Dane Rudhyar - Las Casas Astrologicas.pdf

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LA EXPERIENCIA INDIVIDUAL EN UN MARCO DE REFERENCIA

SEGUNDA EDICION

DANE RUDHYAR

LAS

CASAS ASTROLOGICAS Traducido del inglés por HÉCTOR V. MOREL

EDITORIAL KIER S.A.

AVDA. SANTA FE 1260 (1059) BUENOS AIRES

Tltulo original en inglés:

The Astrological Houses. The Spectrum of Individual Experience

la. ediciOn en inglés: e 1972 by Dane Rudhyar: Ooubleday, Garden City, N.Y. 2a. ediclOn en inglés: e 1986 CRCS Publications; P.O. Box 20850, Reno, Nevada 89515, E.U.A. Ediciones en castellano: Editorial Kier S.A.; Buenos Aires ai\os: 1990 • 1993 Dlsei\o de tapa:

Graciela Goldsmidt

ComposlclOn Tipogréflca:

Centro GrfJfico Léser

LIBRO DE EDICtON ARGENTINA t.S.B.N.: 950-17-0525-0 Queda hecho et depósito que marca la ley 11.723 e 1993 by Editorial Kier S.A.; Buenos Aires Impreso en Argentina Printed in Argentina

PRIMERA PARTE

¿CUAL ES LA RAZON DE SER DE LAS CASAS? LAS CASAS COMO EL MARCO ASTROLOGICO BASICO DE REFERENCIA LAS CASAS COMO CAMPOS DE EXPERIENCIA

¿CUALES LA RAZON DE SER DE LAS CASAS?

Es probable que sean mayoría los astrólogos que, en general, coincidan en decir que la astrología es el estudio de las eventua­ les correlaciones entre las posiciones de los cuerpos celestes que están alrededor de la Tierra y los hechos fisicos o los cambios psi­ cológicos y sociales ocurridos en la consciencia del hombre. Los movimientos de los cuerpos celestes son, con poquísimas excep­ cione�. cíclicos y predecibles. Hasta donde podemos ver, nuestro universo es ordenado. aunque su orden no sea demasiado paten­ te si se lo ve de cerca. puesto que desde nuestra posición en la Tie­ rra. en medio de los acontecimientos, participando de ellos y re­ accionando emocionalmente ante ellos. somos incapaces de per­ cibir el gran cuadro de la existencia cósmica. Sin embargo, cuan­ do consideramos los hechos celestes que ocurren a una distan­ cia enorme de nosotros, podemos experimentar fácilmente los majestuosos ritmos delineados en el trasfondo del cielo: la sali­ da y la puesta del Sol. de la Luna y de las estrellas, la Luna Nue­ va y la Luna Llena. las conjunciones de los planetas. y otros fe­ nómenos periódicos. Por tanto, la astrología, al referir las expe­ riencias aparentemente impredecibles y aleatorias del hombre, en su ambiente terrestre. a los cambios rítmicos y predecibles en la posición y la interrelación de los cuerpos celestes, dio a la hu­ manidad un valiosísimo sentido de orden, el cual produjo a su vez y por lo menos, una sensación de seguridad trascendental. Hay muchos modos en los que el hombre puede reaccionar y formular sus interpretaciones al comprender que pueden esta­ blecerse correlaciones claras y, al menos, relativamente confia­ bles. entre lo que ocurre en el universo alrededor de la Tierra y los cambios externos o internos en las vidas humanas. Es abso­ lutamente evidente que tales reacciones e interpretaciones de­ penden. de modo fundamental, de la etapa evolutiva del hombre en función de cuan capaces sean sus sentidos de percibir lo que 9

sucede en en cielo. y de cómo se desarrollen su consciencia. sus facultades psíquicas y sus instrumentos intelectuales y fisicos para medir e interpretar lo que él experimenta. Todo se halla ex­ presado en el ambiente social. religioso y cultural que proporcio­ na al astrólogo cierto género de lenguaje. determinadas creencias y un modo socio-cultural de vida. Es absolutamente absurdo disociar a la astrología del estado de la cultura y de la sociedad en las que el astrólogo vive y reali­ za sus cálculos e interpretaciones. Cualquier sistema conceptual ha de ser entendido en función de las condiciones de vida (socia­ les y personales, al igual que geográficas) de los hombres que ac­ túan, sienten y piensan. La "verdad", o más bien la validez, de una acción o de un pensamiento sólo podrá ser evaluada refirién­ dola al cuadro socio-cultural más vasto, y, en mayor profundidad aún, a una fase particular de la evolución de la humanidad. o, al menos, de una porción de la humanidad. Mucha es la confusión que se suscita porque esto no se hace a menudo. o se lo hace con un sesgo que es producto de la pro­ yección de nuestro estado actual de consciencia sobre las men­ tes y los sentimientos de hombres de tiempos arcaicos y otras ra­ zas. La astrología es un campo particularmente fértil para la con­ fusión y la proliferación de opiniones expresadas dogmáticamen­ te. ya sea que éstas tomen, o no. la forma de análisis supuesta­ mente científicos y de recopilaciones eruditas de textos, o de co­ razonadas de orden psíquico. o "comunicaciones". Se han desa­ rrollado muchas teorías complejas y muchas interpretaciones confusas porque a la astrología se la juzgó una cosa en sí misma, una "ciencia" misteriosa que usa una enigmática terminología que no cambió desde la época de los antiguos caldeos. y que es supuestamente válida todavía. Empero, es por demás evidente que esta terminología no logró tener en cuenta, en su plenitud. los cambios radicales ocurridos a lo largo de estos muchos siglos en la con.sciencia humana. en la percepción del hombre acerca de la Tierra y de su propia ubicación en el universo. Como resultado. la actual ola de interés por la astrología se to­ pa con toda clase de obstáculos y fluye confusamente por diver­ sos cauces. Gran parte del tiempo. esto significa que se pierde de vista la función fundamental de la astrología, que consiste en aportar un sentido de orden y desenvolvimiento armonioso y rít­ mico a los seres humanos -no a los seres humanos como éstos eran en el Egipto o la China de la antigüedad, sino como son hoy con todos sus problemas emocionales, mentales y sociales. 10

La astrología de la época arcaica, que se centraba en el lugar Hasta el fin de la época Marcaica". en el siglo VI a.c .. cuando Gautama el Buddha vivía y enseñaba en la India, y Pitágoras ha­ cía lo propio en el mundo helénico. la consciencia de los hombres (quizá con raras excepciones) se hallaba centrada fundamental­ mente en el lugar. Grupos relativamente pequeños de seres hu­ manos vivian. sentían y pensaban en función de lo que podemos definir mejor como valores ..tribales". Los grupos tribales. ele­ mentos básicos de la sociedad humana de aquella época. esta­ ban tan ligados al terruño particular del que extraían su subsis­ tencia como un embrión está ligado al vientre de su madre. La tri­ bu constituía un organismo; cada miembro de aquélla estaba to­ talmente integrado en este organismo multicelular. Cada miem­ bro de la tribu era dominado psíquicamente por el modo de vida, la cultura. las creencias y los símbolos del grupo. cuyos tabúes ese miembro no podía desobedecer. En esta etapa de la evolución humana no había "individuos" reales; todos los valores sobre los que la cultura y las creencias del grupo se fundaban eran expre­ siones de condiciones geográficas y climáticas particulares. y de un tipo racial particular. La comunidad tribal buscaba en el pa­ sado el símbolo. si no el hecho, de su unidad: o sea, buscaba un antepasado común. o algún rey divino que le había traído un gé­ nero revelado de conocimiento y una cohesión psíquica especial. La astrología que se desarrolló en esta etapa se centraba tam­ bién en el lugar. en vez de ser verdaderamente geocéntrica. o sea. en la Tierra. Cada aldea tribal tenia un lugar central al que se lo consideraba el centro del mundo. o la entrada de una senda se­ creta que conducía a ese centro. Lo que hoy llamamos el horizon­ te definía las fronteras de la vida. Sobre él. el cielo era el habitat de las grandes jerarquías creativas. constituidas por los dioses. La región ocura, que estaba debajo del horizonte. era el averno misterioso en el que el Sol se recogía cada noche para recobrar la fuerza necesaria para traer luz. nuevamente. al mundo hori­ zontal del hombre. Desde luego. es posible que unos pocos sacer­ dotes-iniciados supieran que la Tierra era un globo que giraba al­ rededor del Sol: pero si existió semejante tradición secreta comu­ nicada oralmente mediante ritos de iniciación, no tuvo una rela­ ción patente con la astrología. Para el hombre primitivo y tribal. la astrología era parte inte­ gral del simbolismo religioso. al igual que un medio para prever los hechos naturales periódicos que afectaban la vida de la comu11

nidad y, especialmente, sus actividades agrícolas o el aparea­ miento del ganado. En semejante condición de vida y con la cons­ ciencia humana enfocada en el suelo y en el bienestar total de la comunidad orgánica, la astrología era muy sencilla. Se basaba, esencialmente, en la salida, la culminación y la puesta de todos los cuerpos celestes (tanto de las "estrellas" como de las dos "Lu­ minarias": el Sol v la Luna). Diferenciábanse fácilmente dos ca­ tegorías de "estrellas". Eran mayoría las que mantenían inmuta­ ble la relación de unas con otras durante sus salidas y puestas: o sea que, cuando giraban por el cielo, sus puntos luminosos cre­ aban Wl patrón que permanecía "fijo". En cambio, otros cuerpos celestes se desplazaban independientes unos de los otros y, en ocasiones, parecían retroceder: se los llamaba "vagabundos", que es el significado original del vocablo planeta. Algunos de ellos aparecían, ante el observador instruido, como pequeños discos. más que como puntos luminosos, y se consideró que integraban una categoría de objetos celestes muy diferentes de las estrellas. Fueron anotadas sus conjunciones periódicas, elaborándose croquis acerca de sus movimientos, para poder medirlos y pre­ ver las conjunciones. Pero, ¿sobre qué se dibujaban esos croquis? Evidentemente su trasfondo o marco de referencia era el patrón permanente de las estrellas lejanas. Sin embargo, debemos comprender que una mente arcaica no consideraba que las estrellas estuvieran fijas: le era dable obervar cómo se producían sus salidas y sus pues­ tas. Lo único realmente fijo era el horizonte. No obstante, el pa­ trón geométrico integral que las estrellas creaban en el oscuro trasfondo de los despejados cielos subtropicales y del desierto se­ guía siendo el mismo a través de los siglos. En consecuencia, po­ día servir como marco de referencia, pues se lo subdividía para facilitar las mediciones. A fin de comprender cómo surgió el concepto de constelacio­ nes zodiacales y la forma simbólica que asumió, sólo necesita­ mos advertir que todas las sociedades tribales, hasta donde sa­ bemos, usaban totems. A estos totems se los asociaba con clanes dentro de la tribu; y estos clanes, en un sentido, representaban órganos funcionales dentro del organismo total de la tribu. Muy frecuentemente, los totems eran animales con los que los hom­ bres de un clan sentían que tenían alguna relación especial. Sin embargo, los totems podían ser también objetos naturales, como por ejemplo, plantas. Cuando los hombres de épocas pasadas procuraban dar una

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forma y una permanencia más dellnidas a su sociedad buscaban modelarla sobre la base de principios de orden orgánico funcio­ nal. Al cosmos se lo consideraba una totalidad orgánica anima­ da por una fuerza-de-Vida universal y bipolar, simbolizada en la astrología por las dos Luminarias. y en la filosofia china por los principios Yang y Yin, activos dentro de todas las formas de la existencia. En realidad, al Cielo y a la Tierra se los veía idealmen­ te como dos polos: el primero, creativo y divino, y el segundo, re­ ceptivo y fértil, pero ambos llenos de energías discordantes y sal­ vajes, a las que había que integrar y domesticar (de domus, que significa "casa"). El hombre sabio (el "Celestial", en la China) se alzaba como si estuviera en medio de estos polos, participando del Cielo y de la Tierra. Su tarea era la de grabar un Orden cre­ ativo en la naturaleza terrestre y organizar a la sociedad según ritmos y principios cósmicos. En algunos casos, también se pro­ ducía el proceso inverso, y a los totems se los proyectaba sobre el Cielo a fin de subrayar las es trechas conexiones que, según los clanes. existían con sus equivalentes celestes. Así fue como a las constelaciones se las denominó en función de diversos totems tri­ bales. Más tarde, se estableció el símbolo del Gran Hombre del Cielo, cuyos distintos órganos guardaban correspondencia, ca­ da uno. con una constelación. Ese modo de pensar prevalecía en Grecia: allí, a los héroes muertos se los transfería al cielo, y a las constelaciones les po­ nían nombres coincidentes con aquéllos. Tiempo después, en la Europa medieval, en los círculos alquimistas y ocultistas. al Cielo se lo mencionaba como natura naturans, y a la Naturaleza-Tierra como natura naturata (los polos creativo y receptivo de la vida). En regiones como Egipto y la Mesopotamia, el factor estacio­ nal no es tan evidente como en las regiones europeas de más al Norte; pero las inundaciones del Nilo marcaban el momento más crucial del ciclo anual. Aquí, los astrólogos eran primordialmen­ te astrónomos, y puede darse seguramente por sentado que su zodíaco se refería a las constelaciones. Permítaseme recalcar otra vez que, a esta altura, la astrología se centraba mucho más so­ bre el lugar que sobre la Tierra. A ningún astrólogo egipcio le ha­ bría preocupado lo que pudiera observarse en el cielo de las re­ giones polares, o del hemisferio Sur. Estos problemas inquietan­ tes empezaron a parecer tan sólo cuando se supo que la Tierra era un globo que daba vueltas alrededor del Sol, junto con los otros planetas: cuando los occidentales empezaron a viajar y mirar cie­ los muy diferentes de los de Europa. 13

Al ocurrir esto, si bien la vieja astrología no caducó por com­ pleto. se cargó al menos con conceptos obsoletos y con una ter­ minología arcaica, ya carente. en muchos casos. de un sentido real. Ciertemente, siguieron siendo válidas muchísimas correla­ ciones. largo tiempo observadas y registradas. existentes entre hechos sucedidos en el cielo y acontecimientos producidos en la biósfera de la Tierra. Pero, esta validez pertenece ahora a un or­ den nuevo de la realidad humana. La consciencia de los hombres que piensan en función del sistema heliocéntrico y viajan por to­ do el globo ha perdido, por lo menos, gran parte de su apego que la ligaba a un lugar geográfico particular, y la sociedad ya no fun­ ciona en un nivel local o tribal. Los hombres se han liberado de la tribu, se han "individualizado" y desarraigado, y aunque algu­ nos sigan aún realmente ligados al lugar, empero, teóricamente y en función de las nuevas religiones universalistas (budismo, cristianismo e islamismo}. ellos se sienten y consideran "indivi­ duos". Si los astrólogos no logran tener en cuenta tales hechos his­ tóricos, espirituales, intelectuales y socio-culturales. y permane­ cen ciegos ante las realidades fundamentales. la confusión que surja del uso de términos y conceptos obsoletos se perpetuará, y a los problemas fundamentales se los seguirá entendiendo mal. Los párrafos anteriores forman un antecedente indispensable para que el estudiante se familiarice con el concepto de las casas astrológicas. ¿Para qué son las casas? ¿Có[IlO surgió este concep­ to? ¿Qué resultó de éste en la astrología moderna? ¿Cuántas ca­ sas debería haber? ¿Cuáles son los problemas conplejos con los que hay que enfrentarse para establecer las fronteras, o las "cús­ pides" de estas casas? Responder con minuciosidad a estas preguntas desborda los alcances de este libr.o. Pero, deberíamos expresar, tan clara y sencillamente como nos sea posible. unas pocas cuestiones fun­ damentales antes de que nos pongamos a estudiar los cuatroAn­ gulos de los mapas astrológicos. y los diferentes niveles de signi­ ficado que deberían atribuirse a las doce casas como se las usa en la actualidad.

Los zodíacos y las casas Desde el punto de vista de la astrología arcaica, el concepto de casas era sencillísimo y planteaba pocos problemas. Como vimos en unos párrafos anteriores, el astrólogo necesitaba un marco de 14

referencia, o un trasfondo, en el que pudiera marcar con exacti­ tud las posiciones del Sol, de la Luna y de los planetas, y sus dis­ tancias angulares de unos con otros. cuando se los veía desde la región particular en la que el grupo tribal vivía. Pero, es proba­ ble que. tarde o temprano, el astrólogo advirtiera que había dos marcos de referencia posibles. Uno de ellos era el constituido por los patrones inmutables creados por los grupos de estrellas (constelaciones) que se hallan cerca de la eclíptica; o sea. cerca de la faja estrecha. o del cinturón angosto del cielo, que el Sol. la Luna y los planetas recorren. Evidentemente. tal marco de refe­ rencia es espaciat está constituido por cuerpos celestes que se mueven sobre las figuras que se extienden en el espacio y que son propias de las constelaciones zodiacales. El otro marco de referencia era, más específicamente, dura­ cional, pues definía el tiempo que los cuerpos celestes insumían para salir por el Este, alcanzar su punto culminante en lo alto, y ponerse por el Oeste. Lo que tal tipo de medición implica, en tér­ minos modernos, es la rotación diaria de la esfera celeste por en­ cima y por debajo del horizonte. Tal rotación proporcionó al as­ trólogo de la antigüedad el concepto de "horas". y también el de "vigilias", pues. especialmente durante la noche, los hombres te­ nían que velar por posibles intrusiones peligrosas. tanto de ani­ males de rapiña como de enemigos humanos. Quienes así vela­ ban trabajaban por tumos de dos o tres horas. El factor fundamental, en las horas del día, era el desplaza­ miento del Sol alrededor del cielo visible. pues los cambios de ele­ vación del Sol daban por resultado cambios de temperatura que, a su vez afectaban a todas las actividades humanas, o a la may­ oría de éstas, en las sociedades agrícolas. Los cambios de la ele­ vación solar podían reducirse fácilmente al cruce del Sol por va­ rias secciones de su curso diario alrededor del cielo visible: de manera que el factor tiempo podía analizarse también como un factor espacio: en realidad. en esto se basa el reloj de sol que mi­ de el tiempo en función de espacio. Pero, esta clase de espacio po­ día interpretarse como un espacio estrictamente "terrestre", mientras que el espacio definido por las constelaciones era espa­ cio "celeste"; sin duda, la diferenciación era muy significativa en una época en la que la polaridad Cielo-Tierra era la base de un número vasto de conceptos con interminables aplicaciones posi­ bles. Esta diferencia es todavía importante para muchos astró­ logos, como en seguida veremos. Cuando el astrólogo moderno habla de estos dos marcos de re­ ferencia para la medición del movimiento del Sol. de la Luna y de 15

los planetas. menciona de inmediato que el primer marco de re­ ferencia concierne al movimiento anual aparente del Sol alrede­ dor del zodíaco (que hoy entendemos, en realidad, como la revo­ lución de la Tierra alrededor de su órbita. la eclíptica). y el segun­ do, a la rotación diaria de nuestro globo alrededor de su eje po­ lar; pero. es por demás evidente que no era este el modo con que los antiguos consideraban este asunto. Y lo importante no está constituido por los denominados "hechos" (como hoy los vemos) sino por el significado que el hombre da a sus experiencias inme­ diatas y directas. La astronorrúa se ocupa de las respuestas sig­ nificativas, racionales o irracionales que el hombre da a estos he­ chos en función de su concepto acerca de la naturaleza y del ca­ rácter del universo. Pero, volvamos a los dos marcos de referencia usados para me­ dir posiciones. relaciones angulares y ciclos del Sol. de la Luna y de los planetas; el primero es lo que hoy llamamos el zodíaco: el segundo, el círculo de las casas. Sin embargo, estos términos y el modo con que se los defme y usa son muy ambiguos. Pode­ mos concebir cualquier cantidad de "zodíacos", y esto depende­ rá de lo que queramos medir; de modo parecido, nuestras casas astrológicas modernas y las "vigilias" de la astrología arcaica son muy diferentes: diferentes en número, en tamaño y en significa­ do. Trataremos de proyectar alguna luz sobre estas ambigüeda­ des, y de aclarar la posición que la astrología asumió en el mun­ do occidental. En primer lugar, debemos comprender que es muy probable que los primeros zodíacos fueran lwmres. divididos en 27 ó 28 secciones. llamadas habitualmente "asterismos" o mansiones lunares. Es evidente que, normalmente. no podemos ver los gru­ pos de estrellas sobre los que el Sol pasa en cualquier tiempo del año; esta posición del Sol la tenemos que deducir de las estrellas que salen o se ponen inmediatamente después de la caída del Sol. Mucho más sencillo es determinar, de noche. la posición de la Lu­ na en relación con las estrellas. De manera que un cuadro este­ lar de referencia para el ciclo mensual de la Luna era realmen­ te lo más lógico, especialmente para los nómades que, dedicados a la cría de ganado, debían vigilarlo durante la noche. 1 Luego, uno debe considerar el hecho de que el ciclo anual del Sol. a través de las constelaciones podría también medirse de 1 Los zodíacos lunares se dividían, aparentemente, en 27 ó 28 secciones, y esto es evi­ dente porque la Luna necesita 27 días más para dar la vuelta a la esfera celeste de las

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otra manera. Hoy hablamos del movimiento anual del Sol en lon­ gitud a lo largo del curso zodiacal; pero igualmente bien puede medirse en función de los cambios en declinación. Lo que esto sig­ nifica es, sencillamente, que las puestas de Sol nunca ocurren exactamente en el mismo lugar del horizonte Oeste. El Sol se po­ ne exactamente en el Oeste sólo en la época de los equinoccios de primavera y verano. En el solsticio de verano. se pone a unos 23 1/2 grados al Noroeste: en el solsticio de invierno, alrededor del mismo número de grados al Sudoeste. Además. también hay cambios en la elevación del Sol en el Cielo a lo largo de todo el año, lo cual determina el ángulo siempre variable en el que los rayos caen sobre la superficie de la Tierra, y, como resultado, los cam­ bios estacionales de temperatura y clima. Hubo grandes culturas que erigieron piedras enormes al ho­ rizonte Oeste a fin de medir la posición del Sol en su ciclo anual de cambios en declinación, lo cual. a su vez se relacionaba con cambios estacionales. Si estas culturas usaban también un zo­ díaco de las constelaciones tal vez no sea demasiado fácil deter­ minarlo, aunque ambos tipos de mediciones puedan haberse co­ nocido: el tipo zodiacal que se refería principalmente a la Luna, y el tipo de declinación, o estacional, que se refería al Sol. El concepto de zodíaco se tornó ambiguo y se prestó a mucha confusión cuando los astrólogos fueron plenamente conscientes del movimiento llamado "precesión de los equinoccios", que in­ troduce una discrepancia constantemente creciente entre las mediciones estacional y estelar. Esta confusión se acentuó más cuando en la tradición occidental reapareció el zodíaco sideral (el de las constelaciones). habida cuenta que, durante muchos si­ glos, se había usado exclusivamente el zodíaco tropical. consis­ tente en signos referidos al patrón.fijo de los equinoccios y los solsticios. No consideraré aquí minuciosamente los valores de estos dos zodíacos solares que, por desgracia, usan los mismos términos ·estrellas fijas". El día es la medida básica del tiempo porque se refiere a la alternación de la luz y la oscuridad, de la consciencia vigil y del sueño -hecho fundamentalísimo en la experiencia humana. Los zodíacos lunares se refieren a un tipo de consciencia huma­ na en la que todo lo que la Luna simboliza es básico -una consciencia que halló su ex­ presión en el matriarcado y que depende de factores biológico-psíquicos y de respuestas propias de los sentidos. El zodíaco solar alcanzó presumiblemente un lugar destacado cuando los tipos patriarcales de organización se impusieron sobre los sistemas matriar­ cales. En la antigua India, hubo largas guerras entre dinastías solares y lunares. El de­ sarrollo del teísmo en la l·poca de Dhagcwad·Gíta en la India, luego con Akenaton en Egip­ to, y finalmente con Moisés, estuvo indudablemente vinculado con el ascenso de un ti­ po ·solar· de consciencia, y más tarde con el desarrollo del individualismo.

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( Aries, Tauro. Géminis, etc.) para referirse a dos conjuntos dife­ rentes de factores. Sólo diré que, mientras el zodíaco sideral di­ vide la faja de doce constelaciones cuyas fronteras son muy in­ ciertas y han sido alteradas varias veces (la última vez, hace unos cuarenta años). el zodíaco tropical se refiere a un factor conoci­ do con claridad y medido con exactitud: la órbita de la Tierra. También depende de factores igualmente claros, como lo son el equinoccio y los solsticios, que definen implicancias estaciona­ les que son muy significativas en las vidas de los seres humanos que viven en las regiones templadas del hemisferio Norte (se tra­ ta de nuestra civilización occidental que hoy domina a todo el mundo). 2 Aparentemente. hay pocas dudas de que la civilización arcai­ ca, de la que tenemos constancias, usaba zodíacos (lunares y/ o solares) que eran "siderales". o sea, que se basaban en constela­ ciones; pero estas civilizaciones no concibieron ni imaginaron al universo como nosotros lo hemos hecho desde el periodo heléni­ co y. especialmente. desde los inicios del Renacimiento europeo. Además, estas civilizaciones primitivas se hallaban en regiones del globo algo diferentes y bajo condiciones climáticas diferentes. Y no puedo dejar de subrayar vigorosamente la importancia fun­ damental de estos hechos cuando tratamos de debatir y evaluar datos y técnicas de carácter astrológico.

Las ocho "vigilias" Consideremos ahora el segundo cuadro de referencia que pue­ de usarse, y se usó, para medir las posiciones del Sol. de la Lu­ na y de los planetas; a saber, el círculo de las casas astrológicas. En realidad. como lo señaló no hace mucho el extinto Cyril Fa­ gan. es muy probable que. en astrología arcaica. lo que ahora lla­ mamos "casas" fueran lapsos, o períodos ("vigilias") que se basa­ ban en la salida, la culminación y la puesta del Sol. Se trataba de divisiones del día solar en cuatro períodos básicos, y al cuarto momento significativo del ciclo se lo postulaba como una contra­ parte de la culminación del Sol al mediodía, o sea, la medianoche. Uno debería comprender tanto el significado füosófico-psico­ lógico como cosmológico de este cuádruple patrón que domina el 2 Ver mi libro Birth Pattemsfor a New Humanity (1969) en relación con un comen­ talio sobre los dos zodíacos, las épocas de precesión y el comienzo de la denominada Era de Acuario.

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pensamiento astrológico. La cuádruple división de cualquier ci­ clo estriba en el conocimiento del dualismo inherente a toda la existencia y a la consciencia humana. Ya mencioné la polaridad de día y noche. luz y oscuridad. actividad consciente y sueño, Yang y Yin. En las filosofias de la India hallamos una referencia constante a los estados de "manifestación" e "inmanifestación". En el Bhagavad-Gita. Krishna. como la encarnación del Yo uni­ versal (Brahman). expresa que él es el principio, el medio y el fin de todos los ciclos. Pero. estos ciclos existenciales son sólo "semi­ ciclos", pues cada periodo de la manifestación cósmica (manvW1tara) es equilibrado por un período de inmanifestación (pralaya): un día cósmico es equilibrado por una noche metacósmica. Los períodos de transición entre estos días y noches (tanto en el cosmos como en la experiencia humana) son los momentos más significativos de la existencia. En función humana. son sim­ bolizados por el horizonte. porque éste divide al movimiento dia­ rio del Sol en dos periodos fundamentales. separados por la sa­ lida del Sol y su ocaso. La alborada y el ocaso son breves en las regiones que están cerca del trópico. El día irrumpe velozmente. y la noche cae con rapidez (hecho este que es de gran importancia si deseamos (imprudentemente. según creo) efectuar la transfe­ rencia de ciertas ideas: por ejemplo, transferir el concepto de "cúspide", propio de una astrología subtropical. a la astrología que es válida para países templados y de alta latitud. El despertar a la vida consciente (el amanecer. el punto alfa del ciclo del día) y la conclusión de la actividad diaria al ponerse el sol (el punto omega) son y han sido siempre fundamentales en as­ trología. lo mismo que en el simbolismo religioso y cultural. El mediodía es el punto de culminación del esfuerzo, que conduce (especialmente en climas calurosos) a una fase de alimentación y descanso. Su polo opuesto. la medianoche. es el tiempo del mis­ terio más profundo, es un tiempo mágico. Otra división de este cuádruple patrón del tiempo era lógica. especialmente cuando se la vinculaba con la necesidad de defi­ nir la duración de las guardias nocturnas. Un período de tres ho­ ras es muy adecuado para tales guardias. y el ángulo de 45 gra­ dos se calcula fácilmente cuando el avance del Sol en el cielo se marca en el plano horizontal del reloj de sol. Esta medida de 45 grados ha tenido muchísimo significado en ocultismo, y aparen­ temente es importantísima cuando hoy se estudian los campos de fuer¿a eléctricos y magnéticos. La división en ocho se relaciona también, probablemente, con 19

la asignación del número 8 al Sol. En la India, la carroza del dios Sol era tirada por ocho caballos blancos, y el símbolo numérico que los gnósticos asignaban al Cristo como un Principio Solar -Rudolph Steiner hablaba de Cristo como de un gran "Arcángel Solar"- era 888, o el 8 operando en los tres niveles de la cons­ ciencia: el biológico, el mental y el espiritual. 3 Cyril Fagan afirmó recientemente que la división de un mapa astrológico en ocho fue lo más antiguo que se registró, y señaló que estas ocho "vigilias" adquirían su significado en función del avance del Sol alrededor del cielo en la dirección de un reloj -y también en función de los tipos de actividades más característi­ cas de las cuatro vigilias que transcurren entre la salida y la puesta del sol. Es muy probable que Fagan esté en lo cierto al su­ poner eso, pero sólo si se lo aplica al tipo de sociedad agrícola de la antigüedad, aunque evidentemente semejante patrón de acti­ vidad exista todavía dondequiera que vivan hombres en íntimo contacto con el suelo que cultivan o con los animales que ellos crían. Se trata de un patrón vitaUsta. y. en astrología, al Sol se lo ha de considerer siempre la fuerza original de la Vida. Pero, los patrones vitalistas pierden gran parte de su significado a medi­ da que el hombre se divorcia cada vez más (en realidad, se alie­ na cada vez más) del suelo y de los ritmos impuestos por los ins­ tintos y las etapas de la vida; a medida que el hombre desarro­ lla una mente individualista y un ego ambicioso. Entonces, se de­ sarrolla un nuevo conjunto de problemas, y, hoy en día, la tarea principal de la astrología es hallar solución a estos nuevos pro­ blemas. ¿Por qué? Porque en este nivel de la individualización psicomental existen las necesidades más cruciales del hombre moderno. Y todo tiene valor en función de su aptitud para respon­ der a la necesidad de la humanidad, ya se trate de astrología, me­ dicina. o ciencia y conocimiento en general. El ritmo psicomental individualista del hombre moderno ope­ ra en contrapunto con el de los seres humanos ligados a la tierra y centrados en el lugar. Esto es demostrado claramente por el he­ cho de que. en función de consciencia contemporánea, se sabe que el planeta Tierra rota sobre su eje, y no que el Sol se mueva diariamente alrededor de ella. Por tanto, todo el cuadro cambió, 3 Ver mi libro The Lwiation Cycle para un estudio más completo de los ocho patro­ nes en función de la lunación y los ocho tipos de personalidades soli-lunares. Hace mu­ cho tiempo escribí una serie de artículos para AmericanAstrol.ogy; "La Técnica del Aná­ lisis de las Fases", con el uso, también, de manera especial, de mapas divididos en ocho sectores.

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y vemos la serie de las casas astrológicas modernas, numeradas e interpretadas al revés de la marcha del reloj. La consciencia, la mente y el sentido de responsabilidad individual del hombre cre­ cen y se desarrollan desde la potencialidad, al nacer, hacia un es­ tado cada vez más completo, de concreción, en oposición al ritmo de la fuerza de la Vida. Esto produce, inevitablemente, problemas individuales, conflictos y complejos psicológicos. Pero esa es la vía para que el ser humano madure, tenga confianza en sí mis­ mo, y se realice creadoramente como "persona".

Dos enfoques del Sol, que son fundamentales Desde el punto de vista astrológico arcaico, la determinación de las "vigilias·• era bastante sencilla, pues eran nada más que di­ visiones del tiempo que al Sol le insumía moverse alrededor de la bóveda del Cielo desde el amanecer hasta su puesta. Cuando los astrólogos pudieron definir la posición del Sol en cualquier mo­ mento con referencia a estrellas y constelaciones zodiacales, fue relativamente fácil determinar las posiciones zodiacales aproxi­ madas de los comienzos de las ocho vigilias en intervalos de tres horas. Eso no entrañaba problema alguno, y cuando más cerca vivia uno del ecuador, más armónico era el cuadro. Sin embargo, cuando uno considera a la Tierra como un glo­ bo que rota sobre su eje y da vueltas alrededor del Sol, y uno tra­ ta de construir un sistema astrológico que deje de "centrarse en un lugar "' y se "centre en un globo", lo cual viene al caso para aquellas personas que experimentan el universo desde un pun­ to particular sobre la superficie de este globo, entonces uno se en­ cuentra con toda clase de dificultades. Ahora los hechos tridi­ mensionales han de proyectarse de algún modo sobre una hoja bidimensional de papel. Pueden usarse, por lo menos, tres con­ juntos de coordenadas: local, ecuatorial y eclíptica. Para empe­ orar más las cosas. la actitud conservadora y tradicionalista de la mayoría de los astrólogos los impulsó a seguir usando muchos términos y figuras del lenguaje que encajaban con la arcaica vi­ sión del mundo pero que ya no tienen sentido en función de nues­ tro conocimiento astronómico. Los mismos astrónomos tampo­ co obraron más acertadamente en algunos casos cuando usaron los mismos términos para referirse a dos conjuntos de hechos (por ejemplo, latitud y longitud), pero manteniendo las viejas de­ nominaciones. 21

No hay aquí espacio como para entrar en pormenores técnicos que abarquen la geometría esférica y los diversos sistemas de di­ visión de casas, o sea, la "domificación". Empero, para el estu­ diante moderno de astrología es importante comprender que lo que él habitualmente da por sentado al ocuparse de las casas de un mapa natal es susceptible de varias interpretaciones básica­ mente diferentes. Cyril Fagan, quien reintrodujo el concepto del zodíaco sideral, también procuró no sólo promover la división de • un mapa en ocho casas sino también interpretar su secuencia si­ guiendo la dirección de un reloj. Esta era probablemente la prác­ tica antigua. al menos en algunas regiones, pero creo que el error de Fagan fue forzar creencias vitalistas arcaicas sobre individuos modernos. ¡También podríamos aceptar la mitología caldea como base para una renovación de la religión! Cada tiempo y cada cul­ tura tienen sus propias necesidades características, y hoy nece­ sitamos una astrología que satisfaga las necesidades de egos psi­ cologizados, confusos y alienados -y particularmente, las nece­ sidades de una gran cantidad de Jóvenes modernos que, proba­ blemente por primera vez en la historia, fueron fascinados por la astrología, y esto por razones muy claras, aunque a menudo se­ an, en gran proporción, inconscientes. El significado de las casas astrológicas. como se las usó en la cultura cristiano-europea, se relaciona estrechamente con el zo­ díaco, y esta es, al menos, una de las razones de porqué la astro­ logía occidental usó un sistema de doce casas. En consecuencia, debo referirme nuevamente al zodíaco. Al analizar horóscopos registrados en Grecia, Alejandría o Ro­ ma, uno puede presentar un buen ejemplo para afirmar que el cambio de un zodíaco sideral a un zodíaco tropical, (o sea. de constelaciones a signos que representan secciones iguales de 30 grados. de la eclíptica) se debió a un conocimiento inadecuado de los hechos astronómicos. y a una confusión general en las men­ tes de los hombres que vivían durante un perturbado período de la historia, lo cual. en un sentido, guarda un estrecho paralelis­ mo, en un nivel diferente, con nuestro tiempo. Pero las conclu­ siones de esta índole son habitualmente superficiales y creo que no dan las razones filosóficas más profundas para que se adop­ tara este zodíaco. Fue demasiado lo que se dejó librado al azar y a los errores de uno o más individuos. Lo que está en juego es al­ go mucho más profundo, y hoy subsiste un problema fundamen­ tal, aunque de manera diferente. El problema es metafisico y cos­ mológico, y trata sobre el significado que se ha de dar al Sol. 22

Pocas páginas atrás dije que las constelaciones tenían origi­ nalmente por objeto proporcionar un trasfondo conveniente en el que pudieran graficarse los movimientos del Sol, de la Luna y de los planetas. Tal vez de este modo se consideraba, en cierto pe­ riodo de la historia. la relación del Sol con las constelaciones, pe­ ro hay abundantes pruebas de que en épocas arcaicas también se dio un significado diferente y casi dramáticamente opuesto a esta relación: un significado que aún es muy significativo en fun­ ción de un tipo de pensamiento metafísico que he desarrollado en otra parte. Según este enfoque, al Sol ha de considerárselo sólo como un canal o una lente a través de la cual las energías del Es­ pacio cósmico se concentran y dirigen sobre la Tierra y sobre to­ do el organismo vivo que hay en ésta. Desde un punto de vista, el Sol es el factor dominante y las constelaciones forman meramente un trasfondo para medir su movimiento y su relación cíclicamente alterada con la Tierra. En el segundo caso, el factor activo es el espacio mismo (y hoy dirí­ amos espacio galáctico). El Sol es sólo un instrumento de foca­ lización-algunos ocultistas han dicho "una ventana" a través de la cual fluyen día tras día las inmensas energías de un espacio que es mucho más que tridimensional y fisico. Estos dos conceptos de la naturaleza fundamental de la fuer­ za de la Vida pueden llamarse, respectivamente. monoteísta y panteísta. Cualquier estudiante de la religión sabe con cuánta fiereza la iglesia cristiana combatió todo lo que se relacionara con el panteísmo. Testimonio de esto es cómo la Iglesia Católica Ro­ mana condenó hace pocos años la visión que Teilhard de Char­ din tenía sobre el mundo, a pesar de que él se esforzó constan­ temente en repudiar toda influencia panteísta. En la astrología arcaica, al menos en algunos países, a las do­ ce constelaciones se las consideraba los cuerpos colectivos de las "jerarquías creadoras" pertenecientes a un "Mundo" cósmico "de Formación". Desde este punto de vista, al Sol (y de modo secun­ dario, a la Luna y a los planetas) se los juzgaba como instrumen­ tos que ponían en movimiento y circulación a las energías crea­ doras. propias de esta Mente Divina. Otras constelaciones podrí­ an ser también aspectos creadores, propios de esta Mente Divi­ na, pero, al no tener en el Sol y en los planetas canales directos para bajar sus energías al nivel de las vibraciones y la conscien­ cia humanas, sólo eran raramente eficaces en un sentido huma­ no. Por tanto, las doce jerarquías zodiacales eran las únicas ver­ daderamente a cargo de los procesos de vida sobre la Tierra.

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Semejante cuadro cósmico era esencialmente "panteísta". aunque el vidente metafisico pudiera avizorar oscuramente. más allá de esta "esfera de las estrellas fijas", un reino más trascen­ dente aún, el reino del Primum Mobile, o sea. en términos más fi­ losóficos, el del Absoluto eternamente incognoscible, el Ain Soph de la Cábala. En contraste con esto. tenernos el cuadro "mono­ teísta" del mundo, en el que el Dios Urúco, que se manifiesta ví­ vida y personalmente al hombre es representado por el Sol, por el YO SOY solar, por el Atan egipcio. Desde este punto de vista monoteísta, lo que es básico en la existencia humana es la relación entre la criatura humana y su Creador, entre lo humano y lo divino. Esta relación, en función del simbolismo astrológico, es la relación entre la Tierra y el Sol: y esta relación se expresa en la órbita de la Tierra. Cada mes del año (el punto alto del mes es la Luna Llena, o para algunos la Lu­ na Nueva). representa el desarrollo de una de las doce respues­ tas básicas de la naturaleza humana a sus doce tipos esenciales de consciencia del Alma, doce averúdas a través de las cuales la Vida divina úrtica puede hallar medios de expresión. Por tanto. desde este punto de vista, el zodíaco es, lógica e ine­ vitablemente. un factor "orbital". Es la órbita de la Tierra, a la que seguirnos dando el nombre viejo y no revelador de "eclíptica" -un nombre que poco tiene que ver con lo que tanto concreta co-. mo simbólicamente representa. Las estrellas constituyen enton­ ces un trasfondo en el que transcurre el gran "diálogo" entre los tipos básicos de hombres y el Dios único. Ellas constituyen un prodigioso escenario cósmico en el teatro universal. No obstan­ te, algunas estrellas pueden involucrarse individualmente, de modo significativo, en asuntos humanos. pero, si lo hacen, se re­ fieren a Visitaciones supemorrnales que con muchísima frecuen­ cia se entrometen y tienden a perturbar el diálogo entre el hom­ bre terrestre y su Creador. o sea, el Sol. Como los planetas, desde este punto de vista orbital y helio­ céntrico, son también creaciones del Sol, y corno la luz o los ra­ yos que ellos reflejan sobre la Tierra tienen su origen en el Sol. ellos simplemente diferencian o modulan la Energía solar origi­ nal, el Dios que es la energía de la creación. Es, por tanto, lógi­ co interpretar estas posiciones y relaciones mutuas en términos de la órbita de la Tierra. En realidad, las órbitas de los planetas (algunos adentro. otros afuera de la órbita de la Tierra). pueden considerarse campos de fuerza que actúan sobre la relación en­ tre la Tierra y el Sol. La Luna es especialmente significativa en es24

te sentido porque. como da vueltas cada mes alrededor de la Tie­ rra, ella distribuye (al menos, simbólicamente} las energías pues­ tas en circulación por el Sol en Luna Nueva y que son reflejadas en todo momento por los planetas. Debido a la importancia suprema de la relación entre la Tie­ rra y el Sol, era casi inevitable que la clasificación clásica, en do­ ce, de los principales aspectos del patrón cíclico anual de los cambios en esta relación debería aplicarse al círculo de las casas. Creíase que las doce casas se equiparaban y relacionaban estre­ chamente con los doce signos (no con las constelaciones) del zo­ díaco. Pero deberíamos entender claramente cómo se hizo esto. La vieja actitud astrológica, centrada en el lugar, se había con­ vertido en centrada en el globo, en geocéntrica. La relación orbi­ tal-zodiacal de Tierra con Sol fue transferida a todo el globo te­ rrestre, más que a un lugar particular limitado por su horizonte. Esto puede verse claramente por el hecho de que lo que hoy en astrología llamamos el "horizonte" (el horizonte "racional" de la astronomía) es un gran círculo que atraviesa el centro del globo. No es el horizonte local del sitio para el cual se confecciona el ma­ pa; sólo es paralelo al horizonte local. El horizonte local ha de entenderse como un "horizonte medio" que no toma en consideración si una persona nació en una hon­ donada o en la cima de una montaña -diferencia ésta que, des­ pués de todo, es extremadamente pequeña en comparación con el tamaií.o de nuestro globo terráqueo, puesto que cuando a la su­ perficie de la Tierra se la ve desde varios miles de kilómetros en­ cima de ella, hasta las montaií.as más altas parecen de tamaño casi insignificante. Además, toda la astrología actual se ocupa de las "posiciones medias" más que de las posiciones reales, lo cual tiene sentido tan pronto consideramos que la astrología es un lenguaje compuesto por símbolos arquetípicos y es esencialmen­ te "numerológica" en la atribución de significados es pecíficos a los factores separados que constituyen una serie cíclica -o sea, la serie de signos zodiacales, de casas y hasta de los planetas en función de su distancia respecto del Sol. Pero, volvamos a la relación existente entre los doce signos zo­ diacales y las doce casas. La manera en que el tipo tradicional o clásico de astrología europea interpreta esta relación implica la idea de que los signos zodiacales se refieren a la sustancia ener­ gética de los procesos biológicos, mientras las casas se ocupan de los modos existenciales, concretos y circunstanciales con que estos procesos operan durante la \.ida de un individuo, o de un

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ente social colectivo. El zodíaco (de "signos") es, al menos para al­ gunos astrólogos europeos actuales. el campo positivo de fuerza desde el que fluyen todas las energías que operan en la biósfera de la Tierra; el círculo de casas representa. entonces. al reino te­ rrestre receptivo y sensitivo. En términos más modernos. esta es la diferenciación teísta entre el Dios creador y la criatura hu­ mana. Los dos polos (el divino y el humano} son simétricos en prin­ cipio. El "destino" del hombre no está escrito en las estrellas si­ no en el zodíaco tropical que se refiere a la naturaleza celeste di­ námica del hombre, a la natura naturans. Las "circunstancias" reales según las cuales este destino celeste opera en la vida dia­ ria del hombre son indicadas en las casas, y por las posiciones de los planetas, del Sol y de la Luna en estas casas. Es eviden­ te. pues. que las dos sertes cíclicas (los signos y las casas) avan­ zan en la misma dirección. o sea en sentido contrarto a las agu­ jas del reloj. Esta es y ha sido la actitud fundamental de la astrología occi­ dental que todavía se enseña (con variaciones individuales) en la mayoria de los textos. Por desgracia y a menudo. la terminología que se usa es confusa porque aún se evidencian muchos concep­ tos arcaicos y "panteístas"'. La difusión de la "astrología sideral" empeora la corúusión. Históricamente hablando. es probable que el señor Fagan y sus adeptos estén en lo cierto. mientras hablen del pasado arcaico (de un pasado que aún afecta a las muchas escuelas astrológicas en conflicto que existen en la India, país de tradiciones espirituales}. Pero, psicológicamente hablando, ni Fagan ni sus adeptos lograron comprender el cambio profundo ocurrido en la mente humana, en parte durante el periodo gre­ co-latino. y más aún durante el Renacimiento europeo. Según mi opinión aquéllos no comprenden la necesidad crucial de los se­ res humanos en la actualidad; y el hecho de que se involucren en técnicas científicas y afirmen que la astrología tiene valor como una entidad en sí misma (o sea, como W1 sistema que deba ser re­ conocido por la "comunidad científica"} parece impropio en fun­ ción de las necesidades actuales de nuestra sociedad en crisis; a menos que. por supuesto. creamos que el futuro de la huma­ nidad será determinado por una corúianza más total aún en la tecnología y en el intelecto analítico y sus procesos. Esto no significa que el enfoque sideralista carezca de validez, ni que las técnicas clásicas de la astrología europea sean. en mu­ chos sentidos. confusas y obsoletas. Lo "bueno" y lo "malo" nun26

ca cuenta con una clara definición en lo que respecta a asuntos socio-culturales. religiosos o científicos. por la sencilla razón de que todas las mentes humanas no funcionan. en un momento dado. en una sola longitud de onda. El mundo contiene todavía una gran cantidad de personas arcaicas. centradas en un lugar. ligadas a una raza, y de individuos nacionalistas que rinden cul­ to, más o menos dogmáticamente, a la "gran herencia" de su país y/ o cultura particular. La demanda de adivinación en función de hechos específicos es tan grande como siempre. y probablemen­ te mayor: y la búsqueda de comodidades. felicidad egocéntrica. goce sensual y prestigio social es aún el impulso de la mayoría de los seres humanos en nuestra sociedad neurótica, opulenta y hondamente polarizada. La astrología se ajusta a la mentalidad y a las expectativas emocionales de la persona que acude a ella como profesional o cliente. (igual que la psicología. e incluso la medicina). Recibimos lo que damos. Según sea nuestra pregunta, así será la respues­ ta. Lo que queremos saber y. en situaciones muy constructivas. lo que necesitamos saber condicionará (si es que no determina­ rá enteramente) la clase de conocimiento que adquiriremos.

La astrología centrada en la persona Vivimos en una época de individualismo extremo, y el enfoque "humanista" de las astrología que durante muchos años he es­ tado formulando procura hacer que cada persona capte más conscientemente el significado más profundo de sus experien­ cias. a fin de que sea capaz de cumplir con su individualidad esencial y con su destino. o sea. con su lugar y su función en el universo. En este tipo de astrología, al ser humano no se lo en­ tiende como exterior respecto de su mapa natal; no se lo supone "rigiéndolo" mediante la represión de sus rasgos "malos" y me­ diante la búsqueda del beneficio emergente de los rasgos "bue­ nos". Al mapa natal se lo ve como la fórmula que define estruc­ turalmente "la naturaleza fundamental" de un hombre. Es un símbolo cósmico complejo: es una palabra. o lagos, que revela lo que la persona es potencialmente. Es el "nombre celeste" de la persona individual, y también un corywito de instrucciones sobre cómo una persona podrá concretar mejor lo que en su nacimien­ to era solamente potencial puro: "la potencialidad de una semi­ lla". El mapa natal es un mandala, un medio para lograr una in­ tegración de la personalidad que lo incluya todo. 27

He desarrollado muy extensamente estas ideas en muchos li­ bros y una gran cantidad de artículos. Una vez que se las entien­ da bien. y se las asimile emocional e intelectualmente, es eviden­ te que tendría que cambiar, de modo inevitable, todo el enfoque interpretativo de los factores fundamentales de la astrología: en caso contrario, los resultados psicológicos para el cliente. y pa­ ra el astrólogo como cliente de sí mismo. podrían ser desgracia­ dos. y. a veces, hasta desastrosos. El enfoque no debe ser esen­ cialmente "ético", o sea. no debe basarse en una actitud dualis­ ta: bueno-malo. afortunado-desafortunado. Ningún mapa natal debe considerarse mejor que otro. aunque evidentemente algu­ nos mapas indiquen vidas "más fáciles que otras". pero raras ve­ ces las personas grandes y creativas tienen una existencia fácil en lo interno o en lo externo. Tal tipo de astrología. que apunta a responder a las necesida­ des de hombres, mujeres y adolescentes de nuestra sociedad in­ dividualista, debe proyectar una nueva luz sobre la mayoría de los viejos conceptos astrológicos, especialmente en lo que con­ cierne a los jóvenes disconformes que procuran construir un nuevo modo de vivir. Una astrología humanista debe centrarse en la persona porque su interés fundamental es el desarrollo de cada persona: el desarrollo de la consciencia y los sentimientos, al igual que el desarrollo a través de acciones externas. Y este he­ cho de centrarse en la persona tiene implicancias muy claras y consecuencias práctico-técnicas, pues lo que esa astrología pro­ cura definir e interpretar es la relación directa de cada persona con todo el universo, lo cual, en términos prácticos, significa su relación con nuestra galaxia considerada como un "organismo" cósmico. Como ya lo expresé, la astrología arcaica se centraba en el lu­ gar. La astrología europea, en su forma clásica. se centraba en la Tierra: a ésta se la estudiaba como un globo. Lo que ahora nece­ sitamos, en un sentido más claro y coherente que el intentado durante los decenios pasados de este siglo psicologizado, es un enfoque orientado hacia la persona, relativo a todo el contenido de nuestro universo galáctico. Este enfoque se halla tal vez. en un aspecto, más cerca de la astrología arcaica centrada en el lugar que la astrología del pasado reciente, que se centraba en el glo­ bo; pero el papel del lugar (cuyo carácter afectaba a un grupo tri­ bal. de seres humanos aún no individualizados, dominados por impulsos vitalistas) debería ser ocupado, ahora, por una perso­ na individuat al menos parcialmente capaz de desarrollar un en28

foque independiente. totalmente abierto. creativo y consciente de su ambiente total. cósmico, al igual que biosférico y social. Tal cambio de énfasis será particularmente evidente cuando enfoquemos los tópicos de las casas natales a las cuales este li­ bro está consagrado. Intentaré definir las consecuencias princi­ pales de la nueva perspectiva: pero deseo recalcar, desde el prin­ cipio, que el cambio no podrá efectivizarse aún plenamente con los datos astronómicos de que disponemos. Tenemos que cono­ cer mucho más sobre la galaxia y sus millones de estrellas. Em­ pero, podemos empezar a reorientar nuestras interpretaciones en dirección a lo que debería desarrollarse plenamente en los si­ glos venideros. Concretamente, en lo atinente a las casas nata­ les, esta reorientación no altera en gran medida el significado que tradicionalmente se les da, o al menos. a la mayoría de ellas, pe­ ro introduce nuevos niveles de significado y, particularmente, en lo concerniente a las posiciones planetarias. hace que el énfasis principal pase de los signos zodiacales a las casas. Por supues­ to, el inconveniente consiste en que tal cambio exige que se co­ nozca el momento exacto del primer aliento de una persona. Pe­ ro, las técnicas hospitalarias modernas y el interés de los padres hacen que en la actualidad disminuya la dificultad de satisfacer tal requisito.

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LAS CASAS COMO EL MARCO ASTROLOGICO BASICO DE REFERENCIA

Cuando un ser humano nace en una hora particular y en un lugar particular en la superficie de la Tierra, lo rodean por todos lados cuerpos celestes, visibles en el cielo o invisibles debajo del horizonte. La astrología declara que las posiciones de estos cuer­ pos celestes, si se relacionan con el recién nacido y si esta rela­ ción es interpretada significativamente, definen el carácter es­ tructural básico del organismo biológico y psíquico del niño, al igual que la manera en la que su potencial al nacer se concreta­ ría o debería concretarse a través de una serie de experiencias

personales.

