Alfonso Serrano - Patrones Y Procesos Delictivos.pdf

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El presente libro está organizado en torno a la idea de patrones y procesos delictivos; reto que se afronta partiendo de Durkheim. Una serie de procesos determinan la celebración de y la participación en interacciones o ritos; éstos hacen nacer determinados patrones; finalmente, algunos de éstos gozan de fuerza causal y de este modo influyen en los procesos. Los patrones evocan la distribución u organización de un fenómeno, son agrupaciones de cosas semejantes, de eventos con una estructura parecida. Distinguimosanalíticamente entre patrones estructurales y culturales. Desde este punto de vista,las tasas de criminalidad se distribuyende modo muy heterogéneo a lo largo del mundo; el delito es un fenómeno fundamentalmente urbano; la desigualdad es un correlato de las tasasde criminalidad; y la economía también guarda relaciones con la criminalidad a nivel agregado. La concepción cultural más extendida, relacionada con el trabajo de Sellin, implica la existencia de unos valores que cristalizan en normas, las cuales int1uyenen que se cometan delitos. La idea de subcultura ha desplegado una gran influencia en Criminología, mientras que la cultura puede relacionarse también con el delito cuando coexisten a la vez varios códigos de conducta yeso genera ambigüedad o ambivalencia. Los procesos son un fenómeno dinámico con varias fases y referido a la biografía de las personas y grupos de los que forman parte. Tienen por lo tanto un carácter individual o grupal y se ubican en un nivel de análisis distinto al agregado o macro. Dentro de los procesos incluimos variables sociodemográficas como el sexo y la edad que influyen en las interacciones en que un sujeto se ve envuelto, como es el caso de sus actividades cotidianas. Los procesos de crianza y socialización, que implican una influencia externa de otros individuos e instituciones, son muy influyentes en las vidas de las personas: la familia, los mentores y el matrimonio se han relacionado con la criminalidad. Finalmente, la delincuencia es un fenómeno colectivo:codelincuencia, redes y criminalidad organizada se estudian en este ámbito. Con este trabajo, la Colección de Estudios de Criminología y Política criminal, de la que soy Director, alcanza su cuadragésimo volumen. Esta Colección busca la excelencia en el ámbito de su materia y es la única especializada en Criminología positiva mayoritaria en los países de habla hispana. Su aspiración es promover un área de conocimiento rigurosa en sus planteamientos -tanto desde un punto de vista teórico como empírico- y modesta en sus conclusiones. Puesto que la Colección no recibe ningún tipo de ayuda externa, debe publicar trabajos de la máxima calidad y excelencia -al tiempo que su libertad no se ve coartada. Puesto que la Criminología positivamayoritariase encuentra infradesarrollada en España, las colecciones de calidad con obras que busquen la excelencia deben ponderarse especialmente.

ALFONSO SERRANO MAÍLLO

PATRONES Y PROCESOS DELICTIVOS La naturaleza y características del delito en la sociedad contemporánea

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (are 270 y siguientes del Código Penal).

Diríjase a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puede contactar con Cedro a través de la web www. conlicencia.com o por teléfono en el 91 7021970/932720407.

Este libro ha sido sometido a evaluación por parte de nuestro Consejo Editorial. Para mayor información, véase www.dykinson.com/quienessomos

© Alfonso Serrano MaíJIo Madrid Editorial DYKINSON, S. L. - Meléndez Valdé s, 61 - 28015 Madrid Teléfonos (+34) 91544 28 46 - (+34) 915442869 e-mail: [email protected] http// www.dykinson.es http//www.dykinson.com ISBN: 978-84-1324-047-3 Depósito legal: M-6018-2019 Preimpresioii e Impresión: SAFEKA T, S.L. Laguna del Marquesado, 32 - Naves j, K, y L - 28021 Madrid urunusnjeiuü. ann

Prof. Dr. iur, Dr. se. soco Dr. h. c. Alfonso Serrano Maíllo Profesor Titular de DerechoPenal y Criminologia, UNED

PATRONES Y PROCESOS DELICTIVOS La naturaleza y características del delito en la sociedad contemporánea

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (art, 270 y siguientes del Código Penal). Diríjase a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puede contactar con Cedro a través de la web www. conlicencia.com o por teléfono en el 91 7021970/932720407.

Este libro ha sido sometido a evaluación por parte de nuestro Consejo Editorial. Para mayor información, véase www.dykinson.com/quienessomos

© Alfonso Serrano Maíllo Madrid Editorial DYKINSON,S. L. - Meléndez Valdés,61 - 28015 Madrid Teléfonos (+34) 91 544 28 46 - (+34) 91 544 28 69 e-mail: [email protected] http//www.dykinson.es http//www.dykinson.com ISBN: Depósito legal: M-

Preimpresum e Impresión: SAFEKAT, s.t: LagU1U1 del Marquesado, 32 - Navesj, K, Y L - 2802/ Madrul. www.s(ifekat.c011l

A la memoria de Chester Britt.

Cuando imaginamos la felicidad evocamos «Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de la superación y sin muerte. Y por lo tanto sin carencias y sin deseo [...] Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes»; existe «el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas», «En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida»; «la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón»; «En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido», Zuleta, Elogio de la dificultad, 9-10 y 15.

ÍNDICE

PRESENTACIÓN. Un programa de investigación

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CAPÍTULO 1 Introducción

l. PATRONES YPROCESOS DELICTIVOS 22 2. PATRONES ESTRUCTURALES: UN ENFOQUE DURKHEIMIANO..................................................................................................................................... 26 3. PATRONES CULTURALES 32 3.1. Cultura: un enfoque durkheimiano 32 3.2. La cultura en la Criminología contemporánea: valores y subculturas 33 3.3. El sesgo anticultural de las ciencias sociales contemporáneas.. 34 4. PROCESOS DELICTIVOS 35 5. ASPECTOS METODOLÓGICOS: LA MEDICIÓN DEL DELITO 36 5.1. Estadísticas oficiales 36 5.2. Encuestas de victimación 41 5.3. Estudios de autoinforme 43 5.4. Conclusión 44 6. ASPECTOS METODOLÓGICOS: ESTUDIOS INDIVIDUALES Y REDUCCIÓN DE LA INFORMACIÓN 44 6.1. Estudios individuales .. 44 6.2. Metaanálisis 49 7. CONCLUSIONES 52

CAPÍTULO 2 Patrones estructurales 1. PATRONES INTERNACIONALES DE CRIMINALIDAD 1.1. las tasas de homicidios y su evolución 1.2. ¿Un descenso global en las tasas de criminalidad?

2. URBANIZACIÓN 3. DESIGUALDAD 4. ECONOMÍAYDELINCUENCIA 4.1. Tasasde desempleo y tasas de criminalidad 4.2. Ciclos económicos y tasas de criminalidad 4.3. Privación relativa 5. VALORACIÓN

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58 62 67 69 72 72 81 83 86

C,APÍTULO3 Patrones culturales 1. CULTURAYDELITO 92 1.1. La cultura entendida como valores y normas compartidos 92 1.2. Valores culturales y delito: la cultura de la pobreza 94 1.3. Preocupaciones centrales y delincuenciajuvenil.............................97 2. SUBCULTURAS 100 2.1. La subcultura de la violencia 100 2.2. La subcultura de la pobreza de personas de color 107 2.3. La subcultura de los skinheads neonazis norteamericanos (SNN) 109 2.4. Terrorismo yihadista interno y subcultura 112 2.5. «El código de la calle» 113 2.6. La subcultura de la violencia del Sur de Estados Unidos 123 3. CONFLICTOSNORMATIVOS 126 3.1. Conflictos normativos y su origen 126 3.2. Conflicto cultural y delincuencia 130 3.3. Sociedades pluralistas y conflicto normativo 131 3.4. Exposición parcial a una cultura 132 3.5. Conflicto normativo y creación de normas penales sesgadas 132 3.6. La tesis del conflicto entre el honor y el sueño americano 133 4. TEORÍA CULTURAL 136 4.1. Introducción 136 4.2. Tipos de grupos criminales según las dimensiones de cuadrícula y de grupo 137 5. VALORACIÓN 139 5.1. La crítica de Kornhauser a los modelos culturales 139 5.2. Otras consideraciones teóricas 141 5.3. Subculturas y delitos culturalmente motivados 143 5.4. Conclusión: un malentendido 145

13

ÍNDICE

CAPÍTULO 4 Procesos biográficos l. SEXOYDELITO 1.1. Tendencias diferenciales al delito entre mujeres y hombres.. 1.2. Factores de riesgo y delincuencia en mujeres y hombres 2. EDAD 2.1. La curva de la edad 2.2. Continuidad delictiva 3. CARACTERÍSTICAS FÍSICAS Y MENTALES 3.1. Personalidad 3.2. Inteligencia 3.3. Otras 4. INMIGRACIÓN

148 148 156 160 160 164 166 166 168 171 173

CAPÍTULO 5 Procesos de crianza y socialización 1. FAMILIA 180 1.1. Familia y criminalidad 180 1.2. Procesos de transmisión intergeneracional......................................... 183 1.3. Hermanos y delincuencia 192 1.4. Hogares rotos y delincuencia 194 1.5. Castigo físico y abuso en la crianza 197 2. MENTO RES: APRENDIZAJE y OPORTUNIDAD 199 3. MATRIMONIO, VIDA EN PAREJAYDESCENDENCIA 203 3.1. Matrimonio y criminalidad 203 3.2. Vida en pareja 210 3.3. Descendencia 211 CAPÍTULO 6 Procesos grupales

1. CODELINCUENCIA....................................................................................................... 214 2. REDES Y DELITO 226 3. DELINCUENCIA ORGANIZADA 230 3.1. La idea tradicional de delincuencia organizada 230 3.2. El modelo del mercado 232 3.3. ¿Bandas organizadas? 240

BIBLIOGRAFÍA

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SOBRE EL AUTOR

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PRESENTACIÓN. Un programa de investigación Por mucho que se haya abundado en la precaria situación de la Criminología positiva mayoritaria en España y en América Latina -e incluso en la persec.llción que ha sufrido y sufre en Ull contexto en general desfavorable-, sigue siendo sorprendente lo poco que sabemos sobre la mayoría de las cuestiones que se tratan en esta obra en nuestros países. Algunos consideran que se trata sencillamente de un problema de financiación. En primer lugar, ésta es una afirmación irrefutable, carente por lo tanto de contenido empírico. En segundo lugar, en España al menos se financian muchos proyectos llamados de investigación.Finalmente, como he tratado de defender en otros lugares, la financiación no es imprescindible para que exista incluso investigación de excelencia. Como indica Bourdieu, las dificultades de la ciencia son sociales1• Si cuestiones como muchas de las que revisamos aquí no han sido estudiadas entre nosotros es sencillamente porque no nos las hemos planteado. En efecto, salir de la etapa de infancia autoimpuesta en que se encuentra nuestra disciplina exige seleccionar los objetos de estudio y las preguntas de investigación de modo autónomo e independiente. Por supuesto, si estosobjetosy preguntas se van a imponer desde la política, rara vez serán científicasantes que ideológicas o políticas. En unas inquietantes recientes declaraciones al diario español El País, el Presidente de los máximos representantes de las universidades españolas declaraba que «pedimos más autonomía real. Está consagrada en la Constitución, pero no es tal. Somos más un vicerrector de los gobiernos, que un rector de nuestras universidades.La autonomía universitariaes muy escasa [... ] Somosuno de los países que menos autonomía universitaria tiene, según la Asociación Europea de Universidades(EUA).El 24 de 29»2. Lo que describe esta afirmación tiene, naturalmente, hondas consecuencias. Una disciplinaque proponga un enfoque científicotiene que enfrentarse a los de tipo ideológico,los cuales,heterogéneos como son, aquí aparcan I 2

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Bourdieu, (1984]: 54. Accesible en https:/ /elpais.com/sociedad/2018/09/18/actualidad/

1537286304_615121.

sus diferencias debido a que definen el campo de una misma manera. Lo que llamamos Criminología positiva mayoritaria es heredera de la Escuela positiva italiana. De hecho, el término Antropología criminal la describe de

modo más preciso que el que actualmente se utiliza 3. Pero si bien puede decirse que Lombroso y sus seguidores pillaron por sorpresa a los sectores reaccionarios y conservadoresde la sociedad española de finales del siglo XIX, desde aquella experiencia y otras como las de von Liszt o Jiménez de Asúa, éste ya no ha sido el caso hoy en día. Pero como al mismo tiempo aquellos sectores han perdido gran parte de su poder y ya no pueden concentrarse en que la Criminología no exista -como no existió durante la mayor parte del franquismo-, han de ensayarestrategias diferentes. En efecto, existe en la actualidad un esfuerzo desde los grupos conservadores sutil pero consciente por colonizarla Criminología, lo cual incluyealejarla de sus objetos de estudio y de sus preguntas básicas,como las que aquí se revisan. No se pronuncian sobre los serios problemas que afrontan sus instituciones preferidas, pelO se enzarzan en que sus atacan tes actúan con libre albedrío. Con esto no niego que las demás orientaciones ideológicas, como las progresistas y de izquierdas, no traten de limitar y colonizar nuestra disciplinaen el mismo grado o más, pero al menos ahora mismo creo que lo hacen entre nosotros de modo menos sutil. El estudio de los patrones y procesos delictivoses una importante tarea criminológica. Algunos de ellos, de hecho, son tan importantes que deben ser objeto de un tratamiento particular y especializado, como los patrones de asociación diferencial y la variable autocontrol. Como es cada vezmás habitual en Criminología, una generalidad de investigacionesse encuentra desconectada de la teoría -e incluso puede apreciarse una despreocupación y desconexión teórica de los planteamientos más generalest- y sigueuna aproximación inductiva. Por otra parte, existe en la literatura una cierta ambigüedad sobre el carácter potencialmente causal de lasasociacionesque se revisan. Aunque como regla general aquí insistimosuna vezmásen que correlaciónno equivale a causación, de modo que a menudo estaremoshablando de meros factores de riesgo o predictores, no cabe duda de que muchos autores parecen asumir una tal conexión, aunque sea indirectay remota, como cuando conjeturan mediaciones, aunque a menudo, repito,sinuna guía teórica'';. Pero, naturalmente, la Criminología y sus cultivadores no estamosfuera del mundo, de modo que experimentamos las influenciassocialescomo todo hijo de vecino. Durkheim hipotetizó que cuando las poblacionesau-

, Si bien Criminología tiene un tono más científico que el de una disciplina como la Antropo. logía -que a menudo insiste en rechazar el paradigma científico-natural- y se aloja un poco el estigma de los italianos. 4 Mars, 2013: 17. 5 Auty et al., 2015: 27-29; Auty et al., 20] 7: 227-228; Farrington et al., 2017:14;losmismos, 2018: 127-132;Lynarn et al., 1993: 187-194.

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ALFONSO

SERRANO MAÍLLO

sus diferencias debido a que definen el campo de una misma manera. Lo que llamamos Criminología positiva mayoritaria es heredera de la Escuela positiva italiana. De hecho, el término Antropología criminal la describe de modo más preciso que el que actualmente se utiliza". Pero si bien puede decirse que Lombroso y sus seguidores pillaron por sorpresaa los sectores reaccionarios y conservadores de la sociedad española de finales del siglo XIX, desde aquella experiencia y otras como las de von Liszt o]iménez de Asúa, éste ya no ha sido el caso hoy en día. Pero como al mismo tiempo aquellos sectores han perdido gran parte de su poder y ya no pueden concentrarse en que la Criminología no exista -corno ~o e~istió durante la mayor parte del franquismo-, han de ensayar estrategias diferentes En efecto, existe en la actualidad un esfuerzo desde los grupos conservadores sutil pero consciente por colonizar la Criminología, lo cual incluyealejarla de sus objetos de estudio y de sus preguntas básicas, como las que aquí se revisan. No se pronuncian sobre los serios problemas que afrontan sus instituciones preferidas, pero se enzarzan en que sus atacantes actúan con libre albedrío. Con esto no niego que las demás orientaciones ideológicas,como las progresistas y de izquierdas, no traten de limitar y col~nizar nuestra disciplina en el mismo grado o más, pero al menos ahora mismo creo que lo hacen entre nosotros de modo menos sutil. El estudio de los patrones y procesos delictivoses una importante tarea criminológica. Algunos de ellos, de hecho, son tan importantes que deben ser objeto de un tratamiento particular y especializado,como los patrones de asociación diferencial y la variable autocontrol. Como es cada vez más habitual en Criminología, una generalidad de investigacionesse encuentra desconectada de la teoría --e incluso puede apreciarseuna despreocupación y desconexión teórica de los planteamient~s más generales4_ y sigue una aproximación inductiva. Por otra parte, existe en la literatura una cierta ambigüedad sobre el carácter potencialmen:~ c~us.a1 de lasasociaciones que se revisan. Aunque como regla general aqUlmsisurnosun" vez más en que correlación no equivale a causación, de modo que a menudo estaremos hablando de meros factores de riesgo o predictores, no cabe duda de que muchos autores parecen asumir una tal conexión, aunque sea indirecta y remota, como cuando conjeturan mediaciones, aunque a menudo, repito, sin una guía teórica". Pero, naturalmente, la Criminología y suscultivadoresno estamos fuera del mundo, de modo que experimentamos lasinfluenciassociales como todo hijo de vecino. Durkheim hipotetizó que cuando laspoblaciones au-

, Si bien Criminología tiene un tono más científico que el de una disciplina Como la Antropología -que a menudo insiste en rechazar el paradigma cientjfico-natural_ y se aloja un poco el estigma de los italianos. • Mars, 2013: 17. 5 Auty et al., 2015: 27-29; Auty et al., 2017: 227-228; FarringlOIlel al., 2017: 14; los mismos, 2018: 127-132; Lynam et al., 1993: 187-194.

PRESENTACIÓN

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~:ntan y, por lo tanto, también lo hacen las interacciones, aumenta tamble~ la diversidad o diferenciación y que, como consecuencia, el sistema SOCIal se sostiene ahora como un organismo animado en el que los órganos Son independientes entre sí, pero en el que al mismo tiempo todos dependen para subsistir de los demás. Este es precisamente el escenario q.uepredomina en la Criminología positiva mayoritaria -el tipo de solidandad que la vertebra-, al menos en el ámbito anglosajón, y que se traduce e_l1publicaciones superficiales accesibles a todo el mundo, artículos científicos como productos de consumo, exigencia de revisión de una literatura que obvie cualesquiera consideraciones serias, búsqueda del consenso y huida de la confrontación académica ... Esto es lo que ya dijo con más gracia Baltasar de Collazos en Coloquios (segundo) -que se insertan en la tradición picaresca-, publicados en Lisboa en 1568: «no nos metamos en tantas Honduras». Bajo estas condiciones y parafraseando a Bernstein, se puede contraponer una Criminologia en profundidad con una Criminologia en extensión6. En la presente monografía se ha tenido que recurrir por regla a investigaciones de contextos socioeconómicos muy distintos entre sí, sobre todo estadounidenses ybritánicas,si bien se ha hecho un esfuerzo por identificar trabajos europeos continentales-en todos los casosse ha trabajado a partir ~e las fuente' originalesy no de literatura secundaria. Algunosautores sosllenen que esto no deberíaser fuente de preocupación ya que no ven motivo para que los factoresde riesgo no sean universales".Adviértaseque sólo una teoría puede hipotetizarsi un factor tendrá un alcance universal-como el autocontrol o los vínculos sociales-o no -como la frustración derivada de unas altas aspiracionespromocionadas culturalmente, combinadas con un bloqueo de las oportunidades, característica del sueño americano. En el enfoque de los factoresde riesgo no existe en el caso típico una teoría que pueda responder a estapregunta, con la consecuencia de que la misma no puede resolverse medianteel método inductivo propio de los factores de riesgo y, en general,de muchos enfoques revisadosen este libro -en el que a veces no contamosmásque con un apoyo teórico precario. A mi juicio, esta necesidad de recurrira estudios empíricos procedentes de contextos rnarcadamente distintosal nuestro es desafortunado -aunque, repito, inevitable cuando en algunoscasos se financia mucho menos la investigación 6

Bernstein, 1975:67·73.Ello se relaciona igualmente con la individualización,

Serrano Maí-

Uo, 2016: 71-73. También por este motivohe procurado utilizar tanto publicaciones

recientes como con más

años e incluso decididamente antiguas, ya que éstas están en términos muy generales más cuidadas. Por poner un ejemplo del estricto terreno criminológico -y ni siquiera de los más famosos-, nadie que haya leido la obra de Miller (1958; 1959; 1962) de hace justamente sesenta años se preguntará por qué se describemás abajo. Autores como Durkheirn y Parsons, o Sellin entre nosotros, sencillamente formanparte del habitus contemporáneo de las ciencias sociales, esto es que no pueden pensarse al margendel trabajo de aquellos. 7 Murray et al., 2018:334.

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empíricaque su destrucción. Como consecuencia,sugiero que los hallazgos que se reportan en las páginas que siguen se vean más como hipótesis que deben contrastarse en el ámbito español y latinoamericano que como hechos conocidos sobre la naturaleza y características del delito en nuestras sociedadescontemporáneas. Dicho con otras palabras, lo que propongo es un programa de investigación8• Esta advertencia no es retórica. Cualquiera que esté familiarizado con la investigación social estadounidense sabe que los mecanismos que se describen están allí cruzados por la raza y el racismo, entre otros elementos diferenciales y particulares, en una medida que no es comparable a nuestros contextos. Así, Parker ha señalado que algunas variablescrirninológicas, como las tasas de homicidios, ocultan serias diferencias en razón de la raza, con las consecuencias de que, por una parte, ni siquiera pueden compararse entre sí en términos descriptivos; y de que, por ot.ra, responden a procesos causales distintos". Esto limita de modo dramático la aplicabilidad directa, acrítica de los hallazgos de la Criminología norteamericana a nuestros países -a la par, por cierto, que limita igualmente la confianza misma en muchos análisis que no hayan tenido en cuenta esta contingencia. Es un motivo de satisfacción que con esta monografía la Colección de Estudios de Criminología y Política criminal, de la que soyDirector, alcance su cuadragésimo volumen. Esta Colección busca la excelencia en elámbito de su materia y es la única especializada en Criminología positivamayoritaria en los países de habla hispana. Puesto que la Colección no ha recibido ningún tipo de ayuda externa, debe publicar trabajos de la máximacalidad y excelencia -al tiempo que su libertad no se ve coartada. Puesto que la Criminología positivamayoritaria se encuentra infradesarrollada en España,las colecciones de calidad con obras que busquen la excelencia deben ponderarse especialmente -algo que quizá no ocurre tanto con disciplinasya establecidas. La colección incluye a autores como A. Beristáin Ipiña,F.Bueno Arús, E. R. Zaffaroni, H. Kury, C. Birkbeck,]. Alvarado Planas,C. Herrero Herrero, M.Aebi,]. A. Brandariz, D. Varona, M. A. Cano Paños,T. Fernández Villazala,1.González Sánchez, entre otros. La excelencia de algunas de las monografías aparecidas en lacolección y su ubicación en el paradigma positivo mayoritario implica unaprofusión de Tablas con análisis estadísticos, de una enorme complejidad;una superabundancia de citas y referencias bibliográficas; y una prolijidad en la argumentación, sobre todo en la definición de los conceptos utilizados.A tal fin, la editorial Dykinson y la Colección en particular facilitanque el proceso de edición sea llevado a cabo por los mejores profesionalesal ser las dificultades técnicas formidables. Esto es decisivo porque trabajosde

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Lakatos, 1970: 132-133. Parker, 2008: 41-42 y 110-113.

PRESENTACIÓN

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esta naturaleza dificilmente pueden alcanzar la excelencia sin un control exhaustivo del proceso de edición y de la calidad del producto final. Por todo ello, también es un motivo de satisfacción -aparte de un deber y quizá un mérito- que varios de los 26 libros que he escrito o editado hayan aparecido en esta editorial y en esta colección -si bien he publicado en otras 8 editoriales o instituciones: Thomson Reuters-Aranzadi; Tirant lo Blanch; Edisofer-BdeF;Instituto Peruano de Criminología y Ciencias Penales-Centro de AltosEstudiosen Ciencias]urídicas, Políticas y Sociales; Thomson Reuters-Revistados Tribunais;ARAeditores; Universidad de Los Andes; y]oshua Editores;y espero trabajar próximamente con la editorial Forense !". Considero un privilegiohaber podido exponer mi modesto pensamiento en todos estos trabajos. También lo es poder llegar a relativamente mucha gente. En efecto, para el presente Curso Académico 2018/201Y,figuro en mi Universidad en el séptimo puesto por carga docente total (=4,1785, para una media de 1,3751de los 1.216 profesores de mi Universidad) 11, y en el primer puesto en asignaturas de Grado (=3,5442,para una media de 0,9018) 12 (datos consultados el8 de enero de 2019) 13. El doctor Tomás Fernández Villazala,de la Secretaría de Estado de Seguridad; el profesor doctor Ignacio GonzálezSánchez, de la Universidadde Gerona; la profesora doctora María Fernanda Realpe Quintero, de la Universidad Pontificia de Comillas -que me ha animado con insistencia y ha tratado de convencerme de que publicar libros de calidad no es una pérdida de tiernpo-; el profesor Marco Teijón Alcalá,Profesor-Tutordel Centro Asociadode la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid; y la doctoranda Patricia Puente Guerrero, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia,han leído partes de este trabajo y ofrecido acertadas consideraciones. En particular agradezco al profesor Teijón Alcaláque me haya ayudado en la fase de edición de este libro coordinando el proceso de corrección de las pruebas de imprenta. Una mención especial merece mi maravillosa familia, con mi amor y mi agradecimiento por su paciencia y comprensión. Concluyo con mi recuerdo y mi agradecimiento hacia el Profesor Chester Britt, bajo cuya dirección trabajé durante mi estancia como Profesor Visitanteen Northeastern University,en el Fenway,durante el Curso Académico 2006-2007.A él le dedico humildemente este trabajo. El sello de su He publicado capítulos de libros en volúmenes de 17 editoriales diferentes. Este cálculo probablemente está infraestimado. Por ejemplo, no tiene en cuenta las tesis doctorales que estoy dirigiendo en la actualidad (carga=O), tres de ellas en estado muy avanzado; ni los Cursos de Formación Permanente y Extensión Universitaria que dirijo -los cuales son un importante legado krausista y de Ciner de los Ríos en particular. 12 El siguiente puesto docente figura una carga docente de 3,0705 en asignaturas de grado. 13 Siempre he sido responsable de asignaturas a lo largo de todo el Curso Académico. Por ejemplo, este Curso imparto tanto asignaturas anuales como cuatrimestrales en ambos cuatrimestres. 10 11

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trabajo,aparte de su calidad y profundidad, es la combinación de una fina elaboración teórica y de un sofisticadoanálisisempírico. Su prematuro fallecimiento nos priva de uno de los más brillantes y tenaces teóricos del control social y deja un tanto desamparada a la rama más fiel al racionalismo crítico y a la excelencia de nuestra disciplina14. Grantchester, 22 de septiembre de 2018.

'4 Puede leerse su obituario en Revista de Derecho UNED, núm. 22,2018, pp. 485489,disponible en la web .

CAPÍTULO 1 Introducción El presente libro está organizado en torno a la idea de patrones y proceS?s?elictivos. Este planteamiento fue propuesto en su día por Sutherland, SIbien no definió muy bien estos conceptos ni la relación que existe entre ellos. En esta obra afrontamos este reto partiendo del trabajo de Durkheim. De acuerdo Conel mismo, una serie de procesos determinan la celebración de y la participación en interacciones o ritos; éstos hacen nacer determinados patrones; finalmente, algunos de éstos gozan de fuerza causal y de este modo influyen en los procesos. . _Antes de explorar estos patrones y procesos es menester revisarla medicion del delito, esto es la metodología en que se basa esta exploración. Los patrones estructurales se estudian a partir de la concepción durkheimiana de solidaridad mecánica y orgánica que aparece fundamentalmente en el libro La división del trabajo social (1893). Patrones estructurales relevantespara la distribución del delito son la urbanización, la desigualdad o los cicloseconómicos, por citar unos pocos ejemplos. Los patrones culturales se pueden estudiar a partir de la concepción durkheimiana de cultura en términos simbólicos que aparece en el libro L.asformas elementales de la vida religiosa (1912), la obra maestra de este autor. Sin embargo, la misma ha pasado más bien desapercibida en una Criminología que se ha inspirado más por la relativamente sencilla versión de valores y normas de Sellin. Se puede apreciar este enfoque en el estudio de culturas,subculturas y conflictos culturales. Finalmente, procesos relevantes son los individuales,de crianza y socializacióny de grupo. Cada una de estas categorías han dado lugar a importantes hallazgose incluso explicaciones en Criminología. SUMARIO. CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN l. PATRONES Y PROCESOS DELICTIVOS 2. PATRONES ESTRUCTURALES: UN ENFOQUE DURKHEIMIANO 3. PATRONES CULTURALES 3.1. Cultura: un enfoque durkheimiano 3.2. La cultura en la Criminología contemporánea: valores y subculturas 3.3. El sesgo anticultural de las ciencias sociales contemporáneas

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4. PROCESOS DELICTIVOS 5. ASPECTOS METO DO LÓGICOS: LA MEDICIÓN DEL DELITO 5.1. Estadísticas oficiales 5.2. Encuestas de victimación 5.3. Estudios de autoinforme 5.4. Conclusión 6. ASPECTOS METODOLÓGICOS: ESTUDIOS INDIVIDUALES Y REDUCCIÓN DE LA INFORMACIÓN 6.1. Estudios longitudinales 6.2. Metaanálisis 7. CONCLUSIONES

1. PATRONES Y PROCESOS DELICTIVOS En este libro entendemos la Criminología, siguiendo a Sutherland y fundamentalmente sobre la base de lasfunciones que desempeña aquélla, como «el cuerpo de conocimientossobre el delito como fenómeno social. Incluye dentro de su ámbito los procesos de elaboración de las leyes, de infracción de las leyesy de reacción a la infracción de las leyes»1; a la vez, también se ocupa de la extensión del fenómeno delictivo". Este mismo autor es quien introduce la idea de patrones y procesos delictiuos", Ya en la primera edición de su conocido manual incluyeseccionessobre variables sociodemográficas,estructura social, condiciones físicasy men tales, ete. Sin embargo, en esta aproximación inaugural de 1924 las trata sr rriplemente en relación con la causación del delito -y no, verbigracia, en sí mismas y como hechos conocidos (con los que debe ser coherente una teoría). El interés específicode Sutherland por la Criminología cOrr1ienza con su llegada a la Universidad de Illinois en 1919; y el manual de 1924 fue su primera publicación importante sobre la materia, cuando contaba con 41 años de edad", Debido en parte a la buena acogida de este traba j05, fue pasando durante los siguientes años por varias Universid::a.dese Instituciones hasta que llegó a la de Indiana en 1936. Durante estos años pudo profundizar en la materia y madurar su concepción de la rra, isma6. Por ello, la segunda edición del manual, diez años despuésde la primera, es una versión muy mejorada, con ampliaciones y cambiossignific. ativos. A partir de ahí Sutherland es más claro en que algunos de estos pa.. trones y procesos no tienen que tener necesariamente un rol causal,pero que 110

I 2

s , 6

Sutherland, 1934: 3; Sutherland y Cressey, 1978: 1. Sutherland, 1924: 11; Sutherland y Cressey, 1978: 29. Sutherland, 1924: 111 sobre todo. Geis y Goff, 1983: xxvi. Gaylord y Galliher, 1988: 12-13 y 75-76. Gaylord y Galliher, 1988: 83-100; Geis y Goff, 1983: xxvi-xxviii,

INTRODUCCIÓN

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por ello son menos relevantes? Sutherland y sus discípulos ya no variarían esta posturas. A pesar de su seminal contribución, ni Sutherland ni sus seguidores ofrecen una definición o aclaración de su planteamiento. Por este motivo, aquí tendremos que reconstruir estos conceptos partiendo de la obra de Durkheim, algo que se hará más evidente en los próximos epígrafes. Nuestro planteamiento es el reflejado en el Gráfico número 1.1.

Gráfico 1.1. Relación entre patrones y procesos Patrones ~~ ~

Interacciones/Ritos]

[Procesos Debe advertirse de entrada que, como se ha dicho, muchos -quizá la mayoría- de los factores que mencionaremos no guardan una relación causal directa -y a menudo ni siquiera indirecta- con el delito. Del mismo modo, esos tres elementos -patrones, interacciones/ritos y procesos- pueden desagregarse en otros, si bien tanto por sencillez como por fidelidad al planteamiento originario de Durkheim conservaremos este esquema. Sí se desagrega del par procesos-patrones el elemento interacciones/ritos, que tiene un carácter ontológicamente autónomo", aunque por parsimonia lo trataremos junto a los procesos -de ahí los corchetes. Puede adelantarse lo siguiente: una serie de procesos determinan la celebración de y la participación en interacciones o ritos; los mismos a su vez hacen nacer de modo em rgente determinados patrones; finalmente, algunos de estos patrones gozan de fuerza causal y de este modo influyen en los procesos de la parte izquierda del esquema. Habrá que volver sobre este esquema debido a su carácter problemático. La idea de patrón evoca la distribución u organización de un fenómeno, por ejemplo de la criminalidad o de variables relacionadas con la misma; los patrones son agrupaciones de cosas semejantes, de eventos con una estructura parecida. En sentido más técnico, el patrón se crea -y recrea continuamente 10_ a partir de interacciones entre individuos y grupos, es un elemento emergente de estas relaciones. La idea de patrón tiene un

7 8 9 10

Sutherland, 1934: 63. Sutherland et al., 1992: 104. Goffman, 1967: 84-85, 94, 105,113-114 Y134-136. Turner, 1988: 362.

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carácter supraindividual, se ubica en un nivel de análisis agregado 11. Los patrones responden a un carácter más o menos fijo y resistente al cambio como pueden ser la estructura jurídico-penal, el grado de industrialización de un país o sus infraestructuras, pero también pueden ser más efímeros y cambiantes como los ciclos económicos. Ejemplos de patrones son las tasasde delincuencia y su distribución a lo largo de diversos países y regiones; el grado de urbanización; o la distribución de la riqueza. Aunque nuestro interés en estos procesos en esta obra se limita en lo sustancial a su influencia causal en los procesos responsables de la criminalidad a nivel individual y en su correlativa conexión con las tasas de delincuencia, en realidad es igualmente relevante su aparición de modo emergente a partir de procesos y ritos/interacciones 12. En efecto, el delito se concentra de modo desproporcionado en ciertos países o regiones; en lasciudades; y, algunas de sus modalidades, en momentos de auge económico. Factores como los recién mencionados tienen una naturaleza predominantemente estructural puesto que se refieren a cómo una sociedadestá construida; solo que la estructura es ontológicamente inseparable de la cultura entendida habitualmente en Criminología como valores,creencias, normas, comportamientos y estilos de vida de una sociedad que se transmiten de una generación a otra. En efecto, estructura y culturason elementos que pueden separarse de modo analítico, pero al mismotiempo Íntimamente relacionados entre sí. La idea de emergencia, recién reseñada, es nuclear aquí. Durkheimla describe como sigue: «Siempre que al combinarse distintos elementosoriginan, por su misma combinación, fenómenos nuevos, hay que reconocer que estos fenómenos dimanan no de los elementos, sino del todo formado por su unión», si «esta síntesis "sui generis", que constituye toda sociedad, produce fenómenos nuevos, diferentes de los que se engendran enlasconciencias individuales, hay que admitir que estos hechos específicosresiden en la misma sociedad que los produce y no en sus partes», «No se lospuede reabsorber en los elementos sin contradecirse, pues, por definición,suponen algo diferente de lo que contienen dichos elementos» 13; «Laasociación es también, un factor activo que produce efectos especiales. Resultapor sí misma algo nuevo [... ] que aparezcan fenómenos cuyas propiedadescaracterísticas no se encuentran en los elementos de que se componen-". Ciertamente, algunos de los factores que estudiamos bajo estascategorías son relevantes como procesos y como patrones y existe, por lotanto,un

" Serrano Maíllo, 2009a: 206-211. En el estricto ámbito criminológico no exiSlen teorías multinivel plausibles, pese a que se reclama su oportunidad, Rosenfeld e t al., 2013: 13-14. Sobre si son posibles, escéptico, Serrano Maillo, 2009a: 211. Volveremos sobre esta cuestiée al final de este capítulo. 12 Mayhew, 1980: 339; Turner, 1988: 365-369. 13 Durkheim, [1895]: 24-25. " Durkheim, [1897]: 340.

IN'r'RODUCCIÓN

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~~!apamiento l~, ~or ,ejemplo, el género es por un lado ~~levante pO,rqu: d cta a la partlClpaclOn en ritos de los individuos -rarnbién a la criminalid:d- y ~s por otro lado relevante como patrón derivado de los ~ismos -~n bl:ermmad~, ~~siciones pU,edehaber una ratio de,hom~res/muJer_es vanadiferencial. Ambas dimensiones de genero se rel , o' Una división del trabaio :J aClonan entre sí. P~r proceso entendemos un fenómeno dinámico que tiene varias fases y está referido de modo más directo a la biografía de las personas y gru~os de los que forman parte, La idea de proceso tiene un carácter indiviUal o grupal y se ubica en un nivel de análisis distinto al agregado o lll
e

-

Este esquema durkheimiano terl.Or:

que aquí segllir~mos es problemático. A su

1. U?a serie de variables y/o procesos determinan la participación en ritos e tnteracciones.

--15 16

Bushway y Reuter 2002: 191. '

:r . Desde un punto de vista analítico, en puridad lo que aquí estudiamos como procesos son p eVlosa las relaciones o interacciones y, por lo tanto, también a los patrones, que a su vez influye!) I prirneros, ' S'm embargo, el orden expositivo irívo que nue sigue sicue este este lib a tl.sobre ,os I ro conce de.si e, slgUlend o Lu khelm, la primacía a los ritos, Hubiera sido posible organizar el conocimiento de acuerdo con otro esquema. Por ejemplo, ~p~~ .. so' la pensar en la dicotomía división y estratificación social por un lado; y estructura e institucumes Clalespor otro (1),,, y el resultado no hubiera sido muy diferente. (1) Braham yJanes, 2002: ix-xv:, Payne , 2013'. 3-15', Rosenfeld et al" 2013: 15. 1; Connell, 2009: 5-6. 18 Connell, 2009: 10.

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2. Estosprocesos y, más mediatamente, estos ritos e interacciones hacen nacer de modo emergente patrones agregados. Puede verse aquí una conexión micro-a-macroo una causalidadhacia arriba. 3. Los patrones agregados, que gozan de independencia ontológica, ejercen su influencia causal sobre los procesos individuales, esto es tienen también fuerza causal.Puede verse aquí una conexión macro-a-microo una causalidadhacia abajo. Sin embargo, este esquema contiene una serie de ambigüedades 19 e incluso problemas serios cuyasolución no es sencilla20. A pesar de ello, es un planteamiento a mijuicio plausible y superior a la mayoríade susalternativas.El problema básico, desarrollado por Giddens, es que la teoría parece asumir que individuos aisladosse unen de modo espontáneo y hacen nacer de la nada una entidad nueva y distinta de ellos, que a la vez tiene poderes causales". Si por un lado esto evoca la vieja crítica que Durkheim había hecho en su día al concepto de hombre presocial de Spencer -esto es, un sujeto al margen de la sociedad que a continuación entra en ella22_, por otro califica de implausible la existencia de unos patrones que existen de modo independiente de losindividuos que le dan viday sobre losque influyen causalmente. Adviértaseque la distinción tiene que ser ontológicao no podría hipotetizarse una causalidad hacia abajo -por eso algunasdefensas más o menos sofisticadasde este esquema durkheimiano sencillamente rodean el problema más que enfrentarse frontalmente y resolverlo.

2. PATRONES

ESTRUCTURALES:

UN ENFOQUE

DURKHEIMIANO

En esta obra distinguimos entre patrones estructurales y culturales. Una cuestión compleja es la relación entre estructura social y cultura23. Para afrontarla nos hasaremos, como se ha adelantado parcialmente, en la obra conjunta de Durkheim 24. La estructura social hace referencia a relaciones sociales ordenadas y duraderas; y la cultura a símbolos compartidos. Se trata de elementos emergentes de ritos/interacciones. Bajo condicionesnormales, estos dos elementos aseguran el orden y la solidaridadsocial y,por lo tanto, Turner, 1990: 1090-1092. Vid. más en general Lukes, 1973: 223 y 228; Parsons, 1968: 361-362. 21 Giddens, 1971: 87-88; el mismo, 1984: 171. 2. González Sánchez, 2018: 115-143. 23 Existen muchas concepciones de esta conexión, así como enfoques reduccionistas. Por ejemplo, en Sutherland (1) se produce una cierta conflación de estructura y cultura en cuanto que la primera se entiende en términos de normas compartidas, en Línea con ciertascorrientes del interaccionismo simbólico. Nuestro enfoque es, como se verá, muydiferente. (1) Sutherland, 1934: 7-9. 24 Aunque existen periodos en el trabajo de Durkheim -siendo el más relevanteel tardío-, también existe una relación entre ellos, Serrano Maíllo, 2016: 254-255. 19

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INTRODUCCIÓN

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el mantenimiento de los sistemas sociales y su cambio pacíñco ". Aunque estructura y cultura pueden estudiarse como elementos distintos y con una existencia autónoma y específica, esta afirmación debe matizarse mucho ya que su conexión es tan íntima que no pueden entenderse por separado, sino integrados en un único sistema. Estructura y cultura en el fondo son elementos analítica-", y no ontológicamente diferentes'", ¿Qué es la estructura social según Durkheim? La observación cotidiana revela personas o grupos de personas interaccionando unos con otros, durante un cierto tiempo y con una determinada distancia fisica y social-por ejemplo, jerárquica 28. Sin embargo, ello no es aleatorio, sino que se ajusta a unos patrones regulares. Estas relaciones ordenadas, regulares y duraderas conforman la estructura social y reflejan las propiedades organizativas de una sociedad. Dicho de otro modo, la estructura social es lo que subyace a esas relaciones que se observan y que pueden parecer azarosas; son su base interna, su estrato profundo. Adviértase que la estructura es un elemento emergente en el sentido de que (analíticamente) resulta de las interacciones y sus características. Por este motivo se trata de algo esencialmente dinámico, en recreación constante, aunque al mismo tiempo real y tangible. Por supuesto, la estructura es algo distinto a la mera suma de los individuos y sus interacciones regulares. Pero, al mismo tiempo e inmediatamente, la estructura se impone a los individuos, que pueden hacer muy poco para modificar algo objetivo y externo a ellos mismos". No sólo eso: es coercitiva, puede imponer sanciones, constriñe su comportamiento ... En una metáfora ilustrativa,]enks habla de «muros invisibles de prisiones+". En términos analíticos, los individuos influyen sobre una estructura que no es otra cosa que el producto de sus relaciones e interacciones, de sus ritos; y viceversa:la solidaridad genera interacciones " y las interacciones generan solidaridad'". Quizá es ingenuo juzgar la estructura en términos valorativos, pero, en sí misma considerada, seguro que no es algo malo. Durkheim, sin embargo, da un paso más y la valora como algo positivo en el sentido de que permite 25 En efecto, el modelo durkheimiano es dinámico. De este modo, también afectan a la estructura social cambios que se pueden producir a lo largo del tiempo tales como ciclos económicos. 26 Kornhauser, 1978: 12-13; Radcliffe-Brown, 1957: 106. 27 Durkheim, [1893]: 151 y 221. Esta es la forma más habitual de ver la naturaleza de estos elementos en nuestra disciplina, con el añadido también habitual de que la estructura operasobrela cultura, Stewart y Simons, 2010: 573 y 576; Stewart et al., 2008: 139-140. 28 Collins, 1994: 187. En muchos debates sobre las cuestiones que revisamos en este capítulo suele plantearse la cuestión de qué fue primero. No es que esto sea especialmente importante, pero en el caso de Durkheim lo primero y preponderante es el ritual -una forma de comportamiento. 29 Durkheim, [1893]: 102-103; el mismo, [1895]: 23-24 y 29-30. 30 Jenks, 2005b: 30-32, cita tomada de 32. ~I Durkheim, [1893]: 75. '2 Durkheim, [1893]: 128.

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el orden y la vida colectiva". En efecto, en nuestro autor existe un trasfondo funcionalista -que entiende que ningún elemento social es caprichoso, sino que cumple una función esencial=-, la crítica feroz de lo cual se ha convertido en un lugar común, pero que si se toma como una metáfora más bien libre puede ser útil. La estructura, que es como el «tejido» de lo social.", permite la vida social al generar solidaridad de acuerdo con dos tipos: la solidaridad mecánica y la solidaridad orgánica -la famosa dicotomía durkheímiana. La solidaridad mecánicas" corresponde a sociedades poco desarrolladas y se basa en la uniformidad: estructuralmente existe una baja división de lo que Durkheim llama el trabajo social. Al mismo tiempo, existe una conciencia colectiva ampliamente compartida y apenas hay disenso; a la par que los símbolos son concretos y nítidos para todo el mundo, como un león en cuant.o que animal fuerte y feroz -que signifique lo mismo para todo el mundo. Como en una máquina inanimada, todas las piezas funcionan al unisono ". Sin embargo, cuando las poblaciones aumentan y, por lo tanto, también lo hacen las interacciones, aumenta también la diversidad o diferenciación, o sea la división del trabajo social'" -con el acento en el aspecto ocupacional de la diversidad o especialización 39. Como consecuencia, la conciencia colectiva -o quizá más propiamente las representaciones colectivas- se hace más ligera y toma más peso la individual; y los símbolos son menos claros y exigen una cierta reflexión por parte del individuo'". La diversidad de las sociedades más densas encierra dos fuerzas sociales contrapuestas, antagónicas que se compensan 41. Por un lado, favorecen la individualización y debilitan la solidaridad en el sentido que acaba de decirse; por otro lado, aumentan la solidaridad porque cada individuo depende cada vez más de los demás. El sistema social se sostiene ahora como un organismo animado en el que los órganos son independientes entre sí, pero en el que almismo tiempo unos dependen de otros para subsistir. Durkheim denomina a este tipo solidaridad orgánica~2. La solidaridad orgánica, característica de sociedades avanzadas como las nuestras, ya no se basa en unas ideas y sentimientos comunes, sino en

Durkheim, [1893]: 206 y 215. Durkheim, [1893]: 43, 49, 57, 63, 126-127, 151, 216,327 Y339. 35 Jenks, 2005b: 31. 36 Durkheim, [1893]: 83-129, 151-154 Y 267-270. 37 Lukes no cree que la analogía máquina-organismo vivo deba tomarse demasiado en serio, 1973: 148. !lB Durkheim, [1893]: 146 y 232. 39 Turner, 1981: 385-387. 40 Durkheim, [1893]: 181, 198-199, 202 Y341-342. 41 Durkheim, [1893]: 53, 323 Y333-334. 12 Durkheim, [1893]: 131-154, 175-176, 181, 198-199, 202,205-206,216-217,267.270,341_ 342, 400 Y404. 33

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INTRODUCCIÓN

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nuevas instituciones de diversanaturaleza y sus relaciones entre ellas; a l~ par que permite crecer la autonomía de los individuos, que ya no estan complemente envueltosyabsorbidos por pequeñas unidades sociale~. Como he adelantado, la concienciaindividual se libera parcialmente IfolIen~ras la colectiva se debilita.Ni que decir tiene, eso sí, que la conCIenCIacolectiva conservaen todo caso una importancia nuclear43. A efectos ilustrativos,Bernsteinofrece un ejemplo en el ámbito de la ed~cación escolar del pasode un sistemade solidaridad mecánica a otro de sohd~ridad mecánica. Esteautorseñala que el control social en el colegio cambIa Conel paso de una formade solidaridad a otra: de una transmisión de valores comunes a una confrontaciónde los alumnos como individuos; de un equipo escolar reducido a otro amplio con una mayor división del trab.yo; de unos grupos fijoscomola clasea una organización más flexible; de una pedagogía basadaen el aprendizajede elementos concretos relativos a Contextosparticulares a otra en la que se destacan los medios a través de los cuales se crea el conocimiento;de una educación en profundidad a otra en.extensión; e incluso de escuelasarquitectónicamente cerradas a otras abiertas en las que se ve el interior y se aceptan visitas.Como resultado del pasoa una solidaridadorgánica,señalaBernstein, la relación entre profesor y alumno adquiere una forma más individualizada y menos jerárquica y el r?_lde los alumnos en particular está cada vez menos definida. En conclus~o_n, puesto que todos dependen unos de otros, en las nuevas escuelas existina una mayor flexibilidad44. A_unquese han vistorealidades paradigmáticamente diferentes en ambos tiposde solidaridad mecánica y orgánica.", Durkheim sostiene no sólo que p~eden coexistir,sino que la solidaridad orgánica no puede aparecer si no existepreviamente solidaridad mecánica ". Por ejemplo, que un barrio g?ce de eficacia colectiva-una versión o dimensión de la solidaridad orgánica- o por el contrario sufra violencia y criminalidad puede depender del g:a~o.de confianza -solidaridad mecánica- que existiera en un momento hlstoncoprevio, al margen de la densidad social de dicho barrio. Laestructura social implica la existencia de ciertas posiciones y determina los.contactosde quienes ocupan dichas posiciones entre sí -quiénes interacc.I?nanentre sí, bajo qué condiciones, etc.-, al margen completamente de qUienessean las personas concretas que ocupan dichas posiciones. Desde estepunto de vista, la diferenciación de que habla Durkheim se refiere a

.j, D . urkheim, [1893]: 205. Frente a los críticos cabe decir que aquí se incluyen elementos de tipOeconómico (J), si bien Durkheim no abunda en ellas porque esjustamente el paradigma ~on.trael que está reaccionando, de modo que da por hecho su existencia. Sobre el concepto de IllStltuciónen Durkheim, vid. [1895]: 30. (1) Lukes, 1973: 139. '1<1 Bernstein, 1975: 67-73. 13 Jenks, 2005b: 25. 46 Durkheim, [1893]: 323-325.

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cómo se distribuyen los individuos en posiciones sociales. Blau divide la diferenciación en desigualdad, cuando aquélla se refiere a posiciones con diferencias jerárquicas, como las derivadas de la clase social y heterogeneidad, en otro caso, como ocurre con la religión, a la par que cree que las diferenciaciones pueden ser continuas o categóricas.". Si la estructura emerge de interacciones y a la vez influye en éstas, la diferenciación abre oportunidades para unas interacciones y coloca barreras para otrasf". Un elemento clave de la teoría durkheimiana es la densidad morai", que en su dimensión más básica se refiere sencillamente al número de personas que se concentran en un espacio físico de un cierto tamaño -lo cual determina las interacciones entre aquellas. La densidad social, por lo tanto, depende básicamente del tamaño de la población, de la tasa de natalidad/ mortalidad y de los movimientos migratorio s por un lado; de los medios de transporte y comunicación; y, en consecuencia, de la distribución y concentración de la población a lo largo del territorio 50. La densidad social determina la estructura social; de modo que alteraciones en la primera se traducen en cam bios en la segunda 51. El aumento de la densidad tiene la consecuencia de que se eleva igualmente la lucha por la supervivencia -un argumento darwinian052-, de modo que los individuos se ven forzados a competir por recursos, por prestigio 53, ete. La división del trabajo social debida a la presión social es el resultado de este proceso complejo; y es la división del trabajo a la par lo que genera solidaridad (orgánica) 54. Aunque los motivos de esta conexión causal no quedan completamente claros en Durkheim 55, deben relacionarse con un proceso de autoselección quizá conectado con una forma adecuada de cumplir la función de mantenimiento del grupo 56. Volveremos sobre este punto, si bien debe conservarse en mente que en Criminología tienen una gran aceptación las transiciones macroestructurales a micro. Por ejemplo, Brooks-Gunn y sus asociados estudian la conexión Blau, 1977: 3-4, 8-11 Y 45-99. Blau, 1977: 10. 49 Durkheim, [1893]: 300 y 306; el mismo, [1897-1898J: 247. 50 Blau, 1977: 160-166; Durkheim, [1893]: 301-304. 51 En particular, Durkheim conjetura que a mayor densidad social, mayor diferenciación social. Esta proposición tiene la forma de una ley,algo que caracteriza la postura de nuestroautor, Durkheim, [1893]: 39. 52 Durkheim, [1893]: 311-318. Sobre e impacto de Darwin en las ciencias socialesde su tiempo, vid. Jenks, 2005a: 30-31. 53 Parsons, por ejemplo, mantiene que la competición entre individuos debe versesobre todo en términos de prestigio social y de satisfacción de la ambición, y no de subsistenciafisica(1) -como sabemos, Durkheim da preferencia al grupo ocupacional en su trabajo. (1) Parsons, 1968: 323. 54 Dmkheim, [1893]: 65-66 y 71. 55 Ya que, por ejemplo, esta misma situación podría dar lugar sencillamente a la eliminación de parte de la población, Parsons, 1968: 323. 56 Tur ner, 1990: 1091 y 1095-1096. 47 4S

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entre la estructura y el desarrollo individuala travésde las característicasdel barrio donde se reside y las respuestas de la familia a estas coridiciones"; ~rutchfield y Wadsworthla influencia del barrio sobre el comportamiento Juvenil,incluyendo el delictivo,a travésdel mercado laboral, el empleo juvenily la experiencia laboral de los padres". Terminamos con unas últimas observaciones: a) Llevadoa una posición pura, esta tesispuede llevar a explicaciones estructuralistas en las que los individuos no desempeñan ningún rol ". Hechos macro son explicados mediante otros hechos macro. Aunque esta postura es lícita y quizá sea la esencia de la Sociología60, a mijuicio no representa la tesis durkheimiana, en la que aparece tanto lo agregado o social como lo individual". En realidad, se ha visto una evolución en su pensamiento desde el primer polo del primer Durkheim hacia el segundo del Durkheim tardío'", si bien aquí tratamos de integrar ambos puntos de vistasiguiendo siempre a la literatura'". b) En ciencias sociales encontramos una amplia gama de posturas: desde los que rechazan que existauna estructura'"; a quienes niegan que haya una cultura independiente, esto es algo más que una mera consecuencia de la estructura"; pasando por quienes proponen una especie de integración y ver, verbigracia,la estructura como cultura". e) La agencia puede verse como un tercer elemento junto a estructura y cultura, si bien aquí se toma como un elemento residual que pueden entrar como explicación cuando se agoten las anteriores -de modo que idealmente es un factor redundante'". En este sentido, la acción puede influir en la estructura y no sólo al revés'".

Brooks-Gunn et al., 1997: 281-282. Crutchfield y Wadsworth, 2013: 152-153. 59 Blau, 1977: 3. Vid. así mismo Durkheirn, [1893]: 389 y 466. 60 Mayhew, 1980: 339-340 y 346; el mismo, 1981: 637-640. 61 Serrano Maíllo, 2016: 255. Porpora sostiene, por el contrario, que la postura durkheimiana sobre la estructura concebiría ésta (únicamente) como regularidades con forma de ley, de lo cual se excluiría cualquier rol para la agencia o una dimensión de patrones estables, 1989: 197198; a la par que critica esta postura, 203; el mismo, 2015: 42-45. Una contestación en Sawyer, 2005: 85. 62 Turner, 1990: 1090. 63 Vid. Sawyer, 2005: 100-124 y 210-230; Turner, 1981: 381-387; el mismo, 1988: 358-362; el mismo, 1990: 1093-1102. 64 Sellin, 1938: 26-27. 65 Wacquant y Wilson, 1989: 25. 66 Miller, 1959: 139; el mismo, 1962: 169. 67 En contraste, movimientos actuales le conceden un rol mayor a la agencia, vid. Porpora, 2015: 128. 57 58

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Anderson,

1976: 51 y 216; el mismo, 1999: 296.

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32 3. PATRONES CULTURALES

3.1. Cultura: un enfoque durkheimiano En la tradición de Durkheim, la cultura tiene un carácter social.Aquí entenderemos cultura cornosistema de símbolos y significados". Geertz define la cultura como «un patrón transmitido históricamente de significadosencapsulados en símbolos,un sistemade concepciones heredadas expresadasen formas simbólicasa travésde los cualeslos hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimientosobre la viday susactitudeshacia ella»;«un sistemaordenado de significadoy símbolos [... ] en virtud del cual los individuos definen su mundo, expresan sus sentimientosy hacen susjuicios»70. Los símbolos,que pueden ser cualquier cosa, evocan en nuestras sociedadesalgo invisiblepero real y compartidoy hacen posible la representación y el significado71. Entendida de este modo, la cultura está compuesta por comprensiones y significadosque no son individuales ni privados sino compartidos y públicos; a la par que abarca acciones, creencias, ritos. No es un poder causal, algo que por sí mismo inicie una acción o permita una explicación etiológiea, ni tampoco una caja de herramientas o estrategias": sino un marco o contexto para la comprensión de la vida y del mundo 73. Así, la cultura permite tipificary evaluar, en la afortunada frase de Douglas, la cultura media nuestra experiencia", Cuando un individuo se enfrenta con una nueva vivencia espera que se trate de una categoría típica del mundo tal y como lo comprende. Por muy novedosa y extraña que sea, sólo existe un número limitado -y socialmente construido- de categorías para clasificarla y por lo tanto esperamos que nuestro sistema taxonómico dé cuenta de la misma": Estos sistemasclasificatorios,agrupatorios de experiencias son simbólicos, en cuanto que deben ser abstracciones. Como correlato, estas tipificaciones son igualmente imprescindibles para comunicarse y entenderse recíprocamente con otros irrdividuos", En segundo lugar, la cultura permite evaluaciones de las experiencias por ejemplo mediante esquemas cognitivos y emocionales de una dicotomía como es el bien y el mal. Como acaba de decirse, mediante la cultura, los actores pueden explicarse el mundo y comunicarse utilizando el sistemacompartido de símbolos y significados:aquélla constituyeun sistema o complejo que funciona como

69

A1exander, 1992: 295; Jenks, 2005a: 60; Parsons, 1977: 168. Sobre la evolución de esta particularmente en Anu·opología, vid.Jenks, 2005a: 34-38 y 40-42. Geertz, 1973: 89 y 144. Críticamente con el enfoque aquí patrocinado, Swidler, 2001: 19-23. Rawls, 2004: 39-40, 143-146, 166, 168, 180,224 Y273-275. Swidler, 1986: 273 y 276-282; la misma, 2001: 24-40. Jenks, 2005a: 61. Douglas, [1966]: 40 y 129. Durkheim y Mauss, [1903]: 2-5. Rawls, 2004: 1-3 y 39.

tradición, 70 71 72 73 71 75 76

INTRODUCCIÓN

33

«fuentes extrínsecas de información»?". La cultura, finalmente, es aprendida a través del proceso de socialización 7S.

3.2. La cultura en la Criminología contemporánea:

valores y sub culturas

Como repetiremos, en Criminología existe una gran imprecisión sobre qué se entiende por cultura-así como términos derivados como subcultura. En algunos estudios parece que existe una única cultura en un país; en otros da la impresión de que se cruza una calle y se cambia de cultura?"; mientras que algunos más parecen sugerir que en un mismo lugar pueden coincidir varias culturas de modo simultáneos". Siguiendo a la Iiterarnra'", puede entenderse que en un país o región o bien en un grupo social amplio y heterogéneo tenderá a existir una única cultura, que en nuestra disciplina a veces se ve como dominante o generatriz -esto ocurre en los enfoques subculturales. El motivo de que exista una única cultura es que de otro modo sería dificil la comunicación entre los miembros de ese grupo, no digamos ya una mínima cohesión que permitiera su unión. Por poner un ejemplo, Saney, que adopta un enfoque cultural para explicarlas altas tasas de criminalidad de Estados Unidos'", afirma que «las normas y valores que abarcan el panorama del mundo [norte]americano contemporáneo [... ] influyen de manera indirecta en la naturaleza de la estructura social y del comportamiento individual en todas las situaciones de la vida"83. Según Miller, existen tres conexiones entre cultura y delito: en ocasiones, ciertas prácticas culturales son en sí mismas delictivas; otras veces caben tanto opciones lícitas como ilícitas, pero estas últimas son más ventajosas ya que permiten obtener algo más rápidamente y con menos esfuerzo; finalmente, la cultura exige una respuesta a ciertas situaciones que implica la comisión de algún delito.". Los valores 1SUIl la base las teorías subculturalcs'". Una subcultura contiene algunos valores distintos de los dominantes, pero no están en conflicto con ellos. Puede asumirse que existen sub culturas en la actualidad y un ejemplo puede encontrarse en grupos de niños e incluso adolescentes86. Si bien la subcultura suele relacionarse en nuestra disciplina con la desviación y el delito, existen subculturas en las que predomina lo proso-

ue

77 78 79 80 81 82 8' 84 85 86

Geertz, 1973: 92. Durkheim, [1925]: 61 y 64-65; Parsons, 1951: 11-12, 16,34-37 Y 226-243. Como en el caso de Stewart y Simons, 2010: 575-576 y 579. Cano Paños, 2016: 305. Curtis, 1975: 7-9; Yinger, 1960: 625-633. Saney, 1986: 10, 12 Y 47-86. Saney, 1986: 6. Miller, 1958: 18. Ball-Rokeach, 1973: 737. Sutherland et al., 1992: 109.

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cial'". En este sentido, una sub cultura no tiene que ser algo necesariamente inferior a una cultura más amplia puesto que grupos artísticos avanzados han sido definidos como subculturas'". Las subculturas tampoco se confunden con las bandas, si bien existen teorías criminológicas que así lo han hecho'". Downes?" distingue dos tipos de subculturas: las que se forman fuera de una cultura dominante, como en el caso de grupos inmigrantes que llegan a un nuevo país; y las que se forman dentro de una cultura dominante ya sea como una respuesta positiva -grupos de adolescentes, miembros de una profesión ... - o negativa -subculturas criminales, grupos políticos o religiosos radicales o extremistas ... Por el contrario, una contracultura tiene valores distintos de los dominantes, que al mismo tiempo están en conflicto con estos segundos. Que existan subculturas no implica, como veremos, que existan subculturas delictivas ni que los valores sean una causa de la criminalidad.

3.3. El sesgo anticultural de las ciencias sociales contemporáneas Puede hablarse tranquilamente de un sesgo anticultural en las ciencias sociales y en la Criminología contemporánea en concreto 91. Aunque casi por norma se relaciona la cultura con algo negativo, coercitivo, opresor'" ... , uno de cuyos ejemplos más conocidos es la llamada cultura del control propuesta por Garland, la esencia de la cultura y de los mecanismos culturales es ofrecerprotección a los indiinduos", En segundo lugar, no sólo predominan las críticas a las teorías culturales y subculturales -a menudo in toto-, incluidas las de tipo ideológico "; sino que además se les presta poca atención ". Esta actitud crítica es resumida por Aebi cuando escribe, desde las antípodas de nuestro planteamiento durkheimiano ", que «sólo hay seres humanose ". Más acerado, Wacquant acusa a uno de los enfoques culturales más influyentes en la actualidad, el del código de la calle, de adoptar «una posición culturalista con implicaciones políticas profundamente perturbadoras en cuanto que hace responsables a los habitantes del gueto de su propia situación apurada a causa de sus valores desviados o de la ineptitud de sus roles»?".

87 88 89 90 91 9'2 93 94 9, 96 97 98

Anderson, 1990: 12-21. Parsons, 1951: 411-412. Downes, 1966: 12. Downes, 1966: 9. Bourgois, 1995: 318 y 232; Sullivan, 1989: 242. Tonry, 2004: 64. Serrano Maílto, 2016: 466. Advertido ya por Surratt et al., 2004: 44. Horowitz, 1983: 15. Durkheim, [1897]: 337. Aebi, 2008: 73. Wacquant, 2002: 1500, vid. también 1521 y 1527.

INTRODUCCIÓN

35

. Esta asimetría valorativaentre estructura y cultura se manifiesta en los SIguientes comentariosde WacquantyJ. Wilson: «han creado una división !lormativa ficticiaentre laspersonas de color de las ciudadesque, al margen de su realidad [...] sólopuede palidecer cuando se la compara a la brecha estructural objetiva que separa a los residentes del gueto de la sociedad ge!leral y a los constreñimientosmateriales colectivosque pesan sobre ellos», Para concluir con que «sise utiliza el concepto de infraclase, debe ser un Concepto estructural [...] No debe ser utilizado como etiqueta para desigllar una nueva raza (breed) de individuos moldeados libremente por una cultura de la pobreza mítica y todopoderosa» 99. Dejando de lado que la :ultura también es objetiva en cuanto que compartida y se impone a los Individuosigual que la estructura; y dejando de lado que estructura y cultura se encuentran íntimamente relacionadasy en ningún caso son elementos a~tónomos cuando no contrapuestos; en esta obra valoramos las invesligac~o~espor sus méritos científicosy no por sussupuestasconsecuenciasideologlCas.Una teoría estructural y otra cultural deben competir entre sí sig~iendo ciertos criterios de carácter empírico, y no es posible -aunque sí :omodo- decidir a favor de uno de ellos de modo apriorístico por razones Ideológicas. Finalmente, cultura y estructura a menudo se tratan en Criminología Comoentidades independientes y casiopuestas entre sí100 -cuando aquí las hemosconsiderado diferentes únicamente desde un punto de vistaanalítico,no ontológico. Las críticas científicas son legítimas, pero tienen por delante el dificil retode afrontar preguntas criminológicamente relevantes sin recurrir a la cultura-en particular en su versión simbólica de base durkheimiana. Así, Borowitzafirma en relación con la comunidad de Chicanos que estudia quelas «explicaciones estructurales de las diferencias son insuficientes en Cuantoque no pueden explicar diferencias culturales entre grupos que ocupanprácticamente el mismo estatus socioeconómico»; y que existen elementosculturales que no se alteran incluso aunque cambie la posición estrtlcturaldel grupo; a la par que abunda en que las mismas desigualdades estructuralesno son vividas, experimentadas del mismo modo por grupos distintos 101.

4, PROCESOS DELICTIVOS

He dividido los procesos delictivos en tres grandes grupos: biográficos; desocializacióny crianza; y de grupo. Entre las variables o patrones individuales se incluyen el sexo; la edad; características fisicasy mentales como la 99 100 101

Wacquant y Wilson, 1989: 25 (énfasis añadido). Ousey y Wilcox, 2005: 5. Horowitz, 1983: 27, de donde procede la cita, 31 y 234.

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personalidad, la inteligencia, la constitución física, el autocontrol, etc.; el estatus inmigración, que ciertamente es un concepto muy amplio que requiere ser desagregado; la clase social y el estatus socioeconómico; la moralidad (individual) tanto en su dimensión cognitiva como en la emocional; o el empleo. Figuras más genéricas como las carreras criminales o la predicción o evaluación del riesgo de criminalidad o reincidencia también se encuadran en este punto. Los procesos de socialización y crianza incluyen a la familia -Ia crianza, la criminalidad y experiencia en el Sistema de Administración de Justicia de padres, hermanos y otros familiares, el conflicto familiar, el maltrato y la violencia, los hogares rotos, etc.-, a la escuela, a los mentores y al matrimonio, la vida en pareja y la descendencia. Por último, proc.~sos de grupo son los pares y los procesos de asociación diferencial en general, la codelincuencia, las redes, la delincuencia organizada y las bandas delincuentes, muchas de ellas de jóvenes.

5. ASPECTOS METODOLÓGICOS:

lA MEDICIÓN DEL DELITO

5.1. Estadísticas oficiales El estudio de los patrones y procesos delictivos tiene una base empírica que es menester describir de modo crítico. Esto se refiere tanto a las fuentes de información sobre el delito como a las investigaciones que se han valido de las mismas para extraer hallazgos de modo habitualmente inductivo y en ocasiones incluso contrastar hipótesis 102. La idea de las estadísticas procede y es característica del Estado moderno -y de ahí toma precisamente su nombre. Para su organización, llega un momento en el que el Estado necesita conocer cuantitativamente diversas cuestiones: cuál es la lenta y la producción para organizar la recogida de impuestos y la Hacienda; el número de individuos para establecer un ejército permanente, etc. Las primeras estadísticas sobre el delito aparecieron en Francia en el primer tercio del siglo diecinueve y enseguida fueron utilizadas para medir su extensión. Las estadísticas oficiales son datos recogidos y elaborados por distintas Instituciones -no por los investigadores. Se trata, fundamentalmente, del Ministerio de Interior, que informa de los delitos conocidospor la policía y otros cuerpos y fuerzas de seguridad; el Ministerio deJusticia y la Fiscalía General del Estado, sobre las actividades de los Jueces y Tribunales de Justicia; y, por último, la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, que ofrece datos sobre los internos en prisiones. Serrano Gómez ofrece una clasificación de las estadísticas existentes en España:

102

Sobre esta cuestión, vid. Fernández Villazala, 2008: passim.

INTRODUCCIÓN

a) b) c) d) e)

37

Estadísticaspoliciales; Datos de la FiscalíaGeneral del Estado; Estadísticasjudiciales; Datos de los Tribunales de Menores; Datos de prisiones103.

El estado de las estadísticassobre el delito en nuestro país deja mucho que desear. De entrada, no son publicadas de manera organizada y sisternátIca. Los datos, a mayor abundamiento, incluyen incongruencias, carencias y ?~tos a todas luces erróneos. La información que ofrecen no es exhaustiva IIIsIgue siernpre criterios estrictamente criminológicos. Por último, y entre otras, losrnismosson recogidosy preparados por un organismo directamente dependiente del Ministerio del Inrerior '?'. d Aunque la fuente de información preferible depende en buena medida e. lo .q~e se desee estudiar y en principio todas ellas deberían tender a COInCIdIr, en general pueden mencionarse dos sencillas reglas metodológicas -especialmente relevantes para la medición de las tasas delictivas. a) Sellin COnsiderócon acierto que un dato será tanto más preferible cuanto menos ha~Q penetrado en el sistema y el procesode Administración dejusticia. Ello es debIdo a que, desde que tiene lugar, la cuantificación de un delito va dando diversos pasos: verbigracia, primero la víctima lo detecta, decide ?~n.unciarlo, se presenta en la comisaría, la policía lo registra, la policía InICIauna investigación,la policíadetiene a un sospechoso,se decide que pas~a disposición judicial, etc. El proceso puede ser muy largo. La clave, s?gun Sellin, es que cada uno de estos pasosimplica una decisión (denun~Iar,re?istrar, investigar...) de continuar con la investigaciónde dicho delito o bIen sacarlo del sistema.Puesto que el resultado de estas decisiones no es aleatorio, los datos que van superando las distintasetapas -y siguen fo~mando parte de sucesivasestadísticas oficiales- se encuentran cada vez ~as sesgados y, de este modo, se contaminan cada vez y no ofrecen una Ima~en fidedigna de la realidad, sino una clara y cada vezmás sesgada.Es decir,q~e la regla metodológica es que los datos sobre delitos conocidos por la.Policía son los preferibles -y los datos sobre internos los menos prefenbles porque tenderán a estar muysesgados!". b) En.seg~ndo lugar, los tipos más graves son los preferiblespara la medición del delz.to.L;as razones son semejantes a las anteriores. Aunque no es la única v~nabl~ que tiene influencia para que un delito vayasuperando los dis~nto P~sos y decisiones por los que pasa -eso es, que un delito sea identificado como tal, que se informe a la policía, que ésta decida registrarlo 103 101

105

todo.

S errCL.::::noGómez, 1986: 21-47. Mosh_ er et al., 2002: 91-98. Selli•.••. , 1931: 346; el mismo, 1953: 165-166; Sellin yWolfgang,

1964: 31 y 165-]87 sobre

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e investigarlo, etc.-, en vez de ser sacado del sistema, la gravedad de la conducta es decisivo. En general, por ejemplo, es más sencillo que unas lesiones graves o un robo en una viviendavayansuperando todos y cada uno de los pasos que un hurto 106. Las estadísticasoficialesen general, como cualesquiera otras fuentes de medición del delito y metodologías en la ciencias humanas y socialesy en la Criminología en concreto, sufren muy serios problemas. Entre ellos,y sin ánimo exhaustivo, se encuentran los siguientes. a) No todos los delitos que se cometen en realidad pasan a formar parte de las estadísticasoficiales.Esto puede ocurrir cuando ni la víctimani nadie se da cuenta de que se ha cometido un delito; cuando no se denuncia el hecho, por ejemplo porque se considera que el mismo es de escasaim portancia o que la policía no podrá hacer nada; o cuando la policía se abstiene de registrar el hecho 107. Esto es lo que se conoce como cifra negra 108. Más preciso, Serrano Gómez distingue entre cifra oscura, en la que el delito, aunque se conoce su existencia, no se registra porque no hay denuncia o porque no hay pruebas; y criminalidad oculta, en la que la víctima desconoce que ha sufrido un delito o bien es la primera interesada en que el delito permanezca oculta'?". Ello quiere decir que no es posible conocer mediante las estadísticas oficialesel número total de delitos, aunque sí se asume que debe existir una determinada relación de los indicadores con el mismo. En segundo lugar, debido a que esta razón puede variar en gran medida de un país a otro -e incluso de una jurisdicción a otra-, el uso de las estadísticas oficialespara llevara cabo comparaciones sobre tasas delictivasinternacionales absolutas es muy problemático 110. En efecto, la cifra oscura no es constante ni se distribuye al azar, sino que podría encontrarse influenciada sistemáticamentepor ciertos factores. MacDonald encontró que factores económicos y específicos de los incidentes son decisivosen la decisión de denunciar, así como que las tendencias a denunciar -y, por lo tanto, los índices de la cifra oscuradependen básicamente de los cicloseconómicos111. b) No todos los delitos tienen la misma posibilidad de formar parte de las estadísticas, de modo que éstas tenderán a estar sesgadas (sistemática-

106 107

Coleman y Moynihan, 1996: 85; O'Brien, 1985: 25, 31-32 Y37. Sobre las causas de la no denuncia por parte de la víctima, vid. Serrano

Gómez, 1986:

57-59. 108

Coleman y Moynihan, 1996: 3-6,8-12,15,20-21,70

Y82-83; Mosher et al., 2002: 26, 38-42

y 84-86. 109

110 111

Serrano Gómez, 1986: 21, 47 Y52-71. O'Brien, 1985: 35. MacDonald, 2001: 128-130 y 137-143, así como 132-137 sobre la metodología

seguida.

INTRODUCCIÓN

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mente) -y no simplemente erradas azarosamente 112. Por ejemplo, los llamadosdelitosde cuello blanco son verdaderos delitos pero tienden a no aparecer en las estadísticasoficiales113; también puede ocurrir que losdelitos cometidospor determinadas minorías o clasessocialesdesfavorecidastengan una mayor probabilidad de aparecer 114. Albrecht considera que, en efecto, las estadísticasoficialesno captan la delincuencia organizada.Para este investigador,más allá, los aumentos oficialesen delitosde esta naturaleza -Ia mayoríade los cualesno tienen víctimasdirectas claras- suelen responder mucho más a cambios en la aplicación de la ley -por ejemplo, que la policía se preocupa más por este tipo de actividadesy les dedica másmedios personales y materialesque a cambiosreales en las tendencias y desde luego a su volumen real. Por este motivorecomienda atender mucho más al impacto socialy económico de estas conductas ilícitas que a la mera cuantificación, poco realista de acuerdo con sus investigaciones,de supuestos punibles 115. El mismo autor se muestra igualmente cauteloso respecto a la medición oficialde los delitos de los inmigrantes. Las estadísticasoficialesarrojan, sin duda, una desproporción entre delitos de nacionales y extranjeros, pero cuando se procede a incluir una serie de controles -por ejemplo, edad y sexo- las razones disminuyen de modo notable; y en general es posible identificar subgrupos dentro de los extranjeros cuando se desagregan las cifras oficiales116. c) Las estadísticas oficiales también son reflejo, al menos en parte, de la actividad de la policía y demás cuerpos y fuerzas de seguridad. Por ejemplo, si van a ser evaluados según el aumento o disminución de los índices de delincuencia o si, por el contrario, esos índices van a ser decisivos para la asignación de recursos, es posible que se den ciertas presiones formales o informales que lleguen a moldear su comportamiento respecto al registro de delitos; igual que también puede ser influyente los medios materiales y el número de miemhros asignados a una comisaría, así como factores tan variados como la edad y grado de profesionalidad estos últimos, entre otros!". d) Otros problemas técnicos incluyen calificaciones incorrectas de determinadas conductas debido a la imprecisión de la ley y de las distinciones entre delitos por su gravedad 118. Pese a que, sobre la base de las críticas anteriores y otras, parte de la doctrina española ha mostrado una nula confianza en las estadísticas

112 113 11. 115 116

Serrano Gómez, 1986: 49. Larrauri Pijoán, 1991: 85-87. Mosher et al., 2002: 86. Albrecht, 1998: 1-35; el mismo, 2004: 79-101. Albrecht, 1997: 58-67 y 69-87.

117

O'Brien, 1985: 27-34 y 3&.37.

118

Mosher et al., 2002: 87-9l.

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oficialespara la medición del delito 119, las mismasson imprescindibles. Si se acepta que es legítimo e incluso imprescindible para la sociedad contemporánea conocer de la forma más aproximada posible el índice de delincuencia de un país, si éste aumenta o disminuye, determinados correlatos del delito, eventualesimpactos de medidas de Política criminal, etc., entonces simplemente es difícil renunciar a las estadísticas oficiales. Una razón muy sencilla es que no existe en nuestros países, hoy por hoy, otra fuente de información al respecto: no hay, por ejemplo, estudios de victimacióncomparablesen ámbito y periodicidada los que se han venido realizando en paísesanglosajones.Un rechazode las estadísticas oficiales es hoy, pues, algo muy difícil de asumir.De este modo, LaFree afirma que «la evidencia disponible sugiere que los datos sobre arrestos del UeR [colección estadounidense de datos oficiales], especialrnerne para delitos gravesy especialmente a nivelnacional,proporcionan información que refleja tendencias del delito realessegún las características de los delincuentes» 120. Que no sea asumible un rechazo de las estadísticasoficialesno quiere decir, ni mucho menos, que reflejen la realidad comoun espejo.Antes al contrario, 10 que se mantiene es que las estadísticasparecenofrecer indicaciones de los niveles o tasas de delitos y de sus tendenciasa lo largo del tiempo, sobre todo para ciertos delitos y para unpaís en concreto -es decir, que las comparaciones internacionales sonespecialmente complejas. La interpretación de las estadísticases, porlo tanto, de una complejidad extraordinaria; siendo en la medida delo posibleconveniente recurrir a fuentes alternativas y complementariasde medida. Según Best, la sociedad contemporánea existe un «mercadode problemas sociales» en el que determinados actores se venobligadosa competir para recibir atención -y a continuación puedeser que también medios y poder para afrontar el problema social quepromuevan. Es decir, que puesto que existen muchos potenciales problemas socialesy no todos pueden recibir una atención y unos mediossuficientes,los proponentes de unos y otros han de competir entres:si nospreocupamos por un problema social -más o menos real-, tenemosque dejar otro sin atender. Estos actores, para captar la atenciónde laopinión pública, pueden afirmar que dicho problema se encuentramuyextendido y que, de este modo, puede afectar a cualquiera. Cuandono existen datos, lo que suele acontecer cuando se llamalaatenciónsobre un determinado problema social por primera vez,existe la posibilidadde que no existan en absoluto indicadores sobre la extensión delmismo, de modo que siempre cabe la posibilidad de ofrecer datos inventados, en general grandes números. Tarde o temprano, sinenbargo,espreciso

119 120

Díez Ripollés e t al., 1996: 17-19. LaFree, 1998: 38 (énfasis añadido).

