7 Maestros Un Camino

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AGRADECIMIENTOS Me gustaría ofrecer mi humilde agradecimiento a los siguientes maestros contemporáneos que se tomaron un tiempo considerable para orientarme hacia una comprensión más profunda del proceso de meditación y me ofrecieron ideas espirituales propias que ahora se comparten en este libro. Ellos son: Alan Watts, Krishnamurti, Richard Alpert, Rebecca Oriard, Bill Gearhart, Rollo May, Hump1irey Osmond, Thakin Kung, Carlo Rogers, Birgitta Steiner, Kr1yananda y Samuel Lewls. Hay por supuesto muchos maestros reconocidos y no reconocidos en el camino de la meditación, y estoy agradecido a todos los que han contribuido a una comprensión más pro funda de cómo trabaja nuestra mente y cómo se experimenta mejor la meditación.

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INTRODUCCIÓN MEDITAR CON EXITO Mira en tu interior y siéntete en paz; libre de temores y ataduras conoce el dulce gozo del camino... BUDA Se dice que el valle de Ojai, plácidamente enclavado al pie de las montañas Topa Topa, a unos cincuenta kilómetros de Santa Bárbara, en el interior, fue el corazón espiritual de la antigua civilización chumash que antaño floreció a lo largo de la costa de California, en Estados Unidos. El destino quiso que la invasión española ocurrida en el siglo xvii aniquilase a los chumash, de suerte que durante doscientos años el valle de Oj a¡ permaneció prácticamente deshabitado salvo por unas cuantas familias de indecisos colonos españoles y por la abundante fauna autóctona. En 1906, a la edad de diecisiete años, mi abuelo (que también se llamaba John Selby) se trasladó desde su lugar de origen, próximo a Ventura, hasta el solitario valle de Ojal, donde se estableció como uno de los primeros ganaderos de la zona. En los años subsiguientes, los vestigios de las energías espirituales de los indios americanos, sumados a la propensión natural de mi abuelo a lo místico y la intensidad terrenal de tan extraordinario y bello entorno, despertaron en él una cualidad especial de consciencia. A medida que afluyeron más pobladores, durante la primera mitad del siglo XX, se afianzó en toda la región su fama de ranchero dotado de una singular carga espiritual. En las décadas de 1940 y 1950, cada vez más personas llegaron a conocerlo y apreciarlo como maestro espiritual indígena del valle. La cadena de televisión CBS incluso envió, en los años sesenta, un equipo de filmación al rancho para rodar un especial de media hora de duración sobre el silencioso sabio del valle. El abuelo, desde luego, simplemente se reía de tales atenciones y prosiguió su discreta labor, impartiendo sus enseñanzas por medio del ejemplo más que de la palabra. Yo tuve la fortuna de vivir con mi familia en el rancho del abuelo durante buena parte de mi infancia, y solía dedicar casi todo mi tiempo libre a ayudarlo en sus quehaceres diarios; lo seguía en silencio por los senderos de caza; aprendía a reír y no a maldecir ante las adversidades; cabalgábamos juntos por los robledales y las amplias praderas; permanecíamos sentados sin hablar por espacio de media hora junto a los arroyos de rápidas corrientes; y descubrí, por ósmosis, cómo aquel hombre mantenía su mente deliberadamente serena mientras observaba el mundo sin juzgarlo, trataba a todas las criaturas de Dios con respeto y compasión, y se concentraba en ser bondadoso y receptivo en lugar de caer en los diversos miedos y egoísmos humanos. Posteriormente estudié con algunos de los maestros más renombrados y aprendí sus técnicas formales de meditación. A decir verdad, sin embargo, gran parte de los conocimientos meditativos que compartiré con ustedes en el presente libro son aquellos que experimenté en las etapas tempranas de mi vida, al margen de cualquier método organizado, mediante el sencillo ejemplo espiritual de aquel hombre humilde. Mi abuelo vivía una vida verdaderamente interior y me enseñó que el camino espiritual hay que hallarlo fuera de todo dogma o doctrina religiosa separatista. Acaso lo más importante en este libro, la enseñanza meditativa que el abuelo dejó grabada en mi alma, sea que la meditación no es algo que hay que practicar una o dos veces al día; antes bien, es una atmósfera espiritual continua que ha de presidir cada instante de nuestra vida. En los momentos de excesiva agitación, el abuelo solía hacer una pausa y se apoyaba en una cerca o se sentaba durante unos minutos hasta recuperar su porte radiante. Estos breves paréntesis meditativos parecían constituir una parte esencial de su vida diaria. El abuelo también seguía una especie de rutina formal de meditación: casi siempre se levantaba al alba y, si la climatología lo permitía, se sentaba bajo su roble favorito mientras salía el sol. Con frecuencia, yo me levantaba a tiempo para acompañarlo en silencio mientras amanecía, disfrutando del especial estado de ánimo que me embargaba cuando permanecíamos juntos sin hablar durante quince o veinte minutos. Asimismo, el abuelo solía hacer un alto al caer la tarde para sentarse, relajarse... y «ser», simplemente, mientras el sol desaparecía. Durante sus meditaciones solares no «se iba» a ninguna parte; de hecho, una de sus principales características era la perpetua e intensa vinculación que mantenía con el momento presente.

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Haga una pausa y reflexione Tal vez desee detenerse un momento en este punto para reflexionar sobre las personas que pudieron ejercer en usted una profunda influencia espiritual mientras crecía. ¿Quiénes fueron? ¿Qué aprendió de ellas? ¿Siguen estando con usted interiormente?

Liberación cognitiva Unas décadas después de que mi abuelo se trasladase al valle de Ojal, varias comunidades espirituales emigraron a aquella región para establecer allí sus escuelas y difundir sus enseñanzas. Una de ellas fue la Sociedad Teosófica, que poco después del cambio de siglo buscó en la India hasta dar con un niño al que se identificó como nuevo mesías del mundo, encarnación viviente de Jesús y de Krislina. Los teósofos trasladaron a jlddu Krlshnamurti a Europa y más tarde, en 192 1, lo llevaron a Oj a¡ para que madurase espiritual y físicamente conforme alcanzaba la edad adulta. Mientras vivía en los naranjales situados a pocos kilómetros de Ojai, Krishnamurti experimentó su primer «despertar»; poco después sorprendió a sus millares de devotos seguidores reflejando su identidad de nuevo mesías. Yo mismo me sentí hondamente conmovido cuando, de niño, lo oí hablar en los robledales de Ojal. Percibí que ante mí tenía a un hombre que expresaba con palabras lo que mi abuelo manifestaba por medio de sus actos: esto es, que para alcanzar la paz de ánimo y la claridad de visión debemos aprender a dominar la mente y sintonizar con nuestro núcleo interior, al margen de todo condicionamiento cultural y creencia religiosa. Después de aquel primer encuentro con Krishnamurti, mantuve numerosas charlas y reuniones formales con él; hasta nuestro último encuentro en Suiza, poco antes de su muerte; sus escuetas enseñanzas me parecieron siempre las más claras de cuantas impartiera cualquier maestro espiritual del mundo. En muchos aspectos, este libro constituye mi nueva manera de expresar, en un formato fácilmente accesible para la generación actual, la sabiduría meditativa y la liberación cognitiva que Krishnamurti enseñó a todos cuantos lo escucharon; son ideas en las que se reflejan la veracidad de los antiguos maestros y el ejemplo inmediato de mi abuelo, ofrecidas ahora de una manera conceptualmente nueva, a fin de inspirar a la joven sociedad de nuestro mundo.

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Maestros vivos Una de las principales enseñanzas de Krishnamurti consistía en que lo más conveniente para recorrer el camino espiritual no es convertirse en fiel devoto de un gurú concreto, sino buscar nuestro propio núcleo interior y acceder así, directamente, a la sabiduría imperecedera. Sin embargo, cuando yo era joven, me alentó a viajar y explorar por mí mismo las técnicas y enseñanzas de la vasta tradición meditativa del mundo, para que viese claramente cuán necesaria era una verdadera revolución en nuestra

sociedad. Cuando uno se aventura en el mundo exterior, afirmaba, «resulta evidente que debe producirse una revolución total. Ha de surgir una cultura de distinta naturaleza. A menos que se dé una profunda revolución psicológica, las meras reformas introducidas en la periferia surtirán poco efecto. Y esta revolución psicológica (para mí, la única revolución) es posible a través de la meditación». Movido por dicho estímulo, empecé, a la edad de diecinueve años, a investigar y estudiar con varios maestros destacados, cada uno de los cuales poseía una clave particular de los secretos de la meditación satisfactoria, originada en las enseñanzas de los antiguos maestros y también en sus propias ideas e inspiraciones. El presente libro es el resultado de esa exploración realizada a lo largo de toda una vida. Al mismo tiempo, comencé a sentir una gran curiosidad por los aspectos científicos de la experiencia meditativa y dediqué muchos años a estudiar los elementos neurológicos y psicológicos formales de la experiencia espiritual. Dentro de este ámbito de investigacion, uno de mis profesores, Alan Watts, especialista en filosofía zen y hombre brillante pese a sus imperfecciones, me desafió a continuar un proyecto clave que él había iniciado: se trataba de identificar los principios psicológicos fundamentales y los procedimientos comunes a todas las grandes tradiciones meditativas del mundo, para luego difundir esas enseñanzas. Acepté el desafío y al poco me involucré en investigaciones sobre la mente para el National Institute of Mental Health (NIMH); en las décadas de 1960 y 1970 participé en una serie de influyentes estudios, centrados en la meditación, que contribuyeron a arrojar luz sobre nuestra comprensión científica de la experiencia meditativa. Poco a poco, después de muchos años de investigaciones en esta dirección, comprendí que, de hecho, todas las grandes técnicas meditativas del mundo se basan en un entendimiento psicológico unificado del funcionamiento de la mente y de los mejores pasos a seguir para proyectar nuestra consciencia hacia los ámbitos más profundos de la percepción espiritual. En este libro se ofrecen las conclusiones esenciales de dichos estudios y se demuestra cómo los siete grandes maestros de la comunidad espiritual del mundo enseñaban aspectos o fases clave del mismo proceso meditativo subyacente. ¿Por qué es innovador este enfoque? Casi todas las culturas del mundo han desarrollado tradiciones relativas a la meditación profunda, algunas de las cuales se remontan a la prehistoria. No hay, a buen seguro, nada nuevo bajo el sol en lo referente al proceso natural básico que sigue la mente humana para abrirse, contemplar y fundirse con lo divino. Cualesquiera que sean nuestras creencias teológicas o filosóficas, la verdadera experiencia espiritual directa que se encuentra más allá de las ideas y los pensamientos humanos es universal. Por este motivo, el presente programa de meditación es igualmente válido tanto si se es cristiano como taoísta, hindú, budista, teósofo, científico, etc. Este programa revoluciona nuestra capacidad de aprender a meditar con éxito prescindiendo de todo el dogma religioso, el ritual y la teología que rodean la experiencia meditativa humana, a fin de que, así, aflore el proceso psicológico subyacente que han enseñado, a través de los tiempos, los grandes maestros de meditación del mundo. Mediante la investigación de este proceso psicológico común que existe en todas las grandes tradiciones meditativas, mis colegas y yo hemos podido desarrollar un nuevo programa de meditación que integra los diversos enfoques tradicionales en un todo empírico unificado. Son cuatro las innovaciones que hacen de Siete maestros, un camino un programa de meditación único e importante en la búsqueda de una experiencia y una comprensión meditativa más profunda:

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INNOVACIÓN 1: LAS SIETE EXPANSIONES La mayoría de los maestros espirituales coinciden en que conviene definir la meditación como una expansión de la consciencia humana más allá de los planteamientos y las creencias vitales adquiridas, con objeto de encontrar directamente una realidad más profunda. En nuestros estudios hemos descubierto que existen siete expansiones principales de la consciencia que se desarrollan de forma natural durante cualquier sesión de meditación satisfactoria. La mente humana avanza, claramente, hacia la comprensión y el gozo espiritual mediante un proceso previsible cuando se ve libre de hábitos mentales, emociones perturbadoras o creencias restrictivas. Este proceso de expansión, que consta de siete pasos, está especificado en el programa de meditación que se describe en Siete maestros, un camino.

INNOVACIÓN 2: UNA TÉCNICA PARA SERENAR LA MENTE Aprender a serenar nuestros inquietos y a menudo perturbadores pensamientos ha sido siempre un desafío fundamental. Mientras realizábamos investigaciones sobre la actividad mental en el NIMH, mis colegas y yo identificamos un proceso perceptivo especial que aquieta, de forma instantánea y previsible, el flujo de pensamientos en nuestra mente. Mediante este sencillo método para sosegar la mente, usted podrá avanzar hacia la meditación profunda. INNOVACIÓN3: MÉTODO ABREVIADO Normalmente se considera que es necesario dedicar como mínimo media hora a la meditación para que ésta resulte efectiva. Sin embargo, hemos descubierto que esta suposición no es psicológicamente válida. Aplicando nuevas ideas al proceso meditativo, hemos desarrollado un método «abreviado» que puede realizarse en un lapso de tiempo extraordinariamente corto pero eficaz. Una vez que usted domine el proceso de expansión mental, será capaz de llevar a cabo una meditación completa en el periodo de tiempo del que disponga, integrando así, y de manera perfecta, la meditación en todos los segmentos de su vida, por activa que ésta sea. INNOVACIÓN 4: FRASES FOCALES Otra innovación que presentamos y que hará que usted aprenda a meditar de una manera más fácil, efectiva y amena, es el empleo de siete «frases focales», cuidadosamente pensadas, que ayudarán a su mente a concentrarse directamente en cada una de las siete expansiones. Una vez que haya superado el programa de aprendizaje inicial, estos dichos especiales estimularán de inmediato en usted toda la experiencia asociada a cada expansión. GUíAS DE AUDIO EN LÍNEA Los lectores que dominen el idioma inglés pueden acceder al programa de audio para aprender a meditar que está disponible en la web www. 7masters. com. Para acceder a algunas áreas del sitio web es preciso introducir los números que se solicitan del ISBN de la edición inglesa: 0-06-052251-8 (en ocasiones se hace referencia a la página 207 de dicha edición). El proceso de aprendizaje Este libro es, en gran medida, un manual de aprendizaje más que una disertación filosófica. Mi principal meta consiste en lograr que domine usted cada expansión meditativa. A tal fin, cada capítulo se cierra con un ejercicio de meditación basado en la misma guía verbal que utilizo personalmente con mis alumnos y clientes.

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A lo largo de todo el libro, pretendo facilitarle la guía y la comprensión necesarias para situarle en el punto en que su propia experiencia meditativa interna despegue y vuele por sí sola... cuando pueda sintonizar regularmente con su respiración, serenar sus pensamientos, concentrarse en cada uno de los siete temas de meditación y participar plenamente de la singularidad de su propio y siempre nuevo momento meditativo. Para ello, en cada capítulo le doy a conocer a un maestro, un proceso de meditación y una nueva experiencia interior, hasta que usted aprenda de memoria las siete expansiones meditativas, breves pero eficaces, que en conjunto constituyen un intenso, magnífico y completo programa de meditación. También en cada capítulo le ofrezco varias pausas meditativas, paréntesis en la lectura durante los cuales usted podrá dejar el libro por un momento y ponderar o poner en práctica lo que acaba de leer; de este modo, su propia experiencia predominará sobre la reflexión intelectual a lo largo de toda la obra. Si para usted la meditación es algo nuevo, necesitará bastante tiempo para explorar cada expansión antes de pasar a la siguiente. No hay prisa, ni urgencia, ni metas o logros finales. Lo importante es que dedique su atención a experimentar completamente cada nuevo momento meditativo. Es posible que ése no sea su caso y ya haya oído hablar de la experiencia meditativa en general, leído libros sobre el tema o tal vez probado una o más técnicas tradicionales, pero sin haber encontrado una práctica espiritual que pueda considerar propia. Puede que, merced a estos conocimientos previos, sea capaz de avanzar más rápidamente a través del proceso de aprendizaje. Con todo, asegúrese de tomarse su tiempo para comprender y experimentar plenamente las expansiones, una por una. Y pudiera aun ocurrir que usted ya haya recorrido un gran trecho en su viaje meditativo, pero busque una práctica diaria más integrada y efectiva que ilumine su vida. Por favor, siéntase libre de avanzar rápidamente por los pasajes que cubran un terreno que ya conozca... y, al mismo tiempo, procure hacer un alto para experimentar cada expansión tal como aquí se presenta. Si vive las experiencias y nuevas percepciones que surgen espontáneamente a medida que avanza por este programa de meditación de siete expansiones, descubrirá una vida de revelación y exploración espiritual. Siéntase libre de avanzar a su propio ritmo, y pronto será capaz de recorrer sin esfuerzo todo el proceso de meditación por sí solo, sin necesidad de una guía externa.

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Meditación abreviada Tradicionalmente, sobre todo en los métodos hindú y budista, se suele meditar una o dos veces al día, como mínimo durante media hora en cada ocasión. Sin duda este esquema es recomendable si uno puede reservarse tal cantidad de tiempo de la actividad diaria, y ser regular. Sin embargo, en la actualidad a muchas personas les resulta más viable gozar de cinco momentos de meditación al día, en lugar de sumirse en un periodo de meditación prolongado. Asimismo, algunas personas gustan de detenerse durante un buen rato, mientras que otras, de distinto carác ter, prefieren mantenerse más activas. Por último, hay quienes, como es mi caso, disfrutan realizando una meditación regular por la mañana o por la tarde, durante un lapso de media hora a una hora, pero que también encuentran beneficioso hacer una pausa de cinco a diez minutos, varias veces al día, para realizar una meditación breve que conduce rápidamente nuestra consciencia a un estado más pacífico, perceptivo y afectuoso. Puesto que descubrí hace mucho tiempo que las experiencias de meditación «abreviada» poseen un enorme valor, en los últimos tiempos he estudiado la forma más efectiva de sacar partido con rapidez de los poderes rejuvenecedores de la meditación. El programa de siete pasos que tiene usted en sus manos se denomina formalmente «proceso de meditación modular»; modular porque cada una de las meditaciones constituye, por sí misma, una meditación breve pero completa. Al mismo tiempo, cuando se combinan en el orden adecuado, las siete meditaciones también funcionan como un todo a medida que uno va pasando de un tema a otro, profundizando cada vez más conforme se añade un nuevo módulo. Exploraremos con mayor profundidad cómo puede usted desarrollar su propia estructura ideal de meditación, aquella que le permita concentrarse en el tema meditativo que tenga más importancia para usted en cada ocasión. El objetivo es lograr que, con independencia de dónde se encuentre o del poco tiempo del que disponga, pueda volver su mente hacia su centro espiritual interno y recibir los innumerables beneficios de la experiencia meditativa. Este método de meditación, único y tal vez radical, se basa fundamentalmente en la lección que aprendí primero de mi abuelo y luego de Krishnamurti; a saber: que nuestra meta espiritual no consiste en retirarnos a meditar una o dos veces al día, sino en aprender a vivir cada momento de nuestra vida en contacto con nuestro núcleo espiritual.

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Los siete maestros Quizás usted se pregunte por qué he elegido de entre los guías espirituales de todos los tiempos a los siete maestros que figuran en el presente libro. Es evidente que los cinco primeros -Patanjali, Lao-tse, Buda, Jesús y Mahoma- fueron extraordinarios maestros que no sólo me llegaron a lo más hondo con sus enseñanzas, ideas y técnicas, sino que ocuparán eternamente un lugar excepcional en los principales movimientos espirituales del mundo. Los dos últimos que he elegido, Gurdjieff y Krishnamurti, complementan a la perfección nuestro proceso meditativo porque, aparte de la especial influencia que ejercieron en mi comprensión de la meditación, realizaron nuevas aportaciones y constituyeron ejemplos que han alentado el actual avance espiritual de la comunidad mundial. Como constataremos, todos los verdaderos maestros espirituales conducían a sus alumnos hacia la misma comprensión y experiencia definitiva: la plena inmersión en el núcleo de ser espiritual que todos compartimos y del cual extraemos nuestro sustento, sabiduría, vitalidad y percepción más profundos. Permita que le dé a conocer a estos siete maestros que, a lo largo de los tiempos o más recientemente, han despertado ámbitos espirituales de consciencia en un gran número de corazones en todo el mundo, y que continúan influyendo directamente en nosotros a través de la meditación. Le presentaré, al mismo tiempo, las siete «frases focales» que aprenderá y empleará durante sus meditaciones. Estas frases serán lo único que tendrá que recordar, después del periodo de aprendizaje, para recorrer por completo todo el proceso de meditación.

PATANJALI Hace casi cuatro mil años, en la India, se inició el estudio formal de la meditación por obra de antiguos maestros de yoga que avanzaron paso a paso, mediante la investigación y la exploración internas, hacia una concisa comprensión del funcionamiento de nuestra mente y del modo en que podemos emplear la meditación para despertar nuestra consciencia espiritual más profunda. Dos mil años después de tal hecho, un notable sabio llamado Patanjali reunió todas estas ideas y enseñanzas y escribió instrucciones detalladas sobre el arte de la meditación y la devoción en sus Yoga Sutras. Un punto clave en la enseñanza de Patanjali era la idea de que el conocimiento de la propia respiración resulta esencial para toda meditación, y que ciertas técnicas concretas de respiración pueden alterar la consciencia en direcciones espirituales muy específicas. El término sánscrito prana, que significa «aliento» o «fuerza vital», ha sido un concepto fundamental a lo largo de la historia religiosa hindú. De hecho, como veremos, casi todas las tradiciones de meditación se centran en una profunda exploración interna de la experiencia de la respiración. Partiendo de las influyentes enseñanzas de Patanjali sobre el pranayama (consciencia y control de la respiración), aprenderemos la primera y esencial meditación para volcar toda la atención de nuestra mente en la experiencia de la respiración. La expresión verbal de la primera expansión de nuestra meditación de siete pasos será: «Estoy respirando libremente.»

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LAO-TSE Hace también casi cuatro mil años, comenzaba a surgir en las montañas de China la tradición meditativa taoísta, que paso a paso fue desarrollando rudimentarias ideas en lo relativo a cómo entrar en contacto con lo divino directamente a través de la experiencia interior. En el mismo centro de la tradición china de comprensión espiritual hallamos al antiguo maestro taoísta Lao-tse, autor de uno de los textos espirituales más leídos de la humanidad, el Tao Te Ching. Cuando empecé a estudiar con Alan Watts, éste estaba casualmente terminando su propia traducción del texto original en mandarín del Tao Te Ching. Mientras observaba los gratificantes esfuerzos de Alan con la labor de traducción y asistía a sus seminarios sobre el texto taoísta, comprendí que la meta definitiva del meditador taoísta consiste, sencillamente, en serenar el flujo de pensamientos en nuestra mente, para de ese modo ser conscientes de la naturaleza «completa» y más profunda de la vida. Partiendo de las palabras y sugerencias de Lao-tse, así como del método general de meditación taoísta y zen, aprenderemos una técnica sumamente práctica (que fusiona la antigua meditación de la respiración taoísta con nuevas ideas científicas) para acallar el flujo de pensamientos en nuestra mente a voluntad, a fin de descubrir de manera empírica el núcleo del poder y la belleza de la meditación. La expresión verbal del segundo paso en nuestra meditación de siete fases será: «Mi mente está ahora serena.»

BUDA Siddhartha Gautama nació unos cien años después que Lao-tse, y cuatro siglos antes que Jesús, en el seno de una acaudalada familia hindú de la India. Experimentó la iluminación total cuando contaba veintinueve años. Sus enseñanzas fundamentales vienen a mostrarnos que todos estamos presos de ideas y actitudes críticas y temerosas que generan un sufrimiento crónico, y que sólo mirando directamente estos hábitos mentales y asumiendo el control sobre el modo en que utilizamos nuestra mente, podemos liberarnos y dejar de generar más sufrimiento. Su principal enseñanza meditativa consistía en que, mientras nos neguemos a acentar la realidad del momen to presente de forma inequivoca, no dejará de crecer nuestro trauma interior y, así, nos mantendremos distanciados de nuestra auténtica naturaleza Buda. Los juicios crónicos y las negativas a aceptar el mundo tal como es convierten la existencia humana en un infierno en vida. Pero si controlamos la mente y los actos de una forma más cercana a la realidad, podremos lograr que el sufrimiento de nuestra experiencia del momento presente se transforme en dicha. El tercer paso meditativo que estudiaremos en este libro se centra en aprender a aceptar la vida tal como es, en lugar de juzgar el mundo y a nosotros mismos como algo malo, erróneo, incompleto o, sencillamente, no todo lo bueno que cabría desear. Mediante la aceptación total de la verdad de quiénes somos realmente, podernos acercarnos e incluso alcanzar la liberación del sufrimiento. La expresión verbal del tercer paso en nuestra meditación de siete fases será: «Acepto el mundo tal como es.»

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO JESúS Las enseñanzas de jesús pueden contemplarse desde muchas perspectivas distintas y han sido interpretadas desde el punto de vista teológico por, literalmente, centenares de sectas y movimientos diversos. Para los fines que nos ocupan, no* necesitamos asumir ningún dogma teológico en particular a la hora de comprender los fundamentos de la iluminación que Jesús enseñó. En lo concermente al camino meditativo, jesús coincidía básicamente con Buda, Lao-tse y Patanjali en que estar en contacto con el «aliento interior de Dios» constituye un aspecto esencial del sendero espiritual; en que la paz de ánimo y la serenidad interior son prácticas fundamentales que hay que cultivar; en que debemos dejar de juzgar la creación de Dios y aceptarla tal como es; y, acaso lo más importante, en que el amor es el epicentro de toda vida espiritual. La cuarta expansión de nuestro sendero meditativo se centra en las contundentes enseñanzas de jesús acerca del amor y el lugar excepcional que ocupa el corazón en la práctica espiritual. Nos inspiraremos en sus propias palabras sobre el tema del amor incondicional y aprenderemos a llevar dichas palabras a la práctica, conforme descubrimos cómo concentrándonos directamente en el centro de nuestro corazón podemos tornarnos más rebosantes de amor en todas nuestras relaciones. La expresión verbal del cuarto paso en nuestra meditación de siete fases será: «Me amo a mí mismo tal como soy.»

MAHOMA Desde el punto de vista meditativo, el gran don que Mahoma aportó a su cultura islámica, que se inició en el siglo vi d.c., fue la certeza de que sólo existe un único poder espiritual infinito, de que dicho poder es, en última instancia, bondadoso y clemente y ve a todos los seres humanos como criaturas en esencia buenas y armoniosas. Una de las principales raíces de la palabra «islam» tiene el significado de «paz». Esta paz se alcanza en la meditación entregando por entero el propio ser a Alá, permitiendo que el amor de Dios cure los diversos conflictos y decepciones de la vida, la confusiones de la mente y las emociones, de tal manera que la persona, la familia y la comunidad moren en Dios» y florezcan en paz. La expansión meditativa a la que recurriremos para nuestra quinta meditación es el proceso de entregarnos por completo a Dios (con independencia del nombre que se le dé) y abrir nuestros corazones para recibir su contacto curativo, su guía y su amor infinito en nuestra vida diaria. Tal entrega, tal «disposición a recibir», nos conduce directamente al núcleo del despertar espiritual. Mediante esta entrega completa a la voluntad y la ayuda de Dios, se relajan los sentimientos negativos de miedo y ansiedad, y se disipan las hostilidades y los juicios relacionados con ellos. El resultado es una experiencia de profunda curación y paz espiritual. La expresión verbal de la quinta expansión será: «Mi corazón está abierto para recibir la ayuda curativa de Dios.»

GURDJIEFF Surgido en los siglos VIII y IX de núcleos judíos, cristianos y musulmanes de Oriente Medio, así como de otras tradiciones místicas, el movimiento espiritual sufí se difundió por toda Asia central y el este de Europa, y llegó hasta África. De esta tradición abierta, centrada en el júbilo, surgió una figura de gran influencia, el grecoarmenlo George Ivanovitch Gurdjieff, místico y maestro de danzas sagradas y meditaciones cuya significación e impacto sobre la comunidad espiritual del mundo apenas está comenzando a reconocerse y asimilarse. Una de las principales técnicas derivadas de las enseñanzas de Gurdjieff, conocida normalmente como «recuerdo de uno mismo», encaja a la perfección en nuestro programa de meditación. Esta técnica de conocimiento profundo nos permite ser más conscientes y sentirnos más vivos en el momento presente. Se basa en lo que ya hemos aprendido en las cinco meditaciones previas y expande nuestra meditación hasta abarcar no sólo la experiencia interior, sino también la interacción con el mundo que nos rodea. La expresión verbal de la sexta expansión será: «Sé quién soy.»

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KRISFINAMURTI Krishnamurti nos conduce a la última expansión de nuestro viaje meditativo diario, en la cual, hallándose nuestra mente serena y completamente atenta al momento presente, permitimos que los pensamientos fluyan por ella de nuevo, teniendo claro que observamos nuestros pensamientos, en lugar de identificarnos con ellos. En este estado de consciencia expandida, descubrimos que nuestros Pensamientos suelen ser inspirados y de naturaleza mística o perceptiva, y nos llevan a súbitas comprensiones que pueden transformar nuestra vida. En medio de tales inspiraciones, a menudo nos adentramos en un estado en el cual las palabras desaparecen y nos vemos inmersos en el gozo de la pura existencia en el momento presente. Habiendo explorado plenamente la expansión de nuestro proceso de meditación, somos libres de entrar en un estado puro de unidad con lo divino y de hacerlo cada vez que meditamos, ya sea durante cinco minutos o durante media hora. Al completar la séptima expansión, descubrimos que hemos vuelto de nuevo al principio, y que simplemente somos conscientes de nuestra respiración... en un estado de dicha. La expresión verbal de la séptima expansión será: «Estoy aquí, ahora, en estado de dicha.»

Las siete meditaciones Quisiera ofrecerles una somera presentación de las siete meditaciones que llegarán a dominar con este programa, de manera que conozcan el flujo de experiencias que conforman el proceso completo de meditación. Verán que existe una progresión natural de la primera meditación a la segunda, de la segunda a la tercera, y así hasta la séptima. De hecho, el orden y la progresión de estas meditaciones obedecen a una estricta lógica de carácter tanto psicológico como espiritual.

LA CONSCIENCIA DE LA RESPIRACIÓN Casi todas las tradiciones meditativas comienzan (y en ocasiones terminan, como es el caso del zen) con la experiencia primordial de concentrar la atención de la mente en el acontecer presente de nuestra propia respiración. El proceso fisiológico de la respiración es, sin duda, la actividad vital más necesaria e inmediata. Poseemos la capacidad de controlar nuestra respiración a voluntad, y también de liberarla por completo, a medida que nos hacemos plenamente conscientes de los infinitos estados profundos de consciencia que surgen cuando mantenemos nuestra respiracion como principal foco espiritual.

SERENAR LA MENTE Mucha gente confunde el rezo, durante el cual «hablamos con Dios», con la meditación, durante la cual nuestra mente parlante y racional guarda silencio y penetramos en el universo de consciencia que sólo existe cuando el flujo de pensamientos cesa temporalmente. Del mismo modo, con frecuencia se confunde la meditación con la contemplación, durante la cual reflexionamos (a menudo, con una mente muy activa) sobre el tema de la contemplación. Serenar nuestra mente implica distanciarnos de los pensamientos que fluyen en ella y, a continuación, acallarlos cuidadosamente. Éste es el segundo paso esencial en una práctica meditativa completa; por fortuna, recientes investigaciones en el campo de la mente nos han aportado nuevos métodos para alcanzar esta antigua meta.

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ACEPTAR LA VERDAD Una de las grandes facultades de la mente humana -y asimismo una de sus principales maldiciones- es la implacable capacidad de juzgar todo aquello que nos acontece a nosotros y al mundo que nos rodea. Hereda mos y establecemos creencias acerca de cómo considera mos que debe ser el mundo, y rechazamos todo aquello que no encaja en nuestro sistema de creencias. La meditacíón requiere dejar a un lado temporalmente esa actividad crítica de la mente, de modo que nos sea posible ver la verdad con claridad, aceptar la realidad tal como es y liberarnos así del efecto cegador de ese talante evaluador crónico y de las aflicciones que acarrea.

EL DESPERTAR DEL CORAZÓN En pleno centro de nuestras siete prácticas meditativas se encuentra la extraordinaria cualidad del amor: la capacidad del corazón de despertar a niveles espirituales de compasión más profundos. Una meditación que no se centre en el amor no es meditación en absoluto. Todas y cada una de las tradiciones espirituales del mundo conceden al amor una importancia crucial y consideran primordial la consciencia directa del núcleo del corazón. La ecuación universal «Dios es Amor» constituye la base de la meditación. Nuestro desafío consiste en dominar una sencilla pero profunda meditación que aumente nuestra capacidad tanto de recibir como de transmitir amor en el mundo.

CURACIÓN EMOCIONAL Psicológicamente, los seres humanos se hallan siempre ora en un estado de temor (contracción), ora en un estado de amor (expansión). De nuestras habituales contracciones de preocupación, miedo y aprensión dimanan todas las demás emociones negativas, tales como la ira, el odio, la depresión, la confusión, el pesimismo, etc. Es más, cuando somos presa del miedo, sencillamente no podemos sentir amor. Comprendiendo este hecho, todas las grandes religiones nos enseñan que debemos aprender a confiar en Dios, prescindir del miedo, vivir con fe y, en definitiva, no preocuparnos por el futuro o por la muerte en sí. Ningún programa de meditación es completo si no dirige regularmente nuestra atención hacia nuestras emociones -sobre todo, hacia los pensamientos que generan sentimientos de temor- y nos enseña a prescindir de nuestros miedos, mediante el despertar espiritual, y a entrar en un estado más elevado de amor incondicional. Éste será el objetivo de nuestra quinta meditación. EL RECUERDO DE UNO MISMO La meta de toda meditación consiste en cobrar una mayor conciencia de uno mismo, de recordar quiénes somos realmente en lo más profundo. La sexta medita~ ción centrará específicamente nuestra atención para que seamos conscientes, al mismo tiempo, tanto del mundo exterior como de nuestra presencia interior. Esta cualidad de consciencia interna y externa puede estimularse directamente por medio de un ejercicio meditativo especial de concentración que desemboca en una súbita expansión de la consciencia. Asimismo, dicha meditación resulta valiosa para mantenernos en un estado meditativo a lo largo de la actividad diaria, sea lo que sea lo que estemos haciendo. EXPERIMENTAR GOZO En las seis primeras expansiones de la consciencia, paulatinamente sintonizamos con nuestra respiración y la liberamos, prescindimos de nuestras preocupaciones y serenamos nuestra mente, dejamos de juzgar lo que nos rodea y entramos en comunión con el eterno momento presente, abrimos nuestros corazones a nosotros mismos y nuestras almas al contacto curativo de nuestro Creador, y por último experimentamos directamente nuestra propia presencia infinita. Por descontado, tras haber llevado a cabo estas seis expansiones de la consciencia, entramos en un estado de gozo, entendiéndose éste no como una idea o meta elevada, sino como una experiencia real. Sí, meditamos para sentirnos mejor, para experimentar un gozo absoluto, de forma regular. La última expansión alienta la entrega total al eterno momento presente: el acto interior definitivo necesario para alcanzar el gozo.

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Los beneficios Nadie hace nada sin que exista una motivación, y la meditación ha de abordarse, no cabe duda, con una idea clara del valor de la autodisciplina para mantener un foco espiritual en la propia vida. La meta de este nuevo método de meditación consiste en posibilitar que usted pueda dirigir a diario toda su atención hacia las siete cualidades vitales de la existencia y proyecte regularmente la luz de su presencia espiritual más profunda sobre todos los aspectos de la vida. El resultado directo de dirigir regularmente su atención hacia estos temas y experiencias meditativos será un hermoso despertar y una revitalización de toda su presencia mental, emocional y espiritual. Cuando practique las meditaciones en el orden en que aparecen en este libro, descubrirá que puede experimentar una extraordinaria expansión de la consciencia prácticamente cada vez que realice una meditación completa, ya sea por un espacio de tiempo breve de dos minutos o durante diez minutos, media hora o una hora.

Lo más importante es que recuerde que debe dirigir toda su atención en cada una de estas direcciones como mínimo una vez al día, de manera que su mente, su corazón y su alma mediten sin cesar y contribuyan, de este modo, a equilibrar y activar estas siete dimensiones esenciales de su vida. Como estudiaremos con mayor profundidad, la atención es energía, y la atención concentrada deliberadamente es poder manifiesto. Desarrollar el hábito mental de concentrar con regularidad toda su atención meditativa en los temas espirituales más importantes puede transformar todas las dimensiones de su vida. Lo único que tendrá que hacer es memorizar las meditaciones y familiarizarse íntimamente con ellas (esto lleva un par de semanas, a lo sumo) y después buscar tiempo para practicar las expansiones a diario e ir despertando, cada vez en mayor grado, estas dimensiones de su vida. Podrá elegir entre tres lapsos de tiempo de meditación. Cuando disponga de media hora completa, le guiaré a través de un programa que dedica cuatro minutos a cada una de las siete expansiones. Cuando disponga tan sólo de diez minutos, empleará el programa que invierte siete respiraciones en cada meditación, lo cual, como constatará, puede inducir a una experiencia profunda por demás. Cuando disponga de apenas dos minutos, hallará, pese a todo, harto gratificante pasar un corto espacio de tiempo (dos respiraciones cada vez) concentrando todo su ser en cada una de las siete meditaciones, mientras recorre las siete frases focales y centra cuidadosamente su atención, aunque sea de forma breve, primero en notar su respiración, luego en serenar su mente, después en aceptar el mundo que le rodea, en amarse a sí mismo tal como es, en abrir su corazón para recibir, en saber realmente quién es y, por último, en experimentar plenamente las respiraciones finales que le sitúan en el gozo del momento presente. En resumidas cuentas: estas siete meditaciones, sea cual sea el tiempo que pueda dedicarles, le ayudarán a sentirse mejor, a ser más afectuoso y despierto, y a gozar de mayor armonía y éxito. Conforme dedique tiempo a las meditaciones, éstas irán convirtiéndose en una parte esencial de cada instante de su vida y se irá manifestando en usted, cada vez en mayor grado, su verdadero yo.

Experimentar directamente Antes de abordar el primer capítulo, iniciemos el proceso especial de aprendizaje en el que ahondaremos juntos, explorando el sencillo procedimiento de desviar el todopoderoso foco de atención de su mente de palabras e ideas, para dirigirlo hacia la más inmediata experiencia vital posible para un ser humano: la de su respiración momento a momento. En primer lugar, sin realizar ningún esfuerzo, tome consciencia de que, en este preciso instante, está centrando su atención en leer estas palabras, en incorporar las palabras a sir mente y en extraer un significado del flujo de palabras. Ahora, mientras sigue leyendo estas instrucciones, deje que su consciencia abarque también las sensaciones inmediatas que experimenta al notar cómo el aire entra... y sale... por su nariz o su boca mientras respira.

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Dígase a sí mismo: «Soy consciente de mi respiración.» Y mientras sigue siendo consciente del aire que entra y sale por su nariz o su boca, sea consciente también de los movimientos respiratorios que tienen lugar de forma natural en su pecho y su vientre, mientras respira. Después de leer este párrafo, puede cerrar los ojos y mantener concentrada la atención de su mente en su respiración. Ábrase a una nueva experiencia que le llega desde el infinito potencial espiritual del momento presente.