La palabra "persona" puede referirse a personas colectivas, como podría serlo una firma comercial, una nación, o incluso una serie muy definida de actividades sociales organizadas (el reinado de un monarca o la asunción de una administración pre­ sidencial) pero en este libro sólo consideraré asuntos pertene­ cientes a personas individuales. Este es el campo de la astrolo­ gía "natal", y, como yo lo veo. ningún sistema de la astrología na­ tal tiene mucho sentido hoy si realmente no está "centrado en la persona". La astrología centrada en la persona se ocupa de la relación entre una persona y el universo que la rodea: su ambiente cós­ mico. Cuando nos ocupamos de una relación, deberán ser con­ siderados. por lo menos. dos factores: en el caso de la astrología centrada en la persona. el organismo humano individual que, en su primer aliento, vino a relacionarse independiente. directa y or­ gánicamente con el universo. y los cuerpos celestes todos que se mueven alrededor de aquél en patrones cíclicos. En el universo nada está "fijo"; todo se mueve. Sin embargo, tal movimiento no tiene sentido si no se lo observa e interpreta en relación con una persona consciente. Vivimos en un mundo 31

de relatividad, pero esta relatividad sólo puede recibir un signi­ ficado conscientemente definido en función de un marco parti­ cular de referencia y. por los menos, según un foco relativamente estable de percepción. Una persona individual es un ente relati­ vamente estable, pues aunque su cuerpo está evidentemente en un estado de constante transformación eléctrica y química, y de modo parecido su consciencia nunca es absolutamente la mis­ ma, no obstante, el patrón genético de sus células (o sea, lo que fuere lo que estos genes representen biológicamente) sigue sien­ do la misma desde que nace hasta que muere. Conserva normal­ mente su nombre original y habla su idioma natal cuyas palabras y sintaxis juegan un papel fundamentalísimo en la formación de su mentalidad; es una unidad social relativamente permanente, perteneciente a una cultura que sólo raras veces experimenta un cambio radical. incluso a pesar de crisis revolucionarias. La ciencia moderna tiene sus "constantes universales". Es probable que éstas sean sólo relativamente constantes y univer­ sales. pero sirven como un marco de referencia, sin el cual difi­ cilmente alguna "ley de la naturaleza" podría considerarse con­ fiable. Filósofos de inclinación religiosa (como Aldous Huxley) hablan de una "filosofia perenne" y hay ocultistas que se refieren a una "tradición universal" o a una "revelación original". repre­ sentando ambas una base estable, sólida y segura de creencias que se consideran esenciales para el bienestar mental, espiritual y emocional de la humanidad. La mística oriental. e incluso al­ gunos tipos de mística occidental, tal vez renuncien a todo lo que sea seguro y concreto, pero los místicos apuntan a una identifi­ cación total con Dios o a una completa absorción dentro de un "estado unitivo". y hablar de Dios, Brahman, Nirvana o Tao es re­ ferirse a una condición inmutable y absoluta que constituye, en sí misma. un estado supremo de estabilidad, aunque esto impli­ que un cambio constante en lo que concierne a puntos de vista parciales y formaciones existenciales individuales. La astrología, en su sentido occidental tradicional, tiene, de modo parecido, su marco de referencia "relativamente estable": el zodíaco. Este zodiaco puede ser concebido en función de cons­ telaciones -(patronesfijos de estrellas que parecen fijas porque en relación con nosotros se desplazan con extremada lentitud) o en función de las doce divisiones de la órbita de la Tierra, órbi­ ta ésta cuya figura cambia sólo levemente a través de largos lap­ sos: el zodíaco tropical. Uno u otro de estos sistema satisface la necesidad de un marco de referencia relativamente estable. Lo 32

que he estado sugiriendo en varios escritos es la posibilidad de otro género de marco de referencia -un marco de referencia cen­ trado en la persona, que se adapte mejor a las necesidades y al carácter de un individuo moderno. Hablaré de esto, al principio, como la cruz del horizonte y del meridiano. El lector familiarizado con textos astrológicos o incluso con ar­ tículos astrológicos de revistas pensará probablemente que no hay nada nuevo en tal marco de referencia. Y dirá que todo ma­ pa natal moderno contiene una línea que se llama "horizonte" y una línea vertical, que es el "meridiano". Pero los nombres son ambiguos y pueden ser equívocos. Como ya lo expresé, el hori­ zonte astrológico (y astronómico) es un círculo que pasa a través del centro del globo. No se refiere al horizonte "sensible" (que pue­ de ser muy limitado si uno está en el fondo de un profundo ba­ rranco). a lo que yo llamo el horizonte "medio" (que se refiere al círculo del espacio que sería visible para un ojo sobre la super­ ficie de un océano en calma). En cuanto al meridiano de un ma­ pa natal. es la proyección bidimensional de un "gran círculo" per­ pendicular al horizonte astronómico ("racional") y que pasa a tra­ vés de los puntos Norte y Sur. En el mediodía local exacto, el Sol verdadero se halla cruzando el meridiano._pero lo que se llama Medio Cielo de un mapa astrológico no es el punto que está en lo alto (Cenit) sino más bien el grado del zodíaco en el cual el Sol ver­ dadero se halla al mediodía. El meridiano es un círculo de lón­ gitud que pasa desde el punto Sur, a través del Cenit, hacia el punto Norte del horizonte. Perpendicular a este círculo, pero aún en la dimensión verti­ cal, encontramos lo que se llama la "vertical prima". Esta es tam­ bién un círculo grande; pasa desde el punto Este, a través del Ce­ nit hacia el punto Oeste del horizonte, y, por supuesto, también pasa a través del Nadir. Estos tres grandes círculos (horizonte, meridiano y vertical prima) son recíprocamente perpendiculares en el espacio tridi­ mensional. Sus intersecciones determinan seis puntos funda­ mentales: en el nivel horizontal, Este, Oeste, Norte y Sur: y en el vertical. Cenit y Nadir. Desde luego, podríamos pensar en cual­ quier cantidad de puntos en el horizonte a través de los cuales pa­ sarían grandes círculos que también cruzarían el Cenit y el Na­ dir, y a menudo se hace referencia a los puntos Noreste. Noroes­ te, Sudeste y Sudoeste. No obstante, es fundamental el concep­ to de seis direcciones del espacio: Este, Oeste, Norte. Sur, Arri­ ba y Abajo. En un mapa natal bidimensional aparecen sólo cua-

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lro direcciones básicas. El Sur y el Cenit están algo integrados. y de modo parecido ocurre con el Norte y el Nadir. La razón de es­ to, además de la bidimensionalidad del mapa. es que lo que el ma­ pa considera aún esencial es el movimiento diario (aparente} del Sol. El zodíaco se n:iueve diariamente junto con el Sol porque, en nuestra astrología clásica occidental, el zodíaco es la "creación" del movimiento del Sol; lo cual. en términos astronómicos moder­ nos. significa la órbita de la Tierra. Y. por supuesto. la Luna y los planetas marchan también con el Sol. Como ya dije, en la astrología arcaica, centrada en el lugar. el único marco verdaderamente "fijo" de referencia era el horizon­ te del lugar en el que la tribu vivía, o más tarde. en el que se ha­ llaba la ciudad. Cuando llegamos a la etapa de desarrollo en la que, al menos teóricamente. el individuo se convierte en una uni­ dad básica -con confianza en sí mismo, libre y creador- enton­ ces. la astrología. tras centrarse en la persona. debe usar lógica­ mente. como su marco de referencia. la estructura geométrica tridimensional producida por las seis direcciones del espacio en cuyo centro está el individuo. Los tres grandes círculos antes mencionados -horizonte. me­ ridiano y vertical prima- constituyen, por tanto. la estructura básica del (i'Spacio del individuo. Todo lo que en el Cielo se mue­ ve -estrellas. Sol, planetas. cometas. etc.- tiene su lugar den­ tro de esta estructura del espacio. La posición de todo cuerpo ce­ leste podría marcarse y medirse con referencias a aquélla. Algún cuerpo celeste, como el Sol. puede ser mucho más im­ portante que otro. Ciertamente. es más importante. por ejemplo, que una estrella fugaz en una trayectoria que no tiene relación geométrica con el cinturón zodiacal, o sea. con el plano de la eclíptica. Pero en una astrología centrada en la persona no hay razón para dar un valor cuasi-absoluto al Sol o al zodíaco. Como símbolo del origen de las energías de vida. el Sol es esencial. del mismo modo que el corazón de una persona (vinculado con el fac­ tor solar} es esencial para la continuación de la vida. Si el cora­ zón cesa de latir durante más de unos pocos minutos, el cerebro se perjudica y no tiene remedio, y el organismo pierde su cons­ ciencia individualizada al igual que su existencia biológica. Pero si bien el Sol y todo lo que se refiere al zodíaco pueden ser muy importantes y básicos, no tiene que ser necesariamente el único marco esencial de referencia en una astrología centrada en la persona. Lo que debe considerarse como el marco fyo de refe­ rencia es la estructura espacial tridimensional que cada persa-

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na individual lleva en tomo de sí dondequiera que va (al menos. donde aquélla está sobre una superficie sólida). Para decirlo tal vez más sencillamente: cuando una persona viaja de la costa del Atlántico a la costa del Pacífico. lo que cam­ bia constantemente es lo que esa persona ve que está pasando en el horizonte con cada paso que ella da. Pero, el hecho de que ella es el centro del horizonte se mantiene sin variantes. Es el via­ jero quien lleva siempre su horizonte consigo. y siempre existe un Cenit directamente encima de su cabeza. Las estrellas van y vie­ nen en este punto del Cenit; ningún cuerpo celeste es "fijo", pe­ ro el Cenit está siempre en la misma dirección. en lo alto. El he­ cho de que este o aquel signo zodiacal se eleve a las 9 de la no­ che y otro lo haga a las 2 de la mañana. no altera la circunstancia de que el individuo, en ambas horas. fije su mirada en el mismo horizonte Este: astrológicamente hablando, en el Ascendente. Si algunas personas hallan dificil seguir tal línea de pensa­ miento es porque tienden a confundir una estructura con lo que que ocurre en ciertos puntos dentro de la estructura. Esta es una tendencia casi universal, porque el hombre reacciona ante un hecho en vez de reconocer el lugar en el que ese hecho ocurre. Cuando digo "lugar" significo el papel que este hecho debe repre­ sentar en la "estructura" total del ser individual de la persona y en el proceso de concreción de su potencial de nacimiento. o sea. de su destino. En términos astrológicos sencillos. si un particular fenómeno celeste (por ejemplo, una conjunción de Júpiter y Saturno) ocu­ rrió en la novena casa de un mapa natal, esto indica que la con­ junción de estos dos planetas caracteriza la cualidad de la cons­ ciencia social de la persona que animará -y que en realidad de­ bería inspirar su participación en la vida y el trabajo de su comu­ nidad-. Digo "debería" porque pienso en un mapa natal como un "conjunto de instrucciones" para que se cumpla el papel que el individuo ha de representar si es que él ha de cumplir su desti­ no. Llámeselo "karma", si así se lo desea. Resumiendo: en una astrología centrada en la persona nos ocupamos de dos factores esenciales: (1) la estructura geométri­ ca básica del espacio, del cual la persona individual es el centro: y (2) todos los cuerpos celestes que pasan a través de esta estruc­ tura en sus siempre variables interrelaciones, o "aspectos". Ca­ da uno de estos cuerpos tiene características diferentes porque cada uno se mueve de diferentes modos y con diferentes veloci­ dades. y también porque cada uno se nos aparece con diferentes 35

características de tamaño, color y, en términos de astronomía moderna. lugar en series ordenadas -especialmente, la serie de los planetas dentro del sistema solar-. Debe aclararse que el segundo factor incluye no sólo las dos Luminarias y los planetas. sino también todas las estrellas que nos rodean, pues. lo repito. las estrellas se mueven efectivamen­ te en nuestra experiencia humana -sólo que se mueven mien­ tras, hablando prácticamente. mantienen un patrón permanen­ te de relación, y esto es lo que en el pasado les dio el carácter de estar "fijas". En cuanto al primer factor. se refiere a las casas co­ mo divisiones del espacio centrado en la persona. En nuestra as­ trología occidental tradicional. sin embargo, estas secciones del espacio centradas en la persona no sólo se reducen a dos dimen­ siones sino que también se considera que existen en el zodíaco, y es aquí donde radican la ambigüedad y la confusión. pues hay por los menos dos zodíacos solares, más zodíacos lunares, y po­ drían inventarse nuevas clases de "zodíacos". Por otra parte, no hay nada ambiguo respecto a Este, Oeste, Norte, Sur. Cenit y Na­ dir. Estos puntos y la estructura del espacio que ellos definen son hechos universales de la experiencia humana y nos suministran una base estructural universalmente válida para la interpreta­ ción de nuestras relaciones individuales con el universo. En la actualidad. por supuesto, una astrología tridimensional que use "esferas natales" en vez de mapas natales no es prácti­ ca. aunque creo que será la astrología de un futuro más o menos lejano. Tenemos que ocuparnos de lo que ahora disponemos, o sea, de los mapas bidimensionales. No obstante, podemos y de­ bemos reorientar nuestra comprensión de lo que estos mapas significan. y particularmente nuestra interpretación de las ca­ sas. Debemos considerar a.estas casas como proyecciones estric­ tamente bidimensionales del espacio tridimensional, del cual el individuo es precisamente el centro. ¿Por qué doce casas? Así como en los mapas bidimensionales se establecen cuatro secciones del espacio, las seis direcciones básicas del espacio tri­ dimensional deben reducirse a cuatro, o sea, a la cruz formada por el horizontal y el vertical; y así como una astrología centra­ da en la persona se ocupa esencialmente de problemas arraiga­ dos en la experiencia personal y en cambios de la consciencia, ca36

da una de estas cuaLro secciones debe subdividirse en tres sub­ secciones. en razón de que la consciencia se desarrolla de un mo­ do dialéctico que es trinitario. Por tanto, debe mantenerse el con­ cepto de las doce casas. En sentido genérico. podemos hablar de la serie de tesis. antítesis y síntesis, pero como estos términos son más bien ambiguos y susceptibles de diversas interpretacio­ nes, quizá seria más exacto hablar de sujeto. de objeto y de la re­ lación entre sujeto y objeto, o, metafísicamente, de espíritu. sus­ tancia y forma, o de la acción, de los medios para la acción, y de la evaluación de los resultados de la acción. El individuo consciente esperimenta todas estas trinidades en función de las cuatro realidades básicas de la existencia huma­ na que corresponden a los cuatro "ángulos" del mapa: Ascenden­ te y Descendente, Cenit y Nadir. Pero, debo recalcar nuevamen­ te que según el modo tradicional con el que los astrólogos occi­ dentales interpretan y definen estos ángulos, no corresponden al esquema real del espacio, del cual una persona individual es el centro. El horizonte de estos mapas astrológicos modernos pasa a través del centro de la Tierra, mientras el hombre vive en un punto sobre su superficie. El Medio Cielo no es el Cenit real, si­ no sólo un punto del zodíaco. De manera que si una estrella es­ tá ubicada en el grado del rv1edio Cielo, la estrella no tiene que es­ tar necesariamente justo en lo alto en el verdadero Cenit, y esto también se aplica, desde luego, al Imum Coe[L o cúspide de la cuarta casa, que no es el verdedero Nadir. Lo repito: esto es así porque nuestra astrología está centrada en ia Tierra. pero no en la persona. Prácticamente. en todos los casos sólo considera la relación de la Tierra. como un globo, con el Sol. y secundariamente con los planetas que se mueven a lo largo del curso aparente del Sol. Las estrellas y las constelacio­ nes no tienen un lugar astrológicamente significativo en la astro­ logía europea clásica. salvo como un vago residuo de una tradi­ ción arcaica. No obstante. por relativamente inadecuados que se­ an nuestros mapas astrológicos actuales en función de un enfo­ que verdaderamente centrado en la persona, tienen que usarse: y pueden ser usados con eficacia si tenemos presentes las rea­ lidades básicas que ellos simbolizan. Puede usarse cualquier conjunto coherente y significativamente estructurado de símbo­ los si uno es consciente de lo que ese conjunto representa y del nivel en el cual deberá operar. La astrología es un lenguaje simbólico. del mismo modo que el I Ching. cuando se relaciona con sus conceptos metafísicos 37

profundísimos, y las cartas del Tarot. con su trasfondo cabalís­ tico, constituyen tal lenguaje. Todos estos conjuntos "funcionan" si se los usa apropiadamente. Funcionan en términos de la rela­ ción existente entre el intérprete y el consultante, pues sólo el ca­ rácter de esta relación, y los niveles en los cuales las mentes de ambas personas operan, definen adecuadamente la manera en que todo el conjunto de símbolos ha de ser interpretado. La religión y la ciencia deben entenderse humanísticamente del mismo modo. ¿"Funciona" el cristianismo como un conjun­ to de grandes imágenes y de símbolos que potencialmente tras­ formarán al ego? Ciertamente, pero funciona tanto constructiva como destructivamente. La ciencia tiene también su lado des­ tructivo: prueba de ello es la contaminación y la destrucción de elementos naturales, y la despersonalización y la proliferación mostruosa de seres humanos en ciudades contaminadas. Por supuesto, uno debe minimizar dialécticamente los resultados negativos y echarle la culpa a la naturaleza humana. El valor de todo símbolo deriva del modo con que se lo use, lo cual significa a menudo: del modo con que los seres humanos lo usarán inevi­ tablemente, si consideramos la etapa particular de su actual evo1ución. Pero hasta un uso evidentemente destructivo podrá, a su tiempo. tener resultados constructivos. En manos de un santo, los medios más falaces y nonnalrr.ente indefendibles pueden producir cambios espirituales. mientras que en manos de un cri­ minal o de un loco, pueden llevar a la destrucción o a una bur­ da esclavitud. Esta es la verdad acerca de los métodos que hoy se usan en as­ trología. No obstante, estamos en un momento crucial de la his­ toria de la civilización. Federico Nietzche, el trágico poeta y filó­ sofo del siglo XIX, proclamó la necesidad de una "revaluación de todos los valores". Tal necesidad es hoy mucho más universal­ mente imperativa que hace cien años. Es imperativa en tocios los campos del pensamiento humano, en todas las respuestas codi­ ficadas y tradicionales. basadas en los sentimientos, que están incluidas en lo que se denomina moralidad (especialmente la mo­ ralidad social) y en toda conducta interpersonal al igual que in­ tergrupal. He hablado en otra parte de la necesidad de un cam­ bio en todos los niveles desde un enfoque "atomístico" hasta un enfoque "holístico" de la realidad. 1 El cambio que ahora estoy de1 Ver la serie de opúsculos sobre Astrología Humanista ( 1969-70-7 l) que en breve re­ aparecerá en forma de libro.

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lineando en función del concepto de casas astrológicas es parte de esta gran "revaluación de todos los valores". Tal cambio parece relativamente insignificante, pues en la ma­ yoría de los casos no cambia demasiado radicalmente el signifi­ cado atribuido a cada casa de un mapa natal. Empero, puede y debe considerarse que simboliza lo que tiene lugar en todos los campos del esfuerzo humano. porque se refiere a la relación en­ tre la persona individual y el universo en conjunto; es decir, im­ plica una revaluación fundamental del significado de esta rela­ ción. En este sentido, constituye una transformación "religiosa" muy profunda. Guarda paralelismo con la diferencia entre la ac­ titud de los devotos de cualquier religión organizada (con su je­ rarquía de sacerdotes intermediarios entre criatura y Creador} y la actitud del místico práctico que se relaciona, sin intermedia­ rios, con la totalidad de la existencia. En témlinos astrológicos más sencillos, el factor de "posición en el zodíaco" como se la entiende hoy es un factor intermedio en­ tre el planeta y el individuo. Júpiter, como símbolo de una fun­ ción básica de la personalidad humana {expansión y asimilación, compañerismo social y prestigio o riqueza, etc.} sigue sifndo siempre Júpiter el cualquier signo zodiacal. Lo que es esencial co­ nocer es el campo de experiencia en el que la función opera muy significativamente en términos del cumplimiento de la individua­ lidad y del destino de una persona particular. Eso es esencial si consideramos al mapa natal (o cualquier otro mapa en niveles di­ ferentes) como un "conjunto" celeste "de instrucciones". Por ejemplo. si tengo a Júpiter en mi séptima casa natal. debo bus­ car expansión. y cualquier otro resultado jupiteriano, en función de mi relación con socios y compañeros, en cualquier nivel que sea. La séptima casa se refiere a las relaciones y asociaciones de todo tipo. y los compañeros incluyen no sólo a nuestra "pareja" sino también a nuestros enemigos, pues ambos constituyen o conducen hacia una polarización de valores que a menudo es ne­ cesaria. El astrólogo moderno puede coincidir hasta cierto punto con esto: pero lo primero que él procura habitualmente conocer es la denominada" fuerza" del planeta en función de su posición zodia­ cal. Empero. cree. consciente o semiconscientemente, que un planeta enfoca las energías que fluyen desde un signo zodiacal o constelación, y que éstas "energías" son las que realmente hacen que la astrología funcione. Hay energías solares, planetarias y cósmicas a través del espacio, y es evidente que la Tierra en su 39

coryunto es afectada por aquéllas. Pero, en realidad esto nada tie­ ne que ver con la astrología como se la practica hoy con referen­ cia a la vida y la personalidad de un individuo. Sin duda, algún día surgirá una ciencia que se base en el estudio de estas ener­ gías (posiblemente se denomine "Cosmoecología") pero no se ocupará de la persona individual. Ya no será astrología, tal como la alquimia medieval o asiática no es química moderna. Creo que Cyril Fagan realizó un valioso trabajo al definir con­ ceptos astrológicos en términos de una astrología arcaica, cen­ trada en el lugar. Pero no vivimos en épocas arcaicas ni en el Re­ nacimiento europeo. Vivimos en un siglo psicológico, en una épo­ ca de revolución total y, es de esperar que estemos en el umbral de una nueva era en la que los individuos puedan enfrentarse abiertamente con el universo y con todas las experiencias sin in­ tennediarios que fuercen sobre ellos categorías sociales, religio­ sas o éticas. ¿Esto es una utopía? Tal vez, pero todos los nuevos pasos que el hombre da se basan en un anhelo que parece utó­ pico a quienes son ancianos y están sosegados. Todas las nue­ vas eras empiezan con confusión e incertidumbre. Unos pocos individuos pueden ser el puro manantial de la montaña, genera­ dor de una nueva corriente. Sus mentes y sentimientos tal vez brillen con una liquidez c!ara. límpida e inadulterada, pero ellos son los menos. Los ideales por los que ellos viven o que ellos só­ lo anhelan en grandes momentos de iluminación actúan sobre las masas como un potente fermento, y donde ellos actúan hay caos. Hoy en día, casi todo se halla realmente en estado caótico. y la astrología no es una excepción.

Los sistemas de división de casas El método que en astrología moderna se usa para determinar las cúspides de las doce casas es particularmente caótico. Ha­ blando literalmente. el término cúspide se refiere al comienzo de una región del espacio o de un período, o lapso. Empero, algunos astrólogos contemporáneos piensan que el término debería apli­ carse a la parte media de una casa. Cyril Fagan llegó también a tal conclusión, pero fue bastante sagaz como para sugerir que, en el sistema que él postulaba, ese término debería reemplazar­ se por "mediano". Lo que a menudo hace que un astrólogo piense en la cúspide como en la sección media de una casa es la creen­ cia de que las características de una casa se encuentran de mo40

do más explícito y eficaz después que un planeta llegó a la mitad de esta casa. Aquí están implícitos dos conceptos. El primero, fundamenta­ lísimo, se refiere a la naturaleza misma de la astrología. Marc Ed­ mund Jones definió hace mucho tiempo a la astrología como "la ciencia de todos los comienzos". En un sentido metafísico. esto significa que un mapa astrológico puede considerarse como la fórmula arquetípica o "seminal" que establece el coryunto de po­ tencialidades puestas en circulación en el primer acto de la ma­ nifestación (en el F'iat creador. en el Verbo del inicio) que es el ori­ gen de todo ciclo existencial. Por tanto, lo que la astrología estu­ dia es el punto de origen y, revela en él, la forma arquetípica de un inicio particular de la vida o. en general, de cualquier hecho significativo y originante, del cual emana una serie p�rticular de hechos nuevos. Si este es el caso, entonces cada factor astroló­ gico debería relacionarse, de manera parecida. con el inicio de al­ guna serie de hechos o de una fase particular de desarrollo. Es­ to se aplica al primer grado de un signo zodiacal, y de una casa, al igual que a la conjunción de dos planetas que marcan el ini­ cio de su relación cíclica. El carácter arquetípico de este ciclo se revela al astrólogo en el primer momento de cualquier ciclo. El otro concepto. relacionado con el primero, es que si el mo­ mento más característico de una casa es su punto medio, esto implica que la casa es concebida en función de tiempo más que en función de espacio. El astrólogo tal vez perciba que a alguien que inicie un proceso le lleva algún tiempo comprenderlo plena­ mente e identificarse con las características de ese proceso. Pero, nuevamente, esto sólo sería verdad en función de resultados exis­ tenciales y no de causasformativas arquetípicas. Como yo veo es­ to, la astrología se ocupa esencialmente de causas formativas; o mejor aún, de conjuntos potencialidades que se ponen en circu­ lación. y luego, de modo tan sólo secundario, de hechos externos. En todo caso, esto es verdad respecto de lo que yo llamo astro­ logía centrada en la persona. y astrología humanista. En este ca­ so, puede decirse que las casas representan regiones del espacio centrado en la persona. a través del cual los cuerpos celestes se mueven. Desde luego, estos movimientos celestes constituyen un factor temporal; pero lo arquetípico y formativo es el campo es­ pacial a través del cual tiene lugar el movimiento. Del mismo mo­ do, si bien los planetas están en movimiento constante a través de d1as y anos, lo que los mapas natales muy importantemente revelan no es el movimiento de cada planeta, sino el patrón que 41

todos estos planetas crean al comenzar la vida de un individuo, o sea. en el momento del primer aliento. Los movimientos son "existenciales"; el patrón planetario total es "arquetípico". Esto establece la forma estructural de la individualidad y del destino. Las cúspides más importantes de las casas son los cuatro án­ gulos: Ascendente. Descendente. Cenit y Nadir. Estos ángulos inician los cuatro sectores del mapa bidimensional moderno. Los factores formativos esenciales operan en estos cuatro puntos. El horizonte define claramente la separación entre arriba y abajo. entre lo visible y lo invisible, y no puede ser la parte media de al­ go. Cuando el astrólogo piense. primero de todo, en el concepto de horizonte como si fuera el movimiento ascendente del Sol. só­ lo entonces podrá ampliarlo para incluir el período del amanecer. El concepto espacial del horizonte es el de una línea demarcato­ ria claramente definida; el Sol la cruza. como el corredor que en su carrera cruza las líneas de partida y de llegada. En todo el campo de la astrología puede observarse la ambi­ güedad relacionada con la mezcla de conceptos de tiempo y es­ pacio. Esto es particularmente evidente cuando enfocamos el problema de cómo determinar la longitud de las cúspides de las casas. Se han ideado y usado numerosos sistemas. pero todos los sistemas que más frecuentemente se usan dan los mismos gra­ dos del zodíaco al horizonte y al meridiano. En lo que difieren es en sus cálculos de las cúspides intermedias. o sea. las cúspides de las casas segunda. tercera. quinta y sexta. y sus polos opues­ tos. El sistema que hoy se usa más vastamente es el de Plácido. que halla las cúspides de las casas intermedias dividiendo en tres segmentos iguales los semiarcos del Sol y todos los factores zo­ diacalmente expresados, o sea. el tiempo que al Sol le insume re­ correr desde el punto del amanecer hasta el punto del mediodía. Los sistemas de Campano y de Regiomontano dividen de dos mo­ dos diferentes el espacio entre el horizonte y el meridiano. El sis­ tema de Porfirio divide en tres el número de grados que separan al horizonte del meridiano. Hay otros sistemas. particularmente el denominado de "casas iguales". que sólo tiene en cuenta al horizonte y divide los dos he­ misferios creados por este horizonte en seis casas. cada una de las cuales contiene el mismo número de grados zodiacales. En mi opinión, este sistema es totalmente indefendible porque no tie­ ne en cuenta el hecho de que los ejes vertical y horizontal son ab­ solutamente necesarios para la interpretación de la existencia humana. Emplear en la actualidad solamente al horizonte como 42

marco de referencia equivale a considerar que la única posición significativa del hombre es la yacente. La dificultad con la que todos estos sistemas prácticamente se topan es que en y sobre el círculo ártico (y sobre el antártico) los mapas naLales asumen una forma muy peculiar, y en muchos ca­ sos no pueden confeccionarse. porque durante varios meses el Sol no sale ni se pone. Como el zodíaco de la astrología occiden­ tal tradicional es el curso del Sol. ¿cómo podríamos poner grados del zodiaco en las cúspides de las casas sobre el horizonte cuan­ do el Sol y los planetas no salen?. Si las casas son secciones igua­ les del espacio -no clel zodíaco- alrededor del individuo, siem­ pre hay Este, OesLe. Cenit y Nadir, y el horizonte separa siempre arriba de abajo: pero. algunas veces, sólo hay estrellas y no hay planetas en el hemisferio arriba y debajo del horizonte. El astrólogo arcaico, centrado en el lugar. que vivía en regio­ nes semitropicales o incluso templadas, no tenía que enfrentar­ se con tales problemas. El Sol salía para él todos los días, y su as­ trología se basaba en ese hecho experimental, que era para él pri­ mordial, dándolo por sentado. Sin embargo, la situación es hoy en día diferente. Tenemos que construir nuestra astrología sobre una base nueva, y debemos tener en cuenta que cada hemisfe­ rio de la Tierra y las regiones polares deben tener su propio gé­ nero de astrología. En última instancia, debemos reinterpretar algunos factores astrológicos básicos en relación con la situación astronómica de cada una de estas regiones. Sin embargo, la astrología centrada en la persona se basa en conceptos fundamentales que son válidos en todas partes porque en toclos los sitios del globo el hombre es consciente del horizon­ te y del Cenit. Cada niño nace en el cent.ro de su estructura es­ pacial. y la llevará consigo adondequiera que vaya. Astrológica­ mente hablando, el único problema consiste en determinar todo lo que ese niño pueda observar y experimentar cuando las estre­ llas y los planetas atraviesen las doce secciones de esta estruc­ tura espacial.

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LAS CASAS COMO CAMPOS DE EXPERIENCIA

La astrología es el estudio de los movimientos cíclicos de los cuerpos celestes, pero tal estudio no sería más que una rama de la astronomía si no implicara también un marco de referencia en relación con el cual los movimientos cíclicos pueden recibir signi­ ficado. Este marco de referencia no es hoy el mismo que cuando el hombre vivía una vida puramente tribal y agrícola dentro de es­ trechas fronteras geográficas. Hoy en día, en astrología natal, o lo que yo llamo astrología centrada en la persona. el marco más importante de referencia es la persona individual. Tal astrología se interesa por la orientación especial de un ser humano indivi­ dual que es consciente de su propia individualidad-o. por lo me­ nos, que procura ser consciente de esta individualidad y de to­ do lo que ésta implica en función de la relación con el ambien­ te total-. Astrológicamente hablando, este ambiente es toda la galaxia, y especialmente el sistema solar. Lo que la astrología afirma es que la orientación de un individuo hacia este ambien­ te solar y galáctico (o sea, hacia los "planetas", el Sol y la Luna incluidos, y hacía las estrellas) puede def�nir su orientación ha­ cia su ambiente bioesférico y social. Un hombre vive dentro de la biósfera de la Tierra y dentro de una sociedad -o sea, un grupo de personas, una comunidad y una nación que tienen características raciales, culturales y po­ lítico-económicas definidas. Ese hombre es, primordialmente, un-organismo biológico, pero también es una persona cuya cons­ ciencia. cuya mente y cuyas emociones y conducta han sido con­ dicionadas. y a menudo rígidamente determinadas. por los valo­ res colectivos que prevalecen dentro de su familia y su sociedad. En términos humanos individualizados. vivir es experimentar. Es ser consciente, reflexionar sobre lo que uno es consciente, y relacionar la experiencia con experiencias pasadas, ya sean és45

tas experiencias personales, o experiencias que la sociedad refle­ jó. registró y generalizó en una tradición: de índole social. cien­ tífica, religiosa. ética, cultural, etc. Estrictamente hablando. uno puede hablar de "experiencias" solamente en función de cambios en la relación entre un individuo y su ambiente (hechos externos) o cambios en la relación siempre mutable entre los diferentes componentes orgánicos y psíquicos de la persona total: cuerpo, mente. sentimientos, "alma". Donde no hay consciencia. no hay experiencia. Una experiencia necesita un experimentador. El experimentador es cambiado por la experiencia. aunque, tras ser consciente de lo que ocurrió, rehuse aceptarlo dentro del campo de la consciencia sobre el cual. en la mayoría de los casos. su ego tiene dominio. Este rechazo cambia al ex:perimentador de manera negativa: y si el proceso de rechazo se repite, da forma a un complejo, y tal vez, con el tiempo. a un trastorno neurótico o psicótico. En todo caso, si hay consciencia de cambios externos o internos, hay una experiencia; pero esta experiencia es condi­ cionada. muy a menudo. en parte por factores biológicos exter­ nos. y en parte por presiones intelectuales y emocionales de fa­ milia, cultura y sociedad. Cuando ocurre esto. la experiencia no es "pura" en función de la personalidad esencial de la persona. Lo que nuestra actual "instrucción de la sensitividad" (al igual que muchas antiguas técnicas de meditación y relación interper­ sonal) procura producir es una purificación de las experiencias individuales. El hombre debe aprender a ver. sentir, oír y tocar como si todas sus sensaciones llegaran a la consciencia por pri­ mera vez, y como si todas sus respuestas fueran espontáneas. frescas e "inocentes" por ser puramente naturales. Esta cualidad de la naturalidad podría referirse a la natura­ leza biológica de los instintos e impulsos emocionales del hom­ bre, o, igualmente. a la naturaleza individual de la persona. Lo que es "natural" para una persona particular puede no ser­ lo para otra. Entre estos dos niveles de la naturaleza. las pautas sociales y morales, los modos tradicionales de ver, tocar. reaccio­ nar y responder están en la mayoría de los casos operando. con­ fundiendo todas las situaciones existenciales. y desviando, deso­ rientando o incluso pervirtiendo las experiencias. Todas estas presiones distorsionantes pueden relacionarse filosóficamente con el "karma". Pero. ¿cómo manejar este karma? ¿Cómo clari­ ficamos, purificamos y reorientamos, primero. las percepciones de una persona, y luego sus respuestas? Hay muchos modos de enfocar este hecho dificil. y con ese fm 46

se han ideado muchas disciplinas espirituales. ocultistas y mís­ ticas.La astrología, según yo la considero, nos ofrece otro méto­ do. Este método tiene muy poco que ver con el uso popular co­ rriente de la astrología, o con un uso parecido en Alejandría y Ro­ ma antiguas. pero no era extraño para alquimistas, rosacruces y otros grupos. Lo que tal uso de la astrología implica es el cono­ cimiento de que el universo que rodea a toda persona individual le brinda, en términos simbólicos: la imagen de lo que ella nece­ sita para órientarse adecuadamente en función de su propia ver­ dad individual-en filosofía hindú, -dhanna-. hacia todo género básico de experiencia que pudiera tener en una vida. Hablé del mapa natal como de un "conjunto de instrucciones" dadas por "Dios" (o por el Principio universal de la Armonía) a cuanto naz­ ca en el momento y en el lugar para los cuales se confecciona el mapa. Según esta noción, cada casa astrológica simboliza un tipo bá­ sico de experiencia humana. El signo zodiacal en la cúspide de la casa y cualquier planeta que se halle en esta casa (y, en el fu'­ turo, cada astro que realmente llene su espacio) indican la ma­ nera con que cada uno de estos doce tipos básicos de experien­ cia deberian afrontarse, y realmentre se afrontarían si no hubie­ ra interferencia. ni presión kármica que desoriente. confunda o altere el proceso de experimentación. El mapa natal en su con­ junto representa el "dharma" del individuo, lo que éste ha de ser, siempre que, desde luego, el mapa sea interpretado de una ma­ nera holística, no dualista y no ética (o sea. bueno-malo. afortu­ nado-infortunado, etc.). Cada casa del mapa simboliza un.aspec­ to especializado de este dhwrna. una de las letras del Verbo ori­ ginal de doce letras, logos, que es la "verdad" del individuo, o sea su- identidad espiritual (y por tanto. en un sentido individualiza­ do, su identidad natural) como persona. Tal dhanna se refiere a algún conjunto integral de actividades necesitadas por el ambiente en el que el individuó nació. Un hom­ bre nace como respuesta a esta necesidad. El universo-y, más específicamente. el planeta Tierra y la humanidad en su conjun­ to- es, en el sentido vasto de la palabra, un organismo; y así co­ mo un glóbulo blanco es producido y despachado hacia una par­ te dañada del cuerpo humano par¡3. combatir una posible infec­ ción (o sea, para satisfacer la necesidad de esa parte del organis­ mo), de igual modo un hombre nace en cierto tieml?o y cierto lu­ gar para satisfacer una necesidad particular de la humanidad. Este es el dhanna de este hombre. su "verdad de ser", su iden47

tidad esencial. Y su mapa natal es el símbolo potente, o el man­ dala. de esta identidad. Este es su Nombre celestial, la "Firma" (o Rúbrica) de su destino. Como la naturaleza es prolífica y cauta, diversos seres huma­ nos pueden nacer en un gran conglomerado demográfico• exac­ tamente con el mismo mapa natal. Están conformados como pa­ ra satisfacer la misma necesidad. Como esta necesidad de su so­ ciedad puede ser compleja y operar en diversos niveles diferen­ tes, sus vidas pueden ser (en función de acontecimientos y resul­ tados externos) muy diferentes. Pueden diferir, en primer lugar, porque sus antecedentes genéticos y socio-ambientales son di­ ferentes y, en segundo lugar, porque algunos pueden lograr cum­ plir sus "instrucciones" mientras otros tal vez logren sólo un buen éxito muy parcial, o incluso fracasen del todo. Este triun­ fo o este fracaso nada tiene que ver esencialmente con el mapa. Lo que éste representa es un conjunto de potencialidades. Cada puesta en circulación de potencialidades, en cualquier parte y en cualquier época, contiene la posibilidad bipolar del triunfo y del fracaso, de la realización y de la frustración a la que la sucede la desintegración. Tal es la ley fundamentalísima de la existencia; sencillamente, porque la existencia implica dualidad, y todas las energías son bipolares. 1 Lo que esto significa en función de una captación cabal del sig­ nificado de las casas es (lo repito) que cada casa representa un tipo básico de experiencia humana. A medida que un ser huma­ no vive se encuentra con estos doce tipos. Lo que haga con éstos hará de su vida, al menos relativamente. un triunfo o un fracaso. y, en la mayoría de los casos, una mezcla de ambos. En el senti­ do más profundo, él es libre como para desplazarse por el sende­ ro positivo o por el sendero negativo. Las posiciones de los pla­ netas (incluyendo ahora, siempre, al Sol y a la Luna) no determi­ nan su elección. Aquéllos simplemente determinan el tipo de energía que él podrá usar mejor a fin de afrontar positivamente el tipo de experiencia que cada casa simboliza. Ni Marte ni Saturno indican nada que sea "malo" o "infortu­ nado" en función del dhanna de un individuo. Si Saturno está ubicado en la casa que se refiere a la actitud de un hombre ha­ cia lo que éste posee y h&cia el uso de sus bienes, simplemente significa que este individuo debería administrar con esmero y 1 En cuanto al desarro1lo de es te concepto metafisíco, ver The Planetarization of Con..-­

ciousness, capítulos 5 º y 6 º .

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prudencia lo que él tenga, y con un agudo sentido de responsa­ bilidad. Si ese hombre podría llamarse rico o pobre según las nor­ mas sociales de su sociedad, realmente, o mejor digamos espiri­ tualmente, nada tiene que ver con la posición de este Saturno, porque la astrología centrada en la persona no debería ocupar­ se de hechos externos. ni de hecho cuantitativo alguno, sino só­ lo, o al menos esencialmente, de cualidades del ser. de senti­ mientos, pensamientos y comportamiento. El hecho esencial (hablando no sólo psicológicamente sino también en función de la evaluación fundamentalísima de cualquier aspecto de la expe­ riencia humana) no es lo que una persona hace, siente o piensa sino la calidad de sus acciones, sentimientos y pensamientos; y, por supuesto, esta calidad se relaciona con la motivación del in­ dividuo, pero no necesariamente con su motivación consciente.

Las doce categorías de la experiencia Desde luego, tal vez se pregunte por qué de la inmensa varie­ dad de experiencias humanas elegimos solamente doce catego­ rías básicas. Sin duda, hay razones metafísicas y "numerológi­ cas" para este número doce, y ya mencioné algunas de ellas. El número básico es cuatro. y se refiere al cruce del horizonte y del meridiano de nuestros mapas astrológicos bidimensionales de estilo occidental. La división del círculo en cuatro sectores y to­ dos los patrones que pueden basarse en el principio cuádruple (que es una expresión del dualismo inherente a toda experiencia humana) son típicos de todos los mandalas. Carl Jung prestó gran atención a los mandalas, debido a su vasto uso en todas las culturas antiguas, y porque simbolizan lo que él llama "el proceso de individuación", o de la creación de una totalidad, (o de la totalización). La tarea básica del hombre es lle­ gar a ser conscientemente un ser total en todos los niveles de su existencia; y sólo podrá serlo refiriendo todas sus experiencias a un centro común, que también se proyecta como la circunferen­ cia de su persona total. En otras palabras. deberá conocer cons­ cientemente el lugar que cada experiencia ocupa dentro de la per­ sona total. En este proceso de totalización, se destacan dos factores: la consciencia y el poder. Todas las experiencias y valores humanos pueden evaluarse en función de consciencia y poder. Sin cons­ ciencia, el poder es subhumano en sus manifestaciones: sin po49

der. la consciencia es una abstracción. una esencia o un hálito insustancial, sin un referente existencial. En astrología. a la consciencia se la ve operando en función del eje horizontal de la existencia: el poder y la capacidad de existencia integral se refie­ ren al eje vertical. En cualquier totalidad existencial, la consciencia opera inevi­ tablemente de modo dualista: la consciencia de sí, la conscien­ cia de relacionarse con otros. La personalidad y la relación son los dos términos fundamentales de todas las realidades existen­ ciales, pero hay diversos niveles de personalidad. y las relaciones también operan en varios niveles. exteriorizando diferentes cua­ lidades del ser. El poder también opera de modo dualista: el poder para erigir­ se en un yo. para manifestar plenamente las potencialidades in­ herentes del propio ser individual; para ser total (totalizarse) en lo concreto de la existencia: y el poder para responder a la nece­ sidad de nuestro ambiente, grupo o sociedad, o sea, para realizar nuestro dharma. nuestra ubicación y nuestra función dentro de la esfera que nuestras capacidades individuales determinen. La personalidad se refiere al punto Este del mapa natal, al punto de la Luz naciente: y la Luz es una expresión cósmica y el substratum de la consciencia en su aspecto existencial. El sen­ tido de relación pertenece al punto Oeste del horizonte: a la con­ junción simbólica de los seres humanos con el fin de reflejarse so­ bre la existencia compartida. El Nadir del mapa representa al poder en función de la inte­ gración personat los mapas astrológicos modernos señalan es­ to con la cúspide de la cuarta casa: con el Imwn Coeli. El Cenit del mapa representa al poder en función de integración social y comunitaria: la astrología moderna señala esto con el punto del Mediodía, o Medio Cielo. Según Carl Jung, el hombre tiene cuatro funciones básicas: intuición, sensación. sentimiento y pensamiento. La intuición se relaciona con el Ascendente astrológico (la salida del Sol simbó­ lica) porque la intuición es la consciencia. el ser consciente de sí que está operando. En dirección contraria. la sensación estable­ ce la relación de una persona con otros entes que la rodean; en consecuencia. nos referimos a ella como al Descendente o a la cúspide de la séptima casa. El sentimiento es simbolizado. evi­ dentemente. por el punto del Nadir. porque el sentimiento es la manifestación más inmediata de la respuesta de un organismo integrado a cuanto éste experimenta como cambio de estado. Al 50

principio. es un cambio de la condición biopsíquica interna; des­ pués, se refiere a variaciones de la actitud. o talante. que uno pre­ senta ante las experiencias que alteran nuestro sentido básiéo de la personalidad, de la seguridad y del poder de una persona. El pensares un proceso basado en palabras y sintaxis, que, a su vez son expresiones simbólicas de una cultura particular y de una forma social de la unidad humana. De manera que esto es repre­ sentado por el Cenit (o en-los mapas modernos, por el Medio Cie­ lo) porque en este punto el hombre es consciente de sus experien­ cias dentro de una organización comunitaria. El mapa en su conjunto es dividido por el horizonte en dos mi­ tades -o hemisferios en proyec'ción bidimensional. Puede decir­ se que la mitad debajo del horizonte se caracteriza verbalmente por esta clave: SER; y la mitad encima del horizonte, por esta otra: FUNCIONAR. Ser un yo consciente implica descubrirse como el "sujeto" de la existencia y, gradualmente, comprender nuestros poderes, ex­ presarlos y. con el tiempo, acrecentarlos, reformarlos o transfor­ marlos. En el reino que está debajo del horizonte. una persona. en esencia, piensa, actúa y siente subjetivamente; existe en un mundo que está centrado alrededor de ella, y su enfoque de las experiencias se orienta hacia el conocimiento de sí y la expresión de sí, y, por supuesto. hacia el hecho de que se ocupe de los re­ sultados de estas actividades valorizadas subjetivamente. La relación es la nota clave en el reino que está encima del ho­ rizonte; de manera que se hace hincapié sobre la solidaridad y los resultados de la cooperación y/ o la participación. La nota clave es la participación: participación en un proceso en el que están involucrados, por lo menos dos. y eventualmente muchas más personas. El "funcionar" existe cuando hay consciencia de que se es parte de una totalidad: de que se ocupa un lugar particular en un proceso organizado y estructurado, ya sea éste orgánico en el sentido biológico, o socio-político-cultural. En cada hemisferío han de considerarse dos puntos básicos: el "ángulo" creado por el horizonte y el "ángulo" creado por el me­ ridiano. El Ascendente se refiere al impulso creativo original que exterioriza una forma arquetípica. una Palabra creadora. Este impulso ha de "encarnar" en un organismo substancial concre­ to. Tiene que alcanzarse una condición estable e integral del ser a través de la cual el ser individual podrá usar el "poder". o sea, energías biológicas y psíquicas, no sólo consciente sino también efectivamente. Y esto se refiere al Nadir y a la cuarta casa.

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Por tanto, podríamos decir que lo que fuera una puesta en cir­ culación de la potencialidad en el Ascendente se concreta en la cuarta casa en un sentido subjetivo y centrado estrictamente en la persona. Este proceso de concretización ocurre en tres etapas. Cada una de las tres primeras casas representa un tipo de expe­ riencia que. si se la afronta positivamente llevará el proceso has­ ta un punto de culminación. Estas tres fases se repiten en fun­ ción de cada ángulo, de manera que manifiestan la secuencia astrológica de casas angulares, sucedentesy cadentes. Las casas primera, cuarta, séptima y décima son angulares, porque repre­ sentan la creación o la exteriorización del significado de cada uno de los cuatro ángulos. Las casas segunda, quinta, octava y un­ décima son sucedentes, y las demás. cadentes. El carácter básico de estas tres categorías de casas podemos definirlo usando las siguientes palabras claves: Casas angulares: ser Casas sucedentes: usar Casas cadentes: entender o transformar De manera que la primera casa se refiere al descubrimiento subjetivo del ser, o de la personalidad individual. La segunda ca­ sa se refiere al uso de lo que el ser individual encuentra disponi­ ble a fin de exteriorizarse: en el sentido más alto, y a fin de exte­ riorizar lo que poseemos al nacer, incluidas todas las capacida­ des innatas del cuerpo y de la psiquis. La tercera casa es el cam­ po de experiencia que nos hace comprender la relación existen­ te entre ser y usar. entre el sentido subjetivo del yo y la realidad objetiva de los medios para la acción, o sea, lo que el yo posee (o los bienes propios del yo). Cuando empezamos por el Nadir, empezamos con el "ser": una personalidad estable, más o menos bien integrada, que opera desde algún género de "hogar" o cimiento raiga! de la existencia orgánica. Esto se refiere al tipo de experiencia representada por la cuarta casa: angular. La quinta casa (sucedente) simboliza las experiencias que a una persona le permiten usar las energías biopsíquicas generadas por cualquier totalidad orgánica estabi­ lizada. La sexta casa (cadente) es el campo de experiencia que a la persona le permite comprender los resultados del autoexterio­ rizante uso de la energía. para dominar los resultados negativos, mejorar esta técnica de acción y transformar sus motivos. En un momento, veremos cómo las palabras claves de las tres categorías de casas operan en el reino que está encima del hori­ zonte y que se ocupa del funcionamiento en función de relacio52

nes humanas, y también de la participación en las actividades en una totalidad mayor: un grupo, una sociedad, una nación. Pero cuando examinamos las primeras seis casas (reino que está de­ bajo del horizonte) podemos ver que emerge un patrón más vasto, que también se repetirá en la serie de casas que están encima del horizonte. Pueden definirse seis operaciones básicas que, deba­ jo del horizonte, se refieren a la consciencia subjetiva del yo. En­ cima del horizonte, estas mismas operaciones básicas se refieren al desarrollo del género de consciencia que resulta de la relación, de la cooperación y del hallazgo de nuestro lugar en la sociedad. Estas seis operaciones pueden definirse como: ser, tener, infor­ mar, mantener, expresar y transjomiar. La experiencia de "ser", en la primera casa, conduce hacia (y es concretada por) la experiencia de "tener": tener un cuerpo, te­ ner bienes, tener talento, o negativamente, carecer de esto en cualquier sentido que sea satisfactorio. En la tercera casa, está en marcha un proceso de dar forma mediante selección, clasifi­ cación y organización. Esto significa ajustar nuestro ambiente, relacionar sensación con sensación, desarrollar ingenio e inte­ lecto, y comunicar nuestras respuestas a nuestro ambiente. La cuarta casa se refiere a todo lo que mantiene de forma esta­ ble las características individuales del yo; la quinta casa se refie­ re a cualquier experiencia a través de la cual el yo personal pro­ cura exteriorizar su poder; la sexta casa se refiere a las experien­ cias que nos impulsan a transformar, reformar o ampliar la cons­ ciencia del yo (o. en la mayoría de los casos, sólo del "ego"), y por tanto, se refiere a crisis personales en todos los niveles, y al hecho de ocuparse de soluciones posibles a los problemas personales. La misma clase de secuencia podrá verse en funcionamiento en el reino de la ex--periencia que está encima del horizonte, del cual el Descendente -la cúspide de la séptima casa- es el pun­ to arquetípico de origen. La séptima casa se refiere al "ser" de las relaciones, o sea, a la calidad de nuestra aproximación a las re­ laciones: cómo afrontamos al mundo, y particularmante "al Otro", ya se trate de nuestra "pareja" o compañero, y sobre todo, cómo deberíamos aprender a encontramos y trabajar con los de­ más independientemente de cómo nuestra sociedad, nuestra re­ ligión y nuestra cultura procuraron condicionamos mediante el mantenimiento colectivo de imágenes, ideales y tabúes. La octa­ va casa se refiere al uso que le damos a las energías que nacen de la comunidad (o sea, de los bienes que se tienen en común) que evidentemente deberán tener en cuenta las normas colectivas de 53

comercio, inversión. traspaso de bienes. etc. En ciertas circuns­ tancias, ese uso podrá implicar una regeneración de actividades centradas en el yo. una transformación de la "imagen personal" (la "imagen" que uno tiene de "sí") -especialmente siempre que ocurre un conflicto entre esta imagen personal y la "imagen de la relación"- lo que Carl Jung describe como el anima en la vida del hombre, y el animus en la mujer. La novena casa es muy específicamente el campo de experien­ cias que inducen en nosotros un conocimiento más hondo y una expansión mayor de la consciencia. Estas experiencias dan for­ ma a nuestra apreciación y nuestra evaluación de los procesos sociales y cósmicos, y tratan sobre nuestros intentos de genera­ lizar y comunicar, no ya problemas y preocupaciones personales y ambientales sino lo que afecta a todos los hombres y al univer­ so en su conjunto. Y cuando se llega al Medio Cielo, se nos mues­ tra el modo más fructifero de "realizar" (o "lograr"), de llevar a su culminación los asuntos de importancia comunitaria, y de rea­ lizar nuestros yoes individuales mediante la participación en el trabajo que en el mundo se realiza. i..a undécima casa sugiere el mejor modo de ponemos a usar, y disfrutar, lo que hemos logrado, de expresamos como miem­ bros de una comunidad más que como individuos, -y también, la mejor manera de imaginar mejores modalidades de comuni­ dad, nuevas formas de comercio o de organización social. Luego, la duodécima casa termina el proceso cíclico de la experiencia, esencialmente de uno de estos dos modos: puede significar una realización del conocimiento y la sabiduría de la vida interior, que se extiende hasta que se vacía el contenido de la vida, o sea, "la muerte" en el sentido simbólico, que a su vez conduce al inicio de una fase nueva y superior; o, por el otro lado, puede conducir ha­ cia una ruptura de todas las relaciones y un sentido trágico de fracaso que se prolonga más allá del final del ciclo y penetra en recuerdos fantasmales irresueltos. Y entonces, el ciclo empieza otra vez.

Cómo usar las casas Cada nueva experiencia es un desafio para que la habilidad del individuo sea él mismo, para que estabilice su personalidad, pa­ ra que asimile lo que lo hará crecer y madurar para que pueda participar mejor en su comunidad, y, más genéricamente aún, en 54

la evolución del género humano. La experiencia desafia y pone a prueba al individuo. Este tiene que descubrir su verdad indivi­ dual de ser. y desarrollar todas sus capacidades innatas a través de la experiencia, aceptándola plenamente y aprestándose a asu­ mir la responsabilidad de sus frutos, mientras que, al mismo tiempo, estará, tanto como le sea posible, "libre del apego a es­ tos frutos", como Krishna ordena que sus discípulos lo estén, se­ gún el Bhagavad Gita. Desde luego, la primera gran experiencia es el nacimiento, pe­ ro cada experiencia podrá enfocarse y afrontarse como un naci­ miento nuevo. En realidad, vivir es un acto de renacimiento in­ cesante. El problema de cada persona que procura vivir realmen­ te como individuo, no meramente como una réplica de algún pro­ totipo social, moral o religioso, es cómo enfocar mejor estos rena­ cimientos eternamente renovados -cómo afrontar todo Upo de experiencia de la manera que un filósofo existencialista llama "auténtica" o, en términos hindúes, cómo cumplir su dhanna. Cuando el hombre cumple su dhannaneutraliza un kannaan­ tiguo y responde a la necesidad humana que lo convocó para que naciera. Para el astrólogo humanista que acepta la actitud fundamen­ tal que he delineado aquí y en todos mis escritos, la astrología es un medio hacia este fin de la realización individual. El mapa na­ tal, y otras clases de mapas astrológicos que se refieren a los ini­ cios de los ciclos de la existencia, pequeños o grandes, han de usarse en función de este fin. Hay "instrucciones" que formulan en un código celeste los mejores medios para alcanzar la realiza­ ción de nuestro dhanna a través de respuestas auténticas a ca­ da experiencia individual. Cada persona tratará de descifrar este código según el cono­ cimiento o la capacidad de iluminación intuitiva que haya adqui­ rido. Debe realizar ese desciframiento por sí sola y para sí mis­ ma. Pero, puesto que habitualmente vivimos en condiciones so­ ciales confusas u opresivas, y nuestras psiquis están llenas de conflictos y dudas, a menudo necesitamos o queremos consultar a un adepto-intérprete para que descifre los símbolos celestes. EmpeM, se trata de nuestra vida, de nuestro propio pasado, y de nuestro propio dharma. y debemos empeñamos en efectuar la interpretación nosotros solos, pues cada interpretación es, en sí misma, al menos potencialmente, un renacimiento del conoci­ miento que puede inaugurar una nueva fase del ciclo total de nuestra consciencia en desarrollo.

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El mapa natal de un individuo le dice cómo podrá realizar me­ jor su destino. Desde luego, el estudio de nuestro mapa natal, y la meditación sobre éste. son el único modo de alcanzar este co­ nocimiento. Hay muchos otros enfoques posibles, pero la astro­ logía tiene gran validez universal cuando se la enfoca con el es­ píritu adecuado. En el mapa todo se refiere al mejor modo de afrontar las experiencias de la vida de manera auténtica. Y las ca­ sas constituyen el marco básico de referencia. en función del cual debemos interpretar las instrucciones celestes. Como ya lo dije. hay muchos sistemas para determinar las ca­ sas, especialmente en lo atinente a las cúspides de las casas in­ termedias. o sea, a las que están entre el horizonte y el meridia­ no. Evidentemente, esto genera muchísima ambigüedad y con­ fusión, y actualmente no hay modo de resolver el problema de una manera completamente satisfactoria. Y tal vez esto debería ser así en función de nuestra sociedad que es extremadamente individualista. pues nos sugiere que hay alternativas para todo, no hay verdad "absoluta". y tenemos que aprender lo que poda­ mos y olvidarlo luego, permitiendo que la intuición -o que el Dios interior. o el Guía Interno- nos muestre, aquí y ahora, la alter­ nativa más significativa para nosotros como individuos. Algunos astrólogos procuran eludir esa ambigüedad ignoran­ do por completo a las casas, y confiando solamente en los plane­ tas. Pero, como vimos, hay una ambigüedad parecida acerca de cuál de los dos o más zodíacos es el mejor, y si podremos eludir el problema fundamentalísimo ("¿Quién soy?", que no es igual a "¿Qué soy?"), apoyándonos en la relación angular entre los pla­ netas e inventando varios sistemas a fin de depurar ad infinitum el análisis de semejante patrón total de relaciones planetarias. El qué se refiere al patrón de todo el sistema solar como se lo ve desde el lugar natal, porque este qué trata sobre la particular organización de las funciones biológicas básicas y de los impul­ sos psíquicos dentro de la persona, o sea, sobre el modo con que las energías de la vida operan en una persona particular. Por otro lado, el quién se refiere a la cruz de las lineas horizontal y verti­ cal de nuestros mapas modernos, puesto que esta cntz define la particular orientación del individuo hacia el universo que lo ro­ dea. Si pensáramos en las estrellas en vez de pensar en los gra­ dos del zodíaco, este quién sería simbolizado por una estrella que surgiera exactamente en el punto Este. y una que culminara en el Cenit exactamente en el momento en que el aire penetra en los pulmones del recién nacido. La estrella del punto Oeste y la es56

trella del Nadir pondrían de manifiesto el aspecto de los polos que se complementan. propios de este quién que es esencial. En la actualidad, la astrología se centra aún. básicamente. en el zodíaco, y el factor Sol domina todavía su aspecto popular. Te­ nemos que manejamos con lo que tenemos. tal como el pianis­ ta lo hace con el sistema occidental de una escala de doce tonos iguales. si ha de tocar, componer o improvisar sobre un piano. Sin embargo, se está desarrollando lentamente, dentro de la mú­ sica. un nuevo sentido del tono. y esto genera nuevos instrumen­ tos y un nuevo enfoque de combinaciones sonoras. Lo mismo ocurre en la astrología. Hay "clasicistas" astrológicos que vene­ ran los modelos del siglo XVII, así como hay músicos para quie­ nes la música barroca es sagrada. Sin embargo, algunos astró­ logos, tal como algunos músicos, miran más hacia el futuro que hacia el pasado, miran más hacia la persona individual que ha­ cia la "mayoría silenciosa·· que está atada a la tradición. Nosotros deberemos decidir siempre a dónde pertenecemos. En otras palabras. si quermos usar el material astrológico del que hoy en día disponemos-¡porque realmente lo tenemos!- te­ nen:1os que determinar el carácter de las casas mediante el sig­ no y el grado del zodíaco en sus cúspides. También podemos con­ siderar al "regente planetario" del signo zodiacal en la cúspide y, desde luego. cuanto planeta esté ubicado en la casa. El signo en la cúspide se refiere a las clases de experiencias que mejor le permitan al individuo concretar su potencial natal dentro del reino estructuralmente definido por la casa que se es­ tá considerando. Si vemos que Sagitario está en la cúspide de la primera casa, o sea, el Ascendente. podremos deducir que la bús­ queda del "ser" del individuo será muy positiva en función de ex­ periencias que abarquen características sagitarianas -expansi­ vidad. vasto conocimiento, consciencia social. estudio de princi­ pios generales, enseñanza. tal vez viajes, quizá oficios religiosos, etc. Si Sagitario estuviera en la cúspide de la segunda casa. las características sagitarianas se aplicarían a "tener": o sea, a los bienes materiales y su uso. En el caso de una cúspide sagitariana. Júpiter es el "regente" de una casa. El planeta regente se refiere al tipo de energías que más se necesitan para afrontar positivamente el tipo de experien­ cia que se relaciona con la casa. Cuando un planeta está ubicado en una casa, esto indica que la función representada por el planeta encuentra su mejor área de manifestación en el campo de las experiencias que se refieren 57

a esta casa. En cambio, si este tipo de experiencia ha de afron­ tarse positivamente, la clase de actividad funcional representa­ da por los planetas será muy eficaz. Nuevamente. pennítaseme hacer hincapié en que. según es­ te nuevo enfoque centrado en la persona, no hay planetas "bue­ nos" o "malos". Cada planeta representa tipos valiosos y necesa­ rios de energía de vida y de actividad funcional. Marte y Satur­ no son tan buenos y afortunados como Venus y Júpiter. Ylo mis­ mo es de aplicación a los aspectos interplanetarios. que no han de juzgarse más como "afortunados" y "desafortunados" sino más bien -para usar una terminología ahora corriente- como "blandos" y "duros", o. como yo diría, constructores deforma y li­ beradores de energía.

Es así, pues, cómo un astrólogo humanista enfoca la interpre­ tación de las casas. En la parte siguiente. de este libro. conside­ raré el significado de cada una de las doce casas más específica­ mente. Al concluir esta sección, tal vez deba recalcar con más vi­ gor aún una cuestión ya expresada. La astrología es un Lenguaje. Usa símbolos, y estos símbolos han de ser descifrados e interpretados. Ningún sistema de inter­ pretación es absolutamente "verdadero", así como ninguna teo­ ría científica, ningún sistema de moralidad social. son absoluta­ mente "verdaderos". Todo depende de su validez en el tiempo, en el lugar y en la persona. y de la personalidad grupal integrada y estable. En la realización de su destino con sus mejores posibi­ lidades. la persona tiene que usar lo que su ambiente. y su cul­ tura. incluido el idioma que habla, le ofrecen en ese momento. La persona puede cambiar su ambiente, pero esencialmente no po­ drá cambiar la hora ni el lugar de su nacimiento: o sea, no podrá cambiar su estructura arquetípica del ser. Esta estructura es su propia "verdad", todo debe referirse a eso. no centradamente en el yo, sino en función de una participación consciente y efectiva en alguna totalidad mayor. Podemos participar efectivamente en una totalidad solamen­ te si estamos deseosos de aceptar, por lo menos. algunos de sus medios de expresión y formas de pensar y conocer. De manera que, si hemos de operar en el mundo occidental hoy. en función de astrología, hay cosas que debemos aceptar. Están allí para que las usemos. Deberemos usarlas según nos parezcan. en cualquier momento, mejores para satisfacer las exigencias espe58

ciales de nuesiraJHosojia de vida y las necesidades de las perso­ nas con las que queremos comunicamos.

De modo que si creemos en la validez de un sistema de casas y en un zodíaco particular. deberíamos usarlos, y del modo más coherente posible. Estamos familiarizados con ellos. Identifica­ mos con ellos nuestro procesos mentales y las respuestas de nuestros sentimientos. Y si esto lo hacemos con honrade-1: y ló­ gica. en función de la situación que afrontemos, o de lo que la gente nos reclame, tendremos resultados positivos. Eso "funcio­ nará". La ciencia y la tecnología "funcionan" porque el género huma­ no, bajo la conducción cruel y agresiva de las razas de Occiden­ te, necesitó la clase de resultados que aquella ciencia y aquella tecnología proporcionan en función de expansión. comodidad. control del medio ambiente. orgullo del ego, etc. Estos resultados son caros para nosotros, y con ellos alcanzamos grandes cosas. Sin embargo. ahora llegamos a comprender que esos resultados pueden ser muy negativos y destruimos realmente a todos. Mu­ chos de nosotros. especialmente los jóvenes. hemos reconocido estos aspectos negativos y reaccionamos vigorosamente contra esta civilización en la que hemos nacido. Empero. hasta cuando tratamos de avizorar un nuevo mundo. todavía tenemos que usar los medios de que disponemos al trabajar en procura de la con­ cepción y del nacimiento de ese nuevo mundo. Esto es lo que siempre ocurre. Ningún hombre nace solo. sin pasado. Todo lo que el hombre puede hacer es repolarizar este pa­ sado. primero dentro de su propia naturaleza. y luego dentro de su medio ambiente. Ningún hombre podrá transformar una cul­ tura sin estar i'1}órmado de su contenido: no podrá afectar algo dentro de lo cual él no participe de alguna manera.

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SEGUNDA PARTE

LA PRIMERA CASA LA SEGUNDA CASA LA TERCERA CASA LA CUARTA CASA LA QUINTA CASA LA SEXTA CASA LA SEPTIMA CASA LA OCTAVA CASA LA NOVENA CASA LA DECIMA CASA LA UNDECIMA CASA LA DUOCEDIMA CASA EL CICLO DE EXPERIENCIAS INDIVIDUALES, COMPUESTO POR TRES NIVELES.

LA PRIMERA CASA

El acto de respirar define el primer momento de la existencia individualizada. en función de un enfoque de la astrología que se centre en la persona. En el momento del primer aliento. se cie­ rra una válvula del corazón. afluye la sangre en los pulmones. y se establecen. de modo particular, los dos ritmos esenciales de la vida del organismo humano: el ritmo de la sangre y el ritmo del corazón. También se inicia un tercer ritmo. del que sabemos aµe­ na�.algo. que se refiere a las pulsaciones del fluido cerebro-espi­ nal, que se relaciona con las corrientes electromagnéticas ("eté­ ricas"). La identificación de la "vida" con la respiración es tan antigua como el pensamiento humano. Los términos sánscritos pranay atman se refieren, en dos niveles diferentes. a la respiración. Lo mismo ocurre con el vocablo griego pneuma. que significa respi­ ración y espíritu. y la palabra latina anima, que significa alma. En un sentido más amplio todavía, la existencia misma implica movimiento. dinamismo, cambio rítmico. En el libro bíblico del Génesis, se dice que toda la existencia comenzó con una orden de Dios: "Hágase la Luz". Pero esta Luz no es la luz del Sol, como puede apreciarse por las expresiones bíblicas siguientes. Se trata de movimiento. vibración y, en con­ secuencia. ritmo. El feto. que no nació, experimenta ritmos, pe­ ro esta experiencia tiene lugar dentro de un ambiente cerrado, dominado por los ritmos de la madre. Sólo cuando el organismo humano emerge en el ambiente abierto del universo, puede en­ tonces empezar a operar activa y positivamente como "persona individual". Nacer como persona individual potencial es respirar. Por esta razón, el yogi que anhela fundir su individualidad con el Todo universal practica pranayama: literalmente, la muerte de la respiración. Deliberadamente, desindividualiza y despersona­ liza su ser total, y por lo menos, su consciencia. 63

En consecuencia, la respiración es el primer acto de existen­ cia independiente dentro del ambiente abierto del universo. Es la primera afirmación del ser. La primera casa de un mapa natal empieza con el Ascendente, con el símbolo de la salida del sol. del comienzo de la actividad sobre nuestro planeta. y. en general. de todos los comienzos. Cada experiencia puede ser un nuevo co­ mienzo. Cada indi\iduo podrá renacer en cualquier momento. Podrá relacionarse con su universo de un modo nuevo, de un mo­ do único: según su propio modo. Este modo constituye, o por lo menos manifiesta existencialmente, su identidad: lo cual signi­ fica también la manera con que se oriente hacia el universo. Lo que aquí significo con universo es simplemente la existen­ cia como esta persona individual es capaz de verla. sentirla, co­ nocerla y experimentarla. Podemos hablar de este universo en tres niveles principales. El hombre nace dentro de la biósfera de la Tierra: primer nivel. También nace dentro del sistema solar: se­ gundo nivel. Puede relacionarse conscientemente con (y partici­ par en la actividad de) la galaxia. de la cual el sistema solar es só� lo una partecita: tercer nivel. Más allá de la galaxia, podemos re­ presentarnos un universo einsteiniano 1lnito o un Espacio infi­ nito, y es probable que ambos conceptos tengan algo de verdad. Sin embargo, en lo atinente a un fin-realista y experimental, uno debería detenerse en la galaxia; y, en realidad, es siempre válido saber dónde y cuándo detenerse en las propias especulaciones intelectuales, no sea que uno pierda su propia consciencia en un océano de indiferenciación pura y de abstracciones existencial­ mente vacuas. Estos tres niveles (la biósfera de la Tierra, el sistema solar, y la galaxia) son muy reales, al menos potencialmente. Son capa­ ces de ser experimentados por nosotros y. en consecuencia, los podremos usar como símbolos en un proceso evolu tlvo del yo in­ dividual, compuesto por tres niveles. Esta evolución tiene lugar. teóricamente, en tres fases, cuando es que tiene lugar, en función de la experiencia humana y del crecimiento del tipo de conscien­ cia que puede formularse y traducirse en acción. Este proceso de tres niveles puede también referirse, al menos en un sentido ar­ quetípico, a los tres períodos básicos de una vida humana reali­ zada individual y conscientemente: desde el nacimiento hasta los 28 años de edad; desde los 28 años hasta los 56; y desde los 56 hasta los 84. El ciclo de 84 años es la revolución de Urano alre­ dedor del Sol y. como Urano es esencialmente el símbolo de la transformación y la metamorfosis, este ciclo se refiere al hombre 64

operando en el nivel en el que son posibles las transformaciones constantes. Por otro lado, el ciclo tradicional de 70 años de exis­ tencia (tres veces veinte más diez) se refiere a la vida humana do­ minada por tradiciones biológicas y socio-culturales. y por los ci­ clos de 20 años de la relación Júpiter-Saturno. y debería ser evi­ dente que los seres humanos, en su mayoría. todavía están ope­ rando en ese nivel de existencia y consciencia. El número 28 ha sido considerado "el número del hombre". Se relaciona con el 4 y con el 7, de modo que representa el accionar concreto y pleno del ciclo de 7 años, siendo el 4 el símbolo de lo concreto. Los ciclos de 84 años contienen doce perídos de 7 años, e inducen en este ciclo de 7 años una manifestación cósmica po­ tencialmente plena. En un sentido más oculto, este ciclo de 84 años de refiere a la construcción del Cuerpo inmortal de Cristo, o, en la terminología budista, el Cuerpo de Diamante, el produc­ to del "Matrimonio del Cielo y la Tierra". 1 Más adelante. en otro capítulo, volveré a hablar sobre estos ci­ clos porque lo que aquí nos interesa es el hecho de que, al me­ nos potencialmente, podrán tenerse las experiencias a las que cada una de las doce casas se refiere, y contar con un significa­ do en tres niveles fundamentales. Un individuo puede nacer y re­ nacer en cada uno de estos niveles. De modo parecido, puede ex­ perimentar y ocuparse de lo que él posee en función de varios conjuntos de valores (segunda casa). y puede correlacionar y pensar sus experiencias, al igual que desarrollar su enfoque par­ ticular de su medio ambiente (tercera casa) también en tres ni­ veles diferentes. Luego, cuando procure hallar una base sobre la que habrá de construir una actividad personal que sea sólida y segura, podrá encontrar esa base en las relaciones superficiales y en las costumbres tradicionales de su familia. o en los niveles más profundos de su cultura colectiva y nacional. simbolizados por las raíces principales de los grandes árboles. También podrá llegar al núcleo simbólico de la Tierra, el cual significa el centro mismo de su ser "global": cuarta casa. Volvamos ahora a la quinta casa: un ser humano nace física­ mente del vientre de su madre. Psicológicamente, podrá experi­ mentar (aunque no io necesite) un "segundo nacimiento" como persona individualizada, volviéndose, poco a poco, más cons­ ciente de su lugar y su función en su comunidad. Este es su na1 Ver mis libros Astrología de la Personalidad (publicado por Editorial Kier S.A) y

Triptych {I'he mwnined Road) en cuanto a referencias sobre este proceso; y obras como El Secreto de la F1or de Oro, traducida del chino por Richard Wilhelm.