INTRODUCCIÓN

41

recurrir a datos cuantitativossobre el problema socialde que se trate, preferiblemente estadísticas oficiales -en principio las que gozan de mayor autoridad entre los medios y la opinión pública-; de modo que no es extraño que se entable una disputa sobre lo que debe medirse, esto es si debe utilizarseun concepto amplio del fenómeno -que agrandaría la magnitud del mismo y,por lo tanto, captaría una mayor atención- o restringido. Continuando con nuestro autor, Best sugiere que esto es lo que aconteció en los años ochenta en Estados Unidos con el problema del rapto de niños (child abduction). Si las (incorrectas) estimaciones que se ofrecieron en los primeros momentos oscilaron ¡entre unos 50.000 y unos 67 o 69 casosal año! en Estados Unidos, el debate terminó concentrándose en cómo definir el concepto de rapto de cara a su cuantificación, qué es lo que hay que contary registrar bajo dicha rúbrica en las estadísticas. Dependiendo de si se incluyen los intentos o sólo los supuestos consumados, raptos de muy escasaduración, casosen los que un padre sin la custodia se llevaal hijo o hija durante unas pocas horas, etc. en incluso desapariciones de chicas o chicos que simplemente huyen de sus casas, los datos de las estadísticas oficialesvariarán de forma dramátical21• Independientemente de la opinión que cada uno pueda tener de este caso concreto, lo decisivo, siempre siguiendo a Best, es reconocer eljuego de fuerzas e intereses que se encuentra detrás de la elaboración de las estadísticas.

5.2. Encuestas de victimación

La Criminología ha desarrollado métodos de medición del delito alternativos a las estadísticas oficiales, como los estudios de autoinforme y las encuestas de victimación 122. En las mismas, se toma una muestra de personas, de viviendas o de locales de negocio y se contacta con dichas personas, moradores o personal para que informen de los delitos que han sufrido n un determinado periodo de tiempo -generalmente el último año o losúltimos seis meses- o a lo largo de su vida. Los estudios suelen hacerse a través del teléfono o mediante un entrevistador que les visita y entrevista cara a c~ra. Las encuestas pueden realizarse a nivel local, regional o nacional,si bien hay experiencias internacionales-'". Estos estudios se han revelado imprescindibles en la medición de las tasas delictivas, su evolución y comparación; para estimar el riesgo de victi12J Best, 1988:84-92; el mismo, 1990:8-16,22-37,45-64,89-102,151-188 Ypassim; el mismo, 2001: 14-21,2&-29,39-44,121-127,129-131,145-146 Y159-171. 122 Sobre la historia de los estudios de victimación, vid. Coleman y Moynihan, 1996:12-13y 71-74; Mosher et al., 2002: 53-56. 12!1 Sobre la metodología de los estudios de victimación, vid. Killlas, 1990:153-165; el mismo, 2001: 65-74.

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mación y sus correlatos; para estudiar cómo ocurren los delitos personales -su fenomenología-; y el costo del delito; para desvelar las necesidades de las víctimas; e incluso para el test de teorías. Además de ser una fuente alternativa y, más aún, complementaria para la medición del delito, tienen la ventaja de ofrecer datos que no aparecen en las estadísticas oficiales. Este es el caso, verbigracia, de características de las víctimas o ciertas actitudes, sensaciones o estimaciones, como el miedo al delito 124. También lamentablemente, y como ya hemos indicado, no existen en España estudios de victimación comparables a los que se vienen realizando en países anglosajones y del norte de Europa+". Del mismo modo España no ha participado más que en algunas ediciones de la Encuesta Internacional de Victimación 126. Como ya sabemos, todos los métodos de medición del delito en concreto sufren de importantes problemas, y las encuestas de victimación no son una excepción. Comparten ciertos serios problemas generales con los métodos de las encuestas y entrevistas, incluidos los estudios de autoinforme, amén de otros específicos, también serios en su conjunto. a) Existen problemas específicos de las muestras, como su selección y del acceso a la misma. No todos los seleccionados participarán en la entrevista; muy probablemente, las personas que rehúsan participar o que por cualquier otro motivo no lo hacen tenderán a ser distintas de las que sí participan, y de este modo tenderán a sesgar la muestra, si no se toman medidas correctoras. b) Las preguntas pueden ser ambiguas, de modo que la definición que el investigador o la ley tienen de un delito, o bien sus límites, no coinciden con lo que la víctima tiene en mente. Incluyen relativamente pocos delitos. Puesto que los delitos muy graves son por fortuna escasos, es dificil que una muestra, salvo que sea muy grande, detecte alguno. e) Existe una tendencia a ofrecer respue tas socialmente deseables. Otro sesgo es que no es fácil reconocer ciertos tipos de delitos o cuando el autor es alguien cercano. d) Es posible olvidar que se ha sufrido algún delito o bien, como el efecto que produciría un telescopio, creer que un delito que se sufrió hace tiempo ha acontecido hace menos de seis meses o un año. Del mismo modo, se pueden señalar delitos que se han sufrido en otro lugar, por ejemplo cuando se hacía turismo en un país extranjero. e) Pueden existir diferencias entre grupos de población, verbigracia los delincuentes pueden definir como delictivas menos conductas que un individuo honrado. Díez Ripollés et al., 1996: 18-19 y 22; O'Brien, 1985: 39 y 57-60. Vid., por ejemplo, Bondeson, 1991: 334-345;Mayhew y Hough, 1991: 306-327; O'Brien, 1985: 40-45. 126 Vid. al respecto van Dijk et al., 1990: passim. 124

125

INTRODUCCIÓN

43

f)

Los encuestados pueden simplemente mentir de modo consciente, verbigracia porque desean llamar la atención sobre una conducta que les parece grave o porque así creen satisfacer a su interlocutor. g) El entrevistador puede influir en el entrevistado, y así sesgar los datos; jO incluso inventarse las encuestas, si no es controlado y no existen medios de comprobación, para ahorrarse trabajo! h) También existen influencias dependiendo del tipo de metodología y diseño que se siga; y, de este modo, una gran diversidad metodológica podría dificultar la comparabilidad de los resultados!".

5.3. Estudios de autoinforme En estos estudios se pregunta a un grupo de delincuentes o, más a men~do, ~ una muestra de individuos por los delitos que ellos mismos han comendo.junto Con otras posibles cuestiones 128. Su flexibilidad representa una ventaja enorme. Los estudios de autoinforme desempeñan un papel fundamental en la Criminología contemporánea, en especial para el test de teorías y para estimar los correlatos del delito. Aunque potencialmente es imaginable su uso para la medición de las tasas delictivas, el hecho de que se requieran grandes muestras para tal fin y que incluso éstas tiendan a no incluir delincuentes serios 129, ha conllevado que apenas se hayan utilizado para este fin 130. Los estudios de autoinforme también comparten muchos problemas metodológicos generales de las metodologías de las encuestas a las que a~abamos de hacer referencia. Otros más específicos son los siguientes, en mngún caso con ánimo exhaustivo. a) Puesto que una muestra de individuos en general no incluirá delincuentes serios, la mayor parte de los delitos que se detectan en los estudios de autoinforme son muy leves. A menudo, por ejemplo, se recurre a muestras de estudiantes por la facilidad que tiene el investigador para acceder a los mismos, que incluso pueden ser sus propios alumnos -los delitos que han podido cometer, y puede ponerse el lector en esta tesitura, tenderán a ser intrascendentes. b) Es posible que existan diferencias entre distintos grupos a la hora ?e reconocer los delitos que han cometido. Hay evidencia de que los delmcuentes tenderán a reconocer menos delitos, por ejemplo porque definan como tales sólo conductas relativamente graves.

127

Coleman y Moynihan, 1996: 74-82; Mosher e t al., 2002: 13 y 158-167; O'Brien, 1985: 39 y

48-56. 128 Sobre la historia de los estudios de autoinforme, y 48-59; Mosher et al., 2002: 42-53. 129 Coleman y Moynihan, 1996: 63-64. 130 Mosher et aJ., 2002: 109-119.

vid. Coleman y Moynihan, 1996: 12-13

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c) Como consecuencia de la flexibilidad que ofrecen, la existencia de diseños distintos hace dificil la comparación entre estudios. d) También existen problemas metodológicos más o menos específicos 131. 5.4. Conclusión

Aunque sólo hemos vistode pasada los formidables problemas que afrontan los distintos métodos, la medición de delito resulta de una complejidad colosal: es muy difícil de medir y toda cautela en las interpretaciones es poca!". Ni que decir tiene que conocer, verbigracia, el número totalde delitos que se producen un país o comunidad es una quimera. Ello noquiere decir, sin embargo, que no existan en la actualidad ciertos métodosque han ofrecido ya importantes frutos y que resultan muy prometedores parael futuro. Estos métodos, a mayor abundamiento, son mejorados constantemente. La pluralidad de métodos debe ser celebrada. La Criminologíay de las ciencias humanas y sociales en general deben recurrir a tantas fuentesde información y enfoques metodológ;icos como sea posible. No pueden permitirseel lujo ~e despreciar ninguna de ellas, incluso aunque algunas sean sin dudasupeflores a otras. Por este motivo, estadísticas oficiales-de distintos tipos-,encuestas de victimación, estudios de autoinforme y otros métodosimaginables se han revelado en buena medida compatibles y complementmiosy deben compaginarse entre sí para la medición del delito y otros fines'", Las supuestas discrepancias suelen deberse mucho más a problemas concretos que a dificultades epistemológicas insalvables 134. Esto no quieredecirque los hallazgos vayan a ser idénticos, pero si estudian una realidadsubyacente 135 tenderán a ser compatibles y complementarios. La regla eS,entonces, el recurso a tantas fuentes y metodologías como sea posible, entendiendo que todas las metodologías tienen sus ventajas e inco nvenientes'" 6. ASPECTOS METODOLÓGICOS: ESTUDIOS INDIVIDUALFS y REDUCCIÓN DE LA INFORMACIÓN 6.1. Estudios individuales

. Para revisar los distintos patrones y procesos delictivos utilianmosestudIOSindividuales, que pueden ser de nivel individual o agre~ado, por un '" Sobre los problemas que afron tan los estudios de esta naturaleza, vid. O'Brien, 1985:7079; Piquero et al., 2002: 494-496 y 521-523. 132 Mosher et al., 2002: 2, 5 Y 21-22. 133 Blumstein yWallman, 2000: 3; Conldin, 2003: 7-11;O'Brien, 1985: 14. 134 Blumstein et al., 1991: 254-257; los mismos, 1992:123;O'Brien el al., 1~195Y398-400. Menos optimistas, sobre todo en lo referente a la medición de la evolución dddtlilo, Menard, 1992: 106-111. 135 136

Popper, 1963: 63, 116-117 Braithwaite, 1979: 22.

Y 213.

45

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lado; y resúmenes o estudios de reducción de la información por otro, los cualespueden ser narrativoso meta-analíticos.Comoiremosviendo,existen distintos tipos o diseños de estudios individualesque se han utilizado para el estudio de los patrones y procesos delictivos.Los experimentos verdaderos o con asignaciónaleatoriaa grupo (o grupos) de controly experimental son el patrón oro para el establecimiento de relaciones causales,pero casi nunca se pueden hacer en nuestra disciplinapara los finesrecién señalados, al margen quizá de algún experimento que se ha considerado natural'", Series temporales, comparaciones, estudios transversales,etc. pueblan las páginas que siguen. De todos los estudios individuales,los más importantes probablemente son los que siguen un diseño longitudinal. La mayoría de los estudios existentes en Criminología son individuales y de carácter transversaL.Además de sus potenciales particularidades, este diseño no permite establecer el orden temporal de las variables. Una limitación adicional que comparten con los longitudinales y que además pasaa continuación a los estudios de resumen es que los estudios individuales proceden mayoritariamente de contextos no sólo bastante homogéneos entre sí, sino en los que el delito es en ellos un evento afortunadamente poco frecuente. Es conveniente, por lo tanto y en la medida de los posible, completar la literatura existente con datos de contextos distintos de los habituales occidentales y con una mayor presencia del delito. La ciudad de Cali, Colombia, tiene en efecto una tasa de criminalidad alta, en particular para delitos graves como el homicidio. Se ha llegado a decir que el delito forma parte de la vida cotidiana de los habitantes de esta urbe. La muestra del Estudio de DelincuenciaJuvenil de Cali (2010) está compuesta por casi 1.000 chicos y chicas. Los participantes fueron contactados en sus colegios, aunque se incluyó a algunos desescolarizados por ser un problema serio en la región. Las edades objetivo fueron 14 y 16 años, pero al entrevistar a todos los miembros de las clases, este rango se vio ampliado. La muestra no es representativa, pero trató de maximizar la variabilidad. Aunque esta investigación no se diseñó para la identificación de factores de riesgo, sino para el test de teorías criminológicas, ofrece algunas opciones a este respecto 138. Los estudios con un diseño longitudinal cuentan con una muestra de individuos,denominada panel, que es seguida a lo largo de cierto tiempo y de la que se toma información sobre variables relevantes a intervalos determinados. Los estudios longitudinales se consideran de máxima calidad cuando tienen una naturaleza prospectiva -y no retrospectiva-; cuando se contacta con los participantes muy pronto en sus vidas, incluso cuando son niños pequeños; cuando se toman frecuentes mediciones, como pueden ser anuales o bianuales; cuando la muestra es representativa o al menos es heterogénea; cuando cuentan con una muestra relativamente amplia de al menos

137 138

Goddard, 1912: 59 y 68. Sobre el Estudio de DelincuenciaJuvenil

de Cali, vid. Serrano Maíllo, 2017: 82-115.

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varioscientosde individuos;cuando se obtienen mediciones de un número elevado de variables-tanto independientes como dependientes, esto es variasestimacionesde comportamientos ilícitosy desviados-;a travésde varios modos de recogida de información -autoinformes, entrevistas personales, datos oficiales...- y una variedad de informantes -participantes, padres, profesores...-; cuando están basados en teoría criminológica y existe una estrategiade control del error de medición; cuando tienen una duración de al menos 5 años o llegan hasta el inicio de la edad adulta; y cuando se minimiza la pérdida de sujetosl39. Estudios tan exigentes como para reunir todos estos elementos no son fáciles de realizar. Algunos de estos estudios longitudinales siguen a cohortesde individuos y por ese motivo son llamados estudios de cohorte 140. Una cohorte está compuesta por sujetos que comparten una mismacaracterística, como suele ser el año de nacimiento. Así, los famosos Estudios de Cohortede Filadelfia de Wolfgangy sus colegas.El primero de ellos contó con 9945 niñosnacidos en esta ciudad en 1945 y que seguían allí a los 10-17 años. El segundosiguió a losjóvenes nacidos en 1958 en Filadelfia y que residían en dicha ciudad norteamericana a la edad de 10-17 años, cuya muestra ascendíaa 27.160 sujetos. Ambos grupos fueron seguidos por sus registros policialeshasta la edad de 30 y 26 años respectivamente, y la de 1945 fue entrevistadaa los 26141• Otros estudios pioneros de enorme relevancia para la Criminología son los de los Glueck en los años cuarenta del siglo pasado, uno de ellos reanalizado y continuado parcialmente luego por Sam pSOIlyLaub;y el de McCord -el Estudio Juvenil de Cambridge-Somerville, en Mas chusetts-, con datos de 650 niños que asistían a escuelas publicasen 1937·1939. La principal ventaja de los diseños longitudinales es qu~h.ipotéticamente permiten establecer el orden temporal de las varia.bles.P, Por ejemplo, permiten estudiar qué aparece antes en la vidade las perscmas,la comisión de delitos o ciertas particularidades socialese individualesEsto es decisivo pUl ejemplo para establecer las causas del delito, o r gan.ar una política criminal eficaz o testar teorías criminológicas. Por ejern._plo, Jolliffe y sus colegas estudiaron la relación entre estados depresivos y -
,.,3

Murray y Farrington, 2010: 633; Murray et al., 2018: 269. Murray et al., 2010: 1201; Traey el al., 1990: 5 y 7. Traey el al., 1990: 22-36. Caspi et al., 1993: 28; Traey et al., 1990: 17-20. Serrano Maíllo, 2009a: 201.

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joven de 503 chicos que habían comenzado a seguirse a la edad de 7 años. En este estudio se obtuvieron estimacionespara cada individuo de ansiedad y depresión por un lado y hurto y violenciapor otro a las edades de 11 y 16. Los investigadoresencontraron que típicamente la comisión de delitos antecede a los estados negativos recién mencionados 144. Aunque el establecimiento del orden temporal no equivalea causación,al menos sí excluyeque los estados de ansiedad y depresión puedan ser una causa de la criminalidad, al menos en esta muestra. Ulteriores importantes estudios longitudinales (prospectivos,de panel) que mencionaremos en este trabajo son los siguientes. l. El Estudio Longitudinal de Cambridge o Estudio de Cambridge de Desarrollo Delictivo (CSDD)es uno de los esfuerzos pioneros y a la vez más importantes en Criminología. Corueuzó en 1961bajo la dirección de West,a quien unos años más tarde se unió Farrington. Originariamente se contactó con 411 niños de 8-9años de edad que vivíanen un área muy específica de clase trabajadora de Londres. Un puñado de ellos tenían necesidades especiales. La información se ha ido recogiendo regularmente hasta que los sujetos tuvieron 48 años de edad. Entre 2004y 2013 se trató de entrevistar a todos los hijos biológicos de la muestra 145. 2. La Encuesta NacionalJuvenil, de Estados Unidos tiene el interés de contar una muestra representativa a nivel nacional estadounidense y está compuesta por 1.725 adolescentes que contaban con entre 11 y 17 años en 1976. Fueron en trevistados regularmente hasta 1993 y luego en 20022003. Elliott y Huizinga son sus principales investigadores. 3. El Estudio de DesarrolloJuvenil de Rochester, bajo la dirección de Thornberry, Lizotte y Krohn, cuenta con una muestra de escuelas públicas de la ciudad de Rochester, en el Estado de Nueva York,cuyos integrantes tenían 13 o 14 años en 1988, y que residían mayoritariamente en barrios con altas tasas de delincuencia. Fueron seguidos a intervalos regulares hasta que cumplieron 32 años. Esta investigación también ha seguido a los hijos de los participantes. 4. El Proyecto deDesarrollo Social de Seattle, encabezado por Hawkinsy Catalano, recurrió en 1985a 808 niños y niñas de 10 años de esta ciudad norteamericana. Siguió regularmente a esta muestra hasta los 27 años o más. Incluye un elemento de intervención 146. 5. Huizinga y Esbensen encabezan la EncuestaJuvenil de Denver, con 1.527 niños y nifias de entre 7 y 15 años que vivían en barrios con altas tasas

1... Jolliffe et al., 2019: 3 sobre los datos y 5 Y7 para los resultados (referencias del documento en prensa). 145 Farrington y Malvaso, 2019: 210-213; Farrington et al., 2009: 112-113; Theobald y Farrington, 2009: 499-500. 146 Hawkins et al., 2000: 5-6; Herrenkohl et aJ., 2000: 178-179.

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de criminalidad de esta ciudad de Colorado en 1988. Se han recogido datos al menos hasta 2002. 6. El Estudio juvenil de Pittsburgh es una iniciativa de Loeber, Stouthamer-Loeber y Farrington y partió de 1.517 niños de 7 a 13 años que asistían a escuelas públicas en el curso 1987-1988en la ciudad de referencia. Ha obtenido información hasta los 43-45años de los participantes. Este estudio cuenta con una versión compuesta por una muestra exclusivade chicasque comenzó en 1999-2000cuando tenían 5 años. Es de un tamaño relativamenteamplio 2.450debido a que, como es sabido, ellas delinquen mucho menos que los chicos de modo que se requieren muestras amplias para alcanzaruna potencia estadísticamínima. Este es el Estudio de Chicas de Pittsburghl47• 7. El Estudio juvenil de Oregon ha seguido a 206 niños de 10 años de Eugene-Springfield,en aquel estado del Oeste de Estados Unidos. Los niños fueron seguidos hasta que cumplieron 30 años. Sus investigadores más importantes son Patterson, Dishion y Capaldi. 8. Por último, aunque sin ánimo de exhaustividad,Moffitt y Caspi dirigen el Estudio Multidisciplinar sobre Salud y Desarrollo de Dunedin, en Nueva Zelanda. Su muestra estaba compuesta por 1.037niños y niñas nacidos entre 1972 y 1973 en dicha ciudad, los cuales fueron contactados por primera veza la edad de 3 años y seguidos regularmente hasta que cumplieron los 32 años 148. Estos estudios se encuentran entre los más importantes debido a que, puesto que fueron puestos en marcha hace tiempo y sus datos han podido ser analizados con detalle, es mucha la información que procede de los mismos. En la actualidad están en marcha muchos otros estudios de esta naturaleza de los que se espera obtener conocimiento criminológico en los próximos lustrosoAunque casi todas las investigacionesmencionadas proceden de Estados Unidos, precisamente una de lasmás importantes de la actualidad es el Estudio de Desarrollo juvenil y dejóvenes Adultos de Peterborough, dirigido por Wikstrómdesde la Universidad de Cambridge+". Los criminólogos también utilizan y han utilizado otros estudios longitudinales que tienen una vocación mucho más general o incluso ajena a nuestra disciplina, como algunos que existen en el ámbito de la salud o la Psicología.Este es el caso, por poner un ejem plo,del Estudio Longitudinal de Cohorte Británico sigue a 17.287individuos nacidosen una misma semana en 1970.El estudio cuenta con registros médicos y entrevistas con los padres desde el nacimiento de los niños y niñas, así como entrevistas con éstos desde que cumplieron 5 años 150. El Estudio Nacional Longitudinal de Salud de 147 148 149

15O

Ahonen et al., 2017: 763-764. Caspi et al., 1993: 21; Moffiu y Caspi, 1999: 1-2; Moffitt et al., 2001: 10-22. Wikstrórn et al., 2012: 44-104. Murray et al., 2010: 1199-1201.

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los Adolescentes (Add Health) tiene también esta condición; comenzó en 1994con una muestra representativa de 20.000niños y niñas en variasedades escolares y se repitieron las mediciones en 1996,2001-2002,2008 Y 2016151•

6.2. Metaanálisis La forma más habitual, al menos hasta hace poco, de revisarlas investigaciones existentes sobre una materia es narrativa. El comentarista, consciente del carácter único de cada artículo o libro científico, los comenta de modo individualizado y extrayendo, en su caso, patrones comunes. Por ejemplo, yo mismo utilicé esta estrategia para revisar los estudios sobre la relación entre autocontrol y criminalidad, con pruebas muy consistentes en favor de la misma!=. Esta herramienta no es incompatible con otras, como losmetaanálisis153. La revisiónnarrativa no ofrece un estadísticode resumen que cuantifique la fuerza de una relación o la capacidad predictiva de un factor de riesgo, lo cual es una importante limitación. Al mismo tiempo no es un mero recuento de votos154 ya que se revisan de modo individualizado y crítico las aportaciones individuales. Una alternativa cada vez más frecuente son los metaanálisis, en los que la información de todos los estudios sobre una determinada cuestión es reducida y estimada de modo cuantitativo155. Pratt y CulIen señalan entre las ventajas de los metaanálisis la oferta de tamaños del efecto, que son precisamente la estimación cuantitativa; la toma en consideración de la heterogeneidad metodológica de las contribuciones individuales; la codificación siguiendo criterios públicos; la generación de una base de datos dinámica a la que pueden añadirse futuras investigaciones;y añaden que, al poder realizar estudios específicos para el caso de que se detecte alguna carencia importante en un metaanálisis, esta herramienta de resumen permite igualmente orientar la investigación futura 156. Existen muy distintos tamaños del efecto utilizables en metaanálisis+". Uno de los más conocidos es la d de Cohen, que (un tanto por acuerdo) indica efectosaltos cuando es superior a 0,5, medios cuando se ubica entre este valory el 0,25 Ybajos cuando supera el 0,1 pero no alcanza el 0,25158• El coeficiente de correlación (r), del que existen versiones ponderadas, tiene la Daigle et al., 2007: 263. Serrano MaíUo, 2013: 143-178. 153 Pratt y Cullen, 2005: 381. 151 Lipsey y Wilson, 2001: 6. 155 Lipsey y Wilson, 2001: 1-3; Wolf, 1986: 9-10. 156 Pratt y Cullen, 2005: 377 y 387. 157 Hawkins et al., 2000: 84-85; Lipsey y Wilson, 2001: 3-5 y 146-156; Pratt y Cullen, 2005: 389; Wolf, 1986: 31-32. 151

152

15"

Cohen,

1988: 82; Murray et al., 2018: 273.

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ventajade su estandarizaciónyla sencillezde su interpretación. Puede tomar valoresentre O-ausencia total de relación- y 111-relación absoluta. Larazón de lasventajas(RV)aparece también con una cierta frecuencia 159. Razonesde lasventajasde 2 -o 2,5para otros comentaristas160_ o superiores suelen tomarse como un efectofuerte 161 y en realidad indican el aumento del riesgode un fenómeno dada la presencia del factor de interés. Por ejemplo, una razón de lasventajasde 2 indica que el riesgo -en nuestro caso, típicamente de delincuencia o criminalidad- se dobla (se multiplica por 2) cuando el elemento o variablede interés está presente. Sin embargo, si el riesgo es en primer lugar muy bajo, el hecho de que se doble por la presencia de una variable en la práctica puede carecer de relevancia. Como acaba de adelantarse, existen distintas versionesponderadas de estos estadísticos162. En ocasiones, los tamaños del efecto que se emplean no son absolutos en el sentido de que no se refieren a la naturaleza, sino que son relativos y se refieren a otros tamaños del efecto calculados en el mismo estudio, cuando éste es amplio. Esto quiere decir que se toman todos los efectos estimados y se clasificanen bajos, medios y altos o en otras categorías y de este modo se les asignan valores numéricos 163. Por supuesto, un valor relativo muy alto puede ser testimonial en el mundo real, o sea en términos absolutos. Esto complica aún más lasya de por si complejas estimaciones de los tamaños de los efectos 164. Los metaanálisis son merecedores de algunas consideraciones. En primer lugar, el llamado problema de las naranjas y limones. El problema es que el metaanálisis en el caso típico tiene que integrar investigaciones muy heterogéneas entre sí, por ejemplo con diseños metodológicos distintos, operacionalizaciones de las variables que no coinciden, muestras diferentes, etc. Esto plantea cómo es posible obtener una estimación de conjunto de cosas tan dispares -algo así como calcular el peso de cítricos distintos. Para contrarrestar, en esta herramienta es posible codificar las particularidades de las investigaciones empleadas -al menos algunas de las conocidas- y controlarlas estadísticamente 165. 159 Farrington et al., 2017: 11-12; los mismos, 2018: 123-124.Muchos autores españoles prefieren mantener el término inglés odds miro. No lo apunto porque ello sea injustificado ya que yo no discuto por los nombres, sino porque es buen ejemplo de cómo la estadística que ha llegado hasta nosotros, cuyo origen en anglosajón, nos resulta tan poco intuitiva. 160 Murray et al., 2018: 273. 161 Así, por ejemplo, Besemer et al., 2017: 166; Murray y Farrington, 2008: 141; Murray I al., 2010: 1201. 162 En el texto y siguiendo una convención, utilizaré prefijos como wo adj para referirme estas versiones ponderadas o ajustadas por el tamaño de la muestra, la independencia, etc. 163 Así, por ejemplo, Murray et al., 2018: 273; Pratt y Cullen, 2005: 389. 164 Mi recomendación suele ser fijarse en los signos de los estadísticos,ya sean coeficientes ( tamaños de los efectos, y su nivel de significación estadística, aunque sin dogmatismos. Por ejeru plo, fuera del modelo lineal en análisis de regresión, la interpretación de estadísticos es una tan' compleja. 165 Pratt y Cullen, 2005: 386-387; Wolf, 1986: 39-40.

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En segundo lugar,el problema del archivador. Puestoque los investigadores revisan estudiospreviamente realizados,cabe la posibilidadde que algunos de ellos no hayan sido publicados por ejemplo por inconcluyentesy hayan terminado en un armario archivador o, más comúnmente, más o menos olvidados en un ordenador. A tal fin, los investigadoresdeben realizar una búsqueda de todos los estudios que potencialmente hayan terminado en esta situación -lo cual ya de por sí es dificil.Una complicaciónadicional importante es que muchos estudios no es que hayan terminado archivados,es que sencillamente no se completaron por entender sus autores que sería dificil publicarlos. No puede pensarse ingenuamente que la mayoríade las revistas científicasson algo distinto de un negocioy que no publican preferentemente aquello que les puede dar beneficioscomo es el caso,a nuestros intereses, de trabajos con hallazgos sustantivos-¿quién citaría o compraría una publicación que no informa de ninguna evidenciasignificativa,lo cual, por cierto, debe ser lo habitual en una disciplina dificil y rigurosa? En un reciente metaanálisis, Beamer y sus asociados, por ejemplo, indican que únicamente encontraron un estudio sin publicar, concretamente uno que estaba en fase desarrollo, y que por lo tanto pensaba publicarse en el futuro 166. Para afrontar este problema, los investigadores suelen recurrir a la llamada red de seguridad que estima cuántas investigacionestendrían que existir con hallazgos nulos o contrarios como para anular lo reportado por el análisis167. Este número a menudo alcanza cifras relativamente altas superiores al ciento o incluso mucho más!". Al mismo tiempo, sin embargo, esta atractivaidea tiene alguna limitación 169. Al mismo tiempo existe el problema de la basura dentro, basura fuera: la calidad de un metaanálisis no puede ser mejor que el de las investigaciones particulares utilizadas. En el caso típico puede esperarse una alta heterogeneidad en la calidad de las aportaciones originales. A fin de minimizar esta complicación, el resumen puede ponderar el peso de cada investigación según su calidad o incluso eliminar las de baja calidad 170. Finalmente, la consideración a mijuicio más seria que ameritan los metaanálisis -y probablemente la única que no tiene solución- es que no se trata de un procedimiento inferencial. La idea, siguiendo a Glassy sus colegas, es que la inferencia no estájustificada ni al nivel de los individuosni al de los estudios. Al nivel de las personas, es improbable que los participantes en los distintos estudios hayan sido muestreados a partir de poblaciones definidas con técnicas ni remotamente probabilísticas. Puesto que en el caso típico no existe un muestreo probabilístico, la teoría inferencial tiene

Besemer et al., 2017: 170. Pratt y Cullen, 2005: 386; Wolf, 1986: 9-10. 168 Gershoff, 2002: 548; Pratt y Cullen, 2005: 401, si bien en sus estudios reportan hallazgos con tamaños de redes de seguridad inferiores a 20, 400. 169 Lipsey y Wilson, 2001: 166. 170 Pratt y Cullen, 2005: 386-387. 166

167

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escasaaplicación en los metaanálisis-salvo en los raros casos en que se den estas exigentes condiciones-, entendiendo aquélla como lajustificación de la inferencia de parárnetros desconocidos de poblaciones definidas o conocidas,y no meramente hipotéticas 171. La mayoría de los metaanálisis en Criminología han sido realizados por equipos relativamente pequeños de investigadoresy se refieren a cuestiones muy concretas, de modo que losiremos mencionado a su debido momento. Existen, sin embargo, algunos ejemplos de metaanálisis a una escala mayor, como los que siguen. l. El metaanálisisde la Oficina de JusticiaJuvenil y Prevención de la Delin-

cuenciaJuvenil (OlJDP) reunió a 22 investigadores que durante dos años revisaron 66 estudios longitudinales (tanto prospectivos como retrospectivos)con muestras dejóvenes -que debían ser la unidad de análisis- relativamente heterogéneas -esto es que no hubieran sido seleccionados por haber cometido actos criminales o desviados- y se centró en la comisión de actos violentos como lesiones o amenaza de lesiones a otros. Su gran ventaja es la revisión de número muy amplio de factores de riesgo, además en diseños longitudinales". 2. Este estudio está conectado vía participantes y momento temporal con el metaanálisis de Lipseyy Derzon de 1998,el cual organiza los factores de riesgo en 5 grupos jerárquicos según su capacidad predictora de la violenciao delincuencia seria a la edad de 15-25años, a partir de estimaciones tomadas a los 8-11 o a los 12-14años de edad. Por ejemplo, los factores incluidos en el primer grupo tienen correlaciones medias ajustadas a las particularidades de cada investigación longitudinal original (wr) superiores a 0,3; y los del grupo 5 entre 0,04y 0,1173• 7. CONCLUSIONES La investigaciónsobre patrones y procesos delictivostiene en gran medida un carácter descriptivo174. Por eso es comprensiblela relativafalta de atención a aspectos causales de muchos procesos 175. Incluso cuando existe una preocupación causal se echa de menos la teorizaciónprevia que permita derivar hipótesis, orientar la investigacióny proponer controles relevantes 176.

Glass et al., 1981: 197-199. Vid. también Lipsey y Wilson, 2001: 161-167. Hawkins et al., 2000: 1-2. '" Hawkins et al., 2000: 6. 17<1 Así, Bushway et al., 2013: 48. 175 Box, 1987: 68 y 75; Rosenfeld et al., 2013: 6. 176 Crutchfield y Wadsworth, 2013: 152. Vid., con detalles y en conexión con uno de los te mas básicos de este epígrafe,]encks y Mayer, 1990: 112-113, 118-121, 125, 130, 137, 154-162, 167 ~ 173-181. 171

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Más en general, una orientación inductiva parece dominar el estudio de los patrones y procesos delictivos. Esto puede verse por ejemplo en los tests de hipótesis interactivas, de las que a menudo no se ofrece ya una justificación teórica, sino una argumentación que no sea puramente ad hoc del signo de los coeficientes; mientras que las conjeturas de mediación a veces van introduciendo variable tras variable a ver qué encuentran. Una observación habitual es que el delito es un fenómeno tan heterogéneo que, igual que no sería plausible construir explicaciones generales a nivel individual, tampoco debe serio proponer patrones y procesos generales. Intuitivamente se puede pensar en delitos violentos y contra el patrimonio. Como he defendido en otros lugares, los enfoques generales son preferibles en igualdad de condiciones a los tipológicos, que además tienen que afrontar ellos mismos unos problemas metodológicos formidables-?". Igual que a nivel individual la versatilidad es un argumento muy sólido contra las tipologías, existen pruebas a nivel agregado de una conexión entre delito contra el patrimonio y violencia, una conexión que podría ser incluso causal!". Por ejemplo, Baumer y sus colegas, con datos de 82 ciudades norteamericanas, señalan una fuerte asociación entre la tasa de delitos contra la propiedad y homicidios, tanto para la tasa total como para la limitada a los cometidos por jóvenes, jóvenes adultos y adultos de homicidios 179. La advertencia metodológica esencial que debe conservarse en mente es que asociación o correlación no equivalen a causalidad. Los llamados factores de riesgo o concurrentes permiten predecir el delito y la criminalidad y algunos pueden ser causas del delito, pero establecer una correlación o un factor predictivo no implica causalidad 180. Esta importante advertencia es ignorada casi sistemáticamente. Por supuesto, algunos estudios y sus hallazgos pueden tener una alta calidad metodológica por ejemplo según el Listado de Calidad de Cambridge 181 -que tiene en cuenta la adecuación de muestreo, el tamaño muestral, el porcentaje de respuestas, el diseño, las correlaciones o la calidad de las medidas de variables dependientes-, pero eso no altera nuestra advertencia 182. Algunos autores consideran que la replicación es esencial en ciencias humanas y sociales 183. La replicación consiste en repetirun estudio para comprobar si los resultados que se obtienen son coincidentes -por supuesto, no siempre es sencillo decidir cuándo dos estudios son tan parecidos que uno Serrano Maíllo, 2009a: 211-215. Farrington y Loeber, 2011: 68-69; Rosenfeld et al., 2013: 16. A los presentes efectos, no tiene mayor relevancia la naturaleza real de la relación entre ambas modalidades delictivas, una vezque la misma puede establecerse. 179 Baumer et al., 2013: 66. 180 Murray y sus colegas plantean que los factores de riesgo sean universales, Murray et al., 2018:334. 181 Jolliffe et al., 2012: 304-305. 182 Vid. sobre este punto Murray et al., 2009: 1-21. 183 Lósel, 2018: 257-260, con matizaciones. 177

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es una replicación del otro. Existen pruebas de que más de la mitad de los estudiosen Psicologíano son confirmados cuando se repiten, en concreto sólo el 39 por ciento de cien estudios prominentes lo fue en una reciente investigación184. Muchos estudios se limitan a reportar efectos bivariados, de modo que puede esperarse que desaparezcan cuando se controlen otras variablesl'". Aunque por supuesto no puede esperarse que variables que aparecen relativamentepronto en la vida de las personas conserven un impacto en comportamientos que tienen lugar muchos años más tarde -cuya relación será mediada en el caso típico-, las variablesque deben controlarse son contemporáneas. Por ejemplo, en el estudio longitudinal de cohorte británico se encontró que un bajo cociente intelectual a la edad de 5 años predecía de modo robusto problemas de conducta a la edad de 10 años y condenas criminales entre los lb y los 34 años (razón de lasventajaszLfi) 186. Sin embargo, cuando se recurre a modelos multivariantes con control de otros factores de riesgo, este carácter predictivo desaparece 187. Finalmente,un problema muyserio que afrontan lashipótesis sobre efectos macro-a-micro-que aquí asumimos, sin embargo, en nuestro enfoque durkheimiano-, en particular en el marco de modelos estructurales, es el de la selección.Por ejemplo, se puede hipotetizar que determinadas características de los barrios ejercen una influencia sobre el comportamiento de sus habitantes -causación social.Aunque esto es plausible,cabe preguntarse si no podría ser más bien que los individuosno pueblan un barrio u otros de modo aleatorio-o sea que se han seleccionado-, de modo que podrían ser sus particularidadesy conductas las que, agregadas,arrojarían determinadas característicasde los barrios -seleccum causal-, lo cual también puede asumirse. Puesto que es el que más habitualmente se plantea en Criminología, puede decirse que es un problema de dificil solución desde un punto de vista empírico dadas las limitaciones habitualmente existentes en ciencia: humanas y sociales188. Así,Rosenfeld y sus colegasconceden que, aunque s han empleado diversos enfoques metodológicos para tratar esta cuestión -diseños transversalescon controles, quizá multinivel;diseños longitudinales que siguen a individuoso comunidades a lo largo del tiempo; y modelos relativamente sofisticadosde nivelación del grado de propensión-, nunca es posible eliminar completamente un sesgo de selección 189. Por lo tanto, una cuestión básicaes ¿qué es más importante, la causación social o la selección causal?La causaciónsocialve en la conducta individual

186

Bohannon, 2015: 910-911. Pratt y Cullen, 2005: 377. Murray et al., 2010: 1202; la excepción eran las condenas de chicas entre

187

Murray et al., 2010: 1203.

188

Fang et aJ., 2013: 122.

189

Rosenfeld et al., 2013: 18.

184 185

años,

los 16 y los 1'1'1

INTRODUCCIÓN

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un resultado de influencias agregadas -o sea que propugna mecanismos macro-a-micro-; la selección causal ve en los elementos agregados de una comunidad un resultado de las conductas individuales -o sea mecanismos micro-a-macro. Si, por ejemplo, la teoría general del delito o del autocontrol favorece el segundo mecanismo 190, en la literatura parece prevalecer el primero. Como he defendido con más detalle otro lugar, el problema, por el contrario, es si es posible ofrecer una teoría unificadora de variables y explicaciones macro y micro a la vez y que ambos nivelesgocen del mismo peso, o sea que sean insesgados o iguales'?', En el estricto terreno empírico se mantienen las dificultades para establecer efectos contextuales. En el plano teórico, Sampson 192 y Wikstrórn y sus colegas193 ofrecen el siguiente argumento: «la selección es mucho más que un incordio estadístico [...] [ofrecemos] una visión alternativa que invoca a la vez el poder de la estructura y de la elección -"<:adenasde selección?», «inclusoaquí el contexto importa: la gente se muda por una serie de razones, pero raramente son características de los barrios de origen y destino irrelevantes en las evaluaciones cognitivas [...] el sesgo de selección es él mismo una forma de efecto del barrio» 194. Este planteamiento, sin embargo, no resuelve desde un punto de vista teórico cómo es que todas las diferencias individuales -en términos no sólo de autocontrol sino también de capital social, capacidad individual, etc.- son irrelevantes a la hora, verbigracia, de cambiar de barrio; y desde una perspectivaempírica tampoco controla de modo exhaustivo las diferencias individuales,con la consecuencia de que no puede excluir que parte de los efectos situacionales no sean realmente efectos individuales 195.

190 191 192 193 194 195

Gottfredson y Hirschi, 1990: 166-168. Hirschi, 2002: 257. Sampson, 2012: 288-290 y 308. Wikstrórn et al., 2012: 38. Sampson, 2012: 288 y 308, énfasis eliminado. Jencks y Mayer, 1990: 173-181.

CAPÍTULO 2 Patrones estructurales ~omo sabemos, lospatrones evocanla distribución u organización de un fenomeno, son agrupaciones de cosas semejantes, de eventos con una estructura parecida. AUJ1quedistinguimos analíticamente entre patrones estructurales y culturales, los que aquí revisamos son los que más atención reciben en la Criminología contemporánea. Este planteamiento de los patrones nos obliga a abstraernos de la idea de que sólo existen individuos que más o menos se desplazan, interaccionan con otros y se congregan de modo libre o aleatorio, y por 10 tanto a observar el carácter sutilmente pautado de estos fenómenOS.La idea subyacente es que existen fuerzas estructurales superiores a los individuos y frente a las que nada podemos hacer, algunas de las cuales se encuentran detrás de las tendencias al delito, a la victimación o a la firmeza o benevolencia frente al delito. Para empezar, las tasas de criminalidad se distribuyen de modo muy heterogéneo a 10 largo del mundo. Aunque en la mayoría de las naciones se observa un descenso generalizado de la delincuencia, existen importantesvariaciones en áreas particulares. Naturalmente, la medición del delito, que es siempre un reto, aquí alcanza niveles de dificultad sobresalientes. El delito es un fenómeno fundamentalmente urbano, lo cual se explica en buena medida por el menor control social informal que tiende a haber en las ciudades con cOJUlparacióncon las áreas rurales. Al mismo tiempo,el tamaño de los núcleos es relevante, al tiempo que existen notables variacio~es.denrro de cada uru o de ellos, por ejemplo dependiendo de las caractenstlcasde los barrios. La desigualdad ha sido vista como un correlato de las tasas de criminali?ad,aunque se trata .de un concepto con muchas dimensiones y con muy dIversasunidades de an:"1álisis a nivel agregado que dificulta enormementeel estudiode hipótesis en").este ámbito. La economía tamlfoién guarda relaciones con la criminalidad a nivel agregado,pero como en el caso de la desigualdad, existen numerosas como plicacionesy pruebas n:nixtasy contradictorias para algunas hipótesis. Ejem· plos de la conexión erritre economía y delito a nivel macro son las tasasde desempleo, los ciclos ('económicos o la privación relativa en comparación

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con la absoluta, que tiene un componente de desigualdad igual de relevante que el económico. Finalmente, otros patrones estructurales relevantespara las tasasde criminalidad son los relacionados con las comunidades y con la distribución espacial de los eventos. SUMARIO. CAPÍTULO 2. PATRONES ESTRUCTURALES 1. PATRONES INTERNACIONALES DE CRIMINALIDAD 1.1. las tasas de homicidios y su evolución 1.2. ¿Un descenso global en las tasas de criminalidad? 2. URBANIZACIÓN 3. DESIGUALDAD 4. ECONOMÍA Y DELINCUENCIA 4.1. Tasas de desempleo y tasas de criminalidad 4.2. Ciclos económicos y tasas de criminalidad 4.3. Privación relativa 5. VALORACIÓN

1. PATRONESINTERNACIONALESDE CRIMINALIDAD 1.1. las tasas de homicidios y su evolución Alrededor del mundo existen grandes diferencias en las tasas de criminalidad que experimentan los distintos países. Esta distribución forma un patrón estructural y la literatura suele relacionarlo con otros elementos estructurales más que culturales. De entrada, deben señalarse grandes dificultades para la medición del delito a nivel internacional, además de las que revisamosmás arriba: distintas formas de medir el delito, distintas definiciones legales, tendencias diferenciales a denunciar y a registrar las denuncias, etc. son propias de naciones concretas. Por ejemplo, algunos países son más punitivos que otros, lo cual se traduce en tipos penales más amplios o en una mayor intervención del Sistema de Administración de Justicia; en ciertos lugares un delito se registra simplemente cuando se presenta una denuncia, mientras que en otros se exige una cierta comprobación; factores como la confianza en la policía son importantes para que una persona se decida a presentar una denuncia o llamar a la policía, y existen diferencias dramáticas entre los habitantes de distintos países, entre otras muchas variables influyentes '. Tampoco las encuestas de victimación, cuando existen, están exentas de problemas ya que la confianza en los entrevistadores o la deseabilidad social, o bien factores técnicos como la cobertura telefónica pueden variar de modo sobresaliente de un país a otro".

I

2

Serrano Maíllo, 2009a: 156-161. Van Dijk et al., 1990: 104-105, por ejemplo.

PATRONES ESTRUCTURALES

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Algunos autores apuntan a fuentes de datos alternativasy en todo caso ajenas a los Estados como una forma válida de medir el delito". Así, algunas instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS)facilitan estimaciones de homicidios a lo largo del mundo. El Banco Mundial ofrece información relativasobre homicidiosa partir de datos de la primera y agrupados en Regiones".Se observa que América Latina y el Caribe es la región que sufre la mayor tasa de homicidios, con 22,3 por cada 100.000 habitantes para 2015 (22,5 para 2014). En la Unión Europea, por ejemplo, esta cifra es muy inferior, de 1 punto para 2015 (y2014).Asia del Sur,América del Norte y Oriente Medio y África del Norte muestran puntuaciones intermedias de, respectivamente, 3,6, 4,6 Y3,4 homicidios por 100.000habitantes para 2015 (y 3,7,3,6 Y3,9 para 2014). El Áfricasubsahariana cuenta con cifras también altas: 9,4 puntos para 2015 (9,5 para 2014). Lappi-Seppálá y Lehti combinan datos de salud y del Sistemade Administración de Justicia y calculan las siguientes medias ponderadas por 100.000habitantes para los homicidios ocurridos entre 2008 y 2012 por continentes: América=17,3;Mrica=13,6; Oceanía=6,6; Europa=l.I: Asia=2,95. Baumer y Wolff utilizan 11 regiones mundiales y muestran un escenario más heterogéneo con datos combinados". Naturalmente, estas cifras deben tomarse con gran cautela, pero quizá se encuentran entre las mejores disponibles. Por supuesto, no sólo existen grandes diferencias en el seno de cada una de estas grandes y heterogéneas regiones, sino que puede haber divergencias entre el homicidio y otras modalidades criminales. Para países individuales,los datos directos de la OMSson especialmente útiles". En el cuartil superior -con 9,9 homicidios por 100.000 habitantes en 2016- hay 46 países, de los cuales 23 corresponden al continente americano y 19 al africano; en el percentil superior -con 16,86 homicidios por 100.000habitantes en 2016- había 18países, de los cuales 14 correspondían al continente americano y 4, el resto, al africano. Las advertencias metodológicas antes reseñadas, por supuesto sin ánimo de exhaustividad, siguen siendo de aplicación ahora. A nivel individual y siempre según los datos de la OMS, los diez países con mayores tasas de homicidios en 2016 fueron Honduras, Venezuela, El Salvador,Colombia, Trinidad y Tobago,Jamaica, Lesoto, Sudáfrica, Brasily Bahamas (rango homicidios por 100.000habitantes=29,7055,5). Estos mismos datos pueden compararse con los de 2000 para comprobar la tendencia de los homicidios en los datos de la OMS a lo largo del

Baumer y Wolff, 2014: 247; Lappi-Seppálá y Lehti, 2014: 138. . Como se puede observar, estas regiones no son puramente geográficas, lo cual puede ser ventajoso con comparación con los criterios de otras organizaciones. 5 Lappi-Seppálá y Lehti, 2014: 141-143. 6 Baumer y Wolff, 2014: 255-262. 7 . 3

4

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mundo. En el cuartil superior -con 12,4 homicidios por 100.000habitantes en 2000- había 46 países en aquel año, de los cuales 16 correspondían al continente americano y 20 al africano; en el percentil superior -con 19,66 homicidios por 100.000 habitantes en 2000- hay 18 países, de los cuales 10 corresponden al continente americano y 4 al africano. A nivel individual y siempre según los datos de la OMS, los diez países con mayores tasas de homicidios en 2000 fueron Colombia, Sudáfrica, Honduras, El Salvador, Lesoto, Venezuela,]amaica, Brasil, Federación Rusa y Guatemala (rango homicidios por 100.000 habitantes=26,8 90,6). Por el contrario, los 15 países con menos homicidios tanto en 2000 como en 2016 pertenecen a la Europa occidental, más]apón, Baréin y Singapur (éste sólo para 2016) (rango homicidios por 10.000 habitantes en 2000=0,6 1,40; Yen 2016=0,2 0,8). Como puede observarse, existen grandes diferencias entre países a 10 largo del globo"; así como una continuidad entre los que más homicidios sufren a nivel mundial. Américay en particular AméricaLatina sufre lasmás altas tasasde homicidios, un protagonismo que como mínimo se ha mantenido cuando no se ha incrementado entre 2000 y 2016. Europa occidental se ubica en el otro extremo del continuo. Finalmente, igual de importante e' que las tasas de homicidios a nivel mundial se han vi to reducidas en los últimos años: si la media de homicidios por 100.000 habitantes según la OMS fue de 7,8 homicidios por 100.000habitantes en 2000, esta tasa se redujo a 7 en 2005, a 6,7 en 2010 ya 6,4 en 2015. En mis propios cálculos utilizando los datos desagregados antes mencionado de la OMSy una estimación alternativa para 183 países, la tasa media fue de 9,547 en 2000;y de 8,112 en 2016, o sea una reducción semejante. Esta estrategia me permite calcular la desviación típica, que ascendió a 10,504 en 2000 y a 9,596 en 2016, lo cual apunta a una convergencia en las tasas de criminalidad a 10 largo del mundo. La Tabla 2.1 muestra las tasas de homicidios por 100.000 habitantes en 2000, 2005,2010 Y201!Jsegún los datos de la OMS para las seisregiones que esta misma organización establece. La misma información es desplegada en el Gráfico 2.1. Aparte de corroborar las indicaciones antes señaladas, estos datos sugieren una ligera reducción general en las tasas de homicidios entre 2000 y 2015 en las seis regiones, con la excepción del continente americano. También a nivel de los países individuales puede explorarse la tendencia de los homicidios, siempre según los datos de la OMS. Lo primero que llama la atención son, de nuevo, las dramáticas diferencias que aparecen: si países tan diferentes como Singapur, Luxemburgo, Malawi y Estonia muestran reducciones del 75 por ciento o más en sus tasas de homicidios entre 2000 y 2016; Trinidad y Tobago, Perú, Panamá y Belice -estos, sí, más homogéneos al formar parte de América Latina y el Caribe- arrojan

8

Baumer y Wolff,2014: 234 y 255-256; Lappi-Seppálá y Lehti, 2014: 137.

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PATRONES ESTRUCTURALES

Tabla 2.1. Tasas de homicidios por 100.000 habitantes para seis regiones (2000-2015) Re 'ón

2000

África 13,4 Mediterráneo occidental 6,9 Región europea 8,1 América 18,2 Asiasuroriental 5,4 Pacífico occidental 2,9

2005 12,1 6,5 6,8 17,3 4,6 2,4

2010 11,2 6,6 4,1 19,1 4,2 1,9

2015 10,3 6,5 3,3 18,6 4 1,7

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la OMS. Gráfico 2.1. Tasas de homicidios por 100.000 habitantes para seis regiones (2000-2015) 25 20 15

............•......•.•..... •.......................

:--_. .:..--- .. -........'.- - - - - - - . . -.. --:--. ~ ..--....; _.:--

10

---------

5

o

2000 -

-

2005

.

2010

Medlterrán o occidental -

2015

Asia suronental

Región europea

••••••

Afnca

Pacífico occidental

-América

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la OMS.

aumentos de entre el 219,70 Yel 70,93 por ciento entre 2000 y 2016. De 183 países, se observa un descenso entre ambas fechas en 146 de ellos (79,78 por ciento) y un aumento en 36 de ellos (19,67 por ciento) 9. En términos generales, en efecto, también ahora se nota una reducción general (media de todos los países=descenso del 19,29 por ciento; desviación típica=30,01; N=183). 9

En Grecia no hubo aumento ni descenso según estos datos.

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No sólo existen diferenciasentre países,sino que asimismose han descrito internas a los mismos.Así,Parker habla de un descenso desigual del delito y apunta a que, en EstadosUnidos, no es posible comparar las tasas de homicidios de personas blancas y de color 10. Cuando desagrega las tasas de homicidios por raza y sexo encuentra que, aunque la tasa total ha descendido de modo notable, la de hombres blancos ha descendido lentamente desde 1980 al menos y que la de mujeresblancasse ha mantenido estable desde entonces. Aunque la tendencia general es clara, también resaltan desigualdadesllamativas,a la par que se pone en duda un efecto causal de políticasgenerales 11. 1.2. ¿Un descenso global en las tasas de criminalidad? Justamente esta idea de Ull descenso global en la tasas de criminalidad (crime drop) ha sido defendida por algunos autores, aunque habitualmente centrándose más en delitos contra el patrimonio -que, como es sabido, son los más frecuentes con diferencia, aunque también las más afectadas por sesgos- que contra las personas y homicidios en particular. La idea de descenso en la criminalidad se aplicó originariamente a Estados Unidos. Este es un país con tasas de criminalidad, en particular violenta, especialmente elevadas, si no a nivel mundial, sí al menos a nivel de las naciones occidentales. Esto es bien sabido independientemente de los datos utilizados 12. A partir de mediados de los años noventa del siglo pasado comenzó un descenso en las tasas de criminalidad, en particular de la violenta. Por ejemplo, las tasas de homicidios habían permanecido relativamente bajas, inferiores a 5 por cada 100.000 habitantes en dicho país hasta 1965, año en el que comenzó un aumento vertiginoso hasta 1970seguido de fluctuaciones leves entre 8 y 10 homicidios por 100.000. Aunque los años siguientes a 1980 mostraron un cierto descenso, 1985 marcó la salida de un aumento rápido hasta 1992, año en el que se ubica aproximadamen te del descenso (drOfJ), que ha continuado hasta nuestros días. Este proceso es confirmado por las principales fuentes de información empírica sobre el delito y sus tendencias". Blumstein y WaIlman afirman que este descenso estadounidense no responde a una única causa, sino a la operación conjunta de varias,entre las que mencionan el control de armas, la actividad del Sistemade Administración de Justicia en general, el declive de los mercados de crack, el aumento de las oportunidades dada la benignidad relativa de la situación económica y cambios demográficos. Añaden que algunos de estos factores se refuerzan mutuamente e interaccionan entre sí 14.

10 11 12 13

14

Parker, 2008: 41-42. Parker, 2008: 21-29. Van Dijk et al., 1990: 98-99. Blumstein y Wallman, 2000: 1-4 y 6-7,3 sobre todo. Blumstein y Wallman, 2000: 5-6 y 8-10.

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Como acaba de decirse, algunos autores han sugerido que este descenso no se habría limitado a Estados Unidos sino que sería prácticamente global. Por ejemplo, Eisner describe dos fasesrecientes en la evoluciónde la violencia grave, una ascendente entre la década de los 50 y la de los 90 del siglo pasado y otra descendente desde entonces". Farrell y sus colegas defienden un descenso global de la criminalidad y escriben que «la extensión de la evidencia que sustenta esta hipótesis [... ] es bastante abrumadora: la probabilidad de que tantas fuentes diferentes y de diversoslugares apunten en la misma dirección por casualidad es infinitesimalmente baja» 16. Van Dijk y Tseloni se apuntan a esta idea para los países occidentales con datos tanto de encuesta como oficiales,si bien alegan que en estos últimos la claridad es menor por mejoras en registro de denuncias 17. Un estudio especialmente interesante a nuestros intereses es el de Alvazzi del Frate y Mugelliniya que sostiene un descenso global en los homicidios utilizando datos de 100 países procedentes de Naciones Unidas. Estasinvestigadoras sostienen que la mayoría de países en los cuartiles segundo, tercero y cuarto han experimentado un descenso en las tasasde homicidiosy que lo mismo ha tenido lugar en el primer cuartil -el más afectado por las tasas de homicidios- en el periodo 2009-2010.Por ejemplo, para América observan un aumento de las tasas entre 1995-2010y 2004-2010,con fuertes cambios en las tasas por 100.000 habitantes de, respectivamente, 4,2 y 4,6 puntos; seguido de un descenso del 0,118• Las mismas autoras muestran datos de Panamá y Venezuela en los que se contempla un aumento constante prácticamente entre 1995y 2009 seguido de un descenso entre 2009y 2010 -esto es, un solo año-, lo cual les lleva a concluir que «Venezuela [... ] y Panamá no experimentaron un descenso en la criminalidad hasta 2009»19. Según los datos de la OMS aquí empleados, estas dos naciones sufrieron un aumento de las tasasde homicidios entre 2000 y 2016 del 34,43 Ydel 83,04 por ciento respectivamente. Estos datos no arrojan pruebas, pues, de ningún descenso, aunque naturalmente puede haber años concretos para los que la tendencia se frena o incluso se revierte de modo temporal. Una conclusión sobre una tendencia a partir de una variación de un año para otro es prematura. Como repetiré, estos análisis tienen un carácter empírico mucho más que teórico, lo cual es lógico si se considera lo audaz de hipotetizar -no digamos ya tratar de explicar, en su caso- tendencias globales en un fenómeno tan complejo como el delito.

Eisner, 2008: 298, así como 310-311 sobre el homicidio. Farrell et al., 2014: 422, así como 424-432 y 436, si bien con pruebas limitadas a países occidentales. 17 Van Dijk y Tseloni, 2012: 19-21 y 29-31. 18 Alvazzi del Frate y Mugellini, 2012: 137 y 141 sobre todo, y 135 sobre los datos; 150 con matizaciones. 19 Alvazzi del Frate y Mugellini, 2012: 139. 15

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Como vimos más arriba, los datos mostrados señalan un descenso amplio de las tasas de homicidios a lo largo del mundo, pero con notables excepciones que no pueden ignorarse: un 20 por ciento de países han sufrido un aumento de dichas tasas entre 2000 y 2016; Ytodo un continente, el americano, muestra también una tendencia ascendente. Con datos más completos que los míos, aunque para menos países, de autoridades sanitarias y del Sistema de Administración de Justicia, Lappi-Seppálá y Lehti sostienen que el cambio entre 1990/1992 y 2008/2011 ha sido a mejor en Europa, Asiay Oceanía, pero a peor en América; así como que a nivel individual 25 países han visto aumentadas sus tasas de homicidios en dicho período en comparación con 50 en el que la situación mejoró. Además, calculan que el incremento para América fue del 79 por ciento, un dato muy por encima del rango entre el 26 y el 37 por ciento de los descensos de los otros • • 20 tres contmentes que menCIOnan . Los mismos autores ofrecen una revisión más detallada agrupando países que a sujuicio comparten elementos culturales, revisión que arroja un elevado grado de heterogeneidad: Dinamarca y los países escandinavos han visto cómo sus tasasde homicidios se rebajan desde 1990o poco después; lo mismo que muchos de los restantes países occidentales europeos, cuyo descenso se iniciaba algo más tarde, a mediados o en algún caso finales de los años noventa del siglo pasado; mientras que en Inglaterra, Irlanda y Escociael descenso comenzó después de 2000;finalmente, los paísesdel Sureste de Europa muestran reducciones en momentos que no coinciden 21 pero que se ubican entre 1990 y 200022• No es muy distinto lo que encuentran Lappi-Seppálá y Lehti para los países del Este de Europa, si bien aquí las tasas de homicidios son superiores en la mayoría de los casos a los de la parte occidental". América, Estados Unidos y Canadá se ajustan al patrón de rebaja desde 1990 o poco después": y también existen países latinoamericanos con este patrón. Sin embargo, ahí terminan las semejanzas en términos generales: varios países sudamericanos se apartan del mismo y la mayoría de los de América Central y del Caribe muestran tendencias crecientes en los últimos lustres". También hay una cierta divergencia en países asiáticoscomo Hong Kong,Japón y Singapur debido a que sus tasas llevan reduciéndose décadas". A la misma conclusión negativa sobre una rebaja global del delito llegan Baumer y Wolfftras analizar las tendencias del homicidio en diversas nacioLappi-Seppálá y Lehti, 2014: 138-141 sobre los datos y 143-144 para los resultados. Baumer y Wolff, 2014: 256, conceden mucha importancia a que los periodos en que comienza el descenso, como en muchos casos europeos, no coincide, algo que considero exagerado 20

21

para la hipótesis de interés. 22 Lappi-Seppálá y Lehti, 2014: 147-151 y 161. 23 Lappi-Seppálá y Lehti, 2014: 151-153 y 161-162. 2·' Lappi-SeppaJa y Lehti, 2014: 153 y 162. 2, Lappi-Seppálá y Lehti, 2014: 155-157 y 162. 26 Lappi-Seppálá y Lehti, 2014: 157 y 159. Estos autores carecen de datos como para encontrar tendencias claras en África, 159 y 161.

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nes con datos combinados. Sostienen que existen excepciones al patrón descendente en América; que en Europa las tasasllevandescendiendo muchos años; y que existe una gran heterogeneidad dentro de cada región. Afirman que «el ampliamente reportado descenso en homicidios [... ] no fue un fenómeno globah27• Por lo que se refiere a otros ilícitos, como los delitos contra el patrimonio, tampoco existe un acuerdo por lo que se refiere a distintas conductas aun sin salir de Europa'". Utilizando. El debate se centra en la tendencia general y en tipos delictivos particulares. Por ejemplo, algunos autores incluyen en el descenso de la criminalidad la violencia contra mujeres y niños'"; pero otros se muestran escépticos 30. A un nivelgeneral, Aebi y Linde rechazan que exista un descenso de la criminalidad ya en el viejocontinente. Sustentan su argumentación en datos oficiales,pero advierten que delitos conocidos por la policía, delincuentes conocidos por la policiay estadísticas sobre condenas correlacionan de modo muy elevado para diversos tipos delictivosy para entre 7 y 10 países, de modo que a sujuicio son medidas válidas de las tasas de delincuencia o al menos de sus tendencias!'. Utilizando estos datos oficiales rechazan que exista una linea general en Europa de descenso de la criminalidad en todas sus formas. Por ejemplo, escriben que «los delitos de contacto disminuyeron de modo significativo en sólo dos de siete países europeos occidentales para los que existía información» 32; y concluyen que «uno no puede hablar de descenso general del delito en Europa-P". Aunque hemos visto que es dudoso que pueda hablarse de un descenso global en la criminalidad, el mismo está bien documentado para un cierto número de regiones y países. Un número significativode autores han apuntado como potencial explicación ~4 las teorías de la oportunidad, concretamente a un aumento de los guardianes capaces de impedir un delit035. Es audaz tratar de explicar un fenómeno tan complejo mediante un mecanismo tan sencillo, al tiempo que puede haber algunas causas comunes, como afirman Farrell y otros". Las teorías de la oportunidad ofrecen más una

27 Baumer y Wolff, 2014: 234, de donde procede la cita, así como 256 y 258-259; sobre los datos vid. 246-252. 28 Escépticos, por ejemplo, Baumer y Wolff, 2014: 236. 29 Farrell et al., 2014: 432-433 y 436; Kangaspunta y Marshall, 2012: 126. 30 Aebi y Linde, 2012: 70. 31 Aebi y Linde, 2012: 42, 47 Y68-69, así como 39-42 sobre la metodología seguida. 32 Aebi y Linde, 2012: 60. 3' Aebi y Linde, 2012: 70. M Mayoritariamente, la literatura excluye que se trate de un efecto del aumento de las tasas de encarcelamiento, así por ejemplo van Dijk y Tseloni, 2012: 32. 35 Aebi y Linde, 2012: 67; van Dijk y Tseloni, 2012: 32; Farrell et al., 2014: 455-456, 458-474 Y481, estos últimos autores no excluyen el homicidio de sus planteamientos, si bien afirman que no hay estudios suficientes, 474. 36 Farrell et al., 2014: 436; cercanos, van Dijk y Tseloni, 2012: 33.

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explicación de la victimación que de la delincuencia y han sido criticadas por irrefutables". Ofrecen dos mecanismos contradictorios: por un lado, un aumento de los objetos susceptibles de ser victimizados hipotetiza aumentos en las tasas de delitos; por otro, un aumento de los guardianes en forma de cámaras y elementos de seguridad hipotetiza lo contrario. Esta segunda es la causa-independiente de la teoría- que invocan los defensores de la tesisde la seguridad o reducción de las oportunidades por aumento de los guardianes capaces de prevenir el delito. Sin embargo, la audacia es bienvenida en el ámbito científico. Centrándonos exclusivamente en América Latina, parece difícil que esta hipótesis de la seguridad pueda explicar que existan tanto aumentos notables como descensossobresalientes en las tasas de homicidios entre 2000 y 2016: Perú, Panamá, Belice,Bolivia,México,Costa Rica yVenezuelahan empeorado su situación con porcentajes entre el 34,43y el 107,14;mientras que Ecuador Colombiay Paraguay han mejorado la suyacon porcentajes entre el 52,43 ; el 60,43.Muchosde estos paísescomparten muchos elementos estructurales y culturales como para que la situación de la seguridad haya sido tan dramáticamente diferente en unos lugares y en otros. De ser esto así y aunque el concepto de causalidad que utilizamos en Criminología es probabilístico, una aproximación causal no puede sencillamente ignorar lo que Ocurre en uno de los continentes más grandes y poblados del mundo. Fijémonos por ejemplo en Colombia, que ha reducido de modo drástico su tasa de homicidios en un 52,43 por ciento entre 2000 y 2016 según datos de la OMS.Al mismo tiempo, Colombia ha experimentado procesos que en el caso típico implicarían un aumento de la criminalidad y de los homicidios en particular, como es una «urbanización acelerada» -aunque también cambios demográficos significatívos ". Colombia tiene una larga y trágica tradición de violencia desde los años 50 con un fuerte aumento de los homicidios en los años 80 y 90 Yun fuerte descenso desde hace dos décadas, coincidiendo en buena medida con el auge y declive de los grandes cárteles de la droga. Así, pueden distinguirse cinco etapas en las tasas de homicidios según los datos del Departamento Nacional de Planeación en este país latinoamericano: una primera de tasas en ligero aumento entre 1970-1984,una segunda de aumento vertiginosoentre 1984y 2002,una tercera de descenso entre 1992-1998-aunque todavía manteniendo tasas extraordinariamente altas-, un nuevo ascenso durante un breve período de tiempo y, finalmente, el descenso generalizado, ya mencionado desde 2002 o poco antes". No parece que cambios en la estructura de Oportunidades puedan explicar cambios tan rápidos y tan vertiginosos.Bonilla Mejía, tras revisar la literatura con una orientación económica, escribe que «La mayor parte de los trabajos indica que lo que explica la explosión de S7 38 39

Serrano Maíllo, 2009a: 334-335. MeJo, 2017: 283-292. BoniJla Mejía, 2009: 29.

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la violencia durante los años ochenta no son cambios en la pobreza o en la desigualdad, sino el auge del narcotráfico y el derrumbe de la justicia» 40. Si el caso de Colombia puede extenderse a otros países, la Criminología necesitará explicaciones altamente sofisticadas para explicar cambios globales en las tasas de homicidios, cambios que además encierran profundas divergencias.

2. URBANIZACIÓN El delito es un fenómeno fundamentalmente urbano41. Baumer y Wolff encuentran que el porcentaje de urbanización de un país predice en sentido positivo los homicidios -a más urbanización, más muertes violentas- en sus datos combinados de nivel global. En realidad, se trata de un hallazgo muy robusto a lo largo de varios modelos multivariantes en los que el efecto directo no parece ser mediado por otros factores.", Entorfy Spengler utilizan datos oficiales de varias fuentes para revisar potenciales causas económicas y sociales de distintos tipos delictivos en países europeos entre 1990 y 1996 Yseñalan que el nivel de urbanización -medido según el trabajo urbano o rural- es un predictor de la agresión y el hurto agravado 43. En su metaanálisis a partir de 214 estudios sobre variables agregadas en general y 1984 estimaciones de tamaños de efectos, Pratt y Cullen encontraron que el nivel de urbanización predecía las tasas de criminalidad, si bien el tamaño de su efecto era moderado (wr=0,243; adjr=0,162)44. McCall y otros identifican que la estructura poblacional-una variable compuesta por el tamaño y la densidad poblacional- pronosticaba de modo positivo las tasas de homicidio en un modelo multivariante ". Sin embargo, Lappi-Sepálá y Lehti muestran en sus datos sobre homicidios a nivel mundial entre 2004 y 2012 un efecto predictor del grado de urbanización en el sentido contrario: a más urbanización, menos criminalidad, si bien úrricamerrtc a nivel bivariado y para la muestra total-el efecto desaparece cuando la muestra se desagrega según el nivel de desarrollo o en modelos multivariantes ".

40 BoniUa Mejía, 2009: 23. Las teorías de la oportunidad precisamente se ubican en la tradición del delincuente racional. Aunque no es evidente que el narcotráfico haya dejado de tener una fuerte presencia en el país, todo apunta a que ya no existen grandes cárteles, sino organizaciones mucho más pequeñas y limitadas en sus operaciones. 41 ElIis et al., 2009: 52-59; Villazala Fernández y Serrano Maíllo, 2018: 9~98; Weisheit y Donnermeyer, 2000: 311-314. 42 Baumer y Wolff, 2014: 268, 271-272 y 277-278. 43 Entorfy Spengler, 2002: 174-175, así como 124-126 y 140-142 Y 145-148 sobre los datos empleados y la estrategia analítica. Los autores utilizan una estrategia de regresión por pasos que es rechazable, 126. 44 Pratt y Cullen, 2005: 398-401, sobre la metodología de este trabajo, 388-389. 45 McCall et al., 2010: 232-233. 46 Lappi-Seppálá y Lehti, 2014: 165.

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Como vimos, Durkheim señala la concentración de personas como un elemento importante para la estructura social. En particular, sobre la urbanización escribe que «las causas sociales de que depende el suicidio están [... ] estrechamente ligadas a la civilización urbana, y es en los grandes centros donde son más intensas»; «el suicidio, como la locura, está más extendido en las ciudades que en los campos» 47. Fuerzas macro, pues, son responsables de esas diferencias. Tal es la relevancia de esta variable que la mayoría de estudios explicativos e incluso descriptivos en Criminología se han centrado en el ámbito urbano y han excluido pueblos y ciudades pequeñas de las encuestas de victimación. Ello ha convertido al ámbito rural en algo poco conocido e incluso invisible, si bien en los últimos años se viene reclamando una Criminología rural48• En España, Fernández Villazala y yo mismo hemos estudiado la evolución de la criminalidad en el medio rural y urbano, utilizando el límite de los 30.000 habitantes para distinguir uno de otro ". La delincuencia se midió a partir de estadísticas policiales. El estudio reveló un aumento constante de la criminalidad en el medio rural hasta 2009; y una disminución a partir de 2012. La tendencia era más marcada cuando se utilizaban datos absolutos que cuando se utilizaban datos relativos. Por lo que se refiere al ámbito urbano, se observó un ligero aumento constante hasta 2008 en el que la tendencia se invirtió al menos hasta 2016. Ello tanto con cifras absolutas como relativas. La tasa de criminalidad era, según este estudio, mucho más elevada en el ámbito urbano que en el rural, con diferencias robustas a lo largo de los años. En el medio urbano se ha producido además una disminución más marcada de la delincuencia que en el medio rural, principalmente en los últimos años. Como acabo de decir, el punto de inflexión de las tendencias es 2009 en el medio rural y 2008 en el medio urbano, en los que se inicia una tendencia decreciente de las infracciones penales. La investigación también se preguntó por diferencias según el tamaño de las poblaciones de las provincias"°. A tal fin se crearon tres zonas:A (provincias con poblaciones iguales o superiores a l.000.000 habitantes); B (iguales o superiores a 500.000 habitantes e inferiores a l.000.000 habitantes); y C (inferiores a 500.000 habitantes). La zona B, esto es provinciasde tamaño intermedio, presentaba las tasas de infracciones penales más elevadas.Incluso la zona C superaba a la A desde 2008. La zona A, con provincias de más población, es la zona con menos tasas delictivas.Esto sugiere que el tamaño de la población puede correlacionar positivamente con el delito a nivel provincial, pero que las diferencias entre el medio rural y urbano son genuinas y no se Durkheirn, [1897]: 36 y 117-120. Donnermeyer y DeKeseredy, 2014: 28-50. "9 Sobre la definición de rural en Criminología, Donnermeyer sheit y Donnermeyer, 2000: 311-312 .0 Vid. Durkheim, [1897]: 114-120. 'i7 48

y DeKeseredy, 2014: 4-6; Wei-

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explican por diferencias a nivel de la divisiónadministrativaterritorial recién mencionada. Dicho con otras palabras,el delito se concentra básicamenteen ciudades pobladas, no tanto en otras áreas -como las provincias- pobladas. La relación entre el delito y el tamaño de la población es, sin embargo, más compleja?'. Por un lado, dentro de las ciudades existen grandes diferencias, y también dentro de cada rango existe una enorme heterogeneidad. Así, por ejemplo, D. Gottfredson y sus colegas encontraron escasasdiferencias en la criminalidad de losjóvenes en el ámbito urbano y rural 52• Por otro lado, la relación entre tamaño de población y tasa de criminalidad puede no ser lineal'". 3. DESIGUALDAD La desigualdad tiene muchas dimensiones relacionadas con el delito. Con datos de ciudades norteamericanas, Baumer y otros encontraron una relación negativa entre ingresos mínimos y homicidio a nivel agregado, aunque no para delitos contra la propiedad ". Hsieh y Pugh revisan metaanalíticamente 34 estudios con datos agregados e identifican 76 conexiones entre condiciones económicas como pobreza y desigualdad y delitos violentos y pudieron establecer que todas menos dos (97,3 por ciento) eran positivas y significativasdesde un punto de vista estadístico. Las relaciones eran además de un tamaño moderado, con casi el 80 por ciento superiores a r=0,25 y en el caso típico entre 0,3 y 0,5.Las asociaciones se encontraron a lo largo de varias unidades de análisis incluyendo naciones, regiones, barrios, etc. Los autores añaden diferencias según tipos delictivos,con asociaciones más fuertes entre pobreza y desigualdad y homicidio y agresión por un lado; que con violación y robo con violencia o intimidación por otro 55. El metaanálisis de Pratt y Cullen sobre variables agregadas mue tra que los factores macro relacionados con la desigualdad y las dificultades económicas eran los de más peso de todo su estudio, que incluye casi 2.000 tamaños del efecto, 3 grandes dominios de variables, 7 teorías y 31 efectos agrupados. En particular, encontraron que la fuerza de las instituciones no económicas era el predictor más fuerte de las tasas de criminalidad, con un tamario del efecto notable (wr=-0,391;adjr=-0,391); que el desempleo teniendo en cuenta su duración era el segundo efecto más poderoso (wr=0,308;adjr=O,387)56; y que también predecían la delincuencia a nivel

Donnermeyer y DeKeseredy, 2014: 6-8. Gottfredson et al., 2002: 152-155. 53 Blumstein, 2000: 37-38; Brantingham y Brantingham, 1984: 152-155. 54 Baumer et al., 2013: 66. 55 Hsieh y Pugh, 1993: 182-198. 56 El metaanálisis incluye cinco operacionalizaciones distintas del desempleo, variados: rango adjr« 0,096 0,387, Pratt y Cullen, 2005: 398-401. 51 52

con efectos

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macro la pobreza (wr=O,234; adjr=O,253, la desigualdad (wr=O,17; adjr=O,207)y el estatussocioeconómico (wr=-O,097; adjr=-O,118)57. Los mismos autores señalan, por el contrario, que la mayor parte de estos factores tiene una baja estabilidad,lo cual está determinado por cambios significativosa lo largo de distintas especificacionesy por redes de seguridad con ns bajas.En concreto, la estabilidad de la fuerza de lasinstituciones no económicas,del desempleo en casi todas sus versionesy del estatus socioecónomico era baja; y alta la de la pobreza'". Baumer y otros encontraron una relación negativaentre Producto Interior Bruto (PIB) del condado y tasasde homicidio tanto para delitos contra la propiedad como homicidios 59. Entorf y Spengler encuentran pruebas mixtas de la influencia del PIB a nivel nacional ya que observan una relación en modelos sencillospara muchos delitos; pero que, en modelos multivariantes más completos, o bien desaparece por ejemplo en el caso del hurto, hurto de vehículos de motor o robo con violencia o intimidación o tráfico de drogas; o bien muestra signos contrarios -positivo en la agresión y negativo en el homicidio 60. La desigualdad no afecta a todo el mundo por igual, sino que se ceba en los más desaventajados, «en los más pobres entre los pobres» 61. En su tesis cultural, Curtis afirma que, en su contexto de desigualdad, losjóvenes de color ven limitadas o incluso anuladas sus posibilidades de expresar su masculinidad -una masculinidad culturalmente normativizada por la cultura dominante. La violencia,pues, es una forma de expresar subculturalmente dicha masculinidad cuando otras opciones lícitas no son posibles'". Dicho con otras palabras, estos comportamientos violentos son normales desde el punto de vistade la subcultura y,al mismo tiempo, no son contraculturales en el sentido de opuestos a una cultura dominante ya que expresan en parte estos elementos culturales mayoritarios'", Los estructuralistas afirmarían que esto es consecuencia en primer lugar de una desigualdad de tipo agregado. Savelshergrevisalos cambios que se produjeron en los paísesdel Este de Europa con la caída del muro de Berlín, en los que las tasas de criminalidad aumentaron de modo rápido 64 y sostiene que ello fue debido en parte a un aumento de las desigualdades. Concretamente sostiene que las expectativas de mejoras se habían propagado de modo generalizado, pero no así las probabilidades de éxito: «los medios legítimos para alcanzarlas no se han incrementado en el mismo grado» 65. Como he sostenido en otro lugar si57 58 59 60 61 62 63

6. 65

Pratt y Cullen, 2005: 378, 398-401 Y424-426. Pratt y Cullen, 2005: 400 y 402-404. Baumer et al., 2013: 66. Entorf y Spengler, 2002: 129-131, 134-137, 139 Y170. Guerra, 2013: 258. Curtís, 1975: 30, 31-32, 61, 69-71 Y90-91. Curtís, 1975: 127-129. Savelsberg, 1995: 212-218. Savelsberg, 1995: 218.

