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Eve Kosofsky Sedgwick

Traducción de 1\.'.faria José Bclbel Hul1ejus y Rocío h1artinez Rancdo Edición de l'vlaría José Belbcl Bnllejos

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Estudios de , Genero -

@11

Pul1licado por Editorial /dpucrto, lviadrid, en 2018. Edición a cargo de Iv!arÍ<-t José Bclhci Hallcjos dentro de la colección Estudios de Género. Tradnceió11 de Touclúngl---celinp;. ,-1/fó:t, Pedop;op,:1¡, Pn.J"'nnnativity de EYe K.osofsky Sedg-,vick pnblicado por Dnkc lJniversity Press, Durharn y Londres, en 200.'3. La traducción de este libro fue realú,acb por l\tlaría .José Bclbcl Bnllcjos y Rocío l'vLutínez Raneclo (capítulos.! y 2) y la colaboración
Pedngó,~ico"

ParaT WºMº cori xni 'l'idfculo a.'mor

se titula "La Esperanza" y se encuentra en

1'he Coniplele Poerns de Randa11 Jarrell. ln1agen de portada de Jndith Scott © 1999 de Lean Borensztein, reproducida g;racias al a11K1.ble pcnniso de su autor. Texto (e) 2003 por Eve Kosofüky Scdg>>ick CopyTight de la traducción (e) María José Belbel Bullejos y llodo .:\.1artínez Rancdo, 2018. Copyriglü del prólogo a la edícióu española© J'\.laría José Bclbcl Bullcjos, 2018. El lihro fue diseñado por ferranE10Lro Studio e.11 l\Jedellín, Colon1hia. e ilnpreso por i'-t.11ograí !1npressors en Barcelona, España. TSBN 978-84-381-0511-5 Distribuido por lJDL Libros, i\zuqueca de llenares. .udllibros,corn

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Todos loe; r.lereclws reservados: ninguna parte dr este hbro puede ser reproducida en cualquie1· medio, por in1prcsión,_fotocopía o cualquier o!rn 1nediu, !>in el perrniso por escrito del editor.

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Prólogo: un sentido de posibilidad

·xxi

i\.gradeci.rnientos

3

Introducción

29

Interludio, pedagógico

39

Ci\PÍTULO UNO

Vergüenza) teatralidad y pc1formati"'l.-idad qnecr: .El arte de la novela de I-Icnry J aJ11cs 71

CAPÍTUlD DOS

En torno al perfür]nativo: vecindades periperfOrunati,ras en la narrativa de1 sig1o XTX 97

CAPÍTULO TRES

La vergüenza en el pliegue cibernético: una lectura de SHva.11 Tonnkins (escrito con Adam Frank) 129

CAJ'ÍTULO CU1\TRO

Lectura paranoica y lectura reparadora., o, eres tan paranoü:o, que quizás pienses que este texto se refiere a ti 159

C/\PÍTULO CINCO

La pedagogía del budisn10

í 89

Bibliografía

197

Índice

vii_

J)edicrrdo a lviigu.el Benlloch

1

u1Ttigo

fn,t-imo .desde 1.970.

STEAfPRF RP.IJAS1

TPTGjTPT'J<:

La ir.npos:ibiiidad de ensefíar. La in1posihil~dad de, Recibo 1'l invitación de Maria José en _i\zala (Lasierrai ATaba), en plena sesión con los estudiantes del máster en Investigación y Creación en Arte ( UPV / EIIU ). Exploran1os la materialidad del lenguajci su sonoridad1 su sustancia tOnica y rítnrica. Hoy cada una hace algo para las den1ás. Escuchamos 'llJ1nerahles, compa.rtin1os ]a e:x'Periencia de aprender juntas. Acaban1os de estar tn1nbadas cinco minutos escuchando ]a h11posibilidad del silencio. En una lista hecha a lnano con rotulador plateado sobre pape! negro tengo el non1bre de Sedgvvick entre Zambrano, Kristeva, 1Icjinian, Cavarero, Stein. Algu.nas. Escritoras pendientes, in1posihles que probablernente 111u1ca terminaré de leer. En el año 2015 co-cdité con Quim Pujol el Hbro f{jercü:ios de ocupación. A}Cctos, vida .Y trabajo. Ahí publicru11os, entre otros teA'ios sobre los afectos, 1a traducción que María J o._-;;;é hizo N castc1ku10 de "La vergüenza en el plieg11e cibernético. Una lectura de Silvan 1'omkins". Eve Kosofsky Sedg>,ick con Maria José Belbel Bullejos, con gratitud a las dos. - IXIAR Ro/.J\S, co1n1111icación por correo electró11icu1 16 de tehrero de 2018

La prin1era vez que escuché a Scdg1-,,ick h1e en 1986; después la volví a leer y cada vez que lo hacia su escritura me pedía que pensara de una for1na diferente a co1no lo hago nur111ahnente. Nuestras sensibiHdades son en algunos aspectos con1plctan1ente difere11tcs. Ella es una apasionada investigadora literaria y una pensadora innovadora, nricntras que rr1i propia for1nación es, para lo bueno y para lo ma]o, la de una filósofa más lineal a nivel conceptual[.,.] Una parte del desafio que la obra de Sedgwick me ha planteado ha sido la posibilidad de rnotivar1ne a pensar en contra de las censuras que el pensan1iento r:igurosa1nente lógico establece. Y, por supuesto, eso lo ha hecho 1nucbo

Prólogo

Ylll

n1ás interesante)''ª que Sed_gyvic1' es u11a pensadora profu_ndarnente conccptual 1 aunque ±Orn1u1a los conceptos y los re1aciona entre si de una 1r1anera que prozluce disonancias ·y pcrcepcioDes nuevas con 111ncha frecucnl'ia. A la vez 1 su escritura tan1poco se puede separar de las fig11ras litcrarias 1 de su tonalid::u:l) de una fo1111a de lírica poética. Leerla me ha hecho más capaz y, por ello, le estoy agradecida !,,, I, Leer y dar c1ases sobre Sedg\·Vick [.. .] n1c ba obligado a pensar de un n1odo en que no sabia que se pudiera pensar- y, aún asi, q_ue continuara s]endo pensanllento. - JlJDlTil BlITLER¡

"Capacit:y", 2002

Eve Kosofsky Sed¡;wick (Dayl:on, Ohio, 1950-Nneva York, 2009), cofondadorn de la teoría qneer y figura clave de 1a teoría de los a1ectos 1 fu_e poeta) profesora, y artista vi'Sual del tex.-til1 }', adelnás, una de las -fign:ras más re1evantes en la teoría literaria de los últin1os cuarenta años. Por todo ello resulta incuestionable la pertinencia de traducir a1 castellano el conjunto de su obra, de la que prescnta111os aquí su último libro escrito en vida: Tocar /a,fibm, AfectoH Pedagogía Pei:fimnat'ividad [Touching Feeling. irlfect Pedagogy Performativity], un teA'to funda1nentaJ para la teoría conte1nporánea ele los afectos. El trabnjo de Eve Kosofsky Sedgvvick no solo constitnyen aportaciones imprescindibles a ca1npos como los csh1clios de género, los estudios te1ninistas, los cstu_dios sobre sexualidad, y a la postre, a la forn1aclón de lo que conoce1nos como teoría queer; tarnbién nos brinda herramientas potentes para 1a an1pliación y refOrn1u1ación de la teoría de 1os afectos) y de lo que entendemos por política) 1nosh'ándonos cón10 construir pedagogías del conocin1iento y modos de hacer no binarios. Si hacemos un repaso por la obra de Sedgwick publicada en castellano, hallamos que su único libro traducido al co111pleto hasta la fecha es Episterrtolop.;ía clel (trn1ario (Ediciones de La Te111pestadi 1998; traducción de Teresa B1adé Costa), que en este n101nento se encuentra descatalogado. En 2002, en la recopilación de ensayos Seit'ualidades trarzsgresoras: Una antolog;ía de estudios queer, editada por Rafael Mérida para la }--:,ditoria1 Icaria) se incluye una traducción de "Quecr and No\v" [Queer y ahora], un texto de Tendencies [Tendencias] (1993), También encontramos en la red (www,inventandopolvora,org/textos/ Scdgwick) una versión española del capítulo primero de Tocar lafihm ("Henry James's Art of the Novel" [El mte de la novela de Henry James]), traducida por Víctor Manuel Rodríguez Sarnriento. I1oy en día, la teo1ia queer ha pasado a f01111ar parte de los estudios de género acadénllcos, como teoría de1 género y de la sexualidad con presencia interdisciplinar y transversa] en nu1nerosos depa1tan1entos universitarios. Pero la única teórica queer cuya obra se traduce regn1arn1ente al casteHano es Judith Butler. Si

Prólogo

ix

bien es un n1oti'lO de satisfc1cción que 12 obra de _But1er sei:1 accesible en nuestro idJlHna (su_ prhne-r libro taTdó once años en traducirse, en l.a ·versión publicada

por Paidós en 2001) dentro del ProgT
Prólogo

Prólogo

hace sentir al leerla "que [nos] sería posible vo]ver a pensar de fi::n1:na innO,/adora". Creo que ésta es una de las gTandcs aportaciones que el estudio de 1a obra de Sedgvd_ck nos proporciona. La ausencia de traducciones del conjunto de ]a obra de una arntora tan ünprescindiblc como Sedg--.,.-vick rne ha hecl10 plantcarn1e el objcti'lO de traducix, editar y publicar su trabajo. En el plano personal, adc1rr1ás, la lectura. de ]os texios de Sedgvvick en inglés a lo largo de los aüos n1e había llevado a la conclusión de que se h·ataba de la filósofu -la autora terni:nista J' quc'CT- oon la que rnás me identificaba, y la que n1ás me habla aytH_.lado a entender la c:onstrucción de n11 propia subjetividad dentro del sistema hcteropatriarcal También influyó el gran in1pacto que me supuso co11ocer a :Eve e11 persona durante el scn1inario Crítica §¿ueer: Narrativas disidentes e broención de subjetividad, dirigido por Paul B. Preciado y organizado por UNIAArteypensan1iento en Sevilla en 2007i en el que participé presentando d trabajo "Hot tapie is thc way wc rhyme" (Le Tigre) sobre la relación entre la 1núsica pop, la presentación corporal y el esti1o co1no resistencia en las subculturas de género. En dicho seminario) Eve l(. Scdg;,vick ilnpartió el curso inonográfico "Proust y los dioses queer" y dictó una conferencia titulada "La represi611 y sus alternativas: IVIás allá de las rutinas de la teoría queer". La noche que nos conocimos, tuvi111os una conversación rnuy divertida; en ella participaron además de la autora, su lTiarido Hal Sedgvvick1 Didier Eribon y yo. Al día sig11iente por 1a 1nañana, Evc me comentó: "sabes una cosa., Jvlaría José, soy bast:1nte n1onja", a lo que yo le contesté: "yo tan1hién" y ella ine respondió "ya rne 11c dado cuenta". I~a relación personal con Eve l(. Sedgvvü:k continuó hasta su fallecin1iento, y se continúa más allá ele éste n1ediante el estudio de su obra y la relación con personas de su entorno n1ás cercano, en especial con su marido Ha1 Sedgvvick. Gracias a Eve, conocí a su antiguo alumno Ada1n J:<'rank, co-editor de Sham,e and Its Sisters [La vergiienza y sus hermanas], y a Claudia Gonson, buena an1iga y antig1_i1_a alun1na de Sedgvvick y 1niembro del grupo n1nsical The Mag:netic Fields, mi grupo rnusical estadounidense contemporáneo preferido al que había visto actuar en directo en un concierto en Madrid donde actuaron co1no teloneros otro g:rt1Lpo favorito nTÍo: Astrud. Ta1nbién cuento con la amabilidad y disponibilidad como "amigos de mi proyecto" de Michad Moon y Jonatban Goldberg. En una publicación que forn1ó parte del proyecto Vitrina::,·) que Erreakzioa realizó para el TVIUSAC en 2012, traduje, junto a Rocío Martinez Ranedo, el artículo de Scdgwick titulado "Mdanie Klein y la diferencia que supone el afecto". El motivo principal flJ_e darlo a conocer a inodo de l101nenaje, pues i10 se me ocurría nada inejor que contribuir a la difusión del trabajo realizado por Sedg-.vick con posterioridad a su trabajo de ten1ática específican1ente quecr y, n1ás aún, cuando una versión de dicho ensayo se habla presentado en la conferencia anteriorrnente citada que la autora dictó en Sevilla en su único

a Lsp,rfia _,_i\s] n1is1no, debo señalar el interés qne n1c l:i.abian suscitado sus reflexiones sobre "In posició11 depresiva''' J un concepto clave en 1a obra de Mclanie l(_lch1 del que nunca había oído h;:-i.blar. resaltaba ade1nás la in1portanci.a de ol1ras corno el l)Ü:cinnario del }Jensa'!Jl'iento klcineano de R.D. l-Jinshel'.,voud y 1~1elarrie J{lein.~ Her }TTork irt C'onte:r:t [La in1porta:ncia del conteA'i:o en lia obra de :tvlclanie IGeln] de JVIeira _Likier111ani do.'1 tcA'tos secundarios que nuestra autora consideraba con10 "abso1utan1cnte indispensables) si realmente queren:i.os utilizar el pensarn1ento de ](]ein". Se daba la circunstancia de q_uc yo ya l1ab-ía comprado estas dos obras antes de 1eer Shanze ancl Its S'isters y Tocar lajlbra, antes de leer el cu_sayo "Mclan-ie IGcin y 1a diferencia que supone el afecto", y aún antes de leer ala propiaJ<Jein. l-J!:ablando de estas dos obras y de su efecto sobre mí, se podiía aplicar el concepto scdgiv,,ci.ckiano de '1ibro de :fiJLntasía" Lecturas que per1.saba que 11ecesit:1.ba y que obedecían a 1111 necesidad {_le salir de un exclusi,is]·no "l1ege1nónico" freudü-1no con:i.o ideología no cuestionada en el acti,,ris1no que se antodeno1nina "contrahegernón-ico" y de la tiranía de ]o lingüístico 1 y que ta1nbién incluía un intcr·és por la obra de Ferenzci. Ta.1nbién se daba la circunstancia) a nivel personali que una. vez que le co.rncnté a Evc [(. Sedgvvick que :rne encontraba "a1go deprü:nida", ella n1e contestó que pensaba que yo no estaba deprimida. sino que estaba pasando por "un estado de scntirnientos interesante" [an intercsting state of íeelings], lo que rne llevó a contestarle rápidan1ente con un correo electrónico que se titulaba "un estado ele sentimientos interesante se va a Nueva York" [interesting state of fec1ings goes to Ne1,v York], la cirndad donde eHa residía en ese moinento y a donde fui a 1,isitar a cl1a y a I--lal Sedgvvick en la prirnavcra del 2008, De alguna manera conecté ese "interesante estado de seIJ.tin1]entos" con la posición depresiva co1no algo distinto a la depresión. JVIás ade1ante, en Conocilniento.feminista ?! políticas de traducción I (Ai:teleku1 2013)) traduje "Pensar a través de la teoría queer". lJicho tc:Ai:o, junto al anteriuTmentc citado sobre JV1eianie I\]eini se había. publicado de forn1a póstuma en 17ie Weather in Prou3t [El tiempo en Pronst] (2011), el libro editado por Jonathan Goldberg, albacea literario de Sedg'<-v-Ilck, En Conocim'iento.fem'i'nista JI politica,_r.; de traclucc·/ón JI (A1-teleku 2014), t:rad1~je tres capítulos de Tocar la ,/ibrai ("Introducción") "Lectura paranoica / lech1Ta reparadora) o eres tan para11oico que scg11ro que piensas que este teA'to se refiere a ti" y "La pedagogía del budisn:10"). l~os teA'tos para Alteleku se publicaron en una edición bilingüe euskara/ castellano 1 algo que creo habría encantado a la propia Sedg·;,,;vick, una de cuyas frases, tan sencilla con10 incmorable1 y qnc jamás olvido es "n.o t'/ene por qué ser ·necesarüunente asf'. Lo rnisn10 n1c 8ucedc con otra frase igualn1entc senciUay m.c111orable suya -si nos la ton1a1nos lo bastante en serio-i esta vez una frase que constituye el axio1na I en 1a Introducción 1\,--d.01Ti.ática de AjJisten1olog'Ía del arrnario: 'las personas son diferentes entre sí".

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Xll

En 20151 l::riar Rozas :Y Clrnirn Pt\iol recabaron mi colaboración para escoger un ensayo de Scdgv1,'1ck a publicar en el volun1cn Ejercü;ios .de ocuz;ación.º _14/Cctosj vida _y trabajo, que esta-han cocditando. Opt.a1111os por traducir "l.a vergüenza en el pliegue cibcrJJético: Una lectura de Silvan 'fo111kins"i el tex---to que Scdg¡,'lick es::ribió junto a s11 alumno Adan1 Frank para servir de introducción a ,._c;hanze arzd Its Sisters: A .S'ilvan Ton2kins R.euder [La vergüenza en el plieg11e cihea·nético: Una compilación de Sllvan Ton1kinsJ, una selección de los cuatro volúmenes de4ffect l1nagery Conscio·itsness [Afecto I1núgenes Conciencia] de 'fomk-ins, puhlicada por Seclg1'vick y 11'rank en 1995. l)icha ]ntroducción (el capítulo ~1 de Tocar lafihra) resulta d_e gran interés por n1llltiples razones, ya que la vergiie11za y las dinámicas que origina, (y entre ellas el pensa111iento paranoico ) 1 es precisarnentc la constelación de afectos que 11evó a Sedg;,vick a escribir sobre esta temática y a reflexionar con 1a ayuda de la obra de T omkins. El ensayo contiene reflexiones de cno11_r1_e utilidad sobre la diferencia entre los afectos y las pulsiones que Tornkins analizó con tanta sabiduría y q_uc pcrn1iten, con10 tan acertadamente expresa Jason Ed-,,vards, "cuestionar las presuposiciones ]_nodernas sobre la centralidad de1 deseo a ]a hora de desarrollar inodos diferentes de con1prender la identidad) y desafiar la creencia freucliana de que u11 solo origen -fisiológico -la sexualidad o 1a líhido- co11stituye e1 origen funda1ncntal y encarna, según Poucault, la "verdad" de las cn1ocioncs/ afectos, identidad ~y inotivación human.a". Más k1.rdei Sedg'\vick afirmaría en ]a Introducción de Tocar la.fibra, que "cada artículo de Tocar la fibra intenta de algún modo ofrecer alternativas a la habitual subordinación de 1os afectos a las pulsiones".

Un recorrido por el trabajo de Sedgvvick nos llevaría a citar su prhner libro pub1icado: The Coherence ofGothic Convent'ions [La coherencia de las convc11ciones de la novela gótica], que comenzó co1no una tesis doctoral, realizada en la universidad de Yale, en 1980. En e] prefacio, que añadió en 1986, la autora escribe sobre la relación que encuentra entre los relatos paranoicos propios de la novela gótica y 1os relatos estadounidenses sobre el sida. Pero Sedgvvick señala q_ue cuando en1_pezó a escribir su tesis "el bagaje que acarreaba no era 1a pasión sino un interés relativo y una. depresión profunda, así con10 un interés estructural y espacial que tenia desde hacía n1ucho tie1npo y que aún sigo teniendo" ("This Picrcing Bouquet: An Intervievv vvith E\re I(osofsky Sedgw:ick by David L Clark", en Stephcn JVL Barber & David L. Clark (ecls.), Regarding Sedgwick Essays on !?{,:11.eer Culture and Crit'icul Themy, Nueva York, Routledge, 2002, pp. 248-244). Aunque tan1bién señala que le interesaba el "aura de erotisn10 perverso y 1os secretos sexuales propios de la literatura gótica".

Prólogo

xiií

En su scg11ndo libro, Betineen lvfen: 1!,nglish Literature and lt1ale rion2osocial _l)esire [Entre ho1nbres: LiteTatura inglesa y deseo ho1nosocial lTJ.asculino] (1985)) Sedgvvick CA1J1ica en el "Prcfi1cio" \rl.iJ) que se propon-la: Intervenir [en los estudios fen11inistasl de dos inodos diferentes" l'Su] público n1ás inmedia:to eran otras investigadoras fen1inistasº En ese n101T1ento, la investigación fenninista parecia tratar de un so]o proyecto[ ... ] Iv[e mre<'Í.O DecesaTio y urgente recstn1ctnrar el pensamiento ferninista en un conjunto de disciplinas porque necesitaba y quería que fuera diferente) a la vez que ll1e sentía apoyada y en11poderada en el día a día por trabajar co11 un conjunto de pensadoras fe1ni:nistas. Encontraba pa1ticular1nente oprcs1'/ª la n1anera higiénica en la que u.n nlunero de contingencias diferentes a ni,.Tel institucional, conceptual, pohtico, ético y e111ocional prollnetía (¿,o amenazaba'?) alinearse de una Rnanera tan pulcra con el desarrollo de un can1po gii1océntrico de "Estudios de las Mujeres" y en el que 1os te1nas, paradigmas y el e1npl~je político de la investigación, asi CO]_TIO las propias investigadoras se identificaban con lo "fcn1enino" [fernale]. A la vez que participaba en estas contíngencias 1 necesitaba 1nantencr lTii te en una obstinada intuición: que los cabos sueltos y los cabos cruzados
El libro sostendrá q_ue ]a comprensión de casi todos los aspectos de la cu1tura occidental modc1na no solo es incon1pletai sino que esk'l pe1judicada en 1o esencial en 1a rnedida en 1a q_u_e no incorpora un análisis crítico de la definición n1odcr11a de la 1101110/heteroseA-ualidad; y partirá del supuesto de que el terreno 111ás apropiado para iniciar este análisis teórico es 1a perspectiva re1ativa1nente dispersa de la. teoría inoderna gay y antiho1nófüba. (11) Mucho se ha hablado, en los debates de las personas con1pro1netidas con la disidcnc1a de género durante 1os año..s 90 y 1a prin1cra década del presente sig101 sobre si la teoría y las teóricas queer eran "fen1inistas" o "postfen1inistas". 'fengo que decir que esta discusión siempre ha conseguido dejar1nc perp1~ja)

:.._iv

Prólogo

Prólogo

ya q_ue) corno acaba1nos de n1encionar, Scdg,vick consideró, de fi1r1na expllc1~ ta en su obra de 1986 Bctween. 1\!len. lEntrc hon1bresJ, que cHa era fen1h1.lstaJ que su trab<:\}O era fcn1inista y que dicb_u libro consistía en "una J_ntcrv'.ención en los estudios ternini.stas 1.,.] n1ov-Jn1iento con el que n1e identificaba {1.e lnodo no prob1ernático" ("Preface", 'liii). Nlc pregtn1taba córno se puede discutir sobre si una autora es o no ferninista o postfcn1inista (térn1ino que ronHeYa la caracteristica de "después del Íe1ninismo", que tanto ha preocupado a nurnerosas activistas y pensadoras ten1inistas y que tantos conflictos ha ocasionado y era lógico que fuera así, porque "postfe1ninismo" era un término que se entcndiía) que se equiparaba, que se traduciía con10 renunciar a que las rnujeres fueran_ el Sl\jeto político del terninisn10 o el stüeto político privilegiado del fen1inisn10 en relación a otras opresiones de género y sexualidad). Me preg11ntaba para q_ué sir1,re e1 conocirniento, el trabajo intelectual tan co1nprcnnetido con el fe111inisrno, con10 el de la propia Se
J:!,'pisternoloirf,a del arrn.ario es un libro fcrrünistaJ sobre todo en e1 sentido de que la autora de sus análisis es alguien cuyas ideas han estado influidas n1acro y inicruscópica1nente poT el fen1in_isn10 duTante un largo :periodo de tiennpo. Sin ernbargo, en las diversas intersecciones en las que un estudio inconfundiblel11entc fe1ninista (esto es, centrado en el género) e inco11fi111dib1ernente anti-hon1ófübico (e.._.;;to es centrado en la sexualidad) han parecido divergir, este libro ha tratado sisternát-Ucan1entc de presionar en 1a últilna dirección. Mi elección se debe principaln1ente a la consideración de que e11 la actualidad el análisis fcn1inista está considerablen1ente n1ás desarrollado que el análisis gay masculino o antibomofObico (teórica, política e institucionahnente). Hay más personas que se dedican a1 análisis fe1ninista, se ha realizado dura:ntc 1nás tiempo, es menos precario y arriesgado (con todo, aún bastante precario y arriesgado) y ya se dispo11e de u11 conjunto de instrun1entos n1ucho 1nás an1plio para que progrese. 1

XV

f~sto es cierto a pesar del extraordinario florecin1Jcnto reciente de los estudios gays y lésbicos, sin 1os cuales, co1no he indicado, este libro 11ubiera siclo pero este fiorecirrliento es joven y frágil, se ha1la graYernente a111enazadk\ tanto desde dentro con10 de0de h1eTa de las instituciones acadé111icasJ y toda\ia depende necesarian1cnte de un foHtlo cornún lixnitado de paradigrnas y lect1Jras.

En 1993 Scdg1viclz publica Tendcnci.es, su obra inás dirc-"l:tan1ente política, consistente en un co1npi1ación de trece ensayos agrupados en tres apartados: "Queer 1'utelage", "Crossing ofDiscourses"y "Across Genders) Across Se:\tJalities". Junto a los te:h'tos de hon1enaje a dos pensadores y activistas_ que f~-lllecicron por enfi:r1ncdades relacionadas con el sida (Craig ()v1rens y Michael Ly-ri.ch\ se encrtc1ntran el infiuyente te:h'to "A Poenl¡ is Being ..,VVritten" [Se está escribiendo un poerna]) el 1-r1uy pedagógico "Ho\v 1'o Bring Your l(id_s Up (;ay: The V'ilar On :Etten1Unate Boys" lCóm_o educar a tus hijos gays. La gu_erra contra los chicos afen1inados], a.si con10 la pieza "Divinity: A I)ossicri A Pc1forrnanee Picce, A Little Understood Ernotion" [Di\1nidad: un dossier, un trabajo de perfürn1ance) ln1a e1noción poco entendida_! sobre Divine, el gran actor y artista de perforn1ance cstadonnidensei co-escrita junto a su a1n_igo y colaborador Michael Moon. En 1994, Seclgwicl< publica su libro ele poemas Fat Art / 17ún Art [Arte Gordo / Arte Delgado], compuesto por tres secciones, La portada del libro nos n1uestra a unajovcnci.;:;in1a Sedgv·1rick, con el torso desnudo, en una foto en la que al Tetrato le falta el pezón izq1lierdo. -Dicha t~1lta nos hace recordar, según Jason Ed,vards, la n1astecton1ía a la que se vio son1etida Sedg'-7Vick después de que le diagnosticaran un cáncer de n1a1na :Y el enc1J_entro de la autora con su propia 1nortalidad. En la sección I, un buen número de poen1as nos ofrece porn1cnores de las n1ucrtes ele Michae] l.y11ch y de Gary Fisher1 un alun1no afroan1ericano de Sedg'hicL Tras el fallecimiento de Fisher, Sedgwick editó su obra con el tfrulo de Gary in Your Pocket [Gary en tu bolsillo] (1996), En la sección II cabe destacar el poe1na narrativo '"I'race at 46", :n1-Uentras que la sección III, "The Warm Dccernbers"1 fue escrita durante nn bloqueo literario de la autora acontecido entre 1984 y 1986) lo que supuso que dicl1a ohra fu.era la l11itad de amplia de lo que originahnente se había. propuesto. En 1999i Sedg-,vick publica su obra rnás autobiográfica: A Dialog·ue on Lave [Un diálogo sobre e] an1or], que da cuenta de la Telación con su terapeuta Shannon Van Wcy, y que la autora define con10 "1u1 haibun expandido a dos voces" (en la literatura japonesa un haibu.n es una co111posición Hteraria que con1bina 1a prosa y el haiku, n1ezclando autobiografía, diario y ensayo, enh·e otros géneros). Esta obra1 colno señala. J ason Ed,vards, "ofrece iinportante y sugerente infi)r1nación sobre el papel de las n1t~jeres en la obra
Prólogo

Prólogo

arte textil y en e1 budisn10". ~4 IJialog;ue on Lave nos rcveJa aclcn1ás aspectos autobiográficos funda111entales para entender los motivos que llevaron a Sedgv.1ck a interesarse por e1 estudio de ]as cn1ociones y los afectos, cornenzando sing1J]ar1nenitc por la vergiienza, el .seutinricnto que la llc.v6 a iniciar dicha investigación, Tal y como señala 1a ~v'Oz de su terapeuta, Shannon Van en esta obra EN RELi\CIÓN A Li\ lVlENOPACSJA, HABLA. DF. LOS SOFOCOS co:v10 ]'vlOTIVO OHIGlNi1.RTO

QUE Li\ LLEVA AL\ TEFL'\PTA -DR.Al'vf.ATIZA._:\TJ)O LA VERGÜENZ!-\1 El" CALOR1 EL AURA

~11.FECflVA DE SENTIRSE FATALY"l'vL.l..LA"- "l\JE HACE POSIBLE PENSAR SOBRE ET. AFECTO COivlO TElVIA" -lv{ENCIONA HABEHSE "VISTO A SÍ l\JISlVL<\. COl'víO UNA PERSONA SI\! EJ:vlO-

CTONES O STN ACCESO A ELLAS - PUDO CUESTIONAR ESTO CU)u"JDO LOS ,.\FECTOS Y L\S SENSACIONES COitPOfu\LES LE LLEGARON COivíO ALGO fu"'{'l'EHi\JO,

co::.v10

UN SÍNTOIVIA,

EN LOS SOFOCOS,

A este libro le sucede Tocar la fibra en 2003. Después de la gTan eclosión dlc las políticas queer de los ú1tin1os quince afios del siglo xx, es posible afir1nar con10 hace Sedgvvick en la introducción que parece que debido a la banalización estratégica de las políticas gays y lesbianas, así con10 a su resuelto distancia1niento de la relación histórica y presente con 1a epide1nia del sida, podría haher sucedido que haya pasado el mon1ento en el que la teoría tuvo una re1ación inuy productiva con el activismo sexual en n1últiples áreas de conocin1iento. Y en efecto, la influyente obra que ahora pnblica1nos en castellano -quince años después de su aparición en inglés- representa su alejan1iento de un trabajo explícito sobre temas (to11ics) de la teoría queer y su adentran1icnto en tenias con10 el budismo, la obra de Mclanie EJein y Silvan Tomkins, los afectos y 1a pedagogía) lectura~ críticas sobre tendencias de pensan1icnto reciente, así COJTIO iJnpo1tantes enstlyos sobre la pe1formatividad qucer y el afecto detern1inante que llevo a Sedgvvick a repensar sobre los n1is1nos: la vergüenza. Sedgvvick describe los diferentes artículos que confor1nan Tocar la.fibra como Un proyecto que analiza algu11as 11crran1ientas y técnicas que pueden ser útiles para segu_ir desarrollando tu1 pensamiento y una pedagogía no dualistas. Muchas voces nos dicen que no pense1nos de forma dualista e incluso nos enseñan lo que debe1nos pensar al respecto. Pero son inenos los que nos dicen co1no acon1eter dicha tarea, los hábitos y las prácticas atectiv:::ts que ello conlleva para que no se vean sometidos a fórmulas y inodelos prescriptivos. E1 n1ejor resultado que espero es que el libro transn1ita [. .. ] un sentido

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de posibilidad. E1 ideal que \'ish_u11brn es el de una n1ente reccptilva a los pensarnlentosi que sea capaz de nutrirlos y conectarlos y que pueda sentirse feliz al llevar a cabo esta tarea f... l . A la vczJ uno de ]o.s acun1uh1th/üS relatos de TI' quizás tenga que '.TCr con la decreciente sensación de 11na escritora de tener un fi1c1i:c centro de gravedad en un can1po intelectual espctiflco. (EHo ha sido ocasionado por los e11cuentros con la n1ortalidad y el budisn10) r... l q1u1e han ocasionado unos efectos que han desplazado la conciencia -fuerte de una vocación qrne hizo que uu. libro corno Epistemolop;ia del ar1nario se mostrara segrnro de su inte.rvcnción en los escenarios conte1nporáneos de la sexualidad y de 1a teoría crítica. En contrastci n1is ú1timos textos (l1an sido) el Hbro de poen1as: Fat..!lrt / ThirtArt; A Dialogue on Love, un haibun expandido a dos voces; articulas periodísticos sobre el. cáncer de n1a1TILa y tu1 itrabajo cada vez n1enos Hngiiístico centrado en el arte textiL A la vez1 y es interesante resaltarlo, m.i trabajo docente ha desarrollado una mayor textura y rnn n1odo más relajado de llevarse a cabo. El título que he elegido para estos ensayos, 10ca.r lafibrai recoge Rni intnición de que parece que existe una inti1nidad particular entre 1as textura..s y 1as emociones. Pero el n1isn10 doble sentido sentido, táctil n1ás en10cionali ya Jo encontran1os e:n lasil11ple palabra "tocar" (touch); e igualn1ente es inl1ercnte a las pa1abras "sentin1iento"/"scntir" (;!Ce[). Eve l(. Sedg".vick falleció en el año 2009. Dos años después, Jonathan Goldberg, su albacea literario, editó 11ze Weathcr in Proust [El tien1po en Proustl, un corijunto de ensayos escritos por Sedg\l\ick durante la últh11a década de su vida, cuando la autora trabajaba en un libro sobre Proust. El libro nos ofrece lJJna mirada sobre este trabajo y pone el acento en la col1crenc-Ua y diversidad de la obra de ]a autora. En palabras de la profesora y escritora LalJJren Berlant

1he liVeafher i'n Proust no constituye única1nent.c un conjunto aleatorio de la colección final de los ensayos de Eve Kosofsky Sedgwick Es un análisis fluido y frani::o de1 conflicto entre el placer :Y ]a destrucción que confürrnan nuestro apego a la \1da, es una narración de h1s d.eidades que los artistas inventan para encarnar estas dra1náticas fu.erzas
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pode edito.res ccnnisionados ju11to a TYiic:hCle _/~ina Barnle1 Jona,than Go1dberg y 1V[icl1acl TYI0011. (\\.'\V\VA]uke-uprcssºedu/l.Jooks /hk_serics,p11p.) Junto a Andre\v Sedgvvick co-editó Pe~forrnativity and Pe1,forrnance [Perf:or1n_ati'>·'idad y perfor1r:tance-I (1995)º 1'arnbién editó Novel Gazing.: !!¿ueer Reall'ings-inJi'-iction [Una n1jrada a ]a no\rela. l . ecturais queer ele la novelística] (1997), y pal'ticipó en 1996 en Pop Out: rJ¿ueer Wadwl [El pop sale: Queer 'Warl101L un Hbro editado por sus alunu1os Jeunifer l)oyle, Jonathan l'lat1ey) y José Esteban Ivíuñoz para Series Q de Duke Univcrsit}- Press, con el te;rto "Queer Performativity: Warhol's Shyness / Warhol's White11ess" [Performatividad quccr: la timidez de Warhol /la palidez de Warhol], Cabe destacar este libro por la reivindicación de la figura de VVarhol con10 activista queeri frente a la l101nófoba denostación que con frecuencia cncontra1nos en e1 análisis de la vida y obra de dicho artista. El artículo es de gran interés tanto para e[ público en general con10 para un sector del público especializado, un sector de 1os artistas ·visuales y
"Me he dado cuenta de lo q_ue quiero decir cuando te vengo con qut;_ias de cosas que ine han pasado". Le digo. "O cuando se lo digo a otra persona. Cuando te digo qué 11.nal me encuentro, cuanto he trab~jado sobre algo, por todo lo que 11e tenido que pasar, solo hay una frase que quiero oír. 'Que es:

Ya basta. Pnedes Parar ahora.' Parar. Vivir, es decir. Y ba.-'3ta: de sufrir. "Algo así co1no, 'No n1e he dado cuenta qué dificil te ha resultado todo; lo has hecho bien, has tenido que pasar por n1ucho; estás disculpada." (Sedgwick 1999: 83)

No es 1a gratitud un afecto5 segÚJ-1 Sihra:n 'fo1nld.:ns, sino una en1oción con1pl~ja. Aún siendo con1pl~ja, para nú es una de las en1ocio:nes n1ás felices y gratificantes. J\1ichael Ivioon ba sido ]a persona qu.c n1is 1nc ha aJL1Í1Tiado a Hevar a cabo este proyecto de rnu.chas maneras diferentes, tantas que él reconocerá algtu1<.~.s y negará otras) y cada una de ellas ha sido una nueva fo1111a de beilezai por lo nnenos para in-L ,.!\. nli adorable pan~jaj Hal Sedg.,,vi.ckJ y a nris pach'csi Y~eon y Rita f{osofsh'}Ti para los que todo agTadecüniento es pocoº Los interlocutores que inc han apo1tado 11na inagotable fuente de ideas a 1a hora de aco111eter este tratn:\io son Stephen Barber, Laurent

Bcrlant, Judith Butlcr, Mary Campbell, Jonathan Flatlcy, A&rn Frank, Jonathan Goldherg, Tim Güttid, David Kosafsl
Agradecimientos

tion: The Construction ·QfAutlrurshi¡J [La edición neoyorquina de los Pi"efacios de Henry J~rnnes: la construcción de la autoría], ecl l);-rvid Mc\Alhirter (Stand_ford: StandfOrd Univcrsity Prcss, 1996), después de que hubiera aparecido pre·vian1ente en dos partes: "lnside }lenr:y Jan1cs: Tov-.,rard a LcAicon for 1'hc Art r¡f'the J.Vovel' ["En el interior de f-Ien1}' Jarnes: 11acia un léxico de El arte de la novela"] 1 en l\Tegotiating ]_,csbiari and .C?ay Suhjects [Negociar los ternas lésbicos y gays], ed. Monica Dorenkamp y Richard Hcnke (Ncw York: Routledge, 1995) y "Queer Perforrnativity: Henry Jm11cs's TheA1t of'the _l\Tor)f;T' [PeJLforn:1athr:i
Agradecimientos

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[N. de 1a T,] El libro se publicó en 2005.

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Una gran parte de los articu1os del libro Tocar la,fibr.a se han publicado antes en otros contextos, Pero esta colección
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Introducción

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en un i::-ornbate con10 el de Jacob -o el taichíi que tan1bién IlO:) puede scr'v·ir ele ejen1plo- que n1czcla agencia y pashrldad, e1 }''O con e] libro y e1 rnundo, los objetivos del trabajo con los rned.ios p;:i.ra conscguir1os y qulzási lo que es aún rnás ala.rn1ante, la inteligencia con la estupidez, Si es quizás algo alentador en la obstinada reticencia a la estructuración de Tocar la.fibra. Entre las form_as de terquedad que este Ebro encarna (si) soy TauTo), uJ1a de las 1nás evidentes es su fijación con nu pequeño grupo de te;.,_"tus teóricos, todos ellos publicados en 1990. Soy proclive a señalar có1no ]a obsesión es la forlina más duradera de capital intelectual. De forrna iná.s o inenos CA'])licita, todos los ensayos de este ]ibro exploran la estünulante sensación de posibilidades aún no agotadas, y también la frustración, que suscitan cuatro textos difíciles: Cómo hacer cosas con palabras de Jol1n Langsha\v Austin 1 el vohunen introductorio de l,a historia de la se~rualillad de lv1icl1el 1''oucault, El género en disputa de Judith Butler y los prin1eros tres volíunenes de 4ffect 1mage'ly Consciousness de Siivan 'To1nkll1s (los pasajes que fOrn1an parte de ~')hcnne artd lts Sisters [La vergiienza y sus hern1anas] de 'fon1ki11s 1 el libro que edité junto a Adan1 Frank). Además, excepto el trabajo de 1'onikins que es 1nenos conocido, inis ensayos responden a la recepción pedagógica y critica y a los usos que se han dado a estos h1Íluyentes textos, y a n1enudo lo hacen con la exasperación revitalizadora, aunque a veces ta1nbién áspera e ingrata, que dicha recepción n1c ha producido. Lo que yo quisiera q_ue fuera ig11ahnente evidente (quizás en algi_1nos sitios lo sea), es ini sin1ple y llana gratitud por haber goz:ado del privilegio de ser ilTterlocutora en las conversaciones en las q_ue he participado, y que han sido para n1í experiencias cruciales en 1o político, lo intelectual y lo in1aginativo. A la vczJ q_uizás uno de los relatos ac11111ulativos que se desgranan en Tocar la.fibra sea el de có1no una escritora se siente cada vez n1enos atada a un centro de gravedad fuerte, anclado en un can1po intelectual específico. Los encuentros con la mortalidad y e1 budis1no, ten1as q_ue confor1nan ]os dos últimos capítulos de1 libro 1 han ocasionado, para lo bueno y para lo 1naloJ ett:ctos de desplazamiento sobre la sólida conciencia vocacional que per1nitía a un libro como E'pistemología llel armario mostrase seguro de su intervención en los escenarios conten1poráneos de la sexualidad y de la teorla crítica. En contraste, algunos experhnentos editoriales colaborativos han for1nado parte del trab~\io que he realizad.o de fOrn1a para1ela a Tocar la.fibra durante esta últin1a década: un libro de poen1as; A Dialogue on J_,ove [Un diálogo sobre el an1orJ, un haibun expandido y realizado a dos voces; un buen número de artícu.los per]odísticos sobre el cá11cer y un trabajo cada vez menos lingi.iístico centrado en el a1te textil. A la vez 1 y es interesante resaltarlo) n1i trabajo docente ha desarroUado una n1ayor textura y un n1odo n1ás relajado de llevarse a cabo. Al esforzarme por hacerle sitio en Tocar la.fibra a un sentido de la realidad que no excluyera ning1.1no de esos elen1entos, ta111blén he tenido que desasir1ne de a1gunas ver-

dades que solía pensar que eran evidentes en sí mts11rms, inchüdo el pri-.rilcgio absoluto de la escritura, En el ac1a111ado pocn1a "Un .a1te''', Eli7.abeth m"·''"I' repite corno estribillo "el arte de perder es fácil de clonlinar". Por su insistencia en una estética puJ-gantci este poema suyo no 1nc ha glj_i.stado nnncaJ 1ne lo con10 un in1án que se pone en la puerta de una nevera conn1iJ1ando a la gente que está a dieta a no abrirla. Una versión que 111c resultaría 11Jás cercana invocaría el a1ic de "dejarse ir" y no solo cun10 un arte sino colíno un co11jtu1to de artes relacionadas. En t"H.na situación ideal, la ··vida, los arnores y las ideas podrían sentarse Hbrcn1cnte, durante un rato, en [a pahna de nna rr1ano abie1ia. J\.1c babria grnstado que 10car la.fibra resultara igua1 de abierto y tuvier<-l. _su n1.isn10 nive[ de concentración. En esta introducción, yo solo puedo desvelar a1gunos de los n1uchos te1nas que se han convertido en indispensables durante su escritura.

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Pertormatlvldad y ¡:¡ertmmam:e Tocar la fibra nace de la intransigente fascinación que suscitan algunas ilnplii:aciones y efectos que rodean el trabajo fundacional sobre las oracio11es perforn1ativas de J.L. Austin. f\unque el concepto de perfor1natividad ha in1pu1sado líneas de pensarrliento en diversas disciplinas notablen1ente divergentes 1 yo he tenido n1ás en cuenta una línea de pensamiento que se ex"'tiende 1 pasando por Derrida, a las prin1eras obras de Judith Butler, una linea que se ha 1nostrado particularme11te fructífera en e1 desarrollo
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Introducción

introducción

Sin en1bargo, tal y con10 Shos11ana _Fch11an señala en 'Th_,r: L1'iemru Act- [ER acto de habla literariol, la propia pcrÍorn1
CfHIJ.o ln1a forn1a de conocin1iento espaci.alizado, ta1 y coro.o el Knis1110 J-\nstin dice) fi.nahnentc no hay' una dis:;llH1ción bina.ria (de1 sí/no) entre los enunciados perfOrn1ati'vos )' los no pcrforn1ativosJ paTece lnás úti1 in1.aginar un conjunto de relaciones presentadas corT10 un n1apa: un n1apa donde figuren 11acia. l.a n1itad los enunciados perforu.1<1.ti,ros expHcitos 1 que se conforman siguiendo estrict;:n11ente las :norn1as de la 1i:t1a 6, y una gran 1,rari.edad de otros enunciados disc1ninad.as o agrupadas in.ás cerca o inás lejos de dicho centro, dependiendo de las di-versas forn1as en las que puedan asemejarse o diferir de dichos ejen1plos. :En el capitulo 2 de Tocar la._fibrrt, "En torno a lo pcrforn1ativo", continuaré con este irnpulso espacializador proponiendo un nuevo tipo de enunciados peripc1jOrrnativos, cuya con1pleja eficacia dependerá de su relación tangencial así como de sus diferencias, con 1as expresiones perforrnativas explícitas. lnc1uso este an1plio interés en las forn1as de[ lenguaje perfor1nativo representa una salida de la filiación quecr/ deconstructhra a la que n1e referí con anterioridad. Porque desde J acques Derrida a J udith Butler 1 la trayectoria de la teoría literaria y de género se ha orientado cada vez n1ás lejos de (lo que pod.Tian1os lla111ar) el n1on1ento gra1natica1 o el ünpulso gran1at]ca], en los debates acerca de la perfür1natividad. Per1nitasen1e que ofrezca una explicación excesivan1ente sirnplista cuando sostengo que tanto la deconstrucción eo1no la teoría del género se han valido de la performatividad austiniana al scir•licio de un proyecto cpiste1nológico al que pod.en1os deno1ninar, de forma genera1, antiesencialista. La perfor1natividad austiniana trata sobre có1no e] lenguaje construye o afecta a la realidad en 1ngar de si1np1e1nente describirla. Este carácter productivo del lenguaje es inás significativo para los pro~yectos a.:ntiesencialistasi L1J.ando los enunciados en cuestión se encuentran más cerca de n1anifestar sin1plen1ente una relación descriptiva sobre alguna realidad independiente, evidcnte111entc e:xira-discnrsi.va. De 1noclo análogo 1 en el terreno de la historia) los n1isn1os proyectos antiesencialistas han puesto en prin1er p1ano las repetidas den1ostraciones que nos brinda. Foul'.ault sobre la fuerza productiva que poseen tanto las t&"'i:Onornías y las disciplinas) que pretenden ser simplen1e11te descriptivasi co1no las prohibiciones cuyo aparente eÍecto consiste si111plem.ente en negar, Que el lenguaje en sí n1isn10 puede producir rea.Helad es la base fundai11cntal de cualquier investigación antiesencialista. En esa n1edida, parece que tanto la deconstrucción con10 la teoría del género están interesad.as en desplazar el concepto de lo perforn1at1vo de Austin de su espacio localizado en varios e11unciados o tipos de enuncia.dos que lo ejernplifican, y en presentarlo, en can.nbio corr10 una. pTopicdad n1ás amplia del lenguaje o del disc'urso. Poden1os caricatcurizar a Derrida cuando responde a una n1anifestación de Austin sobre los pcrforinativo!:l explícitos diciendo: "pero lo único interesante de esto es observar cómo todo lenguaje es perlür-

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plos de los cu_unciados pe1for1nativos. ApaTecen presentadas en prirncr lugar con10 perfor1nativas puras, originarias y definitorias del concepto y, finahnente, desdeñadas con un rnero "caso n1argina1 en el lírnitc", eso ad1nitiendo que sea posible decir que los cjc1nplos o el concepto fu_eron capaces de "sobre-.,ritir" a 1a operación analítica que Austin (1970: 150) Hevó a cabo en el conjunto de sus conferencias, Sin en1bargo hay un retorno constante a cUchos enunciados con10 si no l1ubiera análisis ni argu1nentació1n, ni desn1a.J1tclan1icnto ni deconstrucción que realr11ente pudieran ininar o desafiar la n1anificsta evidencia de su fuerza eje1nplar: son las oraciones que la obra de Austin instala en nuestra in.ente co1no ep-íton1e de la perf-Orn1atividad sin n1ás 1 lisa y llanan1enteJ pese a haber (no1ninalmentc) anulado la operativridad ter1ninológica de1 propio concepto. Se trata de un grupo de oraciones n1uy conocidas) sobre las que "parece claro que proferir el enunciado (por supuesto en el contexto adecuado) no consiste en clescrib,ir lo que estoy haciendo [. . .] ni en deciT que lo estoy haciendo, sino que es hacerlo". Algunos ejemplos son "pro1neto", "lego", "bautizo"1 "1ne d1scu1po", "te reto") "te condeno" (3). En este libroj voy a apartarn1e del uso de l\ustin, y ine voy a referir a estos casos cjc1nplares con10 enun,ciados 11eifOrn1Jztivos e;r;¡1lfcitos. 1'ienen varios rasgos sintácticos y se1nánticos en co1nún: están en 1) 1a pri:n1cra persona del singular, 2) en el tie1npo presente, 3) en el n1odo indicativo, 4) en la voz activa) 5) el verbo de cada oración no1nbra precisan1ente el acto (en palabras de Austin, la ilocución que la enunciación n1is1na lleva a cabo), 6) la locución adverbial "por la presente" podría ü1sertarse en cada una de ellas sin distorsionar ni su fürma ni su sentido. De este modo "Yo (por 1a presente) pido disculpas" pide disculpas, "yo (por la presente) te condeno" condena) y así sncesivan1ente. Si la categoría enunciados 1Jer:JOr1nativos e:x:plicitos puede resultar úti1i no quiero que lo sea porque esconda los casos dudosos debajo de la alfcnnbra. Hay inuchas oraciones cuya fuerza parece sin duda pe1forn1ativa en un sentido clásican1ente austiniano pero que ·vio1an todas las nor1nas antes rnencionadas. "Se suspende la reunión" viola la l y la 4J por ejemplo; "la Corte dispondrá" ·viola la l y 1a 2; "estás descalificado" viola la 1yla5; "lPresente!" viola la lJ la 2 y la 3 y quizás tainbién la 6. Pero el interés de una categoría acotada no consiste en presentarnos otro nivel en el que jugar a1 juego de buscar excepcio11es y de entresacar los enunciatlos que cualificarían separándo1os de los que no cualificarían en la categoría de enunciados perforn1ativos explícitos según las norn1as que acaba1nos de citar. En lugar de eso, creo que la categoría es lnás útil si ]a consideran1os

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lnt1·oducción

n1ativo"; y a Judith But1er añadiendo: "no sólo eso sino q¡_1e en realidad es más perforn1ativo cuando menos lo parece de rnodo explicito, aunque esto sea dist'.utihle, sobre todo cuando ni siquiera está encarnad.o en palabras reales". No seré yo quien discuta estos poderosos ejernplosv ni siquiera el antiese:ncialisrno que lleva a forn:aularlos. Solo rne gi._11staría señalar cón10 tanto la perfor1natividad de Derrida corno la de But1er1 en la medida en que a.inbas están al servicio de un proyecto cpisten1ológico anticscncialista, paTeccn ser el reverso de las taxononTias gTarnaticales hipostasiadas que han caracterizado el uso positivista de las ideas de Austin por pa1tc de autores como J ohn Searle o Én1ile Benvenistcº E!:> decir, que parece que tanto Derrida con10 Butler parten de una dis:yuntiva en la que las t<:L'\Ono1nías sin.tácticas de J\ustin, que eran a la vez provisionales y lúdicas, pueden persistir sola1nentc co1no reductivan1ente esencializadoras; el desplazan1iento qne lleva de alg;úrt lenguaje a todo leng;uqje parece necesario en su proyecto antiesencialista. Es posible que si qrnere1nos prestar atenció11 a las texturas y efectos de los aspectos particulares del lenguaje, como intento hacer en muchos de estos ensayos, haga falta dejar de lado el anticscncialisrno y dar un menor peso relativo a las de1nandas epistcn1ológicas acerca de la verdad esencial. También me he apartado un poco del proyecto deconstructivo que analiza fenómenos aparenten1entc no li:nglhsticos en térnlinos rigurosamente lingüísticos, como cuando Bntler (1990 b: 272-27,3) analiza un estilo específico gestual c:omo una variedad de la enunciación perfor1nativa. ¡\l igual que una buena parte del proyecto deconstructivo, Tocar la fibra quiere tratar sobre aspectos
lniroducción

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-¡_nente en los estudios de género"':/ en los estu·dios cultura1cs) eJ térnüno parece estar ligado prünordiahnente, así co1no prln1ordialn1ente por la noción de perf0Tn1ance tal y corno se define en el lenguaje del teatro. Las prirneras obras de Butler ar'riculan una invlltaeión a ello cuando la autora señala cnE'l género en di::;puta: "considero e1 género [.. J corno L..J un 'acto' 1 por así decirlo, que es a la vez intencionado y perf:orn:-i¡ati\rOi clonde lo 'peTforn1.ativo' lleva un doble siguificado de 'dran1áticu' y 'no referencial'" (272-27t:i). El térn1ino "perfor1nativo" en el mo1nento actual se basa en la autoridad de dos discursos bastante diferentes: por un lado el del tcatroi y por el otro el de la teoría de los actos de habla y de la deconstrucción. Sin e1:nbargo 1 aunque el térn1ino pa1iicipa de1 prestigio de a1nhos discursos, tal y como Butler sugiere, los dos tienen significados 1nuy distintos. Parece que la expansión entre los significados teatrales y dcconstructivos de1 térn1ino "perforn1ativo" ta1nbién se 11a expa11dido a las polaridades de las acciones verbales y las no verbales. Ta1nbién se expande a aquellas que en ca.da eA'tren10 se refieren a la extroversión del actor (dirigida totalmente al público) y a la introversión, del sig11ificante (si "me disculpo", solo n1e estoy disculpando; si "sentencio" solo estoy sentenciando) y así sucesivamente). La oposición que establece lvlichacl Fried entre teatralidad y absorción resulta lnuy oportuna para esta paradoja sobre lo "performativo": en su sentido dcconstructivo, la performatividad se refiere a la absorción; en la cercanía del escenario) sin etnbargo, lo perfür1nativo se refiere a lo teatral. Pero en otro tipo de uso.si en un teA-to co1no La condición postn1oderna de Lyotard se utiliza el tér1nino "pcrforn1ati'vidad" para referirse a un extre1no
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un análisis del n1atrimo:nio burgués y 1a propiedad de los esclavos reducidos a la condición de bienes sen1ovicntesi co1no dos versiones del teatro ambu_lante -del proscenio 'liajero- en el género narrativo del siglo XTXº