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cimiento en la individualidad, mientras que el primer nacimien­ to lo fue en la "organicidad", Algunos individuos llegan al nivel de un tercer nacimiento: un nacimiento en la Luz o en la realidad es­ piritual. Si consideramos a este proceso natal. que consta de tres nive­ les. como una serie de evoluciones en el tiempo, podremos enton­ ces referir aquéllas a los comienzos de los tres ciclos de 28 años de existencia individualizada consciente -teóricamente: al na­ cimiento real, al período existente entre los 27 1/2 y los 29 años de edad, y al período que transcurre entre los 56 y 59 años de edad. Pero también podremos pensar en estos tres niveles nata­ les como carentes de referentes temporales, al menos potencial­ mente: los tres niveles están allí todo el tiempo; el hombre podrá funcionar en cada nivel y en todos los niveles si su consciencia puede armonizarse, de algún modo, con los ritmos vibratorios de estos niveles y enterarse de sus horizontes específicos. Todo hombre vive al mismo tiempo en la biósfera, en el campo solar, y en el universo galáctico. pero son pocos los hombres realmen­ te conscientes de todo lo que esto implica. La primera casa del mapa natal de una persona indica esen­ cialmente el tipo de experiencia a través de la cual aquélla des­ cubrirá mejor quién es como individuo único. Podrá realizar se­ mejante descubrimiento en tres niveles básicos de consciencia, que pueden llamarse: intelectual, mental-cultural y cosmo-espi­ ritual. Se puede llegar a estos niveles en un estado activo y diná­ mico de consciencia, o reflexiva y pasivamante. En realidad. to­ da indicación astrológica puede interpretarse siempre positiva o negativamente, lo cual aquí significa reflexivamente. La primera casa y su origen o cúspide, el Ascendente. indican cómo puede llegarse a estos niveles con más eficacia y significación, a fin de poner mejor en circulación el conjunto de potencialidades de un individuo. que caracterizan a una persona particular. Luego ve­ remos cómo podremos interpretar la presencia de cada signo zo­ diacal y de cada planeta en la primera casa. En el párrafo anterior hablé de los niveles de consciencia. Ca­ da experiencia podrá verse como una prueba de la consciencia de sí, al igual que como una prueba acerca de nuestra buena volun­ tad y disposición para nacer otra vez. Sin embargo, los seres hu­ manos, en su mayoría (implícitamente, si es que no explícita­ mente) se rehusan a nacer otra vez. Una persona puede cerrar sus ojos mentales-espirituales al significado potencial de una ex­ periencia; o sea, a lo que pueda producir lo que la impulse a re-

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alizar un acto de autoliberación. La filosofía hindú habla cons­ tantemente de liberarse del maya de los deseos arraigados en la "ignorancia" básica. propia de la condición humana. Pero lo esencial no es tanto la liberación sino el dar nacimiento a una nueva forma de consciencia, a un nuevo modo de existencia en un nivel nuevo. Toda experiencia Vivida profunda y totalmente puede suscitar en el individuo una voluntad de renacer y transformarse o tras­ cenderse. pero ciertos tipos de experiencias son medios más ade­ cuados, significativos y eficaces que otros para producir esto. De­ bemos observar a la primera casa y especialmente al Ascenden­ te para descubrir cuáles pueden ser aquellos medios. Los proce­ sos naturales de crecimiento no pueden forzarse, o más bien no deberían forzarse, pero consciencia no implica acción volunta­ riosa. Uno puede "observar y aguardar" {y algunos dirán: rezar) sin exigirle a la vida que llegue la experiencia mágica. ni anhelar­ la impacientemente. Lo inesperado es habitualmente lo más revelador. pero pode­ mos polarizar nuestra consciencia hacia lo inesperado. Podemos crear y mantener (¡lo cual es más dificil!) una cualidad de pron­ ta expectativa (nuevamente podemos hablar de esto, en sentido amplio, como un "rezo") que evita caer en la trampa de exigirle a la vida Wl hecho particular, externo o interno. Sin embargo. lo pri­ mero y principal que hemos de comprender es que no podremos efectuar una respiración verdaderamente profunda y vitalizado­ ra sin vaciar primero nuestros pulmones y, en otros niveles de la existencia, sin vaciar primero nuestro ser psíquico y nuestra consciencia. Estar vacío, llenarse, y responder al influjo de cuanto se está experimentando: estas son las tres fases esenciales de un proce­ so casi dialéctico. Pero, en función de la existencia humana. de­ beríamos comprender que al principio uno está lleno: lleno de contenido que carece de autenticidad e individualización, lleno con el karma del hamo sapiens • de una raza particular, de una cultura y de una familia y. podríamos añadir, lleno con los ves­ tigios inconscientes de encamaciones anteriores. El recién naci­ do está lleno con la sustancia materna; el niño que crece se lle­ na con sustancia socio-cultural. Si ha de experimentar el segun­ do nacimiento, tiene que salir de esta matriz socio-cultural colec­ tiva. Tiene que descubrir el tono individual de su ser, su propio mantram, su Nombre celeste. Y ahora que, habitualmente no hay Iniciador que le dé su nombre secreto. él tiene que descubrirlo en 67

cierta napa profunda de la consciencia. Empero, este Nombre ce­ leste es realmente su mapa natal. El poder de ese Nombre, si bien individualiza, también aisla Cuanto mayor es la intensidad. la agudeza, la precisión de las ca­ racterísticas de ese nombre (revelador del destino individual) más fuerte es el sentido inevitable del aislamiento que sigue a la revelación. Jesús pidió a sus discípulos: "¡Separáos!" Los aforis­ mos sobre el yoga, de Patanjali, subrayan lo que ha sido tradu­ cido como "aislamiento". En la antigüedad. a los chelas hindúes se les prohibía tocar a cualquier ser humano; dormían sobre col­ chones que ellos mismos inflaban con su aliento, para aislarse hasta del magnetismo del suelo. Hoy en día operamos en un nivel distinto. En la antigua India, lo que había que vencer era el profundo apego inconsciente a la tribu y al suelo. mientras que en este siglo. particularmente en los Estados Unidos, existe una punzante sensación de no perte­ necer a sitio alguno, de desarraigo y de alienación psíquica. En consecuencia, el foco del nuevo modo de vida es el sentido de re­ lación total y el ideal es la vida en una comunidad, en formas de relación totalmente abiertas. En esta situación, el símbolo del Descendente (cúspide de la séptima casa} puede recalcarse más válidamente que el del Ascendente. Pero la "comunidad" real del futuro debería ser una en la que l0s individuos se unieran cons­ ciente y deliberadamente para trascender sus egos socio-cultu­ rales y experimentar la armonía de la interdependencia holísti­ ca, estando cada uno pronto y bien dispuesto a realizar su des­ tino dentro de la totalidad. La palabra "soledad" se relaciona etimológicamente no sólo con solus, "solo", sino también con sol "Sol". Todo Sol está soli­ tario en el espacio, es el centro de un grupo de planetas sobre los cuales irradia su energía vitalizadora; pero un Sol es también una estrella. y corno estrella es una compañera entre muchas en una Hermandad de estrellas de la galaxia. Este es realmente un símbolo muy revelador. Como soles, las personas individuales son, o parecen ser y sentirse, solitarias. Este es el precio que uno tiene que pagar por la individualización: a menudo un alto pre­ cio exigido por un proceso inherentemente trágico. Pero estar so­ lo no significa sentirse solitario. y menos aún, sentirse alienado. Ningún Sol irradia vida a sus planetas en un espacio vacío; ningún individuo nace en una Tierra que esté en un espacio ex­ terior. Cada Sol es esencialmente una estrella en la galaxia, y ca­ da individuo nace para cumplir una función, para responder a 68

una necesidad del género humano y de la Tierra. que es el hogar único de la humanidad. Pero en épocas como la nuestra. para que un hombre viva significatívanente su dhanna tiene que se­ pararse. necesariamente. al menos por un tiempo, de la parte del género humano que le sirvió de madre. Hay una frase ocultista que dice asi: "Cuando el hijo abandona a su madre, se convier­ te en padre". La semilla deberá abandonar a la planta que le dio forma y sustancia antes de poder convertirse en el origen de una planta nueva, tal vez en un suelo lejano sobre el cual fue sopla­ da por los vientos del destino". El hombre que ha experimentado de esta manera un segun­ do nacimiento, como un individuo cada vez más consciente de su destino, deberá ser, en algún sentido, d{(erente de otros hombres que todavía están acurrucados dentro de la matriz de su socie­ dad. Pero la palabra "diferencia" puede ser fácilmente negativa, pues muchos individuos tienden a recalcar y glorificar su dife­ rencia de la colectividad. La orden de "¡Separáos!" sólo es válida como un medio necesario para un fin: pero, una vez que se lo lo­ gra, este fin, como ocurre con tanta frecuencia, desecha al me­ dio como carente de valor. La consciencia ya no puede concen­ trar válidamente su atención sobre estos medios. Un sentimiento de diferencia engendra un sentido de separa­ tividad, de distancia, de incompatibilidad y tal vez de fanatismo por lo que uno descubrió. La contraparte de "diferencia" es dis­ tiniividad. Ser distinto es destacarse en medio de un grupo, no porque uno quiera eso o se ufane de ese hecho, sino sencillam­ ente porque mientras los otros miembros del grupo tal vez ope­ ren confusamente y de manera que no sea auténtica, formada y característica, el individuo distinto vive una vida auténtica y for­ mada que revela el carácter único de su ser y su lugar dentro del destino. Su vida es una serie de "Firmas" (o Rúbricas) con las que marca todo lo que toca con su genio, en cualquier ámbito de la actividad en el que realice los actos que lo distinguen. Ese hombre es un origen, mientras el hombre cuyo gran de­ seo es ser "original" se interesa principalmente por recalcar, tal vez más allá de los límites del gusto y la validez, la diferencia de la que su ego se ufana tanto. El anhelo de originalidad embalsa­ ma y momiilca a las diferencias. pero debajo de todas las diferen­ cias se halla el fundamento único de la humanidad común del hombre. 2 2 Ver The Planetarizalion aj Consciousness (Segunda Parte) respecto de la base me­ tafisica y cosmológica ele estas afirmaciones.

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El secreto del renacimiento (renacimiento en el núcleo de ca­ da experiencia) es estar vacío de yo, pero mantener silenciosa­ mente y con fe un receptáculo formado dentro del cual el agua­ cero del espíritu pueda fluir, y luego seguir corriendo. Un manan­ tial es un sitio a través del cual fluye el agua que está oculta en la vasta extensión del suelo. Cada experiencia puede ser el ma­ nantial que dará origen a cambios vitales nuevos y transforma­ dores y, por lo tanto, creativos. Cada experiencia se halla reve­ lada en el Ascendente del momento en el cual ocurre. Hablar del Ascendente y de la primera casa corno si represen­ taran a la "personalidad" concebida corno un hecho de la existen­ cia evanescente y sumamente ilusorio, tal corno lo han hecho muchos astrólogos de inclinación teosófica, y glorificar al Sol del mapa natal corno símbolo del "Yo espiritual", o de la Individua­ lidad, es perder de vista el hecho central de la vida espiritual co­ mo hoy en día la pueden vivir las personas individualizadas. El Ascendente es realmente el factor más esquivo y dificil de cono­ cer del mapa natal, pero precisamente porque es fugacísirno y muy individual, es el punto de manifestación del espíritu univer­ sal, o Dios. Dios sólo actúa a través de particularidades. Las ge­ neralidades y la mera fuerza vital pertenecen a los reinos inter­ medios, al nivel de construcción cósmica y a los instrumentos formativos. Lo Divino sólo encama en el individuo: El, o Eso, eclipsa al grupo. La responsabilidad suprema recae siempre so­ bre el individuo. En el momento exacto, de manera clarísima, el Destino habla y actúa a través del individuo. La primera casa de un mapa natal se refiere al campo de la ex­ periencia dentro del cual el Destino puede hablar, en determina­ dos momentos, para impulsar la realización de actos específicos. Lo necesario en la persona individual, que pudiera ser semejan­ te instrumento focalizador de lo Divino, es una buena disposición total. una apertura total hacia todas las circunstancias y exigen­ cias de la existencia. Se trata de una disponibilidad perfecta, pe­ ro de una disponibilidad orientada hacia el aspecto de la vida del mundo que, para este individuo particular, tiene el carácter de autenticidad. A menudo podernos descubrir qué signo zodiacal está en as­ cendente al nacer, mediante el estudio de los rasgos de una per­ sona, y particularmente de la estructura de su rostro y su expre­ sión facial. La cabeza simboliza el carácter esencial de la indivi­ dualidad de la persona como ser consciente. Todo "alcanza su culminación" en el rostro, al menos en circunstancias normales, 70

pues el rostro exterioriza la forma de la individualidad. Se ha di­ cho que los ojos son las ventanas del alma, pero la cabeza es el hogar que la individualidad construyo. La cabeza refleja el Ver­ bo Creador del inicio. El signo zodiacal en el Ascendente nos dice normalmente mu­ cho sobre el dhanna del individuo. o sea, la potencialidad central que la persona debería procurar concretar conscientemente co­ mo un vaso o una lente a través de los cuales lo Divino pueda ac­ tuar. Si en la primera casa hay planetas. éstos indican el géne­ ro o los géneros defunciones que serán valiosísimas en el proce­ so de descubrimiento de nuest�o ser auténtico. Las palabras son éstas: ser. respirar. empezar. y siempre y etermanente empezar de nuevo, afrontar y revelar la presencia de Dios y la fuerza de la personalidad creadora en cada experiencia, y hablar con autoridad en función de nuestro dhanna. El hecho de que medite sobre estas palabras puede conducir al individuo perceptivo hacia la fuente misma de su propio ser.

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LA SEGUNDA CASA

La segunda casa se refiere, tradicionalmente, a los bienes pa­ trimoniales y, en nuestra sociedad, al dinero, que es el símbolo de la capacidad de poseer cuanto una persona necesite o desee. Sin embargo, como concepto. el hecho de poseer es complejísimo: tiene varios niveles de significado, y los astrólogos, en su mayo­ ría, por desgracia, tienden a interpretar este concepto y a los "asuntos de la segunda casa" de un modo superficial. que es prin­ cipalmente social. Lo que realmente está en juego en el tipo de ex­ periencias individuales que pueden relacionarse con la segunda casa de un mapa natal es el problema de la propiedad, y qué quie­ re decir un individuo siempre que usa las palabras "mío" y "de mi propiedad". Las criaturitas. en su mayoría, después de aprender a pronun­ ciar unas pocas palabras, descubren el uso del vocablo "mío". Es­ to puede ocurrir de repente, y por un tiempo esa criaturita, cuan­ do toca varios objetos, e...xclama nerviosamente: "¡mío!" En reali­ dad, la existencia consciente implica un género básico de pro­ piedad y un sentido rudimentario de posesión, o sea, el concep­ to de que algunas sustancias materiales son "wias". La persona que dice Yo soy ha de tener laringe y lengua con las que pueda decirlo. El yo es sólo una abstracción sin el soy, que implica la existencia de un cuerpo físico. Este cuerpo es la posesión primera y fundamental del yo. Este cuerpo suministra los medios para la concreción gradual de las potencialidades inherentes al campo de la personalidad. Dentro de sus células y átomos contiene un inmenso depósito de energía potencial. ¿Cómo se está usando es­ ta energía? ¿Cómo se la debería usar para que el recién nacido pueda cumplir su.función en la biósfera de la Tierra y en el géne­ ro humano? Estas son preguntas a las que la segunda casa de un mapa natal tiene la obligación de ser capaz de dar algunas res­ puestas valederas.

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Como ya lo dije, la segunda casa es una casa "sucedente", y el lema de este tipo de casa es usar. El proceso del nacimiento im­ pulsa a un orgarúsmo humano nuevo dentro del medio ambien­ te abierto. propio de la biósfera; sea lo que fuere lo que esté de­ trás de este impulso ha de considerar cómo usar las fuerzas in­ herentes a ese orgarúsmo. En el nivel estrictamente biológico. la vida es el factor causal del nacimiento: la vida que opera según la modalidad particular de operación de la especie horno sapiens y que se concentra a través de los padres. Estos padres actúan meramente como transportes del esperma y del óvulo. Como per­ sonas individuales. el papel de los padres es mínimo. aunque tra­ dicionalmente se cree que, antes y durante el embarazo, es po­ sible afectar al tipo de ente espiritual que encarnará en el vien­ tre materno. La vida opera a través de lo que llamamos los instintos. El nue­ vo organismo está "programado" para afrontar. de determinados modos, las necesidades y emergencias existenciales. Los instin­ tos le dicen al organismo cómo ha de usar las muchas partes que lo componen. En los arúmales, la programación es eficaz y no ad­ mite desviaciones, y cuando más avanzada es la especie en la es­ cala evolutiva, mayor es la posibilidad de adaptación a cambios radicales en el medio ambiente, siempre que esos cambios no sean demasiado radicales rú demasiado repentinos. Esta posibi­ lidad se halla notablemente desarrollada en los seres humanos. Cuanto más avanzado es el proceso de individualización (proce­ so éste que depende de la estimulacióny complejización de las fa­ cultades mentales), mayor es el potencial para trascender las reacciones instintivas. Cuando la mente empieza a reflejarse so­ bre sí misma (o sez:. a ser consciente de que es consciente), el "Yo soy" empieza a operar en la consciencia del organismo, polari­ zando o concretando lo que podemos juzgar como un factor tras­ cendente (una mónada, o Alma) o como un ritmo inmanente de la existencia: un yo. En el momento en el que el niño percibe conscientemente que él es un ente distinto de los demás entes que lo rodean. inevita­ blemente advierte que hay algunas cosas a las que puede llamar "mías". Pronto su consciencia se separa bastante de los diversos órganos y funciones del cuerpo para poder hablar sobre "mis" manos. "mi" cabeza, o "mi" pancita. etc .. y los padres y parien­ tes podrían decir que Juana tiene un bello rostro. El niño tiene un nombre. un cuerpo, un temperamento particular, habilida­ des especiales. Todo esto lo caracteriza; se trata de sus bienes pa73

trimoniales en el nivel más personal e íntimo de la existencia. Según piensan algunos. estos bienes que se poseen son lo que son debido al condicionamiento genético y al pasado ancestral del niño. Son su patrimonio heredado, primero y fundamentalí­ simo. Si aceptamos el concepto de reencarnación de un ente tras­ cendente. el alma. el cuerpo y todo lo que está latente en él -fa­ cultades. carácter. tendencias, facultades innatas de la mente. predisposiciones psicológicas, etc.- constituyen aquello con lo que esta alma encarnante se ha de manejar. aquello que ella po­ see y a lo que ella puede llamar "de su propiedad". El problema que esta alma tiene es el de cómo usar, administrar. consolidar plenamente y hasta disfrutar estos bienes básicos. Esto constituye el primer nivel de la propiedad. Un segundo ni­ vel se ocupa de los objetos de la posesión. como pueden serlo el dinero. la capacidad de acrecentar los propios bienes para satis­ facer deseos. fantasías y caprichos, y más adelante. la capacidad de dar un valor positivo a nuestra relación con otras personas y con la sociedad en su conjunto. Este es el nivel social de la pro­ piedad. usando el vocablo "social" en el sentido más amplio, que incluye la relación del niño con su familia y con sus amigos y com­ pañeritos. En este nivel, la adquisitividad se convierte en una fuerza impulsora. y si exageramos la cosa, se convierte en la codi­ cia del millonario que busca el poder que una riqueza enorme le podrá conferir. Todo lo que uno llega a poseer es, en un sentido u otro. el re­ sultado de la actívidad de organismos vivos y de grupos sociales en el pasado. Cada persona. en un sentido muy real. hereda el pa­ sado de la naturaleza y de la sociedad humana. Su herencia tal vez sea pequeña e inadecuada para una verdadera concreción de sí. o quizá sea abrumadora en su alcance potencial, pero siem­ pre representa al pasado. La creencia en la reencarnación suma otra dimensión a este pasado, o sea, tendencias, facultades y kar­ ma producido por vidas pasadas y trasladado hasta el presente. La pregunta básica de la segunda casa está constituida así: ¿Qué hacer ahora con todo este pasado? La respuesta estriba en el con­ cepto de administración; o sea, un uso inteligente. eficaz y posi­ tivo que dé por resultado la mejor concreción posible del poten­ cial de nuestro nacimiento. y. en consecuencia, de nuestra indi­ vidualidad. El uso apropiado de los bienes conduce hacia la revelación. la exteriorización y la realización. en relación con otros seres huma­ nos y con la propia sociedad, por parte de la propia individuali74

dad, o sea por parte de quien es. Una persona se da cuenta de lo que ella es mediante el uso de lo que ella posee; se demuestra lo que ella es. y lo demuestra a todos los hombres, mediante el uso de lo que recibió al nacer junto con lo que llega a adquirir poste­ riormente. Idealmente. la persona debería transformar sus bie­ nes en función de su propósito y su destino individuales. Sin em­ bargo. esto dificilmente podrá lograrse si una persona no avan­ za más allá del uso tradicional de los bienes, pues entonces ac­ túa meramente como sirviente del pasado. como un instrumen­ to de espíritus y del kanna. ya sea este último individual o social. Entonces, su vida la viven sus antepasados, en función de una perpetuación de privilegios socio-culturales heredados de ellos, o del hecho de que sea impulsada por antiguos odios y temores socio-religiosos. Los instintos animales son condicionados por las experiencias pasadas de la especie, de modo que se trata de las respuestas de los seres humanos pnmitivos. Hasta las personas más indivi­ dualizadas son programadas por pautas tradicionales de con­ ducta, grabados en ellas por los padres y por el estado o la reli­ gión. Las pautas de posesividad y las exigencias de propiedad ex­ clusiva son básicas todavia en nuestra sociedad. El alarido de nuestra moderna sociedad individualista y capitalista es este: "Esto es mío y nadie más podrá tenerlo". Lo que se impulsa vigo­ rosamente es la ganancia y la riqueza, y aquellos bienes más in­ tangibles que se relacionan con el prestigio, la influencia social, la fama y hasta "el amor�. Casi todos se aferran a algún género de privilegio, que es el aspecto negativo de la propiedad. Y es ne­ gativo porque se basa en el pasado, y habitualmente en la inse­ guridad, el temor y el orgullo. Por otra parte, el aspecto positivo de la propiedad es la capacidad de inducir en las energías de la Naturaleza y los valores del pasado un nuevo nivel de eficacia y productividad: pero esta eficacia y esta productividad no en fun­ ción de especiales individuos, grupos o clases sociales que gocen de privilegios sino en función del género humano en su totalidad. A los bienes se los debe usar. Las aptitudes o la riqueza que no se usan (por ejemplo, la tierra) son impedimentos para el cre­ cimiento humano. ya se trate del crecimiento individual o comu­ nitario. Pero el individuo no debe identifr.carse con lo que él po­ see, pues entonces son los bienes materiales los que lo usan a él, en vez de él usar a esos bienes que automáticamente exigen ex­ pandirse. El individuo debe imprimir el ritmo de su individuali­ dad sobre lo que él posee: debe dar a sus bienes un signifr.cado 75

individual y no meramente social colectivo. Debe hacer que su propiedad sea significativa en función de su carácter y su desti­ no individuales. Debe dedicar lo que él tiene a lo que él es, pues es el ser el único que da significado al tener. Nada hay más fútil y espiritualmente vacío que tener sin ser, y esto es verdad respecto de todo género de posesión. Una socie­ dad cabalmente sana deberia establecer como principio básico: No hay propiedad sin uso individualmente significativo. Lo que sea o no sea signiílcativo deberá seguir siendo un problema per­ sonal. pero la comunidad podrá exigirle al individuo que él dedi­ que consciente y deliberadamente lo que posee a un fin quepa­ ra él sea significativo. Sólo el propósito que se atribuye a los bie­ nes materiales es lo que les da valor y brinda un significado a la propiedad. No hay nada sagrado en el mero hecho de poseer. Sólo una so­ ciedad esencialmente carente de espiritualidad, como lo es nues­ tra actual sociedad occidental y como quizá lo fue más aún en si­ glos pasados, puede glorificar el hecho de poseer independiente­ mente del modo con que se usen los bienes, o de si se los usa o no. En el tercer nivel de la existencia humana, en el que los va­ lores espirituales y todos los valores humanos son aceptados co­ mo normas de vida. todos los bienes son consagrados natural y espontáneamente al proceso de la evolución humana: lo cual sig­ nifica, en un sentido más restricto, que son consagrados al bie­ nestar de la comunidad con el que estos bienes están relaciona­ dos, pues la riqueza surge de la cooperación humana, implícita o explícita según sea el caso. Amasar una fortuna con un nuevo invento, o con el descubri­ miento de recursos naturales en nuestra tierra. es material y es­ piritualmente un crimen contra la armonía social y la salud de la comunidad. Los bienes de un hombre son el resultado direc­ to de siglos de esfuerzos e interacción humanos; todos los bienes son el resultado de procesos naturales y sociales del pasado. El propietario hereda de la historia de la biósfera y de la sociedad humana todo lo que él posee. Lo único que puede dar significa­ do y valor a sus bienes es el uso que él haga de éstos. Lo que se le exige es que este uso sume un nuevo valor y un significado cre­ ativo nuevo a la vasta marea de la vida sobre la Tierra y la socie­ dad humana. En última instancia, el individuo que vive según valores espi­ rituales comprende que él mismo, como persona viva, es el úni­ co bien último que ha de ofrendar al género humano sobre el al76

tar de la evolución humana. Con este don. el individuo se reali­ za liberándose de la posesividad de los bienes materiales. Por el hecho de no tener nada tal vez funda finalmente su ser con los grandes ritmos del universo. El se deja llevar por el universo. y su consciencia se convier­ te en un espejo mágico en el que todos los hechos adquieren sig­ nificación y valor. El universo se adueña de él para que él sirva al propósito último de la existencia: la revelación del Significado. Dios es el Significado omniabarcante de todas las posibilida­ des de la existencia.

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LA TERCERA CASA

Cuando un texto astrológico habla de la tercera casa como la de los whermanos y hermanas, y parientes cercanos", lo que en realidad significa es el ambiente de la primera infancia y de la re­ lación que la criaturita que está creciendo tiene con aquél. En di­ cho ambiente. todo afecta al nene, y en contacto con ese ambien­ te el nene llega a descubrir hasta dónde llegan sus fuerzas y a dis­ tinguir lo que él es, respecto de un mundo exterior. como orga­ nismo vivo dotado de un género especial de consciencia. Este mundo contiene objetos y tal vez animales y cosas que crecen. al igual que miembros muy cercanos de su familia. En realidad, las referencias astrológicas a miembros de su familia -padres, her­ manos y parientes- pertenecen a un tipo de vida que todavía participa en relaciones tribales o de parentesco. En una sociedad en la que las pautas familiares arcaicas pierden la mayor parte de su importancia, han de considerarse valores más fundamen­ tales. que se refieren a cuanto el medio ambiente, en su conjun­ to. ofrece a la consciencia infantil que está en crecimiento. La relación del niño con su medio ambiente es fundamental en la formación de su carácter y de sus respuestas a la vida. Tal re­ lación existe sencillamente porque ningún organismo vivo nace en un vacío. Nace bajo la influencia de todo lo que llena el espa­ cio en tomo a las fronteras de su mundo interior, o sea, en tor­ no de su "piel" o. podríamos decir, en tomo del campo de fuerzas que ocupan todos sus órganos y sus actividades celulares. Todo organismo deberá primero conquistar su "espacio vital". En mu­ chos casos, esta conquista implica una lucha, aunque sólo se trate de la lucha para atraer y mantener la atención de quien ma­ ternalmente sumirústra el alimento necesario, y del amor de la madre que provee un sentido de seguridad y bienestar. Los hermanos y hermanas tal vez parezcan presentar obs­ táculos para que no se obtenga esa atención, y es por eso que qui-

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zá se los llegue a considerar como competidores. Pero las demás personas, los otros objetos y la actividad incomprensible (para el niño) de quien provee el alimento y el amor, cuando esa persona está lejos de él. también compiten para despojarlo de una aten­ ción exclusiva. Incluso puede no tratarse de la madre real cuya atención el niño solicita y exige instintivamente. El parentesco fi­ sico real quizá sea mucho menos importante de lo que tradicio­ nalmente se cree, y en los casos en los que la criaturita recibió su leche de una nodriza que también la tomó a su cargo por comple­ to, este lazo de parentesco representó un papel secundario. Em­ pero, puede haber en funcionamiento un instinto profundamen­ te inconsciente que vincule al organismo de un niño con su fami­ lia propiamente dicha, aunque sin duda la importancia de este instinto, si existe. seguramente es magnificado e idealizado por todas las culturas tradicionales que dan un significado sagrado a la relación de sangre y a todos los ideales arraigados en un gé­ nero de consciencia tribal y organización social. Este inst.into halla su principal campo de manifestación en la cuarta casa, pero antes de que pueda afectar a la consciencia del niño, éste deberá aprender a ocuparse de su propio medio am­ biente, y este impacto sobre él existe como un desafio. El desarro­ llo del sistema nervioso se basa en este desafio, pues el sistema nervioso de todo organismo vivo es la manifestación orgánica concreta de la capacidad de concertar coincidencias con el medio ambiente. Esta "concertación de coincidencias" es, al principio, entera­ mente inconsciente en el niño, o por lo menos es instintiva y no exige lo que, en un sentido humano, llamamos consciencia. Ope­ ra originalmente como "sensaciones" y como respuestas muscu­ lares espontáneas a aquéllas. El primer vagido del recién nacido es una respuesta muscular a la sensación del aire que entra en las membranas respiratorias. Gradualmente, se estabiliza un claro sistema de conexiones entre las células nerviosas. el cual es la base de la inteligencia humana. Cuando digo inteligencia significo la capacidad de concertar coincidencias con todo medio ambiente (primero, el fisico, y luego también el psíquico) y, en consecuencia. adaptarse a sus inflexibles exigencias y, a su tiem­ po, transformarlo hasta donde sea posible. En su nivel más ba­ jo. la inteligencia es la astucia de los animales, al igual que de los hombres primitivos y de los niños. La astucia es la capacidad de hacer jugar un factor del medio ambiente contra otro: por ejemplo. cuando el niño hace que sus padres se enfrenten mu­ tuamente.

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En un sentido. esto constituye un "juego". y el juego de la vi­ da se vuelve cada vez más complejo y sutil a medida que el me­ dio ambiente se toma más complejo, y también cuando el hom­ bre procura sobrevivir en ambientes muy diferentes de su habi­ tat natural. como por ejemplo sobre la superficie de la luna. To­ do juego implica reglas, y la Naturaleza las fija en el juego bioló­ gico normal de la vida. Sin embargo, el hombre crea sus propias reglas, en juegos sociales complejos, y hasta en la política nacio­ nal o internacional. Para no discordar, uno tiene que saber que existen reglas y comprenderlas, que, en el ambiente biosférico y en el sistema solar. significan las "leyes" del universo. Desde el punto de vista tradicional hindú, el universo es lila (el juego o el deporte, o la diversión) del Creador. Por tanto, el hombre debe­ rá descubrir las reglas del juego universal que Dios fijó. El hom­ bre le pide a Dios las claves por medio de la invocación y del re­ zo, o procurando armonizar o sintonizar su inteligencia con la mente de Dios. A su vez, Dios premia bondadosamente a quien lo busca. y premia generosamente a la humanidad. con varias clases de "revelaciones". La tercera casa se r�fiere. entonces, no sólo a la naturaleza del medio ambiente y a las personas que actúan dentro de él (parien­ tes muy cercanos. etc.) sino también al desarrollo de la inteligen­ cia y. eventualmente, del intelecto analítico y de la ciencia empí­ rica. Lo que diferencia a esta casa de su opuesta, la novena ca­ sa. es que la tercera se refiere a las experiencias que implican contacto personal directo con el ambiente próximo del individuo. mientras la novena casa se ocupa de las experiencias que sólo pueden tener lugar en función de la cooperación entre los seres humanos. Las experiencias de la novena casa implican el lengua­ je, un trasfondo cultural, y lo que Korzybski 1 llamó la facultad que liga al hombre con el tiempo. Tales experiencias postulan que el conocimiento se traspasa de una generación a otra, y se basan en un tipo de conocimiento complejo y socialmente estabilizado. En la tercera casa, el "conocimiento" es todavía muy rudimenta­ rio; es característicamente empírico; une observaciones perso­ nales, las clasifica y hace que encajen en un conjunto práctico de reglas. Sin embargo. estas son simplemente reglas. pero no leyes universales. El tipo de mente, propio de la tercera casa. genera­ liza lo menos posible. Su tendencia es conductista, pragmática y técnica. Simplemente, quiere saber "cómo" se hacen las cosas, 1 Alfrcd Korzybski (1879-1950), nacido en Polonia, fundó el Instituto de Semántica General.

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pero por razones prácticas. Puede ser muy inquisitiva e inventi­ va. pero también puede ser sutil y astuta en el desarrollo de sus experimentos: prueba de ello son los experimentos increíblemen­ te complejos ideados por científicos de laboratorio. ya se trate tanto de fisicos como de psicólogos. Pero no es filosófica. y mu­ cho menos metafisica o religiosa. Es la mente del especialista, no la del "generalista". Empero, a fin de controlar o transformar su medio ambiente, un hombre tiene que formular sus hallazgos. al menos de mane­ ra primitiva y tecnopragmática. Tiene que comunicarse con otros hombres, pero esta comunicación se refiere esencialmente a me­ tas prácticas. a cómo sobrevivir, y eventualmente a cómo sentir­ se feliz y personalmente realizado en el propio ambiente. Debemos considerar que la tercera casa sigue inevitablemen­ te a la primera y a la segunda. En la primera casa el problema bá­ sico es ser, o sea, descubrir qué somos y quiénes somos. y afian­ zar nuestra individualidad. En la segunda casa, descubrimos y experimentamos el género de sustancia material (primero, la sustancia biopsíquica. y luego la socio-cultural y la financiera) que poseemos y que, por tanto. es nuestra para que la usemos. En la tercera casa. llegamos a conocer cómo usarla óptimamen­ te en el ambiente en el que ha de usarse; y este conocimiento só­ lo podrá llegar a nosotros. al menos en esta etapa, tratando de ac­ tuar a partir de lo que somos y usando nuestros bienes (lo cual significa, en primer lugar, nuestros cuerpos) hasta que seamos bloqueados por la res istencía de los objetos y las personas que nos rodean.

Todo niño. desde el momento en que nace, trata de averiguar instintivamente hasta dónde podrá ir en cualquier dirección, tanto física como psicológica, antes de que su gesto o su acción sea detenido por algo o por alguien. Aprende que no nació en un vacío. Está rodeado de obstáculos y fuerzas y voluntades contra­ rias; tiene que definir su propio espacio "vital" y saber de qué dis­ pone para satisfacer sus necesidades y qué le está permitido den­ tro de los lindes de su actividad. La necesidad de tal conocimiento se repite en un nivel supe­ rior, y el adulto deberá aprender también hasta dónde podrá avanzar con seguridad en el campo social y en el campo intelec­ tual. A menudo, el individuo se niega a admitir limitaciones o pe­ ligros personales en el uso de lo que llegó a poseer; y el resulta81

do de esto puede ser la neurosis. la psicosis o la tragedia social. Hoy en día. la humanidad se enfrenta con esa clase de tragedia potencial porque el occidental se niega a aceptar las limitaciones de lo que él puede hacer en -y a- su medio ambiente planeta­ rio. Tenemos que aprender el alcance real de nuestro poder co­ mo seres humanos físicos y mentales. y el valor real de lo que po­ seemos (nuestra tecnología y nuestra abundancia) y el único mo­ do de aprender tal vez sea. lamentablemente, averiguar objetiva­ mente cuáles serán los resultados finales del uso que hacemos de estos bienes. La imagen personal megalomaníaca que procu­ ra proyectarse por medio de enormes energías arrebatadas a la naturaleza es muy probable que inevitablemente produzca una reacción potentisima de nuestro medio ambiente planetario o cósmico. Debemos aprender rápidamente si queremos evitar una catás­ trofe. El conocimiento en el nivel de la novena casa tiende a ser teórico y muy general. pero las experiencias de la tercera casa tie­ ne carácter de inmediatez. Puede estar en juego la sobrevivencia. La búsqueda del conocimiento en el campo de experiencia de la tercera casa es, o debería ser condicionada por la necesidad de conocer. en términos prácticos. cómo funciona todo. de modo que el individuo pueda demostrar más eficazmente qué es él esencialmente. Sin embargo, cuando la persona es impulsada ha.cia esa búsqueda de conocimiento por metas y presiones de­ terminadas socialmente. el conocimiento que ella adquiere cesa de tener importancia real para ella como individuo. Su intelecto se hincha y llena con datos sin sentido que la persona no puede asimilar. Si no vuelve sobre sus pasos o no se retira del medio am­ biente que reemplazó a su verdadera personalidad individual con un ideal falso, entonces alguna tragedia puede ser inevitable. A la tercera casa se la llama, muy significativamente. casa ca­ dente porque implica la posibilidad de una caída respecto de lo que se indica en la casa angular precedente. Una casa cadente puede significar integración y síntesis. o puede terminar en de­ sintegración y derrumbe, o perversión. Puede producirse un pro­ ceso de transformación. y las experiencias relacionadas con las cuatro casas cadentes pueden ser (y deberían ser) preludios de reorganización en un nuevo reino de la existencia. Pero el proce­ so puede ser un tiro por la culata cuando las experiencias rela­ cionadas con las casas angulares (la primera. la cuarta. la sép­ tima y la décima) no han sido cabalmente sanas. y/ o hubo abu­ so o mal uso de las fuerzas de las casas sucedentes (la segunda, 82

la quinta. la octava y la undécima). Esto es particularmente evi­ dente en lo que concierne a las casas sexta y duodécima, pero no lo es menos en función de los procesos mentales relacionados con las casas tercera y novena. Nuestra sociedad actual ideali­ za el conocimiento. y en especial la tecnología y todos los tipos de información práctica. Esta capacidad es asunto de la tercera ca­ sa. Podrá ser una bendición o una maldición, y eso dependerá de la fuerza y de la validez de la imagen que el hombre tenga acer­ ca de sí mismo y del universo. Lamentablemente, la imagen que el occidental creó en el nivel oficial de su pensamiento es esen­ cialmente inacabada y megalomarúaca. Parece inevitable una caída, a menos que esa imagen sea modificada fundamentalmen­ te. Tal vez no sea demasiado tarde para modificarla. pero el tiem­ po es corto, exlremadamente corto.

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LA CUARTA CASA

Con la cuarta casa llegamos a una de las partes de los mapas astrológicos modernos más significativa pero que por lo general es la que. en verdad, menos se conoce. La razón para considerar a la cuarta casa sólo en su sentido más superficial (en referen­ cia al hogar y todos los valores relacionados con bienes raíces) es que la mayoría de nosotros vive todavía en una Tierra que, según nuestra e.xperiencia perceptiva básica, sigue siendo chata a pe­ sar de todo lo que nuestros intelectos declaran conocer en con­ trario. La astrología extrae aún gran parte de su simbolismo y sus significados de un concepto ptolomeico del mundo; de mo­ do que todavía asocia a la cuarta casa con la idea de que deba­ jo de la superficie de la Tierra no hay nada, salvo sustancia só­ lida que se extiende eternamente en el abismo y sin otro signifi­ cado excepto que es sólida y es un cimiento sobre el cual se cons­ truyen las casas y del que se efectúan Las cosechas y se extrae la riqueza deL subsuelo.

La cuarta casa tiene realmente ese significado, pero cuando llegamos a conocer no sólo con nuestro cerebro sino también a captarlo con toda nuestra personalidad (con el cuerpo y la psi­ quis) que la Tierra es una esfera y que vivimos sobre su super­ ficie curva, la cuarta casa asume un significado nuevo y mucho más profundo. Asume una significación global, pues no sólo lle­ ga a representar al suelo productivo, al cimiento del hogar, y a la Tierra en la que cavamos tumbas (el "final" de todas las cosas) si­ no que. por sobre todo, tiene el significado de ser el centro del glo­ bo. En la cuarta casa, la persona puede y debe alcanzar la expe­ riencia del centro: tanto el centro de su personalidad global y to­ tal como el centro de la humanidad global, de una fraternidad de hombre, firmemente establecida y concretamente real. Sin seme­ jante experiencia del centro, un individuo jamás podrá demostrar 84

en su plenitud su estatura humana. Sigue siendo una criatura de la capa chata del suelo productivo que constituye la superfi­ cie de la Tierra. ya sea que vague por ella como un animal supe­ rior o se afinque con un arraigo vegetal riguroso a un sitio par­ ticular llamado "mi casa" o "mi país". Entonces puede decirse que la cuarta casa tiene dos significa­ dos básicos según el nivel en el que la consciencia del hombre opera. En un sentido principal y psico-biológico, se refiere al sue­ lo en el que la "planta humana" (expresión usada en las antiguas tradiciones esotéricas) se arraiga. La cúspide de la cuarta casa es el punto de sostén más profundo y el cimiento más seguro pa­ ra la construcción de todo lo que ha de elevarse por encima del suelo. Por tanto. se refiere a la tradición ancestral y a las gran­ des imágenes y los grandes símbolos sobre los que fue construida una cultura (los "símbolos primordiales" de Spengler y los "ar­ quetipos del inconsciente colectivo" de Jung); en realidad, a to­ do lo que una persona da por sentado como verdades evidentes, incluyendo los postulados de la ciencia y sus constantes. A fin de surgir acertadamente de la matriz de su particular cul­ tura y tradición ético-religiosa. un ser humano necesita un tipo de sostén que sea más profundo y más individuali7,ado. Simbó­ licamente hablando. su raíz principal llega al centro del globo. A la individualidad sólo se la puede experimentar como una cen­ tralización en el yo, y cuando digo "yo" no significo un principio trascendente. que todo lo incluye, sino más bien una fuerza rít­ mica que reside en el centro mismo de la existencia concreta. A esa fuerza se la representó residiendo en el "corazón", porque los latidos del corazón constituyen el ritmo fundamentalísimo del or­ ganismo vivo. En el simbolismo rosacruz. a este centro se lo re­ presenta como la Rosa que se abre en el centro de la Cruz: una cruz formada, en el cuerpo humano, por la línea vertical de la co­ lumna vertebral y la línea horizontal de los brazos extendidos. En ese centro. dondequiera que esté ubicado con exactitud, el místico hindú y el yogi sintieron y vieron la presencia del atman. el centro de toda realidad. En el Bhagavad Gita. Krishna. la Dei­ dad encarr1ada, dice: "Allí mora en el corazón de toda criatura, el Maestro, Ishvara. quien con su fuerza mágica hace que todas las cosas y criaturas giren montadas sobre la rueda universal del tiempo. Refúgiate solamente en él. con toda tu alma; con su gra­ cia obtendrás la felicidad suprema, el lugar eterno ... " (según la versión de William Q. Judge). Ciertamente. en el Nadir simbólico (que también es el punto de 85

Medianoche de la consciencia) podrá tenerse la "experiencia de Dios". Allí mora el Dios inmanente, el Dios de los abismos que po­ lariza el esplendor del Dios de las alturas, el flamígero Dios del mediodía cuya faz no puede verse sin cegar a quien lo mire. To­ da persona verdaderamente individualizada "sabe", mediante una cognición existencial e irreductible, y que es íntima, que no puede haber una base segura salvo cuando alcanzó un estado de centralización inconmovible. Hasta que experimente este estado. el ser humano sigue ligado a alguna clase de matriz. Tal vez no sea ya la madre real o la imagen de la Madre substituta: pero la Iglesia como organización, o incluso el Partido para los comunis­ tas de viejo cuño. pueden seguir siendo un vientre psíquico o ideológico que los envuelve. Todas las bases "sólidas" pueden de­ rrumbarse, el árbol firmemente arraigado puede tumbarse, pe­ ro el globo retiene eternamente su centro. El "hombre global" está seguro en la centralización de su personalidad individualizada. Podemos avanzar un poco más con el simbolismo de la raíz principal que es capaz de llegar al centro de la tierra. La línea ver­ tical del mapa natal (Cenit a Nadir) apunta al Cielo como se lo ve en las antípodas. Si todos los hombres estuvieran de pie, ergui­ dos sobre la superficie de la Tierra, la línea que se prolongaría ha­ cia abajo, correspondiente a sus columnas vertebrales, se encon­ traría en el centro del globo y avanzaría más hasta llegar a las an­ típodas. Mirando exactamente arriba hacia el Cielo, cada hom­ bre toma contacto con una estrella diferente. Las cabezas de los hombres se dirigen hacia diferentes puntos del Cielo: sus pies se orientan hacia el centro en el que todas las cosas terrenas son una sola. La unidad está en el centro de la Tierra. no en el Cie­ lo. La humanidad común del hombre se experimenta en las pro­ fundidades: son las funciones de la cabeza las que diferencian y dividen. Por esta razón lo que se llama psicología profunda es tan sig­ nificativo hoy en día. en nuestra era de individualización basa­ da en el seudocentro superficial de la consciencia y del deseo que llamamos el ego. La psicología profunda usa el concepto y la ex­ periencia de lo profundo para llegar al centro. Cuando un ser hu­ mano llega a su propio centro, él también descubre que es uno solo con todos los otros seres humanos, pues todas las cosas con­ vergen en el centro. En la tradición masónica, esto se menciona simbólicamente como meditar sobre el Sol de Medianoche, pues a medianoche el Sol está en la cúspide de la cuarta casa, ilumi­ nando las antípodas. El individuo se da cuenta de lo que él es

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uniéndose con lo opuesto a él, y los filósofos han hablado a me­ nudo, en un sentido abstracto, de la reconciliación de los opues­ tos. Cada valor y cada cualidad pueden definirse en referencia a lo que no son. El concepto de bueno se apoya en el concepto de malo. La famosa frase de Shakespeare: "Ser o no ser: esa es la cuestión". es una expresión típica de la trágica dualidad inheren­ te a la sociedad occidental. Sin embargo, ser o no ser, vida y muerte, yang y yin son inseparables. Una consciencia global y holística (simbolizada por Tao) incluye a estos opuestos pero en proporciones que varían. Los textos astrológicos. inspirados por afirmaciones efectua­ das en libros teosóficos, declaran con frecuencia que la primera casa es la casa de "la personalidad". Según mi parecer esto pue­ de ser muy engañoso, si con el ambiguo vocablo "personalidad" uno significa a la persona total y a lo que ésta irradia. Lo que el Ascendente y la primera casa representan realmente es el impul­ so original del ser individual. o. podríamos decir. el yo como una vibración y un ritmo particulares. y el destino único del individuo siempre tan poco diferente de todos los otros individuos. Este im­ pulso tiene que adquirir material sustancial alrededor de él a fin de existir como un ser humano que funcione verdaderamente. El recién nacido, con su consciencia rudimentaria, tiene que apren­ der lo que él es capaz de usar como cuerpo, facultades y perte­ nencias -segunda casa-. y luego cuáles son las limitaciones que pueden imponerse sobre este uso por parte de su medio am­ biente, y las oportunidades que éste también le brinda -terce­ ra casa. Tan sólo entonces. la consciencia, el yo, podrá organi­ zarse y estabilizarse plenamente como persona. Las experiencias de la cuarta casa atañen a este proceso de in­ tegración y estabilización. En el nivel principal de la consciencia biológica y fisico-cultural, a la integración se la alcanza teórica o idealmente dentro de un hogar y en función de una tradición definida y estable. La persona que es normal y está integrada po­ sitivamente es un espécimen sano de un tipo familiar al igual que de un ideal colectivo de conducta cultural y social. Como perso­ na verdaderamente individualizada, se centra en el ritmo y la fuerza únicos de su personalidad y su destino individuales. En un nivel más elevado todavía. esta individualidad se armoniza consciente y totalmente con las necesidades del género humano, y la persona se convierte en un "personaje" con alguna clase de 87

misión como instrumento del Hombre o de Dios. El carácter as­ trológico de la cuarta casa y los planetas que puedan ubicarse en esta parte del mapa deben ayudar a descubrir el mejor modo de alcanzar un estado de integración y a adquirir una base sólida y eficaz para la personalidad. Como se usa el término aquí, "personalidad" es más que un mero organismo biopsíquico capaz de funcionar eficazmente en­ tre otros organismos; puede considerársela un motor capaz de ge­ nerar fuerza para el trabajo. En realidad, todo organismo es con­ cretamente un motor a través del cual opera la energía vital. La integración funcional de las partes dentro de una totalidad viva genera fuerza. Esta fuerza ha de usarse de alguna manera, y las experiencias que se relacionan con su uso pertenecen al campo de la quinta casa, que en consecuencia se llama el sector en el que la personalidad se expresa. El eje vertical de un mapa astrológico se refiere a fuerza; el eje horizontal. a consciencia. La clase de fuerza relacionada con la cuarta casa es privada. en el sentido de que es producida por la totalidad biopsíquica a la que llamamos persona individual. Es la fuerza de una manifestación particularizada del tipo de vida caracterizada generalmente por la especie humana. por el horno sapiens. Es la fuerza implícita en "ser una persona". En la ma­ yoría de los casos, esta persona es básicamente condicionada, si no enteramente determinada. por la familia ancestral y por las pautas socio-culturales. Es un motor, producido principalmen­ te en forma masiva, siguiendo los lineamientos gregarios que lla­ mamos tradición, familia, escuela y medio ambiente. Empero, en algunos casos, y hoy en día en cantidades vastamente crecien­ tes, estas personas que. en lo cultural. son producidas en masa. abandonan la fábrica en busca de un tratamiento especial, ad­ quiriendo no sólo características individuales (ni siquiera los mo­ tores producidos en masa funcionan exactamente del mismo mo­ do) sino volviéndose también independientes y capaces de auto­ realizarse. Entonces. una persona ya no es un mero espécimen biosocial sino que está verdaderamente individualizada, lo cual significa que una fuerza que opera en otro nivel distinto al de la vida se apodera, al principio tal vez vacilante e incompletamen­ te, del motor de la personalidad. A esta fuerza se la puede llamar Espíritu, Alma, Yo o incluso Dios, según la clase de metafisica que uno acepte. Opera a través de la mente. que a su vez afec­ ta al organismo biológico. pero no es mente en el sentido habitual del vocablo. Algunos filósofos y psicólogos hablan de voluntad.

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pero aquí uno debe nuevamente diferenciar entre lo que muy a menudo se llama voiuntad, y que pertenece meramente al reino de los impulsos biológicos y de los deseos emocionales, y la Vo­ luntad espiritual que es la única que puede verdaderamente in­ dividualizarse. La voluntad es fuerza lista para concretar su expresión. Es la que concreta lo que sólo fue una potencialidad. El Ascendente se refiere al potencial del ser. Simbólicamente, es "el Verbo que era en el principio", el logos. Pero una palabra es sólo una imagen po­ tencialmente capaz de movilizarfuerza; nada puede hacer por sí sola hasta que despierte un sentimiento en un organismo con­ creto y real. Entonces, la fuerza inherente a ese organismo es mo­ vida por el sentimiento, y el resultado es una acción. El Ascen­ dente da la palabra: el Nadir y la cuarta casa se refieren al orga­ nismo y a su capacidad para ser movido por una imagen, una pa­ labra, y, en general. por la clase de sentimiento que moviliza y dirige espontáneamente las energías del organismo humano, tanto en el nivel puramente fisiológico como en el nivel psico-in­ telectual. Por tanto. puede decirse que la cuarta casa se refiere a la fun­ ción psíquica básica que Carl Jung llamó sentimiento. La prime­ ra casa se refiere a la intuición de Jung, que realmente significa una sensibilidad definida hacia las directivas superpersonales o hacia símbolos-imágenes que revelan de inmediato el carácter y el significado de toda una situación compleja. Tanto la intuición como el sentimiento, según se los define en astrología, son esen­ cialmente personales, en el sentido de que producen experien­ cias íntimas e incontrovertibles que conciernen al individuo y re­ flejan su etapa de desarrollo. Esta etapa de desarrollo es expresada en la segunda casa por los bienes que el individuo posee (bienes en todos los niveles, por supuesto) y en la tercera casa por el modo con que el individuo sale al encuentro de su medio ambiente. reacciona ante éste, acumula información y luego la reduce a fórmulas para sí. A una computadora se la puede alimentar con muchísimos datos; del mismo modo, el ambiente familiar, la sociedad, los programas te­ levisivos, los diarios y unos pocos años de estudios pueden ali­ mentar el cerebro del niño y del adolescente que crecen con mu­ chísima información: todas estas son experiencias de la tercera casa. Estas experiencias son inútiles, y en realidad, a menudo pueden volverse psicológicamente tóxicas, a menos que se las coordine, integre. asimile y. por tanto, relacione con el yo y su ca89

pacidad única de consciencia centralizadora: simbólicamente. el Ascendente. De modo que hay una época (al final del período do­ minado por la tercera casa, y teóricamente, en una vida normal. al final de la adolescencia) en la que habría que saber dejar de nu­ trirse con datos y más datos. y en cambio trabajar procediendo a estabilizamos y autolimitarnos. En la antigüedad, esta era la época del matrimonio y de la formación del hogar, o sea, la épo­ ca para definir con exactitud dónde uno elegía estar ( o dónde lo inducían a estar), la época para "echar raíces" en el propio sitio de su destino. Es evidente que el concepto de hogar y de forma­ ción de una familia perdió gran parte de su significado en nues­ tra sociedad tecnológica de nómades desarraigados y de intelec­ tos ávidos de mayor información y frenesí, pero. independiente­ mente de que las experiencias de las casas tercera y cuarta se asocien con un período particular de la vida, sigue en firme el he­ cho de que apasionarse por nuevas experiencias y acumular in­ formación no tiene sentido a menos que, como personas indivi­ duales, asimilemos cuidadosamente estas cosas y las convirta­ mos en sostenes de nuestras "casas de la personalidad". El As­ cendente puede decimos quiénes somos: pero el Nadir indica qué somos, al menos potencialmente, y dónde estamos. Al conocimiento propio de la tercera casa se lo debería trans­ formar en la fuerza de la cuarta casa. Es posible que se cese de­ masiado precozmente de buscar más conocimiento, y que la in­ tegración personal y la fuerza para realizar acciones individua­ les sean demasiado restringidas y corrientes. También es posible que se sigan adquiriendo datos que no puedan integrarse de mo­ do constructivo y significativo dentro de nuestro sistema de vida y dentro de nuestra actitud hacia el mundo, y que esto pueda in­ ducir diversos tipos de catástrofes. Nuestra soc:iedad occidental. en su totalidad, sigue este último derrotero y puede llegar a una etapa en la que se asfixie bajo una mole de datos que no sea ca­ paz de asimilar y bajo la compulsión neurótica de tener cada vez más y saber cada vez más en función de algo que no podrá inte­ grar más dentro de una filosofia sana y armoniosa del ser. En el sector del mapa astrológico que empieza con la cuarta ca­ sa (mencionado habitualmente como el sector Noroeste. debido al carácter bidimensional del mapa) todo depende de las indica­ ciones relacionadas con la cuarta casa y particularmente con su cúspide: el /mum Coeli, o Nadir. Las experiencias de la cuarta ca­ sa hablan básicamente de lo que el ser humano es como una per­ sona concreta y real. Estas bases personales condicionan lo que 90

la voluntad individual será capaz de expresar, amar u odiar. pro­ crear o crear. Todas estas actividades tendrán un carácter sóli­ do o un carácter inseguro, una cualidad creativa armoniosa o ati­ borrada, o una ausencia total de creatividad. Y, a su vez, esto conducirá hacia la realización de la cosecha (o hacia su no reali­ zación) según el tipo de experiencias a las que la sexta casa se re­ fiere.

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LA QUINTA CASA

Lo que en la cuarta casa ha sido asimilado, estabilizado, inte­ grado o construido, produce energía potencial en la quinta casa. La energía está disponible para que se la use. Se trata no sólo de la energía necesaria, en el nivel biológico, para los cambios inter­ celulares y para adaptar al cuerpo a los cambios de calor, hume­ dad o magnetismo que ocurren en el ambiente físico, sino tam­ bién de la energía nerviosa y muscular necesaria para conseguir alimento, afrontar obstáculos y hostilidad, y satisfacer necesida­ des flsiológicas básicas; por ejemplo, la necesidad de reproducir­ se mediante unión sexual, que es propia de la especie. El indivi­ duo que está desarrollado en lo mental y en lo emocional dispone, en mayor o menor medida, de la energía personal para expresar­ se en valores sociales v culturales. La creatividad se refiere a la quinta casa, porque crear, en un sentido humano, es imprimir sobre nuestra comunidad algunas características de nuestra personalidad. Es poner nuestra mar­ ca sobre nuestra sociedad, o sobre el género humano en general. Evidentemente, esto puede hacerse de varios modos. El modo biológico consiste en dar a luz a un niño y criarlo para que sea una persona de importancia socio-cultural. Producir una obra de arte, o una obra literaria, fundar una institución cultural, ima­ ginar y desarrollar un gran invento que afecte al modo de vivir de los hombres, conducir a nuestra nación hacia un logro notable ... todas estas actividades exteriorizan y emplean la fuerza del cre­ ador, del inventor o del conductor o dirigente. Sin embargo, en algunos casos, la fuerza que se exterioriza y el anhelo que se proyecta se originan en un ámbito que es real­ mente superpersonal. La persona se convierte en el instrumento de aigún gran propósito evolutivo, de carácter colectivo o plane­ tario; semeja una lente traslúcida y de forma perfecta, a través de la cual la luz se condensa y concentra o enfoca. La fuerza po-

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drá operar en este punto focal, y podrá realizarse el trabajo. Es­ te trabajo (el acto creador y sus productos) es condicionado, indu­ dablemente, por la naturaleza y el temperamento de la persona, pero, aún más fundamentalmente, es determinado por factores que trascienden idiosincracias personales y quizás hasta deseos personales o intentos para controlar el proceso creador o dirigirlo hacia una finalidad conscientemente definida. Sin embargo, debemos comprender que cuando una persona realiza un trabajo de importancia social en función de su profe­ sión o bajo la presión de una necesidad colectiva, y cuando es­ te trabajo tiene, por así decirlo. el respaldo consciente o incons­ ciente de una institución social, de una firma comercial, o de to­ da la comunidad, tal realización (aunque parezca creativa) se re­ fiere tanto o más a la undécima casa que a la quinta. Teóricamen­ te, en la quinta casa, la persona actúa, tan estrictamente como le sea posible, como un individuo. No le interesan los resultados sociales colectivos o, si es que le interesan, entonces ello es prin­ cipalmente en la medida en que estos resultados le producirán fama, prestigio y satisfacción de su ego. En la quinta casa, una persona procura engrandecer su propia naturaleza. Le interesa más ser "original" que originar algo. Podrá reconocerlo conscien­ temente, o no reconocerlo, pero detrás de sus acciones están siempre estas preguntas: "¿Qué podré sacar de esto? ¿Este acto cómo me hará sentir mejor, más realizado, más feliz, más impor­ tante?". Esto se aplica tanto a las naciones como a las personas en particular, como lo demuestra el modo con que los norteame­ ricanos enfocamos los asuntos internacionales. Si a la quinta casa se la considera tradicionalmente como la parte del mapa natal que se refiere a asuntos amorosos, mientras la séptima casa se refiere al matrimonio, ello se debe a que, al me­ nos en la sociedad de antaño, se suponía que un amorío consis­ tía meramente en librarse de tensiones emotivo-sexuales y /o frustraciones y desdichas personales o. a menudo, en un mero juego o pasatiempo, o en un contacto determinado por la ambi­ ción personal. Por otra parte, un matrimonio o una firme socie­ dad comercial implicaba la unión permanente de personas que concebían a esta asociación como un medio para producir resul­ tados biológicos, sociales o culturales: resultados que se consi­ deraban funcionales en términos de toda la comunidad. Hasta hace muy poco, el matrimonio no significaba la unión que dos personas independientes buscaban libremente, procurando ha­ llar con esta unión un modo de mayor realización personal en el 93

amor. pues muy frecuentemente al matrimonio se lo arreglaba de acuerdo con la clase social y el estado financiero con el fin de pre­ servar a la raza humana y a los valores de una cultura y una re­ ligión particulares a través de la procreación de hijos educados adecuadamente para que cumplieran este papel -cuestión és­ ta que hoy en día, y con muchísima frecuencia, se entiende mal, o se olvida por conveniencia. La quinta casa es el área de las experiencias que son esencial­ mente el resultado de emociones, y deberíamos tener el cuidado de distinguir entre emociones y sentimientos. Los sentimientos se experimentan en la cuarta casa porque constituyen las reaccio­ nes espontáneas de todo un organismo hacia una situación de la vida, ya sea en el nivel puramente biológico e instintivo, o en el nivel psicológico e individualizado. Puede tratarse de una situa­ ción interior (como cuando una persona siente dolor en alguna parte de su cuerpo porque tiene mal un órgano) o una situación exterior, causada al tropezar con otra persona. El sentimiento es un proceso holístico que abarca un estado orgánico de conscien­ cia, o al menos. de semiconsciencia. Este estado busca entonces exteriorizarse. y el proceso de exteriorización es, a la par, una "emoción" ( un "movimiento hacia afuera") en el nivel psicológi­ co. y en el nivel fisico es algún genero de reacción muscular o quí­ mica. El detector de mentiras y el instrumental conexo han de­ mostrado concluyentemente que todas las emociones (ya se tra­ te de miedo, amor, depresión, felicidad o ira) están sincroniza­ das con cambios orgánicos y movimientos musculares. por leves e incoscientes que éstos sean. Tales respuestas a la confronta­ ción o a los acontecimientos internos (uno de estos puede ser la creación de determinadas imágenes mentales durante la medi­ tación) son las que deberían considerarse experiencias de la quinta casa. A la quinta casa se la ha asociado con "el juego por dinero" en cualquiera de sus formas: desde jugar para ganar un amor has­ ta apostar en la promoción de empresas artísticas o financieras. Asociarla de este modo es válido siempre que el jugador siga es­ trictamente a su corazonada o a su imaginación, o sucumba ba­ jo la presión de una frustración interior o un complejo. Pero, cuando el hecho de apostar se discute con un compañero o so­ cio, y se basa en una evaluación intelectual de procesos sociales y comerciales. entonces debería referirse a la octava casa, o en al­ gunos casos. a la undécima casa. También es tradicional hablar de la quinta casa en relación 94

con el parlo y la educación, al menos en su primera etapa. La ra­ zón de esto consiste en que los padres. en su mayoria, tienden a considerar a sus hijos como proyecciones y extensiones de sus propias personalidades: con frecuencia, esperan que sus hijos sean lo que ellos no lograron ser. Tal vez procuren brindarles las oportunidades que ellos no tu­ vieron siendo jóvenes, o tal ver.t les proyecten sus propios anhe­ los y ambiciones, y esto quizá con el propósito de disfrutar, a tra­ vés de sus hijos, lo que estos realicen, o hasta lo que éstos amen. Los padres pueden también creer que su deber consiste en im­ partir a sus hijos, con energía que varía, la cultura y los moda­ les que ellos mismos recibieron de sus propios padres. De modo que la educación es un proceso mediante el cual se imprime sobre la mente supuestamente virgen y sobre los sen­ timiento naturales de un niño un conjunto colectivo de reglas so­ cio-culturales y patrones de respuesta. Si se lo entiende de este modo, el proceso educativo, sólo toma un conocimiento mínimo de la individualidad y de la "unicidad" de ser y destino, que son propios del niño. Esto, más que todo lo demás, es lo que ha pro­ ducido la actual rebelión de los jóvenes. Esta rebelión es, en par­ te, consecuencia de que muchos padres ya no están convencidos de que su tradición cultural y ético-religiosa sea digna de ser transmitida, o es resultado de que las cambiantes circunstancias de la vida, en nuestra era tecnológica, hacen que esto sea impo­ sible. También es el resultado del gran incremento de muchas clases de estímulos externos (telenovelas, noticieros, disputas de los padres en el hogar, cambio constante de ambiente) que ge­ neran un desarrollo sensorio e intelectual prematuro, mientras que a los sentimientos naturales se los deja despojados del sos­ tén de sus raíces y de los ejemplos de una vida grupal integrada y sólida. En el nivel biológico, la quinta casa puede también referirse a nuestra progenie, incluso en nuestra sociedad caótica. Sin em­ bargo, hoy en día, esta casa ha llegado a ocuparse cada vez más de los intentos de autoexpresión emocional y creatividad de hom­ bres y mujeres que necesitan "desfogarse" mientras están dedi­ cados a actividades monótonas y automáticas, y que deben ha­ llar algún género de escape para sus frustraciones y compulsio­ nes neuróticas. No obstante. esta casa es también el campo de experiencias que se refieren a las actividades verdaderamente creativas de grandes artistas y a las fascinantes actuaciones de músicos, actores y estrellas de cine.