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guiendo a Kury, estos cambios se explican mejor a través de la teoría durkheimiana de la anornia'". Otra forma de desventaja se produce a nivel comunitario o de barrio. En efecto, el delito se concentra en determinados barrios e incluso en espacios y lugares más concretos. Se trata, en términos más generales, de barrios desaventajados desde un punto de vista social y económico. Según Fagan y sus colegas, su problema es que entran en una especie de circulovicioso en el que las dificultades estructurales generan criminalidad al menos de modo indirecto y ésta a su vez retroalimenta los problemas macro y mediadores. Por ejemplo, el aumento de la criminalidad reduce el control social informal, dificulta que existan puestos de trabajo en el barrio o se rompen los vínculos familiares. Así las cosas, las desventajas comunitarias y las tasas de criminalidad se retroalimentan y refuerzan recíprocarnente'". Fang y sus colegas sostienen que la relación entre desventaja comunitaria y tasa de criminalidad no es lineal. Más concretamente, el nivel de desventaja debe alcanzar un cierto mínimo para que tenga una influencia sobre el delito a nivel agregado. Estos autores utilizaron datos del estudio longitudinal Add Health para testar esta hipótesis mediante varias herramientas estadísticas. No sólo encontraron evidencia favorable a esta conjetura, sino que señalan igualmente un efecto techo: a partir de un determinado nivel de desigualdad, ésta deja de tener efectos criminógenos. Si hubiera que dibujar la relación entre desventaja y delito a nivel agregado nos aparecería una z invertida'", Otra fuente más de desigualdad procede de la inmigración. Centrándonos en el nivel agregado, Baumer y Wolff no encontraron en su análisis explicativo de las tendencias globales del homicidio que el nivel de inmigración desplegara ningún rol causal sobre esta forma de criminalidad 69. Entorf y Spengler sí encuentran una conexión, pero limitada al hurto de vehículos de motor, robo en vivienda y homicidio, pero no, por el contrario, para hurto, robo con violencia o intimidación, agresión o tráfico de drogas 70. Martinez y Nielsen estudiaron la violencia entre los inmigrantes de color haitiano -esto es, latinos y no afroamericanosen la ciudad Miami, y la compararon con la de otros grupos. A tal fin, utilizaron datos del Censo sobre características de las distintas comunidades de Miami en que residían de modo mayoritario ciertos grupos concretos; así como datos sobre victimaciones por asalto agravado y robo a mano armada entre 1996 y 1997, Y que fueron denunciadas ante la policía 71. En concreto, distinguieron 6 comunidades locales con poblaciones de distinta conformación; en particular,

Serrano Maíllo, 2009a: 358. Fagan y West, 2013: 215-219; Fagan et al., 2003: 1553-1554 y 1589-1591. Abundan en la reducción en este escenario del control social informal Lynch y Sabol, 2004: 272-274. 68 Fang et al., 2013: 124, 131-132 Y134-135, así como 124-128 sobre los datos. 69 Baumer y Wolff, 2014: 242-243, 268-269 Y276-277. 70 Entorfy Spengler, 2002: 129-137, 139 Y170. 71 Sobre la metodología, Nielsen y Martinez, 2006: 222. 66

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la población predominante en una de ellas, Little Haiti, era la de inmigrantes haitianos mencionados72• Los autores encontraron que los haitianos eran, frente a afroamericanos, latinos y personas de raza blanca, los que tenían menores tasas de victimación en los delitos de referencia; y que esto era cierto sobre todo para sus propias comunidades, ya que ellos mismos tenían tasas de victimación más elevadas en áreas predominantemente afroamericanas y muy desaventajadas que en Little Haiti 73. A un nivel de análisis superior al individual, a pesar de las tremendas condiciones de desventaja que experimentan los Haitianos -individuos de color con un estatus inmigrante-, sus tasas de violencia son relativamente bajas. Más allá, el propio barrio de Little Haiti puede ofrecer una protección frente al delito 74. Otro interesante trabajo en esta línea es el del propio Martinez sobre homicidios latinos. Este autor recopiló casi 3.000 informes de la policía sobre homicidios de Miami de principios a mediados de los arios YO del siglo pasado. A continuación, repitió la experiencia de recogida de datos en San Diego, El Paso y Houston, y también contó con información de Chicago. El autor fue capaz de ubicar geográficamente los hechos en los barrios y comunidades en que habían tenido lugar, cada uno de ellos con características y W1apoblación -por ejemplo en atención a los grupos raciales y étnicos predominantes y/o minoritarios- especificas?". Tras numerosas comparaciones y exploraciones, concluye que «el supuesto vínculo inmigración/delito ha tenido una influencia relativamente pequeña en los latinos» 76; y que los delitos de que son responsables los latinos -de nuevo, inmigrantes o con un estatus inmigranteson menos de los que cabría esperar atendiendo a sus condiciones de vida.". Sampson ha extraído, en un trabajo titulado «Puertas abiertas no invitan criminales», una ulterior, nueva interpretación de estos hallazgos a nivel agregado, y señala que la inmigración que han venido experimentando los Estados Unidos desde los años 90 ha sido una causa del descenso en las tasas de delincuencia de dicho país desde entonces ".

4. ECONOMÍA Y DEliNCUENCIA 4.1. Tasas de desempleo y tasas de criminalidad Existen pruebas de una correlación positiva entre tasas de desempleo y tasas de criminalidad, aunque con algunos hallazgos mixtos que no pueden Para una descripción de las distintas comunidades, Nielsen y Martinez, 2006: 219-221. Nielsen y Martinez, 2006: 225 y 227. 7-1 Nielsen y Martinez, 2006: 213-214 y 228. Esta idea también subyace al planteamiento y a los hallazgos de Zhou y Bankston, 1998: 196-202 y 224-227 sobre todo. 75 Con más detalle para la metodología, Martinez, 2002: 8-10, 67-74, 77 Y115. 76 Martinez, 2002: 3 (énfasis eliminado). 77 Martinez, 2002: 4-5, 12, 31,39,45,48,50-52,79,84,93,96-103,108-114, 116-126 Y132-139. 78 Sampson, 2006. 72

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ignorarse 79. La conexión es esperada por teorías como las de la frustración, el conflicto y la elección racional'". Los resultados se complican debido a que puede haber diferencias dependiendo de los datos empleados, del tipo de delito y del grupo de edad. Así, ya en estudios pioneros, Box advierte de las serias limitaciones de los datos oficiales y de que datos sobre victimaciones pueden arrojar resultados distintos'"; Ehrlich encontró que la asociación positiva entre desempleo y delito era más elevada para el robo con violencia e intimidación y el robo en vivienda que para el asesinato, con datos de registros federales estadounidenses a lo largo de más de 35 años'"; y Glaser y Rice que la correlación positiva era particularmente alta para tasas de delitos contra el patrimonio cometidos por individuos de entre 20 y 45 años de edad, con datos que también incluían delitos contra las personas en tres ciudades norteamericanas para un período de 20 años'". A pesar de éstas y otras dificultades, es posible extraer, como nos disponemos a ver, algunas conclusiones. Box ofrece una revisión de la literatura hasta prácticamente los años noventa del siglo pasado, si bien insiste en las limitaciones metodológicas de la mayoría de las investigaciones y propone que cualquier conclusión espere a trabajos más sólidos'". Box identifica tres grandes estrategias para establecer la relación entre tasas de criminalidad convencionales y desempleo: series temporales, diseños transversales y estudios longitudinales. Las series temporales consisten en datos sobre un objeto que tiene una naturaleza cíclica recogidos en distintos momentos temporales y ordenados cronológicamente. Por ejemplo, puesto que la tasa de desempleo o el Producto Interior Bruto se refieren al año natural, gozan de una naturaleza cíclica. Ahí reside su diferencia fundamental con los estudios longitudinales. Este exhaustivo trabajo identifica 18 investigaciones que habían recurrido a series temporales, de las que 13 favorecían la hipótesis de la relación positiva y 5 n085; 32 investigaciones transversales, de las que 19 encontraron la misma conexión y 13 n086; y una investigaciúu longitudinal, sobre la que luego volveremos, que igualmente y pese a ciertas consideraciones favorece la hipótesis de la conexión positiva'". Box critica el uso de datos sobre arrestos como medida agregada de criminalidad que emplean muchos estudios debido a que es una fuente de información muy alejada de la infracción. Esto último quiere decir que existen muchas contingencias de las que depende que llegue a producirse un 79 80 SI S2 83 81 85 S6 87

Braithwaite, 1979: 97; Danser y Laub, 1981: 51. Cantor y Land, 1985: 319. Box, 1987: 69, 71, 73-74, 77, 79, 90-91 Y93. Ehrlich, 1975: 409-411. Claser y Rice, 1959: 168. Box, 1987: 68. Box, 1987: 69-71. Box, 1987: 78-79. Box, 1987: 93-95.

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arresto o no, como la conocida hipótesis de la contaminación ecológica, de acuerdo con la cual la policía tiende a ser más punitiva en unos barrios que en otros; o bien cambios en las tendencias a denunciar un hecho delictivo88. Este argumento puede extenderse a datos oficiales semejantes como las condenas'"; siendo preferibles los procedentes de encuestas de víctimación 90 y autoinformes 91. De este modo, Box reduce los estudios que encuentra al remover los que utilizan datos oficiales como los recién mencionados. Verbigracia, el total de 19 investigaciones favorables a la relación entre desempleo y delito a nivel agregado en diseños transversalesy 13 con hallazgosnulos u opuestos; se convierte en 15favorables y 10 contrarios'". Como conclusión a la revisión de la investigación disponible en su momento, Box escribe que «losestudios de series temporales existentes ofrecen un cierto apoyo a la idea de que el desempleo y el delito se encuentran conectados causalmente, en particular para hombres jóvenes» 93; que «la evidencia derivada de estudios transversales favorece la hipótesis de que desempleo y delito están relacionados», si bien la relación sería más fuerte si se limitara a hombres jóvenes 94; y que en el único estudio longitudinal relevante «Eldesempleo se relaciona de modo inmediato con los arrestos subsiguientes- 95. El importante estudio longitudinal (de panel) que identifica Box es el de Thornberry y Christenson. Una de las investigaciones más famosas en Criminología, publicada a principios de los años setenta, es la que llevaron a cabo Wolfgang y sus colegas con una cohorte de Filadelfia de los niños nacidos en 1945.Thornberry y Christenson seleccionaron una submuestra del 10 por ciento de la muestra original de Filadelfiay obtuvieron información sobre la historia laboral y los arrestos que habían experimentado a cada edad. Este estudio, por lo tanto, se ubica en un nivel de análisisindividual, en contraste con lo que más nos interesa en este epígrafe. Los autores encontraron que el desempleo se relacionaba de modo instantáneo y causal con ~lcrimen; que la relación era más fuerte para grupos de edad más elevada; y que el modelo ajustaba mejor para los conjuntos más desaventaja-

Box, 1981: 167-176; el mismo, 1987: 69, 71, 74 Y90-91. Box, 1987: 73. 90 Box, 1987: 69,77 Y81. 91 Box, 1987: 95. 92 Box, 1987: 78-79. 93 Box, 1987: 69 (énfasis original eliminado). 9<1 Box, 1987: 85. 95 Box, 1987: 95, si bien el autor sostiene que ello sería más por la acción de la policía que tiende a ser más punitiva cuando aumenta el desempleo, en línea con las teorías del conflicto, 190. La coincidencia de la revisión de Box con otra anterior de la literatura entre 1925 y 1981 es elevada, como cabía esperar: «el desempleo aumenta el delito reincidente; el desempleo parental y juvenil aumenta la delincuencia juvenil [... ]; y el desempleo aumenta que se vuelva a condenar a las mismas personas, la tasa de encarcelamiento y el tamaño de la población penitenciaria», Hakim, 1982: 450. 88

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dos: individuos con antecedentes, de color y de clase trabajadora?".En esta investigación, los autores también observaron efectos recíprocos, esto es tanto del desempleo sobre el delito como del delito sobre el desempleo?". Box, cuyavaliosa revisión acabamos de describir,ofrece un estudio transversal propio con datos sobre arrestos y tasas de desempleo de las 43 áreas policiales en las que se dividen Inglaterra y Gales. Encuentra una relación muy elevada entre robo en vivienda, violencia contra las personas, vandalismo y hurto y tráfico de material hurtado por un lado y tasasde desempleo por otro lado (rango para r=0,423 0,572; R2>0,398); Yalgo menor entre robo con violencia o intimidación y estafa por un lado y tasasde desempleo por otro lado (rango para r=0,338 0,342; rango para R2=0,2 0,3); con la única excepción de los delitos sexuales, cuyacorrelación no era significativa desde un punto de vistaestadístico. Box considera que ha podido establecer el orden temporal y afirma que «esto apoya la imagen de que el desempleo está conectado causalmente a los niveles de criminalidadv'". Con datos más actuales, Raphael y Winter-Ebmer estudiaron la relación entre datos estatales anuales de desempleo y siete delitos federales, controlando por algunos importantes factores, y encontraron este mismo patrón de asociación positiva. En particular, informan de que, de media, un descenso del 1 por ciento en la tasa de desempleo se traduce en un descenso de entre el 1 Yel 2 por ciento en la de robos en vivienda, hurtos y robo de vehículos de motor, si bien los delitos violentos no permitían extraer conclusiones fiables 100. Land y otros advierten en un estudio con 11 variables estructurales y a lo largo de varios años y unidades espaciales que la tasa de desempleo se relaciona con la de homicidios, solo que de modo negativo: según hay más paro, hay menos muertes violentas. La explicación residiría en las tesisde la oportunidad: los ciudadanos tenderán a pasar menos tiempo en la calle y más en sus casas,protegidosJOJ• Este signo negativo no es el más habitual en la literatura. En una replicación posterior con datos hasta 2000, estos autores señalan que la relación es baja, inconsistente -sólo es significativaen dos de los cuatro años estimados- y,ahora, positiva J02.

D6 Thornberry y Christenson, 1984: 403-405, sobre todo 405; así como 401-403 sobre los aspectos de hecho. 97 Thornberry y Christenson, 1984: 405 y 408-409. 98 El coeficiente de correlación (R2) se interpreta como el porcentaje de la varianza en la variable dependiente -en este caso los delitos- atribuible a una variable independiente -aquí la tasa de desempleo. Se trata de un estadístico estandarizado propio de la regresión lineal que puede tomar valores entre O y 1, que corresponden respectivamente a una varianza explicada del O y el 100 por cien. 09 Box, 1987: 84-85. 100 Raphael y Winter-Ebmer, 2001: 273. 101 Land et al., 1990: 946-949, 951 Y953,947 sobre todo, 935-938 sobre ciertos detalles empíricos relevantes. 102 McCall et al., 2010: 231 y 234-235, parte empírica en 229.

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De Fronzo utiliza datos de unidades administrativas relativamente pequeñas y observa que «lastasasde desempleo tenían efectos estadísticamente significativosy positivossobre la violación, el robo en viviendasy el hurto» 103. El objeto primario de este trabajo reside en las ayudas sociales, y encuentra pruebas de que reducirlas tendría un efecto agravante en la criminalidad 104. Elliott y Ellingworth utilizaron datos sobre criminalidad en regiones y áreas procedentes de la encuesta de victimación de Reino Unido de 1992, así como sociodemográficosdel censo de 1991 para contrastar la hipótesis de que existe una relación entre desempleo masculino y delitos contra la propiedad y contra las personas. Concluyen su análisis transversalcon que sí existe una tan asociación positiva, al menos en los delitos contra la propiedad 105. Información empírica canadiense analizada mediante series temporales porJanko y Popli para variostipos delictivosapunta a una conexión positiva entre tasasde desempleo y delincuencia contra el patrimonio, aunque no de tipo violento: a nivel nacional, un aumento en el desempleo predice subidas de robo en vivienda y robo con violencia o intimidación 106; a nivel regional, lo mismo acontece para el robo en vivienday la estafa 107; mientras que cuando se tienen en cuenta ciertos controles, al tiempo que se reduce el rango de años utilizados,se vuelveal patrón de la relación con los delitos contra el patrimonio 108. En Nueva Zelanda, concretamente con datos de entre 1984 y 1996 para 16 regiones del país oceánico, Papps y Winkelmann muestran que la tasa de desempleo y la de delitos por l.000 habitantes se mueven de modo muy semejante, con un coeficiente de correlación r de 0,4l. En un análisis de regresión descubren que, para sus datos, un aumento del 10 por ciento en la tasa de desempleo se relaciona con un ascenso en la de criminalidad de un 1,4 por ciento aproximadamente. Cuando desagregan el total de delitos por categorías, incluyendo delitos contra el patrimonio y violentos, confirman que para la mayoría de ellos la relación es respaldada por los datos 109. Pruebas en general favorables a la relación entre empleo y desempleo tanto adulto como juvenil son reportadas por Entorf y Spengler, quienes utilizan un conjunto de medidas y transformaciones. En modelos rnultivariantes relativamente completos, el empleo adulto es un predictor del hurto, hurto de vehículos de motor, robo en viviendas,homicidio y tráfico de

103 104 105 106 107 108 109

De Fronzo, 1983: 128. De Fronzo, 1983: 125-132. ElIiott y Ellingworth, 1996: 86; los mismos, 1998: 529. Janko y Popli, 2013: 8-9 y 11-12, descripción de la metodología Janko y Popli, 2013: 10-12. Janko y Popli, 2013: 11-12. Papps y Winkelmann, 2000: 57-61.

en 6-8.

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drogas, aunque no del robo con violencia o intimidación y otras infracciones; mientras que la tasa de desempleojuvenil predice el hurto de vehículos a motor y el robo con violenciao intimidación; pero no el hurto o el tráfico de drogas 110. Con series temporales norteamericanas de entre 1948y 1985,Devine y sus colegas asilan un efecto positivode las tasasde desempleo y las de homicidio, robo en vivienda y robo con violencia o intimidación, así como el orden temporal esperado por estos enfoques 11l. Esalgo relativamente aislado que estos investigadoresseñalen un rol a nivelagregado para elementos de políticas de control social,junto a los más habituales econórnicos' ". Carmichael y Ward utilizan datos regionales de Reino Unido y anuncian una asociación «sistemática»positivaentre tasasde robo en viviendasy desempleo masculino, relación que sc mantenía independientemente del rango de edad empleado y tras controlar por el riesgode detección y de castigo y etnicidad. Sin embargo, las tasas de daños y de robo con violencia e intimidación únicamente se relacionaban en este estudio con el desempleo juvenil, no así con el adulto; justo lo contrario que pasaba con el hurto: su conexión se limitaba al desempleo adulto 113. En su importante revisión de 63 estudios -42 con datos transversales y 21 con series ternporales-, Chiricos afirma que las dudas que había despertado la asociación entre tasasde desempleo y de criminalidad respondían a un conservadurismo exagerado y que, por el contrario, sí que existía dicha relación positivay a menudo significativadesde un punto de vistaestadístico J 14. Chiricos añade que esta conexión se había hecho más evidente desde los años 70 del siglo pasado para los delitos contra la propiedad -en relación a los años en que él escribe- y que era más fuerte cuando se utilizaban unidades menos agregadas ya que ahí había menos sesgos!". Este autor escribe que «el alto desempleo puede tener un impacto desmoralizador en un barrio particular o en una sección de una ciudad o condado que crea un clima de desesperanza o anomia con consecuencias criminógenas incluso para aquellos que no están directamente desernpleados- 116. Sin embargo, en un importante estudio clásico con series temporales, Cantor y Land -quienes ya se habían mostrado escépticos- encontraron ejemplos de lo contrario de la conexión positiva recién descrita y concluyeron que «larelación entre tasasde desempleo y tasasde delincuencia puede ser positiva, negativa o inexistente dependiendo del tipo de delito y de si uno se centra en los efectos sobre la oportunidad criminal o sobre la moti-

110 111 112

II~ 111 115

116

En torf y Spengler, 2002: 129-137, 139 Y170. Devine et al., 1988: 414-417; para consultar la parte empírica, 411-414. Devine et al., J 988: 417. Carrnichael yWard. 2000: 559; los mismos, 2001: 114-115. Chiricos, 1987: 203. Chiricos, 1987: 195. Chiricos, 1987: 195.

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vación criminal>,117. Estosautores sostienen que es preciso explicar esta variabilidad. Como en la obra de Durkheim 118, Cantor y Land sostienen que existen en las sociedades dos fuerzas relacionadas con el desempleo que operan en sentido opuesto por lo que se refiere a su conexión con las tasas de criminalidad.Por un lado, en toda sociedad la población se distribuye de modo continuo respecto a su motivación para delinquir. Cuando se eleva el desempleo, se produce al mismo tiempo un desplazamiento de dicha distribución hacia la derecha, esto es hacia una motivación más alta. En igualdad de condiciones, pues, las tasas de criminalidad aumentarán. Pero, por otro lado, cuando sube el desempleo disminuyen al mismo tiempo las oportunidades para delinquir -en la tradición de las teorías de este tipo como la de las actividades rutinarias. Esto se explica porque cuando el desempleo aumenta se reduce la circulación de personas y mercancías, esto es que la actividaddel sistema se reduce; y las casas pasan a estar más tiempo ocupadas, O sea que aumentan los guardianes capaces de evitar el delito 119. A mayor abundamiento, puede señalarse que Land ya había explorado hipótesis parecidas sobre efectos de oportunidad y desigualdad socialjunto a Lawrence Cohen y otro, sosteniendo que la estratificación social tiene un efecto indirectosobre las tasasde criminalidad mediado por varias dimensiones de la oportunidad -exposición, guardia capaz, proximidad de ofensores potenciales, atractivo y propiedades de delitos particulares 120. Con datos de encuestas nacionales contrastaron hipótesis derivadas de su modelo yanunciaron pruebas parcialmente favorables al mismo mediante procedimientos analíticos complejos 121. Si ambos fenómenos -motivación y oportunidad- fueran contemporáneos, no se observaría ningún cambio porque ambos tenderían a cancelarse recíprocamente -en realidad existen aquí ciertos problemas analíticos. Sin embargo, Cantor y Land sostienen que a menudo será el elemento oportunidad el que con más celeridad seguirá al aumento de la tasa de desempleo-un descensode la actividaddel sistemay un aumento de losguardianes capaces-, que será automático, contemporáneo l22. Por el contrario, el desplazamiento de la motivación hacia la derecha, esto es hacia una motivación más alta en términos agregados, tenderá a retrasarse hasta que los efectos del desempleo se agudicen y se terminen las ayudas sociales. Como puede observarse, el modelo de Cantor y Land pronostica un efecto indirecto del desempleo sobre la criminalidad mediado por la motivacióny la oportunidad 123.

117 Cantor y Land, 1985: 330. Una crítica al enfoque metodológico de estos autores y de otros que les han seguido en Greenberg, 2001: 323 sobre todo. 118 Vid. por ejemplo Durkheim, [1897]: 350. 119 Cantor y Land, 1985: 323-326 para la parte empírica y 326-330 para los hallazgos. 120 Cohen etal., 1981: 507-512. 121 Cohen et al., 1981: 516-522, 521 sobre todo; y 514-516 para la parte empírica. 122 Cantor y Land, 1985: 321. 123 Land et al., 1995: 58-60.

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En 1987, Cantor y Land sostuvieron en un trabajo inédito que su hipótesis puede variar según el tipo de delito 124. Para los delitos contra el patrimonio como el hurto y el robo en viviendadebería haber una conexión más inmediata entre aumento de la tasa de desempleo y de estos crímenes ya que se trata de responder más rápidamente a una situación de precariedad sobrevenida -esto es, que el desempleo podría ser una causa del delito a nivel individual en algunos casos. Para contrastar esta hipótesis utilizaron datos mensuales en vez de anuales. Informan de un efecto significativopositivo de la fluctuación del paro en un mes dado sobre los delitos contra la propiedad del mes siguiente, que los investigadoresatribuyen a un aumento de la motivación para delinquir que es mucho más inmediato aquí que para otros delitos. Este aumento era seguido por un efecto negativo de la fluctuación del paro en un mes dado sobre los delitos contra la propiedad al cabo de dos meses.Cuando estos efectos positivosy negativosse estudiaban a lo largo de unidades anuales, no se observaba ningún efecto por cancelación de los mismos. En el modelo de Cantor y Land, sin embargo, esto es más bien excepcional ya que en el caso típico los efectos a cortoplazo de un aumento de la tasa de desempleo sobre el delito serán negativos-por una reducción de las oportunidades y un retraso en los cambios agregados en motivación 12.5. Los mismos autores replicaron su estudio algunos años más tarde utilizando series temporales anuales de entre 1946y 1990.La evidencia obtenida coincidía con la original y su modelo explicaba entre un 30 y un 45 por ciento de la varianza en las tasas de criminalidad 126. En primer lugar, informan de efectos negativos contemporáneos de la oportunidad criminal y positivos de la motivación criminal para el robo con violencia o intimidación, robo en vivienday hurto -con coeficientes además muy elevados-; de efectos negativos contemporáneos de la oportunidad para el homicidio y el hurto de vehículo de motor, pero no positivos; y de efectos no significativos para la violacióny la agresióu !", que no casan con las predicciones de Cantor y Land. Los investigadores,a mayorabundamiento, no encontraron que los efectos variaran según la edad o la raza 128; ni que estuvieran mediados por procesos de prevención o encarcelamiento 129; así como que sus hallazgos no diferían de los de estudios de nivel micro'". En otro estudio sobre la relación entre pirámide poblacional y tasas de homicidio y hurto de vehículosde motor en EstadosUnidos desde la Segun-

Ya Cantor y Land, 1985: 330. Land et al., 1995: 76-77. También es importante tener en mente la unidad temporal empleada: años o meses. 120 Land et al., 1995: 69, vid. con la descripción de la información utilizada 6g..65. 127 Land et al., 1995: 70. 128 Land et al., 1995: 71 y 77. 129 Land et al., 1995: 74-74 y 77. 130 Land et al., 1995: 74-75 y 77. 12'

125

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da Guerra Mundial, Cohen y Land señalan que los cambios en las tasas de ambos delitos pueden explicarse por cambios en los grupos de edad con mayor tendencia al delito y por los elementos oportunidad y motivación criminal. A mayor abundamiento, la asociación que encuentran entre tasa de desempleo y sus dos delitos vuelve a ser negativa, aunque sólo significativa para el hurto de vehículos de motor!". A la luz de este hallazgo llegan a escribir de modo audaz que «las teorías macrodinámicas de la causación del delito pueden ser muy sencillas»132 -algo que no se corrobora en la presente monografia 133. Finalmente y para aumentar la complejidad, un hallazgo negativo de la conexión que ahora nos ocupa procede del estudio de Baumer y otros con datos de 82 ciudades estadounidenses de 1980 a 2009. Encontraron que el porcentaje de fuerza laboral desempleada no se relacionaba más que con una de sus cinco variablesdependientes -el homicidio perpetrado por jóvenes adultos-, controlando por el efecto de diversosfactores. La variable independiente porcentual, de todos modos, no es particularmente válida 134. Lauritsen y sus asociadas estudiaron la asociación entre tasas de delito y varias variables independientes -como pobreza, desempleo juvenil o pesimismo de los consumidores- con datos de encuestas de victimación de entre 1973y 2005;Ysostienen que el desempleo juvenil es el indicador más débil y el menos claro de violenciajuvenil 135. Crutchfield y Wadsworth creen que debe distinguirse el efecto del empleo sobre la criminalidad para el caso de los adultos y para el dejóvenes y de niños, así como que la influencia sobre estos últimos es indirecta y contextual 136. También Danser y Laub, quienes utilizaron las encuestas de victimación norteamericanas de 1973 a 1978, sostienen que existe un efecto de la edad: la relación entre tasas de desempleo y de robo con violencia o intimidación eran significativaspara hombres blancos de entre 12 y 17 Yentre 21 o más años de edad, pero no cuando se tomaban en consideración todas las edades y razas 137. Cohen y Land, 1987: 177-179. Cohen y Land, 1987: 179. En sentido semejante, Mayhew, 1981: 630. 133 El principal problema teórico de esta contribución de Land y otros es que motivación y oportunidades no son elementos completamente independientes entre sí -incluso en una explicación sobre tasas y no sobre euentos-: un aumento de la motivación va seguido de modo automático por un aumento de las oportunidades ya que muchos objetos que antes pasaban desapercibidos se convertirán en susceptibles de victimación sencillamente porque ahora hay más delincuentes motivados; y un aumento de las oportunidades no puede concebirse al margen de delincuentes motivados, Serrano Maíllo, 2009b: 210-220. 131 Baumer et al., 2013: 66, así como 63-64 sobre los datos. 135 Lauritsen et al., 2013: 112, y 90-94 con los detalles metodológicos. 136 Crutchfie1d y Wadsworth, 2013: 153-154. m Danser y Laub, 1981: 35-38 y 40. En efecto, cada vez más autores apuntan la existencia de potenciales interacciones, esto es que la relación entre desempleo y delito dependerían de terceras variables. Sin embargo, sin una teoría que especifique qué variables y en qué sentido determina la conexión que hemos estudiado en este epígrafe, estas investigaciones corren el riesgo de 131

152

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Del mismo modo, la relación puede cambiar a lo largo del tiempo, por ejemplo acentuarse en épocas de mayor precariedad 138. Así,Chiricosconfirma la relación entre desempleo y criminalidad a nivel agregado y sostiene, tras revisar 63 estudios, que la misma suele aparecer más frecuentemente en estudios de los años ochenta que de los años setenta ya que en el intervalo las tasas de paro habían aumentado significativamentehasta convertirse en un problema prácticamente crónico 139. 4.2. Ciclos económicos y tasas de criminalidad La existencia de ciclos económicos es un fenómeno relativamente bien establecido. Se trata de fluctuacione no alearorias, irregulares, recurrentes y de intensidad diferente en las que a una etapa de prosperidad, expansión o activación económica sigue otra de contracción o recesión 140. Aunque existen ciclos de duración diversa, en Criminología han recibido especial atención los que se pueden considerar medianos, de entre 7 y 10años aproximadamente -aunque eso no quiere decir que sean fácilmente predecibles. Algunas de las etapas pueden ser especialmente intensas y derivar en crisis y depresiones. Por lo tanto, cabe preguntarse si existe alguna relación entre ciclos económicos y tasas de criminalidad. Por ej mplo, podría ser que en épocas de auge económico, esto es según la economía es mejor o mejora, hubi ra más delitos por la existencia de más oportunidades para delinquir tanto n términos de viviendascon u ocupantes fuera trabajando como de viandantes con más dinero encima tanto para ser atracados como para comprar objetos obtenidos de modo ilícito -modelo ciclico-; o menos delito por la existencia de más oportunidades para ganarse la vida de modo lícito y más inversión en prevención y control del delito -modelo contraciclico'",

Existen diversasformas con las que se pueden medir los ciclos económicos como el Productor Interior Bruto, la actividad comercial, el comportamiento de la bolsa, etc. 142; pero una de las más habituales es la tasa de desempleo, que, con un rezago de varios meses, acompaña a los ciclos de modo válido143. capitalizar en hallazgos particulares para muestras concretas, esta es la vieja idea criticada en su tiempo por Matza, 1964: 15. 19B Hakim, 1982: 453. 1M Chiricos, 1987: 188-190. 1.0 Danser y Laub, 1981: 49. 1.1 Varios mecanismos teóricos posibles sobre la relación entre ciclo económicos y tasas de criminalidad en Cook y Zarkin, 1985: 115-125. Sobre la heterogeneidad de los liSOS el concepto de oportunidad en Criminología, vid. Serrano Maíllo, 2009: 41-68. 142 Bushway et al., 2013: 25. 1'~ Bushway et al., 2013: 25-26; Land et al., 1995: 57. Por eso existe un solapamiento con lo revisado más arriba, solo que la perspectiva teórica es diferente.

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En un importante estudio clásicosobre los nueve cicloseconómicos que tuvieronlugar en EstadosUnidos entre 1933y 1981Ycuatro tipos delict:ivos, Cooky Zarkin encontraron un patrón mixto: el robo en viviendasy el robo con violenciae intimidacióneran contracíclicos-a más auge económico" menos delito-; el hurto de vehículos de motor cíclico-a más auge económico, más delito-; y el asesinato acíclico -no se ajustaba a los ciclos económicos. Desde el final de la segunda Guerra Mundial, informan de correlaciones alrededor de r=0,60para las tasas de robo en viviendasy el robo con violencia e intimidación por un lado; y tanto la tasa de desempleo como la razón empleo/población por otro. Estiman que durante las recesiones se producen aumentos sustancialesde estos dos delitos contra la propiedad: 1111. incremento de entre un 7 y un 8 por ciento en la tasa de desempleo se traduce en un incremento del 2,3 por ciento en la tasa de robos con violencia e intimidación y de un 1,6 en la tasa de robos en viviendas1.14. Bushwayy sus colegas replicaron, con un enfoque analítico sofisticado que empleaba variasherramientas, el estudio de Cook y Zarkin ampliando la serie de datos a 2008 -y añadiendo los cuatro ciclos económicos que se produjeron en Norteamérica desde 1981 y hasta entonces, lo cual implica 13 ciclos completos. Los hallazgos fueron casi idénticos: el robo en viviendas y el robo con violencia e intimidación eran contracíclicos; el hurto de vehículos de motor acíclico o ligeramente cíclico; y el asesinato era acíclico 145. Bushwayy su equipo añaden que el homicidio y el suicidio eran.ligeramente contracíclicos, aunque las pruebas no eran muy firmes 146, Estos autores estudian si estos patrones dependían de la edad, y afirman que éste es el caso para el suicidio y para el hurto de vehículos de motor: en el caso de la muerte autoinfligida, la tendencia era contracíclica para los mayores de 24 años y cíclica para los menores de 15; mientras que el carácter cíclico del hurto de vehículos de motor se limitaba a los menores de 18 años, si bien éstos están sobrerrepresentados en los autores de este tipo de infracción 147. Centrándose en los períodos de recesión, Baumer y sus asociados sí creen que puede existir un aumento de la criminalidad durante los mismos, tal y como esperaría una teoría de la elección racional, pero sólo cuando se dan a la vez otras condiciones. Esto es, que el aumento de las tasasdedelito en situaciones de recesión está condicionado por otros factores. Contrastaron esta hipótesis de modo inductivo y encontraron que variables iníluyentes en la relación -dicho de modo más técnico, que interaccionabancon la crisis económica- eran la inflación para el caso de los delitos contrala propiedad y los ingresos medios para el homicidio -según eran más elevados los niveles de estas terceras variables, más fuerte era también el efectodel 141 1'15 146 147

Cook y Zarkin, Bushway et al., Bushway et al., Bushway et al.,

1985: 2013: 2013: 2013:

124-126. 33,38-39 Y46-47. 35 y 39. 30, 39 Y47.

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desempleo-; pero no así las tasas de encarcelamiento y el tamaño de los cuerpos de policía, las prestaciones pOTdesempleo ni el tráfico de drogas 148. Lauritsen y sus asociadas encontraron una asociación entre el pesimismo de los consumidores a nivel agregado -posiblemente relacionado con una recesión- por un lado y tasasde homicidios y actosviolentos con armas de fuego juveniles por otro lado, sobre todo para el caso de los hombres 149. Estas autoras utilizaron datos de victimación 150. Finalmente, Box ofrece una revisión de la literatura sobre delitos de empresas y de la policía, o sea delitos que habitualmente serían denominados de cuello blanco o de los poderosos, y concluye que tienden a aumentar sus ilícitos en momentos de recesión, esto es cuando aumenta el desempleo, bajan los beneficios, etc. Eso sí, el mismo autor apunta a lo limitado de los datos tanto por su número como por su potencial sesgo al provenir de condenas judiciales 151.

4.3. Privación relativa La privación relativa, otro componente de naturaleza económica, es la escasez de cosas materiales o dinero en sí mismo que sufren determinados sectoresde la población en comparación con otros grupos o personas: lo relevante no es la pobreza o las carencias mismas, sino las comparaciones que desvelan la desigualdad 152. Puede verse como la dimensión «subjetiva»de la privación 153. Esta idea desempeña un rol en algunas aproximaciones teóricas, como la Criminología realista 154, la teoría general de la frustración 155, la de la legitimidad de las instituciones 156 o la de la anomia institucional l". Algunos autores, sin embargo, no creen que la privación relativa y la pobreza absoluta puedan distinguirse respecto a sus efectos sobre las tasas de criminalidad; y Land y sus compañeros escriben que «aunque estas variablesque correlacionan pueden ser conceptual y operacionalmente distintas, análisis de componentes de los espacios de las variables sugieren que no son muy distintas empíricamente; las ciudades, áreas metropolitanas (SMSAs)y estados con altos (bajos) niveles de privación absoluta también tienden a tener altos (bajos) nivelesde privación relativa»158. 1<18 149 150 151 152 153 154 1,55 156 157 158

Baumer el al., 2013: 67-70 y 72-73. Lauritsen et al., 2013: 94-110, 94 Y 109-110 sobre todo. Lauritsen et al., 2013: 90-94. Box, 1987: 98-106, sobre todo 102 y 105. Serrano Maíllo, 2009a: 499. Box, 1987: 86. Young, 1992: 41. Agnew, 1992: 48. LaFree, 1998: 119-120. Passas, 2006: 176 y 178. Land et al., 1990: 943-944 y 953-954, cita tomada de 944.

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Young-quien, como muchos, no comparte el criterio de Land y otros sobre la falta de autonomía de la privación relativa- explica que, en la tradición de la frustración, la criminalidad es la respuesta a una comparación entre uno y la sociedad. Por ejemplo, entre las aspiraciones legítimas en una sociedad concreta y lo que uno logra o espera lograr, quizá afrontando unas barreras estructurales. En el caso de la privación relativa, la comparación es entre grupos: tanto grupos que tienen más que el grupo propio y eso se percibe como algo injusto; o, continúa este autor, grupos que tienen lo mismo o incluso menos que el propio, pero también se percibe como injusto. Este enfoque ciertamente tiene conexiones con la frustración, como la celebrada idea de Young de la sociedad bulírnica, que por una parte engulle a un enorme número de individuos a través de la educación, pero a continuación los excluyey los vomita fuera del mercado laboral y de consumo 159. En una revisiónde la literatura hasta los años noventa sobre la conexión entre el Índice Gini160 y la criminalidad agregada, Box encuentra 16 investigaciones transversalesy una de series temporales y concluye que todas ellas favorecen la relación entre privación relativa a nivel agregado y delitos contra el patrimonio y violentos no-fatales, pero no así con el homicidio, esto es con la violencia fatal!". Lappi-Sepálá y Lehti utilizan datos sobre homicidios en todo el mundo para analizar una serie de predictores y reportan que los más fuertes en modelos multivariantes son una medida de desarrollo nacional llamada Índice de Desarrollo Humano (HDI) y de la que informa Naciones Unidas y el ya mencionado índice Gini, ambos de naturaleza económica 162. Sin embargo, también trabajando con datos sobre homicidios a nivel mundial, Baumer y Wolff no observaron ningún efecto del índice Gini en modelos multivariantes 163. Land y sus colegas con datos de ciudades, áreas metropolitanas y estados norteamericanos de 1960, 1970Y 1980,observaron que el Índice Gini no se relacionaba con la tasa de homicidios en análisis controlando por diversas variables. A lo largo de varios modelos, había coeficientes tanto positivos como negativos, con una única excepción todos no significativosestadísticamente hablando 164. Sin embargo, estos autores sostienen que este Índice es más bien un indicador de otra variable de orden superior que denominan componente privación de recursos/riqueza, de modo que su empleo ana159 Young, 1999: 8-9, 23, 47-48, 181-182 Y194; el mismo, 2007: 31-25, 30-34, 36-38, 41-45,36, 48-49,65,143-144,155 Y 192. 160 Este estadístico puede oscilar entre Oy 1 -a veces el valor se multiplica por 100, lo cual facilita la interpretación-, donde Osignifica una situación de perfecta igualdad en los ingresos-o en otro fenómeno- y 1de perfecta desigualdad. 161 Box, 1987: 86-87 y 90. 1(;2 Lappi-Seppálá y Lehti, 2014: 164-165 y 208. 16~ Baumer y Wolff, 2014: 268 y 271-272. 161 Land et al., 1990: 939.

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lítico de modo aislado carecería de justificación. Este componente de segundo orden incluye asimismo como indicadores el porcentaje de familias bajo el umbral de la pobreza y los ingresos familiaresmedios". En análisis subsiguientes, el componente privación de recursos/riqueza-que combina privación absoluta y relativa- predecía las tasas de homicidios en EstadosUnidos, siendo además el elemento más fuerte en análisis multivariantes166. El mismo hallazgo de una relación positivaaparece en su replicaciónposterior con datos de hasta 2000167• Con datos de Islandia de escolarescontactados en 83 colegios,Bernburg y sus asociados encontraron apoyo para la teoría. A nivel individual,la privación económica predecía tanto la delincuencia como la violencia;pero, y esto es lo relevante para la tesis, a nivel agregado el efecto dependía del estándar de vida de los grupos de referencia: en comunidades escolares en las que la privación económica era común, el efecto a nivel individual era débil; mientras que el efecto era fuerte en comunidades en las que la privación era rara J68. Drassy LaFree proporcionan evidencia empírica en favor de esta hipótesis, así como argumentos teóricos que explican potencialmente su pape1169• En particular, estos autores se preguntan por la paradoja de que en Estados Unidos las tasas de criminalidad aumentaron durante las décadas de 1960 y parte de la de 1970 del siglo pasado pese a que la situación económica era de crecimiento y favorabley pese a que las oportunidades educativaspara los grupos más desaventajados se habían vistomejoradas. Estos autores mantienen que, al mismo tiempo, aquella época de mejoras se vio acompañada por un aumento de la desigualdad en los ingresos entre personas de color y de raza blanca, en particular dentro de estosgrupos 170, e hipotetizan que en esta desigualdad relativa intrarracial se encuentra la explicación. Para contrastar esta hipótesis utilizan series temporales con datos sobre tasasde arrestos de ingresos de afroamericanos y blancos de robo con violencia o intimidación, robo en vivienday homicidio entre 1957 y 1990171. Informan estos autores de que la desigualdad intrarracial en los ingresos en razón de la raza era un buen predictor de las tasas de arrestos. Las tasas ascendentes en las tasas delictivasde Estados Unidos se explicaban mejor por medidas de desigualdad en los ingresos de naturaleza intrarracial que por medidas de bienestar económico de tipo absoluto. Incrementos en la desigualdad en los ingresos iba acompañada de aumentos en las tasasde arres-

1&5 166 167 168

Land et al., 1990: 943. Land et al., 1990: 946-947 y 950-951. McCall et al., 2010: 231 y 233. Bernburg et al., 2009: 1236-1239 y 1241; los aspectos empíricos

1235. 169 170 171

LaFree, 1998: 119-120; el mismo, 1999: 125-141. LaFree y Drass, 1996: 616. LaFree y Drass, 1996: 618-621 sobre los datos empleados.

se describen

en 1230-

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tos tanto para blancos como para personas de color, pero si los arrestos de los primeros tenían como predictores tanto las variables de desigualdad en los ingresos como de bienestar económico; los arrestos de los segundos sólo eran pronosticados por las medidas de desigualdad. Los autores concluyen que no son medidas de privación absolutas las relevantes para explicar las tasas delictivas,sino las de percepción relativa de privación. En su caso particular,más logros educativosacompañados de más desigualdad intrarracial en los ingresosfue la causa del aumento de la criminalidad en el período de de referencia". Además, encontraron una interacción en el sentido de que la relación entre logros educativos y tasas de arrestos dependía de la desigualdad en los ingresos por razas: más logros se traducían en más arrestos para las personas de color cuando aumentaba la desigualdad; más logros se traducían en menos arrestos para los blancos cuando se reducía la desigualdad 173. En efecto, una forma que puede tomar la privación relativaes la desigualdad en los salarios. Grover revisa variasinvestigacionesde hasta mediados de la década de 2000 e informa de una conexión entre tasasde criminalidad y desigualdad salarial: según es mayor la brecha en lo que ganan grupos distintos de trabajadores, más aumenta la tasa de criminalidad 174.

5. VALORACIÓN Para concluir, podemos mencionar algunas consideraciones sobre los estudios que hemos revisado.Desde un punto de vistaempírico, en algunos de ellos faltan controles que pueden ser relevantes 175. En general existe también un problema del orden temporal: ¿el desempleo genera más delito?, o ¿más delito genera más desempleo y precariedad económica? 176. Por ejemplo, existen algunas pruebas de que el delito puede afectar negativamente a la actividad económica!". Aunque se ha criticado el uso de datos agregados ('/8, éstos son imprescindibles para testar numerosas hipótesis relevantes, algunas de las cuales han sido revisadasmás arriba'?". Otro problema de los elementos estructurales de naturaleza económica es para algunos autores la existencia de diversosindicadores muy heterogéneos entre si. A mi juicio, esto no es problemático ya que, en línea con la idea de Braithwaite de la concurrencia de debilidades 180, es precisamente la 172

'" 17. 175 176 177 178 179 ISO

LaFree y Drass, 1996: 628-629. LaFree y Drass, 1996: 627-628. Grover, 2008: 36. Box, 1987: 91. Grover, 2008: 38. Entorfy Spengler, 2002: 143-144. Graver, 2008: 38. Vid., por ejemplo, Entorfy Spengler, 2002: 129-137. Braithwaite, 1979: 22.

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confluencia de hallazgos guiados por teoría lo que permite tener confianza en que se ha encontrado algo verdadero. Land y sus colegas comparten la preocupación antes señalada y afirman que la misma -esto es, la existencia de indicadores heterogéneos- es la causa de que se hayan reportado en la literatura hallazgos contradictorios entre sí 181. Para corregir esta complicación proponen una reducción de la información mediante análisisde componentes principales, de modo que puedan extraerse factores comunes a varios indicadores de orden inferior, a la par que eliminar un potencial problema de colinealidad severa182. Por ejemplo,en vezde regresar las tasas de homicidios sobre el tamaño de la población y la densidad de la población -en realidad transformaciones logarítmicasde las mismas-, reducen la información de las dos últimas variablesindependientes y crean un componente principal de estructura poblacional". Land y sus asociadossiguen en este punto a W.J. Wilson, quien señala que en el interior de muchas ciudades norteamericanas coexisten diversos elementos económicos y sociales desaventajados, de modo que unos llevan a otros, todos se refuerzan entre sí y los problemas toman un significado cualitativamentedistinto 184. Desde este punto de vistano es posible separar analíticamente distintas variablesy aislar sus efectos independientes ya que estas variables se encuentran Íntimamente relacionadas entre sí en el mundo real -esto es un problema de multicolinealidad severa. Wilson se refiere a este como un problema de «efectos de concentración» 185. Por el contrario, Parker ha criticado este enfoque y ha afirmado que «losinvestigadoresse encuentran mucho más inclinados a utilizar Índices compuestos, típicamente generados a través de análisis de componentes principales», el uso de los cuales «significaque ya no puedes estimar la contribución particular de cada constructo» 186. La crítica de Parker es acertada si esta estrategia es utilizada de modo infundado. Una reducción de la información como la que proponen Land y otros sólo está justificada cuando se basa en teoría sólida y cuando se sigue un procedimiento analítico confirmatorio y no meramente exploratorio. Desde un punto de vistateórico, muchas teorías tradicionaleshan incorporado procesos como los que hemos revisado aquí. También algunas teorías del conflicto ofrecen explicaciones testables, como que en momentos de recesión, el Estado se vuelve más punitivo y por este motivo aumentan los delitos y las condenas 187. Sin embargo, los mecanismos subyacentes a

181 Sobre la inconsistencia de los hallazgos y que, en realidad, generalmente existen pocas pruebas de efectos de elementos estructurales sobre el delito, tras revisar un elevado número de investigaciones, Land et al., 1990: 927-932. 182 Land et al., 1990: 951; McCall et al., 2010: 221-224. 183 Land et al., 1990: 942-943. 184 Wilson, 1987: 57. 185 Wilson, 1987: 46-62, sobre todo 46 y 58. 186 Parker, 2008: 42. 187 Box, 1987: 95 y 190; Grover, 2008: 39.

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muchas de las conexiones son poco conocidosv". La idea general que predomina en Criminología es que estos patrones tienen efectos indirectos sobre los individuos+", Como hemos visto, los factores macro son relevantes en la explicación del delito. Algunas versiones del control social parecen hipotetizar únicamente transiciones micro-a-macro. Matsueda ofrece un ejemplo: las personas bajas en autocontrol, por sus propias características que incluyen dificultades para conseguir y conservar un empleo y relaciones personales, tienden a encontrarse aisladas y con escasos recursos. Como consecuencia, carecen de medios para residir en lugares ventajosos y se ven relegados en barrios de rentas bajas y tasas delictivas altas. Se trata como vemos de un caso de autoselección. Matsueda continúa con que estos mismos sujetos tendrán dificultades para inculcar auto control en sus hijos. Esta trayectoria sería justo la opuesta a la de personas altas en autocontrol, que pueden residir en barrios de mayor estatus y menor carga delictiva y, a la vez, inculcar autocontrol en sus hijos 190. Ahora bien, estas mismas teorías, como la del autocontrol, son compatibles con efectos macro -esto es transiciones macro-a-micro. Esto, sin embargo, no quiere decir que éste sea un tópico importante para la teoría general del delito. Esta discusión sobre causación social y selección causal 191 es reseñable porque importantes desarrollos de las últimas década en teoría sociológica tratan de superar, entre otras (falsas) dicotomías, la diferenciación entre niveles de análisis macro y micro. Así, entre los pensadores modernos, ya Elias mantiene que la Sociología se encuentra en un callejón sin salida mientras siga haciendo un «uso aislado» del hombre y la sociedad, esto es mientras los trate de modo independiente; y escribe que «es imposible separar a los hombres en singular de los hombres en plural» 192. Por último, una consideración clave aquí es la llamada falacia ecolágica'": Por ejemplo, que exista una relación entre tasa de desempleo y de criminalidad no nos dice nada sobre quién comete los delitos, esto es si son los desempleado s o los que tienen empleo 194. De hecho, existen pruebas de que gran parte de los delitos son cometidos por quienes tienen empleo, incluso cuando existe una relación agregada entre desempleo y criminalidad 195. Esto es especialmente importante porque centrarse en la relación entre desigualdad y delito puede estigmatizar precisamente a quienes más sufren las injusticias sociales. Grover insiste en ese punto y añade que el Lauritsen et al., 2013: 112; Wikstróm y Treiber, 2016: 1233. Guerra, 2013: 256. 190 Matsueda, 2008: 113 y 126. 191 Vid. el planteamiento de Mohler y Earls comparando la relevancia relativa de ambas preguntas,2002: 114 y 120. 192 Elias, [1970]: 134-158, citas tomadas de 138 y 149. 193 Devine et al., 1988: 417. 191 Entorfy Spengler, 2002: 133. 195 Grover, 2008: 38. 188 189

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Sistema de Administración de Justicia puede creer que, en efecto, existe una asociación neta entre desempleo y crimen a nivelindividual (sobre la base de pruebas macro) y, por lo tanto, generar una predicciónque se cumple a sí misma 196.

196

Grover, 2008: 35 y 39.

CAPÍTULO 3 Patrones culturales El concepto de cultura es muy complejo y existen muchísimas definiciones. El estudio de la relación entre cultura y delito alcanzó su cénit hacia los años cincuenta del siglo pasado. En la actualidad pueden encontrarse tanto estudios empíricos como teorías explicativas de esta base. La concesión cultural más extendida, relacionada con el trabajo de Sellin, implica la existencia de unos valores que cristalizan en normas, las cuales influyen en que se cometan delitos. En particular, la idea de subcultura ha desplegado una gran influencia en Criminología. Si se tiene una visión omnicomprensiva e inflexible de la cultura -justo al contrario de lo que pensaba Durkheim- como Parsons, entonces es comprensible que la desviación exija hipotetizar la existencia de grupos subculturales que comparten algunos de los valores mayoritarios, pero no todos. Subculturas de este tipo se han pretendido observar en el Sur de Italia, en ciertos barrios pobres del interior de grandes ciudades norteamericanas y en el Sur de Estados Unidos, así como en grupos particulares de individuos como terroristas yihadistas o neonazis. Otra forma en la que la cultura puede relacionarse con el delito se produce cuando coexisten a la vez varios códigos de conducta yeso genera ambigüedad o ambivalencia. No es que un grupo albergue valores distintos a los de otro y haya un choque entre ellos, sino que alberga a la vez valores contradictorios. También aquí encontramos interesantes propuestas, como la de Kornhauser sobre el código del honor y el del sueño americano. Finalmente, la llamada teoría cultural también ha desplegado una cierta influencia en nuestra disciplina, y se ofrece algún ejemplo. La teoría cultural no siempre encaja bien en la llamada Criminología mayoritaria. Legítima como es la orientación cultural en Criminología y, de hecho, ha producido importantes estudios descriptivos y explicaciones teóricas e incluso ha establecido algún hecho empírico -motivo por el cual ha de rechazarse el sesgo ideológico que existe contra este enfoque-, esta orientación, como digo, es merecedora de algunas importantes consideraciones, como las expuestas por Kornhauser, las cuales son expuestas al final de este capítulo.

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ALFONSO SERRANO MAÍLLO SUMARIO. CAPÍTULO 3. PATRONES CULTURALES l. CULTURA Y DELITO 1.1. La cultura entendida como valores y normas compartidos l.2. Valores culturales y delito: la cultura de la pobreza 1.3. Preocupaciones centrales y delincuencia juvenil 2. SUBCULTURAS 2.1. La subcultura de la violencia 2.2. La subcultura de la pobreza de personas de color 2.3. La subcultura de los skinheads neonazis norteamericanos (SNN) 2.4. Terrorismo yihadista interno y subcultura 2.5. «El código de la calle» 2.6. La subcultura de la violencia del Sur de Estados Unidos 3. CONFLICTOS NORMATIVOS 3.1. Conflictos normativos y su origen 3.2. Conflicto cultural y delincuencia 3.3. Sociedades pluralistas y conflicto normativo 3.4. Exposición parcial a una cultura 3.5. Conflicto normativo y creación de normas penales sesgadas 3.6. La tesis del conflicto entre el honor y el sueño americano 4. TEORÍA CULTURAL 4.1. Introducción 4.2. Tipos de grupos criminales según las dimensione' de cuadrícula grupo 5. VALORACIÓN 5.1. La crítica de Kornhauser a los modelos culturales 5.2. Otras consideraciones teóricas 5.3. Subculturas y delitos culturalmente motivados 5.4. Conclusión: un malentendido

y de

«[Cjuanto más generales e indeterminadas son las reglas de la conducta y las del pensamiento, más debe intervenir la reflexión individual para aplicarías a los casos particulares», Durkheim, [1893]: 181.

1. CULTURA Y DELITO 1.1. La cultura entendida como valores y normas compartidos Existen muy numerosas y heterogéneas definiciones de cultura. En la tradición de Durkheim, la cultura tiene un carácter social y se entiende como sistema de símbolos y si~ni~cados. Geertz hablaba de «un patrón transmitido históricamente. de. slgI1lficad_osencapsulados en símbolos»; y de «un sistema ordenado de significado y slmbolos» l.

1

Geertz, 1973: 89 y 144. Críticamente

con ese enfoque, Swidler, 2001: 19-23.

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Rara vez, sin embargo, la Criminología +O incluso la Sociología- ha recurrido a la sofisticada concepción simbólica durkheimiana recién descrita". Más habitualmente la cultura es entendida en nuestra disciplina y en las ciencias criminales en general, ya sea de modo expreso ya implícito, como un conjunto de valores y normas compartidos''. La clave se encuentra en entender que se trata de valores y normas compartidos y que por ese motivo son objetivos y reales -tanto como pueda serIo una mesa- y no meramente subjetivos e individuales". Durkheim diría que son valores y normas propios de comunidades y que se imponen a los individuos por el hecho de formar parte de las mismas" En términos más precisos, es habitual que los valores se entiendan como principios, valoraciones y orientaciones generales y abstractos que se manifiestan a través de normas, que son más concretas. Las normas guían a los individuos en su comportamiento. Aunque no implica necesariamente una conexión causal, el planteamiento que se encuentra en la literatura y qlle trato de describir es el siguiente: valores ~ normas ~ acción Así las cosas, la asunción es que la acción, ya sea lícita o criminal, está conectada con las normas y valores de los individuos". En la tradición parsoniana, Kluckhohn define los valores como «una concepción, explícita o implícita, distintiva de un individuo o característica de un grupo, de lo que es deseable la cual influye en la selección de entre los modos, medios y fines de acción disponibles» 7. Los valores fundamentales son compartidos y tienen una cierta vigencia temporal. Aunque son generales y abstractos, tienen una orientación hacia la acción e incluyen límites para la misma. No son meras preferencias, sino que son opciones que se consideran justificadas y en este sentido son deseables". Como acabo de decir, suele entenderse que los valores deben cristalizar en normas más concretas. La Criminología de orientación cultural, por lo tanto, estudia estas conexiones al entender que la cultura (así entendida) es relevante para la explicación del delito". POI poner un ejemplo de nivel individual, se puede hipotetizar que quien tiene valores favorables a la violencia-dicho más técnicamente: quien forma parte de una comunidad que ostenta este tipo de valores- será más proclive a recurrir a la agresión 10. Como se acaba de decir, se espera una conexión Excepciones en Horowitz, 1983: 12 y 20-21; Sellin, 1938: 58 nota 1. Wolfgang y Ferracuti, 1967: 97. 4 Durkheim, [1897]: 344. 5 Durkheim, [1912b]: 100 nota 68. 6 Sellin, 1938: 28; Wolfgang y Ferracuti, 1967: 101-102 y 113-115. 7 Kluckhohn, 1951: 395 (énfasis eliminado). Los valores llevarían a la acción. 8 Kluckhohn, 1951: 393-403 y 415, así como 403-409 sobre su medición. 9 Hamm, 2004: 327. 10 O bien que quien alberga estos valores puede aceptar también la norma de agredir a quien le falte al respeto. Adviértase que esto no es evidente. Puede no existir relación alguna entre 2

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entre los valores y las normas a través de las que se expresan por un lado y la acción por otro. Aunque la mayoría de las teorías culturales y subculturales en sentido estricto hipotetizan la existencia de valores de algún modo prodelictivo, también cabe que pronostiquen que el delito es el resultado de unos valores centrados en algo distinto de la criminalidad pero que conduce a ella de algún modo indirecto 11. Una cuestión importante es que los valores no sólo se refieren a objetos particulares como la familia, la economía, etc., sino -y esto es incluso más importante- que se encuentran jerarquizados 12. Hablar de valores es, ciertamente, ofrecer un listado, pero un listado en el que a unos valores se les concede más peso que a otros. Por ejemplo, se ha mantenido que en muchas sociedades occidentales contemporáneas se concede una gran relevancia a los valores familiares, pero que éstos Se encuentran j erárquicam ente por debajo de los valores económicos. Por lo tanto, aquí se abre la puerta a que, si existen diferencias entre los valores de grupos e individuos y sus respectivas tendencias delictivas, éstas sean debidas a que ostentan valores diferentes o a que sus valores coincidan en términos generales, pero no así su ordenación jerárquica. Del mismo modo, cambios a nivel grupal o individual-como en el caso paradigmático del proceso de desistimiento- pueden ser debidos tanto a cambios en los valores que se ostentan como a cambios en su jerarquización. Todo ello, naturalmente, en el caso de que exista una relación entre valores y normas por un lado y acción delictiva por otro. La jerarquización de los valores rara vez ha sido estudiada en Criminología y en la práctica analítica predomina la constante de que los valores llevan a la acción.

1.2. Valores culturales y delito: la cultura de la pobreza La idea de que hay valores culturales en sentido estricto que tienen un carácter criminógeno y explican la criminalidad ha tenido un predicamento muy limitado en Criminología. Algunos modelos clásicos que sí lo han propuesto -y que por lo tanto son excepcionales- son los de Lewis y Miller. Lewis propuso la idea de «cultura de la pobreza», la cual incluiría valores prodelictivos 13. Frente al término cultura, la literatura en general parece preferir el término subcultura para denominar a este concepto 14 y Lewis ciertamente lo utiliza también 15. Sin embargo, este autor define cultura como «un diseño para la vida que se transmite de generación a genera-

ambos elementos, existir una relación causalmente espuria, resultar los valores consecuencia la agresión ... 11 Erlangen, 1976: 490. I! Wolfgang y Ferracuti, 1967: 97-99. 13 Lewis, 1961: xxiv-xxvii; el mismo, 1966: 19-25. 14 Harvey y Reed, 1996: 491 nota 1. 15 Lewis, 1961: xxvii.

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ción»!", definición algo ambigua que sin embargo permite incluirsu plan-

teamiento bajo un paraguas cultural en sentido estricto. Además,si en términos más consistentes con nuestra definición, entre una única cultura común en una misma sociedad y más de una cultura en coexistenciaexiste un continuo, entonces el trabajo de Lewisse ubica más cerca del segundo extremo que la mayoría de propuestas aquí revisadas". Por todo ello trataremos la tesis de Lewis-así como la de Miller- como una teoría cultural. Lewisafirma que la pobreza es habitualmente vistacomoalgo puramente negativo, esto es como la ausencia de algo, en particular carecer de medios económicos, la privación económica. Sin embargo, la mismatambiénincluiría aspectos positivos: «tiene una estructura, una base lógica,y mecanismos de defensa sin los cuales los pobres dificilmente podrían seguiradelante»18. Se trata de un estilo de vida que se transmite de padres a hijos y que en el caso de México llevaría arraigado en los sectores más desaventajadosdesde la conquista española hacia 1519.El autor identifica variosescenariosagregados que pueden dar lugar a una cultura de la pobreza que él aprecia en muchos lugares del mundo, incluyendo barrios o subbarrios de Londres, París y México. Entre las características universales de esta cultura se encuentran una relativamente baja esperanza de vida,alta proporción dejóvenes, orientación local, baja formación, desconexión de organizaciones como seguros médicos, sindicatos, partidos políticos, ete., una lucha constante por salir adelante con altas tasas de desempleo, infraempleo, ingresos bajos, ausencia de ahorro y liquidez, escasas reservas de comida en casa, ete., viviendassobreocupadas, falta de intimidad, altas tasasde alcoholismo, etc., baja capacidad para demorar las gratificaciones y planear el futuro, unidas a un cierto fatalismo -esto es que sus vidas están fuera de su control-, entre otras. En relación con los valores an tisocialesy prodelictivos, Lewisseñala que la cultura de la pobreza incluye el machismo y la creencia en la superioridad del hombre Ireute a la mujer, así como el «recurso frecuente a la violencia para resolver disputas, frecuente uso de la violencia en la crianza de la prole, maltrato doméstico a la esposa, iniciación temprana al sexo [... ] una relativamente alta incidencia del abandono de madres e hijos»19. Lewisconcluye que esta cultura «puede verse como un intento de buscar soluciones locales a problemas de los que no se ocupan las instituciones y agencias existentes debido a que las personas no son elegibles para ser atendidas, no se lo pueden permitir o desconfían de ellas»?".

Lewis, 1961: xxiv. Si por el contrario se tratan como posiciones discretas, entonces parece dificil que la segunda opción -que dos culturas autónomas e independientes convivan en un mismo espacio social- pueda darse. 18 Lewis, 1961: xxiv, 19 Lewis, 196]: xxvi. 2" Lewis, 1961: xxvii, 16

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La hipótesis de la cultura de la pobreza, que como vemos toca del delito y la desviaciónalgo de pasada, ha sido criticada desde distintos frentes". En primer lugar, parece ignorar elementos estructurales que constriñen a los individuos, de modo que su cultura es una adaptación a dichas fuerzas que bloquean sus oportunidades. Si se removieran estas limitaciones, también los valores cambiarían 22. La cultura, en efecto, es algo dinámico y es poco plausible que, como cree Lewis, pueda mantenerse durante siglos". Por ejemplo, también se ha visto en este enfoque un exceso de determinismo que no deja lugar para la agencia individual.". Más en concreto, los habitantes del interior de las ciudades tienen en una mayoríade casosun deseo de ser decente... pero sin un empleo es dificil serlo" ... yjustamente el problema que se sufre en estas zonas es el de una carencia de empleo y de oportunidades para accerler a uno, verbigracia por carencia de transporte público ". WJ. Wilson rechaza ver aquí efectos de unos valores particulares, sino de un aislamiento social ocasionado por una acumulación de desventajas estructurales ". La tesis de la cultura de la pobreza, por lo tanto, estaría confundiendo elementos estructurales y culturales. Desde un punto de vistaempírico,]ones y Luo estudiaron si existía una relación entre tres dimensiones de actitudes -ética del trabajo, valoresfamiliares y ética de la dependencia- y la pobreza -una variable (independiente) que distinguía entre pobres y limítrofes con la pobreza por un lado y quienes no eran pobres por otro ". Los hallazgos descartaron la relación con alguna pequeña matización. Así mismo observaron que la raza desempeñaba un rol interactivo sígnificativo". Los resultados, pues, fueron contrarios a la teoría de la cultura de la pobreza, aunque el delito no era la variable dependiente. Finalmente y con un tono más ideológico, se ha visto en el trabajo de Lewisun apoyo para políticas públicas limitadoras de la movilidad socialde los pobres, en particular de los de color".

21 Para una crítica general, con varias dimensiones, vid. Leeds, 1971: 228-281. Desde el estricto punto de vista metodológico, Leeds apunta problemas de muestreo, hipótesis alter nativas y cómo se conectan las interpretaciones con las observaciones, 1971: 227. 22 Anderson, 1990: 240-241 y 245-247; el mismo, 1999: ]08-114, 120-121,166,176-177,234, 286-287,313,316 Y325; Wilson, 1987: 158-159; el mismo, 1996: 72 y 176. 23 Lewis, 1961: xxv. 24 Bourgois, 1995: 16-17; Sullivan, 1989: 243. 25 Anderson, 1976: 31 y 210; Bourgois, 1995: 4 y 135-136. 26 Wilson, 1996: 3-24. 27 Wilson, 1987: 61-62. 28 Sobre la metodología, vicl.Jones y Luo, 1999: 445-447. 29 Jones y Luo, 1999: 447-453. 30 Witson, 1987: 13. Como no es inhabitual con los enfoques (y críticas) ideológicas, nos encontramos con terreno pantanoso por la ambivalencia de unos y otras. Así, Harvey y Reed han visto en el trabajo de Lewis una obra de orientación marxista y anticapitalista que celebra la capa-

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1.3. Preocupaciones

centrales y delincuencia juvenil

Miller ofreció otra teoría cultural -más propiamente criminológica- en sentido estricto y, aSÍ,habla abiertamente de un «sistema cultural particular» y de «fuerzas cul rurales- 31. Miller, pues, hipotetiza que la cultura de clase baja a la que él se refiere incluye elementos prodelictivos genuinos. Esto se traduce en que no se trata simplemente de darle la vuelta a los valores de clase media: si sólo se tratase de algo negativo y no de un «esfuerzo positivo para lograr lo que es valorado por esa tradición y para acomodarse a sus normas explícitas e implícitas», no podría perdurar en el tiempo ". Su teoría no es general, sino que se limita a los delitos cometidos por ciertos miembros de grupos adolescentes de barrios de clase baja". Miller no habla de valores, sino de preocupaciones centrales, un conjunto de las cuales serían características de la clase social baja o al menos unas estarían más presentes en ellos. Estas preocupaciones centrales se refieren a las áreas o cuestiones que tienen en cuenta, a las que atienden, que consideran, que despiertan emociones acentuadas ... los miembros de una clase social. No se trata de elementos unidimensionales que enfocan el comportamiento en una dirección concreta, sino precisamente de temas que figuran en las preocupaciones de los jóvenes; las preocupaciones, entonces, están compuestas por al ternativas. Por ejem plo, MilIer afirma que en la clase media predomina en el chico la preocupación central del éxito evaluado por sus símbolos externos, pero que en la clase baja esta preocupación central cede a la de los problemas y que, por lo tanto, una madre de familia en esta posición social no evalúa al novio de la hija en referencia a la dimensión éxito sino a la de los problemas, o sea si predomina una potencialidad de producir problemas o de evitarlos. Más en general, el estatus se juzga en este ámbito por esta preocupación central y no por el éxito, como en la clase media. En las clases bajas las dicotomías básicas son respetuoso de la ley-infractor, policía-criminal, sheriff-fuera de la ley, et c. -y no, verbigracia, tener o no tener": Las dicotornías desempeñan un rol clasificador de naturaleza cultural fundamental.". Las preocupaciones se encuentran ordenadas de modo jerárquico y ponderadas, ya que en realidad no existen únicamente en las clases bajas, las cuales se caracterizan más bien por el ranking que conceden a aquellas en comparación por ejemplo con la clase media. Finalmente, las preocupaciones centrales tienen un aspecto público, abierto y otro privado o latente; y una orientación que puede ser positiva -confor-

cidad de resistencia de los pobres en vez de culpados por los males que padecen ignorando las condiciones estructurales que se les imponen, 1996: 480 y 483 sobre todo. 31 Miller, 1958: 5-6. '2 Miller, 1958: 19. " Miller, 1958: 5; el mismo, 1959: 63. ~ Miller, 1958: 8. 35 Serrano Maillo, 2016: 468.

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marse con el polo de la orientación de que se trate- o negativa-rechazado o evitado 36. Las preocupaciones centrales de que habla Miller son los problemas, la dureza, la astucia, la excitación, el destino y la autonomía, así como la pertenencia y el estatus". Este es además el orden jerárquico que ocupan la preocupaciones de losjóvenes de clase baja38. Los problemas están conformados por el área del comportamiento infractor de leyesy del respetuoso de las leyes. Unas veces, meterse en problemas e un medio públicamente reconocido de obtener estatus, por ejemplo en un' banda; otras veces,no es reconocido abiertamente así pero de modo latent puede servir a otras funciones; finalmente, en ocasiones existe un compromiso público con el respeto de la ley,pero un compromiso latente o privad de infringida. La dureza incluye la habilidad y fuerza física,la bravura, el atrevimiento, la masculinidad, etc. por un lado; y la debilidad, la cobardía, etc. por otro. Miller afirma que existe entre los hombres adolescentes de las clases bajas una obsesión por la masculinidad que procede de que muchos de ellos s han criado sin una figura paterna. Sin embargo, estosjóvenes pueden adoptar roles públicamente femeninos que privadamente se interpretan como signos de dureza, como el hecho de cocinar ocasionalmente por su familia o grupo. La astucia abarca desde la habilidad para ser más listo que otros, obten r dinero mediante el ingenio, dominar el engaño, etc.; hasta la candidez y la ingenuidad. Ser astuto implica ser capaz de obtener cosaspreciadas mediante la «agilidad mental» y sin «esfuerzo físico».Por eso, en comparación COIl los admirables habitantes de la calle, eljoven cree que el profesor de la escuela sabe muy poco y le desprecia'". Miller afirma que muchos de estos jóvenes ensayan constantemente entre ellos la astucia mediante juegos de cartas o de destreza para ver quién demuestra más competencia. Tambi -'11 describe una práctica que podríamos llamar de toma y dara (r/,nin' the dozens¡ -en sentido común- en el que dos se meten el uno con otro, hacen una gracia sobre el otro, le ponen un poco en ridículo, etc., una especie dejuego en I que se premia la inventivay el ingenio. La excitación oscila entre la búsqueda de sensaciones, la atracción por el riesgo, el gusto por el cambio, etc.; y el aburrimiento, la pasividad,la hornr geneidad, etc. El primer extremo está representado por la «noche dejuerg;' (night on the toum¡» bebiendo, jugando, ligando ... ; y el segundo por estar pasando el rato sin hacer nada con los amigos (hanging out). El destino versa sobre tener o no tener suerte. Muchos de estosjóvenes creen que sus vidas dependen de fuerzas extrañas a ellos sobre las que po ·0 36 37 38 39

Miller, Miller, Millel~ Miller,

1958: 1958: 1958: 1959:

6-7. 6-19; el mismo, 1959: 64-75, 133-134 Y 137-138. 7. 66, 133 Y136, concediendo también un rol a la familia.

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pueden hacer, de modo que es inútil esforzarse por lograr meta alguna. Estasfuerzas no son religiosas,sino están relacionadascon el destino y con fuerzas mágicas,de modo que pueden llevara cabo rituales para ver si cambia su suerte. La idea es que una vezque se comienza a tener buena suerte, ya todo en adelante saldrá bien. Este elemento se puede apreciar en eljuego, que también está relacionado con la excitación -como muestra este ejemplo, las preocupaciones no están desconectadasentre sí40• La autonomía se refiere a estar libre; o sometido a constreñimientos externos, a la autoridad, dependencia de alguien que te da órdenes o te cuida, etc., esto es de nuevo dos extremos. Miller afirma que lo que se valora públicamente es la autonomía, pero que privadamente estosjóvenes buscan que alguien cuide de ellos. En casos extremos, los adolescentes pueden realizar actos desviadospara ingresar en alguna institución t.otal-o incluso escaparse si creen que van a quedar en libertad-, una institución que les controle e incluso que les castigue... lo cual puede verse como una prueba de que alguien se ocupa de ellos, que alguien «lessalvade ellos mismos»41. Miller incluye dos metapreocupaciones centrales más de un nivel analítico superior puesto que dependen de las preocupaciones centrales que acabamos de mencionar: la pertenencia y el estatus. La pertenencia se refiere a formar parte de un grupo, que se diga de uno que «está con nosotros». Esto se logra comportándose de acuerdo con el extremo de problemas, dureza, astucia... favorecido por el grupo e implica acatar las normas de un grupo y violar las de otro u otros. El estatus depende del grado en que se actúe de acuerdo con los extremos de problemas, dureza, astucia... favorecidos por el grupo. En particular, los niveles más altos de estatus se valoran de acuerdo con la adultez que demuestre un sujeto, esto es según su comportamiento se asemeje al de un adulto del barri042• MiIler hipotetiza que losjóvenes de clases bajas que se ven envueltos en delitos lo hacen porque es el medio más factible, de entre los que su cultura considera viables, para obtener «fines, estados o condiciones yue SUll valorados, y evitarlos que son desvalorados».Esto lo hacen aunque conocen, sin duda, la naturaleza ilegal de los actos que realizan, si bien la esperanza de potenciales beneficios por ejemplo en términos de prestigio les hacen inclinarse por el crimen:". Al mismo tiempo, Miller señala que, en general y a pesar de todo, esosjóvenes prefieren no utilizar la violencia. Por ejemplo, ante la perspectiva de una lucha entre bandas, que siempre es algo que infunde gran temor a todos los participantes, lo que suele ocurrir es que cuando un grupo considera considera que ha sufrido un insulto o se le ha faltado al respeto, incursiona en el territorio enemigo en busca de los miembros de la otra banda, pero sin que habitualmente se les encuentre. En tales 40 '11 42 43

Miller, Miller, Miller, Miller,

1959: 1958: 1958: 1959:

68·71. 8-13. 13-14. 65.

