las cuales concurría el propio Dr. Williman. En El Día, órgano oficial de la campaña se va a reflejar la iniciativa de los políticos colorados que integraban la Asamblea General de establecer las Comisiones Nacionales y departamentales del Partido Colorado organizándose un gran encuentro de opinión abierto a todos los partidos y tendencias y clases sociales, concretando un ambiente para canalizar las iniciativas populares y pedir al Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado, que a través de la Convención proclame al Sr. José Batlle y Ordóñez candidato a la Presidencia de la República. Entretanto Batlle en Europa debía resolver su fecha de regreso a la patria con la mejor posición política y la respuesta al planteo del Dr. Ramírez que en general era aceptado por su querido amigo y confidente Arena. Decide permanecer fuera del país hasta que se culminen todos los actos preparatorios de la elección presidencial y no contraer ningún tipo de compromiso con el Dr. Ramírez. En carta enviada a Arena desde Italia sostenía su posición final sobre todo el proceso electoral: “...El Día y El Siglo han dicho y demostrado que yo no debo renunciar a mi candidatura ante la amenaza de la guerra. Y ¡ bien! ¿Debo ante esa misma amenaza renunciar a mis ideas? Pero mis ideas, no son mi candidatura(...)Y piensen Uds, mis queridos amigos, que yo por el placer 97

Domingo Arena: Realidades y Utopías de pavonearme como presidente, voy a olvidarme de los dolores que sufría el país en la última lucha, de los que cayeron para siempre en defensa de una causa que juzgo altamente buena, y a hacer pedazos el programa de acción, que con tanta sangre quedó consagrado” El 3 de julio de 1910 la Convención Nacional del Partido Colorado proclama al Sr. José Batlle y Ordóñez candidato a la Presidencia de la República para el período 1911-1915 . El representante de la Juventud del Partido, Baltasar Brum sostuvo en esa ocasión: “Batlle es el programa vivo del Partido Colorado. Su nombre es al mismo tiempo un símbolo y una bandera. Adoptemos ese símbolo y despleguemos esa bandera”. El 4 de julio se aprueba la ley que modifica el número de diputados por departamentos para mejorar las posibilidades de la minoría y se establece el doble voto simultáneo. Los nacionalistas no estaban de acuerdo en la candidatura del Sr. Batlle y luego de muchas idas y vueltas en sus posiciones sobre si presentarse o no a los comicios resulta elocuente la posición del representante por Colonia, Eduardo Moreno que responde a la solicitud de su opinión sobre la candidatura propuesta de la siguiente manera: “...Yo soy también de los que entienden que el Partido Nacional no puede decorosamente acompañar a ese ciudadano con su adhesión moral o material, pues aparte del peligro que entrañan sus ideas socialistas y las revolucionarias de que hace gala, no podemos olvidar la conducta rencorosa y vengativa que observó con nosotros a raíz de su éxito casual: nos despojó, nos humilló”. El programa de gobierno del Sr. Batlle refutaba algunos puntos clave propuestos sobre el proyecto Ramírez: “Reputo errónea la teoría de la política de coparticipación, según la cual los ministerios deben constituirse, en parte, con hombres de opiniones y tendencias contrarias a las del Poder Ejecutivo(...)La tendencia del esfuerzo debe ser única y no debilitada por otras tendencias opuestas o divergentes. El Poder Ejecutivo perdería la cualidad que debe ser su característica o sea la rapidez y la eficacia en la ejecución, para convertirse en un cuerpo principalmente deliberante, con lo que se falsearía el espíritu de nuestro código fundamental que ha cometido las deliberaciones principalmente, al Poder Legislativo.(...)El remedio es fortificar al Poder Legislativo, abriéndole a todas las ideas que tengan algún prestigio en el país por medio de la representación proporcional, para lo cual sería necesario 98

Domingo Arena: Realidades y Utopías aumentar considerablemente el número de sus miembros y perfeccionar el funcionamiento de los poderes públicos, determinando mejor sus relaciones y acentuando el control que el Poder Legislativo debe ejercer respecto del Ejecutivo, obra esta última que correspondería a la asamblea que reforme la Constitución” Domingo Arena le escribe a Don Pepe su opinión sobre el desarrollo político del plan de gobierno expuesto en el Plan de Gobierno: “ Impecable la parte política, en la que Ud. ha tenido la enorme habilidad de no aflojar un milímetro en sus teorías de gobierno y abrir a la vez horizontes nuevos de esperanzas para tirios y troyanos” Desde el anuncio de la candidatura de Batlle, “ La Democracia”, órgano del nacionalismo había manifestado “ es la guerra civil”, pero no de un modo aislado, sino de manera progresiva y sistemática: “El Partido Nacional en masa está en su contra y numerosos grupos nacionalistas cuya cantidad e importancia no es dable precisar pero que se adivinan por los jefes que los comanda, están con las armas en las manos, en actitud de apurar hasta el último sacrificio, con tal de ver eliminada la candidatura Batlle”(29). Realmente el sector nacionalista radical propuso la guerra civil para impedir el triunfo de Batlle, para impedir esta circunstancia el Comité de Iniciativas hace pública una declaración en la que establece que “...la candidatura del señor Batlle y Ordóñez(...) jamás será retirada ni bajo la presión irregular de movimientos armados, delictuosamente promovidos para intimidarla o combatirla, ni ante la calculada explotación de sentimentalismos(...)porque un precedente tan anómalo solo podría significar para la República la sustitución del régimen de la Constitución y de las leyes por el régimen caudillesco y disolvente de la montonera, en la formación del gobierno representativo nacional”(30). En tanto el 18 de Julio de 1910 la juventud universitaria sostenía: “Esperamos con ansiedad el regreso de Batlle y Ordóñez”

_____________ _29) La Democracia. 8 de Diciembre de 1910. 30) Batlle y el batllismo E. González Conzi-R.Giudici. 2da.edición 1959.Pág.154.Ed.Medina

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Documentos y notas al capítulo 5. “ Nueve o diez meses antes de su vuelta al país, el señor Batlle y Ordóñez recibió, hallándose en Barcelona, una carta del Dr. Arena a la que a pedido del Dr. Williman, se adjuntaba un pliego en que estaban contenidas las condiciones de que dependería la propaganda de El Siglo respecto a su candidatura. Este pliego había sido entregado por el mismo director de El Siglo, a fin de que fuese puesto en conocimiento del señor Batlle. Este no se consideraba obligado a formular su programa de gobierno sino ante la Comisión Nacional del Partido colorado; consideró además, poco regular que un diario cuya adhesión él no solicitaba le exigiese una exposición de ideas que solo creía deber dar a su partido y a su país, y resolvió no dar respuesta alguna al pliego en cuestión. Pero el pliego había llegado a sus manos por envío del Dr. Williman, y el señor Batlle y Ordóñez escribió a este, manifestándole su resolución de no contestar al director del El Siglo y las razones que tenía para ello. ¿Llegó a saber confidencialmente el director de El Siglo esta resolución? Lo ignoramos, pero nos consta que no tuvo entonces tanto empeño en obtener respuesta como el que ha tenido después” (El Día, enero 17 de 1912) “ A la Convención Colorada. Reputo errónea la teoría de la política de coparticipación, según la cual los ministerios deben constituirse en parte, con hombres de opiniones y tendencias contrarias a las del Poder Ejecutivo, pues no es posible que haya tarea de aliento, ni fecunda, allí donde obedezcan a planos distintos y contradictorios los obreros encargados de realizarla. La tendencia del esfuerzo debe ser única y no debilitada por otras tendencias opuestas o divergentes. El Poder Ejecutivo perdería la cualidad que debe ser su característica o sea la rapidez y la eficacia en la ejecución, para convertirse en un cuerpo principalmente deliberante, con lo que se falsearía el espíritu de nuestro código fundamental que ha cometido las deliberaciones, principalmente, al Poder Legislativo. Hay, sin embargo, fuera de la dirección superior, numerosas esferas de trabajo extrañas a las desinteligencias y oposiciones de la vida política en que el concurso de todos puede ser requerido y otorgado con ventajas considerables, pues siendo nuestra forma de gobierno republicano por todos aceptada, todos pueden sin desdoro aportar su concurso a la obra de un gobierno legítimamente constituido en aquella parte que aprueben y quieran ver realizada. La teoría de la política de coparticipación es un engendro de los gobiernos arbitrarios y despóticos que han afligido al país en los últimos tiempos y que faltos de autoridad moral, combatidos y perseguidos por la censura, necesitados de tolerancia y disimulo para sus faltas y crímenes, ofrecían algunos puestos superiores a ciudadanos bien intencionados, oque gozaban de algún prestigio en la opinión, como una garantía en sus propósitos de enmienda o de que, al menos, se aminorarían los males públicos. No creo necesario recordar que la peor de nuestras tiranías ha sido el mejor gobierno de coparticipación. En el afán con que cierto número de ciudadanos y de órganos de publicidad solicitan, aun ahora, cuando el país goza de todas sus libertades, la adopción de esa política, no veo, sin embargo, una simple obcecación en el error sino el reclamo insistente de una medicina equivocada para una enfermedad real, que puede ser curada por una reforma de nuestras leyes fundamentales. El mal está en la influencia excesiva que en el lapso de tiempo de todo gobernante, y sin ultrapasar la ley, ejerce el Poder Ejecutivo. Tal influencia no tiene limites definidos y se impone sin violencia ni arbitrariedades, sin intervención de un propósito preciso en el gobernante, a todo movimiento del estado. La propaganda desfallece ante la estrecha comunión de miras del Poder Ejecutivo y Legislativo; la influencia de las minorías, aún en su tarea crítica, queda reducida a proporciones exiguas, y depende de aquél poder casi exclusivamente y de la bondad o perversión

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Domingo Arena: Realidades y Utopías de sus intenciones la marcha recta o torcida de los acontecimientos. Parece, en tal situación, que todo deba esperarse de él, y a él recurren, a su favor, renunciando a los medios de acción democrática, los ciudadanos y los partidos.

El remedio no consiste en llevar a los ministerios uno o más prohombres de las minorías, que harían imposible el gobierno con sus oposiciones, o que, ajustando su conducta, precisamente, a la del poder, cuya influencia se querría debilitar, contribuiría al contrario, a robustecer esa influencia, con menguas de sus prestigios personales y quebrantamiento de sus partidos. El remedio consistiría en fortificar el Poder Legislativo, abriéndolo a todas las ideas que tengan algún prestigio en el país, por medio de la representación proporcional, para lo cual sería necesario aumentar considerablemente el número de sus miembros y perfeccionar el funcionamiento de los poderes públicos, determinando mejor sus relaciones y acentuando el control que el Poder Legislativo debe ejercer respecto del Ejecutivo, obra esta última que corresponde a la asamblea que reforme a la Constitución. Un jefe de grupo parlamentario tendría entonces, aunque estuviese en minoría, una importancia mucho mayor, sostenido por su partido y dependiendo solo de él, que la que podría darle el ser elevado a un ministerio por resolución de un gobernante designado por el partido contrario, ante cuya voluntad debería doblegarse para permanecer en su puesto. Los debates parlamentarios tendrían entonces una gran resonancia; todos los problemas serían dilucidados con mayor amplitud por la intervención de un mayor número de opiniones ilustradas; se haría sentir mejor la acción de los partidos por intermedio de sus más genuinos representantes en el Cuerpo Legislativo,(...)

Al lado de las reivindicaciones de los partidos, tendré que considerar, también, las de las clases obreras, no menos justas y respetables. Reclaman ellas el derecho a la vida, a la salud, a la libertad, con frecuencia lesionados y destruidos por el régimen de producción, y que tiene que constituir los derechos elementales de una sociedad civilizada. No piden sino un poco más de reposo en sus arduas tareas y alguna participación más en el goce de la riqueza que elaboran, ni emplean otra arma de combate que la de abstenerse de trabajar a costa de su propia miseria, cuando han perdido toda esperanza de mejora, no siendo las grandes perturbaciones que a veces esa abstención origina sino la prueba palpable de la importancia de sus tareas. Reproduzco aquí los conceptos del mensaje con que acompañé, ejerciendo la presidencia de la República, el proyecto de ley sobre días y horas de trabajo. Insistiré en que se sancione ese proyecto y propondré otro sobre la higiene de los talleres, protección a los niños, asistencia a los inválidos, retiro de los ancianos. No creo que el bien del obrero y el interés de las industrias y del capital sean antagónicos.

Creo, al contrario, en una armonía superior. Y estoy seguro de que, propendiendo, por un lado, a mejorar las condiciones de la existencia de aquél, y, por otro, al desarrollo de éstos, trabajaré por el bien de todos."

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Domingo Arena: Realidades y Utopías

Capítulo 6

La Actuación del Dr. Arena en la segunda presidencia de Batlle.

El 12 de febrero de 1911 Batlle y su familia retornaba al país a bordo del buque italiano “Re Vittorio” y ya en horas de la tarde visitaba al Presidente Williman. El 19 de febrero se realiza una gran reunión en homenaje a Batlle, todas las noches se organizaban espontáneas manifestaciones frente a su casa y así sucesivamente hasta el 1 de marzo de 1911 cuando era electo presidente. Se cumple así el requisito legal de la formula Constitucional, el cual estaba superado ampliamente por la voluntad popular. La Constitución de 1830 había generado muchas divisiones en la sociedad uruguaya del Siglo XIX y con sus exclusiones y con sus privilegios al Poder Ejecutivo había alentado diversas formas de interpretar la política y el poder. La última conmoción caudillesca, que hemos relatado someramente en el capítulo anterior surgida de la mano del caudillo Basilio Muñoz hizo reaparecer en la ciudad el sentimiento rural que se creía muerto y enterrado, situación que favoreció el surgimiento de otras corrientes de ideas sociales importantes, cerrando filas todos los elementos anticlericales que se van a nuclear en el Centro Carlos Marx, donde en vísperas de las elecciones de 1910 se establece la constitución del Partido Socialista, estableciéndose un manifiesto en el cual se establece su característica de Partidos de Clases y con “la misión histórica que al proletariado de todos los países corresponde llevar a cabo”. El deseo de tener representación parlamentaria y de frenar a los católicos, llevó al Partido a asociarse con el Centro Liberal. En forma casi natural publican los socialistas en El Día un manifiesto que explica su actuación dentro de esta coalición sosteniendo que ante la abstención de presentarse a los comicios por parte de los nacionalistas creyeron oportuno establecer la lucha electoral, formulando el programa mínimo a cumplir en las Cámaras: jornada legal de trabajo de ocho horas, reglamentar el trabajo de niños y mujeres, separación de la Iglesia del Estado, impuestos progresivos sobre la tenencia de la tierra entre otros 102

Domingo Arena: Realidades y Utopías principios. Con estos principios encontraron las simpatías del Partido Colorado, y el 18 de diciembre de 1910 alcanzaron la banca dos diputados con cerca de 900 votos. Emilio Frugoni va a descartar un apoyo colorado para el surgimiento de la posibilidad electoral del Partido Socialista. En este período el socialismo tomó como base estratégica los principios de la Segunda Internacional. Enseguida Batlle y su equipo comienzan la etapa de reformas que se dirigen al fondo mismo de sus planteamientos y realizaciones del primer período. La fundamental e inicial es la estatización. En Abril de 1911, presenta el proyecto de monopolio de Seguros. En Noviembre de 1911 el monopolio de la electricidad. En Mayo de 1912, la nacionalización del Banco Hipotecario, en Junio la creación de la Universidad de Mujeres y el proyecto de Ley sobre las ocho horas de trabajo y descanso obligatorio cada cinco días de trabajo. Con referencia a este último punto es importante repasar la posición y la defensa del Proyecto por parte del Dr. Arena en el Senado el 22 de octubre de 1915: “ Señor Arena. – Pido la palabra. – Aunque no se han producido las impugnaciones que eran de temerse, y aunque ha sido defendida con una brillantez que difícilmente podré alcanza yo, tanto por el miembro informante como por el doctor Varela Acevedo, me creo en el deber de hablar, porque, dada mi idiosincrasia, no podría votar en silencio jamás, desde que e suna de las que más pueden apasionarme. No voy a entrar, señor presidente, a discutir las cuestiones de principios, las realmente fundamentales que abarca el asunto. Esas cuestiones ya han sido tratadas en sala, y, como me decía muy bien el doctor Varela Acevedo, ya han sido agotadas en todos los libros. Me voy a limitar, pues, a rozar los detalles resonantes, seguro que esta vez, como otras muchas, los detalles constituyen toda la materia. Tirios y troyanos parece que estamos de acuerdo en la limitación de la jornada. En lo único que no estamos de acuerdo es en la jornada uniforme. ¿Por qué? Porque, según nuestros adversarios, es evidente que no todos los trabajos son iguales, y que, por consiguiente, no es justo aplicar a esfuerzos distintos horarios idénticos. Nosotros, como es natural, somos demasiados sensatos para desconocer la evidencia. Es evidente que no todas las tareas son iguales; pero es evidente también que carecemos de los medios para poder medir el esfuerzo humano. ¿Dónde está el método, dónde está el manómetro que nos permita medir los distintos matices del esfuerzo? ¿Trabaja más el 103