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Cada casa del mapa natal se refiere a alguna gran prueba, por­ que cada clase de experiencia básica obliga al individuo que se está desarrollando a que se enfrente. de un modo nuevo, consi­ go mismo. y a que se ocupe de una categoría particular de pro­ blemas. 1 El signo sobre la cúspide de una casa y el carácter de los planetas que puedan hallarse en esta casa deberían darle al estudiante de astrología las claves sobre el mejor modo con que podrá resolver estos problemas. Ningún planeta puede conside­ rarse que dé indicaciones que. en sí mismas. sean negativas, pues todas se refieren a un Upo de energía que es esencialmen­ te valiosa, aunque el hombre, en su actual etapa evolutiva. tien­ da en muchos casos a usarla imperfectamente o para producir efectos catárticos y tal vez desintegradores. A la prueba implícita en las experiencias de la primera casa po­ demos definirla como la de soledad o sea. el emerger de la masa como un individuo único. La prueba de la segunda casa es la pro­ piedad. La prueba de la tercera casa es la de pensamiento, o sea, cómo enfocar consciente e inteligentemente los desafios de nues­ tro medio ambiente. La prueba de la cuarta casa es la de estabi­ lidad. La gran prueba de la quinta casa incluye la aptitud para hacer que nuestra naturaleza más recóndita actúe en función de pureza en sus motivaciones y usando, de manera "pura" los me­ dios disponibles para la liberación de nuestras energías. Lamentablemente, se ha abusado de las palabras "puro" y "pureza". Ser puro es ser exclusivamente lo que uno es como in­ dividuo único en función de nuestro propio destino. El agua pu­ ra es la que no contiene sedimentos ni sustancias químicas ex­ trañas; es H2 0 en toda su pureza. Una acción pura es la que ex­ terioriza el carácter o la naturaleza esencial de quien actúa. Ser puro es cumplir perfecta y exclusivamente nuestro dhanna; el Bhagavad Gitaañade: "sin interés personal en los frutos de la ac­ ción", pues ese interés señala que el ego estará involucrado en lo que el acto significará para quien actúa. Toda acción implica una puesta en movimiento y un uso cons­ ciente o inconsciente de la energía. La energía emana de quien ac­ túa. Un acto puro es el que usa la energía según el carácter in­ trínseco y el ritmo de esa energía. Por ejemplo, en el nivel estric­ tamente biológico. la naturaleza y la función de la energía sexual consisten. esencialmente, en la procreación de hijos que perpe1 Estas doce pruebas básicas de la existencia las descrtbi en la Segunda Parte de mi libro Triptych, bajo el lítulo: "El Pasajeº .

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tuarán la raza humana. El resultado de la procreación (el hijo y sus necesidades) exige, a su tiempo, un gran gasto de energía y trabajo por parte de sus padres. Los organismos masculino y fe­ menino actúan, durante la cópula, como vehículos del esperma y del óvulo: esta es su función sexual natural. A la sazón, actúan como sirvientes de la vida, y la vida responde a la dedicación de ellos, aunque sea inconsciente, elevando en ellos sus ritmos vita­ les, pues esto es lo que el orgasmo significa. Ese momento de exaltación es una "sensación" maravillosa, y por eso los seres hu­ manos quieren repetirlo. Sin embargo, repetirlo en condiciones que excluyan el propósito de procreación es, en el nivel biológico, trampear a la vida; en consecuencia, las instituciones religiosas. como la Iglesia Católica Romana, que consideran a los factores biológicos bases esenciales de los ritos fundamentales y. en ge­ neral, de los valores humanos (ya sea que admitan o no este he­ cho). se oponen a las prácticas anticonceptivas. Sin embargo, el hombre no funciona solamente en el nivel bio­ lógico en el que sirve a la especie humana; y tampoco opera só­ lo en el nivel socio-cultural en el que es un vehículo de valores y tradiciones. El hombre puede individualizarse de verdad, y en ese tiempo su meta inmediata es realizarse como una persona in­ tegral. El sexo adquiere en este nivel un significado enteramente diferente, pues se refiere, de modo principal, a la posibilidad que dos personas tienen de que encuentren una en la otra lo que am­ bas necesitan, o sea, aquello que individualmente les falta para la realización personal y la felicidad creadora. La interpenetra­ ción de sus energías biopsíquicas podrá ayudar a producir en ca­ da miembro de la pareja un enfoque más sano de la existencia y de los contactos o problemas sociales. Este es, pues, el valor psi­ cológico, y secundariamente, social del sexo. A ese valor se lo nie­ ga si el acto sexual llega a signiilcar nada más que placer perso­ nal, mera liberación de energías glandulares o realización de al­ gún propósito personal o social egocéntrico. Entonces, el acto pierde su pureza: se adultera. La pureza con relación a los actos sexuales puede tener un sig­ nificado diferente para la persona que considera a las energías ocultas y a las fuerzas biopsíquicas sutiles como factores reales y significativos en su desarrollo potencial. Esa persona puede ver en el acto sexual un proceso de armonización, y tal vez de iden­ tificación con las grandes polaridades de la existencia cósmica: el Yiny el Yang de la filosofía china, Shivay Shaktide los Tantras hindúes. Si se acatara fervorosamente este enfoque oculto o mís97

tico. entonces cualquier sentimiento y pensamiento personales o condicionados por el ego durante el acto ritualista constituiría una impureza. Las características personales de los miembros de la pareja pierden toda importancia en este enfoque: la que cuenta es la aptitud de cada uno de aquéllos para evitar la introducción de deseos personales o compulsiones inconscientes en ese acto. Es rarísimo que un occidental o una occidental puedan concebir y experimentar la unión sexual de esta manera. pero puede ser que, hoy en día. haya jóvenes que, de modo desmañado e intui­ tivo. procuren alcanzar semejante nivel de experiencia sexual. Todo lo que dije en los párrafos anteriores sobre la experien­ cia sexual puede aplicarse también a la realización de cualquier acción. El ideal cristiano medieval de realizar todo acto. hasta el más rutinario, como si se estuviera en presencia de Dios, es otro modo de expresar lo mismo. Toda acción puede' realizarse por mera necesidad biológica o social, o puede realizarse en función de las exigencias, las pasiones, las frustraciones y los estados de ánimo del ego personal. En un nivel superior, la realización de esa acción podrá dedicarse totalmente a Dios o (lo que es esen­ cialmente lo mismo) podrá ser tan abierta y armonizada con los grandes ritmos del universo que quien la ejecute experimente verdaderamente que él es un instrumento de las energías cósmi­ cas, un simple hilo en el sublime tapiz del universo.

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LA SEXTA CASA

La sexta casa es una casa "cadente". Es la última de las tres casas que tienen su origen simbólico en el Nadir, o sea, en el ex­ tremo más bajo del eje vertical de un mapa natal, la línea meri­ diana. Las casas cadentes son la tercera, la sexta, la novena y la duodécima, pero hay una diferencia básica entre las casas sex­ ta y duodécima que terminan, respectivamente, en el Descen­ dente y el Ascendente (los puntos Oeste y Este del horizonte na­ tal) y las casas tercera y novena que terminan, respectivamente, en el Nadir y el Cenit. El horizonte es un hecho inconfundible de la experiencia. Se­ para lo que está arriba de lo que está debajo de la superficie de la Tierra. Ninguna división puede ser más concreta. Sin embargo, la línea vertical del meridiano no es fácilmente perceptible. Las mitades Este y Oeste del cielo y de todo el mapa no están sepa­ radas por una división que sea evidente. Podemos pasar fácil­ mente de la tercera a la cuarta casa, pero es bien marcada la tran­ sición de la sexta a la séptima casa, y de la duodécima a la pri­ mera. En realidad, eso implica una crisis de percepción, una "re­ volución en la consciencia". La sexta casa se refiere a un período de reajuste personal; y la duodécima casa se refiere a un perio­ do de repolarización social y existencial. Empero, el tipo de expe­ riencia, propio de la sexta casa, conduce naturalmente a la sép­ tima casa, y cuando un hombre experimenta en la duodécima ca­ sa la fase final de un ciclo de la experiencia, él está también sem­ brando, ya sea que lo sepa o no, las semillas que producirán y condicionarán el comienzo de un ciclo nuevo en la primera casa. ¿Por qué debe haber experiencias de reajuste propias de la sexta casa y qué implica ese reajuste? Esta pregunta puede con­ testarse considerando el hecho de que la sexta casa sigue a la quinta casa de autoexpresión y actividad emocional o creativa. 99

En la vida de todo hombre llega una época en la que se ve obli­ gado a comprender que lo que hace. siente o piensa no está a la altura del ideal de conducta. realización personal y logros que él se fijó. Hasta el individuo que está más satisfecho consigo mis­ mo es consciente de que le falta algo: su satisfacción personal es, muy a menudo. una pantalla detrás de la cual oculta un senti­ do de inferioridad. una inseguridad o un miedo a fracasar que él se niega a reconocer. Si existiera algo parecido a una persona completamente satisfecha consigo misma, la vida le demostraría, algún día, que su cuerpo o su mente, sus emociones o sus ner­ vios no fueron capaces de afrontar alguna emergencia o algún de­ safío. La enfermedad, el dolor. las dudas interiores y los conflic­ tos son pruebas características. por lo menos. de una correspon­ diente derrota o insuficiencia. Sin embargo. ¿quién podrá lograr una exteriorización y una concreción plenas de las potencialidades inherentes a su perso­ nalidad? Una vez que el trabajo creador se completó, el compo­ sitor, el escritor o el artista es. a menudo, dolorosamente cons­ ciente de que pudo haber producido una obra más grandiosa. Quien ama llega a un punto en el que la marea del amor entra en bajante o concluye bruscamente. y tal vez surja este punzante sentimiento: "¿Por qué no fui capaz de mantener radiante y ple­ na esta relación amorosa? ¿Qué hice o qué dije como para per­ turbar o matar ese sentimiento de comunión?"Y el padre o el edu­ cador que tropieza con la rebeldía y tal vez con el desdén o la hos­ tilidad del joven a quien queria educar. no podrá dejar de pregun­ tarse en qué se equivocó o si el ideal que proyectó sobre el joven tuvo realmente algún valor. Así es como surge, se experimenta y se expresa el fracaso. cómo los esfuerzos creadores afrontan re­ veses. y cómo la mente y el alma se sienten vacías y derrotadas por la vida: en realidad. y hasta cierto punto al menos. se sien­ ten autoderrotadas. En tales circunstancias. el problema real consiste en lo que el individuo hace con el fracaso que él experimenta y con los resul­ tados de una derrota por lo menos relativa. ¿Cómo responde an­ te el hecho de darse cuenta que él carece de fuerzas, paciencia, adaptabilidad. aptitud técnica o sabiduría, refinamiento y capa­ cidad para amar genuinamente? ¿Cómo afronta el hecho de dar­ se cuenta que tiene necesidad de mejorar personalmente? ¿Có­ mo debería afrontar eso para asegurarse los mejores resultados posibles? El verdadero valor intertor de un hombre se revela, a menudo, 100

cuando aquél tiene que enfrentarse con experiencias de insufi­ ciencia, carencia, frustración o derrota. Sólo vemos sus habilida­ des cuando el hombre está a la altura de las necesidades corrien­ tes de su tiempo o es capaz de afrontar con equilibrio justo lo que la vida y la sociedad (o su familia) le exigen. A la persona misma sólo la vemos cuando estas habilidades fallan o no están a la altu­ ra de su tarea, cuando su cuerpo cae enfermo o cuando su men­ te pierde su estabilidad normal. Sin embargo, la calidad de res­ puesta del hombre ante la carencia o la derrota es la que realmen­ te nos hará conocer al yo real de esa persona, no tanto por lo que ésta realice como por el modo con que afronte la emergencia. Si una persona con grandes reservas de vitalidad cae enferma y se recupera de modo espectacular, si una nación que afronta una guerra o un desastre emprt: 1de positivamente un programa de producción enorme, esto no revela necesariamente la grande­ za del yo interior del individuo o del alma del pueblo. Lo que es­ piritualmente cuenta es la calidad del esfuerzo y lo que este es­ fuerzo crea en la persona o en la nación. Los resultados de la vic­ toria son los que ponen a prueba la calidad espiritual de la vic­ toria. Así es como la victoria incide sobre la mente y el alma de los vencedores. Las crisis son oportunidades de crecimiento, y también desa­ fíos. pero ¡cómo difiere un crecimiento de otro! Un hombre puede crecer en talla y obesidad. en riqueza o en importancia personal, ¿Eso lo capacita más para que afronte la siguiente crisis? ¿Eso lo acerca más a la realización de su propósito verdadero y esen­ cial en la vida? Si no lo capacita o no lo acerca más. entonces só­ lo se trata de un crecimiento que es falso. Crecer es llegar a ser, real y efectivamente, lo que uno es potencialmente, como ser es-· pirilual, en el umbral del propio nacimiento. Es realizar el pro­ pósito esencial en la propia vida como una totalidad: o el propó­ sito de Dios respecto de uno, como diría una persona religiosa. Entonces. el interrogante esencial es este: ¿Cómo podré orien­ tarme mejor hacia una crisis venidera? Si llega sin anunciarse (como podría serlo una enfermedad repentina, un accidente o la muerte), ¿cuál es la energía, función o impulso más fundamen­ tales que yo debería poner en juego para afrontar esa emergen­ cia, y lo que es más. para afrontarla de modo tal que, a partir de ese esfuerzo, yo crezca espiritualmente? Es evidente que la mayoría no se detiene para formular estas preguntas o para encontrar las respuestas; es bueno que no se detenga, por lo menos al principio, porque está bien que un joven 101

se ponga a prueba y conozca sus limitaciones fracasando real­ mente. Esto construye al carácter y hace que al "yo" se lo conoz­ ca. Pero cuando las personas entran en años y se dan cuenta de sus yerros en el modo con que encararon sus crisis y afrontaron sus enfermedades o su sentido de inferioridad, entonces llegó la hora de que averigüen más acerca de ellas mismas y de su apti­ tud innata para afrontar estas crisis. Entonces. la reorientación resultó necesaria. Quizá habrá que aprender nuevas técnicas, y, lo que es más fundamental, una nueva actitud para usar las ha­ bilidades que uno ya posee. Aquí es donde entra la idea del discipulado. Uno puede apren­ der los trucos del comercio a través de instrucciones escritas o cláusulas impersonales. Uno puede memorizar un conjunto de respuestas ante una situación crítica: por ejemplo, qué hacer en un atascamiento del tránsito vehicular cuando se está manejan­ do un auto. Este es un conocimiento técnico. Pero un conductor técnicamente eficiente puede causar un grave accidente: por im­ paciencia. inestabilidad emocional. cansancio y tensión nervio­ sa. Es posible que exista la técnica adecuada para afrontar la cri­ sis inminente, pero la actitud personal, emocional o fisiológica ante la crisis posible puede infligir una derrota a la eficiencia pa­ ra usar esa técnica. La presencia de un deseo subconsciente de fracaso o muerte puede hacer, en algunos casos, que la derrota sea casi compulsiva. El discipulado, cuando se lo entiende adecuadamente, no só­ lo significa aprender una habilidad. Es someterse a ser afectado por el ejemplo de un individuo que no sólo tiene esa habilidad si­ no que es capaz de usarla plenamente en tiempos de crisis. Un estudiante adquiere conocimiento de un maestro: un discípulo recibe de su maestro la fuerza para transformar su actitud per­ sonal hacia la vida, hacia sí mismo y hacia Dios, para que pue­ da usar eficaz y creadoramente todo el conocimiento que él ten­ ga, o toda la inspiración que le llegue. Sin embargo, esta fuerza que el discípulo recibe no llega a él a menos que esté calificado para ello. Deberá descubrir la mane­ ra en que podrá calificarse mejor, y esto implica siempre algún género de reorientación preliminar. El discípulo deberá desear cambiar y crecer, antes de que pueda realmente recibir la fuer­ za para experimentar. con la ayuda del maestro. la verdadera me­ tamorfosis interior. Deberá estar listo para servir y obedecer. pues el servicio que se acepta con fidelidad y fervor es lo único que cura el egocentrismo o al egoísmo. Es necesaria la capacidad de 102

obedecer y recibir directivas si el discípulo ha de atravesar con bien las crisis que implican un desafio a la existencia misma de su ego. En razón de que la sexta casa representa fundamentalmente todo lo atinente a las crisis personales y al modo de afrontarlas, ella muestra, más que cualquier otro factor en todo el campo as­ trológico, cómo un individuo puede crecer y transformarse. La sexta casa indica, mediante su contenido, el tipo o los tipos bá­ sicos de desafíos que pueden esperarse siempre que se presen­ tan oportunidades de crecimiento. Estas oportunidades las pue­ de ofrecer la vida misma, o la presencia del maestro o del guía es­ piritual, cuya tarea es la de hacer que las oportunidades sean más claras y, de esta manera, que las crisis sean más concentradas y

agudas.

En los textos astrológicos tradicionales se dice que la sexta ca­ sa se refiere al empleo (u ocupación). ya se trate de la servidum­ bre que uno emplee, o del empleador de uno: al trabajo cotidia­ no, a todas las formas de instrucción, y a los asuntos concernien­ tes a salud e higiene; y, en casos específicos, al servicio militar. Como de costumbre, tales significados tradicionales son, por sí solos, superficiales y limitativos, y no logran revelar la significa­ ción fundamental de esta casa importantísima. La significación fundamental. es la del crecimiento personal. Crecimiento significa transformación o cambio de condición o es­ tado. Este cambio exige que se dé un nuevo paso hacia adelante, o, si el movimiento es negativo, hacia atrás. En cada nuevo paso que una persona da, hay un momento durante el cual se dese­ quilibra, tras haber abandonado su estado anterior de equilibrio (o de estabilidad), sin alcanzar aún el estado siguiente. Este es­ tado de desequilibrio indica una crisis. Todas las crisis son tran­ siciones entre dos estados o condiciones de la existencia o de la consciencia. Las transiciones son, en su mayoría, difíciles o do­ lorosas; es dificil que un hombre las atraviese deliberada o cons­ cientemente, a menos que su deseo de correr riesgos derive de que él advirtió, de modo agudo o punzante, que carece de algu­ na habilidad, y que, al menos en parte, fracasó o fue derrotado. La enfermedad puede derivar directamente de una derrota de las energías vitales, que son exigidas y no pueden fortalecerse: de un intento del alma tendiente a grabar en la consciencia la ne­ cesidad de que revea su actitud: o de la señal normal de que el cuerpo se desintegra durante la vejez. También puede ser que la enfermedad incida sobre el cuerpo o la mente a través del impac-

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to violento de alguna crisis social total, de una guerra o de una revolución. Sin embargo, la duodécima casa es, en este caso, el campo principal de perturbación; la sexta casa, que es su polo opuesto. muestra principalmente la respuesta del individuo a una situación social. Empero, no deberíamos olvidar que el modo normal que un in­ dividuo tiene para crecer es responder a una necesidad social o nacional; este modo normal no exige inevitablemente que él atra­ viese crisis agudas o que experimente una enfermedad. Lo que se le pide es que contribuya a la productividad y al crecimiento de su comunidad, y esta contribución asume habitualmente la for­ ma de empleo (ocupación) o servicio. Tal contribución puede in­ cluir muclúsimas crisis pequeñas o determinados esfuerzos pa­ ra ajustarse a las condiciones sociales, aunque sólo se trate del hecho de tomar diariamente "subtes" atestados, o del esfuerzo de vencer cada mañana la fatiga cuando el despertador (¡ese despó­ tico esclavista moderno!) nos saca del sueño a latigazos. Si la relación de un individuo con su comunidad es negativa, empleo (u ocupación) significa esclavitud, lisa y llana, o atenua­ da; si nuestra sociedad es rlesgarrada por guerra o revolución. el campo de las experiencias de la sexta casa significa algún tipo de servicio militar obligatorio. Entonces. las crisis se tornan más agudas, aunque sean pequeñas y reiteradas. Pero estas crisis pueden significar aún un crecimiento para el individuo; ¡el escla­ vo puede evidenciar un crecimiento espiritual mayor que su amo cruel! Lo que cuenta es la actitud que se asuma. y hasta dónde el espíritu interior. el yo interno fue despertado y pudo inducir transformaciones en la personalidad total. Esto debería incluir. al menos en alguna medida, la transformación de las respuestas y los impulsos instintivos y los deseos del cuerpo. La alternativa de transformación es. en su limite. la muerte. Esta última puede ser un proceso muy lento y gradual que el al­ ma individual acepta, o que incluso induce por cansancio o de­ sesperación. El crecimiento significa siempre algún tipo de transformación. He aquí el mensaje de la sexta casa: ¡Tranformá­ os! Ninguna persona que tenga una acentuada casa natal sexta debería tratar de eludir o negarse a prestar atf.:nción a este llama­ do en procura de la transformación. Conformarse es aceptar una condición estática; es aceptar la inevitabilidad de la cristalización, la degradación de lo que está vivo, convirtiéndose en inanimado, petrificándose. Toda la vida dinámica implica transformación: la trasnformación de nuestra 104

personalidad y la contribución creadora para que la sociedad y la civilización se transfom1en. Ser creativo es ser instrumento de tranformación; es usar las crisis en toda su plenitud para que lle­ guen a significar metamorfosis eficaces y positivas. El nacimiento. la catarsis y la metamorfosis implican, muy a menudo, sufrimiento. La gran prueba de la sexta casa es la del St!{rimiento. y también la de la paciencia y el aguante. La seguri­ dad del triunfo radica en la aptitud para soportar con fe palpitan­ te y firme la crisis que conducirá hacia un nuevo tipo de experien­ cia y, de esta manera. hacia un género de renacimiento o reinte­ gración. Empero. la fe no hace que el dolor o las presiones psíqui­ cas y la ansiedad sean menos reales; sin embargo. puede darles significado cronstructivo. y el hombre podrá soportar casi todo lo que él considere significativo. a menos que las fuerzas vitales de su cuerpo ya no puedan activar a sus órganos gastados. En un célebre himno gnóstico de los primeros siglos del cris­ tianismo. se le hace decir a Jesús: "Si hubieras sabido sufrir, ha­ brías tenido la fuerza para no sufrir". El sufrimiento es la senda que conduce hacia la repolarización o hacia el renacimiento. La Resurrección implica la Crucifixión precedente. Uno debe apren­ der a afrontar el fracaso con valentía y pensamientos claros, ya se trate del propio fracaso o el de personas cercanas a uno, o el de nuestra sociedad en su conjunto. Uno deberá confrontar las causas del fracaso o de la frustración objetiva y desapasionada­ mente, como si lo hiciera desde una distancia, pero con compa­ sión, sin senlimiento de culpa. Esto es desapego, y también lo que realmente significa "separación". La separación no reniega de la empatía; crea distancia. y la distancia es esencial cuando se evalúa lo que ocurrió. Dícese que el tiempo cura todas las heridas. pero esto se de­ be solamente a que los muchos lazos sutiles de sentimientos y re­ cuerdos que ligaban a quien realizó la acción con la acción pro­ piamente dicha se rompen. uno tras otro. y desaparecen de la consciencia cuando llegan las otras experiencias y atestan a la mente un instante tras otro. un año tras otro. Quien realizó la ac­ ción se desembaraza de ésta. y olvida el sufrimiento, hasta que llegue el día en el que tal vez se enfrente con una nueva prueba de la propia capacidad de transformarse y reevaluar y reorientar la liberación de la personalidad. Esto deberá afrontarse en el si­ tio mismo dentro de campo de la consciencia en el que se expe­ rimentara otrora algo parecido. Entonces, todo depende de la ca-. lidad del proceso curativo que tuvo lugar. La curación completa 105

fortalece la función perturbada: si es incompleta, puede dejar de­ bilitado y vulnerable al organismo. La sexta casa se refiere a todas las experiencias de curación, y al temor de la enfermedad o al fracaso. Si las raíces de la per­ sonalidad no son profundas o extensas. es más probable que el individuo que busque autoexpresarse y realizarse emocional­ mente en las actividades de la quinta casa fracase en sus inten­ tos si acostumbra autoexpresarse para ocultar su anhelo de que lo ayuden. Entonces, el fracaso conduce hacia la autoconmise­ ración. La consciencia herida exclama: "¿Por qué me ocurrió es­ to? Y eso ocurrió porque el individuo no se dio cuenta aún de su fuerza plena ni de su destino esencial Ese hecho de darse cuen­ ta se produce a menudo mediante dedicación a un trabajo. Pue­ de suceder mientras se presta un servicio, pues sólo sirviendo lo­ graremos ser superiores. El valor más profundo de un individuo se revela en su capacidad y su buena disposición para servir. lo cual puede significar su aptitud para reconocer grandeza en los demás y sentirse humilde. La persona que es grande es humil­ de porque, en lo más recóndito de sí. sabe cuánto más grande po­ dría haber sido. La verdadera grandeza excluye la infatuación. Sólo el hombre grande puede ver más allá de sí; y la visión de ese más allá deberá atravesar la "sombra" que toda realización lleva anexa. En la sexta casa. el individuo puede encontrarse con su sombra: no con el "Guartllán" final "del Umbral" que pertenece más a la casa duodécima. sino con la sombra de nuestro deseo de ser grandes. nobles y poderosos. Esto puede sobrevenir a tra­ vés de humillación, enfermedad o miedo incontrolable cuando llega el desafio del destino. Puede tratarse de una experiencia fuertemente catártica: también puede ser una Visitación exalta­ dora y trasformadora. La calidad de la respuesta del ser total a es­ ta Visitación determina la calidad de las relaciones verdadera­ mente productivas que el individuo podrá entablar con otros. La presencia de un planeta en la sexta casa de un mapa na­ tal no implica que este planeta esté en posición desventajosa. No hay nada intrinsecamente negativo o "malo" acerca de esta casa natal. Cuando un planeta está ubicado en ella, esto significa que la función básica representada por este planeta debería usarse a fin de afrontar más acertadamente las experiencias relaciona­ das con trabajo, servicio, enfermedad, autotransformación. ree­ Jercitación y repolarización de nuestras energías y del ego que 106

usó aquéllos, en alguna medida. ineficazmente. Estas experien­ cias son necesarias para el proceso total del crecimiento indivi­ dual. Ocurren en dos o tres niveles. desde el nivel del trabajo ma­ terial y del cuidado de la salud hasta el del verdadero discipula­ do para ser un "maestro de las obras". No deberían rehuirse es­ tas experiencias porque entrañen habitualmente tensión y fati­ ga. dolor y sufrimiento. Como lo escribí en otra parte: "El dolor es el custodio de nuestros tesoros no descubiertos ... Los seres humanos no son aún, enteramente, "el Hombre". Avanzan hacía el Magisterio, hacia el uso correcto de la fuerza "humana" ... El su:­ frimiento es el escabel de nuestra divinidad. Podemos tropezar con él y volver a caer en el vientre del tiempo para renovar una vez más nuestro trágico intento de metamorfosis. O podemos po­ sarnos sobre él, elevar nuestro rostro tendiendo un dique en la corriente misma de nuestras lágrimas, y usar el sufrimiento has� ta alcanzar las manos extendidas de Quien es nuestro Yo resu­ citado. El sufrimiento sólo podrá cesar con la Resurrrección, en cualquier hombre que sea verdederamente humano. Pues ser hombre es ser, incesantemente, más de lo que uno es. Hasta que la humanidad se funda en la divinidad. Hasta que el individuo se convierta en Hombre. Hasta que todos los hombres victoriosos, tras aprender a usar correctamente, en su plenitüd, la fuerza que es de ellos en Dios, ya no necesiten sufrtr". 1

1 Ver Tryptich •La Prueba del Sufr1m1ento•, páglnn 167.

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LA SEPTIMA CASA

Cuando llegamos a la séptima casa, nos ocupamos de expe­ riencias que son resultado de un tipo de actividad que ya no se basa principalmente en el yo individual sino, en cambio, en las sostenidas modalidades de relación con otros yoes, modalidades de relación que implican un sentido fundamental de cooperación y participación con otras personas. Pero, la mera cooperación no dice todo al respecto, pues por sí sola puede tener solamente un valor impermanente y superficial. Quienes cooperan deben sen­ tir que su ''operación en común" sirve a un propósito dentro de una unidad mayor de existencia, normalmente dentro de una co­ munidad social particular, o, a lo más, dentro del género humano considerado como un organismo planetario. Debe ser una partici­ paciónjuncíonaL Uno debería encontrar implícito, en la relación entre dos socios. por lo menos un oscuro conocimiento de lo que la relación se propone, de cuál es su propósito: y en este propó­ sito cada socio debería ser entonces capaz de descubrir su pro­ pio propósito individual. Una vida sin propósito (o, como diría el indio norteamericano, una vida sin "visión") apenas vale la pena vivirla; no difiere mayormente de la vida de un animal. Pero es evi­ dente que los seres humanos pueden vivir, actuar y cooperar, consciente o instintivamente, en función de variados propósitos. Este asunto del propósito es muy importante astrológicamen­ te (al igual que psicológica y socialmente) pues es lo único que puede aclarar la relación básica entre las casas primera, cuarta. séptima y décima. En la primera casa, un hombre puede captar intuitivamente (y al principio, en un sentido instintivo, debajo del umbral de lo que podemos llamar consciencia) que él es un "yo" individual. Esta captación, en función de la existencia real y efec­ tiva, induce, en la cuarta casa, una sensación, consciente y más o menos estabilizada, de ser una persona particular, con un ca108

rácter particular, y con ciertos valores y creencias fundamenta­ les, sobre cuya base la persona actúa, se expresa, triunfa o fraca­ sa, aprende y sufre en la senda de la autotransformación. Esta autotransformación implica un cambio de polaridad. El indivi­ duo llega a comprender, quiéralo o no, que es una parte compo­ nente de una totalidad mayor. Esta es a menudo una compren­ sión confusa que lo deja muy inseguro, enfrentado, por así decir­ lo, con un gran signo de interrogación en el horizonte de la cons­ ciencia. ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Seré capaz de hacer­ lo bien? Es muy probable que el nir10 no se formule estas preguntas, al menos no en un sentido básico, porque normalmente él da por sentado que pertenece a una familia y a un medio ambiente. El trata de expresarse en esa familia y en ese ambiente, es afecta­ do por éstos. aprende. etc. Normalmente, durante la pubertad, cuando surgen las energías sexuales, él empieza a pensar que hay alguna fuerza que es mucho mayor que su consciencia limi­ tada. La especie humana le efectúa un reclamo al niño: éste tie­ ne que cumplir una función especial, y tiene un propósito bioló­ gico, que trasciende a su personalidad. Asimismo, son cada vez más los reclamos que la sociedad le formula al adolescente cuan­ do éste asiste al colegio secundario y a la universidad. El se des­ cubre actuando en un campo de actividad en el que no está se­ guro de lo que se le exige, o de si eso le gusta a él, y puede adap­ tarse a estas exigencias. Puede perturbarse emocionalmenrte, rebelarse ciegamente y hasta evadirse internándose en un in­ menso fervor religioso y consagrarse al Dios de los devotos ape­ lando al ser sublime que está siempre, convenientemente, allí pa­ ra escuchar y consolar, con tal que se lo adore en exclusividad. Se dice que. en astrología horaria, la séptima casa de un ma­ pa confeccionado a cierta hora para responder a la pregunta de un consultante muestra "el resultado del asunto" sobre el cual se consultó. La función de un organismo es el resultado de su iden­ tidad: primera casa. Todo nace para cumplir una función parti­ cular. Sin embargo, esa función sólo podrá conocerse si el nue­ vo ente se relaciona con otros entes con los que él tiene que co­ operar. La "vida" produce machos y hembras, pero estos no tie­ nen valor para la especie humana, a menos que funcionenjun­ tos. Cada persona aprende lo que, según su sexo, es, no sólo bio­ lógicamente sino también en función de la comunidad socio-cul­ tural, únicamente cuando funcionajunto con otros seres huma­ nos. Esta cooperación funcional produce, a su tiempo. algo va109

lioso para la raza humana. para la sociedad particular, o para ambas. Si un aborigen de Nueva Guinea encontrara tirada en el cam­ po la hélice de un avión viejo, podría describir minuciosamente su forma y hasta construir alrededor de aquélla algún género de adorno escultórico: esa hélice tiene "forma" y está hecha con sus­ tancias que pueden determinarse. La hélice tiene entidad; pero el aborigen de Nueva Guinea no sabe para qué sirve esa hélice. Sólo podría saberlo si pudiera aprender cómo funciona en rela­ ción con otros objetos, todos los cuales son partes funcionales de un sistema orgánico que tiene un propósito definido": o sea, vo­ lar. Si un hombre que Jamás salió de su miserable arrabal es en­ viado a un bosque y se siente atraído por la forma de una bello­ ta que yace en el suelo, tal vez Juegue con ella y hasta la rompa en pedazos para examinarla, pero no será capaz de ver en esa be­ llota a un gran roble en potencia. No podrá advertir la función de esa bellota. y el lugar que ésta ocupa en el ciclo de la vegetación, a menos que de algún modo pueda relacionarla con el árbol. To­ do ente individual sólo tiene significado en relación con otros en­ tes, y en función de procesos de vida o de actividades orgánicas de una totalidad comunitaria o nacional. Lo mismo es válido respecto de algunas diferencias importan­ tes, aunque tal vez no tan esenciales, de un ser humano. Tal vez sepamos qué lo compone estructural y biológicamente, pero tal conocimiento es necesariamente incompleto hasta que lo vemos funcionar en relación con otros individuos y con un campo socio­ cultural colectivo de actividad. La función sugiere el propósito, y ambos son inherentes y po­ tenciales respecto de lo que un hombre es, pero sólo se revelan c�ando aquél opera dentro de la totalidad mayor en la que es una unidad participante. Teóricamente, el propósito de una existen­ cia individual se cumple en la décima casa, pero este cumpli­ miento (positivo o negativo, parcial o completo) es resultado de lo que se estableció o captó conscientemente en el nivel de la sép­ tima casa. La calidad de las relaciones de una persona con otras en el nivel funcional es la base sobre la cual aquélla logrará o no cuanto ha sido el propósito inherente de su existencia desde que nació, ya sea que haya sido consciente o no de ese propósito. Las experiencias individuales relacionadas con la séptima ca­ sa deben referirse todas a actividades que, al menos potencial­ mente, tengan un carácter funcional. La clave última de estas ex­ periencias es la participación; pero quien tiene la experiencia qui110

zá no sea consciente, al principio, de que él participa en una to­ talidad mayor: en una comunidad, o en la especie humana. Tal ve-1: esté sojuzgado por su "pareja", y por el frenesí de vivir en pa­ reja, o quizá sea esto lo que lo confunda. La sensación fascinan­ te de llegar a conocer y experimentar plenamente a otro ser hu­ mano. en el cual y a través del cual uno pueda autorrealizarse afecta fuertemente el período de luna de miel de esa relación. Sin embargo, frecuentemente, cuando los integrantes de la pareja se afianzan en la labor cotidiana que esa relación implica, entonces resulta claro el significado funcional de ésta. El valor de una ce­ remonia pública y ritual de matrimonio consiste en que, desde el principio mismo de la relación conyugal, se afirma y solemniza claramente el significado social de ésta: cómo ha de ser parte de la familia y de los procesos grupales. Con la esperada presencia de algún resultado derivado de la relación conyugal (hijos, o al menos. alguna forma de logro alcanzado mediante cooperación) se procura eclipsar la tensión puramente emocional y el éxtasis inherente a esa relación. Por esa misma razón, el hombre que asume un cargo público importante se lo hace pasar por una ce­ remonia pública de toma de posesión o de coronación. Ese hom­ bre entra en una relación que tiene una función pública clara: una relación con nuevos socios con los que ha de cooperar en el cumplin¡iento de su tarea. Ese hombre contrae matrimonio con un propósito social. Este acto de contraer matrimonio con un propósito es inheren­ te a todos los tipos de relación propios de la séptima casa, aunque debo reiterar que los individuos que están relacionados son es­ casamente conscientes de la base de su asociación. Pero sólo en la octava casa la responsabilidad que tal asociación entraña re­ sulta patente para ambas partes, tal vez vivida y emocionalmen­ te. A la octava casa se la llamó la casa de la muerte y la regenera­ ción pues puede significar la "muerte" de algunas ilusiones y la regeneración de los egos de ambos miembros de la pareja. El concepto de matrimonio ha cambiado tanto hoy en día que parecería que la relación de un hombre y una mujer no tuviera otras función que la de producir felicidad personal, seguridad y realización emocional a la pareja, sin una referencia significati­ va en cuanto a progenie, servicio a prestar a la raza. o realización socio-cultural, o servicio a brindar a la comunidad. Esto es, en un sentido, el resultado del carácter superindividualista y ana­ lítico de nuestra civilización y de su consciencia que, armada de a pedazos, presta atención a las partes como si no existiera una 111

totalidad en las que éstas debieran operar. No obstante, estas partes son también totalidades, que están constituidas por mu­ chas partes interrelacionadas e interdependientes. La respuesta a eslo, que a menudo se da por supuesto. es hoy en día que un ser humano es una clase especialísirna de totali­ dad que no pertenece funcionalmente a ninguna unidad mayor. Desde el punto de vista del filósofo que cree en el "Personalismo", cada persona es un iln en sí misma, es una especie de absoluto. Se relaciona con otras personas, pero esta relación es esencial­ mente personalista; o sea, no es una parte de operación cósmi­ ca alguna, no es "funcional". La sociedad, el género humano y el planeta Tierra no están constituidos por "organismos" cuyos in­ dividuos humanos puedan llamarse simbólicamente células que compongan a esa sociedad, ese género humano o ese planeta Tie­ rra. Cada indivi.duo se alza esencialmente solo y autobastante, corno una mónada. Los contactos efectuados con otros indivi­ duos tienen un carácter puramente existencial; sólo tienen valor y significado en función de lo que procuran a cada individuo se­

paradamente,

Todo esto tal vez parezca muy metafisico y de poca consecuen­ cia para el astrólogo, pero en realidad los párrafos anteriores pre­ sentan la oposición básica entre los dos enfoques importantísi­ mos de la relación entre dos o más personas individuales, y en­ tre estas personas y la comunidad social organizada en la que vi­ ven y la raza humana corno una totalidad. Ya sea que asumamos un enfoque o el otro, eso afectará fundamentalmente a lo que la relación humana, el matrimonio y la pareja realmente significan en la vida cotidiana. Lo triste de esto es que hoy en día las perso­ nas viven más o menos inconscientemente, en parte en función de uno de estos enfoques, y en parte en función del otro. En con­ secuencia, reina una confusión básica en todas las cuestiones concernientes a la relación humana, que, en su totalidad, perte­ necen a la séptima casa. El que resultaba básicamente funcional era el antiguo enfoque religioso de la relación conyugal y de toda asociación laboral (al menos, relativamente permanente), dueñas de un carácter social y cultural. Lo que en muchísimos casos está faltando hoy en día es esta base funcional. Dos individuos se encuentran tan sólo pa­ ra desarrollar sus respectivas personalidades. Por supuesto, es­ to podrá ser muy valedero y constructivo, pero la relación de am­ bos se convierte en un fin en sí mismo, o más bien, en un medio para ayudar a que se desarrollen las personalidades esencial112

mente separadas. propias de la cuarta casa. o para que se libe­ ren las energías de la cuarta casa. Cuando es esto lo que ocurre, entonces es casi inevitable que. tarde o temprano, determinadas ex--periencias de la octava casa signifiquen la muerte de esa rela­ ción, o, si todo marcha bien, un renacimiento transformador. En suma: las experiencias relacionadas con la séptima casa (o sea, el matrimonio y todas las formas de asociaciones más o me­ nos estables) pueden significar meramente la cooperación de in­ dividuos, o pueden significar participación en una totalidad ma­ yor a la que las personas que están relacionadas son profunda­ mente conscientes que pertenecen en función de un destino co­ mún o de un claro propósito socio-cultural. El problema principal de estas relaciones no consiste en si hay un gran amor o si existe un interés común que los socios en un negocio sientan profundamente, sino en cuál es la calidad de este amor o de este interés común. El matrimonio puede signi­ ficar lo que los franceses llaman l'égoisme a deux. frase ésta que es dificil de traducir, pero que significa la unión de dos personas únicamente para su satisfacción personal: 1 la asociación comer­ cial puede entablarse únicamente para beneficio de los dos so­ cios sin interesarles las consecuencias sociales. Por otra parte, la relación puede consagrarse a un propósito más que personal, en cualquier nivel que éste sea. Ningún astrólogo podrá decir positivamente cuál de los dos en­ foques seguirá una persona en sus relaciones íntimas y estables, pero el signo zodiacal en la cúspide de la casa, el lugar y los as­ pectos con el regente de ese signo. y la naturaleza de los plane­ tas que puedan estar ubicados en la séptima casa podrán decir muchísimo que sea de ayuda para una persona sincera que an­ hele participar en un campo mayor de la existencia para deter­ minar cuáles son las mejores condiciones para esa participación. y tal vez para alertarla sobre algunos de los peligros o pruebas im­ plícitos en aquélla. Quizá esto no haga que la relación sea más fácil, pero podría tomarla más significativa y fructífera.

1 Hace años, una revista soviética, de enero de 1943, comentaba una película rusa. En ésta, un muchacho y una muchacha luchaban en dos frentes de guerra. La carta que el Joven le escribía a su amada decía: "En nuestra época se está decidiendo el destino del mundo, y ese destino deberemos decidirlo nosotros. Nos enfrentamos con una vida du­ ra y militante, y quiero compartir esta vida contigo·. ¡Qué importante fue que ese mu­ chacho no dijera ·compartir mi vida" sino ·compartir esta vida contigo·. Se trataba de que ambos participaran en una nueva vida: ¡cuán diferente del mencionado égoísme a deuxl

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La cuestión más importante. astrológicamente hablando. im­ plícita en todos los comentarios anteriores es que sólo debería­ mos interpretar a la séptima casa (o. en realidad. a cualquier ca­ sa sola) cuando interpretemos un asunto que se refiera a expe­ riencias o problemas atinentes a este ámbito de la existencia y la actividad humanas. El principio de relación. el Descendente, y el principio de personalidad. el Ascendente. constituyen dos polos independientes. Lo que uno sea como yo individual será eviden­ ciado con el modo con que uno se relacione con las personas y con el mundo en general: de modo parecido, los resultados de las re­ laciones proporcionan la retroalimentación que afecta a lo que los psicólogos llaman hoy en día la imagen que uno tiene de si mismo. El patrón de personalidad individual (que en el nivel biológi­ co se manifiesta en el código genético dentro de los núcleos de to­ das las céiulas) es un factor permanente en el ciclo de la existen­ cia de un individuo. El cambio de la personalidad se produce a través de todos los tipos de relaciones. La relación es la respues­ ta creadora (y. en algunos casos, destructiva) al hecho existen­ cial de la relación. De modo que la séptima casa es. potencial­ mente, la más dinámica de todas las casas. En este campo de la experiencia humana, la persona podrá transformarse fundamen­ talmente. Es aquí también donde el hombre experimenta su má­ xima libertad. a menos que ciertos planetas estén muy cerca del descendente. planetas éstos que simbolizan presiones compul­ sivas. propias del destino. que sólo podrán construir, a través de la magia de la relación. el tipo de cimientos necesarios para la re­ alización de un potente propósito inherente al yo individual. En ese caso. puede ser que este propósito guíe al individuo para que entre en cierto tipo de relación, o en una relación con cierto tipo de persona. que pudiera brindar experiencias capaces de servir mejor para dinamizar el propósito del destino, aunque esto sea mediante tensión y fatiga, o incluso tragedia. El matrimonio. al igual que otras clases de asociación, puede ser un campo de tensiones imposibles de resolver. Las experien­ cias derivadas de estas tensiones pueden servir también al pro­ pósito del crecimiento personal y conducir hacia la realización del destino del individuo. El planeta que esté cerca del Descen­ dente es, normalmente, una fuerte indicación de cómo afrontar mejor tales experiencias. Estas experiencias se afrontarán en di­ ferentes niveles, según la etapa de desarrollo del individuo y, has­ ta prodríamos añadir. según la fase de la evolución del "Alma"

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que esta vida particular corporiza. Podrá observarse aquí, como realmente en todas partes, un proceso dialéctico en funciona­ miento. el cual revela tres niveles básicos de relación. En el nivel biológico y tribal básico. todas las relaciones están sujetas a los dictados compulsivos de la vida y al bienestar del grupo que integra la comunidad. Las relaciones tienen un propó­ sito definido y son reguladas socialmente por fuertes tabúes, for­ mulados esencialmente teniendo en vista lo que es naturalmen­ te valioso y constructivo para la totalidad de la tribu, aunque a su tiempo otras preocupaciones puedan pervertir el propósito original. Cuando el hombre alcanza la etapa en la que el proceso de in­ dividualización empieza a operar fuertemente, las relaciones asumen un carácter más personal, pero la relación básica del matrimonio está aún sujeta al imperativo biológico y a la nece­ sidad de preservar y transmitir valores culturales y religiosos. Tan sólo a partir de la Revolución Industrial empezaron a rom­ perse los patrones tradicionales de relación (en realidad, no an­ tes del comienzo de este siglo) y cierto individualismo intensifi­ cado y la rebelión femenina contra las normas patriarcales trans­ formaron cabalmente la institución del matrimonio. El matrimo­ nio ha perdido la mayor parte de su carácter social y religioso-ins­ titucional. En la mayoría de los casos, cesó de ser asunto deter­ minado por los padres, por la clase social y por los valores finan­ cieros. Eri la actualidad es principalmente asunto de dos indivi­ duos que se unen de acuerdo con su libre albedrío a fin de dis­ frutar en común una vida más rica. Así es como los factores de personalidad y relación recibieron casi toda la atención, y los re­ feridos a las casas décima e incluso cuarta perdieron su princi­ pal importancia: y esto porque la mayoría de los matrimonios, al menos en los Estados Unidos, carecen del sentido de destino y propósito social y trascendente (décima casa) y, en la práctica, están despojados de raíces muy vitales y sólidas. tanto sociales como geográficas. En la actualidad debería alcanzarse un tercer nivel, en el que tal vez lo que quede de la pauta del matrimonio se transforme aún más. La relación será dominada una vez más. en ese nivel, por un propósito común: social y supersocial. espiritual o planetario. In· dividuos verdaderamente autónomos y auténticos reunirán sus energías, tal vez de manera ritual, para trabajar en favor de un propósito verdaderamente común y deliberadamente comparti­ do: un propósito funcional avizorado en términos de partlcipa115

ción en la evolución total del género humano y de la Tierra. Parece evidente que este tercer nivel de relación íntima y crea­ dora (que puede ser, aunque no lo sea necesariamente. también procreadora) es aún inaceptable y quizás impensable para la in­ mensa mayoría de la humanidad. Sin embargo, es posible que sean inminentes grandes cambios, y que los países que no son de raza blanca, y que están surgiendo, encuentren en sus anti­ guos rasgos culturales lo que facilite a todas las personas acep­ tar un nuevo tipo de unión fructífera y superpersonal.

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LA OCTAVA CASA

La vida de un individuo se parece a una elipse que tiene dos focos, a diferencia del círculo que tiene un solo centro. Estos dos puntos, principios o tendencias focales, en tomo de los cuales gravitan la viday la consciencia de un ser humano, son, como vi­ mos, la personalidady el sentido de relación, representadas, res­ pectivamente, por el Ascendentey el Descendente. Las casas del mapa natal se numeran a partir del Ascendente, de uno a doce. porque la astrología refiere todos sus símbolos e interpretaciones al comienzo de los ciclos: el primer punto de la existencia indi­ vidualizada, el primer aliento que relaciona al organismo recién nacido con un ambiente abierto. Sin embargo. los ciclos de la existencia no son círculos cerrados: las dos fuerzas derivadas de los principios de la pesonalidady del sentido de relación dominan una mitad del ciclo cada una. El hemiciclo debajo del horizonte es dominado por el impulso de concretar tan plenamente como sea posible las potencialidades inherentes al individuo al nacer; el hemiciclo arriba del horizonte. si bien es aún profundamente afectado por este proceso de autoconcrecióny por el impulso en procura de autorrealización. es condicionado fuertemente por el caráctery por los resultados de las relaciones que el individuo de­ berá entablar si ha de completarse la realización personal. Por estas razones, sí bien es perfectamente lógico numerar las casas de uno a doce, también debemos tener en cuenta el hecho de que, en el Descendente. un nuevo conjunto de factores empie­ za a ocupar la atención de la persona: factores que se relacionan con relaciones que producen cambios y que, al menos en algún nivel, tienen un propósito. De modo que el Descendente es tam­ bién, en este sentido, el punto de partida de una serie de expe­ riencias que exigen relaciones productivas: relaciones que tam­ bién transforman fundamental e inevitablemente la actitud y la 117

consciencia del individuo. La casa que tiene el número ocho, si uno empieza con el Ascendente, debe interpretarse también co­ mo una segunda casa cuando uno empieza desde el Descenden­ te. Cada una de las seis casas que están encima del horizonte puede decirse, entonces. que tiene dos significados fundamenta­ les: uno, relacionado con el Ascendente (el principio de la perso­ nalidad). y el otro, con el Descendente (el principio del sentido de relación). El individuo desarrolla y concreta sus fuerzas a través de las seis primeras casas, y las relaciones con las que tropieza en estos seis sectores de la existencia son experimentadas y va­ lorizadas principalmente en función del yo individual. Del mismo modo. lo que se concreta y toma productivo en las seis casas que empiezan con el Descendente es principalmente todo aquello con lo que el individuo tropieza en función de rela­ ciones que tienen un impulso y una fuerza cada vez más domi­ nantes, y esto es así ya sea que consideremos relaciones conyu­ gales o estrictamente sociales. De allí en adelante. el individuo concentra menos su atención en su propio yo que en lo que las relaciones producen a su vida. Desde luego. con el tiempo, lo que estas relaciones produzcan volverá a alimentarse en su sentido del yo. y empezará un nuevo ciclo en un nivel de existencia per­ sonal que será más consciente y maduro, o si es negativo. en un nivel que causará perjuicio. Esto no significa que una persona tenga, en cualquier momen­ to de su vida, experiencias únicamente en el ámbito de una sola casa. Todas las casas están potencialmente implícitas en cada momento de la vida, así como el verano está implícito en el invier­ no, y el hielo de los polos se disipa en las selvas tropicales. Lo que el astrólogo hace cuando da signiflcados definidos al campo de una casa en función de un proceso cíclico de desarrollo de la per­ sonalidad. es establecer categorías básicas de experiencias, y so­ bre todo la relación entre estas diferentes categorías. o sea, el mo­ do en el que coincide una con otra, y en el que un tipo depende de otros y los condiciona. Cada tipo de experiencia está potencial­ mente implícita en todas las demás, y cada experiencia impor­ tante puede relacionarse con un arquetipo básico. La relación de la experiencia con este arquetipo es la que da su significado es­ pecial en función de la vida total del individuo. Esto es lo que, al menos, un enfoque holístico que la existen­ cia afirma. Una experiencia verdaderamente plena puede vivir· se en el Ahora. pero si la experiencia tiene un carácter verdade­ ramente pleno, entonces, estarán involucrados, en alguna medi· 118

da, todos los campos de actividad (todas las casas). No obstan­ te, un campo estará acentuado, y esta acentuación, este foco de la atención consciente, influirá profundamente sobre el signifi­ cado de la expeiiencia y condicionará sus resultados. Cuando el astrólogo tradicional habla de la octava casa como la casa de la muerte y la regeneración, su interpretación se ba­ sa prtncipalmente en la correspondencia tan a menudo (y en mi opinión, indebidamente) recalcada entre signos y casas zodiaca­ les: o sea. que la piimera casa corresponde a Aries, la segunda a Tauro, y la octava a Escorpio. Hay alguna validez en la formu­ lación de tales correspondencias. pero. habitualmente eso es confuso. Los signos y las casas zodiacales representan dos con­ juntos de valores que son fundamentalmente diferentes. Se re­ fieren a factores diferentes. aunque los dos conjuntos de valores estén relacionados de diversos modos: particularmente, desde el punto de vista numerólogico. En el caso de la octava casa, nada habrá de ganarse con tal correspondencia porque Escorpio es uno de los signos del zodíaco que menos se entienden, y el más torpemente difamado. En el ciclo estacional del año solar. Escorpio se refiere a la mi­ tad del otoño. Durante los climas templados de esa época, la ve­ getación anual está en realidad expertmentando normalmente la "muerte". Pero. dentro del proceso de desintegración y en medio de las hojas que perecen hay también semillas que no mueren. Identificar nuestra consciencia con el proceso de las semillas es para el individuo elevarse sobre la muerte cíclica, y tal vez expe­ Iimentar si no una mutación transformadora o una repolariza­ ción fundamental. por lo menos participar en el eventual rena­ cimiento de la vegetación en primavera. Numerológicamente. y según la tradición gnóstico-ciistiana, ocho repetido en tres nive­ les es el número que simboliza al Ciisto (o sea. 888). Como el mythos del Cristo se centra en tomo de la Crucifixión y la Resu­ rrección. este número 8 coincide bien con la casa de la muerte y la regeneración. Pero la serte cíclica de las casas tiene otro significado impor­ tante. Se refiere a doce fases básicas en el desarrollo de la cons­ ciencia de un individuo. La consciencia. en el sentido occidental del vocablo. implica dos polos opuestos: la personalidad y la re­ lación. Como ningún individuo nace solo o sin pasado, los resul­ tados de las relaciones pasadas (el kharma) condicionan al nue119

vo yo, que a su vez se acredita ante sí y ante el mundo por el mo­ do con que afronta y experimenta las relaciones nuevas. Estas re­ laciones condicionan luego un nuevo yo. De modo que. astrológicamente hablando, al Descendente de­ be vérselo empezando un nuevo proceso del cual la séptima ca­ sa es la primera fase, y la octava casa es la segunda fase. La oc­ tava casa se refiere también a los bienes materiales que se pose­ en, pero, salvo tal vez en astrología horaria en la que cada con­ cepto simbólico se personaliza e interpreta en función de hechos separados. la interpretación tradicional de este tipo de bienes de la octava casa como "los bienes de 'la pareja"' es inadecuada. Los que se indican son los bienes de la relación; es decir, la octava ca­ sa se refiere a toda la situación existencial que la relación ha de afrontar a fin de concretar sus potencialidades. También revela aquello con lo que la relación cuenta a fin de convertirse en un factor operativo de la sociedad. Evidentemente, lo que la relación "posee" es lo que ambas par­ tes traen consigo. Pero no es solamente la suma de lo que los dos contribuyen. pues en el momento en que hay un tipo de asocia­ ción, propio de la séptima casa, las interacciones estabilizadas y orientadas hacia una meta, existentes entre las dos partes, su­ man un valor extra a estas contribuciones consideradas separa­ damente. La calidad de la relación de las partes se convierte en un factor activo y productivo, o en un factor inhibidor y tal vez destructivo. Esta es una cuestión importantísima. Por ejemplo, si hay un planeta en la séptima casa de una persona, aquél afec­ tará no sólo la capacidad que esta persona tenga para la relación sino también la fecundidad o los problemas que afectan a la oc­ tava casa. Además, así como nadie nace en un vacío, de igual modo nin­ guna relación ocurre en un espacio vacío. El espacio es tanto pa­ ra la biósfera en su totalidad como la sociedad particular a la que la pareja pertenece o en la que su relación se inicia y se desarro­ llará. La biósfera suministra a la pareja (según el clima, la tierra y la estación) sus necesidades fisicas básicas; la sociedad ha es­ tablecido los modos con que toda pareja ha de conducirse. La re­ lación conyugal ha de cumplir con tabúes sociales y ético-religio­ sos, así como una sociedad comercial ha de constituirse, acatar un conjunto de disposiciones, pagar impuestos, etc. La relación tiene que adecuarse a precedentes que sean válidos en su medio ambiente. La sociedad brinda esto con muchísimas oportunida­ des pero también con muchas restricciones. Todo esto se refie­ re a la octava casa. 120

La casa. su cúspide y los planetas ubicados en la casa indican cómo una persona podrá encarar mejor y más realistamente las oportunidades y las restricciones implícitas en el hecho de hacer fructificar las relaciones que ella entable. La fecundidad puede significar dinero. expansión material. influencia. o puede signi­ ficar que. a través de esta relación, el individuo experimentará una autotransforrnación valiosa y será capaz de llegar a lo pro­ fundo de la consciencia y la experiencia, lo cual nunca habría po­ dido lograrlo solo. No debe pensarse que la relación sólo implica a dos partes en una asociación conyugal o comercial de índole exclusivista. Va­ rios socios. y realmente un grupo. podrán unirse sobre una ba­ se relativamente estable y sólida: ciertamente. con la solidez que hoy en día es propia de la mayoría de los matrimonios. Tal gru­ po podrá tener un significado comercial. pero su propósito pue­ de ser religioso. político u "oculto". La relación grupal opera ha­ bitualmente a través de alguna clase de ritual: el comercio mo­ derno es una larga serie de rituales. desde la oficina y la fábrica hasta Wall Street y su bolsa de valores; la vida en las fuerzas ar­ madas no es sino una serie dolorosa de rituales. que termina en el campo de batalla. Toda una ciudad. si se la observara desde arriba durante todo un día. ofrecería una imagen movediza de ri­ tuales de tránsito vehicular. de congestión y descongestión. de luces y sombras. Las organizaciones religiosas tienen sus ritua­ les. El propósito de todos estos rituales, y de todos los festejos co­ lectivos. incluidos los conciertos. las óperas y los partidos de béisbol. es el de fortalecer los lazos psíquicos colectivos entre los miembros de una sociedad o grupo particular. En otras palabras. el ritual se propone generar un factor especial extra. el cual se produce cuando el grupo está integrado psíquica y emocional­ mente. Incluso hay una integración física o electromagnética que tiene lugar cuando los cuerpos humanos se tocan y mueven jun­ tos según ritmos compartidos. Los rituales que diversos grupos ocultistas o místicos siguen en sus sesiones. especialmente en la peligrosa forma de la "ma­ gia ceremoniar. tienen el mismo propósito que cualquier ritual social o religioso. salvo que tienen (o deberían tener si son efica­ ces) un propósito más consciente aún, y deliberado, y a menu­ do, más potente. Los mantras. los conjuros. los gestos tradicio­ nales y el uso de objetos simbólicos pueden generar una violen­ ta concentración de la fuerza de la voluntad. al igual que de la emociones de quienes participan del grupo. Los rituales de los in121

dios norteamericanos son muy típicos de cierto nivel de esta ope­ ración en grupo, y los de los francmasones son otro ejemplo. En realidad, la sociedad toda está fundada en rituales. Los patrones ritualistas de las instituciones sociales sólo pue­ den destruirse cuando se recalca intensamente el individualis­ mo. Pero. muy pronto los individuos rebeldes establecen un nue­ vo género de rituales. El oficio c:!e vivir altera sus formaciones en grupo, sus procedimientos estandarizados y sus modas, pero el tipo de experiencias, propio de la octava casa, está siempre allí para que se lo enfrente. También se mantienen los rituales se­ xuales, aunque las modas y la moral puedan cambiar. El problema básico es si a estos rituales diarios habrá que dar­ les un significado positivo. enaltecedor o emocionalmente acre­ centador, o si habrá que experimentarlos como una rutina y una faena aburridas. Cuando se afronta semejante problema, el ideal de la Práctica de la Presencia de Dios en cada momento del día adquiere su bello y salutífero significado. Cada ritual podría po­ dría evocar lo Divino en quienes participen en aquél. Sólo podrá concretar esta percepción cuando la calidad de la relación entre los participantes hace posible la evocación, y , de esta manera, su renacimiento en un nivel superior de la inclusividad y amor des­ pojado de ego. En una sociedad en la que casi todo es afectado por el "comer­ cio", es realmente extraño que esta palabra no se mencione en la lista tradicional de asuntos a los que las casas se refieren. Pen­ sar en la segunda casa de un mapa natal como la casa del comer­ cio es perder de vista qué es lo que esencialmente implica la pa­ labra comercio. La segunda casa se refiere a lo que un individuo particularmente posee y lo que puede usar para concretar su po­ tencial natal: ya se trate de bienes que sean inversiones tangibles o reservas psicológicas y espirituales. La octava casa se ocupa del comercio propiamente dicho porque cualquier tipo de comercio implica algún género de contrato o acuerdo que abarque por lo menos a dos personas y que esté garantizado más o menos legal­ mente por la sociedad en total. El matrimonio es o era un contra­ to teóricamente válido "hasta que la muerte nos separe", y garan­ tizado por penas legales y religiosas. La compra a plazos, las hi­ potecas y toda la variedad de trueques, ya sea que impliquen di­ nero o no, se basan en relaciones interpersonales y sociales, y esto significa, fundamentalmente, basadas en la confianza. 122

En todos los asuntos que realmente se ocupan del campo de experiencia de la octava casa hay implícitos tres factores básicos: la confianza (que significa honradez). una buena administración. y responsabilidad. Y detrás de éstas está muy activo el amor. el cual es muy propio de la séptima casa: el amor como la capaci­ dad de dar significado constructivo e integrador a las relaciones interpersonales y. por tanto. sociales: de modo que el amor es co­ mo la sustanciación del signo y del valor experimentables y con­ cretos de ese conjunto. El hecho de participar en una actividad ritual cuando uno no confia en quienes participan en ella puede ser peligrosísimo. aunque esto es lo que uno hace constantemente cuando vive en nuestra sociedad moderna. particularmente en las sociedades modernas; y es por esta razón que nuestra sociedad da un sig­ nificado principalmente negativo a la octava casa. La política es la negación de la confianza; y hasta que el concepto mismo de po­ lítica no halle cabida en las relaciones sociales e interpersonales. la unión social deberá tener sus amargos frutos en la octava ca­ sa. al igual que algunos casos de cosecha abundante. A la polí­ tica deberá reemplazarla la administración en el sentido social y comercial del término. Es decir, el resultado de una relación o de un contrato comercial (y el valor extra generado por la coopera­ ción humana) debería ser administrado no sólo en obsequio de los participantes. sino también en obsequio de la relación misma y de lo que ésta produce a la sociedad. al género humano y a la Tierra. este vasto organismo planetario en el que la humanidad debe cumplir una función determinada, tal como los reinos ve­ getal y animal. los vientos y el mar. también deben cumplirla. Si una relación de la séptima casa es verdaderamente funcio­ nal y tiene un propósito, es en el campo de experiencias relacio­ nadas con la octava casa que este propósito funcional se halla sustanciado. Cuando se sustancia y asume un carácter muy con­ creto. los socios deberán afrontar la responsabilidad por cuan­ to esa relación produzca a otras personas, y especialmente a to­ da la comunidad y a la Tierra. La actividad cooperativa, propia de una pareja o de un grupo, produce diversos resultados. pone en circulación nuevas ener­ gías, o crea riqueza. ¿Cómo han de usarse los frutos de esta ac­ tividad? Este es el interrogante básico de la octava casa porque esta es una casa sucedente y todas las de este tipo (la segunda, la quinta. la octava y la undécima) se ocupan del uso de la fuer­ za puesta a disposición por lo que ocurrió en las casas angula123

res (la primera, la cuarta, la séptima y la décima). En la segun­ da casa, un individuo usa lo que él posee. y está implícito cier­ to género de administración personal Pero. en el campo del co­ mercio, la administración adecuada asume un significado super­ personal. o sea, el administrador no usa los frutos de la actividad del grupo para sí sino en favor de la relación entre los participan­ tes del grupo: es decir, para la firma. el gobierno, la nación en su conjunto. Responsabilidad significa aptitud para responder. ¿Responder a qué? A la situación conyugal o social creada por los resultados concretos de una relación cooperativa. Esto significa aptitud pa­ ra controlar, manejar e invertir en propósitos sociales construc­ tivos los frutos de esta relación. Esta responsabilidad se aplica a todos los niveles de la activi­ dad de la séptima casa: ¡tanto a la actividad sexual como a las ga­ nancias o pérdidas propias del comercio! Se pone en circulación una fuerza. Esta puede concretarse como la concepción de una criaturita, o como las ganancias monetarias y la contaminación del aire y del agua por una empresa industrial. Cada vez que se libera fuerza, esto puede ser positivo y negativo: muy frecuente­ mente es un poco de ambas cosas. ¿Es beneficioso el negocio? ¿Qué legajo deja para el futuro? Y esto significa, sobre todo, el fu­ turo de los participantes, pues toda relación que se entable y to­ do acuerdo contractual que se firme producirá un legado a los participantes. Esto podría significar la muerte del pasado. a la que seguirá un renacimiento, o ese género de agonía que rodea al futuro con fantasmas kármicos y frustraciones irresueltas. La octava casa es importantísima, pero dificil de interpretar en el mapa de un individuo. Una persona tal vez tenga que efectuar sus opciones más profundas y vitales en función de los tipos de experiencia de la octava casa. Estas opciones no sólo afectarán al individuo, sino también a la sociedad en su conjunto. En ese sentido, los filósofos existencialistas están en lo cierto cuando di­ cen que cada hombre es responsable de toda la humanidad.