Las tah::s con10 la gcogra-fía y la antropología, cuentan con la ventaja de que per1nitcn dar enfoques ecológicos o sistémicos a teinas tales con10 la identidad Por ejemplo, en su irf1/estigación 1\Jother Carn:¡J (1972)) dedicada a los tra.nsfc1r1nistas rnascnlinos estadounidenses) la antropóloga Esther Ncvvton incluyó los planos de los locales de dos clubs [lrag. Los planos forman parte de los datos del trab.ajo de carnpo de los espect.á-, culos que se Hevaban a cabo en cada ]ocaL y uno de los ele1ncntos 1nás potentes de su análisis espacial tan preciso consiste en
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Más allá Ya he indicado que, a pesar de su interés en la performati\idad) la orientación de los ensayos de Tocar lajibra no pretende sacar a la 1uz for1nas residuales de esencialis1no agazapadas detrá.s de n1odos de análisis en apariencia no escncialistas. Ni tampoco pretende desentrañar pu1sioncl'.l inconscientes ni eleinentos co1npulsivos subyacentes al juego aparente
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Los chistes que inás recuerda la gente son aquellos que no acaban de entender. Creo que Tocar la.fibra despliega una relación scm~jantc con respecto al pri1ner volumen
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J\~c parece que ]a promesa deliTante del libro está más Hgada a 1a identificación de Foucault de la "hipótesis represiva" y de su sugerencia de que debe de haber rnaneras de pensar en torno a la n1isn12L Según 1a hipótesis represiva que Foucault rechaza, la historia de 1a sexualidad solo podría ser la historia de la "relación negativa" entre el poder y el sexo) de la "insistencia de la nor1na" y del "ciclo de prohibición", de '1a lógica de la censura" y de '1a uniformidad del dispositivo" de la escase7. y la prohibición: se trate de la foTma en la que el monarca forn1ula los derechos, el padre prohíbc 1 el censor obliga a callar) o el inacstro proclan1a la ley, en cualquier caso, el poder se formula de modo jurídico y sus efectos se definen con10 sumisión" (Foucault 1978: 82-85). Por otro lado, aunque lioucault está lejos de inanifestar que "el sexo 110 haya sido prohibido o desterrado o ernnascarado o mal entendido desde la época clásica" (19 )i l'.Onsidcra que este se ve inás afectado por la proliferación de los discursos inodcrnos sobre la sexualidad que por la supresión de los nlismos. O, de forma que resulta aún más interesa11te, el autor percibe que quizás no haya una "ruptura" entre "la represión y el análisis critico de la represión" cuando se responde a las paradojas de una sociedad "que habla con prolijidad de su propio silencio, (y) se esfuerza sobremanera en contar con detalle las cosas que no dice" (15). Por el contrario, Foucau1t obsenra que el período moderno se define por '1a 1nultiplicación de los discursos en tor110 a1 sexo en el terreno del ejercicio del poder n1ismo: una incitación institucional a hablar del sexo, y de hacerlo cada vez más; una determinación de las instancias del poder a oír l1ablar del sexo, y hacerlo hablar a través de las articulaciones explícitas y detalladas incesanten1ente acu1nuladas" (18). De este modo, la propia hipótesis represiva que sería liberadora Hega a ser vista con10 un tipo de artin1aña para tener cada vez n1ás poder sobre la proliferación -verbal opresiva que también ya había circulado antes en torno al sexo. Para un proyecto que il1tenta deslindarse de las fOrmas de pensamiento dualista -especialmente sobre el sexo- ¿qué mejor punto de partida podria haber en este debate que la hipótesis represiva? Y, no obstante, si leemos el libro de Foucault de inodo lnás detenido, especi.aimente si anaiizan1os el trabajo realizado en to11.10 a esta problemática en los textos de otras personas dedicadas a la investigación) resulta cada vez n1ás claro que el libro de Foucault aparecía dividido contra sí nrismo en relación a lo que el autor quería conseguir a partir de esta a1nplia, infinitamente ranrificada y sutil critica de la hipótesis represiva. Lo que yo sí sé es lo que yo queria de dicha obra: alguna inanera de entender el deseo l1umano que pudiera tener una relación tangencial con la prohibición y con la represión, que pudiera estar estructurada de otra manera a la complacencia heroica, "liberadora" e inevitablemente dualista de pcrseg11ir y atacar la prohibición/represión en todas sus for1nulaciones ca1naleónica.s. Si el análisis crítico de la represión es en sí mismo inseparable de la propia represión, entonces seg11rrunente se deberá pensar de un n1odo ma11i-fiesta1nente diferente si queremos hacerlo de for111a eficaz.

de la hipótesis represiva a través de tantos discursos supucstarncnte radicales y discurrti.nu_os -n1arxistas) psicoanalíticos y y ta111bién Eberalesclaro que el proyecto de pc11sar de otra forn1a fue una n1otivaciún principal de su estudio. 1{ en buena n1edida su escritura después de este prin1er ,,~0Iu-­ n1e11 intenta desarrollar este _pro1 ecto, Pero 1a fuerza Tetórica tritu1faln:i_cnte caris_1_nática del voh_n11en 1 tan1bién sugiere que Foucault se convenció a sí n1ismo -y ciertan1ente convenció a n1uchas personas que lo leyeron- de que dicho análisis representaba una instancia ejernplar sobre cón10 trabajar al n1argen de la hipótesis represiva. Sin ernbargo, n1ás que trabajar fuera de ella, el volu1ne:n l, co1no la inayor parte de 1as prilneras obras de FoucaultJ puede entenderse n1ejor co1no una obra que propaga incluso más an1plian1ente la hipótesis represiva por n1cdio del dcsplazaJJ1ientoi la n1u]tiplicación y la hipóstasis, Si mi análisis es acertado) esta podría ser una taxonon1ía de las forn1as inás con1uncs de (ln1al?) interpretar el debate de Foncanlt sobre la hipótesis represiva, U11a serie de teóricos y teóricas recientes parecen estar seguros de comprender este volurnen como una obra que argumenta lo siguiente:

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l. Más allá de 1a hipótesis represivai lo que verdaderan1ente in1porta sigue siendo entender algu_na versión de la prol1ibición. Si bien esta funciona n1ediante la producción n1ás que la eli1nil1ació11, de cosas/ tipos de personas / conductas / sul,jetividades. 2. IVIás allá de la hipótesis represiva, 1o que verdaderan1ente importa sig11e siendo entender alguna versión de la prohibición. Si bien esta opera mediante n1ecanismos aparcntcn1cntc voluntarios e internalizados nlás que a través de sanciones negativas espectaculares, 3. IVIás allá de la 11ipótesis represiva, lo que verdaderan1cnte hnporta sigue siendo entender alguna versión de la prohibició11. Si bien esta se 1nanifiesta con frecuencia a través de rnúlti:ples canales y discursos y no mediante la imposición vertical de una ley única. 4º IVIás allá de la hipótesis represiva) lo que verdaderan1ente ilnporta sigue siendo entender alguna versió11 de la prohibición. Si bien esta funciona a partir de una única prohibición transcendental (el propio lengrnaje, por poner un ejemplo, o el No_1_nbre del Padre) en Jugar de expresiones locales o explicitas. 5. IVIás allá ele la hipótesis repres]vaJ lo que verdaderan1cnte in1porta sigue siendo entender alguna versión de la prohibición. Si bien esta opera bajo el disfraz de naturaleza (con10 esencia, por ejemplo). I~a naturaleza y el esencialis1no son y han sido sie1npre las artiinañas definitorias de la prohibición/represión. 1

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f?~esulta c1aro que) a pesar de la potencia heurística que pudieran tener estas lineas de pcnsan1icnto, ninguna de eHas puede cumplir la pron1csa implícita de Foucault: la pro1ncsa de qu_c deberíu haber forn1as de salir de la hipótesis represiva en favor de n1odos de pensamiento que no se estructuraran de una n1anera tan preponderante en torno a la cuestión de la prohibición. Pero entonces, lpor qué todo el inundo te11ía la esperanza de hacerlo? Dada la evide11tc realidad de la prohihición 1 que Foucau1t ad1nite co1110 un componente de todos 1os discursos huTnanos 1 y no solo de los discursos sobre la sexualidad, parece que el salir de la hipótesis represiva solo podría surgir de una c]erta ingcnuidad1 ya sea h1tcncionada o sincera: de una reticencia terminal a aceptar 1a realidad. Pero, al responder con tanta contundencia a la promesa implícita de l1oucaultJ a 1ní en 1ealidad no me movía la fantasía de un inundo sin represión i1i prohibición. Mi descontento con las interpretacio11es que he mencionado rnás arriba tan1poco se deben a que las considere demasiado pesimistas o insuficientemente utópicas. Todo lo contrario, hnpresionada por la de111ostración de 1-i'oncault de 1a estructura incesante, autopropagadora y adaptativa de la hipótesis represiva, empecé a ver un enorme riesgo cognitivo en estas interpretaciones: la probabilidad de que se convirtieran en una tautología inoralista que cada vez era más incapaz de reconocerse con10 tal. O en vez de una "ta.uto1ogía.", un concepto que procede del lenguaje estático de la lógica, podría ser una descripción sistémica. Hay que señalar que los intentos de situarse al margen de la hipótesis represiva basados en un conth1uu y riguroso estudio de su carácter proteico e incluyente forman un bucle indisoluble de retroali1nentación positiva. Sería como si A y B estuv1-eran en la cama debajo ele una n1anta eléctrica de doble mando, pero con los n1andos de control invertidos accidentalmente: si A tiene frio y sube la temperatura, el lado de la n1anta. de B es el que se ca.lienta, por lo que B bajará la te1nperah1ra y hará que baje aún más la del lado de la manta de AJ por lo que A subirá n1ás la te1nperatura en el lado de la manta de B y, así sucesiva1nente, hasta el in"finito. El capítulo 4 de Tocar la fibra analiza con mayor detalle estos bucles de retroalimentación que, seg1in Silvan ~romkins, funcionan como auto-refuerzo opuesto a la a.utorrealización. Breven1cnte, en el caso del volumen de Fo11ca111t y de sus efectos, diría que su análisis de la falsa dicoton1ía entre represión y liberación ha conducido, en muchos casos, a la restitución de dichos conceptos bajo la rúbricai p.Ún más reificada y abstracta, de lo hegen1ó11ico y lo subversivo. La aparente urgencia ética de dichos térn1inos en1nascara el gradual vacian1iento de sustancia, como si un contagio foucaultiano-gra111scia.no convirtiera el tér1nino ''hegen1ónico" en una nueva denominación del stat-a quo (por eje111plo, todo lo que es) y definiera el término "subversivo" en términos de una relación meramente negativa, cada vez mayor, en relación al término hege1uónico (un extre1no de la mis1na "relación negativa" que, en prünera instancia, ha definido

la hipótesis scg;1ón Foncault.} 1'..s la poro útil estructura Cfr1e se utilizó pa,Ia desarticular 1os argt.nnentos histórlJ.'.OS sobre si una época histórica concreta era un periodo de "continuidad" o de "carnbio". ()tro prohlerna afiadido cuando se reifica el statu qua, es oó111_0 esto afecta a las zonas n1cdias de agencia. La relación de una persona con lo que es -corre el riesgo de convertirse en reactiva y bifurcada, con10 la de un consumidor cuyas posibilidades
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Co1110 buen sujeto foucaultiano que soy, e.:i-toy un poco .:rvergonzada
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Co1no muestra c1 trab<-\iO de Bora, yo no he percibido u_na te:xtura hasta el mo1ncnto en el que he presentado una hipótesis sobre si el objeto que estoy pcrcibiend.o está sedirncntado, acu111ulado 1 laminado) granula(loi pulido, desgastado, cubierto de fieltro o n111llido. De modo silnHar, percibir la textura es saber o inantener una hipótesis sobre si una cosa será fácil o dificil, segura o peligrosa de asiri de apilar, de doblar, de coitar en trozos, de escalar, de cstiral', de deslizar o de n1ojar. Incluso de forn1a más inn1ediata a otros sisten1as de percepción, parece que el sentido del tacto co11vierte en algo carente de sentido cualquier enfoque dualista sobre la agencia y la pasividad; tocar es siempre ya querer llegar a alguien, acariciar, levaJ.1tar, conectar o envolver y, sie1npre tainbién entender a otra gente o a las fuerzas naturales que efcctivan1cnte han hecho lo misxno antes que nosotros, aunque solo sea porque dichas personas han fabricado los objetos dándoles su te:x--tura. VValter Be11jamin caracterizó una manera de analizar 1as propiedades reversibles de los objetos y sttjetos que tienen teA'tura cuando escribió: Pese a su incapacidad para dar permanencia a su ser terrenal) parece que para un burgués el preservar para 1a posteridad los rastros de los artículos y objetos iinprescindibles que usa a diario es una cuestión de honor. La burguesía deja huella alegremente en un conjunto de objetos. Bien sean estos zapatillas Y relojes de bolsillo) ten_nómetros y hueveras) cuberterías o paraguas, siempre h1tenta cubrirlos co11 fundas o estuches. Prefiere cubrirlas con inateriales co1no el terciopelo o la telpa que preservan 1a huella de las veces que estos se han tocado. Hacia finales del segu.ndo ilnperio [. ..]la vivienda se co1Tvierte en una especie de estuche (Benjamin 1983: 46). Este estilo ve la vivienda con10 una especie de estuche para la persona que la habita y la encastra en él con todas sus pertenencias, coloca sus huellas coino la naturaleza a la fauna n1uerta que en1potra en gTanito, Es in1portante percatarse de que este proceso tiene dos caras. Se hace hincapié en el valor real o sentünental de los objetos que así se preservan. Se quitan de la vista profana del que no es su propietario y, en particular, se difuminan especialn1ente sus contornos. No es eA'lraño que esa resistencia al control) algo que para las personas asociales es su segu11da naturaleza, vuelva a estar presente en la burg1-tesía propietaria" (46-4 7). Partiendo de la fE:lpa victoriana hasta llegar al brillo post1noderno, Bora señala ql1e "lo liso es tanto un tipo de textura como el otro de la tcxtl1ra" (Bora 1997: 99). Su ensayo distingue de modo muy útil entre dos tipos o dos sentidos de teA-tura, la que denomina tecr:tura, con una x, y la que denomina te::v.xtura, con dos x. La teaxrtura es un tipo de tcA-tura densa ya que ofrece información sobre el modo sustai1tivo, histórico y material que dio lugar a la textura. Un recipiente de ladrillo o de metal que aún conserva las cicatrices y el lustre desigual de su fabricación sería un ~jen1plo de texc1:t'nra en ese sentido. Pero

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tarnbién existe la textura. -esta vez con una sola x- que de forrna dcsa.fiante 1 o incluso i1T\·'Ísible) bloquea o 11icga scn1cjante infor1nación; hay una te:x'tura, norn1aln1cntc JlJ1uy pulida y con frecue-ncia hortera) que por el contrario, insiste conth1ua111cntc en 1a po]aridad entre 1a sustancia y la superficie, la textura que significa el borrado vo1nntario de su l1istoria, Una consecuencia de] trata1niento que realiza Bora de este concepto es que por 11tuy rn1lida que esta se 1nucstre: 1a textura sien1pre existe. Bora lleva a cabo un análisis técnican11eni:e magistral sobre ]a historia de] concepto de fetichismo ligado a la textura, que taRnhién incluye el fetichismo de 1a 1nercancia y el psicoanalítico, ya que a1nbos dan la impresión de propiciar u11 can1bio en los desplaz;:unientos del fetichisn10) con10 si lo hicieran a la. velocidad de la luz 1 junto a los desplaza111ientos de las superficies nlanufacturadas o excesivan1ente destacadas. Pero la densidad narrativo-perfOrmativa del otro tipo de tcx,tura, su histor'ieidad llnposible de erradicar, tan1bién se convierte en susceptible de tener un tipo de valor fetichista. Un ejen1plo de esto últin10 podr-Da ocurrir cuando se trata de una cuestión de exotismo, del registro tc>-'tural palpable que se puede adquirir, de1 precioso y barato tTabajo que 11acen n1uchas tnanos extranjeras visto desde la perspectiva de ojos extranjeros cuya capacidad de percepción está n1uy dañada. El ensayo de Bora tannbién 11ace hincapié en que aunque 1a textura tiende a definirse en relació11 al sentido del tacto, la textura e11 sí n1isma no es coexte11siva con ningún sentido en especial, sino que más bien se registra de fOrma liminal "en Jos límites de las propiedades del tacto y de la vista". Y m verdad, otros sentidos más allá del de la ·vista y e1 táctil está11 presentes en la percepción de la textura con10 cuando oímos el roce de unos pantalo11es de pana o el crqjir de la piel de u11 pollo n1uy crocante. Si la teA-tura in1plica a Jnás de un sentido, también es cierto que 1as diferentes pTopiedades y las historias n1oclernas radicahnente diferentes de 1os diferentes sisten1as de percepciones ta1nhién pueden modificar y ex-tender la historia. de la textura. La tecnología ha sido, por lo Inenos hasta la fecl1a 1 incre-íb1emente poco capaz de an1plificar el sentido t1Üsn10 del tacto físico. A las mujeres que se autoexan11inan el pecho se les ensefia a utiHL.ar una película de jabón liquido e11 un tejido satinado o incluso un trozo de plástico en1papado en agua para que el contorno del pecho destaque rnás al palpar con los dledos, Pero esta míniina incjora es solo una pequeña aportación cuantitativa si la comparam_os con las mejoras del estilo visual literalmente exponenciales con las que contan1os desde Leeu\venhoek y Nevvton. El narrador de 1Vfiddlemarch, una de las novc1as definitivas sobre 1a textura, puede can1biar de un enfoq_ue teiescópico a uno microscópico en un par de oraciones (Eliot 1966: 83). Una vez que esos espectros de visión se convierten en un lugar coxnún, la autoridad de los dedos no v-uclve a ser la inis1na -aunque su n1is1na resistencia

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a ser an1plificada puede significar que representa una especie de patrón oro

158) y, al revés) su ropa es ornan1cnto porque '·'le gt1sta veT el cuerpo cubierto con la n1isn1a belleza que tienen nuestros cuerpos) de1 n1is1110 1nodo que la piel de un cieJL~To o de una nutria i:lOn beHas desde el principio" (165), 'farnbién rnerece la pena señalar de qué n1odo tan inesperado el lengt1aje de la textura está presente en la misn1a definición de pcrforrnati\rldad. Las te1náticas que Austin aplica a su trab;:~jo ta'\:onómico sobre 1o perforn1ativo son de una consistencia parecida a la del barro, lo que contrasta \r]\.'arnente con su sintaxis escrupulosa y aciealada; es corno si las {Hn1ensiones de verdadero/ falso (para el constatativo) y de feliz/desgraciado (para el performativo) estuvieran sie1npre en peligro de borrar ell confut:;O eje de hún1edo/scco. Seg{in nos avisa Austin, y a pesar de su cortante sentido del hunior que se asen1eja en su estilo al de J ack Benny, con su proyecto podcn1os encontrarnos "atascados por tran1os lógicos"i o tener "dos nuevas llaves en nuestras rnanos, y por supuesto) sin1ultánean1ente darnos dos nuevos patinazos" (Austin 1970: 25). "Se11tir el suelo firme del prejuicio dcsli:z;=rrse es estimulante") escribe ArKstini "pero acarrea sns venganzas" (61); y n1ás tarde nos promete "os daré una vuelta o, inejor dicho un revolcón" (151). Claran1cnte, paraAustin, el trab~\jo taxonómico con oraciones específicas no es una reificación de 1a perforn1atividad rígida a la manera de Scarl, sino el sucio taller de su creación, entrecruzada con inarcas deslizantes, llenas de dicotomías que "hace falta elirninaT, co1110 tantas otras dicoto1nías" (149); representa e1 nücleo vital, quizás doloroso e indiferenciado, del que surge el pcrformativo. J~.:;;í pues, parece que debe1nos prestar atención a la textura ya que ot1:ece un punto de ·vista pron1ctedor para desplazar e] énfasis y 1a reciente fijación de algunos debates interdisciplinares de la episten1ología (que sugieren que la pe1forn1ativiclad/perf'ormance nos enseñan s-Il existen ·verdades esenciales o no y cómo pode1nos º~ por qué no podemos saber1o) y llevar a cabo dicho desplazan1iento n1ediante la formulación de nuevas preguntas sobre la feno1nenología y el afecto ( lqué motiva la perlOr1natividad y la perf-Ormance 1 por ejenJploi y qué efectos individua}es y colectivos se n1ov1-Hzan en su ejecución?). El título que he elegido para estos ensayos, Tocar la,fibra, recoge mi intuición de que parece que existe una intimidad pa1ticular entre las texturas y las cn1ociones. Pero el inis1110 dub1e sentido, táctil inás emocional, ya lo euJ:ontra1nos en la si111ple palabra tocar; e igualn1ente es inl1crente a la palabra sentiniiento, N1e animo a realizar esta afirn1ación aún a riesgo de su proxúnidad con el dudoso epíteto de sensiblero [touchy-feely], que i1nplica que hablar sobre el afecto equivale virtuahncnte al contacto cutánc'O. Si acaso, la asociación e11tre tacto y afecto podría ser den11_asiado obvia) al ser de sentido co1nún parece ofi.'"C'Cer lLn a.poyo de1nasiado fúcil a 1os n1odernos supuestos sobre la centralidad del deseo seAual en todo contacto y sentin1iento humano. El régimen posromántico del saber/poder que Foucault anaHza, el

de la percepción. V crd:'1derarnentc 1 las escalas físicas cada ·vez 1nás divergentes (y los índices que tanto difieren en sus ca111bius) q_ue caracterizan la relación entre el tacto y la visión en el periodo rnoderno1 tienen con10 resultado que se pueda considerar la teA'tura como apta para representar crisis y ·fisuras de

contenido como continuidades n1ctonimicas. De este modo, la necesidad de debatir sobre la textura por n1edio de los sentidos ac,,'trrca un.a necesidad de pensar sobre 1a teA'tura a diferentes escalas. l~as tecnologías de los "Viajes, por ejemplo, lo n1ismo que las de la visión hacen hinc.:<tpié en que, aunque la textura tenga tanto que ver con la escala, no existe ninguna escala física que sea de modo intrínseco la escala de la textura. JYiie11tras tu avión da v1J_eltas por e) aeropuerto antes de aterrizar, la textura es lo que te llega del conjunto de algo lnenos de media hectárea de árboles que observas desde el avión. Pero cuando estás cortando madera) su forn1a o su estructura dentro de tu campo visual se materializa en un solo árbol, inicntras que la textura se inanifiesta en las fibras de la madera transversales al pulcro corte del hacha. Aden1ás sea cual sea la escala, un choque sobre una superficie o incluso tres, no constituirán una textura. El dibujo de lunares repetidos en una tela podría serlo, aunque dependería del tamaño que tuvieran o a qué distancia te encontraras de ellos: desde los extren1os de una habitación podrías verlos como una gama lisa de grises; a una distancia de un metro, los lunares se convertirían en una texh1ra visible y con una lupa verías que están fOr1nadus por una textura subyacente de tela o de papel sin conexión alguna con las dos o tres for1nas redondeadas que constituyen cada una de las forn1as dibujadas en grande. En resumen, la te:x'tura comprende un conjl1nto ele datos pcrceptualcs que ll1cluyen la repetición? pero cuyo grado de organización ronda justo por
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que estructura y propaga la hipótesis represiva, signe al frc11diano que a:firn1a que una pnlsión fisiológica -la sexualidad) la libido) el deseo- es la k~L1cntc originaría de la inothración) y por eHo la palabra ele Ii'oucault. se \re 001110 la cnca1,nación de "la verdad" de la e1noción, de la identidad y de Ra rnotivación humanas. Yo n1isn1ai en n1i primer libro sobre la sexualidad1 por ejen1ploi me basé en este consenso 1nodcrno para explicar el tér111ino "deseo hon1osocial masculino": "En la inayoría de las ocasiones 1 utilizaré el término deseo de n1odo n1uy sii1iilar al uso psicoanalítico de libido, no en el sentido de una emoción o afecto particu1ar, sino por razón de la fuerza afCctiva y social del térrnino, con10 si estuviera soldado, incluso cuando se inanifiesta en forn1a de hostiH
dice que "si Freud no htllbiera n1etido de contrabando de las propiedades del sisterna del afecto en su concepciún de las pr1_lsiones) su sisten1a habría tenido n1ucl10 nnenos interés" 1 y tan1.bién considera que la teoría freudl1ana se ve dañada por utilizar la SCA'1Jalidad par.a representar las pu]siones en general, Pero en el sentido (lin1itado) en que la sexualidad es una pulsión, coinparte un carácter instrumental inn1ediatoJ una orientación definitoria l1acia un objetlvo y una finalidad especifica diferente d.e eHa n1Ils1na, que es lo qrte a la postre distingue las pulsio11cs de los afectos. Lejos de constituir una sinopsis con1p]eta de la obra de Ton1kinsi estas dhnensiones pueden dar cuenta de las diferencias significativas entre los afectos y las pu1siones, ~~os afectos tienen una inayor libertad que las pulsioncs con respecto a 1 por ejen1plo, e1 tie1npo (e] enfado se puede evaporar en cuestión de segundos pero tan1bién pue
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que le pondría un precio rr1ás alto del pensarnicnto de Ton1l;;.ins sobre có1T10 crca;r un autómata hn1nano genuinoi

sentido con1ún sostiene que c1 sistcrna.. pL1lsional es el inotivador pTimario de 1a conducta huxnana, de Ja que los afectos son ine\··itab1en1ente secundarios. Ton1kins nn.uestra que la 'Verdad es justo 1o contraTio: que la nTi.01na IT1otivación, inc1uso ]a motivación de satisfacer las pnlsiones biológic:as, es lo propio del sistema de afectos:

[l,a rnúquina] reqnerixía un sisteina de afectos, ¿,Qué significa esto en tér1ninos de un progran-ia específico? Habría que construir en esta n1áquina. un núrncro de respuestas que contuvieran unas características que autopren1iaran J' autocastigaranº Esto quiere decir que est"1.S re'1puesta'1 son inherentemente aceptables o inherenten1ente inaceptables. 3 Son esenciahncnte características estéticas de las respuestas afectivas y en cierio sentido no se las puede reducir Inás. Al igual que la experiencia del color rojo no se le puede describir a un b_ombre que sea ciego ante el colori asi la_<; cualidades particulares de la excitación, de la alegría, del rniedo, de }a tristeza, de la vergi.ienza y de la rabia no se pueden describir si uno no tiene el necesario aparato emisor y receptor. Esto no equivale a decir que las propiedades fisicas del estín1ulo y de los receptores no puedan ser sometidas a un mayor análisis. El análisis es ilimitado. Más bien se traturia de que 1a cualidad fenomenológica que esta1nos invocando tenga unas características gratificantes o punitivas. Si el autómata aprendiera inglés, en el momento en que lo está aprendiendo, requcririan1os una reacción cspo11tánea de alegría o excitación del tipo "esto me gusta" y de miedo, vergüenza o tristeza del tipo "se trate de lo que se trate, esto no ine interesa". No pode111os definir esta cualidad en tér1ninos de respuestas conductistas inn1ediatas, ya que es la brecha entre estas respuestas qfectivas y las re8pirestas inslrurnentales lo que se requ,iere si va a funcionar con10 una respuesta rnotivacional hu111ana (42, la cursiva es inía). Por ello tiene sentido que rro1nkins (60) considere la sexualidad COlllO "la pu1sió:n en la que el componente afectivo dese1npeña un papel inayor": no solo considera Tomkins que la sexualidad es 'la 1nenos in1perativa de tod2Lo;;; las pulsiones" sino que es la única "en la que la activación de la pulsión, incluso sin su consu1nación, tiene una cualidad q_ue compensa 111ús que una cualidad punitiva. Compensa inás y es mucho más excitante", añadeJ "sentirse excitado sexualrnente que tener han1bre o sed". A pesar de que el deseo sexual nor1nalmente est.1. clirigido a un interés y a un objeto diferentes a uno mis1n{\ es 1nucho Inás n1alcable en sus intereses y objetos que 1as otras pulsiones 1 y también, al igual que los afectos positivos, tiene e1 potencial de ser autónomo, El punto de vista inás ilnportante que e1 sentido coxnún tiene sobre las pulsiones y que Ton1kins de1nuestra que es falso es q_ue, con10 las pu1sioncs están inás inmediatamente }igadas a }a supel\.7Ívencia, éstas se experimentan de modo n1ás directo, más urgente y más fue1te que los afectos. Es decir, el

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Por poco me caigo de la silla de la sorpresa y la excitación q_ue n1e produjo el darrne cuenta de pronto de que el pánico que uno experimenta al no poder respirar por quedarse sin aliento, no tiene nada que ver co11 la experiencia de la prop]a pulsión anóxica (ya que una pérdida gradual ..'tura y el afecto, el tocar y el sentir parecen for1nar parte de 1o n1ismo, no se debe a que con1partan una especial exquisitez
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Introducción

Parece que el interés sc;;.ual de estos artículos, con10 ya h_c dis1rtinuyc n1ientras que el sentido pedagógico se hace n1ás profundo. rfodos los ensayos están 11T1J_y ligados al afecto, pero la vergüenza) e] afecto que entre todos ine fascinó y n1e hizo adc11trarme en la selva elle la teoría de los afectos, una vez allí, d~jó de mandar en mL Hacia el final del libro, los afectos positivos (el interés de estar ii1tcresada y 1 especialn1ente, el disfnxte de estar disfrutando, según el csque1na de 'fon1kins) rne resultaron 1nucho n1ás excitantes. Que estos 110 sean solo afectos felices sino también autónomos parece que tiene que ver co11 haberle hecho sitio al budis1110 en el presente volurnen. Dichas narrativas han podido entrelazarse, pero el resultado no es n1ucho más lineal que la narración que intenté con1poner enA D·ialogue on Lotie [Un diálogo sobre el an1orL en el que las notas del terapeuta casi al final del lihro invocan

lento profnndan1ente entre las rnuchas capas que lo errv1.1c1~,TCH o 11o·viznar grá-fican1entc a través de una sutura nTny precisa. Todo el trab¿\~O de Scott que he "'Visto posee una presencia intensa, pero el te1na de esta foto ta.n1bién incluye su relación con su obra una vez finalizada y, n1u.y posiblen1ente 1 la relación con el espectadoT cuando contennpla esta diada. Para iní, diferenciar en esta in1agen el sujeto de1 objeto nne resulta tan difícil co1no establecer esa n1isma diferenc]a en la relación entre Scott y su obra. Ella y su creación se dan la una a la otra una misina bic1T\rcnhla expansiva. JYiediante su cercanía, parece que el sentido de la 'ista se disuelve en tavor del sentido del tacto. No solo las n1anos de la artista y sus brazos desnudos y tan1bién su cara están ocupadas en esta transacción con la tc,'tura. Los padres y 1os bebés 1 los geinelos (Scott tiene rnna hern1ana gen1ela), o los an1antes pueden comu]gar a través de esa absorción táctil. No existe una sola manera de entender la "unión" de esas dos for1nas incluso aunque sepa111os que una de e.Has fue b.ccha por la otra, El afecto que satura la foto encierra una cualidad Knisteriosa o, por lo n1enos, inü1tip1e. Ade1nás, la evidente ternura con la qu.e Scott abraza la escultura) su musculatura relajada y su cabeza echada hacia un lado parece que refleja tTisteza, con10 quizás lo refleja tan1bién el abandono con el que deja que su cara se aplaste co11tra la pieza. La altura y Ja an1plitud de su abrazo podrían indicar que está consolando a 1a escultura o que se siente consolad.a por ella 1 ya que la escultura está ecl1ada hacia su lado n1icntras que ella está d.e pie; la extren1a laxitud a1ticular de este abrazo también puede leerse co1no una señal de que tiene sh1dron1e de Do\Vl1. Pero los tonos alegres de la pallte superior e inferior de la escultura de tOrlna redondeada son las inucstras n1ás visibles que sugieren que esta sobria fotografía incluso en blanco y negro transmite una sensación de triunfo, de satisfacción y de alivio. lnevitablemente 1 antes y después del reconocin1iento
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TRiillA.JO EN SEDA-CAIVIBIAR UN TEJIDO POR OTRO TEJIDO FANCIA CON EL BOHDE DE SATÉN

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LA IVIANTA DE L/1. IN-

lL~IBRE DE PIEL / Lf-\ ALJ.'vfOHADAi LLi\:VlADA

"rTFFO" DEL HER1\1lu'l0 / su BABEO, "QUE :HACÍA llYIAGENES DE PESCADOS" EN ELLA

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PUEDE DECTR ALGO S01HlE CUÁNTA HAlVlBRE TENÍA NUESTR..4.. PIEL DE QUE SE LA

TOCARA; PERO TAIWBIÉN DICE ALGO SOBRE PERlVIITTRSE DESARROLL\R RECUHSOS AUTÓNOIViOS

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ATESORAR IVIUESTRAS DE SEDA

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DE ALGUNA l\1ANERA, LA SEDA

Y LA lVliERD.1\ ESTAN RELACIONADAS 1 LOS PRODUCTOS DEL DESHECHOy LAS FANTASÍAS DE AUTO-SUFICIENCIA, DE NO DEPENDENCIA, DE HILAR L.\ PAJA EN ORO

(Sedgwick 1999; 206).

Jmfüh Scou, artista textil La foto de la portada de Towr la fibra füc el catalizador que me impulsó a componer este 1ibro en su for1na. presente. La foto es una de las n1ucl1as que el fotógrafo californiano Leon A Borensztein tomó de Judith Scott (1943-2005) en la que la alltista aparecía junto a su obra. La escultura de esta foto es 1nuy característica de la forma en que Scott construye su trabajo: un núcleo ensan1blado a partir de inateriales grandes y heterogéneos ocultos hajo muchas capas inulticolores de hilo, cuerda, cable, cinta y ob:os tipos de fibras que lo envuelven o zurcen y que producen una für1na tridin1ensional estable, norn1aln1ente orie11tacla en torno a un solo eje, cuyos planos y curvas tienen resonancias biomórficas y cuya esca1a se puede comparar con el propio cuerpo de Scott. Los logros formales presentes en su arte incluyen continua1nente técnicas ilnaginativas para asegurar esos gigantescos bultos, la sutil construcción y modulación de líneas y complejas curvas tridhnensionales, y su sorprendente originalidad a ia hora de utilizar el color, ya sea pálido o briHante, que puede extenderse sobre un plano, cocerse a fuego

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lnüoducr:ión

"Judith no tiene ni idea de lo que es la escultura" (92)º "La i
introducción

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Hasta ahora, 1ie utilizado los ténninos u}Ccto y en1oción de fonna intercainbiab1c. Sin cn1bargo, en el resto ele la sección 111e refiero a los "afectos" en e} sentido en que lo utiliza Ton1kins, Para Ton1k.ins, un linütado nlu11cro de afectos -con10 los ele111entos de la tabla pcrjódica- se co1nbinan para producir lo que nonnahnente se consideran cn1ociones que, con10 las sustancias físicas -fonnadas a partir de los c1en1entos, son teórica111ente ilünitadas en nún1ero, Ver To111kins, Sluune and its Sisters [La vergü.enza y sus hennanas], (34-74).

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En este contexto, To1nkins no utiliza el tén11ino libertad en el sentido de voluntariedad individual. Para conocer su útil debate de la relación entre libertad y con1p1cjidad, ver S'hanie and its S"isten; fLa vcrgi_i_cnza y sus hcrn1anas], (35-fí2), que otJ:ece algunas herra1nicntas para. una aproxiinación a la teoría ele los s1ste1nas a la que 1ne he referido antes co1no "las gan1as n1edias ele agencia".

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T-1ay que tener en cuenta que es la respuest({, no el estí1nulo, la que tiene cualidades afectivas inherentes. Esto representa una diferencia in1po1tante respecto a los condnctistas, con los que Ton1kins no tenía ninguna paciencia, aunque los lcci:orcs dc1 siglo xx1 pueden encontrar que su estilo de escritura se parece.

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Ella me recuerda a una persistente Escena de n1i infancia. La escena se Han1aha Tvladre Se Ha l)esmayado. El cuerpo ele mi anadre Era 1nás grande, y ya no se rno·vía; Respiraba de alguna manera, con10 si ya no respirara. Su cara ya no nos sonreía Ni nos reprendía. Nada nos decía. En su cara un extraño rubor, O una extraña palidez; ya no n1c acuerdo bien. De que era extraña, sí estoy seguro. 1

- R.ANDALL .JARRELL,

"La Esperanza".

J__.o n1ás dramático que me ocurrió en el verano de 1991 fue que xne desmayé para la televisión. Las cámaras de la televisión. que se ocupan de las noticias ]ocales estaban allí porque había una manifestación organizada por una Coalición de Gays y Lesbianas Negros Ad I-Ioc, que contaba con la participación de Act-Up Triangle. La manifestación tenia con10 objetivo protestar contra la cadena local PBS ele la Universidad ele Carolina del Norte porque se negaba a ernitir Tangues Unt'ied [Lenguas desatadas] de JYiarlon Riggs, la prhnera película sobre los hombres negros gays, cuya infra-rcpresentación. en los Estados Unidos alcanza casi proporciones de genocidio. Era una tarde de verano sureña, hacía bochorno y nos encontrábaRnos en el Rcsearch 'friangle Park a un lado de la autopista. Había creído que contaba con fuerzas suficientes para asistir a lo que se preveía que iba a ser una manifestació11 tranqui]a (ya que no se iban a llevar a cabo acciones de desobediencia civil) a pesar de que llevaba varios meses so]_netida a un tratamiento de quimioterapia que había diezn1ado bastante mis glóbulos rojos, Pero creo que se n1e había olvidado, o había repr:ünido el recuerdo de lo diñciles que resultan las situacio11cs en 1as que un grupo de personas intenta proyectar sus voces y sus cuerpos en u11 espacio de protesta pública, que tiene

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interludio, pedagógico

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que Teinventarse constantemente partiendo de CCTOi aunque (o porque) las instituciones del estado ·y de 1os rnedios de con1unicación que 1a hacen posib]e han convertido na,fitnción de la protesta en algo n1uy rutinario y banal. Ya sabéis cón10 son los noticiarios locales: lo nor1nal que es que hay.a de vez en cuando ton1as de personas q_uci con una expresión sornbría ·y desalentada, están agitando pancartas y Inoviendo la boca; es decir) que estamos rnO\·riendo nuestras bocas; es decir, que estan1os gritando, Pero el carácter rutinario de esta escena no exime de peligro a la gente que forma parte de ella. _AJ llegar allí) inc "\iJ10 de golpe a la n1emoria una escena muy diferente que había ocurrido en Nueva Inglaterra unos inviernos antes, cuando e1 An1herst College 1 de respuesta tan sensible y adaptable en los asuntos curriculares, pero tan dura y despiadada en las burocrática,si había decidido dedicarse (con éxito) a la destrucción sindical en el pintoresco hotel Lord Jeffery. En una rnaravíllosa tarde de invierno digna de E1nily DickinsonJ los profesores -unos cinco quizás- y los a1un11nos a los que este asunto nos preocupaba. nos reunhnos en un parque de la ciudad, llevando pancartas para ser "testigos" silenciosos de las acciones de desobediencia civil de una docena de empleados del sindicato que iban a cortar el tráfico delante del hotel y que, por elloi iban a ser arrestados. La policía contaba con un autobús amariH0 1 todo estaba preparado cuando empezó a caer una hermosa y fuerte nevada, si1ente y silcnciadora. Esta era una de las primeras inanifcstacioncs no inultitudinarias a la que yo asistía y 111] corazón, a pesar mío, casi estallaba de emoción por lo escueta y caractcrístican1c11tc estadounidense que era la escena, corno leer a 'fhoreau pero tan1bién como una pe1icula; por ese espacio de1nocrático en el proco1nún de la ciudad, tan escénü:o y de escala tan íntiina; por 1a paciencia tan coreografiada de la policía; por lo que parecía ser la en1ocionante ventaja sin1bólica -dentro de una historia y de un discurso legal firmemente articulado- de los actos de habla n1ás austeros de las personas que protestaban -silencio, inmovilidad, repulsa-; y supongo que tan1bié11 por la religiosidad secularizada de n1i propia función de "testigo" de esta escena, otro acto pcrfOr1nativo silencioso pero aparentemente denso, que me hacía sentir que el estar de piei in1nóvi1 y con 1a boca cerrada, encarnaba toda la Carta de Derecl1os de los Estados Unidos. La nieve, profusa, gratuita, igualadora, teatral1nente transforn1adora, parecía garantizar la totalidad y ecuanhnidad simbólica de este puro espacio significante. Sin e1nbargo fue esa nTis1na contingencia de la nieve 1a que, en el lento discurrir de la tarde, proyectó como en una pa,i1ta11a n1ás grande toda la a1nbigi.iedad inherente al estatus "sin1bólico" de las protestas de 1os ma11ifestaJ1tcs, poniéndo11os e} corazón en vilo. lSc pararía el tráfico frente a esas e)rtrañas siluetas en la carretera? ¿podría hacerlo? ¿Sabrían en cadn caso si podían o no? ¿Hahría ataques de

i1ervios'? l\![]entras que a 1os n1an1fcstantes se les leí.an sus d.eTechos, se les esposaba y se les despachaba b_acia el helado autobús 1 las cuestiones de estatus se tornaban c11 peligrosas cuestiones de equilibrio: cuando un po1icía g-ira .su i11uñeca al agaTrar al detenido 1 o cuando su brazo simplen1ente no está ahí sirviéndole de apoyo, o se retira por silnetría, entonces no se requiere iu_ucha \ioleu_cü-1 estatal para que la persou.a esposada acabe estreHándlose contra un suelo rcsbaJadizo. Y resultaba desconcertante porque parecía que los concretos y altan1cnte ünprevisihles peligros de esa csccnaJ que interferían con el n1ero registro simbólico de la desobediencia ci"vili eran a la vez, de alguna manera, los que en realidad constituían su esencia y su poder sin1bólico y pcrforn1ativo. Pero aquello era NueYa Inglaterra y esto es Carolina de1 Norte 1 un Nuevo Sur cuyos espacios correosos e irregulares parecían haber sido diseñados para proporcionar un tablero de tedio y \riolcncitL Por otra parte, e1 conflicto en A1nherst era una disputa laboral, asuntos que sie1npre se sitúan en un terreno relacionado con esa grande y flageladora abstracción blanca que es e1 Dinero; y la presente lucha estaba relacionada con los negros, con las personas qnecr el jmplícita1nente, con el sida: con las características de los cuerpos, algu11os de ellos nuestros cuerpos, de cuerpos de 1os que parece importante decir que la n1.ayoría de la gente está dispuesta, y algunos con fervor, y de manera asesina, a ver desaparecer de la existencia. Llegué allí tarde) di abrazos y besos a algunos an1igos y estudiantes que no había visto desde hacía varias semanas, y Brian n1e dio una pancarta para que la llevara. No n1c acuerdo -casi no n1e di cuenta- de lo queponía en la pancarta, aunq_ue soy capaz de .acordarme que de niña) cua11do veía un piquete 1 su rr1ayor poder simbólico era lo que parecía inherente a esa auto-violación aceptada, 1o que rne parecía que era una. inconcebible aceptació11 voluntaria del estigma, que es lo que para ]_TIÍ suponía que alguien estuviera dispuesto a ser públican1ente un cuerpo escrito, un cartel ambulante, una figura que yo, de niña, solo podía asociar con el castigo a los niños. J-\hora me pregunto cómo relacionaba. ese estigma voluntario con un estigma invo1untario co1no el color de la piel -es decir de un color de la piel que 110 sea e1 blanco-, si tene1nos en cuenta que, cuando yo crecí en 1os años cincuenta y a principio de los sesenta, el verbo "protestar" sie]_npre se refería a la protesta por los derechos civiles de los negros. Me encontraba a una relativa distancia de ese terror infantil del cuerpo escrito, aunque no a una distancia infinita, cuando ya con la ca1niseta negra con e11e1na "Silencio== Muerte", que n1e había puesto porque pensé que se leería inejor desde lejos que mi ca1niseta blanca de ACT UP-Tri.ang1e, cogí agradecida la pancarta que me dio Brian y comencé a moverla con energía y satisfacción, con10 si 1a animara con la animación de mi propio cuerpo y la hiciera. ha-

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Interludio, pedagógico

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blar: para las cá1naras de tele\risióuj para las personas qu·c pasaban en los coches) y para la pequeña fila de n1anifcstantcs que se encontraba a1 otro lado de la ca1Tetera. El calo·r, la autopista y e} estar al aire libre parecían eH1x:1_inar las voces y los gestos y las consignas que lanzában1os a todo puln1ón intentando crear de forn1a exhaustiva una continua cortina de exigencias y de rabia: "aquí estamos, somos quecT y no harenllos el Jura1nento a la bandera este año" 1 ; "ista, ista, istaJ lQué es esa mierda racista?". rra1nhién cantarnos 1nuchas de las divertidas i::onsignas preferidas de ACT uP, que me ponen n1uy nerviosa, llamando unos y respondiendo otros adaptci_n
contrabando". Con la fuerza ele nuestras -es decir, de f()rma refenuestro objetivo consistía en desacreditar la pretensión de }a cadena de representar a la gente, que era. Jo que :nuestro equipo de retransn1]sión "pública" consideraba que estaba 11ac~enc1o, y avergonzarlos porque se habían sometido o habiían llegado al acuerdo de no en1itir la pcHcu1a de TYiarlon Riggs Tong'1.tes Unt'iedº Sin ernbasgo, con la fu.erza de nuestros cuerpos y en ese sentido, dle tDrn1a perfor1nativa.J nuestro objetivo no era solo el exigiT estar reprcsentadosi ni ser representados en otros sitios) sino que nosotros 1nis1nos representáran1os, que ,fuéra'lnos esa rcpTesentación: pasar de contrabando alguna versión de lo que para dicha progran1a.ción que había sido vetada parecía una conjunción amenazadora y a1ncnazante que no se podía representar: la conjunción de negro con quecrº Nuestra necesidad de ser cuerpos que sinrieran de ejcn1plo suTg-Ila ele la historia. de la negación Tadical de la función ejen1p1ar de los crnerpos negros gays presente en la intersección de dos tipos de comunidades que) con tanta frecuencia, parecen fo1jarse n1ntua:n.nente al margen de una existe11cia perceptiva: u11a co1nunidad blanca gay tácitamente racista para la que un cuerpo negro queer por muy erotizaclo que esté puede representar }a neg1itud pero nunca encarnar 1o propiamente quecr, y u.na co1nunidad afroamericana más o rr1enos ahierta1nentc ho1nófoba, para la q11e el e1emento queer de cualquier figura negra debe de ser negado, supriinido o invalidado para que a dicha figura se le permita funcionar con10 la encarnación
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forma perforrnativa: "iPrescnte! J;,"cce IioTno": una forxna de significado que se validaba a si misma y q_ue por lo tanto, era autorrefcrcnciai y q_ue ofrecia con10 garantía su rc1ación con la corporeidad. PcTO, a pesar de todo, no puedo afirmar que en los dos propósitos gcn1elos de esta rnanifestación baya u11a diferencia supuestan1cnte e-vidente entre 1o co:nstativo y lo performativo o entre el referente y la corporeidad. Después de todo, pocas palabras podrían ser más perfo11nativas en el sentido austiniano que el tér1nh10 "vergüenza": "!'fe debería dar vergüenza!", "¡Qué vergüenza!" o simplen1entc "lVergüenza!", las locuciones que dan sentido a la palabra, ni describen ni se refieren a la vergüenza sino que el1as mis1nas la confierenº A la vez, nuestra actividad "contrabandista" de corporeidad a pesar de ser autorreferencial, no podía presu1nir de tener autono1n:iía con respecto a los circuitos indirectos de la representación. Para errtJJezar, porque la mayoría de }os cuerpos que intentábamos pasa.r de contrabando no eran negros muchos de los que tenemos tanta necesidad de crear nuevos espacios para la represe11tación negra queer estában1os, por desgracia, involucrados en los procesos de referencia: referencia a otros cuerpos que se encontraban junto al nuestro, a. las pa]abras de las pancartas) y a aquello que, sin nlás garantías que nuestra esperanza, aspirában1os que fu:era la sustancial suficiencia del sentido -si es que en verdad nosotros misn10.s lo tenlÍa1nos claro- de nuestro objetivo, Después de un rato, rne di cuenta de que me encontraba cansada y de que n1e estaba n1areando, y me pareció razonable sentarn1e. Había algo tan absorbente y tan radicalmente heterogéneo en ese espacio de protesta que lne quedé en blanco y de lo siguiente que tne enteré fue de que mi non1hre sonaba una y otra vez y e1npecé a darn1e cuenta de mi desorientación y de que estaba tumbada en el suelo -volviendo) surgiendo violentamente de1 pozo profu11do de otro mundo- n1ientras que un policía me ton1aba el pulso y una ambula11cia venia de camino. El enor1ne e h1salvable agtüero que se había producido en mi consciencia parecía una ünagen 1nise en ahíme del conjunto de la tarde; en particu1ar porque la ilnagen, una ln1agen inuy llamativa sobre la que convergían las dos cán1aras se veía dificultada porque los manifestantes luchaban para entorpecer su visión ("Vaya, eso es censura", farfullaba la gente de la TV, sin faltarle algo ele razón). La imagen de una figura descon1unci.li en posición supina, vestida de negro, blanca como el papel, y extrañamente calva (1ni bonito sombrero africano había volado), engalanada con el lema Silencio=Muerte, in1nóvil, aparenteme11tc mujer, misteriosamente grávida de significado (¿pero qué significaba exactan1cnte? ¿en qué sentido era aprovechable?) estuvo disponible para todo el inundo inenos para su protagonista.

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Cuando llegue 1a gentt;, que no haya rnúsica, solo silencio. lYic gnstan los silencios torpes, aunque bastante gente se resiste a ellos, especiahnentc en 1nis clases. Pero 1nuchas cos;_is pasan durRni:e los silencios. - tHCHAEL LYNCH, insi:rl1u..:ione-s para su funeral, febrero de :1990

E] significado que le daba tnrnaña densidad a ese cuerpo, dcunasiada densidad en realidad i10 era aprovechable) considerad1ne la cara q_ue se desecha en la sala de montaje en relación con los objetivos y ef'ectos pc1forn1ativos tan con1plcja1nente coreografiados en esa manifestación. A pesar de eso, rne gusta cavilar sobre la reconstrucción de ese 1non1cnto en el que lnc desmayé1 en parte porque el l1echo de n1i ausencia n1e sitúa, da igual si es por un bre,re rnomentoi en el centro del acto de la protesta, con10 si fuera el lu11ninoso vacío de una 11cruína Mcridian 2 de A1ice VValker, por poner un ~]en1plo 1 cuya narcoléptica presencia/ausencia. parece un perfecto resulne11 de su nula inconsciencia contagiosa en relación al miedo, su nüster]oso talento para cristalizar la pérdida y la rabia. co1no un desafío y co1no un n1ovin1icnto socia11ne:nte encarnado. Ojalá tuviera esos rasgos rneridianales, pero solo puedo aspirar a ello; si ese cuerpo tun1bado daba testin1onio, se debía 1nás a un ch_~rto sentido magnético queer (por magnético n1e refiero a productor de desviación) en el proceso Han1ado n1a:nifestación que a una resolución triunfaL Lo que sentí casi como un resumen telescópico de1 evento de protesta corporeizadoi con10 lo l1aría el resumen 1nás radical, era Jnenos e1 poder de resu111ir que e1 del desplaza1niento de significado que lo intercalaba. (Dcsplazan1ientos: la piel blanca de alguien que había llegado a sentir la invisibilidad negra queer -en parte a través de un trabajo de repaesental'.ión como Tong'ues Untierl, en parte por las brutalidades que se leen cada día en el periódico, en parte a través de interacciones con estudiantes cargadas de transferencias- como una brecha dolorosa en lo real: los legibles estign1as corporales no de1 sida sino de un cáncer "fcmenii10" cuyas lecciones para 'ili\ir con mucha fuerza, que era co1no me encontraba en ese mo1nento, las habla aprcn(lido sobTe todo de horr1brcs con sida; la dcsf~1miliarización y, ciertan1ente, las brechas a la hora de no reconocer 111-i "propio" cuerpo "fen1enino" y "blanco" que 11abía experin1entado b:::\jo la presión de la arnputación y la prótesis, de las drogas) de la experiencia del derrumbe de género de la calvicie femenina; la u1anera en ]a queJ sean cua1es sean }os privi.1egios que se tengan, a una peTsona que vive con una enfermedad grave en esta particular cu]tura. se 1a inicia cada d-ía de forn1a más consciente, n1ás necesitada, y cad:'t día con una inayor repulsión profunda y transfor1nadora en lo terriblc1nentc diferente que es el lnundo de la atención sanitaria bajo ei capitaEsn10 estadounidense). Cada vez más 1

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estaba Hegandu a sentir con alegría) con desazón, con nna inolcstia inn1cnsa tales desplazamientos en el espacio del aula, tan reducido y tan co1nplcja1nentc rcprcsenta-rdvoJ el espacio de un aula regulaTn1entc reconstituido por la a.1nenaza y el duelo y por la desnudez de las resistencias l'.ognitivas y perforn1ativas que érarnos capaces de acurnular en torno a ellos. ,_aj_ encontrarn1e yo ]]1is1na, co1no profesora, co1no cje1nplar, con10 persuasora) co1no lectora cada vez inenos en el centro de rni propia clase, también estaba c11contrando que la ·voz de un cierto desplazan1ien.to abisal -y e] inío cierta1nente no era el único dcsplazan1iento que ocurría en las aulas- estaba siendo capaz de conseguir efectos que a veces pudieran abrir los 1í1nites del discurso de forn1a productiva aunque esto no fuera sien1prc evidente.