Domingo Arena: Realidades y Utopías albañil, trabaja más el herrero, trabaja más el carpintero? Imposible determinarlo de una manera científica, de una manera justa. Es indispensable, pues, si se quiere hacer algo, entrar al campo de lo arbitrario; y entonces, de todas las arbitrariedades optaremos por la más lógica, por aquella que divide las veinticuatro horas del día en tres porciones distintas: una para el trabajo, otra para el descanso, otra para la comida y demás esparcimientos de la vida. Pero hay más señor presidente. Yo no estoy seguro de que los trabajos aparentemente más livianos sean siempre los trabajos menos dañinos. Más bien dicho, estoy seguro, de que en algunos trabajos violentos hay una especie de compensación que los hace más compatibles con la salud humana. Para los herreros. Por ejemplo, está esa gran gimnasia que ensancha y tuesta los músculos como en una escuela de atletas; para el albañil el aire libre, el sol(...) En cambio, en los escritorios, detrás de los mostradores, no hay más que tedio, siempre tedio, o esa irritación interior que no puede expandirse y que ha de labrar profundamente todo el sistema nervioso de los hombres. Yo me imagino la tortura que debe ser para mucha gente tener que estar diez o doce horas atendiendo permanentemente la solicitud de los que acuden, siempre con buena cara, siempre con la misma sonrisa, sin tener el derecho a un momento de malhumor, sin tener el derecho de un momento de descanso.(...) Hay una cosa señor, fácil de medir en el trabajo de la gente, una cosa que nunca he visto considerar y que sin embargo, para mí es evidente. Esa cosa es psíquica, pero muy apreciable: es la subordinación, la dependencia de los que trabajan. Todo hombre que trabaja para otro, durante todo el tiempo que trabaja está sometido a otro. Ha enajenado su voluntad a otro; deja de ser un hombre libre. Podrá esa subordinación ser más o menos fructífera, valer más o valer menos; pero siempre es la misma. El que trabaja, pues, está siempre sometido, sea cual fuere la naturaleza del trabajo. Pues bien; podemos, por consiguiente, encarar lógicamente la cuestión desde ese punto de vista, y decir: Señor, un hombre, a los efectos del trabajo, sea cual fuere la naturaleza del trabajo, no debe estar sometido a otro hombre sino ocho horas; no puede ser esclavo de otro hombre –es claro que la palabra es un poco dura, pero a veces es dado emplearlasino ocho horas. Durante las dieciséis restantes es un libre de verdad. Hay otra cosa no tan clara, pero igualmente susceptible de ser medida: es lo que obtiene el hombre con su trabajo. Yo creo, señor, que salvo 104

Domingo Arena: Realidades y Utopías raras excepciones, el hombre con su trabajo, sea cual fuere la naturaleza de ese trabajo, no hace nada más que obtener lo necesario para vivir. Tanto el obrero, como el dependiente, como el empleado, lo único que haced con su labor es ganarse la vida(...) Quiero suponer por un minuto, señor presidente, que fuéramos a votar una ley tal cual lo pretende el doctor Gallinal, o sea una ley con horario variable. Pues bien, señor: esta ley, mañana mismo, - no diré dentro de un año o de dos años-, mañana mismo, sería una ley atrasada; los hechos se habrían anticipado a la ley. Muchos gremios a los cuales haríamos trabajar nueve horas, en cuanto mejorara el país, por medio de una pequeña rebeldía conseguirían no trabajar más que ocho. Ahora bien: para hacer una ley tasada, - tal vez tuviera razón el doctor Gallinal,- sería mejor no hacer la ley; porque yo no estoy de acuerdo con que el legislador no deba hacer, sino dar forma a las costumbres.(...) Y si el legislador no realiza eso, entonces habría fracasado, no tendría razón de ser. Si las costumbres bastaran para dar la norma, para hacer la ley, el legislador estaría de más, y tendrían razón los que sostiene que el mundo marcharía mejor sin leyes; tendría razón esos señores anarquistas, tan suaves cuando predican, pero tan intolerables cuando ejecutan. El doctor Gallinal se mostraba muy inquieto, - y creo que en esa inquietud lo acompañaba el doctor Rodríguez,- al manifestar que seguramente la disminución del horario obrero, iba a traer como consecuencia el abatimiento de los jornales. Bien, señor; yo en esta materia, soy a la vez pesimista y optimista. Soy pesimista, por cuanto entiendo que los industriales, por la fuerza de las cosas, por el medio en que se desarrollan sus actividades, aún siendo los mejores hombres del mundo, pagan siempre lo menos que pueden a los obreros. Con esto no quiero atribuir mala entraña a los directores de la industria. Creo que entre los industriales hay hombres tan buenos como nosotros. Pero es inútil. Colocado sobre el potro, no miran sino su objetivo: no quieren sino llegar; y entonces, su única preocupación es obtener las máquinas más rápidas, los hombres más baratos(...) Pero, a pesar de mi pesimismo, no creo que los industriales disminuyan los jornales mayormente, por culpa de nuestra ley No pueden hacerlo porque la acción industrial tiene su reacción en la propia resistencia obrera. El obrero puede ceder mucho, pero llega el momento en que no puede ceder más. Ese momento es el límite de sus necesidades, cuando el jornal no le da para mantenerse.(...) 105

Domingo Arena: Realidades y Utopías El proyecto completo temo que no pase por muchos votos. A tal punto, que considero que le ha prestado a la causa obrera un servicio evidente el doctor Varela Acevedo, lanzándose a sostener el proyecto en un momento de verdadera crisis. Ante de terminar, señores, quiero declarar bien categóricamente, bien solemnemente, que yo soy muy obrerista. Será tal vez porque corre por mis venas sangre obrera, y porque siento gemir en el fondo de mi ser muchas generaciones de antepasados obreros, verdaderos mártires, de tan buena cepa como los mártires de la religión del doctor Gallinal. Señor Gallinal.- No lo dudo señor senador. Señor Arena.- las reformas obreristas me encontrarán, pues siempre en primera fila, donde quiera que esté, en el periodismo, en el Parlamento. Y anticipo desde ahora que no se hasta cuando las reivindicaciones obreras me parecerán excesivas: ¡ creo que nuestra deuda con los que todo lo hacen, con los que todo lo producen es inmensa! Señor Gallinal.- Apoyado. Señor Rodríguez.- ¡Muy bien! Señor Arena.- Creo que aún el día en que sus reclamaciones sean abusivas, me será difícil estigmatizarlas, porque esos abusos no serán sino una pobre reacción contra los infinitos abusos que viene sufriendo desde que le mundo es mundo. Voy a votar, pues esta ley con una gran convicción y con una profunda esperanza: con la esperanza y la convicción de que no pasarán muchos años sin que sea una ley atrasada, sin que las ocho horas se reserven sólo para los oficios fáciles, y que para los oficios duros los horarios sean menores... Señor Paullier.- Apoyado. Señor Arena.-...si no es que los oficios demasiado duros se suprimen por la dignidad del hombre y de la especie! Y con todo eso señor, a lo único que aspiro es que, en esta materia volvamos un poco a la naturaleza y nos ganemos la vida con el menor esfuerzo posible, como se la gana el animal, como se la gana el salvaje! He dicho. Esta postura del Dr. Arena en el Senado es totalmente congruente con la que venía sosteniendo, trabajosamente desde su columna en El Día, dirigida a generar en la opinión pública ambiente favorable para la discutida y resistida ley de ocho horas por los sectores conservadores de la industria y el comercio montevideano. Cuando en un articulo titulado 106

Domingo Arena: Realidades y Utopías A favor de jornada de 8 horas que se publicó en el diario El Día el 7 de mayo de 1912, entre otras cosas argumentaba Arena: “...Lo reconocemos. Siempre ha sido el ideal de los explotadores de una industria o del comercio, apoderarse del máximo de las energías de sus asalariados. En este sentido, salvo los casos en que los propios obreros han impuesto un horario, el patrón dispone a su antojo del trabajo de cuantos le sirven. Es el caso de los empleados de comercio, los gemios desorganizados, los trabajadores del campo, quienes sufren el rigor de horarios arbitrarios y desmedidos. ¿perjudicial para las actividades productivas? Lo es a primera vista, ya que se llegó a confundir al obrero con la máquina y a no reconocer a aquél el derecho de cansarse. Sin embargo, fuera de los ejemplos de otros países favorables a nuestra tesis, no se ha probado todavía que en el Uruguay los obreros producen menos ahora, con ocho horas de trabajo que antes con diez. Se podría probar lo contrario.(...) Agreguemos, con el intento de salvar esta objeción inhumana, que si trabajando ocho horas el cansancio no es igual para todos los oficios, este hecho influirá a favor de los trabajadores y de los propios patrones. Si los obreros que dan todas sus fuerzas ganan un buen salario, los que gasten menos no lo ganarán tan bueno. Y sucederá entonces que, como la tendencia general es a gozar de salarios altos, todos querrán producir mucho.(...) Los enemigos de las ocho horas no toma nunca en cuenta la razón principal que sirve de fundamento a la uniformidad de esa jornada. Partiendo del punto de vista, absurdo para algunos, de que todos, patrones y asalariados, tiene derecho a emplear en su provecho las energías que le sobren después de trabajar, a fin de desenvolver las aptitudes nobles y superiores del espíritu, se pretende con la ley sobre las ocho horas impedir que, por hambre o por miedo, el obrero continúe malogrando lo mejor de la vida. El País necesita productores, pero productores que sean ciudadanos. Bastante es que la constitución menoscabe los derechos innatos del que trabaje por el jornal. Y todos los que quieran que el país tenga ciudadanos capaces de aquilata sus necesidades, defender sus derechos y realizar sus esperanzas, deben dar toda su simpatía a la jornada uniforme de ocho horas, la cual permitirá que la mayoría de los ciudadanos sean hombres instruidos, fuertes y libres”

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Resulta claro que el rasgo típico de la sociedad burguesa del Uruguay de principios del Siglo XX fue la presencia de una clase trabajadora pujante cuyos orígenes se remontaban al industrialismo y las corrientes inmigratorias de la década del 70 del siglo XIX. El Poder ejecutivo presentó el 26 de junio de 1911, el proyecto de legislación laboral, siendo por segunda vez que Batlle tocaba el tema de la extensión del horario laboral. Las modificaciones del primer proyecto están dadas por las jornadas diferenciales, limitación de las jornadas de trabajo a menores de 18 años, el descanso de la mujer luego del parto, un día de descanso para cada trabajador por semana. En Resumen toda la actividad del batllismo en esta materia ilusionó a los socialistas que en un artículo en La voz del obrero sostenía:” El Presidente ha vivido toda su vida en contacto con el pueblo. Sabe sus miserias y sus necesidades, tiene conocimientos de las reformas llevadas a cabo por los gobiernos europeos en beneficio de la clase trabajadora. No ignora que para nada valen las glorias de la patria, las satisfacciones del honor nacional, la esperanza del porvenir y otras cosas por el estilo, si ellas no se expresan en mejoras públicas. En el aumento de la productividad y del consumo material del pueblo. En la suba de los salarios reales, en el aumento de los niños que van a las escuelas, de los estudiantes que frecuentan bibliotecas(...)” El apoyo que era crítico al batllismo, por parte de los socialistas se sustentaba en la necesidad de modernizar al país, frente a los sectores conservadores como la iglesia, los nacionalistas y los doctores. La prédica obrerista de Arena y a través suyo del Partido Colorado y del Gobierno encerró a los anarquistas y socialistas hacia una radicalización más hacia la izquierda que el propio batllismo. Poco después se obtiene una distribución más lógica de las competencias de las Secretarías de Estado, estas fueron aumentadas de seis a siete, y Batlle impulsó a la acción a sus colaboradores, no pasando una semana sin que uno de ellos no elevara un proyecto de ley que abarcara las ideas de construcción de un país modelo superando los obstáculos que emanaban de la Constitución de 1830. El estado debía estar por encima de los problemas de los sectores sociales y articular las relaciones entre los diferentes sectores, además debía intervenir para generar riqueza y distribuirla creando fuentes de trabajo, donde el fin del estado no sería el lucro pero si la buena administración. El estado debía sustituir las empresas extranjeras con empresas públicas nacionales para que las ganancias quedaran dentro de fronteras.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Para Batlle el estado se debía convertir en el arbitro y en el componedor de todos los problemas, en el representante de toda la sociedad, y por ello debía intervenir concretamente en la tranquilidad pública y en la justicia social. Ahora estos conceptos aplicados llevan consigo la idea de democracia política. Por lo tanto el voto obrero, sumado al voto de todos los hombres de todas las clases sociales permitirían el camino a la justicia. En este ámbito desprendemos sus iniciativas de clara influencia anarquista de que el plebiscito, herramienta de democracia directa, permitiría al pueblo pasar por encima de los excesivos poderes establecidos en la Constitución de 1830. Lógicamente para lograr estos objetivos debía lograrse con dos reformas trascendentes en ámbito político, la reforma constitucional y la reforma del Partido. En el Estado se pensaba que la sustitución de la Presidencia de la república por un Ejecutivo Colegiado sería trascendente para eliminar los riesgos de personalismos amparados constitucionalmente. La idea era la división del poder casi absoluto que le otorgaba al Poder Ejecutivo la Constitución de 1830 por la decisión de nueve hombres que serían más representativos de la voluntad popular. Este sistema colegialista debía sostenerse, además, con la separación de la Iglesia y del Estado, que daría libertad de conciencia a la sociedad y en una fuerte apuesta a la educación a los sectores más populares para que con su instrucción tuviera participación directa en las decisiones generales. Era imprescindible, además, la participación permanente en la vida política, por lo tanto habría que abrir las pesadas puertas de los partidos políticos que los representarían políticamente. El Partido se convertiría en el intermediario entre el pueblo organizado políticamente y sus candidatos. Los gobernantes serían ejecutores de la voluntad popular, para esto se organiza en orden participativo los clubes seccionales, los comités departamentales, el comité ejecutivo nacional y finalmente la Convención del Partido. El país no soportaba más la Constitución de 1830, la que se había mantenido inalterada desde su promulgación, la propia profundidad de los cambios propuestos por el batllismo hacían notar la obsolescencia de la misma, además había un creciente interés por el sufragio y por las elecciones lo que evidenciaba que los conceptos por la democracia y el Estado mismo se habían transformado. Por ejemplo era necesario que se estableciese en la Constitución el derecho de reunión y de asociación. Los nuevos entes del Estado interventor de comienzos del Siglo XX, organismos administrativos y de desarrollo en campos tan