CAPÍTULO 1 OBSERVAR LA RESPIRACIÓN: PATANJALI Una de las capacidades más curiosas de los seres humanos es el inmenso potencial que poseemos para expandir nuestra consciencia de diversas formas que aportan una enorme comprensión, alegría, paz y satisfacción a nuestra vida; sin embargo, la mayoría de nosotros mantenemos nuestra consciencia en un estado rigurosamente constreñido que nos distancia de nuestro potencial y naturaleza espirituales más profundos. Uno de los principales ejemplos lo constituye la relación que mantenemos con nuestra respiración. Se sabe, desde hace milenios, que el simple hecho de ser conscientes de nuestra respiración puede transformar nuestra vida para mejor. Es más, no existe nada inherente a la condición humana que nos impida dedicar parte de nuestra consciencia a la experiencia de la respiración, momento a momento. Sin duda, nos sentiríamos mucho mejor, y nuestra actividad alcanzaría cotas mucho más altas, si prestásemos a la respiración la atención que merece. Pese a ello, la mayoría de nosotros permanecemos con la mente ajena por completo a la principal fuente de placer e inspiración de nuestro cuerpo. Quizá la percepción psicológica más importante en lo relativo a la meditación sea que el despertar espiritual ocurre sólo en la inmediatez del momento presente. De hecho, todas nuestras sensaciones y experiencias humanas suceden aquí y ahora. El momento presente es el único marco en que nos encontramos tanto con nuestros sentimientos internos como con el mundo exterior; y nada nos afianza de manera tan profunda e inmediata al momento presente como la consciencia continua de la experiencia de la respiración. Éste es el motivo por el cual tantas tradiciones meditativas conceden a la consciencia de la respiración un lugar preponderante en sus enseñanzas. El principal factor que desvía sin cesar nuestra atención del momento presente es la tendencia de la mente racional a alejarse del aquí y el ahora y derivar hacia juicios, recuerdos, imaginaciones o reflexiones y hacia pensamientos abstractos sobre tales juicios. Impulsados por las constantes aprensiones y cavilaciones de nuestro aturdido ego, tendemos a pasar la mayor parte del día abstraídos en pensamientos y emociones a menudo contradictorios: intentamos solucionar las dificultades para alcanzar el éxito, nos preocupamos en exceso por el futuro, planeamos alguna maniobra romántica o empresarial, o tal vez soñamos despiertos con nuestras próximas vacaciones. Nuestro primer desafío meditativo consistirá, por lo tanto, en aprender cómo desvincularnos de la fijación de nuestra mente racional en el pasado o en el futuro, cuando así lo deseemos, y recuperar un valioso espacio para la respiración aquí y ahora. El flujo lineal de pensamientos, ya sea en nuestras mentes o en esta página, puede sin duda inspirarnos y ayudarnos a aprender procedimientos que abran nuestros corazones a la experiencia meditativa. Una vez que hayamos comprendido el procedimiento meditativo y cómo abordarlo, sin embargo, habremos de dejar a un lado todo pensamiento lineal y redirigir conscientemente nuestro foco de atención hacia el momento actual. ¿Ha advertido, en el ámbito de su propia experiencia, cómo sus mejores momentos suelen ocurrir cuando es usted consciente de su respiración y de todo su cuerpo en el momento presente? Esto se debe a que todas las sensaciones humanas cobran expresión a través de la respiración. Cuando usted suspira lleno de placer, por ejemplo, inspira y exhala profundamente con pasión y alegría; su respiración se expande y produce una sensación maravillosa en su pecho y su vientre cuando se encuentra usted satisfecho y contento. En este capítulo, aprenderemos las técnicas meditativas universales más eficaces para lograr que

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sea más consciente de la experiencia de la respiración, momento a momento, de suerte que se sienta más vivo y «aquí».

Muchos consideran la meditación una práctica que sólo ha de realizarse cuando se dispone de tiempo libre para dedicarlo exclusivamente a ella. Es mejor ver la meditación como un estado de consciencia que mantenemos en cada momento de nuestra vida. No hablemos, pues, de ser conscientes de nuestra respiración «en algún momento en el futuro» cuando no estemos haciendo ninguna otra cosa. Hablemos de ser conscientes de nuestra respiración en cada momento, como ahora, por ejemplo. En este mismo instante, tan sólo precisa una sencilla expansión de consciencia para internarse en los infinitos ámbitos interiores de la meditación en la respiración. Mientras lee estas líneas, deje simplemente que su consciencia se expanda, sin realizar ningún esfuerzo en absoluto, para que abarque también las sensaciones fisiológicas que experimenta ahora mismo en la nariz o en la boca, mientras inspira... y espira... y vuelve a inspirar. Al tiempo que continúa leyendo y respirando, descubrirá que no tiene que dejar lo que está haciendo a fin de experimentar la expansión de consciencia. Ni ha de realizar esfuerzo alguno para expandir su consciencia de forma que vaya abarcando más y más aspectos del momento presente. Puede, simplemente, seguir leyendo estas líneas y, a la vez, ser consciente de su experiencia respiratoria interna. En su estado natural, la consciencia gusta de expandirse y de abarcar más y más, hasta percibir el todo. Así pues, permita que el flujo de estas palabras le ayude suavemente a expandir la atención de su mente hasta que ésta abarque también la experiencia de la respiración, la sensación que produce el aire al entrar y salir por su nariz o su boca, las sensaciones del movimiento en su pecho y su vientre conforme respira. Mientras lee estas palabras y, al mismo tiempo, siente su respiración, ya está meditando. Su consciencia se ha expandido, y seguirá haciéndolo a medida que su consciencia se mantenga en su respiración y usted siga profundizando en la lectura del libro. En efecto, puede desarrollar esta capacidad fundamental de ser consciente de su respiración en todo momento, sea lo que sea lo que esté haciendo, para fusionar la meditación en la respiración y su vida, de manera que ambas formen un todo sin fisuras. Haga una pausa y experimente Después de leer este párrafo, conviene que se detenga durante unos placenteros momentos y suelte el libro, prescinda de las palabras un rato, estírese, quizá, para centrar su consciencia en todo su cuerpo y sea, poco a poco, testigo de su propia respiración; sintonice con las propias sensaciones que experimenta en la nariz (o en la boca) causadas por el aire al entrar.. y al salir.. y expanda su consciencia hasta que abarque los movimientos de su pecho y su vientre mientras respira. Permítase disfrutar; ábrase a una nueva experiencia. Los maestros de Patanjali No se sabe a ciencia cierta dónde nació Patanjali, ni se conocen muchos detalles de su vida personal. Vivió quizás un poco antes que Jesús, o posiblemente un poco más tarde. Es seguro que nació como mínimo unos cuantos siglos después de Buda, porque sus escritos y sus enseñanzas de yoga, esbozadas fundamentalmente en sus conocidos Yoga Sutras, estimularon un renacimiento de la práctica yóguica hindú tradicional algunos siglos después de la revolución espiritual de Buda. Dicha revolución se había extendido en la India unos quinientos años antes de Cristo. Patanjali hizo revivir con fuerza la antigua tradición yóguica de la cultura hindú e introdujo en esta tradición una nueva tendencia meditativa que se difundió con rapidez. En las generaciones posteriores a la inspiración inicial de Pataniali, surgirían docenas de influyentes maestros espirituales. Aún hoy en día, la mayoría de los maestros de yoga atribuyen sus raíces meditativas a Patanjali, o bien a maestros influidos por él.

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Lo más importante, sin embargo, es recordar que Patanjali codificó y amplió una tradición espiritual ya inmensa que se remontaba a, al menos, dos mil años antes de que él escribiese los Yoga Sutras. India y sus alrededores fueron, casi con absoluta seguridad, la cuna de la tradición meditativa del mundo. Imagine una cultura orientada hacia lo espiritual (no hacia lo material) en la cual las mentes más brillantes de cada nueva generación, a lo largo de cientos de generaciones, asumieron como ocupación primordial el reto de observar, desde dentro, los mecanismos internos de la mente, el cuerpo, el espíritu y el alma humanos. Cuando recurrimos a la tradición meditativa hindú, accedemos al más completo estudio jamás realizado sobre el fenómeno de la respiración. Y, asimismo, participamos en esta investigación continuada acerca de lo que acontece cuando el poder y la luz de la consciencia humana se concentran regularmente en el acto más rítmico del cuerpo humano. Los pormenores de la respiración En sus enseñanzas, Pataniali trató desde los aspectos más palmarios (pero vitales) de la respiración hasta los más sublimes. Es más, hacia el final de sus Yoga Sutras, el maestro emprende algunas de las enseñanzas místicas más revolucionarias de la tradición meditativa del mundo. Por comenzar desde el principio, Patanjali sugiere, en primer lugar, que se observe con detenimiento la experiencia de la respiración reparando específicamente en: 1. cuando se aspira el aire (inspiración); 2. cuando se expele el aire (exhalación); y 3. cuando se contiene temporalmente la respiración (suspensión). Como escribió en sus Yoga Sutras: «Observando cada una de estas tres fases, tal como suceden de forma natural en el espacio y el tiempo, puedes aprender a hacer tu respiración más armoniosa.»

La respiración pranayama, tal como se enseña en la tradición yóguica, entraña concentrar por entero la consciencia en cada una de las tres fases de la experiencia respiratoria de manera sucesiva. Si observamos con más detenimiento los detalles de la inspiración, la exhalación y la respiración retenida, descubrimos en cada una de ellas un universo de matices experienciales. En el aprendizaje del pranayama se desarrolla, asimismo, la capacidad de controlar estas tres fases respiratorias durante la meditación. Al variar de manera consciente la proporción entre la velocidad a la que se inspira (se toma oxígeno) y la velocidad a la que se exhala (se expulsa anhídrido carbónico), uno puede cambiar de inmediato su estado energético. Patanjali, siguiendo la ancestral fórmula yóguica de control de la respiración, denominó la inspiración con el término sánscrito puraka, la respiración contenida con el término kumbhaka, y la exhalación con el término rechaka. Echemos un breve vistazo a cada una de estas tres categorías principales de la consciencia de la respiración.

LA INSPIRACIÓN: PURAKA Mientras continúa leyendo, fijese especialmente en sus inspiraciones a medida que respira; note cómo el aire entra por su nariz y su esófago, cómo su estómago se relaja y se mueve hacia afuera, cómo su pecho se expande y la parte superior de su espalda y su tórax se proyectan hacia afuera. La inspiración es, en esencia, un proceso de expansión. El músculo de su diafragma, situado debajo de los pulmones, se contrae hacia abajo, y los músculos de su tórax se expanden para crear un vacío relativo en el interior de ambos pulmones, haciendo así que el aire exterior afluya hacia ellos. Por lo tanto, cada inspiración representa la naturaleza expansiva básica del universo.

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Haga una pausa y experimente Durante las próximas respiraciones, inspire fuerte y profundamente por la nariz, sienta cómo sus fosas nasales se ensanchan y se expanden para absorber más aire, cómo su pecho se hincha rápidamente. Permanezca sentado o póngase de pie, más recto, y note cómo su humor cambia cuando respira fuerte y profundamente.

LA RESPIRACIÓN CONTENIDA: KUMBHAKA El kumbhaka, o retención de la respiración, que tiene lugar cuando se han completado la inspiración o la exhalación, consiste en la pausa deliberada del flujo de aire al principio o al final del ciclo respiratorio, y en la retención de dicho aire en los pulmones durante cierto tiempo, determinado normalmente por un sencillo método de cuenta. En el punto álgido de la inspiración, una breve retención del aliento ayuda a los pulmones a absorber mucho más oxígeno. Con este oxígeno extra, todo el sistema se energiza y se torna más despierto. Contener el aliento después de la exhalación conduce a una experiencia cada vez más profunda de vacío. En la tradición budista zen, el aliento contenido después de la exhalación es de vital importancia para desprenderse de «todo» y vaciarse uno mismo de forma regular. En nuestra cultura, propendemos a estar llenos, no vacíos. El lector descubrirá que una meditación regular centrada en el aliento contenido después de la exhalación posee enormes propiedades liberadoras. Haga una pausa y experimente Después de leer este párrafo, deje el libro y experimente con el khumbaka durante unas cuantas respiraciones, conteniendo el aliento al final de la inspiración y contando hasta 2 o quizás hasta 4; luego, al final de la exhalación, cuente hasta 2 (o hasta 4)... Deje que las inspiraciones y exhalaciones vengan y vayan a la velocidad que sea necesaria, de forma natural. Observe este proceso respiratorio por espacio de unos ocho a doce ciclos. LA EXHALACIÓN: RECHAKA El tercer estadio de la meditación en la respiración, la exhalación, es similar a la inspiración en que ha de ser fluido y continuo. La exhalación es muy importante en la meditación porque refleja el vaciado no sólo de los pulmones, sino también de la mente. Cuando se vacíe usted de aire, así como de los pensamientos y del sentido del yo habituales, con frecuencia sentirá que su ego cede el control de su mente, permitiendo así una singular experiencia de renacimiento despertar que llega con la siguiente inspiración. Puede también concentrarse en la exhalación para expulsar sus tensiones emocionales mientras se vacía de sentimientos negativos, y experimentar luego una sensación de renovación con la siguiente inspiración.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO

Haga una pausa y experimente Cuando haya leído este párrafo, deje el libro un momento y experimente durante unas cuantas respiraciones, concentrándose en exhalaciones largas y relajadas; contenga asimismo la respiración al final de cada exhalación, constate cómo es derivar hacia el vacío y luego vaciarse de aire, de pensamientos, de usted mismo... antes de que llegue la siguiente inspiración.

Pautas de respiración No soy muy partidario de recurrir en exceso a las rutinas de respiración controlada, porque nuestro principal objetivo es liberar la respiración, no controlarla. Sin embargo, concedo un gran valor al control de la respiración cuando se emplea de forma moderada. Dicho control, ejercido durante unos pocos minutos cada vez al principio de una sesión de meditación, puede lograr que su respiración quede libre de restricciones emocionales y, de este modo, liberarlo a usted. La principal técnica yóguica para definir una pauta respiratoria concreta consiste en contar hasta un determinado número en la inspiración, contar de nuevo durante la retención del aliento y hacer lo propio en la exhalación. Por ejemplo, puede usted optar por inspirar hasta 2, aguantar la respiración hasta 2, y exhalar hasta 4. Existen cuatro pautas principales de respiración en la tradición yóguica, que pueden emplearse en cualquier meditación para superar la respiración tensa y establecer un ciclo respiratorio más profundo. EQUILIBRAR LA RESPIRACIÓN Equilibrar la inspiración y la exhalación es una de las metas básicas que se persiguen con el control de la respiración. Este acto, en apariencia sencillo, tendrá rápidas repercusiones en la totalidad de su ser. La forma más común de equilibrar la respiración consiste en inspirar hasta 4, exhalar luego hasta 4 y repetir esta pauta durante, al menos, doce ciclos respiratorios, para así calmar y equilibrar por completo la inspiración y la exhalación. Si lo prefiere, también puede decir «puraka... rechaka ... puraka... rechaka ... », en lugar de contar. A usted mismo le corresponde determinar a qué velocidad debe contar. Es usted quien debe establecer en todo momento el ritmo de su propia respiración. Haga una prueba con este sencillo ejercicio de prana yama, durante ocho ciclos respiratorios: Inspire hasta 4; exhale hasta 4, y repita.

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EQUILIBRAR LA RESPIRACIÓN CONTENIDA En la tradición yóguica hindú, se hace especial hincapié no sólo en observar la respiración mientras ésta se produce, sino también en controlarla para inducir determinados estados físicos y mentales. A tal fin, basta con modificar la cuenta en la meditación respiratoria. Por ejemplo, otra variante a la hora de equilibrar la respiración consiste en introducir breves pausas de retención (kumbhaka) al principio y al final del ciclo respiratorio. Estas «pausas» transformarán enormemente su meditación, generando experiencias momentáneas de total inmovilidad en la respiración. Compruebe su efecto. Asegúrese de variar el ritmo de modo que éste le resulte cómodo:

Inspire hasta 4; retenga hasta 2; exhale hasta 4; retenga hasta 2.

RESPIRAR PARA ESTAR MÁS DESPIERTO Si desea cargarse de oxígeno e incrementar su capacidad de alerta, la siguiente pauta de control respiratorio surte un poderoso efecto. Inspire profunda y lentamente; retenga el aire unos momentos; exhale con rapidez; retenga el aire unos instantes y, a continuación, repita este ciclo varias veces, volcando toda su atención en la experiencia. Pruebe de seis a diez respiraciones para comenzar, y familiarícese con esta meditación para estar más despierto. Dedique algún tiempo a explorar esta pauta y descubra qué sensación va produciéndole desde su interior hacia el exterior. Inspire hasta 6; retenga hasta 4; exhale hasta 2; retenga hasta 2.

RESPIRAR PARA CALMARSE Por el contrario, si desea calmarse de una manera más inmediata, inspire con rapidez, retenga el aire durante un instante, exhale larga y lentamente y retenga el aire durante un tiempo más prolongado. Continúe y experimente con los efectos de la anterior pauta realizando este ciclo de respiración tranquilizante de seis a diez veces: Inspire hasta 2; retenga hasta 2; exhale hasta 6; retenga hasta 4. Recorrer el camino Hasta siglos recientes, casi todos los seres humanos recorrían considerables distancias a diario, corriendo o caminando, y tal vez haya sido éste el principal momento para meditar. A fin de despertar nuestro sentido de quiénes somos, es importante salir a pasear todos los días, siempre que sea posible, y transformar el simple acto de caminar en la sublime experiencia que constituye la meditación en movimiento. Buda se refirió sucintamente al valor de la meditación en movimiento: «Son éstas las cinco recompensas que obtiene quien practica la meditación en movimiento: resiste el viaje a pie; aguanta el esfuerzo; se libera de la enfermedad; digiere bien aquello que haya comido y bebido, masticado y saboreado; y el grado de concentración que adquiere mientras practica la meditación en movimiento se prolonga durante bastante tiempo.» Para demostrar que podemos meditar en cualquier sitio, mientras hacemos cualquier cosa, Buda señaló que sólo existen cuatro tipos de meditación: la que se realiza

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OBSERVAR LA RESPIRACIÓN PATANJALI sentado, con la espalda erguida; la que se realiza tumbado boca arriba; la que se realiza de pie, sin moverse de un determinado lugar; y la que se realiza mientras se camina. La transformación de la caminata (y de la carrera) diaria en una práctica meditativa ha sido siempre una tradición espiritual. La meditación en movimiento es, a todas luces, una meditación respiratoria, por cuanto la respiración resulta fundamental cuando se hace ejercicio. Existen varias tradiciones de meditación en movimiento, unas complejas y otras muy sencillas. Yo prefiero las más simples. Si me lo permite, le enseñaré la que practico con mayor frecuencia en sus diversas variantes, que se deriva de la tradición yóguica de Patanjali; es del todo sencilla y, al mismo tiempo, sumamente profunda.

MEDITACIÓN EN MOVIMIENTO CON PURAKA-RECHAKA Mientras camina, comience a reparar en el ritmo natural de su respiración. Sienta cómo el aire entra y sale por su nariz o su boca, y cómo su pecho y su vientre trabajan para que afluya abundante aire a sus pulmones. Una vez que esté profundamente concentrado en su respiración, y camine a su ritmo normal, respire por la boca y empiece a susurrar «rechaka» mientras exhala y «puraka» mientras inspira. Puede pronunciar estas palabras en silencio, incluso sólo pensarlas, o bien decirlas en voz alta. A continuación, expanda su consciencia hasta que abarque las sensaciones que experimenta en los pies al caminar. Cuando expandirnos nuestra consciencia para que abarque dos o más actividades al mismo tiempo, silenciamos de forma efectiva los pensamientos que fluyen en nuestra mente y pasamos a un estado claro de consciencia. Somos conscientes del conjunto de nuestro cuerpo y de nuestra presencia espiritual al mismo tiempo, sin albergar ningún pensamiento. Le animo a practicar esta meditación en movimiento con puraka-rechaka todos los días, como parte esencial de su meditación respiratoria.

MEDITACIÓN EN MOVIMIENTO CONTANDO LOS PASOS Cuando salga a pasear, advierta cuántos pasos da de forma natural durante cada inspiración y cada exhalación. A buen seguro, descubrirá que da dos, tres o cuatro pasos cada vez que inspira, y el mismo número en cada exhalación. A continuación, empiece a contar los pasos durante la inspiración, y después durante la exhalación, y emprenda la sencilla cantinela de «uno, dos, tres... uno, dos, tres», o quizá de «uno, dos... uno, dos». El acto de decir estos números para sí mismo le servirá para ir acallando cualquier otro pensamiento que ronde en su mente. Haga una pausa y experimente Ahora que aún tiene fresco en la memoria lo que acabamos de explicar, le animo a que se levante, dondequiera que se encuentre, y empiece a dominar esta sencilla meditación caminando por el pasillo o dando vueltas por la habitación. Empiece a caminar y a contar los pasos, y advierta cómo esta acción rítmica, acompañada de la vocalización susurrada, lo conduce de inmediato hacia un estado de ánimo más calmado, alerta y agradable.

Tomar asiento Uno sabe de forma natural qué postura física adoptar cuando se camina. Pero ¿qué sucede cuando deseamos sentarnos a meditar? ¿Hay una manera «correcta» de sentarse en la meditación, o podemos simplemente repantigarnos como nos dé la gana y obtener resultados óptimos?

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Los maestros de yoga tienen mucho que decir acerca de cómo «tomar asiento», por utilizar su expresión. Patanjali nos ofrece una sencilla descripción acerca de la postura idónea para meditar: «La postura es firme y suave.» En otras palabras, es preciso tensar los músculos, a fin de mantener el cuerpo erguido contra la atracción de la gravedad, pero también necesitamos estar relajados, lo cual se logra guardando cierto equilibrio para permanecer erguidos realizando un mínimo esfuerzo.

El desafío que propongo al lector, de cara a los próximos meses y semanas, consiste en experimentar con distintas posturas sedentes, de forma que consiga sentirse cómodo durante un cierto periodo de tiempo, realizando el suficiente esfuerzo muscular para permanecer erguido y, al mismo tiempo, sintiéndose completamente cómodo en la postura adoptada, a fin de esforzase lo mínimo para mantenerse recto. En el Sutra Anapanasati (meditación en la respiración), Buda nos sugiere lo siguiente: El meditador, habiéndose retirado al bosque, a la sombra de un árbol o a una estancia vacía, se sienta con las piernas cruzadas y el cuerpo recto, y concentra su atención en el frente. Siempre atento, el meditador inspira; siempre atento, el meditador espira. Pero ¿cómo sentarse concretamente? Buda, en armonía con la antigua tradición de la disciplina yóguica de la que procedía, recomienda sentarse «con las piernas cruzadas y el cuerpo derecho». En uno de los mejores análisis contemporáneos sobre la respiración, titulado Breath by Breath, Larry Rosenberg desarrolla esta breve sugerencia a fin de hacerla más relevante para los meditadores occidentales. En lugar de emplear la tradicional postura con las piernas cruzadas, «en Occidente algunas personas logran el mismo fin arrodillándose sobre un cojín o un banco, o sentadas en una silla. Los factores clave son la comodidad y la estabilidad. El mero acto de sentarse en una postura recta y estable, con calma y dignidad, tiene importancia en sí mismo». Más allá de lo que se debe o no se debe hacer Si es usted principiante en la práctica de la meditación y todavía no ha probado a encontrar la postura meditativa óptima, le recomiendo que, en vez de obligarse a permanecer sentado conforme a algún patrón externo de meditación clásica, se imponga la única disciplina de sentarse con las piernas cruzadas, o en una silla de respaldo recto, durante cinco minutos al menos. En lugar de abordar el proceso meditativo con demasiadas nociones acerca de lo que se «debe hacer» y de los «procedimientos correctos» de la tradición, limítese a sentarse y a observar lo que hace de forma natural. Al fin y al cabo, el objetivo de la meditación no es obligarse a permanecer sentado, inmóvil, o a adoptar una postura concreta. El objetivo de la meditación es expandir la consciencia, ser completamente conscientes del momento presente, despertar y dirigir la atención a nuestro ser más profundo. Puede usted guardar cola en un McDonald's y estar meditando al mismo tiempo si hace lo posible por permanecer concentrado en su respiración y percibir la totalidad de su cuerpo. Siempre que centre su atención en el aquí y el ahora, y perciba su realidad interior y exterior sin juzgarla, estará meditando. Liberándose de la idea de que la meditación requiere una postura en particular, uno es también libre para meditar mientras se desplaza al trabajo, permanece sentado en la oficina o se halla recostado en el jardín o en la playa. Suelo relajarme y sentarme en mi butaca para leer durante una hora, más o menos, después de un largo día, y me encanta tomarme de cinco a diez minutos para meditar en esa postura de absoluta relajación. En realidad no existen motivos para no hacer regularmente una pausa, sea cual sea la posición en que nos hallemos, aunque sea de pie en el metro, y recitar para nuestros adentros las frases focales con cada nueva respiración a fin de entrar en una fase meditativa. Por supuesto, usted descubrirá que sentarse con la espalda erguida contribuye a que la meditación se torne más profunda con mayor celeridad. Casi todos, cuando se conceden a sí mismos libertad para adoptar la postura

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO deseada, tienden espontáneamente a realizar muchos movimientos al principio, pues dejan que su cuerpo sea libre de moverse como quiera. Pero, al final, el propio cuerpo se da cuenta de que sentarse erguido requiere un grado menor de energía y de atención. Así pues, se sentarán exactamente como sugería Buda, no porque se obliguen a sí mismos a sentarse conforme a dictados ajenos, sino porque descubren, por sí solos, su propia postura. Ésta es la esencia de un verdadero proceso meditativo: la menor cantidad posible de «se debe» o «no se debe» externos y el mayor espacio posible para experimentar, explorar y descubrir. Usted mismo dará con el proceso esencial de meditación, puesto que éste guarda relación con su personalidad y su discurrir vital concretos. Acabará estando «erguido y cómodo, relajado y equilibrado» porque se encontrará bien sentado de esa manera determinada, y porque cuando deje que su cuerpo se desenvuelva con libertad, éste progresará de forma natural hacia tal descubrimiento. Proyectar la atención activa Cuando al fin uno está sentado en una postura mínimamente cómoda y erguida, ¿qué debe hacer a continuación? Patanjali y su tradición yóguica recomiendan que se «proyecte la atención activa». «Atención activa» es una definición larga que se pregona mucho en los círculos religiosos y de autoayuda actuales, pero no se deje intimidar por ella. Significa simplemente «ser del todo conscientes de lo que acontece en el momento presente». Si está usted pensando, sea del todo consciente de que está pensando. Si está respirando, sea del todo consciente de que está respirando. Si está caminando, sea del todo consciente de que está caminando. En eso consiste la atención activa. Ésta entraña ser conscientes de lo que experimentamos en nuestro entorno y, al mismo tiempo, ser conscientes de nosotros mismos como sujetos que lo experimentan. De modo que, cuando esté usted sentado, sea consciente de que lo está y de todo lo que ocurre en el momento presente. En especial al comienzo de su sesión meditativa, puede seguir la recomendación de Buda: «Siempre atento, el meditador inspira; siempre atento, el meditador espira.» Haga una pausa y explore Tómese algo de tiempo para explorar por sí mismo cómo las distintas posturas hacen que cambie la experiencia de observación de la respiración. Después de leer este párrafo, deje el libro un rato y permita que su cuerpo pase por los cambios pertinentes conforme explora varias posturas para meditar sobre la respiración. Siéntase libre de hacer lo que quiera -sentarse en el suelo, cambiarse de silla- para empezar a descubrir su propia postura meditativa.

Los tres pilares Hasta ahora hemos venido empleando el término «meditación» en su sentido genérico más amplio para referirnos al proceso mental de dirigir la mente de forma consciente a fin de enfocar nuestra atención en direcciones que alientan la paz, la claridad y el despertar espiritual. Permítame compartir con usted otra serie de ideas de los Yoga Sutras y de la tradición hindú, donde las tres dimensiones fundamentales de la práctica meditativa se denominan concentración, contemplación y meditación profunda. En esta interpretación más avanzada, la «meditación» se refiere específicamente a la tercera y última etapa del proceso de tres-fases.

CONCENTRACIÓN Patanjali afirma al principio de sus Yoga Sutras que «yoga es la capacidad de dirigir y fijar la actividad mental [ ... ) La concentración consiste en fijar la mente en un objeto en particular. Al conseguirlo, el ser interior se establece a sí mismo en toda su realidad. De lo contrario, uno se identifica con las actividades de la mente [ ... ) El control sobre las fluctuaciones de la mente nace de una práctica perseverante, constituida por el esfuerzo por alcanzar y mantener el estado de paz mental».

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En la visión de la meditación en tres fases que presenta Patanjali, uno comienza empleando su fuerza de voluntad (disciplina) para fijar la atención plena de su mente en la respiración durante el momento presente. En este estado de concentración, uno se centra en la vía sensorial elegida, redirigiendo su consciencia hacia la experiencia de la respiración cuando tienda a distraerse. Como ayuda adicional para concentrarse en la dirección que desee, puede usted decirse a sí mismo: «Estoy respirando libremente.»

Haga una pausa y experimente Para experimentar su propio poder de concentración, cierre los ojos y dirija el foco de su mente hacia las sensaciones físicas que genera su respiración. Sienta cómo el aire entra, sienta cómo sale, y cuando su atención se distraiga vuelva a centrarla cuidadosa pero firmemente en el objetivo elegido, que es su respiración.

CONTEMPLACIÓN Cuando se concentre en las sensaciones inmediatas de la experiencia de la respiración, descubrirá que su flujo de pensamientos habitual tiende a serenarse. Su mente pasará a centrarse en el tema que haya elegido (la respiración, en este caso) y, a menudo, de forma intuitiva, comenzara a reflexionar -intelectual, emocional y simbólicamente sobre la naturaleza subyacente de su respiración. Es entonces cuando la concentración muda en contemplación, el segundo paso de la introspección espiritual. La tradición contemplativa cristiana, por ejemplo, sugiere reflexionar sobre un versículo de la Biblia mediante la contemplación profunda, lo que puede desembocar en una súbita percepción del significado menos superficial de las palabras. En la práctica hindú, el foco de concentración puede ser la luz de una vela, la naturaleza del agua o la propia respiración, observados desde todos los puntos de vista posibles. Cuando Jesús dijo a sus discípulos y seguidores «observad cómo crecen los lirios del campo», les sugería que meditasen sobre la naturaleza espiritual profunda de los lirios y penetrasen en los planos más hondos de significado que, con frecuencia, se manifiestan a través de tal contemplación. La frase focal a menudo estimulará, por sí misma, la contemplación. «Estoy respirando libremente» nos conducirá a una reflexión fundamental acerca de lo que significa ser libre y respirar libremente, en contraposición a controlar la respiración. Haga una pausa y reflexione Detengámonos de nuevo y experimentemos directamente el proceso mental de la contemplación. Sintonice con su propia respiración, diga para sí mismo «estoy respirando libremente» y reflexione sobre lo que en realidad significa respirar libremente; advierta cómo, después de la siguiente exhalación, si retiene el aliento, un sutil poder interior activará una nueva inspiración en algún momento. Experimente este reflejo respiratorio que le mantiene vivo; compruebe cuán profundamente puede escrutar la fuente de ese reflejo mientras observa el poder que le impulsa a respirar. ¿Qué poder es ése, y de dónde procede?

MEDITACIÓN PROFUNDA Después de concentrarse en su aliento y de meditar sobre él, su mente llegará de forma natural al término de su indagación, al menos de momento, y se serenará. Este cambio hacia una total quietud interior da comienzo al internamiento en la tercera dimensión de la introspección espiritual, la meditación profunda.

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Esta experiencia comienza cuando acallamos todas las ideas y emociones asociadas a aquello en lo que nos hemos concentrado y avanzamos más allá del conocimiento conceptual, es decir, hacia un estado de consciencia en el cual simplemente estamos vivos en el momento presente y somos uno con el foco de nuestra atención. Observamos sin juzgar y experimentamos lo que significa ser conscientes más allá de nuestras mentes racionales. En este estado, experimentamos sin esfuerzo la fusión de nuestra consciencia personal con una consciencia mayor, y entramos en verdadera comunión con lo divino más allá de todo concepto. ¿Cuál es la línea divisoria entre la contemplación y la meditación? Tal como estamos empleando el término, la contemplación es una indagación mental e intuitiva sobre la naturaleza del punto focal elegido; para explorarlo, nos servimos del razonamiento y la asociación cognitiva, así como de la memoria, la imaginación y la reflexión intuitiva. La meditación es la experiencia de la mente cuando se acalla la función cognitiva, cuando las asociaciones con el pasado y el futuro desaparecen y nos centramos plenamente en la consciencia expandida del momento presente. Es importante que, en los días, meses y años venideros, usted dedique bastante tiempo a la contemplación, por cuanto ésta permite a la mente racional desempeñar un papel en el proceso de iluminación. Según yo lo entiendo, el despertar espiritual es, en última instancia, un proceso que consiste no en controlar la mente, sino en liberarla. En este proceso de liberación, continuamos observando en profundidad lo que hace la mente, momento a momento, viendo todo lo que en ella ocurre. Y mientras observamos cómo la atención de la mente deriva en una u otra dirección, cómo la mente contempla una sensación, tema u objeto determinado, se produce el fogonazo de comprensión que nos lleva más allá. El maestro espiritual Osho lo expresó así: Un hombre-ha de aprender una sola cosa: un único paso y el viaje ha terminado. Ese único paso consiste en hacerlo todo de forma atenta. Observa tu mente, tu cuerpo, tus actos. No pierdas al observador; así, no importará si se es cristiano, hindú o budista. Un hombre capaz de hacerlo todo de forma plenamente consciente se convierte en un fenómeno luminoso. Haga una pausa y experimente Limítese a observar cómo se desarrolla el momento presente; experimente todo aquello que acuda a su consciencia: sonidos, imágenes, sensaciones, olores, pensamientos, emociones, texturas, movimientos... No haga ningún esfuerzo; no evalúe, juzgue ni reflexione; sea, simplemente, el observador... el testigo.

Liberar la respiración Ya hemos visto algunos de los grandes dones con que la tradición yóguica de Patanjali nos ha obsequiado para que recorramos el sendero universal de la meditación. Debemos comenzar siempre nuestras meditaciones, tal como Patanjali y la tradición yóguica señalan, enfocando nuestra atención en direcciones y caminos concretos que resulten valiosos espiritualmente; sobre todo, en la experiencia de la respiración. Esta tradición concede, asimismo, una gran importancia a la disciplina, el esfuerzo y el control como requisitos previos para las experiencias meditativas más liberadoras. En el sendero espiritual se requiere cierto grado de disciplina, independientemente de cuáles sean la tradición o el enfoque que uno decida explorar. La frase clave de este capítulo y de esta meditación, sin embargo, no es «estoy respirando de una manera controlada», ni «estoy disciplinando mi respiración», sino «estoy respirando libremente».

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En la meditación yóguica uno de los objetivos primordiales es lograr el control más absoluto de todas las actividades, inclinaciones, hábitos y reflejos físicos, emocionales y mentales. La tradición yóguica aduce numerosas razones para conferir a la disciplina y al esfuerzo un lugar excepcional en la práctica espiritual, algo que yo mismo experimenté a lo largo de mis años de aprendizaje bajo la tutela de Kr1yananda, discípulo de Yogananda. No obstante, durante ese tiempo, me dedicaba a la vez a explorar la meditación con Alan Watts y otros maestros de zen, y a aprender el gran valor de abordar la respiración en la dirección opuesta a la del control: es decir, liberándola completamente. En un momento determinado, comprendí de pronto cuán valiosas son las ideas que Buda aportó a la tradición espiritual hindú, sobre todo su insistencia en que limitarse a observar la experiencia de la respiración, sin ejercer ningún control, es la herramienta más poderosa para sumirse en la meditación profunda. En nuestro método meditativo, tras aprovechar las ideas yóguicas sobre la disciplina de la mente para comenzar nuestra meditación, dejamos atrás rápidamente tal disciplina y liberamos nuestra respiración. A tal fin, durante la primera guía de meditación de la respiración, incluiré tan sólo la autodisciplina inicial precisa para que el lector se haga deliberadamente con el control sobre la capacidad de atención de su mente, y la oriente en direcciones espirituales gratificantes; en este caso, hacia la experiencia de la respiración. Introduciré, asimismo, algunos pasos de respiración controlada mientras compartimos las ventajas de las técnicas de control basadas en el puraka-kumbhaka-rechaka. Por último, le alentaré a prescindir de todo control -salvo el necesario para concentrar de forma continuada su atención en la experiencia respiratoria para que usted pueda observar cómo se produce su respiración sin controlarla en modo alguno.

Despertar o ¡luminación De igual manera, la meditación a menudo se entiende como un esfuerzo encaminado a una meta fijada en algún momento del futuro lejano, consistente en alcanzar un estado definitivo de consciencia totalmente trascendente denominado iluminación. Quisiera dejar claro que el presente libro y su conjunto de meditaciones no pretenden empujar al lector hacia el objetivo de transformarse en un ser iluminado en grado sumo en un futuro a largo plazo. Estas meditaciones no se plantean el sendero espiritual como una sucesión lineal de logros meditativos orientados hacia una meta futura. Nuestro objetivo se centra en experimentar, en el momento presente, el proceso continuo de despertar espiritual, en lugar de soñar con alcanzar un lejano estado ideal de iluminación. En realidad, el despertar espiritual nunca ocurre en un momento del futuro. Ocurre tan sólo aquí y ahora; incluso mientras lee usted estas palabras y es consciente de su respiración al mismo tiempo, está experimentando un despertar espiritual. El proceso de recorrer el sendero espiritual es, en sí y por sí mismo, el despertar. Cada capítulo y cada expansión meditativa de este libro están concebidos para animarle a dar el salto y comprender que, en este preciso momento y lugar, sin necesidad de más preparación, disciplina o aprendizaje, ya está usted aquí. Simplemente preste atención, fijese y lo verá. Los zen dicen: «No ir a ninguna parte, no hacer nada.» Lo único que debe usted hacer es despertar a la realidad de que es un ser iluminado por naturaleza. Y, para despertar, tan sólo debe prestar atención al continuo y milagroso desarrollo del eterno momento presente.

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Como Ram Dass ha repetido sin cesar, no tenemos que hacer nada salvo «estar aquí ahora». Alan Watts exploró esta misma idea en un libro con el inequívoco título de This Is It [hay trad. cast.: Esto es eso, Kairós, Barcelona, 1993]. El reino de los cielos está, en efecto, muy cerca. De modo que no perdamos tiempo pensando o preparándonos para nuestra futura iluminación. Permitámonos a nosotros mismos despertar.. en este preciso momento.

OBSERVAR LA RESPIRACIÓN: GUÍA DE MEDITACIÓN 1 Permítame guiarle a través de nuestro primer proceso formal de expansión de la consciencia, la meditación de la respiración que ha ido aprendiendo poco a poco en este capítulo. En su forma completa, esta meditación comprende>,de siete a ocho minutos de experiencia interior. Una vez que haya memorizado el proceso, puede prolongarlo durante más tiempo o realizarlo más rápidamente empleando una forma abreviada. Lo importante es que, mediante la disciplina de centrar regularmente su atención en la respiración, empiece a desarrollar el hábito espiritual de ser consciente de su respiración cada vez con mayor frecuencia. El objetivo consiste en aprender a ser conscientes de nuestra respiración durante gran parte del día, permitiendo así que un estado de consciencia profundo y meditativo presida su vida y rutina diarias. Para comenzar esta meditación de la respiración, póngase cómodo, preferiblemente sentado con la espalda recta, o bien tumbado boca arriba, o de pie. Relájese, póngase cómodo... y, sin hacer nada en absoluto, comience a notar cómo se siente su cuerpo... deje que su mente vague libremente... y advierta si su respiración es tensa o relajada... irregular o fluida... no juzgue su respiración, simplemente obsérvela... Procure permitirse realizar todos aquellos movimientos corporales que surjan espontáneamente: sea libre de mover la cabeza... los brazos y las manos... el torso... de esta o aquella manera... respire por la boca unas cuantas veces... estírese si así se siente bien... alce las manos hacia arriba... bostece, quizá, con un largo y profundo suspiro... Y simplemente relájese... proceda a colocarse en una posición cómoda y equilibrada mientras, sin realizar ningún esfuerzo, busca su postura para meditar.. respirando libremente... notando qué es lo que pide su columna vertebral... hallando una posición equilibrada que le resulte cómoda para su meditación... Llegado a este punto, puede centrar de nuevo la atención en su respiración... concéntrese en la punta y el interior de su nariz... note la sensación que produce el aire en su nariz o su boca... al entrar... y salir... conforme respira... Y, al mismo tiempo, expanda su consciencia, mientras sigue respirando, de modo que abarque los movimientos que siente en el pecho y el vientre... Ahora, durante un par de minutos, practique la respiración equilibrada o Pranayama... inspirando hasta 4... reteniendo el aire hasta 2... exhalando hasta 4 ... y reteniendo hasta 2... inspire de nuevo hasta 4 ... retenga hasta 2... exhale hasta 4... retenga hasta 2 ... vuelva a inspirar hasta 4 ... retenga hasta 2... exhale hasta 4... retenga hasta 2 ... Prosiga usted solo este ejercicio de respiración... Muy bien, ya puede dejar que su respiración fluya libremente... permita que las inspiraciones y exhalaciones se produzcan por sí solas... deje que su respiración se detenga y empiece cuando lo desee... limítese a observarla, sin interferir de ningún modo en su movimiento y su fluir natural... sólo concentre su atención en el aire que entra... y que sale... por su nariz o su boca... y, a la vez, en los movimientos de su pecho y su vientre conforme respira.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO Diga para sí «estoy respirando libremente». Y durante los próximos minutos, si lo desea, puede reflexionar sobre lo que significa respirar... contemplar su experiencia de la respiración desde todos los puntos de vista... indagar lo que significa hacer regularmente esos movimientos... ser una criatura que respira... Y ahora, cuando esté listo, puede sumirse en la 1 1 dora quietud de la meditación profunda mientras sigue concentrado en su respiración, que fluye hacia el interior y hacia el exterior.. libre.