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LA NOVENA CASA

Las experiencias relacionadas con la novena casa son esen­ cialmente aquellas con las que un individuo se encuentra en el curso de su búsqueda del significado de las cosas. Esta casa, por ser "cadente", también se refiere específicamente a asuntos que permiten que las asociaciones y todos los géneros de actividad grupal funcionen muy positivamente y se expandan dentro del esquema de una sociedad y una cultura particulares. Esto exi­ ge un conocimiento general de las condiciones, procedimientos y leyes que estructuran un modo de vida de la sociedad en par­ ticular y las posibilidades que este modo de vida ofrece para el triunfo y la expansión. La novena casa es tradicionalmente la de la filosofía y la religión, pero también se ocupa de todos los asun­ tos legales. Se refiere en general a cuanto expande el campo de acti,idad de una persona y el alcance de su mente: viajes largos, contactos estrechos con otras culturas y con extranjeros en ge­ neral. y aquellos "grandes sueños" que revelan a la consciencia abierta, que se enfrenta con los cambios de la vida, el significa­ do de los hechos pasados. presentes y esperables. al igual que las tendencias del destino individual y colectivo. También entran en el campo de esta novena casa las experiencias con videntes, pro­ fetas. adivinos, estadísticos futurólogos, extrapoladores. etc. La novena casa se opone y complementa a la tercera casa. Mientras la tercera casa se refiere a la necesidad que un indivi­ duo tiene de ponerse de acuerdo con su medio ambiente íntimo y personal (por tanto, de conocerlo y comprenderlo). la novena casa es un ámbito en el cual el individuo procura descubrir el sig­ nificado de campos más vastos de la existencia social que él tal vez no experimente directamente pero que su mente puede explo­ rar mediante el uso de la analogía, la generalización y la abstrac­ ción. Estas dos casas simbolizan los dos polos de la mente hu125

mana: el concreto y el abstracto. Toda mente plenamente desa­ rrollada funciona en términos de una combinación de ambos ti­ pos de pensamiento, y casi todas las personas tenderán a favo­ recer a uno sobre el otro. En nuestra época analítica y empírica. el hombre de tendencia científica concentrará naturalmente su atención en las experiencias de la tercera casa: Luis Pasteur tipi­ fica esta tendencia, pues su mapa natal revela una compleja aglomeración de planetas en la tercera casa. Por otro lado, del metafisico o del filósofo cuya función es sin­ tetizar datos y descubrir principios generales podría esperarse que tenga una quinta casa natal completa. Sin embargo, seme­ jante expectativa no se justifica demasiado a menudo porque los planetas que están en una casa no indican necesariamente que el individuo tendrá experiencias destacadas o producirá grandes cosas en función de lo que la casa representa. Un planeta en una casa indica que la función significada por este planeta debería usarse muy beneficiosamente al tratar las experiencias a las que la casa se refiere: debería usárselo porque en ese campo de la ex­ periencia surgirán problemas que podrán resolverse mejor de ese modo. Sin embargo. la casa bien puede estar vacía donde no hay grandes problemas en ese campo porque la persona es espontá­ neamente capaz de manejar lo que allí encuentra. Uno deberá buscar otra clase de indicación del signo zodiacal en la cúspide de la casa o en su regente. La presencia de los nodos de la Luna puede ser significativa y. como siempre, ha de considerarse todo el mapa, pues a veces lo que parece ser un rasgo destacado de una persona es en realidad el resultado secundario de algún ras­ go o facultad más básicos. Un pensador aparentemente grande puede ser realmente un médium o un canal psíquico a través del cual la mente colectiva, o incluso la mente de alguien asociado con él. está operando, aunque su influencia pueda ser reconoci­ da conscientemente o no. En el mapa natal de Alberto Einstein. Júpiter en Acuario 27 11 está en la novena casa en oposición a Urano en la tercera casa. y Plutón está en cuadratura con Júpiter. Esto puede ser consi­ derado notablemente sombólico al igual que profético. La fórmu­ la famosa de Einstein hizo posible la bomba atómica. que usa uranio y plutonio, elemento este último que no se conocía cuan­ do Einstein nació y tampoco cuando creó su Teoría de la Relati­ vidad. Pero, si bien Júpiter en la novena casa expandió eviden­ temente su capacidad para el pensamiento abstracto, y Urano en la tercera casa agudizó su intelecto analítico y lo volvió intoleran126

te respecto de los viejos conceptos. estos planetas se refieren en igual medida al tipo de problemas con los que él tuvo que enfren­ tarse y a cómo los resolvió. Por supuesto. estos problemas tuvie­ ron muchísimo que ver con los factores sociales (Júpiter) y con el medio ambiente natal de Einstein, que él tuvo que abandonar. Como Júpiter es el regente de una décima casa pisciana muy completa. dinamizada por la presencia del Sol. sugeriría normal­ mente que él lograría máxima influencia profesional y pública en un país extrajero. En asuntos concernientes a la mente de un individuo, uno de­ bería diferenciar siempre entre "conocimiento" e "intelección". El acto de saber pertenece a la tercera casa porque implica mera­ mente el contacto directo de una persona con algo que está en su medio ambiente. El conocimiento puede derivar diractamente en sensaciones, o en un sentido psicológico y místico, de una per­ cepción o de una captación interior igualmente directa e incon­ trovertible. La intelección es un proceso mucho más complejo porque implica la síntesis de muchos factores y datos conocidos. Es el resultado de un proceso holistlco que realmente implica. co­ mo antecedente, la experiencia de un pueblo y su cultura. Ha­ blando estrictamente. uno no "conoce" el significado de algo; la experiencia del significado proviene de la intelección. Comprensión es sinónimo de intelección. Comprender algo es aprehender un conjunto de factores de los que esa cosa depen­ de para su existencia y su conducta. En el sentido más profundo, entender algo o entender a alguien es tener en cuenta la relación de esta cosa o de esta persona con todo el universo. Podemos "sa­ ber" que una persona cometió un delito, pero sólo podremos "en­ tender" esta acción viéndola en su marco de referencia personal, social e incluso cósmico (por tanto, astrológico). Newton "sabía" que las manzanas maduras caían del manzano, pero "entendió" esto tan sólo cuando pudo relacionarlo con una ley universal: la ley de gravedad. Por supuesto, la forma más dificil de entender es la que se refiere a una acción o a una persona con la que quien conoce (o sabe) está personalmente involucrado. La naturaleza compleja del proceso de intelección y de la bús­ queda de significado conduce. en la mayoría de los casos, al uso de símbolos. La novena casa es la casa de los símbolos. Todas las palabras son símbolos. Los gestos, en su mayoría, son símbolos puestos en vigencia consciente o incoscientemente. Las danzas de apareamiento que los pájaros realizan son símbolos, y tam­ bién lo son los actos y actitudes corporales de los humanos du127

rante el cortejo (o galanteo). Todas las artes son simbólicas. aun­ que el artista se niegue a admitir esto en su preocupación por lo que él llama "objetividad" o elementos tomados al azar. En algu­ nos artistas y músicos modernos. esta preocupación es. en sí misma, una expresión simbólica de una fase particular de una cultura, y los resultados artísticos simbolizan tal fase. El clari­ vidente a quien se le pide que resuelva el problema de un clien­ te ve, habitualmente. dentro de su propia mente. un objeto o una escena que son simbólicos, u oye dentro de su cerebro palabras que también son símbolos. A los símbolos hay que interpretarlos. Cada individuo los in­ terpreta en función de lo que él es, de lo que él conoce, o de lo que él siente. y /o sintió personalmente en el pasado, con su cultura y su tradición familiar como trasfondo. Un mapa natal es tam­ bién un símbolo. Simboliza la compleja relación existente entre un organismo recién nacido y el universo. De modo parecido, to­ dos los conceptos religiosos y todas las visiones místicas simbo­ lizan esa relación entre el hombre y el universo. Hablar de "una experiencia de Dios" (experiencia que es típica de la novena ca­ sa) es un modo torpe de simbolizar con una palabra -Dios- la "sensación" de la denominada experiencia unitiva en la que to­ do el universo se reduce a una unidad sobre la cual la persona proyecta la respuesta a todas sus necesidades concebibles. ¡Esto no significa que Dios no exista! El hecho mismo de que sepamos que estamos rodeados por una multiplicidad de objetos. movimientos y energías hace que sea necesario para nosotros, o por lo menos para algunos seres humanos. concebir o sentir la existencia de un factor opuesto: la unidad. El metafisico puede entender este hecho, y sus consecuencias inevitables, en función de conceptos mentales. y puede formular una cosmología o una teología. El devoto y el místico, probablemente de dos modos di­ ferentes. sienten eso y lo experimentan como una intuición tan realista y trasnformadora de su consciencia que toma la forma de una especie de Presencia. Pero, no obstante, la palabra unidad y la Presencia encamada son símbolos. Todo el universo, como nosotros lo percibimos, es un símbolo de nuestra etapa evolutiva humana e individual. Por esto el filósofo hindú lo llama maya. pa­ labra que se traduce habitualmente, pero no de modo adecuado, como "ilusión". ¡Los símbolos no son ilusiones! Son proyecciones de lo que somos genérica, colectiva e individualmente. Pero, los necesitamos a fm de funcionar como seres humanos. Son las ex­ presiones de la calidad del conjunto humano en todo tiempo y lu­ gar particulares. 128

Lo que llamamos "la ley" es también una expresión simbólica de esa índole. Las leyes de una sociedad revelan el carácter bási­ co del conjunto de sus miembros: y. a menudo más bien la cali­ dad ideal que la calidad real de un modo particular de vida. La realidad social desmiente frecuentemente a los ideales que las le­ yes encaman. Sin embargo. desde el punto de vista de una ope­ ración comercial. o incluso de una relación conyugal. estas leyes deben ser "conocidas" (la novena casa es una tercera casa que empieza desde el Descendente. el principio de relación) aunque se las eluda. La novena casa representa el ambiente de la rela­ ción. tal como la tercera casa representa al ambiente del yo. El conocimiento de las condiciones de cualquier ambiente nos per­ mite funcionar tan acertadamente como nos sea posible. En este sentido. conocimiento es poder. o más bien. conoci­ miento es el camino para alcanzar el poder. Y si bien el poder en el nivel personal es representado por la cuarta casa. en el nivel social es un asunto de la décima casa. El peligro con el que nos enfrentamos en función de las expe­ riencias de la novena casa es la superexpansión causada por la ambición y la codicia de poder o el símbolo del poder social: el di­ nero. La ambición es el aspecto negativo de la intelección. pues implica un enfoque egocéntrico compulsivo de las relaciones hu­ manas. La persona egocéntrtca ambiciossa usa las relaciones pa­ ra acrecentar su poder y/ o su prestigio; convierte a una relación en su sierva. y a aquellos con quienes se relaciona los hace es­ clavos de su propósito. Así es como la relación se pervierte y. con el tiempo, se toma. por lo menos. destructiva de la vida armo­ niosa y sana de la totalidad mayor: de la sociedad o del planeta mismo. Ya dije que la personalidad y la relación son los dos principios básicos de toda existencia: una vida armoniosa y sana necesita la interacción de ambos. La fuerza de uno medra en ciertas épo­ cas. mientras la del otro mengua. y viceversa. Pero cada uno de­ be conservar su propia naturaleza. Cuando uno de ellos logra adulterar el carácter o el propósito esencial del otro. la vida hu­ mana asume una calidad discordante. tensa e inherentemente destructiva. El proceso discordante empieza, en la mayoría de los casos. en función de las experiencias de la tercera casa, o sea, de­ bido a presiones ambientales destructivas o conmociones que afectan a la sensibilidad. al sistema nervioso o a la mente perso­ nal. Puede concentrarse más aún en las casas cuarta y quinta. cuando la personalidad del individuo que crece queda como con129

gelada por el miedo. la desconfianza o el resentimiento, y expe­ rimenta una reiterada frustración en sus esfuerzos por autoex­ presarse. Entonces, el individuo aprende a través de las expe­ riencias de la sexta casa que la opción básica que le queda es en­ tre ser amo o ser esclavo. Como resultado, ya no puede experi­ mentar amor, participación ni confianza; y empieza a actuar den­ tro de gn1pos y con quienes se asocie en términos de codicia; pro­ cura acumular el poder generado por la sociedad y por la relación grupal. Esto puede significar que amase un enorme capital como un medio para alcanzar el nivel más elevado de la sociedad, y es­ to implica infringir las leyes (tanto naturales como políticas) pa­ ra que se conviertan en instrumentos para que él pueda subir. En tales casos, ya no se trata de intelección armónica sino de ese género de conocimiento que sirve a la ambición del ego. Es un conocimiento que podrá usarse contra la realización armoniosa de la relación. contra el amor. Es el conocimiento de una mente pervertida, o puede ser incluso el conocimiento adquirido por los investigadores que buscan el conocimiento sólo por el conoci­ miento mismo, y de paso acrecientan su fama personal. Es el co­ nocimiento en el que la sabiduría está ausente, el conocimiento que no toma en consideración los resultados finales de lo que se conoce y formula para un uso socio-político general y no discri­ minativo. En realidad, es la clase de conocimiento que nuestra sociedad tiene en alta estima porque la nuestra es una sociedad imbuida de espíritu competitivo y ambicioso, que adora el triun­ fo y el poder sin interesarle los medios que se usen ni lo que es­ tos medios irilluyeron sobre las relaciones que hicieron posible el ascenso al poder por parte del individuo egocéntrico. En una sociedad así, la mente se convierte con demasiada fa­ cilidad en un instrumento que dice cómo usar la energía pues­ ta en circulación por la relación grupal y la cooperación ( a me­ nudo, la cooperación compulsiva) para alcanzar el triunfo. Esta es la mente del político, y también la del mago negro, pues la ma­ gia era el método original ·con que las energías humanas podían usarse para un propósito grupal. El propósito pude ser el de "sa­ nar" o el de suministrar al grupo cuanto sea vital para su exis­ tencia y su crecimiento espiritual. En ese caso, uno habla de "ma­ gia blanca". Sin embargo, cuando el uso del poder grupal se mo­ tiva en la ambición grupal o en la codicia del "líder", cuando se basa en el odio, o echó sus raíces en el miedo, entonces es "ma­ gia negra". El campo de experiencia de la octava casa da prueba de la li130

beración del poder grupal colectivo, ya sea fisico o psíquico-ocul­ to. En la novena casa aprendemos las leyes y las técnicas que efectivizan verdaderamente una liberación. En la décima casa, el poder mismo se ex--perimenta en un estado concentrado; se con­ virtió en una fuerza social. para mejor o para peor.

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LA DECIMA CASA

Tras haber adquirido, en la cuarta casa, una percepción -al menos instintiva-- de lo que la vida y sus antepasados pusieron a su disposición para que lo usara (segunda casa). al igual que un conocimiento de lo que su medio ambiente le permite y le da oportunidades de hacer (tercera casa). el individuo aprende a es­ tabilizar y organizar sus energías en función de lo que él experi­ menta como factores básicos de su personalidad. Averigua qué lugar le pertenece en el estrecho campo de su familia, y qué po­ sición tiene que ocupar, institintiva o conscientemente, como persona. Su carácter asume una forma defL.-iida; desde lo profun­ do de su ser. y como resultado de la interacción de todas sus fun­ ciones orgé'lnicas, él experimenta poder, o bien (si las debilidades, el miedo o el medio ambiente caótico lo condicionaron) él expe­ rimenta impotencia. El individuo afronta, en la décima casa, experiencias resultan­ tes del hecho de que él logró, o no, ganar una posición social, o sea, un sitio en el complejo ritual de las actividades sociales, pú­ blicas o profesionales. El está integrado, o no logra integrarse dentro de la totalidad mayor en la que aprendió, o no logró apren­ der, a participar cooperativamente. El tiene en su comunidad un lugar, una función definida y un status público. Debido a este status. él tiene algún grado de poder social. el cual implica en nuestra sociedad, principalmente, dinero. pero en otras socieda­ des podría significar otros factores relacionados también con po­ der y prestigio sociales o comunitarios. En el sentido más amplio del término. "oficio" implica una función o un "rol" que un indi­ viduo representa junto con otros individuos. El individuo es un "oficiante" en un vasto ritual colectivo. Este "oficio" es el que de­ fine su posición en la comunidad, al igual que lo que él fue capaz de realizar como individuo. 132

La décima casa es la casa de la realización. La evolución es en serie y gradual, y llega a una culminación. Esta evolución en se­ rie consistió en potencialidades dentro del impulso original. o lo­ gos (" la palabra") que el Ascendente simboliza. El potencial de la primera casa se concreta teóricamente, y en su plenitud, en la décima casa. si todo marchó bien durante el proceso de concre­ ción que está lleno de trampas. obstáculos y posibilidades de ex­ traviarse. El individuo y la posición social que él llega a ocupar son. en un sentido, polos opuestos, como lo son las casas cuarta y déci­ ma. Deberían complementarse mutuamente, como han de hacer­ lo todos los opuestos. La combinación de la persona adecuada con el oficio más significativo para ella constituye la consuma­ ción de la existencia humana. en todos los niveles de la actividad. Tal consumación se obtiene más bien raras veces en nuestra anárquica sociedad actual. lo cual puede explicar el contraste a menudo visible entre el valor cualitativo de la persona y el carác­ ter del oficio que ella ejerce. Un hombre puede encontrar lo que él llama su "vocación" (un hecho concreto de la décima casa) pe­ ro esto no garantiza que él pase satisfactoriamente por el proce­ so de pruebas que le permita ver (y haga lo propio con otros que participen de ese proceso) si él está preparado o no para un cum­ plimiento e1lcaz de los deberes del oficio al que tal vocación apun­ ta. A un individuo se lo juzga, en la décima casa. por la única prueba que es existencialmente significativa: la prueba de las obras. El individuo que cree tener una vocación ¿puede ejecutarla? La ejecución es un acto a través (y en función) de una forma de­ finida. Un pianista ejecuta una composición según lo que la par­ titura exija. no sólo en función de un virtuosismo muscular si­ no también de madurez psicológica e intelección (características de la novena casa). ¿El eventual oficiante es verdaderamente ca­ paz de ejercer. de modo significativo, el ofkio hacia el cual su vo­ cación lo ha impulsado? ¿Podrá confiársele el poder inherente a ese oficio? Todo oficio social (todo trabajo o actividad profesional que ten­ ga una función orgánica e integral en una comunidad) provee po­ der social al oficiante. La tragedia inherente a nuestro sistema social individualista y supuestamente democrático es que la eje­ cución de una función social libera su poder en gran medida. y a menudo con exclusividad. en forma de dinero, y el dinero es una forma abstracta de poder social que puede ocultarse. manipular133

se y usarse para cualquier propósito, y. por tanto. puede usar­ se inorgánicamente. El poder sexual y emocional que en la cuarta casa es constructivo, también puede ser usado inorgánicamen­ te y con propósitos egoístas. abstractos e irrealistas. pero este uso que estimula los nervios o que es fascinante. induce habi­ tualmente hastío y tedio, o enfermedad. El uso del dinero no tiene prácticamente límites, porque viene a significar el uso del poder: el uso de la mayor parte del poder sobre el pueblo. Y muy raras veces puede apagarse la sed de poder. Esta es la maldición del di­ nero y el significado que éste adquirió en la sociedad capitalista. Un hombre que esté a cargo de un oficio social. especialmen­ te si este oficio es indispensable para el bienestar de la comuni­ dad, puede afrontar experiencias cruciales. En especial. si asu­ mió esta función sin haber sido puesto verdaderamente a prue­ ba. no sólo respecto de su aptitud intelectual y técnica sino tam­

bién respecto de la calidad de sus respuestas psicológicas al tipo de decisión que tendrá que tomar, entonces el individuo tal vez ca­

rezca de amor y voluntad de cooperación (séptima casa). senti­ do de responsabilidad (octava casa) e inteligencia (novena casa} necesaria para la ejecución de sus tareas. Los resultados de tal situación son trágicamente demostrados, a menudo. por el com­ portamiento de policías y militares. lo mismo que de muchos di­ putados. senadores y presidentes. En una democracia verdaderamente "orgánica", el mal uso del poder conferido a una persona en virtud de su oficio debería con­ siderarse más criminal que el mal uso de energías puramente personales. en especial bajo tensión emocional o bajo carencia fi­ sica; por ejemplo, hambre. De manera que si un policía que ca­ rece de autocontrol trata a la gente con brutalidad durante una manifestación pública. o aprovecha su cargo (y el hecho de que la denuncia de un policía dificilmente sea impugnada en un tri­ bunal) para extorsionar a alguien cuyas dádivas desea. o para obtener dinero mediante exacciones so pretexto de dar "protec­ ción", semejante comportamiento no debería ser causa de mera cesantía o exoneración sino de unjuicio penal. Este es un deli­ to social y como tal es más destructivo de la salud y la armonía de la comunidad que un delito personal como podría serlo el hur­ to, o las injurias contra alguien por razones puramente persona­ les. Del mismo modo, el general que envía a sus tropas a una muerte inútil o revela una clara ineptitud para manejar una si­ tuación militar no debería ser solamente degradado sino también procesado penalmente. La ineficiencia reiterada y la ineficiencia 134

emocional o estúpida no pueden excusarse en el ejercicio de una función pública, aunque en muchos casos los que deberían ser culpados sean, en gran medida. todo el sistema social y sus pro­ cedimientos para ascender a la gente. Ninguna posición social debería ser ocupada permanente­ mente por individuo alguno. con independencia del carácter de éste, o de cuan valioso y eficiente sea su desempeño: el resguardo que esto implica. el hecho de estar protegido contra la destitución o incluso contra el procesamiento por uso irresponsable del po­ der o de la autoridad, es lo que hace que las burocracias se con­ viertan en tumores cancerosos dentro del cuerpo político. Cual­ quier funcionario público perdería muy pronto su popularidad si de repente fuera patente su mal desempeño, con la única excep­ ción, tal vez, de un ídolo popular ya entrado en años que se con­ virtió en una especie de figura histórica a la que la gente anhela ver antes de que desaparezca. Sin embargo, una mala actuación artística no hiere necesariamente a la comunidad; en cambio, la conducción de una guerra o la reacción policial violentísima ante una protesta pública pacífica ciertemente hieren a la comunidad. La glorificación del individuo como un hecho independiente ·y único de la existencia tiene evidentemente un propósito valede­ ro. especialmente durante determinados períodos históricos. Pe­ ro nadie está realmente solo ni puede realizarse plenamente sin la cooperación de la sociedad. El triunfo individual es un mito. La que triunfa es la sociedad (y, en última instancia, el género hu­ mano) a través de un individuo que desarrolló sus facultades mentales o sus habilidades, las cuales son, en realidad, el resul­ tado de los esfuerzos y las luchas de innumerables generaciones anteriores. Desde luego, en muchos casos un hombre alcanza el poder o el triunfo mediante el solo hecho de aplastar o robar a muchos otros seres humanos. Un individuo que haya alcanzado cierto grado de eficiencia en su desempeño social u oficial tal vez experimente muy a menu­ do frustración y hostilidad porque el sistema (el Establishment) se niega a ser transformado a pesar de sus flagrantes ineficien­ cias y obsolencias. Las estructuras e instituciones sociales están tremendamente cargadas de inercia, o sea, de resistencia al cam­ bio, y es inevitable que surjan conflictos entre ellas y los indivi­ duos que han llegado a sentir, amar, pensar y comprender en función de un nivel nuevo y más adecuado de relación. Entonces, esos conflictos conducen hacia el tipo de experiencias de la un­ décima casa. 135

Cuando en los párrafos anteriores hablé de una sociedad y de valores sociales. no me refería a ningún sistema socíat a ningu­ na institución ni a ninguna nomta cultural en particular. Lo que consideré no fue "el sistema" en sí mismo ni género particular al­ guno de desempeño, sino la relación entre un individuo o un gru­ po pequeño y la sociedad en su conjunto. El género particular de sistema social en el que un hombre vive puede ser deshumani­ zador o arcaico. o una perversión de un bello ideal original; en­ tonces. la persona individual tal vez busque razones valederas para transformarlo o derribarlo. Sin embargo, nadie puede me­ jorar. reformar o transformar significativamente aquello en lo cual no participa personal y efectivamente. En el campo de acti­ vidades de la décima casa. el individuo participa y experimenta los resultados de este hecho. Y tiene que participar, ya sea que acepte conscientemente o no la realidad de esto. Hasta el yogi que medita en la cueva de una montaña participa, a menudo muy consciente y vigorosamente, pero a veces de manera negativa. El budismo del Norte desdeñaba a los Pratyeka Buddhas que pro­ curaban alcanzar solos el Nirvana, sin interesarles para nada el destino del resto de la humanidad. Lo que de este modo puede al­ canzarse es sólo un Nirvana ilusorio; ese desertor se verá obliga­ do a encontrarse, en un nuevo ciclo, con el kannade su "egoísmo espiritual". No podrá haber una realización realista que no lo sea dentro de la humanidad. y esencialmente en función de la evo1 ución humana en su totalidad. Las cúspides de la décima casa (el Medio Cielo) son uno de los cuatro ángulos del mapa natal. Como vimos en la Primera Par­ te de este libro, el Medio Cielo del mapa astrológico habitual, no es el Cenit real; éste es un punto en el Cielo, que está encima de la cabeza de un hombre que se halla de pie sobre la superficie de nuestro globo. Más bien es el punto en el que el meridiano (un gran círculo que pasa a través del Cenit y el Nadir reales) corta a la eclíptica, o sea, el plano del movimiento anual aparente del Sol en el Cielo desde un equinoccio vernal al siguiente. Por tan­ to, el Medio Cielo es un factor "solar". Se refiere a los procesos vi­ talistas. Representa la consumación de las funciones orgánicas y comunitarias. Es principalmmente significativo donde una so­ ciedad opera en función de valores biológicos y de ritmos estric­ tamente naturales: típicamente, una sociedad agrícola. Cuando un hombre alcanza un estado de verdadera indivi136

dualización y es capaz de operar como un yo autónomo y autén­ tico. su consciencia no sólo deberla poder funcionar o participar en una comunidad orientada hacia la vida y en actividades bios­ féricas, sino también tomar contacto con un campo trascenden­ te de la experiencia y con un Upo superfisico de energías. Según el nuevo nivel del simbolismo astrológico. este campo es el de las estrellas (o sea. el del espacio galáctico). Cuando un hombre es­ tá de pie, erguido, su columna vertebral se convierte en parte de una línea que a través de él enlaza el centro de la Tierra con una estrella particular, exactamente encima de su cabeza. Esta estre­ lla es potencialmente un gran símbolo: representa la identidad espiritual del hombre, su "lugar" en la vasta galaxia. Hoy en día no es posible identificar a tal estrella en la prácti­ ca astronómica. y tal vez sea mejor que esto sea así, consideran-. do la etapa actual de evolución del hombre. Además, si fuéramos capaces de determinar esta estrella. no sabriamos qué significa­ do simbólico ni qué carácter darle. Empero, esa estrella existe po­ tencialmerite. Si a la galaxia la vemos como "el Vientre de las Al­ mas". tal como la veían los antiguos. entonces existe en esta vas­ ta matriz cósmica una estrella que representa a nuestra "Alma" que todavía no se concretó ni corporizó. Su "rayo" pasa a través de nosotros cuando estamos a la altura de nuestra personalidad más recóndita. Es el símbolo de nuestro oficio cósmico, y el de la Maestria que cada individuo podrá llegar algún día a concretar y permitir que encan1e en su persona total y transformada. La Maestría busca a quien corporice sus cualidades y su fuer­ za en la consciencia y en todos los actos transpersonales. El gran otlcio busca al oficiante que concrete sus potencialidades en el desempeño requerido y que, al mismo tiempo. se convierta en un instrumento y un servidor de su propósito. que estén totalmen­ te consagrados. En la verdadera consumación de una persona individualizada están presentes dos movimientos: el hombre an­ hela. se empeña y se consagra consciente e irrevocablemente al propósito de una función social y. eventualmente. planetaria y cósmica. Al mismo tiempo, y con el fin de encontrarse con el "as­ censo" de la persona individual, tiene lugar un "descenso" com­ plementario y sincrónico del arquetipo (o de la Idea divina) que esta función expresa. La Maestria se encuentra con el que será Maestro, y en este encuentro el Cielo se une con la Tierra, y Dios se une con un hombre que. de ese modo. se convierte en un as­ pecto inmortal de Hombre. Este es el proceso de Transfiguración, en el Monte en el que el 137

Hijo de Dios y el Hijo del Hombre son uno solo. La estrella que es­ tá en lo alto funde sus rayos con el tono del yo dentro del cora­ zón humano.

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LA UNDECIMA CASA

Así como la quinta casa se refiere a la liberación de fuerzas co­ nectadas con la cuarta casa, de igual modo la undécima casa se ocupa de las formas que las fuerzas que se manifiestan en la fase de la décima casa puedan tomar cuando se liberan. Las energías y facultades concentradas en la cuarta casa hallan su expresión a través de mecanismos desarrollados en la quinta casa: activi­ dades procreativas o creativas, efusiones emotivas del yo, contin­ gencias y toda clase de temeridades, gestos dramáticos en los que el individuo funciona con una brillantez personalísima o corno quien es dueño de hombres y circunstancias. La quinta casa es la del autócrata cósmico. el Sol. quien hace afluir por el espacio su gloria refulgente, y controla rigurosamente los movimientos de sus planetas. La fuerza de la sociedad. de la colectividad o del grupo se libe­ ra, en la undécima casa, a través del individuo. Con más exacti­ tud. esta fuerza se libera a través de las actividades que el indi­ viduo realiza dentro de la unidad social a la que él pertenece: la nación, la clase o el rango, la iglesia o el grupo profesional. Cuan­ do logra establecerse como quien participa en la sociedad, el indi­ viduo es capaz de operar luego, creativa o placenteramente. en el ambiente social que su trabajo o su prestigio le franquean. La ex­ periencia que él ganó en la décima casa le posibilita fijarse nue­ vos objetivos sociales o nuevas metas profesionales, o esparcirse en compañía de sus colegas y amigos. Si esta experiencia de la décima casa es vital y en ella él se encuentra con una fuerza o un poder reales y una apertura real hacia las necesidades de la si­ tuación con la que se enfrenta, entonces el individuo desarrolla una actitud nueva, nuevos ideales y planes concretos de mejora­ miento social o profesional. Si su participación en la vida de la so­ ciedad ha sido superficial o pasiva, o se basó puramente en el he139

cho de gozar de prestigio, entonces es probable que busque uno u otro modo de evadirse socialmente, lo cual incluirá desde reu­ nirse para tomar el té hasta asistir por la noche a un teatro de re­ vistas. en compañía de amigos de mentalidad parecida. Vimos en capítulos anteriores que al meridiano se lo puede considerar el eje de la fuerza o el poder, mientras el horizonte re­ presenta al eje de la consciencia. En la cuarta casa, el individuo extrae esa fuerza o ese poder inconscientemente. o con una cons­ ciencia puramente subjetiva, de la matriz de la raza, la familia, la tradición o el medio ambiente. De allí en adelante, el individuo lo elabora y personaliza. Se trata de la fuerza o del poder que ma­ na de las raíces, del suelo. y, en última instancia, del centro de nuestro globo que es la base sustentadora de toda la humanidad. La fuerza o el poder de la décima casa resulta de la coparticipa­ ción que tomó forma en la séptima casa, se tornó productiva en la octava casa, y alcanzó en la novena casa la hondura prelimi­ nar de la inteligencia necesaria para asegurar al edificio de la ci­ vilización un andamiaje valedero. Las actividades de la décima casa suministran este andamia­ je o este plano o croquis. En la décima casa, el sistema de cas­ tas de la India, las pautas económicas y mercantiles del Imperio Romano, los gremios de la Ciudades Libres del final de la Edad Media, y la "sociedad planificada" del futuro se establecen sobre los cimientos de las leyes descubiertas en la novena casa. Pero, un patrón o un andamiaje deberá llenarse con algo concreto y sustancial, y con vitalidad. La fuerza de la personalidad huma­ na, sola o en grupos, deberá ser puesta en circulación en y a tra­ vés de estos planes. La ley y el ritual solos no crean una civiliza­ ción. La interacción de muchos individuos hace que el taller de la civilización esté en marcha. Pero, así como un hogar sin hijos (sean éstos biológicos o espirituales) es sólo una estructura, de igual modo una sociedad sin visión creadora ni medios para po­ ner en circulación la fuerza de los individuos creadores es una es­ tructura d�spojada de espíritu, que con el tiempo deberá desinte­ grarse. Pero, ¿cuál es la sustancia de esa visión creadora, y cómo cre­ ce en las mentes y las almas de los individuos? Al considerar el significado del meridiano, y del Cenit, dij e que el meridiano ha de juzgarse también como la linea formada por la columna vertebral de un hombre que está de pie, erguido. Es­ ta columna vertebral erguida es el "yo" que se concretó y tornó operativo. Es la firma. o la rúbrica, de la fueza del ego de un hom140

bre. y su fuerza y su responsabilidad individuales. Uno de los po­ los del meridiano es el centro del globo. y más allá de él están to­ das las fuerzas inconscientes. propias de la vida interior. El otro polo es la estrella que brilla en el Cenit de la vida del individuo. Arraigado en el centro, y con una estrella sobre su frente, el ser humano individualizado y consciente se convierte en un instru­ mento que pondrá en circulación la fuerza creadora que es pro­ pia del eje vertical de toda vida, raíz y semilla. Las fuerzas de la semilla están activas en la quinta casa. La se­ milla nueva se forma en la undécima casa. Y esta semilla nueva es, en el reino humano, más que un mero duplicado de la semi­ lla de antaño. Es una semilla nueva porque el hombre tiene la fuerza que sumará constantemente a su visión y a su creación. Todo lo de antaño podrá ser combinado, por el hombre creador, en un mañana nuevo que no necesita repetirse hoy. Cl reino humano, según las palabras del Conde Korzybski, de­ sarrolló la facultad de comprimir el tiempo. El hombre puede ir­ se sumando constantemente porque puede recordar. Recordan­ do puede registrar sus experiencias y deducciones; registrando, puede transferir. lo que él ganó, a las nuevas generaciones, ias cuales. a su vez, harán lo mismo. De modo que hay un proceso constante de acumulación y síntesis en funcionamiento en la hu­ manidad. y este es el significado de civilización. Puede haber pe­ riódicas Epocas de Oscuridad. pero hasta en estas épocas rela­ tivamente "oscuras" la civilización se conserva en semilla. Se guardan constancias y registros en cavernas, en monasterios y a través de la palabra hablada. La llama de la civilización no mue­ re. Ninguna generación necesita comenzar de la nada. Las revo­ luciones destruyen la corte-La superior de la sociedad. pero aquí y allá unos pocos recuerdan y legan su conocimiento a mentes que lo buscan con avidez. Y he aquí cómo Rusia, cuya aristocra­ cia y clase intelectual habían sido eliminadas. surgió en menos de veinte años para asombrar al mundo con sus iniciativas en la guerra y en la paz. ¿Qué significa esto? Significa simbólicamente que las estrellas del Cenit siguen brillando y dotando a los individuos creadores que, en la séptima casa, aprendieron el secreto de la "copartici­ pación". la fuerza de la Hueste celeste de la Semilla. La humani­ dad es una totalidad orgánica. Tanto los "muertos" como los "vi­ vos" (y en un sentido, tal vez también "los que no nacieron") cons­ tituyen una Hueste creadora. El hombre es esa Hueste. Esta ope­ ra a través de una "visión", y fecunda con ésta, a los individuos 141

bastante lúcidos y fuertes, y bastante dedicados y potentes, co­ mo para llevar la ardiente antorcha de la civilización. La estrella del destino de cada individuo, que brilla en el Ce­ nit de su vida, se convierte, en la undécima casa, en una vibran­ te fuente de fuerza en real funcionamiento. Las concreciones que llenan la fase de la experiencia de la décima casa son condicio­ nadas, en gran medida, por lo que ocurrió en las fases de las ca­ sas séptima, octava y novena. Sin embargo, cuando se llega al Ce­ nit, alguna fuerza nueva fecunda a la totalidad de estas fases mencionadas en último término. Esta fuerza nueva es la de la co­ lectividad mayor; la de la sociedad humana, la de la nación, la de la Totalidad universal. Hablando simbólicamente, es la fuerza de las estrellas. Y esa fuerza desciende de lo alto y corona al indivi­ duo que cumple con suma aptitud su función en la labor del mundo. Es la wlengua de fuego" que descendió sobre cada após­ tol en Pentecostés. Es el Espíritu Santo. Es la fuerza celestial: la fuerza de la comunidad, la fuerza de la Iglesia, la fuerza de Dios, cuando Dios es concebido como el alma y como la totalidad del Todo universal. Esta fuerza que desciende de lo alto opera en la undécima ca­ sa como una visión creadora. Aquí, la sustancia de cada maña­ na creativo es acumulada y vivificada por la fuerza de las cons­ telaciones en el Cenit. Aquí, el destino creador es modelado por manos esforzadas y por mentes previsoras. Aquí funciona el élan vital que genera eternamente universos, la oleada potente e im­ predecible de evolución creadora que marca el mañana con una libertad espiritual y creadora. Los astrólogos han identificado a menudo a todos los procesos creadores con la quinta casa. Pero en la quinta casa está el indi­ viduo que crea, estrictamente como individuo o como jefe de un hogar, y su creación se basa esencialmente en factores biológi­ cos. En la undécima casa está la Totalidad que crea a través del individuo, cumpliendo su función en la economía de esa Totali­ dad. Es creación. no del individuo, sino a través del individuo. Cristo (el Espíritu universal) actúa entonces a través de la trans­ figurada humanidad de Jesús. Entonces, esta acción libera la fuerza del Cristo, la fuerza de la Totalidad: la fuerza que, si no hay estancamiento ni cristalización, deberá renovar periódicamente la sustancia y la forma del organismo. Es acción sin interés per­ sonal en los frutos de esta acción. Es la única clave de acción ver­ daderamente creadora y libre. El individuo se convierte en una lente transparente que concentra la Luz y proyecta sobre todos

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los suelos vírgenes la imagen del Sol. o la armonía celeste de la Hermandad de las estrellas. La astrología tradicional habla sin precisión de la undécima casa como la casa de "las esperanzas y los deseos". ¡Qué concep­ to endeble sobre una de las más vibrantes de todas las casas! Se trata de un concepto medieval porque. en una sociedad regida completamente por pautas biológicas y feudales. ¿qué otra cosa podría hacer el individuo sumergido. el "pecador", sino "esperar y desear" un futuro mejor? El único camino expedito para una ac­ ción más creadora era ser miembro de una Hermandad. y parti­ cipar así, en secreto. de los creadores impulsos de la humanidad. Esto significaba reunirse con amigos y compañeros que estuvie­ ran animados por parecidos anhelos de idealidad y cambio cre­ ador, social o religioso. Esto significa aún la comunión de los pocos que.juntos. cons­ tituyen la semilla de un nuevo día. En esta comunión, hay fuer­ za. y esta fuerza sola es garantía de inmortalidad. o la aptitud pa­ ra ser siempre diferente mientras se sigue siendo el mismo. La se­ milla realizará. en la duodécima casa. el último sacrificio para hacer posible un mundo nuevo. En la undécima casa reune alre­ dedor de sí a la fuerza. Concentra dentro de sus muros a la fuerza de la vida, que es universal y creadora. Al final. la vida gana siem­ pre. Pero son muchas las semillas que perecen y se convierten en abono para el futuro. Soñar y forjar ideales no basta. La undéci­ ma casa es una casa de la fuerza activada y concretada. Si ahora miramos los asuntos de la undécima casa desde un punto de vista más psicológico. descubrimos que el tipo de e.'CJ)e­ riencias que normalmente han de encontrarse en conexión con esta casa tienen mucho que ver con la actitud de un individuo ha­ cia la realización y el buen éxito social. o la falta de ambos. Di­ gamos que un hombre ha luchado con afán y constancia para lo­ grar algo, y obtuvo su meta. Satisfizo su ambición. y sus esfuer­ zos tienen por recompensa una posición social. y tal vez presti­ gio o incluso fama. ¿Qué hará él con su triunfo? O si fracasó en alcanzar la meta que deseaba. ¿qué podrá él sacar en limpio de su fracaso? La undécima casa es una casa sucedente y. como vimos. la no­ ta clave de estas casas es la palabra uso. Al fracaso se lo puede usar creativamente al igual que al triunfo, y a menudo con más facilidad. Tanto al triunfo como al fracaso se los debe usar sabia. significativa y creativamente. El uso que una persona haga del lo­ gro o del fracaso es el que establece lo que esa persona vale. Si 143

una persona demuestra. en la décima casa, que ella puede de­ sempeñar satisfactoriamente una función pública. en la undéci­ ma casa ella tiene que demostrar (tanto respecto de sí misma co­ mo de sus amigos) qué produjo ese triunfo a su ser total, a su mo­ do de vivir, sentir y actuar en su círculo social. O debe ser capaz de demostrar si tiene la valentía y el vigor como para aprender de su fracaso y elevarse por encima de éste. El triunfo o el fracaso sólo podrán usarse imaginativa y crea­ doramente si uno no se identificó por entero con la lucha por un logro. Lo lamentable es que el común "hombre de acción" se iden­ tifica estrechamente con su actividad. Si triunfa, se convierte en prisionero de la pauta social que define lo que se espera de él; sus esfuerzos por alcanzar la cima lo han condicionado habitual­ mente para que se identifique con el carácter establecido de su "rol" social o profesional. y con los intereses y el modo de vida de todos cuantos pertenecen a su clase o grupo. Obtuvo lo que de­ seaba; halló amigos en función de sus logros socio-profesionales. Quizá se incorporó a cierto club, aprendió a disfrutar determina­ dos tipos de actividades culturales, o pertenece a un partido po­ lítico o a una cofradía que le abre sus puertas porque triunfó, pe­ ro él deberá estar siempre alerta pues este partido o cofradía de­ berán ser cortejados a fin de lograr más, producir más y engran­ decerse cada vez más. Por otra parte, si un hombre se sintió frustrado en sus esfuer­ zos o derrotado por un sistema al que llega a despreciar o aborre­ cer, encuentra sus amigos entre los hombres y las mujeres que comparten su actitud de descontento y resentimiento. Entonces, se convierte en un rebelde, o quizás en un activista y revoluciona­ rio. O puede ser simplemente un hombre animado por un celo re­ formista, por esa clase de reforma liberal que él confia en reali­ zar dentro de la estructura de su profesión, o de las posibilida­ des legales brindadas por una especie de "Constitución" implíci­ ta, o bien e..xplícita. El tipo de ideales en favor de los cuales un individuo trabaja como reformista o revolucionario puede haber sido construido a través de varias clases de e..xperiencias: en el ambiente de su in­ fancia, en su hogar, con sus seres queridos. mientras cumplía el servicio militar, con socios y colaboradores, a través de contac­ tos con otras culturas o con hombres religiosos inspirados, y mientras realizaba sus deberes socio-profesionales. En realidad. puede estar comprometido cada sector de la acti'\,idad. cada ca­ sa de su mapa natal. Pero, el tipo de experiencias de la undécima

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casa se refiere específlcamente a la exteriorización de los ideales de un hombre en relación con quienes comparten estos ideales. Estas personas son sus compañeras: son los "arrúgos" que ope­ ran dentro de una organización socio-profesional, o que luchan contra ésta. Hablando estrictamente, esto es lo que son los arrú­ gos, pues la arrústad (al menos, en el sentido de esta casa undéci­ ma) no se basa tanto en apegos puramente personales (los tipos de relación de las casas quinta y séptima), como en una orienta­ ción compartida y usada eficazmente, lo cual significa disfrutar las pautas colectivas o rebelarse con éstas. Una actitud rebelde o un profundo descontento con el status quo son resultado de un problema básico inherente a todas las condiciones de la décima casa. Esencialmente, esta es la diflcul­ tad de conciliar o ajustar satisfactoriamente dos factores contra­ rios en cualquier situación social que se estabilizó o incluso se cristalizó, haciendo surgir el formalismo, la rutina burocrática y los privilegios. Por una parte, está el valor de la libertad indivi­ dual y de la iniciativa o la imaginación personales, y por el otro, los requisitos establecidos del oficio mismo y el impulso hacia la perfección en cualquier desempeño público. El problema puede resolverse de manera negativa cuando la sociedad procura con­ vertir al individuo en un esclavo de su oficio (haciendo de él el des­ personalizado diente metálico de una máquina) o cuando el indi­ viduo llega a pensar que el poder y la autoridad de su oficio le per­ tenecen y ha de usarlos a su antojo. Los resultados de estas so­ luciones negativas de los problemas de la décima casa condicio­ nan las experiencias de la undécima casa. Pueden producir re­ beldía o abusos por parte de los poderosos o los ricos que, a su vez, inducen la rebeldía de los menos favorecidos y de los de aba­ jo, que están resentidos. Como dije, todas las instituciones sociales desarrollan una po­ tente resistencia al cambio. Empero, deben cambiar cuando sus productos negativos resultan insoportables. Estos productos pueden ser física, psicológica o espiritualmente insoportables. E!"l cualquier caso, no puede detenerse un proceso universal: no puede detenerse la transformación de una tendencia abierta­ mente dominante en su contraria. Surgen hombres y mujeres que encaman ese proceso de repolarización radical de los valo­ res sociales y, en la mayoría de los casos, de destrucción de ins­ tituciones y grupos o clases privilegiados. Estos hombres y mu­ jeres son ios espíritus prometeicos que encaman la fuerza ura­ niana de una metamorfosis implacable: una fuerza secundada

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por la compasión neptuniana y la devastación de las catarsis plu­ tonianas que no dejan nada intacto. y no queda un solo ídolo en pie. Son los iconoclastas. pero también son los grandes soñado­ res de transformaciones a menudo prematuras. Habitualmente. se los persigue: pueden experimentar el martirio. y tal vez. el re­ nacimiento. La undécima casa es seguida por la duodécima, y una vez más por un nuevo comienzo en una experiencia de creación. propia de la primera casa. Lo que está absolutamente lleno deberá vaciarse antes de que pueda tener cabida un nuevo crecimiento. un nue­ vo contenido. Pero, siguen en pie las preguntas eternas: ¿Cuán­ to podrá salvarse de lo que es viejo? ¿Cuánto valía esa pauta que ahora está cristalizada y yerta y que gozaba de frescura y vita­ lidad? ¿Cómo podremos salvar a la semilla, a la cosecha espiri­ tual de las experiencias del pasado? Para responder a esta pre­ gunta es necesaria una indagación aguda. penetrante, intensa, pero objetiva dentro del valor fundamental de muchas cosas que la sociedad dio durante tanto tiempo por supuestas. El historia­ dor dotado de una visión holística y de una percepción de los cambios estructurales tiene que cooperar con quien se encarga de escarbar por ahí, pero en un nivel emocional y apasionado. Ambos se desempeñan en función de la actividad de la undécima casa, pero de modos diferentes. Ambos son necesarios al final de un ciclo. Hay hombres y mujeres que se dedican a dramatizar el des­ contento y la protesta: sin duda. algunos de ellos gozan con la tra­ gedia y buscan la revolución como un modo de vida; los poetas y los novelistas hallan la fama desnudando lo sórdido y lo deca� dente. incluso dentro de sí mismos. Este modo es también nece­ sario, pues la inercia del vulgo es verdaderamente espantosa y hay que "sacudirla" de alguna manera. Pero, el proceso más pro­ fundo es siempre, simbólicamente hablando, el de transformar un círculo en una espiral, o sea, el de imposibilitar que la histo­ ria se repita. Un punto que se mueva circularmente, retomará con exactitud a su posición inicial, pero si sigue en espiral, el re­ tomo tiene lugar en un nivel más alto o incluirá un ámbito más vasto y, es de esperar que más armonioso. Una inclusión mayor es un desafio perturbador para el privilegio y la posesión exclu­ siva; de modo que la lucha continúa. Y la gran clave de la victo­ ria y del progreso consiste en vencer el temor. El temor máximo puede ser el de que uno pierda su preciosa identidad como ego individual. En todas las casas "sucedentes" ha de abandonarse 146

al aspecto negativo, como el de un ser relativamente aislado. El "aliento puro" de la individualidad potencial. relacionado con el Ascendente, se aferra a su status aislado y a su orgulloso anhelo de originalidad. Deberá renunciar, al menos. a algún re­ clamo cuando tenga que usar materiales que una larga linea de antepasados construyó o depuró (segunda casa). materiales que, como factor espiritual. juzgó inferiores y que sólo habría de usar según su antojo. En la quinta casa, la experiencia del deseo emo­ cional o de la pasión, y del cuidado de los hijos puede significar una renuncia al orgullo del ego, la renuncia a la seguridad, al ho­ gar, al arraigo (asuntos de la cuarta casa). En el tipo de experien­ cia de la octava casa, desaparece el deliquio de la luna de miel (séptima casa), pues su exclusivismo y su hechizo son exigidos rudamente por las demandas de cooperación y por las presiones del mercado. Finalmente, en la undécima casa. el individuo deberá renun­ ciar al espectáculo del triunfo, al poder especial y al privilegio de la posición (décima casa) cuando alimenten el orgullo y el boato, si él ha de afrontar la realidad y aceptar la posibilidad del rena­ cimiento. El podrá mantener su posición durante largo o corto tiempo, pero todo lo que se base en posesión exclusiva. orgullo y vanagloria a través del uso egoísta del poder social afronta una descomposición y una muerte inevitables: una muerte que, cuando llegue la hora, dirigirá una enorme hueste kármica ha­ cia el nuevo nacimiento. El momento de la opción se conoce a tra­ vés de experiencias que pertenecen a la undécima casa, pero esa opción ha sido condicionada por experiencias cruciales relacio­ nadas con las casas segunda. quinta y octava. Entonces. las ca­ sas cadentes testimonian la consecuencia de estas opciones. En la duodécima casa encontramos el resultado final. la semilla de todo kanna futuro.