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ocasiones, estosjóvenes muestran públicamente su disgusto, pero en el fondo están aliviados:han podido vengar la afrenta ya que han buscado vúlientemente al enemigo y a la vez han evitado una pelea que podría haberles causado daños incluso serios. Miller habla en esos casosde un «patrón r.tualizado. 44. De todos modos, este autor reconoce que no todos losjóvenes de clase baja son iguales y describe tres patrones de adaptación a su situación de desventaja: la de aquellos que permanecen estables debido a que o oien carecen de aspiraciones de mejorar su condición o bien no tienen posibilidades para ello; la de aquellos que sí tienen aspiraciones de ascenso social y lo logran; y, finalmente, la de aquellos que tienen aspiraciones pem no posibilidades y recurren al delito para aumentar su estatus -estos serianlos innovadores de Merton ". 2. SUBCULTURAS 2.1. La sub cultura de la violencia

Un trabajo importante es el relativo a la subcultura de la violencia,d Wolfgang y Ferracuti. El mismo es destacable en primer lugar porque analiza muchos de los fundamentos de la Criminología. Por ejemplo, es inter sante el estudio de los métodos inductivo y deductivo, que tratan de apIovechar de modo conjunto t". En esta misma línea metateórica, Wolfgangy Ferracuti apuestan por la integración, si bien al mismo tiempo rechazan una mera yuxtaposición que toma elementos de modo acrítico y sin saber cómo se van a combinar y conceden la enorme dificultad que subyaceal esfuerzo:". Ofrecen un esfuerzo integrador fundamental al nivel de lasdisciplinas, entre Sociologíay la Psicología y entre Criminología clínica y soci lógica:"; y otro entre factores de riesgo y teorías generales". Otra preocu pación constante de la tesis de la subcultura de la violencia se refiere a !tI medición de los constructos y variables que emplea en sus hipótesis: existe una reflexión constante acerca de los retos y dificultades que afronta el modelo y sobre cómo superarlos, sin caer nunca en un optimismo injustif cado'", El objeto de estudio de su teoría explicativa, sin embargo, es bastan te limitado, centrándose en homicidios no premeditados'"; o en su esuidir I MiUer, 1958: 17-18. Miller, 1959: 72. 46 Wolfgang y Ferracuti, 1967: xx-xxi. En contra del método inductivo y a favor del deducn vo en Criminología, en la tradición de Popper, Serrano Maíllo, 2009a: 42-45. 47 Wolfgang y Ferracuti, 1967: 1-13 y 71-75. 48 Wolfgang y Ferracuti, 1967: xix-xx, 67-71 y 162. 49 Wolfgang y Ferracuti, 1967: 58-67. 50 Vid., verbigracia, Wolfgang y Ferracuti, 1967: 107-113 y 121-140. 51 Wolfgang y Ferracuti, 1967: 141. 44

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sobre Cerdeña concluyen que, al menos aquí, la subcultura se limita a la violencia". Wolfgang y Ferracuti reconocen que el concepto de subcultura es relativamente reciente en Ciencias sociales -apenas se remonta a 1945- y, sobre todo, ambiguo. Su propuesta parte de la existencia de valores y normas culturales en el sentido de que evocan respuestas simbólicas; que los valores se encuentranjerarquizados; y que en una sociedad dada es cierto que algunos valores reciben una afirmación absoluta, pero que en realidad existe una gran variabilidad y no sólo otros valores centrales son rechazados, sino que incluso valores contestados o secundarios para una mayoría pueden resultar afirmados por algunos grupos 53. Es de esta variabilidad de valores de donde pueden nacer las subculturas: las mismas pueden aceptar, rechazar, priorizar, etc. estos elementos culturales sin llegar a salirse del sistema ". Las subculturas, por lo tanto, se encuentran dentro de un sistema cultural superior, pero albergan ciertos juicios y valores particulares que, en cantidad o calidad, pueden incluso entrar en conflicto con aquél y que tienden a provocar un cierto aislamiento de la subcultura y sus miembros. Esta variabilidad tiene la consecuencia de que junto a subculturas toleradas existan otras conflictivas que son rechazadas por la cultura mayoritaria ". Los valores compartidos por los miembros de la subcultura se reflejan en una conducta esperada. En línea con lo que vimos más arriba, pues, entienden que los valores son «estándares normativos que son parte del repertorio de respuestas que un individuo puede utilizar como alternativas de acciónv'"; y que las normas sobre el comportamiento brotan de un sistema de valores. Los valores median la relación entre el individuo por un lado y las normas sociales y la acción por otro " Aunque Wolfgang y Ferracuti conceden un cierto margen en las normas de conducta, el comportamiento de ciertos grupos tiende a ser una manifestación de los valores compartidos por la subcultura'". Estos autores añaden que puede haber subculturas compuestas por grupos independientes que nunca o casi nunca interaccionan entre sí, como por ejemplo conjuntos de pandilleros repartidos por una gran ciudad; que existen diferencias individuales en el seno de los grupos; y que las subculturas incluyen sanciones para quienes violen normas subculturales, por ejemplo excluyendo al individuo del grupo o incluso con medidas más severas 59. Por último, la tesis aquí descrita propugna que los Ferracuti el al., 1970: 110. Wolfgang y Ferracuti, 1967: 97-98. 01 Wolfgang y Ferracuti, 1967: 99. 55 Kluckhohn, 1951: 415; Wolfgang y Ferracuti, 1967: 99-101 y 109-110. 56 Wolfgang y Ferracuti, 1967: 114 (énfasis eliminado), siguiendo en ello aJacob y Flink. 57 Wolfgang y Ferracuti, 1967: 114-115 y 127. 58 Wolfgang y Ferracuti, 1967: 101-102 y 113-115. 59 Wolfgang y Ferracuti, 1967: 102-104 y 106. Estas diferencias individuales de naturaleza biológica o psiquiátrica, sin embargo, no son suficientes para explicar la criminalidad, 200-201 y 220. 52

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valoresse transmiten por un mecanismo de aprendizaje, tomando elementos propios de esta familia de teorías criminológicas, que puede llegar a incorporar la violencia a la estructura de la personalidad de los individuos'". Wolfgangy Ferracuti concluyen con que el hecho de pertenecer a una subcultura que contempla la violenciacomo una opción posible afecta también a la percepción de los contextos en que se mueven. Concretamente, las «variacionesen el mundo circundante, los retos continuos y las frustraciones cotidianas» que todos experimentamos es más probable que sean vistaspor los miembros de una subcultura de la violencia como «estímulos agresivosque demandan una reacción inmediata y una contra-agresión»61. La teoría de la subcultura de la violencia sostiene, para explicar esta forma de criminalidad, que el uso abierto de la violenciaes una consecuencia de un núcleo de valoresque se ha desgajado de la cultura general y que conforman un sistema normativo subcultural. Es por lo tanto un planteamiento agregado, si bien se refleja en las tendencias individuales de los miembros de la subcultura y puede testarse con datos individuales'". Bajo ciertas circunstancias, eso sí, la violencia es una reacción obligada y la inacción no sólo es castigada sino que puede generar sentimientos de frustración y culpa en el sujeto'". Wolfgang y Ferracuti ofrecen una serie de proposiciones relacionadas con su teoría: a) Una subcultura no diverge de modo absoluto de la cultura de la que se ha desgajado. Las diferencias son relativasy siempre existen unos valores compartidos. La cultura de la violencia,por ejemplo, no está compuesta únicamente por valores pro-violentos,sino que es más compleja. b) La violencia no se ejerce de modo constante por los miembros de la subcultura de la violencia,sino únicamente bajo circunstancias determinadas. La mayor o menor frecuencia en el uso de la agresión depende del grado en que la subcultura ha penetrado en la cultura nuclear de que se trate. A un nivel inferior al macro, amén de existir diferencias individuales en destacando entre el final de la adolescencia y la edad media la frecuencia con que se recurre a la violencia por parte de los miembros de la subcultura. e) Las actitudes favorables a la violencia se instauran en los individuos mediante un proceso de aprendizaje; el cual incluye una serie de refuerzos como el daño que se produce a la víctimay el premio del medio empleado. Con el tiempo, la violencia puede convertirse en un hábito. Al misWolfgang y Ferracuti, 1967: 107 y 267. Wolfgang y Ferracuti, 1967: 157. 62 Así en Ferracuti y Wolfgang, 1973: passim, donde utilizan varios grupos según su posición social para testar hipótesis de su teoría. 6' Wolfgang y Ferracuti, 1967: 262-263. 60

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mo tiempo, la subcultura contempla sanciones como la expulsión del grupo para quien no recurre a la violencia, esto es para quien infringe una norma de comportamiento esperado. Finalmente, los miembros de la sub cultura no entienden el uso de la violencia como algo ilícito y, por lo tanto, no experimentan sentimientos de culpabilidad'". Finalmente, Wolfgang y Ferracuti ofrecen algunos ejemplos de lo que podrían ser subculturas de la violencia. Así está el caso de Sicilia, si bien conceden que desde hace tiempo la violencia ha dejado de representar la primera opción para la mafia; el llamado Código «Barbaricino» de Córcega, que exige vengar cualquier injuria y tilda de deshonorable a quien se abstiene de ello, y que se puede encontrar además en algunas partes del Sur de Italia; o la vendetta de Albanova, una comunidad relativamente aislada próxima a Nápoles en la que la violencia es relativamente frecuente y la venganza un comportamiento socialmente esperado ". En un trabajo publicado a principios de los año setenta que revisaba la literatura y al mismo tiempo ofrecía un análisis empírico propio, Erlangen concluía que la evidencia no favorecía a la teoría de la subcultura de la violencia. El autor además observó en sus datos que los pobres de raza blanca era más probable que utilizaran la violencia que los de color -aunque la teoría de Wolfgang y Ferracuti no e refi re en lo esencial al color de la piel, no s raro que este elemento se haya incluido en estudios norteamericanos'". Más importante incluso es que Erlangen concluyó que, aunque la te is fuera en general cue tionable, «Todos los datos disponibles tienen limitaciones de distinto tipo, y no puede decirse que la tesis haya sido testada de modo definitivo»?". Ball-Rokeach contrastó si personas que varían en el recurso a la violencia se diferenciaban por un lado en su actitudes hacia la violencia (hipóteis 1); y por otro en sus patrones valorativos subyacentes (hipótesis 2). Estos segundos son más generales que las actitudes hacia la violencia. La autora mantiene que sus hallazgos no favorecen a la teoría de la subcultura de la violencia debido a que las asociaciones en el caso de la hipótesis 1 son muy modestas; ya que sólo existen diferencias en 6 de los 36 valores analizados para la segunda hipótesis'". De modo adicional, la investigadora no encontró una relación entre valores machistas y violencia; ni diferencias entre internos encarcelados por delitos violentos y no violentos; ni apoyo para la teoría en el caso del hornicidio'". Sin embargo, estos hallazgos son ambi-

Wolfgang y Ferracuti, 1967: 158-162 y 314-316. Wolfgang y Ferracuti, 1967: 272-273,279 Y281-282. 66 Erlangen, 1974: 286 y 289, así como 282-284 sobre los datos empleados. 67 Erlangen, 1974: 289. 68 BaH-Rokeach, 1973: 739 y 747 para la primera hipótesis y 742 Y747 para la segunda, 737739 sobre los datos utilizados y la metodología seguida, así como 742-743 con las conclu iones. 6" Ball-Rokeach, 1973: 741 y 743. 61

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~uos: aunque el tamaño del efecto en el caso de la hipótesis 1 sea modesto, -existe una asociación estadísticamente significativa entre valores proviolentos y comportamientos agresivos; y el hallazgo de 6 asociaciones no puede desecharse sin más?". Baron y sus asociados estudiaron la relación entre valores subculturales proviolen tos y ejercicio efectivo de la violencia en jóvenes sin hogar, y encontraron pruebas a favor de esta hipótesis. Al mismo tiempo identificaron algunas variables relacionadas con la adquisición de valores subculturales de este tipo en la familia, familias que habitualmente tenían en el caso de estos sujetos una orientación pro-agresiva; y en interacciones durante la vida en la calle. Sus experiencias negativas llevan a estar personas a adoptar un estilo de vida desconfiado y defensivo y en ocasiones a recurrir a la violencia.". Pese a que la muestra era pequeña, incluyen algunos controles importantes, aunque se echa de menos alguno más. En un estudio multinivel de Islandia, Bernburg y Thorlindsson encontraron que una serie de valores se relacionaban con la agresión tanto para chicos como para chicas. En particular, informan de la existencia de varios conjuntos homogéneos de valores, de entre los que nos interesan los que denominan «valores de neutralización»; y de que niveles más altos en este factor principal se relaciona con una mayor tendencia al comportamiento agresivo a nivel individua!". Este es un estudio sólido, si bien hubiera sido conveniente que controlaran el autocontrol y la delincuencia de los pares 73. Cao y sus colegas analizaron si el uso de violencia era favorecido más por blancos o por personas de color y encontraron que sí, pero en un sentido opuesto al hipotetizado según estos investigadores por Wolfgang, Ferracuti, Curtis y otros. Por un lado, los blancos favorecían más que sus compañeros de color el recurso a la violencia en casos defensivos -como golpear a un extraño que ha entrado ilegalmente en la casa de unc--; mientras que por otro lado no había diferencias en casos ofensivos -corno golpear a un extraño que se está manifestando en contra de algo en lo que cree el ofensor 74. Cao y sus colegas, sin embargo, no tienen en cuenta que, como se dijo, la subcultura de la violencia no se limita a distinguir según las razas -aunque

70 Ball-Rokeach achaca la significación estadística al tamaño muestral, pero fácilmente podría haber repetido los análisis con una subrnuestra aleatoria; y el de las 6 asociaciones a un producto del azar, que es una explicación posible pero no necesaria, 1973: 739. Aunque el estudio utiliza la escala de valores de Rokeach, que quizá no sea la más indicada para testar la teoría de referencia ya que ésta no hipotetiza una contraposición entre valoresWolfgang y Ferracuti no proponen una contracultura-, en todo caso debería arrojar diferencias entre miembros y no miembros de la subcultura de la violencia si es que ésta existe. 71 Baron et al., 2001: 767-775 para los datos y 779-780 para los resultados. 72 Bernburg y Thorlindsson, 2005: 469 y 471; Y461-464 para los datos y la metodología. " Sin estas variables, los modelos pueden estar mal especificados. 74 Cao el al., 1997: 373-374, así como 369-373 sobre la metodología, 370-371 en particular para los ítems mencionados.

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ello es relevante-; y, sobre todo, que se remite a grupos más concretos de individuos, en el caso típico desfavorecidos socioeconómicamente y que viven en los centros de las grandes ciudades nortearnericanas75. Caramazza y Leone aplicaron la teoría de la subcultura de la violencia a los secuestros en Cerdeña. Estosautores encontraron una evoluciónen este fenómeno a lo largo del tiempo en el sentido de ir adquiriendo un carácter más organizado frente a unas prácticas originariamente esporádicas. Estos cambios tuvieron como consecuencia un aumento de la frecuencia de los secuestros desde mediados de los años sesenta del siglo pasado, una ampliación de las zonas de riesgo y una ampliación de las víctimas a extranjeros, sobre todo turistas 76. Sin embargo, los autores sostienen que la etiología y naturaleza de los secuestros no había variado en lo esencial, sino que sencillamente se había adaptado ligera y superficialmente a unas nuevas circunstancias. La explicación de la subcultura de la violencia sigue siendo válida para estos autores. Caramazzay Leone encuentran que el origen de los secuestradores y su modus operandi no había cambiado, sino que había una continuación de una tradición ancestral. En otras palabras, se aprecia «una continuidad de un modelo tradicional de criminalidad y no se creó un nuevo tipo» 77. Así, los secuestrados eran retenidos en cuevas en el interior montañoso de la isla,se contactaba con sus familias mediante cartas evitando el teléfono y otras formas más actuales de comunicación ... exactamente igual que rechazaban otros avances tecnológicos y se enorgullecían de su labor pastoril, que era su ocupación habituaF8. Caramazza y Leone explican esta tradición de secuestros por un viejo sistema que es antagonista del sistema general y «se basa en la agresión, la violencia, la rebelión contra el sistema legal»79. Se trata, pues, de una serie de valores subculturales nacidos de una serie de condiciones históricas adversas como la opresión fiscal, malos gobiernos, etc. y que se ha podido mantener por el aislamiento de la región: se trata de una «subcultura violenta», de una comunidad que ve el secuestro tan inmoral como el pastoreo'". Este valioso estudio es consistente con la tesis de la subcultura de la violencia pero, al carecer de una naturaleza cuantitativa, no permite estimaciones precisas ni excluir otras potenciales explicaciones. Ousey y Wilcox, en un estudio multinivel bastante sólido, vieron que, controlando variables agregadas e individuales importantes, existía una relación entre valoresviolentos y violencia al nivel de los individuos, una rela-

75 Los autores controlan por los ingresos familiares mediante una variable ordinal de 5 categorías respuesta, sin que las diferencias entre blancos y personas de color sean muy distintas (rnedías=í.Iz y 3,55 respectivamente), Cao et al., 1997: 371-372. 76 Caramazza y Leone, 1984: 30-40. 77 Caramazza y Leone, 1984: 70. 78 Caramazza y Leone, 1984: 40-45 y 68. 79 Caramazza y Leone, 1984: 70-71. 80 Caramazza y Leone, 1984: 68 y 69-72.

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ción que era relativamente constante a lo largo de las escuelas incluidas en su muestra. Al mismo tiempo, comprobaron que, a nivel agregado, el nivel de violencia de las escuelasse relacionaba positivamente con su nivelmedio de valores proviolentos'". En otro estudio sencillo, con pocos controles, Smith encontró pruebas de una subcultura de la violencia entre jugadores amateurs canadienses de hockey sobre hielo, si bien únicamente para violencia relacionada con la práctica del deporte, no fuera del mismo.Además, no encontró que existiera relación entre clasesocial y violencia82. Aunque a mijuicio la tesisnuclear de Wolfgangy Ferracuti hace referencia a valores, es cierto que también mencionan que la subcultura de la violencia puede operar de modo indirecto. Puesto que no recurrir a la violencia es algo demandado por el grupo, abstenerse de utilizarla puede ser objeto de sancionesinformales. De este modo, al margen de los valores que uno albergue, puede verse compelido a la violencia por la presión del grupo. Este mecanismo está claramente descrito, aunque sea de pasada, por los autores: «La contranorma es la no violencia. La violación de la violencia esperada y requerida probablemente terminará con la expulsión del grupo»83. Uno de los primeros en testar esta versiónde la teoría fue Erlangen, aunque sin apoyo empírico para la misma'". Quienes han hecho popular este mecanismo de la teoría de la subcultura de la violencia han sido R. Felson y sus colegas, quienes hablan de «Un proceso alternativo -referido aquí como "control social"-»y citan a Reed en apoyo del misrno'". El estudio, que es multinivel, está centrado en escuelas, y los investigadores observan que en unas es más probable que una respuesta agresiva a una provocación reciba el beneplácito de los pares que en otras; y que, a nivel individual, la delincuencia es más un sometimiento a las demandas o al control del grupo que la aceptación o internalización de una serie de valores'". Un problema metodológico del estudio de Felson y sus asociados se refiere a la falta de control de variables fundamentales en Criminología, en particular de la tradición del control social, en la que parecen ubicar su hipótesis estos investigadores'". Otros autores han encontra-

81 Ousey y Wilcox, 2005: 13 y 15-16 sobre todo, 9-12 sobre los datos. Estos investigadores, como suele ser habitual, no estudian la dimensionalidad de los valores, sino que se limitan a sumar las respuestas a ítems individuales que se asume que son indicadores de una variable latente, 10. 82 Smith, 1979: 243-244 y 239-242 sobre los datos empleados. 83 Wolfgang y Ferracuti, 1967: 160. 81 Erlangen, 1976: 488. 85 Felson et al., 1994: 157. No importa repetir que este mecanismo estaba descrito, acaso de pasada, pero en un lugar destacado de la obra fundamental de Wolfgang y Ferracuti. 86 Felson et al., 1994: 168-170, y 158-162 para conocer la parte metodológica. 87 Esta crítica para este estudio ya en Ousey yWilcox, 2005: 15 y 17. Otro problema no ignorabie es que los autores señalan un problema de colinealidad severa y toman una serie de medidas correctoras, vid. Felson et al., 1994: 163 y 165-166. Sin embargo, no existe ningún test formal de la hipótesis de multicolinealidad y, sin duda, el mero hallazgo de una correlación relativamente

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do evidencia favorable a esta hipótesis del control social'"; mientras que la evidencia que observaron otros más la contradice'". Cuando los análisis se refieren estrictamente a los valores individuales,la evidencia es favorable a la tesis de Wolfgangy Ferracuti 90. Finalmente, la tesis de la subcultura de la violencia +O al menos una versión de la misma- se puede emplear para explicar el estilo de vida de ciertos grupos de personas, como es el caso de las trabajadoras sexuales de Miami estudiadas por Surratt y otros con una metodología en parte descriptiva y cualitativa. Estos autores encontraron que muchas de las mujeres de su muestra habían sufrido abuso físico (45 por ciento) y/o sexual (50 por ciento) durante su infancia; así como que muchas habían sido atacadas violentamente por sus clientes en el último año (40 por ciento), incluyendo violaciones (12,9 por ciento). Una mayoría de ellasconsumía alcohol y drogas y algo menos de la mitad no tenían hogar. Dicho con otras palabras, se veían expuestas a «encuentros violentos en sus vidas cotidianas [... ] el conflicto y la violenciainterpersonal habían permeado las vidasy la experiencia de estas mujeres desde una temprana edad». Surratt y sus colegas sostienen que estas trabajadoras callejeras del sexo han vividoy vivenen una «subcultura de la violencia» e incluso abren la puerta a la presencia de creencias subculturales -por lo tanto más en línea con Wolfgangy Ferracuti- cuando escriben que ellas consideran el abuso «esperable e inevitable»91.

2.2. La subcultura de la pobreza de personas de color

Una versión heterodoxa de las tesis de Lewisy Wolfgang y Ferracuti es la llamada subcultura de la pobreza de personas de color. Curtís revisó la distribución de delitos graves siguiendo una metodología comparada y encontró que uno de los pocos patrones que trascendía fronteras era el carácter intragrupal del homicidio -dicho con otras palabras, los homicidios tienden a tener lugar entre agresores y víctimasde la misma «raza, etnia, casta, y así». Por ejemplo, para 17 ciudades norteamericanas en 1967, el 65,7 por ciento de los homicidios, el 65,9 por ciento de los asaltos agravadosy el 59,6 de las violaciones tuvieron como agresor y VÍctimaa dos personas de color; elevada, aunque no exagerada, entre dos variables y el cambio de un signo no son pruebas definitivas. Otras potenciales infracciones de las asunciones del modelo no son revisadas. La consideración básica es el recurso a un tipo de regresión (ridge regression) que es controvertida -personalmente no la recomiendo. 88 Bernburg y Thorlindsson, 2005: 469. 89 Ousey y Wilcox, 2005: 14-15 y 16-17, con consideraciones más generales sobre el trabajo de Felson y otros. 90 Los análisis con ridge regressum arrojan pruebas mixtas sobre la teoría de la subcultura de la violencia a nivel de valores individuales; los análisis básicos arrojan pruebas inequívocas a favor de la teoría, dejando de lado el problema mencionado en el texto de los controles. 9l Surratt et al., 2004: 49-55, citas tomadas de 51 y 55.

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yel 24 por ciento de los homicidios,el 23,9por ciento de los asaltosagravados y el 29,6 de las violacionestuvieroncomo agresor yvíctimaa dos personas de raza blanca -el resto, menos delll por ciento en cada caso,agresor y víctima eran de una de raza blanca y otra de raza negra'". Añade que, aunque el acceso a armas de fuego desempeña un rol fundamental, existen determinantes más poderosos de las tasasde homicidios de tipo cultural.". Curtis concluye a partir de estos datosque «elhomicidio y la agresión están guiados por profundas tendencias culturales»94. Siguiendo a Wolfgangen su idea de homicidio precipitado por la víctima95, Curtis observa que en algunos delitos violentos la víctima ha atacado primero o simultáneamente al agresor, hasta el punto de que el resultado lesivopor ejemplo en un homicidio, puede depender de la casualidad -como quién ha accedido a un arma de fuego-; lo cual puede sugerir que la agresión como valor puede estar presente tanto en los agresores como en las víctimas, que quizá formen parte de una misma unidad social'".Otro hecho especialmente destacable para Curtis es la frecuencia desproporcionada de los delitos cometidos por hombres de color de estatus sociocconómico bajo de grandes ciudades. Para explicar estos fenómenos este autor plantea un modelo cultural y rechaza que la gente de color norteamericana no tenga más cultura que la mayoritaria o que la que tengan sea un batiburrillo de creencias inconexas. Antes al contrario, existe una tal cultura y en particular algunos valores que merece la pena conservar y defender. Curtis recurre a una modalidad amplia de cultura que incluye en su concepto «valores,comportamientos, actitudes, metáforas, expectativas, definiciones de la realidad y significados específicos de una comunidad que los comparte» 97. Reconoce elementos estructurales detrás de dicha subcultura: bloqueo de oportunidades económicas y racismo institucional; al tiempo que pide concentrar las políticas públicas en los elementos estructurales, lo cual hará variar los culturales como consecuencia 98. La subcultura de la pobreza de personas de color se estructurarÍa de acuerdo con Curtis en torno a una serie de dicotomías. Además, al incluir Curtis en su definición de cultura tanto comportamientos como valores, la conexión causaltípica de muchos modelos culturales se diluye. Su propuesta es de este modo original y genuinamente cultural. Las dicotomías o «parámetros descriptivosmedibles» son los siguientes: creencia en el determinismo-creenciaen el libre albedrío; expresión demostrativa-expresiónmecáni92 93

Curtís, 1974a: 21. Curtís, 1974a: 161.

Curtís, 1974a: 20-32, 20-24 sobre todo, sobre la raza, cita tomada de 160. Wolfgang,1958: 258-265. 96 Curtís, 1974b: 595-598; si bien el autor rechaza al mismo tiempo una extensión extensiva del concepto de precipitación del delito por parte de la víctima, como en el caso de definir de este modo delitos contra la libertad sexual de personas que practican autostop, 604. Y7 Curtís, 1975: 2, s7-9 y 12, cita tomada de 7. 98 Curtís, 1974b: 604; el mismo, 1975: 17-18 y 126; el mismo, 1978: 170. 91

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ea en el discurso y la acción; identificación con la resignación y la tragedia-ausencia de identificación; estilo de vidaflexible-inflexible;y cinismo hacia los motivos de las personas-fe en los motivos de las personas. La subcultura de la pobreza de personas de color se caracteriza en particular por favorecer el primer término de cada dicotomía: creencia en el deterrninismo; expresión demostrativa; identificación con la resignación y la tragedia; estilo de vida flexible; y cinismo hacia los motivos de las personas'", Con este esquema, Curtis construye una subcultura -no una cultura-lógicamente consistente en la que los elementos de la cultura dominante conservan su rol y no es preciso recurrir a una inversión de las normas convencionales.Esta subcultura permite adaptarse a unas condiciones estructurales que pueden ser muy adversasy puede incluir el delito violento l'", 2.3. La subcultura de los skinheads neonazis norteamericanos (SNN) Uno de los puntos de partida de Hamm en su trabajo sobre skinheads neonazis norteamericanos (SNN) es que se trata de una realidad diferente a la de lasbandas -algo con lo que este trabajo no puede estar más de acuerdo. Si las bandas son a menudo el resultado dejóvenes que se rebelan contra condiciones opresivas que pueden estar ocasionadas por el racismo, el fenómeno que estudia este autor no encaja en aquel molde 101. Hamm afirma que se forma parte de un grupo de SNNcomo resultado de su propio racismo individual; que la violencia es parte del estilo subcultural de estos grupos; que esta violencia tiene como finalidad únicamente «promoverun cambio político instalando el miedo en gente inocente»; que sus componentes proceden de los sectores más marginales de entre losjóvenes norteamericanos; y que comparten una misma ideología, como es la neonazi; un mismo estilo de vestir que incluye cabezas afeitadas y ciertas prendas de vestir,calzary adornarse; y un mismo estilo de música que incluye el llamado power-rock blanco o, más genéricamente, la power-music blanca; mientras que entre susvalores no hay sitio para el amor o la ternura -como en otras agrupaciones criminales de jóvenes- sino nada más para una especie de dominio político absoluto y fantasioso 102. En el caso de los SNN, Hamm dedica mucha atención a lo largo de su trabajo a un individuo particular que utilizaba medios de comunicación, publicaciones,conciertos, etc. para hacer apología de este movimiento neonazi y racista; yal que concede un rol causal nuclear en su dispersión 103. Curtís, 1975: 12. Curtis, 1978: 166. 101 Harnm, 1993: 62; el mismo, 2001: 157-163. 102 Hamm, 1993: 62-65, 71 Y73-75, cita tomada de 62; el mismo, 2004: 326. En particular, sobre la relevancia de la música en estos contextos, vid. el mismo, 2003: 201-217. 103 Harnm, 1993: 65-68, 152 Ypassim. 99

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Este sujeto fue además el creador de ciertas asociaciones supremacistas blancas. Hamm evoca aquí un trabajo clásico de Yablonsky104 en el que se describen bandas juveniles delincuentes lideradas por un psicópata105. Todo esto es relevante porque, según Hamm, una política criminal eficaz exige estar atentos a estos sujetos particulares y,sobre todo, evitarque tengan acceso a una financiación ilegal, que puede incluso proceder de delitos graves 106. Los SNN utilizaban algunas estrategias de reclutamiento como conciertos y otros eventos y fiestas, revistas para jóvenes, propaganda de diversa naturaleza, internet y empleos informales como guardias de seguridad.'?", Sin embargo, parece que la mayoría de los miembrosbuscaron ellos mismos estas organizaciones 108 -esto es, qll~ no fueron reclutados-, lo cual concuerda con lo que Hamm señala sobre la etiología: un racismoy odio graves. Hamm introduce una distinción entre los SNN:quienes han cometido actos terroristas y quienes no. Para los primeros existe la norma de la violencia: «laviolencia es la norma entre los terroristas; es una parte fundamental de su estilo subculturaL La no violencia, por lo tanto, es una forma de desviaciónen el seno de una subcultura terroristajuvenil» 109. Sin embargo, esta violencia no es vista por los SNN como algo predatorio e ilícito. Antes al contrario, la misma se percibe como una vía necesaria para proteger los valores del grupo y siempre como una respuesta a un agresión previa, de modo que la violencia neonazi es percibida por su perpetradores como una acción virtuosa amparada por la legítima defensa y que nunca es gratuita sino instrumental 110. Eso sí, una camiseta con un cierto mensaje puede ser suficiente a los ojos del SNN como para justificar una agresión brutal!". Hamm considera que los grupos SNN aparecen en contextos sociales determinados. En primer lugar, observa que entre los correlatos o quizá causasfiguran la posesión de armas y la exposición a ciertos grupos de música y a ciertos medios que pueden lanzar mensajes racistas, elementos que se encuentran protegidos constitucionalmente en Estados Unidos. En segundo lugar, apunta a las políticas conservadoras de Estados Unidos y Reino Unido de los años ochenta 112. A un nivel individual, Hamm descarta diver-

104 Yablonsky, 1962: 195, quien en realidad no limita el calificativo de sociópata o psicópata a los líderes. 105 Harnm, 1993: 71. 100 Hamm, 1993: 212. 107 Hamrn, 1993: 68-7l. 108 Hamm, 1993: 167-168. 109 Hamm, 1993: 155. 110 Hamm, 1993: 156-158. Hamm pone el ejemplo de los ritos de paso en los que se utiliza violencia -en la tradición durkheimiana pueden servir para entrar en el grupo operando una transformación en el individuo, y habitualmente incluyen sufrir dolor-, que son desconocidos entre los SNN, 158-159. 111 Hamm, 1993: 156-157. 112 Hamm, 1993: 160 y 212-215.

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sas variables que aparecen habitualmente en Criminología 113, como es el caso sobresaliente en su caso de los pares delincuentes, que a su juicio no despliegan ningún rol relevante en los SNN114. En otros lugares, sin embargo, concede un rol al aprendizaje 1 15. Hamm ofrece una teoría sobre las subculturas terroristas juveniles. J óvenes procedentes de familias de clase trabajadora relativamente bien ajustados socialmente entran en contacto con la power-music blanca y determinadas publicaciones y medios que hacen nacer en ellos fantasías e incluso paranoias. De acuerdo con estas creencias infundadas ciertos grupos sociales conspiran contra los intereses y el honor de la clase trabajadora blanca. Estas convicciones les llevan a buscar transformarse activamente a sí mismos: abandonar sus realidades cotidianas para «convertirse en algo mayor, algo que les engrandezca como personas. Se convierten en skinheads». Como consecuencia de la amenaza que representan las personas de color, los homosexuales y losjudíos, comienzan a pensar en la necesidad y justificación de la venganza frente a estos grupos -de modo sobresaliente hacia hombres de color que salen con mujeres blancas, homosexuales que no ocultan su orientación e inmigrantes que tratan de integrarse en la sociedad norteamericana. Finalmente, Hamm señala dos factores desencadenantes de la violencia: las armas y la cerveza 116. Ya se dijo que este patrón sólo puede tener lugar en un determinado contexto social Como puede apreciarse, otra aportación interesante de Hamm es su sugerencia de que una parte del proceso causal es una creación de los propios sujetos, los cuales buscan activamente su transformación personal '!". Los SNNconforman una subcuItura y sus valores despliegan un rol causal decisivoen su uso de la violencia. Albergan creencias morales contrarias a la moralidad mayoritaria, favorecen la venganza y admiran a los nazisy su ideología a la par que odian a ciertos grupos como los hombres de color, los homosexuales o losjudíos: «Sus almas están llenas de caos. Su moralidad requiere violencia, y se ejerce la violencia» 118. 113 Entre estas variables que Hamm descarta se encuentran la alienación y los vínculos sociales, 1993: 162-169. '''' Hamm, 1993: 155-156,159,160 Y168. 115 Hamm, 1993: 154. 116 Hamm, 1993: 210-212, cita tomada de 211 el mismo, 2004: 326-327. 117 Hamm, 1993: 210-211; el mismo, 2004: 327. 118 Hamm, 1993: 197-205, cita figura en 205. En un estudio sobre redes en Estocolmo, Sarnecki encontró un grupo de extremistas izquierdas y de derechas; y escribe que «todos los delitos cometidos por losjóvenes de extrema izquierda parecían motivados políticamente», así como que, aunque para el otro grupo había más dudas, «La diseminación de tales "ideologías neutralizadoras" podría muy bien ser una de las funciones más importantes de las redes de extrema derecha», 2001: 115-116 y 120. Sobre este trabajo puede decirse que Hamm cuenta con muy pocas observaciones y limita sus análisis cuantitativos a comparaciones bivariadas, sin control alguno. Cualquier conclusión causal o incluso predictiva parece dificil de justificar.

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2.4. Terrorismo yihadista interno y subcultura

Algunos autores han aplicado modelos culturales al llamado terrorismo yihadista. Este es el caso en España de Caño Paños, quien se decanta por el término subcultura y parte de dos modelos teóricos:el del conflicto cultural de Sellin J 19 Yel de la subcultura de clase trabajadora de Albert Cohen 120. Cano Paños cree que la inmigración yla residencia en comunidades aisladas favorece la coexistencia de «dos culturas y sociedades:estosjóvenes forman parte de ambas, pero no pertenecen a ninguna», de modo que «necesitan definir su identidad y encontrar su lugar en el mundo» 121. Piénsese por ejemplo del individuo que se ve expuesto a una cultura en su casa y a otra, la mayoritaria, en la escuela. En estos casos puede darse una radicalización de esosjóvenes: la radicalización, que puede ser «una sorprenden te transformación» 122, es un proceso por etapas en el que individuos que se ven discriminados, están descontentos con su vida y no encuentran sentido a su existencia pueden abrazar una subcultura terrorista. En concreto y de modo más formal, cuatro son los procesos que Cano Paños hipo tetiza relacionados con la radicalización, a saber. a) b) e) d) e)

Ausencia de sentimiento de pertenencia a la sociedad de acogida. Escasasperspectivassociales y profesionales de éxito. Conflictos bélicos que se perciben como ataques al Islam. Eventos sociales que igualmente se perciben como ataques al Islam. Factores individuales 123.

Bajo estas circunstancias, pues, estosjóvenes buscan una identidad y la encuentran en grupos subculturalesjuveniles yihadistas:«el Islam les otorga

Cano Paños, 2006: 19-24 y 29; el mismo, 2011: 74; el mismo, 2016: 305. El profesor de la Universidad de Granada también selecciona el modelo de Albert Cohen (1) -que a mijuicio no es compatible con el de Sellin- y compara las características del delito en el autor americano y en el terrorismo yihadista interno, en particular suicida. Sin embargo, Cohen parte de la base de que los miembros de las subculturas delictivas buscan un estatus que favorece la sociedad en general, si bien transforman los criterios de estatus para poder acceder al mismo al menos en su grupo ya que el más general les está vedado. En este escenario, estar vivo no es un signo de estatus, sino una condición para alcanzarlo. Cometer un atentado suicida -en los ejemplos que propone el autor (2)-, por lo tanto, no es algo consistente con la teoría de Cohen ya que la misma no contempla que losjóven es desviados puedan buscar un estatus en otra vida. Según el relato de Cano Paños, los jóvenes suicidas no parecen apreciar el estatus de sus pares de clases favorecidas, sino despreciarlo y sus valores no parecen ser simplemente los de las clases medias al revés, sino que parecen tener un contenido propio. Finalmente, morir violentamente no debe ser divertido; y si se muere para alcanzar algún premio en otra vida, entonces los eventos terroristas no se hacen por el mero hecho de hacerlos. (1) Cano Paños, 2016: 326-336. (2) Cano Paños, 2016: 333. 121 Cano Paños, 2016: 305. 122 Cano Paños, 2009: 29. 123 Cano Paños, 2016: 307-314. 119

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un sentido a sus vidas», encuentran «una nueva patria a la que denominan Islam» 124. El mismo autor sostiene, en todo caso, que en realidad existen varios tipos de terroristas islamistas!". A nivel agregado, Cano Paños mantiene que en algunas ciudades europeas y españolas en particular se estarían formando «sociedades paralelas» de grupos de individuos más o menos homogéneos que elegirían aislarse de la sociedad mayoritaria, y que estas comunidades serían un lugar propicio para el reclutamiento de terroristas yihadistas 126. Una aportación significativa de Cano Paños es que contempla la aparición de subculturas en el interior de un país o cultura 127, cuando la mayor parte de la literatura española sólo contempla esta posibilidad como resultado de la llegada de inmigrantes.

2.5. «El código de la calle» Uno de los trabajos más impactantes de las últimas décadas es el de Elijah Anderson sobre lo que denomina el «código de la calle», el cual parte de un trabajo etnográfico del autor. En ciertas áreas urbanas caracterizadas por la depresión económica y la criminalidad, en particular el tráfico de drogas a pequeña escala, «las reglas de la ley civil se han visto seriamente debilitadas, y en su lugar un "código de la calle" toma a menudo mucha fuerza». En estas zonas alienadas de grandes ciudades donde la policía tiene una escasa influencia y un interés mínimo y la propia seguridad depende de uno mismo, surge una especie de «Derecho de la gente» y de «justicia callejera» 128. Sobre todo resultan importantes para evitar la victimación el respeto -ser tratado de modo correcto- y la capacidad de hacer creíbleque uno se va a vengar si es ofendido. El «código de la calle» consiste en «un conjunto de regIas informales que gobiernan el comportamiento público informal, particularmente la violencia». Se trata de unas normas de carácter cultural que a veces son opuestas a las de la sociedad mayoritaria, que se hacen cumplir aplicando sanciones a los infractores por las personas de orientación callejera y que pueden admitir la violencia como algo que se aprueba 129. Conocer el código se relaciona con una especie de «astucia callejera» que implica saber cómo comportarse en las distintas situaciones que pueden darse en la vida cotidiana de los barrios interiores de las ciudades 130. El código se aprenCano Paños, 2016: 316, así como 314, 322 Y324; y, el mismo, 2009: 17-20. Cano Paños, 2009: 36. 126 Cano Paños, 2011: 67, sobre la idea de sociedadesparalelas, vid. 50, 52-53 Y73. 127 Cano Paños, 2009: 17. 128 Anderson, 1999: 9-10 y 34; así como el mismo, 1976: 185; el mismo, 1990: 194; el mismo, 1994: 81-82 y 94; el mismo, 2002: 1547. Bourgois, 1995: 174, habla de una cultura callejera. Abundan sobre la desconfianza hacia la policía, Padilla, 1992: 63 y 89. 129 Anderson, 1999: 33, de donde procede la cita anterior. 130 Anderson, 1990: 230-232 y 252-253. 124

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de desde la infancia, en un proceso que no está muy alejado de la asociación diferencial y el reforzamiento'!', Incluso en una zona relativamentedelimitadase pueden distinguir áreas más concretas entre las que existen diferencias significativasen materia de seguridad y delito. Si algunas parecen integradas y sus pobladores son respetuosos de las leyes+",en otras domina el crimen y el miedo al delito 13~. Así, cierto parque sirve de escenario para que la gente ofrezca una determinada imagen o presentación de sí misma, por ejemplo respondiendo de modo agresivo a una disputa o incluso amenazando con un arma de fuego. En esta área el rechazo de la leyes visibley,en su lugar, el código de la calle determina la forma de comportarse en estassituaciones-un código que los habitantes de estos lugares deben conocer y al que deben ajustarse 134. En estas zonas donde predomina el miedo yeso implica que las normas mayoritarias no se apliquen, como la señora que espera C011 su coche en medio de la calle, interrumpiendo el tráfico, mientras su acompañante se corta el pelo, sin que nadie se atreva a decir nada para evitar un posible conflicto. Anderson serialaque el código de la calle -que invita a evitar cualquier tipo de confrontación- «proporciona un elemento de organización socialy realmente reduce la probabilidad de violenciaaleatoria» 13.". Los barrios interiores de la ciudad están compuestos por familiasdecentes y callejeras. Lasprimeras se preocupan por sus hijosy tienen esperanzas en su futuro, tratan de educarles en los valoresmayoritarios136, les sirven de modelos poderosos y se esfuerzan por mantenerles alejados de las calles, incluso en el muy habitual caso de familias monoparentales. Los hijos de familias decentes no lo tienen fácil en la escuela y cuando están fuera de casa cuando sus valores tienen que competir con los del código de la calley a menudo se enfrentan a un dilema de difícil solución: perseverar en la decencia o sucumbir al código de la calle 137. Así,Bourgois relata el caso de la madre que está en contra de su hijo robe, pero que no puede hacer nana 138. Como vemos,estasfamiliasdecentes no pueden aislarsedel código Anderson, 1999: 67-71, 136 Y150. Anderson, 1999: 16 y 18. 133 Anderson, 1999: 29-30 y 37 por ejemplo. 13-1 Anderson, 1999: 22-23; existen otros escenarios de este tipo, como las escuelas, 93-98. 135 Anderson, 1999: 20, 26-27, 29 Y310, cita procede de 27. Sin embargo, existe aquí una fuente de ambigüedad ya que no se sabe si la señora está infringiendo el código de la calle ya que ignora qué puede pasarle según a quién interrumpa el camino =rnás abajo volveremos sobre si la adopción del código de la calle reduce la victimación-; o no, ya que puede ser una muestra de osadía y, por lo tanto, de instaurar temor en otros. Por este motivo no es posible equiparar el código de la calle con un código moral, que sí debe ofrecer una organización social clara, por utilizar el término de Anderson. El código de la calle tiene un carácter prudencial, no moral: nadie puede decir que quien con buenas palabras invita a la señora a dejar de obstruir la calle infringe algún mandato moral, aunque seguramente no sea lo más prudente. 136 Guerra, 2013: 270. IS7 Anderson, 1999: 93-106. 138 Bourgois, 1995: 197. ISI

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de la calle y al menos ocasionalmente deben desplegar algún tipo de amenaza para evitar su victimación presente o futura, como la madre que tiene que tomar un bate de béisbol y mostrarse agresivapara evitar que unos vecinos agredan a su familia. La idea nuclear de Anderson es que estasfamilias decentes encuentran muchas dificultades en estosbarrios interiores de la ciudad 139, sobre cuyo espacio público han perdido el control 140. La decencia rechaza el delito y genera un cierto respeto para quienes la poseen 141. Por el contrario, las familiascallejeras tienden a tener vidasdesorganizadas, a ser desconsiderados e irrespetuosos con los demás, enseñan a sus hijos valores de dureza y mala educación y sus deberes como padres los cumplen de modo esporádico 142. Para éstas,el delito puede ser una fuente de orgullo -y no sólo una fuente de ingresos-, sobre todo cuando no tienen otra 143; quizá incluso desde una edad relativamente ternpranal". Como se ha mencionado, Anderson sostiene que el respeto eaun elemento esencial de la vida en los barrios interiores de la ciudad no sólo porque sirve de protección frente a la victimación, sino también porque permite una mínima autoestima que de otro modo podría desaparecer 145. El respeto, sin embargo, es algo difícil de conseguir y fácil de perder y su conservación exige una lucha casidiaria, o sea que es precario 146. En buena medida, el código de la calle gira en torno a la adquisición y mantenimiento del respeto 147. El respeto implica que sea creíble que el sujeto vengará cualquier afrenta, que no tiene miedo y que está dispuesto a recurrir a la violencia 148. Existen también aquí una valoración positiva de la masculinidad, esto es una magnificación de la fisicalidady la rudeza y una cierta posición privilegiada de los hombres, una exaltación del machismo 149. El código permite el delito, en particular el menudeo de drogas, y la violencia1.00: «Elcódigo mantiene que la fuerza hace el derecho a que, si está cualificado, una persona que necesita algo puede sencillamente tomarlo I~'¡ Anderson, 1994: 84-86; el mismo, 1999: 33, 37-45, 55-65, 72,145-146 Y287; el mismo, 2002: 1542-1543. La decencia también se manifiesta fuera del ámbito familiar, en una especie de «grupo primario extendido», como una construcción social, que se negocia con otros compañeros por ejemplo alrededor de una tienda de licores, el mismo, 1976: 22, 55-56, 210 Y216. 140 Bourgois, 1995: 12 y 34. 1'11 Anderson, 1976: 31, 152 Y155. 1<2 Anderson, 1999: 45-53 y 287. 1'" Bourgoís, 1995: 130. 1'1< Guerra, 2013: 265. '"'5 Anderson, 1999: 66-106; Bourgois, 1995: 130-131. Esto es consistente con el rechazo de Anderson a que estos barrios se caractericen por una desorganización social omnipresente, 1976: 2 y 4. 1<6 Anderson, 1976: 153, 158, 192,207 Y209. 1<7 Anderson, 1994: 86; el mismo, 1999: 66-67. 1<8 Anderson, 1976: 130, 134-135 Y 152-158; el mismo, 1990: 172-173 y 178-179; el mismo, 1994: 94; el mismo, 1999: 66, 72, 76, 91-93 Y131. 1<9 Anderson, 1994: 89-90; el mismo, 1999: 91-93, 159-160, 167-169, 172-175,288-289 Y314. 150 Anderson, 1999: 286; Padilla, 1992: 4.

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por la fuerza o mediante la astucia»151. Aunque los habitantes de los barrios interiores de la ciudad pueden pensar que el tráfico de drogas es algo que está mal, encuentran razones para tolerarlo 152. Así,Padilla describe cómo los consumidores de droga protegen a los traficantes de la policía y,sobre todo, cómo los vecinos 153; mientras que Edberg y Bourgois describen los mercados informales que aparecen en los barrios y cómo contribuyen a reforzar el código 154. El delito -que además desempeña un rol en la quebrantada economía local- se legitimay se genera una especie de «cultura de fuera de la ley»155. El código de la calle responde a causas agregadas o macro: cambios económicos, pobreza, racismo, desatención por parte de las instituciones, etc. 156. Anderson hipotetiza el siguiente curso causal: en primer lugar, encontramos fuerzas económicas que han impactado en amplios sectores de las ciudades, sobre todo reduciendo las oportunidades de empleo, y que vuelven muy dificil la vida de los habitantes de color de clase trabajadora de ciertos barrios; así como la negación de estas dificultades por la sociedad mayoritaria y sus instituciones.Por ejemplo, Anderson insiste en cómo la policía se desentiende de los conflictos que puedan surgir en estos barrios, mientras que otros sectores socialeslos acusan de ser vagosy peligroSOSI57. Se trata de elementos macro o agregados que pronostican potenciales patrones culturales en las ciudades. En segundo lugar, este estado de cosas caracterizado por la privación y la desigualdad económica genera frustración ya que los individuos no son capaces de enfrentarse con una dura realidad omnipresente y,como consecuencia, el delito y el menudeo y consumo de drogas, los embarazosjuveniles no deseados, la dependencia de los servicios públicos, la marginalidad, etc. dominan el escenario social de los barrios interiores de la ciudad. A su vez, estos fenómenos acentúan las dificultades del barrio al aumenta su inseguridad, estigmatización, reforzar los prejuicios y el racismo contra sus pobladores, etc. Elementos micra, pues, contribuyen a su vez a robustecer unas fuerzas macro 158. A continuación, la estructura social y familiar se ve resentida y se debilita y, como consecuencia, los niños dejan de socializarseen los valores mayoritarios; mientras que losjóvenes y adultos se ven alienados -esto es apartados, Anderson, 1999: 125. Anderson, 1999: 121 y 132-135; Horowitz, 1983: 163-165. 153 Padilla, 1992: 107 y 122. I.~I Edberg y Bourgois, 2013: 183-184. 155 Anderson, 1989: 75; el mismo, 1999: 317 y 320. 156 Anderson, 1989: 60; el mismo, 1990: 240-241 y 245-247; el mismo, 1999: 108-114, 120-121, J66, 176-177, 234, 286-287, 313, 316 Y325; el mismo, 2002: 1539-1540. 15' Anderson, 1976: 2; el mismo, 1994: 82; el mismo, 1999: 47, 81, 127 Y313-318; el mismo, 2002: 1542. La policía puede no sólo desentenderse, sino también ser peligrosa, Bourgois, 1995: 30 y 36-37. 158 Anderson, 1976: 51 y 216. Horowitz abunda en cómo los extraños a la comunidad desaventajada -en este caso de Chicanos-les ven a través de prejuicios, 1983: 3J y 37. 151

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separados de la sociedad más general- y llegado un punto ya no saben qué hacer cuando se les presenta una oportunidad para mejorar sus vidas.En este escenario, y más en las sociedades individualistascontemporáneas, es fácil para la sociedad mayoritaria y sus instituciones culpar a los individuos y, como consecuencia, el Estado se varetirando poco a poco en vezde ayudar a los individuos vulnerables a ajustarse a los cambios económicos 159. Sus habitantesjóvenes, de color, sin empleo ... pueden llegar a ser demonizados por la sociedad mayoritaria 160. Dicho con otras palabras, se cierra el círculo. En efecto, Anderson observa aquí un círculo viciosodifícil de romper por variasrazones 161. Esta idea de círculo viciosoes conocida en este terreno. Por ejemplo W.J. Wilson escribe, en referencia al interior de muchas ciudades norteamericanas, que «lascomunidades de la infraclaseestán plagadas de desempleo masivo,falta de aplicación de la leyflagrante y abierta y escuelas de rendimiento insuficiente» 162. Volviendoa Anderson, por un lado, encontramos estas fuerzas socialesy económicas que oprimen lasvidas de los habitantes de los barrios interiores de las ciudades, pero al mismo tiempo estos habitantes pueden aprovecharse de estas circunstancias por ejemplo para atemorizar a otros individuos, quizá sujetos blancos de clase media que se guían por estereotipos y ven a losjóvenes de color como un riesgo. Esta forma de actuar, que ocasionalmente puede ser beneficiosa para algunos individuos, tiene el efecto de retroalimentar la desconfianza con que se ve al barrio y sus pobladores, de modo que genera un círculo vicioso163. Además de eso, el hecho de que un número desproporcionado de residentes hayan pasado por prisión contribuye a la estigmatización del barrio 164. Aunque Anderson afirma que la mayoría de los habitantes de los barrios interiores de la ciudad no están completamente investidos del código de la calle, hipotetizaque esto sí ocurre con una «minoría significativade jóvenes callejerosdel núcleo duro que mantienen el código para establecer reputaciones que son integrales para el orden social existente [... ] Para ellos, los estándaresy reglas del código de la calle son el único juego que existe en la ciudad» 165. Con esto, Anderson parece pasar de una subcultura que abarcaría quizá a una mayoría de los habitantes de estas zonas, para los que los valoresde la sociedad mayoritaria siguen siendo relevantes; a una contracultura o «culturaoposicional» con valores propios y opuestos a los generales,

Anderson, 1999: 315. Anderson, 1999: 318. 161 Sobre medidas de control y prevención et al., 2008: 142 sobre todo. 162 Wilson, 1987: 58. 16l Anderson, 1990: 176, 182, 190 Y 192. 1&1 Fagan y West, 2013: 216. 165 Anderson, 1999: 312-313. 159

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del delito derivadas de este modelo, vid. Stewart

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en particular en lo tocante al delito y la violencia, que no corresponde a un grupo entero y compacto sino a una parte del mismo. A pesar de este carácter, el código de la calle parece tener una alta capacidad expansiva y para penetrar en lo más íntimo de ciertos barrios: «el código comienza a dominar sobre su cultura pública» 166; «una ideología de alienación que apoya una cultura oposicional- 167; según más jóvenes participan de él, «más normativo se vuelve el código de la calle» 168; «desarrollan una ideología contraria a la de la sociedad más convencional, una que no sólo aprueba sino que realza su posición» 169. Stewart y Simon contrastaron si la disposición a emplear la violencia bajo ciertas circunstancias se relaciona, tal y como predice Anderson, con la delincuencia violenta, Estos autores encontraron evidencia favorable a la hipótesis en un modelo multinivel. En concreto, residir en un barrio en el que prevalece el código de la calle -los autores hablan de una «cultura eallejera»- y adoptar uno el código implicaban ambas variables y de modo independiente una mayor tendencia a la violencia; al mismo tiempo, ambas variables -una agregada y otra individual- interaccionaban en tre sí en el sentido de que el efecto del código era más fuerte cuando se residía en un barrio en el que imperaba la subcul tura de referencia 170. Aunque el estudio controla variables relevantes, no lo hace con el autocontrol ni con variables del control social, salvo una excepción 171. Estos mismos autores y con los mismos datos encuentran más pruebas favorables a la teoría del código de la calle. En concreto, que vivir en un barrio desaventajado socioeconómicamente con niveles elevados de violencia, vivir en una familia con orientación callejera -en oposición a una orientación decente-, experimentar discriminación racial y sufrir niveles elevados de frustración hace más probable que se adopte el código de la calle, al menos la disposición a reaccionar de modo violento cuando existe una tentación. Esto favorece la tesis de Anderson. En segundo lugar, Stewart y Simon encuentran qllP. la arlopr ión rlel r.órligo de la calle media el efecto de las variables antes mencionadas sobre el delito, aunque sólo en parte. Este hallazgo es más ambiguo en relación con la tesis de referencia ya que el

Anderson, 1999: 93. Anderson, 1999: 107. 168 Anderson, 1999: 134. 169 Anderson, 1999: 165; así como 168, 173, 176, 234 Y262. 170 Stewart y Simon, 2010: 586-591; y 578-584 para la metodología. Utilizan la estimación de la variable dependiente en t2 y la de las variables independientes en tI. Como era de esperar, existía una elevada correlación entre las dos medidas de la variable dependiente en tl y t2, 580. 171 Una consideración importante es que la variable dependiente en este estudio es una dicotomía (1), de modo que si se ha empleado la forma funcional correcta, el término multiplicativo que utilizan no captura el efecto interactivo que buscan los autores (2), de modo que el hallazgo relativo a su segunda hipótesis sería incorrecto, Serrano Maíllo, 2017: 160. (1) StewartySimon, 2006: 12; los mismos, 2010: 581. (2) Stewart y Simon, 2010: 587-589. Los autores son pal-cos sobre los análisis. 166

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efecto de variablesde control no desaparece completamente, cuando no se conserva 172. Otro estudio de Stewarty Simon también apoya a la teoría, en particular que verse sometido al estrés de los barrios desaventajadosdel interior de las ciudades favorece la adopción del código de la calle y que esto, a su vez,se relaciona con una mayor tendencia a recurrir a la violenciaL73. En esta investigación, sin embargo, no se encontró que pertenecer a una familia de orientación callejera --envezde decente- predijera más adelante una mayor criminalidad, lo cual no concuerda con las predicciones de Anderson J74. Brezina y sus colegas utilizaron modelos de ecuaciones estructurales para testar hipótesis derivadas de la tesis que aquí revisamos. A nuestros intereses, encontraron que valores relacionados con el código de la calle en realidad sobre la venganzaJ75- predecían las conductas violentas 176. Tamhién recurren a este enfoque analítico Barr y sus asociados, quienes observaron que la adopción del código de la calle es perjudicial para las relaciones de pareja ya que implica un aumento de la hostilidad y el conflicto, derivadas precisamente de la adopción de los valores de referencia 177; si bien las pruebas son menos claras a la hora de comprobar que este efecto se encuentra más acentuado en los hombres en comparación con las mujeres!". El uso de modelos de ecuaciones estructurales es debatible en este contexto 179. En primer lugar, estos autores testan modelos muy complejos que no es fácil que ajusten de modo adecuado sin reajustes, sobre todo cuando se cuenta con relativamente pocas observaciones; y para los que no es fácil contar con una potencia estadísticaaceptable -en este caso la hipótesis nula es el buen ajuste del modelo. Pero, sobre todo, estos modelos exigen una teoría bien especificada, y Anderson escribe una etnografía de la que se pueden derivar hipótesis concretas, pero difícilmente un modelo como los que proponen los autores recién reseñados 180. Puesto que los barrios interiores de las grandes urbes norteamericanas a menudo son el caldo de cultivo para bandas juveniles, Matsuda y sus colegas analizaron la conexión entre éstas y el código de la calle. Estos estudiosos informan de que entrar en una banda elevala presencia de valores del

172 Stewart y Simon, 2006: 9-16 para los datos; 20 y 23-24 para la primera hipótesis y 23 Y2526 para la segunda. 173 Stewart y Simon, 2009: 7-11 sobre la metodología y 12-14 sobre los hallazgos. 174 Stewart y Simon, 2009: 14-15. 175 Brezina et al., 2004: 314. 176 Brezina et al., 2004: 32 y 322 sobre todo, y 312-314 para la metodología. 177 Barr et al., 2012: 91-94 sobre los datos; 97 para los resultados. 178 Barr et al., 2012: 97 y 101-102. 179 Barr et al., 2012: 14-15; Brezina et al., 2004: 313. ISO Brezina y sus colegas incluso insisten en que su modelo está derivado de un trabajo ajeno a Anderson, Brezina el al., 2004: 316.

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código de la calle en los individuos 181; y que estos valores median en parte la relación entre ser miembro de una banda y cometer hechos delictivos 182. Algunos comentaristas han encontrado evidencias del código de la calle en comunidades distintas de las personas de color,como son asiáticos y otros 183. Anderson no habla mucho de bandas, de modo que es debatible qué hipótesis pueden derivarse de su teoría al respecto; a mi juicio, lo más básico es que la adopción del código de la calle y una orientación callejera favorecían la en trada en una banda como forma de adquirir respeto y protegerse de la victimación en los barrios del interior de las ciudades. Encuentran un efecto directo Mears y otros 184. Una de las principales críticas empíricas al modelo de Anderson es que no parece que la adopción del código de la calle reduzca la victimación, sino que más bien aumenta su riesgo. Así, por ejemplo, McNeeley y Wikox encontraron en un modelo con unos controles pobres que la creencia en el código de la calle elevaba la probabilidad de sufrir robo a mano armada, robo en vivienda y vandalismo, aunque no hurto l'". Stewart y otros informan del mismo hallazgo con un diseño longitudinal y con unos controles más completos: la adopción del código de la calle eleva el riesgo de victimaeión más allá de lo que se asocia a vivir en un barrio pelígroso 186. A mayor abundamiento, Bourgois relata que culturas callejeras como la que describe Anderson pueden tener un elemento autodestructivo tanto para la comunidad como para sus miembrosv", Por su parte, Horowitz encontró que 10 que más se admiraba en una comunidad desaventajada no era el recurso fácil a la violencia, sino precisamente la capacidad de resolver afrentas sin recurrir a la violencia, lo cual se reservaría para casos extremos -algo que se conoce en el argot como coolness'í", Mears y sus colegas estudiaron el efecto de la adherencia al código de la calle entre internos en prisiones y encontraron una relación positiva entre esta variable y el comportamiento violento en la cárcel. En los análisis se echan de menos algunos controles importantes. Los autores afirman que el código de la calle es un sistema cultural de creencias que es importado a las prisiones por sus portadores 189.

Matsuda et al., 2013: 452 y 45&-457, así como 44&-450 sobre la metodología. Matsuda et al., 2013: 452-453 y 457-458. 18~ Edberg y Bourgois, 2013: 18&-187. 181 Mears et al., 2013: 713-714. 185 McNeeley y Wilcox, 2015: 105&-1060, así como 1053-1056 sobre los datos y 1055 en particular sobre los controles. 186 Stewart et al., 2006: 434-439 sobre los datos y 439-442 Y44&-447 sobre los resultados. 187 Bourgois, 1995: 8-11. 188 Horowitz, 1983: 87-88 y 187. 189 Mears et al., 2013: 713-714 y 717; Y703-710sobre los métodos. Estos autores testan algunas hipótesis interactivas, 714-715 y 717, pero el procedimiento que siguen es incorrecto puesto que los términos multiplicativos no aíslan en efecto hipotetizado fuera del modelo lineal, 711, vid. Serrano Maíllo, 2017: 160. ISI

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En un estudio cualitativo a partir de narrativas de 118 delincuentes encarcelados, Brookman y otros observan la presencia de cuatro elementos del código de la calle en los relatos de los criminales: la exigencia de castigar faltas de respeto, la necesidad de evitar victimacionesfuturas mediante actos de violencia que inspiren miedo, la importancia de reforzar la autoconfianza mediante la agresión y conservar estatus y respeto en las calles manteniendo una reputación de individuo violento 190. Por ejemplo, un ladrón callejero afirma no tener un deseo particular de venganza, pero que si se cruza con quien le ha victimizado previamente no le queda más remedio que atacarle; mientras que una trabajadora sexual sostiene que sabe defenderse a sí misma y que no necesita a la policía 191. Interesantes como son estos relatos, no constituyen una prueba formal a favor de la teoría y algunas de las interpretaciones son discutibles cuando no anecdóticas. En otra investigacióncualitativa,Naterer encontró que niños que vivían en la calle en una ciudad ucraniana y que estaban tanto expuestos a la violencia cotidiana como a la desatención cuando no al abuso de la policía habían desarrollado un código que favorecía la cooperación y la solidaridad 192. En este caso, pues, la presión estructural no había dado lugar a lo descrito por Anderson, sino que en vez de resaltarse la búsqueda de status y la expresión de la masculinidad, aparecía una fórmula alternativa para buscar una seguridad que de otro modo sería aún más precaria'". De nuevo, no nos encontramos ante un test de la teoría debido a las diferencias con textuales entre uno y otro escenario -piénsese en el efecto del racismo o del acceso a armas de fuego. El interés de este estudio para nosotros reside en cómo la cultura -¡si es que es cultura!- debe desempeñar un rol protector que puede adoptar distintas formas, algunas de ellas ciertamente paradójicas. La cultura, al margen del rol que acaso pueda desempeñar en la explicación del delito, no puede verse simplemente como algo negatiV0194•

Otro estudio cualitativo, siguiendo una pluralidad de métodos, es el de Richardson y St.Vil con una muestra de quince jóvenes delincuentes. Estos chicos consideraban que, en las condiciones de desempleo del contexto en que vivíany ante la convicción de que les sería imposible conseguir un empleo remunerado, el delito es una forma de trabajo. Por ejemplo, disparar a otros, pintar grafitis, pelearse, etc. son formas de trabajaren la calle a tiempo completo. Puesto que el trabajo es una forma de obtener estatus y capital, el delito y la desviación pueden desempeñar este rol bajo ciertas I!J() Brookman et al., 2011: 20-21 sobre los datos y, respectivamente 21-23 y 27-28; 21, 23·24 Y28; 21, 24-25 Y28; Y21, 25-27 Y28. 191 Brookman et al., 2011: 2 y 25. 192 Sobre abusos de la policía, Padilla, 1992: 173. 193 Naterer, 2015: 1394 y 1396-1400. 194 Serrano Maíllo, 2016: 466.

para los cuatro elementos,

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condiciones -sobre todo cuando el empleo ha desaparecidocompletamente 195. Además, una carrera criminaly desviadapermiten el ascensoen lajerarquía de la calle según se es más eficazo se adquieren nuevascompetencias delictivas.Concretamente, estos autores ven el delito como una forma de adquirir el respeto callejero de que habla Anderson. Así, uno de los participantes en el estudio describe el verseenvuelto en violenciacomo un modo de construirse una reputación. En particular,el robo a mano armada le permite a uno «ser conocido» y alcanzar estatus puesto que se obtienen trofeos que pueden exhibirse públicamente 196. Richardsony St.Vil parecen dar un paso más al hipotetizar la existencia de una cultura: «la violencia estructural de la encarcelación masivaentre algunos hombres jóvenes de color ha creado en algunos barrios pobres del interior de las ciudades una cultura en la que la violencia directa es percibida como esperada. normativa, y con un valor añadido en la campaña por el respeto» 197. A todo ello pueden añadirse las complicaciones a nivelindividual, familiary comunitario del encarcelamien to masivoque sufren las personas de color en Estados Unidos 198. En su trabajo etnográfico, Sullivandescribe la ambivalenciade los habitantes del interior de las ciudades norteamericanas hacia el delito. Por un lado, no quieren llamar a la policía por los lazos que les unen a los delincuentes, porque éstos prefieren no victimizara quienes conocen y porque habitualmente el delito les proporciona bienes baratos. Pero, al mismo tiempo, «muchos adultos locales desaprueban el delito tanto por un sentimiento general de moralidad como por el temor a ser victimizados» 199. Como vemos, esta ambivalencia no implica una aprobación del delito como apunta Anderson para muchas familias callejeras. Sullivan, además, ofrece un enfoque más bien estructural que otorga a lo cultural un rol secundario y subsidiario: la cultura entra enjuego una vez que se ha agotado a explicación estructural'P'. Un análisis particularmente crítico con la tesis recién expuesta es el de Wacquant. Por una parte, acusa de Anderson de maniqueísmo al tomar partido por las familias decentes y dibuja unas familias callejeras en las que todo es negativo y deficiente y que son valoradas desde el punto de vistade las primeras, un maniqueísmo que determinaría sus análisis'?'. El código de la calle, en segundo lugar, sería demasiado impreciso: por un lado incluye tanto las normas como los comportamientos y cae en ciertas contra-

Wilson, 1996: 3-24. Richardson y St. Vil, 2015: 71, 75, 83 Y85-89,79-83 para una descripción de los métodos. 197 Richardson y Sto Vil, 2015: 92. 108 Fagan y West, 2013: 232-233; Fagan et al., 2003: 1554 y 1584 sobre todo; Lynch y Sabol: 2004: 273; Travis, 2002: 17-25. 199 Sullivan, 1989: 132, de donde procede la cita, y 244. 200 Sullivan, 1989: 242 sobre todo. 201 Wacquant, 2002: 1489-1490, 1521 Y 1527. 195 196

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dicciones; por otro no se sabe muy bien cuáles son sus orígenes; y finalmente deja fuera elementos que deben ser importantes como la posesión de armas, los efectos de la encarcelación masiva de jóvenes de color, etc.202• Tercero: el código reduciría a sus portadores a peleles, sujetos pasivos a merced de unos valores acerca de los cuales no pueden hacer nada 203. Wacquant también aprecia una cierta culpabilización de las mujeres cuando exalta el rol de las abuelas ya que, si por un lado destaca su contribución a que las familias puedan salir adelante, por otro lado se ven en dicho rol porque, paradójicamente han fracasado como madres'?", Finalmente, la tesis de Anderson no sería generalizable ajuicio de Wacquant205. Dejando de lado la imprecisión que subyace al trabajo de Anderson -y, quizá, a una mayoría de investigaciones en nuestra disciplina-, la mayoría de las observaciones de Wacquant son ideológicas y critica asunciones reales o presuntas de la tesis del código de la calle, que pudieran ser metafísicas. A mi juicio, la clave de las consideraciones del autor francés está en su diferenciación tajante entre estructura y cultura: una dicotomía que igualmente puede asimilarse a lo bueno -explicaciones estructurales- y lo malo -culturales.

2.6. La subcultura de la violencia del Sur de Estados Unidos Algunos autores han avanzado una teoría subcultural para explicar la mayor tendencia a la violencia que se ha apreciado en el Sur de Estados Unidos en comparación con el Norte, al menos en épocas históricas. Recuérdese que la Guerra civil norteamericana (1861-1865) enfrentó al Norte contra el Sur y que no sólo preexistían grandes diferencias entre ambas regiones sino que la misma contienda tuvo unas consecuencias dramáticas en los pobladores de los estados sureñosj'". Por ejemplo, Gastil observa una tasa de homicidios desproporcionada en los estados del Sur de Estados Uninos qlle achaca a una «cultura regional», afirmando que «la cultura que se desarrolló en los estados sureños en los siglos pasados conduce a tasas de homicidios más elevadas» 207; y Hackney escribe que «la violencia sureña es un patrón cultural» 208; mientras que Reed sostiene que «los registros históricos y las estadísticas reales sobre delitos sugieren que los sureños sí que tienen una tendencia a apelar a la fuerza para zanjar sus diferencias», así

202 203 204 205

Wacquant, Wacquant, Wacquant, Wacquant,

2002: 2002: 2002: 2002:

1491-1493, 1497-1499, 1501,1523,1525 Y1527. 1493. 1495. 1522. Una respuesta a estas consideraciones en Anderson,

1550. 206 207 208

A favor de esta tesis, con datos empíricos Castil, 1971: 414 y 425. Hackney, 1969: 919.

a su favor, Gastil, 1971: 412-425.

2002: 1533-

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como que es más probable que tengan armas de fuego incluso aquellos que no practican la caza209. La tesisde la subcultura sureña destaca por un lado la presencia de valoresfavorablesal perdón de la violencia bajo ciertas circunstancias; y por otro un exagerado sentimiento del honor y de la obligación de responder a las injurias. A nivel agregado, Nelsen y otros informan de que las tasas de homicidios en realidad están influenciadas por la distribución de la población en las zonas centrales de las ciudades, zonas suburbanas y no metropolitanas más que por patrones regionales másamplios. Por otro lado, si para el caso de las personas blancas,sus nivelesde homicidios tendían a converger entre el Sur y el Oeste del país -si el Oeste no había superado ya al Sur-, para las personas de color no había un patrón claro: aunque en los centros de las ciudades y zonas no metropolitanas la tasa de homicidios perpetrados por personas de color era superior en el Oeste, y lo mismo sucedía en las zonas suburbanas para el Sur; las diferencias eran escasas210. Un estudio a nivel agregado que sí encontró evidencia favorable a la teoría de la subcultura de la violenciasureña es el de Messner,que observó una desproporción en las tasasde homicidios de ciertas áreas metropolitanas llamadas SMSAs-una unidad espacial urbana- para el Sur de Estados Unidos y para la composición racial"!'. También a nivel macro, Pratt y Cullen encontraron una conexión entre efecto sureño y tasas de criminalidad, pero bajo o moderado (rw=0,072;adjr=0,125)212. También Land y sus colegas señalan una relación positivaentre subcultura sureña y tasas de homicidio a lo largo de varias unidades temporales y espaciales estadounidenses. En particular, con datos de 1950, 1960, 1970 Y 1980 aislaron el efecto en un modelo multivariante para las ciudades y las unidades espaciales urbanas -aunque estas medidas no estaban disponibles en 1950-; pero para el nivel de los estados estado, sólo para 1960213• Igualmente informan de una conexión positiva en su replicación posterior con datos hasta 2000, aunque añadiendo que la fuerza de la relación había descendido notablemente desde 1990 e incluso desde entre 1980214• Dixon y Lizotte rechazan la tesis de la subcultura de la violencia sureña estudiando patrones de posesión de armas de fuego. Informan de que la posesión por un lado no está ligada a la región una vez que se controlan factores estructurales; y que por otro lado tampoco se relaciona con valores subculturales como los especificados por la tesis de referencia 215.

209 Reed, 1986: 46-47, cita tomada de 46; este autor confirma que los sureños son vistos como violentos por sus compatriotas de otras regiones, 45. 210 Nelsen et al., 1994: 155-156 y 158, para los métodos vid. 152-153. 211 Messner, 1983: 997-1001. 212 Pratt y Cullen, 2005: 399-401 y 420. m Land el al., 1990: 945-953. 21'1 McCall et al., 2010: 231, 233-234 Y236. 215 Dixon y Lizotte, 1987: 397-399, métodos en 389-396.

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Ellison encontró, utilizando una encuesta general, que los nativos del Sur de Estados Unidos era mucho más probable que perdonaran formas defensivaso vengativasde violencia216. Almismo tiempo, estaactitud estaba menos marcada en los másjóvenes, de lo cual podía esperarse que esta cultura sureña favorecedora de la violencia, aunque sí parecía existir, fuera desapareciendo con el paso del tiempo y los Estados Unidos se fueran homogenizando más y más?". Erlangen reporta hallazgosdesfavorablespara la teoría, si bien en modelos muy sencillos:por un lado, las personas de color nacidasfuera del Sur de EstadosUnidos era más probable que recurrieran a los puñetazosque las nacidas en el Sur; y, por otro, no había diferencias entre ambos grupos respecto a la aprobación de la violencia218. Al margen de las explicaciones más criminológicas que hemos revisado, basadas en valores subculturales o en una concepción exagerada del honor, Vandal ofrece una aproximación histórica que concede una gran importancia a la postguerra norteamericana, esto es el período 1866-1884, para explicar la violencia sureña. Esta etapa incluye la llamada Reconstrucción, una época considerada muy perjudicial para las personas de color. Lo que Vandal describe es una impactante recolección de abusos horribles contra las personas. de color en Luisiana y en la que las medidas para favorecerlas fueron testimoniales. Esta recolección incluye en primer lugar el fraude político y electoral hasta llegar a la práctica exclusión de las votaciones de las personas de color. En segundo lugar, existía en todo el Sur una ausencia de legalidad y orden que dio lugar a una devastadora e impune violencia contra las personas de color, incluyendo linchamientos. Los linchamientos, cuyo fin era el control de esta población desprotegida, contribuyeron a crear un «terror contra los negros» y se tradujeron en éxodos masivoshacia las ciudades y hacia el Norte. Los linchamientos se habían «justificado. en tiempos anteriores precisamente por la ausencia de legalídad -que daba lugar a tomarse la justicia por la propia mano, por supuesto con grandes abusos-, pero se mantuvieron incluso cuando ésta estaba ya instaurada. Algunos grupos de blancos se beneficiaron no ya simbólica, sino incluso económicamente de esta situación de terror. El autor documenta con detalle la tolerancia que existía hacia los linchamientos. En tercer lugar, al mismo tiempo existía una gran tolerancia por parte de los blancos hacia los homicidios y delitos graves cometidos entre personas de color. Vandal afirma que este hecho tuvo consecuencias dramáticas y se tradujeron por un lado en la aparición del mito del «negro malvado (bad nigger»> y por otro lado en que incluso las personas de color honestas no tuvieran más remedio que recurrir ellas mismas a la violencia para resolver los conflictos que surgieran, así como para defenderse. Van216 217 218

Ellison, 1991: 1229 y 1232, así como 1227-1229 sobre la metodología. Ellison, 1991: 1232. Erlangen, 1976: 486 y 488.

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dal cree que estos procesos históricos son fundamentales para comprender el racismo y las condiciones de opresión de los afroamericanos y sus tasas de violencia en las grandes ciudades actuales; así como que la brecha en las tasas de homicidios de blancos y personas de color había comenzado antes de que se formaran las urbes contemporáneas -esto es, que su origen es anterior y puede tener un componente cultural más allá del estructural!'".

3. CONFLICTOS

NORMATIVOS

3.1. Conflictos normativos y su origen Teóricos como Sutherland y los continuadores de su obra sostienen que el delito puede ser consecuencia de un conflicto normativo interno de algunas sociedades en su conjunto -no de comunidades más pequeñas, sino de sociedades generales. Según estos autores, un conflicto normativo surge cuando en una sociedad no existe consenso bien sobre las metas deseables o sobre los medios lícitos para alcanzadas; o bien cuando coexisten grupos con normas que no son conocidas por otras comunidades. Este tipo de sociedades se caracterizarían por favorecer y proscribir a la vez el delito, por premiarlo y castigarlo al tiempo 220. Este favorecer y proscribir a la vez es un caso de ambivalencia. Bauman entiende que las sociedades contemporáneas, en comparación con épocas pretéritas, se caracterizan precisamente por la ambivalencia. A su juicio, el proyecto de la modernidad era precisamente eliminar cualquier forma de ambivalencia ya que pone en duda el orden establecido. Piénsese en la homosexualidad: puesto que pone en duda que unas determinadas concepciones de familia, de identidad, de roles sociales, etc. sean las únicas posibles, entonces muchas sociedades antiguas y actual s han tratado y tratan de proscribirla a través de castigos y otras formas de control social. Bauman sostiene que en muchas sociedades actuales se ha abandonado este proyecto limitador y ahora es ya posible en las mismas vivir con ambivalencia. Como consecuencia, la homosexualidad se encuentra más tolerada, las mujeres pueden aspirar a un cierto progreso social, etc. Y los individuos ya no experimentamos desasosiego cuando no somos plenamente coherentes con nosotros mismos o cuando nos contradecimos, de modo que ya no tratamos de evitarlo?". En otro lugar he sostenido que la Criminología ha desempañado tradicionalmente este rol de poner en duda un determinado estado de cosas, concretamente uno dominado por el Derecho penal y sus escuelas, abrien219 220 221

Vandal, 2000: 193-208. Sutherland et al., 1992: 105. Serrano Maillo, 2016: 82.

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do la puerta a planteamientos alternativos de estudio del delito y de formas de control y prevención del mismo. El despunte que tímidamente se observa en la Criminología española -y el mismo hecho de que el amable lector pueda estudiar un Grado en Criminología- estaría posibilitado por estos cambios sociales que nos permiten vivir con ambivalencia. Sutherland y sus colegas traen a colación tres desarrollos criminológicos que favorecerían el conflicto normativo -y la aparición de subculturas-: la competición cuando la estructura social no permite a algunos grupos sociales alcanzar las metas culturalmente valoradas; el «desfase cultural»; y la interpenetración cultural'P. Revisemos cada uno de estos patrones por separado. a) La competición. En la teoría clásica de Merton, la desviación es una forma de respuesta o adaptación -entre otras posibles- a una situación social en la que la cultura favorece unas metas y -a menudo con menos énfasis- unos medios lícitos para alcanzadas, pero la estructura social impone barreras a ciertos grupos desaventajados. Merton se refiere a esta adaptación desviada como «innovación» en el sentido de que ciertos individuos buscan formas novedosas, innovadoras de alcanzar las metas deseadas, aunque sea mediante la infracción de normas legales!". A nivel agregado y aparte del bloqueo estructural de las oportunidades de los más desfavorecidos, esta situación tenderá a ser más prevalente según la cultura ponga más énfasis en las metas y menos en la licitud de los medios?". Lo que Sutherland y sus asociados añaden es, en primer lugar, que procesos contemporáneos como los de individualización -que implican que los individuos se definen cada vez más en términos individuales, de ellos mismos; y menos en términos colectivos, de pertenencia a grupos225_ tenderán a aumentar la competitividad y, en consecuencia, la presión hacia la desviación para competir en un ámbito de desigualdad 226. En segundo lugar y de modo aún más relevante para nosotros, la solución innovadora, cuando es adoptada por un número suficiente de individuos, conllevará la invención de valores que justifican las conductas desviadas, una especie de moralidad alternativa-". De este modo se puede generar conflicto cultural entendido como conflicto de valores. Aunque el propio Merton no concede tanta atención a los valores, sugiere que algunas situaciones implican un «fracaso moralmente prescri-

222 223 221 225 226 227

Sutherland et al., 1992: 106-116. Merton, 1968: 186-187,193-203,213,230-235 Teijón Alcalá, 2018: 89. Serrano Maíllo, 2016: 71-73. Sutherland et al., 1992: 107. Sutherland et al., 1992: 108.

Y246-248.

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to» 228. Si esto es así y las normas culturales empujan a los individuos hacia su fracaso, entonces es comprensible que en sociedades individualistas y diferenciadas como las nuestras puedan aparecer sistemas valorativos en conflicto con el mayoritario. b) El «desfase cultural». Se trata de una idea de Ogburn, uno de los científicos sociales más influyentes de la Escuela de Chicago. Este autor sostiene que los dos problemas principales que presenta la rapidez de los cambios en las sociedades actuales son el del ajuste del hombre a la cultura -o de ésta a aquél- por un lado; yel del ajuste de diversas partes de la cultura entre sí. Esta segunda dimensión se explica porque la cultura estaría compuesta por varios elementos que no cambian a la misma velocidad. Puesto que las distintas partes de la cultura se encuentran relacionadas entre sí, cambios en una de ellas exige adaptaciones en las otras. Cuando esta situación de equilibrio no se logra, lo cual es probable cuando las modificaciones son vertiginosas, se produce un desajuste o desfase cultural=". Ogburn propone el ejemplo de la industria y la educación. Cambios en la primera quizá debidos a descubrimientos o invenciones exigen cambios en la segunda, por ejemplo para poder trabajar en aquella. Ahora bien, estos cambios en la educación pueden requerir un cierto tiempo adicional, por ejemplo varios años, justamente a lo que se refiere el concepto de desfase interno de una cultura, de algunas de sus partes 230. Ogburn señala que las condiciones materiales de la vida como casas, fábricas, productos, etc. requieren para su empleo creencias, gobiernos, leyes, etc., que tienen un carácter no material. De este modo, cambios en las condiciones materiales exigen cambios en los elementos no materiales. Este autor denomina «cultura adaptativa» a la parte de la cultura no material que se ajusta a las condiciones materiales. Por ejemplo, cuando los bosques estadounidenses comenzaron a deforestarse se produjo un lento paso de la explotación a la conservación: la política y las leyes forestales son por lo tanto parte de la cultura adaptativa. La familia, por el contrario, habitualmente se adapta en algunos aspectos a cambios en las condiciones materiales mientras que a la vez conserva otros, de modo que tiene un carácter parcialmente adaptativo. En ambos casos, el reajuste puede llevar tiempo, con la consecuencia de que se presenta un desfase entre condiciones materiales y la cultura adaptativa no materia1231• Por supuesto, el escenario puede ser mucho más complejo, verbigracia con más elementos implicados'V.

228 229 23{) 231 232

Merton, Ogburn, Ogburn, Ogburn, Ogburn,

1968: 200. 1950: 200-201; el mismo, 1964: 29-31. 1950: 201. 1950: 202-206. 1950: 210.

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En supuestos de desfase cultural pueden aparecer desajustesentre leyes penales, costumbres, creencias ... , con la consiguiente posibilidad de que aparezcan conflictos normativos: conductas penadas en el Código penal que ya no son antisociales, yal revés 233. Reinarman mantiene que un caso particular de desfase cultural se produce cuando las leyespenales existentes están desfasadasy castigancomportamientos que la sociedad considera lícitos. Comienza con varios ejemplos tomados de la historia del castigo como la idolatría en el siglo XVlI y la prohibición de música en ciertos locales abiertos al público en el último tercio del siglo XX234; y continúa proponiendo la prohibición de drogas como un caso de obsolescencia contemporánea de la ley penal. Según este autor, desde los años cincuenta en Estados Unidos se ha venido generalizando el consumo de drogas como tranquilizantes, estimulantes, etc. hasta convertirse en una forma de autogobierno o autocontrol que esa sociedad ha internalizado. Como factores responsables del mantenimiento de estas normas punitivas, el autor señala en primer lugar la industria del control de lasdrogas -esto es, agencias de aplicación de las leyes de tipo policial- que en el fondo tratan de conservar su poder; y,en segundo lugar, que justamente estas leyespunitivas etiquetan como delincuentes y aíslan a los consumidores de drogas, con el efecto de que el consumo de drogas aparece relacionadojustamente con lo que la sociedad teme y trata de evitarcon las leyespunitivas antes mencionadas-". Ahora bien, Reinarman sostiene que los norteamericanos rechazan la prohibición del cannabis y favorecen su tratamiento como el alcohol; y que el consenso internacional sobre la proscripción de muchas drogas ya no existe236. Lo interesante del trabajo de Reinarman no es tanto si tiene razón o no -por ejemplo, el autor no ofrece una revisión sistemática de la opinión de los norteamericanos ni añade ningún estudio empírico-, sino precisamente cómo el cambio socialpuede producir desajustesentre las leyes criminalesy las creencias y actitudes ciudadanas; y, de modo más plausible, conflictos normativos entre partidarios y opositores a determinados comportamien tos. e) La interpenetración cultural. El tercer supuesto que mencionan Sutherland y sus seguidores es un conflicto normativo producido sencillamente cuando dos sistemasculturales distintos entran en contacto. Esto puede producirse cuando códigos normativos diferentes rigen en áreas adyacentes; cuando un grupo cultural penetra y coloniza el territorio de otro; o cuando una comunidad emigra a otra área237•

2~3 2M 235

2~ 237

Sutherland Reinarman, Reinarman, Reinarman, Sutherland

et al., 1992: 113. 2014: 67. 2014: 71-73. 2014: 75-76. et al., 1992: 114-115.