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Domingo Arena: Realidades y Utopías variados como la industria, el comercio y la cultura, tampoco estaban previstos y por lo tanta tampoco regulados por la Constitución. El Poder Ejecutivo tenía un poder muy grande y con el desarrollo del estado, la distancia con el poder político era muy grande, no olvidemos que el Parlamento no tenía la representación de todas las opiniones y tampoco se había previsto la representación proporcional. En 1912 la Asamblea General aprueba un mecanismo para agilitar la reforma de la Constitución: declarada su conveniencia por los dos tercios de ambas Cámaras, el Poder Ejecutivo convocaría una Convención Constituyente de doble número de miembros que la Asamblea General. Aprobadas estas reformas, serían sometidas a la consideración del Cuerpo Electoral a través de plebiscito. En el diario de Batlle comienzas a aparecer artículos sobre la reforma constitucional a partir del 4 de marzo de 1913 en las que proponía la sustitución de la Presidencia de la República por una Junta de Gobierno integrada por nueve miembros, claramente un Poder Ejecutivo Colegiado. Los integrantes ocuparían su cargo por un período de nueve años, pero debiendo ser elegidos uno de ellos cada año por voto directo del cuerpo electoral. Este cuerpo elegiría, a su vez, su presidente y sus funciones serían representativas y el mando de las Fuerzas Armadas, duraría dos años y podría ser reelecto. “Viajaba por Europa cuando mi nombre sonaba ya como candidato a la segunda Presidencia de la República. Realmente no sentía yo un gran halago si la nueva presidencia iba a ser una de tantas y si el país, después de terminado mi nuevo período, había de quedar como antes. Mientras mi candidatura se afianzaba, paseaba yo por Francia y Suiza donde estudiaba de cerca los mil aspectos de una vida política democrática, y entonces comparaba formas políticas de los Estados Europeos con la arcaica y vetusta Constitución de mi país. Recordaba yo que nuestra Constitución de 1830, estábamos constantemente expuestos a que la suerte nos deparara un Presidente de malas intenciones y con la suma de las facultades realmente extraordinarias que le otorga nuestra Carta fundamental, se llevara todo por delante, arrasara con las instituciones y sumiera al país en la más negra de las dictaduras”

Estas palabras de Batlle dejan en claro su temor de que un Ejecutivo unipersonal culminara en un gobierno de fuerza y anulara todo el proceso reformista. El riesgo de esta iniciativa era dividir al Partido Colorado, sobretodo a los sectores más conservadores que veían con gran recelo las reformas de Don Pepe. Los integrantes de los sectores conservadores necesitaban para sentirse tranquilos la menor cantidad de cambios posibles. Estos sectores sociales lo integraban los hombres más ricos de 110

Domingo Arena: Realidades y Utopías la sociedad, de origen banquero, terratenientes o ganaderos. Por supuesto integraban estos sectores simpatizante de los partidos tradicionales, que en cierta manera soportaban el reformismo batllista en lo económico y social, la idea política del Colegiado generó la oposición, separándose de la jefatura de Batlle los opositores del Colegiado. Es la hora opositora de Pedro Manini Ríos quién funda en 1916 el Partido Colorado General Rivera. En tanto el Partido Nacional utilizó la circunstancia para levantar a los sectores rurales pudientes que arrastraban tras de ellos a las peonadas siempre recelosas de los montevideanos, los doctores y con Batlle que los había vencido en el campo de batalla. El Partido Nacional se convierte en un potente opositor a las ideas batllistas de reforma constitucional. La polémica sobre el colegiado se extendió por varios años a través de la prensa opositora al Colegiado: “La Mañana”, “La Democracia” y “Diario del Plata”. La campaña electoral fue dura. Los argumentos se discutían en las Cámaras, en la prensa y en los debates partidarios. Se convirtió la polémica en un cuestionamiento a Batlle y a sus reformas. Los batllistas se movilizaron profundamente en la defensa de la reforma constitucional, del reformismo como ideología y del desarrollo social y político que había instaurado José Batlle y Ordóñez. En esta predica se encontraba en primera línea el Dr. Arena: “ Muchas gracias por la amable acogida. La agradezco en nombre de la causa. Sólo ella puede merecer semejantes ovaciones. Es en su nombre que las acepto. Tengo el propósito de hablar extensamente. – todo lo que puedan soportar Uds., todo lo que permitan mis órganos vocales- sobre la magna cuestión del Ejecutivo Colegiado. Pero, debo advertir, que desde el primer momento tendré que hablar de Batlle. Batlle es el autor de la reforma; Batlle es el responsable de la reforma, Batlle es toda la reforma! Por consiguiente, es imposible abordar la materia sin ocuparse preferentemente de él. Por otra parte, desde que los enemigos irreconciliables de Batlle no hablan de la reforma sin hablar de Batlle, sus amigos irreductibles, tenemos el mismo derecho, hasta estamos en el deber de proceder de la misma manera. Por lo demás, la tarea nos será fácil, porque Batlle nos ofrece con sus infinitas buenas intenciones, una foja de servicios realmente insobrepujable. Se ha querido empañar la magna iniciativa de Batlle tendiendo sobre ella la sombra del Porfirismo. Esa afirmación, señores, es una inmensa patraña. Batlle, por su constitución moral, es la antítesis del porfirismo. Su inmensa probidad bastaría, por si sola, para ponernos a salvo de ese peligro. El, para quién todo lo ajeno es sagrado, no podría atentar contra la soberanía nacional que es lo más sagrado de su país.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías No es el porfirismo, sino el bien público la verdadera obsesión de ese tenaz batallador. Por el bien público sacrifica hombres,, intereses, afecciones y hasta se sacrifica a sí mismo!(...) Yo puedo presumir de conocer desde su germen la idea del Ejecutivo Colegiado, tal cual como se ha desarrollado en el espíritu de Batlle. Batlle cree sinceramente que en el país ha fracasado el ejecutivo unipersonal- no para los gobernantes se sobreentiende, sino para los gobernados- Batlle cree firmemente que esa larga vía por que ha pasado la República es en gran parte la obra presidencial. – Batlle cree que la sangre que se ha derramado a torrentes, se ha derramado casi siempre o por culpa de los presidentes o por culpa de la ambición presidencial. –Batlle vive permanentemente obsesionado por la pesadilla de que el país juega su suerte en cada elección presidencial- por la desesperante pesadilla de que todos los progresos conquistados a fuerza de tantos sacrificios puedan perderse en un día, por la elección de un mal presidente.(...) Batlle ha visto, en fin, en ese espectáculo permanente de la lucha por la presidencia, una perturbación constante y profunda de todo el mecanismo político-administrativo y de toda la vida nacional. Batlle que ha tenido y tiene la preocupación constante del Partido Colorado, principalmente porque lo considera el gran instrumento con que ha de labrarse el bienestar nacional, ha temido que ese mal de la presidencia llegara hasta el propio Partido Colorado y concluyera por dividirlo...ha creído, hasta ha temido que en estos momentos mismos, la lucha por la presidencia, empezara por dividir al Partido Colorado y siente sinceramente que si se ha de poder agrupar de nuevo una masa compacta e irresistible, será encauzándolo detrás de la idea nueva y generosa del Ejecutivo Colegiado! Batlle, en resumen, ha creído a su país enfermo del mal de la presidencia y ha querido emplear los mejores esfuerzos de su presidencia para curarlo del terrible mal.- Al principio creyó que hubiese bastado con achicar la presidencia, con hacer menos apetecible, menos deslumbrante, ese eterno elemento perturbador.- Pero, llevado por esa tendencia natural de su espíritu de buscar remedios radicales para los grandes males, optó por algo más concluyente y más decisivo: por la supresión lisa y llana de la presidencia; pues eso, y no otra cosa importa, en definitiva, la creación del Ejecutivo Colegiado.(...) Batlle nos da una prueba de su ejemplar despego por la presidencia. Fue a raíz de la terrible guerra de 1904. cava de triunfar de un manera total. Sus implacables adversarios estaban entregados a discreción. Con esa inteligencia que los viene caracterizando desde hace tiempo, habían cometido el error de exigir entre las bases de al paz, la reforma constitucional.- Batlle debía, pues, ir a la reforma cumplir lo pactado con los nacionalistas. Hubiera podido mostrarse irreductible invocando la palabra empeñada. Y bastaba ir a la reforma para hacerla como hubiera querido! Hubiera podido ir a la prorroga de su mandato, a la reelección, a cualquier parte!- Se sentía prestigioso, fuerte con un ejército solidarizado con él en una ruda, triunfal campaña.-Contaba con todo el apoyo del Partido Colorado que se había visto, gracias a él, salvado, casi resucitado(...) Eso no es todo. Ahora mismo, como lo saben muchos, como lo pueden atestiguar, entre otros, el Dr. Otero y el Dr. Feliciano Viera manifestaron categóricamente a sus amigos, cuando lanzó la idea del Colegiado, que si lo ayudaban a hacer la reforma, le regalaría

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Domingo Arena: Realidades y Utopías al País un año de Presidencia, yéndose a descansar antes de tiempo, muy satisfecho con tal de dejar implantado el nuevo gobierno del que esperaba tantos bienes. Y yo pregunto señores, como síntesis de esta somera exposición- lamentado que no estén aquí nuestros adversarios para dirigirme a ellos preferentemente: ¿Dónde está, vuelvo a preguntar, en este país de delirantes por la presidencia, el ciudadano que, como Batlle, por simples escrúpulos de conciencia no haya querido llegar por dos o tres veces a la presidencia o se haya resistido a mantenerse en la presidencia?(...) Hoy mimo, señores, Batlle está dándonos otra gran prueba de lo poco que para él vale el poder, cuando no está acompañado de todo el derecho,- nos está dando otra prueba, repito, de que su impetuoso espíritu es antes que todo legalista y que detiene todas sus ambiciones, todas sus aspiraciones cuando se encuentra frente al derecho ajeno. Batlle quiere vivamente la reforma, Batlle se siente tan fuerte y tan prestigioso como después de los días de la guerra. Batlle ve que todo su partido político y todas las clases avanzadas del país se agrupan a su alrededor clamando por la reforma. Y sin embargo, la reforma no marcha! La reforma no marcha porque no quieren que marche once senadores...No olviden, señores, que los once senadores hacen uso de un derecho y que Batlle da el ejemplo de que ese derecho debe respetarse! Como decía, el torrente reformista es detenido por once senadores.- Y el tirano, el Porfirio, se detiene, se comprime casi, se inclina, sólo porque esos once senadores le hablan en nombre de la ley!(...)Recién ahora, contando con la benevolencia de Uds, voy a decir algunas cosas sobre el fondo de la cuestión que quiero tratar, o sea sobre el Poder Ejecutivo Colegiado. No puedo tener la pretensión de decir todo lo que habría y se podría decir sobre esta grave materia en una sola conferencia. Empiezo por hacer notar que el régimen presidencial vigente no tiene justificación lógica, que hasta se le puede calificar de impuesto por la necesidad y la urgencia. La democracia ha trabajado demasiado apresuradamente y le ha faltado campo para hacer experiencias. Rodeada de reyes, abrumada por los reyes, su tarea fundamental fue suprimir los reyes. Pero careciendo de antecedentes ilustrativos, creyó buenamente que para la sociedad marchase, era necesario sustituir al Rey con algo que le pareciese. Y sin tiempo para mayor examen, urgida por los sucesos, colocó en el sitio del Rey al Presidente; sin advertir que en definitiva, no había hecho más que crear un pequeño rey, un Rey no vitalicio, elegido a término, pero que evidentemente tiene toda la autoridad, toda la importancia, todos los honores, hasta toda la impunidad que tienen los reyes. Desde que el Presidente no es más que un pequeño Rey, lo probaría de una manera experimental(...)El sistema presidencial, no debe ser considerado, pues, para honor de la democracia, sino como un estado provisorio, un estado de transición. Y el paso que queremos dar con el Ejecutivo Colegiado, tampoco constituirá, seguramente, el estado definitivo, y no importará otra cosa que un nuevo esfuerzo en la lenta y natural evolución hacia el perfeccionamiento gubernamental. Creo firmemente, que el gobierno verdaderamente democrático será un día el gobierno del mayor número, y que es a eso, fatalmente, donde nos llevará el progreso. En consecuencia, pasando del Presidente al Ejecutivo Colegiado, no se hará más que señalar una segunda etapa en la marcha ascendente hacia la libertad. Para sentar la seriedad de nuestras ideas conviene que tomemos en cuenta, esa tendencia universal de hacer colegiados toda los mecanismos directivos. No se hace nada en el mundo, no se funda nada que tenga alguna significación, que tenga alguna

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Domingo Arena: Realidades y Utopías importancia, que no se ponga invariablemente, bajo los auspicios de una Comisión Ejecutiva. Esa tendencia universal, no se limita ya a las cuestiones privadas, sino que empieza a invadir el campo de la administración, el campo del Estado. Ha invadido, ya, totalmente, el campo de la justicia. Hasta hace pocos años, se sostenía de todas partes, alrededor del Poder Judicial, la misma brega que se está sosteniendo ahora alrededor de la Presidencia unipersonal. Se decía que no eran posibles los jueces colegiados; que el colegialismo arruinaba, suprimía la justicia a fuerza de dividir la responsabilidad, que los jueces unipersonales, exclusivamente responsables, eran indispensables, insustituibles, para que pudiese haber justicia. Pues bien: el sentido común ha triunfado en esa materia en el mundo entero. Ya solo por excepción hay Jueces Unipersonales. La justicia está en todas partes en manos de Comités Ejecutivos. Y se ha concluido por tener tal fe en esos jueces de conjunto, que hasta ayer se consideraban absurdos, que hoy se les considera insustituibles para economizar tiempo y obtener una buena justicia. Gracias al nuevo sistema, los pleitos que antes duraban años y tenían dos y tres instancias, hoy se resuelven en una sola, y en meses o días, donde quiera que haya una judicatura bien organizada(...) Pero hay más: el Colegialismo no sólo ha invadido la administración de justicia universal, sino que empieza a invadir el mismo poder Ejecutivo de los Estados. El Gobierno de Francia, no es el fondo sino un Comité Ejecutivo, porque Uds, saben que el Presidente no gobierna, que quién realmente gobierna es el Gabinete, o sea una verdadera comisión, el Parlamento. Y yo me digo: si una Comisión, dependiendo de otra Comisión, puede hacer un buen gobierno en Francia. ¿ por qué una Comisión, dependiendo directamente del pueblo, no ha de poder hacer buen gobierno en el Uruguay?(...)Creo, que en un gobierno debidamente organizado el Poder Ejecutivo no debería ejecutar casi nada. El poder Ejecutivo en un gobierno bien organizado no debería ser más que el órgano trasmisor de la ley, y el encargado de velar por su cumplimiento. La asamblea hace la ley, el ejecutivo le da paso o la veta, a lo sumo la reglamenta- e inmediatamente pasa al respectivo mecanismo encargado de ejercer la función legislada- bajo la superintendencia superior. Se dicta por ejemplo, una ley sobre Instrucción Pública Y EL Ejecutivo no tiene nada que hacer: es la Dirección de Instrucción Pública la que se encargaría de hacerla ejecutar(...) El Ejecutivo, pues, como Poder Ejecutivo, no debería ser otra cosa que el obrero atento a la máquina en movimiento, el obrero encargado de vigilar si el manómetro está bien, si todas las ruedas funcionan, si es necesario dar aceite, etc. Y si hemos perdido completamente el verdadero concepto de lo que debe ser el Poder Ejecutivo, es porque nuestro sistema ha enviciado totalmente el verdadero régimen, con este centralismo abrumador que hace que nada se mueva, que nada se agite sin el concurso del Presidente, - que impone al Presidente la firma de una orden por cuatro pesos, la extinción de un incendio y la dirección de la guerra! El ejecutivo, solo dejaría de ser simple trasmisor y vigilante, cuando inicia, cuando colegisla, pero entonces entra de lleno en el campo de la deliberación y sería una verdadera fortuna que sus decisiones pudieran tomarse en un cuerpo colegiado!