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CAPíTULO 2 SERENAR LA MENTE: LAO-TSE No existe nada más profundo en la meditación que dominar el proceso de acallar nuestros pensamientos y entrar en un estado de quietud interior. Si pudiéramos calmar a voluntad nuestras mentes crónicamente parlanchinas, no necesitaríamos ninguna práctica formal meditativa en absoluto. Naturalmente, pensar no tiene nada de malo per se... siempre y cuando nuestros pensamientos no nos bombardeen a todas horas, privándonos de periodos de quietud mental que renueven nuestro ánimo. La meditación ofrece un saludable equilibrio entre el ajetreo del pensamiento incesante y la paz interior y la claridad de una mente sosegada. En este capítulo, le animaré a que comience a observar, tan a menudo como sea posible, los pensamientos que acuden de forma continua a su mente. ¿Son pensamientos que le hacen sentir bien, que le alientan a participar en el mundo que le rodea, que le impulsan a la acción positiva? ¿ 0 sus pensamientos habituales se centran más bien en preocupaciones, juicios críticos, antagonismos y conflictos? La cruda verdad, psicológicamente hablando, es que la mayoría de nosotros pasamos demasiado tiempo del día absortos en pensamientos negativos que estimulan directamente emociones interiores como la ira, la ansiedad, la depresión, la confusión, etc. Y la suma de esos pensamientos y emociones tiende a hacer estragos en nuestra vida, provocando problemas de salud relacionados con el estrés, conflictos en las relaciones, dificultades en el trabajo, así como tormento y confusión interior en nuestras almas. Cada vez que usted decida hacer una pausa y meditar, ya sea durante dos minutos, veinte minutos o dos horas, descubrirá que afluye a su meditación una ruidosa y avasalladora variedad de pensamientos que desean seguir dominando su mente. Los pensamientos alegres, positivos y afectuosos suelen acallarse de buen grado para permitirle entrar en estado de meditación profunda. Sin embargo, los pensamientos preocupados o atormentados generalmente se niegan a desaparecer o a brindarle un momento de paz anímica. La voz interna de su ego insistirá en que no dispone de tiempo para dejar de preocuparse o de trazar proyectos, en que es vital para usted seguir pensando a fin de resolver algún problema, hacer planes importantes o permanecer inmerso en su mundo conceptual interior, en vez de dejar de pensar y concentrarse en el mundo experiencial del momento presente. Hace milenios, entre los sabios de la cultura taoísta que floreció en la antigua China, ya se había identificado con acierto la mente racional crítica y analítica como autora no sólo de las bendiciones específicamente humanas de la existencia, sino también de las maldiciones específicamente humanas. Dichos sabios comprendían con claridad que, abundando en pensamientos arraigados en la memoria, la imaginación, las creencias y los supuestos, los humanos adquirimos una inmensa capacidad para razonar con lógica, reflexionar sobre experiencias pasadas y manipular el mundo en nuestro provecho. Sin embargo, dado que el pensamiento es una función de la mente que abarca el pasado y el futuro, tendemos a perder el contacto con la gran experiencia de participar espontáneamente en el momento presente.

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SERENAR LA MENTE: LAO~TSE La meditación tiene por objeto resolver el problema de la «abstracción», permitiendo que nos distanciemos por un tiempo del constante aluvión de pensamientos procedentes de nuestra realidad virtual interior y alcancemos una consciencia más profunda. Aprendiendo a observar con calma los pensamientos que fluyen en nuestra mente, desvinculándonos de ellos, nos liberamos de la identificación crónica con el limitado concepto que nuestro ego tiene de la vida, y nos abrimos a una sabiduría, una percepción y un enriquecimiento espirituales más profundos. Acallando nuestra mente racional predominante, despertamos nuestra consciencia espiritual latente; librándonos de nuestras preocupaciones y angustias mentales, disfrutamos más plenamente de la vida. En la tradición taoísta, cuando acallamos nuestros pensamientos en la meditación, dejamos de intentar manipular el mundo a través de nuestras fantasías interiores acerca de cómo deberían ser las cosas. Alcanzamos una humilde sensación de paz simplemente observando y reaccionando de forma directa a lo que acontece en el siempre nuevo momento presente.

El sabio reluctante Lao-tse nació en el sur de China, en el estado de Chu -conocido actualmente como provincia de Hunan-, hace alrededor de 2500 años, más o menos un siglo antes de que Buda naciese en la gran colina, en la India. Lao-tsc, que llevó una vida sumamente discreta, pasaría a la posteridad gracias a un logro notable: la composición de un breve volumen de reflexiones espirituales denominado Tao Te Ching, que desde entonces se ha publicado en más idiomas que cualquier otro libro salvo la Biblia. El autor de esta extraordinaria obra, que según indican algunas fuentes vivió más de cien años, no gozó de fama alguna durante su existencia. Se sabe muy poco de su quehacer cotidiano; tan sólo nos consta que, al poco de alcanzar la edad adulta, se trasladó a Loyang y fue custodio de los Archivos Imperiales de la casa Choii durante al menos cincuenta años. Trabajaba en la biblioteca del emperador, era hombre de ordinario muy reservado y se le consideraba un místico solitario dotado de profunda sabiduría. Durante su largo ejercicio en los Archivos Imperiales, no escribió absolutamente nada (que sepamos) ni permitió que se congregasen discípulos a su alrededor. Sabemos, por los escritos de Chuang-tse, el principal maestro taoísta después de Lao-tse, que el venerable filósofo Confucio (nacido en una generación posterior a la de Lao-tse) acudió en cierta ocasión a Lao-tse para hacerle una entrevista, durante la cual Lao-tse dijo al que pronto habría de convertirse en un famoso filósofo y moralista: «Despréndete de tu afectación orgullosa y tus numerosos deseos, de tu porte satisfecho y tus excesivas ambiciones. No te harán ningún bien. Eso es cuanto tengo que decirte.» Después de la ya célebre entrevista con el anciano, el joven Confucio dijo a sus discípulos: «No sé cómo los dragones pueden surcar el viento y las nubes y elevarse al alto cielo. Hoy he visto a Lao-tse. Él puede compararse con un dragón.» Por lo que podemos determinar, Lao-tse llevó tina sencilla existencia contemplativa durante la cual aprendió, paso a paso, a practicar lo que él entendía como «elN Camino» o «la Senda» -en chino, el «Tao»-. Parece ser que, a lo largo de su vida, Lao-tsc anduvo el camino pero de forma silenciosa. Según afirma Henry Wei en su excelente libro Lao-Tzu: The Guíding Light: Lao-tsc puede considerarse, con razón, una fuente de inspiración inmortal. Sus enseñanzas constituyen un brillante faro que guía al espíritu humano a la realización suprema [ ... ] Vivió una existencia dilatada y discreta consagrada al estudio, y desapareció luego del escenario humano dejando tras de sí un conciso compendio de sublime sabiduría en gloriosa poesía No era, en rigor, un solitario o un ermitaño; simplemente, amaba la vida contemplativa. Prefería permanecer a oscuras, en el silencio de la biblioteca, dedicándose a la cultura interior y a la búsqueda de la verdad, viviendo con serena espontaneidad y paz natural.

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El imperio al que servía Lao-tse, la casa Chou, entraba en un periodo de declive y decadencia. Al cabo, el anciano se cansó de la ciudad y resolvió marcharse. Sencillamente echó a caminar hacia el oeste, dirigiéndose al distante paso de montaña. Al llegar a las puertas que marcaban la salida del imperio Chou, fue detenido por el guardián de la frontera, un hombre llamado Y¡n Hsi, quien le pidió: «Antes de retirarse por completo del mundo, ¿hará el favor de escribir algunas palabras que nos iluminen?» Es evidente que Lao-tse accedió, porque antes de trasponer la puerta y desaparecer con rumbo a otro reino y quién sabe qué experiencias personales, dejó a Yin Hsí una breve serie de ochenta y un poemas y reflexiones cortos, que constaban de tan sólo unas cinco mil palabras en total. El taoísmo en general se vio muy influido por las impactantes enseñanzas de Lao-tse. Éste fue en verdad un pensador revolucionario que desafió directamente el statu quo y alabó las humildes cualidades humanas a las que cualquier persona podía aspirar; medía la grandeza no según la riqueza o los éxitos, sino según la integridad personal y la armonía interior. Por las enseñanzas del Tao Te Ching, se percibe a todas luces que era partidario de que los líderes procuraran el bienestar del pueblo, y que estaba totalmente en contra de la guerra, la violencia, la corrupción oficial, los impuestos exorbitantes y la intromisión excesiva en la vida de la comunidad. Postulaba un liderazgo ideal, invisible e iluminado, que conocía de primera mano la senda espiritual para gobernar. Desde entonces, estadistas y líderes inteligentes de toda orientación política han apreciado sus ideas y consejos.

La realidad superior El Tao Te Ching orienta regularmente nuestra atención hacia la intrínseca capacidad de cada cual para la trascendencia. Una aportación única de la tradición taoísta consiste en no ver la experiencia trascendente como algo «aparte y distinto»; antes bien, dicha tradición integra lo interior y lo exterior, lo cotidiano y lo místico, lo pragmático y lo trascendente. El Tao es un sendero que todos podemos seguir con facilidad sin temor a despeñarnos por un abismo esotérico, pues apunta de forma directa a la realidad cotidiana y afirma que aquí mismo, ante nosotros, en nuestra rutina diaria, hallaremos la trascendencia... Hallaremos el Tao. Mediante sus notables esfuerzos académicos y sus intuitivas ideas sobre el Tao Te Ching, Henry Wei ha esbozado seis elementos fundamentales de la meditación, tal como la explicaron Lao-tse y sus seguidores, que conducen a la realización mística. Estos pasos o cualidades son potentes indicadores que nos orientan hacia un sendero espiritual que podemos seguir durante la totalidad de nuestra vida. Sin duda advertirá las similitudes que guarda el programa de meditación de este libro con las ideas y directrices de Lao-tse y la tradición taoísta. De hecho, el sendero místico es, por su propia naturaleza, un sendero universal, inspirado no por reflexiones o diferenciaciones intelectuales, sino por la experiencia interior común que nos sobreviene a todos cuando dirigimos nuestra atención en determinadas direcciones y abrimos nuestros corazones y nuestras almas a la realidad superior.

PASO 1: CONCENTRACIÓN EN EL CENTRO El primer paso de Lao-tse hacia la meditación mística consiste en dirigir la atención de nuestra mente hacia el centro de nuestro mismo ser en el acto de concentración mental. Bodhidharma, el iniciador del budismo zen o ch'an en China, propone una sucinta directriz para meditar y nos alienta a «centrar directamente la atención en la mente del hombre y percibir la propia y verdadera naturaleza». Desde este punto de vista, el propio Lao-tse formuló la principal pregunta meditativa: « ¿Puedes concentrarte sin distraerte?»

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO PASO 2: FLEXIBILIDAD DE LA RESPIRACIÓN El segundo elemento del método taoísta de meditación es la consciencia de la experiencia de la respiración. -Los antiguos chinos concedían gran importancia a contar las respiraciones en la fase inicial de meditación. Sin embargo, Lao-tse no nos orienta acerca del control de la respiración. Le interesaba más el proceso de respiración natural: «Armonizando tu respiración para inducir flexibilidad, ¿puedes volverte flexible como un niño recién nacido?» En otras palabras: ¿Puedes dejar que tu respiración fluya con tanta libertad que deje atrás tus restricciones emocionales y tus hábitos respiratorios limitados? ¿Puedes dejar que tus respiraciones vengan y vayan de forma completamente natural? PASO 3: LIMPIAR LA MENTE De nuevo, Lao-tse formula una de sus contundentes preguntas: «Limpiando y purificando el Espejo Místico, ¿puedes lograr que éste quede libre de toda mácula?» Es necesario purificar los pensamientos crónicos que permitimos fluir por nuestra mente y que contaminan y manchan nuestra experiencia con miedos, enojos y afanes manipuladores que perturban nuestra quietud natural. Cuando la mente se serena y deja de juzgar, manipular y resistirse a lo natural, logramos con éxito el tercer elemento de meditación de Lao-tse.

PASO 4: AMAR SIN INTERFERIR El cuarto paso de la meditación taoísta se denomina normalmente con el término chino original Wu Wei, que hace referencia a «la realización serena y sin esfuerzo de las tareas diarias», o bien a «no manipular ni interferir deliberadamente en el curso natural libre y espontáneo del Tao». Lao-tse vuelve a formular una pregunta para aclararnos su comprensión de esta práctica: «Al amar a la gente y gobernar el estado, ¿puedes practicar la no interferencia?» A lo largo de las enseñanzas ofrecidas en el Tao Te Ching, Lao-tsc recomienda con fervor que cultivemos la vida espontáneamente pacífica, que no impongamos nuestra voluntad mediante la manipulación de emociones y acciones agresivas. En esta misma línea, podemos acercarnos a nuestra propia vida interior con un talante afectuoso que nos acepte tal cual somos sin tratar de cambiarnos, al gobernar nuestra mente con serenidad y no mediante la fuerza o la manipulación.

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PASO 5: ENTREGARSE A LO FEMENINO El quinto aspecto de la meditación mística nos enseña a permitir que nuestras cualidades más delicadas e intuitivas y menos dominantes cobren preponderancia, de tal manera que nos sometamos en lugar de dominar, seamos receptores en lugar de emisores, amemos en lugar de pelear. De nuevo Lao-tse formula la pregunta crucial para el tema que nos ocupa: «Cuando se abran y se cierren las puertas del Cielo, ¿podrás actuar como una Mujer?» La pregunta se refiere a la noción dualista del yÍn y el yang en la cultura china: el Uno es dividido mediante los poderes creadores del Tao en dos cualidades y energías opuestas, que después dan origen a «las diez mil cosas». Lao-tse recomienda que, cuando se abran las puertas del Cielo y penetremos en un estado místico de consciencia, nos entreguemos a esta experiencia en vez de intentar manipularla. PASO 6: FOMENTAR EL EQUILIBRIO La sexta cualidad de la unión mística, según Lao-tsc, consiste en cultivar la perfecta ecuanimidad: «Cuando tu luz brilla en todas direcciones, ¿puedes ignorarla con perfecta ecuanimidad?» Se refiere al modo en que mantenemos un talante equilibrado y sereno cuando entramos en un estado de ser espiritual más profundo y nuestra luz «brilla en todas direcciones». Este estado es similar a la Transfiguración de Jesús: «Seis días después tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan y los llevó a un elevado y apartado monte y se transfiguró ante ellos. Su faz brilló como el sol, y sus vestidos se volvieron relucientes y muy blancos. » Cuando alcanzamos un nivel elevado de comprensión (o, de hecho, logramos cualquier cosa en la vida), el desafío consiste en no entusiasmarnos ni llenarnos de orgullo, sino permanecer serenos, humildes y en «perfecta ecuanimidad» si deseamos continuar en ese estado profundo de consciencia. Haga una pausa y experimente Conforme va leyendo este manantial de palabras, permítase notar, sin establecer ningún tipo de juicio, si aún es consciente de la experiencia de su respiración, o si su atención ha disminuido. Emprenda de nuevo el proceso, realizado sin esfuerzo, de cobrar consciencia de su respiración, del aire que entra y sale por su nariz, de los movimientos de su pecho y de su vientre mientras respira, y de su corazón, que late en pleno centro de su respiración. Experiméntese a usted mismo de forma plena en el momento presente.

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SERENAR LA MENTE: LAO-TSE

El camino natural En el enfoque taoísta de la vida, observamos la naturaleza (a nosotros mismos) tal como es y aprendemos a participar en el desarrollo espontáneo del momento presente sin manipularlo. Exploremos a continuación cómo aplicar el enfoque WÚ Wei al programa de meditación que estamos desarrollando, de un modo que posibilite combinar la sabiduría antigua con ciertas técnicas psicológicas modernas que nos permitirán serenar con facilidad nuestra mente sin controlarla. En la meditación budista Vipassana, la instrucción para meditar es harto sencilla: se trata, simplemente, de observar la propia respiración y hacer lo posible para concentrar la atención mental en la experiencia respiratoria durante media hora o una hora seguida. Es un método de meditación puramente Wu Wei, y para algunos proporciona la directriz adecuada: orienta la atención mental hacia la respiración y después, mientras uno hace lo posible para seguir concentrado en la respiración, le permite gozar de una libertad total para explorar lo que sucede sin tratar de alterarlo. Esto, desde luego, es más fácil de decir que de hacer. De forma espontánea, los pensamientos seguirán pugnando por filtrarse en nuestra concentración en el proceso respiratorio, arrastrando nuestra atención hacia el pasado y el futuro y distanciándola del momento presente. Cuando esto ocurra, se supone que debemos limitarnos a observar dichos pensamientos según fluyen por nuestra mente, sin vincularnos a ellos, y después dejarlos ir y concentrarnos de nuevo en la respiración. Pero todos propendemos a dejarnos arrastrar por nuestros pensamientos una y otra vez. De modo que hemos de esforzarnos en centrar nuestra consciencia en la respiración. Una y otra vez. Esta meditación goza de mis preferencias y la recomiendo encarecidamente. Advertirá que el primer paso de nuestro programa de meditación es muy parecido en cuanto a procedimiento. Sin embargo, conozco a muchas personas que se han esforzado con denuedo para practicar la meditación Vipassana y, a menudo, han acabado dándose por vencidas, porque sus parlanchinas mentes no les daban tregua. En la práctica meditativa -sobre todo, al principio muchas veces da la impresión de que acallar la mente es poco menos que imposible. No obstante, ciertas evidencias psicológicas recientes prueban lo contrario. Los seres humanos somos muy capaces de silenciar a voluntad el flujo de pensamientos que pueblan nuestra mente. Es más, podemos poner en práctica ciertos trucos mentales que acallarán, de forma fácil y casi inmediata, dicho flujo de pensamientos, ya sea durante la meditación formal o siempre que necesitemos paz interior.

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Desplazamiento cognitivo Hace varios años, tuve la fortuna de encontrarme en el lugar y el momento oportunos para participar en la influyente investigación en materia de meditación dirigida por Humplirey Osmond en el New Jersey Neuro-Psychiatrie Research Instítute. Durante mi estancia allí, hicimos un descubrimiento simple en apariencia, pero que me ha obsesionado desde entonces. Recientemente, tras realizarse nuevas investigaciones en este campo, dicho descubrimiento ha proporcionado un extraordinario método para silenciar, de forma casi instantánea, el flujo de pensamientos de la mente sin necesidad de recurrir a ningún tipo de kárate psicológico. Para los fines que nos ocupan, la idea clave extraída de dicha investigación es la siguiente: cuando una persona está pensando activamente (como se documenta con un encefalograma) y a continuación se concentra en un único hecho sensorial, como un sonido, una sensación táctil o una imagen, las ondas cerebrales siguen siendo básicamente iguales y los pensamientos continúan fluyendo por la mente. Podemos expandir nuestra atención mental de modo que abarque una entrada sensorial y seguir pensando activamente sin perder la concentración en nuestros pensamientos. Los investigadores, sin embargo, han descubierto que cuando la mente humana se concentra en dos entradas sensoriales distintas al mismo tiempo (un sonido y una imagen, por ejemplo, o la respiración y los latidos del corazón), todo pensamiento deja de fluir en la mente de forma casi instantánea. Se puede provocar deliberadamente un cortocircuito en la máquina pensante mediante la simple concentración en dos entradas sensoriales distintas a la vez. Usted ya se ha estado preparando para poner en práctica esta idea. Tan pronto como se concentra en la sensación del aire que entra y sale por su nariz y, al mismo tiempo, en los movimientos de su pecho y su vientre mientras respira, ya se ha desplazado hacia ese estado de consciencia expandida en el cual los pensamientos tienden a detenerse. La premisa científica de la que partimos consiste en que, cuando pensamos, permanecemos continuamente concentrados en un punto, llevando a cabo lo que en psicología cognitiva se conoce como acto de «fijación en un punto». Pensar consiste en centrar la atención, de una forma lineal, en una palabra, frase o sentencia a un tiempo, y después desplazar el foco de atención a la siguiente palabra, frase o sentencia. Eso es exactamente lo que está usted haciendo mientras lee estas palabras. Pensar es, en gran medida, una función de fijación lineal en un punto ejercida paso a paso. Durante gran parte del día nos hallamos absortos en este proceso, centrando nuestra atención en un punto determinado del espacio o en una serie concreta de palabras que fluyen por nuestra mente, una detrás de otra. Esto se denomina pensamiento deductivo lineal. Cuando desplazamos nuestro foco de atención de forma que abarque dos cosas al mismo tiempo, alteramos por completo nuestro sistema de enfoque, haciendo que pase de la fijación en un punto a la fijación en el espacio. Experimente mirando estos dos puntos diferentes en el espacio que aparecen impresos a continuación.

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Cuando pasa usted de ver los puntos uno por uno a verlos ambos a la vez, algo completamente básico e incluso trascendente sucede en la mente. Cuando su mente pasa a mirar todo el conjunto al mismo tiempo, en lugar de un solo punto cada vez, se desplaza de un nivel mundano a un nivel místico de consciencia. Piense en este ejemplo universal. Cuando mira por la ventana o sale a la calle y se encuentra, de repente, con una magnífica puesta de sol y se siente abrumado por la experiencia, observe detenidamente: ¿se detiene a mirar un solo punto de la puesta de sol, para a continuación desplazar su atención hacia otro punto? No, claro que no. Queda asombrado por la belleza del crepúsculo cuando prescinde de la fijación en un punto y contempla la puesta de sol de tal manera que asimila todo el conjunto al mismo tiempo. Ese desplazamiento del foco mental, y no sólo la presencia visual del crepúsculo, es lo que de repente le hace entrar en un estado trascendente. Descubrirá que siempre sucede esto mismo cuando encuentre algo bello, ya sea una canción o una flor, y se sienta abrumado y lleno de mística admiración. Cuando se halla inmerso en la pasión, no contempla el rostro de su amante punto por punto. Antes bien, desplaza su atención para abarcar «todo el conjunto al mismo tiempo» mientras hace el amor.. y activa, de este modo, una experiencia interior totalmente distinta de la fijación en un punto. Por favor, no se limite a aceptar mi palabra sobre esta cuestión. Como dijo una y otra vez Krishnamurti, mire por usted mismo y descubra la -verdad. La mirada mística He aquí otro experimento destinado a ejercitar su capacidad para expandirse hacia ámbitos místicos de consciencia a voluntad y de manera casi instantánea. Descubramos la diferencia entre mirar fijamente un punto, mirar dos puntos y, por último, mirar tres puntos a la vez. 1. En primer lugar, mediante la fijación en un punto, mire de un punto a otro, concentrando al máximo su atención mental en uno solo en cada ocasión. Recorra el triángulo tres o cuatro veces, experimentando el cambio que se produce en su mente. 2. A continuación, mientras hace esto, sea consciente de su respiración; desplace, con cada respiración, su atención visual de un punto a otro de manera que se concentre meditativamente en cada uno de ellos. Notará que, al incluir su respiración en su consciencia, ya está avanzando hacia una experiencia expandida.

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SERENAR LA MENTE: LAO-TSE 3. Mientras permanece en profunda sintonía con su respiración, desplace el foco de forma que abarque los dos puntos superiores a la vez, y respire para sumirse en la experiencia. Note cómo, de repente, es consciente del espacio que media entre el papel y usted conforme expande su consciencia para abarcar dos cosas a la vez. 4. Seguidamente, desplace el foco para abarcar los tres puntos al mismo tiempo y ábrase a una sutil experiencia mística en la que ha trascendido todo pensamiento y percepción lineal y es consciente del Uno. Casi con toda seguridad, habrá descubierto por sí mismo que, a fin de ver todo al mismo tiempo, debe volver ligeramente los ojos hacia el interior y enfocarlos no en la propia superficie de la página, sino a unos cuantos centímetros delante de la misma. En esto consiste «contemplar» algo: se prescinde de la concentración estricta en un lugar concreto y se centra la atención mental en algún punto situado delante de aquello que se está mirando. Así nos desplazamos hacia una nueva dimensión que abarca espacio y volumen. Verá que todo se torna un poco más sutil cuando abandone la planicie del espacio bidimensional (fijación en un punto) y penetre en el espacio tridimensional (fijación en el espacio). Cuando efectúe este cambio primordial, percibirá que pierde cierto grado de control. La fijación en un punto es muy masculina: se trata de señalar, de precisar con exactitud. Con la fijación en el espacio, o viéndolo todo al mismo tiempo, uno renuncia a ese control, se somete al todo y se vuelve más femenino, tal como recomienda Lao-tsc.

Espacio para respirar Con frecuencia se habla del despertar espiritual en términos de expansión de consciencia. Muy a menudo pasamos nuestra existencia encerrados en dos dimensiones. Es fundamental entender que siempre que estamos pensando -cosa que hacemos la mayor parte del tiempo existimos en un mundo lineal bidimensional que no posee profundidad ni espacio. Pensar es, por su propia naturaleza, una actividad claramente bidimensional. Incluso cuando nos concentramos en nuestra respiración, en el momento inicial en que el aire roza la punta de la nariz, seguimos viviendo una experiencia en esencia bidimensional sin profundidad, volumen o espacio. Después, cuando expandirnos nuestra consciencia para abarcar nuestra nariz y nuestro pecho respirando, sucede algo extraordinario en el interior de nuestra mente... ¡De repente, sentimos que poseemos volumen! Esta primera expansión es tan magnífica como todas las expansiones de consciencia futuras, porque pasar de lo plano al volumen supone una inmensa irrupción de la consciencia en el verdadero espacio tridimensional. Y se trata de una expansión radical que usted puede experimentar siempre que lo desee: sólo ha de practicar la sencilla meditación de la respiración que ya ha aprendido. Si desea experimentar la expansión de consciencia a diario, explotando su potencial místico para permanecer en contacto con su yo más profundo, acuérdese de comenzar su meditación con técnicas que desplacen su consciencia más allá de los ámbitos bidimensionales de la fijación en el pensamiento, hasta la fijación en el espacio tridimensional. Cada vez que haga esto sentirá, de repente, que vuelve a estar vivo de nuevo.

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SERENAR LA MENTE: LAO-TSE Haga una pausa y experimente Dado que la práctica hace al maestro, y que la experiencia es lo que nutre nuestro espíritu, repitamos una vez más el proceso. Tras leer este párrafo y dejar el libro, relájese y centre su atención en el aire que entra y sale por su nariz o por su boca. Concéntrese plenamente en el punto en que el aire penetra en su nariz, advierta si sigue fluyendo algún pensamiento en su mente y después expanda su consciencia de forma que abarque tanto el aire que circula por su nariz como los movimientos de su pecho y su vientre mientras respira; sienta la súbita sensación de expansión, el volumen de su cuerpo... y, en mitad de esta experiencia, expanda su consciencia hasta que abarque su corazón, que late justo en el centro de su respiración. Variantes para serenar la mente Puede que le resulte fácil dominar el proceso de desplazamiento cognitivo. Pero si lo encuentra un tanto complicado, permítame proponerle algunas variantes sobre el tema básico a explorar. Tenga presente que, cuanto mayores sean el tiempo y la atención que dedique a dominar este proceso básico de desplazamiento -consistente en pasar de la fijación en un punto a verlo todo al mismo tiempo, más profundas serán las meditaciones venideras y más serena estará su mente de principio a fin.

VARIANTE 1: Dos SENSACIONES TÁCTILES Dado que al principio puede constituir todo un desafío concentrarse en la propia respiración, pruebe lo siguiente. Utilizando el dedo índice izquierdo, frote suavemente su pierna izquierda con pequeños movimientos circulares y sintonice con la sensación que acude a su mente de resultas de esta acción. Al mismo tiempo, utilizando el dedo índice derecho, dese unos golpecitos suaves en la pierna derecha. Descubrirá que, al concentrarse en dos sensaciones táctiles a la vez, su atención mental se desviará por completo del flujo habitual de pensamientos. Practique con regularidad este ejercicio para familiarizarse íntimamente con la experiencia del desplazamiento cognitivo. Siéntase libre de recurrir a cualesquiera sensaciones táctiles que desee probar. Por mi parte, he descubierto que, esté donde esté, puedo expandir mi experiencia vital casi al instante notando una sensación obvia (el roce de mi pie izquierdo con el suelo) y abriéndome luego a otra entrada sensorial al mismo tiempo (mis dedos tamborileando sobre el teclado del ordenador). El objetivo consiste en acallar regularmente el flujo de pensamientos de la mente para internarse en una silenciosa experiencia del eterno momento presente. Haga la prueba: mueva el índice izquierdo trazando pequeños círculos en su pierna izquierda y, al mismo tiempo, dé golpecitos suaves en su pierna derecha con el índice derecho. Concéntrese por completo en la experiencia presente disfrute de la paz anímica que proporciona cambiar del modo cognitivo centrado en el pasado y el futuro al presente eterno de la quietud mental.

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SERENAR LA MENTE: LAO-TSE VARIANTE 2: RESPIRACIÓN Y SONIDO Dondequiera que se encuentre, sea lo que sea lo que esté haciendo, puede cambiar de inmediato al modo meditativo de quietud y consciencia de la respiración reparando primero en el aire que entra y sale por su nariz, y luego, al mismo tiempo, expandiendo su consciencia de modo que abarque los sonidos que acuden a su mente. Si los escucha sin ser consciente de su respiración al mismo tiempo, su mente tenderá a dejarse arrastrar hacia asociaciones y pensamientos relativos a los sonidos que le llegan. No obstante, experimentando la respiración y el sonidoala vez, su mente prescinde de la fijación en un punto y se expande. Al aquietarse su mente, se sumerge usted en la pura experiencia del momento presente; en ello consiste, de hecho, la meditación. Haga una pausa y experimente las sensaciones de su respiración... y, al mismo tiempo, expanda su consciencia para que abarque los sonidos que le llegan de forma natural...

VARIANTE 3: RESPIRACIÓ Y VISTA Esta variante se da en todas las escuelas budistas de meditación. Sea consciente de la experiencia de su respiración, en aquí punto de su cuerpo donde la perciba y, al mismo tiempo, expanda su consciencia para abarcar cualquier objeto presente en su entorno visual. Vea el objeto y adquiera consciencia de su existencia mientras permanece profundamente concentrado en las sensaciones y la experiencia interna de su respiración. Una vez más, los pensamientos desaparecerán de su mente de forma natural... a menos que deje de ser consciente de la respiración o bien de la experiencia visual. Mire a su alrededor y busque algo agradable de contemplar. Mientras concentra su atención visual en este objeto, expanda su consciencia hasta abarcar la sensación del aire que entra y sale por su nariz o su boca; note cómo se desplaza hacia un estado mental relajado y expansivo, con sus pensamientos sosegados. VARIANTE 4: JUNTAR LOS DOS PIES Una vez que comience a dominar el paso hacia la consciencia del «todo», puede lograr que el proceso sea más sutil desarrollando el hábito de centrar constantemente su consciencia en dos partes compañeras de su cuerpo, como puedan ser los pies, las rodillas, los codos, o bien los pies plantados en el suelo y el trasero apoyado en la silla. Ejerciendo esta consciencia expandida como nuevo hábito positivo, será capaz de seguir siendo consciente del todo aun cuando no esté meditando... y, de esta forma, podrá calmar su cuerpo, serenar sus emociones y encauzar sus pensamientos hacia un estado intultivo-perceptivo.

VARIANTE 5: QUE ACTÚEN BACH Y EL ROCK La mayoría de las cosas cotidianas que nos gusta hacer llevan implícito el proceso de «desplazamiento de la fijación en un punto a la fijación en el espacio». Hacer el amor es, a buen seguro, el ejemplo más placentero de «dos o más sensaciones experimentadas al mismo tiempo». La música es otro magnífico ejemplo. Uno de los motivos por los que tanto nos gusta es porque propicia que centremos nuestra atención en el todo. Una composición musical puede ofrecer no sólo uno, sino dos o más instrumentos, melodías o armonías, de los cuales nuestra mente puede ser consciente al unísono. Podemos fijarnos en un punto y concentrarnos en un solo instrumento, voz o línea melódica concreta. Pero oír música se torna una experiencia trascendente cuando escuchamos al mismo tiempo el bajo y la guitarra, dos o más voces cantando en armonía o los tambores y la flauta sonando al unísono como una única experiencia sonora. Las líneas melódicas de tiple y bajo de Bach nos desafían a desplazar nuestra consciencia hacia ámbitos místicos con objeto de poder oír ambas a la vez, como un todo.

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silencio más allá Alan Watts solía decir en sus charlas sobre la senda espiritual que «la meditación es el acto de permitir que los propios pensamientos cesen». Esto no significa que todos nuestros pensamientos se detengan de forma permanente cuando meditamos. Acallar la mente no es algo que se consiga de una vez y para siempre. Sin duda, Usted pasa gran parte del día pensando. No obstante, también puede dedicar cada día periodos regulares -a veces, de tan sólo unos minutos a entrar en un estado de quietud que le lleva más allá de sus pensamientos. En otras palabras, puede alcanzar un saludable equilibrio entre el pensamiento y la calma. He aquí un punto clave. El silencio interior no suprime los sonidos de la vida que le rodea, ni acalla los sonidos internos de su corazón latiendo o del aire que entra y sale de su cuerpo. La quietud es un estado de consciencia en el cual cobran preponderancia los sentidos y disminuye la cognición. Al prestar una atención absoluta a los sonidos que le rodean -y a través de su consciencia de estos sonidos funde usted su consciencia personal con la consciencia superior. Cada vez que se centre en un foco meditativo, la constante cháchara verbal de su mente racional se verá reemplazada por la quietud de su mente que escucha. Alcanzará un punto en el que la experiencia natural de sentir cómo el volumen de su propio cuerpo y de todo cuanto le rodea despierta a sus sentidos, le transporta a la realidad mística del eterno momento presente. Muchos damos por sentado que, una vez que acallamos nuestra mente, no albergaremos más pensamientos durante la meditación, pero no es cierto en absoluto. Una de las principales finalidades de meditar consiste en aprender a explotar nuestra sabiduría más profunda. Cuando nuestra mente racional se acalla el tiempo suficiente, podemos oír lo que el propio corazón tiene que decirnos. Muy a menudo, en mitad de esta bendita quietud, emergerá una nueva modalidad de pensamiento: ciertas percepciones o reflexiones mentales profundas de nuestra mente intuitiva y contemplativo. Cuando nos concentremos en nuestro corazón, empezaremos a oír cómo éste nos habla y escucharemos una voz interior que surge no del centro racional acostumbrado, sino de una fuente mística más profunda. Lao-tse se refería, seguramente, a esta sabiduría interior cuando dijo: Sin atravesar la puerta, uno puede conocer el mundo. Sin mirar por la ventana, uno puede saber cuál es el Camino del Cielo. Cuanto más lejos va uno, menos sabe. Por lo tanto, el Sabio sabe sin salir, discrimina sin ver y logra sin actuar. Cada vez que nos sumimos en la meditación, ya sea durante dos minutos, media hora o más tiempo, orientamos nuestra atención hacia el interior, hacia esta profunda fuente de saber. El objetivo consiste en silenciar los pensamientos crónicos que perturban nuestra claridad interna; expandir nuestra consciencia hacia una experiencia plena del inmenso volumen y las múltiples dimensiones de la vida; y, por último, abrirnos para recibir orientación, nuevas percepciones, curación y comunión. Finalicemos el presente capítulo emprendiendo una experiencia plena de este proceso. Comenzaré guiándole a lo largo de la meditación que aprendió en el primer capítulo (observación de la respiración) y después pasaremos rápidamente a nuestra nueva meditación (serenar la mente). Advertirá que la primera y la segunda meditación se fusionan conformando un único flujo sin fisuras que serena su mente de forma natural. Mientras se concentra en su respiración, se verá transportado sin esfuerzo a la quietud y la contemplación y, en algún momento de dicha contemplación, se sumirá en la meditación profunda... Y más allá...

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SERENAR LA MENTE: GUÍA DE MEDITACIÓ 2 Relájese y póngase cómodo, preferiblemente sentado con la espalda recta, o tal vez tumbado boca arriba... y, sin hacer absolutamente nada, comience a notar cómo siente su cuerpo ... observe si su respiración parece tensa o relajada ... irregular o fluida... muévase cuanto quiera... estírese unas cuantas veces si así se siente bien... empiece a acomodarse en una postura confortable y equilibrada... Mientras permanece cómodamente sentado, limítese a observar, sin juzgar, los pensamientos que surcan su mente... atrayendo su atención por un instante para luego desaparecer y verse reemplazados por otros nuevos, que también desaparecen... y son sustituidos a su vez limítese a observar cómo sus pensamientos llegan... y se van... Procedamos con cuidado a acallar su flujo de pensamientos... vaya concentrando cada vez con mayor grado de intensidad su atención en la experiencia de

la respiración... note la propia sensación que produce el aire al entrar y salir.. por su nariz o su boca mientras respira... Diga para sí: «Estoy respirando libremente ... » Deje que las inspiraciones y las exhalaciones se produzcan por sí solas... permita que su respiración se detenga siempre que quiera, y que se reanude por sí misma... sea consciente del aire que entra y sale por su nariz... expanda su consciencia de forma que abarque también los movimientos de su pecho y de su vientre mientras respira... y sea también consciente de su corazón, que late justo en el centro de su respiración... Observe y vea qué emociones puede estar experimentando en su corazón... Respire y sienta esas emociones... acéptelas... deje que se relajen... permita que su corazón se libere de sus tensiones, angustias y sufrimientos... permítase a sí mismo seguir adelante y sentirse bien, en este mismo momento... Sea consciente de sus manos... sus pies... su pelvis... relaje la mandíbula, la lengua, los músculos faciales... sea consciente de la totalidad de su cuerpo, aquí, en el momento presente... Y expanda su consciencia para que abarque los sonidos que le lleguen, cualesquiera que sean... deje que vengan... y se vayan, y que otros sonidos vengan... y se vayan... mientras respira. Y disfrute la paz de este momento presente... La respiración... el corazón... la totalidad de su cuerpo... los sonidos... el momento presente... Todo llena... Su cuerpo está relajado y equilibrado... Sus respiraciones van y vienen. Diga para sí: «Mi mente está serena ... » Mientras se halla inmerso en esta profunda paz, reflexione sobre las palabras de Lao-tsc: «Volver a la raíz aporta quietud ... » Y, cuando esté listo, súmase en la meditación profunda.