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LA DUODECIMA CASA

La duodécima casa cierra el ciclo de la experiencia humana. Es la última etapa de un proceso que puede repetirse en la vida de un individuo, o que puede concluir con lo que llamamos muer­ te. En la duodécima casa, el individuo consolida sus triunfos en la semilla de un nuevo ciclo de crecimiento, o afronta los resul­ tados acumulados de sus fracasos. En realidad, prácticamente no hay hombre que no haya alcanzado alguna ciase de triunfo o que no haya experimentado derrotas personales o sociales. F:n la última casa del ciclo, el hombre se enfrenta inevitablemente con sus triunfos y sus fracasos. Sus recuerdos del pasado. conscien­ tes o ínsconscientes, se apiüan en el umbral frente al nuevo ci� clo. Son Angeles de Luz que hacen señas al más allá. o son os­ curos Guardianes del Umbral. cuyos rasgos son modelados por sus frustraciones, sus negaciones de la vida, sus temóres, sus pecados tanto de acción como de omisión. El individuo debe en­ frentarse con esta entidad compuesta que él mismo creó. Debe ir a través de ella. cualquiera que sea el costo, si ha de haber pa­ ra él un nuevo ciclo. No obstante, deberá haber siempre un nuevo ciclo, aunque sea el que siga a la muerte del cuerpo físico. De modo que no se elude realmente la corúrontación. Empero, el ego consciente que tienda a comenzar, o que está predestinado a empezar un nuevo ciclo de vida en el mismo cuerpo, llega habitualmente a creer que podrá escapar de las formas fantasmales que se apiñan ante las puertas del renacimiento. Lucha frenéticamente en la oscuridad. incapaz de aceptar o de bendecir, de redimir o de vencer. Ator­ mentado por el dolor al recordar sus fracasos, u oprimido por te­ mores sobre lo que el nuevo ciclo producirá. clama en procura de ayuda y de luz. Y la ayuda llega ciertamente. pero a menudo sin que él se dé cuenta, pues tal vez esté cegado por la oscuridad y 148

obsesionado por el tic- tac del reloj del tiempo, que parece correr siempre demasiado lentamente o demasiado rápidamente. Empero, esta ocuridad puede soportarse si el hombre advier­ te que sólo dejando correr lo menor es posible nacer en lo mayor. También hay luz en el centro de la semilla que aguarda la prome­ sa de renovación inherente a la primavera, pero esta luz es un resplandor extraüo y desconcertante que hace que todas las co­ sas asuman formas inesperadas y que todos los aconteciinientos se tornen misteriosamente simbólicos. Es una luz tan extraña porque se filtra a través de la niebla del pasado que, acumulado, procede de una realidad muy lejana. Lo que es Universal emite sus señales centelleantes al hombre particular: y lo que es Total baña a la parte en un mar de sangre nueva y vitalizadora. Nues­ tros conceptos. que son limitados, brillan, bajo esta luz, con una visión de la vida que lo incluye todo, como las oscuras rocas que, merced a los rayos ultravioletas, se transfiguran en coloridas fantasías. A la duodécima casa se la debe entender sobre todo, como la última fase del semiciclo que comenzó en la séptima casa. El rei­ no del Cielo termina en la duodécima casa. En este reino que es­ tá encima del horizonte las ex--periencias del hombre se hallan centradas en torno del sentimiento de participación en la socie­ dad, o en un universo del Espíritu que lo abarca todo. La partici­ pación en la Totalidad social o universal se ha establecido clara y concretamente en la décima casa, en el Cenit. La energía pro­ ducida por esa participación se ha liberado en la undécima ca­ sa. La fuerza del gn1po ha fluido a través del individuo, cuando este individuo cumplió su trabajo social o profesional. Si las ex­ periencias de la décima casa han sido vitales y se las afrontó de­ cididamente, entonces el individuo puede disfrutar los goces de la cultura y la amistad. y puede procurar imaginar nuevos idea­ les sociales. esperanzas nuevas para un futuro mejor. Puede dis­ frutar su presente, y crear nuevos mañanas para sí y para todos los hombres. El origen de este acto creador es la visión que na­ ció en su comunión con la Estrella que brilla en el Cenit de su ser, una comunión que tuvo que realizarse y concretarse a través de un trabajo constante. Cuando consideré el significado de la undécima casa, dije que la Totalidad trabaja en ésta a través del individuo para que éste pueda desempeüar su función en la economía de esta Totalidad; no es una creación propia del individuo (como en la quinta ca­ sa) sino una creación a través de él. ¿Y qué puede decirse, enton149

ces, de los resultados de esta creación? Tal vez parezcan extra­ ños a nuestras mentes, tan fuertemente hipnotizadas por nues­ tra idea separativa acf'rca de lo que la personalidad individual significa. Si en la undécima casa hemos actuado como instrumentos creadores a través de los cuales la fuerza de la sociedad (o de nuestro particular grupo social) pudo liberarse de la manera tra­ dicional como lo determinan los ideales colectivos, la cultura y la religión, tan sólo entonces es natural que debiéramos haber si­ do influidos. o moldeados, por el carácter de estos ideales. Si vi­ vimos en una sociedad materialista y decadente, y si dejamos que ella actúe a través de nosotros sin cuestionarle su validez ¿pode­ mos confiar en que escaparemos del destino inevitable de seme­ jante sociedad? Si cantamos y bailamos con un placer irrespon­ sable mientras el mundo marcha hacia su perdición ¿no debe­ remos sentir dentro de nuestro subconsciente, si es que no lo sentimos conscientemente, el impacto de esta perdición? El impacto del destino colectivo es, para el individuo, el hado. Sin embargo, lo que debemos recordar en que en la duodécima casa el individuo debe enfrentarse con los efectos últimos y lógi­ cos de las causas de la décima casa, y más lejos. de los factores causales que se remontan a las casas angulares anteriores (la primera. la cuarta y la séptima). En la décima casa satisfacemos las necesidades de la sociedad; o sea. elegimos. o somos conduci­ dos hacia una profesión, o algún género de posición social. Satis­ facemos estas necesidades sociales bajo la guía lejana (y raras ve­ ces bajo la guía cercana) de nuestra Estrella en el Cenit. Estable­ cemos nuestro lugar en el patrón más vasto de las cosas. De aquí en adelante. la fuerza de este patrón social o universal más vasto tiene que ser la influencia dominante en nuestras vidas. Es domi­ nante ya sea que lo aceptemos pasivamente, o nos rebelemos con­ tra ét ya sea quejuguemos limpio con nuestros conciudadanos, o actuemos como rejonnadores. revolucionarios o delincuentes. En la duodécima casa afrontamos los resultados de nuestro conformismo pasivo o de nuestra rebelión espiritual. Afrontamos el karma de la sociedad de manera subconsciente y ciega. o afron­ tamos nuestro karma como individuos que luchamos contra la sociedad. en obsequio de nuestros intereses egoístas o en obse­ quio de un mundo mejor. O en lo espiritual nos vamos a dormir y aceptamos cómodamente las tradiciones y los precedentes, o soportamos el peso y las consecuencias de nuestros ideales y es­ fuerzos para incorporar entre los hombres nuestro ideal. Es da150

ble tropezar, en muchas vidas. con estas dos posibilidades simul­ táneamente y en variables proporciones. Así como puede decirse que las casas cuarta, quinta y sexta re­ presentan tres tipos diferentes de la expresión del ego, las casas décima. undécima y duodécima representan diversos tipos de ex­ presión colectiva. Y así como la sexta casa denota una crisis de experiencia y una transición entre los reinos de abajo del hori­ zonte y de arriba del horizonte, de igual modo la duodécima casa denota también un estado crítico entre dos mundos. El individuo que ha sido dominado por necesidades sociales y colectivas lu­ cha para emerger del conjunto de condiciones que lo ataron a una pauta social o espiritual, y para renacer como un individuo nue­ vo. Esto significa también repolarización y reorientación, pero no del mismo modo que en la sexta casa, en la que el individuo tie­ ne que trabajar a través de las condiciones personales y la nece­ sidad de autodisciplina. Lo que ha de afrontarse en la duodécima casa tiene su origen en los problemas colectivos, en el destino na­ cional o social, en las presiones de la sociedad sobre el individuo, y del ego inconsciente colectivo sobre el ego consciente. Puede ex­ perimentarse mucho dolor en ambas casas, pero el dolor que pro­ viene de la metamorfosis experimentada en la duodécima casa es tan acerbo e inevitable que por eso mismo es más dificil se sopor­ tar. Uno no tiene recurso contra el universo, salvo renacer fuera de éste. La duodécima casa contiene la semilla de ese renacimiento. Esto lo demuestra simbólicamente el hecho de que el horizonte (que es la línea de demarcación entre la duodécima casa y la pri­ mera casa) es curvo. Por leve que sea esta curvatura, es impor­ tante al combar la cúspide de la primera casa hacia abajo, desde el punto de vista de la duodécima casa. Podríamos decir, simbóli­ camente, que todo el peso del Cielo presiona sobre el horizonte. El Cielo imprime sobre el suelo el patrón seminal del nuevo des­ tino y la semilla del ciclo futuro se libera del pasado. Según la tra­ dición antigua de la filosofía india, el último pensamiento que se tiene al morir determina la pauta de la encamación futura. Pensamos en esto tan sólo como una afirmación simbólica, pe­ ro dificilmente pueda rebatirse su verdad básica. Cada nacimien­ to es un Acto nuevo de Dios; pero, el suelo en el que se siembra esa semilla y la sustancia misma de ésta son productos del pa­ sado. Lo nuevo no es el suelo ni la sustancia seminal sino la fuer­ za que Dios confirió al nuevo ente para que plasme, según nue­ vos fines, estas condiciones heredadas del pasado. Esta es la 151

fuerza que el Ascendente representa, y que el símbolo del grado ascendente del zodíaco nos ayuda a interpretar. Esta fuerza es la Identidad real del individuo, si éste logra alcanzar el estado de la personalidad verdaderamente individualizada. Se trata del Nom­ bre místico del recién nacido. Esta Identidad individual puede funcionar o no. La fuerza co­ lectiva de los recuerdos acumulados en la duodécima casa (lo que se llama kanna) puede ser tan grande que asfixie a la Identidad individual del recién nacido o ahogue el Tono del nuevo ciclo del hombre que se enfrenta con la posibilidad del renacimiento. Si es este el caso, entonces el nuevo ciclo tiende a ser nada más que una repetición del viejo ciclo, bajo condiciones sólo ligeremante cambiadas, y la fuerza de lo Colectivo implicará una exigencia constante y tal vez abrume enteramente al espíritu individual que lucha por la identidad. Pero. si las confrontaciones experi­ mentadas en la duodécima casa han sido encaradas acertada­ mente y el individuo ha absorbido y asimilado la oscuridad repre­ sentada por el "Guardián del Umbral" (los recuerdos y complejos del Inconsciente personal y colectivo) entonces, el Tono del nue­ vo ciclo podrá resonar claramente. El individuo, consciente de su verdadera Identidad. es capaz de usar para su propósito de des­ tíno cuanta condición haya heredado de su pasado y del pasado de su raza. de sus padres y de la humanidad. El individuo deberá usar el pasado si ha de recorrer la senda de la realización creadora. La vida creadora es una síntesis cons­ tante del pasado y del futuro en un presente radiante: una sín­ tesis de recuerdos y de metas a través de un acto creador. Es una vida de plenitud y consagración. Identidad individual, Persona­ lidad, Amor y Participación en la vida orgánica de la Totalidad: es­ tas son las piedras angulares del templo de la virilidad y la femi­ nidad realizadas. Son los cuatro ángulos del mapa natal, la cruz gloriosa de la vida humana. Una de las características más extrañas de nuestra civiliza­ ción occidental ha sido su renuencia a pensar y sentir en función de procesos cíclicos. Tal renuencia puede remontarse a una deci­ sión del Concilio de Constantinopla, en el siglo V de nuestra era, que prohibió creer en la reencarnación y en todos los procesos cí­ clicos parecidos; pero, probablemente esa renuencia sea inhe­ rente al particular énfasis que singulariza a la sociedad occiden­ tal y su función esencial en el desarrollo histórico de la humani­ dad, o sea, un énfasis sobre una clara ruptura respecto de todas las tradiciones de las "Eras vitalistas" que a la sazón tocaban a

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su fin. Nuestra ci\-ilización recalcó siempre, a menudo con resul­ tados trágicos. la capacidad del hombre para trascender su esta­ do biopsíquico natural (el estado que domína a todas las formas instintivas y tribales de organización social. especialmente las relacionadas con las ocupaciones agrícolas y ganaderas) y para efectivizar tal trascendencia mediante el uso de análisis intelec­ tuales y abstracciones mentales. Esto exige que la mente y su or­ ganizador, que es el ego. se separen de los instintos naturales y, en un sentido, de todos los procesos de la naturaleza. Esto im­ pulsa a la mente del ego a gloriilcarse en oposición a las exigen­ cias biológicas y a imaginar que ella es la que rige, en forma su­ prema, sobre las funciones de la vida y sus ritmos cíclicos. Pero, la mente sola apenas puede resistir estos impulsos naturales y estas compulsiones biológicas. a las que a menudo se describe encantadoramente como "la magna pasión" o con otras imágenes rrústicas; de modo que la religión cristiana debió convertirse en una aliada de la mente en su esfuerzo por trascender las funcio­ nes de la vida que son dominadas por los ritmos naturales. Es­ ta alianza indujo implícitamente a creer que sólo se disponía de ww vida en la que podía alcanzarse la meta de la trascendencia espiritual. ¡Disponer de una vida. breve. y única, para semejante realiza­ ción! Esto significa que debería consagrarse cada momento de la vida en procura de la dificil meta; y que no podría "perderse" tiem­ po, ni ahorrarse esfuerzo. A fin de triunfar. uno tendría que con­ trolar, inexorablemente, las energías de su naturaleza interior y de la naturaleza en general. Todo esto hizo, inevitablemente, que se considerara a la muerte como la gran tragedia sin remedio. Morir y vivir son partes del proceso cíclico natural. pero aunque la mente y las ambiciones o la voluntad desesperada del hombre pudieran controlar, en gran medida, los procesos biológicos, ese mismo hombre parecía incapaz de vencer a la enemiga última e insuperable: la muerte. A la muerte había que posponerla a to­ da costa: ¡aún a costa de que murieran otras personas! He aquí el fin último de la "magia negra", y también el de la clase de gue­ rras que ahora libramos. no sólo contra hombres de otras nacio­ nes o razas. sino también contra la naturaleza y su equilibrio eco­ lógico, la cual, al preservarse, no tiene en cuenta lo que deba mo­ rir ni le interesa particularmente el hecho de que se muera na­

turalmente.

En la India y el Tibet hay también algunos hombres impulsa­ dos por la voluntad de trascender a la naturaleza. Pero. las fuer153

zas naturales que aquéllos se propusieron controlar y trascender eran instintos y deseos existentes dentro de las personas indivi­ duales. La clase de mente que se estaba usando en este proce­ so de trascendencia y en todas las prácticas ascéticas no eran una fuerza analítica ni intelectual sino principalmente una fuer­ za holística. imaginativa e integradora, existente dentro de cada individuo. No involucraba funciones sociales ni la organización de la vida comunitaria sino el aislamiento del individuo respec­ to de la sociedad, al menos en su aspecto relativo, y principal­ mente interior: en este aislamiento, el individuo hallaba felicidad y paz al armonizarse con los ritmos cíclicos de la naturaleza. Co­ mo resultado de esto no había temor a la muerte porque a ésta se la veía como nada más que una fase del proceso de la existen­ cia que todo lo incluye. El yogiprocuraba experimentar conscien­ temente la muerte de manera tal que el hecho de morir lo condu­ jese, de inmediato, o tras una fase de asimilación espiritual, ha­ cia el renacimiento, tal como ocurre en la naturaleza. Esto hizo surgir la creencia general en la "reencarnación". que fue perso­ nalizada para consumo popular pero cuyo significado universa­ lista. y que trascendía a la personalidad, fue tenido en cuenta por los sabios. Si a la muerte no se la teme y se acepta la creencia en "muchas vidas" disponibles para que el "alma" o la mónada evolucione gra­ dualmente, entonces podía idearse un proceso claro de prepara­ ción consciente para la muerte. Había que ingresar tranquilamen­ te en este proceso en la fase postrera de la vida de una persona. Vivir y morir eran polos opuestos, algo muy parecido al yang y al yin, y cuando había menguado el polo de la vida hasta cierto gra­ do, entonces el polo de la muerte tomaba la delantera. Esta era la hora de prepararse para una muerte significativa, pacífica y noble. Este es. en astrología, el significado más positivo y bello de la duodécima casa. Puede referirse a experiencias que se relacio­ nan, consciente y pacíficamente, con la tarea de llevar un proce­ so de actividad a un final significativo que no se prolongue de mo­ do indebido, y, en especial. que no se prolongue de un modo que no sea natural. Esta puede ser, y en realidad lo es, una tarea di­ ficil, no sólo cuando se relaciona con el hecho de morir sino tam­ bién siempre que una persona trata de que toda actividad que ella haya emprendido culmine significativa y convincentemente. Toda persona que, al fmal de un banquete, haya tenido que im­ provisar un discurso. sabe cuan dificil es terminar de hablar de 154

manera convincente y significativa. Muchos oradores, al llegar al término de su discurso. tartamudean. son reileraiivos. confun­ den los puntos culminantes. y hasta es posible que. al fin. y a las cansadas. dejen que sus palabras acaben aburridamente. sin se­ ñalar una conclusión. Sus oyentes entonces ya se fatigaron y sus mentes desechan con rapidez u olvidan cuanto pudiera haberlos impresionado en algún momento del discurso. El compositor musical, el dramaturgo y el novelista se encuentran a menudo con la misma dificultad ante la necesidad evidente de poner un final a sus obras. Empezar algo es relativamente fácil; el impul­ so natural de la vida dentro del individuo, el anhelo emocional de expresarse pueden crear el punto de partida: y la atención de la gente no está aún bien concentrada ni es muy crítica al princi­ pio. La gente se va "entonando" poco a poco. y se olvidará de có­ mo empezó la cosa. Pero. la naturaleza del hombre. no producirá una conclusión significativa que sea digna de recordar. El final natural de todo es el agotamiento: uno se agota, y lo mismo ocurre con todas las personas que nos rodean. Tanto el discurso, como el individuo mismo. mueren más bien insignificativamenle de vejez. A menos que el yo. el ser espiritual. tome el control y. atando todos los ca­ bos sueltos del gran esfuerzo de toda una vida, junte los elemen­ tos que sean más esenciales dentro de una conclusión impresio­ nante y reveladora. existe el peligro de que el gran momento sea oscurecido por el polvo de la lucha, que se irá asentando. Todo lo que antecedió puede en gran medida ser olvidado, pe­ ro un final tan significativo será inolvidable. Se graba en la men­ te y en el alma de quienes lo presenciaron. Como una semilla, es el producto postrero. es la consumación de la vida anual de la planta. La planta muere y la semilla cae al suelo, pero contiene dentro de sí la fuerza de una vida que se renueva siempre. "Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si mue­ re. lleva mucho fruto" (Juan. 12:24 ). Simbólicamente hablando. cada conclusión grande y signifi­ cativa de un esfuerzo humano prolongado puede ser una "semi­ lla"'. Cada ciclo de la experiencia, al igual que cada vida huma­ na. puede terminar con la liberación de tal semilla. Si no termi­ na así, entonces lo único que queda es un recuerdo fugaz. La be­ lleza de la flor del ciclo puede recordarse. las hojas pueden ha­ ber dado refugio y alimento a algunas criaturas que por eso vi­ vieron más felices; pero. si no hay semilla. se pierden la esencia y la sustancia del ciclo de la experiencia, la esencia y la sustan­ cia del discurso, la esencia y la sustancia de la vida.

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El cuerpo muere. pero el valor de la vida puede permanecer. Permanece en una forma social, en el recuerdo de amigos o ene­ migos. si el individuo ha sido capaz de efectuar una valiosa con­ tribución a su comunidad. El valor de un Edison resplandece en cada lamparilla eléctrica; y resuena en toda grabación fonográ­ fica. Pero este elemento del valor es no sólo un factor social. Tam­ bién es un factor personal y espiritual. Por el hecho de vivir, el hombre suma valor a su alma, pues el alma es el granero en el que se almacena la cosecha de todos los ciclos de la experiencia: esta cosecha es la sustancia misma de la eventual inmortalidad del hombre en un cuerpo espiritual. Cuando el granero está lle­ no, entonces el hombre alcanza la inmortalidad individual. Ven­ ció a la muerte, no mediante la negación de ésta (el cual es un ges­ to fútil) sino aprendiendo a morir significativamente: aprendien­ do a morir la muerte de la planta que es rica cuando la semilla es fértil y renovadora de la vida. La única muerte trágica es la que carece completamente de significado y se produce con un can­ sancio o un tedio cabales, o sea, con una derrota espiritual. El arte de llevar toda ex.-periencia hacia un final creativo es el más grande de todos, y tal vez el que menos se practica en nues­ tro mundo occidental. Lo que este arte exige. primordialmente. es coraje para repudiar a los "fantasmas" del pasado. A este repu­ dio se lo llama separación. No podrá haber libertad real en el re­ nacimiento sin separarse conscientemente del pasado, sin capa­ cidad para llevar a todo el pasado hacia una conclusión signifi­ cativa y armónica, o coraje para decir "esto se terminó", y dese­ char el recuerdo de lo que uno debe dejar sin acabar, sin asimi­ lar ni resolver si uno ha de entrar en la nueva vida. en el ciclo nue­ vo de la experiencia. Por desgracia, los fantasmas persisten, sutil y tenazmente, en el inconsciente: fantasmas de cosas que no hicimos. de palabras que no dijimos. de gestos pequeños o grandes a los que ni el co­ razón ni las manos pudieron ser inducidos a que los realizaran. El orador que por el reloj de la pared ve que se le acaba el tiem­ po. y debe terminar su discurso, tal vez recuerde de repente to­ do lo que se propuso decir y no dijo. ¿Tratará de convertir el úl­ timo minuto de su discurso en un revoltijo de frases que dejen to­ talmente confundidos a quienes lo escuchan? Con frecuencia, los oradores intentan esto y se derrotan solos. Uno debe tener va­ lentía para desechar lo que no dijo, los gestos que no plasmó, y el amor que no experimentó, y para llegar a una conclusión pre­ cisa que se base en lo que uno ciertamente hizo. Esto implica ap156

titud, desde luego. pero aún más: implica valentía. Es un géne­ ro peculiar de valentía. de índole psicológica, pero es valentía del tipo más puro, y, frecuentemente, mucho más dificil de excitar que la fuerza para morir bien en el frenesí de la batalla. La natu­ raleza de esta valentía no se reconoce ni se comprende habitual­ mente. No es un género emocional ni fisico de valentía. Es. en parte, mental, pero. principalmente, es un acto de voluntad espi­ ritual. Uno pierde y sigue de nuevo, sabiendo muy bien que al­ gún día. en algún lugar, se encontrará otra ve-2: con los fantasmas que desechó. Pero si, entretanto, uno evolucionó bastante y se es­ tableció en un nivel superior de consciencia y fuerza o poder, en­ tonces sabrá mejor cómo ocuparse de lo que dejó sin terminar. Los textos de astrología repiten que la duodécima casa es la del karrnay la esclavitud. Pero. también es el campo de la realización y el símbolo del final perfecto que es el preludio de un futuro más glorioso. Lo que la duodécima casa natal indica es cómo uno po­ drá alcanzar la realización perfecta, si es que uno puede alcan­ zarla. No dice si uno la alcanzará o no. No dice si uno dejará o no muchos desechos y muchas cosas sin terminar al final del pro­ pio ciclo de vida o de cualquier ciclo más pequeño. No dice si uno podrá desechar o no sus propios fantasmas: desecharlos con una bendición y renovar valientemente la propia mente y la propia vi­ da. Pero, ciertamente, dice algo sobre la naturale-2:a y la insisten­ cia de los fantasmas con los que uno tiene que tratar; y da un cua­ dro general del subconsciente: el reino de los fantasmas y el de los restos de problemas que no se resolvieron o de experiencias que no se vivieron. Sugiere el mejor modo de que nos ocupemos de nuestros fantasmas y de los desintegradores productos del subconsciente. La. duodécima casa da tantas indicaciones positivas como cualquier otra casa. En realidad, no hay casas que sean malas. Pero, hay campos de la experiencia en las que ciertamente ocu­ rren crisis, y deben ocurrir en obsequio a un futuro más grandio­ so. En la sexta casa, uno afronta crisis que implican la prepara­ ción para la vida de las relaciones (el campo de la séptima casa). Uno deberá afrontar acertadamente estas crisis si ha de experi­ mentar el verdadero compañerismo y la sensación profunda y vi­ brante de compartir una compañía estable. En la duodécima ca­ sa, las crisis son resultado del modo con que elaboramos nues­ tras relaciones con la comunidad, o con la cultura y sus valores. En la duodécima casa, un hombre afronta los resultados de sus fracasos o frustraciones sociales y profesionales, pero también 157

los de sus triunfos y.sus ganancias. Sobre todo, afronta los resul­ tados menos evidentes de los métodos que ese hombre usó a fin de alcanzar fama y poder, o los resultados de la pereza y la iner­ cia que le provocaron una derrota interna o externa. Muchos lo­ gros producen realmente una sombra tan oscura que, en su di­ mensión, es similar a la espectacularidad de lo realizado. El triunfo engendra, a menudo, resentimiento u hostilidad, o pue­ de causar aflicción o incluso muerte en otros. Uno debe ser cons­ ciente de estos resultados negativos, y también de los miedos, la sensación de culpa, el remordimiento y las pesadillas que repi­ ten escenas trágicas del pasado que uno no puede detener: o sea, las sombras que nuestras acciones han producido, directa o indi­ rectamente. a sabiendas o no. El único modo de ocuparse de una sombra es iluminarla usan­ do luces que se concentren sobre ella desde diferentes direccio­ nes. Uno no deberá asustarse ni paralizarse. Los fantasmas y la sombras desaparecerán cuando se los someta a la luz de la com­ prensión y la compasión. La tradición astrológica asigna a la cuarta casa el significado de "fin de las cosas", por lo que el lector tal vez se pregunta có­ mo concuerda esto con lo dicho en los párrafos anteriores acer­ ca de la duodécima casa. Esta contradicción aparente podrá re­ solverse si se advierte que el final del que los viejos astrólogos ha­ blaban era un final total. un final que no implicaba un comien­ zo nuevo. En la duodécima casa, el individuo afronta un final que puede ser. y ciertamente es. un comienzo: una transición entre dos ciclos. El individuo está en el umbral entre dos condiciones (o estados). Pero, supongamos que ese individuo tropieza en ese umbral y cae: y que, al encontrarse con sus fantasmas. éstos lo derrotan. Entonces, el nuevo ciclo no es un renacimiento. sino un descen­ so en el abismo de la desintegración final y total. El individuo per­ dió el momento crucial de la transformación, y desciende progre­ sivamente a través de las casas primera. segunda y tercera has­ ta llegar al fondo, que es el final postrero, en la cuarta casa. Muchas cosas mueren, ciertamente en la vida cotidiana, sin que puedan concebirse retornos, al menos hasta donde nuestra consciencia personal sea capaz de saberlo. Cuando una persona averigua, en astrología horaria, un asunto concreto en particu­ lar, la cuarta casa del mapa horario se refiere realmente alfmal del asunto. Pero. lo que aparentemente está muy muerto puede dejar fantasmas tras de sí: en este caso, los restos de la materia

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que no juzgó terminada volverán a obsesionar al individuo en el subconsciente. No debería permitirse que nada muriese una muerte final: to­ do debería transformase y transfigurarse: transformarse en la undécima casa y transfigurarse en la duodécima. Cada ciclo de actividad, cuando llegue a sus etapas de las casas undécima y duodécima. debería transfigurarse, teóricamente, en un nuevo comienzo de la actividad en un nivel superior. Nada llega a pun­ to muerto a menos que algún tiempo crucial de crisis y oportuni­ dad haya fracasado en transfigurarse o traducirse en algo nue­ vo y más grandioso. El lugar simbólico en el que puede traducir­ se es la duodécima casa. Sólo cuando esta traducción fracasó es cuando llega el final postrero de la cuarta casa, inevitablemente, en etapas progresivas: en las casas primera, segunda y tercera que, en un sentido puramente negativo, se consideran fases de desintegración. Por tanto. la duodécima casa es un campo muy profundamente importante de la experiencia, con un significado que se extiende mucho más allá del significado superficial que la astrología clásica le atribuye. Realmente, es una casa del miste­ rio. pues todas las etapas de transición están llenas de elemen­ tos misteriosos e incognoscibles, que también deberán ser afron­ tados, cualquiera que sea la forma que asuman. Se los debería afrontar con las armas de una clara comprensión de toda la serie de experiencias pasadas, con valentía, con fe, y también con com­ pasión. El hecho de que se las afronte es una promesa de inmor­ talidad.

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EL CICLO DE EXPERIENCIAS INDIVIDUALES, COMPUESTO POR TRES NIVELES

A las casas natales las he definido en este libro como seccio­ nes del espacio que rodea al nuevo organismo humano cuando éste recibe su primer aliento, estableciendo de esta manera su re­ lación principal y básica con un ambiente abierto, que es el uni­ verso. Sin embargo, a medida que seguí interpretando el signifi­ cado de las casas como campos de experiencias. debería haber quedado aclarado que lo descripto era, en realidad, una serie cí­ clica de doce fases de un proceso de desarrollo individual; y to­ do proceso implica, por supuesto, el factor del tiempo. De modo que, en mi enfoque hay cierta anbigüedad. No obstante, esta an­ bigüedad se refiere, simplemente, al hecho más fundamental de la existencia: al hecho de que lleva tiempo ser consciente de to­ do lo que la e.">'..istencia implica en el espacio circundante. Podemos ex-presar esto de otro modo diciendo que el tiempo es la medida de la ineptitud de la consciencia de un individuo, en cualquier nivel en el que esta consciencia opere, para experimen­ tar, de inmediato. codo lo que es posible experimentar. Una cons­ ciencia individual opera en función de la capacidad de una men­ te estructurada y de los medíos con que ésta cuenta (el cerebro y todo el sistema nervioso) para percibir, relacionar, integrar e in­ terpretar varios tipos de estímulos. Esta capacidad es limitada; la mente sólo puede absorber y procesar una porción por vez. Los límites de esta capacidad son los que determinan la relación del espacio con el tiempo; cuando más limitada es la aptitud men­ tal. mayor es el tiempo necesario para examinar y reaccionar an­ te la totalidad del espacio circundante. Todas las posibilidades de ex.-periencias que nosotros, los naci­ dos en un punto particular del espacio, tenemos. están correla­ cionadas e interactúan. Por tanto, como dije, y en función de to­ das las casas. un individuo podrá, teóricamente, responder a la 161

vida en cualquier momento. Si ese individuo entabla una relación amorosa o procrea un hijo (quinta casa). en ese trasfondo pue­ de estar involucrada la calidad de su relación (séptima casa) con otro ser humano. sus logros profesionales. sus amistades y sus sueños; como están involucrados, desde luego. la imagen que ese individuo tiene de sí mismo (primera casa) y los bienes materia­ les que él posee (segunda casa). No obstante, la atención de ese individuo estará concentrada en la relación amorosa: y la cons­ ciencia de su ego se concentrará en este tipo de experiencia. Y no podría concentrarse de esta manera si sólo tuviera tres años de edad, por la secilla razón de que las funciones glandulares y ce­ rebrales necesarias para semejante concentración de la atención y para el subsiguiente despertar de las energías corporales espe­ cíficas no estarían suficientemente concretadas. aunque existie­ ran en un estado latente. Por tanto. nos estamos ocupando de un proceso gradual de autoconcreción, o sea. de una persona que está creciendo. Este crecimiento tiene lugar, o puede tener lugar. en tres niveles es­ pecíficos: aunque aquí, de nuevo, la distinción entre estos nive­ les no debería efectuarse demasiado rigurosamente. Es posible que ya se refleje parcialmente un nivel "superior", el cual esté ilu­ minado a un nivel inferior. En mi libro Astrología de la Personalidad, 1 describí con bas­ tante minuciosidad "el Desarrollo del Yo Individual", y remito al lector a lo que allí dije. Esa cuestión también la examiné. desde un punto de vista algo diferente en New Mansions Jor New Men (1938, Parte I: Preludio, páginas 3 a 11, versión inglesa). Lo ex­ presado en dichas obras puede resumirse de esta manera. en unos pocos párrafos. Las experiencias de una persona que alcanzó un estado uni­ forme de individualización puede tener lugar en tres niveles bá­ sicos, y el proceso natural de crecimiento de la personalidad (en el sentido más amplio del vocablo) es cíclico: como ya dije, cada ciclo dura, teóricamente, 28 años. El número 28 puede aparecer como "la medida del Hombre", especialmente del hombre en un estado de su existencia en el que él es individualmente conscien­ te y en el que él se autoconcreta: o sea, el hombre como hoy en día lo imaginamos idealmente, el hombre "arquetípico". Durante cada ciclo de 28 años, un ser humano concentra nor­ malmente su atención. sucesivamente, en cada uno de los doce 1 Publicado por Editorial Kier S.A 1989 (ver págs. 200 y siguientes).

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campos de experiencia representados por su mapa natal. y sim­ bólicamente los atraviesa. Paso a paso, adquiere un conocimien­ to tan completo como le es posible acerca de las posibilidades de ex---periencia inherentes al campo de cada casa, desde la primera hasta la duodécima. Luego, el proceso se repite en un nivel "supe­ rior". de los 28 a los 56 años de edad y. al menos potencialmente, en un nivel aún más inclusivo y espiritual, de los 56 a los 84 años de edad. El ciclo de 84 años es el de Urano. y, según el simbolis­ mo astrológico, la fuerza autotransformadora es la característi­ ca de la función de Urano. Una persona verdaderamente espiri­ tualizada, dueña de una mente relativamente bien desarrollada, cuenta con la posibilidad de transformar su estado de percepción de modo que pueda pasar de un nivel de consciencia a otro, y de ese modo seguir repolarizando su ser interior. En un estado más primitivo y tribal de su evolución no era capaz de individualizar ni transformar su consciencia de este modo, aunque, en casos especiales. es de presumir que funcionara otro tipo de proceso, pero los resultados eran básicamente diferentes. En consecuencia, uno puede hablar de tres "nacimientos" que representan una suerte de serie dialéctica: 6 sea, tesis, antítesis y síntesis. Astrológicamente hablando, un hombre nace en la biósfera fisica de este planeta con su primer aliento: tesis. Rena­ ce en la noósfera psico-mental a los 28 años de edad. Y, poten­ cialmente. puede nacer otra vez en el reino espiritual: neumósfe­ ra. a los 56 años de edad, siempre que su consciencia se haya de­ sarrollado verdaderamente en función de valores individuales durante su período de madurez, de los 28 a los 56 año$;de edad. Si ese desarrollo no hubiera existido, o hubiera cesado, entonces el período que dura desde que es sexagenario hasta que muere. difícilmente señale algo que no sea una lenta desintegración o una atrofia de la personalidad. El primer nacimiento en la materia es también un nacimien­ to en el campo de un particular tipo racial, cultural y social de consciencia. Allí se establecen las raíces de la personalidad, de acuerdo con una tradición colectiva al igual que con un patrón genético. Estos son los cimientos del templo del individuo, los ci­ mientos del oscuro inconsciente colectivo. El joven hace que, teó­ ricamente. el pasado ingrese en un estado de realización en el presente cuando se diploma en los estudios que le perrrútieron asimilar su pasado cultural, y en mayor profundidad, el pasado cultural de género humano: pero ese joven también puede rebe­ larse contra lo que considere obsoleto, o contra lo que implique 163

una atadura o una perversa desnaturalización de las cosas. El segundo nacimiento es "el nacimiento de la individualidad". La persona, que todavía es joven. y frisa los 28 años de edad. pue­ de darse cuenta de qué es o quién es como individuo. Esto lo pue­ de advertir en función ele una clara vocación dentro del sistema social aceptado. al que pueda aportar elementos nuevos. o pue­ de "descubrirse" a través de una larga luch? contra su tradición. Pero, antes de esa edad. lo que el adolescente y /o el estudiante tal vez crea que es suyo propio. es muy probable que sólo sea una forma de protesta motivada en su insatisfacción con las viejas pautas. La protesta ata con tanta eficacia como la subordinación: estamos tan atados por el odio como por el amor. El verdadero na­ cimiento en la individualidad sólo sobreviene cuando, a través, pero más allá del descontento y de la protesta, la persona que es­ tá madurando es consciente de cuál es la tónica de su verdade­ ro yo y de su verdadero destino. La rebeldía negativa debería dar lugar. entonces, a la autoafirmación positiva. El tercer "nacimiento". si es que ocurre y no toma sólo la for­ ma de un impreciso sentimiento o anhelo de valores espirituales, debería trascender el pasado colectivo de la sociedad y las reali­ zaciones del individuo. Pero, tanto los factores colectivos como los individuales hallan su realización en este proceso mismo de trascenderse. El individuo llega a darse cuenta claramente de su función en su comunidad, o en la evolución humana total: y su sociedad llega a darse cuenta de cuánto vale la contribución de ese individuo. Aunque su contribución sea inductora de catarsis. y revolucionaria, durante este último período de 28 años de la vi­ da de la persona debería experimentarse algún reconoctmiento y alguna aceptación de. por lo menos. un "grupo seminal" com­ puesto por individuos que estén orientados hacia el futuro. En­ tonces, la contribución tiende a tomar la forma de "símbolos" que, al poder ser transferidos a otros hombres. aseguran por lo menos. durante un período breve, la inmortalidad relativa del in­ dividuo que, a través de ellos, concretó la cosecha espiritual de sus experiencias. Los símbolos pueden ser. en este caso. actos específicos que quedan en la memoria de quienes los presencia­ ron. al igual que obras de arte, libros o enseñanzas. A..slrológicamenle, y también en función de hechos astronómi­ cos, cuando uno piensa en un proceso de autoconcreción a tra­ vés de doce campos básicos de. experiencias características, uno 164

ve menta111ente un movimiento cíclico del punto que represen­ ta a la individualidad esencial de una persona. a saber. el Ascen­ dente. Debería quedar en claro que. en realidad, el horizonte (del cual el Ascendente es el extremo Este en un mapa natal bidimen­ sional) se mueve ciertamente luego de producirse el nacimiento físico . Este movimiento se debe a la rotación de la Tierra. en di­ rección contraria a las agujas del reloj, en tomo de su eje: o sea. de la primera casa a la segunda. a la tercera. etc. Empero. como ya lo expresé, si bien lo que se ve en cielo. en el horizonte. puede cambiar, lo que no cambia es el hecho de que una persona expe­ rimente el horizonte. El indi"iduo lleva consigo. por todas p;utes. un horizonte y un meridiano; ambos constituyen los factores que estructuran su individualidad y su consciencia. El indi'viduo no tendría una experiencia del horízonte si tuviera que flotar en el espacío interestelar. Todavía son mayoría los astrólogos que piensan en la serie de casas como en una expresión de la rotación diaria de nuestro glo­ bo alrededor de su eje. Esto es realmente lo que ocurre desde un punto de vista planetario, y cuando escribí Astrología de la Per­ sonalidad me ajusté principalmente a este enfoque. aunque ya me sintiera insatisfecho con algunas de sus aplicaciones. En los años que siguieron llegué a darme cuenta de que si uno pensara en un mapa natal como en el mapa de un individuo, no como el de todo el planeta en un moment0 particular. entonces era nece­ sario asignar un sitio especial al factor espacio. En cualquier en­ foque astrológico centrado en la personalidad. deberá aceptarse como un hecho básico que el hombre vive en la superficie del glo­ bo, no en su centro. Lo que el mapa natal representa es la rela­ ción del individuo con el universo en el momento del nacimien­ to: es su orientación en el espacio. La persona individual es su re­ lación espacial con el universo y con todo lo que hay en éste en ese momento. Esta es la pauta pennanente de su personalidad individual; o bien. podríamos decir. el croquis del templo de su personalidad; y los croquis son factores propios del espacio. Pero. este croquis sólo constituye un arquetipo. un ideal y una estructura potencial. Lo que es ideal debe convertirse en lo real. el croquis debe llegar a ser un edificio concreto. y esto implica un proceso de concreción gradual. Esto es lo que el astrólogo quie­ re decir cuando habla de progresiones y tránsitos. Pero estos úl­ timos se ocupan principalmente, si es que no de modo siempre exclusivo, de los movimientos de los planetas. Los astrólogos han usado también el movimiento del meridia165

no natal (por tanto. la velocidad de rotación del globo) como una base para las mediciones y predicciones del tiempo. por ejemplo en las denominadas direcciones "primarias". Sin embargo, estas últimas se refieren a los movimientos re­ ales de los cuerpos celestes y a la influencia de éstos sobre la Tie­ rra; por tanto, se refieren a los cambios en el medio ambiente del individuo. Cuando me refiero a los períodos de 28 años. signifi­ co los cambios subjetivos en la imagen consciente que la perso­ na tiene sobre sí misma. o sea, la actitud que una persona tiene hacia sí nusma al afrontar las exigencias de las experiencias co­ tidianas. Esta imagen personal evoluciona cuando ocurren cam­ bios en el ritmo y la intensidad de las energías del cuerpo. El cam­ bio sigue, en gran medida, al factor tiempo. La imagen personal tiene normalmente un carácter muy diferente en un niño, en una persona de 40 años de edad o en un jubilado. Estos son cambios genéricos. pero son modificados profundamente por las caracte­ rísticas personales y por los hechos. Estos cambios pueden simbolizarse en gran medida si uno usa el enfoque siguiente. Imaginemos que el Ascendente. o un pun­ to del Yo, se mueve alrededor de todo el mapa, en el sentido con­ trario a las agujas del reloj, cada 28 años: cada siete años toca uno de los ángulos del mapa natal. De modo que. al cumplirse los 7 años. se llegará al punto del Nadir natal: a los 14 años. el Des­ cendente; a los 21. el Cenit o Medio Cielo; a los 28 comienza un nuevo ciclo, y nuevamente a los 56 años. Este es un cuadro del bien conocido ciclo de 7 años. mencio­ nado con tanta frecuencia en los escritos esotéricos, y yo me ocu­ pé del significado de estas edades (7, 14. 21. 28, 35. 42, 49, 56, etc.) en Astrología de la Personalidad y en diversos artículos. Re­ pito que este ciclo afecta más o menos profundamente a todo ser humano. y produce hechos o cambios más o menos caracterís­ ticos y cruciales en la consciencia de ese ser. Pero el carácter in­ dividual de lo que ocurra en función de este ciclo podrá ser tam­ bién sugerido (no diré determinado) por los contactos que el Pun­ to del Yo efectúa con los planetas natales cuando gira en el reloj de la vida que es representado por el círculo de las casas. Estos contactos parecen ca talizar. en muchísimos casos, cambios en la consciencia del individuo. pero a menudo no de un modo eviden­ te. Estos cambios pueden depender de hechos externos, o refe­ rirse a éstos. pero no es necesario que siempre lo hagan. Surge un problema sobre el mejor modo de medir el avance del Punto del Yo alrededor del mapa. Uno puede dividir por siete el

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número de grados del zodíaco entre el horizonte y el meridiano, y de esta manera calcular cuántos grados abarca ese Punto en un año. Pero, como los cuadrantes Este-Norte y Nor-Oeste de un ma­ pa natal no contienen, en la mayoría de los casos, las mismas cantidades de grados (y lo mismo se aplica a los cuadrantes Oes­ te-Sur y Sur-Este). esto significa que el Punto del Yo se mueve a velocidades que varían. Sin embargo, según el concepto formula­ do en el libro, lo esencial es el carácter espacial de las casas (que coincide con el sistema de división de casas de Campano), no el factor tiempo , o sea, el tiempo insumido por u,n grado zodiacal o por los planetas para elevarse desde el horizonte hasta el meri­ diano (sistema de Plácido). En consecuencia, me parece lógico di­ vidir en secciones iguales al espacio que rodea al recién nacido en la superficie del globo. Cada casa representa 30 grados del es­ pacio centrado en la persona y el Punto del Yo se mueve a través de ese espacio a una velocidad pareja de una cúspide de casa a otra, en una proporción de 28 meses por casa, o sea, 28 años di­ vididos por 12. Esto significa que a fin de determinar cuándo el Punto del Yo cruza exactamente un planeta, uno tiene que calcular su posi­ ción en función del espacio de las casas. Este es un cálculo más complejo, pero la exactitud no es demasiado significativa en tal técnica, pues nos interesan más los cambios subjetivos de la consciencia y la actitud psicológica que los acontecimientos ubi­ cados con precisión en el tiempo. El Punto del Yo llega a la cús­ pide de la segunda casa de un mapa natal 28 meses (dos años y cuatro meses) después del nacimiento, a la cúspide de la terce­ ra casa 56 meses (cuatro años y 8 meses) después del nacimien­ to, y a la cúspide de la cuarta casa o Nadir 84 meses, o sea, 7 años después del nacimiento. Si un planeta está ubicado en el punto medio exacto entre la cúspide de las casas tercera y cuarta, en­ tonces el Punto del Yo primero cruzará este planeta a los 5 años y 10 meses de edad, y en su segundo circuito 33 años y 10 me­ ses después del nacimiento. Si el número de grados zodiacales dentro de una casa lo dividimos por 28, el resultado determina­ rá, en términos de grados zodiacales, el espacio que el Punto del Yo recorre en un mes mientras está en esa casa. Por ejemplo, en mi mapa natal, la Luna está en el grado 25 de Acuario en la segunda casa que se extiende desde Acuario 1 º has­ ta Piscis 16º (sistema de casas de Campano). El número 45 divi­ dido por 28 da 1.6, un poco más de un mes y medio por grado del zodíaco. La Luna está 23 grados adelante de la longitud zodiacal 167

de la cúspide de la segunda casa. lo cual significa que está preci­ samente después del punto medio de la segunda casa. La cúspi­ de de la segunda casa corresponde a los 30 años de edad más 4 meses y, por tanto, el Punto del Yo cn1zó mi Luna natal cuando yo terúa 30 años y 4 meses más un año y un poco más de dos me­ ses, o a la edad de 31 años y medio. Durante ese mes experimen­ té una de las más extraordinarias ejecuciones de un trabajo sin­ fónico mío. La Oleada de Fuego . que tuvo notable repercusión. El punto del Yo tocó mi Mercurio natal en 4 1/2 de Piscis cuan­ do yo tenía 33 años y unos 9 meses, y en esa época publicaron mi libro El Renacimiento de la Música Hindú. en la India. v un li­ bro de poemas en Carmel. California. Pero, lo que es aún más im­ portante es que durante ese período yo había empezado a dar muchas conferencias v a definir más estrictamente mí filosofía. Exactamente. a los":35 años de edad (el Punto del Yo entraba en la cuarta casa) tomé la decisión que, dos meses después, de­ sembocó en mi primer matrimonio. El Punto del Yo había pasa­ ch sobn'. nJ Sol natal (tercer grado de Aries) cuando :_ma muer­ te y hechos subsiguientes marcaron la etapa de este matrimonio. Eso me indujo, indirectamente, a consagrar más mi atención a la astrologia. y a escribir muchísimo. En la época enla que el Punto del Yo había pasado una conjun­ ción triple de Plutón, Marte y Neptuno al final de mi sexta casa. yo habla estado gravemente enfermo (entre los 13 y 14 años de edad) y veinliocho años después se generó una situación mucho menos grave. pero dificil, que implicó determinada crisis psico­ lógica. Ocurríeron contactos y cambios significativos en mi sen­ Udo de relación cuando el Punto del Yo cruzó Júpiter en mí sép­ tima casa por primera y por segunda vez. Cuando lo cruzó por ter­ cera vez en 1966, experimenté una vasta difusión del interés del público por mí labor. y como consecuencia de ello tuve que luchar contra una fatiga constante y brindar atención médica a los pro­ cesos de envejecimiento de mi cuerpo. Este ejemplo no significa mucho en sí mismo. Hay casos que revelan correlaciones muy significativas entre los contactos pla­ netarios del Punto del Yo que se desplaza y los cambios de cons­ ciencia; en otros casos. estas correlaciones no son claras. Evi­ dentemente. mucho depende de cómo una persona responde a la posibilidad de transfonnación interior. No obstante, uno puede decir que, en general, los contactos entre el Punto del Yo y los pla­ netas tienden a indicar las épocas en la vida de una persona cuando las funciones representadas por estos planetas tienden 168

a afcct,u de modo especialmente notable la imagen que esa per­ sona que está creciendo tiene de sí, y deberían llamar su aten­ ción. También pueden ser significativos los contactos del Punto del Yo con las posiciones de los planetas "progresados" según la técnica de las progresiones secundarias. En algunos casos, se descubrió que corresponden más estrechamente a los hechos re­ ales que catalizaron el cambio de la consciencia. Lo desconcer­ tante es que uno no encuentra a menudo correspondencia algu­ na para los cambios o crisis que considera muy básicos. Puede ser que estas crisis sean realmente el resultado inevitable de cri­ sis anteriores y de decisiunes individuales que en ese tiempo no parecieron importantes. Aquí nos enco:-itramos con el más gra­ ve de todos los problemas astrológicos: cómo determinar cuán­ do algo empierLa realmente.

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TERCERA PARTE

LOS CUATRO ANGULOS Y SUS POLARIDADES ZODIACALES LOS PLANETAS EN LAS DOCE CASAS

LOS CUATRO ANGULOS Y SUS POLARIDADES ZODIACALES

En los capítulos anteriores consideré los signifi-cados genera­ les de las doce casas como campos relacionados y secuenciales de las experiencias. El individuo debe atravesar v absorber los contenidos de estos doce tipos básicos de experiencias a fin de convertir en reales, en términos concretos y bajo las condiciones prevalecientes en el ambiente terrestre en cual vive, las potencia­ lidades inherentes a su momento de nacimiento. Definir a la sép­ tima casa como el campo referido a experiencias de asociación nada dice acerca del carácter de estas experiencias en la vida de una persona particular. ni nos dice cómo tenderemos a aproxi­ mamos y responder a quienes están más estrechamente asocia­ dos con esa persona. El astrólogo trata de comprender estos fac­ tores, y la naturaleza de las acciones y reacciones del individuo, considerando: 1) el signo y grado zodiacales en la cúspide de la casa; asimismo, el número de grados de la casa y si ésta inclu­ ye o no un "signo interceptado"; 2) el regente planetario del sig­ no en la cúspide; y 3) si un planeta o varios planetas están ubi­ cados en la casa natal. A menudo, los textos astrológicos dicen, de manera muy la­ mentablemente definitiva. qué es lo que puede inferirse de la pre­ sencia de cada signo del zodíaco en la cúspide la cada casa. Su­ brayo la palabra "inferirse" porque se trata meramente de una in­ ferencia, de una posibilidad y, en el mejor de los casos, de una tendencia que es dable esperar. Los "textos" presentan, de ma­ nera enteramente inevitable, un cuadro analítico de lo que todo pueda eventualmente significar; y, con frecuencia, lo que cada tí­ tulo enuncia en cuanto a significados se refiere a asuntos muy distintos que, a primera vista. apenas pueden relacionarse uno con oLro. No obstante, sí las descripciones y los enunciados son firmes. hay una relación fundamental entre los rasgos del carác173

ter o el tipo de acontecimientos enunciados. Pero, por ejemplo. una casa en cuya cúspide hallamos al signo "expansivo", Sagita­ rio, regido por Júpiter, puede contener también a Saturno, pla­ neta cuya naturaleza es limitadora, constrictiva y, con frecuen­ cia, frustrante. El problema básico que uno tiene que afrontar al interpretar todo un mapa natal es cómo sintetizar estos signifi­ cados opuestos. Otro problema consiste en qué es lo mejor que habrá que decirle a la persona cuyo mapa está uno interpretan­ do, en vista de su edad, sus circunstancias momentáneas y la probable aptitud que tenga para responder constructivamente a lo que se le está diciendo. Pero estos son asuntos que no pueden debatirse aquí, y remito al lector. particularmente, a mi serie de opúsculos sobre astrología humanista. En estos opúsculos he explicado la diferencia entre un enfo­ que holístico y un enfoque estrictamente analítico de la astrolo­ gía, entre el tipo de interpretación que "se centra en la persona" y el que "se orienta hacia los acontecimientos". Si menciono aquí estos asuntos es porque en este capítulo y en el próximo intenta­ ré aclarar algunas cuestiones que se refieren al tipo habitual de textos de interpretación analítica. Me pareció necesario hacer es­ to a fin de introducir un grado de definición y practicidad en los principios generales formulados en los capítulos anteriores. Aunque el astrólogo tenga que concentrar analíticamente su atención en un solo factor de un mapa, no obstante hay ciertos hechos básicos que él debería tener siempre presentes. Lo más importante de estos hechos son: que en un mapa todo tiene su polo opuesto, y que cualquier factor puede tener una significa­ ción tanto negativa como positiva. independientemente de si ha­ bitualmente se lo clasifica como bueno o malo, afortunado o des­ graciado. Este principio de la polaridad es la piedra angular de cualquier interpretación astrológica sólida, y esto es particular­ mente evidente cuando nos ocupamos de los ejes de un mapa. El horizonte y el meridiano son ejes; el Ascendente y el Descen­ dente, el Cenit y el Nadir son los extremos teóricos de estos ejes cuando cruzan la eclíptica. De modo parecido, los Nodos Norte y Sur de la Luna, y de todos los planetas. son los dos extremos de los ejes. Definir el significado de un extremo sin incluir en la de­ fznición el significado del otro extremo simplemente no tiene sen­ tido, al menos si uno quiere ofrecer un cuadro completo de una situación o una personalidad. Empero. esto es lo que se hace co­ múnmente. Lo que quiero decir es, por ejemplo, que si uno desea descri174

bir las cualidades características de un Leo en el Ascendente (o sea, cómo la imagen que la persona tiene de sí posee un carác­ ter de Leo) uno debería tener en cuenta el hecho inevitable de que su enfoque de su asociación (Descendente) tendrá un carácter de Acuario, y viceversa. Uno no puede separar el modo con que seve a sí mismo (lo cual significa también el mejor modo de experimen­ tar la propia individualidad esencial. y el propio destino único) de la manera en que uno se encuentra con la gente y entra en va­ rios tipos de asociación. Estos dos factores de la personalidad (personalidad propiamente dicha y relación) están interactuan­ do constantemente porque son dos aspectos interdependientes de un solo impulso fundamental, del impulso hacia la conscien­ cia individualizada y plena. Uno no puede ser consciente solo. en un vacío: los tipos de relación implícitos en la séptima casa de­ ben involucrar algún grado de percepción consciente del yo y de la otra persona o de las otras personas. De modo que si un texto astrológico enuncia las característi­ cas que hay que atribuir a Aries en el Ascendente. esa lista de­ bería incluir rasgos que también puedan referirse a Libra como el signo en el Descendente. Esto se hace con frecuencia. pero sin aclarar cómo las características van a ser incluidas en la descrip­ ción del Ascendente. y esto puede causar confusión. Sin embar­ go, en la mayoría de los casos. el astrólogo no piensa para nada en Libra en el Descendente cuando le habla a su cliente sobre su Aries en el Ascendente, y en tal caso la interpretación deberá ne­ cesariamente quedar incompleta en lo esencial. Por tanto. esbo­ zaré unas indicaciones sobre cómo uno puede enfocar una inter­ pretación bipolar del horizonte natal en su totalidad. lo cual in­ cluye tanto al Ascendente como al Descendente. Tal interpreta­ ción será en función de los signos zodiacales que se hallen en los dos extremos Este y Oeste de la línea horizontal de nuestros ma­ pas bidimensionales de la actualidad. Luego. haré lo mismo con el eje meridiano vertical, que vincula al Cenit con el Nadir, o. en términos del zodíaco. el Medio Cielo con el Imwn Coeli. Ahora repetiré simplemente que el horizonte se refiere esen­ cialmente a la consciencia. y el meridiano a la fuerza o al poder. El Ascendente (la sección Este del horizonte) representa la per­ cepción inherente e intuitiva del yo, o de la individualidad. Aquí, un ser humano descubre su carácter único, su identidad espiri­ tual, que también significa la nota clave de su destino. Aquí la persona también se da cuenta de su diferencia respecto de otras personas. Por otra parte, el Descendente (la sección Oeste del ho175

rizonte) simboliza el modo especial con que el individuo enfoca los problemas y las oportunidades que derivan de relaciones in­ terpersonales, y. en general, de todas las relaciones en las que él quiere entrar sobre una base de igualdad y reciprocidad. Aquí, la diferencia del individuo tiene que ajustarse con las diferencias de los demás; esto es posible mediante cooperación y espíritu de amor y participación; o negativamente, con espíritu de hostilidad y conflicto. El meridiano se refiere a la fuerza que deriva de la integración de muchos elementos dentro de una totalidad organizada y es­ tructurada. Lo que está involucrado en la cuarta casa es la inte­ gración de la personalidad y la estabilidad de sus operaciones y su enfoque básico de la vida, ya sea que este enfoque lo determi­ nen las tradiciones familiares o nacionales, o el propio ritmo del ser de la persona. La décima casa indica el modo más natural y óptimo con el que el individuo podrá integrarse en un organismo colectivo.· o sea. en una comunidad. una profesión o un estado nacional. Tengamos presentes estos principios, y entonces podremos proseguir con una breve caracterización de los diferentes tipos de horizontes y meridianos natales. 1

El acoplamiento de Aries y Libra Estos dos son signos equinocciales del zodíaco. A lo largo del ciclo solar anual. interactúan dos fuerzas a las que llamé la fuer­ za del Día y la fuerza de la Noche. la cuales guardan correspon­ dencia con las polaridades chinas Yang y Yin. La fuerza del Día y la fuerza de la Noche se igualan en el equinoccio de primavera; o sea, los días y las noches tienen la misma longitud. Pero, la fuer­ za del Día está en ascenso y llena de intensidad dinámica cuan­ do vence a la fuerza de la Noche. Ambas fuerzas se igualan nue­ vamente en el equinoccio de otoño, pero ahora la fuerza del Día mengua y se retira. y la de la Noche aumenta vehementemente su fuerza y su control de la situación. Aries representa un movimiento de la vida directo hacia un es­ tado concreto, tangible y personalizado de la existencia. porque 1 El lector puede remitirse a 11ie Pulse qf Ufe (nueva edición de Shambala Publica­ Uons, Berkeley, California), en procura de un estudio más minucioso de los doce signos del zodiaco.

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la naturaleza de la fuerza del Día consiste en procurar manifes­ tarse a través de la diferenciación y la personalización en cual­ quier nivel. De modo que si Aries es el signo que se eleva en el ho­ rizonte Este cuando se ejecuta el primer acto de independencia (al menos relativa: el primer aliento), la consciencia latente del ni­ ño lleva el sello de un ansia más bien impulsiva e impetuosa de "hacer valer" su destino único (su dhanna) y de intentar definir más claramente lo que él es (ejerciendo el mando en las situacio­ nes de la vida). Aiies es un signo estrechamente vinculado con el espíritu de la adolescencia. En esta época, la fuerza del Día tan sólo empie­ za a exhibir su fuerza; todavía es insegura. Pero. como es inse­ gura, compensa esto con su apariencia agresiva. La persona con Aries en el Ascendente puede tender a imprimir un carácter ro­ mántico a su personalidad. Puede estar llena de anhelos y dese­ os de algo que le refleje su yo esencial y único. Los objetos de sus deseos y los espejos de su verdadero yo tenderán a tener carac­ terísticas librianas, pues Libra será el signo de su horizonte Oes­ te, el Descendente, y por tanto el símbolo del modo con que esa persona enfocará (o deberia enfocar) las reacciones interperso­ nales. Libra representa el mmirrüento hacia el desarrollo de una consciencia socio-cultural, el ansia para que un "yo" interactúe con un "tú", de manera que pueda experimentarse una vida más grandiosa a través de esta interacción. Debido a que Aries en el Ascendente estimula el típico anhelo adolescente de autoexpr,e­ sarse y hacer valer su carácter único, exige, como fuerza que lo equilibre. una percepción de los valores sociales. Uno tiene que tener algo en lo que "se haga valer" o por lo que "se haga valer", pero. en el nivel de Aries. esto no debería llegar a implicar un de­ safio. sino, más bien, asumir la forma de un grupo, de un con­ junto de valores de la colectividad, de un ideal noble o tal vez de fe en aigo que al impulso ariano le permita autorrealizarse para tornar forma en la liberación de energías espirituales impersona-­ les o trascendentes. Cuando se presenta la situación contraria, o sea. cuando al producirse el nacimiento, Libra sale y Aries se pone, el individuo tiende a ser un campo de operaciones de deseos colectivos e ide­ ales grupales. pues el individuo aprenderá qué es o quién es en función de una actividad grupal, o, por los menos, en función de una asociación fuerte e idealizda. Esto no significa que la perso­ na esté "equilibrada" ( los astrólogos no entienden realmente el 177

símbolo libriano de "la Balanza") 2 sino más bien que se interesa­ rá mucho por su "rol" social o cultural, y por el valor de los ac­ tos con los que ella misma se expresa. A esa perona no le será fá­ cil hallarse en soledad. y puede experimentar inseguridad y con­ fusión interior hasta que haya encontrado su lugar en algún gru­ po (o sociedad) al que intuitivamente percibe que es donde ella pertenece. Esta persona necesitará una compañía que sea individualista, capaz de autorrealizarse, emotiva y que la ayude a través de la relación de ambas. Esto tal vez signifique, a veces, que en la pare­ ja uno se imponga al otro, a la manera de los adolescentes, o que se asuma un compromiso devocional con una persona (o con una causa personalizada) en relación con la cual el individuo con Li­ bra en el Ascendente podrá exhibir su capacidad para integrar una organización_grupal y disfrutar de lo social, lo cultural o lo religioso. Toda experiencia grupal exige la presencia catalítica de una "visión" ideal individualizada o de una liberación de energía. El significado que ha de atribuirse a la presencia de Aries y Li­ bra en los dos extremos de la línea vertical del mapa sigue los principios antes expresados, salvo que ahora nos ocupamos de la capacidad para organizarse e integrarse en el nivel privado­ personal (cuarta casa) y público-profesional (décima casa). En consecuencia, deberíamos estar pensando en la mejor clase de fuerza o poder que habrá de buscarse y experimentarse en este proceso de integración personal y social. Aries en la cúspide de la cuarta casa subraya cuan necesarios son la actividad y el entusiasmo, o la fe, que se concentren vigo­ rosamente en la búsqueda de bases personales y de seguridad in­ terior. No es demasiado probable que a la seguridad se la encuen­ tre en una subordinación pasiva a la tradición o a las pautas fa­ miliares. Como escribiera un filósofo inglés al principio de la dé­ cada del 30: "Lo único seguro es lo inseguro": o también podría­ mos decir: La mejor defensa es un buen ataque. El problema es este: ¿Adónde queremos ir? El signo zodiacal en el Medio Cielo debería brindar la respues2 La apariencia tradicional de una balanza no es lo importante sino para qué se la usa. La balanza siive para pesar la contribución de un individuo a la sociedad o a una rela­ ción grupal en función de alguna norma de valor aceptada colectivamente. La colectivi­ dad es la que, en Libra, fija las normas que determinan cuánto vale la participación in­ dividual en cualquier proceso grupal.

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ta a esta pregunta. y este signo es. invariablemente. Libra. De manera que la meta debería ser participar en una actividad so­ cial determinada. y. tal vez. establecer nuevos valores sociales. Este sentido de participación en una empresa comunitaria podrá ser tan abrumador que implique el sacrificio de los valores ane­ xos a una vida estrictamente personal: en especial. en un caso en el que Sagitario esté en el Ascendente. Tal devoción total a un proceso socio-cultural. tal vez a un proceso profundamente trasformador o hasta revolucionario. puede ocultar una honda sensación de inseguridad personal que. a su vez, puede signifi­ car un enfoque cuasi-adolescente e inestable de las situaciones que se susciten en el hogar, o quizás una rebelión contra la ma­ dre y contra todas las formas de amor posesivo que representen una atadura. Una solución para los problemas personales de in­ tegración debería buscarse en aquellos valores que trasciendan la tradición, y estos valores (¡así lo esperamos!), con la participa­ ción en una comunidad generosa, orientada hacia el futuro o es­ piritual-religiosa, podrían ser revelados al alma que opera en un estado crítico entre dos etapas de la evolución humana: la psico­ lógica y la mental. Aquí convendría algún comentario sobre un factor importan­ te que hasta ahora sólo fue sugerido por mí al analizar el acopla­ miento de Aries y Libra, o sea, la posición de los planetas que ri­ gen los signos zodiacales, Aries y Libra, y los aspectos que estos planetas crean con los demás planetas. Sin embargo, los límites de este libro hacen imposible considerar este factor y todos sus problemas emergentes. Hoy en día. el concepto de "regencia pla­ netaria" es más bien ambiguo. Tenía muchísimo sentido en el vie­ jo sistema geocéntrico de ?tolomeo. cuando se lo formulaba en función de la polaridad de Sol y Luna y los cinco niveles de ac­ tividad planetaria, cada uno regido por un planeta. Pero, pues­ to que ahora se usan los planetas que están más allá de Satur­ no. se destruye el cuadro simétrico ofrecido por el viejo sistema. y es probable que a la regencia debiéramos comprenderla de mo­ do diferente, según nuestro concepto moderno del sistema solar. Empero. hasta en esta situación dificil y de transición, puede ser muy significativo un estudio de los planetas que rigen tradi­ cionalmente los cuatro ángulos del mapa natal, en especial en función de la casa en la que están ubicados los regentes de los signos zodiacales en los cuatro ángulos. Por ejemplo. si Marte (re179

gente de Artes en el viejo sistema) está ubicado en la séptima ca­ sa de una persona, la función marciana que ésta debería usar más eficazmente para descubrir su identidad y su destino está claramente involucrada con el matrimonio o con la asociación. La clave del descubrimiento del yo reside en el tipo de relaciones que el individuo asuma. Si Marte estuviera en la quinta casa. es muy probable que el individuo descubriera quién es él valiéndose de lo que sus percepciones intuitivas reflejen en los espejos de las creaciones o de los hijos de ese individuo (o de cualquier inten­ to dinámico que proyecte hacia afuera lo que está dentro de él). En la sexta casa, el planeta que rige el Ascendente suele sugerir que la clave del autodescubrimiento reside en el trabajo fervoro­ so. el servicio o el discipulado. El mismo tipo de razonamiento podria usarse en relación con los otros ángulos del mapa natal, y posiblemente (pero con me­ nor eficacia) podría aplicarse a los planetas que rigen a los sig­ nos zodiacales en las cúspides de las casas sucedentes y caden­ tes. Una persona con el regente del signo en el Ascendente ubi­ cado en la segunda casa tal vez vea que sus íntimas relaciones se involucran fuertemente en asuntos financieros y necesitan una marcada atención de sus recursos y aptitudes innatas; en la octava casa, esto podría referirse a la necesidad de regenerarse experimentando una sumisión del ego si el matrimonio ha de concretar sus potencialidades de transformación, o a una cuida­ dosa consideración del resultado financiero de una sociedad, si ésta ha de ser signif1cativa y valiosa. Son numerosas las posibilidades que tal técnica ofrece; se las puede usar, particularmente, en la guía vocacional en relación con la décima casa y con el regente planetario del signo que cul­ mina en el Medio Cielo. Si este regente está en la quinta casa, es necesaria la autoex­ presión para triunfar en las actividades dentro de la comunidad. o en la propia profesión. Si Libra estuviera entonces en el Medio Cielo (siendo Venus el regente de esta décima casa). sería eviden­ te la posibilidad de triunfo en alguna ocupación creativa, o de dar a luz un hijo talentoso. Pero si ese planeta está en relaciones inar­ mónicas y tensas con otros planetas. la concreción de estas po­ sibilidades exigiría gran esfuerzo y decisión. Una oposición entre Venus y Satun10 tendería a demorar el triunfo, o a exigir profun­ dísimo estudio y tal vez lucha contra las pautas fijas con las que la sociedad opera o contra amigos atados a convencionalismos, todo lo cual, no obstante, podría ser finalmente vencido. 180

De todo esto debería quedar en claro cuan importante es que se establezca el patrón de casa de un mapa natal y que se calcu­ len los ángulos para el momento exacto del primer aliento. Y tam­ bién debería quedar en claro cuan incompleto deberá ser cual­ quier sistema de "casas iguales" que no tome en consideración los dos ejes detenninados por la hora y el lugar de nacimiento (o cualquier sistema que no llegue a considerar a las casas).