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[N. de la T.] El Juran1ento a ]a bandera o Juran1ento ele lealtad (en ingll:s "P1edge of Allegi_ance") es nnjura1ncnto a los Estados Unidos y a su ban
públicos, donde eljura1nento es, a 1ncnudo, un ritual inatutino. [N. de Ja T.] J1,1erúlian es una nove] a de la escritora afroa1nericana A1ice '1Va1J,cr escrita en 1976. Se 1a ha descrito co1no una reflexión de VVal1~er sobre el n1ovilniento de los derechos civiles de dicha época ·vistos desde la perspectiva de 1\'1cridian, la protagonista, una joven estudiante universitaria afroa1nericana.

Capítulo uno

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En la quincena posterior a la dcstr11cción de las 1'oRTes Ge1nelas, en scpticn1bre de 2001, viví la diaria repetición de una extrafia experiencia que probablen1cnte era común a buena de los 'iandantes de ]a zona sur de Manhattan. Al doblar la esquina de cualquier caHe con la Quinta i'\venlda, aunque xne dirigiera al norte, algo 1n_e obligaba a.111::i.irar hacia el sur, en dirección al ya desaparecido World Trade Ccntelr. Esta inexplicable qjeada furtiva iba asociada a un deseo consciente: que esa panorá1nica en dirección sur se viera bloqueada -con10 siempre hasta el 11 de septie1nbre- por la vista fa1niliar de las Torres Gen1elas cerniéndose de nuevo sobre los neoyorquinos desde lo alto de su despectiva fealdacL Ni que decir tiene que las torres seguían desaparecidas ya sien1pre. Al alejarme, el sentin1iento que ine embargaba era sin1plemente de vergüenza. G."Por qué vergüenza? Creo que aqueHa era, en efecto, una de esas situaciones en las que, co1no dice Silvan Ton1kins (1995: 185): "Nos encontramos de pronto bajo 1a n1irada de a1guien extraño o bien desearíamos n1irar a alguien o con1partir algo con alglücn, pero nos resulta imposible porque ese alguien es un extraño o porque esperábamos que nos fuera familiar, pero de golpe se hace evidente que no es así, o porque había1nos cn1pezado a sonreír) pero nos encontra1nos con que estában1os sonriéndole a un extraño". No digo que una panorán1ica urbana pueda compararse a nn lf'Ostro querido, pero tan1poco son cosas tan distintas: la panorán1ica expoliada era, por ejcn1plo, con10 un rostro que de pronto apareciera desdentado, o preocupado o inue1to, po1 no hablar de las ciTcunstancias históricas iln.plícitas en scn1eja11te can1bio de paisaje. Estas erupciones de vergüenza no parecían espec-ialrnente relacionadas con una prohibición o una tTansgresión. Ade111ás, aunque fuera yo la que sentía vergüenza, no era exactan1ente que n1e avergonzara de mi 1nisn1a. Sería 111ás acertado decir que sentía vcrgiienza ajena por aquel c::rtrmño y despojado horizonte urbano; estos sentin1ic:ntos estaban, por supuesto) entreinezclados con el org11llo, la solidaridad y el dolor que me vinculan a la ciudad, La vergüenza tenía ta1nbién que ver con la -visibilidad y el espectáculo: 1a desventurada visibilidad de las torres en su ausenciai y 1a teatralidad ele su destrucción, que nos fascina en graclo chocante. 'frabajos recientes de psicólogos y teóricos de la vergüenza sitúan la p1rOto-forn1a (n1irada baja, cabeza agachada) de este podc1oso y te1nprano afecto 1

Vergüenza, teatralidad y performatividad queer: El arte de la novela de Henry James

Vergüenza, teatraiidad y performatividacl queer: El arte de la novela de Henry James

(pues aparece entre el tercer y el séptiuno n1cs de 1,1ida, ta11 pronto el infante es capaz de distinguir y reconocer el rostro de la persona q_uc lo en ida), en un momento detern1inado de una detern1inada y reiterativa narración. Se trata del n1on1cnto en el cual se rornpe el circuito espccn1ar de expresiones en el que se reflejan el rostro del infai1tc y el rostro conocido de quien lo cuida (un circuito que, si se considera como forma de i1arcisisn10 primario) sugiere q_ne éste últin10 desde su inicio se arroja, con empeño sociable y arriesgadoi hacia el campo gravitatorio de1 otro), Es el rnon1cnto e11 que e1 rostro del adulto deja de (o se niega a) cumplir su papel en la continuidad de la n111tua contcn1plac]ón; cuando, por la razón que sea, ese rostro deja de reconocer (o de serle reconocible) al h1fante que l1a estado, por asi decir) "dando la cara" y confiando en la persistencia .."iraños, en apariencia ajenos n1í, consiguen de in1nediato -si soy una persona predispuesta- que 111c inunde esta sensación cuya capacidad de saturación parece delinear e1 contorno exacto de mi individualidad de la forn1a 1nás aislante que cabe imaginar. En mis clases sobre la vergüenza, suelo pedir a los asistentes que participen en un experimento intelectual, consistente en visualizar a un hombre sucio y inedio loco que vagara por la sala inascullaJ1do en voz alta un discurso cada vez más acusador y desarticulado, que orinara luego frente al público y

s]gt:iicra dea11nbulando por la sala. I\!le la tren1enda aJ!.siedad en todos los asistentes: todos i-niran hacia el si__11elo, deseando estar e111 Lualquicr otra p~nte, pero a la vez sabedores del destino inexorable que supoBe estaT justo allí 1 cada cual en su pellejo y todos consc:ientes de ello corno si les Cf11Je111a.ra) y a.1111 no obstante, incapaces de restafiar 1a de dolorosa iclcntificación con e1 hon1bre ele co1nportarnicnto inaceptable, En eso consiste el doble irnpulso de 1a. vcrgi.ienza: por un lado, lleva a una indhriduaclón dolorosa, por otro, a una relacionaHdad i11controlable. Tradicionahnente, se ha diferenciado la vcrgiienza de la culpa en tanto la vergüenza tiene que ver con (y agudiza) el sentido de 1o que so1nos) inientras que la culpa tiene q_11c ver co11 lo que hacen11.os. J-\tn1que 1'on1]dns está n1enos i11tcresado que los antropólogos) r11oralistas o psicólogos populares en distinguir an1bos conceptos 1 insiste ilnplícitan1ente en que en la CA1Jcricncia se puedan albergar hipótesis rnás o n1enos certeras sobre qué es lo que se es. En e1 proceso de dcsarrol1o n1enta1, hoy en dia la vergüenza se considera frecnente1nente con10 el afecto que mejor de-fine el á1.nbito en e1 cual se desarrollará el sentido del Yo ("La vergüenza es a la psicología del Yo lo que la ansiedad a la psicología del Ego: la piedra angular del afecto") (Broucck 1982: 369), Personalmente) yo no lo interpreto en el sentido de que la vergüenza es el lugar donde la identidad está rnás firmemente ligada a las esencias, sino que en dicho lugar es donde se plantea de forma 1nás originaria y relacional la cuestión de la identidad, Al 111-Rsmo tien1po, la vergüenza deriva de la sociabilidad y tiende a la sociabilidad. Con--io dice Bascl1: "La reacción de vergüenza-liumillación en la infancia, consistente en agachar la cabeza y apartar la mirada, no significa que el niño tenga conciencia de un rechazo, más bien_ indica que se ha roto el contacto efectivo con otra persona ... Así pues, la vergiienza-ln111liHación a lo largo de la vida puede considerarse con10 inhabilidad para suscitar de für1na eficaz reacciones positivas por parte de otra persona hacia los n1ensajcs propios. La extre1na aflicción de esta reacción en períodos posteriores de la 'ida está relacionada con esa prin1era etapa, cuando dicha condición no es n1eran1cnte incó111oda1 sino que constituye una an1enaza para Ja ·vida nTisma" (1976: 765766). Por lo tanto, sie111prc que el actor, el artista de pcrf0Tn1ance )' tainbién, a linl entcnder 1 el activista en políticas de identidad brinda el espectáculo de su narcisisn10 "in-fUntil" ante los espectadores, e1 escenario está n1ontado (por así decir) bien para una nueva dramatización del Sl\ieto abru1nado por la vergüenza ante el recl1azo a responder, bien para la exitosa pulsación de 1a mirada especular en un circuito narcisista devenido elíptico (o lo que es ]o inis1110: inevitablcn1ente clistorsionado) por la fürma hiperbólica clel elenco original. Como Ton1kins describe acert.adan1entcJ la vergüenza se horra a sí nüsn1a; la vcrgiienza apu11ta y proyecta; la vergüenza se da la \'ll1e1ta como un guante:

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Vergüenza, teatralidad y periormativiclad queer: El arte ele la novela de Henry James

vergüenza y orguHo, vergüenza y dignidad, vergüenza y vcrg-ücnza y exhibicionisnJ_o so11 entretelas de la rnisma pTenda. Podría decirse Íinalni.ente que la verg·ücnza, 1a vergüenza transfor1nacional, es ¡;e~fornrancc. Me refiero a 7Je~for1nltnce teatraL I ,a ;1eijOrrnance está asocü1da a ila vergüenza) y 110 solo por ser la n1ancra o el resultado de protegerse de ella, aunque esto últinao sea rnuy importante. La. ·vergi_lenza cubre c1 lünite entre introversión y eA"troversióni entre ensimisrnan1iento y tc;:ntrallldadi entre pe1for1nati\ridad y ...

cón10 en la escritura de estos textos el propio J arncs insiste en ternatJzar ciertos ele1TJ.ent.os co1no específican1entc con la consecuente e::p<:ct.ación pehgro) pérdida)' rnelancoHa que le brindaba el teatro de ac1we!la época) con10 expHca Joseph I_,1tvak en Cau,ght in the Act en el acto], El segt1n d.o de estos circuitos dran1atizado en los prefacios es el que une al ha..bL:u1te 1 de for:nn_a peligrosa y prodlncti>,~.a, con su propio pasado. En los pref~1cios es l1ahitual que J arnes in1aginc su relación con e1 pasado co1no la relación cargada de intensidad entre el autor de los :rnis1nos y el escritor -considerablen1ente rnás joven- de los cuentos y novelas prologados, o tambi6ni con10 la relación entre cua]qu-Uera de estas dos fig11ras y 1a de un hon1bre aún n1ás joven que representaría la propia ·ficción, ¿(_:¿ué en1presa podría ser n1ás excitante o peligrosa en sentido i1.arcisista que la de re]eerJ revisar }' recopilar las obras propias'? S-i dichas obras 1 o su joven autor invocado a tal efecto) dcvol\rieran esa n1irada de anhe]o con ojos apagtu]osi indiferentes o distraídos, ll1abría lünite a la vergüenza. (por por uno i1lisn10) en que se incurriría'? No inenor peligro es, sin en1bargo, el de no llegar a reconocer o desear dichas obras y a dicho autor. Corno escribe To111kins (1995: 135): "Al ig1Ja1 que la repugnancia [la vergüenza] opera so]o una vez que se ha activado el interés o el gozo, e inhibe uno u otro o aJJ1bos. El activador innato de la vergüenza es la reducción inco1npleta del interés o del gozo. De ahí que cualquier obstáculo a una n1ayor exploración que reduzca parcialn1ente el interés ... activará el bajar la cabeza o retirar la rnirada por la vergüenza que se está pasando, y limitará tanto la continuación de dicha exploración co1no 1a exhibición de la propia vulnerabilidad"º Considerar el interés en si 111ismo co1no 1111 afecto distü1to y plantear u.na asoci.ación entre la vergüenza y el interés (o su [incompleta] inhibición) tiene 1 a rni enten·der, sentido desde el puntó de ·vista feno1nenológico respecto a la depresión y, en este caso, a las depresiones de las que Ja1nes había conseguido salir para escribir sus "novelas mayores", novelas que, ciert~nnenteJ parecen mostrar 1os efectos de una co1nplicada historia de tTastornos y una profusión de remedios para la recuperación del interés. Aún así, eran depresiones en las que el autor volvería a hundirse de nuevo. El Ja1nes de los prefacios se n1anifiesta en la 1nis1na sorprendente 1netáfora que inspira hoy· en día los escritos sobre "el niño interior": la inetátOra que presenta ]a relación de la persona con su pasado corno u:na relación interperso11al, tanto intersubjetiva co1no h1tergcncracionaL Yi añadir, que para 111ucha gente esta es, por definición, hon1oerótica. Con frecuencia, el joven autor está presente en estos prefacios co1no una figura personalizada, pero n1ús habitualn1ente aparece representado en ]a propia ficción o en los person<\ies de la n1isma. No es necesario adoptar (corno hace la psico1og]a popular) una teleología 11igiénicai norn1alizadoraJ sanadora de dicha relación -n1cd1ante una sobre-

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pcrforn1atividad.

Henry James emprendió 1a Edición de Nueva York (bellísimo rccopilatorio en veinticuatro volún1enes -revisado y con nuevos prefacios- de sus n1ejores relatos y novelas, a juicio de1 autor en aquella época), cerrando asi un periodo relativamente teliz de creación literaria ("la tase n1ayor"); fue un per-llodo fc1iz, enmarcado, no obstantei entre dos crisis devastadoras de n1elancoH:a. l.a prin1era. de aque11as arrasadoras depresiones se activó en 1895 con10 consecuencia de lo que Ja1ncs vivió como el fracaso rotundo de sus arnbicioncs de dran1aturgo 1 tras ser abucheado en el estreno de su obra Gu,y Doniville. A pesar de ello, en 1907, cuando e1npezaro11aaparecer1os prhneros volúmenes de la Edición de Nueva York, Ja:rnes se ha11aba suficienten1ente repuesto de su auto-proyeceión dra1natúrgica Yi de hecho, había 'ru:elto a la batana por 1a escritura de obras teatrales y a la de su negociación. con los productores, lo cua1 era 1 verdaderan1entej una actuación de rnucho mérito. La siguiente depresión terrible no fue originada por una 11umillación sobre el escenario, sino por el fiasco de la propia Edición de Nueva York: un fracaso absoluto de ventas y un fracaso aparentemente definitivo en la consecución de un reconociiniento del tipo que fuera por parte de los 1ect.ores. Al leer los prefacios a la Edición de Nueva York, esta1nos pues ante una serie de textos qne 1nantiencn con la vergüenza una relación dinán1-Ilca mucho inús allá de 1o que cabría i1naginar. Los prefacios ~rnanifestación exultante de la recuperación de J a1ncs de ese episodio casi fatal de vergüenza en e1 teatroson un espectáculo lúdico rebosante de un productivo 11a1cisisn10 de nn autor casi obscenan1ente confiado o "proyectado", aunque ta1nbién ofrecen el espectáculo de invitar a (es decir: quedar abiertos a) 1o que, de hecl101 era tanto el destino de los tcx"tos co1no el del autor: la aniquilación ante 1a ausencia absoluta de reconocin1iento por lector a1guno. En su1na) los prefacios significaron una vc1dadcra salida (y en Jnás de un sentido, desde luego). Operan en ellos al n11enos dos circuitos distintos de la órbita hiperbólica narcisismo/vergüenza, y an1bos en una relación n1utua volátil. E] primero de e1los 1 co1no ya he suge1idoi es el dran1a de la relación de Jan1es con su púb1ico lector: su audiencia. Al usar aquí el tér1nino "audiencia" quiero resaltar

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valoTación_ sensiblera del acceso del "niño" a la autoridad narrativa a costa de 1a de1 "a
angustJosa rc1.r-isión, \'lH:lve a reaparecer el rubor de la vida, El rccono{_'irniento de esto rnisn10 en buena parte de _La edafl i-ngTata es) cle1i:arnente, 1o q_ue 211c TJe-,, a a calificarlo todo, sien1pre con inucho cariñt\ de n1onstruoso" (1984: 99). Es corno si el poder inductor de vida de ese "rubor de 1a \'ida" cu la criatura joven, al que también se refiere cuando 1e aplica ]a etiqueta potcncia1n1entc vergonzosa de "1nonsi:111osiclad") fuera el reflujo de1 Iubor de vcrgi1cn.7.H o de repudio que el hon1hrc n1ayor ya n.o siente en esta reescritura. De n1anera sin1i1ar, James (124) escribe acerca de sus disparata.dos errores en ]a estin1ación de la eA'tensión de lo que de entrada pensó que seria un cuento corto: "Hasta esta cuidadosa revisión, para rní El e,x;poNo fle Poyntoni habían quedado {lo10rosa1nente asociados a la e1nbarazosa consecuencia de ese estúpido error, 1<:1 tema. en1ergió ... en una desbordamie11to de sentido; gracias a esa bocanada iiTesistib1e, )'solo pude c;q)licarlo así, me encontré a iní mismo ... seducido y arrebatado". "AqueHo ocurrió asfJ, concluye el escrJtor sin
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Cort.,eguir acabar y dejar atrás la obra, y tener lo mínimo que decir, a ella y sobre ella, había sido durante años mi única regla, así que, durante ese interregno tedioso, tuvieron tiempo de medrar y florecer terroríficas supersticiones sobre lo que rcahnentc debía haber sucedido. Entre todas ellas sin duda no fne la n1enor el estúpido ten1or a que c1 menor aseo de aquella extraña prolci cualquier intento de limpiarle el polvo acu1nulado, cualquier enjuague de sus rasgos inarchitos, el peinar sus 1ncchones canosos o e1 tirar de sus vri~jas prendas -para conseguir un -u.nejor efecto- podían, de acuerdo con e1 dicho, costar un ojo de la cara. Hago uso de la figura de la edad y sus achaques, pero, de hecho, he tenido más bien la visión de la reaparición del recién nacido ele mi progenie ... , como si hubieran bajado unos infantes n1olcstos desde el cuarto de los nifios al salón, en respuesta a las an1:_tbles i1reguntas de unas visitas que l1ubieran n1anifestado interés por e11os. En consecuencia, he dado por sentado las convenciones sociales a1 uso en estos casos:

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una supervisión responsable de las criaturas por autoridad, el brillo Íltgaz de una aguja laboriosai u.n chapoteo apenas perceptible ele agua jabonosa ... Cotno orden bárbara) "¡Que la niñera no se r_rieta cu_ absoluto en esto!" no hu1biera sido, en puridacl 1 inconccb]hle, pero es a todas luces cierto que jan1ás habría sido efectiva para una reedición adecuada ni excelente. Por lo tanto, resultaba evidente que la 1nás 1nínüna co11ccsión de disculpa 1 co1no la supresión de ese "en abso1uto''i la n.1ás ininhna partícu_lajabonosa1 iha a dejar la puerta más que entreabierta. Este pasaje, que se inicia cun la evocación del carácter inquietante de una joven/vieja estirpe frankensteiniana abandonada (rerrliniscencia de }os nifíos repudiados o maltratados en Dickens, co1no S1nike o Jenny VVren, cuyos cuerpos deformes representan narraciones de desarrollo a la vez aceleradas y congeladas, debido, entre otras cosas 1 a una extrcni.a i1ccesidad n1aterial) se va 1nodulando, ele fi:nma tranquilizadora, hacia el confort cálido y sobreprotector (al estilo de Chrístopher Robín') de los rituales de crianza infantil propios de la burgi.1esía cduardiana. La posibilidad real de que el niño inquietante quede abandonado a sn sue1te, ti·ente a la soledad y a la pobreza, se esquiva mediante la evocación de lo don1éstico. Esta don1esticidacl conlleva, para e] ahora acogido y alilnentado -y por lo tanto "infantil" - infante, una n1oda1idad de coqueteo ex11ibicionista con los adultos nueva y placentera, que dra1natiza lo lejos que está el infante del abandono y el repudio. En el lugar en que el ojo del cuidado parental había amenazado con retirarse, hay ahora un baño do11de incluso 1a atención de la nodriza está suplen1e11ta
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irnpudicia está sicn1pre presente, dlgan1os que en beJ1eficio de su efectismo y atractivo; está sobre todo presente porque la lüstoria no e.s n1ás que el niñ.o n1í111ado del ATtc, :l porque, pues sleu:npre nos sentin1os decepcionados cu.ando los consentidos no se portan tan 1nal con10 esperába,i11os, nos gu_sta por lo n1ismo que eHa aclopte ese carácter, Esto prohahlen1entc suceda de verdad, incl11so cuando nos jactarnos de ser capaces
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el arrebato de vergüenza se convierte en una for1na fingida y erotizada de exhibición J.T!LUtua. El -,,ríncnlo de seducción entre el sujeto de la escritura y el no einergido1 pero ta.1npoco repudiado niño "interior" 1 p;:-i.rece 1 ser 1a ·verdadera condición para que el s11jeto en cuestión pueda tener algún tipo de intcrioritlad1 una sul~jctividad espac.ializada que puede caracterizarse por absorción. O tal 'lez sería n1cjor decir: es una condición para que pueda. nzostrar la subjetividad espacializada que se ¡:aracteriza por la absorción. Porque el espectáculo de la absorción perforn1ativa de James aparece solo en re1ación con el cstablecin1iento de nn~ teatralidad pe1forn1ati\ra (si hien en una relación rnás con1p1¡-;;ja e inestable); el circuito narcisismo/vergüenza entre el yo que escribe y ell "niño interior" se cruza con ese otro circuito narcisista hiperbó1i.co y peligroso) configurado l'omo pe1for111ancc teatral) que se extiende hacia afuera entre el expresivo rostro n1ostrado y su audiencia. Quisiera desarrollar aquií la hipótesis de que las reflexiones
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supone que la teatralida·d perfür1T1ativa de La edad i'ngrata encaja con su acto ilocutorio perforn1ativu, y su sustancia con su for111;:::., con10 se supone que el hur:0bre }'la nTu_jer quedan "in.Jisolub1ernente" unidos en el acto cjen1plar de 11abla que es el rnatrilno:nioº Pero, ·verdadera1nente, no es necesario recurrir a La edad 'ingTata (aunque se poclría, püY' supuesto) ni rernitirse a la capacidad desintcgrador.a de Austin en sus propos1ciones, para darse cuenta de que la indisoluble unidad del matrinlonio inal puede ofrecerse corno garante de la estabilidad de esta cadena de ;:n1alogias. Bastante malo es que el lnatrin1onio sea un sacralnento de ~jecu.cü5n, y q_ue apenas pronunciadas las veinte palabras que lo certifican co1no indisoluble, el inatrünonio no solo resu1te ineficaz para evitar una ruptura -ni siquiera en prevenir el escándalo correspondiente- sino que, además 1 solo vale para 1o que vale: para evitar que el escándalo de la ruptura salga a la luz. Pero lo peor es que) incluso para asegurar esos limitados beneficios, el matrimonio ("solo") "tiene que ser un "·verdadero" Inatrin1onio". Las comi11as que pone Ja11ncs recalcan lo resbaladizo de scn1ejante ca1i-ficativo, ¿En qué sentido debe un rnatrimo11io ser "verdadero" para garantizar q_ue no surgirá el escándalo de una ruptura'? Tal vez deba ser verdadero en el sentido de que 1os contrayentes, o sus votos, lo sean, o en que el n1atrimonio mantenga su palabra en algún á1nbito de lo inefable, es decir, en el sentido de que 1as partes re11uevcn de fOrn1.a constatativa: unos votos precisa1nente descritos en su propio compo1ianTiento. Así pues 1 no puede haber ocasión de ruptura, y se garantiza que la garantía es innecesaria, es decir) que caTece
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E,xcesiva1nente bellas, por eso rnismo, son esas ocgsiones o ino1ncntos en una ocas~Úni en que el lixnite entre ini.agen y escena soporta en alguilla medida el peso de esta doble presiónº (James 1984: 298 y 300)º

Característicamente, la afirmación estética de J an1.es sobre la belleza de "la doble presión" entTe ÜTllagen y escena se encarna en la narrativa psicológica a diferentes niveles de texto. Es coherente con una rc1ació11 pederástica entre los pcrsonajes 1 e igualmente de 11uevo eon la que se crea entre el autor y la novela personificada, como personaje. l,a relcctura (Je Los embajadores lleva a James observar có1no "la exquisita traición.,. que con seguridad cabe esperar que aün la n1ás recta 2 de las ejecuciones cometa contra el n1ás inadu.ro de los planes" (825). El escritor localiza este lapso -un lapso de la técnica autoral, un lapso, dice, de 1o "escénico" a 1a "for1na llO escénica" (325)- en un 11ito crucial de la novela: la escena en la que Strethcr, quci como ya hablamos apuntado, a James le parece adorable por su Ina
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Lo que tano bién COlT'l'-ienc especificar es la hr1age11 de la sexual v ,::1e2 acto sexual e11 el cual estas relaciones se escenifican reiteradanl.ente en 1o~s pTefacios, En una nota a de página que puse en nn ensayo anterior sobre JaJ11es, "'fhe Bcast in the Ciosct" rLa bestia en el ar1narlo]) citaba yo un pasaje de sus cuadernos -escritos durante una ·visita a CaEfornia) solo unos n1eses a;1 _ tes de que con1enzara con la edición de Nueva York- q_·u_e me sigue parecie11do el n1ejor compendio de lo que estos prefacios nos Hevan a Teconocer como su más característica y fecunda relación con su propio erotis1no anal: J\quí estoy sentado 1 tras largas sen1anasJ de todos inodos 1 frente a 1nis atrasos) con una acumulación interna de n1ateriaJ cuya riqueza pneclo sentir) y ffente a la cun.1 solo me cabe invocar mi den1onio fa11_niHa~, de la paciencia¡ que sie1nprc acude, ¿,no es cierto?) cuando Han10. Está aquí conn1igo, frente a este frío y verde Pacifico; se sienta cerca y noto su suave respiración, que refresca, sostiene e inspira, sobre mi -in~jilla. Todo se abisma, nada se pierde; todo-vive y fertiliza y renueva su pro1nesa dorada, hacié11dome pensar con 1os ojos cerrados en la profunda y agradecida añoranza del verano en L[amb I-Iouse], cuando acabada mi larga y polvorienta aventura., podré [l1undir] la n1ano, e1 brazo más y n1ás hondo 1 l1asta el l10111bro, en la pesada bolsa de los recuerdos 1 de la in1aginación, dell arte y pescar todas las -figuri11as y la felicidad, todas las pequeñas ocurrencias y el capricho que puedan valer para ini propósito. Esas son cosas que ahora están e1npaquctadas, más espesas de lo que podría yo penetrar, n1ás hondas de lo que puedo alcanzar, y allí clejaren1os que descansen de moancnto, en su sacra y fría oscuridad, hasta qnc d~j'e ]legar a ellas la suave luz d.e mi querida y ,,ieja L[an1b] H[ouse]i bajo la cual empezarán a brillar, a refulgir y a tomar foTma co1no e] oro y las piedras preciosas de una n1ina. (Jan1es 1947: 318) En aquella época lo t'.]té co1110 una descripción. de "jlsi-i'ng-as-écritnre" (Sed·g··vvick 1991: 208); estoy segura de que lo es, peTo el contex-to del prcfi11_cio ofrece otros dos aspectos sobresalientes en esta escena de.fisting igualnlcnte potentes, dos aspectos relacionados entre sí y 1 a su vczi con el proceso de escritura, por supuesto. J::<',stos implican) en prin1er lugar, puño y, en segundo, parto. Uno de 1os intertextos que n1ás resuenan en el pasaje es, sin duda, "}'uH fatho1n five your f3,ther lies" [Bajo cinco brazas de agua tu padre yacc] 4 con énfasis quizás en "cinco", con10 cinco dt-xlos. Otro intcrtex-to que parece hnporl:ante es el libro 4 de The Dunciad5 [La_ Dunciada] en el pa':l~1je en que 1:\J.111ius descYibc la moneda griega que se ha tragado para ocu1tarla de los ladrones y anticipa que

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la devolverú a1 honlbre que los ha cornprado con10 manda u"ccu., "'"''·ª· a tr~t"vés del "santuario sagrado" de sus tripas:

"n1e enfern1r'. pensar en tu ·vida arruinada por esa dolencia. N 0 co1nentaré nada a 1a farni1ia sol)re pues no puedcr, hacer nada por aliviarte y solo serviría para, causarles cloilor" [James, Vl. 1992: 118]) que es análoga al bloqueo interno de Henry) a la vez que i11voca la at1núsfE:ra de un sccTcto sexual 'VH1ian1J por ejelrnploj achtie1ie a Ja.rnes: "Se inc ocurre que estaría bien. que escribieras esto en hojas diferentes de papel con scHo privado, de fOr1na que yo pudiera darle el resto de 1a ca1ta a Ali ce para que la lleve y la relea ... Si lo n1etes entre los dc1nás t1;n1as, va a ser un impcclirncDto para que 1a carta circule. "--')urce Dicu vous g;arde" (84). El ten1a en cuestión en la larga consulta entre hermanos es: ¿,qué tipo de tecnología (quirnicaj eléctrica, térn1ica, hidráulica, Inanual) sería. más adecuada movilizar para llegar al intestino de IIcnr~yy desatascarlo? Williarr1 (113) aconsE;_ja: "Inyecta Lº.] un enen1ajabonoso con aceite) tan largo y caliente con10 puedas soportar (no te lo pongas 1 more tuo, hirviendo)[ .. .]. La electricidad también tiene unos efectos maravillosos, si se aplica no en cantfrladcs nimias, co1no hiciste el hTvierno pasado, sino 1nediante una poderosa corriente galvanizadora, desde la columna a los lTIÚsculos abdomñinales 0 1 si el recto está paralizado 1 poniendo un polo dentro del recto. Si estt.P,1iera en tu caso, recurriría a ello"º Y Henryr1 fl~ su vez:

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esta panza 1n] a '_f'odavía la lleva fic)incnte; as-1 que esto que corno, _Es para refundir las rncdaUas con las carnes. Para probar 1 loh, diosa!, que no tengo artificio, OfTéce111e con la cena de Polio, al igual que 1a n1is1na: Allí todos los sabios estarán presentes en el parto, Y Douglas prcstMá su suave mano Je obstetra (Pope 1963: 387-394), En el contexto de The Duriciad1 la mano de1 obstetra palpando e1 recto en busca del dinero parece representar lo 1nás abyecto y grosero, pero ante la presión de la turbación de James es evidente que 11a experhnentado un cambio radical pasando a convertirse en un símbolo
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La dieta aquí es buenaJ senci11a y a ]a vez sabrosa. Pero el único tratamiento para n1is dolencias es el baño de asientoº Ivie disgustó mucho no encontrar aqui ningún tipo de mecanis1no (p. ·~i· la ducha-inyección) como los que había en Divonnc. (63). Podría decir sin faltar a la verdad) que he conseg,1-lido abrir un camino. Mi "pequc:ñajeringa" no 11a conseguido cu111plir su con1etidoº }:<""',]agua o bien no sale o bien sa1e tan inocente con10 entró. Estos últimos diez días he llegado a estar n1uy desrnoralizado y 1ne he lnedicado frenétican1entc con píldoras. Pero tan1bién han resultado ser de poquísüna uti1idadJ puedo ton1ár1nelas por doce11as sin sentir ape11as nada ... De alguna manera tendré qU:e ponerme inanos a la obra. (105), Lo que yo he Han1ado la "crisis" se desencadenó por to1nar dos píldoras supuestamente "anti-biliosas", q_ue rne rcco1nenda.ron en la far1nacia ing1esa. No n1e aliviaron en absoluto) fueron totalmente incon1patib1es con1nigo y n1e provocaron una especie de diarrea abortiva. Es decir que sentí la más reiterada y violenta inclinación a la deposición, sin ser capaz de efectuar nada salvo el paso de algo de sangre [. .. ] Por supuesto) mandé llamar al [. .. ] médico irlandés [. .. ] Nic sometió a una irrigación de clen1entos desconocidos, que fracasó con1p1etamente en ponen.ne en n1ovin1iento. Lo repetí varias veces, perfccta1nente en vano. Ivie d~jó ya entrada la nochei bastante desesperado, aparen.ten1ente [. ..] Ya han pasado varios días. I-le visto al inédico repetidas veces y parece dispuesto

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Vergüenza, teatralidad y performatividad queer: El arte de la novela de Henry James

(iguuro si co1110 n1édico o n1ás bien_ co1no an11go) a ccharrne una ruano [,.
Vergüenza, teatralidad y performatividad queer: Et arte de la novela de Henry james

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frontal (pla-na) 1 se i.n.terprete con10 lo que da lihrcrnente a1 "recto", este últi1no en el sentido de (penetrable) trasero. Jani.es escribe a propósito de Lo que l'vfaisie sabia sobre "esa dura"';/ hril1antc de c:x-trafia una-de i::uyos lados es lo correcto y el bienestar de alguien y la otra.) el dolor y ]o rnalo" (143). Si) reahnente, "el a.nverso y el reverso" se convierten en una "una opción inar.a\rll1osa para el espectador"i es porque el recto Y"'erso 1 lo straip)ll (lo recto, lo hetcro) o correcto y lo "desviado"1 per-.rertido o "1nalo", coincide11 n1uy estrecha1nentc en lo que no solo es un juego de paln.bras, sino ese anatóanico dou];fe entendre que en aquella época James experhnentó coni.o fuente inagotable de interés y deseo, (en lo que coincido absolutamente con él). Es difícil ponderar suficicnten1ente la irnportuncia de lo "co1·rccto" y de algún otro térn1ino (directo) erecto) de la ra1z ]atina recten el papel rncdia.dor que tiene para Ja1nes en su concepto "recto" (anverso) y "verso" (reverso) del cuerpo expuesto y gozado: "En todos los casos, el dran1ah1rgo, por la verdadera natura1eza de su genio, no solo cree que salida correcta por más estrecho que sea el lugar correctamente concebido, sino rnás aún) cree, firm_ementei en que dicha "estrechez" es necesaria (salga lo que sa]ga), .. J-\..si puesJ no se trata en absoluto de qué hacer con ello, sino solo, n1uy deliciosa y conde:nablemc:ntcJ cón10 meterle mano" (311-12)º "Sa]ida correcta de materia} del estrecho lugar rectan1ente concebido", una frase así puede referirse a la vezi a la recta (straight) (adecuada o convencional) vfa de salida del recto (straight) lugar de concepción y a 1a salida rectal del recto lugar de concepción, esta sÍi stra'it les decir estrecha} solo en el sentido de placenteramente apretada. Cualquiera que sea la "salida" o lo que sa1e, "no hay nada correcto salvo que lo ilnagine1nos correctamente" (214). Esta f~1milia léxica, en la que se insiste en los eje1nplos presentados, prolifera en los últimos escritos de James (tanto en novelas con10 en prefacios), con10 si en estas silabas se condensara un acceso privilegiado a "la esencia primigenia de la fantasía": "Este es el encantador, el ator1nentador, el eterno asuntillo que hay que cncan1inar rectan1ente en todo el tE;,jer de hilos de plata y remac]1es de oro, y tal vez pareciera yo encontrar un consue1o de1nasiado fantasioso en cada atisbo de tan logrado ajuste) si no cstuvie-rnn hechas las consolacio11cs del artista de la esencia prin1igenia de la fantasía"º La evocación asociada de la n1ano tan1bién es, corno veren1osJ ha1io frecuente. 'feniendo en cuenta que _El a1"te de la novela se considera (en la rr1edida en que se ha debatido) co1no el más puro manifiesto para la posibilidad de la forma orgánica y el poder del centro orgánico de consciencia en 1o que se refiere a la ficción, resulta sorprendente en qué rnedida viene a constituir un incrnorándum de centros descolocados. 1~odo lo referente a círculos o circunferencias en cualquiera de los prefacios es prohle111ático. Ja1nes (85-86) habla de:

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Un ·vicio particu]ar de1 espíritu a1tlstico, contra el cnal la 'vigilancia 11ahía sido destinada a ejercerse en ·vano desde el principio) y cuyo efecto era que el centro de n1i estructura iba a insistir una y otra. 'lez, perversa e incurable1nentei en situarse -por así decir- en n1cdio [,... ], Ivíe siento ilnpulsado a confesar con tota] franq_ucza que, entre n1is prod.uccioncsi a mi parecer son 1nuy pocas aqueHas en las que el centro orgánico l1a conseguido colocarse en la posición adecuada. Asi, una y otra vez, la preciosa pretina o el cinturón abotonado) abrochado y colocado para una valerosa exhibición acababa, pese a las desesperadas protestas -es decir, pese a los esfuerzos indispensables por desmontar la tran1a-, a una altura peligrosan1ente cercana a las rodillas ... Estas producciones tieneni de hecl10J si se n1e per1nite la crudeza, centros a la vez espurios e ilusorios) para co1npensar su fUlta de verdad. "Centro" se utiliza clara1nentc de fOrma polivalente en pasajes de este tipoi del misn10 rnodo que cuando se refiere al orificio imposible a través del cual u11 medallón plano y redondo se abre a las profundidades. Aquí se presenta co1no pretexto para la antropomorfización cón1icamente explícita de la novela como un cuerpo, un cuerpo exaltado por el per1nanente peligro
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y perfoímat1viclad quee1·: El arte de Is. novela de Henry James

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cx:trañarnente desig;ua1es" (86). en un rnapeo n1uy distinto: "I_,a tal como sueile practicarse gcncrahncnte en Tnglatcrra) es el paraíso perfecto de los cabos sueltosº La obra dran1útica solo consiente ]a de un solo Jcm<wu, rnatcn1átican1cnte y los cabos sueltos constituyen una in1perl:i11.er1cia de bulto en su superficie" (]_]_"1), Seguir las ran1ificacioncs de estas .in1ágenes en los prefacios .in1plicarla citar (1iteralmente) todas y cada una de las páginas de los n1isn1os. Una apro~ xin1ación más operativa sería) tal vez, presentar algo breve, tipo g]osar-Ilo de tér1ninos clave y de algunas combinaciones inclliante las cuales fu_nciona 1a ünagen deljlsting en estos prefacios, puesto que la acu1nu1adm y asin1dlada fragancia de significantes es uno de ]os p]aceres que Ja1nes se jacta particularn1ente de disfrutar "en ini lucha para mantener una compresión rica, si no rnejori para mante11cr las acun1ulacioncs coxnpactas" (232). Pero con10 avance de este glosarioJ supongo que debería decir algo sobre qué supone oír esos significantes ricamente acun1uladosJ casi 2Jquhnican1ente ü11buidos de forma tan poderosamente sex1J_alizada y, en térn1inos generales, sobre los tipos de resistencia que la lectura que propongo puede ofrecer a un proyecto de interpretación psicoanalítico. En su trabajo psicoanalítico sobre James, K;ija Silvcrman (1988: 165) declara (a propósito de un pasaje concreto de un prefacio co11creto) q_ue está deseando: "arriesgarse a violar un dogma fundamental de la crítica de Ja1nes: que el lenguaje del Maestro no puede tener significación sexual, independienten1ente de cuan violentamente provocativo sea". Estoy, desde luego, totahne11tc de acuerdo con ella en este sentido, con una salvedad: que la diligencia de Silvern1an en apreciar el carácter abiert.a1nente sexual de los prefacios de James 'Va a la par de su insistencia en que el autor no podía ser consciente de ello. La relación erotizada de J a1nes con sus escritos y con sus personajes se rige, según ella, por "e1 deseo -inconsciente n1ás que por una organización consciente"; "armado contra un h1descado conochniento de sí mismo", Jan1cs, según el diagi1óstico de Silvern1ai1 pone "sus defensas" "en lugar seguro contra un descubrilnie:nto que no sería bien recibido" (149). Me alegra extremadamente que se oiga el lenguaje sexual de James, pero no de que se escuche con esa insultante presunción de un privilegio epistemológico por parte del oyente; pri\ilegio que, por otra parte, depende n1ás de la insistencia acrítica de Silver1na11J empeñada en considerar la sexualidad solo en tér1ninos de represión e ignorancia de sí. Cuando sintonizamos el lenguaje de Jarnes en esas frecuencias, no pretenden1os, desde una posición de privilegio y superioridad, descubrir subrepticünnente una. narrativa sexual oculta a1 propio autor, sino, más bien, ser una audiencia que se sabe privilegiada por participar de su disfrute exhibicionista y de la representación ele u11a sexualidad organizada c11 torno a la vergüenza. V crdadera1ncnte, se trata de un público entregado, lo cual viene a ser, afOrtunadan1ente, uu público deseado.

Vergüenza, teatralidad y peliormati11idad queer: E! arte de fa novela de Hern-y James

Ve1-güenza, teatraiidad y performat1vidad queer: El arte ele fa novela de Henry James

Algunos términos que {Ja111ani especialn1cnte, por su inclus1ón en c0te pcquefio glosario -aun cuando podrían ser n1uchos n1ás y 1 de 11echo, cualquier lector de estos pocos pasajes podría generar una lista de otros tantos ~ignificantes reiterados 1 rnagnéticos, y con frecuencia enign:i_áticos- son: FUND/

francés para "botton1 [fondo, trasero (crúo)J" puede explicar la afinidad con "1,etJ'DSpecl [retrospectiv~'L]", "backzvard :rriezo hacia atrás]" e iDclusc la "thrilling tale [fábula ~Ji] afecto del artista -en p.aráfra~>is d_c Jan1es ton1.ac1a de sus pre±acios- p11cde residir en su "-vo1untad de pasar por tonto del culo" (Jau1.esi 1984< 83). La. asociación entre [afecto]" y ':·fúrulairten_.t [fund.an1ento]" se extiende, igual111entc, al interés de Ja¡_nes por la "pou;vnATioN" 1 en la con1pleja (y sien1pre antropon1órfica) iln_agen co:n 1a que describe 1a estructura ·de sus obras: "Es ]a diversión) a n1i entender) X.o que en cualquier iniciati·va artística provee de pa1ticular firn1eza la base d..c: la obra y los cimientos de los que son.1os conscie11tcs L.. J. Lo que ron1pe el corazón [.",j es la. dificultad que pro·viene de unos frnndarnentos endebles [... ]. El dran1aturgo sólido en el sentido de su propuesta f. .. J tiene rcaln1cnte que está abocado a la arquitectura, a la construcción al precio que sea; debe in1plantar pro-f11ndan1cnte los soportes verticales y tender sobre ellos los horizontales, las carreras, fijándolas con -firrneza, ele forn1a qrne no haya peligro por :u:nás vibraciones que produzcan sus golpes de inaza. Así, el •.;alor arthro de su base se hace inn1cnsai pern1itiéndole avanzar con sus flancos protegic:los" (109), "Fond" es, pues) un nodo donde se unen 1a dramatización de la ve1~güenza, el afecto y la cxl1ibición co1no principio con1positor, que está a su vez firn1e1nentc ubicado -en el plano de los significantes~ en una zona concreta del cuerpo erotizado. (l-Iabría que h1rluir también 1 si esto fuera un glosario con1p1eto, una utilización cuasi arq_uitcctónica, por parte de Ja1nes, de tér1ninos como ARCH fARco], JJI&1CE [ABHrl.il\DElt.A..], PRfiSSURE [PREST<JN], 1+"I-i'IG1-rr [PESO]). Ta1nbién creo que resultaría interesante, a propósito de FOJVD, considerar que esta sílaba proporciona 1a nota vibrante grave a esa '.'fitn [diversión]" a 1a que James era tan afecto ¡que de incluirla en citas alarn1ante1ncntc insinuantes! "Para el artista entusiastai tanta fuente de abundante "diversión",jai11ás debe 1nenospreciarse" (.'324) o "'fodo se reduce a lo misnl{\ a mi diversión y a la suya" (345)) ltufbnd .. Un binonTio ter1ninológico hnportantc en los prefacios es LS'S'UH [SALIDA, F.lVlISJÓN, PUBLICACIÓN] y /ISSTSTtASTSTTR]. Cada uno de ellos está significanternente cargado de alusiones a la escena obstétric.a1 co1no es el caso de la oTden "¡Que la niñera no se aneta en absoluto en csto!" 1 de la cual se dice que a1u1 cuando pudiera concebirse, haría in1posiblc "ninguna reedicíón [re-issuc] ad..ecnada ni excelente" (337-338). Co1no nnoon [estirpe) progenie--! y cOIVCEIVE [concebir], que n1ereccrían sendas entradas, cada uno de estos térn1inos es relevante en la co1nposición o en la escena dran1ática. Llamáhan1os antes la atención sobre cón10 1a Teedición del libro [volver a "sacarlo" revisado] y el proceso, de repare11talización) por así decir, de los prefacios ptrrecen confluir en el sig11ificantc "issue". "Jssue" no es solo la edición o la criatura o cualquier otro elen1cnto eini·" tido, sino ta111bién el cana1 del parto, la "salida correcta por ni.ás estrecho que

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FO[TJ1,TDATT01V [AFECTO A, "El'\TR.c-\J"'\rABLE, BRNEVQJ,ENTEi CRÉDULO INGENUO E:_\IClúUÑADO/

FL>TDACTÓN/CUL0] 1 ISSUF [Sii.LIDA, PUilLICAClÓN, EIVllSIÓN 1 FLUJO, PROGEJ\..TE 1 .'..\1.i\TERTA/

ASUNTo"L _¿-1._~ST.'-JT [ASISTir~, AYUD~ill]j FRAGRA,\''1/FL¿JGRhVT [FR..'\.GAJ\il"E/l•'L\GRANTE], GLO-

o GiVE, PRENDA]i HALF [1VHTlill] y, C01110 ya ·vimos: RIGHT [RECTOi DERECHO] y un grupo de palabras en torno a /rect/' CEJVTBJ-t/CIRCUI\!fFERE]l,TCE [cENTRO/CJRCUNFERENClAL ASPECT LASPECTO] y NIEDAL [:r.vJEDi\.LLJ\J. No l1c escogido estos tér1ninos por su pc1tenencia a 1a tópica "fTcudiana" de significantes en el n1o
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sea e1 lugar recta111ente concebido''' (311\ Y tanto e:n e] caso en que el c.scritor era "propenso a la retrospectiva) al 1nirar hacia utrás" y "afee.to a considerar ei desarrollo y c1 proceso n1isn10 de producción con10 una fábula excitante" con10 en e1 de 1as mitades "posteriores", lo tcn1pora1 en J arnes se nnapea antropo1nórfi.can1ente con10 lo cspacia1 1 la publicación pasada (anterior) se co1T\'ierte en la publicación sigr1_iente (posterior): "Cuando llegue cl 1no1ncnto de encajar histórican1ente todos estos l1ijuelos de mi imaginación con sus correspondientes parejas de progenitores,"!/ todas rnis uniones reproductivas con StllS inevitables frutosi parecerá que presento ini co11ciencia retrospectiva co1no la -figura de un proyectil cargado y recargado por los hados con algún singular e infalible explosivo" (178). Como JSSUb', el térnnino Assr.'i'T [asistir] parece que empieza por aludix a la escena del nacin1iento; relaciona la inano obstétrica con la del aplauso 1 y el pa1to, no con la publicación, sino con el teatro. En c1 prefacio de Las alas de la paloma, Jan11_es parece asu1nir L'1 actitud cuidadora del médico de la novela, sir l,uke Strett, a la vez que a través de una cadena de sugerentes decisiones léxicas reescribe la enfermedad fatal de Milly 'fheale con10 un embarazo al que "sincerai.nente, uno debería asistir"; se habla de su enfer1ncdacl como de "un estado interesante"i con intensidades que "se aceleran" y luego "coronan"; el papel de ella es "la singular actividad de ]a apasionada, inspirada resistenc1a. Esto últin10 era el quid de la cuestión, [issue] puesto que la vía se hacía recta" (289). Pero no resulta tan fácil decir en qué sentido opera el término "asistir", si en esta c;.,_1Jlicación del pape} del punto de vista de El a,rnerican,o se emplea en su acepción obstétrica o en la teatral: "'Asisthnos' desde esa adm.irable posición: la ventana de la an1plia, inny a1nplia conciencia [de Nev.,,n1an], Por tanto, el que rcaln11_entc importa es él; todo lo de1nás importa solo en la medida en que él lo siente, 1o trata) lo conoce. La intensidad del esfuerzo creativo para ineterse en 1a piel de 1a criatura es siempre) creo yo, una hern1osa pasión; el acto más con1pleto de posesión persona} de un ser por otro[. .. ]. Es pues una gran verdad que corrobora mi instinto para inultiplicar los de1icados toques que logran dar ·vida a Nev·vn1an y hacer que transn1ita 'ida" (38). "11ssist [asistir]" está e11 el texto de Ja1nes entrecon1iUado 1 y no resulta fácil (con Ja111es no suele serlo nunca) saber el porqué, salvo que pense1nos en 1a doble significación ( obstétrica/teatral), o en que es ·una llamada de atención) con10 en el caso de 'fun [diversión l", a n1cnos que esté n1etiendo un juego de palabras traído por los pelos con el térn1ino francés: en este casoJ la asociación entre estar sentado ante la ventana y "desde esa admirable posición", asistir. En francés, "assister" (asistir, a un parto o a un espectáculo) y "s'asseoir" (se1Ttarse) no están realmente relacionados, pero sí suena11 parecido por la sibflante sílaba ass- [culo]. Y por muy firn1es que sean desde lo arquitectónico, las asociaciones incsperadan1cntc dTamáticas de asiento (sobre todo las referidas al placentera1ncnte amplio

Vergl:1enza, teatralidad

y pedormativ1dad quee;·: El arte de la novela de Henry James

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asicrltcJ, esa "in1nensa" "base" "arnplia, suficienternente están rTlU)' presentes en 1os prefacios. Por ejen1plo, desde la. ventw.1a, ante la cual Ja1nes cscrt!){l, se ve "una "casa grande" [.,.l) sornbria) d9J-adrillo oscuro, co1110 una ex-tensión de 111.i pero con una neutralidad ~Tny conveniente que pro.nto percibí como protectora'
Sin duda nada hay reseñable en 1a 1abor del novelista que no haya pasado por el crisol bullente de su pot-fat-jCu intelectivo. Aqui pues nos :figuramos ese bocado, no recocido hasta lo insípido, por supuesto, sino expuesto, a can1bio del sabor que confiere, a una nueva y más ril'.a saturación. En ese estado, a su debido tiempo es e::,.'traído y servido, y le aguarda una n1agra consideración [..J inientras no se exceda en hablar de su último y genial caldo de cultivo, de la buena 1 la mara·villosa co1npañía que, co:n10 doy a entender, 1o ha mantenido estéticarnente. Al fin, se ha incorporado en nuevas relaciones y en1erge dispuesto a incorporarse en otras. Su sabor final se ha constituido, pero su identidad priinera ha sido destruida. [. .. ].As], gracias a u11a rara alquünia, ha quedado convertido en algo distinto, en algo n11_ejor (2~30)º Los productos del cocinado y de la digestión parecen intercambiables -e igualn1cnte irresistibles- 1 porque ambos son rcsu]tado de un proceso de rccirculación descrito como potencialn1ente interminable) simplen1ente enriqueciendo el "residuo" (co1no dice Ja1nes habituahnente) 1 lo que se torna 1 se pelUzca (155), o se pesca, co1no escribe en el pasa.je de California y en 1nucbos otros. "La 1arga

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pértiga de la men1·oria rernueve y hurga el fondo, y nosotros pescan1os estos fragn1entos y vestigios de 1a ,,rJda sun1ergida y de la conciencia ex-tinta que nos tientan a rcoo11stituirlos" (26)º En 1a .,,,rida intelectual de[ dice Jan1csi "la materia antigua está ahí, de nuevo recibida, gustada) exquisitan1ente asi1n.i1ada y de nuevo disfrutada [. .. ],todo un proceso de crecimiento de] "gusto" propio) cun10 solía11 decir nuestros pad.res, térrnino afortunado que abarca gran parte dello inás pro:frnudas que hay en nosotrosº El "gusto" del poeta esi en el fondo, y en la n1edid_a en que en prevalezca sobre cualquier otJra cosa, su sentido activo
Por esta razón, el análisis ulterior es casi siempre la antorcha de la \rictoria y el éxtasis, en tanto la xnano firn1e del artista lo agarra y juega con ello; ine refiero) naturalmente) a un éxtasis sofocado y a una oscura victoria1 gozados y celebrados no en la ca11e 1 sino en c1 santuario interior; las apuestas eran ciento a uno, en cualquier caso, y a esto no se 11cga de buenas a prhneras, sino mediante un complejo proceso dc1 mejor rcsidu_o de la verdad. }!""',ste 1 con buen juicio, era el encanto de la escena [. .. ].As-U, los elementos no podían sino emerger hasta la propia superficie 1 con una ironía más profu:nda que 1o incran1ente ob·vio. Acechaba en la pre1nisa \rulgar como un perfu1ne oculto; cuanto más i:ie cernía la atención) Inás consciente era yo de 1a fragancia. A lo cua1 debo añadir que cuanto más arañaba y penetraba la superficie, IT1ás potente resultaba esta cualidad para la pituitaria intelectual A1 fin 1 llegó e1 residuo en cuestión, yo n1e hallaba en presencia de aquella dran1ática chispa roja que refulgía en el centro de rni visión, y, confOr1ne yo sop1aba suavemcnte 1 ella ar
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inano que toca. Algunas palabras que J an1es elige para. esta relación son, por ejemplo 1 GLOVE rGU.:..NTE] y G!lGf:"' [i\J'L'EST1\ PRENDiJ, en francés gageu.re: "Ese era ini problen1a, p0:r dccir1o asíi y rni gageure con el pequeño abanico de valores por lo que reah11ente va1ían-ytra.bajar mi,.. peculiar grado de presión rnotivada por n1i interés" (3«50-331). Ilealrr1ente 1 el g1Jante o prenda es para Jan1cs una prirnera figuración de cn,¡5'.agerrtent, de interés, de n1otivaciú11) y de catexia tout súnple. ~\propósito de eHo escribe: "un cncanta:n1-iento que crece proporcionalmente a iT1edida que su, atracción lo pone a prueba, lo tensa y lo estira, lo entrega enérgica1nente al contacto" (u1). JYfás enérgican1ente, si cabe, ofrece una imagen consistente para la creación (es decir, para la habitación der1nal) de personajes encarnados. Como cuando Ja1nes ve "ese tipo adn1irable de jove11 alto y esbelto, tranqui1o y estudioso" habitable para un perso11aje que James a.penas había entrevisto en su in1aginación: "0,1vcn \iVingrave 1 11cbuloso y fluido, solo por contacto podría l1tdlarsc a sí m'isrruJ en aquel cabaUero; hallarse, es decir, hallar una figura y un h.ábito, una for1nai un rostro, un destino" (259-260, la primera cursiva es nuestra). por supuesto 1 el dar ·vida al personaje levantándolo por detrás tiene su propio esce11ario 1 en este caso, el teatro de Inarionetas: "Para el cue11tacuentos o el titiritero no hay privilegio 1nás dc1icioso o juego dificH inás ansiosamente ejecutado ni con mayor suspense y e1noción que esa tarea suya de buscar lo ii1vis1ble y oculto, en u11a intriga captada solo a medias, a la luz de 1a prenda que ya tiene en la mano , o por así decir) gracias al olor que esta desprende" (331). El rastro oloroso del guante 1 de la lnanoJ de la marioneta1 no parece en este caso particu1arn1ente inexplicable. Es el olor de la n1ierda.J el mis1no que el de la vergüenza. Es el olor de una identidad a la. que es especialmente afecto 1 lograda mediaiTte el proceso de volver lo de dentro a-fuera7 • Evidenten1cnte, podrían crearse n1ás entradas de términos que operan de manera sinLHar en los prefacios) solo n1cncionaré unos cuantos: BR.JSTLI!.. [CERDA, PELO], []llTEREST [1NTERF.S]) USE [uso]J BASIS [BASE], UNCA1Vlví~ [EXTRANO], TRFATivfENT [TRATAJVIIENfO]j STJUUJV [ESFUERZO, FORCEJfui_R]i A'XPRES.'-,' [fu'ITRESAR], HL4STJC [ELÁSTT-

CO],

the J-[_[GF-¡/FREE F-JAl\TD [la JY1ANO ALTA/IJBRE]i

(verbo) (adjetivo) fCO::_\íl\¡10VEDORJ RILW BRO'LIBL H'L1STij~T&lIST [DESECHO/

F-IA1VDS01WE [HF.Rl\10SO], BEAR

fLLEVAR, CARGAR], C01VCEIVR [CONCEBIR], TOUC.fIING lRlCO]J .'i'PRfl\TG

No quisiera que los prefacios sonaran den1asiado a El silencio de los corderos, pero Jan1es tiene una forma n1uy gráfica de figt1Tar las re1aciones autorales en tér111inos de habitación dern1al. Como ya trin1os 1nás arriba, considera que "la intensidad dc1 esfuerzo creativo por ineterse en la piel de la criatura" es una "her1nosa pasiún"i reahnente, "e1 acto más completo de posesión personal de un ser por otro" (37)º Todo rubor que marca 1a piel co1no órgano prhilegiado tanto para la generación con10 para el contagio del afecto parece ligado a una fantasía de la piel ocupada, ocupada específicamente por una mano, 1u1a

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(sustantivo y verbo)

CIJ\H'UR..A.] 1 POSTULATE

fPROPONER],

[RESORTE,

I'REPOSTEROUS [RIDÍCl:LO, DISPAH.A.TADO]i TUI?.i\T

(sustantivo) [GTRO], PAS.SAGE [PAS1\JE1 TRANSCURSO] y FORESF-IORTEJV [ESCORZ.il.._R, REDUCIR]. La variedad de los significados responde, entre otras cosas, a1 abanico de objetivos seA'Ua1es, objetos, partes del cuerpo, y f3-ntasias corpora1es y placeres, todos ellos en torno al fantasmático jisting, Son destellos fugaces del f[1lo, la matriz, la próstata, así corno del intestino y del ano 1 destellos fugaces en un patrón de pautas rítmicas constantes, entre lo inscrtivo y lo receptivo, lo acumulado y lo liberado, lo aloerótico y lo autoerótico. Espero que resulte

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VergC1enza, teatralidad y performatividad queer: El arte de fa novela de Henry James

evidente, más allá de cualquier duda, que los prefacios rcspon·den a este tipo de lectura "en tanto la incntci corno d~je, es susceptible) esto es, susceptible de ser n1uy sutfln1ente atraída por e[ "buen n1aterial" acurnulado ·y de sucun;_bir al interés de ponerse rnanos a la obra":

quccr" es la denon1inación de una cstn1tcgiD para la producción de sentido)' de ser, relacionada con e] afcc[.o de la V<'1º¡;Ü1cnzs y con el posterior 11echo de la e;;t!¡:;nia1t1zacJón que dicho afecto conlle•,ra. .A~ú:n no puedo saber cuáles son las afirn1aciones que-valdría la pena hacer) en lo ontológico, sobre la perforn1ati\ridad queer que aq_uí describoº ¿seria úti1 sugerir que algunas de las asociaciones que he heclno respecto a la DE'rf:rmmrtiº vidad queer podriían realrn.entc ser características generales de cuaJquier perfor1nati"vidad? i.Po
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En cuanto a ini, .rne siento in1pulsado a señalar que el "asünilar" ha sido para ini conciencia, durante todo el proceso de esta reedición) la parte menos dificil: al primer toque del resorte, :u.nis manos se sintieron Ucnas enseguida; se trataba inás de que parecía que el "buen Inaterh1.1" actnnu-

lado daba y daba insistentemente" (341)e I.,a simple verdad sobre un ser b.u1nano 1 una situación, una relación [. .. ],en vi1tud de la cual se consigue Hamar la atención seducida1 türcejea sien1pre, en nuestras n1anos, más intensamente, con la n1áxi111a intensidad) para justificar esa 11.arnada de atención; tira co1no si estlrviera en el extremo u objetivo últhno de su sentido o de sus innu1ncrablcs conexiones y, desafiando el a1nenazador dedo levantado, lucha a cada paso, para expresarse con1pleta y plenamente (278). Con todo, por mucho que el texto responda a ello copiosan1c11te, esta 1ectura cumulativa y acu1nulativa Hgada al léxico no deja de ser u11a lectura particular y, por tanto 1 parcial 1 no tanto por organizarse en torno a la sexualidad, sino por hacerlo en torno a la unidad semántica. Decir que está orienta.da a lo seinánt]co y a lo ten1ático es, tal vez, decir ta1nbién que está, de tOrma no subli1nable (aunque inestable)) ligada a1 intensiva1nente parcelado cuerpo hu1nano. No es lo peor que pueda darse. Aun cuando, evidenten1cntc también, la potencia argu1nentativa de los prefacios queda tanto obstaculizada como f~1ci­ litada por una lectura que consiente u honra la apuesta de J a1nes en lo absortivo o (con10 é11nisn10 suele decir) en el significante "rico" (o extraño). El torpe, "benevolente" (fond), rit1no de la 1ectura refOrzado por cualquier absorción o adhesión scn1ántica1 parece constituir una des>riación teorética ine\itable.