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CAPíTULO 3 ACEPTAR LA VERDAD: BUDA Hemos dedicado dos capítulos a explorar las dos primeras meditaciones del programa meditativo presentado en Siete maestros, un camino . no. El tiempo que hemos empleado en aprender a desplazar nuestra atención, con dedicación y regularidad, hacia el momento presente, ha sido un tiempo provechoso. La mayoría de los maestros de meditación han convenido desde siempre en que «el eino de los cielos está cerca». Está aquí, ahora. Con miras a esta meta centrada en el momento presente, Buda enseñó su meditación Vípassana, practicada universal mente, que se centra de forma continuada en la consciencia de la respiración y el sosiego de los pensamientos que fluyen en la mente. Como Alan Watts explica con suma sencillez en Still the Mind [hay trad. en cast.: Serenar la mente RBA Ed., Barcelona, 2001]:Cuando haya encontrado una postura estable, deje que su consciencia penetre en su respiración [...] No se trata de cultivar un tipo determinado de respiración. Sencillamente, preste cuidadosa atención al proceso de respirar. Deje que el aire entre y salga espontáneamente. Su cuerpo se serenará y, en algún momento, de forma natural, su mente se sosegará también. Ése es el proceso esencial de meditación. La vida sería, de hecho, maravillosa si para alcanzar la paz y la claridad interior bastase con seguir esa concisa directriz de meditación. Si nuestra mente racional cediese con facilidad y se sosegara regularmente para dejarnos en paz, podríamos detenernos en este mismo punto del libro y no seguir leyendo. Sin embargo, aunque Buda y numerosos maestros espirituales anteriores y posteriores a él enseñaron que la consciencia de la respiración es el principal foco espiritual, casi todos ellos eran conscientes de que esta sencilla directriz no basta para la mayoría de las personas. A causa de nuestros egos fuertemente dominantes, la mayoría de nosotros necesitamos varias expansiones adicionales de consciencia para llevar a cabo una práctica espiritual satisfactoria. Resolver el dilema El objetivo de la tercera meditación consiste en afrontar directamente las incesantes preocupaciones que nos impiden sumirnos en la meditación profunda. Se trata, por supuesto, de una técnica que sólo se llega a dominar con el tiempo, de modo que no se disguste si no cosecha un éxito completo las primeras veces que practique esta tercera expansión. Al fin y al cabo, no vamos a juzgarnos a nosotros mismos en función del éxito o del fracaso superficial en cualquiera de estas técnicas. De hecho, el tema de la tercera expansión se basa en prescindir de todos los pensamientos críticos que nos impiden aceptar el momento presente tal como es. Piense en ello un momento: si ahora mismo pudiera aceptarse a sí mismo, y a todos y todo cuanto le rodea, dándolo por perfectamente válido, si pudiera desembarazarse de la idea de que existen cosas en el mundo y aspectos de usted mismo que no puede aceptar, si pudiera dejar de oponer resistencia a la realidad y rendirse al momento presente como creación perfecta de Dios... de inmediato sería capaz de relajarse, abrazar la vida, abrir su corazón y sonreír a la creación de Dios en lugar de juzgarla. Al margen del dolor o el peligro físico, lo único que en estos momentos impide que se sienta radiante, satisfecho, en paz, lleno de gozo y rebosante de amor, es la crónica y a menudo terca tendencia de su mente a negarse a aceptar la realidad tal como es en el momento presente.

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ACEPTAR LA VERDAD: BUDA Antes bien, si su caso es análogo al de casi todo el mundo, se encuentra poseído por creencias, posturas, aversiones, apetencias y compulsiones negativas que le mantienen preso de emociones como la angustia, la insatisfacción, la ira, el desespero o el sufrimiento. Ver esto con claridad en la propia vida constituye a todas luces una de las grandes revelaciones de la senda espiritual. Tenemos suerte de contar con Buda como principal guía en este punto de nuestra disertación, porque dos mil años antes de que los psicólogos modernos abordaran el análisis de la psique humana, Buda ya había mirado hacia lo profundo de su propio interior y había dilucidado la causa básica de la desazón y el sufrimiento humanos... y también el camino primordial que conduce más allá de tal sufrimiento. «Somos lo que pensamos», afirmó en el Dhamma pada. «Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos [ ... ] ¿Cómo puede una mente atribulada entender el camino? Una mente tranquila, que ya no pretende ponderar lo que está bien y lo que está mal, esa mente que trasciende todo juicio observa en paz y comprende.»

Mira en tu corazón A ojos de Buda, cuando dominamos el proceso de la meditación aprendemos dos cosas: mirando directamente la realidad que emerge en cada momento presente, y observando los planteamientos y creencias que albergamos y que pugnan con esa realidad, somos capaces, mediante la identificación consciente de tales creencias y de los juicios resultantes que atormentan nuestra mente, de liberarnos poco a poco de ellas, para así alcanzar la armonía con la realidad. De esta forma, experimentamos una paz, una claridad y gozo cada vez mayores. Buda dijo: «Confundiendo lo falso con lo verdadero, pasas por alto el corazón y te llenas de deseo [ ... 1 Ve lo falso como falso, ve lo verdadero como verdadero. Mira en tu corazón. Sigue tu naturaleza.» Como la mayoría de los grandes maestros espirituales, Buda nos exhorta con frecuencia a poner en práctica nuestra capacidad de mirar, de ver, para tomar conciencia de la verdad de la cuestión. Tal es el acto de la meditación. En lugar de pensar en la realidad o dejar que nos digan lo que es real, miramos para experimentar la realidad y, de este modo, descubrimos por nosotros mismos lo que es cierto. Ver por uno mismo lo que es cierto... mirar en nuestro corazón, seguir nuestra naturaleza... ¿cómo podemos hacerlo? En las dos primeras expansiones de nuestro programa de meditación usted ya ha comenzado a dominar el proceso de desplazar su atención desde el ámbito bidimensional de sus pensamientos a la presencia tridimensional de su corazón. Ya ha recorrido gran parte del camino. Pero Buda comprendió que la mayoría de las personas no pueden dar el salto y tener éxito simplemente «mirando en su corazón», sin enfrentarse también a las fuerzas que las condicionan y que tratan de impedir que miren en su corazón y conozcan la verdad.

Por lo tanto, la enseñanza formal de Buda va más allá de la meditación de la respiración y nos proporciona una fórmula y un proceso completo para enfrentarnos a los temores y los juicios negativos que impiden el acceso a una visión clara y una vida de consciencia despierta. Este proceso de liberación, cuando se aborda de manera adecuada, nos permite asomarnos al propio núcleo del origen de nuestros sufrimientos, a fin de liberarnos de las falsas ilusiones que albergarnos y aceptar la creación de Dios tal como la hallamos, en cada nuevo momento.

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Despertando al Buda ¿Quién fue este hombre a quien llamamos Buda, y de qué modo sus enseñanzas sobre meditación nos guían más allá de nuestro sufrimiento? Siddhartha Gautama nació en el seno de una familia acaudalada, en las estribaciones del Himalaya, alrededor de unos cien años, quizá, después de que Lao-tsc desapareciera sobre el paso de montaña con rumbo a un histórico olvido en China. (Una fuerte tradición en China y otros lugares sostiene que Buda fue la reencarnación de Lao-tsc. De hecho, debido a que las enseñanzas de ambos presentan marcadas concomitancias, el budismo pudo introducirse rápidamente en China, fusionándose con la tradición taoísta en el budismo ch'an y luego zen.) La infancia de Siddhartha transcurrió plácida y rodeada de lujos; se casó, conforme al deseo de sus padres, cuando contaba diecinueve años y fue padre a los veintinueve. Sin embargo, no tardaría en dar un giro radical a su vida. Abandonó el palacio de su padre y se convirtió en un mendicante espiritual que, en la pobreza, erraba y buscaba con fervor la liberación del sufrimiento y los apegos materiales. Puesto que creció en una casa brahmánica tradicional, Siddhartha se educó en la tradición yóguica de las enseñanzas, deidades y práctica meditativa hindúes. Cuando se marchó para explorar su propio sendero espiritual, intentó en un principio llevar esas tradiciones meditativas hasta el extremo para alcanzar la iluminación. Al cabo, después de haber vivido seis largos años en un remoto bosque, disciplinando su cuerpo y su mente para estimular el despertar espiritual, sin alcanzar su meta, renunció a los métodos tradicionales de iluminación y se afanó en ver directamente la verdadera naturaleza de su ser buscando en lo profundo de su centro espiritual. Abandonando toda orientación hacia una meta en su búsqueda, prescindió de todo esfuerzo del ego y de todo deseo espiritual para poder observar, sin juicios ni apegos, la verdad de lo que veía y experimentaba. Finalmente, una fría mañana de diciembre, mientras se hallaba sentado al pie del célebre árbol Boddhi, a la edad de treinta y cinco años, comprendió, en una súbita ráfaga de iluminación, las principales verdades espirituales de la existencia humana... y se convirtió en un Buda (el término significa «lluminado»). Regresó al palacio de su padre (su madre había fallecido poco después de nacer él) y fue reconocido incluso en su propio pueblo natal como un maestro iluminado. Pasó los siguientes cuarenta y cinco años viajando de pueblo en pueblo, enseñando el sendero del despertar espiritual. Hoy en día, transcurridos más de dos milenios, ese sendero sigue constituyendo un proceso espiritual fundamental que se enseña en todo el mundo. Y la revelación central de dicho sendero es, según los sencillísimos y completos términos empleados por Buda: « ¡Cuán maravilloso! ¡Cuán maravilloso! ¡Todas las cosas son perfectas tal como son! » Dicho de otro modo, en este preciso momento, sin necesidad de cambiar nada en absoluto, sin que sea preciso hacer nada, vivimos en un universo perfecto. No hemos de cambiar nada para ser perfectos e iluminados. Lo único que necesitamos es comprender a través de la meditación que, más allá de nuestros juicios y preocupaciones, metas y expectativas, ya existe dentro de nosotros la perfección del despertar y la satisfacción; y existe ahora mismo, en este eterno momento. De nuevo en palabras de Buda: «Con determinación, el maestro domina sus pensamientos e impide que divaguen. Asentado en la cueva del corazón, halla la libertad.» La revelación mística de Buda -y de innumerables personas iluminadas a lo largo de los tiempos ha consistido en que la creación de Dios es, en efecto, perfecta en todos los sentidos. Al margen del modo en que lo juzguemos desde nuestro punto de vista, con todos nuestros prejuicios y expectativas, el momento presente es completamente perfecto.

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¡Ah, pero cómo se resisten nuestras mentes a aceptar esta veraz observación espiritual! Nuestra mente racional se encuentra tan saturada de creencias acerca de cómo «deberían ser» las cosas, en lugar de centrarse en cómo «son», que rehusamos aceptar la realidad tal cual es. Insistímos en que, a fin de aceptar las cosas, debemos colmar nuestros sueños y expectativas interiores. Y, así, confundimos y distorsionamos, rechazamos y negamos la simple realidad del momento presente, porque dicha realidad no casa con la imagen que alberga nuestro ego acerca de cómo debe ser el mundo. De esta forma surge el sufrimiento: a causa de nuestra ignorancia de la verdad y nuestra negativa a aceptar esa verdad. Nuestra propia mente nos separa de nuestra naturaleza profunda, de nuestra budeídad. ¿Cómo podemos ir más allá de la ignorancia y el prejuicio, de los miedos y negativas de nuestras actitudes y criterios, para ver con claridad la verdad de la perfección de la vida y alcanzar nuestra propia naturaleza de Buda?

Las realidades de la vida Amén de ser una persona por completo despierta espiritualmente, Buda fue, acaso, el mejor psicólogo de todos los tiempos. En efecto, se destacó en especial porque observó los mecanismos de la mente humana (la suya propia) y vio con profundidad cómo ésta funciona en su habitual estado condicionado e inconsciente, y tambiéncómo puede adiestrarse y orientarse hacia un despertar psicológico y espiritual que revela a la propia mente su verdadera naturaleza. En sus Cuatro Verdades Nobles, o realidades principales de la vida, Buda enseñó lo siguiente: Primera Verdad Noble: Un ser humano no iluminado padece regularmente todos los dolores, penalidades, congojas, ansias, deseos, desilusiones y fracasos de la vida. En nuestro estado no despierto, no podemos evitar los sufrimientos de la vida: forman parte del dilema cognitivo humano. Fundamentalmente a causa de nuestros pensamientos y sentimientos críticos, tendemos a vivir en una cámara de tortura creada por nosotros mismos. Segunda Verdad Noble: La principal causa de nuestro sufrimiento no es la experiencia del momento presente, sino nuestra reacción ante éste, lo que pensamos de él, y toda la actividad mental que generamos en torno a nuestra situación actual. En otras palabras, el dolor físico que experimentamos momento a momento en la vida no es nada comparado con el sufrimiento psíquico y emocional que habitualmente nos infligimos a nosotros mismos, mediante nuestros pensamientos crónicos, creencias, expectativas, deseos y negativas sobre la realidad de la vida. Albergamos pensamientos que nos inducen a estar descontentos con nuestra situación y a anhelar una realidad distinta de aquélla en la que nos encontramos. Este anhelo genera infelicidad. Deseamos cambiar lo que no nos agrada de la vida y, en cambio, queremos que aquello que nos gusta y a lo que nos sentimos vinculados dure eternamente, aun cuando la realidad dicte lo contrario. Así pues, en las enseñanzas budistas, todo nuestro sufrimiento es una expresión y un reflejo de la distancia existente entre la realidad y nuestros deseos y creencias.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO Tercera Verdad Noble: Existe un estado expandido de consciencia en el cual despertamos a nuestra naturaleza superior, más alá de nuestro ego y de todo el sufrimiento generado por nuestros pensamientos y anhelos. No debemos constreñirnos a nuestras creencias programadas, nuestros supuestos culturales y nuestros instintos animales. Dentro de nosotros llevamos nuestra propia naturaleza de Buda, merced a la cual vivimos en el momento presente, aceptando por completo la realidad y, por lo tanto, liberándonos de las habituales torturas que nos imponen nuestras mentes racionales y críticas. Cuarta Verdad Noble: Hay una senda meditativa lógica y específica que podemos aprender a recorrer y que nos libera de la habitual insatisfacción de la existencia condicionada y nos ayuda a escapar de las ansias y los miedos crónicos. Podemos actuar ya por nosotros mismos, tal como hizo Buda, para estimular un estado espiritual despierto denominado nirvana, satori o budeidad. En este proceso, optamos por renunciar a la identidad del ego y al temor a entregarnos, permitiéndonos así volver a nacer en un nuevo estado de consciencia en el cual comprendemos lo perfecto de nuestra naturaleza, percibimos la verdadera realidad por nosotros mismos y dejamos de ser prisioneros de nuestros propios anhelos y creencias mentales.

Afrontar la realidad sin miedo Buda enseñó que «quien se conquista a sí mismo tiene más de héroe que el que derrota mil veces a mil hombres en batalla». Pero, un momento... si somos ya perfectos, ¿qué es lo que hay que conquistar? ¿No se supone que debemos limitarnos a permanecer tranquilamente sentados y a no hacer ningún esfuerzo mientras comprendemos quiénes somos en realidad? ¿Qué significa este agresivo discurso acerca de conquistarnos a nosotros mismos? Si ha permanecido usted sentado, centrando su atención en la respiración y volviendo interiormente la mirada hacia su identidad más profunda, ya conoce la respuesta a esta pregunta. ¿Quién o qué es, al fin y al cabo, eso que desvía continuamente su atención del sencillo acto de mirar en el centro de su ser para ver quién es en realidad? Es obvio que se libra una batalla: algún poder mental se resiste al sencillo acto espiritual de proyectar la luz de la consciencia sobre nuestra fuente interior primordial. Buda reconoció esta presencia del ego que se siente amenazado por la verdad y que, por ende, la teme. Observó, como todos hemos observado, que una parte de nosotros tiene miedo de encarar la realidad de frente. El hecho es que nuestro ego, nuestro concepto de quiénes somos, se ha formado desde la temprana infancia a partir de creencias y deseos, ideas de los padres y condicionamientos culturales que no son, necesariamente, un reflejo fiel de la realidad. Cuando contemplamos nuestra propia naturaleza con profundidad, como hacemos en esta tercera meditación, empezamos a comprender de manera inevitable que el «yo» con el que nos identificamos no es más que una construcción de nuestras mentes extraordinariamente inteligentes. Hemos creado un vasto concepto mental acerca de quiénes somos, y dicho concepto no es casi nunca un reflejo claro de la realidad. Para ver la realidad con nitidez, debemos aprender a prescindir de las creencias que albergamos acerca de nosotros mismos y de la vida en general.

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En todos los tratados espirituales de enseñanza meditativa he encontrado, repetidas veces, una lección concreta que me enseñó mi abuelo: no podemos asir férreamente una cosa y, al mismo tiempo, alargar la mano para tomar otra. Debemos soltar y dejar a un lado aquello que asimos a fin de recibir algo que deseamos o necesitamos mucho más. Todo crecimiento espiritual y psicológico requiere que la persona se desprenda de una creencia limitada con objeto de abrirse y recibir una creencia más amplia... o, mejor aún, una experiencia directa de la realidad que hace que toda creencia resulte innecesaria. Éste es el desafío del crecimiento espiritual: iluminar el ego a tal punto que comprenda, mediante la experiencia meditativa continuada, que prescindir de los juicios sobre la realidad, y aceptar la realidad misma, no sólo es útil, sino también esencial para una vida verdaderamente plena. El principal problema que observó Buda respecto a dicha liberación consistía en que el ego teme su propia desaparición y, por tanto, pugnará arduamente para preservar sus limitadas y, con frecuencia, poco realistas nociones. Es preciso tratar con el ego de la manera adecuada y enseñarlo en la meditación a comprender que preservando el ilusorio mito de su propia existencia no hace sino resistirse a su propia expansión y revelación.

El desafio que Buda propone a nuestro ego conciste en aprender a conquistar los miedos que existen en nuestro interior, que huyen de la luz, que se resisten al cambio, que no pueden aceptar la eliminación de nuestras ilusiones en el acto de penetración en la luz. El lama Surya Das lo expresa del siguiente modo en su libro El Despertar del buda interior: Cuando recorras la senda interior del despertar, reconoce que se trata de un viaje decididamente heroico. Debes aprestarte a hacer sacrificios y, si, debes prepararte para cambiar. Igual que la oruga debe desprenderse de su capullo para convertirse en mariposa, debes estar dispuesto a cambiar y a desprenderte de la dura armadura del egocentrismo. Por fascinante que sea, el viaje interior puede ser difícil porque te lleva a enfrentarte a la realidad. Te lleva a enfrentarte a quien realmente eres. Como Buda enseña, incluso cuando nos consagramos a recorrer la senda espiritual, los hábitos y esquemas psicológicos arraigados en nosotros nos distancian negativamente de nuestra auténtica naturaleza espiritual y generan, así, sensaciones crónicas de confusión, angustia y sufrimiento. Los seres humanos evitan despertar a su verdadera naturales por un único motivo: la identidad del ego teme ceder el control y someterse a una realidad que es abrumadoramente superior al concepto que el ego tiene de la realidad.

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Las siguientes meditaciones están concebidas para abordar el ego en el punto de la fase de transformación en que se encuentre en la actualidad. Proporcionan un proceso seguro que le permitirá ir desechando de forma constante los temores y explorar más profundamente la realidad con cada nueva sesión meditativa. Mediante una serie de cuidadosos pasos, podrá dejar a un lado sus ideas y creencias, sus aprensiones e incluso su firme terquedad frente al cambio, y sentir el contacto de la verdad, la fuerza de la realidad, la capacidad de amar de su propio núcleo espiritual... para, de este modo, comenzar de buen grado a renunciar a lo antiguo para abrazar lo nuevo. ¿Quién es usted en realidad cuando mira en su interior? ¿Su identidad es sólo un producto de su imaginación y sus experiencias previas, o una consciencia y una presencia que existen más allá de su ego? Cuando piensa acerca de quién es en lo que se refiere a personalidad, a identidad del ego, ¿encuentra algo, aparte de las imágenes, memorias, creencias y mitos que usted ha ido creando a lo largo de los años, o por la imagen que otras personas tienen de usted? Haga una pausa y reflexione Cuando haya leído este párrafo, quizá le convendría soltar el libro y sintonizar con su respiración, con su corazón, con la totalidad de su cuerpo, aquí, en el momento presente; permita que su mente se serene y, en ese estado de quietud reflexiva, diga para sí: «Yo soy [su nombre», y a continuación pregúntese: «¿Quién es esa persona en realidad?» Mire para ver la verdad.

Amor o Juicio Existen dos pilares fundamentales en la comprensión budista de la senda espiritual. Uno es el desafío de abrir nuestra consciencia personal a la realidad de la vida y desarrollar un sentido de sabiduría y de perspectiva respecto de quiénes somos y en qué consiste la vida. Es, en esencia, una función de la mente. El otro gran pilar es el desafío de desarrollar nuestra capacidad de aceptar y sentir compasión por la totalidad de la creación de Dios. Es, sobre todo, una función del corazón. La compasión es una cualidad que descubrimos únicamente cuando dejamos de juzgar el mundo y empezamos a amarlo. Esta tercera meditación, centrada en aceptar la realidad tal como es, nos conduce de forma natural hacia la exploración de nuestra capacidad de sentir amor en nuestros corazones y, en última instancia, de amar sin condiciones, como Buda, jesús y la mayoría de los maestros espirituales nos alientan a hacer. El hecho es bien simple: no podemos juzgar una cosa y, al mismo tiempo, sentir amor por ella. ¿Por qué? Por~ que el propio proceso de juicio tiene su raíz en una parte del cerebro, la amígdala, que se centra en el miedo. Esta zona de alerta roja, enlazada directamente a nuestros sentidos y funciones cognitivas, nos impulsa a determinar, en primer lugar, si algo presente en nuestro entorno inmediato constituye una amenaza para nosotros. Todos los animales poseen este mecanismo de supervivencia basado en el miedo, que es sin duda esencial para sobrevivir.

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El problema humano estriba en que no sólo observamos el momento presente para ver si existe algún peligro, sino que también poseemos la capacidad de recordar hechos negativos que nos han sucedido en el pasado y de imaginar que tales hechos pueden suceder en el futuro. A eso obedecen nuestras preocupaciones. La mayor parte del sufrimiento humano procede, en el fondo, de nuestra propensión a imaginar posibles situaciones en el futuro, a preocuparnos por una situación relativa o bien sentirnos excesivamente ansiosos por hacer realidad una situación positiva. En cualquier caso, nuestras figuraciones sobre el futuro tienden a generar sufrimiento en el momento presente. Si reflexiona usted sobre el sufrimiento que padece a diario, reparará de inmediato en que gran parte de él es de carácter emocional y mental, en lugar de físico. Y aun tratándose de dolor físico, tendemos a aumentar el dolor en sí con toda suerte de preocupaciones que nos hacen sufrir más allá de los efectos de nuestro estado físico. Buda vio todo esto con claridad. Las Cuatro Verdades Nobles explicaban lo que los psicólogos apenas están empezando a dilucidar como la causa del sufrimiento humano: nuestra fijación mental en creencias, aprensiones y figuraciones que parten del miedo. Si lo examinamos con detenimiento, descubrimos que nuestro deseo de escapar del sufrimiento es directamente responsable, asimismo, de la mayoría de nuestras ansías y anhelos. Sólo cuando estamos sufriendo llevamos a cabo el acto reflejo de intentar hacer algo para sentirnos mejor. Cuando eliminamos el miedo subyacente, suprimimos el ansia. Y al suprimir el ansia por cambiar nuestra situación, descubrimos que nuestra mente se serena, nuestra percepción se aclara, nuestro corazón se abre... y nuestro ánimo mejora. Nuestro desafío consiste en detenernos a meditar con regularidad, sintonizar con nuestra respiración, con nuestro corazón, con nuestra presencia aquí y ahora... y, sin juzgar lo que encontremos, observarnos a nosotros mismos en el momento presente, reparando en las emociones que sentimos y en los pensamientos, planteamientos y creencias que generan tales emociones. Entonces podremos ver con nitidez que esos planteamientos y creencias nos están haciendo sufrir y seremos capaces de empezar a desprendernos de ellos Éste es el proceso de curación y, como Buda recalcó en reiteradas ocasiones, tan sólo se requiere mirar directamente y ver y aceptar con honestidad aquello que encontramos. Ese acto de ver provoca, por sí mismo, la transformación. Nos permite aceptar la realidad tal cual es, porque es una completa insensatez luchar contra la realidad. Con tal aceptación descubrimos que podemos abrir nuestro corazón al mundo que nos rodea y dejar que fluya la compasión.

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El miedo definitivo Cuando llegue a esta tercera expansión de sus meditaciones, le animo a que haga una pausa regularmente y emprenda una reflexión profunda sobre la naturaleza del propio miedo. Conviértase en un estudioso serio del miedo. Mírelo a los ojos. Lea todo lo que encuentre publicado sobre él. Aquí y ahora, en este contexto meditativo, le desafío y le animo una y otra vez a que mire directamente hacia su interior sin juzgar en absoluto sus preocupaciones y sus angustiosos hábitos mentales. Sorpréndalos mientras enturbian las aguas espirituales y le causan una angustia emocional crónica. Y, como afirman Krishnamurti y Buda, en ese acto de ver con inmediatez cómo sus pensamientos temerosos generan sufrimiento en su interior y le alejan de su propio corazón, comprenderá de pronto que se tortura a sí mismo con preocupaciones ilusorias, y descubrirá que esos miedos son algo del todo ajeno a usted. Le reto a que encuentre un solo temor en su mente cuya raíz no sea el miedo a su propia muerte. El mecanismo del miedo humano tiene como función hacer lo posible por mantenernos ,vivos cuanto más tiempo mejor. Cada vez que nos tropezamos con un pequeño peligro, éste activa el botón del miedo que hace que sintamos la ineludible presencia de nuestra futura muerte. Por ello, una enseñanza central de todas las tradiciones espirituales es que para superar el miedo debemos afrontar nuestra propia mortalidad, observar más profundamente la naturaleza de la vida y, a la larga, descubrir el núcleo de nuestro ser espiritual, que no se identifica con este cuerpo concreto, este cerebro concreto o esta fantasía del ego concreta. Toda experiencia mística se basa en percibir directamente y saber que nuestra consciencia individual no está, en modo alguno, separada de la consciencia superior. Hemos visto cómo Lao-tse comenzaba el Tao Te Ching hablando del Uno, 1 o Infinito, la Realidad Unificada de la que somos partes integrantes. Buda se expresó del mismo modo: nuestra verdadera identidad es siempre la del infinito y eterno Buda. También Jesús habló en sus enseñanzas de ser uno con Dios y vivir una vida eterna. Y Mahoma. No existe pasado o futuro más allá de las creaciones de nuestras fantasiosas mentes. Con la meditación escapamos del sufrimiento provocado por el miedo a la muerte, y de todas las demás angustias, centrando con fervor nuestra atención en el momento presente y confiando por completo en la percepción de que es perfecto.

Aunque caigan bombas sobre nuestras cabezas, el momento presente es perfecto. ¿Por qué? Porque, ocurra lo que nos ocurra, si no tenemos miedo, permaneceremos eternamente en la creación perfecta de Dios. Haga una pausa y experimente Deténgase unos momentos y limítese a observar su respiración; compruebe si siente alguna Angustia, preocupación o aprensión en su cuerpo; busque y vea qué pensamientos o figuraciones son los que generan sus sentimientos; advierta lo que sucede cuando comience a acallar esos pensamientos.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO

No Juzgue Siempre que expresamos una opinión acerca de algo, lo juzgamos según nuestras creencias y prejuicios. Siempre que un pensamiento cataloga algo de una forma u otra, hemos juzgado según el sistema de evaluación personal de nuestro ego. Siempre que decidimos obrar de una manera determinada, según lo que consideramos correcto o incorrecto, hemos juzgado la situación. Cada vez que actuamos con un sentimiento de ira, aprensión, repulsión o rechazo, hemos reaccionado formulando un juicio acerca de la situación. Incluso cuando decidimos que hace un día precioso, que nos gusta mucho la ensalada de patatas o que viajar a Siam sería una forma estupenda de pasar las vacaciones, hemos experimentado la función crítica de nuestra mente. •

¿Cuánto tiempo del día pasa sumido en pensamientos críticos?



¿En qué medida sus pensamientos le alejan de su propia naturaleza de Buda?



¿En qué medida sus pensamientos se fundamentan en el miedo y, por consiguiente, le hacen sufrir?

• son?

¿Cómo sería su vida si dejase de juzgar todo y a todos cuantos le rodean y los aceptase tal como

Le recomiendo que, en los próximos días y semanas, desarrolle la disciplina de observar en lo posible el flujo de sus pensamientos y vea con qué frecuencia éstos son de carácter crítico. El propio acto de ver los hábitos mentales que le hacen sufrir estimula el paso que le conduce más allá de dichos hábitos mentales. El hechode ver constituye, en sí mismo, una reacción. Se trata de una dinámica fundamental del poder de la meditación

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO

Efecto directo Probablemente la mitad de la población del mundo, como mínimo, ha oído el poderoso principio psicológico y espiritual que expresó Jesús: «No juzguéis para que no se os juzgue. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados.» Las dos primeras palabras de esta cita pueden impresionarnos sobremanera. Uno de los maestros espirituales más extraordinarios del mundo nos dice que no es en absoluto recomendable mostrar un talante crítico; y, sin embargo, somos conscientes de que vamos por ahí juzgando a todas horas, de forma tanto positiva como negativa. Buda hizo la misma observación una y otra vez en sus enseñanzas. Estar preso en los juegos críticos del ego no resulta productivo espiritualmente y genera sufrimiento. Es importante recordar que, cuando miramos una rosa y llevamos a cabo el proceso mental de juzgarla rosa como algo hermoso y nos decimos « i Oh, qué maravilla de rosa!», estamos juzgando esa rosa, aunque el juicio sea positivo. Y ese mismo proceso, durante el cual pasamos cierto tiempo evaluando y formulando un juicio positivo, nos distancia temporalmente del efecto directo de la rosa. No podemos experimentar la realidad y también juzgarla al mismo tiempo. Desde el punto de vista psicológico, el juicio es una función comparativa de la mente, en virtud de la cual evaluamos los estímulos perceptivos presentes comparándolos con estímulos perceptivos pasados. Este proceso mental nos aleja del momento presente; mientras juzgamos, nos abstraernos en nuestros pensamientos. Por lo tanto, cualquier maestro espiritual que valore la plena participación en el momento presente coincidirá con Jesús y Buda y nos recomendará hacer el menor uso posible de nuestro talante crítico, a fin de participar de forma plena en la realidad del mundo en lugar de sumirnos en nuestros pensamientos. Haga una pausa y experimente Después de leer este párrafo, deje el libro, siéntese cómodamente y sintonice con la experiencia de su respiración. Primero limítese a observar su respiración, después mire el mundo que le rodea; observe si sumente está serena o si comienzan a fluir pensamientos; advierta si éstos son creativos o críticos... ¿Acepta el mundo tal como es o, por algún motivo, no está satisfecho con lo que le rodea?

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ACEPTAR LA VERDAD: BUDA

Aceptar el mundo En esta tercera meditación nos apoyamos, en gran medida, en la función contemplativa de la mente, en el acto de ver directamente el núcleo de los propios hábitos y creencias y cómo éstos influyen en nuestras emociones y experiencia espiritual. El tema de este capítulo es «Acepto el mundo tal como es». Desde el punto de vista de la contemplación profunda, ¿qué significa, en realidad, aceptar el mundo tal como es? Esta pregunta será su punto de partida cada vez que usted llegue a la tercera meditación; le ayudará a examinar con mayor profundidad las cuestiones de las que hemos venido disertando. Por ejemplo, tómese tiempo para examinar a fondo la naturaleza de la aceptación. Dedique íntegramente sesiones de meditación a sintonizar con su respiración, con su corazón, con la totalidad de su cuerpo, aquí, en el momento presente; deje que su mente se serene y, en ese estado de quietud mental, permita que empiece a contemplar la cualidad de la aceptación. Si pronuncia la frase focal «Acepto el mundo tal como es» y nota tensión en su respiración y su corazón, busque para ver qué pensamientos recorren su mente y le impulsan a decir: «Diablos, no, no acepto el mundo que hay ahí fuera, porque ... » Eche un vistazo a esos pensamientos, a esos juicios que contaminan su mente y su alma. Y vaya un paso más allá: contemple el miedo que subyace a tales juicios. Con frecuencia descubrimos que sigue atragantándosenos alguna imagen del telediario, de una conversación, de algo que hemos visto o leído ese día, que genera pensamientos airados o angustiados y figuraciones justo bajo la superficie de nuestra mente consciente. La meditación es una magnífica herramienta para atrapar los pensamientos subconscientes que causan tensiones, miedos y sentimientos agresivos. Una vez que haga una pausa y atrape esos pensamientos, puede ponerlos en evidencia evaluando el juicio y la preocupación, y preguntándose a sí mismo si sirve de algo aferrarse a ellos. Pregúntese: ¿Cuál es, en esencia, el problema que parece estar amenazándome? ¿De verdad me veo amenazado? Si mi bienestar se halla, en efecto, amenazado, quizá lo prudente sea pensar con lógica sobre la situación y tratar de solventar el problema. Si no existe tal amenaza, incluso la lógica de la mente racional comprenderá lo absurdo de sentirse tenso y disgustado en el momento presente, cuando ahora no hay ningún peligro. Por lo general, cuando comprendo que no existen peligros inmediatos a mi alrededor, consigo no sólo rela)arme, sino aceptar el mundo tal como es, por lo menos durante los siguientes diez o veinte minutos de meditación. En ocasiones permito que esta tercera meditación se prolongue durante toda la sesión meditativa, si ello resulta agradable y natural. Otras veces, sin embargo, aunque descubra que no puedo aceptar el mundo tal como es en ese momento, sigo adelante y paso a la cuarta meditación; los sentimientos que me impiden aceptar el mundo suelen quedar resueltos en la cuarta o la quinta meditación.

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ACEPTAR LA VERDAD: BUDA Así pues, procure no estancarse en una de las primeras expansiones. Aunque su respiración siga siendo tensa, aunque su mente no se serene enseguida, aunque no pueda aceptar el mundo, continúe avanzando por las distintas expansiones. Casi siempre, en algún momento, las tensiones se disiparán y el momento presente se abrirá en toda su perfección meditativa. Este programa de meditación está concebido para brindarle un alto grado de libertad a fin de que pueda expandirse al ritmo que le resulte natural en un momento determinado. A veces recorrerá rápidamente, de forma natural, las siete expansiones, pronunciando cada frase focal y experimentando su efecto en su consciencia, pasando luego a la siguiente fase meditativa, y después a la siguiente, de forma que en pocos minutos habrá recorrido los siete pasos y se sumirá en una meditación profunda no estructurada. En otras ocasiones llegará hasta la tercera meditación, tal vez, y descubrirá que desea pasar tiempo reflexionando sobre sus miedos y juicios presentes, mientras mira profundamente, durante cinco o diez minutos, en la dirección que la frase focal le señala.

Contemplar la aceptación Cuando necesite sumirse en un estado de contemplación profunda de la cuestión «Acepto el mundo tal como es», tal vez convenga que se formule las siguientes preguntas:

• Muchas personas temen que, aceptando todo tal como es, habrán de quedarse tal como están indefinidamente. ¿Es cierto? • ¿Generamos un cambio positivo juzgando la situación presente de forma negativa y recurriendo a la manipulación para cambiar las cosas, o aceptando la realidad de la situación presente y accediendo a ser partícipes de un espíritu de compasión y amor condicional? •

Cuando negamos la realidad, ¿logramos algo positivo?



¿Existe algún peligro inherente a negarse a aceptar la realidad?



¿Es posible juzgar y sentir amor al mismo tiempo?

• ¿Es usted mismo su crítico más exigente? ¿El concepto que tiene de sí mismo es válido o se basa en creencias y supuestos cuestionables? •

¿Quién es usted cuando se acepta a sí mismo incondicionalmente?

Haga una pausa y reflexione Deténgase un momento si lo desea; tómese tiempo para sintonizar con su respiración, con la presencia total de su cuerpo, aquí y ahora. Repase de nuevo la lista de preguntas y, sin resistencia, súmase profundamente en la contemplación.

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Rendirse Cuando no aceptamos el mundo tal como es, damos por sentado que no es fiable y que el universo no se desarrolla como sería debido Nuestra mente-ego alberga un amplio espectro de creencias acerca de cómo debería ser el mundo. Aunque nuestra creencia sea positiva y profundamente espiritual, debemos afrontar el hecho de que, si dicha creencia sobre cómo debe ser el mundo no coincide con la realidad de cómo es el mundo, generamos sufrimiento -y, por lo tanto, conflicto en nuestro interior, al aferrarnos a una creencia que no se corresponde con la realidad. En su libro Amar lo que es, Byron Katie da en el clavo con la siguiente verdad psicológica: Desear que la realidad sea distinta es como tratar de enseñar a un gato a ladrar. Puedes intentarlo una y otra vez, y al final el gato alzará los ojos y te dirá: «Miau.» Desear que la realidad sea diferente es inútil [ ... ] Podemos saber que la realidad es buena tal como es porque, cuando discutimos con ella, experimentamos tensión y frustración. No nos sentimos naturales ni equilibrados. Cuando dejamos de oponernos a la realidad, nuestros actos se tornan sencillos, fluidos, amables y valientes. Exacto: cuando dejamos de oponernos a la realidad y aceptamos el mundo tal como es, nos volvemos afectuosos y valientes. Y cuando el miedo desaparece, nuestros anhelos se disipan y somos capaces de abrir sin esfuerzo nuestros corazones a una plena participación en el eterno momento presente. Quisiera proponerle que explore a fondo el significado de rendirse a la realidad. Y después, simplemente, deje de resistirse a ella. No pierda ni un segundo más deseando que la realidad fuese distinta. Ahora mismo, en este preciso momento, es imprescindible aceptar la realidad porque no hay nada que podamos hacer para cambiar el momento presente. En esto consiste la comprensión espiritual de la vida. El momento presente es perfecto, sencillamente porque no puede ser de otra manera. Ahí está la clave. Una milagrosa lógica nos indica que sólo rindiéndonos por completo al momento presente podemos adquirir la capacidad de participar en su desarrollo y ejercer una influencia positiva en los momentos venideros. Viviendo con plenitud aquí y ahora, sin oponer ninguna resistencia a lo que es, participamos totalmente en el momento presente. Y a través de esta rendición, aceptación y participación, traemos el poder del amor y la verdad espiritual al momento presente, y todos nuestros actos se tornan naturales, en armonía con la verdad espiritual. Nuestra realidad y la realidad del mundo que nos rodea se sincronizan. Sólo cuando sucede esto hacemos progresos en verdad positivos; no a través de la manipulación de nuestras mentes críticas, sino a través de la participación de nuestras almas espirituales. Rindiéndonos a la realidad, nos entregamos sin reserva a Dios y permitimos que el Espíritu actúe a través de nosotros, en lugar de dejar que nuestro temeroso ego dicte nuestros actos. Así aprendemos a poner en práctica en el mundo la cualidad meditativa de la mente y del alma.