El acoplamiento de Tauro y Escorpio Estos dos signos representan la reacción que sigue a las accio­ nes iniciadas durante los períodos equinocciales. Se refiere a un proceso de unión y esLabilización, dominado por un propósito or­ gánico claro. Este proceso opera en Tauro principalmente en el nivel biológico y en el nivel instintivo: lo que está implícito en Es­ corpio es la idenlificación con las fuerzas que apuntan a la ínter­ penetración de las unidades individuales con el fin de construir un crganismo social u "oculto" más grande: interpretación que, a fin de que sea eficaz, deberá llegar a las raíces mismas del ser (por tanto, es la conexión de Escorpio con el sexo}. Empero. es Tauro el que simboliza las operaciones de la función sexual na­ tural y biológicamente compulsiva, mientras que en Escorpio la actividad sexual tiene un carácter personalizado. Aquélla satis­ face en Escorpio a las necesidades hwnanas y responde a los an­ helos individuales. Sus compulsiones son más bien psicológicas que glandulares e instintivas; por tanto, la función sexual es po­ sesiva en un senlido personal y está sujeta a todo género de per­ versiones, pero también está sujeta a-la trasmutación. Por otro lado, la función sexual es. en Tauro, simplemente. un instinto de procreación que apunta a la producción de una progenie, o a una liberación estrictamente natural de las energía biopsíquicas. Cuando una persona tiene a Tauro en el Ascendente descubre normalmente su verdadera naturaleza a través de la productivi­ dad, en un nivel u otro. Produce y tiende a aferrarse a lo que pro­ duce. Puede haber una cabal identificación con el proceso de pro­ ducción y con la persona o grupo cuyas necesidades este proce­ so satisfará. Puede haber no sólo fijeza de propósito sino también orgullo en las realizaciones, biológicas o sociales, y. como resul­ tado, muchísimo egocentrismo y un horizonte algo estrecho. Em­ pero, podrán obternerse grandes resultados dentro del campo particular de producción en el que opere el dhannadel individuo. 181

Hablando espiritualmente, o incluso psicológicamente. el pro­ blema consiste en no apegarse demasiado personalmente a los resultados de nuestra actividad, y en permitir que la naturaleza o la vida actúen a través de nuestra persona. Un Tauro en Ascendente implica inevitablemente un Escorpio en Descendente. El individuo tendrá que someter. al menos par­ cialmente, el apego de su ego a sus propios productos relacionán­ dose con personas que tengan una "visión" (o ideal) más social y que necesiten experimentar la liberación espontánea y natural de las energías orgánicas. Tales relaciones fortalecen la parte de la naturaleza del individuo que buscan horizontes más amplios y. en muchos casos, un enfoque más consciente y controlado de la productividad: asimismo, un enfoque más responsable en fun­ ción de un propósito grupal. El individuo tal vez busque socios a través de los cuales pueda ser más plenamente consciente de salidas (o resultados) sociales, morales o políticos más vastos. La persona que esté en situación contraria, con Escorpio en el Ascendente. procurará a menudo desempeñar su papel en la so­ ciedad obteniendo su poder de quienes estén muy cerca de ella. Son numerosos los dirigentes políticos que nacieron con Escor­ pio como su signo ascendente: Disraeli, Gandhi, Lenín, Stalin y Mussoliní. A estas personas les gusta usar el poder de la socie­ dad y la identificación con lo que su gente necesita para lograr al­ guna clase de integración orgánica en el nivel nacional; pero, cuando se relacionan con quienes se les asocian, les sacan fuer­ zas vitales y exigen resultados concretos que se ajusten a líneas fijas de actividad. La fijeza de propósito y la natural productividad orgánica del signo Tauro. cuando éste se relaciona con la cuarta casa. subra­ ya la importancia del individuo de raíces profundas en un país y una tradición particulares, y sólidamente afirmado en su hogar. Pero, como en todos los demás casos, el carácter de este afian­ zamiento hogareño depende muchísimo de cuál signo zodiacal esté en el Ascendente, pues éste es el origen de todo lo que carac­ teriza la función esencial del individuo como un individuo . o sea, su identidad como una persona única. En las regiones templa­ das del hemisferio Norte, si Tauro está en el punto del Nadir del mapa, uno puede esperar que Capricornio, Acuario, o incluso Sa­ gitario estén en el Ascendente. El carácter de Tauro, que es pro­ pio de "Tierra". sería fortalecido por un Capricornio en el Aseen182

dente. y Cáncer en el Descendente añadiría la concentración so­ bre la productividad dentro del radio del hogar o de un bien de­ finido campo de actividad. Apenas necesito repetir aquí que cual­ quier indicación astrológica deberá relacionarse con muchas otras (en realidad. con todo el mapa) antes de que podamos cap­ tar su significado en función del carácter y del destino de una per­ sona. La personalidad individual es un acorde de factores diná­ micos. y ningún factor podrá comprenderse si se lo toma fuera del contexto de todo el mapa (y es por esta razón que una caracteri­ zación analítica como la que aquí sugerimos podrá ser tentativa y sólo válida en parte. pues atañe únicamente a principios gene­ rales. Tauro simboliza, en el ciclo del año, el ascenso evolutivo de la vida hacia el Sol, el ascenso de la savia que nutre a la planta y cul­ mina en la floración. El Escorpio en el Medio Cielo. que polariza este ascenso si Tauro está en la cúspide de la cuarta casa. repre­ senta el florecimiento de la energía de la vida en el organismo de la personalidad que. al menos relativamente, creció en plenitud: por tanto. representa la mutua apetencia de los cuerpos juveni­ les y enamorados que, a través de los abrazos sexuales, procu­ ran experimentar la fuerza que se expresa mediante la unión de los polos de la vida. Un ciclo de experiencia más tarde, alrededor de los cincuenta años de edad. estas energías vitales que se con­ suman pueden ser reemplazadas por la exaltación de los logros socio-profesionales. Estos implican también una realidad super­ personal (un grupo, una nación. el género humano) que libera la fuerza de la sociedad. Esto puede tener como resultado la asun­ ción de una conducción política, especialmente si el Signo de Leo está en Ascendente, como ocurrió con el mapa de Bismarck y con el de J. P. Margan, padre. el banquero internacional que mucho tuvo que ver con el ingreso de los Estados Unidos en la primera guerra mundial. Vemos aquí. nuevamente, en funcionamiento, a la polaridad en los extremos contrarios del meridiano natal, el Nadir y el Ce­ nit. El producto de la fertilidad taurina es, en la cuarta casa, uno mismo como person� en la décima casa, el producto del deseo de Escorpio de entrar en una profunda comunión con otras perso­ nas debería dar por resultado un "oficio" significativo y producti­ vo. Quien ejerce el oficio y el oficio mismo dependen uno del otro. La interacción de ambos genera los resultados.

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El acoplamiento de Géminis y Sagitario

El signo de Géminis se caracteriza por un vívido afán de exten­ der el alcance de nuestras experiencias personales a través de muchas clases de contactos humanos, y de la absorción de una variada información de la que se dispondrá fácilmente. Géminis es el símbolo más típico de la curiosidad intelectual y de la men­ te que clasifica prolija y analíticamente el conocimiento para dar­ le un uso práctico y personal. El signo contrario, Sagitario, se re­ fiere a un tipo de conocimiento más abstracto y maduro, que se interesa por la integración de factores lejanamente relacionados, por la filosofía, por la religión y por cualquier forma que la bús­ queda de valores básicos y de inteligencia o sabiduría pueda adoptar. Géminis de ocupa de los encuentros fácilmente accesi­ bles y de la mente concreta; Sagitario, de todo lo que expande el horizonte. aparta de la e.,x:istencia rutinaria e incita a tener gran­ des sueños. Géminis representa el tipo de facultad mental que se interesa por el control del medio ambiente para una mayor como­ didad personal y para alimentar el ego; Sagitario se obsesiona con horizontes aún más vastos, y por la sed de grandes aventu­ ras que trascienden lo que es familiar. Un Géminis en el Ascendente indica, a menudo, avidez de co­ nocimiento y la muy arraigada expectativa de que, a través del co­ nocimiento y de múltiples sensaciones y contactos, uno descu­ brirá su propia identidad individual. En realidad, es importantí­ simo usar los procesos del pensamiento, pero el peligro consis­ te en que podemos quedar atrapados en una red de intereses pe­ queños, declaraciones fundadas en la lógica, y experimentos, y perdidos en un laberinto de información que, aunque esté bien ordenada. puede estar vacía de un significado más vasto y desin­ teresarse de las consecuancias sociales. El Sagitario en Descen­ dEnte sugiere que las relaciones deberían basarse en un esque­ ma más vasto de valores. Sagitario suministra a Géminis sus marcos abstractos de refrrencia, sus conceptos lógicos, su insa­ tisfacción con lo que está al alcance de la mano y está sujeto a una moda temporal. Posibilita una expansión de la consciencia a tra­ vés de la relación. La información que se asimile personalmen­ te. incluso la percepción mental de nuestra naturaleza esencial. debería ser usada en función de una fraternidad humana y de una participación de los valores con mentes más grandes. Cuando Sagitario es el signo Ascendente, el individuo puede ser afecto a la vida al aire libre y a los viajes (¡o así lo dice la tra184

dición!) pero mucho más significativamente es una persona que llegará a darse cuenta de qué es y quién es a través de su parti­ cipación en una gran causa, en una creencia social o religiosa. o en una búsqueda de la verdad. Esta Verdad, que se busca des­ pués, puede capitalizarse tanto que el individuo procure promo­ verla o promocionarla con un celo a menudo fanático, o, al me­ nos, con gran dedicación. El individuo puede hallar su propia verdad y su propio dharma enseñándole a los demás qué fue lo que encendió su entusiasmo: pero necesita la influencia polari­ zadora de la mente gerniniana más precisa, más empírica y más analítica. Ese individuo debería buscar, al menos teóricamente, socios que cooperen con él de manera práctica, tal vez siguien­ do diversas líneas de esfuerzo para que sus generalizaciones y su expansionismo puedan alimentarse con variados datos apropia­ dos y relaciones de múltiples niveles. Géminis en la cúspide de la cuarta casa tiende a proveer situa­ ciones cambiantes mientras tiene lugar el proceso de integración de la personalidad. El árbol de la personalidad puede parecerse a una palmera o a una sequoia con una red muy vasta y extensa de raíces que no se extienden muy por debajo de la superficie, en vez de poseer una raíz principal que llegue a lo profundo. Tal vez sea algo dificil concentrarse sobre sentimientos fundamentales. El individuo puede tener antenas que busquen a tientas los múl­ tiples impactos y estímulos de crecimiento en vez de una capta­ ción sólida y segura de lo que él realmente es y defiende como per­ sona. El peligro es que se desarrolle un ego fuerte y diestro como el organizador eficiente y quizá orgulloso de complejas experien­ cias de vida. Mucho depende, en tal caso. del signo que esté en el Ascenden­ te. En la mayoría de los casos. será Acuario o Piscis; sólo en el le­ jano Norte Capricornio podría ser una influencia sostenida. Un Acuario en Ascendente puede subrayar el idealismo y/ o el des­ contento social; un Piscis en Ascendente tenderla a dar un toque de trascendencia y tal vez inestabilidad psíquica a la base gemi­ niana de la personalidad. Y las posiciones de los planetas en la cuarta casa podrían modificar y polarizar considerablemente las típicas características geminianas, sumando inquietud o estabi­ lizando las estructuras intelectuales de las que la persona depen­ de para su seguridad interior. Cuando la situación es al revés y Sagitario está en la cúspide 185

de la cuarta casa. los conceptos filosóficos, religiosos o ancestra­ les deberían buscarse como raíces para estabilizar y fortalecer a la personalidad. Un factor muy significativo puede ser una am­ bición personal de dejar sobre la sociedad una fuerte huella. El hogar de los primeros años puede estar abierto hacia muchas in­ fluencias y muchos visitantes. La madre puede tener intensas convicciones religiosas y grabarlas en el niño y el adolescente que están creciendo. En la niñez pueden tener lugar los primeros via­ jes. Con el tiempo, en épocas de crisis, el individuo tenderá a re­ novar su fortaleza mediante actos de de vigorosa fe en su desti­ no, y mediante la búsqueda de una justificación filosófica o mo­ ral de sus sentimientos y. tal vez, de su ambición social. Las aptitudes intelectuales deberían usarse al máximo con Géminis en el Medio Cielo. La ayuda de intelectuales, especialis­ tas e investigadores será importante en la búsqueda de una me­ ta social o profesional. Una mente rápida podrá ser valiosísima para ajustarse a las exigencias de cuanta situación pública uno tenga que afrontar. Esta facultad de adaptarse socialmente y ser apto para manejar la información deberla equilibrar lo que el in­ dividuo decida y su actitud pagada de sí misma y proselitista, que es propia de Sagitario en el Nadir del mapa. El horóscopo de Franklin D. Roosevelt es ejemplo de tal situación, pero los plane­ tas en su décima casa y una agrupación imponente en el signo de Tauro fueron más importantes aún en la determinación de su personalidad y su destino.

El acoplamiento de Cáncer y Capricornio Estos dos signos tienen su origen en los solsticios, o sea, en los momentos en que las dos polaridades de la fuerza solar de la vi­ da se hallan en un estado de máximo desequilibrio. La fuerza del Día está en Cáncer en el punto culminante de su fuerza, aunque la fuerza de la Noche por ningún medio es aniquilada, y de allí en adelante acrecentará su fuerza. La fuerza de la Noche predomi­ na en Capricornio. como siempre puede hacerlo. Por tanto, los rasgos característicos de uno de estos dos factores están exage­ rados y sobreenfatizados en estos signos zodiacales. Este énfa­ sis sirve a un propósito fundamental en el patrón total del ciclo zodiacal: una de las dos polaridades se revela en todas sus im­ plicancias y limitaciones. En Cáncer, el Sol que había estado moviéndose hacia el Nor186

te en declinación (o sea. los ocasos habían ocunido durante tres meses hacia el Norte del Oeste exacto) "se queda quieto", que es lo que la palabra sol-sticío significa etimológicamente, siendo sol el equivalente latino de Sol. Esto simboliza una inversión abrup­ ta del proceso que había estado sucediendo durante medio año. Cesa el ansia geminiana de conquistar más espacio vital y au­ mentar el conocimiento mediante toda clase de experimentos. Hablando simbólicamente. el joven que dispersaba sus energías experimentando muchísimas cosas. consigue trabajo. se casa y se afinca para ser jefe de una familia. Cáncer representa. en es­ te sentido, la fuerza estabilizadora que es propia de un hogar. Las energías vitales se enfocan:. y un hogar podrá ser un foco de la atención, estrecho y exclusivista. que fija una muy clara etapa para el nacimiento y la educación del hijo. Este enfoque de la energía podrá operar en diversos niveles. Al­ bert Einstein tenía un Cáncer en el Ascendente. Sus ideas con­ ducían hacia el concepto de un universo esferoidal y finito, lo que le interesaba era la formulación de un principio fundamental que abarcase todas las manifestaciones conocidas de la energía. De­ bido a que el tipo canceriano se empeña en procura de la capta­ ción concreta de la Unidad en la raíz de todas las modalidades de experiencia, esto puede inducir algún tipo de captaciones místi­ cas. El signo de Cáncer se asocia a menudo con dotes psíquicas, pero la validez de esta creencia depende muchísimo de lo que uno quiera decir con "psíquicas". La clarividencia es habitualmente un proceso holístico en el cual la esencia y el significado de una situación en su totalidad son vistos por el clarividente como un símbolo o una escena. Lo característico de esto es la actividad to­ talizadora. Construir un edificio (no meramente una casa fisica) es una actividad totalizadora. La pareja bipolar, hombre-mujer, es idealmente una unidad reconstituida, y potencialmente pro­ creativa porque se estabiliza como una sola unidad biológica y social. Capricornio se refiere también al logro de la integración, pero mientras Cáncer se refiere a la estrecha unidad biopsíquica de una situación personal Capricornio se ocupa de la instituciones políticas o gerenciales en gran escala. que son propias de un esta­ do nacional complejo. Las naciones modernas, en la mayoría de los casos, no se integran, al principio, con personas de la misma raza o cultura: en realidad, la finalidad de un estado nacional (al menos, espiritualmente hablando) es integrar razas y culturas diferentes. Los problemas con los que todas las naciones occi187

dentales se enfrentaron, y todavía se enfrentan, surgen del hecho de que se formen distintos grupos étnicos para interactuar y coo­ perar en el establecimiento, y sobre todo. en el mantenimiento de la unión perfecta. Francia es un ejemplo típico, pero también lo es Gran Bretafla, y, desde luego, en un sentido especial. lo mismo ocurre con los Estados Unidos. Un Cáncer en eL.L\scendente tenderá a que una persona se in­ terese en metas muy claras, tal vez intelectualmente fonnulables o que experimentalmente pueda.'"1 funcionar. Los problemas ad­ miten una sostenida definición y abarcan personalidades indivi­ duales. Un Capricornio en el Ascendente induce a descubrir nuestra identidad y nuestro destino esenciales en actividades que implican la integración de factores distantes y de antagonís­ mos fundamentales que sólo podrán integrarse por medio de sis­ temas estrictamente lógicos o de prácticas legales que exijan al­ gún tipo de fuerza policial que ponga en vigencia pautas de or­ den. Lo que tal vez sea más importante aún es que la persona con Cáncer en el Ascendente confiará más en usar la fuerza personal y la fuerza dinámica del amor, mientras la persona con Capricor­ nio en el Ascendente recurrirá a grandes conceptos o técnicas de organización. tanto impersonales como superpersonales. Carl Jung tenía un Capricornio en el Ascendente y su sistema de psi­ cología profunda recalca la idea de que la fuerza de los arquetipos del inconsciente colectivo es. en última instancia, más importan­ te que la de los sentimientos estrictamente personales o la de los conceptos intelectuales. Por otra parte. Adler. otro psicólogo que también abandonó la escuela freudiana. tenía un Cáncer en el Ascendente, y recalcaba la importancia de la reacción puramen­ te personal ante algún género de traba o estorbo, y la de la volun­ tad encauzada hacia el poder, la cual compensa los sentimien­ tos de inferioridad mediante una agresividad que se exprese. La persona con Cáncer como signo ascendente usará también este proceso de compensación personal pero, primordialmente. cuando establezca asociaciones con otras personas. Aquélla te­ me encontrarse con ellas en una interacción que sea de persona a persona. Tal vez se oculte bajo ampulosos conceptos y genera­ lizaciones sociales de tipo capricorniano. Tiene que construir una persona social, y representar un "rol" en el que pueda pare­ cer superior a los demás; y la clarividencia puede resultar un no­ tabilísimo modo de impresionar a sus relaciones con su facultad perceptiva superior, mientras al mismo tiempo se es dolorosa­ mente consciente de la propia inseguridad individual. 188

Por otra parte, la persona con un Capricornio en el Ascenden­ te necesita de aquellos con los que pueda relacionarse de perso­ na a persona, pues sin semejantes encuentros concretizadores ni semejante empalia interpersonal estrecha podría sentirse perso­ nalmente envuelta. por demás, en proyectos ambiciosos y en pla­ nes sociales en gran escala. o en captaciones místicas y cósmi­ cas. Capricornio puede referirse a las experiencias y facultades que muchos llamarían "místicas". pero eso se refiere más bien al tipo de consciencia que puede, o desea intensamente. operar en función de un orden de tipo trascendente. de un uso cósmico de la fuerza, y (en el sentido real de este término del que mucho se abusó) de un uso oculto de la fuerza. Tal vez tienda a abrumar a los demás con tal fuerza o poder, buscando sujetos potenciales a fin de ejecutar lo que él considera su destino. Este podría ser un destino de índole catabólica. Una cuarta casa con Cáncer en su cúspide indica a un ser hu­ mano en el que son fortísimas las características arquetípicas asociadas con el número 4 en el simbolismo numérico (tal vez, el más universal de todos los sistemas simbólicos). Esto se debe a que Cáncer es también el cuarto signo del zodíaco. En realidad, sólo sobre tal base numerológica puede justificarse la identidad del significado que los astrólogos recalcan a menudo y atribuyen a Cáncer a la cuarta casa. El número 4 es el símbolo de la corpo­ rización concreta y de los sentimientos fundamentales asociados con la operación de las energías de la vida y con sus armonías psí­ quicas: los impulsos básicos que los psicólogos estudian. Este número define el proceso de integración cuando éste opera en el nivel biopsíquico dentro de la consciencia humana. Se refiere al tipo de inteligencia que trabaja como la sierva obediente de la fuerza vital a fin de procurar una base segura para el crecimien­ to de la personalidad: una inteligencia cuyas operaciones son controladas por ia utilidad. el empirismo y la adaptación a nece­ sidades orgánicas concretas. Esta inteligencia se relaciona con la Luna en el simbolismo astrológico, y se dice que la Luna rige al signo de Cáncer. Se refiere a la madre sólo porque es la madre la que cuida al bebé incapaz de satisfacer sus propias necesida­ des: la necesidad de alimento. ropa, techo, aseo y también segu­ ridad y amor. Una cuarta casa canceriana se refiere, en consecuencia, a la necesidad particularmente fuerte y que probablemente dure to189

da una vida. por la que el individuo concentra gran parte de su atención sobre su aptitud para adaptarse a las cambiantes cir­ cunstancias de su vida privada. Esto recalca la importancia no sólo de la vida hogareña sino también de todo lo que se refiere al proceso de integración de la personalidad. Sin embargo, tal con­ centración sobre lo que se tiene muy a mano, sobre lo orgánico, sobre los sentimientos, y sobre algún tipo de imagen de la Madre, podría ser abrumadora si no se integrara con lo que la décima ca­ sa de Capricornio implica: o sea, con un interés igualmente fuer­ te en establecerse seguramente en una posición social. Esto úl­ timo provee el poder social. y el dinero, que son necesarios para administrar un hogar que sea seguro y satisfactorio. Cuando la situación es al revés, y Capricornio se halla en el punto del Nadir en el mapa, los intereses públicos pueden domi­ nar mucho la vida privada de una persona: o sea, si no hay en ac­ tividad una "influencia" planetaria especial en las casas cuarta y décima. Sin embargo, las actividades profesionales o sociales tenderán a ser determinadas por la utilidad. En realidad, la vida pública o profesional debería administrarse con una aguda per­ cepción del ajuste a los estados de ánimo de la comunidad, que cambian rápidamente. Si el individuo identifica la personalidad de su cuarta casa con un propósito vasto. social o cósmico (Ca­ pricornio). necesitará realmente ser flexible en sus respuestas, tener el don de la oportunidad, y captar "psíquicamente" lo vital y aceptable para su público a fin de triunfar. Una posición así se encuentra muy a menudo en un Libra en el Ascendente. Por su­ puesto, esto subraya el interés por los problemas y los valores so­ ciales. y la aptitud para ocuparse de grupos y. al tratar esto de esa manera, descubrir la propia identidad. El acoplamiento de Leo y Acuario

Los cuatro signos cardinales de zodíaco se refieren a los cua­ tro tipos más característicos de actividad solar en lo concernien­ te a la naturaleza de la biósfera de la Tierra: a los tipos equinoc­ ciales y solsticiales. Estas modalidades de actividad se "fijan" en Tauro. Leo. Escorpio y Acuario. Se fijan dentro de cuatro tipos es­ pecíficos de organismos humanos; se condensan, se concentran y reciben formas características que se llenan con tipos especí­ ficos de sustancias, y sabemos que la sustancia o la materia es simplemente un estado condensado de la energía. Cuando una 190

persona creativa compone una sinfonía. o cuando pinta. o cuan­ do un actor encama en el escenario de un teatro al personaje de una obra, proyecta su visión personal uniendo el material esté­ tico que su cultura puso a su disposición o que él seleccionó de su ambiente natural. Es él quien "fija" estos elementos materia­ les de una forma que expresa su carácter personal, o durante al­ gunos períodos colectivistas. el carácter de su cultura. de su re­ ligión o de su modalidad de vida en comunidad. La impulsividad equinoccial de la fuerza del Día se sustancia e incopora. en Tauro. mediante el uso del material que se halla disponible en la biósfera. En Leo, las características personali­ zantes del solsticio de verano reciben una forma individual en la que una especie biológica y una persona humana consciente­ mente desarrollada se ven encamadas o reflejadas. En la sección opuesta del zodíaco, Acuario da forma a una totalidad social es­ tabilizada (a un grupo étnico o a una nación) produciendo lo que llamamos cultura. Una cultura se expresa en una vasta variedad de formas artísticas y sociales. clubs, salones para el debate de ideas nuevas o viejas, etc. Una cultura sólo puede desarrollarse donde la voluntad social estableció su dominio sobre los deseos y opiniones heterogéneos de los miembros de la sociedad que ac­ túan separadamente: y donde surgió un "modo de vida" claro. El individuo con un Leo en el Ascendente procura descubrir quién es mediante la creación de espejos sobre los que pueda pro­ yectar y revelar a su consciencia cuál es su potencial original de nacimiento (o las potencialidades del Alma y el dharrna). El indi­ viduo procura hallar su yo en sus creaciones, en cualquier nivel que estas creaciones se plasmen: por ello, la creación puede ser un hijo. una obra de arte, un género especial de actividad social. etc. Si entendemos bien este proceso. de destacan claramente dos factores. Primero. el individuo con un Leo en el Ascendente tiene que imponer su deseo de autoproyectarse sobre cuanto ma­ terial sea necesario; tiene que ver que ese material esté a su dis­ posición y responda a la imaginación y a la fuerza de la voluntad que él proyecte (en sánscrito, Kriyashakti e Ichchashakti ). Cuan­ do este "material" necesario está constituido por otros seres hu­ manos. entonces la persona de Leo se convierte en el hombre que tiene que dirigir e incluso gobernar a la gente o regir sobre los pro­ yectos sociales. Pero el segundo factor, que no debería ser olvi­ dado, es que este intenso deseo de autoproyectarse es arraigado y condicionado por el hecho de que el individuo no está seguro de lo que él es esencialmente. El individuo tiende a ser socialmen191

te inseguro porque no está seguro de su dharma. El mismo tie­ ne que ponerse a prueba y descubrir quién es en el espejo de sus creaciones. Sus gestos grandiosos pueden ser realmente com­ pensaciones por esta carencia interior. El deberá averiguar. a to­ da costa, cómo reaccionan los demás ante él, y tal vez descubra que él es fuerte cuando esa gente se le subordina. Para poder ex­ presar su yo, al que no conoce con claridad, tiene que ser capaz de manejar los productos culturales y, por tanto, los símbolos. las palabras y los conceptos acuarianos. Su relación con sus so­ cios es en función de conceptos que son muy amplios. y abarcan lo social, lo cultural y lo oculto. Esto lo necesita para que le pro­ vea lasjonnasjundamentales para que su voluntad se exprese. De modo que ei Leo en ei Ascendente deberá interactuar con el Acuario en el Descendente. Cuando la situación es a la inversa y el sígno de Acuario as­ ciende en el nacimiento, el individuo tiende a identificarse. es­ pontánea e intuitivamente, con su cultura y con todos los goces que ésta procura; o con grandes sueños reformistas, plantean­ do un desafio a las viejas estructuras. siendo un precursor de una Nueva Era. Entonces. debido a que estas formas culturales pw:den estar vacías de significado vital real a menos que estén personalizad;:i,s, el individuo buscará socios que cooperen con él, o soci.os en la actividad cultural. o en la reforma, y quizás en ac­ tividades revolucionarias. Estas asociaciones pueden tener un carácter muy emocional porque el individuo exigirá cooperación sincera v. con frecuencia. exclusividad. Cuan"do el signo de Leo está en la cúspide de la cuarta casa, la vida hogareña de la persona y el desarrollo de su personalidad pueden ser condicionadas por un sentimiento de orgullo y por el deseo de vivir en una residencia que sea, al menos, relativamen­ te suntuosa para convertirse en un escenario a fin de que la per­ sona se exprese, o que, por los menos, esté a tono con la necesi­ dad de ex.'ieriorizar lo que ella percibe que le pertenece por el de­ recho que el destino le confiere. Richard Wagner fue excelente ejemplo de esta situación. El proceso de integración de la perso­ nalidad, propio de la cuarta casa. puede asumir resonancias dra­ máticas, hasta lindar tal vez, ocasionalmente, con la teatralidad. La persona con Leo en el Nadir de su mapa natal quizá tenga una madre más bien espléndida, pero posesiva. Dondequiera que el individuo esté. él quiere ser "señor de la casa" (y tal vez ésta ten­ ga que ser una casa muy fortificada con los muros del ego). El Acuario en el Cenit indica habitualmente la confianza de la 192

persona creativa en las pautas profesionales y sociales como campos para que proyecte y estabilice su fuerza y su poder per­ sonales. A menudo, busca para su actividad pública algún cam­ po relativamente grande, y tal vez idealista: quiere un ancho es­ cenario en el que representará su papel, para brillar allí indivi­ dualmente. Toda su comunidad debería ser ese escenario, o po­ dría serlo un campo profesional que se ocupe de nuevos inven­ tos o le ofrezca la oportunidad de ser un líder o un profeta. Cuando Acuario está en la cúspide de la cuarta casa natal. la búsqueda de la integración personal debería ser profundamente afectada por problemas sociales y la vida hogareña puede ser ins­ pirada, o hasta invadida, por sueños idealistas o revolucionarios. Entonces, el Leo en el Medio Cielo se manifestará como la tenden­ cia a derramar emocional y dramáticamente sus energías sobre cuanto posibilite la concreción de los ideales acuarianos. En tal situación encontramos con frecuencia a un Escorpio o un Libra en el Ascendente; y esto subraya aún más el sentimiento de iden­ tificación con grupos sociales u ocultos.

El acoplamiento de Virgo y Piscis El tipo de Virgo se caracteriza por su temperamento analítico y crítico, y por el deseo de reorientar o repolarizar las energías esenciales de su naturaleza emocional-personal. Virgo es un símbolo de crisis psicológica, y también puede referirse a mala salud, o una sensación profunda de que habrá que hacer algo en relación con la salud. Virgo sigue a Leo, pues el trastorno es ha­ bitualmente consecuencia de la manifestación demasiado perso­ nal de nuestro deseo de expresamos a toda costa. Pero también puede significar avance hacia un reino superior de la conscien­ cia y metamorfosis personal. La persona con Virgo en el Ascendente procurará distinguirse por sus transformaciones progresivas, por sus triunfos espiri­ tuales y por rejuvenecimientos corporales. En algunos casos, tal vez logre mucho siendo humilde y evidenciando voluntad de ser­ vir a los demás; en otros casos, sus realizaciones técnicas sufri­ rán mucha crítica y porfia. Puede haber un anhelo profundo de pureza y hasta de santidad, el cual lleve al desengaño y a actitu­ des devocionales erróneas. El tipo de persona con Virgo en el Ascendente trata a sus so­ cios más íntimos de una manera pisciana; y donde es crítico co193

mo individuo, puede ser. con facilidad. demasiado abierto como amante o como "pareja". Su anhelo es perderse en una colecti­ vidad o en una casa. precisamente porque busca alcanzar su status individual como quien experimentó una metamorfosis personal. Tendrá que consagrarse a quienquiera (o cualquier co­ sa) que parezca encamar es estado de ser que es la meta de su metamorfosis. Piscis simboliza un estado de crisis social social y colectiva. En la etapa de la vida representada por este signo que es último del zodíaco. el hombre es arrastrado por tormentas sociales contra las que es impotente. Es controlado por las consecuencias fatídi­ cas de los "pecados" de sus padres. y de sus ciclos pasados como individuo. Tiene que renunciar a todas las cosas sólidas. a toda comodidad o toda seguridad. y perder toda confianza en las es­ tructuras sociales. culturales o religiosas, si es que ha de renacer en Aries como un individuo verdadero. como una fuente de vida nueva. En Virgo, el hombre tiene que renunciar a las limitacio­ nes personales que son una atadura. En Piscis, debe renunciar a su lealtad a los viejos dioses y a las leyes antiguas, y enfrentar­ se con el Dios nuevo cuyo rostro no ha sido revelado todavía. El tipo de Piscis en el Ascendente puede estar abierto de par en par hacia el inconsciente colectivo: tal vez sea un médium o un vidente de verdad. Pero también puede ser un cruzado, o un jefe de ejércitos o grupos dedicados a un futuro más importan­ te para sus naciones o para la humanidad. Esta apertura misma hacia lo desconocido reclamará asociaciones de un tipo virginia­ no critico. La persona con Piscis en el Ascendente exigirá que quienes la amen atraviesen incesantes metamorfosis. Tal vez exi­ ja a sus asociados una disciplina rigurosa y una conducta inma­ culada. Debido a que su ideal es absorbido por vastos cambios, afrontará a menudo las trivialidades diarias con impaciencia y escrupulosidad. En lo que a él respecta, confiará en su intuición, pero en sus socios procurará hallar intelecto y técnica exacta, o evidenciará tales características virginianas en sus tratos con los demás. Debido a que Virgo y que Piscis son signos del zodíaco que se refieren a estados críticos de la evolución de la consciencia y de la aptitud para usar constructivamente la fuerza, puede esperar­ se que. cuando estos signos se hallen en el meridiano natal. el in­ dividuo tenderá a lograr el poder y cumplir con su destino en me-

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dio de una transformación personal y social. Puede descubrir adónde él pertenece al esforzarse para afrontar problemas en si­ tuaciones personales o sociales que exijan su impulso de servir, o representar un papel en levantamientos de tipo revolucionario. Virgo en la cúspide de la cuarta casa debería generar. normal­ mente. mucho autoanálisis y mucha autocrítica en el proceso de integración de la personalidad. Puede cuestionarse el valor de las tradiciones ancestrales y que habitualmente se dan por supues­ tas: puede haber mucha preocupación por el mejoramiento de la situación del hogar. La influencia de la madre podría inducir pre­ ocupación por la dieta y por la salud: una madre criticona pue­ de hacer que su hijo se sienta confuso y turbado. Si Cáncer es el signo en el Ascendente. puede ser bastante fuerte la posibilidad de que la madre tenga un complejo contra el cual el adolescente se rebele más o menos acertadamente. Si Géminis está en el As­ cendente. es probable que se acentúen los procesos intelectua­ les y los procedimientos analíticos. Virgo en el punto del Nadir implica a Piscis en el Cenit. La vi­ da pública y/ o profesional debería interesarse por los grandes problemas sociales. en especial en función de una transforma­ ción del status quo. Albert Einstein (con Cáncer en el Ascenden­ te) es un buen ejemplo de esto. pues su trabajo lo hizo participar directamente en cambios de pavorosa magnitud en la conduc­ ción de asuntos internacionales. Einstein hizo hincapié en el uso de intuición hasta en los descubrimientos científicos. y sus raí­ ces ancestrales tenían resonancias trágicas. Piscis en el Medio Cielo favorece a menudo una profesión musical. como en el ca­ so de Richard Strauss. pero un enfoque pisciano de nuestra par­ ticipación en la sociedad puede tomar muchas formas. Mucho depende, como siempre. de si los planetas están ubicados o no en la décima casa. y cuáles son estos planetas. El gran humoris­ ta Will Rogers tenía un Medio Cielo pisciano. El humor, en un sentido, se relaciona con situaciones de crisis, porque desafia los valores y las apariencias asumidos. particularmente. por figuras e instituciones públicas. Por otra parte. el Papa Pío XII, con un medio cielo pisciano y un Ascendente sagitariano, dirigió una or­ ganización religiosa en una época de crisis. Si la situación es al revés y Virgo está en el Medio Cielo (y Pis­ cis, por tanto. en la cúspid� de la cuarta casa) uno puede hallar a una persona que se identifique con grandes tendencias socia­ les en una época en la que su destino personal tal vez sea con­ centrar las fuerzas de un cambio radical. Esto, a su vez, obliga 195

a esa persona a adoptar una actitud critica virginiana respecto de instituciones sociales o pautas profesionales fijas. Vemos es­ to fuertemente recalcado en el mapa natal del gran iconoclasta Nietzsche, y de Benito Mussolini, promotor del fascismo y del es­ tado administrador. (Mussolini llegó incluso a usar el aceite de castor como instrumento del poder político: sus bandas obliga­ ban a sus rivales políticos a beber una gran cantidad de aceite la noche anterior a discursos políticos y votaciones cruciales, ¡con los resultados intestinales que en las víctimas eran de esperar!) Lenín fue otro ejemplo, con un Escorpio en el Ascendente que su­ gería una identificación apasionada con las fuerzas colectiviza­ doras; y con su Piscis en el Nadir que cuadraba a una patria en una crisis de transformación total. Al concluir este capítulo debo subrayar nuevamente que lo di­ cho indica tendencias que pueden ser profundamente modifica­ das por la presencia de planetas en las casas angulares, y por sus relaciones con otros planetas. Además, dificilmente puede sobre­ estimarse la importancia de los grados del zodíaco en los cuatro ángulos de un mapa. Pero, esto se refiere a otro campo de estu­ dio que está lleno de ambigüedades y afirmaciones confusas. pe­ ro muy significativas. Sólo puedo decir aquí que los símbolos de los grados pueden añadir una nueva dimensión a la interpreta­ ción del carácter interno de los ángulos y de todos los planetas. Indican, al menos tentativamente, la calidad interna de la situa­ ción fundamental y la actividad representada por los ángulos y los planetas ubicados en estos grados; todo el conjunto de 360 grados puede parecerse, teóricamente, al conjunto de los 64 he­ xagramas del I Ching. Pero, a fin de hacer esto. la serie cíclica de símbolos de los grados tiene que demostrar su validez median­ te su coherencia interna y mediante las correlaciones estructu­ rales entre los símbolos. cuando ellos se relacionan de diversos modos. El único conjunto que creo que satisface estos requisitos es el constituido por los Símbolos Sabianos, que fueron registrados durante la década del 20 por Marc Edmund Jones y Elsie Whee­ ler. y que yo reproduje con permiso de Marc Jones en Astrología de la Personalidad. Sin embargo, cuando escribí este libro ( 19341936) yo no había usado todavía bastante estos símbolos como para advertir que su formulación, y especialmente su interpre­ tación, necesitaba muchísima revisión. Marc Jones trató de ha196

cer esto en un libro posterior, Sabían Symbols, pero personal­ mente no estoy satisfecho con los resultados. Una serie de artícu­ los que escribí enAmericanAstrology. en 1945-1946, bajo el títu­ lo La Rueda del Significado, también deja mucho más trabajo por hacer. Empero, incluso en la forma con que están a nuestra dis­ posición, estos símbolos pueden ser una herramienta importan­ te en manos de un intérprete intuitivo que no fuerce sobre ellos su punto de vista filosófico o social sino que permita que cada pormenor de la imagen o de la escena simbólica hable por sí solo.

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LOS PLANETAS EN LAS DOCE CASAS

La relación entre un planeta y una casa puede interpretarse de dos modos. Por un lado, el planeta en una casa indica que el tipo fundamental de experiencias al que la casa se refiere podrá ser manejado muy beneficiosamente a través de la función fisio­ lógica. y especialmente. a través de la función psicológica. que el planeta simboliza. Por el otro, el hecho de que un planeta esté ubicado en una casa particular sugiere que el carácter de las ex­ periencias representadas por esa casa afectará la manera en la que la función planetaria opera normalmente. Para ilustrar es­ ta última cuestión, podríamos decir que si un hombre vive en una región ártica. su hígado y su impulso hacia las realizaciones fi­ sicas operarán de una manera muy diferente de lo que puede es­ perarse en los trópicos. A las casas se la vinculó a menudo con los diversos tipos de cir­ cunstancias de la vida, y esta interpretación es correcta hasta cierto punto. En una astrología centrada estrictamente en la per­ sona. y humanista. lo esencial es la experiencia del individuo ba­ jo estos tipos de circunstancias (circum-stancias significa literal­ mente lo que rodea a la persona que tiene la experiencia); en otras palabras. se hace hincapié más bien sobre el aspecto sub­ jetivo de las casas que sobre la situación que induce la experien­ cia. Esto parece mucho más importante porque las mismas cir­ cunstancias ex.temas podrán producir diferentes experiencias en diferentes individuos; o hasta en diferentes períodos de la vi­ da del mismo individuo. Lo que psicológica y holísticamente im­ porta es la actitud del individuo ante lo que ocurre. Un planeta en una casa indica qué tipo de actividad funcional condicionará naturalmente esta actitud. Es "natural" que un ga­ to quiera comer pájaros, pero al gato se lo puede entrenar para que no los persiga. Sin embargo. en función del equilibrio ecoló199

gico de la naturaleza. es "mejor" que todo organismo vivo actúe según su instinto. pues la muerte es una mera fase del vasto pro­ ceso rítmico de la naturaleza. Krtshna. que en el Bhagavad Gita es la Manifestación divina, le ordena a su discípulo Arjuna que siga su dharma. que siga lo que en el hombre es el equivalente consciente del instinto compulsivo e inconsciente de animales y plantas. Krtshna le dice a Arjuna. quien era el jefe de la casta de los Guerreros. que se bata con sus enemigos sin dejarse dominar por el impulso del odio personal. y que lo haga como instrumento consagrado de la Voluntad divina. dejando que esta Voluntad sea la que responda por los resultados de la lucha. En consecuencia. si Marte está en la primera casa de una per­ sona, ésta encontrará "natural" ir hacia adelante siguiendo a su impulso marciano: al obrar así, llegará a captar "mejor" la "ver­ dad" esencial "de su ser". o su identidad espiritual. Por otra par­ te, la función marciana de esa persona tenderá más bien a indi­ vidualizarse fuertemente. porque su propósito fundamental se­ rá revelar al individuo lo que éste es realmente. La función mar­ ciana será eficacísima (cumplirá muy verdaderamente su propó­ sito) cuando se la use en función de los problemas de la prime­ ra casa. y no. por ejemplo. en función de asuntos amorosos e hi­ jos, que son propios de la quinta casa, ni en asuntos atinentes a la administración de asuntos personales o conyugales. propios de la octava casa, etc. Evidentemente. esto no pretende transmitir la idea de que la función marciana no podrá operar en todas las circunstancias de la vida en que sea necesario. pero el carácter típico de esa opera­ ción en el caso antes mencionado debería llevar el sello de un pro­ pósito muy individualizado y, al menos en un sentido, debería re­ lacionarse constantemente con el problema central del autodes­ cubrimiento si es que ha de ser de máximo valor para la perso­ na con Marte en la primera casa. Creo que sólo cuando se entienda claramente esta actitud fun­ damental hacia los planetas y sus posiciones en las casas nata­ les, el estudiante de astrología podrá usar esta herramienta as­ trológica particular con beneficio pleno. La dificultad de dar ejemplos específicos consiste en que la posición de casa de un planeta es sólo uno de los muchos factores que interactúan cons­ tantemente. Sin embargo, debería quedar en claro que un plane­ ta en cualquier casa, o en cualquier signo zodiacal. retiene siem­ pre su carácter funcional fundamental. El concepto tradicional de que un planeta es fuerte o débil, exaltado o en detrimento en

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cierta casa y posiciones de signos, sigue siendo cuestionable; en todo caso, la fuerza o la debilidad no cambia el carácter funcio­ nal del planeta. A lo sumo. eso sólo podrá indicar si las circuns­ tancias y los patrones genéticos son más o menos favorables pa­ ra que la función entre en actividad. Una función relativamente débil podrá dominar a la consciencia del organismo y tal vez ha­ lle sustitutos de la acción cuando ésta sea esencial para la sobre­ vivencia o para el propósito funrlamental del,individuo; además. deberíamos damos cuenta de que los denominados aspectos dis­ cordantes pueden también poner en circulación una gran fuer­ za. No obstante, la posición de un planeta muy cerca de uno de los ángulos del mapa hace que su función sea un rasgo destaca­ do en la actitud fundamental del individuo frente a la vida. Lo que sigue ha de considerarse sólo como una serie de decla­ raciones o lineamientos generales de interpretación. Reitero que muchos factores pueden modificar lo que se dice, y ningún astró­ logo podrá determinar en qué nivel la función del planeta opera­ rá en la vida del individuo cuyo mapa se está estudiando, a me­ nos que el estado de consciencia y el nivel evolutivo del individuo se conozcan o se perciban honda e intuitivamente. Ni siquiera en­ tonces es posible una certeza absoluta porque el individuo, en la mayoría de los casos. es verdaderamente libre para elegir la cla­ se de respuesta que él dará a cualquier desafio fundamental. EL SOL. En cada casa. el Sol indica que la clase de experien­ cia a la que la casa se refiere tenderá a reclamar una liberación· de energía vital, que sea espontánea y, al menos, relativamente obligada. Esta energía debería iluminar y sostener. en la primera casa. la búsqueda de la identidad y la percepción intuitiva de quién es uno realmente. o de la imagen que uno tiene de sí. La persona con el Sol a punto de elevarse puede experimentar entusiasmo inte­ rior, frescura en su punto de vista. o simplemente una salud ro­ busta que le permita irradiar, de manera clara y precisa, lo que ella es. Y en esa búsqueda de identidad y en todos los actos que exijan que una persona se haga valer y tenga emociones fuertes, se apelará a la función del Sol para operar más acertadamente. El aspecto negativo de esta posición puede ser el orgullo y la "in­ solencia". El Sol tiende, en la segunda casa. a estimular la producción de riqueza interna o externa. o sea, la afluencia de las energías 201

colectivas. ancestrales o sociales dentro de la personalidad; el re­ sultado puede ser que estas energías colectivas. (que pueden ma­ nifestarse como dinero) sobrepujen a la individualidad de la per­ sona y la usen, en vez de ser usadas por ella. La vitalidad puede convertirse en posesividad, y "tener" puede vencer a "ser". Por otra parte. la persona puede destacarse administrando acerta­ damente su riqueza, y cumplir de este modo su destino indivi­ dual. La vitalidad solar debería recalcar, en la tercera casa, la facul­ tad de adaptación al medio ambiente, que en su sentido carac­ terísticamente humano es inteligencia. Las ocupaciones intelec­ tuales substraerán una abundante corriente de energía. Las ex­ periencias iluminadoras pueden alcanzarse a través de la ener­ gía mental: a través de una mente que sea analítica y clara. El Sol en la tercera casa no hace que una persona sea necesariamen­ te una intelectual en el sentido habitual del vocablo. Sin embar­ go, puede hacer de ella una fuerza potente quevitalice todo lo que la rodea, como Abdul Baha, el hijo del gran Profeta persa, quien durante cuarenta años de confinamiento en Akka, dio luz y amor a todos sus compañeros. El Sol recalca. en la cuarta casa. la fuerza vivificadora de las experiencias interiores de la integración personal. y, en muchos casos, sugiere un contacto vital con nuestros antepasados, nuestro hogar y nuestra tradición. Las raíces de la personalidad son fuertes y, experimentando su fuerza, pueden conducir, na­ tural y espontáneamente, hacia algún género de iluminación. Pe­ ro el interés por el hogar y por el país puede exigir que afluya mucha energía. La confianza en uno mismo y una honda creen­ cia en el propio ..origen" pueden ser características de tal posición solar. pero también eso puede significar que la seguridad hay que buscarla y luchar por ella. El Sol puede revelar. aunque no necesariamente, en la quinta casa. creatividad artística y autoexpresión radiante y espontá­ nea. Las fuerzas vitales tienden a expresarse en acciones aven­ tureras, y tal vez especulativas, que habitualmente son ricas en contenido emocional pero a menudo egocéntricas y pueden re­ presentar meramente una salida de presiones interiores que pa­ recen intolerables. Puede predominar el motivo amoroso, como en el caso del Duque de Windsor. También puede haber un fuer­ te deseo de usar el poder y tal vez el liderazgo, particularmente en situaciones que exijan intensa vitalidad. Uno podría citar los ejemplos de Franklin D. Roosevelt y Lenín. 202

El Sol puede indicar. en la sexta casa. lo valioso que es seguir la senda del servicio, de la devoción y del discipulado, pues un in­ dividuo sobresaliente puede iluminar ese sendero. El trabajo ar­ duo o la concentración puede obtener energías de fuentes de fuerzas que estén en lo profundo del individuo. Las crisis y los acontecimientos transformadores se afrontarán con gran resis­ tencia y fe. Debería ser evidente para la persona que los aconte­ cimientos que implican un desafio tienen que afrontarse. y pue­ den afrontarse. con buenos resultados. Se espera un sentido de dedicación a una tarea muy estimulante. pero el Sol en la casa que también se refiere a la salud y a la enfermedad puede signi­ ficar la necesidad y la propia fuerza de voluntad para curarse uno mismo. No significa baja vitalidad, sino la concentración de las energías vitales con el fin de vencer alguna enfermedad, el khar­ ma o el resultado de delitos. Con el Sol en la séptima casa. las fuerzas vitales tienden a ser estimuladas principalmente en el juego de las relaciones inter­ personales. El individuo llegará normalmente a comprender de modo muy claro el propósito fundamental de su vida asociándo­ se con otros y con el fin de echar las bases sobre las que pueda apoyarse un sentimiento de coparticipación en un propósito so­ cial. El individuo puede ser una luz para sus socios, o puede des­ cubrir su verdadera vocación ocupándose de asuntos de relación interpersonal. como lo hiciera el psicólogo Carl Jung. En un sen­ tido negativo, puede ser un autócrata que use a sus socios para que sirvan a la meta que él tiene, y que es la de dominar. En to­ do caso, las relaciones interpersonales exigirán y recibirán mu­ cha atención; y obtendrán los mejor del individuo. según el ca­ rácter de su yo y su destino. El Sol puede bendecir, en la octava casa. los frutos de cual­ quier relación y todo lo que acreciente e ilumine el sentimiento de estrecha unión e integración en un proceso grupal o en un ritual social u oculto. Puede estimular la capacidad de administración comercial. o de identificación con toda fuerza. poder o entidad que parezca capaz de ayudar a traspasar la barrera de lo conoci­ do, lo familiar y lo egocéntrico. Iluminará el uso que uno haga de la fuerza y el poder nacidos de una relación, y de lo que el pasa­ do reciente de nuestra raza o nuestra sociedad hizo que fuera usable; por tanto, se refiere, en esta casa, a herencias. El Sol ilumina. en la novena casa. a la inteligencia, pero tam­ bién puede indicar una ambición que lo devora todo. Vitaliza to­ dos los intentos hacia el yo o la expansión grupal. La atracción

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de lo extraño y exótico puede ser grande, pero también lo es la de lo místico. Se recalcan las religiones y los quehaceres filosóficos porque el impulso vital tiende a descubrir la base sobre la que operan todas las relaciones sociales y cósmicas: de allí, el signi­ ficado de la vida y de todos los acontecimientos. Deberían vigilar­ se y estudiarse "los grandes sueños". El peligro consiste en ser dominado por lo grande. o por la megalomarúa, y perder contac­ to con los hechos cotidianos. Como la décima casa es el campo de la realización y de las ac­ tividades públicas o profesionales, el Sol en esta casa puede sig­ nificar triunfo externo, liderazgo, poder social y prestigio. Puede referirse a tener un padre ilustre, o vivir en una sociedad auto­ ritaria. También puede significar que se apelará más o menos constantemente a la energía fundamental de la propia naturale­ za para manejar situaciones difíciles y hasta negativas. Cuando un planeta está en una casa, pueden surgir también problemas con respecto al género de poder o fuerza que el planeta represen­ ta. Con esta posición solar. la persona a menudo se destaca a tra­ vés del propio esfuerzo, pero en otros casos puede tratarse de una irradiación natural, espontánea e irreprimible de la personalidad que produce al fascinador de hombres. El Sol puede hallarse en la undécima casa del mapa natal de hombres cuyo deseo de reforma o revolución social o cultural ar­ de al rojo vivo. hombres que podrán dar una vitalidad nueva a los grupos sociales o culturales a los cuales pertenecen. La energía de estos hombres se orientará más hacia el futuro que hacia el esperado cumplimiento de las pautas tradicionales. Pueden ser cruzados de una causa. como lo fueron George Washington, Sun Yat-sen o el escritor Upton Sinclair. Pero también pueden ser ex­ celentes administradores de la riqueza social y deberían atesorar amigos y desarrollar gustos cultivados. El Sol en la duodécima casa tiende a arrojar luz sobre "los asuntos" del pasado .. que quedaron sin terminar". La limpieza del kanna puede convertirse en el trabajo central de una vida, lo cual puede significar la limpieza del subconsciente y el repudio de los fantasmas de la vida que no se vivió, ya sea en función del con­ cepto de reencarnación o en relación con los primeros 28 ó 56 años de la vida presente. El individuo puede necesitar gran ener­ gía solar para realizar su tarea, y su atención será atraída hacia ésta una y otra vez. La iluminación personal puede llegar estan­ do en la cárcel o recluido por crisis fisiológicas, sociales o psico­ lógicas. El poder y la fuerza pueden llegar al individuo a través

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de su identificación con alguna gran imagen del inconsciente co­ lectivo. sobre cuya base puede efectuarse un nuevo comienzo. LA LUNA en una casa señala el campo de experiencia en el que es muy probable que se necesite la aptitud de ajustarse a los cam­ bios de la vida cotidiana. El individuo tendrá que proceder cau­ telosamente, listo para entablar los compromisos necesarios y cuidar que no lo dominen demasiado su propio temperamento ni las exigencias de quienes dependen de él para que los guíe y "les sirva de madre". Esta facultad lunar de adaptación y evaluación instintiva de las oportunidades y del peligro opera. en la primera casa. dentro de una estructura individualista más o menos bien definida. El individuo necesita esta facultad, que también, puede manifestar­ se como confianza en la figura de la Madre, a fin de concretar su carácter único y su destino. Las experiencias de autodescubri­ miento, bajo ciertos aspectos de la Luna, pueden ser fugaces e irracionales. En el mapa de una mujer, la experiencia de la ma­ ternidad puede ser decisiva y estructurar toda la vida. Con la Luna en la segunda casa, un individuo tiene que usar todos sus recursos sin rigidez, y permanecer abierto hacia lo que el día le prodigue. Si es una figura pública, un artista. o un es­ critor, la respuesta del público condicionará su situación finan­ ciera. Todas las situaciones monetarias tienden a ser fluidas. Una persona con la Luna en la segunda casa puede ser muy sen­ sible a las necesidades de la época y a las exigencias del incons­ ciente colectivo. Una Luna en la tercera casa debe estimular la actividad inte­ lectual y la aptitud para encontrar el propio camino en lo que puede ser un ambiente perturbado o caótico. Las relaciones con hermanos, y particularmente con parientes femeninos (o con mujeres en general) pueden excitar la imaginación y guiar, el de­ sarrollo de una aguda inteligencia. Se necesita objetividad para complementar sentimientos y disipar los estados de ánimo. la Luna en la cuarta casa se refiere, en gran medida, a la in­ fluencia de la madre y al sentimiento que uno tiene hacia su ho­ gar y su tradición. A menudo, el individuo tal vez se retire den­ tro de sus bases psíquicas, quizá por temor a confrontaciones que lo perturben. Una fuerte sensibilidad hacia fos sentimientos de ia gente y hacia la atmósfera psíquica de los lugares en los que uno vive puede ser necesaria para la so�revivencia o la paz de la 205

mente y del alma: también puede causar problemas debido a una actitud demasiado subjetiva respecto de las duras realidades de la existencia. Un ejemplo de esto es Helen Keller quien, aunque sorda y ciega. con la ayuda de una mujer notable llegó a ser una celebridad y un símbolo de valerosa adaptación. La Luna en la quinta casa puede recalcar la imaginación po­ ética. pero también una vida emocional inestable. demasiado abierta a los impulsos de la pasión. Sin embargo. la función de la Luna es allí necesaria para actuar como la madre de los hijos. o como la Musa rrústica que inspira al artista o al músico. Una madre debe evitar mantener a sus hijos en una esclavitud psíqui­ ca. aunque ellos necesiten muchísimo que ella los guíe. La Luna en la sexta casa puede generar una extrema sensibili­ dad personal a la necesidad de cambio y de reorientación perso­ nal. El individuo necesita esta función de la Luna para afrontar problemas de adaptación a condiciones de trabajo que a menu­ do sean arduas, o a una salud delicada. En época de problemas, el individuo tal vez anhele que se lo proteja. pero en lugar de ello él deberla depender de su propia aptitud para adaptarse y efec­ tivizar compromisos constructivos, aunque esto parezca ser me­ ro utilitarismo. La Luna en la séptima casa debe procurar la sensibilidad ne­ cesaria para adaptarse a las idiosincracias y exigencias de un so­ cio o compañero. La flexibilidad en asuntos de relaciones inter­ personales, particularmente en el matrimonio, es importantísi­ ma. Debe nutrirse la relación misma, y se le debe dar más cui­ dado aún que al cónyuge. Debe escogerse la compañera que pue­ da responder a la propia proyección psíquica. especialmente si se considera la séptima casa del mapa de un hombre. La función de la Luna en la octava casa puede referirse a la ap­ titud para prever las tendencias que evolucionan en el campo del comercio, y la necesidad de mostrarse sensible al estado de áni­ mo de la gente. La Luna en este campo de experiencia puede pa­ recer un espejo mágico que refleje fuerzas invisibles que están en actividad. Pero, en caso de que esta Luna se halle en aspectos fuertes respecto de algunos planetas, entonces podrá generar confusión. fascinación de índole sobrenatural y pasividad res­ pecto de las fuerzas elementales. Debe ser valiosísimo tener una guía y una mente analítica y práctica. La Luna en la novena casa indica la aptitud potencial para adaptarse a condiciones de la existencia que no son familiares y que quizá son exóticas o trascendentes. o a nuevos conceptos y