Una advertencia para finalizar: nada .u.nás lejos de n1i intención que ofrecer aquí una "teoría de la homosexualidad". Ni la tengo ni la quiero. Cuando intento, en la lnedida de lo pos1b1e, hacer justicia a la especiticidad 1 la riqueza y, sobre todo, a lo explícito de la erótica particular de J arnes, no entra en n1is objetivos 11acer de él un ejemplar de "hon1osexualidad." ni ta1npoco de un "tipo" d.c "hon1osexualidad", aunque, ciertamente, tampoco quiero hacer que parezca. que no fuera gay. Sin e1nbargo, sí que quiero designar al J an1es ele los prefacios de la edición de Nueva York co1no un prototipo, no de "h(Ji.nosexnaHdad", sino de lo queer, o de la perfürmativida
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Vergüenza, teatralidad y performat1vidad queer: El arte ele la novela ele Heni-y James

Vergüenza, teatralidad y performatividad quee!": El arte ele la novela de Henry James

vercilenza ha establecido ca111bios estructurales n1ucb_o n1ás duraderos en las b estrategias rc1acionalcs para interpretarnos a nosotros n1is1nos y a los dc1nás, Lo cua1 sig11ificai entre otras cosas, que las cstrategici.s terapéuticas o políticas cuyo objetivo sea ali'viar ]a vcTgüenza individual o grupa1 o elin1inarla Tozan el disparate: pueden "fnncionar" -tienen, sin duda) poderosos efectos-i pero no en el sentido que dicen hacerloº (Estoy pensando en un a1nplio abanico de n1ovin1ientos que tienen que ver con la ·vergüenza) con10 por ejernplo, ]a dignidad comunitaria de los rnovi1nientos por los derechos civiles; el indi1ridua1izador "orgullo" del black is beautiful y el orgullo gay; distintas ±Orinas de "resentimiento" indigena; la abyección ominosa1ncnte exhibida de los slcin,heads; los primeros eA'"Perimentos fcrninistas, que reb,rindican la ira y la ponen en prilner plano co1no reacción ante la vergüenza; la insistencia epistc1nológica en contar 1a verdad sobre 1a vergiienza entre el rno\rimiento de supervivientes al incestoi por no no1nbrar n1ás que unos pocos 1 por supuesto)e I,as for111as que adopta la vergüenza, tanto en un grupo con10 en una identidad individual, no son partes "tóxicas" diferenciadas que puedan ser e::rtirpadas; al contrario, son parte integrante residual de los n1is1nos procesos que conforman 1a identidad misn1a. Operan en el trabajo de iT1.etamo:rfüsis1 recontextualización, refiguración, tranefi,guración., carga afectiva y silnbólica y deformación, pero tal vez sean excesivamente potentes para e1 trabajo de purga y cierre deonto1ógico. Si bien la estructuración de la vergüenza difiere i1otable1nente entre distintas culturas y entre distintas formas de acción política, también se observan diferencias a nive1 individua} independientemente de la época y de la cultura. Son los 11a1nados "thn.idos" (palabra familiar): infa.ntes, niños o adultos para qule11es la vergüenza constituye el más efectivo mediador de identidad. (Lily Ton1lin solía decir: "¿~re acuerdas de los cincuenta? En los cincuenta nadie era 'ga}!; solo había tímidos"). Se me ocurre que podría resultar útil en1p1ear queer para referirse, e11 prin1er lugar, al grupo correspondiente de infantes y de niños 1 esos cuyo sentido ident]tario, por alguna razón, forn1a un acorde duradero con la nota de la vcrgi.ienza. Qué hay en ellos (o en nosotros) para que así sea sigue sin estar claro. Con esto no solo quiero decir que 110 me es posible al1ora explicar el porqué de esto -sin duda habrá n1ús de una razón-, sino también qne tampoco a ellas les es posible, pues sie1npre 11ega tarde: e] lugar de la identidad que dibuja la vergüenza no dctern1ina ni la consistencia ni el significado de dicha identidad, y raza, género, clase¡ sexualidad, apariencia, y capacidad no agotan las construcciones sociales que acaban crista1lzando en ella1 desarrollando a partir ele este afecto primario estructuras específicas de expresión, creati\ridad, placer y esfuerzo. Yo ine atrevería a sugerir que, en este sentido, 1o queer 1 en este inomento histórico, se solapa de n1anera significante en cuanto a su definición -aunque sea de forma vibrantemente

e1ástica y ten1poralrnente intrincada- con el de atrilJutos que en día se resun1en en lo que se entiende por "ten.er respecto a adu1tos o .a adolescentes, :Es sabido qt1e hay lesbia.nas y hon1bres hornosexuaJes q11e nunca podrían contarse con10 quecr, y otras personas que vibran con el acorde queer sin tener apenas erotisn10 hcnnosexual o sin identlfi.car su erotisrno ho1nosexual con las etiquetas lesbiana o ]narica. Sin cnibargu, en Ja jerga del an1biente gay y 1ésbico son nun1erosas las expresiones idcntitarias pcrforn1ativas ob1lia1nente rc1acionadas ("ruborizadas" diría Jarnes) con conciencia de la vergüenza y creati"í,idad de la vergüenza. Por nornbrar solo una cuantas: la abyección /yutch! la,fe-m'mitudei el leather, el orguHo, el s/-1n) el drag, la rnusicalidadi elfistj'ucln'.n,gi los fanzines, e1 histrionisrnoi el ascetismo, la cultura Snap ! , el culto a las divas) el exceso ornan1ental religioso, en una pa1abraJ 1o excesivo 1 lo provocador, la plulína. Y el activis1no. l,a vergüenza me interesa desde la perspectiva de lo político, porque genera y 1egitima e1 lugar de 1a identidad -]a cuestión de la identidad- como génesis i.ienza/perfürrnatividad pueden hacernos avanzar n1ucho n1ás en el entcndin1iento de 1a constelación de fenómenos calificados glohaln1cnte co]110 "can1p" que el concepto de parodia) y desde 1ueg.o n1ucho rnás que cua1quier oposición binaria entre "profundidad" y "superficie". PoT no hahlar de que difíci1n1entc podre-

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Ve(güenza, teaüaliclad y pedormaii 11idad queer: E! arte de fa novela de Henry Jame.s

Vergüenza, teatralidad y pe1formatividad queer: El arte de la novela de Henry Jan1es

1n~s ]legar a entender lo sucedido en torno al concepto de "lo pc>!íticmtertte correcto" a no ser q_ne lo considere1nos, entre otras cosasi co1110 una reacción en cadena, fne.rten1ente polJtizada, de la diná111ica de 1a vergüenza., Nada más fácil para los psicólogos y los escasos psicoanalistas que trahE~jan sohre el te11J
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[N. de 1a T.] iuüor de Vi/innie ihe l)ooh. 2

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[N. de la T.] :E1 térnüno que usa el original es "straight", que en el uso con1ún actual ta1nbién designa a los heterosexuales por oposición a todas las otras identidades y orientaciones sexuEtles. [N. de la T.] Es decir, "el n1ás hetera". La au-torajuega aquí con los dos sentidos d.c "straight". "'léase la nota anterior. [N. de la T.] VVillian1 Shakespeare, La tnnpeslad. [N. de la T.] Alexander Pope. Y de nuevo a propósito de la revista en la que había publicado uno ele sus rcJatos antiguos: "Recienten1ente, tuve ocasión de 'n1irar desde abajo' [adviértase el uso de estas (Onlillas], por los viejos tiempos, ese asiento ino1ncntáneo de 1a bienhu1norada inusa satírica, el asiento de las 111usas, aun cuando he de decir que el n1ás ligero vuelo de sus túnicas es para n1í abso1utan1entc sagrado, pues, por casualidad, tuve el honor de ofrecer al visitante la silla" (Jan1es 1984: 214•). Por lo n1is1no ta1nbién d olor de la excitación parece con11evar un afecto grotescamente inapropiado, pnesto que la cita en cuestión prosigue así: "En lo que respecta a 'excitación', ni la horrible y antigua persecución de1 esclavo :fugitivo con sabuesos y una prenda de rastreo puede, a mi juicio, superado" (311). Resulta desasosegante eD esta frase la a1nbigüedad respecto a esa "excitación" (repárese en las co1nillas, atribuible tanto a1 esclavo sujeto de la huida co1no al del esclavista perseguidor. Personal111cnte, aunque pudiera estar equivocada, yo rne inclino a interpretarla ligada al te1na de la n1arioneta. A 1ni juicio, 1a evidente referencia de Jan1es en la ligera eA--presión "horrible y antigua persecución del esclavo fugitivo" no es a la esclavitud en sí nüsn1a, sino a las fonnas populares de n1elodra1na teatral y sus recursos apelativos presentes, por ejeniplo, en La cabaña del Tío Ton1. Sin einbargo, condensadas en la ligere;,a de esta cita aparecen dos circunstancias vergonz;antes especiahnc11te penosas para .James: la prünera, el no haberse alistado para luchar en Ja c;uerra de Secesión ~descrita en otro de los prefacios co1no "diluvio de fuego, sangre y lágrin1as" necesaria para "en1nendar" el esclavisrno (215); la segunda, su propia inclinación artística por fon11as y tradiciones de tipo ineloc1ran1ático, que Ja1nes sien1pre n1antuvo pese a renegar con frecuencia de ellas.

Capitulo dos

Sin en1bargo, en un sentido rnfi.s an1plio, no poden1os dedicar -no poden1os consagrar-, no pode1nos glorificar este suelo, - AB11..,.i,_1-1A:v1 UNCOLN,

"Discnrso de Gettysburg"

"Sin ernbargo, en un sentido n1ás amplio, no podemos dedicar -no podcn1os consagrar-, no podemos glorificaT este suelo". E1npiezo con esta frase por tratarse de uno de ¡os ejemplos ]nús conocfrlos de un tipo de enunciado, en rea!idad_ harto con1Ün, sobre el que parece que valdría la pena una reflexión rnás profunda. Los enunciados que voy a estu.diar en este capítulo no cuJ11plen las condiciones que el filósofo británico J .L. Austin c::;,,,_1Jnso c11 su descripción clásica de los así Humados 'enunciados perforn1ativos explícitos', en un sentido estricto del térn1inoº _En su libro Córno hacer cosas .can ¡Jalahra.s, Austin ilustra esta clase de enunciados n1ediante una conste1ación de oraciones en pri1nera persona del sLngular del presente de indicativo de ]a voz activa1 sobre las cuales dice: "parece claro que enunciar la proposición (por supuesto que en las circunstancias apropiadas) no es describir lo que hago [una cosa] [. ..] ni enu11ciar que lo estoy haciendo, es hacerlo" (Austin 1970: 6). Los ~jemplos de lo peiformativo en Austin incluyen: "pron1cto"i "apuesto", "lego"i ''bautizo"J "pido disculpas", "reto" y "sentencio a". Con10 digoJ las oraciones -sin1ples o cornp1ejas- que voy a considerar en este capítulo no pc1tcncccn a esta categoría
En torno al performativo: vecindades periperformativas en la narrativa del siglo XIX

En torno al performa!ivo: vecindades periperiormativas en la narrativa dei siglo x1x

¿Dónde rtu.1icaría el interés de r·eagrupnrlos asf? Co1no argu:n1enté en mi introducción, el si1nple hecho de re-introducir la espacialidad en conceptos q_ue, en general, se abordan desde el á11.gulo de ]o ternporal podria ser un valor en si n1ismo. Las importantes discusiones sobre la perforrnati-v1dad planteadas por Jacques Derrida y Judith Eutlcr, por l:jen1plo, tienden a proceder 1_nedi~u_1te el análisis de la con1plejidad ten1poral de lo performativo: H:erabilidad, citabi1idad1 la idea del sie.rnpre" / "sicrnpre de anten1ano" (a!roays already) 1 y todo un >,ralioso repertorio de inovin1icntos conceptuales que entretejen futuro y pasado como la lanzadera de un telar. En ca1nbioJ el carácter 1ocal de lo pcriperformativo se inscribe en una n1etaforicidad de }o espacial. J_.os enunciados peripe1forn1ativos no solo tienen que ver con los enunciados pe1formativos en un sentido referencial; sino que se agrupan en torno a ellos, se encuentran en sus in111ediaciones, pegados a ellos o agolpados co:ntra ellos: residen en e1 vecindario de lo pe1formativo, Como los veeindarios en los anuncios in1nobiliarios1 los vecindarios peripe1for:n1ativas cuentan con centros prestigiosos (el enunciado pe1formativo cx}}1icito), pero no con circunferencias estables; aún asi, el prestigio del centro se e;.,_1:iende de forma desigual, e iguah11ente in1predeciblc, sobre el resto del vecindario. Resulta tentador recurrir a] registro espacial para intentar re-figurar algunas de las cuestiones n1ás arduas, de entre aquellas que en las cliscusiones filosóficas sobre la propia perfor1natividad se han venido forn1ulando hasta la fecha en términos exclusivamente temporales; cuestiones tales como, por ejemplo, la inte11ción, el uso o la relación entre lo ilocutivo y lo perlocutivo. LJ na perfor1natividad espacializada y local puede ofrecer también herra1nie11tas nuevas para establecer recorridos bidireccionales entre la teoría del acto de habla y la perforn1a11ce drarnatúrgica; idealn1ente, permitiría incluso abrir un espacio para 11ablar de la afecti,ridad pcrformativai evitando rei:ntroducir falacias intencionales o descriptivas . .tvie parece también que este marco espacializado "en torno a lo perfor1nativo" nos pern1itiría an1pHar el concepto althusserlano de interpelación en forn1as Inás flexibles y 111.atizadas que las puestas en práctica hasta ahora. Si me per1niten, e1T1pezarernos con el ejcn1plo a.ustiniano de "te reto". "Te reto" queda sumarian1ente clasificado junto con "protesto", "desafío" y "en·vido" en la ho1gad:1 categoría ele los "co1nportativos" que ".incluyen la idea de reacción frente a ia conducta y la suerte de los demás) y actitudes -y expresiones de actitudes- frente a la conducta pasada o inminente del otro" (Austin 1970: 160-161). Pero para hacer justicia a la fuerza. perforn1ativa de "te reto" -por co1Ttraste con su discutible función constatativa de expresión de "actitudcs"es necesario desatascar y descomprimir tanto la escena con10 el acto de la enunciación. Para einpczar, aunque a prin1era vista "te reto" in1plica tan solo a la prilnera y la segunda persona del !:lingular, su efectividad depe11de de igual

n1odo de la tácita -de1narcac.ión de1 de una tercera persona ele] plural, de un "ellos/ellas" -testigos- estén o no 1itcra1n1ente presentes. All retarte a cometer alguna acción terneraria (o de lo contrario a exponerte a aparecer) ·vamos u suponer a n1odo de ejen1plo co1nü cobarde) yo (singular hipotético) estoy pidiendoi necesariamente) el consenso ante la 1nirada de otros, pues es ante sus ojos donde tú. te a11-iesgas a aparecer como un cobarde. Y de igual suerte, es porque y en tanto co1npar'ten conmigo e1 desprecio cobarde, por lo que esas terceras personas se ven inte11Jc1adas, con o sin su consentinliento, por el acto qrne he realizado a] retarte. Ahora bien) supuesto que existan y están presentes, esas personas pueden tener interés en sanc]unar la cobardía, o pueden no tenerlo. Es n1ás, puede qne tan1bién sean cobardes y sie11tan orgullo de serlo. Puede que deseen oponerse activa]_nente a un orden social basado en el desprecio a los cobardesº Otra opción seria que fueran escépticos respecto a ]_Tii posicionan1ieJ1to en esta incesante guerra contra los cobard.es: puede que no les venga bien dejarn1e a ini el arbitraje; puede que sospechen que yo tan1bién tiendo a ser cobarde y que, tal vez por ello, Ine siento in1pulsado a co1nprobar el cociente cobarde
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A pesar de todo, este tipo de proezas son y devienen al enu:nciado en sí rnisrno y, en ese sentido, conviene entender cónno cualquier instancia 1 del "te reto" constituye u.na crisis en el terreno o en el espacio de 1a aul:orida{ l casi tanto con10 un acto en sí 1rásrno. Pues, al rctarh':i al einprender la reinscripción de uu 1narco de presuntas relaciones de fürn1a n1ás pTofi111da n1ecliante cualquier iteración) y, por 1o tanto 1 al establecer rnás firn1eirnente mi propia autoridad para n11_anipularlas, acentúo la natL1raleza consensual tanto de dichas 'raloraciones con10 de n1i propia auto-ridacl Que iill reto fuera acogido por un coro peripe1formativo de testigos entonando "No aceptes el reto en no1nbre nuestro", alteraría de TDrrna radical el espacio social1 político e interlocutorio (yo, Il11 ellas/ellos) de nuestro encuentro. Con10 ta1nbién lo alteraría, aunque de otra rna.ncra, que tú cu1nplicras tranquilamente el reto y volvieras a mí, en el espacio circunscrito por la presencia de 1os n1isn1os tcstigos 1 con la eA1Jectativa de que yo, a ini vez) lo cun1pliera tan1bié:n. Pero, volvan1os a Austin y a su prin1er y más influyente -se podría decir fundacional- ejcn1plo de enunciado perforrnativo explícito: "S:i_ quiero ('turnar a esta n11_ujer co1no mi legíti111a esposa')"3 , tal como se dice en la ceren1onia m<JLtrilnonial (Austin 1970: 5). l,a ccren1onia del n1atrin1onio está, sin duda, en el núcleo n1isn10
En torno al perfo;·mativo: vecindades pel"ipe1-fo1· 11ativ2s en la narrativa del siglo x1x 1

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rente naturalidad ·e.un ]a que ese sqjeto que actúa y send1~t en nri1I1era constituido en n1atrür1on.io por recurso a la fiah]e c.uxtoridad del perS'l)llft E:Jü1d1J, gracias a la tranquila interpeJación a los otros en calidad de "testigos", y a la lógica del suplerncnto (heteroscx11nJ)J n1ccH.antc la cual lavoluntad queda garantizada. al conjugarse con un cónyrtge 4 del gér1ero opuestcL Eil ·que habla en el "si quiero" es un solo en la n1ecEcl.a en qnc él o ella cuns1ente en Íorn1ar de un "nosotros" establecido y heterosexual, con10 tal. constituido en presencia de un "ellos'', y su capacidad de actuación y volició11 sobre este asunto depende por oon1p]eto de un ritual de confusa hiper-identificación con los poderes (para los c1Jales no hay prono11i_hre que \ralga) del Estado Yi con frecueneiaJ tan1liién de la Iglesia. E1 ~jemplo del n1atrin1onio, co1no es evidente, il11pactará .a cualquller lector queer por otra serie de motivos rnás o nnenos directos. Las personas que se identifican con10 q neer son cuya su~jetli,1.dad reside en negacio1nes o desviaciones de (o n1ediante) la lógica del suplen1ento heterose:xua]; en un trato rnucho n1enos si1nple con ]a autoridad estatal y la sancJún reHgiusa; en una re1ac1ón 1T1.ucho n1enos con1placicnte con el testii11onio de los otros. Para la perforrnatividad quccr, la cn1crgc:ncia ele la prirnera persona, del singular) del indicativo o de la voz activa) son interrogantes) n11_ás que presupuestos de entradaº Cualquier perso11a. queer que se haya visto ante la
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En torno al pe1iormativo: vecindades periperformat1vas en la narrativa del sigio )(IX

posición enunciativa deternTinada'? El 1natrirnonio no sien1prc es un inficrnu pero no es por ello nJenos cierto qne le niariage, c'est les ctuires5 : co1Ti.O en nna obra de teatroi el nu:rtrin1onio existe a y para 1os ojos de los otros, Una de las creencias populares 1nás arraigad.as de los casados parece ser q_uc no es un asunto prc;saico siuo nn gran prhrilegio para cua]quiera, conten1plar una boda 0 una par~ja casada o estar al tanto de sus secretos) incluidos lo.s secretos sobre abuso y opresión, el guiñol de Pnnch y Judy6 ) pero ta1nbié11 el f~llso secreto exl1ibicionista del "1_natrimonio feliz", Con10 en la definición n1ás convencional de obra teatral, el inatrünonio se constituye en espectáculo que niega a su público ]a posibilidad tanto de 1T1.ira.r hacia otro lado con10
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estarnos corno so1ían1os estar durante una breve hora) tal 'lez dos- eso es lo que Heva sen1anas tlándon1e '.·'111cltas en la cabezaº lVfe refJ_ero, por snpu.esto) q, conseguir hacerlo antes, antes de lo que usted va a 11acer [<,,], Eso es lo que he conseguido. Lo que tendré para sien1pre. L.o que) desde luego, ine habría faltado -siguió dieiendo-J caso de que usted hubiera decidido que asi fuera f,.. ]º 'rcní.a que a eHo. Pues usted es todo lo que yo podía haber espera.do. Eso es lo que tenía que decir. Yo no quería shnp1en1c:nte, pasar rnn rato con ·usted; yo quería q_ue usted lo supiera. Quería que usted -Charlotte subió leve1nente el tono, despacio, suave1nente, con una nota trérnu1a en la voz) sin por eHo perder en ningún n1Lon1ento el hi1o dei discurso-, que usted lo entendiera. Es decir) que 1o oyera. En realidad, creo que no 1ne iinporta si lo entiende o no. Si nada }e pido, tampoco puedo pedírselo. Lo que usted pueda pensar de iní carece en absoluto de irnportancia. Lo que quiero es que esto le aco1npañe sicn1pre de forn1a que nunca pueda deshacerse de lo que hice. Yo no diré que usted lo hizo, y puede darle la importancia que q11iera por nin1ia que sea. Pero eso no itnpedirá que yo estuve aquí con usted -tal conio estan1os y donde estamos-, diciendo yo esto LººJ Eso es todoº (James 1980: 93-94) 1

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No me iinporta lo que le parezca; yo no quiero absolutan1ente nada de usted, solo estoº Quiero dejarlo dicho, eso es todo; no quiero dejar
La ostentosa circularidad del enunciado peripc1for1nativo de Charlotte ("Quiero dejarlo dicl10, eso es todo; no quiero d~jar de hacerlo L..]. Pero eso no iinpedirá que yo estuve aqui con usted_ ~tal co1no esta1nos y donde estamos-, diciendo yo esto") pone su discurso en una relación corr1pleja con e1 enunciado pcrfor111ativo de ]os votos n1atrimoniales que están a punto de ocurrir. Charlottc aquí se anticipa y desplaza. el voto matrin1onial del principeJ sin por ello ilnpedirlo. Su acto peripc1forn1ativo es tan reiterativo e h1sistcntc porque no puede lhnitarse a rellenar los huecos de una convención perfor1nativa preexistente, antes bien debe n1overse trabajosa1nente a través de ella, creando una ex' JJrofCso. Parodia a1g1xnos aspectos de1 voto inatrirr1onial, en particular, la resbaladiza inex'}Jlicitud con 1a qucJ en cada ocasión, un acto de enunciación aspira a represe11tar y a la vez subsun1ir la narración de unos actos seA'"uales no especificados ("lo que hice LºJ no diré que usted lo hizo")º Saca además el mayor partido de cierto pathos (''Yo no quiero absolutan1ente nada de usted") en 1a distancia que pone con la presnnituosa lógica del suplemento heteronormativo: la actuación de su "yo" no está exactamente asegurada por el eco de otro "sí quiero" que lo constituya retroactivamente en un "nosoitros".firme. Pero la il1sistencia. en el aislarniento de ese "yo" no asegurado t<-n11bién conlleva i111plícitanJLente un _1_nero chanta.je sobre lo sexual ("Yo no diré [ahora n1Lisn10] que usted lo hizo"). Es n1ás, Charlotte se posiciona claran1entc en la tradición de 1a novela gótica (pensen1os en El 'moru·e o en Frank:enstein) en 1a que las diversas a]usio-· nes a Jos votos matrimoniales funcionan como ina.Jdiciones o i][nprecaciones,

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que cHscuTrcn oblicuarnente entre espacio 7-l tiernpo, no este, pero envenenándolo de for1na prospccti\.'a o rctroacti·va, n1cdia:ntc algún tipo de adhesión de la literalidad al significado supucstan1cntc n 1ó,r]t En su discurso) Charlnttc Stant hace lo que está en su :rnano l1accr -y no es poco- para colocar su propio ":ro" cun10 una especie de envión perrnanente en 1nedio del prosccDjo de] n1atrii11on1oi socavando 1os 1h11ites entre quién puede o q_uién debe, o quiéu_ no puede o i10 debería, co11tcn1plar e]
En tomo al periormativo: vecindades periperiormativas en la narrativa del siglo xix

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pero, de su fuerza depende de ·una citación tácita del presente Jv de1 flnturo ;,r de u11a reterenc]a ocluida a un espacio n1ás allá de sí n1is_1_na. Por el cont1,arioi lo periperfOrn1atil-·oJ es 1 ante todo, abiertan1ente alorrcferenciaL y no creo que debanJos .asun1ir que cntenden1os de anternanoJ con10 si fuer.a por analogía o silnplc contrario, cuáles pueden ser ]os efectos del agu~ión de 1a autorreferencia 1 solo _1_nedio oculto en su parte trasera7 En la novela Daniel JJeroncla de C~eorge Eliot1 por ejcnnplo, donde la inteu""trención periperforn1ativa tlave ocurre la uoche después de los votos inatri1nonialcs y no la tarde a11tes 1 ]a carta de Lydia Glasber a G\::i.rendolen -al igual que el discurso de Char1otte al príncipe en La co_pa clora(la- da \tueltas a toda 11na a1npha gama de actos perfi:irmativos, tratando de reclutar para su causa un poder peripcrforn1ativo que pueda contrarrestar el del enunciado pe-aforanodíno, y ]egitirnado por la autoridad), mathro "[(lo" (en aparic11cia K~yd-ia, la querida de Grandcou1i recién casado con Gv.rendolen, escribe una nota que envía a esta última junto con los cllla1nantcs de la farnilia Grandcou1i: <

Estos dian1antes, entregados en cierta ocasión con ardiente a1nor a Lydia Glasher, ella, ahora, se Jos pasa a usted, Usted ha faltado a la palabra que le dioJ de no poseer lo que una vez fue suyo. Tal vez piense en ser tCliz, con10 ella lo fu_e en su día, y en tener hijos hern1osos corno los suyos) y que apa1tarán a los suyos a un lado. Dios es den1asiado justo para eso. El hon1b1e con quien se ha casado tiene el corazón secoº Su n1ejor a11_nor de juventud fue 1nío; eso no podría quitármelo usted aún quitándon1e el resto. Es un a1nor ]nuerto, pero yo soy la tu1nha que sepulta su oportunidad de ser telizjunto con la nnia. Usted estaba advertida. Usted decidió pe1judicarJne a n1í y a n1is hijos. Él tenia intenciÓD. de casarse con1nigo. l-Iabría acabado haciéndolo 1 si usted no hubiera faltado a su palabra. Tendrá su castigo. Lo deseo con toda 1ni alrna. [,.J ¿Cree usted que disfrutará presentándose ante su n1arido con estos dian1antes sobre usted J' con mis palabras en los pcnsan1ientos ele a.1nhos? L.. ] Usted no lo tornó cum_o esposo a ciegas. El daño delíberado que me ha hecho será su maldición, (Eliot 1967: 406) Esta prosa alude a buen nú1nero de actos de habla perfor1nativos explícitos tales con10 una. promesa 1 una maldición 1 una advertencia1 unos votos matrin10niales, un co1npron1iso hasta la 1nne1ic, una donación (de un regalo). Pese a todas estas oportunidades y, aparentcmente 1 a tanto aliciente para ello, se abstiene rigurosamente de utilizar en nh1guno de ellos la prin1era persona del singular del presente de indicativo en voz activa, 1a forma que caracteriza los actos de habla per:forn1ativos. Supongo que n1uchos 1ectores) recordando _Daniel l)eronda se inclinarían a 11acer un con1pendio de la carta de la scfiora Glashcr

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parafraseándola de este I11odo: "1e entrego los dian1antes "':/la n1aldigo"; sin en1ba:rgoi la carta Tecurre a o-l:ras formas de la sintaxis para evitar estas fOrniulas y consigue, por el contrario, presentarse Cü]1lO periperforrnativai una forma clara1uente oon1puesta y parodiada de las constatativasº No es fáci1 explicar por qué estas peripcrformativas tienen aqn-í 'más fv1erza que la que tendrían las perfo-r1nativas propia1nentc dichas. Una razón podría ser que dran1 atizan el ¡;athos (así 1o dice Nei1 I-Iertz) de un agente incierto, en vez de obstruirlo co1110deben11acer casi todas las oraciones pcrforn1ati,ras, Después de tudoi el propio Austin tiende a considerar evidente la unidad agente/locutor, co1no si la persona que habla fuera prácticamente la mis1na, o indistinguible al menos, del poder mediante el cual el acto individual de babia se inicia, se autoriza y se ejecuta. (¡En el cjen1plo 1nás extren10 f\ustin (1970: 40, 156) parece sugerir que la guerra es algo que sucede cuando los individuos ciudadanos declaran la guerra!). "Las acciones solo pueden ser llevadas a cabo por personas", escribe 1 "y en nuestros casos [las oraciones perfor1nativas explicitas], oh·viamente, el que habla es, necesariamente, quien realiza ]a acción" (60). Proyectos teoréticos recientes, fuucaultianos, marxistas, deconstructivistas y psicoanalíticos, entre otros, han rechazado de plano la obvi.cdad de ese "obviamente".ª Por otro lado, la solución periperfOrn1ativa. de la señora Glasher no requiere ni solicita voluntad de deconstrucción demistificadora alguna. "Estos dia1nantes, que fueron dados en una ocasión con ardiente a1nor a Lydia Glasl1er, ella, ahora, se los pasa": fijémonos en el uso de la voz pasiva que perrnite obviar el origen de los dian1antes; en la forn1a e11 que la tercera persona sustituye a la prirncra (allí donde una perforlnativa eAplicita exigiría exactanaentc lo contrario: la condensación de las fuerzas de terceras personas en un enunciado e11 prirnera persona); en la anteposición del objeto, que dota a los 1nislnos dünnantes de una oscilante y sobrenatural voluntad y, ti.nalrnente, en la doble transferencia (los diamantes "fueron dados" a Lydia Glasheri pero eUa solo '1os pasa" a Gwendolen) que apunta al fondo del problema material y jurídico de cón10 se puede decir que una mt~ier posee o transn1ite una propiedad. Y estos recursos retóricos se repiten en toda la carta. Co1110 su hon1óloga, la Medea de Euripid.cs, tejedora de una túnica envenenada para la i1ueva esposa de su n1aridu Jasón, la señora Glasher ta.n1bién necesita de una téchne inaterialista que le permita (de for1na. visible e incluso \iolcnta) embridar dos niveles ontológicos distintos, que sirva de argamasa para unir la fuerza de una n1a1dición a la corporeidad de u11 obsequio, el obsequio de un 11ábito, de algo para ponerse, desde donde el veneno se ex-tenderá por siinple proximidad con el cuerpo. Que es, cxacta.n1ente, el efecto que t1ene el obsequio/maldición sobre Gwendolen:

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Pcrn1ancció sentada largo tie111po, consciente solo de qrne se c11corL1i:raba enferma y de que aquellas escritas seguían repitiéndose en su interior. Reahnen.te 1 sí 1 aquellas gernas estaban envenenadas, y ese veneno habiía entrado en la dcs\renturadajoven. Al caboi se oyeron unos golpccitos en la puerta y entró Grandcourt, vestido para la cena. La visión de su marido le produjo un nuevo choque nervioso, y G\.vendo]en e1npezó a dar gritos con histérica violencia. Él había esperado enco11trarla vestida y sonriente, dllspuesta a ser nevada al piso bajo. I.a "io den1udada, te1nblorosa y aparentemente aterrorizad.a, con las joyas esparcidas por el suelo en torno a ella. ¿,Sería un ataque de locura'? Sin que se supiera cómo, las Furias habían traspasado el u1nbral de su casa. (Eliot 1967: 407) I~a transgresión del u1nbral inarita1 por las Furias, invocadas por las palabras de Lidia a Gv¡rendolcn "presentándose ante su marido con estos diam.antes sobre usted y con n1is palabras en los pensan1ientos de ambos" basta para dar fe del poder de distorsión espacial ejercido por las palabras de Lydia al aunar periperformativa1nente dos actos ilocutivos -el obsequio y la inaldición- en cercana vecindad de un tercer actu ilocutivo, los votos matrimoniales. Pero 1a 1nezc1a de referencias ilocutivas en la carta de Lydia de1nuestra que existe una diferencia más entre perfor1nativa explícita y periperfürmativa. La fuerza 1 la "alegria", la ilusión de la transparencia autorreferencial en la perfor1na.tiva explícita, todo ello Tequiere que este acto i.locutivo sea, si no algo sencillo -tal vez nunca pueda serlo-, al menos sí algo unívoco. Si, mediante una expresión performativa explícita, estoy haciendo una pron1esa, no puedo (en el ámbito Hocutivo) hacer ta1nbién u11a a1nenaza; si mi acto ilocutivo es hacer un do11, no puede, al n1is1no tiempo, ser una inaldiciónº Apostar por el carácter distintivo de la performativa explícita implica desterrar estos actos mixtos a algún otro nivel que no sea el que define los actos de habla i1ocutivos. Pueden contarse entre los efectos perlocutivos de nli acto de habla (pero en ese apartado podrian1os incluir incontrolables contingencias tan diversas co1no los perdigones que pueden caerte 1nientras te hablo o lo fastidioso que puede resulta1te nai parecido con tu profesor de historia de séptimo grado). O esos actos naixtos podrían agruparse con las emociones que puedo llegar a experimentar n1ientras realizo el acto de habla; pero esto también es bastante degradante, porque está en la esencia del concepto de acto performativo desvi11cular estrictarnente su fuerza de ]os aspectos psicológicos que toquen a las en1ociones que yo pueda experii11entar ]nientras lo realizo. No, el acto Hocutivo se produce en la propia acción, al inenos en el propio acto de habla, en la vecindad de lo performativo 1 y 1 respecto a las

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expresiones performativas explicitas, parece que estuvieran estrictan1cntc limitadas a un acto i1ocutivo por cada enunciado, A.;;í pues) tal 'lez otra razón ele que el enunciado peripcrforrnativo no presente neccsaria1nentc menos -fi_1erza que el pe1for111ativo explícito a1 q11e se refiere es q_ne, a diferencia de aquel) puede evocar (cuando no pa1ticipar plenamente de) la :fuclrza de más de un acto ilocutivo. Y este efecto tan1bién tiene que ver con la espacialidad
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noción inteligible de ontología y rrgcncian1iento hun1ano. c:on todo, fu.e necesario que se prod11jeran a.ctos locales y retóricos, y actos cspecificanJ.ente periptérlorm,ativc's para entender dicho con1ienzo crónico. Poden1os encontrar lLU.l eje1nplo de estas conexiones entre el "l'i.tlántico negro")' 1a sobre la esc1avitud americana en la no\rela Dotnbey e de que es nn eje 111 ." plo '/ictr1rlano adecuadoº Concretamente) n1J delJumbe,y .e h{jo pone el acento en có11101 eutre la n11iltitud de tra_mas del "n1atri1no:nio co1110 tOrrna de eschrvitud" c:n la novela 'lictorianaJ el n1atrin1onio de Paul Do1nhev co11 Ed.ith Don1bey es uno de los que más aciertan en romper los tópic¿s sobre est~ tema presentando una inagnífica dernostración de rnn esfuerzo expl1citan1ente pcriperí:Ormatllvo para desplazar y realizar un nuevo -n1apeo de1 espacio teatral del matrin1onio, Acabo de enumerar una serie de actos pe1forn1ativos que estructuraban el día a día en la cultura escla:vista del Nuevo Mundo -con1prar, vender, reclamar) anunciar, n1an11n1itir-, aunque uno de los aspectos lnás llanlativosi y a nTil entender dañinos, de los resún1enes del discurso esclavista decirnonónicos es que parece que hubiera sido el único cuya escena y acto de venta haya ]ogrado ejcn1plificar la institución
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ini.portantcº El persistente aclarado del co1or de la piel que asocia:rnos co11 una rnnjer africana es solo una clave de 1o que debe describirse como 1a violenta y n1endaz 1aschrla de estos lugares de rerirescntación; sin que estas i1npliquen por rni parte disn1inuiT ~a co1nplejidad de la lasch,i.a 1lli como atributo ni con10 relación" En parte la n1end_acidad radica en có1no años
~,inculante de estos dos actos flocr,Jtivos: el rnatri111unJo británico y la venta

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Je escla\-'OS en Estados Unidos, EJ aspecto de esa J!.,'sclava g;rü:ga que representa 1a exhlbición forzada y la coerción el tenso esfuerzo que n1anifiesta su digna postrnr<:t y sn ¡,y1,~ergonzada lnirada es la clave explícita de] personaje de la Edith Do1nbey, segunda esposa"':/ .:r:_n_1~jtT trofeo del señor l)ombcy -el rnagna.tc que da no1nbre a la no\rela-; EdH:h 1 pese a ser "singular]_nente encantadora y agraciada", "desdeñaba sus rn'm'i'''' atractivos co1no si se tratara ele una insignia o uniforn1e que aborreciese" (Dickens 2001: 371), Cuando, a punto de casarse, le reprocha a su madre haber con_certa
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hien ¡Pues adelante! (:'.uando '.in.o a vern1e -tal vez a pujar _por ini- pidió la lista de ni.is habilidades. Yo se la di. Cuando quiso que }e dc111ostrara u:na de ellasi parajustifh~ar antes esos 1101nbres su cninpra, le pedí qrte ni.e dijera cuál_ de ellas quería e hice n1i exhibición. No haré nada n1ás. Él con1pra librcn1ente, con criterio propio de lo que vale su adquisición y puede su dinero, yyo espero que no quede defraudado. Por n1i pa1ie yo no 11c hecho nada ni para hacer valer ]a rnercancía ni para forzar el tratoº (376-877)

trienc sahración este matrin1011io? }-lasta ahora, estamos ante el s1111il estándar entre el lnatri1nonio y el n1ercado de esclavos. Pero hay un elen1cnto en Do1n,bey e hijo que refuerza esta comparación y es que, aunque Dickens con1parta el tópico 1,ictoriano del acto y 1a escena de la 'renta de esclavos, en algo difiere de otros autoresi por ejen1plo 1~hackeray, e11 tanto en cuanto presta también atención a otros actos y otros contextos relacionados con la esclavitud. Es decir, Dickens está realmente interesado en la escla\,itud en }os Estados Unidos con10 institución y experiencia vital, y no solo con10 filón de energía retórica susceptib]e de ser explotado para uso local en Gran Bretaña, aunque, evidenten1ente, tan1bién recurre a ello. El horror y la repulsa que le produce no lo enn1udece ~ni el acatamiento tampoco, desde luego~ y en su libro de vit\ies Arnerican Notes [Notas de América], de 1842 se enajenó) a sabiendas, a buena parte de su público a111ericano al afrontar e1 ten1a de la esclavitud con10 centro de su recensión sobre la cultura estadounidense. Así pues, Dickens co1no los abolicionistas en Estados Unidos, utiliza de fOrn1a eficaz lo pcriperforn1ativo respecto a. un ten1a que 1e fascinaba especialn1cnte: los anuncios de los periódicos sobre esclavos fugitivos. Este tipo de publicidad tenia co1no objetivo, en los nuevos n1edia de la época, n1agnificar de for1na evidente el un1bra1 entre la condición de ser esclavo o ser librci pero esto rnis1no, periperfOr1nativau1ente citado, tan1bién conlleva (por la desvergonzada enun1eración de las inarcas al hierro) las cicatrices y otras 1nutilacioncs 1nediante las cuales podía identificarse a los fugitivos) un efecto no deseado: el de abrir de par en par la puerta de un án1lJito casi don1éstíco c11 el cual se producía. la ,r]_o1encia propia del siste1n.a esc1a"',rista) oculta, en principio, a la n1irada de posibles testigos. Sin duda nada hay de ac~iclerrtal en eH0 pero no pretendo sugerir que es n1ás que probable -creo que todo ello es sun1;unente revelador de ]a "estructura de sentinüento" en Dickens, de la fürn1a de su in1aginario lingüístico y social, n1ás que de sus análisis políticos~ que la psicon1aquia épica del inatrin1onio en Don1hey se transforn1e a su vez, en una an1plia lucha periperfOr1nativa global sobre la delineación espacial de la privacidad pcrfórn1ativa y testin1onial. 1\ diferencia de Charlotte Stan.t y de Lydia Glasher, ql1c rccurTen a su fuerza 1

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P'Típerhmmttíva para alca.nzar el estado 11natrirnonial desde el exteríori E',chtl1 está ele anten1ano confinada en e1 espacio n1_arital. El outsider decidido a forzar el 11:rnbra.1 de los Don1 be)' no es, en este casoi una sino el señor Carlzcr -e1 teniente Yago 9 particular de un repu1ido epiceno cuyo objetivo 1 trasparente para Ed.ith, es en1baucar a su jefe y ponerle 1os cuernos con su mujer y luego des11onrar a esta púb!icarnente. La tensa :Y eA1:ensiblc elegancia de este plautea1niento, lo que contntmJ'C a tan feroz resonancia de cada gesto pcriperforn1ativo y del n1ás sutil de los desplazamientos del proscenio conyugaL es que cada uno de los tres personajes principales siente evidente desprecio por los otros dos, aunque cada uno de cHos necesite del desprecio de los otros. Y, a la vez, todos se con1placen en hacer cx:plícitos los te1nas relativos a los testigos del n1atrimonio. Do1nbey ejerce srn poder sobre Edith y cree tenerlo sobre Carker, a quien ün¡plica despótican1ente en el espacio de sus peleas conyaJ_gales, a sabiendas de que Edith lo desprecia; insiste c11 su presencia en esas escenas y lo utiliza con1.o un correveidile para castigar a Edithº Carker aprovecha el ciego desprecio de Dombey hacía él para ir cercando a Edith y sus secretos (secretos deliciosamente desvelados ante él precisamente por el espectáculo de Edith a quien no le queda n1ás remedio que disimular el aborrecilniento y el inicdo que él le produce). Entretanto, Edith 1 cada vez más atrapada, intenta. de alguna manera ganar ventaja sobre Don1bey mediante las artimañas de Ca.rker para que ella 1o engañe, pero sin ceder en su persona ni en su dignidad ni revelar su indefensión a Carker 1 al tie1npo que h1tenta ocultar a a1nbos su verdadera inte11ción que es proteger a quien ella realmente quiere: Florence 1 la abandonada y maltratada hija de Dombey. El placer de citar a Dicke11s prevalece sobre el de proscgt1ir m.i argumento. Esta es exactan1ente la primera escena del complot, sucede después de una fiesta. - Espero que las fatigas de esta deliciosa velada no incon1oclen n1añana a la señora Do1nbey-d\io Carker. - l.a señora Do1nbey ha racionado tanto sus fatigas -intervino el señor Don1bey- que puede usted_ estar tranquilo a este respecto. Siento decir, señora Dombey, que, en esta ocasióni habría deseado que se ffltig·ara usted un poquito más. Ella le dedicó una inirada altiva, co1no si no valiera la pena c:xi:enderse sobre ello, y volvió la cabeza sin responder - La:rnento, señora, q_ue no haya considerado que fuera su obligación ... Ella vo1vió a xnirarlo - lSe da usted cuenta de que no cstan1os solos? -replicó mirándolo ahora fJ,jamente. - iN0 1 Carker, le ruego que no se lnarche. Insisto en que no se n1arche -exclamó el señor Do111bey, interceptan.do la sigilosa retirada del ca-

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ba11ero-. El señor CarkeJr, con10 bien sabe ustcd 1 sefiora, goza de toda rni confianza. Está tan al tanto de] asu:nto en cuestión con10 yo n1is11lo ... - Le estoy pregt11ITU:ando 1 caballero -repitió cHa posando sobre él una mirada tría :Y desdeñosa- , i.Se da cuenta de que no esta1nos solos? - Le suplico -dijo el señor Carker echando a andar-) le ru.ego, le pido que n1e perinita retirarme. Por leve e irrelevante que sea esta pequeña diferencia ___ (Dickens 2001: 494-495)_ Aún asíJ al dia siguicnte 1 Carker se presenta ante Editl1: - Me he tomado la libertad -dijo Carker- de pedirle una entrevista_ - Tal vez el señor Dombey le haya encargado que me haga llegar algún mensaje de reprobación de su parte -dijo Edith-- El señor Dombey tiene en usted tamaña co11fianza, que no me sorprendería q_ue ese fuera su mandado. - No tengo mensaje alguno para la dan1a que añade lustre al nombre del señor Do1nbey-dijo el señor Carker~, pero sí le suplico, e11 nombre propio, [. .. ] que considere n1i con1p1eto desvalimiento de la pasada noche y que me f!Je imposible sustraerme a participar de tan dolorosa escena[. .. varios párrafOs ... ]. Pero si tiene a bien juzgar de mis sentimientos por los suyos propios, sabrá perdonar que yo, en el interés excesivo que me tomo por él, a veces yerre. Para el orgulloso corazón de Edith era como una puñalada estar allí sentada1 frente a él, cara a cara, y oír có1no él le presentaba su falso juramento ante el altar, una y otra vez 1 para que ella asintiera, icóxno le instaba a apurar hasta la hez aquella vene11osa pócima que ella no podía apartar ni confesar que aborrecía! lCuánta vergüenza, cuánto re1nordimiento y cuánta pasión hervían en su interior mientras, erguida y n1ajestuosa, perxnanecía ante él en toda su belleza, a sabiendas de que espiritualmente era ella quien estaba a sus pies- ( 499-501) Pronto, incluso la supuesta deferencia hacia la circunsta11cia n1arital se hace añicos 1 au11que esto no aligera el tenso odio que el conflicto provoca entre ellos. Así, Edith se ve incitada a decirle a Carker en un encuentro posterior: - ¿,Por qué se presenta así ante mL y me habla de n1i amor y de mi obligación hacia mi marido 1 y finge creer que estoy felizn1e11te casada y n1uy honrada por ello? ¿cómo se atreve a afrentarn1e de esa manera, cuando usted sabe -n1ejor incluso que yo misma, caballero [. .. ] - que en lugar de afecto lo que hay entre nosotros es aversión y desprecio, y