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ACEPTAR LA VERDAD: BUDA SIETE MAESTROS, UN CAMINO ACEPTAR LA VERDAD: GUÍA DE MEDITACIÓN 3 Procure ponerse cómodo y sentarse como prefiera... haga todos aquellos movimientos que desee... y poco a poco vaya centrando su atención en el aire que entra y sale por su nariz o por su boca... expanda su consciencia de modo que abarque los movimientos de su pecho y su vientre mientras respira... diga para Al mismo tiempo, sea consciente de su corazón, justo en el centro de su respiración... sea consciente de la totalidad de su cuerpo, aquí, en el momento presente... de sus pies... de sus manos... de su cara... de todo su ser.. sea consciente de los sonidos que le rodean... y diga para sí: «Mi mente está serena ... » Expanda su consciencia hasta abarcar el mundo que le rodea la habitación en la que se encuentra... el edificio donde se halla... los miembros de su familia... de su comunidad... sus compañeros de trabajo... la gente que conduce por las carreteras... todos y todo cuanto están haciendo ahora mismo... el mundo tal como es en este momento... la creación perfecta de Dios... y diga para sí: «Acepto el mundo tal como es ... » Fíjese en su respiración... en lo que siente en su corazón... observe todos aquellos pensamientos que fluyan en su mente y que tengan relación con aceptar o juzgar el mundo que le rodea... advierta si hay algo que alguien ha hecho, o debería haber hecho, o no debería haber hecho, que le disguste o le provoque ira... sea consciente de cualquier tensión física o sufrimiento emocional que pudiera haber en su interior, provocados por algo que no es de su agrado en el mundo... por algo que rechaza... que le hace sentir ira... o miedo... ¿Hay en el mundo alguien o algo que usted no acepta ahora mismo, en este preciso momento? Advierta que no hay nada que le amenace aquí y ahora, en este momento... se encuentra a salvo, se encuentra seguro, se encuentra perfectamente bien ahora mismo... así que, durante las próximas respiraciones, compruebe si puede seguir adelante y desprenderse de todos sus juicios y preocupaciones, inquietudes y aprensiones, aversiones y repulsas... y relájese placenteramente mientras siente cómo se libera de sus preocupaciones y sus juicios y acepta el mundo tal como es en este momento... Observe los cambios que puede experimentar emocionalmente, sobre todo en su corazón, cuando diga para sí unas cuantas veces: «Acepto el mundo tal como es ... » Si quiere, imagine que se encuentra en una habitación, sentado a una mesa con dos sillas... está relajado, no se siente amenazado o disgustado en absoluto... está en paz interiormente y en paz con el mundo que le rodea... una persona con la que usted ha tenido una disputa entra en la habitación... mire y vea quién es la persona que se acerca a la mesa y se sienta frente a usted... en lugar de juzgar a esa persona, en lugar de reaccionar con ira, rechazo o aprensión, continúe con su respiración... siga calmado y sintiéndose bien... concéntrese en la zona de su corazón... puede mirar a la persona a los ojos con amabilidad, sin juzgarla... y,

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ACEPTAR LA VERDAD: BUDA sin temor alguno, sienta cómo su corazón se abre a esa persona... véala a ella y su propio sufrimiento, como parte de la creación perfecta de Dios... deje que una sonrisa de compasión y aceptación aflore a su semblante mientras dice: «Te acepto tal como eres.» Observe qué se siente al prescindir de todo juicio y al aceptar. Fíjese en cómo reacciona la otra persona cuando deja de sentirse juzgada por usted... si se siente impulsado a hacerlo, puede levantarse, acercarse a ella y darle un abrazo... cuando esa persona salga del cuarto, repare en lo que experimenta en su corazón. Y ahora prescinda de la escena imaginaria... sintonice con su respiración... con su corazón... con la totalidad de su cuerpo, aquí, en este momento presente, y vuelva a decir para sí: «Acepto el mundo tal como es ... » Deje que lo inunde un maravilloso sentimiento de aceptación... ame la realidad tal como es... no puede cambiar la realidad del momento... sólo puede abrazar la creación de Dios... y gozar estando vivo ahora mismo... rindiéndose a lo que es... respirando... su consciencia se expande... sin oponer resistencia... aquí y ahora... respirando... gozando de la vida... y expandiéndose hacia una nueva experiencia...

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CAPITULO 4 EL DESPERTAR DEL CORAZÓN JESÚS

Este decisivo capítulo ocupa un lugar central en nuestras siete meditaciones porque, en muchos aspectos, hemos llegado al corazón de nuestro programa meditativo. No sólo jesús, sino también Buda, Lao-tse y Patanja11 antes de él, y Mahoma, Gurdjieff y Krislinamurti después de él, consideraban que el corazón y su capacidad primordial de recibir y compartir incondicionalmente amor y sabiduría universales constituyen el epicentro de la vida espiritual. En el presente capítulo, apelaremos ante todo a las enseñanzas, la inspiración y la imperecedera presencia espiritual de Jesús de Nazaret, que vivió en los inicios de nuestro calendario. Muchos lo llaman el «Cristo», y otros muchos lo ven como uno de los seres verdaderamente iluminados que han caminado por este mundo. Tanto si se considera usted cristiano practicante como si no, espero que las ideas de este capítulo le resulten valiosas. La cuarta y quinta expansiones de nuestro programa de meditación le ayudarán a despertar de nuevo su relación con su propio corazón y el amor que fluye dentro de ese centro espiritual. La mayoría de nosotros solemos tener una dificultad considerable a la hora de atender a los sentimientos y las percepciones del corazón. Por diversas causas que en breve estudiaremos, tenemos miedo de centrarnos en la presencia de nuestro corazón y, en su lugar, tendemos a permanecer concentrados en nuestra mente. Jesús, Buda y Lao-tse nos retan, de manera expresa, a prescindir de estas fijaciones mentales y a entregarnos a la sabiduría del corazón. Haga una pausa y reflexione ¿Qué le parece esta idea general de vivir centrados en el corazón? Después de leer este párrafo, deténgase unos instantes, deje el libro y pregúntese: ¿En qué punto de su cuerpo le gusta más concentrar su atención?, ¿en la zona superior de la cabeza y del cerebro, o en la zona profunda del pecho y del corazón? Reflexione un momento sobre su relación con su propio corazón; mire directamente y vea qué es lo que descubre en este nuevo momento.

Buscando a Jesús Llegué a San Francisco en el verano de 1968 para asistir al Seminario de Teología de San Francisco presbiteriano, adscrito a la Graduate Theological Union de la Universidad de Berkeley. Durante los siguientes cinco años, mientras me licenciaba en psicología pastoral y religión comparada, hice lo posible por amoldarme al enfoque protestante de la vida espiritual al tiempo que me introducía en el kr¡ya yoga, la danza sufi y el inspirador mundo zen de Alan Watts.

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El Seminario de Teología de San Francisco era, tal vez, el seminario más apasionante que podía hallarse en los ámbitos teológicos estadounidenses; no obstante, para mi consternación, a medida que buscaba una dimensión meditativa en la tradición protestante, mi frustración iba en aumento. Sencillamente, no existía tradición contemplativa alguna en la vida formal protestante, y la mayoría de los profesores no mostraban interés en hablar del valor espiritual de la práctica meditativa. Mis principales revelaciones acerca del concepto cristiano de la meditación procedieron de una fuente inesperada: un individuo misterioso que surgió aparentemente de la nada y que no tardó en convertirse en una figura clave del mundo de la meditación de San Francisco. Era un hombre de unos veinticinco años, a todas luces asiático, alto y esbelto, con una larga melena negra. Cuando apareció, llevaba una sencilla túnica de color rojo oscuro; era a inicios de la década de 1970, cuando en San Francisco la gente se vestía como quería. Poseía una voz profunda, pero sosegada, y hablaba un inglés fluido con un acento difícil de identificar. Aunque al parecer no tenía dinero alguno, no había transcurrido ni una semana desde su llegada cuando se instaló en una enorme casa que le prestaron en Berkeley, y comenzó a enseñar a un grupo de cincuenta personas un programa especial de meditación que, según dijo, había aprendido de su propio maestro en el sureste de Asia. Nos explicó muy poco de su pasado, salvo que había quedado huérfano a los cinco años y había sido adoptado por un matrimonio, de misioneros cristianos que lo criaron en su misión. Cuando contaba doce años, sus padres adoptivos abandonaron la labor en la misión y se fueron a las montañas con él a estudiar con un maestro budista, cuyo nombre no mencionó nunca. Fundamental para el tema de este capítulo y de esta meditación fue la visita que aquel joven hizo a seminario cierta tarde. justo al concluir una charla en la sala principal de conferencias, vimos que encontraba allí de pie en el fondo de la habitación, en silencio, ataviado con unos Levis, zapatillas deporte y camiseta, vestimenta que prefería por entonces. El profesor le hizo una seña para que acercara.

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Durante la siguiente media hora, habló tranquilamente delante del grupo de estudiantes cristianos, explicando que había descubierto el amor que jesús trajo al mundo gracias a sus padres adoptivos misioneros, quienes irradiaban un aura especial de tolerancia y compasión dondequiera que iban. Habló luego de una sencilla pero intensa experiencia mística que vivió de niño una mañana, mientras hojeaba la Biblia. Al pasar las páginas al azar, descubrió que ciertos pasajes parecían llamar su atención e incluso emitir luz cuando él los leía. Se giró y escribió en la pizarra los siguientes seis fragmentos de citas de la Biblia: Dios es amor No temáis Sosegaos Conoced la verdad

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO Ama al prójimo como a ti mismo Amaos los unos a los otros como yo os he amado Mientras soltaba la tiza, dijo suavemente: «He descubierto que si medito sobre estas palabras, y las vivo, no falta nada. Ésta es la senda espiritual que enseña vuestra tradición. No necesitáis sino traer el Espíritu Santo a vuestra vida; y, una vez que tengáis el Espíritu, podéis dejar a un lado todo lo demás. El amor lo es todo. Vivámoslo.» Con su humilde y característico encogimiento de hombros, sonrió afectuosamente, se volvió, se alejó por el pasillo y salió de la sala. Pasó alrededor de un mes más guiando a sus alumnos a través del mismo proceso de meditación que, poco más o menos, yo les enseño en el presente libro. Nos enseñaba con regularidad a centrar nuestra atención mental en la zona del corazón, a perdonarnos los unos a los otros y a aceptar la realidad tal como es, a escuchar en silencio cómo Dios habla a través de nuestros corazones y a permitir que el amor fluya hacia nuestro corazón y hacia el mundo. Sentí que por fin había hallado a mi auténtico maestro espiritual en aquel joven misterioso que vivía con plenitud aquello que enseñaba, integrando las enseñanzas del mundo de la meditación en un todo cohesivo que yo podía experimentar fácilmente en mi propio corazón. Entonces, una tarde, se acercó con calma a nosotros, ataviado con su vieja túnica. Sonrió con dulzura mientras nos estrechaba la mano, se despidió... y salió por la puerta para no volver jamás. Haga una pausa y experimente Tal vez sea conveniente que haga una pausa tras leer este párrafo. Cierre los ojos y sintonice con su respiración, con su corazón... y comience a abrirlo a la presencia de esos maestros especiales que acuden a nosotros cuando los necesitamos, ya sea en persona o en espíritu. ¿Está su corazón abierto a pedir y a recibir orientación espiritual? Observe qué revelaciones le llegan.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO

Dios es amor Einstein redujo la naturaleza de todo el universo a una sencilla ecuación que todos sabemos de memoria, aunque no la entendamos científicamente: E = MC2 . La tradición judeocristiana redujo toda la realidad espiritual de la existencia humana a otra ecuación aún más sucinta: Dios = Amor. Esta verdad definitiva constituye el fundamento de las enseñanzas de Jesús y, en la práctica, es una idea tan radical que nuestras mentes racionales simplemente no pueden aprehenderla. ¿A qué se debe esto? A que el amor no es un concepto. No es una idea. No es una creencia. Es la fuerza vital positiva y el poder integrador que crea y cohesiona toda la realidad. Del mismo modo que los antiguos taoístas y hebreos insistían en que no podemos conceptualizar adecuadamente -ni, por lo tanto, nombrar y categorizar la presencia y ente supremo que creó nuestra realidad física, tampoco podemos conceptualizar ni poner nombre al poder subyacente que sustenta la vida de este universo. Sí, es cierto que, desde un punto de vista espiritual, llamamos a dicho poder subyacente «amor». Pero este término tan sólo apunta a esa fuerza creadora y sustentadora, no puede abarcarla del todo conceptualmente. La ciencia estudia la realidad física manifiesta del universo. El amor es la infinita fuerza creadora que hace que se manifieste continuamente la realidad física. Los taoístas comprendieron la situación con suma claridad: «El nombre que puede ser nombrado no es él Nombre Eterno. Lo Innombrable es principio del Cielo y de la Tierra. Misterio de misterios, es la puerta de todas las maravillas.» ¿Y cómo cruzamos esa puerta? Jesús dijo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.» Siempre que una o más personas se detengan, sintonicen con su corazón y se abran al amor, el amor fluirá a su corazón. Ésa es la perenne verdad conforme a la cual viven espiritualmente todos los seres humanos. Dios es amor, y podemos fácilmente encontrarnos y entrar en comunión con Él abriendo nuestros corazones al amor. Así como Lao-tse, Patanjali y Buda fueron expresiones definitivas de una larga y fructífera tradición espiritual que los precedió, también Jesús surgió de una tradición que llevaba miles de años evolucionando en su relación con lo divino. En el Antiguo Testamento, el libro del Éxodo proclama que Dios es «clemente y misericordioso, grande en benignidad y fidelidad». En el salmo 36, el salmista canta: « i Oh Dios, qué preciosa es tu gracia! » En tiempos primitivos, la gente solía temer a los dioses que veneraba porque éstos no eran precisamente dioses compasivos. El gran salto adelante que el judaísmo representó en la evolución del mundo religioso lo constituyó el hecho de que dicha tradición comprendiera que el único Dios creador y sustentador de toda la realidad es un Dios lleno de amor y de misericordia, que prodiga su ayuda y su perdón.

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Buda enseñó igualmente que la compasión es fundamental para la meditación. A este respecto, la diferencia entre el budismo y el taoísmo, por una parte, y el cristianismo y el islamismo, por otra, estriba en que estos últimos se centran en un Dios muy personal, mientras que el budismo y el taoismo no son tradiciones teistas. Cuando prescindimos de nuestras creencias religiosas sobre la cuestión, cada uno de nosotros descubre, a través de la meditación, su preferencia individual por un sentido más personal de Dios o bien por el encuentro directo con el Espíritu sin deidades personales. Por lo que a mí se refiere, en algunas ocasiones, al meditar, percibo de forma muy intensa la presencia de una deidad personal, aunque a menudo la experiencia suele ser de pura unidad con el Tao, sin atisbos de entidad personal alguna. Concédase a sí mismo la libertad necesaria para abrirse y descubrir su propia relación con lo divino a medida que ésta evoluciona. Dios es amor, pero nuestra experiencia de ese amor se presenta de muchas formas y maneras distintas. La mayoría de nosotros, al contemplar la experiencia de sentir el amor fluyendo a nuestros corazones, y al reflexionar sobre nuestra reacción a dicha experiencia, comprendemos que casi siempre bloqueamos ese flujo y nos sentimos aislados de la presencia del Tao en nuestra vida. No podemos sentir el contacto de la mano de Dios en el corazón. El objetivo del presente programa de meditación no consiste en explorar teóricamente la idea de tal amor, ni en crear una visión romántica de la capacidad de amar, sino en aprender los pasos prácticos precisos para abrir nuestro corazón a fin de amar más profundamente. Tres de las breves enseñanzas bíblicas que relacioné más arriba han sido mi propio faro a la hora de explorar el sendero psicológico y espiritual para trascender las contracciones emocionales y permitir que el amor fluya. Mis meditaciones sobre estas tres enseñanzas indican que el acto de prescindir del miedo, serenar la mente y abrirse para experimentar la verdad conduce directamente al despertar del corazón. Estudiemos cada una de dichas enseñanzas a fin de ver cómo pueden convertirse en una práctica meditativa para toda la vida.

No temáis Como ya hemos visto en el capítulo 3, el miedo es el principal enemigo de la experiencia espiritual. Cuando nos hallamos inmersos en preocupaciones, aprensiones, temores y angustias, psicológicamente perdemos la capacidad de sentir empatía por los demás y, de hecho, también por nosotros mismos. Por extensión, perdemos la capacidad de relacionarnos con amor con nuestro núcleo espiritual más profundo. En otras palabras, cuando tenemos miedo perdemos el contacto con Dios. En la Biblia, en sesenta y dos ocasiones Dios o Jesús dicen: «No temáis.» En el Génesis, el primer libro de la Biblia, puede leerse: «Dirigió Yalivé su palabra a Abraham y le dijo: "No temas. -» Y poco después: «Y aquella noche se le apareció Yalivé y le dijo: "No temas, porque yo estoy contigo." ». Jesús relacionó la pérdida del miedo con la curación: «Jesús se acercó, los tocó y dijo: Levantaos y no temáis."» A aquellos que estaban preocupados por las calamidades que podían acontecer en el futuro, Jesús les dijo: «Oiréis hablar de guerras y de rumores de guerras; no os alarméis.»

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EL DESPERTAR DEL CORAZÓN: JESÚS Y acaso tengan especial relevancia para nuestra comprensión del miedo las memorables palabras de Jesús: «La paz os dejo, mi paz os doy. No se turbe vuestro corazón ni tengáis miedo.» El mensaje es clarísimo no se turbe vuestro corazón. No tengáis miedo de nada. Vivid ajenos a la tenaza de las debilitantes angustias y aprensiones. Pero ¿cómo? Como terapeuta, he encontrado un único medio para superar la tenaza del miedo: recorrer la senda meditativa, aprender a serenar la mente y prescindir del flujo de pensamientos que generan nuestras preocupaciones y angustias, abrir el corazón para que se inunde de la emoción opuesta al miedo: el amor. En los últimos treinta años, la psicología cognitiva ha demostrado científicamente que la angustia no es una emoción autónoma, ni el pesimismo y la aprensión crónica son humores independientes. Antes bien, surgen directamente de los habituales pensamientos y figuraciones negativos que pueblan la mente. La principal verdad psicológica consiste en que, a menos que suframos una amenaza física directa, siempre hace falta un pensamiento para que sintamos angustia. Es evidente que podemos actuar sobre la base de esta idea científica y erradicar el miedo de nuestra vida aprendiendo a alejarnos de esos pensamientos que generan las reacciones emocionales y psicológicas de temor. Eso es exactamente lo que hacemos con este método de meditación. Aprendemos a «sosegarnos» y, de ese modo, accedemos a esa cualidad especial de paz espiritual de la que Jesús hablaba tan a menudo. Como ve, hemos dedicado los tres primeros capítulos a dominar técnicas de meditación que nos permiten acallar el flujo de pensamientos en la mente. Jesús dio una clara orden espiritual: Dejad de vivir con miedo. Aceptemos el desafío; nuestra vida espiritual depende de ello. Con los años he constatado que el tratamiento psicológico de la angustia casi siempre fracasa sí carece de una dimensión meditativa espiritual. La terapia cognitiva puede poblar la mente de pensamientos positivos que destierran los negativos, pero sólo cuando aprendemos a acallar del todo los pensamientos entramos en ese estado de «paz que sobrepasa toda inteligencia», como lo expresó el salmista. He descubierto, asimismo, que eliminar los pensamientos y figuraciones que tienen su raíz en el miedo y volverse receptivo al flujo del amor espiritual es un acto de voluntad, que debemos elegir conscientemente el amor antes que el miedo una y otra vez, hasta que se convierta en nuestro nuevo modus operandi. Haga una pausa y reflexione ¿Es la angustia un componente importante de su vida? ¿Las preocupaciones tienden a nublar su mente y cerrar su corazón? Siéntase libre de hacer una pausa durante unos instantes, sintonice con su respiración... y reflexione sobre la necesidad fundamental de liberarse de sus preocupaciones si desea llenar su corazón de amor.

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EL DESPERTAR DEL CORAZÓN JESÚS Sosegaos y sabed La tranquilidad es la esencia de la meditación y la antítesis del estado temeroso. No podemos relajarnos y estar en paz con nuestro corazón, ni abrirnos al flujo del amor, cuando nuestra mente se halla agitada e inquieta. En lo más hondo de la tradición judeocristiana encontramos una expresión clara del valor y la necesidad de la tranquilidad. En el Salmo 4 se nos dice: «En vuestro lecho meditad en silencio.» Y en el Salmo 46 figura la orden más contundente: «Estad tranquilos y sabed que yo soy Dios El Salmo 107 recoge que «se alegraron al verlas calmarse, y Dios los llevó hasta el puerto deseado». En Isaías se nos enseña: «En la conversión y la calma está la salvación, en la mesura y la confianza se encuentra vuestra fuerza. » Y en jeremías leemos: «[¡Oh espada de Yahvé!] ¿Nunca descansarás? ¡Retírate [a tu vaina], detente, cálmate! » Encontramos aquí la tradición meditativa de la que se nutrió Jesús en su infancia y, a buen seguro también, a lo largo de su despertar espiritual. En medio de esta quietud meditativa empezamos a vislumbrar directamente la verdad de la vida y a lograr lo que Jesús nos enseñó con su más contundente imperativo meditativo: «Conoced la verdad y la verdad os hará libres.» La verdad que descubrirnos en la meditación es, por supuesto, que Dios es amor, que existe en nuestra vida una presencia espiritual que podemos conocer directamente volviéndonos hacia nuestro corazón y abriéndonos al flujo del amor. Nos liberamos del miedo aprendiendo a sosegarnos, y en ese estado de calma llegamos a conocer la verdad, y en esa armonía con la realidad más profunda de la vida descubrimos el poder primordial del amor que nos anima y nos une directamente a lo infinito Innombrable. Haga una pausa y experimente Vuelva a detenerse tras leer este párrafo, cierre los ojos; sintonice con su interior; sienta el aire que entra y sale por su nariz; sea consciente de sus manos; de sus pies; de su cara; deje que su mente se serene; concéntrese en su corazón, en el centro de su respiración, y simplemente vuelva la mirada hacia su interior, sin juzgar, para conocer la verdad, y abra su corazón al amor, mientras dice para sí: «Me amo a mí mismo... amo al mundo.»

Amarás al prójimo como a ti. mismo jesús dejó en el mundo esta exhortación de siete palabras como una bomba psicológica. Me acuerdo de cuando comprendí por primera vez una de las implicaciones del enunciado: para amar a mi prójimo debo, en primer lugar, amarme a mí mismo. Es importante advertir que, al indicarnos cómo debíamos amar, Jesús comprendía a la perfección que el amor es una cualidad interior que cultivamos dentro de nuestro corazón y que luego fluye hacia aquellos que nos rodean. Si intentamos amar al prójimo, pero no cultivamos el amor hacia nosotros mismos, estamos abocados al fracaso. El primer paso para aprender a amar consiste en establecer una conexión interior entre nuestros corazones y la fuente primordial de amor.

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EL DESPERTAR DEL CORAZÓN JESÚS SIETE MAESTROS, UN CAMINO La cuestión de la polaridad «egoísta-desinteresado» queda fácil y definitivamente resuelta cuando reflexionamos sobre el desafío de Jesús de amar al prójimo como a nosotros mismos. No dijo: «Amarás al prójimo más que a ti mismo», porque sabía, seguramente, que tal cosa era imposible. Si no existe amor en nuestro corazón, no tenemos ningún amor que ofrecer al prójimo. Sin embargo, si permitimos que aumente el flujo de amor hacia nuestro propio corazón, crece el amor del que disponemos y que fluye hacia nuestro prójimo. Pese a que se critica la meditación tachándola de práctica intrínsecamente egoísta, no podemos menos de reconocer que, para amar más a quienes nos rodean, nuestra primera responsabilidad consiste en mirar hacia nuestro interior y volvernos más afectuosos en nuestra relación con nosotros mismos. En la meditación que estamos aprendiendo, cada día dedicamos un tiempo a mirar en nuestro interior, a observar nuestros pensamientos, a ver cómo los pensamientos negativos generan emociones negativas... y, una vez que lo hemos visto, a optar por prescindir de esos pensamientos que nos causan daño. Somos criaturas que tienden hacia el placer y evitan el dolor. Cuando vemos que ciertos pensamientos críticos nos provocan un dolor crónico -y considerable, tendemos a alejarnos de ellos. Éste es el poder curativo de la meditación. Cuando vemos la verdad claramente, cambiamos. Cuando sabemos la verdad acerca de esos hábitos mentales perjudiciales para con nosotros mismos, nos liberamos de ellos.

Optar por amarse ¿Cómo podemos utilizar esas tres sentencias de la tradición judeo cristiana de modo que nos ayuden a elegir el amor por encima del miedo? Comencemos estudiando nuevamente esas frases, traducidas a la práctica meditativa. • No temáis: Aprenda a acallar las preocupaciones y los juicios permanentes, concentrando su atención en el momento presente y no en el futuro, y no tenga miedo de verse a sí mismo de forma clara y sincera. Opte por permitir que el amor, y no el miedo, llene su corazón. • Sosegaos: Aprenda a serenar su mente a voluntad. Cuando mire en su interior y observe sus hábitos mentales conforme actúan, no los juzgue. Permanezca sosegado, como testigo u observador, y desde lo profundo de ese sosiego... • Conoced la verdad: Aprenda a mirar directamente para ver quién es usted y cuál es la verdad de la cuestión, y la verdad le hará libre. Ésa es la esencia de la curación cognitiva y emocional cuando se aborda desde un punto de vista meditativo. Ver la verdad con nitidez y sin juzgar es comenzar un proceso de crecimiento, rectificación y curación. Deténgase a meditar, mire en su interior y observe qué siente hacia usted mismo. Diga: «Me amo tal como soy», y vea luego si eso es verdad en el momento actual, o sí el enunciado revela que existe discordia en su corazón. Si descubre que su mente se niega a permitir que sienta amor hacia sí mismo en su corazón, contemple con honestidad la verdad de la cuestión sin temer lo que pueda encontrar. Tal vez descubra que tiene la idea recurrente de que no es digno de ser amado. Se considera a sí mismo, quizá, demasiado feo para merecer amor, 0 poco atractivo sexualmente. Desaprueba y le repugna su propio yo. 0 tal vez se considere estúpido, o torpe, o un vago incorregible; o, sencillamente, una persona aburrida, deprimente y pesada

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO Si llega a esta tercera expansión y descubre que su corazón, por algún motivo, se cierra y no le permite amarse a sí mismo, es importante que se relaje, permanezca pendiente de su respiración y contemple con claridad qué es lo que piensa su mente que le impide amarse a sí mismo. ¡Sorprenda a su mente crítica con las manos en la masa! Una vez que haya visto las posturas mentales negativas que obstruyen el sentimiento de amor hacia usted mismo, estará listo para mirar más allá de los juicios que se ha formado sobre su persona y ver la verdad de la cuestión. ¿Quién es usted realmente, en el fondo? ¿El juicio que se ha formado su mente es cierto? ¿Es incapaz de dejar que el amor fluya hasta su corazón? ¿0 puede empezar a verse a sí mismo como una creación de Dios y, por lo tanto, sentirse perfectamente tal como es? Cuando su mente se serene en la meditación y empiece a percibir quién es realmente, en lo más hondo, no como personalidad o cuerpo físico, sino como ser espiritual viviente, adquirirá un conocimiento directo de su propia identidad. Y, al saber la verdad, podrá optar por dejar que el amor fluya hasta su corazón. Ese flujo de amor comenzará a corregir los planteamientos que ha adoptado respecto a su propio yo, para que pueda florecer dentro de su corazón un nuevo sentido de amor hacia usted mismo. Su relación consigo mismo es su relación más íntima. Es usted quien ha de elegir qué clase de relación será: una relación fundamentada en el miedo, en la crítica o en el amor. Pregúntese mientras medita qué clase de relación desea fomentar con su propio yo. ¿Desea tener un amigo interior que le critica constantemente y le niega su amor, o desea tener un amigo interior que le acepta tal como es? Merced al sistema básico de creencias que desarrolló en la temprana infancia, se aferra usted a una opinión de sí mismo como persona digna o no digna de ser amada. Al meditar en los próximos días y semanas, cuando llegue a la cuarta meditación y diga «me amo a mí mismo ... », le animo a que: 1. Observe y examine con cuidado qué antiguas creencias sobre sí mismo activa inmediatamente la meditación. ¿Quién es la persona que en su interior evalúa y dice «sí, eres digno de ser amado», o que le niega la maravillosa sensación de amarse a sí mismo? 2. Dedique un tiempo a considerar qué ansía sentir en su corazón cuando diga «me amo a mí mismo». 3. Piense que en cualquier momento dado es libre de optar por continuar fijándose en aquello que no le gusta de sí mismo, o bien por seguir adelante y aceptarse y amarse tal como es. A partir de este momento, le desafío a que comience a desarrollar el hábito de permitirse estar bien consigo mismo en su corazón. De usted depende. Arriésguelo todo. Ámese a sí mismo. Deje que el amor, que todo lo cura, fluya hasta su interior.. Y después será capaz de amar a los demás con ese mismo amor que fluye hacia usted.

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El amor no es una idea Descubrirá que no puede lograr que fluya más amor a su corazón y hacia el mundo simplemente pensando en lo mucho que desea hacerlo. Mientras el foco de atención se halle en su cabeza, no se hallará en su corazón. Y, a la inversa, descubrirá que cuanto más opte por centrar la atención mental en la zona del corazón, y se concentre menos en su cabeza más capaz será de sentir amor. El amor es un sentimiento, no una idea... y los sentimientos de amor se experimentan fundamentalmente en la zona del corazón, no en la cabeza. Puede ocurrir que encuentre malos sentimientos cuando se vuelva hacia su corazón. Todos tenemos en nuestros corazones viejas heridas causadas por el rechazo, la desesperación, el desaliento o la ira, y no desaparecen por arte de magia. No podemos borrar el pasado. Sólo podemos aceptar lo que quiera que nos haya sucedido y dejar de considerarlo inaceptable, imperdonable o insoportable. Descubrirá que el secreto para abrir de nuevo su corazón al amor consiste en aprender a aceptar en su plenitud la realidad del pasado. No rechace, niegue o se resista a los sentimientos de su corazón, cualesquiera que sean en cada momento. Antes bien, acéptelos por completo y, luego, opte por permitir que la luz sanadora del amor brille sobre ellos. Es el único modo de trascender el sufrimiento: amarse a sí mismo tal como es y dejar que el amor de Dios le alcance y transforme su experiencia interior. Este amor fue el que Jesús dio a sus discípulos y a los demás: un amor incondicional que lo perdona todo ' Durante la meditación formal, y también a lo largo del día, repítase una y otra vez: «Me amo a mí mismo tal como soy», y deje que ese potencial para amar despierte en su corazón. Tome la decisión interior de aceptarse a sí mismo y, poco a poco, podrá mirar en su interior, sin juzgar, para conocer la verdad profunda acerca de quién es en realidad. No tardará en descubrir, en ese acto meditativo, que usted es una creación perfecta que no precisa de cambio alguno para llenarse de amor.. hacia sí mismo y hacia quienes le rodean. Haga una pausa y reflexione Después de leer este párrafo, puede dejar el libro y relajarse un poco; sintonice con su respiración, con su corazón, y note qué siente ahora mismo en él... hacia sí mismo. Simplemente observe y acepte. ¿Le resulta fácil optar por amarse tal como es, sin dudas ni reservas... o alberga juicios, planteamientos y creencias negativas sobre sí mismo que impiden que el amor fluya hasta su corazón? Dedique algún tiempo a reflexionar sobre cómo responde o reacciona cuando dice para sí: «Me amo a mí mismo. »

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Como yo os he amado Jesús ofreció a sus discípulos otra perla de sabiduría espiritual para ayudarlos a comprender cómo recorrer la senda del corazón. Les ofreció el ejemplo de su propio amor como modelo de amor entre los hombres. Dijo sencillamente: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado.» Jesús era, sin duda, un ser humano lleno de amor; casi nunca se enojaba; ponía siempre la otra mejilla; era paciente, amable, profundamente compasivo y comprensivo con las ideas y sentimientos de quienes lo rodeaban. Sin embargo, cuando examinamos detenidamente cómo amó Jesús a los demás, debemos reconocer que no llevó una vida específicamente encaminada a minimizar el dolor emocional de quienes estaban a su alrededor. No trató de ocuparse de los sentimientos de los demás. No era eso lo que él entendía por amor. Para él, el amor era, ante todo y sobre todo, tener su corazón abierto siempre a su propio núcleo de ser espiritual. En ese continuo estado meditativo de devoción, pareció vivir no tramando ni manipulando con su mente lógica, sino siguiendo los dictados y la sabiduría de su corazón que lo impulsaban en cada momento. Para Jesús lo importante era amar a Dios con toda su alma, su mente y su corazón, y realizar la labor que tenía ante sí espontáneamente, siguiendo sus propios impulsos. Por ejemplo, dijo a sus discípulos que, cuando los llevasen ante las autoridades, no pensaran con antelación en lo que debían decir; al contrario, tenían que dejar que el Espíritu hablase a través de ellos mientras mantenían sus corazones puros y en sintonía con la sabiduría y la guía espiritual. Dicho de otro modo, en lugar de llevar una vida regida por «deberías» y «no deberías», Jesús se entregó a la realidad y fue siempre fiel a su propia llamada interior, a pesar de lo que los demás pensaran de sus actos o de cómo estos actos afectaran los sentimientos de otras personas. En todo lo que hizo, por lo que sabemos, vivió el amoroso camino de la entrega total al momento espiritual. Jesús señaló que no había venido a vivir conforme a las leyes de su cultura ni tampoco a destruirlas. Había venido para cumplir la ley enseñando nuevas leyes fundamentadas en una idea central cualitativamente más elevada: es decir, amar al prójimo como a nosotros mismos y amarnos unos a otros con la misma honestidad carente de temor y con la misma dedicación a la verdad con que él amó.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO EL DESPERTAR DEL CORAZÓN JESÚS Perdonarlo todo Hablar de amor es hablar de perdón. Jesús enseñó, igual que Mahoma, que Dios es, ante todo y sobre todo, un Dios misericordioso, y que esta capacidad de perdón se fundamenta en el poder del amor. Uno de los principales mensajes de Jesús, durante sus dos años de enseñanza activa, consistió en asegurar a cuantos se le acercaban con un corazón sincero que Dios les perdonaba todos los males que creyeran haber cometido. En todas las religiones, la teología se halla muy imbuida de nociones dualistas acerca del bien y el mal, lo bueno y lo malo, los santos y los pecadores. Pero los sistemas de creencias que nos juzgan como buenos o malos son innecesarios y hasta irrelevantes en la meditación. El concepto del pecado y de la acción de pecar no tiene cabida en ella, porque el objetivo perseguido en la meditación es prescindir de juicios y creencias, simplemente, sintonizar con nuestra unidad con Dios. En el acto de la meditación elegirnos dejar de juzgarnos y aceptarnos tal como SOMOS. Sin embargo, todos hemos cometido acciones que nos hacen sentir mal, y a veces seguimos actuando de formas que lastiman a otras personas, sobre todo cuando tenemos miedo y, por lo tanto, nos mostramos hostiles o estamos a la defensiva. También tendemos a juzgarnos a nosotros mismos por cosas que hicimos largo tiempo atrás. Estos juicios han generado en nosotros la creencia de que somos malas personas, pecadores incorregibles, etcétera. ¿Cómo nos enfrentamos a esos sentimientos de ser pecadores, e incluso malvados, cuando surgen durante la meditación? ¿Cómo nos perdonamos por las cosas malas que hemos hecho, para poder amarnos incondicionalmente? El perdón es inherente al proceso natural de la meditación, como ya hemos visto. La noción del bien y del mal, de ser malos y pecadores, no es más que eso: una noción. La meditación nos conduce a una cualidad de consciencia en la que prescindimos de los juicios de la mente racional sobre nuestro comportamiento pasado; entramos en un estado de gracia donde, en lugar de pensar en el amor y el perdón de Dios, experimentamos directamente en el corazón el amor y la aceptación de Dios conforme fluyen hacia nuestra vida. Sabiendo por la experiencia meditativa que la infinita fuerza creadora del universo, y de más allá, es una fuerza amorosa y, por ende, compasiva, abordamos el acto del perdón en la meditación desde un punto de vista psicológico y pragmático. Miramos hacia nuestro interior para observar si nos juzgamos, rechazamos o condenamos a nosotros mismos, o a alguien de nuestro entorno, como personas malas, perversas, malintencionadas, inaceptables o indignas de ser amadas. Si descubrimos la existencia de tal Juicio, condena o rechazo a aceptar la realidad tal como es, empleamos el método meditativo básico para corregir dicho juicio: aceptamos la realidad de lo sucedido, sin considerarla buena ni mala, viéndola tan sólo como la realidad de lo sucedido... Y, al prescindir de todo juicio, permitimos que el amor curativo fluya.

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Esto también se cumple en la forma que usted tiene de relacionarse con las personas que le rodean, amándolas o juzgándolas. En el evangelio de san Marcos, Jesús aporta varias sugerencias tanto para meditar como para perdonar: «Cuando os pongáis a orar, si tenéis algo contra alguien, perdonad para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestros pecados. Pues si vosotros perdonáis, también vuestro Padre, que está en los cielos, perdonará vuestras ofensas.» Poco después recomienda que, cuando comencemos a orar, observemos si nuestro corazón alberga rencor o malos sentimientos hacia alguien, y que, de ser así, vayamos inmediatamente a hacer las paces con esa persona antes de continuar con nuestras oraciones. Por lo tanto, en la cuarta meditación es importante que haga usted una pausa cuando diga «me amo a mí mismo; amo al mundo», y piense si hay alguien a quien necesite perdonar. En tal caso, es fundamental para su paz de ánimo y su experiencia espiritual aceptar primero la presunta injusticia que, según su mente, esa persona ha cometido con usted; puede hacerlo en su corazón o en persona, dependiendo de la situación. Ríndase a la realidad de la vida. Acepte y perdone. Cuando prescinda de los juicios sobre las personas que le rodean, podrá amarlas, de la misma forma que Jesús amó. Aprender a amarnos a nosotros mismos es un ejercicio de exploración que dura toda la vida. Prescindir de nuestros miedos y juicios supone un esfuerzo continuo que reanudamos en cada nueva sesión meditativa. Esta cuarta expansión le ofrece la oportunidad de renovar cada día su decisión de amarse a sí mismo tal como es, y de curar cualquier herida o contracción que encuentre en su corazón. Quisiera recalcar que este proceso de curación no tiene un final definido. La meditación no se orienta hacia una meta. El momento presente, y no el futuro, es el punto al cual regresa siempre nuestra atención, y cada momento es, por definición, nuevo. Toda nuestra experiencia sensorial presente es una creación de la manifestación física del Espíritu, o del Tao, o como quiera llamarse a lo Innombrable. En este eterno momento sin fin del presente es donde nuestra presencia personal se abre y se fusiona con la Presencia Superior. Jesús dijo: «El reino de los cielos está cerca.» A menudo los traductores insisten en que la traducción más correcta es: «El reino de los cielos está dentro de vosotros.» Ambas traducciones apuntan al aquí y el ahora. Éste es el momento y el lugar. Y la meditación es la forma más directa de detenernos regularmente, abrirnos, sintonizar y entrar en ese reino de los cielos donde nuestros corazones se inundan continuamente de amor.

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EL DESPERTAR DEL CORAZÓN GUÍA DE MEDITACIÓN 4 Verá que el resto de las meditaciones presentadas en el libro comienzan con las mismas palabras. Mi intención es proporcionarle una breve y básica secuencia de palabras, un mantra que repasará cada vez que practique la meditación de Siete maestros, un camino de forma que llegue a aprenderlo de memoria. Entonces no tendrá que consultar el texto para saber lo que debe hacer cada vez que se detenga a meditar. La estructura y los indicadores verbales formarán parte de su mundo natural. Procure ponerse cómodo, siéntese donde prefiera... realice todos los movimientos que desee... y centre poco a poco su atención en el aire que entra y sale por su nariz o por su boca... expanda su consciencia de modo que abarque los movimientos de su pecho y de su vientre mientras respira... y diga para sí: «Estoy respirando libremente ... » Al mismo tiempo, sea también consciente de su corazón, que late justo en el centro de su respiración... sea consciente de la totalidad de su cuerpo, aquí, en el momento presente... de sus pies... de sus manos... de su cara... de todo su ser.. sea consciente de los sonidos que le rodean... y diga para sí: «Mi mente está serena ... » Expanda su consciencia de modo que abarque el mundo que le rodea... su familia... sus amigos... a sus compañeros de trabajo... y todo lo que están haciendo ahora mismo... el mundo tal como es en este momento... la creación perfecta de Dios... y diga para sí: «Acepto el mundo tal como es ... » Y ahora centre su atención interior en sus sentimientos de aceptación y de amor hacia sí mismo. Comience a notar qué siente en su corazón hacia usted mismo. A fin de ver cómo reacciona hoy a las palabras, diga unas cuantas veces al exhalar: «Me amo a mí mismo tal como soy»... y compruebe cómo responde hoy a dichas palabras... No se juzgue, a pesar de lo que sienta en su corazón hacía usted mismo... simplemente deje que los sentimientos estén ahí... obsérvelos... vea la verdad... ¿Se siente relajado y experimenta un sentimiento de amor y de aceptación interior?... ¿o, de algún modo, lucha consigo mismo, incapaz de perdonarse y de aceptarse como es en este momento?...