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símbolos. Esta es una posición lunar valiosa para quienes se de­ dican a grandes empresas y están en busca de verdades metafi­ sicas o de principios abstractos. Tiende a permitirle a la cons­ ciencia que refleje lo que la mente tal vez no sea capaz de anali­ zar racionalmente. En algunos casos puede producir videncia o agudo intelecto capaz de "ver bajo el agua" en política, al igual que aptitud para formular adecuados planes operativos. La Luna indica. en la décima casa. capacidad para poner en actividad grandes conceptos o planes sociales cuando es prácti­ co y. sobre todo. útil hacerlo. Se evalúan diestramente las nece­ sidades del momento y el estado de ánimo del público respecto de asuntos sociales o políticos, y la consciencia es. fácilmente. una acción que resulta ser la adecuada. a menos que. por su­ puesto, la función de la Luna sea perturbada por otros factores. El presidente Franklin D. Roosevelt es un buen ejemplo de la Lu­ na en la décima casa, pero con un Marte fuerte. que está cerca. y plantea exigencias a su actividad pública. Otro ejemplo es Gandhi. La Luna en la undécima casa puede reflejar las realizaciones de una sociedad y su modo de vida. que prodiga al individuo ami­ gos que son encantadores y sensación de solaz, o puede hacer que este individuo sea agudamente consciente de las injusticias y los fracasos sociales. y concentre un sentimiento colectivo de descontento público y tal vez de rebelión. En el mapa tradicional de Juana de Arco, la Luna está en conjunción con Júpiter en es­ ta undécima casa: se trata de una situación muy apropiada pa­ ra aquella cuyas "Voces" indujeron el resurgimiento de su país invadido y el nacimiento de la nación francesa. La Luna puede indicar, en la duodécima casa, un don psíqui­ co, o la aptitud general de reflejar en la mente el significado to­ tal de la transición entre un ciclo que termina y el nacimiento de uno nuevo. Todo depende de lo que se haga con esta facultad. Puede ser agobiente y crear confusión. Pude precipitar el karma. induciendo una especie de cierre de cuentas. Uno debe precaver­ se contra una actitud pasiva o derrotista. y también para no fran­ quearse demasiado ante el insconsciente colectivo o los propios complejos personales. MERCURIO en una casa indica el campo de experiencia en el que podrá operar con máxima eficacia la facultad de comunicar información, recordar los resultados y las causas de las experien207

cias pasadas. y establecer relaciones entre tales experiencias. Lo que también revela es el tipo de circunstancias que exigirán el uso de esta facultad mercuriana. Cuando este planeta está en la primera casa. la persona tende­ rá a usar sus facultades mentales para descubrir la naturaleza de su ser y su destino esenciales. Se verá diferenciada de otras personas por su actitud intelectual respecto de sus propios pro­ blemas. Mucho dependerá de si el Sol está arriba o debajo del ho­ rizonte. En el mapa del místico hindú Ramakrishna, Mercurio y Júpiter están en la primera casa. pero cuando el nació. el Sol y la Luna estaban en conjunción en la duodécima casa, lo cual po­ larizó, en consecuencia. sus energías devocionales que en él eran vitales. En la segunda casa puede ser necesario concentrarse intelec­ tualmente en problemas fmancieros y administrativos. o en los modos de utilizar los alimentos para el pensamiento que son pro­ vistos por la propia cultura. y tal vez mejorar productos natura­ les o técnicas de producción o adquisición. Puede ganarse dine­ ro por medio de esfuerzos intelectuales. Mercurio opera, en la tercera casa. en un campo de experien­ cia para el cual el individuo está particularmente bien adaptado. Deben recalcarse las facultades mentales. todo proceso de aprendizaje y los asuntos referidos a la comunicación de infor­ maciones cuando se evalúe el propio ambiente y se efectúe una adaptación a éste. Esta es una excelente posición para los expe­ rimentalistas cientiilcos, como Luis Pasteur y Luther Burbank. Mercurio en la cuarta casa debería ser particularmente eficaz como la fuerza de la concentración intelectual y también como la fuerza de la discriminación en función de lo que se pueda usar mejor para proporcionar una base sólida a la seguridad personal y a la fortaleza del carácter. El algunos casos. la mente e� domi­ nada, en esta casa, por tradiciones nacionales y religiosas. Mercurio en la quinta casa puede generar aptitudes literarias y la capacidad de proyectar los propios impulsos emocionales en formas que puedan comunicarlos a los demás. No obstante, el impulso creativo podría formalizarse y sistematizarse demasia­ do, perdiendo algo de su espontaneidad y sentido directo. Por otra parte, las emociones y los impulsos del ego pueden dominar a la mente. Mercurio tiende. en la sexta casa. a referirse a quien trabaja intelectualmente: o, por lo menos, muestra la importancia de usar la mente cuando se trabaja, o cuando se sirve a una causa 208

o a una gran persona a la que uno se consagre. Como la sexta ca­ sa se relaciona con situaciones de crisis y de autotransforma­ ción, la mente debería ser dúctil, crítica, discriminativa y capaz de dar objetividad a la vida emocional (tanto a la vida emocional de los demás como a la propia). Ejemplos de Mercurio en la sex­ ta casa son Carl Jung, Franklin D. Roosevelt y V. L. Lenín. Mercurio en la séptima casa favorece contactos con intelec­ tuales y con todas las actividades que formalicen relaciones in­ terpersonales: contratos y acuerdos intelectuales de todo tipo. La mente se desarrollará y madurará más a través de relaciones hu­ manas que mediante el estudio de libros. Uno debería ser obje­ tivo en toda relación y tratar de aportar claridad a ésta. Mercurio es necesario, en la octava casa. para la elaboración minuciosa y práctica de contratos en todos los niveles. Debería prestar objetividad a las emociones compartidas y a la búsque­ da del más allá. En esta casa, a Mercurio puede dársele un toque trascendente, y adquirir mayor profundidad, como ocurrió en la vida de Ralph Waldo Emerson y de Mary Baker Eddy, fundado­ ra del movimiento de la Ciencia Cristiana. Se apela a Mercurio en la novena casa para definir tan clara­ mente como sea posible conceptos abstractos o intuiciones reli­ giosas, o para planificar cuidadosamente viajes a sitios lejanos e intentos de expansión en gran escala. Puede ayudar a recordar sueños y hacer que experiencias que no son familiares puedan relacionarse con la individualidad y el propósito de la persona. Es probable que. en la décima casa. Mercurio dé base intelec­ tual a la vocación de la persona. Debería definir claramente nues­ tra participación consciente en la comunidad o en la sociedad en su conjunto. La mente tiende a sentirse atraída hacia problemas sociales o profesionales que necesitan ser resueltos y que el in­ dividuo cree que podrá resolver. Mercurio puede generar. en la undécima casa. muchos con­ tactos sociales valiosos con individuos de alto nivel intelectual. La mente debería ser usada para estudiar y someter a examen crítico el pasado, y para planificar un futuro mejor. Los amigos pueden esperar nuestro estímulo mental y nuestro consejo inte­ lectual. Uno debería tratar de formular con claridad sus esperan­ zas y sus deseos. Mercurio señala, en la duodécima casa, una vida que se vol­ vió hacia adentro, una vida de meditación, consagrada tal vez a fines trascendentes, u obligada quizá por la sociedad o por una enfermedad a retirarse de la actividad externa. Habría que pres-

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tar mucha atención a las intuiciones, las corazonadas o la guia interior. La mente puede detenerse a considerar las crisis o las injusticias sociales. o el propio karma personal y los deseos sub­ conscientes. Cuando VENUS está en una casa indica el campo de experien­ cia en el que el deseo de relaciones interpersonales y los valores compartidos tenderán a operar espontánea y muy eficazmente, y también indica cómo este tipo de experiencia podrá brindarle a la persona su significado más pleno. Con Venus en la primera casa, es probable que la persona pro­ cure descubrir su carácter y su propósito individual únicos de una manera franca y magnéticamente atractiva. pues estará convencida de que este descubrimiento concierne a su relación con los demás. Empero. la persona tenderá a relacionar consigo misma cuanto ella realice en asociación con otros. Por sobre to­ do. la persona quiere lo que las experiencias amorosas y los va­ lores culturales puedan aportarle. Ella atrae a los demás. pero con frecuencia a fin de poseerlos o integrarlos consigo misma. En la segunda casa, el carácter posesivo de Venus es proba­ ble que sea fortísimo. El individuo puede descubrir que en él mis­ mo aflora una tendencia importante que surge de su pasado cul­ tural o ancestral. haciendo que este pasado se consume. El in­ dividuo debería extraer valor y significado de eso; y si eso se re­ laciona con riqueza. entonces, debería dejarlo operar de mane­ ra armoniosa y significativa. sin hacer que el amor o lo que tie­ ne significado se subordinen a los bienes materiales que él posee. Con Venus en la tercera casa. la persona puede querer com­ partir los valores materiales y el amor con quienes están cerca de ella, con parientes y vecinos. Venus ilumina, en esa casa, el de­ seo de mejorar el propio ambiente. Uno debería tratar de embe­ llecer. armonizar e integrar tanto el ambiente fisico como el am­ biente psico-social, y también dar calor al mero oportunismo in­ telectual. Venus tiende, en la cuarta casa. a dar armonía a la situación hogareña y a interpretar el propio sentido de arraigo en una fa­ milia, un país, o una tradición, en función de la propia respon­ sabilidad de que los valores que aquéllo contiene puedan disfru­ tarse. Puede ser valioso cierto grado de introversión pues el in­ dividuo tiene que dar significado a sus sentimientos. Venus indica, en la quinta casa, que la persona podrá evaluar

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mejor la vida y entender la significación de su propio carácter cuando se ponga a actuar creatlvamente o llegue hasta alguien que catalice la revelación de la verdad arquetípica de su ser. El individuo tiene que proyectarse hacia afuera a fin de ver su ima­ gen reflejada en los ojos y en el amor de otra persona. Esta pro­ yección puede frustrarse una y otra vez, pero el deseo subsiste. Puede significar una autoproyección en el propio hijo; y en tal ca­ so, lo que deberá evitarse es el apego excesivo y la posesividad. Venus lanza, en la sexta casa, una luz de esperanza y fe sobre las duras pruebas de los períodos de transición, porque el esta­ do crítico entre dos condiciones puede recibir más fácilmente un significado en función del proceso total de la existencia. El ser­ vicio puede estar colmado de amor, y el trabajo rutinario puede estar colmado con la comprensión mutua entre empleado y em­ pleador. La vida emocional del discípulo podrá concentrarse en el Maestro. y realmente subordinarse a éste, pero esto implica habitualmente el dificil hecho de trascender al ego y repolarizar las emociones. La séptima casa es, teóricamente, el campo de experiencia en el que Venus puede irradiarse de verdad, pero Venus puede tam­ bién insistir en que toda relación íntima revele su significado y su valor más profundos. La calidad de la relación puede ser más im­ portante que el compañero (o la compañera) como individuo, pero sin una relación la vida sería estéril. No obstante, los aspectos discordantes de Venus pueden dar un aspecto negativo, o has­ ta sádico, a la necesidad de relación. Adolfo Hitler presenta- un ejemplo excelente de un Venus que opera en la senda de la des­ trucción, pues Venus era también el regente planetario de su Li­ bra en el Ascendente. Venus puede devorar con amor, y también puede bendecir con amor. Venus puede hacer, en la octava casa. que se lleguen a disfru­ tar los tratos comerciales y todos los acuerdos contractuales. La participación con los socios es normalmente armónica, pero el di­ nero tal vez no sea el único factor involucrado. Venus debería usarse, en esta casa, para afirmar con amor a los miembros de un grupo productivo o a un grupo de buscadores de realidades trascendentes. Debería ayudar a que el significado y el valor de un grupo se mantengan claros y convincentes. Venus debería dar, a las experiencias típicas de la novena ca­ sa, el sentido del valor individual que una persona ambiciosa, o un hombre que procura evadirse en los reinos exóticos o seudo­ místicos de la consciencia, puede perder fácilmente. Pero, Venus 211

puede añadir, en esa casa, atractivo y emoción a toda aventura o todo largo viaje. A un artista creativo le podrá dar una imagi­ nación inspirada por perspectivas religiosas, metafisicas o cós­ micas. Venus puede ser, en la décima casa, indicación de vocación ar­ tística o, más genéricamente. de la capacidad para organizar e in­ tegrar grupos de personas (o de materiales) y darles una forma significativa. Esta es una buena posición para una mujer que tenga encanto e inteligencia y quiera tener un salón en el que se encuentre gente importante. Entonces, esa mujer podrá repre­ sentar un papel importante al reunir a las personas adecuadas con el propósito adecuado, tal como ella ve eso. Venus puede ser, en la undécima casa, un imán potente, que establezca campos de atracción en los que los seres humanos puedan disfrutar y aprovechar los resultados de sus actividades públicas o profesionales, como amigos reales o como personas que comparten un ideal común dentro de una cultura que les es común. Podrá experimentarse el amor por la belleza y por las ar­ tes, o una honda emoción respecto de la gente aplastada por la sociedad. Venus es. en esta casa, tanto el gran filántropo como el hombre culto y refinado. Es probable que los valores colecti­ vos sean más significativos que los valores personales. Venus en la ducxiécima casa puede representar dependencia de valores tradicionales y beneficios de instituciones estatales, o el intento del individuo de sondear el significado de su propio pa­ sado y de las realizaciones de su sociedad, quizá, principalmen­ te, a fin de contar con una base importante para concretar un nuevo comienzo. Si.Venus está en mal aspecto en la duodécima casa, puede referirse a complejos emocionales que necesiten ser investigados y vencidos, tal vez en un sitio de retiro o confina­ miento. Cuando MARTE está en una casa revela el campo de experien­ cia, y por tanto las circunstancias, en que la fuerza fisica, la ini­ ciativa en la búsqueda de lo que uno desea, y algún grado de agre­ sividad podrán aplicarse muy acertadamente en función del des­ tino individual o del dhanna de una persona. La energía de Marte puede usarse mejor, en la primera casa, para atravesar las apariencias y abrirse camino hacia el centro más recóndito del propio ser. De modo más genérico, la búsque­ da de la propia imagen puede efectuarse con más eficacia a tra212

vés de formas personalizadas de actividad. comprometiéndose totalmente en lo que uno intenta hacer. Un buen ejemplo es el Presidente Theodore Roosevelt cuya política del "garrote" dio fuerte impulso al expansionismo norteamericano. Roosevelt fue un niño débil, y es probable que eso lo compensara de más con­ virtiéndose en símbolo de agresividad. Marte no significa, en la segunda casa, falta de dinero, como dicen algunos astrólogos, sino más bien una constante afluencia de dinero que tal vez no deje nada de reserva. Una persona asume riesgos en la administración de sus recursos o tal vez siga impul­ sos irracionales. Hay que usarlo todo, y la función de Marte pue­ de ser, por tanto, asumir una participación personal excesiva en los valores materiales. La persona con Marte en la segunda casa puede ser un genio de las finanzas o un mero despilfarrador. Marte indica. en la tercera casa, la necesidad de iniciativa y va­ lentía en asuntos que afectan al ambiente. En cambio, puede re­ velar la influencia de un hermano, un pariente o un vecino agre­ sivo que, imponiéndose, se sirva de la capacidad que la persona demuestra en cuanto a agilidad intelectual y rapider.l en sus ac­ ciones. La mente debería ser aguda y analítica, y quizá cáustica cuando ataquen sus creencias. Dante, Víctor Hugo, Pasteur y Harold Wilson tenían a Marte en la tercera casa. Marte puede referirse. en la cuarta casa, a una vida hogareña en la que el individuo tenga que afrontar situaciones que surjan de sus emociones y causen irritación; esto tal vez le exija que sea positivo. Puede evidenciarse el deseo de luchar contra una tra­ dición que se pervirtió, como en el caso de Martín Lutero. El indi­ viduo tal vez procure profundizar cada vez más a fin de descubrir una base sólida para sus actividades personales, independiente­ mente de los obstáculos o las presiones familiares. Marte en la quinta casa, que se refiere a dar rienda suelta a las emociones y expresarse, Uende a dar fuerza e impetuosidad in­ sólitas a los deseos de una persona. Puede subrayar el uso de la voluntad y el valor de autoproyectarse sinceramente y asumir riesgos. Debería estimular la fuerza de la fe y la imaginaciónar­ tistica. La finalidad hacia la cual la voluntad y la imaginación se dirigen depende del nivel en el que el individuo opere. Lenín y el Papa Pío XII tenían esa posición de Marte. Marte indica a menudo, en la sexta casa, impulso natural a vencer los impedimentos personales (quizá fisicos) y la voluntad de transformarse a través de trabajo, reinstrucción, servicio y/ o discipulado. Si concierne a la mala salud, es porque a la salud 213

se la ve como un desafio para buscar curación o una forma su­ perior de bienestar. Mary Baker Eddy terúa a su Marte en esta ca­ sa y fundó la Iglesia Científica de Cristo, sobre la base de la fe, la voluntad y la negación del mal. Una persona con Marte en su séptima casa puede lanzarse ávidamente en procura de cualquier forma de asociación estre­ cha. Debería evidenciar iniciativa en sus relaciones interperso­ nales y buscar socios en los que ella pueda despertar devoción a una causa que su imaginación y su fe hayan vislumbrado. Las di­ ficultades con los socios le exigirán que use su voluntad en pro­ cura de poder, o de sobrevivencia. Marte indica, en la octava casa, la necesidad de asumir una actitud agresiva, o. por lo menos, enérgica, en los negocios, y des­ pertar a un grupo de asociados para que entren en acción. Mar­ te es, en esta posición, quien dirige rituales sociales o de carác­ ter oculto, y a menudo es impulsivo y temerario al impulsar a los demás hacia una meta. Marte suscita. en la novena casa. la necesidad de pugnar ha­ cia adelante con fuerza y valentía indomables en todas las gran­ des búsquedas. ya se trate de buscar oro, poder, verdad o expe­ riencia divina. Esta posición debería favorecer a fiscales y aboga­ dos, y a políticos durante un período de expansión nacional; re­ vela el impulso interior que convirtió a Disraeli en un símbolo del expansionismo británico. Las experiencias de la décima casa pueden recibir la energía de Marte, o sea, la fuerza que al individuo lo impulsa hacia las re­ alizaciones públicas y la fama. Tal vez haya que vencer antago­ nismos. pero una buena pelea es recibida de buen grado. El triunfo se logrará. principalmente, mediante iniciativa, valentía y fe. La energía de la persona tenderá a movilizarse hacia finali­ dades de carácter público. Los ejemplos son, otra vez, el Presi­ dente Franklin D. Roosevelt y el compositor Richard Wagner. Marte debería ser usado, en la undécima casa. como fuerza de voluntad en toda lucha para concretar los propios ideales. Uno quizá tenga que ser muy positivo en la amistad, o en la promo­ ción de metas culturales o espirituales. Esto puede significar problemas y/o controversias intelectuales que serán muy fervo­ rosas y emotivas. Esta es una buena posición para reformadores y críticos de la injusticia social. Una persona con Marte en la duodécima casa puede extremar su rebelión contra la sociedad o contra lo que se funde en su in­ consciente, o, en algunos casos.en el inconsciente colectivo de la 214

humanidad. La fuerza de Marte podrá usarse para atravesar las viejas ilusiones o los "depósitos kármicos" (prueba de ello es el ca­ so del gran dirigente político indio, t.J<>gi y poeta. Sri Aurobindo), para redimir y transfigurar el pasado, y simplemente reclamar a las instituciones sociales lo que a uno le deben. JUPITERes una casa que no necesita indicar "buena fortuna" en asuntos significados por esta casa. Revela cuál es el campo de experiencia en el que puede concentrarse más significativamen­ te el impulso hacia una vida mayor, más expansiva y más plena. Júpiter simboliza esencialmente la fraternidad humana y el au­ mento del bienestar o de la fuerza que resultan de la unión y coo­ peración. Saturno es. en muchísimos sentidos. el polo opuesto de Júpiter, pues representa el impulso hacia la autolimitación a fin de afianzar una mayor seguridad y un tipo de actividad que sea más concentrado: pero, como el hombre es fundamentalmente un ente social, la función de Saturno halla su verdadero campo de operación como resultado de la operación de la función de Jú­ piter, o sea. en el campo de la relación social. Saturno hace que un hombre esté seguro en el hecho de que su sociedad lo acepte y le garantice un sitio en ella, haciendo lo propio con su apelli­ do, y con su firma. Júpiter indica, en la primera casa. que habrá un autodescu­ brimiento mediante el uso de la autoridad personal y de la capa­ cidad de administrar. El gu.rú plasma su "divinidad" al expandir su consciencia dentro del círculo de sus chelas o devotos; quien administra necesita actividades sociales que exijan ser adminis­ tradas. Por tanto, se depende, fundamentalmente, del uso de va­ lores tradicionales que sean válidos para el grupo. Por otra parte, cuando Saturno está en esta primera casa. re­ vela la necesidad de defmir para uno mismo y por uno mismo lo que uno es. Tiende a existir apego a la forma y a cuanto dé con­ cretez a intuiciones e impulsos interiores. Pero, tal apego mues­ tra que la sobrevivencia o la salud pueden depender de una de­ finición y de un enfoque que sean claros. Ninguna posición de Sa­ turno es "mala": Saturno no da resultados negativos al tipo de ex­ periencias que la casa significa. Simplemente, dice qué es lo me­ jor que hay que hacer con tales experiencias. y dónde la fuerza autoprotectora y autoconcentradora. propia de Saturno, opera­ rá más significativamente. Júpiter tiende, en la segunda casa. a brindar a la experiencia 215

de propiedad, una sensación de abundancia, y en ocasiones, tal vez hasta de saciedad. Se apela a la función de Júpiter para admi­ nistrar la riqueza fisica o psíquica en función de su uso social aceptado. El dueño debería verse como un síndico y depositario de esta riqueza, en lugar de la sociedad, porque el valor de sus bienes materiales es de naturaleza social. El goce egoísta de privi­ legios representa el aspecto negativo de esta posición d� Júpiter. Cuando Saturno está en la segunda casa, esto no implica una ausencia de bienes materiales, sino una cristalización del con­ cepto y del sentimiento de propiedad. Prevalece la inercia de los hábitos sociales del pasado porque el individuo se siente insegu­ ro. Su tarea consiste en concentrar su sentido de la propiedad donde él pueda sentirse seguro. lo cual tal vez signifique concen­ trarlo dentro de él mismo. El individuo no debería buscar la ex­ pansión en campos nuevos y más vastos aún, sino que debería intentar concentrar los valores y las energías tradicionales en tomo del propio centro de él. El viejo avaro es la caricatura de esa meta. Júpiter en la tercera casa debería brindar expansividad a las experiencias relacionadas con este campo. La inteligencia debe­ ría usar ideas sociales y morales o religiosas amplias en su bús­ queda no sólo de una adaptación satisfactoria sino también ex­ pansiva a las exigencias del ambiente. Una persona debería apro­ vechar todas las oportunidades para experimentar. aprender o comunicar información con espíritu de buena fraternidad y par­ ticipación social: la mente no sólo debería juntar sino también in­ tegrar datos en amplias clasificaciones, para que sirvan de base para generalizaciones abstractas y principios de organización. Por el contrario, Saturno en esta casa tiende a enseñar al in­ dividuo cómo concentrarse en lo esencial y desarrollar cautela, objetividad y economía de medios en la formulación o la comuni­ cación del conocimiento. El medio ambiente inmediato en el que el destino individual ha de desarrollarse puede ser peligroso, o la persona puede ser excesivamente sensible a sus presiones. Al ego de los jóvenes se lo debe aislar o proteger para permitir un crecimiento saludable. Júpiter revela, en la cuarta casa. la necesidad de ampliar la ba­ se social de la personalidad y socializar la vida hogareña. Las ex­ periencias relacionadas con el desarrollo de la personalidad y la identificación de la consciencia con algún género de tradición o país adquirirá su más elevada significación si se las encara con optimismo y confianza en la cooperación de todas las personas 216

involucradas. Esto puede significar, negativamente. orgullo por la propia prosapia o propiedades de la familia, y la adquisitividad desmesurada que es propia de un ego algo inflado; o, si es que no se trata de orgullo y ampulosidad, entonces existe el anhelo de congregar gente en torno de uno como una corte de admiradores. Saturno en esta cuarta casa tiende a restringir la vida hoga­ reña, a retrotraer las energías de la persona a su punto central de origen y a superestructurar la consciencia, imponiéndole un estricto código moral o una pauta que, fijada por el ego, es gene­ rada por la inseguridad o el temor. Pero esto podrá ser valioso si es necesario para vivir en función de un sentido de los valores que sea seguro y esté bien ordenado. El individuo no debería aventu­ rarse más allá de la profundidad que él mismo alcance, y debe­ ría sentir cuidadosamente el suelo bajo sus pies. Saturno en la cuarta casa puede indicar una condición kármica en el hogar y fuerte presión por parte de los padres, pero Júpiter podrá traer más problemas aún a través de una mente exclusivamente op­ timista y de un anhelo muy arraigado de "cosas grandes". Júpiter suscita, en la quinta casa. la posibilidad de una vida amorosa cálida y generosa que abarque personas ricas y de tem­ peramento expansivo. El individuo debería tener fe en su triunfo eventual, incluso a través de épocas dificiles. La educación y la enseñanza pueden ser para él. campos fértiles de actividad. Pue­ de estar convencido de que tiene que cumplir una misión social, aunque esa creencia sólo sirva realmente para magnificar todos sus intentos para que su ego se exprese. La función de Júpiter, concentrada en la quinta casa, puede implicar deseo de compla­ cencia personal. y autocomplacencia a través de otra persona a la que sólo se la ve como un medio para este fin. Por otra parte, Saturno reprime el deseo de autoexpresarse y asumir riesgos en el amor y la especulación o el juego, porque hay una percepción innata del peligro y una inseguridad que se ma­ nifiesta como timidez y retracción social. Empero, Saturno en es­ ta posición puede dar también una profundidad mucho mayor a la actividad creadora, aunque restrinja la producción a una pe­ queña cantidad de obras o a campos muy selectos o técnicos. Sin embargo, los escollos que el individuo encuentre podrán ser la base misma de su triunfo o de su fama (ejemplo de ello fue Hellen Keller, que era sorda y ciega). Júpiter en la sexta casa puede destacar fácilmente la relación entre empleador y empleado, o entre gurú y chela. Puede produ­ cir cálida comprensión y simpatía sin restar sentido de responsa-

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bilidad o autoridad por parte de quien desempeña esta respon­ sabilidad. Ha de esperarse interés o participación en problemas laborales y en toda forma de cura. El individuo que esté en un es­ tado de transformación o crisis debería tener esperanza y fe; y quien lo cure o guíe debería consagrarse totalmente a su obra. Deberían evitarse el engreimiento y la exigencia de alguna forma de culto o adoración, al menos en nuestra sociedad occidental. Saturno en la sexta casa tiende a recalcar la sensación de fal­ ta de salud, de fuerza o de capacidad social. y, por tanto, indica la necesidad de instruirse o reinstruirse, de autodisciplinarse y de un modo de vida que sea puro o que tenga sus restricciones. Tal vez sea bueno entrenar y ejercitar la voluntad, pero esto pue­ de hacer que el carácter se tome más inflexible y el ego más po­ tente. Habrá que evitar transformar a la disciplina en una depen­ dencia rigurosa de una rutina fija que no deje lugar a opciones. Júpiter en la séptúnacasarevela el valor de un enfoque expan­ sivo de las relaciones interpersonales y un amplio sentido de sim­ patía humana. La experiencia de la asociación debería conside­ rarse bajo la luz de una finalidad socio-cultural, o sea, corno ba­ se de una participación más eficaz en la propia comunidad o en la sociedad. Si el Ascendente del individuo fuera Sagitario, aquél que procurará descubrir su naturaleza esencial a través de la re­ lación. Tal vez quiera relacionarse con gente de muchas clases, o con una sola persona que pueda ofrecerle posiblemente ricas vías de íntima participación de ideas y energías; por ejemplo: Carl Jung. Saturno en esa casa se refiere a un sentimiento de relación in­ terpersonal que sea restringido pero que quizá esté concentrado muy significativamente. La seguridad de la relación exigirá su­ bordinarse a pautas fijas y rituales tradicionales. Ha de vencerse algún género de temor o timidez innatos mediante mecanismos sociales que protejan al individuo, o, en elgunos casos, median­ te una dura máscara de agresividad. Puede haber transferencia de la imagen del Padre al esposo o incluso a figuras sociales au­ toritarias cuya ambición exija rigurosa obediencia pero que tam­ bién den a la vida un fuerte propósito. Júpiter en la octava casa señala la necesidad de administrar con eficacia y amplitud los frutos de toda asociación que la per­ sona entable. La sociedad tal vez le imponga responsabilidades corno síndico y depositario de riqueza. Corno Jefe de un grupo, la persona necesitará comprensión, empalia, sentido de la propor­ ción y Juego limpio. Su innato sentido social buscará situaciones

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en las que pueda trabajar con un grupo y representar un papel de control en alguna actividad ritual. Saturno en esta casa podría también poner a una persona en relación con un grupo, pero principalmente con el fin de hallar mayor seguridad personal al compartir sus problemas y tal vez sus temores con otros mientras se ocupa de alguna clase de tra­ bajo o desempeño social. Tal vez procure acaparar tanto poder generado por un grupo como él pueda, pero también puede re­ husarse a participar en cuanto juzgue inseguro o supere a su imaginación. Si participa, puede sentirse solitario y abrumado. La novena casa se refiere a un campo de experiencia en el que Júpiter puede brillar con todo su esplendor, en función de lo que alimente una fuerte ambición social y voluntad de poder, o en función de una búsqueda sincera de conocimiento de los proce­ sos de la existencia, en los niveles social, legal, histórico, religio­ so o cósmico. La mente (y también, tal vez el ego) se proyecta ha­ cia campos más vastos aún, para comprender cosas y reducirlas a proporciones o fórmulas manejables. El peligro puede ser el fa­ natisno, o la pérdida de la individualidad en proyectos demasia­ do grandes. Saturno puede aceptar la idea de expansión, pero cada paso del proceso tiene que estar firmemente asegurado. La idea abs­ tracta o la experiencia mística ha de concretarse y personalizar­ se. La "experiencia de Dios". por parte del alma iluminada. se convierte, en manos de sus seguidores, en un conjunto institu­ cionalizado de símbolos. La ambición tiende a ser limitada, por el ego, a cuanto certifique rango o posición que se ajusta a líneas tradicionales. Júpiter en la décima casa exige que el individuo apunte a gran­ des "roles" en los que el poder social, político o religioso se eviden­ cie y aclame abiertamente. El individuo puede nacer en esa po­ sición social (la reina Victoria) o tal vez alcance el poder y la fa­ ma mediante años de esfuerzo (Víctor Hugo, George Gershwin). Aunque se obtenga el reconocimiento público, la meta de una im­ portante participación en la comunidad o en problemas huma­ nos universales debería conservarse vívidamente en la conscien­ cia del individuo como su destino esencial, aunque haya que ven­ cer obstáculos personales. Saturno en esta casa inducirá en la vida del individuo algún género de actividad social. pero los resultados de esta actividad 219

servirá. en muchos casos. principalmente para darle al ego un permanente sentido de seguridad y tal vez una irrefutable posi­ ción de fuerza. No obstante, este Saturno entronizado se refiere. en algunos casos. al uso muy concentrado del poder social o po­ lítico con fines que. al menos a primera vista, parecen ser el bien máximo de una comunidad o nación en un estado perturbado y que se está desintegrando. Hitler es un buen ejemplo de esta po­ sición de Saturno, como tal vez también lo sea Napoleón; asimis­ mo. el primer ministro inglés Benjamín Disraeli, y el fundador de la China moderna. Sun Yat-sen. La idea tradicional de que un Sa­ turno en la décima casa significa triunfo político que termina en derrota no es necesario que ciertamente se aplique en todos los casos. Además, lo importante en astrología humanista no es el acontecimiento sino el estado de la consciencia del individuo. Na­ poleón. Disraeli e Hitler "triunfaron" al convertirse en grandes símbolos en la historia del mundo occidental: es de presumir que ellos cumplieron su papel para el que estaban destinados. Júpiter en la undécima casa indica que el individuo debería di­ rigir sus aptitudes hacia la implementación y la exteriorización de sus ideales y su visión dentro de la sociedad. Henry Ford es un buen ejemplo de triunfo en esta linea. como también lo es el dirigente mormón Brigham Young. Sin embargo, el ideal puede ser disfrutar una buena vida con amigos después de jubilarse, pensándose en las relaciones profesionales principalmente en función de los resultados financieros y de la comodidad que brin­ den en la vejez. Saturno en esta casa recalca el motivo personal, el valor de los amigos y de los contactos culturales que son los que procuran un disfrute seguro. Mientras Júpiter en la undécima casa puede ge­ nerar una transformación social importante (con seguridad, Ford cambió, directa o indirectamente, las vidas de millones de seres humanos). Saturno tiende a indicar un punto de vista con­ servador y tradicional y, como en el caso de la reina Victoria, una actitud rigurosa. Hasta al encontrarse con amigos una persona puede sentir la necesidad de apoyarse en lo formal y en los tabú­ es morales, aunque la función de Saturno se use simplemente para dar formas a sueños o para simbolizar muerte y depresión. Júpiter en la duodécima casa puede tener muchos significa­ dos, según lo que es o fue la relación fundamental de un indivi­ duo con su sociedad y con la cultura de su período. Podrá gene­ rar riqueza, honores y comodidad al final de un ciclo de experien­ cia que presenció un positivo ascenso hacia una posición social; 220

puede inducir a hombres y mujeres compasivos y consagrados a lo social a que sean compañía y compasión para quienes fueron golpeados por una sociedad cruel; puede convertir a algunas per­ sonalidades creadoras en símbolos de las grandes realizaciones de un período cultural que concluye (como ocurrió con Dante ha­ cia el final de la época medieval). La vida subconsciente de una persona puede reorganizarse, y pueden integrarse significativa­ mente los sueños, o bien, una vida de meditación, dirigida hacia adentro, puede abrir a la consciencia hacia la guía espiritual (es­ pecialmente en épocas de crisis sociales) y tal vez hacia la volun­ tad de sacrificarse. Saturno en la duodécima casa puede inducir a una persona a que dé forma concreta, visual y audible a las imágenes subcons­ cientes o a las presiones interiores. Puede haber un profundo sentido de inseguridad psíquica que reclame algo que dé orden y estabilidad a una vida interior confundida, particularmente si el ambiente social es caótico, o si al individuo se le ha impuesto alguna forma de aislamiento o exilio. La duodécima casa fue lla­ mada "la casa del kannay de la esclavitud". No es necesario que lo sea, pero Saturno recalca el valor de ocuparse de lo que, en el pasado, "se dejó sin terminar". Esto puede interpretarse, según algunos, como "las vidas pasadas", sea lo que fuere lo que estos términos ambiguos signifiquen con exactitud. Como los planetas de más allá de la órbita de Saturno se ha­ llan durante una cantidad de años en un signo del zodíaco, las posiciones que ellos ocupan en las casas de un mapa natal son particularmente importantes. Sin embargo, estos son planetas que representan procesos de transformación hondos y radicales, y el problema para el intérprete es tratar de determinar intuiti­ vamente el modo en que una persona podrá responder a tales procesos y, especialmente, si es capaz de responder positiva y constructivamente. URANO en una casa indica el tipo de experiencia que permi­ tirá que, dentro del ser más profundo del individuo, opere muy significativamente la fuerza de transformación y renovación. Las posibilidades de una transformación radical son pequeñas en al­ gunos casos y la persona no suele ser capaz de resitir crisis más radicales; pero una crisis que tal vez parezca superficial podrá ser a veces la mera indicación de una metamorfosis total y de más largo alcance, que está ocurriendo debajo del nivel consciente. El 221

tránsito de Urano sobre el Sol natal de una persona es. en casi todos los casos que he tratado, una indicación de un cambio muy profundo, pero es imposible saber con exactitud cómo se mani­ festará ese cambio. Puede ser, principalmente, un cambio de consciencia y actitud, o puede tomar la forma de un shock induc­ tor de crisis,· aparentemente externo, cuando en realidad ese shock ocurre porque lo reclama la pauta evolutiva del individuo, o sea. su destino. La misma incertidumbre prevalece cuando uno trata de interpretar el significado de la posición de Urano en cual­ quier casa. Por tanto, las que siguen son sólo brevísimas indica­ ciones. Urano indica. en la primera casa. que el individuo descubrirá su verdad esencial o su dhanna principalmente a través de crisis que le exijan declarar, al menos para sí sólo, dónde está él y cuá­ les son sus metas. La persona puede pasar de una crisis a otra, derivando de cada una de ellas una nueva iluminación. Por tanto, esa persona puede nacer como reformador o líder de alguna cau­ sa que sea un desafio al status quo (Annie Besant, Mary Baker Eddy. Cromwell). En la segunda casa, acontecimientos repentinos pueden alte­ rar el status financiero de una persona. o los factores genéticos pueden inducir trastornos fisiológicos y crisis. El individuo pue­ de abandonar su fortuna familiar e insistir en su independencia financiera, repudiando su pasado. En la tercera casa. Urano puede producir inquietud mental y un ambiente que cambie a menudo y exija una capacidad de rá­ pida adaptación. El individuo tal vez reciba de buen grado tales condiciones cambiantes: ejemplo: Mutsu Hito, el emperador ja­ ponés que presidió, en su país, el cambio desde el feudalismo a la industria moderna. En la cuarta casa . Urano apunta a la posibilidad de ser una persona constructiva pi:,-o sin raíces, y de ser un instrumento de fuerzas que causen urní revolución fundamental y total. Sería fú­ til aferrarse a pautas hogareñas estáticas o anhelar la estabilidad del ego. Aquí, mucho depende de lo que Saturno y la Luna indi­ quen en el mapa natal, pues Urano es el gran enemigo de la segu­ ridad saturnina y de la adaptación normal a un ambiente estable. Con Urano en la quinta casa, la persona puede desarrollar in­ ventiva u originalidad en la actividad creativa. No debería depen­ der de pautas tradicionales ni de modalidades de expresión, sino desarrollar, en cambio, un modo nuevo, acertado o no, de liberar sus energías y causar impacto en su sociedad: ejemplos: Thomas 222

A. Edison. el poeta y ocultista inglés William Butler Yeats, y Swami Vivekananda, fundador del vedantismo moderno. Urano en la sexta casa subraya la necesidad de afrontar las crisis con fe y decisión. Se apela a la voluntad de transformación como resultado del fracaso pasado, o se experimenta ineficien­ cia. A la enfermedad debería vérsela como una prueba que se su­ fre mientras se crece. Uno debería servir a un futuro sobre la mar­ cha. no a un presente arraigado en un pasado obsoleto. Ejemplo: Richard Wagner. apóstol del la "Música del Futuro". cuya vida fue una larga serie de crisis. Con Urano en la séptima casa, un individuo no podrá estar contento con cualquier tipo enteramente normal de relación, in­ cluido el matrimonio. Tal vez. como psicólogo. se ocupe de crisis en las relaciones interpersonales (Carl Jung) o del análisis de las pautas colectivas de asociación (George Washington, Sun Yat­ sen). Debería aportar un espírttu nuevo y libre de actividad coo­ perativa: Henry Ford y su sistema de producción en serie. Urano en la octava casa exige un nuevo modo de encarar los tratos comerciales, una mente libre en su actitud de búsqueda de lo que está más allá, y una labor a través de grupos. Subraya la necesidad de cambios radicales en la operación de los proce­ sos sociales: V.I. Lenín, Percy Bysshe Shelley. Se recurre a Urano en la novena casa para revolucionar la mente de una persona y su enfoque tradicional de la religión or­ ganizada o del derecho. Al individuo lo puede lanzar por la sen­ da del descubrimiento físico o espiritual. Nada es demasiado grande o seguro como para desafiarlo y esto. a menudo, con mé­ todos no convencionales (Gandhi, y el Duque y la Duquesa de Windsor). Urano en la décima casa indica una vida pública que deberá aceptar resueltamente el cambio o hacerse pedazos (Stalin y Mussolini, María Antonieta, la reina francesa guillotinada). De­ berían implementarse nuevos conceptos de organización social o profesional. los cuales son necesarios para triunfar. La marea del cambio puede ser, realmente, irresistible. Con Urano en la W1décima casa, el individuo está tipicamen­ te involucrado en ideales sociales, políticos o culturales, en refor­ mas o revoluciones. Debería tener amigos dinámicos y estimu­ lantes que lo obliguen a transformar sus ideales: Víctor Hugo, Disraeli. El impulso uraniano en la duodécima casa puede concentrar­ se mejor en los motivos subconscientes de uno y en cuanto com-

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plejo resulte de "la vida que uno no vivió". La etapa debería des­ pejarse y fijarse para el renacimiento. aunque esto haya que ha­ cerlo en medio de aislamiento o de derrota aparente. Puede per­ mitirse que una nueva corriente de energía inunde la vida inte­ rior una vez que esté abierta hacia el futuro: Sri Aurobindo. que también tenía a Marte en esta casa. El individuo se convierte en instrumento para la transformación colectiva. NEITUNO en una casa natal transforma disolviendo todo lo que queda del pasado, pero retiene, dentro de esta disolución y esta despersonalización, los perfiles sutiles de un futuro más vasto y más inclusivo: tal vez, lo que a menudo se llama utopía. Como las experiencias relacionadas con la primera casa se centran normalmente en lo que constituye el carácter único de un individuo y su diferencia de otros individuos. Neptuno en esa casa indica que este no es el modo de alcanzar nuestra verdad su­ prema del ser. La atención debería dirigirse más bien hacia la to­ talidad de la que el individuo es parte: o su consciencia debería renunciar a toda sensación de estar concentrado y. por así decir­ lo, permitir que el universo entre. Por tanto. el sentido del yo, al menos teóricamente, se universalizaría. Esto podría conducir, negativamente, hacia la mediumnidad y una confusa imagen de sí mismo, y tal vez a depender de drogas psicodélicas. Puede con­ ducir a una compasión inmensa por los menesterosos y los opri­ midos (Víctor Hugo, autor de Los Miserables). o puede indicar la presencia de dotes psíquicas valiosas. Neptuno en la segunda casa tiende a disolver el sentimiento normal de posesividad. Uno puede contar con que la sociedad o la vida en general le provea lo que uno necesita. En otros casos. el individuo puede convertirse deliberadamente en un canal a través del cual las fuerzas y los movimientos colectivos puedan actuar sin interferencia. Con Neptuno en la tercera casa, un hombre debería permitir que su mente concreta y sus adaptaciones a su ambiente sean iluminados o transfigurados por las fuerzas colectivas o místi­ cas. Puede llegar a ser vocero de revelaciones que podrían poner en tela dejuicio la calidad misma de su ambiente. Para CarlJung esto significó una apertura continua hacia el inconsciente colec­ tivo a lo largo de toda su vida. En la cuarta casa. Neptuno le exige a la persona que renuncie a confiar en la tradición y en las pautas familiares (el Duque de 224

Windsor) tal vez en nombre de un ideal atractivo o de una fasci­ nación personal. Pero también puede significar el uso de las ne­ cesidades colectivas para establecer una base más vasta de la e.,xistencia, o el incentivo para difundirse sobre un campo de ex­ periencia. Heny Ford hizo esto. al menos simbólicamente, y su auto del pueblo instnimentó el derrumbe de los límites en lo que se encuadraba el hogar. Una persona con Neptuno en la quinta casa puede ser atraí­ da por seductoras aventuras y por riesgos no confiables. La per­ sona puede empeñarse en impresionar a su comunidad dándo­ le lo que ésta anhela. en vez de exteriorizar su propia verdad in­ telectual del ser. Neptuno en la quinta casa puede indicar dotes musicales o teatrales, o una fácil aproximación a las experiencias amorosas. Neptuno en la sexta casa ayuda a disolver el orgullo del ego y a hacer que uno experimente. a través de crisis personales. una profunda catarsis. Uno debería servir a causas humanitarias, desarrollar compasión, y curar o permitir que las fuerzas cura­ tivas lo sanen a uno. En el mapa de Gandhi están indicados la técnica de la no-violencia y el uso de la "Verdad-fuerza" (Satya­ graha). Una persona con Neptuno en la séptima casa puede encontrar dificil concentrar su atención en una sola asociación. Tal vez no. quiera poseer ni ser poseída por otro. Nuevos ideales de relación interpersonal deberían iluminar la consciencia. Aquí se exalta el humanitarismo, y la búsqueda de una unión trascendente pue­ de absorberlo todo: Richard Wagner. Neptuno en la octava casa puede usarse para universalizar la partiéip_ación en rituales grupales y en productividad masiva. Tiende a fundir la consciencia de los participantes en una expe­ riencia mística de unidad superpersonal. En el nivel del comer­ cio, subraya el valor de la propaganda, y de los "persuasores ocul­ tos". Puede inducir estados paradisíacos ilusorios. Neptuno en la novena casa es el señuelo del misticismo o de las experiencias psicodélicas y el deseo de alcanzar el "estado unitivo" de la consciencia cósmica o teocéntrica. En lo concer­ niente a un individuo más pragmático, puede conducir hacia una profesión que se dedique a curar, y en especial. 1 curas espiritua­ les. A unas pocas personas puede impulsarlas hacia el mar y sus vastos horizontes. En la décima casa vemos que Neptuno colma la vida pública con una consciencia social que procura llegar a fronteras lejanas 225

y busca una comunidad ideal. De paso, el individuo puede acep­ tar al socialismo como un medio que conduzca a un fin. También puede ser atractiva la seducción de la vida social. Con Neptuno en la undécima casa. la persona tiende a tener ideales vastos y humanitarios, y a soñar bellas uto pías. Deberían ser valiosísimas las experiencias relacionadas con la música y las artes que presentan ideales más o menos abstractos y trascen­ dentes. Uno puede ser atraído hacia amigos idealistas o muy so­ ciables. Neptuno en la duodécima casa puede brindar al individuo la facultad de disolver los fantasmas y recuerdos del pasado, o pue­ de dar dotes psíquicas y la aptitud para conectarse con depósi­ tos de conocimientos vastos pero tal vez imprecisos. Las imáge­ nes subconscientes y los impulsos prenatales pueden hacer in­ trusión en la consciencia. La compasión por los afligidos y por aquellos a quienes nuestra sociedad permiten que desaparezcan y languidezcan puede producir experiencias ennnoblecedoras. PLUTON puede permanecer durante muchos años en un sig­ no zodiacal y, como resultado, representa principalmente el es­ tilo de vida de un período, o de una generación. La posición de Plutón en una casa, en el mapa natal de un individuo, tiende a indicar en qué campo de experiencia la persona hará su máxima contribución a su sociedad, y, en última instancia, a la humani­ dad. Nada más puede decirse de su posición de casa porque la gente tal vez no reaccione ante lo que significa este símbolo del tipo de ser humano del siglo XX. Cuando es efectivo, implica ha­ bitualmente experiencia de profundos alcances y de índole irre­ ductible o irreprimible. Tiende a ponerfin al proceso de transfor­ mación que Urano empezó, pero, al hacerlo, abre la puerta a una nueva fase de la evolución de la consciencia. Lo que atraviese esa puerta puede ser cegador y pavoroso para la consciencia normal del hombre egocéntrico. Dicho esto brevemente, una persona con Plutón en su primera casa contribuirá en grado sumo con su sociedad haciendo resal­ tar el carácter único de su individualidad. Puede concentrar fuer­ zas colectivas o espirituales, y debería tratar de hacerlo de mo­ do cabal, sin compromisos. Con Plutón en la segunda casa, la persona debería contribuir con los bienes materiales y las apti­ tudes latentes en su ser fisico-psíquico total. Estas aptitudes, he­ redadas del pasado ancestral, pueden recibir, a través de él, un 226

nuevo valor para la humanidad. Con Plutón en la tercera casa. la capacidad de la persona para ocuparse significativamente de su ambiente (su inteligencia y su aptitud para comunicar infor­ mación) puede ser lo máximo que él podrá legar a quienes lo co­ nocen. Con Plutón en la cuarta casa. la valiosísima contribución de la persona a la sociedad debería ser la capacidad, que puede ser demostrada por su vida personal, para integrar diversas energías e impulsos en una personalidad sana y potente. La integración implica aquí ejemplificar, en un nuevo planteo del ser, las raíces tradicionales de una actitud cultural sólida, o descubrir y extraer fuerza y seguridad interiores de un centro estrictamente indivi­ dual. Con Plutón en la quinta casa. la persona podría tener que cumplir un destino creativo, si no permite que ninguna meta in­ ferior distraiga su atención y lo introduzca en sendas emociona­ les. Sus creaciones serían entonces su contribución más signi­ ficativa. Con Plutón en la sexta casa. la capacidad para trabajar con fir­ meza y sin distracciones, y la voluntad de servir con total dedi­ cación, serían su máxima contribución, aunque el trabajo mismo no fuera importante en un sentido absoluto. Si Plutón está en la séptima casa, la máxima contribución de la persona será su aptitud para relacionarse estrechamente con sus socios, pero en función de principios y finalidades sociales más que sobre una base emocional y personal. Puede dar un nue­ vo tono a los contactos humanos, y. por tanto, a los procesos so­ ciales. Plutón en la octava casa puede relacionarse con un géne­ ro de ritual u otro. Demostrar que los seres humanos. al unirse, podrán producir nuevos valores y liberar energías trascendentes puede ser la máxima contribución que una persona nacida con esa posición de Plutón podrá efectuar. Con Plutón en la novena casa. la persona podrá contribuir muy valiosamente con las ex­ periencias y logros intelectuales o espirituales que obtuvo en su búsqueda de valores y significados últimos. Con Plutón en la décima casa, la participación característica de la persona en los asuntos de su comunidad y en el .. trabajo del mundo" debería ser su contribución más significativa, pues es su modo de integrar los dos polos de la existencia; el individual y el colectivo. Plutón en la W1décima casa tiende a dar un carácter definido y quizá fatídico a los ideales de un hombre y a su visión de las mejores cosas venideras, para sí y para sus compañeros. Si puede ejemplificar un interés indesviable y total por estos idea227

les y una concentración igual sobre éstos. ese hecho mismo po­ drá ser una importante contribución al ennoblecimiento del hombre. Plutón en la duodécima casa pone su sello sobre los ras­ gos finales de un ciclo de experiencia. Aceptar este "juicio" y afrontar sus consecuencias valientemente y sin desviaciones es una contribución muy significativa a la típica capacidad huma­ na para aprender tanto de las derrotas como de las realizaciones. y. sobre esa base. avanzar de un ciclo a otro. 1

1 Para un estudio sobre el significado que se da a las posiciones de los nodos de la Luna en un mapa natal, véase The P!anetary and Lunar Nades (Serie de Astrología Hu­ manista N º 5).

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EPILOGO

Como conclusión de este estudio de las doce casas astrológi cas me gustaría reiterar una cuestión que ahora considero fun­ damental, no sólo en relación con la práctica astrológica sino también con casi todos los campos del esfuerzo humano. He subrayado en otra parte la diferencia entre un enfoque as­ trológico "atomístico" y "holístico", y he mostrado que el conflicto entre ellos. y la posibilidad de integrar estos dos enfoques, es de crucial importancia no sólo en la ciencia moderna sino también en todas las disciplinas del pensamiento. 1 El problema que no puede desecharse es si la consciencia del hombre interpreta sus experiencias muy significativamente en relación con una totali­ dad, sobre cuyas partes estas experiencias arrojan alguna luz, o como hechos separados acerca de los cuáles sólo un análisis con­ cienzudo podrá damos un conocimiento válido. Por supuesto, hoy en día esta es la clase de conocimiento que no provee poder sobre determinadas cosas que consideramos "válidas". Astrológicamente hablando, ¿podemos realmente entender un mapa natal y la persona total que se dice que aquél represen­ ta si asignamos determinados significados a cada planeta (o a ca­ da signo zodiacal, a cada casa y a cada aspecto} considerado co­ mo un factor superado? ¿Deberíamos analizar en primer lugar. y luego tratar de unir los datos, aunque pudieran ser contradic­ torios, o deberíamos enfocar al mapa. en primer lugar, como una totalidad que tiene una "forma" determinada y considerarlo una "palabra" compleja que puede revelamos "significados"? Seria aún necesario un cuidadoso estudio de los muchos factores que abarcan esta totalidad (las "letras" que integran la palabra} pa1 Ver Astrologyfor New Minds y Astrology ofSelj-Actualization (Serie de Astrología Humanista números 1 y 2).

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ra que captáramos los pormenores de todo el cuadro. Este estu­ dio analítico podría alterar considerablemente, al igual que dar precisión, a nuestra primera percepción "holística" del mapa, pe­ ro lo que aprendiéramos analíticamente coincidiría aún con el cuadro de aquella totalidad. La forma integral del mapa seguiría siendo lo que ella es. Otro modo de expresar estas dos posibilidades es decir que uno puede observar cualquier cosa que experimentemos (ya sea una situación de la vida o un mapa astrológico) en función de que es un ente rigurosamente definible y persistente (o sea, relativa­ mente permanente), o en función de que representa una fase del proceso. Si adherimos al primer enfoque, tendemos a personalizar cuanto parezca ser la causa de nuestra experiencia. Esta es la ac­ titud de lo que llamamos el hombre primitivo. El considera "es­ píritu" a todo lo que él ve o siente. Da nombres a la nube, el relám­ pago, la estación del año, el amanecer, una enfermedad, etc .. y los considera entes o dioses a los que puede rezar o que pueden ser propiciados o controlados mediante ceremonias adecuadas y actos específicos. El género humano está obrando, en muy gran medida, todavía en este nivel, hasta en nuestra sociedad a la que suponemos muy adelantada. A la persona con la que nos encon­ tramos le damos un nombre, y tal vez un Alma irúnortal. Aunque esa persona pueda alterar su apariencia, y de niño que era pase a ser un anciano. aún hablaremos de esa persona como del mis­ mo individuo. Hablamos de la ira como si ésta fuera un ente ab­ solutamente diferente de la compasión. Nos referimos a la enfer­ medad denominada artritis, y el médico receta remedios que só­ lo se aplican a la eliminación de los síntomas de esa enfermedad. Hablamos de átomos como de entes separados que tienen un ca­ rácter permanente, los cuales pueden se alterados por otros en­ tes específicos que actúan sobre ellos. En la mayoría de los casos, pensamos en Dios como en un Ente Supremo o en una Persona absoluta. Desde luego. hay excepciones en esto, que hoy en día se mul­ tiplican rápidamente. El científico nos presenta ahora un cuadro del universo en el que todo no sólo cambia sino que tampoco pue­ de ser definido demasiado perfectamente. El átomo se ha conver­ tido en un campo de energías y, para muchos psicólogos, el in­ dividuo ya no es una unidad irreducible sino que es un comple­ jo de factores biopsíquicos en eterno cambio. Además, al indivi­ duo y al ambiente se los ve en un estado de constante interacción 230

transformadora. Desde este punto de vista. esto no significa que no podemos hablar de átomos. de personas o de enfermedades especiales y estaciones particulares, de tormentas eléctricas o de nubes. Lo que esto ciertamente significa es que todos estos entes pueden y deben ser vistos como manifestaciones temporarias y secuenciales de procesos que. en el sentido más amplio del térmi­ no. son cíclicos e incluyen muchas fases diferentes. Cuando a un proceso se lo ve como una totalidad se lo puede llamar un ente: pero se trata de un ente en el sentido de que tie­ ne una estructura temporal: un comienzo y un final. Si veo a una oruga. ,é que ésta llegará a ser una crisálida y una mariposa o una polilla. La forma de la oruga representa sólo una fase de un proceso que incluye a las otras formas. Además, si quiero enten­ der el proceso biológico del que esta oruga es una fase, tengo que considerer su relación con las plantas de su medio ambiente, con las estaciones. la condición del aire alrededor de ella, etc. La transformación del concepto de "ente permanente" en el de "proceso" fue muy probablemente iluminado por las enseñanzas del Buddha Gantama, hace más de veinticinco siglos. El Buddha procuró. en particular, des-entizar el enfoque que el hombre tie­ ne sobre la persona humana; y él lo hizo negando que uno pudie­ ra hablar de un ser humano como si éste fuera un ente perma­ nente y reencarnante que conservara un carácter absoluto. Tal como el Buddha veía esto, una persona era la integración de mu­ chos factores que cambian constantemente, y el resultado de causas y efectos dentro de un proceso extensísimo (una "rueda de la existencia") que tiene una pauta cíclica. El proceso era real: la persona experimentada en cualquier tiempo debía ser consi­ derada sólo como una fase dentro de un proceso, lo cual. no obs­ tante. no la hacía menos "real" para quienquiera que también es­ tuviera involucrado en ese proceso. Dícese en física atómica que al electrón puede considerárse­ lo. en determinadas condiciones. una partícula, y en otras con­ diciones, una onda: una "onda de posibilidades". Este concepto pareció muy ambiguo e insatisfactorio a muchas personas, pe­ ro es un concepto que puede y debe aplicarse a todas las expe­ riencias humanas. Debería aplicarse tanto a la astrología como al estudio de las casas de un mapa natal, como ya lo señalé. Una casa (como yo la defirú) es una sección de 30 grados del espacio que rodea al recién nacido, pero no del zodíaco. Por tan­ to. es una de las doce partes de su universo: o sea, de la posibi­ lidad total de experiencia de la que él dispone. Uno puede dividir 231

esta posibilidad total en doce categorias fundamentales. y. como el recién nacido está en el centro del espacio. las doce categorias están allí alrededor de él. Pero están allí en el espacio y sólo co­ mo potencialidades. El mismo recién nacido está también allí. en el espacio. como un organismo total, pero este organismo tiene que desarrollarse en el tiempo a fin de hacer evolucionar todas sus potencialidades. Cuando haga esto, las doce categorias fun­ damentales de la experiencia humana se abrirán, una tras otra, hacia la consciencia en crecimiento. Por tanto, "espacio" se refiere. en este sentido, solamente a lo que uno podria llamar potencialidades arquetípicas de la exis­ tencia. De hecho, esto es lo que el espacio significa siempre. pues extendiéndose en el espacio y (si es capaz de hacerlo) desplazán­ dose a través del espacio, un ser humano tiene la posibilidad de experiencias nuevas. El espacio "está allí" ahora. pero las expe­ riencias que él nos ofrece son sólo potenciales. Necesitamos al tiempo para alcanzar aquéllas, cuando nos desplazamos a través del espacio, mediante nuestro propio esfuerzo o cuando la Tierra nos lleva. a cada momento. hacia una nueva región del espacio galáctico. Este movimiento de la Tierra bien puede ser el hecho fundamental de toda evolución. así como las estaciones son el hecho fundamental en el crecimiento anual de las plantas, y la alternativa del día y de la noche. propia de la consciencia en es­ tado vigil y del sueño, condiciona (¡probablemente. mucho más de lo que pensamos!) el desarrollo de la personalidad del hombre. Pero. volvamos a las casas astrológicas: éstas existen en el es­ pacio como doce categorias arquetípicas de la experiencia indi­ vidual, pero estas experiencias exigen que el tiempo pase para que ellas se concreten plenamente. De modo parecido, los con­ ceptos clásicos de "eras planetarias" y "horas planetarias" se re­ fieren también a la concreción de potencialidades. Todos los pla­ netas "están allí" siempre, pero en ciertas épocas y en ciertas ho­ ras del día podemos experimentar más focalmente las funciones típicas de las actividades a las que ellos se refieren en el simbo­ lismo astrológico. Podemos pensar en los planetas como en en­ tes que nos envían "rayos" que de algún modo nos afectan en la Tierra, pero también podemos pensar en ellos como en fases que focalizan un proceso que establece la relación cíclica de una per­ sona con todo el sistema solar a través de los días y los años de su existencia como una totalidad orgánica. Esto implica un enfoque holistico de la experiencia y. realmen­ te, el hecho de la existencia real y concreta. Sin duda, también 232

podemos representar e interpretar al universo y a nosotros mis­ mos en función del "ser", pero esto significa inevitablemente en función de una experiencia potenciaL Si nos ocupamos de expe­ riencias reales y concretas y de los problemas que resultan del desarrollo personal del hombre en un ambiente específico real y concreto (y de esto se ocupan los psicólogos y psicoterapeutas) entonces tenemos que traducir las categorías arquetípicas del "ser" en los hechos de "existir". Tenemos que ocupamos de cir­ cunstancias y experiencias (¡o del rechazo de experiencias!) una tras otra, como fases secuenciales de un proceso. A este proce­ so podemos atribuirle significado y propósito pero, al hacerlo. po­ demos cambiar totalmente el significado y el propósito de cada e.,xperiencia. Este es el enfoque psicológico y psicoterapéutico que adopté en todas mis obras astrológicas y filosóficas. En este sentido po­ dría llamárseme "existencialista", pero, por desgracia, este voca­ blo adquirió últimamente un significado muy especial y se refiere a una acutud muy especial hacía la vida con la que discrepo en­ teramente. y que considero muy ilógica al igual que deprimente. PenníLaseme decir una vez más que hablar de un "proceso" no implica que no haya una "potencialidad arquetípica de ser". Te­ nemos que pensar tamo en el espacio como en el tiempo. Cuando cualquier organismo nace. el espacio es. pero el espacio particu­ lar que rodea a este nuevo nacimiento tiene significación para el recién nacido sólo en función del tiempo en que este organismo tendrá que concretar las potencialidades de la experiencia y la consciencia, implícitas en ese factor espacio. Y con el tiempo te­ nemos que considerar también la velocidad de reacción del orga­ nismo. la cual se refiere, presumiblemente, a la velocidad de transmisión de los datos de los sentidos (o sea, de "información") a lo largo de los nervios del cuerpo. Por tanto. cada organismo vivo (o más bien, cada totalidad existencial. pues ésta debería incluir tanto a átomos como a gala­ xias) tiene su propio espacio y su propio tiempo, o. por lo menos, el espacio y el tiempo de la especie biológica o del nivel cósmico de experiencia al que ese organismo pertenece. Tiene una veloci­ dad específlca de reacción ante el impacto externo y los cambios internos. Se ha supuesto que la velocidad de la luz puede cons­ tituir la "velocidad de reacción" que es característica del cosmos: una velocidad enormemente más rápida que la implícita en transmitir información desde cualquier parte del cuerpo huma­ no hacía el cerebro, y, de vuelta, hacia los órganos de la acción, 233

simplemente porque la vida de un hombre es enormemente más corta que la de la galaxia. Cuando se produce el nacimiento, el espacio es; y, por tanto, es perfectamente válido debatir el significado de los signos del zo­ díaco y de las casas (las dos estructuras básicas de la astrología) en función de relaciones geométricas y de polígonos incriptos dentro de un círculo, como ha sido la práctica más habitual has­ ta ahora. Pero, he seguido el enfoque secuencial o rítmico porque, según mi parecer, nunca se lo explicó o enfatizó plenamente, y porque hoy en día, en un momento crucial de la historia humana que impone experiencias generadoras de crisis sobre el desarro­ llo de los individuos, el problema más importante es cómo ocu­ parse constn1ctivamente de estas experiencias. Y creo que a es­ tos problemas se los podrá tratar mejor, se les podrá dar un sig­ nificado y un propósito mejores y se los utilizará mejor cuando se los enfoque como fases pasajeras del vasto proceso de la exis­ tencia humana.

234

ÍNDICE

PRIMERA PARTE ¿CUAL ES LA RAZON DE SER DE LAS CASAS?

9

La astrología de la época arcaica, que se centraba en el lugar Los zodíacos y las casas Las ocho "vigilias" Dos enfoques del Sol, que son fundamentales La astrología centrada en la persona LAS CASAS COMO EL MARCO ASTROLOGICO BASICO DE REFERENCIA

11 14 18 21 27 31

¿Por qué doce casas? Los sistemas de división de casas

36 40

LAS CASAS COMO CAMPO DE EXPERIENCIA

45

Las doce categorías de la experiencia Cómo usar las casas

49 54

SEGUNDA PARTE LA PRIMERA CASA LA SEGUNDA CASA LA TERCERA CASA LA CUARTA CASA LA QUINTA CASA LA SEXTA CASA LA SEPTIMA CASA

63 72 78

84 92

99 108

LA OCTAVA CASA LA NOVENA CASA LA DECIMA CASA LA UNDECIMA CASA LA DUODECIMA CASA

117 125 132 139 148

EL CICLO DE EXPERIENCIAS INDIVIDUALES, COMPUESTO POR TRES NIVELES

161

TERCERA PARTE LOS CUATRO ANGULOS Y SUS POLARIDADES ZODIACALES El acoplamiento de Aries y Libra El acoplamiento de Tauro y Escorpio El acoplamiento de Géminis y Sagitario El acoplamiento de Cáncer y Capricornio El acoplamiento de Leo y Acuario El acoplamiento de Virgo y Piscis LOS PLANETAS EN LAS DOCE CASAS El Sol La Luna Mercurio Venus Marte Júpiter Neptuno Plutón EPILOGO

173 176 181 184 186 190 193 199 201 205 207 210 212 215 224 226 229

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