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3.2. Conflicto cultural y delincuencia SutherIand y Sellin, que mantenían una amistad personal, trabajaron en la idea de conflicto cultural de modo paralelo, aunque publicaron sus conclusiones de modo individual. El segundo de ellos ofrece un informe muy matizado sobre la relación entre conflicto cultural y delincuencia en el que expone una teoría, pero en el que también deja lugar para la crítica del modelo 238. Esta última, sin embargo, es habitualmente pasada por alto y se describe la primera sin mayores matizaciones. Sellin parte de que en las sociedades contemporáneas existe una pluralidad cultural, de modo que conviven a la vez varios códigos culturales F'. Esto puede ocurrir bien por la aparición de diferenciaciones sociales en el seno de una cultura preexistente, por la llegada de inmigrantes o por la conquista de otros territorios 240. Este autor sostiene, además, que la ley representa los valores de los poderosos, que de este modo imponen sus formas culturales?". Grupos diversos, pues, responden a no-rmas de conducta diferentes -ya sea, repito, porque se han desgajado de la cultura general, ya porque proceden de otros lugares. Las normas de conducta son definidas por Sellin como actitudes sociales de un grupo acerca de cómo se puede actuar bajo determinadas circunstancias, actitudes que han cristalizado en una norma cuya infracción lleva aparejada una sanción 242. Sellin recurre aquí al argumento parsoniano de que los individuos interiorizan estas normas, que pasan a formar parte de su personalidad 243. Por supuesto, puede darse el caso de un conflicto de normas cuando en una situación se pueden aplicar más de una norma de conductas". Estas normas de conducta tienen a su vez resistencias potenciales diferentes, en el caso típico depende de la fuerza de las sanciones que lleva aneja su infracción 245. Sellin sostiene que la infracción de una norma de conducta depende de la resistencia grupal que ofrezca dicha norma y describe las situaciones en las que puede infringirse una norma: cuando no hay resistencia del grupo o cuando la resistencia está disminuida -cuando la resistencia del grupo es completa no cabría infracción alguna. Un sujeto no experimentará ningún tipo de resistencia grupal cuando no hay sido capaz de recibir la norma por ejemplo por alguna enfermedad mental; cuando su grupo cultural no posea esa norma; cuando la situación en que se encuentra es

238 2~9 240 211 2·'2 2"~ 24<1 245

Sellin, Sellin, Sellin, Sellin, Sellin, Sellin, Sellin, Sellin,

1938: 1938: 1938: 1938: 1938: 1938: 1938: 1938:

107. 29, 59-60,66,105 Y 107. 29-30, 63, 66, 84, 86 Y 108. 21-22. 28-30 y 107, 28 sobre todo. 25, 28 Y39-45. 29 y 57. 33-35.

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definida por su grupo de modo distinto a otro, por ejemplo el mayoritario o poderoso; o, finalmente, en casos en los que se infringe una norma de modo accidental. Un sujeto experimentará una resistencia grupal disminuida cuando haya interiorizado normas que están en conflicto y que proceden de grupos distintos -el propio del individuo y otro grupo ajeno-; caso en el que la conducta dependerá de cuál sea la influencia dominante 246. Como vemos, la clave para Sellin es que uno en realidad nunca infringe una norma propia -que forma parte de su personalidad, como acabamos de decir-, aunque sí puede infringir normas de otros grupos socio-culturales.

3.3. Sociedades pluralistas y conflicto normativo La teoría de la asociación diferencial de Sutherland y muchas otras teorías del aprendizaje conceden una gran importancia a la homogeneidad cultural de una sociedad. Cuando un único código moral predomina, los individuos tenderán a verse expuestos a un exceso de definiciones favorables al respeto de tal código y, por lo tanto, a no delinquir en igualdad de condiciones. Por el contrario, cuando existe pluralidad normativa es más probable que los individuos tiendan a verse expuestos a definiciones favorables y desfavorables a dicho código norrnativo "? No sólo eso, bajo condiciones de pluralidad, Sutherland hipotetiza que variables que normalmente carecerían de peso criminógeno pueden pasar a tenerlo ya que, aunque el conflicto no determina necesariamente la criminalidad, sí reduce la protección frente a la desviación 248. Esto es consistente con el principio de Sutherland de que el efecto del conflicto normativo está mediado por el proceso de asociación diferencial=''. Este autor trata la cuestión del conflicto normativo sobre el delito en relación con la llamada segunda generación de inmigrantes: jóvenes que han nacido en los países de acogida a los que cuyos padres emigraron. Aunque es incorrecto decir que los jóvenes de segunda generación sean un grupo homogéneo que sistemáticamente tiene una mayor tendencia al delito, algunos de sus componentes sí parecen delinquir de modo desproporcionado. Se trata, en todo caso, de un grupo heterogéneo. Sutherland indica que estos jóvenes pueden vivir un conflicto normativo entre los códigos de sus padres y el del país donde residen. Este conflicto puede aumentar el riesgo de criminalidad, aunque acabamos de decir que Sutherland entiende que se trata de un efecto indirecto 250.

246 247

2.S 2.9 25<1

Sellin, 1938: 42-43. Sutherland, 1947: 6 y 154; el mismo, 1956: 107. Sutherland, 1947: 167. SlItherland, 1947: 80; el mismo, 1956: 125. Sutherland, 1947: 79-80 y 126-129.

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Adviértase que no se trata de que losjóvenes hayan interiorizado un código normativo opuesto al mayoritario,sino de que vivenen un contexto en el que existen dos códigos alternativos. Por este motivo, las teorías del aprendizaje social contemporáneas, por ejemplo la de Akers, no son realmente teorías culturales-", Repito que esto es muy distinto de hipotetizar que unos jóvenes han interiorizado un código contrario al mayoritario y que cuando delinquen sencillamente siguen unos valores y unas normas propios de una cultura autónoma, particular que conviveen el mismo territorio con otra mayoritariay que supuestamente favorece-aquélla- el delito y la violencia-".

3.4. Exposición parcial a una cultura

Otra situación en la que puede aparecer el delito resulta de una exposición parcial a una cultura. Sutherland conjetura que esto puede estar detrás de algunos grupos de inmigrantes que estarían familiarizadoscon la cultura pública de Estados Unidos, pero no con su cultura privada, respecto de la que estarían aislados. Este autor cree que la cultura pública es fácilmente accesible para todo el mundo a travésde los medios de comunicación, los deportes, etc.; y que favorece el dinero fácil, el consumo compulsivo y un estilo de vida lujoso. Esta cultura pública está en conflicto con los estándares de trabajo duro y ahorro de muchos grupos de inmigrantes, que como consecuencia ven la cultura norteamericana como algo exagerado que promueve la competitividady relega al ser humano a un plano muysecundario. Al mismo tiempo, Sutherland cree que el contacto con la cultura privada es muy limitado: no es que ésta sea una panacea ni que sólo albergue elementos positivos,pero sí es un medio de reducción de las tendencias exageradas, consumistas,etc. de los ciudadanos y de los niños en particular. Sutherland cree que este supuesto de conflicto cultural es responsable de la criminalidad de algunos individuos253.

3.5. Conflicto normativo y creación de normas penales sesgadas

Otro enfoque del conflicto normativo, de corte más crítico, sugiere que el Derecho penal responde a que determinados grupos logran que sus valores se vean reconocidos y protegidos por el Estado. Según estos autores, el proceso comienza cuando un grupo cree que alguno de sus valores-Suther2!.1 Akers, 1996: 241-243; el mismo, 1998: 90. Sin embargo, como estamos viendo, algunos pasajes de la obra de Sutherland apuntan en la dirección de las teorías culturales, Serrano Maíllo, 2009a: 348. 252 Cano Paños, 2016: 322-323. 253 Sutherland, 1956: 117.

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land menciona la propiedad y la belleza medioambiental- está en peligro y utiliza su influencia política para que se castiguen conductas que atentan contra tales valores. El Derecho penal se convierte de este modo en una herramienta de un grupo frente a otro. Sutherland apunta la paradoja de que, al hacerse partícipe del conflicto entre dos partes, el Estado contribuye de este modo a continuar el conflicto en vez de eliminarlo t". Es importante advertir que este enfoque no se confunde con la teoría unificada del conflicto ya que para ésta lo que determina el conflicto son los intereses de grupos. Por un lado, los grupos son para Voldy Bernard y otros mucho más dinámicos que las culturas o subculturas puesto que aparecen y desaparecen con facilidad. En segundo lugar, no es que los valores sean irrelevantes, pero sí son secundarios y suelen ser el resultado de intereses y adaptarse a ellos255. Como vemos, esta segunda teoría es más consistente con la tradición marxista, para la que la ideología es una variable dependiente. 3.6. La tesis del conflicto entre el honor y el sueño americano

En el marco de una inve tigación etnográfica sobre una comunidad chicana en E tados Unidos, Horowitz explora las con ecuencias de verse expuesto a dos códigos culturale qu pueden entrar en conflicto. Esta autora parte de una concepción situacional de la cultura, en la que ésta no es un constructo omnicomprensivo sino que se manifiesta en situaciones y que e relevante para la orientación de la acción. La cultura no sólo refleja sino que determina el significado de las relaciones sociales.Los patrones de comportamiento adquieren su sentido por efecto de la cultura, como en el caso de una interacción entre dos personas en una situación particular o el rol de una madre en una familia concreta. A través de la cultura juzgamos y evaluamos nuestro comportamiento y el de los demás. Qué significa todo esto es algo determinado por la cultura, que por ello mismo no es algo estático y fijo, sino dinámico y en un estado constante de cambio-". Horowitz mantiene que en la comunidad de chicanos que estudia se encuentran presentes a la vezdos códigos culturales: el código del honor y el del sueño americano. El segundo es un código instrumental cuya base valorativa se determina por el éxito personal, por ejemplo en términos financieros; pero el el honor no sejuzga por resultados, sino por las evaluaciones públicas de otros. El código del honor implica que uno tiene que estar continuamente atento a las valoracionesque otros hacen de nosotros para contestarlas si es preciso y reasegurar nuestro yo. Como consecuencia, vio25-1 Sutherland, 1956: 103 y 108-109. Como vemos, este autor ensayó diversas versiones de la tesis del conflicto cultural. 255 Vold, 1958: 20~219; Vold y Bernard, 1996: 270-277. 256 Horowitz, 1983: 19-21,27-29 Y222-223.

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laciones de la etiqueta -como no saludar o mirar fijamente,que en nuestras sociedades occidentales por regla pasan desapercibidas-se pueden convertir en una afrenta si se interpretan como una falta de reconocimiento o de respeto hacia uno. Normalmente estos dos códigosno entran en conflicto ni suponen un problema para los Chicanosya que se aplican a situaciones diferentes: el código del honor en la calle y en la familia; y el del sueño americano en la escuela,la comunidad y el empleo. Sin embargo, ocasionalmente sí se produce un conflicto cuando ambos códigosse pueden aplicar a una misma situación, yen tales casos aparece una ambigüedad sobre el significadode la situación.Estosson lossupuestoscontextualesde conflicto entre los códigos que forman la base teórica del trabajo de Horowitzf". Horowitz hipotetiza la existencia de conflicto cultural cuando contrapone una cultura general o global, mayoritariaque gira en torno al sueño americano; y una «cultura de la comunidad». Una ilustración de este conflicto se encuentra en el significado del empleo: para el sueño americano es una forma de promocionarse y alcanzar el éxito; mientras que para el código chicano es una forma de sacar adelante a la familia=".Bourgois pone otro ejemplo de conflicto entre normas en el grupo que él estudia: por una parte, el código mayoritario en el que creen les exige un comportamiento lícito y un trabajo honrado, pero ni tienen la oportunidad ni la formación suficiente como para cumplir con este código; por otro, la cultura callejera en que se han criado les ofrece una forma de autoestima e identidad que necesitan, así como tanto la opción como el capital cultural precisoP". Cuando se comparten ambos códigos pueden darse situaciones de ambigüedad que pueden conducir a la violencia. En una situación en que son de aplicación ambos códigos se produce un conflicto y, como consecuencia, existe ambigüedad sobre la definición de aquella. Bajo estas circunstancias, los participantes en la situación no están seguros de a qué atenerse y deben negociar entre ellos para establecer un significado fijo.Ahora bien, cuando se llevaa cabo una acción sobre la base de la definición que se propone, los individuos revelan públicamente su identidad social.Dicho con otras palabras, cuando negocian la definición de la situación están negociando también cómo van a serjuzgados y valorados por la audiencia, en particular qué tipo de identidad se les va a atribuir P". En el caso de los Chicanos existe una ambivalencia producida por la confluencia de los dos códigos. Por un lado, está claro que creen en el sueño americano y se esfuerzan por alcanzarIo, lo que ocurre es que impedimentos tanto estructurales como la forma que tienen los extraños de verIos como vagos y peligrosos les impide lograrlo. Estos prejuicios se aprecian m Horowitz, 1983: 22-27,32,74-75,80,86,88-89,92,149-151,208-209,220-225 52-76 sobre la familia chicana y sus símbolos. 258 Horowitz, 1983: 224. 259 Bourgois, 1995: 130-131 y 135-136. 260 Horowitz, 1983: 28.

Y232-234; Y

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especialmente en la escuela -guiada por valores mayoritarios de clase media-, que considera que losjóvenes chicanos son imposibles e incapaces de aprovechar las oportunidades que se les brindan 261. La revisión de Guerra concluye que «losprofesores de estudiantes de ingresos bajos, en comparación con los de ingresos medios, era más probable que minimizaran los debates e interacciones [...] Otros estudios han encontrado que los profesores es menos probable que feliciten a estudiantes de minorías de bajos ingresos. Además, las expectativasde los profesores sobre los alumnos que ven como agresivosy potencialmente violentospueden resultar en profecías que se autocumplen-r". Por otro lado, también creen en el código del honor y en los criterios culturales que ofrece para la valoración propia y de los demás -por este motivo, nos dice la autora, raros son los individuos que abandonan su comunidad para viviren otros lugares, incluso aunque mejore su situación económica263. En la vida callejeraes donde más relevanciatoma el código del honor ya que la propia imagen y el ego pueden ser sometidos a constantes desafíos que no pueden dejarse sin respuesta, si es que se desea mantener una identidad consistente con el código. El código del honor exige una respuesta violenta a cualquier amenaza a la autoestima. Esto no quiere decir que la agresión sea frecuente, ya que depende de la interpretación que se dé por los participantes a una situación concreta. Horowitzparece seguir la idea de Matza264 de deriva cuando escribe que losjóvenes oscilanen tre ambos códigos y que, por lo tanto, la violencia no tiene que ser frecuente. Como se dijo, ésta puede aparecer cuando existe una ambigüedad normativa sobre qué normas son de aplicación. El código del honor define como una afrenta la puesta en duda de la propia masculinidad, la ruptura de la etiqueta, la violación de la pureza sexual de alguna chica de la familiay las acusaciones de dependencia de otros. El código genera una alta sensibilidad a este tipo de violaciones, que son interpretadas como una revocación del yo y crean una preocupación por el honor personal. Así,el honor se relaciona con la habilidad para lograr que otros te traten con respeto en las interacciones interpersonales, esto es recibir un trato deferencial correcto en público; y exige en caso contrario una respuesta violenta que restaure una imagen propia de masculinidad, dominación e independencia. No ser tratado de modo correcto y, en su caso no responder adecuadamente, conlleva una imagen pública de debilidad'P. 261 Padilla abunda sobre la mala experiencia que supone la escuela para sus puertorriqueños tanto por su falta de preparación como por el rechazo que experimentan, y afirma que estosjóvenes pasan del infierno de la escuela al cielode la banda, 1992: 5, 40 Y69-78, referencia procede de 77. 262 Guerra, 2013: 264. 263 Horowitz, 1983: 32 y 38-51; así como 44-46, 137-158 Y223-224 sobre la escuela, sobre todo 149-151. 264 Horowitz, 1983: 80, 87-88 Y164. 265 Horowitz, 1983: 80-82, así como 88-89; la autora concede la existencia de diferencias de grupo e individuales, 88-90.

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4. TEORÍA CULTURAL

4.1. Introducción Para concluir, revisaremos algún desarrollo que relacionan la teoría cultural, entendida en un sentido muy general y casi residual, y el delito y la criminalización. A la teoría cultural pertenecen en particular tesis sofisticadas que han inspirado modelos o enfoques criminológicos, como la propuesta durkheimiana de Douglas de la cuadrícula y el grupo. Agger ofrece un resumen de los principales puntos de partida de los llamados estudios culturales. Como acaba de señalarse, éstos parten de un concepto extendido de cultura que abarca a todo el sistema de vida de un pueblo; y que tiene un carácter dinámico, continuamente cambiante; los estudios culturales legitiman y celebran formas populares de cultura -como la música pop- que a menudo se contraponen con la alta cultura -rnúsica c1ásica-, como si ésta fuera la única valiosa; tienen una visión conflictual de la sociedad y rechazan las ideas de orden y consenso; reclaman la interdisciplinariedad; y asumen que no existe un punto de vista absoluto en materia valoraliva, sino que existe aquí una amplia relatividad 266. La llamada Criminología cultural revisa la relación entre la cultura entendida en un sentido muy amplio y la criminalización. En general, adopta una orientación conflictual en la que una elite de poderosos define qué es criminal y qué no lo es, incluso en casos que son equivalentes según los investigadores. Naturalmente, las metodologías cuantitativas son rechazadas. Uno de los temas centrales de esta Criminología cultural es la criminalización por parte de los poderosos de formas y expresiones culturales en el arte -como el rock y otros estilos musicales, ciertos tipos de fotografia, etc.; en los estilos de vestirse -como los punks-; e incluso en los estilos de vida en general-como bandas de moteros. A través de un proceso, unas formas culturales son definidas como indeseables y otras como deseables; o, como mínimo, se va imponiendo la distinción más o menos artificial entre una alta y una baja cultura. Las elites poderosas están formadas básicamente por empresarios y grupos conservadores; mientras que lo grupos definidos como criminales ofrecen una resistencia e incluso una celebración y disfrute de su desviación. La Criminología cultural también estudia el rol de los medios de comunicación en el proceso de criminalización. Habría, en conclusión, un proceso de criminalización de base cultural que decide qué es delito y qué no lo es sin limitaciones en la práctica; el delito no existiría en sí mismo, al margen de procesos de base cultural t". Como reconocen algunos de sus principales representantes, «Por supuesto, no hay nada intrínsecamente nuevo en estas declaraciones-F". 266 267 268

Agger, 1992: 2-11, 17-21 Y24-40. Ferrell et al., 2008: 1-24; Presdee, 2000: 17-30. Ferrell et al., 2004: 2.

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La Criminología cultural también estudia los aspectos atractivos de la criminalidad y otros comportamientos habitualmente considerados desviados por la sociedad mayoritaria. El delito puede ser visto como una actividad de riesgo en una sociedad ambivalente hacia el mismo en el que, por ejemplo, las personas con una relativamente elevada posición social se involucran voluntariamente en actividades de riesgo como ciertos deportes=".

4.2. Tipos de grupos criminales según las dimensiones de cuadrícula y de grupo Gerald Mars ofrece una tipología de formas de delincuencia partiendo de la teoría cultural de Mary Douglas, una autora relacionada con la tradición durkheimiana. Esta autora trata de ofrecer un criterio para clasificar sistemas culturales y lo hace a partir de dos dimensiones: cuadrícula (grid) y grupo. Cuadrícula debe entenderse en el marco durkheimiano de que la cultura es un sistema clasificatorio -y comunicativo- que permite ordenar y clasificar las experiencias 270.Douglas sostiene que los sistemas clasificatorios pueden ser más o menos claros y coherentes. La cuadrícula, entonces, puede verse como una variable que va desde niveles bajos de gran o incluso total confusión colectiva en los que los significados están ausentes; hasta niveles elevados en los que los significado están claros para todo el mundo. Los primeros se ejemplifican con sistemas clasificatorios privados; y los segundos con sistemas clasificatorios compartidos. En segundo lugar, la dimensión de grupo hace referencia al control a que está sometido un individuo por la presión de los otros. De nuevo puede verse como un continuo desde egos que no experimentan presión alguna y en este sentido son completamente independientes; hasta egos completamente controlados por la presión del grup0271. A partir de este planteamiento, la autora ofrece una tipología de ambientes sociales según su ubicación en el espacio bidirnensional que c1ihujan las dos dimensiones cuadrícula y grupo!". Mars toma este planteamiento con una cierta flexibilidad y considera la cuadrícula como el criterio que «pregunta hasta qué punto una sociedad es capaz de imponer reglas y constreñimientos sobre sus individuos, limitando de esta manera sus elecciones [... ] De este modo una sociedad con muchas reglas y constreñimientos -tal como las sociedades de castas de la India- sería catalogada "fuerte" en cuadrícula (grid) ,,273.Tanto cuadrícula como gruGrover, 2008: 4445. Durkheim, [1893]: 181. 27. Douglas, 1996: 62-64; la autora varió de modo significativoen su teoría de la cuadrícula y el grupo, de modo que aquí me he limitado a la última versión. 272 Douglas, 1996: 69. 273 Mars, 2013: 2. En esta interpretación mi traducción del término grid pierde sentido, y sería preferible el término español red. El vocablo red, al mismo tiempo, es utilizado en otros contextos por la teoría sociológica y criminológica y puede dar lugar a confusión. 269

270

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po evocan sistemas de control y constreñimiento; la diferencia esencial parece estar en que la cuadrícula se refiere a constreñimientos externos sobre el grupo -en nuestro caso, el grupo criminal-; mientras que grupo se refiere a constreñimientos internos. Aunque este tratamiento puede tener base en el trabajo de Douglas?", a mi juicio es menos claro que el antes descrito. Por otro lado, es cierto que esta dimensión es más fácil de analizar empíricamente en la interpretación de Mars. La cuadrícula es analizada por Mars en términos del uso del «espacio, el tiempo, los objetos, los recursos, el trabajo y la información», elementos que determinan la autonomía, aislamiento, reciprocidad y competencia del sistema -de la cultura, según Mars. La autonomía hace referencia al grado en que un individuo puede llevar a cabo una tarea del modo definido por él o ella; el aislamiento de otros es elevado en sistemas jerárquicos y bajo cuando existen contactos entre los individuos; la reciprocidad implica poder dar trabajo a otros; y la competencia depende inversamente de los constreñimientos que encuentran los sujetos. La cuadrícula -la capacidad de imponer reglas y constreñimientosserá más elevada según la autonomía sea más baja, el aislamiento más elevado, la reciprocidad menor y la competencia menor i". La dimensión del grupo depende de la «frecuencia y mutualidad del contacto, el alcance de las actividades bajo la tutela del grupo y la solidez de sus fronteras». Según existan más contactos cara a cara entre la misma gente, el alcance de las actividades se extienda y la percepción de la particularidad de los comportamientos internos sea más elevada, también la dimensión de grupo será más elevada 276. Como se dijo, cuadrícula y grupo permiten construir un espacio bidimensional que a su vez puede dividirse en cuatro regiones discretas de cuadrícula alta y grupo bajo, cuadrícula alta y grupo alto, cuadrícula baja y grupo bajo y, finalmente, cuadrícula baja y grupo alto. Estas regiones son denominadas por Mars respectivamente fatalismo.jerarquía, individualismo competitivo y encaves igualitarios. El autor indica a continuación que estos cuatro tipos pueden coexistir en una misma sociedad, en particular en el mundo criminal, y procede a ofrecer ejemplos de los mismos. El tipo de la situación de fatalismo se caracteriza por niveles altos de cuadrícula y bajos de grupo, o sea fuertes constreñimientos externos y bajo apoyo grupal. Se trata del delincuente aislado que trabaja solo?". El tipo de la jerarquía se caracteriza por niveles elevados tanto de cuadrícula como de grupo. Se relaciona con una alta división del trabajo, sometimiento a las reglas, lo cual incluye sanciones graves, y respeto a la autoridad. Los intereses de los individuos se someten a los del grupo y exis.te una

274 275 276 277

Douglas, 1996: 59. Mars, 2013: 2-3 y 10-13. Mars, 2013: 3-4. Mars, 2013: 11,30-315-6, 19-25 Y81-109.

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elite que ejerce una dirección centralizada y planea a largo plazo. Un ejemplo sería la Mafia del Sur de Italia'?". El tipo del individualismo competitivo se caracteriza por niveles bajos tanto de cuadrícula como de grupo. Se trata de actores relativamente independientes que se insertan en redes flexibles y de escasa duración, que cuentan con unas reglas mínimas y siguen una orientación cortoplacista. El estatus se alcanza a través de la competición, son flexibles y se adaptan fácilmente a los cambios. Un ejemplo sería el criminal que actúa como un empresario, que se apoya en una red o que puede actuar para otros como consultor o para tareas en las que se ha especializado ?". El tipo de los encaves igualitarios se caracteriza por niveles débiles de cuadrícula y elevados de grupo. Se parece a la jerarquía en que existe una fuerte identidad de grupo y unas motivaciones ideológicas e idealistas y las fronteras internas y externas están bien definidas. Sin embargo, se concede poca autoridad a los líderes y las disputas pueden acabar en la escisión del grupo en varias facciones. Mars pone el ejemplo de algunas organizaciones terroristas y activistas políticas de menor niveF80. Mars nos ofrece una taxonomía de cuatro organizaciones o solidaridades criminales inspiradas en Douglas. En este sentido puede verse como una aplicación de la teoría sociológica a la Criminología 281. Es un trabajo original y tiene un alto valor heurístico. Aunque Mars dibuja sus grupos como tipos ideales+", lo cierto es que no es fácil observar la mayor parte de ellos. Por ejemplo, sencillamente no existen organizaciones criminales como las dibujadas bajo la terminología de jerarquía. La excepción es naturalmente la situación de fatalismo, la parte del león de la criminalidad conocida.

5. VALORACIÓN 5.1. La crítica de Kornhauser a los modelos culturales Kornhauser, que trabaja en la tradición del control social, ofreció en su día una profunda revisión crítica de los modelos culturales y subculturales que sigue vigente. Este trabajo, redactado bajo unas circunstancias muy dificiles por la salud de su autora, representa uno de los hitos de nuestra disciplina. Las consideraciones son las siguientes. a) Los modelos culturales asumen que no existe la desviación ya que los seres humanos no tienen más capacidad que la de seguir las normas

278 279 • 80 281 282

Mars, Mars, Mars, Mars, Mars,

2013: 2013: 2013: 2013: 2013:

5-6, 19-25 Y81-109. 7-8 y 28-30 . 8-9, 25-27 Y59-80. 17. 18.

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culturales en que han sido socializadosy que han interiorizado=". Esta afirmación no es sólo poco plausible ya que ninguna sociedad puede asegurar una socializaciónperfecta de todos sus miembrosv", sino que choca con abundante evidenciaempírica por ejemplo sobre el arrepentimiento de muchos criminaleso sobre que sus valores a menudo coindicen con los mayoritarios-". b) Como consecuencia de lo anterior, los modelos culturales entienden que el orden procede del consenso -paradójicamente en algunos autores, una postura ideológicamente conservadora286_, pero puesto que en las sociedades existen grupos culturales diferentes -o no habría delitosen vez de normas que respondan a valores comunes, el orden que efectivamente se observa no tiene explicación posible. Kornhauser cree incluso que esos enfoques profetizan sociedades orwellianas en las que la

guerra es la paz287• c) Los modelos culturales asumen una variabilidad ilimitada de posibles valoresy normas legales288. Sin embargo, muchos comportamientos son castigados en prácticamente todas las culturas conocidas. d) Kornhauser señala que son muy pocos los ejemplos que se pueden presentar como delitos con una motivación cultural=". e) El orden temporal no tiene que ser necesariamente el propuesto por los modelos culturales: el comportamiento o una situación particular pueden ser el origen de unos valores concretos. Kornhauser habla así, al referirse a grupos que se reúnen en las esquinas de barrios desaventajados, de una pseudocultura que tiene su origen en el fracaso de estas personas -y no al revés-, que por otro lado no tienen ningún compromiso genuino con una supuesta subcultura-". f) Es poco plausible que una cultura dirija a un grupo hacia su destrucción 291. La cultura, por el contrario, siempre tiende a ofrecer protección 292 y a que el delito sea una mala idea, una opción irracional t". g) Kornhauser escribe que «Puesto que una subcultura es una propiedad de una colectividad, debe demostrarse que las unidades sociales que supuestamente son las portadoras de una subcultura se encuentran es-

Kornhauser, 1978: 29, 34-35, 44 Y181. Kornhauser, 1978: 250. 265 Kornhauser, 1978: 71, 77, 214-218 Y242. 286 Jenks,2005a: 133. 287 Kornhauser, 1978: 44-45 y 182. 288 Kornhauser, 1978: 36,183,185 Y251; vid. Sellin, 1938: 23. 289 Kornhauser, 1978: 185 y 187, motivo por el cual se reproduciría tanto el ejemplo del padre siciliano, Sellin, 1938: 68. Ejemplos como éste, además, podrían caer en tautología, Kornhauser, 1978: 187. 290 Kornhauser, 1978: 20. 291 Kornhauser, 1978: 218 y 228. 292 Serrano Maíllo, 2016: 466. 293 Gottfredson y Hirschi, 1990: 18, 20 Y29, aunque también 33. 2B3 284

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tructuralmente unidas-F". La idea es que un grupo cultural necesita estar conectado entre sí ya que de otro modo perdería sus creencias y desaparecería. Kornhauser señala que la respuesta de los teóricos culturales a esta observación ha sido recurrir a la banda, pero las bandas precisamente segmentan en vez de unir, luchan entre ellas ... ; aparte de que los miembros de las bandas no parecen especialmente aptos para el mantenimiento de una subcultura porque no tienen mejores habilidades sociales que sus pares respetuosos de las normas, no forjan relaciones estrechas entre ellos y no valoran especialmente la solidaridad. De este modo, concluye la autora, «una "subcultura en guerra civil" es una contradicción en térrninos-F". h) Finalmente, la autora abunda en que el concepto de cultura es muy ambiguo y parece referirse a todo 10 social/". Sobre la base de estas críticas, Kornhauser culturales como los subculturales.

rechaza tanto los modelos

5.2. Otras consideraciones teóricas A las plausibles críticas de Kornhauser se pueden añadir algunas consideraciones más. a) Muchos de los correlatos sociodemográficos del delito, como el género, la edad, ete., no cambian a lo largo de numerosas culturasj'". b) Las subculturas deben ser como mínimo incompletas ya que sus miembros no están dispuestos a abandonar unos valores mayoritarios que, sin embargo, incluyen un estado que no pueden alcanzaré". Para muchos de los trabajos que hemos revisado existe una gran conexión entre la subcultura que describen y la cultura mayoritaria, global en que se inserta o, a menudo, de la que se desgaja'?" Por ejemplo, Bourgois escribe sobre sus vendedores de drogas latinos de El Barrio que «No son "otros exóticos" operando en un inframundo irracional. Al contrario, están "hechos en [Norte] América". Jóvenes altamente motivados, ambiciosos del interior de la ciudad han sido atraídos a una economía de la droga que se expande rápidamente y genera multibillones de dólares» precisamente porque «creen en el sueño americano»; «en su búsqueda de éxito incluso siguen los más mínimos detalles del modelo clásico Yankee de movilidad ascendente. De-

24t 29; 2% 297 29!! 29!l

Kornhauser, 1978: 230. Kornhauser, 1978: 231-235, cita procede de 231. Kornhauser, 1978: 186 y 247. Wolfgang y Ferracuti, 1967: 159 y 258-260. Suttles, 1968: 223 y 231-233. Bourgois, 1995: 114, 126, 131 Y 326;Jenks, 2005b: 12.

142

e)

d)

e)

f)

g)

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sarrollan agresivamente sus carreras como empresarios; toman riesgos, trabajan duro y rezan para que la suerte les acompañe» 300.Jenks añade con acierto que «losocial trasciende la lealtad al grupo pequeño. Encontrar la propia identidad en un segmento de un sistema clasificatorio es tener al menos un conocimiento tácito del todo del sistema clasificatorio»301. Algunos de los modelos que hemos visto podrían sencillamente re conducirse a versiones de la teoría del aprendizaje social ~02, que no necesita hipotetizar la existencia de variaciones culturales o subculturales303. Muchas de las teorías que hemos visto son testadas con datos individuales304, cuando al menos igual de decisivo es su predicción agregada de que existen grupos con valores subculturales, algo que pasa desapercibido en test empíricos. Como acabamos de ver, Kornhauser señalaba el problema del orden ternporal=". Algunas versiones del etiquetamiento pronostican un proceso de desviación secundaria según el cual individuos etiquetados se integran en subculturas; e incluso autores corno Hamm reconocen que sus investigados buscan formar parte de un grupo, de modo que la pertenencia a una subcultura puede ser una variable dependiente '", Algunos estudios, eso sí, han encontrado pruebas favorables al orden temporal especificado por los modelos culturales+". Pese a que es la clave de los valores, se ha prestado poca atención a sus jerarquíasé'". Algunas asunciones subyacentes a algunos enfoques valorativos puede~ ser problemáticas, como el concepto parsoniano de internalización -asi Anderson: «Para cuando son adolescentes, la mayoría de losjóvenes han internalizado (internalized) el código de la calle»309-;la conexión entre valores y acciones+"; la relevancia de los valores desde un punto de vista cultural"!': la propia ambivalencia que a menudo acompaña a los valores, rechazando de este modo que se trate de algo clar0312 -antes al contrario, los valores son difíciles de observar y, por 10 tanto, de incluir en estudios científicos313_; la asunción de que los valores ofrecen una

Bourgois, 1995: 326. Jenks, 2005b: 36, así como 38 y 40. 302 Brezina et al., 2004: 309 y 322. sos Así, por ejemplo, Baron et al., 2001: 788. so< Así lo demandan, verbigracia, Wolfgang y Ferracuti, 305 Kornhauser, 1978: 20. 9()6 Hamm, 1993: 71. W7 Brezina et al., 2004: 320. S08 Miller, 1958: 6-7. S09 Anderson, 1999: 72. SIO Horowitz, 1983: 233. su Porpora, 2015: 163-165; SwidJer, 2001: 80-81. ~12 Saney, 1986: 192. ~13 Miller, 1958: 7. seo

301

1967: 153.

PATRONES CULTURALES

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percepción positiva, cuando en realidad pueden también ser negativos o, mejor, moralmente neutrales t'"; o su potencial conexión con otras tradiciones como la teoría de la acción racional+" h) Desde un punto de vista empírico, Lappi-Sepálá y Lehti encontraron que todos sus factores culturales -los cuales incluían valores y puntos de vista morales, culturas nacionales, aceptación de la violencia y confianza social- no predecían los homicidios a nivel mundial entre 2004 y 2012 en modelos multivariantes+". También el metaanálisis de Pratt y Cullen sobre las variables macro y su conexión con las tasas de criminalidad juzga que las teorías subculturales reciben un apoyo débil en su esfuerzo, muy inferior al de otras explicaciones alternativas'!".

5.3. Sub culturas y delitos culturalmente motivados He dejado dos cuestiones clave para el final. La primera es que un nfoque basado en lo social aspira a ofrecer explicaciones exhaustivas de fenómenos relevantes. Una vez agotada esta opción, por ejemplo, aquí recurrimos a la idea de agencia pero con un carácter residual y provisional. La idea de subcultura, como señalaJenks, en el fondo representa una renuncia prematura a seguir explorando las posibilidade de lo social. En sus propias palabras, «la subcultura es una de las formas en que los teórico sociales fracasan o sencillamente evitan explicar 10 social en términos de lo social», «En vez de afrontar las dificultades que la idea de "sociedad" presenta, el teórico renuncia o abandona el gran, totalizador concepto con una justificación ideológica en términos de las políticas del día de hoy»318. La segunda cuestión final tiene un carácter ideológico y, por lo tanto, aquí la trataremos de modo tangencial-'" -aunque veremos que está Íntimamente relacionada con la reclamación de lo social que acabamos de hacer. Por una parte, muchos autores parten de que vivimos en la actualidad en sociedades multi- o pluriculturales. A estos comentaristas les parece evidente que en nuestras sociedades no existe una única cultura, pero sin embargo no explican cuántas existen, cómo se relacionan entre sí y dónde termina una y comienza la otra -preguntas difíciles que, al ser ignoradas, no les dejan en mejor posición que la de aquellos a quienes critican. Sea como fuere, la idea clave es que estas diferencias culturales deben respetarse y tolerarse, cuando no promoverse. El problema se presenta cuando estas diferencias son constitutivas de delito. Sin duda, existen conductas propias de algunas

Miller, 1958: 7. Bourgois, 1995: 24. 316 Lappi-Seppálá y Lehti, 2014: 182-189 y 208. m Pratt y Cullen, 2005: 420-421 y 429. 318 Jenks, 2005b: 132 y 145, Ytambién 26; así como el mismo, 2005a: 133, 141 Y 145. 319 En este ejemplo puede apreciarse la ambivalencia de los enfoques ideológicos.

~14

m

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comunidades -incluso de algunas culturas- que son delictivassegún la ley penal nacional del lugar en que tienen lugar.Por ejemplo,cierta tribu de la selva colombiana castiga ciertos delitos con penas físicas,concretamente latigazos.Por lo tanto, existeun problema a la hora de decidirlos límitesde la tolerancia de particularidades culturales constitutivasde delito. Naturalmente, una comunidad es tolerante cuando tolera conductasgraves,como pueden ser las delictivas.Estaes una primera postura que puede observarse en muchos juristas. Ahora bien, que esta sea una realidad que existe no nos dice nada acerca de su extensión y fenomenología. Concretamente, los estudiosos occidentales que estudian lo que denominan delitos culturalmente motivados no ofrecen pruebas empíricas de la existencia de los mismos en sus países más que de modo testimonial. Aunque a veces señalan algunos casos a modo de ejemplo, o bien se trata de conductas que no son delictivas o bien la asunción de motivacióncultural es irrefutable. El problema, según una segunda postura, viene dado porque al defender al menos de modo implícito motivaciones culturales o conflictos culturales y hacerlo además para casos relativamente graves como exige la demanda de tolerancia se exageran las diferencias culturales entre grupos -algunos de los cuales pueden ser de inmigrantes de primera o segunda generación 320. Naturalmente, para quien destaque la inescapabilidad de lo social, como hace la tradición durkheimiana, y crea que no ·e puede viviraislado, en una especie de isla, de esa realidad sui generis que es la sociedad global, por ejemplo nacional, las diferencias culturales entre los grupos o comunidades tenderán a ser en el mejor de los casos residuales en el campo del delito y la criminalidad. Puesto que toda comunidad se define al menos en parte en oposición a otra comunidad o grupo, aquella exageración -que además a menudo procede de comentaristas que ofrecen una imagen progresista y tolerante- puede dar lugar, de modo paradójico, a reacciones de rechazo e incluso xenófobas. Esta es la postura por ejemplo de un jurista, Kühne, quien escribe con dureza que «el "conflicto cultural" no es sino una metáfora de la estrechez intelectual y la ignorancia que deberían ser superadas mediante la educación. Este es el único medio de evitar la estigmatización y la victimación de las minorías [... ] Esto puede evitarse porque fundamentalmente éste es un elemento intelectual en cuanto que opuesto a lo cultural»321 . En referencia a los delitos culturalmente motivados, es bueno ser tolerante, pero en materia criminal quizá no haga falta; es bueno ofrecer una imagen tolerante de uno mismo, pero en materia criminal quizá no sea posible porque, sencillamente, a día de hoy no existen pruebas empíricas sólidasde culturas-ni de subculturas- criminales. 320 A la vez que se exagera la homogeneidad Miller, 1958: 7. 321 Kühne, 2002: 98.

de los poseedores de determinados

valores,

PATRONES CULTURALES

145

5.4. Conclusión: un malentendido Como conclusión, podemos rechazar la idea de que existan subculturas criminales en el seno de nuestras sociedades nacionales contemporáneas. Mucho menos plausible incluso es que exista una pluralidad de culturas en nuestro contexto y que ello tenga alguna relevancia criminológica!". Por lo tanto, existe una única cultura en nuestro país, lo cual es consistente con la presencia a la vez de muy diversascomunidades que se caracterizan por sus ritos y creencias. A mi juicio, quienes defienden este punto de vista cultural, como los proponentes de la teoría de los delitos culturalmente motivados,parten de un malentendido. Estos comentaristas entienden que sociedades tan heterogéneas como las occidentales actuales no pueden responder a una única cultura, sino que deben ser pluriculturales o multiculturales=". Esjusto al revés: podemos quizá esperar la aparición de subculturas allí donde la cultura es compartida sin fisuras por una colectividad, donde todos sus miembros comparten unos códigos claros y férreost". Esto es, allí donde opera una solidaridad mecánica fuerte. En efecto, un enfoque cultural que quiera explicar la desviación en un contexto de conciencia colectivatotalizadora y de conciencia individual ligera no tiene más remedio que recurrir a las subculturas. Sin embargo, las sociedades contemporáneas son flexibles, como un edificio construido a prueba de terremotos. Aunque los defensores de los delitos culturalmente motivados aprecian esta heterogeneidad con claridad, yerran en su consecuencia. Como vimos,en las sociedades contemporáneas no rige una solidaridad mecánica sino orgánica, según Durkheim. Yen esta situación se dan los presupuestos de la siguiente ley: «cuanto más generales e indeterminadas son las reglas de la conducta y las del pensamiento, más debe intervenir la reflexión individual para aplicarlas a los casos particulares»; «cuanto más general se hace la conciencia común, más lugar deja a lasvariaciones indi322 Existe una diferencia, según la literatura, entre sociedade pluriculturaJes y multiculturales e incluso otras. Aquí utilizaremos ambos términos como intercambiables para referirnos a la hipótesis de que dos o más culturas convivan en el mismo sitio, al margen de la relación que haya entre ellas. 323 aturalmente, otra cosa es que utilicen el término cultura para referirse a comunidades discretas, pero eso implica el problema (irresoluble) de definir las fronteras entre unas y otras y explicar cómo un mismo individuo puede formar parte de muchas culturas a la vez y ubicarlas en un continuo de distancias sociales sin que exista un elemento superior englobador del que el sujeto mismo forma parte. 324 Por este motivo, Jenks, 2005b: 84-86, afirma que el sistema parsoniano precisa de las subculturas: al describir un sistema social total que determina la acción social, la desviación, si es que existe, debe responder a subculturas. A mijuicio, esta observación tiene sentido habida cuenta de la tremenda influencia de Parsons incluso en las ciencias sociales contemporáneas, a menudo no ya de modo implícito, sino expresamente rechazado. Ideas como la de la internalización de los valores y de la ambigüedad de la moralidad proceden igualmente de Parsons, aunque se niegue este origen por quienes le siguen.

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viduales [... ] No hay fijas más que reglas abstractas que puedan ser libremente aplicadas de maneras muy diferentes», «Porhacerse, pues, más racional, la conciencia colectiva se hace, pues, menos imperativa, y, por esta razón también, estorba menos el libre desenvolvimiento de las variedades individuales».Precisamente porque «lasrepresentaciones colectivas [... ] se van indeterrninando», no hay lugar para las subculturas en sociedades como la nuestra: «lasconciencias colectivaslocalespueden conservar su individualidad en el seno de la conciencia colectiva general y que, como abarcan horizontes más pequeños, les es más fácil permanecer concretas-Y'.

325

Durkheim, [1893J: 181,202,339 Y341-342, de donde proceden todas las citas.

CAPÍTULO 4 Procesos biográficos Los procesos son un fenómeno dinámico con varias fases y referido a la biografía de las personas y grupos de los que forman parte. Tienen por lo tanto un carácter individual o grupal y se ubican en un nivel de análisis distinto al agregado o macro. El término biográfico parece preferible al de individual porque éste sugiere una vieja distinción por disciplinasque aquí precisamente queremos superar. Dentro de los procesos incluimos variables sociodemográficascomo el sexo y la edad que influyen en las interacciones en que un sujetose ve envuelto, como es el caso de sus actividades cotidianas. El sexo, comoes bien sabido, es la variable que se asocia de modo más firme con el delito en el sentido de que los hombres delinquen más y,en particular, cometendelitos más graves. La edad guarda una correlación muy fuerte con el delito. Lacurvade la edad refleja esta asociación, primero positivay luego negativa.Estostérminos positivo y negativo se refieren en esta obra al sentido de lasasociaciones o correlaciones, por ejemplo en el caso de que una variable aumente (o disminuya) y otra aumente a su vez (o disminuya) se habla de unaasociación, correlación, efecto ... positivo; mientras que el negativosereferiríaal sentido opuesto, esto es que cuando una variable aumente la otratiendaa disminuir. La relación entre edad y delito al menos a nivelde grupoejemplifica ambas correlaciones positiva (hasta los 20 años máso menos)y negativa (desde entonces). Mucho menos claras son las conexiones entre criminalidady características físicas y mentales como la conformación física,la personalidad,lainteligencia y otras. Otros procesos o variables de naturaleza biográficaSonel empleo o las distintas dimensiones de las carreras criminales.

SUMARIO. CAPÍTULO 4. PROCESOS BIOGRÁFICOS 1. SEXO Y DEUTO 1.1. Tendencias diferenciales al delito entre mujeres y hombres 1.2. Factores de riesgo y delincuencia en mujeres y hombres

148

ALFONSO SERRANO MAÍLLO 2. EDAD 2.1. La curva de la edad 2.2. Continuidad delictiva 3. CARACTERÍSTICAS FÍSICAS Y MENTALES 3.1. Personalidad 3.2. Inteligencia 3.3. Otras 4. INMIGRACIÓN

1. SEXO Y DEUTO 1.1. Tendencias diferenciales al delito entre mujeres y hombres

El sexo es una de las variables de más peso en la vida personal de los individuos. Influye en las opciones que una persona puede tomar en su vida y también en su quehacer cotidiano, así como en los sistemas de control informal a que se ve sometida y en la probabilidad de victimación '. La variable que se socia de forma más sólida con la criminalidad es precisamente el sexo: frente a las mujeres, los hombres son responsables de un porcentaje absolutamente desproporcionado de los delitos que se cometen en una comunidad. La criminalidad de las mujeres no sólo es mucho menor sino que, además, se limita a un abanico de infracciones penales relativamente pequeño y más leve". Una importante investigación longitudinal de panel que ofrece mucha información sobre la relación entre sexo y criminalidad y desviación es la de Dunedin, con Moffitt a la cabeza. En este epígrafe vamos a recurrir a este trabajo de modo extensivo. Este estudio no sólo abunda en estas diferencias en tendencias antisociales, sino que sus investigadores principales recuerdan que las mismas proceden no ya de definiciones, muestras, medidas. etc. sino incluso de disciplinas muy distintas entre sí'. En este estudio se ofrecen comparaciones de los comportamientos desviados de chicos y chicas con datos oficiales y no oficiales. Comenzando por estos últimos, comparaciones de informes de los padres a las edades de 5, 7, 9, 11 Y13 años; profesores a los 5,7,9, 11 Y13 años; autoinformes de los propios participantes cuando tenían 11, 13, 15, 18 Y21 años; y reportes de un amigo o familiar que les conociera bien a los 18 y 21, todas estas fuentes de información, como digo, coinciden en que los chicos se ven envueltos en más actos desviados que las chicas de modo estadísticamente significativo. I Factores biográficos e individuales son especialmente relevantes para la predicción de la victimación. Por ejemplo, con datos de una edición especial de la Encuesta Nacional de Vidimación de Estados Unidos, Lauritsen establece como factores de riesgo familiares negativos la edad y ser mujer, 2003: 8, datos descritos en 2-3. j Belknap, 2001: 81-85; Chesney-Lind, 1986: 82; Chesney-Lind y Shelden. 1998: 7-21; Daly,1994: 165-166; Heidensohn, 1995: 2-10; Moffitt et al., 2001: 1-2,23-52 Y57; Nagel y Hagan, 1983: 84-108. 3 Moffitt et al., 2001: 23, vid. asimismo 38-52.

PROCESOS BIOGRÁFICOS

149

La única excepción en Dunedin fueron los informes de los padres a los 15 años, en los que existe una diferencia a favor de los varones (valores z medios=0,05 versus -0,05), pero no significativaal nivel 0,01. Moffitty sus asociados subrayan la consistencia de los hallazgos y calculan un tamaño del efecto pequeño para el sexo (d=0,25). Al mismo tiempo, observan que la menor diferencia se produce en la adolescencia media". Pasando a los datos oficiales,los criminólogos de Dunedin encontraron diferencias aún mayores en contactos policiales entre los 10y los 16 años (rango RV=2,14,1; rango d=0,430,78), registrosjudiciales entre los 13y los 21 (rango RV=2,84,8; sin contar las penas de prisión) e información del Ministerio de Transporte sobre sanciones en el ámbito del tráfico rodado de vehículos de motor (RV=4,4).La relación más elevada corresponde a haber sido condenado a prisión alguna vez (RV=11,7)5. Las mayores diferencias con datos oficiales en razón del sexo se encontraron para delitos violentos (RV=4,8;d=0,86) y las menores para delitos relacionados con el alcohol y las drogas (d=0,57;RVpara condena por estos delitos=2,8)6. Esta misma diferencia se observaba en los delitos cometidos en un periodo de 12 meses y tanto para datos de autoinforme entre los 13 y los 21 años como de condenas a los 21: en comparación con las mujeres, los hombres confesaron entre 2 y 3,7 más delitos violentos y fueron condenados 32 vecesmás por esta modalidad especialmente grave;y confesaron entre 1,6 y 6,6 más hurtos y experimentaron 4,2 veces más condenas por este delito contra el patrimonio; pero en delitos relacionados con el alcohol y las drogas sólo confesaron entre 1,5 Y2,6 más delitos -con la excepción de los delitos de esta naturaleza confesados a la edad de 15 años (razón=1/1)y apenas fueron condenados 2,4 veces más". En este estudio de Dunedin son delitos relacionados con el alcohol y las drogas la venta de cannabis, el consumo de drogas duras, la venta de drogas duras y estar borracho y provocar desórdenes públicos". Otro ámbito en el que Moffitt y sus asociados encontraron escasasdiferencias en razón del sexo fue en el abuso contra la pareja, en particular en las formas menos serias de este comportamiento9. Puede abundarse en la relación entre sexo y desviación. Por ejemplo, en España hubo en 2017 283.936 detenciones e investigados 10 en el caso de Moffitt et al., 2001: 27-28 y 37, así como 24-26 con detalles metodológicos. Moffitt et al., 2001: 30-32 y 37. ti Moffitt et al., 2001: 31-32. 7 Moffitt et al., 2001: 3~37. 8 Moffitt el al., 2001: 34. 9 Magdol el al., 1997: 69 y 75, 70 sobre la información a que se recurrió; Moffitt y Caspi, 1999: 4-5 y 9, así como 1-2 sobre los datos; Moffitt et al., 2001: 57-61 y 69 sobre los hallazgos sustantivos, 54-57 sobre aspectos metodológicos y 61-69 sobre ciertos retos que podrían afectar a sus hallazgos. 10 Puede generar confusión la mezcla de estos dos elementos, arrestados por un lado e investigados o imputados -que se refieren a lo mismo, si bien con un cam bio rerminológico operado por la reforma de 2015 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal- por otro. 4

5

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hombres por infracción penal según los datos del Ministerio del Interior; por solamente 60.831 en el de mujeres. La tasa para hombres es aproximadamente de 12,5 por 1000; y 2,57 por 1000 para mujeres (media para ambos sexos=7,4) (ver Tabla 4.1 y Gráfico 4.1). Si nos detenemos en delitos tan graves como homicidios y asesinatos para el mismo año 2017, hubo 915 detenidos e investigados de sexo masculino (3,99 por 100.000) y 102 del femenino (0,43 por 100.000; media para ambos sexos=2,18). La Tabla 4.1 muestra y extiende esta información, que se muestra igualmente en el Gráfico 4.1. La población reclusa española en la primera semana de enero de 2019 ascendía a 50.611 internos, de los que solamente 3.854, el 7,53 por ciento, eran mujeres. Aunque las diferencias dependen en buena medida del tipo de delito, siguen siendo sobresalientes. Pese a que se ha advertido que la magnitud de las diferencias puede depender de dimensiones espaciales y temporales y de otros ámbitos, las mismas se mantienen con mínimas excepciones". Bartolamé y sus asociados aplicaron cuestionarios de autoinforme a una muestra de conveniencia en tres instituciones de Educación Secundaria de una provincia española y afirman que «el porcentaje de chicas y chicos que ha cometido las conductas estudiadas es similar en ambos casos», que hay «grandes semejanzas», así como que «Los chicos y las chicas presentan más semejanzas que diferencias en sus patrones de conducta antisocial» 12. Ahora bien, estos investigadores comparan si chicas y chicos han cometido alguna vez una serie de comportamientos que pueden ser tan relativamente leves como haber consumido alcohol o drogas, haber faltado al colegio o haberse ido/colado de algún sitio sin pagar. En todo esto ciertamente no encuentran diferencias significativas entre unos y otras 13. Sin embargo, cuando nos fijamos en comportamientos de una cierta gravedad como comprar algo robado, haber sido expulsado del centro educativo, vandalismo, portar armas, amenazar con agredir físicamente o verse envuelto en peleas, la prevalencia de los chicos es claramente superior al de sus compañeras. El metaanálisis de Lipsey y Derzon encontró que el género era un predictor fuerte de la violencia o delincuencia seria entre las edades de 15-25 años ya se hubiera estimado a la edad de 6-11 (wr=0,26) u 12-14 (wr=0,19) 14. Otro importante metanaálisis de Archer informa de que las diferencias en las tendencias de hombres y mujeres en distintas formas de agresión son claras y que, naturalmente, los hombres estaban más dispuestos a recurrir a la misma. Por ejemplo, el efecto para la agresión total era de tamaño moderado a través de autoinformes, observación directa e informes de pares y profesores (rango d=0,42 0,63), lo mismo que para sus componentes físico (rango d=0,39 0,84)

Vid. Moffiu et al., 2001: 1-2, 7 Y53-70. Bartolomé et al., 2009: 3, 6 Y10, Y3-4 para la metodología y 4-6 con más detalle sobre los hallazgos. 13 Informan en su Tabla 1 de tests mediante Chi cuadrado, cuya hipótesis nula hace referencia a relaciones. 14 Hawkins et al., 2000: 7. 11

12

PROCESOS BIOGRÁFICOS

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Tabla 4.1. Tasa por 1000, frecuencia y razón de arrestos e imputaciones en España por sexo (2012-2017)

Tasa

Año Hombres

Mujeres Razón Frecuencia Hombres Mujeres Razón

2012 15,24 2,788 5,466 351.377 66.098 5,316

2013 15,11 3,008 5,467 346.531 71.169 5,3]6

2014

2015

2016

2017

14,274 2,978 5,023 326.025 70.324 4,869

12,654 2,560 4,793 288.527 60.432 4,636

12,179 2,508 4,944 277.743 59.312 4,774

12,437 2,566 4,855 283.936 60.831 4,683

Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior y del Instituto Nacional de Estadística para 1 de julio.

Gráfico 4.1. Arrestos e imputaciones por sexo por 1000 residentes en España

(2012-2017) 18

16

.......................

.... .....

14

... .... ... ..... ..........

12 10

8 6 4

- -- - •..•. --------------

... _

2 O

2012

2013 ••••••

Hombres

2014 -

2015 Mujeres

2016

2017

-Razón

Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior y del Instituto Nacional de Estadística para 1 de julio.

y verbal (rango d=0,14 0,51), a lo largo de las mismas fuentes de información -si bien la significación estadística de estos tamaños del efecto a menudo dependía de algunas observaciones particulares influyentes o outliers. Como se aprecia, la diferencia es mayor en violencia fisica que en verbal, aunque sin

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que el signo de la asociación llegue a revertirse 15. Igual de importante es que estas diferencias, sin llegar nunca a revertirse para la agresión verbal, se observaban a lo largo y ancho de países culturalmente muy distintos de los cinco continentes ". Más recientemente, el mismo Archer ha calculado que las diferencias en agresión física entre hombres y mujeres alcanzan tamaños del efecto entre moderados y fuertes (rango d=0,33 0,91) 17. Con datos de AddHealth, Daigle y otros escriben que ellos cometieron una media de 1,64 actos delictivos por 0,99 de ellas, diferencia que era válida tanto para delitos violentos (0,63 y 0,36 de media respectivamente) como no violentos (1,01 y 0,66 de media respectivamente) 18. En el Proyecto de Seattle, ser hombre elevaba de modo significativo el riesgo de comportamiento violento a la edad de 18 años (RV=2,31) 19. Utilizando datos procedentes de la primera Encuesta Internacional de Delincuencia Autoinformada (ISRD) de varios países, Junger-Tas indica que los chicos cometen entre 1,5 y 2 veces más delitos contra el patrimonio y entre 2 a 4 más delitos violentos que las chicas 20. Algún delito como el hurto en tiendas muestra diferencias pequeñas o incluso inexistentes en razón del sexo'", Con una amplia muestra de niños y niñas de entre 6 y 17 años procedentes de 12 culturas distintas, Crijnen y sus colegas reaseguran que existen diferencias pequeñas pero consistentes entre hombres y mujeres en problemas de externalización, que incluyen los síndromes delictivo y agresiv022• El Estudio de Cali, en un contexto muy distinto del de la mayoría de las investigaciones occidentales, tanto cultural como criminógenamente, confirma que el sexo es un factor fuertemente relacionado con la criminalidad (RV=2,3) yel consumo de drogas (RV=2,3) en el sentido de que ser hombre aumenta de modo estadísticamente significativo la probabilidad de ambos comportamientos. Nivette y sus compañeros comprobaron en un estudio en 63 países de ingresos medios y bajos que, entre los 12 y los 15 años, los chicos era mucho más probable que reconocieran haberse visto envueltos en peleas en los últimos doce meses que las chicas (RV=2,68), si bien al mismo tiempo existían dramáticas diferencias entre los países incluidos en la muestra, con razones de las ventajas oscilando prácticamente entre 1 y 923• Los datos autoinformados suecos de Nilsson -adolescentes de entre 14 y 16 años- revelan que el

Archer, 2004: 302-306 y 308. Archer, 2004: 309. 17 Archer, 2009: 254. 18 Daigle et al., 2007: 269 y 263-268 con los datos. 19 HerrenkohJ et al., 2000: 180-181 y 183. 20 Junger-Tas, 1994: 376 y 38l. 21 Junger-Tas, 1994: 376. Naturalmente y por lo que se refiere estrictamente a la frecuencia, los datos oficiales infraestiman los delitos que realmente se producen. Por poner un ejemplo lirnitado a uno de los sexos, Ahonen y sus asociados señalan que para calcular los delitos que cometen las chicas -más exactamente, para equiparados a los que arrojan los autoinformes- hay que multiplicar las acusaciones formales casi por tres, Ahonen et al., 2017: 768-769. 22 Crijnen et al., 1997: 1270 sobre los datos y 1272-1274 Y1276 sobre los hallazgos sustantivos. 23 Nivette et al., 2018: 4-6, 3-4 sobre los datos. 15 16

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60,2 por ciento de los chicos sehabía vistoenvueltoen alguna actividaddeliotiva durante al año anterior en comparación con el 46,4 por ciento de sus compañeras, una diferencia significativadesde un punto de vista estadístico (d=0,47).A nivel de delincuencia individual,ellosincurrían más en hurto en tiendas, vandalismoy hurto, así como en delitos de agresión, en los que las diferenciaseran las mayores de esta investigación24. Mención especial por su ámbito requiere el estudio de Steketee y sus compañeras con datos de autoinforme de la segunda Encuesta Internacional de Delincuencia Autoinformada (ISRD-2),que incluye 25 países europeos y 5 del Norte y Sur de América. Estas investigadorasmuestran que las diferencias en razón de género, esto es que los hombres delinquen más y cometen delitos más graves, parecen tener un carácter global. La Tabla 4.2, tomada de la publicación de estas autoras, expresa en razones de las ventajas esta realidad, con valores superiores a 1 indicativosde mayor actividad criminal en chicos que en chicas. Con apenas una excepción que no alcanza la significación estadística (RVpara delitos patrimoniales levesen Europa Occidental=Ll z, no significativo), en todas las modalidades y en todas las regiones los chicos reconocen más delitos que sus compañeras, con las menores diferencias por tipología en la más leve -delitos patrimoniales leves- y las mayores a nivel geográfico en América Latina -al menos en los pocos países representados en esta investigación2.0.

Tabla 4.2. Razones de las ventajas para delincuencia de chicos y chicas para el último año, según Steketee et al. Tipo de delito

Región

Patrirnoniales leves

Patrimoniales graves

Violentos leves

Violentos graves

Países anglosajones

1,51

2,63

2,77

1,82

Europa del Norte

1,48

2,72

2,71

1,83

ns

4,09

3,09

2,64

Europa del Sur'

1,31t

4,34

2,51

2,99

Países exsocialistas

1,64

3,91

2,71

2,06

1,59

4,44

4,29

3,65

Europa Occidental

América Latina

Todas las razones de lasventajas significativasal nivel alfa=0,0001excepto donde indicado (ns=no significativo)y para t donde alfa=O,Ol. Fuente: Tomado de Tabla 2 en Steketee et al., 2013:97.

24 25

Nilsson, 2017: 1083 y 1087. Steketee et al., 2013: 95-97 y 100, así como 92-95 sobre la parte empírica.

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Los estudios de prevalencia del paradigma de las carreras criminales abundan en la misma diferenciaen razón de sexo. La prevalencia hace referencia al porcentaje de individuosque han delinquido alguna vez a lo largo de su vida. En el (segundo) Estudio Longitudinal de Filadelfiase encontró que el 33 por ciento de los hombres y el 14 por ciento de las mujeres habían sido detenidos alguna vez antes de que hubieran cumplido 18 años por delitos que excluían los de tráfico de vehículos de motor26• Datos oficiales de Inglaterra y Galesapuntan a que sobre el15 por ciento de los hombres y el 3 por ciento de las mujeres nacidas entre 1953y 1963habían sido condenados antes de los 17años de edad por un delito relativamenteserio que excluía las infracciones de tráfico de vehículos de motor o la embriaguez27• El Estudio de Chicas de Pittsburgii reporta que el 32,1 por ciento de sus mujeres reconoció en datos autoinforrnados algún delito entre los 12 y los 17 años, un 27,5 por ciento actos violentos; y un 13,1 por ciento h.urtos/"; mientras que el 11 por ciento recibió la formulación de alguna acusación judicial formal; el 9,1 por ciento por algún acto violentos;y el 3,8 por ciento por hurtos, de nuevo en algún momento entre los 12 y los 17 años de edad 29. El estudio de Dunedin también ha estudiado problemas socialesy psiquiátricos asociadosa la desviaciónen hombres y mujeres. El hallazgogeneral de comorbidad, esto es que casi todos (90 por ciento) los individuos antisociales también experimentaban hiperactividad, dependencia del cannabis o síntomas de esquizofrenia, era común a ambos sexos. La principal diferencia residía en que las féminas tenían una mayor probabilidad de sufrir depresión severa30. Existeevidenciamixta sobre silas tendencias antisociales,expresadas en términos de agresividad,aparecen cuando los infantes son bebés o si a estas edades los niveles de agresión son iguales en niñas y niños pequeños. Keenan y Shaw,por ejemplo, revisan la literatura y afirman que la misma no rechaza la hipótesisde nivelessimilaresde conductas problemáticas, esto es que unas y otros se comportan igual en términos de grupo. A partir de los 4 o 5 años comenzarían a aparecer las diferencias entre chicos y chicas. Este patrón de semejanza en sus comportamientos aparece en esta revisión en temperamento, inhibición del comportamiento, problemas externos e internos y, en particular, en agresión -donde, de las 6 investigaciones observacionalestransversalesy longitudinales, dos encuentran diferencias en raTracy et al., 1990: 275-276. Murray y Farrington, 2010: 634. 28 Ahonen et al., 2017: 766. 29 Ahonen et al., 2017: 768. Algunos autores consideran que la delincuencia tiene un carácter normativo durante la adolescencia, esto es que prácticamente todos losjóvenes han delinq uido alguna vez. Por ejemplo, Ahonen y sus socios cifran en un 82 por ciento los hombres jóvenes que reconocen algún delito en estudios de autoinforme, 762. Si se toma el concepto de delito en sentido estricto, esta afirmación es probablemente una exageración. 3(} Moffiu et al., 2001: 7, 138-143 Y 149. 26

27

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zón de género (en una los grupos dominados por niñas eran más agresivos; en otro los niños eran más agresivos),pero no los otros cuatro, todo ello a edades muy tempranas, antes de los dos o tres afios". Las diferencias a partir de los 4 o 5 años sería resultado, según estos autores, de la socialización, que tendría el efecto de transformar las tendencias antisociales de las chicas -pero no de los chicos- en problemas internos, esto dirigidas hacia ellas en vez de hacia orros". Otros investigadores,sin embargo, han encontrado que las diferencias entre niños y niñas aparecen muy pronto en sus biografías y quedan establecidas antes de los dos años -aunque luego puedan ampliarse con el paso a otras etapas vitales.Así,Baillargeon y sus asociados sostienen, a partir de datos longitudinales de Quebec, que las diferencias entre sexos están presentes ya al menos a los 17 meses de vida33. Como se ha anunciado, existen pruebas de que la brecha de género varía de unas etapas vitales a otras, generalmente en el sentido de que e van ampliando. En esta línea, Coté reporta un metaanálisis con diferencias en desviación por razón de género que aumentaban de un tamaño del efecto d=26 entre los 6 y los 11 años; a un tamaño d=ü,35 entre los 11 y los 13; y concluye su revisión con que «aunque la brecha entre varones y féminas está presente durante los años preescolares, se amplía considerablemente entre la infancia y la preadolescencia»34. También Hay anuncia el mismo fenómeno, y lo achaca a que las chicas maduran antes que sus compañeros, con la consecuencia de que la brecha aumenta durante la adolescencia'". La desviación puede tratarse igualmente como variable independiente, esto es como potencial causa de comportamiento y situaciones futuras. Es en este ámbito donde los investigadores de Dunedin encuentran quizá las más acentuadas diferencias en razón del sexo y afirman que «lassecuelas de los problemas de conducta se prueban distintos según el sexov ". En concreto, los problemas conductuales predecían, en el caso de las mujeres, dificultades en la vida en el hogar, en la salud y depresión; y en el de los hombres complicaciones en el ámbito laboral y frente al Sistema de Administración de Justicia, así como abuso de sustancias. Sí eran cumunes a ambos sexos la tendencia a relacionarse y unirse sentimentalmente con otros individuos desviados, tener descendencia en la adolescencia y verse envueltos en violencia doméstica. En el caso de las chicas, su tendencia delictiva se veía especialmente agravada cuando se emparejaban con un hombre desviado". Keenan y Shaw, 1997: 96-100. Keenan y Shaw, 1997: 100-104 y no. 33 . Baillargeon et al., 2007: 16-17 para sus datos y 17-19 para sus hallazgos. De este modo no es extraño que se hayan visto factores biológicos en las causas de la brecha de género --esto es, que los hombres delinquen más que las mujeres-, así Eme, 2007: 607-623. 34 Coté, 2007: 185 y 190, de donde procede la cita. !\5 Hay, 2007: 1534. 36 Moffitt et al., 2001: 7. 37 Moffitt et al., 2001: 7-8,168-169 Y 182. 31

3.

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1.2. Factores de riesgo y delincuencia en mujeres y hombres Una cuestión importante es si existen diferencias en los factores de riesgo y quizá también en las causas que están detrás de la delincuencia de hombres y mujeres. Incluso desde un punto de vista descriptivo, Simpson asegura que «existen tendencias y patrones únicos en la violencia criminal femenina» que deben ser investigados". Ahora, sin embargo, nos interesa la parte más predictiva. El estudio de Dunedin midió más de 35 factores de dominios muy heterogéneos y sus responsables afirman que «los hallazgos mostraban semejanzas llamativas entre hombres y mujeres respecto a los factores de riesgo del comportamiento antisocial» 39. La correlación múltiple de todos estos factores era de r=0,72 para los chicos y de r=0,69 para las chicas, pero estos dos estadísticos no eran distintos entre sí desde un punto de vista estadístico ". Los únicos factores que parecían ser diferentes en unos y otras eran los déficits neurocognitivos, temperamentos fuera de control, bajo control de los impulsos e hiperactividad, en la que ellos puntuaban más alto que sus cornpafieras ". La misma investigación longitudinal encontró que el patrón de delincuentes persistentes a lo largo de la vida era muy infrecuente en el caso de las chicas en comparación con los chicos:", si bien los factores de riesgo

Simpson, 1991: 116. Moffitt et al., 2001: 6. En otro estudio sobre violencia en la pareja, sin embargo, si encontraron diferencias significativas, Magdol et al., 1997: 73-74. 40 Moffitt et al., 2001: 106. 41 Moffitt et al., 2001: 101-108 y 121. '12 Moffitt hipotetiza la existencia de dos grupos de delincuentes, los persistentes a lo largo de la vida y los que limitan sus infracciones a la adolescencia, 1993: 674-687. Moffitt y sus colegas consideran que los hallazgos de Dunedin favorecen esta tesis taxonómica, Moffitt et al., 2001: 8 y 207-224, sobre todo 221, y 226. La dicotomía de Moffitt también sería válida, según estos investigadores, en el caso de las chicas, Caspi et al., 1993: 28. Por ejemplo, algunos de estos investigadores descubrieron en el Estudio de Dunedin que la razón chico-a-chica era de 10/1 para los que comenzaban su carrera criminal en la infancia pero sólo de 1,5/1 para los que lo hacían en la adolescencia. Las chicas que se comenzaban en la infancia mostraban un alto riesgo de criminalidad, pero no así sus compañeras más tardías. Por lo tanto, estos autores sugieren que no existen diferencias significativas entre chicos y chicas en materia de factores de riesgo ya que la diferenciación clave es entre quienes comienzan a delinquir pronto y alargan sus carreras criminales, en los que, independientemente de su sexo, se concentran los factores criminógenos; y quienes sólo delinquen durante la adolescencia, quienes están libres de estos elementos. Naturalmente y por lo señalado en el texto, los hombres delinquen más, sobre todo en el camino crónico, Moffitt y Caspi, 2001: 358-359 sobre la parte empírica y 359-367 sobre la sustantiva. En otro estudio en una línea semejante con datos del mismo estudio longitudinal y modelos sofisticados capaces de identificar trayectorias latentes, identificaron cuatro grupos -entre ellos los dos hipotetizados por Moffitt- y que a lo largo de la distribución predominaban las semejanzas en razón del sexo: quienes se iniciaban en la infancia arrastraban factores criminógenos, pero no así los que esperaban a la adolescencia, yeso fueran chicos o chicas, Odgers et al., 2008: 673-712 676-682 sobre la parte de los datos y 704-706, sobre todo, para los resultados. 38 39

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que predecían que se entrase en dicha trayectoria eran los mismos para unos y otras. Precisamente las chicas rara vez se convertían en delincuentes persistentes por la rareza de que estosfactores de riesgo se dieran en ellas". Centrándose en la personalidad, Kueger y sus asociados confirmaron con datos del estudio de Dunedin que los tres grandes factores que subyacían a las varias escalas del Cuestionario de Personalidad Multidimensional (MQP) se relacionaban con cuatro medidas delictivas de modo prácticamente igual para chicos y chicas. Por ejemplo, las correlaciones de Spearman para chicos y chicas para constreñimiento, emocionalidad negativay emocionalidad positiva por un lado y delincuencia autoconfesada por otro eran -0,44 y -0,44,0,34 Y0,48 Y0,1 Y0,5 respectivamente; y los (pseudo) estadísticos de bondad de ajuste eran de 0,5 para ellos y 0,58 para ellas -sugiriendo una capacidad predictiva de la criminalidad autoconfesada comparable t", Otras investigacioneshan corroborado estos hallazgos.Así,en el estudio longitudinal de cohorte británico se encontró que los mismos factores de riesgo pronosticaban la criminalidad de los chicos y de las chicas:". Un trabajo conjunto a partir de varios estudios longitudinales de 6 lugares en Canadá, Estados Unidos y Nueva Zelanda halló algunas diferencias relevantes sobre carreras criminales, pero en un contexto de semejanzas notables en las muestras de chicos y de chícas". Otros trabajos, por el contrario, apuntan a factores de riesgo diferenciales por razón del sexo. Nilsson, por ejemplo, con datos de autoinforme de 889jóvenes adolescentes de Halmstad, Suecia, muestra notables diferencias entre chicos y chicas en el efecto de variablesfamiliares. En el caso de ellos, los factores de riesgo familiares que explicaban su delincuencia autoinformada eran la estructura familiar, el conflicto con los padres y la confianza con los padres; mientras que para ellas no sólo estas variables no eran significativasdesde un punto de vista estadístico, sino que su principal predictor era la vinculación a los padres, que se revelaba irrelevante para sus compañeros. En realidad, el estudio de Nilsson también arroja ulteriores notables semejanzas entre chicos y chica:s ya que no sólo compartían predictores clave como tiempo pasado con los pares, sino que no todas las diferencias eran significativasdesde un punto de vista estadístico, con lo que la falta de coincidencia podía ser debida al azar y no ser genuina47• Ahora bien, aunque los factores de riesgo eran muy semejantes en Dunedin para chicos y chicas y ambos sexos eran vulnerables a los mismos factores de riesgo -este es el patrón que predomina en la literatura, pese a las excepciones notadas-, Moffitt y sus compañeros encuentran que los primeros muestran puntuaciones más altas en muchos factores de riesgo. En 43

4' 45 46 47

Moffitt et al., 2001: 4-5, 214-215 Y226. Krueger et al., 1994: 33:>-334. Murray et al., 2010: 1205. Broidy et al., 2003: 236, 224 sobre los datos. Nilsson, 2017: 1087-1088, y 108:>-1086 para los aspectos empíricos del trabajo.

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particular, los varones tienen los mismosnivelesde riesgo que las chicas en factores relacionados con las madres y las familias,pero significativamente más altos en muchos factores cognitivosy neurológicos y relativosal comportamiento infantil ya los parest". Tomados en conjunto, todos estos 35 factores derivadosde 5 dominios diferentes explicanun 65 por ciento en las diferencias desviadasentre chicosy chicas". Algo semejante se lee en el estudio de Daigley sus asociadoscon datos de Add Health: en comparacionesbivariadasse apreciaban notables diferencias en razón de sexo,si bien para factores que son comunes. Estosautores clasificanlos factoresde riesgo según teorías que las destacan. Sin ánimo de exhaustividad, los chicos sufren más victimacionesque las chicas, quienes por el contrario están más afectadas por la depresión, sin embargo, no observan diferencias en el grado de autonomía y supervisión-teorías feministas-; los chicos sufren más fuentes tradicionales de frustración -esto es con una orientación económica- y menos conflicto parental, pero menos eventos vitales negativos-teorías de la frustración-; existen algunas diferencias en vinculación y, sobre todo, un mayorautocontrol en las chicas-teorías del control social-; y,por último y rompiendo la línea de diferencias, no existen en la delincuencia de los pares ni en la influencia de los pares -teorías del aprendizaje'". También las causas del delito, y no sólo los factores de riesgo, podrían coincidir en hombres y mujeres, esto es ser invariantes en razón del sexo, según Moffitty sus asociados.Estos autores apuntan, en primer lugar, varias consideraciones críticas de los estudios que han sugerido lo contrario. En primer lugar, estas investigacionesse habrían quedado cortas en las pruebas estadísticasempleadas. Una forma habitual en Criminología de contrastar la hipótesis de efectos diferenciales de un factor de riesgo consiste en ver si el mismo predice la criminalidad, la desviación o lo que sea en ambos grupos o solo en uno. Cuando la significación estadística se da para unos pero no para otros, s concluyeque debe existir una diferencia. Sin embargo, esto es un error ya en el modelo lineal puesto que puede haber un problema de potencia estadistica", habitual cuando las muestras son pequeñas; pero, sobre todo, saber si dos coeficientes son distintos exige una contrastación estadística específica. Dicho con otras palabras, solamente comparando directamente sin pruebas formales dos coeficientes no es posible saber si son distintos entre sí desde un punto de vista estadístico 52. En segundo lugar, Moffitt y sus compañeros advierten de la insuficiencia de muestras de un único sexo para contrastar hipótesis sobre los potencialmente distintos procesoscausales subyacentes en el caso de los chicos y de las chicas. En efecto, 48 49 50 51 52

Moffitt et al., 2001: lltJ..1l5 sobre todo. Moffitt et al., 2001: 115-117. Daigle et al., 2007: 279-280. Britt y Weisburd, 2010: 313-332. Moffitt et al., 2001: 4.