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO ¿Qué sucedería si se despojase ahora mismo de todo el miedo y el rechazo que siente en su corazón hacia usted mismo?... Deje que sus pensamientos se sosieguen... sea consciente de sus sensaciones corporales ... y, al mismo tiempo, de los sonidos que le rodean ... permita que los sentimientos de su corazón empiecen a dulcificarse... a relajarse... comience a abrirse a la posibilidad de aceptarse y amarse a sí mismo tal como es... observe... ¿Tiene miedo de abrirse y amarse a sí mismo?... Siga prestando atención a su respiración... deje que la calma se haga más profunda... que los pensamientos desaparezcan... al menos durante unos instantes, permítase verse a sí mismo perfectamente bien tal como es... es una creación de Dios... ámese a sí mismo como jesús amó... sin juzgar.. sin temer... sin dudar... perdóneselo todo... y diga de nuevo: «Me amo a mí mismo tal como soy .. » Acallados sus pensamientos, limítese a estar consigo mismo, sin Juzgar ni tener miedo... observe y vea quién es en realidad... observe para ver la verdad acerca de quién es en lo más profundo... más allá de las palabras... la experiencia directa... dentro de su corazón... y deje que en él comiencen a expandirse los sentimientos positivos hacia usted mismo... y que fluyan hacia todas aquellas personas que conoce... Deje que el amor fluya... Usted elige entre amarse... o no amarse. Mire en su corazón y vea qué es lo que elige ahora mismo... juzgarse, temerse y rechazarse a sí mismo, o abrirse, aceptarse y amarse... Elija... Como acto de amor hacia sí mismo, puede optar por darse permiso para sentirse bien en su corazón ... Ríndase al amor.. deje que éste le llene... «Me amo a mí mismo tal como soy .. » Deje que su meditación se torne más profunda ... deje que el amor fluya...

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CAPÍTULO 5 LA CURACION EMOCIONAL: MAHOMA Como hemos visto, nuestra experiencia meditativa comienza de forma natural con una concentración plena en lo que sucede en nuestro cuerpo en el momento presente: la respiración, los latidos del corazón, la totalidad de nuestra presencia corporal, así como nuestras emociones, pensamientos, intuiciones, sentimientos, percepciones y todos aquellos componentes de la identidad personal que, conjugados, crean nuestra sensación interior de estar vivos. Las primeras cuatro expansiones constituyen un paso completo hacia la plena consciencia interior de quiénes somos dentro de nuestra burbuja de consciencia personal. Cuando expandirnos nuestra consciencia para abarcar todo lo que sucede en nuestro ámbito sensorial y cognitivo, nos encontramos viviendo dentro de una burbuja que se extiende hasta donde nuestros diversos sentidos pueden sintonizar con el mundo exterior. Para algunas personas -sobre todo, para aquellas con una fuerte inclinación hacia lo científico, este nivel de expansión de consciencia personal representa la totalidad de la experiencia meditativa. Si comprueba usted que éste es su caso, estupendo: ya tiene las cuatro expansiones que conformarán su práctica meditativa a largo plazo. Mi propia experiencia en la meditación, sin embargo, me ha hecho comprender que es posible alcanzar otras expansiones de consciencia cuando optamos por abrir nuestro corazón para entrar en contacto con una consciencia infinita transpersonal que existe más allá de nuestra burbuja personal de consciencia meditativa. La expansión meditativa del presente capítulo se centra en el proceso mediante el cual podemos optar por hacer permeable nuestra burbuja de consciencia personal y permitir que un poder y una presencia superiores fluyan hacia dicha consciencia. En la terminología tradicional, este flujo se denomina el amor de Dios, el contacto de la mano de Alá o la unión de nuestra mente personal con el Tao infinito. mientras aprendemos el proceso meditativo necesario para abrirnos a esta expansión hacia una consciencia transpersonal, debemos procurar no establecer conceptos acerca de quien es ese Dios transpersonal o cuál puede ser la relación existente entre nuestro propio yo y el Yo superior. Eso es algo que debe descubrir usted mismo, mediante la experiencia directa. Mi cometido consiste en facilitarte la herramienta meditativa que le conducirá directamente al punto de la entrega y la apertura. Según mi experiencia, existe sin duda una consciencia infinita espiritual que impregna la realidad física. Y en la meditación todos somos capaces de expandir nuestra consciencia personal para fusionarnos con esta consciencia transpersonal. La experiencia concreta que le sobrevendrá cuando haga la expansión se verá influida, naturalmente, por sus creencias y expectativas religiosas personales. Al expandir de manera deliberada su experiencia meditativa más allá de su consciencia biológica y energética para abarcar lo infinito, realiza un esfuerzo espiritual de fe que le hace del todo vulnerable y receptivo a un poder, una sabiduría, un amor y una consciencia que transciende su experiencia individual y le conecta directamente con dimensiones iluminadas de ser. Esta decisión de fusionarse con una consciencia que trasciende su cons, ciencia personal es tan fundamental que dedicaremos íntegramente las tres últimas expansiones de nuestro programa meditativo a explorar el proceso.

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Haga una pausa y reflexione Tal vez desee detenerse unos momentos... y esperar a que se calme un poco el vendaval verbal; sintonice con su respiración, con la totalidad de su cuerpo, aquí, en el momento presente, y comience a explorar qué es lo que siente acerca de abrir su corazón al flujo del amor y de la guía que proceden de más allá de su burbuja sensorial de consciencia personal; simplemente observe, no juzgue, mientras iniciamos esta exploración de su capacidad de fusionar su consciencia personal con la Consciencia Universal.

Abrirse para recibir Siempre agradezco llegar a la frase focal de esta quinta expansión, porque casi siempre experimento un ex traordinarlo cambio en mi consciencia sólo con decir las palabras: «Mi corazón está abierto... para recibir.. la ayuda curativa de Dios.» Por lo general, se suele pronunciar como enunciado dividido en tres partes, lo que nos permite profundizar en cada una de ellas antes de pasar a la siguiente. Las dos primeras son básicas y breves; presentan el sujeto («mi corazón»), el verbo («está abierto») y la intención («para recibir»). La tercera parte del enunciado, como veremos más adelante en este capítulo, es más compleja y puede modificarse dependiendo de cómo prefiramos llamar a la fuerza creadora del universo, y de la clase de flujo que creamos necesitar en un momento determinado. Puede que para usted el término «Dios» sea perfectamente válido. 0 quizá, si está vinculado a las corrientes taoísta o budista, o adopta una perspectiva laica científica, a lo mejor prefiere emplear otro término de su elección. Necesitará experimentar y ver qué palabra o palabras específicas le satisfacen en mayor medida cuando dirija su atención más allá de los confines de su mente, hacia la comunión con cualquiera que pueda ser para usted la realidad de la presencia espiritual del universo. Pronunciando esta declaración de intenciones en tres partes, alienta activamente a su corazón a abrirse y volverse permeable para que su alma personal sea tocada por la presencia espiritual universal. El presente capítulo arrojará una hermosa luz sobre nuestro potencial a fin de establecer una relación total con las dimensiones espirituales existentes más allá de nuestros sentidos y consciencia personales.

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Esta quinta expansión del viaje de Siete maestros, un camino le sorprenderá cada vez que la experimente. Durante el resto de su vida se encontrará a sí mismo explorando el poder de esta expansión para fusionar su propia vida con la Consciencia Infinita, de la que usted es una parte ínfima pero sumamente importante. El acto de entregarse a una presencia y una voluntad espiritual superior ha sido siempre el fundamento de la fe y la experiencia musulmanas, y en este capítulo aprenderemos mucho del método de meditación musulmán. Comencemos echando una ojeada a la vida de Mahoma, fundador del islam.

Acercándonos a Mahoma Del mismo modo que resulta harto difícil obtener una información histórica precisa sobre Patanjali, Lao-tse, Buda y Jesús, también la figura de Mahoma ha resultado ser elusiva para los historiadores, sobre todo cuando se trata de determinar con claridad quién fue como maestro espiritual. Mahoma nació alrededor del año 560 d.C. en La Meca, que a la sazón era una pequeña ciudad comercial árabe, situada en un enorme oasis a dos días de viaje en camello de Jerusalén y Damasco, hacia el sur. Mucho antes de la aparición de Mahoma, se decía que el profeta del Antiguo Testamento Abraham y su hijo Ismael habían construido un lugar sagrado, llamado Kaaba y dedicado a Yalivé, en el oasis de Zanizam, que se encuentra en el corazón de La Meca. Los descendientes de Ismael darían lugar a diversas tribus árabes, que en su mayoría perdieron paulatinamente su identidad con la tradición hebrea. Sin embargo, la presencia e influencia judía en La Meca se remonta a la antigüedad, y todavía quedaban numerosos judíos viviendo y practicando su fe en La Meca y en la cercana Medina cuando nació Mahoma. Ciertamente, la idea general de que existía un solo Dios Todopoderoso por encima de las diversas deidades locales veneradas por las distintas tribus de la zona era común durante la infancia de Mahoma. Sin embargo, lo que los judíos veían como un culto pagano a un gran número de ídolos y espíritus 1 . inn estaba muy extendido en la ciudad. Seis siglos después, de que surgiera el movimiento religioso cristiano, varias sectas cristianas estaban establecidas en la región árabe, sobre todo la nestoriana. Es evidente que, aun siendo analfabeto, Mahoma tuvo contacto con las doctrinas judía y cristiana durante la infancia y los primeros años de la edad adulta, y que como árabe se consideraba descendiente de la tradición religiosa original de Adán, Abraham e Ismael.

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LA CURACION EMOCIONAL: MAHOMA SIETE MAESTROS, UN CAMINO Mahoma integraría gran parte de las enseñanzas tanto judías como cristianas en su nueva religión en lengua árabe. Sin embargo, también dotó al islam de un carácter claramente distinto en ciertos aspectos teológicos fundamentales, como enseguida veremos. El padre de Mahoma pertenecía a la tribu de Quraish, que dominaba la ciudad y se subdividía en una docena de clanes autónomos. Era un comerciante pobre pero trabajador que murió durante un viaje en caravana, cuando Mahoma aún estaba en el vientre de su madre. Por su parte, Amina, la madre de Mahoma, falleció cuando el niño tenía apenas seis años. En su edad adulta, Mahoma haría especial hincapié en la necesidad de prestar asistencia adecuada a huérfanos, viudas y pobres en general. Durante la adolescencia, Mahoma se crió principalmente con su tío Abd Manaf y su numerosa familia de comerciantes radicados en La Meca. Abundan los relatos y los mitos sobre la infancia de Mahoma, aunque casi ninguno se ha documentado históricamente. Al parecer, creció hasta convertirse en un joven honesto y formal que trabajaba en el negocio de las caravanas comerciales. Se dice que poseía una insólita capacidad de inspirar confianza y de asumir responsabilidades. Más o menos a la edad de veinticinco años, se hizo cargo de los asuntos de una hermosa y rica viuda llamada Jadiya, quince años mayor que él. Su relación se hizo más estrecha en todos los sentidos, y no tardaron en casarse y tener hijos. Cada año, Mahoma se retiraba al desierto próximo al monte Hira durante el mes sagrado del Ramadán, para sumirse a solas en la meditación espiritual. Un decisivo año, según la escritura islámíca, se vio asaltado mientras meditaba por una serie de visiones que cambiarían para siempre no sólo su vida, sino también las vidas de más de mil millones de seres humanos. En el Corán consta que Mahoma contempló una visión del ángel judío Gabriel, así como de otros ángeles: «Desperté de mi sueño, y era como si hubiesen escrito un mensaje en mi corazón. Salí de la cueva y, mientras estaba en la montaña, oí una voz que decía:---í Oh, Mahoma, tú eres el Apóstol de Dios, y yo soy Gabriel! "»

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LA CURACION EMOCIONAL: MAHOMA A partir de esta revelación y de otras que siguieron, Mahoma recibió un conjunto cada vez mayor de sentencias del «más allá» que memorizó y que comenzó a enseñar a un creciente grupo de seguidores en La Meca. Su esposa fue la primera en convertirse a la nueva visión espiritual que llegaba a través de él, y durante los diez años siguientes Mahoma siguió recibiendo inspiradas sentencias que a la larga conformarían el Corán, o Qur án, la sagrada escritura del islam. A medida que pasaban los años, Mahoma tuvo cada vez mayor certeza de su identidad de profeta, heredero directo de los antiguos profetas hebreos. Veía a Jesús como el profeta más reciente de Alá y respetaba profundamente sus enseñanzas, pero se negaba a considerarlo más que profeta. Mahoma dejó muy claro que adorar a Jesús como único hijo engendrado por Alá era idolatría. En el Corán dice que «el Ungido, Jesús, hijo de María, es solamente el enviado de Dios. ¡Creed, pues, en Dios y Sus enviados! ¡No digáis Tres! Dios es sólo un Dios Uno. ¡Gloria a él! » Como cabe suponer, esta insistencia distancia Mahoma de las comunidades cristianas de la zona. Aunque se oponía rotundamente a toda forma de idolatría que desviase de Alá la atención del creyente, Mahoma insistió varias veces en el Corán en que: «Los creyentes, los judíos, los cristianos, los sabeos, quienes crean en Dios y en su último día y obren bien, ésos tendrán su recompensa junto a su Señor.» En este aspecto, el islam es inclusivo; al principio, de hecho, no se consideraba una religión independiente, sino una consumación de las enseñanzas de los primeros profetas. En el Corán se afirma explícitamente que: «Creemos en Dios y en lo que se nos ha revelado, en lo que se reveló a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y las tribus, en lo que Moisés, Jesús y los profetas recibieron de su Señor. No hacemos distinción entre ninguno de ellos y nos sometemos a Él.» La comunidad judía de La Meca, sin embargo, no aceptó al joven que afirmaba ser el nuevo profeta de Dios. Solían burlarse de él y, con el apoyo de la población árabe gobernante, lo obligaron finalmente a huir de la ciudad, temiendo por su vida. Mahoma perdió su fortuna y escapó con su familia a la cercana Medina, donde dos comunidades judías y tres tribus árabes compartían una ciudad fortificada en un clima de cierta tensión.

LA CURACION EMOCIONAL: MAHOMA Durante los primeros años en Medina, Mahoma prosiguió con sus enseñanzas y no tardó en ser aceptado como jefe espiritual. Al cabo de una década, su popularidad e influencia cada vez mayores lo convirtieron en líder dominante de la ciudad. Después de algunas escaramuzas menores con la vecina La Meca, cuyos líderes se negaban a permitirles que él o sus seguidores peregrinasen al santuario de Abraham, Mahoma entró en la ciudad con un ejército y reclamó por la fuerza el derecho de su nuevo movimiento religioso a visitar el templo sagrado.

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Mahoma y la meditación Aun después de haber recuperado su fortuna, Mahoma llevó una vida sencilla. Se mostraba humilde, bondadoso y afable en general (salvo cuando conducía un ejército a la batalla). Se dedicaba a sus esposas, a consolidar una comunidad segura y exenta de pobreza y a predicar una fe en ciertos aspectos similar a la fe cristiana, concretamente en que Alá es el único Dios verdadero, infinitamente sabio y misericordioso, y en que entregarse a este Dios supremo, sintonizar con Él y cumplir su voluntad constituye la verdadera senda espiritual. De fundamental importancia para nuestra capacidad de confiar y abrirnos a una realidad espiritual superior es la enseñanza de Mahoma de que Alá es, ante todo y sobre todo, un Dios infinitamente amoroso cuya bendición y guía están siempre al alcance de quienes se abren a su presencia. Asimismo, Alá siempre está dispuesto a perdonar de buen grado los pecados de quienes se arrepienten y piden perdón. Mahoma enseñó que no debemos tener miedo de abrir nuestro corazón para permitir que el amor y la influencia de Dios fluyan hacia nuestra vida. En reacción a la ética disipada y vengativa que imperaba en la comunidad local árabe de la época, la moralidad del imperio islámico de La Meca y Medina, que fue extendiéndose rápidamente, era bastante estricta. El islam hacía hincapié en la necesidad de llevar una vida sana y honrada, como se resumía en los Diez Mandamientos de Moisés, y de caminar por el justo medio, sin caer en extremos, teniendo siempre presentes el nombre y el modelo de Dios. La principal práctica religiosa que enseñó Mahoma era un acto de oración ritual, llevado a cabo con regularidad, denominado salat. Originalmente la práctica meditativa consistía en detenerse tres veces al día para recitar versos del Corán mientras se realizaban ciertos gestos de humildad y postraciones a Alá. En el Corán, Mahoma recalcó que este tipo de oración ritual había sido practicado por Abraham, Ismael, Moisés y Jesús, y que debía mantenerse como práctica central de la religión específicamente árabe que él estaba creando. Una de las enseñanzas primordiales del Corán, que el fiel repite una y otra vez en la oración ritual, es el hecho de que «Dios quiere aclararos y dirigiros según la conducta de los que os precedieron, y volverse a vosotros. Dios es omnisciente, sabio... Dios quiere aliviaros, ya que el hombre es débil por naturaleza. » En otras palabras, Dios se halla siempre presente para entrar en nuestro corazón y guiarnos con su sabiduría y su conocimiento infinitos, porque, de otro modo, debido a las rutinas y los hábitos mentales humanos,

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tendemos a perder el contacto con nuestra consciencia espiritual más profunda y a incurrir en conductas y pensamientos perturbadores. Este elemento principal de la fe islámica -la fe constante y )a confianza en abrirse a Dios»- nos conduce directamente al tema de este capítulo y de esta expansión meditativa, es decir, a la frase central: «Mi corazón está abierto... para recibir.. la ayuda curativa de Dios. » En la tradición islámica, Dios ya sabe lo que hay en nuestro corazón; no necesitamos decirle a Alá qué ayuda precisamos. Tan sólo tenemos que llamar a Dios, por el nombre que sea, someter nuestro ego a nuestro centro espiritual y ser receptores en lugar de emisores. Tal como yo lo entiendo, esto es lo que hacen los musulmanes en el plano espiritual cinco veces al día, cuando practican el rezo ritual. En el Corán, Mahoma -o, más exactamente, un ángel citado por éste afirma: «Dios es el Principio y el Fin, el Visible y el Escondido... Está con vosotros dondequiera que os encontréis. Dios ve bien lo que hacéis... Y Él sabe bien lo que encierran los pechos.» No sólo en los rezos rituales diarios, por tanto, sino en cada momento de la vida, la verdadera respuesta a la presencia de Dios consiste en tener el corazón abierto para recibir su guía. A mi modo de ver, ésta es la única meditación de la tradición islámica: someter siempre los propósitos de nuestro ego a los propósitos espirituales más elevados de Dios, permitiendo así que la sabiduría y el amor curativos de Dios fluyan a nuestra vida continuamente, en cada momento.

Silenciar al charlatán Aparte de la meta meditativa fundamental de introducir la presencia constante, poco se dice en concreto sobre la meditación en el Corán. claramente como «entregarse a la voluntad de Dios». En la tradición abrirse en una actitud de total entrega para responder a la voluntad y la

de Dios en nuestra vida de forma El término árabe islam se traduce islámica, tener a Dios presente, y guía de Dios, es meditar.

Un experto en estudios islámicos me recordó hace poco que el significado de la palabra «pensamiento» en árabe suele traducirse normalmente como «preocupación». Como hemos visto en capítulos anteriores, una de las metas principales de la meditación consiste en desplazar el foco de atención más allá de los pensamientos que puedan preocuparnos, hacia el contacto directo con el amor de Dios que fluye hasta nosotros cuando acallamos nuestra mente. Entregando nuestro destino a Dios, accedemos a una guía superior que nos permite relajarnos y confiar en esta guía más profunda para vivir sin una preocupación permanente por el futuro.

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Este acto de silenciar al charlatán cotidiano de la mente se consigue en la tradición islámica ocupando la mente con sentencias espirituales: repitiéndolas en silencio para uno mismo 0, a veces, pronunciándolas en voz alta. ¿Y cuál es el propósito de estas frases? Sólo tienen un propósito: orientar la mente hacia el encuentro y el contacto directo con Dios. Las siete frases centrales que constituyen el núcleo del programa de meditación de Siete maestros, un camino obedecen al mismo propósito superior. De hecho, en este plano, nuestro programa refleja directamente el enfoque islámico de la meditación. En cada sesión meditativa le animo a que diga, por orden, las siete declaraciones de intenciones que orientan su atención mental hacia su presencia espiritual superior. En posteriores capítulos estudiaremos cómo puede repetir también una sola de las siete frases varias veces, con cada nueva respiración, de forma muy parecida a como la comunidad islámica repite ciertas sentencias del Corán, los budistas repiten ciertos dichos de Buda o los cristianos repiten ciertas palabras de Jesús. Este proceso de ocupar su mente con términos e ideas concretas que le orientan hacía Dios -o como quiera llamársele satisfará sistemáticamente sus propósitos meditativos. Haga unapausa y experimente Prescinda unos momentos de la lectura para experimentar con el proceso de repetir una declaración espiritual una y otra vez, pronunciándola para sí mientras exhala, en voz alta o en silencio, como prefiera... y luego callando mientras inspira. Debería comprobar qué es lo que le sobreviene cuando haya dicho «mi corazón está abierto... para recibir .. » durante una serie de doce a veinte respiraciones.

Trance o medítación Hay que hacer, como mínimo, dos distinciones entre las formas tradicionales de oración ritual y el programa de meditación que estamos aprendiendo. Es evidente que las siete frases que le animo a repetir no forman parte de ningún dogma o teología religiosa en particular, sino que son más universales. La segunda distinción se refiere al modo en que se repiten esas frases. En mis estudios de la hipnosis y los estados de trance, he descubierto que repitiendo una sola sentencia una y otra vez, con cada nueva respiración, las personas pueden entrar en un estado de trance donde se pierde por completo la identidad del ego personal y se alcanza un estado de gozosa trascendencia que suele ser maravilloso. Este estado de trance Posee cierto valor espiritual, en el sentido de que nos permite sentir la experiencia de ser conscientes sin que predomine nuestro ego personal. Todos tendemos a entrar en dicho estado y a disfrutarlo cuando salimos a la pista de baile, cantamos canciones que sabemos de memoria, corremos por deporte, etc. La euforia temporal que nos produce entrar en este estado es atrayente, sin duda, y constituye un excelente y necesario alivio del modo de consciencia normal. He podido constatar, sin embargo, que acceder a un estado de trance -por el medio que sea- no es, en absoluto, lo mismo que entrar en un estado meditativo, donde seguimos siendo plenamente conscientes de lo que se desarrolla en el momento presente. Cuando nos hallamos en trance se pierden muchas dimensiones de consciencia, aun en el caso de los trances religiosos. Por el contrario, en un estado meditativo seguimos siendo tranquilamente conscientes de cuanto sucede a nuestro alrededor y de cuanto llega de manera espontánea a nuestra consciencia desde dimensiones espirituales más profundas. Cuando le animo a pronunciar las siete frases, o a repetir alguna de ellas varias veces, el objetivo consiste en que las palabras orienten su atención hacia aquello que sugieren. Una vez que su atención se orienta en la dirección deseada, llega el momento de acallar su mente y simplemente formar parte de la experiencia que le sobreviene cuando se interne en la pura consciencia del eterno momento presente, más allá de las palabras.

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Rendirse En nuestra cultura, rendirse se considera casi siempre un acto de debilidad; rendirse es claudicar, perder, ver invadidos la integridad y el territorio propios. Se nos enseña a hacer lo contrario a rendirnos: a luchar por lo que creemos justo, a no someter nunca nuestro ego personal a otro poder. De lo contrario, perderemos nuestra integridad, seremos pisoteados por el vencedor, sufriremos el fracaso y la humillación. El ego considera su deber protegernos de influencias externas que podrían adueñarse de nosotros, llevarnos por mal camino, perjudicarnos o perturbar nuestro equilibrio interior y nuestras creencias acerca de cómo deben ser las cosas. La misión del ego es mantener el statu quo, fortalecer nuestro sentido de quiénes somos y afianzar las creencias y posicionamientos que consideramos la base de nuestra existencia. El despertar espiritual requiere la rendición del ego a una consciencia y un poder superiores, a una realidad mayor que la contenida en nuestras arraigadas creencias acerca de lo que es la vida. Al sumirnos en la meditación, expresamos el deseo de ir más allá de las ideas y actitudes programadas para encontrarnos más directamente con la realidad como experiencia vivida en el momento presente. Buscamos la verdad que hay más allá de nuestros prejuicios. Pedimos la transformación de nuestro sentido del yo mediante la experiencia del encuentro directo con la realidad. ¿De dónde procede esta nueva experiencia expandida? No procede de nuestros propios conceptos de la realidad, sino de una fuente que está más allá de la definición y el control de nuestro ego. Por eso la quinta expansión es tan fundamental para una experiencia meditativa completa: porque ahora nos hallamos psicológicamente en el punto en que estamos preparados para decir las explosivas palabras: «Mi corazón está abierto... para recibi r .. » El acto de abrir nuestros corazones para recibir amor y sabiduría es el verdadero acto de aventura espiritual. Cuando abrimos el corazón para recibir, nos hacemos vulnerables al situarnos en una postura de sumisión, de confianza. Permitimos que cedan las defensas de nuestro ego y damos la bienvenida a la experiencia de sentir cómo fluye hacia nuestra vida un poder superior, una fuente de amor y de creación. Retirar las defensas del ego y abrirse para recibir el flujo de una consciencia superior constituye un elemento esencial de la vida espiritual. Desde un punto de vista psicológico, todos estamos programados para cerrarnos a aquellas influencias externas que puedan amenazar el concepto establecido de nuestro ego respecto a la realidad de la vida.

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Sin embargo, como estamos empezando a aprender, el ego no es una cualidad de consciencia defensiva y egoísta por completo. El ego cede una y otra vez su dominio temporalmente cuando se produce un inesperado flujo de consciencia mística, intuitiva o espiritual y la experiencia resulta ser positiva, no negativa. Todos nos hemos visto influidos por estas ocasionales y momentáneas interrupciones de control del ego, cuando el Espíritu ha penetrado de súbito en nuestra consciencia personal. La experiencia llega a lo más hondo de nuestro corazón. Es durante estas interrupciones momentáneas de control del ego cuando comprendemos que deseamos correr el riesgo, que deseamos abrir nuestros corazones y recibir.

Para qué está la fe Cuando comenzamos a arriesgarnos a abrir el corazón para recibir el contacto cualesquiera que sean los términos que utilicemos, llevamos a cabo una profesión entregarse requiere que sintamos en el corazón confianza suficiente hacia la fuente del dispuestos a hacer vulnerables nuestros corazones. Debemos tener fe en que el poder penetrar en nuestro núcleo de ser es bueno, amoroso, sabio y digno de total confianza.

sanador de Dios, de fe. El acto de flujo, que estemos al que permitimos

El flujo espiritual al que nos abrimos es, por definición, misterioso, y rebasa nuestra comprensión conceptual. Estamos pidiendo que nos inunde una realidad que se encuentra más allá de los conceptos intelectuales de nuestra mente. Eso es, al fin y al cabo, lo que significa «espiritual»: la realidad superior que se encuentra más allá del modelo conceptual de la realidad que alberga la mente. Por una parte, deseamos experimentar la vida con mayor plenitud y sintonizar con «la verdad que sobrepasa todo entendimiento», como lo expresa la Biblia. Todos parecemos llevar incorporada un ansia de abrirnos y fusionarnos con la consciencia infinita de la cual se originó nuestra consciencia individual, como han demostrado los científicos autores de Why God WÓn't Go Away con sus investigaciones sobre el cerebro. Pero, si esto es así, ¿por qué no estamos satisfaciendo ya este deseo y viviendo completamente abiertos a la guía y el poder espirituales?

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LA CURACION EMOCIONAL: MAHOMA La mayoría de nosotros profesamos una cierta fe que se fundamenta en encuentros positivos precedentes con lo divino. Esa fe nos anima a dar el salto y abrirnos, a entregarnos y hacernos vulnerables. Pero es evidente que en nuestro interior existe una fuerza igual y opuesta que obstruye directamente el camino hacia esta apertura a la entrega y la trascendencia espirituales. ¿Cuál es esa fuerza igual y opuesta que con tanta frecuencia impide que nos arriesguemos a llevar a cabo el acto espiritual definitivo? Haga una pausa y reflexione Convendría que se detuviera un momento para reflexionar sobre su grado de fe a la hora de entregarse al flujo de la energía y el amor espirituales... •

¿Confía en el universo espiritual lo suficiente para hacerse vulnerable a su flujo?



¿Está abierto a recibir, o está cerrado?



¿Qué miedo alberga que tiende a mantener su corazón cerrado al flujo espiritual?



¿Está preparado y dispuesto a abrir su corazón a esa realidad espiritual desconocida?

La curación emocional Mahoma repitió una y otra vez en el Corán que cuando dirigimos nuestra atención hacia Dios, Él acude a nosotros: un Dios que es infinitamente amoroso, amén de infinitamente sabio y todopoderoso. Cuando diga para sí: «Mi corazón está abierto para recibir la ayuda curativa de Dios», dirigirá de manera directa y específica la atención de su corazón hacia la fuente suprema de guía espiritual positiva y de amor curativo. Ya hemos visto que la principal razón por la que permanecemos cerrados a la experiencia espiritual es que albergamos, en nuestros pensamientos y emociones, toda una gama de contracciones y heridas de tiempos pasados; heridas que nos hacen ser temerosos, recelosos y desconfiados, y estar a la defensiva. Si no curamos esas heridas, tendemos a permanecer cerrados a nuestro potencial espiritual superior. Todos sufrimos daño, de un modo u otro, mientras crecemos. Parece imposible pasar la infancia sin ver heridos los propios sentimientos bastante a menudo, y sin desarrollar inhibiciones y contracciones. Nacer como humano en este mundo lleva implícita la garantía de recibir golpes y heridas emocionales. Como adultos, o aprendemos a curar estas heridas... o vivimos sufriendo y sintiéndonos constreñidos, limitados y tensos. Cada vez que practique el programa de meditación de Siete maestros, un camino y llegue a esta quinta expansión, entrará en un estado mental en el que puede abrir activamente su corazón, con todas sus heridas y contracciones, y recibir el contacto curativo del amor universal. Habiendo cedido -temporalmente, al menos el todopoderoso control de su ego sobre su destino, puede abrirse a un orden superior de claridad, curación y comprensión. Su ego lleva a cabo el desinteresado acto de hacerse a un lado para que pueda producirse una profunda curación emocional y espiritual. Revisemos de nuevo el proceso, porque es sumamente básico y sencillo pero tiende a olvidarse con facilidad

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO LA CURACION EMOCIONAL: MAHOMA 1. Opta por sumirse en la meditación y recorre los cuatro primeros pasos del proceso de expansión. 2. Centra la atención en su corazón y experimenta de forma sincera aquellas emociones o planteamientos que dominen su corazón y que quizá necesiten cura. 3. Acepta aquello que encuentre en su corazón, en lugar de negarlo (aunque le haga daño). 4. Opta por abrir su corazón al flujo del amor curativo de Dios, a fin de que éste toque directamente la herida emocional o la creencia o posicionamiento mental que se fundamenta en el miedo. Siempre que centre su atención en el corazón y descubra que éste sufre, que se siente contraído, o entumecido, o incluso ausente, tenga la seguridad de que podrá recorrer la quinta expansión y abrir de inmediato su corazón para recibir directamente el amor curativo de la fuente sanadora suprema. Si siente algún dolor emocional, ya sea debido a la decepción o el desengaño, a la ira o el miedo, a la pena o la desesperación, simplemente pronuncie las palabras mágicas y habrá activado el más poderoso sistema natural de curación emocional: «Mi corazón está abierto para recibir... la ayuda curativa de Dios. » Siéntase libre de entender este proceso de curación dentro del marco teológico o filosófico que prefiera. La fuente suprema de curación será la misma aunque la llame Dios, Alá, su Yo Superior, Gran Espíritu o poder curativo del amor del universo. La curación se activa no por el nombre que se le dé, sino por la decisión de abrir el corazón para recibir. A veces, claro, llegará a la quinta meditación sin sentir dolor o angustia alguna en el corazón. De hecho, cuando inicie la quinta expansión -sobre todo después de haber practicado esta meditación durante algún tiempo casi siempre se sentirá muy bien. Cuando éste sea el caso, quizá convendría que sustituyese el fragmento «la ayuda curativa de Dios» por una de estas variantes: «Mi corazón está abierto... para recibir comprensión espiritual... para recibir fuerza y guía... para recibir amor... para recibir aquello que me llegue en este momento... [0simplemente] para recibir... Mahoma dijo a sus seguidores que sólo tenían que volver sus mentes y sus corazones a Alá, y que Alá los curaría, guiaría y bendeciría. Del mismo modo, Jesús pronunció estas hermosas palabras: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá ... » Eso es lo que hacemos en esta quinta expansión. Pedimos ayuda a Dios directamente. Llamamos a las puertas del Cielo... y recibimos el flujo que inunda nuestro corazón desde esa fuente espiritual suprema. Como dicen nuestros abuelos: «No se puede pedir nada mejor.» Todos estamos bendecidos con la posibilidad de ese acceso instantáneo a lo divino. Nuestro principal desafío consiste, sencillamente, en acordarnos de pedir.

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LA CURACION EMOCIONAL: GUÍA DE MEDITACION 5 Procure ponerse cómodo, siéntese donde prefiera... realice todos los movimientos que desee... y centre poco a poco su atención en el aire que entra y sale por su nariz o su boca... expanda su consciencia de modo que abarque los movimientos de su pecho y de su vientre mientras respira... diga para sí: «Estoy respirando libremente ... » Al mismo tiempo, sea también consciente de su corazón, que late justo en el centro de su respiración... sea consciente de la totalidad de su cuerpo, aquí, en el momento presente... de sus pies... de sus manos... de su clara... de todo su ser... sea consciente de los sonidos que le rodean... y diga para sí: «Mi mente está serena ... » Expanda su consciencia de modo que abarque el mundo que le rodea... su familia... sus amigos... sus compañeros de trabajo... y todo lo que están haciendo ahora mismo... el mundo tal como es en este momento... la creación perfecta de Dios... y diga para sí: «Acepto el mundo tal como es ... » Y mientras se concentra en su corazón, advierta qué es lo que siente hacia sí mismo... observe si su corazón se siente ligero o pesado... contraído o abierto... si se juzga a sí mismo, deje que los juicios desaparezcan ... perdónese todo aquello que necesite ser perdonado ... deje simplemente que el amor fluya ... diga para sí: «Me amo a mí mismo tal como soy .. » Sea consciente de su respiración... de su corazón ... de la totalidad de su presencia corporal... y de la burbuja sensorial de consciencia en la que vive siempre... A continuación, comience a ser consciente del punto en que su consciencia personal se encuentra con la consciencia infinita del universo... con la presencia amorosa de Dios... compruebe cómo se siente hoy al decir unas cuantas veces: «Mi corazón está abierto ... Comience a permitir que su corazón se abra y se expanda más allá de la burbuja de su amor y su vida personal, para poder tocar íntimamente la realidad infinita que se abre más allá... cuidadosamente, sabiendo que va a abrirse al flujo espiritual, permita que la membrana de su consciencia personal se haga permeable... y diga para sí unas cuantas veces: «Mi corazón está abierto... para recibir .. » Sea cual sea su concepción de la presencia espiritual infinita del universo, ya le llame Dios, Alá, el Tao o lo que sea... comience a abrir su corazón a esta presencia infinitamente amorosa... y diga para sí: «Mi corazón está abierto para recibir.. la ayuda curativa de Dios ... » Nuestras emociones siempre se hallan en proceso de olvidar, de curarse y recobrarse de los maltratos y la heridas del pasado... ahora es el momento de admitir que a veces se siente herido emocionalmente... y que le encantaría recibir en su corazón el contacto de Dios para que Él le ayude a olvidar el pasado, a perdonar y a recobrarse... a curarse... Deje que se desvanezcan sus miedos... sus creencias... Deje que desaparezca todo... entreguese a la ayuda curativa que fluye ahora hacia su corazón ... hacia todo su ser... y que sabe lo que usted necesita ... «Mi corazón está abierto para recibir.. la ayuda curativa de Dios ... » Y deje que su meditación siga el curso que desee...

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CAPÍTULO 6 RECUERDO DE UNO MISMO: GURDJIEFF Me sorprendo riendo al pasar a esta sexta expansión de nuestro programa de meditación porque, hasta ahora, al final de cada capítulo hemos tenido la sensación de Poseer un programa meditativo completo y, sin embargo, en cada nuevo capítulo descubrimos otra expansión crucial de consciencia posible, y en muchos aspectos del todo fundamental, para un camino unificado de despertar espiritual. Quizá crea usted que, tras haber aprendido la quinta expansión, ahora dispone de toda la formación necesaria para una vida de meditación profunda. En muchos niveles, esto es cierto. Una vez que haya alcanzado la expansión interna de consciencia en la que su corazón recibe abiertamente la afluencia directa de lo divino, quizá ya no exista una expansión de consciencia necesaria o incluso posible... ¿ 0 tal vez sí? Cuando estudiaba en el Seminario de Teología de San Francisco y pensaba en el núcleo del legado cristiano de mi familia, me vi adentrándome cada vez más en experiencias de la cuarta y quinta expansiones mientras abría mi corazón de manera progresiva para amarme a mí mismo y para recibir la afluencia de amor espiritual de la Fuente. A medida que profundizaba en la tradición contemplativa, centrada en el corazón, de la Iglesia primitiva, estaba seguro de que descubriría lo único importante de los programas de meditación: dejar entrar la fuerza del amor y salir el don del amor, algo que parecía incluirlo todo y ser plenamente satisfactorio. En aquella época, a principios de la década de 1970, el seminario trataba de adaptarse a los tiempos y ampliar su orientación cristiana hasta abarcar a todos los maestros espirituales verdaderos. Con este espíritu, la facultad nos ofreció a un amigo y a mí la posibilidad de organizar en el campus cursillos nocturnos en los que maestros espirituales no cristianos pudieran presentar con mayor rigor sus ideas sobre el amor a través de la contemplación y la meditación. Así, durante un año, todos los lunes disfrutamos de una clase de yoga impartida por Kryananda, el principal discípulo de Yogananda. Los miércoles teníamos el privilegio de que el eminente maestro sufí Sam Lewls dirigiera un grupo numeroso de danza, canto y meditación. Y los viernes por la noche Alan Watts nos guiaba e instruía en su enfoque budista básicamente zen sobre meditación. Para rematar la semana, uno de los catedráticos más vanguardistas del seminario nos introducía en la meditación contemplativa de la tradición cristiana los domingos por la noche.