En definitiva, la segunda etapa de la evolución constitucional de nuestro país, culmina con la Constitución de 1917. El objetivo fundamental de esta reforma fue la corrección de la excesiva autoridad y el ejercicio 114

Domingo Arena: Realidades y Utopías abusivo del poder ejecutivo. Con ese objetivo Batlle y sus colaboradores intentaron desarrollar el ejecutivo integral, cosa que no se va a lograr y se alcanza una formula de transición dividiendo el Poder Ejecutivo en centros de poder: El Presidente de la República encargado de las relaciones exteriores, el orden interior y la seguridad externa y un Consejo Nacional de Administración, competente en materia de Hacienda, Instrucción, Salud y Obras Públicas e Industrias y Trabajo. El Consejo Nacional de Administración se compondría de nueve miembros: seis de la mayoría y tres de la minoría. Siendo ambos cuerpos de elección directa. La propuesta del batllismo proponía una formula que le daba integramente el Poder Ejecutivo a una Junta de Gobierno compuesta de nueve miembros con mandato por nueve años. Cada uno y cada año se elegiría Presidente de la Junta, tendría el mando del ejército y podría adoptar medidas prontas de seguridad en caso de conmoción interior o de ataque exterior. La postura de Arena en todo el proceso de la reforma constitucional lo llevó a defenderla en cuanto ámbito pudiera. Es claro que para el viejo político colorado, amigo e íntimo de Batlle no escapa que la reforma, además de defender la postura de su líder va a afianzar al Partido Colorado en el gobierno, en mayo de 1916 en la Convención del Partido Colorado sostenía: “...La Reforma, señores, al revés de lo que aseguran los disidentes de nuestro partido, tendrá otra ventaja: afirmará definitivamente el predominio del Partido Colorado en el Gobierno. Y lo afirmará por el medio más lato y levantado: robusteciendo la soberanía nacional, devolviéndole al pueblo el indiscutible derecho de elegir directamente sus mandatarios.-Porque la elección directa, la elección popular, la de la verdadera asamblea nacional, que es el pueblo, es la única que puede garantir el triunfo de las mayorías organizadas, que son las únicas que tiene el derecho de decir la última palabra en las deliberaciones de la democracia. Y lo garante sobretodo, ese hallazgo feliz de Batlle, el de la elección anual de los miembros de la Junta de Gobierno;- pues las elecciones de a uno, impidiendo los repartos, si no los hace imposibles, dificulta mucho las coaliciones, monstruosidades de las democracias, solo admitidas en los raros casos de desastre, en una idea superior puede ser la orientación común de las más diversas aspiraciones...(...) Al llegar aquí, señores, es el caso de hacer esta pregunta: ¿Las decisiones de esta Constituyente tiene la importancia decisiva que nosotros le atribuímos? ¿Van a jugar en los destinos del país la decisiva importancia que creemos? Si, señores: la jugarán, si, como lo espero, para suerte de todos, en las libérrimas luchas que van a entablarse dentro de poco, el Partido Colorado triunfa en la República: pues si triunfa, estarán en mayoría los colorados dentro de la Constituyente, y esos correligionarios, verdaderos mandatarios de su partido tendrán

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Domingo Arena: Realidades y Utopías que cumplir el mandato de su partido, formulado por esta Convención que es su órgano político...”

Las elecciones del 30 de julio de 1916 dieron como resultado que sobre un total cercano al 1.400.000 de habitantes estaban habilitados para votar 223.000 y en realidad concurrieron a votar un poco más del 10% de los habitantes y el resultado fue que los representantes elegidos fueron 105 nacionalistas y 22 colorados anticolegialistas, 87 batllistas, 2 socialistas y 2 católicos. Estos datos demuestra claramente que el triunfo correspondió a las clases más conservadoras de la sociedad que se encarnaban en la postura anticolegialista. La reflexión es que la impronta urbana del batllismo jugó en su contra puesto que las clases sociales del campo, tradicionalistas y caudillistas volcaron la balanza hacia el anticolegialismo. Al decir del Prof. Nahum, Batlle debió negociar con los sectores conservadores dentro y fuera del Partido Colorado para poder llevar adelante sus proyectos liberales y sociales. Esta negociación dio origen a la Constitución de 1918 ya analizada.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías

Capítulo 7

El compromiso de Arena. Los principios generales del Partido Colorado de fines del Siglo XX se sostenían con la propia definición que se daba esa colectividad: el Partido Colorado es “la conjugación del liberalismo clásico y el socialismo democrático” . Domingo Arena sostenía en una de sus encendidas disertaciones en el ámbito partidario: “...El Partido Colorado tiene una magnifica tradición, pero eso no basta. El Partido que fía demasiado en su tradición puede correr la suerte de esos nobles que fían demasiado en sus pergaminos. El escenario de la democracia se amplía día a día. Día a día entran en juego fuerzas nuevas, aspiraciones nuevas. Satisfechas las ansias de igualdad y libertad empiezan a dar su nota predominante las ansias de mejoramiento. Las muchedumbres que hasta ayer no aparecían en escena sino para ir al sacrificio de la guerra, empiezan a hacer irrupción en el campo de la política. ¡de ahí nuevos horizontes que es necesario escudriñar para no extraviarnos; de ahí nuevas etapas que es necesario correr y correr de prisa, si no queremos quedarnos rezagados! La política como la ciencia, debe estar en continuo movimiento si quiere responder a las necesidades de todos lo0s momentos, y el Partido Colorado, que no quiere dejarse vencer-¡ que no debe dejarse vencer! Tiene que estar constantemente alerta, en perpetua vibración(...)Y si se quiere que no crezcan a su costa el Partido Liberal y el Partido Socialista, debe ser tan liberal como el Partido Liberal y asimilarse todo lo humano, todo lo practico, todo lo realizable todo lo que no sea utopía del Partido Socialista.¡ La suprema aspiración del Partido Colorado debería ser hacer innecesarios en Uruguay el Partido Liberal y el Partido Socialista, a fuerza de satisfacer por sí solo, todas las necesidades y todas las aspiraciones del porvenir”

Domingo Arena contribuyó intensamente a consolidar un modelo de partido que se destacara por ser un instrumento de integración social, con un funcionamiento orgánico policlasista que llevaron en la gran mayoría del Siglo XX a soluciones de tolerancia y con amplios consensos. Su proyecto de incluir a los más necesitados, respetando los intereses más diversos derivó en que el batllismo del Siglo XX se manifestara como reformista, realizando legítimas alianzas sociales que fueron decayendo en vigor y profundad sobre los últimos 20 años del Siglo XX.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías El pensamiento socialista -- tomando el término en su sentido más amplio, que va del anarquismo al reformismo social demócrata --de los comienzos del siglo XX en nuestro país estaba fuertemente imbricado en una raíz teórica de tipo determinista. Al apelar a este determinismo, cuyos efectos debían ser estudiados por la ciencia social, se pensaba superar la mera prédica moral, y se compensaba la sensación de debilidad que podía invadir a un militante ante la escasez de recursos a su disposición. Era una manera de buscar aliados en el mundo de "lo que no se ve", que podía robustecer la fe en la victoria final, por encima de ocasionales retrocesos. El problema, claro está, estribaba en saber exactamente hacia dónde iba esa evolución predeterminada, que potenciaría cualquier esfuerzo, por aparentemente pequeño que fuera. En cambio, si se leía mal el mapa evolutivo, se podía caer en la figura del hombre de buena voluntad, sin peso ante las balas y el dinero del enemigo, un predicador en el desierto. La vinculación entre los ideales y los hechos fue articulada por Domingo Arena en todos aquellos episodios en que el poder político debía bajar al terreno de la gente. El Batllismo, articuló y racionalizó las utopías defines del Siglo XIX. Darwin y Spencer ofrecían elocuentes pruebas de la existencia de fuerzas por encima de la voluntad individual, que inexorablemente transformaban la realidad; y ambos teóricos estaban en la base del mundo de ideas del socialismo, complementando los planteos de Karl Marx de manera más moderna, con el aporte de ciencias duras como la biología. Algunos guardianes de la pureza teórica marxista condenaban esta hibridización de las ideas del maestro, pero de hecho ellas tenían una fuerte circulación, en todas las tendencias y corrientes antes aludidas. Claro está que -- dejando de lado a Darwin, que se concentraba en el reino animal -- los discípulos burgueses de Spencer preveían un avance del capitalismo liberal y civilista, contra la resistencia del mundo feudal o "militar". Pero bien se podía introducir aquí una corrección a complementación del pensamiento positivista, haciendo extender el proceso evolutivo un paso más, hacia el socialismo, lo que no era forzar demasiado las cosas. El mismo Spencer, en momentos de pesimismo, pensaba que las cosas podían ir en esa dirección. En su obra principal, Principles of Sociology, reeditada en 1897, planteaba en uno de sus capítulos finales un probable retorno del "régimen militar", bajo forma de socialismo, lo que 118

Domingo Arena: Realidades y Utopías lamentaba profundamente aunque consideraba casi inevitable, al menos como etapa de muy larga duración. En un carta a un amigo decía que "estamos en camino al comunismo, y no veo posibilidades de que el movimiento en esa dirección sea frenado". Es de imaginarse el alborozo de los "comunistas" ante estas afirmaciones. El inesperado éxito de la revolución en Rusia, secuela obvia de la guerra, y preanunciadora de otras en diversas partes del mundo, podía ser interpretado bajo esta luz. En ese sentido, el verdadero momento del impacto en lugares como la Argentina es el fin de la guerra, más que el putsch leninista de 1917. Antes de este inesperado vendaval histórico bélico las tendencias evolucionistas parecían llevar a la social democracia y al reformismo, avalados por nada menos que el mismo Friedrich Engels, y que entre nosotros condensó Juan B. Justo en su Teoría y Práctica de la Historia, editada en 1909. Pero ya en esos años se daba una reaccción contra lo que parecía ser el encenegamiento del reformismo, incapaz de afectar realmente al régimen burgués. Se daba en este sentido una convergencia, en diversos países europeos, entre una variante radicalizada del pensamiento nacionalista y ciertas corrientes de izquierda deseosas de superar el estancamiento teórico y práctico de la social democracia, buscando una alternativa socialista "nacional", concepto que aún no estaba viciado por su homónimo alemán. En esta exploración participaron muchos que luego quedarían en la izquierda, mientras que otros evolucionarían hacia posiciones más autoritarias, dando origen al fascismo, que en sus comienzos se consideraba un movimiento de izquierda, aunque revisionista. Esta mezcla ideológica ha sido cosa bien común en décadas más recientes en el Tercer Mundo y en América Latina, pero en general no ha degenerado en fascismo; salvo que se considere fascismo el nacionalismo de muchos países del Medio Oriente, anclado en un socialismo árabe de raigambre nasserista. Visto retrospectivamente, puede decirse que la social democracia no dio suficiente peso a la necesidad de canalizar los sentimientos "irracionales" que se podían fácilmente apoderar del ánimo popular, y sobre todo del de ciertos sectores medios lanzados contra el orden constituído. Estas potenciales elites estaban muy necesitadas de crear otro orden, revolucionario o no, en que además fueran ellas quienes ocuparan una posición de privilegio. Era necesario, aunque difícil, compatibilizar los lentos avances en el reformismo social con los sentimientos de 119

Domingo Arena: Realidades y Utopías indignación que las injusticias sociales producían. Y no eran sólo las masas las que tenían ese estado de ánimo: tanto o más importante era lo que ocurría en niveles medios de estratificación, entre intelectuales, estudiantes, y otros grupos medios, que no podían esperar a los seculares procesos de cambio vislumbrados por los intelectuales reformistas. Central en la búsqueda de nuevas vías de transformación socialista fueron las Reflexiones sobre la violencia de Georges Sorel, de 1906, que tienen además puntos de convergencia con los planteos antirreformistas del ¿Qué hacer? de Lenin, publicados poco antes, en 1902. Pero Lenin creyó en la inmediatez de la revolución social, y desarrolló la teoría y la práctica del partido revolucionario, formado por una elite muy dedicada. Ese partido podía participar en el sistema de la democracia burguesa, pero sólo para subvertirla. Sorel iba más allá que Lenin en la condena del sistema "partidocrático", y no tenía confianza en las posibilidades revolucionarias de algo que se definiera y se organizara como partido. Temía las tendencias hacia el aburguesamiento, si el partido tomaba la vía reformista, o bien hacia la formación de una nueva clase dominante, si el acceso al poder se daba en un contexto revolucionario prematuro. Por eso prefería centrar la lucha del proletariado en los mismos sindicatos, que por su naturaleza estarían más permanentemente ligados a los intereses de la clase obrera. Esto, a pesar de que ya eran bastante evidentes las tendencias moderadas de las dirigencias gremiales, tanto o más que las de los partidos políticos. La diferencia, a su juicio, estribaba en que los sindicatos a la larga no podían menos que reflejar más de cerca la mentalidad y los intereses de sus bases. Con este bagaje mental ciertos sectores de izquierda del socialismo se separaron del partido, en diversos países, especialmente en Italia y en la Argentina (1908 y 1906 respectivamente). Casi todos los teóricos marxistas de su tiempo, incluído Lenin, consideraban necesario que el capitalismo se desarrollara a fondo, antes de que una revolución expropiatoria tuviera éxito. Sorel pensaba, además, que la mejor manera de hacer crecer al capitalismo era dejar que se desataran las fuerzas del mercado, en lo que hoy llamaríamos neoliberalismo, sin preocuparse por la existencia de redes de contención ni Estado de Bienestar Social, ni tampoco necesariamente democracia parlamentaria, que en su interpretación eran las peores adormideras de las clases populares. El resultado del crecimiento capitalista "salvaje" sería la 120

Domingo Arena: Realidades y Utopías polarización social, y su inevitable secuela, la revolución. La revolución, bajo condiciones de super desarrollo, implicaría la abolición del Estado, y por lo tanto también la supresión del rol de los intelectuales y demás parásitos del orden actual. De todos modos, en las Reflexiones y otras obras de Sorel no está muy claro hasta qué punto él creía realmente que una revolución, desencadenada por la huelga general, sería posible, aunque fuera en un futuro. Por algo se refería al mito. Un mito es una visión en que se cree, y que es capaz de estimular las pasiones, aunque no sea cierta. A estas consideraciones se unió en el mismo Sorel y en sus compañeros y seguidores, una fuerte influencia de las ideas "modernas" literarias y artísticas de Giovanni Papini o Filippo Marinetti, o las de Friedrich Nietszche, o los análisis sociológicos de Robert Michels y Vilfredo Pareto. Todo, mezclado con un abundante antisemitismo, porque los judíos eran vistos como paradigma del pensamiento calculador y egoísta del capitalismo, como ya lo había señalado Karl Marx en La cuestión judía. Michels, crítico de izquierda de la Socialdemocracia, autodefinido en el campo del sindicalismo revolucionario, terminó apoyando al fascismo durante y después de su acceso al poder. Pareto, de posición más conservadora, también condenaba a la democracia burguesa por desconocer el rol de las elites, y saludó el advenimiento del fascismo como señal del derrumbe del régimen liberal corrompido. El buen poeta y confuso ideólogo Gabriele D' Annunzio, una especie de Lugones italiano más lanzado a la política de acción, con su prédica irredentista y su aventura sobre Fiume (1920), contribuía a dar más brillo a este conjunto por cierto "irracional", si es que la palabra puede usarse. Ante el materialismo utilitario de la burguesía y de un reformismo obrero que contaba los centavos, se valoraba a la aristocracia, al altruísmo, al sacrificio y por lo tanto a la misma guerra como trauma liberador. La Revolución Rusa, con su inmenso impacto, hizo pensar que existían otras vías más expeditivas, sobre todo en países de la periferia. Integrando estos enfoques, Lenin pensaba posible en un país atrasado como Rusia organizar una revolución y luego dejar que los capitalistas desarrollaran la economía, pero bajo dominio político de los obreros, o mejor dicho del partido que se decía su representante. Lo que ocurrió fue por cierto algo muy distinto, vindicando, de manera trágicamente irónica,