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estas hipótesis requieren muestras con hombres y mujeres y en números elevados.El argumento, sin embargo, del equipo de esta autora es más bien que al uso de muestrasde un único sexo subyacela idea de que deben existir procesos etiológicosdistíntos'".Finalmente, estos autores mencionan un sesgo de publicación. El sesgo de publicación se produce cuando la probabilidad de que un trabajo sea publicado en revistasy editoriales científicasno se distribuye de modo aleatorio, quizá controlando por la calidad, sino que por ejemplo los que arrojan ciertos hallazgos-los que son significativosdesde un punto de vistaestadístico,los que son novedosos o llamativos,los socialmente deseables, etc.- es más probable que salgan a la luz que otros -naturalmente uno de los principales objetivosde los estudiosos.De nuevo, el argumento de Moffitt y sus asociados es matizado: lo que sostienen no es tanto que los hallazgos de procesos unitarios vayan a dejar de publicarse, como que no se harán constar en títulos y resúmenes y pasarán más fácilmente desapercibidos en revisionesde conjunto posteriores". A mijuicio, sin embargo, existirán ambos procesos selectivos:precisamente los trabajos que señalan Moffitt y otros serán publicados si encuentran algo sustantivo más, mientras que los que hallen diferencias en razón de género, controlando quizá por su calidad, sí aparecerán en las publicaciones puesto que sejustifican por ellos mismos.A continuación -esto es, respecto al conjunto de las publicaciones, con una probabilidad distinta de que una investigación figure en prensa-, se producirá lo que apuntan los investigadores de Dunedin: unos harán hincapié en las diferencias entre hombres y mujeres y serán identificadospor estudios de resumen o reducción de la información tipo metaanálisis o revisiones narrativas y los otros no. Todo ello, además, sin contar con la reacción que puede provocar en los investigadoresávidospor publicar el hecho de que exista, en palabras de Moffitt y sus compañeros, «un afilado interés en diferencias en predictores y consecuencias en razón de sexo- ". Estosargumentos, además, no son exhaustivos.Verbigracia,Haysostiene que muchas diferencias que se aprecian entre chicas y chicos son debidas a un pequeño grupo de varones que emplean la agresión con alta frecuencia.". Naturalmente, las distintas teorías del control social-las chicas están sometidas a más controles o los costes de sus conductas son más elevados-, el aprendizaje -más contacto y más intenso con pares delincuentes- y la frustración -diferencias en la exposición a fuentes de frustración o en el manejo de emociones negativas- han ofrecido explicaciones sobre la brecha de género, esto es el hecho de que las chicas delinquen menos que los chicos. Una contrastación de varias de estas teorías es ofrecida por ]anssen y Moffitt et al., 2001: 4-5. Moffitt et al., 2001: 5. 55 Moffitt et al., 2001: 4. Ese es precisamente el título de su libro -Sex differences... - sobre la materia. Lo que se describe en el texto siguiendo a Moffitt y otros debe ser generalizable a toda la disciplina, no algo únicamente propio de esta área. 56 Hay, 2007: 1534. 53

51

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otros con el Estudio de Pares, Actividades y Barrios (SPAN), una investigación longitudinal holandesa que incluyevariables (independientes) del control social y del aprendizaje. Tras una serie de análisis sofisticados,esos investigadores concluyen que «Correlaciones entre crianza y autocontrol, actitudes delictivas,delincuencia de los pares y tiempo pasado en contextos criminógenos eran significativosy en la dirección esperada para chicosy chicas [... ] Estos resultados indican que existen más similitudes que diferencias entre chicos y chicas-F. Estos enfoques teóricos, por lo tanto, mantienen que las mismas explicaciones son aplicables a ambos sexos, algo que a día de hoy parece plausible58. Por poner un par de ejemplos adicionales, Rebellon ysus socios,quienes trabajan en la tradición de la frustración, sostienen que la diferente tendencia al crimen es debida a diferencias en la anticipación de sentimientos de vergüenza por géner059; mientras que Chapple y sus asociadas encuentran que ni lasmedidas de vínculos socialesni sus relaciones en delitos contra el patrimonio se diferencian entre chicasy chicos'". 2. EDAD 2.1. La curva de la edad

Después del sexo la edad es el correlato -en sentido estricto- más sólido del delito. Se sabe desde los inicios de lo que hoy consideramos Criminología científica que los adolescentes son responsables de un número desproporcionado de delitos y que según se van haciendo mayores van cometiendo, como grupo, más y más; así como que, a partir de un determinado momento, los conjuntos de edades cometen cada vez menos actos criminales, al menos como grup061.Esto es, que existe, a este nivel agregado como 57 Janssen et al., 2017: 512, y 508-509 sobre los datos empleados. ss Serrano Maíllo, 2009a: 512. En su trabajo a partir de datos de Add Health, Daigle y sus colegas, 2007: 272-277, informan de efectos diferenciales de algunas importantes variables -110 de otras- procedentes de distintas teorías en chicos y chicas, pero al utilizar análisis de regresión no lineal, no es posible contrastar la hipótesis de que los efectos son distintos. Steketee y sus compañeras utilizan interacciones para contrastar la hipótesis de la vulnerabilidad, pero al margen de la interpretación que se conceda a sus hallazgos, la introducción simultánea de varias interacciones en un mismo modelo es problemática, vid. Steketee et al., 2013: 97-100. Finalmente, Booth Yotros afirman a partir de datos de una escuela que existen diferencias entre chicos y chicas, pero la mayoría de los valores z que permiten contrastar la hipótesis nula de coeficientes iguales son inferiores a 11,961,Booth el al., 2008: 432-438 sobre los aspectos de hecho, 446 para sus conclusiones y 444-445 sobre los contrastes. 59 Rebellon et al., 2016: 81-83, con pruebas empíricas a favor de su tesis. 60 Chappel et al., 2007: 372-374. 61 Quetelet, [1833]: 64-65. Aquí hablamos de la edad cronolágica,esto es la determinada por los años que se cumplen, sobre cuya relación con la criminalidad hay abundantes pruebas, como se indica en el texto. Caspi y otros aseguran, por el contrario, que más importante es la edad mológiea, esto es el paso efectivo a etapas vitales como la adolescencia al margen de la edad cronológica

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mínimo, una correlación primero positivay después negativaentre estas dos variables.Haymucha evidencia recogida en épocas, lugaresy contextos muy heterogéneos que.confirman esta correlación, o, lo que es prácticamente lo mismo, la curva de la edad'". Por ejemplo, utilizando datos de autoinforme de una encuesta internacional, J unger-Tasconfirma esta conexión 63. Las pruebas, por lo que se refiere a España, tanto en la actualidad'" como en épocas precedentes'", también parecen claras. En un estudio con datos oficiales, yo mismo he encontrado pruebas claras de la curva de la edad tanto para hombres como para mujeres para 2005, 2006 y 2011 en España; y tanto con datos sobre arrestos y como con datos sobre arrestos e imputacioriesv".Los Gráficos 4.2 y 4.3, elaborados con datos sobre arrestados e investigados del Ministerio del Interior y del Instituto Nacional de Estadística,reflejan la curva de la edad en conjunto y para hombres y mujeres para 2017-resaltando lassemejanzasentre ambos grupos. Paso a describir los hallazgos.Losjóvenes de ambos sexos de 14 años son protagonistas de un volumen reseñable de detenciones'". A partir de esa edad los grupos de jóvenes experimentan cada vez más detenciones en términos relativos, y de hecho se produce un aumento constante y vertiginosohasta alcanzar una determinada edad, en nuestros casos los 18-19años. A partir de este momento, los grupos de edad sufren cada vez menos y menos detenciones de modo continuado hasta llegar un momento en el que las mismas son absolutamente excepcionales. Se trata, no importa repetirlo, de un patrón muy bien conocido desde hace más de un siglo y reconocido en numerosas investigaciones descriptivas comparadas. Si se distribuyen gráficamente los delitos según la edad de sus autores (con datos relativos), nos encontraríamos con la llamada curva de la edad: una curva con forma de punta de flecha, de letra jota invertida o de tipi o tienda de los indios norteamericanos, como prefiere informalmente Robert Sampson". que uno tenga. Naturalmente, aquí se introduce un elemento de imprecisión; si bien debe existir una correlación entre ambas concepciones de la edad. En una investigación con 297 de las 501 chicas participantes en el Estudio de Dunedin establecieron mediante modelos de vías y otros enfoques que la edad de la primera menstruación -lo cual se relaciona con la edad biológica y no con la cronológica- predecía de modo directo la violación de normas a la edad de 13 años y de modo indirecto la delincuencia autorrevelada a los 15 años en colegios mixtos, aunque no en colegios de chicas; así como que la edad de la primera menstruación se conectaba negativamente con conocer a pares delincuentes en chicas sin problemas de externalización, aunque no con las que sí los habían tenido, Caspi et al., 1993: 22-27 sobre los resultados y 21-22 sobre la metodología empleada. 62 Britt, 2019: 14-15. 6. Junger-Tas, 1994: 376 y 381. 61 Serrano Maíllo, 1995: 795 y 801. 65 Serrano Gómez, 1970a: 33-34 y 55-6J. 66 Serrano Maíllo, 2013: 83-87. El Estudio de Chicas de PittslTurghencontró igualmente que la delincuencia de las mujeres en relación con la edad sigue el mismo patrón general, Ahonen et al., 2017: 766. 67 Fernández Molina y Rechea Alberola, 2006: 3-7. 68 También en Laub y Sampson, 2003: 86.

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Gráfico 4.2. Arrestados e investigados por 1000 residentes en España (2017) 25

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o Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior y del Instituto Nacional de Estadística para 1 de julio.

Gráfico 4.3. Arrestados e investigados por 1000 hombres y 2500 mujeres residentes en España (2017)

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Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior y del Instituto Nacional de Estadística para 1 de julio.

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Existen consideraciones metodolágicas sobre la curva de la edad, así como dudas sobre su generalidad -en relación, verbigracia, con algunas formas delictivascomo los llamados delitos de cuello blanco o con algunos grupos sociales,como es el caso de las mujeres'". Sin embargo, en términos globales, la evidencia que la respalda es sólida 70. En general, existen factores que tienden a sobreestimar la forma de la curva -por ejemplo que losjóvenes tienden a pasar mucho tiempo junto a otros compañeros de edades semejantes y en ocasionesuno delinque pero son varioslos arrestados-, así como factores que tienden a infraestimarla -como, verbigracia, que, en igualdad de circunstancias, las probabilidades de que un joven sea detenido son menores que las de un adulto. Shover ofrece un elenco de las fuentes de evidencia que confirman esta relación, entre las cuales incluye,junto a las estadísticasagregadas sobre arrestos, investigacionesetnográficas ocasionales, estudios de autoinforme e historias de arrestos de delincuentes conocidos?'. De igual manera, tampoco es pacífica la interpretación de la curva de la edad y de la correlación entre edad y delito 72. Por ejemplo, puesto que la curva utiliza datos agregados, no tiene que coincidir con las tendencias de los delincuentes a nivel individual. En efecto, podría ser que la curva de la edad, por su carácter agregado, ocultara curvas diferentes para grupos distintos, a lo cual habitualmente se refiere la Criminología como trayectorias. La idea es que grupos de criminales distintos siguen trayectorias distintas que, al agregarse, dan como resultado la curva que conocemos, que por lo tanto enmascara una heterogeneidad subyacente. Puesto que se trata de conjuntos de personas que no pueden observarse directamente, también se puede hablar de grupos o clases latentes. Existen numerosos estudios que han encontrado un número variable de trayectorias o clases latentes longitudinales, habitualmente entre 4 y 6. En la actualidad, esta es la postura mayoritaria. Una segunda posibilidad es que todas las curvas de la edad idénticas idénticas, de modo que la suma de todas ellas arroja una curva con la misma forma. La idea es que, incluso aunque uno no delinca nunca, es más probable que 10 hiciera hacia los 18-20 años. Esta es la postura de Gottfredson y Hirschi 73; y tanto el desaparecido Britt'" como Sampson y Laub 75 han ofrecido pruebas empíricas a favor de la misma. Finalmente, puede añadirse algo más. El mismo patrón de la curva de la edad es aplicable a otros comportamientos relacionados con, pero distintos del de-

69 70 71 72 7S 74 75

Kanazawa y Still, 2000: 436; Tittle et al., 2003a: 431 y 444-446. Vid., en general, Birkbeck, 2006: 158-168; Piquero et al., 2007: 48-49. Shover, 1985: 20-21. Shover, 1985: 22. Hirschi y Gottfredson, 1983: 552-554. Britt, 1992: 175-184; el mismo, 2019: 26-27. Sampson y Laub, 2003: 565-588, 585 sobre todo; los mismos, 2005a: 28 y 31.

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lito": Este es el caso, para empezar, del consumo de drogas. Akers concede que las característicassociodemográficasde los consumidores pueden cambiar dependiendo del tipo de sustancia, pero que «existe una relación entre la edad y el consumo de drogas con el pico en la edad de los jóvenes adultos» 77. Uihlein utiliza datos de la Encuesta Nacional sobre el Abuso de Drogas norteamericana y concluye que «el consumo de marihuana se ajusta al mismo patrón general de la edad igual que otras formas de delito y desviación»78. Otro ejemplo son los accidentes de tráfico, un comportamiento que en sí mismo puede no ser delictivo y que intuitivamente podría ubicarse -erróneamente- en un paradigma del evento fortuito?", Sorensen, verbigracia, revisa parte de la investigación empírica en la materia y compara las curvas de la edad en relación con el delito y con los accidentes de tráfico y escribe que «Igual que el delito, el hecho de verse envuelto en accidentes mortales de tráfico tiene un pico en la adolescencia tardía y poco a poco declina a partir de ese momento». El mismo añade que, en contraste ahora con el delito, la curva de la edad para los accidentes de esta naturaleza conoce un aumento a partir como de los sesenta años, que el autor atribuye a «factores fisiológicos» que incluyen una menor probabilidad para sobrevivir según se alcanza una determinada edad 80.

2.2. Continuidad delictiva La edad es también relevante por otra cuestión. La continuidad es otro de los elementos de las carreras criminales con más apoyo empírico. La misma hace relación a la conexión entre delincuencia juvenil y adulta, sobre todo desde un punto de vista retrospectivo -puesto que prospectivamente existe tanto continuidad como cambio, algo a lo a menudo se refiere como paradoja de Robbins. En el estudio de Cambridge se descubrió que el 73 por ciento de los condenados durante su adolescencia entre los 10 y los 16 años de edad habían sido condenados de nuevo entre los 17 y los 24 años; mientras que sólo un 16 por ciento de quienes no habían sido condenados en la adolescencia lo habían sido entre los 17 y los 24.De los condenados en su adolescencia, el 45 por ciento fue condenado de nuevo entre los 25 y los 32 años de edad, en comparación con el 8 por ciento de quienes habían pasado una adolescencia sin condenas. Murrayy Farrington aclaran que los hallazgos no se alteran si se utilizan Hirschi y Gottfredson, 1983: 567; los mismos, 1994: 13. Akers, 1992a: 43-52, con referencias fragmentarias sobre el nivel individual, 51-52 sobre todo, también de donde procede la cita. 78 Uihlein, 1994: 150. 79 Sorensen, 1994: 113. En esta misma línea de hallazgos, Ellwanger, 2006: 5 sobre todo. so Sorensen, 1994: 121-124, citas proceden de 121 y 122. 76

77

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datos de autoinforme en vezde oficiales81. En el Estudio Longitudinal de Cohorte Británico se encontró que problemas de conducta a la edad de 5 años predecían de modo robusto problemas de conducta a la edad de 10 años (RV:2:2,5) 82. El metaanálisis de la OlJDP encontró que el comportamiento agresivo a la edad de 6 a 13 años predice la violencia masculina más adelante; así como que iniciarse en la violencia de modo temprano es un predictor especialmente fuerte de su continuidad'". Lipsey y Derzon observaron igualmente una alta continuidad: las infracciones en general predecían la violencia o delincuencia seria entre las edades de 1525 años ya se hubiera estimado a la edad de 6-11 (wr=0,38) o 12-14 (wr=0,26)84. El mismo Derzon señala en otra revisión de 60 estudios prospectivos que la asociación entre comportamiento pasado y futuro es clara (r=0,21), aunque añade que a veces se ha exagerado y abunda en las dificultades para la predicción a partir de esta información 85. El Proyecto de Seattle encontró que la iniciación temprana en la violencia a la edad de 12-13años y la venta de droga a las edades de 14 y 16 elevaban de modo significativo el riesgo de comportamiento violento a la edad de 18 años (rango RV=3,344,55)86. Murray y sus asociados señalan en su revisión de estudios longitudinales en países de ingresos medios y bajos que el mejor predictor del delito es el comportamiento desviado previo y que existe una alta continuidad a lo largo del tiempo. En particular y a lo largo de 9 estudios, la correlación media (atenuada) para la continuidad en la agresión fue de r=0,75 (d=1,6) y en los problemas conductuales de r=0,49 (d=0,9) -asociaciones elevadas y, además, altamente significativasestadísticamente'". Los problemas de conducta también pronosticaban la violencia futura (d=0,34 -un efecto medio-) y el delito (d=0,12 -un efecto bajo-, solo que aquí no se alcanzaba la significación estadística, lo cual es quizá achacable a que sólo había dos estudios); y el consumo de drogas la violencia (d=0,69) 88.

Murray y Farrington, 2010: 635. Murray et al., 2010: 1201, así como 1199-1201 sobre la metodología. 83 Hawkins et al., 2000: 2-3. 8' Hawkins et al., 2000: 7. 85 Derzon. 2001: 102 sobre todo, y 97-98 sobre la metodología. 86 Herrenkohl et al., 2000: 181-182. 87 Murray et al., 2018: 286, 288, 290 Y331-332. 88 Murray et al., 2018: 286-288. El metaanálisis de la O]DP abunda en que quienes llevan a cabo actos violentos tienden también a verse envueltos en otros comportamientos delictivos (1). Lipsey y Derzon, como acabamos de decir, señalan una conexión entre violencia o delincuencia seria por un lado e infracciones en general por otro; a lo que hay que añadir el consumo de drogas, que sobre todo a la edad de 6-11 años era el segundo predictor más fuerte de la violencia a la edad de 15-25 años (wr=0,3) (2). (1) Hawkins et al., 2000: 3. (2) Hawkins et al., 2000: 7. 81

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3. CARACTERÍSTICAS FÍSICAS Y MENTALES 3.1. Personalidad

Aparte del sexo y la edad, existen importantes ulteriores diferencias individuales, algunas de las cuales podrían ser relevantes para la predicción de la criminalidad, algunas de ellas de naturaleza física y mental. Estas diferencias individuales son muy estables a lo largo de la vida de las personas -aunque todo el mundo tiende a delinquir menos con el paso del tiempo-: las diferencias entre individuos se mantienen'". Por ejemplo, Roberts y DelVecchiorealizaron un metaanálisis a partir de 152 estudios longitudinales y encontraron una alta consistenciade orden jerárquico de los sujetos, esto es en el «lugar relativo de los individuos dentro de un grupo». Concretamente, la consistencia de los rasgos durante la infancia era de 0,31, durante la adolescencia tardía de 0,54, a los 30 años de 0,64 y entre los 50 y los 70 de 0,74. Estos autores concluyen que «los resultados de nuestro metaanálisis apoyan la inferencia de que los rasgos son bastante consistentes durante el curso de la vida. Los resultados [en cambio] no apoyan la hipótesis de que los rasgos alcanzan una meseta pronto en la vida de las personas» 90. Un primer constructo relevante es el de personalidad, el cual incluye precisamente una tendencia a comportarse de cierto modo estable a lo largo de tiempo y en contextos diferentes.Aunque la personalidad se entiende compuesta por distintos rasgos-si bien no existe acuerdo sobre su número y contenido-, existe una alta correlación entre todos ellos". Aunque en el caso de los niños se puede hablar de personalidad solo en un sentido limitado -a veces se utiliza el término temperamento-, existen pruebas de una continuidad entre ciertos componentes o dimensiones de la misma a edad muy temprana y la criminalidad adulta. En el estudio longitudinal de Dunedin se estudiaron, cuando los participantes tenían 3 años de edad, 22 característicasconductuales a partir de informes de evaluadores que se podían resumir en 3 componentes principales: falta de control, enfoque y pereza. Estosfactores podían predecir muchos sucesosy comportamientos que tenían lugar bastantes al10Smás tarde: la falta de control a la edad de 3 años predecía comportamientos como como verse envuelto en peleas,mentir y desobedecer entre los 5 y los 11 años y problemas de comportamiento externo entre los 13 y los 15 años; así como el desempleo y la expulsión del trabajo -los niños caracterizados por falta de control a los 3 añosera 1,5veces más probable que carecieran de empleo y 2,5 vecesmás probable que les hubieran echado hacia los 21 años de edad'". La caracte89 90 91 92

Jolliffe y Farrington, 2019: 355. Roberts y DelVecchio, 2000: 14-15 sobre todo, citas tomadas de 4 y 20. Jolliffe y Farrington, 2019: 357. Caspi, 2000: 161 y 165.

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rización como falta de control a los 3 años de edad predecía también la criminalidad a la edad de 21 años tanto con datos de autoinforme como oficiales: aquellos niños obtuvieron un valor z (estandarizado) positivo (>0,2), en comparación con los demás niños, cuyas zs eran negativas". Investigaciones como ésta son coherentes con la idea de continuidad mencionada más arriba -de hecho, las medidas de los 3 años predecían en el estudio de Dunedin los rasgos de la personalidad a la edad de 26 años?'. Caspi concluye que «El niño por lo tanto se convierte en el padre del hombre (a nivel p>.05),,95. Análisis que se condujeron cuando los participantes tenían 32 años confirman estos hallazgos tanto en general96 como para tipos concretos de infracciones'". En otra investigación con datos de Dunedin, Krueger y sus socios utilizaron el Cuestionario de Personalidad Multidimensional (MQP) para analizar su relación con cuatro medidas delicrivas: delincuencia autoinforrnada, informes de algún conocido del protagonista, contactos policiales y condenas judiciales. El MQP consta de 10 escalas que los investigadores reducen a tres grandes superfactores: constreñimiento, emocionalidad negativa y emocionalidad positiva. Ya nos hemos referido más arriba brevemente a esta publicación de Krueger y otros. Los investigadores informan de que los dos primeros superfactores se asociaban de modo consistente y estadísticamente significativo con las cuatro medidas de criminalidad, el constreñimiento en sentido negativo (rango Spearman=-0,07 -0,44), Y la emocionalidad negativa -con la única excepción de las condenas para el caso de mujeres (Spearman=0,09, no significativo)- en sentido positivo (rango Spearman=O,09 0,48) 98. Más en detalle, los investigadores confirman que existen serias diferencias en la personalidad de quienes delinquen y de quienes no lo hacen; y que si aquéllos se caracterizan por sentimientos de alienación, falta de cercanía social y gusto por el riesgo, éstos se reconocen por una baja potencia interpersonal'". Por lo que se refiere a la personalidad en sentido estricto, el modelo contemporáneo más extendido es el llaruad o de los grandes cinco. De acuerdo con el mismo, la personalidad cuenta con cinco grandes dimensiones: extraversión, apertura al cambio, responsabilidad, cordialidad y neuroticisma. Cada una de ellas tiene a su vez varios componentes 100. Miller y Lynam llevaron a cabo un metaanálisis sobre la base de 59 estudios y cuaCaspi, 2000: 159 y 166-167. Caspi et al., 2003: 509-510. 95 Caspi, 2000: 170. Como repetiremos, si, a pesar de todas las matizaciones del autor, esta frase se toma como algo más que una licencia poética y se sugiere que tiene tintes causales, entonces debe ponerse en duda. 96 Moffitt et al., 2011: 2695-2696. 97 Slutske et al., 2012: 514-515. 98 Krueger et al., 1994: 333-335,330-332 para revisar la parte metodológica. 99 Krueger et al., 1994: 334-336. 100 Egan, 2009: 63-80. 9~

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tro modelos de personalidad, entre ellos el de los grandes cinco. Encontraron que ocho dimensiones -que eran relativamente amplias- se relacionaban con comportamientos antisociales y que las ocho podían reconducirse a las dimensiones de cordialidad (baja) y responsabilidad (baja), pero no el neuroticismo, del modelo de los grandes cinco 10J. En un metaanálisis posterior,]ones y sus colegas confirmaron los hallazgos precedentes sobre cordialidad y responsabilidad, pero añadieron una conexión positivade los actos desviadoscon el neuroticismo (alto). Este esfuerzo se centró en dominios más concretos y observaron una relación entre hostilidad, impulsividad y deliberación por un lado y comportamientos desviados por otro 102.

3.2. Inteligencia Hirschi y Hindelang fueron de los primeros en señalar modernamente la relación entre inteligencia y criminalidad, añadiendo que este hallazgo había tendido a ignorarse por la teoría crirninológica '?", Algo más tarde, Wilson y Herrnstein incluso hipotetizan una relación causal entre ambas 101. En la actualidad existen numerosas pruebas de esta conexión. En concreto, parece existir un déficit en el nivel de inteligencia de los delincuentes frente a los no delincuentes, en particular respecto a la inteligencia verbal más que a la práctica 105. Esta es en realidad una idea clásica:que un déficit en el coeficiente intelectual verbal con relación al espacial/performativo o práctico, lo cual se relaciona con alguna disfunción del hemisferio izquierdo del cerebro, estaría relacionado con la criminalidad 106. Un elemento especialmente relevante es la capacidad de interpretar objetos abstractos+".Como hemos repetido en numerosas ocasiones, correlación no equivale a causación. Choy y sus colegas afirman quc «Ala fecha, el corre lato cognitivo del comportamiento antisocial, violento y criminal entre los individuosque no se encuentran mentalmente enfermos son déficitsen la inteligenciageneral (esto es el Cl o escala completa de Cl) », si bien añaden que puede haber Miller y Lynam, 2001: 765-793. Jones et al., 2011: 334335. 103 Hirschi y Hindelang, 1977: 577. 10'1 Wilson y Herrnstein, 1985: 166-172. 105 Farrington, 1996: 69, 86-88 Y127; el mismo, 2003: 149-150, 153, 160, 171 Y174; Gottfred~on y Hirschi, 1990: 69, 87 Y96; Hirschi y Hindelang, 1977: 572-573, 576-577 Y584; los mismos, 1978: 611-613; Loeber et al., 2003: 110-111; Wolfgang et al., 1972: 93, 246, 248 Y253. 106 Choy et al., 2019: 335, si bien añaden que otras investigaciones han encontrado déficits en ambos tipos de coeficiente intelectual y en el espacial/performativo o práctico, 336; Moffitt, 1990: 121, 134-135, 137 Y141. Farrington, 1992a: 136, encontró una alta correlación entre inteligencia verbal y no verbal. 107 Farrington, 1992a: 137. 101

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grupos de delincuentes sin estas carencias, como sería el caso de los psicópatasJ08. El estudio de Cambridge encontró que tanto una baja inteligencia verbal como no verbal a la edad de 8-10años predecían haber sido condenado a los 32 por acto violento (RV>2);mismo poder predictivo que conservaba la inteligencia no verbal a los 12-14años 109; y algo semejante ocurría con otros comportamientos desviados-!",Másconcretamente, másdel doble de los niños que puntuaron 90 o menos en tests de inteligencia no verbal fueron condenados durante su adolescencia temprana, en comparación con los que puntuaron por encima de 90 IIl. El metaanálisis de Lipseyy Derzon concluye que la inteligencia tiene una relación predictiva moderada con la violencia o delincuencia seria entre las edades de 15-25años ora se hubiera medido la inteligencia a la edad de 6-11 (wr=0,12)ora a la de 12-14 (wr=G.ll ) 112. Moffitt estima, a partir de datos empíricos, que la diferencia en la inteligencia entre delincuentes y no delincuentes es de media desvíación típica, o bien ocho puntos en la escala de coeficiente intelectual 1 13. Al mismo tiempo, esta autora sugiere que las diferencias pueden ser mucho mayoresentre grupos particulares, por ejemplo entre delincuentes crónicos o de carrera y no delincuentes -supuesto en el que la diferencia podría llegar a los 17 puntos en la escala 114. También la revisión de Murray y sus asociados en países de ingresos medios y bajos avala la capacidad predictiva de la inteligenciay el comportamiento antisocial 115. Algunas investigaciones sugieren incluso que la inteligencia puede utilizarse como predictor de la criminalidad desde edades muy tempranas que pueden llegar a los 3 o 4 años!":

La literatura ha apuntado que esta asociación podría ser un artefacto. Jolliffe y Farrington, a quienes sigo aquí, rechazan los argumentos en esta línea. En primer lugar, Moffittapunta a que el estilo de vida -como el de los criminales- puede producir alteraciones en la inteligencia!'? -de este modo señalando un potencial problema de orden temporal-, pero es improbable que éste sea el único sentido temporal de la conexión. Así,jolliffe y FarrinChoy et al., 2019: 335. Farrington, 1994: 227-228. 110 Farrington, 1993: 15. 111 Farrington, 1992a: 136; Murray y Farrington, 2010: 636. 112 Hawkins et al., 2000: 7. us Moffitt, 1990: 112. 114 Moffitt, 1990: 112 y 154; esta sugerencia de efectos diferenciales ya en Hirschi y Hindelang, 1977: 574. w. Murray el. al., 2018: 295-296. Este estudio que combina la revisión narrativa y metaanalítica se centra en países con bajos y medios ingresos sobre la base de que la mayoría de las investigaciones individuales y revisiones proceden de naciones con elevados ingresos. A tal fin identifican 39 estudios longitudinales, si bien a menudo sólo pueden recurrir a linos pocos o a veces sólo a uno o dos para ciertas cuestiones, Sobre la metodología, vid. 267-270 sobre todo. Vid, también Farrington, 1993: 15-16. 116 Stattin y Klackenberg-Larsson, 1993: 369-376. 117 Moffitt, 1990: 126. 108

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gton indican que gran parte de la evidenciaprocede de estudios longitudinales en los que la inteligenciase midió antes de que se comenzara a cometer delitos!". En segundo lugar, podría ser que la inteligencia estuviera relacionada tanto con la comisión de delitos como con la probabilidad de ser arrestado. Así,YunyLee encontraron con datos del estudio longitudinal Add Health que la inteligenciaverbal era un predictor de los arrestos con trolando por variables como el autocontrol y los delitos previamente cometidos 119. De nuevo,jolliffe y Farrington recuerdan que las pruebas proceden tanto de datos oficialescomo de autoinforme 120; y que la conexión es semejante independientemente de la medida utilizada 121. Finalmente, los mismos autores rechazan que exista un sesgo en la medición de la inteligencia por razones socialeso étnicas o que los hallazgossean un artefacto relacionado con la clase social;el motivo es qne todos estos factores han sido controlados en algunas investigaciones122. Como se ha adelantado, pues, es improbable que consideraciones como las recién reseñadas eliminen la asociación que acaba de describirse 123. El efecto de la inteligencia sobre la criminalidad es probablemente indirecto 124. Ward y Tittle contrastaron el efecto indirecto de la inteligencia a través del rendimiento escolar por un lado y a través del tratamiento que reciben los niños y niñas en el colegio.Este segundo modelo de la «reacción escolar» implica no que la inteligencia esté detrás del rendimiento, sino de cómo el sistema trata a los individuos dependiendo de esta característica. Con tres oleadas del estudio longitudinal Youtli in Transition lograron establecer que ambos modelos tenían un impacto sobre la criminalidad posterior, pero que era el primero o modelo del rendimiento escolar el que prevalecía de losdos en análisismultivariantes125. Con datos del Estudio deJóvenes dePittsburg, Lynamy sus colegas tampoco encontraron pruebas de que la relación entre inteligenciay criminalidad fuera espuria ya que controlaron por el efecto de diversasvariables;ni de que el orden temporal fuera el opuesto al habitualmente hipotetizado. Al mismo tiempo, sostienen que el efecto está mediado por el fracaso escolar para los chicos de origen afroamericano!".

Jolliffe y Farrington, 2019: 364-365. Yun y Lee, 2013: 205-206 sobre todo, y 201-203 sobre los datos y la metodología; estos autores añaden que esta asociación no se da en barrios desaventajados, pero no en los que no lo son, 206-207. 120 Jolliffe y Farrington, 2019: 364. 121 Farrington, 1992a: 137. 122 Jolliffe y Farrington, 2019: 364-365; Murray y Farrington, 2010: 636. 123 Moffitt, 1990: 141. 124 Serrano Maíllo, 2009a: 256. Una revisión de hipótesis de efectosdirectos en Moffitt, 1990: 114-118. Esta hipótesis es especialmente consistente con la teoría general del delito puesto que quienes son bajos en inteligencia tendrían menos facilidad para calcular las consecuencias futuras de sus actos, vid. Gottfredson y Hirschi, 1990: 69. 125 Ward y Tittle, 1994: 189-190. 126 Lynam et al., 1993: 187-194. 118

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En el otro lado de la distribución,Oleson mantiene que tambiénexisten sujetos de con un alto coeficiente intelectual o altas capacidades que comenten delitos. A tal fin ofrece un estudio de casos en los que sujetos de alta inteligencia han sido responsables d delitos no sólo de cuello blanco, sino violentos contra laspersonas 127. 3.3. Otras Algunos factores relativosal embarazo y nacimiento se han relacionado también con la criminalidad tales como por ejemplo que la madre fumase durante el embarazo o el bajo peso al nacer!". Murrayy sus asociadosmuestran en su revisión que, a lo largo de entre 2 y 4 estudios originales, que existe una conexión moderada entre el consumo de tabaco materno durante el embarazo en los problemas de conducta y la violencia (rango d=0,13 0,36); Yentre la malnutrición y los problemas de conducta (d=0,35); pero no del bajo peso, el nacimiento prematuro o la exposición al zinc o al pIorno; ni tampoco que el consumo de leche materna fuera un factor protector129. El metaanálisis de Lipsey y Derzon señala que características fisicasy médicasson un predictor modesto de la violenciao delincuencia seria entre las edades de ]5-25 años al medirse a los 16-11años (wr=0,13) 130. Pese a, como vemos, la existencia de algún apoyo empírico, el metaanálisis de la OlJDP sostiene que estos factores no deben utilizarse para la predicción temprana del riesgo de comportamientos violentos 131. Algún autor ha sugerido una conexión entre nutrición y criminalidad, por ejemplo en el caso de hipoglucemia. Virkkunen encontró en un estudio con 23jóvenes con personalidad antisocial que existía en ellos una secreción de insulina relativamente alta, si bien sólo en quienes mostraban ciertos desórdenes conductuales 132. El mismo autor junto a Huttunen aplicó un test de tolerancia a la glucosa a 56 delincuentes violentos y los comparó con 20 controles, observando que en los sujetos violentos con personalidad antisocial las concentraciones de glucosa en sangre, que se habían elevado a niveles relativamente altos, cayeron a niveles de hipoglucemia desde el que el retorno a valores base era lento 133. Investigaciones como éstas han llevado a algunos comentaristas a proponer estudios de mayor calado para contrastar hipótesis sobre los efectos de la hipoglucemia sobre la criminalidad o sobre factores conec-

Oleson, 2016: 228-243. Murray el al., 2010: 1203. 129 Murray el al., 2018: 298-305. 130 Hawkins el al., 2000: 7. 131 Hawkins el al., 2000: 2. "2 Virkkunen, 1983: 598-603. 133 Virkkunen y Huttunen, 1982: 30-34. 127

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tados con la misma 134. Otros estudiosos, sin embargo, se muestran más escépticos. Kanarek señala que a menudo los individuos con tendencias violentas tienen también una historia de alimentación poco saludable y abuso de alcohol, lo cual se relaciona por un lado con problemas con el azúcar y por otro con un estilo de vida particular, de modo que bien podría ser este último el que se encuentre detrás de la criminalidad, con los problemas de salud como epifenómenos; también añade este autor que existen problemas metodológicos relacionados con la alimentación que los pacientes reciben en algunos estudios y con la propia medición del azúcar; así como que lo que se establece es un problema de salud quizá crónico, no que los delitos particulares tuvieran lugar cuando había un exceso de producción de insulina o cuando los niveles de azúcar eran bajos, o que antes de la perpetración no se hubiera abusado del alcohol 135. Kanarek, sin embargo, no rechaza de modo categórico una potencial conexión entre hipoglucemia o, más en general, nutrición por un lado y criminalidad por otro ya que las investigaciones aún son escasas y poco concluyentes 136. Cambiemosde tercio. El Proyectode Seattle encontró que la hiperactividad a la edad de 10, 14 Y 16 doblaba el riesgo de comportamiento violento a la edad de 18 años (rango RV= 1,67 2,17); Y que la búsqueda de sensaciones lo triplicaba (rango RV=3,18 3,50) 137; algo semejante a lo reportado por el metaanálisis de la OlJDPI38.Murray y sus asociados observaron en su revisión de estudios de países de ingresos medios y bajos que la hiperactividad predecía la violencia,pero no la delincuenciajuvenil 139 • ElEstudio de Cali encontró una asociaciónsignificativaentre hiperactividad/problemas de atención por un lado y criminalidad (RV=2,11) y consumo de drogas (RV=1,7) por otro. La impulsividades un constructo psicológico que se ha relacionado con la criminalidad 140 y que se refiere a diferenciasindividuales.En Criminología,la impulsividadse ha contempla00 mayoritariamentecomo un elemento o quizá dimensión del auto control, en particular en el marco de la concepción de Gottfredson y Hirschi en su teoría general del delito. Yomismo realicé una revisión narrativa de los estudiosempíricosy encontré un gran apoyo empírico tanto para la teoría -si bien existíauna cierta desconexión entre ésta y las metodologíasempíricascomopara la correlación entre autocontrol bajo y criminalidad 141. Miczek et al., 1994: 17. Kanarek, 1994: 524-525. '''" Kanarek, 1994: 535. 137 Herrenkohl et al., 2000: 177. 158 Hawkins et al., 2000: 2. '39 Murray et al., 2018: 294. 140 Farrington, 1992a: 135-136;Jolliffe y Farrington, 2009: 41-58; los mismos, 2019: 360-363; Murray y Farrington, 2010: 635. El término autocontroltambién se ha empleado en Psicología, vid. Moffitt et al., 2011: 2695-2696. 1-1, Serrano Maíllo, 2013: 143-178. 134

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4. INMIGRACIÓN Algunas teorías criminológicas pronostican que los inmigrantes deberían delinquir más que los nacionales 142. En esta línea, algunos estudios europeos han encontrado que los inmigrantes delinquen más que losnacionales y que es improbable que ello sea una mera consecuencia de que sufran una mayor persecución por parte del Sistemade Administraciónde] usticia. En un estudio noruego, Andersen y sus colegasrevisaron datos de acusados de al menos un delito entre 2010 y 2013 entre los residentes permanentes en el país escandinavo que tenían 15años o más en 2010.Estosinvestigadores contaban con datos oficialessobre cargosy un número identificativode los sujetos afectados. Observaron que tanto los inmigrantes como los nacidos en Noruega con ambos padres inmigrantes estaban sobrerrepresentados entre los delincuentes registrados. Al mismo tiempo encontraron graIldes diferencias dependiendo del origen regional de los individuos, en particular tanto por continente como por país de origen; y, por ejemplo, hay países asiáticos muy sobrerrepresentados en las estadísticasy otros muy infrarrepresentados. Cuando se toman en cuenta las característicassociodemográficas de los grupos -como su composición de acuerdo con la edad y el sexo, cuya relación con la criminalidad es bien conocida-, las diferencias se reducen pero no llegan a desaparecer. Las diferencias tampoco parecen explicarse completamente por la discriminación. Las diferencias en este estudio se extienden a casi todos los delitos -de hecho, Andersen y sus asociados indican una fuerte correlación entre delitos vioLentosy no violentoscon excepción de los relacionados con las drogas, en los que los inmigrantes se encontraban infrarrepresentados 143. Con datos más extensos que van a de 1992a 2015 muestran que la sobrerrepresentación de los inmigrantes entre los delincuentes conocidos ha ido disminuyendo en Noruega con el paso del tiempo 144. Otras investigaciones han corroborado que los inmigrantes se encuentran sobrerrepresentados en las estadísticas oficiales de los países nórdicos 145. Esta misma metodología arroja resultados en la misma línea en España, esto es una sobrerrepresentación de inmigrantes en las estadísticas oficiales146 y una gran heterogeneidad y variabilidad en su seno 147. Sampson, Morenoffy Raudenbush llevaron a cabo un importante estudio longitudinal de panel -en realidad, de cohorte-, con variables a varios

142 Así lo sugieren Lee y Martinez, 2006: 91; Martinez, 2006: 13-14; Martinez y Lee, 2000: 485-486 y 514; Rumbaut et al., 2006: 70; Serrano Gómez, 2004: 769. 14' Andersen et al., 2017: 24-41 y 57-58, así como 12 con más detalle sobre los datos; vid. igualmente Skardhamar et al., 20l4: 120-123. 114 Andersen et al., 2017: 46-55 y 58. 145 Una revisión en Skardharnar et al., 2014: 110-111. 146 Serrano Gómez, 1969: 20. 117 Serrano Gómez, 1969: 26; el mismo, 2002: 230.

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niveles, entre 1995 y 2002. El estudio incluíajóvenes blancos, negros y latinos -como veremos, los latinos resultaron ser de distintas generaciones 148_ de entre 8 y 25 años de edad. También incluyeron en su estudio variables relativas a los barrios en que habitaban derivadas de datos de encuesta y oficiales. El trabajo se centraba en la delincuencia violenta y,en total, la muestra estaba compuesta por 2974 individuos de toda la ciudad de Chicago149.Tanto losjóvenes como las personas adultas que los tenían a su cargo fueron entrevistados 3 veces, esto es cada 2 años y medio IS0. El estudio encontró, entre otras cuestiones destacables,que variablesrelacionadas con el contexto de las comunidades eran relevantes para explicar tanto la delincuencia como las diferencias en razón de la raza o la etnia 151. Un hallazgo fundamental es que ser inmigrante de primera generación reducía la probabilidad de cometer delitos, esto es que era un factor protector, frente a los de tercera o superior generación; y que incluso ser inmigrante de segunda generación era un factor de protección, aunque de menor entidad, también en relación con los inmigrantes de tercera generación. Varioscolegasy yo mismo administramos un cuestionario a una muestra no representativa de jóvenes internos en Centros de la Comunidad de Madrid La muestra incluíajóvenes de estatus nacional e inmigrante. El estudio no encontró diferencias estadísticamente significativasentre el número y naturaleza de delitos y actos desviados cometidos por nacionales e inmigrantes 152. También en España, Serrano Gómez encontró que muchos inmigrantes tienen la intención de trabajar y delinquen menos que los nacionales, y apun la para ello diversasrazones 153. Insiste en que «elinmigrante legal que viene a trabajar no suele crear problemas de criminalidad»; «Elinmigrante con contrato de trabajo suele delinquir menos que los nacionales del país que les acoge: lo que quieren es trabajar, conseguir dinero para enviar a su familiao regresar a su país»154. Como hemos visto, a menudo se distinguen en la investigaciónempírica y teórica varias generaciones. Las primeras generaciones están compuestas por personasadolescentes o adultas que emigran a otro país; las segundas generacionesson hijos de inmigrantes nacidos ellos mismos en el país de acogida de suspadres o llegados a esas tierras a muy cortas edades. Las diferencias entre ambas incluyen el contacto directo, inmediato con los lugares y culturas de origen y la potencial idea de regresar allí, ambas ausentes por 10 general en las segundas generaciones. Desde el punto de vista criminológico,

"8 149 ISO 151 152 153 154

Sampson el al., 2005: 227. Sobre las condiciones de dichas ciudades, vid. Martinez, 2002: 41-43 y 57-66. Sobre la metodología, Sampson et al., 2005: 225-226. Sampson et al., 2005: 230 y 231. Serrano Maíllo et al., 2008: 213,218 Y220. Serrano Gómez, 1969: 13-14; el mismo, 2002: 223; el mismo, 2004: 764 y 767. Serrano Gómez, 2004: 764 y 767.

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son las segundas generaciones las que, comogrupo, muestran una mayor tendencia al delito 155. Algunos autores entienden que esta dicotomía-primera y segunda generación- es insuficiente 156 y proponen términos mediosentre ambas. Rumbaut, por ejemplo, habla de la generación 1'5:inmigrantesque llegan durante su primera adolescencia (por ejemplo entre los 5 y los 12 años de edad). Serían individuos marginales tanto al nuevo como al antiguo mundo, sin formar parte «completamente de ninguno de ellos»!". Otra propuesta es la más amplia de segunda nueva generación de Zhou y Bankston: pertenecen a la misma los nacidos en el país receptor «onacidos en el extranjero de inmigrantes contemporáneos que están creciendo en los EstadosUnidos [España en nuestro caso] y en la actualidad pasando a la madurez» 158. El fundamento teórico es que estosjóvenes comparten estar creciendo en un país nuevo y tener que enfrentarse, entre otras cosas, a la opción de bascular hacia sus grupos de origen o bien hacia la nueva cultura y estructura característica del nuevo lugar donde residen 159. Los inmigrantes de primera generación tienden a delinquir menos que los nacionales en circunstancias semejantes, al menos para algunos niveles de análisis160. O sea, sobre todo si se tiene en cuenta que los inmigrantes tienden a ser másjóvenes, a encontrarse desaventajadossocioeconómicamente, a viviren barrios pobres, ete., esto es a estar expuestos a condiciones criminógenas 161, entonces parece claro que, como mínimo, delinquen menos de lo que cabría esperar. Algunos autores hablan incluso, siguiendo a Rumbaut, de la «paradoja de la inmigración» 162. A nivel de las comunidades, se ha teorizado que ello podría ser debido -como pasaba en la investigación recién señalada de Martinez y Nielsen- a que la inmigración tuviera un efectoorganizativo en las comunidades, lo que se conoce como la perspectiva de la revitalización de la inmigración. A su tenor, cuando los inmigrantes, en especial cuando constituyen un grupo relativamente homogéneo, llegan a una comunidad y vivenen la misma pueden aparecer nuevas formas de organización social,reforzarseinstituciones ya existentes en el área y aumen-

15j Vid. Killias, 1989: 13-40; Morenoffy Astor, 2006: 37,38,45 Y 53-54 sobre todo; Nielsen y Martinez, 2006: 212-213; Rumbaut et al., 2006: 72 y 82-83; Zhou y Bankston, 1998: 194-195. Otra explicación teórica -la de la «asimilación segmentada»en Portes y Zhou, 1993: 74-94; Zhou y Bankston, 1998: 236 sobre todo, aunque también 185-215; los mismos, 2006: 117-138. 156 Serrano Maíllo et al., 2008: 181-182. 157 Rurnbaut, 1991: 6l. 158 Zhou y Bankston, 1998: 2; vid. asimismo 4, 51-52 Y 243 nota 1. 159 Vid. Zhou y Bankston, 1998: 71-107 y 160-232. 160 Albrecht, 1997: 58-67 y 87; Butcher y Piehl, 1998a: 457-490; las mismas, 1998b: 654-676; Lee et al., 2001: 559·576; Martinez, 1996: 131-143; el mismo, 2003: 33-41; el mismo, 2006: 8; Martínez y Lee, 1998: 291-302; Moren off y Astor, 2006: 36-38; Moren off et al., 2001: 517-556; Rumbaut et al., 2006: 81; Sampson y Raudenbush, 1999: 603-647; Yeager, 1997: 145-168. 161 Hagan yPeterson. 1995: 14-36. 162 Lee y Martinez, 2006: 90 y 91; Martinez, 2006: 14.

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tar, de este modo, los controles sociales informales de dicha comunidad o bar rio+". Por ejemplo, sobre la base de entrevistas en profundidad y observación participante,]. Lee relata formas que los inmigrantes pueden utilizar para evitar conflictos. Así, ciertos comerciantes coreanos o judíos en barrios mayoritariamente poblados por afroamericanos emplean a personas de color o ponen a mujeres al frente de sus comercios para que ejerzan de intermediarios (brokers). Lee cree, eso sí, que pueden llegar momentos en que estas estrategias fallen y se imponga el conflicto 164. Este trabajo sostiene que incluso en barrios teóricamente desorganizados tiende a prevalecer la armonía. Bersani sostiene que cuando los inmigrantes de segunda generación delinquen de modo desproporcionado, ello puede ser debido a experiencias únicas; o bien al hecho de que, sencillamente, se han asimilado hasta el punto de convertirse enjóvenes nacionales, de modo que delinquen en la misma medida que ellos y por las mismas causas -y no, por lo tanto, por algo extraordinario 165. Para contrastar esta segunda posibilidad utiliza datos de nueve oleadas de la estadounidense Encuesta Nacional Juvenil Longitudinal, llevadas a cabo entre 1998 y 2005. El patrón que encuentra, sin embargo, es complejo. Cuando comparajóvenes inmigrantes de segunda generación con sus compafieros no inmigrantes de raza blanca, observa grandes semejanzas hasta el punto de que sus comportamientos son predichos por las mismas variables independientes, sin diferencias significativas. Sin embargo, las comparaciones con nacionales de raza negra y latina arrojan algunas divergencias no ignorables, por ejemplo en materia de supervisión y género para los participantes de color y vinculación para los latinos 166. Un problema clave de toda esta discusión es que el concepto de inmigrante es impreciso. Albrecht lo expresa del modo que sigue: «los conceptos de «extranjero (foreign»> y «minoría étnica- son vagos y flexibles. No van más allá de ser un término cesta de la compra que ni refleja un grupo homogéneo de personas ni ofrece guía teórica» 167. Se trata en buena medida además de una construcción social y por ejemplo Young menciona a los británicos que vienen a vivir al Sur de España, quienes no son vistos como inmigrantest=, y Serrano Gómez a los turistas 169. La categoría encierra muchos problemas añadidos como el de cuántas generaciones han de pasar para que alguien se considere nacional y no inmigrante 170. 163 Lee y Martinez, 2006: 91; Martinez, 2002: 6 y 28; el mismo, 2006: 10; Nielsen y Martinez, 2006: 218-219. 16. Lee,2006: 143,148-150 Y 159, así como 145-148 y 160 nota 19 sobre la metodología. 165 Bersani, 2014: 77. 166 Bersani, 2014: 66-72 con la descripción de los datos y enfoque analítico y 75 Y 77-78 cors los resultados. 167 Albrecht, 1997: 45. 168 Young, 2007: 131-133. 169 Serrano Gómez, 1969: 28-32. 170 Martinez y Lee, 2000: 487.

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Algunosautores mencionan que el menor extranjero tiene más probabilidadesde ser denunciado, detenido y, tras pasar por el sistema de justicia penaljuvenil, ser encarcelado171. Roberts y Stalans afirman que «Siel público considera a los delincuentes como «extraños)'a la sociedad mayoritaria, no es sorprendente que se hagan asociacionesen la mente del público entre criminalidad y raza o etnia [... ] los estereotipos sobre los criminales tienen claramente un elemento racial>,172; mientras que Bauman añade que «Losinmigrantes [... ] encajan mejor en tal propósito que cualquier otra categoría de villanosgenuinos o putativos»!". Otra posibilidad con apoyo empírico es que inmigrantes y nacionales respondiesen de modo diferencial a los cuestionarios de autoinforme y unos declarasen más delitos que otros -quizá simplemente porque también definen como delitos más comportamientos!". Es posibleque existan subgrupos diferenciados dentro de los que hemos denominado sujetos con un «estatusinmigrante», y que simplemente sólo algunos subgrupos fueran especialmente tendentes al delito o se encontrasen marcadamente protegidos frente al mismo 175. En efecto, cabe señalar que la investigación teórica y empírica en el terreno de la Criminología mantiene de modo convincente que la categoría inmigrante -o, por ejemplo, otras como raza, etnia, nacionalidad, etc.- por sí misma, en sentido global no parece tener una gran repercusión en la criminalidad y el delito, pero que ello no puede ocultar la necesidad de utilizar distinciones más específicas, por ejemplo grupos particulares de inmigrantes según su procedencia o generación a que pertenecen 176.

171 Vid., sobre la cuestión, Albrecht, 1987: 272-285; el mismo, 1997: 37, 69-87 Y88; Bielefeld y Kreissl, 1983: 78-95; Hagan y Palloni, 1998: 367-385; Hagan et al., 1978: 396; McCarthy y Hagan, 2003: 134-137; McCord y Ensminger, 2003: 319. m Roberts y Stalans, 2000: 113. m Bauman, 2004: 56. 17, Albrecht, 1997: 6~7; Hindelang et al., 1981: 157-180;Junger-Tas y Marshall, 1999: 331335. l7S Martinez, 2002: 27; Orobio de Castro, 2005; Orobio de Castro yJunger, 2006: 450 y 454. 176 Albrecht, 1997: 46 y 87; Martinez, 2003: 22-23; el mismo, 2006: 1-2 y 11; Martinez y Lee, 2000: 487; Skardhamar et al., 2014: 124; Zhou y Bankston, 1998: 2 y 51-52.

CAPÍTULO 5 Procesos de crianza y socialización Los procesos de crianza y socialización, que implican una influencia externa de otros individuose instituciones, son muy influyentes en las vidas de las personas. Para empezar, el contexto habitual de crianza es la familia, muchas de cuyasdimensiones han sido relacionadas con la criminalidad. La familia es la institución central en la tradición de las teorías del control social, ya sea en la vinculación a la misma ya en una correcta crianza que establezca impedimentos para el delito. Existe mucha investigaciónsobre aspectos más concretos de la vidafamiliary su potencial influencia sobre el delito como la criminalidad de otros familiares, las familiasen las que falta uno de los progenitores por separación, fallecimiento, encarcelamiento, etc., o el abuso durante la infancia. Sin embargo, las influencias de otros individuos pueden seguir siendo relevantes a lo largo de la vida de las personas, como en el caso bien estudiado en nuestra disciplina de pares y otros residentes de los barrios. Un elemento muy interesante son los llamados mentores, esto es sujetos que pueden enseñar el oficio delictivo a otros, como el famoso carterista profesional estudiado por Sutherland, cuyo testimonio está nada menos que en la base de la teoría de la asociación diferencial. Los mentores pueden desempeñar un rol en el aprendizaje, en la adopción de una serie de valores o en sacar más provecho de las actividades criminales y evitar ser detectado y detenido. La idea de que el matrimonio puede actuar como un impedimento para el delito, tal y como esperan algunas versiones del control social,se ha convertido en una de las más importantes de los últimos 25 años con la aparición de la teoría del control social informal dependiente de la edad y debido a que, en su marco, era capaz de explicar la curva de la edad y el cambio en las carreras criminales, el destino más frecuente de todo delincuente y que suponía un reto enorme para las explicaciones tradicionalesdel delito. Con los cambios socialesy el descenso en las tasas de matrimonio, el retraso de la edad media de los casamientos y el aumento de las de divorcios,el efecto de esta institución -no tanto de los mecanismos teóricos subyacentes- puede también estar modificándose.

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SUMARIO. CAPÍTULO 5. PROCESOS l. FAMILIA 1.1. Familia y criminalidad

DE CRIANZA

Y SOCIALIZACIÓN

1.2. Procesos de transmisión intergeneracional 1.3. Hermanos y delincuencia 1.4. Hogaresrotosy delincuencia 1.5. Castigo físico y abuso en la crianza 2. MENTORES: APRENDIZAJE YOPORTUNIDAD 3. MATRIMONIO, VIDA EN PAREJA Y DESCENDENCIA 3.1. Matrimonio y criminalidad 3.2. Vida en pareja 3.3. Descendencia

l. FAMILIA 1.1. Familia y criminalidad La familia suele figurar como un elemento etiológico importante en muchas teorías de la criminalidad, como es el caso de las del control social '. Desde este punto de vista del control, Hirschi resume los mecanismos preventivos de la familia: mediante una correcta educación, la familia puede enseñar autocontrol a los hijos; con la restricción de las actividades de los hijos, vigilándolos físicamente o preocupándose por dónde están cuando no se encuentran con ellos; fomentando el cariño, el respeto o la dependencia entre sí de los miembros de la familia; vigilando la casa frente a potenciales asaltadores y protegiendo a los miembros de la familia de potenciales agresores; o, por último, cuidando y preocupándose de los miembros de la familia y garantizando su buen comportamiento t. Eventos y procesos que tienen lugar más temprano en la vida de los niños tenderán a tener consecuencias más sólidas y duraderas", Gottfredson y Hirschi añaden que la escuela podría desempeñar un rol notable en la prevención del delito si las familias colaboraran con ella".

I Gottfredson y Hirschi, 1990: 97-105 y 229-230; Sampson y Laub, 1993: 64-98. La familia es una institución fundamental también en el estudio de la victimación. Por ejemplo, con los datos de la edición especial de la Encuesta Nacional de Victirnaciánde Estados Unidos ya mencionados, Lauritsen encuentra que el riesgo de victimación tanto por extraños como por conocidos es mayor en familias con los dos padres que en las monoparentales; y establece como factores de riesgo familiares negativos el tiempo de residencia en el hogar actual y residir con ambos padres, aunque para los ingresos familiares ni el tamaño familiar, 2003: 4 y 9. 2 Hirschi, 1990: 49-54. 3 No encuentran que ello sea relevante para el encarcelamiento parental Murray y Farrington, 2008: 181. 4 Gottfedson y Hirschi, 1990: 105-107. Existen pruebas de una conexión entre escuela y criminalidad. Crutchfield y Wadsworth llevaron a cabo un estudio longitudinal y multinivel con datos de la investigación Add Health e informan de que la vinculación a la escuela y las buenas notas tie-

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Muchas pruebas empíricas han encontrado una relación entre diversos aspectos familiares y la criminalidad posterior de la prole". Algunos factores o aspectos familiaresque, sin ánimo de exhaustividad,se han relacionado con la criminalidad a nivel individual son su tamaño, el conflicto familiar, la ausencia de vinculación segura, o la pobreza familiar. El tamaño de la familia se relaciona de modo positivo con la criminalidad a nivel individual. El Estudio de Cambridge encontró que pertenecer a una familia amplia a los 8-10 años anticipaba comportamientos antisociales a los 18 y disfunción social a los 326; así como que la misma contingencia a los 8-10 años y a los 12-14años predecían haber sido condenado a los 32 por una conducta violenta (RV>2)7. De hecho, se trataba de unas de las variables con más peso en modelos rnultivariantes". En el Estudio Longitudinal de Cohorte Británico se advirtió que, en modelos multivariantes, pertenecer a una familia amplia a la edad de 5 años predecía de modo robusto problemas de conducta a los 10 años y condenas criminales entre los 16 y los 34 años tanto para chicas como para chicos (rango RV=I,4 2,1) 9. MUITayy sus colegas, por el contrario, no encontraron que tener muchos hermanos se relacionara con la violencia en investigaciones de países de ingresos bajos y medios 10. Matizado es el hallazgo de Sampson y Laub de que, por un lado, viviren poco espacio despliega un efecto positivo indirecto sobre la criminalidad a través de la paternidad ineficaz ya que los padres tienen que ocuparse de bastantes problemas; y, por otro lado, que existe un efecto negativo directo al aumentar la vigilanciay el control ya que, al estar másjuntos y con menor privacidad, hay más guardianes capaces de evitar el delito 11.

nen un efecto preventivo muy elevado, controlando por el efecto de importantes variables (1). El mismo hallazgo muestra el metaanálisis de la OlJDP, que añade el efecto criminógeno de abandonar los estudios y de los rarnhios frecuentes de escuela (2); YLipsey y Derzon al hilo de la actitud y resultados académicos a las edades de 6-ll (wr=0,13) y 12-14 (wr=0,19), en relación con la VIolencia o delincuencia seria a los 15-25 años (3). Con datos especialmente ricos, el Proyecto de Seattle muestra que unos bajos resultados académicos, una baja vinculación al colegio, unas bajas aspiraciones educativas y unos frecuentes cambios de colegio a las edades de 14 y 16 elevaban de modo significativo el riesgo de comportamiento violento a la edad de 18 años (rango RV=I,82 2,71) (4). (1) Crutchfield y Wadsworth, 2013: 165-166 y 174, así como 158-161 sobre los datos y enfoque analítico. (2) Hawkins et al., 2000: 4-5. (3) Hawkins et al., 2000: 7. (4) Herrenkohl et al., 2000: 180-181. s Farrington, 1992a: 139-140. 6 Farrington, 1993: 15. 7 Farrington, 1994: 227-228. 8 Farrington, 1993: 16. 9 Murray et al., 2010: 1203. 10 Murray el al., 2018: 318 y 323. 11 Sampson y Laub, 1993: 81-82 y 96.

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El Proyecto de Seattle indica que el conflictofamiliar a los 14 o a los 16 años aumenta el riesgo de comportamiento violento a la edad de 18 años (rango RV=1,612,16) 12. En el Estudio de Cambridge se encontró que el conflicto familiar predecía lascondenasjuveniles (RV=2,8)y la criminalidad autoconfesada (RV=2,4),aunque no las condenas adultas 13. En Estudio de Cali se apreció una asociaciónentre el conflictofamiliarestimado mediante una medida dicotomizada del ítem «En la familiaa menudo se discute o se pelea entre nosotros»por un lado y comisión de hechos delictivos(RV=1,4) y consumo de drogas por otro (RV=1,43;N=899). Otro factor que se ha relacionado con la criminalidad es la falta de vinculación segura entre el infante y quienes le crían. Este concepto de vinculación segura procede de la Psicologíay se relaciona con el trabajo de Bowlby. Guerra informa de que en un metaanálisis a partir de 69 estudios y casi 6.000 niños y niñas se identificó que los niños y en menor medida las niñas que tenían vinculaciones maternales inseguras y que por ello no toleraban bien la separación «tenían un riesgo elevado de problemas de comportamiento y de agresión más tarde» 14. La pobreza también se ha relacionado con la criminalidad, en particular a travésde los efectosde la primera sobre la crianza.Así,Murray y su equipo reseñan en su revisiónde trabajos de países de ingresos medios y bajos una conexión positivaentre pobreza familiar y problemas de comportamiento y violencia en la prole, si bien pequeña (rango d=0,12 0,18) 15. El estudio de Cambridge encontró que unos bajos ingresos familiares, el desempleo del padre y la pertenencia a una clase social baja a la edad de 8-10años predecían haber sido condenado a los 32 por un delito violento (rango RV=2,48 3,21); mientras que el desempleo del padre a la edad de 12-14años predecía haber sido condenado a los 32 (RV=4,04)16. Unos bajos ingresos familiares, una viviendapobre y formar parte de una clase social baja predecían comportamientos antisociales a los 18 años (RV>2)y disfunción social a los 32, con la xcepción para este último caso de la clase social baja 17. Con datos de tres generaciones del mismo estudio de Cambridge, se encontró en análisis multivariantes que unos ingresos familiares bajos predecían la violencia de los hijos (RV parcial=2,6); y que una vivienda pobre la de los nietos (RVparcial=2,2) 18. Los investigadores de la OlJDP reportan en su metaanálisisuna relación entre pobreza y violencia 19. Lipseyy Derzon identifican el estatus socioeconómico de la familia como un predictor modesto

12 13 11 15 16 17 18 19

Herrenkohl et al., 2000: 180-181. JubyyFarrington, 2001: 30. Guerra, 2013: 260. Murray et al., 2018: 317-319. Farrington, 1993: 15-16; el mismo, 1994: 227-228. Farrington, 1993: 15. Farrington y Malvaso, 2019: 220. Hawkins et al., 2000: 5.

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de la violencia o delincuencia seria entre las edades de 15-25años cuando se estimaba a los 12-14años (wr=0,1)20. El Proyecto de Seattle encontró que la privación económica a la edad de 10 y 16 años, aunque no a los 14, pronosticaba también de modo moderado el comportamiento violento a la edad de 18años (rangoRV=I,511,61)21. Guerra resume potenciales mediadores. Los problemas económicos, incluidos los que son a corto plazo pueden generar estrés y reducir la habilidad para una crianza eficaz;los padres mismos pueden provenir de ambientes semejantes y carecer de las habilidades óptimas para la crianza y para solicitarayudaspúblicas; al tiempo que sus dificultades les impiden acceder a recursos financieros que les ayuden a sobrellevar su tarea socializadora; la pobreza familiar se conecta con exposición a agentes tóxicos desde antes del nacimiento; los niños no sólo sufren los problemas económicos de sus familias, sino también el de su barrio en una especie de «doble maldición,,22.

1.2. Procesos de transmisión intergeneracional Un hecho conocido en Criminología es la conexión entre delincuencia de los padres y de sus hijos. Forma parte del dicho anglosajón el delito rueda en la familia (crime runs in the family)23, una versión desviada del de tal palo, tal astilla. Besemer, utilizando datos del estudio longitudinal estadounidense Add Health, sostiene que el 5 por ciento de lasfamiliasincluidas en la investigaciónhabía protagonizado más del 50 por ciento de losarrestos; el 10 por ciento, el 79 por ciento de los arrestos; y el 25 por ciento, el 100 por cien de los arrestos". Una famosa investigación norteamericana de finales del siglo XlX fue pionera en la exposición de esta idea. Dugdale encontró durante una serie de visitasa cárceles de cierto Condado del Estadode NuevaYorkseis personas que, aunque bajo cuatro apellidos distintos, realmente pertenecían a una misma familia. Habían vividodurante generacionesen la misma localidad, en la que su apellido se había convertido en un reproche. Dugdale llegó a identificar a 81 miembros de la familia, ya fuera por sangre o por matrimonio o convivencia, de los cuales 45 eran hombres:29 por sangre y 16 no. De los 29 hombres, familiarespor sangre, 17eran criminales;de los otros 16,5 eran delincuentes". Dudgaleofrece una explicaciónsociológica de esta familia de delincuentes, a quienes llamó losJukes.Escribe que «Las

20 21 22 25 2. 25

Hawkins et al., 2000: 7. Herrenkohl et al., 2000: 181-182. Guerra, 2013: 259-260. Farrington et al., 2009: 109. Besemer, 2013: 148, así como 145-146 sobre los detalles metodológicos del estudio. Dugdale, 1888: 7-9, así como 40-41.

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características esenciales del grupo son la gran vitalidad, ignorancia y pobreza. Nunca han recibido ninguna formación que hubiera activado el gusto estéti.co , los hábitos del razonamiento o incluso el deseo de la confortabilidad ordinaria de un hogar bien ordenado». Asume incluso no sólo que el ambiente es el factor criminógeno determinante, sino que «la herencia misma es un resultado organizado de un ambiente que no cambia-P. Un segundo estudio norteamericano sobre una familia con miembros delincuentes es el de Goddard, quien a través de una interna en una institución que él dirigía"? descubrió una familia en la que podían identificarse dos ramas que habían vivido separadas desde hacía seis generaciones, una "buena» en la que no había criminales y otra «defectuosa» en la que había criminales pero sobre todo débiles mentales, en lo que el investigador ve un experimento natural 28. Este autor rechaza que el ambiente sea el único factor importante para la etiología de la debilidad mental o que ésta pueda mejorarse a nivel individual a través de la educación: «la conclusión es inevitable de que toda esta degeneración ha llegado como resultado de que la mente defectuosa y la mala sangre (bad blooá) ha sido traídas a una familia normal de buena sangre (normal family of good blood), primero de la chica débil mental sin nombre y más tarde por contaminaciones adicionales de otras fuentes», al tiempo que abunda en la robustez de su investigación en cuanto que (supuesto) experimento natural P. También afirma la existencia de una relación entre debilidad mental y criminalidad 30. Aunque estos estudios son muy antiguos, existen en la actualidad pruebas de este fenómeno de la transmisión intergeneracional de la criminalidad, que en sentido estricto se refiere a la conexión padres-hijos. Besemer y sus socios han presentado un metaanálisis a partir de 23 estudios aparecidos en 25 publicaciones+'. Señalan que la conexión es clara, con una razón de las ventajas de 2,38 a nivel bivariado y de 1,83 en modelos rnultivariantes'". Este factor no varía dependiendo de si se han utilizado datos oficiales o autoinforrnados ". A continuación, estos investigadores señalan una serie de potenciales moderadores 34. Murray y Farrington revisan y analizan 11 estudios sobre la conexión entre el encarcelamiento del padre o la madre y

26 DugdaJe, 1888: 66 sobre todo, de donde proceden las citas. Esto es importante porque algunos años más tarde, la familia de losjukes volvió a ser estudiadas por Estabrook, quien alcanzó conclusiones etiológicas y de Política criminal bien distintas, proponiendo como alternativas la custodia permanente y la esterilización, 1916: 85. 27 Goddard, 1912: 1-12. 28 Goddard, 1912: 59 y 68. 29 Goddard, 1912: 52-53 y 66-69 sobre todo, cita procede de 69. '0 Goddard, 1912: 57 y 61-62. 31 Besemer et al., 2017: 164-167 sobre los detalles metodológicos de su trabajo, así como 167 sobre el cálculo de las razones de las ven tajas. 32 Besemer et al., 2017: 167, 170 Y 172. 3' Besemer et al., 2017: 170. 34 Besemer et al., 2017: 168-170.

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el comportamiento antisocial de los descendientes y encuentran pruebas favorables a esta relación en 8 de los estudios, mientras que en 3 no se alcanzaba la significación estadística. Las razones de las ventajas oscilaban entre un modesto 1,3 a 1,9 en tres estudios; a un elevado 8,5 en el que mostraba más fuerza; pasando por otras cinco investigacionescon tamaños del efecto intermedios, cuyo rango iba de 2,2 a 3,135. El Estudio de Cambridge indica que tener un padre condenado a los 8-10 años pronosticaba comportamientos antisocialesa los 18 y disfunción social a los 3236; así como haber sido condenado a los 32 por un crimen violento (RV>2) 37. De hecho, en modelos multivariantes la condena paren tal se mostraba como uno de los predictores más sólidos ". McCord encontró en su Estudio longitudinal de Cambridge-Sommerville, de Estados Unidos, que la desviación del padre era un factor predictivo de la criminalidad futura.". Aunque con alguna excepción, la misma impresión procede del metaanálisis de la OlJDP40. El metaanálisis de Lipseyy Derzon indica que tener padres antisociales es un indicador de violencia o delincuencia seria entre las edades de 15-25 años ya se hubiera estimado a la edad de 6-11 (wr=0,23) 012-14 (wr=0,16)4L.La violencia y la criminalidad parental predecían la violenciaa la edad de 18 años cuando se estimaba a los 14 o a los 16 años (rango RV=1,842,03) en el Proyecto de Seattle", Estasinfluencias pueden desagregarse por sexo, como hacen Auty y sus colegascon los mismos datos de Cambridge: que el padre haya sido condenado se relaciona con una mayor probabilidad de que el hijo (RV=3,02) 10 haya sido, aunque para la hija no se alcanzó la significación estadística (RV=3,48, no significativo);que la madre haya sido condenada se relaciona con una mayorprobabilidad de que el hijo (RV=2,98)y la hija (RV=5,16) lo hayan sido t", Estos autores, eso sí, añaden que los efectos se encuentran mediados por variables que no coindicen: el de padres y madres sobre los varones vía abuso de drogas del padre; el de los padres sobre las hijas vía problemas de convivencia;y el de las madres sobre las hijasvía disciplina dura". Besemer y sus colegasserialan finalmente que la transmisiónes más fuerte de madres a hijas seguida de la transmisión de madres a hijos y de padres a hijas,siendo la más débil la que se produce de padres a hijos". No Murray y Farrington, 2008: 141-150. Farrington, 1993: 15. 57 Farrington, 1994: 227-228. 38 Farrington, 1993: 16. 39 McCord, 2007: 81. 10 Hawkins et al., 2000: 3. 41 Hawkins et al., 2000: 7. 12 Herrenkohl et al., 2000: 180-182; la excepción era la violencia parental a los 16 años (RV=1,35, no significativo). 13 Auty et al., 2017: 226 y 229,223-225 para la parte empírica. 14 Auty et al., 2017: 227-228. 45 Besemer et al., 2017: 170. 55

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está claro que algunos efectossean distintos según se trate de un niño o de una nifia". Thornberry y sus colegas confirman que la delincuencia y el uso de drogas por parte del padre predice de modo positivocomportamientos problemáticos de los hijos a los 8-9 años según los informes de las madres, si bien el efecto se encuentra totalmente mediado en modelos de ecuaciones estructurales por otras variablescomo la calidad de la crianza parental a la edad de 6-7 años y la edad a la que los padres tuvieron la descendencia (aunque no en todos los modelos) -a mayor nivel de desviación de los padres, antes tendían a tener los hijos;cuanto másjóvenes tenían al hijo, más desviación mostraba éste". Besemer observa en los datos del estudio longitudinal Add Health una similitud entre los contactos de padres e hijos con el Sistema de Administración de Justicia: que uno o más de los padres sea delincuente aumenta el riesgo de arresto, condena condicional (probation) y encarcelamiento (rango RV=2,63 3,37); lo mismo que tener ambos padres delincuentes (rango RV=2,11 4,49). El mismo autor nota que las diferencias entre esos tres tipos de contacto y tener un padre o una madre delincuente no son dramáticas, pero revelan la mayor robustez del caso del padre, con rangos para las razones de las ventajas de 2,443,39 Yde 2,32 2,78 respectivamente para padre y madre delincuen te ". Al mismo tiempo, en modelos de ecuaciones estructurales, comprueba que los padres y las madres tienden a parecerse entre ellos (r=0,31)49. La transmisión, naturalmente, no tiene que limitarse a una generación sobre la siguiente. Farrington y suscolegas han estudiado esta cuestión con datos del Estudio de Cambridge en primer lugar respecto a su primera generación. Informan de que el delito se concentra fuertemente en las familias: el 6 por ciento de las familias era responsable de la mitad de todas las condenas; y casi el 75 por ciento de los padres que habían sido condenados tenían un hijo a su vez condenado 50. El mismo Farrington y sus sociosutilizaron datos corrcspondi ntes a tres genemciones del estudio de Cambridge y reportan que tener al padre condenado eleva el riesgo de violencia en las generaciones de hijos y nietos (rango RVparcial=2,714,34) 51. Concentrándose en la transmisión de la criminalidad de los hijos a los nietos -en relación con los participantes originarios del estudio de Cambridge- Farrington y sus asociadas observan que la delincuencia autoinformada de los hijos a la edad de 18 años pronosticaba la posterior de los nietos, sobre todo en el robo en vivienda, robo de algo del interior de un vehículo, agresión y con-

Murray y Farrington, 2008: 182. Thornberry et al., 2009a: 80-91; los mismos, 2009b: 312-320. 48 Besemer, 2013: 149. 49 Beserrier; 2013: 150. 50 Farrington et al., 1996: 47-60; Rowe y Farrington, 1997: 177-196. 51 Farrington y Malvaso, 2019: 220; sobre los datos y las generaciones, et al., 2009: 115-122, y 115 sobre los datos. 46

47

210-214; Farrington

!'l{Ut;t.::sus m: t;lUANLA y SUt;lAL1LAt;lUN

~Ol

sumo de marihuana (rango RV=2,123,77); y que la delincuencia de los hijos a la edad de 32 años pronosticaba la posterior de los nietos, sobre todo en la agresión y el consumo de marihuana (rango RV=1,96 4,21)52; así como que el factor predictivo más robusto se producía entre madres e hijas". Aunque los autores anuncian serias diferencias dependiendo del tipo de delito, la medida general basada en 11 conductas criminales y desviadas autoinformadas y en la diferenciación entre el 25 por ciento más criminal de la muestra y el resto, arrojaba unas razones de las ventajas elevadas tanto para la edad de 18 (RV=3,48)como de 32 años de los hijos (RV=3,09)-en la transmisión de hijos a nietos". Los autores exploran una serie de mediadores". Los resultados con datos sobre condenas confirmaban la hipótesis: la asociación era más fuerte para los delitos de empleo de armas ofensivas, robo en vivienda,amenaza y violencia (rango RV=5,2810,57), pero igualmente elevado para una medida total de condenas (RV=3,46)56. Estamos iendo yue el Estudio de Cambridge es uno de los que más pruebas han arrojado sobre la relación entre encarcelamiento parental y criminalidad. Una de las revisionesmás completas es la ofrecida por Murray y Farrington, que comparan a los participantes en el estudio que estuvieron separados de alguno de sus padres en algún momento antes de los diez años por un lado y quienes no estuvieron separados porque suspadres no fueron nunca encarcelados, quienes sí estuvieron separados pero por motivos distintos al encarcelamiento paren tal y quienes tuvieron a alguno de sus padres en prisión pero sólo antes de nacer. Estascomparacionesson realizadas para cinco situaciones o conductas criminológicamente relevantes y para varios momentos temporales en tres de las cinco situaciones o conductas. La razón de las ventajas media para todos los escenarios descritoses de 3,4, lo cual apunta a una asociación fuerte y positiva entre la separación de los padres por encarcelamiento entre el nacimiento y los 10 años y todos los demás supuestos. El grueso de las variaciones se encuentra en la comparación con quienes no tuvieron a los padres encarcelados: la razón de lasventajas media es superior aquí a 3 (RVmedia para la comparación con quienes no sufrieron separación ni sus padres encarcelamiento=5,7; rango RVmedia para la comparación con quienes sufrieron separación de sus progenitores pero cuyospadres no fueron encarcelados=3,4 6,0). Con muypocasexcepciones -5 de 33 cálculos-, la conexión se aprecia en la personalidadantisocial en distintas edades, violencia autoconfesada a los 18años, delincuencia autoconfesada en distintas edades, condena en distintasedades y encarcela-

52 Farrington et al., 2018: 125·126 y 132, así como 119-124 sobre la metodología, en particular 123-124 sobre el efecto del diseño y las razones de las ventajas. ;~ Farrington el al., 2018: 118. 51 Farrington et al., 2018: 127. 55 Aury et al., 2015: 27-29 -con especial atención a rasgos psicopáricos como mediadores-; Farrington et al., 2017: 14; los mismos, 2018: 127-132. 56 Farrington et al., 2017: 12-14, y ó-12 sobre la metodología.

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miento a los 40 (rango RVpara 28 asociacionessignificativas=3,113,4;rango RV para 5 asociacionesno sígnificativas=Ll4,9)57. La situación cambia cuando la comparación se hace entre losseparados de sus padres por encarcelamiento y quienes tuvieron a sus padres encarcelados antes de nacer: aquí la razón de las ventajasmedia a lo largo de 11comparaciones es elevada (RV media=3,1), pero es debida por completo a una única variable dependien te: la personalidad antisocial a los 14 años. Para todas las demás conductas o situaciones, no puede descartarse que las razones de las ventajas hayan sido obtenidas al azar y realmente no apunten a conexión alguna (rango RV=I,3 6,6, si bien el factor 6,6 -estar encarcelado a los 40- es una especie de outlier ya que el anterior es 4). A pesar de todo, estos últimos hallazgos no significativosdeben tomarse con cautela debido a que las celdas nrilizadas tienen frecuencias muy bajas (Ns=17y 23). Por todo ello, esta revisión desagregada de Murrayy Farrington abunda en la conexión positiva entre encarcelamiento de los padres y comportamientos antisociales y delictivos de los descendientes, la cual llega hasta edades muy tardías como la personalidad antisocial a los 48, la condena entre los 33 y los 50 y el encarcelamiento a los 4058. Los mismos Murray y Farrington dan un paso más y revisan las mismas comparaciones para otros problemas no legales. En primer lugar, apuntan a una conexión positiva entre encarcelamiento de alguno de los padres y problemas de salud mental-concretamente, neurosis y an iedad-depresiónde la descendencia, lo cual lo derivan tanto de una revisión de estudios previos de investigadores independientes 59 como del Estudio de Cambridge -salvo para la comparación entre quienes habían tenido a los padres privados de libertad antes o después de nacer, si bien debido a su baja frecuencia no volveremossobre este elemento. Por lo que se refiere al estudio que lleva el nombre de la ciudad del Cam, las razones de lasventajasencontradas fueron superiores a 2 (RV media para la comparación con quienes no sufrieron separación ni sus padres encarcelamiento-Zñ; rango RV media para la comparación con quienes sufrieron separación pero cuyospadres no fueron encarcelados=2,3 3,2) 60. En segundo lugar, apuntan a una conexión positiva entre encarcelamiento de alguno de los padres y problemas con el alcohol, las drogas, la educación y el empleo, lo cual lo derivan de nuevo tanto de una revisiónde estudios previoscomo del de Cambridge. Las ilustraciones previas de otros autores, aunque escasas, alcanzan en algunos casos razones de las ventajas de 7,2 Y11,461• Por lo que se refiere al estudio longitudinal inglés recién 57 En algún caso puede blema de potencia estadística 58 Murray y Farrington, 59 Murray y Farrington, 60 Murray y Farrington, 61 Murrayy Farrington,

confiarse en que la ausencia de significación estadística es un proderivado de la baja frecuencia de las celdas relevantes. 2008: 150-152. 2008: 153-157. 2008: 157-158. 2008: 159-160.

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mencionado, en general y con alguna excepción puede decirse que, en las comparaciones entre grupos que ya hemos especificado-padres encarcelados después del nacimiento por un lado y padres no encarcelados con o sin separación de ellos- existe una relación para el consumo de drogas (rango RV=1,6 4,8); fracaso escolar (rango RV=4,4 8,1); hacer novillos (rango RV=5,410,3); no realizar los exámenes (rango RV=2,4 3,9); estar desempleado a los 18 (rango RV=8,5 41,0) o a los 32 años (rango RV=2,0 3,1); y un bajo éxito vital (rango RV=2,0 7,1). Sin embargo, también en general puede decirse que no se encontró una conexión con el consumo de alcohol a los 32 o a los 48 años; ni con el desempleo a los 48 aI1os62• En resumidas cuentas, que quienes han sufrido el encarcelamiento de alguno de los padres entre el nacimiento y los 10 años es más probable que desarrollen alguno de los problemas señalados de tipo legal, mental, social, de; su relación con el encarcelamiento en el estudio de Cambrirlge, por lo tanto, es positiva. Farrington y sus asociados han señalado varios mecanismos de transmisión intergeneracional de la criminalidad: puede haber continuidades en la exposición a los mismos factores de riesgo; emparejamiento selectivo, esto es la tendencia de individuos con tendencias antisociales a unirse entre sí; influencia de unos miembros de la familia sobre otros; efectos relacionados con la crianza inefectiva que se transmite de padres a hijos; mecanismos genéticos; y, finalmente, una retroalimentación de sesgos del Sistema de Administración de justicia en línea con la teoría del etiquetamiento 63. Sin embargo, en otra investigación con datos de Add Health analizados con modelos de ecuaciones estructurales, el mismo Besemer no encuentra efectos indirectos de la criminalidad de los padres sobre la de los hijos a través del ambiente familiar, pero sí directos. Yesto tanto para algún arresto, varios arrestos, condena condicional (probation) y encarcelamiento. Estima este investigador que la conexión directa es elevada64. Besemer y otros han testado la hipótesis del etiquetamiento y afirman que sus resultados favorecen que la criminalidad se relaciona C01l una acumulación de desventajas-entre los que se incluyeel encarcelamiento parelltal 65. Sin embargo, el enfoque que adoptan -la inclusión de una interacción- no identifica necesariamente un efecto del etiquetamiento en sentido tradicional'". Woodard, por su parte, apunta a la potencial existencia de interacciones. Por ejemplo, utilizando datos del estudio FragileFamilies and

&2 Murray y Farrington, 2008: 161-162. es Besemer et al., 2017: 162-164; Murray y Farrington, 2008: 163-164; los mismos, 2010: 637. &l Besemer, 2013: 150. El autor, sin embargo, no informa sobre el ajuste de su modelo,al que además faltan controles. 65 Besemer, Farrington y Bijleveld, 2017: 7-10 y 4-7 sobre los datos. 66 Además, no solo faltan controles relevantes, sino que el término interactivo no captael efecto pronosticado fuera del modelo lineal, vid. por ejemplo Besemer, Farrington y Bijleveld, 2017: 7.