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Primer encuentro Fue durante una de nuestras concurridas reuniones con Sam Lewis, un miércoles por la noche, cuando oí por primera vez el nombre de Gurdjileff y supe de la existencia de un tipo de meditación llamada «recuerdo de uno mismo». Las raíces del propio Sam entroncaban con el judaísmo y, por lo tanto, había pasado con gran naturalidad a una marcada orientación sufí, puesto que la tradición sufí surgió de las enseñanzas antiguas de maestros judíos y musulmanes. Aquel estadounidense septuagenario verdaderamente instruido había sido guiado hacia su despertar personal muchos años antes por el kan Hazrat Inayat, el célebre maestro sufí y experto musical de la India, y también por Nyogen Senzaki, fundador del primer monasterio zen de Estados Unidos, y por Swarni Papa Ramdas, de la tradición hindú. Era evidente para todos aquellos que lo conocían que el «sufí Sam» encarnaba el nuevo despertar espiritual que nacía en la década de 1960. Durante muchos años había estado enseñando y estudiando discretamente; luego, durante sus últimos años de vida, se dio a conocer con rapidez al fundar la Sociedad Sufí Islamia Ruhaniat y empezar a recibir una serie de visiones, de las que surgieron las Danzas de Paz Universal que, desde entonces, se han convertido en la piedra angular mundial de una maravillosa y feliz comunidad espiritual. Una noche de invierno de 1969, mientras dirigía en el seminario la danza sufí semanal de un equipo de unas doscientas personas, Sam empezó a hablar de un innovador maestro espiritual llamado Gurdjieff y de la práctica meditativa esencial que éste enseñó a sus discípulos, denominada «recuerdo de uno mismo». Recuerdo que el sufí Sam hacia el final de su charla nocturna dijo., «No basta con andar por ahí siendo cariñoso y teniendo abierto el corazón. Lo que se necesita en el camino espiritual es ser consciente de uno mismo yendo con el corazón abierto.» Al principio no entendí a qué se refería. Explicó que debemos esforzarnos por adquirir conciencia «tanto de nuestro interior como de lo que vemos, al mismo tiempo». Denominó esta consciencia dual «atención dividida» y explicó que era la práctica de dirigir una parte de la atención hacia fuera, a la propia experiencia del momento presente, y la otra parte hacia dentro, hacia la presen- perceptiva del, observador. «Estoy hablando de Gurdjieff, uno de los auténticos maestros de este procedimiento -nos dijo Sam-. Él es el único que entendió en toda su amplitud la atención dividida y el recuerdo de uno mismo. De hecho, esos términos son suyos.» Entonces nos guió en una meditación silenciosa en la que pudimos poner en práctica la atención dividida. Luego nos entregamos al puro deleite de la danza ritual, que duró aproximadamente una hora. Más tarde, todavía perplejo por el procedimiento del «recuerdo de uno mismo», hablé un poco más con Sam, y él me dio el número de teléfono de una anciana que había estudiado en París con el propio Gurdjieff en la década de 1930. Me dijo que estaría encantada de transmitir lo que había aprendido del maestro. Lo que ella me enseñó sin prisa pero sin pausa durante los meses siguientes fue que existe realmente un paso importante más allá de nuestra quinta expansión: el paso en apariencia sencillo pero en el fondo sublime de aprender a ser consciente en dos direcciones a la vez, una externa y la otra interna. Me enseño que la concentración dual es la clave para «estar en la corriente mientras somos conscientes también de quién experimenta ese flujo».

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Como ella decía, cuando meditamos, casi siempre tendemos a perdernos en experiencias espirituales. Se gún Gurdjieff, esta pérdida de consciencia era más una complacencia que una expansión. Gurdjieff enseñó el paso espiritual verdaderamente desarrollado de no perderse en la propia experiencia espiritual y utilizar ésta para aclarar la propia presencia interior. En la quinta expansión nos concentramos en experimentar la entrada de amor y conocimiento espirituales. Gurdjieff hará que aumente esta experiencia un poco más a través del acto interior de desviar parte de nuestra atención de la experiencia observada para dirigirla hacia el observador. Dicho de otro modo, hará que nos acordemos de concentrarnos en nosotros, los que percibimos y somos nuestra propia fuente de consciencia.

Gurdjieff en persona Hay más de catorce mil sitios web relacionados con este hombre misterioso, su vida y sus enseñanzas. Algunos de ellos son en verdad, y quizá también en exceso, devotos; muchos son imparciales y arrojan bastante luz sobre quién fue Gurdjieff y cómo sigue influyendo en los buscadores interesados, y otros sitios se muestran abiertamente contrarios a él. Si bien Gurdjieff fue muy querido por mucha gente, parece que de manera intencionada creó para los medios de comunicación una aureola de confusión y misterio alrededor de su vida y sus enseñanzas. Gurdjieff despreciaba a todos los seguidores espirituales fanáticos, celebridades y paparazzi que lo acosaron durante su vida sumamente activa y pintoresca, y a menudo espantaba a gente de su círculo mostrándose estrafalario e incluso amenazador. Habitualmente «violaba todas nuestras ideas preconcebidas de un líder espiritual y a veces rechazaba a los buscadores religiosos más frívolos», como comentó un miembro de su grupo. Fumaba, bebía, soltaba palabrotas, se iba de juerga y en ocasiones manifestaba toda la gama de emociones humanas. Le gustaba preparar grandes festines y era célebre por sus celebraciones y veladas musicales, que a menudo se prolongaban hasta las tres o las cuatro de la madrugada. Gurdjieff dijo en cierta ocasión que «nunca alcanzamos los límites de nuestra fuerza» y, de hecho, él mismo rara vez pareció hacerlo. Muchos de sus allegados aseguran que por lo general dormía sólo dos horas por la noche. Normalmente se acostaba hacia las cuatro de la madrugada, bajaba a eso de las seis de su habitación en un hotel de París, Londres, Nueva York o cualquier otro sitio y entablaba conversaciones en su «despacho», situado en algún café cercano. Era también un gran bailarín y músico, orquestó varias óperas y compuso muchas danzas rituales.

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A pesar de su creciente fama mediática como un personaje que se salía de su camino para insultar a entrevistadores y curiosos, Gurdjieff era un hombre de risa fácil y con un gran sentido del humor. Era también tierno (habitualmente encontraba tiempo para jugar e instruir a los niños que formaban parte de su amplio grupo de seguidores) y valiente, incluso en momentos de peligro extremo. En muchos testimonios de gente que estuvo cerca de él, Gurdjieff aparece como una persona misteriosa pero maravillosa. Sabemos que nació de padres armenios cristianos en la recóndita ciudad de Kars, en la frontera ruso-turca cerca de Alexandropol, probablemente alrededor de 1866. Según señaló en su atrevida autobiografía juvenil, Meeting with Remarkable Men, parece que procedía de una familia erudita de marcada tendencia mística. Desde temprana edad buscó con avidez maestros espirituales de toda condición para colmar su insaciable apetito de información e ideas nuevas. Sus intereses y su intelecto eran veraces: era capaz de hablar en profundidad sobre la teoría de la relatividad y, en la misma conversación, referirse a la cría de yacs en Nepal. Parece que se sentía tan a gusto con estrellas de cine como con campesinos analfabetos. Aunque Gurdjieff, fuera de su primer libro, se negó a relatar hechos concretos acerca de los primeros años de su vida, es casi seguro que pasó un tiempo considerable en la India, el Tíbet y sus inmediaciones, buscando formación e ideas sobre la sabiduría antigua. En 1904 fue visto en el Tíbet por Ahmed Abdulá, un espía de los británicos, el año en que invadieron ese país. Por aquel entonces Gurdjieff servía como un astuto jefe de oficiales políticos del Dala¡ Lama con el nombre de Dordileff. Unos años después ese mismo espía, a la sazón un autor famoso, lo vio en Nueva York y exclamó: «¡Es él, es Gurdjicff!» De 1910 a 1917, Gurdjieff estuvo en Moscú y Petrogrado, donde apareció por primera vez como personaje público, trabajando diligentemente como un controvertido maestro con numerosos alumnos y como compositor. Luego, justo antes de que estallara la Revolución, abandonó Rusia y cruzó el Cáucaso hasta Tbilisi, pasando de pueblo en pueblo hacia el oeste y trabajando en distintos oficios sin dejar de enseñar e investigar. En 1922 se desplazó de Berlín a Francia, donde fundó su Instituto para el Desarrollo Armonioso del Hombre en el Chateau du Prieure. Adquirió cada vez más notoriedad por su innovadora labor espiritual, y en 1924 visitó Estados Unidos por primera vez. Ahí hizo demostraciones públicas de sus danzas sagradas con sus alumnos, mantuvo reuniones en hoteles de Nueva York y Chicago, y prosiguió con su incesante labor doctrinal y con sus celebraciones nocturnas.

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Cuando regresó a Francia, reanudó las clases en su instituto ante un máximo de cien alumnos, pero entonces resultó herido en un terrible accidente de tráfico, algo que interrumpió, al menos temporalmente, su rutina docente. Entretanto escribió varios libros, como Meetings with Remarkable Men, Relatos de Belcebú a su nieto, Viewsfroni the Real World, El mensajero del bien venidero y La vida es real sólo cuando yo soy. Sus escritos son un desafío, aunque por fortuna sus enseñanzas aparecen aclaradas en otros libros de sus seguidores, especialmente en obras de P. D. Ouspensky, de G. I. Bennett, de Maurice Nicolle y de Robert Earl Burton. Durante la Segunda Guerra Mundial, Gurdjieff permaneció en París, donde se las arregló para continuar tranquilamente con sus enseñanzas y su estilo de vida disipado sin verse implicado en el conflicto de manera directa. Cuentan que una noche decidió ir junto a varias docenas de sus seguidores a un monasterio alemán para leer un manuscrito antiguo y, tan tranquilo, atravesó las líneas alemanas. Testigos presenciales afirman que los soldados cesaron el fuego provisionalmente y se quedaron mirando, y que ninguno de los miembros del grupo de Gurdjieff fue abordado ni herido ni a la ¡da ni a la vuelta, unos días después. Otros muchos relatos (legendarios o no) hablan de una vida transcurrida sin inhibición, temor ni respeto a las normas sociales. GurdJieff gastaba muchísimo dinero, pero casi siempre parecía disponer de recursos más que suficientes. A menudo pagaba las cuentas de hoteles y restaurantes de docenas de sus seguidores, cocinaba para ellos y daba espléndidas propinas. Aun asi, no tuvo interés en llevar una vida de lujo. Fue un hombre poco común.

Recuerdo de uno mismo He definido a Gurdjieff como un extrovertido aventurero, pintoresco y amante de la diversión, y ciertamente lo fue. Sin embargo, fue también un profesor implacable de «la Obra», como él lo llamaba, y guió a sus discípulos con firmeza hacia su propio despertar. Si desea ahondar en las enseñanzas de Gurdjieff, deberá reservar un tiempo considerable (y bien empleado) para estudiar libros como la monumental obra de Ouspensky Fragmentos de una enseñanza desconocida: en busca de lo milagroso, o el texto de meditación SeIf-Remembering, de Robert Earl Burton. Ahora nuestro propósito consiste en aprender la meditación que es la esencia de las enseñanzas de Gurdjieff. En este momento, usted está leyendo este libro. Ha aprendido a ser consciente (más o menos) de su respiración mientras lee. Ha aprendido a ampliar su consciencia hasta abarcar todo su cuerpo en el momento presente. Sus progresos son notables en la toma de conciencia de todas las vías de percepción existentes en su interior y su alrededor que lo conectan con la inmediatez del momento presente. Ha empezado a dominar la habilidad de escoger dónde concentrar su capacidad de atención. Está descubriendo formas de concentrarse en su corazón, de amarse a sí mismo y a quienes le rodean sin emitir Juicio alguno, y de abrirse al flujo de amor espiritual y a la nueva percepción de su corazón y su mente. Mientras concentra la atención de esta última en experimentar percepciones gratificantes, la sexta expansión le desafía sin brusquedad a concentrar también al menos parte de su atención justo en la dirección contraria: en mirar directamente al interior de su propia fuente. Observando el origen interno y trascendente de su consciencia personal, se encontrará, de forma natural y sin haber de esforzarse, contemplando su propio ser superior.

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RECUERDO DE UNO Mismo: GURDJIEFF SIETE MAESTROS, UN CAMINO ¿Quién es usted? A juicio de Gurdjieff, usted es un conocedor. Busca y adquiere conocimiento a través de sus sentidos. Usted es el sujeto, y concentra constantemente la atención de su mente hacia un objeto particular. Esto es el acto de percepción: usted, el perceptor, concentra su atención en lo que es percibido. Por lo general su consciencia abarca sólo aquello en lo que se concentra. Usted es consciente de lo conocido, las vías de percepción de una realidad exterior que llega a conocer mejor conforme las observa. Cuando es consciente de su respiración, por ejemplo, llega a conocerla concentrando su atención en ese fenómeno sensorial. La mayor parte de la meditación tradicional está contenida en este acto de mantener la plena atención «indivisa» de su mente en un objeto o suceso externo o interno, ya sea su respiración, sus procesos mentales, la presencia de todo su cuerpo, estas palabras, una vela o una puesta de sol. Gurdjieff le desafía a emplear sólo parte de su atención en ser consciente de aquello en lo que se concentra y destinar la otra parte a ser consciente exactamente en la dirección contraria, es decir, a concentrarse en el conocedor: en usted. Esto puede parecer tan obvio como banal. Como dice Robert Earl Burton, «en mi prolongado trabajo con este sistema, una de las observaciones más extrañas ha sido que uno debe aprender a recordarse a si mismo; parece muy evidente. Pero ¿cuántas veces se recuerda uno a sí mismo durante el día?». El acto de dirigir parte de su atención hacia dentro, a su propia fuente, parece muy sencillo, y no obstante por mil razones vacilamos, tememos o nos olvidamos de mirar adentro. ¿Puede destinar la atención de su mente directamente al Dios que lleva dentro? ¿Es consciente de sí mismo mientras realiza sus actividades cotidianas? ¿Es capaz ahora de mirar adentro, a la fuente de su consciencia, y concentrarse en su verdadero ser, o hay algo en usted que le impide hacerlo? Sí tal impedimento existe, ¿de dónde ha salido? ¿Es legítimo? ¿Cómo podría vencer la inhibición para poder mirarse espiritualmente a la cara y recordarse a sí mismo? Haga una pausa y experimente Éste parece un momento muy apropiado para hacer una pausa, para concentrar su atención en la experiencia de su respiración, y al mismo tiempo para mirar adentro, dedicando parte de su atención. Mire directamente a su fuente de consciencia, recuerde quién es usted realmente... Mire con esta «atención dividida» y observe en acción su propia mente mirando. Amplíe su consciencia para que incluya tanto lo observado como al observador, al mismo tiempo.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO Revelar el conocedor Un maestro espiritual llamado Osho, anteriormente Bhagwan Rajneesh, enseñó y escribió a menudo con brillantez sobre el recuerdo de uno mismo. En El libro de los secretos dice: La finalidad de todas las técnicas de meditación es revelar al conocedor. No se olvide de sí mismo y no se pierda en el objeto. Recuerde el sujeto y entonces ocurrirá un milagro: cuando tome conciencia de lo conocido y del conocedor, de repente se convertirá en un tercero, llegará a ser un testigo. Nacerá un ser que da testimonio. El conocedor será su mente y lo conocido será el mundo, y usted se convertirá en un tercer punto, una consciencia, un testigo. Esta noción de que usted puede llegar a ser un testigo de su propia vida es muy importante para nuestro programa de meditación. En las primeras expansiones de Siete maestros, un camino ha aprendido a pasar de estar habitualmente absorto en pensamientos sobre el pasado y el futuro a sintonizar con sus experiencias del momento presente: su respiración, su pulso, los sonidos y las imágenes que le rodean. Ha tomado conciencia de lo conocido, el objeto, el mundo que hay fuera de usted o dentro de su cuerpo, y sus pensamientos mientras discurrían por su mente. Ahora está aprendiendo, mediante la atención dividida, a ser consciente también del conocedor, del sujeto, de su ser perceptor. Y en este acto de tomar conciencia de lo observado y del observador al mismo tiempo, nace al instante un tercer punto: la consciencia espiritual ampliada y libre que experimenta lo conocido y al conocedor a la vez, juntos en el eterno momento presente.

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RECUERDO DE UNO Mismo: GURDJIEFF Lo más sorprendente de esta sexta expansión de consciencia es que cuando usted aprende a asumir el punto de vista del testigo, expande su percepción personal en total comunión con una consciencia que no es de su mente personal sino del todo trascendente en realidad y una con la consciencia superior. Muchos maestros espirituales apuntan generalmente, aunque de forma un tanto imprecisa, en esta dirección. Lo que hizo Gurdjieff fue identificar esta expansión total de consciencia, y mostrar un camino que conduce a través de este proceso de expansión. Haga una pausa y reflexione Ahora tómese un descanso para relajar su mente. Sintonice con su respiración y su corazón... y reflexione en lo que acabamos de estudiar. Vea qué nuevas percepciones le llegan sin esfuerzo mientras contempla su propia capacidad de retroceder lo suficiente desde el acto de percepción hasta donde también es consciente del perceptor.. y en ese acto, sea el testigo de su experiencia.

Atención dividida Seamos en este instante lo más pragmáticos que podamos. ¿Cómo es en realidad, qué es la experiencia mental de dividir la propia atención en dos direcciones, hacia fuera y hacia dentro, al mismo tiempo? Aquí encontrará el modo más sencillo de experimentar por sí mismo en qué consiste el recuerdo de uno mismo, en un experimento de percepción bien definido. Después de que yo lo describa, hágalo unas cuentas veces. Luego lo estudiaremos más a fondo en la meditación guiada al final del capítulo. 1. Siéntese tranquilamente y concentre su atención visual en algo que haya en la habitación, en cualquier objeto que pueda observar cómodamente durante unos minutos. Mírelo y asimile esta vía de percepción: es el «objeto» del experimento. 2. Mientras es consciente del objeto que está llegando a conocer visualmente, empiece a darse cuenta también de la consciencia que está dirigiendo su atención hacia ese objeto y recibiendo la información del mismo; sea consciente del observador en el acto de observar. 3. Mientras es consciente del objeto que está siendo observado así como de la consciencia que se está concentrando en el objeto, expanda su consciencia hasta que abarque la consciencia superior, el testigo espiritual libre del proceso objeto-sujeto. Hay que reconocer que este procedimiento de mirar adentro con el fin de saber quién es el que experimenta todo lo que encontramos es una expansión sutil de consciencia. Es la misma que los seres humanos han estado estudiando durante algún tiempo. Como Gurdjieff escribió en Views from the Real World.- «Hasta que un hombre se descubre, no ve. Así pues, recuérdese siempre y en todas partes. Las palabras de Sócrates, "Conócete a ti mismo , siguen siendo claras para todos aquellos que buscan el verdadero conocimiento y existencia.»

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO RECUERDO DE UNO Mismo: GURDJIEFF Jesús dijo algo parecido: «Conoced la verdad, y la verdad os hará libres.» Como hemos estado viendo, la verdad a la que se refería era casi con toda certeza la verdad más profunda de que nuestros hábitos mentales determinan nuestra experiencia, y podemos aprender a retroceder y presenciar la verdad espiritual más profunda de quiénes somos, más allá de la dualidad de nuestra percepción mental sujeto-objeto. Filósofos y psicólogos de la percepción están de acuerdo en que en nuestra forma habitual de experimentar el mundo no puede haber objeto sin un sujeto, y de hecho no hay sujeto sin un objeto. Esto es lo que Patanjali y Lao-tse enseñaron, y también lo que Einstein, Heldelberg y otros han estado constatando: que la experiencia humana consiste en una interacción continua entre sujeto y objeto, entre sensación y percepción, entre estímulo y respuesta. No obstante, la realidad espiritual es a todas luces una expansión de consciencia más allá de la realidad científica en nuestra capacidad de establecer en nuestra propia experiencia interna una consciencia expandida que existe fuera, más allá e independientemente de la interacción sujeto-objeto. Podemos retroceder y convertirnos en el testigo que observa la interacción de la mente y su entorno. Éste es el objetivo final de la meditación: trascender la polaridad inherente al continuo material espacio-tiempo y entrar en una cualidad de consciencia que es eterna y no programada, e independiente de nuestras mentes cognitivas biológicamente determinadas. Estamos justo en la cumbre del descubrimiento. Aquí nos lleva toda meditación cuando está libre de creencias y expectativas restrictivas. Una vez más, no se limite a creerme: para saber si algo es bueno hay que probarlo. Como dijo Gurdjieff: «Le pido que no crea nada que no pueda verificar por sí mismo.» Haga una pausa y experimente Si quiere, ahora puede deshacerse de toda la teoría de la que acabamos de hablar. Después de leer este párrafo, deje el libro con toda libertad y experimente el procedimiento del «testigo» directamente; primero sintonícese con su respiración, expanda su consciencia hasta que abarque su corazón... todo su cuerpo, aquí, en este momento presente. Ahora mire algún objeto de la habitación y mantenga su atención, con deleite y sin tensión, en percibir ese objeto; al mismo tiempo, expanda su consciencia para llegar a ser consciente de quién es el que se concentra en el objeto... y vuelva a expandirla para que pueda presenciar su propia mente que mira el objeto.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO Despertar Cada una de las siete expansiones que estamos estudiando en este libro representa un paso que nos aleja de la oscuridad y nos acerca cada vez más hacia la luz. Progresivamente, cada expansión le sacará de un estado de sueño relativo y le conducirá hacia una vigilia cada vez mayor. Probablemente, despertar ha sido siempre la metáfora dominante en el mundo de la meditación: estamos dormidos y necesitamos despertar. En los evangelios, Jesús aconsejaba reiteradamente a sus seguidores: «¡Despertad!» Decimos de alguien que se ha expandido por completo hasta una consciencia espiritual total que es un «maestro despierto». Las enseñanzas de Buda están repletas de invitaciones como ésta: «Mantente despierto, y halla gozo en la quietud de la meditación y la dulzura de la rendición Vive en tu corazón. Busca la consciencia suprema. ¡Feliz es el hogar en el que un hombre despierta! » En un sentido muy real, mientras tenemos conciencia de nuestra perspectiva de «testigo», todavía no estamos espiritualmente despiertos, porque desconocemos quiénes somos en realidad. No hemos encendido la luz de la consciencia para iluminar nuestro ser interior y, por lo tanto, permanecemos a oscuras aunque proyectemos la luz de nuestra consciencia sobre todo el mundo. Lo que esperamos de una práctica meditativa es despojarnos de manera gradual de las capas de sueño y despertar a una cualidad de consciencia en la que nuestros ojos espirituales se abren de par en par, y ven el mundo sin prejuicio, rechazo o miedo, y al mismo tiempo observan nuestro ser interior sin prejuicio, rechazo o miedo. En Self-Remembering, Robert Earl Burton pregunta: «¿Qué significa la expresión "recuerdo de uno mismo? Significa que su ser durmiente recuerda que está despierto. » Este acto de recordar quiénes somos en realidad no parece ser un reflejo programado de nuestra naturaleza animal. En su lugar, nuestra consciencia adulta, desde el punto de vista de Gurdjileff, debe optar por avanzar y dar los pasos mentales necesarios para pasar del sopor a la vigilia. Burton señala también que «una razón por la que resulta difícil despertar es que estamos rodeados de miles de millones de personas que están dormidas». Su comentario no es una opinión sino una simple observación psicológica. La gran mayoría de la gente considera que su estado de consciencia cotidiano es la única consciencia que existe. Desde luego, todo el mundo goza de vislumbres momentáneos de comprensión, breves destellos de un estado de consciencia trascendente. Mirando una puesta de sol, contemplando un arco iris en el cielo o haciendo el amor, experimentamos un destello de luminescencia que alumbra nuestro ser superior y, de hecho, tales experiencias pueden provocar un anhelo de permanecer siempre en ese estado más despierto. Pero entonces regresamos a nuestra conducta programada y a los estados de consciencia en los que sólo somos conscientes hasta cierto punto del mundo exterior, de lo percibido. No optamos por disciplinarnos para recordar que debemos ser conscientes del perceptor, presenciar todo el fenómeno sujeto-objeto de la percepción humana desde una consciencia superior que está unida con el Testigo Universal. Haga una pausa y reflexione Los maestros espirituales dicen que estamos básicamente dormidos. ¿Está de acuerdo? ¿Suele estar espiritualmente dormido, no es consciente de su luz interior de consciencia mientras desarrolla sus actividades cotidianas? ¿Cómo se relaciona con la propia idea de que puede acceder a un estado de consciencia más despierto?

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RECUERDO DE UNO Mismo: GURDJIEFF Inercia espiritual Hasta ahora en este libro le he guiado por el camino del no-esfuerzo en la meditación. Ahora hemos llegado al punto en el que debemos hablar de inercia espiritual y del reto de vencer nuestros hábitos mentales de consciencia generalmente letárgicos. En efecto, no podemos forzar el despertar. No podemos empujar con nuestro ego y obligarnos a despertar a una realidad superior. Sólo podemos volvernos más conscientes del momento presente y, a través de esta consciencia, despertar. Al mismo tiempo, no es casual que al menos tres grandes maestros espirituales contemporáneos -Gurdjieff, Krishnamurti y Byron Katie- denominen su procedimiento de meditación espiritual «la Obra». Robert Earl Burton reitera el tema de trabajo, diciendo enfáticamente a sus alumnos: «Esforzarse por recordarse uno mismo es lo principal, porque sin este esfuerzo nada más tiene valor; ésa debe ser la base para todo.» En el camino espiritual encontramos a menudo paradojas semejantes. Esforzarse por alcanzar el despertar espiritual es, de hecho, completamente inútil: no podemos obligar a la consciencia a que se expanda. Al mismo tiempo, si ahora estamos básicamente dormidos y atrapados en la inercia de unos hábitos mentales limitados, debemos hacer un esfuerzo por disipar la inercia de nuestros hábitos mentales y despertar. Estoy seguro de que ya ha comprobado que esto es cierto. A veces, cuando llega la hora de su meditación diaria, constata que su mente inventa toda clase de excusas para deshacerse de ella y no hacer el esfuerzo mental necesario para disciplinar su mente y cuerpo a fin de efectuar los pasos iniciales del proceso meditativo. A menudo, si no es disciplinado, sencillamente no meditará en absoluto. Así pues, debe optar por hacer el esfuerzo de vencer su inercia emocional y mental para poder entrar en la corriente meditativa. A través de la disciplina, usted aplica el esfuerzo mental suficiente para dirigir su atención en valiosas direcciones meditativas. Entonces, una vez botada su nave de meditación, se relaja y accede al mar de la experiencia. Incluso después de iniciada la meditación, puede encontrarse con que de vez en cuando su mente comienza a escaparse de su estado de concentración y se pierde en emociones y pensamientos aleatorios. Cuando esto ocurra, vuelva a hacer un esfuerzo mental por devolver su atención allí donde ha elegido mantenerla. Es muy fácil caer en una relativa inconsciencia. Si desea despertar espiritualmente, descubrir quién es en realidad, más allá de su ego condicionado, entonces Robert Earl Burton tiene toda la razón: «El esfuerzo por recordarse uno mismo es lo principal. » Mi intención, a través del programa de meditación Siete maestros, un camino es proporcionarle una estructura y un procedimiento que parezcan casi naturales, en el sentido de que el proceso de meditación sigue las expansiones espirituales lógicas de la mente humana paso a paso, hacia una vida más despierta. Pero, aun así, a veces resulta necesario superar cierta inercia inicial.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO A menudo la resistencia que obstaculiza el avance hacia la meditación tiene su origen en determinadas creencias sobre el objetivo del acto de meditar. Si cree que debe hacer un esfuerzo gigantesco para efectuar un brusco despegue hacia la iluminación total, entonces es natural que se resista a poner tanto de su parte. Así pues, permítame dejarlo claro otra vez: no le estoy enseñando un procedimiento para esforzarse hacia un futuro «despertar repentino» radical, como han hecho algunos maestros. Sí, tendrá muchas experiencias de despertar repentinamente durante la meditación, pero mi programa no pretende lanzarlo a una Iluminación continua y absoluta. Salvo en mis primeras investigaciones meditativas, no he estado nunca interesado en la iluminación repentina y total. Para mí no tiene sentido que podamos pasar instantáneamente de la inconsciencia espiritual absoluta al despegue espiritual total. En lugar de eso, en este libro estamos estudiando lo que Stephen Levine promete en el título de su maravillosa obra Un despertar gradual. Usted experimentará sin duda destellos singulares de claridad y expansión por el camino. Pero tenga cuidado con la tendencia de su ego a querer predominar y sentirse espiritualmente superior. Se requiere un acto de juicio del ego para decidir que ha alcanzado la iluminación, y tan pronto como haya realizado ese acto, habrá perdido por definición ese estado iluminado. Como dice con acierto el refrán: «Aquellos que saben no dicen, y aquellos que dicen no saben.» La humildad es fundamental en el camino espiritual, porque tan pronto como se haga una idea repentina de lo grande que es usted espiritualmente, sobre todo en comparación con los demás, su ego tomará el mando y usted regresará al punto de partida. Es mejor dejarse de todos estos juegos espirituales del ego y, en su lugar, efectuar el esfuerzo justo para dirigir su atención afectuosa hacia su naturaleza interna ya despierta, simplemente porque usted se ama y desea conocer la verdad de quién es. Y recuerde siempre que usted ya está aquí... y ya en su totalidad. Haga una pausa y reflexione Tómese unos momentos para hacer una pausa y reflexionar sobre sus sentimientos respecto a realizar un esfuerzo por meditar, optar por recordar quién es realmente. ¿Siente en su interior el anhelo de despertar?, ¿está dispuesto a mirar adentro y ver su fuente principal y su ser creativo?

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RECUERDO DE UNO MISMO: GURDJIEFF Usted es... consciencia La meditación suele definirse como el procedimiento mediante el cual usted llega a saber finalmente quién es en realidad. Más allá de sus recuerdos de lo que ha hecho, más allá de su propia imagen de quién debería ser o quién se imagina ser, más allá de todas sus ideas y conceptos de su identidad personal, empiece por ver simplemente la verdad de su esencia de ser más profunda. Stephen Levine señala que «otra palabra que designa la meditación es sencillamente "consciencia». La meditación es consciencia [ ... 1 y la base de esta práctica consiste en participar directamente en cada momento cuando ocurre con toda la consciencia y comprensión posibles.» El ego de nuestras mentes actuará regularmente, según sus hábitos programados de tratar de absorbernos en la relativa inconsciencia de llegar a estar tan conectados a nuestros pensamientos y acciones, nuestros deseos y temores, que perdemos la percepción consciente de lo que está ocurriendo... y así tendemos a dormirnos espiritualmente. Sólo el esfuerzo regular de optar por expandir nuestra consciencia para ser conscientes en el momento presente nos impide volver a dormirnos. Lo que estamos descubriendo en esta sexta expansión es que, a medida que seguimos realizando un esfuerzo suficiente para estar cada vez más despiertos en el momento presente, a medida que «participamos en cada momento con toda la consciencia y comprensión posibles», encontramos de forma natural una realidad que nos impulsara una experiencia cualitativamente nueva: ya no nos identificamos con el nivel de vida sujeto-objeto, sino que somos conscientes de la propia fuente de consciencia. El factor clave que nos permite realizar esta expansión hasta la consciencia pura parece ser liberarse de toda elección, lo que significa toda conexión con el resultado. Hemos visto que en expansiones anteriores debemos optar por mirar hacia dentro y más allá. Pero una vez que estamos en ese proceso de observación, necesitamos despojarnos incluso de esa elección, de suerte que seamos simplemente consciencia pura y libre. Éste es el estado de consciencia que nos permite trascender realmente. Hemos visto que nuestro ego está arraigado en el proceso continuo de elegir una cosa entre otras, esto antes que aquello, decidir qué es mejor y qué hay que evitar. Mientras observemos el mundo que nos rodea desde este punto de vista crítico, estaremos encerrados en el estado de ego relativamente inconsciente de deseo y elección. La última elección que hacemos en cada sesión de meditación, con la quinta expansión, es abrirnos y dejar que la entrada espiritual de más allá del centro de nuestro ego inunde nuestro ser personal. Tan pronto como hagamos este último acto positivo de ego, basado en el deseo de unirnos con Dios y colmarnos de espíritu, entonces debemos soltarnos y rendirnos a cualquier cosa que ocurra en el momento presente, sin tratar en modo alguno de manipularla. Mediante esta entrega final de toda elección y dirección del ego, adquirimos la capacidad de expandir nuestra consciencia hasta que abarque el todo al mismo tiempo: interior y exterior, estímulo y respuesta. Y al hacerlo nos convertimos en participantes espontáneos en el momento presente, a la vez que seguimos siendo testigos totalmente libres de la perfecta creación de Dios. -

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RECUERDO DE UNO Mismo: GURDJIEFF Tras pasar por las cinco primeras expansiones de la meditación, verá que la sexta no requiere ningún esfuerzo. Al cabo de unas semanas de práctica, la declaración de esta expansión, «Sé quién soy», dirigirá de forma natural su atención hacia dentro y hacia fuera por igual, de modo que presencie la verdad de su propia identidad espiritual. «Sé quién soy.» Cuando usted retiene estas palabras en su mente, no está declarando que ya sabe por completo quién es. En el proceso del despertar gradual, repetimos esas palabras con el fin de dirigir nuestra atención regularmente hacia la fuente de ese conocimiento. Hasta cierto punto, usted ya sabe quién es, y la meditación es el proceso a través del cual despierta cada vez más a lo que ya sabe. En este preciso momento de expansión usted conecta directamente con la constatación radical de que es, por completo, uno con la fuente de su consciencia personal. Experimenta que es siempre y para siempre uno con Dios. A fin de cuentas, el máximo testigo es Dios. Como la tradición de los indios americanos nos recuerda a menudo, nosotros somos los ojos y los oídos del Creador. Y a medida que usted se desprende de toda elección, todo criterio, todo deseo y todo vínculo, la membrana entre su consciencia personal y la consciencia infinita se vuelve tan permeable que experimenta el dichoso estado de unidad total con la vida entera. Después de hacer el esfuerzo inicial por dirigir su consciencia hacia su respiración, su corazón, la presencia de todo su cuerpo, después de renunciar a juzgarse a sí mismo y al mundo y abrir su corazón para recibir la entrada del amor y la orientación de Dios, cuando pase luego a la sexta expansión y diga «Sé quién soy», comprobará que no ha de hacer ningún esfuerzo. El mero acto de recordarse uno mismo sintoniza su consciencia con quién es en realidad. Y ese acto se ejecuta, sencillamente, acordándose de decir: «Sé quién soy.» Bajo esta luz positiva, pronunciar las palabras «Sé quién soy» se convierte en su mantra de celebración, su reconocimiento verbal de que ha despertado a su verdadero ser infinito.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO RECUERDO DE UNO Mismo: GURDJIEFF Recordarse uno mismo Antes de pasar a la sesión guiada para recordarse a sí mismo, quisiera compartir con usted una serie de dichos de la tradición gurdjieffiana que le serán de gran ayuda cuando considere el procedimiento de recuerdo de uno mismo. Puede hacer una pausa ahora o más tarde y destinar algún tiempo a reflexionar sobre cada uno de ellos. • La meditación se basa en investigar un conocimiento total de sí mismo, una visión directa de quién es usted en el momento presente, sin que se interpongan imágenes, experiencias ni ideas. •

Recuerde que usted es lo observado, no aquello que usted observa.

No existe mayor prodigio que ser consciente en el momento presente. Todo empieza y termina con esto. Recordarse uno mismo es una tarea de dieciocho horas al día. Usted no puede entender el recuerdo de uno mismo en treinta minutos. Deberá convivir con este proceso en cada momento del día. La capacidad de todo ser humano para mirar adentro y recordar directamente quién se es resulta el gran misterio de la vida orgánica en la tierra. Usted no puede estar presente en su destino si no está presente en el camino. Así pues, haga todo lo posible por estar presente... ahora. La vida sólo es real cuando usted es. Y usted sólo es real cuando está despierto a su propia presencia interior. No trate de convertir el presente en algo que no es. Entréguese a él, experiméntelo y acéptelo en sus condiciones irrefutables. No somos lo percibido ni el perceptor: somos el testigo que experimenta la percepción. El recuerdo de uno mismo no es una sensación. William Blake dijo: <Miro a través de mis ojos, no con ellos.» Eche un vistazo a su observación, su testimonio. Es ¡limitado. No tiene principio, no tiene final; es informe, eterno, infinito; es usted. Al final nada se interpone entre usted y el recuerdo de sí mismo salvo usted.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO RECUERDO DE Sí MISMO: GUÍA DE MEDITACIÓN 6 Póngase cómodo, siéntese donde prefiera... haga los movimientos que quiera... y concentre tranquilamente su atención en el aire que entra y sale de su nariz o de su boca... expanda su consciencia hasta que abarque los movimientos que se producen en su pecho y vientre mientras respira... diga para sí: «Estoy respirando libremente ... » Además, al mismo tiempo, sea consciente de su corazón, justo cuando respira... sea consciente de todo su cuerpo, ahora, en el momento presente... sus pies... sus manos... su cara... todo su ser.. Sea consciente de los sonidos que le rodean... y diga para sí: «Mi mente está serena ... » Expanda su consciencia hasta que abarque el mundo que le rodea... la habitación en la que está... el edificio en el que se encuentra... las personas de su familia ... de su comunidad... las personas con las que trabaja ... la gente que conduce por la carretera... Todos y todo cuanto están haciendo ahora mismo... el mundo tal como es en este mismo momento... la perfecta creación de Dios... y diga para sí: Acepto el mundo tal como es ... » Y ahora, mientras mantiene su atención en su corazón, repare en lo que siente hacia su propio ser.. observe si su corazón está alegre o triste... contraído o comunicativo... si se juzga a sí mismo, deje de lado las críticas... perdónese por todo lo que necesita perdón... deje que fluya el amor .. y diga para sí: «Me amo a mí mismo tal como soy .. » Tome conciencia de su respiración... de su corazón... de todo su cuerpo... y empiece a ser consciente de dónde su burbuja personal de consciencia encuentra la presencia afectuosa de Dios... sintonice con cualquier trastorno o herida emocional que sienta hoy.. y déjelos estar allí... Abra su corazón mientras repite, varias veces: «Mi corazón está abierto... para recibir.. la ayuda curativa de DIOS ... »

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RECUERDO DE UNO Mismo: GURDJIEFF Usted es consciente de su respiración... de todas las distintas sensaciones que le llegan ahora mismo tanto desde fuera como desde dentro de su cuerpo... es consciente del mundo exterior.. Al mismo tiempo, emplee parte de su consciencia para mirar en la dirección contraria, hacia dentro... a la fuente de su consciencia... sin realizar esfuerzo alguno, simplemente sea consciente de lo que percibe momento a momento, y al mismo tiempo, de quién realiza la percepción... Si quiere, puede abrir los ojos despacio... concentrarse con su respiración... y observar la habitación en la que está, a la vez que es consciente también de quién realiza la observación... Ahora elija un objeto de la habitación al que mirar durante unos momentos... concéntrese en su respiración... observe el objeto de su elección y, a la vez, mire adentro, hacia la fuente de su consciencia... Sea consciente de quién está mirando el objeto, al mismo tiempo que es consciente del objeto... Y mientras mira adentro hacia su núcleo interior de ser, diga para sí unas cuantas veces: «Sé quién soy...» Mientras sigue mirando la habitación... mientras sigue escuchando los sonidos que le rodean... mientras sigue experimentando su respiracion y todos los demás acontecimientos sensoriales... sea consciente también de que la consciencia del universo está mirando a través de sus ojos... Usted es los ojos y los oídos de Dios... usted es una consciencia pura que existe más allá de su sistema de percepción físico ... usted es el testigo... Mire ... y recuerde quién es ... Mire ... y vea ... «Sé quién soy .. » Deje que su meditación se haga más profunda.