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qnc yo le desprecio a é1 ca.si tanto con10 n1c desnre¡;io a n11sn1a por ser suya? Edith le había preguntado el porqué de su proceder. De no haber estado obcecada por su org1Jllo y su y por la humillación a la que se son11etía [.º.]J habría podido leer 1a en el rostro de Carker. Lo había hecl10 para conseguir de eHa aquella declaración, (595) Es grand.e la tentación de trazar con detalles de opereta có1nu (en palabras de Dickens) van "saltando los sucesivos reso1i:es" del la trampa en la que Carker atrapa a Edith, activándose uno tras otro a lo largo de la cxplicitación periperfor1nativa y consta11te1nente afinada de las razones del contacto entre eHos. Co1no cuando Carker pretende explicarle a Edith: - Rea]mente, señora, el señor Do1nbey no es capaz de inayor consideración por usted que por mí. La cornparación es extrenJ.a; así lo pretendía, pero no por ello inenos justa. El señor Dombey, en la plenitud de su autoridad, n1c ha pedido -ayer Inismo rne lo dijo personahne:ntequc le sirva de inter1nediario con usted, porque sabe q_ue yo no soy de su agrado, señora, y porqllle pretende que esto sinra de escarmiento a su contu1nacia; y, aden1ás, porque considera que, uti1izar como en1bajador a un empleado a sueldo suyo no puede por 1nenos que resultar un agra\1-o para la dignidad de su esposa ... , que es pa1i:e de sí n1]smo. Puede usted figu.rarse la indiferencia absoluta q_ue siente hacia nú, mis sentilnientos o mis opiniones sobre este particular1 cuando es capaz de decirme, abierta1nente, que ese es el empleo a que estoy destinado. Se hará cargo de la perfecta indiferencia que sus sentimientos suscitan en él, señora, cuando la amenaza con semejante mensajero [.,.] EHa seguía conte1nplándolo atenta1nc11te. Pero él ta1nbién la observaba y se percató de que aquella indicación de que él sabia, de que algo había pasado e:ntre ella y su lnarido1 era con10 una flecha envenenada que se había cla·vado dolorosa1nente en el altivo corazón de Edith_ (597-598) Sin lugar a dudas 1 Edith parece la perdedora en este juego; está a todas luces atrapada en el fuego cruzado ho1nosocial, ritual, paralizadora.mente convencional y1 no por ello, menos letal de los testigos maritales, que la tiene sometida a un continuo escrutinio por parte de su marido y, a la vez, de quien aspira a convertirse en su amante. Todo parece detinitivan1ente perdido cuando ella, literaln1ente, franquea el un1bral de lo do1néstico y lo nacional y accede finalmente a una cita con Carkcr en un hotel en territorio francés. Edith le dice a Do1nbey: "No voy a ocupar ningún puesto en su casa, ni 111añana ni nunca el día de mañana [. .. ]. No volveré a ser exl1ibida ante nadie co1110 la esclava re-

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belde que adquirió[ .. .]. De con1ne1norar el día de 1ni boda, lo conrn_ernoraría co1no un dia de vergüenza" (627). Aún con su fuga 1 consigue hu1rniHar 1nortaln1ente a Don1bcy y exponer a Carker a Ra ira mortífera de este. ¡-\demás, al antes que Carker al hotel, ella ton1a deliberadamente el control sobre quien sabe q_ue a1nbos están juntos y q_ue ',/ª a entender que ella es una esposa a la fuga y 1 también si van a quedar abiertas o cerradas las pue1tas entre las habitaciones de la suite y de qué lado va a quedar la llave. Estos arreglos per1niten a Edith 1 en el n1ornento en que se supone que el adulterio llega a su clin1ax, negarse también a entregarse a Carker. Dice Eclith: - En cada fanfarronada suya está mi triunfo[.,.] ¡Afardee y vénguc1ne de él! Usted sabe cón10 ha venido aquí esta .noche y có1no está ahí n1uerto de iniedo [. .. ] iAfardee, pues así ine venga de usted mis1no! L.J I-le echado a perder mi reputación y ]lli buen non1bre; soportaré el oprobio que caerá sobre mi -pues yo sé que no habrá razón para ello, con10 usted ta1nbién sabe, pero él no, iél nunca podrá saberlo, jamás 1o sabrá! Por eso me he citado con usted aquí, bajo un no1nbre fa1so, como si fuera su esposa. Por eso me ha11 visto aquellos hombres que me han dejado aquí. Ahora nada puede salvarlo [. .. ] y, déje1ne darle un últüno consejo, ¡ande con cuidado l -dijo sonriendo ele nuevo- Usted ha sido traicionado [..J Se ha hecl10 lo necesario para que se supiera dónde está ahora iTJ.ismo [.,J iPor mi vida, que l1e visto pasar a Ini 1narido en coche por esta calle! (728-729) La temática del csclavismo en la narrativa del inatrimonio de Do111bey siempre vuelve a la escena ele la venta y exhibición forzosa de una mt~jer. Sin e1nhargo, a mi parecer, la estructura espacial periperformativa del u1nbral n1óvil, se corresponde tanto con 1a interpretación que realiza Dickens de la institución esc1avista estadounidense co1no con la <1ue hace del matrilnonio británico. La fuerza del discurso periperfOrn1ativo depende, por tanto, de su 10calizació11 geográfica; Carkcr y Eclith, al igual que los perpetradores y los resistentes a la esclavitud en Estados U nidos 1 cuentan entre su arse11al más eficaz con esas fuerzas pc:rfürmativas adecuadas a la distinta localización geográfica. En sus Notas de América, por eje1nploJ Dickens reproduce el artículo de un periódico estadounide11se con el inocuo título de "Interesante caso jurídico": E1 Tribunal Supre1no está juzgando un caso interesm1te. Los hecl1os son los siguientes: un caballero residente en Mal}rlru.1d babia concedido varios años atrás la libertad de hecho, aunque no legal, a una pareja de antiguos esclavos. 'fuvieron una h~ja que creció en libertad ta1nbién, l1asta que se casó

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con un negro libre :r n1arcl1ó con él a donde se establccie1ron. 'r1Tvieru11 varios sin que nadie 1es n1olcstara hasta que el antig110 axno falleció, n1on1ento cJ1 que su heredeYO intentó pero en el n1La.gistrado ante quien se Jle'/Ú la cansa decid.ió ·que no era el caso, El ,pr(~pietario raptó a la Ji a s1,1,s hijos una se los llevó a 1Vlrn:yland, (Dickens 2001: 205, en ciJ.rsiva en el origina]). D.ickcns es consciente de la nno\ri.liclad de1 un:nbral en este"':/ otros casos -1Tr1.atri1nonio, se:r\idun1bre, e1nancipación- como una caracteristlca especifica de la institución esclavista en Estados U nidos. No obstante 1 corno puede apreciarse en e1 caso de Maryh1nd, esta con1prcnsión espacial de la perfOrrnatividad que suplementarla con el co1np]cjo sentido de la ternporaHdad nachtriiglich 10 q_ue la deconstrucción nos ofrece. La cornbinación de estos ele1nentos está perfectan1ente dran1atizada en 1a historia de Harriet J acobs. Entre los "incidentes" recogidos en la narración de J acobs sobre su "vida y srn fa1nilia destacan 1os siguientes: l. La abuela de Jacobs, liberta legal, es capturada duran.ll·.e un ·viaje a

Florida por unos esclavistas que 1a venden de nuevo. 2. En su testarnento 1 el nuevo a1no libera a la mujer, peroi aún así, el albacea testamentario la saca a subasta. La con1pra un amigo ele sn ant]g1u1 ama, que la pone en libertad. «J. El hcr:rnano de Jacobs se fuga en nn barco con destino a Nueva York; el barco se ve atrapado en una torn1cnta y tiene que poner rurnbo al Sur. El fugithro, reconocido gracias a un anuncio c11 la prensa) es devuelto al barco donde se le encadena. Consigue liberarse y nadar hasta 1a oriHaJ pero es perseguido, capturado y dev-uelto a su an10, y, finahncntc, rc·vcndido. Finaln1ente, 1ogra huir al Norte. 4, La abuela consigu.e libertar a dos hijos de Jacobs, hipotecando sn casa para cornprar1os; la libertad. ele ellos dcpcndci no obstante) de que pueda pagar su deuda. 5º J acobs se enan1ora de un ar"'Q:esano negro, nacido libre, que le propone conJ.prarla Yi snpuestan1entei aun cu.an.do esto no se hace expHcitoi puesto que el nl.atrilnonio de un esclavo no existlla legaJn:nente, 1nanun1itirla para que puedan casarse. El propietario de e11a se niega a venderla para que se case. 6. Jacobs consiente en hacerse a1nante de un ho1nhrc blanco que no es su amo. l<~l pro1nete co111prarla y hacerse cargo de los hijos d,e an1bosi pero no consigue que el ·dnefio de eHa se ]a venda. 'f, Jacobs se escapa, pero solo tras afios de vivir oculta1 puede bnir al Norte. Su abuela cornpra a sus b.ijos con el dinero que le presta el pa-

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libertad

fracasanº 8, :E1 padre de los q11e se ha casado con tu1a rnnjcr blanca 1 "adopta" a uno de Ros niños y hace que su cuñada "adopte" al otroº incluso cuando parten a \iv'ir al Norte 1 el estatus d·e estos oscila entre c1 de fa:rniliarcs y el de esclr:t1,ros, 9. Pese a ,i_,ir en el Norte) la aprobación de la Ley de Esclavos Fugitivos de 1850i devuelve a Jacobs a la sujeción a las leyes sureñas de esclavitud, 10,El dueño de Jacobs tallece; su viuda y sus hijos deciden volver a capturarla. Su a1niga, Cornelia Willis, se ofrece a comprarla. Jacobs se niega a conseguir la libertad ]_nediantc la co1npra de su persona "po:r alguien adecuado", pero la an1iga insiste en la negociación y haciendo caso omiso de su voluntad, consigue comprarla; Jacobs escribirá a propósito de ello: "La emoción me ernbargaba. Recordé có1no mi pobre padre había tratado de comprarme siendo yo 1nuy ]_liña L..], recordé có1no la abuelfita había entregado todos sus ahorros para cornprar1ne años después, y có1no se hablan frustrado aqneHos planes [. . .]. Pero Dios habiía dispuesto que n1e quedara junto a n1i amiga, la señora Bruce. A ella Ine atan ta1nbién el ani.or, el deber y el agradecimientoº Es un prhrilegio servirla, a ella que se apiada de mi oprini.ido pueblo y que me ha otorgado el incomparable don de la libertad a mí y a mis hijos" (Jacobs 1987: 200-201). Cuando en 1838 el hcr1nano de I-Iarriet Jacobs, el escl<.rvo John S. Jacobsi viaja hacia el norte con su amo Sa1nuel Sa,vyer, algunos amigos de Nueva York le hablan de 1a posibilidad de fugarse durante su estancia en el Norte. Joh11 Jacobs escribe sobre ese particular: [Los Sa._,:vyer] cenaban en el Astor a las tres en punto; a las cuatro y media yo tenía que estar a bordo del barco camino de Providence. Coni.o en aquella época yo no sabía escribir, y no queriía dejarlo sin más, pedí a un an1igo que escribiera lo siguiente: "Señor, lo dejo a usted para no volver; cuando me establezca, le daré n1ás explicaciones. Nunca n1ús suyo, J ohn S. Jacobs" L.J La nota debía dejarse en la oficina de correos para que le llegara a la inañana siguiente. Les atendí a él y a su esposa durante la co1nida. Cuando el re1oj del ayunta1nicnto dio las cuatro, salí de la habitación. (208 y 281).

"Nanea 1nás suyo, John S, Jacobs": con cuánta e1egancia el esc1avo fugitivo revivifica de un chispazo el significado inerte de una für1nula de cortesía. Lo

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l"'""'"'"v pen¡ie11tclrrna.formm:n1:e el proscenio siernpTc n1Ó\i1 del teatro Je la propiedad so1bre seres h1u112J1osi tal 001110 se condensa CTl la convencional dcZ'.]araci_óu de 1ca1tad -del suyo atento y st:guro servidor" - supu_cstan1cntc de su significado por el mero l1ccho de que, en 1838) sí ocurría que en algunos lugares) aunque no en todos, existían seres humanos que eran) dej-ure y de,fa.cto 1 propiedad de otros seres 11u1T1anos. En este cap1tuloi uno de nlis objcth,'os era e:;q)J.orar córno la posesión de esclavos africanos y sus descendientes en el hcn1isferio occidental -crin1en histórico con1plejo y duradero- rnarcó a fuego, y de tOrn1a más que notab1e 1 las modulaciones de significado en el á1nbito periperforrr1ativo al a1caJ1ce de cualquier hablante, tanto descendiente de europeos con10 de africanos 1 y có1110 esto se prodlL\iO en e] V]ejo y en el Nuevo l\l[u11do. TV!ás concretamente, n1i supuesto es que 1 m_icntras duró la escla,rUU1d y durante un período de tiempo de difíÍcil estin1ació11 tras su abolición, pero que sin duda se extiende hasta nuestros días) estos actos llngüísticos notablemente poderosos -agrupados sin n111cho rig.or b.asta qne J. L. Austin los reun]ó bajo el epígrafe de "perforn1ativos"- deben entenderse siempre a la luz ele los eje1nplos n1odélicos
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decir.se que tanto ~4..ustin <.:01110 Foucault llevan al ]ecto.r a identificar y representar el tipo de inversiones entn~ figura y fondo, que analizó la psíco1ogia de 1a Gestalt en la pri.111era 111itad del siglo xx. Austin, por 1.jcrnplo, acaba rcJJunciando a su intento de distinguir entre 1os enunciados intrínsecfl.n1entc pe1fonnativos de los int1insccamente constatativos y, en s11 lugar, ofrece una explü.:ación aplicable a cua]quier enunciado, en tén11inos de percepción y atención (con c1 cur]oso verbo intransitivo "hacer ahstracción de"): "con el enunciado constatati1lo, hacen1os abstracción de los aspectos i1ocutivos [... ] de1 acto de habla y nos conccntran1os en el aspecto locutivo r. .. l Con el enunciado pcrfónnativo, nos concentran1os lo n1ás posible en Ja fuerza ilocutiva hacemos abstracción de ]a dbnensión rdativa a la correspondencia con los hechos" (Folicau1t l978: 145-146).

[N. de la T. l E1 concepto "noncc taxonornles", enunciado por SedJ:,•Yvick, es nn térn1ino cnyo significado se refiere a que ha sido creado ad hoc, e,:r prqfeso para nna detern1inada ocasión con el objetivo de que nos a:yude a teorizar y celebrar las diferencias que no se encuentran aún codificadas. Esto nos pennite huir de las oposiciones binarias, así con10 de una excesiva porn1enorización/con1partin1cntalización q_ne ta111poco es
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pp. 67 y 68, « Tl gran rifiuto», en In,ferno, TII, 60. \léase tan1bién el poe1na
[N. de la 'f.] Alusión al personaje de Yago, antagonista de Otelo en la tragedia ho1nónima de Shakespeare.

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[N. de la T.] Te111poralidad diferida o a posteriori en el psicoanálisis freudiano.

il gran rifiuto" (Cavafy 1992: 12). [N. de la T.] .En e1 origina} en inglés: J do (lake tlás tornnan lo he niy lazcjid roedded 'ff.J'i}C). En inglés en esta expresión do es verbo auxiliar con el que se pregunta (do you lake this roornan ... ?), se responde a:finnativan1entc (1 do) o ncgativa111ente (J do not), peTo en otra de sus nu1nerosas acepciones el verbo "lo do" tarnbién significa "hacer". En español ninguno de los cjernp1os
Capítulo tres

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J-\qui van algunas cosas que hoy por hoy la teor]a da por sabidas: Q 9 paTa ser n1ús justos, aqu] os presentan1os ciertos presupuestos básicos que a grandes rasgos conforman los hábitos l1eurísticos y los procer.lhn-Ilentos asertivos de la teoría actn21J (no la teoría de los teA'tos teóricos prhnarios, sino la que se plasrr1a de forma rutinaria en los proyectos críiticos de la "teoría cada"i es decir, de la teoría entendida con10 un proyecto an1plio que hoy en dia abarca las htnnanidadcs y se extic11de a la histoTia y a la antropología; la teoría después de I
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La vergüenza en el pliegue cibernético: una lectura de Silvan Tomkins

plia;rnentc gracias a una crítica inc.ansable y profusa -una critica que reproduce y populariza la cstrucluraJ pese a que hace n1ás dificil de entender eljfJ;ncionarnJento de 1os binari.s1nos anteriorn1entc r·1ir:irin•r. adernás de otros tales como la presencia/la anscncÜli 1a falta/la plenitud) la naturaleza/la cultura, la represión/la liberación :l lo subversivo/lo hegcn1ónico. Q1]erennos hablar en este tex"io del psicólogo estadoun]dense Silvan 'fomkins (1911-1991), una -figura poco conocida basta la techa, que cuestiona in1plicitamente estos hábitos y procedimientos, y lo hace no desde la posición ventajosa del presente sino desde (lo que pensa1nos que es) un 1no1ncntu inn1ecHata1nente anterior al de su entroniz:ación corno teoría. 'fon1kins seria tan1bién por consiguiente una figt1Ta que se vería impugnada de forn1a tajante por dichos hábitos y procedhnientos. De hecho, la lectura del trab[rjo de Tomkins sobre los afectos nos ha involucrado de for111a siste.rnática en un doble n10\ri1niento: parece que responder al gran interés que nos suscita su obra conlleva también ilustrar continuamente los mecanismos que tienden a descalificarla con mucha facilidad. Incluso un principiante en el estudio de la teoría podría hacer añicos, por eje1nplo, nn planteamiento psicológico que depende de la existencia. de ocho (que a veces son nueve) afectos distintos prc-insta1ados e11 el siste1na biológico hun1ano. Y aún as-í, no logra convencernos la idea de que, por ejen1plo, la riquisirna f:Cnon1cnología de las en1ociones de Ton1kins tenga una relación accidental o ni.arginal con su muy sospechoso cicntifismoº En todo caso, parece que a una teoría que hallase fácil desca1tar el cientifisn10 de TonU
Conforn1c nos íb:::unos haciendo adictos a 1eer a Toni.kins, experünc1i.tamos un conjunto de efectos sobre el afecto: su escritura nos excitaba y a la vez nos tranquilizaba; nos inspiraba y a la vez nos dejaba satisfecli.os. _En una ocasión, uno de nosotros se quedó dorn1ido n1ientras lo lela y después le explicó al otro: "me sue1o cansar cuando estoy aprendiendo mucho". La h11pctuosa generosidad de esta fiJrana de escritura se inuestra en nurnerosos ejen1plos, y la

La vergüenza en el pliegue cibemético; una lectura de Silvan Tomkins

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del autor aparec;2 tarr:1bién en una sección sobre 1as dif"t;Tencias de1 ai'ecto en las diferentes especies: "El autor consigri.ió dorncstJcar a 1111 Uan1ado Barnbi, que b_a1)ian aterrorizado n1edia docena de que con 1os que 'livía en una Ba1u_bi era un salvaje con ncu1osis de ansiedad~'/ un pánico insupera1;le a todos [os EJ.J1ÜTl¡ales, incluido el honnbre, _Pude paliar su 0J1sú~dad y su estado .abrazándo1e n-nuy fuerte hasta que acabé con su respuesta de pánico. Después de ,que se le hubiera pasado el rniedoJ seguí abrazándolo 111uy fuerte para qru.e se acostun1brara a que e1 contacto hun1aJ10 neo le produjera dicho scntinniento. l\,epeti esta. opera¡.'.]Ón todos 1os días 11asta que, al final, c1 n1iedo se le pasú" (Ton1Jzins i: 61) 1 º Este cjcn1plo describe bastante bien h-i. n1ancra de escribir de 1'0111kins: agarra una idea o una in1agen potenciahn_ente terrorífica y aterrorizadora, la sostiene durante los párraifüs que hagan falta hasta que desaparezca la "respuesta de1 pánico") para seguir haciendo lo D_1isn10 hasta que esa idea o ünagen puedan aparecer en el b.:A'to sin que produzcan terror. oraciones y a veces párrafos enteros se repiten.; signe escribiendo páginas enteras con oraciones que sintáctican1entc se parecen unas a otras (desde un punto de ·vista epistén1ico 1 enunciados ni.oda1es no-factivos 2 del tipo: "es posible q_ue.<." 1 "Si ... pued.e ... "i "Bien por ... "), oraciones que no cje111phfican principios de tipo general sino que dan un n1ucstreoJ u1i.a lista de ]u posible. Esta rica escritura claustral nutre, pacifica1 refuerza y pone de nuevo en circulación aque11a idea. Bannhi no es el único ser salvaje aterrorizado en este contexto. En la etapa postdoctoral de Tonlki11s cu la universidad de IIa1~lardi e1 psicólogo se sometió a una terapia psicoanalítica a lo largo ele siete años; el cstín11llo directo que le llevú a cHa fue un severo bloqueo con 1a lectura. Un severo bloqueo con la 1ectura: un sínt.on1a de1 que no habí.an1os o-ído hablar nunca pero que nada n1ás oírlo nos din1os cuenta de que nos resonaba intúnan1ente, 4ffect I1n_ag,e17¡ Consciousness es una obra que afecta sobrcn1ancra porque presenta 1os rastros de u11 proceso verbal intensarnente proble111atizado. Kning J-\lexaD_
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que" se alternan sin seguir una panta disccrnib1e en t1n c1_:;_yo rit1110 nos recuerda a los de Gertrnde Steini otra escritora qv.e tan1bién conoce el placer de las eDun1craciones:

Si a ti te gusta que te n1iren y a n1í me gusta quizús podair:nos lograr una relación interpersonal placentera. Si a ti te gusta l1ablar y a rni rr1e gusta escuchar lo que dices) es posib]e que esta experiencia. sea 111utua1nente gratificante. Si a ti te g;usta senti1te protegida y a ini poner los brazos alrededor tnyo 1 quizás los dos podan1os disfrutar de un tipo especial de abrazo. Si a ti te g11sta que te agarren y a iní m_c gusta sostenerte en inis brazos, es posible que podan1os disfrutar de ese al)razo. Si a ti te gusta que te besen y a mí ine g1_ll_Sta besartei quizás poda1nos disfrutaxnos 1nutuan1cnte. Si te gusta que te succionen o que te Inuerdan y a n1í ine gusta succiona1tc y morderte, quizás podai11os disfrutarnos mutua1n.ente. Si a ti te gusta que te froten la piel y a 1ní ine gusta ::6rotá1tcla, po
La vergUenza en el pliegue cibernético: una iectLi;-a de Silvan Tomkins

diante tus puntos de vista sobre la naturaleza del hon1bre pero CJUi7.ás yo solo pueda abrirn1e al Cü1i.T1fLn1icar n1i pasión por el acero y la cinta rada de un ordenador que rasi cn1THJ un hornbre< Es posible que tu zp.11eras co1T11unicarn1e tus sentin11entos n1ás personales sobTc 1111 pero q11c yo so]o p11eda conseguir una intirnld.ad socia} a tra\rés de una rn;¡;'·ºº" opinión con1ln1 sobre los n1.1éritos de a1go i.rnpcrsona1i de una teorlia en particular, por eje111ploi o de una ran1a del conocin1icnto u de una. n1arca. de autornóvit (To11.nkins l: 413-414)

Conocin1os la obra de Si1van Tou1kh:i.s cuando estábamos buscando -ideas aprovechables sobre la vergi..lenza. En un paJsc\je intelectual en1papn
La vergüenza en el piiegue cibernético: una lectura de Siiva11 Trn-r1kins

La vergüenza en 01 pliegue cibernético: una lectura de Silvan Tomkins

agradable por la dif'erencia de su relato con eJ abr1Jn1a<.lor y casi escatológico c¡ue envr¡_elvc a 1a vergüenza en el discurso convencional, que c0 donde norn1alrnente se habla de el1a hoy en día: en los rnovirnientos de autoa:yuda y de r·ecupcracíón :y en la psicología del ,yo [sef;1 cuya teoría estos n1ocL.::los" _En realidad, n11cstro conocinliento de rforn kins se produjo a travé_s del filtro Ule psicología del 7;0 y de 1a psicología de las relaciones objctu_o.J2sº Sn ohra se ha popu]arizado con10 si propusiera una especie de n:üto original (de la vergüenza del niño pequeño) para u11 relato genético acerca de la indiviclv.ación y filiación del yu. I,a teoría del afecto de rfon1kins se originó n1ediante 1a detenida obser,ración de un u]ño llevada a cabo en 1955 y en la qne fnc capaz de localizar e:x1Jresiones ten1pranas dle la. vert,viiienza en un período (en torno a los siete i11escs) anterior a que el niño pudiera haber adquirido ningún concepto sobre 1a prohibición. Tal)' co1no explica en el capítulo 1, n1uchos psicólogos de1 desarrollo respondieron a su descubrin1iento, y a.hora cousideran 1a vergf1euza con10 el afecto que n1ejor define el espacio en donde se desarrollará un sentido del yo. En el contexto de u:n relato sobre el desarrollo de las relaciones objetnales 1 este enfoque de To111kins es "'Falioso ei1 la medida en qrne es una forr:na 1 dentro de una ]nultitud de for1nas que dicha psicología {Yfrece 1 que pernlite desplazar el hincapié freudiano en ]a represión y en el factor cdípico. I~o que la oscurece, sin en1bargo1 es hasta qué punto 1a propia obra de rfon1kins perrnanecc enor111en1ente ajena a cualquier proyecto de re1ato del surgin1icnto de una esencia del yo. Un lector que pase por la experiencia de 1eer los cuatro ton1os de _,_4ff'ect Inuz¡;.;cr:y Consciousness percibirá la alquln1ia de lo contingente, tan íntüna111ente ligadla a la identidad que tendrá la ünpresión de que 'To1nkins es el psicó]ogo que a una le gustaría 1eer cuando está leyendo a Proust. 'I'omkins supera tanto la f~1sci11ación proustiana por ]as tipologías de las personas co1no la certeza proustiana de que el n1ayor interés de tales tipologías reside en pro,vocar la sorpresa y en rechazar la convención. Co1no es norn1al en To1nki11s, tales tendencias se iban plasn1and.o en negociaciones costosas con disciplinas dispares y contrapuestas a la llan1ada psicología que se practicó desde los años cuarenta l1asta n1ús allá de los sesenta en EEUU: con la psicología experimental, así con10 con la psicología clínica :y 1a psicología aplicada. Aplicadai eu este caso 1 co1no teor]a de la personalidad. Durante los i1u1nerosos años que ejerció de profesor en 1a universidad de Princeton, Ton1kins trabajó tan1bién en el desarrollo de tests de personalidad para el Educatlonal Testing Service [Servicio de Pruebas Educativas], y escribió un libro sobre la interpretación del Then1atic Appcrception Test [Pruebas de Percepción 1'en1ática] -un libro que TI1e "muy bien recibido co1no un logro intelectual, pero del que tengo rnis dudas de que alguien lo utilizara para aprender a interpretar una prueba TAT", señala 1-rving E. A1exander en su ensayo

biográfico sobre rfon1kins (1995: 263). La presunción de que existe un .núcleo de personaliclad consolidado que el con1poncntc de tales d111cl11l1m18 es algo que la obra de 'I'ornkins cuestiona por con1plcto, a s11 nivel_ n1ás básico y ITñás so-fisticado 1 n1ediante otro giro disciplinario: la y 1a tcoria de los sisternasi o) tanJ bién de rnodo 1nediante la eto1ogia, la ncuropsico1ogfrti 1a pcrcepc1ún :l }o cognitl\ro, la psicologia socia1 1 así corno inediantc una clari,,iidcnte re[ectura de Freud. Puu1 Goodn:1an y Gregor:r Bateson) otras fértiles y eruditas fig1J.ras, que al igual q11c 'fomkins esti.nrieron rnarcadas por el periodo de 1a posguerra estadounidcnsci 110 contaron oo:n un centro de gravedad tan am_plio en las distil1tas rarnas de la psicología y por lo tanto no pudieron ejercer la 1nisn11a presllón contra las teorías que afir1nan la psicología disciplinaria: la prllrnera vez que se pub1icú la teoría del afecto de 'fomkins se hizo en francési en un volun1en editado poT una figura con la que se puede coinparar a pesar de ser 111uy diferente: Jacques I.acali1, Pensan1os que }a psicolog-Ha es con1pletan1ente ajena a ]a presunción/ prescripción del desarrollo de un núcleo del yo. Y podrían1os añadir que ta1nbién se resiste enor1ncn1cnte a cnaJ aunque lo grandioso en este caso reside en que mantiene con ella una distancia ca1tográfica notable 1 no una lucha dialéctica. Incluso resulta aún n1ás e.xi:raño, al tratarse de una obra de la psicología estadou11idense del período de la guerra fría observar la ausencia total en la 1nisn11a no solo de un sesgo homófübo sino ta1nbién de teleología heterosexista.3 Esta capacidad esclarecedora tan silenciosa y escru:pulosa de 'fo1nkins resulta aún rnás co1Tvincentc si observamos 1a variedad y heterogeneidad de las fuentes disciplinarias de las que el autor se nutre: 1a etología) la psicología social) el psicoanálisis, etc. son discipliinas que están estructuradas y basadas en supuestos heterosexistas, y cada una de ellas lo hace de Íor1na diferente. De nuevoJ sin embargo 1 el logro de ,--fomkins parece deberse no tanto a un proyecto autlbon1ófübo organizado (relacionado con que tuviera algún interés n1arcadan1cntc gay) sino más bien a que) sencillan1enteJ encontró un punto de partida diferente" La resistencia de To1nkins a la teleología 11ctcrosexista se fundan1enta en los tér1ninos n1ás básicos de su co1nprensión del afccto. 4 'fal ;y con10 he señalado en la introducción de 'Tocar la fibra, en ·prilner lug.a.r resulta inherente a la distinción que establece entre un sistema de afectos y un siste1na de pn1siones que an1plifi.ca analógicamente y que, al contrario de las pulsioncs (como por ejen1plo respirar, comer) 1 "cualquier afecto puede tender a cualquier 'objeto'. Esta es la fuerza básica de la complejidad de la conducta y la n1otivación humanas" (TonLki11s I: 847). Aden1ás 1 en un explicito rechazo a los térrninos de1 conductisn10 1 señala que el sisten1a de afectos "no tiene un único 'rendimiento'" (nr: 66). Y afiade que "la an1plificación afec1iva es indifeTente a la cliterenciDL entre los lnedios y los fines", al contrario que 1as pulsioncs (111: 67). "Se disfruta de disfrutar. Excitarse es excitanteº J\terrorizarse, aterroriza y cnf~1darse, enfa-

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da. E1 afecto scjustifiea a si inismo sin que tenga por qué aunque quizás pueda haberlo, un referente ulterior" (1n: 404•), Estos presupuestos son los q_uc l1acen de la teoría clel afecto un instrun1cnto tan útfl para bacer frente a los supuestos telcológicos tan diversos que se encuentran subsumidos histórican1entc en 1as disciplinas de 1a psicología. K,a fu_er'7,a de (lo que paxecc) el refinado y potente "puede" de la prin1cra de estas proposicio11cs -"Cualquier afecto puede tener cualquier 'ol~ieto"'- el "puede" que a través de los cuatro volúrncnes de Ton1kins se nos revela corno la locución n1enos presch1dible, procede por lo incnos en parte
Observernos aquí una estructura analítica de 1o rnás característica. Lo queparece ser una disminución del papc1 que se le asigna a 1a pulsión sexual, corresponde sin e1n_bargo a una n1u1tiplicaciiónJ una n1ultiplicación concreta y finita

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resultante de difCrentes posibilidades de re}e,rancia sexual (que eonsistcn c;L1 los afectos específicos de la vergiicnza) ta anEúedad) e1 aburrin1iento o la rabia). l,a se:,._'11alidad ya jan1ás volverá a ser una cuesti611 de on/rrfl· que equivaldría a Expresa o R.eprirne. La sexualidad corno UTUl ]Jals'iórt continúa cJLracterizándose aqui rnediante un rnode1o binario (potcntc/hnpotente), a pesar de eU0 1 su relación coD_ la atencióni con la n1otivación o con la acción sucede so1o JL través de u11 co-ensa1nblajc con un sistcn1a de afectos 1 descr]to co1no algo que conlleva n1ayor núrnero de posibilidades y n:1ayor cl-Uterencia cualitativai que la oposición activado/desactivado [on_./qf¡1, Discutin1os este 1nodelo siguiendo la costun1bre de Ton1kins de ir colocando capas digitales (on/qff) junto a n1odelos de representación analógica (graduados y)o diferenciados de fOr1na n1últiplc), y argüin1os sobre el gran valor conceptua] que tiene esta costurr1bre. Si parece que "rünan" estructuraln1entc con la incncionada costumbre de ir superponiendo capas de 1nodelos biológicos co11 1nodelos realizados por n1áqninas o por ordenadores, deben1os, sin en1bargo, rechazar (como lo haría rron1kins y en realidad cualquier teórico de los siste1nas) una hon1ología subyacente que pudiera identificar la ináquina o e1 ordenador con 1a representación digital, y el organis1no biológico con la representación analógica. La tácita hon1ología ináquina es a digital co1no animal es a analógico (con el privilegio inherente que se concede a la n1áquina/ digital) nos parece una potentísüna hipótesis que estructura la teoría actual y que surge de un rnodo especialmente fuerte co1no un anti-biologicisn10 reflexivo. Pero en realidad representa una inala ingeniería y una mala biología y conduce a una n1a]a teoríaº Incluso si partin1os de la base de que las n1áquinas de infor1nación y los organismos ·vivos son clases totaln1c;te diferentes, ciertan1e11te tienen en con1ún q ne cada una cornpa:rte una inezcla heterogénea de mecanismos de representación estructurados digitaln1ente y estructurados analógicamente. En realidad, la distinción entre digital yanalógico no es en sí misma radical: la medida analógica puede ser utilizada, con10 en nn tern1ostato o en una ncuronai para producir un cambio de on/off; inientras que los n1odelos o acu1nulaciones de can1bios on/qffpucdenJ corno en el caso del modelo de activación neuronal del cerebro realizada por Donald Hebb en 1949, tener corno resrnltado la fürn1ación ele co1nplejas estJLltcturas analógicas. A11tho11y \!Vildcn aporta el siguiente principio, uno
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Sobresalto

Can1biaT de lo ana1óg]l'O a lo digital (o es necesario para que 1a co.!lnunicación pueda cruza.T cie1ias fronterasº Una gran .cantidad de con1u.nil'ación -quizás toda ella- eon1porta sin duda un carnbio constante de un sisteJ11a a otro. El pens<-'nnicnto digital es analítü.:o y bivalente\ F,1 pensarniento ana-

Józico es dialéctico y polivalente. Un sisterna digital tiene un nivel de organización n11ayor y, por lo tanto, un tipo de lógica 1ncnor que un sisten11_a analógico, E1 sisten1a analógico tien~ n1ayor "libertad semiótica", pero está finah11cnte gobernado por las reglas de la relación analógica entre los sistemas, subsiste1nas y supra sistemas de la naturaleza. (Wilden 1972: 188-189) u

La teoría del afecto de 1~on1kins, que refleja un lnon1cnto intelectual cercano al de este ensayo de Wilde11, parte de un conjunto de diferentes tipos de entrccrnza1nientos entre las fürrnas de representación analógicas y digitales. Por eje1nplo1 algunos
¿podrian1os postergar el debate sobre el inicdo, el ina1estar y el enf~ldo que provoca en los lectores interesados por la teoría la densidad de la fTecuencia que 1a palabra "innata" tiene en este pasaje? ¿Q postergar la sonrisa condescendiente

1V1iedo

1nterés

/ Densidad de activación neuronal

P~isa

Alegría

Tien1po F1nURJ\ 1. Representación grá-f-ic
Consciousness de Silvan Tonilins, ·vol. 1, Copyright (() Inspringer rublishing Con1pany, Inc., Nc\vYork, J0012. Con pcnniso de la cdito1ial

con la que los lectores científicos actua1es sefialar'Ían el Tednccionisrno del concepto de "densidad de activación neurona.J"? f:n todo caso) lo que nos interesa señalar aquí es la n1ancra en la que la con1prensión de Hcbb de Ja activación neuronal con10 un suceso especifico de on/ qff(y por ello digital), propulsado por un estín1ulo cuantificable (y por ello analógico), se cuantifica, una vez n1ás, de n1odo analógico en e1 gráfico de Tomkins sobre la diinensión del tieJLnpo, pero de un 1nodo que conduce a su vez a la "activación" de1 on/ qff·( digital) de cualquiera de estos diversos afectos específicos, Esta parte de ]a teoría de To1nkins podría, de este n1odo, esq_uen1atizarse con10 analógica ----;, digital ----;, analógica ____, digital. I.,o que le falta a este esque1na (digitalizador), a pesar de todo, es que la tcorí.a de Ton1kins se ran1ifica (y en ese sentido es analógica) hacia una co111prensión JJolivalente del afecto: si el encendido/apagado lon/qff'J de la "activación neuronal" está in
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y deberían1os añadir que dicl1os "asuntos bastante difei-entcs"5 r10 se deben entender nunca co1no asuntos rnerarnente e¿r:tern,os, Aunque To111J.i:os, ya qne Ton1kins ja111ás presenta. la densidad de la activación ncuroITTal coino una traducción casi directa de algún suceso externo que _pudiera ser diferenciado corno "esthnulo" en el conjunto de su obra. 1\l contrario 1 refleja la compleja Jntercalación de ]o exóge110 y lo endógeno, lo interpretativo, perceptual y propioceptivo -las cansas, efectos, retroalimentaciones, inotivos 1 estados de larga dural'.ión tales con10 estados de áninno y teorías) junto a acontecin1ientos fisicos o verbales cspecí-f1ca1nente transitorios. En oposición a los conductistas, Tornl
Señala1n.os anteriorn1ente que los lectores con n1entalidad científica probablcn1cnte se mostraría11 reacios al reduccionismo de la in1portante idea de "la densidad de 1a activación neuronal" de Ton1kins. Aunque parece que la idea de activación neuronal ¡1er se se utiliza en este texto de rnodo inteligible) Ton1-

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l'\.lns conti1TÚa (con posterioridad a la publicación ele "1ftCct-IrnagcJ:_l-J C'ortsciousness) mostrando resistencia a la cspecifi.cació11 de dóru1e o en qué Zoculizaciones nJ:uronales (supuestatnenie especializadas ]JOf' sufirnci6n) tiene lugar dicha acti'\Tación. A pesar de que Affect Inu1ger,y Consciousness tiene un gran interés en la localización de los lugares de1 cerelJro donde se producen funciones es·pecific.as1 e1 in1po1tantisi1110 concepto de densidad de la acti,,ración neuronal continúa trata;n.do el cerebro corno una rnasa hornogénea que ofrece 1 co1no rnucho_, únican1ente e1 potencia] de desarrollar especiaHzacJones cualitativas localizadas. Consideram_os que esta co1Tn.prensión del cerebro es in1portantc para definir la (n1uy fructífera) relación histórica con lo que Ha1T1arnos el n101nento específico del pliegue cibernético, la época con1prendidu a grosso 1nodo entre finales de los años cuarenta y n1ediados de los sesenta. Por "pliegue cibernético" nos referin1os al n1or11ento en el que la co1n.prcnsión del cerebro y otros procesos vita]cs por parte de los científicos '1-c:icne n1arcada por el concepto, la posibiH
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estructural, un interés en una econor:.riia conceptu<JJ de IIJ.cdius y de lTl.ocicJ.osi que no estaban destinados (y tan1poco parecía que hiciera falta) a sobre\1-"'vir a la introducción de la tecnología real Las evocadoras enumeraciones que constituyen un rasgo característico de la escritura de _;.~ffect [rnap;e17¡ ·Consciousn.css parecen Hevar la rnarca de este n1o]nento de la in1agina{_jún tecnológica. Con unas difcrc~nciaciones gra,i11aticales n1ínin1as y aparenten1entc no significati'vasi los tc1nas de estas listas apuntan la posibilidad de pcrn1utaciones infinitas y a1eatoriasJ algunas de ellas nhrlias 1 otras i11uy in1portantcs. La sugerencia de un a1cance ilin1]tado in1pri1ne un sello de contingencia radical en. los posibles resultados. Pero los temas de las 1istas, lejos de estar hechos al azar, están siempre elegidos co.n cuidado para abrirse y apuntar a nuevas perspectivas) para representar los nuevos tipos de posibles supuestos que conlleva cualquier generalización. Pueden leerse corno si estuvieran deshaciendo o proponiendo un nuevo trabajo taxonón1ico. Las listas de Ton1kins probablemente a lo que más se parecen es a las 1argas oraciones de Proust, en las que una especulación de los motivos de alguien se expresa en un conjunto de largas oraciones paralelas que con1ienzan "Bien porque ... o porque ... o porque ... " . Una sint&-xis pos111oclerna que parece invalidar ]a posibilidad mis1na de entender el n1otivo al pluralizarlo como si fuera rnecánicui in-finit.oi parece que a la vez ofrece unas herran1ientas sen1ánticas que no poden1os dejar de usar, que ligan a uno de 1nancra má'l ilnaginativa y profunda a las posibilidades concretas de una psicología individual. Las Jistas de Toml
sivan1enteº Donde la piscolog5.a cognitiva ha intentado c-onYe-rdr los procesos 111enta1es en transparentes una y otra vez desde el punto de vista d.e lo cognitivo, donde e1 conductis.rno ha intentado hacer lo n1-isn10 desde el de >,ista del "1\.:sultado" condrnctual) donde e] psicoanálisis se ha apn.Yvechado de la e1egancia conceptual de una sinlple barra (!a represión) entre una y continua "conciencia" frente a un sin11p]c "inconsciente", la teorlla del afecto de Tomk.~ns oftece) por e1 contrario) una riqueza de lugares de una, opacidad prod.uctiv<:L .La. revalorización de la retroaHmentarión en la teoría de 1os siste1nas es también necesarian1entc 1a valoración de1 error y la ceguera con10 productores espccifican1cntc de estructura. Si pensan1os, por ejen1plo, en el Perceptron de J:''rank Rosenblatt (Luger 1998: 516-528), diseñado en ese n10111ento te1nprano para enseñarse a sí 1L11isn10 c6rno UJJren({er precisamente a través de un proces~ de ensayo y errorº Sus principios teóricos se declararon obsoletos al cn1erger ordenadores n1ucho inás potentes, para resurgir hace poco tiempo con el no1nbre de conexionis1no y procesan1iento distribuido en paralelo. Con10 escribe Tomldns, 1111a. n1áquina ht.nnanoidc verdaderamente fürrnidahle

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requeriría con toda probabilidad una infancia relativanicntc indefensa, seg1..Tida de 1111 proceso de creciente capacitación a lo largo de la niñez y la adolescencia. Es decir, que requeriría un tic1npo para aprender a aprender por el inétodo de cometer errores y corregirlos. Esto es bastante c1aro :y es una de las razones de las lin1itaciones de los autón1atas actuales. Sus autores no están capacitados ten1peramentahnente para crear y nutrir n1ecanisn1os que con1ienzan con ]a indefensión 1 la confusión y el error. E1
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coincter un error rnotivaciona], por cje1nplo, equi'r'Ocarse sobre los deseos, sus cansas y s111s resultados" (I: 114) 07 De esto rnodo, la ineficacia del ajuste entre el sisterna de afecto)' e] sistcn1a cognitivo -y entre cualquiera de los dos y el sisten1a de pulsioucs- posibilita el aprendizaje) e1 desarrollo, la continuidad 1 la diferenciación. La libertad 1 el juego, la permisibilidad y el significado misuJo derhTan de la riqueza de 1as posibi1idades no evidentes para equhrocarsc sobre un objeto -lo que in1plicai cquJvucarse sobre uno 1nisn10.

Pero 'Volvan1os a la Figura 1. Es in1portantc q_uc la polivalcncia de este sistema analógico se refiera a Tnás rle dos pero también a muchos valores o düne11siones,finitos (co1110 por eje1111ploi en un n1apa el norte, sur, este y oeste) aunque, como e11 toda representación analógica) pueda haber una infinita gradación a 1o largo de din1cnsioncs finitas especificadas. Un rasgo suficientcn1ente con1ún v banal de n1uchísimas representaciones. Con todo, nos parece que para que ~na teoría del afecto se estructure de esta forrna debe haber1)o[ivalentesfinitos (n>2) que se encuentren rea1n1ente en el centro de la resistencia a la que se opone, o en la luz que puede arrojar sobre las actuales inaneras conve11cionales de pensar la "teoría". La resistencia c::\.iste porque parece que hay una fuerte ligazón entre las especificaciones "polivalentes finitos (n>2 )"y ese tér1nino que da lugar al ·fin de la discusión: innato. (Aunque en la obra de Toinkins esta ligazón resulta estar bastante atenuad.a, quizás, precisan1ente por las capas que se superponen J-' la 1nutna y constante perturbación de los 1nodelos biológicos y mecánicos). l)e alguna manera, es difici1 n1antener el concepto de que se trata de ocho o de trece (de cualquier modo nunca infinitos) [!?fe-rentes tiJNJS lle -algo irnportante si no se tiene un inodelo biológico en algún_ lugar cercano< Esta ligazón hien puede tratarse de un desarrollo 11istórico: como si algún hnpulso de la rnodern-Ildad (i.a1 que quizás podríamos lla1nar n1onoteísn10?¿0 la Reforma? ¿,o 1a racionalización capitalista?) hubiera desplazado de tal forma el espacio existente entre el 2 y el infinito que deberá D_ccesitar la fricción inercial de un biologicisn10 para poder incluso sugerir la posibilidad de volver a habitar dicho espacio. No tenernos ningún interés en nlinin1izar la continua historia del racis1no, el sexisn10, la hoinofohia u otros tipos de biologicis1nos abusivos, o la urgencia de tener que evidenciar aquel1os que l1an constituido el gravamen de tantos proyectos críticos. A la vez, nos da n1icdo, que con 1a instalación de un antibiologicis1no automático) co1no la baza inrnutable de la "teoría", se pierda el acceso a un completo espacio del pensarniento, e1 espacio analógico de los polivalentes finitos (n>2). El acceso a este espacio es ünporta11te porque, entre otras cosas, permite una visión politicade la diferencia que puede plantear una resistencia tanto a la hon1ogenización binaria co1no a 1a trivialización infinita. 8

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Si:rva co1no eje1nplo de las peripecias del ai'Ecto en el decurso rutinario de la teoría reciente una in-,,,restigación realizada en 1992 por J\.nn Cvctkovich :/ titulado 1vfL:re.d Feeling0.· Fentinünn, Mass Cu.lture ancl Victorian Sensationalisin fSentinTientos encontrados: fen1inismo 1 cultura de lnasas y sensacionaHsmo victoriano]. f~legin1os este ejen1p]u no porque el Hbro sea poco inteligente y poco útil (todo lo contrario) sino porque sus logros parecen depender de una relación cspccialn1ente clara y expHcita co11 las diversas corrientes teóricas actuales (el psicoanálisis, el marxisn10, el pensa1niento de Foucau]t) en las que se apoya. 9 Lo único que tiene de h1usual es que basa st1 argu111entación en una teoría del afecto que constituye el núc]eo explicito del libro. I_,a teoría central cuyo objetivo es "una política del afecto que no resida en una concepción esencialista del rnis1no" (Cvetkovich 1992: 25) se especifica1 sin e1nbargo 1 de forrna n1uy somera: 1

Con10 la sexualidad, el afecto debería entenderse con10 algo construido discursiva.mente. (.'30) No sólo doy por hecho que 1a unión entre acontecimientos sensacionales y sensaciones corporales es constnüda y no natura}, sino que también doy por hecho que ]a aparente naturalidad de las sensaciones corporales o afectivas es en sí misn1a una construcción. Como la sex11alidad y otros procesos físicos, el afecto no es una entidad pred.-Uscursiva, un hecho que se oculta con frecuencia al plantear que ]a construcción de los afectos y las sensaciones corporales son a1go natu.ral [..,].Además, si las respuestas afectivas no son tan naturales con10 parecen ser, entonces la construcción dc1 afecto con10 algo natural bien podría ser parte del aparato discursivo que realiza el trabajo de lo que Foucault ha descrito co1no e1 régin1en disciplinario del cuerpo. La potencia disciplinaria radica precisamente en que funciona como si fuera natural en vez de hnpuesta. (24-25) Aunque Cvetkovicb lleva a cabo esta investigación bajo el supuesto de "teorizar el afecto" (como índica el titulo de uno de los primeros capítulos del libro), no queda muy claro por qué su infra-desarrollada a-firrnación de que el afecto "está construido discursivamente" en lugar de ser "natural" debeTÍa arrogarse el estatus de teoría. A no ser que prccisa1nente_se entienda que una afirn1ación tal basta para investir cualquier cosa con el rango de teoría. En vez de resuniir o abordar una teoría real sobre el afecto, estas proposiciones 1 por el contrario, "teorizan el afecto" en el sentido de que lo pastorean y lo llevan hasta el corra] donde se da por hecho que está contenido el corpus de la 1~coria. La 1narca que Heva ese corpus es ind_e1eble: la "teoría" se ha convertido prácticarnente en intercaJnbiable con 1a siguiente afirinación (que por mucho que se diga, se

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considera que no se dice lo suficiente): no es r1Lliural. Una c>-'traordinaria afirxnación que aquí se presenta co1no evidente: "el valor ( i el ·valor!) de una tcorÍai con10 el valor del .análisis histórico, reside en su habiHdad para cuestionar los presupuestos sobre la 'naturaleza"'º ( 43--44) 1~al y co1no se ha sugerido en 1a introducción 1 se podría esperar que este antl-biologicisrno ref1exivo fuera de la inano de diversas n1aneras de argumentación que se sitúan en una supuesta relación parad1~jica con ]os mencionados principios de la obra de Cvetko\rich: 1. La desaprobación füucaultiana de la "l1ipótesis represiva" se tornará de forma práctican1cnte instantánea en alegorías hiper-moralistas y binarizadas de lo subversivo frente a lo hegen1ónico 1 de la resistencia frente al poder, "Si el afecto está históricamente construido este puede convertirse -como señala Foncault en relación a la sexualidad bajo la nor1na de la hipótesis represiva- no en un mecanis1no para la liberación del selfsil10 en un n1ecanis1no para la contención y la tlisciplina del seif'. (31) "Si el afecto puede ser un lugar de resistencia, tan1bién es [. .. ] un mecanismo del poder". ( 40) "La afirmación de Foueault de que la resistencia no es exterior al poder significa que estos don1iillos pueden ser a la vez vehículos de resistencia y vehículos de imposición del poder". (41) 2. Una desaprobación nominal sobre la cuestión de la verdad esencial se convierte e11 asidero para frecuentes apelaciones y escrutinios detectivescos sobre afirmaciones de una supuesta verdad hechas por otros -afir1naciones parafraseadas y presentadas en los términos inás absolutos. Uno de los términos centrales de la argurnentación de Cvetkm~tch es "garantizado". Por ejemplo: "la ligazón entre la transformación personal y la social no están en absoluto garantizadas" (I). "No hace f3-1ta defender la novela victoriana para garantizar la posibilidad de la transformación social". ( 41) "No se puede considerar que el afecto L.. ] garantice las tendencias subversivas de un texto". (34) Las opciones 011tológicas se reducen a garantizar frente a no garantizar, incluso si deja1nos de lado su resonancia extrañamente consu1nista, esta tosca manera de relacionarse con 1'1 verdad significa que el acento episten1ológico del argun1ento de Cvetkovich, en vez de hacerse n1ás liviano, se convie1te en más persistente. De n1odo característico, por ejemplo, llega a la conclusión, después de mucho trabajo deductivo, de que el debate de Frederic J ameson sobre la cultura de masas "es sospechosamente esencia1ista en su concepción del afecto". (29) I,a sospecha reside en el ojo del lector, no en el texto leído, pero es un desarrollo co1nún y corriente, la CA-traña metamo1fosis del antiesencialis1no que se convierte en un detective privado ontológico.