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Child Wellbeing, con una muestra de 4898 individuos nacidos entre 1998y 2000,identifica que el efecto criminógenode tener a la madre en prisión se modera con la presencia de un hermano, aunque éste no ejercía ningún efecto directo sobre la criminalidad67. Para la tradición del control social, como ya sabemos, los padres o madres que delinquen habitualmente no ejercitarán una crianza eficaz sobre la prole. Aún así, se puede esperar una cierta variacióndependiendo de los vínculos del progenitor y, por lo tanto, de la calidad de la relación con el hijo o hija. La idea es que si la relación es negativa,que desaparezca temporalmente ese progenitor puede disminuir la criminalidad del descendiente. Estaidea de que el efecto del encarcelamientopuede ser positivoo negativo dependiendo de la relación padres-hijostiene apoyo ernpírico'". Adviértase que una cosa es la delincuencia de los padres o madres y otra su encarcelamiento. Naturalmente, se trata de variables que tenderán a correlacionar en alguna medida, pero nos interesa ahora que son conceptualmente ortogonales y sus efectos son potencialmente distintos. Para la estricta dimensión de la privación de libertad, Auty ha descrito las consecuencias tanto para los progenitores, desde alteración de las identidade para los padres'" a la angustia de las madres 70; para los hijos e hijas, como puede ser el trauma 71; para las relaciones entre unos y otros, como el distanciamiento 72; y para la familia, como el declive económico y una reducción en la calidad y estabilidad de la crianza 73, sin ánimo de exhaustividad. Como vemos,el encarcelamiento de uno de los padres es un predictor señalado de la criminalidad.", pero sin embargo su alcance es amplio. El encarcelamiento tiene efectos negativos para las familias que lo sufren en alguno de susmiembros, lo cual a su vezpuede generar de modo indirecto -verbigracia a través de su impacto en la educación y socialización que la familiapuede ofrecer- criminalidad 75. Algunos de estos efectosson sutiles, como sentimientos de vergüenza?". Fagan y Wesl señalan que el encarcelamiento de un familiar, habitualmente del padre, aumenta las dificultades económicas del núcleo, dificulta la supervisión de los hijos y rompe los

Woodland y Coop, 2016: 340-347. Slomkowski et al., 2001: 271-282; Woodland y Coop, 2016: 340-347. 69 Auty, 2012: 74-82. 70 Auty, 2012: 59-62. 71 Auty, 20J2: 102-109. 72 Aury, 2012: 59. 73 Auty, 2012: 109-114. 74 Murray y Farrington, 20J O: 637. 75 Fagan yWest, 2013: 216-218; Fagan et al., 2003: 1553; Lynch y Sabol, 2004: 273. En algunos países el número de niños y niñas con algún padre en prisión es elevado; así Hagan y Dinovitzer, 1999: 137, hablan de más de un millón para Estados Unidos a finales de los años noventa, y hoy existen 2.000.000. 76 Hagan y Dinovitzer, 1999: 126-127. 67

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vínculos familiares, así como que la prole de padres encarcelados tiene un desarrollo emocional, conductual y psicológico relativamente pobre. Escriben que «Incluso cuando los comportamientos de los padres previos al encarcelamiento habían tenido influencias negativasen el desarrollo del niño [... ] los efectos del encarcelamiento también se observan cuando el padre o la madre deja el hogar para ingresar en la cárcel»77. Sin embargo, puede esperarse que los efectos sean más severos en el caso de encarcelamiento de la madre, ya que en este caso los hijos suelen irse a vivir con personas ajenas a la familia nuclear, como tíos o abuelos; mientras que si el encarcelado es el padre, los hijos normalmente se quedarán con la madre. Así,Auty señala un estudio estadounidense en el que la mayoría de los padres encarcelados informó de que los hijos estaban viviendo con la madre (90 por ciento); mientras que las madres señalaron a los abuelos (53 por ciento), los padres (28 por ciento), otros familiares (23 por ciento) e instituciones de acogida (10 por ciento) 78. Las pruebas empíricas, sin embargo, no son claras sobre si el encarcelamiento de la madre tiene consecuencias más graves que las del padre sobre la conducta antisocial y delictiva de los descendientes 79. La evidencia del efecto del encarcelamiento de la madre sobre los hijos, en realidad, es compleja, con hallazgos igualmente de efectos beneficioSOS80; y no significativos!'. Así, Wilderman y Turney utilizan datos de un estudio más amplio sobre niños de 9 años con informes de cuidadores y profesores y notifican que los niños y niñas que tienen a la madre privada de libertad tienen un estatus socioeconómico desaventajado y muestran problemas de comportamiento. Sin embargo, una vez que se controlan las diferencias previas entre ellos y sus compañeros sin madres encarceladas, los efectos del encarcelamiento son inexistentes, con algunos muy pocos ejemplos de efectos positivosy negativos. Los problemas de estosniños, por lo tanto, no parecen ser resultado de que la madre esté en prisión, sino de factores previos'", Algunos efectos del encarcelamiento de los progenitores pueden ser sutiles y duraderos. Brayne y otras autoras han señalado que quienes han tenido contacto con el Sistema de Administración de Justicia, como puede ser haber estado en prisión o incluso haber sido arrestado, reducen voluntariamente su contacto con instituciones públicas que recogen o guardan datos. Esto no tiene que ocurrir, sin embargo, con otras institucionesCÍvicas o religiosas. Este fenómeno es denominado por esta autora evitación de siste-

Fagan y West, 2013: 218. Auty, 2012: 59. 79 Murray y Farrington, 2008: 180. 80 Hagan y Dinovitzer, 1999: 121-158. 81 Turney et al., 2012: 1149-1163; este estudio reporta efectos nulos para el encarcelamiento actual, pero no así para el que hubiera tenido lugar antes. 82 Wilderman y Turney, 2014: 1041-1065. 77

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mas. Cuando un individuo ha tenido estasexperiencias y tiene que acudir a una institución pública en la que podrían encon trarse sus datos o que podría recopilar datos nuevos como es el caso de un hospital, una oficina de empleo o un centro educativo, este individuo puede cambiar de opinión y olvidarse de las gestiones que tenían que hacer. Es cierto que a menudo se buscan estrategiaspara evitaruna exposición directa, como alegar que se ha olvidado el documento nacional de identidad u otro carné. Según la literatura, esto sugiere que la prisión extiende sus efectos y se solapa con otras instituciones sociales. Esta situación es especialmente problemática en el caso de madres que tienen que cuidar de sus hijos y que, por lo tanto, pueden dejar de acceder a servicios o prestaciones a las que tienen derecho y que realmente necesitan; al tiempo que su identidad como madres puede verse comprometida. Piénsese en el temor a que estas instituciones puedan poner en duda su capacidad para cuidar de los hijos'". Este fenómeno, señala Brayne, estaría en expansión debido a nuevas estrategias policiales y públicas en general que recurren a big data ya que ahora se rebajan los niveles en que se considera que existe un riesgo y se emplean con finalidades predictivas por un lado; y se combinan fuentes de información que antes eran independientes por otro".

1.3. Hermanos y delincuencia

No sólo se ha descrito una conexión entre criminalidad y tendencias desviadasde padres e hijos. La conexión positivaentre número y desviación de los hermanos -sobre todo chicos85- y criminalidad propia es igualmente conocida en Criminología'", Por ejemplo, Shaw describió en 1930 la historia de los cinco hermanos Martin, detenidos casi cien veces y que confesaron a los investigadores más de 300 robos en viviendasy muchos otros delitos. Sus pruebas apuntan no sólo a los hermanos como un factor de riesgo, sino a que los mayores pueden actuar como reclutadores de los más pequeños'". Utilizando información empírica del Concejo de Peoria, en Illinoi , Reiss escribe que de 151 robos en viviendas con más de un delincuente juvenil, en el 24 por ciento había dos o más herrnanos'". El mismo Reiss y Farrington, con datos del Estudio Longitudinal de Cambridge, observan una tendencia a la codelincuencia con hermanos, sobre todo cuando el

83 Brayne, 2014: 370·373 y 375·386, así como 373-374 sobre los datos; la misma, 2017: 999· 1000; Goffman, 2009: 342·348 y 351·354. 8' Brayne, 2017: 985·987 y 992·996. 85 Fagan y Najman, 2003: 552. 86 Reiss y Farrington, 1991: 365. 87 Shaw, 1930: 4-5. 88 Reiss, 1986: 136; el mismo, 1988: 139.

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sujeto tenía tres o cuatro hermanos de edades próximas a la suya'". Farrington informa de que, en el Estudio de Cambridge, tener un hermano con problemas de comportamiento a los 8-10años predecía haber sido condenado por un acto violento a la edad de 32 años (RV=2,44)90. Por lo que se refiere a comportamientos no violentos, el mismo autor señala que tanto tener un hermano con problemas de comportamiento como delincuente anticipan comportamientos antisocialesa los 18,si bien sólo el primero de ellos es un predictor de disfunción social a los 3291• Figura en el Proyecto de Seattle que tener algún hermano delincuente a los 16 años, aunque no antes, aumenta el riesgo de comportamiento violento a la edad de 18 (RV=2,26)92. Besemer nota una alta semejanza entre los contactos con el Sistema de Administración de Justicia de los hermanos y hermanas entre sí: contrasta 16 efectos y encuentra que, con una excepción (p=0,06), son significativos desde un punto de vista estadístico (rango RV=2,117,8) 93. Fagan y Najman emplean un estudio longitudinal australiano para comprobar si existen influencias criminógenas de los hermanos a la edad de 14 años. Informan de correlaciones bivariadas significativasdesde un punto de vistaestadístico,y tanto según informes de las madres como de los propios chicos y chicas, entre el comportamiento delictivo de las hermanas (ambas chicas) (rango r dependiendo de la fuente=0,21 0,33), los hermanos (ambos chicos) (rango r=0,260,41) y los hermanos de sexo mixto (rango r=0,210,26) 94. Estos autores se preguntan si la similaridad entre hermanos es debida a experiencias familiares compartidas y responden negativamente: al menos parte de la razón se encuentra en la relación fraternal misma95. Por último, Fagan y Najman señalan algunos efectos moderadores de la relación, como el hecho de que los padres hayan sido arrestados, que refuerza la semejanza entre hermanos (r=0,57cuando los padres habían sido arrestados; r=0,20cuando no era el caso) 96. Existeaquí de nuevo una consideración conceptual ya que podrían existir diferencias en el impacto de hermanos, medio-hermanos y hermanastros; hermanos o hermanas; dependiendo de si vivenjuntos o no; y,en este caso, cuáles son las características de la vivienda;o en conexión con la estructura familiar.

Reiss y Farrington, 1991: 387. Farrington, 1994: 227-228. 91 Farrington, 1993: 15; en modelos multivariantes, este factor no es tan robusto como otros de sus compañeros, 16. 92 Herrenkohl et al., 2000: 181-182. 93 Beamer, 2013: 148-149, las comparaciones diferencian entre el género de los hermanos, quiénes han contactado y cuatro estimaciones de contactos oficiales con la Justicia. [).1 Fagan y Najman, 2003: 551-552 y 554; así como, en referencia a la parte empírica, 548-551. 95 Fagan y Najman, 2003: 552 y 554. !16 Fagan y Najman, 2003: 553-554. 89

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1.4. Hogares rotosy delincuencia La idea de que existeuna relación entre familiasu hogares rotos es intuitivamente atractiva. El término es ciertamente desafortunado ya que una dicotomía no puede captar la alta complejidad que se encuentra en la realidad 97. Un hogar roto es aquél en el que falta uno de los progenitores ya sea por separación, fallecimiento u otro motivo. A nivel agregado, Pratt y Cullen encontraron que la disrupción familiar era un predictor de las tasas de criminalidad (wr=0,152;adjr=0,262)98. Juby y Farrington informan de que los 75 chicos-de los 411que formaban parte del panel- que vivíanpermanentemente en familiascon disrupdones a la edad de 15 años fueron condenados de jóvenes más (29 por ciento) que los que vivíanen familias intactas (lR por ciento; RV=1,9);lo cual valía igualmente para datos de condenas adultas (RV=1,8,no significativo) y de autoinforme (RV=2,1)99. El hecho de que la disrupción familiar se debiera bien al abandono o bien a la muerte de uno de los padres no parecía tener efecto diferencial sobre la delincuencia 100. Los autores también señalan que las tasasde criminalidad de familiascon disrupciones por un lado y con elevadosgrados de conflictointerno por otro eran muy semejantes; que la pérdida de la madre era un factor más criminógeno que la del padre; que la falta de armonía familiar era más criminógena que la pérdida de un padre; y que los niños que tras la ruptura familiar siguieron viviendo con las madres no delinquían más que los procedentes de hogares intactos101. Los autores concluyen que «lasfamilias con disrupciones están asociadas en general con tasas de delincuencia relativamente altas»ya que las diferencias seguían existiendo incluso tras controlar estadísticamente una serie de variablesrelevantes102. En el Estudio Longitudinal Británico se encontró que, en modelos multivariantes, la pérdida de uno de los padres a la edad de 5 años predecía de modo robusto problemas de conducta a la edad de 10años y condenas criminales entre los 16 y los 34 afios para el caso de los chicos (RV=1,6)103.

jubeyFarrington, 2001: 23. Pratt y Cullen, 2005: 399-401. Un ejemplo extremo es el de personas sin hogar. Por ejemplo, Puente Guerrero advierte que en las mismas concurren antecedentes personales y familiares desfavorables. Tales circunstancias junto a condiciones de vida adversas pueden funcionar como factores de riesgo sobre todo de victimación, 2019. La misma autora muestra, a partir de la Encuesta a las Personas sin Hogar de 2012, que aquellos individuos que refirieron pasar la noche a diario en espacios públicos presentaban más de 1,5 veces más probabilidades de haber sido víctimas de, al menos, un delito o agresión que quienes indicaron pasar habitualmente la noche en lugares previstos para el alojamiento, Puente Guerrero, 2018. 99 juby y Farrington, 2001: 30; así como 27-28 sobre aspectos metodológicos. 100 jubyyFarrington, 2001: 32. 101 jubyy Farrington, 2001: 32-34 y 36-37. 10' Juby y Farrington, 2001: 34-36, cita tomada de 36. 103 Murray et al., 2010: 1203. 97 98

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Otros estudios son algo más matizados.Aebi utilizó datos de la Encuesta de Delincuencia Autorrevelada de Suiza,que contaba con una muestra representativa de 970jóvenes de entre 14y 21 años. Comparó el porcentaje de hijos e hijas de familias disociadasy completas y sólo encontró diferencias significativasdesde un punto de vista estadístico para las infracciones en materia de estupefacientes, tanto para la prevalencia total a lo largo de la vida como limitada al último año. Esta ausencia de diferencias para los robos y hurtos, comportamientos violentos, comportamientos desviados y comportamientos problemáticos se replicaba cuando la muestra se desagregaba por sexo y edad 104. Aebi entiende que esta diferencia en infracciones relativas a los estupefacientes es debida a que los hijos de familias rotas crecen más rápido y llegan antes a ciertas etapas de desarrollo, adoptando de este modo pautas de comportamiento que no corresponden a su edad biológica, como ocurre como el consumo de tabaco 10.1. El mctaanálisis de la OlJDP señala que los efectos probablemente dependen de la presencia de otras variablesy que es menester llevara cabo análisismultivariantespara contrastar interacciones+". Lipsey y Derzon encuentran un vínculo entre el hogar roto y violenciao delincuencia seria entre las edades de 15-25años ya se hubiera estimado aquél a la edad de 6-11 (wr=0,09) o 12-14 (wr=O,l)107, pero muy modesto y encuadrado en el grupo de factores más bajo de su escalajerárquica. En el Estudio de Cali se comprobó que existía una diferencia significativa desde un punto de vista estadístico -marginal en el primer caso-, pero débil, entre vivircon los dos padres y vivirsólo con uno por un lado y criminalidad (RV=1,3;p=0,08) y consumo de drogas (RV=1,8)por otro. Sin embargo, no se observó esa diferencia cuando quienes vivían con sus dos padres eran comparados con quienes no vivíancon ninguno de ellos 108. Farrington y otros apuntan tres posibles mecanismos que podrían conectar esta circunstancias con la criminalidad futura de los hijos: el modelo del trauma sostiene que la pérdida de uno de los padres tiene un efecto perjudicial para la prole por la tensión a que les somete o por la pérdida de una vinculación relevante; el modelo de la selección sugiere que cualquier efecto puede reconducirse a diferencias previas en la familia, como que padres que se ven envueltos en actividades de riesgo y delictivases más probable que sigan prácticas de crianza criminógenas y al mismo tiempo eleven la probabilidad de que se rompa la familia -dicho con otras palabras, la conexión hogar roto-criminalidad sería espuria-; y, finalmente, el modelo del curso de la vida se centra en el proceso de múltiples estresores como el

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nes.

Aebi, 2008: 47. Aebi, 2008: 29 y 35-44, para la parte empírica y los resultados respectivamente. Hawkins et al., 2000: 4. Hawkins et al., 2000: 7. Aunque este tercer grupo tenía una frecuencia muy baja y no es fácil extraer conclusio-

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conflicto familiar,empeoramiento de las circunstanciaseconómicas, cambio de figuras paren tales por cambios en las parejas de sus progenitores y prácticas de socializaciónineficaces?'. Por supuesto, la ruptura de la familia puede relacionarse potencialmente con una reducción de los vínculos de los hijos -por ejemplo, si falta uno de los padres o si está ausente. Existen pruebas de que esta situación puede superarse y que si existe una vinculación robusta o se refuerzan otras con otros miembros de la familia extensa o incluso ajenos a la misma no deben esperarse problemas criminales. Este argumento sugiere que la claveetiológica de la criminalidad se encuentra en la calidad de las relaciones familiares y no en si meramente existen o no 110. Así,McCord estudió con datos longitudinales de Boston -Estudio Longitudinal de Cambridge-Sommerville-de más de treinte año la relevancia de los hogares rotos y no apreció un efecto criminógeno de los mismos: de los 71 hombres -de un total de 201- que procedían de hogares rotos, el 41 por ciento había sido condenado por un delito grave y un 20 por ciento adicional por delitos leves únicamente; mientras que de los 130 que habían sido criados por los dos padres, el 32 por ciento yel 25 por ciento habían sido condenados por delitos graves o levesrespectivamente. Las diferencias no son dramáticas. Más relevante era la presencia de madres afectuosas: 35 hombres de hogares intactos y 14 de hogares rotos, ambos grupos con madres afectuosas, delinquieron lo mismo: únicamente en el 14 por cierto de los casos,esto es sin que la ausencia parental tuviera efecto alguno. A mayor abundamiento, la tasa de criminalidad de niños de hogares rotos sin madres afectuosas era del 62 por ciento; la de niños de hogares unidos pero conflictivos,del 52 por ciento, independientemente de que la madre fuera afectuosa o no; y la de niños de hogares unidos sin conflicto del 26 por ciento!".

Jube y Farrington, 2001: 23-24; Murray y Farrington, 2010: 637. McCord, 2007: 81. El estudio deJuby y Farrington, 2001: 30-31, observó que no existían diferencias entre las familias intactas pero con alto conflicto y las familias con disrupciones -que pueden tener tanto más o menos conflicto- respecto de la criminalidad de los hijos estimada con datos de autoinforme y de condenas juveniles y adultas (rango RV= 1 1,4, no significativo); pero, sin embargo, sí existían grandes diferencias entre familias intactas con alto y bajo nivel de conflicto (rango RV=2,4 2,8), excepto para las condenas durante la edad adulta. Puesto que no se informa del grado de conflicto de las familias rotas -conflicto que puede proceder de 'las nuevas parejas de los progenitores o incluso de peleas entre padres separados, por ejemplo-, esto no prueba que las familias rotas carezcan de un efecto criminógeno, aunque probablemente sí que su efecto es en el mejor de los casos modesto. Como proxy de este grado de conflicto en las familias rotas puede utilizarse el número de transiciones que han experimentado los niños, las cuales tiene un rango de 1 a 3 o más, pero los análisis no son concluyentes debido a las bajas ns. Por ejemplo, si se comparan los niños de familias intactas con alto conflicto con los de familias rotas con dos o más transiciones se observa que RV=2; p=0,082 (test a una cola) para N total=95, esto es con una potencia estadística modesta. Si se asume, como es plausible, que con una muestra mayor se alcanzaría la significación estadística, este ejercicio sugeriría un efecto independiente de la ruptura familiar. 111 McCord, 2007: 62,78-81, Y76-78 sobre los aspectos metodológicos. 1tY.l 110

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1.5. Castigo físico y abuso en la crianza Una cuestión importante es el efecto que tiene el castigo físico durante la crianza sobre la criminalidad futura de la prole. Las pruebas empíricas apuntan a una influencia criminógena 112, si bien existen importantes matizaciones derivadas de la metodología que se haya seguido 113 -que convierten en compleja a esta conexión 114. Gershoff ofrece un metaanálisis a partir de 88 estudios realizados a lo largo de 62 años y sus hallazgos son opuestos al uso del castigo físico durante la crianza ya que se conecta positivamente con problemas sociales y delictivos. La autora mantiene que el castigo físico por un lado no logra los objetivos que se propone IJ5; y que por otro tiene efectos secundarios muy negativos para la prole 116. Concretamente, el castigo corporal reduce la internalización moral (d=-O,33) y aumenta la agresión (d=O,36) y la delincuencia y el comportamiento antisocial (d=O,42),justo lo que se busca controlar con la medida aquí revisada; y al mismo tiempo reduce la calidad de la relación entre padres e hijos (d=-O,58) y la salud mental (d=-O,49) como resultados no intencionados. Cuando las consecuencias se miden en la edad adulta en vez de durante la infancia, el castigo físico predice la agresión (d=O,57), los problemas de salud mental (d=O,09) y el abuso hacia la esposa o hijo (d=O,13), aunque no el comportamiento delictivo y antisocial, al menos en sentido estadísticamente significativo 117. El trabajo de Gershoff ha sido criticado 118, tanto desde el punto de vista metodológico como por mezclar prácticas de castigo muy duro con otras leves. Si se tiene en cuenta la naturaleza metaanalítica del mismo y se evita establecer conexiones causales!", poco hay que reprochar 120. Por ejemplo, el problema del orden temporal no es fácil de afrontar 121, esto es la idea de que es el mal comportamiento lo que conduce al castigo corporal, lo que desde un punto de vista causal podría convertirse en un epifenómeno 122. Pruebas menos claras arroja el estudio de Murray y otros sobre países de ingresos medios y bajos: «los estudios sobre estilos de crianza autoritarios y aspectos específicos de crianza dura generalmente muestran asociaciones con comportamientos antisociales de los niños [... ] aunque no todos los

Farrington y Malvaso, 2019: 207-210. Malvaso et al., 2017: 32-33; los mismos, 2018: 20-32. 114 Malvaso et al., 2017: 33. 115 Gershoff, 2010: 3440; Gershoffy Bitensky, 2007: 233-235. 116 Gershoff, 2010: 40-47; Gershoffy Bitensky, 2007: 238-240. 117 Gershoff, 2002: 547 y 549, así como 542-544 sobre la metodología. 118 Vid., por ejemplo, Larzelere y Baumrind, 2010: 57-87. 119 Así lo reconoce expresamente la autora, Gershoff, 2002: 550. 120 Desde este punto de vista, incluso sugerencias como algunas de las de Larzelere Baumrind podrían ser todavía aceptables, 2010: 85-87. 121 Murray et al., 2018: 309. 12" Poniendo en duda este orden temporal, Gershoffy Bitensky, 2007: 235-236 y 238. 112

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hallazgos son positivos»123. Más concretamente, el estilo de crianza autoritario -que incluye coerción, castigosduros y retirada del afecto- pronosticaba problemas conductuales y de agresión en una estimación a partir de dos estudios en el caso de que tal estilo lo llevaraa cabo la madre (d=O,38); pero el estilo que combinaba firmeza y cariño no alcanzaba la significación estadística, quizá por el bajo número de estudios incluidos 124. Guerra describe algunos potenciales mecanismos mediadores de la relación entre castigo físicoy comportamiento antisocial: el castigo corporal enseña al niño que la agresión es algo aceptable e incluso normativo; hace que el niño trate de evitar a quienes le educan si les ve como agentes disciplinarios, lo cual reduce las oportunidades de socialización;hace a los niños hipersensibles a pistas hostiles y a desconfiar de los demás; y puede dificultar que se vea la moralidad y lo socialmente adecuado como patrones de conducta e incentivos para el comportamiento correcto 125. Por otro lado, los efectoscriminógenos del abuso y del abandono durante la infancia -algo cualitativamentemás serio que el castigofísicoleve- han recibido apoyo empírico 126. Así, en el metaanálisis de la OlJDPI27.Con una muestra muy amplia procedente de un estudio longitudinal de Australia, Malvasoy sus colegas establecieron que losjóvenes que habían sufrido maltrato era casi 10 veces más probable más adelante fueran condenados en comparación con la población general, controlando por algunos factore 128. La misma autora junto a Farrington utiliza datos correspondientes a tres generaciones del Estudio de Cambridge -algo a lo que ya nos hemos referido- para estudiar el efecto del maltrato de los padres sobre la criminalidad de los hijos;y el del maltrato de los hijos sobre los nietos en modelos multivariantes. Muestran que, en análisis multivariantes, una disciplina dura de los padres predice la violencia de los hijos (RVparcial=3,03);y que el castigo físico de los padres sobre los nietos predice la violencia de los nietos (RV parcial=2,54) 129. Mersky y Reynolds, en un trabajo con una muestra amplia, bastantes controles y grupo de comparación, reportan quc el maltrato está asociado a delitos violentos y no violentos en el futuro, si bien con diferencias según grupos y variables moderadoras 130. Los efectos del maltrato no se limitan al sufrido durante la infancia: Smith y sus asociados observaron que el maltrato durante la adolescencia aumenta el riesgo de arrestos según datos oficialesy de delincuencia autoinformada, de nuevo en análisismultivariantes 131. Otras exploraciones, como la de Baskiny Som12~ 12' 12' 126 127 128 129 ISO

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Murray et al., 2018: 305-309, cita tomada de 309. Murray et al., 2018: 309-312. Guerra, 2013: 261. Guerra, 2013: 261-263. Hawkins el al., 2000: 3. Malvaso el al., 2017: 42-44. Farrington y Malvaso, 2019: 220. Mersky y Reynolds, 2007: 253-254. Smith et al., 2005: 1114-1116.

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mers -que contaban con una muestra amplia, algunoscontroles y grupo de comparación-, en línea con ciertas advertenciasmetodológicas,han reportado que los efectosexisten, pero que pueden depender del tipo de maltrato e incluso del tipo de variable dependiente 132. Algode agua fría arroja el estudio de Murrayy sus asociados sobre países de ingresos medios y bajos: los cuatro estudios longitudinales que encontraron ofrecen conexiones débiles o inexistentesentre el maltrato y otras formas de violenciafamiliar por un lado y comportamiento antisocial por otro 133. En Estudiode Calise comprobó que existíauna asociacióndelincuencia por un lado y castigo fisico estimado mediante medidas dicotomizadas de los items «En el último año los padres le han pegado una cachetada o golpeado fisicamentepor portarse mal» (RV=1,8)y «Algunasvecesen el último año los padres le han golpeado tan fuerte que le ha causado magulladura o sangrado» (RV=1.9);sin embargo la asociación no era significativaen el caso del consumo de drogas (RV=1,3y 1,31,no significativo;rango N=896 907). Wilsony sus asociadosllevaron a cabo un metaanálisissobre la base de 18 estudios acerca de la relación entre presenciar violencia antes de los 12 años y comportamiento antisocial, y encontraron un efecto mediano en diseños longitudinales prospectivos (d=0,31),si bien menor que el de sufrir una victimación134. Evansy otros revisaron también mediante un metaanálisisa partir de 60 estudiosy 61 muestras el efecto predictor de la exposición de violencia doméstica de comportamientos problemáticos hacia otros y encontraron un efecto moderado (d=O,47)135.

2. MENTO RES: APRENDIZAJE y OPORTUNIDAD Uno de los primeros ejemplos bien conocidos e influyentes de la conexión entre mentores y criminalidad fue propuesto por Sutherland, y de hecho el mismo tuvo una importante relevancia en el trabajo posterior de este autor, en concreto en la construcción de la teoría de la asociacióndiferencial. En su investigación sobre el ladrón profesional -una historia de vida comentada, en la línea de la Escuela de Chicago-, Sutherland afirmó que no era suficiente con querer serIo, sino que era preciso tener la oportunidad de convertirse en uno de ellos 136. En este caso, la oportunidad tiene

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Baskin y Sommers, 2010: 106-117. Murray el al., 2018: 312-314; vid. también sobre todo lo anterior Luntz y Widom, 1994:

670-674. 134 Wilson et al., 2009: 769-777; el efecto era mucho mayor en estudios transversales (d=O,8), menos robustos metodológicamente. 135 Evans et al., 2008: 134-135, 133-134 sobre la metodología. 136 Steffensmeier y Ulmer, 2003: 231, coinciden en esta interpretación de la oportunidad aplicada al trabajo de Sutherland.

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que ver sobre todo con el acceso al tutelaje a cargo de alguien que ya es un ladrón profesional. Sin dicha oportunidad, no es posible para este autor clásico llegar a ser un ladrón profesional. En las propias palabras del protagonista de la obra, «Cualquieraque tenga éxito en el delito [hits the big-time in crime] en un lugar u otro por el camino, estuvo asociado con algún delincuente exitoso que le tomó y le educó» 137. Yen las de Sutherland en sus comentarios, «el tutelaje por ladrones profesionales y el reconocimiento como ladrón profesional son elementos esenciales en la definición, génesis y comportamiento continuado del ladrón profesional»; «Una persona no puede adquirir reconocimiento como ladrón profesional hasta que haya tenido tutelaje en el hurto profesional, y el tutelaje sólo se da a unas pocas personas seleccionadas de entre el total de la población» 138. En principio, ciertas carreras delictivaspar~c.~nmás propic.iasa la irlea de fJ.ue SI" precisa de un men tor 1~9, tales como las de carterista profesional, falsificador de Este concepto de mentor es distinto, por supuesto, del de otros tipos de relación. En este sentido, el hecho de tener contactos que, verbigracia, puedan facilitar información, aumenta las oportunidades para el delito, especialmente en el ámbito de las empresas criminales (criminal enterpnses), Morselli, 2005: 4-5, 26-30 Y120-121 sobre todo. 1~7 Sutherland, 1937: 23. 118 Sutherland, 1937: viii y 211-215, citas proceden de vii y 211-212; el mismo, 1956: 23-24, con evidencia empírica en este sentido a partir de estudios realizados por estudiantes, que no encontraron más que un caso, y éste dudoso, de ciertas categorías de delincuentes que no hubieran contado con un mentor. Cloward y Ohlin, 1960: 146 y 148-149, llaman la atención sobre ulteriores ejemplos, como la Escuela de Chicago o Tannenbaum. 139 Aunque utilizo aquí el término carrera criminal por su flexibilidad -que permite incluir carreras de un único delito-, en realidad la posición de Sutherland hay que ponerla en el contexto de su idea de sistemas de comportamiento en el delito. Aunque quizá ya apuntada en la primera edición de su manual (1), Sutherland la desarrolla a partir de la tercera (2). El autor los define, algo estrechamente, del modo que sigue: «una unidad integrada, la cual incluye, además de los actos individuales, los códigos, tradiciones, esprit de ClJ7'fJs, relaciones sociales entre los participantes directos, y participación indirecta de muchas otras personas. Es entonces esencialmente un modo de vida de un grupo [... ] aunque una participación común y conjunta, con frecuencia se puede identificar por el sentimiento de identificación de los que participan en el mismo»; a la par que afirma que -De cara a realizar progresos en la explicación del delito, es deseable dividir el delito en unidades más homogéneas» (3) -aunque también parece claro que no descarta la construcción de teorías generales del delito como la que él mismo propone. No puedo detenerme aquí en esta importante, aunque prácticamente abandonada en la actualidad, idea (4). Como se ha apuntado, esta propuesta de sistemas de comportamiento no ha calado en la disciplina. Incluso en lo referente al delincuente profesional y al carterista en concreto, esta categoría probablemente choca con el hallazgo bien establecido de la versatilidad de los delincuentes. Inclusive para el caso del protagonista de la obra de Sutherland, algunas voces comentan informalmente que el mismo había incurrido en otras actividades delictivas y desviadas incluyendo el consumo de drogas, esto es, que el mismo habría sido localizado más adelante y habría confesado estas comportamientos -aunque no he sido capaz de encontrar en la literatura una fuente que así lo atestigüe. Steffensmeier, en solitario y junto a Ulmer, ha estudiado en profundidad la vida de un receptador, el cual tiene mucho en común con el ladrón profesional de Sutherland (5). Pues bien, estos autores reportan que su protagonista llegó a asesinar a un cómplice en un robo cuando éste resultó herido y existía POl- ello un riesgo cierto de ser detectado y detenido ya directamente ya por la confesión de éste (6).

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moneda, preparador de explosivos, etc. En muchos otros supuestos, esta idea parece intuitivamente menos plausible: violencia de género, conducción bajo los efectos del alcohol o las drogas, atraco a mano armada, etc. Steffensmeiery Ulmer, en referencia ahora al robo en viviendahabitada, señalan que existen cinco condiciones para una carrera criminal exitosa. Entre las mismasfiguran en primer lugar la que sigue: «el ladrón de viviendas profesional futuro debe aprender las muchas habilidades que se necesitan para llevar a cabo robos en viviendalucrativos.Puesto que este conocimiento es al menos algo esotérico y por 10 general restringido a otros ladrones de viviendasexperimentados, el potencial (would-be) ladrón de viviendas debe aprender el oficio (cmft) al lado de un ladrón de viviendas experimentado» 140. En realidad, esta propuesta se enmarca en la tesis más general de Steffensmeier de las oportunidades ilícitas.A tenor de la misma, existen en las sociedades diferencias a nivel individual y de grupo respecto al acceso al conocimiento necesario o útilpara la comisión de hechos delictivos.Este conocimiento puede ser de distinta naturaleza. Estas diferencias también afectan al acceso a ulteriores cuestiones tales como el instrumental o los contactos con personas o redes que pueden, de nuevo, permitir o favorecer el delito 141. Aquí parecen solaparse las ideas de mentores y de oportunidad diferencial. El propio Steffensmeier, sin embargo, es algo más cauto en estas apreciaciones cuando se refiere a los receptadores. Aquí el acceso a un mentor no aparece como un requisito tan importante en cuanto que esta actividad ilícita puede aprenderse de diversas personas como cuando se pasa una temporada en prisión o incluso se puede ir aprendiendo por cuenta propia en un proceso de ensayo y error 142. En otro trabajo clásico sobre los receptadores, Klockarsdibuja más bien un proceso continuo de aprendizaje a partir de distintas fuentes, si bien en el caso específico del protagonista de su historia de vida sí aparece una figura importante en la iniciación al mundo del delito, concretamente un tío carnal 143. No lejana es la postura de Lofland en su trabajo sobre ciertas sectas que creen en un fin del mundo próximo. Quien tiene problemas personales gravespuede querer buscar una solución, y puede incluso estar dispuesto a (1) (2) (3) (4) fondo a procede (5) (6) 110 141 142 143

Sutherland, 1924: 22-24. Sutherland, 1939: 19-22,219,222-225 Y229-230. Sutherland, 1939: 218 y 219. Vid. con más detalle y considerándolo «Especialmente prometedor», aunque con críticas de los enfoques tipológicos, Serrano MaílIo, 2004: 783-803,794-795 en especial y 842-844, cita de 842 (énfasis añadido). Steffensmeier, 1986: 13-21; Steffensmeier y Ulmer, 2003: 242-248, sobre todo 242. Steffensmeier y Ulmer, 2003: 243. Steffensmeier y Ulmer, 2005: 64, vid. también, de modo más concreto, 67, 71, 80-81 Y97. Steffensmeier, 1983: 1010-1029. Steffensmeier, 1986: 157, 187-191,206-207 Y257-261, sobre todo 188-190. KIockars, 1974: 30-32, 35, 41 Y48-51, en especial sobre sus inicios con su úo Hoppo, 35 y 41.

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seguir una opción desviada,pero sólo cuando entra en contacto, en el estudio de nuestro autor, con individuosque forman parte de aquellas sectas y se produce una iniciación y,como consecuencia, se generan unos vínculos con los mismos, la persona con problemas puede optar por pasar a formar parte del grupo desviado144. Esta investigación de Lofland, en la tradición del interaccionismo simbólico,es, en realidad, de una gran profundidad. La exposición a estas personas, entonces, puede dar lugar a una entrada e identificación con su sistemade creencias,hasta incluso cederles todos los medios y bienes de que dispone 145; a la vez,diferencias individualesson importantes, como es el caso por ejemplo de tener o no una perspectiva religiosa!". Morselliy sus asociados han analizado empíricamente la relevancia que un mentor tiene para un delincuente y su carrera criminal. A tal fin recurrieron a datos de entrevistas cara a cara siguiendo el formato de un cuestionario a 193 internos en prisiones canadienses. Las preguntas incluían la siguiente: «Entre la gente que te ha influido a lo largo de tu vida, ¿hayuna persona que te introdujera en el ambiente criminal y que consideres como tu mentor?». Ni que decir tiene que, además, se recogieron datos sobre otras muy diversasvariables 147. Centrándose en quienes habían cometido delitos que buscaban generar beneficios económicos, los autores encontraron que, en efecto, algo más de una tercera parte de los encuestados (39 por ciento) reportó haber tenido un tal mentor. Ninguno manifestó haber tenido más de uno 148. Asimismo,se halló que quienes habían tenido mentores ganaban más dinero y pasaban menos tiempo en prisión 149. Finalmente, Morselliy sus colegas informan, recurriendo a métodos estadísticosalgo sofisticados,de una relación significativaentre el hecho de tener un mentor yel autocontrol. Concretamente, eran los sujetos con nivelesde autocontrol más bajos los que con mayor probabilidad tenían o habían tenido un mentor, al menos de acuerdo con los datos de estos autores. Para éstos, en conclusión, «el tutelaje parece ofrecer estructura a individuos con un autocontrol bajo» LíO. Este estudio, así las cosas, sugiere que, en un cierto número de casosde delincuentes motivados por la obtención rápida de dinero, el hecho de contar con un mentor puede desempeñar un papel significativo para alcanzar dicho fin. Morsellitambién ha analizado, mediante estudios de casos,la influencia de mentores o espónsores en el seno de organizaciones criminales. Así, describe el caso de un sujeto que según iba ascendiendo en la escalajerár-

141 Lofland y Stark, 1965: 862-873; Lofland, 1966: 50-57 sobre todo -vid, Capítulo III sobre la disposición y Nsobre la situación. 14; Lofland, 1966: 58-61, por ejemplo. 146 Lofland, 1966: 41-49. 147 Vid. Morselli et al., 2006: 24-26 sobre los datos utilizados; pregunta aparece en 23-24. 148 Morselli et al., 2006: 26. 149 Morselli et al., 2006: 30-32 y 34-35. 150 Morselli et al., 2006: 35 sobre todo.

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quica de un grupo mafioso, también iba teniendo más oportunidades debido a que podía contactar más directamente y con menos limitaciones con los puestos más altos de mando. En este caso, el acceso a personas de mando con información privilegiada -en comparación con mandos medios de la organización- es la clave para el éxito de este individuo.Morsellillama la atención sobre cómo el acceso a un número muy pequeño de individuos puede ser suficiente para construir una carrera criminal de un cierto éxito1S1• La investigaciónempírica, sin embargo, no siempre es optimista respecto a la existencia de tales mentores. Por ejemplo, Sarnecki estudió parejas de codelincuentes en Estocolmo y encontró que los grupos -generalmente parejas- normalmente tenían la misma edad y la misma experiencia criminal. El 60 por ciento de los sujetos sin antecedentes que cometieron un delito en régimen de codelincuencia lo hizo con alguien igualmente sin experiencia. En conclusión, este trabajo sugiere que los mentores sólo existen en casosexcepcionalesy que más bien el delito se aprende de otros con igual experiencia 152.

3. MATRIMONIO, VIDA EN PAREJAY DESCENDENCIA 3.1. Matrimonio y criminalidad

Puede esperarse que el matrimonio, cuando genera un vínculo con la pareja, sea un factor preventivode la criminalidad o que promocione un proceso de desistimiento. Esto vale tanto para el evento de casarse como para el estado de estar casado153. Así,según Sampson y Laub, el matrimonio puede crear control social informal al desconectar el pasado del presente, al proporcionar más supervisión y control, al cambiar y dar estructura a las rutinas y al permitir una transformación de la identidad 1.'\4. Por lo general, sin embargo, no es fácil aislar el efecto del matrimonio del de factores preexistentes-incluyendo vínculos previos y autocontrol- que expliquen tanto el establecimientoy mantenimiento de relaciones románticas con vocaciónde duración como la menor criminalidad. Por lo tanto, distintas versionesde la tradición del control social pronostican un efecto genuino del matrimoniosobre la criminalidad cuando éste genera vínculos; o un efecto nulo o, en otras palabras, un epifenómeno o resultado de una selección-esto es,los individuosrelativamente más prosociales se autoseleccionarían en el matrimonio y en la desistencia. La asunción de esta

151 152 153 154

Morselli, 2005: 103-104Y122. Sarnecki, 2001: 60-64y 66-67. Bersani el al., 2009: 16. Laub y Sampson, 2003: 41-44; Sampson y Laub, 2005: 17-18: Laub el al., 1998: 225-236.

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perspectiva, sin embargo, es que los mecanismos, sean los que sean, son universales 155. A nivel agregado existe evidencialimitada sobre que el matrimonio pronostica tasasde criminalidadmás bajas.Así,Baumer yWolffencuentran que la tasa de divorciospredice en sentido positivolos homicidios -a más divorcios, más muertes violentas- en sus datos combinados de nivel global y en modelos multivariantes 156. En el estudio de Entorf y Spengler la razón entre divorcios y matrimonios es uno de los predictores más consistentes y robustos controlando por diversasvariables y se relaciona con el hurto, el robo en viviendas,el homicidio, la agresión yel tráfico de drogas 157. Land y sus colegas afirman igualmente una relación positivaentre porcentaje de divorcios y tasas de homicidio a lo largo de varias unidades temporales y espaciales estadounidenses 158; lo mismo que en su replicación posterior con datos hasta 2000,aunque añadiendo que la fuerza de la relación había ido descendiendo entre 1970y 2000159• También a nivel agregado pero en sentido opuesto, Lappi-Sepálá y Lehti no encontraron en sus datos sobre homicidios alrededor del mundo entre 2004y 2012 un efecto predictor de las ratios divorcios/población ni divorcios/matrimonios 160. A nivel individual, el divorcio se relaciona con efectos negativos en los hijos. Por ejemplo, Amato llevóa cabo un metaanálisiscon estudios norteamericanos y otro con europeos y encontró tales conexiones adversas a lo largo de diversosámbitos, incluyendo los actos desviados.Los tamaños del efecto ajustados de los que informa son de -0,17 y -0,18, que son efectos pequeños. Sin embargo, el problema reside en deslindar si se trata de consecuencias causalmente unidas al divorcio o a otras cuestiones, como la tensión que pudiera existir en las familias antes de tomar esta decisión y ejecutarla 161. A nivel individual, el grueso de la investigación empírica favorece un papel reductor del matrimonio sobre la criminalidad; así como que se trata de una función de la vinculación. El acuerdo sobre esta cuestión es general y Bersani y Doherty llegan a afirmar que este efecto está «demostrado» 162 -algo probablemente prematuro, como veremos, en parte por las serias complicaciones metodológicas existentes, algunas de ellasantes mencionadas. Esta es una de las hipótesisfundamentales de la teoría del control social informal dependiente de la edad, que concede un rol causalal matrimonio.

Sampson y Laub, 2005: 34. Baumer y Wolff, 2014: 268 y 271-272; este hallazgo no se produce, sin embargo, en todos los modelos, aunque el signo del coeficiente siempre es positivo. 157 Entorfy Spengler, 2002: 129, 132-133,135-137,139 Y 170. 158 Land et al., 1990: 393,945,947 Y951-953. 159 McCall et al., 2010: 231, 233-234 Y236. 160 Lappi-Seppálá y Lehti, 2014: 174. 161 Amaro, 2001: 360-362; el mismo, 2014: 13-14. 162 Bersani y Doherty, 2013: 400. 155 156

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Laub y Sampson, al hilo de su teoría del control socialinformal dependiente de la edad, han encontrado pruebas de que el matrimonio correlaciona de modo negativo con la criminalidad y predice el desistimiento de una carrera criminal. Para contrastar esta hipótesis contaron con unos datos excepcionales ya que recuperaron la información original de un estudio longitudinal de los Glueck y lograron encontrar a algunos de los participantes, extendiendo de este modo la investigaciónhasta los70 años de edad 163. Mediante unos procedimientos analíticos sofisticadosy múltiples, encuentran que el matrimonio en cuanto que VÍnculosocial explica cambiossignificativosen la criminalidad en la edad adultal". En términos cuantitativos, estiman en dos de sus modelos que estar casado implica una reducción del 33 o del 36 por ciento -dependiendo del modelo, condicional o no- en la criminalidad, en comparación con si ese mismo sujeto estuvierasoltero 165. Los mismos autores ofrecen historias de vida de 70 de los hombres de los Glueck.Arnold, que tenía una larga lista de antecedentes, se vioforzado a casarse ya que su pareja se había quedado embarazada. Este individuo mantuvo una vinculación débil con su esposa y continuó cometiendo delitos, incluyendo de violenciadoméstica. Más tarde se divorcióy su vida siguió estando marcada por la desviacióny el delito 166. Charles, quien tenía antecedentes por hasta diez delitos juveniles, sobre todo hurtos y robos en viviendas, se casó a la edad de 21 años y generó una vinculación muy fuerte hacia su esposa, hasta el punto de que «estaba dedicado a ella». No se le conocen delitos de adulto 167. El matrimonio es para sujetos como Charles un punto de cambio positivo168. En análisisposteriores, Laub y Sampson insisten en que la reducción en la criminalidad es genuina y no una mera consecuencia de diferencias preexistentes, esto es un efecto de selección 169. También encuentran en que el matrimonio marca una diferencia tanto cuando se compara al que se casa con el soltero de características semejantes; como cuando se compara consigo mismo, o sea que existe un cambio en la trayectoria del sujeto. Aunque en el marco de la teoría del control social informal dependiente de la edad estos autores reconocen la existencia de más puntos de cambio aparte del matrimonio -concretamente el empleo y la entrada en el ejército-, las pruebas empíricas apuntan a que el casamiento es el que tiene el efecto más Sobre los datos, vid. Sampson y Laub, 1993: 25-37. SampsonyLaub, 1993: 143-178, 181-203 Y248. 165 Laub y Sampson, 2003: 259 y 262. 166 Sampson y Laub, 1993: 207-209, otros ejemplos en 211-214. 167 Sampson y Laub, 1993: 217-218, otros casos en 219-220; en las historias de vida revisadas había ejemplos contrarios a la hipótesis de estos autores, esto es de sujetos con altas y bajas vinculaciones matrimoniales que, a pesar de ello, continuaron o abandonaron sus carreras criminales, 224-225,227-228 Y232-233. Otros casos como el reseñado en Laub y Sampson, 2003: 118-123 y 134-138. 168 Laub y Sampson, 2003: 148 y 175. reo Laub y Sampson, 2003: 44-46 y 273. 163

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fuerte -aunque las tres fuentes de control socialdespliegan un efecto independiente sobre la rebaja en la criminalidad. El efecto del matrimonio es sólido a lo largo de distintos tipos de delito 170. Los mismos Laub y Sampson utilizan en otro estudio una metodología contrafáctica'" -que trata de evaluarqué hubiera pasado si un evento hubiera estado presente, siendo que no lo está, como puede ser el hecho de estar casado cuando en realidad se está soltero- en los datos longitudinales de los Glueck, actualizados.Informan de que estarcasadose asociacon una reducción de la probabilidad de delinquir de un 35 por ciento de media 172. Este estudio es muy sólido -las pruebas se dan tanto en la muestra completa de sujetos seguidos desde los 17 a los 32 años de edad; como en la del grupo que identificaron y entrevistaron a los 70 años- y,como es habitual en ellos, los autores se esfuerzan por comprobar la robustez de sus hallazgos!". Los criminólogosañaden que este efectoreductor de la criminalidada causa del matrimonio existía incluso en los casos con vinculacionesdébiles, en otras palabras que el matrimonio era beneficiosopara todo el mundo 174. Otras investigacionesvan en la misma línea. Monsbakken y sus compañeros utilizaron datos de todos los casados en Noruega entre 1995 y 2001 para investigarcambios intraindividuales,aunque sin grupos de control en sentido estricto. Observan que el matrimonio tiene un efecto reductor de la criminalidad en términos generales, aunque advierten de las dificultades para realizar afirmaciones causales!". Utilizando datos del estudio longitudinal National Youth Survey, Warr encuentra que el matrimonio tiene un efecto reductor de la criminalidad, solo que es indirecto, mediado porque se pasa menos tiempo con los amigos y también se cambian algunos de ellos. Una vez que se controla este efecto, el del matrimonio deja de ejercer una influencia directa sobre la criminalidad 176. El mismo National Youth Survey fue empleado más tarde por Kingy otros. Una herramienta habitual es la llamada puntuación de propensión coincidente (propensity score matching), mediante la que los participantes en un estudio tratan de equipararse en ciertas variablesrelevantesque podrían enmascarar un efecto de selección. La idea es que, ya que no se puede hacer un experimento verdadero, al menos se intenta que los grupos -en este caso los que se casan y los que no- se asemejen lo máximo posible al margen de dicha variable 177. King y sus asociados encuentran en modelos sencillos Laub y Sampson, 2003: 258-272 y 283-284. Sampson et al., 2006: 470-475. 172 Sampson et al., 2006: 498 sobre todo; así como 466, 475-485 Y488-489 sobre los datos. m Sampson et al., 2006: 493-495 por ejemplo. 174 Sampson et al., 2006: 495-496. 175 Monsbakken, 2012: 5 y 15, así como 4-5 y 10-15 sobre los datos y metodología. 176 Warr, 1998: 188 sobre los datos; 190-191, 193 Y196-197 sobre el efecto del matrimonio sobre los amigos; y 199-200 Y209 sobre los hallazgos principales. 177 King et al., 2007: 43; Theobald y Farrington, 2009: 504-506; Theobald el al., 2019: 477. 170

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que, en efecto, el matrimonio reduce la criminalidad, pero más en el caso de los hombres (b=-9,2)que en el de las mujeres (b=-2,6)178. Con análisis más sofisticadosque incluyen la herramienta antes descrita, el hallazgo se confirma en parte ya que ahora no existe ninguna relación significativa desde un punto de vistaestadísticopara las mujeres, pero sí para los hombres (coeficiente=-4,4)179. KingYotros añaden que el efecto depende de la propensión individual a casarse: en el caso de los hombres, la relación es más fuerte en el casode quienes tienen una menor probabilidad de casarse; en el caso de las mujeres, cuya conexión media es inexistente, son las mujeres con una probabilidad moderada a casarse las únicas que pueden beneficiarse del matrimonio 180. Farrington y sus colegas han estudiado la conexión entre matrimonio y delito con datos del Estudio de Cambridge. En un trabajo pionero, Farrington y Westencontraron que el matrimonio tenía un efecto reductor de la criminalidad y que no había pruebas de un efecto de selección porque quienes habían delinquido y quienes no lo habían hecho tenían tendencias semejantes a casarse181. También sugieren estos autores un efecto de la vinculación ya que los matrimonios de corta duración tenían efectos más modestos que los de larga duración 182. Con una muestra reducida de los participantes en el mismo estudio longitudinal y mediante puntuación de propensión coincidente, Theobald y Farrington replicaron el efecto reductor de la criminalidad que significa casarse: las condenas para los que se casaron pasaron de 1,42 antes de hacerlo a 0,47 después, en comparación con sus controles, que pasaron de 1,35 a 1,09 -esto es, una reducción mucho menor. Este efecto es de tamaño medio (r=0,33)183. Sin embargo, este efecto únicamente aparecía si el matrimonio tenía lugar a una edad relativamente temprana. Dicho con otras palabras, el efecto beneficioso del matrimonio sobre el contrayente -recordemos que el Estudio de Cambridge únicamente incluye hombres- depende de su edad. Si el matrimonio tenía lugar entre los 18y los 21 años la reducción en la criminalidad se estimaba, dependiendo del ámbito temporal de la comparación, entre r=0,26y r=0,33; si entre los 22 y los 24, entre r=0,22 y r=0,29;y si después de los 25, entre r=0,04y r=0,17, una reducción no significativa.Los autores incluyen igualmente una replicación de estos hallazgos que apuntan en la misma dirección P'. La reducción de la delincuencia si el matrimonio tiene lugar antes de los 25 años se estima en un 70 por ciento 185. Theobald y Farrington King et al., 2007: 51, y 39-48 sobre los datos. King et al., 2007: 52. ISO King et al., 2007: 54-57. 181 Farrington y West, 1995: 273-274. 182 Farrington y West, 1995: 277. 183 Theobald y Farrington, 2009: 507, y 500-504 sobre los datos. 184 Theobald y Farrington, 2009: 508-510, así como 511-513. Sobre posibles explicaciones, vid. los mismos, 2011: 136-155. 185 Theobald et al., 2019: 478. 178

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también afirman que la duración del matrimonio era relevante.Verbigracia, los matrimonios tempranos que duraron menos de cinco años incrementaron en un 9 por ciento la tasa de condenas+". Bersani y sus colegas emplearon datos de un estudio longitudinal holandés que contaba con 4.615 individuos extraídos a partir de una muestra representativa de todos los casosjuzgados en dicho país en 1977-el estudio incluía el 4 por ciento de todos los casos. Aplicando una metodología analítica multinivel, estos autores concluyeron que el matrimonio reducía en un 35 por ciento la razón de las ventajas de ser condenado+". Comparado la delincuencia entre las oleadas 1y III del estudio longitudinal Add Health, Craig y Foster observaron que el matrimonio pronosticaba una menor criminalidad. A tal fin recurrieron a análisis de regresión en los que se controlaban distintas variables, incluyendo diferencias individuales preexistentes en delincuencia 188. Menos optimista es la investigaciónde Lyngstady Skardhamar,más próximos a la idea de autoselección. También ellos utilizan los datos de todos los hombres casados, ahora por lo tanto excluyendo a las mujeres, en Noruega entre 1995 y 2001. Sus hallazgos son que el cambio o el proceso de desistimiento comienza antes del matrimonio y que incluso éste puede verse más como una variable dependiente de este proceso que como un factor causal autónomo. Observan que en los años previosal matrimonio existeun descenso de la criminalidad y que tras el mismo incluso se aprecia un leveaumenlO de aquella. Como consecuencia, el efecto independiente del matrimonio es prácticamente nulo si se tiene en cuenta este proceso previo al mismo. La idea general es que existe una ventana de desistimiento de unos 10 años, en el que se inscribe el matrimonio, que es más una consecuencia que un detonador del mismo 189. Añaden que en esos años previos existirá en muchos casosuna vida en pareja e incluso descendencia, lo cual sería la verdadera causa del descenso en la delincuencia y no el matrimonio 190. En una replicación con datos de todos los casadosen el mismo país, Noruega, entre 1997y 2001, Skardhamar y sus asociadosvieron no sólo que la criminalidad se reduce antes del matrimonio, sino -de nuevo- que incluso aumenta ligeramente una vezque tiene lugar, o sea que el nivel de antisocialidad alcanza su punto más bajo con el evento matrimonial. Aquí los autores hablan de un «efecto del cortejo»-y no por tanto, de nuevo, del casamiento 191. Mássorprendente es su hallazgo final de que los hombres delincuentes que se casan con una mujer que ha delinquido reducen más su criminalidad que los que se casan con

Theobald et al., 2019: 478. Bersani et al., 2009: 14 y 19, así como 8-12 respecto a los datos. lBS Craig y Foster, 2013: 217 y 219, acerca del material empírico, 212-215. 189 Lyngstad y Skardhamar, 2013: 13-14,8-11 sobre los datos y la metodología; Skardhamar y Lyngstad, 2009: 8-11 para la parte empírica y 12-13, 17 Y 19 para los hallazgos y discusión. 1!lO Skardhamar y Lyngstad, 2009: 13-14 y, sobre todo, 17. 191 Skardhamar et al., 2014: 420 y 423, así como 415-418 sobre los métodos. 186

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mujeres convencionales192. Estosinvestigadoresbasan en parte su aportación en la crítica metodológicaa lasinvestigacionesprevias193. Próximo y con modelos multivariantescomplejoses el siguiente artículo científico. Con datos holandeses de hombres y mujeres delincuentes de alto riesgo, Zoutewelle-Terovany sus asociadosconstaron efectospreventivosdel matrimonio para los hombres. Estiman que estar casado se relaciona con una rebaja del 37 por ciento en el número de delitos graves194. Sin embargo, no encuentran que ni el divorcio ni la duración del matrimonio tuvieran una influencia positivao negativa sobre la criminalidad 195. Estos investigadores señalan que, siendo relevante el matrimonio, los efectos preventivos más elevados se logran con lo que llaman el «paquete familiar completo», que incluye tener descendencia -que es un factor más importante en modelos complejos,en los que al controlar este factor, el matrimonio pierde su significaciónestadística196. También el estudio de Burt y otros apunta importantes efectos de selección -al tiempo que de causación, esto es ambos procesos a la vez.Su investigación se basa en 289 parejas de gemelos hombres, de los que el 65,1 por ciento eran monozigóticos, procedentes del Estudio Familiar de Gemelos de Minnesota, que entrevistó a los participantes cuando tenían 17, 20, 24 Y29 años de edad -edad ésta de los 29 en la que el 58,8 por ciento estaba casado o se había casado. Los autores encuentran que las diferencias en tendencias antisocialesque existían a la edad de 29 años estaban ya presentes diez años antes, lo cual sugiere un efecto de la autoselección y no causal del matrimonio. En efecto, la diferencia entre individuos casados y solteros a la edad de 17 años era menor (d=0,26) que a los 29 (d=O,48),pero existía. Esto apunta claramente a un efecto de la selección: los que se casan son los que tienen menos tendencia a la desviación, por eso la brecha con sus compañeros aumenta con el tiempo 197. Al mismo tiempo, los autores informan de que sí había un efecto de esta institución en el sentido de que los que se habían casado mostraban, tras la boda, menos tendencias antisociales que los que permanecían solteros, controlando por las diferencias previas198. La conclusión de este estudio, por lo tanto, es mixta: parece que inicialmente se produce un fuerte efecto de selección en el que los sujetos con menor tendencia a la desviación tienden más a casarse; a continuación, el matrimonio acentúa la tendencia a la conformidad. Otros autores apuntan a interacciones. Por ejemplo, Mosbakken y su equipo, con datos noruegos, sostienen que el proceso de desistimiento que

192 193 194 195 196 197 198

Skardharnar et al., 2014: 419 y 421-422. Lyngstad y Skardhamar, 2013: 7; Skardhamar et al., 2015: 426-436. Zoutewelle-Terovan et al., 2014: 1223 y 1227,1216-1219 sobre la parte empírica. Zoutewelle-Terovan et al., 2014: 1223, 1225 Y1227·1228. Zoutewelle-Terovan etal., 2014: 1225-1226 Y 1229. Burt et al., 2010: 1312-1313, y 1310-1311 con los detalles metodológicos. Burt et al., 2010: 1312-1313.

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sigue al matrimonio depende de las características de la pareja. Concretamente señalan que, en general, quienes se casan con quien tiene una historia delictivareciente tienen una mayor probabilidad de delinquir, lo cual apuntaría a una combinación de selección y de un efecto independiente de la pareja 199. Sin embargo, sus hallazgos en realidad son difíciles de interpretar. La investigaciónempírica ha revelado un efecto reductor menor del matrimonio en las mujeres que en los hombres/?'. Por ejemplo, los recién mencionados Monsbakkeny sus compañeros advierten con sus datos noruegos que el matrimonio ayuda más en el caso de los hombres que en el de las mujerest'". Bersani y sus sociosencuentran en sus datos de Holanda que los hombres se benefician más del matrimonio: si el descenso en las razones de lasventajas es dcl36 por ciento para los hombres, para las mujeres es del 21 por ciento i'". Añaden que la diferencia en el efecto entre los unos y las otras se limita a los delitos contra la propiedad, pero no se produce en los delitos violentost'", El estudio holandés de Zoutewelle-Terovany otros sencillamente no encuentra un efecto preventivo del matrimonio para las mujeres, aunque sí para los hombres'?'. También los datos longitudinales de Add Health analizados por Craig y Foster apuntan a un efecto reductor del matrimonio tanto para hombres como mujeres, pero más bajo para éstas (b=-O,21versus b=-O,70)205. Se han apuntado variosmecanismos potenciales de estos efectosdiferenciales: los hombres se casarían con mujeres con menor tendencia a la desviación 206; las mujeres pondrían más énfasis en relaciones a largo plazo, que por lo tanto generan más control social informal pero a la larga 207; los hombres delincuentes tenderían a casarse con mujeres más prosociales y las mujeres al revés,o en otras palabras, las mujeres se casarían hacia abajo y los hombres hacia arriba208•

3.2. Vida en pareja En su trabajo original, Sampson y Laub otorgan al matrimonio pero no a la vida en pareja o cohabitación un efecto reductor de la criminalidadé". El 199 200 201 202 203 204 205 206 207 208 209

Monsbakken, 2012: 8-9 y 16-18. King et al., 2007: 51-52; Theobald et al., 2019: 479-481. Monsbakken, 2012: 16 y 18, así como 4-5 y 10-15 sobre los datos y metodología. Bersani et al., 2009: 14 y 19. Bersani et al., 2009: 1&-17. Zoutewelle-Terovan et al., 2014: 1223 y 1227-1228. Craig YFoster, 2013: 218-219. Laub y Sampson, 2003: 45-46. Monsbakken, 2012: 18; Uggen y Kruttschnitt, 1998: 342. Bersani et al., 2009: 19; Laub y Sampson, 2003: 45-46 y 137. Sampson y Laub, 1993: 7.

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Z11

argumento es en primer lugar que se trata de figuras cualitativamente distintas, al menos desde el punto de vista de las teorías del control social. Algún estudio, en efecto, ha encontrado diferencias entre ambas instituciones por ejemplo en términos de equidad y felicidad 210. En segundo lugar, la decisión de casarse probablemente responde a un mayor compromiso, según Craig y otros"!'. Sin embargo, el mismo Sampson y sus asociados, en su trabajo con un enfoque contrafáctico, informan de modo tentativo y provisional que la cohabitación también tenía un efecto reductor de la criminalidad t". Gottlieb y Sugie, con datos de la Encuesta Nacional de laJuventud y utilizando indicadores que no coinciden en todos los casos, encuentran que tanto matrimonio como vida en pareja reducen la criminalidad, pero más en el primer caso: 36 por ciento en el primer caso y 11 por ciento en el segundo t". Añaden que la estabilidad es un elemento importante, ya que pasar de estar soltero a casarse reduce la delincuencia en un 35 por ciento, pero el matrimonio estable lo hace en un 55 por ciento =eu comparación con estar soltero-; a la vez que pasar de vivirsin pareja a cohabitar reduce la delincuencia en un 13 por ciento, pero la cohabitación estable lo hace en un 29 por ciento?". Finalmente, pasar de la vida en pareja al matrimonio reduce la criminalidad en un 44 por ciento en una escala de variabilidadi". En general, sin embargo, las pruebas sobre la relación entre cohabitación y desistimiento son menos claras que para el matrimonio claras y puede ser que la clave se encuentre en la calidad de la relación=". Así, Moffitt y Caspi comprueban que en sus datos de Dunedin existía algo más de violencia en la pareja entre quienes cohabitaban que entre quienes estaban casados"!".

3.3. Descendencia La idea de que los hijos son un factor relevante para la reducción de la criminalidad e incluso para iniciar un proceso de desistimiento es intuitivamente atractiva/". De hecho, puede esperarse un tal efecto si se siente vinculación hacia el hijo o hija 219. 210 Skinner et al., 2002: 79-84 sobre los datos, 86-87 sobre equidad y 84-85 Y87 sobre felicidad; estos autores comparan la vida en pareja con otras figuras como el matrimonio, el matrimonio tras vida en pareja, etc., con hallazgos semejantes. 211 Craig et al., 2014: 33. 212 Sampson et al., 2006: 497. m Gottlieb y Sugie, 2018: 15, así como 8-12 del documento en prensa sobre los datos. 214 Gottlieb y Sugie, 2018: 18-21. 215 Gottlieb y Sugie, 2018: 21. 216 Skardhamar et al., 2015: 423-424;Theobald et al., 2019: 481. 217 Moffitt y Caspi, 1999: 5 y 11, 1-2sobre la información empírica. 218 Así, por ejemplo, Farrington y West, 1995: 251. 219 Sampson y Laub, 1993: 220.

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Con sus datos holandeses, Bersani y otros encuentran sí un efecto preventivo de los hijos en el caso de las madresv". En su estudio de los Países Bajos, el equipo de Zoutewelle-Terovan advierte un efecto especialmente fuerte de tener descendencia, sobre todo del primer hijo, un efecto incluso superior al del matrimonio F". Para complicar un poco más las cosas, la misma Zoutewelle-Terovan y Skardhamar repiten el fenómeno rebotedel matrimonio para la descendencia: con datos de Holanda y Noruega a lo largo de cinco años antes y después de tener un hijo, observan que la criminalidad desciende tras el embarazo y antes del nacimiento, pero que aumenta a partir de éste 222. Pese a la evidencia recién reseñada, otros estudios no han encontrado efectos reductores de la criminalidad significativos de la paternidad o matcrnidad. Así en la revisión que ofrecen Theobald y otros, concluyen que investigaciones corno las reseñadas son excepcionales y que «la mayoría reporta poco o ningún efecto sobre la delincuencia», a la par que abren la puerta a efectos diferenciales según el sexo -efectos más fuertes en madres que en padres-, la edad -efectos más fuertes cuando la descendencia nace antes de determinada edad de los padres-, o el estado civil -efectos más fuertes en quienes están casados, por ejemplo F". Utilizando datos del National Youth Survey, Warr no observa una conexión directa entre los hijos y una reducción de la criminalidad, sino del matrimonio -que en realidad impacta en el tiempo que se pasa con los pares?". Moffitt y Caspi, con información del Estudio longitudinal de Dunedin y limitándose a la violencia en la pareja, señalan que los hombres de 21 con hijos reportaron tasas superiores a las de los hombres de la misma edad sin hijos, concretamente tres veces más225; y que las relaciones más violentas se daban en padres con hijos pequeños, sobre todo si no estaban casados'i".

220 221

m

Bersani et al., 2009: 19-20. Zoutewelle-Terovan et al., 2014: 1225 y 1228-1229. Zoutewelle-Terovan y Skardhamar, 2016: 709, 714 Y718,702-706 sobre el enfoque empí-

rico. 223 22< 225 226

Theobald et al., 2019: 482-488, cita tomada de 482. Warr, 1998: 204-206. Moffitt y Caspi, 1999: 9-10, así como 1-2 sobre los datos. Moffi tt y Caspi, 1999: 11.

CAPÍTULO 6 Procesos grupales La delincuencia es un fenómeno colectivo. En su modalidad más sencilla, muchos delitos son cometidos en grupo y muchos delincuentes actúan con compañeros. La codelincuencia ha desplegado una influencia importante en Criminología desde los años ochenta, animada por la obra de Reiss en el marco del paradigma de las carreras criminales. Existen diversas estimaciones de la magnitud de este fenómeno. Distintas variables afectan de modo dramático a la codelincuencia, sobre todo la edad. La idea de red ha cobrado un gran protagonismo en ciencias sociales desde los trabajos de Granovetter o Castells.De hecho, en términos generales puede verse como una teoría explicativa de las sociedades occidentales actuales, que ya no están formadas por grupos cerrados y fuertemente vinculados de sujetos,sino por redes flexibles caracterizadas por vínculos débiles. Características de estas redes, como puede ser su tamaño o no redundancia, pueden explicar algunos comportamientos criminales. La delincuencia organizada es otra modalidad colectivade criminalidad, aunque rodeada de consideraciones conceptuales y empíricas. Las bandas, a menudo llamadas bandas juveniles delincuentes, han recibido una gran atención por parte de la Criminología contemporánea. Uno de los principales problemas para su estudio es su carácter dinámico y cambiante. Así,se ha descrito una gran expansión del fenómeno en Estados Unidos y, con ello, hondas alteraciones en su estructura y composición. Desde el punto de vistaindividual,uno de los principales debates se refiere a si los sujetos se autoseleccionan para formar parte de las bandas y por eso tienen una tendencia relativamente alta a delinquir; o si por el contrario son características de los grupos más que las individuales preexistentes las que explican dicha tendencia. Este fenómeno requiere un tratamiento específico aparte. SUMARIO. CAPÍTULO 6. PROCESOS GRUPALES 1. CODELINCUENCIA 2. REDES Y DELITO 3. DELINCUENCIA ORGANIZADA

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ALFONSO SERRANO MAÍLLO 3.1. La idea tradicional de delincuencia 3.2. El modelo del mercado 3.3. ¿Bandas organizadas?

organizada.

1. CODEUNCUENCIA La delincuencia, en particular lajuvenil, a menudo es un comportamiento que implica a más de una persona l. El patrón de la codelincuencia se ha encontrado en diversoslugares del mundo y épocas y utilizando fuentes de información empírica distintas". En realidad hay más sentidos de colectividad y la literatura ha estudiado la fenomenología de los pares delincuentes, los hermanos o familiares antisociales, los mentores, etc. por un lado; y de las parejas criminales, la delincuencia organizada, las bandas y otras formas colectivasde participación por otro. La codelincuencia en sentido estricto es la modalidad más básica y sencilla de delincuencia colectiva. Se produce cuando dos o más personas cometen de modo conjunto un hecho delictivo". La misma debe distinguirse" de los procesos de asociación diferencial en los que un individuo, en el caso típico porque interacciona con delincuentespares delincuentes o quizá un mentor-, se ve expuesto a definiciones favorables a la infracción de las normas. Como ya sabemos, la asociación con pares delincuentes es uno de los predictores -probablemente es una causa- más sólidos de la criminalidad, así como el cimiento de las teorías del aprendizaje social. Sin embargo, estos pares delincuentes, para ejercer una influencia sobre un individuo, no precisan participar en ningún hecho delictivocon él. Sin duda, las teorías del aprendizaje social no asumen dicha codelincuencia, aunque sí son consistentes con la misma". El fenómeno de la codelincuencia es conocido desde hace tiempo. Por ejemplo, Shaw señalaba en 1938 que, en un estudio sobre 6.000 casos de hurto en el Condado de Cook -esto es, la ciudad de Chicago-; en el 90,4 por ciento de los delitos habían participado conjuntamente dos o másjóvenes". El mismo Shaw junto a McKay encontraron en su famoso estudio

I Andresen y Felson, 2010a: 4; Emler et al., 1987: 99; McCord y Conway, 2002: 15; van Mastrigt y Carrington, 2019: 126; van Mastrigt y Farrington, 2009: 552; Reiss, 1986: 122-123; Reiss y Farrington, 1991: 360; Sarnecki, 2001: 1-2; Warr, 2002: 31-34. 2 Van Mastrigt y Farrington, 2009: 552; Reiss y Farrington, 1991: 360. El término «codelincuencia» fue propuesto originariamente en este campo o al menos generalizado por Reiss. 5 Van Mastrigt y Farrington, 2009: 552; Reiss, 1980: 11. Advirtiendo divergencias rnetodológicas relevantes entre los estudios, van Mastrigt y Farrington, 2009: 557; sobre la medición de la codelincuencia, vid. Andresen y Felson, 2010b: 67-70. 4 Sobre la necesidad, aquí compartida, de diferenciar estos fenómenos, Reiss y Farrington, 1991: 361; matizando esta necesidad y destacando el rol de los pares como codelincuentes, MeGloin y Stickle, 2011: 422-425; Morselli, 2005: 120-121. 5 Hochstetler et al., 2002: 559-565. También otras tradiciones teóricas, Britt, 2003: 161-176. G Shaw, 1938: 10.