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CAPITULO 7 EXPERIMENTAR LA DICHA: KRISHNAMURTI Empecé este libro hablando del camino meditativo espontáneo de mi abuelo y de las enseñanzas de otro sabio del valle de Ojai. Ahora parece adecuado concluir nuestro estudio de la meditación donde empezamos, sintonizando con la absoluta simplicidad y, sin embargo, radical sociabilidad de la visión de la meditación y la búsqueda espiritual de ese sabio. Krishnamurti fue sin lugar a dudas el maestro de meditación más radical que conocí jamás, porque se negaba a enseñar ningún método de meditación concreto. En su lugar, presentaba los parámetros psicológicos y espirituales de la experiencia meditativa de tal modo que descubríamos por nosotros mismos cómo acceden nuestras mentes a un estado meditativo. El objetivo de Krlshnamurti era invitar a sus alumnos a abrir sus corazones y mentes a una investigación de por vida de lo que significa ser consciente en el momento presente. En todas sus enseñanzas señalaba continuamente hacia la absoluta simplicidad del camino espiritual una vez que dejáramos de lado el desorden desconcertante de la mente crítica. Era un maestro que utilizaba palabras para dirigir a sus alumnos más allá de las palabras, hacia el procedimiento inefable pero sumamente obvio de mirar directamente por uno mismo y ver la esencia del asunto. Como consecuencia de su enfoque sobre la simplicidad del despertar espiritual y sobre la disciplina necesaria para alcanzar esa simplicidad, algunas personas consideraban a Krishnamurti un tanto frustrante, intelectualmente obtuso y, a veces, incluso terco. A mucha gente religiosa molestó su insistencia en dejar de lado todas las creencias con el fin de encontrar la verdadera divinidad en la vida. Pero él se mantuvo en sus trece hasta el último de sus días, enseñando lo que sabía que era la verdad a quienes tenían oídos para oír.. y al final fueron muchos los que acudieron en tropel a sus reuniones en Estados Unidos, Europa y la India. Se negó firmemente a dejar que sus seguidores lo convirtieran en un gurú o maestro espiritual de moda, aun cuando hablaba desde la actitud natural de un ser humano despierto. En su lecho de muerte, que tuvo lugar a la avanzada edad de noventa y dos años, pronunció estas palabras memorables: «Ahora, por favor, olvidad al maestro [ ... ] Recordad las enseñanzas.» Sin embargo, muchos de nosotros todavía mantenemos la memoria de este hombre en la máxima consideración espiritual.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO Mesías involuntario ¿ Quién era este hombre al que cientos de miles de personas, probablemente millones, consideran el principal maestro espiritual de la época contemporánea? En su infancia en la India, durante la primera década del siglo xx, fue identificado como el vehículo vivo para la encarnación del siguiente mesías del mundo, destinado a conducir a todos los seres humanos a una era espiritual radicalmente nueva de paz y despertar. Con esta ferviente expectativa, los líderes del movimiento teosófico lo sacaron de su hogar familiar en la India y lo adoptaron sumariamente. Durante el primer cuarto del siglo xx, Krishriamurti y su hermano fueron sumergidos en la, vida cultural y la educación, primero de Europa y luego de Estados Unidos, les gustara o no. Krishnamurti, un muchacho tranquilo, bien parecido y en ocasiones introvertido, aceptó la vida que le ofrecían, aunque silenció sus sentimientos con respecto a su identidad espiritual y se negó firmemente a acceder al estudio en profundidad de las enseñanzas antiguas de la tradición religiosa mundial. Por último, como un joven poco dispuesto a desempeñar el papel mesiánico que le asignaban, renunció públicamente a la identidad impuesta de salvador del mundo, afirmando en su lugar que no era más que un hombre como todos los demás. Su única cualidad especial, manifestó, consistía en que estaba totalmente decidido a indagar con gran pasión y absoluta honestidad la verdad fundamental de la consciencia y la existencia humana. Comoquiera que nací y me crié en el mismo valle donde Krishnamurti pasó seis meses al año durante la mayor parte de su vida adulta, desde muy temprana edad oí a menudo el sonido de su voz, con acento inglés, hablando tranquilamente o con creciente pasión tanto en pequeñas reuniones como en sus charlas formales en los robledales de Ojai. Unas veces se dirigía a su público en un tono afectuoso y quedo, otras veces más apasionado y otras, incluso, con cierta impaciencia cuando se esforzaba por encontrar las palabras adecuadas que llevaran a sus oyentes a comprender quiénes eran en realidad, cómo funcionaban realmente sus mentes, de y en que consistía hecho, el proceso meditativo. A menudo, en esas reuniones públicas, la fragancia del aire de Ojal era embriagadora; la temperatura, ideal; el ambiente, tranquilo y discreto. Cuando yo era muy joven, había quizá de cincuenta a cien personas en las charlas de Krlshnamurti en Ojal, pero las cifras aumentaban paulatinamente con los años. Iniciaba una charla sentándose en silencio en su silla de respaldo recto delante del grupo, aguardando el tiempo necesario para que la gente se calmara y concentrara. Cerraba los ojos y sintonizaba con el momento presente con total concentración, luego miraba al público congregado a su alrededor, sentado sobre almohadillas y mantas, se encontraba con ellos intensamente y, por último, mientras todos guardaban silencio, pronunciaba con gran pasión palabras como éstas:

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO Hoy quiero preguntaros: ¿Podéis miraros sin los ojos del pasado? ¿Podéis observaros en acción, lo cual significa en relación, sin ningún movimiento ni pensamiento? Cuando no hay pasado, existe la dicha del momento presente. ¿Podéis dejar de lado todos los pensamientos, silenciar vuestra mente y tratar de ver la verdad del momento presente, y de este modo conoceros directamente? La mayoría de la gente que acudía a escuchar a Krishnamurti deseaba de verdad pasar a ese estado profundamente despierto de la mente y el corazón. Y, sin duda, algunos lo conseguían. Pero a juzgar por las preguntas y comentarios que surgían hacia el final de la charla, parece que muchos de ellos no eran capaces de liberarse y dar ese salto. Aunque él sabía expresar su visión del despertar espiritual con claridad y énfasis, el procedimiento en sí escapaba a muchos de sus oyentes. Por su parte, Krishnamurti se negaba en redondo a impartir ningún método meditativo concreto para ayudar a sus seguidores a hacer frente a su reto espiritual. De hecho, se mostraba realmente impaciente y crítico con todas las técnicas de meditación establecidas, los gurús populares y las enseñanzas meditativas de las distintas religiones del mundo. Consideraba todas las enseñanzas y métodos del pasado un obstáculo al despertar espiritual. En su lugar, insistía en que nos deshiciéramos del condicionamiento cultural, olvidáramos lo que creemos saber de la experiencia pasada y miráramos directamente al momento presente para ver cómo funcionan nuestras mentes y quiénes somos en realidad. «La meditación verdadera -explicaba- es un modo de dejar de lado todo aquello que el hombre ha concebido de sí mismo y del mundo. Así, descubre una clase de mente completamente distinta.» Cuando se preguntaba a Kríshnamurti específicamente sobre la meditación, por lo general respondía con palabras tan concisas y al mismo tiempo enigmáticas como éstas: «Meditación significa consciencia, tanto del mundo como del movimiento entero de uno mismo. La meditación consiste en ver exactamente lo que es, sin ninguna elección, sin distorsiones y sin pensamientos.» Por más que mis propios hijos parezcan ahora dar por supuestos los retos y nuevas percepciones espirituales que tanto me costó comprender en mis primeros años, recuerdo que siendo niño asimilaba lo que Krishnamurti decía básicamente por ósmosis. Daba por sentado que aquello de que hablaba era verdad. Decía a su público de Ojal: «Mirad ese árbol [ ... J Liberaos de vuestros pensamientos sobre él y limitaos a verlo.» Y yo hacía lo que él indicaba, sin darme cuenta jamás de que a la mayoría de los adultos que me rodeaban les resultaba terriblemente difícil ver el árbol sin abstraerse en pensamientos sobre el mismo. -

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EXPERIMENTAR LA DICHA: KRISHNAMURTI En su presencia Mientras crecía, más de una vez tuve ocasión de compartir el mismo espacio con Krishnamurti en las reuniones informales en el valle, y unas pocas veces en su casa situada entre los naranjales al este de la ciudad. Para ser sincero, estaba más impresionado por su amistad con un niño que por sus conversaciones adultas y eruditas. Él tenía unos cincuenta años cuando yo contaba diez. Me habían advertido que no tenía hijos y que ni siquiera estaba casado, pero parecía encontrarse muy a gusto con los niños. En un par de ocasiones prefirió salir con nosotros a dar de comer a los pollos y la vaca a seguir hablando seriamente con la gente mayor. Cuando ahora pienso en él, recuerdo la alegría natural en sus ojos mientras estábamos por ahí haciendo el tonto. Puesto que, esporádicamente, nos habíamos encontrado en Ojai durante mi infancia, me conocía de nombre años después cuando fui a Europa a verlo. Parecía ser un tipo muy solitario, aunque hacia el final de su vida se supo que había compartido su vida con una mujer durante más de veinte años. Aparentemente esto molestaba a algunos de sus seguidores, quienes suponían que era célibe. También se le censuraba, a veces, por expresar su impaciencia con determinados seguidores que parecían estar pendientes de cada una de sus palabras, conferencia tras conferencia, sin dar el paso espiritual al que él les conminaba. Obviamente, él mismo pasó por desafíos emocionales. Había sufrido una infancia difícil y solitaria, y a veces incluso en los últimos años de su vida parecía triste y vulnerable. En el fondo, era un misterio humano inmenso y complejo, como lo somos todos. Con independencia de lo que ocurriera en su vida privada, en la pública, como maestro espiritual, fue una bola de fuego de ideas radicales y desafíos constantes. Estaba seguro de que todos y cada uno de nosotros poseemos la fuerza interna inherente para experimentar vastos campos de consciencia fuera de los límites de nuestras actitudes, criterios, suposiciones y aprensiones habituales sobre el sentido general de la vida. Tuve algunas oportunidades, siendo adulto, de charlar con él en privado. Me ayudó varias veces escuchando y comentando mis grandes interrogantes acerca de qué hacer con mi vida. Sus ideas me influyeron siempre, haciéndome mirar las suposiciones subyacentes que causaban mi malestar y desconcierto.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO Un año decidí regresar a Ojai y ver si podía echar raíces nuevas en el valle después de haber vivido muchos años en otros lugares. Mí casa estaba a sólo cuatrocientos metros de la de Krlshnamurti y lo vi muchas veces. Gustaba de dar todos los días un paseo que le acercaba a mi casa, y yo esperaba su llegada para acompañarlo. Los días cálidos y soleados otras personas solían ir con él, pero los días de mucho viento caminábamos solos las más de las veces, unos quince o veinte minutos, sin decirnos nada. Ahora que se ha ido, todavía siento su presencia muy a menudo. Sobre todo mientras escribía este libro, me he inspirado en su orientación sutil tanto como me he servido de la orientación de mi abuelo y de los otros seis maestros. La verdad es que todos y cada uno de nosotros sin duda está en las manos afectuosas de todos los seres despiertos; sólo tenemos que acordarnos de abrirnos y sintonizar con ellos

Ver lo que es Krishnamurti fue un firme defensor de la necesidad de una mente serena en la meditación y la exploración espiritual. Hemos estado aprendiendo su orientación básica a este respecto, como la observación totalmente entregada de nuestra respiración y presencia de todo el cuerpo que conduce de forma natural a serenar la mente. Como decía habitualmente a sus seguidores: «Para observar realmente lo que es, en uno mismo y en el mundo, es necesaria una mente silenciosa y muy serena. » Krishnamurti enseñó con gran claridad que el acto de concentrarse en las sensaciones del momento presente resulta muy útil para acallar la mente. Según sus palabras, «si observáis apasionadamente, con intensidad, la mente se silencia por fuerza». Asimismo consideraba el cambio principal que hemos estado aprendiendo, del modo cognitivo al modo perceptual, como la puerta de acceso a ámbitos de consciencia que la mente pensante ni siquiera puede llegar a imaginar: «La meditación es ver lo que es, mirar y escuchar, e ir más allá; esto es lo que tiene lugar cuando el cerebro, la mente y el cuerpo están de verdad serenos y en armonía, cuando la mente, el cuerpo y el corazón son completamente uno. Entonces se vive una clase de vida distinta por completo.» Como otros muchos maestros espirituales, Krishnamurti puso mucho énfasis en aprender a ver pasar los pensamientos propios, observando así la mente pensante en acción. Su orientación incluía no sólo contemplar cómo los pensamientos surgen unos detrás de otros, sino ver al mismo tiempo, en un instante, todo el contenido programado de la mente: «Hay que encontrar un modode observar la mente sin análisis, una forma de observar el contenido entero de la consciencia sin el analizador.» Una y otra vez, en muchas variantes distintas, preguntaba: «¿Cuál es la naturaleza, la estructura, de ese juez interno que está mirando? Ese observador es el pasado, el conocimiento y las ideas anteriores que habéis almacenado. El pensamiento es la respuesta del pasado. Por lo tanto, jamás es libre, Siempre es viejo.»

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO EXPERIMENTAR LA DICHA: KRISHNAMURTI Krishnamurti aportaba a sus oyentes esa chispa especial de comprensión que trasciende la idea y llega a la acción. Siempre advertía a la gente que no creyera sus palabras, sino que mirara directamente su propia experiencia inmediata para averiguar qué es cierto. Insistia en que no lo trataran como a un gurú o un maestro que ya lo sabía todo; en lugar de eso, quería ser considerado como un provocador que inducía a la gente a descubrir la realidad por su cuenta y riesgo. «Constatad mirando directamente -decía- que no existe separación entre el observador y lo observado, entre el pensador y el pensamiento. Entonces veréis, observaréis lo que es realmente. Y cuando veáis realmente lo que es, ya estaréis más allá de ello.» Al igual que los maestros zen, Krishnamurti declaró que es del todo inútil buscar algo, aferrarse a las creen cias o anhelar una experiencia concreta, por más maravillosa que ésta pueda ser espiritualmente. Según sus palabras: La mente debe liberarse por completo de la exigencia de experiencia y la búsqueda de verdad. Poned fin a toda búsqueda. No tengáis creencia alguna, no os comprometáis con ninguna religión, no aceptéis ninguna autoridad. Sed enteramente libres de cualquier forma de creencia, cualquier forma de temor [ ... ] Al indagar una cuestión tan extraordinaria, tiene que existir la libertad de no saber de hecho nada de ella. Liberaos del condicionamiento, para que vuestra mente sea libre de observar [ ... ] Uno debe liberarse de toda creencia, de todo compromiso, para comprometerse con la vida entera, no con una parte de ella. Comprometed todo vuestro ser, toda vuestra energía, vitalidad y pasión a la totalidad de la vida. Entonces podremos pasar a averiguar qué significa meditar.

Libertad radical Krishnamurti fue un fanático de la libertad interna. En cierta ocasión, cuando le preguntaron acerca de cómo controlar los pensamientos de la mente para liberarse del pasado, respondió: La libertad es el comienzo de la meditación, no el final. Lo importante de principio a fin no es controlar el pensamiento, sino comprenderlo, entender el origen, el comienzo del pensamiento, que está en uno mismo. El pensamiento fluye de la memoria almacenada. Sencillamente mirad y ved; entonces seréis ya libres. En la meditación, uno tiene que averiguar si existe un final del conocimiento. Sólo hay libertad cuando existe libertad respecto a lo conocido Psicólogos y filósofos trataron a menudo de minar la lógica de los discursos de Krishnamurti, sosteniendo que pragmáticamente no podemos ser nunca libres de lo conocido, que en el fondo somos animales condicionados y que todos nuestros actos son consecuencia del condicionamiento pasado. Krishnamurti no soportaba tales esfuerzos en pro de usar la racionalidad deductiva para disuadirnos de investigar el meollo del asunto. Replicaba sin vacilar: «La verdadera cuestión es: ¿Puede el pensamiento funcionar cuando es necesario, y permanecer completamente inmóvil las demás veces? La mente debe averiguar si las células del cerebro pueden estar totalmente quietas, y responder así a una dimensión que no conocemos.»

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO EXPERIMENTAR LA DICHA: KRISHNAMURTI Esta insistencia en que la mente puede estar serena y al mismo tiempo sumamente sensible, consciente y receptiva reside en el centro de la interpretación de Krishnamurti de la liberación psicológica y espiritual. «Debéis tener una mente muy serena -exigía- porque sólo entonces podréis ver. Si charláis, si vuestra mente está constantemente en movimiento, corriendo de aquí para allá, es evidente que no puede mirar ni puede escuchar por completo.» Un tema principal a lo largo de la vida de Krishnamurti fue que la mente funciona de un modo fragmentado -como consecuencia de un flujo incesante de pensamientos y conceptos críticos que dividen la realidad en categorías o bien funciona como un todo, en absoluto silencio pero con total consciencia, sabiduría y respuesta espontánea a todos y cada uno de los movimientos del mundo. «Ved la necesidad -solía decir- de tener esta mente delicada y sutil que está absolutamente serena. Es sólo una mente así la que ve el conjunto de la vida como un movimiento unitario, no fragmentado, Esa mente actúa de manera completa y no fragmentada, porque lo hace a partir de la quietud absoluta.» Sabía por experiencia propia que la mente puede permanecer callada, y que de hecho las más de las veces lo mejor que podemos hacer es mantener la mente pensante en completo silencio para poder percibir en lugar de concebir. Según sus palabras: «Es la percepción directa de "lo que es" aquello que propicia un cambio radical. En una mente serena hay un movimiento que es totalmente distinto, es decir, de una dimensión distinta, de una cualidad diferente.» Krishnamurti enseñó que aquello que despierta el verdadero potencial de la consciencia humana es el propio acto de mirar, de escuchar, de percibir lo que ocurre a nuestro alrededor y en nuestro interior en el momento presente. Debe empezar por el principio, y el primer paso es el último en la meditación: liberar de condicionamientos la mente haciéndose consciente, estando totalmente atento [ ... J Deje que esa montaña, ese árbol, lo absorba por completo. Preste atención, con apasionamiento, intensamente, mire y escuche de verdad, y para escuchar y ver de verdad, su mente debe estar serena. Esto es la meditación. Cuando comprenda qué es la quietud, cuando comprenda la belleza, el amor, vea cómo funciona su mente y quién es usted [ ... ] Y de esa visión directa emana una mente extraordinariamente serena.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO Krishnamurti enseñó que cuando silenciamos nuestros pensamientos, vemos con toda la mente. Al pasar de las fijaciones cognitivas a las percepciones en el momento presente, accedemos a una experiencia unificada. «El acto de ver es la única verdad; no existe nada más. Mire el árbol [ ... ] Véalo completamente con la totalidad de su mente y su corazón, no con una parte.» Mediante la inmersión en esta visión directa y la elección de vivir en el momento meditativo, accedemos de forma natural a los ámbitos infinitos de consciencia, donde descubrimos la dicha. «Existe una vasta extensión de la mente que por lo general jamás tocamos ni conocemos. Esa mente es inconmensurable. No conocemos su cualidad porque nunca hemos mirado nada de verdad, con la totalidad de nuestra mente, de nuestro corazón, de nuestros nervios, de nuestros ojos, de nuestros oídos. Para esto no hay ningún método. Limítese a hacer que todo el campo sea completamente sensible. En eso reside la única revolución verdadera.» Es muy simple, y al mismo tiempo absolutamente sublime. «Todo lo que hay que hacer es ver. Y ese ver es el acto de amor. Ver destruye todas las barreras. Ver nos pone en estrecho contacto con la vida [ ... ] Lo importante no es aprender sino ver, y escuchar. Y a partir de ese ver y escuchar comprobará que toda separación entre el observador y lo observado toca a su fin.» ¿Y qué ocurre cuando, a través del despertar perceptual, toda separación toca a su fin? «Si puede ver, no debe hacer nada más. La mente se ha vaciado de todo su contenido, de toda insinuación, toda probabilidad, toda posibilidad. La mente está completamente activa... y vacía [ ... ) Entonces hay una tremenda revolución, toda su acción experimenta un cambio radical. Usted es completamente un todo.» Ahora, durante unos minutos, hagamos una pausa y dejemos que la ola de las palabras de Krishnamurti nos sumerja, mientras llevamos toda la atención de nuestra mente al momento presente... respirando, escuchando, viendo, siendo...

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EXPERIMENTAR LA DICHA: KRISHNAMURTI El factor dicha Muchos maestros espirituales «serios» tienen miedo de hablar acerca de cómo la meditación puede hacernos sentir bien. Algunos de ellos consideran demasiado mundano, incluso egoísta y hedonista, tener como una de nuestras principales motivaciones para meditar la intención de cambiar nuestro humor general molesto, preocupado, alterado, aburrido y deprimido en alegre, radiante, apasionado y, sí, incluso realmente dichoso. La meditación es una herramienta interna fundamental para transformar los agitados sistemas emocional y psíquico en faros brillantes de compasión, placer, claridad y sana diversión de toda la vida. El «Buda risueño» ha sido una inspiración primordial en este sentido. Alan Watts, pese a todas sus manías humanas y su genio intelectual, sintonizaba regularmente con lo que él denominaba las «circunvoluciones de la gran carcajada», mientras conminaba a sus oyentes a ver la naturaleza a la larga humorística de la exploración espiritual, y nuestra responsabilidad de mezclar la devoción meditativa con alegría, humor y dicha. De un modo similar, antiguos maestros sufíes como Sam Lewis se entregaban a menudo a la risa, el éxtasis, la diversión y el jolgorio. Quizá su cualidad definitoria no era la seriedad frente a lo divino, sino un desbordamiento de gozo apasionado por el hecho de estar vivos y ser conscientes en este planeta. La experiencia espontánea de la dicha ha aflorado habitualmente también en la mayoría de tradiciones religiosas. Muchos santos de la Iglesia católica se vieron transportados a la dicha mística, al igual que los seguidores de Buda. La dicha ha sido considerada generalmente como un puro don de gracia que llega a las personas de forma inesperada, estallando en su interior antes de desaparecer. De hecho, esta experiencia no es algo que, egoístamente, podamos decidir generar y luego efectuar determinados ritos para hacer que aparezca en nuestras vidas. Parece que esa experiencia nos viene como llovida del cielo. EXPERIMENTAR LA DICHA: KRISHNAMURTI Así pues, ¿qué es esa cosa llamada dicha, y cómo podemos fomentar su presencia en nuestras vidas cotidianas? La dicha quizás es más fácil de definir por lo que no es. No es miedo. No es terror. La dicha sólo se da en ausencia de ansiedad. Además, tampoco es ira, juicio, rechazo ni negación. La dicha no es nada negativo. La dicha medra en presencia de amor, compasión, aceptación, confianza y todas las cosas positivas. La dicha es la entrada de espíritu puro en nuestras vidas. Es nuestro estado natural cuando nos deshacemos de todos nuestros pensamientos, juicios, contracciones, creencias y demás bagaje cognitivo, y nos limitamos a abrirnos a la pasión de estar vivos y llenos de nuestra principal fuente de vida: el gozo y el amor creativos e infinitos de Dios. Puede que sea una verdad psicológica que cuando no hay miedo en la mente de una persona, existe abundante alegría. De un modo similar, como dice Krishnamurti: «Cuando no hay pasado, existe la dicha del momento presente.» Mientras nos concentremos por completo en los campos de percepción de la consciencia y actuemos para silenciar las asociaciones y pensamientos de la mente fundamentados en el pasado, despertaremos de manera previsible la experiencia natural de la dicha en el momento presente. Si concebimos nuestra meditación diaria de suerte que nos expandamos progresivamente más allá de nuestros ajetreados pensamientos, nos relajemos y nos liberemos del futuro y todas sus preocupaciones, abriendo nuestros corazones a la entrada de amor y gracia curativa, llegaremos de forma natural a un punto de la meditación en el que nos sentiremos plenamente vivos en el momento presente, con la afluencia de amor y gozo... y dicha perdurable. Tal como lo describe Krishnamurti: «En ese acto de ver, todo es belleza. Y con la belleza hay amor; y cuando hay amor, usted no debe hacer nada más. Dondequiera que esté, experimentará dicha, el paraíso.»

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO

Dese permiso Si bien la dicha está siempre dispuesta a entrar en nuestras vidas, Dios, Tao o comoquiera que usted llame al Creador Infinito no la fuerza. Debemos darnos permiso para sentirnos bien y abrir nuestros corazones a la entrada de buenos sentimientos si queremos recibirlos. Para recibir la alegría inspiradora del despertar espiritual, es necesario que derribemos todas las defensas de nuestro ego y nos abramos con total confianza. Pero esa entrega absoluta a una pasión abrumadora y unas experiencias y sentimientos incontrolados se ha asociado tradicionalmente a un abandono emocional y sexual inaceptable, y a toda suerte de otros supuestos crímenes pasionales. Como he escrito extensamente en Sex and Spirit, nuestros temores arraigados a sentirnos bien y entregarnos al placer impiden no sólo el despertar sexual sino también el espiritual. Muchos de nosotros tenemos una dura coraza que nos impide dejarnos "S llevar' por la pasión y el éxtasis; creemos que nos sucederán cosas terribles si perdemos el control del ego. Dicha y pasión residen en un continuo energético. La dicha es la dimensión pasiva, y la pasión, la dimensión activa de la misma entrada de buenos sentimientos desde fuera de nuestra burbuja personal de identidad. En ambos casos, estamos inundados de una energía que nos llena, nos inspira y nos hace sentir maravillosos y unidos al COSMOS. Durante su siguiente sesión de meditación, cuando llegue a esta séptima expansión, al principio limítese a observar qué ocurre en su mente cuando pronuncie la declaración focal: «Estoy aquí, ahora, en estado de dicha.» Observe sin prejuicios los pensamientos que entran en acción y las imágenes que le vienen a la mente cuando se plantee entregarse a la pasión y la entrada de buenos sentimientos en su corazón y su cuerpo. En medio de la identificación de posibles reacciones antidicha en acción, será consciente de su condicionamiento relacionado con la dicha y, paso a paso, se librará de él. Krishnamurti señaló una y otra vez que llenarse de una carga de pasión para conocer la verdad es el ingrediente esencial necesario para mirar directamente y ver con claridad quiénes somos en realidad. La pasión es la energía positiva e inspirada que mueve a los seres humanos, y cuando llegamos a percibir directamente nuestra naturaleza humana, nuestra pasión se transforma de forma natural en... dicha. Éste es el viaje que efectuamos juntos aquí día tras día, expansión a expansión, mientras llamamos a nuestro núcleo más profundo de consciencia mediante la observación de cada nuevo movimiento en acción. Tendemos a comenzar cada sesión de meditación inmersos por completo en todas nuestras cotidianas preocupaciones emocionales y argucias del ego. Entonces pasamos por las siete expansiones de la consciencia que fomentan un nuevo despertar de nuestro espíritu en el momento presente. Por el camino transformamos quienes somos, una y otra vez, mientras aprendemos a mezclar nuestras almas personales con la Realidad Infinita. Y habitualmente, al tocar la energía liberada durante la meditación, experimentamos la dicha que ocupa el centro de nuestro ser.

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EXPERIMENTAR LA DICHA: KRISHNAMURTI

Krishnamurti consideraba este proceso meditativo de abrirse con regularidad a la energía apasionada y la comprensión inspirada como el acto de transformación que nuestra sociedad necesita, tan desesperadamente, ahora mismo: A menos que haya una profunda revolución psicológica, la mera reforma en la periferia tendrá escasa repercusión. La revolución psicológica, que creo es la única revolución, es posible mediante la meditación. Esa revolución sólo puede tener lugar en el centro de nuestro ser y requiere una gran cantidad de energía. La meditación es la liberación de esa energía total.

EXPERIMENTAR LA DICHA: GUÍA DE MEDITACIÓN 7 Llegamos ahora a la última de nuestras siete meditaciones guiadas. Comprobará que esta meditación final incluye las siete expansiones y representa toda la corriente del programa de meditación de Siete maestros, un camino. Mientras memoriza y domina el programa 1 , puede acudir a este guión siempre que quiera para avanzar, por toda la meditación de siete expansiones. Cada uno de los párrafos de esta expansión representa una versión breve de una de las expansiones anteriores, y le guía inmediatamente en la dirección de la frase focal. Constatará que, al cabo de un par de semanas de ser guiado a través de este procedimiento fundamental, habrá memorizado de forma natural la corriente general y sólo deberá acordarse de pronunciar cada frase focal para acceder a una meditación tras otra. ¡Que se divierta! Así, cerciórese de estar cómodo, sentado donde prefiera... haga los movimientos que quiera... y concentre tranquilamente su atención en el aire que entra y sale de su nariz o de su boca... expanda su consciencia hasta que abarque los movimientos que se producen en su pecho y vientre mientras respira... y diga para sí: «Estoy respirando libremente ... » su cuerpo, ahora, en el momento presente... sus pies... sus manos... su cara... todo su ser.. Sea consciente de los sonidos que le rodean... y ahora diga para sí: «Mi mente está serena ... » Expanda su burbuja de consciencia hasta que abarque el mundo que le rodea... las personas de su familia... de su comunidad... las personas con las que trabaja... todos y todo cuanto están haciendo ahora mismo... el mundo tal como es en este momento... la perfecta creación de Dios... y diga para sí: «Acepto el mundo, tal como es ... »

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO Expanda su consciencia hasta que abarque su corazón, que late justo cuando respira; sea consciente de todo Y ahora, mientras mantiene su atención en su corazón, repare en lo que siente por su propio ser.. observe si su corazón está alegre o triste... contraído o comunicativo... si se juzga a sí mismo, deje que las críticas se vayan... perdónese por todo lo que necesita perdón... permita que fluya el amor.. y diga para sí: «Me amo a mí mismo tal como soy .. » Tome conciencia de su respiración ... de su corazón... de la presencia de todo su cuerpo ... y empiece a ser consciente de dónde su burbuja personal de consciencia encuentra la infinita presencia afectuosa de Dios... Sintonice con los trastornos y heridas emocionales que sienta hoy y déjelos estar ahí; ríndase a la orientación espiritual mientras dice varias veces: «Mi corazón está abierto... para recibir... la ayuda curativa de Dios ... » Usted es consciente de su respiración... de todas las distintas sensaciones que le llegan ahora mismo desde fuera y desde dentro de su cuerpo... mientras es consciente de sus percepciones del mundo exterior, al mismo tiempo, emplee parte de su consciencia para mirar en la dirección contraria, hacia dentro, a la fuente de su consciencia... Sin realizar ningún esfuerzo, simplemente sea consciente de lo que percibe momento a momento y, al mismo tiempo, de quién realiza la percepción... y mientras mira hacia dentro y se une con su núcleo interior de ser, repítase unas cuantas veces: «Sé quién soy .. » Deje que su respiración se suceda por su cuenta... escuche los sonidos de su entorno... preste toda su atención a lo que está ocurriendo ahora mismo y experiméntelo todo a la vez... con consciencia pura y completa; deje que los pensamientos se desvanezcan... los recuerdos se alejan... y los deseos, también; dese permiso para ser totalmente libre, para experimentar lo que es realmente... esto... aquí... ahora... esté totalmente atento... extraordinariamente -sereno... por completo sensible... entero... y afectuoso... Cuando hay amor, no hay nada más que hacer.. Donde usted está, tiene dicha... ábrase a una experiencia nueva mientras dice: «Estoy aquí... ahora... en estado de dicha ... » Mientras, deje que su meditación se haga más profunda.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO EXPERIMENTAR LA DICHA: KRISHNAMURTI

ÚLTIMAS PALABRAS Su programa de meditación diaria Ahora conoce todo el curso de las siete expansiones que integran el programa de meditación de Siete maestros, un camino. Tiene las herramientas de transformación al alcance de la mano. Nada se interpone entre usted y una vida de exploración, comprensión y dicha interiores. Permítame enumerar de nuevo los siete dichos esenciales que dirigen de inmediato su atención en direcciones que despiertan la experiencia de su ser más profundo. ¿ Conoce ya suficientemente bien cada una de esas expansiones? ¿lnducen una respuesta y un movimiento en su interior? «Estoy respirando libremente.» «Mi mente está serena.» «Acepto el mundo tal como es. » «Me amo a mí mismo tal como soy. » «Mi corazón está abierto para recibir.» «Sé quién soy.» «Estoy, aquí, ahora, en estado de dicha.»

Qué hacer ahora Con demasiada frecuencia leemos con avidez un libro espiritualmente inspirador y albergamos la esperanza de poder transformar de verdad nuestras vidas en direcciones hermosas; pero luego, tan pronto como terminamos el libro, nuestra pasión comienza a disiparse. Tenemos la tendencia universal a cerrar un libro y buscar otro de inmediato. Mi intención con este nuevo enfoque de la instrucción meditativa es garantizar que usted pase con éxito de la primera fase de instrucción e inspiración escrita a la segunda fase, más profunda y mucho más gratificante, de la experiencia directa regular a través de una práctica espiritual diaria. Ahora que se acerca al final de este torrente de palabras, le invito a tomarse un tiempo para aclarar en su mente un plan de juegos meditativos diarios que le permitirá avanzar con paso firme por el camino espiritual hacia experiencias y comprensiones más satisfactorias. Con este fin, mis colegas y yo hemos concebido una serie de sistemas de apoyo a la meditación que le guiarán con éxito a través de las siguientes fases de su viaj e. Quizás este libro sea lo único que necesita, y después de sólo una lectura puede que haya interiorizado todo el proceso. De ser así, ¡estupendo! Si no, aquí tiene algunas otras opciones a considerar, una vez que haya leído todo el libro y obtenido un sentido inicial de su propio potencial meditativo interno. Estos programas han sido específicamente concebidos para aumentar y ampliar el texto de Siete maestros, un camino. No sólo le serán útiles como un recurso y un sistema de apoyo válido para toda la vida, sino que además le facilitarán el acceso a una comunidad meditativa de personas con ideas afines que aprenden y estudian el mismo programa y proceso espiritual en el que usted está involucrado. Esta sensación de experiencia compartida puede resultar de suma importancia en su vida espiritual.

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ÚLTIMAS PALABRAS

Los cuatro marcos temporales de meditación Aun cuando empiece a memorizar e interiorizar el proceso de meditación, deberá practicar regularmente la meditación de Siete maestros, un camino a diario, o varias veces al día. Estas cuatro estructuras temporales le ofrecen una amplia gama de posibilidades para integrar la meditación en su agenda diaria. Al principio es probable que precise de esta orientación para pasar por las siete expansiones, pero pronto comprobará que no necesita el apoyo externo en sus meditaciones.

MEDITACIÓN DE MEDIA HORA AL DÍA Lo ideal es que se reserve media hora diaria, preferiblemente a la misma hora y en el mismo lugar, para dejarse guiar o guiarse usted mismo a través de todo el proceso de meditación de Siete maestros, un camino. En media hora de práctica, dedicará tres minutos más a cada expansión (unas veinte respiraciones concentradas por expansión). En cuanto haya efectuado la séptima expansión, podrá meditar tranquilamente sin más orientación y abrirse a una experiencia nueva cada vez. Desde luego, puede meditar durante más de media hora siempre que quiera. También puede realizar esta meditación más de una vez al día si su tiempo lo permite. Y hay un tema en concreto que resulta especialmente relevante: procure concentrarse sólo en esa meditación durante una sesión entera ese día. Lo importante es asegurarse de que todos y cada uno de los días hace una pausa y se concentra interiormente, con el fin de establecer, para toda la vida, el hábito de dedicar al menos algún tiempo a su aventura espiritual.

MEDITACIÓN DE DIEZ MINUTOS Además de su meditación principal -o, quizá, como su meditación principal, constatará también que una rutina de meditación breve de diez minutos una o más veces al día resulta placentera y de gran ayuda. En este período de diez minutos dedicará seis respiraciones a cada expansión, pronunciando cada frase focal una o dos veces con el primer par de respiraciones, y luego guardando silencio durante las siguientes respiraciones antes de pasar a la siguiente expansión. Después de la séptima expansión, puede limitarse a «estar dichoso» durante todo el tiempo que desee, o bien puede volver al principio y concentrarse en la expansión que más le atraiga en ese momento.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO

MEDITACIÓN DE DOS MINUTOS Siempre que disponga de sólo un par de minutos, le recomiendo con encarecimiento que haga una pausa y se limite a pronunciar cada una de las siete frases focales, una tras otra. Dedique una o dos respiraciones a cada uno de los dichos, concentrando toda su atención en cada una de las expansiones durante un tiempo corto pero inestimable. Comprobará que cuanto más experimente cada expansión en meditaciones más prolongadas, más rápida y profundamente podrá desplazar su atención durante las meditaciones cortas. Es extraordinario cómo podemos aprender a sumirnos rápidamente en una meditación profunda con sólo un poco de práctica y experiencia reiterada. En no más de dos minutos podrá expandir de inmediato su consciencia más allá de sus pautas mentales habituales para adoptar una actitud más consciente, afectuosa y espiritual en aquello que esté haciendo. De este modo, aportará a su entorno una luz clara, brillante y compasiva de la que se beneficiarán todos los que le rodean.

MINI MEDITACIÓN Si no dispone siquiera de dos minutos, comprobará que sólo treinta segundos de meditación varias veces al día pueden transformar su experiencia de la vida. Si sencillamente hace una pausa lo bastante larga para acordarse de ser consciente de su respiración y decir: «Estoy respirando libremente», esta rápida expansión a una percepción plena de la respiración despertará la consciencia de todo su cuerpo. Tal como estudiamos en el capítulo 1, usted transforma su día cuando es consciente de su respiración. No importa qué esté haciendo y con quién esté. Y nadie debe saber qué es lo que hace; tómese sólo treinta segundos para sintonizar con su respiración y con su corazón, y despertará todo su ser a la fuerza y el placer del momento presente. Haga una pausa y reflexione Ahora podría hacer una pausa durante unos momentos, dejar el libro, sintonizar con su respiración... y contemplar qué es lo que siente respecto a dedicar por lo menos uno o más ratos todos los días del resto de su vida a aportar una mayor consciencia a sus actividades cotidianas. Mire su corazón: ¿de verdad anhela convertirse en un ser más espiritual?, ¿está dispuesto a disciplinarse lo mínimo necesario para realizar una práctica de meditación al día?

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ÚLTIMAS PALABRAS PROGRAMA DE FORMACIÓN DE TRES SEMANAS El primer enfoque de cara a intensificar su memorización de cada una de las siete expansiones, y para que usted se familiarice con ellas, consiste en volver al principio de este libro y dedicar tres días a cada uno de los capítulos y expansiones meditativas. Dentro de esta estructura formal de tiempo, y con el compromiso a una estructura de aprendizaje programada, usted podrá profundizar cada vez más en los aspectos de las siete meditaciones hasta llegar a dominarlas por completo. El tiempo total necesario en este programa de formación es de veintiún días. Deberá reservar tal vez de media hora a una hora al día para leer el capítulo en el que se concentra y realizar la meditación en profundidad.

En resumen Y ahora llega el momento en el que el final de este libro está sólo tres páginas más adelante y usted dará los siguientes pasos personales hacia dominar estas meditaciones y hacerlas suyas. Para terminar, permítame expresar de manera muy sencilla lo que creo que hemos aprendido aquí juntos. Hemos visto cómo los siete maestros espirituales que hemos elegido han guiado a sus alumnos hacia el empleo de su propia capacidad de atención de formas especiales, con el fin de despertar campos más profundos de consciencia. Los siete maestros han demostrado que nuestras mentes críticas causan todo nuestro sufrimiento interno, y que una mente serena conduce hacia el despertar y la paz interiores. Además, los siete maestros han recalcado que sólo aceptando plenamente la realidad tal como es en el momento presente, y aceptándonos y amándonos a nosotros mismos tal como somos, podemos expandirnos a niveles más altos de consciencia y lucidez espiritual. Y por último, los siete maestros han coincidido en que debemos abrir nuestros corazones y mentes a la sabiduría y el toque curativo de la consciencia superior si queremos descubrir quiénes somos en realidad y cuál es nuestra naturaleza dichosa más profunda. Ahora usted conoce formas concretas en las que puede seguir las enseñanzas meditativas de los maestros espirituales del mundo y tener su experiencia personal de esas siete expansiones. Déjeme terminar con un antiguo dicho taoísta maravilloso que Alan Watts me enseñó. Remata nuestro debate con una simetría perfecta.

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SIETE MAESTROS, UN CAMINO ANTIGUA MEDITACIÓN TAOÍSTA Cierro los ojos y veo con claridad... Dejo de intentar escuchar y oigo la verdad... Estoy callado y mi corazón canta... No busco contacto y encuentro unión ... Estoy quieto y voy hacia delante ... Soy afable y no necesito fuerza... Soy humilde y me mantengo íntegro...

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Meditaciones de un vistazo Observación de la respiración Experimente las sensaciones de la respiración en la nariz. Experimente también los movimientos en el pecho y el vientre. Estoy respirando libremente... Mente serena Observe a la vez la respiración y los latidos de su corazón. Expándase también para oír sonidos. Mi mente está serena... Aceptar la verdad ¿Está usted en paz o está sufriendo? Deje de juzgar, acepte la situación actual. Acepto el mundo tal como es... Despertar el corazón ¿Se juzga a sí mismo? Ábrase a la entrada del amor incondicional. Me amo a mí mismo tal como soy.. Curación emocional Observe y acepte sus emociones; tenga fe; deje que los sentimientos sanen. Mi corazón está abierto. para recibir la ayuda curativa de Dios... Recuerdo de uno mismo Escuche los sonidos; véalo todo a la vez; mire en su fuente interior de consciencia. Sé quién soy.. Experimentar la dicha Dese permiso, ábrase a la nueva percepción y a la pasión. Estoy aquí, ahora, en estado de dicha

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