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_;,;, Quizás lo n1ás exiraño cuan.do se trata de "un<J. teoría del afecto" es que en ella no scntin1icntos. E! afiecto se trata co1no una caten¡)·· b ria con una historia unltarh1 y una política 1nnitaria. No hay sitio teórico para ninguna d.iterencia entre esta,ri pongan1os por caso, i:Uvertidoi asqncaclo 1 ª''Tergonzado o cnf8.da·do. lv:fediante una .analogía con la teoría d.e la sexualidad de Foucau1t, C\.'etkovich se refiere a una n1oderna "historia de la construcción del afecto que tiene sentido) que resulta e•.ridente [. ..] en las novelas del sig1o dieciocho sobre la sentirnentaHdad y la sensibilidad 'Y en el hincapié q1rnc l1ace la poesia romántica en los sentin1ientos" (30-31), pero ohvian1ente no en sentin1ientos específicos. Lo sub1in1e, por poner otru ejeunplo, se describe con10 "la versión que tiene 1a alta cu1tura del afecto" (35) (lde cua]quier afecto?). Ylo que da a cutender Cvtekovich a lo largo de su texto es que los gé11eros literarios se diferencian entre sí, no en relación con los t'Í]Jos de afecto que puedan evocar o generar, sino de u.-rrJ n1odo rnás sünple, por la presencia o ausencia de una sustancia rcificada Han1ada Afecto. o

Seguramente la au.sencia de afectos ditercntes en esta "teoría del afecto" no es fruto de un descuido sino que, por el contrario, constituye una decisión teórica: como si lo que se presenta no pudiera finah11cntc ser teoría si dejara un hueco definicional para las diferencias cualitativas entre los afectos, ¿Acaso no (nos ilnagina1nos la perplejidad de cualquier sen1inario de posgrado bien encarrilado), L.J acaso no se correría el riesgo de caer en el esencialisn10 si los afectos se entendieran co¡no cualitativamente diferentes unos de otros? Por supo_1esto que sí. l)e hechoJ si no nos equivocamos a] lanzar la hipótesis de que el conjunto del pe11san1iento del polivalente.finito (n>2) analógictnnente estructurado se puede obtener hoy en día únic;J111ente desde alg1in tipo de relación con rnode1os biológicos, y de que los conceptos de lo esencial, lo natural y lo biolóp;ico están ya ligados teórican1ente en la actualidad a través de procesos históricos1º 1 por ]o que tiene 111uchís-imo sentido que un.a "teoría" estructurada en prin1er lugar sobre un anti-naturaHs]nO y anticscnciaHsrno hiper-vigilante necesite sacrificar estrictan1cntc las diferencias entre, en este caso ]os cUferentes afectos. La higiene del antiesencialis1no actual parece depender de u11a rigurosa adhesión al rnodelo digital ( errónean1ente identificado con la ináq_uina)J a la representación binaria (on/ q-jj'). En 1a n1edida en laque .'1e "teoriza" sobre eHo.s 1 los afectos lleben convertirse en el Afcctoe Insistin1os e11 sefialar que e11 este inon1cnto h]stóriüc\ cualquier apelación definitoria a diferencias cualitativas, concebidas analógicanncnte, según el esque1najlnit-o polivalente (n>2), corre el riesgo de reproducir un e.sencjalisn10 de carácter biológico. Pero dicho riesgo no lo ·va a evitar -ni de lejos- ni 7

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la inás concJenzuda práctica de digitalización. El escncialis1:nc que se adhiere a los 1nodc1os digitales se estructura de inodo di.fere:nte del cscncialis1no de [o analógico. Pero por ello, en este n1on1ETJ.to, es precisarnente i113s peligroso -precisani.ente porque bajo las nTtinas actuales de la "teor]a"i no se reconocen con10 csencialis1no. Y,a esenci.a se desplaza cu_ estas 001Tvenciones, de 1a posibilidad ana1ógica de las dijCrencias.finita'lnenle polivalentes a algún lugar anterior donde un fluir indiferenciado de inateria o energía originaria se 111odifica en un on/qff' (infinitamente). \Ter el últin10 como 1netafórican1ente n1enos "csenciaHsta" que el prin1ero refleja, a nuestro entender, únicamente otorga un privilegio -tal y como se viene haciendo- a los inodelos digitales, a los que_ se equipara de forn1a equivocada con la n1áquina, sobre los n1odclos analógicos, a los que se equipara de forma equivocada, con lo biológico. Por ejc1nplo, aunque Cvctkovich no hace alusión a la c.01nprensión cientlÍfica del afecto que tácitan1entc sustenta su argt1n1ento, su "teonía del afecto" es muy' congruente con una particular teoría de la cn1oción que ha Uegado a ser an1plian1entc aceptada con la expansión de la psicología cognitiva. El uso de esta teoría sin necesidad de citar sn procedencia parece testificar que se ha convertido en un conse11so de "sentido co1nún" de 1a teoría actual. Ta111bién se da la casualidad que representa (aunque aú11 tenga un cierto nivel de contestación) el sentido con1ún actual de la ciencia cognitiva, co1no qneda reflejado en la reproducción con1p1etamente acrítica que ofrece la edición de 1987 del O;.efórd Cornpanion to the lvlind. La más importante contribución (al estudio de Ja emoción) [. .. l fue la que realizó Stanley Schachter [. .. L E1 postulaba que solo era nel:esario un estado de excitación visceral para experimentaiº la cn1oció11: por ejen1ploJ que diferentes ex'Periencias en1ociona1es se producen por el misn10 antecedente visceral. A continuación, Schachter dio por hecho que dado un estado de excitación ·visceral, una persona describiría sus sentirnientos en términos de las cognicio11cs (Jos pensa1nicntos, ]as experiencias anteriores, las scña1es medioa1nbie11tales) con las que contaba en aquel 1no11.1cntu l. .. l. La excitación 'risceral se veía con10 una condición necesaria para la CA'}Jeriencia e1nociona1, pero la cualidad de la en1oción dependía de las evaluaciones perccptualcs y cognitivas del n1undo exterior y de los estados internos[. ..] el saber común sugeriría que cualquier divergencia, cualquier interrupción de las expectativas o de las acciones deseadas, produce una excitación visceral indiferenciada (auton1ática). La cualiclall esencial de la einoción subsig11iente depe11dcrú de la evaluación cognitiva en curso (es decir del análisis, de la valoración) del actual estado ele la cuestión [. .. ]. (Las emociones) no son necesariarnente restos de nuestro pasado anterior al ho1no sapiens, sino que son características importantes de un ser

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hurnano e l,a novedad, 1.a divergencia y 1a interrupción generan respuestas "'Viscerales, 111ientras qt1e nuei:ltro s-Ilstcn1a cognitivo interpreta el innndo co11_io susceptll1Jle de an1cnazarnos 1 de producirnos iTliedo) alegría o cn'itusias1110. El 1111undo hu111ano está Heno de en1ociones) no porque sean10s anin1ales en el fondo) sino porque está 1le11.o de señales que nos ei1tusiasn1an o an1enazan, y Heno de ac.ontccinlicntos y de personas qnc producen divergencias e interrupciones . ( Grrcgory 1987: 219-220) llesu]ta fY1cil de ver lo que hace que esta tcor]a del afecto sea congruente con la "teoría", l_,,o de las "divergencias y las interrupciones" de u11 flujo de "excitación" indiferenciado suena a código 1norse, tranquilizadoran1ente 1necánico: no existe ningún peligro de que se pueda uno topar con la falacia de q_ue una Tepresentación pudiera llevar incorporada cualquier relación no arbitraria con la cosa representada. Ade1nás, el espacio para !a construcción discursiva del afecto parece garantizado por las anotaciones de qu.e (co1no "en el fondo no so1nos anin1ales") el n1is1no inaterial de nuestra excitación es in-finita1nente n1aleahle por una facultad cognitiva totahnente aculh1rada. Si algo podeinos anticipar es que este relato parecerá tan tamHiar a ]os lectores de teoría crítica que resultaría útil recordar que el 111is1no con11eva (por no decir algo peor) una fuer7.a contra-intuitiva. Así que llegados a este punto, co11vcn.dría que los lectores se preguntaran: ;,cuánto ticn1po tardas al desperta1te por la noche por a) un ruido fuerte y repentino o b) por una excitación sexual gradual, en "analizar" y "valorar" cognitiva.mente "el presente estado de 1a cuestión" lo suficiente1nente bien como para asignar una apropiada cualiflacl esencial a tus emociones? Es decir, lcuánto tien1po tiene que pasar desde el momento de 1a interrupción del sueño al Inornento ("subsiguiente") para que te des cue1Tta de si lo que estás c:A-perimentando es terror o un estado placentero? No, nosotros ta1npoco tarda1nos mucho en darnos cuenta. Pero independienten1ente de que este relato cognitivo de la e1noción sea verdad, lo que queren1os resaltnx es que este relato no es en absoluto 1nenos esencialista que los de 'fon1kins que localizan en el cuerpo algún rasgo in1portante de la diferencia entre las diversas emociones. Una "excitación viscera1 indiferenciada" no está en absoluto 1nenos basada en lo biológico que una excitación diferenciada, por mucho empeño anti-darvvinista que le ponga el Oa;fvrd Co1npanion oj.the J\!find al disociar al hoino sapiens de "nuestro pasado anterior al inisn10". La biolog]a implícita aquí es, sin ernbargoJ diferente: está n1uchísin10 n1ás irr1buida de la separación
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liar1nente carente de art1culación con las estructu.ras o procesos relacionadus con J.a infor1naci{n1) la retroalirnentac1ón y 1a representación, i\ todos ellos, por el contrH1sioi se les atdbuyc una "cognición" diferente) CL:':SCOTl)oreizada y ten1p0Taln1ente antónon1¿L Y a pesar dle su intención anticonductista, ta1 relato deriva i1nplícit.an1entc de una separación estrictarncnte condnctista entre el estin1ulo y la respuestai incluso cuando defiende que la separación conceptual es de sentido con1ún 11u111anista. Se pueden considerar varios lengu.ajes teóricos del sig1o veh1tc con10 intentos, congruentes con este, de desintoxicarse de los excesos del cuerpo) del pensan1iento y del sentin1icnto inediante 1a reducción de los n1ú1tiples riesgos csencialistas son los 1node1os de la obra de Tontl
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tal y con10 describe TonnkJns, parpadear) bajar los ojusJ ladear la cabeza son posturas que adoptan1os cuando sentil1i. os \rergücnza) tarnbién son propias de la lectura: de n1apas, no,,,elas, tebeos y gruesos 1,~olún1enes sohrc psicología, incluso carteles y señaJ.cs de tráfico, Nosotros (las personas para las que 1a lectura ha. constituido o constituye una n1anera de interactuar cun el n1undo) sabernos del poder generador de protección que tiene este postura, e1 t]po de piel que una co1npleta atención te>..'tuaJ puede tejer sobre un cuerpo lector: podemos dejar de ser conscientes de que estamos en una ruidosa estació11 de autobuses o en un ruidoso avión) negarnos a contemplar un suceso insopo1iahle que está ocurriendo ante nuestra no prestar atención a un n1onólogo aburrido que está teniendo lugar en una clase. Y ninguno de estos ejen1plos ubarca por co1111p]cto una cierta idea perniciosa que afirn1a que la lectura es una fon.na de cscapisn10. ¿,Escaparse
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afecto tiene dos co1nponentes: "en prirncr 1uga.r, UD. examen de toda la inforn1ación recibida que es relevante para este afecto en particn1ar) en este caso la vergiienza y el desprecio. Esta es la antena cogniti,,ra de la vcrgii.enzaº En scgu:ndo h.11_gar 1 incluye un conjunto de estrategias para Hdiar con u11a variedad de situaciones de vergüenza y desprecio, que 11agan posible evritar la vergih;nza y 1 si no es posib1e 1 atenuar sus efectos" (u: 319-"320). Cuanto más fuerte sea }a teoría de la veTgiienza, n1ús costosa resultará para la persona que la experimenta ("Una teoría del afecto debe de ser eficaz para ser débil") 12 1 y sus antenas harán posible evidenciar con mayor facilidad "los aspectos que tienen que ver con 1a vergüenza en una situación da.da [.. J en relación con otros aspectos de la n1isma situación" (n: 231); es decir, cuando con inás frecuencia el teórico cometa un error a1 reconocer 1a vcrgiienza o la vea, la imagine o la atrape. ;,Pero por qué utiliza aquí el ejemplo de la vergüenza? ¿ror qué el concepto de 1a "teoría del afecto"j que se pensó para que fu.era bastante general en su definición de "un potente resu1nen sin1plificado de nn conjunto n1ayor de experiencias sobre el afecto, se desarrolló primero en diversos capítulos acerca de la humillación"'/ (n: 230) En la sección titulada "Shame from Sha1ne Theory" [La vergüenza desde la teoría de la vergüenza] que sigue directamente a la viñeta anterior, 'fomkins hace un listado de varias alternativas teóricas posibles, cada una de las cuales podría provocar tristeza, miedo o alegria en la misn1a situación, pero el estatus cjemplificador de la vergüenza nos hace ercer que, según Toml{ins, no solo la vergüenza sino tan1hién la teoría pro'Viencn de la teoría de la vergüenza. U na razón por lo que esto podría ser verdad seria que tanto la vergüenza como la teoría son parcialmente análogas a un cierto nivel de digitalización. Wi1den escribe: "Una gcstalt se forma por 1a decisión de digitalizar u11a diferencia específica, para así forn1ar una distin,ci6n entre figura y fondo. I-lay1 en efecto, una decisión que puede ser neuronal, o conscie11te 1 o inconsciente, o habit11al, o aprendida, o novedosa -para introducir un lhnite o marco particular dentro de un continuum analógico" (Wilden 1972: 174). Para que cualquier teoría sea teoría-para especificar por lo menos parcia1 o ten1pora1mente un can1po de acció_n- es necesario que tenga o que produzca relaciones entre fondo y fig,To.ra, función a la q11e Tomkins denomina "la antena cognitiva" de una teoría. La vergüenza, junto al asco [d'iss'm,ell] y el desprecio, son diferentes de 1os otros seis afectos que fig11ran en la representación gráfica que hace Tomkins de una teoría de activadores innatos del afecto (FIGURA 1) y de hecho no está incluida en este gráfico. Mientras que cada una de las otras -el sohresa1to, el miedo, el interés, el enfado, la tristeza y la alegría- se activa11 n1ediante una cierta "frecuencia de activación neuronal por unidad de tiempo" representada por una línea recta algo inclinada (positiva, negativa o ning11na), la vergüenza, como el desprecio o el asco, se activa rncdiante e1 establecimiento

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de un lírnitc, linea o barrerai la "introch1cción" de un 1ín1itc o n1arco particular en un continu_u111 analógico"< Es decir, la Yergüenza presupone un~t GestaJt1 igual que hace falta un pato cun10 señueJl.o para atraer 1a atención o (poder disfrutar) de un conejoº Sin afecto pos]tivo no puede haber vergüenza: soJl.o uJL1 pannra1na que nos ofrece disfrutar o que capta nuestro interés puede producirnos rubor. De la rn1is1na 1nanera, solo algo que pensan1os qrne iba a deleitarnos o a con1p1accrnos nos puede asquear. An1bos afectos producen oonocin1ientos corporalesº El asco, crnno cuando escuphnos una cornida que sabe ma1, conoce la diferencia entre ]o interior y lo exterior al cuerpo y lo que dejaríamos entrar o no en el. La vergf1cnza, corno una precaria hiper-rcflc:xi"rlldad de la superficie del cuerpo, puede volverlo a uno del revés, o viceversa. \/Vi1den coJLnenta: "para que un sisten1a se abra a un entorno [. ..] el sisten1a debe ser capaz de diferenciarse de dicho entorno para que pueda de este 1nodo captar mensajes del rnisrno" (174). La vergiienza es uno de esos afectos cuyos n1ecanis1nos digitalizadores funcionan para "señalar (al sisten1a) como algo diferente". Es posible que sea junto al desprecio y al asco u11 desencadenante para 1a individuación de los sistemas de representació11, de la conciencia, de los cue111os, de las teorías) de los egos -una individuación que no tiene necesarian1ente por qué decidir una identidad, sino una imagen, una distinción o una n1arca ele puntuación. Y) a diferencia de! desprecio o e] asco, la vergiienza se caracteriza por su fracaso en renunciar para siempre a su objeto de catcxis y por su relación con el deseo de placer al igual que por la necesidad de evitar el dolor.

lQué significa enan1orarse ele un escritor? ¿Qué quiere decir) en realidad -o q_uizás deberíamos preguntarnos qué otra cosa podría significar- catectfi?;ar de una for1na sin1ilar un n1on1ento teórico que no es el propio'? Nuestro trabajo editorial sobre Tomkins representa solo una parte de un proyecto cuyas dimensiones van cambiando conforme van1os avanzando, Algo tiene que ver con el discurso del a1nante propio del crítico literario: quere1nos difundir entre nuestros ]ectores nodos de recepción para 1o que consideran1os que es u11 conjunto de tonalidades y cambios m_uy interesantes y poco conocidos. Igual que cuando alguien se cnan1ora quiere a su vez exhibirse de1ante de otros co1no siendo amado, ta1nbién estában1os deseando hacer a1go que ni siquiera hen1os sido capaces de con1enzar a hacer aquí: rnostrar de qué JLnodo tan perfecto Tornkins nos entiende. Desvelar un texto cargado
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La vergüenza en el pliegue cibernético: una lectura de Silvan Tomkins

fie1nos sido rnuy conscientes de nuestro deseo ele difcrJJ~ un cierto 1110inento de rendición de cucutas no solo porque quere1nos proteger a 'J'o]nkinsi sino ta111bién por considerar que si un difi:rir tal fuera posible, los térn1inos de dicha rendición de cuentas podrían alterarse enorn1en1ente. He1nos diferido especia11ncnte, la confrontación frente a cualquier pcrspecti,,ra transcultural y la hipótesis de 1'0111kins de que hay una tabla de elcn1cntos afectiva. Que coru.prende nueve cun1ponentes, infinitainentc recon1hinablcsJ pero enraizada en e1 cuerpo humano de nueve for1nas características e irreductibles. A algún nivel, ni siquiera nos hcn1os pedido a nosotros inisn1os dejar claro si creemos o no que tales hipótesis sean verdaderas. Hernos pensado que prin1ero había tanto que aprender al observar el siste1na nervioso auto1nático en vez derechazarlo de forn1a convencional según los tér1ninos de la Teoría actual. I~a higiene moralista n1ediantc la que, hoy en día, cualquier 1ector se cree con el derecho incuestionable a tener una postura paternalista con respecto al pensa1nicnto de cualquier mo1nento del pasado (quizás) especialmente) del pasado reciente) está globahnente disponible para cualquiera que do1nine realizar dos o tres preguntas de esas que quitan prestigio. Qué provisionales en can1bio, qué difíciles de reconstruir y qué exorbitanten1ente especializadas para utilizarlas, son las herran1ientas que para cualquier caso que se presente nos pern1itieran preg11ntar: ¿qué fue posible pensar o hacer en un detern1inado rnomento del pasado que hoy en día ya no es posible? ¿y cómo pueden encontrase esas posibilidades, desplegarse, permitir que se muevan y que respiren y que busquen nuevas voces y usos en una ecología disciplinaria tan diferente a la que existió solo hace unas décadas? Ve1nos a To1nki11s, como a Freudj como una figura excesivan1ente disciplinaria en la psicología, un escritor de energías heterogéneas cuyas aportaciones más e)ctraordinarias se entre1nezclan con e1ementos de auto-ignorancia, se rodean de contradicciones, y se encuentran inextricableme11te n1arcadas por la ciencia especulativa de su época. Por tanto, 'fomkins es, co1no Freud, una figura a través de cuya obra hace falta desbrozar una gran cantidad de senderos interpretativos con frecuencia 1nuy diferentes, que a menudo entran en conflicto. La historia de las lecturas de l~'reud ha sido una de las inás ünportantes aventuras intelectuales del sig1o veinte. Y sigue siendo h1teresantísimo e1 presentar la obra de To1nkins, una obra que nosotros considera1nos vigorosa y fructífera, a los lectores con capacidades para adentrarse en dicha aventura.

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La obra de Tón1kins~1{/éct [n1ag;CJ'.!J Conscirnrsness a la que se refieren las citas apare-

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cerán solo con el nú1nero de la página en la que estas se encuentran. [N. del.a T.J i\l1nquc el térn1ino "factivo" no es n1uy cornún en las gran1átic:is de 1a lengua española, basándose en trabajos de 1ingüistas nortcani.cricanos, A. 1tfanteca Alonso-Cortés lo define así en su Gríunálica del subju.nti·vo (1vf adrid: Cátedra, 1981, p.11S): "un verbo factivo presupone la verdad de la oración cornplen1e1lto [... ] en la estructura latente de estos verbos existe una frase no1ninal eL hecho de''.

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Un eje1nplo eA1)lícilo, algo poco frecuente: La boca que succiona no pl1edc llorar. Si se con1bina la boca con la sexualidad producirá un interés oral en succionar, n1order o tragarse partes del cuerpo del otro o e1 cuerpo entero y un intcr{;s en ser succionado, n1orJic10 o tragado e incorporado al otro. No ca.be eluda de que dichos deseos son con:iunes y con1entes [... l

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No están, coi.no Freud creía, neccsaóan1ente restringidos a1 juego sexual pre\rio ni snbonlin
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a experilncntar sentirse físican1ente cercana a otra persona, a que se 1a abrace y apoye, a que se le estünule la piel, a aferrarse a alguien, a sentirse envuelta en alguien y tan1bién a envolver a a1guicn, a unirse trascendiendo durante ese 1non1cnto la distancia y la distinción entre una persona y la otra r... 1.1\ Freud, los n1odos de cornunión anteriores a la interpcnctración genital le parecían básican1ente infantiles. So1o le parecía at:cptable su presencia en 1a genita1ida
Fundados en los afectos pero apenas garantizados por ellos: resulta aleccionador ver con qué facilidad y con1odidad, la teleología heteroscxista, ausente en el pensa111lcnto de To1nkins, se instala incluso en una obra que se basa de forn1ride lLa vergüenza y el orgullo] de .Donald L. Nathanson,

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La vergüenza en el pliegue cibernético: una lectura de Silvan Tomkins

dedicada a To1n1UIJs, y en 1a que ent:ontran1os unos pasajes con10 !os dos que vn111os a citar, que serian con1p1etarnentc inconcebibles en la obra de Tonúdns: Al igual que 1<1 1nayoría de las forn1as de la vida se dividen en grupos por su género, Jos indi\iduos inaduros tienden a forn1ar parejas debido a sus diferencias seA'l1alcs. La fuerza que i:rca la atracción es inherente al sistcrna que nos hace diferentes por nuestro género, es la fuerza que crea la atracción f. .. J. .El sexo se refiere a la apasionada atracción entre opuestos, al proceso at:tivo que cotnienza t'n la cópula del varón y la he1nbra, que los une en la relación se_:__,-ual y que tiene con10 resultado la procreación y el n1antenilniento de la especie. (Nathanson 1992: 260)

Hay adultos cuyas vidas interiores son un \ivo reflejo de la cara que grita en un cuadro de Edvard Munch, al infierno que reproduce el GutTnica de Picasso, a la agitación que produce pesadillas deAge qfAn:l'icty [La edad de la ansiedad] de Leonard Bernstein. Estos son los hon1bres torturados que buscaban solaz en las saunas que servían de burdeles ho1nosexuales, pero tuvieron una n1ue1te horrible poT causa del sida. (426) 5

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En relación con ello, ver el análisis de Vicent Desco1nbes que considera que el estructuralismo pierde sus rasgos específicos inás definitorios casi en el rnisn10 n1omento en que se conecta con los estudios literarios (Desco1nhs 1980: 85-87). Un estudio útil de esta época lo encontramos en la obra The C)¡bernetits Group lEl grupo cibernético] de Heims. lLos ordenadores discfíados según estos protocolos "serían n1ucho n1ás interesantes que nuestros ordenadores actuales, pero ta1nbién tendrían sus desventajas. No podrían funcionar tal y con10 estaban programados por su diseüador durante largos períodos de tie111po mientras otros ordenadores les estuvieran enviando incns(\jes, inientras estuvieran asustados por las graves alternancias de sus fuentes de electricidad, mientras se dep1i.111icran al intentar solucionar estos problenias irresolubles o mientras se .sintieran on1nipotentes debido a una confianza falsa y arrogante. Por decirlo en pocas palabras, ellos no representarían a la inteligencia sin cuerpo de un cerebro au.-.U.liar sino a una inteligencia n1ecánica íntin1an1ente unida a las propios y co111plejos fines de un autón1ata". (Ton1kins 1: 119) Benedict .t\nderson, por poner un ejcniplo, dcscrjbía en 1965 la co1npleja autono1nía entre los sistenu1s de significados polivalentes y bivalentes (rnúltiples y binarios) de }a cultura javanesa. El describía la "auténtica legiti.n1ación existente entre tipos psicológicos y sociales que diferían a1npliarnente" debido a una "rica variedad de 1nodelos específicos" en la 01nnipresente, antigua y popular 1nitología ZOl(IJang y analizaba los inecanisrnos n1ediante los que dicha ga1na de n1odelos mú1tiples y finitos podían convertirse en una cadena de binarisn1os b<1jo la presión del 1nonoteís1no, del nacionalis1110, del urhanisn10 con1crcial y de las estructuras del cinc que con1pitcn con este. E1 debate que pone1nos c11 circulación en este capítulo sohre los espacios vacíos del pensanüento conte1nporáneo entre el 2 y el infinito trata en parte de seguir e1abo-

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rando cucstioJJes presentes en e1 Axiorna l de l!,}Iiéitcrno1op,'ia del an1utrio ck~ Sedg\v1ck: "las pcrsonfl.s son diferentes unas ele otras", Se 11os ha preguntado por qué he1nos utilizado solo el prirner libro de una autoia corno nuestro linico eje1nplo para artÜ.'u1ar esle arguxnento en YCZ de citar por supuesto, 1as citas pueden ser legión e incluir a Scdg>vick) a otros teóricos de supuesto n1ayor ranp.;o e'n estas convenciones de la teoría y que tan1bién han sido roas dircctarnente responso bles a la hora de su divrilgación, Lo hen1os hecho por dos razones, Prin1ero porque i111agina111os este capítulo co1110 una estrategia de ,G·estalt consistente en involucrar a nuestros lectores en \tna repentina reorganización perceptiva y una idcnti1icación inesperada -en pri111er lugar, privada- relacionada con algunas prácticas críticas que pudieran dejar de resultar fan1iliares si utilizában1os este n1étodo. Si hubiéran1os utilizado a un conjunto de teóricos sobre los qne n1nchos lectores ya tuvieran una opinión forn1ada, nuestra estrategia no habría tenido ninguna posibilidad de éxito. En segundo lugar, sin en1bargo, rncrece la pena analizar el libro de Cvetk0Yic11 -entre otros n1uchos que se podrían analizar- precisan1entc pur tratarse ele un prin1er libro, que tiene sn origen en una tesis doctoral y que, por ello, es un rito de transición cuyas convenciones son las que 111ejor pueden teatralizar la econon1ía de lo transmisible (entre 1as generaciones de acadénlicos así con10 entre la transnlisión de diversas disciplinas) que es de lo que aquí estan1os hablando. Queren1os resaltar que se realiza a través de un proceso histórico. En Platón, por ejen1plo, lo esencial, 1o biológico y lo natura} en absoluto se consideran equivalentes. Agradecemos este comentario a 1'in1othy Goukl. Un importante aná1isis sobre estos términos lo poden1os encontrar en el texto "Sexual Orientation and the Politics of Biology" [Orientación sexual y políticas de la biologíaJ de Janet Hal1cy. "La diferencia que he1nos establecido entre la initad cognitiva y 1a 1nitad motivacional debe de ser considerada co1n.o una distinción frágil entre la transfoTmaci.ón y la a1nplificación, entendiendo esta últi111a co1no una clase de transfonnación especializada. Los elen1cntos c.ognitivos unidos a los afectos se convierten en ele1ncntos n1ás apn.;111iantes y n1ás potentes. T.os afectos unidos a los ele1neJltos cognitivos se convierten en e1en1entos n1ás inteligentes y inejor inforn1ados [... l. La amplificación sin la transforn1ación sería ciega y la trans±Onnación sin la an1p1ificación sería débil". (Tornkins rv: 7) 'fon1kins piensa que la inedida de la fuerza de nna teor:ía consiste en el tai.11año y la topología del clorninio que organiza y los inétodos de que se vale para deterrninar dicho donün1o, no en su capacidad paTa evitar el afecto negatiYo o encontrar el afecto positivo. Suele poner con10 eje111plo de una teoría débil la qne nos permite a 111uchos de nosotros cruzar la calle sin 111iedo, un conjunto de actos que se pueden resurnir c11 la frase "antes de cruzar mira a tu izquierda y a tu derecha", que le pern1iten a una persona actuar con10 sj eshn,iera asustada para e\itnx, ele este inodo, la e.1..pe.riencia real del miedo -"el afecto actuando en la distancia" (n: .'320). Lo qne es débil en esta teoría es su do111inio restrictivo, qne quizás induye lo aprendido inicialinente, tan solo el cruzar una calle donde uno aprendió }a 11orn1a de pequeño, que luego se expandió analógicarnente para incluir cruzar otras calles o pas;:ljes sirnilares y posterionnente llegó a incluir 1nontar en bicicleta o conducir un vehícu]o. ·vamos a considerar un caso en d que esta teoría débil se con\.i.ertc en fue1te: "Si nna persona no encuentra ]as norn1as

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niediante las que pueda (T111,ar la calle .sin sentir ansiedad (por causa de, por ejeinplo. una serie de accidentes desafortunados), sus estrategias para e>itar esta ansiedad se harán cada vez n1ás difr1sas. l)<\io estas condiciones la persona podría Yersc forzada, en priiner lugar, a evitar todas las calles que tengan in1J_cho tráfit:o y, a continuación, a salir solo por la Doche cuando haya poco tráfico, hasta finahnente, encerrarse en casa, y si pensara que un coche pudiera chocar con la n1is1na casa, se vería ünpelido a buscar un refugio 111ás profundo" (ll: $24). Una teoría fuerte no tiene n1ás éxito que una teoría débil a la hora de "prevenir la e"'-1x:ricncia del afecto negativo", en este ejen1plo, el n1iedo. En dicho caso n1ás bien sucede lo contrario. Tanto la antena cognitiva ele la teoría con10 1as cstratcg"ias preventivas han ca111biado. Esta persona ha aprendido a contar inucbas 1nás cosas con10 si fueran cal1es: este fuerte teórico del n1iedo siempre está dispuesto a llevar n1ás allá los lhnitcs de su teoría. "Las distinciones digitales introducen HUECOS en continuos ... 1nicntras q<1e las diferencias analógicas f. . .l LLENAN continuos", escribe \.fililden (1972: 186), y esto nos ayuda a cspei:'.i'ticar una diferencia entre las teorías tl1ertes y débiles. El donünio de una teoría débil puede pensarse como bolsas de terreno en los que cada uno se encuentra en una relación analógica con otros y se expande solo incdiante una analogía con su tc:x-tura. El dorninio ele una teo1ia fuc1~te es inás digital: 1nucho 1nás organizado y expandible n1ediante analogias a las que le faltan ciertas cualidades. Si una teoría débil encuentra un terreno diferente al que antes ha atravesado -si no p11edc entender que este terreno es notablernente parecido o suficiente1nentc sirnilar a uno o rnás de uno en su do111inio -levantará 1as manos, se encogerá de hon1hros, se quedara inenne": "Lo analógico no posee 1a sinta'i:is que necesitaría para decir 'No' o algo equivalente a 'no', se puede RRCH1\ZAR o 1u:HuSAR en lo analógico, pero no se puede NEGA.R o decir que no" (l 63). Una teoría fuerte sicn1pre tiene algo que decir sobre cualquier cosa porque sien1pre puede decir No.

Capítulo cuatro

paranoica y eres tan

11;21.,u11 a

En una ocasió:n hacia n1cdiados de la pri111era década de la cpidcn1ia del Sidai me hallaba yo exprüniéndole el cerebro a n1i a1nigaJ la acthista investigadora Cindy Patton 1 con preguntas sobre la probable historia natural del vui. En aquel tiempo se especulaba por doquier con la idea de qu_e el viru1s fuera una obra de ingenicr]a diseñada o esparcid.a de for111a deHberada; con 1a _posibilidad de que el \TCI-I se originase e11 una conspiración o un experin1ento de ]os n1ilitares estadounidenses que se había escapado de su controL o que tal vez estaba funcionando justo según lo planeado. Tras extensas explicaciones por su parte acerca de la geografía y la econon1ía del tráfico global de los productos sanguíneos, al final le pregunté con expectación qué pensa·ba sobre esos siniestros rumores acerca del origen del 1.1irus. "En cua1quiera de los estadios ten1pranos del virus", rne respondió, "su difusión podría ha]Jer sido accidental o deliberada, pero se me hace difícil ver por q_ué eso habría de interesar1ne. Va1nos a ver: snpo:ngan1os que posee1nos la certeza sobre todos y cada uno de los elen1entos de la trama: que para los Estados Unidos las vidas de los africanos }'los afroalnericanos carecen de va1or; que se 1nenosprecia a los gays }la los drogadictos -cuando no se les odie directan1ente-; que los n1iEtares il1vcstigan dcUberadamente forn1as de rnatar a los no con1batientes a los que consideran sus encn1igos; que la gente en el poder no se preocupa de la posibilidad de q_ue sucedan catástrofes inedioambientalcs ni de que haya cambios poblacionales. I1nagínatc que estuviérainos seguros de todo ello: ¿En qué can1biaría eso lo que ya sabemos?", En los años siguientes posteriores a esta conversación, 1e he dado muchas vueltas a la respuesta que n1e dio Patton. Dejando aparte un cierto pesin1ismo en1pedernido con el que sintonizo, 1o que encuentro sugestivo en dlcl1a respuesta es cómo apunta a la posibilidad
Lectura paranoica y lectura reparadora, o, eres tan pa1·anoico. que quizás pienses ..

Lectura paranoica y lectura reparadora, o, eres tan paranoico, que qui2ás pienses ..

en ténrninos rculistas, el origen o la difusión del v111 bien haber sido consecuencia de una conspiración urdida o apO)'ada por el cstadoi resulta ser un cfHlociiniento que pode!rnos disociar de esa otra cuestión q_uc plan.tea si el JJJejor uso que se puede dar a las cJ1ergías de un deter1ninado activista intelectual consiste en intentar desvelar y desenmascarar tal posi0 ººTn110 t ble conspiración. Puede que sÍi aunque bien pensaclo tan1bién puede que noº Aun sobrecargada ética1nenteJ la respuesta no cae por su propio peso; lanzarse o no a esta absorbente inisió111 de investigación y re·;,rclación cntrañtt una decisión 1ocal y estratégica) no un imperativo categórico. La respuesta de Patton parecía abrir n:n espacio q_ue nos pern1itiria superar la 1~jación con preguntas co111u "les este saber concreto conocin1iento verdadero, y si es aslÍ cón10 poden1os saber[o?" para avanzar hacia otras preguntas tales co1no "2,qrné hace el conocin1icnto: su búsqueda, su posesión su revelación; 1a recepción reiterada del conocin1iento de lo que ya se sabe? En breve: ¿De qué rrtvdo es perforn1at],ro el conocüniento y cón10 hay que transitar entre sus causas y efectos? l\1e in1agino que esta debería ser una epifanía algo tri"via1: descubrir a estas alturas qne el conocimiento hace y no simple1nente es debería resultar rutinario. Y aún así, parece que en gran parte c1 impacto real de tales dcscubKin1icntos han debilitado las prácticas habituales de las misn1as forn1as de la teoría critica que han dado tanta circulación a las propias fórmulas, En especial, es posible que los n1uy productivos hábitos críticos incorporados a 1o que Paul R.icocur 11amó con rúbrica n1c111orable "la b_crnJ.cnéutica de 1a sospecha" -háhitos críticos ciertan1ente muy eA'tendidos, y quizás 11oy c11 día casi sinónimos de la propia actividad critica- puedan h;;iber tenido, sin pretenderlo, un efecto i1npre\7Ísto de bloqueo o atrofia: han dificultado, en lugar de posihilitari que se desentrañen 1as relaciones loca.les y contingentes entre un conocilniento concreto y las in1plicacioncs narrativo/epistc1no1ógicas que con11eva para el que lo busca, lo conoce o lo dice. Ril'.oeur introdujo la categoría de la hern1cuéutica de la sospecha para describir 1a postura de Marx, Nietzsche y Freud, y sus discipülos intelectuales, en un contexto que tan1bién incluía una hern1c:n_éutica disciplinaria alternativa con10 la "her1nen.éutica de recuperación del sentido" filo1ógica y teo1ógica. Su intención aJ ofrecer la prünera de estas forn1ulacioncs era descriptiva y ta-xonón1ica 1nás que irnperativa. En el contexto de la teoría crítica estadounidense reciente, sin embargo, en la que Marxi Nietzsche y Frend por sí n1isn1os son considerados como una n1uy suficiente genealogía para 1a crítica domh1antc de los neohistoricistas, deconstructivistas, fc1ninistas, queer y psicoanalistas, inc parece que aplicar la he1111enéutica de la sospecha se cntie111de an1plia1nentc como un rnanda111iento obligatorio más que co1no una posibiHdad entre otras. La frase tiene a.hora una especie del estatus sagrado

en la expresión "historizar Lle Fredric Ja1ne.':;on y, al .igual q_uc ésta) enc[\ja de forn1a extraña en su nue\la posición en las ]'abla;;; de la Le)''. ;J-Ilsto-· rJzar ¿Qué podría ser rnás CDD !nlstorizar que e1 atc1npora1 -:;/ autoritario adverbio Esto n1e recuerda esas pegatinas en la parte trasera de los auton1Ó\,ilcs q_uc exhortan a los otros conductores a "cuestio111ar ]a autoridacl", iE:xcelente consejo, pero tal vez fLnúti1 si se dirige n quien hace lo que le ordena un trozo de papel pegado en un auton1óvil! El n1arco in1pcrativo hará cosas extrañas con la hern1enéutica de la sospecha. No es de c:rtra1lar que la centralidad metodológica de la sospecha e111 1a práctica crítica actual conlleve prhr11eg-iar el concepto de paranoia. En los últimos párrafüs del ensayo de Freud sobre el paranoico doctor Schreber, se aborda lo que l''reud considera una "shnilitnd Han1n.tiva" entre el dc1irio persecutorio sisten11.ático de] doctor Schreber y la propia teoría de Freud, Y ciertarnente con posterioridad l''reu
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estud_ios q_uccr han tenido un cspeLial historia de intirrndad con el in1perativo paranoico. Frcn
corno ella lo está, sino que finaln1_.cntc consigue que yo lo esté. estos cjen1plos, a propósito, son ficticios). IJado que parece que la paranoia tiene una rc1ación inthna oon las dinán1icas fóbicas en torno a la hornosexualidad) se puede colegir que siclo estrncturalrnente lne\ritab1e que las prúcticas de lectura que se han hccl10 rroás {_lispo1.-:i.ibies y fTuctíferas en un trabajo anti.-l1ornófobo hayan sido, a. su vczJ prácticas de 1cctnra paranolcas, Debe 11abcr razones l1istóricas y estructurales para este dcsarrol10 sin embargo, porque es n1enos fácil dar cuenta en térn1inos estructurales que privilegian de forma frecuente las 111eto
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serian las -"igcncias paranoicas que con frecuencia hacen falta para el conocilnicnto y las n1anif'estaciones no paranoicas. Por ejemplo, la tranquila respuesta que me dio Patton sobre el origen del VIH está basado en una pro1ija investigación, la suya y la de otras personas, muchas de la cuales requicTen estar estructuradas de n1odo paranoico. J

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Por razones de oportui:üdad 1 ton10 prestados n1is ejen1plos eriticos de dos influyentes estudios de h1 pasada década., e] uno 111ás o n1cnos µ'1ocianalítico y el otru n1{~s o rncnos neohistor]cista -pero 1o hago in1ás que por razones de oportunidad) porque an1bos libros (El g;énero en llis11uta c1e J udith Butler y The Novel cmd the Po/ice [La novela y la policial de D,A ~;Jiller) cuya centralidad_ para el desarrollo de mi propio pensan1icnto, y de otros n10\in1icntos críticos que son los que n1ás rne interesall~, constituyen cjcrnplos por su cspecia1 -P,J.erza y singularida(L Es interesante señalar q_ue cada nno de ellos está profundan1ente situado e11 una re] ación originaria y autorizada con diferentes sensibilidades de la teor-ia qrneer, de n1odo tácito u ostensiblen1ente n1arginal. Finalmente, creo que n1e pern1ito 11ablar sobre eHos porque ninguna de estas obTas es ya n1uy representati_-...ra del trabajo n1ás reciente de ambos autoresi por lo qne confío en q_ne Jos con1entarios sobre las prácticas de lectura de cada texto se l]bren de estar pegados al nornbre del autor co1no si se tratara de una alegoría, De entrad.a ine gustaría dejar fuera de este estudio cna1quier solapan1iento entre 1a paranoia per se y los diversos estados denominados dernencia precoz (de Kraepelin), esquizofrenia (de Bleuler) o n1as generalmente) delirios o psicosis. 'fa] y l'.Omo señalan Laplancb_e y Ponta1is, la historia de la psiquiatr-fia ha intentado construir diversos 1napas de estos solapanlientos: "Kracpelin diferencia claramente entre la paranoia y la forma paranoica de la d.en1encia precoz; Bleuler trata la paranoia como una ..::;uhcatcgoría de la de1nencia precoz, o del grupo de las esquizofrenias; y en cuanto a Ii'rcudi estaba bastante preparado para ver a ciertas y denon1inadas formas paranoicas de la demencia precoz asignadas a la entrada paranoia ... (Por eje1nplo,) el caso de 'den1encia paranoica' de (Schrcbcr) es, a ojos de Freud, csc11cla1n1ente un caso de auténtica paranoia (y por ello no nna fOrn1a d_e esquizofrenia)" (l,aplanche y Pontalis 1973: 297). En los últin1os escritos de IZlein, sin en1bargo, que sucedan eventos 1nentales de tipo psicótico se ve con10 a1go universal tanto en niños co1110 en adultos, por lo que mecanismos tales con10 1a paranoia ocupan una clara prioridad ontológica sobre categorías de diagnóstico tales co]_no la dcn1cncia. La razón por la que quiero insistir de anten1ano en este desplaza1niento es, una vez n1ásJ e1 intentar desenredar hipotétican1ente la prcg11nta sobre el valor de 1a verdad de la pregunta sobre el eÍecto perfOrmativo. Lo q_ue sostengo es que las razones n1ás importantes para cuestionar 1as prácticas paranoicas no estriban en que sus sospechas puedan ser delirantes o que estén si111plen1cnte equivocadas. Y en consonancia con el10 1 algunas de las razones 1nás importantes para practicar las estrategias paranoicas pueden no consistir en qu_e ofrecen un único acceso para el conocin1iento verdadero. Representa11 una n1anera, entre otras, de buscar, encontrar y organizar el conoc]m-Ilento. La paranoia conoce algunas cosas n1uy bien y otras pobrerncnte.

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Ivie gustaría iniciar ahor;,1 algo así corno un boceto ele 10 que quicTO decir cuando hablo de paranoia en este sentido -no torno una herra1nienta para un diagnóstico diferenc1ado, sino con10 una hcrrD.J11ienta para ver n1ejor difCre11cias de práctica, Mis enca1bezn_n1ientos principales serían: 1,a paranoia es antici¡Jaioria _La paranoia es rqf/e,:r:i'oa y 1n·ilnética, l.a paranoia es una teur[ujúerte. l.a paranoia es una teoría de los uji3ctos neg;utivos. La paranoia sitúa su fe en el llesvelamiento.

Que la paranoia es auticipatoria queda claro a partir de cada narrativa y teoría que trate de este fenó1neno. El priincr in1perativo de la paranoia es no debe haber sorpresas desagTadables, y, verdadera1nente 1 esta aversión a las sorpresas parece ser aquello que cen1enta la intinYidad entre la paranoia y el conocin1iento per se, lo que incluye tanto a la cpistc1nología con10 al escepticis1no. D. A. Millcr señala en 1'he }lovel anll the Police, "J_,a sorpresa ... es precisamente aquello que el paranoico intenta eliminar, pero dada la ocasión, es también aquello a lo que él sobrevive inediante la lectura como incentivo aterrador: no se pu.ede ser lo sufi.cienteinente paranoico" (Mi11er 1988: 164). La vigilancia unidireccional ligada a] futuro de la paranoia genera, paradójican1ente, una relación co1nplcja con la temporalidad que cava/ hace una madriguera hacia delante y hacia atrás: porque no debe de haber malas sorpresas, y porque aprender que existe la posi1bilidad de una mala sorpresa ya constituye en sí misn10 una 111.ala sorpresa, la paranoia requiere que las nlalas noticias se conozcan/sepan ya desde sie1npre. Con10 sugiere el análisis de Miller, las regresiones y progresiones tem_porales de la paranoia son, en principio, infinitas. Aquí, quizás, sugiero los repetidos y tota1n1cnte abrasivos eje1nplos de Judith Butler en El género e·n d'i::J]Juta acerca de que no puede haber momentos anteriores a una in1posición de la totalizadora Ley de 1a diferencia de género; de aquí su incesante vigilancia por rast1~ear en la escritura de otros teóricos de la nostalgia de tal imposible n1omento anterior. Ningún tien1po podría ser demasiado ten1prano para que uno ya lo haya sabido sien1pre/ de ante1nano, porque haya ya sido sien1prc ine\1-table, de que algo n1a1o pudiera suceder. Y ning11na pérdida estaría tan distante en el fu:turo para que haga falta que se descuente preventivan1ente.

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itl señalar tal y coi.no he hecho) el tropisrno contagioso de la. paranoia hacia 1

las episten1ologías sin1étricasi n1e he basado en el doble sentido de la paranoia como reflexiva y inirraéticaº Parece que la necesita ser inlitacla para qlJJe se la entienda Yi a su vez, parece entender solo :rnediante la i:rnita.clón. -La paranoia propone a la vez que Cualqu.-ier cosa que tu ¡xueclas hace'r(1ne) yo la puedo hacer peor, y Cualquier cosa que tu puellas hacer(nie) yo la.1xuedo hacer prirnero, a ini n1is1no:L En The JVovel an,d the Poll'.ce, IYiiUer es n1.ucho n1ás explicito que Freud a la hora de abrazar ]as proposiciones gernelas de que la paranoia so1o se entiende si se la practica a sabiendas, y de que el lilodo qu_e laparanoia tiene de entender algo es n1ediante la i1nitación y la incorporación. Que la paranoia se niega a ser solo o una forn1a
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el CHagra111a (consecutivo ·y de incfab1e elegancia) de una de evfLSiones y re-capturas, ta1T1bién es la propuesta que hace de sí rnisrno y d.e su talcn~r.o cognitivo el s1qjeto p;_n,anoico, ;la preparado para cualquier cosa que quiera 10 resentar bajo una apariencia de halago o de violencia1 de un orden de cosas ;.norcelé [troceado] que hasta entonces ha carecido so[o de J1l:UTabilid.ad, de un cuc1110, de 1a cognición" (Scdgvvick 1986: xi). 1\. riesgo de ser tre1ncndan1ente reducci.onista, n1e parece que este n1ecanisn10 nlin1ético y anticipador puede darnos alguna luz acerca de un aspecto Han1ativo de los recientes usos fe1ninistas y queer del psicoanális]s, l)ejando de un lado a I,acan, pocos psicoanalistas, en la práctica, soñarían con ser tan rigurosan1ente insistentes con10 ]o son innchos teóricos opositores-de los que Butler está n1uy lejos de ser la n1ás simple- en reafirn1ar la h1exora~Dle, irreductible) ineludible, on1nipresentc realidad, en cada aspecto psíquico de 1us hechos (pese a todo, artificiales) ele la "diferencia sexual" y del "falo", Sería dificil desde Freud. en ad.elante, lo que incluiría los ú]timos escritos de JYlelanie IGeln, apre1H.1er algo de tal trabajo con fi·ecnencia tautológico. La 11istoria del pensa111icnto psicoanalítico ofrece herrainientas n1uy diferentes y 11eterogéneas a la hora de pensar sobre aspectos co1110 qué es ser persona, acerca de la conciencia, del afecto, de la filiación, de las dinámicas sociales y de 1a sexualidad que, a pesar de ser relevantes para el género y lo qneer) con frecuencia no están en absoluto centrados en la "diferencia sexual". Y no es que necesaria1nente sean anteriores a }a "difCrcncia sexual" ni que conceptualmente ocupen un lugar cercano a esta, ni siquiera que se relacionen con ella de forn1a tangencial o contingente ni siquiera que tengan alguna relación con ella. Parece que la reserva restante de tal pensamiento y especulación podría constituir un yacin1-llento ilnpo1tante para los teóricos con1pron1etidos en pensar en 1as vidas humanas Inás allá de las rcificacioncs de género que son corrientes en el psicoanálisis así con10 en otros proyectos de la ciencia y la filosofía inodernas. Lo que 11a ocurrido en su lugar, es algo así con10: primero, a través de un proceso que podrían1os llamar de escaneo \rigilanteJ feministas y queer han entendido correctainente que no hay tema o zona del pensan1iento psicoanalítico qne prieda ser declarado a priori inn11u1e de tales reificaciones de género. l(n seg11ndo lugar, sin en1bargo -cosa que a mí n1e parece innecesaria y pe1judicial-i la falta de esa inmunidad a priori, la ausencia de ningún punto de partida que garantice la falta de prejuicios d.e1 pensa111iento fcn1inista dentro 'del psicoanálisis, ha conducido a una e;,.'ten
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Hticas se escapen necesarian1cnte a la crítica o sean idénticos a los origi11;1k s, I_,a Butler) entre otros nos ha enseñad.o a utilizar el térrnino "111irnético" de una fürrna n1aJcho n1enos letal). ·Pero . . por cjcrnplo, en esta tra~ d.ición post-lacaniana, el pensan1iento que no esté en pr1rner lugar organizad.o en torno a la "diferen{.'.ia sexual'; f~í.licaJ tiene que ser traducido 1 aunque los resultados aparczc¡-.u1 distorsionados) a e.se le1L1g:,ntie antes de que se les pueda dar cualqui_er otro uso teórico, Las poslbUidadcs con·tingentes de pensar de otra Inanera que no sea rnediantc la "diferencia sexual" se subordiuau a1 in1pcrativo paranoico que) considera que si la ·violencia de tal reificació11 del género no pued.c darse definitivan1ente de anteananoi no tiene por qué derivar en una escena conceptual que sorpreruia. En una visión paranoica1 es rnucho más peligroso para tal reificación que no se ha;, a anticipado que el que pcrn1anczca sin ser ct1estionadaº 0

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Por estas razones, en ]a obra de Si1van rron1kins, la paranoia se ofrece con10 el cjcn1plo por excelencia de lo que rfo1nkins entiende corno "una teoría fuerte de los afectos") en este caso, una teoría :fu_erte de la hu1niHación o d.cl 111icd.o a la hurniUación. Co1no eA11lico en el capítulo 3 de este libro, el uso que Ton1kins da al tér1nino "teoría fue1te" -incluso que utilice incluso el térn1ino "teoría" parece darle e] carácter de una dob1e valencia, Él va n1ás aHá de la reflexión de Freud sobre las posibles súnilitudes entre la paranoia, por eje1np1o, y 1a teoría; según 1'ornk.i11s, en 1111 análisis n1uy n1arcado por el interés de 1os prin1eros pasos de la cibernética en los procesos de retroalin1entación, las \i.das cogn.itivo-atf>ctivas de todas las personas están organizadas según teorías del afecto alternativas, ca1nbiantes 1 estratégicas e hipotéticas. De lo que resulta que no habría desde el principio una diferencia ontológica entre los actos teorizadores de Freud y los de, por ejemplo, uno de sus analizados. "fornkins considera que hay un rnetanivel reflexivo en la teoría de Freud, y que el n1is1no afecto, el afecto norn1al y corriente, a la vez que es irreducHblen1ente corporal, íra111.1bién está forn1ado fundamenta11nente 1 n1edianíre el proceso de retroalirnentación, justan1cnte por s11 acceso a esos 1netaniveles teóricos. En Ton1kins, no hay ninguna distancia entre la teoría del afecto) en el sentido de ]a in1portan.te teorizaciún explícita que algunos teóricos y filósofos llevan a cabo en torno a los afectos, Y la teoría de los afectos 1 en el sentido de la amplia y tácita teorización que toda la gente hace al experin1entar e intentar negociar con sus propios afectos Y los de otras personas. Por e11o, lla1nar a ]a paranoia una teoría fuerte es pues, a la vez, darle e1 estatus de gran logro (es una teoría fuerte, del 1nodo que para Harold Bloon1)

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Ivlilton es un poeta fuerte) pero tarnbién encasillarhL Es un de teoría de ]os afectos, entre otros rnuch_os y, según Ton1kh1s 1 es posible que ciertas teorías del afecto interrelacionadas, de diferentes tipos y de diferente potencia1 constituvan la vida n1enta1 del cua1quicr persona. Ivlás directa1nente, el contraste de ]a ~J::eoría fuerte de ]'ornl
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cierto n1odo tautológica. Pero debido .a su aJ11plio alcance ~y riguroE;a cxclnsiun_a teoría fuerte se arriesga .a ser fucrternentc t;,m1:oló,:ica He1nos afirn1ado que 11a:yr una sobre-org.anización en la teoría 1nou.opo1ista de la hu111illaciórL Con esto queren1os decir que no so1o una integración excesiva entre 1os subsisternas que norn1alrnentc son lTJ.ás indcpendientes 1 sino tanJ.bién que cada snbsiste1na está sobre-especializado para tratar de JLnininnizar la experiencia de la hun1illaciórL .. El conjunto del aparato cognitivo está en un estado de alerta constante en relación a tales posibi1idades 1 sean estas in1ninentes o ren1otasi ambiguas o evidentes. Con10 cua]quicr efecto de detección Knuy organizaclo 1 se deja al aza.r posibilidad de influencia. La antena de1 radar se sitúa allá donde parezca posible que el enemigo pueda atacar. Agentes de intcligc11cia pueden i11onitorcar incluso con\rersaciones irnprobables si una posibilidad cA'Lcrna de que se pueda detectar a]go rclc\TO.JTtc o si existe ]a posibilidad de que dos noticias independientes unidas) analizadas juntas puedan dar una indicación. de las intenciones del enemigo ... Pero, sobre todo, existe un lnodo a1tan1ente organizado de ii1tcrpretar la inforrnación para que lo que pueda ser relevante se abstraiga y inagnifique rápida1nente y, el rcsto 1 se dcscstin1c. (1'01nkins u: 4.33) Y asi sucede que rnna estructura explicativa que u_n lector pueda considerar tautológica, en el sentido de que no puede evitarsei o pararse) o hacer otra cosa que probar los n1ismísin1os supuestos con los que cornenzó, pueda ser eA'])erirnentada por qulen la practica con10 un avance triunfal hacia la verdad y la \indicación. Sin e1nbargo, con n1ayor frecuencia, los roles de esta obra de teatro se en·cuentran n1ás 1nezclados y más a111pliamente repartidosº No creo que demasiados lectores -nii tan siquiera, el n1ismo autor- se sorprendieran dernasiado si se señalara que la argt11ne11tación principal o la teoría fuerte de The 1Vovel and the Police es con1pletan1ente circular: todo se puede entender co1no un aspecto de lo carcelario 1 por lo tanto lo carcelario está en todas partes. Pero ¿quié_n lec The J.Vovel ancl the Police para averig11aT si la argumentación es verdadera? En este caso, con10 también se da frecucntcn1c11te en el caso de 1as tautologías de la "diferencia sc:xual" 1 la misn1a an1plitud del alcance que hace que la teoría fue1te tarnbién ofrezca el espacio -del que el libro de I\1iHcr saca sus ventajas-para una riqueza de n1atices tona]es, la actitud, la observación n11n1dana 1 1a paradoja performativa, la agresión, 1a ternura) el ingcn]o, la lectura inventiva, el ob'iter rlicta y el 1ustre literario. Estas recon1pensas son tan locales y frecuentes que uno querría decir que una plétora de 1as teorías débiles poco

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rel<1c]onadas entre sJ_ pareccn Han1adas a refugiarse en el abrazo hlperatrofiailo de 1a teoría fuerte g1ohaL l)e 1nucl1as n1aneras) tales acuerdos son todos para bien -sugercntes 5 placentc<.'US y su_n1arncntc productivos; la lnsistcncia en que todo significa la n1isn1a cosa pern1ite, de alguna nn avezado sentido rle todas las n1aneras que de poder decirlo. Pero no 11ace falta leer las i1H:ontahles perífrasis derivativas de la teoría fuerte (y sornbría) de este libro, escritas por a1urnnos 11 otros críticos, para percib]r, a la \rez algunas de las ]h:nitacio11es de esta relacién1 no articulada entre las teorías fi1e1ies y débiles. Corno teoría -fuc1te y con10 espacio de un 1nimetisn10 retlcxivuJ la paranoia no sería nada si no se 1a pudiera enseñar. La potente gan1a y la fuerza rcduccionista pueden causar que el pensan1ie11to tautológico sea dificiJ de identificar incluso cuando lo hace de inodo convincente y casi ine-,,rltab1e; el resultado es que es posible que tanto los escritores con10 los lectores) por desgracia no se den cuenta si se está haciendo y dónde un auténtico trabajo conceptual y cual podría ser exactan1entc este trabc~o. 1

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IVlientras Ton1kins distingue entre un nún11_ero de afectos cualitativarnente diferentes, ta1nbién para ciertos propósitos agrupa los afectos f!,'l'Osso rnodo con10 negativos y positivos. En estos tér111inos, 1a paranoia se caracteri:t:a no solo por ser una teoría fuerte en oposición a una débil, sino por ser una teoría fuerte de un afecto negativo. El1o es -importante en tér1ninos de los objetivos afectivos globales que To1nkins ve có1no potenciahnente pueden entrar en conflicto unos con otros en cada perso11a: distingi.1e en pri1ner lugar entre el ol~jetivo general de buscar n1inin1izar el afecto negativo y e1 de buscar n1axi1nizar el afecto positivoº (Los otros, ol~jetivos inás sofisticados respectivamente que él identifica son que la inhibición del afecto se lninirnice y que se n1ffxiJnice el poder de lograr los tres objetivos precedentes). En 1a inayor parte de las prácticas -en la inayoria de las 1.Tidas- hay negociaciones pequeñas y sutiles (aunque acu1.11ulativamente potentes) entre estos objetivos, pero la fuerza 01nnipresente y el respaldo que ofrece una estrategia 1nonopo1ista de anticipación de los afectos negativos puede causar según To1nkins, el efecto de bloquear el objetivo pote11ciahnente operativo para buscar e1 afecto positivo. "El único sentido en el que (lo paranoico) cie1iarnente puede luchar por el afecto positivo consiste en que pro1nete un escudo contra la humillación", escribe To1nkins. "Ton11_arse en serio la estrategia de 1naximizar el afecto positivo, n1ás que sin1ple1nente disfr1.1tarlo t:uando llega 1a ocasión, está totalmente fuera de lugar" ('foa.nkins n: 458-459). Del inisn10 n1odo, en los escritos de JVIelanie l<Jein entre la década de los años cuarenta y cincuenta, representa un logro real ~un can1hio de posiciún 1

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distintiv·o, con frecuencia arriesgado- el que un niñu peql1efio o nn adulto se dirijan a buscar el placer de forn1a sostenida (a tra,lé0 de 1as estr.ategi;is reparadoras de la posición en. de contJ_nuar a la b·úsqueda de estrategias de retroalin1entaciún, porque se considcra.n contraproducentes para anticiparse r11 dolor propias de 1a posición csquizo-paranoica. Es quizás n1ás frecuente a la hora de debatir 1.a posición depresiva de I(}ein hacer hincapié en que esa posición inaugur
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reparadora ' o ' eres tan p21"2no1co, que quizás pienses .. Lectura paranoica y lect 't'::i ~•c.