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Domingo Arena: Realidades y Utopías las tesis de Marx, pues lo que se construyó en la Unión Soviética fue una variante de capitalismo, no de socialismo. En la Argentina también existió el fenómeno de intelectuales socialistas que buscaron vías de atajo, incluso a través del nacionalismo, como Manuel Ugarte, pero en general de tipo continental más que nacional, y sin implicancias autoritarias ni mucho menos fascistas. En movimientos como el tenentismo brasileño de los años veinte la simpatía por el fascismo en cambio era notoria, visto como dictadura desarrollista. La mayor parte de esos tenentes brasileños veían la aplicación local del modelo fascista como dirigida contra la oligarquía y los intereses extranjeros, lo que los coloca como precursores de la mentalidad nacionalista popular, pero no se trataba de gente con un pasado de militancia de izquierda. En América Latina José Carlos Mariátegui (1894-1930) fue el principal representante de una corriente marxista que buscó reinterpretar la doctrina en base a experiencias locales, especialmente el reconocer al problema indio como el número uno en el Perú y otros países andinos. Esta fue la principal contribución de sus influyentes Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928). Rechazando todo tipo de explicaciones raciales o culturales, e influenciado por los trabajos del antropólogo Luis E. Valcárcel y su Grupo Resurgimiento basado en el Cuzco, afirmaba que el latifundismo era el principal responsable por la miserable condición de la población aborigen, lo que por cierto no era una gran novedad en ambientes de izquierda. Pero muchos marxistas, aunque solidarios con las masas indias explotadas, no creían que ellas podían ser transformadas en una palanca de cambio. Según ellos era necesario esperar a que el capitalismo se desarrollara, o bien a que fuerzas revolucionarias prendieran en la clase obrera urbana; una excesiva concentración entre los indígenas podría llevar al populismo, condenable tanto en su versión rusa como en otra local. Mariátegui, en cambio, pensaba que la población autóctona podría ser adecuadamente dirigida y estimulada a la acción por una elite dedicada. Para ello era más necesario un sentido heroico de la vida, que un culto del determinismo. Al determinismo se lo veía como una

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Domingo Arena: Realidades y Utopías característica de la despreciada social democracia más que de un marxismo adecuadamente interpretado. En la transición a una sociedad socialista había que basarse en los hábitos colectivistas de los indios. "El comunismo incaico, que no puede ser negado ni disminuido por haberse desenvuelto bajo [un] régimen autocrático" proveería las bases para futuras instituciones, y estimularía la imaginación, para formar, junto al socialismo, un poderoso mito, equivalente a una religión. Por otro lado, no era posible basarse en la burguesía para dar la lucha contra el feudalismo, debido a la debilidad de aquella clase. Habiendo vivido varios años en Italia, como periodista, Mariátegui adquirió un conocimiento de primera mano de la política y de las ideologías de su tiempo, tomando libremente de fuentes marxistas así como del pensamiento de Bendetto Croce, Henri Bergson o Georges Sorel. El mecanicismo evolucionista de la Segunda Internacional debía ser reemplazado, en su visión, por una intepretación más adecuada de cómo ocurre el cambio social, que diera su lugar a la voluntad humana. Sorel había sido, a su criterio, el primer genuino revisionista científico del corpus marxista, al señalar el rol de la voluntad, y del creer en un mito de naturaleza semirreligiosa. La práctica leninista, y la experiencia de la Unión Soviética, demostraban la importancia que podía llegar a tener una elite. Ante los nuevos acontecimientos mundiales, y las numerosas interpretaciones que se les podían aplicar, el torrente unidireccional de la evolución se convertía en un conjunto de ramales y arroyos, que podían llevar a cualquier parte, y sería la acción consciente de grupos políticos la que orientaría el proceso. Lo que no estaba claro para los teóricos de la época era el componente clasista de los fenómenos revolucionarios que se estaban dando. Si la explosión en Rusia era simplemente el primer eslabón de un proceso a escala europea, no importaba que él se hubiera dado en un lugar tan inesperado. Siempre se podían citar algunas cartas de Marx previendo un inicio revolucionario en Rusia, pero eso sólo era compatible con la teoría si se trataba de una chispa que luego incendiara toda la pradera europea. Al no ser así, era preciso reconsiderar la etiología de los procesos revolucionarios. Ya Lenin había planteado en su

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Qué hacer? la formación de una elite revolucionaria, reclutada en cualquier origen social, para actuar como palanca, para luego fusionarse en la gran transformación. Pero no iba más allá en el análisis clasista de esa elite, ni mucho menos en el de sus sucesores, que formaron la nueva clase burocrática en el poder, cosa que desde la perspectiva que se puede tener hoy día es bastante obvia, pero no lo era en esos primeros tiempos. De hecho, las fuerzas revolucionarias no podían de modo alguno limitarse a la clase obrera, ni tampoco con el añadido de ciertas capas campesinas. Había que incluir a las clases medias, tema poco estudiado por Marx, ya que preveía su progresiva eliminación por vía de la proletarización. Lo que no previó es que si esa proletarización se daba, los protagonistas del fenómeno iban a reaccionar antes de hundirse totalmente en la masa común, y con actitudes más cercanas a su anterior condición de clase que a su supuesta nueva identidad proletaria. Por otra parte, ese descenso social no estaba ocurriendo en los países de alto desarrollo, más que coyunturalmente, ni tampoco en otros como la Argentina o sus vecinos del Cono Sur. Sí podría ocurrir algo parecido en muchos otros países de menor grado de desarrollo, y también en ciertas áreas de la misma Argentina o Chile, dando lugar a la presencia de elites anti status quo que podrían convertirse en dirigentes de procesos radicales de cambio, revolucionarios o no, posiblemente de tipo nacionalista o populista, o versiones nuevas e inesperadas de las doctrinas de Lenin, como el maoísmo, dirigidas por figuras en el fondo caudillescas del tipo que tanta suspicacia creaba en los militantes de comienzos de siglo. La revolución, entonces, necesitaba toda una nueva sociología, que podía eventualmente convertirse en escolástica, como le ocurrió en manos de los partidos Comunistas y sus escisiones. Estos teóricos en general operaban con el modelo europeo, algo modificado para dar lugar al caso ruso (y más tarde al chino). Aparte de que interpretaban mal las características clasistas de esos procesos, lo que no tenían en cuenta era el contexto latinoamericano, o en general tercer mundista, en que podían desencadenarse fenómenos que destruyeran, o afectaran seriamente, al sistema de propiedad existente. En este sentido, el análisis de la Revolución Mexicana, y las guerras civiles y caudillismos del continente, era tanto o más importante que el de los eventos de Octubre. Mariátegui intentó hacer esto, aunque sin mucho éxito, y Haya de la Torre también, 124

Domingo Arena: Realidades y Utopías tomando justamente al caso mexicano como paradigma. Más tarde se daría toda una proliferación de fenómenos potencialmente revolucionarios, desde el ya mentado tenentismo brasileño hasta el nacionalismo revolucionario de Bolivia, sin dejar de lado las guerras civiles más clásicas, como la de los Mil Días (1899-1901) de Colombia, o las rebeliones de Aparicio Saravia (entre 1897 y 1904), o las de los mismos Radicales en la Argentina. En tanto en nuestro país la reacción conservadora se estaba gestando con la postura del Dr. Feliciano Viera.

El Alto de Viera La realidad de los resultados que llevaron a desarrollar el denominado régimen bicéfalo constitucional, se manifiestan en la declaración del Presidente Feliciano Viera, que gobernó nuestro país entre 1915 y 1919 y que sostenía: “ Las avanzadas leyes económicas y sociales sancionadas durante los últimos períodos legislativos han alarmado a muchos correligionarios y son ellos los que nos han negado su concurso en las elecciones del 30. Bien, señores, no avancemos más en materia de la legislación social y económica; conciliemos el capital con el obrero. Hemos marchado bastante a prisa; hagamos un alto en la jornada. No patrocinemos nuevas leyes de esa índole y aun paralicemos aquellas que están en tramitación en el cuerpo legislativo, o por lo menos si se sancionan que sea con el acuerdo de las partes interesadas”(31)

El fundamento político inicial del presidente Viera significó una golpe de timón muy grande de la política del gobierno en lo que se refiere a las políticas económicas y sociales. El sector conservador, tanto colorado como nacionalista se sentía profundamente satisfecho por esta vuelta a la normalidad. Esta postura se reflejó en los ministerios y su equipo de colaboradores puesto que dio ingreso a dos colorados anticolegialistas y a un nacionalista. Inmediatamente los sectores económicos conservadores, léase la Asociación Rural, la Federación Rural, la Cámara de Comercio, la Unión Industrial y el sistema bancario manifestaron se adhesión. Sin embargo y más allá de los problemas dentro del Partido Colorado y la detención del proceso reformista, la Constitución vigente fomentaba las elecciones con una frecuencia muy alta aspecto que va a consolidar la actuación democrática del electorado, por otro lado se perfecciona todo el andamiaje jurídico-electoral y por los sucesivos compromisos entre los distintos partidos y sectores de los partidos tradicionales. Dentro de las 125

Domingo Arena: Realidades y Utopías causas sociales de la situación política, es clara la composición social de los partidos políticos uruguayos a comienzos del Siglo XX, que eran esencialmente policlasistas. El sector más popular era el batllismo, aunque nunca se mostró identificado con ninguna clase, en tanto que los sectores más aristocráticos lo encontramos dentro del Partido Nacional en los autodefinidos conservadores como Aureliano Rodríguez Larreta y Juan Andrés Ramírez.. El proletariado urbano era relativamente poco numeroso debido al escaso desarrollo de la industrial, aunque su vinculación al batllismo era innegable, en tanto que en el campo el proletariado rural se sostenía en los caudillos blancos o colorados riveristas. La definición oficial del riverismo sobre el batllismo marca claramente la diferencia con la predica de Domingo Arena y la cuestión social batllista: “ Hasta aquí hemos estado de acuerdo con el señor Batlle. Para el futuro no podemos decir lo mismo, porque no sabemos lo que quiere Batlle, ni a dónde va Batlle. Es posible que aceptemos de sus ideas todas aquellas que encuadren dentro del programa colorado. Pero lo que es indudable es que no lo acompañaremos en un avancismo a outrance. El Partido Colorado no es socialista, ni va al socialismo. A mi juicio, su misión ahora más que nunca, es conciliar el capital con el trabajo, sin hostigar a ninguno de estos dos factores, de cuyo acuerdo depende el bienestar nacional”.(32) Unos años antes, en mayo de 1917, en El Día se comienza a desarrollar una polémica que durará varios meses entre José Batlle y Ordóñez y el Secretario General del Partido Socialista del Uruguay, Celestino Mibelli, allí se pone en claro la posición del batllismo sobre la lucha de clases: “...Lo que hemos afirmado y demostrado es que las sociedades no se dividen en dos clases enemigas, perfectamente definidas y separadas, entre las cuales no pueda haber más relación de sentimiento que el odio, ya que según la teoría del Sr. Mibelli, la una sólo se preocuparía de explotar a la otra. Largamente expusimos algunas de las razones que hay para afirmar que si la actual organización social no da a cada cual lo que le corresponde, ellos débese atribuirse al atraso de las ideas y a la dificultad de determinar lo que es de cada uno y no a una voluntad general injusta. Hicimos notar además al señor Mibelli que, entre el extremo de la clase capitalista y el de la obrera, hay una escala casi infinita de posiciones ocupadas por personas que no se consideran explotadoras ni explotadas, y para hacer más clara la verdad de nuestra 126

Domingo Arena: Realidades y Utopías afirmación lo pusimos a él mismo en un ejemplo, ya que a pesar de no ser un obrero, no se considera un explotador del obrero” (33).Como analiza Milton Vanger, es apreciable en todos los debates entre Batlle y Mibelli sobre el papel de la clase media, un cierto desinterés debido a que ambos no tenían una postura analítica en esa materia social, y además porque en el Uruguay de esa época era un sector social difícil de encontrar. En tanto, seis años más adelante, Domingo Arena defendía en las cámaras su postura frente a las madres trabajadoras: “ Lo único que quiero decir, señor presidente, es que naturalmente, voy a votar el proyecto de jubilación para las maestras madres; pero quiero que conste también, ya que se ha hablado del asunto, que votaría con mucho más gusto un proyecto de carácter general, que protegiera a todas las madres. Se más, señor presidente; se que conmigo, en mi grupo, hay mucha gente, - tal vez todos los que están en esta Cámaradispuestos a acompañar proyectos de este género y en otros igualmente beneficiosos para las clases populares. Lo que si se, señor Presidente, que estas cosas no son tan fáciles de realizar como de escribirlas en el papel. Todos los que piensan como yovuelvo a repetir que son muchos y probablemente los hay en todas las bancadassienten que lo primero que habría que hacer es crear fuertes impuestos para enriquecer el Estado y después atender las infinitas necesidades que sufren las clases pobres. Pero,¿ cómo nos vamos a lanzar a iniciativas de este géneros, cuando vemos que cuesta crear los impuestos más indispensables para equilibrar el presupuesto? Nosotros, señor presidente, los que estamos animados de ideas avancistas, sin pensar en la destrucción social, como piensa el señor diputado comunista, esperamos que el electorado se de cuenta de que es lo que conviene y cuales son los elementos que debe prestigiar para organizar verdaderas mayorías capaces de servir en esta Cámara! Y cuando eso venga, cuando yo, por ejemplo, me sienta apoyado, cuando cualquiera de nosotros se sienta sostenido por una mayoría suficiente, ya verá el señor diputado comunista cómo lanzaremos proyectos que a él mismo han de satisfacerlo; ya verá que sin pensar en la destrucción del capital,- porque eso, con los respectos debidos, me parece un gran disparate,- somos capaces de ponerle a ese capital todos los gravámenes que sean necesarios...- interrumpe el señor diputado Mibelli- para que, sin sentirse destruido, sepa cumplir con su deber y suministre al estado los fondos necesarios para ir a esa reorganización que tanto deseamos.- Interrumpe el señor diputado Mibelli´. Señor Presidente- llamo a la cuestión al señor Arena. Señor Arena.- Bien señor presidente. Lo único que esperaba era eso, y la esperanza que tengo es que los electores que están en el pueblo, sientan estas cosas, y cuando llegue el momento de elegir diputados, elijan diputados que sean capaces de servirlos, como somos los que estamos en esta bancada.”(34)

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Domingo Arena: Realidades y Utopías El movimiento obrero durante el período del presidente Feliciano Viera fue duramente reprimido; tuvo una gran agitación debido al gran encarecimiento del costo de la vida y el ejemplo de la triunfante Revolución Rusa para todo el movimiento obrero mundial. En 1917 fueron muy importantes las huelgas de los portuarios y la de los obreros tranviarios. Al año siguiente se repiten las huelgas del puerto y se agregan la de los frigoríficos. En general los movimientos obreros tuvieron éxito debido al gran período económico de la República en este momento. La Constitución de 1918 obligó a ir a las urnas regularmente, puesto que cada cuatro años se elegía el Presidente; cada tres años diputados, cada dos años un tercio del Consejo Nacional de Administración. Esto contribuyó notablemente a consolidar los hábitos democráticos del país. Del mismo modo se avanzó en el perfeccionamiento del sistema electoral, se crea en este período la Corte Electoral. La vida política se manifestó por compromisos entre blancos y colorados para gobernar y también entre los sectores intrapartidarios. No olvidemos que los partidos tradicionales eran policlasistas, en el caso del Partido Colorado, el sector más popular que era sin dudas el batllismo no admitía su vinculación exclusiva con estos sectores, puesto que también lo apoyó el sector comerciante e industrial. El sector Riverista y el seguidos del Presidente Viera representaban a los conservadores colorados y tenían sus votos en el funcionario del Estado. El único vínculo que tenían era impedir el triunfo del Partido Nacional, y para sostener su fuerza electoral crearon sólidos vínculos entre los votos y los cargos públicos. Los riveristas tenían fuerza en el interior del país y se manifestaban a través del periódico “La Mañana” y llegaron a tener el 16% del electorado colorado en 1930. En 1919 Batlle y Ordóñez propone crear la Agrupación de Gobierno que estaba integrada por todos los miembros del partido que tenían algún cargo dentro del gobierno, este organismo tendría un ordenamiento disciplinario típico del pensamiento de Don Pepe, que como ya hemos mencionado, sostenía que en una democracia el pueblo no debía solo elegir a sus candidatos, también tenía que dirigirlos. Feliciano Viera no esta de acuerdo, se separa y funda el Partido Colorado Radical. Este sector va a ir decreciendo su presencia hasta que en 1930 representaba el 5% de los electores colorados. Los pactos partidarios estaban previstos por la legislación electoral que permite el doble voto simultáneo, que permitía la unión de los sectores colorados. El primero de estos pactos se realiza en 1922 y el batllismo acepta a un colorado independiente, Serrato, y no lleva ningún candidato 128