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sobre delincuencia juvenil y áreas criminales que el 81,8 por ciento de los jóvenes que habían sido llevados ante el Tribunal de Menores del mismo Condado de Cook en 1928habían cometido el delito de que seles acusaba como miembros de un grupo; porcentaje que ascendía a los 89 puntos en el caso del hurto. Esto llevó a los investigadores a afirmar que «la mayor parte de los actos delictivos [juveniles] son cometidos por chicos en grupos»; así como que «la delincuencia [juvenil]es esencialmenteun comportamiento de grupo» 7. Aunque estos porcentajes son quizá algo exagerados, dejan clara la naturaleza colectiva de gran parte de la actividad criminal. Incluso la codelincuencia puede tener mayor relevancia para la fenomenología criminal que las bandas criminales", siendo éstas mucho más conocidas. Pese a esta tradición de hallazgos, la consolidación de que la codelincuencia es algo criminológicamente relevante vino de la mano del pararligma de las carreras criminales, hacia 19809. Por este motivo, sobre todo originariamente la discusión sobre la codelincuencia se ha relacionado con la prevención del delito 10 y, en particular, con la inocuización o incapacitación selectiva11 -y, en menor medida, con otros parámetros propios de las carreras criminales12. En efecto, como señalan los hallazgosantes mencionados, muchos delincuentes actúan en régimen de codelincuencia y muchos hechos delictivos son cometidos por dos o más personas de modo conjunto. Asílas cosas,en toda esta sección, pero en particular en este primer momento, es importante tener en cuenta que la codelincuencia puede referirse a varios objetos diferentes: a delincuentes y codelincuentes en cuanto que individuos por una parte; y a delitos en cuanto que eventos por otro 13. Esta distinción es importante y en parte explica hallazgos aparentemente contradictorios que aparecen en la literatura 14. Comencemos por los individuos.Reissacude a los incidentes de victimación, procedentes de encuestas de esta naturaleza, entre julio de 1972 y 1975, en qll~ se había podido estimar el número de agl-e~ures y menciona que en un 64,3 por ciento de los casosexistía uno solo; en un 15,9por cien-

Shaw y McKay, 1969: 73 y 83; vid. también Shaw, 1938: 101. Sarnecki, 2001: 14. 9 Van Mastrigt y Carrington, 2019: 126, señalan que durante mucho tiempo no se vio con claridad la relevancia de la codelincuencia, si bien esta situación ha cambiado en la actualidad y se dispone ya de importante información empírica. 10 Andresen y Felson, 2010a: 4-5; los mismos, 2010b: 77-78; van Mastrigt y Farrington, 2009: 554; Reiss, 1980: 12 y 15-16; el mismo, 1988: 157-160. 11 Reiss, 1986: 121-122;el mismo, 1988: 118-119, 122-123 Y161; Reiss y Farrington, 1991: 367. 12 Piquero et al., 2007: 120; Reiss, 1986: 122 y 146-150. 13 Van Mastrigt y Farrington, 2009: 555-557. 14 En efecto, la medición de la codelincuencia arroja estimaciones muy heterogéneas. Van Mastrigt y Farrington encuentran en la evidencia disponible un rango que va del 79 al 12 por ciento, 2009: 555. 7

8

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to dos; y más de dos en el resto15• El mismo Reissutiliza datos de 1979 del Concejo de Peoria, en Illinois,EstadosUnidos, e informa de que los ladrones de viviendas solitarios constituían apenas la tercera parte de todos los infractores de esa clase;y, con datos de robos con violenciao intimidación de 1982 de todo Estados Unidos, que sólo la cuarta parte de quienes se habían visto envueltos en estos delitos habían actuado solos; así como que había casi la misma proporción de grupos de dos, tres y cuatro o más ladrones con violencia o intimidación 16. Hood y Sparks comentan que, hasta los veintitantos años de edad, más de la mitad de los delincuentes tienen copartícipes ". Lanz y Hutchison identifican a un 54 por ciento de delincuentes de su muestra de condenados por robo en vivienda o entrada ilegal en propiedad ajena en Pennsylvania como ofensores en régimen de codelincuencia al menos una vez en un período de diez años 18. Sarnecki reporta que el 60 por ciento de su muestra de delincuentes de Estocolmo había tenido algún codelincuente, mientras que el 40 por ciento restante eran delincuentes solitarios''".Van Mastrigty Farrington, utilizando datos del Norte de Inglaterra, reportan que el 69,8 por ciento de los delincuentes nunca había tenido un codelincuente, en contraste con el 30,2 por ciento que lo había tenido alguna vez20. Con datos canadienses, Carrington escribe que el 24 por ciento de quienes delinquen han cometido algún delito con coparticipes". En términos dinámicos, existen tres patrones posibles de codelincuencia22: a) Un sujeto que siempre delinque solo, ya sea que haya delinquido una única vez;o bien que siga una carrera criminal más o menos extensa. b) Un sujeto que siempre delinca en grupo, de nuevo en uno o más delitos. e) Finalmente, los delincuentes de carrera pueden seguir un patrón mixto, compaginando hechos en solitario y en codelincuencia. Este tercero parece ser el patrón más habitual con diferencia en quienes cometían varios delitos o seguían una carrera crimirial", Por ejemplo, utilizando los datos de Peoria, Reiss observó que, de 467 delincuentes juveniles, el 16,9por ciento había delinquido siempre en solitario; el 19,5 por ciento Reiss, 1980: 13. Reiss, 1986: 123; el mismo, 1988: 121. 17 Hood y Sparks, 1970: 87. 18 Lantz y Hutchinson, 2015: 672, así como 665 sobre los datos. 19 Sarnecki, 2001: 41. Este autor utiliza varias bases de datos empíricos. Las más importantes son la de B6rlange y la Estocolmo, la primera fuente de una investigación de 1986 y de otra de 2001. Sobre la metodología de ambas investigaciones, vid. 2001: 25 y 30-35. 20 Van Mastrigt y Farrington. 2009: 562. 21 Carrington, 2002: 282. 22 Piquero et al., 2007: 97. 23 Reiss, 1988: 117, 133, 136, 150-151 Y 155; Reiss y Farr ington, 1991: 361-362, 371 Y 393; Sarnecki, 2001: 46 y 50. 15

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siempre con partícipes; y el mayoritario 63,6 por ciento había combinado hechos en solitario y acompañado 24. Pasemos ahora a los eventos criminales. Reiss encuentra en sus datos de 1979 de Peoria, que la mitad de los robos en el interior de viviendas habían sido cometidos por infractores solitarios; y en sus datos de robos con violencia o intimidación de 1982 que un poco más del 50 por ciento estaba protagonizado por un único delincuen te-". Piquero y sus colegas y Reiss y Farrington, utilizando datos del estudio longitudinal de Cambridge, mantienen que la mitad de los delitos de los participantes en el estudio, que eran todos hombres, hasta la edad de treinta y dos años, habían sido cometidos en solitario ". Andresen y Felson observaron en datos canadienses que entre un 37 y un 54 por ciento de robos con violencia o intimidación, robos en viviendas, agresiones agravadas y hurtos habían sido cometidos por codelincuentes'". Bernasco encontró en su estudio de La Haya que sólo el 30 por ciento de los robos en viviendas había sido cometido en régimen de codelincuencia'". Van Mastrigt y Farrington, con datos ingleses, reportan que el 89,9 por ciento de los delitos cometidos en aquella jurisdicción lo habían sido en solitario". Otras estimaciones rebajan la magnitud de la codelincuencia a menos de la mitad de todos los delitos que se producen, por debajo incluso del 30 por ciento ", Una reciente revisión de la literatura sostiene que entre un 10 y un 15 por ciento de todos los delitos se realizan en régimen de codelincuencia ". Puesto que gran parte de las investigaciones han recurrido a datos oficiales, podría ser que hubiera una mayor probabilidad de ser descubierto y detenido cuando se delinque en grupo que cuando se hace en solitario. Esta hipótesis, denominada del riesgo diferencial de detención, sin embargo no parece poder explicar por sí sola las diferencias reportadas por distintas investigaciones 32. Aunque hemos visto que existen grupos mayores de codelincuentes, lo más habitual con diferencia en este fenómeno es encontrar únicamente dos personas'", Por ejemplo, en el estudio longitudinal de Cambridge sólo el

Reiss, 1988: 123. Reiss, 1986: 123; el mismo, 1988: 121. 26 Piquero et al., 2007: 103; Reiss y Farrington, 1991: 371, así como, sobre el estudio de Cambridge y su metodología, 368-370. 27 Andresen y Felson, 2010a: 8. 28 Bernasco, 2006: 145. 29 Van Mastrigt y Farrington, 2009: 562. so Lantz y Hutchinson, 2015: 660 dan precisamente este 30 por ciento como rango mínimo que se encuentra en la literatura, en comparación con el 84 por ciento del máximo. 3\ Van Mastrigt, 2017: 338. 32 Van Mastrigt y Farrington, 2009: 570; Reiss, 1988: 125. 33 Lantz y Hutchinson, 2015: 660; Reiss, 1986: 126; el mismo, 1988: 121 y 126; Reiss y FarringLon, 1991: 362. 24

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9 por ciento de los delitos había sido cometido por más de dos codelincuentes, con un máximo de diez copartícipes para un único caso34; algo corroborado con datos más actualizados'", Bernasco informa de que sólo el 9,3 por ciento de los robos en viviendas que estudió habían sido cometidos por más de dos personas, con un máximo de 7 y 8 ofensores, con un ejemplo de cada caso ". Carrington hace notar que en sus datos de ofensores sólo el 6,84 por ciento de adultos había trabajado en grupos de 3 o más personas'". Grund y Morselli analizaron más de 75.000 eventos criminales cometidos por más de un delincuente en Quebec y sostienen que en el 77,12 por ciento habíajustamente dos delincuentes, en el 16,04 por ciento tres y en el 7 por ciento restante cuatro o más ". Centrándose en ofensores y no en eventos, Sarnecki encuentra que la media de codelincuentes en su muestra de Estocolmo a lo largo de todo el período estudiado era de 2,3, si hien este dato ascendía a 3,8 si se eliminaba el 40 por ciento de delincuentes solitarios'". En un caso sin duda extremo, McCord y Conway informan de un grupo de 30 personas que delinquieron juntos una vez en su muestra.". El proceso de la codelincuencia se encuentra muy influenciado por la edad: los jóvenes tienden a participar de modo conjunto en hechos delictivos, pero según van siendo mayores, más probable es que delincan en solitario ". Este efecto de la edad por sí misma, además, parece ser más importante que el de la experiencia:", por ejemplo la derivada de darse cuenta de que un copartícipe tiene la capacidad de delación.". Las encuestas de victimación revisadas por Hindelang y otros muestran que los agresores actuaban en grupo y no en solitario cuando su edad se estimaba inferior a los veintiún años:". Reiss describe una investigación de Inglaterra en la que el 75 por ciento de los asaltantes de viviendas adultos habían actuado en solitario, en comparación con el 50 por ciento de jóvenes45• El estudio longitudinal de Cambridge reveló que el número medio de codelincuentes descendió del 1,2 para edades entre 10 a 13 años al 0,3 para edades de 29 a 32 años; que el porcentaje de delitos cometidos en solitario aumentó del 25 al 84 para los mismos grupos de edades; y que, ahora para todos los partici-

~

ReissyFarrington, 1991: 371. Piquero et al., 2007: 103. !16 Bernasco, 2006: 145. 37 Carrington, 2002: 282 y 286. 38 Grund y Morselli, 2017: 16. !19 Sarnecki, 2001: 41. .0 McCord y Conway, 2002: 24 . •1 Carrington, 2002: 301; Hochstetler et al., 2002: 565; Hood y Sparks, 1970: 87-88; Piquero etal., 2007: 119; Reiss, 1986: 133-134; el mismo, 1988: 120, 135-136 Y 151; Reiss y Farrington, 1991: 362 y 371; Warr, 2002: 129 . •2 Reiss y Farrington, 1991: 376 . • 3 Weerman, 2003: 407. 44 Hindelang, 1976a: 172; Reiss, 1988: 135 . •\5 Reiss, 1988: 135. 35

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pantes en el estudio,la edad correlacionaba muy fuertemente con el número medio de codelincuentes (r=-0,84)y con el porcentaje de delitos cometidos en solitario (r=0,92) 46. Van Mastrigt y Farrington subrayan que la edad media de los delincuentes solitarios en el estudio de Cambridge era 26,5y la de los que actuaban con compañeros 21,9;así como que existíauna correlación negativa entre la edad y la proporción de participaciones que incluían un codelincuente por un lado (r=-0,22); y el número medio de delincuentes por evento por otro (r=-0,22)47. Andresen y Felson reportan con datos canadienses que el porcentaje de robo con violencia o intimidación, robo en vivienday hurto cometidos por más de un delincuente desciende vertiginosamente de más de un 60 a menos de unos 40 puntos entre los 12y los 29 años de edad, con un descenso más moderado pero también notable para el asalto agravad048. El descenso entre estas edades es muy marcado y, aunque continúa, se vuelve más ligero a partir de esa edad, lo cual sugiere que no cabe distinguir entre jóvenes y adultos de modo categórico ya que la relación es continua, casi lineal.". Como muestran Piquero y sus colegas, la distribución de la relación entre codelincuencia y edad sigue la forma de una punta de flecha, semejante a la llamada curva de la edad 50. Estos autores utilizan datos más actualizados del Estudio Longitudinal de Cambridge, en particular recurren aquí a datos oficiales de 411 hombres. Hasta los 13 años predomina el patrón solitario, con apenas 10 codelincuentes agregados de todos los delitos cometidos por la muestra; entre los 13y los 17 el número de codelincuentes aumenta de modo vertiginoso de los 10 hasta casi los 100; para ir descendiendo monotónicamente también de modo rápido hasta llegar a los 10 codelincuentes a los 21 años de edad; y luego continuando con fluctuaciones entre Oy 30 codelincuentes para toda la muestra y reduciéndose definitivamente a Odesde los 31 años en adelante. La correlación entre número de codelincuentes y edad es elevada (r=-0,619)y significativadesde un punto de vista estadístico.';'. Los codelincuentes tienden a tener una edad próxima, y Reissy Farrington informan de una relativamente alta correlación para la edad de los copartícipes (r=0,57)52. Sarnecki señala que en su investigaciónde Estocolmo el 76 por ciento de las parejas de codelincuentes tenían una diferencia de edad de como mucho dos años;y que incluso cuando un joven delinquía con adultos, estos tendían a ser relativamentejóvenes -echando por tierra 46 Reiss y Farrington, 1991: 371; la media de codelincuentes para el grupo de entre 10-16 años era de 1,2 y para el grupo entre 17-32 de 0,8, para una media global de 0,9,374-375. 47 Van Mastrigt y Farrington, 2009: 563. 48 Andresen y Felson, 2010a: 8-9; vid. igualmente los mismos, 2010b: 75-76. 49 Andresen y Felson, 2010b: 73-74. 50 Sobre la curva de la edad, vid. Serrano Maíllo, 2013: 83-90. 51 Piquero et al., 2007: 99,103-104,121 Y202, así como 98-99 sobre los datos y la estrategia analítica para el estudio de la codelincuencia, También van Mastrigt y Farrington, 2009: 564-565. 52 Reiss y Farrington, 1991: 366,391 Y394.

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la creencia extendida de que los delincuentes adultos suelen elegir compañeros muy jóvenes 53. Con datos australianos sobre homicidios, en contraste para un caso muy particular, Bricknell y Bryant observaron que cuando el agresor era un joven, éste actuaba solo en el 51 por ciento de los casos; pero que cuando participaba con otros, éstos eran adultos en un 34 por ciento de los homicidios frente a un 13 por ciento en que todos eranjóvenes". En los grupos de partícipes predominan los del mismo sexo, sobre todo entre losjóvenes. Utilizando datos de Alemania de 1982, Reissadvierte que las chicas tienden algo más a delinquir en solitario, si bien ello es un efecto de su autoselección en tipologías que favorecen este patrón, tales como hurto en tiendas, pequeños hurtos y prostitución. Y,con información de la encuesta estadounidense de victimación del mismo año 1982, reporta que las chicas es menos probable que se asocien únicamente entre ellas ya que los grupos que incluían mujeres eran exclusivamente femeninos en el 36 por ciento de los casos. Dicho con otras palabras, en el 64 por ciento de los casos en que había chicas como copartícipes, los grupos eran mixtos'". Van Mastrigt y Farrington, por el contrario, informan de que las chicas delinquen en grupo un poquito más que los chicos: 24,1 por ciento frente al 21 por ciento de sus compañeros; si bien la diferencia era pequeña y prácticamente desaparecía cuando se miraba a la media de ofensores por delito: 1,36 para los chicos y 1,35 para las chicas ". En el estudio de la capital sueca de Sarnecki, sólo en un 12 por ciento los casos de codelincuencia eran mixtos. El 94 por ciento de los chicos eligió un compañero hombre; y el 56 por ciento de las chicas eligió una compañera chica. Aunque en el caso de los chicos esto apenas cambiaba con la edad -el porcentaje de elección del mismo sexo no bajaba nunca del 92 por ciento-, las chicas se movían hacia parejas mixtas según eran mayores'". Los grupos de codelincuentes tienden a estar formados por individuos de la misma raza o etnia, siendo raros los mixtos. Reiss observa en los datos de victimación de 1982 que apenas un 6 por ciento de los delitos violentos, independientemente del tipo particular que fuera, incluía a sujetos de razas distintas como copartícipes 58. Esta conexión, sin embargo, puede estar en parte explicada por la homogeneidad racial de los barrios norteamericanos'", El estudio de Estocolmo de Sarnecki arroja que el 59 por ciento de las asociaciones son étnicamente homogéneas. El autor distingue ocho grupos étnicos y muestra el grado de homogeneidad de acuerdo con el total de

" 5. 55 56 57 58 59

Sarnecki, 2001: 53 y 65. Bricknell y Bryant, 2018: 4 y 8. Reiss, 1986: 132-133; el mismo, 1988: 134. Van Mastrigt y Farrington, 2009: 365. Sarnecki, 2001: 54 y 65. Reiss, 1986: 133; el mismo, 1988: 135. Reiss y Farrington, 1991: 391; en el mismo sentido, para Suecia, Sarnecki, 2001: 136.

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laetnia de que se trate en el país escandinavo.Encuentra que los nacionales se encuentran algo infrarrepresentados entre los codelincuentes elegidos por los individuos de origen étnico sueco (=0,8,siendo 1 indicativode ausenciade asociación)-también para asiáticos,excepto oriente medio- pero que en general existía una fuerte tendencia a elegir compañeros con el mismo origen étnico para los otros seis grupos (rango valores=2,2 19) 60. Estemismo autor informa de que, siendo la étnia o raza un criterio importante para la elección de codelincuentes, no 10 es tanto corno la edad o la proximidad residencial". Los codelincuentes tienden a vivircerca unos de otros. Reissy Farrington encontraron en sus datos de Cambridge que en el 60 por ciento de los casosde codelincuencia los sujetosvivían en el mismo distrito postal o a una distancia de una milla, así corno que este patrón era independiente de la edad'". Sí obser ó un efecto de la edad Sarnecki en la capital sueca: a más edad, más distancia entre los lugares de residencia'". El hallazgo principal, sinembargo, coincide con el de Reissy Farrington: el 67 por ciento de los codelincuentesresidían en la misma área postal de las9 en que se divide el Condado de Estocolmo; el 95 por ciento de los codelincuentes vivíaen el Condado de Estocolmoy sólo el 5 por ciento vivíaen condados dístintos'". Con datos de La Haya sobre robo en vivienda, Bernasco pudo establecer que tanto delincuentes que actuaban en solitario corno acompañados lo hacían teniendo en cuenta la accesibilidad de la vivienda,la proximidad al barrio donde residían o que se tratara del mismo barrio donde vivían y el número de propiedades, así corno que la única diferencia entre solitarios y codelincuentes era que para los primeros tenía algo más de peso no tener que salir del barrio'". Los grupos de copartícipes en hechos criminales son inestables y efímeros;y los codelincuentes tienden a cambiar frecuentemente a lo largo de sus carrerascriminales hasta el punto de ser aquellos prácticamente intercarnbiables'";al tiempo que los compañeros no están unidos por vínculos sólidos'".Tan es así, que algunos comentaristas han puesto en duda que pueda hablarse de grupos en Criminología en un sentido significativo del término ". Por ejemplo, ya Yablonskyhablaba de «algo cercano a un gruSarnecki, 2001: 128-130 y 137. Sarnecki, 2001: 135. 62 Reiss y Farrington, 1991: 365, 387-389 Y394. 63 Sarnecki, 2001: 57. 64 Sarnecki, 2001: 55-56. 65 Bernasco, 2006: 151-152. La asunción es que, por el mismo motivo, será más fácil que colaboren quienes viven cerca, en igualdad de condiciones. 66 Reiss, 1986: 129-132; el mismo, 1988: 120, 129-130,132-133,142-144,148, 153 Y 155; Reiss y Farrington, 1991: 361, 366 Y393; Sarnecki, 1990: 39; el mismo, 2001: 7&-77, 159 Y 162-163; Shover,1973: 502. 67 Sarnecki, 2001: 78 y 163-164. 68 Si esto vale para grupos pequeños, probablemente más aún para los grandes. 60 61

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po» O quasigrupo'". Esto es relevante porque abre la puerta al concepto, relativamente moderno, de red, caracterizada por contactos superficiales y vínculos débiles -algo sobre lo que volveremos enseguida. Así, Grund y Morselli informan de que el 90,11 por ciento de las parejas de su estudio cometió un único delito de manera conjunta y no volvió a repetir, mientras que un 5,74 por ciento repitió una única vez'", En su estudio de Estocolmo, Sarnecki observó que la gran mayoría de las participaciones de un mismo grupo se habían limitado a un único evento delictivo y que apenas un 2,5 por ciento de aquellas sobrevivió seis meses. El mismo Sarnecki, sin embargo, aunque concede que la mayoría de los codelincuentes no repite compañero, sí observó en su otro trabajo de Borlánge que había algunos pequeños grupos -no así la red más amplia- que mostraba una cierta continuidad en el tiempo 71. Shover afirma que las compañías de ladrones de viviendas cambian constantemente, si bien existe algún pequeño equipo que colabora en varios robos, lo cual es excepcional para este autor72• La frecuencia de la codelincuencia -como vemos, por regla dos personas- en comparación con la delincuencia solitaria depende del tipo de delito 73. Por ejemplo, Emler y sus colegas observaron en una muestra de cuarenta jóvenes porcentajes de participación conjunta que iban del 9 Y17 por ciento en tirar basura al suelo y montar en bicicleta por la noche sin luces respectivamente; al 97,7 Y98 por ciento en robar en casas abandonadas y tirar piedras a coches y trenes 74. Los incidentes de victimación de los años seten ta utilizados por Reiss muestran diferencias dramáticas dependiendo de la modalidad criminal, de entre un 64,1 y un 81,9 por ciento de delincuencia solitaria para varios tipos de violación; a entre un 30,0 y un 54,7 por ciento para varios delitos personales contra el patrirnoriio ". El estudio longitudinal de Cambridge muestra una variación de una media de codelincuentes superior a 1 para el robo en vivienda, el robo con violencia o intimidación y el hurto de algo del interior de vehículo de motor (rango 1,0-1,3); a una media de 0,7 para la estafa y la violencia 76. Esta misma, importante investigación arroja igualmente que la relación entre edad y codelincuencia se mantiene independientemente del tipo de crimen 77; aunque McCord y Conway encontraron en su muestra de delincuentes de Filadelfia de 1987 diferencias entre los delitos cometidos en régimen de codelincuencia contra el patrimonio y violentos: el descenso del porcentaje en coparticipación comenzaba para los primeros hacia los 15 años y más tarde para los 69 70 71 72 7g 74 75 76 77

Yablonsky, 1959: 108; el mismo, 1962: 222. Grund y Morselli, 2017: 17-18 y 21; este estudio incluye algunas importantes matizaciones, 21. Sarnecki, 2001: 25. Shover, 1973: 502-503. Sarnecki, 2001: 23. Emler et al., 1987: 102. Reiss, 1980: 13; así como el mismo, 1986: 134-135; el mismo, 1988: 136, 151 Y 161. Reiss y Farrington, 1991: 374-375; vid. también Piquero et al., 2007: 105. Piquero et al., 2007: 105; Reiss y Farrington, 1991: 375.

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segurrdos ". Delitos particulares en los que aparece más frecuentemente la codelincuencia son el robo en vivienda, el robo con violencia o intimidación, el vandalismo yel tráfico de drogas?"; así como los delitos contra el patrimonio en el caso específico de las mujeres 80. También es más probable encontrar un autor solitario cuando éste y la víctima se conocen 81, o sea en los llamados delitos en que existe una relación ofensor-víctima82• Existen pruebas de que los delincuentes que actúan en grupo tienden a delinquir más que quienes lo hacen en solitarie '". Así, Reiss y Farrington encontraron en el estudio de Cambridge que los delincuentes solitarios tienden a desistir; y que quienes habían cometido su primer delito en solitario delinquían menos (3,6 delitos de promedio) que quienes se habían iniciado acompañados (rango delitos de prornedio=ñ.O 5,1) 84. Sarnecki encontró que un 45 por ciento de losjóvenes que habían delinquido alguna vez en su estudio de Borlánge a lo largo de seis años formaba parte de una red amplia que era responsable de la mayoría de los delitos que habían cometido todos los jóvenes'". En su investigación de Estocolmo, el mismo autor apunta una correlación (r=0,24) entre el número total de codelincuentes a los que uno está unido y el número de delitos del individuo; y añade que la mayoría de quienes delinquían en solitario (88 por ciento) sólo habían cometido un delito a lo largo de los cinco años del estudio y, en conjunto, tenían una media de 1,16 delitos frente a la de 2,15 de quienes habían tenido codelincuentes; los cuales además habían cometido más de dos delitos en el 66 por ciento de los casos'", McCord y Conway subrayan en su estudio que quienes comenzaron a delinquir pronto y actuaban en régimen de codelincuencia al menos en el 25 por ciento de los casos fueron detenidos casi el doble de veces que los que también habían comenzado a delinquir pronto pero actuaban en solitario. Dicho con otras palabras, existe una relación inversa en tre edad de la primera infracción y codelincuencia; y una relación positiva entre codelincuencia y criminalidad persistente, sobre tono para, los CJ.ue iniciaron su carrera criminal a edad temprana. Los autores entienden en todo caso que existe aquí un efecto de la codelincuen-

McCord y Conway, 2005: 5, 13 sobre la metodología. Grund y Morselli, 2017: 16; van Mastrigt, 2017: 338; Piquero et al., 2007: 98; Sarnecki, 2001: 57-59; Van Mastrigt y Farrington, 2009: 566; Weerman, 2003: 399. so Koons-Witt y Scharam, 2003: 366. SI Bricknell y Bryant, 2018: 1; Reiss, 1986: 135; el mismo, 1988: 137. S2 Wolfgang, 1958: passim: 8~ Andresen y Felson, 201Ob: 67; Hindelang, 1976b: 121-122; McCord y Conway, 2002: 17-19 y 22; los mismos, 2005: 1; Reiss, 1986: 129; el mismo, 1988: 128-129; Piquero et al., 2007: 114 y 116; Reiss y Farrington. 1991: 381 y 394. s. Reiss y Farrington, 1991: 378. 85 Sarnecki, 1990: 39; el mismo, 2001: 25. 86 Sarnecki, 2001: 42, 44, 46-48 Y50; la correlación de 0,24 aumentaba notablemente (r=0,6) cuando se excluía un grupo numeroso de outiers que tenían 30 o más codelincuentes. 78

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cia independiente de la edad de inicio de la carrera criminal'". Piquero y sus asociados señalan que los individuoscon carreras criminales máscortas tienen menos compañeros que los que tienen carreras largas, y que los que desplegan las carreras más largas son también los que emplean más compañeros codelincuentes; así como que también existe una asociación entre inicio de la carrera y número de codelincuentes, con aquellos con inicios más tempranos mostrando una mayor frecuencia de asociados (r=-0,753). Los mismos autores añaden que individuoscon pocas condenas han tenido pocos compañeros codelincuentes, justo lo contrario que quienes han tenido muchas condenas -ambas variables correlacionan de modo elevado (r=0,878)88. Además, quienes delinquen acompañados parece que planifican un poco más sus actos'"; y que cometen delitos más graves90. Sarnecki informa de que, en sus datos de la capital sueca, el grupo de delincuentes solitarios había cometido delitos de asalto,homicidio y contra las personas en un 16,9 por ciento de los casos frente al 26,2 de los que actuaban acompañados'". Algunosautores han llamado la atención sobre un tipo de codelincuente que buscaría activamente compañeros de fechorías y que estos últimos serían másjóvenes e inexpertos. Son los reclutadores'". Por ejemplo, Reiss mantiene que sus datos de Peoria abonan más la idea de que losdelincuentes de alta frecuencia son más reclutadores de otros que no sujetos dispuestos a delinquir con el primero que se lo proponga. Estos rec1utadores se fijarían en individuos con menos experiencia criminal que ellos y cambiarían frecuentemente de compañero, 10 cual podría otorgarles un rol importante en que muchos jóvenes dieran inicio a una carrera criminal.". Reiss y Farrington encontraron igualmente un grupo de reclutadores de jóvenes inexpertos, pero era relativamente pequeño: 6 de 22 delincuentes persistentes?". Warr observa que muchos grupos de jóvenes cuentan con alguien mayor y más experimentado, si bien el patrón más habitual es una combinación de instigar a otros y ser instigado uno mismo'". Sarnecki informa de que en su estudio de Borlánge, Suecia había un claro efecto reclutador de nuevos miembros para la red criminal'". Padilla describe, para la banda

90

McCord y Conway, 2002: 17, 19-20Y25-26; los mismos, 2005: 7-8. Piquero et al., 2007: 101-102 y 111. A1arid et al., 2009: 7. Andresen y Felson, 2010b: 67; van Mastrigt, 2017: 353; McCord y Conway, 2005: 8.

91

Sarnecki, 2001: 44-45.

87 88 8'J

Reiss y Farrington, 1991: 367. ~ Reiss, 1988: 118-119,145 Y148. Esto tendría grandes consecuencias para el control y prevención del delito. \)., Reiss y Farrington, 1991: 385. % Warr, 1996: 33. 96 Sarnecki, 2001: 24, aunque en su estudio de Estocolmo encontró que los delincuentes tendían a tener la misma o parecida edad y el mismo nivel de criminalidad, 53 y 60-61. 9'l

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puertorriqueña que estudia, tanto la existencia de un reclutamiento por parte de adultos como que una adaptación a cambioslegislativosde la edad penal puede ser precisamentela búsqueda chicosaún másjóvenesde lo que se establezca legalmente'". En general, sin embargo, parece predominar más la homofilia 98, esto es la tendencia a codelinquir con personas de la misma o próxima edad y experiencia 99. Estoshallazgos más generales ponen en duda la existencia de un número significativode reclutadores 100. A pesar de todo, es cierto que los pares, especialmente si uno de ellos actúa como una especie de jefe, puede ayudar ajustificar un hecho delictivoparticular; y, a más largo plazo, pueden convencer a uno de que otros están constantemente violando la ley y que, por lo tanto, hacerlo uno mismo no es incorrecto !Ol. La teoría de la elección racional está presente en los intentos de explicar la codelincuencia 102. El delincuente tomaría una elección atendiendo a los costesderivados de la potencial delación de su acompañante y de la necesidad de compartir el botín con él o ella; y a los beneficios de la división del trabajo yel intercambio de información, que pueden variar de un delito a otro y de una situación a otra. Como una versión de la elección racional, Weerman ha planteado una teoría del intercambio 103, de acuerdo con la cual la codelincuencia se produce porque otorga beneficios a los participantes que de otro modo no se podrían alcanzar.El modelo parte de tres elementos para que pueda darse la cooperación: que un individuo esté dispuesto a participar en régimen de codelincuencia; que sea posible acceder al mismo; y que sea percibido como un partícipe atractivo. Weerman propone una tipología dependiendo de estos elementos y una serie de factores que inciden sobre ellos tales como la confianza, el tamaño de la red o el capital criminal 104. Van Mastrigt y Farrington hipotetizan que es más el carácter instrumental de la codelincuencia -esto es, cuánto ayuda a asegurar el éxito de la empresa- que las características individuales de los agentes lo que determina que se actúe en grupo o en solitario105. Las teorías de la oportunidad, como sabemos, están conectadas con la elección racional 106. Warr mantiene que algunos delitos sólo se pueden cometer si se cuenta con copartícipes, de modo que la codelincuencia puede afrontarse desde esas 97 Padilla, 1992: 83 y 95, el segundo argumento apunta a potenciales efectos criminógenos de las leyes, si bien este autor sostiene que éstas tienden a tener efectos preventivos de distinta naturaleza, 135, 141 Y171. 98 Warr, 2002: 27. 99 Reiss y Farrington, 1991: 391 y 394. 100 Grund y Morselli, 2017: 14. 101 Schwendinger y Schwendinger, 1985: 146-149. 102 Van Mastrigt, 2017: 339. 103 Sobre las teorías del intercambio más en general, vid. Blau, 1977: 19-44. lO. Weerman, 2003: 398-414. 105 Van Mastrigt y Farrington, 2009: 567. 106 Serrano Maíllo, 2009a: 312-313; el mismo, 2009b: 83.

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tesis de la oportunidad para el delito: un codelincuente puede ser una oportunidad para un delito, mientras que su ausencia es un constreñimiento para ciertos eventoscriminales107. También menciona la idea de oportunidad Tremblay,quien escribe que «Enmuchas situaciones la probabilidad de que ocurra una infracción determinada depende en parte de la habilidad de un delincuente motivado para encontrar codelincuentes "apropiados". 108, abundando en la relación entre las teorías de la elección racional y de las actividadesrutinarias e integrándolas con la teoría de la asociación diferencial 109.

2. REDES Y DELITO

Como se adelantó, el carácter a menudo grupal de la criminalidad, en particular la juvenil, por un lado; y por otro lado la naturaleza efímera de las asociaciones por otro lado abre la puerta a la idea de la red -esto es a explicar la codelincuencia como una red 110. El enfoque de las redes sociales se centra no tanto en individuos como en las relaciones que existen entre unidades de análisis,que pueden ser tanto individuos como, por ejemplo, organizaciones. La idea es explicar los comportamientos de esas unidades de análisisa travésde propiedades de las relaciones que existen entre ellos, esto es de la estructura de la red que conforman las relaciones!". En ciencias socialesy en Criminología en particular ha tenido una gran repercusión el trabajo de Granovetter sobre la búsqueda de empleo, tanto en el caso de quien carece de él como de quien desea cambiar de trabajo. La idea más general es la íntima relación entre los nivelesmicro y macro de análisis, que no pueden ser ignorados. Por este motivo, vínculos débiles que han sido vistosa vecescomo una fuente de alienación- pueden ser vitales para los individuos; mientras que los fuertes pueden conducir a la fragmentación 112. Los vínculos débiles son propios de redes; mientras que los fuertes son los típicos que se dan entre amigos!". Granovetter señala que la forma más eficaz de encontrar un empleo no es mediante la aplicación directa o la impersonal de anuncios, convocatorias, etc., sino mediante la forma indirecta de los contactos personales. No sólo es la forma más eficaz, sino que tanto quienes buscan trabajo como quienes lo ofrecen lo prefieren también desde el punto de vista subjetivo; y los que se han colocado mediante esta fórmula se muestran más satisfechos, tienen empleos mejores y

107 108 109 110 111 112 113

Warr, 2002: 84-85; también McGloin y Stickle, 2011: 424 y 436; Morselli, 2005: 4-5. Trem blay, 1993: 17. Tremblay, 1993: 34. Morselli y Tremblay, 2004: 783-785; Waring, 2002: 36-37 y 42-43. Sarnecki, 2001: 5. Granovetter, 1973: 1378. Granovetter, 1983: 201-202.

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ganan más dinero 114. Incluso más llamativo es que estoscontactos personales informales a través de los que preferentemente se encontrabatrabajo no eran los sólidos de la familia y los amigos, sino contactosdébiles,esto es con personas con las que se veían o interaccionaban con escasafrecuencia. Granovetter no sugiere que estos contactos débiles sean másútiles en momentos de gran necesidad, pero sí en general. Los individuosforman parte de redes en las que las otros son nódulos y con los que puedentener vinculaciones más o menos frecuentes, esto es sólidas.La información,en este caso sobre ofertas de empleo, puede llegar más fácilmente y máslejos a travésde vinculaciones débiles. De nuevo, no es que los amigosnoestén más motivados para ayudar, pero debido a su menor número es másdificilque puedan hacerlo -e incluso había casos entre sus entrevistadosqueno querían utilizar los contactos más próximos para evitar debilitarlos o para evitar ser visto como alguien que ha recibido ayuda!". Granovetter y su idea de vínculos débiles y redes, pues,parece especialmente apto para estudiar la participación colectiva en eventos criminales. Así, Reisshabla de una «red laxa de afiliaciones», de una«red de contactos e intercambios» en la que existe un núcleo duro de miembroscentrales que concentran el grueso de las conexiones, miembros centrales que nunca llegan a la quinta parte de todos los miembros de la red. La mayoría de quienes forman parte de la red no se conocen entre sí e incluso pueden tener pocos contactos con otros miembros, pero en cualquiercaso forman parte de ella y pueden recibir y compartir información, asícomo encontrar copartícipes para sus actos criminales 116. Verbigracia,Sullivanmenciona los contactos dentro delpropio Sistemade Administración de Justicia. En su estudio etnográfico observócómo algunos delincuentes trataban de «manipular el sistema» a travésde las conexiones personales que tenían -abogados, familiares que trabajanen el Sistema de Administración de Justicia, etc.-, las cuales son consideradaspor este autor como más importantes que los recursos financieros. Así,relata el caso de un individuo acusado de haber quemado una fábrica que graciasa un tío suyo que trabajaba en la policía logró que la investigación secentrara en el socio del acusado-que en primer lugar había dado el soplo sobreesta persona 117. Reissy otros observan que la mayor parte de los episodios de codelincuencia de adultos no surgen de su participación en grupos, sino de redes informales y laxas cuyos miembros están conectados por este motivo, pue-

Granovetter, 1995: 4-5 y 11-16. Granovetter, 1973: 1369; el mismo, 1995: 13 y 53-55. Otro autor que ha construido gran parte de su trabajo aJrededor de la idea de redes es Castells. Por ejemplo, es famosa su descripción del Estado contemporáneo no como un Estado débil (1) sino como un elemento de una red de Estados nacionaJes, 2010: xxix-xxxii, 310, 328-332 Y356-366. (1) Serrano Maíllo, 2016: 91-96. 116 Reiss, 1988: 141; Reissy Farrington, 1991: 366. 117 Sullivan, 1989: 196-197. 11<1

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den «buscarse» entre sí activamente y que incluso pueden coincidir en billares, bares, tiendas de peristas ... 118; mientras que Roxell encontró que los contactos para codelinquir no se hacen casi nunca en prisión, siendo éste únicamente el caso del 2 por ciento de su muestra de sujetos que habían salido de prisión en Suecia 119. Características de estas redes pueden desplegar una influencia sobre el comportamiento de sus miembros. Por ejemplo, Lantz y Hutchinson creen que en estas redes pueden existir roles diferentes y que según la red es mayor y más laxa, más persiste en el tiempo y más delitos se cometen por sus miembros 120. McGloin y Piquero sostienen que cuando en una red existe una relativamente alta redundancia -densidad de las vinculaciones, esto es que cada individuo tiende a estar relacionado directamente con más individuos- también tiende a darse mayor especialización en la codelincuencia. Esto sugiere que lo más importante para la especialización es la redundancia o densidad y no el tamaño de la red 121. También Morselli y Tremblay sostienen que el tamaño efectivo o no redundante de contactos es una ventaja ya que da acceso a más oportunidades para el delito y se relaciona con mayores ingresos ilícitos 122. Retornando el modelo de la elección racional, el ya mencionado Morselli se apoya en la necesidad de que exista una oportunidad para poder llevar a cabo algunos delitos para explicar la relación entre delincuencia y redes. Este autor sugiere que la importante conexión entre pares y asociación diferencial por un lado y criminalidad por otro, bien establecida en Criminología, puede verse como los elementos de una estructura personal de oportunidad. Las asociaciones con otros delincuentes, pues, son oportunidades favorables para el delito -igual que existen asociaciones negativas con otros que se relacionan con impedimentos o falta de oportunidades para una conducta concreta. Así, según es mayor la red de conexiones de un individuo respecto a una actividad determinada, también son mayores sus oportunidades, al menos desde un punto de vista cuantitativo. Morselli añade que quien no es exitoso en su carrera, por ejemplo profesional, dificilmente aumentará sus conexiones de red 123. Las oportunidades que ofrece una red no sólo se refieren a la comisión de delitos que además sean exitosos, sino igualmente a la reducción de costes y riesgos 124. Lo relevante de una red en relación son las oportunidades que ofrece, en nuestro caso para el delito, no dependen única ni principalmente del

Felson, 2003: 158; Reiss, 1988: 141 y 143; Shover, 1973: 502 y 508. Roxell, 2011: 375 y 384; con evidencia en el mismo sentido, Sarnecki, 2001: 82, 100y 166; Tremblay, 1993: 23-24. 120 Lantz y Hutchinson, 2015: 662-663, 673-677 Y680. 121 McGloin y Piquero, 2010: 77-78. 122 Morselli y Tremblay, 2004: 790-791 y 795. m Morselli, 2005: 120-121. 124 Morselli, 2005: 23. 118 119

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número cuantitativo de conexiones, sino de la estructura de las mismas. Continúa Morsellicon que según una red contenga menos conexiones redundantes, más aumentará el éxito criminal. La redundancia, ya mencionada, se produce cuando un sujeto, aunque tenga muchas conexiones, sólo está relacionado con un número relativamente pequeños de compañeros, como en una cuadrilla de amigos unidos entre sí por varias vías. En este escenario existe un alto grado de redundancia. Por el contrario, cuando existen relaciones con muchos más individuospor una solavíaexistemenos redundancia. El tamaño efectivode una red, por lo tanto, depende del número de individuosy conexiones que la forman y del grado de redundancia presente. Una consecuencia de este esquema es que a menudo quienes se encuentran en mejor situación para aprovechar la información que fluye por la red son quienes ocupan posiciones periféricas en vez de quienes se encuentran en el centro y son más visibles,pero con un alto nivel de redundancia. Siguiendo a Burt, Morselliañade que los participantes más exitosos de la red son quienes son capaces de rellenar los agujeros estructurales que tenga en la red, esto es contectarse con cuantos más elementos de la red sea posible y asegurar que le pueda llegar la máxima información posible -en vezde la misma información repetidas veces- y elevarsu capacidad de aislamiento de posibles de lecciones -en vez de resultar demasiado visible12.;. Morselli sostiene, pues, que aunque quizá no tan coordinado como a vecesse considera, el delito organizado existe y recurre a estrategiasque no son exclusivasdel mundo criminal sino también del legal. Las redes criminales están conformadas por contactos mutuos entre individuos con intereses compartidos que, de hecho, excluyen que tenga que recurrirse a la violencia para asegurar la cooperación o resolver conflictos 126. Waring ofrece una explicación de la codelincuencia como red en una línea semejante. Parte de la base de que las redes aparecen en el ámbito lícito para actividades que requieren algún tipo de «conocimiento o habilidad, rapidezy confianza entre los agentes», pero la existencia de consrrefiimientos impide otra forma de organización; cuando la situación exige flexibilidadpara una adaptación rápida; y cuando existe confianza. La autora añade que estas situaciones pueden ocurrir con algunas formas de criminalidad como ciertos fraudes y delitos de cuello blanco; así como con sujetos que tienen unos orígenes comunes, se parecen entre sí o incluso han desarrollado vínculos entre ellos!". Waring señala ciertos mecanismos que pueden afectar a la aparición de redes: presiones coercitivas, como cuando uno o variosagentes obligan a otro u otros a adoptar ciertas formas organizativas,con la consecuencia de que esto puede tanto facilitar como impedir la aparición de redes; procesos miméticos, en los que se copia la estructura de una organización -lícita o ilícita- que se percibe como exito125 126 127

Morselli, 2005: 23-26 y 121-122. Morselli, 2005: 124-125. Waring, 2002: 37-39.

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sa; y, finalmente, isomorfismo normativo, caso en el que los agentes que van a colaborar consideran que su asociación debe tener determinadas características que se consideran deseables 128.

3. DELINCUENCIA ORGANIZADA 3.1. La idea tradicional de delincuencia organizada El concepto de delincuencia organizada, tal y como se utiliza en nuestra sociedad e incluso en el ámbito académico, es ambiguo 129. La delincuencia organizada puede verse como un continuo. McIntosh, por ejemplo, propuso una tipología de delincuencia profesional con cuatro escalones: la delincuencia picaresca, muy poco organizada y sofisticada; la artesanal; la relativa a proyectos; y la de tipo negocio. Tanto el contexto como el tipo de sociedad influyen en la prevalencia de cada uno de estos tipos 130. Una organización, lícita o no, se caracteriza por una serie de requisitos referidos al tamaño o número de participantes mínimo, existencia de unos individuos que toman las decisiones y dan las órdenes -una especie de jefes-, estructura jerárquica, división del trabajo, etc. Caben pocas dudas sobre la realidad de organizaciones compuestas por un elevado número de sujetos, con jefes claros, etc. Por ejemplo, está bien documentada ya la existencia de grupos de bandoleros de más de veinte miembros con un jefe supremo que residia como miembro respetable de la aristocracia de una población grande y daba las órdenes oportunas a través de una cadena de mando para el asalto a diligencias, secuestros, extorsión ... , en la Córdoba del siglo XIX 131. Sin embargo, la mayoría de lo que puede considerarse una organización criminal se encuentra lejos de este modelo casi ideal. Por regla, por ejemplo, el número de personas que participa en estos grupos es mucho más pequeño y los investigadores tienen que tomar una decisión acerca de los requisitos mínimos para considerar a un grupo criminal como organizado. Aparte de la coexistencia de definiciones inconsistentes entre sí, la confusión a menudo se produce también por un retroceso en estas exigencias mínimas, de modo que la audiencia puede estar pensando en un grupo altamente organizado cuando los investigadores están hablando de algo mucho más modesto y descoordinado. Desde el punto de vista explicativo, además, la literatura ha aplicado a la delincuencia organizada teorías criminológicas clásicas-". Además, la comparación entre organizaciones para llevar a cabo acciones lícitas y organizaciones para llevar a cabo acciones ilícitas no debería llevarse

128 129 13() 131 132

Waring, 2002: 341-42. Abadinsky, 2007: 1-6. McIntosh, 1974: 16 y 29-30. Zugasti, 1876-1880: passim. Abadinsky, 2007: 14-33.

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demasiado lejos, como señala Díaz y Garda Conlledo+".En una organización criminalse espera que las órdenes de losjefes sean ejecutadaspor quienes se encuentran más abajo en la cadena de mando, quienes a su vezestán al tanto de la ilicitud de la conducta, no concurre en ellos ningún defecto -no sólono incurren en ningún error, sino que suscapacidadesintelectuales y volitivasestán intactas- y, a menudo, incluso tienen la posibilidadde abstenerse de delinquir si así lo desean. En una organización no criminal, por el contrario, se espera que quienes se encuentran más abajo en la cadena de mando se abstengan de delinquir si reciben una orden en tal sentido. Díazy Garda Conlledo pone el ejemplo de una orden para matar a otro. En comparación con una organización criminal como las descritasen algunas películas, cuando el Gerente de un Hospital dio la orden de desconectar a un paciente que aún tenía esperanzas de vida, los médicos sencillamente desobedecieron la orden por entenderla -de modo acertado- ilegal134. Por todo lo anterior, no es sencillo ofrecer una definición criminológica de delincuencia organizada que tenga una aplicación universal. Más aún, incluso en los códigospenales -como el español- no queda completamente clara la diferencia entre grupo, organización, etc. La imagen de la delincuencia organizada que ha llegado hasta nosotros a nivel popular está influenciada por el trabajo clásicode Cressey.Este autor define el delito organizado como «cualquier delito cometido por una persona que ocupa, en el marco de una división del trabajo establecida, una posición designada para la comisión de delitos, dado que esa división del trabajo incluya también al menos una posición para un corruptor, una posición para un corrupto y una posición para un valedor (enforcer)» 13.,. Esta definición implica la coordinación de las actividades del delincuente organizado con las de otros criminales; que esta coordinación tiene lugar a través de reglas; que cada criminal ocupa un lugar en un conjunto de posiciones; que esas posiciones son independientes de quien las ocupe; y que cada individuo tiene sus propios derechos y obligaciones. Cresseyva incluso más allá cuando compara esta organización con la de empresa que cuenta con cajero, vendedor, contable ... o con el funcionario público y las normas que regulan su función 136; y afirma que operar en una organización criminal exige habilidades y trabajo duro 137. En efecto, se ofrece aquí una imagen altamente organizada de la delincuencia organizada. Nuestro autor describe una organización formal-como la que se encuentra en muchas empresas privadas y en el ámbito público-, la cual se caracteriza por tres notas principales: división del trabajo; actividades de los miembros de la organización coordinadas a través de normas ,,~ Díaz y Carcía ConlJedo, 2018: 48-49. 1!14 Díaz y Carcía Conlledo, 2018: 46. 135 Cressey, 1969: 319; el mismo, 1972: 27 (énfasis eliminado). 136 Cressey, 1969: 313; el mismo, 1972: 26-40. "7 Cressey, 1972: 17.

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y códigos; y una orien tación de toda la organización hacia la consecución de objetivos anunciados 138. En realidad, lo que hemos definido como delincuencia organizada es para Cresseysólo una de las seisformas que puede tomar una organización criminal 139. A nuestros intereses, existe una forma con un grado incluso más elevado de jerarquización y división del trabajo que incluye en su más alto nivel una comisión que toma las decisiones más importantes y actúa como tribunal resolviendolas disputas que puedan surgir; y una serie de consejos, también con gran poder en el marco de la organización, por debajo 140. Cresseycree que este tipo de delincuencia organizada no sólo tiene una existencia en la sociedad norteamericana de su época 141, sino que representa una gravísimaamenaza para la misma. A sujuicio, la delincuencia organizada, que si bien tiene parecidos y conexiones con la mafia italiana es un producto propiamente estadounidense 142, no sólo controla la distribución de bienes y servicios ilegales, sino que a través de estos medios ha logrado amasar una fortuna descomunal que le permite operar en el mundo legal. Esta penetración en el mundo legal pondría en riesgo las instituciones económicas y políticas de un país. La delincuencia organizada podría, según este autor, comprar a funcionarios y al Sistema de Administración de justicia, controlar la legislación,a los políticos, construir monopolios. Por todo ello representa un problema muy serio 143. Como vamosa ver,existen pocas pruebas de que lo que describe Cressey como delincuencia organizada, tomada de modo estricto, exista de modo generalizado en nuestras sociedades. Los criminales no pueden anunciar públicamente sus objetivosilícitos por el gran riesgo de detección que eso conlleva;ni tampoco pueden recurrir al Sistemade Administración de Justicia para resolver conflictos serios; no existen asociaciones criminales tan organizadas como describe el autor norteamericano; y,cuando existen organizacionesformales, éstas se utilizan más bien como tapadera 144. Pasemos a un aspecto más concreto de lo que habitualmente se entiende como delincuencia organizada.

3.2. El modelo del mercado

Gottfredson y Hirschi (1990) pronosticaban que el delito tenderá a ser poco sofisticadoy que, por lo tanto, el delito rara vez responderá a una na-

I!IB 1~9 140

141 142 143 1'14

Cressey, 1972: 11, la cual se distingue de organizaciones informales, 10-12 y 69. Cressey, 1972: 19-20, 26, 44, 53, 62 Y68. Cressey, 1972: 20-26. También cree que podría ser un problema en la sociedad británica, Cressey, 1972: 1-2. Cressey, 1969: 26. Cressey, 1969: 1-4; el mismo, 1972: 3-4. Hawkins, 1969: 50-51; Morselli, 2005: 2 y 12-14; Smith, 1975: 306-310; Waring, 2002: 34-35.

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turaleza organizada. Conjeturan que los delincuentes, por su naturaleza impulsiva,no serán muy proclivesa organizarse ni coordinarse, como tampoco lo serán a obedecer órdenes, a ser constantes y rigurosos en su ejecución incluso cuando deciden aceptarlas;que la desconfianzareinará en una tal organización -por ejemplo respecto a la repartición de los botines-, con el consiguiente riesgo de delación bien cuando se detiene a uno de miembros de la organización o bien de modo espontáneo; el trato habitual con personas que pueden ser vehementes no es fácil,etc. Esta argumentación de Gottfredson y Hirschi es consistente con el trabajo de autores como Reuter (1983). Este autor señala que la delincuencia organizada era por lo habitual negada por la policía y el Sistemade Administración de Justicia Norteamericano hasta 1961,durante el mandato de]. F.Kennedy, cuyo hermano era el FiscalGeneral. Reuter (1983) investigó algunos ejemplos estadounidenses de lo que suele interpretar como delincuencia organizada: el negocio del juego, en particular el llamado números (numbers), una lotería ilegal;los narcóticosy la usura. Reuter propone el modelo del mercado ilegal para describir y explicar estos fenómenos: se trata de casosen los que existe una demanda -el juego, el consumo de ciertas sustanciasy préstamos rápidos fuera de las víashabituales de financiación- y una oferta para cubrirla, si bien fuera de la Leyy de modo que infringe el Código penal. Estos mercados ilegales funcionarían de modo semejante a los legales,incluyendo una serie de fuerzas externas propias del mercado que se imponen a los indivíduos145. Como metáfora de gran valor heurístico, esta propuesta del mercado ilegal es valiosa.Otro ejemplo semejante es el de carrera criminal (Serrano Maíllo). Sin embargo, la comparación no debería llevarsedemasiado lejos: los participantes en un mercado ilegal,en el caso típico, no pueden recurrir a la publicidad para dar a conocer sus productos o servicios, no pueden recurrir a la protección de la policía o del Sistema de Administración de Justicia y afrontan costes a medio y largo plazo de detención. Frente a este modelo son imaginables otras alternativas interpretativas como los modelos de la empresa o del monopolio. En el primero se conjetura que las actividades estudiadas por Reuter y otras semejantes funcionan por organizaciones parecidas a las firmas o empresas, con una jerarquía y organización nítidas. En el segundo se hipotetiza que incluso alguna o unas pocas organizaciones ostentan el monopolio o el cuasimonopolio de las actividades ilícitasseñaladas.Puesto que en la naturaleza se pueden encontrar situaciones muy heterogéneas -aunque también puedan ser muy excepcionales, como puede ser un trébol de cuatro hojas-, el interés de la Criminología reside en la frecuencia en que se dan estos casos ideales y comprobar cuál de ellos prevalece. A responder a esta última cuestión dedicaremos las próximas páginas.

I'Ir.

Críticamente con este modelo, Morselli, 2005: 17.

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Por lo tanto, aunque ya se ha dicho que no cabe duda de la existencia de delincuencia organizada, la pregunta clave se refiere a su frecuencia, esto es si es un fenómeno extendido que constituye un serio problema o si, por el contrario, es algo relativamente excepcional cuyo control y prevención no amerita una exagerada profusión de medios -los cuales, por lo tanto, podrían emplearse en otras misiones.Al mismo tiempo, existen algunas razones para que se sobreestime la frecuencia y carácter problemático de la delincuencia organizada (Reuter, 1983). En primer lugar, se trata de un fenómeno que genera temor en la opinión pública por su potencial para penetrar en la Administración,incluyendo la policía,losjueces y tribunales, etc. En segundo lugar, algunos grupos que trabajan en este fenómeno pueden tener un interés en su exageración como forma de competir por recursos escasos:la policía puede esperar recibir más fondos si se define su actividad como una lucha contra grupos poderosos y potencialmente muy dañosos que si se hace como la persecución de delincuentes de poca monta; los investigadores pueden aspirar a conseguir proyectos de investigación financiados,plazasde profesorado, institutos de investigación,atención mediática, etc. por los mismos motivos.Piénsese, de modo menos sutil, en un delator que espera recibir beneficios a cambio de su información y los funcionarios que desean el reconocimiento de su labor e incluso quizá su promoción: la información que se obtenga será tanto más valiosasegún de peligroso sea el fenómeno que se quiere controlar y prevenir. Bajo estas condiciones, la información facilitaday aceptada habitualmente no infraestimará la extensión, sofisticación,gravedad... en este caso de la delincuencia organizada. Además, a menudo la información que se tiene de la delincuencia organizada procede precisamente de la policía y de los investigadoresespecializados. Reuter (1983) encuentra en su investigaciónsobre mercados ilegaleslo siguiente: a) En estos mercados existen pocas limitacionespara la entrada. Dicho con otras palabras, casi cualquiera se puede involucrar en los mismos, sin tener que realizar, verbigracia, grandes desembolsos, como habitualmente ocurre en otros mercados legales. b) Los participantes, o sea los empresarios ilegales, fijan sus precios de acuerdo con fuerzas externas propias del mercado de que se trate. De otro modo no tendrían clientes. e) No hay rastro de ninguna situación de monopolio ni nada cercano, sino que lo que se observa es un mercado fragmentado, esto es en el que participan muchos empresarios pequeños. d) A menudo los participantes no son profesionales, sino que estos comportamientos ilícitosson sólo una parte de susactividadesy de susingresos. e) Estas organizaciones, además de modestas, tienden a ser efímeras en el tiempo, esto es a durar relativamente poco.

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Este autor concluye que actividades ilícitas que requieren colaboración no implican necesariamente delincuencia organizada. De hecho, se muestra escéptico sobre que la delincuenciaorganizadasea un problema serio. Finalmente, sugiere separar los conceptosde delincuencia organizada y mercadoilegal (Reuter, 1983;Waring, 2002:35-36).Como puede apreciarse, este enfoque coincide con la tradición de Gottfredson y Hirschi (1990), para quienes el delito, entre otros motivospor la naturaleza impulsivade los delincuentes, tenderá a ser poco sofisticado y, en consecuencia, la delincuencia organizada será excepcional. Un caso que habitualmente se estudia en el marco de la delincuencia organizada es el tráfico de personas y el contrabando de inmigrantes -o inmigración ilegal. Los mismos vienen tipificadosrespectivamente en los artículos 177 bis y 318 bis del Código penal español, a los que me remito para mayor detalle. Estos protocolos siguen sendos protocolos de Naciones Unidas de 2000, los cuales a su vez siguen de la Convención de Europol de 1995. El tráfico de personas evoca la idea de control de alguna o algunas personas con la finalidad de explotarlo por ejemplo como trabajador sexual, trabajador o mendigo forzado, extracción de órganos corporales, etc. -entre otros supuestos descritos por el artículo 177 bis. El contrabando de inmigrantes consiste en ayudar a otros a entrar de modo ilegal en otro país, salvoque se haga por motivos estrictamente humanitarios. Como puede comprobarse, se trata de comportamientos diferentescomo atestigua de modo intuitivo la relativa distancia numérica de los dos artículos del Código penal mencionados-, con unas notas de ataque a las personas más que al Estado, ausencia de agencia en la víctimay explotación en el primero que no se dan en el segundo; que encajan a su vezen definiciones naturales de delito. Pese a esta diferenciación, a menudo existe entre ambas conductas delictivasuna relación íntima. Por un lado, para algunos autores nos encontramos ante un continuo, o sea con modalidades de gravedad diversa de un mismo fenómeno (Salty Stain, 1997).Así mismo existen situaciones fronterizas: casosen los que existe una presión para abandonar un país, pero en los que no está clara la ausencia de agencia; casos en los que se producen cambiosen las condiciones del viaje por circunstancias sobrevenidas imprevisibles,como cuando se tiene que cambiar la ruta pero ya no es posible volveratrás y se encarece el traslado; o cuando en un mismo desplazamiento se pasa por varias etapas que encajan alternativamente en una u otra definición. Un caso particularmente complejo se produce cuando el contrabando se llevaa cabo mediante promesa de abono una vez alcanzado el destino. El criminal ofrece tanto un servicio de inmigración ilegal como de préstamo o financiación.Así,al final es perfectamente imaginable que la víctima termine en una situación de explotación propia del tráfico, pero la misma no es debida al contrabando en el sentido de que no es su finalidad principal; sino al préstamo. Seguramente habrá engaño y abuso en algunos de estos

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supuestos, pero en otros la víctimaconocerá de antemano las condiciones que le esperan y habrá aceptado. Dependiendo de la valoración de estas circunstancias, el concepto de tráfico tendrá una aplicación máso menos amplia -en sociedadescomo las actuales, calificadasdel control, con clara tendencia hacia la segunda opción-, lo cual determinará si los esfuerzos preventivosy de asistencia a las víctimas, que por definición son limitados, se pueden concentrar más o menos. Los datos proporcionados por Frontex señalan a la existencia de varias rutas de inmigración ilegal a Europa, entre las que destacan las del Mediterráneo central y occidental. Pues bien, cada una de estas rutas presenta unos cambios espectaculares, con aumentos y descensos vertiginosos de cero a cientos de milesy al revés de entradas ile:gale.s-en el caso típico con algún tipo de ayuda- en pocos meses. Este mercado tan flexible es consistente con un modelo mercado y está muy lejos de la alternativa del monopolio. En efecto, en una situación de monopolio no es posible responder con tanta rapidez a las demandas del mercado. La atención de esta demanda sólo es posible si muchos individuos o grupos pequeños independientes pueden entrar y salir rápidamente del mercado. En otras palabras y siguiendo a la literatura (Campana, 2017), estas observaciones sugieren: a) No existe un monopolio de la inmigración ilegal en manos de uno o unos pocos grupos dominantes. b) Por el contrario deben existir muchos grupos pequeños que se ven envueltos en estas actividades ilícitas. e) La entrada en el mercado es sencilla y,así, los costes de entrada son bajos. d) No se requieren habilidades especiales ni un entrenamiento particular para participar en este mercado. Como se puede observar,se trata de un panorama coherente con la idea de mercado ilegal de Reuter y en línea con Gottfredson y Hirschi. De nuevo, no importa repetir que esto no excluye la existencia de delincuencia organizada, aunque sí pone en duda que la misma domine ciertos campos criminales. Así, Salt (2000) describe grupos mafiososque controlaban el contrabando de inmigrantes hacia el exterior de Polonia antes de la entrada de este país en la Unión Europea; mientras que Vayrynen (2003) calcula que el setenta por ciento de los clubs de alterne -que pueden dedicarse a la explotación de trabajadoras sexuales- del Soho londinense están controlados por mafias albanas y kosovares. Los delitos de contrabando ilegal y de tráfico de personas presentan unos problemas metodológicos para su estudio formidables. Esto es característico de muchos otros comportamientos que, con mayor o menor propiedad, se definen como delincuencia organizada. Así, es dificil inferir las

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característicasgenerales del fenómeno a partir de estudiosparticulares,así como ofrecer resúmenes narrativos o cuantitativosde la evidenciadisponible. Por este motivose ofrecen a continuación dos estudios.El primero de Chin y Zhang sobre contrabando de inmigrantes chinos hacia el interior de Estados Unidos, un estudio que tiene una naturalezacualitativa.El segundo es una investigacióncuantitativade Campana, de la Universidadde Cambridge, sobre tráfico de personas que viajande Áfricaa Europa. No es posible extrapolar los hallazgosque reportan estos investigadoresa la generalidad del fenómeno, pero hasta cierto punto sí son representativos de lo que se ha publicado. Chin y Zhang (2002)entrevistarona 129individuosque habían ayudado a la introducción ilegal de inmigrantes chinos en Estados Unidos. Nos encontramos en principio, pues, ante un supuesto de contrabando de inmigrantes, aunque no se puede descartar que algunas de las víctimasse vieran luego sometidas, verbigracia,a condiciones de trabajo abusivas-y que, quizá, los delincuentes lo supieran o sospecharan. Estosautores informan de los siguientes hallazgos: a) Para verse envuelto en estos delitos no es preciso tener ningún tipo de habilidad o talento especial. b) Las carreras criminales de estos delincuentes eran relativamente cortas, con una duración media de seis años. e) No forman parte de mafias, salvoun pequeño porcentaje de siete puntos. d) En contra de la afirmación de Gottfredson y Hirschi (1990) de que el delito habitualmente no produce grandes beneficios a susautores, estos sujetos informaron de ganancias sustanciosas, con una mediana de 10.000 dólares y un máximo de 40.000 dólares por acción. Al mismo tiempo, los costes parecen impredecibles ya que pueden aparecer complicaciones no anticipadas que obliguen a variar la ruta o a otra serie de gastos añadidos. e) Entre las motivaciones destaca el dinero: el noventa y dos por ciento señaló que esta es la razón de verse envueltos en el contrabando de inmigrantes; mientras que apenas un siete por ciento dijo hacerlo para ayudar a amigos. f) En un setenta por ciento de los casos, el contrabando de inmigrantes representaba una actividad a tiempo parcial para estos entrevistados. g) Losgrupos de que formaban parte los delincuentes de Chin y Zhang no eran muy grandes, y estaban compuestos por entre 2 y 3 miembros en un cuarenta y seis por ciento de los casos; mientras que apenas un veinte por ciento formaba parte de grupos de seis o más personas. h) Lasentrevistasarrojan una clara divisióndel trabajo entre los participantes en estas actividades. i) La toma de decisiones dentro de los grupos era relativamente democrática en la mitad de los casos.

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j)

Estosgrupos colaborabanrelativamentepoco con otros grupos: el setenta y uno por ciento de los encuestados contestó que no existía una tal colaboración. k) Son introducidos en estasactividadespor amigos o familiares. 1) No se ven a sí mismos como delincuentes, sino que tienen una buena imagen de sí mismos,considerándose empresarios,personas que hacen el bien, etc. y afirmando alguno de ellos que sus familias estaban orgullosasde lo que hacían.

Resulta evidente que la muestra de Chin y Zhang no es representativa, con lo que no hay base para la inferencia. El escenario que describen de nuevo se aproxima más al modelo del mercado ilegal que al del monopolio o la empresa;y,con la clara excepción del punto d, al enfoque de Gottfredson y Hirschi. Otros estudios reportan las mismasconclusiones de que el contrabando de inmigrantes es una «red flexible» compuesta por muchos grupos que «cooperan sobre la marcha» (Icduyguy Toktas,2002); de que no existe una organización centralizada (Sanchez, 2015); sino «una red compleja de organizaciones de tamaño pequeño y mediano» (Pastore et al., 2006). De pasada puede apuntarse que los hallazgosde estosautores se aproximan a las teorías del aprendizaje socialal evocar un exceso de definiciones favorablesa la infracción de las normas (elemento k) -sobre el rol de la familia, vid. Giordano- y al rol de las definiciones (elemento 1). Chin y Zhang ponen sobre la mesa una ulterior cuestión de gran relevancia para nosotros y que abunda en la idea de un mercado ilegal compuesto por grupos independientes. Muchos autores han apuntado que delitos como el contrabando de inmigrantes o el tráfico de personas están compuestos por varias fases. En el primer caso puede haber varias etapas en un largo viaje que incluye varios países, períodos de espera, procura de documentos, cte.; mientras que una tipología habitual para el segundo caso distingue entre el reclutamiento, el transporte y la explotación (Aronowitzet aL, 2009). Como recalcaremos, la idea de especialización y división del trabajo (punto h) y de ausencia de colaboración con otros grupos (punto j), abre la puerta a que grupos distintos de individuos participen en etapas diferentes y que exista una coordinación mínima entre ellos. Campana estudia dieciséiseventos de tráfico de personas. Se trataba de mujeres nigerianas enviadasdesde su país a Italia para ser explotadas como trabajadorassexuales.En dichos eventosse habían vistoenvueltascincuenta y ocho personas: veinticinco criminales y treinta y tres víctimas. En cada evento se habían trasladado vía aérea una media de dos víctimas (2,1 %) y había participado una media de cinco delincuentes (5,3%).Para esta investigaciónse recurrió a variasfuentes de información de la policíay la Fiscalía italiana,a partir de las cuales Campana pudo construir variasbasesde datos para su análisiscuantitativo y el consiguiente test de hipótesis.

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A nuestros fines, Campana está interesado por la cooperación y coordinación entre los agresores. En primer lugar, ofrece una descripcióngráfica de los individuos que había participado a la vezen un mismo evento. Encuentra que existían cuatro sujetos que habían colaborado en una mayoría de casos,pero que al mismo tiempo existían muchos criminalesque parecían haber sido contactados de modo esporádico para alguna acción concreta, esto es que su participación había sido ad hoc más que permanente. Aunque sí existe una cierta internalización, en el escenario predomina la externalización de las intervenciones, siguiendo al autor de este trabajo. Este mismo hallazgo se ve reforzado por que Campana sólo en dos de los dieciséis eventos habían participado doce sujetos (el máximo), mientras que en la mayoríasólo había cuatro o menos individuosimplicados.La mayor parte de los criminalesde esta muestra, por lo tanto, no parecen formar parte de una organización criminal permanente. Por último, Campana estudia qué variablespredicen la coparticipación, esto es de qué dependía que en un evento participaran más o menos personas. A tal fin regresa el número de colaboracionesentre los ofensoressobre una serie de variables independientes. Puesto que este enfoque viola la asunción de observaciones independientes, es preciso salir del modelo lineal y aplicar un tipo particular de regresión (QAP). El análisisarroja algunos resultados sorprendentes, como que tener una edad próxima o el parentesco no eran determinantes estadísticamente significativos de la cooperación o que la nacionalidad era un predictor negativo de la misma -esto es, que los participantes tendían a colaborar más con sujetos de otras nacionalidades. A nuestros intereses, sin embargo, dos hallazgosson especialmente relevantes: la coordinación dependía de que se desempeñaran roles diferentes;y de que se participara en una misma etapa. El primer elemento apunta a una especializacióny división del trabajo. Los roles son importantes porque los participantes no son intercambiables, no cualquiera puede desempeñar un rol al azar: unos son dirigentes y toman las decisiones, otros se dedican a procurar recursos, etc. Por eso, a la hora de organizar un evento criminal se requiere coordinarse con sujetos que ocupen roles alternativos, no cubiertos. En segundo lugar, Campana encontró que quienes participaban en la etapa de transporte cooperaban entre sí; y que quienes participaban en la explotación como responsables de clubs de alterne -las llamadas madams- se relacionaban entre sí... pero que los primeros y los segundos parecían autónomos. Grupos diferentes, pues, intervienen en etapas diferentes y son independientes entre sí. No parece existir en estos casos, pues, una gran organización criminal que recluta, trasporta y explota a estas mujeres nigerianas. Además, Campana sugiere que por esta vía se podrían trasladar 200 chicas al año, con lo que tampoco parece que nos encontremos ante nada parecido a un monopolio 146.

'46

Campana, 2016: 1-10.

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3.3. ¿Bandas organizadas? El estudio de bandas o bandas juveniles encuentra un grave problema en su definición 147, el cual se ha agravado con la gran y creciente heterogeneidad y expansión que presenta su fenomenología 148. Kazyrytski afirma que sí existen bandas en Europa y España, e identifica hasta doce bandas latinas con un rango de integrantes entre más de 400 y menos de 25149• Al mismo tiempo concede que «En el caso de Europa no hay suficientes investigaciones para poder ofrecer unas sólidas generalizaciones» 150 mientras que la fenomenología que describe no parece identificar grupos con una particular capacidad criminal 151• En todo caso existe un amplio acuerdo en que las bandas europeas, si es que existen, son marcadamente distintas de las norteamericanas, por ejemplo en términos de cohesión interna, mucho menor en el viejo continente 152. Como hemos visto, un modelo que subyace a algunos de los fenómenos que hemos revisado es el de la elección racional. Padilla ha propuesto una teoría sobre las bandas que encaja en esta tradición y que sugiere que son empresas. Este autor estudia una banda de puertorriqueños en Chicago 153. Estos jóvenes han renunciado a una cultura que les anima a buscar el éxito pero que al mismo tiempo les impide obtenerlo y abrazan una contracultura en la que esperan alcanzar «apoyo emocional y bienes materiales» 154. El punto de partida, pues, es una fuente de frustración estructura1155. Esto jóvenes se dan cuenta de su situación de desventaja y opresión y, en vez de conformarse, reaccionan y buscan alternativas para alcanzar el éxito -con el mismo ímpetu y ambición que sus compañeros de clase media 156_, en línea con la idea de Merton de los innovadores. Su solución es la venta de drogas: la banda es una empresa que se encuadra en la economía norteamericana y cuenta con sus propias particularidades culturales y sus medios para «transmitir y reforzar sus virtudes empresariales fundamentales» ló7. Desde este punto de vista, estos jóvenes no consideran que su actividad sea ni algo malo ni un fracaso; ya que, aunque son conscientes de que infringe normas mayoritarias, no les queda otra

Sarnecki, 2001: 14-15. Sarnecki, 2001: 16 y 19. 149 Kazyrytski, 2010: 96, 112-113,212 Y319. 150 Kazyrytski, 2010: 104. 151 Kazyrytski, 2010: 144-149 y 153-177. 152 Sarnecki, 2001: 20. 153 Sobre los cambios étnicos en la ciudad desde los tiempos de Shaw y McKay, vid. Padilla, 1992: 25-26 y 28. 154 Padilla, 1992: 1-2,5,42,90,104 Y 167-169, cita procede de 2. 155 Padilla, 1992: 1-2,5,8-9,14,42,59,101-104,112,153-154,162,167-169, 176, 183-184, 187, cita procede de 2. 156 Padilla, 1992: 14. 157 Padilla, 1992: 3. 117 148

PROCESOS GRUPALES

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opción si no quieren resignarse a una existencia precaria y oprimida -una situación de «pobre de largo recorrido», de trabajo duro que no les va a sacar de la miseria 158. El tráfico de drogas es visto más bien como un negocio -y a nivel individual un proveedor de empleo- en el que el delito no les ocupa más que un tiempo limitado y en el que la violencia es un recurso limitado a casos de necesidad en los que el negocio está en peligro. Dicho con otras palabras, se genera una «ideología de la resistencia cultural» 1.'>9. La banda gira en torno a la etnia: prácticamente todos los sujetos estudiados por Padilla son puertorriqueños cien por cien. Su empresa, por lo tanto, es una empresa étnica. Este elemento étnico es decisivo ya que permite que exista un grado significativo de solidaridad -solidaridad étnica- y de identidad -iden tidad étnica 160. Como vemos, Padilla rechaza que las bandas sean un fenómeno irracional, quizá compuesto o dominado por individuos con fuertes tendencias criminales e incluso psicópatas. Antes al contrario, es una respuesta -ocasionalmente incluso marcada por el coraje- a un contexto injusto y opresor y, aunque genera una cultura propia, no se muestra paradójicamente completamente antagónica en el sueño y otros valores e ideales norteamericanos. La banda es un negocio empresarial y, por lo tanto, responde a una organización 161. De este modo, para favorecer su negocio las bandas favorecen la paz en los barrios, imponen un control interno y pueden aplicar sanciones, preparan algunos golpes y trabajan en equipo 162. La organización que describe Padilla, sin embargo, es más bien elemental y predomina el elemento división del trabajo con posiciones para proveedores y distribuidores droga, para vendedores de cocaína y marihuana y para hurtos y robos; a la par que apunta una cierta jerarquía; y menciona el establecimiento de una zona propia'P. Frente a enfoques más racionales, algunas explicaciones se han centrado en aspectos no utilitarios como el sentido de pertenencia. En un trabajo clásico, Short y Strodtbeck creen que las bandas son una respuesta a las condiciones desfavorables cuando no hostiles que les ha tocado vivir 164. Desde este punto de vista, el grado de organización de las bandas sería IIlUcho menor que el que propone Padilla!". Kazyrytski entrevistó a miembros de la policía autonómica catalana, los Mossos d'Escuadra 166. Lo que se nos

Padilla, 1992: 159. Padilla, 1992: 4-5,9, 13,63,67 Y124, cita tomada de 5. Abundando sobre la idea de resistencia de ciertas comunidades ante las adversidades que experimentan, Edberg y Bourgois, 2013: 194 IGO Padilla, 1992: 3, 14,4&47,62,84,107,127,130 Y143. 161 Padilla, 1992: 95-96, 109, 111, 116 Y186. 162 Padilla, 1992: 101, 119, 120, 124, 149 Y151. 163 Padilla, 1992: 97,116,129 Y137-141; la organización que describe este autor parece superficial en comparación con los requisitos y su nivel de exigencia que él mismo propone, 92. 1&1 Short y Strodtbeck, 1974: 47-76. 165 Vid. por ejemplo Short y Strodtbeck, 1974: 209. 166 Sobre la metodología, vid. Kazyrytski, 2010: 23-25. Este enfoque no es desconocido en la disciplina, vid. Klein, 1995. 158

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ofrece, por lo tanto, es la visión policial y en este sentido experta por un lado, pero por otro potencialmente sesgada167 en cuanto que elementos de evaluación de la labor policial, indicador de la necesidad de asignación de recursos, etc. Estas bandas callejeras están relacionadas por el contexto inmigratorio de los últimos lustros 168. Las bandas del trabajo de Kazyrytskino tienen una orientación criminal ya que la delincuencia es una parte menor de sus actividades,no es habitual el empleo de armas blancas y no practican el tráfico de drogas. Si existen ejemplos de violencia,si bien generalmente limitada a losjóvenes pertenecientes a este movimiento l'". Tampoco encuentra nuestro autor pruebas de territorialidad ni de una estructura sólida ni mucho menos de jerarquización 170. El profesor de la Universidad de Girona rechaza que se trate de un fenómeno importado directamente a partir de las bandas de sus países de origen: «Lasbandas no mantienen relaciones de carácter instrumental con sus homólogos en los países de América Latina y no han sido implantadas por su voluntad» 171. Esta descripción también aleja la imagen de organización que propone Padilla para las bandas españolas, en el caso de que existan.

Críticamente con esta metodología, Padilla, 1992: 22. Este autor ofrece un enfoque plurifactorial sobre la aparición de las bandas, Kazyrytski, 2010: 278-283, 293 Y322. 169 Kazyrytski, 2010: 144-149 y 153-177. 170 Kazyrytski, 2010: 207-212. 171 Kazyrytski, 2010: 223. 167

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SOBRE EL AUTOR Alfonso Serrano Maíllo es doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid; doctor en Sociología por la UNED; y doctor honoris causa por la Universidad José Carlos Mariátegui, de Perú. Ha sido Profesor Titular de Escuela Universitaria (por oposición de libre concurrencia con un Tribunal de expertos en el área); y es en la actualidad Profesor Titular de Universidad (por oposición de libre concurrencia con un Tribunal de expertos en el área) del Departamento de Derecho penal y Criminología de la UNED, del que ha sido director (2002-2014). Ha sido colaborador científico del Instituto Max-Planck para Derecho penal extranjero e internacional de Friburgo de Brisgovia (noviembre 1996 y abril-mayo 1997) y Profesor Visitante en el Departamento de Criminología yJusticia Criminal de la Universidad de Maryland (octubre 2000-agosto 2001) y en la Escuela de Justicia Criminal de la Universidad de Northeastern, Boston (octubre 2006-mayo 2007), así como Visiting Fellow del Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge (agosto 2015julio 2016). Ha obtenido un Reconocimiento por su «brillante trayectoria académica y profesional», concedido por unanimidad por el Instituto Iberoamericano de Derecho penal (México-Buenos Aires); ha sido asimismo distinguido como Profesor Honorario de las Universidades Latinoamericanas Católica Santa María, Nacional San Agustín de Arequipa, Andina del Cusco,]osé Carlos Mariátegui, Inca Carcilaso de la Vega de Lima y]FK de Buenos Aires. Entre sus publicaciones destacan sus últimos libros El problema de las contingencias en la teoría del autocontrol (2.ª edición, 2013), Criminología del delincuente vial (2015,junto a María F. Realpe), Firmeza frente al delito y moralidad en la modernidad reflexiva (2016), Oportunidad y delito (2.'"edición, 2017), Delito, moralidad individual y controles (2017), Un estudio sobrelaformación de la Criminología española (2018) y,junto a Alfonso Serrano Gómez, Derechopenal. Parte especial (l6.ª edición, 2011) . Es un científico social independiente y no pertenece ni simpatiza con ningún partido o grupo político, religioso o de cualquier otra naturaleza. En las palabras de Nigel Walker, es «un hombre sin lealtades».

COLECCiÓN ESTUDIOS DE CRIMINOLOGíA y POLíTICA CRIMINAL DIRIGIDA POR ALFONSO SERRANO MAíLLO INTRODUCCiÓN A LA CRIMINOLOGíA SERRANO MAíLLO, A. 6. a ed. 2009. DERECHO PENAL Y SOLIDARIDAD. Teoría y práctica del mandato penal de socorro VARONA GÓMEZ, D. 2005. DERECHO PENAL JUVENIL EUROPEO VÁZQUEZ GONZÁLEZ, C. 2005. DELINCUENCIA DE MENORES. TRATAMIENTO CRIMINOLÓGICO y JURíDICO HERRERO HERRERO, C. 2. a ed. 2008. DERECHO PENAL JUVENIL VÁZQUEZ GONZÁLEZ, C. y SERRANO TÁRRAGA, M.a D. (Editores) 2. a ed. 2007. EL ENEMIGO EN EL DERECHO PENAL ZAFFARONI, E. R. 2007. POLiTICA CRIMINAL INTEGRADORA HERRERO HERRERO, C. 2007. HISTORIA DE LA CRIMINOLOGíA EN ESPAÑA SERRANO GÓMEZ, A. 2007. ESTUDIOS DE HISTORIA DE LAS CIENCIAS CRIMINALES EN ESPAÑA ALVARADO PLANAS, J. Y SERRANO MAíLLO, A. (Editores) 2007. LA MEDICiÓN DEL DELITO EN LA SEGURIDAD PÚBLICA FERNÁNDEZ VILLAZALA, T. 2008. TEMAS DE CRIMINOLOGíA AEBI, M. F. 2008. INTERSECCIONESTEÓRICAS EN CRIMINOLOGíA. ACCiÓN, ELECCiÓN RACIONAL Y TEORíA ETIOLÓGICA SERRANO MAíLLO, A. (Editor) 2008. NOCIONES DE PREVENCiÓN DEL DELITO Y TRATAMIENTO DE LA DELINCUENCIA BUENO ARÚS, F. 2008. TUTELA PENAL AMBIENTAL SERRANO TÁRRAGA, M.a D.; SERRANO MAíLLO, A.; VÁZQUEZ GONZÁLEZ, C. 3"ed.2017. AUTOEFICACIA y DELINCUENCIA GARRIDO MARTíN, E.; MASIP PALLEJÁ, J.; HERRERO ALONSO, C. 2009. OPORTUNIDAD Y DELITO SERRANO MAíLLO, A. 2009. PUNITIVIDAD y VICTIMACIÓN EN LA EXPERIENCIA CONTEMPORÁNEA. ESTUDIOS KURY, H. y SERRANO MAíLLO, A. (Editores) 2009. LA DIGNIDAD DE LAS MACROvíCTIMAS TRANSFORMA LA JUSTICIA Y LA CONVIVENCIA (IN TENEBRIS, LUX) BERISTAIN IPIÑA, ANTONIO 2010. INDUSTRIA Y CONTAMINACiÓN MEDIOAMBIENTAL. UN ESTUDIO COMPARATIVO DE LA PERCEPCiÓN DEL RIESGO EN COLOMBIA Y EN ESPAÑA MARíA FERNANDA REALPE QUINTERO 2010.

INMIGRACiÓN, DIVERSIDAD Y CONFLICTO CARLOS VÁZQUEZ GONZÁLEZ

CULTURAL

2010. GENERACiÓN YIHAD. LA RADICALlZACIÓN ISLAMISTA DE LOS JÓVENES MUSULMANES EN EUROPA MIGUEL ÁNGEL CANO PAÑOS 2010. EL PROBLEMA DE LAS CONTINGENCIAS EN LA TEORíA DEL AUTOCONTROL. UN TEST DE LA TEORíA GENERAL DEL DELITO ALFONSO SERRANO MAíLLO 2"ed.2013. FENOMENOLOGíA CRIMINAL y CRIMINOLOGíA COMPARADA CÉSAR HERRERO HERRERO 2011. CRIMINOLOGíA COMPARADA: ESTUDIOS DE CASO SOBRE DELINCUENCIA, CONTROL SOCIAL Y MORALIDAD CHRISTOPHER BIRKBECK 2012. TEORíA SOCIAL, MARGINALlDAD URBANA Y ESTADO PENAL. Aproximaciones al trabajo de Lo'ic Wacquant IGNACIO GONZÁLEZ SÁNCHEZ 2012. RÉGIMEN PENITENCIARIO DE LOS TERRORISTAS EN ESPAÑA: LA PRISiÓN COMO ARMA PARA COMBATIR A ETA MIGUEL ÁNGEL CANO PAÑOS 2012. TRATADO DE CRIMINOLOGíA CLíNICA HERRERO HERRERO, C. 2013. LA GENERALIDAD DE LA TEORíA DEL AUTOCONTROL. Una primera extensión de la teoría general del delito a los países de habla hispana SERRANO MAILLO, A. y BIRKBECK, C. H. (Editores) 2013. EL ROL DE LA CRIMINOLOGíA PARA LA SEGURIDAD EN LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA. SERRANO TÁRRAGA, M.a D. 2014. EL GOBIERNO DE LA PE;NALlDAD. La complejidad de la Política criminal contemporánea. BRANDARIZ GARCIA, J. A. 2014. LA MORALIDAD HISTORIADA: EL MELODRAMA DE LA CRIMINALIDAD EN LAS AMÉRICAS BIRKBECK, C. H. 2014. CRIMINALIDAD ORGANIZADA. Aspectos jurídicos y criminológicos. JULlÁN LÓPEZ-MUÑOZ 2015. HACIA UN DERECHO PENAL EQUILIBRADO. Plataforma razonable de política criminal. CÉSAR HERRERO HERRERO 2015. TUPAMAROS: DERROTA MILITAR, METAMORFOSIS POLlTICA y VICTORIA ELECTORAL JULIO BORDAS MARTíNEZ 2015. EL MODE~q GERENCIAL-ACTUARIAL DE PENALIDAD. Eficiencia, riesgo y sistema penal JOSE ANGEL BRANDARIZ GARcíA 2016. CRIMI~OLOGíA. Parte General y Especial CESAR HERRERO HERRERO 4"ed.2017. FIRMEZA FRENTE AL DELITO Y COMUNIDAD EN LA MODERNIDAD REFLEXIVA. La tesis extendida de los sentimientos de insequridad como teoría del control social ALFONSO SERRANO MAILLO 2017. TEORíA CRIMINOLÓGICA. La explicación del delito en la sociedad contemporánea. ALFONSO SERRANO MAíLLO 2017. ANOMIA, COHESiÓN ,SOCIA~ y MORALIDAD. Cien años de tradicjón durkheimiana en Criminología. IGNACIO GONZALEZ SANCHEZ y ALFONSO SERRANO MAILLO 201& PATRONES Y PROCESOS DELlCTIVOS. La naturaleza y características del delito en la sociedad contemporánea. ALFONSO SERRANO MAíLLO 2019.

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