Lectura paranoica y lectura reparadora, o, e1·es tan paranoico, que quizás pienses ..

•7''r·c-lacl ele] conoci.111iento. Pero una teoría fu:crtc del afi-:cto pol -.I'd\·'.:· pruc1;a (e · · ¡ ¡ · · c¡ue -i-iende el D<"HT::tdor de El r;Iein-]JO rel.upt1(ulo1 no es nuu_; s1t1vo) ce_ tip 0 al e ~ · • - . t o I'og1ca · qu - 'ºL- ]"tcor1'a sobre el afecto negatrvo representan a en, por cau ,:e - e f1Jer}e ~ ~ • · ¡ "J"'•loi"t e•1 Lit cautiva (En verdad, \Ten la n1ed1da en la que la eJCTilp O, su P
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la par¡mola sit!:ía su fe e11 el desvelamle11to Sea cna1 sea el relato que pueda ofrecer sobre su propia 1notlvacitón) la para.11oia se caracteriza por situar, en la práctica, un énfasis extraordinario en la eficacia del conocin1iento per se -el conocin1iento e11 la for1na de dcsvcla1niento. Quizás a ello se deba que el conocin1iento paranoico sea tan ineludiblemente narrativo. Como esa persona desal1uciada de una institución psiquiátrica y arrojada a la calle -traicio11a.da por una conspi:·ación de la ciudad entera- y que aún insiste e11 que te leas su gastado dossier cargado con su preciada correspondencia, la paranoia a pesar de toda s~l cacar~ada sospecha funciona coino si el trab<:\jo se 11ubiera finalmente realizado s1 por fin, esta vez 1 pudiera hacer que su relato se diera a conocer de verdad. Que un oyente comp]etan1ente iniciado se pudiera sentir todavía indift:rente o contrario a dicho dcsvehuniento, o no pueda servir de ayuda, en modo alguno) apenas se considera una posibilidad. Resulta raro que una hern1enéutica de la sospecha sea tan confiada respecto a los efectos del desve1an1ientoi pero Nietszche (mediante la genealogía de la moral), Marx (mediante la teoría ele la ideología) y Frend (mediante la teoriía de los ideales y las ilusiones) ya representan según palabras de lticoeur

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"convergentes proeedi11lientos de dcsn1itifi.cación" (1970: y por lo tanto una f{-; parecida, inexplicable en sus propio térrninos, en re1ación a ]os efectos de tales procedin1ientos, En his influyentes páginas finales de El ,e;énero en dis]Jutai por ejen1plo, Butlcr ofrece un argtu11ento progran1átíl.co a fa'vor de la desn1itificación con10 "el foco normativo de un.a prúctica gay y lesbiana" (Butler 1990: 124) con rci·vindicaciones tales corno que "el drag revela la rnisn1a naturaleza in1itativa del género" (137): "ve!nos el sexo y el género rlesnaturaliz·ados por 111cdio de la perfOrn1ance" (138); "1a parodia de género revela. que la identidad originat .. es una imitación" (188); "la perfürn1ance de género llevará a cabo/representará y revelará la pe1fonnatividad del propio género" (139); '1a repetición paródica ... desvela el efecto fantas1nagórico de una identidad fija" (141); "la paródica repetición del género expone/denuncia ... la i1usi6n de la identidad de género" (146); y "l.a 1lliperbólica exposición de "lo natural .. re'l1ela su estatus fundamentahnente fantas1nagórico" (147) así como "que e:rpone su falta de natura1idad fundan1ental" (149J las cursivas son mías). Lo que define el in1pulso paranoico en estas páginas, diría que es n1enos el acento que se pone en la 1nín1esis reflexiva. que la aparente fe en el desvelamiento. El archi-suspica:¡; autor de The Alovel and the Police ta1nbién habla en este caso, n1ediante los protocolos de algunos críticos recientes n1uc]10 1nenos interesantes, cuando ofrece proveer el 'flash' de una creciente y necesaria \isibilidad para dar cuenta de que la disciplina moderna es un prohlen1a en sí n1ismo" (Mi11er 1988: be) -co1no si "'Visibilizar un problc1na fuera resolverlo en un santian1én) por lo menos se hace evidente en esa dirección. A ese respecto, por lo incnos, aunque no en todos, Mil1er escribe en The 1Vovel anlZ the Police con10 un neohistoricista paradig1nático. Porque, lllacia un punto Han1ativo, las articulaciones de los neohistoricistas se basan en el prestigio de un solo y g1oba] relato: desvelar/exponer/ denunciar y prohlennatizar las violencias ocultas en la genealogía del sujeto liberal n1oderno. Con el tien1po que ha pasado desde que el neohistoricis1no era algo nuevo, se ha hecho más fH,cil ver las fürn1as en las que este proyecto paranoico de denuncia podría ser inás especifico d.csde un punto de "'Vista histórico de lo que parece. "El sujeto liberal inoderno": ahora parece, o debería parecer, cualquier cosa n1enos una elección evidente como e1 único terrninus ad q'ue1n de la narrativa histórica. l.Dónde están_ todos esos supuestos st~jetos 1iberalcs n1odernos? Nor1naln1entc ine encuentro con estudiantes de postgrado que son virtuosos expertos en la tarea de desvelar ocultas violencias históricas que subyacen bajo un hu1nanis1no liberali secular y universalista. Y, con todo, los años fürmativos de esos estudiantcs 1 a diferencia de los años for1nativos de sus profesores, lllan ocurrido completa1nente en la An1érica xenó±Oba de la secuencia Reagan-Bush-C1inton-Bush, donde ]o "1iberal"1 si acaso, es una categoría tabú y donde el "hnmanis1no secular" se 'le tratado norn1al1nente con10 una

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secta religiosa de ca.rúctcr n1inoritario, n1ientras que una ·vasta n1ayorfa de la población reivindica q_ue están en contacto directo con rnúltiples identidades üxvisibles tales con10 los ángelesi Satán o Dios. J\den1ás 1 }a fuerza de cualquier proyecto interpretativo que se proponga clesvelar la violertcia oculta parecería depender de un conteA'to cultural, como el que se presupone en las pri111eras obras de Iioio_cault, en las q_ue en prin1er lugar se Iuenosprcciaria a la \.i.olencia y, por ello) ésta se ocultaríaº ¿,Para qué molestarse en desvelar o denunciar las artimañas del poder en un país en el que 1 en un inomento dado) al n1enos el 4ocyº de los jóvenes negros están in]_nersos en el sistema penal? En los Rstados Unidos, y a escala internacional) mientras que 11ay ]_nucba violencia oculta que requiere ser desvelada tan1bién encontra1nos, el aun1ento de un etl1os donde las fürmas de violencia que son hipe1""1risibles desde el principio se ofrecen como un espectáculo ejcn1plar en ver. de per1nanecer ocultas como un secreto escandaloso. Las controversias sobre los derechos humanos en casos como por eje1np1o las torturas y desaparicio11es en Argenth1a, o el uso de las violaciones en inasa como parte de la limpieza étnica en Bosnia señalan, no el desvelamiento de unas prácticas que se han ocultado o naturalir.ado, sino una pugna entre diferentes n1arcos de visibilidad. Es dec].T, una violencia que fue paradigmática y espectacular desde sus ·iriicios, señalada. directan1ente 1 cuya intención era servir de aviso público y aterrorizar a los iniembros de una con1unidad concreta) se combate mediante los esfuerzos por desplazar y redirigir (así como por simplemente expa11dir) su resquicio/rendija de visibilidad. Otro proble1na que se presenta en estas prácticas críticas: i.qué tiene que decirle l1na 11cr111e11éutica de la sospecl1a y de la denuncia a las fOr1naciones sociales en las que la. propia visibilidad constituye una buena parte de la violencia? El asunto del restablecimiento de las cadenas de presidiarios en varios estados sureños de Estados Unidos no trata tanto de obligar a que los presos hagan trabajos forzados sino a que los con\'Ícto.s tengan que hacerlo ante la mirada del público, y el entusiasn10 patente e11 1a aplicación de un ]_nodclo de justicia estilo Singapur que se expresó popularn1ente en }os Estados U nidos cuando se apaleó a lv1ichael l~ay 1 reveló un senti1niento crecie11tc de que el estigma de la vergüenza bien publicitado es la receta que prescribe el médico/ la n1ejor n1etlicina para la juventud recalcitrante. Aquí tenen1os un índice muy significativo sobre los can1bios l1istórieos: solían ser las personas que se oponían a la pena de ]_nuc:rte los que argl..nncntaban, que caso de llevarse a cabo, debería hacerse públicamente para vergüenza del estado y
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ganadas a duras penas para hacer >,"isib1e, detrás de las apariencias de tolerancia) Jos rastros ocultos de la opresión v h-1 n<en;ecm:iónº, La confianza paranofr.~a en el de~vclarniento parece depender, adcn1ás 1 de u11a inf1nita reserva de ingenuidad en el púb1lco de tales desvefaun_ientos. ¿cuál es la bas~ para as1nnir que so11)renderá o n101estará, por no decir n1_oti\rará) a que algi..uen aprenda que una inanift\'Ji:aclón socia1 dad.a es urtiifñcial rnin1ética fi1ntásn1atica, se contradice a si 1nis111n) o es inclu.so violenta? Como sJeñala Pete; SlotcrdjikJ el ci1risn10 o "la fillsa conciencia ilustrada" -la falsa conciencia que se sabe a sí nllsn1a falsa, "sn falsedad ya reflcxi1,ramente regnlada/an11_ortiguada-ya representa ."el can1ino extendido de forma universal lnediante el que la gente ilustrada se crnda de que no se ies to1ne por -1111héciles" (Sloterdijk 1987: 6) ¿,Cuánto ·dernpo debe de haber estado alguien sin ver la televisión para i:onsidcrar cb_ocante que las ideologías se contrarligan a si 1nis1rr1_as1 que los sin1.ulacros no tengan o~·i~~1ales, o que las representaciones de género son artificiales? lVIi propia supos1c1on es que tal cinis1no popular, aunque sin duda está anuy extendido 1 es t:>o1o una entre 1as heterogéneas teorías en co1npetencia que constiruye la ecología mental de 1a mayoría de la..-s personas, AJgunos desernnascaramie11tosJ algtn1;:i..s desn:1tificaci~ncsi alglln~as testificaciones/testimonios son 1nuy eficaces (aunque con frecuencia son de1 tipo anticipatorio). Otras muchas que son tan verdaderas y tan convincente.__.:;; no tienen ninguna efccthicL.1.d, sin embargo) y en la medida de que eso es as-í, tenemos que adn1itiT que la eficacia y la direceionalidad de tales actos reside en otro sitio, no en su relación al conoci1niento per se. Escribiendo en 1988 -es decir 1 clespu_és que el reagani.smo 11ubiera coin0

pletado sus dos mandatos en los Estados Unidos- D.A. Millcr propone que s1ga111os a Foucault y desmiti:fiquernos "el cuidado 'pastoral' inte11sivo y continuo que la sociedad libera} se propone dar a todos los que están a su caro'o" (1988: v-iii). ¡cón10 si fuera así! Yo estoy n1ucho menos preocupada porquet:imi terapeuta n1c considere una persona patológica que por la cobertura detreciente de n1i seguro de salud n1ental-y eso teniendo la enorn1e suerte de tener algún tipo de cobertura 1nédica. Desde el comienzo de la re,111elta contra los i111puestos, el gobierno de los Estados Unidos -y cada vez n1ás los gobiernos de las Ha1nadas den1ocracias liberales- l1an echado a correr para deshacerse de responsabilidad aJguua respecto de los que están a su cargo, sin que se haya propuesto ninguna otra institución para llenar ese hueco. Este desarrollo, sin en1bargo, es 1a últin1a cosa que aJgu-Uen habría esperado ele leer la prosa neohistoricista, que constituye una comp1eta genea1ogía del estado del bienestar secu1ar que tuvo su n1on1cní[o álgido en las décadas de los años sesenta y setentai junto a una pru_cba irrefutable de por qué debe ser cada vez n1ás, y por sie1nprc, así. Nadie puede culpar a un esc1ito:r en los años ochenta por no habcT prc\ri_sto los efectos del Contrato con BJ~~UU de los republicanos en 1994. Pero si, conno dice IvriHer, "la sorpresa ... es p1,ecisan1e:nte 1

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11orrrbrcs fneron c:n coche a desde Bagdad, para testificar en contra. argumentos contra. la Dobb qucJ a pesar de lo poco convincentes qnc uno los encuentre) se presentan e] color del razona1niento poHti.co con.vencionaL Pero lino de 1os tcstJgos de .A~rJ7.0na se opuso a la ley con a.rgu1nentos q_ue poden1os considerar representativos de un estilo para.noico, al insistir que "era un nuevo intento de un poder subversivo de hacernos forrnar parte de un gobierno socialista n1undial", y que an1enazaha con "crear el caos" que ayudaría a "nuestros ene1nigos" a ton1ar e1 poder. (5)

lo que el paranoico quiere elin1inar'\ debería admitirse que, co1no una forrna de paranoia) el neohistoricisnH) ha fracasado de forma espectacular. Mientras que su dicho general "1as cosas están ina] y \rana peor" es imposible de refutar, cualquier valoT de predicción más específico -:y, con10 resultado) se puede discutir) cualquier ·valor para l1accr una estrategia de oposición- l1a sido nulo. 'fa] acelerado fracaso pa.ra anticipar el can1bio se encuentra, aden1ás, tal y corno he iT1encionado) con1pletarnente en la naturaleza. del proceso paranoico, cuya es:fera de influencia ( co1no la del propio ncohistoricisn10) sol u se expande cuando cada desastre no anticipado parece dcn1ostrar de forn1a más concluyente que, adivinad qué, nltnca se es lo sujicientenzente J'Yaranoico, Si conte1nplan1os desde la ventqja que da hacerlo en el presente el rnuy influyente ensayo de Ilichard Ho-fStadtcr '"fhe Para11oid Style in Ai11erican Politics" ["El estilo paranoico en la política estadounidense"] publicado en 1963 nos daremos cuenta
No voy 11egar que haya gente que sienta nostalgia por una época en la que la retórica del lobh.Y de 1as armas parecía una total chaladura - un ejemplo "sencillo y no controvertido" de un "juicio distorsionado"- en vez de representar a una plataforn1a práctica1nente incuestionada de un partido político dominante. Pero ei ejemplo espectacu1arn11ente anticuado
Unos eje1nplos scnci11os y relativamente no controvertidos pueden aclarar por co1npleto (la distinció11 entre contenido y esti1o). Justo después del asesinato del presidente I(enncdy, se dio inucha pub1ic1dad a una ley ... para estrechar el control federal sobre la venta de arn1as de fuego por correo. Cuando se estaba debatiendo 1a ley sobre dicha n1edida, tres

La parodia subversiva y dcsn1itificadora, las sospechosas arquco1ogías del pre.:;;ente, la detección de inodclos ocultos de 'liolcncia y su dcsvela1niento: tal y co1no he estado argrnn1entando, estos protocolos infinitamente enseñables y factibles se han convertido en moneda común y corriente e11 los estu-

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dios culturales e l1istoricistas. Si un e\'idente en el triunfalisrno de una hern1enérrtica paranoide) es que el barrido conceptual arn.p1io de tal asurición metodológica, los acuerdos a.ctua1es de casi toda la profl;sión sobre lo que constituye una uarrativa o una. c::\_'Plicaciún o una historización adecuada puede, si persiste de forn1a incuestionada, en:i_pobrcccr sin quererlo la resc1rva genética de 1as perspectivas y habHidades de la crítica literaria. El problc1na de una reserva genética superficial es, por supuesto) su decreciente habilidad para responder a 1os carnbios 1nedioan1bientales (por eje1nplo, políticos). ()tro 111odo quizás n1ás preciso, de describir el presente consenso paranoico, sin en1bargo, es que en lugar de desplazarse con1pleta1nentei haya vado a cabo/ requerido una dcsarticulación un rechazo y un erróneo reco110cin1iento de otros n1odos de cntendilniento de forinas inenos orientadas a la sospecha de las que se practican en la actualidad, con frecuencia, por los inis-· n1os teóricos y como parte de los inisn1os proyectos. El prograrna n1onopolista del pensamiento paranoico imposibilita sisten1átican1ente cualquier recurso explícito ligado a los motivos reparadores, que en crnanto se articulan se ven son1etidos a que sus raíces sean arrancadas metóclicarnente. l.os Jnotivos reparadores, una vez q ne se explicitan, se co1T\rierten en inadmisJblcs para la teoría paranoica porque tratan de] placer ("1neran1ente estético") y porque quieren apo1tar iT1.ejoras ("meramente refürmistas"), 2 ¿Qué es lo q_ue hace qne el placer "'Y 1a 1nejora sean tan "meros"? Solo la exclusividad de la te que tiene la paranoia en c1 desvclan1icnto dcs1nitificado:t, Solo su asunción cru_e} y despreciativa de que lo único que hace falta para que se haga la revolución n1undial, exploten los roles de género o lo qr1e sea, es que la gente (es decir, que otra gente)J una vez que tengan suficientemente exacerbados los dolorosos efectos de sn opresión, su pobreza o su estado de engaño conviertan su dolor en algo consciente ( con10 sii además, no lo hubiera sido) e intolerable ( co1no si las situaciones intolerables se caracterizaran por generar soluciones excelentes). Tru.1 ásperas prescripciones no las ofrecen en serio la inayoría de las teorías paranoicas, pero hay 1nucha teoría paranoica que sin eanbargo está regular1nente estructurada com,o si las ofreciera. Esta clase de aporía.: ya la hen1os debatido en 11ze 1Vovel anll the Police, donde se in1pulsa a los lectores a través de una lúgubre estructura lnonolitica de teor]a fuerte paranoica n1ediante sucesivos con1pro1nisos con o±e1tas intelectuales y literarias bastante diversas de n1cnor escala y que con frecuencia parece q_ue están profunda1nente orientados al placer, tan1bién se encuentra en otra inucha y buena crítica. Cie1ian1ente) yo la reconozco for111a11do una buena parte de 1ni propia escritura. ¿Importa cuando Jos lectores no entienden dichos proyectos o e1Jos no se describen a sí n1-isn1os de fo1111a aceitada? No sugeriría que la fuerza de ninguna escritura potente pueda tener una transparencia total en relación a sí rnis1na, ni que sea probable que de cuenta dé s'Í n1isn1a de fon_11a 1nuy adecuada a tn1 nivel co11s1

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tatativo. Jl'ero supongarnos que uno to111_a en serio la idea, con10 la que articula Tonnk.ins y también otros escritores de los que disponernos, qu_e la teoir1<1 de cada dia .afecta cua.litati'n:UJ.1ente a1 coD_ocirniento :Y a la experiencia de cada clío.; y supongan1os que una no q_uicre establecer una diferencia 1nuy onto1óg1ca entre la teoría acadén1ica y ]a teoría del dia a · }T supongamos que a una le in1porta n1ucho 1a cualidad de la experiencia y el conoch11iento prop]o y de otra gente. En estos casosi tendría sentido -si uno pudiera elegir- no culti·var la necesidad de una ruptura sistemática"";/ auto.acelerada entre lo q_ue uno l1ace y las razones por las que lo hace. Iv1ientras que los procedin1icntos teóricos paranoicos dependen y refuerza:rt a 1a vez e] do1ninio estructural de la "teoría fuerte" monopolista, ta1nbién podemos ex"traer beneficios al explorar las for1nas diná:u.-nicas, extren1adarnente variadas e históricalinente contingentes en las que los constructos teóricos fuertes se interrelacionan con los débiles en la ecología del conocin1iento -una exploración que obvia1r1ente no puede continuar sin tener un interés respetuoso por los actos teóricos fuertes así como por los débiles. To1T1_kins nos ofrece bastantes 1nás modelos para acercarnos a tales proyectos de los que he sido capaz de rcsun1ir aqui. Pero la historia de la critica literaria tarnbién puede conte1nplarse colino un repe1iorio de n1ode1os alternativos para pcrn1itir que enC<=\ien las teorías fuertes y débiles. (.Qué puede representar n1ejor a '1a teoría débil, un poco rnejor que u11a descripción de los tenó1nenos que intenta explicar"i que la destreza de la lectura atenta ]maginativa de la devaluada y casi obsoleta Nueva Crítica [Ne-vv Criticisn1]? 3 Pero lo que una vez fue verdad en Exnpson y Burkc ta1nbién es verdad hoy en día, au11quc de una forma diferente: hay hnportantcs tareas fenon1enológicas y teóricas que pueden lograrse solo a través de teorías loca.les ytaxo11on1ias del mo1nento (nonce ta.""{onornies); los n1ecanisn10 potencialmente innu1nerablcs de su relación con teorías linás fuertes siguen siendo una cuestión de arte y del pensamiento especulativo. La paranoia, tal y con10 he señalado) represe11ta no solo una teoría fuerte sobre el afecto sino una teoría fue1ie de] afecto negativo. La cuestión de la fuerza ele una teoría dada (o la de la relación entre la teoría fuerte y la débil) puede ser ortogonal a la cuestión de su cuali(lad esencial afectiva (quale) v ca.da una es capaz de ser explorada de forn1a diferente. U na teoría fu:erte (por ejelinplo una reduccionista y de aanplio espectro) que se organizó fundamentahnente en torno a la anticipación, la identificación y la defensa frente al afecto negativo de la hun1illació11 se parecería a la paranoia en cie1tos aspectos pero diferiría de eHa en otros. Creo, por eje1nplo, que esta podría ser una caracterización justa de la sección precedente de este capitulo. Porque incluso especificar la paranoia como una teoría del afecto negativo deja abierta la distinción entre dos o n1ás afectos negathrosJ existe la oportunidad adicional de experünentar con un vocabulario que hará justicia. a una a.n1p1ia gan1a afee:-

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ti,.ra, De nuevo, no solo con los afectos negativos: tan1hién ser rcificado y coercitivo tener un solo 1nodclo totalizador del afecto positivo s1en1prc en la n1isn1a posición destacada, Una gran ca111tidac1 de teoría n101esta por lo excesiva parece explícita1ncnte acon1eter la proliferación de un solo afecto , o quizás dos, de crnalquier tipo -ya sea el éxtasis, la sublin1idadi el hacerse polvo a u110 ]nisn10 el gozo [jouissanceL la sospecha, la abyección, el saber, el horror) la aspereza) 1a satisfacción o la indignación inoralista, Es co1110 el antiguo cl1iste: "Al llegar la revolució11, can1ara
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en los que incluyo en buena n1edlda a los lTIÍos prop1osi 11an as1nnido. Una ·visión n1ás ecológica de 1a paranoia no ofrecería el privilegiar ]os asuntos gays y lesbiano.;:; de la forn1a tran.s11istórica y casi autonJ_áth:an1cntc conceptual que una visión freudiana ofreceº Aden1ás, creo que nos dejará en 1nucha n1ejor posición hacer justicia a una riq_ucza de prácticas características, centrahnente crnlturales, a n1ucl1as de las cuales se les pueden llan1ar rcparadorasi que eRnergen de la experiencia queer pero se l1acen invisibles o ilegibles bajo una óptica paranoicaº Como, por eje1nplo, las que señala Joseph Litvak (en una co1nunicación personal en 1996)

Me parece que la impo1iancia de los "errores" en la lectura :Y la escritura q_ueer tiene inucho que ver con aflojar los lazos que parecen inc·vitablcs entre los errores y la humillación. A 1o que ine reti.ero es a que, si inucha de la energía queer, digan1os que en torno a la adolescencia se dirige a lo que Barthes Uamaba "le vouloir-étre-intell'igent [el querer seT inteligente] ( con10 en "si tengo que ser desgraciado por lo n1en.os deja11.11c que sea n1ás hrilllliTtc que el resto"), dando cuenta en buena parte del e11orme prestigio de la para11oia e.orno la auténtica rúbrica de la inteligencia (una inteligencia que duele)) m_ucha energía queer prosigue n1ás adelante en, .. unas prácticas que se dirigen a sacar el terror del error y a hacer que el cometer errores sea algo seAJ', creativo e int:luso potente desde e] punto de vista creativo. lAcaso una lectura quecr no s]g11ifica leer, entre otras cosas que los errores pueden ser buenas sorpresas en ve:¡; de inalas sorpresas? 1

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Creo que es apropiado que estas apreciaciones pudieran ser desarrollos contingentes en vez de apreciacio11es definitorias o transhistóricas~ no son cosas que tengan que ser inevitablemente inherentes a la experiencia, po11ga111os por caso, ele cada nTujer que an1a a una rnujer o
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Pc11sen1os en la epifanía1 prufnsan1cnte reparadora del ú1tirno vuh_u11en de Proust, en e1 que el narrador, después de 11aberse retirado durante inucho ticn1po de la soc-iedadi ·va a una ficst:1-
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que no cuentan co:n asistencia ':l ·para ]as personas q_nc en industrir~s peligrosasi y p;:~xa 111.nchas otras; y as11o hacen para. nJJ.s an1igos y p.ara rní. En 111i cas<:.1¡ corno ~vivo con un cáncer de inJJJ1.a ª"'2J1za\.lo, tenEo pocas posibilidades ele curnplir la edad qt_,-:i_e rni rnayor tiene ahor
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eres tan paranoico, que quizás pienses.

que a can1bio tendrá rccuTsos que ofrecer a un se!'f
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Laplanche y Pontalls, en 1a entrada qne se encuentra bsjo el títnlo de "El prineipio del placer" inuestran q11e Freud llevaba n;ucho tie1npo siendo consciente de esLe problen1a. Así resu1nen ellos 1a posición de áquel: "l.deben1os, por lo Lanto, estar l'.ontentos con una definición 111cnnnente econónlica y aceptar que el placer y el displacer no son navith feather / That perches in the sou]] (Dickinson 1960: 116). Gou1d considera qne los sínto1nas de una esperanza vibrante/palpitante se ase1nejan a} desorden de estrés postrau111ático, ccn1 la diferencia de que la causa de la perturbación aparentcn1ente ausente reside en el futuro, en vez de en el pasado. No qulero hipostasiar aquí "en la tOnna en la que rcahnente" sucedió, ni negar lo construida qne esta expresión "realmente sucedió" pueda ser-dentro de ciertos constreñimientos. El terreno de aquello que podría haber sucedido pero no sucedió, sin e1nbargo, es ordinaria1nente rnás arnplio y inenos constreñido, y por ello parece ünportante que no colapscn1os el uno en e1 otro; ya que de otro niodo, el conjunto de 1a posibilidad de que las cosas sucedieran de olra.forma se pierde. A S1nall Boy and (Jthers lUn ni fío pequeño y otros] de Michae11\tloun es un libro qne con He-va este rico sentido de la cultura qneer

Capítulo cinco

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lQué significa que nuestros gatos nos traigan a casa a pequeños anin1ales heiridos? l,a n1a~¡roría de la gente interpreta estas entregas con10 ofrendas o regalos cuya intención -por desacertada que sea Ra e1ección del objeto- es con1placernos o co11graciarse co:n nosotros) los hurnanos
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La pedagogía del budismo

La pedagogía del budismo

caso, si bien en un registro afectivo, nos cncontran1os de nuevo con un error rc]aitivo a la rnimesis: 1a presunción ele] gato de que nos ldentifican1os con él lo bastante co11110 para querer cornpo.rtarnos corno é11o hace (por ~jernplo, de,.rorando roedores \rJvos). J\ un educador hun1ano, e] escaso éxito pedagógico del gato le recuerda n1ui::has pesa
Entre las conexiones pedagógicas cuasi-fallidas que voy a ana1izar en este capítulo, es evidente que la relación fundacional en torno al tema del propio budisn10 discurre entre Ac;ia y Euro-Ai11é1ica. Desde hace dos décadas, aún cuando la prolongada presencia de elcn1entos budistas en la cultura cstadounide11sc se ha venido 11aciendo a todas luces visible desde hace mucho tien1po, la investigación crítica b_a esti.1diado los lnuchos malentendidos y las confusiones sisténlicas que parecen subyacer en esta pedagogía de an1bos lados del océano Pacífico. Con10 lector de la investigación critica, u11 "buClista estadounidense" podría llevarse una cura de hun1ildad al enterarse de las numerosas, decisivas y casi invisibles inaneras en las que su acceso a los textos, prácticas y conocinllentos asiáticos se ha visto perjudicado por la historia de su transn1isión en occidente. Por ~jemplo, Donald López rcsun1e su inodélica antología de ensayos críticos con1entando que lo que l1a llegado a n1anos de los lectores occidentales modernos es solo "un obje-

to lliposta.siado, llan1ado 'budisn10' q_ue por habe1' sid.o cread.o en Europa, tan1bién ser controlado por ella" (1995: 7)º f:ntre las distorsiones n1anifiestas de tal hipóstasis se encuentra un relato de declive que deslegitilna lo rrnodcrno y 1o 'Jernáculo en los estudios un deseo de atribuir raíces occidentales a las representaciones budistas las historias de con1plicidad con pro·;,rcctos colonialistas y nati.vi.stas de Japón, así corno de complicidad con proyectos fascistas en Italia; plantea:n1ientos arrogantes e ígnorantes con10 1os de Jnng1 c11ando habla en non1hre de una psique orient<.:¡¡J :l un rcclutan1icnto de los budistas asiáticos que crea un doble \.Í.JJ_cu]o [_double bináJ al atribuirles los roles incompatib1es de inforn1ante y g111i1 frente a ]os acadénlicos occidentales. r:Qné fraerza poseen tales logros críticos'? ¿En qué sentido}' para quién son in1po1iantes? El sent-Udo cornún indica que tienen inenor iinpacto para los estudiantes no 1JJ1iyersitarios del budisn10 que para 1os in,restigadores de dicho ca1npo. J\To solo son esos rigurosos estudios (la n1ayor1a de eHos publicados por editoriales universitarias) rnenos accesibles para aquellos q_ue no son investigadores sino que los n1otivos más irnportantes para leerlos tan1hién se basan en el modo en que difieren. Por decido claran1ente 1 h1s y los in,restigadores acadén1icos del hudis1no han optado vocacionaln1ente por encontrar un sendero, por n1rny asintótico que sea, hacia c1 conocin1iento de su(s) n1atcria(s) de estudio que estaría nnenos distorsionado por la ignorancia, la presunción ünperialista, y e1 anhelo de que sus deseos se co1Tviertan en realidad, o n1ediantc n1odclos característicos de la cuJtura occidental. La pregunta ¿es este re]ato certero o está tergiversado? puede dar paso a la pregunta de estos Hecto res i.funciona esta práctica o no? El 1ugar y el mo111ento en que e!:i"ta pregunta h-Il.<:.tórica se fürmn1a sin l1acc:r uso de p-reg11ntas espec-Utieas se ha descrito con acic1to en térn-ünos de fuerzas pluralistas del mercado libre dc11tro de unas sociedades fu_ndan1cntalrnente seculares (ver Peter Berger). I\!Iás recienten1enteJ ha sugerido la existencia de un nicho de inercado específico que es incluso iT1_enos respetable con las enseñanzas budistas de divulgación dirigidas a consnn1idores no asiáticos 1 bt~io 1as i·úbricas un tanto estig111a.tizadas de la "autoayuda"j la "Ne\v .l\g(_!''y la "para-terapéutica". De este hecho es de donde surge el presente capítulo, que refleja los cinco años de ünplicació11 de una educadora no especializada con la literatura budista en lengua inglesa, desde la producida para el rnercado de inasas hasta los textos de investigación acadé1nica. I,a motivación inicial -y auto-asistencial- que 111e llevó a está in1ll1ersión fi1e abic1ian1entc soterio1ógica, \riéndose suscitada al scr1ne diagnosticado a los cuarenta y tantos años que el cáncer que padec-Ua había 11echo n1etástasis. Sin embargo, con10 este capitulo indica, n1í interés I)Or la literatura budist.,1.'0obre la vicl.:1. y la rnuerte se hizo inseparable de mi identi-ficac-Uón con ias pasiones y las a1lltinornias _pedagógicas que se repiten a lo largo de todas ]as tradiciones de la rama budista Mahayana.

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El topos acadé111ico don1inantc y, ciertarnente, la rnás frecuente en las di·v1.1]gaciones occidentales del pensarniento budista es el de la VV:Cltanschuurt;;) bien se acla1ne o se lan1cnte dicha adaptcu:ión, ~~llo in1plica que 1un origin.Ed asiático está adaptándose o está siendo adaptado por las sensibilidades, hábitos y f!Veltanschaunp; [la concepción del inundo] occidenta1. Del lnis1no 111odo, una deÍcnsa común de ]as prácticas adaptativas budistas se ha ido modificado con frecuencia a lo largo de la historia, a 1a vez que tannbién han ca1T1biando las diversas culturas que su peri patética historia ha ido encontrando. Este capitulo, centrado sin1ultánea1nentc en_ la pedagogía co1no te1na y con10 relación, intenta algo diferente a tal defensa: considera que la adaptación no es el único u.i_odelo posible _para analizar los encuentros occidentales con las enseñanzas budistas de divulgación. La adaptación hace hincapié en cómo el _pensamiento budista se altera) se modifica y se adecúa al dar] e nn uso diferentei y, a la vez, en córno se descentra y se retira de una órbita anterior n1ediante e] tirón gravitacional de un cuerpo ajeno. Hasta cierto punto, la aptitud de ese topos es -innegable. Aden1ás hay nurnerosos mandan1ientos escriturales q_ue lo co11firman: el canon Pali, los sutTas, las históricas Jakata 1 todos ellos contienen ejen1plos privilegiados de enseñanza que han sido radicalmente adaptadas a las diversas capacidades y a los diferentes marcos de sus auditores, A pesar de ello, en este cap-ítu1o quiero poner a prueba otros recursos diferentes q_ue se encuentran en el gran tesoro de las fenornenolog-ías budistas sobre el aprendizaje y la enseñanza. ¿podría ser, por ejemplo) que un topos realrnente canónico como el de el reconocimiento/ la apercepción 1 describiera aJo·unas di11á1nicas ele la divnlzación del budismo occidental rnejor que el toº ~ pos unidireccional de la adaptación? I~o cierto es que se a1nolda 1nucho n1ejor a las subjetividades y las preocupaciones episte1nológicas de aqueHos que co11sun1en tales textos ele divulgación. Un interés subsidiario de este capítulo consiste en ilustrar algunas consecuencias de lo que hoy en día es una obviedad sobre el pensamiento religioso asiático: que ''ba llegado y l1a influido" en el pensan1iento occidental de 1nurhas nJ.ancras, a través de nurncrosos encuentros entre a1nbos llevados a cabo a lo largo de n1uchos siglos. De este 1nodoi hoy en día, un encuentro budista con la "cultura occiclental" tiene también que entenderse co1no un e11cuentro con un pa1i1npsesto de 1as corrientes e influencias asiáticas (y viceversa). Por ejen1plo, los estadounidenses con1pran con frecuencia libros budistas en las estanterías de autoayuda de librerías conocidas. Pero si la forma de n1arketing tle ]a autoay11da resuena a "producto estadounidense" de fürn1a sospechosa, ¿,no se deherá, por lo inenos en parte, a que encuentra nn referente inuy directo en "el in1pulso de confiar en sí n1islno" de En1crso11 de con1ienzos del siglo XCT y en la obra "Canto a n1i misn1a:/' de 1/Valt V'lhit1nan, es decir, en un i1npu]so

que ya se ha in1plicado coD.scienternente en un intercarn'l.1io directo e indirecto con las enseiia11zas budistas e hind11istas'?

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El prl.n1er libro que encontré en nüs budistas -y iJU.e en fürrnas quizás poco analJzadas estructura aún rni rc1ación con el budisn10 con10 ten1á-· ti ca- fue El libro tibetano de los vivos y los 1nuertrJs) el éxito de ventas ele Sogyal Jlinpoché. Dicl1a obra está construida corno una briHante extensión de El libro tibetano de los rrtuertos y consta de una introd11cción para principiantes sobre el budis1110 tibetano y, anuncia en la contraportada de la edición de 1.JolsiUo, que es "i¡_n1 manual para la --vida y para la. n1uerte L.J el clás]co defh1itivo sobre 1a nueva espiritualidad de nuestra época';, l\!Iás que el budisn10 Zen o la tradicJón Theravada -otras tradiciones budistas q_ue han conseguido gozar de una gran popularidad entre los estadounidenses no asiáticos en el siglo xx- el budismo tibetano corre el riesgo de parecer indisolublernentc ligado a 1as circunsta.ncias culturales e históricas de su desarrollo asiático. Quizás e} foco inás ligado a la meditación de otras tradicio11es budistas concede a éstas una ilusión de transparencia y de posibilidad de acceso universal de las que el budis]no tibeta.110 carece. Qu]zás la relativa accesibilidad geográfica de Japón y del sudoeste asiático deja al budisn10 tibetano n1ás inírensa1nente 1nezclado (para los ojos occidentales) con 1o local, con las opacidades del lenguaje, con las costurnbres en 1a "creencia" y, por decirlo de forma -resumida (conno lo decían los prin1eros budólogos)J con la "superstición". El Da1ai Lan1a señala con regularidad que "n1i religión es ]a an1abiliclad" pero desplazarse de esa introducción de apariencia translúcida es encontrar rápidainente prácticas y cosmollogías cuya extrañeza, desde un punto --vista occidental) pueden ser prácticamente irreductiblesº ¿cómo negocia Sogyal con el riesgo de perder lectores en este desencuentro cultura]? El párrafo inicial del prefacio nos d~ja estupefactos desde un punto de vista narrativo: Nací en rfibet y a los seis 1neses ingresé en el monasterio de i11i n1acstro Jan1yang Kl1ycutsc Chóky1 YJodró en la Pro\i11cia de KhanL En el Tibct tcnen1os la especial tradición de buscar la reencarnación de los grandes rnaestros que han fallecido. Se eligen nii1os pequeños y se les da una educación especial con objeto de prepararlos para que sean los maestros del futuro. A n1i n1e pusieron el nombre de Sogyal, aunque todavrí'a habría de pasar algún tic1npo para que mi 1naestro n1e reconociera con10 reencarnación de Tertón Sogog}'
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den1ás entre la n1ultitnd. 1'cnía el cabello plateack\ rnrry corto) unos ojos arnables que }Yrillaban por su sentido del 11u1nor y una. llargas corno lias de Budaº (1998: xi) Este cornienzo propio de u11 cuento de hadas z:::unb11lle al lector en un sistcn1a de ana1ogiÍas y c11carnaciones que no le resulta fallni!iar. Si:n c1nhargoJ con fin estratégico) el pu11to de vlsta de] lector se \i.ncula al n1isn10 tic1npo a 1a aún n1ás radica] desorientación del niño de seis n1eses (no se n1cnc.iona a sus padres), que "entrú en el n1onasterio" 1 adquirió un "maestro" y se sounetió a unos oonfusos procesos para que lo encontraran o lo "eligieran" coJLno la reencarnación de Sogyu] antes de que supiera hablar o andar. E1 resto del prefacio continúa con una estrategia sin1.ilar de iniciaciones para1e1as. Co1no lectores conscguünos i11forn1ación del tipo "en e1 'fihet, nunca era suficiente llevar el nombre de una encarnación, sic1npre habfa que ganarse el respeto n1cdiante el propio saber y ]a práctica espiritual" (Ai). A la vez, otro elcn1ento de la voz del autor representa a un niño que intenta darle sentido a su confuso entorno y a su estatus dentro del n1isn10: "yo era un chico tra:vicso, ninguno de .1.nis tutores conseg11ía inculcarn1e disciplina. Cuando inte11tahan pcgar1ne, corr'Ía a csconder1ne detrás de rni inaestro donde nadie osaba acercarse. Allí, agazapado, rne sentía orgulloso y satisftl'.ho de 1ní 1nism_o; él se Hn1itaba a reír. Hasta que un díaJ sin que yo lo supiera) ini tutor fue a l1ahlar c-011 él y 1e explicó que, por n1i propio bien, las cosas no podían continuar así. 1.a siguiente vez que fui a escondcr1ne 1 1ni tutor entró en la sala, hizo tres postraciones ante mi n1aestro y n1e sacó a rastras. Recuerdo que mientras n1e sacaba de la habitación me pareció inuy extraño que rni tutor no 1e tlrviera 1niedo a rni rnacstro" (xii). La extrañeza que el 11illo encuentra parece que se debe a su inusual estatus tuck,y, a la vez que a u11a. mayor extrañeza (o facticidad) de la que un n1undo presenta a cualquiera que no esté versado en él -se trate de un lector occidental o de nn niño tibetano. El prefllcio de Sogyul llh1poché nos transpo1ta a un tiempo pasado en el que un niño es aculturado a trompicones junto a un tie1npo preserlte in1plícito en el que el lector se encuentra. La dicción ingenua)' la estructura de la oración de Sog:yal con1prin1e los dos tiempos en uno solo. Pero su iniciación tan1bién procede de otros dos ejes generales. Uno es el de una tonalidad en1ociona] singu]ar, la de la gratitud 1nez:clada con 1.a ternura. El otro, al que dicha tonalidad se sun1a, es la continua influencia de "nni maestro". "Todo el nTIJ_ndo 1o llama Rin¡Joché 'el Precioso', que es el titulo que se le da a un inaestro, título que jan1ás se daría. a otro profesor estando el mismo presente, Su presencia era tan in1presionante que n1uchos le Han1aban 'el Buda Prim_ordial' "(xiii). En la infancia del narrador) su _1_naestro era una presencia sensorial: "Por lo general, yo so1ía dorn1ir en el cuarto de ini maestro, en una can1a pequeña situada a los pies

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de la suya. Un sonido que n11nca ol\idar es el tab1eteo de las cuentas de su Inala -el rosario budista- n1ientras él susu1Ta.ba sus oraciones. Cuando In_e iba a acostar) 61 ya estaba allí sentado practicando }'¡ cuando rne por la 1nañana lo en_contraha ;/a despierto 1 sentado y practicando de nnevo, rebosante de beatitud y de poderº Cuando abría los ojos :Y 10 n1e inundaba una cúHda y rcconfOrtante scnsacJón de dicl1DL Tal era el aura de paz que lo cn\rolvía.'; (:xiü)º Igua.ln1ente, se va cx'tcn
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divicluaL "Cada vez que cornparto con otros esa atn1ósfcr0. de nli rna.estro;. se puede percibir esa sensación profunda que él despertaba en rni fue, pues, lo que inspiró en rní Jan1yang lJna confianza inquebrautablc en las ensefianzas en las que estaba inn1c:rso. y la convicción de que 1a in1portancia del n1aestro es crucial, drarnática", (xiii)

Ciert;unenteJ es fácil argun1c1Ttar que ]a relación pedagógica es consustancial al budisino V aj rayana, o "larnaísn10" co1110 1o Han1aba 1a F,uropa del siglo xrxJ q_uc está basado en la excepcional preen1incncia q_ne se le daba al lan1a-gurú co1no proÍcsor de iniciación. No solo el Vajrayana sino todo el budismo Ivlahayana, por su parte) se autodefine radicaln1ente en térn1inos pedagógicos. En esto el lVIal1ayana (el vel1ículo 1nás gTande) es superllori después de todo 1 al shravaka-yana y al pratyeka-ya:na. Los vchil'.u1os "unen.ores" cuyos seres perfectos, los no enseñantes shravakas (auditores) y los pratyekas (que despiertan a1 budisn10 de forn1a solitaria) son solo estudiantes o autodidactas) que Hegan al i1h'·Fana por su cuent~L El ideal Mahayana, contrasta radicalrnente con los clos vehículos anteriorn1entc citados, ya que la figura del bodhisattva está ligada a "el que aspira a conseguir la budeidad1 y se dedica a realizar actos altruistas que 11acen posible que otros seres se ilu111inen" (Chang 198«3: 471). De este n1odo 1 como los shravakas y los pratyekasi e1 bodhisattva sigue siendo tarnbién un estudiante y u_n aspirante, al que se le aconseja "ser un alurn1no todo el tiempo" (Santideva 1995: 40\ Para el bodhisattva, sin embargo, el imperativo pedagógico de hacer posible la iluminación de otros es prioritario incluso a1 propio av.ance espiritual de uno 1nis_11_no: un bodhisattva retrasa su entrada en el nirvana hasta que tu
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asuras) los bodlrisattvas )'los los los de\/as 1os dragones, los gandharvas 1 los garudas, los dioses, los dnefios y i.:noradorcs de una casa, [os seres producidos Tnúgicnrnente, los n1onjcsi los No-reencarnablcs y los lTni-rcencarnablcsi los pratyekas) , Sak1·as, 'sra111.anas y , Sravakas, ]_os que entran en el flulri los yaks.as- todos eHos considera que no ha:y nada n1ás preciado qru.e recibir las enseñanzas de1 l)harrna. En 1as escrih1ras 1Víahayanas, las escenas de enseñaT y aprender se desean uni,Iersa1 ... n1ente y a la vez son rnedios instrumcnta1es. y

En 18441 cuando Elizaheth Pahner Pca1body public-ó en The D1:al la prin1era traducción de unos sutras en lengua inglesa) sus prin1cros ]ectores eran algunas de sus a,i11istades de los círculos transccndentalistas de la zona de Boston. La selección que ella escogió de 1a traducción del Sutra del Loto se basaba en la traducción francesa de Eugkne Burnou_f, que a 1a ,.·ez que con1parte el énfUsis de dicho sutra en la unidad últin1a de las enseñanzas budistas se distll1gi._1eJ sin ernbargo, cuidadosan1cnte de entre los vehículos dcl 1bndisn10. Su exceso de celo quizás ocasionara una niistificación en los lectores, dado que en ese n1on1ento 1os 1nás dedicados a la investigación de entre ellos apenas distinguían entre 1brah1nanes y budistas. Sin en1bargo, Pcabody se to1nó el trabajo de explicarles n1ctliante unas notas a pie de página, por ejen1plo, que un Pratycka Buda es un tipo de Buda egoístai que posee la ciencia pero uo se n1olesta en cxtendeT1a" (Peabody (trae!.) en The Dial enero 1844: iv. 3: :i9s). Pero esta distinción se po11e a su vez al servicio de un panegírico sobre la an1pHtud indiscriminada de la pedagogía de Buda. "R'>.plico la 1ey a las criaturas después de ha1bcr reconocido sus inclinaciones" dice en la selección
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forrn_a de flores y frutos. Cada una scg{1n su ft1CIZa) srt )' se confiJr1nan con la naturaleza de su gcrrnen, q_uc es de donde surgen, producen una fruta singnhu", y sin en1bargo hay un agua l1o:n1ogénca como la que de 1a nube, Por eso 1 O ICái;yapa1 e1 Buda Hcga al nTun.doi con10 una nube que cubre el universo , . }' enseña a las criaturas la verdadera doctr1na (1844: 398-899 )_ _Es de suponer que para los lectoTes trasccndentalistas lo sig:nifieativo de semejante pas<\ie no radicara en la pron1esa de una "doctrina verdad.era") sino en el énfasis en una ardua problen1ática, in1nersa }''<J. en sus propias preocupaciones Tonuinticas acerca del concepto de Bildung [forn1ación l: córno una fürma de enseñar po
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En los 111anifiestos educativos fOrr:_n.alcs e inforn1Rlcs de lo.s Transcendcntalistas no l1ay ninguna referencia a las prácticas pedagógJcas asiáticas reales; h1clt1so su funda1ncnto en la fan1i1iaridad con las escrituras sagradas asiár.icas es muy tenue, En la década de 1830, los intereses hinduistas y budistas de los Transcendental-üstas estaban muy J11ediatizados por los del Romanticisnlo europeo, Con todo) las fÜT1nas adoptadas por los intereses de los eruditos alemanes y británicos sobre .l\sia correspondientes a este periodo se co11templaban desde un punto de Yista pedagógJoo diferente. Los 1nétodos comparatistas tanto en la filología como en la religión hahian dado co1110 resultado una 'risión, de la India en particular 1 co1no e] origen [naternaJ o 1a "cuna" del griego y del cristianis1no 1 y
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zonaba Sócrates), entonces, una conciencia de sus propias por ejen1plo, de sí rnisrna, debe ser el punto de partida desde el que se deben ver e] resto de las cosas; y, sin afirmar nada) él n1is1TH1 con1enzó a hacerse preguntas y a guiar a otros que ta1nbién se preguntaban por la distinción entre lo accidental y 1o real" (189 )º La visión de un Bildung cristiano que Alcott y Peabody y, más tardei Fu11er pusieron c11 práctica en la Tcn1plie Scl1ool 1 es deudora de Platón, que inira hacia el Este, más que a su fOrma dialógica socrática. _AJ concebir, segú11 comenta Peabody "que todas las otras aln1as son en potencia lo que Jesús fue en acto, que cada ahna es una encarnación de 1o infinito; sobre la que nunca se pensará clarainente hasta que se haya transcendido mentalmente el tiempo y el espacio; que jamás nadie se sentirá en armonía con u110 mismo hasta que su sensibilidad no esté e11 proporción con la de todos 1os seres vivos" (191)º

dado cuenta de que, a pesar de toda srt suena describe i11uy bien ]u que se siente al aprender o aceptar estas enseñanzasº Describe fnnd~unentahnente u:n lntercan1bio de reconocin:1iento -en su llUnto de sorprendente reconoci1niento. Con10 s1 eR n101de de la verdad ya estuviera dentro de] que escucha, y sus propios perfiles se \rieran clarificados por e1 encuentro con una enseñanza que podría ser entonces aprehendida corno "verdad", Al igua1 que a los Tran._<:;cendentalistn. .<;;i a nosotros nos cuesta trab.rrjo saber có1no pe11sar sobre esta situación hern1enéutica. Sería plausible desacreditar tal "aprendizaje" como comp1etamente tauto1ógico, la proyección de los lugares co111unes occidentales, nuestro ya-sabido proyectado en una-pantalla que da glan1ur a ]a fantasía orie11taL O tal encuentro podría describirse co1110 una escena de adaptación, donde el consun1idor occidental selecciona de una compleja tradición budista, so]o aquellos elen1entos que responden sin1étrican1cnte a las necao;;idadcs de situaciones específicas y etiqueta, con arrogancia, el resu]ta
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De este modo, au11que la traducción del priincr sutra en inglés apareció cuando 17w Dial publicó lo escrito por Peabody sobre El Sutra del Loto, casi una década después de su Record ofA School, los Transcendentalistas eran n1uy conscientes de que el estudio del budismo tenía poco de virginal. Sabían que los antiguos griegos, así con10 los Romá11ticos alemanes, sus dos puntos principales de identificación con la cultu.ra "occidental') 1 escribieron prolijamente sobre Asia como un probable lugar de migen intelectual, lingüístico y espiritual (Halbflass 1988: 2-3, 69-138). Aunque no estaban en buena posición para conocer e! pensa1niento budista e hinduista, su propio pensamiento) como bien sabían) no era inocente sino que estaba, en muy buena medida, ya constituido por ellos. Habían incluso propuesto al igual que Max Müller, el indólogo de siglo XL'<, de que "todos procedemos del Este, todo lo que más valoramos nos ha llegado del Este y yendo al Este, todo el inundo debería sentir que va a su 'antiguo bogar', que está lleno de recuerdos si somos capaces ele leerlos" (Müller 1883: 29). Sin dramatizar el n1istcrio germánico de la imagen de Müller, me gustaría detenerme y reconocer en este 1nomento de Nueva Inglaterra una situación hern1enéutica que me parece muy significativa. Es la de muchas y n1uchos ü1vestigadores occide11tales que buscan encuentros con el pensa111iento asiático, conscie11tes a la vez tanto de una ignorancia total sobre el inismo co1no de la siempre ya co11solidada posición de Asia dentro de la cultura intelectual y espiritual "occidental". Hay en los Estados U nidos una inarca de audiograbacioncs (en cinta 1nagnetofónica) de contenidos divulgativos budistas (Sogyal Rinpoché, J__,a111a Surya Das, n1úsicas para la mcditació11) que se Han1a Souncls True [Suena Verdadero l. Yo solía pensar que habían elegido inuy mal el 11ombre de las e11scñanzas espirituales e imaginaba que hablaban como con el encogimiento de l1ombros que expresa escepticisrno "parece verdad, pero [. .. ]".Más recientemente me l1c