Domingo Arena: Realidades y Utopías propio. Es interesante las discusiones de estos aspectos dentro de la Convención del Partido Colorado. De las cuales tomaremos las posturas de José Batlle y Ordóñez y las del Dr. Domingo Arena, tomadas de las sesiones del 24 y 29 de marzo de 1922: Exposición del señor Batlle y Ordóñez “...empezó manifestando el señor Batlle que antes de exponer sus ideas respecto del acuerdo, pedía a la asamblea que tuviera presente la necesidad de la hora. Esa necesidad –dijo-, es la de impedir que el Partido que acaba de proclamarse oribista y rosista, vuelva al poder. No hay otra necesidad, en el momento superior a esta. La vuelta al poder, sería una regresión a la época en que el puñal era la ley de la República fuera de los muros de Montevideo.-(aplausos). Yo creo que los acuerdos en general son buenos. Los hombres deben de ponerse de acuerdo; y, cuando lo logran es casi siempre un bien. Puede haber acuerdo sobre las ideas, cuando un número muy considerable de hombres esté de acuerdo sobre un conjunto de ideas en materia política. Se constituye un partido político. Y puede haber acuerdo también entre diversas agrupaciones que no tiene las mismas ideas, pero que, en un momento dado, coinciden en una misma aspiración. En este momento es indudable que nuestra agrupación, la agrupación riverista y la agrupación vierista coinciden en el deseo ardiente de impedir que el partido blanco vuelva al poder. Pues bien: ¿podríamos llegar a un avenimiento para oponernos, todos unidos, a ese mal que tenemos? Es cuestión de examinarlo. Por lo pronto, nosotros no haríamos ninguna concesión. No nos comprometeríamos a no continuar en nuestra propaganda de moralidad administrativa ni declinar ninguna de nuestra ideas. No votaríamos por ningún hombre que nos inspirase desconfianza. En esas condiciones, el acuerdo no podría ser considerado como inmoral, según se ha dicho. ¿ Pero es esto lo único que hay que considerar cuando se realiza un acuerdo? En mi concepto, hay que tener otras circunstancias en vista. Primero, que no haya otro medio mejor que el acuerdo para lograr lo que se desea realizar; después, que el acuerdo, no siendo inmoral, no tenga inconvenientes mayores que otros procedimientos que pudieran emplearse. Un acuerdo, puede no ser una declinación de ideas, ni un pacto inmoral; y, sin embargo, puede tener inconvenientes tan graves que lo hagan imposible: una resistencia de las masas populares; la decadencia del entusiasmo en los que deben votar, - el entusiasmo que es casi siempre un factor de triunfo-. Todo eso puede ser un obstáculo al acuerdo. Y, entre nosotros, aplicando estas ideas al caso actual, por otras razones y por las que se acaban de expresar en la tribuna, es indudable que hay considerable número de correligionarios que son contrarios a su celebración. Entonces, el acuerdo con las fracciones contrarias podría muy bien ser el

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Domingo Arena: Realidades y Utopías desacuerdo con una fracción de nuestra agrupación; y, éste es un punto que tenemos que tomar muy en cuenta, porque necesitamos de todos nuestros elementos para ir a la lucha; y podría ocurrir que un acuerdo que no contase con la simpatía de una parte de nuestros correligionarios nos privase de más votos de nuestra agrupación que los que nos diese de las otras fracciones. Si hubiese pues, otro procedimiento que no fuese el acuerdo y que permitiese a todos los verdaderos colorados votar una misma lista, o por lo menos votar con el lema común del partido, ese procedimiento sería preferible. La resistencia de nuestra fracción al acuerdo con las otras tiene diversos fundamentos: la oposición con el iberismo en materia de administración pública; la oposición con el riverismo en materia de ideas; los malos tratamientos y las injusticias cometidas a veces con los hombres de nuestra agrupación, a más, el proceder político de esas fracciones con la nuestra. En las últimas elecciones generales votaron 98.119 colorados; de estos 72.777 pertenecían a la fracción batllista y a la unión colorada unidas actualmente. Al lado de esta masa de votantes, los riveristas llevaron a las urnas 13.129 y los vieristas 12.293. Dividiendo la suma total de votos del Partido Colorado por el número de representantes que tiene en el Congreso Nacional de Administración, el cociente electoral resulta de 16.353 votantes y puede considerarse que cada miembro colorado del Consejo de Administración representa ese número de votos y que cada fracción debería tener un número de miembros en el Consejo Nacional igual al número de veces que ese cociente estuviera comprendido en el número de votantes. Así, los vieristas que obtuvieron en las elecciones generales 12.293 votos no completaron ese cociente; le faltaron cuatro mil sesenta votos; y a los riveristas les faltaron tres mil ciento treinta y cuatro. En cambio, nuestra agrupaci9ón habría podido obtener cuatro representantes en el Consejo, por contener el número de sus votos cuatro veces el cociente, y le habrán sobrado 7.365 votos. Bien, cuando se concertó el acuerdo celebrado con las otras fracciones, nosotros no tuvimos ningún inconveniente en votar un candidato del Partido Riverista; desde el primer momento aceptamos que fuese un miembro del Partido Riverista al Consejo Nacional de Administración, en atención a que si no alcanzaba al cociente electoral, había tenido al menos trece mil votos en las elecciones recientes. Podríamos haber exigido que fuese un neutral el candidato; y, podríamos también, con razones de justicia, haber exigido que fuese un miembro de nuestra agrupación, porque si el Partido Riverista tenía trece mil votos para llevar un representante suyo al Consejo,

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Domingo Arena: Realidades y Utopías nosotros teníamos un sobrante de cuarenta mil votos para llevar uno nuestro, y podríamos haber dicho, entonces, que era más justo que fuese un representante nuestro al Consejo Nacional de Administración que un miembro del Partido Riverista. Sin embargo, no lo hicimos porque el Partido Riverista no tenía representación en el Consejo de Administración y procedimos con gran espíritu de cordialidad. Bien: ahora se ha hablado de hacer un nuevo acuerdo con los hombres principales, con algunos de los hombres principales de esas dos fracciones, y, el Dr. Viera ha sostenido que a la agrupación vierista debía dársele un representante más en el Consejo Nacional, y, por parte del Riverismo, que, en el último acuerdo, llevó un miembro al Consejo Nacional con nuestro voto, se ha sostenido que nosotros no debemos llevar que un miembro al Consejo y que el otro que se elija debe ser completamente neutral, siendo cualquier inclinación hacia nosotros un inconveniente, sin considerar que el riverismo tiene ya la representación que le correspondería con arreglo al principio de la representación proporcional, en el Consejo; que el iberismo tiene un representante más de lo que le correspondería con arreglo al mismo principio y que nosotros tenemos dos representantes menos. Hechos así, necesariamente producen sentimientos poco predispuestos a los acuerdos, porque ¿ qué arreglo es éste que vamos a hacer con las otras fracciones, en que, a pesar de todos nuestros derechos a llevar un miembro más al Consejo nacional, y hasta dos, se pone como condición primera que no ha de ser de nuestra agrupación ese miembro?¿ no tiene necesariamente que entibiar todo entusiasmo una condición de esa especie?.¿ Y no es el entusiasmo un factor con que debemos contar para vencer?(35)

El Dr. Arena escucho con mucha atención la propuesta de su líder, y más allá de que todavía no había decisión firme sobre un posible candidato neutral que conformara a todos y que además representara al coloradismo con altura frente a la postura de los nacionalistas, en la sesión siguiente va a apoyar a su amigo y buscará cerrar la polémica con fundamentos típicos de su estilo: “ Voy a empezar a hablar, señor Presidente, en condiciones un poco desfavorables. Yo veo que para estar al unísono con una buena parte de esta asamblea, sería necesario seguir las aguas del señor Etchevest y decirle: a nosotros nos corresponde la Presidencia de la República; a nosotros nos corresponden cuatro miembros del Consejo Nacional de Administración; debemos tomarlos a toda costa. Eso está muy bien para ser dicho y, si se quiere, para ser aplaudido; pero lo que hay que ver, lo que tenemos que ver los que queremos resolver estas cuestiones con clama, es sencillamente si eso se puede hacer. Y, si no se puede hace, hay que confesarlo francamente y tomar aquellas resoluciones compatibles con el buen sentido político.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Esto que acabo de decir, no es nada más que breve paréntesis que pongo al principio de mi exposición, porque, lo que vengo a hacer esta noche, es concretar mis ideas sobre la fórmula presentada por el Sr. Batlle y Ordóñez. Yo hasta hace poco fui acuerdista; fui acuerdista, no porque tuviese una pasión demasiado viva por todos los acuerdos, como parece que se dijo por incidencia en esta asamblea, sinio porque en este grave momento histórico, he sentido muy vivamente la necesidad de agrupar el mayor número posible de colorados para llevarlos a las urnas y defendernos del posible triunfo nacionalista. Pero desde que apareció la fórmula del Sr. Batlle, empecé a vacilar. Y después de haberla estudiado detenidamente, he concluido por se antiacuerdista, nada más que porque me ha parecido, con el autor de la fórmula, que ella es más capaz que el acuerdo mismo, para llevar el mayor número posible de colorados a la lucha. De manera que si me declaro partidario de la fórmula, es nada más que porque la siento mucho más eficaz que el acuerdo para alcanzar el triunfo del Partido Colorado. Señor Macció.- Sin que ella sea un desiderátum. Señor Arena.- Eso lo veremos. Lo que yo voy a hacer ahora es nada más que expresar, con palabras, el raciocinio que me ha llevado al convencimiento de lo que acabo de decir. De modo que voy a hacer una exposición poco brillante, pero trataré de ser lo más claro y preciso que sea posible. Se ha hablado en esta asamblea de los inconvenientes de los acuerdos. Hay que confesar que esos inconvenientes son evidentes. El más acuerdista de los que estén entre nosotros tiene que confesazar que ha de haber confesado con uno, con dos, con diez correligionaruios que le deben haber manifestado, con toda franqueza, que ellos se resisten a votar si se produce el acuerdo. Yo mismo, cuando hacía la propaganda acuerdista, me encontré con una serie de amigos de cuyo coloradismo y batllismo no puedo dudar, que me manifestaron con una resolución absoluta que antes romperían su boleta que votar una lista resultado de un acuerdo. Ese fenómeno, en honor de la verdad, si fueramos reflexivos, no debería extrañarnos, porque es una consecuencia natural de los hechos que se han venido produciendo. En la larga brega que hemos sostenido para defender nuestras ideas y procedimientos se han pronunciado muchos juicios acerbos y se han pronunciado demasiadas palabras irreparables de una y otra parte; y, es natural que esas cosas no se produzcan

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Domingo Arena: Realidades y Utopías impunemente; es natural que eso haya dejado en el alma de las masas un sedimento de amargura difícil de desvanecer de un momento para otro. Toda nuestra propaganda periodística, de muchos años a esta parte, puede caracterizarse por un esfuerzo permanente tendiente a diferenciarnos los unos de los otros; a orientarnos hacia rumbos distintos a los que seguido y sigue otras fracciones coloradas disidentes con la nuestra. Y, siendo así, ¿cómo extrañarnos que se produzca un verdadero desconcierto cuando en un momento dado quisiéramos cambiar la consigna y decirles a nuestros correligionarios: todo lo que se ha dicho no ha valido nada; tenemos que ser de nuevo unos; tenemos que ir nuevamente a votar todos juntos? Es natural que esto, aunque lo intentaramos, tuviera que producir un gran desconcierto, y resultarnos una tarea verdaderamente fatigosa. Se me ocurre que sería como si después de haber hecho grandes trabajos para cambiar el cauce de un río, nos empeñáramos un día, porque sí, en volver el río a su viejo cauce. Naturalmente que tendríamos que realizar un esfuerzo colosal; y que el resultado, si lo alcanzáramos, tendría que ser a costa del caudal del río! Estos sentimientos de resistencia al acuerdo, que deben ser comunes a todas las masas, no solo a la nuestra, sino también a las masas adversarias, están agravadas todavía entre nosotros por la evidente injusticia con que los grupos menores nos han tratado y nos tratan,. Esas injusticias las señaló el Sr. Batlle concretamente las otras noches al proponer su fórmula, cuando nos hizo notar que no obstante haber nosotros apoyado al riverismo con toda resolución para darle lo que no le correspondía, por su proporción mecánica, en el Consejo de Estado, ese mismo riverismo se resiste hoy de una manera categórica, absoluta, a apoyarnos para obtener, para aquél cuerpo, no digo todo lo que nos corresponde, sino una mínima parte de lo que legítimamente nos correspondería. Todavía se podría decir más para acentuar aquella mala voluntad del adversario ocasional. Se podría hacer notar que aún suponiendo que nos apoyara para obtener dos puestos en el Consejo de Estado en las próximas elecciones, nuestra situación política no mejoraría con respecto a la que tenemos actualmente, porque no hay que olvidar que entonces nosotros, ya no contaríamos con la Presidencia de la República, que estos momentos es perfectamente nuestra. De manera, pues, que la mala voluntad a que me vengo refiriendo se manifiesta de una manera fuerte y constante, que no solo se resiste a facilitarnos un solo paso de avance, sino que hasta se empeña en arrancarnos las posiciones que actualmente tenemos. Y, eso, como es natural, se comprende que nuestra masa no podrá consentirlo. Otra razón de mucha fuerza para resistir el acuerdo radicaría en las dificultades materiales evidentes que habría que salvar para realizarlo. Imaginémosnos en plena gestión de acuerdo. ¿Acaso sabemos si lo que impulsa a una fracción, es lo mismo que interesa a la otra? Por de pronto, los que hemos intervenido