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Otra posibilidad de esta situ.ac]ón hern1enéutica es que las enseñanzas sobre las que gravitan parezcan ,,,erdnd porque sea;n verdad y que haya personas, occidentales t1 orientales) que sünp1e1nentc 1as reconozcan con10 tales a través de alglu1 tipo de acceso individual a un 1nundo ahistórico 1 un estrato que comporta todo el universo de la philosophia peren.nisº Todas estas tOrn1as de ver la situación de modos divergentes tienen su prupia historia y su propio análisis y cada una apela a territorios subjetivos de la experiencia, del pensamiento y de la política. Sin embargo, tienen en con1ún que tratan de la naturaleza aparentemente tautológica del propio escenario pedagógico. Del criterio de "parece verdad" se puede aparente1nente aprender solo 1o que una o uno ya sabe, bien sea porque se conoce a partir de la cultura nativa "propia" o inediante una introyección cultural duradera que sucedió en algún mome11to Illlto de la :nostalgia por las ideas foráneas a través de una intuición directa. l~a pedagogía budista no es el único n1odelo que entra en este círculo herrnenéutico que nos resulta familiar. El escándalo /el hnpasse /la paradoja l1eideggeriana de que solo se pueden aprender versiones de lo que ya se sabe o encontrar solo lo que ya se ha aprendido a buscar es algo que nos resulta fa1niliar, tanto desde u11 punto de vista teórico como desde un punto de ·vista estratégico en las disciplinas que el inundo occidentaJ ha in,,---estigado de forma 1nás exhaustiva. Aquí, la tautología hern1enéutica se presta sie1npre a ser punto de a.poyo para una maniobra de cleslegitimación aunque no esté co1npletamente integrada, en la prác'tica en ningún protocolo disciplinario, lCón10 podía estarlo? Co1no mucho, es en sí inisn1a un objeto de estudio. En el pensam.ie11to pedagógico budista, sin embargo, la apare11te tautología ele aprender 1o que ya se sabe no parece que sea una paradoja ni t111 in1passe ni un escándalo. Ni siquiera es un problen1a. Más bien es una práctica deliberada y definitoria. Cuando Elizabcth Paln1er Peabody iba paseando y chocó contra un árbol le pregu.ntaron i1aturalmente si es que no había ·visto el camino. Se hizo famosa por su respuesta: "lo vi, pero no me di cuenta" (Ronda 1999: 261\ Si el relato apunta a una iinprecisión transcendental, también indica su interés en una apertura específicamente budista a 1a psicología y a la fenon1enologia del conocimiento. Para el sentido común occidental, despué....;; de todo) aprender algo consiste en traspasar un cierto u1nbra1; una vez que has aprenclido algo, lo sabes y sie1npre lo sabrás a no ser que se te olvide (a 110 ser que 1 quizás, lo reprim,as). Para este 1nodelo 1 aprender lo mismo de nuevo tiene el misino sentido que encargar que te traigan una pizza a casa dos veces. Coloquiahnente -aunque solo coloqniahnente- incluso una lengua como e1 inglés distingue entre expresiones con10 beirlg e:rposed to a g--Z:.ven 'idea O'l' proposition lhaber escuchado antes una proposició11 o una idea dada]J ca.t-

ching· on to ·il [pillar lo que quiere decir} hacerse con rlla], lalcing it s11.1n1u.1m 1 Ltornársela en serio], hat.iing it sin];; in [cuando la idea va calando en tu n1ente], y TOTUJJTrin.g yunr 1nind urouri.rl ii [ct1ando absorbes de \.'erdad todo 1o que ü11.. plica], ~reniendo en cuenta que esto, por supuesto es algo que la lengua inglesa (y otras) pcr1rnite lHfercnciar) e] problerna de 1a tauto1ogia desaparece. En el pensarnlento budista, el espacio de tales difercn.cias es fi1nd¿nnental n1ás que epitE:non1enoliógico. El recorrido que n1edia entre saber algo y darse cuenta de aligo, en la foranul.acíón de Peabody se entiende con10 u11a tarea de gran densidad procesual que pue
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La pedagogía del budismo

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bndis]TIO pueda ser aprendido por los nccidcntalcsi puede rc·velar su depen_dcncia respecto del tenue espectro de una fcnonncnología occidentaJ del "saber".

de- aprender en ausencia de un reconocin1iento es_pon.táneo. I)espués de todo 1 1a n1ultidünensionalidad ·y eA'tcnsa duración de 1a pedagogía bodhisattva señalan su d]ficultad con la rnisn1a claridad con la q1ne los relatos de ilun1inación repentina señalan su gran sin1pHcidacl Los lñrn.ites Incuta1cs para Bronson Alcott tenían q_ue_ver exclusivan1entc con ]a dificultad de concebir que algo fiiJ.era negativo. Corno observa Peahody en uu.a clase "la palabra ninp,·u1Lo se ren1itía a su origen en las pa1abras ni-uno" El señor Alcotl: les preguntó si podían pensar en nada en absoluto, o si no pensaban en algunos o en uno para poder llegar a

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Cada vez que quiero que nli gata rnire algo instructhro -pongamos la luna Hena, o una fütografia suya- se desarrolla una coreografía predecible. Señalo lo que quiero que ella n1irc y ella) guiada por la curiosidad, fija 1a atención en la punta de n1i dedo indice extendido y e1npieza a explorarlo olisqueándolo con delicadeza. Cada vez que representan1os esta escena de pedagogía fallida (cosa frecuente, ya que a m] no se me da mejor aprender a no señalar que a mi gata aprender a no olisquear) las dos nos hallan1os atrapadas en una problc1nática pedagógica que ha fascinado a los maestros del budismo desde Sakya111uni. De hecl10, su non1bre técnico e11 los escritos budistas es "señalar a 1a luna", y ren1ite a un conjunto de cuestiones sobre el lenguaje y lo no 1ingüístico q_ue solo resultó atrayente para los inaestros y los discípulos occidentales en el siglo xic Parece probable que para Elizabctb Peabody, Bronson Akott y muchos otros n1aestros occidentales del siglo XIX 1 la dhnensión de reconochniento/ co1nprensión-aprehensión en la pedagogía budista) q_uc acaba1nos de ver n1ás arriba, pern1itia sustanciales fhl1os de reconocimiento, sobre todo en la imagen de su propia esperanza de encontrar una pedagogía de identificación afirn1ativa sin fisuras. 'fal y como señala 1'hon1as Tvveed en su obra 11ie Americari Encounter ITJith Bitclclhism: 1844-1912 [Encuentro estadounidense con el budisn10: 1844-1912], incluso los estadou11idenses rnás interesados en el budisn10 n1ostraron históricamente una resistencia con respecto a la mayoría de los tcn1as decisivan1ente negativos de éste. Desde los inicios de la Indo1ogía europea, por ejen-oplo, y a pesar de encontrarse expresiones en e1 misn10 sc11tido en la Grecia clásica, los académicos occidentales levantaron un muro de pétrea incredulidad frente al a.Jáoma -tanto hinduista co1110 budista- que Sostiene que 1a n1ejor fortuna es no haber nacido (o renacido). Exceptuando a Schopenhaucr y al últhno Freud, hallar inotivación para el no-ser era considerado 1 por alguna razón, equivalente a situarse fuera de los límites definitorios de lo hun1ano. Del rnis1no 111odo, el n1onisn10 de los 1'ranscendentalistas rechazó en gran medida todo el giro negacionista del budismo; la intuición de que naturaleza y espíritu son u110, y lo sólido un espejismo de los sentidos, nunca desen1bocaron en una enscña11za del vacío. Análogamente 1 en su ávida aprehensión del aprendizaje co1no una forrr1a de reconocimiento los rrrascendentalistas nunca lidiaron -como sí han hecho nu111erosas tradiciones budistas-, con la cuestión del cómo -y si sé que se pue-

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la idea abstracta de nada r"""l El señor Akott cree que es de sabios que los niños aprendan los límites del entend.irniento tratando de que los sientan de vez en cuando" (Peabody : 1835: 29 )" Para la propia Peabody, al ig11a] que para Alcott, la propia i1aturaleza de1 lenguB;ie suscitaba pocos proble1nas pedagógicos; si acaso, ofrecía un medio de providencial aptitud para la instrucción espirituaL "El lenguaje", escribe Peabody, "al pertenecer a alnhas naturalezas 1 la espiritua] }' la inaterial, construye una esfera elemental para la "'Vida intelectual, inás allá de lo material; dicho breven1ente: construye un n1undo inetafísico en el que los espíritus finitos e infinitos se comunican con otros espíritus finitos y con el Espíritu In.fh1ito" (1988: 93)º Pero se problcmatizaba aún lnenos, si cabe, la prioridad teórica del recurso a métodos ostensivos no verbales: esencialn1ente, a señalar a las cosas. General

Maxims (on Education) [Máximas generales (sobre la Educación)] de Akott incluye el precepto de "enseñar principalmente un conoi:imiento de las cosas, no de las palabras" así como "enseñar ilustrando inediantc objetos sensibles y tangibles"º Con el paso de los años y bajo la influencia del educador romántico ale1nán l4'roebel, Peabody insistió n1ás aún sobre la hnportancia de indicar las "cosas": "es un a.-TI01na fu.ndan1ental que el objeto, el n1oviiniento o ]a acción, deberían preceder a la palabra que los non:1bra r.. .] es en las leyes de ]as cosas

donde están las leyes del pensamiento" ( 48)º 'Tanto sobre el decir las cosas como sobre el señalarlasi la pedagogía budista es mucho menos opthnista. Con10 resun1c V'í!alter I-Isie11: "c1npleando el habla corno 11ábil método) el Buda pronunció Inuchos sutras, que solo debería1nos ver co1no 'el dedo que señala a la luna' 1 y no corno la propia luna. El Buda d~jo: 'no he enseñado una so]a palabra durante los cuarenta y nueve años de 1ni prédica dei Dharn1a'. I~os sutras con frecuencia nos recon1iendan confiar más en el sentido que en las n1eras palabras L.. t Quienes leen deberían tener presente que no son las propias palabras en si sino el apego a e11as lo que es peligroso. La función crucial de los sutras colno la de un dedo que señala a la luna, debería mantenerse" (Chang 1983: 23: 20)º Lo que implica la imagen del dedo y la luna es que aunque señalar acarrea 1nenos malentendidos que hablar, ni siquiera esta concreción no-lingüística logra evitar los resbaladizos problemas que rodean a 1a referencia.

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Por decirlo de otro .1rnodo, la discípula con exceso de 3-pl"go -por ejen:1plo, ni.i gata- está confundiendo el tipo de acto de habla-o digan1os sü11plen1ente el -tJpo de acto- que es seña1ar: para 111-iJ la ilocuclón relevante es "indicar" n1icntras que para ella es "ofrecer". Es cl u1is]110 tipo de error q_ue encuentra Stcphcn BatchcJor en el trata1nicnto corno profesión de fé que se le da a las cuatro verdades de Buda) corno creencias proposicio11ales paralelas ("]a \.rida es sufrinliento",

Dalai Larna c11ando ofroce el interior de una ca1npan_a corno irnagen del vacio. Tathata, por añadidura, ade1nás de -,,rincu.lar la fOrma con el -vacío, vincula todas las for1nas las unas co11 las otras de n1ancra no dual: "cada una idéntica a la totallldad de todo lo q_ue es y abarcando a todas las otras dentro de sí nTis1na" (Stone 1999: 201). Asi pues) desde la vis]ón de la talidad, hasta la distinci61n entre dedo y luna se disuelve, y con ella) quizás) la interdicción in1ncmoria1 que pesa sobre la confusión entre an1bas. Co1no señala un abad_ Zen conte1nporá11co: "el dedo señalando a la luna es la lu11a, y la luna es el dedo f. ..] se realizan mutua1nente el uno al otro" (Loori 1995: 8). Un comentario a este koan añadiría: "cuando se le preguntó al monje sobre el significado de 'la luna', el maestro [Fa Yen] respondió: 'señalar' y cuando a1guien más le pregrnntó sobre el significado de señalar el 1naestro respondió: 1a 1una', i,Por qué era así? Probablemente el razonan1-iento más profundo se hallaba en 1a n1en.te Ilu1ninada del n1aestro Ch'an, donde no había distinción entre lo que la mente común Uaana 'señalar' y '1a lu11a', Para éL la re}ación entre ainbas era semejante a 1a relación entre un océano y sus olas" (Holstein 1993: 49). Pero por muy conceptualmente liberador que sea, co1nprimir unos significados resultantes de la elaboración de semejante co1np1ejidad en "tal cual" y "tal como" indica también una irreductibilidad pedagógica. Sugiere que 1a pedagogía budista no ofrece una unidad de notación o de n1cdida más c1cn1enta1 para el entendhniento. Cuando el propio gesto de señalar que constituye la forma por defecto de una enseñanza inarticulada incluye ya de ante1nano la. lección dificil, podemos encontrarnos ante una de esas situaciones en las que "si te hace falta preg11ntar, nunca te vas a enterar", (Al inenos no en esta vida). En contrac;te con el opthnismo democrático de la educación estadounidense donde se presupone que cada lección puede sub-dividirse en unidades cada vez más pequeñas, y que resulten cada vez n1ás asimilables, las tradiciones sapienciales del budisn10, debido a su estructura holográfica, han de presuponer que los estudiantes ya han sobrepasado un llnnbral de reconocimiento bastante alto.

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"1a ca11sa del sufrün_iento es el apego".º. y así sucesivan:1ente), antes qu_e con10

n1audatos diferenciados acthra y perforn1ativamente ([debernos] "entender la angnstiai desligarnos de sus fuentes) darnos cuenta de que ha cesado) culti·var el sendero" (Batchdor 1997: 4-ó). Quizás la rnás representativa de las \'Ías a las que ha recurrido el budis1no Iv!aha:y-ana para sortear "el dedo señalando a la luna" sea el discurso ostensivo de la "talidad"' (del sánscrito Tathiita). Cómo escribió Kukai, "el Dharma está más allá del habla, pero sin el habla no puede revelarse. La Talidad transciende las forn11as, pero no puede realizarse sin depender de 1as for1nas. Aunque a veces podcn1os errar al to1nar el dedo que señala la luna por 1a propia luna1 las enseñanzas de Buda que guían a la gente son ilimitadas" (Hakeda 1972: 145-146). Cuando se refiere a un Buda como el Tatl1agata o "taln1ente-llegado" o cuando un tex-to japonés del siglo xu aconseja que incluso la contcmplació11 n1omentánea de la "talidad" de las cosas comunes y corrientes es una garantía de la iluminación rápida (Stone 1999: 199), se está utilizando el gesto de indicar al menos en un se11tido doble, que alude a 1a supuesta evidencia e in1nediatez del fenómeno señalado, pero también a la inefabilidad e imposibilidad de que sea aprehendido y, en verdad, al vacío de la naturaleza del yo. "En su aspecto diná1nico" según 1a für1nulación
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En los Estados Unidos, parece haber recaído en los di·v11lgadores del Zen en el siglo x:x 1a tarea de co1nenzar a articular la centralidad que ocupa en muchas for1nas de budismo esta duda radical sobre ln comunicabilidad de una comprensión o apercepción básica. Después de todo, si bien la práctica del Zen no nos puede pron1etcr que nos Uevará metódica1nentc hasta el nivel de estudio superior cercano al 1unbral del satori, por lo n1enos ofrece prácticas singulares) tales co1110 1as de lidiar con los koans, que escenifican y tal vez agotan la ünposibilidad de1 aprendizaje :u.netódico. Adcmási el antl-cscolasticis1no del Zen y, con frecuencial el anti-inte1ectualis1no de la contracultura se frindieron en una

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conciencia per1nanentc sobre Jos Hn1itcs de la a:rticulación \rerbal El rnornento c~Jmbre de -estas investigaciones en los años sesenta de! siglo xxi incluso n1ás que e1 r110111euto cumbre d.c los Transccndeni:alistas, coh1ci{_H6 con un tien1po en el que la crítica a las instih1ciones educativas se co1T"virtió en vcbiculo de los afanes utópicos en casi todas sus fOrn1as; si bien 1as exploraciones budistas fueron periféricas respecto del movhniento estudiantH, éste últhno no obstante las

y articulados, de los n1uchos que se han ·visto especialn1ente afectados por esta

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potenció y se vio potenciado por eHasº En la medida en la que esta forma de negación fue ganando preeminencia

entre los dhrulgadorcs del Zen, también permitió que la "idea del vacío" fuera n1ás inteligible de lo que había sido para los estadounidenses y ta1nbién inostró que era importante tanto desde un punto de ·vista pedagógico como inetafisico. El influyente y prag1nática1nentc detallado teA'toi Los tres pilares del Zen, publicado en 1965 introclt~jo a un público nurneroso tanto a 1a práctica co1no a la teoría de la enseñanza Zen. Dicha enseñanza gira en torno a consejos co1no éste de Rinzai: "110 hay nada en particular de lo que l1aya que daJ'Se cuenta" (I(apleau 1989: 194). 3 Los lectores de posgu. crra respondieron con un reconocin1iento Heno de excitación a este enfOque q_ue conte1nplaba la enseñanza y el aprendiz[\ie co1110 tareas (casi) ilnposib]es de lograr, tareas solitarias cuando no de hecho conflictivas. Con10 escribió Alan Watts en 1957: "1a posición básica del Zen es que no tiene nada que decir, nada que enseñar L..] por eso el n1acstro i10 'a:yuda' al alumno de ningún modo. Al contrario, él se sale de su ca1nh10 para poner obstáculos y barreras en el sendero del estudiante" (Watts 1989: 613 ). En su búsqueda, los practicantes del Zen de los años cincuenta y sesenta del siglo xx se inspiraron en una ética basada en 1a heroica soledad existencial del alma. Kapleau, por ejemplo, cita el consejo de Mumon para trabajar el prin1cr koa11: "no construyas el Mu como la nada y no lo concibas en térn1inos de eAistencia o no existencia, [debes alcai1Zar el punto donde te sientas] co1no si te 11uhieras tragado una bota
enterrnedad gradual hasta 1a fecha incurablc 1 ha consistido en

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un es-

rnoribundos. Este espacio que hasta 1os afios ochenta estuvo f0rc1uido por ]os n1elodranJas
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aquí ahora] de Baba Rarn Dass de 1971, al texto liVho l)ies'? 1nrnere?] de Stepl1en Levine pu1Jlicado once años inás ta.:rde 1 a El libro tibetano f.le los ·vivos .Y de los rnuerl-os tibetanos de Sogyal Rinpoché publicado once años después de éste 1 el relato de la enseñanza del Bardo crece de forllna exponencial de u11a for1na 1nuy deta11ada y CA1Jresiva. Aún así 1 Sogyal, tal y con10 heJLnos '<listo, n1antenia a los lectores conectados con una silnplicidad. retórica casi infantil; parece un inodo en el que el lector puede 1T1ovcrse libremente a tr~r1,rés de las severas dislocaciones del vhtje, Ir del libro de Sogyal a casi cualquier otro texto tibetano en inglés, además de los muchos libros que no están confor1nados por esta particular conversación anglo-estadounidense-tibetana sobre las personas que se están muriendo, obliga a pararse en seco debido a la densidad de una alteridad que apenas se 1.ris]umbra. A] llamar casi zen a la estética de estos escritos, no lnc refiero a su tonalidad afectiva. l'odos ellos, incluidos los de Sogyal, rebosan expresividad en10cional E! aspecto zen, n1ejor Ua1narle se1nejante al Tao, aparece en un lugar extremada1nente valorado sobre la eco11omía de medios. l,as propias "destrezas de medios" de Buda, que siempre se refieren a los medios pedagógicos) pueden tomar unas formas sumamente elaboradas a través de los sutras. En este proyecto inoderno de aprender y el1señar a lnorirJ por el contrario) la acción sile11ciosa o incluso la acción negativa rcpresenta11 la destreza. Se intenta trabajar tanto como se pueda en una fürmulación de Vhnalakirt-Il "mediante el silencio, la inexpresi,~dad y aquello que no se puede enseñar" (Thurman 1995: 86). Nadie deja de morir, co1no lnucho, puede apartarse de su camino, De este modo, las instrucciones para morir son reahnente las misn1as que las instrucciones para trab~\jar con los que se están n1uriendo. Tanto c11señar como aprender e11 esta situación requieren actuaciones míni1nas y muy pasivas. "Abrirse a" (una persona o un predicamento), "abrirse en torno a" o "atenuar" un espacio de dolor, escuchar, relajación, espaciosidad, paciencia en el sentido de patear o permanecer t1unbado y abrirse) practicar la respiració11 compartida: estas prácticas de no-hacer, a]g11nas de ellas parecidas a los lugares cornunes de la Nevv Age, parecen apoyar un sentido inagnético de ]o real hasta el umbral de la identidad en extinción. Como escrihe Sandra Butler: "ha sido la expe1iencia lilninal ele cuidar a los que se están inuriendo, sus carnes deterioradas, sus mentes atrapadas en cuerpos que se desn1orona11, sus corazo11es latiendo 1 la ·vida palpitando entre sus estrechas costillas, lo que me ha enseñado los silencios i1eccsarios entre palabras, las pausas desde donde emerge la respiración, la insonoridad de la conexión" (Butler S. 2001: 4). Y resulta sorprendente, aunque no debería ser1o, que un no hacer cercano a la extinción sea 1a condición de posibilidad del aco'mpañaniiento en esos territorios del deshacer. Co1no una estética pedagógica, este niinima1is1no que se borra a si mismo se ha ·visto influido por Oriente y Occidente en un bucle de retroalhnentación

que en dia nos re,stllta Í~1rniliaL En por ejen1plo, al su asprrm:ión de conversaciones espirituales y políticas para las n11Ltjercs adultas de Boston y sus alre
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¿Qué puede significar ver el dedo que sefia1a y ]a luna a la que se señala corno inseparables en úitiina instanciJ.'? .Entiendo esta iinagen corno parte de una continua incditación budista sobre la relación entre los fines y los n1edios. lJna

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imagen no pcdagógica1 parecida a t·'er que el punto de desti:no no es otro que el v1-aje en sí) nos pcr1nite ver con facilidad que }os n1cclios y los fines son inseparables. Pero con una irnagcn q_uc e\roca necesariarncnte un escenario pedagógico. -,,r en el contexto de la amplia) y plcnarnente auto-reflexiva tra.
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indecible entre los n1edios y los firH:s 1 de su carácter real1:nente casi inseparable, de hecho 1 oon_stituye es una sefia de ide11tidad consistente de este la rnanifestación n1ás potente de su econornía. ele 111edios. Lo oue pcTmanece irreductible en las ensefianzas tlbetanas 1 sin en1bargo, incluso e;lJ st{s vcr0 ]ones más an1ables c11 relación a Occidente es su énfasis pragmático sobre la reencarnación y su seguro relato que confia en 1a experiencia subjetiva de ]os ·que realmente se están !nuriendoº Cuando hablo con gente sana sobre la experiencia de la enferlneda
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espacioso. Tengo en 1nente los dolo.rosos D_ndos epistcrnológicu-·p.sicológicos en los que era capaz ele adentrar1ne pero de los que no era capaz de salir . .¿1\le da rea}n1ente 1niedo ]a n1uertl\ sí o no? ¿cómo puedo saber realn1cDte la diferencia que hay entre la fatiga de 1a ·vida y la atracción por la n1ne1i.e? ¿córno sé si 1ni seguro ate-isn1_0 se rnarcl1itaxá 001no se rnarchita una hoj;:1. cuando hace un viento caluroso? ¿_N![e doy cuenta de verda-d, inclu.so en este n1ismo ino1ne11toJ de que soy n1ortal'? l~a naturaleza. obsesiva y liinitada de e..'ltn.!:i preg11ntas es quizás suficiente-:: inente evidente por cómo se agarran a la prin1era persona de1 singular, como si se tratara de un espéchnen al que hay que n1ov-ilizar en vez de un apoyo sin run1bo. La peor señal de su inutHidad es que a la vez que nos obsesionan1os con ellas 1 dichas preguntas nos aburren de una forn1a que nos liace perder la sensibilidad. La pregunta sobre si realrnente creo en la reencarnacióni no debería für1nnlarse de ese 1nodo o, en verdad, podría ser inás interesante. Para responder a la insistente pregunta sobre la reencarnación, Robert 111ur111an y el libro de Stephen Batchelor de 1977, Buddhúm Withont Belief3 [Un budismo sin creencias] intentan articular una postura que no consiste en creer ni en no creer. Batche1or basa sus argumentos partiendo de principios agnósticos como la n1ejor manera de negociar entre '1a responsabilidad del futuro" por un lado (10.3) y, "los clichés y dogmas de otras épocas", por el otro (104)º A pesar de todoi sus arg1u11ento.s tienen una fuerte dependencia de un e1npiris1no del siglo XJí: queJ con frecuencia 1 no se cuestiona. Batchelor incluso se queja de que especular sobre la reencarnación "nos aleja de 1a perspectiva agnóstica y prag1nática y nos adc11tra en visiones n1etafisicas que no pueden ni de1nostrarse ni refutarse, ni probarse ni dejarse de probar" (30). "Un budista agnóstico no contenap1aría el l)harn1a con10 una fuente de 'respuestas' a preguntas sobre de dónde vcnirr1os, a dónde va1nos, qué ocurre tras la muer-te. Buscaría tales respuestas en las disciplinas adecuadas: la astro-fisicaJ la biología evolutiva, la neurociencia, etc" (18). (Jvlc sorprendió aprender que cualquiera de estas disciplinas estudia lo q_ue sucede después de la lnuertc). Incluso a su nivel menos programático) el agnosticis1no de Batchelor aparece 1narcado por un recbazo infatigable al consuelo. Ivlcnosprecia la creencia en la reencarnación como "el lujo del consuelo" (43). Pese a que reivindica ah1irse y no saber, el libro de Batchelor corr1parte con frecuencia el scntin1iento de esos prietos y dolorosos nudos psíquicos tales co1no lMe clo.y cuenta realnLente... ? ,1\ísla e inmoviliza el yo de una fürn1a parecida. A pesar de todo el uso despreciativo de la palabra, no creo que Batc}1clorJ que habla del "deseo de lnejorar la angustia de otros", considere rcahnente e] consuelo como algo despreciable (104). En cambio) parece evidente que é1 nunca debe desear i1i necesitar consuelo. Las demandas existenciales que le exige a alg'uien son despiadadas; expresa el desprecio "por el fracaso que no añade

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valentía a arriesgarse a to1nar una postura que no sea ni dog1nática ni evasiva" a cerca de "1os asuntos c::\_istenciales in1poriantes" (38). "El agnosticisrn{_; no excusa la indecisión") le recuerda graven1cnte a un lJO i.déntico a sf 1rrisrrio. "S] ali?:o es, es un catalizador de la acción" (38), Constr~ir y sostener n1orah11cnte e~·~a figura n1usculosa es una tarea que sale cara. Entre las cosas que se sacrifican etitá la conciencia de la transitoriedad o, incluso) el "'V-&ciado (le dicha concienc-1a :n1cdiante el que 1a propia figura pudiera reconocerse a sí n1is1na con10 no sie1npre diferente de los "otros" que tienen necesidad de un trata111iento con1pasivo. A este respecto, la pedagogía del movimiento para una inue:rte consciente que circula constantemente parece naás flexible 1 ir1_ultidireccional y eficazº En todo caso, desconozco si es posible que todas las n1últiples reencarnaciones samsáricas den un gran consuelo. Lo que me resulta más palpable es la destreza de la ensefianza tibetana corno una prcscnc1a c-n el n1undo de la gente que se relaciona con la n1ortaliclact Ser y aprender a la vez a no ser un yo idéntico a si rnisrno [se[f] es asfixiante en un espacio 1nayor y, a la vez, apoya la an1nesia, ]a meta1norlüsis y una re1acionalidad cambiante todo el tien1po, que verdaderamente las sostiene como el crisol de todos los "fenón1enos. El simple hecho de estar ünplicado en esta enseñanza n1axca muchas rnás diferencias que lo que supone el creer o no creer en ella. 'fomcn1os, por ejen1plo, el juego o 1a meditttción (que suele aflorar con la enseña11za de la reencarnación) que consiste en figurarte tu vida, o aún tu carácter, distintos de có1no son. Surgen tantas preguntas. Con todoi no -viene a un contexto de culpa o auto-culpabilizacióni i1i de voluntad o resolución. Es un espacio más parecido a ... ¿qué? i.Deseo, ojalá? Algún lugar, al menos, liberado por la posibilidad y la imposibilidad, y en especial por la relativa desvinculación respecto del yo. Supongan1os que pienso en a1gunas cosas buenas que no he hecho i1unca por tin1idcz, por ejen1plo, o por aversión a 1a incomodidad física. Encue11tro ahora que la pregt1nta "¿qué habría hecho que esas cualidades fueran diferentes?" -planteable hasta lo mas profu11do de la historia de una vrida, e incluso lnás aHá- me sorprende por lo fácil de ge11erary seguir que resu]ta. Numerosas reflexio11es pueden "abrirse en torno" a esta pregunta, con10 nunca antes, nunca cuando se trataba de una pregunta deontológica -y vergo11zosa1ncnte Hn1itada- sobre 1rií. I-Iay tanto espacio cordia1 en la diferencia imaginable y tutelar de un ser al que el Yo presente ya no conocerá nunca, y que al cabo no necesita nunca preguntarse sobre el hilo de esperanza que se teje de a]gún xnodo sobre su propio y característico valor. lTiene sentido pregt1ntar si tales enseñanzas concierne11 al presente o al futuro? Al inenos para algunas personas, a través de un conjunto de historias, concebir las enseñanzas budistas en sentido pedagógico nos ha ofreciclo clesde hace mucho tie1npo una n1anera de reconocer lo elusivo de sus fines en 1a íntima habilidad
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Este ensayo está escrito desde el vivo recuerdo de nü a1nigo y ahnnno Brian Selsky, que se quitó la vida el día del Yo111 I(ippur de 1997. 1

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[N. de la T.] En c1 inglés en d original: Realization, sustantivo derivado del ve1·bo to realize ("percatarse", "apercibirse", "darse cuenta", "ser consciente de algo") de uso tanto en la lengua co1nún con10 en la jerga filosófica. En español el sustantivo equivalente solo es de uso en filosofía o psicología: apercepción: percepción o con1prcnsión consciente de la realidad o del objeto percibido. [N. de la T.] Talidad: Según la RAE, "condición de ser tal, coIJ las dctcr1ninaciones que caracterizan a a1g;uien o algo" (http://cl1e.rae.es/?i
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Tan1bién rcn1itc a 11na tradición inini1nalista alternativa dentro de la pedagogía ro1nántica europea (ver 1a obra de Rancif.n:e). Y hay que señalar que estos tres ejc1nplos están ton1ados de un trabajo educativo dirigido a los adultos, Tiene sentido que el uso de n1cdios ininünalistas en 1a enseñanz;:~ pudiera surgiT con n1ayor facilidad en el trahajo con los adultos -aj01tiori, con 1os gue están n1uriendo- que con los niños. Tan1bién hahría que subrayar que el üiterés de los Trascendentalistas por la educación de adultos quizás sea lo n1ás iinportante de su legado. Aunque: Pcabody, después de estudiar con Froehc] en A1e1nania, se convirtió en la pionera del n1ovin1iento de los jardines de infancia de los Estados lJnidns, que tantísimo éxito ha conseguido, e! cornpro1niso sostenido de los Trascendentalistas con una pedagogía no con1pensatoria, orientada espirituahnente y capaz de implicar a los adultos de su propia clase sot:ial, constituye un logro aún más original y cabe pensar que aúri más influyente. El destino que tuvo la Ten1plc School de Bronson Ak:ott nos indica hasta qué punto puede 1a cuestión de la reencarnación establecer una línea divisoria en Occidente. El torrente de criticas públicas que acabó con la .Escue1a en 1836-1837 se atribuye genera1111ente a "los run1ores de que en 1a Tc1nplc Schoo} se ünpartian conferencias sobre Ja concepción y el parto" (Ronda 1999: 128). Pero según pensaba Peabody, que intentó sin éxito desa1tit:ular tal controversia, el tema inás sensible ocasionado por los debates de la Escuela sobre "el hecho de nacer", no fue 1a educación sexual, sino la reencarnación . .El1a negó tajanterncnte que A1cott enseñara la doctrina oriental de la pre-existencia y la emanación" pero escrihió: "es cierto que el señor Alcott cree que el nacin1iento es un acto espiritual y un hecho anterior a la reencarnación [. ..].Yo, por n1Í pa1te, considero que esta es Ja única fürn1a
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Ada111s, Jaines F.li, Dandies and Desert Saints: S'(yLes o_/Viclorian 1\1anhood, Tthaca, Nueva York, Cornell University Press, 1995, AJcott, A. Bronson, How Like an Ang·el Carne I Doron: Conversaf'iuns zerith Clúldren on the Gospels, Alicc O. Huvvell (ed.), Hu
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1\ctivis1110, político: abolición, 1"18;

activista contra el sida, 29-S6, 129-1:30; control de anuas, 148; derechos ci\iles, ~31, 66; dcsobcclient:ia ciYil, 29-SO; estudiante, 178;

vertarnbú!n l\tíatrirnonio; PerfOrn1aLividad; Periperforn1atividacl; Esclavitud, EE, U U,; Espacialidad Atlan1s, Ja1nes Eli, 1.'33 Afecto, 19-24, 98-126; asco, 4•3, 101, 121;

feminisn10, 66, 97,130;

desprecio, 87, 121;

g;ay afroa1nelicano, 29-36;

disfrute-CA'Jlectación, 24·, 43; emoción vis-a-vis, 27 n. 1;

n1orir consciente, 178-185;

orgullo negro, 66; orgullo gay, 66; pena de 1nue1te, 146; supervivientes de incesto, 66; trab;:tjo, 31. vertarnb'ién Tdentidad; Espacialidad; 1\ctos de habla Actos de habla: avergonzar, 33-36; aviso, 79; co1nprar, 82; clar rega1os, 79-81, 159; declaración ele guerra, 80; deshacer la interpelación, 73; desubedienóa civil, 29-30; enseñar, 159; exigir, .'38; inaldccir, 77, 79-SJ; n1anifestación, 3:5; inanun1isión, 82; pro111ctcr, 79; rechazo, 30; retar, 72-7:'3; señalar, 174•-177; silencio, 30, 186 n ..'3; testigo, 29-,'30, 75-81, 85-89; venta, 84-86.

gratitud, 164-165; interés-excitación, 24, 4·3-4•4·; n1otivación vis-a-vis, 23; positivo y negativo, 136, 151-152; ypulsión vis-a-vis, 17-21, J01, J07, 14•6; sorpresa-sobresaltarse, 136-139, 152; vergüenza-hu1nillación, 21-2"3, 89-69, 8489, 101, 119-121, 146-14·7, 151, 153, 185.

·ver taTnb'ién 'fornki11s, Silvan

J\gencia, 82 ver también duo.lis111os; de agencia Alcott, /\. Bronson, 168-170, 174-1'75, 187 i-\lexander, Irving, 99,102 Althusser, Louis, 72 Alnherst College, 30-31 Analógico y digital, 81-82, 104-112. 120-121, 125 11. 12 Jindcrson, Benedict, 124 n. 3

l\nger, K.enneth, 156 Antiesencia1is1no. Ver Epistcn101ogía: antiese11cialista: Esencialisn10 y antiesencialisn10 Arte teA-til, 5, 24-26 Austcn, Jane, 94 n. 7 ~4..nstin, J .L.: Cón1u hacer cosa:::; con palabras, 4-8, 4,g_ 49, 71-7"1, 80, 93, 94-95 n.4 y n. 8;

198

Índice

Índice

y n1atrin1onio, 48-49, 71-74;

Tiudisrno Zen. Ver Budisn1ci: Zen

y textura, 19. 'ver tarnbién Pe1fonnatividad; Actos de,

Burke, K.enneth, 151

habla J'.J..utotélico, lo, 21-24

Baba R.a111 Dass, J80 Barncs, Djuna, 156 Rarthes, Roland, 153 Basch, Ivlichacl Franz, 4<0-4'J

Burnouf, EugCnc, 167 Butlcr, Judith, viii-ix, 5-8, 72;

El género en disputa, xiii, xx:i, .4,, 9, 11, 184-139, 144,155. ver ttunbién Episte1nologia: antiesencialista; Esencialisrno y antiesencialis1no Butlcr, Sandra, 180

Batchelor, Stephen, 176, 184

Bateson, Gregory, 103 Henjan1in, '\)Valtcr, 16, 18

Can1p, 66-68, 155-156, 157 n. 6 Cáncer, 15, 29-37, 154<-155, 161

ver iamfn'én Proscenio: inúvil;

Psicoanálisis; Espacialidad Dickens, Charles: l)avfr{ Coppeifield, 137;

.Donibey e H1jo, 83-89; J1Ticholas 1-Tickleby, 46; 1\Tolns de Aniéricu, 90-91;

Nuestro {llnigo corn{ui, 4·6. Dickinson, Enüly, S0,157 n. 4

Dualisinos: de agencia, 10, 15, 16, 28, 27 n. 2, 80-81,

97-98; csthnulo vs. respuesta, 107-108, 117; hegen1ónjeo vs. subversivo, 14-15;

Círculo herrnenéutico,

ley del de en1ncdio excluido, 10;

Cristiandad, 170, 183, 187 n. 6 Con1plejidacl, 20, 27 n. 2

'ver también Teoría del caos; Teoría de

n1ediosvs. fines, 23, 103, 167, 172, 181182 (ver tcrmbién i>...utotélico, lo); n1ente vs. cuerpo, 117; naturaleza vs. cultura, 98;

Bodhisattvas. Ver Budisn10: bodhisattvas

sistemas CornelJ, Joseph, 156

on vs. off, 96 (ver tanrbiénAnalógico y digital);

llora, Renu, 15-17

Curtain, Tyler, xx:i, 157 n. 3

presencia vs. ausencia, 98;

Borensztein, Lcon, 24· Broucek, Francis J., 41 Bu
CYetkovich, i\nn, 113-116, 125 Cibernética. Ver Teoría de siste1nas

sclf ,rs. otro, 97; sí vs. no, 94·-95 n. 8;

Bloon1, lTarold, 139

Cientificis1110 y anticientificismo, 98

ver también Biología y hiologicisn10 Dalai La111a, el xrv, 163, 177 Dante, 7:3, 94 n, 2

1

subversivo vs. begcn1ónico, 11-15, 114; sujeto vs. objeto, 10, 24, 97; verdadero vs. falso, 94-95 n. 8. ver lanibién la Falta; No dualis1no; Hipótesis represiva; Diferencia sexual

de Bary, VV. T., 176

Duns, Scotus, 176

Deconstrucción, 8, 65, 80, 130, 152, 171 ver también Episten101ogía:

Eliot,

antiesencialista; Esencialisn10 y antiescncialisrno Deleuze, G·illes, 152-176 De Man, Paul, 9 Depresión, L~2-4,3 Derrida, Jacques, 5, 7, 8, 72, 78, 97

ver ta1nb'ién Deconstrucción Dcscon1bcs, ""\Tinccnt, 124 n. 5 Deseo. Ver Pulsiones Desplaza1niento, 17, 147, 150

digestión en, 'Esclavitud, EE.UU., 10, 69 n. 7, 82-93 Esencia1isnio y a11ticscni:iahs1no, 7-8, 10, 11.S-118, 120 n. 10, 144-145 ver tam.bién Episte1nolog:ía: antiescnciahsta; Epistcinología:

Carlyle, Thon1as, 84

y polivalentesjlrl'itos (n>2), 97, 105-114, 115-118, 125 n. 10 Bishop, Elizabeth, 5

YJer i'rNnbién Jan1cs, 1-Icnry: analidad y

paranoide

Cavafis, C.P., 94 n. 2 Cavcll, Stan]ey, 78

ver tcunbién .Feno1nenología

Eroti.si.110 ana1, 15

Digital. Ver Analógico y digital

Bersani, Leo, 182, 157 n.2 Bjnarisinos. Ver Dualismos; Estructuralis1no

ver tarnbién Fcnon1enologia: del aprendizaje

Diff:rencia sexual, 188-189, 141, 152

Bcnveniste, Énüle, 8

Biología y biologis1110,

199

(~eorge:

Dan·ielDeronda, 79, 81; Mfrldlernarch, 17 Emerson, Ralph v·valdo, 162 E1npson, VVilha1n, 151 Episternología: antiescncialista, 8, 10, 119, 114; Budista, de la n1ucrtc, del n1atrin1onio, paranoica, proustiana,

:Espacialidad: 111ás al1á, debajo, y junto a, 10-11; centros y circunferencias, :54-56, 72; y pcrfonnance, 11, 71; y perfOnnatividad, yperiperfonnati"vidad, 7, 71-73; y reencarnación, 184-185; vacío, 185 n. 1. ver tam.bién Activismo, político; Budismo: vacío en; Proscenio; Esclavitud, EE.UlT.; Actos de habla .Esthnulo, 107-108 Estructuralismo. 97, 109, 128- 124, 124 n. 5 Enripides, 80

Falta, 1a, 23, 25, 98 Fay, IVIichcl, 146 .Feedback, Ver Teoría de sisten1as Fclman, Shoshana, 6, 74 Ferninisn10. Ver Activisn10, político: feniinis1no, Fcno1ncnología, 22-23, 151;
ver tcnnbién Hipótesis represiva Frank, Ada1n, x, xii, x.,"\'.:i, xxii, 4•, 20, 97

Índice

200

Freud, Sign1und, xi, Aii, 20-23, 58, 95 n. 10, 97, 102-104, 118, 122, 12,'311.3, 130-135, 137-139, 143-144, 152-J53, 1s711J, 17s.

ver trnnb'ién Psicoanálisis Fricd, lVlichael, 9

Froebcl, Friedrich, 175, 187 n. S Fu}Jer, lVlargaret, 168-:170, 181

Gatos, 159-160, 174-176 (1ihson, J;unes J., 15 (;oodn1an, Paul, 103

Gótico, lo, 77 Gould, Tilnothy, xxi, 125 n.10, 157 n. 4 Gra1nsei, Antonio, 14 (~rcenblatt, Stcphen, 97 Ha11cy, Janet, xxi, 125 n. 10 l-Iebb, Donald, 105, 107 I-leideg;gl:r, 1viartin, 173

Índice

E{ a1nericano, iJ:<7, 60;

l'vle
ana1idad y digestión en, 47-60; Rl arte de lu norx!a, >iii, xxii, 39. 65; "La bestia en la jungla", 47; La copa dorada, 76-79; "Guy l)on1ville", 42; Edición de Nueva '1{ork, (rX'I' lanihién El

ver también Bu
arte de la novela); 42-47 "O•ven \?{ingrave", 6:3; relaciones con hon1brcs jóvenes, 44 Los despojos de Po;i;nton, 45; La rnusa trág-ica, 56;

Otra vuelta de tuerca, 4•7; Las alas de !a palorna, xxii, S4, 56, 60. 1/Villiarn, J a1ncs, 52-53 Jan1eson, Frcdric, 114, 131 J a1nyang Khyentse, 163-166 J arrel1, Randa11, 29 Jung, C, G,, 161

Hcnnenéutica de la sospecha, 129-131, 144-152

Hertz, Ncll, xxi, 80

I-linduisrno, 163, 169-170 Hinshehvood, R.. D., xi, 1«34 Hipótesis represiva, 11, 15, 19-20, 67, 98, 101, 114

Hocquenghen1, Guy, 1.'32

Hofsta
J acobs, I-Iaráet, 91-92 Jacobs, John S., 92 Ja1nes, Hen.ry, xxi, xxii, 9, 15; "El altar de los muertos", 47; Los eniba)adores, 46, 51;

IGsssinger, Henry, 133 Klcin, Tvle1anic, x, Ai, xvi, 134-138, 142-144, 152 Kukai, J76

Lacan, J acques, 97, 103, 138, 139 ver tamJJién la Falta; Diferencia scxua1 Laplanche, Jcan, 135, 157 n. 1 Lévi-Strauss, Claude, 97 Lev1-is, l\tfathe>v (~rcgory: El },1onje, 77 Libcralis1no, 10, 13, 145-149 Lincoln, Abraha1n, 71 Litvak, Joseph, xJá, 4•3, J53 Loori, John Daido, 177 Lopez, Donald, x:á, IDi, 160 LucUa111, Charles, 156 Lynch, 1\tlichacl, xv, 35 Lyotard, Jcan-Franr;ois, 9 l\!lac Gregor, John M., 27 Ma:triinonio, 10, 48-49, 71-93 ver tarnbién Proscenio Ivlarxis1no, 13, 80, 11.'3, l.'30- 131, 14,5 Jvfasones, 171

1v1ül1er, l\!lax, 170

J\iun1on, 178 Nathanson, Dona1d L., 123-124 N co-Platonis1no, 171 Nevvton, Esi:hcr, 11, 17 Nietzsche, Friedrich, 130-131 Niño interior, 4«3, 48

No dualismo, 3, 171-177; y polivalenlesj/lútos (n>l), 112-118. ver también l_)ualis1nos ()rientalis1110, 160-163, J69, 173 ver también lndologia Paranoia, 131-1:16 Pascal, B1aise, 179 Patton, Cindy, x,'{i, 129-1:34 Peabody, Elizabeth Pahner, 167-170, 172175, 186y187 n. 3 y n. 5, 187 n. 6 Pedagogía, 159-163, 165-168, 172-177, 179, 181-182, 185, 18711. 5 rerfonnance, teatralidad, 5-15, 19, 72, 1~15; en J-Icnry Ja1nes, "19-42, 48-49. ver tranbién Proscenio; Esc1avitud, EKUU.

Pcrformatividad: X\i, ID, xxii, 5-15, 19, 4·2, 48-49, 65, 67, 72, 74•-75, 82, 91, 145; enunciados pe1{onnativos explícitos, 6466, 71-74, 76-78, 82, 87, 93; en 1-Tcnry Ja1ncs, 76-78; ilocución, 16, 72, 81-82, 84, 94-95 n. 8, 159, 177; cnullciados perfürn1ati1,,.-os, xvii-xix, 65,

71; pcrlocutivo, 72,81; queer, lo, :rvii, 17, «31-35, 44-'1,5, 65-67, 75, 1.'31-133, 'l.38, J52-155, 157 n. G.

ver ünnbién J\ilatrin1onio; Queerness, Espacialidad: y pe1fonnativldad; ~4-ctos de habla PeriperfOnnativiclad: 17, 7l-74•, 76-87, 8990, 92-93, 94 n, 7 ver tanibién Espacialidad: peripc1fon11atividad, PhilosophJa Perenn'is, 172 Platón, 12511. 10, 166, ~!70, 171, 187 n. 6 Pontalis, J. B., 135, 15711. 1 Pope, 1\.lexandcr, 52, 69 n. 5 Posición esqnizo/paranoica. Ver KJein, Me1anic .Posición reparadora. Ver KJein, l'v1e1anie Po\vcrs, Hiram, 83 Proscenio, 75-76, 78, 87; inóvi.1, 10, 92. ver también PedOrmancc, teatralidad Proust, Marccl, x,xi, X\'ii, 102, 110, J43, 154-166 Psicoanálisis, L\'., 3, L3, 17, 20, 57, 68, 80, 95 n. 10, 99, 102, 111, 113, 130-J33, 135, 188-139, 160;

co1nplejo de Edipo, 101, 152-153; falo, 63, 138; represión, x, 11-J5, 21, 40, 57, 68, 98, 101, 111, 114, 132.

ver tatnb·ién la .Falta; Hipótesis represiva; Diferencia sex1_1al Psicología: conductista, 24, 27 n. 3, 102, 108, 110, 118; clínica, 101; cognitiva, 111, 116; de la percepción, 16; del desarrollo, 41, 46, 101, 13¿1; expcrünental, 101; Gestalt, 94-95 D•• 8, 108, 120-121, 125; neuropsicología, 102; self, 101, 114·, 123 n. ,'3, 156, 178-179, 185; social, 102, 124-12:5 n. 8.

Índice

202

zxr tumfrién Psicoanálisis rulsioncs, xi-:xii, 10, 22-24, 67, 102-104, 112,152;

afectos vis-3--·vis, xi-xii, 22-23, Queer, 1o, 64-65, 138, 155 ver tanibién Activisn10, político;

Pe1for111m1ce, teatralidad; Pe1forn1atividad; 'fcoría: queer. Rain Dass, Raba, 180 RanciCrc, Jacques, 187 Renacer. Ver Reencarnación Reencarnacjón, 163-164, 169, 182-185, 186 11. <J:., 18711, 6

Ricoeur, Paul, 130-131, 14·4 Riggs, IV!arlon, 29,

3~3

Rinzai, 178

Roach, J oseph, 83 Romanticisn10, 169 Roscnb1att, Frank, 111 Rosacrucismo, 171

Saundcrs, Cicely, 182 Schachter, Stanlcy, 116 Sc.ott, Judith, 24-26 Scar1c, John, 8 Sedg-wick, Eve l(osofsky: "The Beast in the Closet" [La. bestia en el annario], :11;

Bel1c;een1Vlen [Entre hon1bres], xiii, xiv; The Coherence of'Gothic Conventions

[La coherencia de las convenciones en la novela gótica], xii, xv; A Dialogue on Lave [Un diálogo sobre e1 an1or], xvi, xvii-xviii, 4, 24,;

Episl:e1nologí.a del arrnarin, viii, xi, xiii, xiv, A'VÜ, 4, 125 n. 8. Selsky, Brian, 186 Senil sublin1e, lo, 26 Señalar, 174-177 Shakcspcarc, \i\Tillia111, 69 n. 4•, 95 n. 9 Shelley, l\/Iary: J
Índice

Si1vern1an, l(aja, 5'7

n. 4, 124 n, 4y11. 7, 125 n. 11 y n. 12, lS4,

Sloterdijk, Peter, 147, 149 S1nitb, Barbara Herrnstciri, xxi, 26, 26

139-l'f,3, 152

Snlith, Jack, 156 So,gyal Rjnpoché, 16,'3-165, 170, 180, 182 Sounds True, 170, 171 Stcin, Gertrudc, vii, 100 Surya l)as, La:rna, 170

Taoís1110, 180 T&'\:onornías, 7, 8, 151; perfOnnativo y constatativo, xvii, 19, 48, 94·-95 11, 8.

Teatro. Ver Perfonnance, teatraEdad;

Proscenio Tcrnple School. Ver A!cott, 1\. Bronson; Peabody, :Elizaheth Pahner Teoría del caos, 110 ver tam.bién Complejidad; Teoría de siste1nas Teoría de siste1nas, 10, 14·, 15, 27 n. 2 y n . .'3, ]02-10.'3, 115-112, 139 Teoría: de Jos afectos (ver tcnnbién iúccto); 119-121, 139-142, 151; crítica, :xvi, 4, 117, 130-131; fne1te vs. débil, 121, 125-126 n. 12, 140-

142, 14•9, 151; qucer, viii-xiii, :c\0., J35. Teosofía, 171 Testificar. Ver Matrimonio; Actos de habla: testificar Textura, ix, _;,_-vi, 8, 16, 2:5-26, 125-126 n. 12; y afecto, ix, A'vi, 15-19, 2S; y J.L.1\ustin, 19; lingüística, 8. ver tarnbién Tocar Thackcray, VVillian1 Makcpcacc, 84, 86 Thon1as, Elizabcth Marshall, 159 Thoreau, I-Icnry David, 30 Thnrn1an, Robe1t, 173, 180 -184, 186 n. 3 Tin1idez, 66, 185 Tornkins, Si1van, vii, xii, xvi-xvii, xxi-xxii, 4, 14·, 20-24, 27 n.l y n. 2 y n. 3, 41, 43, 97-108, 110-112, 117-122, 123 11. l yn. 3 y

·uer i'arnbién Afr~cto Ton11in, Lily, 66 Tocar, X\'i., 15-19, 2S, 25 ve1· f'r11nbién Textura Transcendentalisn10, 167-174, 178, 181 Tulku (bodhisattva renacido). Ver Reencarnación 'l\veed, Thomas, 174 \Terbal y no verba}, relación entre, 8-9, 17:5

ver también Señalar 1/crg;ücnza.

Ver Afecto: vergüenzahumillación; Actos de hab1a: avergonzar Vü11alakirti, 180, 182, 186 n. 3

1,Valker, Alice, 35, 37 n. 2 VVaters, John, 156 \Vatts, A1an, 178 ·vvcdg>vood, J osiah, ss VVhitinan, v·valt, 162 VVilden,Anthony, lOfí-106, 120-121, 126 n.12 \Vittgenstein, Ludvi:ig, 8 ·vvordsvvo1th, 'il\Tillian1, 78, 187 n. 6 YVorld Tradc Center, .'39

203

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