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Domingo Arena: Realidades y Utopías en las primeras gestiones sabemos que la conformidad no se produce y que las pretensiones de una y otra son antagónicas y distintas. ¿Cómo conseguir uniformarlas? Supongamos que haciendo un gran esfuerzo alcanzáramos aquél resultado; ¿a qué serie de gestiones, a que serie de componentes sería necesario llegar para realizar algo práctico? A los que interviniesen en la negociación, ¿quién les daría la norma de lo justo que le permitiese juzgar hasta dónde se podría llegar sin perjudicar los intereses del Partido? Y, suponiendo, que pudiéramos llegar a lo deseado,¿tendríamos después el medio de convencer a todos nuestros correligionarios de que la verdad y la justicia habían sido contempladas, a correligionarios que se encuentran difundidos en los ámbitos más distantes del país, y que sin embargo tendrán derecho a saber a que atenerse, desde que, en definitiva, son ellos los que van a decidir la cuestión con su voto? De todo esto se desprende, pues, que realmente el acuerdo en los momentos en que nos encontramos, es una empresa muy difícil, sino de resultados muy precarios. Tal vez tengan razón los que sostienen,- y son muchos- que el aporte que podríamos darle al Partido Colorado con un gran esfuerzo para reunir todos los grupos, quedaría balanceado con exceso con la gente que se nos desgranaría a unos y a otros, o sea por los descontentos que forzosamente habría de producir en todas las filas nuestro empeño de volvernos repentinamente a unificar. Declaro que, a pesar de estos inconvenientes del acuerdo, que no me pudieron ser nunca desconocidos, yo fui resueltamente acuerdista mientras frente al acuerdo no hubo otra fórmula que el desacuerdo liso y llano de que se hablaba antes. Porque la fórmula del desacuerdo me pareció siempre demasiado cerrada, demasiado rígida, demasiado hostil. Yo temía que esa fórmula fuera a producir la pelea definitiva entre los grupos colorados, la anarquía total, posiblemente el caos. Por eso, a pesar de todo, me empeñaba en ser acuerdista, porque en el antiacuerdismo veía un dilema que me parecía sencillamente insoluble, por ser sus dos términos inaceptables. La situación era ésta: o íbamos solos con la esperanza de triunfar solos- lo que era irrealizable- o íbamos contando con triunfar ayudados por el lema común, y eso era injusto, desde que ello, en definitiva, importaba conquistar posiciones que no nos pertenecían totalmente. Conviene analizar la segunda parte del dilema para sentar bien la injusticia de la vieja fórmula antiacuerdista. El mecanismo a que habría que recurrir es bien conocido; cada grupo iría a votar por sus candidatos pero todos votaríamos con el lema común. ¿ Qué sucedería en definitiva? Sucedería que la lista de la mayoría acumularía, en último término, los votos de todos y sería la gran beneficiada. Es claro que el resultado dentro de los verdaderos principios democráticos, puede ser perfectamente justo, porque por algo, dirán algunos miembros de esta Asamblea, se ha inventado el doble voto simultáneo, que no tiene otro objeto que resolver estos problemas.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Pero no hay que olvidar que si la justicia y el derecho dicen una cosa, los intereses y las pasiones puede decir otra muy distinta; y que los buenos políticos cuando resuelven cuestiones de esta magnitud, no deben dejar de tener en cuenta las pasiones y los intereses, ya que es evidente que ellos ejercen una acción formidable. Hay que decirlo francamente: ya se empezaba a hablar por ahí de que nosotros, a la sombra del lema común, pensábamos tragarnos muchas posiciones que no nos correspondían. Hay que decir que ya se empezaba a expresar que, votar con lema común era hacerle el caldo gordo al batllismo. De manera que no hay que extrañarse que muchos colorados se preparaban sencillamente a abstenerse atrincherados detrás de aquellas objeciones que, fuera de duda, tiene mucho fundamento. En este estado ha aparecido la fórmula de Batlle, una fórmula clara, sencilla, eficaz, de tonos inconfundibles... Esa fórmula la tuvimos todos a nuestro alcance. Encerraba la verdad. Sin embargo, no la vimos hasta que la descubrió Batlle. ...Su claridad la demuestra la precisión con que puede resumirse. La fórmula de Batlle dice sencillamente esto: el batllismo votará por candidatos propios en todos los casos en que su fuerza electoral le baste para obtenerlos. Donde quiera que su fuerza electoral no alcance, votará por candidatos neutrales,- no por cualquier clase de neutrales.- sino por grandes neutrales que sean una garantía para el Partido y para el país! Esta fórmula me parece sencillamente ideal en estos momentos, por lo justa, por lo sensata. Ella no es contraria al acuerdo, ni siquiera de transacción, sino superior al acuerdo. Ella concluye con las suspicacias de las masas, garante la libertad de todos dentro de la unidad de la acción y no permite que nadie se enriquezca con lo ajeno que era el pecado capital que atribuía a la vieja fórmula acuerdista. Los grupos podrían aportar su haber al fondo común, seguros de no servir ningún interés extraño y contribuirán al triunfo de su partida sin dar nada de lo suyo a nadie. Con las fórmula concluye el socorrido argumento de los derechos de las minorías decisivas, porque nosotros, anticipadamente, con todo altruismo nos desprendemos de todo lo que nos pudiera corresponder por nuestro derecho de mayoría más que decisiva, absolutamente necesaria para salvar al Partido Colorado. Y , para liquidar totalmente la cuestión, Batlle, tan fuerte en la realización de su fórmula como en su concepción, ha lanzado una lista de candidatos sencillamente inconstrastable por el cúmulo de méritos que reúne. Serrato, Sosa y De María son, en efecto, un conjunto que prestigia a la agrupación que lo lanza a la lucha y que hasta puede acrecer su caudal electoral, porque no solo arrastará a los batllistas y a un gran número de colorados que no lo son, sino que puede llevar consigo a muchos de esos indiferentes que pululan al margen de los partidos y que pueden formar legión.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Es claro que podrá haber algunos correligionarios de los nuestros y de los que no están en nuestras filas que por una razón particular de cualquier orden puedan tener resistencias a votar por determinado miembro de la lista; pero lo que es indudable, es que nadie podrá argüir con sobra de razón que sufra el menor de los principios, porque su acción directa o indirecta triunfe cualquiera de los ciudadanos que la componen. La fórmula de Batlle resiste pues, victoriosamente, todos los atraques que puedan venirle de fuera de nuestras filas. Los grupos colorados, con ella, se servirán a sí mismos con servir exclusivamente al Partido Colorado. Las listas que se hagan en nombre de aquella, no pueden llamarse como se han llamado hasta ahora, listas de círculo. – que es el estribillo que con más frecuencia se ha esgrimido para tratar de desacreditarnos,- porque serán listas del verdadero Partido Colorado o sea listas nacionales en el más alto y en el más sano concepto de la palabra! ¡Ningún colorado, pues, absolutamente ninguno, en presencia de esta fórmula y de la lista que es su consecuencia, podría dejar de votar por su partido político sin incurrir en el anatema, en el caso de la derrota! ¡El que quiera abstenerse ante esta fórmula tendrá que abstenerse porque sí, sin ningún argumento valedero, sin nada que pueda justificarlo! Para que nosotros pudiéramos hacer una lista de nuestro gusto, una lista exclusivamente batllista, sobretodo en estos momentos de gran expectativa nacional, sería necesario que tuviéramos la visión clara, el convencimiento absoluto de que solos podríamos vencer contra todos. Pero el caso, desgraciadamente no es ese todavía y hasta que él no llegue no tendremos más remedio, dígase lo que se quiera en contra, que hacer lista razonables que sean aceptadas sin resistencias por otra gente que no sea la batllista... ...o por lo menos, listas cuyas probabilidades de triunfo no produzcan el malestar, la inquietud, la violencia que forzosamente tendría que producir un triunfo totalmente nuestro. Solo así, con este procedimiento es que podremos hacer viable y hasta imponer el lema común dentro del Partido Colorado. De otra manera, es absolutamente imposible, digan lo que digan los que piensen en contra de nosotros. Y Batlle sabe que no tiene votos. Como nos lo dijo hace pocos días al platear su fórmula, vio claro que no podía contar con los votos de nuestros adversarios de ocasión no ya para que se votase un batllista en el segundo puesto de los candidatos al Consejo, sino siquiera para que se votase a un amigo de él. Y si él ha visto que no puede encontrar votos como par aquel caso relativamente simple, con mucha más razón debe suponer que no va a encontrar votos para el candidato a la Presidencia de la República, la cual, a pesar del desmedro que se le ha infringido- en gran parte por nuestra obra- sigue siendo el eje de la administración...Por otra parte si Batlle estuviera equivocado, los hechos lo demostrarían pronto. El ya lo dijo: bastaría que nuestros adversarios de ocasión manifestaran públicamente, solemnemente, que están

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Domingo Arena: Realidades y Utopías dispuestos a votar por candidatos nuestros para que esta Convención reunida sobre tablas pudiera resolver en consecuencia, en cualquier momento. Por mi parte necesito decir que me parece una condición esencial, esencialísima para el triunfo de la fórmula de Batlle que el candidato a la presidencia no se aun militante de nuestras filas. El militante- y esto es claro como el agua- el más militante de determinada fila, tiene que ser forzosamente, si hay lógica en los hechos, el más resistido en las filas contrarias... ...Decía que la resistencia a los hombres de primera fila, a los militantes de los partidos, es un hecho que ya cuenta con la experiencia universal. Con solo haber seguido la política del mundo a través de los telegramas, los componentes de esta Asamblea debieran saber democracia, enseguida que en los partidos aparece un síntoma de división lo primero que tienen que hacer los grandes militantes es apartarse y dejar que a los grandes puestos electivos lleguen los que se encuentran en segunda o tercera línea, precisamente por lo que afirmamos Batlle y yo. Por otra parte, yo estoy tan seguro de lo que digo que si fuera posible la proclamación del propio Batlle, yo sería el primero en resistirla... Señor Lamadrid Rodríguez- No Creo. Señor Arena.- ¡Sí, sería el primero en resistirla, porque tengo cabeza, y los que tenemos cabeza, por regla general sabemos lo que tenemos que hacer.(...) Me parece, señor Presidente, que lo juicioso es, pues, ir a las elecciones próximas con la fórmula de Batlle y con la lista propuesta por Batlle. Es la manera de presentarnos armados de nuestras mejore armas y escudados contra todas las suspicacias y contra todas las maledicencias. Aportaríamos a la lucha lisa y llanamente todo nuestro caudal y no pediríamos por nuestro gran aporte más que aquello, que estrictamente nos corresponde y que nadie nos puede discutir.(...) Yo creo, señor Presidente, que con los expuesto habré dicho lo suficiente para demostrar que si me he decidido por la fórmula de Batlle, lo he hecho con absoluto conocimiento de causa. Pero todavía, para terminar, quiero hacer dos argumentos. El primero sería un argumento, que mi ilustre amigo el doctor Otero llamaría un argumento de autoridad. Ese argumento es la confianza que a mi me inspira todo lo que Batlle concibe en Política. Tengo una larga experiencia en la materia. Hace treinta y tantos años que estoy a su lado y siempre, en los momentos difíciles, en los frecuentes días oscuros, lo he visto orientarse con acierto superior, como si contara con verdadero sexto sentido.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Muchos de mis queridos amigos que no están hoy a nuestro lado, cuando les hago estas afirmaciones me contestan que son el fruto del fanatismo que siento por Batlle, y que Batlle se equivoca con nosotros y hasta más que nosotros. Yo replico a esto mostrando cuanto ha demolido, cuanto ha construido y cuanto ha realizado Batlle a través de sus reiterados errores! El otro argumento es el que llamaré de responsabilidad. Sin duda alguna el momento es muy grave. La batalla que va a librar el Partido Colorado, y a su frente el batllismo, es tal vez de las más fundamentales que se recordarán en la historia. Sea cual fuere el resultado de esa batalla el gran responsable va a ser Batlle!(desde la asamblea varias voces: vamos a ser todos) Pues bien: si el gran responsable va a ser Batlle, nada más natural que se sigan sus ideas(...) El señor Batlle hace mucho tiempo, cuando terminaba el período caótico de nuestra democracia, y todavía se hablaba de acuerdo partidario, me dijo alguna vez, y creo que la dijo en la prensa: “hay que terminar con estos acuerdos chicos; hay que ir a los acuerdos grandes, al cumplimiento de la ley, a la consagración de todos los derechos resultantes del libre ejercicio del voto, y ese sería el gran acuerdo nacional”(36)

Esta larga cita se justifica porque nos permite ver con claridad el apasionamiento partidario de Domingo Arena, la claridad de los planteos políticos y la lealtad absoluta a Don Pepe. Por otro lado también nos ilustra sobre la estructura partidaria del Partido Colorado y con los debates fermentales que ocurrían en la Convención del Partido. En ese lugar trascendían las grandes líneas ideológicas de los integrantes de la cúpula, pero resulta claro que ya cerca de lo cincuenta años Domingo Arena mantenía sus ideas sociales de tinte anarquista y que encarnaba la redistribución social a través del estado propuesta por el batllismo, pero que a la hora de cerrar filas sobre el proyecto de José Batlle y Ordóñez el se convertía en el primero en apoyarlo. En 1923 continuaba el debate pero ahora en la Cámara de Representantes, manifestándose ahora la problemática del Presupuesto General de Gastos que ya se había retrasado por más de dos meses. Los presupuestos debían ser sancionados por el Parlamento antes del 30 de junio de cada año. Los retrasos y los cambios permanentes en la administración que generaban nuevos gastos motivó una sucesión de déficit que se solucionaban con prestamos que comprometían la hacienda del país. A comienzos de agosto el Consejo Nacional volvió a pedir un aplazamiento, generándose un debate en el

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Domingo Arena: Realidades y Utopías cual no falto la postura radical del nacionalista Mariano García Selgas que endilga al sistema colegiado una lentitud exasperante: “(...)porque parece que día a día aquella entidad se esfuerza en exhibir todas las características funcionales de un organismo perezoso y tardo...Y contrasta la lentitud y la displicencia con que aborda y resuelve las cuestiones fundamentales de su resorte, con la actividad febril, absorbente, con que trata asuntos nimios que no debieran distraer su atención y su tiempo, y que provocan a menudo los comentarios risueños dela crónica periodística”(37) En primera fila para responder los ataques al nuevo sistema de gobierno estaba Arena, el cual los consideraba un ataque personal al batllismo y por venir de un sector que lo había apoyado contra los riveristas contesta inmediatamente: “(...)es cierto que ese Poder ha demorado un poco más de lo que debía, el envío del respectivo proyecto; pero eso no puede dar motivo para hacer un capítulo de cargos contra el nuevo sistema de gobierno” La polémica continúa argumentando García Selgas que esa acción no prestigiaba el nuevo sistema, cosa que a don Domingo saca de sus casillas y le responde: “(...)Yo creo que el señor García Selgas no habrá tenido la intención de desprestigiar al gobierno colegiado con las palabras que ha dicho; pero estoy seguro que los señores diputados de la bancada riverista le habrían apoyado con verdadero entusiasmo porque les está haciendo el caldo gordo(...)Voy a hacer una defensa del Ejecutivo Colegiado. Yo sostengo que no es esa máquina pesada e inútil de que nos están hablando. Es posible que debe ser perfeccionada. En la mente de los que la concibieron, debía marchar mejor. Sería necesario que sus ministros fueran siempre grandes ministros. Los que han concebido el Colegiado han creído que organizaban una especie de directorio del País, con grandes gerentes que estuvieran a cargo de los respectivos ministerios. Es una cuestión fundamental para que esa máquina marche como debe marchar, que haya en cada cartera una verdadera posibilidad, una verdadera capacidad, que pueda dominar totalmente los asuntos que están bajo su dominio...Por otra parte, en un sinnúmero de cuestiones fundamentales esa forma de gobierno está dando todos los resultados que de ella se esperaban. Por lo pronto, con razón o sin razón, no hay ninguna duda que esa máquina ha conseguido despejar tal vez para siempre todas las sospechas sobre la mala administración nacional. Ahora ya nadie en materia de administración, es casi perfecto...Además ya se ha palpado como allí no se trata de sólo de ejecutar, sino que se delibera también; se ha visto que todas las 139

Domingo Arena: Realidades y Utopías cuestiones realmente graves que se tratan, son resueltas con verdadera suficiencia”. En sesiones posteriores el debate continúa cuando el diputado Gabriel Terra arrima conceptos que avivan la polémica sobre la viabilidad operativa del sistema colegiado, afirma Terra: “(...) Yo nunca fui entusiasta del sistema colegiado. Por no votarlo renuncié a formar parte de la Asamblea Constituyente; tuve siempre mis dudas sobre la eficacia de ese sistema, sobre la prosperidad de ese sistema en el sentido de la administración del país. Creí, y por eso adherí al Colegiado por la prensa, cuando se me pidió mi opinión, que tal vez fuera una fórmula para resolver el conflicto de nuestra organización política, de esos dos partidos tradicionales, partidos de sentimientos antagónicos, muchas veces de pasiones que no son, precisamente de amor, porque han sido generadas en el campo de batalla, para los que tenían delante de sí el problema fundamental de la democracia, que es el problema de la rotación de los partidos políticos en el poder. Creí, que reunir en un gobierno a las primeras personalidades de los dos partidos podría dar lugar a tolerancias que resolvieran nuestro principal problema de futuro; pero en materia administrativa, jamás creí que fuera un sistema conveniente y la prueba la tenemos. Como lo hace notar Le Bon en la psicología de las muchedumbres, el nivel medio de las mentalidades colectivas es inferior a la suma de las mentalidades individuales”

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Capitulo 8

Los recuerdos de Arena: el último reportaje.

El 16 de junio de 1936 a tres años de su muerte, don Domingo concedió un reportaje a Lorenzo Batlle Berres como colaboración a los festejos del cincuentenario de “El Día”. Luego de la muerte de Batlle y de muchos acontecimientos nacionales y mundiales, la gran crisis económica mundial, los fascismos, y la crisis política en nuestro país, Don Domingo se encuentra en su quinta, con sus frutales, su perro León y sus recuerdos. Ahora los traemos de la mano de este reportaje que nos dará la ultima imagen del colaborador y amigo de Don Pepe. El fluir de los recuerdos de Arena se convierte en el resumen de buena parte de la historia de los inicios del periodismo escrito en nuestro país: “...Cansado de fundirle negocios a mi pobre padre, pensé un día venirme a Montevideo, decidido a estudiar(1889). Coincidiendo con esta firme determinación mía, el gobierno dictó una ley, según la cual todo estudiante que hubiese cursado hasta séptimo año de instrucción primaria podía ingresar en la Universidad. Yo, aún cuando había ido poco a la escuela, pues lo que más sabía me lo había enseñado el cura del pueblo, decidí, sin embargo acogerme a la salvadora ley, y para conseguirlo le eché el ojo a un viejo y buen maestro que había en Tacuarembó. De inmediato me di a cultivarlo, abrumándolo con atenciones y regalos, pues proveyéndome de botines en la zapatería de mi padre, calcé gratis al maestro, a su mujer e hijos, con tal prodigalidad que, a los pocos meses, partía yo para Montevideo dueño del certificado salvador!... Fue entonces que conocí a Carlos Travieso, por cuyo intermedio me hice amigo de Santa Ana. Con frecuencia iba, pues, a la imprenta a visitarlos, que entonces estaba instalada en la Plaza Independencia más o menos a la altura de donde es hoy lo de Zito. Mis recuerdos de esa época son algo vagos. Los evoco como a través de una niebla. El Día ocupaba un local largo y oscuro. Entrando, a la derecha, estaba la redacción con tres o cuatro mesas en las que se escribía...A la izquier5da trabajaban los tipógrafos y allá, al fondo, se veía a don Fermín Silveyra, el administrador.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Travieso me animaba con calor para que me iniciase escribiendo, pero yo me resistía enérgicamente, pues estaba seguro de no tener condiciones para ello(...) Sin embargo tanto insistió Travieso que un día hice una croniquilla de teatro que no me salió del todo mal y luego escribí sobre un crimen que vi cometer en la esquina de la casa en que entonces yo vivía. Recuerdo que era una cónica larga, abundante en detalles y que les gustó mucho a Travieso y a Santa Ana. Pero allí quedaron en absoluto suspendidas mis funciones periodísticas. Continué con mis visitas bastante asiduas, pero para marcharme luego, dedicado de firme al estudio...” Esta primera etapa de Arena, de forma casi imperceptible se va vinculando al diario y a Batlle y a su equipo. Años duros, veinteañeros, de estudio y la fortuna tan esquiva normalmente comienza a sonreírle cuando a raíz de una huelga se divide la empresa y Batlle se queda solo con Travieso y Santa Ana. “...Yo continuaba mis visitas esporádicas, pero ya nadie me hablaba de entrar al diario, hasta que un día los redactores le hicieron una huelga a Batlle, yéndose con Arturo Brizuela, que era propietario de La Tarde. Don Pepe se quedó solo, sin más que Travieso y santa Ana en la redacción, pero consiguieron de inmediato el concurso de Fernández y Medina, secretario entonces de El Bien. Travieso acordándose de mis croniquillas, me mandó buscar enseguida, accediendo yo entonces a ayudarlos. Me inicié arreglando algunos sueltos; a veces me mandaban en busca de noticias. La imprenta en la mudanza, había tomado una fisonomía distinta. En la redacción, las cuatro o cinco mesitas habían sido sustituídas por una grandota, muy larga donde escribíamos todos. Después había un escritorio chico y por último el de don Pepe, de muebles inverosímiles, pues eran unos presuntuosos sillones de extraños tapices, destartalados, en los que se iban amontonando el polvo de los años.(...)El personal se pagaba mal y cuando se podía. Los más modestos de los empleados tenían fuertes créditos en la casa.(...) Hacíamos intensa vida bohemia. El primer problema de la redacción era el desayuno, pues no teníamos seguro más que el mate amargo. Cuando podíamos se mandaba por café a lo Marini, que estaba en la esquina. El café lo proporcionaba Marella. Pepe Ríos Silva, un gran cronista policial, agregó el medio pan francés untado con manteca y espolvoreado con azúcar, que nos salía a un vintén por cabeza.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Los cigarros los costeaba, algo inconscientemente, don Pepe, que era gran fumador entonces...Llegaba Batlle..,ponía un atado arriba de la mesa y se distraía con cualquier motivo que aprovechábamos para fumárselos...el un poco extrañado de haber fumado tanto, mandaba a buscar otra cajilla. Tomábamos también, caña con tangerina, que resultaba riquísima pero apenas nos daban como para llenar un dedal con un vintén. En los raros días de abundancia o cuando aparecía algún voluntario generoso, nos embuchábamos en el almacén de la esquina con un chorizo con huevo(...)don Pepe, fue para mí, durante mucho tiempo, algo así como un personaje misterioso, No misterioso, simbólico. Me producía una impresión extraña, que no acertaba a definir bien y eso me inspiraba gran respeto.(...)Ya más en contacto con él, la levita había desaparecido; era entonces el hombre de trabajo que usaba un jacket amplio, desabotonado y que en los días de frío se envolvía en un gran sobretodo que le llegaba hasta los pies(...) Batlle era un artista del suelto corto. Por regla genral cuando iniciaba sus famosoas polémicas, lo hacía en forma enérgica, pero sin recurrir a la violencia. Trabada la discusión sentía la necesidad de superar al adversario(...)Batlle tenía dos as`pectos, como escritor bien definidos: cuando escribía en frío cuetiones doctrinarias, resultaba extraordinariamente lento. Ponía grandes intervalos entre palabra y palabra(...)pero cuando lo aguijoneaba la pasión o lo apremiaba el tiempo se tranformaba. Uno de los que llegó a engrosar el personal de redactores fue Héctor Volo. Cuando apareció en El Día venía de Italia, su país natal, donde se decía que llevó una agitada vida de conspirador...Como buen carbonario resultaba Volo un hombre desconfiado. Tenía siempre un aire de misterio, sobretodo gracias a sus inseparables gafas negras., por regla gemneral hablaba despacio y en cuanto llegaba Batlle se iba a cuchichear con él(...)Llegó Roberto de las Carreras, alto, elegante, muy fino, vestido a lo poeta, con traje claro, corbata grande de moño y gacho de anchas alas. Después llegó Figari, el glorioso pintor, de un tesón extraordinario; se convirtió en gran compañero nuestro. En forma comunicativa nos embarcó a todos en la defensa del caso Almeida(*)(...) Tuvimos también en El Día a samuel Blixen, que desde el punto de vista de la crónica literaria, fue uno de los tres portentos que pasaron por el diario: Bernárdez, Lasso de la Vega y Blixen. Era samuel de una fecundidad despampanante. Llegaba siempre tarde y apurado. Se sentaba lo más lejos posible de nosotros y comenzaba a escribir con su letra menuda, sin levantar la pluma jamás, sin una enmendadura, y 143

Domingo Arena: Realidades y Utopías ,cuando quería acordar, estaba la crónica de una columna siempre conceptuosa y brillante. Lasso era el periodista que abarcaba las formas periodísticas más diversas. El más fecundo. Servía lo mismo para contestar un suelto político que para una cuestión personal, y cuando nos faltaba tema hacía en un periquete, uno de sus famosos salpicones.(...)Fueron mis primeras crónicas las que me aproximaron a don Pepe. Una sobre romerías españolas que se realizaban en el campo Eúskaro que a él le gustó mucho(37). En forma contemporánea a la entrevista mencionada anteriormente, Domingo Arena publica un artículo el 16 de junio de 1936 sobre su relación con Batlle como director del diario y todo el entusiasmo del equipo para lograr que fuese una gran empresa: “Sería abocarse a la realidad de una manera imperfecta, si se considerase a Batlle como un director de diario corriente. El fue mucho más que eso desde el principio hasta el fin. Fue el creador, el sostenedor, el propulsor de su diario en todos sus aspectos haciendo imperar su voluntad en la administración, en los talleres, hasta en la venta.(...)Al lector, decía, hay que darle noticias y no papel impreso con affiches.(...)Le daba gran importancia a la corrección. Creía que los errores y sobre todos las trasposiciones desacreditaban y luchaba encarnizadamente por remediar el mal. Viendo que las advertencias reiteradas no surtían efecto, recurrió al sistema de las multas. El que se equivocaba, fuese corrector o cajista, la pagaba de acuerdo a una tarifa de centésimos cuidadosamente escalonada en beneficio del fiscal. La medida levantó resistencias porque a veces resultaba pesada, pero la mantuvo inflexible durante mucho, alegando que no había nada mejor que tocar el bolsillo para avivar la atención(...)Su afanosa persecución de los errores me contó a mí mismo veinte pesos. Me llamó por teléfono para decirme: - En su artículo de ayer, que sin duda usted mismo ha corregido apareció tres veces respecto por respeto. - No puede ser!, le contesté indignado. - Tan puede ser que si quiere, le apuesto veinte pesos. - ¡aceptado!, le contesté, pasando de la indignación al alborozo pareciéndome imposible que por tres veces se hubiese repetido el disparate.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Desgraciadamente se repitió y Barrandeguy tuvo que entregarle el importe de la apuesta cargándola a mi cuenta...”(38) El final de las Utopías En los diez años que median entre la muerte de don José Batlle y Ordóñez y la muerte de don Domingo Arena, una serie de hechos nacionales e internacionales, y el fallecimiento de grandes figuras de varios sectores políticos, marcan en forma imperceptible para la sociedad que vivía esos años el inicio del fin de un sueño. Un sueño de solidaridad, de participación y de modernización ideológica de la sociedad que todos esos hombres forjaron con grandes dificultades pero con gran entusiasmo republicano, dejando instrumentos que no siempre fueron utilizados con profesionalidad y desinterés personal. Con la crisis económica mundial, que formalmente se la vincula en su origen con la quiebra de la Bolsa de Valores de Nueva York en octubre de 1929, las economías latinoamericanas sufrieron los efectos de una manera contundente: Caída de los precios de las materias primas, menor movimiento exportador, baja de inversiones, un proteccionismo salvaje que virtualmente cerró el comercio internacional. Nuestro país, históricamente, nunca pudo marcar precios, incidir en mercado y mucho menos financiar la logística del comercio. El Censo Industrial de 1930 daba unos 30.000 desocupados y que la caída del salario colocaba al país en una gran crisis. Para 1933 los desocupados había crecido en 10.000 desocupados más y los mecanismos clásicos para abatirla, o sea el aumento de las obras públicas no daban resultado. Se bajó las horas de trabajo en el comercio, se limita la inmigración y los obreros tratan de unificar sus organismos sindicales, sin embargo se fundan otras asociaciones: En 1929 se fundó la CGT de tendencia comunista, que se suma a las ya existentes de origen anarquista FORU y USU. Los patrones no se quedaron atrás y fundan bajo el paraguas de Federación Rural el Comité de Vigilancia Económica. Este sector se convirtió en un poderoso sector de presión cuyo objetivo era eliminar las tendencias socializantes del Poder Ejecutivo(colegiado batllista) y a favor de eliminar la demagogia económica y social. La cohesión del Partido Colorado se estaba fisurando a pasos agigantados, tanto en el aspecto ideológico como en el funcionamiento de cuerpo. A esto se suma la muerte de Batlle en Octubre de 1929. Inmediatamente se originan dos grandes sectores en torno a personas y no a ideas: la mayoritaria que postula a Gabriel Terra 145

Domingo Arena: Realidades y Utopías y la minoritaria que postula a Federico Fleurquin con el apoyo de la familia Batlle y el diario El Día. “...en los años previos a 1933 el modelo batllista en su conjunto volvió a ser puesto en el banquillo de los acusados. Se trató de un cuestionamiento radicalmente totalizador de la experiencia reformista, involucrándose en esa requisitoria aspectos tales como la cosmovisión y aun el modelo de racionalidad política que había presidido el período de transformaciones. Esta índole radical y global de la condena antirreformista coincidía con el retorno a posiciones hegemónicas(...)de elementos afiliados a la tesis del conservadorismo radical...” Triunfador, el Dr. Gabriel Terra, al asumir su cargo comienza a marcar la cancha, se niega a asistir a las reuniones de la Agrupación Colorada de Gobierno argumentando la misma postura del Dr. Viera: la postura del partido no debe incidir en la actuación pública, desconoce el peso del batllismo y cómo eso le permitió llegar al poder. Forma un grupo hostil al batllismo, leáse los hijos de Batlle, sin embargo el batllismo tenía la mayoría en el Consejo Nacional de Administración, desde donde comienzan a cuestionar la actuación presidencial. Sin olvidarnos que el Uruguay, que conmemoraba su centenario de la independencia, era optimista de la mano de la democratización política, de los progresos materiales y las hazañas deportivas, los factores internos y externos que mencionamos anteriormente precipitan el final de este sentimiento y nos enfrentan a las realidades del común latinoamericano. El gran desarrollo cultural se manifestaba por el prestigio de nuestros escritores, en la alfabetización del país que se trasladaba al sistema político. La concreción batllista llevaba a sostener “¡cómo el Uruguay no hay!, sin embargo el final de las utopías va de la mano del tiempo. Muere Batlle y también muere por la acción natural de la vida su equipo de colaboradores, Brum, Arena, Figari y muchos otros que oponiéndose al modelo no crearon una alternativa. En una suerte de inercia el modelo continuó como una burbuja hasta que se rompe en la década del sesenta con el violentismo social que llevó a enfrentamientos cuyas heridas aún se mantienen.38

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Biblioteca “Batlle”Escritos y discursos del Dr. Domingo Arena sobre el señor Jose Batlle y Ordóñez. Montevideo 1942.

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Domingo Arena: Realidades y Utopías Muere el equipo, muere el proyecto. El batllismo fue producto de una época en crisis social, fue expresión de capas sociales desesperadas, ubicadas ya en un tiempo y espacio pasado de la economía y de la política; de la filosofía y de la teología; debatiéndose entre la antigua pugna de la razón utópica versus la razón instrumental. El equipo batllista con Domingo Arena a la cabeza concibieron la utopía como fuerza de la transformación de la realidad, aparece como auténtica voluntad innovadora y base de toda renovación social, representaron una corrección de una situación político-social existente con miras a un cambio estructural. Proyecto o ideal de un mundo justo a partir de la construcción de la realidad presente, con el estado redistributivo, y la justicia social, para alcanzar estos objetivos la utopía representa un modo específico de conocer la realidad mediante un modelo ideal de futuro, constituyéndose en el sueño de la verdadera justiciasocial. Siempre la humanidad se ha sentido impulsada por anhelos de progreso, mejoramiento y perfección, alcanzando tan ilimitado punto sus aspiraciones, que se han confundido con lo imposible, desconocido e insospechable. La utopía: para el batllismo significó la construcción de un país modelo, con la justicia y la soberanía legitimada por el Estado, con la perspectiva de un proceso histórico renovador, dentro de una humanización capaz de darle cauce a un desarrollo sostenido a medida del hombre en cuanto proyecto factible de utopía concreta, donde teoría y praxis se apuntalen, unifiquen o confundan a partir del principio de esperanza. Con la muerte del equipo por causas naturales de tiempo y biología, su memoria se mantuvo por años y se mantuvo viva también la utopía de un país mejor. Sin embargo, la muerte de la esperanza derroto lautopía. La patria distinta, soñada y articulada en el Uruguay batllista hizo menos increíble toda utopía, se convirtió en una realidad. Don Domingo Arena, es recordado por una Escuela Técnica del CETP donde fuera su casa-quinta, un camino que lleva su nombre, hoy dominado por malvivientes, y por la enseñanza que ha dejado a las nuevas generaciones de un Partido Colorado deprimido. La cúpula debería recordar que sin la gente un Partido no tiene sentido. El sistema político uruguayo se sostuvo en el contacto directo entre los lideres y su 147

Domingo Arena: Realidades y Utopías pueblo. En el Siglo XXI se mantienen esas características que dieron al Uruguay las más altas calificaciones de civismo y democracia.

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